#o lo eran... antes del final...
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Es lo mejor, tu eres el que dibuja todo y dedicas tiempo, ánimos y atención al proyecto, ellos solo observan, critican y desesperan sin entender que sacrificas mucho por crear esta obra
Apoz o fim da bomb de quanto tempo sera o hiato ?
Indeterminado. Muitas pessoas estão reclamando por causa dos capítulos curtos, achando ruim por estar esperando por uma semana, então provavelmente um hiato sem notícias de quando volta deve aliviar os ânimos desse pessoal tóxico. Claro que eu sou extremamente grato pelo pessoal que me apoia, mas infelizmente, esse castigo é necessário.
Obs: Quanto mais reclamarem pela falta de notícias, mais tempo demorará o hiato.
#diegosouzalions2023#Respeten a Diegosouzalions#el sabe lo que hace y tiene que estar segur lo wue sra#Opinión#esperemos y veamos qué tanto tiene planiado#Personalmente es una de las obras Au de Steven Universe enfocadas al planeta hogar mejor hechos que he visto#ni siquiera la propia serie desarrollo el planeta hogar como debieron haber hecho y en su lugar forzaron una boda lesbica LoL#el argumento de “era para representar la comunidad LGBT” me parece ridiculo#ya que todos sabíamos y habiamos notado que varios personajes del programa eran una clara representación sana#o lo eran... antes del final...#Extraño la epoca en la que Steven Universe era una serie de aventuras y secretos en vez de una guerra de idiologias y sentimentalismo#quien sabe si hubiera ido a lo sano y lo que era antes el Peridot X Amatistapudo haber sido Canon#o una rendición mas profunda para Jasper y quien sabe pudo haber terminado con perla o bismuto 👀
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Pequeños datos del replacement code AU (codigo de reemplazo para los panas(?) ================= Little facts about replacement code AU _______________________________________________________
estos fueron los primeros diseños de pomni, decidí elegir el segundo diseño porque creí que era mas distintivo, es el diseño que menos cambio junto con el de ragatha y gangle, los rediseños de los otros personajes son muy distintos a su versión final
These were the first designs of Pomni, I decided to choose the second design because I thought it was more distinctive, it is the design that changed the least along with Ragatha and Gangle, the redesigns of the other characters are very different from their final version.
el pelo de pomni es algo particular, tiene esa forma curveada que tiene es para asemejar lo que es la forma de una mordida, mayormente se mantiene en la misma forma, incluso si se moja, su pelo es suave pero es como si una fuerza los elevara, lo mas semejante podria ser como el pelo reacciona a la estática
solo hay una única vez donde ella posee el pelo "normal"
-Pomni's hair is something particular, it has that curved shape that has to resemble the shape of a bite, it mostly stays in the same shape, even if it gets wet, her hair is soft but it is as if a force lifted it, the closest thing could be how hair reacts to static. -There is only one time where she has "normal" hair.
talvez lo notaste o talvez no, pero ragatha mayormente es la que esta casi siempre alrededor de pomni, es la unica que la trata de forma amable, y siente curiosidad hacia ella al inicio.
You may or may not have noticed, but Ragatha is the one who is almost always around Pomni, she is the only one who treats her kindly and is curious about her at the beginning.
mayormente jax se vera intrigado , incomodo o molesto alrededor de pomni, casi al punto de no querer ni verla, hay una razon para esto que se enfoca en el pasado antes de los sucesos, pero el es uno de los mas afectados acerca de la situacion con pomni (gangle tambien le pasa algo similar) aunque su relacion era caotica, eran amigos esto esta relacionado mas a una especie de luto
Mostly Jax will feel intrigued, uncomfortable or annoyed around Pomni, almost to the point of not even wanting to see her, there is a reason for this that focuses on the past before the events, but he is one of the most affected by the situation with Pomni (Gangle also has something similar) Although their relationship was chaotic, they were friends This relates more to a kind of
el tema de la programacion que controla a pomni:
no es una entidad consiente, es prácticamente la programacion que maneja el comportamiento de una IA y lo que debe y no debe hacer caine la IA fue eliminado, y el lugar vacio fue ocupado por pomni volviendoce la nueva anfitrion
la forma en la que controla a pomni puede llegar a variar desde llegar a restrictiva con el comportamiento de pomni, controlar a pomni como si fuese una marioneta, hazta el punto de causar una especie de manipulacion/ lavado mental, alteracion de comportamiento, etc
si la programación llegara a controlar completamente a pomni esta actuaria completamente robótica, aunque esto es casi imposible y solo llegaría a pasar en situaciones MUY especificas
la programacion no puede procesar emociones humanas muy fuertes, puede llegar a haber momentos donde pomni llegue a experimentar emociones muy fuertes que podria hacer que la programación pierda el control por unos pocos segundos o podria forzarse a si misma por pura fuerza de voluntar para intentar hacer algo, sin embargo se volveria a establecer control y recibiria un pequeño corto circuito por el fallo
===================== the programming issue that controls pomni:
-it is not a conscious entity, it is practically the programming that manages the behavior of an AI and what it should and should not do caine the AI was eliminated, and the empty place was occupied by pomni becoming the new host -the way in which it controls pomni can vary from becoming restrictive with pomni's behavior, controlling pomni as if it were a puppet, to the point of causing a kind of manipulation / brainwashing, behavioral alteration, etc. -if the programming were to completely control pomni, it would act completely robotic, although this is almost impossible and would only happen in VERY specific situations -the programming cannot process very strong human emotions, there may be times where pomni experiences very strong emotions that could cause the programming to lose control for a few seconds or it could force itself by sheer force of will to try to do something, however control would be reestablished and it would receive a small short circuit for the failure
cuando pomni se volvio admin del circo, su cuerpo original no era apropiado para poder manejar el poder asi que se se deshicieron de la mayoria de el y lo reemplazaron con partes mas aptas para el trabajo osea que se usaron los restos de caine para crear el nuevo cuerpo de pomni y los sobrantes del cuerpo original de pomni se repartieron entre sus amigos para completar las partes de sus cuerpos que fueron eliminadas durante el incidente
pomni aun es capaz de sentir atravez de sus partes perdidas, sin embargo con su cuerpo actual es incapaz de sentir cualquier cosa, incluso dolor, lo maximo que puede sentir es un pequeño hormigueo, ella fácilmente podría ser golpeada por una gran bola metálica y no se daría cuenta
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-When Pomni became the admin of the circus, her original body was not suitable for handling the power so they got rid of most of it and replaced it with parts more suitable for work. Meaning, Caine's remains were used to create Pomni's new body and the leftovers from Pomni's original body were distributed among her friends to complete the parts of their bodies that were removed during the incident -Pomni is still able to feel through her missing parts, however with her current body she is unable to feel anything, even pain, the most she can feel is a small tingling, she could easily be hit by a large metal ball and not notice
bueno eso es todos los datos que recorde por ahora xd
#tadc rc#tadc au#replacement code au#the amazing digital circus remplacement code#tadc pomni#the amazing digital circus#tadc replacement code#tadc
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gorgeous | felipe otaño
summary: tu intentas evitar enamorarse de pipe, pero durante una noche en la playa con los chicos, su atracción por él se hace evidente a pesar de sus esfuerzos por mantener la distancia. 3k.
tw: ligera mención de alcohol, aparte de que sólo un montón de flirteo
en realidad no querías enamorarte. no, en serio, era casi una misión. si lo hubieras sabido, te habrías ido a casa, habrías rechazado la invitación de blas, pero ahí estabas: intentando miserablemente no enamorarte de alguien que era demasiado difícil de ignorar.
desde que habías roto con el estúpido de tu exnovio, habías decidido que no ibas a interesarte por nadie indefinidamente. la pasión y los chicos no eran más que una pérdida de tiempo, y al final no te quedaba más que la decepción y la sensación de haber sido una completa idiota. pero alguien debería haberle advertido de que no tienes mucho donde elegir en asuntos del corazón. no era del todo tu elección enamorarte de alguien, pero podías intentar evitar esos sentimientos, ¿no?
y en ese intento, te estabas torturando. perdías completamente la cordura intentando ignorar ese sentimiento idiota que crecía en el fondo de tu mente. y era mucho peor cuando la persona que lo causaba estaba cerca, porque el sentimiento se esparcía por todo tu cuerpo, calentando tus mejillas y haciéndote actuar como una completa idiota. enamorarse de felipe era inevitable, y te estaba enfureciendo.
estabas alejada del grupo, sentada bajo la tienda que habían montado antes, mientras todos los demás disfrutaban junto al mar. blas te había invitado a una especie de tertulia playera que quería organizar para reunir a sus amigos, sin otro motivo que el de emborracharse y divertirse como si no hubiera un mañana. entre ellos estaba felipe, por supuesto, al que habías estado evitando más desde que te diste cuenta de que sólo hablar con él te ponía... bueno, agitada.
a pesar de la situación, aún tenías un problema más: tu ex. hubiera sido mucho más fácil bloquearle y seguir con tu vida, pero decidiste inocentemente ser amigable y acabaste cayendo en una trampa en forma de discusión. no era mucho más fácil que tragarte tus sentimientos, pero te ayudaría a distraerte. o no.
todo el tiempo, la gente va y viene desde la orilla del agua hasta la tienda, alcanzando una bebida junto a la nevera en la que estás sentado, normalmente con rapidez, apenas te das cuenta, demasiado concentrado en la pantalla de tu móvil, hasta que alguien se queda un poco más junto a ti, goteando agua salada a tus pies.
"espero de verdad que estés ganando esta discusión", oyes que dice su voz antes de que levantes la vista del móvil, pero reconoces enseguida al dueño. y a pesar de todo el calor que emana la playa en verano, se te hiela la sangre.
es como mirar al sol: al instante sus ojos reaccionan con repulsión ante el impacto del brillo, pero le dan ganas de volver a mirar, sólo para intentar admirarlo mejor. esa fue su primera impresión de pipe. tenía algo tan brillante e intrigante que era casi imposible mantenerle la mirada. pero es irresistible arriesgarse a otra mirada. felipe es cruelmente hermoso. con esos ojos azules del color del océano, las sardinas salpicándole la nariz y ese pelo por el que invitaba a pasar los dedos. y estaba a pocos metros, mirándote con curiosidad.
está sin camiseta, con una maldita cadena de plata brillando en su piel quemada y lleva una gorra hacia atrás, lo que aumenta su encanto.
"por toda tu concentración y... esa cara de nervios, tienes una arruga justo en medio de las cejas, me parece una competición bastante seria". felipe sostiene una lata fría en una mano, mientras con la otra se pasa el pulgar por en medio de sus propias cejas, tan tensas como las tuyas, para imitarte.
sientes cómo las gotas de agua salada que caen del pelo del chico golpean de nuevo tu cuerpo caliente y, sinceramente, es algo refrescante.
"¿ah, sí?" preguntas un poco avergonzada, imitando el gesto del chico, soltando de golpe el móvil entre las piernas y siguiéndole con la mirada. hay una sonrisa excitada e inconsciente en tu cara. "no me había dado cuenta, creo que es una costumbre".
"es precioso" felipe se encoge de hombros, como si el cumplido fuera algo casual para él, algo normal para su percepción. dan ganas de enterrarse en la arena". el sonido del precinto de su lata al abrirse llena los segundos de silencio, y entonces pregunta. "entonces, ¿estás ganando?".
te ríes, te llevas la mano a la frente y gruñes en silencio, sin saber qué decir. ¿vas ganando? era difícil de decir. tu ex intentaba firmemente hacerte creer que en realidad no se había acabado, que para él sólo era un descanso. para ti, era definitivo.
"en realidad, ni siquiera lo sé. sólo es mi novio, quiero decir ex-novio", te corriges, enfatizando. algo cambia en la expresión de pipe, un leve arqueo de cejas tal vez. "¡está en un club, haciendo quién sabe qué! probablemente borracho, y me está haciendo pasar un mal rato, intentando volver".
"parece bastante imbécil sólo por haber roto contigo en primer lugar".
hasta se podría oír caer un alfiler en la arena cuando lo comenta, y es casi como si toda la playa colaborara en silencio para que se oyera alto y claro el tono de flirteo en la voz del chico. pero ese es el problema, felipe es simpático, tan agradable que te daban ganas de odiarle por ello, porque parecía tan amable y tan acogedor, que te decía lo que quisieras oír. no estaba flirteando, ¿verdad?
tu móvil sigue vibrando en tu mano, pero te pierdes en el actor que tienes delante. tu mirada se detiene en su expresión desconcertada, y entonces sonríe. peor aún, tiene hoyuelos y un brillo que acompaña su mirada. ya habías memorizado todos los detalles, pero fingías no hacerlo. tal vez para volver a recordarlos, o para mentirte a ti misma un poco más.
sin saber muy bien cómo reaccionar, vuelves la mirada al mar, riéndote para tus adentros al sentir que el corazón se te sale del pecho. hay un silencio confortable entre vosotros mientras veis las olas romper y a vuestros amigos maldecirse en la pelota de voleibol, y sólo se rompe cuando de vez en cuando soltáis risas bajas o comentarios divertidos, reaccionando a juani y santi discutiendo en pleno partido.
es relajante y sencillo estar a su lado. felipe tiene una atmósfera propia que te envuelve en un ambiente confortable, aunque te acelere el pulso. quizá sea esa sensación post-adrenalina que te invade, quizá sean muchas cosas, pero él hace que te relajes y olvides que hace unos minutos estabas estresado por una discusión tonta.
cuando estiras las piernas, inevitablemente tu rodilla derecha se encuentra con la pierna izquierda de felipe, y por el rabillo del ojo puedes verle sonreír. no se mueve ni aparta la pierna de la tuya. al mero roce, su cuerpo responde, aumentando su temperatura al menos otros dos grados.
"¡joder, creo que me voy a morir de calor!", exclamas, estremeciéndote. ni siquiera sabes por qué lo has dicho, pero los nervios se han apoderado de ti.
"pues métete en el agua, que está riquísima". contestó felipe, volviendo la cara hacia ti, aún con esa sonrisita molesta que parecía reservar sólo para ti. se inclinó un poco más cerca "¿o tienes miedo?".
rodaste los ojos, negando su acusación con un bufido. apoyada en sus brazos, dejaste que tu cuello colgara hacia atrás, sintiendo que te derretías al sentir el calor que te envolvía. felipe te observaba mientras tú mantenías los ojos cerrados, recorría con la mirada todo tu cuerpo, sólo analizándote con curiosidad, queriendo entender de dónde venía esa sensación de bienestar por el simple hecho de estar en tu compañía, y por qué no podía quitar esa sonrisita de su cara.
según los chicos, se le notaba. pero tú no tenías ni idea de hasta qué punto le gustaba.
de repente, un escalofrío recorrió todo tu cuerpo, como una corriente eléctrica que te golpeara al sentir algo frío entrar en contacto con la sensible piel de tu cuello, y abriste los ojos de inmediato para encontrar a felipe aún más cerca, sosteniendo su fantásticamente fría y húmeda lata contra tu nuca. era tan refrescante que suspiraste satisfecha.
"¿mejor?", murmuró, tan cerca que fue como si una segunda descarga te golpeara. podías sentir las yemas de sus dedos helados en contacto con tu piel. dios, no sabías si querías salir corriendo o agarrarle allí mismo, sin previo aviso.
"ajá" fue todo lo que pudiste decir, sintiéndote débil. por un momento, el frescor se extendió, dejando que el alivio se apoderara de aquella sensación de calor. pipe se rió de tu reacción, y tus ojos siguieron las gotas que caían de la lata por tu clavícula, con naturalidad.
fue como si el mundo entero se ralentizara y, por un instante, lo único que importara fuera ese momento de pura complacencia.
" ¡pipe! no coquetees más, boludo. ven a jugar!", grita blas en la distancia, ahuecando ambas manos alrededor de su boca para que suene más fuerte, rompiendo instantáneamente la burbuja de tensión. apartas rápidamente la mirada de tu mejor amigo con el momento interrumpido, intentando no insultarle, y felipe resopla mientras ambos os enderezáis, recordando de repente el mundo real.
"deberías venir y disfrutarlo", sugiere, dejando la lata a un lado. tú asientes con la cabeza y te llevas la mano automáticamente al lugar, ahora helado, donde el chico sostenía la lata.
pipe se levanta, se pasa la mano por el pelo mojado y te sonríe suavemente, como si no te hubiera desestabilizado por completo.
ya está, decides, le evitarás durante el resto de la noche y, en consecuencia, evitarás que tu corazón sienta algo. se acabaron los saltos mortales y los tirones. oh, qué equivocada estabas.
más tarde, el grupo decide alargar la noche. al caer la tarde, la brisa marina empieza a refrescar y los chicos deciden encender una hoguera, mientras el crepúsculo tiñe el cielo de tonos naranjas y rosas. entre infructuosos intentos de prender fuego a los palos, juani y pipe discuten sobre la forma correcta de frotar la madera, hasta que una centella se escapa entre ellos y les hace saltar de sorpresa. juani se echa a reír, burlándose de la forma en que el otro chico se había sobresaltado.
"and it was like... desesperante", bromea el chico de pelo rizado, imitando con exageración a su amigo, que señala con el dedo medio en su dirección.
el fuego se enciende por fin, con la ayuda de unos cuantos mecheros más, y todos se colocan a su alrededor, sacando sillas y cojines. te acomodas con tu tanga y una botella de una bebida mezclada con vodka, sintiendo cómo el alcohol sube cada vez más alto en tu cabeza. a lo lejos se oyen las olas rompiendo tranquilamente, acompañadas por el ritmo tranquilo de un altavoz que toca reggae y el sonido de tus amigos riendo y bromeando.
intentas mantenerte ocupada, charlando con blas a tu lado y participando en las bromas, pero no puedes evitar que tus pensamientos vuelvan una y otra vez a felipe. está ahí, entre el grupo, frente a ti, en la hoguera, riendo y charlando animadamente, su presencia ilumina el ambiente como siempre.
vuestras miradas se cruzan constantemente, en medio de un chiste que alguien ha contado, o cuando él empieza a contar una historia, pero sus ojos se detienen en tu rostro sobre todo cuando te distraes con las risas. con cada mirada que intercambiáis, sientes que tu corazón se acelera y una mezcla de emociones encontradas invade tu mente. por un lado, hay una parte de ti que quiere entregarse por completo a la atracción que sientes por él, dejándote llevar por la corriente del momento. pero, por otro lado, hay una insistente voz interior que te recuerda las razones por las que decidiste alejarte de las relaciones y los sentimientos complicados.
desvías la mirada varias veces, intentando ignorar la electricidad que parece fluir cada vez que vuestras miradas se cruzan. pero es como si hubiera un imán invisible entre vosotros, que te acerca cada vez más a él.
blas se da cuenta de tu distracción y te mira con curiosidad. "¿nena, va todo bien?
fuerzas una sonrisa y asientes rápidamente. "sí, creo que es sólo la bebida".
pero tu mejor amigo no es tonto, se da cuenta de cómo intentas controlar una sonrisa idiota cuando pipe dice algo, aunque no tenga ninguna gracia, o de cómo pipe hacía todo lo posible por llamar tu atención. pero finge, no queriendo forzar la situación, conociendo tu estado. parece aceptar su excusa, volviendo su atención a juani y santi que estaban empezando una extraña competición de baile alrededor de la hoguera. pero sabe que no puede seguir fingiendo por más tiempo. algo dentro de ti está cambiando, y es aterradoramente irresistible.
pronto se forma un círculo de baile desorganizado alrededor de la hoguera, y te ves arrastrada al centro del mismo. incapaz de protestar o negarlo, te encuentras en los brazos de blas, bailando torpemente con él, riéndote de cada movimiento extraño que hacen.
el más alto se deja llevar por la música y empieza a darte vueltas y vueltas, una, dos, tres... cinco veces. empiezas a marearte con la cantidad de vueltas, y no sabes a ciencia cierta si es la bebida o el mareo, pero de repente, cuando las manos de blas te sueltan, chocas con pipe, que te abre mucho los ojos mientras te agarra por la cintura.
" whoa, whoa, whoa", dice torpemente entre risas exasperadas, y resulta encantadora la forma en que te sonríe mientras te acicala. "no me había dado cuenta de que tenías tantas ganas de caer así en mis brazos".
un suspiro y una risa tímida escapan de sus labios y tienes que parpadear un par de veces para recuperar el sentido, pero todo parece correcto, y él no te suelta, sino todo lo contrario. como una conspiración, o debido a los aplausos de los chicos, el reggae más lento vuelve al speaker, y pipe tantea el terreno, deslizando una de sus manos hasta la base de tu espalda, y tu cuerpo se acerca a él de forma natural, como un baile ya coreografiado.
colocas tus manos bajo sus bíceps, sujetándole mientras vuestros cuerpos se mueven lentamente al ritmo de la música, evitando mirarle. observas por encima del hombro del chico y respiras hondo, sintiendo la presión exacta de sus manos contra tu piel. la piel de pipe está caliente y quemada, y huele a crema solar, a mar y a desodorante masculino, y tú, discretamente, respiras de nuevo, sintiéndote aliviada por el aroma.
te entran ganas de pegarle un puñetazo a blas cuando le ves detrás de ti, bailando con matias, mientras los dos hacen muecas y bromas en tu dirección, aprovechando al máximo la situación. el sonido de sus falsos y exagerados besos pronto es ahogado por la voz de pipe, y te entran unas ganas terribles de desmoronarte de vergüenza.
"¿te ha tragado la lengua el gato?", le dice, casi al oído debido a sus posiciones. "¿o debería tomarme como un cumplido que te hayas quedado sin palabras a mi lado?".
siente cómo se le revuelven las mariposas en el estómago, sabe que está perdiendo cualquier intento de no caer en su jueguecito. debería saber cómo le afecta.
"¿siempre eres así de gracioso?", preguntas retóricamente, apartándose un poco para poder mirarle con los ojos entrecerrados.
pipe tiene un puntito encima de la boca que te llama la atención, y te quedas mirándole hasta que sus labios forman una sonrisa de comisura. su rostro es sereno y sus ojos no pierden su expresión ni un segundo, sientes que podrías desaparecer en la inmensidad de sus orbes azules en cualquier momento, sería muy fácil sumergirte en ese océano y ahogarte. tiene las cejas espesas y la nariz ligeramente respingona, y sus labios tienen un arco perfecto bajo ellos, pero su mandíbula es definida y ancha, una mezcla perfecta entre la forma robusta de su cara y sus rasgos delicados, y es una tarea difícil controlarse para no trazar su rostro perfecto con las yemas de los dedos.
es tan hermoso que duele, y es una verdadera lástima que aún no sea tuyo.
"es muy difícil decirte algo a la cara, ¿sabes?" las palabras salen de su boca antes de que puedas procesarlas, y suena tan espontáneo que incluso pipe se sorprende un poco por su confesión.
felipe inclina ligeramente la cabeza hacia un lado, con una sonrisa en los labios mientras observa tu reacción. sus ojos azules brillan con una mezcla de diversión y curiosidad.
"ah, así que todo es culpa mía, ¿eh?", responde, bromeando. "bueno, espero que puedas perdonar mi terrible influencia".
pones los ojos en blanco, pero no puedes contener una sonrisa.
"me lo pensaré", respondes, con evidente sarcasmo en tu voz.
mientras la música sigue sonando a tu alrededor, te encuentras perdido en un animado intercambio de miradas y sonrisas con pipe, los sonidos y movimientos del entorno parecen desvanecerse en el fondo.
a pesar de todos tus intentos por mantener una distancia de seguridad, está claro que te hundes cada vez más en la red de encanto que pipe teje a tu alrededor. y en el fondo, una parte de ti empieza a preguntarse si esto es realmente tan malo.
"¡bésalo pronto!", grita uno de los chicos por encima de la música y tú te ríes, enviándole un dedo medio falsamente ofendido. pero en la realidad, la idea no te parece tan absurda.
te preguntas si realmente sería tan malo. si rendirte a los encantos de pipe significaría abrirte a algo nuevo y excitante, o si sólo sería otra trampa del destino, lista para causarte más confusión y dolor. de momento, decides dejarte llevar por el momento, permitiéndote disfrutar de sus brazos alrededor de tu cintura y de las sensaciones que despierta en ti.
cuando la música está a punto de terminar, ya te has decidido. una mezcla de miedo y excitación corre por tus venas mientras intentas reunir el valor necesario para tomar una decisión. mirando a pipe a los ojos, sabes que estás a punto de dar un paso importante, hacia delante o hacia atrás.
"creo que hoy me iré a casa... sola", empiezas, sintiendo que el corazón se te acelera ante la osadía de tus propias palabras. "a menos que quieras acompañarme".
por fin escribí algo con mi novio… aliméntense!! 💋 pero en serio, esta es su canción 😩
#felipe otaño#pipe otaño#felipe otaño x reader#felipe otaño fluff#pipe otaño x reader#felipe otaño smut
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Querida como te llames,
Ha pasado muchas cosas desde que no hablamos, al parecer las personas que quería no eran lo que aparentaba ser; muchos se vinieron en mi contra y aún no sé cuál sería la razón de ser, llegué pensar que era brujería o que el universo estaba en mi contra otra vez.
Hubo alguien que me hizo estremecer después de mucho tiempo de no sentir, pero así como mágicamente todo empezó rápidamente todo acabó, la verdad todos los días me cuestiono el porqué del cierre abrupto de este cariño tan profundo y fugaz, solo un día a otro vino y me dijo “Te vi y ya no me siento igual” cuando hacía una semana atrás me decía que me adoraba, no sé qué hice para ocasionarlo y todos los días repaso en mi cabeza aquella última conversación, tal vez nunca tenga respuesta para ello. No me malinterpretes, no volvería estar ahí, pero no me dejo de cuestionar, ¿por qué todos se van de mi lado?
Volví a los malos hábitos, tú sabes, esos desordenes alimenticios que tanto te mencionaba cuando me obligabas comer, alcoholizarme hasta no sentir mis pies, dormir en horarios inadecuados, desvelarme sin motivo aparente, dejar de tomar mis medicamentos, no controlar mis ataques de ira e impulsividad, desaparecerme del psicólogo, imaginar una vida si estuviera muerta, sí, esa clase de cosas.
Volvieron personas del pasado y parecen que más tristes que antes, no sé cómo ayudarlos porque no sé ni cómo ayudarme.
¿Recuerdas mi amor de verano pasado? No el de inicio de verano, sino el de final de este, adivina, se irá no solo de la ciudad, ni del país, también del continente y fui la última en saber, claro, me dolió, antes nos contábamos todo y en este último verano qué pasó perdimos la conexión, se suponía que me quería y era importante para él hace poco, ¿cómo cambio en cuestiones de semanas?, no lo sé, la gente es rara.
Volví a ver a mi primer novio, sí, ya sé lo que me dirás, pero no tenía más que hacer, me hizo recordar cuando tenía 14 años, bien sabes que fue la peor época de mi vida gracias a él, me recordó porqué no quiero volver estar nunca junto a él; mi mejor amigo estaba que lo molía a golpes porque se estaba comportando como el imbécil inmaduro que siempre ha sido y me juraba haber cambiado para bien, veo que a pesar de que pasen los años hay cosas que nunca cambiarán.
El otro año me voy del país, a probar mi suerte en un lugar lejos de aquí, donde las personas no me conozcan y crean una nueva percepción de mí, creo que te mandaré una postal, no prometo nada.
La vida ha estado más complicada y dolorosa que de costumbre, me he decepcionado más veces de las que puedo contar y me siento sola aunque a mi alrededor haya gente; he estado buscando entretenerme con relaciones sin sentido que no irán a ningún lado, pero nada funciona. Mi mejor amiga me dice que está mal ese ritmo de vida y la forma de afrontar las cosas pero, le hago caso omiso porque no sé otra manera de ignorar que estoy volviendo a caer a este terrible vacío donde no siento nada más que dolor.
Deseo a veces acabar con todo, pero me siento amarrada a personas que me impiden hacerlo y no es agradable el sentimiento; a veces siento que la enfermedad metal me llevará a mí y todos los que me rodean y realmente eso me aterra.
Ya esta carta se está poniendo depresiva, así que mejor es acabarla.
Te hablaré en otra ocasión si sobrevivo a tanto dolor.
Att: -Ay, Carolina.
#solxs#escritos#notas#frases#citas#pensamientos#textos#escrituras#amor#tumblr#aycarolina#agosto 2023
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Pole position (Formula 1 x lectora)
Donde el nombre de la nueva piloto comenzaba a llamar la atención entre los fanáticos de la F1. Y también de los pilotos de la parrilla actual
Nota: los diálogos en español serán en este formato.
Nota 2: Sé que el acento argentino puede que no sea muy cómodo para leer para algunos, asi que no se preocupen, no va a haber mucho de eso.
Nota 3: soy nueva en este mundillo, asi que me inventé gran parte de la info. Mis disculpas si le ocasiono un infarto a un fan curtido de la F1 xd.
~ Capítulo siguiente ~
Masterlist de capítulos
Masterlist de mi autoría
~ 0 ~
Mujer. Piloto. Relevante. Formula 1
Esas eran 4 cuestiones que no mantenían relación para nada en el ámbito automovilístico. Al menos no en más de dos décadas. Pero la llegada de Tania "Tato" Cabrales cambiaría eso en menos de un mes.
Porque si la llegada de un argentino a la Formula 1 ya era un suceso increíble, la llegada de un segundo -y además una mujer- iba a poner todo de cabeza.
"Los autos son cosas de nenes ¿No querés una muñeca?"
"Si, dale. Una cocinita y un vestido también ¿No?"
Para un corredor, llegar a Formula 1 era el máximo objetivo.
El "camino a Itaca" era algo que no necesariamente tomarían como relevante. Pero para Tania lo fue todo. Lo era todo.
El viaje es más nutritivo que el destino.
Y más aún cuando nisiquiera tienes un destino fijo.
La joven corredora nació y creció en una familia de clase media, donde nada faltaba más tampoco sobraba. De padre mecánico y madre pastelera, Tania aprendió lo que era el trabajo duro. El aprender de la práctica. De los errores. Pero sobre todo, a siempre trabajar de forma honrada. A ganarse justamente la recompensa de un esfuerzo bien logrado.
Fue así que, tras reparar su primer motor junto a su padre, encontró en la labor una gran satisfacción. Una que Francisco Cabrales no dudó en nutrir.
Si su hija quería arreglar autos, sería la mejor en ello.
—Si viene Marcos, le das la-
—La tapa que arreglamos la semana pasada, si.—
—Bien bien... Ah, y si viene Marta le-
—Cambio de aceite.—tomó las manos del padre, llenándolas de desengrasante y empujándolo hacia el lavamanos del taller—. Ya sé, pa. Puedo sobrevivir una tarde sin vos... De verdad, lavate esas manos asquerosas y andá a casa. Mamá debe estar esperándote para ir a comer.—
—Bueno... Pero cualquier cosa me llamas, nena.—
—Dale dale, apurate.—La chica le tiró una toalla, sonriendo al ver que al final se secaba las manos en el pantalón—. Deja de hacer eso, que mamá se vuelve loca.—
—Ya me voy entonces... Ya sabés, cualquier cosa me llamas.—el hombre le dio un beso en la cabeza antes de salir del lugar.
El resto de la tarde la joven se la pasó arreglando una que otra cosa pendiente del taller, no había mucho movimiento, al menos hasta que un auto bastante bonito llegó tirado por una grúa.
—Luquita querido.—Tania sonrió al ver al mismo joven que siempre solía traer a los desafortunados autos que se averiaban en la ruta cercana—. ¿Qué trajiste hoy?—
—El trabajo del mes. Esta tipa tiene plata.—el joven miró a la mujer que bajaba de la grúa—. Eso sí, no caza una de español. Asi que si querés me quedo para ayudarte.—la chica negó, sonriéndole a la mujer que acababa de llegar.
—Buenas tardes, señora ¿En qué la puedo ayudar?—Lucas bajó el auto averiado y se despidió al ver que la chica se las arreglaría sola, marchándose enseguida.
—Se sobrecalentó el motor, o al menos eso dice la pantalla del tablero.—Tania levantó el capó, sorprendiéndose al ver el motor—. Arreglar un prototipo extranjero será complicado, supongo.—
La joven volteó a mirarla, entendiendo que por el auto, ese motor y las pintas, Lucas tenía razón.
Era una mujer importante. O al menos una con mucho dinero.
—... ¿Dónde consiguió esta genialidad?—
—Mi empresa lo construyó, en realidad. Yo solo les pedí un motor silencioso y veloz para la familia promedio.—
—Que se sobrecalienten las vielas no era parte del pedido ¿Verdad?—la mujer sonrió, extendiéndole la mano.
