#Capitán Furia
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nekoannie-chan · 7 months ago
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El trío dorado de HYDRA
El trío dorado de HYDRA
Título: El trío dorado de HYDRA.
Fandom: Marvel, Capitán América.
Pareja: Capitán HYDRA X Lectora agente de HYDRA X Soldado del Invierno.
Palabras: 192 palabras.
Clasificación: B.
Sinopsis: El trío dorado de HYDRA está enamorado.
Advertencias: Personaje herido, fluff.
N/A:  Esta es mi regalo para @greenv. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS VIRI!
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No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Anótate en mi taglist aquí.
Otros lugares donde publico: Ao3, Wattpad, ffnet, TikTok, Instagram, Twitter.
Tags: @sinceimetyou @black23 @unnuevosoltransformalarealidad @azulatodoryuga
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La primera vez que Steve y tú trabajaron juntos fue en una misión en Egipto. Pero también iba el Soldado, una parte de ti estaba emocionada de por fin trabajar con dichas leyendas, te había esforzado demasiado.
Al regresar de Egipto, la conexión entre ustedes tres se hizo más evidente. Compartían cenas juntos en la base, discutían estrategias e incluso entrenaban juntos.
Una noche, después de una misión particularmente difícil, los tres se encontraron en la sala de entrenamiento de la base de HYDRA. Steve y tú estaban practicando un combate cuerpo a cuerpo, sus movimientos eran fluidos y llenos de química. James los observaba desde una esquina, luego decidió unirse a ustedes.
Lo que comenzó como una sesión de entrenamiento pronto se convirtió en algo más íntimo. Los tres se terminaron cubiertos de sudor, ninguno había pensado en la posibilidad de que sucediera, pero no podían negar sus sentimientos.
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Un día, durante una misión para infiltrarse una base de S.H.I.E.L.D., fueron emboscados, y tú resultaste gravemente herida.
Eso desató la furia de ambos soldados, quienes de inmediato terminaron con los contrincantes.
Eran capaces de morir por ti si era necesario.
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historias-by-xedarix · 7 months ago
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Después de algo de ausencia volvemos con...
El Camino de la Espada
III. Las decepciones te obligan a madurar.
Después de ver al hombre que le gritó desde el palco, Anaís ya no pudo articular palabra.
Cuando terminó de gritar a todo pulmón que él pelearía con ella desapareció por un momento. El silencio en el aquel coliseo era tan abrumador que un alfiler cayendo podía haber provocado un sonido atronador.
No esperó mucho para ver a Allen salir por las puertas de la arena.
Había cambiado muchísimo desde la última vez que lo vio. Ya no parecía aquel chico rebelde, se veía mucho más maduro a diferencia de ella, aunque él le llevaba pocos años. Algo en aquellos ojos azules era distinto ahora...
— Anaís, ¿qué haces aquí?
— mi padre murió y mi madre decidió venir a Asturia a vivir con nuestra familia. Así que pensé que sería buena idea prestar mis servicios como espadachín aquí en el reino de Asturia, igual que tu lo hiciste. Te había escrito una carta, ¿no la recibiste?
La sonrisa de Anaís era tan radiante que Allen por un momento vaciló en decirle cómo estaban las cosas. Además, él acababa de llegar al reino y aún no había podido recoger la correspondencia que pudiera tener, no tenía idea de nada.
— Bueno, tengamos un duelo o no van a dejarte en paz... En guardia.
No había terminado de decir eso cuando el filo del sable de Allen iba hacia ella, haciéndola saltar hacia atrás para ganar distancia y desenvainar, justo a tiempo para cubrirse de su siguiente ataque.
La arena se llenó de vítores hacia Allen, muchos ya veían a la chica derrotada, llorando humillada y pidiendo clemencia pero eso no sucedió.
Entre más arremetía Allen contra ella, con más fiereza le respondía los ataques. Pronto empezó a poner en aprietos a Allen, le empezaba a costar trabajo esquivarla.
La gente estaba algo perpleja. Para ese momento, Allen ya era uno de los mejores espadachines de Asturia, poca gente podía ganarle en duelo con la espada y ni se diga con el Guymelef y ver como una mujer estaba por darle una paliza era algo que pocos se habían imaginado.
Como se dio cuenta que por la fuerza no le iba a poder ganar fácil y tenía que proteger su reputación, se le ocurrió que podría usar otro recurso para ganar ese duelo.
Al quedar cara a cara, Allen sonrió y le dijo en voz baja
— Estoy impresionado, no solo eres hábil, también te convertiste en una hermosa chica, Anaís.
Sin querer Anaís se sonrojó furiosamente y su fuerza cedió por un instante, el cual Allen aprovechó para desarmarla de un movimiento rápido, haciéndola caer de espaldas.
Ella de inmediato quiso levantarse y contraatacar pero Allen se lo impidió, poniendo el filo de su espada cerca de su cuello.
— El duelo terminó, señorita Rossiter. A pesar de sus grandes habilidades, el ejército de Asturia no admite mujeres en sus filas, lo siento mucho.
El rostro de Anaís se transformó en una máscara de furia.
— ¡Eso es una estupidez! Yo...
— Las reglas son muy claras. Sin embargo, puedo ofrecerte un puesto en mi escuadrón, si así lo quieres. Tu habilidad me sirve, venga, vamos a discutirlo...
Allen guardó su espada y le ofreció la mano. Anaís a regañadientes la tomó y luego guardó su espada. Juntos salieron de la arena.
— ¡Maravilloso, el capitán Schezar la puso en su lugar, como debe ser!
Escuchaba los gritos de los hombres afuera.
Si supieran con qué truco tan barato la venció... Anaís se sentía enojada y avergonzada de si misma por caer en ese truco tan ruin.
— Lo siento. Si perdía contra ti sería un gran escándalo... Y ya no me puedo dar el lujo de estar en el ojo del huracán otra vez.
— eso también es una estupidez. Vargas estaría bastante avergonzado por esto...
— lo sé. Pero esto es Asturia, no Fanelia y las cosas son muy diferentes aquí...
— puedo darme cuenta... Francamente imaginé que la gente de Asturia era más civilizada...
Así llegaron a uno de los patios de entrenamiento en donde Allen se sentó en una banca, a la sombra de un árbol.
— De algún modo, creo que puedo darte la razón, Anaís... Fueron descorteses contigo y me disculpo por eso.
La voz de Allen le parecía melodiosa, cada palabra dicha con cuidado... Definitivamente había algo de celestial en él.
— Lo que te dije es verdad, mejoraste mucho tu técnica... Y también te convertiste en una chica atractiva. Muchos hombres aquí no toman en serio a las mujeres... por eso, quiero darte una opción, ya que no podrás entrar de ninguna otra manera al ejército de Asturia, ellos no te lo van a permitir aunque rebanes a todos en tu camino.
— ¿entonces qué mérito tendría? Yo solo quería que me aconsejaras para poder entrar, no que tu me hagas el favor, Allen. No se vería bien para ninguno de los dos.
— Tu no eres una chica del montón, ¿verdad Anaís?
Su sonrisa le revolvió todas las ideas a Anaís, también al escuchar su nombre pronunciado por aquella voz suave y varonil... Muy distinta a la voz de aquel chico con el que entrenó.
Pensó que ahora se fijaba en Allen gracias a la imagen que tuvo de él hace años, pero ahora su corazón no dejaba de latir con fuerza, como si siempre hubiera sentido eso por él.
— Me han dado la facultad de armar mi escuadrón con las personas que me parezcan convenientes, sean del ejército o no. Así que puedo hacerte parte de él sin problemas. ¿Qué dices? Aunque no quieras ahora, puedo recibirte cuando quieras. Piénsalo, voy a acompañarte a la salida...
Anaís se quedó callada de puros nervios. Allen se había dado cuenta. Él tenía ese efecto casi en cualquier chica que tuviera cerca...
Así en silencio se despidieron y Anaís se encontró con Dai afuera del recinto.
Volvieron a casa en un incómodo silencio. Dai estaba avergonzado por no haberla detenido antes de pasar por aquella humillación, pero era tarde para disculpas y Anaís estaba en una silenciosa cavilación que de ser interrumpida, las consecuencias podían ser dolorosas.
Unos días después, Allen llegó a la tienda, buscando a Anaís.
Aunque se apresuró a su encuentro, ella estaba muy seria a pesar de la sonrisa que Allen le obsequiara al verla.
Salieron a la plaza principal y se sentaron a la sombra de un árbol en una de las tantas bancas.
— Y bien, ¿ya lo pensaste?
— Solo quiero saber por qué no puedo pertenecer a los Caeli como tu...
— La orden de los caballeros Caeli solo admite doce miembros y actualmente no hay ninguna vacante... Aún si hubieras sido admitida en el ejército, no era posible ser miembro de la orden hasta que alguien dejara el puesto.
— Ya...
Anaís quería estar cerca de Allen y servir del único modo en que ella se sentía útil. Pero el recibir su ayuda se sentía mal y ella no buscaba aprovecharse.
— ¿Cómo fue que entraste tu?
— Había una vacante y se organizó un torneo. Me enfrenté con cientos de otros aspirantes y logré vencerlos a todos. Eran grandes guerreros de todas partes del reino.
— Bueno, tu eres un muy buen espadachín y te entrenó uno de los grandes maestros de la espada, no es de sorprenderse.
— La competencia fue muy dura, Anaís, pero agradezco sinceramente tu voto de confianza.
Después de algo de silencio entre ambos, Allen preguntó de nuevo.
— Entonces, ¿Quieres ser parte de mi escuadrón, Anaís?
— Si... Yo creo que si, Allen.
Después de contarle los pormenores y detalles para su admisión, la regresó a su casa y él se fue de vuelta al palacio.
Aunque no se notaba mucho en su rostro, todo el proceso de prepararse para el día en que se enrolara en el regimiento de Allen fue de una palpable efervescencia.
Viendo que ni sacando a Anaís de Fanelia lograron evitar que siguiera los pasos de su padre, decidieron apoyarla en esto y se alegraron de saber que estaría bajo el mando de uno de los mejores capitanes del reino.
Cuando llegó el día del recibimiento, ella era la única chica entre un mar de jóvenes que se reunieron a la entrada del regimiento.
Hubo desde miradas lascivas, sorprendidas y burlonas, pero Anaís no se amedrentó para nada. No faltaban los comentarios desagradables, pero ella decidió hacer oídos sordos.
Cuando salieron los oficiales a llamar a los seleccionados, muchos le miraron con sorpresa.
— ¿Con quién se acostó esa chica para que la aceptaran?
— ¿Será cierto lo que dicen del comandante Schezar? De que es un verdadero mujeriego...
Anaís iba a girarse para golpear a ese sujeto cuando un chico que avanzaba junto a ella, dijo
— Cierra la boca, ¿quieres?, seguramente a ti te rechazarían por andar de bocazas diciendo estupideces... — le contesto ácidamente un muchacho de cabellos castaños y porte varonil.
Él otro sujeto se quedó perplejo y nadie se atrevió a decir nada más.
— Gracias. Aunque yo podía encargarme de él.
— no te fijes, yo detesto a la gente que habla pestes de otros y no podía quedarme callado. No luces como una mujer indecente por lo que me enfadó escuchar esas habladurías.
— Me llamo Anaís Rossiter. Gracias por tu ayuda...
— Yo soy Miguel Lavariel.
Ambos cruzaron el umbral antes de que cerraran las puertas.
Una vez ahí les llevaron a unas aulas para hacer una prueba de conocimientos.
Ni ella ni Miguel se habían separado desde ese momento y se sentaron en bancas contiguas. Al fin las papeletas comenzaron a circular.
Al finalizar el examen, todos esperaban los resultados en la pequeña explanada. Miguel se acercó a Anaís.
—¿qué tal? ¿Crees poder pasar ese examen?
— supongo que si, no soy tonta...
— no lo decía por eso. Son exámenes muy complejos y de los que estamos aquí solo unos pocos lo vamos a pasar.
Ella ya no le dijo nada. Quién sabe que iba a pasar a partir de ahí...
Luego de al menos una hora empezaron a llamar a algunas personas. Anaís casi salta de gusto al oír su nombre y se apresuró a acercarse a donde les llamaban. Y entre todos también iba Miguel.
Les hicieron pasar a una sala donde Allen estaba con otras personas y les explicaron lo que harían en el regimiento y dependiendo de sus aptitudes serían colocados en sus actividades diarias.
De momento les pidieron que volvieran a casa y que al día siguiente los verían a primera hora de la mañana para encuartelarse en el Fuerte Castelo, en las afueras de Asturia.
Aunque a su familia no le hizo mucha gracia, aceptaron las condiciones.
— Hija, si las cosas se ponen feas en el lugar, exigeles que te separen de los hombres... En Fanelia esto no...
— no mamá. Allen lo dijo muy claro, aquí es Asturia y las cosas no son iguales que allá. Estaré bien, puedo arreglarmelas sola...
Al día siguiente y ya con sus pertenencias listas, subieron al crucero y volaron hasta el Fuerte Castelo.
Contrario a lo que Anaís pensó al principio, a partir de ese momento solo pudo ver a Allen de lejos. No podía acercarse mucho a él, ni siquiera hablarle. Él estaba ocupado todo el tiempo, dando órdenes y verificando todos los detalles del viaje.
Unas horas después llegaban al fuerte Castelo.
Los bajaron del crucero y los llevaron a los barracones. Era una larga habitación con dos hileras de camas a cada lado. Como su familia le advirtió, iba a tener que compartir el espacio con otros hombres.
Muchos comenzaron a mirarla como si fuera un pedazo de carne. Ella se fue hasta el fondo, ocupando la última de las camas de esa hilera sin siquiera voltear a verlos.
— ¿Qué pasó, mujercita? No me digas que te da miedo compartir el cuarto con nosotros.
— Para que querías unirte entonces, no pensaras que porque eres mujer vas a tener privilegios aquí eh...
— quizás ella esperaba quedarse en la recámara individual del comandante...
— Ustedes no saben cuando cerrar la boca, ¿verdad?
Pensando que era Miguel el que entraba a defender a la chica como la última vez, el sujeto se volteó listo para golpearlo, pero se encontró con el azul celeste del uniforme de los Caballeros del Cielo.
El resto de inmediato se cuadró.
— ustedes tres, tomen sus cosas, van a pasar la noche en el calabozo y cuando vuelva el crucero los regresaremos a la ciudad, quedan fuera. No quiero faltas de respeto en mi escuadrón, necesitamos trabajo en equipo y si ella hizo los exámenes y pruebas de manera impecable tiene tanto derecho de estar aquí como el que tienen ustedes. Ella no ganó su entrada aquí por las razones que piensan y se darán cuenta de ello en los entrenamientos. Y como veo que ustedes son unos bárbaros que no saben respetar ni comportarse, me vi en la necesidad de conseguirle algo a la señorita Rossiter para protegerla de sus malos modos. — dos hombres entraron con un enorme biombo que colocaron al lado de la cama que Anaís había elegido. — si supiera que no van a faltarle al respeto, no habría necesidad de esto, pero veo que ustedes son una panda de zafios. Ya se corregirán con el entrenamiento adecuado, pero de seguir así, el castigo será ejemplar para el que vuelva a faltarle al respeto a sus compañeros o a su comandante. Por ahora, llévense a estos tres y el resto hagan el favor de cooperar. Alistense para que les demos sus indicaciones para comenzar a trabajar.
— ¡si señor! — contestaron todos a coro.
Miguel se quedo en la cama que estaba al frente de la de Anaís.
— ¡qué bueno que fue el capitán quien se encargó de eso...!
— yo no quería este tipo de trato...
— a lo mejor no por diferenciar pero una falta de respeto, a quien sea, no debe ser permitido para nadie en ningún lado.
Después de colocar sus cosas en su sitio fueron de vuelta al patio. Los fueron separando llamándolos por nombre y haciendo tres grupos.
— Bien. El grupo uno se va al taller mecánico. El grupo dos va a encargarse del cuarto de armas. El último grupo tendrá tareas mixtas. Por ahora, vayan a la cocina. Los entrenamientos físicos iniciarán por la tarde, hasta entonces, esfuercense y recuerden que todos están a prueba ahora mismo y en cualquier momento les podemos mandar de vuelta.
Anaís y Miguel se miraron, habían quedado en el grupo tres junto a otros quienes fueron a la cocina algo confundidos.
Como era de esperarse, estar en la cocina iba a tratarse de apoyar con las tareas de ésta: lavar vegetales, trastos y cazuelas, cortar vegetales, limpiar carne... Todo excepto claro cocinar, ya que los cocineros eran los únicos que podían elaborar y supervisar los alimentos, ellos solo estaban como ayudantes.
Después de estar ahí toda la mañana, les ordenaron preparar los comedores para el almuerzo. Tenían que llevar los platos y cubiertos para el servicio, preparar las mesas y acarrear las jarras con agua y los vasos a los lugares correspondientes.
Ellos iban a sentarse también pero se les ordenó que después de comer recogieran y lavaran todo.
