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Dejó que aquel silencio se extendiese, regodeándose en su enfado tan solo por un momento más. Quería derribar ese complejo de inferioridad que dominaba a Han hasta hacerlo pedazos. Saber que no era posible le hacía sentir completamente impotente, como si todo lo que pudiera hacer por Han, para hacerle sentirse más querido y valorado no fuera a servir para nada. Minho solo reaccionó cuando Han volvió a hablarle con aquella voz más pequeña de lo que al alfa le gustaría. — No estoy… — Quiso responder, pero al notar que su tono todavía era bastante cortante y agresivo, se tomó un instante para cerrar los ojos y respirar hondo. Se centró en la sensación de las manos ajenas acariciando sus brazos solamente para poder fijar su mente en otra cosa.
— Bueno, sí. Estoy enfadado. Pero es porque no me gusta que hables así de ti mismo. Eres perfectamente bonito y suave a mis ojos. — Intentó explicarle, esta vez con más calma y más honestidad de la que normalmente se permitiría. No solía decir ese tipo de cosas en privado. Las cámaras siempre dejaban mayor lugar a dudas cuando decía aquello. Por eso muchas veces Minho prefería refugiar la verdad tras ellas. Esta vez era diferente. — Y no necesito que seas sumiso ni servicial como un perro. Me gusta que seas como eres. ¿Lo entiendes ya, Han?
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Había vuelto a acariciar de forma perezosa la espalda contraria, como si Han fuera a dormirse. No obstante, la respuesta ajena, aunque tardía, acabó llegando, lenta, pero contundente. Lino sintió un pequeño tic en una mano al escucharle. ¿De qué demonios estaba hablando Han…? Sabía que el menor siempre había tenido problemas de autoestima pero, ¿realmente pensaba así de sí mismo? Minho no sintió lástima ni tampoco tristeza al escucharle decir algo así. Lo que sintió fue auténtica rabia. Y por mucho que intentara calmarla para que ésta no asustara a Han, no pudo evitar que contaminase sus feromonas. Minho estaba furioso.
Respiró hondo de forma lenta y calculada. — No vuelvas a decir algo así. No tienes ni idea. — Dijo de forma seca. — ¿De verdad crees que los demás no te apoyarían? ¿Que sólo te querrían si fueses un omega callado y sumiso? ¿Que yo te…? — Se tragó aquella última pregunta, necesitando tomar una bocanada de aire para intentar calmarse de nuevo. — No. No tienes derecho a hablar de ti mismo de esa manera, así que simplemente cállate, Han Jisung, porque no tienes ni idea de cómo te vemos los demás ni del valor que tienes para nosotros… Para mí.
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Había preguntado en serio. Por eso la respuesta tan explosiva de Han hizo que arqueara las cejas con sorpresa. ¿Había cometido un error? Tal vez la pregunta había sido más estúpida de lo que Minho había planeado al enunciarla. Aun así, Han parecía no conocer la respuesta tampoco. Sólo replicó un poco más, tirando de Minho para poder volver a tumbarse sobre él. El alfa aún estaba un poco alarmado por aquella respuesta, pero en seguida envolvió de nuevo a Han entre sus brazos, como si aquella fuera una respuesta automática de su cuerpo.
— Oh… — Fue lo único capaz de decir, perdiendo la mirada en el techo de la habitación por un momento bastante largo mientras terminaba de asimilar aquella conversación tan extraña. Aún pasó un rato antes de que Minho volviese a hablar, ahora más calmado, pero todavía bastante confuso. — ¿Entonces qué querías decir con que no eres la misma clase de omega que Felix? — Preguntó.
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Frunció ligeramente el ceño con confusión al escuchar las palabras de Han. ¿La clase de omega que es Felix…? Su confusión sólo fue en aumento al escuchar a Han repetir que era un beta. ¿Tal vez estaba bromeando? ¿O el celo finalmente había acabado haciendo estragos en su cerebro? Minho asumió que se trataba de lo primero, por lo que acabó riendo por lo bajo, aunque sin maldad. — Si tú eres un beta, yo soy Batman. — Replicó, queriendo seguirle la broma. Rio un poco más, acabando por tomar una bocanada de aire que se sintió algo más fresca y ligera que las anteriores.