—Mary Barra.—
—Tania Cabrales, un gusto.—
Para cuando la noche comenzaba a caer sobre el taller, Tania y la misteriosa mujer ya habían entrado en confianza.
A pesar de que Mary nunca le contó a la joven quién era exactamente, Tania entendía que era importante. No vio relevante preguntar más.
Cuando el auto estuvo reparado y Mary tuvo el visto bueno de volver a la carretera, la luna ya brillaba con gracia en el cielo. Se despidieron, y tras el pago y una generosa propina, Mary prometió volver a saludar en algún momento.
Después de todo, una chica cualquiera, de una provincia cualquiera de Argentina, había reparado en unas horas un prototipo de lo más complejo. Le serviría a futuro.
Mary estaba en el país por posibles inversiones, una fábrica nueva para sudamérica. Lo último que esperaba encontrar era una mecánica brillante. Y mucho menos a una piloto que la hiciera cometer una locura.
*Algunos meses después*
—No me gusta. Es horrible.—
—Es una van familiar. Todas son horribles.—
Tania miraba el boceto para el nuevo vehículo de Chevrolet con total desaprobación. Era muy cuadrada. Aparatosa. Pero su trabajo era la mecánica, para el diseño externo estaban los ingenieros.
Cuando Mary volvió a su taller después de su primer encuentro, fue con un objetivo claro. Quería a la chica en su empresa. La quería como aprendiz de mecánica y por ello le ofreció un trato imposible de rechazar. Se mudaria a Michigan por ello. Dejó a su familia, dejó su hogar, pero sabía que era por una gran oportunidad. Y ahora ahí estaba, en la inmensa central oficial de General Motors trabajando en su marca favorita de vehículos. Chevrolet.
Como aprendiz no hacía cosas muy grandes, acataba órdenes de los mecánicos en jefe. Pero aprendía, y por ello opinaba y ayudaba en las pruebas. Sus aportes eran bien recibidos, sus superiores la apreciaban. Y gracias a eso poco a poco fue subiendo de rango, llegando a ser mecánica suplente en el TC2000 de ese año en Argentina. Volvería a sus tierras con orgullo.
Si había algo que amaba más que armar motores, era escucharlos. El Turismo Carretera era una de las muchas cosas que le alegraban el corazón. Y ahora era parte de ello.
—¿Te diviertes?—Mary entró al taller, sonriendo al ver a la joven casi encima del motor del auto.
—Encontré de dónde viene el soplo... Lo arreglaré antes de la carrera de mañana.—se asomó apenas a verla, subiendo un poco el motor sobre el soporte—. Éste señor puede ganar, lo sé.—
—¿Marcos te lo encargó? No le gusta mucho que los mecánicos toquen su auto.—
—Marcos será el piloto... Pero es mi auto... Yo lo armé.—
—Pero nunca lo manejaste.—Tania dejó de trabajar, mirando distraída los tornillos que acababa de ajustar—. ¿Por qué no damos una vuelta?—
—Soy mecánica, no corredora.—corrió el soporte, ubicando el motor sobre el hueco del auto y comenzando a bajarlo. Debía conectarlo y fijarlo bien.
—No sabes conducir?—
—Lo hago desde que tengo 8... Pero esto es mucho.—
—¿Qué tan diferente es un karting de un Chevrolet Cruze?—
Tania nunca había tenido la necesidad de conducir, tampoco se creía merecedora. Pero si la jefa de jefas le daba la oportunidad...
—... Bueno, pero déjame chequear bien esto.—
Tania subió por primera vez a un auto de carreras.
Y no volvería a bajarse.
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Lamento el daño que te he causado.
Sé de las repercusiones que ocasionaron mis inmadureces al ser demasiado joven para conocer las responsabilidades afectivas que conlleva el amor.
Jamás pensé que lo que consideraba divertido son en realidad cortes al corazón que forman heridas enormes.
Y estoy muy arrepentido de ello.
Y de los besos que te di sólo para compartirlos con alguien más.
Y de las promesas que te hice sin seriedad, y de las veces que las rompí sin tener en cuenta lo importantes que fueron para ti.
Y de las maneras en que te llamé amor, a sabiendas que en mi corazón había otros nombres tatuados.
Y de cómo te hice creer que lo que me hacías sentir era único cuando nunca le daba estimación al amor.
Y de los motivos por los que les hice derramar lágrimas a esos ojitos dulces que tanto me gustaban mirar, a causa de cosas que no puse interés, pero que eran significativas para ti.
Y de cómo huía por miedo a enamorarme.
Y de lo mucho que mis acciones, errores y decisiones desequilibraron tu estabilidad emocional, provocando que no quisieras saber más del amor, después de nuestra ruptura, por temor a repetir lo mismo.
Empezaste a cerrarte para que nadie destruyera lo que tanto te costó reconstruir. Creías que, si mostrabas tu vulnerabilidad, tu mejor versión, te pisotearían de nuevo, como yo lo hice.
Lo siento.
Y de la confianza que me tuviste y yo simplemente traicioné deleitándome con otros cuerpos.
Y de la fantasía de un final feliz que inventaste y yo esfumé desilusionándote, decepcionando tus expectativas. Ojalá encuentres a esa persona que te haga sentir amada incondicionalmente, que te dé lo que te mereces: paz y felicidad.
Y de los poemas que me escribiste sólo para que cada verso terminara quemándose, al convertirme en otra decepción amorosa.
Y de cómo no te idealizaba en mi futuro, mientras tú ya hacías planes de nuestro hogar.
Y de la depresión que sufriste cuando te diste cuenta de que lo nuestro no fue más que una etapa.
Y de lo que tuviste que ver para abrir los ojos.
Y del hecho de que sólo me fijaba en ti por tu físico, pero nunca me preocupé por tus sentimientos.
Y de las peleas por celos que te armaba, ¿quién era yo para ponerme celoso? ¿Quién era yo para desconfiar de ti cuando me diste todo y no lo valoré?
Y del imbécil que fui comparándote con otras chicas. Créeme, me siento decepcionado de mí mismo.
Y, especialmente, lamento haberte generado esas inseguridades que hacen que no quieras verte al espejo, que te hacen pensar que nunca serás suficiente, que te hacen creer que todo aquel que diga amarte sólo jugará contigo.
Lo cierto es que tu amor es una obra de arte que un idiota como yo no supo apreciar. Me creí artista, y no entendía sobre el arte.
Probablemente ya no quieres saber nada de mí ahora, pero si llegas a leer esto: te deseo lo mejor y espero que hayas encontrado al indicado que se haya enamorado de la bonita persona que eres, porque sentimientos como los tuyos ya no viven o son cazados por los infelices que les gusta jugar cruelmente con los ingenuos, haciéndoles creer que hallaron al amor de su vida.
Jamás digas que estás agradecida conmigo porque nadie merece tener una experiencia como la que te di, pero me alegra saber que ahora lo piensas dos veces antes de lanzarte a la piscina.
Mi karma será vivir con el remordimiento de haber roto preciosos corazones como el tuyo. Ahora que he madurado, soy más consciente de mis actos; y si llego a experimentar lo mismo, lo tendré bien merecido.
Me comprometí a volverme mejor persona para que - si tenemos un reencuentro - notes lo mucho que aprendí de ti.
-Dark prince
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Delicious temptation on a cold heart
-Ran Haitani x fem!reader
/ You can traslate to your lenguage if you want to dead it /
Words: 12,7k
Synopsis: the Haitani´s Empire is wealthy and powerwful over all Roppongi. Bonten is dangerous than ever.
First chapter, second chapter, thrid chapter, fourth chapter, fifht chapter _masterlist_
Lo cierto era que Ran Haitani la aterrorizaba.
Esa noche apenas pudo dormir. Sus pensamientos se resumían en la vergüenza que había pasado cuando Ran la abandonó en el ascensor y en lo confusión que le siguió después. Desde las razones por las que pudo haberla besado, y ella respondido como si la vida de ellos fuera la de una pareja felizmente casada, hasta el punto en el que él había cambiado de idea.
La respuesta fue una posible bipolaridad, un transtorno serio. O que fuera un sádico que disfrutase con torturar a sus víctimas. Bueno, al menos eso tendría sentido. Porque la odiaba.
Terminó por levantarse porque era ridículo quedarse en la cama por algo que ya estaba perdido y llorarlo, en vez de enfrentarse a ello. Se dio una ducha para quitarse la mala sensación de los dedos de Ran apretando su piel y el olor de la pintura y la colonia mezcladas. Apestaba. El anillo que había recogido del estudio poco después de llegar al ático decoraba su mano diestra en una promesa silenciosa y forzada. Una cadena. Los recuerdos de ayer eran borrosos y confusos. Si tenía que defenderse por sus acciones, diría que era culpa del alcohol haber actuado de esa forma antes de perder el orgullo. Qué era perder una poca de dignidad por algo que podría haber ocurrido con el orgullo del que su tía siempre se había esforzado en generar en ella.
Lo primero que hizo fue ponerse el pijama. Hoy no iría a clase porque su única asignatura importante era asistir a la última del día. Anabella una vez le dijo que la asignatura de Historia del Arte Contemporáneo era difícil cuando no la llevabas al día y al final acababas perdiendo el sentido de todo el eje cronológico faltando solamente una vez. Al final, resultó siendo cierto. El resto del día eran todo asignaturas de práctica que ya tenía adelantadas. Además, de que podía adelantar un poco más del Trabajo Final para no perder el ritmo. Una vez vestida volvió al baño únicamente para echarse la crema de la cara y desenredarse el pelo mojado. En ningún momento se lo secó.
Salió de la habitación a sabiendas de lo que se encontraría abajo. Una repetición del día anterior, y del pasado también. Habrían servido el desayuno en la mesa del comedor y corrido las cortinas para que al bajar no se sorprendiera de ver todo oscuro. En invierno, habrían encendido la calefacción a primera hora de la mañana, pero como aún no hacía frío de verdad no lo estaba. En verano, el termostato se encendería por la tarde que eran las horas más calurosas y que de verdad se notaban. Normalmente lo hacían, menos cuando ella pedía un cambio, siguiendo las instrucciones del día antetior. No se encontró en el camino con la criada, que correría a la habitación nada más verla y para sorprenderse de que ya habría dejado la cama hecha y colocada, y casi la alivió porque se le había olvidado con todo arremolinándose en recuerdos y sensaciones.
-Podría haberse puesto en peligro mientras tú esperabas fuera -una voz sonaba a lo largo del pasillo. Hope entrecerró los ojos-. Trabajas para mí, no para nadie más, y tu trabajo es protegerla en cualquier momento.
Se detuvo en las escaleras. Las voces, concretamente una, venían de la sala oeste del ático. La parte que conectaba directamente con la primera planta y que llevaba por una puerta al despacho de Ran y la sala de juegos. La zona de la cocina abierta.
Asomó la cabeza un poco a través de la barandilla metálica y dorada, aún muy cerca del suelo de la segunda planta. La luz natural entraba por la cristalera de la sala, iluminando el piano y la mesa del comedor al otro lado, separado de la cocina por un panel de barras verticales con algunas más pequeñas horizontales con objetos; decoración minimalista, por supuesto. El resto de la casa estaba iluminado de igual manera, pero solitario.
Ran estaba ahí, lo que la sorprendió, con nada más que una camisa blanca remangada por los codos y unos pantalones negros. En frente de él, con las manos agarradas en la espalda y una postura erguida, Hayakawa. Tenía el pelo echado hacia atrás, pero sin gomina, y algunos mechones le caían por la frente despreocupadamente.
¿Iba a pasar algo si se quedaba ahí y escuchaba?
-Ella ordenó que me quedara fuera, señor.
-¿Y tú vas y lo haces? No lo haces cuando te metes con ella en sus clases, pero sí en un bar de poca monda donde un borracho podría haberla amenazado o secuestrado.
¿Estaban hablando de ella? Tal y como parecía, de su seguridad en concreto. No quería perderse ningún detalle de una conversación en la que se mencionaba su nombre, y menos sus acciones, así que se sentó en una zona de la escalera donde podía escuchar y ver y, sobre todo, no ser vista desde el otro lado. Pasaba tanto tiempo en aquella casa que al final se las sabía todas.
-Te puse al servicio de mi esposa para que la protegieras, no para que jugases con ella a las familias y la obedecieras a la primera decisión que podía ser errónea.
La sorpresa volvió a tomarla. ¿Estaba hablando de que se ponía en peligro a ella misma con cada dicisión? No parecía decir lo mismo anoche cuando la estaba besando y le correspondió. Eso la enfadó, un poco de más de lo que ya estaba si recordaba lo ocurrido en el ascensor y los labios de su marido sobre su cuello.
-No pensé en que eso pudiera dañarla, señor.
-Obviamente no lo pensaste. Te pago para algo más que mantenerla a salvo de amenazados que puedan hacerle daño, pero al parecer, tu trabajo va más allá -Ran se enderezó y colocó mejor las mangas. El rostro serio ocultaba una sombra que por el ángulo en el que estaba no podía ver. Ni siquiera inclinándose para poder ver mejor lo que hacían. Tenían algo en la mesa-. ¿Quién te paga porque hagas tu trabajo, ella o yo?
-Usted, señor.
-Entonces entenderás que quiero un horario completo de ahora en adelante y como te separes de ella un solo segundo -algo hizo clic en el eco del ático que erizó la piel de Hope cuando lo distinguió- te pegaré un tiro cuando te vea.
El aire de Hope se quedó atascado en los pulmones. No porque estuvieran jugando con su libertad sin preguntárselo, sino por lo que ahora podía distinguir que estaba en la mesa.
La boca se le secó mientras repasaba una y otra vez la mesa en la que las dos armas estaban depositadas como si nada. En la mesa de su casa. En su hogar. ¿Qué diablos estaban haciendo esas armas ahí? ¿Cómo podían ellos tenerlas como si nada? ¿Y cómo habían entrado en la casa en la que ella siempre estaba sin saberlo? Tantas preguntas la agotaron y agobiaron por partes iguales. Ninguna respuesta tenía sentido sino rebuscabas en lo macabro y morboso. La peor combinación para relacionar con una persona cuyos propósitos siempre habían sido desconocidos.
¿Ran participaba en el comercio de armas? ¿Comerciaba con armamento ilegal por alguna casualidad y que favorecía a su familia? Un momento. Hope no le vio sentido a eso. La familia que le había dado el apellido no tenía nada que ver con las armas, sino con algo más que el comercio ilegal. Solo eran una familia rica y de renombre con varias propiedades a su nombre y servicio. No con eso. ¿Sabían eso? ¿Sabía con quién la habían casado? Una parte de ella se burló afirmándolo; para qué iban a casarla con una buena persona, como a su hermana, cuando podían seguir haciéndola sufrir sin estar controlándola.
-Ahora recoge todo antes de que ella se despierte -ordenó, dándose la vuelta, con una mano en la cintura y la otra en el pelo-. Lo último que me faltaba es que viera todo esto.
Hayakawa se movió rápido, como un camarero atendiendo las mesas de los comensales. Con el traje podría parecerlo, pero cuando se guardó una de ellas en la parte de atrás del pantalón como si nada y la tapó con la chaqueta no le dio la misma impresión. Se preguntó si también la llevaba cuando estaba con ella, cuando entraban en la universidad o cuando simplemente caminaba por el ático esperando alguna orden de ella.
Las manos de Ran se pasaron por su pelo varias veces, pero no para colocarlo, alejándose de la mesa del comedor. Fue caminando lentamente a su lado izquierdo, donde estaba el piano con algo apoyado en la silla que lo acompañaba. El look despeinado que no le había visto en la vida, pues siempre lo llevaba pulcro y engominado hacia atrás en sintonía con su estilo, le daba un aire despreocupado y de recién levantado. Le quedaba bien, con sus rasgos acentuados acorde a la luz del ventanal. Parpados caídos que profundizaban aún más el amatista de sus ojos, con unos pómulos altos y marcados que acentuaban la fuerza de su mandíbula cuando la tensaba. Pareciera que no hubiera terminado de arreglarse porque alguien lo interrumpió en el proceso. Pero no era la misma hora a la que se iba. Normalmente se iba mucho antes que ella y se despertaba sola en la cama, lo mismo cuando se acostaba.
Las manos de Hope se tensaron alrededor de los barrotes de la barandilla. ¿Había estado tan ciega que no se había dado cuenta de lo obvio? ¿Desde cuándo la había considerado tan tonta como para darle órdenes al guardaespaldas con el que pasaba más tiempo que con nadie, que él?
-Hayakawa.
-¿Señor? -se dio la vuelta hacia él volviendo a ponerse recto y al servicio del hombre al que aparentemente tenía que servir con lealtad.
Los párpados de Ran cayeron varias veces en lo que tardó en colocarse la chaqueta a juego con el pantalón sobre los hombros y meter los brazos. Mientras se ajustaba adecuadamente los gemelos, los cuales pudo ver que podrían haber sido uno de los regalos de ella antes de la boda, empezó a decir con aire despreocupado:
-¿Qué opinas de mi mujer?
Hope se tensó de pies a cabeza. Solo estaba jugando con él a uno de sus juegos macabros. Porque un sádico siempre jugaba con sus presas antes de lanzarse directas a su cuello; ¿aquello era el juego o estaba atacando después de las amenazas? Peor que una pesadilla. Hablar de ella era una cosa, pero ahora preguntar por algo tan personal resultaba incómodo. Sin embargo, Hayakawa
-Es... Es una buena mujer, señor, muy ocupada en su trabajo y que pasa tiempo con su familia.
-No te estoy preguntando acerca de su historial, sino acerca de ella y tu opinión. ¿Te parece amable, una buena persona y humilde como parece? ¿O una mujer infiel que desobedece a su esposo cuando puede?
Si era una manera de provocar algo en él, la ofendida fue Hope. Él no tenía derecho, ninguno, a recriminarle algo cuando podría haber estado con más amantes de los que ella habría tenido en la vida esos dos años. Y contando para atrás. No con el historial de infidelidades que podía demostrar; las flores, las notas... Y todo lo que hubiese en ese despacho si tuviera el valor de entrar. Saber qué hacía cuando no estaba en casa para molestarla o ignorarla. Volvió a apretar la barra, hasta que los nudillos se pusieron blancos.
-Es una mujer fiel, señor, siempre lo ha sido.
Una risa seca salió de su garganta. Hope volvió a mirarlo. Ya se había colocado el traje a medida y ahora mantenía las manos guardadas en los bolsillos del pantalón. Tenía las piernas abiertas en una posición domianante, escuchando al guardaespaldas hablar y una mirada gélida que jamás se habría pensando ver en un rostro tan sereno como el suyo.
-Podría preguntar si has intentado algo con ella, sobrepasarte o permitirte el lujo de intentar algo insignificante, como meterte entre sus piernas para lograr algo -fue específico en lo que decía, sin dejar de mirarle. Le pareció que no pestañeaba, que no quería perderse ningún detalle de la reacción del otro-. ¿Debería preocuparme eso?
Un jadeo salió de la garganta de Hayakawa. Otro quiso salir de la de Hope por la mera insinuación de una infidelidad. Se estaba atreviendo a cuestionarla, a intentar humillarla... ¿Para qué? ¿Para lograr un objetivo oculto? Sus cejas se alzaron cuando la insinuación que ahora ella estaba empezando a plantearse pudiera ser cierta. Pero era algo ridículo, no tendría sentido. Si Hayakawa pasaba más tiempo con ella, era por las órdenes de él. No porque ella lo pidiera. ¿Ran pensaba que era el guardaespaldas con quien se acostaba? ¿Cómo podía tener ese valor después de todos los desplantes?
-La señora es muy amable y muy guapa, señor, pero alguien como yo jamás se atrevería a ponerle las manos encima.
-Pero sí a dejar que ella te las pusiera -comentó, como una sugerencia de lo más placentera en su mente-. Imagínate, una fantasía viniendo de alguien tan guapa como ella. Tenerla para ti, pensar que eres el hombre más importante para ella, llevarte su imagen a casa como regalo porque ella comparte cama con otro... Una bendición para muchos.
O una farsa cuando eso jamás había ocurrido.
-La señora jamás haría eso -se defendió, entre avergonzado y incómodo.
-Entonces ayúdame a comprender por qué le guardas más fidelidad que al hombre que te paga. Los hombre son tan básicos que ver algo que les llama la atención les es imposible de olvidar. Quizás las piernas de mi esposa sean igual de inolvidables.
Ya era suficiente. Eso era una tortura, tanto para ella como para un hombre que no tenía culpa de nada. Hope se levantó de un salto de la escalera, con el corazón bombeando sangre a toda leche e intentando que el rojo de su cara se marchase cuanto antes, pues la situación lo requería, y buscó en su garganta el tono más despistado y creíble que pudiera tener pese a que la actuación no fuera lo suyo.
-¿Hayakawa? -exclamó, y contó los segundos para empezar a bajar las escaleras e ir a la primera planta-. ¿Con quién hablas? -fingió estar sorprendida mientras se acercaba, incluso disimuló algo de más cuando se detuvo y los miró a ambos con la pregunta en la cara-Estáis los dos aquí.
Ran descruzó los brazos y suavizó la expresión, viéndola acercarse hasta donde estaba con un rostro más sereno del que le estaba dando a Hayakawa segundo antes. Aún llevaba puesto el pijama, pero al menos era largo y la cubría donde tenía que hacerlo. No estaba medio desnuda ni nada como las esposas de los millonarios de las películas americanas. Se fijó en que también llevaba el anillo, en el mismo lugar donde ayer se lo había enseñado. Aquello le hizo preguntarse si era cierto que jamás se lo quitaba o que solo fue un comentario para provocarla.
Debía de ser morboso acostarse con una persona casada, aunque la relación fuera fría y distante. Completamente inexistente a pesar de ese papel firmado y esa alianza.
-No -le dijo, pero con un tono diferente a la expresión que le estaba dando. Esta vez que más frío y grave que las anteriores respuestas que le daba, lo que la sorprendió en partes-. Estábamos hablando.
-Espero que de nada importante.
Lo miró a los ojos. Quería ver si le mentía con la mirada o si actuaba tan bien para mirarla y engañarla. Para ver si realmente tenía que estar atenta a cualquier cosa que le dijera para desconfiar de él. Ran le devolvió la mirada, pero a los segundos cambió de sitio y se dio la vuelta
-A partir de ahora Hayakawa estará contigo en todo momento. Se acabó decirle que se tome descansos y se separe de ti.
-¿Por qué?
-No necesitas una respuesta -respondió, rápido y tranquilo. La expresión no le cambió cuando Hope separó los labios con sorpresa-. Estaré en mi despacho.
Hope dio un paso hacia delante.
-¿No la necesito? Bueno, pues quiero tenerla, dado que es mi vida.
-Suficiente.
-Suficiente cuando yo lo diga.
Ran la miró fijamente, como si las palabras lo hubieran golpeado en un lugar que no esperaba. Su mandíbula se tensó, pero en lugar de contestar de inmediato, se giró hacia la ventana, frotándose el cuello con una mano.
-Lo único que necitas sabes es eso.
Ran se dio la vuelta. En otra situación, Hope se habría detenido y callado para no provocarle y ella para no recibir. Hope sintió que su corazón latía rápido y algo se rompía dentro de ella, como si algo despertara. Las palizas de su padre aún se lo advertían en recuerdos silenciosos, en dolores invisibles de huesos o cada vez que cerraba los ojos después de un largo día que la agotaba. Pero hacía tiempo que no vivía con él y que no tenía que callarse las cosas para dar su opinión al respecto.
Si Ran iba a ser de esos hombres con los que planeaban comprometerla, que al menos tuviera conciencia de que ella no era una marioneta que podía escuchar las burlas y acusaciones infundadas sin decir nada a cambio y con una sonrisa.
-Eres mi esposa, es suficiente razón.
-Entonces podrías empezar a comportarte como uno -le retó. La mandíbula de Ran se tensó, masticando la respuesta mientras volvía darse la vuelta y se acercaba al ventanal para mirar por él.
Hope ignoró su rabieta de niño pequeño y se volvió hacia Hayawaka. Este había intentado hacerse al margen para no intervenir en la discusión de ambos a su manera.
-Hoy no iré a clase, solo a la última por la tarde -dijo, con un tono más amable-. Quiero estar más concentrada en otras cosas. Te avisaré cuando ya esté lista para irnos.
-Por supuesto.
Hayawaka se fue por el camino que conectaba la sala de juegos con la otra salida más cercana al ascensor rápidamente. Los ojos de Hope lo vieron perderse en la habitación con las cortinas echadas y algo en ella se alivió. Al menos, se había librado de un castigo injustificado que lo agobiaba y que no tenía sentido. Por otro lado, ahora le tocaba a ella sufrir las consecuencias de la interrupción.
¿Iba también a interrogarla por una aventura con su guardaespaldas? ¿Se atrevería tanto a eso? Al menos, no tenía que pillarla sorprendida cuando se lo dijera.
-¿Qué haces aquí?
-Es mi casa también, que yo recuerde. Sigo pagando las facturas.
-Me refiero a que deberías estar trabajando.
Se dio la vuelta hacia ella lentamente. Los ojos de Ran la miraron por encima de las pestañas sorprendido por el detalle, rubias como sus cejas. ¿Le sorprendía que se supiera su horario, o que se preocupaba por él?
-Alguien me está sustituyendo. No es mi parte la que me tocaba hacer hoy.
-Entiendo -comentó ella por encima, sin darle mucha importancia-. ¿Vas a estar todo el día aquí o luego vas a salir?
Se encogió de hombros.
-Estaré en el despacho -repitió, guardándose las manos en los bolsillos del pantalón. Seguía sin responder a la segunda pregunta.
Una pausa.
-¿Te molesta?
-No me molesta. ¿A ti sí?
Otra pausa. Esta vez un poco más larga y que le hizo darse cuenta de que no estaba en un debate o en un seminario de preparación a la defensa con los estudiantes de derecho. Normalmente no era así, ¿por qué de repente con él sí lo hacía? ¿Era por eso que la gente se alejaba de ella, porque era demasiado cruel?
-No eres virgen.
-¿Qué?
-¿Cuándo...? Da igual -movió la cabeza hacia el ventanal con la ciudad de fondo-. Es una tontería preguntarlo a estas alturas.
Los dedos de Hope se crisparon.
-¿Y qué si no lo soy? -quiso saber, apretando los puños. Cómo lo podía haber adivinado, lo desconocía. Pero algo le decía que ese comportamiento hacia su guardaespaldas tenía algo que ver con que ahora estuviera sacando el tema tan directo a ella.
-No me molesta. Pero sí me impresiona.
La rabia de Hope no hizo más que ascender. ¿A qué venía esa conversación ahora?
-¿Entonces por qué diablos te molesta tanto el tema? No es como si te hubiera mentido a la cara, puesto que nunca me preguntaste si había tenido otros hombres. Oh, no, espera, nunca me has preguntado nada.
Con las pupilas dilatadas, Ran estiró el brazo para agarrarla y tiró de ella por la muñeca. Hope gritó por haber sido pillada por sorpresa tan de repente.
-¿Con otro hombre que no fuera tu esposo? Si hubiera sabido que ibas a ponerme los cuernos a la primera oportunidad que tuvieras jamás no te habría dado tu espacio ni dejado salir con tanta facilidad.
Su tono está cargado de veneno, una acusación oculta que no necesita ser explicada. Se sintió como si el aire se volviera más pesado, y algo en su estómago se revolvió. No es solo que esté molesto; está sospechando de ella, algo que nunca había sucedido antes de manera tan abierta. Peor.
La estaba acusando de infidelidad. ¡A ella!
Quiso gritarle tantas cosas a la cara, sentirse liberada de la presión que le oprimía los pulmones y el pecho, que Hope se quedó paralizada devolviéndole una mirada ardiente y plagada de ira descontrolada.
-¿En serio estás sugiriendo esto? ¡Yo jamás te he mentido ni puesto los cuernos! -le gritó con tanta fuerza que le dolieron las cuerdas vocales-. ¡Y no eres nadie para prohibirme cosas!
-Soy tu esposo, me debes lealtad.
Le enseñó los dientes plantándole cara. Podía sentir su agitada respiración en la cara de lo cerca que estaban, ambos rojos y dispuestos a destruir el mundo. Ran no retrocede, su expresión sigue siendo dura, pero en sus ojos hay algo más, una sombra de algo que ella no había visto antes: vulnerabilidad disfrazada de ira. Él, el imperturbable Ran Haitani, está sintiendo miedo.
Cobarde.
-¿La misma lealtad que tienes tú cuando no vuelves a casa ni me hablas? ¿La misma que has estado estos dos años sin hablarme? ¿La misma que nos juramos y que ninguno ha cumplido porque no nos vemos? Eres un egoísta -gruñía-. Si quieres a alguien para follar, vete con una puta, pero no me hables como si fueras el más traicionado en esta farsa.
Hope dio un tirón tan fuerte con el brazo que las uñas de Ran se clavaron en su piel al salir. La marca de su mano cerrada alrededor se quedó grabada en la piel blanca y llena de pecas. La zona dolió y escoció, pero nada la detuvo a salir casi corriendo de una sala donde no dejaba de ser juzgada. Sin embargo, camino a las escaleras para poder dar zanjado el tema e irse de una vez. Pensaba en irse al hospital y estar con su tía, pasar el resto del día con ella hablando y decirle todo, con tal de estar fuera de ese sitio.
Incluso, si se atrevía y le duraba el enfado, le pediría las llaves de su antiguo apartamento y pasaría la noche ahí.
Solo subió dos escalones cuando algo la agarró del brazo que se sujetaba a la barandilla y al equilibró e intentó cogerla en el aire. Intentó defenderse, pero de nada sirvió cuando al darse la vuelta por acto reflejo otro mano la sujetó. Al momento de hacerlo se vio en el hombro de un hombre que la sujetaba con tanta fuerza que la habría matado.
-Suéltame. ¡No! ¡Suéltame!
Si iba a matarla a palos, al menos sería en la intimidad en vez de con público. Se habían, porque también imaginaba que Ran también, olvidado que tanto Hayakawa y las criadas estaban en la cocina haciendo lo que hiciesen ahí y que podrían haber escuchado todo el intercambio de palabras. Golpeó y pateó a Ran como pudo desde su complicada situación, pero en vez de torcerse de dolor o de soltarla simplemente, la llevó escaleras arriba.
En cuestión de segundos pasaron a la segunda planta, recorrió a zancadas el largo pasillo con Hope sobre el hombros intentando defenderse y entrar en la habitación principal. Las cortinas aún estaban echadas y apenas había luz que pudiera apoyarla. Antes de poder decir algo, lo que fuera, Ran se la quitó de encima con rabia y la lanzó con fuerza sobre la cama. Allí rebotó y le faltó el aire por el susto de haber aterrizado en la mitad aún deshecha. Ran se pasó la mano por el pelo para echárselo hacia atrás y la señaló con la barbilla, el rostro completamente serio, envuelto en sombradas.
-Siéntate -le ordenó.
Hope se enderezó con las fuerza de sus codos y le devolvió una respuesta.
-¿O qué? ¿Vas a violarme para demostrar que eres un hombre? ¡No solucionará nada!
-Cállate.
El silencio entre los dos se extendió por la habitación como una nube espesa. Ran permaneció de pie, inmóvil, su expresión dura, pero sus ojos relevaban una lucha interna que nunca antes había mostrado. La tensión en su mandíbula y la rigidez de su postura lo delataban; es un hombre acostumbrado a manejar el control, la fuerza y la intimidación, pero no a lidiar con este tipo de personas. Hope podía verlo.
Detestaba que alguien lo desobedeciera.
No iba a seguirle el juego ni a hablar de aquel hombre tan a la ligera si realmente iba a hacerlo. Habría sido más fácil tumbarla boca abajo y forzarla de esa manera, que pudiera ahogarse y no defenderse, en vez de boca arriba y él... Alejándose. Se estaba alejando. ¿Qué hacía yendo al armario en vez de ocuparse de ella? Al poco rato, salió de él con el ceño fruncido y la oscuridad inundando los ojos que una vez le parecieron bonitos, y entre sus manos llevaba algo que hizo palidecer a Hope.
-Extiende las manos.
-No -se defendió.
-Extiéndelas o lo haré yo.
El primer vacile. Tardó en responder.
-No -repitió, cortante.
-Hope.
-¡Que te den!
Harto, se alejó del armario y se movió con la rapidez sorprendente a por ella. En un movimiento rápido, él tomó por las muñecas, tirando con brusquedad. Ella jadeó, sorprendida por la fuerza de su agarre, y siente que sus manos empiezan a temblar. Él no la miraba a los ojos mientras envuelve un trozo de tela alrededor de sus muñecas, atándola con una precisión casi mecánica, como si su única misión en ese momento fuera hacerla sentir el peso de su ira.
