#una gallina en el salvaje
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bigfestivalman · 8 days ago
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Insto a mis amigos a unirse a esa comunidad. Soy el administrador, pero el blog con el que creé la comunidad está siendo revisado por el equipo de soporte de Tumblr, por lo que no puedo usarlo ahora mismo debido a los blogs descabellados que me critican sin razones obvias ni sensatas. Visítenlo y únanse a mí; es muy divertido y escriban como quieran.
Johnny Gonzalez
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@el-club-de-los-desamparados @deriiintheworld
Si tienes algún resentimiento contra mí, puedes escribir en una publicación en lugar de escribirles a mis otros miembros. Sé educada y sociable.
Además, @ultimas es otra de las culpables de que Tumblr haya borrado mis blogs anteriores. Esa exquisita mujer madura no me deja en paz, persiguiéndome como un animal salvaje a la caza de gallinas de granja por la noche, por hambre y por instinto cazador. ¿Qué alegría hay en denunciar los blogs de otros y verlos borrados? Ese comportamiento despiadado no es aceptable en un ambiente amistoso como Tumblr.
En cuanto a otros blogs, algunos destacan por su atrevimiento, por hablar mal de los demás, como @silenth, @nourween, @sufffocation, etc. ¿Sabes? Son un grupo de mujeres quejosas asociadas con @ultimas. No tengo ni idea de por qué @somos-deseos considera a esas locas como amigas.
Si hubo un malentendido, deberíamos hablarlo abiertamente entre nosotros, en lugar de denunciarme con el apoyo de Tumblr. Eso es ir demasiado lejos y puede tener consecuencias devastadoras, como la eliminación de blogs.
Hablar a espaldas no es un acto noble.
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Crónica #2
De los recuerdos mas antiguos. La infancia almacena los mas atroces. La muerte de los perros siempre fue un suceso devastador. Vivir en el campo es un suceso salvaje que condiciona la vida. Cuando murió Princesa, la perra de mamá, nos vino de sorpresa; era sábado y nos alistábamos para ir a la iglesia. Mamá había salido al patio cuando llamo a Papá para que viera lo que sucedía. Princesa estaba acostada en su almohada debajo de la caseta heredada por los ancestros animales que antes vivieron allí. Estiraba las patas como quien corre, pensamos a primeras que estaba dormida y tenia pesadillas y por eso su cuerpo temblaba. Podría estar entrando en proceso de parto ya que tenia casi tres meses desde que los perros del barrio le rompieron el pañal de fique y la montaron mientras estaba en celo.
Tiene algo papi, le dijo mamá a mi padre.
El el suelo de la caseta, una culebra amarilla estaba enrollada con la cabeza mordisqueada. Princesa la había matado en la noche cuando todos dormíamos, quizá en medio de aquella lucha la culebra le mordió en algún lado y ahora ese sábado en la mañana veíamos a la pobre herida intentando pujar, intentando sacar el veneno.
Los perritos que llevaba dentro todos había muerto dijo el veterinario. Mamá había usado de sus ahorros para llevarla, tenía muchos años con esa perra, era la hija que no tuvo y la lloro tanto que se le corrió el rímel del maquillaje y fue tanto el liquido negro que con eso pinte un retrato de la difunta.
La perra está ciega y paralitica, los perritos se murieron, si quiere la dejamos así pero no podrá caminar y no la podrá ver, dijo el doctor quitándose los guantes después de haberle inducido un parto rápido al animal confirmando que eran cinco cadáveres los que llevaba dentro.
Mamá la mandó a dormir, no quería vivir con un animal en esas condiciones. recuerdo el rostro maltrecho de Mamá llorando días después.
Mas de quinientos bolos dijo mamá con un llanto fúrico, mas de lo que gano a la semana para que igual se muriera.
Eso lo cuenta mamá quien fue al doctor con la perra en una caja y regreso sin caja y sin perra, pero con el vestido de la iglesia manchado por el llanto y arrugado de tanto apretarlo en los costados.
El campo es un espacio gigante donde conviven lo monstruoso, la naturaleza es grotesca y cruel, enfermiza. Rambo era otro de estos míticos animales del cementerio familiar, lo encontramos en un saco en los potreros, junto con otros cuatro perros que ya no respiraban. No se como sobrevivió allí, estuvo en la casa un año y algo hasta que le dio por comer mierda de gallina. Entraba al gallinero y se saciaba mientras de la boca le escurrían hilos de baba, mamá lo regañaba y le limpiaba el hocico sucio de excrementos, le daba agua con una jeringa y reusaba a beberla. Con el tiempo se fue volviendo flaco hasta que desapareció y días después lo encontramos lleno de hormigas debajo de un escaparate de la sala.
Pasábamos de tener cinco perros rondando y luego cinco huecos en el patio donde los metíamos envueltos en cobijas.
La pobreza de los entierros era evidente al igual que la pobreza de la casa.
Les va a pasar algo muy malo a todos ustedes decía Juan sin camisa cuando un carro atropelló a Yogui mientras jugaba con los primos y el perro quedó chorreando sangre por la boca y por el culo. Este perro no se va a salvar dijo Tío José. Toca matarlo. Nadie tuvo el valor de matar al perro moribundo y con taquicardia y sudores Tío José y papá enterraron vivo a Yogui para que muriera ahogado bajo la tierra del patio y acompañara a los demás ancestros del cementerio común.
La pobreza que seguía consumiendo la casa, no permitía lujos. Si no hay para comer no hay para tener un perro decía abuela, pero aun así los perros, gatos y loros abundaban y así como el campo nos daba la vida, el mismo campo también la quitaba con sus lluvias eternas que desenterraban a los perros muertos y el monzón hacia flotar los huesos de los difuntos para luego tener que volver a enterrarlos.
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yo-sostenible · 1 month ago
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En el quinto aniversario del inicio de la pandemia de coronavirus, varias decisiones tomadas por el nuevo ejecutivo estadounidense podrían dar alas a una variante especialmente preocupante de la gripe aviar, una plaga que ha saltado a gatos, vacas o humanos tras acabar con la vida de incontables aves. La crisis de gripe aviar amenaza con convertirse en una nueva pandemia. / Wikimedia Commons Por Antonio Villarreal Beatriz Barral, una periodista española residente en Nueva York, se metió la semana pasada en lo que definió como un ‘supermercado corriente de barrio’ en Queens. Los huevos estaban a entre $9,99 y $14,99 la docena. Es más, algunas tiendas han empezado a vender lo que llaman loosies, es decir, huevos sueltos para quien no puede permitirse una docena. Otras restringen la venta a un cartón por persona y día. No eran ni ecológicos, ni de gallinas criadas con música clásica. Solo la consecuencia de la segunda gran amenaza provocada por un virus que Estados Unidos ha tenido que enfrentar en los últimos cinco años. La primera llegó un 11 de marzo, pero de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud elevaba a pandemia global los brotes de SARS-CoV-2, el coronavirus que provocaba la covid-19 y que dejó millones de víctimas en todo el mundo (120 000 solo en España) y un daño económico incalculable. Todos, sin embargo, tratábamos de encontrar en aquella desgracia algo positivo: sin duda, saldríamos mucho mejor preparados para la próxima pandemia. En esta ocasión, no procede hablar aún de pandemia, aunque la preocupación entre los científicos crece semana tras semana. De momento, la gripe aviar (la cepa H5N1 y, más recientemente, la H5N9) sigue siendo una enfermedad zoonótica, que se trasmite solo de animal a animal. Sin embargo, los virus influenza son conocidos por mutar con bastante rapidez para lograr saltar a otras especies. Habitualmente, de granja, aunque hace dos años la gripe aviar llegó a esquilmar buena parte de la población de focas en Sudamérica. Señales preocupantes de la gripe aviar En lo que a los humanos respecta, hay dos señales preocupantes: la muerte de una persona en Louisiana a finales de 2024 por gripe aviar hizo saltar las alarmas. Era algo extremadamente inusual y es cierto que la víctima fue el trabajador de una granja de pollos, muy expuesto al virus, con más de 65 años y problemas de salud. Pero para un virus, siempre hay un primer paso. Además no ha sido el único: 70 personas se han infectado de H5N1 en EE UU. Por su parte, Canadá también está en vilo después de que una adolescente canadiense contagiada lograra evitar en el último momento un desenlace fatal. “En el caso de la gripe aviar, hay un desafío adicional: es un virus que circula libremente a escala global en aves silvestres”, explica Estanislao Nistal-Villán, virólogo y profesor en la Universidad CEU San Pablo. “Actualmente, muchas de estas aves y otros animales expuestos al virus están desarrollando inmunidad natural, lo que hace imposible su contención total”. El riesgo surge cuando el virus salta de la vida silvestre a las aves de granja, “lo que ha llevado a medidas como sacrificios masivos, generando un debate similar al que hubo en torno a la inmunidad de rebaño en humanos”. La otra señal preocupante es que, de esas 70 personas contagiadas de gripe aviar en EE UU, más de la mitad pillaron el virus en granjas de ganado vacuno. “Lo que probablemente ocurrió fue que, en un rebaño concreto de vacas lecheras en Texas, hace aproximadamente un año, el ganado se infectó a través de aves silvestres”, dice John Swartzberg, investigador en enfermedades infecciosas de la Universidad de Berkeley. “El ganado lechero se envía a menudo a diferentes rebaños en el mismo estado o a diferentes partes del país”. Es lo que se conoce en epidemiología como infección por derrame: de una bandada de aves silvestres —el virus que casi mata a la adolescente en Canadá se sospecha procedente de unas ocas salvajes— a un reba?...
