#otro trastornado(?)
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seo yerik - humano - estudiante de fotografía - 22 años - bisexual - he/him open to: m/m, m/f, m/nb
- —Esta es mi foto favorita de ti… — -no realmente, pero al menos si era la que podía mostrarle en público. La colección de Yerik rayaba lo insano, porque de eso se trataba, de su propia insanidad y obsesión con ciertas personas y los altares que les construía con fotografías que ni ellos sabían les eran tomadas. Pero su cara de ángel y sonrisa gentil, le salvaban de cualquier conjetura negativa. - —¿Te gustaría enmarcarla o quieres ver otras?
#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dialogue ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ seo yerik ⠀ ❫#open starter#s*#OTRO ENFERMO DFKJSLDS#toma fotografías de sus pequeñas obsesiones#pero pasa piola por su carita de angel y porque es querido en la universidad#everyone wants him n stuff(?)#pero en realidad está trastornado de la mente tho(?)#en fin /sale bailando tap
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Me sacó me sacó el Bauti Herrera con las pelotudezes de obsecionado que hace
Ese tipo está peor que enero
Sí amigachas
Otra vez el pico de fama mundial
El pico de fama MUNDIAL
Otra vez otro 8 de enero por la obsesión de enfermito trastornado que está el Bauti Herrera por mí
Ya no lo aguanto pero MÁS
No quiero que este tipo NI SE ME ARRIBE NI ME SIGA JODIENDO NI ME SIGA BUSCANDO NI NADA
Lo quiero bien lejos de MI vida para NO VOLVER MÁS CON ESTE INEPTO
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LYGIA CLARK & HÉLÈNE CIXOUS
«La Voz, canto anterior a Ia ley, antes de que el aliento fuera cortado por lo simbólico. Texto, mi cuerpo: cruce de corrientes cantarinas, escúchame, voz que, al tocarte, te conmueve, te empuja a recorrer el camino que va desde tu corazón al lenguaje, te revela tu fuerza; es el ritmo que ríe en ti; el intimo destinatario que hace posible y deseables todas las metáforas; cuerpo tan difícil de describir como dios, el alma o el Otro; la parte de ti que entre ti te espacia y te empuja a inscribir tu estilo de mujer en Ia lengua. Voz: la leche inagotable ha sido recobrada. La madre perdida. La eternidad. El texto femenino no puede ser más que subersivo: si se escribe, no puede ser más que trastornado en incesante desplazamiento: en el imperio de lo Propio, el ser del desplazamiento. ¿Cómo encontrará ella donde perderse, dónde inscribir su no-tener-lugar, su permanente disponibilidad? EI amor-otro es el nombre de la escritura: ahí las diferencias, que arrebatan vuelos vertiginosos entre conocimiento e invención. Tocar el corazón de las rosas: es la manera-mujer de trabajar: tocar el corazón vivo de las cosas, sentirse conmovida, ir a vivir en lo mas cerca, dejarse llevar lentamente por la fuerza de atracción de una rosa, que nos da lo mas vivo de sí misma. Hemos olvidado que el mundo esta ahí frente a nosotras. Hemos olvidado como las cosas nos precedieron.»
_ Hèléne Cixous. La risa de la Medusa: Ensayos sobre la escritura –Teoría feminista y cultura contemporánea- Prólogo y traducción de Ana María Moix. Cultura y Diferencia, serie dirigida por Mirian Díaz-Diocaretz y asesorada por Iris M. Zavala. Pensamiento Crítico/Pensamiento Utópico 88. ANTHROPOS. Puerto Rico 1995.
Lygia Clark. Escadas, 1951. Carboncillo sobre papel, 14 9/16 x 10 7/16″ (37 x 26.5 cm). Colección Privada.
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¿Quién se halla en tu morada?
Llegas y te ausentas. Llamo y no contestas.
¿Princesa, te acompaña la Bestia?
Acaso, es... ¿Una invitación para ir a tu casa?
¡Qué ra-ra for-ma de pretender tienes!
¡Cielo! ¿QUIÉN LA TIENE?
¡Quién la entiende! Me dice que me ama y se desaparece.
¿Por qué pierdo contacto cuando entras a tu casa?
Bella durmiente o Cenicienta.
Quizás el tiempo lo ocupas acostada, escuchando otro latir.
Loco lunático posiblemente trastornado.
Prefiero el término enamorado. Aunque... cada vez poco menos. Hasta su retorno... De nuevo caigo.
Cristopher A. RH
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Los amantes no tienen nada que darse, nada que ofrecerse, el erotismo de uno no es complementario o contradictorio con el del otro, es un azar que festejan y reinician cada vez (si el acto sexual fuera un hecho natural, sólo habría una manera de llevarlo a término). ¿Qué intercambian los seres? Un tremendo impudor, en el abismo en que se hunden desaparece cualquier persona, todos los nombres todavía propios. Es preciso despojarse de toda propiedad, de todo deseo de poder, para adelantar en esta peregrinación; querer, poder, saber, proyectos que siguen refiriéndose a uno mismo. La unión no es diálogo, en ella no se entrega ningún mensaje, nada se dice en ella de manera unívoca. Los amantes se conceden todas las posibilidades de existir; no se conocen, no quieren preguntarse, se miran y se palpan; unen sus terminaciones nerviosas y se respiran, trastornados por la fuerza desconocida que cada uno significa para el otro; se sorben, se lamen en todos los sentidos, en todas las direcciones; mantienen una tensión, anudan unos hilos, esculpen unas causas y unos efectos, miman unos suspenses que no se apresuran a resolver, la emoción les estrangula, juntos pierden pie en una vacilación que les hechiza.
Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut, El nuevo desorden amoroso
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youtube
Confesiones, Margarita García Alonso, #ufotwriter #animation
Me encanta escribir y crear visuales pues no pertenezco a ninguna escuela, corriente, país, grupo social & ideológico, absolutamente nada 'Presente o Imperante'; tantos me encuentran adorable, como otros me detestan- sin abarcar o conocerme. También tengo un lado trastornado, rompo el encanto de un trabajo que gusta y expongo obras que desarreglan el like. Entre la fiesta y el enterramiento del ojo, gracias inmensas por seguirme al Futuro.
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Despedida de Soltero
by Aris Oneshot para la ecuperweek 2023 Francisco iba de chaperón en la despedida de soltera de su cuñada, pero acabó enredado en una noche de pasión con uno de los hombres que rescató de las garras de las mujeres. Esta es la mañana después de eso. 1.258 palabras. Ao3
—Gracias… —susurró Francisco al recibir la taza de café que el hombre, Miguel, le ofrecía. La vergüenza hizo que bajara la cabeza rápidamente y bebió de la forma más tranquila y silenciosa de la que fue capaz, aun cuando se quemó la lengua con el primer sorbo.