Anaís estaba algo desconcertada por el grupo que les había tocado. ¿Por qué no los habían colocado en el taller o en la armería? ¿Quizá después los rotarian?
Tuvieron su entrenamiento junto a los otros, pero lo sintieron muy pesado y deseaban no tener que volver a la cocina.
Las cosas fueron iguales con las siguientes comidas hasta que por la noche, después de la cena tenían que dejar la cocina completamente limpia.
Después de limpiar y acarrear sobrantes a los cuartos fríos y alacenas, el grupo tres volvió a los barracones mucho después que sus demás compañeros.
Al día siguiente les tocó asistir en las cuadras, el siguiente en las bodegas y a acarrear las cargas al crucero...
Mientras los otros dos grupos se enfocaban en aprender mecánica y la forja.
Su grupo fue haciéndose pequeño al pasar las semanas, lógicamente no era lo que ellos imaginaban que harían en un escuadrón de renombre. Anaís aún no entendía que hacían ahi pero ella lo sintió como una especie de "prueba de coraje" y seguía obedeciendo sin chistar.
Los que se habían ido lo habian hecho porque sentían que su grupo era como si fueran "los sirvientes de los demás". En un principio pensó que los rotarían, pero eso no ocurrió.
Una tarde en la cocina, mientras se relajaban un poco después de la comida los cinco que quedaban en el grupo se pusieron a conversar al respecto.
— No entiendo en qué se basaron para ponernos en este grupo. Somos buenos con la espada, así que no entiendo qué pasó.
— pienso que tiene que ver con nuestra preparación. Mi primo que está en el grupo uno sabe de mecánica
— ¿Ustedes recuerdan que había una cláusula en las papeletas de ingreso? — dijo Miguel — era un recuadro donde debíamos escribir nuestras habilidades.
— Si, pues yo solo le puse esgrima... — dijo Anaís
— Yo tengo experiencia en cuidar caballos... y también puse cocina...
— es probable que nos trajeran aquí porque no tenemos aptitudes para mecánica o herrería...
— eso parece obvio ahora...
— honestamente yo no quiero ser el siervo del resto... ¡Tenía la intención de aprender, de ser un soldado y servir al reino!
— Ciertamente, esto no es lo que tenia en mente tampoco — dijo Miguel
— y si tiramos la toalla no estaremos en el escuadrón del comandante Schezar — exclamó Anaís
— pues no es que a mi me importe mucho éso, si me voy de recluta a la ciudad puede que sea mejor que estar aquí. Esto es un fuerte en medio de la nada... Yo también voy a salir de aquí...
De los cinco, dos decidieron renunciar esa misma tarde. Miguel iba a seguirlos, pero pensó que sería muy imprudente y algo injusto hacerlo en ese momento.
— creo que no nos conviene quedarnos aquí, Anaís... Al menos no si queremos superarnos.
— pero yo...
— ¿en serio hay algún motivo para que te quieras quedar haciendo de sirvienta para el resto del escuadrón? Eres muy buena con la espada, eso sería un desperdicio, Anaís... Además, aunque hayas vencido a todos en duelo se siguen regodeando con el hecho de que tu estés en la cocina...
— Aunque es cierto que yo pasé las pruebas y todo, el comandante me dio la oportunidad. Él y yo entrenamos juntos y al ver que no se me permitió ingresar al ejército de manera regular él me pidió que viniera aquí... No me gustaría defraudarlo pero... Tienes razón, no me hace sentir bien el que estemos al servicio del resto sin aprender nada. Quizá...
En ese momento la idea llegó a la cabeza de Anaís, ¿y si hablaba con Allen?
Ese día, en vez de dirigirse a las cuadras, fue directo al edificio principal del Fuerte, donde Allen y el resto del escuadrón habitaban.
Desde luego, en la entrada le negaron el paso.
— Los reclutas nuevos no deben salir del área asignada.
— lo sé pero necesito hablar con el comandante Schezar.
— ¿Hablar con él? ¿De qué hablaría con él alguien como tu?
— Necesito saber algo, así que por favor, al menos dígale que debo discutir un asunto...
— Oye... Lo único que el jefe haría con alguien como tu sería llevarte a la ca...
— ¿Hay algún problema?
Allen había aparecido detrás, casi como si le hubiera invocado de alguna manera.
— Esta muchacha salió del área de reclutas, dice que quiere discutir un asunto con usted.
— Si eso hizo, es porque se trata de algo importante, a la siguiente si cualquier otro recluta lo hace, déjenlo pasar...
— ¡S... si, si señor! — dijeron ambos guardias.
— Y haz que te releven, Cho, te vas al calabozo por faltarle al respeto a la señorita y a mi.
Sorprendido, el hombre solo asintió y se fue.
Allen le hizo pasar a una oficina.
— Si viniste hasta aquí quiere decir que algo no anda bien, ¿verdad? Dime cuál es el problema.
— Bueno, mi grupo y yo hemos hecho todo lo que nos han pedido pero... Muchos se han ido porque pensaron que aquí tendríamos alguna clase de instrucción y sin embargo, nos la pasamos haciendo tareas domésticas y muchos teníamos el deseo de aprender más y servir de manera más útil.
— Bueno, ustedes están haciendo algo útil. Todos deben ocuparse de las tarea de acuerdo a sus aptitudes, eso no se puede cambiar.
— Pero muchos deseamos aprender algo más. Solo quisiéramos que se nos tome en cuenta para otras tareas además de las de servicio. Nos gustaría aprender mecánica o a dar mantenimiento a las armas, aprender más cosas...
— ¿Eso es lo que te tiene inquieta?
—Bueno, pues si. Sé que estamos a prueba pero... En verdad que nosotros queremos aprender y servir, señor... No solo en la cocina si no en cada aspecto.
— El asunto es que eso está fuera de mi control, aquí existe un protocolo que no puede ser cambiado y a todos se les puso en el lugar donde podían ser más útiles.
— Allen... ¿Tu crees que por ser mujer yo debería estar en la cocina? Sabes perfectamente que no solo puedo usar una espada y mucho mejor que varios de aquí.
— aunque estoy a cargo no puedo hacer mucho. No se te envió ahí por ser mujer... Lo que ustedes hacen lo tiene que hacer alguien más y es necesario. Veré que les permitan entrar a algunas clases de instrucción general, pero deberán seguir adelante con el proceso. Llegarán algunos más a apoyarles mañana, sé que se han ido varios y entre ustedes se ha hecho más pesado al ser menos. Es lo más que puedo hacer...
Anaís suspiró y decidió creer en las palabras de Allen.
Al volver fue con Miguel para hablar de eso.
— Debiste decirme que irías, espero que nadie piense mal por lo que hiciste...
— solo hablé con él, si ustedes tienen la mente tan sucia para imaginar otra cosa no es problema mio.
Miguel quedo avergonzado por eso y se disculpó.
Al día siguiente llegaron siete personas más a su grupo y se fueron integrando. Al paso de los días, Anaís esperaba que se les llamara a las clases pero eso nunca sucedió. De nuevo, empezaban a desertar sus compañeros nuevos de a poco.
Al ver que nada había cambiado, Miguel finalmente decidió que tenía suficiente.
— Lo siento, Anaís, voy a irme ya...
— pero, él dijo que lo haría... Yo creo que...
— Si quieres quedarte no es problema mio, pero si en algún momento quieres alcanzarme, iré a Zaibach, dicen que ahí hay un escuadrón que acepta a cualquier persona apta y se le da la mejor instrucción posible porque es un grupo de élite, probaré suerte ahí... Yo creo que aquí jamás pasaré de ser un ayudante de cocina o un simple escudero, sé que puedo ser alguien si voy alla. Te deseo suerte, Anaís. Ojalá pronto quieras abrir los ojos.
Las palabras de Miguel se habían quedado grabadas en su mente.
¿Quizá él tenía razón...?
Decidió hacer un intento más de hablar con Allen, pero esta vez, él no pudo recibirla, o al menos eso le dijeron en ese momento.
En vez de las clases, de pronto les mandaron a apoyar en la lavandería y eso a Anaís le pareció el colmo.
Después de varios intentos infructuosos de hablar con el comandante, Anaís decidió tomar las riendas de las cosas.
Decidió con sus otros cinco compañeros que no harían nada hasta que sus peticiones fueran escuchadas.
Los cocineros intentaron hacerles entrar en razón y cuando intentaron obligarlos a la mala, ellos terminaron amarrando a los tres robustos cocineros en uno de los pilares de la despensa, encerrandolos ahí.
Cerraron con llave los comedores y se atrincheraron en la cocina.
Evidentemente a la hora del desayuno más de uno empezó a golpear la puerta con violencia, pronto, llegaba todo mundo a ver por qué el comedor estaba cerrado. No fue hasta que llegaron a la cocina qué se dieron cuenta de lo que pasaba.
— ¡Exigimos ver al comandante Schezar ahora! — gritó uno de los seis que era muy corpulento.
— y para qué quieren hablar con él unos simples ayudantes de cocina.
— justo por eso, no venimos a este escuadrón a hacer labores domésticas, él nos prometió instrucción práctica y lo que hizo fue darnos más trabajo doméstico, o lo traen para aclarar esto o nadie come hoy, ¡tenemos a los cocineros como rehenes y suficientes cuchillos para cada uno de ustedes si nadie nos escucha!
Después de semejante amenaza, fueron corriendo a traer al comandante.
Allen estaba de hecho, algo desesperado porque no había llegado la comida al edificio principal. Cuando le dijeron lo que pasaba, de inmediato supo quién incitó todo eso...
Desde luego, al llegar vio a los cinco muchachos y en el medio estaba Anaís, visiblemente molesta y de brazos cruzados.
Ella no dijo ni una sola palabra, aunque era verdad que fue su idea, sus compañeros decidieron ser los que hablarían, al darse cuenta que a ella no le harían caso jamás.
— ¿Entonces están haciendo esto porque no les hemos dado "la instrucción" qué según ustedes creen que merecen?
— ¿creer? Venimos aquí con la promesa de pertenecer a un prestigioso escuadrón y resulta que no estamos aprendiendo absolutamente nada. De saber que haríamos tareas domésticas, nos hubiéramos quedado en el campo.
— Renunciaremos...
—¡¿qué?!
Todos respondieron al unísono a la clara voz de Anaís después de aquella tajante decisión.
— los que desertaron tenían razón, hay otros lugares que nos van a brindar mejores oportunidades. Renunciemos y vamos a probar suerte a otro lado...
— Rossiter tiene razón — dijo el chico corpulento
— ¡Si, vámonos!
Anaís salió de la cocina y confrontó a Allen.
— nosotros desertamos. Dejaremos despejada la cocina y una vez que hayamos salido del fuerte, podrán liberar a los cocineros.
— ¿y qué clase de garantía es esa? Puedo arrestarlos en cuanto salgan, no, ahora mismo puedo...
— no. Programamos unas cargas de dinamita y vamos a volar la cocina si nos hacen algo. Yo tengo el detonador... Se lo entregaré junto con las llaves en cuanto todos salgamos de aquí.
— No si yo te lo impido...
Allen intentó sujetar a Anaís, pero de un certero movimiento, ella tenía a Allen fuertemente amagado. Furioso intentaba librarse sin éxito.
— ¿y bien?, si se acercan puedo herirlo sin ningún remordimiento... — amenazó la chica a Allen con una daga en el cuello, todos se quedaron perplejos —Nosotros nos vamos y dejare libre al comandante una vez que estemos a salvo, lejos de aquí.
Les dejaron el paso libre, salieron de la cocina, tomaron una carreta de provisiones y salieron del fuerte Castelo.
Ya a cierta distancia, Anaís soltó a Allen y le entregó el detonador y las llaves.
— espero que haya aprendido la lección. Jamás le mienta de nuevo a una chica...
Allen le miró con enojo y antes de que subiera de nuevo a la carreta le jaló del brazo
— ¿Por qué hiciste esto?
— me mentiste, Allen. Si lo que querías era darme una estúpida lección sobre roles de género, te salió muy mal. Agradezco la oportunidad pero esto no era lo que quería para mi.
Él desenvaino su espada y ella le bloqueó el ataque. Después de una reñida pelea, Anaís desarmaba a Allen.
— y yo siempre he sido mejor que tu, aunque te dejaba ganar. Pero ya no más. Ojalá los demás supieran como me ganaste el duelo anterior, sería muy vergonzoso para ti, ¿verdad? Lástima, en verdad pensé que eras alguien diferente "Allen Schezar"...
Así subió a la carreta y siguieron su camino, dejando atrás a un Allen humillado. Los que vieron aquello se quedaron perplejos. Allen era quizá el mejor espadachín de Asturia y esa muchachita acababa de vencerlo sin sudar.
Ya a cierta distancia, se disculpó con el resto, se cubrió la cabeza y comenzó a llorar.
Nadie dijo nada más.
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Esto viene acompañado de una raya fea XD
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Miguel parece cantante de k-pop XD
¡Pero al fin tenemos un boceto de Anaís! Ella es algo pálida y con el cabello muy negro. Quizá haga otro dibujo a color a la siguiente.
Espero que este dramático capítulo les haya gustado. En cuanto tenga otro boceto decente subo el siguiente capítulo :b
Por si acaso, dejo los anteriores aquí:
Capítulo I
Capítulo II
Nos leemos pronto, terrícolas 🚀
Paz! 😘
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crimsonwing · 1 year ago
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English: Alas, even amidst the ChaoS reigning over the MeN of the ship, one MarksmaN took notice of Morrison's attack on Ruthar.
"That bastard! He's really done it!"
Meanwhile, the CaNNonS opened fire with a ThunDerouS bang. He prepared his RifLe.
"To think of all the respect we held for you once. So long, Captain Bartholomew."
AboVe everyone, the SeA monster roared with FuRy at the assault AgainsT them. --- Español: Incluso entre el caos que reinaba entre los hombres del navio, un tirador notó el ataque de Morrison hacía Ruthar. "Realmente se atrevió ¡Ese bastardo!" Mientras tanto, los cañones abrieron fuego con un estruendo atronador. El preparó su RifLe. "Y pensar en todo el respeto que le tuvimos alguna vez. Hasta siempre, Capitán Morrison." Por encima de todos, la BestiA rugía con FuRiA ante el ataque recibido.
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sicl5 · 9 months ago
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Capítulo 13 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.)
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Nos encontramos en la avioneta marítima de Cid. Vincent estaba tocando la radio para conseguir la señal del helicóptero de los Turcos. No tardó demasiado en conseguir la dirección.
— Vuelan hacia el norte.- Dijo Vincent. 
— Hmmm… Ajá…- Mencionó Cid. 
— ¿Podrás llevarnos?- Preguntó Aeris. 
— La duda ofende. ¡Mi habilidad como piloto no tiene parangón!- Exclamó Cid.- Surfearé las olas si hace falta, ¡incluso sin alerones! 
— Que nos preparemos para lo que viene, vaya.- Dijo Yuffie. 
— Eso es.- Afirmó Cid.- ¡La vida es una montaña rusa de emociones, chavala! 
— Shinra ha movilizado a sus tropas y a los Turcos.- Explicó Vincent.- Más vale que no nos pillen desprevenidos. 
— Va a ser curiosa la experiencia, ni más ni menos.- Expresé.
Cid finalmente se puso al volante del barco y empezamos a surcar sus aguas. 
— Les habla su capitán: estamos en aguas abiertas. Pueden darse marejadas imprevistas. ¡Dicho queda!- Exclamó Cid. 
— Ay, me va a dar algo…- Mencionó Yuffie. 
— Esto es prácticamente un bote.- Añadió Cid.- No vale para surcar los mares; solo para flotar, y gracias. ¡Así que ojito! 
— Mientras nos lleve, todo bien.- Dije con una sonrisa.  
Seguimos navegando, el cielo cada vez se ponía más gris y parecía que finalmente habíamos avispado los helicópteros de Shinra.
— ¡Mirad! ¡Allí!- Exclamó Red XIII. 
— ¡Que sí!- Dijo Yuffie no demasiado motivada. 
— Genial.- Mencionó Cid.- ¡Grumetes, izad las velas! 
— ¿Qué velas?- Preguntó Yuffie.- ¿¡Y qué grumetes!?
— ¡Estoy creando atmósfera, hija mía!- Exclamó Cid.- Muy bieeeen. ¡A la mar salada! 
— ¡Sí, mi capitán!- Exclamaron Aeris y Tifa siguiéndole el rollo a Cid, no pude evitar reír.
Región del bosque boreal.
Finalmente llegamos al norte, donde teníamos que ir. Nos bajamos cuidadosamente del barco y Aeris miró el ambiente, preocupada.
— El aire está muy cargado.- Mencionó Aeris. 
— Lo he forzado demasiado.- Dijo Cid mirando el barco-avioneta.- Así que voy a quedarme para hacerle un par de ajustes. Luego os alcanzo. 
— ¿Estarás bien?- Preguntó Cloud. 
