#Casa de muñecas
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Pastel tiny house 1/10 scale handmade miniature dollhouse by Nerea Pozo
#youtube#diorama#dollhouse#casa de muñecas#handmade#loltweens#latiyellow#pukifee#middieblythe#dolls#enyo#bjd
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Emilio Carballido dedicó obra a la libertad de las mujeres
Resulta importante la adaptación de obras mexicanas que acerquen a las y los estudiantes a una realidad o situación contemporánea no tan lejana, ya que pueden entenderla mucho mejor a la hora de ejecutarla. MÉXICO Al presentar “Nora”, obra de teatro original es un personaje de Henrik Ibsen de la obra Casa de muñecas adaptada por Emilio Carballido; se explicó que esta es mexicana y es una mujer…
#Casa de muñecas#Centro de Educación Artística (Cedart) Luis Spota Saavedra#Henrik Ibsen#Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal)#Subdirección General de Educación e Investigación Artísticas.
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Vincent Price in House of 1,000 Dolls (La casa de las mil muñecas, 1967)
#la casa de las mil muñecas#house of 1000 dolls#vincent price#1967#1960s movies#jeremy summers#hans billian#crime#thriller
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El precio de nuestras invitaciones es de 200 MX o 13 USD para tu tranquilidad pagas hasta después de recibir tu invitación y se entrega en un máximo de 8 horas, para personalizarla se necesita la siguiente información:
Nombre
Años a cumplir
Fecha y hora
Dirección de la fiesta
Información adicional (opcional)
¿Tienes alguna duda?
Contáctanos y te respondemos enseguida.
wa.me/525527227903
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Pero por otro lado la idea de que la muñeca barbie es así super feminista es tan ??? Los estadounidenses fundamentalistas son una plaga que no entienden un juguete y piensan que entienden la biblia, pero por favor
#Ayer vi el vídeo de un pastor yanki rompiendo una casa de muñecas con una biblia atada por un bate#Y me dejo reflexionando#Tenemos que bombardear nuclearmente a EEUU
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Con toda devoción - Matías Recalt & Enzo Vogrincic
Cap I. Cap II. Cap III. +18! Threesome, MeanDom!Mati & SoftDom!Enzo. Age gap, begging, dirty talk, fingering, nipple play, (breve alusión a) sexo anal, sexo oral, sexo con protección, (no tan breve alusión a un leve) subspace, voyeurismo implícito. Uso de español rioplatense.
El jardín está ahora casi desierto y la casa sumida en un silencio espectral.
Cuando rechazaste la ayuda para lavar y secar los platos fue porque no creíste que te arrepentirías tanto… Pero el arrepentimiento es porque negarte a ella significó dejar a todos los invitados en libertad y ver cómo se despedían, recibiendo y repartiendo abrazos por doquier, y abandonándote con la gravedad de cierta situación cuando la puerta se cerró a espaldas del último en marcharse.
La ventana de la cocina te permite ver a Matías y Enzo, de pie en el patio con una botella de cerveza y un cigarrillo en sus respectivas manos. Tu novio te da la espalda pero percibís por sus movimientos que está hablando de manera relajada, balanceando su peso sobre sus pies como si bailara al ritmo de una melodía que sólo él puede oír, y por su parte Enzo sólo asiente con una expresión de concentración y seriedad no tan inusual en él.
Observás con horror a Matías interrumpiendo sus movimientos y acercándose al uruguayo para hablarle al oído: cuando Enzo desvía su mirada hacia la ventana y encuentra tus ojos fijos en él el plato en tus manos cae sobre el fregadero y se hace pedazos, cobrándose también unos vasos. Intentás apartar los restos de vajilla destrozada para deshacerte de ella más tarde, pero tu corazón acelerado y la espuma en tus manos temblorosas dificultan la tarea.
Un pequeño grito deja tus labios cuando el cristal roto corta la piel de tus dedos.
-La puta que me parió…
-Qué boquita- reprocha Matías, observándote desde la puerta antes de acercarse-. A ver...
-No es nada- intentás zafarte de su agarre pero tira de tu muñeca con fuerza y te dirige una mirada a modo de advertencia, en su rostro una mueca de disgusto ante tu actitud-. Perdón.
-¿Qué pasó?- deja correr el agua sobre tu mano y siseás.
-Se me cayó un plato, nada más.
-No, pregunto qué pasó con vos.
-¿Por qué?
-Porque hoy te estabas portando re bien y ahora…- encoge los hombros en un gesto que significa molestia y decepción, su lado más estricto tirando de las cuerdas de su humor-. ¿Necesitás hablar de algo?
-No.
-Entonces portate bien, que hay gente.
-Pero él ya vio todo- susurrás, temiendo que Enzo logre oírlos desde el jardín.
Matías voltea lentamente y su expresión causa que un escalofrío recorra tu columna vertebral. Dirige su mirada hacia el techo y lo imitás, tu concentración permitiéndote oír los pasos en la planta superior de la casa. Tu novio hace que regreses tu atención a él besando tus heridas.
-Pero Santiago no- y la mano que no sostiene la tuya se dirige hacia el dobladillo de tu vestido, colándose por debajo de la tela para rozar tu ropa interior impregnada con los fluidos de ambos-. No querés que él también sepa que sos una putita, ¿o sí?
Te mordés el labio y negás: tu mente aún se encuentra en una especie de estado febril resultante de las actividades previas, por lo que se te dificulta comprender si en verdad está amenazando con castigarte y, por consecuente, con permitir que quienes pasarán la noche en la casa oigan tus gritos. Tus ojos vidriosos encuentran su mirada y te sonríe como si la situación fuera divertida.
-Andá arriba y esperame- besa tu pómulo-. Termino con los platos y voy.
Lo mirás confundida, pero obedecés y corrés hacia las escaleras. Ignorás la silueta en la puerta que da al jardín, por supuesto, y cuando te cruzás con Santiago en el corredor forzás una sonrisa que pretende lucir natural y amable, como si su presencia en la casa no fuera un inconveniente -y no lo es, pero eso sólo lo sabe la ahora ausente parte lógica de tu mente-.
Cerrás la puerta del baño a tus espaldas y te arrojás sobre el lavabo para refrescar tus mejillas ardientes, pero no es suficiente porque tus muslos manchados también comienzan a molestarte. Arrojás tu vestido sobre el cesto de la ropa sucia y también tu ropa interior arruinada y permitís que el agua tibia de la ducha se lleve cualquier remanente de la velada de tu cabello y tu piel, ya sea el aroma de la comida o los restos de tu novio.
Antes de dirigirte hacia la habitación borrás los rastros de maquillaje de tu rostro y una vez allí tomás una camiseta cualquiera, ya que tenés la seguridad de que no permanecerás vestida por mucho tiempo. La voz de Matías estaba lejos de ser amenazante; por el contrario, parecía ser la promesa de una recompensa cuya idea hace que te muerdas los labios y roces tus muslos.
Y es así como los ojos de Matías te encuentran en cuanto abre la puerta, con tu labio inferior enrojecido por la acción de tus dientes y tus piernas moviéndose de esa particular forma que delata tu necesidad. Se acerca con pasos cautelosos, como si temiera asustarte, y te enseña dos pequeñas tiras de vendaje adhesivas.