El sujeto, Miguel, se apartó de la cama luego de un instante y fue a ocuparse de lo que sea que tuviera sobre la estufa, que olía estupendamente bien, tenía que decir. Se le hacía agua la boca, pero lamentablemente debía salir de allí enseguida antes de que lo tentara a quedarse con la comida, o con más sexo.
Había perdido la cabeza. Eso era: las luces de neón, la música y los vapores del bar lo habían trastornado, sin mencionar los gritos y la falta de decoro de sus hermanas y las amigas de Fernanda, que con un poco de alcohol encima comenzaron a estirar las manos hacia cualquier hombre que se les pasara por enfrente luego de que les escondieran a todos los vedettos. Entre sus víctimas se contaba el joven frente a él, al que heroicamente había arrancado de las garras de las mujeres antes de que le quitaran algo más que la bandeja con los tragos. No supo en qué momento el agradecimiento del muchacho derivó en un mutuo coqueteo y en algún punto de la noche, cuando ya tenía demasiado alcohol encima, Francisco había abandonado su puesto como chaperón en la despedida de soltera de su cuñada, para tener una noche de pasión en el pequeño loft de Miguel. Ya con la cabeza más clara luego de varias horas de sueño se daba cuenta de la estupidez que había hecho.
La falta de paredes, y la pequeña distancia que separaba la puerta de entrada de la cama les había venido estupendamente en la prisa que llevaban la noche anterior, pero ahora le impedían esconder su vergüenza de los ojos curiosos de su anfitrión, que lo observaba detenidamente entre cada sacudida que daba a las verduras. Se veía divino, con la camisa negra ceñida al cuerpo y el paño de cocina sobre el hombro, maniobrando con tanta seguridad y precisión el sartén sobre el fuego.
Bajó la mirada antes de que el rostro se le coloreara por completo. Tenía que salir de allí. Dejó la taza de café sobre la mesita de noche y bajó los pies a la alfombra dispuesto a levantarse e ir por sus cosas. Pero no tenía idea dónde había acabado todo, además de los calzoncillos que por suerte se había vuelto a poner en algún momento de la noche. Hizo un barrido rápido de la habitación y encontró sus pantalones a los pies de la cama junto a un zapato, el otro había ido a parar cerca de la puerta del baño y su camisa…
—¿Buscabas esto? —Miguel le alcanzó la prenda que le faltaba para volver a ser un hombre decente, y acto seguido se recostó junto a él sobre las mantas revueltas.
—Gracias… —Se plantó la camisa lo más rápido que pudo para cubrirse de los ojos indiscretos del otro hombre antes de que terminara de afectarlo. Por un instante se contuvo de decir cualquier cosa, pero la vergüenza finalmente le ganó y se deshizo en excusas para disculpar su comportamiento—… Te juro que nunca me había pasado esto. Nunca hago este tipo de cosas.
—¿Te refieres a ir a la cama con alguien que acabas de conocer? ¿O quedarte en su casa hasta el desayuno? —preguntó Miguel con una mueca divertida, mientras acercaba una mano a juguetear con los bordes de su camisa.
—Lo del sexo con extraños.
—Ya veo. —El joven entonces dejó en paz la ropa de Francisco, llevando la mano a descansar sin vergüenza sobre su muslo, acariciándolo suavemente con su pulgar—. Yo tampoco lo había hecho antes.
—¿En serio? —exclamó Francisco, con un tono de incredulidad demasiado evidente que hizo que Miguel levantara una ceja, indignado—. Disculpa, pero es que anoche te manejabas con tanta confianza que pensé... —Una nueva mirada de esos penetrantes ojos amarillos lo hicieron tragarse el resto de la explicación y bajar la cabeza, avergonzado—. Perdón.
—Bueno, tú tampoco eras precisamente la imagen de la timidez. —Bromeó Miguel. El moreno se levantó para quedar sentado junto a él. Su respiración le rozaba la mejilla erizándole la piel, más aún la mano que seguía reposada sobre su muslo y el brazo alrededor de su espalda que lo llevaba a recostarse.
Francisco no pudo evitar reírse de la naturalidad con que Miguel se acomodó nuevamente entre sus piernas, y se abstuvo de cualquier reproche contra sí mismo por la facilidad con que se lo permitió.
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—Que no es un striper, es uno de los camareros… —Volvía a intentar explicarle a Rodrigo en el teléfono.
De sus tres hermanos, había esperado que fuera Catalina en su rol de hermana mayor quien acabara llamándolo para preguntar por su paradero y reprocharle la moral relajada de la que estaba haciendo gala al pasar toda la mañana en el departamento de un hombre desconocido. «Esos no son los valores que le inculcamos en esta casa», estuvo imaginando que le soltaría, pero suponía que tanto ella como María estaban conscientes que luego del espectáculo que dieron la noche anterior ya no tenían ninguna autoridad moral sobre él. Así que ahí estaba Rodri haciendo el trabajo sucio.
—De hecho, no soy camarero, solo llevaba unos tragos cuando esas mujeres me secuestraron. —aclaró Miguel, acomodándose a su lado en el sofá luego de terminar con los platos sucios.
—¡Ves! Ni siquiera es camarero, es solo otro civil inocente.
—¡¿Es que sigues con él?! ¿Sabes la hora que es, Francisco? ¡¿No tienes vergüenza hombre?! —Volvió a recriminarle su hermano.
—A él no le molesta que esté aquí. De hecho, no ha querido dejarme ir en todo el día —Los brazos de Miguel abrazándolo por la cintura mientras besaba su cuello no hicieron más que confirmarlo.
—Por favor, dime que no te la está metiendo mientras hablamos… —suspiró Rodrigo luego de escuchar sus risitas junto al teléfono.
—¡Ay! No tienes por qué ser tan vulgar. No veo qué tiene de malo que nos estemos conociendo mejor, si resultó ser un buen chico. —dijo, dándole palmaditas a la mejilla de Miguel esperando que del otro lado lo escucharan. Francisco alcanzó a oír las exclamaciones escandalizadas de sus hermanas y las risotadas de Fernanda al otro lado, confirmándole que estaban todas allí y atentas a la conversación.
—Espero que no se te ocurra venir con el cordero de Dios al matrimonio, no quiero tener que explicarles a mis hijos en diez años más quién era el aparecido que está junto al tío en todas las fotos.
—Migue, mi hermano pregunta si quieres ser mi acompañarme en su boda hetero con gente aburrida y mala música. — No sabía de dónde estaba saliendo tanta insolencia de su parte, tal vez era el apoyo de la novia lo que lo avivaba, pero francamente era interesante sentirse como el hermanito rebelde por una vez.
—Mmm, ¿Habrá barra libre? —preguntó Miguel, siguiéndole el juego.
—Creo que sí.
