#CUADERNO DE MÚSICA
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PORTADAS PARA LA CLASE DE MÚSICA
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Capitulo 27: Una década difícil.
Empieza una nueva década, y con ello el crecimiento de los miembros de la familia.
Nuestros mellizos ya son unos niños preciosos, donde ya tienen aspiraciones y sueños.
Thomas, con la mirada en sus pequeños, asintió.
Se acercó a Bella.
Agnes y Daniel se encontraban en el patio trasero, bajo el manto oscuro del cielo nocturno. Las estrellas brillaban con fuerza, y el silencio de la noche solo era interrumpido por el suave susurro del viento. Ambos se recostaron en la hierba, mirando hacia lo alto.
Por otro lado, Daphne, la otra melliza, escribía día y noche en su cuaderno, soñando con las historias que algún día plasmaría en sus propios libros.
Charlotte había pasado de ser una niña que soñaba con el piano a una joven talentosa con un don innato para la música.
Sus partituras estaban llenas de anotaciones y arreglos propios, mostrando su evolución y el compromiso con su arte.
Sin embargo, no todo es alegría en el hogar. Mary, la abuela, ha comenzado a encontrarse mal. Aunque al principio eran pequeños olvidos o dolores pasajeros, su salud parece ir deteriorándose poco a poco.
La familia, preocupada, empieza a notar los cambios, aunque nadie quiere enfrentarse todavía a la gravedad de la situación.
Charlotte está tocando su nueva canción, como siempre, Agnes es la primera en oírla.
Charlotte dejó de tocar y se acercó, sentándose más cerca de Agnes.
Agnes miró a su hermana menor, sabiendo que tenía que decírselo a alguien. No podía seguir guardándose aquel secreto que la estaba consumiendo. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
Charlotte estaba sintiendo el peso de la situación. Le impactó muchísimo, no podía creérselo, y quería echarle tremenda bronca.. Pero en su interior, también sintió la necesidad de proteger a su hermana, de ayudarla en todo lo que pudiera.
To be continued....
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A CONTRATIEMPO
Este poema tiene un son
que no es el suyo. Imaginad
que estamos bailando un bolero.
Pero la música que suena
yo no la oigo: es otro ritmo,
otro compás, el que yo llevo.
Bailo a destiempo, a contratiempo.
Mi pareja se queja porque
la estoy pisando. ¿Cómo puedo
decirle que escucho una música
que ya sonó o no sonó nunca?
Nos sentamos. No nos miramos.
(No nos veríamos).
El son
de este poema no es el suyo:
llevamos músicas distintas.
Por eso el baile es imposible
y debo desistir.
A Contratiempo, de José Hierro, Cuaderno de Nueva York (1998).
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WITH FIRE AND VIGOR (VER EN ISSUU)
La música de Mk.gee me afectó tanto que hice una fanzine sobre él. Por el momento es digital, pero no va a pasar mucho tiempo hasta que la imprima y la reparta por donde se me ocurra.
Todo este proceso, desde descubrirlo después de que tocara en Saturday Night Live el 9 de noviembre de 2024, hasta armar esta fanzine en menos de una semana, me reactivó creativamente. Voy a seguir explorando por acá, seguramente con más artistas musicales y también alguna otra cosa que vengo escribiendo y anda dando vueltas en cuadernos.
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A veces pienso que me estoy cansado de sentarme a observar las estrellas del cielo nocturno en mi azotea, viendo como los aviones se cuelan entre las constelaciones del firmamento, fingiendo con su luz ser una de ellas, a pesar de que seguirán surcando el cielo mientras ellas permanecen inmóviles.
Si miras a mi alrededor verás cientos de libros amontonarse bajo mis pies, de diversas índoles y géneros, de escritores de distintos países, diferentes épocas y mentalidades. Al igual que encontrarás entre sus paginas algunas de mis cartas, mis cuadernos camuflados entre sus portadas, e incluso algún ejemplar propio que nunca vio la luz.
Y sin embargo, parezco a ver perdido todo el interés en el mundo de la escritura.
No sé si escribo por placer, o porque me obligo a hacerlo. No sé si leo por gusto, o porque me obligo a enriquecer mi intento de arte en base al de otro artista.
Me gusta pasear por las calles de la ciudad escuchando música para buscar inspiración, pero ya no me apetece salir de casa. Me gusta ir a lugares abandonados y dejar mi arte en ellos, manchar las paredes de los túneles con mis dibujos, pero ya no quiero pintar. Me gusta sentarme en las bancas de los parques a fumar y poder observar él transcurso de la vida, como si fuera un fantasma, algo externo.
Pero ahora solo fumo a escondidas y lo único que veo pasar es a mi mismo.
De lo que quería ser, a lo que soy, hay una leve diferencia perceptible por fuera, pero increíblemente profunda e irreconocible por dentro.
Todos me ven y me reconocen no únicamente en físico porque me conocen y ya saben quien soy.
Pero que pena no poder decir ahora mismo lo mismo de mi.
Les comento que quiero crear arte sin cadenas, sin restricciones, sin impedimentos, pero parecen que no entienden a lo que me refiero, porque no hay nada tangible que perciban como lo causante de mi impedimento.
Tal vez, no sé explicar que el peor martirio del artista, es el propio artista en si. Y que cuanto mas arte quiero crear, mas parece que me alejo de ello subconscientemente.
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Del cuaderno... (XI)
VIRTUDES REDENTORAS
Tengo ciertas virtudes redentoras. Una de ellas, tal vez la más útil, me ha venido muy bien a lo largo de los años, y se halla en mí desde la más temprana infancia: la capacidad de convertir aquello que me causa tribulaciones, o que deseo y que me falta, en nutritivo condumio para el alma. El amor fati nietzscheano, por decirlo «en culto». Más en vulgar, una especie de variación sobre el famoso dicho de que «lo que no mata engorda». Yo convierto, en la medida de lo posible, en néctar el veneno. Es muy curioso. Nos salvamos, una y otra vez, por una razón bien simple: porque no tenemos más remedio. Así vamos viviendo; y así moriremos. La cosa no tiene nada de particular, y al mismo tiempo es un milagro.