-¿Te acordás…- comienza mientras cubre tus heridas- cuando te pregunté a cuál de mis amigos te cogerías? ¿Qué fue lo que me dijiste…?
-Enzo- susurrás-. Pero…
-Y ahora sabemos que Enzo también te quiere coger- apretás los párpados con fuerza-. Con lo linda que sos, ¿cómo no va a querer?
Estás a punto de contestar, aunque no sabés muy bien qué decir, pero su voz te interrumpe.
-¿Qué decís vos? ¿Qué te parece si lo dejo cogerse esa conchita tan linda que tenés?
El temblor en tu cuerpo es confirmación suficiente, pero Matías sabe que no estás precisamente lúcida y que es su culpa: horas atrás deseaba arruinarte y hacer evidente que sólo le pertenecés a él, quería que la bruma en tus ojos y el letargo en los movimientos de tu cuerpo aturdido sirvieran para hacer comprender a Enzo el lugar que le corresponde.
Ahora sabe que disfrutaría más permitir que el mayor tenga el privilegio de probarte, ya que de esa forma sólo le quedarán los recuerdos y no poseerte dolerá aún más, pero primero necesita saber que sos consciente de lo que involucra su sugerencia y de que das tu consentimiento. Se arrodilla junto a tus piernas y toma tus manos, acariciando tus nudillos cuando ve que tus ojos permanecen fijos en la persona aguardando junto a la puerta.
Tus pupilas están dilatadas y tu respiración se acelera cuando le devolvés la mirada.
-Pero sólo si estás muy segura, ¿sí? Si no estás segura Enzo se va y mañana nadie habla de esto- besa tus manos y te sonríe-. Y si querés yo no me voy a enojar… Además te voy a estar cuidando todo el tiempo.
Respirás profundamente y cerrás los ojos antes de contestar.
-Sí, quiero- asegurás.
Los pasos de Enzo resuenan sobre la duela y cierra la puerta con delicadeza, distrayéndote y dándole a Matías una oportunidad para subir a la cama y arrastrarte para recostarte contra su pecho, arrugando tu camiseta en el proceso y dejando al descubierto tu centro desprovisto de ropa interior. Enzo no emite palabra alguna, sólo se limita a acompañarlos en la cama y sus dedos acarician la piel de tu tobillo antes de ascender y recorrer tu pierna hasta tu muslo.
-¿Puedo?
Te mordés el labio y asentís.
-Te vas a lastimar- dice, estirándose y utilizando su pulgar para liberar tu labio-. Y necesito palabras, ¿sí?
-Sí- contestás-. Sí, podés.
-Eso- te sonríe cómplice y separa tus piernas con suavidad-. Sos muy linda, ¿sabías? En todos lados…
Arrojás la cabeza hacia atrás en busca de consuelo, abrumada por la atención del mayor y la forma en que sus dedos erizan tu piel. Matías suelta una risa casi silenciosa contra tu cabello antes de besarlo, sus manos acariciando tus brazos con fuerza en contraste con los roces prácticamente imperceptibles que el otro deja sobre tu piel.
Un gemido mudo separa tus labios cuando sin previo aviso el pulgar del uruguayo se desliza sobre tus pliegues, traza una línea desde tu entrada hasta tu clítoris y comienza a dibujar suaves círculos allí. La mirada atenta de Matías sobre ambos es algo que Enzo escoge ignorar para concentrarse en cómo tu rostro se contrae en una mueca de placer cuando comienza a presionar más y más fuerte tu punto más sensible, gemido tras gemido surgiendo en tu garganta.
Y recién comienza…
-¿Querés que le cuente a Enzo cómo me apretaste la pija cuando lo viste?- negás-. ¿No? ¿Por qué no…?
-Me da vergüenza- admitís entre gemidos, cerrando los ojos para no tener que enfrentar sus miradas.
-¿Te da vergüenza?- pregunta Matías, fingiendo sorpresa-. Pero no te da vergüenza que…
-Dejala, Mati, pobrecita.
Dirige un dedo hacia tu entrada brillante y desliza el dígito de arriba abajo para esparcir la humedad sobre tus pliegues antes de introducir en tu interior la primera falange. Sólo eso basta para hacerte gemir con fuerza y tus piernas amenazan con cerrarse, pero Matías cubre tu boca con una mano y te sostiene por el muslo con la otra, restringiendo los movimientos de tu cadera y ahogando con su palma cualquier sonido que pueda delatarlos.
El intercambio de miradas entre ambos hombres es breve, casi fugaz, pero comprendés el significado que oculta cuando tu novio comienza a besar tu mejilla al tiempo que un dedo vuelve a deslizarse en tu interior y es recibido por tus paredes cálidas. Enzo no pierde el tiempo, curva el dígito en busca de tu punto dulce y cuando lo encuentra comienza a abusar de la sensibilidad que encuentra allí, complacido por tu respuesta y humedad.
Por si las caricias del hombre entre tus piernas no fueran suficiente, sentís la creciente erección de tu pareja contra tu espalda, palpitante e irradiando el calor suficiente para sentirlo a través de las prendas de ambos. Le dirigís una mirada suplicante, su mano aún cubriendo tu boca, y en sus ojos encontrás nada más que fascinación por la escena que se desarrolla frente a él: sólo cuando comenzás a sacudir la cabeza una sonrisa se apodera de sus labios y te permite hablar.
-Por favor, por favor, por favor- suplicás-. Voy a…
-Preguntale a Enzo.
Tus mejillas no arden, queman.
-Enzo, ¿puedo…?
-Sí, bebé, cuando vos quieras.
Cuando vos quieras es una expresión de amabilidad, porque Enzo separa aún más tus piernas para poder acercarse a tu centro y sus labios se adhieren a tu clítoris para succionar con una fuerza experta. La sensación basta para hacerte delirar y casi te distrae lo suficiente para no notar el breve instante en que retira el dedo de tu interior... para luego introducir dos.
El escozor que nace de la súbita dilatación de tu interior sensible te estimula aún más, aunque lo que finalmente te arroja hacia el precipicio son los gemidos de Enzo contra tu intimidad, la vibración de los mismos recorriéndote. Tus gritos no tienen oportunidad de llegar a oídos ajenos: Matías invade con sus dedos el interior de tu boca y provoca que las contracciones de tu garganta sean simultáneas a las de tu interior.
Enzo continúa con sus movimientos, estos volviéndose cada vez más lentos, y sólo se detiene al verte abrir los ojos. Tirás de la muñeca de tu novio y un hilo de saliva conecta tus labios con sus manos, pero este se corta cuando intentás hablar y el líquido mancha tu mentón. Tus lengua delinea tus labios resecos y te aclarás la garganta en un gesto que no debería resultarle tan tierno, pero tus brillantes ojos de párpados pesados están causando estragos en su mente.
-Gracias- susurrás.
-A vos- besa tu muslo y, tras un breve gesto de afirmación por parte de Matías, pregunta:- ¿Querés más?
-Sí, por favor- jadeás.
Matías, tan oportuno como siempre, le arroja el lubricante y un preservativo. Enzo los atrapa entre risas, como si la situación fuera algo cotidiano, y el verlos interactuar de una manera tan distendida mientras tu sanidad pende de un hilo hace que te sumerjas aún más en un estado mental de desesperación y necesidad, dispuesta a hacer lo que fuera por y para ellos.