—Entonces iré, pero solo si puedo acostarme con el padrino —aceptó, dándole un sonoro beso en los labios, causando más gritos indignados de sus hermanos al otro lado del teléfono.
Por suerte Rodrigo no tuvo que preocuparse de relatarles esa escandalosa historia a sus hijos, siendo que para cuando llegó el primero de ellos el aparecido ya estaba bien instalado en la familia como uno de sus padrinos y marido de Francisco.
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Nobleza vampírica en Helhyn
Las casas vampíricas de Helhyn se dividen en tres ramas mayores: la Casa Henok, la Casa Lemech, y la Casa Matsälach. Cada una es el producto del harem inmortal entre sus patriarcas y sus concubinas vampíricas. Para preservar la pureza, los descendientes de los Señores decidieron reproducirse entre ellos, al punto en que han pasado 14 generaciones de endogamia pura, dando paso a aborrecibles adefesios mentalmente trastornados y con toda clase de mutaciones físicoespirituales que despiertan los miedos más primigenios en las almas de sus víctimas.
Casa de Matsälach
Los Matsälach tienen cabeza de murciélago y cuerpo antropomórfico, carente de vello o pelaje. Su piel es azabache y sus alas son acompañadas de un par de brazos adicionales que son más semejantes a sus extremidades humanas. De la cabeza de los Matsälach crecen múltiples pares de cuernos de diferentes longitudes y formas. En sus espaldas se hincha con el pasar de los años un vil tumor debajo de su piel que es tan duro como una roca, el cual brilla en un vivo carmesí que penetra a través de la piel que lo protege del mundo. Esta malformación cancerígena se dice que es donde la sangre de todas sus víctimas se acumula y donde una parte de las almas de todos los que han mordido están forzadas a sufrir hasta la muerte del vampiro. Mientras mayor sea la amorfa giba, más fuerte y rápido es el Matsälach. Los Matsälach más poderosos tienden a ser vistos caminando más en cuatro patas que en dos a causa de la gravedad de sus jorobas.
Casa de Lemech
Los Lemech son amorfos y mórbidos quimeras anfibios que pueden habitar las aguas y las tierras. Sus cuerpos han sido mutados tanto física como espiritualmente para semejarse a la bruta y violenta transmogrificación incompleta de un hombre a una lamprea de río. De la cintura hacia abajo, los Lemech son característicos por carecer de piernas. En cambio, a partir de su cintura comienza una larga cola con la que se arrastran y se mantienen erguidos, como una suerte de monstruo fecundado de la impía relación de un hombre y una serpiente. Por otro lado, sus escamas son como roca volcánica por su dureza y textura, y algunas veces por su color también. Cuando se alimentan de los vivos, las rocas brillan en rojo vivo y despiertan el durmiente poder de Harlan en sus venas. Asímismo, sus rostros suelen aparentar "normalidad" hasta que abren sus bocas, especialmente para comer. Sus redondas fauces están repletas de hileras tras hileras de afilados e irregulares colmillos, con los que atraviesan cual cuchillos en la piel y desangran los cadáveres de sus víctimas en solo segundos.
Casa de Henok
Los Henok son mucho más diversos en las formas bestiales que adoptan por las numerosas generaciones de endogamia. Estos suelen ser quiméricos adefesios compuestos de extremidades inséctidas o arácnidas. Una rama de la familia, la tetrapulmonada, tiene prosoma y opistosoma arácnido. Donde normalmente surgen los quelíceros se extiende un torso humano de a veces dos o cuatro brazos, con una cabeza que puede variar en un espectro de humano a completamente arácnido. Suelen ser ciclópeas criaturas sapientes de hasta 3 metros y medio, con la capacidad de trepar superficies y también de formar telarañas y escupir veneno. A la rama tetrapulmonada se le une una rama cadete conocida por sus variopintas y pavorosas morfologías inséctidas. Desde amorfas amalgamas de humano mezclado con gusano de polvo hasta escarabajo o díptero, las formas que este linaje toma despiertan el terror y la aprensión entre sus espectadores. Sus sobrenaturales habilidades los hacen también guerreros temibles, y durante largo tiempo han sido conocidos por su sed de sangre; por su insaciable necesidad de destruir para alimentarse de la carroña dejada por los estragos de la guerra.
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Ecología y comunismo
Por Esteban Mercatante
Fuentes: La izquierda diario
La manera irrefrenable en la que el capitalismo dislocó el metabolismo socionatural, se ha vuelto quizás una de las muestras más contundentes de la necesidad de superar este modo de producción. Su continuidad se ha vuelto una amenaza para la supervivencia de la humanidad y de muchas otras especies. La seguidilla de eventos disruptivos, vinculados muchos de ellos al cambio climático, pero también a otros trastornos ambientales que produce la dinámica desquiciada de la acumulación, plantean con urgencia la necesidad de activar los “frenos de emergencia”.
La evidencia de que no hay “planeta B”, y que al único que tenemos el capitalismo se lo devora de manera cada vez más acelerada, acerca a sectores, sobre todo de la juventud, a las posturas críticas anticapitalistas. Los proyectos de “capitalismo verde”, que afirman la posibilidad de una transición energética bajo comando de los empresarios y afirman que es posible encaminar este sistema a un sendero “sostenible” en términos ambientales, se paran sobre pies de barro. A pesar de los negocios rentables que muchos sectores vienen haciendo cada vez más exitosamente con energías “limpias”, estas van de la mano del desarrollo de nuevos desastres ambientales como el que genera el extractivismo del litio, que se desarrolla hoy con métodos altamente invasivos que producen numerosas consecuencias negativas allí donde se desarrollan. Al mismo tiempo, las energías de transición no significaron una disminución en la utilización de hidrocarburos, sino que se sumaron a esta para aumentar el total de energía consumida.
Esto explica el dinamismo del ecosocialismo, una de las vertientes de la crítica anticapitalista de gran vitalidad en la actualidad. No se trata de una corriente homogénea, sino que, por el contrario, encontramos planteos divergentes de cómo debe responderse a los legados de crisis ecológica que deja el capitalismo y hacia dónde debe apuntar una sociedad poscapitalista, o más precisamente, comunista. Hay dos posturas, que tienden a polarizar el debate en el campo ecosocialista. Son, por un lado, quienes apuntan hacia el decrecionismo, y, por otro, los “ecomodernistas” que depositan un optimismo excesivo sobre las soluciones tecnológicas para responder a la crisis ecológica y continuar con el aumento generalizado de la producción y el consumo. En contrapunto con estas posturas, vamos a proponer algunas coordenadas para pensar la perspectiva comunista ante la necesidad de responder al metabolismo socionatural trastornado que el capitalismo agrava diariamente.
¿De lujo completamente automatizado?
