#nos vemos en la marcha muchachos
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"yo voy a la uba hace años y nunca hubo papel higiénico ni luz ni nada" so you agree? que la universidad pública está subfinanciada?
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nos vemos en la marcha muchachos??
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El Tigre y el Dragón - Capítulo 29. Okashira
Rurouni Kenshin
El Tigre y El Dragón
Wingzemon X
Capítulo 29 Okashira
Nagasaki, Japón 01 de Agosto de 1878 (Año 11 de la Era Meiji)
Ver la ciudad desde el barco fue una cosa. Caminar por sus calles, ver los edificios, las personas de cabellos y ojos claros con facciones europeas, los escaparates con vestidos y atuendos extranjeros… Todo ello era un mundo nuevo para Kenshin Himura y sus acompañantes. Sí, en Tokio también podías ver algunas de esas cosas, o en Yokohama un poco más. Pero Nagasaki se percibía realmente diferente. Era impresionante y hermoso, pero también… un poco agobiante.
Misao era sin lugar a duda de los más impresionados con todo ello, especialmente por haber vivido casi toda su vida en la vieja y tradicionalista Kyoto. Pero no era el momento ni el lugar para dejarse llevar por dicha emoción. Tenía una misión clara que cumplir ahí, y tenía que comportarse como la okashira que era y demostrar su madurez; en especial delante del señor Aoshi, siendo esa la primera misión que ambos desempeñaban juntos desde… bueno, desde siempre, quizás.
Una vez que se alejaron un poco del tumulto de gente en el puerto, encontraron una plaza un poco más despejada en la que pudieron sentarse en un par de bancas y para poder tranquilizarse y pensar mejor, al tiempo que comían algunos dangos (al menos Kaoru, Yahiko y Misao sí). La kunoichi había traído consigo las instrucciones que Okina les había dado para hacer contacto con la red de información local de los Oniwabanshu; escritas en el código secreto que sólo ellos conocían, por seguridad. No era mucho, en realidad; básicamente un lugar y un nombre, y poco más.
—De acuerdo a Okina, los Oniwabanshu de Nagasaki tienen su base en un restaurante por la zona norte de la ciudad —informó Misao despacio, pero con el suficiente volumen para que todos en su grupo la oyeran.
—¿Una cubierta como la del Aoiya? —Comentó Kaoru con curiosidad, estando sentada a su lado en la banca. Mientras lo pronunciaba, se encontraba al mismo tiempo masticando la mitad de uno de sus dangos.
—Es probable. Okina dijo que debíamos preguntar por un tal Chinai Mogatari, que es un viejo conocido de él de la época en la que estaban apostados en el Castillo Edo.
—Si es un viejo amigo del anciano, esperemos que no se haya muerto ya —señaló Yahiko con tono pesimista.
—¡Cállate!, ¡irrespetuoso! —Le respondió Misao malhumorada. Aunque, siendo honesta, esa era una preocupación que ella también tenía—. Será mejor que el señor Aoshi y yo hagamos solos el primer acercamiento —indicó al tiempo que guardaba de nuevo el papel con las instrucciones dentro de su atuendo—. Si son tan reservados como creo, se sentirán inseguros si vamos todos.
—Está bien —asintió Kaoru—. Nosotros conseguiremos hospedaje para esta noche. Nos reuniremos en dos horas aquí mismo, ¿les parece?
Todos parecieron estar de acuerdo con el plan, así que se dispusieron a ponerse en marcha.
—Muchas gracias por su apoyo con este tema, a ambos —pronunció Kenshin antes de que se separaran, ofreciéndole tanto a Misao como a Aoshi una pequeña reverencia de gratitud—. A pesar de las notas del señor Nishida, necesitamos contar con la mayor información posible para localizar la base de Shougo Amakusa y sus seguidores, y saber qué es lo que han estado haciendo todo este tiempo en estas tierras.
—Cuenta con nosotros, Himura —respondió Misao con entusiasmo, asintiendo—. No te preocupes por nada.
—No sé si esto les sirva de algo —escucharon que comentó de pronto Sanosuke, llamando su atención—, pero quizás ayude.
Antes de que pudieran hacer algún cuestionamiento, Sanosuke le arrojó algo a Misao con rapidez, lo cual la ninja se apresuró a atrapar en el aire con una mano. Sostuvo el objeto delante de ella para verlo de cerca, y de paso que todo los demás también lo hicieran: era un medallón plateado con un símbolo en él, unido a lo que parecía ser parte de un collar roto de cuentas moradas.
—¿Y esto qué es? —cuestionó Misao, confundida.
—No lo sé, pero me parece que le pertenece a una de las seguidoras del tal Amakusa —contestó Sanosuke, mientras miraba hacia un lado como si le apenara de alguna forma pronunciar aquello en voz alta.
Ciertamente aquella afirmación dejó un tanto desorientados a sus compañeros.
—¿Y tú de dónde sacaste eso? —Inquirió Yahiko con desconfianza, y eso no hizo más que empeorar un poco más el ánimo de Sanosuke.
—¡Ese no es asunto tuyo! —Le respondió el peleador de malagana, y entonces se alejó unos cuantos pasos de ellos, dándoles la espalda.
Eso hacía todo incluso más raro.
Misao inspeccionó con más cuidado el medallón, en especial el símbolo grabado en él. No tardó mucho en reconocerlo.
—Este símbolo es el mismo que estaba en la espalda de la primera víctima en Kyoto, y en la carta de la segunda. Definitivamente debe tener una relación con el tal Amakusa.
—Okina mencionó que fue usado por los cristianos durante el Shogunato para ocultar el símbolo de su cruz —indicó Kenshin, haciendo un poco de memoria—. Es probable que este nuevo movimiento haya tomado dicho símbolo como su estandarte o identificación. Si los Oniwabanshu de Nagasaki han visto a más personas portando alguno parecido, es probable que pudieran identificar a los seguidos de Shougo Amakusa.
—De acuerdo, se los enseñaré —mencionó Misao, guardando el medallón entre sus cosas—. Toda pieza de información puede ser útil.
—Sólo no lo pierdas, comadreja —masculló Sanosuke, virándose hacia ella ligeramente sobre su hombro—. Me gustaría regresárselo a su dueña si es posible…
—¿Y eso por qué te interesa tanto? —volvió a inquirir Yahiko, igual de suspicaz que antes—. Estás actuando muy sospechoso.
—¡Que no es tu asunto!, ¡¿no oíste?! —Le volvió a gritar Sanosuke, y se alejó unos pasos más.
De nuevo, eso lo hacía todo más raro.
En efecto su amigo Sano estaba actuando raro, pero eso no era precisamente sólo de ese momento. Desde el día del eclipse en Kyoto, en el cual se desapareció toda la tarde sólo para reaparecer el Aoiya hasta la noche todo empapado, parecía haber estado pensativo o distraído con algo. ¿Tendría algo que ver con ese medallón?
Toda esa plática pareció a final abrumar, o quizás aburrir, a Aoshi pues en ese mismo momento comenzó a caminar en la dirección en la que se suponía se debían de haber ido desde hace algunos minutos.
—Andando, Misao —fue la única indicación que dio secamente, continuando con su avance sin detenerse. Quizás ya no quería perder más el tiempo.
—¡Sí! —Respondió Misao con apuro, y se movió rápidamente para poder alcanzarlo—. ¡Nos vemos más tarde, chicos! ¡No se metan en problemas!
—Ustedes también tengan cuidado —exclamó Kaoru, despidiéndoles con un movimiento de su mano.
—¿Y por qué habríamos de meternos de problemas? —musitó Yahiko, sintiéndose un parte un poco ofendido.
— — — —
Tras separarse de Aoshi y Misao, Kenshin y los otros comenzaron a caminar hacia la calle principal, en busca de alguna posada en la cual pudieran pasar al menos esa noche. Su búsqueda, sin embargo, había resultado un poco más complicada de lo previsto, pues de entrada les era un poco difícil identificar cuál de esos edificios podría ser un lugar de hospedaje, una tienda o un restaurante. Y además de ello, el par de lugares que habían identificado como lo que buscaban, listaban en su parte exterior unos precios por noche al menos tres veces mayores a los que estaban acostumbrados, por lo que Kaoru se apresuraba casi de inmediato a si siguieran avanzando sin mirar atrás.
Su travesía no tardo en aburrir a algunos de sus acompañantes, además de despertarles poco a poco otras necesidades.
—Tengo hambre —masculló Sanosuke con tono de fastidio mientras avanzaban por la calle—. Si ya vamos a pasar la noche aquí, deberíamos de aprovechar y comer algo de comida occidental, ¿no creen?
—Nada extravagante como eso —respondió Kaoru, sonando como una reprimenda—. Tenemos un presupuesto limitado, y debemos guardar la mayoría para el barco a Shimabara.
—¿Dices que vinimos hasta acá y no comeremos de la comida que comen los extranjeros? —masculló Yahiko molesto—. ¡Vamos, Kaoru! ¡¿Cuándo volveremos a venir aquí otra vez?!
—Te recuerdo que no estamos aquí por placer —le respondió su maestra al muchacho, mirándolo con severidad.
—De todas formas no podemos hacer nada hasta que la comadreja y Shinomori regresen. ¡Esto es lo más cerca que estaremos en alguna ocasión de una ciudad occidental! ¡Hay que disfrutar un poco! ¡Miren! —Señaló Yahiko a un local más adelante en su camino—. Creo que eso de allá es un restaurante, ¡vamos a ver qué sirven!
Y sin esperar la confirmación de sus amigos, el joven estudiante de kendo comenzó a correr apresurado calle arriba hacia el lugar que había captado su atención.
—¡Yahiko!, ¡no corras! —Exclamó Kaoru con enojo—. Ese niño…
—No lo regañes, Kaoru —intervino Kenshin, como siempre con una postura mucho más relajada. Alzó entonces su mirada, contemplando un poco pensativo su alrededor—. La verdad yo también estoy impresionado de lo mucho que ha cambiado este sitio en estos años…
El sonido de las ruedas de un carruaje, seguido por el relinchar de los caballos, sacaron al espadachín de sus pensamientos, y jaló de inmediato la atención de los tres adultos hacia el frente. Un carruaje se había acercado con velocidad moderada por una calle perpendicular a la suya, y estuvo a sólo un segundo de arrollar de frente a Yahiko. El muchacho, a pesar de que en un inicio iba corriendo distraído y concentrado en lo suyo, su arduo entrenamiento le había agudizado los sentidos lo suficiente para reaccionar y saltar hacia atrás, aunque su aterrizaje fuera menos glamuroso al caer de sentón al suelo. Pero al menos había esquivado de manera efectiva un peligro inminente.
—¡Yahiko! —Exclamó Kaoru alarmada, y de inmediato se le aproximó corriendo, seguida por detrás por sus dos amigos.
El chofer del carruaje, un hombre rubio vestido con un atuendo militar, jaló las riendas de los caballos con fuerza para hacerlos parar, haciendo que el carruaje se detuviera de golpe, y de seguro haciendo que cualquiera que fuera adentro se sacudirá un poco.
—¡Ten más cuidado, mocoso! —Le gritó el chofer en un idioma que Yahiko no comprendió en lo absoluto, pero por su tono intuyó que le estaba recriminando de alguna forma.
—¡Oiga!, ¡fue usted el que…! —Intentó defenderse el muchacho, pero sus palabras fueron interrumpidas cuando su maestra desde atrás le dio un fuerte zape en su cabeza con su mano abierta.
—¡No digas nada que tú fuiste el que salió corriendo sin fijarse! —dijo Kaoru molesta, pero Yahiko no estaba de acuerdo con el regaño.
—¡Pero él iba demasiado rá…!
Antes de que pudiera decir más, Kaoru lo tomó de la cabeza y lo obligó a agacharla, haciendo ella lo mismo a su lado como señal de disculpa.
—Discúlpenos, por favor —susurró la joven en voz baja, esperando que aquel hombre claramente occidental pudiera entenderla, pero por su cara se volvió evidente que no era así.
Notaron entonces como una de las puertas del carruaje se abría, y de su interior surgía la figura de su ocupante.
—No, no, por favor —pronunció una voz gentil, esta vez en japonés aunque aún con un marcado acento. La persona que había bajado era también un extranjero, de estatura mediana y robusto, de cabello y bigote rubios, y ojos muy claros. Se apoyó al bajar en un bastón que en realidad no parecía necesitar del todo. Se volteó hacia ellos y les sonrió ampliamente mientras pronunciaba, aún en japonés—: Nosotros somos los que debemos disculparnos. Creo que íbamos demasiado rápido y debimos tener más cuidado con los transeúntes.
Repitió lo mismo ahora en su idioma, o al menos les pareció que fue lo mismo, pero dirigiendo su atención hacia el chofer del carruaje, que agachó su cabeza apenado, y pronunció justo después en voz baja lo que parecía ser una disculpa (aunque claramente no hacia el chico que casi arrollaba).
El hombre rubio se aproximó entonces hacia Yahiko y Kaoru, agachándose justo delante del muchacho.
—¿Te encuentras bien, niño? —Le preguntó con seriedad—. ¿No te golpeaste ni lastimaste nada?
—No, creo que no… —susurró Yahiko muy despacio, mirando confundido a aquel hombre—. Kaoru, este hombre extranjero habla japonés muy bien. ¿No es eso extraño?
—¡No seas grosero! —Le reprendió su maestra, dándole un zape más en su cabeza. Pero sí, ciertamente a ella también le sorprendía lo bien que ese hombre hablaba su idioma.
—Usted es… —oyeron en ese momento a Kenshin pronunciar a sus espaldas. Kaoru y los otros se viraron de inmediato hacia él, notando como el pelirrojo observaba atentamente al extranjero con seriedad—. Es el Dr. Elsten, ¿no es cierto? —añadió tras un rato de meditación.
El hombre rubio lo miró de regreso, al inicio al parecer un poco extrañado porque aquel individuo haya pronunciado su nombre. Lo observó detenidamente por unos segundos, quizás intentando descifrar si acaso lo conocía de algún lado, y la respuesta no tardó mucho en iluminarlo.
—¿Señor Himura? —Pronunció asombrado, poniéndose de nuevo de pie—. Es usted el señor Himura, ¿no es así? ¡Qué increíble sorpresa! No ha cambiado ni un poco en diez años.
—Lo mismo digo, doctor —le respondió Kenshin justo después, ahora sonriéndole con bastante más amabilidad.
Aquella situación había tomado un giro extraño que había sacado de balance a Kaoru, Sanosuke y Yahiko. ¿Acaso Kenshin conocía a ese hombre…?
— — — —
Aoshi y Misao tuvieron que cruzar casi media ciudad para encontrar el sitio que buscaban. Para su sorpresa, y mayor comodidad, esa parte de Nagasaki, más apartada del puerto y la calle principal, se percibía como un barrio más convencional de cualquier otra ciudad de Japón como Tokio o Kyoto. La arquitectura de los edificios les resultaba más familiar, y había bastante menos occidentales, y perduraban más los atuendos más tradicionales de Yukatas, Kimonos y Hakamas.
Una vez que llegaron a aquella zona, no les fue muy difícil encontrar el lugar que buscaban. El local se encontraba sobre una calle concurrida y amplia, donde había otros similares a su alrededor. El edificio era grande, de dos pisos, y sobre la entrada principal colgaba un amplio cartel con letras negras grandes que nombraban el sitio como: “Restaurante Sanada.”
—Sanada… —Pronunció Misao en voz bajo al leer aquel cartel. Revió de nuevo las instrucciones de Okina en su mano, y aunque no venía listado como tal el nombre del restaurante, la dirección y las indicaciones concordaban—. Debe ser aquí. Que nombre tan inusual para un restaurante, ¿no le parece, señor Aoshi?
—No es al azar —fue la única respuesta seca y directa de Aoshi, aunque no lo suficientemente explicativa para la joven kunoichi.
—¿Eh?, ¿a qué se…? —Intentó preguntarle, pero en ese momento un par de personas salieron bastante alegres por la puerta, y justo después Aoshi comenzó a caminar sin más al interior del establecimiento.
—Ten los ojos bien abiertos a cada momento —le indicó por último antes de entrar. Misao se apresuró entonces a alcanzarlo dentro.
El interior del restaurante era amplio, como su exterior indicaba. Y en esos momentos parecía estar al tope de su capacidad, pues a donde quiera que los dos ninjas veían había gente en las mesas, comiendo y charlando animadamente. El sitio estaba lleno de ruido y olores, y los meseros con trajes coloridos corrían de un lugar a otro atendiendo a cada cliente con apuro.
—Esto está muy concurrido —murmuró Misao para sí misma. Al parecer a los Oniwabanshu de Nagasaki les iba mejor que a los de Kyoto en lo que respectaba a su medio de subsistir público. ¿Quizás deberían mejor haber reconstruido el Aoiya como un restaurante?
Mientras pensaba en todo eso, percibió por el rabillo del ojo que una de las meseras se les aproximaba por un costado.
—Bienvenidos —los saludó efusivamente. Era una chica de quizás unos veinte años, cabello café oscuro que llevaba sujeto en dos colas, una a cada lado de su cabeza. Sostenía en sus manos una bandeja, y usaba el mismo colorido uniforme que los demás—. En estos momentos estamos un poco llenos como pueden ver. Pero una mesa se acaba justo de desocupar, así que déjenme llevarlos a ella.
—En realidad estábamos buscando… —intentó Misao explicarse, pero la mujer pareció no escucharla y de inmediato se giró y comenzó a andar entre las mesas. Aoshi la siguió sin chistar, por lo que Misao hizo justo lo mismo.
La mesera los llevó hacia una mesa amplia casi en el mero centro del local.
—En un momento más los atenderé —dijo la joven—. La especialidad de la casa es el cocido de carne, de la mejor calidad. Les traeré un poco de sake para comenzar.
Y entonces se alejó en dirección a la cocina, dejándolos solos.
Sin tener muchas más opciones disponibles, ambos ninjas tomaron asiento en la mesa asignada. Aoshi dejó sus espadas apoyadas en el suelo, pero bastante cerca de él, y se sentó con sus brazos cruzados y los ojos cerrados. Parecía bastante calmado, aunque eso no era inusual en él. Misao, por otro lado, en cuanto se sentó sus sentidos se pusieron en alerta; lo más alerta que podían estar. Miraba discretamente a cada uno de los meseros de ese lugar. Si ese sitio era realmente una fachada para el Oniwabanshu de esa ciudad, lo más seguro era que todos los trabajadores, o al menos la mayoría, fueran miembros de ésta. Y mientras más los observaba, más se convencía de ello, pues todos seguían moviéndose entre las mesas, caminando, fluyendo a su alrededor, como el movimiento constante de un río… rodeándolos, estando en perfecta sincronización para que siempre hubiera alguien bloqueando sus rutas de escape, y al menos uno mirara en su dirección a todo momento…
Los tenían atrapados.
—Señor Aoshi… —susurró Misao despacio como una pequeña advertencia.
—Lo sé —pronunció Aoshi sin abrir sus ojos ni alzar su cabeza; a Misao no le sorprendió ni un poco que él también se hubiera dado cuenta—. Estamos en su territorio en estos momentos. No pierdas la calma y sigue su juego.
Misao asintió levemente, e intentó sentarse lo más relajada posible. No tenía por qué temer, después de todo. No estaban rodeados de enemigos, sino de colegas Oniwabanshu; protectores y guardianes de la paz. De seguro sólo estaban tomando sus precauciones, antes de estar seguros de quienes eran y cuáles eran sus intenciones. Era sensato e inteligente de su parte. Sólo debía ser un poco más paciente.
Tras unos minutos, la misma mesera de hace unos momentos volvió, pero ahora traía consigo una bandeja más pequeña en donde trasportaba una botella blanca de sake frío, y dos pequeñas copas.
—Aquí tienen —dijo la mesera, mientras colocaba una copa enfrente de cada uno—. Espero les guste, es de nuestra mejor colección.
—Estamos buscando a Chinai Mogatari —pronunció Misao rápidamente sin perder tiempo—. Un amigo en común nos dijo que podíamos encontrarlo aquí.
—¿Chinai Mogatari? —Repitió la mujer, como si aquel nombre no sólo le resultara desconocido, sino incluso incomprensible—. Lo siento, no me suena familiar… Pero igual puedo preguntar entre mis compañeros para ver si alguien lo conoce.
Aquella respuesta le pareció un tanto evasiva a Misao. Pero de nuevo, quizás seguían manteniendo sus reservas hasta estar seguros.
—Permítame servirle, señor —indicó la mesera justo después, tomando la botella de sake y comenzando entonces a verter poco a poco el líquido transparente en la copa localizada justo delante de Aoshi.
En cuanto el sake tocó la copa, Misao percibió algo que le dejó helada por unos momentos. Estaba muy disimulado, y apenas logró darse cuenta, pero estaba segura de que no era su imaginación.
«¿Qué está haciendo?» Pensó confundida, debatiéndose entre advertirle o no al señor Aoshi. Pero si ella lo había percibido, era seguro que él también.
Justo cundo la mujer terminó de servir, y antes de que lograra alejarse del todo, Aoshi extendió rápidamente su mano hacia ella, tomándola firmemente de su muñeca. La mesera pareció alarmarse por esto.
—El olor a sake casi siempre enmascara bien el aroma de los somníferos potentes —susurró Asohi despacio, mirando a la mujer con severidad—. Pero no es muy útil con personas que han entrenado y agudizado sus sentidos como nosotros. Pero eso ya lo sabías, ¿o me equivoco?
En efecto, el sake estaba adulterado. Para el olfato o gusto de una persona convencional hubiera pasado totalmente desapercibido. Pero para Misao y Aoshi se volvió bastante evidente en el momento…
¿Estaban intentando dormirlos? ¿Por qué…?
La mesera miró a Aoshi totalmente confundida, e incluso un poco asustada. Sin embargo, no hizo intento de forcejear para liberarse, o siquiera de dar alguna explicación. Y su estado de ánimo sólo duró unos segundos más, antes de que todo su semblante cambiara abruptamente. Su mirada amistosa de hace unos momentos se volvió astuta, y sus labios se curvearon en una amplia sonrisa de extraña satisfacción. Parecía de pronto ser una persona totalmente distinta.
—Debía comprobar que era quien mis informantes decían —indicó la mujer con tono sagaz—. Pero no esperaba menos de Aoshi Shinomori, okashira del grupo ninja que protegía en Castillo Edo. ¿O debería referirme a usted mejor como… el asesino y traficante de opio, Aoshi Shinomori?
Aquel repentino comentario destanteó apenas un poco a los dos ninjas de Kyoto, pero fue lo suficiente para que alguien tomara ventaja. Sin que pudieran ver con claridad de dónde venían, dos bombas de humo cayeron abruptamente sobre la mesa delante de Misao y Aoshi, y una gruesa neblina blanca los cubrió en sólo un segundo. En toda la confusión Aoshi sintió como aquella mujer se soltaba de su agarre, y luego percibió su silueta alejándose entre el humo.
Debían reaccionar rápido. Sin titubear tomó las espadas del suelo, se paró y de inmediato sus oídos percibieron la cercanía de algo acercándose, pero no directamente hacia él. De inmediato pateó la mesa con un pie para elevarla en el aire, atrapándola con una mano, y entonces la sostuvo justo a un lado de la cabeza de Misao para protegerla. Las cinco agujas delgadas que iban directo a la cabeza de la joven se clavaron en la tabla.
«Dardos con más somníferos» concluyó el shinobi. Estaban dejando muy claras sus intenciones.
—¡¿Por qué nos atacan?! —Exclamó Misao, confundida pero también molesta.
Aoshi la tomó en ese momento de un brazo, y la jaló hacia un lado para salir de la cortina de humo con un largo salto, antes de que algún otro proyectil los sorprendiera. Una vez que sus pies tocaron de nuevo el suelo y su visión fue completa, fueron conscientes de la situación que los rodeaba. Y ésta, sin embargo, resultó ser aún peor de lo que creían…
Estaban totalmente rodeados, pero no sólo por los meseros sino por todas las personas presentes en el restaurante. Eran alrededor de cincuenta, tanto comensales y empleados; todos miraban hacia ellos en posición de ataque, y varios de ellos con sus armas en mano listos para ser usadas.
—¿Todos estos individuos son Oniwabanshu? —murmuró Misao sorprendida. Se había fijado en los meseros, pero no pensó que los clientes pudieran ser también ninjas.
Una risa burlona se hizo presente entre la agobiante quietud que se había cernido en aquel espacio, y al segundo siguiente una figura descendió desde el techo, cayendo justo delante de los dos visitantes. Era la misma mujer que se había hecho pasar por su mesera, sólo que ahora empuñaba en una mano una espada corta wakizashi, que sujetaba horizontalmente frente a su rostro.
—¿Oniwabanshu? —Pronunció aquella mujer con sorna—. Hace mucho que dejamos de estar relacionados con ese nombre; desde que el Shogun se rindió y nos abandonó a nuestra suerte. Mi nombre es Misanagi, y soy la okashira del Grupo Ninja Sanada, protectores de Nagasaki. Y los Oniwabanshu no son bienvenidos aquí. Así que será mejor que expliquen sus intenciones de inmediato.
—¿Que no somos bienvenidos? —Pronunció Misao, totalmente confundida por todo lo que escuchaba, sumado a lo que ocurría. ¿Grupo Ninja Sanada?, Okina no les había dicho nada de eso. ¿Y por qué los Oniwabanshu no eran bienvenidos? Nada de eso tenía sentido—. No sé cuál sea su problema, pero nosotros sólo vinimos aquí en busca de apoyo e información. El anciano, Kashiwazaki Nenji, nos envió y nos dijo que buscáramos al señor Chinai Mogatari…
—El señor Chinai hace mucho que dejó este sitio a mi cargo —respondió la chica presentada como Misanagi con brusquedad—. Y aunque estuviera aquí, él tampoco los recibiría de buena manera. Los Oniwabanshu se han convertido en una vergüenza. Los que no son débiles que disfrutan de su vida pacífica y cómoda, se han vuelto perros protectores del nuevo gobierno, o asesinos y sucios traficantes… como usted…
Al pronunciar aquello último su atención se fijó claramente en Aoshi. A pesar de lo que lejos que estas personas se encontraban de Tokio, era claro que de alguna forma se habían enterado de las acciones del antiguo okashira al servicio de Kanryu Takeda. ¿Sería por eso que no confiaban en su presencia en ese lugar? Aunque también se había referido a ellos como débiles, cobardes y perros del gobierno. ¿Acaso se refería a su intervención en el incidente de Makoto Shishio? El gobierno había sepultado todo eso, pero aun así se habían enterado; no cabía duda que su red de información era increíble, quizás mejor que la suya.
—¡Nosotros no somos nada de eso que dices! —Le gritó Misao con molestia—. Y aunque el señor Aoshi haya cometido errores en el pasado, ahora ha enmendado su camino…
—Misao —murmuró Aoshi de pronto, interrumpiéndole. El espía maestro estaba de pie a su lado abrumadoramente tranquilo, y con su mirada estoica fija en esa chica—. No gastes tus energías. No les interesan nuestras explicaciones; estaban dispuestos a atacarnos desde el momento mismo que pisamos esta ciudad.
—Tan listo como dicen, señor Aoshi —murmuró Misanagi con tono burlón—. Serán nuestros prisioneros hasta que decidamos qué hacer con ustedes. Y como no quisieron tomar el camino cómodo de los somníferos, tendrá que ser por la mala. ¡Agárrenlos!
Y ante su orden, todos los demás ninjas se dispusieron a lanzare de uno a uno en su contra.
—¡Maldición!, esto salió peor de lo que esperaba —murmuró Misao con frustración, pegando su espalda contra la de Aoshi—. ¿Qué hacemos ahora?
—Defendernos —respondió Aoshi con firmeza, y de inmediato se dispuso a sacar sus dos espadas de su funda para así hacer justo lo que acababa de indicar.