— Y para que lo sepas, no quiero que seas igual que Felix. Tú eres tú y Felix es… Espera un momento. — Dijo de pronto, interrumpiéndose a sí mismo. Intentó incorporarse un poco en la cama para poder ver a Han a la cara, ahora con una nueva expresión confusa en el rostro. Había dejado pasar aquella confesión de Han, sin pensar demasiado al respecto. Pero tal vez había algo ahí de lo que no era consciente. Al fin y al cabo, había todavía demasiadas cosas que no sabía de los omegas. Tal vez esta fuera una de ellas. — ¿Hay distintas clases de omegas? — Le preguntó entonces. No recordaba haber estudiado nada de eso en el colegio, pero igual era algo de lo que no se hablaba, como tantas otras cosas relacionadas con los omegas.
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Le esperó pacientemente, casi con los brazos abiertos, dejando que Han se tomara su tiempo para acercarse a él y sin querer obligarle a nada. Y cuando Han finalmente se movió hacia él, Minho lo acogió entre sus brazos, rodeándole con ternura. Siempre que sentía pánico o vergüenza por algo, Han siempre tendía a encogerse sobre sí mismo, como si quisiera protegerse del mundo. En esta ocasión, Minho pretendía ser quien le protegiese. Se recostó sobre la cama con Han, sus brazos firmes alrededor de su torso, aprovechando aquella distancia para besar su sien de forma cálida.
La confesión de Han, aunque pesada, no le sorprendió ni se le hizo extraña. Minho aún tenía mucho que aprender de lo que era ser un omega y de todas las dificultades que éstos experimentaban. Pero le bastaba con ver los prejuicios de la sociedad hacia ellos y los problemas por los que había pasado Felix para entender por qué Han se sentía de esa forma. Sabía que había poco que pudiera decir para aliviarle o para hacerle cambiar de opinión hacia sí mismo. Aquel odio parecía estar enraizado dentro de Han. Minho se volvió para besar su frente. — Yo no odio que seas un omega. — Dijo en voz baja y con tono algo más ligero. Sus manos volvieron a hallar el camino hacia la espalda contraria, brindándole caricias largas. — No soy capaz de odiarte. — Le confió en un susurro. — Ni aunque fueras una mosca. Ni siquiera siendo un gusano. — Sonrió brevemente, de forma aún algo tensa. — Y sé que no puedes, pero ojalá pudieses verte como te vemos los demás, valioso, simplemente por ser como eres.
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La punzada de alivio que sintió al escuchar a Han fue toda la respuesta que necesitó a aquel interrogante que se había formado en su cabeza. Había muchos más motivos para no continuar que para hacerlo. Su falta de prudencia ya le había robado muchas primeras veces con Han que habrían estado libres de culpa en caso de haberlas hecho fuera del celo. Pero aquello hacía que la línea del consentimiento se desdibujara, especialmente para Han. Y había que ponerle freno.
Lo que no esperó fue la reacción tan desesperada de Han, quien se separó de él con más rapidez de la esperada. Minho sintió aquel gesto como un tirón en el pecho que le empujaba hacia el omega. Aquella distancia le hacía sentir incómodo y Minho no dudó en salvarla, acercándose de nuevo a Han pese a que el omega no dejara de intentar poner distancia entre ambos. — No me haces daño. — Le aseguró con calma, posando su palma cálida sobre la rodilla contraria, tratando de que Han saliera de aquella postura encogida. — Hannie, nunca me has hecho daño. — Añadió, suavizando un poco más su tono. Han ya le había dicho que le costaba ser racional cuando estaba en celo. ¿Cómo explicarle entonces lo que todo aquello significaba para Minho de forma que pudiera entenderlo? — Es sólo que… debemos tener más cuidado. No quiero hacer esto mientras estés en celo. — Acabó explicando. Era sacar a la luz más de lo que Minho pretendía, revelando secretos que prefería mantener guardados. Tal vez Han podría entenderlo. Porque Minho sí que lo deseaba profundamente, pero quería que ambos lo desearan. — Han, ¿puedes… venir aquí? Por favor. — Le pidió con voz algo más urgente, queriendo volver a sentirlo cerca.
