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jgmail · 8 months ago
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El hombre que explica por qué Occidente será derrotado en breve
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Esteban Hernández 
Se lo hemos explicados aquí mismo varias veces. Razón de más para acoger con entusiasmo este extraordinario libro del historiador y antropólogo Emmanuel Todd.
El historiador, antropólogo y sociólogo Emmanuel Todd (1951) fue conocido con La chute final, publicado en 1976, un ensayo en el que predijo la caída de la URSS, y desde entonces sus ideas no han dejado de generar debate público en el país vecino. Así ha ocurrido con el último de sus libros, un éxito de ventas, La derrota de Occidente, que acaba de ser traducido por Akal. Todd señala tres principales causas del declive: el desplome industrial de EE. UU. y la creación de un PIB de naturaleza ficticia; la desaparición del protestantismo, que daba soporte al sistema económico, y cuya decadencia ha pasado por la fase del protestantismo zombi hasta llegar al protestantismo cero, que está cerca del nihilismo; y la preferencia del resto del mundo por Rusia antes que por Occidente.
Usted afirma en el libro, en diferentes ocasiones, que es un científico social y que no ofrece puntos de vista morales, sino que trata de describir unos hechos de la manera más objetiva posible. ¿Por qué era importante subrayar esto?
Es importante porque la situación es extraña en Francia, como en Occidente, porque en cuanto sugieres que Putin tiene inteligencia y que Rusia existe como un pueblo con tradiciones políticas específicas, muy ligadas a la idea de soberanía, la gente te acusa de ser prorruso y putinista, y esto no es cierto. Soy un occidental, me encantan el pluralismo y la democracia liberal y no defiendo una moral particular. Soy antropólogo social, y mi trabajo es analizar. Quiero aportar algo a la discusión social, ni siquiera me considero un intelectual.
Usted afirma que su libro es una secuela de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, de Max Weber. Y asegura en él que el capitalismo actual se ha liberado de la ética protestante y que esta es la causa de su deficiencia moral y de su simpleza intelectual.
Sí, es una cuestión de deficiencia moral, pero también lo es de falta de eficiencia. Hay un vínculo evidente entre el despegue de la economía en Europa y en EEUU y el auge del protestantismo. Existen varias razones, pero la más importante es la relación con la educación. Como un buen protestante debe saber leer las Sagradas Escrituras, entre los siglos XVI y XVIII, se produjo una alfabetización masiva. Y en la medida en que la gente sabe leer y escribir, también comienza a ser mucho más eficiente a la hora de formarse laboralmente.
Pero también están el componente social y moral y la actitud hacia el dinero. Los protestantes tenían que trabajar para demostrar algo. Si querías ser un buen católico, intentabas hacer el bien y así obtenías una recompensa. El protestantismo era otra cosa a causa de la predestinación. Habías sido elegido para la vida eterna (o para la muerte eterna) y lo que hacías en la Tierra era la prueba. Por eso el trabajo y el éxito eran buenos, porque demostraban que eras uno de los elegidos. Esto produce una psicología loca, en la que tienes a Dios metido en tu inconsciente diciéndote que trabajes duro. En los países católicos teníamos dificultades para entender esto.
Esta influencia es evidente si nos fijamos en Prusia, Suecia, Países Bajos o Gran Bretaña. El mapa de mayor alfabetización en Europa y el de las principales nacionales industriales hacia 1900 coinciden con los países protestantes. Gran Bretaña y Alemania eran los Estados más avanzados, y fuera de Europa estaba EEUU. Francia se mantenía en la carrera porque era un país católico que estaba suficientemente cerca del mundo protestante como para mantenerse al día. Esa fue también la época de relativo declive de Italia o España.
La desaparición de los valores protestantes en el mundo angloamericano en las últimas décadas hace comprensible el declive de EE. UU. y el de Gran Bretaña, así como su incapacidad para producir toda clase de bienes, incluidas las armas que necesitan para las guerras. Puedes entender su fracaso educativo, el desorden moral y la huida del trabajo. Y también se puede apreciar cómo el neoliberalismo no es tanto una innovación como un nuevo sistema moral.
Estos procesos son bien conocidos y son muy difíciles de revertir. La ética cristiana tardó siglos en construirse. La pérdida de la ética protestante no es algo de lo que se pueda recuperar EEUU en unos cuantos años.
Una de las consecuencias de lo que usted llama ‘protestantismo cero’ es la construcción de una economía irreal, con un enorme PIB ficticio. Hay una gran separación entre la economía de los grandes números y la de la vida cotidiana, entre la economía financiarizada y la productiva.
Sí, sin duda. Proviene de la disminución de los estándares educativos en el mundo angloamericano y de su huida del trabajo manual, que es un algo típico en la historia, aparece en todos los procesos de decadencia.