Eso no era ni de cerca la forma en la que Misao quería que todo eso ocurriera. Pero si no le dejaban más remedio, tendría que reaccionar acorde a la situación. La joven entonces sacó también sus armas ocultas, y se preparó para el combate.
— — — —
Kenshin y el misterioso hombre extranjero comenzaron a hablar animadamente como viejos amigos, y al parecer lo eran. Antes de que Kaoru o alguno de los otros dos pudiera reaccionar o preguntar qué ocurría, el hombre ya les había ofrecido subir a su carruaje y que lo acompañaran a merendar. Kenshin pareció un poco reticente al inicio, pero sus tres amigos claramente tenían mucha hambre, y a Kaoru le seguía preocupando el tema del dinero. Así que con tal de aligerar un poco las cosas, decidió aceptar su amabilidad.
Ya en el carruaje, estando Kenshin y el hombre extranjero de un lado, y Kaoru, Sanosuke y Yahiko del otro, su nuevo amigo pasó a presentarse más formalmente como Sir Karl Elsten. En efecto era extranjero, de Holanda para ser exactos. Pero lo más sorprendente fue cuando les contó cuál era su trabajo ahí en Japón.
—¿Embajador de Holanda? —Murmuró Kaoru con asombro. No conocía del todo la función exacta de un embajador, pero había oído que era un puesto muy importante, como un nexo entre un país y otro.
—Así es —asintió el señor Elsten—, acabo de ser asignado muy recientemente al Consulado Holandés aquí en Nagasaki, como gobernador general. Realmente ha sido muy agradable para mí volver a Japón después de tanto tiempo, y poder contemplar con mis propios ojos esta nueva Era por la que tanto lucharon. Aun así, realmente no pensé encontrarme aquí mismo con usted, señor Himura —añadió virándose hacia el espadachín pelirrojo a su lado—. Había escuchado rumores sobre su desaparición, o incluso su muerte. Me alivia tanto ver que ninguno era acertado.
Lo de su muerte, ciertamente no era acertado. Lo de su desaparición… eso podría llegar a estar abierto a interpretación.
—Pero no lo entiendo, Kenshin —murmuró Sansouke, sonando algo escéptico—. ¿Cómo es que conoces a este extranjero? ¿Qué nos has estado ocultando?
—¿Yo? —Pronunció el espadachín, sorprendido por la acusación—. No creo haber ocultado nada…
—Sanosuke, no seas grosero —le regañó Kaoru en voz baja, aunque casi de inmediato miró hacia Kenshin y el señor Elsten con un ligero rubor de vergüenza en sus mejillas—. Pero admito que yo también tengo un poco de curiosidad de saber cómo conociste a un hombre extranjero tan importante, Kenshin…
Elsten comenzó a reír con bastante fuerza, como si acabara de escuchar una broma de lo más divertida. Aquello alertó un poco a sus acompañantes, aunque al parecer a Kenshin no tanto.
—Descuiden —declaró Elsten una vez que dejó de reír, alzando una mano al frente con señal de calma—. No es una historia tan extraordinaria como podría parecer. Hace unos doce años, yo viajé aquí a Japón como misionero, cuando el Shogunato comenzaba a ser un poco más abierto a la entrada de extranjeros. Durante ese tiempo fui un huésped del señor Katsura en Chosu, y el señor Himura sirvió como mi escolta personal, y me salvó la vida en más de una ocasión. Había bastantes movimientos anti occidentales en aquel entonces que atacaban a cualquiera sin importar sus intenciones. Era una época muy confusa y peligrosa, pero aun así quedé fascinado por este hermoso país, su cultura y su historia. Cuando tuve que volver a casa, me prometí que volvería cuando la nueva Era por la que el señor Katsura y el señor Himura tanto luchaban por crear fuera una realidad.
—Ya veo —exclamó Kaoru, maravillada por tan fascinante historia—. Así que por eso habla tan bien nuestro idioma.
—Ese fue también un motivo por el cual fue más sencillo conseguir el puesto de Embajador —declaró Elsten con tono bromista, que hacía difícil saber si acaso estaba hablando enserio o no.
Kaoru se sentía un poco confundida por todo aquello, y no pudo evitar voltear a ver a Kenshin de reojo. El señor Katsura al que ese hombre mencionaba debía ser Kogoro Katsura, el Realista de Coshu conocido como uno de los Tres Grandes de la Restauración Meiji. ¿Kenshin servía a sus órdenes? Claro, pensándolo en retrospectiva tenía sentido con todo lo que ya sabía de la leyenda de Battousai el Destajador. Pero esta historia con respecto a cuidar de un misionero holandés en aquellos tiempos… eso era parte del pasado de Kenshin que ella desconocía por completo. Pero… ¿no desconocía en realidad prácticamente todo lo que respectaba a la vida del espadachín antes de conocerlo?
“Más allá de mi pasado como Destajador, lo cierto es que no conoces nada de mi pasado, y nunca me has preguntado al respecto,” recordaba que había comentado Kenshin hace sólo unos días atrás, antes de su partida de regreso a Kyoto. Ella le había respondido que no necesitaba saber más de lo que él quisiera decirle, y era cierto… en ese momento. Ahora comenzaba a preguntarse qué otras historias parecida a esa desconocía. ¿Qué otros amigos o enemigos estaban ocultos en aquellos lejanos años? Y quizás lo más importante: ¿estaba ella realmente bien con no saberlo?
—En aquel entonces cuando nos conocimos —comenzó a relatar Kenshin, sacando abruptamente a Kaoru de sus pensamientos—, además de misionero, el señor Elsten era un doctor que viajaba errante ayudando a las personas con sus conocimientos y su buena voluntad.
—¿Un doctor?, ¿usted? —comentó Yahiko, un poco escéptico.
—¿Acaso no lo parezco? —Musitó Elsten con falsa molestia, poniendo un poco nervioso al muchacho. Ciertamente no le daba esa impresión, pero mirándolo bien podía parecerse un poco al Dr. Gensai, aunque menos viejo—. Sí, en aquel entonces se suponía que venía a impartir la palabra de Dios en una época de cambios tan caóticos —se explicó el hombre holandés—. Pero conforme fui viajando de pueblo en pueblo, me di cuenta que había diferentes formas en las que podía ayudar a la gente de ese país. Y ahora estoy de nuevo aquí para asegurar la relación estrecha entre nuestros dos países, y que esto traiga beneficios para todos. Y lo hago porque realmente me enamoré de Japón hace tantos años… Y estoy feliz de verlo progresar en la dirección correcta.
—Eso está por verse —musitó Sansouke muy despacio con una marcada pesadez mientras miraba por la ventanilla a su lado. Sin embargo, no creía que alguien lo hubiera escuchado en realidad, y era mejor así.
Sólo unos minutos después, el carruaje llegó a su destino: una amplia propiedad a las afueras de Nagasaki desde la cual se tenía una hermosa vista del mar. Y en el centro de aquella área rodeada por una alta barda protectora, y resguardada por varios soldados extranjeros, se encontraba una casa estilo occidental color amarillo de dos pisos, y unos hermosos jardines rodeándola. El carruaje se estacionó justo delante de la puerta principal, y el chofer se apresuró a bajarse para abrir la puerta de un costado y ayudar a los ocupantes de descender.
—Hemos llegado —indicó Elsten con orgullo, extendiendo sus brazos hacia la hermosa casa delante de ellos.
—¡Guau! —Exclamó Kaoru, incapaz de ocultar su asombro—. ¿Éste es el Consulado Holandés?
—No, es mi residencia personal —explicó Elsten, haciendo que Kaoru se apenara un poco—. Pero pasen de una vez para que merendemos juntos y hablemos un poco más, amigos míos.
El grupo no vaciló mucho en aceptar la invitación del embajador y pasar al interior de aquella hermosa casa. La parte de la merienda ciertamente los atraía, y los estómagos de más de uno ya anunciaban su emoción por ello.
— — — —
La merienda de Kaoru y los otros prometía ir muy bien de ahí en adelante. Sin embargo, la de Aoshi y Misao se había ido en una dirección totalmente distinta. Ahora ambos estaban rodeados por cincuenta hombres y mujeres del Oniwabanshu de Nagasaki, que al parecer ahora usaban otro nombre, y los atacaban sin tregua con intención de someterlos. Pero tal y como Aoshi había anunciado, no se los dejarían tan fácil y se defenderían hasta el final.
Ambos ninjas de Kyoto permanecían lado a lado en el centro del establecimiento, e intentaban repeler lo mejor posible uno a uno a los contrincantes que se les iban acercando. Mientras luchaba, Misao no pudo evitar notar que el señor Aoshi, a pesar de que había desenvainados sus kodachi, en realidad no estaba del todo atacando para matar. La mayoría de sus ataques se basaban más en sus movimientos de cuerpo a cuerpo, con patadas y golpes, o ataques no letales con sus espadas o con el reverso de éstas.
¿Estaba cuidado de no matar a ninguna de esas personas? ¿Era porqué estaba convencido de que todo eso era un malentendido que se podía aclarar? ¿O quizás era parte de su camino pacífico que al parecer había comenzado a emprender? O quizás simplemente deseaba evitare complicaciones. Lo que fuera, a Misao le agradaba verlo pelear de esa forma. Sin embargo, quizás debía haber puesto más atención en sus propios combates y menos en los de Aoshi.
Por el rabillo del ojo pudo ver la hoja de un arma dirigiéndose directo a su cara. Logró reaccionar a último momento para hacerse hacia atrás lo más rápido posible, pero llegando a recibir aun así una cortada en su mejilla derecha, por la que brotó un hilo de sangre. Dio entonces una maroma rápida hacia atrás para hacer distancia, cayendo sobre otra de las mesas. Sacó entonces uno de sus cuchillos escondidos y lo alzó delante de ella de forma defensiva. Y al alzar su mirada para quien la había atacado, se encontró con aquella mujer, la tal Misanagi. Sujetaba delante de ella su espada corta, y la miraba con una sonrisa algo petulante en sus labios.
—¿Y tú quién eres en realidad, niña? —le preguntó Misanagi con tonó irónico—. Pareces bastante pequeña y flacucha para ser una Oniwabanshu.
—¿Pequeña? —exclamó Misao molesta—. Para tu información mi nombre es Misao Makimachi, y soy la okashiradel Oniwabanshu de Kyoto.
—¿Okashira? —Murmuró Misanagi incrédula—. No me hagas reír. De seguro sólo eres la pequeña mascota a la que dejan jugar a ser la líder para su diversión, ¿o me equivoco?
La rabia invadió por completo el semblante de Misao al escuchar aquellas palabras tan hirientes a sus expensas. ¿Cómo se atrevía a hablarle de esa forma? Ni siquiera la conocía como para sacer esas conclusiones de ella. Además, no es como si ella se viera demasiado mayor; ¿quizás de la misma edad que Kaoru o Megumi? ¿Quizás algo entre ambas? Definitivamente se veía algo más desarrollada que cualquiera de ellas… ¡pero eso no era importante!
—¡Ya verás! —Espetó con fuerza, sujetando ahora en cada una de sus manos uno de sus cuchillos—. ¡Te demostraré todo lo que una kunoichi de Kyoto puede hacer!
Y sin vacilación se lanzó ahora ella a su ataque, y Misanagi al parecer la esperaba ansiosa.
Misao comenzó a atacarle repetidas veces con sus dos filosas armas, pero intercalando estos con algunas de sus poderosas patadas de las que gustaba hacer alarde. Sin embargo, fue evidente de inmediato que la tal Misanagi no era sólo una habladora, pues sin mucho esfuerzo pareció igualar su velocidad, cubriendo con su espada los ataques de su cuchillo y esquivando sus patadas. Y no sólo eso, sino que incluso tras repelerla por un rato, la ninja de Nagasaki le lanzó su propia patada en el aire con bastante potencia, dándole directo con la planta de su pie en la cara, de una forma tan rápida y repentina que Misao no fue capaz siquiera de verla venir.
El cuerpo de la kunoichise dobló por completo hacia atrás por el impacto del golpe, pero se sobrepuso lo más rápido que pudo, dando una maroma para atrás para volver a hacer distancia y recuperarse. Le dolía la cara por el golpe, y al tocarse su labio con su pulgar no le sorprendió ver que sangraba.
—¿Eso es todo lo que me demostrarás? —Murmuró Misanagi con un desagradable tono de burla, que sólo la exasperó aún más.
Misao volvió a lanzársele, y al inicio parecía que sería una repetición de la vez anterior, intercalando entre sus cuchillos y sus patadas, obteniendo el mismo resultado que antes. Sin embargo, a mitad de esa serie de ataques, Misanagi vio con sorpresa como cuatro kunais aparecieron prácticamente de la nada, dirigiéndose en línea recta uno detrás del otro directo hacia ella. La okashira de Nagasaki retrocedió, y rápidamente repelió los primeros tres kunais con la hoja de su espada, pero el cuarto inevitablemente terminó encajándose en el costado de su antebrazo, provocándole una visible reacción de dolor en su rostro.
Misao aprovechó ese momento para aproximársele, y ahora intentar ella misma propinarle una patada en su rostro como pago por lo que ella le había dado. Y por un instante pareció que en efecto le pegaría, pero en el último segundo el cuerpo de Misanagi se agachó hasta casi tocar el piso, y el pie de Misao terminó golpeando sólo el aire. Mientras Misao seguía suspendida tras su ataque, Misanagi apoyó sus manos en el suelo, giró su cuerpo y estiró su pierna derecha de abajo hacia arriba con gran potencia, golpeando a su contrincante directo en su barbilla y haciendo que todo su cuerpo se alzara en el aire y cayera como roca hacia atrás.
La pequeña comadreja sintió que el mundo le daba vueltas tras recibir aquella tremenda patada. Estuvo muy cerca de perder la conciencia, pero fue capaz de volver aunque fuera un poco en sí cuando su espalda golpeó con fuerza una de las mesas, rompiéndola. Intentó levantarse, pero el golpe la había afectado demasiado; apenas y era capaz de moverse. Y al alzar su mirada al frente, pudo ver a Misanagi dirigiéndose de nuevo hacia ella con su espada en mano, y la punta de su hoja directo hacia ella. Misao intentó moverse, pero su cabeza revuelta no se lo permitió.
Antes de que la letal arma de la okashira de Nagasaki la tocara, Aoshi se movió rápidamente saltando por encima de aquellos que lo rodeaban, colocándose justo entre ambas kunoichi. Usando sus dos espadas logró desviar la de Misanagi hacia un lado, y luego giró sobre todo su cuerpo, pateando el cuerpo de la ninja con fuerza en su abdomen para empujarla lejos de él. Misanagi recibió de lleno aquella patada, pero la resistió bien. Su cuerpo fue impulsado en el aire, pero logró girar para descender al suelo de cuclillas. Estaba claramente adolorida, y su mano izquierda se aferró fuertemente a su vientre.
Misao logró en ese momento sentarse al fin, contemplando con seriedad la amplia figura del ninja de pie delante de ella, cubriéndola casi por completo como un escudo.
—Señor Aoshi, lo siento… —murmuró Misao apenada. Aoshi sólo la miró uno instante sobre su hombro, y casi de inmediato se viró de nuevo al frente sin decirle nada.
Misao se sintió en extremo avergonzada. Estuvo por un momento en extremo feliz y orgullosa de estar al fin peleando a la par con el señor Aoshi. Pero había sido claramente derrotada tan fácil, hasta el punto de que él tuvo que intervenir de esa forma para salvarla. De seguro estaba decepcionado de ella…
Pero no había tiempo para lamentarse demasiado por eso, pues aún seguían rodeados de enemigos, bastante dispuestos a continuar con ese combate. Misao intentó pararse, dificultándosele al inicio, pero al final logró pararse de nuevo en sus dos pies, y sujetar con fuerza sus dos cuchillos. Misanagi también estaba de pie junto con sus hombres. Todos estaban preparados para continuar justo en donde se quedaron, hasta que…
—¡Basta, Misanagi! —Escucharon los combatientes que la voz de alguien resonaba con fuerza en todo aquel espacio, proveniente justo de la puerta principal del local, que se suponía habían cerrado con llave—. Ya fue suficiente…
La mirada de todos, incluidos los dos visitantes indeseados, se viró hacia la entrada, en donde el autor de aquellas palabras se encontraba parado con firmeza. Aquel era un hombre de estatua baja y complexión gruesa, piel morena, de cabeza calva y una abundante barba blanca que cubría gran parte de su rostro. Se encontraba envuelto en una capa amarilla de apariencia vieja y sucia, que lo hacían parecer en conjunto un vagabundo sin hogar. Sin embargo, a pesar de su apariencia, varios de los presentes parecieron sorprendidos de verlos; entre ellos la propia Misanagi.
—¿Señor Chinai? —Pronunció despacio la okashira—. ¿Qué hace usted aquí…?
Aquellas palabras llamaron de inmediato la atención de Aoshi y Misao.
«¿Él es Chinai Mogatari?» pensó Misao, un tanto extrañada. Aquel hombre no parecía ser en lo absoluto un antiguo ninja del Oniwabanshu; aunque, de cierta forma, eso podía ser una ventaja dado su trabajo.
El extraño recién llegado comenzó a avanzar en línea recta, y los ninjas Sanada uno a uno se hicieron a un lado para a abrirle el paso, como señal del increíble respeto que al parecer le profesaban.
—Señor Chinai, ¿cuándo volvió a Nagasaki? —Le preguntó Misanagi, aún incapaz de salir de su confusión.
—Hace un par de semanas —respondió el anciano al pasar a su lado, deteniéndose unos momentos en su andar aunque sin mirarla directamente—, pero me las arregle para pasar desapercibido de todos ustedes hasta que fuera necesario.
—¿Por qué?
Chinai, quien en el Barrio Cristiano de Shanghái era conocido simplemente como “Chi”, no respondió de inmediato. Sus ojos pequeños y serios se fijaron directamente en los dos extraños, pero más específico en el hombre alto y de cabello oscuro, que lo miraba de regreso de una forma bastante parecida.
—Vine siguiéndole el rastro a una persona —dijo de pronto tras unos segundos de silencio—. Y me atreveré a apostar que es el mismo individuo que te ha traído hasta acá, Aoshi Shinomori. ¿No es verdad?
Aoshi contempló en silencio a aquel hombre. Y a pesar de que no había sido del todo directo con su aseveración, el antiguo ninja del Castillo Edo logró comprender fácilmente lo que intentaba decirle, y percibir que en efecto estaba en lo cierto.
—Shougo Aamakusa —pronunció Aoshi despacio y claro, respondiendo sólo con ese nombre la pregunta del anciano.
—¿Usted sabe de Amakusa? —Inquirió Misao, curiosa.
Chinai cerró sus ojos, reflexivo. Suspiró pesadamente, demostrando con ese pequeño acto todo el cansancio que cargaba sobre sus hombros, a pesar de que ya no contaba con las fuerzas suficientes para hacerlo.
El hombre de barba se giró de inmediato hacia el resto de los Ninjas Sanada, mirando a cada uno fijamente, al tiempo que pronunciaba con la intensidad suficiente para ser oído por todos:
—Todos necesitamos calmarnos y hablar tranquilamente. Shinomori y sus acompañantes no son nuestros enemigos. Hay una amenaza aún peor cerniéndose sobre Nagasaki y todo Japón, y su nombre es Shougo Amakusa…
Todos se miraron entre ellos, sin pronunciar ni murmurar nada. Aquella declaración parecía alterarlos un poco pero, al mismo tiempo, fue claro que el nombre pronunciado con tanta fuerza no les era desconocido.
Misao no entendía bien lo que pasaba, pero al menos parecía que ahora podrían cumplir su misión con bastante más calma.
FIN DEL CAPITULO 29
Chi advierte a Aoshi y al grupo Ninja Sanada del inminente peligro que significa a Shougo Amakusa para todos, y le hace una petición solemne a Aoshi. ¿Qué responderá el espía?
Capítulo 30. La petición de Chinai Mogatari
Notas del Autor:
Recientemente Netflix subió la cuarta película Live Action de Rurouni Kenshin, que adapta (a su modo) justamente la Saga del Jinchuu. Así que me he aventado un maratón de las primeras tres películas, terminando con la cuarta, y tengo la inspiración a todo lo que da, y tiene que salir en la forma de un capítulo más de esta historia, y espero que algunos más.
Como pueden ver aquí encontramos más cambios con respecto a la versión original del Anime, y una gran sorpresa: personajes y conceptos de OTRA de las sagas de relleno del Anime hacen su aparición. Así que sí, como pudieron haber adivinado, estamos viendo una curiosa combinación entre la Saga de Shimabara y la de Los Caballeros Negros. ¿Por qué? Bueno, en parte porque me gusta demasiado el personaje de Misanagi, pero obviamente no es sólo por ese motivo. Conforme progrese esto podrán ver que de cierta forma ambas sagas pueden complementarse bien, y quizás juntas tenga incluso más coherencia. Si no me creen, sigan leyendo, que esto apenas comienza.
#rurouni kenshin#enishi yukishiro#kenshin himura#kaoru kamiya#sanosuke sagara#misao makimachi#aoshi shinomori#shougo amakusa#magdalia amakusa#sayo muto#fanfic#fanfiction#wingzemonx
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KING VIDOR por Tag Gallagher
King Vidor (Galveston, Texas, 1894-1982) nació en Texas y sus antepasados eran magiares. Representa el ejemplo más brillante dentro del mundo del cine en cuanto a intuición ajustada al carácter «orgánico» que ésta poseía en Emerson y Whitman. En ningún otro director de cine (ni siquiera en Dovjenko) se observa tal preocupación por la tierra, por la verdad espiritual como algo inherente a la naturaleza. En An American Romance (1944) una madre y su hijo contemplan cómo sale una mariposa de un capullo, y ella dice: «Dios está naciendo, y viviendo. Así también la amabilidad, y el ser feliz y el ayudar al prójimo... Él hace que nuestro árbol florezca cada primavera —los frutos, las flores y los campos de trigo, todo lo que tiene vida y crece.» Y en Hallelujah (Aleluya, 1929), Zeke, tal y como lo expresa el mismo Vidor, «se libera de su sentimiento de culpa» por haber matado a su hermano y proclama: «La Tierra, el cielo y todo lo que vemos pertenece al Señor» (Moullet y Delahaye, 1962: 5).
Vidor decía: «Creo en la intuición... Mi tema preferido es la búsqueda de la verdad» (op. cit., pág. 14). Como ejemplo de ello, en The Fountainhead (El manantial, 1949), un minuto, e incluso un simple plano, es suficiente para que dos personas que hasta entonces no se habían dirigido prácticamente la palabra, decidan contraer matrimonio. Vidor insistía en que presentar un romance de otra manera, como se suele hacer en las películas, es falsificar la realidad: «El tema del hombre que conoce a una mujer y todos los problemas con los que tropiezan, es falso. En la vida real, estas dificultades no existen. Cuando un muchacho conoce a una chica se produce siempre algo mágico en ese encuentro. Él la ve tan sólo un momento, pero es suficiente» (ibíd.). Las barreras que hay entre dos seres humanos se derriban fácilmente. «En el tête-à-tête existe una cierta alquimia que resuelve rápidamente cualquier cuestión» (ibíd.).
La fuerza de Vidor reside precisamente en su habilidad para desatar la poesía que hay en los acontecimientos simples. No es de extrañar, pues, que sus películas sirvieran de modelo al neorrealismo italiano, que desciende directamente de The Crowd (...Y el mundo marcha, 1928), Aleluya y Our Daily Bread (El pan nuestro de cada día, 1934). Rossellini, en especial, comparte con Vidor la preferencia por la intuición en detrimento de la razón, la concentración en la inmediatez del momento y del individuo, y ambos poseen el mismo entusiasmo por el idealismo y el vitalismo.
Como afirma Eric Sherman (1983: 350), en Vidor «el mundo existe “para mí”, y únicamente puedo conocerlo estando aquí y viviendo a través de él»; un proceso tan sensual y emocional como intelectual. Lo moral y lo físico son inseparables. La vida es exploración, acción, impulso.
Ya en el primer largometraje de Vidor, titulado con acierto The Turn in the Road (La vuelta al camino, 1918) e inspirado en la Ciencia Cristiana, un hombre recorre el mundo en busca de la verdad. Pero tanto en este caso como en el resto de sus películas, el «bueno» es, sólo aparentemente, heroico o incluso activo. Es alguien, como afirma Vidor, «en cuyas manos no reside el poder de crear las situaciones en las que se ve envuelto, aunque de todas formas las sienta emocionalmente» (Combs, 1980: 1027). Este aspecto es explícito en War and Peace (Guerra y paz, 1956), basada en la novela homónima de Tolstoi: «Ahora márchate y déjanos abandonados a nuestra suerte», dice Natasha a su hermano cuando ella debuta en su primer baile, pues sabe positivamente que se va a rendir a la danza, y la cuestión es cómo recuperará su equilibrio. En Vidor no hay «buenos» ni «malos» y la verdad que siempre encontramos es la verdad que siempre tuvimos. Las pretensiones heroicas son quimeras, nacidas de la alienación, la desesperación y el deseo de poder sexual: sólo siendo conscientes de la parte que a todos nos corresponde dentro de la sociedad y de la familia pueden tener alguna razón nuestras vidas. De este modo, las dos aparentes excepciones confirman la regla de que en Vidor no hay «buenos». Es cierto que al final de Northwest passage (Paso al noroeste, 1939), Spencer Tracy es un personaje de proporciones sobrehumanas. Pero Vidor dejó la película inacabada. Y en la segunda parte pensaba ofrecer el derrumbamiento de Tracy. En el caso de El manantial, Vidor intentó cambiar el final (justificando la destrucción por parte de un arquitecto de un proyecto de viviendas), ya que lo consideraba «estúpido y ridículo». Pero la Warner le obligó a respetar el libro de Ayn Rand: «Lo que busca el “bueno” es descubrir la verdad, conocer todas las motivaciones de la vida. Y la fuente de su inspiración es Dios. Él cree en Dios, sabe lo que él mismo representa como ser humano y sabe lo que está buscando. No necesita cambiar de entorno ni conocer a otras gentes. Eso es lo que me interesa.» El sufrimiento que conduce a la sabiduría —un continuo ascender y caer�� es el equivalente moral de los ciclos regenerativos de la naturaleza.
La familia o la comunidad, no obstante, más que un ideal o una fuente de sustento, constituyen un campo de batalla, un punto de resistencia. No deja de ser sorprendente el número de películas de Vidor en las que la contemplación del adulterio es una forma de reafirmar el matrimonio. Esto se debe a que la concepción del pecado en la Ciencia Cristiana no se hace en términos puritanos, sino como una desviación en el camino hacia la iluminación, el camino de Dios. En palabras de Vidor: «Toda inspiración y toda vida vienen a nosotros directamente de Dios, sin intervención de situaciones ortodoxas ni canales intermediarios de ningún tipo» (Higham y Greenberg, 1971: 272). Y debemos caminar solos por la senda que nos conduce a Dios. Los personajes de Vidor no encuentran en el seno de sus familias la virtud para integrarse en ellas, sino únicamente en su avance en solitario por la vida. En Aleluya, Zeke se gasta la fortuna familiar con una prostituta, y mata accidentalmente a su propio hermano mientras está disparando al chulo que la protege. Para penar por esta acción, se convierte en predicador, convierte también a la prostituta y, traicionado de nuevo, la mata y va a la cárcel antes de «volver a casa» (según canta él mismo) con su familia, tras haberse reconciliado finalmente con sus pasiones sublimadas y con su lugar en la creación divina. ¡Hay tantos desvíos en la senda hacia la sabiduría! En Guerra y paz, tanto Natasha como Pierre y Andrei encuentran —aunque por separado— desvíos igualmente arduos antes de alcanzar la paz y la realización. Y la familia, de nuevo, se constituye primero en víctima y después en beneficiaría de sus peregrinaciones. Mientras que en el esquema familiar de Vidor hay, inicialmente, una oposición entre la estabilidad del núcleo familiar y uno de sus miembros, que se aparta del mismo, posteriormente las familias de sus películas se dividen en tantas direcciones como miembros tienen. Los arquetipos de la familia de Natasha tienen sus equivalentes en So Red the Rose (Paz en la guerra, 1935), An American Romance, Duel in the Sun (Duelo al sol, 1947), Stella Dallas (1937), The Champ (El campeón, 1931), Japanese War Bride (1952) y en otras tantas: una madre encarnación del hogar, un padre pícaro, unos hijos ansiosos de aventuras en el amor y la guerra, con sus esperanzas puestas «en algún lugar más allá del arco iris», como canta Judy Garland en una escena dirigida por Vidor en The Wizard of Oz (El mago de Oz, 1939). Pero tras la desilusión viene la iluminación, y será la abundancia, más que la necesidad, lo que unirá a la familia de nuevo. Esta alternancia entre escisión y fusión que se produce en la familia vidoriana es tanto un reflejo de los ciclos de la naturaleza como de nuestros ascensos y caídas. Hay algo claramente protestante y americano en este empeño por celebrar la verdad en familia, tras haberla encontrado en estricta soledad. Tal vez no haya otro momento en el cine que mejor haya sabido captar la imagen que los americanos tienen de sí mismos como lo hicieron Garland, su canción y el cine de Vidor.