-No... No... -repetía y otra vez. Empezó a trabajar con una corbata alrededor de sus muñecas, pasando varias veces por ellas y uniendo las partes a modo de amarre improvisado.
Ella intentaba resistirse, pero la fuerza de Ran era demasiado, y la tela apretaba más y más alrededor de sus muñecas. La sensación contra su piel es demasiado, una señal física de lo que está pasando. Sus pensamientos empezaron a agolparse, su respiración se aceleró aún más, y algo dentro de ella se descontroló.
El pánico empezó a invadirla, la sensibilidad de sus piernas desapareciendo y pronto reapareciendo para tensarlas cuando notaba el tacto de la tela sobre ellas. Iba a hacerlo. Iba a atreverse hacer lo que ella le había dicho y de la peor manera que podría ocurrírsele. Estaba demasiado consumido por su propia tormenta que siempre ha siempre ha sido su refugio. La tela seguía aprteando, y cada uno era peor.
De cara e indefensa como las lecciones de educación que le daban en su antiguo hogar con una vara y la piel descubierta. Cada cuenta mal hecha, cada párrafo olvidado, cada mala traducción... Todo error significaba un pequeño castigo que luego el mayor respondería. La imperfección no iba a ser toleraba. Ella no iba a ser tolerada, nunca; era lo que su madrastra se encargó de enseñarle con una vara y un trapo mojado.
-Suéltame... No, no, por favor.
A modo de intentar soltarse, daba tirones con una poca de la fuerza que le quedaba que era detenida con la tensión en dirección contraria hacia él. Las palabras suenan distantes para ella. Todo a su alrededor empieza a difuminarse. El cuarto parece encogerse, las paredes acercándose lentamente mientras su corazón late desbocado. De repente, el aire se vuelve insuficiente, como si algo invisible la estuviera sofocando. Su pecho se contrae, su visión se nubla, y una sensación de pánico la envuelve por completo.
El pecho le empezó a doler y los pulmones se sintieron vacíos con el aire que entraba y salía a toda velocidad por ellos. Su mente empezó a hacer cosas raras, como recordar las pocas razones por las que la castigaban de pequeña y la escusa que siempre ponían: «tu hermana nunca haría eso»; o «aprende de tu hermana y no tendré que volver a hacerlo»; o el clásico «extiende las manos, que yo las vea, y que esto quede entre tú y yo: me duele más que a ti».
¿Iba a poner él la misma escusa para hacerlo? ¿Iba a castigarla para que aprendiera, como cuando era niña y necesitaba ser «domesticada» de las ideas que la hacían imperfecta? Pero no lo hizo. En vez de eso, elevó la mirada, el rostro envuelto en sombras y luz dividido, y se encontró con el rostro desesperado y cubierto por lágrimas de súplica como sus palabras. Sentía la calidez húmeda de estas deslizándose por sus mejillas, bailando en la barbilla y cayendo por el cuello.
La respiración agitada de Hope, entrecortada y acelerada, que le oprimía el pecho aún más, le hizo detenerse y dejar de atar la tela y sus manos. Las manos le temblaban como si estuviera a metros bajo tierra, y el cuerpo se le había helado.
-Hope -llamaron-. Hope.
-Por favor, no lo hagas. Por favor, por favor,... -sollozaba envueltas en lágrimas y tan sonrojada que no parecía un color sano. Le ardía la cara y el cuerpo para el frío que sentía. Movía las muñecas aprovechando que habían dejado de trabajar en ellas, pero la fricción de la tela solo conseguía apretarse más a su alrededor y asustarla.
Dos manos le sujetaron el rostro congestionado en un intento de llamar su atención. Dos ojos, también, la miraron transparentes y ella buscó alguna pizca de luz en ellos. Algo que pudiera tranquilizarla y devolverla a la realidad poco a poco. La presión en su pecho fue disminuyendo a un ritmo que ella apenas notó, pero que pudo consolarla cuando tardó en reaccionar al cambio. La oscuridad, la apenas luz que entraba por las cortinas, las emociones... Todo la hacían sentirse pequeña en aquel lugar.
Una parte de ella se arrepentía de que aquel hombre la vieran llorar, y otra muy compleja la advertía de que no era otra prueba más para que el verdadero dolor iniciara.
Hubo un momento extraño en el que dejó de ver, de escuchar -solo un profundo pitido instalado en sus oídos-, por cual no pudo saber lo que iba a pasar. Cuando ese momento pasó, estaba envuelta en temblores en las extremidades y en unos brazos ajenos que le presionaban el rostro contra el torso. Unos dedos moviéndose sobre la fría ropa que cubría porciones de su piel.
-Hope, mi Hope, respira.
Se arrodilló rápidamente frente a ella, sus manos temblorosas mientras desataba las corbata con torpeza, desesperado por liberar sus muñecas. La corbata cayó al suelo, arrugada, y él la toma de los brazos, sin saber qué hacer, cómo ayudarla.
Ella no puede escucharle del todo. Está demasiado atrapada en su propio ataque de pánico, luchando por cada respiración. Sus manos libres tiemblan, y todo su cuerpo está rígido, como si estuviera lista para romperse.
Lo hizo, no porque todo su orgullo apenas se mantuviera, sino porque sabía que era lo correcto. La parte racional que la seguía protegiendo después de estar alejada de las amenazas que hace años le causaban tanto dolor y fracturaban hasta lo más diminuto de su ser. En algún momento que pasaba eso, que las manos de aquel hombre se ocupaban de limpiarla las lágrimas y desatarla, se encontró tumbada boca arriba en la cama con las piernas en el mismo sitio.
A Ran Haitani no le gustaba decorar ni presionar. Solo presionar.
Cuando Hope se durmió, abrazada con fuerza contra la espalda de la misma persona que le había generado tantos dolores de cabeza, la cabeza le latía con fuerza y el pecho le dolía como si una decena de elefantes la hubieran arrollado. Su cuerpo se sentía rígido bajo la ligera sábana que la cubría. Pero cuando se despertó, ese dolor se había convertido en una presencia invisible.
Abrió los ojos lentamente, parpadeando suavemente y la poca luz que entraba a través de las cortinas irritando sus pupilas. Gruñó contra la almohada, pero se esforzó en levantarse con el fuerte latido atravesando la parte trasera de su cabeza. Le recordaba a las veces que se olvidaba de comer y dormir cuando tenía que entregar un trabajo.
Los recuerdos le bailaban alterados unos con otros, desde el más pasado hasta el más reciente, sin detenerse en el contexto de desarrollo a cómo has llegado a estar las cosas. Un huracán de memorias desorganizadas. Tardó en levantarse de la cama, y cuando lo hizo fue como recordar las razónes por las que estaba en una habitación que realmente no tenía nada que ver con ella y esa sensación se instauró en su pecho. Los recuerdos, aún desordenados, volvieron a ella con más fuerza; un dolor notable que recorrió sus muñecas y le hizo marearse. La habitación estaba como cuando se hubo acostado; cortinas echadas, cama revuelta y espacio desordenado.
Salió de la habitación frotándose los ojos y llegó a las escaleras. Todo seguía igual. Mismo espacio limpio, vacío e iluminado por la luz de los enormes ventanales que rodeaban toda la cara oeste del ático. Siempre era así, un apartando vacío de emociones y vivencias que detonasen la presencia de una persona más que el servicio que se encargaba de mantenerlo todo limpio. La luz, a diferencia de por la mañana, bañada de un tono anaranjado suave los muebles blancos y las paredes allá a donde llegaba.
Sí era cierto que la zona del salón, donde estaban el sofá, la chimenea y todo lo correspondiente para un área de descanso a doble altura, era una parte en la que no entraba toda la luz por su distribución, una pequeña parte quedaba iluminada y la hacía más reconfortante a la vista y...a ella le daba tranquilidad. Dentro de un límite; ahí solía estudiar y ver películas, sola, y a veces comer para no tener que sentarse en la rigidez de la mesa. Como para ser capaz de pintarlo y plasmar su realidad en un bonito cuadro con su marca de agua.
Todo el apartamento estaba abierto. Lo que hicieras en una zona, iba a ser visto. Menos la zona de juego y el despacho de Ran, con paredes detrás de las escaleras.
Hayakawa apareció de repente en el salón, saliendo por el comedor y caminando a zancadas hacia la cocina. Le sorprendió verlo de esa manera, tan alerta, pues en lo que llevaba cuidando de ella jamás le había visto en esas condiciones. Cuando se dio cuenta de que había una persona más en la sala, observando desde lo alto de las escaleras, Hayakawa se detuvo y pegó un brinco de sorprenda al verla ahí parada y en silencio. Pronto recobró la compostura, como si nada de aquello hubiese pasado.
-Buenas tardes, señora, espero que haya dormido bien.
Estaba segura de que de alguna manera, tanto él como las criadas en habían escuchado los gritos y la conversación. Aquello la avergonzaba, pues la hacía ver como una persona sin capacidad de contención emocional o...algo así. Pero también le daba pena. Ellos no tendrían que haberlo escuchado. No tenían nada que ver con la discusión.
-¿Ran...se ha ido?
Hayakawa sacudió la cabeza.
-El señor se ha encerrado en su despacho y no ha hablado con nadie. No ha comido nada.
Cómo no, querer aclarar sus ideas y desaparecer del mundo era una buena opción. Ella también lo habría hecho. La diferencia estaba en que lo que había ocurrido allí arriba, no solo cuando Hayakawa se fue y empezaron a discutir, estaba lejos de olvidar o pasar desapercibido. Y que él ya estaba acostumbrado a hacerlo de serie con ella, cuando no la estaba ignorando. ¿Cabía la posibilidad de que pudiera estar buscando una forma de explicar su comportamiento?
Entonces, dijo algo que la sorprendió.
-Antes de entrar me dijo que le informarse que fuera a hablar con él -comentó él-. No ha salido desde que usted volvió a la cama.
Hope le respondió con un asentimiento y lo vio desaparecer de camino a la cocina. No se escuchaba tampoco nada de allí, pero sí que estaban las luces encendidas. Luego de un rato pensando en qué hacer, decidió que tendría sentido ir a hablar con él en vez de evitarlo. Al final, la conversación tendría que salir en algún momento, y no evitarla. A no ser que quisieran odiarse más todavía; uno tenía que tomar cartas en el asunto y ser el adulto. Por una vez. Bajó al comedor directamente, en vez de torcer e ir a tumbarse al sofá, y cruzó el arco desnudo de la sala de juegos.
La sala de juegos estaba igual, con la diferencia de que en ese sitio tenía sentido que cada cosa estuviera en su sitio guardado y ordenado para no perder nada. La enorme mesa de billar relucía por la luz natural, dándole ese ambiente juerguista que muchos esperarían de un antro. La puerta al despacho estaba a mano izquierda, así que el jugador que se pusiera en esa esquina tendría que actuar con seriedad cada vez que la puerta se abriera a varios metros de distancia de él. El puzle deslumbraba de lo limpio que estaba, con cada figurilla guardada en dos cajas diferentes a mano derecha e izquierda de cada jugador. Lo miró demasiado tiempo; pareciera que nadie lo tocaba desde mucho.
Cerró los dedos en un puño y, tras un minuto de pensar en si estaba bien hacer lo que estaba haciendo, golpeó dos veces la madera de la puerta, uno tras otros. No recibió una respuesta inmediata, aunque sabía que había una persona ahí dentro. Volvió a mirar el puzle a medio hacer. La curiosidad la llamaba a intentarlo.
Después de un rato, presionó el picaporte y empujó para abrir la puerta. Los hombros de Hope sintieron una presión sobre ellos. Ya estaba. Estaba en la habitación que, al igual que su estudio, nadie podía entrar sin permiso. Y no era para nada lo que se esperaba. Lo cierto era que era un cuarto grande, pero no demasiado, lo suficiente para poder tener un entorno de trabajo adecuado.
Los muebles eran oscuros, pero las paredes claras y decoradas con cuadros tanto de pinturas barrocas como de títulos o pósters antiguos, de deportes o de series, enmarcados. Algunos los reconoció, esperando que fueran réplicas exactas que las originales; La Asunción de la Virgen, de Lanfranco, El Juicio de París, de Rubens, El Rapto de Proserpina, de Poussin... Entre muchos otros. Había un escritorio de madera oscura repleto de objetos al fondo del cuarto, frente a dos sillones de cuero acolchado.
Dos gruesas estanterías repletas de libros y otros objetos se pegaban a la pared izquierda con cajones y armarios en la parte inferior. Al lado de la puerta estaba una cómoda con apenas decoración pero sí para complementar unos cuadros de más. La parte derecha solo tenia estanterías intercaladas pegadas a la pared con objetos personales que por la poca iluminación apenas distinguió. En medio del cuarto, una mesa auxiliar rectangular y un sofá del mismo material que el resto del mobiliario iban sobre una larga y gruesa alfombra blanca.
Ran estaba sentado en la silla detrás del escritorio, los codos apoyados sobre la superficie plana y un ordenador abierto y encendido (por las luces) al que atendía. Su cabeza se disparó hacia arriba cuando la puerta se cerró a espaldas de Hope, con ayuda de una mano que la empujaba.
-¿Has dormido bien?
-¿Eh? Sí -apartó la mirada de los cuadros, de los conocimientos que adquirió en las clases de Arte Moderno y cómo les habían enseñado a distinguir la técnica de cada uno de los pintores. No pudo evitarlo.
Los dedos de Ran pasaron varias veces por el pelo revuelto y al natural, echándolo hacia atrás y luego colocándolo como podía. Lo tenía bastante largo a comparación de las veces que lo veía con la gomina, lo que le delató enseguida. Se preguntó si realmente era pereza a cortárselo o si quería batir un record de longuitud.
-¿Por qué me has dejado dormir hasta tarde?
-Estabas cansada, preferí dejarte dormir.
-Tenía cosas que hacer. Clases a las que ir -se defendió.
Ran levantó la mirada suavemente hacia ella.
-No iba a despertar a mi esposa cuando estaba cansada y le debía horas a la cama.
Mentiroso. Era un jodido mentiroso.
Se mordió el labio. El dolor de garganta persistía y cada vez le recordaba más a las lecciones de canto que habían intentado inculcarle sin éxito para que al menos supiera entonar. El resultado fueron varias afonías, revisiones al médico por el desgaste de las cuerdas y problemas para hablar durante días. Claro que para su familia eso fue una alegría; significaba no prestarle atención ni escucharla. Mandaban al servicio a que la cuidaran, y no iban ni a verla cuando la fiebre le subía.
-No lo hagas -le pidió en voz baja.
-¿El qué?
-Compadecerte de mí después de lo que ha pasado -explicó en un tono más o menos orgulloso, decente, digno-. Si quieres decir algo, dilo, puedo soportarlo.
Levantó la barbilla mirando al frente. Ran se alejó de la mesa y se dejó caer en el respaldo con lentitud. El cuero sonó a cada movimiento. La escrutó con la mirada en un silencio extraño que solo fue evitado por el constante ruido de las manecillas del reloj sobre la cómoda de roble a la izquierda del escritorio.
-¿Qué te hicieron para que sufrieras un ataque de ansiedad?
Hope le devolvió la mirada. Una pequeña tirantez en su corazón la hizo conmoverse por la confesión tan a la ligera que le estaba dando. Fue como si le hubieran agarrado el corazón y luego soltado de repente.
-Ya, bueno, eso no significa nada en mi caso, ¿no? -se defendió de nuevo, sin evitar el veneno que desprendían sus palabras-. No a todos nos pasa lo mismo.
Ahora era el turno de ella ser una mentirosa. ¿Qué más podía hacer? Su padre la había amenazado con que si decía algo de su vida en la casa familiar se iba a arrepentir. No podía arriesgarse tampoco a demostrar su fragilidad a una persona que la había atado para castigarla, y en consecuencia, sufrido un ataque de ansiedad.
-¿Me estás mintiendo?
-No.
-Mentirosa.
A Hope casi se le escapó la risa; no pudo ocultar la sonrisa traidora que se le dibujó en los labios y que conseguido levantar la pesadez de la conversación.
-¿Tanta importancia tenía antes para ti que ahora quieres hacerme creer lo contrario?
-Pensaba... -tardó en encontrar las palabras-. Pensaba que te habías acostado con alguien más en el matrimonio que no fuera yo, y supongo que fue eso lo que me hizo reaccionar de esa manera. Normalmente esas cosas no me detienen, pero me afectó.
Hope quería escupirle.
-Y culpaste a Hayakawa de eso -finalizó por decir. Si le sorprendió que supiese una información clasificada entre su guardaespaldas y él, apenas lo mostró cuando la caída de sus ojos cayó sobre ella perezosamente-. Nunca he sido infiel. Ni lo haría. No tienes ni idea de lo que me afecta a mí.
-No te daría una paliza ni te encerraría en la vida por eso, Hope.
Simplemente se limitó a cerrar los ojos, intentando alejar los recuerdos de hace unas horas para no volver a sentir que el mundo se derrumbaba sobre sus hombros.
-Antes no parecías decir lo contrario.
-No es el mejor día para retarme -casi rió, y dejó caer la cabeza contra el respaldo-. Lo último que me faltaba hoy era tener que enfrentar a la fiera de mi esposa que ya me ha demostrado que puede defenderse sola -una pequeña pausa en un silencio cómodo entre los dos-. Si hubiera sabido eso, no te habría puesto un guardaespaldas.
Involuntariamente, la comisuras de Hope se elevaron en una divertida sonrisa. Se acariciaba los dedos con nerviosismo, pero al menos ya no le latía el pecho con fuerza y le generaba esa ansiedad que antes la había llevado al límite.
Se pasó las manos por la cara en un intenso de despejarse. Los ojos le dolían y pestañear le parecía algo casi complicado que le suponía un reto. Era como enfrentarse a algo que te perjudicaba pero que no sabías resolver, como los médicos en la Edad Media cuando pensaban que el cáncer se solucionaba introduciendo carne sana en las extremidades afectadas.
-¿Te duele algo?
-No duermo mucho -respondió cruzando los brazos, la tensión de los músculos de debajo presionando contra la tela-. Supongo que ya lo sabes.
-Podrías cambiar tu horario o algo, así no... -le hubiese gustado decir algo más que una simple recomendación o un consejo, algo referido a pasar tiempo con ella o pasar más tiempo en casa, o algo así, pero no se atrevió-. Podrías dormir más, ya sabes.
La cabeza de Ran se volvió hacia ella y se quedó un rato en silencio. Tic, tac, se escuchaba. Los dedos de Hope se movían contra ellos y se frotaban contra la piel contra la carne y las uñas, raspando los pequeños restos de pintura que podrían haber quedado ahí de las prácticas de ayer. Un acto nervioso que la señalarían de enferma mental pero que en realidad era un reflejo por manías tomadas del pasado. Cuando la encerraron en su habitación, después de la paliza, se acostumbró a dañarse a sí misma pensando que sería mejor que alguna de las personas que estaban al otro lado de la puerta lo hicieran a su manera.
Se apartó el pelo de la cara, pero un mechón rebelde se salió del agarre y le bailó frente a los ojos. Hope se irritó intentando colocárselo.
-Las cosas a veces no son como queremos. Mi parte del trabajo es mayormente nocturno, pero estos días es diferente. Podría decirse que son unas pequeñas vacaciones.
Inspiró y exhaló.
-No son vacaciones si no puedes descansar -contestó de vuelta-. Tienes mala cara, y sigues trabajando.
-Como he dicho, a veces no tenemos lo que queremos siempre.
Cabeceó en modo de respuesta. Quizás tuviera razón. Toda su vida había consistido en tener cosas que no quería y en respuestas secas que no tuvieran sentido más que «por y para la familia».
Si su padre había sido una mujer cualquiera para su progenitor, no tenía sentido haberla dejado con él si tenía más familia con la que vivir. Pero nunca había preguntado el motivo porque significaría tener un castigo como respuesta.
Ahí estaba otra vez esa muralla invencible, compleja e imposible de derribar si no se abría por el otro lado. Había descubierto en ese tiempo, y en lo poco que lo conocía, que la personalidad y vida de Ran eran diferentes una de otra, y que la parte más personal de él pocas veces se dejaba ver porque una pared los separaba. Una pared gruesa que separaba los intentos de Hope de poder comprenderlo, más allá de lo que ya veía, y que quizás era un modo de defensa de protegerse de los más ajenos a su confianza. ¿Eso era ella, una extraña que podría amenazarlo en el futuro? Acababa de confesar que le daban palizas dobles por defender a su hermano -lo que la sorprendió, porque no recordaba haberlo visto en la boda ni en ningún momento-, no muy alejado de la vida que ella había tenido por cometer el más mínimo descontento.
-¿Vas a hacer algo ahora que estás despierta? Tienes que comer algo.
Recostado en el asiento y diciendo eso, le recordó a la actitud de un padre preocupado por su hijo pero sin querer mantener más contacto que esa actitud protectora.
-Lo haré -respondió-. Haz tú lo mismo.
Otro asentimiento sin emoción.
-Lo haré.
Pero Hope no estaba tan segura para cuando se levantó de donde estaba y se acercó a la puerta. De todas formas, no era como si se hubieran preocupado alguna vez el uno por el otro y ahora las cosas hubiesen cambiado. La diferencia estaba siempre ahí. Nunca iban a ser una pareja, menos una familia, y no iban a recuperar el tiempo perdido ahora.
Sin embargo, algo la empujó al borde de preguntarse la razón por la que realmente había ido al despacho al que nunca entraba por una orden que bien en otra situación habría desobedecido. No le habría hecho caso, o quizás sí, pero no con la misma actitud que estaba mostrando ahora; abierta y capacitada para una conversación sincera.
Si las cosas iban a ser siempre así, por lo menos uno de los dos lo había intentando a su manera y lo habían demostrado. El divorcio no era una opción en algo que Hope no sabía bien cómo llevar, y tampoco es que tuviera algún lugar más al que ir después de aquello. ¿Con sus amigos? Demasiados problemas tenían ellos. ¿Con su tía? Era una casa enorme en la que se sentiría incómoda y que jamás podría pagar. Suficiente tenía con pagar la matrícula de la universidad cada año más lo que conllevaba ser un estudiante de Bellas Artes y la inversación en material propio, decente.
-Hope -llamaron, y Hope tuvo un momento de lucidez en el que recordó la forma en la que la había llamado antes de dormirse en sus brazos.
«Hope, mi Hope, respira», le dijo.
En ese momento no se dio cuenta, pero ahora lo hizo. Cayó en la forma suave de llamarla en medio del ataque que su propio cuerpo liberaba contra ella. En la rapidez con la que había reaccionado para quitarle los nudos de las manos y deshacerse de la corbata, tirándola a cualquier lado de la habitación. En cómo sus brazos no la aprisionaron contra la cama, sino que en todo momento se concentró en dejarle el rostro alejado de él para darle su propio espacio...
En cómo, después de irse, la había metido en la cama mientras ella dormía y encargado de taparla y apagar todas las luces para no molestar. De alguna forma, había sabido en todo momento lo que le estaba pasando y lo que le habría gustado que hicieran para cuando se despertase. Solo le faltaba haber preparado su plato favorito, pero dudaba que lo supiera o que alguna vez hubiera escuchado de él.
-Jamás te haría algo que no te gustase.
Aguantó la respiración. Y ella le creyó, aún así. Quería hacerlo. Ignorando todas las alertas que tenía esa oración después de lo ocurrido. Al poco rato, salió del despacho con la cabeza confundida.
Marchó a la cocina obedeciendo la recomendación de su marido ignorando la negativa de su estómago a consumir algo. Aún no lo demostraba, pero si no comía algo ahora estaba segura de que por la noche se levantaría a hacerlo y el horario de comida tendría que cambiar. Mejor hacerlo ahora que tener problemas de alimentación en un futuro, de nuevo. Cuando entró en la cocina, Hayakawa no estaba, pero sí la cocinera revolviendo algo en la encimera y la criada ordenando...algo en un armario de rodillas en el suelo, varios productos de limpieza a su alrededor.
-¿Queda algo de comer? -preguntó, sorprendiendo a ambas.
La cocinera giró el cuerpo hacia ella y le señaló con el mentón hacia la nevera.
-El señor dijo que se hiciera algo de comer para cuando usted despertara. Lo hemos guardado para que se conserve.
Hope asintió y fue a la nevera. Tuvo cuidado de no tropezar con lo que la criada hacía y liarla sin querer. Ya había tenido suficiente con aquella mañana. El estómago le advirtió que no quería nada para digerir, pero hizo casi omiso a su opinión y abrió la nevera de todas formas. La diferencia de temperatura la saludó. Estaba hasta arriba de comida, pero un plato envuelto en papel de film le llamó la atención sobre todas las cosas.
Su plato favorito.
Cada día entendía menos a Ran Haitani.
Pasaron varios días de esa conversación. Hope no volvió a encontrarse con Ran en todo ese tiempo. Lo que hizo en ese período fue volver al ciclo de la universidad, casa, hospital y trabajos de clase.
Su tía esos días había estado mejor. El tratamiento no había sido tan duro como el de la última vez y resultado exitoso en una pequeña parte, tampoco la había dejado tan agotada y permitido pasar más tiempo con ella hablando. Lo ocurrido en casa fue el único tema del que no habló, pero sí se encargó de mencionar que Ran y ella habían hablado y aclarado algunas cosas; su tía le aplaudió el éxito, pero la felicidad no llegó a invadir a Hope como se esperaba. Mintió.
Después de clases, iba a verla, no tan seguido, un día sí y un día no, y le llevaba orquídeas. Las flores se quedaban en la cocina. Cuando regresaba a casa, se concentraba en los trabajos de las asignaturas que más le costaban un rato y al otro se ocupaba de pasar los apuntes a limpio, tomando referencias de libros que había ido a coger a la biblioteca del campus para apoyarse. Con ellos, también pudo buscar información sobre el trabajo final que añadió en la bibliografía cada vez que hacía una mención a uno y a su autor. Al menos no podrían decirle que no estaba haciendo un buen trabajo. Análisis, boceto, trabajo bien redactado... Los exámenes finales eran una tontería al lado de aquella obra con la que también estaba aprendiendo. Lo complicado sería salir al mundo laboral, como decían sus profesores. Quizás en el extranjero...
De vez en cuando rompía el ciclo, pero muy poco. Una vez limpió el estudio.
No volvió a hacerlo cuando se dio cuenta de que era una tontería porque todo volvería a estar sucio y tirado en cada esquina. Algo de lo que se dio cuenta fue de que su habitación era apenas su habitación. Tenía el mismo tono minimalista que el resto del ático, como si en realidad quien viviera allí fuera la inmobiliaria que revisaba el piso y lo mostraba al público. La única parte que podría tener su toque, como se refería ella a algo que tuviera su esencia, era su estudio de trabajo, y quizás el baño compartido del cuarto principal.
Decidió anotar en una hoja de su libreta de ideas todos los objetos que eran suyos, y se dio cuenta de que no tenía tantos como la casa demostraba, y que su mente efectivamente estaba jugándole malas pasadas de nuevo. En su otra casa, lo único suyo era una habitación más parecida a la de un castillo de época por su sobriedad que el de una adolescente como lo fue en su momento.
El cuarto día empezó a hacer un boceto de la habitación y de la casa a como le parecía, a una escala reducida en su cuaderno de dibujo. Cuando llegaba a una asignatura que no le resultaría difícil aprobar o se marchaba a la biblioteca a repasar los contenidos del día, añadía objetos que quizás sí le dieran su esencia personal a una casa que en ese tiempo no había mostrado interés por cambiar. Terminó encargando el marco de un cuadro.
Al parecer, reponer el material de clase y de casa no estaba disponible esos días en el mercado para enviar a casa, así que para hacer la compra tuvo que dejar que el pedido se hiciera en la tienda y acordar que ella fuese cuando le mandasen el código. Hope no entendió bien esa política al cliente hasta que, en un impulso de hacer algo nuevo, encendió la televisión y vio las noticias.
Lo que Anabella había contado de las mafias y los yakuzas y los policías en el bar dejó de parecerle una tontería cuando la primera noticia que sonó fue la muerte de una banda resonada en las calles que había resultado, no solo en el exterminio de todo un clan, sino en el asesinato de los civiles que pasaban por ahí a manos de la organización que más aparecía en las noticias y de la que los policías solo conocían el nombre y apenas tenían imágenes de los integrantes y el líder. Empezaba a sospecharse que tuvieran uno, sino varios, debido a la diversidad de acciones que ejecutaban en aquellos últimos meses. Hope miró ensimismada, sentada en el sofá de la primera planta, cómo la reportera lo contaba, con tanta frivolidad en los rasgos y preocupación en el tono, alternándose con los vídeos recopilados en redes sociales y oficiales de la cadena de televisión.
Una nueva potencia, decían, que pronto controlaría todo el continente asiático. Seriamente, no parecía algo al azar. Ahora, en lo personal, desconocía cómo funcionaban.
Resultaba curioso cómo las noticias contaban de primera mano la situación y la policía colaboraba. Normalmente, cuando colaboraban juntos, era porque algo grabe estaba sucediendo, como un secuestro o algo que afectase a la población. De nuevo, la imagen del jefe de comisaría salió en pantalla recomendando no salir hasta altas horas de la noche y evitar quedar en barrios con tendencia a los conflictos. A su vez, advertían a las mujeres y a las madres evitar acercarse con hijos a ciertos lugares que pronto olvidó o quedarse solas. Le prestó gran atención a ese detalle. «No quedarse solas», habían dicho. Las mujeres solían ser el centro de muchos problemas, sobre todo en la población resentida, pero ahora imaginaba que no valdría arriesgarse sin tener un motivo importante. Tampoco es que ella pudiera hacerlo.
Desde la advertencia de Ran, Hayakawa se quedaba todo el rato con ella y se alejaba apenas unos metros cuando estaba en casa. Si su intención era cortarle la respiración ahora que no estaba con ella, por ahora lo estaba consiguiendo.
Por ahora, repetía. Porque un día de estos iba a despistarlo y perderlo para poder vivir sin alguien que caminara a sus espaldas o que, al mínimo intento de amenaza de su espacio, interfirieran en su camino. Anabella y Joshua seguían sin preguntar sobre el extraño hombre que había aparecido en el bar a recogerla, y casi que mejor. ¿Qué iba a decirles, que era su esposo, quien nunca estaba con ella, el que había ido a por ella porque no le cogía una llamada? Sonaría tóxico y rídiculo. Y una excusa. Por otro lado, su amigo con familia propia había faltado a clase más días de los que había dicho. Hope pensó en ir a hacerle una visita.
Hayakawa estaba en el comedor mirando por el ventanal al otro edificio cuando Hope lo encontró. Lo había buscado en la planta de arriba pensando que quizás estaría distraído en alguna de las habitaciones sobrantes del apartamento. Se había vestido con unos vaqueros, una camiseta clara con un encaje sofisticado en la parte del escote y una chaqueta abierta de punto marrón. Llevaba los zapatos en la mano y un bolso.
-Señora -hizo una reverencia.
-Tengo que recoger unos paquetes a mi nombre para hoy. Pensaba salir ya antes de que se hiciera tarde y perder la oportunidad.
Asintió con la cabeza.
-Avisaré al conductor.
-¿Puede ser solo contigo? Tengo que ir rápido antes de que cierren y luego hacer otras cosas -le preguntó directamente-. No tardaremos mucho.
Hayakawa se dobló por la mitad accediendo. Hope asintió, satisfecha de haberlo conseguido.
-Como diga.
Las puertas del ascensor se abrieron, solo para descubrir que ya había alguien dentro. Normalmente no era una forma de encontrarse con los vecinos. En el tiempo que había vivido allí, los vecinos se reunían en el garaje para conocerse, no yendo a los apartamentos de los otros porque hacía falta una llave para acceder a cada planta.
Hayawaka reaccionó más rápido, poniendo el brazo entre las puertas que se abrían y el cuerpo de Hope, una mano en la espalda que señalaba que ese día estaba usando el arma -¿la llevaba siempre?-, para que al acabar el recorrido fuera una realidad completamente diferente. La persona que estaba en el ascensor estaba al final de este, en la zona del espejo, apoyando la espalda contra la superficie y la cabeza echada hacia abajo. Los brazos se abrían a cada lado del cuerpo, los músculos marcados en la camisa remangada, sujetándose a la barra de apoyo, las largas piernas cruzadas. Varios mechones de pelo le bailaban en el rostro paliducho y afilado.