Para una mirada del comunismo que podríamos llamar ecomodernista, la respuesta está en la aceleración del desarrollo tecnológico. El diagnóstico central es que la innovación en el capitalismo se encuentra más limitada para desplegar todas sus potencialidades, porque le cuesta cada vez más traducirse en modelos de negocios rentables que justifiquen las inversiones. Este es el diagnóstico de Aaron Bastani, autor de Comunismo de lujo plenamente automatizado. Liberar el desarrollo tecnológico de estas trabas que le imponen las relaciones de producción capitalistas permitiría, en opinión de Bastani, automatizar plenamente los procesos productivos. Pero esta automatización comunista sería compatible con la resolución de los problemas ecológicos. Abundancia (entendida como acceso a bienes sin fin a la vista) y sustentabilidad pueden ir de la mano, gracias a numerosos cambios, grandes y pequeños, que en algunos casos ya están en marcha pero se podrían acelerar bajo nuevas relaciones de producción comunistas. Estas iniciativas van desde la introducción en gran escala de energías renovables, a la implementación de mejores métodos de aislamiento para mantener las temperaturas sin requerir calefacción, o aprovechar mejor el calor solar, pasando por el reemplazo de la cría de ganado a gran escala para la alimentación por el consumo de carne sintética. Pero Bastani no se detiene ahí. Como la automatización requiere materiales, y especialmente hará falta capacidad de almacenamiento de energía, imagina que la minería espacial (la extracción de metales de los asteroides) puede ofrecer la respuesta. También debemos imaginar, aunque no lo explicite tan claramente, que el espacio puede ser destino para la chatarra que se acumula de manera cada vez más insostenible en numerosas partes del planeta.
Un supuesto que le permite a Bastani concluir que un comunismo de lujo completamente automatizado y ambientalmente sustentable es alcanzable si se termina con los límites que impone el capital al desarrollo tecnológico, es que, en buena medida, el “lujo” tiende a desacoplarse del impacto ambiental. Aunque no lo explicite así, el autor hace suya la noción de que, con el peso creciente de las tecnologías de la información en los más variados ámbitos de la vida, los procesos de producción se desmaterializan, y por tanto la huella ambiental se reduce en relación con el crecimiento económico. La información, una vez producida, se puede reproducir con costo tendiente a cero. Si extrapolamos esto hacia todas las esferas de una producción que aparece cada vez dominada por la información en el control de distintos procesos, podemos concluir que tiende a haber una desmaterialización generalizada, al menos parcial.
No faltan quienes aportan estadísticas de que este desacople es lo que viene ocurriendo en los países más desarrollados; pero muchas de esas evidencias del desacople se obtienen haciendo abstracción de cómo esos países ricos, imperialistas, sustentan su reproducción (incluyendo con este término los procesos de acumulación capitalista que sus multinacionales comandan desde ahí explotando trabajo y recursos en todo el globo) en numerosos procesos materiales que ocurren fuera de sus fronteras. No hay desmaterialización sino deslocalización de los procesos materiales en terceros países, a donde “tercerizan” los impactos ambientales. Cuando introducimos esta “deslocalización” de la huella material en la ecuación, no ocurre tal desacople.
Sustentar la idea de que un comunismo de lujo automatizado tiene un camino despejado sobre la base de estos débiles presupuestos, puede ser ruinoso.
Para Marx, nos recuerda Terry Eagleton, la posibilidad del socialismo estuvo dada por el desarrollo de las fuerzas productivas que realizó el capitalismo,
pero la tarea de expandirlas no corresponde al socialismo […] El socialismo viene aupado sobre la base de esa riqueza material, pero no es el constructor ni el acumulador de la misma […] La labor del socialismo no consiste tanto en espolear esos poderes como en someterlos a un control humano racional [1].
Bastani no estaría de acuerdo con estas apreciaciones; su “comunismo de lujo” abraza un crecimiento de la riqueza incluso más rápido que el del capitalismo, aunque socializada para todos y todas.
El comunismo de lujo plenamente automatizado de Bastani prefigura más un cambio en la distribución que en las formas de producción y consumo que imprime el capitalismo. Es notable cómo no hay en la hoja de ruta hacia el comunismo que plantea, ningún protagonismo de la fuerza de trabajo, enajenada bajo el capitalismo, para pensar una profunda reorganización y rearticulación de ambos procesos, de producción y consumo, que bajo el capitalismo se encuentran separados por la transformación de la fuerza de trabajo en una mercancía, alienada de los medios de producción y obligada a venderse a cambio de un salario para alcanzar los medios de subsistencia. La clase obrera no aparece, para Bastani, como un agente capaz de ingresar en el terreno de la producción para terminar con esa separación forzada. Se limita a proyectar una automatización plena de la producción, proceso donde la protagonista sería la tecnología en sí misma más que la clase social, y a apuntar en paralelo a una extensión de las formas de consumo vigentes para el conjunto de la sociedad. Una especie de “comunalización” de los patrones de consumo capitalistas, sustentada en proyecciones extravagantes sobre la posibilidad de expandir la extracción de recursos más allá de las fronteras planetarias. No hay una crítica del trabajo alienado bajo el capitalismo, sino una suscripción lisa y llana a lo que Dave Beech denomina los “discursos del rechazo al trabajo, del antitrabajo y del imaginario post-trabajo” [2], tendencia por la que se inclinan la mayor parte de los postcapitalistas contemporáneos. De esto se desprende, en opinión de Beech, que “la tendencia política contemporánea del poscapitalismo no alinea adecuadamente la abolición del trabajo [que se piensa simplemente como su eliminación, como automatización; N. de R.] con la superación del capitalismo” [3].
No debería sorprendernos, entonces, que muchos postcapitalistas que sueñan con “eliminar” el trabajo, al que rechazan, en vez de pensar en su profunda transformación, proyecten la continuidad, más allá del capitalismo, de formas de consumo que son intrínsecas de este modo de producción, con lo cual contribuyen a naturalizarlas y deshistorizarlas. Como estas no resultan universalizables de manera sustentable en los límites que plantea el planeta, no sorprende la necesidad de imaginar soluciones intergalácticas a los desafíos ambientales, como las que propone Bastani, que nos ofrece una variante “comunista” (de lujo) de los desvaríos espaciales de Elon Musk o Jeff Bezos.
¿Comunismo decrecionista?
Kohei Saito desarrolla, en crítica a los planteos comunistas economodernistas, un planteo diametralmente opuesto. Aunque en su primer estudio sobre las obras más tardías de Marx, La naturaleza contra el capital no lo planteaba tan abiertamente, en sus libros más recientes, como Marx in the Anthropocene, Saito manifiesta claramente que el comunismo hoy debe ser decrecionista, una cuestión que es planteada casi como de sentido común. Con este posicionamiento, no está haciendo más que plegarse a una corriente que viene ganando influencia [4], en la que también encontramos otros autores de posturas anticapitalistas y que coquetean con que el decrecionismo solo puede llegar a ser viable con alguna variante de socialización de los medios de producción, como es el caso de Jason Hickel y –en cierta medida– de Giorgios Kallis, de quienes ya hemos hablado en artículos anteriores. En los últimos tiempos, la publicación Monthly Review, en la que tienen una importante responsabilidad editorial John Bellamy Foster, también ha suscrito a una perspectiva decrecionista.