— ¡Como si no me conocieras!- Exclamó Cid. 
Cloud sonrió un poco y nos giramos todos para dirigirnos al templo. Pasamos por un amplio bosque. Partículas de lo que parecía ser mako decoraban el ambiente y la tensión subía por momentos. No tardamos demasiado en ver el templo, casi en frente de nuestros ojos.
— Dios.- Exclamé.- Que pedazo de construcción…
— Estos Ancianos no se andaban con chiquitas…- Dijo Barret. 
— Los Cetra, querrás decir.- Dijo Red XIII. 
De golpe Aeris se puso de rodillas en el suelo y acercó su oreja a la tierra, cerrando los ojos. Nos quedamos viendo fijamente esa escena.
— ¿Qué pasa?- Pregunté sin entender nada. 
—  Por fin…- Dijo Aeris soltando una pequeña lágrima que al impactar contra el suelo un aura verde salió, iluminando el suelo. 
— "... nacidos del seno de Gaia; con ella conversamos, su esencia cultivamos y a su tierra prometida regresaremos. Por su gracia y providencia ocuparemos nuestro lugar en el paraíso"- Explicó Barret.  
— No, no…- Dijo Aeris limpiándose las lágrimas.- Esta no es la tierra prometida. Aquí solo hay… dolor… y furia.  
En ese momento el aura verde subió del suelo hasta las manos de Aeris y una vez allí se fue, dirección al templo
— ¿Nos… está llamando?- Preguntó Tifa. 
— Sí.- Afirmó Aeris. 
Miramos en dirección al templo y no tardamos en poner marcha hacia allí pero al llegar nos encontramos con que Shinra se había hecho con la zona, poniendo tropas y otros utensilios allí. 
— Macho, esta gentuza nunca tiene suficiente.- Dijo Barret. 
— Que pena…- Dije con una sonrisa, saltando el muro de sacos que habían puesto.
— ¡AVALANCHA a la vista!- Exclamó uno de los infantes.- No matéis a la Anciana. 
— Buenas tardes a todos.- Sonreí.- Saludad de mi parte cuando volváis al planeta.
Empecé a cargarme sola a los dos décimos de centinelas que habían en la zona. Una energía extraña subía por mi cuerpo, me empezaba a sentir extremadamente bien. Terminé de matarlos y miré a mi grupo fijamente.
— ¿Os vais a quedar allí pasmados?- Pregunté con una sonrisa.
— Vámos.- Dijo Cloud. 
Seguimos avanzando hasta llegar a las escaleras que daban a la gran puerta del templo. En estas habían tanto centinelas como monstruos tirados, muertos. 
— Debe de haber sido algún monstruo.- Dijo Vincent.
— Qué escabechina…- Dijo Cid mirando la situación. 
— ¿Desde cuándo estás aquí?- Pregunté, con una risilla. 
— Oyeee…- Dijo Yuffie mirando a Aeris.- Pero venimos contigo… Eso nos convierte en invitados de honor, ¿no? 
— Pero… yo solo soy medio Cetras.- Mencionó Aeris poniéndose las manos en su cabeza.- Lo siento. Creo que no somos bienvenidos… 
— Estoy aquí porque soy tope de impulsivo.- Dijo Cid.- Pero ahí no entro ni que me paguen. Yo me planto. 
— Claro, no te preocupes.- Mencionó Aeris.- Ya has hecho bastante. Gracias por traernos. 
— Tranquis, que no me voy a dar el piro.- Añadió Cid.- Os espero para el viaje de vuelta. Así que más os vale salir airosos. 
Templo de los Ancianos: Lugar del encuentro
Miramos la puerta y empezamos a subir las escaleras hasta llegar a la puerta. Cloud la abrió, empujándola con todas sus fuerzas. Allí dentro había un encapuchado y al fijarnos mejor vimos que se trataba de Roche. Estaba apunto de desmayarse y Cloud fue rápidamente hacia él, agarrándolo.
— La… materia… negra…- Dijo el túnicas señalandome.- Sephiroth…
— Pero si es…- Dijo Tifa.
— Sephiroth está aquí.- Mencionó Cloud.- Mal asunto.
Un dolor momentáneo me azotó la cabeza y cerré fuerte los ojos antes de mirar hacia el frente. Una sonrisa decoró mi cara.
— Entonces, no vamos a hacerle esperar, ¿no?- Dije avanzando.
Pasamos a la siguiente sala que estaba custodiada por varios centinelas que entre todos eliminamos para seguir avanzando. 
Sala laberíntica.
Salimos de allí y nos encontramos con que el templo no estaba todo cerrado y parecía no en las mejores condiciones. Miraba fijamente cuál era la manera más rápida para avanzar. 
— ¿De verdad los Ancianos construyeron todo esto para ocultar la materia negra?- Preguntó Yuffie.- ¡Pues tiene que ser una materia del copón! 
— No vuelvas a mencionarla.- Dijo Aeris callando a Yuffie.- Shinra no sabe nada al respecto. 
— Cait ya habrá cantado.- Mencionó Red XIII. 
— Eso dará igual si la conseguimos nosotros antes.- Dijo Cloud a lo que no pude evitar reír un poco.
— Pero… ¿¡Que cojones!?- Exclamó Barret mirando hacia adelante.
Cuando miramos hacia donde él miraba nos encontramos a un grupo de centinelas que estaban boca abajo, como si la gravedad se hubiera invertido en esa zona. 
— Empiezo a pensar que estamos alucinando…- Dijo Red XIII.
— Venga, que el tiempo es oro.- Mencioné.
Empezamos a avanzar por sus plataformas intentando avanzar, era un laberinto en toda regla, bastante complicado de entender.
— Un templo la leche de raro, petado de tropas de Shinra y túnicas negras.- Dijo Barret.- Me parece que hoy no pegamos ojo. 
— Sephiroth también estará aquí, ¿no?- Preguntó Red XIII. 
— Sí, está aquí.- Respondió Cloud. 
— Qué mal rollo me da todo…- Mencionó Barret. 
— Bueno, no le demos muchas vueltas.- Dijo Aeris.- Hay que echarle valor. Si el templo nota que dudamos, será un obstáculo más… 
— Entiendo.- Dijo Tifa.
Sala de la estrella carmesí (Tierra)
De repente llegamos a una sala extrañísima con una piedra flotante en medio y que brillaba con un tono verde. Las paredes además también emitian luz pero de color rojo. Cloud se acercó a ella y la tocó. De golpe empezamos a flotar todos, parecia que íbamos a caer en dirección contraria.
— ¡Oye, oye!- Exclamó Barret. 
Pusimos al instante los pies en el techo, o lo que era ahora, nuestro suelo.
— ¿Estamos al revés?- Preguntó Aeris. 
— Bueno, depende de cómo se mire.- Dijo Cloud. 
Parecía que la única manera de avanzar ahora era estar boca abajo así que pusimos rumbo una vez más. Cada vez costaba más pasar por los lugares, estaba todo en bastante mal estado.
— ¿Qué habrá pasado aquí?- Preguntó Red XIII.
— Sangre…- Dijo Aeris mirando la zona.- Se derramaron ríos. Hace mucho tiempo… En una guerra. 
— Nadie ha salido de aquí con vida.- Mencionó Cloud.- Eso me dijo Cait. 
— ¡Haberlo dicho antes!- Exclamó Yuffie. 
Me acerqué al borde de un pasillo y vi pasar una corriente, verdecita, parecida a la corriente vital. En ese momento varios centinelas gritando iban a toda velocidad por esas corrientes.
— ¿Qué acaba de pasar?- Preguntó Yuffie. 
— Ni pajolera idea.- Respondió Barret. 
— Que curioso.- Dije con media risita en la boca.
— Me pregunto hasta dónde lleva.- Dijo Aeris mirándolo fijamente. 
— Ni se te ocurra comprobarlo, ¿eh?- Mencionó Barret mirando a Yuffie.
— ¿Por quééé?- Preguntó ella. 
Seguimos avanzando y en el camino tuvimos que deshacernos de varios centinelas. Venían a por todas a matarnos, parecía que les habían ordenado nuestra eliminación. Subimos por unas enredaderas al terminar y allí solo se veía una plataforma con un agujero en medio y una cascada de mako. Allí habían dos centinelas concienciandose que se tenían que tirar. Finalmente se tiraron y nos acercamos hacia allí.
— No veo otra salida que la de saltar.- Dijo Cloud. 
— ¡Venga ya!- Exclamó Yuffie. 
— Me lo veía venir…- Mencionó Barret.
— ¡Al mako patos!- Exclamé yo tirándome directamente y llegando a la parte inferior.- ¡Woah! ¡Que adrenalina!
— ¡Sil, estás loca!- Exclamó Yuffie al llegar a abajo.
— ¡Pero si ha estado guay!- Respondí. 
Finalmente vimos una puerta que parecía que llevaba a algún sitio en concreto, algún sitio especial. Nos dirigimos allí a toda prisa y entramos a lo que parecía una zona cubierta del templo. La sala era enorme, gigantesca. Parecíamos hormigas a escala. Allí, muchos centinelas yacían muertos en el suelo pero nosotros no habíamos pisado la zona antes. 
— Esto no me gusta…- Mencionó Barret. 
Un estruendo detrás nuestro nos asustó y al girarnos la puerta se había cerrado. Estábamos totalmente atrapados y peor fue cuando al mirar arriba nos dimos cuenta de que había un bicho enorme. Empezamos a flotar una vez más, cambiando de nuevo de gravedad. El dragón extraño se puso delante nuestro y de golpe un bloque desde arriba empezó a caer.
— ¡Cuidado!- Exclamó Barret.
Rápidamente Yuffie se apartó y se salvó del gran bloque. Me acerqué a ella y le ayudé a levantarse con una sonrisa. 
— Para mí que es el señor del templo.- Dijo Red XIII mirando al dragón. 
— ¿¡Quieres unas alubias Da-chao!?- Exclamó de golpe Yuffie mirando al monstruo haciendo que él reaccionara pegando un pedazo de grito.
— ¡No lo cabrees!- Exclamó Barret. 
— ¡Centraos!- Dijo Tifa poniendose en guardia. 
Usé mi materia de análisis para fijarme en sus puntos débiles. La cabeza era su punto débil y aunque su inmunidad al piro complicaba un poco las cosas su debilidad principal era el hielo. Empezamos a luchar contra él, corriendo peligro. Usé HIELO+ contra el monstruo y parece que al notar el frío, se cabreó y empezó a llenar el suelo de fuego.
— ¡Cuidado!- Exclamó Red XIII.
Todos echamos a correr hasta el fondo de la sala.
— ¿Estáis bien?- Pregunté comprobando que todo el mundo estuviera bien.
Los demás asintieron y en cuanto el fuego desapareció volvimos a la carga. Cuando parecía que el dragón ya estaba en su último aliento intentó echar a volar.
— ¡No te lo crees ni tú!- Exclamó Barret atacandole a balazos. Aeris se unió a él, con su báculo y su mágia.
— ¡Cloud!- Exclamé yendo rápidamente hacia él imbuyéndole la espada en HIELO++.- Adelante.
Él asintió y fue corriendo hacia el dragón, clavándole la espada la espada al monstruo, con el hielo destruyendole las venas. En ese momento Tifa fue corriendo hacia el dragón y saltó en el aire, dando una voltereta y pegandole una gran patada en la cabeza. Tifa volvió hacia atrás y sonrió.
— ¡Que pasada!- Exclamó Aeris.
— Hay que despedirse a lo grande.- Mencionó Tifa.
— Aprisa.- Dijo Cloud sin ni siquiera mirarlas. 
— No nos queda demasiado tiempo.- Respondí. 
— ¿Eh?- Preguntó Barret.
Entramos a la siguiente sala y seguimos por sus pasillos hasta llegar a una sala cerrada con un mecanismo en medio que servia para desbloquear la plataforma y que bajara. 
Cámara de la vida. 
Cloud se apresuró en activarla y todos bajamos. La corriente era mucho más fuerte en esa zona, aventaba todos los residuos y destrozos del tiempo. Era bastante impresionante.
— ¡Qué flipadaaa!- Exclamó Yuffie.
— Ahí.- Dijo Tifa señalando una plataforma que había más adelante.
Un grupo grande de centinelas y dos de los Turcos que no podía distinguir por la distancia corrían para que la corriente no los atrapara. Aunque los Turcos tuvieron suerte la corriente se llevó a varios de los centinelas, matándolos probablemente al final del destino.
— No quiero ni mirar…- Dijo Barret.
Aeris se agachó y tocó el suelo intentando analizar bien la situación.
— Percibo cierta ira en la corriente vital.- Mencionó Aeris.- No sé. Es una sensación. 
— Oye, Aeris…- Dijo Tifa.- ¿No puedes transmitirle nuestras buenas intenciones?
— No estoy segura…- Dijo Aeris, muy preocupada.- Bueno, voy a intentarlo 
Aeris se levantó, cerró sus ojos y puso sus manos juntas empezando el rezo. Justo después sacó su báculo y empezó a usar su magia acompañándolo de un dulce y bonito baile. Todos nos quedamos mirando la situación sorprendidos. Parecía que la corriente vital la envolvia, la quería. Una mota de corriente vital se puso delante mio y yo la miré fijamente, poniendo mis manos para que reposara. Me dio tanta nostalgia.
— Parece que la corriente vital te reconoce, Sil…- Me dijo Tifa.
— Podría ser.- Sonreí.
Me acerqué un poco más al centro, Yuffie y Red XIII también lo hicieron pero de golpe la magia de Aeris se rompió y la corriente vital sopló mucho más fuerte. De nuestros pies empezó a salir otra parte del templo, elevándonos. El problema es que como no todos estábamos en el círculo solo subimos Aeris, Yuffie, Red XIII y yo. Aeris cayó directamente al suelo y perdió el conocimiento.
— ¡Aeris!- Exclamé yo moviendola.- ¡Aeris!
En ese momento no tardó en abrir los ojos y nos miró algo confundida.
— ¡Se ha despertado!- Dijo Yuffie. 
— ¿Y los demás?- Preguntó Aeris.
— Ni idea…- Mencioné.
— No he sido capaz…- Dijo Aeris, mirando hacia el suelo.
— Era tu primera vez. ¡No te machaques!- Dijo Yuffie.- De todo se aprende. 
— Y no estás sola.- Dijo Red XIII.- Estamos juntos en esto. 
— Tenéis razón.- Mencionó Aeris.- No hay que tirar la toalla. 
— Vamos, la materia negra aguarda.- Agregué.
Empezamos a andar y nos metimos en una sala que tenía una especie de estanque de mako en el centro. Aeris se acercó a ello y cerró los ojos. Las partículas de mako empezaron a danzar alrededor de ella, aceptandola.
— Creo que me quieren enseñar a compenetrarme con la corriente vital.- Dijo Aeris. 
Parecía que Aeris podía dirigir esas partículas de mako con sus manos. Yuffie también lo intentó pero obviamente no funcionó. Yo me quedé mirando fijamente el estanque, sentía que me quería decir algo. Aeris no tardó en usar su báculo y dirigir la concentración de energía hacia una lámpara que había allí. Al hacerlo partes del templo se volvieron a juntar creando un camino por el que podíamos pasar.
— ¡Hala!- Exclamó Yuffie.
— Bien, podemos seguir.- Mencioné.
Seguimos el camino nuevo, poco a poco para no tropezar con los escombros. Avanzar no estaba siendo tan fácil. Aeris tenía que buscar energía de la corriente vital, absorberla y luego activar varios mecanismos más para conseguir que el templo se reformara, creando nuevos caminos. El cielo estaba totalmente gris, no sabíamos si era de día o de noche, era todo muy confuso. 
— ¿Estarán bien, verdad?- Preguntó Aeris.
— Mientras Cloud no pierda el norte…- Dijo Red XIII.
— Sil, ¿tú como estás?- Me preguntó Aeris, mirandome fijamente.
— ¿Eh, yo? Bien. ¿Por qué lo dices?- Pregunté. 
— No vayas a perder el norte tu también, Sil.- Mencionó Red XIII.
— Me noto normal.- Respondí.
Algo de mentira tenían mis palabras. La sensación de calidez y de acercamiento que notaba a través de la corriente vital. Las ganas que me invadian de conseguir esa materia negra y demás, hacían que no me sintiera tan yo. Lo peor es que no me importaba, me hacía bien. Me sentia poderosa, fuerte.
Aeris reconstruyó varias partes del templo más y parecía muy cansada. Estaba agotando toda su energía para conseguir fluir con la corriente. Yuffie la agarró de los hombros para que no cayera.
— Deberías descansar.- Mencionó Red XIII. 
— Es verdad.- Dijo Yuffie.- ¡Que te tenemos que guardar como oro en paño! 
Yuffie se sentó en el suelo y indicó a Aeris que se sentara con ella para luego mirarnos a Red XIII y a mi. 
— Vale. Solo un rato.- Dijo Aeris sentandose. 