Los resultados de esa soledad, sin embargo, suelen ser aberrantes y violentos en la mayor parte de los casos. La providencia se muestra maléfica; incluso la madre que encama al hogar es con frecuencia grotesca. La soledad, que tanto relieve tiene en Vidor, es un caldo de cultivo para el terror. Lo que haría Rossellini en La voce umana (La voz humana) episodio de Amore (1947), valiéndose de largas tomas y de una cámara despiadadamente servil, con el fin de dar a entender que «no hay camino de salida» para un alma torturada, lo hizo Vidor al final de El campeón. En Guerra y paz hay un momento terrible, cuando Natasha, tras huir del hombre malvado a través de una serie de habitaciones que conducen finalmente a una dependencia vacía, cierra la puerta tras ella, y se encuentra de repente con su propia imagen reflejada en un espejo. Algunos de nosotros estamos salvados. Pero muchos otros caemos. Algunos de nosotros simplemente nos entregamos a una vida de privación —Miriam Hopkins en The Stranger’s Return (1933), Robert Montgomery y Hedy Lamarr en H. M. Pulham Esq. (Cenizas de amor, 1941)— o, sencillamente, nos tendemos y dejamos que nos maten (John Mills en Guerra y paz). Otro camino que podemos seguir es el del sadomasoquismo —ejemplificado por el personaje de Napoleón de Vidor, quizá la representación más intensa de la figura de Fausto dentro del mundo del cine—, en el cual nos precipitamos, enrojecidos y espasmódicos, hacia la destrucción y la liberación orgiásticas, arrastrando con ello a otros. Así arrastra el Fausto-Napoleón a la Grande Armée hacia el humus vidoriano compuesto de barro, cieno, nieve, ríos helados y bruma, disolventes universales todos ellos. Un factor que dificulta la correcta apreciación de Guerra y paz, de Vidor, así como del retrato que ofrece de Napoleón, es que se suele ver (es natural, por otra parte) como una película histórica en lugar de como una película mitológica, que es lo que constituye al fin y al cabo.
Hay otros personajes vidorianos que no se hallan muy lejos de todo esto. Es el caso de Stella Dallas, cuyo apetito por un autoerotismo, basado en la degradación de sí misma, encuentra su clímax en la maternidad. Asimismo, Lloyd Nolan en The Texas Rangers (1936), cuyo homoerotismo se convierte en violencia hacia el mundo, en narcisismo hacia sí mismo, en sadismo hacia su rival amoroso Jack Oakie y en masoquismo hacia su amado (Fred MacMurray), y halla su clímax únicamente en la muerte. Y, en este sentido, recordemos también la matanza e incluso la antropofagia de indios por parte de los exploradores en Paso al noroeste, en la que constituye todavía la más horripilante masacre de la historia del cine. Por otra parte, el hecho de que el sendero que va de la orientación homosexual a la heterosexual signifique, en el contexto de la película, el paso del estado salvaje al de civilización, no supone gran consuelo para Lloyd Nolan, ya que él es incapaz de recorrer ese camino. Y eso mismo les sucede a Sims, Beery, Hopkins, Montgomery, Lamarr o Mills en sus situaciones particulares. Muy al contrario, parece que la caída de todos ellos estaba dentro de los planes de Dios, y la felicidad que consigan estará en función de que se conformen con que así sea. Ninguno, ni siquiera Napoleón, se sorprende por ello.
Es la verdad la que nos sale al encuentro, no al contrario. De ahí que en Vidor se observe (al igual que en Rossellini) una mezcla paradójica entre realismo documental y pasión icónica, entre reportaje y melodrama, entre la vida real y las estrellas cinematográficas. La estrella es el centro de nuestra empatía; ella nos hace vivir las pasiones de la vida. Contemplamos maravillados el mundo de la estrella, y a la estrella, y se produce una interacción mágica.
Guerra y paz es una meditación sobre la felicidad, la tristeza, el amor y la guerra, la libertad y el destino, la mente, la materia y sobre muchas cosas más. Vamos completando círculos a través de las emociones; a través del verano, del invierno de la primavera y del otoño. Y, lo que es más importante, a través de diferentes formas de sentir, encarnadas en personas jóvenes, personas mayores, un Napoleón demoniaco..., en todos los sujetos y objetos alternativamente. En una escena somos Natasha (Audrey Hepburn), que mira a Andrei (Mel Ferrer); en la siguiente somos Andrei que contempla a Natasha. Refiriéndonos solamente en términos técnicos a la habilidad con que Vidor nos introduce continuamente en una mente y nos saca de otra, Guerra y Paz resulta fascinante. Podemos meditar sobre una cara, sobre los colores, sobre la geometría del movimiento. No es sólo que todos los personajes tengan que resistir una peregrinación de dolor o de éxtasis, y después otra y otra, sino que no pierden el entusiasmo hacia lo que les sucede (¿Quién soy yo ahora?). Siempre existe la dualidad: la lejanía de un personaje novelesco y la proximidad de la actriz; la espiritualidad exaltada de la experiencia y la increíble carnalidad con que se expresa. Ver a Natasha correr desde la escalera hasta el recibidor (hacia Andrei, que es quien está haciendo la propuesta de matrimonio) nos recuerda a las bailarinas adolescentes de Jean Renoir, bailando hacia la vida en The River (El río, 1950). Y, a la par, nos permite vislumbrar una forma de comportamiento tan exótica como el teatro no japonés. Los momentos en que, durante el baile, se produce en Natasha una transición desde un monólogo interior —que refleja su deseo de que Andrei se encuentre allí («el príncipe Andrei», como le suele llamar)— al momento en que se da cuenta de que él está ahí, frente a ella, y la forma en que extiende la mano, reflejan un modo de ser prácticamente desaparecido en la actualidad. Vidor fue, probablemente, lo mejor que le podía pasar a una actriz de Hollywood; aunque ni siquiera en la MGM, donde trabajó casi toda su carrera, llegó a acercarse a Garbo, a Crawford o a Shearer. Si bien sus mujeres nunca dan la impresión de ser tan modernas como las de Cukor, Curtiz o Hawks, sí resultan más refinadas, complejas y físicamente expresivas. Mientras Natasha se entrega a las reglas del vals, vamos descubriendo, simultáneamente, una serie de cosas. En primer lugar, que Vidor tal vez sea el director con una concepción pictórica más acentuada —lo podemos comprobar en los paisajes, los retratos, las habitaciones y en esa fiesta, donde se da cita toda una civilización. Advertimos igualmente que Natasha y sus amigos están sentados sobre una pirámide de esclavos y que la música nos hace vibrar. Compartimos el arrobamiento que siente la muchacha cuando dice sí tan intensamente, con el corazón y con el alma, y nos damos cuenta de que «sólo ser consciente es ya un milagro en sí mismo» (Dowd y Shegard, 1988: 16). Y, finalmente, comprendemos las palabras (emersonianas) de Tolstoi, que dan fin a la película de Vidor y que resumen todo el trabajo que éste realizó durante su vida: «Lo más difícil —aunque esencial— es amar la Vida; amarla incluso cuando uno sufre, porque la Vida lo es todo. La Vida es Dios y amar la Vida es amar a Dios.»
Tag Gallagher
Traducción: Gloria Mengual
HISTORIA GENERAL DEL CINE, Volumen VIII - ESTADOS UNIDOS (1932-1955) [Ed. Cátedra, 1996]
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💙 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚢 𝚋𝚒𝚛𝚝𝚑𝚍𝚊𝚢, 𝚝𝚊𝚎 ! @pcrkjmin
alec despertó más temprano esa mañana, fue cuidadoso al salir de entre las cobijas sin que taemin se diera cuenta, y se puso en marcha para preparar la sorpresa. olía a su colonia favorita y jabón cuando volvió a la habitación que compartía con el rubio, rutina matutina completa y estómago lleno. dejó un beso en la sien de taemin, y una carta escrita a mano en su propia almohada, para que el muchacho la encontrara al despertar, cuando él ya estuviera en el trabajo y su lado de la cama ya estuviera frío. estaba escrita en los trazos característicos de alec, letras alargadas y ligeramente inclinadas hacia la derecha, todas en una tinta negra profunda. decía:
“Hola, mi amor.
Este soy yo tratando de ser romántico al escribirte una carta a mano, así que no te burles y léela completa antes de levantarte. ¿Adivina quién está de cumpleaños hoy? Exacto, el icono y leyenda del rock, Mick Jagger. Pero, ¿sabes quién más? Sí, pensaste bien otra vez, la actriz y ganadora del Oscar, Sandra Bullock. Pero, ¿sabes quién más? Tú. Sé que digo esto todo el tiempo, pero las palabras “te amo” no parecen suficientes para expresar todo lo que siento por tí. Eres todo lo que alguna vez quise y todo lo que necesito, me completas como nadie más lo ha hecho antes. Quiero que sepas lo importante que eres para mí y lo feliz que estoy de que compartas otro de tus cumpleaños conmigo. Felicidades, mi amor, te juro que las arrugas ni se te notan jajaja.
Ahora bien, estarás preguntando en voz alta: “Alec, oh talentoso y guapo Alec, ¿dónde está mi regalo de cumpleaños?” A lo que la respuesta es bastante sencilla, pequeño Taemin: vas a tener que encontrarlo. Lee los acertijos. Puedes hacer una sola llamada a Suyeong por ayuda, pero eso es todo. Una. No hagas trampa.
La primera pista para tí es: «Knock, knock. ¿Quién está ahí?»
Te amo. Disfruta de tu día y nos vemos en la tarde. :)”
#feliz cumple; bebé❤️ we love u the most#pretendamos que cayó un día entre semana#𝒘𝒐𝒓𝒍𝒅. ❜ / alec.#𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒂𝒄𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔. ❜ / alec.
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Desarrollo
La historia está ubicada en la ciudad de La Plata, Buenos Aires en el año 2015. Recientemente la empresa uber se ha terminado de instalar en todo el país, y en el congreso se debate la implementación de unidades de prevención local a nivel Nacional.
En este contexto particular se narran las historias de tres personajes principales. Por un lado está CAMILO (43), un empresario. Por décadas, su familia ha sido dueña del hipódromo de la ciudad y del Jockey Club y él ha quedado como único heredero. Está casado con NICOLE (33). Una bella mujer que pendientemente está pensando en las necesidades de su marido. Juntos tienen una hija, AGUSTINA (13). Una simpática pero algo mimada y caprichosa niña que espera impaciente su próximo cumpleaños. Vistos desde afuera parecen una familia encantadora. Amorosa. Unida. Feliz. Viven en una lujosa casa residencial situada en las afueras del casco. Más precisamente Villa Elisa. Últimamente CAMILO se siente harto de su oficio. Desde que es dueño de las propiedades las cosas siempre se manejaron solas. No tiene demasiado para hacer. Pasa mucho tiempo de ocio con su familia. Su hija lo admira. Juntos pasean a caballo todos los domingos. Una tarde cualquiera, la casa vecina es delinquida. Los vecinos se acercan indignados a averiguar qué sucedió. Cuchichean entre ellos sobre cómo es posible que pase algo semejante y que alguien debería de hacer algo. A modo de broma, sale la idea de que CAMILO se postule de intendente. Pero a él la idea comienza a parecerle cada vez menos descabellada y luego de hablarlo con NICOLE, decide lanzar su candidatura.
Motivado por el emprendimiento contrata a un grupo especialista en asesoramiento de campañas. Invierte en todo. Asesores de imagen, publicistas, marketineros, estadistas, censistas, gente de los medios, etc. La estrategia es mostrarlo a CAMILO como un ferviente defensor de la implementación de las Unidades de prevención local. Su preocupación como futuro intendente es la seguridad de los vecinos. Su cara comienza a aparecer en toda la ciudad bajo el slogan “La Plata tiene valor, cuidémosla”. Al principio CAMILO se siente optimista y confiado con el proyecto. Se siente respaldado por NICOLE que lo apoya incondicionalmente y le hace todos los mandados que él le solicita. Pero pronto comienza a dudar de la iniciativa. Su agenda diaria pasa repentinamente a estar toda ocupada. Comienza a participar en debates televisivos, entrevistas, programas de radio, actos públicos, etc. donde defiende su postura de la necesidad de una policía municipal. Esto lo agobia. Comienza a sentirse demandado y hostigado. Sus asesores le repiten una y otra vez qué debe contratar más gente e invertir más en publicidad. No obstante decide no echarse atrás. Ya invirtió demasiado dinero y tiene una esposa que cree en él. Lentamente la campaña comienza a consumirlo tanto física como mentalmente al punto tal de que termina olvidándose por completo del cumpleaños de su hija. Echa la culpa de esto a NICOLE por no recordárselo. Ella se ofende por la acusación pero admite también haberse olvidado. Sintiéndose culpables, deciden organizarle una fiesta sorpresa en un lujoso salón de fiestas infantiles.
Paralelamente tenemos la historia de ENRIQUE (29). Un remisero inescrupuloso y bravucón. En las primeras escenas lo vemos dormir dentro de su auto, un Renault Clio gris modelo 2002. Su celular suena. Se despierta. Se reincorpora en el asiento y atiende el celular. Comienza a manejar por la noche céntrica mientras escucha en la radio un debate acerca de si está bien o mal la implementación de una policía local en la ciudad, seguido por unos anuncios publicitarios de CAMILO como intendente. A través del vidrio trasero del auto, en la esquina de forma perpendicular vemos y escuchamos pasar unas motos a gran velocidad. ENRIQUE disminuye la marcha unos metros más adelante y baja el vidrio del asiento del acompañante. Se dirige a tres jóvenes que vienen caminando por la vereda. “Guarda qué vienen robando a full” les advierte. Uno de ellos se acerca hasta el auto y le pide a ENRIQUE qué los lleve. “Perdón, ya estoy en viaje”. Sube el vidrio y acelera mientras se sonríe.
ENRIQUE levanta a una pareja joven. Más precisamente JULIAN (23), nuestro tercer personaje principal, y su novia SOFIA (23). JULIAN es un lúcido y ambicioso joven que recientemente se ha graduado con honores de la facultad de derecho y que rápidamente se ha hecho muy famoso en su ámbito. Diariamente ENRIQUE se encargaba de llevarlo hasta la facultad, por lo que han llegado a conocerse bastante. De hecho, bajo un pacto de confidencialidad entre ambos, ocasionalmente lo ha llevado a verse con prostitutas. ENRIQUE es el único que conoce este secreto de JULIAN.
ENRIQUE lleva a la pareja hasta el cumpleaños de AGUSTINA. “Esperanos qué es un segundo nada más” le indica JULIAN. ENRIQUE reclina el asiento y se acuesta. La pareja ingresa al salón. Se presentan allí en nombre de HORACIO (77), el padre de JULIAN. Un amigo y ex empleado de CAMILO, encargado durante años de cuidar los establos del hipódromo y sus caballos y que por razones de salud no ha podido asistir, pero que no quería dejar de mandarle su regalo a AGUSTINA a la que aprecia mucho. La pareja tenía pensado entregar el regalo e irse, pero CAMILO los retiene. Terminan conversando largamente en una de las mesas del salón. CAMILO les cuenta de su campaña y de que el verdadero poder está en la política. JULIAN lo escucha distraído. Da la sensación de que no quiere estar ahí y mucho menos escuchar esa conversación. Sale el tema de qué SOFÍA está embarazada. CAMILO y NICOLE Los felicitan. NICOLE, qué está sentada al lado de CAMILO, se levanta de la silla para cruzar la mesa con su mano y apoyarla sobre la panza de SOFÍA. Luego CAMILO hace lo mismo, cosa qué inquieta a JULIAN. Comienza a mover su pierna por debajo de la mesa. En ese momento aparece un mesero indicando que ya es la hora de soplar las velitas. CAMILO les insiste a JULIAN y a SOFIA de qué se queden. Ellos se sienten obligados y aceptan. El momento de la foto familiar junto a la torta está rodeado de fotógrafos y periodistas. AGUSTINA siente vergüenza de la fiesta que sus padres le organizaron y está triste porque el chico que le gusta no asistió. Le piden a AGUSTINA que sonría, pero no hay caso. “Si no sonríe no nos va a servir ninguna foto” le explica un fotógrafo a CAMILO. Él intenta convencerla de que lo haga, pero la niña, enfadada e irascible por toda la situación, huye de la escena y se encierra en el baño. Alguien entre el público capta toda la secuencia filmando con su celular. CAMILO hace un gesto de qué esperen un segundo mientras NICOLE se dirige al baño a buscarla. Pero AGUSTINA ya no está. Se ha escapado por la ventana. NICOLE sale preocupada y le informa a CAMILO en secreto sobre lo sucedido. La gente mira confusa. CAMILO sale a buscarla a la calle pero no la encuentra. JULIAN y SOFÍA salen atrás suyo diciéndole que es tarde, que se tienen que ir. CAMILO les comenta lo sucedido. En ese momento la pareja se da cuenta de que el auto de ENRIQUE no está.
“Con qué al hipodromo, eh?”. Le pregunta ENRIQUE a AGUSTINA. Ella desde el asiento de atrás asiente. ENRIQUE la deja allí, y se retira. AGUSTINA se mete en el establo a oscuras. Quiere pasear a caballo para tranquilizarse, pero algo sale mal y un par de ellos se escapan. Los perturbados caballos salen corriendo generando algunos disturbios. Uno de ellos choca un auto, otro rompe un vidrio de un local y otro casi atropella a un transeúnte, pero sólo resulta herido. Todo queda grabado en las cámaras de seguridad del hipódromo. AGUSTINA asustada llama a su padre, a quien no le venía atendiendo el teléfono, y le cuenta lo sucedido. Cae la policía.
A la mañana siguiente el acontecimiento se ha hecho viral en todos los medios. Critican fuertemente a CAMILO de ser un mal padre, y lo acusan de ser responsable de los hechos. Su campaña se ve comprometida. Sus asesores deberán trabajar incansablemente para intentar revertir la opinión pública. Además deberá hacerse cargo de los daños ocasionados. Sólo qué no cuenta con la suficiente plata para hacerlo, pues ha gastado todo en la campaña y en el cumpleaños de su hija. Decide entonces contactarse con JULIAN para que lo ayude. Cuando CAMILO le menciona que no tiene suficiente dinero para cubrir sus honorarios en este momento, JULIAN se niega. Es un muchacho avaro y codicioso. Hace tiempo que quiere comprarse su primer auto y despegar económicamente, y esto le haría perder el tiempo. CAMILO decide hablar entonces con el padre de JULIAN, HORACIO, para que lo persuada. Actualmente HORACIO se encuentra muy desmejorado de salud y en sufrimiento. Lógicamente ya no trabaja. Espera deseoso la llegada de su muerte, cosa que JULIAN pretende no oír. Finalmente logra convencerlo. JULIAN acepta ayudar a CAMILO con la condición de un puesto político en caso de ganar las elecciones. CAMILO acepta los términos. A partir de aquí JULIAN se hará cargo de los aspectos legales de la denuncia en contra de CAMILO, mientras que sus asesores de imagen hacen toda clase de trucos mediáticos para revertir su imagen pública. Apelan qué fue un accidente, que nadie es responsable. Un segundo video, el de la persona que filmó la secuencia de la torta de cumpleaños, sale a la luz comprometiendo más las cosas.
Mientras tanto, ENRIQUE comienza a tener cada vez menos pasajeros. Inclusive el mismo JULIAN, su pasajero más regular, decide reemplazarlo por el novedoso sistema de transporte Uber. “Es más práctico y más económico, además de que los autos son más confortables. No te ofendas. No es nada personal” le argumenta. ENRIQUE se siente traicionado. Comienza a generar cada vez menos ingresos. Lo único que tiene como fuente de trabajo es su automóvil. Para sobrevivir se las rebusca cometiendo pequeñas estafas y fraudes, como esperar a ser el primero en la fila de un banco para luego dirigirse hacia el final de la cola y rifar su número entre los últimos. Durante un viaje, ENRIQUE es chocado y su auto queda inutilizable para transporte. Por suerte para él, todavía cuenta con el seguro de la compañía. Se ve obligado a presentarse ante la agencia remisera, donde le informan que es suspendido por tener un auto demasiado anticuado. “Nuevas políticas de la empresa remisera a partir de la llegada de Uber” le dicen. ENRIQUE discute largamente con la empresa, pero no consigue nada. En medio de la desesperación, ENRIQUE oye que finalmente el congreso se ha decidido por incorporar a la policía municipal dentro de las fuerzas de seguridad y que ésta toma gente hasta de 29 años de edad. Yendo contra sus principios, pues detesta a la policía, y sin contar con mucho tiempo ya que su cumpleaños número 30 se acerca, decide incorporarse a las unidades de prevención local. ENRIQUE consigue el trabajo y rápidamente es encomendado a patrullar. Lentamente comienza a sentirse atraído por su nuevo oficio y comienza a abusar de su poder provocando pequeñas bravuconadas a los transeúntes. A los pocos días y sin nada de experiencia, ENRIQUE se ve en la situación de tener que enfrentarse ante un robo a mano armada en un supermercado chino. ENRIQUE llama a la policía provincial, pero éstos demoran demasiado. Cuando los delincuentes comienzan a huir en sus motos entre balazos, ENRIQUE, nervioso, le dispara por la espalda a uno de ellos. Éste cae muerto. ENRIQUE, abrumado por la situación, decide huir de la escena. Se sube a su auto y comienza a manejar. Sin tener a dónde ir, se dirige hacia la casa de JULIAN. Como no lo encuentra, opta por meterse en su casa y esconderse allí. Cuando JULIAN llega, ENRIQUE lo extorsiona con revelar su secreto sobre las prostitutas, lo que destruiría su joven carrera y su vida amorosa, y le demanda que lo ayude. Temeroso y obligado por las circunstancias, JULIAN acepta esconderlo durante un tiempo mientras planifica cómo solucionar el asunto. JULIAN se encuentra con CAMILO en el hospital donde está internado su padre. CAMILO llega con su hija AGUSTINA. Ambos salen a la sala de espera mientras AGUSTINA se queda en la sala de internación con HORACIO. Éste, ya abatido por su enfermedad, aprovecha la intimidad con la ingenua nena para convencerla a través de una fábula sobre caballos de que lo ayude a morir. Finalmente la convence, y ella lo desconecta de la máquina que lo mantiene vivo. Mientras tanto, JULIAN y CAMILO renegocian el primer acuerdo. Además de un puesto político para él, ahora le demanda a CAMILO que una vez electo, salga públicamente a respaldar a ENRIQUE. CAMILO no acepta. Argumenta que ENRIQUE “está bien jodido”. La opinión pública y la justicia están trás él por haberse dado a la fuga y de ninguna manera se comprometería a quedar pegado en el asunto. Pero en ese justo momento un “biiip” constante comienza a escucharse desde el interior de la sala de internación. El padre de JULIAN ha muerto. AGUSTINA está parada a su lado.
La semana siguiente CAMILO gana las elecciones y en medio de un acto público condecora a ENRIQUE por “cumplimiento de su deber”. ENRIQUE sonríe.
SINOPSIS
Un empresario candidato a intendente. Un joven abogado con aspiraciones al éxito económico. Un remisero inescrupuloso que se hace policía. La historia de tres personajes completamente distintos entre sí se entrecruzan en un contexto de precarización laboral, tergiversación mediática y abuso de autoridad.
CARACTERIZACIÓN
CAMILO:
Es una persona noble, amorosa, pero algo ingenua. Proviene de una familia de mucha plata. Toda su vida estuvo solucionada desde el momento en que nació y no ha hecho mucho por cuenta propia. A los 30 años se casó con Nicole y ese mismo año tuvieron a Agustina. Camilo ama a su familia pero se siente inútil y vacío y pretende darle un giro drástico a su vida por lo que lanzarse como intendente es una gran oportunidad para él.
JULIAN:
Proviene de una familia humilde. Su madre falleció cuando él era pequeño y su padre laburó toda su vida en el hipódromo de la ciudad para la familia de Camilo. Es un joven destacable, inteligente, pero ambicioso y avaro. Cree en la filosofía de que en el mundo hay dos clases de personas: las que son depredadoras y las que son presas. Por eso no comprende a su padre. Un tipo humilde y generoso que ve benevolencia en todo el mundo.
ENRIQUE:
Tuvo una infancia difícil. Proviene también de una familia humilde. Su madre murió cuando él era chico y su padre, un policía alcohólico y violento, le hizo la infancia imposible. A los 17, su padre muere meses después de haberse comprado el Renault Clio. Enrique se queda con el auto, su único bien personal, y comienza a ganarse la vida como remisero. Actualmente trabaja para una empresa, pero además tiene una agenda de clientes particulares. Es un tipo arrogante, inescrupuloso y de baja moral. Nunca tuvo muchas aspiraciones en su vida. Está solo en este mundo, no tiene nadie quien lo quiera y nadie a quien querer. Pero parece estar a gusto consigo mismo. Cuando Uber arriba al país las cosas comienzan a complicarsele y debe rebuscarselas.
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No deberías confiar en nadie | Bodyguard!AU
Capítulo 01: El nuevo guardaespaldas.
Capítulo 02: No tengo nada.
La expresión de Harley cuando vio a Quentin alegró un poco a Peter. La respuesta recibida por su guardaespaldas lo había puesto de malas. Sí, su trabajo era protegerlo, para eso había sido contratado. ¿Estaba mal intentar tener algo más allá de lo laboral con él pese a eso? No pudo evitar pensar en la película The Bodyguard, había encontrado a su madre mirándola un día y le hizo compañía –había sido durante la fatídica semana en la que había perdido su teléfono y reacio a comprarse el mismo, debió esperar una semana a que el nuevo modelo saliera a la venta-.
—¿Puedo quedármelo? —le preguntó Harley, agarrando a Peter del brazo mientras ambos se acercaban al hombre que estaba con el cuerpo apoyado sobre la camioneta. Al ver la acción de Harley, Quentin se incorporó con lentitud. Peter limitó sus acciones con un gesto.
—Es amigo, Quentin —advirtió—. Harl, él es Quentin.
—Es un verdadero placer conocerlo, señor —reconoció el muchacho que sin un dejo de timidez, lo miró de arriba abajo un par de veces, sin inmutar al hombre en cuestión.
—Ya veo —dijo Quentin, mecánicamente.
—Vamos a llevarlo a su casa —agregó Peter.
En la camioneta, Harley y Peter estuvieron enviándose mensajes ya que, con Quentin a metros de ambos, no podían hablar demasiado de él.
—Vienes a la noche, ¿no? —le dijo Harley asomándose a la ventanilla abierta del asiento trasero donde Peter se hallaba sentado.
Peter cerró los ojos con fuerza y los restregó con dos de sus dedos. Algunas veces, su mejor amigo hablaba demasiado.
—Seguro —soltó.