El planteo comunista decrecionista, se distingue de la corriente más general (y extendida) del decrecionismo que plantea que es necesaria una drástica reducción planificada de la producción social con los fines de bajar la presión sobre los recursos del planeta pero no es muy clara respecto del tipo de transformaciones sociales requeridas para llevarla adelante. Si bien esta reducción del volumen del metabolismo social está asociada en la mayor parte de los enunciados decrecionistas a una transformación en los modos de “cómo se produce”, nunca termina de estar claro qué tipo de organización de la producción social, alternativa al capitalismo, prefiguran. Tampoco, donde estarían los puntos de apoyo ni los agentes sociales capaces de transformar en estrategia los postulados de “cambio cualitativo” que prescriben. No obstante estas serias dificultades para articular una perspectiva coherente, la idea de que la salida a los problemas contemporáneos pasa por alguna variante de decrecionismo gana terreno entre sectores del ecologismo crítico del capitalismo. Esto ocurre sobre todo en los países imperialistas desarrollados [5].
Quienes unen la defensa del decrecionismo con la perspectiva del comunismo, como Saito, no son ambiguos en estos aspectos; plantean claramente que este puede ser socialmente equitativa e hipotéticamente viable sólo terminando con el capitalismo. Su énfasis está en que comunismo y decrecionismo pueden acoplarse sin mayores contradicciones, minimizando o ignorando aquellos aspectos de algunos de los principales exponentes del decrecionismo que contradicen o rechazan cualquier horizonte socialista. Obviamente, que algunos decrecionistas sean críticos del comunismo, no es suficiente motivo para afirmar que una estrategia comunista no debería tener en cuenta los planteos decrecionistas o introducir sus coordenadas.
Hay cuestiones, que llevan a estos autores a propugnar un “comunismo decrecionista”, que deben ser tomadas muy en serio, y no se pueden descartar a la ligera. El nivel de expoliación de la naturaleza alcanzado por el capitalismo, que además de traducirse en el calentamiento global y otros varios trastornos significa que en la actualidad se consume cada año el doble de los recursos que el planeta es capaz de reponer, condiciona la manera en que podemos pensar el comunismo hoy. Si la acción revolucionaria de la clase obrera lograra expropiar al capital e imponer una transición al comunismo en porciones considerables del planeta, deberá lidiar con esta herencia de deterioro del metabolismo socionatural producida por el capitalismo. ¿Cómo entender bajo estas condiciones la posibilidad de alcanzar un mundo donde se haga posible el lema “a cada quién según su necesidad”?
Pero la buscada síntesis de perspectivas que se encierra en el “comunismo decrecionista”, termina constriñendo el horizonte de posibilidades con las que podemos contar, si arrebatamos el control de los medios de producción de la minoría capitalista y los gestionamos colectivamente, para establecer un metabolismo socionatural equilibrado. Solo aquellas variantes que sean compatibles con los postulados decrecionistas entran en consideración.
En el caso de Saito, podemos ver que en su “comunismo decrecionista” hay, por momentos, planteos sobre el rol del desarrollo tecnológico que pueden tener rasgos unilaterales. El autor critica correctamente las dimensiones despóticas que conlleva el desarrollo tecnológico en el capitalismo, donde “depende del carácter antidemocrático y verticalista del proceso de producción, con la concentración del poder en manos de unos pocos” [6]. Partiendo de esta advertencia correcta, por momentos parece desestimar la importancia que puede tener un mayor desarrollo de las fuerzas productivas en una sociedad comunista, en la cual el metabolismo equilibrado con la naturaleza sea un objetivo central. Nos advierte que “para Marx en la década de 1870, una sociedad post-escasez no tiene por qué basarse en el desarrollo tecnocrático de las fuerzas productivas” [7]. Por momentos da la impresión de homologar todo aumento de la productividad con aumento del volumen de producción, cuando en realidad puede lograrse produciendo lo mismo en menos tiempo para ahorrar trabajo social, que es lo que podría proponerse una sociedad no basada en la explotación del trabajo como el capitalismo. Al sugerir este tipo de identificación, Saito se inclina por hacer hincapié más bien en que se puede llegar a la abundancia aún bajando la productividad, lo cual, en algunos sentidos, puede ser cierto y necesario, pero no puede necesariamente convertirse en norma. No podemos dar la espalda a la posibilidad de desarrollar nuevas tecnologías más productivas en una sociedad comunista aunque esta no busque producir siempre más y más como fin en sí mismo –como ocurre en el capitalismo–, sino con la meta de aumentar el rendimiento del trabajo para economizarlo. Es decir, determinados desarrollos tecnológicos pueden ser aliados de una sociedad que busque reducir el trabajo necesario, siempre y cuando se tenga, en todo momento, presente la meta de sostener una relación racional o equilibrada con el metabolismo natural. Al mismo tiempo, las “soluciones tecnológicas” a los problemas ambientales que está dejando como herencia el capitalismo a cualquier formación económico social que lo suceda, que pueden ser falaces como la estrategia de mitigación propuesta por el capitalismo verde para seguir creciendo desenfrenadamente, o en la manera en que son encaradas por los postcapitalistas con su fetichismo tecnológico, pueden ser parte del arsenal necesario en una sociedad de transición al comunismo. No se puede confiar que la tecnología por sí sola resolverá los trastornos del desarrollo capitalista; la tecnología nunca es neutra sino que sus desarrollos dependen de la sociedad en la que se inscriben. Pero tampoco dar la espalda a la posibilidad de introducir, bajo el dominio de otras relaciones sociales basadas en el desarrollo más pleno de las personas y en la búsqueda del equilibrio con el metabolismo natural, mejoras tecnológicas que vayan en el sentido de alcanzar estos objetivos, o de revertir los lastres legados por el capitalismo.
Imponernos que el comunismo deberá ser decrecionista termina cercenando un abordaje más rico de las decisiones que podrán plantearse para una sociedad basada en la socialización de los medios de producción para asegurar un bienestar material para el conjunto de la sociedad, y lidiar al mismo tiempo con el legado de crisis climática, proponerse alcanzar y sostener un metabolismo socionatural equilibrado, sin renunciar a la idea de asegurar un bienestar. Si bien la “herencia” de desastres ambientales que lega el capitalismo restringe las opciones, estás son bastante más amplias que lo que puede compatibilizarse con los planteos decrecionistas, aún en sus variantes más “comunistas”.