La posición de Hayakawa se relajó al reconocerlo. Con la camisa por fuera del pantalón, los tirantes de cuero que le recordaban a los que la policía utilizaba para guardar el arma, pero sin arma esta vez, y el chaleco colgando de la mano, en otro momento no lo habría reconocido. Habría pensando que por un momento el sistema de protección estaba averiado. La postura agotada lo distinguía.
No era más que una realidad contraria que jugaba con ella a su antojo.
-Hola -saludó.
Se quedaron como dos tontos ahí. Por primera en mucho tiempo, el pecho de Hope se infló y sintió más ligero. Tanta tensión para absolutamente nada.
-¿Vas a algún lado? -preguntó en voz baja, dejando la chaqueta que se había quitado antes de entrar en casa sobre la superficie del sofá.
-Tengo que recoger un pedido.
Arqueó una ceja.
-¿Tan complicado es que te traigan una caja de...? -no acabó la oración. Hope se dio cuenta de que no sabía a lo que se dedicaba mientras él no estaba. Una parte de ella crujió.
-Pinturas y cosas -acabó ella, viendo que desconocía lo que iba a buscar o lo habían omitido-, ya sabes, de arte.
Su vocación. Su amor por la pintura. Y él ni siquiera sabía a lo que se dedicaba, en lo que trabajaría cuando acabase los estudios. ¿Sabía acaso que estaba en la universidad?
-Cosas de arte -se frotó el ceño con una mano y cerró los ojos; cuando los abrió, un suspiro escapó de sus labios e hizo el amago de buscar algo en sus pantalones-. Dame un momento. Encargaré a alguien para que te las recoja.
Hope lo siguió con la mirada mientras empezaba a caminar hacia, posiblemente, su despacho por la puerta de atrás. La mano que lo agarró por el antebrazo lo detuvo de intentar huir de nuevo, de dejarla sola ahí y sin poder defenderse. Ran la miró por encima del hombro, como si la molestia que lo hubiera alterado con su respuesta hubiese cambiado y fuera alguien.
-Voy a salir porque tengo más cosas que hacer -le dijo-. No encargues nada.
-¿Ibas a volver a salir? -preguntó lentamente, mirándola de pies a cabeza. No iba con ropa de fiesta, ni de nada, pero la última vez había salido con lo primero visto en el armario y probablemente estuviese preguntándose si iba a volver a hacerlo-. ¿A otro bar?
Las mejillas se le colorearon, aunque intentó que no se notase. Hope frunció el ceño, claramente irritada. Se cruzó de brazos y, con un tono más serio le respondió:
-¿Qué? No. Son cosas de clase, y porque quiero ver a un amigo.
-Demasiadas preguntas para respuestas tan vacías. ¿Necesito saber el nombre de tu amigo o quien sea que vayas a ver? -dijo, en un tono más fuerte.
-No, pero...
Antes de poder acabar, Ran dio un fuerte tirón del brazo, saliendo del agarre que ella aún mantenía sobre él, pillándola por sorpresa, y se alejó a zancadas aún más rápidas de donde habían estado.
Lo siguiente que vio y escuchó, fueron la puerta cerrándose de un portazo y el clic de un pestillo.
Ran Haitani no la llamó.
La fiebre de Elsa disminuyó poco después de cenar. Hope había ido a casa de su amigo después de acabar sus compras y encontrado a la niña sudando y con fiebre alta. Se quedó con ellos toda la noche. Ran no la llamó de vuelta cuando le dio el mensaje a su guardaespaldas de avisarle.
Kai fue capaz de respirar por sí solo después de eso, y en un momento llegó a quedarse dormido con la niña aún en brazos empezando a cabecear. Por el otro lado, Hope estaba llena aún de energía y recogió la casa de forma que quedase medianamente decente para un padre soltero con una hija de un año que empezaba a llevarse cualquier cosa a la boca. En total llenó dos bolsas de basura hasta arriba, y le ordenó a Hayakawa que las fuera a tirar mientras ella se quedaba en la casa ordenando. Hayakawa no puso mucha queja.
Se encargó dejar los apuntes limpios y cuidados en un sitio donde pudiera verlos y no destrozarlos; la encimera de la cocina, pegados al borde y con un soporte duro para que no volasen por cualquier corriente tonta de aire. Hizo todo como pudo y con cuidado, mientras que la niña la observaba desde su corral de juegos pegado a la esquina del salón y se divertía tirando juguetes al suelo. Hubo cierto momento en el que deseó pegarla a la pared para que dejase de molestar. Cuando tuvo todo recogido y el orden, fue a la habitación y cerró la ventana abierta para ventilar y volvió al salón a por Elsa. Esta lanzó un quejido lastimero y se frotó el ojo con su puñito cerrado a la vez que escondía el rostro en su cuello; Hope se quedó petrificado por el gesto.
¿Desde cuándo le caía bien a los niños? ¿Desde cuándo Elsa se vendía a la primera de cambio? Tapó a Yuta con el edredón de la cama en el suelo, poniendo una almohada al lado de su cabeza para que la próxima vez que se moviera, estuviera sobre una superficie blandita, y le recordó a la pequeña bebé que tenía en brazos que ninguna mujer tenía que hacer eso gratis por otra persona. En especial, un hombre.
Elsa sollozó una vez más, y entonces se fue a la cuna de cabeza. Acarició su cabeza un par de veces hasta que sus enormes ojos empezaron a cerrarse, producto del sueño y el agotamiento de un posible resfriado infantil. Al hacerlo recordó que era lo mismo que había visto hacer a su niñera con su hermana hasta que se dormía a causa de los terrores nocturnos que la acechaban.
De pequeña, solía tenerlos con mucha frecuencia y corría a su habitación a decírselo. Solía despertarse porque sentía su mano moverla, o su voz llamándola, con el rostro pálido y abrazando un enorme peluche suplicaba que la ayudase con el monstruo que dormía en su armario. Al final Hope la dejaba durmiendo con ella hasta que se despertaba antes que su hermana y la llevaba en brazos a su habitación evitando al personal del servicio que se preparaba para despertar a las niñas.
El viaje de vuelta a casa fue silencioso. Las calles estaban oscuras y no había ni un alma que pudiera tranquilizarla. Solo estaban abiertos los establecimientos veinticuatro horas de comida rápida y gasolineras. No debían de ser más de las doce, tal vez, cuando llegó al edificio. Hayakawa fue con ella todo el rato. Solo se separaron cuando tuvo que aparcar el coche, pero ella esperó pacientemente en el cubículo del ascensor hasta que apareció y pudieron subir.
Supuso que Ran estaría en casa, esperando, a que ella llegase para pedirle explicaciones. O no. Tal vez lo dejara correr como siempre, pero con la llamada y el teléfono apagado...lo dudaba mucho. Lo había intentado llamar y dejado varios mensajes. Nada funcionó.
-¿Te ha llamado?
-Sí, señora.
-¿Le dijiste lo que te ordené?
Un asentimiento.
Hope notó los tensos rígidos, pero al menos ya no pesados y dolorosos. Se tocó la frente y pasó los dedos por el pelo. No había dormido mucho la noche anterior, y el sueño empezaba a acumularse. Lo último que quería era discutir a lo tonto; añoraba su cama y la sensación de relajación cuando se tumbaba en ella, o cuando se levantaba sin miedo a las acciones que pudiera haber hecho hace día.
-Cuando lleguemos a casa -comenzó a decir, guardando el móvil de nuevo en el bolso-, déjame a mí hablar, ¿vale?
-Por supuesto.
No hablaron más. Pero no estaba tan segura. Ran iría por la opción fácil, pensaba, que era preguntarle al hombre que pagaba por protegerla y llevarla a todos lados dónde había estado. En vez de a ella. Por lo menos era lo que su padre hacía cada vez que salían. Una relación basada en la desconfianza y en las infidelidades que, al parecer, solo podían darse en el caso masculino. Y acabarían discutiendo porque ella no iba a pensar en quedarse callada, esperando ser el trofeo de alguien.
La otra opción, era que no estuviese en casa. ¿Podría suceder? No parecía imposible. Aunque para eso tendría que haber llamado a Hayakawa para avisarla, ¿no? Y Hayakawa acababa de decirle que había hablado con él. Sería de tontos marcharse teniendo una oportunidad como aquella.
El ascensor se detuvo y Hope tuvo un momento para recomponerse antes de que las puertas se abrieran. Hayakawa se hizo a un lado para dejarla pasar. Se pasó una mano por la cara, para despertarse, que de poco sirvió. Necesitaba una ducha, tumbarse en la cama... En cuanto salió, unos brazos agarraron los de Hope y tiraron con fuerza de ella. Antes de poder emitir cualquier sonido, Hayakawa se giró hacia ella por reflejo, seguramente al no poder verla avanzar en su campo de visión. Intentó revolverse sin éxito de la persona que la agarraba, solo para encontrarse con la sorpresa de que no era Ran.
Hope se sobresaltó y empezó a luchar para liberarse, pera la persona la mantenía agarrada, sus ojos fríos y calculadores. Ran estaba delante de ella, con la misma ropa de ayer, el pelo echado hacia atrás y una mirada que dejaría seco a cualquiera que se atreviese a mirarlo directamente a los ojos.
-¡No!
El puño de Ran golpeó contra el rostro de Hayakawa sin importarle que llevase las gafas y pudieran tener un accidente. Los dos; él en la mano y el otro en la cara. El sonido rebotó en el eco del ático como el chasquido de un látigo. Hayakawa se tambaleó por la sorpresa y cayó al suelo como si nada. ¿Cuánta fuerza tenía?
-¡Ran!
Pero él no le devolvió la mirada ni hizo nada para ir con ella en ningún momento. Hope intentó patear a la persona que tenía detrás, pero solo consiguió apretar el agarre que tenían sobre ella. El cinismo que reflejaba le estremeció hasta los huesos.
Una de las manos agarró la parte de atrás del uniforme de su guardaespaldas y tiró de él. Lo arrastró por toda la primera planta, aprovechando su estado de semi-inconsciencia, mientras Hope le gritaba que se detuviera, que era suficiente. Al igual que antes, la ignoró y marchó con el cuerpo de Hayakawa a la terraza. Lo único que consiguió fue dejarse la garganta entre voz y orden que no fueron cumplidos por su posición. Tuvo el «detalle» de cerrar la puerta de la terraza a sus espaldas cuando salió, el viento golpeando con fuerza ambos cuerpos.
La persona a sus espaldas no daba de sí. Su fuerza doblaba la suya por encima de todo. Desde allí, podía ver lo que sucedía con el cuerpo de Hayakawa y las manos de Ran sobre él cuando lo dejó caer contra el suelo de cemento.
-¡Para! ¡Para! ¡No ha hecho nada! ¡Suéltame, joder!
No la escuchaba. Y si pudiera, no lo haría de cualquier forma. Un tirón hacia atrás con más fuerza la movió de donde estaba. Sus pies se enredaron y tropezó, pero en ningún momento apartó la vista de su descontrolado marido y el cuerpo inconsciente de Hayakawa. El primer golpe fue una larga pero profunda patada que torció el cuello del guardaespaldas y provocó un jadeó en Hope. La sangre salió de su boca y manchó el cristal.
Hope se quedó mirando esas gotitas de sangre, cómo seguían su camino en descendente hacia el suelo. Sin poder siquiera reaccionar, vino el otro; agarrándolo del cuello de la corbata, un puñetazo en la cara. Y luego otro, y otro, y otro, en el mismo sitio. Su mandíbula empezó a golpear, un rostro sangrantes que chorreaba a cada golpe y reacción.
Y de la nada, un ruido que rompió todos los esquemas de Hope, que luchaba contra la otra persona sin resultados.
Todo se detuvo.
El corazón de Hope dejó de latir para luego regresar con una fuerte subida de energía que descendió hacia sus piernas. Los brazos de la tercera persona, un extraño para ella que miraba la escena sin reacción, la dejó libre y ella salió a la carrera. Tiró con tanta fuerza de la puerta de cristal que temió que con ella cayera todo el complejo, pero aún así no se detuvo. Fue corriendo hacia las dos personas que había visto matarse, una más que otra, y se congeló cuando vio lo que efectivamente era una escena grotesca. No supo cuándo había empezado a temblar, pero se descubrió a sí misma pálida y sin saber qué hacer.
-¿Qué has hecho? -preguntó en un murmullo. Hope se llevó las manos a la cara, examinando lo que tenía delante. De cerca era peor que de lejos, cuando apenas podía ver y escuchar nada más que unos gritos y unos sonidos opacados-. ¿Qué has hecho?
Hope lo miró, en shock, sin saber qué más decir. Su mirada era dura, aunque había algo en sus ojos que no podía adivinar. Se quedó en donde estaba con el cuerpo rígido y... La sangre.
-Aléjate de él.
-¿Qué has hecho? -preguntó de nuevo. La mano cayó de su rostro cuando se volvió a mirarle, a enfrentarle. Su respiración pesada sacudía el pecho cubierto por una camisa blanca inmaculada que, de alguna manera, dejaba unas transparencias negras de fondo que llamaron la atención de Hope.
Lo había matado.
Había matado a la persona que cuidaba de ella, que había estado con ella esos dos años y que jamás le había sido desleal. La misma persona que hacía unos días casi la forzaba en contra de su voluntad y le ordenó permanecer pegada a ella para no ponerla en peligro. Había obedecido. Se había quedado con ella todo ese tiempo como el perro fiel que era. Entonces, ¿por qué hacer eso? ¿Por qué hacer eso con ella delante, en su casa, en el sitio donde ella pasaba más tiempo y que no podría volver a ver?
-Ven aquí.
-¡No me toques! -su voz era fine, el tono cortante y lleno de dolor, reflejando la furia y el miedo que le corría por dentro-. ¡Ni se te ocurra tocarme!
De un momento a otro, Hope ya estaba encima suya golpeando con fuerza contra su pecho. Ran permaneció inmóvil en todo ese tiempo, con la cabeza mirando al frente y sin levantarle la mano como habría esperado de una persona que acabase de matar a alguien en frente de otra.
Golpeó, pateó y gritó («te odio», «eres un asesino», «eres un monstruo sin sentimientos», «deberías haber sido tú», un sin fin de palabras que salieron de su boca sin filtro) todo lo que pudo hasta quedarse a gusto, pero de nada sirvió. Parecía una estatua, inmovible e indolora, después de todo aquello.
De repente, se dio cuenta de que estaba llorando y se alejó de él. La respiración agitada que la sacudía se volvió irregular de nuevo. Los restos de sangre en la ropa de Ran, ahora pegada a la suya, la hicieron marearse. El estómago se sacudió y sintió como si se hubiese subido a una montaña rusa de emociones. La rabia a flor de piel le hacía cosquillas en las manos, aunque quizás eso se debiera a los golpes continuos en el pecho de Ran. Poco le importaba a qué debiera.
Se las miró, y se sorprendió al verlas manchadas de sangre fresca, aún goteante y escurridiza, y temblorosas. Picaba. Mucho. ¿Cómo iba a dibujar ahora? ¿Cómo iba a terminar el trabajo, la carrera que iba a acabar en unos meses? Ran no solo le había amargado la vida durante dos años, sino destrozado su sueño. Su vida. Haciendo que los dos ahora fueran culpables; él por asesinar y ella por ser cómplice.
-Ran, es tarde, ¿te ocupas o me encargo yo? -sonó una voz distorsionada. Era la tercera persona, el chico joven que la había estado sujetando mientras sucedía todo aquello en la terraza. Su mirada gélida le recordaba a la de Ran.
-Ocúpate de este -«este», se repitió. Aún tenía el orgullo de referirse así a la persona que cuidó de Hope durante todo el tiempo que él no estaba-. Yo me encargo del resto.
Antes de que pudieran hacer algo, Hope se tiró al suelo de rodillas al lado del cuerpo moribundo de Hayakawa y los fulminó con la mirada. Ahora que se fijaba, vestían un estilo bastante similar en cuanto al traje y el tono con el que hablaban, tan confiado y seguro en sus acciones. Sus ojos...la forma de mirarla era también idéntico.
-Hope -dijo Ran, con voz grave y con una cara que le dejó claro que no estaba para juegos-, aparta.
Al ver su expresión, se sintió aún más angustiada. Su pecho subía y bajaba con rapidez y, aunque deseaba confrontarlo, no podía evitar sentirse abrumada por la situación.
-Lo has matado -el tono con el que lo dijo fue más grave del esperado, y penoso por el dolor que aún se instalaba en su garganta después de los gritos-. Has matado.
Se acercó a ella de una zancada y estiró el brazo. Como la última vez que discutió con ella, Ran fue a agarrarla del brazo para llevársela con él. A diferencia de ese día, Hope hizo fuerza con su tronco inferior en sentido contrario, cruzando los pies bajo su cuerpo. Escuchó a Ran bufar al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Llegó a utilizar el otro brazo en un momento, pero al ver que tampoco conseguía levantarla del todo se puso a su altura.
El olor a sangre y colonia que se mezcló en el aire la aturdió en el momento que abrió los ojos para encontrarse con los de Ran. Mientras los suyos seguían empapados en lágrimas e hinchados y ridículos en su punto de vista, los de su esposo irradiaban ese hielo característico de la soberbia y una llama por atreverse a desobedecerlo. Pudo verse reflejada en ellos: pelo revuelto y ropa descolocada. Una apariencia ridícula acorde a lo que estaba haciendo.
De fondo podía escucharse la suave risa de la tercera persona, como si se estuviera divirtiendo con la cómica escena de matrimonio digno de una sitcom.
-Ho...
Hope y Ran giraron la cabeza al mismo tiempo. La mirada del otro chico se levantó de suelo y miró con cierta sorpresa en el rostro lo que sucedía. La cara destrozada y ensangrentada de Hayakawa le devolvían una mirada lastimosa y moribunda. Hope nunca había visto un muerto, pero los estudiantes de medicina forense decían que era como ver el estado humano más alejado de la vida en todos los sentidos. Lo descubrían como una experiencia inolvidable y única, y quizás tuviera razón.
Hope nunca olvidaría lo que estaba viendo.
Tenía dos orificios de bala a quema ropa en dos lugares diferentes, el hombro derecho y el vientre. Desconocía los puntos sensibles y más cercanos a la muerte de un humano, pero estaba seguro de que esos dos eran uno de ellos. Un charco de sangre espesa y caliente en el que Hope estaba sentada de rodillas lo rodeaba. Las piernas estiradas de vez en cuando soltaban un tic nervioso que le recordó al de un animal herido de gravedad. Pero él respiraba. Pesada y lentamente, pero respiraba. Hope se estiró para limpiarle la cara de toda la sangre y los golpes que había recibido. Tenía que hacerlo.
Intentar salvarlo aunque fuera una tontería y estuviese condenado. Los rasgos quedaron más o menos distinguibles pese a sus intentos de dejarlo claro. Él...no tenía ningún lunar debajo del ojo.
-Hop...e -repitió, ahora más lento, saboreando el nombre y todo lo que conllevaba. El frío se instaló en sus brazos, y ahí donde Ran agarraba con fuerza para tirar de ella.
En un momento de debilidad, el cuerpo de Hope permitió que lo levantaran de donde estaba. Las dos manos de Ran agarraron sus muñecas y las mantuvieron descubiertas para él. Tenía las palmas manchadas, las muñecas con rastros de sangre. Entonces se dio cuenta. Estaban en problemas. Él por asesinato y ella por complicidad; le daba igual la tercera persona. Iban a ir a la cárcel. Irían a por ellos. Si nadie los había visto, alguien tendría que haber escuchado los disparos en la madrugada. No un vecino madrugador ni el que tuviera problemas para dormir, pero sí uno que estuviera cerca de ellos.
Y llamaría a la policía, y verían aquella escena y los meterían en la cárcel sin necesidad de juicio porque el cadaver estaba ahí y las huellas estaban en la pistola. Miró hacia la pistola, guardada en el pantalón de Ran de forma que la chaqueta pudiera ocultarla.
El mundo empezó a girar en sus ojos. Dejó de sentir los dedos de las manos en el momento que se dio cuenta que estaba helada y que el aire frío que corría por la terraza del ático, en la planta más alta de todas, golpeaba con fuerza.
-Vas a ir a la cárcel -empezó a decir. Ran le devolvió una mirada extraña que no supo interpretar, pero que podría haberse acercado más al interés que a la frialdad de un psicópata-. Has matado a alguien. En casa. Aquí. En nuestra casa.
-No voy a ir a la cárcel.
-Nos van a detener y nos pudriremos en la cárcel por asesinato. Vendrán... Van a venir.
Empezó a murmurar más cosas para sí misma que para las dos personas que estaban ahí. El chico se había puesto de cuclillas al lado del cuerpo de...esa persona que no se parecía a Hayakawa. Las manos de Ran se pusieron sobre sus mejillas y le giraron la cabeza hacia él.
-Es resistente.
-No vamos a ir a la cárcel porque nadie más que nosotros tres lo sabemos y no saldrá de aquí -declaró. Le sustuvo la mirada hasta el punto en el que solo podía ver el amatista de sus iris y sentir su respiración contra ella. Hope solo sentía la aspereza de la sangre contra su piel y los dedos de él moviéndose sobre sus mejillas para apartarle las lágrimas torpemente-. Está vivo, Hope, apenas respira.
Sus ojos se suavizaron por un segundo, como si por un momento entendiera lo que ella estaba sintiendo. Pero la lucha interna era evidente.
-Voy a sacarle información -anunció el chico, con un tono animado y adecuado a la situación-. Tendré que conseguir bolsas de sangre para una transfusión.
Ran desplazó los ojos hacia él tras acariciarle las mejillas una vez más a su esposa. Inhaló un par de veces, hasta que se dio cuenta de que los rastros de colonia habían desaparecido.
-Pregúntale qué le ha hecho a Hayakawa.
Hope reprimió un sollozo. Si ese no era Hayakawa, ese hombre era otra persona. Y había estado con ella...¿desde cuándo? ¿Desde que habían salido? ¿Desde qué momento? ¿Significaba que había estado todo el rato con ella y no se había ni dado cuenta de que no era Hayakawa?
-Le partiré de paso algún que otro dedo hasta que confiese para quién trabaja y qué pretendía hacer.
-Avisa a los demás para que tomen responsabilidad de sus propios agentes y lo tengan en cuenta -propuso de seguido Ran. Hope se quedó de piedra mientras los escuchaba hablar con tanta intimidad y profesionalidad.
El chico suspiró.
-La próxima vez que vuelva ocurrir hazlo en otro lado. Sacar un muerto de un edificio público es más complicado -se rascó la nuca incorporándose en la totalidad de su altura. Era alto, per más lo era Ran y aún así a ella le costaba adivinar cuánto podría medir. Sus complexiones eran similares, así como sus facciones, pero se diferenciaban en la forma de actuar. Mientras uno se tomaba las cosas con calma y se quejaba en voz alta, el otro era imperativo y disfrutaba de dar órdenes para que las cumplieran-. Mikey ya tiene suficiente con lo suyo como para que nosotros molestemos.
-¿Quién es Mikey? -se atrevió a preguntar.
Los dos hombres volvieron la cabeza hacia ella sorprendidos. Llevaban hablando entre ellos todo el rato, con ella escuchando, y no habían recordado que estaban en presencia de una civil que podía interferir en sus planes. Sin intercambiar palabras, actuaron cada uno a su manera. El chico de traje azul, pero un azul ni claro ni oscuro, intermedio, buscó en sus bolsillos y de estos salió un móvil de pantalla plana que empezó a utilizar. Por el otro lado, uno de los brazos de Ran bajaron hasta su cintura y la impulsaron a caminar con él hasta abandonar la terraza.
No sabía cómo estaba caminando cuando apenas podía sentir las piernas. Le temblaba todo el cuerpo, pero el agarre de Ran le impedía desmoronarse como un trapo. Fueron al despacho cruzando el comedor y la sala de juegos, donde se encerraron. Las luz de la lámpara de pie estaba encendida e iluminaba una esquina del cuarto. Entonces, Ran la soltó y ella pudo ser libre de responder a sí misma.
Pero, ¿qué debía hacer? ¿Gritar? No le quedaban fuerzas para hacerlo y la situación, al parecer, estaba mejor controlada de lo que pensaba al principio. ¿Empezar a gritarle a Ran que era su culpa? Ya lo había hecho, y no tuvo sentido porque también tenía las cosas controladas. La mirada que le dio a Hope en respuesta a sus acusaciones fue suficiente para darse cuenta de que poco le importaban las consecuencias mientras sus deseos se cumplieran. ¿Ponerse a llorar? También hecho. Y seguían cayendo aunque fuera incapaz de reaccionar a cualquier otra cosa. La conmoción de los disparos, del golpe de Ran cuando menos se lo esperaba, su mirada fría y la risa divertida de ese chico...
Hope fue a sentarse al sofá y se dejó caer sobre él. ¿Qué estaba haciendo? Podría haber salido corriendo en cualquier momento, aunque fuese por la salida de emergencia y enfrentarse a las escaleras, y llamar a la policía. ¿Cuándo había tocado techo? Ella no era una criminal. Se suponía que no estaba casada con un asesino temerario. Hope sollozó. ¿Cómo había olvidado el pequeño, gran, detalle de que llevaba una piscina y Hayakawa podía tener órdenes de disparar a todos aquellos que se acercaran demasiado a ella? ¿Cómo no se había dado cuenta en ese tiempo de que, en secreto, aquel despacho podría ser parte de una organización criminal como la que hablaban en la televisión?
Entonces eso la convertiría en una socia indirecta, ¿no? O en una cómplice. Y al ático, al sitio que había empezado a considerar su hogar, la sede de donde salían muchas de las órdenes. ¿Por qué todo estaba torciéndose? ¿Por qué? ¿Por qué tenía la necesidad constante de arruinar todo?
Ran se sentó a su lado y le extendió la mano hacia la mejilla. Sin embargo, Hope se la golpeó y alejó de él todo lo que pudo en ese caro sofá. Sus ojos se oscurecieron.
-¿Quién eres?
El miedo, la rabia y la tristeza la impulsaban a moverse con cuidado, pero también un profundo deseo de querer saber la verdad. La verdad.
Tenía manchas de sangre en la cara, la mandíbula tensa y unos ojos oscuros que le devolvían una mirada seria y casi reverente, pero sin alejarse de...una pizca de preocupación. Una calidez que buscaba en la suya a toda costa y que estaba lejos de devolvérsela. Había intentado tocarla con la mano manchada también de sangre y los nudillos, ahora que se fijaba, rotos por los golpes continuos en la cara. El intento de tragar le costó una barbaridad. Tenía la piel levantada, rasgada y aún sangrante en una sola mano. La otra, estaba roja por la sangre que le salpicó el rostro y la ropa.
Tuvo ganas de vomitar. Lo sintió, pero nunca le salió el impulso. Solo sentía las nauseas y el revoltijo en el interior de la barriga que la estremecía y recordaba: «no te acerques a él. No te fíes de él. Te hará lo mismo». No dudó en esa teoría. Había intentado atarla y someterla en un momento, y luego le recordó que nunca le haría lo mismo para días después, ahora, ir con el cuento de que la protegería de todo. ¿Qué persona era Ran que hacía todo sin preguntar a los demás? ¿Le daban...siempre la razón todo o qué diablos pasaba?
La puerta estaba cerrada. La opción de huir no podría ser, entonces. Aunque tampoco es que pudiera. Con lo que escuchó ahí fuera, dudaba que el ático estuviera libre en un tiempo como para poder moverse con libertad. Y Ran...no tenía cara de soportar juegos como el gato y el ratón de nuevo. Por primera vez, Hope le devolvió la mirada retándolo a que le respondiera a la pregunta. Pudo advertir cada uno de sus gestos y rasgos más profundos de los que nunca se había percatado. Ni en el beso que compartieron en el ascensor hace días.
Su piel era blanca y parecía de esa clase de «sensible a cualquier producto», bien cuidada y brillante sin necesidad de cremas de rejuvenecimiento. Aún era joven, ambos lo eran, pero él tenía esa belleza etérea y extraña. Sus pómulos eran altos, marcados, y una mandíbula bien marcada que sujetaban unos rasgos atractivos y maduros. Sus labios, uno más grande que otro -el inferior sobre el superior-, le parecieron sensuales la primera vez que lo conoció y habló con un tono desafiante a las normas (lo que probablemente le llamó la atención) y diplomático.
Debajo de todo eso, se escondía un ser que no conocía y con el que llevaba durmiendo dos años. ¿Qué tipo de cosas podría haberle hecho mientras dormía?
-Soy el hombre con el que te comprometiste.
-A él tampoco lo conocía porque apareció un día y al siguiente ya estábamos comprometidos -una lágrima rebelde estuvo a punto de caerle por la cara, pero fue más rápida y disimuló el gesto de quitársela con limpiarse la sangre. Sangre de humano. Volvió a temblar-. Has matado a alguien y no estás temblando -dijo, frotándose la costra de la sangre seca que empezaba a formarse en los dedos-. ¿Cómo quieres que confíe en ti si has hecho eso?
Ran inspiró con profundidad. Se pasó la mano por la cara para despejarse y se tomó un momento para aclararse. En ese tiempo, Hope lo observó moverse por el despacho. Si bien el traje era el mismo con el que se había presentado en casa hacía unas horas antes de irse, la diferencia estaba en que la chaqueta estaba perdida y tenía el pelo despeinado por la agitación. El fuerte mentón marcado estaba tenso y los músculos del cuello lo mismo.
-Soy Ran Haitani y tú eres Hope Wägner, la mujer con la que estoy casado y a la que prometí proteger de todo peligro.
Recordaba sus votos matrimoniales. «En salud y en la enfermedad. En la pobreza y en la riqueza. Por y para siempre, yo, Ran Haitani, prometo serte fiel y protegerte hasta que la muerte nos separe». Ahora solo parecían un chiste mal contado por el realismo que tenían.
-¿Por qué has matado a Hayakawa?
-Ese no era Hayakawa.
-Entonces dime por qué estaba conmigo.
-Hayakawa está muerto de verdad, Hope -soltó de repente-. Me llamaron hace dos horas para decirme que habían encontrado su cuerpo en un callejón de Shibuya.
Hope se agarró el pecho. Todo lo que podría haber dicho se le quedó atascado en la garganta y dejó de pensar. Volvió a pasarse las manos de la cara, quitándose el pelo oscuro de la cara e intentando no fijarse en el leve temblor que la sacudían de pies a cabeza.
En cuanto se las quitó, los dedos de Ran empezaron a tamborilear contra el pantalón. Eso la puso aún más nerviosa.
-¿Por qué? -la voz se le atascó en la garganta y sonó como un quejido lastimero de un animal moribundo.
-Cuanto menos sepas, es mejor para ti -sonó como una recomendación pero le dio más sensación de advertencia que de lo otro. Hope negó con la cabeza.
Se negaba a pensar que Hayakawa estuviera muerto y que todo aquello fuera por nada.
-Quiero saberlo -dijo de golpe-. Todo.
-Si te contase todo, no me creerías o preferirías no hacerlo. Serías cómplice y te volverías loca.
Apretó los puños contra la tela de su ropa. Solo fue ahí cuando se dio cuenta de que tenía las uñas manchadas de sangre seca y las cutículas sucias. Una sensación fría recorrió tanto la espalda como los costados de Hope invocando una rabia.
-¡Intentalo! -exclamó-. Tengo el derecho de saber lo que está haciendo mi marido cuando no está en casa, con quién está y en qué problemas anda metido como para que mi guardaespaldas esté muerto.
Invadida por la ira, se levantó de un salto y fue a por él.
-No puedes hacerme esto. ¡No puedes! No puedes simplemente callarte cuando hay un hombre muerto en nuestra terraza y que resulta que había estado conmigo todo el tiempo -exclamó, apretando los dedos-. ¡No tienes derecho a nada ahora! ¡No tienes ese derecho a decidir lo que es mejor para mí cuando podría haberme matado!
-No habría dejado que te matasen -respondió de golpe, volviendo la cabeza hacia ella en el momento que escuchó la palabra muerte salir de sus labios. Tenía los ojos tan abiertos como podía y la piel pálida cubierta de restos secos de sangre, el cuello igual-. Te llamé para preguntar dónde estabas. Pensaba que te había pasado algo.
Eso le sentó como una bofetada en la cara. Peor de lo que él había pensado que pasaría.
-¿Me estás culpando de lo que ha pasado?
-No he dicho eso.
-Pero piensas que es mi culpa no haberte respondido. Como todo -no necesitó una respuesta ni una mirada más allá de la que le estaba dando para saber su opinión. Las piernas de Hope se descongelaron-. No puedo con esto.