[16/03/24]
MÚSICA PARA DETECTIVES
Hay títulos en internet ante los que tiene que quitarse uno el sombrero. Este es el de una selección de «música relajante para detectives» en la plataforma YouTube (a la que precisamente por sus magníficos contenidos de ambient y diversas «músicas tristes» estoy suscrito): Sherlock y el misterio del corazón. ¿Qué hubiera hecho con eso el inefable Arthur Conan Doyle? Goza uno pensándolo; antes de sentirlo, bastante profundamente; porque nunca lo sabremos.
[17/03/24]
TIEMPO DE SEMANA SANTA
Siempre me sorprendo en el mes de marzo mirando por la ventana a la caída de la tarde, olisqueando el aire preprimaveral y elevando un íntimo rezo —una íntima plegaria— en petición de lluvia. Marzo es uno de mis meses favoritos; aunque todos los meses me gusten. En la meseta castellana puede virar de invernal puro —con nieve incluso, y con fuertes vientos— a delicia típica de lo que yo llamo «tiempo de Semana Santa».
Pascua este año cae en la última semana de marzo, que casualmente es la que viene. Volveré a ser feliz, recordando —por enésima vez— la «mona» que en esos días, de niños, nos llevábamos de merienda al campo: el bollo de pan de yema (el brioche francés), con un huevo cocido coronando su cima, que se come en Levante en Semana Santa y se llama «mona de Pascua». Pierdo la cuenta de los fragmentos y poemas que a este dulce asunto le he dedicado (en mi libro Pasos en el corredor se recoge una pieza, titulada “Pottering About”, que es de las más recientes que recuerdo haber consagrado, parcialmente al menos, a la materia).
Este año no saldré al campo a comer la mona. Eso es algo que no hago desde hace por lo menos medio siglo. Pero es muy posible que saque la bicicleta —me lo está pidiendo el cuerpo a gritos— y baje por el Manzanares, y por Legazpi y Embajadores, y de ahí me vaya rodando en vasta vuelta hasta el parque forestal de Entrevías, para subir luego otra vez hacia Madrid en Cercanías, desde el Pozo del Tío Raimundo. Esa es buena gira; verdaderamente estupenda. No habrá tanta gente en la ciudad. En fechas festivas todos huyen, y eso —muchas veces me pregunto si hay alguna cosa, buena o mala o regular, que no se preste a ser convertida en alegría— me hará sentirme tan feliz como cuando de pequeño salía al campo de merienda.
Solo hará falta, para que mi dicha sea completa, que entre escapadas ciclistas (habrá más de una) nos visite la lluvia.
[18/03/24]
PLEGARIAS QUE ENCUENTRAN ECO
Mis plegarias de la semana pasada no cayeron en saco roto: mañana es Jueves Santo y llevamos dos días de regreso al invierno, con frías temperaturas y abundante lluvia, que parece que va a continuar en las próximas jornadas. Ni que decir tiene que eso me alegra mucho.
Dedico esta breve temporada de calma absoluta a seguir adelante con mis numerosas tareas creativas: el presente cuaderno en marcha, que no cesa en su avance; el «megalibro» de ensayo-ficción (edición faraónica y total de mis notas y fragmentos de los tres primeros lustros de este siglo); y los diversos otros proyectos que yacían en dique seco, aguardando su definitiva puesta a punto y su reflotamiento. Todo llega, y a cada cosa le llegará su momento.
No he sacado la bici. Tal vez debería buscar un hueco de unas horas entre mis quehaceres, aunque la lluvia dificulte ahora posibles salidas. También puedo quedarme aquí, viendo la lluvia caer —en intensos chaparrones intermitentes— desde mi ventana.
Ayer hubo fuertes chubascos. Llegó a caer incluso una violenta descarga de pedrisco, que a mí me pilló a la intemperie y en tránsito. Volvía yo a última hora de solicitar unos análisis de rutina en el hospital de Sanchinarro y regresaba a pie desde La Paz, donde me había dejado el autobús, en forcejeo tenaz con los elementos y con mi propio paraguas plegable, que en las Cuatro Torres había sido vuelto varias veces del revés por las gélidas ráfagas de viento. Eran las nueve de la tarde-noche y ya había oscurecido; el aire en los alrededores de La Paz soplaba con polar ferocidad. Tras cruzar dando tumbos el Parque Norte, llegué a casa más o menos empapado, y con las manos como carámbanos de hielo. Pero traía conmigo un pan exquisito, con trozos de chocolate y fragmentos de monda de naranja, que había comprado horas antes en el barrio de Salamanca y custodiado heroicamente, en las entrañas de mi abrigo, durante mis largas deambulaciones urbanas y hospitalarias.
Ya en la cocina de mi domicilio, después de secarme, reponerme de los estragos de la granizada y cambiarme de ropa, me preparé un sabroso emparedado de jamón, acompañado de una reparadora taza de té, y sentí que poco a poco volvía a la vida. ¡Siempre son las pequeñas cosas las que acuden en nuestro auxilio! Nos rescatan; nos sumergen de nuevo en lo que Bertolt Brecht llamaba (en un poema titulado «El que duda», en este cuaderno incluido) «el flujo del acontecer».
Esta mañana —nubes y claros, rachas intensas de lluvia y viento en el barrio— me sumerjo en ese flujo, que es el que me redime.
[27/03/24]
ROGER WOLFE
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“En el marco del día del maestro”.
Agradecimiento eterno a las maestras y maestros que que tienen la fortuna de enseñar.
Polvo de gis/ Cristina Pacheco.