Planificar el metabolismo socionatural
En los debates entre exponentes de las posturas mencionadas, hay una tendencia a barrer la complejidad detrás de la polarización, como señala correctamente Ståle Holgersen. Se simplifican las posiciones criticadas, desmereciendo los puntos atendibles que cada perspectiva tiene para aportar. La cuestión se traba en binarismos sobre si una sociedad postcapitalista debe proponerse “menos” o “más”. Pero, “para los socialistas, la cuestión principal no es si estamos a favor o en contra del crecimiento. Esta no debería ser una línea en la arena que divida a los movimientos desde el principio” [8].
Lo que necesitamos, continúa Holgersen, son
programas de transición ecosocialistas para planificar, construir y organizar una nueva hegemonía, y un movimiento ecosocialista para hacerla realidad, para un mundo que dé prioridad a las necesidades humanas dentro de límites ecológicos. Esto lo podemos hacer sin quedarnos estancados en el “crecimiento” [9].
¿Cuáles son las coordenadas por las que debería guiarse ese “mundo que de prioridad a las necesidades humanas dentro de límites ecológicos”? Troy Vettese y Drew Pendergrass plantean algunas pistas interesantes en su reciente Half-Earth Socialism (Socialismo de medio planeta). Los autores muestran una inclinación claramente decrecionista, y el libro podría criticarse por achacarle a Marx una mirada enteramente prometeica, minimizando los matices y tonalidades que siempre caracterizaron a este respecto al autor de El capital. Esto último lleva a los autores a minusvalorar la centralidad de los aportes marxianos a la crítica ecológica, y en muchos casos vemos ideas claramente alineadas con el pensamiento de Marx que no son justamente reconocidas. Pero más allá de las discusiones que podrían abrirse por estos y otros puntos, Vettese y Pendergrass aciertan en mostrar la fuerza de una planificación socialista del conjunto de los recursos para encarar la emergencia ecológica con la rapidez que esta exige, lo que incluye destinar vastas áreas del planeta a la regeneración de vida silvestre. De ahí la idea de “medio planeta”, que toman del biólogo Edward Osborne Wilson y que resulta fundamental para asegurar la biodiversidad y poner límites a la sexta extinción en curso.
Los autores destacan que la única manera de compatibilizar los objetivos de “proveer a todas las personas las bases materiales para una buena vida –sustento, refugio, educación, arte, salud– mientras al mismo tiempo se protege la biosfera de la desestabilización” [10]. Este es el desafío que se plantea el estudio de “los límites planetarios”, que en opinión de Vettese y Pendergrass solo puede ser un programa de investigación “incompleto si fracasa en reconocer la imposibilidad de alcanzar estas metas dentro del capitalismo” [11].
Los autores construyen su argumento en crítica directa del ambientalismo mainstream, más allá de los matices que pueda haber entre políticas más libremercadistas o de tinte más keynesiano, cuyos límites están marcados por lo que resulte compatible con el capitalismo. Pero el capital, esa personificación impersonal que se guía simplemente por la búsqueda de la acumulación de capital en escala cada vez mayor, “dirige ciegamente la nave de los tontos hacia el desastre ecológico […] el capital puede sentir solo señales de precios para guiar su paso”. Este pasaje nos remite claramente a lo que Marx apunta en El capital cuando analiza el fetichismo de la mercancía, que determina una objetivación de las relaciones sociales, que los individuos personifican pero no pueden alterar sin modificar sus bases sociales.
Si el capitalismo es una sociedad caracterizada por el control inconsciente, entonces el socialismo debe ser la restauración de la consciencia humana como una fuerza histórica. En la práctica, esto significa que el mercado debe ser reemplazado por el planeamiento [12].
Half-Earth Socialism hipotetiza cómo podría llevarse a cabo una planificación in natura, es decir, en términos materiales (es decir, sin necesidad de recurrir a valores). Se apoyan en los esquemas propuestos por Otto Neurath, socialdemócrata alemán que en 1919 fue nombrado responsable de la Oficina de Planificación Económica destinada a promover la completa socialización de la economía bávara. Si el objetivo del socialismo “es permitirle a la humanidad regularse conscientemente a sí misma y su intercambio con la naturaleza”, la mejor forma de alcanzar este objetivo es elegir entre planes alternativos que representen “distintas visiones de cómo la capacidad productiva de la sociedad puede ser desplegada”. Half-Earth Socialism encuentra en la programación lineal desarrollada por el economista y matemático soviético Leonid Kantoróvich un método posible para presentar distintas alternativas de acuerdo a cómo se combinen de manera concreta las “dos restricciones esenciales” que surgen del corpus científico de los límites planetarios: “limitar la extracción para mantener a la biosfera saludable, y al mismo tiempo distribuir de manera equitativa suficientes recursos naturales para proveer a las necesidades humanas”. Objetivos generales que se pueden traducir en múltiples combinaciones, que a través de instrumentos como la programación lineal se pueden convertir en planes alternativos. La planificación, sobre bases socialistas, “puede trazar varios caminos hacia un planeta sustentable e igualitario”. La cibernética de Norbert Wiener, Andrey KLolmogorov, y Anatoly Kitov, entre otros muchos investigadores, así como los aprendizajes que dejó el proyecto Cybersyn llevado a cabo por Stafford Beer en Chile durante el gobierno de Salvador Allende, también juegan su parte para que la planificación pueda desarrollarse y aplicar las correcciones necesarias sobre la marcha. Vettese y Pendergrass muestran también como desarrollos más recientes como los modelos de evaluación integrada usados por los científicos del clima también pueden enriquecer los mecanismos de planificación.
Lo interesante del ejercicio propuesto por Half-Earth Socialism es que sale de los binarismos entre ecomodernismo y decrecionismo. Sin confiar en un prometeísmo tecnooptimista del “comunismo de lujo automatizado” ni resignarnos a las estrecheces que propugna el decrecionismo, poner el eje en la planificación socialista puede permitir discusiones más sobrias sobre la manera en que una sociedad basada en la socialización de los medios de producción que hoy están en manos de una minoría de explotadores, puede hacer compatibles los objetivos de (re)establecer un metabolismo socionatural equilibrado y la satisfacción más plena de las necesidades sociales.
Notas:
[1] Terry Eagleton, Por qué Marx tenía razón, Barcelona, Península, 2011, pp. 222-223
[2] Dave Beech, Art and labour. On the Hostility to Handicraft, Aesthetic Labour and the Politics of Work in Art, Londres, Brill, 2020, p. 36. Traducción propia del original.
[3] Ibídem, p. 245.
[4] Con la particularidad de que Saito afirma haber descubierto que el propio Karl Marx adscribió en sus últimos años a la perspectiva de un “comunismo decrecionista”, como podría leerse según su opinión en los últimos textos manuscritos del revolucionario alemán. Ya hemos señalado los forzamientos en los que debe incurrir Saito para sostener estos hallazgos que dice encontrar en el recorrido teórico de Marx.