Te resistís cuando Matías abandona su lugar, pero te tranquiliza el ver que comienza a desnudarse y regresa inmediatamente a la cama, arrodillándose junto a las almohadas sobre las cuales te dejó recostada. Tira de tu camiseta para dejarte completamente desnuda y masajea tus pechos mientras ambos observan con atención a Enzo, que se desnuda con fingida calma y se toma el tiempo necesario para doblar su ropa y luego dejarla acomodada sobre el escritorio.
Reprimís un gemido al apreciar las diferencias entre tus acompañantes. El contraste entre sus cuerpos –la varonil delicadeza de los rasgos de Matías y su tez blanquecina, la línea fuerte de la mandíbula de Enzo y sus músculos- y el saber que ambos están allí para darte placer hace que tu excitación manche las sábanas en tan sólo unos minutos. Tu novio golpea tus labios con dos dedos y abrís la boca lista para abrazar con tu calor su punta rosada, pero tus ojos están fijos sobre las venas en las manos de Enzo, que acaricia su miembro viendo tal imagen.
El colchón se hunde bajo el peso del mayor cuando regresa a la cama para reclamar nuevamente su lugar entre tus piernas, aferrándose a tu cuerpo como si temiera que te arrepientas. Desliza el látex sobre su extensión con cuidado y tras aplicar un poco de lubricante tira de su miembro una, dos, tres veces, arrojando la cabeza hacia atrás antes de recomponerse. Tus gemidos pueden deberse al gusto familiar que recorre tus lengua o al espectáculo que acabás de presenciar, no lo sabés, pero provocan que Matías comience a mover sus caderas.
Enzo deja caer unas gotas de lubricante en tu centro y utiliza su glande para esparcir el producto sobre tu entrada, la piel que la rodea y tus pliegues, manchando también tus muslos. El frío del producto te hace temblar y él se disculpa, sea el motivo el contraste entre temperaturas o el dolor que hace que te sobresaltes cuando comienza a penetrarte.
Un gemido resuena en toda la habitación cuando tu estrecha entrada y tu interior ardiente lo rodean. Te regala unos segundos para acostumbrarte a la sensación, segundos en los cuales se deleita viendo la desesperación y profundidad con que tomás el miembro en tu boca, tu cadera moviéndose en busca de mayor contacto con su cuerpo. Por un segundo se pregunta si acaso sería capaz de resistirse, pero considerando que se tocó oculto tras un árbol sólo por vos…
Sentís a Enzo rozando tu cérvix con cada gentil embestida y la sensación acompañada de los sonidos indecentes te hacen succionar con más fuerza, pero para Matías parece no ser suficiente la atención que le estás otorgando y tira fuertemente de tus pezones hasta que te estremecés de manera casi violenta. Las lágrimas que caen de tus ojos humedecen tus mejillas y la almohada bajo tu cabeza, pero tus gemidos no dejan de ser una constante entre las cuatro paredes.
Los movimientos de Enzo aumentan en intensidad y velocidad y su mano se cierra sobre tu cintura para poder ejercer cierto control sobre tu cuerpo. Decide también encargarse de tu clítoris y los pequeños círculos que sus dedos trazan hacen que te contraigas hasta hacerlo delirar: sabe que su mano o un juguete no podrán compararse jamás con tu interior y la manera divina en que parece succionarlo, así que decide prolongar el momento.
Protestás al sentirte vacía unos pocos minutos más tarde, pero te silencia deslizándose entre tus piernas una y otra vez y penetra tu entrada –que se contrae alrededor de nada- sólo con su punta durante un segundo o dos en cada ocasión. La fricción en combinación con el ardor de tus pezones te orilla hacia otro orgasmo y no recordás advertirles antes de que este se desate, pero entonces Matías se desliza fuera de tu boca y golpea tu mejilla, provocando con el impacto que una cantidad considerable de saliva brote de entre tus labios.
Enzo se detiene abruptamente -sin saber que así arruina aun más tu clímax- y estudia la situación para comprender si debe intervenir. Se siente fatal cuando su miembro palpita al ver que te llevás una mano a la mejilla para acariciar tu piel enrojecida.
-No pediste permiso- señala Matías-. ¿No te dije que te portaras bien?
-Sí, pero…
-Callate- ordena, haciéndole una seña a Enzo.
-Pero Enzo dijo…
Tanteás un terreno peligroso, lo sabés, pero sólo cerrás la boca cuando el rostro de tu novio se acerca peligrosamente al tuyo y ves brillando en sus ojos la segunda advertencia de la noche. Matías es más que capaz de interrumpir toda actividad para castigarte, por lo que suspirás de alivio cuando se aleja y Enzo te toma por debajo de los brazos para cambiar de posiciones. Coloca tu cuerpo sobre el suyo en un rápido movimiento, tu espalda contra su pecho y sus labios besando tu cuello y el lóbulo de tu oreja.
-Perdón- susurra y volteás a verlo-. No sabía que…
Le sonreís para librarlo de cualquier culpa y él no puede creer que incluso en tal estado, con las mejillas ardiendo y todo tipo de fluidos manchando tu rostro, aún te veas igual de tierna y dulce como lo hacías la tarde en que te conoció. En ese momento no imaginaba que algún día tendría el lujo de tocar tu cuerpo o sorprenderse por la dinámica que mantenés con Matías, pero... bueno, ignora cualquier recuerdo y apoya sus pies firmemente sobre el colchón.
Matías se coloca entre tus piernas y baña tu intimidad con lubricante, dejando que este gotee más allá de tu entrada suplicante. Su dedo se desliza desde tu clítoris hacia tu apertura siempre tan tentadora, separando tus pliegues antes de continuar su trayecto y presionar en otro pequeño agujero. La sorpresa te hace jadear y Enzo intenta consolarte masajeando tu cadera, pero es imposible cuando Matías comienza a jugar con tu cuerpo.
-Tenemos que probar algún día, ¿no?- susurra, arqueando una ceja-. ¿Te gustaría que te cojamos los dos al mismo tiempo…?
Asentís y dejás salir un grito cuando tus músculos ceden para permitir su entrada. Se limita a torturarte con la punta de su dedo, introduciéndolo y retirándolo una y otra vez hasta que ve la forma en que apretás tus párpados y las manos de Enzo sobre tu abdomen. La idea es más que tentadora, Matías sabe que serías un desastre y que en pocos minutos quedarías reducida a la nada misma, pero para ciertas cosas prefiere esperar un momento que sea sólo de los dos.
Toma el miembro de Enzo, sacándole un gemido que parece ser producto del placer y no sólo por haberlo tomado desprevenido, y lo dirige hacia tu interior. Tu desesperación no es algo que intentes ocultar y tampoco lo son tus gemidos cuando tomás toda la extensión del mayor, cuyas manos se cierran nuevamente sobre tu cadera para controlar tus más que erráticos movimientos.
El dulce sin sentido que el uruguayo susurra sólo para tus oídos se entremezcla con las palabras degradantes de tu novio, quien se encuentra masturbándose entre tus piernas y frotando casi distraídamente tu clítoris antes de llevar su mano hacia tu abdomen bajo y ejercer presión.
Sólo podés gritar.