Yo me dirigí al borde del precipicio y me senté allí, algo alejada de los demás. Suspiré y miré fijamente la corriente vital. 
Queda poco para descubrir parte de una verdad. Demuestra tu verdadero poder.
Mi verdadero poder… ¿Cuál es ese poder?
— ¡Ya he descansado bastante!- Dijo Aeris levantándose.
Al escucharla me levanté yo también y fui hacia ella.
— ¿Estás segura de que puedes avanzar?-Le pregunté.- No me perdonaría que te pasara nada. 
— Aw, Sil…- Dijo ella mirándome fijamente.- No te preocupes, estoy más que segura. Es que no paro de pensar en los demás… 
— Vamos, entonces.- Dijo Red XIII.
Entramos por una de las nuevas partes reconstruidas dirigiéndonos a una puerta. Yuffie la abrió con todas sus fuerzas y al entrar vimos a la corriente vital enfurecida, arrastrando parte del templo y a varios centinelas. 
— A ver si el esfuerzo ha dado sus frutos.- Mencionó Aeris con una sonrisa. 
Aeris se acercó al centro, cerca de la lámpara y empezó a transmitirle toda la corriente vital que le quedaba, toda la energía pero fue rechazada una vez más.
— ¿¡Por qué!?- Exclamó Yuffie.
Miré fijamente la situación y me fije que no todas las luces de la corriente vital tenían un color normal. Dos de ellas eran de un color rojizo, maldito. 
— Debe haber dos monstruos tirando mala energía hacia la corriente.- Expliqué.
— ¡Me los cargo!- Exclamó Yuffie. 
Avistamos de donde venían las malas ondas y fuimos hacia la primera lo más rápido que podíamos. Allí un monstruo que parecía una especie de gelatina extraña atentaba contra la corriente. Nos tiramos los cuatro a luchar contra el asqueroso bicho esquivando todos sus ataques mágicos a la perfección. Al deshacernos de él, la corriente vital por un lado recupera totalmente la normalidad.
La cabeza poco a poco me empezaba a dar más vueltas, se acercaba el gran momento, un momento que no tenía ni idea de lo que consistia pero que me llamaba, me llamaba la corriente vital, me llamaba Sephiroth. Me puse la mano en la cabeza y suspiré.
— ¿Sil?- Dijo Yuffie.- No me digas que ya estás cu-cu.
— No.- Dije mientras seguía avanzando.- No tenemos todo el día.
— ¡Pues no me asustes así!- Expresó Yuffie.
— Perdón, perdón.- Mencioné.
Fuimos hacia el otro lado y rápidamente avistamos al otro monstruo exactamente igual que el que habíamos derrotado al otro lado. En un momento el monstruo me absorbió y no dudé, desde dentro suyo, en clavarle mi espada, sobresaliendose y subiendosela hasta la boca, haciendo que toda la gelatina explotara y me liberara. 
— Como coser y cantar.- Dije con una sonrisa.
La corriente vital ya estaba restablecida del todo y volvimos al punto inicial. Aeris se concentró y lo logró, parecia que todo se recomponia.
— ¡Mirad!- Exclamó Red XIII.
En la plataforma de delante, a bastante distancia, vimos a Barret, Tifa y Cloud luchar contra Reno y Rude. En una de esas Rude empujó fuerte a Cloud y cuando parecía que se iba a caer el edificio se reconstruyó gracias a la magia de Aeris impidiéndoselo. 
— ¡Cloud! ¡Tifa!- Exclamó Yuffie. 
— Tranqui.- Dijo Aeris.- Lo tengo controlado. Queda encontrar el camino.
Empezamos a dirigirnos por las nuevas partes del templo, estaba todo reconstruido y era mucho más fácil avanzar. Vimos una gran puerta y Aeris la abrió. Al entrar vimos que allí se encontraban Tseng y Elena. Al vernos, Tseng agarró el hombro de Elena.
— Deja y vámonos.- Dijo Tseng mirando hacia la puerta contraria del sitio. 
— ¡Alto ahí!- Exclamó Yuffie.- ¡Se van con el rabo entre las piernas!
— No podemos permitir que se burlen, jefe.- Dijo Elena.
— ¡Parece que me ha oído!- Exclamó Yuffie. 
— ¿No has visto la bandera de la entrada?- Preguntó Elena mirando a Yuffie y cruzándose de brazos.- La tierra prometida está bajo control de Shinra. Eso es, Anciana. Aquí mandamos nosotros.
— Ay, por dios.- Dije yo mirando fijamente a Elena.- No sabia que la desinformación podía llegar tan lejos. 
— ¿Y los otros?- Preguntó Tseng. 
— ¿Se os han perdido de camino?- Preguntó Elena. 
— Seguimos siendo más que vosotros.- Mencionó Red XIII. 
— Ja, ¿es que no te enteras?- Exclamó Elena.- ¡El señor Tseng y yo somos imbatibles! 
— No tenemos todo el dia.- Dije acercándome a Elena y haciendo que ella retrocediera.- Hazme un favor y vuelve al planeta, donde perteneces.
Mis ojos gritaban mako en ese momento, lo notaba. Fluctuaba todo dentro de mi. Saqué mi espada y ataqué a Elena en el brazo, creandole un pequeño corte en el traje y una herida. Tseng vino hacia mí y me paró.
— Sil.- Tseng me miró fijamente a los ojos y se sorprendió al verlos, al ver todo el mako removerse, sin cesar.
— A ver si nos enteramos.- Volví a decir, mirando fijamente a Tseng a los ojos.- No tenemos todo el día, me esperan. 
— ¿Quién te espera?- Preguntó Tseng.- Oye Sil… ¿estás bien?
— ¡Que no tengo todo el dia!- Exclamé sacando mi espada y empujando a Tseng. 
— ¡Sil!- Exclamó Aeris viniendo hacia mi. 
Mi cuerpo empezó a fallar, mi mente dolía mucho. Me sentía como si una gran brecha se estuviera abriendo y estuviera desangrándome. 
Eso… que nada te pare. 
Tseng se volvió a acercar a mi, le notaba el dolor en los ojos y me abrazó fuerte. 
— Eh, Sil… Vuelve en ti…- Dijo Tseng mientras pasaba su mano por mi pelo. 
Sil, empujalo.
Mi corazón corría a mil por hora, me sentia mareada, no me sentia bien. Tseng acariciaba lentamente mi pelo, acercándome al máximo a él.
— Vete Tseng.- Expresé.- Antes de que yo…
— Pero…- Intentó decir él.
— ¡Qué te vayas!- Exclamé.
Lo empuje fuerte y me volvió a dar ese gran dolor. Me tuve que poner de cuclillas y ponerme las dos manos en la cabeza para soportarlo. Aeris se puso a mi lado, poniendome una mano en mi espalda.
— ¡Señor Tseng!- Dijo Elena.- ¡Es mejor que se vaya, esto no pinta bien!
— Cuidala bien, por favor, Aeris.- Dijo Tseng, con dolor en sus palabras, antes de salir corriendo de allí.
Justo en ese momento la plataforma de arriba se derrumbó y de arriba cayeron Tifa, Barret y Cloud junto con Reno y Rude. Tifa nos vio y se acercó rápidamente a nosotras. 
— ¡Sil!- Exclamó Tifa.- ¿Estás bien?
— ¡No se que le pasa!- Exclamó Aeris.- ¡No es ella! ¡Ha intentado matar a Elena y casi que a Tseng!
Tifa me movió fuerte, agitandome y yo la miré fijamente, muriendome del dolor.
— ¡Tus ojos!- Exclamó Tifa.- ¡Sil, vuelve!
En ese momento el dolor se apagó, me intenté levantar, a medias con ayuda de las dos. Miré hacia adelante viendo a Elena, Rude y Reno en el suelo, intentando levantarse por culpa de la caída y de los escombros. Cloud se acercó a Elena y le intentó clavar su espada.
— ¡Cloud!- Exclamó Aeris.
— No te apenes…- Dijo Cloud mirando a Elena subiendo su mandoble una vez más.- pues regresarás al planeta.
Mi cabeza hizo un click y me lancé rápidamente hacia allí, poniéndome delante de Elena y parando el mandoble de Cloud antes de que la matara.
— ¡No!- Exclamé.- No, por favor…
Un gran dolor me volvió a azotar, pero luchaba contra este para proteger a Elena y retirar finalmente la espada de Cloud. Él me miró y desvió la mirada, guardando su espada. 
— Gracias, Cloud.- Le dije. Notaba como mis ojos temblaban. 
Cloud se apartó y yo suspiré. Me giré hacia Elena.
— Perdona… No he sido yo antes…- Le dije.
— No si… lo sé…- Dijo ella, sin casi palabras. 
Me acerqué a Rude y le ayudé a levantarse. Él me lo agradeció con la mirada y luego me dirigí a Reno.
— Es bueno ver que estás bien, Reno.- Dije con una sonrisa.
— Sil… ��Por fin!- Exclamó Reno levantándose, algo dañado por el golpe y me abrazó fuerte.- Ya me recuerdas, ¿verdad?
Asentí y le abracé fuerte también. Mi corazón se sentía mucho más tranquilo. 
— Se nos ha adelantado uno.- Dijo Barret.- ¡Tenemos que meter el turbo! 
— Sí.- Dije yo separándome de ellos y mirando a los Turcos.- Tenéis que descansar, ¿si? Es mejor… que no os acerquéis más. El destino aguarda.
Reno se me quedó mirando fijamente, sin entender lo que veía, como me veía, como hablaba, lo que decía. Abrí la puerta para continuar y seguimos todo el grupo. Yuffie se encargó de cerrar la puerta a nuestras espaldas. Usamos el mecanismo para bajar a la siguiente sala. Notaba que ya quedaba menos, que nos acercabamos.
Cámara del renacer.
Llegamos a un sitio con un pasillo y una puerta. No tardamos nada en cruzarla y llegar a una sala redonda, sin techo, en la que el sol brillaba y las plantas florecían. Allí varios encapuchados andaban, sin rumbo y Tseng se encontraba allí. 
— Estas ruinas poco recuerdan a un templo… Esto era una fortaleza.- Dijo Tseng.- Hay indicios de combate por todas partes… Pero ¿de quién se defendían? ¿De los monstruos?
— ¡Tseng!- Exclamé al verle.
— Sil…- Dijo Tseng dirigiendo la mirada hacia mi.
En ese momento apareció Sephiroth detrás de Tseng y me miró a mi por un momento para después mirar a Tseng.
— Se defendían de la inepcia de la humanidad.- Dijo Sephiroth de golpe. 
— ¡Tseng, cuidado!- Exclamé. 
Tseng se giró, pistola en mano y aunque intentó dispararle fue en vano. Sephiroth atravesó su espada en el estómago de Tseng. Un grito salió de mi, de dentro.
— Temerosos y envidiosos del poder de los Ancianos, los humanos asolaron su estirpe.- Dijo Sephiroth.- No vas a arruinar mis planes, deja de entrometerte. 
Sephiroth se giró y me miró fijamente. 
— No llores por él. Solo es un incordio para nuestro plan. Mejor que regrese al planeta. Nos vemos pronto, Sil.
Tseng le disparó desde el suelo y Sephiroth desapareció en ese momento. No pude evitar echar a correr hacia allí, tirándome en el suelo, al lado de Tseng.
— Estoy bien, Sil…- Dijo Tseng mirándome a los ojos. Tenía la boca llena de sangre. Las lágrimas empezaron a invadir mis mejillas.- No… No llores, mi vida… 
Tseng levantó un brazo y puso mi mano en mi mejilla quitándome las lágrimas pero empezó a toser.
— No te fuerces, Tseng… Perdóname…- Le abracé con todas mis fuerzas y cerré mis ojos.- Todo esto es mi culpa… Nunca me lo perdonaré…
Noté sus brazos rodearme y se apoyó en mi. Tenía el corazón roto.
— No es tu culpa, mi niña…- Me dijo Tseng, acariciandome el pelo una vez más, como solía hacerlo siempre.
Me aparté un poco de él y puse mi mano en su herida usando mi materia de curación para intentar hacer algo por él. 
— Te pondrás mejor…- Lo miré a los ojos y le agarré la mano, apretandola.- Te quiero muchísimo, Tseng, te quiero…
— Yo también te quiero, Sil…- Tseng se levantó como pudo y miró a Cloud.- Amala como se merece, por favor… 
— Ni lo dudes.- Dijo Cloud acercándose a nosotros, ayudándome a levantarme y poniendo sus manos en mis hombros.
— Gracias…- Dijo Tseng para mirar a Aeris.- Aeris… contestame algo. ¿Es esto… la tierra prometida?
Aeris se quedó inmovil por un segundo pero habló.
— No. No puede serlo.- Respondió ella.
— Vaya… conque no, eh…- Mencionó Tseng intentando andar.
— ¡No te fuerces, Tseng! ¿Dónde vas así? Si casi que no puedes andar…- Exclamé yo.
— Tengo que informar a Shinra…- Dijo Tseng.- Nos vemos pronto…
En ese momento Tseng se fue y me quedé allí, bajé la mirada y las lágrimas seguían corriendo por mi mejilla. Verlo así, por mi culpa, me había destrozado. 
— Todo está bien, Sil…- Dijo Cloud rodeando mi cintura con sus brazos.- Esta vivo… 
Asentí y me limpié las lágrimas mirando fijamente el pedestal que había en el centro. Aeris se acercó a este y lo tocó. El aura verde empezó a salir de dentro del pedestal, una explosión de energía se expandió por la sala y unas letras aparecieron. 
— ¿Qué pone?- Preguntó Cloud al verlo. 
— "Guerreros que anheláis reposo, encarad aquello que os duela. Vuestras huellas, sangrienta estela, no auguran días dichosos. Mas la ira os hará de espuela"- Leyó Aeris. 
En ese instante unos brillos rojos se acercaron y atravesaron los corazones de Barret, Yuffie, Red XIII, Tifa y Aeris, señalandoles a cada uno una puerta. 
— ¿Tenemos que entrar ahí?- Preguntó Barret. 
— No. Cada uno debemos superar una prueba.- Mencionó Aeris. 
— Vaya…- Dijo Tifa.- Parece que Sil y Cloud se libran.
— ¡Hala, qué morro!- Exclamó Yuffie.
— Os esperamos aquí.- Dijo Cloud.- Daos prisa. 
— Si hay que hacerlo, cuanto antes, mejor.- Agregó Barret.- Bueno, hasta luego.
Cada uno se dirigieron a sus respectivas puertas y desaparecieron de allí. Cloud me miró y me agarró las manos.
— ¿Estás mejor?- Me preguntó.
— Algo, sí.- Respondí.- Mucho que procesar… 
— Estamos juntos.- Dijo Cloud acercándome a él y abrazándome.
— Gracias por entenderlo, Cloud.- Dije correspondiéndole.- ¿Cómo te encuentras, tú? ¿No te está consumiendo este sitio…? Pierdo el norte… 
— No lo sé.- Expresó él mirándome fijamente a los ojos.- Puede ser…
De golpe noté un dolor intenso en mi cabeza, que me reventó por dentro, una vez más. Me apoyé a Cloud, mis iris volvió a temblar, el mako resurgió en mi. Sephiroth apareció de nuevo, delante de nuestros ojos.
— Queda poco para que se cumpla. Debéis centraos…
— ¡Sephiroth!- Exclamó Cloud poniéndome detrás de él y sacando su espada.
— El destino aguarda.- Dijo Sephiroth antes de volver a desaparecer.
Me quedé pensando por un momento en sus palabras y todo lo que decía parecía tener sentido para mi. ¿Qué me estaba pasando? 
— El destino aguarda…- Repetí.- Es cierto… 
Las puertas se abrieron de golpe y todos regresaron. En sus caras se notaba tristeza, mucha tristeza. Cualquier cosa que habían vivido allí dentro les había afectado negativamente. 
— Chicos.- Dijo Aeris.- La muerte… es parte de la vida. Aunque nuestros cuerpos se descompongan, nuestro ser no desaparece. Se une a la corriente vital que fluye por el planeta y hace brotar nueva vida. 
— ¿Eso es consuelo?- Preguntó Barret.
— Más allá de la muerte, la vida continúa. Pero aunque lo sepamos, nos duele decir adiós a quienes más queremos. Así que…- Dijo Aeris mirándonos a Cloud y a mi.- Dejad de llamarlo "regresar al planeta", como si ese dolor no existiera. 
¿Os dejaréis manipular?
— La vida a veces nos lleva por un camino triste e injusto.- Mencionó Aeris.- Nuestros actos, y los de los demás, conforman nuestro pasado. Y no se pueden borrar. Pero sí se puede cambiar el futuro. El dolor y la ira nos hacen más fuertes pero también nos transforman. Creo que la verdadera fuerza no nace del sufrimiento. Yace en nuestro interior. Es un impulso amable, que nadie puede quebrantar. Al menos, así lo veo yo. Si dejamos de torturarnos por el pasado y encaramos el futuro… seremos mil veces más fuertes que Sephiroth. Os lo garantizo.