Muchas veces cometemos el error de no prestar la atención necesaria a lo que de verdad es importante. Vamos dejándolo todo para después sin darnos cuenta de que esa palabra – después– lo mismo puede referirse al término de unos minutos que a muchos años; sin embargo, y diría que por fortuna, de pronto algo –un encuentro, un recuerdo, una fecha– nos impulsa a enmendar la falta.Hoy, con motivo del Día del Maestro, reparo la que involuntariamente cometí con una persona maravillosa ante quien siempre estaré en deuda: la maestra Eva.
Pequeña, redondita, de ojos claros, pulcra, siempre vestida con ropas oscuras salpicadas con el polvo del gis: su herramienta para sembrar en sus alumnos el deseo de aprender, su arma para combatir la ignorancia y el temor.A quienes fuimos sus alumnos, la maestra Eva nos enseñó, entre muchas otras cosas, a amar a México y apetecer el mundo; a adaptarnos a nuestras realidades sin sentirnos ajenos a los sueños. En el aula nos inició en el misterio de los números y nos hizo deslumbrarnos con todo el poder de las palabras.Aunque con imperdonable demora y a sabiendas de que ella jamás podrá leer este mensaje, quiero reiterarle mi agradecimiento por su paciencia, su generosidad y su ejemplo.
Debí habérselo dicho en el momento en que nos despedimos, al concluir aquel festejo que cerró el año escolar: para mis compañeros y también para mí el último de la primaria.
II
Para que no me olvides
A pesar de que era invierno, aún recuerdo que la mañana de nuestro festival escolar fue luminosa y tibia. En el patio donde se habían dispuesto las sillas para las familias invitadas, los alumnos, ya libres de toda restricción, íbamos de un lado a otro haciéndonos bromas, intercambiando datos o autógrafos que escribíamos en las últimas hojas de algún cuaderno ya sin tapas y lleno de borrones: “A Chela, de su amigo el Tobi.” De Luis para Ernestina. Adiós, carita de arroz. Para que no te olvides de tu amiga Lucero.
Junto a la fuente o al pie de la escalera que conducía a la Dirección posaban para don Aniceto –el fotógrafo oficial en nuestros eventos especiales– los niños que, por ser alumnos distinguidos, habían participado en el programa y gracias a sus disfraces estaban convertidos en chinacos, adelitas, guerreros, san marqueñas, tehuanas.
En medio de tantos personajes vistosos, aquel año sobresalieron los reyes y las reinas que bailaron al ritmo de Alejandra en un elegante salón imaginario: ellos, con las líneas de su falsa vejez marcadas a lápiz en la frente, barbas de algodón y corona de hojalata; ellas, con vestidos ampones, su primer maquillaje, una tiara de bisutería y un abanico de papel en la mano.
Al paso de los minutos, en las camaritas fotográficas iban quedando los que eran momentos de gloria para los niños y de satisfacción para los padres y abuelos, siempre extrañados de que el tiempo transcurrido entre el primer día de clases y el último hubiera pasado tan pronto: Parece que fue ayer cuando te traje por primera vez. Nunca nos habíamos separado. No te imaginas cómo llorabas y lo feo que sentí cuando me preguntaste si de veras iba a volver por ti. Cuando te inscribimos estabas chiquitito y mírate ahora: no tardas en alcanzarme.
III
Un recuerdoEn una de aquellas fotos para el recuerdo aparece la maestra Eva rodeada por sus alumnos del 6º C. La conservo y con ella guardo también la luz de una clara mañana de invierno, la traza de aquel patio bordeado de fresnos, el eco de las risas y de la música que salía deforme, casi irreconocible, a través de nuestro pésimo equipo de sonido.Cerca de las 2 de la tarde, hora en que Delfina tenía orden de cerrar las puertas de la escuela, me acerqué para despedirme de la maestra Eva. Cuando nos dimos la mano le hice la promesa de que volvería a visitarla. En respuesta me sonrió con un gesto que tardé en descifrar: expresaba cierto cansancio por las muchas veces que, a lo largo de su experiencia profesional, había escuchado la misma oferta sin que llegara a cumplirse.
La maestra Eva tuvo razón en desconfiar de mí: nunca volví a visitarla, pero a diario la recuerdo de muchas maneras: atravesando el patio para imponer el orden en las filas de niños a punto de comenzar sus clases, subiendo la escalera rumbo a su salón, señalando en el mapa territorios lejanos. La imagino poderosa, de pie tras su escritorio, revisando tareas, dictándonos, oyendo nuestras torpes lecturas en voz alta. Atenta siempre.La evoco sobre todo como la vi por última vez en el salón ya vacío. La encontré sola, ocupada en sacar de los cajones sus listas, su preciado juego de geometría –herencia de su madre, también profesora–, sus libros. Al terminar lanzó una mirada general a los pupitres con iniciales grabadas en las tapas a punta, lápiz, tinta o de manguillo.
Después se acercó al pizarrón y se puso a borrar despacio, como si lo lamentara, la frase que había escrito esa mañana, a manera de despedida general: Antes de que decidas por qué camino seguir, mira en ambas direcciones de la calle y luego, por mucho que te alejes, nunca olvides de qué lado tienes el corazón.
Siempre que rememoro esas palabras me parece que estoy frente a la maestra Eva: pequeña, redondita, de ojos claros y con la ropa oscura recamada con polvillo de gis.
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No puedo dejar de pensarte
no puedo odiarte
Todavía sueño contigo, no te vas del todo
Estás, y creo que siempre vas a estar.
Estás presente en mi memoria, en mis cuadernos, en mis notas, en la caja donde guardo recuerdos, en la música que escucho, en el lugar donde vivo, en los lugares donde paseábamos, en las calle donde nos conocimos.
En el olor a vino, y en el humo de cigarrillos baratos.