El capítulo más difícil de escribir fue el de Gran Bretaña porque tengo un vínculo personal con el país, le debo mucho, específicamente a Cambridge. Por eso, hasta ahora, me resultaba difícil criticar lo que estaba sucediendo en Gran Bretaña allí, no era capaz de verlo. Me resultaba complicado aceptar la idea de que Margaret Thatcher fuese tan horrible como Ronald Reagan con el nacimiento del neoliberalismo y la destrucción de una sociedad civilizada.
Lo que está sucediendo en Gran Bretaña es importante porque en ella aparecen ese tipo de economía falsa que hay en EEUU y la desintegración de los valores morales, específicamente entre su clase dominante. Gran Bretaña no es un país poderoso, pero la clase dominante británica, antes de su desintegración, había sido un modelo para la clase dominante estadounidense. La Universidad estadounidense para las élites, así como su escuela secundaria, se inspiraron en el sistema británico, en Oxford, Cambridge y en sus escuelas. Y este colapso de las élites británicas ha tenido y tendrá efectos secundarios en las élites estadounidenses, y en lo poco que queda de su racionalidad.
Gran Bretaña, aunque política o geopolíticamente era un submarino estadounidense en Europa, fue la madre de los Estados Unidos, y la implosión de Gran Bretaña tiene y tendrá un importante efecto negativo para los EEUU.
Presta en el libro mucha atención a Rusia. Hay un deseo expresado con insistencia en Gran Bretaña, pero también en países europeos y en EEUU, de que Rusia sea derrotada en Ucrania. Usted afirma que no es posible.
El libro lo escribí el pasado verano durante la llamada contraofensiva ucraniana. Nos decían que los ucranianos reconquistarían territorio y llegarían hasta Crimea. En fin, se trataba de una contraofensiva que solo estaba en las mentes del Pentágono y de los británicos, aunque los muertos fueran ucranianos. No soy un militar ni un ideólogo, sino un historiador, y desde este punto de vista era fácil ver, y así lo escribí, haciendo prospectiva, que no iba a funcionar.
Al final, Ucrania será derrotada porque Rusia es ahora estable y más poderosa. Es incluso capaz de producir más armas que el oeste. Vemos que el ejército ruso progresa poco a poco. Lo hacen lentamente, porque los rusos no quieren tanto ganar territorio como destruir el ejército ucraniano y tratan de evitar, en la medida de lo posible, que sus bajas sean muy numerosas. Por supuesto, esta postura es totalmente contraria a lo que se lee en nuestra prensa.
Creo que los rusos querrán recuperar Járkov, pero también llegar hasta Odesa. Los británicos han provocado que este sea el propósito, porque han sido tan eficientes a la hora de enviar drones a Sebastopol que los rusos ahora saben que su flota no estará segura hasta que lleguen a Odesa. Así que es inevitable. Creo que lo que los rusos querrán es conquistar y conservar parte del territorio ucraniano y convertir lo que quede de Ucrania en un Estado neutral con capital en Kiev.
Esto no es agradable, y espero que no se vea como una posición prorrusa, porque no es el caso. Sin embargo, hay un problema al que nos tenemos que enfrentar y no lo estamos haciendo.
La derrota ucraniana es segura y será una derrota occidental. Tenemos que elegir entre aceptar esa derrota y llegar a una negociación, que será en términos rusos, o negar esa situación y seguir adelante. De ahí todas las especulaciones sobre que Putin no se detendrá en Ucrania y avanzará hacia Europa occidental amenazando nuestra seguridad. Eso es un completo disparate, porque la demografía es importante, y los rusos tienen muy poca población para un territorio tan extenso, necesitarían muchos más soldados para intentar empresas mayores. Además, no quieren volver a Europa del Este, que ha sido su pesadilla, están bien como están, sin tener que lidiar con ese problema. Tengo algunas dudas, eso sí, sobre los países bálticos.
Pero lo que vemos estos días no es la aceptación de la negociación, sino una sensación de pánico. Los gobiernos occidentales, que pensaron que eran tan poderosos, no han aceptado mentalmente que Rusia existe tal y como es ahora. Por eso tratan de escalar el conflicto. Están diciendo que permitiremos a los ucranianos utilizar misiles de largo alcance franceses, británicos o estadounidenses para atacar territorio ruso. ¿Con qué propósito? No lo sé. Creo que no hay ninguna intención estratégica, se trata de continuar con la guerra.
Lo que afirman los rusos es que lanzar misiles de largo alcance contra su territorio equivale a una declaración de guerra. Vladímir Putin dio una conferencia de prensa la semana pasada al respecto y explicó que esos misiles no pueden ser operados por los ucranianos: no cuentan con el personal militar capacitado ni con los sistemas de satélites que serían necesarios. Por lo tanto, afirmó Putin, como los europeos estarían involucrados en su lanzamiento, utilizarlos sería un acto de declaración de guerra. Amenazó con represalias específicas y serias.
Y entonces aparece Macron, que es el presidente más tonto del mundo, diciendo que esos misiles se utilizarán ahora o más adelante. No tiene ni idea de lo que está haciendo. Quizá Francia quiera declarar la guerra a Rusia, pero no ha explicado a los franceses que habría ataques de represalia contra nosotros y contra nuestras bases.