—Nos vemos luego, Q —saludó Harley al guardaespaldas que también había bajado la ventanilla cuando atravesaron el portón de su hogar. El muchacho se colgó y le dio un sonoro beso en la mejilla que ni Peter ni Quentin habían estado esperando.
—¡Harley! —le gritó su amigo cuando salió corriendo a la puerta de entrada.
—¿Tu amigo siempre es así de enérgico? —le preguntó Quentin poniendo en marcha la camioneta y subiendo las ventanillas.
—No lo has visto ebrio. Puede subirse a un parlante y bailar la noche entera en ese estado.
A través del espejo, a Peter le pareció ver la mueca de una sonrisa en su guardaespaldas. El camino de regreso sucedió en silencio, Peter revisando sus redes sociales, y Quentin manejando. Cuando llegaron a destino, ni siquiera se detuvo a esperar a que él le abriera la puerta.
—¿Adónde irás esta noche?
Peter lo miró, sorprendido; pero luego recordó para qué habían contratado a Quentin.
—La fiesta de un amigo.
—Sí sabes que tengo que ir contigo, ¿no?
—Sí, porque es tu trabajo. Ya me lo dejaste bien en claro —dijo Peter, molesto.
—Por supuesto que es mi trabajo —reiteró Quentin sin comprender las palabras de su protegido.
» sgrogers: Quentin
» Ese chico te quiere.
« No te sigo.
» sgrogers: Estuve revisando sus redes y si el chico no es bisexual, no está muy lejos de serlo.
« Steve, si sabes que entré a trabajar hoy, ¿verdad?
» sgrogers: ¿Y qué tiene?
» ¿Y si eres el crush de ese chico?
» :P
« Estás loco…
—Estás loco —repitió Quentin las palabras que le había enviado a su mejor amigo antes de seguir alistándose y retomar su trabajo secundario como chofer de Peter—. Tu amigo sí que conoce gente —le dijo al llegar al final de la larga fila de un centro nocturno.
—¿Qué puedo decir? El chico es conocido en el medio.
—Seguro…
—Realmente esperaba entrar sin tener que hacer esta tremenda fila —bufó Peter—. ¿Quieres esperar aquí? Iré a ver si puedo comunicarme con él. Desde aquí es imposible oír algo con el ruido de los vehículos.
—De acuerdo.
Peter salió de la fila, y Quentin fue lo suficientemente ingenuo como para creer sus palabras. Pasaron casi quince minutos hasta darse cuenta que había sido burlado por un niño. Pidió permiso para saltarse la fila y vació su billetera para que el guardia de seguridad lo dejara pasar. Tuvo mala suerte de encontrarse con un conocido apenas cruzó la puerta. Ese niño iba a tener la reprimenda de su vida cuando diera con él. El problema era cómo lo encontraría en ese océano de personas. Rastrear su GPS sería estúpido; la idea de llamarlo por los parlantes había tomado forma por unos pocos segundos porque, por supuesto, ya no tenía dinero para sobornar a nadie más. Decidió que lo mejor, aunque estuviera toda la maldita noche, sería hacerlo a la vieja usanza y empezó a buscarlo preguntado ocasionalmente por él –o Harley- a alguno de los asistentes a la fiesta de un sujeto inexistente. Luego de haber estado yendo de un lado a otro por un largo período de tiempo, una no muy segura muchacha le dijo que le pareció haberlo visto yendo al baño. Quentin entró al baño de hombres y si bien estaba preparado para vaciar su cargador contra alguien en cualquier momento, sintió un escalofrío recorriéndole la espalda cuando lo encontró. Quentin no pudo soportar su mirada cristalina y las lágrimas rodando por sus mejillas. Se metió al cubículo abierto y sacó de ahí al tipo que estaba con él.
—¡Oye! ¡¿Quién te c-?!
Quentin se tragó todo lo que quería decirle en ese momento y apoyó el arma que sacó de entre sus prendas sobre el mentón del desconocido.
—Vete de aquí —le susurró fríamente. El hombre salió despavorido mientras se agarraba los pantalones que tenía bajos. El guardaespaldas guardó su arma y se acercó a socorrer a Peter que estaba poniéndose de pie con ayuda del sanitario—. ¿Te encuentras bien?
Cuando trató de ayudarlo, Peter se zafó y lo miró.
—¿Qué rayos haces aquí?
—Vine a buscarte.
—Yo no te lo pedí. Y no me vengas con eso de que “es mi trabajo” —Peter sostenía su cuerpo apoyando la palma de su mano contra uno de los laterales del cubículo. Quentin estaba a centímetros de él, inmóvil—. ¿Qué?
—Estás ebrio. ¿Tu amigo vino contigo?
—No lo sé. ¿Qué? ¿Te interesa?
El hombre resopló.
—Vamos, Peter. Te llevo a casa.
Quentin volvió a tratar de agarrar al muchacho del brazo, pero él volvió a zafarse.
—No me toques —le dijo. Tambaleándose y chocando con la gente que bailaba en medio de la pista, Peter llegó hasta la camioneta y se lanzó al asiento trasero. Quentin abrió la puerta contraria, chequeó su pulso y recibió un golpe en la mano luego de revisar su temperatura apoyando su palma sobre la frente del muchacho.
—Debería llevarte al hospital.
—Déjame dormir —le pidió Peter arrastrando las palabras hasta caer dormido. Quentin lanzó una risilla y se sentó en su asiento. En parte estaba calmado al darse cuenta que había ingerido un sedante, pero la otra, estaba consciente que Peter no sería el primero de la lista, y quién sabe el destino de los ingenuos que bebieran lo mismo que él. Deteniéndose en un semáforo, le dio aviso a su amigo que trabajaba en el lugar, dándole lujo de detalles del tipo que había estado forzando a Peter en el baño. Un sonido estridente oído por unos segundos llamó su atención. Era el teléfono de Peter. Quentin miró hacia atrás y vio al aparato prenderse y apagarse en una fracción de segundos. No iba a agarrarlo, eso sería meterse en su vida privada, y a él no lo habían contratado para eso. Estuvo seguro de su decisión hasta el semaforo siguiente y luego de haber oído el irritante sonido por las largas siete cuadras que lo distanciaron del siguiente semáforo en rojo. Se aferró al volante y cerró los ojos con fuerza unos instantes. Se giró y sacó el teléfono de Peter del bolsillo de su chaqueta. Había un par de mensajes de un remitente desconocido, y luego unos de Harley, preguntando por su paradero. Quentin le respondió que lo estaba llevando a casa. Harley fue escueto en su respuesta. Era como si en lo que expresaba en sus mensajes se vislumbrara que Peter iba a tener problemas. Y los hubiera tenido de no ser porque estaba dormido. Quentin lo agradeció. Realmente no sabía cómo hacerle entrar en la cabeza a ese muchacho que su vida pendía de un hilo y que sus acciones eran lo único que seguían manteniéndolo con vida.
La camioneta se estacionó frente a la casa, y Quentin se desabrochó el cinturón de seguridad para girarse y mirar a su protegido. De repente, recordó las palabras de su mejor amigo, que existía la posibilidad de que Peter fuera, como mínimo, bisexual. El hombre se sonrió y negó con la cabeza.
—¿Qué tanto me miras, pervertido?
—¿Estabas despierto?
—Desde hace un par de cuadras —respondió el muchacho incorporándose con lentitud—. No tenía ganas de levantarme.
Las manos de Peter comenzaron a tantear sus bolsillos, a meterlas dentro de ellos con desesperación hasta que Quentin le extendió su teléfono.
—Se te estaba por caer de la chaqueta —mintió.
—Gracias —susurró Peter, mirándolo de soslayo.
—Ah, debo advertirte que le respondí a Harley. El sonido me estaba haciendo doler la cabeza.
—¿Ese es también tu trabajo? —exclamó Peter.
—Mi trabajo es protegerte, pero a ti parece no importarte tu vida siquiera un poco —Peter arqueó una ceja—. ¿El tipo del baño? —el aludido rodó los ojos—. Te dieron un sedante, pero pudo haber sido cualquier otra cosa y quién sabe dónde hubieras terminado.
—Estaba teniendo el mejor momento de mi vida y lo arruinaste.
Quentin sintió una vena hinchándose a un lateral de su cabeza cuando Peter habló.
—Eres un niño de mierda —espetó, sin siquiera pensar en sus palabras antes de dejarlas salir de entre sus labios. Vio cómo en cuestión de segundos el rostro de Peter se transformaba hasta terminar por darle una sonora cachetada y bajar de la camioneta dando un portazo. Quentin apoyó la frente sobre el asiento—. Grandioso. Acabo de perder mi trabajo.
El guardaespaldas salió del vehículo y siguió los pasos de Peter dentro de la mansión. Pero ignorando dónde estaba la habitación del muchacho se quedó a los pies de la imponente escalera que se alzaba frente suyo.
—Peter se encuentra en su habitación —una voz femenina lo hizo desviar su mirada. Una mujer apoyada contra el umbral del living con una copa de martini en la mano lo miraba—. Tú debes ser su nuevo guardaespaldas. No nos han presentado —la mujer se acercó a él y le extendió su mano derecha—. Mary Parker.
—Quentin Beck —dijo el aludido su nombre dándole un suave beso a la mano de la mujer ocasionando que sonriera melodiosamente.
—No trate de hacer buena letra conmigo, señor Beck. Es con Peter con quien debe hacer eso —dijo ella bebiendo otro sorbo de su bebida—. ¿Quiere un martini?
—No bebo.
—¿Qué tal un jugo de naranja?
—Eso estaría bien.
Mary volvió su mirada hacia él, sorprendida, y le sonrió.
—Necesita ver más películas, señor Beck —sugirió, antes de entrar al living y dirigirse al espacio de bebidas que había en un rincón, seguida por el guardaespaldas.
—Creo que ahora tendré tiempo de sobra para eso —reconoció Quentin mientras suspiraba.
—¿Por qué?
—Tuve un intercambio de palabras con su hijo.
—No te preocupes. Se le pasará —lo calmó la mujer dándole un vaso con la bebida que había pedido.
—Gracias.
—Ahora bien, ¿puedes decirme qué sucedió? —Quentin dudó respecto a cuánto podía contarle a esa mujer sobre lo sucedido, pero sus palabras cambiaron el rumbo de la conversación—. Peter es un chico maravilloso. Tiene excelente calificaciones en la escuela, cosa que no entiendo si sale casi todas las noches, pero es algo rebelde. Supongo que ha notado eso.
—Es fiel con los que se lleva bien.
—Sea sincero, señor Beck. Mi hijo es un estúpido. Le rascas la cabeza y ya confía en ti ciegamente. Y para eso fue contratado. Que le importe un bledo los caprichos de Peter: así sea con un humor de los mil demonios, traerlo a casa con vida ya significa que está haciendo bien su trabajo. No importan las consecuencias.
En la habitación de Peter la luz estaba tenue. Un accesorio agregado a la cámara de su teléfono iluminaba un poco más la escena. Detestaba hacer eso, pero tenía qué. Ya estaba siendo chantajeado, ¿qué más daba entregar un poco más de material? Verse reflejado en la pequeña pantalla del aparato le resultaba grotesco. Usó el mando a distancia del trípode que sostenía el teléfono para recorrer su cuerpo, su erección que a los pocos segundos y con un grito clavado entre sus labios, explotó. Se quedó mirando el techo unos instantes antes de volverse hacia la trípode, gateando sobre el colchón. Agarró el teléfono y se sentó. Escribió un rápido mensaje y envió el archivo.
—Qué asco.
🔮🕸
Capítulo completo (llegué a la cantidad máxima de caracteres 😂) en AO3.
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Bigger than These Bones
De los recuerdos extraídos de Aaron Douglas Clark, sesión 14
14 de Enero 2031
Aaron tiró de su corbata, deshaciéndose de la prenda con enfado antes de que terminara por sofocarse. Con el rostro aún enrojecido entre lágrimas y furia, el joven Clark no pudo hacer más que enfrentar a su propia imagen desquiciada en el espejo; tallándose las mejillas con las mangas de la camisa en un fallido intento por recobrar la compostura.
El estómago le ardía. Por enojo, por tristeza, por impotencia. Porque las últimas cuatro horas había tenido que pretender que todo estaba bien, a pesar del injusto desenlace al que se había tenido que enfrentar como “un hombre”, cuando aún era un niño.
Con los rizos revueltos, el chico hizo un último esfuerzo por volver a colocar la fantasma expresión de serenidad sobre su cara; sosteniéndose con una mano del muro frente a sí, como si fuera a desvanecerse en cualquier momento.
Aaron ahogó un gemido de dolor, no queriendo volver a romper en llanto por si alguien subía a buscarlo; y en su lugar, cerró el puño construyendo una pequeña esfera de energía, concentrando todo aquello que debía callar, y arrojándolo contra otra de las paredes de su cuarto.
La pintura se chamuscó hasta el punto de dejar visible la estructura de la casa, misma que después fue perforada por la esfera hasta desaparecer y convertirse en un hueco que abría paso al frío exterior. Observando la ventisca invernal a través del agujero, Aaron negó con la cabeza, dejándole la responsabilidad de reparar el problema a su yo del futuro. Ahora, él tenía cosas más importantes con las qué lidiar.
Destensando los músculos de la espalda e incorporándose en el porte maduro que debía lucir, el muchacho exhaló despacio y reanudó la tarea de componer su propio aspecto. Pegándose los rizos a la cabeza con un montón de goma, y reacomodándose el cuello de la camisa sobre el saco, Aaron lucía más como un recién graduado que como el anfitrión de un funeral. Cualquiera que mirase a un chico de su edad vestido así, lo habría pensado.
Minutos más tarde, el joven volvía escaleras abajo a la recepción del evento, dispuesto a demostrarle a los O’Reilly (quienes habían insistido en hacerse cargo de la ceremonia en su lugar), que tenía todo bajo control.
Despacio, Aaron procuró no despegar la mirada de las escaleras. No tanto porque temiese caer por las mismas, sino porque no quería enfrentarse a los rostros en los retratos del muro a su izquierda; pues aquello tendría la fuerza suficiente para quebrarlo de nuevo y forzarlo a volver arriba, lejos de los invitados.
Finalmente en el vestíbulo, una serie de asistentes le presentaron sus condolencias, antes de seguir sus respectivos caminos hacia cualquier otro punto de conversación que resultara menos… ¿fúnebre? Absurdo.
Que, en realidad, al muchacho no le molestaba tener que recibir el pésame de todos los visitantes, en tanto dejaran a su sobrino en paz; a quien después del funeral no había visto en lo absoluto. Con aquel pensamiento en la cabeza, Aaron alzó la vista en busca del niño, esperando, en nombre de todos los Dioses, que el menor no hubiera escapado de la recepción en su ausencia.
Frente suyo, un par de chicos pasaron corriendo, llenando la casa de un sonido que casi resultaba ajeno a aquellos muros: risa. Aaron detuvo al más grande, apenas cinco años menor que él y preguntó.
–– Darcy… ¿has visto a Derek? –– El menor hizo una seña hacia el patio trasero, donde la helada cubría los cristales, impidiéndole ver más allá de las ventanas.–– Gracias.–– Soltó, devolviendo al niño a sus juegos antes de dirigirse a la puerta de la cocina.
Al exterior, el callado silbido del viento rozaba la estructura metálica alzada a mitad del patio. Rechinando por el peso, los columpios sobre los que Derek Knight se sostenía, apenas hacían un burdo esfuerzo por balancearse hacia delante y atrás; en un inútil intento por consolar al niño.
El agua y el lodo se habían logrado adherir a sus zapatos, mientras éste continuaba marcando líneas sobre la nieve, haciendo nada. Sólo esperando. Seco, desatendido, el césped dejaba huecos entre la tierra, cubierta de charcos helados que antes habían presumido de ser copos encimados.
La humedad besaba los tobillos de Aaron, quien emprendía silenciosa marcha hasta donde el último miembro de su pequeña y destrozada familia le esperaba.
Sin preguntar si aquella reunión requería invitación, Aaron tomó asiento en el columpio al lado de su sobrino, cuyos largos mechones de cabello castaño le cubrían un poco más allá de las cejas. Como si acabaran de presentárselo, el mayor estudió las facciones del pequeño, intentando descubrir en ellas los gestos de Felicity, y los finos detalles de Gaelle. No era necesario un estudio exhaustivo para darse cuenta que, en efecto, aquel pequeño era tanto hijo de su hermana como de su cuñada.
–– Tienes esa cara.–– Le interrumpió Derek, observándolo por el rabillo del ojo, antes de largar un suspiro y volver a cerrar los puños alrededor de las cadenas para impulsarse.
–– ¿Cuál? –– Se atrevió a preguntar Aaron, llevándose una mano a la barbilla como si así pudiera entender qué se había pegado en su rostro.
–– La misma cara que hace mamá cuando bajo en la mañana a desayunar. Como si no creyera que estoy aquí de verdad, y que sigue soñando.–– Aaron miró en dirección a la nieve bajo sus pies, ensartando los zapatos en un tumulto de la misma. Derek detuvo el columpio y miró de nuevo hacia el otro, confrontando la verdad que se negaba a aceptar desde hacía meses.–– Ella no va a volver, ¿verdad?
Aaron llenó sus mejillas de aire y ocultó las manos en los bolsillos de su saco. Al exhalar, una espiral de vaho se formó con elegancia, desvaneciéndose inmediatamente después.
–– No, D.–– Murmuró el mayor, sin el coraje suficiente para mirar a su sobrino mientras decía aquello.
Derek pasó la manga de su saco por la cara, limpiando una lágrima que no estaba allí, y observó el resto de las casas en el suburbio, tan silenciosas como la suya. Por primera vez en meses, la niebla había logrado disiparse casi por completo. En contra de todo pronóstico, los altos nubarrones de humo y ceniza habían decidido intercambiarse por la atmósfera invernal de Avrage; alejando todo rastro de guerra de la ciudad, al menos por un día.
Al menos así se sentía al exterior de los edificios, en la zona residencial de la conflictiva urbe; cuyo constante aroma bélico les recordaba que aquella no era sino una cruel pausa, antes de tener que devolver todas las fichas al tablero de ajedrez.
–– Pensé que vendría a decirle adiós.–– Prosiguió el niño, con una madurez poco propia para alguien de su edad. No obstante, Aaron bien sabía, todos ellos habían tenido que crecer más rápido para entender al mundo.–– Pero… ni siquiera eso parece ser suficiente para que de media vuelta y vuelva a ser ella misma. Con nosotros. Conmigo.
La imagen de Felicity atravesó sus pensamientos. Su hermana, poseída por su propio poder, ciega y adicta a una fuerza que nadie podía comprender; marchando al lado de los otros. Los aliados de The Cardinal.
Aaron sabía bien por qué Felicity no estaba allí. No obstante, como se lo había advertido Hayden, era algo que no podía compartir con Derek. No todavía.
–– Tienes que saber que Felicity, tu madre, te amaba muchísimo, Derek.–– Afirmó el muchacho.–– Y tu otra mamá, Gaelle, también. Jamás vi a dos personas amar con tanta fuerza a alguien, como ellas te querían a ti.
Derek sorbió por la nariz y por instinto llevó su mano a la cadena alrededor de su cuello. Un relicario que Gaelle le había obsequiado un par de Navidades atrás, con las iniciales de los tres grabadas en la plata. Inmediatamente después lo soltó, frunciendo el ceño.
–– Si mis madres me querían, ¿por qué se fueron? ¿Por qué me dejaron solo?
El mayor se frotó las manos, buscando un poco de calor en la propia fricción.
–– Algunas cosas no son infinitas, D. La vida no lo es, y por más que quisiéramos, las personas que amamos tampoco. Gaelle no murió porque quisiera dejarte; y sé que, si hubiera tenido dicho poder en sus manos, ella habría dado todo por pasar una eternidad contigo.
Las mejillas de Derek se habían enrojecido, y una hilera de lágrimas comenzaba a desbordar de sus ojos, idénticos a los de Gaelle Mahone. Aaron, con el corazón en la garganta, bajó de su columpio para abrazar a la única familia que le restaba; buscando la manera de solucionar el destino al que inevitablemente habían llegado.
–– Traeré a tu madre de vuelta, Derek.–– prometió en un susurro, encontrando en aquellas palabras, un nuevo motivo por el cual luchar.
* * * * * * * * * * * *
De los recuerdos extraídos de Aaron Douglas Clark, sesión 15
21 de Enero 2031
El caos que nuestra especie siempre creyó cercano, pero jamás presente del todo, finalmente tocó Tierra. En palabras de Leah, los que nos movemos sobre la penosa atmósfera de este planeta aún, arrastrándonos entre escombro y pérdidas, también estamos a punto de perecer.
Aunque sus profecías no son siempre legítimas, el último par de meses las visiones fatales, sobre todo, han tenido un gran rango de certeza. Algo comienza a hacernos creer que, a pesar de nuestros intentos, nada será suficiente para detener el fin del mundo: la única conclusión posible para esta historia.
The Cardinal, como se hace llamar, ha llevado muerte a todos los páramos del continente. Y si lo vemos de una manera menos optimista, es cuestión de tiempo antes de que los habitantes de otras partes del mundo se den cuenta que sus tierras están muriendo por culpa de ella. Por culpa nuestra.
Allá va otro motivo para continuar con el exterminio de modificados. Como si nuestro pasado no estuviera plagado de pérdida suficiente. Que si soy honesto, no puedo culparlos, pues todo lo que creía fue derribado los meses anteriores; junto con la esperanza de volver a tener una familia a la que correr.
El funeral de Gaelle fue la semana pasada. Un evento bastante concurrido, a pesar de la situación de Avrage. Modificados, humanos, personas de otros lugares, asistieron a la última despedida de una de las heroínas humanas más grandes que este planeta podría haber conocido jamás. Amigos, familia, cercanos… todos, menos Felicity.
Leah dice que aún podemos traer de vuelta a Felicity. Pero con todo lo que ha sucedido, es sólo cuestión de tiempo antes de que pierda para siempre a mi hermana. No hay forma humana de regresarla a quien solía ser; pues el poder que le ha conquistado, también ha intentado arrastrarme a mí a ese punto donde la voluntad se desvanece, y donde los recuerdos más dolorosos y los más brillantes, son eliminados hasta dejar una simple cáscara sin alma. Volver de ese abismo es sólo posible a través de la muerte.
Sé que es importante hablar de lo que nos destruye, en lugar de callar y dejar que nos consuma de adentro hacia afuera. Pero no he podido encontrar el momento indicado, ni a la persona correcta, para contarle todo lo que la muerte de Gaelle representa para mí, como para la última pieza de una familia completamente destruida.
El hijo de mi hermana, tanto como yo, es perseguido por una turbulenta historia familiar que terminaría en tragedia. Maldición para nuestra sangre, condenada a destinos que tocan la muerte y no vuelven de allí.
A veces me pregunto… de no haber llegado a la vida Felicity, ¿las cosas habrían resultado igual? ¿De haber estado juntos desde el principio, la conclusión habría sido distinta para nosotros dos? ¿Para ella? Las posibilidades de un presente que jamás conoceré me mantienen despierto.
Sé que la pérdida y los terrores del pasado, fueron lo que hicieron a mi hermana seguir los pasos de The Cardinal. Y me asusta creer que, ese mismo sentimiento puede llevarme a mí también a perder el control.
Si Felicity Knight, a quien llamaban leyenda, no pudo combatir contra sus propios demonios… ¿qué nos depara al resto, sabiendo que no tenemos ya un futuro por el cual soñar?
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De los recuerdos extraídos de Aaron Douglas Clark, sesión 16
23 de Enero 2031
Fui a visitar a Derek la tarde de ayer. Con una sonrisa que hacía creer que no estábamos a punto de caer en la eterna condena, mi sobrino nos recibió a Leah y a mí con los brazos abiertos en casa de los O’Reilly.
Naturalmente, el señor O’Reilly no ha terminado de mudar todas las pertenencias de Derek de casa de sus madres a la de él. Pues por mucho que pretenda mantener las apariencias, sabemos que la partida de Gaelle le ha afectado más a Hayden que a cualquier otra persona. En su cara, a veces demasiado demacrada por empeñarse en buscar una solución, es fácil leer los colores más tristes cuando alguien hace mención de Felicity, Gaelle, o Shiloh, a quien hace más de una década que no ve.
Me tranquiliza pensar que, tanto la presencia de Elloise y sus hijos, como la energía del pequeño Derek; evitan que ciertos tintes en el señor O’Reilly se opaquen demasiado, logrando mantener los matices de vida en su rostro de vez en cuando.
Pues si lo perdemos a él, la justa puede darse por oficialmente por acabada.
Hayden ha hecho lo posible por mantener al pequeño Knight ocupado, distraído de la dolorosa verdad que, como yo, ahora es huérfano. Lo subestiman… él podría sonreír todo el día, y yo aún notaría debajo de esa cara lo mucho que echa de menos a su familia.
La casa de Gaelle y Felicity debería estar completamente vacía para la semana siguiente. He mudado mis cosas a la Academia Faroux, donde menos de una docena de modificados aún tenemos nuestro hogar.
Entre los pasillos, envuelto en silencios y códigos, se intercambian planes para atacar al grupo de The Cardinal, y ponerle así un fin a la miseria actual de la ciudad y del mundo entero. Pero son estrategias estúpidas. Ninguno de ellos, ninguno de nosotros, tiene el poder suficiente para derrotar a lo que quiera que está allá afuera.
El resto de los chicos cree que no quiero formar parte de sus estrategias, porque mi hermana se encuentra en el bando contrario; y que complotar junto a ellos, es complotar en contra de mi sangre.
No todo es mentira. Pues no quiero ser yo quien enfrente a Felicity al final.
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De los recuerdos extraídos de Aaron Douglas Clark, sesión 17
25 de Enero 2031
Leah tiene un plan, que dista mucho de las estrategias mal construidas del resto. En la Academia, antes de que las cosas se fueran al completo infierno, Hayden me estaba enseñando a controlar todas las posibilidades que podían tener mis poderes.
Con Felicity, todo había sido prueba y error… pero conmigo, habían tantas puertas abiertas, que era cuestión de tiempo antes de descubrir algo que fuera realmente extraordinario.
Basándose en una teoría de Harry, Hayden creía que la manipulación de energía, bien aplicada, podría llevar a uno o más sujetos en un viaje a través de dimensiones desconocidas, doblar el espacio, y a su vez, atravesar el tiempo como si se tratara de una mera puerta.
El plan de Leah es atravesar esa puerta al pasado, y detener el caos antes de que éste figurara siquiera en la historia de Avrage. No sabemos cuánto nos tomará, pero hasta ahora, es la única posibilidad que tenemos de vencer al enemigo.
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De los recuerdos extraídos de Aaron Douglas Clark, sesión 18
4 de Febrero 2031
El entrenamiento es exhaustivo. A ojos de los O’Reilly, estoy intentando demasiado por algo que no sabemos si funcionará. Creen que necesito comer y dormir más, trabajar menos. Pero no tengo otra forma de llenar el vacío.
Le prometí a Derek que traería de vuelta a su madre, y hasta el momento, esta es la única manera que conozco.
Los viajes en el tiempo, me advirtió Harry, tienen más riesgos que cualquier otro tipo de misión en la Tierra. Para empezar, el cruce dimensional podría desintegrar por completo a alguien si no se realiza de forma correcta. Luego está el hecho de mantener el portal abierto, para no dejarnos atrapados en los años pasados. Pero los riesgos más grandes vienen al momento de cambiar la historia… de despertar en el mañana, las cosas podrían haber dejado de ser como lo son ahora.
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De los recuerdos extraídos de Aaron Douglas Clark, sesión 49
27 de Febrero 2031
Hoy es el gran día. Leah y yo viajaremos al 2018. Deséennos suerte.
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Crítica: The Walking Dead: World Beyond 2x03 Exit Wounds
The Walking Dead: World Beyond está entrando en terreno pantanoso. Somos comprensivos, somos conscientes de que necesitan poner sobre el tablero todas las piezas y que teníamos algunas olvidadas en la caja, pero el cronómetro está puesto en marcha desde el primer minuto de la serie. El tiempo es limitado y quedan 7 episodios para cerrar la historia.