Debería ser vergonzosa la sensibilidad de tu cuerpo, la facilidad y el control que ambos tienen sobre todas y cada una de tus terminaciones nerviosas, pero no podés pensar en ello mientras sentís el cuerpo de Enzo fusionándose con el tuyo y las manos de Matías estimulándote para acercarte más hacia esa confusa línea entre el placer y el dolor.
Los dedos de tus pies se contraen y cuando buscás algo o alguien para aferrarte tus manos acaban sobre tus pechos que suben y bajan a cada movimiento. Arrojás la cabeza hacia atrás y Enzo acaricia tu mejilla con la suya, desesperado como nunca antes lo habías visto. Besa tu rostro y luego encuentra tus labios, su lengua recorriendo el interior de tu boca de manera obscena y silenciando por un instante tus gemidos y gritos pornográficos.
-Mati...- te quejás cuando los dedos en tu cadera reafirman su agarre-. Mati, ¿puedo? ¿Enzo…?
-Sí.
Tu cuerpo es víctima de los espasmos que tu orgasmo provoca y el placer abrumador que te recorre de pies a cabeza es suficiente para perder por completo la razón. Los movimientos de tus acompañantes no cesan y de tu boca sale un hilo de palabras incomprensibles y agudos sonidos patéticos cuando tu liberación moja tus pliegues y el miembro de Enzo. También recorre su pelvis y el interior de sus muslos y humedece las sábanas hasta oscurecerlas.
El calor del líquido blanquecino que mancha tu piel y salpica tus pechos –alguna que otra gota cayendo sobre tu centro, el miembro de Enzo arrastrándolas hacia tu interior- hace que los músculos de tu abdomen se contraigan al igual que tus paredes... y entonces lo sentís: el palpitar del miembro en tu interior mientras los dientes de Enzo rozan tu hombro y sus palabras se enredan en la punta de su lengua, tu cerebro registrando algún que otro tierno apodo.
Una respiración temblorosa deja tus labios.
-Bebé…
Aún en tu estado de agotamiento y desorientación reconocés la voz de Matías y te forzás a abrir los ojos. Te sonríe y cuando acaricia tu mejilla perseguís el contacto y confort de su mano.
-Estoy bien.
-¿Segura?- cuestiona Enzo. Se aparta con cuidado y te recuesta sobre el colchón-. Por un momento pareció que…
El familiar sonido de la madera llama tu atención y mirás en dirección hacia la puerta: Enzo no podía saber que tiene que asegurarse de cerrarla bien, por lo que no te sorprende encontrar una apertura milimétrica y que la tenue luz del corredor te permita distinguir la silueta que se aleja.
La voz de los tres se tiñe de horror cuando intercambian una mirada y dicen al unísono:
-Santiago.
Notas de Lu: Y colorín colorado, este cuento se ha acabado... creo. taglist: @madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia @delusionalgirlplace ♡
#enzo vogrincic#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic smut#matias recalt#matias recalt smut#matias recalt x reader#lsdln cast
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Museum "Casa de las mil muñecas"
México
#nicole dollanganger#dollcore#angelcore#morute#dollycore#me#lana del ray aka lizzy grant#antique dolls#porcelain antique dolls#creepy cute#bisque doll
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TOMORROW!
Double update on my Etsy shop :) !
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My etsy shop: https://www.etsy.com/shop/NereaPozoArt
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Pole position (Formula 1 x lectora)
Donde el nombre de la nueva piloto comenzaba a llamar la atención entre los fanáticos de la F1. Y también de los pilotos de la parrilla actual
Nota: los diálogos en español serán en este formato.
Nota 2: Sé que el acento argentino puede que no sea muy cómodo para leer para algunos, asi que no se preocupen, no va a haber mucho de eso.
Nota 3: soy nueva en este mundillo, asi que me inventé gran parte de la info. Mis disculpas si le ocasiono un infarto a un fan curtido de la F1 xd.
~ Capítulo siguiente ~
Masterlist de capítulos
Masterlist de mi autoría
~ 0 ~
Mujer. Piloto. Relevante. Formula 1
Esas eran 4 cuestiones que no mantenían relación para nada en el ámbito automovilístico. Al menos no en más de dos décadas. Pero la llegada de Tania "Tato" Cabrales cambiaría eso en menos de un mes.
Porque si la llegada de un argentino a la Formula 1 ya era un suceso increíble, la llegada de un segundo -y además una mujer- iba a poner todo de cabeza.
"Los autos son cosas de nenes ¿No querés una muñeca?"
"Si, dale. Una cocinita y un vestido también ¿No?"
Para un corredor, llegar a Formula 1 era el máximo objetivo.
El "camino a Itaca" era algo que no necesariamente tomarían como relevante. Pero para Tania lo fue todo. Lo era todo.
El viaje es más nutritivo que el destino.
Y más aún cuando nisiquiera tienes un destino fijo.
La joven corredora nació y creció en una familia de clase media, donde nada faltaba más tampoco sobraba. De padre mecánico y madre pastelera, Tania aprendió lo que era el trabajo duro. El aprender de la práctica. De los errores. Pero sobre todo, a siempre trabajar de forma honrada. A ganarse justamente la recompensa de un esfuerzo bien logrado.
Fue así que, tras reparar su primer motor junto a su padre, encontró en la labor una gran satisfacción. Una que Francisco Cabrales no dudó en nutrir.
Si su hija quería arreglar autos, sería la mejor en ello.
—Si viene Marcos, le das la-
—La tapa que arreglamos la semana pasada, si.—
—Bien bien... Ah, y si viene Marta le-
—Cambio de aceite.—tomó las manos del padre, llenándolas de desengrasante y empujándolo hacia el lavamanos del taller—. Ya sé, pa. Puedo sobrevivir una tarde sin vos... De verdad, lavate esas manos asquerosas y andá a casa. Mamá debe estar esperándote para ir a comer.—
—Bueno... Pero cualquier cosa me llamas, nena.—
—Dale dale, apurate.—La chica le tiró una toalla, sonriendo al ver que al final se secaba las manos en el pantalón—. Deja de hacer eso, que mamá se vuelve loca.—
—Ya me voy entonces... Ya sabés, cualquier cosa me llamas.—el hombre le dio un beso en la cabeza antes de salir del lugar.
El resto de la tarde la joven se la pasó arreglando una que otra cosa pendiente del taller, no había mucho movimiento, al menos hasta que un auto bastante bonito llegó tirado por una grúa.
—Luquita querido.—Tania sonrió al ver al mismo joven que siempre solía traer a los desafortunados autos que se averiaban en la ruta cercana—. ¿Qué trajiste hoy?—
—El trabajo del mes. Esta tipa tiene plata.—el joven miró a la mujer que bajaba de la grúa—. Eso sí, no caza una de español. Asi que si querés me quedo para ayudarte.—la chica negó, sonriéndole a la mujer que acababa de llegar.
—Buenas tardes, señora ¿En qué la puedo ayudar?—Lucas bajó el auto averiado y se despidió al ver que la chica se las arreglaría sola, marchándose enseguida.
—Se sobrecalentó el motor, o al menos eso dice la pantalla del tablero.—Tania levantó el capó, sorprendiéndose al ver el motor—. Arreglar un prototipo extranjero será complicado, supongo.—
La joven volteó a mirarla, entendiendo que por el auto, ese motor y las pintas, Lucas tenía razón.