La sensación de declive occidental está muy anclada en el sur global. Usted afirma en el libro, por ejemplo, que la India ve el declive del imperio estadounidense como la continuación lógica del imperio británico. Pero no es más que una muestra de una creencia dominante, en especial sobre Europa, a los que nos ven como los perdedores de esta época. Nosotros nos percibimos como países poderosos, pero fuera nos tienen una consideración muy diferente.
En Occidente predomina una actitud de negación que es muy narcisista. La nueva situación es muy difícil de aceptar para países occidentales que han dominado el mundo durante tanto tiempo. Pensaron que con el derrumbe de la Unión Soviética habría un nuevo sistema que renovaría su preeminencia. Y entonces comenzaron a hacer tonterías. Enviaron sus industrias a países donde la gente no sabía leer ni escribir y cobraban salarios miserables a los que podían explotar. Pero, al hacerlo, perdieron sus sistemas industriales y se volvieron dependientes del resto del mundo. Adoptaron sanciones contra Rusia que no han funcionado porque no han sido apoyadas por el resto del mundo y que han tenido que pagar las clases medias y trabajadoras occidentales. No buscan ganancias evaluando costes. Los anglosajones ya no tienen un modelo racional, sino nihilista, propio del protestantismo cero.
Hace 20 años escribí un libro titulado Después del imperio, que fue un éxito en todo el mundo. En ese momento, cuando la gente hablaba de la fuerza del hiperpoder estadounidense, dije que no era posible. El mundo era demasiado diverso para que funcionase un sistema así. Además, las tasas de alfabetización estaban aumentando rápidamente en muchos lugares. Era algo que los EEUU no podrían controlar. Solo había que tener paciencia para que los efectos negativos para Occidente se manifestasen.
Al mismo tiempo, en el plano interno, la desaparición de la ética protestante ha dejado paso a la pasión por el nihilismo, por la destrucción de las cosas y de la realidad, por la irracionalidad. Hay una cosa que debería haber añadido en el libro, un listado de todas las acciones irracionales que EEUU ha llevado a cabo en los últimos años, como atacar inútilmente países o seguir en guerras continuas. Es muy fácil darse cuenta de que la gente de todos los países grandes y pequeños del resto del mundo nos odia y nos teme al mismo tiempo. Cuando ves a Arabia Saudí negociando el precio del petróleo con Rusia o llegando a acuerdos con China y con Irán… Y no es solo China, son países como Sudáfrica o Brasil o India.
Es increíble el estado de negación en Occidente, que ya no piensa estratégicamente. No hay más que acordarse de Nixon y Kissinger, que tenían un gran problema con el mundo comunista. Vieron que había diferencias entre la URSS y China y lo aprovecharon, llegando a un acuerdo con Pekín para evitar la alianza entre los dos países comunistas. Eso es una geopolítica razonable, ahora se ha hecho justo lo contrario. O fíjate en Gaza. Los estadounidenses no son capaces de decir a los israelíes que se detengan. El efecto de esto en el mundo árabe y musulmán es que acaben deseando una victoria rusa porque gran parte de su población ve a los rusos como un escudo frente a la forma de hacer estadounidense. En definitiva, hay demasiada estupidez y demasiada irracionalidad en las acciones de Washington.
Un asunto relevante para explicar la decadencia occidental es el debilitamiento de sus clases medias. No puede haber instituciones sólidas cuando la sociedad se divide profundamente fruto de la desigualdad. El Estado necesita de bases donde asentarse y cuando las clases medias caen, desaparece también su primer pilar. La inestabilidad vital aumenta. Este es un gran problema para Occidente. ¿Qué podemos hacer al respecto?
En fin, soy un investigador, alguien que analiza, no soy un ideólogo, no trato de aportar soluciones. Lo que puedo proporcionar es un análisis, que es en buena medida pesimista, pero no del todo. Hay elementos optimistas en el libro. El mismo hecho de que podamos estar hablando de esta manera gracias a Internet ya marca una diferencia positiva. La decadencia del protestantismo también ha provocado que las formas de racismo disminuyan, especialmente en EEUU. No quiero decir que no haya racismo, pero es menor que el de otras épocas.
Hay, no obstante, dificultades evidentes. La desaparición de las clases medias es la consecuencia de la destrucción de un sistema industrial y también de una mentalidad. La verdadera matriz de la sociedad durante siglos era la religión. Pero esa matriz se ha ido desintegrando, y no solo por el debilitamiento de la religión o por la pérdida de fuerza de las formas familiares, sino por la desaparición de las formas ideológicas (la nación, el comunismo, el socialismo) que reunían a la gente. El individuo se ha quedado solo y no hay ninguna estructura que haya venido a sustituir a las antiguas.
