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DEL CAMINO
- XXVIII -
Crear fiestas de amores
en nuestro amor pensamos,
quemar nuevos aromas
en montes no pisados,
y guardar el secreto
de nuestros rostros pálidos,
porque en las bacanales de la vida
vacías nuestras copas conservamos,
mientras con eco de cristal y espuma
ríen los zumos de la vid dorados.
………………………................
Un pájaro escondido entre las ramas
del parque solitario,
silba burlón...
Nosotros exprimimos
la penumbra de un sueño en nuestro vaso...
Y algo, que es tierra en nuestra carne, siente
la humedad del jardín como un halago.
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Soledades. Galerías. Otros poemas (1907), de Antonio Machado, fallecido un día como hoy, 22 de febrero de 1939.
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El dolor del opio
La epidemia de heroína en España durante los años 80 y 90 afectó especialmente a las clases populares, convirtiéndose en un problema de salud pública sin comparación. Su consumo estuvo acompañado de un aumento de las infecciones por VIH y hepatitis C debido al uso compartido de jeringuillas, un incremento de la delincuencia y una alta mortalidad por sobredosis. Durante años, la respuesta oficial fue principalmente represiva, con encarcelamientos masivos que agravaron la exclusión social de los afectados.
La música reflejó esta realidad, narrando en sus letras las experiencias del consumo. Canciones como Frío de Alarma! («Estoy ardiendo y siento frío»), Mi prima y sus pinceles de Josele Santiago («La más blanca, la que más me duele») o En un Mercedes blanco de Kiko Veneno («Diez duros de papel albal y el cielo se ha iluminado») nos dejaron el testimonio de lo que fue todo aquello.
No fue hasta 1985, con la creación del Plan Nacional sobre Drogas, cuando España adoptó un enfoque más eficaz. En lugar de centrarse únicamente en la criminalización, se desarrollaron políticas de reducción de daños, como los programas de metadona, además de reforzar los recursos para la reinserción social. Sin embargo, el plan fue criticado por aquellos que se preguntaban cómo se podía permitir la distribución de jeringuillas, viendo estas medidas como una aceptación de la droga y no como una vía de control. A pesar de ello, estas decisiones contribuyeron a que el consumo de heroína comenzara a descender en los años 90, contribuyendo a la recuperación social de la época.
Este modelo contrasta con la crisis de opioides en Estados Unidos, donde el problema no comenzó con la heroína callejera, sino con la prescripción masiva de otros derivados como el OxyContin, promovidos agresivamente por la industria farmacéutica. Cuando aumentaron las restricciones sobre estos medicamentos, muchos consumidores recurrieron al fentanilo, una droga de la misma familia mucho más potente y letal. La falta de un sistema de salud pública accesible y el enfoque punitivo han agravado el problema. Las cifras de muertes por sobredosis superan cualquier precedente.
Esta otra plaga ha afectado a todas las clases sociales, incluidas figuras destacadas. Artistas como Prince, fallecido en 2016 por una sobredosis accidental de fentanilo, y Tom Petty, quien murió en 2017 tras consumir varios opioides recetados para tratar el dolor crónico, son solo algunos ejemplos que reflejan la magnitud del problema. Sus familias autorizaron la divulgación de las causas de sus muertes para dar un rostro a esta tragedia.
España, en cambio, logró contener la epidemia con una política valiente e innovadora que se convirtió en un referente mundial de reducción de daños.
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Tom Petty and the Heartbreakers (1979). Damn the Torpedoes.
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Golden Years
Recuerdo perfectamente el primer día que vi a David Bowie en un videoclip de Televisión Española, durante el programa Tocata, con la canción Blue Jean (1984). Durante mi infancia, solía seguir los programas musicales en familia, en el cuarto de estar, y la imagen de Bowie, como un bailarín zíngaro con un rostro que parecía esculpido en mármol, se me quedó grabada para siempre.
El vídeo formaba parte de Jazzin' for Blue Jean, un mediometraje dirigido por Julien Temple, en el que Bowie interpretaba dos personajes. Aunque la narrativa era bastante absurda, mostraba perfectamente su sentido del humor y su presencia magnética e irrepetible.