— ¿Algo más?- Preguntó Cloud, sin importarle lo más mínimo sus palabras.- Vamos contrarreloj. Arreando. 
— Lo siento Aeris.- Mencioné.- Pero no podemos perder más tiempo aquí. 
— Sí, vale.- Respondió ella. 
Galería de las efigies.
Una puerta más grande se había abierto ya que los demás habían superado sus pruebas con éxito. Entramos allí y muchas grandes estatuas nos acompañaban en un largo pasillo eterno alumbrado por fuegos. Íbamos andando tranquilamente y de golpe Cloud atacó sin piedad a un hombre de las túnicas y nos miró fijamente a todos.
— Yo…- Dijo Cloud.- No soy como Sephiroth.
— Ya lo sabemos, Cloud.- Mencionó Tifa. 
¿Y tú, Sil? ¿Quién eres?
— Vamos.- Añadió Cloud. 
Llegamos al final del pasillo y bajamos por unas escaleras en forma de caracol. En la siguiente sala varios monstruos se pusieron en nuestro camino pero me acerqué a ellos, reventándolos, sin piedad. Seguimos bajando, nos adentrábamos en la parte más protegida del templo, quedaba menos para llegar a la materia negra. Finalmente llegamos a una sala con un dibujo extraño en la pared. Aeris se dirigió a este y lo tocó suavemente haciendo que la energía vital llenara la sala. Esta se convirtió  en representaciones de dibujos. Parecía una pelea, unos encapuchados tiraban magia a unos hombres. 
— Heos aquí, supervivientes de la eternidad.- Dijo una voz del templo, una voz de los cetra.- La era en que los Cetra vivimos en armonía con el planeta toca a su fin. Otros heredarán estas tierras y allanarán su historia. 
Los hologramas se desvanecieron y la corriente nos empezó a indicar el camino, por donde teníamos que ir. Aeris asintió mirándonos a todos y seguimos el camino que nos habían indicado. 
— El fruto de nuestra ardua batalla contra la calamidad de los cielos no fue otro que la desgracia. Los hijos de la humanidad nos temían. Los hijos de la humanidad nos envidiaban.- Explicaba la voz mientras la energía se transformaba en más representaciones de la historia.- Jamás supimos si su odio fuera obra de la calamidad turbadora de corazones. Sea como fuere, el destino nos dio la espalda. Despojados de todo salvo la ira y la tristeza… ahora solo nos queda esperar a la destrucción del mundo. Con la esperanza de sanarla, muchos partieron hacia allí y sucumbieron a la calamidad… que mudaba de piel y los recibía con el rostro de sus difuntos. Así, la calamidad sembró su vil semilla en el seno de los Cetra y el de los hijos de la humanidad. Nos alzamos en su contra, en nombre de Gaya, y muchos perecimos y regresamos al planeta. Mas la calamidad no gozó de tal descanso. Vencida e incapaz de regresar a Gaia, se sumió en un sueño de vida… y recibió su nombre mientras dormía. La llamaron Jénova. Guerreros que pisáis nuestro dominio, tened cautela. El reencuentro… La semilla de la calamidad florece, y sus raíces se buscan y entrelazan bajo tierra. Nuestro cometido es defender a Gaia de quienes osan amenazarla. Los Gi, llegados de un planeta extraño, obraron la materia negra con sus plegarias. Nos juramos ocultar dicha abominación de quienes anhelaran su funesto poder. La materia negra invoca la aciaga sombra de Meteo. Si Meteo cayera sobre la faz de Gaia, la destruiría por completo. Los únicos supervivientes de su fatídico impacto…
— Seremos nosotros.- Dijo Sephiroth de golpe, apareciendo delante nuestro.- Tu y yo, Sil. Pues somos los hijos de Jénova y hemos de erigirnos en dueños y señores del planeta. No solo de este mundo, sino de todos. El mundo se liberó del yugo del destino y se bifurcó hacia un nuevo futuro. 
— ¿Qué…?- Expresé.
"Tu y yo, Sil. Pues somos los hijos de Jénova"
— ¿Qué quieres decir?- Preguntó Aeris. 
— Todos los mundos caminan hacia su reencuentro, y hacia Jénova.- Explicó Sephiroth.
— El reencuentro…- Dijo Aeris.
— Más allá de esa unión, aguarda la eternidad.- Mencionó Sephiroth.
— Nada es eterno.- Exclamó Aeris. 
— No… Aún no.- Dijo Sephiroth.
— Te equivocas.- Exclamó Aeris una vez más.
— Sil.- Dijo Sephiroth ofreciéndome su mano.- Es hora de que me acompañes. 
Me quedé totalmente en blanco. No podía pensar, no podía reaccionar. 
"Pues somos los hijos de Jénova"
Es que, ¿eso es quien soy de verdad?
— ¡Sephiroth!- Exclamó Cloud agarrandome y poniéndome detrás suyo para después intentar ir a por él.
— Moriréis todos aquí.- Dijo Sephiroth.- Mas no os preocupéis ya que regresareis al planeta.
Sephiroth desapareció y un horroroso bicho apareció en la pared, invocado por él. Saqué mi espada, pero temblaba. 
— Nos encargamos nosotros, Sil.- Me dijo Aeris con una sonrisa.- No te preocupes por nada.
"Hijos de Jénova"
Mi mente se quedó vacía y miraba la pelea sin ni siquiera atacar, desde lejos. No entendía las palabras de Sephiroth. O no sabia si quería entenderlas. Solo me habia creado más preguntas.
¿Por qué soy "hija de Jénova"?
¿Qué relación tengo con Sephiroth?
¿Cuál es mi verdad?
— ¡Toma yaaaa!- Exclamó Barret.- ¡Que el planeta nos espere tranquilo, que hoy no regresamos a él!
Habían conseguido exitosamente derrotar el monstruo y me acerqué a ellos. 
— ¡Sephiroth va a tener que esforzarse más si quiere pararnos los pies!- Exclamó Yuffie.  
Cloud se acercó lentamente al monstruo quien casi que no podía con su alma. Puso la espada en modo combate, pero no su forma de combate, parecía más… la de Sephiroth.
— Apártate de mi camino.- Exclamó Cloud.
Cloud saltó encima del monstruo y empezó a clavarle repetidamente la espada en su cabeza y cuando el bicho desapareció del todo empezó a pegarle a la pared.
— Cloud…- Dijo Barret. 
Altar negro
De golpe la pared se derrumbó enseñándonos así de esta manera un pequeño camino hacia un altar. Cloud empezó a andar medio zombie hacia allí y yo los demás lo seguimos acercándonos al pequeño pedestal donde una materia negra yacía allí. Cloud puso su mano en la materia y Aeris se asustó.
— ¡Para!- Exclamó Aeris. 
Cloud retiró la materia, con una gran sonrisa en su cara. La energía vital se enfadó al retirar la materia, todo empezó a temblar. 
— ¿Eh? ¿¡Qué pasa!?- Exclamó Yuffie. 
— "Quien persigue la destrucción de Gaia renuncia al sueño eterno en su seno"- Recitó Aeris.- Por haber cogido la materia negra, el templo nos va a enterrar vivos. 
— ¿Eh? ¿Estás de broma?- Preguntó Yuffie, nerviosa.- Porfa… ¡Dinos que estás de broma! 
— Basta con volver a dejar la materia en su sitio…- Mencionó Red XIII. 
Barret fue hasta Cloud y le intentó arrebatar la materia negra.
— ¡Suéltala!- Exclamó Cloud. 
— ¡El que tiene que soltarla eres tú!- Exclamó Barret.
— Da igual.- Dijo Aeris.- Ya es tarde para evitar el derrumbe.- Además… esa materia es una imitación. 
— ¿Pretendes que me crea eso?- Preguntó Cloud. 
Barret empujó a Cloud en el suelo y la materia negra salió rodando. Red XIII la agarró con la boca y la volvió a dejar en su sitio pero no funcionaba.
— Mierda… ¡No hay manera!- Exclamó Barret. 
En ese instante llegó Cait Sith de golpe, montando en su moguri gigante.
— ¡Miau buenas!- Dijo Cait Sith.- ¡Cuánto tiempo! 
— ¡Serás…!- Exclamó Barret.
— ¡Luego me lo cuentas!- Mencionó Cait Sith. 
Cait Sith saltó de su moguri y se puso debajo del pedestal, intentandolo sujetar para que el templo terminara de derruirse más lentamente.
— ¡Miauuuu!- Excalmó Cait Sith.- Haré lo que pueda prrr parar esto. ¡Vosotros moved esas almohadillas! 
— Pero…- Dijo Barret.
La materia negra cayó y se quedó en los pies de Cloud.
— ¿Y qué pasa contigo?- Pregunté yo, fueron las únicas palabras que me salieron.
— Tu me dijiste que debo de ser fieles a quien me lo son…- Dijo Cait Sith.- Asi que… No os arriesguéis más prrr mi, os lo debo. Ay, ojalá estuviera más fuertote… No aguantaré miaucho, así que ¡salid prrr patas mientras podáis! 
— Vámonos.- Exclamó Vincent desde atrás quien acababa de llegar.- Sé por dónde escapar. 
— Bien. Vamos.- Dijo Cloud agarrando la materia.
— Lo siento… Aguanta, michi.- Mencionó Barret.
— Gracias.- Dijo Aeris.
Salimos corriendo por patas, todo se nos iba a caer encima si no íbamos lo más rápido que pudiésemos.
— ¡Qué mal, qué mal, qué mal, qué mal!- Exclamó Yuffie. 
— ¿¡No sabes correr calladita!?- Preguntó Barret. 
— Me siento culpable por todo lo que le dijimos a Cait Sith.- Dijo Tifa. 
— Ya…- Respondió Aeris. 
— No hemos podido disculparnos…- Dijo Red XIII. 
— Joder… ¿Nos va a dar tiempo?- Preguntó Barret. 
— Cait Sith se ha sacrificado para que así sea.- Mencionó Red XIII. 
— Eso, tenemos que salir con vida. Por él.- Dijo Tifa.
— ¡Corred, corred, correeeeed!- Exclamó Barret. 
Finalmente salimos de dentro del templo y empezamos a bajar las escaleras lo más rápido posible. 
— ¡Casi estamos!- Exclamó Tifa. 
Las escaleras se derruían a medida que íbamos corriendo, no podíamos bajar la guardia. 
— ¡Mira hacia adelante!- Dijo Red XIII mirando a Yuffie.
Conseguimos salir satisfactoriamente y el templo se destruyó delante de nuestros ojos. Todo lo construido, todo lo logrado, desapareció reduciéndose en nada y creando un gran vacío. Todos miramos hacia el vacío admitiendo el duro final de Cait Sith.
— Holiiii…¡Dichosos los ojitos!- Exclamó la voz de Cait Sith. Nos giramos y allí estaba, intacto.
— Cait… ¿Cómo has salido?- Preguntó Barret. 
— Sin mí, el Gold Saucer prrrdería su salero.- Dijo Cait Sith.- ¡Y eso no se puede prrrmitir! Prrr eso tengo más de un cuerpito serrano. 
— ¡Cómo me alegro!- Exclamó Aeris levantando a Cait Sith y abrazándolo.
— Déjame, que me sonrojo.- Dijo Cait Sith. 
— Bueno, ¿habéis encontrado lo que veníais a buscar o qué?- Preguntó Cid. 
— ¿Tienes curiosidad?- Preguntó Yuffie.- ¡Pero bueno! 
Cloud sacó la materia negra y se la quedó mirando fijamente. Yo no podía parar de mirarla tampoco, me sonaba de algo. 
— ¿Qué mosca os ha picado?- Nos preguntó Barret.- Cloud, ¿no has escuchado antes a Aeris? 
Barret le arrebató la materia a Cloud y él lo paró mirandolo fijamente.
— Devuélvemela.- Dijo Cloud. 
— Bah. Si no vale para nada.- Mencionó Barret tirandola. 
La materia negra rodó por el suelo hasta llegar a los pies de Sephiroth quien, una vez más, había aparecido allí. Se agachó y miró la materia con sus ojos. 
— Sephiroth…- Dijo Cloud. 
— Creamos la mejor imitación del mundo… ¿verdad, Sil? Incluso el templo se lo creyó- Dijo Sephiroth mirándome fijamente.- Solo nos faltará una…
Sus ojos penetraron en mi y sentí la vibración en mi iris. Mi cabeza fue invadida en ese momento, ya no era yo quien pensaba. Me acerqué a Sephiroth y él me cedió la materia negra de imitación. Sonreí. Me puse la mano en mi bolsillo y saqué una segunda materia negra, mucho más brillante, mucho más rojiza. 
— ¡Esa es…!- Exclamó Aeris.- ¡la verdadera!
— ¿La has tenido tú durante todo este tiempo, Sil?- Preguntó Tifa.
— Muy bien…- Dijo Sephiroth acercándome a él y abrazándome. Yo también me aferré a él.
Sephiroth emprendió el vuelo hacia arriba, conmigo y allí usó parte del poder de la materia negra, de una de las dos que existían. Los Ecos de Sephiroth venían hacia nosotros y un tormento se generó, creando varias raíces de árboles en la zona. Volvimos a donde estábamos antes y me deshice suavemente del agarre de Sephiroth.
— Cloud…- Dije con una sonrisa y tendiendo mi mano.- ¿Nos acompañaras? Vamos a estar los tres juntos en el nuevo mundo.
— El destino nos llama.- Mencionó Sephiroth. 
— Sil… Quiero estar contigo, toda la eternidad- Dijo Cloud acercándose poco a poco a nosotros.
Sephiroth sonrió al escuchar a Cloud y me volvió a dar la materia negra y yo la miré fijamente. 
Mi querida materia… 
Me guardé mi querida materia antes de que Tifa viniese corriendo hacia mi y me agarrara del brazo apartándome de Sephiroth. Aeris fue hacia Cloud y lo paró.
— ¡Sil! ¡Despierta, Sil!- Exclamó Tifa.
— En la eternidad.- Dijo Sephiroth.- Tendréis un lugar más apropiado que el que os dan vuestros "amigos". ¿De verdad son vuestros amigos? ¿No os están engañando?
Cloud apartó a Aeris y vino hacia mí, poco a poco. Yo le tendí la mano. Sephiroth en ese momento atacó a Aeris con sus Ecos para intentar tirarla al vacío. Cloud llegó a mi y me abrazó, levantando mi mentón. Me puse de puntillas y él me besó. Ese beso fue mi clave, el iris dejó de vibrar, volví en mí. 
El amor verdadero siempre trinufará enfrente al amor de destino.
— ¿Sil…?- Me preguntó Cloud. También había vuelto en él. 
— ¡Mierda!- Exclamé al ver lo que Sephiroth estaba tratando de hacer.- ¡Cloud, deten a Sephiroth! 
Él asintió, algo asustado por él mismo, pero no teníamos tiempo. Corrí rápidamente hacia Aeris intentando quitar a los Ecos de enmedio con mi espada.
— ¡Aeris!- Exclamé.- ¡Te vas a caer!
— ¡Sil!- Dijo Aeris.- ¡Vuelves a ser tú!
En ese momento un Eco tiró a Aeris al vacío pero conseguí agarrarle la mano, justo a tiempo, antes de que se cayera. Le sonreí y ella me sonrió pero no sirvió de nada. Sephiroth aprovechó un mal movimiento de Cloud y cortó la rama en la que estábamos. Acerqué a Aeris a mi abrazándola cayendo al vacío, juntas.
¿Es este el verdadero destino?
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BONUS: Sil con la materia negra en las puertas del templo de los Ancianos.
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Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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ihardblack · 9 months ago
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En las oscuras y tétricas aguas de Rumania, los peces lloraban la partida de más de 7.000 soldados. Sus almas petrificadas no hicieron más que avivar el canto de las gaviotas y de las bellas mujeres quienes perdieron también la vida en manos de los despiadados.
Mientras tanto, en el salón subterráneo del buque, el capitán Henry Fritz, sentado sostenía un pequeño saco. Aquel saco contenía todas las joyas de las jovencitas.
Corrompidas y mutiladas. Desde su moral, pasando por su inocencia hasta acabar con su pureza. Entre lágrimas e impotencia, así mismo se decía:
“Con la virginidad no se juega. Si tengo que sumergirme en el mar de la miseria, para pagar su libertad, dichoso me iría al infierno. Yo, el capitán Fritz, haría cualquier cosa con tal de escribir e inmortalizar mi historia. Mi experiencia, mi mejor maestro. Mi vida, mi mejor estratega. Mi historia, mi mejor legado. Vayan con Dios y que las tengan por siempre en su santo reino, amén”.
Fue tanta la convicción de sus palabras que su puño, comenzó a sangrar. Increíblemente, Fritz ya no sentía nada pues había nacido, y vivido para ser soldado.
De pronto, el buque produjo un brusco movimiento. Todo lo que estaba sobre la mesa, comenzó a caer y a quebrarse. Después de eso, al otro extremo del salón, una sombra comienza a avecinarse.