Uno de los elementos principales, ahora que la gente vuelve a estar obsesionada con la Primera Guerra Mundial, es la falta de dinamismo de la población. Entre principios del siglo XX y, más o menos, la década de 1980, las poblaciones se reproducían con una tasa elevada de fertilidad, lo que hacía posible seguir adelante. Tuvimos la guerra de 1914 y millones de personas murieron. Hubo una segunda guerra y murieron más millones de personas todavía. Pero después de 1945, a los europeos todavía nos quedó energía para avanzar. Hubo un despegue económico formidable con una sociedad de consumo fuerte porque los parámetros demográficos lo hicieron posible. Este ya no es nuestro caso. Quiero decir, hay una natalidad baja en todas partes y tenemos una población que envejece. ¿Encontraremos otra vez la energía para seguir luchando?
La última pregunta. No sé si hay una analogía a la que podamos acudir para entender nuestra época. ¿Se parece a la república romana, a la república de Weimar, a la caída de la URSS…?
Quizá el final del Imperio romano. Ahí estaba el colapso de los sistemas religiosos, la destrucción de las clases medias por la esclavitud, la falta de sentido existencial. Pero resulta difícil comparar nuestra época con otro momento de la historia. El Imperio romano era una parte del mundo, no especialmente grande, y ahora estamos hablando del mundo entero, tenemos muchas más posibilidades tecnológicas, más riesgos… Estamos en una situación sin equivalente histórico. Creo que lo que viene será muy sorprendente.
© El Confidencial
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jartita-me-teneis · 3 months ago
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No es un invento de USA!
El origen de Halloween; Noche de Samhain
Los Celtas, (que habitaban partes de lo que hoy es Irlanda, el Reino Unido y el norte de Francia) celebraban el Samhain, una fiesta pagana que marcaba el final del verano y de las cosechas, y el principio del frío y oscuro invierno que usualmente traía con él muchas muertes.
Los Celtas creían que la noche antes del nuevo año (31 de octubre), los dos mundos, el de los muertos y los vivos, se unían de alguna manera.
Durante Samhain, ellos pensaban que los fantasmas de sus familiares y amigos aparecían a causar problemas.
Es por eso que era tradición dejar comida en la puerta (para que los fantasmas no entrarán a pedir comida) y muchas veces usaban máscaras, para que los fantasmas no los reconocieran o los confundieran por otros fantasmas.
“All Hallows Eve” es el nombre anglosajón que con los siglos se le fue dando a esta particular tradición, la víspera del Día de Todos los Santos, que a través del tiempo y el espacio se deformaría en la palabra “Halloween”.
Cada 31 de Octubre, esta fecha era además una fiesta dedicada a dos dioses: Morrigan (diosa de la guerra y de la muerte) y Dagda (una deidad secundaria relacionada con la abundancia).
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notasfilosoficas · 2 months ago
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“Es posible que el mundo en sí no tenga sentido”
Virginia Woolf
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Adeline Virginia Woolf fue una escritora británica, autora de novelas cuentos, obras teatrales y demás obras literarias, nacida en Londres en enero de 1882, considerada una de las más destacadas figuras del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX y del feminismo internacional.
Primeros años
Su padre era novelista, historiador, ensayista y biógrafo y su madre nació en la India y trabajó de modelo para pintores prerrafaelistas. Ambos habían tenido nupcias previas con hijos de sus anteriores matrimonios.
Virginia recibió clases particulares y de sus propios padres, y a diferencia de sus otros hermanos, con la inmensa biblioteca de los padres aprendieron los clásicos y la literatura inglesa.
Uno de los recuerdos más vividos de su infancia no fue en la casa de Londres sino en la de St Ives de Cornualles en donde la familia pasaba sus vacaciones, las impresiones de esos viajes y la del faro de Godrevy sirvieron de inspiración para la creación del relato “Al faro”.
Cuando Virginia tenia 13 años, muere su madre repentinamente lo cual fue la causa de sus primeras depresiones, y la muerte de su padre en 1904 aumentaron sus problemas emocionales. Sus crisis nerviosas y periodos recurrentes de depresión según sugieren algunos eruditos fueron incluidos por abusos sexuales que ella y su hermana Vanessa sufrieron a manos de sus medios hermanos. 
Estas situaciones hicieron de Virginia al parecer sufriera de lo que hoy se le conoce como trastorno bipolar.
Círculo Bloomsbury
Después de la muerte de su padre, sus hermanos vendieron la casa familiar para mudarse al número 46 de Gordon Square en Bloomsbury, en donde su hermano mayor la convirtió en el centro de reunión de antiguos compañeros universitarios e intelectuales de la talla de E.M. Forster, el economista J.M. Keynes, y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. Esta formación sería conocida como “el círculo de los Bloomsbury”.
En 1912 a la edad de 30 años se casó con el escritor Leonard Woolf miembro también del círculo Bloomsbury.
Dentro de la ética del círculo Bloomsbury figuraba la no exclusividad sexual, por lo que durante la mayor parte de los años 20, Virginia sostuvo una relación con la escritora Vita Sackville-West.
Woolf comenzó a escribir profesionalmente en 1905, y su primera novela “Fin de viaje” en 1915 vió la luz apoyada por la editorial de su medio hermano.