[5] En los países dependientes, el decrecionismo tiene su traducción en algunas de las corrientes ecologistas que rechazan legítimamente los proyectos extractivistas por ser una falsa vía al desarrollo; pero, tal como ocurre en los países ricos, en este caso el planteo de una necesaria transición postextractivista tampoco se inscribe en una estrategia articulada de ruptura con el imperialismo y sus aliados locales, bases sin las cuales no es posible sentar las bases de una alternativa a los proyectos de “modernización” capitalista-imperialista.
[6] Kohei Saito, ob. cit., p. 241
[7] Ibídem, p. 247.
[8] Ståle Holgersen, “Neither Productivism nor Degrowth. Thoughts on Ecosocialism”, Spectre, consultado el 30/10/2023 en https://spectrejournal.com/neither-productivism-nor-degrowth/.
[9] Ídem. Los destacados son del autor.
[10] Troy Vettese y Drew Pendergrass, Half-Earth Socialism. A Plan to Save the Future from Extinction, Climate Change, and Pandemics, Londres, Verso, 2022, libro electrónico sin paginado, traducción propia.
[11] Ídem.
[12] Ídem.
Esteban Mercatante. @EMercatante. Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015).
Fuente https://www.laizquierdadiario.com/Ecologia-y-comunismo
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kim wonseok - humano - pandillero / mesero en un bar - 22 años - bisexual - he/him open to: m/m, m/f, m/nb
Wonseok deja salir el humo del cigarrillo con dirección al cielo, la pared en su espalda que conectaba el exterior con el bar retumbaba por la música y sus ojos, se fijan en la figura que se aproxima en el callejón. - —Tengo un break de diez minutos, si no me dejas ni terminar el cigarrillo, voy a aniquilarte y luego a mí mismo — -su tono carecía de vida, aburrido y desinteresado.
#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dialogue ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ kim wonseok ⠀ ❫#open starter#s*#otro trastornado(?)#fdjkslsdñdsds well mi hijo tiene una vida de mierda#pero salió de prisión porque fue groomeado desde chico y la mujer mató un hombre y lo acusaron too(?)#bueno él se acusa solo xq está groomeado#ANYGAY está loquito x2
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Vengaré mi amor.
Vengaré cada una de las cicatricez que llevo dentro mío, vengaré el más mínimo detalle de las armas que usaste para destruirme, vengaré cada lágrima perdida en tu nombre, vengaré cada rechazo inaudito, vengaré cada uno de mis enojos justificados, vengaré cada una de tus infidelidades, vengaré cada segundo perdido, vengaré toda noche a tu lado, vengaré todas mis inseguridades que creaste, vengaré cada hilo que moviste para que danzara, vengaré con asco, tu beso corrompido por otros labios, vengaré mi sonrisa perdida, vengaré mi futuro trastornado, vengaré mi amor, de una u otra forma, cómo nunca te lo esperás me vengaré, esta vez yo ganaré.
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¿Si eres un paciente no eres una persona?
Según la historia dejas de ser persona cuando eres encerrado en un lugar abusivo, con rostros anómalos, gritos frenéticos, miradas perturbadas y charlas desequilibradas y si existe una equivocación, con un diagnóstico errado y caes en ese lugar donde la obediencia es la única arma para sobrevivir, lo trastornado y extraviado, tiene calificativo de paciente.
“me sentía asqueada de que el personal hubiera olvidado tiempo atrás que las pacientes a su cargo eran seres humanos, y que las trataran como animales en una jaula del zoológico”.
“Rostros en el agua” nace en 1961 con una historia enredadora e inquieta, que cualquiera que la examinara lo primero que expresaría es “pero era la época”. Pero, ¿por qué siempre nos justificamos con eso? ¡No! Puedo entender que no existieran los conocimientos médicos, pero no puedes decidir que como el mundo no logró entenderte puedan reducirte en un triste lugar a un simple animal o un objeto que pueden mover de un lugar a otro sin tener ni una misericordia y humanidad.
“Descubrirán que no pueden verter en mí sus ideas sobre mi yo cambiando como líquido en el molde que aguarda, pues sin duda nada habrá cambiado al molde en sí.”
Cuando alguien decide tratarte como un animal y disfruta pasarte pequeñas corrientes eléctricas a través de tu cerebro me pregunto quién es el trastornado aquí. Si no eres capaz de tener un poco de empatía y tu forma de relacionarte con estas almas es amenazar con fuertes castigos sólo por no haber tenido un comportamiento deseado u obedecido alguna regla, quién es el desequilibrado aquí.
“me reeducarán; esa es la palabra que se usa para los casos de leucotomía. Rehabilitada. Reparada, con la mente tallada y adaptada a la manera en que funciona mundo.”
Janet Frame o Istina Mavet, se salvó gracias a un milagro de que su cerebro fuera abierto y retirado toda tu esencia, ahora es una persona “normal” … ¿milagro? ¿normalidad?
“¿Qué era la literatura real?”
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Según la mitología de Lovecraft, Cthulhu descansa en un sueño profundo en la ciudad sumergida de R'lyeh, ubicada en las profundidades del océano Pacífico. R'lyeh fue construida por seres extraterrestres ancestrales mucho antes de que los humanos existieran. La geometría de la ciudad y la estructura de sus edificios son tan alienígenas y perturbadoras que cualquier ser humano que los contemple queda mentalmente trastornado.
Cthulhu fue atrapado en R'lyeh hace eones por otros Antiguos que lo consideraban una amenaza. Se dice que su sueño profundo es tan pesado que incluso en su estado inactivo ejerce influencia sobre las mentes de las personas, causando pesadillas y visiones perturbadoras. Se cree que cuando las estrellas estén en una alineación específica, Cthulhu despertará y emergerá de las profundidades marinas para reclamar su dominio sobre la Tierra.
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Hola cubo, vengo con dosis de melancolía (?
Últimamente me es cada vez mas frecuente suspirar y decir "antes los foros eran mejor".
Siento que realmente el ambiente era más amigable con el usuario y mas dedicado al rol, que socializabas y hasta encontraba personas de mi región pero la prioridad era el rol.
Quizas haya tenido que ver que durante casi una década fui un usuario muy desapercibido, no entraba a foros grandes llenos de polémica, buscaba los pequeños y seguros entre afiliaciones y la pasaba bien. La gente me trataba super, aunque no me conocía, y habían menos tabúes, porque logre rolear coas en público que al día de hoy ya no puedo atreverme a mencionar porque instantáneamente agregan reglas para prohibirlo en el foro. Y es que desde que veo esta práctica de agregar reglas incoherentes para limitar a los usuarios que de ninguna manera beneficia al foro, y que incluso irrespetan su ambientacion, es que siento que definitivamente la meta dejó de ser rolear. Lo he visto desde enero del año pasado y no me creo que se siga haciendo. Y hablo de temas sensibles, donde realmente te sientes mal al leer porque se trata el tema como lo que es, un trauma sin romantizar.