Fritz, quién no se sabía si sufría de alguna clase de trastorno he ahí el sobrenombre de Henry, “El loco”, su rostro se desfiguró completamente en ese momento. Confuso y sin entender lo que veía, apareció una de las fallecidas mujeres. La más bella e inocente danzaba alrededor de Fritz. Su delicada y delgada figura como la de una bailarina de ballet, enterneció su dura y áspera mirada. Ella, mientras bailaba, se acercaba y se alejaba. Se acercaba y nuevamente se alejaba igual que las olas en el mar. Era su alma quien lo visitaba. Y así como esta presencia danzaba, el viento bailaba soplando las cortinas románticas del salón.
De repente, y en medio de esa burbuja encantada y al mismo tiempo paranormal, aparece el pirata Casimiro Terra Nostra. Fritz embobado explota en gritos y furia. Saca su pistola y lo apunta, diciendo:
“¡Tú! La inmundicia. La escoria que perpretaste a sabiendas, no ha hecho más que faltarle la honra a esa gente! ¡Tú, que como una larva te arrastraste frente al estado reclamando y abusando de los derechos de esas pobres mujeres! ¡Tú, que traicionaste al reino a base de injurias y calumnias, te maldigo,en el nombre de Dios!
Y mientras Henry lo increpaba, Casimiro no se detenía ni un solo segundo en acercarse hacia el. Lentamente y sin algún tipo de prisa, se acomodaba el cinturón de su pantalón, diciendo:
“¿A qué llama usted cuando los asesinos acusan a los asesinos, capitán?”
Terminada su pregunta, toma asiento. Fue un momento incómodo sobre todo para el capitán. Un largo silencio entre ambos llegó para quedarse. El único sonido que se oía y que envolvía esta escena llena de suspenso fue la de los candelabros colgantes que por el viento y movimientos por el vaivén del buque resonaban.
Casimiro, quien en un inicio tenía ambas manos visibles esconde una para después sacarla lo apuntaba con su dedo índice. Con la otra, sostenía su cuchillo, dice:
“Usted miente y que Dios se apiade de esas mujerzuelas”
La otra parte de la historia permanecerá en absoluto misterio.
Fin.
Autor: Valentina Neira Yáñez. ✅ Publicado bajo el Registro de Propiedad Intelectual. Todos los derechos reservados.
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varado · 17 days ago
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Por San Froilán
Por San Froilán tenía planes de volverpero es bien sabido que uno propone y Dios dispone.Remar contra corriente es un esfuerzo inútil:Resistance is futile.Línea en el suelo hizo aquel capitán: hasta aquí, ni un paso más allá.La furia desatada de las aguas, torrente, destrucción, la fuerza incontenida no deja prisioneros a su paso.Pánico en el lugar.Destino esquivo.Suena como tambores de la…
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lavendales · 1 month ago
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La capital del miedo
Hazme un lugar bonito en tu capital, la capital del miedo. Me siento en tu regazo como los niños buenos, me quedo allí, allí me quedo. Mírame una vez, elígeme todas, si tú no me ves no debo ser toda. Amiga mía, quiéreme como a un padre, con temerosa ternura. No imaginaba los espacios que tu indiferencia inundaría, lléname de amor, no de locura. Corazón tuyo, te entrego el mío, tal vez con dos me concedes un sitio, pequeño sitio. El hielo del infierno te quema, el fuego de tu odio me hiela, quiéreme como a las cosas malas, a las furias y a las injusticias. Quiéreme de ese modo que se te haga insoportable, que te pique y te escueza, te duela y te mueras. Conquístame, pie en la arena, resbala, cáete en mi deseo y navega, como el capitán que te nace, el líder de tus secuaces. Quiéreme mucho, mucho más de lo que te han querido, invéntate para mí el amor que nunca has tenido, la ilusión y el engaño forman mi núcleo antiguo, no lo dejes sin tocar, corrómpeme el cuerpo y apodérate del alma. Cuando no estoy contigo no estoy en ninguna parte, si no te hago daño no existo. Mátame si no cumples con lo que te pido, concédeme el beso dulce de la dama de negro, vístete de duelo y visítame en el cielo.
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espitulaelepus · 3 months ago
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ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ. . ❲ 𓋼𖤣𖥧𓋼𓍊 ❳⠀ . .
ㅤㅤ ㅤ ㅤ ㅤ |ㅤ그들은 입에 숨어
ㅤㅤ ㅤ ㅤ ㅤ |ㅤ셀 수 없는 꿈
ㅤㅤ ㅤ ㅤ ㅤ |ㅤ그리고 엄청난 슬픔
ㅤㅤㅤ ㅤ ㅤ ⸻ #cr_lepusepistulae ⸻
ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ#PKTOBER 500words
ㅤㅤ ㅤㅤ ㅤ ㅤㅤ "Capitán"
ㅤㅤㅤ
ㅤㅤ ㅤLa maravillosa aventura del pometán. (2)
ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ
ㅤㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤ𝑆𝑒𝑒 𝑚𝑜𝑟𝑒
ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ﹀
Patitas cortitas que suenan tan bonitas cuando zapatean en la hinchada madera de la cubierta. Se le arrastra el filo de la espada en el suelo cuando encorva poquito la espalda queriendo observar con claridad aquella sombra que se asoma más allá del horizonte. Nibal apenas y se atreve a moverse de allí donde la imaginación del niño lo ha dejado pues no desea molestar la voluntad del peligrosísimo capitán que, a pesar de la ternura, irradia la furia contenida de todo perro de raza pequeña.
“Es un pomerania” le contó pockets.
Aparece finalmente el coordinador de la aventura. Tiene uno de los ojos cubiertos con un parche de color verde vibrante y los caireles del cabello apretados en una cebolla en la nuca. El niño se acerca al más alto, lo mira calladito y Nibal hace lo mismo. Baja la mirada confundido, sin entender del todo cuál podría ser su intención al detenerse allí.
— Suelta las velas, necesitamos del aire para movernos-. Una mano que de pronto se transforma en garfio señala al dulceste. Nibal no sabe de dónde salió esa información, pero de pronto sabe que el Agriorte es la dirección que a toda costa desean evitar.
Así lo hace Nibal, estirarse un poquito en los escasos metros de la embarcación basta para alcanzar la gruesa cuerda que sostiene las telas atadas en la parte más alta del poste. Caen con un estruendo al desdoblarse, por ahí le parece escuchar a Pockets quejarse y solo espera no haberla golpeado por accidente. Más, por mucho que él deseé asegurarse, teme todavía de la reacción del perro receloso que lo mira de reojo en cada nueva vuelta que le da a su puesto de vigilia.
Lo nota inquieto, con los ojos bien abiertos y el hocico medio arrugado. Se le asoma un colmillo sarroso y la cola se le menea con interminable furor. En la cúspide del tierno rostro la naricilla se le sacude. Está olfateando el aire dulce que de seguro le pica de la misma forma en que a Nibal le molesta en la piel y a Pockets, ojalá que no, en las alitas.
Es el gas de los interminables litros de Sprite debajo de ellos que se levanta en burbujas que estallan y esparcen el azúcar artificial de la deliciosa bebida por sobre toda la tripulación.
— ¿Qué es lo que ha encontrado Pometán?-. Pregunta el niño
— Allá, a seiscientas olas de distancia se encuentra nuestro destino-. Una patita se alarga hacia el “allá”. Las olas parecen una medida completamente válida cuando pones atención al ritmo en que éstas golpean el casco y sacuden gentilmente el barco.
— ¿Cuántos días crees que dure ésta aventura?-. Pregunta Croco.
— Espero que solo uno, tengo un desayuno con Lady Flamina para su vestido mañana
— Y yo quería ir al desayuno de los egiptos mañana. Dijeron que iba a haber bombón.
Con una mueca de disimulado disgusto los tres invitados se cruzan de brazos. Parece que han elegido Mal el trabajo de hoy.
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jgmail · 5 months ago
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La personalidad del capitán Codreanu
Por Emil Cioran
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
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Emil Cioran en la Rumanía de entreguerras.
Antes de la aparición de Corneliu Z. Codreanu Rumanía era como un desierto poblado. Los que vivían entre el cielo y la tierra no tenían otra cosa que hacer que esperar. Alguien tenía que venir. Todos estábamos de paso en el desierto rumano, incapaces de hacer algo. Incluso el desprecio parecía un esfuerzo demasiado grande para nosotros. El país era a nuestros ojos un problema que teníamos que resolver. A veces, cuando no teníamos esperanza, justificábamos momentáneamente nuestra existencia como una ilusión bien hecha. Y Rumanía no era más que una ilusión bien hecha. Corrías libremente, ajeno al pasado y al presente, disfrutando del dulce caos del nihilismo. Este país era una larga pausa entre un comienzo sin gloria y una posible incertidumbre. Dentro de nosotros, el futuro gemía, pero en un cierto hombre este futuro hervía. Y él perturbó el manso silencio de nuestra existencia y nos obligó a ser. Las virtudes del pueblo rumano se unieron en su cuerpo. Rumanía pasaba de la posibilidad a la realidad.
Con Corneliu Codreanu mantuve algunas conversaciones. Mi primera impresión fue que por fin hablaba con un hombre en un país lleno de indeseables. Su presencia era inquietante y nunca salí de su casa sin ese aliento quieto que había llegado a una encrucijada en mí vida. Siempre me atenazaba un miedo extraño y también un entusiasmo lleno de sentimientos extraños.
El mundo de los libros me parecía inútil; los contenidos no tenían fin, el prestigio de la inteligencia había desaparecido y los trucos de la razón eran inútiles.
El Capitán no padecía los vicios fundamentales del llamado intelectual rumano. El Capitán no era «listo». El Capitán era profundo.
El desastre espiritual del país es el resultado de la inteligencia que carece de contenido, de profundidad. La falta de sustancia del espíritu transforma los problemas reales en nociones abstractas y arrebata el destino al espíritu. La inteligencia degrada hasta el sufrimiento y lo convierte en nimiedad.
Pero las ideas del Capitán, fuertes y extrañas, surgieron de su Fe. Las ideas cobraron vida en algún lugar lejano. Desde aquí, parecía como que provenían del corazón del universo, un universo lleno de ojos y pensamientos. Cuando en 1934 le hablaba de lo fascinante que sería su biografía, me respondió: «No pasé mucho tiempo en bibliotecas. No me gusta leer. Sólo me detengo a pensar». Esos pensamientos llevaron nuestro propósito a la acción. En ellos, la naturaleza y el cielo respiran. Y cuando esos pensamientos empezaron a cumplirse, temblaron los cimientos históricos de nuestro país.
El capitán Codreanu no apuntaba a los problemas inmediatos de la Rumanía contemporánea y moderna. Era demasiado poco para él. No habría encajado en las dimensiones de su visión ni habría satisfecho nuestras expectativas. Formuló el problema en unas cuantas palabras que abarcaban la totalidad de nuestro devenir nacional. No quería limpiar la suciedad de nuestra condición, sino introducir lo absoluto en la respiración de Rumanía. No era una revolución atrapada en un momento de la historia, sino una revolución de la historia. La Legión no sólo debe crear Rumanía, sino también redimir su pasado, llenar el antiguo vacío, recuperar a través de la locura pura, inspirada y única, el tiempo perdido.
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Cartel legionario que representa a un Arcángel Miguel victorioso, el 6 de septiembre de 1940, día en que la Legión tomó el poder, delante de una montaña de calaveras y cruces que representan a los miembros caídos de la Legión.
El entusiasmo legionario es una reacción a un pasado lleno de mala suerte. Esta nación no se ha destacado en nada más que en la miseria constante. Ni una sola vez ha intentado demostrar que estaba equivocada. Nuestra sustancia es un infinito negativo. De aquí parte la incapacidad de superar el vaivén entre una amargura total y una furia optimista.
En un momento de cobardía, le dije al capitán:
«Capitán, creo que Rumanía no tiene ningún propósito en este mundo. No hay ni una sola señal en su pasado que justifique tal esperanza».
«Tienes razón», me dijo. «Sin embargo, hay un par de señales».
«El Movimiento Legionario», respondí.
Y entonces me reveló cómo veía el renacimiento de nuestras virtudes dacios. Y comprendí que entre los dacios y los legionarios existía una larga pausa porque estabamos viviendo el segundo comienzo de Ruman��a.
El Capitán dio al rumano un propósito. Antes de él, el rumano era rumano, es decir, un material humano hecho de derivas y humillaciones. El Legionario es un rumano con sustancia, un rumano peligroso, una fatalidad para sí mismo y para los demás, una amenazadora tormenta humana. La Guardia de Hierro, un bosque fanático... el Legionario tiene que ser un hombre donde el orgullo sufra de insomnio.
Estábamos acostumbrados a los patriotas oportunistas, babosos y estériles. Y en su lugar apareció un individuo que mira al país y sus problemas con dura determinación. Que posee una densidad espiritual inaudita.
Él dio al país otra dirección y estructura, reunió la pasión elemental con el desprendimiento del espíritu. Sus soluciones son aplicables en el presente y en el futuro. La historia no ha visto un visionario con un espíritu más práctico y con tanta habilidad, reforzado por una personalidad santa. Al igual que él la historia tampoco conoce un segundo movimiento en el que el problema de la salvación vaya de la mano de ser alguien que cuida.
Hacer obras y salvarse, hacer política y practicar la mística, lo hace todo. Le interesaba, en igual medida, construir una cantina y la naturaleza del pecado, el comercio y la fe. Nadie debe olvidarlo: ¡El Capitán era un conserje conectado con lo Absoluto!
Todos creían haberle descubierto. Pero escapó de sus garras. Había sobrepasado los límites de Rumanía. Al movimiento que creó le propuso un estilo de vida que superó la resistencia rumana. Era demasiado grande. A veces te hacen creer que no renunció a la llama de su grandeza debido a nuestra mansedumbre. Pero no es menos cierto que esta época de convulsión ha dado nacimiento a personajes humanos que la utopía más increíble no habría podido prever.
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Obra de arte que representa al Capitán.
En una nación de siervos infundió el honor y en un rebaño sin espinazo el valor. Su influencia no envalentonó sólo a sus discípulos, sino también, en cierto sentido, a sus enemigos. Porque esos mequetrefes se convirtieron en monstruos. Les obligó a endurecerse, a imponer su maldad. No se habrían convertido en caricaturas tan infernales si la grandeza del Capitán no exigiera un equivalente negativo. Seríamos injustos con los verdugos si los considerásemos perdedores. Todos tenían un propósito que cumplieron. Un paso más y habrían dado envidia al diablo.
Cerca del capitán, nadie se quedó quieto. Un nuevo escalofrío recorrió el país. Una región humana acechada por lo esencial. El sufrimiento se convirtió en el criterio de valía, en muerte y vocación. En pocos años, Rumanía conoció una terrible tragedia cuya intensidad consoló los mil años de cobardía. La fe de un hombre dio origen a un mundo que dejó atrás la tragedia de Shakespeare. Y eso ocurre precisamente en los Balcanes.
A nivel absoluto, si tuviera que elegir entre Rumanía y el Capitán, no lo dudaría.
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El capitán Codreanu con Mircea Eliade y Emil Cioran.
Tras su muerte, todos nos sentimos más solos, pero por encima de nuestra soledad se alza la soledad de Rumanía.
Ni siquiera una pluma sumergida en la tinta de la desgracia podría describir el peligro de nuestro destino. Pero debemos ser cobardes y consolarnos. Además de Cristo, no existe ningún otro muerto que se encuentre más presente entre los vivos. ¿Podría alguien olvidarlo? «De aquí en adelante, el país estará dirigido por un muerto», como me dijo un amigo a orillas del Sena.
Este muerto esparció un perfume de eternidad sobre nuestro yugo y volvió a poner el cielo sobre Rumanía.
«Glasul Strămoșesc», Sibiu, anul VI, nr. 10, 25 Decembrie 1940
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lacopadeeuropa · 10 months ago
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good morning barcelona
A PARTIR DE LAS 10 DE LA MAÑANA Y HASTA LAS 12, BARCELONA SE DESPIERTA DESDE 213 RADIO. POR SI NO LO SABES, ESTAMOS CADA DOS VIERNES EN WWW.DOSTRECERADIO.NET. CUALQUIER COMENTARIO SERÁ BIENVENIDO. SI TE ANIMAS, PUES HAZLO A TRAVÉS DEL CHAT QUE HAY EN LA PÁGINA. EN POCAS HORAS NUESTRO SEGUNDO PROGRAMA DE NOTICIAS DESESTRUCTURADAS, TURNOS DE OFENDIDOS, VIAJES A ESLOVENIA O A ITALIA, MUCHA MÚSICA Y MUCHO CINE. CON LOS MOVING UNITS COMO SINTONÍA.
(publicado el 26 de noviembre de 2004)
13 COMENTARIOS
sergio - 29 de noviembre de 2004 - 20:16
Me lo dices a mi Milena?