Era una mujer importante. O al menos una con mucho dinero.
—... ¿Dónde consiguió esta genialidad?—
—Mi empresa lo construyó, en realidad. Yo solo les pedí un motor silencioso y veloz para la familia promedio.—
—Que se sobrecalienten las vielas no era parte del pedido ¿Verdad?—la mujer sonrió, extendiéndole la mano.
—Mary Barra.—
—Tania Cabrales, un gusto.—
Para cuando la noche comenzaba a caer sobre el taller, Tania y la misteriosa mujer ya habían entrado en confianza.
A pesar de que Mary nunca le contó a la joven quién era exactamente, Tania entendía que era importante. No vio relevante preguntar más.
Cuando el auto estuvo reparado y Mary tuvo el visto bueno de volver a la carretera, la luna ya brillaba con gracia en el cielo. Se despidieron, y tras el pago y una generosa propina, Mary prometió volver a saludar en algún momento.
Después de todo, una chica cualquiera, de una provincia cualquiera de Argentina, había reparado en unas horas un prototipo de lo más complejo. Le serviría a futuro.
Mary estaba en el país por posibles inversiones, una fábrica nueva para sudamérica. Lo último que esperaba encontrar era una mecánica brillante. Y mucho menos a una piloto que la hiciera cometer una locura.
*Algunos meses después*
—No me gusta. Es horrible.—
—Es una van familiar. Todas son horribles.—
Tania miraba el boceto para el nuevo vehículo de Chevrolet con total desaprobación. Era muy cuadrada. Aparatosa. Pero su trabajo era la mecánica, para el diseño externo estaban los ingenieros.
Cuando Mary volvió a su taller después de su primer encuentro, fue con un objetivo claro. Quería a la chica en su empresa. La quería como aprendiz de mecánica y por ello le ofreció un trato imposible de rechazar. Se mudaria a Michigan por ello. Dejó a su familia, dejó su hogar, pero sabía que era por una gran oportunidad. Y ahora ahí estaba, en la inmensa central oficial de General Motors trabajando en su marca favorita de vehículos. Chevrolet.
Como aprendiz no hacía cosas muy grandes, acataba órdenes de los mecánicos en jefe. Pero aprendía, y por ello opinaba y ayudaba en las pruebas. Sus aportes eran bien recibidos, sus superiores la apreciaban. Y gracias a eso poco a poco fue subiendo de rango, llegando a ser mecánica suplente en el TC2000 de ese año en Argentina. Volvería a sus tierras con orgullo.
Si había algo que amaba más que armar motores, era escucharlos. El Turismo Carretera era una de las muchas cosas que le alegraban el corazón. Y ahora era parte de ello.
—¿Te diviertes?—Mary entró al taller, sonriendo al ver a la joven casi encima del motor del auto.
—Encontré de dónde viene el soplo... Lo arreglaré antes de la carrera de mañana.—se asomó apenas a verla, subiendo un poco el motor sobre el soporte—. Éste señor puede ganar, lo sé.—
—¿Marcos te lo encargó? No le gusta mucho que los mecánicos toquen su auto.—
—Marcos será el piloto... Pero es mi auto... Yo lo armé.—
—Pero nunca lo manejaste.—Tania dejó de trabajar, mirando distraída los tornillos que acababa de ajustar—. ¿Por qué no damos una vuelta?—
—Soy mecánica, no corredora.—corrió el soporte, ubicando el motor sobre el hueco del auto y comenzando a bajarlo. Debía conectarlo y fijarlo bien.
—No sabes conducir?—
—Lo hago desde que tengo 8... Pero esto es mucho.—
—¿Qué tan diferente es un karting de un Chevrolet Cruze?—
Tania nunca había tenido la necesidad de conducir, tampoco se creía merecedora. Pero si la jefa de jefas le daba la oportunidad...
—... Bueno, pero déjame chequear bien esto.—
Tania subió por primera vez a un auto de carreras.
Y no volvería a bajarse.
#español#formula one#formula 1#formula uno#x lectora#vine por franco colapinto y me quede por leclerc#franco colapinto#charles leclerc#lando norris#max verstappen#oscar piastri
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House of 1,000 Dolls (La casa de las mil muñecas, 1967)
#la casa de las mil muñecas#house of 1000 dolls#martha hyer#ann smyrner#1967#1960s movies#jeremy summers#hans billian#crime#thriller
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ESTO NO ESTÁ TAN ALEJADO DE LA REALIDAD Y POR ESO ES TAN INTERESANTE
Will Wright tomó un montón de decisiones muy particulares cuando creó Los Sims, el original. Empezando por el hecho de que lo basó en la experiencia *placentera* de comprar cosas (o sea sí, consumismo) y tener una casa perfecta, él se inspiró en las casas de muñecas y jugar con muñecas (que es interesante también por la audiencia femenina que alcanzó el juego que no volvió a ser superada hasta mucho tiempo después), y en los programas de diseño hogareño populares en la época, además de la experiencia de reconstruir su casa luego de un incendio.
Will Wright quiso que su juego llegara a la mayor audiencia posible, y él, conscientemente, inventó algo que denominó "American Television Culture" o sea, algo inspirado y copiado de los sitcoms norteamericanos (los Góticos, obviamente, son los Locos Adams, y hay otra familia muy parecida a los Simpsons) algo con lo cual, y realmente la pegó ahí, la gran mayoría del mundo es familiar. Las descripciones de los objetos, por ejemplo, también están basadas en los catálogos de compras, uno lee y parece que estuviera leyendo esas "revistas" de mueblerías, electrónicas, etc. de la época (90s-2000s). Sí, en efecto, los Sims están diseñados para ser la vida norteamericana promedia, o mejor dicho, la vida de la TV norteamericana. El simlish también fue diseñado para que se parezca lo más posible a un lenguaje, pero para que no haya que traducir los diálogos y además para que puedas proyectarte vos sobre que están diciendo.
Tengo que leer el manual, pero ahí está escrito como Los Sims reflejan el hogar y la familia estadounidense promedio, porque Maxis nunca hacía solamente juegos, sino SIMULACIONES, y en sus manuales siempre explicaban con lujo de detalles el proceso de como las hacían (hasta tienen bibliografía y todo). Es una decisión absolutamente consciente que se ve reflejada durante toda la serie. No sé que tan "crítico" fue Wright con esto, pero es un poco como cuando uno decide "bueno, voy a hacer un setting estilo fantasía medieval" o "voy a hacer un setting estilo wuxia" nada más que Will Wright se sentó y dijo "voy a hacer un setting estilo Suburbio Norteamericano". Fue una decisión, y creo que eso lo hace muy interesante porque para mí es como ver una ventana a una cultura extranjera.
En los Sims 4 es peculiar porque todo ya no es solamente estereotípicamente estadounidense sino explícitamente y agresivamente californiano. Irónicamente en los juegos previos, te sentías como con más libertad, podías jugar todo tipo de sims; ancianos, niños, estilos de otras décadas, incluso creo que había más ambiguedad en los lugares donde vivías y lo que hacías... Ahora desde la ropa hasta los objetos hasta los lugares hasta la jugabilidad, todo en los Sims 4 te grita básicamente "influencer californiano que tiene un startup de vtubers que hacen reseña de comida macrobiótica". El celular está en todos lados, todo es redes sociales, todo es hipster. Es todo Milennial y Californiano, es horrible.