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karaokulta · 1 month ago
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🚀 ¡Relic Entertainment levanta el vuelo por su cuenta! 🎮 ⚔️ La reciente independización de Relic Entertainment tras su alianza con Sega es un movimiento audaz que me pone la piel de gallina. Predigo una revolución en su enfoque de negocios que le permitirá a este estudio icónico de videojuegos definir nuevos estándares en la industria. Aquí les van algunas reflexiones: - ✨ Innovación sin Cadena: Con las riendas sueltas, espero que Relic aproveche la libertad creativa para lanzar proyectos que antes no hubieran visto la luz del día. Innovación a tope, ¿verdad? - 🤝 Colaboraciones Épicas: ¿Qué significa ser independiente? Para Relic, serían alianzas estratégicas con otros devs rebelde que comparten su filosofía de vanguardia en el entretenimiento digital. - 🕹️ Experiencias Gamers Únicas: Imagínense mundos inmersivos con narrativas que desafían las convenciones. Relic podría trazar nuevos caminos hacia experiencias de gamers absolutamente únicas y empujar los límites de géneros establecidos. - 👩‍💻 Creación Abierta: Una apuesta es que se abra más al desarrollo colaborativo, comunicándose con nosotros, los gamers, para crear esa próxima genialidad jugable. ¿Qué creen que depara el futuro para Relic tras esta emocionante transición? ¿Se vienen colaboraciones que hagan temblar el ciberespacio? Compartan sus apuestas más salvajes en los comentarios, pregunten lo indescifrable o, simplemente, etiqueten a ese compa que no se pierde ni una saga de estrategia. ¡A desatar la locura creativa! #RelicEntertainment #GamingIndustry #Videojuegos #IndependenciaCreativa #InnovaciónEnJuegos🎲 #EstrategiaGamer🗺️ 🕹️ ¡A darle que es mole de olla, mi gente! 🎉
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wingzemonx · 3 months ago
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 160. La Cosecha
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Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX
Capítulo 160. La Cosecha
Había días en los que la niña odiaba vivir en aquella casa, prácticamente escondida en aquel bosque pantanoso, aislados gran parte del tiempo del resto de la ciudad.
Y no era el estar rodeados de árboles o del río lo que le molestaba; había llegado a incluso apreciar todo aquel escenario como suyo.
Tampoco la casa vieja, desordenada y sucia; bien o mal ella hacía el esfuerzo por mantener todo lo más ordenado que podía, incluso de lavar los platos y tirar la basura cuando nadie más lo hacía.
No le molestaba tampoco el tener tan poca ropa, tan pocos juguetes, o tan poco de todo en realidad que pudiera llamar “suyo”. No era una persona avariciosa, y sabía darle la importancia a cada pequeña cosa que llegaba a sus manos.
Lo que realmente no le gustaba a la niña de vivir ahí, era la soledad. La sensación de ser invisible, de que nadie la veía, nadie le hablaba, y a nadie le importaba en realidad. No sólo estaba la mayor parte del tiempo lejos de cualquier otro habitante del pueblo, sino que a pesar de vivir con su madre y su hermano, estos casi siempre se las arreglaban para ignorarla, o a lo mucho hablarle con la indiferencia y desdén con la que le hablarían a cualquier animal salvaje, famélico y pulgoso que se acercara suplicando por comida.
La niña se esforzaba por ganarse el cariño de su madre y su hermano. Limpiaba y arreglaba la casa lo mejor que le era posible a sus once años. Obedecía sin chistar cada instrucción que le daban, no hablaba si no le pedían que lo hiciera, no comía más de lo necesario ni pedía más, aunque se quedara con hambre. Si le decían que no hiciera algo, no entrara a cierto sitio, no molestara, o incluso que simplemente se quedara de pie en un lugar sin moverse, ella sólo agachaba la cabeza y lo hacía.
Quería ser una buena hija y una buena hermana. Sin embargo, nada parecía ser suficiente para ellos. Su familia solamente hacía lo mínimo indispensable para mantenerla viva, y poco más. Era probable que prefirieran tener un perro, pero en su lugar la tenían a ella.
Cada cierto tiempo, una vez al mes más o menos, el aislamiento de su hogar menguaba un poco por la visita repentina de varias personas del pueblo. Algunos iban tan seguido que ya había aprendido a reconocerlos; por ahí veía al alcalde Brooks, al Sheriff Cade, y al profesor Doug, maestro de ciencias de la escuela. Pero siempre iban más; un poco menos de diez personas por vez. Todos ellos la trataban igual, pasando de largo a su lado, la mayoría sin mirarla siquiera. El único que le mostraba un poco de amabilidad era el profesor Doug, que le sonreía de esa forma tan radiante, la llamaba por su nombre, y a veces incluso le acariciaba su cabeza de cabellos rubios de forma cariñosa.
A la niña le agradaba el profesor Doug. A veces se imaginaba que al fin le permitirían ir a la escuela, y ahí él la protegería y enseñaría; casi como un padre debería hacer, o al menos como ella se lo imaginaba.
Siempre que aquellas personas iban a la casa, su madre y Brody, su hermano, le ordenaban salir a alimentar a las gallinas, a jugar afuera, o lo que fuera; cualquier cosa para que la mantuviera lejos mientras atendían a sus invitados. Y la niña, tan complaciente como siempre había sido, obedecía sin decir nada, y pasaba el siguiente par de horas entreteniéndose con lo que pudiera.
Su madre, su hermano, y sus visitantes se dirigían todos al sótano, uno de esos sitios que ella tenía prohibido pisar, y pasaban todo ese rato ahí. ¿Qué hacían?, la niña no lo sabía, y por supuesto que le daba curiosidad. Pero si su madre no decidía decírselo, no le correspondía a ella preguntarlo.
Aquello no siempre era tan malo, en especial cuando Maudie iba. Era la hija del peluquero, el Sr. Forest. Era un año y medio mayor que ella, una niña alta, de cabellos de fuego muy rizados y pecas. Era robusta y fuerte, además de lista. Al parecer nunca había alguien que pudiera cuidarla en casa, así que le tocaba acompañar a su padre y a su hermana mayor a esas reuniones. Le daban casi siempre la misma instrucción que a ella: que se quedara afuera, así que inevitablemente les tocaba pasar el tiempo juntas.
A la niña le agradaba el profesor Doug, pero amaba a Maudie. Era lo más cercano que podía llamar a una amiga. Jugaban juntas al escondite por el bosque, que por suerte la niña conocía muy bien. Correteaban a las gallinas, exploraban, y en un par de ocasiones se aventuraron hasta el río ellas solas. Maudie a veces le traía dulces, mismos que la niña miraba con sus ojos desorbitados como si viera la joya más preciada del mundo. Se sentaban a la sombra de alguno de los árboles cercanos a la casa, y la niña hablaba y se expresaba como no lo hacía casi nunca, al estar casi siempre en presencia de su madre y su hermano.
Las visitas de Maudie eran los momentos más felices para la niña.
Hasta que un día, Maudie ya no fue.
El Sr. Forest y su hija mayor se presentaron, pero Maudie no fue con ellos. Y no lo hizo la vez siguiente, ni la vez siguiente… Y fue entonces, yendo contra la instrucción de su madre, que la niña se aventuró a acercarse al peluquero mientras se marchaba, y le preguntó directamente por ella. El hombre se giró a mirarla, destilando completo desprecio en sus ojos. Rodeó a su hija mayor con un brazo, casi protector, y soltó al aire de forma desdeñosa:
—No sé de qué me estás hablando. Quítate…
Acto seguido, la empujó hacia un lado con una mano. La niña trastabilló hacia tras, y cayó al suelo. Su madre se aproximó rápidamente por un costado, y la niña por un momento en serio creyó que iba para ayudarla a pararse. Y de cierta forma así lo hizo: la tomó con brusquedad de su delgado brazo, la alzó de un fuerte jalón que casi le dislocó el hombro, y la jaloneó hacia el interior de la casa. Ya estando dentro, le propinó una fuerte bofetada que le volteó por completo la cara, y le dejó la mejilla roja.
—¡¿Cuántas veces te he dicho que no molestes a mis amigos?! —le gritó su madre, colérica—. ¡Eres una niña mala que nunca hace lo que le digo!
La niña fue incapaz de responder algo, pues cualquier palabra se atoraba en su garganta entre sollozo y sollozo inspirado por el dolor de su rostro enrojecido. Cuando su madre le chilló si acaso entendía, la niña simplemente asintió.
Maudie nunca volvió a su casa, y la niña no preguntó por ella otra vez. Y su vida se volvió un poco más oscura tras eso.
Y por un tiempo las cosas siguieron igual, como un perpetuo día nublado en el que el sol se resistía a asomar su rostro. Pero todo cambió justo el día en que cumplió los doce años.
Pero no para mejor…
— — — —
La niña por supuesto no esperaba ni fiesta ni regalos; nunca los había tenido, ni siquiera una felicitación por parte de su familia. No obstante, aquel día concordó con una de esas visitas mensuales de los amigos de su madre. El alcalde Brooks, el Sheriff Cade, el profesor Doug, el Sr. Forest y su hija… todos fueron llegando uno tras otro durante la tarde. La niña se permitió imaginar por un momento que todos iban justamente por ella, para hacerle una fiesta, comer pastel y soplar las velas.
Sólo imaginar, que al menos eso aún se lo permitían.
Y como en todas las demás visitas anteriores, la niña se encaminó hacia afuera de la casa, aún antes de que su madre se lo exigiera. Todos los “invitados” de su fiesta imaginaria pasaron a su lado sin mirarla ni hablarle, como siempre. Excepto uno.
—Feliz cumpleaños, Loren —escuchó la niña que pronunciaban a sus espaldas. Ella se sobresaltó, casi asustada, y se giró rápidamente con sus ojos bien abiertos. Ahí vio al profesor Doug, se pie frente a la casa, sonriéndole de esa forma gentil tan habitual en él.
La niña vaciló, sin saber bien cómo responder a eso. No recordaba que alguien la hubiera felicitado antes, y desconocía que se debía de hacer. Al final optó por la opción más simple.
—Gracias —respondió con voz queda, casi temblorosa.
La sonrisa del profesor se ensanchó un poco más, y se aproximó. Se agachó de cuclillas delante de ella, e introdujo una mano en el bolsillo de su pantalón. La niña se quedó quieta en su sitio, aguardando.
—Hoy es un día importante —señaló el profesor—. Ya eres prácticamente una señorita. Y una señorita debe lucir bonita en su día.
El profesor Doug sacó la mano del bolsillo de su pantalón, y ésta sujetaba una cinta de tela de color negro.
—No es un gran regalo, pero creo que te verás bien con ella —comentó con tono jocoso, extendiéndole la cinta—. ¿Te gusta?