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Dejó escapar un grito ahogado al sentir el mordisco de Han, decidiendo que igual lo mejor que podía hacer en ese instante era callarse y simplemente disfrutar del momento. Separándolas de Han, Minho apoyó las manos sobre la cama, apenas recostándose un poco. Estaba claro que Han estaba haciendo lo que quería y no necesitaba ni ánimos ni indicaciones de su parte. Por el momento Minho estaba tranquilo con lo que estaba pasando. No obstante, las cosas empezaron a cambiar en cuanto vio cómo Han retrocedía por la cama. No necesitó que el menor le dijese nada. Minho entendió sus intenciones con tan solo una mirada. Aquella mirada con la que parecía pedirle permiso. El estómago del alfa dio un vuelco irremediable al comprender aquella petición.
Hacía apenas unas horas le había prohibido tocarle en un vano intento por no romper la confianza que Han tenía en él. Y muy a su pesar y su disfrute, había acabado cediendo a cada una de las peticiones contrarias hasta llegar a aquel punto. Su expresión se volvió complicada de descifrar. Tal vez se sentía decepcionado consigo mismo o dolido porque sabía que de no estar en celo, Han jamás querría algo así con él. Minho frunció los labios en una fina línea, pero al final acabó suspirando. — Han… — Lo llamó con voz suave, como si aquello fuese una advertencia final. — Ya te lo dije… Puedes usarme como prefieras. — Cedió finalmente, dejando aquella decisión en manos de Han. ¿Sería también romper su confianza si simplemente le daba permiso...?
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Al ver la mirada casi emocionada de Jisung no pudo evitar soltar una pequeña risa satisfecha. Era increíble poder ver ese lado de Han y sentirse deseado. Sabía que era algo efímero, así que pensaba disfrutar de cada instante con el omega, deshaciéndose bajo sus manos. Minho cerró los ojos, echando la cabeza a un lado para dejarle más espacio a Han en su cuello. La boca ajena era caliente y húmeda y Minho trató de grabarse todas aquellas sensaciones para la posteridad. Seguía con atención sus caricias, sintiendo cómo su piel se erizaba bajo las manos contrarias, bajo sus labios…
Su diestra subió de la cintura ajena hasta su nuca, hundiendo sus dedos en el cabello contrario, como si quisiera animarle a continuar. Sabía que la boca contraria estaba dejando marcas sobre su piel y casi pareció regodearse en ello, deseando que Han dejara más marcas sobre él, como si fuera de su pertenencia. Cuando Han bajó a su pecho, Minho abrió los ojos para mirarle, sonriendo al ver su dedicación. — Eres como un gatito. — Dijo de forma afectuosa. Aquellas caricias aún carecían de peligrosidad, pero habían sido suficientes como para hacer que su piel cosquilleara ante el contacto. E incluso ahora con Jisung sobre su pecho, Minho era perfectamente consciente de que el menor podría escuchar sus latidos acelerados, como si fuera a salírsele el corazón del pecho. — ¿Esto es todo lo que quieres hacer? — Cuestionó entonces, rascando con suavidad su cuero cabelludo y tratando de ignorar el deseo de aferrar su cabello con más fuerza.
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Refunfuñó muy por lo bajo en cuanto Han le respondió que estaba lleno. Empezaba a entender mejor las explicaciones de Han respecto a no poder pensar mientras estaba en celo. Así que, simplemente suspirando e intentando ser comprensivo, dejó al omega estar por el momento. Él mientras tanto siguió dando un par de bocados más a la comida, intentando no distraerse con cada una de las caricias de Han. Aunque casi se atraganta al sentir la lengua ajena por su cuello. Dejó escapar un sonido indignado. Se había dicho a sí mismo que terminarían de comer antes de hacer cualquier otra cosa, pero con Han así era imposible mantener aquellos planes.