Así lo descubrí, aunque, paradójicamente, el disco al que pertenecía la canción, Tonight (1984), es probablemente uno de los más flojos de su carrera. Ni siquiera el Duque Blanco estaba satisfecho con él. Sin embargo, fue en ese momento cuando comencé a enredarme con su obra, tanto la que había creado antes como la que vendría después, hasta su último trabajo, lanzado unos días antes de su muerte. A pesar de todo, siempre he creído que alcanzó su verdadera plenitud creativa antes de cumplir los 30.
El día que falleció, a los 69 años, bajé del tren y, mientras caminaba hacia el hospital, me encontré con decenas de mensajes de amigos lamentando su pérdida. Sabían lo mucho que Bowie significaba para mí. Es sorprendente cómo un artista puede influir tan profundamente en nuestra identidad, convertirse en una parte inherente de lo que somos y de lo que nos va moldeando a lo largo del tiempo.
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Vistiendo bajo el signo de Ziggy.
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HABLADO A MEDIANOCHE: 22 AL 23 DE ENERO DE 2025
Los dioses de la lluvia
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La realidad y el deseo
Pocas películas me han impactado tanto en los últimos años como Perfect Days (2023), de Wim Wenders. A través de la rutina de Hirayama, un limpiador de baños públicos en Tokio, la película nos invita a reflexionar sobre la autenticidad y la búsqueda de una vida plena.
La sensación de introspección se ve amplificada gracias a su extraordinaria banda sonora, una selección de canciones que acompañan al protagonista en su día a día y que no solo ambientan la historia, sino que también reflejan su mundo interior. La música, al igual que los silencios en la película, habla por sí misma.
Muchos comentarios sobre esta obra destacan su celebración de la belleza en lo cotidiano, la vida sencilla y el valor del presente. Pero, para mí, lo que realmente resuena es el impacto de la ruptura biográfica de su protagonista. Al dejar atrás una existencia de la que solo conocemos fragmentos, Hirayama no solo adopta una nueva perspectiva sino que se desliga por completo de su pasado.
La escena final, un prodigio de interpretación y cinematografía, encierra una profunda ambigüedad emocional. La película sugiere que, en ocasiones, quedamos atrapados entre la realidad y nuestros verdaderos deseos. Lejos de ofrecer respuestas definitivas, Perfect Days nos recuerda que, a veces, el camino que seguimos no es el que elegimos, sino el que se nos impone.
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La limpieza de baños como acto meditativo, fotograma de Perfect Days.
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La conjura de las tabernas. Instituto de Estudios Almerienses, 2025. (Fotografía de cubierta: Eva M. Gómez).
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La llegada de una TERCERA REPÚBLICA en esta novela experimental y surrealista; un roman à clef, un thriller político, una novela coral y costumbrista que bebe del tremendismo e influida por autores como M. Twain, W. Faulkner, J. Joyce, Agustín de Foxá, Hugo Claus, C. J. Cela o Cormac McCarthy; un relato repleto de sarcasmo, ironía y humor negro e impulsado al ritmo de apuntes de literatura, política y jazz, haciendo uso de una descarnada descripción de la violencia y acudiendo a un lenguaje y estilo cercano al cine.
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[1/II/2025]
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Vacunas: barreras y soluciones
En España, aunque las vacunas gozan de una alta aceptación, persisten desafíos, como los bajos niveles de inmunización en ciertos grupos. Esto se debe principalmente a dos factores: las dudas sobre su efectividad y las dificultades de acceso a los programas de vacunación, lo que resalta la necesidad de mejorar tanto la comunicación como la disponibilidad.
Las dudas sobre las vacunas en nuestro país no provienen de grandes movimientos antivacunas, sino de preocupaciones legítimas de personas con una actitud crítica que cuestionan su diseño, los posibles efectos adversos o, por ejemplo, la rapidez con la que se desarrollaron frente a la COVID-19. Este último aspecto, en particular, generó inquietud en su momento.
En este contexto, es fundamental adoptar un enfoque respetuoso hacia quienes tienen preguntas. Las actitudes paternalistas o los juicios de valor son siempre contraproducentes. Escuchar con empatía, reconocer que, aunque estos medicamentos son extremadamente seguros, no están completamente exentos de posibles complicaciones, y ofrecer explicaciones claras son pasos clave para fomentar un diálogo constructivo y basado en la confianza.