Nos faltaba averiguar qué había sido de dos de los peones. Elton y Percy se han quedado rezagados y han vivido su propia aventura. Teniendo en cuenta que el primero tenía que digerir que su amiga Hope mató a su madre y que el segundo acababa de ser disparado por Huck, quizás podrían haber aparecido más tiempo en pantalla. Da la sensación de que por muy interesante que te hayas vuelto, si no eres de la trama principal, el tiempo disponible es nulo.
Lo poco que hemos visto de la dinámica de este dúo nos ha mostrado que tienen gracia, tienen química y tienen potencial. Su aventura se corta prematuramente cuando se encuentran con Asha y Dev, los hijos de Indira, que habían salido a buscarlos. Después de vacilarles un poco, nos dejan con dos novedades. Por un lado, Elton y Asha son adorables juntos; y por el otro, descubrimos la relación del Perímetro con los zombies. Para esta comunidad son recipientes de almas, y al matarlos están permitiendo que esa persona encuentre su nueva vida.
Con la Civic Republic tenemos sentimientos encontrados con lo que nos están mostrando. Para ser el epicentro del mal y la respuesta a todas nuestras preguntas, se lo están tomando con demasiada calma. De hecho, esta semana vemos como se adaptan Huck y Hope en lo que parece una realidad paralela al apocalipsis que nos rodea.
El caso de Huck es el que más chirría. Es un personaje hermético. Y tiene ante sí el arco más complejo de la serie. Pero hay algo en la forma de expresarse que nos deja la sensación de que en realidad no quiere nada de lo que tiene. No parece muy contenta de haber vuelto a su antiguo rol, definitivamente no quiere estar con Dennis y parece que cualquier cosa que hace es un suplicio. Ha llegado el punto en el que realmente no se sabe si es precisamente lo que nos quiere trasmitir la actriz o si es realmente una interpretación floja. Estas dudas hacen que conectar con Huck sea todavía más complicado.
Por su parte, Hope está viviendo la vida universitaria al máximo. Es la chica más lista de la clase, tiene un ligue potencial muy pendiente de ella (no sé, pero yo huelo un poco a topo) y ya ha ido a su primer botellón. Es complicado equilibrar tantas cosas juntas. Se supone que quiere averiguar lo máximo del complejo, pero tendrá que hacer algo más que apuntar en su libreta “guardas, cámaras y tarjetas de seguridad”. Información supercrucial.
El episodio termina con Hope convenciendo a Huck de llevarla a ver a Iris. Una Iris que está en modo cliché de peli de acción curando las heridas del torso desnudo de Percy. Está claro que aquí va a haber pelea. No hace mucho que Huck mató al tío del muchacho. Y digamos que todavía tiene la herida de la bala abierta. ¡Dadnos conflicto!
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2. "Who says you can't go home"
¡Jamás mencioné mi segundo nombre!, grité al momento en que me puse de pie, para ser una persona a quién no estaban esperando, saben demasiado, ahora o me permiten salir o comenzaré a gritar fuertemente. Introduje la mano en mi mochila rebuscando por mi celular al tiempo que me preguntaba una y otra vez, donde había quedado mi prudencia, debiste haber tomado mejores decisiones y prestado más atención a los peligros, para ser una persona que ha estado tomando cursos de defensa personal, bajaste la guardia muy fácilmente, me repetía mi traicionera mente en su modo "regañón".
En un movimiento impresionantemente rápido Mario me arrebató mi bolso, y César me tomó por el brazo con la fuerza suficiente para sentarme nuevamente.
Escucha lo que tenemos por decirte, no crees que si realmente hubiéramos querido hacerte algún daño lo hubiésemos hecho ya. Utiliza tus sentidos, ¿en algún momento te has sentido incómoda?.
Relájate, insistieron….
Justo en ese momento entró una mujer, pequeña, delgada, facciones finas, con un cabello larguísimo el cual llevaba sin ningún adorno suelto a su espalda, ojos color gris.
Todos ustedes, expliquen de inmediato que hace ella aquí, demandó en un grito.
Mario se acercó a ella y le dijo algo al oído, ella fijó sus ojos en mí sin decir una palabra más.
Beshakarenice, es todo por hoy, nos pondremos en contacto contigo, por favor permítenos proporcionarte transporte seguro. Tomó su celular e hizo una llamada, " encuéntranos en mi oficina" fueron las únicas palabras que dijo para despues colgar. Nadie dijo nada más, ella debía ser la persona que mencionaron momentos antes: su líder.
Momentos después entró el muchacho con quien había peleado.
Señorita " puedo patearte el trasero", inclinó la cabeza a manera de saludo, ahora vestía jeans y una playera tipo polo, recogió su cabello detrás de su nuca, había retirado los vendajes de sus manos y el aroma que desprendía era simplemente delicioso, nuevamente no pude ocultar en mi mirada la delicia que era verle.
Encárgate de levarla a su hogar, su seguridad está a tu cargo a partir de ahora. - Le dijo Mario.
Él realizó un movimiento de aceptación, con su cabeza, me miró y dibujó una leve sonrisa en su rostro.
Supuse que ya no había nada mas que decir cuando me tomó con un leve toque de su mano en mi codo, empujando un poco hacia la salida y con rumbo a donde estaba su coche, abrió la puerta para mi al estar dentro del mismo, me pidió ponerme el cinturón de seguridad.
En un momento - dije, pero al ver que no me lo ponía, detuvo inmediatamente la marcha del coche, - no saldremos hasta que no te lo hayas puesto, dijo y de mala gana lo hice.
Rebelde, dijo, sin duda eres 100% Rebelde. Si hubiese sabido que nunca antes habías peleado, no hubiese accedido bajo ninguna circunstancia a hacerlo, acepta mis disculpas por haberte golpeado, aún no me queda claro porque te dejaron participar, hizo una breve pausa.
¿Y por qué no habrían de permitirlo?
Este es un torneo que solo está enfocado para hombres, dijo apesumbrado y un poco apenado por sus palabras, puedo ver que curaron tus heridas.
Lo sé, exclamé, es genial ¿no crees?, simplemente levató sus hombros, supongo y me aventuro a decir que eso era algo que él veía rutinariamente y ya no le causaba asombro.
Continuó concentrado en su misión, manejar, y bien - me dijo nuevamente ¿ a donde debo llevarte?
Si no te importa, quisiera que me llevaras a la plaza XXXX.
Señorita patea traseros, necesito una dirección a la cual dejarte, escuchaste a Mario su indicación fue clara, "llévala a su hogar", tu seguridad está en mis manos.
La plaza esta perfecta, además si tu no dices nada, yo no diré nada, nadie se enterara donde me dejaste.
Resopló por la nariz y movió la cabeza de un lado a otro.
Ya veo- dije, eres del tipo que le gusta hacer y voluntad y no está acostumbrado a que le lleven la contraria, es muy interesante.
Tu eres una rebelde, dijo.
Mira, tu propuesta de llevarme a casa resulta bastante atractiva, desde que la mitad de mi capital se fue pagando el taxi para llegar a las pruebas, (aun no sé por qué compartí ese tipo de información con aquel atractivo chico) pero aún tengo que bajar un poco la emoción de todo lo sucedido, así que pasaré por la plaza, me compraré un helado con mucho chocolate, meditaré lo sucedido y regresaré a casa, si llego en este estado eufórico, mis padres comenzarán a tener sospechas.
¿Chocolate?
Si, obscenas cantidades de chocolate dije, además de que necesito re-buscar el regalo de cumpleaños de mi hermana.
Se rió sonoramente al tiempo que decía - te juzgué mal, patea traseros, pensé que serías de las chicas que se alimenta a base de ensaladas.
¿Acaso me viste cara de conejo? - pregunte, Soy de las chicas que repite el plato de comida hasta quedar satisfecha, se va directo al postre, y no deja nada en el plato.
Muy interesante descripción afirmó, entonces pasemos por la plaza para que compres tu helado y de ahí directo a tu casa, escuchaste la instrucción de Mario, y la instrucción es dejarte en tu casa- enfatizó.
¿Por qué la insistencia de llevarme a casa? Definitivamente no es una opción, dije en tono determinante, quizás esperando que él desistiera de sus intenciones y aceptara eso como respuesta final.
Ellos me dieron una instrucción, la cual debo cumplir, puedo llevarte a la plaza y después a tu casa, no tengo problema en hacer eso.
Mi mente estaba trabajando a mil por hora planeando un plan de escape, ciertamente mi intención nunca fue la de permitir que éste atractivo, apuesto y poco a poco más irresistible chico, conozca mi lugar de residencia.
Antes dijiste que habías gastado la mitad de tu presupuesto pagándole al taxi que te llevara a las pruebas, ¿acaso tu novio no puede encargarse de tu transporte?
Si, dije, lamento haber dicho esas palabras, no hagas caso, no es la primera vez que me veo en aprietos financieros, y seguramente saldré adelante como en cada ocasión, y por el momento no me encuentro en ninguna relación, que yo sepa.
Sonrío y por primera vez pude ver lo bello que luce su rostro al hacer aquel movimiento, Si lo pides amablemente puedo ser tu transporte hasta que tus situación financiera se regularice, dijo con una sonrisa en los labios y soñando de una manera impresionantemente casual - ya que no tienes compromiso.
No lo creo dije riendo, sabes que mi primer clase en la universidad es a las 7AM, y no veo que seas el tipo de Romeo que se tome el tiempo de estar por mí en mi casa con antelación para llegar a tiempo a mi Universidad, sin contar que tu tendrías que ajustar tus horarios, ( sigo sin comprender por qué continuo dándole información). Sin contar que todo en esta vida tiene un precio, y no sé siquiera si quiero saber que está pasando por esa mente tuya. Además dije, tu novia puede posiblemente molestarse y no estoy lista para lidiar con novias celosas en este momento.
Señorita Patea traseros, me complace informarle que soy una persona que no cuenta con algún compromiso, no existe ninguna persona que pueda requerir de mi atención en estos momentos, por lo cual te diré: "Pruébame... y nunca querrás dejarme ir".
Diablos, por qué tenía que decir aquellas palabras... - Tentadora tu invitación, músculos, dije al tiempo que puse mi mano en sobre su brazo, tratando de lucir despreocupada al hacerlo, incluso miré hacia otro lado mientras lo hacía, pero … Oh Dios!! Lo hice con toda la clara intención de disfrutar de aquellos músculos, solo que tendré que rechazarla, puedo valerme por mi misma, - afirmé.
Una vez en la plaza, y tan pronto como estacionó el automóvil bajé de inmediato del coche, aunque por un momento me pareció que él hubiese querido abrir mi puerta.
Bien dijo, vamos por tu helado.
Desde aquí puedo encargarme por mi misma dije, me gusta disfrutar mi helado con total calma, mientras deambulo por ahí sin rumbo o dirección, y a juzgar por la limpieza de tu coche, no me subirás a él si traigo comida encima ¿cierto?, por lo que no te haré esperar mas, fue un gusto conocerte, nos vemos, dije, le di la mano y me despedí.
El tomó mi mano, sin soltarla comenzó a caminar jalándome un poco para hacer lo mismo, - Toma tu tiempo dijo.
Por simple cortesía, le pregunté si quería un helado al llegar a la heladería, él negó con la cabeza, al tiempo que rebuscó entre su pantalón le entregó un billete al chico que nos atendió indicándole que se quedara con el cambio.
No quise pelear por ello pues bajé la guardia al darle yo un bocado a mi helado antes de pagarlo, y él aprovecho ese momento ¿para quedar bien? No lo sé con certeza, quizás solo es un caballero después de todo.
Busqué una banca cercana para descansar y poder disfrutar mi delicioso manjar, ¿quieres un poco? dije tratando de ser educada.
Si quiero dijo al tiempo que sostenía mi mano con la que sostenía el helado, quiero el pedazo de chocolate que se quedó en la comisura de tus labios ¿ puedo tomarlo con mis labios?
Le retire de inmediato.
¡Claro que no! Exclamé! no juegues con migo, me puse de pie en franca molestia.
Era solo una broma, dijo él al tiempo que también se incorporaba, tranquilízate.
Caminé por ahí y el simplemente caminó a mi lado en silencio, se sentía rígido pero aun así caminó con seguridad y aplomo, la espalda recta y atrapando miradas a su paso, volteó a verme cuando se percató de que le miraba por el rabillo del ojo- si terminó señorita patea traseros, ¿podemos irnos ya?
No - dije.
Me da lo mismo dijo, si cooperas o no, de cualquier manera te subirás al coche.
Anticipé una batalla por su respuesta y mi poca tolerancia ante tal respuesta, solo que antes de que pudiera responder a eso como Dios manda, una guapa rubia delgada, estilizada e impecablemente arreglada, se le lanzó encima:
Atlas, ¡Que sorpresa verte!
Por supuesto el respondió de inmediato el saludo, con un beso en la mejilla de ella, mientras se la quitaba de encima.
Era todo lo que necesitaba ver, mi mente reaccionó en ese momento, ésta era justo la ventana de tiempo que estaba esperando, sin dar ningún tipo de aviso y aprovechando la ocasión, moví mi trasero de ahí para no verle más.
Dios eso estuvo cerca, caminé lo más rápido que pude hacia la salida más cercana y de ahí me perdí entre las calles donde troté lo más casualmente posible para no llamar mucho la atención, me detuve unas calles antes de llegar a casa para recobrar el aliento y repasar un poco lo sucedido, sonreí por el recuerdo de haber estado tan cerca de tremendo tipo, aunque por otro lado pensé en la rubia que lo abordó, seguramente ese tipo de chicas son lo de él, rubias bien arregladas y muy femeninas, damiselas en peligro, revisé un poco mi atuendo antes de llegar a casa, no vi nada raro me revisé en el espejo de un coche antes de entrar para ver que no estuviera nada fuera de lugar. Entré a mi casa y me propuse a olvidarme de lo sucedido.
Dos días después, cuando llegué a mi salón de clases, me sorprendí a ver al musculoso-atractivo-guapo muchacho del que escape hacía algunos días, obviamente me sorprendí al verle, y más aún a esas horas en la mañana perfectamente arreglado. Me detuve en seco y supongo que mi rostro reflejó de la misma manera la sorpresa de verle, mi corazón se puso a latir a mil por hora, ésta gente sí que no se andaba por las ramas, mil imagines pasaron por mi mente, ya que él claramente estaría molesto por lo sucedido, grandiosa idea la tuya de escapar, me dije mentalmente.
¿Qué es lo que estaba buscando? ¿Qué quería? ¿Cómo diablos me había localizado? Estaba segura que nunca dije donde estudiaba, vivía o algo por el estilo, sin embargo siempre estaba la posibilidad de que solo fuera una coincidencia y que no fuera yo la persona que estaba buscando, me decidí a caminar hacia mi salón de clases, a lo cual el hizo lo propio para alcanzarme antes, me miraba directamente a los ojos mientras lo hacía, Dios, eso me resulta tan intimidante y excitante al mismo tiempo, debo confesar que requerí de todo mi autocontrol para no dejar de caminar, me recordaba a mí misma : Pie izquierdo, pie derecho, vamos tu puedes...
Al tenerle frente a a frente mi mis rodillas temblaban inevitablemente.
Buenos días señorita, "Puedo patearte el trasero".
Buen día respondí, mi nombre es Besakarenice dije firmemente, puede llamarme así o BB como lo hace todo el mundo.
"Patea traseros" suena bien para mi - dijo.
No quería ser la primera en preguntar ¿Qué haces aquí?.
Me miro a los ojos en lo que supuse era un acto en el cual buscaba algún gesto en mí que le descifrara mi sentir actual, como dije antes, requerí de todo mi autocontrol para no revelar que me derretía tanto por él como por su actitud, aunque los colores de mi rostro sin duda le dieron alguna pista, acercó lentamente su rostro hacia mi rostro lo que ocasionó que diera unos pequeños pasos hacia atrás, él no se detuvo hasta el momento en el que mi espalda tocó la pared.
El día que te conocí la por primera vez algo en tí me resultó desconcertante, cuando nos enfrentamos en aquella pelea tu energía me desconcertó y sin duda alguna ahora has logrado interesarme, ninguna mujer había escapado de mí con anterioridad, así que tienes toda mi atención.
Atención que no deseo, dije en una clara mentira, al tiempo que con mi dedo índice sobre su pecho le empujaba hacia atrás, además me ofende que me pongas a la altura de cualquier mujer, yo no soy igual a nadie más ni cumplo con el estereotipo que la sociedad tiene respecto a lo que debe ser la "mujer perfecta" yo he formado mi propia definición de perfección, la cual además luce excelente sobre mí. Pude observar sobre su hombro que mi profesor estaba llegando a clase.
Si me disculpas, algunos tenemos clases que tomar.
Se retiró un poco para darme espacio, estiró la mano y me dio una pequeña bolsa de papel, diciéndome que me encontraría termino de mis clases, y que esperaba que lo disfrutara, señalando la pequeña bolsa.
Ingresé a mi salón claramente sonrojada.
Hurgué dentro de la bolsa y su contenido era un vaso térmico de café de una reconocida marca de Café y un sándwich calientito.
Volteé a ver hacia afuera del salón y él bajaba por las escaleras, muy en mi interior deseo que se vaya pero otro lado de mí, un lado mucho más oscuro y con ganas de tomar ésta aventura quería que se quedara a mi lado, solo para mí.
Tienes un admirador, dijo mi compañero de banca, Erick, a lo cual le respondí con una sencilla sonrisa, él sabía que me gustaba y mucho, solo que cuando le hice ésta declaración tiempo atrás, él aclaró que estaba interesado en alguien más y sus ojos no me han visto como una pareja o prospecto de, sin contar que el destino quiso jugarme una mala pasada y terminamos trabajando en el mismo lugar, es un doloroso recordatorio diario de que no puedo tenerle, fuera de disfrutar simplemente viéndole, al paso de tiempo incluso mi vena masoquista detesta la situación, por lo que he decidido simplemente ignorarle un poco para ocultar mi decepción.
Aun cuando mi estómago pedía a gritos que le diera a probar esos manjares, mi conciencia me dictó tener prudencia, "nunca comas nada que te de un extraño" mi familia se había empeñado en aterrarme con esas palabras e historias de robo de órganos, que dejé la bolsa de lado y me concentré en la clase.
El tiempo pasó más rápido de lo que esperaba y resultó que mi siguiente clase se vio cancelada debido a la repentina ausencia de nuestro profesor... lo que casualmente me daba una hora libre antes de tener que llegar a mi trabajo.
Al salir de ahí, tal y como lo había prometido, estaba de pie esperando por mí, al verme salir con la bolsa, preguntó si no me había gustado su elección.
Él llamaba mucho la atención para mi gusto, por lo que lo invite a platicar en un lugar más privado, siguió mis pasos. Por mi seguridad me mantuve dentro de las instalaciones de la Universidad.
Bien, dije, señor me gusta hacer las cosas a mi modo, ¿qué te ha traído por aquí? Y lo más importante, como es que lograste encontrarme.
Vine a mostrarte que mi ofrecimiento de ser tu transporte iba enserio, también intenté sorprenderte con el desayuno, pero puedo ver que no lo tocaste, pensé que eras de las mujeres que no dejaba nada en el plato. Encontrarte fue sencillo, soy un hombre que cuenta con los recursos y los medios para hacerlo, el cómo lo hice, quizás algún día te lo revele.
A fin de evitar decir la verdad, opté por no decir una mentira, Lo que sucede es que esperé para compartir, ¿Quieres?
Sonrió, bien dijo, compartamos.
Al menos si quiere envenenarme, compartiremos también el veneno, pensé.
Me entregó un sobre blanco sin decir más, he venido también a traerte esto dijo, lo envían las personas con las que estuviste hablando en la asociación:
" Apreciable Beshakarenice,
Tenemos una propuesta para ti, te esperamos en el lugar donde nos conocimos, este sábado a mediodía, Atlas pasará por ti en el lugar y hora que indiques."
Mario, Jason, Cesar y Bruno.
Bien dije, si es todo lo que viniste a hacer, puedes retirarte dije en tono desafiante.
Rebelde, eres una rebelde dijo al tiempo que movía la cabeza de lado a lado. Antes de retirarme necesito una respuesta, como puedes ver, su instrucción es clara: "Atlas pasará por ti"
Como dije antes, puedo valerme por mi misma, no necesito que seas mi transporte, no necesito que te encargues de mi seguridad, y ciertamente no necesito que me andes persiguiendo.
Claramente tu no cederás con facilidad a que yo me convierta en tu transporte, y ya que soy el encargado de garantizar tu seguridad como escuchaste antes, no aceptaré una negativa como respuesta, lo que nos puede llevar a una batalla eterna, por lo que te propongo algo, arreglemos este asunto de una vez y por todas, hagamos una pequeña apuesta que ponga fin a este asunto , ¿Qué opinas?
Mis mente y la dosis de locura que en ella habita, se pusieron a procesar a mil por hora sus palabras, ¿Sabrá él que si existe algo en este mundo a lo cual no puedo resistirme es a una buena apuesta?, es una de las pocas cosas a las que no puedo resistirme en este mundo por más que lo intente, Dios ¿ por qué pones éstas tentaciones en mi camino a sabiendas de que no podré resistirme?
Le mire a los ojos tratando de anticipar su siguiente movimiento o al menos sus pensamientos, intenciones… ¿Que era lo que realmente escondía dentro de él, sus sentimientos y deseos ocultos?
Mi parte pensante , lógica, cauta y prudente, me pedía a gritos que respondiera en una negativa, sin embargo mi parte, aventurera, imprudente, ansiosa de aventura y la cual ardía en deseo por aquel chico, respondió por todas nosotras: Escucho tu propuesta.
Pídeme lo que sea, me invitó, aclarando que lo que pidas será algo humanamente posible, dijo, y si no puedo cumplirlo entonces tú ganas, pero si yo gano, haremos las cosas a mi manera, lo que quiere decir que seré tu transporte y no escucharé ninguna negativa de tu parte para ésto, y no podrás negarte a ninguna invitación, propuesta o regalo que decida hacerte.
¿Y si yo gano?
¿Qué es lo que tú, pequeña patea traseros realmente quieres ganar? Preguntó inteligentemente.
Mmmm, dediqué escasos 5 segundos a ese pensamiento, si yo gano, entonces las cosas se harán a mi manera, además de que serás mi pareja en mi fiesta de graduación. Esto último fue una jugada muy osada de mi parte, debo reconocerlo, era mi oportunidad para sacar provecho de la situación actual.
Entonces, es un ¿sí?
Estas jugando con fuego, me recordó mi sensata mente...
Sí respondí, es un sí.
Se frotó las manos, dibujó una maléfica sonrisa en sus labios y solicitó que le indicara mi petición.
Saqué un folleto de entre mis libros, verás dije, hoy es el cumpleaños de mi hermana, estuve ahorrando por meses para su regalo y cuando finalmente tuve la cifra para comprarlo, se agotó, estoy en lista de espera sin embargo llegará en al menos 2 meses, es ésta muñeca, dije señalando el catálogo; si logras conseguirlo para el día de hoy a la hora en que salgo de trabajar, consideraré que has ganado la apuesta.
¿Eso es todo dijo? , honestamente pensé que me pedirías algo que representara un reto mayor y por el contrario me sorprendiste con una petición de algo que ni siquiera es para ti.
Tomó su celular, marcó un número, una vez que alguien le tomó la llamada y le pidió a la persona del otro lado de la línea que le consiguiera el artículo que le solicité, lo pidió envuelto para regalo, concluyó con una frase inquietante, " conozco el precio de tus honorarios y sabes que no tendré problema en pagarlos", me sorprendí por supuesto
No lo creeré hasta no verlo dije, intentando sonar lo menos sorprendida posible.
Te acompaño a tu trabajo, indicó, solo para saber a dónde debo pasar por ti para entregarte el objeto que me hará ganador de ésta apuesta.
Asentí y me puse de pie para comenzar a caminar, ofreció ayudarme con mis cosas a lo cual me negué con un simple gesto.
¿Me darás ahora tu número de celular ?
No.
Así podré enviarte evidencia de tu derrota absoluta, rio entre dientes.
Y bien, dije, ¿cuánto dinero debo darte? la muñeca en si es costosa y el conseguirla por estar agotada supongo que lleva un precio de por sí, para saber si debo vender alguno de mis órganos para poder pagarte.
Metió ambas manos a sus bolsillos traseros del pantalón.
Señorita puedo patearle el trasero, en caso de que yo gane la apuesta, las cosas se harán a mi modo, tu accediste, y entonces no habrá deuda que debas pagar, al menos no en dinero.
No, no de ninguna manera, esto es aparte, escuché cuando dijiste que sabías el costo de los honorarios y honestamente no sé si quiero saberlos, pero lo que sí sé es que debo pagar mis deudas, es como he sido educada y dentro de las reglas nunca establecimos nada referente a pagos en especie.
Patea traseros, soy una persona que siempre busca ventaja, debo reconocerlo, él miraba al cielo, tú aceptaste una apuesta sin establecer reglas, por lo que encontraré y aprovecharé cada espacio en blanco en ésta pequeña apuesta y la usaré a mi favor, recuerdas que pregunté "Esos es todo", tengo tu confirmación y acepté tu palabra ¿ahora me dirás que no cumplirás?.
Patee el piso, no estás jugando limpio.
Nunca dije que iba a jugar limpio, detesto perder.
Bueno, dije en un arrebato por conservar la calma, siempre está el hecho de que no puedas conseguirla.
Si, dijo, siempre esta ese hecho, aunque yo cuento con los contactos y los recursos, no miento.
Finalmente llegamos al edificio donde trabajo. Bien, gracias por todo, puedes pasar aquí a tales horas por mí, sí y solo sí logras conseguir esa muñeca, ya veremos en que termina todo, en caso de que no puedas conseguirla entonces comunícate con migo para detallarte cómo es que te quiero bien vestido y presentable para mi fiesta de graduación comenzando por un corte de cabello que no te caería nada mal, sonreí ufanándome de mis palabras, le anoté mi correo electrónico en un pedazo de papel, aquí puedes enviarme la evidencia de mi derrota.
Bien dijo, ¿seré invitado a la fiesta de tu Hermana?
No, ese es un privilegio que aún no te has ganado. Además de que será algo pequeño solo en familia, ya sabes...
De acuerdo, dijo, te veo a la hora pactada, no me hagas esperar. Me giré sobre mis talones y caminé hacia la entrada a mi trabajo.
Veo que tu admirador te trajo a la puerta de la oficina, señaló Erick en un tono un tanto serio.
No es mi admirador, dije en tono frio, es simplemente alguien que conocí el pasado fin de semana.
Tú no eres del tipo de las que disfruta salir por las noches a bailar o a algún bar, ¿dónde lo conociste?
Su repentino interés es algo raro en él. Eso no es de tu incumbencia dije
Ten cuidado dijo, alguien como él quizás solo quiera jugar contigo, además de que tu no eres de ese tipo, sonreí de una manera cortes pero con ganas avasalladoras de sacarle los ojos, ¿acaso cree él que no puedo ser tan atractiva como para que alguien como Atlas se fije en mí? estaba muy equivocado, ¿De cuál tipo pregunte?
De las que pasea por ahí con extraños que acaba de conocer y pone en riesgo su vida, recuerda lo que pasó hace algunas semanas, él se refería al asalto que me dejo destrozada anímica y físicamente.
No creo que deba aclarar que aquel desafortunado incidente no fue remotamente ocasionado por mí o por el tipo de mujer que soy, no te preocupes dije, se cuidarme sola, metí los ojos en mi computadora y me concentré en mis actividades.
Pasé las primeras horas de la mañana pegada a mi celular, esperando que llegara el correo electrónico, nada llegó, me sentía un tanto aliviada por éste hecho, decidí guardar mi celular en un cajón para no tener la tentación de revisarlo a cada instante en busca de ese correo.