Parece chiste pero es anécdota.
Hoy ya no me siento tan libre para rolear, aunque hay personas a mi lado que me permiten la variedad que tanto amo, los foros ya no me resultan cómodos como antes. Ya no disfruto el hobby allí sino con las personas que encontré en el trayecto y permanecen a mi lado. Cada vez el interés por interactuar con nuevos personajes decrece, al igual que tomar libres. Yo hago temas que me nacen desde el corazón y me mueven el mundo, nunca me limito a los users que conozco, pero ya no siento que encuentre personas nuevas que lo sientan de la misma manera en un simple tema casual. Ya no hay emoción si no es para elaborar una ship.
Buenas tardes Anon. Qué sabores agridulces me trae a la lengua este aporte y es que, aunque soy consciente de que el efecto nostalgia es real y le da un peso falso a aquella manida letra de Karina de que cualquier tiempo pasado nos parece mejor, no puedo sino pensar que, en este caso al menos, hay un mucho de real en esa sensación que se nos escapa en suspiros.
Decía el buen señor Flaubert que la melancolía no es más que un recuerdo que se ignora, pero es que en esta ocasión somos muy conscientes de ese recuerdo que tanto anhelamos. Sin embargo, hay que aceptar lo que ocurre, que es tan sencillo como que los tiempos cambian.
No puedes rolear igual que antes, ni sientes las mismas sensaciones que entonces, porque las personas que rolean contigo y que montan los foros a tu alrededor ya no son las mismas. Y esto no es un problema que se limite al rol en exclusiva. Seamos sinceros: ni siquiera es un problema. O no al menos para nadie más que para nosotros; los que nos quedamos atrás, anclados al pasado como anacrónicos vampiros bebedores de tinta digital.
Pero del mismo modo que aquellos sinvergüenzas anuncios de los 90, como ese tan particular del Pirulo que hace poco volvió a rondar por las redes, ahora serían un verdadero escándalo moral, lo mismo ocurre con lo que la gente lee y escribe: la corrección política, desgraciadamente, nunca se aplica en un solo ámbito.
Así que sí, hoy en día no se pueden escribir según qué cosas sin levantar ampollas y malas miradas, pero ante eso yo sólo puedo aconsejarte que compartas mi visión, querido anon: la de escribir lo que me sale de los mismísimos. Y a quien no le guste, que no rolee conmigo o no me lea.
Porque si quiero meterme en la piel de un psicópata, un trastornado retorcido, un pedófilo o un gerontófilo empedernido, tengo tanto derecho a hacerlo como cuando roleo alguno de esos otros personajes moñas y azucarados que tanto me gustan a veces también. ¿Y sabes por qué? Porque es ficción. Ficción, ¡pardiez! Porque todos los roles son buenos mientras se escriban con pasión, hasta los más horribles, y porque todas las formas de plantear un personaje son igual de válidas. Es más, y si quiero romantizar el más aberrante de los +18, ya sea por gore, por sexo o por ambas cosas a la vez, lo haré, y a quien le moleste queda oficialmente invitado a no volver a leerme nunca, del mismo modo que yo no leo a quien me aburre, es así de sencillo.
Pero hoy no basta con eso: vivimos rodeados de egos de cristal que no toleran tener a la vista cosas que les incomoden y que, en lugar de apartar la mirada, exigen que estas se censuren y eliminen. Y los censores, todos los censores del mundo, en cualquier ámbito y lugar, tienen también mi firme invitación a practicarse una colonoscopia con una piña por visor. Y ruego encarecidamente que se aseguren de que entre a contrapelo.
En fin, que me vengo arriba de viejo… al final la realidad es que cada foro pertenece a su staff, anon. Si estás en un lugar con un staff que atiende a ese tipo de tonterías, y no te gustan, lo más digno que puedes hacer es marcharte sin hacer ruido y buscar un lugar más old school. O mejor aún, montar el tuyo propio. ¡Reclamemos un nuevo cretácico rolero a golpe de foro gobernado por dinosaurios como nosotros! ¡Donde todos los personajes tengan móviles con tapa y donde llevar gorra sea de skater y no de reggeatonero! Oh, me muero por narrar cómo doy de comer a las palomas en el parque…
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«La casa en el límite», de William Hope Hodgson
El horror cósmico no es lo que más me llama la atención, pero después de leer dos libros de relatos en los que predominan las historias de fantasmas y de casas encantadas me ha parecido un cambio entretenido. Este ha sido mi primer acercamiento a William Hope Hodgson, y me ha gustado lo suficiente como para seguir con algunos otros libros suyos. Hay que decir aparte que la propia edición está muy buena: contiene un largo estudio introductorio en el que se trata con detalle su vida y su obra e incluye bastantes notas, por lo que definitivamente debería elegirse esta edición si se quiere leer la novela.
Quitando el comienzo del libro, que pareciera introducir una típica historia de terror, La casa en el límite podría dividirse en dos partes: lo que corresponde a la invasión de los cerdos humanoides y el cataclismo cosmológico propiamente tal. A mí me pareció más interesante lo de los cerdos, porque, aunque contiene elementos etéreos, sí permite hacerse una idea certera de lo que está describiendo. Los desesperados intentos del protagonista por protegerse de las grotescas criaturas porcinas logran provocar tensión o incluso cierto terror, y eso no se puede decir de todas las novelas del género. La otra parte también me gustó, pero me parece que llega a ser innecesariamente extensa: describir impresionantes acontecimientos cósmicos en medio de una atmósfera fantástica está interesante, pero después de páginas y más páginas de lo mismo terminas un poco mareado. En todo caso, y como se explica en una nota, no queda del todo claro que los sucesos narrados no sean únicamente el resultado de la mente enloquecida del autor del diario. La hermana siempre parece ignorar lo que ve el protagonista, por lo que su actitud podría explicarse recurriendo únicamente a su comportamiento. Pasajes como este podrían indicarlo:
—Vamos, Mary —le dije—. ¡Anímate! Parece que las cosas están mejorando. Llevo desde la madrugada de ayer sin ver una sola de esas criaturas. Me miró de una manera curiosamente perpleja, como si no alcanzara a comprender. Entonces, su mirada expresó conocimiento y también miedo; pero de su boca no salió más que un ininteligible susurro de aquiescencia. Después de eso, guardé silencio; era evidente que cualquier mención de los Seres Porcinos era más de lo que sus alterados nervios podían soportar.
Si ese fuera el caso, me parecería una novela aún mejor: un hombre trastornado luchando con seres inexistentes y sufriendo episodios de alucinaciones cosmológicas me parece más terrorífico que su existencia real.
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