24 nov 2024
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Makano fue un adelantado en el sentido de hacer una canción de reggaeton con una niña de una forma que no sexualiza ni se burla de las experiencias de una niña. Es decir, no hizo que una nena tiktoker parezca de 18 y baile perreando ni hizo una parodia. Los más chicos escuchaban y escuchan reggaeton por más "no hago música para niños" que los reggaetoneros digan es un género popular y cultural y el loco agarró y dijo hay que hacer una canción para este público y fue un temazo. Puede que sea cursi y lo que quieran pero su nombre en mi cuaderno es icónica por las mejores razones
#el tipo la estaba rompiendo entienden#era un reggaetonero romántico sí pero serio no era topa#y el tipo hizo un tema así validando el drama romántico de una niña es una obra maestra
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Plasmar ideas en papel era una tarea sencilla para él, un amante de la música desde que tiene memoria y ni siquiera cuando tuvo su ‘época oscura’ ha dejado de expresar lo que siente, llenado decenas de libretas que aún descansan en su habitación. A veces las relee como una forma de seguir adelante, de recordar amistades o amores que dejaron una marca en él, a su yo de pequeño que le pedía a gritos que no se rinda con su sueño aunque todo el mundo esté en su contra. Dohyeon sabe tocar algunos instrumentos de pequeño, cuando fue a pedir clases particulares a sus padres y estos accedieron creyendo que solo era un gusto temporal y cuando crezca, enfocaría su vida en heredar el negocio familiar. También está aprendiendo piano por su carrera aunque no se compara en lo absoluto al talento innato de Minjae, pero escribir y producir son cosas distintas, por lo que busca ayuda en el mayor para dar vida a una nueva canción que escribió noches atrás. “¿Estás libre, hyung?” se asoma con timidez por el pequeño espacio entre la puerta y el marco de la misma, sujetando entre sus brazos y cerca del pecho el cuaderno donde las letras dan vida a sentimientos que, por ahora, es incapaz de expresar.
#microbio favorito is back con mi playlist para llorar(?) 🥰#me acuerdo que sullyto le enseñaba sobre composición o algo similar(?)#así que aproveché esa idea <3#y aprovecho también que es una de mis canciones favoritas que siento que queda mucho con ellos 🥺#( dialogue: song dohyeon )#( dynamic ♡ suyeong & dohyeon )#( verse ❀ sugar ru$h )#mikrokosmcs
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insomnios
Mi cuerpo tenía que estar totalmente dormido para que me pudiera dormir, desperté por los gritos de mi mamá llamando, me dolía mucho la cabeza de tanto beber y descargar toda la energía negativa en cantos y bailes para transmutarla en positiva, había tenido un ataque de psicosis de euforia.
Sentía mi cuerpo cansado y seguía en ayunas, era malo lo sé pero no tenía apetito y sentía que si comía algo probablemente lo vomitaría. Era por mi bien.
Traté de comportarme bien cuando atendí a Pan, y estuvo bien porque platicamos un rato sobre nuestras vivencias similares, era sanador de cierta manera.
Seguía sintiendo cefaleas y cómo si me hubiera caído del cielo Andrea me compartió un poco. Salí por ella y mientras iba caminando el aire helado contra mi piel, me sentía diferente como si hubiera soltado algo, sentir el aire era mi sentimiento favorito me hacía sentir viva, era un consuelo para mí.
Me había equivocado de persona y casa cuando fui a recogerla ¿será que mis alucinaciones estaban haciendo efecto en mi pobre cerebro que estaba en 0 de energía?
Fumé un poco en mi casa, pensé en salir y ver amigos, pero me sentía cansada y empezaba a sentir sueño, aproveché.
O eso pensaba, empezaba a sentir ansiedad y a sobrepensar, mientras me repetía después de cada recuerdo "Fin" "Es el fin".
Con unas largas respiraciones, hasta quedarme dormida.
Cada cierta hora me levantaba asustada, tenía sueños borrosos donde abrías el cuaderno y en ella aparecían escritos que alguna vez hice, los ojeabas y pensaba que según yo ya no tenía escrito nada. Despertaba, y como si mi cabeza trabajara en automático empezaba a repetir los recuerdos y esos pensamientos que estaba tratando evitar entre insomnios sin poder dormir mi cuerpo se sentía cansado y pesado.
Traté de calmar mi mente con estiramientos de cuerpo para relajarlo, sólo así pude cerrar los ojos, desperté con una llamada de Pam, le resumí cuando me preguntó sobre como estaba... ella preguntó. Colgamos, y escuché la ruidosa música de la vecina, me reí para mis adentros al recordar que ayer me había despertado igual con sus gritos cantando "Mariposa Traicionera" de Mana
"Ay, mujer cómo haces daño Pasan los minutos cual si fueran años Mira, estos celos, me están matando
Ay, mujer qué fácil eres Abres tus alitas, muslos de colores Donde se posan tus amores
Ay, mariposa de amor Mi mariposa de amor Nunca jamás junto a ti
Vuela amor Vuela dolor Que tengas suerte en tu vida"
Tal vez era una señal.
Era lo que pensaba mientras veía el cielo y los arboles desde mi ventana, como tú alguna vez lo llegaste hacer.
Después sentí la pata de mi perro llamándome así quitándome del transe.
Nunca pudimos llegar a un procedimiento de acuerdos común, y creo que fue lo mejor, descanso sabiendo que hice lo correcto a tiempo, especialmente para mí.
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Se dice de LEONARDO DA VINCI
Leonardo da Vinci fue un polímata (capacidad de alcanzar la excelencia en varias áreas del conocimiento) italiano del Renacimiento conocido por su habilidad en diversas disciplinas, como la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la anatomía, la ingeniería y la escritura. Además de sus logros en estas áreas, también se le atribuye la capacidad de escribir con ambas manos simultáneamente en direcciones opuestas.
Esta habilidad única de Da Vinci para escribir con la mano izquierda y la derecha al mismo tiempo en direcciones opuestas se conoce como escritura especular. Esto significa que podía escribir de izquierda a derecha con una mano mientras escribía de derecha a izquierda con la otra mano. Esta técnica le permitía evitar manchar la tinta fresca mientras escribía o dibujaba, ya que podía alternar entre ambas manos.