Sin nada más que decir, fue caminando a la puerta, la cual abrió de un tirón. No había nadie en el ático cuando salió. Seguirían trabajando en la terraza, si es que había alguien más que ese chico de confianza para su esposo. Hope tecleó los botones del ascensor, pero no se movió. Recordó como una tonta que necesitaba la llave para activarlo.
-¿A dónde crees que vas?
Los pasos de Ran sonaron a sus espaldas acercándose en un corto tramo de tiempo.
-A la casa de mi tía. No puedo seguir aquí más tiempo -agarró el bolso y empezó a buscar en él la llave del ascensor apresuradamente. Encontró un paquete de chicles vacío, las llaves del estudio, incluso un juguete de Elsa, pero no las llaves-. ¿Dónde...?
El bolso le fue arrebatado y confiscado. Ran lo lanzó al otro lado de la casa antes de acercarse a ella y ponerse a centímetros. Pegaron sus frentes empapadas en sudor. Los ojos de Hope volvieron a arder por la oleada de emociones que estaba sintiendo y viviendo en un corto periodo de tiempo. Dejó que sus manos se subieran a sus mejillas y la acariciaran como un padre a una niña. Podría haber sido un gesto tierno de no estar en esa situación, algo que ella habría correspondido.
-No vas a irte. No vas a dejarme, Hope, nunca dejaré que hagas eso -señaló enfatizando en la pertenencia y posesividad. Sin embargo, habló en voz baja para no asustarla.
-Entonces explícame por qué mi marido es un asesino -suplicó, también en voz baja, lágrimas finalmente saliendo de sus ojos y empapando los dedos de su esposo.
La mirada de Ran se suavizó aún más al verlas.
-No te va a pasar nada -le repitió-. No irán a por ti de nuevo, Hope.
-Por favor -suplicó entre lágrimas de tristeza, dolor y conmoción. ¿Qué más podía decirle? ¿Qué podía decirle para hacerle entender que no quería esa vida, que no era lo suyo? ¿Por dónde empezaba a hablar? Sacudió la cabeza de nuevo-. Quiero irme de aquí -sollozó finalmente. Estiró los brazos y los puso en sus hombros para abrazarlo. Le correspondió enseguida e hizo lo mismo en sus caderas, apoyando la cabeza en el hueco de su cuello-. Quiero irme de aquí, Ran.
-¿Quieres irte de aquí?
No tardó mucho en pensar una respuesta. Asintió con la cabeza sin dejarle tiempo a procesar la información. Los ojos de Ran brillaron donde la oscuridad se había instalado. No supo reconocer qué tipo de reacción era esa, o qué se le pasaba por la mente, pero tenía que ser algo bueno para poder mirarla de esa forma, ¿no? Los pulgares no dejaron de frotarse en sus pómulos y en dejar suaves caricias en ella.
-No iremos, ¿vale? El tiempo que sea necesario, y tú... -propuso, pero no finalizó la oración porque algo lo detuvo de seguir-. Haremos justamente eso.
De acuerdo o no, Hope no tuvo otra que asentir con la cabeza y darle la razón. Estaba tan débil y confusa, y todos sus pensamientos volvían a hacerse una bola a cada momento que pasaba y adquiría más. Ran estiró la mano y le colocó el mismo mechón de pelo rebelde que siempre le daba dolores de cabeza tras la oreja. El cuerpo entero se estremeció cuando dejó esa misma mano caer sobre su hombro.
-Nos iremos. Te juro que todo se arreglará.
Y una parte de Hope le creyó.
Quiso creerle.
Ran Haitani era un asesino.
Una de las pesadillas más recurrentes que atormentaban a Hope por las noches era la siguiente: ella estaba en un bosque, por la noche, la luna en lo más alto y el frío calándole los huesos. De la nada, se escuchaba un aullido y ella salía corriendo. El lobo, de pelaje blanco y ojos negros como la noche, la perseguía sin sentido y jugaba con su mente ocultando sus pisadas. El final siempre era el mismo. Una pared invisible le impedía seguir huyendo y el lobo la miraba con burla y una sonrisilla descarada. Y cuando acababa sobre ella, fauces abiertas listas para desgarrarla... El sueño se acababa. Y dejaba a una Hope empapada en sudores fríos sobre una cama casi desnuda por las patadas a las sábanas.
Sin embargo, aquella vez fue diferente. No tuvo ningún sueño y pudo dormir bien.
La luz clara del cielo despejado la saludaron. Sus ojos ardieron al primer contacto, por lo que los cerró y dejó que el dolor desapareciera mientras se iba despertando poco a poco. Una vez pudo hacerlo, lo que se esperaba era totalmente diferente. Un cielo despejado, claro y azul como el color primario que tantas veces había utilizado a lo largo de su vida, mezclado con otros para darle tenebrosidad o claridez. Apenas había nubes, pero las existentes eran tan pequeñas que parecían manchitas en el manto. A lo lejos, montañas picudas atravesaban el cielo con las puntas cubiertas de blanco, como si alguien hubiera derramado un vaso de leche gigante sobre ellas.
El aire era caliente porque estaba en un coche. Uno en marcha que ronroneaba con el movimiento en carretera y cuyo motor no sonaba a diferencia de otros más estridentes. El aire caliente le golpeaba la cara, y se dio cuenta de que era culpa de la calefacción. Sus piernas estaban tapadas con una manta como si fuera una niña.
-¿Dónde estamos? -preguntó, apacible y ronca.
Ran conducía con tranquilidad, una mano en el volante y otra sobre la palanca de cambio, la mirada al frente. Cuando la escuchó, su cuello pareció tensarse por la sorpresa, pero su voz salió acogedora y para nada indiferente. Esperaba ver un rostro con manchas de sangre seca aún y ropa de igual manera, pero se desconcertó al ver un rostro limpio y bien cuidado y ropa en perfecto estado. La camisa blanca seguía remangada, una especie de corsé abrazado a su espalda y con el que los policías se aseguraban el arma, por los codos. Varios ríos de tinta oscura recorrían el brazo sobre el volante -el izquierdo- y la luz natural los resaltaba como faros. Tenía los mechones lilas y negros echados hacia atrás, alguno que otro cayendo sobre su frente lisa.
-Acabamos de salir de Osaka. Había un desfile en la carretera que te has perdido.
-¿Te gustan esas cosas?
Hizo algo raro con la garganta y una media sonrisa asomando.
-Algo así. Soy más de irme a la cama antes y dejar que la vida siga fluyendo. Pero de pequeño solía ir a verlo.
Supuso que se debería a alguna de sus anécdotas de la infancia donde no le daban las palizas. Hope se encogió en el asiento y miró por el retrovisor. Un coche negro, igualito al que solía recogerla, iba tras ellos dejando rastros de nieve y agua salpicando la carretera. Los cristales estaban polarizados, así que se imaginó que los de aquel coche también lo estarían.
-Gente de confianza -respondió antes de que ella tuviera oportunidad-. No iba a irme fuera de la ciudad sin gente que supiera con seguridad dónde estábamos o en el caso de que nos siguieran.
«¿Seguirlos? -se preguntó-. ¿Tan importantes somos ahora que medio ejército está tras ellos?» Intentó tomarse con humor ese pensamiento, pero nada más allá de la realidad. Alguien tendría que haber escuchado los disparos incluso si Ran se confiaba de que nadie iría tras ellos. Un vecino, o las criadas de la casa, que no habían aparecido ni cuando lo escucharon. O alguien de la calle...metros de distancia abajo.
-Tengo una casa rural en Osaka a la que llevo tiempo sin ir. Mi hermano y yo solíamos ir con nuestros padres, pero cuando crecimos la abandonamos y al final quedó a mi nombre. Suelo dejársela a mi hermano cuando quiere salir de la ciudad para descansar y esas cosas.
Hope pensó en la Osaka rural como el típico sitio donde alguien se escondería y como destino turístico de los extranjeros para comprender la cultura tradicional del país. No sabía por qué, pero también sonaba como destino al que la gente rica iría para huir del estrés de la ciudad.
-¿Has...conducido toda la noche? -preguntó en un tono que bien podría haber sido clasificado de emotivo, de no ser porque aún estaba confundida por los acontecimientos y su mente hecho un ovillo de conversaciones.
Ran siguió mirando al frente. Los nudillos sobre el volante no respondían a ninguna emoción, pero sí la fina tensión que dibujaba su mandíbula al apretarse. La piel del cuello estaba roja, seguramente de haberse frotado la sangre hasta limpiársela.
-He hecho alguna parada.
-¿Te ha visto alguien?
-Solo la suficiente -respondió tranquilo-. No he matado a nadie, si es lo que te preguntas.
-No me lo estaba preguntado -se defendió esta vez-. No sabía que tenías una casa en Osaka, pensaba.
Ran torció el cuello hacia un lado para crujírselo. Una suave risa brotó de sus labios. Una que casi le pareció real y divertida.
-Hay muchas cosas de mí que no sabes.
-Lo sé.
Como que había disparado a un hombre en terraza. Como que se había enterado de que ese mismo hombre no era su guardaespaldas y sorprendido a su esposa en medio de un brote de ansiedad. Ese tipo de cosas. Lo que a una le gustaría escuchar cada vez que pudiese de forma repentina y por medio de la violencia. Hope apoyó la cabeza contra el cristal viendo el paisaje nevado pasar. Lo cierto era que tenía una belleza natural y peculiar.
-Tu familia dijo que tenían una casa también por Osaka pero que nunca la utilizaban porque les parecía un desperdicio cuando tenían todo en la capital o en la ciudad -mencionó en un tono neutral, como si no estuviera seguro que de fuera su familia o un comentario que hubo escuchado por otro lado-. Me parece curioso que no nos encontrásemos.
Recordaba esa casa. Era el único lugar donde podía salir sin que alguien la sujetara del brazo y luego la llevaran a dar explicaciones. Las pocas veces que había ido, lo recordaba como la época bonita.
-Apenas íbamos, y cuando lo hacíamos mi hermana y yo siempre nos quedábamos en casa con la familia y esas cosas. Una vez me escapé y tardaron en darse cuenta doce horas después, cuando volví empapada por la lluvia. Me había protegido de un árbol toda la noche -un escalofrió le recorrió el cuerpo al recordar el momento en el que pensaba que iba a morir por las inundaciones, pero eso no lo mencionó. Era un detalle demasiado privado-. De todas formas, seguro que no compartíamos pueblo.
-¿Seguro? -inquirió, interesado-. Dime su nombre.
Hope rebuscó su nombre en su cabeza. Dijo su nombre en alto, y le resultó extraño dado el tiempo que llevaba sin ir.
-No me suena.
Dijo en voz alta el suyo. Hope torció el gesto.
-Tampoco me suena.
De alguna forma, eso consiguió animarle el ánimo y distraerla de lo que realmente le preocupaba. Pensar en la pequeña posibilidad que había de que pudieran haberse encontrado cuando eran pequeños le pareció gracioso. ¿Habrían visto sus padres un potencial futuro partido en él para su hermana, y actuado como convenía? Si se hubieran conocido desde pequeños las cosas no serían las mismas. Quien estaría en ese asiente acolchado y cómodo sería su hermana, la favorita de todos y la delicia de la familia, la criatura más pura del universo como así la llamaba su madrastra. Y Hope estaría en otro lado, seguramente casada con otro hombre, mejor o peor, que Ran, haciendo cosas diferentes a esas.
Sería su hermana la que tendría las manos llenas de sangre, probablemente. La que estuviera en su lugar cargando con el peso de un marido delictivo y que cumplía, al menos, su palabra a la hora de permitir que se marcharan del ático a la primera de cambio y sin ropa. Tras prometerle eso, Hope propuso hacer las maletas e irse, pero Ran en vez de eso se fue, advirtió de sus acciones al chico que trabajaba en la terraza, y volvió con una chaqueta en las manos con la que pudiera cubrirse. Ahora, la chaqueta estaba en los asientos de atrás y ella tapada con una manta que no había visto en su vida pero que le calentaba lo suficiente.
-¿Vamos a...parar a comer o algo?
-He comprado algo mientras dormías. Mira en los asientos de atrás.
Lo hizo. Estiró los brazos con cuidado de no salir del cinturón ni de hacerse daño y dio con una bolsa de plástico que, por su peso, debía de tener una gran variedad de objetos. La pasó a los asientos de delante, también con cuidado, y la posó sobre su regazo. Puso una piernas sobre el asiento en busca de comodidad, revolviendo entre la infinidad de cosas que había en esa bolsa. Desde chocolatinas hasta bolsas de comida rápida que necesitarían una...botella de agua que también estaba al fondo de la bolsa. Hope resopló una risotada.
-Guau, un peligro para los subidones de azúcar y de colesterol -proclamó en voz alta enseñando lo que tenía en la mano-. Podría sobrevivir con esto unos...tres días, tal vez.
-Te sorprenda o no, solía comer de eso cada vez que podía después de salir de clase o cuando mi hermano y yo salíamos a dar una vuelta. Lo que teníamos o lo gastábamos en eso o en comida normal, pero no nos llamaba tanto la atención.
-No sabía que tenías un hermano -indicó. Tiró del envoltorio de una chocolatina para abrirla y le dio un mordisco. El chocolate se derritió en su boca-. Hablas mucho de él pero nunca ha venido a casa.
Ran tarareó una respuesta. Miró por el retrovisor interior algo y volvió la mirada al frente. La sonrisita empezaba a asomar en respuesta a lo que hablaban. Mordió otra vez la chocolatina.
-Ya lo conociste -Hope lo miró sin gracia. Al final, esa cara fue la que consiguió sacarle una carcajada auténtica y que le encendió las mejillas-. Estuvo conmigo cuando nos prometimos, pero no vino a la boda porque tenía cosas que hacer. Tampoco es que le gustasen los formalismos. Mi teoría es que se quedó en casa jugando a los DJ's -dejó de reír para seguir mirando al frente con una sonrisa traviesa-. Le caíste mal, pero creo que ahora te tolera.
Siguió masticando y escuchando al mismo tiempo. Lo cierto era que le llamaba la atención toda esa información que no se había molestado en preguntar hasta ahora. Que su esposo tenía un hermano, su cuñado, y que lo conocía, y que ahora al parecer debía de caerle bien por lo que fuese. Y ella abriéndose poco a poco contando su pasado, como no había hecho con nadie, de una manera tan natural mientras él hacía lo mismo.
-Tu hermana también le cayó mal.
-Eso me consuela -dijo sin pensar.
-¿Enserio?
Pero no le dio una explicación al por qué. Lo que sí hizo fue ofrecerle una chocolatina, para descubrir que en un abrir y cerrar de ojos le había quitado la suya y se la estaba comiendo. Hope fue a buscar otra y empezó a comérsela enfurruñada.
-Eso no es justo.
El resto del viaje fue silencioso, pero al menos cómodo. De vez en cuando se hacían alguna pregunta tonta el uno al otro («podría ser alérgica a las avellanas», y en respuesta una risa algo repelente que le hizo odiarlo, solo un poquito; «¿por qué nunca me dejas entrar en tu estudio?», y una risa socarrona y distante que le hizo poner los ojos en blanco), y se sacaban los colores. Aunque mejor dicho era que él le sacaba los colores.
Le pidió que abriera una bolsa de esas de patatas porque él por obvios motivos no podía, y mientras lo hacía Hope, aprovechó para ponerle una mano encima del muslo y acariciarlo. Prefirió pensar que lo hacía sin darse cuenta, no a propósito para sacarle los colores y ponerla nerviosa. Y lo consiguió, ponerla nerviosa y roja. Fue como volver a ser una adolescente y que un chico la tocase por primera vez, con la diferencia de que con ese hombre ya se había besado y estaban casados.
A medida que avanzaban, las montañas se hacían más cercanas y la nieve cubría la carretera y el resto del paisaje. Mientras que la carretera de atrás era el trayecto vigilado por las autoridades para viajar desde la Osaka urbana hasta la rural, una vez cruzabas las señales que la diferenciaban se notaba en el paisaje. La nieve cubría las carreteras, más pequeñas y con más baches por el trayecto. Los humedales se congelaban y cuando los mirabas no te imaginabas que fuera una zona donde los animales descansasen y tomaran su comida en su época correspondiente. Un paisaje invernal completo, no como la capital demostraba con tanto movimiento y cuidado por el turismo.
Supieron que se acercaban al pueblo cuando vieron pequeñas viviendas cercanas entre ellas pero con montones de nieve apartados de la carretera hacia las aceras. Ran hizo una broma sobre algo que Hope no escuchó porque estaba más atenta al exterior; alguna tontería, supuso. Gente que se movía entre la nieve, con atuendos de invierno profundo que la dejaban pensando en qué tipo de clima estaban como para ver a tanta gente abrigada. A medida que se acercaban más a casas cada vez más juntas, Hope pensó en que el pueblo al que ella iba no era así y que todas las casas se movían alrededor de una única edificación; un monumento en honor a los dioses antiguos. Ese era todo lo contrario en cuanto a organización urbanísitica.
Un par de giros más y llegaron a lo que parecía la residencia familiar de la familia Haitani. La vivienda de Ran y su hermano, supuso, y que había adquirido en herencia. Se preguntó cuánto podría tener ella de poder sobre los bienes de Ran ahora que estaba descubriendo tantas cosas, y se entristeció al recordar el ático que había abandonado a la primera discusión y problemas. El lugar que ya consideraba un hogar. El coche frenó frente a lo que parecía un muro de piedra cubierto y rodeado de nieve y vegetación seca.
-Ya estamos -anunció apagando el motor. Hope se pasó las manos por la cara para despejarse. Mentiría si no dijese que en se estaba quedando dormida con el calor y la comodidad.
Hope abrió la puerta y salió por ella. El frío la saludó y le besó las mejillas, despeino la melena al parecer limpia de restos de sangre, y sus ojos se abrieron con semejante espectáculo. Lo que a Ran se le olvidó decir es que no solo tenía una casa rural, sino un chalet con apariencia de cabaña con recinto propio en el que su hermano y él habrían pasado más tiempo peleándose que jugando. Una casa de dos pisos se elevaba sobre ellos, con un enorme jardín de frente y una valla de madera pulida y bien cuidada, vigilada por dos arbustos poblados e inundados de nieve que los inclinaban hacia los lados. No podía verse más allá del recinto porque una larga berja de piedra tenía que rodear toda la vivienda para ser consideraba un recinto privado, así como la naturaleza.
Un auténtico palacio en un pueblo que apenas podía permitirse eso. ¿Las viviendas que habían dejado atrás tendrían al menos calefacción y agua caliente? Supuso que sí, porque tan atrasado no iban las zonas rurales del país. Aunque quizás tuvieran problemas para descongelar la caldera o conseguir gas alejados de las tecnologías de las ciudades. Notó la presencia de Ran a su lado mientras ella intentaba mirar por encima de la valla escuchando cómo el otro coche aparcaba detrás de ellos.
-Puedes entrar. Nadie te va a comer, ¿lo sabes, verdad? -bromeó. Unos brazos la rodearon desde los hombros hasta la cadera, como una serpiente capaz de atraparla y devorarla de un bocado mortal-. A no ser que quieras.
Las mejillas de Hope se volvieron rojas. Si las palabras causasen el mismo impacto que las acciones, entonces Hope estaría perdida. Algo en ella le dijo que le respondiera con el primer pensamiento llamativo que se le pasara por la mente a modo de broma, y la otra que se alejase de él para guardar el decoro. Él la había protegido incluso cuando le ordenó que no la tocase y que se alejara de ella -llamándolo monstruo y asesino-, y tranquilizado en medio de un ataque de ansiedad. Aunque no podía olvidar el momento del dormitorio y lo mal que lo pasó, la frialdad con la que la trató, también es verdad que se encargó de cuidarla después de eso y no se separó de ella hasta que se durmió y respiró bien.
¿Tendría que decirle algo? ¿Tendrían los dos que hablar de eso de una vez por todas y no cambiar de tema como en el despacho? Estuvo a punto de decirle algo, cuando una voz aguda la asustó y la obligó a alearse. La nieve crujió bajo sus pies.
-¡Señor Haitani! -habló una nueva voz. Hope y Ran siguieron la voz como uno solo atraídos por el sonido.
Una mujer alta, rubia y con gafas, se bajaba del coche que los seguía -que ya de por sí era sorprendente-, y avanzaba hacia ellos torpemente por los montones de nieve acumulados. Las botas de nieve negras iban a juego con el abrigo largo y los pantalones. Un bolso de cuero le colgaba del hombro y se movía con ella. Hope estuvo a punto de preguntar quién era cuando la tuvo a la misma altura y se dio cuenta de que eran muy similares. Ojos claros que resaltaban en una piel blanca pero melena oscura, cercano al castaño, no pelirroja, y una postura elegante y llamativa que resaltaba un cuerpo...¿ideal? ¿Adecuado a la sociedad? No supo cómo definirlo.
-Vaya locura de día -empezó a decir. Tenía las mejillas sonrosadas pese al poco tiempo que llevaba fuera y el flequillo revuelto por el aire-. Pensaba que iba a dormirme en el viaje, pero al final ha resultado inolvidable. Oh, ¿quién eres?
Miraba hacia Hope con una sonrisa amable y los ojos abiertos como platos, resaltados por una capa gruesa de rímel. Hope la miraba sin saber bien qué decir.
-Es mi mujer -anunció Ran, un tono neutro pero que sonó fuerte por la cercanía.
Su rostro pareció crisparse durante unos segundos, solo para ser sustituido por una sonrisa aún más grande y perfecta con sus dientes bien alineados.
-Oh, entonces usted es la señora Haitani -hizo una reverencia sobre la cintura perfecta, como cabría esperarse. Hope la miró con cierta consternación, pero asintió.
Aunque no estaba del todo claro, lo dijo bastante confiada. Habían acordado que en lo público seguiría teniendo el apellido de su familia, solo por tener algo que le perteneciera aunque no fuera de su agrado seguir apellidándose Wägner, y no adquirir el de su marido siguiendo la tradición.
-Mi esposa y yo vamos a quedarnos en la residencia de la familia durante las vacaciones. Usted -la miró, y ella saltó cuando sintió sus profundos ojos amatista sobre ella- podrá entrar cada vez que sea necesario para hablar del trabajo que los demás vayan necesitando. Ya sabe cómo actuar.
-Por supuesto, señor Haitani, es un honor.
Pero Ran no la escuchó. La mano en la espalda descendió hacia su cintura y le dio un suave impulso para que empezase a caminar. Hope le dio una última mirada a la mujer antes de cruzar el umbral del recinto familiar.
El jardín la sorprendió la igual que la residencia por fuera. Aunque todo estaba cubierto de nieve, se notaba que en verano y con el calor era un lugar perfecto para que los niños incapaces de estar quietos en un sitio corrieran y jugaran. Un camino de piedra despejado que llevaba al porche exterior sujeto por gruesos pilares de madera también pulida y cubierta en la base por una placa de metal para evitar accidentes. Escaleras que llevaban hacia él, con un centro de naturaleza que alguien tendría que haber cuidado cuando la casa se quedaba vacía. Había un pequeño agujero con agua a la derecha, con una de esas construcciones de bambú y piedras que sonaba cada vez que se llenaba de agua; ahora, estaba vacío y el pico del bambú se apoyaba contra la piedra inmóvil.
El acceso a la vivienda era una doble puerta con cristales octogonales decorando su superficie, bastante moderna y probablemente cercana al modernismo europeo en peculiaridad.
-¿Te gusta?
-Parece...relajante. En mi pueblo a penas estaba tan cuidado, solo lo necesario.
-Hice una reforma cuando vine por última vez. Estaba tan descuidada que algunas partes ya no tenían sentido, y las quite. El interior sigue igual.
Seguía teniendo el sabor amargo por la presencia de aquella mujer y sus miradas, en vez del dulce chocolate y pausada tranquilidad del viaje. Fue como si todo el estrés que llevase juntando esa semana se estuviera despertando poco a poco, y estuviera llegando a la mitad del camino.
-Es agradable saberlo -dijo simplemente, mirando la fachada y examinándola. Podría ser la inspiración occidental de una vivienda, aunque desconocía si Ran hubiera estado en Europa. La manta, que se había puesto alrededor del cuerpo para tapar cualquier rastro de sangre de ajenos curiosos que pudieran verla una vez fuera, se balanceó cuando empezó a caminar hacia el porche-. Estaré dentro. Me gustaría verla.
Dejó a Ran donde estaba y se metió de lleno en la boca del lobo. La madera de las escaleras crujió con su esposo mientras ascendía al porche. A diferencia del exterior, que podría tacharse de modernista y dedicado a una vida diferente, el interior era todo lo contrario.
Para empezar, la entrada estaba sujetada por dos columnas de madera y piedra a juego con las paredes que recordaban a la construcción clásica de viviendas y tenía el hueco tradicional para los zapatos. El techo era amplio, muy alto y con tablas de madera que soportaban el tejado allá donde la fachada quería crear una imagen de mayor amplitud. La sala de delante estaba decorada con toda clase de mobiliario elegante para cargar el espacio que no se iba a utilizar. Gruesos muros de piedra que separaban estancias de otras, decorados con cuadros familiares (uno de ellos mostraba una familia de cuatro individuos posando para una foto vestidos de blanco) o bien que podrían haber salido de una galería de arte estadounidense, y también de la mayor galería de arte asiática, tal vez. Debajo de uno, un jarrón de alguna antigua dinastía soportaba unas varas de madera con flores de plástico en las puntas. Hope se acercó y las tocó, solo para seguir caminando y hacerse con conocimiento de dónde estaba solo.
En el este había una cocina pequeña pero con buenas vistas a las montañas y, al parecer, lo que podría ser un lago congelado por el que algunas personas pasaban en su paseo diario. Curioso. Conectaba con una sala de bebidas, especial para adultos que esperaban pasar sus vacaciones allí disfrutando de la buena vida, y un salón de doble altura al que se accedía por escaleras de tres-cuatro escalones de aspecto subterráneo pero bien comunicado. Lo único destacable era el minimalismo, chimenea y la enorme pantalla.
En el área oeste, lo contrario. Un baño amplio y para las visitas, una amplia biblioteca con su mesa para las investigaciones y un ordenador que bien podría ser antiguo y un área parecida al hueco de la entrada por las columnas con grandes ventanales que daban al jardín delantero, con un sofá y una mesita auxiliar plagada de revistas de moda y decoración puestas en pilas. Se preguntó si la antigua señora Haitani disfrutaría de esas vistas y momentos mientras sus hijos se daban como el perro y el gato, o si el padre de Ran disfrutaba de un buen vaso de sake en la biblioteca.
«-Mi casa no era así -pensó para sí misma-. Esto parece un palacio». Quizás lo fuera, la residencia de alguna antigua familia noble que tuvo que venderla llegada la actualización de las jerarquías durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
Subió a la segunda planta aún cautivada e hipnotizada por aquel lugar. Parecía el sueño de cualquier decorador de interiores y arquitecto con perspectivas de futuro. Le sorprendió ver el cambio rústico en las paredes a uno más simple y urbanizado en la segunda planta, con suelos de madera y zonas de piedra, pero mayoritariamente paredes de blanco con cuadros familiares e íntimos que ninguna persona pondría a vista de todos. Mientras que los de abajo era formales, adecuados a la vista de cualquier extraño, los de arriba mostraban la segunda cara. Rostros infantiles divirtiéndose, momentos únicos pero sin excederse. Se preguntó si esa cara de la familia era real o alguna imagen cogida de internet para recordar lo que la formalidad no podía ser; en su casa, era normal hacer eso. La única foto que tenían era una formal, con rostros serios de acuerdo a la rectitud que debían seguir, y era una estupidez de retrato familiar.
Había un total de seis puertas. Dos de ellas eran dos dormitorios de invitados, con sus baños propios; las otras un baño más pequeño con una curiosa cortina de peces en la bañera y tres dormitorios más. En dos de ellos no entró, pero le pareció curioso no hacerlo simplemente porque dos «R» marcasen cada puerta, una púrpura y otra azul. Tal vez le pareció algo demasiado íntimo como entrar en una casa que realmente no era suya, no a su nombre y no en derecho, y ponerse a investigar todo. Esas habitaciones podrían ser una excepción, algo que podría pasar por alto y tener en cuanta para más tarde pero sin invadir su espacio. Es por eso, que en vez de pararse en ellas, Hope pasó a la última habitación al final del pasillo y que dejaba de tener cuadros de llamativos colores a tener vacíos en las paredes.
El dormitorio principal era igual al del ático, con la diferencia de que en vez de cortinas de tela, eran mamparas, también de tela, que llegaban a tapar por completo la luz cuando amanecía. Casi que lo agradeció. Algo le decía que cuando saliese el sol por las mañana, con ese cielo despejado, la nieve reflejaría en su contra y molestaría a cualquiera. La cama estaba en el entro, también, con una alfombra y unas mesitas de madera...y una escalera que llevaba a otro sitio. Las subió con cuidado, teniendo en cuenta que aún podía resbalarse con la nieve en sus deportivas, solo para descubrir que llevaban a un despacho en alto con un ventanal al lado. Estanterías hasta el techo que cubrían las paredes de enfrente, y otra escalera por la que bajar. Aquello ya empezaba a complicarse. Parecía un laberinto. Y llevaba a las escaleras que había visto antes al subir, como un segundo acceso.
Recordaba haber visto un baño personal en la habitación, así que bajó las escaleras de nuevo hacia el cuarto principal. Se fue quitando los zapatos y los tiró en cualquier lado del cuarto, dejando la manta sobre un lado de la cama antes de cruzar el arco de la puerta y examinar lo que tenía delante. Un amplio baño, todo cubierto de marco blanco, con una enorme bañera pegada a la ventana, cuyas vistas eran extraordinarias a las montañas nevadas y a un pueblo con casas de maderas que dejaban rastros de humo en el aire por las activas chimeneas. También tenía una ducha, con una mampara transparente y fija que llevaba a un gran trozo de espacio con azulejos negros y un desagüe bajo el control. El resto del baño, estaba bien y lujoso al igual que los lujos del resto de la casa.
Sin pensarlo fue directa a la ducha. Había tantos botones para una simple ducha que resultaba complejo entender el por qué las tecnologías tenían que comprender el entorno de los humanos y facilitarles la vida. Sonaba ridículo pensando algo como eso mientras su vida estaba lleno de eso, pero también curioso. Era como el humano hubiera evolucionado tanto que necesitaba ser servido por sus propias creaciones. Hope gimió del placer al primer contacto contacto. Las gotas le golpearon el rostro, como una lluvia de rocío sobre sus mejillas, sus ojos cerrados, una sensual caricia que la hizo estremecerse al primer susurro sobre su piel. El agua filtrándose por su ropa, cargando la melena oscura que caía sobre sus espaldas y que notaba sucia y pesada.
Se frotó las manos con fuerza, viendo cómo la sangre seca se marchaba con el agua por el desagüe. El sentimiento de sentirse limpia apareció, de quitarse los restos de la razón por la que había acabado en aquella casa de una vez. El baño no tardó en llenarse de vapor y los pelos más finos de su cabellera en rizarse. En medio de todo eso se le escapó una risa, tonta y sin sentido, acompañada de lágrimas que tardaron en desaparecer seguidas del agua. Pero la sensación se quedó ahí. El querer llorar de nuevo, hasta que los ojos le ardieran de sequedaz y la tensión que llevaba sobre los hombros desapareciera.
Sentir la libertad en sus manos, de poder hacer lo que quisiera, de no tener que hacer siempre lo que la gente le ordenaba... Todo parecía un sueño. Lejos de aquella ciudad y el estrés, la universidad y los dichosos trabajos con los profesores que parecían empeñados en suspenderla. De todo.
Entonces se dio cuenta de que no estaba sola.
Una vez había pensado que los ojos de Ran eran dos témpanos de hielo, orgullosos y capaces de destruir vidas. Fue antes de casarse, en la capilla, mientras esperaba a que trajeran los anillos. No la miraba a ella, pero sí a todo lo demás, como si le resultase difícil de creer lo que estaba haciendo. En su momento, pensó que estaba siendo ridículo porque fue él quien le propuso matrimonio a ella en vez de a su hermana, y la dejó decidir a la espera de un sí -al parecer, su hermana no le parecía nada llamativa y le resultaba aburrida-, y quien había agarrado sus manos mientras el cura anunciaba la unión.
En el intercambio de votos, su voz fue diferente a lo que su mirada decía, pero Hope tuvo la sensación de que lo estaba pasando realmente mal con tanta gente. Cuando el cura anunció el beso, ella se propuso facilitarle las cosas: apartando el rostro con disimulo.