— Bueno, ya está bien. — Con impaciencia, dejó el plato de comida a un lado en la mesilla, donde no fuera a molestarles. Entonces rodeó a Han entre sus brazos, tomándole de la cintura y animándole a que volviera a tumbarse sobre él. — Si lo que quieres es mi atención, ahora la tienes. — Se quejó, claramente insatisfecho. Ahora tenía sus ojos sobre Han y lo que hacía. Siendo así, esperaba que Han hiciese lo que quisiera con él, al fin y al cabo, estaba allí precisamente para eso. — Tócame si eso es lo que quieres. Úsame como prefieras.
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Por un instante Minho se sintió satisfecho con todo aquello. De pronto se sentía como si estuviera en una nube, con su atención completamente desviada y la mente muy lejos de allí. Seguía comiendo de forma ausente cuando sintió a Han frotarse como si fuera un gato contra él. En un primer momento, Minho tan solo se tensó ligeramente, sólo para sonreír y seguir con sus caricias en el brazo ajeno. Sólo era el omega buscando confort en sus feromonas y nada más. Minho lo encontraba incluso enternecedor. No obstante, las cosas escalaron con más rapidez de lo que el alfa había anticipado. Al sentir los dientes de Han sobre su piel, Minho sintió cómo un escalofrío le recorría de la cabeza a los pies, haciendo que su piel se erizara, como si acabasen de darle un calambrazo.
— Hannie… — Lo llamó en voz baja, aunque había cierta advertencia en su tono. Pellizcó suavemente su brazo, queriendo llamar su atención. — No podré comer si sigues haciendo eso. — Le advirtió, aunque con tono tranquilo por el momento. — Terminemos de comer primero, ¿hm? — Y queriendo reforzar su punto, volvió a llenar la cuchara para acercársela a Han.
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No tenía prisa alguna en aquella conversación, por eso esperaba con paciencia las palabras de Han que tanto tardaban en salir, como si sacarlas fuera más que difícil. Minho solo podía mirarle con cierta comprensión. Él nunca había estado con un omega en celo, por lo que no podía entender a la perfección qué era lo que Han sentía en esos momentos, pero por cómo había hablado de ello en el pasado y por cómo lo estaba explicando en esos momentos, podía hacerse a la idea. — Eso tiene que dar miedo… — Dijo en voz baja al escuchar aquella última confesión.
Él había vivido algo parecido en sus celos, como si perdiera una parte de sí mismo, como si reaccionase meramente por instinto, sin medir sus consecuencias. No había estado asustado en el momento, pero sí una vez pasados sus celos. No solo miedo, sino también un irremediable sentimiento de culpa. ¿Sería lo mismo que sentiría Han una vez acabase? ¿Se sentiría culpable por lo que había pasado…? Con cuidado de no volcar la comida, Minho se acomodó un poco mejor sobre la cama, pasando un brazo sobre los hombros de Han para atraerle un poco más, como si de alguna forma con aquel gesto pudiera remediar el miedo que el menor pudiese sentir. — Aquí no hace falta que finjas. Incluso si dejas de hablar, si dejas de pensar… No voy a juzgarte. — Sus dedos ahora trazaban lentas caricias por el brazo contrario, su aroma a menta volviéndose algo más reconfortante. — Sigues siendo Han Jisung.
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Arqueó una ceja, mirando de reojo a Han cuando éste le dijo que no tenía hambre. Durante el tiempo que llevaban en aquella habitación, Minho había tenido la mente distraída en otra parte, demasiado ocupado con Han como para darse cuenta de que no habían comido nada desde hacía horas. Él sí que estaba bastante hambriento, incluso dentro de su despiste y le extrañaba un poco que Han dijera que no lo estaba. — Sí, me va a hacer feliz. — Respondió con paciencia. Se le hizo algo extraña aquella pregunta, pero prefirió ser honesto al respecto. Tampoco quería que Han desfalleciese por no comer nada durante su celo. Además, el mismo omega había sido quien había pedido la comida desde un primer momento.