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miguel x mexican/black fem! reader
fluff/silly hcs
favorite thing to do together is talk shit/gossip in spanish knowing damn well that the people you’re talking about wouldn’t understand a damn thing in spanish LOL
spanish endearment words! miguel loves to refer to you as “querida, corazón, muñeca (sometimes), mi sol, mi vida, mi alma, mujercita” while you refer to him as “guapo, mi amor, cariño, hombre,”
he loves the way you say his name. it’s like a lullaby to his ears. i think he loves your accent and the way you accentuate his name with love.
he’s surprisingly good at braiding your way when you make him braid your hair before going to bed. well, you sometimes forget that he used to braid his daughter hair a lot…☹️
miguel loves it when you rant to him about anything quite literally anything. whether is about some person you don’t like or a new hyperfixation he will be all ears.
you purposely piss him off…you love when men get mad…you find it funny when miguel is annoyed with you BUT he doesn’t get extremely mad at you. you push it because you wanna see if he would actually get mad at you but surprisingly enough he doesn’t! just annoyed, “stop being annoying y/n.” he says it with a smirk but his voice is dripping with annoyance.
he learned your whole hair care routine. he payed attention when it was your hair wash day. he secretly loves to watch you wash you hair and take note of the different hair products that vest suits your type of hair whether it’s afro, curly, textured, thick you name it.
that’s why when one day you asked him if he could wash your hair, he happily obliged and you were so surprised he knew which products where which and in the specific order that you used them. HE LIKES TO GIVE UU SCALP MASSAGES 💆🏽♀️ sometimes you’d end up falling asleep on the sink and he’d wake you up, “okay mi vida, your nap time is over.” he’d make fun of you for falling asleep HAHA
miguel loves loves loves it so much whenever you where long acrylic nails 💅🏽 it’s just something about the way they make your hands adorned and pretty. he’s always grabbing your hands and just awestruck by the artwork done on your nails <3
suggestive: when miguel and you were making out and in the heat of the moment, he hadn’t realized that his claws came out and they were digging into your hips + his fangs were more prominent which grazed against your lips. you jolted from the sharp pain of his claws digging into your skin and he felt really bad. “i’m so sorry, i didn’t mean to.” he apologized profusely throughout the day after that because he would never hurt you. of course you told him you didn’t mind it one bit, and that you kinda liked it which left miguel was dumbstruck by it 😭
“please please please!! i wanna see your fangs oh my god, please please please.” you begging him to show you his fangs and he would be reluctant to, “what? no, not here.” obviously he gave in and you we’re literally literally so intrigued by his fangs. you were awestruck and he kind of blushed because of that.
he was invited to your family’s cookout 😭 the black side of your family definitely had fun with him, showing him the good stuff. he fell in love with the food and he could not get enough of your grandma’s cooking. not him dancing to cupid shuffle with your uncles, aunts, and cousins 😭
now of course, your mexican side of the family would invite him to go to trips to mexico with all of you. you can say it was the most chaotic experience in your life BUT SO MUCH FUN!
miguel bonded really well and was fully accepted on both sides of your family. your mom almost fainted when you brought miguel to your house because it’s the first time you bring a good man. your mom knew you had terrible taste in men but when you brought miguel, lord. she was like “¡¡estoy tan feliz de tu novio!! siempre traes hombres feos a mi casa!!” while your dad was just happy you got a good man, finally. “nice to meet you, miguel. i’m sure you’ll make my daughter happy.” miguel happily nodded, “of course, your daughter’s happiness and well-being is my first priority.”
he takes you out on dates a lot…he plans them more than you do, and he always bringing you flowers with every visit. got you a promise ring and vowed to marry you one day (he’s a man of his words) it took him time to figure out his feelings but he did it!
he always encourages to reach for your goals and dream & promises to be by your side through it all, and you promised him you’d help him overcome his past traumas which really made him soft. he always cried when you said :(
lyla loves you!! she exposes his secrets or confessions he had about you, out loud…he gets super embarrassed and red about it, and you just tease him about it. one time it was something suggestive…he literally had to disconnect lyla for A WHILE LMFAO it was awkward as fuck 😭 “miguel um—wow i didn’t know you had that in you..” he looked down at the floor than at you with an embarrassed face gawd did he want to disappear. “well yeah…” he chuckled nervously as he rubbed the back of his neck.
…
a/n: if this gets enough reach i’ll make a pt. 2
#spiderman atsv#miguel o'hara#miguel o’hara x reader#spider man: across the spider verse#miguel spiderman#spider person#atsv x reader#miguel o’hara x y/n#spidersona#ao3 works#atsv miguel#atsv headcanons#headcanon#black reader#mexican reader#afrolatina#afro latino representation#miguel o’hara fanfiction#miguel x y/n#miguel o'hara x you#miguel x reader#miguel x you#miguel o'hara x reader#miguel spiderverse#🌱 lin writes
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EN LOS AÑOS 1600 Y 1700
Al visitar el Palacio de Versalles en París,
se observa que el suntuoso palacio no tiene baños.
En la Edad Media, no había cepillos de dientes, perfumes, desodorantes,
y mucho menos papel higiénico.
Los excrementos humanos eran lanzados por las ventanas del palacio.
En un día de fiesta, la cocina del palacio pudo preparar un banquete para 1500 personas,
sin la más mínima higiene.
En las películas actuales vemos a las personas de esa época sacudirse o abanicarse...
La explicación no está en el calor, sino en el mal olor que emitían debajo de las faldas (que fueron hechas a propósito para contener el olor de las partes íntimas, ya que no había higiene). Tampoco era costumbre ducharse debido al frío y la casi inexistencia de agua corriente.
Solo los nobles tenían lacayos para abanicarlos,
para disipar el mal olor que exhalaban el cuerpo y la boca,
además de ahuyentar a los insectos.
Los que han estado en Versalles han admirado los enormes y hermosos jardines que, en ese momento,
no solo se contemplaban, sino que se usaban como retrete en las famosas baladas promovidas por la monarquía,
porque no había baños.
En la Edad Media, la mayoría de las bodas se realizaban en junio (para ellas, el comienzo del verano).
La razón es simple: el primer baño del año se tomaba en mayo; así que en junio, el olor de la gente todavía era tolerable.
Sin embargo, como algunos olores ya comenzaban a molestar,
las novias llevaban ramos de flores cerca de sus cuerpos para cubrir el hedor.
De ahí la explicación del origen del ramo de novia.
Los baños se tomaban en una sola bañera enorme llena de agua caliente.
El jefe de la familia tenía el privilegio del primer baño en agua limpia.
Luego, sin cambiar el agua, llegaban los demás en la casa, en orden de edad, mujeres, también por edad y, finalmente, niños.
Los bebés eran los últimos en bañarse. Cuando llegaba su turno, el agua en la bañera estaba tan sucia que era posible matar a un bebé adentro.
Los techos de las casas no tenían cielo y las vigas de madera que los sostenían eran el mejor lugar para que los animales:
perros, gatos, ratas y escarabajos se mantuvieran calientes.