La niña dudó un poco antes de responder. Y no fue porque no supiera si le gustaba o no; por supuesto que le encantaba que le dieran cualquier cosa, por pequeña que fuera, como regalo.
—¡Sí! —respondió tras un rato, alzando su voz sólo un poco más de lo usual—. Gracias…
El profesor sonrió, y sin que la niña se lo pidiera aproximó sus manos hacia su cabeza y le ató la cinta en un bonito moño a un costado.
—Eso es. Ahora sí estás lista para tu fiesta.
—¿Fiesta? —preguntó la niña, confundida, pero inevitablemente entusiasmada.
El profesor no le dijo nada más. Sólo le volvió a sonreír, y le guiñó el ojo con complicidad. Se alzó y caminó sin más al interior de la casa.
¿Qué habría querido decir con eso? La niña ciertamente no tenía una idea clara, pero de nuevo dejó que su mente se imaginara un sinfín de cosas. ¿Sería acaso que en verdad su madre tuviera algo planeado para ella ese día? ¿Una sorpresa?
¿Sería acaso que el cumplir los doce era justo lo que hacía falta? Ahora que era una “señorita”, ¿sería al fin parte de ellos…?
Muchas suposiciones para tan poca información.
Así que en lugar de darle muchas vueltas, siguió con su rutina normal. Buscó en qué entretenerse, pero sin alejarse demasiado de la casa; sólo por si acaso.
Su precaución rindió frutos.
Unos quince o diez minutos después de que todos los visitantes hubieran ingresado a la casa, la puerta principal de ésta se abrió. La niña se giró y vio su hermano Brody, de pie en el umbral, mirando en su dirección.
—Loren —exclamó en alto—. Ven, anda —le indicó con seriedad, agitando una mano para hacer el ademán de que se acercara. La niña se quedó quieta en su sitio, indecisa—. ¡Vamos! No los hagas esperar.
La niña se sobresaltó, y sus pies comenzaron a moverse solos para correr presurosa hacia la casa.
Entonces era cierto; sí tenían algo planeado ese día. El corazón de la niña retumbó de alegría en su pecho.
Su hermano ingresó de nuevo en la casa, y la niña lo siguió de cerca. Sin decir nada, Brody se encaminó en dirección a la puerta del sótano; esa puerta de madera, con esa cruz en forma de hoz grabada en ella que tanta incomodidad le generaba a la niña siempre que la veía. Brody se dirigió a la escalera, pero bajó los primeros escalones solo, antes de darse cuenta de que su hermana no lo seguía. De hecho, la niña se había quedado de pie frente a la puerta, sin siquiera atreverse a cruzar el umbral.
—¿Qué haces? —masculló Brody, molestó, subiendo de nuevo a su encuentro—. Baja, te están esperando.
—Me dijeron que nunca entrara ahí —susurró la niña con timidez.
Brody la observó con esa dureza y hastío tan usual en él, y al que la niña ya prácticamente se había acostumbrado. Pero de pronto hizo algo que sí le resultó bastante extraño: le sonrió, de una forma amable, como el profesor Doug lo hacía. Sin embargo, no le transmitió la misma sensación.
—Pues es tu día de suerte —explicó Brody, colocando una mano con cuidado sobre su hombro. Se agachó además un poco para poder mirarla a los ojos—. Ahora eres una niña grande, y eso significa que puedes ver lo que los grandes hacen ahí abajo.
La niña no comprendió. Temió por un momento que su hermano le estuviera jugando una broma, y la llevara abajo justo para que su madre se enojara con ella. Pero lo cierto era que su hermano siempre había demostrado tan poco interés en ella, que incluso el jugarle una broma sonaba a tomarse demasiadas molestias. Además, como la niña complaciente y obediente que era, si Brody le decía que bajara, tenía que hacerlo; aunque su cuerpo entero comenzara a gritarle en ese instante que no…
Brody la tomó de la mano, y comenzó a guiarla paso a paso por aquellos viejos escalones que rechinaban por el peso de cada una de sus pisadas. El sótano era oscuro, húmedo, y conforme más baja, la opresión en el pecho de la pequeña se hacía aún mayor. Sintió un fuerte olor oxido en cuanto se adentraron en la oscuridad.
Ahí debajo, reunidos y apretujados en ese pequeño espacio, se encontraban todos los que habían ido ese día. Loren sintió como las miradas de todos se fijaron en ella en cuanto pisó el último escalón. Todos le ponían atención, todos sabían de su existencia; y, además, le sonreían. O al menos parecía que ese gesto que hacían con los labios era un intento de sonrisa, que a la niña le resultó difícil de distinguir qué le hacía sentir.
Las personas se fueron haciendo a un lado conforme ella y Brody avanzaron, abriéndoles el camino. Las miradas de todos seguían fijas en Loren mientras avanzaba, y esas sonrisas tan incomodas parecían haberse quedado congeladas en sus rostros.
Brody la guio hasta el centro, en donde los aguardaban el profesor Doug, y su madre; ésta unos pasos detrás, con su mirada agachada que rehuía de la suya. Y ella era la única que no sonreía.
Hubo algo más en ese espacio que captó ligeramente la atención de la pequeña: una mesa de madera a su izquierda, clavada al piso, con lo que parecían ser cinturones empotrados en ella. Y con la poca luz que entraba en aquel sitio, Loren distinguió manchas en la plancha de concreto bajo la mesa; manchas oscuras, marrones.
El olor a oxido era aún más penetrante, le ardía en la nariz.
—Loren, bienvenida —saludó de pronto el profesor Doug, jalando de nuevo su atención. El hombre estaba de pie ante ella, con sus brazos extendidos hacia los lados de forma amistosa—. Como te dije, hoy es un día muy especial —añadió, aunque al hacerlo levantó la mirada hacia el resto de los presentes—. Hoy es el día en que los deslices y errores de los McConnell serán al fin perdonados, lavados con la sangre de su tributo hacia nuestro Señor. Y con esto, Maddie y Brody serán una vez más parte de los nuestros, bendecidos bajo su protección divina.
El resto de los presentes respondieron a aquello al unísono con una serie de palabras que Loren no entendió bien, aunque de todas formas su mente infantil estaba más preocupada en entender qué significaba todo eso. ¿Deslices y errores? ¿Sangre de un tributo? ¿Y por qué sólo mencionaba a su madre y a su hermano? ¿Qué hay de ella…?
El profesor bajó de nuevo la mirada en su dirección, y en su rostro se dibujó una expresión de total gentileza, como las que siempre le mostraba cuando iba de visita. Pero en esa ocasión fue diferente, y Loren lo tuvo muy claro desde el principio. Esa expresión, esa sonrisa, esa mirada comprensiva… Todo era falso. No era más que una astuta máscara. Y de alguna forma, en ese momento, Loren fue capaz de ver al horrible monstruo que se ocultaba debajo…
—Sujétenla —indicó Doug con voz calmada, y al instante Loren sintió como dos hombres se le aproximaban y la sujetaba cada uno de un brazo con fuerza. Esto sorprendió y asustó a la niña, que instintivamente comenzó a zarandearse y agitarse, sin mucho éxito.
—¡¿Qué hacen?! —exclamó con voz quebrada. Los dos hombres no le respondieron, y en su lugar comenzaron a arrastrarla hacia la mesa—. ¡No! ¡Mamá! —suplicó la niña, girando su atención hacia su madre. Ésta seguía en el mismo sitio, y continuaba sin mirarla.
Las personas a su alrededor comenzaron a recitar todas al mismo tiempo un extraño cántico, cuyas palabras resultaban incomprensibles para Loren. Ella siguió forcejeando, pero los dos hombres lograron llevarla hasta la mesa, y la alzaron entre los dos para colocarla sobre ésta.
—Brody —pronunció Doug con voz solemne, pero lo suficientemente alto para ser oído por encima de los canticos, y de los gritos desesperados de Loren.
Loren miró por el rabillo del ojo como su hermano se aproximó con paso firme hacia el profesor. Éste se giró hacia una pequeña mesita de madera colocada a un lado, sobre la cual reposaba un cofre pequeño de color negro, pero en su tapa tenía tallada la misma figura de la cruz y la hoz. Doug abrió el cofre, y extrajo de su interior el único objeto que contenía: una daga ceremonial, de hoja delgada y afilada, y mango totalmente negro. Los ojos del Brody se abrieron grandes al contemplar el brillo reflejado en su hoja.
—Ahora te toca a ti ofrecer al segundo hijo de tu familia a nuestro Señor —profirió Doug en alto, como una armoniosa alabanza—. Justo como lo hicieron tus ancestros, y los de todos aquí. Ofrece su corazón, y bebe su sangre. Ofrécele tu lealtad incondicional, y Él te escuchara. Te llenará de bendiciones y cuidará de ti, como ha cuidado siempre de todo nuestro pueblo con cada nuevo sacrificio. Limpia con esto los pecados cometidos por tu madre, y restaura el honor de tu familia con una fructífera cosecha.
Doug tomó el cuchillo y se lo extendió con sus dos manos. Brody contempló maravillado la afilada arma, relamiéndose un poco los labios. Tomó la daga firmemente de su mango y la empuñó en alto. El volumen de los cánticos se elevó aún más.
Loren no entendía nada de lo que estaba pasando. ¿Qué era ese sitio? ¿Qué es lo que hacían todos ahí? ¿Qué iban a hacer con ella?
¿Quién era ese Señor del que hablaban…?
No tenía respuestas, o al menos no unas que fueran del todo claras. Pero sí podía sentir su mente entera siendo bombardeada con fuerza con una sola idea: tienes que huir, tienes que irte, tienes que correr, ¡ahora!
Los dos hombres que la habían subido a la mesa intentaban sujetarla para atarle sus muñecas y tobillos con las correas, pero ella no se los dejaba fácil, y seguía zarandeándose como pez fuera del agua, agitándose y pateando.
—¡Sujétenla ya! —bramó Doug con potencia, y al instante dos hombres más se sumaron para intentar someterla.
Loren hizo un último intento de súplica, mirando a su madre, y extendiendo una mano hacia ella. Maddie McConnell sólo se permitió fijar una mirada de soslayo en ella por un instante. Pero en ese pequeño momento, Loren sintió por completo la rabia y el odio que su madre había sentido por ella, todo él acumulado en ese pequeño instante de tiempo. Aquello fue más doloroso que el filo de cualquier daga.