La escritura especular de Da Vinci se evidencia en sus famosos cuadernos de notas, donde se encuentran escritos en italiano y en espejo. Esto ha fascinado a los estudiosos durante siglos, ya que ha generado teorías sobre su posible intención de ocultar sus ideas o proteger su trabajo de ser fácilmente comprendido por otros.
La capacidad de Da Vinci para escribir con ambas manos en direcciones opuestas es un testimonio de su destreza manual, su coordinación motora y su habilidad para dominar múltiples tareas de manera simultánea. Este talento excepcional es solo una muestra más de la genialidad y la versatilidad de uno de los artistas y científicos más influyentes de la historia.
Tomado de la web
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our song!
ethan morales x oc!fem fic
warning!: na bora es un personaje original que yo cree, no me molesta escribir usando "y/n" pero para este fic preferí hacerlo así.
na bora no era alguien muy relevante en su escuela; pasaba sus días rodeada de hojas de estudio y de su música favorita.
ella era solo la chica coreana que era muy aplicada, pero nunca lo suficiente. sus otras dos amigas: devi y fabiola, eran mucho más inteligentes que ella, a quien todavía le costaba hablar inglés. en cambio, eleanor y aneesa, no eran alumnas tan aplicadas como ella pero tampoco eran tontas.
desde que había entrado a la escuela de sherman oaks había echo varios enemigos en el camino, si bien solía mantener un perfil bajo en la escuela su carácter no evitaba ciertas apariciones.
ben gross, era una persona que bora aborrecía: no solo porque (este nuevo año escolar) se había acostado con devi y la había ignorado todo el verano, si no por su ingenio de dar apodos insultantes a las personas, en especial a ella y sus amigas. gracias a que su temperamento no se controlaba cuando ben decía algo fuera de lugar, bora conocía detención tan bien como conocía la palma de su mano.
bora caminaba por el pasillo con su cuaderno y sus partituras en mano, le gustaba mucho tocar el piano y siempre inventaba nuevos sonidos para tocarle a su hermanita menor. el hombro de su enemigo, ben gross, chocó con el de ella y todas sus hojas cayeron al suelo.
"dios! mira por donde caminas" se agacho a recoger cada partitura y se dio cuenta de que ben seguía de pie, mirándola, más bien mirando las partituras. "qué miras?!" le gritó. tal vez fue un poco fuerte porque todos los ojos adolescentes volaron a esa escena.
se levanto del suelo y le devolvió a ben el choque de hombros. camino a paso apresurado y se fue a su próxima clase.
cuando entro a la clase de español, tomó su asiento tras eleanor, e ignoro a la profesora cuando esta empezó a hablar en español. apenas entendía el inglés y ahora le hablaban en español, lo peor era que esta era una clase obligatoria.
"devi, ¿vas a poder llevarme a mi casa hoy? ya no quiero caminar" desde que, según devi, la nueva novia de ben había escrito perra estupida en su auto ella se había negado a subirla a su auto; y que su madre la viera llegar en ese horror a casa porque sabía lo exigente que podía llegar a ser. pero se había hartado de caminar a casa, y ayer la habían perseguido tres perros que parecían tener rabia.
por el alta voz se escuchó la voz de la directora llamar a margot. "supongo que eso es un si?"
"supones bien, bora" devi le sonrió. "esa maldita tendrá su merecido, después de que-"
"shh" eleanor la mando a callar cuando su nuevo amor adolescente entro por la puerta y fue a sentarse detrás de devi. ethan morales, un chico malo al que su amiga le había echado el ojo luego de rechazar a trent.
"lindo moretón, ethan"
ella y devi se miraron confundidas. bora nunca había coqueteado con alguien en su vida, pero leía muchos libros, y nunca leyó un coqueteo como ese. jamás.
"hm, ¿gracias?. me caí"
"ethan" la profesora los interrumpió "quieres pasar a escribir tus mascotas en la pizarra?" otra vez, bora se quedó procesando que había dicho la mujer.
"no, gracias"
"solo pasa a la pizarra" dijo esta vez en inglés.
bora lo siguió con la mirada cuando se levantó, y tocó el hombro de eleanor para que esta se voltee. "no entiendo que le vez. tiene tanta profundidad como una roca"
"eso no es cierto. el es un chico profundo" volvió su vista a la pizarra, "mira, el chico tiene tortugas"
en la pizarra estaba la palabra tortugas escrita en español, junto a otras dos palabras que no entendió. pero se dio cuenta de un detalle, las letras T eran iguales a las T del acto de vandalismo de devi, parecía que ella también se dio cuenta.
cuando ethan volvió a sentarse y devi le pregunto si había grafiteado su auto el dijo "oh, ese era tu auto? creí que era el de la señora Díaz; me puso una F. perra estupida"
bora lo miro con odio mientras la profesora lo regañaba. ese mal intento de chico malo era el principal causante de que fuera perseguido por tres perros ayer mientras iba a su casa. solo esperaba que devi encontrara a alguien que limpiara su auto.
justo cuando abrió su casillero, devi apareció detrás de ella con una mirada triste "¿qué?"
"bora… no enloquezcas pero, no voy a poder llevarte a tu casa porque ahora no se quien va a limpiar mi auto y-"
bora dejo de escuchar lo que devi le decía cuando vio a un ethan muy tranquilo riendo al final del pasillo. devi le había enseñado un ejercicio para calmar su temperamento, dijo que era una recomendación de su terapeuta, pero ahora romperle a ethan la cara a golpes y usar sus técnicas de karate para eso le parecía la solución.
cerró su casillero con fuerza y caminó con odio hacia el chico y sus amigos, con devi pisándole los talones.
le saco a ethan la patineta donde apoyaba su pie, y este casi cayó al suelo. "hey. ¿que mierda te pasa?"