Es importante destacar que la política de comunicación debe centrarse en la transparencia, priorizando siempre la autonomía del paciente como elemento fundamental para la toma de decisiones informadas. En este sentido, es crucial reconocer que durante la reciente pandemia se cometieron errores significativos en la forma de transmitir la información, lo que contribuyó a una pérdida de confianza en las instituciones.
Por otro lado, algunas personas enfrentan dificultades de acceso a los programas de vacunación, especialmente aquellas que pertenecen a colectivos desfavorecidos. Barreras económicas, sociales o logísticas dificultan su acceso, lo que refleja la ley de cuidados inversos: los recursos sanitarios suelen beneficiar más a quienes menos los necesitan.
Es responsabilidad de las autoridades y de los profesionales de la salud garantizar que la información sea clara, accesible y comprensible para todos. Además, deben asegurar la disponibilidad de estos servicios para quienes enfrentan mayores dificultades, abordando siempre las preocupaciones de la población con sensibilidad y rigor.
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Ian Dury, músico británico y una de las figuras del punk, sufrió las secuelas de la poliomielitis, una enfermedad ahora controlada gracias a la vacunación.
P. D.: Hoy, 31 de enero, se cumple un lustro desde el diagnóstico del primer caso de COVID-19 en España, detectado en La Gomera, Islas Canarias.
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Larga Vida a The Kinks
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Arthur (Or the Decline and Fall of the British Empire) (1969)
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Más allá de la Movida
Cuando pensamos en los movimientos artísticos españoles surgidos tras la dictadura franquista, la Movida Madrileña suele ocupar un lugar central en el discurso. Sin embargo, el país, con su diversidad y riqueza creativa, también fue hogar de otras transformaciones previas, menos mencionadas, pero profundamente originales e interesantes. Entre ellas, en Andalucía, destacaron la revolución de Torremolinos y el rock andaluz, dos fenómenos que desafiaron las normas y lo establecido.
Durante los años 60 y principios de los 70, en plena dictadura, Torremolinos se convirtió en un lugar clave para la transgresión. Este enclave costero de Málaga atrajo a una comunidad diversa de artistas, músicos, turistas y curiosos, convirtiéndose en un referente de independencia. La presencia de bases militares estadounidenses en la zona trajo influencias musicales, corrientes y divisas extranjeras, lo que llevó al régimen franquista a hacer la vista gorda en este rincón.
El Pasaje Begoña se convirtió en el epicentro de esta revolución. Este estrecho callejón albergaba bares y discotecas donde se respiraba una libertad impensable en el resto de España. Además de artistas y figuras internacionales como Brian Jones, guitarrista de los Rolling Stones, y Amanda Lear, musa de Dalí, el Pasaje acogía un ambiente donde la comunidad homosexual encontró un espacio para expresarse y relacionarse con mayor libertad, algo excepcional en la España de la dictadura. Este entorno diverso inspiró a grupos locales como Los Íberos, pioneros en la fusión de sonidos pop y beat.
Algún tiempo después, y sin salir del sur de España, nacía una revolución musical diferente: el rock andaluz. Este movimiento, que surgió en los años 70, ofreció una fusión única entre el flamenco tradicional y estilos como el rock progresivo, la psicodelia y el jazz. Más que un género, el rock andaluz fue una reinterpretación de las raíces flamencas desde una perspectiva contemporánea, conectándolas con las corrientes internacionales.
Bandas como Smash, liderada por Gualberto García, rompieron moldes al combinar las guitarras eléctricas con la esencia del flamenco. Por su parte, Triana, con Jesús de la Rosa al frente, consolidó este movimiento con temas como En el lago o Abre la puerta, que se convirtieron en himnos generacionales. También destacaron figuras como Silvio Fernández Melgarejo, un artista irreverente que mezcló rockabilly, flamenco y letras llenas de humor y poesía.
Aunque la Movida Madrileña es el fenómeno más citado, la creatividad y valentía que florecieron en Andalucía, con movimientos como la revolución de Torremolinos y el rock andaluz, evidencian que la transformación en España fue mucho más amplia y diversa.
Postal nocturna del emblemático Pasaje Begoña, cortesía del Ayuntamiento de Torremolinos.