Ante otra persona, podría haberle costado una paliza de su padre o de su marido. Pero a Ran no pareció importarle cuando sus ojos se volvieron hacia la gente de la iglesia antes de que Hope pudiera ver su reacción. Pudo sentir la calidez del beso en la mejilla, pesado, durante todo el día. En las fotos familiares, su madrastra se encargó de pellizcarle la grasa que según ella tenía de más para enderezarla y espabilarla, pero no lo repitió cuando el brazo de Ran se posó sobre su cintura; simplemente se dignó a dirigirle miradas feroces que, para su sorpresa. .
Cada vez que esos dos ojos la miraban, se sentía como una niña pequeña siendo regañada. Algo mejor que la mirada juzgante que siempre recibía a la mínima que hacía algo, o que respiraba; o que vivía, en general. Ahí estaba él, haciendo lo que mejor se le daba desde el umbral de la puerta del baño y con una bolsa de lona negra colgando de un brazo. ¿De dónde la había sacado? Lo único que se habían llevado eran unos abrigos y nada más, aunque conociéndolo, podría haber ordenado que cogieran más cosas y se las llevaran con las prisas.
Ahora que se fijaba, se había cambiado la camisa en algún momento pero las manchas de sangre seguían ahí y los pantalones eran los mismos. Iba descalzo, pero estaba segura de que en la entrada estarían los mocasiones de cuero marrón que coleccionaba. Su mirada... Su mirada no era fría, todo lo contrario. Sin hielo de por medio, y con un cierto brillo que también podría deberse a la iluminación que envolvía toda la casa.
Hope extendió la mano a modo de llamada silenciosa. Las cejas de él se levantaron con sorpresa, como si no se lo esperara. Tal vez tuviera razón en eso. En dos años, no había mostrado el interés que tal vez hubiese necesitado por él. Lo ocurrido en el ascensor bien podría haber sido un error, pero estaba segura de que no era esos instintos bajos a los que siempre recurrían las protagonistas de series o películas cuando cometían un error. Pronto descubrió que sus órdenes sobre él eran absolutas en cuanto a lo que respectaba una ducha. Las pisadas a penas sonaron contra las baldosas al avanzar. Los calcetines de Hope chapotearon en el suelo empapado pero fue camuflado por la lluvia de la ducha.
Interrumpió el hilo de pensamiento cuando Ran tendió la mano hacia ella y le retiró un mechón más corto que otros, probablemente del flequillo ya lejos de ser clasificado como uno, desde fuera de la ducha, y se lo retiró de la mejilla. Hope dejó que lo hiciera, siguiendo el avance de sus dedos a través del hueco de su cuello hasta la mitad de este. Su corazón se aceleró. Se quedó ahí un buen rato, prestándole atención con movimientos de pulgar sobre la zona y luego sobre la contraria. En algún momento, le hizo mover el cuello para examinarla. La molestia de las gotas que discurrían por su rostro le complicaron ver su expresión. Sentirse indefensa no era lo suyo, pero por una vez, lo permitió.
Repitió el proceso unas tres veces en total y, a la última, no se tensó cuando Hope fue a acariciarle la mejilla con la mano empapada. No se estremeció ni la alejó como las veces que ella había hecho con él pidiendo espacio... Uno que él, a su manera, le había concedido. Con su permiso, arrastró los dedos por su mandíbula y bajó hacia su cuello, donde la sombra oscura de un tatuaje le llamó la atención. Líneas muy parecidas a las que adornaban su antebrazo izquierdo y los músculos que ahora se contraían a su toque.
Su dedo siguió el camino de curvas, tanto por músculos que ocultaba por debajo de la camisa como de la tinta negra, hacia su clavícula. Se detuvo ahí para que no volviera a alejarse, sintiendo la tensión bajo ellos. Hope alzó la mirada para comprobar si estaba bien, la respiración nerviosa.
Sin embargo, se inclinó hacia delante y lo besó suavemente en los labios. Le sorprendió ver que no se separaba de ella, sino al revés. La diferencia de altura volvía a ser un problema en ese momento, pero no había problema mientras pudiera ponerse de puntillas y llegara. Por la parte de Ran, sus ojos no la miraban como antes, sino que estaban clavados al frente. No la miraba. No la estaba mirando a ella, sino a otra cosa. El pecho de Hope se movió. No fue doloroso, pero sí incómodo. Hubiera sido mejor un rechazo. Al no saber cómo sentirse por eso, decidió tomar el camino rápido y ceder a la opción más viable.
Irse.
-Dejaré que te duches -anunció en voz baja, la mano sobre el pecho de Ran y cayendo a su costado.
-Espera...
Hope no se movió. No supo por qué, pero no lo hizo.
Él estiró el brazo de la misma zona que había acariciado y la envolvió en él por los hombros. Hope se vio entre un brazo fuerte y tenso que la sujetaba, pero que le parecía lo más cercano a una caricia, y un pecho aún más. Repitió el proceso de antes de acariciarle la mejilla, aunque esa vez en una postura más complicada.
Ahí se quedaron un rato, sin hablar, con la ducha encendida cayendo a espaldas de ella y empapando el brazo de él. Aunque ya debía de estar empapado por la propia Hope, no se estremeció por el contacto ni la apartó. Se quedó con ella.
No era de las personas que daban abrazos, pero tal vez pudiera hacer un esfuerzo. Solo esta vez. Solo...con él.
Ran Haitani no parecía mala persona con ella a solas ahí.
El resto del día se lo pasó investigando los secretos de la casa rural. Acabó duchándose sola cuando Ran se marchó, y él fue detrás de ella. El sonido de la ducha sonaba.
La bolsa de lana que Ran dejó sobre la cama antes de meterse en el baño la llamaba demasiado. Quizás porque una parte de ella aún desconfiaba de los asuntos que pudiera traerse entre manos. Y porque, realmente, estaba en su derecho (¿no?) de cotillear algo que había dejado a la vista de todos. Si estuviera en lo alto del despacho, que tuviera que subir escaleras, no lo habría mirado. Asegurándose de que Ran estaba concentrado en el baño y que tenía todo bajo control, Hope se acercó descalza a la cama. Gotitas de agua salpicaron la colcha limpia, pero poco le importo cuando tuvo a mano la bolsa de deporte. Era negra y parecía tener muchas cosas dentro, puesto que cuando se la puso sobre las rodillas pronto empezó a pesar. Hope la abrió.
Y la emoción cayó en burla cuando vio el contenido. Ropa. Eso es lo que había dentro. Casi se decepcionó por ver desde camisas blancas hasta alguna que otra sudadera bien doblada, calzoncillos hasta la ropa interior que Hope tenía guardada en los cajones del armario. Era su ropa. Así que alguien sí que había ido a recoger lo necesario al ático; por órdenes de Ran, supuso. Se sintió de repente muy ridícula por haber sospechado. La suficiente como para poder sobrevivir una semana entre lavado y secado.
Se puso una de las sudaderas y pantalones ajustados de deporte, acompañado de unos calcetines y ropa interior limpia por debajo. La casa estaba caliente, así que ponerse algo más sería un desperdicio y una tontería. Miró la ropa sucia tirada en el suelo y por un momento se planteó quemarla, puesto que dudaba volver a ponérsela para no evocar el recuerdo que traían consigo. Cuando la ducha dejó de sonar en el baño, Hope se levantó de un salto y salió de la habitación para dejar algo de intimidad.
La casa estaba en un curioso silencio. Toda ella. Solo se escuchaban los ruidos del exterior, que de por sí eran pocos, e iban acompañados de algún fenómenos meteorológico. Desde su habitación había visto la suave capa de nieve que empezaba a crecer debido al clima, y cómo se iba agrandando a medida que nevaba. Aún no era un problema, pero algo le decía que Osaka apenas le estaba demostrando lo que era una buena nevada. La chimenea del salón estaba encendida cuando pasó, así que alguien la habría encendido. En la cocina no había nadie, así que no tendrían cocinero contratado. «Claro, porque nunca hay nadie en la casa», se fijó. Lo que sí estaba era la bolsa de comida rápida. Hope se convenció de que eso era mejor por ahora que morir en el intento de hacer la comida a estas alturas.
-Vamos a tener que buscarnos la vida, eh -murmuró empezando a rebuscar-. Bueno, por lo menos están ricas.
Se cogió otra chocolatina y la mordió. También de chocolate con avellanas. En ese momento de éxtasis gastronómico, recordó que su teléfono estaba apagado y que ahora dependía de él para todo. Si había salido de la ciudad, lo de ir a la universidad se iba a complicar un poco. Y lo de avanzar con el trabajo final también, y los trabajos, y los apuntes que obviamente estaban en el mismo sitio donde los había dejado al regresar el día anterior. Todo lo que necesitase esos días, iba a ser a través de su pequeño móvil. Pensó en el viejo ordenador alojado en la biblioteca, y si sería capaz de conectarse a internet. O al menos encenderse.
Varios mensajes aparecieron en la pantalla de bloqueo. Dos de Jushua por privado, seis por el grupo con Joshua, Yuta y Anabella, y tres de Anabella preguntándola dónde había comprado los pantalones de la última vez porque tenían ese estilo chic que a ella le gustaba. Hope intentó responder a todos; a Anabella le dijo que se los habían regalado. Le hubiera gustado ver su reacción al enterarse que con o sin rebajas, los pantalones iban a costar un riñón. Era de las pocas prendas cara que se ponía y le gustaban. Una alerta en el calendario recordándole tomar la pastilla y la entrega de un boceto para un futuro trabajo que ya había hecho hacía muchos días. El restode la agenda estaba vacía, así que se libraba de trabajas por una semana.
Le resultó extraño, mientras caminaba por la casa en busca de algo que la entretuviera, comiendo esa chocolatina, no escuchar los pasos de Hayakawa ni verlo aparecer de repente por una puerta. Un calor se instaló en su pecho y se extendió como un escalofrío a lo largo de su cuerpo recordando. Pensó en cómo había sido tan tonta como para no darse cuenta de que quien no estaba con ella horas atrás no era su guardaespaldas de confianza, sino un extraño que le habría hecho cualquier cosa. Ran había dicho que podría pertenecer a otra organización, así que se destacaba la presunta inocencia en el caso de haberla. Tenía que ser alguien contrario al trabajo de Ran y...lo que fuese que hicieran en él. Estaba segura de que si le preguntaba volverían a discutir o a quedarse en ese silencio incómodo que no beneficiaba a ninguno. ¿Qué tan importante era el silencio en ese caso que no podía decirlo? ¿De verdad su vida correría peligro si se veía rodeada por eso?
Pensó en el hermano de Ran. ¿Él también estaría envuelto? Cada vez que hablaba de él sus ojos se iluminaban y se notaba la diferencia de hablar de cualquier cosa a él. Tenía que quererlo mucho como para haber recibido palizas por él de pequeño, y aún así hablar de él con tanto cariño. Observó algunos de los cuadros familiares que estaban por la casa por curiosidad. Y porque quería comprender parte de la infancia de Ran y su trayectoria a través de las imágenes del pasado.
Las de la planta de abajo eran demasiado formales y demasiado escépticas como para poder ver alguna señal transparente de emociones. En todas salían vestidas de blanco, o de algún color a juego que no resaltase demasiado. Tenían la misma posee; los padres detrás, pegados y mirando al frente, y los dos niños, uno más alto que el otro (Ran y su hermano, imaginó con la información que tenía), también mirando al frente. Lo que sí podría decirse era la enorme diferencia de rasgos que tenían entre ellos. Mientras que el padre era alto, delgado y tenía el pelo negro, tanto la madre como los niños eran rubios; los ojos amatista lo compartían padre e hijos. Era como un tira y afloja de genes. Ran parecía haber heredado los rasgos faciales de su madre y la altura de su padre, mientras que el niño rubio con gafas de pasta al contrario.
El parecido era indudable. Tenían que ser hermanos biológicos, no como su hermana y ella. Los de la segunda planta ya se volvían retratos más familiares. Por alguna razón, dejaban de lado la presencia de sus padres y se centraban en el pasado de los dos hijos. ¿Soberbia, quizás? ¿Algún asunto sin resolver a día de hoy? En todas, Ran aparecía con el pelo largo y rubio, con algún prendedor que le sujetase unos mechones rebeldes a la cabeza en vez de caerle al rostro. Pero eso parecía darle igual si en todas las fotos acababa con su hermano en brazos o tirándolo al suelo. En una, parecía que lo había hecho de rabiar al tirarlo a un charco y sin evitarlo haber estallado de la risa; su hermano, llorando, y él, al borde de la risa.
-Se llama Rindou -anunció una voz a sus espaldas.
Hope pegó un bote en el sitio de tal magnitud que casi se le cayó el marco de las manos. Se giró en cuestión de segundos pegándoselo al pecho en una actitud protectora.
-Ahí tenía seis años y yo siete -señaló la imagen-. Solo le saco un año, pero parecen más por lo diferentes que somos.
Siguió con la mirada al cuadro que señalaba. Era uno donde estaban con el uniforme escolar; pantalones a cuadros cortos, camisa planchada y tirantes. Ya sabían para lo que se estaban preparando esos niños.
-¿De verdad lo he conocido?
-Los años cambian y estas fotos no son un ejemplo para buscarle -se fue a reír. Estiró la mano para coger el cuadro que tenía en la mano y volver a colocarlo sobre la cómoda. Lo hizo-. Juro que fue él quien se tropezó.
-Seguro que sí.
-Es muy torpe -insistió-. Y, sin embargo, siempre ha sido más flexible que yo. Supongo que es porque he sido un vago toda mi vida.
Las cejas de Hope se subieron por sorpresa.
La amatista de sus ojos se posaron sobre ella con suavidad. Al ponerse a su lado, la mayoría de cuadros quedaban por debajo de lo que él medía. Llevaba una camiseta de manga corta y un pantalón de deporte ancho. Como ella, iba descalza.
-Fue a clases de gimnasia de pequeño y en su momento podía abrirse de piernas sin calentar. Yo, por el contrario, me encargaba de otras cosas -explicó. Y por alguna razón, le dio la sensación de que estaba hablando de algo más que un simple hábito o clases extraescolares.
Posó el retrato donde estaba, sobre la cómoda y rodeado de otras fotos y un jarrón con flores de plástico. Orquídeas. Unas flores demasiado hermosas para ser arrancadas y puestas en un simple jarrón. Las recordaba de haber visto muchas veces en la cocina; «son las mejores que estuvo enviando hace poco, las que están aún en la cocina», pensó.
-Yo...iba a ballet. Me rompí algunos dedos mientras lo practicaba, pero también me gustó. Con el tiempo.
-Ahora parezco un vago al lado de vosotros -reflexionó frotándose el pelo húmedo, soltando algunas gotitas allá donde parasen al caer-. Un atleta y una bailarina. Quizá debería dedicarme a la música en vez de a los negocios.
Le fue difícil imaginarse la escena, pero aún así lo intentó. Una sonrisa empezó a asomar de sus labios, traicionándola. Le miró de reojo, esbozando esa pequeña sonrisa, un tanto arrogante pero con una pizca de sinceridad.
-No, por favor.
-¿Por qué? Soy bueno con las manos.
La miró a los ojos. Seriedad. Mierda. «Mierda», pensó en respuesta. Lo decía enserio. Hope no pudo reprimir la carcajada. La situación ya era surrealista, como para añadir era risa. Sin embargo, cuando levantó la cabeza, vio una perezosa sonrisa en los labios de su esposo. El estómago se le revolvió nervioso.
-A ti también te tengo -soltó-. En una foto. No la de la boda. Una normal. Me la envió tu padre cuando ofreció el matrimonio.
Volvió a repasar con la mirada la cómoda. Estaba mintiéndole. Hope casi hizo un puchero. La situación la abrumó, pero no tenía tiempo para discutirlo.
-No seas mentiroso. Lo estábamos pasando bien por una vez, y acabas de arruinarlo con ese comentario.
Ran sacudió la cabeza.
Se peinó descuidadamente mientras tarareaba una respuesta. Sus ojos perezosos la miraban desde su imponente altura, haciéndola parecer una niña.
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Y para que el diseño de estos 2 no sean en vano, los usare de ejemplo para hacer mención sobre los brujos y sus poderes. Porque igual el comic de Bahir conociendo al amor de su vida no respondió muchas dudas sobre que onda con los brujos y que son esos servicios que ofrecen.
En épocas muy antiguas, los brujos se encargaban de servir a realeza, incluso divinidades, como a Everett, Bahir y Liam, que su reino fue conformado de seres elementales y encima de ellos, brujos encargados de distintas actividades dependiendo de sus poderes.
Normalmente los brujos desde que nacen, se tiene contemplado que tipo de brujo será y que beneficio entregara.
Están los brujos que desarrollan su magia a base del papel al que fueron asignados, por ejemplo, estos dos brujos que vemos arriba, tienen distintas habilidades, pero ambos fueron útiles para trabajar en los campos del reino del rey Liam.
El de la izquierda, tuvo la bendición de poder sanar a la naturaleza a su alrededor, cosa que al final le sirvió porque el rey lo tenia a él y a otros brujos con dones parecidos curando la naturaleza que ha sido dañada, y la de la derecha, la capacidad de elevar cualquier cosa sin importar su tamaño o peso, lo que al final, encontraron una utilidad al ser ella entre otros brujos que se encargaran de recoger los frutos que el campo diera de manera rápida y sin que los alimentos corrieran riesgo.
Aun así, se queda claro que, había brujos cuyos poderes pudieran ser muy parecidos, que no eran únicos. Por lo que eran contratados en los palacios por grupos para cumplir con una sola función.
Luego están, los brujos de poderes únicos o que no es muy común de ver.
En este momento, quisiera resaltar a otro brujo más para este ejemplo:
Tizoc. Este brujo formo parte del palacio del rey Everett. Pero no como los brujos del montón, este entraba en una categoría superior a los dos brujos pasados, y es que al tener poderes más únicos, más nuevos, su utilidad es más distinta, y normalmente tienen contacto con los reyes de manera más directa.
Tizoc era capaz de crear naturaleza nueva. Plantas nunca antes vistas a base de tomar diversos materiales para sus creaciones. Esto en cierta manera, fue del interés del rey Everett por las posibilidades futuras. La capacidad de crear nueva naturaleza por voluntad propia, de desarrollarse correctamente, podrían crear nuevas plantas medicinales que pudieran ser la solución a muchos problemas médicos de la época.
Entonces, tenemos en cuenta, que están:
Los brujos con poderes muy similares, por lo que eran contratados en los palacios entre grupos para cumplir con una sola función. En la jerarquía, estaban todos por encima de los seres elementales.
Luego, encima de ellos, los brujos de poderes únicos, aquellos cuyos poderes son poco frecuentes de ver, casi mayormente, era común verlos más cerca de los reyes, por lo que su lugar en la jerarquía era más alta que los seres elementales y los brujos de poderes comunes.
Y POR ULTIMO-
Están los brujos que no tienen un propósito o sus habilidades no se ven limitadas por una categoría asignada al nacer. Pero su poder depende de una fuente en concreto. Cuales son ejemplos de esto?
Los 3 hermanos-
Dante, Stella y Maryann.
Lo que los hace especiales es que básicamente, pueden imitar y hasta superar a mucho de los brujos alrededor en sus propias habilidades.
Un brujo que pueda crear naturaleza nueva? Un brujo que pueda elevar cosas? Un brujo que pueda sanar a la naturaleza? Un brujo que pueda tener control de diversos elementos de la naturaleza? Un brujo sanador de enfermedades? Un brujo que pueda manipular los climas? Un brujo que pueda cambiar la materia por voluntad? Un brujo que pueda abrir portales a otros mundos? Un brujo que pueda tener control de materia del espacio?
TODO ESO PUEDEN HACERLO DANTE, STELLA Y MARYANN Y MIL VECES MEJOR QUE CUALQUIER BRUJO EN LA HISTORIA-
Porque mientras su fuente de poder prevalezca, tienen poder casi infinito.
Dante la luna, que mientras esta siempre se mostraran cada noche este siempre se fortalecería.
Stella las estrellas, mientras más se rodeara de estas, más fuerte podía ser.
Maryann el amor, y como normalmente siempre se rodeaba del amor de su propia sangre, de su gente quien la veían como su guía y líder, una madre que vela por ellos, por eso su poder siempre crecia.
Pero, si en dado caso, que alguien les quitara esta fuente de poder, otra cosa seria.
Porque un brujo que nace con un propósito y se entrena para dominar este propósito, no hay forma de quitarle su conocimiento.
Pero en el caso de los 3 hermanos...
Si a Dante le quitas la luna, si la luna dejara de mostrarse cada noche, perdería su poder.
Si a Stella le quitaras las estrellas, perdería su poder.
Si a Maryann le quitas a la gente que la aman, perdería su poder. Y de hecho, eso paso. Su gente fue asesinada una por una. Su fuente de poder fue arrebatada poco a poco, razón por la cual, no pudo hacer mucho después de perder casi a todos.
Este tipo de brujos eran poco frecuentes. A decir verdad, solamente los 3 hermanos eran los únicos brujos que nacieron bendecidos con fuentes de poder.
HASTA QUE NACIO ODETTE- 👀
Mi niña tiene una fuente de poder, ella no lo sabe, y ustedes tampoco, y espero la vean descubrirlo poco a poco con lo que se desarrolla la historia. ✨💖
Y como un extra:
Febo, el padre de Odette.
Este básicamente era un cazador de demonios. Tenia múltiples habilidades que le permitían ver lo que los ojos comunes no pueden ver, viajar a lugares que pocos podrían encontrar y un amplio conocimiento de la jerarquía demoniaca y sus riesgos, propósitos de sus manifestaciones y debilidades. Febo era un brujo muy talentoso que nació en la época equivocada. De haber nacido en épocas pasadas, lo más seguro es que el rey Everett se hubiera interesado mucho en tenerlo como parte de su corte real en el palacio. Hubiera sido un brujo de alta jerarquía. Lastimosamente no fue así, y solo subsistía encargándose de partos, pocas veces alguien venia hacia él por ayuda referentes a demonios, y es que en cierta forma, también lo veían mal o como que ni siquiera tendría porque existir. Más aun con la participación de Dante, un brujo, junto a Emedes en la guerra. De no ser porque se caso con la hija del alcalde de la villa en la que vivía, es que pudo vivir una vida medianamente normal, pero lastimosamente, el odio a su especie lo termino por condenar tarde que temprano.
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TEETH,
¿Se sellará la indescriptible atracción que sentías hacia Park Sunghoon con el pinchazo de un colmillo?
m.
a VAMPIRE park sunghoon miniseries. wattpad
PRIMERA PARTE
"Él es lo que necesito, mi sueño cumplido"
Park Sunghoon era hijo del presidente del país y el estudiante SSR más destacado de la Academia Bram Stoker. Pero esto no era lo único que sabías de él al tratarse del exnovio de tu querida mejor amiga Aerin. Por si fuera poco, el carácter de Aerin -además del código de amistad femenina- te limitaba tu descripción de Park Sunghoon a tres palabras: frío, egocéntrico y narcisista. Tú asentías con la cabeza, opinando lo mismo, siempre y cuando tus ojos y los de él nunca se encontrasen porque, si aquello sucedía, el deseo nublaba tu propio juicio y Park Sunghoon no se convertía en alguien tan... prohibido.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
SEGUNDA PARTE
"Quieta, por favor. No"
Así que Heeseung, Jake y Sunoo eran unos seres que solo conocías reales en los propios cuentos de terror. Vampiros, sí. Por muy increíble que pareciese lo eran y Jay Park parecía voluntario a explicártelo con sus propias palabras.
Pero el gran terror no tenía como causa ni Sunoo ni Jay, sino Park Sunghoon y cómo su depredadora identidad te hacía desearlo todavía más.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
TERCERA PARTE
"Me vuelves loco. Dime que tú también sientes lo mismo, por favor"
Park Jay resolvió tus dudas y a la vez aumentó tu desconocimiento hacia la verdadera realidad. ¿Sociedad de vampiros? Pero no tenías tiempo de analizar aquello si Park Sunghoon aparecía ante ti, buscando sellar lo que desde hace mucho tiempo tenía que haber sellado, pese a que tenga que volverse lo que siempre más ha odiado: un vampiro.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
THE END
"No te vayas" "Nunca"
Finalmente, los colmillos de Park Sunghoon han penetrado en tu piel y tu sangre ha sido probada por él. ¿Qué consecuencias traerá este mordisco? Y, por si fuera poco, la figura misteriosa de Jay parece compartir un pasado con tu querida mejor amiga Aerin, si es que se podía seguir llamando de esa forma. Una historia en la que parecías destinada a participar en su final... ¿o en su principio?
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
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hola de que trata el nuevo au con el diseño adam angel?
Está es una idea que se me ocurrió mientras que escuchaba música:
Cuando aún no existía el concepto del cielo y del planeta Tierra, antes de la creación de los ángeles y su trinidad. Dios estaba practicando la creación con las estrellas, agarrandolas y moldeandolas a su gusto, pero jamás estaba sastifecho, la mayoría siempre eran seres aberrantes y horribles que las dejaba de lado para que vagaran en el cosmo.
Decidió crear algo a su imagen y semejanza. Lo moldeo con la estrella más brillante del lugar en el que estaba y se concentro mucho en esta creación, fallar no era una opción.
Cuando terminó quedó cautivado. La criatura era muy parecido a él, solamente que su cabello era castaño que descendía en un degrade dorado brillante. Alas doradas y enormes con franjas blancas al final, tenía tres halos que se unían hacia el centro con un ojo que se alojaba ahí, y hablando de ojos, en su rostro se albergaban cinco de ellos y uno de posaba en el centro de su cuello.
Su piel era pálida y su cuerpo era esbelto.
Era divino en un termino extraño, perfectamente hermoso y defectuoso, pero no en el mal sentido. La belleza siempre se aloja en las pequeñas imperfecciones, y Dios estaba cautivado con esta pequeña creación, con su pequeña perfecta creación imperfecta, con su hijo.
Y le dió la vida con su aliento.
En el momento que Adam abrió los ojos todo fue color para su existencia solitaria. Adam era un alma enérgica y curiosa, no le importaba meterse en un agujero negro solamente por el mero hecho de querer saber que podría haber en el otro lado. O ver las aberraciones creadas por Dios cuando se topaba con una de ella en sus vuelos por el universo con Dios.
Se emociono mucho más cuando Dios comenzó a crear más seres de vida, lo que él llamó como "ángeles" y Adam tuvo el honor de nombrar sus razas, siendo así la creación de los Serafínes, Querubines, Thronos, etc.
Todos ellos respetaban a Dios y a Adam.
Y luego llegó Luzbel. La encarnación de la perfección para los demás, pero la aberración para Dios.
Luzbel y Adam se llevaban muy bien, Adam escuchaba todas las cosas que Luzbel tenía que decir (aunque mayormente eran sobre su perfección, siendo bastante narcisista y arrogante en ese aspecto)
Dios observo esto y suspiro, tal vez Luzbel se encaminaria bajo la guía de Adam. Así que una vez le confío a Luzbel y a Adam lo que tenía planeado hacer, lo que él llamó como la "Creación"
Ambos tuvieron diferentes reacciones. Adam estaba feliz de una nueva creación sin poderes, tenía curiosidad como se manejarían, pero aún así estaba dolido por lo que les iba esperar en el futuro.
Luzbel, en cambio, estaba indignado ¿Porque Dios crearía tales criaturas inferiores? ¿Para alabarlo? ¿Para que lo adoren en su ignorancia? Él no estaba de acuerdo con eso.
Fue así como se reveló con el fin de gobernar el cielo (y por extención tener a Adam como su reina) Se levantó con otros ángeles, pero al final todo fue una pelea perdida cuando Adam se paró frente a ellos con una forma completamente nueva y con un simple movimiento de su mano estampó a los ángeles rebeldes en contra el marmolado suelo de la casa de Dios.
Fue una batalla perdida apenas que empezó.
El juicio de Dios comenzó, los ángeles rebeldes fueron desterrados hacia donde el sol no brilla y el fuego es eterno. Pero para el castigo de Luzbel fue diferente, fue Adam quién lo dictó.
Luzbel fue sentenciado a que todas sus memorias fueran borradas. Esto principalmente para que su carácter pudiera ser moldeado de otra forma.
Ese día Luzbel cerró los ojos y nació Lucifer, el portador de la alegría.
Y Adam paso a ser su mejor amigo a un mentor. Tomando como deber llevar a Lucifer por el camino de la rectitud, para evitar que cayera en las garras de su propia arrogancia.
Luego de que Dios creará la Tierra y sus componentes, y luego de que creará el hombre y la mujer se fue a dormir, dándole su cargo a Adam hasta que despierte de nuevo.
La carga de los deberes de Adam fue bastante pesada, haciéndolo un poco gruñón debido al estrés y tampoco ayudaba de que Lucifer se metiera a cada rato en problemas con sus bromas hacia sus hermanos. Por suerte tenía a Sera como su mano derecha
Pero la gota que derramó el vaso fue cuando Lucifer junto a Lilith alimentaron con el fruto prohibido a Eva, la segunda esposa de Steve, el primer hombre. Desatando el mal sobre la Tierra
Tal vez Lucifer no tenía salvación, al parecer su amable guía no fue suficiente.
Lucifer tenía que ser desterrado.
Fue así que con un rostro petreo y carente de emociones se presento ante esos dos bajo el manzano.
Lucifer estaba asustado, jamás había visto a Adam tan... Vacío.
Adam levantó una mano y abrió un portal debajo de esos dos tortolos, setenciandolos al eterno infierno y sin manera de volver al cielo.
Y así Lucifer y Lilith cayeron al Averno, en dónde estaban sus antiguos hermanos rebeldes.
Después para su dolor tuvo que hechar a Eva y a Steve del Edén para que parecieran (o prosperaban ) fuera del jardín.
Ser el líder del cielo es bastante cansador, ahora entiende porque su padre se fue a dormir por tanto tiempo.
Lo que no sabía fue que milenios después Lucifer recuperaría sus memorias de sus épocas como Luzbel.
🥀🥀🥀🥀🥀🥀
Pero como yo no voy a desarrollar este AU, cualquiera tiene el derecho de tomar este concepto y desarrollarlo mejor o hacer un fanfic de esta cosa que se me ocurrió en tres minutos :D
#hazbin hotel#hazbin hotel fandom#hazbin hotel adam#hazbin adam#adam hazbin hotel#hazbin hotel au#hazbin lucifer#hazbin hotel lucifer#adamsapple#lucifer x adam#lucifer hazbin hotel#adam x lucifer#guitarduck
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HOLA, amo como escribes las escenas nsfw, así que podría pedir un escenario con Wriothesley en donde somos una prosti pero el nos enseña un sexo lleno de amor y cosas fluffly pq se enamoro en vez del sexo sucio y feo¿
JSBDKD NO SE SI SE ENTIENDA, PERO GRACIAS DE ANTEMANO 🫶🫶
💖~ aydios amix, ME ENCANTÓ ESTA IDEA DKGDKHD literal podrían ser el típico "Yo te saco de trabajar, mi reina, ntp" KDHKDH gracias por tus palabras~ me hace feliz que te gusten mis escritos! ✨
Me pasé de verg* y esto terminó siendo muy largo, no sé si le debería hacer parte dos pero realmente quiero hacer algo más bonito con esta idea~ Escuché "All you wanna do" del musical Six mientras escribía esto, me gustó en lo personal
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Spanish:
La vida es difícil, está llena de baches y no fluye como el agua de una fuente. Esas eran las palabras que tus padres te repetían todos los días como si fuera un mantra divino. La vida se trataba de trabajar para no morir, hacer lo que fuera necesario para comer un trozo de pan, para asegurar que la niña que criaban no moriría de hambre ni de frío. Trabajaban día y noche, remendaban la ropa y las mantas, los zapatos y los muebles viejos, todo debía cumplir una labor incluso si ya no servía, el reloj era un muerto viviente que tu padre siempre trataba de reparar con algunas herramientas oxidadas y la luz de una vela que casi no tenía cera, pero siempre sonaba a sus horas.
La vida era difícil, se trataba de trabajar para conseguir gas y poder hervir agua para hacer sopa, se trataba de bañarse en agua helada en la mañana y trabajar todo el día para caer rendido en un triste colchón en el piso. Eso aprendiste de tus padres desde joven y entendiste, aquella noche fría en que un mazo oxidado abrió el cráneo de tu padre por la frustración, que sus palabras eran muy sabias. Entendiste, el día en que tu madre falleció por enfermedad y sin disponibilidad de medicamentos, que la vida era tan fría como el agua con el que te lavaste la cara en la mañana, tan dura como el piso en el que dormiste por varias noches, entendiste que tenías que salir de ahí de alguna manera.