Honestamente no pude casi concentrarme pensando ¿en qué momento había yo accedido a tal locura?, pasada la hora de la comida, revisé mi celular y efectivamente ahí estaba el tan deseado pero al mismo tiempo temido correo:
"Evidencia de mi victoria" decía el título del mismo.
#beshakarenice#historiasenmimente#whosaysyoucantgohome#nuevavida#novelaencurso#graciasporleerme#atlasyyo
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Magia Mutante. Capitulo 16 (De Un Lugar A Otro)
---inframundo---
Pasando ya algunos días. Karai le había enseñado a Aan, todo lo que necesitaba para ser una kunoichi tan despiadada como ella. Pero obvio en secreto, destructor no quería que nadie más de los hay en el inframundo se enterara de la existencia de ese androide. Pero durante uno de los entrenamientos, Bernkastel se dio cuenta de la presencia de esa “maquina” como ella solía llamarle a las cosas hechas con tecnología y no con magia. Decidió confrontar a destructor, por haber ocultado a esa chica y que si era tenia tanto potencial, ¿por qué no la había utilizado antes?
Bernkastel: (junto a destructor) deja de fingir, se lo de Aan.
Destructor: (ríe) me importa muy poco que sepas de ella.
Bernkastel: (sonríe) si te importara poco. No hubieras tratado de ocultarla de los demás así.
Destructor: (la mira) al igual que tu ocultas a ese chico.
Bernkastel: (suspira) así que sabes de Black.
Destructor: ambos tenemos nuestros secretos.
Bernkastel: (ríe) un buen secreto. Ha pasado un tiempo y es hora de un ataque, pero no hay que utilizar nuestras armas secretas.
Destructor: (sonríe) utilicemos los peones insignificantes, para atacar esta vez. Ellos solo conocen a esos sirvientes nuestros. Pero no a estos nuevos.
Bernkastel: (ríe tétricamente) sacrificar a los débiles, para crear una pequeña alegría a los idiotas. Jajajajajaja
Destructor: se que para ti. Eva/Beatrice y Erika, no representan nada importante para ti, solo piezas inútiles, al igual que son Xever y Brad para mí
Bernkastel: (ríe) veo que me conoces bien. Jajaja y tú plan me agrada.
Destructor: (sonríe) encárgate esta vez de armar esta guerra. Tendrás a Xever y Brad a tu disposición. Yo iré a preparar algo. (Se va)
Bernkastel: (sonríe) creo que esa chica Aan, será perfecta para Black Battler.
Bernkastel, apareció enfrente de las 4 piezas sacrificables. Ella, les dio sus nuevas órdenes. Las cuales consistían en llevar a los enemigos a una trampa. Las dos brujas aceptaron sus ordenes sin disputa y fueron a ponerlo en marcha cuanto antes, en cambio los servidores de destructor, no querían atacar las ordenes de esta y ella por primera vez les dio una demostración de lo que les haría si no cumplían, lo cual les dio un poco de temor, no al nivel que tenían por destructor, pero igual temor. Así que siguieron igual las órdenes.
Bernkastel: (sentándose) este nuevo plan… es solo una forma de deshacernos de piezas… pero no creo que sean tan débiles, en cierta forma la única que no será fácil es Érika, el odio que siente hacia esa estúpida, es más grande que cualquier cosa. (ríe siniestramente) en verdad, esa batallita será muy hermosa verla.
---en otro lado del inframundo---
Black Battler: (volteando, pensando que quien entraba era Bernkastel o Lambdadelta) entonces… ¿Cuándo será mi...? ¿Quién eres tú?
Destructor: (lo mira) jajajaja. Este chico, es el secreto de Bernkastel. Ja, valla estupidez.
Black Battler: (ríe, por el comentario) tú debes ser ese tal destructor. El hombre que invoco a Bernkastel. Jajajajaja, no sabía que Bernkastel, respondiera a solicitudes de gente tan inferior a…
Black Battler, recibe un fuerte golpe en el estomago, el cual no pudo percatarse del ataque y fue lastimado. Era la primera vez en mucho tiempo que eso le pasaba, el siempre había sido el más hábil en esquivar golpes incluso antes de ser hechos. El contraataco también con su forma de batalla, todos sus ataques fueron bloqueados y esquivados. Destructor, sus ataques la mayoría fueron esquivados, pero no todos, algunos si le propinaron varios golpes a Black Battler, este entonces se dio cuenta que tenía que usar su magia, detestaba usarla sin motivo alguno, ya que le gustaba reservarla. Pero estaba muy molesto, porque alguien le pudiera dar un golpe. Lanzo un ataque directo a destructor, con el cual lo podría matar. (Saben que Black Battler, adora hacer estas cosas, matar a sus enemigos y amigos). Con el impacto se provoco una nube de polvo, que bloqueo la vista por un momento. Black Battler, reía muy sádicamente, le encantaba hacer eso, pero solo duro poco. Ya que al disiparse el humo, vio que destructor estaba intacto.
Black Battler: (sorprendido) imposible… (Pensamiento: ¿resistencia mágica?)
Destructor: (lo mira) tal vez, si mereces ser el arma secreta de pues de todo. Pero aun así no pudiste hacerme nada.
Black Battler: (sonríe) bien… veo qué, Bernkastel si hizo algo bueno al aliarse contigo.
Destructor: (se voltea y empieza a caminar) sígueme muchacho.
Black Battler, sigue a al tipo de la armadura.
Estos llegan a donde se encontraban Aan y Karai. Esta ultima al ver ese nuevo chico, le pareció muy guapo.
Karai: ¿Quién es él?
Destructor: es un sirviente de Bernkastel.
Karai: (se acerca a el chico) ya veo, un sirviente de esas brujas.
Black Battler: (sonríe) no un sirviente cualquiera.
Karai: (lo mira) ¿a si? Interesante, muy interesante.
Destructor: (se dirige a Black Battler) quédate aquí. (Se va)
Black Battler: (se voltea) ¡¡¡oye Viejo!!! No me puedes dejar aquí… se largo ¿siempre es así de amable?
Karai: (le agarra el hombro a el chico) usualmente es así de amigable.
Black Battler: (sonríe) creo que si fue amable conmigo. Me dejo aquí, contigo linda.
Karai: (le sonríe) gracias. Y ¿Por qué dices, que no eres un sirviente cualquiera?
Black Battler: (se acerca a ella) ya lo sabrás, hermosa.
Aan: (se acerca a Karai) hermana… ¿podemos continuar?
Karai: (la mira) está bien.
Black Battler: (las mira) ¿hermanas? Pero… si no se parecen en nada. Aun así ¿Quién es el padre de estas bellezas?
Aan: (lo mira) el… mismo, que te trajo a este lugar.
Black Battler: (sorprendido) ¡¿el, es el padre de ustedes?!
Karai: (ríe) ¿sorprendido?
Black Battler. (Ríe) solo por el hecho que le llamare “suegro”. (Se acerca a Karai y la besa)
Aan: (los mira y suspira) creo que tendré que practicar sola.
A Karai, ese beso le pareció el más perfecto. Aun de su actitud ruda y rebelde, era su primer beso y se lo robo Black Battler, en verdad a ella le gustaba. Era la primera vez para ella, que un chico le gustaba. Para Black, ella es una chica, fuera de lo acostumbrado para él, si le gusto. Simplemente esa era el único pensamiento de él.
Solo les tomo un día para preparar lo necesario para este nuevo ataque y llevarlo al día siguiente acabo.
---en las alcantarillas---
María: (sonriendo) ¡oh! cielos Mikey, estos tallarines con pizza, son tan deliciosos. ¡Cocinas increíble!
Mikey: (sonrojado) gracias María. Usualmente a mis hermanos, no les agrada mis habilidades en la cocina.
Abril: (se acerca) bueno… no solo a tus hermanos, tampoco a mí me gustan mucho.
María: (sonríe) pues a mi si me gusta y mucho.
Abril: qué raro que no viniera contigo Ange.
María: (la mira) ¿Por qué raro?
Abril: (sonríe) como siempre están juntas y son muy unidas, asumí eso.
Mikey: (sonrojado) pero a mí me gusto, que vinieras tu sola María.
María: (sonrojada) aaaa, bueno… es que… ella no pudo… o más bien yo escape de ella.
Mikey: (la mira) ¿Qué quieres decir?
María: (suspira) lo que paso fue: que como hoy le entregan resultados de su examen de admisión a una de las secundaria más prestigiosas y eso allá en Japón y estaba desde anoche con los nervios, que si entraría o no y eso… (Cierra los ojos y apoya su cabeza en la mesa) no nos dejo dormir a Jessica ni a mí. A cada rato entraba y salía de nuestras habitaciones. Y hoy en la mañana estaba igual, así que yo me fui de ahí. No soportaría mas antes de volveré loca. La quiero mucho, pero es tan desesperante.
Mikey, le da un abrazo a María, para animarla, cosa que ella no rechazo en lo más mínimo, pero se estaba durmiéndose, por lo agotada que estaba por la noche anterior en vela por culpa de Ange. Abril, miraba a esa parejita tan linda que se veía y decidió dejarlos solos e ir donde Donnie, para ver en que lo podía ayudar.
Abril, paso por donde estaban Raph y Leo, entrenando.
Abril: (desde la puerta) hola chicos.
Leo: (sin parar de entrenar) hola abril.
Raph: (sin parar de entrenar) ¿vas con Donnie?
Abril: (sonríe) si, iré con él un rato. Estaba con Mikey y María en la cocina, pero me empecé a sentir, como un mal trió y mejor me voy jajajaja. Nos vemos. (Se va)
Raph: (ríe) nuestro pequeño hermano, no pierde el tiempo.
Leo: (molesto) si… no lo pierde.
Raph: (nota a Leo, algo raro) ¿Qué te pasa?
Leo: (regresando al entrenamiento) nada.
Raph: (igual volviendo a entrenar) vamos Leo, dime ¿Qué te pasa? es como si no te gustara que estuviera Mikey, progresando con María.
Leo: (serio) nada de eso.
Raph: (ríe) entonces ¿Qué? O será ¿qué sigues pensando en Karai? Ho, vamos Leo, dijiste que ya la habías superado.
Leo: (serio) ya la supere, eso es obvio. Pero no entiendo que tiene que ver ella con esto.
Raph: tal vez, porque Mikey, puede estar feliz con una chica y tu no.
Leo: (molesto, tira a Raph al piso) ESCUCHA, SI QUIERES SABER LO QUE ME PASA. NO TIENE QUE VER CON KARAI, ELLA YA NO ME IMPORTA. LO QUE PASA ES QUE ME GUSTA MARÍA Y NO SOPORTO QUE MIKEY ESTE CON ELLA. (Leo, se para de encima de Raph y se cubre la boca).
Raph: (sorprendido) ¡¿Qué?!
Leo: (sorprendido, por lo que acaba de decir) nada… no dije, nada.
Raph: (mirándolo) tu sabes perfectamente que a Mikey, le gusta María y ¿desde cuándo paso eso?
Leo: (suspira) lose… pero al igual que a él… ella me gusto cuando la conocimos, solo que él lo dijo abiertamente y yo pensaba que solo fue porque estaba sorprendido con lo que ella es e hizo. Pero ahora sé que me gusta y… no quiero que Mikey se entere… por favor Raph, no le digas nada a nadie.
Raph: (mira a su hermano) está bien, leo... pero sabes que algún día Mikey, lo sabrá.
Leo: (suspira) lose… (Se va a la puerta para salir) yo se lo diré… algún día. (Sale de la habitación).
Se dirige a su habitación, por la cual debe pasar primero por la sala. Cuando llega a esta, ve a María sentada, sola y hojeando algo. Él, la mira de donde está y ella no se había dado cuenta de su presencia, ya que estaba súper entretenida con sabrá que cosa. El decidió acercársele.
Leo: (sonríe) hola, María.
María: (asustada) aaaaaa… ho… hola… leo. (Sonríe tímidamente).
Leo: (extrañado por la reacción de ella) ¿te pasa algo?
María: (ríe) jajaja, no… nada. Es solo que me sacaste un buen susto.
Leo: (se sienta) y ¿Qué estás haciendo sola? digo, ya que estabas con Mikey, según me dijo Abril.
María: así, estaba con él. Pero tuvo que ir donde esta sensei Splinter y me dijo que esperara aquí y me puse a leer esta historieta, que estaba aquí (le enseña la historieta) de verdad me emocione con ella. Es por eso que no sentí tu presencia y me asuste.
Leo: (mira la historieta y luego a ella) ¿enserio, te gusto?
María: (sonríe) claro, en verdad me gusto. “héroes espaciales”, me gusta el titulo. Aunque deja saber de qué trata, de héroes s en el espacio. jajaja, pero en sí, es divertida y entretenida. y los dibujos son muy bien hechos estoicamente hablando y el argumento, me encanto. jajajaja, se de estas cosas ya que leo muchos libros y mangas.
Leo: (la mira, tiernamente) esa historieta es mía y me gusta que alguien, piense así. A ninguno de mis hermanos, les gusta héroes espaciales, dicen que es algo tonto verlos y esas cosas.
María: (se sonroja por la pena y le da la historieta) Gomenasia, gomenasia. No debí tomar la historieta sin pedir permiso antes. Lo siento.
Leo: (le toma las manos a María) está bien, no te preocupes, nos dio la oportunidad, ahora sé que a ambos nos agradan las historietas y… (Leo, se queda mirando a María)
María, estaba muy sorprendida por que Leo, le tomara de las manos y se estaba sonrojando. Justo en ese momento, Raph entra a la sala y mira eso. Así que se va directo a asustar a leo. Ya que el, quería saber más de lo que pasaba por el corazón de su hermano mayor, para poder ayudarlo, pero tampoco quería que Mikey, se sintiera traicionado.
Raph: hola María. Quiero hablar contigo Leo. (Lo jala del brazo y se lo lleva) adiós María.
Leo: (siendo jalado pro su hermano) espera… Rapha.
María: (mirándolos) adiós… amigos… (Suspira) en fin… debería estar acostumbrada a formas de actuar extrañas.
Se escucha una pequeña explosión y un grito.
María: (se sorprende y voltea a ver de dónde viene) bueno… a explosiones. (Suspira) también, gracias primo George. (Se voltea al frente)… (Sale corriendo, a dónde provino el ruido)
Ella, entra al laboratorio de Donnie. En donde divisa a Donnie y abril, tosiendo un poco y algo humeados de la cara.
María: (se acerca a ellos) ¿Qué paso aquí? y ¿Qué les paso?
Abril: (tosiendo) cof, cof, un experimento de Donnie. cof, cof, que no salió muy bien. Que digamos, jajaja
Donnie: (la mira) pero… cof, cof. ¿Tu estas bien, Abril?
Abril: (le sonríe) si, Donnie. Estoy bien.
Donnie y abril, se miraron por unos segundos. Hasta que…
María: (mirándolos con ternura) ustedes dos son un amor. uuuu, que lindos se ven.
Ambos, la miran y se sienten apenados.
María: (cierra los ojos) arruine el momento. Lo siento.
Abril: (sonríe, aun apenada) no te preocupes María… jajaja, está bien ¿no, Donnie?
Donnie: (en un rincón llorando) si… está bien… snif…
María: (muy apenada, ahora mas con Donnie) en verdad, lo siento. (Se acuerda y los mira) ¿Están bien? (suspira) ufff, si lo están. A todo eso ¿con que estaban experimentando?
Donnie: no te preocupes. Estamos bien, no era nada. (Esconde las muestras de mutageno)
María: (sonríe) está bien. A si, quería decirte un acertijo Donnie.
Donnie: (confundido) ¿un acertijo?
María: (sonríe diabólicamente) si y tendrá una trampa. ¿Qué? ¿Te animas a responderlo?
Donnie: (sonríe) si, claro. Dímelo.
María: ok. Dice así: un día un rey muy generoso hiso una carrera en la cual los premios eran los siguientes: el ganador de la medalla de cobre, se ganaba 29 monedas de oro, el ganador de la medalla de plata, ganaba 47 monedas de oro, el ganador de la medalla de oro, ganaba 79 monedas de oro. Entonces ¿Cuántas monedas recibirá el ganador de la medalla de platino? considerando que te daré 4 opciones que son. Primero: 74, segundo: 87, tercero: 78 y cuarto 92. Y una última pregunta. ¿Por qué crees que te hice este acertijo?
Donnie, se queda pensando en el acertijo, mientras maría y abril, lo observan, esperando la respuesta.
---en la habitación de Splinter---
Splinter: sé que es duro para ti Miguel Ángel, pero también tienes que tener en cuenta esa posibilidad
Mikey: (triste) sensei… la verdad… eso ya lo sabía. Tu, también se lo había dicho a Donnie. Sé que… el que María, sea una chica humana y yo una… tortuga mutante, dificulta mucho esto que siento por ella. Pero… no me rendiré. Al igual que Donnie, el trata de siempre estar con abril y que ella sienta algo por él, yo igual tratare de eso, se que será difícil, por las circunstancias y que… como tú lo dijiste su familia… no deje yo sea su novio. Por eso de las clases sociales y eso, pero nada de eso me importa.
Splinter: (pone sus manos sobre los hombros de Mikey) hijo mío, veo que tienes muy en claro tus sentimientos por ella, pero ten siempre en cuenta eso. Puede que sufras o seas feliz. Piensa siempre en esto.
Mikey: (suspira) está bien… papá.
---en la habitación de Raph---
Raph: recapitulemos… ella, te gusto al mismo tiempo que a Mikey, le gusto. Tratabas de ocultártelo a ti mismo ese sentimiento, no pudiste y sientes que estas traicionando a Mikey, pero a la vez quieres que ella sienta lo mismo por ti y ahora que lose, no quieres que se lo diga nadie, pero quieres que te ayude. ¿Eso es correcto?
Leo: (suspira) si te lo acabo de decir, ¿por quieres que te lo repita?
Raph: (sonríe) por que no siempre pides ayuda, tu el señor perfecto.
Leo: (enojado) te lo dije, solo porque me hiciste decirlo.
Raph: (serio) te ayudare como dije, pero… no te ayudare a alejar a Mikey de ella, y solo ella tendrá que decidir con quién quedarse, si ella se decide por Mikey, no podrás hacer nada.
Leo: (suspira) lose… y está bien.
Volviendo a Donnie, Abril y María. Este se había puesto a pensar en el acertijo, salió de su laboratorio a la sala y se la paso dando vueltas en la misma, mientras Abril y María, esperaban su respuesta sentadas en el sillón, muy aburridas. Luego, llegan leo, Raph y Mikey, que se quedan mirando y se preguntaban qué pasaba.
Raph: (mirando a Donnie) ¿Qué están haciendo?
Abril: (lo mira) esperamos la respuesta de Donnie, al acertijo de María.
Leo: ¿así? y ¿de qué trata ese acertijo?
María: es de un rey muy…
Donnie: ¿podrían guarda silencio?, trato de pensar.
María: (suspira) Donnie… sabes que me puedes pedir pistas y eso. ¿Verdad?
Donnie: (serio) no lo sabía… bien dame una.
María: (ríe) bien. La respuesta se encuentra buscando en los elementos ya dados y encontrados anteriormente.
Donnie se queda pensando, sabía que con esa información podría encontrar la respuesta más fácilmente.
Mikey: (confundido) ¿los elementos? (ríe) como los de la tabla periódica… esa que tiene Donnie, en su laboratorio.
María, voltea a ver a Mikey, por que prácticamente le dio la pista correcta a Donnie, rápidamente.
Donnie: (pensativo) es cierto… el valor de las monedas de oro dados por el valor de la medalla, es el numero atómico del material con el que está hecha la medalla. Así que… el valor del platino es el tercero 78 monedas de oro.
María: (lo mira) tsk… bien hecho. Pero aun te falta la otra pregunta. ¿Por qué te hice este acertijo?
Donnie: (la mira) ¡Por que eres cruel!
María: (seria) realmente no me conoces, cuando quiero ser cruel. Ya anda, contesta.
Donnie: (sonríe) está bien… es porque… se relaciona conmigo, ay que me gusta la ciencia y soy un científico y este acertijo se relaciona en cierta forma, por la tabla periódica que la utilizan los científicos y…
María: (interrumpiéndolo) ¡Ya! ¡Ya!, suficiente. Ganaste, me has mareado con esa respuesta.
Se empiezan a reír, por la reacción de María. Donnie, feliz de haber contestado el acertijo y demostrar que el es genio de esa familia. María también se reía, de lo gracioso que había sido la forma de contestar de Donnie, después de que Mikey le diera sin querer la respuesta. Una pequeña reunión de amigos, muy divertida. Pero duraría poco, porque…
Suena el celular de María*
María: (saca su celular) Moshi, moshi.
Jessica: (del otro lado de la línea) ¡María! ¿Donde estas?
María: (preocupada) con las tortugas, aquí en las alcantarillas. Jessica one-san… ¿Qué ocurre?
Jessica: (seria) estamos bajo ataque.
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LO QUE ME DEJÓ EL 2016
Para inicios de año todos, o casi todos, tenemos la original idea de escribir acerca de lo que pasó en el año inmediatamente anterior, seguro te has topado ya con varios artículos encabezados con un título más o menos similar (Lo sé, lo sé, este llegó un poco tarde), por mi parte nunca había escrito algo así, sólo sé que comencé en Diciembre y hasta hoy termino, siendo tan inexperta no tengo idea de cómo convencerte para que continúes leyendo sobre un tema tan trillado, así que espero me perdones por no intentarlo e ir directamente al fondo del asunto. Compartiré contigo 10 regalos de los muchos dejados para mí en el 2016, espero que no sean demasiados y que resulten en útiles regalos también para ti. Entonces ¡Comencemos!
“Sometimes you just have to let it go”
Es enero y una imagen con esta frase fue la elegida como mi foto de portada en FB, creo que define a la perfección la lección número uno que me dejó el 2016. Después de un final de 2015 algo atropellado y bastante llorado (Gracias a mi amiga Rayitas por prestarme su hombro y sus pañuelos desechables) entendí de repente que sólo debía dejar ir aquello a lo que me estaba aferrando. Claro que hay ocasiones en las que debemos persistir y el hecho de que algo cueste y sea sufrido no es para nada indicador de que el asunto en cuestión no vale la pena, pero hace falta sabiduría para distinguir las situaciones, personas y cosas que vale la pena retener de aquellas que es mejor soltar. A veces sólo tienes que dejarlo ir.
¡No hay barreras para la verdadera amistad!
Viviendo en Bogotá los últimos años y habiendo nacido en Santa Marta he aprendido que tengo la bendición de contar con varios amigos verdaderos. Aunque no estoy segura de que esto haya sucedido exactamente durante este mes, creo que febrero fue el mes elegido para las amistades. Estando en mi ciudad natal pude mantener contacto con mis amigos rolos y también con mis amigos que como yo, viven en Bogotá sin serlo, pude disfrutar de cerca a mis amigos samarios quienes aunque no son tan numerosos permanecen a lo largo de los años y como si fuera poco ¡Disfruté al máximo de mis amigos dominicanos! En esta era digital no hay excusas para no mantener relaciones profundas aún a la distancia y definitivamente no hay barreras para la amistad.
Hay amores que son en realidad complicadas formas de odio
Aunque esta no es la frase textual que leí en el libro “Los 4 amores” (Pieza imperdible de la literatura que me acompañó durante el mes de Marzo), es una buena aproximación a las palabras de Lewis. Este libro me hizo cuestionar mis propios pensamientos acerca del amor, es un ensayo que recomiendo a cualquier persona que sepa leer, llega hasta lo profundo del corazón indagando acerca de la perspectiva del amor y de cómo las distintas clases de amor dan forma a nuestras relaciones y a nuestra sociedad. Leyendo este libro aprendí algo que ya sabía, pero que yo misma nunca había puesto en palabras: Existen relaciones que son de por sí complicadas, relaciones en las que nos vemos envueltos por decisión propia o por omisión de tomar alguna decisión al respecto, decimos respecto a algunas personas que las amamos, pero lo que sucede en realidad es que estamos tan sumergidos en un laberinto de ideas, pensamientos y sentimientos que no alcanzamos a notar que el amor es en realidad sencillo, sino en su fondo al menos si en su forma, si hay que sacrificarse lo hace con gusto, si debe dar tiempo lo da con placer, hace arreglos para el bienestar de la otra persona, el cual no pone de manera irracional por encima del propio bienestar pues entiende que el bienestar propio es también una forma de beneficiar al otro, no se jacta de nada ni es arrogante. Las personas que aman no son, como menciona el mismo Lewis en su libro, del tipo que se ufanan por “vivir para otros”, gente que se sacrifica buscando siempre reconocimiento, que se da con interés y que sacrifica hasta el propio bienestar con tal de darse abnegadamente a “los otros” y tu puedes, como dice también Lewis “reconocer quiénes son ‘los otros’ por su expresión de perseguidos”, tanto el que da como el que recibe este tipo de “amor” muy probablemente está envuelto en una de esas relaciones donde el amor puede llegar a ser una trama complicada de odio.
“Al final no se trata de cuanto te agraden sus virtudes sino de cuán capaz seas de soportarlo en sus defectos”
Aunque mi amigo Anderson hablaba de las relaciones de pareja la noche de Junio en que sentados en la sala de mi casa pronunció estas palabras, estoy convencida de que la sabiduría que contiene es aplicable a todo tipo de relaciones. Por supuesto es fácil que nos guste alguien, que seamos amigos de alguien, que consideremos a alguien el mejor hermano, primo… etc. Si sólo hemos conocido de esa persona su lado más amable, su mejor cara, al final nunca se trata de cuanto te agraden las virtudes de una persona, lo amable se llama así por una razón y es que no es difícil amarlo. Cuando te das tiempo de conocer realmente a alguien, entonces estás dándote la oportunidad de llegar a amarlo realmente, porque no estarás amando de él o ella lo que todo el mundo ama sino que estarás probando cuán capaz eres de soportarle y amarle también en sus defectos, y eso por cierto, me recuerda a un cierto tipo de amor eterno que he recibido a diario durante los últimos cinco años.
Cosmo-mission
Conforme pasaban los días y el dinero no terminaba de aparecer, me percaté de que por primera vez no estaba angustiada al respecto, ni si quiera un poco, al fin y al cabo si Dios me había llevado a Panamá el año anterior, Él podía, si me quería ahí, terminar de darme el dinero para el congreso que se acercaba en la ciudad de Medellín. Cosmo-mission fue uno de los mejores regalos que recibí durante el año pasado, no sólo recordé las verdades de las que Dios ya me había estado persuadiendo acerca de la importancia de adorarle con todo y todo el tiempo sino que fue un tiempo de aprender acerca de la unión en medio de la diferencia y sobre todo fue un tiempo para recordar una vez más cuanto me ama mi Señor. Llegué al congreso tarde el primer día y cuando estuve en frente del auditorio ya todos iban de salida, lo que sucedió entonces es el regalo más grande que recibí durante ese tiempo, de repente escuché un saludo emocionado seguido por un fuerte abrazo, luego otro y luego otro y otro… Me sentí la persona más bienvenida del mundo, luego de pasar las vacaciones con mi familia en Santa Marta, ahí estaban mis amigos haciéndome saber que me habían extrañado mucho; por supuesto el congreso tuvo muchas enseñanzas y buenos momentos, aprendí por ejemplo que “No puedo pretender no sentir nada por nadie cuando Dios siente todo por todos” (Gracias a mi amiga Helen por esas palabras), que Dios usa hasta las circunstancias más desafortunadas (Como ser metido preso por irse de mula) para su gloria y para su honra, que las personas más cercanas al corazón no necesariamente son las que se encuentran más cerca y que con los que están cerca tanto en la geografía como en el corazón vale la pena disfrutar cada momento compartido, tal como si mañana fueran a irse a vivir muy lejos, pero ninguna de las enseñanzas recibidas supera al recordatorio de Dios durante esa eufórica bienvenida: “El hombre que quiere amigos ha de mostrarse amigo”
100% Dependencia
Ya era Agosto y luego de dos años de haberlo meditado, pensado y orado seriamente, ahí estaba yo, afrontando las consecuencias de una decisión muchas veces postergada. Suspender temporalmente la universidad no fue una decisión fácil, había mucho que considerar, especialmente la opinión de mi familia. Pero aprendí algo durante este mes, algo que se afianzó luego durante el resto del año: No hay una segunda opinión que importe, no existe otro que me sustente, no dependo de nadie, nadie diferente a Él. Aunque quizás sea osado decir que a partir de este mes viví una vida de 100% Dependencia en Dios (Él y yo sabemos que hay aún mucho que entregar), no lo es decir que aprendí la lección: ¡Sólo Él es necesario! Me encanta mirar atrás y ver como todas las personas que puso a mi alrededor, toda su provisión a través de tantos medios diferentes, todo lo aprendido, en fin, todo lo vivido, era una preparación para este momento, momento en el que tuve que dejarme caer por completo en sus brazos. Eso me llena de fe para creer que todo lo que vivo ahora es también una preparación para lo que vendrá después y esa es una razón más para estar agradecida con Él por lo que vivo en mi presente.