Los cuatro hombres la tomaron, cada uno de una extremidad, y la jalaron para pegarla con fuerza contra la mesa.
Mientras aún miraba hacia su madre, una pequeña lágrima se escapó al fin del ojo derecho de la niña, y resbaló por su mejilla. Algo imperceptible que exteriorizaba lo que Loren siempre había sabido, muy hondo en su corazón: estaba sola.
Los cánticos seguían opacando cualquier otro sonido, impregnando todo ese reducido espacio. Los hombres comenzaron a atarle tobillos y muñecas con las correas. Para ese momento, Loren ya no se resistía demasiado. En su joven mente, endurecida por tantos años de carencias y soledad, podía incluso sentirse aliviada. Al fin, después de tanto tiempo, al fin les sería de alguna forma útil a su madre y a su hermano.
Al fin sería uno de ellos, aunque fuera de esa forma.
Brody se paró a un costado de la mesa, y la contempló fijamente, con una sonrisa torcida que a Loren no le gustó en lo absoluto. La niña intentó decir algo, pero de sus labios sólo surgieron sollozos ahogados. Brody no dijo nada, ni siquiera parecía que la estuviera viendo a ella en realidad. Sólo tomó la daga firmemente entre sus dos manos, y la alzó bien alto sobre su cabeza, acompañado de un pico en los cánticos de los demás presentes.
—Todo sea por la cosecha —exclamó la voz de Doug en alto hacia los cielos.
Y fue en ese momento, en que sus ojos contemplaban fijamente la afilada punta del cuchillo meciéndose sobre ella, en el que algo cambió en el interior de Loren. Fue como si se abrieran de golpe las cortinas de una habitación, y bañara todo con la brillante luz del exterior. Y aquella voz interna o simple pensamiento que le había estado advirtiendo desde hace rato que no bajara, o que huyera, en ese momento volvió a hacerse presente. Y en su cabeza retumbó con una sacudida,  materializando en una idea clara, inconfundible: ¡castígalos!
Loren abrió grande la boca en ese momento, y gritó. Gritó como nunca había gritado, como el chillido estruendoso de miles de animales. Aquello lastimó notablemente los oídos de todos, que de inmediato dejaron de cantar, e incluso Brody tuvo que soltar el cuchillo de sus manos para presionarse los oídos en un intento de mitigar el dolor.
Todos se doblaron adoloridos, gimiendo al tiempo que se cubrían los oídos con sus manos. Sólo muy pocos de los presentes tuvieron la suficiente templanza para notar lo siguiente que ocurrió: de la boca de Loren, aún abierta por su grito, surgió una densa nube negra de moscas, que en cuestión de segundos cubrieron casi toda la habitación con sus cuerpos, pero también con sus chillantes zumbidos.
Todos comenzaron a gritar, a correr sin control y manotear en el aire intentado ahuyentar al enjambre de insectos.
Loren reaccionó hasta que la última mosca dejara su cuerpo, y se sintió confundida y asustada por la extraña escena que ocurría a su alrededor. Pero no pudo quedarse a pensar mucho en aquello, pues la misma voz le gritó con fuerza: ¡huye!
Loren zarandeó sus extremidades con desesperación, intentando zafarse de las correas, sin que su delgado cuerpo pudiera hacer mucho por sí solo. Pero notó entonces como varios de aquellos insectos negros se agrupaban justo sobre la correa de su muñeca derecha, cubriéndola por completo. Y tras unos segundos, Loren sintió que ésta cedía, lo suficiente para que de un jalón romperla y zafarse de ella.
«Gracias» pensó de forma fugaz, aunque no sabía bien a quién iba dirigido.
Con su mano derecha libre, rápidamente pasó a liberarse la izquierda, y luego su pierna derecha. Ya estaba terminando con su pierna izquierda, cuando entre todo el nubarrón de moscas, distinguió la silueta de su hermano Brody, que se aproximaban a trompicones hacia ella, de nuevo con el cuchillo en su mano.
—¡¿Tú hiciste esto?! ¡Detenlo! —espetó Brody en alto, y se lazó hacia ella blandiendo su cuchillo.
Loren se terminó de desatar rápidamente su última pierna, y se lanzó hacia un lado de la mesa, haciendo que la punta de la daga se clavara en la madera de la mesa. Se giró rápidamente en dirección de dónde pensaba estaban las escaleras, y le sorprendió ver cómo las moscas casi parecían abrirle un camino hacia ellas. Loren no lo pensó mucho, y de inmediato se lanzó corriendo, esquivando a algunos de los otros que seguían zarandeándose de un lado a otro, pero al final logrando alcanzar subir los escalones de dos en dos hacia la casa, para luego seguir corriendo hacia la puerta frontal abierta, sin detenerse ni un segundo.
Las moscas volaron detrás de Loren durante su huida, como un numeroso séquito. Cuando puso un pie en el exterior, las moscas se disiparon en todas direcciones, desvaneciéndose en el bosque.
Una vez que las moscas se fueron el caos comenzó a menguar en el sótano. Todos se miraban, confundidos y asustados, preguntándose con sus miradas y gestos qué había sido todo aquello. Pero Doug no se tomó ni un segundo de más para cuestionarse aquello. Él era quizás el único que tenía la claridad mental suficiente para saber qué no importaba si Loren había provocado eso o no; ella debía morir, cualquiera de las dos opciones que fuera.
El profesor se aproximó hacia Brody, que sacaba de un jalón la daga de la mesa. Lo tomó entonces de los hombros, y lo giró hacia él para que lo viera a los ojos.
—Ve tras ella y termina el ritual —le ordenó Doug con voz intimídate—. Es tu responsabilidad, Brody. No puedes dejar que escape.
El muchacho no titubeó. Con la daga aún en su mano, corrió escalera arriba, siguiendo los pasos de su escurridiza hermana.
— — — —
Loren corrió despavorida por el bosque, sin detenerse ni un momento a pensar en qué dirección iba, o hacia dónde quería llegar. Sus pies descalzos se raspaban contra las piedras y ramas en el suelo. Su respiración estaba muy agitada, y sentía que el corazón le iba a estallar. La cinta negra que Doug le había colocado en el cabello se había soltado y quedado unos metros detrás, pero ni siquiera lo notó.
Se movió y saltó entre los árboles, como un ciervo escapando de un depredador. Todo lo que podía hacer era obedecer a aquella voz y hacer justo lo que le decía: huir, huir, huir…
—¡Loren! —escuchó resonar detrás de ella la voz de su hermano, lo que la hizo detenerse un momento y girar sobre su hombro. Buscó a su alrededor, temerosa de ver la silueta de Brody asomándose desde detrás de un árbol. No lo vio, por lo que aún debía estar lejos; o eso esperaba.
Reanudó la marcha, volviendo a correr, aunque ahora en una dirección diferente, sin ningún motivo aparente. Siguió avanzando por sólo Dios sabe cuánto tiempo, hasta que algo la forzó a frenar de golpe, prácticamente arrastrando sus pies contra la tierra. Ante ella, entre los árboles y la neblina, distinguió la superficie del río, ondeando, golpeando ligeramente la orilla con su agua.
Sin querer había corrido en dirección al pantano, lo que lamentablemente le daba muy pocas opciones de huida.
Sintió el miedo recorrerle el cuerpo entero. Miró en todas direcciones, intentando decidir cuál era el mejor camino a seguir, pero ese tiempo de vacilación le costaría caro.
—¡Loren! —escuchó de nuevo la voz de Brody, pero esta vez horriblemente cerca—. ¡Ven acá!
La niña se giró hacia un costado, y distinguió a su hermano, abriéndose paso a toda velocidad entre los árboles. En su mano cargaba el mismo cuchillo que tenía en el sótano.
Loren chilló, asustada, y su primer instinto fue correr hacia el río, aunque fuera en realidad la peor elección. Se sumergió hasta las pantorrillas en el agua fría, y sintió como sus pies se atoraban en el fondo lodoso, impidiéndole avanzar con la suficiente rapidez. Brody no tardó en alcanzarla, y la tomó firmemente de su brazo con una mano, y la jaló hacia él. Loren volvió a chillar y forcejeó, pero el agarre de su hermano fue aún más fuerte, y no la dejó ir.
Brody la giró hacia él de forma brusca, y Loren se encontró de frente con sus ojos refulgiendo de ira y odio. Su hermano nunca la había visto con el cariño que ella creía un hermano mayor debía tener por su hermana. Sin embargo, no recordaba tampoco que alguna vez la hubiera visto de esa forma. Aquel chico ante ella no se parecía en lo más mínimo a él; era como si se tratara de otra persona, u otra cosa, vistiendo la piel de su hermano como si un tipo de disfraz se tratara. Pero, ¿qué era exactamente? ¿Qué era lo que la miraba detrás de los ojos de su hermano…?
El chico la tomó con más firmeza de su brazo, para evitar que Loren se soltara, a pesar de que ésta jaloneaba hacia atrás, sus pies resbalando en el lodo. Brody alzó en alto el cuchillo en su otra mano, y su hoja brilló con el sol que se filtraba por las gruesas nubes.
—Por favor, no —sollozó la niña con apenas un hilo de voz—. No lo hagas, Body… Soy tu hermana…
Hubo apenas un instante de duda en el muchacho. Su mirada se suavizó, y aquello que se asomaba desde detrás de sus ojos reculó por un momento. Pero fue tan escaso y fugaz, que Loren ni siquiera llegó a sentir alivio o esperanza, antes de que la misma ira y decisión volviera al semblante de su hermano.
—Lo siento, Loren —masculló Brody, pero pese a sus palabras, en su voz no se percibía lamentación alguna—. Todo sea por la cosecha…
Y sin más vacilación ni espera, dejó caer de un solo movimiento certero su mano. Los ojos de Loren se abrieron grandes en cuanto sintió la larga y fría hoja del cuchillo clavarse en su pecho hasta más de la mitad. Su respiración se cortó, todo su cuerpo se tensó, y un punzón de dolor le recorrió el cuerpo entero. Los segundos siguientes parecían haberse congelado en el tiempo. Los sonidos del bosque, del aire, y del agua del río se detuvieron por completo, sumiendo a los dos en un sofocante silencio.