Tras la publicación de “La señora Dalloway” y “Al faro”, los críticos comenzaron a elogiar su originalidad literaria, cuya maestría técnica y el afán experimental de la autora, introducida además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes propias de la poesía.
Su legado
Wolf experimentó con especial interés con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual como en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje.
En Las Olas (1931), presenta un flujo de conciencia de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabajado monólogo tradicional con lo que crea un ambiente de poema en prosa.
Wolf publicó novelas y ensayos con éxito tanto de crítica como de público, y fue catalogada como una de las grandes novelistas del siglo XX y aunque su reputación declinó después de la Segunda Guerra Mundial, recuperó su auge con la crítica feminista de los años 70.
Últimos días
Después de terminar el manuscrito de su última novela “Entre Actos”, Wolf cayó en una profunda depresión. Su trastorno bipolar, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de su casa durante los bombardeos, empeoraron su condición hasta que se vió incapaz de trabajar.
El 28 de marzo de 1941, Woolf se suicidó, llenó su abrigo con piedras en los bolsillos y se lanzó al río Ouse, cerca de su hogar donde se ahogó. 
Wolf escribió una nota llena de amor hacia su esposo, describiendo lo difícil de su condición y su incapacidad para seguir luchando, le agradecía todo lo que había hecho por ella.
Sus restos fueron incinerados y enterrados por su esposo bajo un árbol en Rodmell Sussex.
Fuente: Wikipedia.
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elbiotipo · 1 year ago
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Me fascina el sur estadounidense porque el clima, y en mucha medida la naturaleza, es muy parecida a mi propio hogar (el litoral argentino).
Y encuentro muchos paralelismos; así como el Gran Chaco ahora está pasando por un proceso de pampeanización, con la destrucción total de la matriz vegetal "mosaico" (o sea, bosques sabanas y humedales) para el cultivo de soja y otros, el sur estadounidense también sufrió una transformación muchísimo más destructiva y profunda. Para pensar que el sur de EEUU, antes de las grandes transformaciones de su ambiente con la colonización, tenía cotorras (Cotorra de Carolina, extinta), cañaverales (Arundinaria, que de no ser por tumblr no sabía que existía, casi extinta), yaguaretés (!!!), y por supuesto todavía tiene caimanes y otra fauna bien subtropical. El Paraná no parece tan lejos del Mississippi.
Y lo que me sorprende acá es la discriminación que siempre veo asociada CONTRA el sur de EEUU. Porque desde que tengo memoria que ando en el internet anglosajón, el sur de EEUU siempre es un chiste; lleno de racistas, incesto, pobreza, mala educación. Lo cual me parece irónico, porque justamente es el sur donde vive una gran cantidad de afro-americanos, así que no es un poco raro acusar a toda una región de racismo, sabiendo que las principales víctimas de ese racismo viven ahí y lo consideran su hogar? Y no solamente eso, sino la cultura que tiene. Sin el sur, no existiría el rock ni el funk que tanto disfruto, ni hablar del jazz o del blues y mucho más. Cosas que no solo formaron la cultura de EEUU, sino que transcendieron a una escala global.
En fin, me parece interesante esto porque yo vivo en un contexto donde la cultura de EEUU, en general, se impone sobre mi país y el resto del mundo por la globalización. Y al ver como es EEUU por dentro, veo que esa imposición también empieza y se da ahí de cierta forma (y esto ni siquiera hablando de las tribus nativas, la segregación y mucho más). Es como lo siguiente; el sur de EEUU, como el litoral argentino, es subtropical, es "exótico". Lo cual no concuerda con un mundo que es, culturalmente, eurocéntrico, y templadocéntrico. Así que incluso si forma parte de ese centro de los países centrales, siempre culturalmente se lo discrimina y se lo tiene apartado de lo que es algo "culto" y "rico", como sería el norte de EEUU. Cuando me quejé del eurocentrismo en las historias de ficción, apunto a esto. Como se expresa incluso en el rechazo de ciertos climas y culturas, que parece tan arraigado que hay gente que ni lo piensa dos veces.
(ni siquiera llegué a tocar directamente de política acá porque eso ya es otro tema)
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sofea-00 · 5 days ago
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2 de febrero de 1882 nace James Joyce, fue un escritor irlandés, mundialmente reconocido como uno de los más importantes e influyentes del siglo XX, aclamado por su obra maestra, Ulises, y por su controvertida novela posterior, Finnegans Wake. Igualmente ha sido muy valorada la serie de historias breves titulada Dublineses, así como su novela semiautobiográfica Retrato del artista adolescente. Joyce es representante destacado de la corriente literaria de vanguardia denominada modernismo anglosajón, junto a autores como T. S. Eliot, Virginia Woolf.