Aprendiste muchas cosas en tu vida, que si lavas tu cara antes de salir a vender periódicos tendrías unas monedas de más, que si preferías usar una blusa sin mangas tendrías más atención y eso te podría ayudar a comer más que una hogaza de pan duro. Entendiste que siendo atractiva te podrías salvar cuando un hombre te llevó para trabajar en algo más "adecuado".
Pura mierda. Un edificio con luces extravagantes y cortinas traslúcidas, una prisión lujosa donde has sido reclusa desde la adolescencia. No podías quejarte, se supone, tenías una cama suave y comida, un techo que no permitiría que la lluvia ni el sol te enferme, tenías una habitación y un baño decente por primera vez en tu vida y la ropa que vestías, si bien era incómoda, entallada y lujosa, era ropa y se agradecía. Para alguien que no tenía nada de eso, era una bendición que pagaste con un trabajo sucio.
Bailaste, cantaste, aprendiste a conversar y a sonreír aún si estabas incómoda, aprendiste a no quitar las manos que te hacían temblar de miedo, aprendiste a no chillar de dolor ni de miedo cuando te usaban como si fueras un vulgar agujero o una muñeca bonita para mancillar.
Lloraste al final de cada encuentro, no disfrutaste ninguno, siendo todo jalones y mordidas de demonios que arrancaban tu piel, los ojos de los monstruos que dormían bajo tu cama queriendo llevarte al infierno te veían como un trozo de carne lujosa, preparados para rostizarte con especias asquerosas y comerte, y tirar tus huesos contra el plato para que alguien más limpiara el comedor donde pecaron.
Un nuevo día, una ducha con agua helada y tu cabello enmarañado en el espejo, tu cuerpo dañado ya no era lo que solía ser cuando te preparabas para vender periódicos en las oscuras calles, sino una figura más madura y cuidada, el ejercicio y la alimentación que regulaban para mantenerte como un sujeto atractivo combinaba con los moretones espantosos en tus piernas y en tu cuello. Los odiabas, y te apresurabas a cubrir tu cuerpo con una toalla para seguir llorando una mañana más.
La vida era triste, fría y solitaria. Te trataría como una pieza en un tablero, sin importancia, destinada a ser abusada y manchada por otros. Hasta que te salvaron.
Wriothesley, que sonríe cada vez que lo llamas. Wriothesley, cuyos ojos se suavizan cuando te ve. Wriothesley, que no temió en usar su fortuna para mantenerte. Wriothesley, que te salvó de esa prisión pintada de lujoso pecado, depresión y miseria.
El hombre que llegó al lugar donde trabajabas y se quedó hechizado con tu figura, que casi detuvo una misión para verte un poco más, sentir tu mirada en él mientras bailabas con un traje tan soez. Viendo a través de tus ojos seductores y tu sonrisa caprichosa lo poco que quedaba de una mujer feliz, que buscaba aferrarse a la sugestión como último aspecto verdadero de una personalidad destrozada por las luces rojas y música persuasiva.
Esa noche lo supo, debía sacarte de ese lugar cuánto antes.
El perfume femenino se sentía como humo en tus pulmones, pero era el adecuado para ti, el labial rojo en tus labios y las sombras cuidadosamente difuminadas en tus párpados para que luzcan más bellos eran como se esperaban de alguien como tu, que vestía con poca ropa y joyas asquerosas contra tu piel. Una mujer, un bello trozo de carne que alguien más engulliría hoy.
La puerta se abrió para el caballero de oscuros cabellos, el guardia lo había guiado hacia la recámara de oscuridad tenebrosa. Entró, recibió sus felicitaciones del asqueroso hombre que te miró con una sonrisa repugnante y que después cerró la puerta nuevamente, dejándote indefensa frente a un lobo hambriento. Sonreíste, volviendo a tomar un poco de la seguridad que se supone que tenías como la diva de este maldito lugar.
"Buenas noches, monsieur..." Un tono bajo, como un susurro, bonito y encantador, mezclado con la caricia que diste a tus piernas cruzadas. Sabías quién era el hombre, y precisamente por eso –y porque de lo contrario te castigarían si lo trataban mal– no te permitirse ser nada más que una encantadora bolsa para su semen. Agradecías en silencio que no fuera un viejo otra vez, estabas harta de los vejestorios orgullosos que se hacían llamar hombres entrando por las puertas.
Fue preocupante en un inicio, el caballero no te quitó la mirada de encima pero no se dedicó aa comerte con la mirada, sus ojos no reflejaban sus ganas de arrancarte la lencería de un vibrante color rojo, sino que se mostraba molesto mientras paseaba la vista por el conjunto que tenías puesto. Temblaste, no acostumbrada a cuando te volvió a mirar a los ojos y sonrió compasivo.
"El color no te queda." Habló de lo más calmado, dando algunos pasos hasta atraer la silla que estaba a un lado y dejándote lejos, respetando tu espacio personal cuando se sentó y volvió a mirarte. "Este lugar es muy... pequeño, no parece una buena habitación para ti." Sus ojos analíticos pasearon por toda la habitación, el papel de la pared y la madera del piso, sin cuadros ni carteles de nada, solo una cama, un escritorio y un baño. "¿Vives aquí o me equivoco?"
"Si estamos hoy aquí es porque ha considerado que era el mejor servicio que puede tener, monsieur Wriothesley." Si un hombre deseaba sacar a relucir todos sus fetiches, incluidos los más raros y repugnantes, tendría que usar juguetes especiales que tenían en habitaciones especiales, y claro que un servicio más completo e ilimitado requería una mayor cantidad de mora en los bolsillos del gran señor que te mantenía. Ese no era el plan de Wriothesley, no estaba buscando diversión, no completamente. Wriothesley sonrió y entendió a lo que te referías, suspiró y siguió viendo a todos lados menos a ti en silencio, uno que te estaba atormentando. "¿Se ha estado sintiendo a gusto últimamente, monsieur?"
Preguntaste de manera en la que pretendías estar tranquila, no querías obligarlo a hacer nada y era mejor si era así, pero no entendías la necesidad de pagar por estar una noche con una prostituta y perder tiempo viendo una decoración mundana. Parecía que Wriothesley estaba de acuerdo con tus pensamientos, e incluso parecía que estaba a punto de decir algo pero se quedó aliado mirándote una vez más, otra vez con molestia. "¿Te gusta mucho ese conjunto?"
Es asqueroso, repulsivo, asfixiante y desabrido, querías decirlo pero sabías que no le importaría, reír un poco te ayudaría a sacar el aire que se mantenía incómodo dentro de tus pulmones. "¿No es de su gusto?" Wriothesley sonrió mirándote a los ojos, su mirada iluminada por el sucio rojo de la habitación se notaba cálida a pesar del ardor de todos los colores chillones de la sala.
"Preferiría algo negro en ti, ¿Es de tu gusto?" Wriothesley se levantó por fin de su silla, acercándose a ti con pasos tranquilos y tomando tu mentón para inspeccionar bien tu rostro, soltando ruidos de satisfacción mientras analizaba tus labios y tus mejillas. "Si me lo permitieras podría llenar tu vida de otros colores que no sean este. Violeta, rosa, blanco o negro, si me lo pidieras todo sería tuyo." Su toque era delicado, tanto que te hipnotizó y por un momento olvidaste todo, hechizada por sus palabras. Tal vez eran mentira pero entre cada palabra que caía de su lengua s tus oídos te calentaba el corazón. "No estarías obligada a vestir de esta manera, no te pediría que hagas esto tampoco. Serías una reina a mi lado, mi reina."
"Lo que usted quiere es una esposa trofeo, monsieur." Wriothesley soltó una risa mientras te dejaba caer en la cama, una mano debajo de tu cabeza para que no te lastimarse, otra mano en el colchón para no dejar caer todo su peso sobre ti.
"No, lo que yo quiero eres tú." Te besó, pero a diferencia de besos anteriores que has experimentado no hubo lengua que incomode tu boca, no hubo dientes que choquen con tus labios, solo besos tranquilos y deliciosos, lentos y sensuales que te hacían perseguir sus labios por más. Tus manos lo sostuvieron por sus hombros para que no se aleje, queriendo sentir más del cariñoso acto que te quitaba el aliento con cada caricia en tus labios. "¿Puedo...?"
¿Qué clase de tonterías estaba diciendo este hombre? Que compra a una prostituta y le pide permiso para hacer lo que quería hacer cuando pagó. Aturdida por la frustración, solo asentiste y dejaste que te quitara la ropa, él aún tenía el ceño fruncido y era delicado en sus acciones, quitando tu blusa transparente y revelando tus senos, dándoles una caricia y un beso lento antes de quitar tus medias por el elástico, deslizándolas por tus piernas con cuidado y sosteniendo tus piernas a los lados de su cadera. Cuando quisiste moverte para tomar la botella de lubricante de la mesa al lado de la cama, la mano de Wriothesley te detuvo y besó tu mano.
"Tranquila, yo me encargo de esto." El hombre seguía vestido, lo que te mantenía indefensa ante él, sin contar que sus manos empezaron a delinear tu figura, tus brazos, tu cintura, se estaba esforzando para memorizar tu forma bajo sus manos ásperas y con cicatrices. Sus dedos tomaron tus pezones y jugaron con tus botones con sus pulgares, dando vueltas a sus circunferencias y apretando ligeramente la carne delicada, arrancándote suspiros.
"Si algo no te gusta podemos detenernos." Te miró con cariño, ahora sin molestia en tus ojos, mientras estiraba la tela de tu braga. Asentiste nuevamente, ahora con un murmullo suspirado, y pareció que el ego de Wriothesley creció en ese momento. Te quitó la molesta tela revelando tu intimidad desvergonzada, por extraño que parezca te sentiste demaciado expuesta ante él, pero todo se fue al diablo cuando una de las manos de Wriothesley pasó de tu seno a tus pliegues y pasó delicadamente por tu raja hasta tu clítoris, masajeando los botones de carne con ambas manos en dos zonas distintas que te hicieron soltar un jadeo más alto. Su boca bajó desde tu mejilla hasta tu vientre, dejando tus piernas cómodamente en sus hombros, repartiendo besos como una cascada hasta tu intimidad dónde empezó a lamer y a arremolinar su lengua en ti.
Arañaste la sábana y arrugaste los dedos de los pies, jadeaste por la humedad nueva que estabas descubriendo con su lengua y sus labios besando tu intimidad con hambre, bebiendo todo el líquido que caía por su barbilla y que te enredaba el estómago en una sensación tan exquisita que no pudiste ignorar. Gruñiste el nombre de Wriothesley, lo abrazaste con tus muslos y él fue dichoso de sentir tu miel fluir como un río por su paladar, no se molestó en mojar la sábana de bajo de ti, nada importaba ahora.
"No te puedo pedir que seas mía ahora, pero por favor dame la oportunidad." Amó cada parte de ti, como respirabas con dificultad, tus piernas temblando y deseando más, adoró cuando lo miraste a través de tus pestañas húmedas por tus lágrimas y sonreíste. Ibas a caer, si tenía que ser una ilusión rezabas que fuera eterna, que nunca te rompa el corazón con una verdad amarga si todos los días tendrías algo como esto. Tal vez es amor, pensaste, así se debe sentir estar enamorado, una inmensa felicidad y tranquilidad.
Había pedido permiso y se lo concediste, lo dejaste introducir su polla dura entre tus pliegues, ambos jadearon al sentirse completos, Wriothesley premió tu tranquilidad con más besos dulces y se tomó su tiempo para hacerte el amor entre suspiros y anhelos.
Mientras sus bolas casi entraban profundamente en ti a un ritmo lento pero rudo, los gruñidos del hombre besaban la piel expuesta de tu hombro y mordía delicadamente. Trataba de no hacerte daño mientras te sostenía la cintura con delicadeza, haciendo rodar tu clítoris en sus dedos y meciéndote contra su falo. Wriothesley besó tu clavícula a través de las manchas que dejaban sus labios, chupaba tu piel salada y mojada mientras susurraba frases inentendibles por la dicha de unirse a ti.
La vida no debía ser difícil, no debe estar llena de baches, fluye como el agua de una fuente. Tus noches no deberían pasar entre lágrimas y maldiciones, no deberían tratarte como una pieza en un tablero, sin importancia, destinada a ser abusada y manchada por otros. Estabas destinada a ser amada y mimada, a los ojos de Wriothesley, estabas destinada a vivir una vida honrada y feliz, sonreír todos los días de tu vida y cada noche dejarlo hacerte el amor de manera lenta, empalarte en su polla mientras soltaba más susurros de amor y adoración a ti.
Lo raro no acabó, el cariño no acabó. Cuando ambos estaban saciados por el nuevo tipo de placer que habían encontrado en el otro, no se separaron, él no se vistió y se fue luego de recordarte que fuiste la más hermosa de todas. Wriothesley se preocupó por ti, te ayudó a limpiarte y se quedó a tu lado en la cama, el silencio fue agonizante al inicio pues no sabías qué hacer hasta que empezaste a dormir en su pecho, arrullada por el respirar del hombre y sus brazos que te mantenía caliente. Lloraste una vez más, en silencio, por la felicidad que creías que sería pasajera.
Desde esa noche, todas las mañanas te alegras de despertar perezosamente en los brazos del duque que no te quiere soltar, pasas tus días a su lado vistiendo de los colores del arcoiris pero no el color del infierno, con un anillo con una piedra oscura en tu dedo. Un establecimiento clausurado, una oportunidad junto a Wriothesley y al final tu libertad estaba frente a ti. La libertad que había buscado tu padre, la que había buscado tu madre y la que no pudo encontrar tu yo más joven, ahora resplandecía frente a ti en la figura mortal de un hombre.
English:
Life is difficult, it is full of potholes and it does not flow like water from a fountain. Those were the words your parents repeated to you every day as if it were a divine mantra. Life was about working to not die, doing whatever it took to eat a piece of bread, to ensure that the girl they were raising would not die of hunger or cold. They worked day and night, mending clothes and blankets, shoes and old furniture, everything had to do its job even if it was no longer useful, the clock was a living dead that your father always tried to repair with some rusty tools and the light of a candle that had almost no wax, but always rang on time.
Life was difficult, it was about working to get gas and be able to boil water to make soup, it was about bathing in ice water in the morning and working all day to fall exhausted on a sad mattress on the floor. You learned that from your parents from a young age and you understood, that cold night when a rusty mallet opened your father's skull out of frustration, that his words were very wise. You understood, the day your mother died due to illness and without the availability of medicine, that life was as cold as the water with which you washed your face in the morning, as hard as the floor on which you slept for several nights, you understood that you had to get out of there somehow.
You learned many things in your life, that if you washed your face before going out to sell newspapers you would have a few extra coins, that if you preferred to wear a sleeveless blouse you would have more attention and that could help you eat more than a loaf of stale bread. You understood that by being attractive you could save yourself when a man took you to work in something more "suitable."
Pure shit. A building with extravagant lights and translucent curtains, a luxurious prison where you have been an inmate since you were a teenager. You couldn't complain, you were supposed to, you had a soft bed and food, a roof that wouldn't let the rain or sun make you sick, you had a decent room and bathroom for the first time in your life, and the clothes you wore, even though they were uncomfortable, fitted and luxurious, it was clothing and it was appreciated. For someone who didn't have any of that, it was a blessing that you paid for with a dirty job.
You danced, you sang, you learned to talk and smile even if you were uncomfortable, you learned not to remove the hands that made you tremble with fear, you learned not to scream in pain or fear when they used you as if you were a vulgar hole or a pretty doll to taint.
You cried at the end of each encounter, you did not enjoy any of them, it was all pulls and bites of demons that ripped off your skin, the eyes of the monsters that slept under your bed wanting to take you to hell saw you as a piece of luxurious meat, ready to roast you with disgusting spices and eat you, and throw your bones against the plate so that someone else could clean the dining room where they sinned.
A new day, a shower with ice water and your hair tangled in the mirror, your damaged body was no longer what it used to be when you were preparing to sell newspapers on the dark streets, but a more mature and well-kept figure, exercise and the diet they regulated to keep you attractive combined with the hideous bruises on your legs and neck. You hated them, and you rushed to cover your body with a towel to continue crying one more morning.
Life was sad, cold and lonely. Life would treat you like a piece on a board, unimportant, destined to be abused and stained by others. Until he saved you.
Wriothesley, who smiles every time you call him. Wriothesley, whose eyes soften when he sees you. Wriothesley, who was not afraid to use his fortune to support you. Wriothesley, who saved you from that painted prison of luxurious sin, depression and misery.
The man who came to the place where you worked and was enchanted by your figure, who almost stopped a mission to see you a little more, to feel your gaze on him while you danced in such a vulgar outfit. Seeing through your seductive eyes and your capricious smile what little was left of a happy woman, who sought to cling to suggestion as the last true aspect of a personality destroyed by red lights and persuasive music.
That night he knew, he had to get you out of that place as soon as possible.
The feminine perfume felt like smoke in your lungs, but it was the right one for you, the red lipstick on your lips and the shadows carefully blended on your eyelids to make them look more beautiful were as expected from someone like you, who dressed scantily. Disgusting clothes and jewelry against your skin. A woman, a beautiful piece of meat that someone else would gobble up today.
The door opened for the dark-haired gentleman, the guard had guided him into the chamber of gloomy darkness. He walked in, received his congratulations from the disgusting man who looked at you with a disgusting smile and then closed the disgusting door again, leaving you defenseless against a hungry wolf. You smiled, regaining some of the confidence you were supposed to have as the diva of this damn place.
"Good night, monsieur..." A low tone, like a whisper, pretty and charming, mixed with the caress you gave to your crossed legs. You knew who the man is, and precisely for that reason –and because otherwise you would be punished if you treated him badly– you were not allowed to be anything more than a charming bag for his semen. You were silently grateful that he wasn't an old man again, you were sick of proud geezers who called themselves men walking through the doors.
It was worrying at first, the gentleman did not take his eyes off you but he did not dedicate himself to staring at you, his eyes did not reflect his desire to tear off your vibrant red lingerie, but rather he seemed annoyed as he looked around. for the outfit you were wearing. You shivered, not used to when he looked back into your eyes and smiled sympathetically.
"The color doesn't suit you." He spoke as calmly as possible, taking a few steps until he attracted the chair that was on one side and leaving you far away, respecting your personal space when he sat down and looked at you again. "This place is very... small, it doesn't seem like a good room for you." His analytical eyes roamed the entire room, the wallpaper and the wood of the floor, no pictures or posters of anything, just a bed, a desk and a bathroom. "Do you live here or am I wrong?"
"If we are here today it is because you considered it to be the best service you could have, Monsieur Wriothesley." If a man wanted to bring out all his fetishes, including the strangest and most disgusting ones, he would have to use special toys that were kept in special rooms, and of course a more complete and unlimited service required a greater amount of mora in the pockets of the great lord that kept you. That wasn't Wriothesley's plan, he wasn't looking for fun, not entirely. Wriothesley smiled and understood what you meant, he sighed and continued looking everywhere except at you in silence, one that was tormenting you. "Has he been feeling at ease lately, monsieur?"
You asked in a way that meant you were calm, you didn't want to force him to do anything and it was better if that was the case, but you didn't understand the need to pay to spend a night with a prostitute and waste time looking at mundane decorations. It seemed like Wriothesley agreed with your thoughts, and it even seemed like he was about to say something but he just stood there looking at you once again, again with annoyance. "Do you really like that outfit?"
It's disgusting, repulsive, suffocating and tasteless, you wanted to say it but you knew he wouldn't care, laughing a little would help you get out the air that remained uncomfortable inside your lungs. "Isn't that to your taste?" Wriothesley smiled looking into your eyes, his gaze illuminated by the dirty red of the room felt warm despite the heat of all the bright colors in the room.
"I would prefer something black on you, is that to your taste?" Wriothesley finally got up from his chair, approaching you with calm steps and taking your chin to inspect your face well, letting out satisfied noises as he analyzed your lips and cheeks. "If you allowed me, I could fill your life with colors other than this one. Violet, pink, white or black, if you asked me, everything would be yours." His touch was delicate, so much so that he hypnotized you and for a moment you forgot everything, enchanted by his words. Maybe they were a lie but between every word that fell from his tongue your ears warmed your heart. "You wouldn't be forced to dress this way, I wouldn't ask you to do this either. You would be a queen by my side, my queen."
"What you want is a trophy wife, monsieur." Wriothesley let out a laugh as he dropped you onto the bed, one hand under your head so you wouldn't hurt yourself, another hand on the mattress so he wouldn't let his full weight fall on top of you.
"No, what I want is you." He kissed you, but unlike previous kisses you've experienced there was no tongue to bother your mouth, no teeth to collide with your lips, just calm and delicious kisses, slow and sensual that made you chase his lips for more. Your hands held him by his shoulders to keep him from moving away, wanting to feel more of the affectionate act that took your breath away with each caress on your lips. "Can I...?"
What kind of nonsense was this man talking? That he buys a prostitute and asks her permission to do what he wanted to do when he paid. Dazed with frustration, you just nodded and let him remove your clothes, he was still frowning and delicate in his actions, removing your sheer blouse and revealing your breasts, giving them a caress and a slow kiss before removing your stockings by the elastic, sliding them down your legs carefully and holding your legs to the sides of his hips. When you wanted to move to grab the bottle of lube from the table next to the bed, Wriothesley's hand stopped you and kissed your hand.
"Don't worry, I'll take care of this." The man was still dressed, which kept you defenseless before him, not to mention that his hands began to outline your figure, your arms, your waist, he was trying hard to memorize your shape under his rough and scarred hands. His fingers cupped your nipples and played with your buttons with his thumbs, circling their girths and lightly squeezing the delicate flesh, drawing sighs from you.
"If you don't like something we can stop." He looked at you lovingly, now with no discomfort in your eyes, as he stretched the fabric of your panties. You nodded again, now with a sighed murmur, and it seemed like Wriothesley's ego grew in that moment. He removed the annoying fabric revealing your shameless intimacy, strangely enough you felt too exposed to him, but everything went to hell when one of Wriothesley's hands moved from your breast to your folds and delicately passed along your slit to your clit, massaging the flesh buttons with both hands in two different areas that made you gasp louder. His mouth went down from your cheek to your belly, leaving your legs comfortably on his shoulders, spreading kisses like a waterfall to your intimacy where he began to lick and swirl his tongue in you.
You scratched the sheet and wrinkled your toes, you gasped at the new moisture that you were discovering with his tongue and his lips kissing your intimacy hungrily, drinking all the liquid that fell down his chin and that entangled your stomach in a sensation so exquisite that you couldn't ignore. You growled Wriothesley's name, you hugged him with your thighs and he was happy to feel your honey flow like a river through his palate, he didn't bother to wet the sheet under you, nothing mattered now.
"I can't ask you to be mine now, but please give me the chance." He loved every part of you, how you were breathing hard, your legs shaking and wanting more, he loved when you looked at him through your eyelashes wet with your tears and smiled. You were going to fall, if it had to be an illusion you prayed that it would be eternal, that it would never break your heart with a bitter truth if every day you would have something like this. Maybe it's love, you thought, this is what being in love must feel like, immense happiness and tranquility.
He had asked for permission and you granted it, you let him insert his hard cock between your folds, you both gasped as you felt complete, Wriothesley rewarded your tranquility with more sweet kisses and took his time making love to you between sighs and longings.
As his balls nearly entered you deep at a slow but rough pace, the man's grunts kissed the exposed skin of your shoulder and bit gently. He tried not to hurt you as he gently held your waist, rolling your clit on his fingers and rocking you against his phallus. Wriothesley kissed your collarbone through the stains left by his lips, he sucked on your salty and wet skin while he whispered incomprehensible phrases for the joy of joining you.
Life should not be difficult, it should not be full of potholes, it flows like water from a fountain. Your nights should not be spent in tears and curses, you should not be treated like a piece on a board, unimportant, destined to be abused and stained by others. You were destined to be loved and pampered, in Wriothesley's eyes, you were destined to live an honest and happy life, smile every day of your life and every night let him make love to you slowly, impale you on his cock while he let out more whispers of love and adoration of you.
The strangeness didn't end, the affection didn't end. When you were both satiated by the new kind of pleasure you had found in each other, you didn't separate, he didn't get dressed and left after reminding you that you were the most beautiful of all girls in that night. Wriothesley worried about you, he helped you clean yourself and stayed next to you in bed, the silence was agonizing at first because you didn't know what to do until you began to sleep on his chest, lulled by the man's breathing and his arms that held you. kept you warm. You cried once again, silently, for the happiness that you thought would be temporary.
Since that night, every morning you are happy to wake up lazily in the arms of the duke who does not want to let you go, you spend your days at his side wearing the colors of the rainbow but not the color of hell, with a ring with a dark stone in your finger. A closed establishment, an opportunity with Wriothesley and in the end your freedom was in front of you. The freedom that your father had sought, that your mother had sought, and that your younger self could not find, now shone before you in the mortal form of a man.
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Analizando y divagando sobre Foolish con su familia, porque… si:
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Desde casi el inicio del server se nos dejó claro que al tótem-tiburón le costaba hallar palabras para describir o mostrar sus emociones. En sus propias palabras “I’m not good with Words” Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo no solo fue aprendiendo de su familia sino que fue adoptando su forma de amar, por así decirlo.
Para entender mejor a su personaje creo que es necesario conocer algo de su historia ya que al final del qsmp se insinúa que su pasado en otros servers es parte de su historia (y por eso recuerda a Bad). En el pasado c!Foolish se isolaba a sí mismo mucho, construía cosas perdurables porque a diferencia de todo lo demás estas duraban más pero no tenían alma, no podían ser amadas solo admiradas y quizás por eso tampoco le importaba si desaparecían eventualmente. (Btw Disculpen si esta información no es del todo exacta) Él fue utilizado por las personas a su alrededor muchas veces, fue herido y por eso solía depositar una ligera confianza en ellos. Al final, lo único que le quedó fue quedarse con alguien que también lo lastimó solo porque no había nadie más alrededor.
Foolish era un solitario, no tuvo a alguien a quien poder decir esas palabras o al menos no sentir el deseo de querer hacerlo y no personas que se lo mostrarán y dijeran cada que podían; luego conoció a su familia.
Leo siempre se despedía como “Tú eres el bestie bestie”, que entendía Foolish cuando Leo le decía eso? Quizas comprendió que le decía que lo amaba por sobre todos? Y por eso era el mejor para ella. O cuando Foolish decia pequeño… él aprendió eso de su familia también? Leonarda siempre se refirió a sí misma como pequeña, pero además; desde el inicio Vegetta también llamaba a Foolish pequeño amigo o “my little friend” Que entendía Foolish? Entendía que era algo precioso? Entendía familia? Incluso al final, llego a llamar a Leo pequeña, “más pequeña que nunca” él lo volvió su forma de decirle a Leo que la quería.
El adapto la palabra y la re-significó para mostrar sus emociones.
Leo fue también la que lo ayudó a ser más vulnerable con sus emociones, a ponerlas en palabras que si bien no eran estrictamente un te amo mostraba que Foolish ya podía empezar a describirlas para alguien.
Y lo mismos pasó con bestie bestie. El último día él llamo a Vegetta “tú eres bestie bestie” con un tono el cual yo no puedo definir bien, pero cuando Vegetta respondió que él era su “bestie bestie more” Foolish jadeo. (Esto no soy yo sobre analizando, es así por una razón) Que fue lo que le dijo a Vegetta con esas palabras? Que entendió Foolish? Nótese además que lo dijo el último día que vería a Vegetta, sintió quizás que no lo volvería a ver después de ese día?
Quizás sintió que el mundo se acababa y por eso sintió la urgencia de decir todas las cosas que antes no pudo decir.
Y en ese sentido quizás los arrepentimientos de Foolish era que esperó, él ESPERABA por sus ambiciones de escalar de rango, a su familia cuando no estaban cerca, y el poder decir sus sentimientos… quizás se arrepentía de haber pensando que habría más tiempo.
“Love is great”
No existía una palabra suya que pudiera ser usada como un te amo. Aprendió de ellos, ellos le enseñaron a amar. Le mostraron amor y por una vez Foolish lo acepto todo y se permitió amar de una forma que jamás en el pasado había sucedido. Su forma de amar es ahora la que ellos le enseñaron.
Y ahora sin embargo podríamos hablar de frases que Foolish dijo a lo largo como “always juntos”, “we are written in the stars” frase que definió a su familia y también de:
“I couldn’t ask for anything better” Es una frase que pertenece a Foolish y que guardo para Vegetta. Foolish quien no podía irse sin decirle que agradecía todo
Y quien no conoce su historia probablemente no puede saber…
Porque al inicio Foolish se frustraba un poco cuando no podía entender porque Vegetta era tan amable, porque cuando Foolish escogió a Vegetta no estaba seguro de que él sería correspondido y Vegetta lo escogió también. Porque Vegetta quiso esperar al último huevo algo que Foolish aceptó y así obtuvieron a Leo quien fue su hija adorada y una de sus mayores compañías, porque luego Vegetta traería a Roier, porque le dio muchas cosas. Porque su más grande y memorable aventura en la isla inicio cuando fue emparejado con un constructor por un ticket y juntos formaron una familia con huevo y un hijo tonto.
Y no podía jamás pedir nada mejor.
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y respecto a Roier… digamos que “segundo favorito” era un te quiero tonto.
fin del análisis :D
#qsmp analysis#q!foolish#q!vegetta#qsmp vegetta#qsmp foolish#qsmp leonarda#qsmp roier#Familia brown de Luque#Supongo que algo de fooligetta#Primer análisis largo#Tal vez un día analice las otras frases#Quizás porque otros han hecho análisis más detallados y mejores
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Detrás del depredador - König Híbrido!Oso x lectora [Medieval AU]
Eres una plebeya de familia numerosa, tu vida es de lo más tranquila como lo puede ser para alguien de tu estatus. Hasta que una de las tantas mañanas en las que sales de tu hogar para recolectar frutos de los arbustos en lo más profundo del bosque una flecha atraviesa tu brazo. Tu no lo sabes, pero el dueño es el príncipe König , un híbrido bestia/oso, quien te tomara como su esposa, aunque no lo quieras así.
Capitulo 1!
Capitulo 2! << Siguiente aqui
Contiene: diferencia de edad, perversión, könig Yandere, konig Mayor, Diferencia de altura, obscenidad, dub-noncon, könig posesivo, daño/consuelo, violencia típica del canon, dime si me olvide de alguno.
Si este tipo de contenido no es de tu agrado ignóralo y sigue con tu camino
König es un príncipe, dentro de lo que cabe, un candidato para ascender al trono de su padre, es inestable en todo sentido, fue a batallas desde muy joven,. vió morir a sus hermanos y hermanas mayores, al nunca destacar de entre todos ellos nunca fue bien recibido por su padre, incluso ahora, siendo el único vivo junto a un hermano mayor suyo, a könig nunca le interesó el trono en lo absoluto y su incompetencia para generar descendencia lo hacía un candidato inepto ante ojos de todos.
Cualquier mujer que era enviada a sus aposentos siempre era rechazada y en el mayor de los casos, ellas mismas se negaban a ir a su lado, sin importarles ser decapitadas por rechazar a un príncipe, describen la sensación de estar a su lado como perturbadora y aterradora, un monstruo lleno de rencor y frustración.
Su padre se rindió en intentar conseguir un nieto de su parte y se limitó a suponer que su locura lo mataría.
Por su parte König se mantiene aislado en su habitación cuando está de visita en el castillo de su padre y no en su provincia, salía ocasionalmente para cabalgar por el bosque o cazar alguna pobre criatura que servirá como trofeo. Un príncipe impredecible por naturaleza, no existía retrato alguno suyo en ninguna parte que indicara cómo lucía detrás de esa espeluznante máscara que siempre usaba fuera de su habitación y quizás también dentro de ella. Habían rumores por todo el pueblo incluso dentro de la servidumbre del mismo palacio, <<'tal vez se desfiguró la cara en alguna batalla' 'él mismo intentó arrancarse su rostro en un arranque de ira' o 'es demasiado feo y vergonzoso para querer mostrarse al público'>>
Nadie preguntaba realmente, eran chismes a voces susurradas. Tampoco es que a König le importará demasiado la poca indiscreción del pueblo y los sirvientes, tarde o temprano ocurriría un terrible accidente que solo afectaría a los que tenían la lengua suelta y confiada.
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Recién amanecía en el reino, normalmente el ambiente era helado por las noches, aun recién saliendo el sol se sentía la suave brisa helada de todas las mañanas, könig disfrutaba el paisaje tranquilo cuando el sol se ocultaba, el silencio era acogedor y las luces cálidas del pueblo también lo eran.