Brody jaló con fuerza el cuchillo, sacándolo del cuerpo de su hermana. Loren resintió la ausencia de la hoja de su cuerpo, y sintió que sus piernas le fallaban. Un chorro de sangre brotó de la herida del pecho, y ésta comenzó a resbalar por su cuerpo, empapando su piel y su vestido. Loren se quedó quieta en su sitio, con su mirada perdida en el agua debajo de ella. No se resistía, ni tampoco hizo intento de zafarse o de huir.
Sin embargo, seguía de pie.
Brody alzó de nuevo el cuchillo con la intención de dar otra apuñalada, pero se detuvo antes de siquiera intentarlo. Su mirada estaba fija en el pecho de su hermana, y en específico en la larga línea que la herida dibujaba en éste. Y mientras la observaba, algo insólito captó su atención: en un segundo, la sangre dejó de brotar de la herida, y al siguiente ésta comenzó a cerrarse lentamente, como si un borrador invisible desapareciera un simple trazo sobre una hoja.
—¿Qué…? —masculló Brody, atónito.
Para cuando el muchacho terminó de pronunciar aquella palabra, la herida había desaparecido por completo de Loren, como si nunca hubiera estado ahí. Y al mismo tiempo, la niña volvió a respirar. Alzó su mirada hacia su hermano, y dirigió una mano a su propio pecho, tocando el sitio en donde aún sentía que el cuchillo la había penetrado, sin encontrarse con nada.
—¿Cómo…? —susurró Brody, estupefacto. Su mano instintivamente soltó el brazo de la niña y retrocedió un par de pasos, mirándola con temor en los ojos—. ¿Qué… qué eres…?
Loren no respondió. Ella tampoco lo entendía; no entendía nada…
Y entonces algo más ocurrió.
Brody soltó de pronto un fuerte alarido de dolor. Sus dedos se abrieron, dejando escapar el cuchillo que sostenía, que cayó al agua con un pequeño chapuzón. Brody miró con espanto su mano. Parte de la sangre de Loren, que había quedado en la hoja del arma, había resbalado por ella y manchado sus dedos. Y desde el punto justo en el que la sangre había tocado su piel, ésta comenzó a arrugarse y contraerse, a ponerse pálida, de un tono enfermizo. Y comenzó entonces a propagarse rápidamente por toda su mano, luego por su brazo; comenzó a secar y consumir su cuerpo enterp como una plaga.
—¿Brody? —susurró Loren, asustada y confundida.
Brody volteó a mirarla, con una máscara de terror petrificada en su rostro.
—¡Loren…! ¡Ayúdame!, ¡por favor…!
El chico extendió su otra mano en dirección a su hermana en forma suplicante. Pero aunque Loren pudiera o quisiera hacer algo, ya era tarde. Aquello terminó de consumir el cuerpo entero de Brody en cuestión de segundos. Sus ojos se nublaron, su mandíbula se torció en una mueca grotesca, y su carne se disipó hasta dejar la piel pegada a los huesos, convirtiéndose en un abrir y cerrar de ojos en un repugnante y horrible cadáver en descomposición.
El cuerpo, ya consumido por completo, se dejó caer hacia adelante sin oposición alguna. Loren instintivamente retrocedió para alejarse de él, y el cuerpo se desplomó al agua, quedando flotando en la superficie. Loren observó atónita e inmóvil aquello que alguna vez fue su hermano, siendo arrastrado poco a poco por la ligera corriente del río.
«¿Qué es esto?» pensó llena de desconcierto. «¿Qué está pasado…?»
Y como una respuesta a su pregunta silenciosa, aquella voz que le estuvo hablando todo ese tiempo volvió a repetirle lo mismo que le había dicho en el sótano: castígalos.
Mientras Loren contemplaba el cuerpo de su hermano, más sangre comenzó a resbalar por su cuerpo hasta sus muslos. Una gota recorrió su piel, dejando una fina línea en ésta, hasta tocar el agua debajo de ella. Loren agachó la mirada en el momento justo para ver cómo desde el punto en el que su sangre hizo contacto, el agua comenzó a teñirse poco a poco de rojo. Un rojo intenso, que comenzó a propagarse en todas direcciones, extendiéndose y extendiéndose hasta donde la niña lograba ver.
“Castígalos”, repitió una vez más la voz.
Ante ella, y en cuestión de unos cuantos parpadeos, el río entero se había teñido de rojo.
Se había convertido en un río de sangre.
* * * *
La joven Loren de veintidós años se observó detenidamente en el espejo de cuerpo completo que tenía empotrado en una de las paredes de su celda. Para ese momento ya se había colocado su túnica blanca de novicia, su cinturón y su calzado. Seguía teniendo su cabeza descubierta, por lo que sus cabellos rubios, cortos y brillantes, caían libres como pocas veces tenían la oportunidad. El blanco puro tan distintivo de las novicias combinaba con la palidez natural de su piel tersa y joven, y con el destello de sus ojos grandes azul grisáceo.
Se estaba tomando su tiempo para terminar de arreglarse, asegurándose con esmero de que su atuendo estuviera impecable, sin ninguna mancha o arruga demasiado evidente a la vista. Ese día, por encima de cualquier otro, debía lucir bien. En su reflejo se veía serena y calmada, en total control de la situación. Pero la verdad era que la Loren del espejo no era un buen indicador de la ansiedad que se acrecentaba cada segundo en su interior.
«¿Qué estoy haciendo?» se cuestionó a sí misma, dejando escapar un largo suspiro de nervios. Y aunque no lo había pedido, ni tampoco lo esperaba, aquella voz terminó respondiéndole: “lo que debes hacer”.
Aunque llamarla “voz” resultaba más simple de describir, era de hecho incorrecto, ya que no era como si Él le hablara en su cabeza, sino más bien compartía con ella ideas que se materializaban en su mente de pronto, como si ella misma las hubiera pensado; como pequeñas sugerencias que Él deseaba transmitirle.
A muchos otros los tachaban de locos por menos que eso. Pero a ella, en cambio, la llamaban una “Iluminada”. Lo que eso significaba realmente, variaba bastante dependiendo de a qué persona le preguntase.
El sonido de alguien llamando a la puerta resonó en el eco de la habitación, distrayendo su atención por un momento.
—Adelante —exclamó en alto para ser oída.
La pesada puerta de madera se abrió, y por el reflejo del espejo la joven notó cómo se asomaba del otro lado la figura pequeña y robusta de la madre Valentina de la Cruz, la madre superiora del convento de Santa María de los Ángeles. La madre superiora ingresó con paso cauteloso a la celda, y se paró firme con sus manos entrelazadas sobre su regazo. Contempló en silencio a la joven de hábito blanco por unos segundos, y dejó escapar un pesado suspiro, que parecía casi intentar transmitir decepción. Loren le sonrió con inocencia a través del espejo, aunque no estuviera segura de si ella la podía ver o no.
—Las otras preguntaron por ti durante la oración matutina —anunció la madre superiora con voz firme.
—¿Y qué les dijo? —preguntó Loren con curiosidad—. ¿Cuál es la versión oficial?
—Qué hoy tienes que acudir a un asunto muy importante y personal fuera del convento, y que se te dio una dispensa por hoy, para que pudieras prepararte física, mental y espiritualmente para ello.
—Lo cual no es una mentira —señaló Loren con tono divertido.
—Por supuesto que no. Pero en verdad espero que hayas aprovechado este tiempo justo para eso, porque evidente para arreglarte no fue.
Las mejillas de Loren se ruborizaron ante la marcada acusación, e instintivamente su mano subió hasta tocarse sutilmente sus mechones rubios descubiertos. Por supuesto que, justo como la madre superiora suponía, y Loren podía percibirlo claramente, había más bien aprovechado dicha dispensa que dormir un poco más. Aunque, siendo justa, descansar bien contaba también como preparación.
Acostumbrarse al ritmo de vida de las religiosas fue quizás uno de los aspectos más difíciles de sobrellevar para Loren McConnell hace algunos años, cuando comenzó a vivir escondida entre ellas, bajo la apariencia de una novicia más. El día en el convento de Santa María de los Ángeles siempre comenzaba prácticamente con el amanecer. Tras despertarse y vestirse, las hermanas debían reunirse en la capilla para la oración matutina y el canto de alabanza. Luego tomarían su desayuno ligero, y comenzarían sus labores limpieza, la preparación de la comida de la tarde y, lo más importante, la elaboración de dulces caseros, bastante populares en la ciudad y que se vendían bastante bien.
Loren tenía la obligación de participar en cada uno de esos actos. Pese a que no era una monja real en el estricto significado de la palabra, era importante que siguiera las mismas reglas y rutinas que seguían todas las demás hermanas del convento, en especial las más jóvenes como ella. Muy pocas dentro de la congregación conocían quién era en realidad o por qué estaba ahí, por lo que no se podía volver tan evidente sus privilegios especiales. Aunque claro, las correspondencias o visitas frecuentes de altos puestos de la Iglesia, bastaban para que más de una murmurara en secreto sus diferentes teorías. Pero estaba bien, pues era improbable que cualquiera de ellas se acercara siquiera a la verdad.
Como con todo, Loren terminó por acostumbrarse con el tiempo a todo eso, aunque no con sus pequeñas recaídas en las que alguna de las monjas mayores tenía que ir personalmente hacia su celda para despertarla; entre ellas, por supuesto, la propia madre Valentina.
La madre superiora volvió a suspirar tras un rato.
—¿Ya estás lista? —preguntó con tono severo.
—En un segundo lo estaré —respondió al joven mientras se colocaba rápidamente su tocado sobre la cabeza, y resguardaba cada uno de sus cabellos debajo de éste, como debía de hacer.
Una vez tuvo su atuendo completo, se detuvo frente al espejo y se observó con detenimiento. La imagen ante ella era la de una perfecta novicia de manual, futura esposa de Cristo y servidora del Señor; el orgullo de toda familia católica devota.
Lástima que fuera en realidad poco más que un simple disfraz; uno muy útil y eficaz que la había mantenido casi diez años escondida y a salvo, pero sólo un disfraz al final.