Aunque pasó la mayor parte de su vida adulta fuera de Irlanda, el universo literario de este autor se encuentra fuertemente enraizado en su nativa Dublín, la ciudad que provee a sus obras de los escenarios, ambientes, personajes y demás materia narrativa. Más en particular, su problemática relación primera con la Iglesia católica de Irlanda se refleja muy bien a través de los conflictos interiores que atormentan a su alter ego en la ficción, representado por el personaje de Stephen Dedalus. Así, Joyce es conocido por su atención minuciosa a un escenario muy delimitado y por su prolongado y autoimpuesto exilio, pero también por su enorme influencia en todo el mundo. Por ello, pese a su regionalismo, paradójicamente llegó a ser uno de los escritores más cosmopolitas de su tiempo.
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unblogparaloschicos · 1 year ago
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TV: La Ville dont le prince est un enfant (1997)
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No es la primera adaptación de la pieza teatral “La Ville dont le prince est un enfant” (1951), escrita por el dramaturgo francés Henry de Montherlant. El título original, que se traduciría como “La villa donde el príncipe es un niño”, refiere a una cita bíblica del Libro del Eclesiastés (más precisamente Ec. 10:16, que afirma “Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes comen de mañana!”). El telefilme, conocido en el mundo anglosajón como “The Fire That Burns”, fue dirigido por Christophe Malavoy, que también cumple aquí un rol actoral.
Malavoy interpreta al Abad of Pradts, uno de los religiosos que está a cargo de un internado francés en años previos a la Segunda Guerra Mundial. El hombre tiene entre sus favoritos a Serge Souplier (Clément van den Bergh), un dulce niño de once años a quien le permite todo y lo protege de la rigurosidad de las reglas. Casi como un padre de verdad. Casi.
Lo que al abad le molesta, y mucho, es la “amistad particular” (término que en este blog ya conocemos desde la reseña de la película titulada, específicamente, “Les amitiés particulières”; su mención no es azarosa pues esta obra tiene algunos puntos en común con aquella) que el pequeñín mantiene con André Sevrais (Naël Marandin), un muchacho que le lleva cinco años. La relación es inequívocamente gay, aunque sumida en la ternura esperable que la edad de Souplier requiere. Misteriosamente, el religioso les concede a esta amistad de mala fama (ambos tenía prohibido el verse siquiera) una oportunidad para reencauzar sus afectos en libertad. O al menos eso creen.
Aquí, un trailer de la película (la calidad no es buena):
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juliopison · 3 days ago
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DISCOTECA (Francia) The Best French Songs of the 70s LP Selección Café jcp 20250205
Para escuchar el Disco pulsa o copia y pega el Link: https://memoriasdelcafe.blogspot.com/2025/02/the-best-french-songs-of-70s.html
La Chanson Française en los 70: Una Época de Transformación Los años 70 fueron una década de grandes cambios en Francia y en el mundo. La música no fue una excepción. La chanson française experimentó una evolución significativa, marcada por la influencia de nuevos géneros como el rock, el pop y la música disco.
Características de la música francesa de los 70:
Diversidad de estilos: Coexistieron diferentes estilos musicales, desde la chanson traditionnelle hasta el rock progresivo, pasando por el pop y la música disco. Compromiso social: Muchos artistas utilizaron la música como un vehículo para expresar sus opiniones políticas y sociales, abordando temas como la guerra de Vietnam, la igualdad de género y los derechos civiles. Experimentación sonora: Los músicos franceses experimentaron con nuevos sonidos y texturas, utilizando instrumentos electrónicos y técnicas de grabación innovadoras. Influencia del rock anglosajón: El rock británico y estadounidense tuvo una gran influencia en la música francesa de los 70, dando lugar a bandas como Téléphone y Noir Désir.
Café Mientras Tanto jcp
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uniquetyphoonmiracle · 1 month ago
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Hablando de CAMBIO DE SUERTE o FORTUNA [=Yate de CASA REAL y apellido en INGLES del sustituto del suicidado HUTCHENCE en INXS]..recuerdo que en 2016 SOUL ASYLUM publicó el cd CHANGE OF FORTUNE [con portada de un MONO mirando un MOVIL con el AGUA AL CUELLO] y que en su cd más Exitoso [gracias al single RUNAWAY TRAIN dedicado al millón de jóvenes que vagan por EEUU] titulado GRAVE DANCERS UNION [unión de bailarines de tumbas] entró a mitad de grabación el batería STEARLING CAMPBELL de DURAN DURAN cuando decían que era el novio de MARTA SANCHEZ [que se había lanzado en solitario con el cd MUJER en el mercado anglosajón tras salir DESNUDA por una MILLONADA en INTERVIU y dando la PATADA a OLE OLE así como a su novio BATERIA el malogrado JUAN TARODO que la dio la oportunidad sustituyendo a VICTORIA LOPEZ_MUÑOZ alias VICKY LARRAZ a la que vi en VILLARREAL como a VIRGINIA MAESTRO dos días antes siendo telonera de ANA CURRA que grabó QUIERO SER SANTA con PARALISIS PERMANENTE que solo lanzó el LP EL ACTO (por el sexual ] porque su novio cantante se mató en accidente con 21 años y ella se salvo..y VICKY LARRAZ actuo tras AMISTADES PELIGROSAS que empezaron con GENESIS del cd LA ULTIMA TENTACION y OBK que empezaron con OCULTA REALIDAD del debut cd LLAMALO SUEÑO]..cuya Hermana melliza PAZ [lo contrario que GUERRA o por lo que DURANTE LA DEL GOLFO fue MARTA SANCHEZ con OLE OLE a actuar en la FRAGATA "NUMANCIA" la NOCHEBUENA de 1990 cantando SOLDADOS DEL AMOR y siendo enfocado fijamente DAVID TORNOS FARRELY al que conocia por ser amigo y socio de mi vecino JOSE MANUEL ALMARCHA ALCOLEA tocandole el sorteo de un coche que hizo INTERVIU entre la TRIPULACION y el cual luego monto con su padre GONZALO TORNOS el concesionario GLORIA Cars de coches de época como era el CADILLAC con el que se hizo y que le regalo CEACEASCU ejecutado con su MUJER la NAVIDAD de 1989 a Santiago CARRILLO fundador del Partido COMUNISTA Español junto a DOLORES IBARRURI "LA PASIONARIA" y que legalizo JUAN CARLOS I el SABADO SANTO de 1977 poniendo la sede en la calle SANTISIMA TRINIDAD]..murio de CANCER con 37 años..