Milena - 29 de noviembre de 2004 - 16:02
Si te diriges a mí hazlo con respeto.
sergio - 28 de noviembre de 2004 - 22:28
Aquí se puede escribir lo que nos plazca.
manu - 26 de noviembre de 2004 - 22:05
Coño, es que si seguiís así es normal que nuestra querida Paula quiera desaparecer. ¿Por qué no creáis un foro particular y os dedicáis a escrbir lo que os plazca? Vale ya de joder la marrana...
Capitán Halsey - 26 de noviembre de 2004 - 21:19
Estimado Sergio: perdona mi confusión. En tu comentario me parecía que había una furia no sabía hacia quién y que la víctima era la autora. Ruego que aceptes mis disculpas si lo entendí mal. Te aseguro que lo lamento de verdad. Respecto al periodismo comparto totalmente tu opinión y te comunico que en absoluto pertenezco a este gremio de postadolescentes pseudointelectuales que pretenden hacer crecer sus egos a base de cifras, datos y citas. Ruego me perdones de nuevo.
sergio - 26 de noviembre de 2004 - 21:07
Tu eres gilipollas! Patético Capitán Halsey Quizás sabes escribir, pero leer seguro que no. Hazme ver donde ataco yo con mi comentario a la autora de este blog, listo! Se que muchos de los que haceis comentarios aquí estudais periodismo, quizás vosotros podáis hacerme entender por que el noventa por ciento de los articulos, reportages, etc sobre este asesinato solo dicen que mentiras y más mentiras? Es increíble, no os imaginais la cantidad de tonterias que se están escribiendo sobre ello y os aseguro de primera mano que es todo mentira. Un periodista debe escribir mentiras cuando no sabe la verdad? Que asco...
Capitán Halsey - 26 de noviembre de 2004 - 19:25
Ingrata señorita Milena: la que no se pierde una es usted. Por una vez que soy amable y defiendo a la autora de esta blog, se lanza usted en picado contra mi pobre corazón, sin piedad. Está claro que es incapaz de apreciar mi lado sensible, así que tendré que darle un par de azotes en el culete la próxima vez que se dirija a mí. No pienso justificar ante nadie mi estilo a la hora de escribir, cada uno lo hace como le place. Y sin tenerlo pensado, me ha salido un pareado.
Milena - 26 de noviembre de 2004 - 19:20
Tu, Hasley, no te pierdes una. Por cierto, ¿no crees que lo de escribir de usted, para darse aires cinico-glamurosos, esta ya un poco pasado?
yo y tod@s los del programa - 26 de noviembre de 2004 - 19:12
Sergio, no dudes en que podríamos hablar de ello. De hecho en el programa nos dedicamos a hablar de conflictos porque lo que nos interesa son sus efectos, las victimas. No sé que le habra sucedido a tu amiga, pero seguro que ha sido victima de alguien que se creyó con el poder de acabar con la vida de otro. La violencia se basa en eso, y contra ella luchamos, en lo que podemos, desde el programa. Dejando de lado el programa, siento mucho lo que ha ocurrido. Cuenta con nosotr@s si lo necesitas.
Capitán Halsey - 26 de noviembre de 2004 - 16:31
Estimado Sergio: lamento profundamente por lo que debe estar pasando. Con sinceridad y sin ningún tipo de ironía se lo digo. Pero no creo que la autora de esta web, y sin que estas palabras sirvan de precedente, tenga la culpa de nada. ¿Por qué descargar contra ella?
sergio - 26 de noviembre de 2004 - 00:47
Perdona, pero no entiendo el significado de esos puntos suspensivos. Te importa explicarte?
paula - 25 de noviembre de 2004 - 23:55
...
sergio - 25 de noviembre de 2004 - 23:49
HOY HAN ASESINADO A MI AMIGA ISABEL. TRAS ESTAR 36 HORAS DESAPARECIDA LA HAN ENCONTRADO MUERTA EN EL INTERIOR DEL MALETERO DE SU PROPIO COCHE. SE VA HA HABLAR DE ELLO EN ESTE PROGRAMA?!
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lecturasdiarias · 1 year ago
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Lecturas del Lunes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario
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Lecturas del día Lunes 9 de Octubre de 2023
Primera lectura
Comienzo de la profecía de Jonás 1,1–2,1.11
El Señor le dirigió la palabra a Jonás, hijo de Amitay, y le dijo: “Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predica en ella que su maldad ha llegado hasta mí”. Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor, y llegó a Jafa, donde encontró un barco que salía para Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para dirigirse a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor desencadenó un gran viento sobre el mar y provocó una tormenta tan fuerte, que el barco estaba a punto de naufragar. Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios. Luego echaron al mar la carga para aligerar la nave. Mientras tanto, Jonás había bajado al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo: “¿Qué haces aquí dormido? Levántate e invoca a tu Dios, a ver si él se compadece de nosotros y no perecemos”. Luego se dijeron unos a otros: “Echemos suertes para ver quién tiene la culpa de esta desgracia”. Echaron suertes y le tocó a Jonás. Entonces le dijeron: “Dinos por qué nos ha sobrevenido esta desgracia, cuál es tu oficio, de dónde vienes, cuál es tu país y de qué pueblo eres”. Él les respondió: “Soy hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra”. Entonces aquellos hombres tuvieron mucho miedo y le dijeron: “¿Por qué has hecho esto?” Pues él acababa de decirles que iba huyendo del Señor. Y como el mar seguía encrespándose, le preguntaron: “¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se calme?” El les respondió: “Levántenme y arrójenme al mar, y el mar se calmará, pues sé que por mi culpa les ha sobrevenido esta tormenta tan fuerte”. Los hombres se pusieron a remar para alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos. Entonces invocaron al Señor, diciendo: “Señor, no nos hagas morir por culpa de este hombre ni nos hagas responsables de la muerte de un inocente, ya que es clara tu voluntad”. Entonces levantaron a Jonás y lo arrojaron al mar y el mar calmó su furia. Y aquellos hombres temieron mucho al Señor; le ofrecieron un sacrificio y le hicieron promesas. Dispuso el Señor que una ballena se tragara a Jonás, el cual estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches. Entonces el Señor le ordenó a la ballena que vomitara a Jonás en tierra firme.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Jon 2,3.4.5.8
R./ En el peligro grité al Señor y me atendió.
En el peligro grítela Señor y me atendió. Desde el vientre del abismo te pedí auxilio y me escuchaste. R./ En el peligro grité al Señor y me atendió.
Me habías arrojado al fondo, en alta mar, me rodeaba la corriente, tus torrentes y tus olas me arrollaban. R./ En el peligro grité al Señor y me atendió.
Entonces pensé: “Me has arrojado de tu presencia; ¿quién pudiera ver otra vez tu santo templo?” R./ En el peligro grité al Señor y me atendió.
Cuando se me acababan las fuerzas, invoqué al Señor y llegó hasta ti mi oración, hasta su santo templo. R./ En el peligro grité al Señor y me atendió.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Lucas 10,25-37
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Has contestado bien; si haces eso, vivirás”. El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso’. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”.
Palabra del Señor
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nekoannie-chan · 3 months ago
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Traidor
Traidor
Título: Traidor.
Fandom: Marvel, Capitán América.
Pareja: Steve Rogers X Reader.
Palabras: 259 palabras.
Cuadro: 9 “¡Eres un traidor!”
Clasificación: B.
Sinopsis: ¿Puedes confiar en Steve?
Advertencias: Traición.
N/A:  Esta es mi entrada para Valentine’s Edition.
Links: Wattpad, Ao3, versión en inglés.
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No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Anótate en mi taglist aquí.
Otros lugares donde publico: Ao3, Wattpad, ffnet, TikTok, Instagram, Twitter.
Tags: @sinceimetyou @black23 @unnuevosoltransformalarealidad @azulatodoryuga
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La misión había terminado, pero el silencio entre ustedes dos era insoportable. Steve te miraba con esos ojos llenos de culpa... y algo más que no podías descifrar.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntaste con voz baja, intentando mantener la calma.
—No tuve elección —Steve respondió.
—Siempre hay una elección —contestaste, cruzándote de brazos—. Y tú elegiste traicionarnos.
Steve dio un paso hacia ti, pero retrocediste instintivamente. Él suspiró, pasando una mano por su cabello, como si estuviera buscando las palabras correctas.
—Lo hice por el equipo... por un bien mayor.
—¿Un bien mayor? —espetaste, sin poder contener más la furia—. ¡Le diste información a ellos, Steve! Nos vendiste. ¡Eres un traidor!
Steve apretó la mandíbula y desvió la mirada.
—Nunca quise que las cosas salieran así —dijo, su voz apenas un susurro—. Pero si no hubiera hecho lo que hice, todos habríamos muerto.
—¿Y eso te justifica? ¿Poner nuestras vidas en sus manos?
Steve se acercó nuevamente y aunque todo dentro de ti te gritaba que te apartaras, permaneciste inmóvil.
—Sé que lo que hice te lastimó más de lo que puedo imaginar —él admitió—. Pero quiero que sepas algo: nunca, nunca, dejaré que te hagan daño. Incluso si tengo que traicionar a todo el mundo para protegerte.
Tus ojos se llenaron de lágrimas, pero te negaste a dejarlas salir. ¿Cómo podías confiar en él de nuevo?
—¿Cómo puedo creerte después de esto? —preguntaste, tu voz apenas audible.
Steve alzó una mano, como si quisiera tocarte, pero la dejó caer antes de llegar a ti.
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diarioelpepazo · 2 years ago
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Cabrera llegó a 1852  carreras empujadas, a 8 de igualar el récord de Mel Ott, 13ro en la historia de MLB en ese departamento. Recibió su boleto 1237 y se colocó a 6 de Willie Randolph, 56to en ese renglón. Jesús Luzardo logró su cuarta victoria. Luis Arráez no para de batear y se fue de 4-2. Altuve ligó de 4-2. Salvador Pérez impulsó con con doblete en su jueg0 1.300.   S. Malavé Macri/T. Mogollon/H. Capote  El Comerica Park de Michigan es testigo de una nueva derrota de los Tigres de Detroit en su duelo ante los Medias Blancas de Chicago por un amplio marcador de doce carreras por tres. Miguel Cabrera volvió a figurar en la alineación  del equipo del cual es capitán al posicionarse como bateador designado y séptimo en la alineación ofensiva del cuadro de Michigan. Si bien no pudo conectar imparable, sí pudo impulsar una carrera. Transcurría la sexta entrada y había bases llenas para los Tigres. Lance Lynn era el serpentinero del combinado visitante y fue el encargado de darle una nueva remolcada a Cabrera en su registro después de mandarlo a primera con una base por bola. Este sería el 8-2 con el que los dueños de casa intentarían, sin éxito descontar en el marcador. De igual forma, sería la quinta carrera impulsada para 'El Papá de los Helados' en la actual campaña, donde sus números no son muy buenos. A nivel vitalicio, Miguel Cabrera posee 1852  carreras empujadas, motivo por el cual se encuentra a tan solo ocho rayitas de igualar el récord de Mel Ott, 13ro en la historia de MLB en ese departamento y recibió su boleto 1237 y se colocó a 6 de Willie Randolph, 56to en ese renglón El maracayero batea apenas para .170 con un porcentaje de embasamiento de .225 y un potencial de bases alcanzadas de .205 puntos. Asimismo, aún no posee cuadrangulares ni bases robadas. Altuve regresa con furia a los Astros [caption id="attachment_75045" align="aligncenter" width="675"] Foto: Twitter @Astros[/caption] En ausencia de José Altuve la ofensiva de los Astros de Houston ha tenido dificultades, algo que probablemente no se aprecia a simple vista dado el buen récord y ubicación del elenco en la tabla de posiciones, no obstante, él ha hecho falta. Mucho se esperó por su estreno en esta temporada, cuando lo hizo, debió hacer pausa tras 4 partidos motivado a percances de salud; ya superados, este viernes "Astroboy" regresa con furia al esquema ofensivo del mánager Dusty Baker. Durante su primer turno al bate, el estelar segunda base liga sencillo con rodado al campocorto, en esférica desviada por el antesalista de los Atléticos de Oakland, Jace Peterson; para su segundo chance, responde de nuevo, esa vez con doble al jardín izquierdo, eventualmente anota tras sencillo de Alex Bregman. Ya en su tercera oportunidad falla del 6 al 3; en el 4to turno abanica la brisa, igual en su 5ta parada en el plato. La partida es dominada por los Astros que cuentan con excelente labor de su abridor Hunter Brown (5-1, 3.12), lanza 7 entradas de 4 imparables en contra, 2 carreras que son limpias, da 1 solo boleto y poncha a 10. El rescate lo suma Ryan Pressly (9, 3.10), con 1 inning perfecto e incluye 3 abanicados. En el ataque de Houston, igualmente importante es el joven Corey Julks al irse de 4-2 con 3 remolcadas. Para los verdeamarillos, Carlos Pérez (.278) se poncha 3 veces en 4 turnos. 5x2 es la pizarra final a favor de los Astros. Jesús Luzardo en magnífica salida con Marlins [caption id="attachment_75043" align="aligncenter" width="675"] Jesús Luzardo con brillante labor. Foto Cortesía[/caption] A pesar de que los Marlins de Miami vienen de perder dos de sus últimas tres series, el equipo mantiene la esperanza de poder acercarse a la cima del Este de la Liga Nacional. Es por ello que sus próximos duelos ante los Angelinos de Los Ángeles se vivirán al rojo vivo. El encargado de abrir esta serie de tres encuentros fue el criollo Jesús Luzardo, que no tuvo una buena presentación ante los Gigantes de San Francisco el pasado 21 de m
ayo. No obstante, el lanzador zurdo estuvo a la altura en esta ocasión durante los cinco innings que estuvo sobre la lomita. En ese período permitió siete inatrapables, una carrera limpia, otorgó un boleto y sumó siete ponches a su cuenta (dos de ellos a Shohei Ohtani). Por su parte, Jorge Soler apoyó en la ofensiva tras conectar su jonrón 16 de la temporada. Y es que como dato curioso, esa es la décima ocasión en la que el cubano da un batazo de vuelta completa mientras el criollo está como lanzador. En cuanto a Luis Arráez se fue de 4-2 con una impulsada y un boleto. De esta manera dejó en .374 su promedio al bate. Al final, Marlins ganaron por 6-2 para que Luzardo se quedara con el triunfo. El criollo ahora tiene marca de 4-3 con 3.67 de efectividad y 70 ponches en 61.1 entradas de labor. Salvador Pérez impulsó dos con doblete.  [caption id="attachment_75046" align="aligncenter" width="612"] Salvador Pérez celebra el doblete impulsor. (Photo by Ed Zurga/Getty Images)[/caption] Los Reales de Kansas City descuentan progresivamente el marcador en el Kauffman Stadium contra Nacionales de Washington. De recibir ocho carreras en la sexta entrada a dejar las acciones nueve carreras por ocho en favor de los capitalinos en la séptima. Salvador Pérez es una de las claves de esta remontada de los monarcas al iniciar un rally de cinco carreras por parte de su equipo en el llamado "séptimo de la suerte". El receptor y capitán de los Reales pegó un doble por el jardín izquierdo con bases llenas para impulsar a su paisano Maikel García y a Drew Waters. Pérez, quien batea de 4-1 en el compromiso de este viernes, disputa su juego número 1300 en su carrera como pelotero en las Grandes Ligas, donde establece .269 en promedio de bateo vitalicio, 234 bambinazos y setecientas sesenta y dos carreras impulsadas. En la presente campaña, el jugador nacido en Valencia acumula un total de once vuelacercas, treinta remolcadas, veinticinco anotadas, un .279 en promedio y veintitrés extrabases que dejan su OPS en .851 puntos. Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo El Pepazo/Meridiano
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blogderechopenalsdlo · 2 years ago
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La presencia del derecho penal hasta en el rincón más remoto.
Por allá por 1846, un escritor francés conocido como Alexandre Dumas (Alejandro Dumas para los amigos) publicó uno de los libros más reconocidos e influyentes en la literatura universal: El conde de Montecristo. He de admitir que mi elección de escribir sobre este libro no es del todo imparcial, pues dentro de sus éxitos (con los cuales se podría hacer el mismo ejercicio), como “Los tres mosqueteros” o “El hombre de la máscara de hierro”, El conde es mi libro favorito de dicho autor (como evidencia la gran imagen de abajo que no hubo forma de volver más pequeña).
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A través de su escritura, nos remonta a 1814, en Marsella, para relatar la historia del joven Edmundo Dantés, reconocido marinero (pero la historia no se trata de dicha profesión; como sí lo hace El Viejo y el Mar, donde se podrían discutir los delitos ambientales), amable, bondadoso, de gran personalidad y enamorado, próximo a casarse, con Mercedes (no la viuda de García Márquez). Más allá de relatar su historia, que, dependiendo de la editorial, es de alrededor de 1168 páginas y recomendando profundamente leerla, debemos enfocarnos en lo relevante para este escrito: la primera parte del libro.