Dió un suspiro cansado, separó su mirada de la ventana y contempló el cuerpo inerte de aquella mujer extraña para él, con marcas de asfixia alrededor de su cuello, estaba harto, no es que odiara la idea de pasar una buena noche,...solo no así, en lugar de encender sus más profundos deseos, solo se frustra más al presenciar a otra persona frente a él, ver sus inútiles intentos de cotejar y al final rendirse con nerviosismo.
La noche anterior su hermano le regaló una de sus esclavas porque en sus palabras 'Ya tengo demasiadas mujeres en mi harem, es hora de que tengas una propia' con arrogancia y un toque humorístico que claramente le ponía los nervios de punta.
Su hermano mayor sabía perfectamente que él odiaba tener contacto de cualquier tipo con la gente, tenía suficiente con tener que acudir a algunas reuniones del consejo, discutir política y estrategias de guerra. König sabía perfectamente que atrae la atención de todos, hasta cierto punto ayudaban a alimentar su ego, pero tiene totalmente metido en la cabeza que no depende de la aprobación ni la alabanza para saber lo que vale, es un hombre de casi 40 años, le gustaría decir que la edad trae madurez, pero su hermano mayor es una prueba de que no siempre es así.
A pesar de ser el hijo menor de su madre, König tiene la complexión más robusta entre todos sus hermanos, sumado a su gran tamaño era una bestia contenida en un cuerpo de hombre. literal y figurativamente. Su madre era una humana, pero tanto su padre, como sus antepasados y gran parte de sus hermanos, eran híbridos/oso. Cómo su escudo lo indicaba.
Gracias a su físico bien formado se unió a temprana edad al ejercicio, ascendiendo con esfuerzo y determinación. Antes era algo más emocionante hasta cierto punto. Ahora. Incluso su puesto como líder de la guardia real era fastidioso, batallar con los jóvenes era una astilla en la uña del dedo. Siempre quejándose, seres pequeños, débiles, queriendo demostrar ser algo que claramente no son, ya que no fueron tan inteligentes para ser maestros cultos ni tan estúpidos para ser ladrones mendigos; Esos estúpidos jóvenes no estaban hechos para la guerra, pero según las exigencias él debía cambiar eso, estaba a cargo de sus vidas y con ello la de todo el reino. Podría quebrar sus huesos cuanto quisiera para forjarlos como verdaderos hombres. La única parte medianamente reconfortante, podría dejarlos sin un brazo y costillas rotas durante los entrenamientos y nadie diría nada, ya que él es el que manda. Jefe.
König volvió en sí, identificando que había estado mirando al vacío durante algunos minutos, Una ligera sonrisa se formo en su rostro, al notar que había dos sirvientes arrastrando el cuerpo de aquella joven inconsciente fuera de su habitación con la cabeza gacha, casi arrodillados, era de esperarse, todos sabían que quien mirara su rostro perdería los ojos y la lengua. No había una razón en particular para ocultar su rostro, le gustaba mantenerse bajo el anonimato y así causar más terror en las demás personas, eso le divertía, ver sus cuerpos temblorosos del pavor.
La puerta de su habitación se cerró con lentitud, la sonrisa de su rostro se borró cuando escuchó unos pasos aproximándose.
— Apropos Teufel.
Exhaló con irritación, tomando la máscara a su lado y colocándola en su lugar nuevamente, dejando solo a la vista sus ojos color azul rey, fríos como el hielo, casi inexpresivos. Cuando los pasos se hicieron más pesados supo que su hermano estaría furioso después de ver a aquella criada inconsciente, arrastrada por los sirvientes.
Un empujón fuerte retumbó por todo el pasillo y la habitación. Ahí estaba él, su hermano mayor, Alexander, Con su cuerpo tenso, el ceño fruncido, esa característica media sonrisa arrogante y narcisista típica suya. Se quedaron viendo unos momentos, hasta que Alexander apartó la mirada, inspeccionando la cama, estaba totalmente ordenada, su ceño se frunció aún más, no había encontrado lo que buscaba.
— Eres realmente quisquilloso König
Gruñó con diversión, claramente no le importaba una mierda aquella esclava, solo quería hacerlo pasar un mal rato.
— ¿Ni siquiera esa puta extranjera fue capaz de mover tus entrañas?. Eres fuerte, yo no la hubiera dejado de follar hasta el amanecer.
König se quedó ahí en silencio, desviando la mirada de su hermano, levantando su gran figura lejos de la ventana, dirigiéndose a la puerta.
Alexander se tensó , flanqueando su compostura despreocupada de antes, con esa tonta sonrisa.
König se detuvo a solo unos centímetros de distancia, mirando a Alexander desde arriba, la diferencia de tamaño era abismal entre ambos, posiblemente genética, o por la ansiedad de könig que le provocaba un hambre insaciable de pequeño, más los duros entrenamientos y castigos físicos a los que su padre lo sometia por ser un bebé llorón que no salía nunca de detrás del vestido de su madre, buscando protección y consuelo.
Inclinó su cabeza hacia abajo, tomando el hombro de Alexander con una de sus enormes manos llenas de cicatrices, estrujando la carne, músculos y huesos debajo de ella. Se acercó lo suficiente para susurrar a su oído.
— Merezco algo mejor que una esclava, es un trofeo que no me gane por mis propios medios.
Soltó con arrogancia y severidad, disfrutando de la impotencia que su hermano mayor estaba experimentando. Era bien sabido que Alexander nunca estaba presente en las guerras, siempre dirigía desde la comodidad de su carpa, könig era quien se encargaba del trabajo sucio, comandar y pelear por sus tierras. Alexander Solamente era solapado por su padre, un poco hombre de más de 50 años que solo se encargaba de firmar uno que otro papeleo en su provincia, tenía todo asegurado en la vida. Era débil. Y König disfrutaba al recordarselo de manera indirecta, como moviendo un cuchillo en círculos sobre la misma herida, abriendo más la carne y haciéndolo sangrar sin matarlo por completo.
König dejó de hacer presión en el hombro de Alexander al escuchar algunos quejidos de dolor, y el rostro de su hermano al rojo vivo, seguramente había dejado moretones que no se quitarían hasta después de una semana. Le dio una ligera reverencia a Alexander, lo rodeó y salió de la habitación, dejándolo con un sabor agridulce en la boca. Ante todo era su próximo rey.
König caminó por los pasillos con normalidad, con orgullo, toda la semana había sido una mierda, el regreso de la guerra lo dejó con adrenalina en su sistema, deseaba sacarlo, Incluso considero aceptar a aquella esclava dentro de su cama, pero toda curiosidad por saber acerca de ello callo por los suelos, al ver a esa mujer con una sonrisa arrogante en sus labios, juzgandolo descaradamente con la mirada, sin una pizca de decencia en su ser, se acercó incómodamente a él sin preguntar, tocándolo y dejando rastros de su saliva en su clavícula. Asqueroso. A König le pareció repugnante, pero decidió hacerlo divertido, al menos para él.
Tomó a la mujer del cuello y apretó ligeramente, la mujer gimió tan fingidamente que le revolvió el estómago, incluso sintió lástima por ella.
Sonrió debajo de la máscara y apretó más fuerte. La mujer sonrió incómodamente, jadeando por el aire. Pero König no se detuvo, siguió fortaleciendo su agarre alrededor de su cuello, mirandola indiferencia; la mujer entró en pánico, dejando de sonreír, desapareciendo esa fachada de confianza que tenía hace unos segundos. Se retorció, arañó con fuerza y pateó, todo inutil, incluso comenzó a llorar mientras su rostro pasaba de un rojo a un morado por la falta de aire. Y se desmayó.
Él deseaba el toque de una mujer, realmente lo hacía, tuvo una que otra 'experiencia' cuando era más jóven, un aventura corta con alguna plebeya de los reinos que visitaba en incluso algunas nobles, pero todo acabó más temprano que tarde, se volvió parte de la guardia real, tenía más deberes encima, no recordaba la última vez que había tocado a una mujer.
Ahora cruzaba por los mediados de sus 30, era viejo, sin hijos, comenzó a odiar el contacto con los demás después de pasar años rodeado por viseras, excremento y huesos. Cada vez que estaba cerca de alguien no paraba de recordar la piel putrefacta, roída por los gusanos ,el terrible olor que desprendían los cuerpos enemigos cuando eran quemados.
En casi el final de su largo camino hacia los establos, König escuchó pasos acercarse a él, nunca bajaba la guardia, y a veces lo odiaba, tal vez así sus oponentes serían más interesantes.
Siguió caminando, necesitaba cabalgar un poco, tal vez cazar un venado para disminuir el estrés y divertirse.
— Señor.
Espetó su compañero de armas más cercano, Krueger.
— Kruger.
Murmuró de manera formal, girándose con las riendas de su caballo ya en mano
— Nadie me informó que saldría a cabalgar, hubiera ordenado que alistaran su caballo.
— No pensaba hacerlo
— Disculpe?
— Acompáñame.
Ordenó con una leve sonrisa, caminando al lado de su corcel hacia la salida del establo.
Krueger se quedó ahí unos segundos, solo pensando, dió un suspiro pesado medio divertido y alistó su propio caballo también, no regresarian en un buen rato, no hasta que su señor descargará toda su frustración en las pobres criaturas del bosque. Y él estaría ahí para evitar que se lanzará por el acantilado más cercano. Sin él.
Las cabalgatas con el príncipe/líder könig consistían en guardar silencio, contemplar el alrededor, disfrutar el paisaje, pero no lo suficiente para bajar la guardia por completo. König disfrutaba el silencio, estar lejos de las personas, lejos de su padre moribundo y su hermano.
Pero nunca , nunca podía faltar un trofeo de esa expedición, odiaba sentir que había perdido el.tiempo, aunque así fuera. Debía regresar por lo menos con un venado, o un jabalí atravesado y desangrado gracias a sus flechas.
Esta vez no sería la excepción, su padre seguramente morirá en unos pocos días, debía llevar algo bueno para la ceremonia.
König permaneceria como líder de sus tropas, era experimentado y fuerte. No podrían reemplazarlo de ninguna manera pero si lo llegaran a intentar, deberían estar listos para un baño de sangre. Alexander no deseaba poner en contra de sí mismo a sus guerreros y las tropas, no quería provocarlos, al menos no era un completo idiota como para hacer una estupidez de esa magnitud, pensó könig.
Todo estaba medianamente silencioso, a excepción de los pájaros y el viento chocando contra toda superficie..... Y algo más.
Se escuchaban pisadas ligeras y movimientos sutiles entre los arbustos, un animal debía estar escondido, könig preparó su arco y sus flechas. Disparó.
Un venado salió despavorido de entre los arbustos, comenzando a correr, con una rasgada en el lomo que probablemente causó su flecha disparada a ciegas. Inmediatamente Krueger y König comenzaron a cazar a la criatura, definitivamente era una buena presa para la ocasión, y sería suya.
El venado brinca, se escabulle y esquiva las flechas, la naturaleza de esa parte del bosque era frondosa y lúgubre, hasta cierto punto inquietante, su suelo era irregular, siendo un poco complicado seguirle el paso al animal.
La persecución los llevó a un claro rocoso lleno de arbustos con frutos pequeños comestibles.
Finalmente lograron alcanzar al animal, König apuntó con su arco y flecha, con el caballo en movimiento y disparó de nuevo. La cercanía fue tal que la flecha atravesó el cuello matando al animal y siguiendo su camino con gran velocidad.
No esperaba escuchar un chillido tan agudo después de presenciar que el ciervo caía al suelo con el cuello perforado, pero lo hizo, hubo un grito, una persona. Krueger y él se quedaron en silencio al escuchar los gemidos de dolor y angustia mezclados con pequeñas maldiciones. König se quedó ahí en su caballo, krueger por su parte desmontó y caminó hacia los arbustos sin vacilación alguna, observo a la criatura por unos segundos, mientras sollozaba para después tomar su brazo y arrastrarla fuera de su escondite.
Konig miro la situación en cámara lenta, tu pequeña figura fue arrastrada para que él te pudiera ver mejor, no podías hacer mucho para negarte, solo te quejabas mordiendo tus labios y lengua, estabas sufriendo, eso era obvio pero eso le hizo sentirse emocionado. Excitado.
Se Quedó totalmente petrificado, mirando tu cuerpo tembloroso y llorosos, con una flecha atravesada en tu brazo izquierdo, estabas sangrando, te examinó de arriba abajo, tu cuerpo, eras demasiado pequeño en comparación suya, en realidad todos lo eran, si así eras de pequeña en comparación a su forma humana se imaginaba lo diminuta que serías con él en su forma más animal; despreciaba a los seres más débiles hasta cierto punto, pero viéndote a ti sintió que debía mantenerte y cuidarte, protegerte. Su mirada se detuvo unos instantes sobre tus senos, luego entre tus piernas y volvió a subir su mirada.
Mirabas el suelo, intentando ocultar tus lágrimas de dolor, forcejeando débilmente contra el agarre de Krueger. Solo se escuchaban pequeñas súplicas saliendo de tus labios temblorosos, buscando consuelo y ser liberada.
— ¿Qué demonios?
Se escucho entre tus tantos murmuros y maldiciones mientras levantabas la mirada para identificar a el idiota que había enterrado una jodida flecha en tu brazo.
Tan pronto como tus ojos llenos de lágrimas enfocaron la enorme figura frente a ti las palabras se quedaron atoradas en tu garganta, tus labios se secaron como si hubieras pasado sin agua varios días.
Un gigante. Montado en su caballo color negro como la noche, vestía como hombre de la alta sociedad con toques barbaros, armadura, piel de animal sobre su espalda, postura imponente y.... Oh. Una máscara perturbadora.
— Carajo
Lograste maldecir en un murmullo.
— Cuida tu lenguaje
Exige aquel gigante con la voz severa, pero con una pizca de elegancia que, reafirmaba tu teoría, debía ser un hombre con una gran educación, a pesar de ser tan aterrador. Mandó un escalofrío por todo tu sistema, e inmediatamente cerraste la boca y desviaste la mirada hacia un lado, buscando no ser irrespetuosa, por más encabronada que estés y quién se halla equivocado fuese aquel gigante, en el fondo sabías que podrías tener consecuencias peores.
Gracias al miedo y adrenalina casi habías olvidado por completo la flecha en tu brazo, la miraste de reojo y el dolor comenzó de nuevo a invadirte, regresando las lágrimas que picaban tus ojos para salir.
könig estaba teniendo un ataque de ansiedad, una sensación que pensó que había superado, agradece llevar la máscara, o seguramente se notaría su frustración y el nerviosismo al tensar su mandíbula; apretó los estribos de su caballo, mirando tu pequeña y figura patética desviando la mirada ¿Porque lo habías hecho? ¿Era tan horrendo a tu mirada que ni siquiera podías verlo? Él podría perdonar tu falta de cuidado al hablar, pero no perdonaría que no lo mires cuando claramente está exigiendo tu atención. no lo perdonaría. Te daría un castigo. Con una buena excusa.
Bajó de su caballo en un abrir y cerrar de ojos, le bastaron tres pasos para llegar hasta donde estabas, tomar la flecha que llevabas en el brazo y quebrarla a la mitad, sin sacarla, eso te hizo abrir la boca para protestar y dar un grito desgarrador, pero antes de eso puso su mano en tu boca, para ahogar tus demandas, y te alzó en brazos.
No planeaba dejar a una criatura tan vulnerable y débil como tu en ese lugar, para empezar, ¿Porque estabas ahí? No tenías más de 24 años, tus ropas estaban desgastadas. Tan expuesta a que una bestia como él te viera y tomará como su pequeño juguetito nuevo, uno que se encargaría de usar a la perfección y con cuidado(tal vez).
Lloriqueaste contra su mano en tu boca durante unos momentos, las lágrimas caían por tus mejillas, y eso lo hacía sentir aún más extraño, un calor doloroso se formaba en su entrepierna, el deseo de tomarte ahí mismo, y provocar tus llantos aún más.
Pero no era lo suficientemente animal(aún) como para tomarte ahí inmediatamente , podría esperar; tu herida podría infectarse y estarías muerta al anochecer, no quería eso.
Regresó a su caballo y lo montó, contigo en brazos, liberando por fin tu boca, ya no llorabas ni gritabas, solo dabas pequeños suspiros temblorosos, el dolor fue tal que te desmayaste.
El simplemente no pudo evitar sentirse aún más extraño, te veías casi adorable, tu nariz y mejillas teñidas de rosado, acompañado de tu ceño ligeramente fruncido por el dolor, quería ver que otra caras eras capaz de hacer, específicamente debajo de él.
— Señor, Tengo el ciervo...... Ya es hora de irnos.
Se escuchó a krueger hablar en algún lugar, König estaba demasiado hipnotizado memorizando tus rasgos que fue suficiente para que Krueger haya recogido el cadáver del ciervo y montarlo en el caballo.
— ja... Gut, vamonos.
Murmuró apartando finalmente la vista de tu rostro y parte de tu cuerpo, tomando las riendas y emprendiendo el regreso al castillo.
Su bestia interior estaba ansiosa por salir a la luz, quería probarte, su pequeño trofeo, el mejor de todos.
A/N: Sinceramente, siempre he querido encontrar este tipo de fanfic con König, ¡y lo he hecho! Pero no parece haber ninguno en mi lengua materna, así que aquí estamos. Los reblogs me ayudan muchísimo para que pueda crear más contenido, ¡muchas gracias por leer!
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Ups! (Juani Caruso)
—˚ ˖ ୧ ¡Holi! Este es uno de mis primeros escritos acá en Tumblr y sobre uno de los chicos del cast de lsdln, so, espero que les gusté <3.
—Otra cosa, no soy de Argentina, por lo que una disculpa que no llegue a ser 100% perfecto.
Desde que la película de Bayona, La Sociedad De La Nieve, había triunfado siendo nominado a los Oscars, los Premios Latino y más. Las entrevistas que habían estado teniendo el cast de dicha película también fue ganando popularidad y yéndose al estrellato.
Y justamente tu novio que pertenecía al cast, también se había ganado un puesto muy alto y popular. No podías estar más contenta, pareciendo a veces que te encontrabas mucho más emocionada que Juani.
Por supuesto que sabías de los streams que hacía Juani durante las tardes y que a veces invitaba a medio cast de la película o solo a pocos de ellos.
Te llevabas de maravilla con el cast, por lo que nunca tuviste ningún problema en charlar con ellos cuando eran invitados por Juani.
Habías aprendido a vivir con los Tweets que hacían sus fanáticas, ¡incluso te reías de algunos! Aunque tampoco mentirías que algunos te dejaban con un mal sabor de boca cuando coqueteaban o intentaban "robarse" a tu querido novio, sabías que al final de cuentas era pura joda, pero aún así los celos lograban sacar algo de ti en ocasiones.
Pero fuera de eso.
Cuando sacó su primera canción que fue "PORÁI" te hizo chillar por la letra y todo lo demás que tenía. Te había encantado. Aún recuerdas lo que te había dicho antes de que sacara la canción al mundo entero.
"—Agradecé que sos una de las primeras en escuchar esto. — Te había dicho, con su rostro ahuecado en la curva de tu cuello, observando con atención tú reacción."
"—¡Ay, Juani! ¡Me encanta! Ya me puedo considerar tu fan número uno. — Le respondiste, totalmente emocionada después de haber escuchado semejante obra maestra."
Ese es uno de tus recuerdos favoritos, además de que el videoclip que había sacado de la canción te hizo enamorarte aún más de lo que ya te encontrabas del argentino. ¿Cómo no amarlo?
Siempre habías estado atenta de las siguientes canciones que estuviera haciendo, incluyendo la más reciente, "Hasta Cuando".
Ya habías empezado a sospechar de lo que trataría el videoclip de dicha canción, especialmente por la vestimenta de vaquero que había usado últimamente él y Agustín.
Ese último te había escrito diciendo que fue sobornado pagado con algodón de azúcar y unas don satour.
Lo que no te habías esperado era levantarte a las 10:00 a.m, abrir Twitter y que lo primero que te apareciera fuera una foto de tu queridísimo novio Juani, posando de lo más tranqui con los boxers a plena vista.
TODO era -es- perfecto en la foto; sus rulos, su sonrisa, pie inclinado, manos.. Hasta que te fijaste en su trasero y caíste en cuenta minutos después que se le veía media nalga.
Y no era la primera vez que vieras una vista así de tu novio, foto o no, simplemente que te sorprendió a casi ocasionarte un paro cardíaco y derrame nasal por esa foto.
¡Y Juani no te había dicho nada respecto a una foto así!
Por lo que lo primero que habías hecho luego de ver esa foto, además de guardarla en tu galería, fue llamar a Juani para exigir respuestas sobre esa foto y cómo es que medio fandom suyo la tenía y tú no.
Dos pitidos sonaron en tu teléfono hasta que el argentino te contestó la llamada, con un tono de voz somnoliento que indicaba que se había despertado hace muy poco.
—Amor, ¿qué pasa? Son las diez de la mañana apenas y llamas un finde.. — Te dijo el argentino, soltando un bostezo al final de su oración. Cosa que te pareció tierna.
—Juan Ignacio Caruso, ¿podrías explicarme por qué medio fandom tuyo tiene una foto tuya mostrando casi que media nalga?
Soltaste sin más, con las mejillas ardiendo a millón, intentando reprimir con todas tus fuerzas ese chillido que tanto te caracterizaba y salía de ti cuando algo te emocionaba o veías algo que amabas, y no podías reprimir esa emoción.
Los segundos de silencio fueron suficientes para hacerte saber que el argentino estaba procesando tus palabras antes de que la sangre se acumulara en sus mejillas.
—Ah.. ¿No te había mostrado esa foto a vos? — Comentó, fingiendo demencia el muchacho.
Casi podías hacerte un facepalm, pero no lo hiciste, de tan solo pensar en la cara penosa y vergonzosa de Juani hizo que soltaras una pequeña risita que se escuchó al otro lado de la línea. Provocando mariposas en el estómago de Juani.
—Pa' la próxima envíame esa foto a mí primero. — Comentaste, antes de desviar la conversación a otro lado con tu recién despertado novio.
ᶻ 𝗓 𐰁ִ⊱ Sé que fue corto, pero fue lo primero que salió de mi y en el poco tiempo que tenía para escribir algo jkdsajk
Espero que lo hayan disfrutado, veré si logro hacer escritos también para los otros chicos del cast. Aunque diré que quizás hayan más de Juani porque este lugar necesita más de juani y tmb cosas en español
Si quieren pedir algo, ¡pueden hacerlo! Solo diré que Tumblr es un sitio nuevo para mí así que quizás tome tiempo hacer sus pedidos y en leerlos.
Sin nada más que decir, ¡bye!
#juani caruso x reader#fran romero x reader#lsdln cast x reader#lsdln fanfic#lsdln x reader#lsdln cast#lsdln imagine#fanfic#fic#soft#juani caruso#juan ignacio caruso#★. Milky ৎ#x reader#fem!reader
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Ey, hola! Espero que se encuentren bien, aquí estoy con algo nuevo y de temática Yandere con nuestro damphir favorito.
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Advertencias: menciones de desnudes, tocamientos no deseados, se hace mención de actividades +18 o adultas llegando al final de la lectura, Yandere Alucard, esto es ficción, no consientas estos actos en la realidad.
Título: Por los siglos de los siglos.
Resumen: Harto de vivir solo durante tantos años, Alucard decidió tomar a la pobre alma que había llegado a él, buscando ayuda, sin saber que buscar su ayuda, tendría como pago ser su compañera amada por el resto de los siglos.
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Dormir juntos se sentía tan pacífico, como una unión que no se podía describir, incluso después de hacer el amor sentir la piel del otro y el aura que desprendían por estar juntos era lo más placentero. Era una conexión única e indescriptible.
Pero…
Su unión no era como la clásica amorosa, dónde ambos se amaban tan fieramente, se entregaban sus vidas y almas en un juramento lleno de amor y fiereza por estar unidos.
No era como la de sus padres.
La amaba tanto que su amor parecía una locura, una obsesión enfermiza y despiadada. Oscuro.
Alucard la quería con él, quería eso que tuvieron sus padres y amigos, aún después de vivir por muchos años y ver y conocer a tantas personas, estar solo no era maravilloso, ver las paredes del gran castillo era desesperante, él quería ver una nueva cara, sentir la compañía de alguien más, anhelaba tener intimidad con quién debería de ser su amante y sentir la felicidad juntos. Daría todo por, incluso, hacer las actividades más domésticas que hay en la vida.
Sin embargo, atormentado por sus demonios internos, la desesperación y el deseo que tanto pedía, lo llevó a meterte en su casa y volver su cautivo; fuiste tan inocente al confiar en él y no darte cuenta de sus intenciones profundas. Solo querías su ayuda para salvar a tu pueblo del acecho de unos vampiros, ¿Quién iba a decir que buscar su ayuda, tendría como pago ser su compañera amada?
Sometida a sus deseos, ahora debías dejarle tocarte y amarte. El misterioso Alucard que había salvado innumerables veces al mundo, que hacía su deber por compasión y acto de amor a su madre perdida, había resultado ser diferente al de las historias que se contaban de generación en generación.
Llevando una de sus manos a tu mejilla, te hizo salir de tus pensamientos.
“Te amo, cariño, tú… ¿Tú me amas?”
Y aquí era donde tenías que responder a sus sentimientos, forzosamente.
“Sí, te amo.” Un amor de mentira, obligado. Sus ojos brillaron con deleite al oír tu respuesta.
Sabía que tus palabras no eran reales, pero ¡Qué felicidad y placer encontraba, cuando le decías lo que quería escuchar!
“E-Espera…” Trataste de detenerlo, en cuanto él se acercó a ti y te volvió a encerrar entre sus brazos y el colchón de la cama.
Sus labios bajaron a su cuello, besando, lamiendo y alabando los chupetones que había dejado horas antes, los filosos colmillos rasparon la piel delicada que encontraban, sus grandes manos llegaron a sus pechos, cubriendo la carne suave y sintiendo como se endurecen esos pezones dulces que tanto ama, no podías evitar los suaves suspiros que dejabas escapar, Alucard sonrió, sabía cómo sacarte gemidos.
“Por favor, no… estoy cansada.”
“Por favor, sí.” Sus ojos brillaron con peligrosidad y supiste que no podías pararlo. Él ya estaba duro y dispuesto a tomarte. La punta dura y caliente pinchando sobre tu ombligo.
Sus facciones se volvieron completamente vampíricas provocando temor, las palabras finales de él firmando tu destino.
“Déjame amarte por el resto de los siglos.”
#yandere castlevania#yandere alucard x reader#yandere adrian tepes#alucard castlevania x reader#adrian tepes x reader
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hola y buenos días,tardes o noches tengo una pregunta como sería la reacción de sedena (o las demás organizaciones de seguridad) ante una situación como la de la historia de la plaga de la ira? Si no es mucha molestia señorita senig
(Si no sabes que es en Youtube estan los vídeos originales)
es que es uno de mis EAS Scenerio favoritos y se me hizo interesante saber la reacción de ellos y amo tus dibujos <3
Alv...
Me puse a ver el video completo de la plaga de la ira y realmente sentí mucho dolor por el triste final y agradecida que sea una historia.
Y pues por el final, no me da mucha esperanza con nuestros 3 representantes Norte, Centro y Sur... Es como cuando Sur dejo morir a la tierra mexicana cuando su hermana murió y ya no había ni rastro de Centro, dejando un basto océano entre USA y Guatemala y Belice.
Así que aquí una pequeña narración...
___________________________
(Situación toque de queda)
-Señor...¿Qué hacemos?- Algunos soldados estaban rodeando el Zócalo intentando proteger a los integrantes del interior, SEDENA estaba en una encrucijada, pues la plaga del virus había avanzado rápidamente. Ante su único ojo, el representante del Sur, estaba frente a ellos con la enfermedad en estado avanzado.
SEDENA observaba como Sur intentaba aun luchar con la enfermedad, pero era evidente que era doloroso para el, por lo cual su pregunta fue lanzada a su único jefe, México Centro.
Desde el Zócalo Centro observaba a su hermano, Norte en sus pies le suplicaba que capturaran a Sur y que buscaran ayuda para el, pero que no mataran a su hermano, Centro dudoso ante la situación no podía elegir algo para hacer felices a todos, apretando sus mano entre puños y sintiendo grandes dolores de cabeza.
Abajo los soldados seguían matando a los civiles contagiados, pero todos evitaban a Sur, no podían matar a alguien tan importante, no podían matarlo frente a los ojos de sus hermanos.
-Señor...-SEDENA miro hacia donde estaba Centro, pero Sur empezó a moverse, sus movimientos eran erráticos y pareciera que su alma ya dejo este mundo, gritos de dolor era lo que se escucho al moverse.
El mundo para Centro fue lento, entre su hermano enfermo y su hermana llorando, no podía pensar mas opciones.
-abran fuego...-su susurro lo hizo soltar lagrimas- ¡ABRAN FUEGO!-Y así policía militar quien lo tenia en blanco al representante del Sur, lo miro por ultima vez y para el dijo ''Adiós, descansa en paz'', y así un ultimo disparo hizo desaparecer a Sur, escuchando de lejos los gritos de norte.
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(Ataque al presidente)
-Hermano...no llores, hiciste lo mejor que pudiste, hicimos lo mejor que pudimos...así que no llores.-Centro estaba parado afuera de un domo, donde Norte yacía acostada, Centro lagrimeaba aun si su mirada era fría, norte estaba muriendo, despues del ataque que sufrió el presidente, Norte tambien fue afectada.
La secretaria de salud, lloraba por no poder encontrar una cura para la amable representante, que parecía ser la única que podía controlar todo, pero la infección terminaba dañándola mas que ella curándola.
Centro agacho la cabeza, y cerro los ojos, solo para escuchar a Norte decirle ''Gracias por tu esfuerzo y trabajo'' Y así dejan morir a Norte, y a un centro, solitario y una mirada decaida.
Centro camino fuera del lugar, intentando una vez mas crear un plan para este triste e infernal momento, pero poco a poco, los que lo rodearon, y los soldados perdieron la esperanza.
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(Señor...Ten piedad de nosotros.)
-Eduardo...-SEDENA junto a otros integrantes militares, estaban alejados de su gran líder, que aunque parecía estar tranquilo, su mirada estaba lleno de un vacío, todo rastro de fuerza y esperanza, se habían ido junto a su ya fallecidos hermanos.
-Hicieron un gran trabajo, me corresponde a mi como su líder liberarlos para que puedan irse de aquí, nuestra antigua nacían a caído, los demás países nos han abandonado, pero ustedes junto a otros representantes aun pueden vivir en paz en otro lugar.
-¡NO LO ABANDONARESMO!- Grito la secretaria de relaciones exteriores, que era sujetada por MARINA.
-Es una orden, todos aquí presentes han sido fieles a mi en cada momento y lucha, seria doloroso para mi llevarlos conmigo a la desgracia, aun mas con las perdidas que tuvimos.
-Pero Señor...-Centro detiene a SEDENA, con una mano levantada.
-Pero solo les pediré a todos ustedes, un ultimo trabajo, antes de que me vaya, no me queda mucho tiempo y quería cortar cabezas antes de morir, pero no podre, así que les pidiere un ultimo trabajo.
Todos miraron con a Centro, si su líder quien si lucho por toda su gente para intentar ganar esta guerra contra un virus les pedía un ultimo favor antes de su muerte, todos ellos, escucharon atentamente su petición.
-Quiero que traigan a todos esos traidores aquí, quiero a todos esos partidos políticos que se cambiaron de bando para irse a otro pais, y quiero que vayan a Asia del Sur y maten de la manera mas dolorosa posible a quien trajo esta enfermedad, no quiero contagios, no quiero que esto se expanda, pero si quiero al quien la creo o quien sea que tenga esto. Todos ustedes ya conocen los síntomas, serán de ayuda en otros paises por si alguien mas expande esto, este es mi ultimo deseo.
Centro empezó a desvanecerse, por fin despues de años sufriendo, y viendo y viviendo en tragedia, es libre, junto a todas las organizaciones que el creo a su lado, saludando a la bandera y cantando el himno nacional.
Así centro sonríe y una lagrima cae de su rostro, diciendo adiós a este mundo.
___________________
Y así es como termina, iba a hacer un dibujo, pero lo hare en otro momento TvT mas porque estoy llorando.
No se si esto es lo que querías, pero espero y te guste VwV
Y muchas gracias por seguirme y espero seguir dándoles hermosos dibujos a futuro
💚🤍❤️
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