..lo dicho en este MUNDO DE MIERDA O DE PUTAS Y FARSANTES O DE FALSA MORAL Y FALSA RELIGION E IDOLATRIA LO MEJOR QUE PUEDES TENER ES SUERTE O CRUZAR LOS DEDOS PARA TENERLA
P.D STEARLING CAMPBELL colaboro en el último cd de CERATI titulado FUERZA NATURAL cuya gira grabó en DVD en su 1er concierto en MONTERREY porque si hubiera esperado al ULTIMO en la RIVERA DEL MANZANA+eRES o sala LA RIVIERA no podría haberlo hecho por su ACV justo antes de empezar su gira ESPAÑOLA por VALENCIA
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varado · 2 months ago
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Viernes 13
El lugar de los hechos Pueden ustedes imaginar que mi mente calenturienta divide la mala suerte entre el Martes 13, que en mi infancia se mencionaba de puertas adentro, y el Viernes 13, célebre en el mundo anglosajón al que tenía que enfrentarme. Nunca pisé suelo Chino, pero los que si podían pasar la frontera hablaban del mes de los fantasmas y del día cuatro de cada mes. Me agarré a mi mitad…
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raton-cita · 3 months ago
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Amiguitas
El día de ayer mi hija recibió a sus amiguitas de segundo de secundaria (2019) en la cabaña familiar, donde rieron, corrieron y comieron en compañía de su felicidad. De esta reunión se desprendieron dos reflexiones que anoto a continuación.
Primera. La pandillita de amigas corría de un lado a otro de la cabaña, subían y bajaban, iban por un pasillo y regresaban por la puerta trasera. Gritos y risas. Yo le pregunté a una señora que si había ella gozado de esa libertad cuando estaba en la secu. Me dijo que no, que más bien la represión paterna había sido una constante. Lo típico que hasta lo varones, allá en los 70, padecimos: no meter nuestra cuchara enlas conversaciones de adultos y, todavía peor para la señora, tenía que retirarse del lugar donde estaban los adultos. En seguida concluiremos.
Segunda. Ya caída la noche (estábamos casi en invierno, oscurece temprano) las chicas comenzaron a platicar de sustos, fantasmas y apariciones.
Conclusión primera. No cabe duda de que la lucha de las mujeres por la liberación repercute en esta generación donde las niñas gozan de ciertas libertades ignorando lo que antes era una carencia para ellas. Yo noté que estas chicas (me refiero ahora a todas aquellas que veo divirtiéndose en la calle, jugando en la escuela) tienen un comportamiento igual al de los hombres. Quiero decir, en el uso de su libertad, no en que jueguen igual que ellos. Lo noto en su seguiridad, en la elección de las reglas del juego, en la conducción del grupo, etc. ¿Qué consecuencias traerá este goce de la libertad cuando estas chicas sean las nuevas dirigentes?
Segunda conclusión. Los cuentos de aparecidos. Creí que esto ya había pasado de moda y que estas nuevas generaciones ya no se asustaban cuando se hablaba de aparecidos, pero no, veo que siguen sintiendo los mismos miedos que teníamos nosotros cuando estábamos chicos. Por otro lado, yo he hablado en otra ocasión que el terror entre nosotros (¿mexicanos, latinos, hispanohablantes?) es diferente que el del anglosajón. Ellos, vida en un mundo físico, carente de nuestra espiritualidad, temen a personas psicóticas con hachas en mano matando gente. Nosotros, espirituales eternos, tememos a espíritus intocables, que se meterán no sólo con tu cuerpo, también con tu alma. ¿Cómo te sales de esa? ¿Cuál de los dos es más terrorífico?