"me voy a quedar con esta cosa hasta que arregles el desastre que hiciste en el auto de devi, punk mal nacido" le dijo con una mirada poco amigable.
ethan se miró con sus amigos "no me importa, tengo 4 de esas en casa"
"ah si? entonces voy a romperte esta en la cabeza y te haré limpiar ese grafiti con la lengua" le grito muy fuerte que sintió sus cuerdas vocales rogarle que parara. pero no iba a permitirse ser perseguida por perros otra vez.
desvió su mirada de ethan cuando un chico habló "wow, pareces tan loca como bellatrix lestrange" obviamente entendió esa referencia porque se había leído cada libro de harry potter, así que puso su mejor cara de enana desquiciada mientras miraba a aquel chico con odio.
"me suspendieron una semana por casi romper la columna de ben gross, y mi karate solo mejoró desde ese día. ¿acaso quieres ser mi próximo muñeco de prueba?"
él pareció dudarlo porque miró a ethan asustado "eh, no"
"bien dicho. arregla el auto, idiota" sin darle la patineta y bajo una mirada extraña de parte de ethan, se fue con devi siguiéndole los talones.
le sonrió a la abuela de devi después de que ella dijera salía con alguien. se había quedado en casa de su amiga a dormir con tal de no ir caminando a casa.
su celular vibró en su bolsillo trasero. "soy ethan. estoy afuera." un segundo mensaje llego. "espera, tu no eres devi" revoleo los ojos y tomó la patineta junto a la puerta principal para luego salir afuera.
ethan estaba al lado de la camioneta con una bolsa de plástico en las manos. le tiro la patineta cerca de sus pies y vio que tenía una en las manos, no mentía cuando dijo que tenía más.
"no vas a golpearme con esa en la cabeza?" le dio una sonrisa.
"no si arreglas el auto"
"por qué te importa tanto si lo limpio o no?, no es tu auto"
"si, pero devi me llevaba cada día a casa hasta que mi madre vio ese lindo grafiti que hiciste y me dijo que si volvía a subirme a ese auto iba a desheredarme" detuvo sus palabras cuando noto que ethan la miraba demasiado. "entonces… lo vas a limpiar o...?"
"eres un poco ruda, no?"
"puede ser"
"bueno, nunca me habían gritado así antes" su tono de voz se había puesto más grave, eso causó un revoloteo en el estómago de bora por primera vez en su vida.
"si, lo que sea…" trato de ignorarlo pero lo que dijo después solo la puso más nerviosa.
"es sexi"
qué? los ojos de bora se abrieron de la sorpresa. nunca nadie le había dicho esas dos palabras y menos con esa voz tan... tan... ni ella sabía cómo describirlo.
ethan siguió hablando como si nada "si, cuando me estabas gritando y amenizando a mi amigo, pensé: diablos, bora si que es sexi"
lo miro como si le hubieran salido tres cabezas, ignorando sus ojos tan encantadores y sus rulos revoltosos. y salió corriendo a la puerta de devi.
corrió sin mirar en donde pisaba y casi cayó de cara al suelo cuando subió muy rápido los escalones, escuchando la risa de ethan de fondo.
no podía caer ante sus palabras, eleanor era la que se la pasaba hablando de él y su aura misteriosa. ¿por qué le estaba diciendo todo esto?
apoyo su espalda en la puerta rogando porque ethan limpiará el auto y se fuera tan rápido como llegó. pero pego un salto cuando patti le hablo "estas bien chica? estas pálida como un vampiro"
Nalini la examinó de pies a cabeza y volvió salir corriendo, pero esta vez se fue a la habitación de devi.
que mierda iba a hacer ahora?
#ethan morales#never have i ever#ethan morales x you#ethan morales x reader#paxton hall yoshida#devi vishwakumar#ethan morales x y/n
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Sigo con vida~ (?)
Revisando mis cuadernos de dibujo antiguos me percaté que en el 2022 prácticamente no dibujé... Si hice algo seguramente fue digital pero tampoco es como si hubieran sido muchos.
Así que, para este año me he propuesto hacer al menos 52 dibujos, o sea, un dibujo por semana~ >:3
Líneas rápidas que hice la noche del 2 de enero. No tiene una identidad definida, simplemente le tocó existir (?)
Saburo~ mi oc de Inazuma Eleven Go con ropa tradicional por el año nuevo. No sé dibujar ropa, debería ser un propósito para este año también...
Regalito que hice para Micchi y Martu por su aniversario, mientras jugaban ¿Marvel vs Capcom? en stream~
Enero/5. Me declaro seguidora del gaminet xD
X: pero si nisiquiera se conocen, cómo los vas shi--
Me importa un pepino, voy a emparejar lo que a mi cola le cante la regalda gana. Y mi cola está de acuerdo con esto.
Hay tanto que corregir en este dibujo OTL... Pero tendré que hacerlo el día que lo pase a digital, sobrepasé la resistencia del papel xD
Enero/7. Te-he~ son tan bonitos~ 💕
Enero/8. Se suponía que debía ser Saburo también, pero por alguna razón se ve... Extremadamente Loli...
En recuento, he hecho unos 10 u 11 dibujos en 10 días. Subo los más decentes para no acuchillar a mi autoestima (?)
En parte también fue para subir el gaminet sin terminar en alguna parte ewe
Pos bien, espero recordar hacer el próximo reporte de aquí a 10 días más, mientras sigo disolviendo mi existencia en la música de Paradox Live 💕✨
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Hoy sacamos su acordeón y con mi hermana intentamos tocar algo y sacar alguna melodía. No pude evitar imaginarlo viniendo desde el pasillo para enseñarnos a tocar. Es tan una metáfora de nuestra vida juntas sin él, intentamos avanzar a prueba y error.
Le gustaba muchísimo la música, le gustaba dibujar. Sé que si podríamos haber estado juntos hubiese tenido tantas cosas para enseñarme, habría tanto que compartiríamos. Pero de alguna manera está ahí conmigo cuando puedo leer sus notas para aprender a tocar, estaba ahí cuando pude abrir su cuaderno de clases de dibujo y seguir las mismas consignas que él siguió.
Que equivocados estábamos al pensar que inmortalidad significaba no morirse nunca.