—¿Sabe? —masculló Loren, sin quitar sus ojos de su propio reflejo—. Cuando recién comencé a usar este atuendo para pasar desapercibida, lo odiaba. Es que, mírelo, es tan blanco; y tampoco destaca bastante por su comodidad, déjeme decirle. Pero ahora creo que podría llegar a incluso extrañarlo, una vez que ya no tenga que usarlo más.
Aquella repentina idea pareció sobresaltar un poco a la madre superiora, pero ésta intentó disimularlo.
—Siempre está la opción de que decidas ordenarte —sugirió la religiosa por lo bajo—. De verdad, esta vez.
La chica contempló su rostro en el espejo, delineado por el velo blanco. Pareció considerar por un instante la sugerencia, pero tras ese corto tiempo de reflexión, negó categóricamente con la cabeza.
—Ser monja nunca estuvo en mis planes reales, madre. Pero hay muchas formas de servir a Dios, ¿no es cierto? —añadió con optimismo, girándose a mirarla con una leve sonrisa—. La mía tiene que ser otra. Una que inevitablemente mancharía la pureza de este hábito blanco.
La madre superiora no respondió nada a su comentario, pero se preocupó profundamente por esas palabras; la joven pudo sentirlo plenamente, sin necesidad de concentrarse demasiado en ello. Entendía de dónde venía ese sentimiento; la madre Valentina se preocupaba por cada una de las chicas de su orden como si fueran sus propias hijas. Incluso de ella, que siempre había sido más una invitada que otra cosa.
O eso era quizás un poco injusto; de hecho se preocupaba en especial por ella. Tanto así que esa misma mañana dejaría los terrenos del convento luego de catorce años de claustro autoimpuesto, todo con tal de acompañarla en ese “asunto muy importante y personal” al que Loren debía asistir. Así de importante era el día que tenía por delante; importante para ella y, quizás, para el mundo entero, aunque gran parte de éste lo ignorara.
—¿Estás segura de hacer esto, Loren? —inquirió la madre superiora, preocupada—. Su Eminencia dijo que le dejaras todo esto a él.
—También dijo que era imposible predecir cómo reaccionarían los cardenales —replicó la joven—, o qué decisión tomarían al final. Y no estoy dispuesta a dejar algo como esto al azar. No después de que el padre Alfaro dio su vida para obtener esta información.
Al mencionar al sacerdote caído, su voz se impregnó de un tinte de dolor, pero también de rabia, que la joven no intentó ocultar
—¿Y realmente crees que tu presencia pueda hacer alguna diferencia? —cuestionó la madre superiora con dureza.
Loren guardó silencio unos instantes, sopesando aquella pregunta. Aunque lo cierto era que ya había pensado bastante en eso la noche anterior, así que tampoco había muchas opciones por las cuales decantarse.
—No lo sé —susurró despacio, con incertidumbre en su voz—. Pero he estado bajo la protección de la iglesia por mucho tiempo, justamente aguardando este momento. Con o sin su aprobación, tengo que hacer esto. Aunque contar con su apoyo sería agradable.
De nuevo, la consternación afloró en la madre superiora, y fue más que clara y palpable para Loren, como una gruesa nube de humo rodeándolas.
—No tiene que acompañarme —le aclaró con voz gentil, como había hecho también el día anterior—. Ya han hecho mucho por mí, y lo que menos quiero es darles más problemas.
—Se me dio la responsabilidad de cuidar de ti, pequeña —replicó la madre Valentina con firmeza—. Y hasta que dicha responsabilidad me sea revocada, a donde vayas, yo voy. Sólo, por favor, intenta comportarte.
La madre Valentina se permitió dejar de un lado su fachada dura y segura, pera dejar ver una sincera suplica en sus palabras. Loren no pudo evitar sonreír divertida ante esto, aunque sí evitó que aquello se convirtiera en una risita irrespetuosa.
—¿Cuándo no lo he hecho? —le preguntó con ironía, a lo que la madre Valentine respondió principalmente con una mirada de desaprobación.
—Tampoco puedo garantizarte que te dejen entrar —advirtió la religiosa, sin embargo.
—No se preocupe, yo me encargo de eso.
Aquellas palabras no hicieron más que exacerbar el malestar de la madre superiora.
 —Justamente a eso me refiero con que te comportes —le reprendió con enojo, agitando una mano en el aire.
—No se preocupe, madre —le respondió Loren, y caminó con paso tranquilo hacia ella, hasta coloca una mano reconfortante sobre su hombro. Se agachó también un poco, para poder verla a los ojos pues la mujer mayor era algunos centímetros más pequeña que ella. Le sonrió con gentileza, y añadió—: Pase lo que pase, será la voluntad de Dios.
Las palabras parecieron tener un efecto ambiguo en la madre superiora, pero parecía al menos estar más calmada; o lo suficiente.
Sin necesidad de decir más, ambas salieron una de después de la otra de la celda, y se encaminaron hacia la salida principal del convento. Y de ahí, avanzarían juntas por las callejuelas de Roma, hacia su destino final: la Santa Sede; el Vaticano.
FIN DEL CAPÍTULO 160
Notas del Autor:
—Aquí ya se revela un poco más sobre quién es Loren, esta jovencita en hábito de monja que había hecho su aparición en algunos capítulos anteriores, visitada por Jaime Alfaro y por el  Cardenal Phil Montgomery. El personaje es en realidad Loren McConnell, proveniente de la película del 2007 titulada The Reaping o Prueba de Fe. Todos los acontecimientos narrados en la primera parte de este capítulo, son una rescritura de sucesos ocurridos en dicha película, aunque con algunos ajustes y detallándolos ya que en la película lo que se muestra y narra queda un poco corto. Más detalles sobre Loren y quién es, o qué es, se darán a conocer en el futuro.
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placapetri · 7 months ago
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La máquina de papá hacía tac-tac... tac-tac-tac... El reloj sonó con un tintineo callado. El silencio se arrastraba zzzzzz. El guardarropa decía ¿qué? ropa-ropa-ropa. No, no. Entre el reloj, la máquina y el silencio había un oído a la escucha, una oreja grande, color de rosa, muerta. Los sonidos estaban ligados por la luz del día y por el crujir de las hojas de los árboles que rozaban unas contra otras radiantes. Apoyando la cabeza en la vidriera brillante y fría miraba hacia el patio del vecino, hacia el gran mundo de las gallinas que-no-sabían-que-iban-a-morir. Y podía sentir, como si estuviera muy cerca de su nariz, la tierra caliente, prieta, perfumada y seca, donde muy bien sabía, muy bien sabía que una u otra lombriz de tierra se estaba desperezando antes de ser comida por la gallina que las personas se iban a comer.
Clarice Lispector, Cerca del corazón salvaje. Trad. Basilio Losada
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erickllamasblog · 1 year ago
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De raza asesina.
Nadie sabía dónde lo había conseguido. Algunos decían que fue una cruza imposible, que su papá era un Belga Malinois cruza con Pitbull y su mamá era un Dogo Argentino cruza con Rottweiler. Pocos lo habían visto. De hecho creo que nadie lo había visto, pero todos decían que existía. Y atrás de esas bardas de tres metros siempre se escuchaban ladridos que le hacían competencia a los bostezos de los leones que tenían en ese zoológico casi abandonado y al que ya nadie iba. Los ladridos de un perro tenor, de un perro alfa, de algo que raya en lo salvaje, un perro de raza asesina.
Don Hidrómiro era el dueño de esa bestia, y así como nadie sabía ni había visto a su perro, nadie tampoco sabía a qué se dedicaba. Solamente se le veía ir y venir en una camioneta negra polarizada.  Siempre que podía presumía la raza de su perro, - es “Raza Asesina” – decía, y también presumía de no haberle puesto nombre para no encariñarse con él, para que supiera que no era un perro, que no se confundiera con la realidad de que se trataba de un arma de ataque. Nunca jugó con él, ni lo acariciaba. Decía que lo alimentaba con carne cruda. Sus juguetes eran los huesos más gruesos de res que encontraba en la carnicería y estos no le duraban nada, apenas y una hora. También, a veces le compraba conejos vivos y gallinas, para que las cazara. También decía que cuando lo mandó a la granja de entrenamiento, le rompió el brazo con la mordida a cuatro entrenadores y como se corrió la voz, ya no se lo aceptaron en ningún lado. Que una vez lo llevó a cazar y se chingó él solo a un jaguar. Que un día en el lago también se chingó a un cocodrilo. Que entendía instrucciones en cuatro idiomas pero que había un lenguaje con palabras secretas que solo a él obedecía. Que ya había matado a varias personas que se le ponían al brinco a Don Hidrómiro y por eso ya mejor lo dejó en su casa y no lo sacaba, porque ya querían matar a su perro.
Esto último se sumó a una leyenda urbana que corría en el barrio, y es que Juanpa, el hijo de doña Ester, la del puesto de gorditas, flautas y quesadillas que se ponía todos los días de 6 a 11 de la noche, se sabía que robaba lo que podía. De hecho una vez me robó mi bici y luego él ahí la traía el muy cínico, dijo que era suya, pero hasta traía las mismas estampas que yo le había pegado. La neta ni le moví, porque se veía a leguas que era bien chaca y obvio traía su navaja y a sus amigos chacas siempre con él. Bueno, la cosa es que a ese wey un día se le ocurrió meterse a robar a casa de Don Hidrómiro, que porque le llegó el rumor que el Don tenía un montón de lana en cash ahí guardada adentro de su casa, bajo el colchón o en el tanque de la taza del baño, y pues dicen que ahí fue a meterse el menso y ya nunca más lo volvieron a ver, que el perro de Hidrómiro se lo comió. Doña Ester tampoco le movió mucho, ya sabía en qué andaba su hijo y también se las olía de lo que andaba el Don, y sabía que tarde o temprano iba a pasar algo así. Prefirió pensar que el Juanpa se largó con la hija de el de la tiendita, que también al mes desapareció y no la volvieron a ver más por allá. Pero el señor de la tiendita sí se puso bien mal, y sin saber nada, nomás porque sí, fue a amenazar a Hidrómiro. Fue a la policía a decir que él desapareció a su hija, que siempre se le quedaba viendo raro cuando iba, que le compraba un chocolate para regalárselo y que era el único que se le ocurría porque se sabía andaba en cosas turbias y porque Juanpa ya ni andaba por ahí, pero que seguro también Hidrómiro se lo chingó, nomás que él sí se lo merecía, pero mi hija, decía… mi hija qué culpa tiene.