Cumpliendo con los deseos ajenos, Minho fue el primero en comer, llenando bien su cuchara antes de llevársela a la boca. No tenía intención alguna de engañar a Han, así que comería lo mismo que el omega, sin protestas ni falsedades. Volvió a llenar la cuchara y se la acercó a Han, esperando que comiese también. — ¿Cómo te encuentras ahora, Jisungie? — Preguntó. Quería asegurarse de que las necesidades del omega estaban cubiertas. Saber si tenía sed, frío o tal vez ganas de una ducha. Quería saber si seguía sintiendo dolor por culpa del celo.
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Antes de que Minho pudiera responder a la pregunta de Han, el omega ya se había levantado de la cama sin previo aviso, apartándose hacia la bolsa de comida. Minho solo pudo mirarle con una curiosidad apreciativa, sin poder evitar comérselo con los ojos incluso si Han caminaba hacia él con un andar algo torpe aunque adorable. Su sonrisa se extendió por sus labios al ver lo que Han traía entre sus manos y le dejaba sobre el regazo. — No era esto a lo que me refería exactamente… — Dijo, claramente entretenido. — Pero podría comer, gracias Jisungie. — Cedió entonces.
Pero antes de hincar su cuchara en la comida, la dejó a un lado, queriendo poner algo de orden a su alrededor. Minho no era especialmente pudoroso y no tenía mucho sentido serlo en esas circunstancias, pero aun así, se permitió un momento para cubrir su regazo con las sábanas de la cama, importándole más bien poco que estuviesen manchadas también. La idea de volver a darse una ducha se le pasó por la cabeza fugazmente, pero la desechó con bastante rapidez. Esa ilusión de limpieza no duraría mucho de todas formas. — Ven aquí. — Dijo entonces, haciéndole un hueco a Han para se sentase a su lado, contra el cabecero de la cama. — Hagamos un trato. Por cada bocado que dé yo, tú tendrás que dar uno también. — Sugirió, queriendo asegurarse con aquello de que Han también comiese algo.
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En un principio no fue demasiado consciente de la extensión de la reacción de Han. Vio un muy sutil cambio en él. Variando del asco y la vergüenza a algo un poco más oscuro. Minho no le dio importancia, pero entonces se fijó en el modo en el que Han bajó sus manos hasta su vientre, esparciendo su semen por su piel en una obscena caricia. Minho se quedó mirando aquello durante un instante, entreabriendo los labios como para querer decir algo, pero el pequeño sonido que Han dejó escapar consiguió que Minho cerrase la boca instantáneamente.
Tardó apenas un par de segundos en comprender lo que Han estaba haciendo, mezclando sus olores de forma mucho más prominente, marcándole de aquella forma posesiva. Minho sintió cómo algo burbujeaba dentro de él, dejándolo completamente satisfecho. No quería detener a Han ni mucho menos, no quería desviar su atención o al menos, no del todo. Pero aun así, Minho alzó una mano para tomar a Han del rostro, queriendo por un instante observar mejor sus ojos brillantes y dorados. Entonces se inclinó para besar sus labios dulcemente, apenas un suave roce antes de apartarse. Pero Minho no se separó demasiado. En su lugar, deslizó su mano hasta la nuca contraria, moviéndose para poder hundir la nariz tras su oreja, allí donde el olor de Han se acentuaba.
— Me encanta cómo hueles. — Susurró tras un largo instante. Una sutil sonrisa se dibujó en sus labios. — Es dulce… Pero no como Felix. Es más… — Quiso matizar un poco más sus palabras, pero en seguida se dio cuenta de que no tenía la capacidad como para describirlo de forma que le hiciera justicia. Aquello hizo que se apartase, ahora con una risa suave, para poder mirar a Han de nuevo a los ojos. — Es difícil de explicar… Me hace sentir hambriento. — Concluyó entonces. Han siempre había sido el mejor de los dos con las palabras, pero esperaba que entendiese exactamente a qué se refería con eso.