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Del cuaderno... (XVI)
CUATRO PÁRRAFOS
Canta el mirlo en la tarde de abril. Siempre está ahí mi fiel amigo y compañero; salvo en los últimos meses —tal vez un total, nada despreciable, de un año o año y pico— en que había faltado; fue durante 2023 y a comienzos de 2024. No sé cuánto tiempo llegó a estar ausente, pero hubo un momento en que sentí franca alarma; vivir sin la música del mirlo sería para mí como vivir o intentar vivir sin tabaco, sin la lectura, sin un modicum de amor físico. Luego, pese a que la invasión de horrendas cotorras no amaina, volvieron hasta cierto punto los ritmos a su curso, las aguas a su cauce y la paz a mi ánimo (en lo que al mirlo al menos se refiere).
Llevo la mayor parte de la tarde sumido en la inactividad, tras una mañana de intensa labor escritural. Ahora, por la ventana de mi estudio, barro de nuevo el cielo con los ojos, en busca de otros amigos que hace un par de días hicieron su aparición en las alturas: los vencejos. No veo esta tarde ninguno. Siempre reaparecen en primavera, surcando los vientos de finales de marzo y asaeteando los celajes de abril. Pero sus ciclos fluctúan, y yo diría que no se ven tantos en el barrio como antaño.
Creo que saldré dentro de un rato a dar un paseo. Es sábado, y el mundo está especialmente tranquilo. Esta semana volví a sacar la bici, por vez primera desde enero; pero hoy la dejaré guardada en el garaje; tal vez me anime a sacarla nuevamente mañana, o incluso el lunes, cuando tengo pensado ir a cortarme el pelo en La Moderna (y no sería la primera ocasión en que acudo a la barbería, en Alcalá con Príncipe de Vergara, en bicicleta; una vez aparqué la máquina en el interior de la propia tienda. Me parece que fue durante la covid; no había nadie en el establecimiento).
Lo dejo aquí. He redactado este fragmento con mi segunda Parker 51; la que perteneció en su día a mi abuelo materno, William Owen Bloxham. Es de color gris perla y lleva las iniciales «W. O.» y el apellido correspondiente grabados en su estilizado fuselaje. Y cuando digo «fuselaje» —aeronáutico vocablo— lo hago recurriendo premeditadamente al símil: la pluma de mi abuelo es como un minúsculo avión que surca estos renglones que hoy remato, tras bastantes años sin hacer uso de la estilográfica, en homenaje a la memoria del señor Bloxham, un caballero inglés de los que tal vez solo queden en la diáspora.
[20/04/24]
PROBLEMILLAS CON LOS REGISTROS
He tenido problemillas con mis más recientes grabaciones poéticas. No sé si es porque en esta última temporada registro hablados con mucha menor frecuencia que antes. Y ya sabemos que la función o el uso —según Lamarck— hace al órgano; en este caso, el órgano metafórico de la voz. Aunque no se trate de la voz propiamente dicha, sino del tono y las cadencias de la misma. Grabar en condiciones domésticas (como ya he señalado en numerosas ocasiones) puede resultar francamente desesperante. Mi absurdo perfeccionismo, por otra parte, se vuelve también contra mí, habida cuenta de que las condiciones imperantes no pueden garantizar un resultado que no acabe de ser subóptimo.
Cuando tenía catorce años y estudiaba —lo hice durante un trimestre en aquella época— en el Churchill School, el colegio de mi pueblo natal de Westerham, en Inglaterra (establecimiento de enseñanza que hace ya muchos lustros fue borrado del mapa, como tantas otras cosas que a su paso barre la apisonadora del «progreso»), teníamos en clase de «trabajo del metal» a un bondadoso manitas, hombre barbado y melenudo como un loco inventor del siglo XIX, que a mí solía decirme, durante el proceso de manufactura de los objetos que fabricábamos, y al entregarle el artefacto terminado: «¡Muy bien! Aunque, como sé que eres un perfeccionista, no creo que estés completamente satisfecho con el resultado…».
Aquel señor, que hubiera podido ser una especie de amish modificado, o un evangélico caudillo de tiempos pretéritos, se llamaba míster Jacobs. Siempre tuve con él la sensación, enormemente reconfortante y alentadora, de que me comprendía a las mil maravillas; y esa es la máxima virtud de un maestro verdadero.
La última herramienta que fabriqué en clase de trabajo del metal fue un destornillador hecho enteramente de acero, de largo y poderoso fuste y empuñadura torneada con mimo, que a pesar de su humilde acabado era un recio y hermoso utensilio. Conservé durante muchos años el destornillador, que me traje conmigo a España cuando abandoné el Churchill School tras aquel paréntesis inglés de mi temprana adolescencia; pero en el transcurso de los años, el entrañable útil, fabricado con mis propias manos con tanta devoción y esmero, terminó perdiéndose en algún recoveco del camino.
Ahora, batallando con mis audios poéticos fallidos, me he acordado de aquellas clases de artesanía del metal, y del bondadoso y sabio señor Jacobs. Sigo siendo víctima del perfeccionismo, que es uno de los rasgos de mi carácter que más me martirizan (y que además se riza sobre sí mismo en bucle doble, como para aguzar aún más mis tormentos: soy uno de esos neuróticos que sufren la neurosis añadida de desvivirse por domeñar sus obsesiones). Si míster Jacobs estuviera aquí, ya me imagino lo que me diría: «Intuyo que sigues sin estar del todo contento con esto, de modo que vamos a hacer una cosa…». Y esa cosa sería, con calma y aplicación, darle otra vuelta de tuerca al asunto. La función hace al órgano; la práctica —¿no habló Baroja del «camino de perfección»?— conduce a lo perfecto.
[23/04/24]
LA BÁSCULA DEL TIEMPO
Tengo la sensación de andar perdiendo demasiado el tiempo estos días. (Perder un poco el tiempo es saludable y necesario; perderlo en exceso es incuria inaceptable. Encontrar el punto exacto de equilibrio entre estos dos extremos es una de las más fundamentales destrezas del artista).