Le metieron una demanda que no procedió por falta de pruebas y por buenas conexiones de Hidrómiro y le dijeron al señor que cuando tuviera algo más sólido para acusar al Don, entonces fuera de nuevo y ya verían cómo procederían. Al final no pasó nada, mas que el señor de la tiendita la cerró y se fue a vivir a otro lado, porque decía que todos los de la colonia le dábamos asco, tanto asco que ni quiso cobrarnos lo fiado que le debíamos y eso que sí le debíamos una lana.
Pasaron varios meses y un día pasó lo que sospechábamos. Se chingaron al Hidrómiro. Iba saliendo de su taquería favorita acá en la colonia, donde la tripa la hacen bien doradita y el pastor lo bajan directo del trompo y la salsa de aguacate sí lleva aguacate. Entonces, antes de subirse a su auto que se pasan unos en moto y le pegaron como 8 o 10 balazos. Dicen que al 4 balazo ya estaba muerto, pero se ve que le tenían saña, porque ya estaba en el piso y le seguían disparando. Se dijo que era porque andaba metido en algo y que era un ajuste de cuentas, otros dijeron que fue el señor de la tiendita, la realidad es que chance lo que le sobraban eran enemigos y más bien le faltaban amigos al Don. Y luego ni familiares tenía, entonces ni funeral, ni nada le hicieron, ni nadie a quién avisarle para asuntos legales y su casa.
Había pasado una semana cuando se comenzó a escuchar a su perro ladrar. Pasó día y noche y no cesaban los ladridos. Cada día que pasaba podía escucharse más fuerte, con más rabia. Se escuchaba cómo golpeaba la pared, parecía que la iba a tirar. Luego comenzó a escucharse que se golpeaba la puerta. Pasó otra semana y entonces los ladridos comenzaron a cambiar a aullidos, y luego a lloriqueos, como pidiendo ayuda, clemencia, misericordia, pero nadie de la colonia tenía el valor de asomarse. Entonces le hablaron a la policía, pero también sabían del perro y le sacateaban. Le hablaron a la protección de animales y para cuando llegaron, ya no se escuchaba al perro.
A la fuerza y entre todos abrieron la puerta y ya desde afuerita se sentía un olor muy fuerte a podrido, a animal muerto. Abrieron las puertas, algunos dicen que el dinero que tenía Hidrómiro era cierto y que los de la policía se lo chingaron. Siguieron abriendo las puertas hasta que llegaron a la terraza del último piso, en el techo, y ahí estaba la bestia. Todos dijeron que nunca habían visto un perro tan grande. Estaba amarrado con una cadena al cuello pesadísima y le había sacado llagas por intentar zafarse de ella para liberarse y conseguir comida , por lo que estaba ensangrentado. Las paredes estaban arañadas casi a punto de derrumbarse, y también habían ladrillos mordidos. Del hambre, había comenzado a comerse a sí mismo una pata trasera, y es por es que pudo mantenerse más días vivo. Y aún así, la bestia, la raza más asesina, parecía dormido en un sueño profundo y lleno de paz. Dicen que cuando llegaron seguía vivo y que cuando le ofrecieron algo de agua y le tomaban de la cabeza para acariciarlo, dio su último aliento, como si solamente estuviera esperando a que alguien en verdad reconociera su existencia, que supieran que nunca quiso ser esa raza asesina. Lo tuvieron qué sacar en una camilla envuelto en bolsas negras, su silueta se veía enorme. Ahí vimos cómo metían a una camioneta al terror de la colonia, la bestia de hidrómiro.
En la casa se encontró todo lo que se sospechaba, drogas y armas, y quién sabe cuántas cosas más le metió la policía para sacar culpas de una. Un mes después apareció la hija del señor de la tiendita, sí se había escapado con el Juanpa, pero se regresó porque también lo habían matado mientras vendía droga en una esquina donde no debía. Cuando le contaron lo que pasó con Don Hidrómiro y su perro, su cara se horrorizó y dijo:
-¡Estoy segura que fue mi papá! ¡Estoy segura que fue mi papá!
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rafafeldespato · 2 years ago
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Salvajes (Parte 2)
La verdad fundamental es que la civilización y el salvajismo están en guerra entre sí de forma innata. Los salvajes se sienten ofendidos por la existencia de la civilización. Cuando ven una, quieren destruirla. No puede haber paz con los salvajes porque, contrariamente al islam, la paz es una condición de la civilización. Para tener paz hay que ser civilizado. Los salvajes ni siquiera ven la paz como un valor, salvo como la conclusión de una conquista exitosa y para preparar el escenario para la siguiente. Las personas civilizadas desarrollan complejos mecanismos de intercambio, pero los salvajes no ven ninguna razón por la que no deban tomar algo o a alguien si es demasiado débil para defenderse. Ninguna cantidad de sermones convencerá a un salvaje de que cualquier otra cosa que no sea las relaciones de clan debería impedirle robar un coche o violar a una mujer si no hay consecuencias claras. Esto se debe a que los salvajes, a diferencia de las personas civilizadas, no tienen conciencia y, por tanto, no tienen alma. El Islam, a diferencia del judaísmo y el cristianismo, no es una religión del alma, sino enteramente de poder. Desde su canto genocida, “Allahu Akbar”, que proclama la supremacía física de Alá ante todas las demás religiones, hasta las victorias militares de sus seguidores, todo se reduce a la conquista. La verdad del Islam se valida mediante la guerra. Cuando los yihadistas conquistan y violan a los no musulmanes, están demostrando que el Islam es verdadero y que las religiones de los conquistados son falsas. Es por eso que los yihadistas de ISIS les decían a las niñas yazidíes que estaban violando que la violación las acercaba a Alá. Las civilizaciones se han vuelto demasiado sofisticadas y decadentes para comprender tales conceptos. Cuando se enfrentan a la barbarie, caen en una trampa dialéctica que explica a los salvajes en términos de cómo las personas civilizadas interactuaban con ellos. ¿Hirieron sus sentimientos, derrocaron a sus gobiernos o dibujaron caricaturas crueles? ¿El capitalismo los dejó a la deriva en la economía mundial? ¿Cómo no logramos integrar a los inmigrantes de segunda generación a pesar de todas las ayudas sociales? Estas sesiones de segundo año de carrera no tienen sentido. Una hiena no se come tus gallinas porque no lograste integrarla. Es que eso es exactamente lo que hacen las hienas. El hombre en su estado base es un depredador y los salvajes se esfuerzan por ser los depredadores alfa. Las civilizaciones se convierten en depredadores superiores porque dan cabida a las artes y las ciencias, porque piensan en algo más que en lo superiores que son a sus vecinos y en demostrarlo matando a sus hijos y violando a sus hijas. Pero cuando las civilizaciones pasan demasiado tiempo pensando, olvidan que una de las razones por las que surgieron fue para construir algo mejor que un estado de salvajismo. Las civilizaciones decadentes internalizan todas las críticas y sus pueblos pelean sin cesar y piensan que las peores cosas posibles en el mundo son las que existen entre su propia gente. Los salvajes nos recuerdan lo contrario.
(Sigue...)
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guytheporn · 2 years ago
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pipicalzaslargas · 2 years ago
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¿QUÉ FUE ANTES, EL HUEVO O LA GALLINA?
Esta pregunta ha viajado a lo largo de los años de la historia de nuestro mundo, haciéndonos preguntarnos dudas sobre la vida y el universo, y hasta hace relativamente poco no hemos conocido su respuesta. Al estudiar la vida e historia de Charles Darwin durante su viaje en el Beagle, éste nos condujo a hallazgos que nos ayudan a averiguar la respuesta. La biología tiene la respuesta; antes de la gallina estaba el gallo rojo salvaje, que también ponía huevos, y también los ponían sus ancestros, los dinosaurios. Por lo que se puede deducir que el huevo fue primero.
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Las teorías creacionistas dan 2 respuestas opuestas a la pregunta:                    1. Quiénes solo admiten la interpretación de la Biblia de forma literal, desde el punto de vista del creacionismo, indican que las aves fueron creadas al igual que el resto del universo. El relato bíblico de la creación dijo que Dios creó a las aves, pero no menciona a los huevos.​                                                                  2. Sin embargo, la evolución teísta establece que los pollos fueron creados por Dios a partir de huevos de gallinas. Así que, Dios creó a las gallinas mediante evolución, y pudo haberlas creado a partir de huevos.
-  En el Budismo existe la creencia sobre la "Rueda del Tiempo”, el cual ve al tiempo como cíclico y con repetición de eras, tal como otras culturas de América (aztecas, mayas y los indios nativos) creen. Esta idea da una respuesta distinta a la pregunta de "quién es primero" cuando está combinado con el concepto del "Eterno Retorno”. Este concepto asume que el tiempo es eternamente repetitivo, por lo que no existe "primero" en la eternidad; es decir, nada ha sido creado, siempre ha existido. La respuesta es entonces "ninguno es primero", ya que el tiempo cíclico no permite que exista.
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Como las especies cambian con el paso del tiempo durante el  proceso evolutivo, la primera gallina moderna antecesora de las gallinas domésticas no puede ser clasificada como tal. El ADN solo puede ser modificado antes del nacimiento, por lo cual la madre de la primera gallina (la cual no era una gallina tal como la conocemos), sufrió una mutación en la gestación mediante la cual el embrión que llevaba dentro cambió y se convirtió en la primera gallina.                                                                        Por tanto el huevo sería anterior a la gallina.​ Si se habla desde un punto de vista evolucionista, los cambios no ocurren al instante. Hay que comprender que hubo dinosaurios con alas, picos y plumas, por lo tanto no hay que pensar que la gallina vino de una antecesor de un reptil.
En conclusión, basándonos en las ideas evolutivas de Darwin, el huevo fue primero que la gallina, ya que ésta se formó dentro de un huevo de otra especie animal, explicando así cómo se dio la transición y evolución de especies.
Wikipedia, National Geographic, rtve.
                                                                                                       ALMA
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paredmarron1 · 2 years ago
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¿EL HUEVO O LA GALLINA?