MORAT!!!
♪ ♫ ♩ Tal parece que yo, me acostumbré a ti en un solo día… ♪ ♫ ♩ Ya conocía la canción pero ahora la escuchaba, durante esta noche de septiembre, en una voz y un formato diferente. Wason Brazoban fue el recomendado musical de mi amigo Juan en alguna noche de insomnio hace tiempo. Pero esta noche, escuchaba la canción que se había convertido en una de mis favoritas en las voces de estos muchachos de Morat, en principio ni si quiera sospeché que eran colombianos, pero conforme busqué más canciones suyas me percaté de las escenas bogotanas en algunos de sus videos, sin lugar a dudas la música de estos chicos fue uno de los muchos regalos que recibí durante el 2016. Sobra decir que se los recomiendo a todos aquellos capacitados por la naturaleza para escuchar, y no… Ellos no me están pagando por escribir esto ;)
Nunca, nunca, nunca, bajo ninguna circunstancia… Dejes de votar para presidente
Me arrepentí de no haber votado en las elecciones pasadas para presidente desde que descubrí que por mi descuido (Si… y también mi falta de compromiso político con el país) no sería tampoco posible para mí votar en el plebiscito, evidentemente esto no me impidió informarme, leer y tomar una postura al respecto, pero si me impidió ejercer mi derecho como colombiana de reflejar esa posición en las urnas. Este mes de Octubre estuvo marcado por varias marchas posteriores a los resultados, marchas a las que asistí sin falta en el afán de hacer algo al menos, no habiendo podido votar ni sí, ni no, ni no sé, ni más o menos… Independientemente de tu posición durante este proceso, nunca, nunca, nunca, bajo ninguna circunstancia dejes de votar para presidente, no hacerlo podría significar como significó para mí perder la ocasión de participar en el futuro en algún otro proceso democrático así de relevante y por supuesto el hecho mismo de elegir a nuestros gobernantes es nuestro deber ciudadano. No dejemos que siga ganando la abstinencia, si seguimos en desacuerdo con todas las opciones la próxima vez, al menos dejemos que gane el vote en blanco. Y a los que me conocen, por favor recuérdenme inscribir la cédula a tiempo.
Nunca es muy tarde o muy temprano para decir: ¡Gracias!
Un día de Noviembre bajo la sombra de mi árbol preferido de la Universidad Nacional, tomé tiempo para hacer una lista de “Cosas que agradecer a Dios en este año” me alegra decir que el número de ítems ascendió a cincuenta, y que sé que habría podido seguir ascendiendo si el cambiante clima bogotano me hubiera permitido continuar disfrutando de un día al aire libre. Con esa lista aprendí que nunca es muy tarde o muy temprano en el año para estar agradecidos y aunque las listas son lo mío y quizás no sean lo tuyo, no hacen falta para tener presente todo el tiempo aquellos regalos de Dios por los que podemos sonreír al cielo y decir gracias, por supuesto también hay muchas personas a nuestro alrededor con las cuales podemos estar agradecidas, así que por qué no agradecer en voz alta y hasta públicamente cuando se dé la ocasión aquellos gestos de bondad y amor que alegran nuestra vida recuerda que nunca es muy tarde o muy temprano para decir: ¡Gracias!
“Cuando me case quiero que mis hijos y mi esposo se sientan felices de volver a casa”
La frase la escribió mi queridísima amiga Laura en medio de una conversación que sosteníamos, y yo decidí acuñarla para mí. Cuando me case quiero que mis hijos y mi esposo se sientan felices de volver a casa, por supuesto también yo quiero sentirme feliz de volver a casa. Durante este Diciembre pensé con asombro y tristeza en que si existiera una especie de “Examen de salud emocional” como prerrequisito para ser padre, sólo un par de parejas que conozco tendrían hijos. Aprendí que quiero prepararme para pasar ese examen cuando la vida me lo haga (Porque lo hará así la calificación obtenida nunca sea revelada ante nadie), como dice mi amiga Yeny “No entiendo las matemáticas que usa la gente en la vida” ¿Cómo podemos pretender formar buenos hogares si nunca nos dimos el tiempo de pensar en ello? ¿Cómo ser buenos padres si nuestros hijos nos llegaron por sorpresa? ¿Cómo tener un buen matrimonio si jamás dediqué tiempo a preguntarle a Dios de qué se trata? ¿Cómo ser un buen padre o madre si aunado a la falta de buenos padres en la tierra tampoco pedí nunca instrucciones al único que puede dármelas y que está en el cielo? Un hogar que refleje la gloria de Cristo no ha de ser tarea fácil, pero si algo aprendí este Diciembre es que quiero uno en el que cada miembro se sienta bienvenido y haga sentir bienvenidos a todos alrededor. Y mientras ellos llegan quiero ser una persona que refleje el amor de Él cada día más. Si eres casado no es tarde para preguntar y si no, quizás tampoco es muy temprano.
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• 5 de marzo, 2020.
— ¿Qué te parece si empezamos por el primer pasillo? Sigamos un orden, sin importar el número o posición que el producto ocupe en la lista. De este modo nos aseguraremos de recorrerlos todos de arriba a abajo, evitando posibles descuidos como el del último día. — Propuso el americano, al mismo tiempo que trasladaba la mano vacante en dirección a la figura femenina, con el único fin de aferrarse cariñosamente a su flanco más alejado. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ En los labios femeninos comenzó a constituirse, de comisura a comisura, una sonrisa. Sonrisa que, sin ir más lejos, provocó su pareja al proponer en voz alta el plan que debían de seguir, incluso en el supermercado. — A veces eres tan cuadriculado... — Susurró, con un tono muy guasón: colocándose de puntillas para dejar un beso en su mejilla a medida que sacaba del bolso la lista escrita a mano y el bolígrafo. — Pero sí, hagámoslo. Llegar a casa y darme cuenta ya tarde de que se nos ha olvidado alguna cosilla imprescindible es lo peor. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ — Cuadriculado no: eficaz sí. — Hecha esta pequeña y cómplice salvedad, el veinteañero no pudo evitar la constitución de un guiño de ojos. — ¿Me recuerdas qué es lo que necesitamos? — Solicitó, conforme ladeaba el rostro en busca del semblante ajeno e ingresaba, carrito en mano, en el primero de los pasillos del establecimiento. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ Tras echar un rápido vistazo a la lista y observar el pasillo en el que estaban: empezó a enumerar mientras se hacía con una bolsita de papel reciclable y degradable, y un guante. — Patatas; berenjena; tomate; pimiento rojo, aunque cogeré verde también; lechuga... Ajo, imprescindible. Zanahorias. Cebolla. — Antes de proseguir con la fruta y la verdura con la que debían hacerse; la veinteañera fue manipulando y eligiendo siempre lo mejor de la temporada. No tardó en estudiar sus colores, su calidad, su aroma. — Mira qué fresas... — Señaló mientras le hacía un nudo a la última de las bolsas. — Son espectaculares. Las necesito. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ Nada más alcanzar la sección de frutas y verduras, el americano dedicó unos segundos de su tiempo a observar el maravilloso género que se ofertaba e intercambiar diferentes opiniones con la morena, antes de ponerse manos a la obra. — Ten. — Una vez hubo aproximado a la parte contraria una nueva bolsa de papel, el joven tomó la que estaba siéndole cedida: encargándose a continuación de introducirla con cuidado en el carrito. — Decidido: esas fresas vienen a casa con nosotros. — Dijo con una preciosa y ladeada sonrisa prendida al rostro, antes de tachar de la lista los alimentos encontrados. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ — No puede gustarme más este sitio. — Admitió, con una sonrisa en los labios mientras saludaba a una de las empleadas del establecimiento. — A parte de estar al cuidado con el medio ambiente, éstas maravillas son una prueba de ello: tiene zonas habilitadas para veganos, vegetarianos... Deberías mandarle la ubicación a Paul, le encantará de verdad. — Dijo en un acto de buena fe, no para molestarle con el tema de su hermano como la pasada noche. Cuando se aseguró de que todo lo de esa sección estaba borrado ya de la lista, recordó que debía de ir a la de conservas para un encargo personal de su madre. — Vuelvo en un plis-plas, antes de que se me olvide lo que me pidió tu suegra. Nos vemos en el siguiente pasillo, gor. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ — Acabas de darme una idea... Iré y le echaré un vistazo. Si encuentro algo que pueda gustarle, le enviaré la correspondiente foto. — Expuso, al mismo tiempo que se preocupaba por tomar la última de las bolsas que Eleanor había llenado. — Por supuesto, ve. Y si por algún casual no me ves en el pasillo, sabes dónde encontrarme. — Completada la « despedida » con un nuevo y dulce guiño de ojos, el americano arrastró el carrito hacia el apartado dedicado a la comida vegana. A decir verdad, la apariencia de toda aquella comida resultaba bastante apetecible: hamburguesas de soja y berenjena al estilo barbacoa. Tiras de seitán empanadas. Falsas albóndigas de setas y garganzos... Aún no había terminado de « trastear » con los productos y su etiquetado, cuando una voz atrajo su atención. — ¿James? — Nada más reconocer al director de la academia, el muchacho esbozó una amplia sonrisa. — Qué casualidad. — Agregó, anulando la escasa distancia que los separaba con la pretensión de estrecharle la mano. Sería en ese momento, cuando el veinteañero reparase en la compañía que presentaba el administrador: — ¿Paige? — Aquello sí que era una sorpresa: y, en consonancia, así sonó su voz. ¿James se había separado? Consciente de que aquel saludo había sido una muy mala idea, usó como excusa a Eleanor para salir de la incómoda situación tan rápido como pudo. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ A pesar de conocer la tienda prácticamente igual de bien que la palma de su mano debido a los constantes viajes que solía hacer cuando aún trabajaba en el restaurante, la veinteañera observó con mucho detenimiento los botes de conservas. Sopesando cuál de todas era la mejor opción. Eve le había pedido pepinillos: el tamaño debía ser pequeño, y no tardó en hacerse con un bote generoso. Sin embargo... Continuó avanzando por la sección hasta encontrarse con una selección a granel maravillosa. Ni lo pensó. Agarró uno de los cacillos para los productos encurtidos y se hizo con unas « banderillas dulces » para su madre también, y unas aceitunas partidas para su padre poco después. Cuando estaba a punto de retomar el camino por el que había llegado hasta allí, echó un vistazo a los demás productos y, craso error. Qué antojadiza era... Las cebolletas tenían una pintaza increíble, lo mismo que las aceitunas con hueso o rellenas de anchoa. ¿Debía? ¿No debía? El dilema de siempre. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ Desconcertado y con el gesto vacilante, el veinteañero reanudó la marcha en dirección al pasillo contiguo. ¿Qué... acababa de suceder? « Alto, alto... alto ». ¿Por qué no cabía la posibilidad de que hubiera malinterpretado la situación? ¿Por qué daba por sentado, sin siquiera conocerlos, que aquellos dos adultos mantenían algún tipo de relación más allá de la profesional? — ¿En algún momento te has dirigido a tus jefes llamándoles « cariño » ? — Se interesó en saber, nada más localizar a la morena. — Acabo de encontrarme con James, el administrador de la academia. — Agregó prácticamente de inmediato, consciente de lo extraña e inesperada que había resultado la consulta previa. — Le saludé nada más verle y... para mi sorpresa, lejos de acompañarle su mujer, estaba en compañía de Paige, una de las profesoras del turno de tarde. — Una vez hubo terminado de explicarse, desvió la atención a los productos que yacían en la estantería: — Si dudas, coge uno de cada. De lo contrario, mientras te estés comiendo el que tienes en casa, pensarás en el que dejaste aquí. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ No. Definitivamente no. No iba a « pecar » esta vez, sabiendo que después probablemente esos antojos acabarían echándose a perder en el interior del frigorífico. Lo peor que podía hacer cualquier persona era ir a hacer la compra con estómago vacío: y era evidente, la veinteañera tenía hambre. Agradeció escuchar la voz del americano y, aunque la sorprendió que formase una cuestión tan específica, procuro guardar silencio hasta recopilar toda la información que, a juzgar por su expresión, estaba a punto de darle. Colocó con mimo los productos que con toda probabilidad les llevaría a sus padres y, se interpuso entre el carrito y él, para darle un piquito. — Yo personalmente, no. Nunca he llamado de ese a ninguno de mis jefes. Pero… — Ladeó el rostro de un lado al otro, con una divertida expresión en el rostro. — Hay personas que llaman cariño a diestro y siniestro. Es decir, en muchos establecimientos hay hombres y mujeres muy agradables que, aún sin conocerte, te llaman así. « ¿Necesitas algo más, cariño? / ¿Puedo ayudarte, cariño? ». Seguro que te ha ocurrido a ti. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ — Supongo que tienes razón. — Murmuró prácticamente para sí mismo, sin desviar la atención del rostro que yacía a unos centímetros del suyo propio. — Es... Es solo que no entiendo cómo las personas pueden llegar a ser infieles a sus parejas. Sea o no este el caso. — Continuó, a medida que se encogía levemente de hombros y negaba con la cabeza. — Pero dime, ¿has encontrado lo que estabas buscando? ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ La veinteañera ladeó inconscientemente el rostro, como un cachorrito, para observar la expresión del rostro masculino al encauzar la conversación por un camino que no esperaba. — ¿Sabes? Hace unos días, mi padre le leyó en voz alta a mi madre una cita mientras comíamos. Decía algo así: « La fidelidad existe, cuando el amor, es más fuerte que el instinto ». ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ — ¿Puedo estar en ligero desacuerdo con tu padre? — Consultó, a medida que apoyaba las manos sobre el carro. — La fidelidad existe cuando realmente hay amor. La persona que tiene claros sus sentimientos y lo que desea en la vida, jamás será infiel: porque cuando uno ama de verdad, el compromiso se torna sencillo. Fácil. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ — ¿Y por qué estás en desacuerdo? — Cuestionó, con una incipiente sonrisa asomándole entre los labios. — Es justo eso. Cuando uno está enamorado: no cede ante la tentación, aunque la tenga delante. No duda, ni se plantea nada. Hay personas, como mi hermano, por ejemplo, y sí, me avergüenza reconocerlo, que es infiel por la simple razón de que no está enamorado y se autoengaña diciendo que quiere a su pareja cuando, a lo sumo, es una mezcla entre costumbre, cariño y pena. No amor. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ — Entonces espero no tener que coincidir en ninguna ocasión con tu hermano y su pareja. — Espetó, antes de reanudar la marcha. — ¿Por qué sigue con ella? — Se interesó en saber, con un evidente gesto de desconcierto en el semblante. — Es evidente que no la quiere. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ Rodeó la cintura de su chico mientras ponían rumbo hacia un nuevo pasillo. — Juraría que habían roto pero, según me ha comentado mi madre hace unas horas, la niña le ha escrito: viene mañana a la ciudad, para sorprenderle. También es culpa de ella porque es una adolescente, es su primer amor y está ciega. Aunque lo de mi hermano es... — Se llevó la mano vacante al rostro. — Vergonzoso. No sabe mantener la distancia. Le escribe, le da pena, la contesta y vuelta a empezar. Ella por supuesto no sabe que tiene más cuernos que Bambi, la pobre. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ — ¿Sabes cuál es el verdadero problema de tu hermano? – Soy toda oídos. — Que le pica la polla. – Joder, y tanto que sí. — Siento si soy demasiado franco. Sé que es tu hermano. Pero... No concibo el amor de ese modo. No cuando destruyes a la persona que está a tu lado. – ¿Sabes qué es lo que más rabia me da a mí de él? — Dime. – Va por la vida como si alguien le hubiese sido infiel. Se define como un chico muy desconfiado y, ¡niño!, a ti nadie te ha engañado. ¿Y sabes qué pasará cuando se enamore de alguna chica de verdad? Que esa chica se los pondrá bien puestos. Será él, el que llore, y el que se arrastre detrás de alguien que ni le respeta, ni tampoco le quiere. — Cómo habéis podido salir tan distintos... Definitivamente me quedé con la mejor de la familia. – Tiene veinte años, entiendo que quiera vivir la vida y meterla en diferentes agujeros, experimentar, pero... Como le he dicho mil veces: hazlo. estando. soltero. No es tan difícil. Ten mil follamigas, no les comas la oreja, y simplemente no juegues con nadie. Pero es imbécil. Cuando dice que la quiere... Me revienta por dentro, ¿eh? Te lo prometo. No sabes la de veces que se ha repetido ya este círculo vicioso del que no sale. Me frustran. Ella y él. Los dos. Pero más él, porque es mi hermano. Y gracias... La verdad es que tienes razón. Te quedaste con la emocionalmente inaccesible. — ¿Sabes qué tengo claro? – Dime. — Aunque quizás pierda una mano al ponerla en el fuego por ti. Tu sentido de la fidelidad. – « No le hagas a nadie, lo que no quieras que te hagan a ti », como lema de vida. Yo no podría ser infiel... Me carcomería por dentro. — Lo sé, mi niña... Pero si algún día conoces a alguien, dímelo, ¿de acuerdo? – Sólo si tú prometes hacer lo propio. — Espero no tener que verme nunca en esa tesitura. – ¡Menos mal que has dicho eso! Yo ya estaba: NOOOOOO, AMOR. NUNCA CONOCERÁS A NADIE QUE TE REMUEVA ALGO. O SEA QUE NO, NADA. — Te quiero mucho. – Yo sí que te quiero a ti...
[...]
— ¿Te puedes creer que te echo de menos? No es lógico. – ¡Pues cógeme! Nunca dejes de echarme de menos... En cierto modo me gusta esa capacidad tuya. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ Tenía ganas de estrecharla entre sus brazos. Tenía ganas de abrazarla. De atraerla. De no dejarla escapar. Tenía tanto amor para dar, que ni siquiera se lo pensó dos veces mientras esperaban a ser atendidos en la cola de aquel supermercado. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ Ni siquiera la sorprendió aquel arrebato tan amoroso por parte del veinteañero: se sentía tan segura, tan protegida y cuidada entre sus brazos que rodearle el cuello fue un acto instintivo. Un gesto que denotaba cariño, muy propio y característico de la joven, sobre todo al sumar a la ecuación el hundimiento de sus falanges entre su cabello con el fin de acceder a su cuero cabelludo. — Love you; fort, fort.
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Una inusual propuesta de matrimonio.
1 año después.
28 de Septiembre de 1930. La Habana. Casa de los Guiteras.
-¡Apúrenle que pasa Raúl por nosotros en 10!
-Yo ya estoy listo, Cali también.
-Bueno, ¡Pues pónganse en la puerta que no quiero hacerlo esperar ni un segundo!
-Espera, no llevo mi reloj. Recordó Ruz mientras se levantaba a toda prisa de la sala al cuarto.
-Bueno, ¿Y pa’ que tanto alboroto? Tu nunca te pones así Tony. Preguntó Marie Therese.
-Mami, es una reunión importante, van a estar todos, no quiero hacer esperar a Raúl.
-¡Cali, ¿No Has visto mi reloj?! Preguntó Ruz mientras abría y cerraba cajones.
-¡Sobre el mueble del cuarto al lado del kanguro de porcelana! Contestó Calixta gritando desde el baño.
Sonó el timbre.
-Alberto, nos vamos ya con o sin reloj.
-Ya lo tengo, ya lo tengo.
-¡Calixta!
-¡Ahí voy Tony carajo!
Tony y Raúl se saludaron con un caluroso abrazo antes de subir al coche.
-Espera que viene mi hermana y mi cuñado también.
-¿Y eso?
-No voy a ningún lado sin ellos.
-Bueno, dale, ¡Adelante por favor! Buenas noches, Raúl Roa, mucho gusto.
Calixta y Alberto lo saludaron con prisa mientras subían al automóvil.
-Bueno, ¿y quienes están?
-¡Todos Tony!, Varona, Rafa Trejo, Pablo de La Torriente, Carlitos Prío y varios más, ya verás.
-¿Y de qué va la reunión? Preguntó Calixta ingenua.
-Varona se pronunció en contra de la prórroga de poderes que está proponiendo el asno con garras de Machado. Así que vamos a hacer una marcha desde la colina universitaria hasta casa de Varona para demostrar que tiene el apoyo del Directorio Estudiantil Universitario, el movimiento ABC y todos los grupos disidentes que logremos convocar. Explicó Roa.
-Con ésta seguro que Machado no va a tener de otra que echarse pa’ atrás. Complementó Tony sonriente.
La casa de Enrique José Varona estaba a reventar de jóvenes que rodeaban a un hombre bastante mayor sentado tras un lujoso escritorio en una especie de despacho que había acondicionado en la sala de su casa.
Los puros y cigarros se consumían uno tras otro creando una espesa capa gris que dificultaba la vista y respiración.
-¡Jóvenes, jóvenes, asegúrense de usar los ceniceros! ¡No quiero una sola marca de cigarro sobre mi tapete, por favor! Regañaba Varona a los muchachos mientras sus sirvientes repartían ceniceros aquí y allá.
-Mira, ese es Varona, susurró Tony a Ruz, señalando al hombre que regañaba a todos.
-Es leyenda viva, combatió en la revolución de 1868, luego en la de 1895 fue parte del grupo más cercano a Martí, de hecho a pedido de él publicó una revista de corte revolucionario muy famosa que se llamaba “Patria” desde Nueva York.
Fue íntimo amigo también de Julio Antonio Mella, Apoyó a Julio cuando nadie creía en él presidiendo la creación de la Federación Estudiantil Universitaria. Gracias a su respaldo dejaron de ver a Mella como un loco, provocando que el movimiento agarrara forma hasta que se convirtiera en el actual Directorio Estudiantil Universitario.
-¿Pues cuántos años tiene? Preguntó Ruz.
-Más de 80 seguro, debe andar por los 85. -Tenía 83-
-¡Carmela! ¿Ya tenemos todas las ventanas abiertas? Me estoy asfixiando aquí. Preguntaba Varona a una de sus sirvientas que asintió. -Bueno pues, ¿En qué íbamos?
A pesar de que su cuerpo no le permitía moverse con facilidad, Varona lucía ojos renuevos como los de cualquier joven ahí reunido y un poderoso y ancho bigote que denotaba fortaleza y respeto.
Un muchacho alto de unos 20 años, con muy buen porte, piel apiñonada y bigote perfectamente delineado se incorporó entonces con unas hojas desparpajadas en la mano. Era Rafael Trejo actual presidente del Directorio Estudiantil Universitario. -Mire maestro, yo tengo aquí unas cifras que nos dicen que las cosas han ido a peor: El 53 por ciento de los cubanos son analfabetos, el 68 por ciento de los niños no logra ingresar al colegio, de cada 100 niños uno solo llega al quinto grado, no hay una sola escuela rural en Cuba, país agrícola; además de esto, la República ha concedido 16 leyes de amnistía, cobijando a delincuentes de toda talla y los robos crecen a razón de un 10 por ciento anual…De permitir que Machado se reelija, estos números no van a hacer otra cosa que empeorar.
Esta manifestación es un primer paso, pero necesitamos acciones específicas que generen la presión suficiente… A lo que voy; no basta con reunirnos y hacer esta manifestación, requerimos unión entre todos los grupos disidentes y seguir presionando diariamente, ¡Haciendo que el grito estudiantil represente a la población!
-El grito ya no basta Rafa. Cortó Tony.
-¿Y este quién es? Acércate muchacho que no te veo. Pidió Varona.
-Es Tony Guiteras, ha estado trabajando con la gente de Moncada en diferentes levantamientos armados en Santiago, Pinar del Río y Camagüey maestro. Rompió apresurado Raúl Roa.
Varona levantó la ceja. -¿Y qué sugiere Usted?
-No diré más nada por ahora maestro, en privado lo que quiera; no estoy seguro de que todos los aquí reunidos sean simpatizantes del movimiento; una rata o dos deben andar por aquí listos para venderse al asno con garras y dar punto y seña de lo que aquí mencionamos. Pero yo sé que Usted sabe a qué me refiero. Sentenció Guiteras.
Un silencio tan espeso como el humo de cigarro irrumpió en la sala.
Pablo de la Torriente Brau carraspeó y rompió el incómodo vacío provocado por Guiteras.
-Bueno, ¿Entonces podemos dar por acordada la marcha pasado mañana?
-Si. Carlos y yo organizamos todo por parte del Directorio Estudiantil Universitario. Aseguró Rafael Trejo.
-Y Mañach y yo ponemos presto al movimiento ABC. complementó Emeterio Santovenia.
-Bueno chicos, salgan al jardín a terminarse esos puros y dejen a este viejo descansar, ¡Vamos, vamos! Rompió Varona mientras se incorporaba de su silla con muchos trabajos.
-Regresemos a casa que muero de hambre. Giró inmediatamente Guiteras a Ruz y Calixta. -Bueno, no, esperen, les quiero presentar antes a unos amigos.
Guiteras irrumpió en la platica de Rafael Trejo y Pablo de la Torriente que lo recibieron con sorpresa y afecto.
-Miren, les quiero presentar a Calixta, mi hermana y a Alberto su novio, él es Rafa Trejo, presidente de la DEU y Pablito de la Torriente un queridísimo amigo de la lucha revolucionaria.
-Tony, te puedo decir de buena fuente que ahora que me presentas a tu cuñado y hermana puedo decir que conozco de primera mano a todos los que estamos aquí reunidos y no hay ninguna rata al servicio de Machado.
-Quizás me equivoque Rafa, pero uno se tiene que andar con cuidado, estos temas no se pueden tratar a la ligera con tantas personas, uno nunca sabe.
-Gracias por cuidarnos Tony, ¿Entonces nos vemos pasado mañana? Nos encantaría que estuvieras a nuestro lado encabezando la marcha. Preguntó de la Torriente.
-Nos vemos desde mañana, estaremos todo el día en la Universidad listos para ayudar en lo que se necesite… Rafa, estoy seguro que Mella estaría muy orgulloso del trabajo que estás haciendo al frente del Directorio.
-Gracias Tony, seguro que está muy orgulloso de ti también y de todos los que seguimos con vida luchando por su causa.
-Mira Tony, quería aprovechar para presentarte a mi esposa. Cortó Pablo de la Torriente. -Tete, él es Tony Guiteras, amigo del que tanto te he contado.
-¡Encantada!, Teresa Casuso, pero todos me dicen Tete.
Tete Casuso era una mujer de belleza sobrenatural y tan solo 18 años de edad que se había casado hacía pocos meses con Pablo de la Torriente, uno de los jóvenes revolucionarios más aguerridos y reconocidos del movimiento estudiantil en La Habana.
-Encantado Tete, yo soy Tony, ella es mi hermana Calixta y su novio Alberto.
-Tony, ¡No te vayas aún!, salgamos a fumar y yo los llevo de vuelta a casa inmediatamente después, ¿Qué dices? Ofreció Rafael Trejo.