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Podía llegar a entender hasta cierto punto por qué Han se sentía tan extrañado con lo que acababa de pasarle. Era algo completamente nuevo para él. Sin embargo, Minho estaba más que tranquilo, simplemente disfrutando del momento y de aquel nuevo descubrimiento. Aun así, que Han se mostrase tan asqueado consigo mismo consiguió que Minho suspirase, aferrando su cintura de nuevo, esta vez intentando evitar que Han se apartase de él. — No es horrible. — Dijo con paciencia, pero sin dejar lugar a dudas. — Es normal y es… dulce… — Añadió, perdiéndose un poco en sus recuerdos. En aquel olor empalagoso que hacía que cada una de sus terminaciones nerviosas se activara. Minho sacudió la cabeza levemente, intentando regresar a aquella conversación.
— No tienes por qué sentirte avergonzado por ello, Jisungie. Solo es tu cuerpo teniendo una reacción natural; "facilitando" las cosas. — Le explicó con calma. No supo hasta qué punto debía dar explicaciones o compartir su propia experiencia con aquel tema. Hablar de sus pasados encuentros con otros omegas podría hacer que o bien Han se sintiese comprendido o bien surtir el efecto contrario. Minho nunca les había dado importancia a esos encuentros, pero quizás traerlos a colación en esos momentos no sería la mejor idea. Aun así, decidió arriesgarse. — No debes preocuparte por estas cosas. Tampoco es que este sea mi primer rodeo con un omega, Hannie. Es normal.
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Acabó sonriendo ante aquella resolución. Aunque le hubiera dado varios disgustos todo aquel asunto entre Wooyoung y San, a Seonghwa le alegraba saber que, muy en el fondo, todavía podía seguir leyendo al otro vampiro así de bien. Las cosas habían cambiado, pero quizás no tanto. Volvió detrás de su escritorio, queriendo dar esa conversación por terminada, pero entonces se detuvo, titubeando durante un instante, como si no supiera exactamente si sus siguientes palabras ayudarían o empeorarían aun más la situación. — Y Youngie... Si me preguntases a mi, te diría que no creo que San se asustase tan fácilmente. — Añadió como nota final, tal vez como un pequeño incentivo para el vampiro menor. Sin embargo, hubo algo más que quiso comentar. Algo todavía más importante. — Ah... E intentad ser un poco más discretos la próxima vez, por favor.
Por su parte, en todo ese tiempo, San se había quedado en su dormitorio, habiéndose cambiado de ropa a algo más cómodo, pero incapaz de irse a dormir todavía. Aún le estaba dando vueltas a todo lo que había pasado aquel día. En el gimnasio, en la cena... Pero lo que más le rondaba todavía era la negativa de Wooyoung. Era recordar el modo en el que el vampiro había respondido tan rápido y seguro a aquella pregunta, como si no lo dudase ni un segundo. Tal vez todo aquello había sido una mala idea. Tal vez había hecho un mundo de la situación, alimentado por las fantasías que Yeosang, Seonghwa y Hongjoong habían plantado en su mente sobre las parejas y los vínculos.
❝ 010 ❞
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Seonghwa tenía toda la intención de ser paciente con Wooyoung respecto a ese tema, tal y como lo había sido con San hacía apenas unos días. La sensación de deja vu era inevitable al volver a tener esa conversación, está vez con en otro extremo de la pareja. Aun así, el modo en el que Wooyoung pareció reaccionar a su pregunta hizo que suspirase de forma corta, sonriendo después como si ni San ni Wooyoung tuvieran remedio.
— Empecé a intuirlo hace ya un tiempo. Los dos habéis sido un poco obvios y lo que ha sucedido hoy solo ha servido para confirmármelo. — Respondió a sus preguntas, decidiendo no revelar el hecho de que había tenido una conversación muy similar con San hacía apenas unos dias. — Pero volviendo a mi pregunta, ¿no habéis hablado de eso todavía? — Le preguntó de nuevo. Recordaba haberle dicho a San que lo hiciera. Era un tema importante y el cazador le había asegurado que lo haría... — ¿Por qué?
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