Cuántas veces nos habremos preguntado qué fue antes, ¿el huevo o la gallina?, bien, yo vengo a tratar de dar una respuesta a esta pregunta.
Basándonos en los científicos de las universidades de Warwick y de Sheffield (Inglaterra), estos llegaron a la conclusión de que la gallina existió antes que el huevo, debido a que una proteína hallada en los ovarios de las gallinas, la ovocledidina-17 (OC-17), cumple una función clave en la formación de la cáscara del huevo.
Yo siempre he creído que primero fue la gallina, en su momento pensaba que en un charquito podría formarse una célula y a partir de ella, la gallina.
Según el Lamarckismo, podríamos decir que la gallina es pequeñita debido a que se necesita agachar para comer del pasto/maíz, ya que, el Lamarckismo trata sobre la influencia del medio en el que se desarrollan las especies determinan los cambios de estas, y a su vez, también es hereditario, así que, podríamos decir que la gallina era diferente a como la conocemos hoy en día.
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La biología tiene la respuesta. Antes de la gallina estaba el gallo rojo salvaje, que también ponía huevos. Y también los ponían sus ancestros, los dinosaurios. Según esto, el huevo fue primero.
Basándonos en lo que nos cuenta Chat GPT, desde una perspectiva evolutiva, la respuesta es que el huevo fue lo primero en aparecer. 
Los huevos existen desde hace unos 312 millones de años, y la gallina como especie evolucionó a partir de otras aves que no eran exactamente gallinas. Entonces, la respuesta es que el huevo fue lo primero en aparecer en términos evolutivos. 
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Sin embargo, si nos referimos específicamente al huevo de gallina, la respuesta es que la gallina fue la que vino primero, ya que los huevos de gallina sólo pueden ser producidos por gallinas adultas.
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Según toda esta información, concuerdo con que primero fue el huevo. Nosotros hemos evolucionado, entonces, la gallina antes de ser como es, pudo haber sido diferente ya a partir de un huevo comenzó a formarse la que conocemos hoy en día.
Teorías evolucionistas
 Según la tele
Científicos
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beigbeder2006 · 2 years ago
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HUEVO GALLINA
Por lo que he leído el huevo fue antes que la gallina ya que antes de la gallina estaba el gallo rojo salvaje, que también ponía huevos. Y también los ponían sus ancestros, los dinosaurios. Esto demuestra que el huevo fue primero.El filósofo, David Papineu fue muy concreto con su respuesta: “Diria que un huevo de gallina lo es si contiene una gallina”, explica. “Si un canguro pusiese un huevo del que saliese un avestruz, se trataría de un huevo de avestruz, no un huevo de canguro. Siguiendo este razonamiento, la primera gallina tuvo que salir de un huevo de gallina, incluso aunque ese huevo no saliese de una gallina.El científico, Jonh Brookfield, llegó a la misma conclusión que su otro colega: "el primer pollo probablemente no nació de otro pollo, sino que evolucionó de otras razas con características levemente distintas. Por lo tanto, el organismo vivo dentro de la cáscara del huevo debe haber tenido el mismo ADN que la gallina en la que terminaría convirtiéndose, y por lo tanto, sería en sí misma un miembro de la especie de la gallina”.
Mary Stoddard, autora de un estudio llevado recientemente por la revista "Science", señala que su equipo investigó para saber más cosas sobre los diferentes misterios que existen en torno a estas aves, entre ellos el de si fue primero el huevo o la gallina.
Según explica Stoddard, primero fue el huevo. Un huevo especializado y con cáscara evolucionó con el paso del tiempo en algunos vertebrados mientras se adaptaban a la vida terrestre. Mucho más adelante, estos animales se transformaron en los primeros vertebrados del planeta Tierra, entre ellos las aves.
Por lo tanto, tomando como referencia la Teoría de la Evolución de Darwin, el huevo fue primero que la gallina. La gallina se formó dentro de un huevo de otra especie animal, por sorprendente que resulte. Esto explica cómo se dio la transición y evolución de especies.
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yo-sostenible · 2 months ago
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El Departamento de Agricultura informó que se trata del segundo salto del virus de las aves a las vacas. En los últimos años, se ha incrementado la detección de virus A(H5N1) en especies no aviares a nivel mundial El Departamento de Agricultura de Estados Unidos anunció que se ha detectado una variante de gripe aviar en el ganado lechero del país y lanzan alerta para detener su propagación a tiempo. Se trata del virus H5N1 o gripe aviar altamente patógena que reduce la producción de leche en el ganado, y ha disparado los precios de los huevos tras causar la muerte de millones de gallinas. Según la OPS virus Influenza A(H5N1) que circula actualmente en las Américas pertenece a un genotipo de IAAP producto de una recombinación ocurrida en aves silvestres en Europa y cepas de baja patogenicidad en aves silvestres y domésticas durante su diseminación globa Su presencia en ganado lechero fue detectada a través de un programa de la agencia que comenzó a analizar muestras de leche en diciembre y que hallaron que el virus se había modificado para no solo limitarse a aves de corral o silvestres acuática, sino tambíen a mamíferos. Las autoridades y especialistas sospechan que las aves silvestres trasmitieron la segunda cepa al ganado en Nevada y no se asegura que el ganado que haya superado la infección sea más vulnerable ante la nueva variante.  Para los expertos es importante contener el brote de la variante del virus en Nevada para evitar que se propague en otras regiones, razón por la que el ganado de dos condados ha sido puesta en cuarentena. En enero de este año en el Estado de Luisiana se reportó la primera muerte por gripe aviar en Estados Unidos, se trató de un  hombre de 65 años que se contagió al exponerse a aves muertas salvajes y domésticas en su patio trasero. Por lo pronto, se estima que al menos 70 personas se han infectado con el virus. Fuente servindi.org
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hvunsu · 2 months ago
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las palabras de silas despiertan curiosidad en el surcoreano, ahora le mira y si fuera un dibujo animado, tendría un signo de exclamación encima de la cabeza. ' ¿tienes más gatos? ' se le atropella toda pregunta posible, ¿cómo se llaman? ¿cómo son? ¿cuántos años tiene? pero no las hace, se aclara la garganta en su lugar. ¡concentración!
es evidente que la idea de sobrevivir en lo salvaje no le gusta, por lo que aprieta los labios un momento en lo que repiensa. ' tiene que ser el plan z, seguro que antes de nada vendrán a por nosotros … ' ¿y si no? ¿y si es todo parte de una prueba? no se quiere emparanoiar, pero se lo ponen difícil. ' todavía me quedan unas pocas provisiones, creo que estaré bien por un par de días ' si lo raciona y piensa con cabeza, lo logrará.
mientras, se entretiene en acariciar el pelaje del felino. ' no sé si vi gallinas … pero algo ha de tener la naturaleza para nosotros ' sólo han de buscarlo y bla bla, ¿no? ' eso de las bayas … ¿no muere así mucha gente en las películas? ¿sabes diferenciar las venenosas? hace un rato vi unas cuantas y no me atreví a tomarlas '
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se puso de cuclillas para acariciar la cabeza del gato por igual, su expresión suavizándose sin poder evitarlo ante la presencia del lindo animal. ' podrías volverte hermano de mis otros gatos ' jugó con la idea, aunque lo descartó tan pronto como consideró lo complicado que sería llevárselo de ahí, ¿y siquiera regresarían a praga pronto? ' oh, no. ¿te acabaste tus provisiones? ' le preguntó, buscando la mirada contraria. ' lo más probable es que... si nos quedamos sin nada, tengamos que buscar algo, ¿no...? no, ¿sabes qué? detesto esa idea. es más, me volveré vegetariano ' temporalmente, seguro. ' ¿no habrá gallinas por ahí? quizás ponen huevos... ¿no sobrevive la gente de bayas y moras salvajes en las películas? '
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shanahazuki · 2 years ago
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5 películas de animación asiática que debes conocer
Publicado originalmente el 30 de abril de 2017 En Asia se produce mucho cine como en Occidente, pero no todos los títulos son estrenados en América. En cuanto a películas infantiles es complicado que lleguen a las salas de cine, algunas productoras como Toho, Toei Animation y Estudios Ghibli lo han logrado; Ghibli incluso es la más identificada en cuanto a filme infantil, pero existen muchas…
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baladaenmediodelacaceria · 2 years ago
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Cuchillo, Charles Simic
1
Padre-confesor de la gallina gorda sobre el altar rojo de su garganta,
Una lengua, tan sola, brinda la oscuridad de una boca ya perdida.
El ojo único y brillante de un loco– si hay una lágrima en él, ¿por quién es?
2
Es una vela es también un rastro de torcidas letras; los escritos misteriosos del cuchillo.
Descendemos una escalera interior. Caminamos bajo la tierra. El cuchillo alumbra el camino.
Atravesamos huesos de animales, agua, la barba de un cerdo salvaje– vamos entre piedras, brasas, después somos un aroma.
3
Demasiada oscuridad en todas partes. Estamos en una bolsa colgada sobre los hombros de alguien.
Escuchas el sonido de botas marchando. Escuchas a la tierra respondiendo con un ruido sordo y hueco.
Si lo que quieres es un poema, toma un cuchillo;
Una estrella de soledad, ascenderá y se posará en tu mano.
Versión al español: Brianda Pineda Melgarejo
Incluido en New and selected poems 1962-2012, Houghton Mifflin Harcourt, págs. 12-14
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Knife CHARLES SIMIC
1
Father-confessor of the fat hen on the red altar of its throat,
A tongue, all alone, bringing the darkness of a mouth now lost.
A single shining eye of a madman– if there’s a tear in it, whom is it for?
2
It is a candle it is also a track of crooked letters; the knife’s mysterious writings.
We go down an inner staircase. We walk under the earth. The knife lights the way.
Through bones of animals, water, beard of a wild boar– w ego through stones, embers, we are after a scent.
3
So much darkness everywhere. We are in a bag slung over someone’s shoulders.
You hear the sound of marching boots. You hear the earth answering with a hollow thud.
If it’s a poem you want, take a knife;
A star of solitude, it will rise and set in your hand.
Incluido en New and selected poems 1962-2012, Houghton Mifflin Harcourt, págs. 12-14
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