Cuando llovía, las filtraciones obligaban a los animales a saltar al suelo.
Los que tenían dinero tenían platos de lata. Ciertos tipos de alimentos oxidaban el material, causando que muchas personas mueran por envenenamiento.
Recordemos que los hábitos higiénicos de la época eran terribles.
Los tomates, siendo ácidos, se consideraron venenosos durante mucho tiempo, las tazas de lata se usaban para beber cerveza o whisky; esta combinación, a veces, dejaba al individuo "en el piso" (en una especie de narcolepsia inducida por la mezcla de bebida alcohólica con óxido de estaño).
Alguien que pasara por la calle pensaría que estaba muerto, así que recogían el cuerpo y se preparaba para el funeral.
Luego se colocaba el cuerpo sobre la mesa de la cocina durante unos días y la familia se quedaba mirando, comiendo, bebiendo y esperando a ver si el muerto se despertaba o no.
De ahí la que a los muertos se les vela (velatorio o velorio), que es la vigilia al lado del ataúd.
Inglaterra es un país pequeño, donde no siempre había lugar para enterrar a todos los muertos.
Luego se abrían los ataúdes, se extraían los huesos, se colocaban en osarios y la tumba se usaba para otro cadáver.
A veces, al abrir los ataúdes, se notaba que había rasguños en las tapas en el interior, lo que indicaba que el hombre muerto, de hecho, había sido enterrado vivo.
Así, al cerrar el ataúd, surgió la idea de atar una tira de la muñeca del difunto, pasarla por un agujero hecho en el ataúd y atarla a una campana.
Después del entierro, alguien quedaba de servicio junto a la tumba durante unos días.
Si el individuo se despertaba, el movimiento de su brazo haría sonar la campana.
Y sería "salvado por la campaña", una expresión utilizada por nosotros hasta hoy.
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HUGE ME, PLEASE || SUKUNA ; ONE-SHOT
🖇ᘎ warning(s): f!reader, smut, apodos (bebé, cariño, muñeca, princesa...). 🖇ᘎ summary: vas a la casa de tu novio para que te consuele, pero él parece tener otra idea distinta sobre cómo consolar a una persona. 🖇ᘎ words: 1170
➥ english ver. here
꒷‧₊˚💿‧₊˚꒷
Estabas fuera frente a la puerta principal de la casa de tu novio. Tenías dudas sobre si llamar o no, pero el frío calando en tus huesos comenzaba a molestarte, lo que te hizo decidir por fin optar por llamar.
Esperaste varios segundos que se te hicieron eternos, y al ver que nadie venía para abrirte, suspiraste y te diste la vuelta, pero te detuviste de inmediato cuando escuchaste un chirrido.
— ¿Cariño? —preguntó una grave voz detrás tuya.
En cuanto te encontraste con los ojos de Sukuna, no pudiste retener por mucho tiempo más las lágrimas. Este gesto le preocupó, pero su orgullo era demasiado grande para simplemente ir y abrazarte.
— ¿Qué ha pasado?
— ¿Puedo estar contigo? —preguntaste sollozando—. No puedo estar sola ahora mismo en casa.
Sukuna hizo un gesto con su cabeza, permitiéndote entrar. Le agradeciste en voz baja y pasaste. Lo primero que hiciste fue sentarte, no sin antes quitarte los zapatos, y luego soltaste un largo suspiro.
Las lágrimas ya no salían, pero seguías moqueando y sentías que en cualquier momento ibas a parecer un grifo abierto otra vez.
Tu novio se había sentado a tu lado, en silencio. Supuso que querías tu espacio y eso era lo que estaba tratando de hacer.
— Gracias por dejarme entrar —rompiste el silencio tras varios minutos.
— ____, sabes que siempre puedes venir aquí. Tus bragas siguen en mi armario, por cierto.
— Eres un puto idiota —reíste.
Algunos podrían decir que tu novio era un insensible de mierda, pero él sabía perfectamente que lo único que querías ahora era olvidarte de todo y simplemente reírte hasta que te doliera la barriga.
— Pero eres mi idiota, así que supongo que eso está bien.
Sukuna no pudo evitar esbozar una leve sonrisa, cosa que te puso nerviosa.
— ¿Quieres tomar alg-?
No pudo terminar la frase cuando sintió un fuerte agarre en su brazo. Te habías aferrado a él como si fuese lo único que te atase a este mundo, apretando fuertemente tus ojos para que no volviera a salir ninguna lágrima.
— ¿____?
— Solo, estemos así, por favor.
— Está bien —resopló.
No le gustaba el contacto físico pero cuando se trataba de ti, siempre intentaba hacer un esfuerzo sabiendo lo mucho que te gustaba expresar tu cariño a base de eso mismo.
Estuvisteis así por varios minutos. Tú seguías con los ojos cerrados y no pretendías abrirlos hasta que Sukuna volvió a hablar.
— Oye ____...
Alzaste tu cabeza solo para notar que por sus mejillas se asomaban un tímido color rojizo, cosa que te extrañó.
Te separaste de inmediato, pensando que habías hecho algo mal.
— Lo siento, ¿me he pasado?
— No idiota, es solo que has estado demasiado tiempo frotando tus pechos en mi brazo —soltó Sukuna sin pelos en la lengua, haciendo que ahora tú también estuvieras avergonzada y entendieras qué estaba pasando.
— Dios mío, lo siento mucho —volviste a disculparte sin poder verle a la cara.
Te levantaste, dispuesta a irte y dejar de sentirte una molestia, pero Sukuna te agarró del brazo y preguntó:
— ¿A dónde vas? No pretendes que me encargue yo de esto, ¿no?
Tenías la cabeza cabizbaja. No podías entender cómo tu novio con una simple frase podía ponerte de extremadamente triste, a extremadamente nerviosa.
Frotabas tus muslos de tan solo pensar en la situación; tal vez una cogida era lo que necesitabas para alejar todos esos pensamientos.
Sukuna pudo notar lo inquieta que te habías puesto, cosa que le dio luz verde para continuar.
A él se le daba fatal hacer de psicólogo, pero cuando se trataba de tu cuerpo, él era todo un experto.
Se levantó y se puso detrás tuya. Podías sentir su lenta respiración chocar contra tu cuello, calentándolo. Con una mano jugueteaba con alguno de tus mechones mal peinados mientras que con la otra, acariciaba suavemente tu cadera.
— ____... —volvió a susurrar.
Se podía notar lo desesperado que estaba por arrancarte la ropa ahí mismo, pero no quería ser tan brusco.
Te diste la vuelta y lo miraste a los ojos. No supiste por qué, pero eso fue suficiente para hacer que volvieras a llorar. Sukuna estaba por preguntarte, pero no le dejaste siquiera abrir la boca cuando posaste tus labios contra los suyos.
Sorprendido pero no disgustado, correspondió tu beso, olvidando por completo de la pregunta. Tú seguías llorando, era todo muy extraño, pero necesitabas que te animase de la mejor forma que sabía.
Dejaste caer a Sukuna en el sofá, rompiendo el beso, mientras tú te quedaste ahí parada, observando el notable bulto que se marcaba en sus pantalones.
— ¿Qué pasa? —preguntó extrañado—. ¿Por qué paras? —inquirió, sujetándote de la muñeca.