Estamos a miércoles, y desde el sábado pasado no laboro en condiciones en las diversas tareas que forman parte de mi cometido; el domingo arrojó un balance regularcillo; el lunes fue más bien malo; y ayer martes borré de la Bitácora, por la mañana, un hablado de un soneto del Conde de Villamediana («Amor no es voluntad, sino destino…») que desde hacía setenta y dos horas me traía por la calle de la amargura, y que ni por esas —más de cuatro o cinco registros fallidos— me convencía.
Hoy ha sido una jornada un poco apática y desganada; me he pasado la mayor parte de ella muerto de frío (sopla en Madriles un aire de abril que corta a un hombre en dos). Por la tarde, finalmente, he entrado un poco en calor, y leído en la serena paz de mi estudio unas cuarenta páginas de Ortega, de quien cito a continuación un fragmento de hace casi exactamente cien años que me deja esta noche un agridulce sabor de boca, y bastante caviloso.
¡Prosigamos, en todo caso! Conjuguemos ese verbo —«proseguir»—, y todos los verbos de la lengua, en perseverante ejercicio de eterno retorno cotidiano.
Esta grave disociación de pretérito y presente es el hecho general de nuestra época y la sospecha, más o menos confusa, que engendra el azoramiento peculiar de la vida en estos años. Sentimos que, de pronto, nos hemos quedado solos sobre la tierra los hombres actuales, que los muertos no se murieron de broma, sino completamente, que ya no pueden ayudarnos. El resto de espíritu tradicional se ha evaporado. Los modelos, las normas, las pautas ya no nos sirven. Tenemos que resolvernos nuestros problemas sin colaboración activa del pasado, en pleno actualismo— sean de arte, de ciencia o de política. El europeo está solo, sin muertos vivientes a su vera; como Pedro Schlemihl, ha perdido su sombra. Es lo que acontece siempre que llega el mediodía.
[24/04/24]
DE THOMAS SOUTHEN AL HOMBRE SOLITARIO
Voy a utilizar este calendario (en el reverso de cuyas hojas en este momento escribo) a modo de cuaderno de notas. Será fabuloso hacerlo; y además, la pluma se desliza sobre la encerada superficie de su gruesa cartulina con una fluidez de espuma.
No sé cuántos cuadernos y libretas acumulo ya desde que tenía diecisiete años y empecé a hacer constar mis ocurrencias, reflexiones, rumias y poemas por escrito. Recuerdo que el primero de todos ellos era un dietario de oficina, inglés, de rígidas tapas duras de color azul, que mi padre guardaba sin estrenar en su despacho. En su cubierta pegué un recuadro oblongo de papel cuadriculado en el que figuraba el solemne rótulo: The Notebook of Thomas Southen (o algo por el estilo). Mi más temprano pseudónimo fue precisamente ese: “Thomas Southen” (siendo “Southen” corrupción de “Southern”, con erre antes de la ene final, que en español yo convertiría en Delsur).
No es que yo haya sido muy dado a los noms de plume; pero el siguiente que se me ocurrió asignarme, y que todavía hoy utilizo, hizo su aparición en uno de los epígrafes de mi poemario Días perdidos en los transportes públicos: “Howard Bloxham”. Este pseudónimo lo compuse haciendo uso de mi segundo nombre, extraoficial (mi abuela materna quiso en su día ponérmelo, sin que prosperase nunca la propuesta), y el apellido de soltera de mi madre. En cuanto al anterior apelativo, surgió sin duda, de inconsciente y misteriosa manera, de los nombres de Eliot —Thomas Stearns—, modificados mediante idiolectal guiño de artista adolescente que ya entonces se sentía «inglés de la diáspora» y vivía, en sus sueños literarios, bajo el hechizo del «Sur» como dimensión del alma (Hölderlin, Goethe, Lord Byron muriendo en las playas de Missolonghi, los pintores «orientalistas» del siglo XIX).
Aquel cuaderno azul, que contenía mis primeros versos, y muy ambiciosos esbozos de grandes «obras inmortales» que incluían nada menos que un diálogo dramático à la Browning, protagonizado entre otras figuras por Pasolini, se perdió. Yo mismo me deshice de él en Gijón, en 1999, poco antes de que nos mudáramos a Madrid. Fue otro de tantos actos de punitiva autolesión moral que he perpetrado en mi vida, y de los que siempre me arrepentiré, aunque el pasado no tenga remedio ni sirva para nada lamentarse.
A propósito de esto último, sin embargo, la gran suerte que tengo es mi inaudita capacidad para levantarme una y mil veces de la lona. Mi propensión temperamental al abandono solo es igualada, y superada, por un incesante movimiento pendular, de energía y entusiasmo, que se verifica justamente en sentido contrario: de ahí mi carácter de ave fénix, en perpetuo renacer de sus cenizas.
Habrá más libretas, más cuadernos, más folios, más papeles volanderos, más servilletas de papel y sobres usados vueltos del revés; habrá incluso más calendarios. Dadme —como tengo en algún fragmento dicho— un útil de escribir y un espacio en blanco, y redactaré crónicas siderales en los páramos de la luna. La cantidad tiene su propia calidad; y siempre afirmé que prefería que se me ofreciera lo primero, pues lo segundo —la «calidad»— ya sabría espigarla yo mismo. Escribir es mi sino, y es también mi misión. Van ya no sé si veinticinco libros hasta la fecha; ¡pocos me parecen! (al margen de que de principio a fin tout existe pour aboutir à un livre). Seguirán lloviendo las palabras sobre toda superficie que las acoja; seguirá construyéndose, casi a pesar mío, la «gran catedral» bergmaniana que ya vislumbraba yo cuando buscaba, a través de los pseudónimos, suertes de alter ego que arrimaran el hombro junto a mí, dedicados a la irrenunciable tarea a la que debo consagrar mi vida.
[29/04/24]
ROGER WOLFE
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