-No podría negarte un cigarro jamás Rafa. Dijo Tony mientras se encaminaba a la puerta del jardín.
———
30 de Septiembre 1930.
Antes de salir de casa recibieron a regañadientes la bendición de Marie Therese.
-Niños cuídense por favor, una vez que termine el evento los quiero a los tres de regreso y sin ningún rasguño ¿eh? y por favor no dejan a Calixta sola en ningún momento. ¡Por favor! Advirtió Marie Therese encaminando la mirada a Alberto.
-Mamá que yo me sé cuidar sola.
-¡Calixta por favor! No te separas en ningún momento ni de Alberto ni de Antonio.
- Que no va a pasar nada mami, vamos y venimos. Suavizó Calixta.
-¿Llevas el arma Antonio?
-¿Cuándo me has visto salir sin ella mami? Aquí la traigo bien cargada y lista para no usarse.
-Acá los voy a estar esperando. Tony llévate otro cartucho por si acaso. Hoy cobro así que les espera algo rico para cenar.
—-
Al llegar al punto de reunión desde el que caminarían hasta las escalinatas de la colina universitaria, Alberto, Calixta y Tony quedaron sorprendidos con los centenares de estudiantes que ya se encontraban listos para marchar.
Liderando el inmenso grupo estaba Rafael Trejo, Pablo de la Torriente, Raúl Roa, Carlos Prío, Jorge Mañach, Emeterio Santovenia, Juan Marinello, entre otros.
Alberto, escúchame bien, esta va a ser la primera vez que tu pellejo correrá verdadero peligro. Advirtió Tony. -Pero estarás bien si me escuchas.
¡Juan! ¡Juan! Mira; te presento: Juan Marinello, el es Alberto Ruz, mi cuñado. Preciso que ustedes dos marchen detrás mío cuidando a Calixta y Tete que ha encargado Pablito que la cuidemos nosotros. Dice Rafael que la fuerza pública ya tiene rodeada la colina así que esto se va a poner feo. El plan sigue siendo llegar a las escalinatas y desde ahí empezar la marcha. Aquí hay una sola regla; pase lo que pase no se tiran al piso, así hayan recibido impacto de bala; o morirán aplastados. Solamente tienen que seguir a Marinello, él sabrá cómo sacarlos de aquí, ¿Quedó claro?
-Mucho gusto, yo soy Juan. -Aprovechó Juan Marinello para presentarse-
-De acuerdo. Asintió Ruz.
Una vez fuera de peligro, corren hasta llegar a casa y no voltean pa’ atrás. Si todo sale bien nos vemos por allá en la noche para cenar con mamá.
Tony le dio un beso y abrazo de despedida a Calixta y Alberto. -Los amo.
-Juan, Alberto, cuidan con su vida a las chicas. No se separan en ningún momento de ellas. ¿Quedó claro?
Ambos asintieron.
En el estómago de todos los presentes se sentía el mismo vacío que produce el miedo, sin embargo las miradas que se cruzaban eran de valentía, compañerismo y arrojo. Los estudiantes iban desarmados, sus puños eran la única arma y como escudo, el pecho y corazón.
La marcha se encaminó hasta toparse con el impenetrable cerco que la fuerza pública había demarcado en las escalinatas de la colina universitaria.
¡Todos al parque Eloy Alfaro y de allí, a Palacio! gritaba Rafael Trejo iracundo. El grito se replicaba entre la masa de estudiantes. Mientras otros coreaban ¡Muera el tirano! ¡Viva la Revolución! ¡Abajo el imperialismo! al unísono una y otra vez.
Alberto y Calixta observaron a corta distancia una cantidad impresionante de policías que ya estaban esperando la llegada del movimiento.
El gesto de Alberto se fruncía más y más a cada paso que daba, algunas lágrimas escaparon de sus cuencos sin razón alguna. Quizás por el miedo a morir, quizás por impotencia o sencillamente porque eso es lo que toca hacer en momentos como ese. No había vuelta atrás, no había forma de que esto terminara pacíficamente.
A unos 20 metros podía ver a Tony al lado de Rafael Trejo y Pablo de la Torriente.
-¡Juan!, ¡Juan! ¡Acerquémonos a Tony! Gritó Alberto.
Juan asintió y comenzó a caminar con muchos trabajos hacia Guiteras. Atrás de él, Tete, Calixta y al final Alberto.
Una gigantesca nube negra que bajaba desde las montañas se apresuró a cubrir la escena y con ella las primeras gotas de lluvia, que parecían alebrestar más la tángana.
Cuando estaban a unos 10 metros de Tony se escucharon los primeros disparos mientras cientos de policías a pie y a caballo reforzaban el perímetro acorralando a los estudiantes en un enorme círculo. La gritería, confusión y empujones no se hicieron esperar.
-¡Pase lo que pase nunca al piso! ¡Pase lo que pase nunca al piso! Gritaba Juan agobiado.
Alberto sujetaba la cintura de Calixta con todas sus fuerzas entre una marea de estudiantes que se empujaban desesperados unos a otros, atrapados en el infranqueable perímetro.
Las detonaciones eran cada vez más abundantes y de todos lados.
Aterrorizaba no saber de donde provenían, solo se veían caer estudiantes uno tras otro como figuritas de plomo aumentando la desesperación, gritos y violencia de los empujones.
Un grupo de estudiantes valientemente se decidió a intentar romper el cerco policiaco provocando un intenso forcejeo con los esbirros a escasos metros de Rafael Trejo y Pablo de la Torriente, Tony caminaba a contracorriente hacia Alberto y Calixta dándole la espalda al forcejeo.
La nube cruzó las escalinatas y con ella una lluvia torrencial se extendió por todo el plantón.
Rafael Trejo y Pablo de la Torriente acudieron al auxilio de los estudiantes que intentaron romper el cerco y que ahora estaban siendo brutalmente castigados a patadas y macanazos mientras más policías se sumaban al abuso; entonces el estruendo de un cartucho vaciándose furioso interrumpió todo. Tras aquel espantoso sonido, Rafael Trejo y Pablo de la Torriente se desplomaron.
-¡PABLO! ¡PABLO! ¡PABLO! Gritaba Tete, que había visto toda la escena horrorizada empujando a todos los que se arremolinaban a su alrededor para llegar hasta su esposo. Juan Marinello volteó a ver a Alberto y con la mirada le hizo saber que tocaba separarse para cuidar de Tete, jugándose la vida.
Se escucharon después disparos muy cercanos. Eran de Tony que había logrado dispersar hábilmente al grupo de policías que se encontraban encima de Pablo y Rafael, hiriendo a tres esbirros probablemente de muerte, generando un mínimo espacio en el perímetro.
-¡Alberto! ¡Alberto! ¡Corran! ¡Corran por ahí! Gritó Tony desesperado mientras recargaba el revólver.
Alberto tomó la mano de Calixta y con fuerzas que no conocía poseer corrió brincando y pisando cuerpos mientras Tony disparaba a los policías escondiéndose entre la multitud para prolongar la ventana. Al pasar a un lado de Rafael y Pablo, Alberto notó que ambos estaban terriblemente ensangrentados e inconscientes, probablemente muertos. Tomó el brazo de Tete y la levantó para que corriera con ellos. Lograron cruzar el cerco, Tete estaba privada en llanto, embarrada de sangre, totalmente desorientada. Tomaron la primer calle que vieron y se escondieron detrás de un coche estacionado.
Cientos de policías se aproximaban hacia ellos desde el fondo de la calle.
Alberto levantó la cabeza para analizar las opciones, pero eran inexistentes. Estaban acorralados.
La respiración de Alberto era tan agitada que no podía introducir una sola palabra entre la inhalación y exhalación. Su corazón latía desesperado como si supiera que éstos eran sus últimos sístoles y diástoles.
Nerviosamente se quitó el reloj de la muñeca.
-Cali, Cali, escúchame-.
Calixta que consolaba a Tete volteó a verlo; en sus ojos podía ver el mismo miedo y confusión que reflejaban los suyos.
-Cali, mira. Si sobrevivimos a esto…¿Te casarías conmigo?
Calixta no entendió la pregunta.
-No me quiero morir sin que sepas que quiero pasar mi vida contigo... Cali… Si sobrevivimos a esto, ¿Te casarías conmigo?
Calixta absolutamente confundida asintió y lo besó.
-¿Aceptas?
-¿Para qué me preguntas algo que ya sabes?, ¡Claro acepto!
-Toma mi reloj como anillo entonces. Dijo Ruz mientras envolvía la delicada muñeca de Calixta con la correa del desgastado reloj.
-Cali, escúchame, vamos a regresar y subir a toda velocidad las escalinatas y nos escondemos en los pilares hasta que esto se tranquilice. ¿Está bien?
Cali asintió.
-Voy a contar a tres y cuando vaya en dos corremos por nuestras vidas, ¿Quedó claro?
-Cali volvió a asentir.
-Alberto…Te amo.
-Yo también te amo Cali.
-Sujeta bien la mano de Tete, ¿Lista?
-Lista.
-1…2…
—-
Un disparo pasó zumbando el cuello de Tony dejando una estela hirviente a su paso e impactándose en el pecho de un jovencito de unos 16 años que estaba frente a él. Guiteras corría por su vida revólver en mano, agachándose y empujando a todo aquel que se cruzara en su camino. El cerco había sucumbido y los estudiantes ahora corrían desordenadamente como partículas gaseosas mientras el grupo paramilitar conocido como “La porra” disparaba a diestra y siniestra contra ellos y los policías hacían todas las detenciones posibles a punta de patadas en la cara y macanazos a hombres y mujeres por igual.
Apenas Tony logró cruzar el cerco salió corriendo por un callejón que después llevo a otro y otro hasta entrar a una vecindad abierta en donde pudo reposar por unos segundos, antes de salir corriendo de nuevo colina abajo.
Marinello ayudaba a cargar a Pablo de la Torriente que estaba severamente herido por un golpe en la cabeza del cual sangraba profusamente mientras 5 chicos cargaban a un inconsciente Rafel Trejo que traía impactos de bala en el pecho.
de la Torriente escuchaba todo en zumbidos y sus ojos veían manchas negras en un fondo blanco. La lluvia caía copiosamente sobre su rostro, bañándolo y manteniéndolo ligeramente consciente.
-…¿Tete?…
-Tete está con Alberto, el cuñado de Tony. Están bien, están bien. Ya vamos por ayuda Pablito, no me cierres los ojos. Escuchaba de la Torriente a lo lejos la voz de Marinello.
…¿Rafa?…
Rafa viene aquí al lado de nosotros, ya vamos por ayuda, respira, respira profundo Pablito, ya mero llegamos al municipal.
¡A un lado!, ¡A un lado! ¡de la Torriente se volvió a desvanecer! Gritaba Marinello desesperado.
———-
¡Tres!
Ruz, Calixta y Tete salieron corriendo despavoridos hasta la esquina, dando vuelta a la izquierda solo para encontrar una escena sacada de una película de guerra: heridos o muertos sobre las escalinatas, policías haciendo detenciones masivas y estudiantes corriendo en todas direcciones mientras disparos de metralleta y sirenas policiacas se escuchaban sin parar.
Alberto recordó entonces el callejón por el que había caminado con Tony la primera vez que lo conoció…-¡Síganme, síganme!
-¡PABLO! ¡PABLO! ¡PABLO! gritaba Tete fuera de sí. Mientras los tres se adentraban de nuevo al tumulto, esquivando y empujando todo aquel que se encontrara a su paso.
Lograron llegar al callejón que recordaba Alberto y corrieron cuesta abajo para dar vuelta a la izquierda por un andador muy angosto, llegando a la esquina dieron vuelta a la derecha a toda velocidad para salir de la colina universitaria cuando se toparon de frente con un esbirro.
-¡Alto ahí! Dijo mientras apuntaba directamente a la cabeza de Alberto a unos 2 metros de distancia.
Ruz levantó inmediatamente las manos. Podía ver a detalle el apagallamas de la metralleta quemado tras haber sido utilizado incontables ocasiones mientras las gotas de lluvia que caían sobre el cilindro hirviente se evaporaban.
-Je… Je ne parle pas espagnol, je suis un touriste! Je ne parle pas espagnol, je suis un touriste! gritaba Ruz cerrando los ojos esperando el tiro.
El policía quedó pasmado, sin entender lo que estaba pasando. Tiempo suficiente para que Calixta y Tete salieran corriendo por el angosto callejón del que provenían.
-¡Alto ahí dije! Gritó el policía que intentó detenerlas, pero Ruz lo sujetó, lo último que sintió fue un culetazo en la sien que lo dejó inconsciente.
———-
Fragmento de la crónica de Pablo de la Torriente Brau sobre aquel día:
Yo no podré olvidar jamás la sonrisa con que me saludó Rafael Trejo, cuando lo subieron a la Sala de Urgencia del Hospital Municipal, sólo unos minutos después que a mí, y lo colocaron a mi lado. Yo estaba vomitando sangre y casi desvanecido de debilidad, pero su sonrisa, con todo, me produjo una extraña sensación indefinible. […]... ya Trejo estaba siendo curado en la mesa de al lado a la mía, entre vahído y vahído, yo había podido oír estas palabras, que percibí extrañamente, como si estuviera dentro de un aparato de radio que sonara a lo lejos, con una poco de estática. El médico decía: "Este se salva... si no hay fractura... las heridas de la cabeza son muy aparatosas... se pierde mucha sangre... Pero a aquel pobre muchacho no lo salva ni Dios... Tiene una hemorragia interna..." Por eso su sonrisa era para mí como un adiós que yo recibía en condiciones de angustia invencible,… […] Después, a Rafael Trejo se lo llevaron de aquel rincón para hacerle la arriesgada operación que no pudo salvarlo, me pasaron a mí para la cama en donde él había estado y pusieron en la mía a Isidro Figueroa. El Hospital se fue llenando de gente, tan numerosa que hacía huhú como el mar. Teté Casuso pudo pasar a verme, empujada por el pueblo a la brava, y pronto yo me sentí mejor.
Las mujeres, viejas y muchachas, llenaron las salas, y se hacían abrumadoras como abejas, a fuerza de preguntas.
Trejo se fue muriendo. Yo lo descubría por el silencio, al que de pronto se le ponía, como un rubí brillante, la palabra "¡Asesinos!", que algún compañero, con cólera incontenida, hacía estallar...
Yo no había podido dormir hasta entonces, ni una hora siquiera, lo que me tenía intranquilo, nervioso y sumamente débil. Me dieron no sé qué cosa y me dormí. A la mañana siguiente había en el Hospital el silencio de las casas abandonadas. Yo solo oía a Figueroa pasar las páginas de un periódico. Tuve el presentimiento seguro de la muerte del compañero, y cuando vino Teté Casuso, sin dejarla pensar le dije: "¿Por qué no me habías dicho que murió?" Entonces ella me contestó: "Sí. ¡Murió, pobrecito!..." Y se le aguaron los ojos, a pesar de que no quería impresionarme.»
FINAL PARTE 3
CAPÍTULO II “UNOS EXTRAÑOS AGUJEROS EN EL PISO”
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#ImágenesParaLlevar: ELLOS Les llaman Resistencia, son los jóvenes que saben que su futuro está más allá del piquete. Son los chamos que le ponen corazón y huevos a esta lucha que nos involucra a todos. Son los que pelean contra la delincuencia, aquellos asesinos y malandros que escondieron en un informe la tragedia de un país. Ellos son la generación que pinta futuro en #Venezuela. Los que ganan cuanto modelo de Naciones Unidas, los que juegan un mundial como si fuera el mundial de nuestras vidas, los que se defienden con escudos para decirle a los asesinos armados de la guardia y policía NAZIonal que están del lado equivocado de la historia. Llevan la batuta que Dudamel nunca supo llevar. Son los hijos de una Virgen que les acompaña en cada batalla que dan. A pesar de la grandeza de muchachos y niños, ELLOS necesitan de nosotros. Donde te encuentres, haciendo lo que sea: Si estas afuera, multiplica la exposición sobre la guerra de la dictadura sobre Venezuela. Si estás en el país, MARCHA, sino puedes marchar, colabora con la marcha pero especialmente COLABORA CON ELLOS. Pasados 18 años de millones y muertes, ya todos sabemos que estos nos está pasando a todos. Que aunque nos vayamos todos, esta pelea contra la dictadura la seguiremos teniendo donde sea. La dictadura la tumbamos entre todos. No podemos esperar que los @miguel_pizarro, @juanrequesens y ELLOS lo hagan solo. COÑO QUE ESTE PAÍS ES MUY ARRECHO PA REGÁLASELO A UNA CENTENA DE MALANDROS que dirigen ábrelos brazos armados. DIOS y la VIRGEN nos acompañen. Nos vemos ahí. #NarcoDictaduraMilitar #NarcoDictaduraJudicial #DictaduraEnVenezuela #SOSVzla #SOSVenezuela #ViralizaLaDictadura #policiaNAZIonalbolivariana #guardiaNAZIonalbolivariana #MaduroASESINO #PadrinoASESINO #RepúblicaDeVENEZUELA #AlgoBuenoTieneQuePasar #YDaleAlegríaAlegríaAMiCorazón #PróximaestAciónesperanZa #deVerdad? #Delincuentes bit.ly/2qpclcY (en Autopista Francisco Fajardo)
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27.05.17.
Suena la alarma a las 7.30 de la mañana. Me pongo otra a las 8.00. Total, por media hora más,no va a pasar nada. Aunque no quiero llegar tarde. María aterriza a las 8,según lo que he leído por el grupo, y es muy buena casi mejor amiga mía y por nada del mundo querría llegar tarde a verla. Suena la alarma de las 8. Me levanto, me visto,desayuno,me peino, cojo las llaves de casa y salgo pitando. Quedo con Hugo en ‘’Sol manía’’ y nos dirigimos a la parada del bus para que nos dejara justo en el portal de María. Mec, error, ‘’ Línea 13 suprimida. La siguiente junto al colegio de médicos’’. Nos dirigimos ya con un paso activo al colegio de médicos,donde,para asegurarnos de que pasara el autobús, le preguntamos al chófer del 14 si pasaba por ahí la línea del 13. ‘’No,aquí no para el 13 ni nunca ha parado aquí. Si no lo veis ahí es que no pasa’’, nos dice el muy gilipollas. ‘’Sí que pasa, muchachos, no os preocupéis, que yo lo estuve esperando ahí un buen rato’’, nos responde de repente uno de los pasajeros de la línea 14. ‘’Muchas gracias,caballero’’. Esperamos. Seguimos esperando. 8:55: hora de coger un taxi. ‘’A Doctor Moliner número 11, por favor’’. Llegamos por fin al portal de María. Los primeritos en llegar... Después llega Belén, después Paz, y al cabo de 20 minutos llega Laura. Bien, pues parece que estamos todos los que podemos. Vemos a María en el portal, así de repente. Nos escondemos detrás de una pared. Se oye la puerta, sonido de maletas. ‘’¡¡Sorpresa!!’’, y llora. Nos da un abrazo a cada uno y se pregunta que cómo lo hemos organizado. Después de que ella dejara las cosas en su casa y viese a sus padres al menos cinco minutos para que se viniese después un rato con nosotros ya después de haber madrugado, baja y nos vamos a casa de Belén. Aprendemos a cómo liar un ‘’piti’’. A María le sale un churro mojado. La experta de Laura , lo acaba y lo finiquita. Como si nada,oye. Hora de irse, María tiene que quedarse a comer con sus padres y nosotros hacer marcha a casa. Dicen las chicas de ir de fiesta, al Marina Beach, pero puesto que es caro y siempre está abarrotado de gente, propongo la ‘’Fiesta opening’’ en High Cube. Cómo me encanta ese lugar. Discoteca en la que no te agobias absolutamente nada, los cocktails están todos de muerte y el ambiente es acojonante. Buenísimo. Aunque me lo pienso. Estoy cansada y quiero apalanque. Paso de discotecas al menos hasta el próximo fin de semana, después de la comunión que tiene Laura.
Fecha confirmada para fiesta de solo chicas. Me despido de las chicas y por fin llego a casa. 14:45 de la tarde ya, madre mía. Tengo el plato calentito en la mesa, qué amor de madre. Convencer a mi abuela para no hacer caldo y comer algo que me apetezca, es de agradecer. Terminamos de comer y me pongo a leer ‘’La última raya’’ de Javier Jorge. Un dilemón total, por cierto. Josema me pregunta que qué hago, ‘’pues aquí leyendo. ‘’Y tú?’’ ¿Mariaje?¿Acabas de preguntarle que qué hace? Tía, pues trabajar, qué coño va ha hacer el pobre en la puta playa todo el día... Sigo leyendo. Bajo al perro con mi madre. Se hacen las 19:20. ‘’Ya estoy yendo a casa.Ven’’. ‘’Espera, que estoy bajando al king’’, le contesto. ‘’Ve duchándote mientras’’.
Llego a casa de Josema, me abre, coge una madera bastante grande del portal para subirla por las escaleras hasta el tercer piso. No tengo ni idea de para qué es, la verdad. Le intento ayudar, pero estoy fofa y no tengo la misma fuerza que él. Me doy cuenta de que quiere subirlo solo puesto que conmigo es más difícil y un proceso más largo. Lo veo sudar (más) y sufrir por la puta maderita. Se tira en la cama y me dan ganas de achucharle y después hacerle el amor. Iba medio puesta a su casa pero después de ver a su madre y la maderita me cortó el rollo, ¿Sabes?
‘‘¿Qué vamos a cenar?’‘ , ‘‘Lo que quieras’‘, ‘‘Hoy vas ha hacer spaghettis’‘. Joder,otra vez spaghettis...entiendo que le apetezca pero es que al final voy a acabar odiándolos. Nos ponemos a cenar, le pregunto que qué tal el día, me dice que una mierda, como siempre. Mucha faena, es lo que tiene el fin de semana. Una mierda trabajando en la playa. ‘‘Luego te doy un masajito’‘. Me sonríe y seguimos cenando tan tranquilamente, porque la noche iba bien.
‘‘Mañana viene tu amiga’‘. Joder, ¿No hay otro santísimo día que pueda ir? ¿Tiene que ser mañana justamente cuando pensaba ir con mi madre?¿ En serio? Entiendo que su padre esté ahí, pero joder, ¿Justamente mañana? ‘’Pues nada... mañana ya no voy’’ . Que no me pusiera así, me dice. Siempre he tenido celos de esa chica. Guapa, buen cuerpo, extrovertida, fumadora, comprensiva, tolerante, salada. Siempre ha estado por encima de mí, y yo lo sé. Y supongo pues que ella también, por eso me pone de mal humor. Porque un día cogerá Josema y me dará la noticia de que estará con ella. Porque yo no soy ni fumadora, ni guapa, ni tengo buen cuerpo, tampoco soy extrovertida ni comprensiva ni siquiera tolerante. Me conozco y sé cómo soy. Soy fea, paranoiica, bajita, tengo mal cuerpo pero soy algo simpática, a veces.
Se empieza a liar todo por mi culpa, mis celos y mis paranoiias. Porque él me quiere, me quiere de verdad y me ha perdonado muchas, muchísimas pero lo siento, a ella no la soporto y creo que no podré aceptar que tenga una amistad con ella. No sé, me da rabia y envidia. Porque siempre la defiende y está por encima de mí.
La cosa se lía mucho, tanto que tira el plato de spaghettis en mitad de cena asi que recojo lo que puedo mientras él se va a la habitación. Recojo algún cubierto, algún spaghetti del suelo y la servilleta. Viene desde el cuarto y me dice ‘’déjalo’’. Le empiezo a explicar cómo me siento. Se frustra y me grita, y le grito y se lía más. Se vuelve al cuarto, voy y veo que estaba sacando artilugios para hacerse un porro. Le tiro por la ventana algo que contenía creo que boquillas ,con dos piedras o algo así, no sé, no entiendo nada del puto tema que tanto le gusta. Me dice que qué coño hago, le respondo ‘’cuidarte, no quiero que te metas mierda’’. ‘’No me dejas ser como soy, y me estoy cansando’’. Es ahí cuando me doy cuenta de que en parte es verdad, pero en parte no. Me gusta tal y como es pero me oculta muchas veces que fuma. Ante ayer con su amigo, sin ir más lejos. Se me duerme la boca. Oh,oh, el primer síntoma. Abro la puerta, bajo y llamo a Rocío. No lo coge. Cristofer responde la llamada y me pasa con Rocío. Y se supone que lo habían dejado, ea, otra apuesta que gano. Estoy de racha. Le explico el tema y me dice que lo hablemos tranquilamente, le digo que no puedo que estoy nerviosa. De repente me lo veo detrás mío diciéndome ‘’toma, cuando te tranquilices,subes’’, todo esto diciéndomelo con sus llaves en la mano con la esperanza de que las cogiera. Nop. Ni de casualité. Pero subimos a su casa para yo recoger mis cosas y rompe a llorar. Y a mí se me parte por dentro el corazón. Incluso solo de pensarlo. Se va a la cama de sus padres,se acuesta ahí diciéndome que le dejara en paz, que quería dormir. Pero no paraba de llorar. Me voy a la cocina y empiezo a fregar todos los cacharros que no eran pocos para que no tuviera que hacerlo ni él ni sus padres. Me corto fuerte pero ni siquiera me acuerdo de cómo con un cuchillo. Y con la sangre me mareo. Me escuece y duele pero pienso ‘’ojalá me muriese ahora’’.Voy al baño y me echo agua, sangra mucho... Joder, qué mareo estoy pillando. Rompo a llorar. Le pido a Josema que venga que me escocía mucho ,que me había cortado. Saca agua oxigenada y Betadine. Me cura con algodón. Lloramos juntos. Le digo que le quiero pero que no sé si soy la adecuada para estar con él, que no terminaría la carrera, que se merece a alguien de su rollo, que antes moriría por un ataque al corazón como una marquesa.De la misma manera que mi padre, cuánto lo echo de menos. Josema me dice que no diga eso, que él me eligió a mi por algo aun así después de ese tío. Se vuelve a la cama y llora. Muy bien Mariaje, esto es lo que has conseguido. Deberías tirarte por la ventana o las escaleras y dejarlo en paz. A todo y a todos. Me arrepiento, sí, después de lo sucedido pero algo me pasa en la cabeza. Algún día volveré al psicólogo , si veo que no se me pasa o si veo que antes no me he muerto. Doy todo mi brazo a torcer porque él está mal solo por mí. Le digo que estábamos bien cenando , pero no quiero que me diga si iba a la playa o no. Si me la encontraba pues allí estaría y punto.
Le ofrezco un diazepan de 5 para que se relajara, pero no lo quiso. Al fin y al cabo hace casi el mismo efecto que medio porro o un porro no sé, el caso es que relaja. Y cuando me lo tomo que son muchas veces... aunque el médico me lo haya prohibido, duermo bien. Lo guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón. Le abrazo por detrás susurrando que no llore, que no llore y menos por mí. Me vuelve a repetir que me quiere por lo que soy, que si quisiera ya se hubiera ido con otra, que Merse tiene la cara llena de granos. Recuerdo una vez que me dijo que Sandra estaba gorda. Recapacito. Tiene razón, el problema lo tengo yo y por eso quiero tomar medidas.
Le digo que me dé un abrazo y me lo rechaza, lo comprendo.Pero vivo en un día a día con celos porque todas son más guapas y más pechugonas que yo, con tatuajes y cigarros. Al fin me abraza y de repente me puse cachonda, quiero arreglar la movida de esta noche , no voy a permitir que esté llorando y no duerma. Así que después que estuviera mejor, le beso el cuello,sin querer lamo el collar de su abuela , que en paz descanse, que yo la queria mucho pero joder, estando con Josema en la cama he de reconocer que me cortó un poco el rollo. Sigo bajando hasta que se la empiezo a chupar. Más de una vez me ha dicho que tenia ganas de que bajara sin que me lo dijera. En fin, que la noche acabó mejor.
Qué vergüenza quién lea esto.
Hasta luegui, que ha sido un día largo.
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