— ¿Te parezco atractiva? Es decir, ¿sientes que mi cuerpo está bien?
Tu novio te miró incrédulo ante tal pregunta.
— ____, si te soy honesto, lo único que quiero ahora mismo es que te sientes encima mío y que me dejes follarte por horas. Y todo por ese cuerpo tuyo. ¿De verdad piensas que me das asco?
Te quedaste sin palabras ante esa respuesta. No pensaste que él iba a ser, bueno, así de honesto, pero ahora estabas más nerviosa. Querías creerle, pero algo te decía que no, y necesitabas que ese algo se callara la boca lo más pronto posible.
Sukuna te guió suavemente hasta sus piernas. Apoyaste tu cabeza sobre su pecho porque te era imposible verle a los ojos.
— Muévete —te pidió.
Pero no le hiciste caso.
— ____ por favor, siento que voy a explotar si no te mueves ahora.
— ¿Y no te vas a quitar la ropa?
No contestó, se limitó a agarrarte de tus caderas y a hacer el trabajo por ti. Soltaste un leve quejido en cuanto sentiste sus frías manos tocando tu piel, un quejido que Sukuna disfrutó. Él necesitaba escuchar muchos más.
Siguió moviendo tus caderas mientras que lo único que podías hacer tú era seguir con la cabeza apoyada, sintiendo cómo tu coño palpitaba. No creías que podías aguantar así mucho más tiempo, pero parecía ser que Sukuna disfrutaba ver cómo te retorcías y pedías en silencio que hiciera mucho más.
Él quería escucharte decirlo, decir que lo necesitabas. Normalmente a este punto ya te hubiera obligado discretamente, pero estaba teniendo paciencia puesto que tú seguías mal. Si no fuera por eso, ahora mismo él ya habría hecho que tuvieras por lo menos un orgasmo.
— Sukuna... —susurraste entre jadeos.
— ¿Hmm? —fue lo único que respondió mientras jugueteaba con tus pezones.
— ¿Puedes?
— ¿Él qué?
— Abrazarme. ¿Puedes hacerlo? —pediste soltando un débil gemido.
Tu coño estaba lo suficientemente mojado como para no prescindir de un lubricante. Necesitabas que Sukuna te hiciese gemir y venirte hasta que no pudieras pensar en otra cosa que no sea su pene entrando y saliendo de ti bruscamente.
— ¿Seguro que solo quieres que te abrace? —preguntó esta vez acariciándote la espalda y jugueteando con el cierre de tu sujetador.
— Sí...
— Eres toda una mentirosa, pero de acuerdo princesa. Pero luego te tendrás que hacer cargo del desastre que has hecho aquí abajo —sonrió envolviéndote en sus cálidos brazos.
꒷‧₊˚💿‧₊˚꒷
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Holi! Todo bien?
Tengo un request para enzo si puede ser 😃 porque ya vi que escribís sobre embarazos y necesito un pibe con ese hombre, podrias hacer un drabble o one shot o LO QUE USTED QUIERA sobre enzo y su novia en el cual ella rompe bolsa? (Me imagino que esa es la una situación en toda la relación donde genuinamente lo veas nervioso y sin idea de que hacer yendo para aca y para allá con el bolso del hospital y mirandote con cara de terror cada vez que tengas una contracción)
Cuando sentiste un líquido caliente corriendo entre tus piernas pensaste que eran restos de lo que había sucedido horas atrás, restos del momento compartido con tu esposo luego de bromear sobre las últimas veces teniendo sexo antes de ser padres, pero cuando la sensación no se detuvo comprendiste que se trataba de otra cosa.
Lejos de entrar en pánico e intentando ignorar cuánto te molestaba que se arruinara tu pijama favorito, terminaste tu snack de madrugada y lavaste los utensilios con tranquilidad. Visitaste el baño y estabas batallando con un suéter cuando Enzo despertó, asustándose al encontrarte en medio de la habitación.
-¿Qué pasó? ¿Tenías frío?- preguntó mientras te ayudaba a vestirte, todavía sin comprender por qué estabas en ropa interior cuando abrió los ojos.
-Hay que ir al hospital.
-¿Por qué? ¿Te sentís mal?- y colocó sus dedos en tu muñeca para medir tu pulso.
-Va a nacer.
No recordabas haberlo visto tan pálido en… bueno, nunca, porque en todos los años que llevaban de relación jamás lo habías visto tan nervioso o asustado. Soltó tu muñeca y mientras intentaba recomponerse se llevó una mano al pecho, como si temiera que su corazón fuera a escapar o que sus pulmones colapsaran.
-¿Estás segura?
-Muy segura.
-¿Y cómo estamos? ¿Cómo estás?
Tu sonrisa fue contagiosa pero no lo suficiente para tranquilizarlo y mucho menos para evitar que comenzara a correr por toda la casa luego de ayudarte con tu pantalón y tu abrigo: tomó el bolso que prepararon para el bebé y el bolso con tus pertenencias y los dejó cerca de la entrada mientras buscaba las llaves del auto con desesperación.
-¿Me buscás el termo?- pediste cuando regresó a la habitación, peinándote sin prisas.
-¿El termo…?
No esperó tu confirmación y tampoco preguntó para qué querías un termo, desapareció de tu vista y pocos segundos más tarde un fuerte golpe y un grito te permitieron saber que había llegado a la cocina. Recordaste el pequeño desastre que manchaba las cerámicas y el no advertirle, junto con tu incapacidad de limpiarlo en el momento, te hizo sentir culpa.
Ponerte de pie no fue tan difícil como llegar a la puerta de la habitación, lugar donde una contracción te atacó y provocó que te doblaras presa del dolor. No gritaste pero tu queja fue suficiente para que Enzo regresara corriendo y fingiendo no masajear su cadera para disipar el dolor de la caída.
-Acomodate acá, vení- te guió hacia el mueble más cercano, tu tocador, y una vez que lograste apoyarte en este comenzó a acariciar con fuerza tus costados. A través del espejo encontraste su rostro nervioso y te sorprendió que la fuerza con la que mordía su labio no lo hiciera sangrar o desmayarse.
-Respirá- le recordaste-. No pasa nada.
-Sí, tenés razón- asintió, aún conteniendo la respiración, y luego soltó una risa temblorosa-. ¿No tendría que estar tranquilizándote yo a vos…?
No fue difícil ver en sus ojos el pánico y la desolación ante un panorama desconocido, pero las palabras de calma durante el corto trayecto hasta el hospital te confirmaron nuevamente que no podías estar en mejores manos. Enzo estaba nervios, sí, pero eso no le impedía recordar que necesitabas su apoyo más que nunca.
Entre contracciones y contracciones tomó tu mano, acarició tu rostro sudoroso y continuó masajeando tu cuerpo en un intento de aliviarte. Ambos habían acordado que no recibirían acompañantes en el hospital (y tampoco los días posteriores al parto), lo cual pareció ser una buena opción una vez que la habitación en la que se encontraban comenzó a asfixiarte y aún más cuando pareció volverse increíblemente pequeña.
Cuando se aproximaban a la sala de partos Enzo encontró la fuerza suficiente para sonreírte, contenido y sereno como siempre, y besó tu frente cuando dijo:
-Vamos a tener un bebé.
La maternidad será con Enzo Vogrincic o no será...
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