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Los espejos cóncavos
Hace pocos días volví a ver Plácido, esta vez en el Cine Doré, la sala de proyecciones de la Filmoteca Española. La película, dirigida en 1961 por Luis García Berlanga y con guion de Rafael Azcona, es una comedia negra que satiriza la hipocresía de la burguesía bajo el lema navideño: «Siente a un pobre a su mesa». La narración tiene lugar durante la Nochebuena y aborda la caridad como un espectáculo público, mientras los pobres son reducidos a objetos para que los ricos refuercen su estatus moral.
Siempre me han atraído las historias que se desarrollan en un solo día, y Plácido es un ejemplo brillante. Al recordarla, me vienen a la mente otras películas, como Brigadoon (1954, dirigida por Vincente Minnelli) o After Hours (1985, dirigida por Martin Scorsese). Aunque pertenecen a géneros muy distintos, ambas logran capturar, al igual que Berlanga, la intensidad narrativa que puede alcanzarse al comprimir el relato en un marco temporal limitado.
Alguna vez he leído que la crítica incisiva y la deformación grotesca de la realidad en la cinematografía de Berlanga conectan con el esperpento desarrollado por Valle-Inclán. Estoy pensando en Luces de Bohemia, donde también se representan las contradicciones sociales a través del humor negro y la sátira. Esta obra de teatro transcurre, además, durante un único (y último) día de la vida de Max Estrella, en un Madrid sórdido y decadente.
Plácido ofrece una aguda reflexión social y mantiene una vigencia sorprendente. Esto demuestra el genio de Berlanga para retratar las paradojas y los absurdos de la sociedad española, una habilidad que lo sitúa entre los que mejor nos conocen, como también ocurría con Valle-Inclán.
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Cartel de Plácido.
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Noche del día de Reyes
Escribamos un poco, en la noche del día de Reyes. No la de la víspera, que es la noche de Epifanía, sino la del día 6 de enero. De 2025, en este caso.
Atrás han quedado, definitivamente, las Navidades. Ahora no tenemos más remedio que encarar el año. Parece que fue ayer cuando comenzaba 2024, y han transcurrido ya doce meses.
El arranque de enero, a partir de Reyes, suele ser un tanto penoso. Tiene algo como de muchos lunes acumulados. Enero es el «gran lunes» del año. Las Navidades han sido un prolongado fin de semana; un extenso puente lleno de íntimo bullicio y doméstica jarana.
Flota un poso triste en el aire. Los ámbitos están poblados de ecos de voces que van muriendo. En el hogar, ceniza fría; el fuego se apagó hace largo rato.
Hay que componerse, echarse al ruedo y caminar.
Este año, en los últimos meses, y hace muchos ya, ha faltado también el mirlo. Las cotorras invasoras, con respecto a las cuales —incomprensiblemente— nada se hace, lo están expulsando del ecosistema. Temo que desaparezca por completo, y para siempre. ¿Qué sería entonces de nosotros? ¿Qué sería de mí, entonces? Hablamos de un hombre que tiene publicado un libro que se titula Afuera canta un mirlo. No puedo, ni quiero, vivir en un mundo donde no suene el canto del mirlo, ni se vea su pequeña y negra figura aletear a ras de suelo, volando de arbusto en arbusto, o corretear por los jardines perforando la tierra con su pico amarillo.
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He dicho que había que componerse, echarse al ruedo y caminar...; pero ¿cómo hacerlo, si no se oye el canto del mirlo? Esta ausencia me tiene acongojado. Mañana saldré a pasear, con la esperanza de toparme con mi alado amigo. De momento me mantengo alerta, expectante, atento al barrio y sus contornos de silencio. Termino de escribir y aguardo.
ROGER WOLFE · 6 al 7 de enero de 2025
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La música callada, la soledad sonora
Uno de mis artistas favoritos, fallecido en 2021, es el compositor, cantante y musicólogo siciliano Franco Battiato. Su presencia siempre reaparece en los instantes en que más necesito un poco de paz para mi equilibrio inestable. Esta vez ha sido en forma de un recuerdo: una entrada de su concierto en 2007, en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, que encontré mientras organizaba mis armarios —y también mi cabeza—.