Mencionado marinero tiene, principalmente, tres enemigos, si se quiere, que están en contra de él: Danglars, Fernando y el señor Villefort. El primero porque lo prefirieron a aquel sobre este para ser capitán de “El Faraón”.  El segundo porque está enamorado de tiempo atrás de Mercedes, con quien Edmundo se termina casando (convirtiéndose en una versión sádica de “El amor en los tiempos del cólera”). El tercero porque encuentra una oportunidad conveniente para crecer en su carrera judicial a costas del ingenuo Edmundo (véase la mayoría de las carreras judiciales exitosas en Colombia).
Con ello en mente, los primeros dos acuerdan lo siguiente: “Nada, si nos decidimos, lo mejor es coger esta pluma simplemente, y escribir una denuncia con la mano izquierda para que no sea conocida la letra-contestó Danglars-”. Me perdonarán los lectores (o mejor, el lector) de interrumpir de esta forma tan abrupta el relato resumido de la historia, pero resulta indispensable aclarar algo. Por aquella época, en Francia, entiéndase que la furia militar cercana a los 1.68m (1cm más pequeño que Messi, pero, en todo caso, más grande que Simón Bolívar por 1cm) Napoleón Bonaparte había sido destronado, derrotado y exiliado; y se perseguía penalmente a las personas que se relacionaran con él. Así, Danglars y Fernando se pusieron de acuerdo para hacer una falsa denuncia (me adelanto), que fue entregada a través de una carta, relacionando a Edmundo con el "Usurpador", que decía:
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Por lo anterior, en medio de su boda, Edmundo Dantés es detenido por una no tan sofisticada y más bien concreta orden judicial que se limitaba a “Edmundo Dantés – repuso el comisario- en nombre de la ley, daos preso”… tiempos oscuros aquellos, para los que critican las capturas realizadas por la Fiscalía hoy en día (véase el Comentario a la sentencia del 23 de septiembre de 2019 (…) del Tribunal Superior de Cundinamarca. Flagrancia en el delito de concusión). En todo caso, el señor Villefort tomó el interrogatorio de Edmundo Dantés (un claro sistema inquisitivo: él mismo iba a juzgarlo) encontrando que “hallaba en cada frase de Dantés una prueba de su inocencia”. Así, le dice: “Sí, sí -murmuró Villefort- todo lo creo (…) podéis volver al lado de vuestros amigos”.
Para no seguir extendiéndome en el relato, Edmundo tenía una carta que incriminaba al padre de Villefort como bonapartista, por lo que este la termina destruyendo e incriminando a aquel, dictando, en términos amplios, no procesales, una sentencia condenatoria en contra del marinero. Por lo anterior, es reconocido, galardonado y termina recibiendo un gran ascenso por parte del rey por ayudar a impedir el regreso del “Usurpador”.
Ahora bien, analicemos las conductas descritas a los ojos de la Ley 599 del 2000. Iniciemos con Danglars y Fernando. En primer lugar, el extenso artículo 340 del Código Penal indica, a grandes rasgos, que “Cuando varias personas se concierten con el fin de cometer delitos, cada una de ellas será penada, por esa sola conducta”. No obstante, me gusta más la definición que trae Jairo Antonio López al indicar que es “la asociación de varias personas con voluntad de cometer a futuro indeterminados delitos, dentro de un programa crimonoso [sic], con carácter permanente o por lo menos por un lapso de tiempo determinado, debidamente acompañados de medios apropiados para la ejecución de tales delitos, con distribución de roles y con una finalidad común”.
Varias cosas por decir, en primer lugar, nótese que se trata de un tipo de mera conducta. Es decir, basta con que dos personas (al menos en Colombia; en Alemania serían 3) se pongan de acuerdo para cometer delitos con, se aclara, cierto ánimo de permanencia; es decir, para que se configure el tipo no se requiere un resultado.
En el presente, Fernando y Danglars se ponen de acuerdo para la comisión de varios delitos (ya veremos si estos se cumplen o no): falsedad en documento privado y falsa denuncia. Pero, como se describió, no queda muy claro si hay un ánimo de permanencia: solo se ponen de acuerdo para cometer dos delitos frente a una persona determinada. En mi opinión, estaríamos más cercanos a la figura de coautoría descrita en el artículo 29 de mencionada ley: “Son coautores los que, mediando un acuerdo común, actúan con división del trabajo criminal atendiendo la importancia del aporte”. No obstante, estoy seguro de que eventualmente algún fiscal buscará argumentar el concierto dentro de su teoría del caso para obtener mayor punibilidad (mentiras, eso nunca pasa en el país del sagrado corazón). Para mayor ilustración, véase lo que realmente constituiría concierto para delinquir:
En segundo lugar, analicemos si las conductas que acuerdan realizar se adecuan o no a un tipo penal. El artículo 289 del Código Penal indica que “El que falsifique documento privado que pueda servir de prueba, incurrirá, solo si lo usa”. Tipo que, sin mayor examen, se ve que se cumple: escriben una carta (documento privado), que consigna información falsa y lo utilizan. Por lo que, serían coautores de falsedad en documento privado. De nuevo, con fines ilustrativos, véase un ejemplo de un sujeto activo de la conducta atrapado en cámara (se invita al lector a dejar florecer sus dotes imaginativos para adecuar esta situación a la Francia de 1814):
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Por otro lado, el artículo 435 del Estatuto Penal consagra: “El que bajo juramento denuncie ante autoridad una conducta típica que no se ha cometido incurrirá en prisión”. Tipo que, como indica José Magaldi, "le otorga relevancia penal a la realización de conductas falsarias dirigidas a provocar el ilegítimo nacimiento de un proceso penal en contra de una persona". Un par de anotaciones: evidentemente la denuncia se refiere al acto procesal, no solo a anunciar o decir abiertamente que se cometió un delito, pues ya se tratará de otro tipo: la calumnia del artículo 221 del Código. No obstante, y sin conocer realmente los procedimientos penales de la Francia del siglo XIX, me atrevo a decir que como ellos anuncian dentro de la carta enviada al procurador del rey la comisión del delito, entendería que sería la forma de denuncia de la época (dan a conocer al Estado la comisión de un delito). Por lo que, no obstante ser bastante liberal en el ámbito penal, considero que habría un concurso (se protegen dos bienes jurídicos distintos) de las dos conductas típicas señaladas y que, en todo caso, serían responsables como coautores.
Pasemos a analizar la conducta de Villefort. Por un lado, algunos dirían que se trata de la concusión del artículo 404 o el cohecho del artículo 405. Tipos que fácilmente se dejan de lado, pues aquel no constriñe, ni induce a nadie a prometerle una utilidad; ni tampoco recibe dinero o similares, respectivamente. Considero que también se podría descartar el delito tipificado en el artículo 428: abuso de función pública; pues se refiere al servidor que realice funciones diversas a las que legalmente le corresponda; en este caso, es claro que una función de Villefort es realizar interrogatorios o dictar una sentencia; es decir, no está ejerciendo una función ajena.
Así, se me ocurre, en primer lugar, el artículo 416 de la Ley 599 del 2000, que indica: “El servidor público que fuera de los casos especialmente previstos como conductas punibles, con ocasión de sus funciones o excediéndose en el ejercicio de ellas, cometa acto arbitrario e injusto, incurrirá en multa”. Siempre es importante resaltar la extinción de la acción penal consagrada en los artículos 82 #5 y 87 del Código, llamada oblación: que aplica para la pena de multa. Pero entrando a ver la conducta típica, vemos que las acciones de Villefort podrían encajar dentro de esta, pues dentro de su función comete un acto que es arbitrario (está sujeto a su propia voluntad, antes que a una ley) e injusto (sin ir más allá, es una actuación contraria a lo justo). Por lo que, en principio, se estaría adecuando a esta conducta. No obstante, se podría decir que la adecuación típica a este delito es muy abstracta y como siempre se debe velar por la especialidad en el derecho penal, veamos qué otro delito puede analizarse.
Podríamos analizar el artículo 413 del Estatuto que establece: “El servidor público que profiera resolución, dictamen o concepto manifiestamente contrario a la ley, incurrirá en prisión”. Así, como menciona Omar Enrique, prevaricar es "es aplicar torcidamente el derecho". En el presente, ello no sucede, pues adecua una conducta típica perseguida en ese entonces al delito correspondiente; manifestación que no es contraria a la ley.
Por temas de espacio, terminaré con la última posibilidad (pero considero que no hay una respuesta tan clara dentro de la Ley 599): el enriquecimiento ilícito. Así, el artículo 412 consagra: “El servidor público (…) que (…) obtenga, para sí o para otro, incremento patrimonial injustificado, incurrirá, siempre que la conducta no constituya otro delito”. Algo rebuscado, pero la adecuación típica de todo delito subsidiario es rebuscada. En fin, baste decir, que sí obtiene un incremento patrimonial: mejor salario, por ejemplo. Y dicha justificación, si bien existe, es ilícita, lo que configura el tipo.
A modo de conclusión, quisiera terminar con tres cosas: la primera es que el derecho penal se ve reflejado en todo momento, en muchas situaciones: desde libros, hasta películas o nuestra cotidianidad; este escrito no es más que un mero ejemplo de ello. La segunda es que siempre recuerden la oblación como extinción de la acción penal. La tercera es que por favor lean El conde de Montecristo, es un excelente libro; vean solamente esta frase:
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Santiago De La Ossa
Bibliografía:
Análisis normativo del tipo penal prevaricato por acción. Omar Enrique Casallas Bonilla.
Aspectos esenciales de la acusación y denuncia falsa. Jose Magaldi Paternostro.
Comentario a la sentencia del 23 de septiembre de 2019 (11001-60-00-000-2018-00024-02) del Tribunal Superior de Cundinamarca. Flagrancia en el delito de concusión. De Norberto Hernández Jiménez.
El Conde de Montecristo. Alexandre Dumas.
El delito del concierto para delinquir. Jairo Antonio López Salame.
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lu-does-rp · 1 year ago
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San se detuvo en el último momento antes de volver a empujar a Daehyun al escuchar la voz de Wooyoung a su lado y sentir el agarre contrario en su brazo, pidiéndole que se calmase. San aun así fue incapaz de devolverle la mirada a Wooyoung. Sus ojos seguían clavados en el bailarín, que le miraba de vuelta con el mismo rencor que San le dedicaba, como si estuviera dispuesto a contraatacar en cuanto tuviera la oportunidad. Por eso precisamente San no quería perderlo de vista, ni siquiera cuando las palabras susurradas de Wooyoung intentaban hacerle entrar en razón. San no era capaz de pensar de forma razonable en aquellos momentos. No le importaban los riesgos ni las posibles consecuencias de sus actos, pero aun así, intentó hacer un esfuerzo por tranquilizarse, aunque solo fuera por Wooyoung.
No obstante, las palabras insultantes de Daehyun volvieron a disparar de nuevo toda su furia. Y a San ya no le importó nada. Deshaciéndose con brusquedad del agarre de Wooyoung, San se acercó al bailarín una vez más para golpearle el rostro con contundencia. El golpe repetido hizo que Daehyun soltara un alarido de dolor, pero San no quedó satisfecho sólo con eso. Sin dejar que pudiera recomponerse, agarró a Daehyun del cuello de la camiseta, empujándolo una vez más contra el cristal con toda la intención de volver a golpearle. Y aunque estuviera herido y en desventaja, Daehyun no fue idiota esta vez, agarrándole de los brazos con fuerza y arañando su piel para que le dejara libre.
— ¡Ya basta! — La voz de Hongjoong pareció tronar en la sala. Un nuevo par de manos le agarraron del brazo. — ¡San! — Era la voz de Yunho, quien le empujaba intentando que retrocediera. Jongho, por su parte, también se había puesto entre San y el bailarín, queriendo apartarlos antes de que la pelea se calentase todavía más. — ¡Todos vosotros, fuera! Se acabó el ensayo. — Hongjoong hizo un movimiento amplio con la mano, señalando a los bailarines que también se habían acercado a ver el altercado. Entonces se volvió hacia Daehyun con la expresión más furiosa que San había visto en él, agarrando al bailarín con desdén por la camiseta aunque fuera solo para llamar su atención. — Y tú. Más te vale no volver a mostrar tu puta cara por aquí a menos que tengas un deseo de muerte. — Y soltándole de la camiseta, le dio un corto empujón. Daehyun parecía aún furioso, pero también descolocado por el golpe y por la intervención del capitán. Quizás por eso tardó más de la cuenta en moverse, haciendo que San reaccionara violentamente, avanzando un paso hacia él y zafándose del agarre de Yunho. — ¡Lárgate! — Le ladró con rabia, haciendo que el bailarín se encogiera, pero que, muy a regañadientes, acabara por salir de la sala de ensayos junto con los demás bailarines.
❝ Broken ❞
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fjkoloffon · 5 years ago
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El Capitán Furia y el fuego del maestro Arriaga.
«Los personajes tienen que tomar decisiones morales para ser interesantes. Deben demostrar carácter, no ser unos papanatas, si no será difícil que sobresalgan en la historia», enfatizó Guillermo Arriaga en el curso de escritura cinematográfica que tomé con él hará unos diez años.
A pesar de haber llegado más lejos que cualquier otro guionista mexicano, Guillermo da la sensación de ser un tipo cercano. Ni Hollywood, ni Charlize Theron, ni los premios o los elogios tuiteros han conseguido engreírlo. Si bien a cada obra se engrandece, Guillermo permanece en su sitio y no olvida sus orígenes, a pesar de haber tocado el cielo en Cannes.
Charlize Theron & Guillermo Arriaga at the “The Burning Plain” Los Angeles Premiere Thompson Hotel, Beverly Hills, CA, USA September 14, 2009 © Sara De Boer / Retna Ltd.
Creció en la Unidad Modelo de la delegación Iztapalapa, donde vivían también los hermanos Tena, Alfredo y Luis Fernando. De esto me enteré el viernes pasado en una charla transmitida vía streaming por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, en la que el nuevo ganador del Premio Alfaguara apuntó: «La clase de teatro de la secundaria y la de deportes fueron las que marcaron mi vida como escritor. En la de teatro leí a los más grandes autores. Deportes me enseñó el rigor necesario para lograr las cosas».
Y, de pronto, apenas al minuto siete de juego de la entrevista, surgió esa misma magia característica de sus películas, donde las vidas de los personajes se entrelazan: «Quiero hacer un reconocimiento público a alguien que no sabe nisiquiera que influyó en mi vida: es Alfredo Tena, el futbolista. Fue mi vecino y yo vi cómo con puro tesón se convirtió en profesional. No jugaba muy bien, no era nada técnico, a diferencia de su hermano, pero sí duro como nadie. Yo pensaba “¿Cómo un tipo con tantas limitaciones puede llegar a ser capitán de la Selección Nacional?”. Pues dedicándose en cuerpo y alma a la pelota. Y, quieras o no, esos ejemplos te marcan».
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Las cicatrices físicas juegan un papel importante en sus obras. Le sirven para contar historias sin necesidad de contarlas y redimensionar así a sus personajes. Pero también los sucesos y las memorias inciden como pequeñas incisiones en su subconsciente, pues a todos nos marca cierta gente, a veces la más inesperada.
Como profesor, Guillermo no sospecha el tamaño de la población de alumnos que llevan algo suyo en el inconsciente, en el espíritu y la pluma. «Quien se dedica con rigor y voluntad, acaba llegando», insistía curso a curso cuando todavía daba clases en las aulas de la Universidad Iberoamericana. Recuerda Alexandra Borbolla, su exalumna en la carrera de Comunicación,  esa historia rebuscada de un accidente del que a su vez surgían varias historias: la de la modelo, la del perro baleado y el atrapado, la del vagabundo a sueldo y las demás que años después conformarían “Amores Perros”, la cinta que cambió la manera de hacer cine en México y el mundo.
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«Sus historias provenían de experiencias reales, de la calle, de pandillas, de peleas, de las luchas más perversas, del dolor, de la desgracia humana y el sobrevivir», cuenta la hoy fotógrafa. «Un día en el salón nos platicó que en una golpiza perdió el olfato, y yo supuse que a raíz de ello sus personajes tan dispares —esos que poco o nada aparentan a veces tener en común— se conducen a través de la intuición y el instinto, y es ahí donde coinciden».
Si las vidas del Capitán Furia y la del maestro Arriaga están conectadas de un modo tan profundo, tampoco resulta disparatado imaginar que un niño con un rifle en Marruecos pueda afectar el devenir de una niñera mexicana en Estados Unidos. “Babel” me encanta y pronto leeré “Salvar el fuego”. Desconozco la trama, pero en estos tiempos oscuros de pandemia, terremotos, volcanes y bosques que arden, ojalá aborde el que a mi parecer es actualmente el principal problema de la humanidad: que los corazones ya casi no se incendian.
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Columna publicada en el periódico El Universal.
El Universal_El Capitán Furia Y El Fuego Del Maestro Arriaga
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