Recuerdo perfectamente a Battiato, vestido de traje oscuro, junto a los músicos que lo acompañaban en el escenario: impecables y elegantes. El espectáculo comenzó con la música de Juan Sebastián Bach, creando un ambiente casi místico. Pero el clímax llegó al final, cuando un grupo de chicas punk, las MAB, se unió a él en el escenario. En ese instante, todos bajamos desde las gradas hasta los pies del artista, transformando el cierre en una celebración única e irrepetible.
Franco Battiato fue un verdadero buscador espiritual, y su conexión con las tradiciones místicas es una faceta fascinante que marcó tanto su música como su vida. Su obra explora una síntesis entre distintas corrientes espirituales como el sufismo (Centro di gravità permanente), el zen (E Ti Vengo a Cercare), el budismo (su aceptación serena de la enfermedad y la transición final) y el cristianismo (su conexión con los textos bíblicos y su sensibilidad hacia figuras místicas como San Juan de la Cruz), lo que la convierte en un terreno fértil para reflexionar sobre temas universales como la trascendencia, el alma y la conexión con lo divino.
La espiritualidad de Battiato fue inclusiva y profundamente humana. Esto lo convierte no solo en un músico excepcional, sino también en una figura inspiradora para quienes buscamos significado en la intersección del arte, la filosofía y lo trascendental.
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Imagen obtenida de su página oficial.
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Feliz fin de año para casi todo el mundo (31 de diciembre de 2024).
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La mancha humana
Estos días he podido ver el documental sobre Sonia Martínez (La última noche de Sonia Martínez, 2024), una conocida presentadora de programas infantiles de la televisión española en los años ochenta. En aquella época, cuando solo existían dos canales y las audiencias eran millonarias, los rostros televisivos alcanzaban una enorme popularidad. Sonia era la imagen de la televisión pública para los niños de mi generación.
En pleno éxito, Sonia perdió a su madre siendo muy joven, un hecho que marcaría profundamente su vida personal y emocional. Poco tiempo después, su carrera comenzó a torcerse tras la publicación de unas fotos en topless. Aunque hoy resultan imágenes inocentes —una joven casi adolescente, rodeada de amigos—, en aquel momento generaron un gran escándalo y provocaron su salida de la televisión. Al ser la cara de programas infantiles, se consideró que su imagen ya no era apropiada, lo que supuso un golpe devastador para su trayectoria profesional y su equilibrio emocional.
Sonia sufrió una depresión que la llevó a buscar trabajo en el extranjero, pero al regresar a España comenzó a consumir heroína, lo que deterioró rápidamente su salud física y mental. Su situación familiar se agravó, y su padre, en un intento desesperado por protegerla, la acompañaba a los poblados de droga para que comprara su dosis.
El documental describe de manera clara cómo fue la epidemia de heroína en los años ochenta y su estrecha relación con la infección por VIH y el desarrollo del SIDA. La historia de Sonia refleja la de miles de jóvenes de aquella época: la difícil situación de las familias de los toxicómanos, las mentiras constantes cuyo único fin era conseguir la siguiente dosis y, en muchos casos, la prostitución como única vía para financiar el consumo.
En el reportaje, varios periodistas entrevistan a Sonia, quien confiesa su adicción y la detección de anticuerpos del VIH. Fue una de las pocas personas que lo hizo sin tapujos y de forma muy valiente.
Otro aspecto destacado es el rechazo social que sufrió Sonia, doblemente marginada por ser adicta a la heroína y estar infectada por el VIH. Este estigma queda reflejado al final del programa, donde aparece la imagen de su féretro y la ausencia de personas en el tanatorio. Nadie acudió a su velatorio.
El documental también revela una última tragedia: el hijo de Sonia, fruto de una relación con un hombre también toxicómano, quedó huérfano de padre y madre cuando tenía tan solo tres años, cerrando así una historia marcada por la pérdida, el dolor y el abandono.
He visto historias similares a través de los pacientes de mi consulta, muchos de los cuales están infectados por el VIH. Sus relatos muestran cómo esta enfermedad y la adicción a las drogas dejaron una huella profunda tanto en ellos como en sus familias, atrapadas entre la desesperación, la marginación y la lucha por salir adelante.
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