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jgmail · 1 year ago
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Sobre el llamado capitalismo «woke» (el despertar)
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Por Carlos Formenti 
Fuentes: Observatorio de la crisis. Foto: observatorio de la crisis
Leyendo el libro del experto australiano en teoría de la organización y profesor de la Universidad de Sidney Carl Rhodes (Capitalism woke. Cómo la moral corporativa amenaza la democracia, editorial Fazi) es difícil no darse cuenta de una paradoja: escrito con la intención de denunciar los verdaderos objetivos políticos que se esconden tras el giro «progresista» de algunas grandes corporaciones multinacionales, acaba en cambio revelando (aunque sea involuntariamente) las razones por las que la izquierda «políticamente correcta», con la que Rhodes se identifica, tiene pocas posibilidades de oponerse al régimen capitalista .
Empecemos por el significado del término woke, hoy de uso común en el mundo anglosajón pero que no ha tardado en extenderse en una Europa cada vez más «americanizada». Acuñado por los afroamericanos en el contexto de los movimientos por los derechos civiles de los años sesenta, y relanzado durante las movilizaciones del movimiento Black Lives Matter (nacido para protestar contra los asesinatos a sangre fría de ciudadanos negros a manos de policías blancos sistemáticamente impunes), también fue adoptado por los demás componentes de la nueva izquierda estadounidense en el sentido de estar atentos, sensibles y bien informados con respecto a cualquier tipo de discriminación e injusticia racial o social (en particular, Rhodes enumera cuestiones como el sexismo, el racismo, el ecologismo, los derechos LGBTQI+ y la desigualdad económica, esta última dejada , sin sorpresa, para el final).
Sin embargo, adoptan esta postura ética no sólo los militantes que enarbolan las banderas de lo políticamente correcto, sino también un número creciente de grandes marcas multinacionales, que no sólo patrocinan el mundo woke promoviendo sus objetivos (a través de campañas de opinión y/o integrándolos sistemáticamente en el lenguaje de sus sus estrategias de marketing y publicidad) sino que también lo apoyan activamente mediante cuantiosas donaciones y promoviendo los ideales woke entre sus empleados (hasta el punto de despedir a los que no los cumplen).
La pregunta que Rhodes intenta responder en su obra es si esta «conversión» no esconde otros motivos
El autor toma como punto de partida el enfrentamiento ideológico que el supuesto giro a la «izquierda» de directivos de gigantes como la financiera Black Rock, de multimillonarios como Bill Gates y Jeff Bezos, de empresas simbólicas de la Nueva Economía como Amazon, Google, Apple, Facebook, etc., por no hablar de muchos exponentes del star system hollywoodiense y grandes campeones deportivos, ha desencadenado entre progresistas liberales y exponentes de los movimientos de la derecha más reaccionaria y retrógrada, tanto en el ámbito político como en el periodístico y religioso.
Los conservadores acusan a estos sectores capitalistas convertidos a la retórica de lo políticamente correcto de sumarse a las consignas de los movimientos feministas, LGBTQI+, ecologistas, pacifistas, antirracistas, etc. con el único fin de «limpiar el desastre». Por último, les acusan de hipocresía, es decir, de simular ideas y sentimientos que en realidad no sienten, contribuyendo así a la propagación de un moralismo de masas que daña los principios y valores tradicionales del pueblo estadounidense.
Curiosamente, esta última acusación procedente de la derecha converge con las críticas de la nueva izquierda. Típica es la postura adoptada por la senadora demócrata Elizabeth Warren, que insta a las empresas a ser woke no sólo de palabra sino también con hechos. «No se puede ser verdaderamente woke, argumenta Warren, si el compromiso de directivos y corporaciones se reduce a palabrería y donaciones que, por cuantiosas que sean, son poco más que migajas comparadas con los monstruosos beneficios que obtienen estas empresas». En particular, ciertos eslóganes sobre justicia social chocan con los monstruosos niveles de desigualdad que las propias empresas han contribuido a alimentar en las últimas décadas, ni se asocian a acciones concretas para reducirlos. En resumen: el «buenismo» hipócrita de las empresas no produce cambios reales en los programas del capitalismo.
Aunque está de acuerdo con esta observación, Rhodes no la considera el quid de la cuestión que plantea el auge de este «capitalismo de izquierdas» sin precedentes. En primer lugar, despeja el campo de las dudas de quienes ven en el fenómeno el riesgo de un hundimiento de los beneficios y un grave perjuicio para los intereses de los accionistas, que los directivos «plagiados» por la izquierda estarían dispuestos a sacrificar en el altar de la propaganda liberal progresista. Lo cierto es, argumenta citando abundantes datos al respecto, que este giro no sólo no perjudicó los intereses empresariales sino que, de hecho, contribuyó a aumentar significativamente los beneficios.
En resumen: abrazar la ideología woke suena a buen negocio. Pero los verdaderos objetivos del giro, argumenta, son otros y decididamente preocupantes, en la medida en que, afirma, ponen en peligro la propia supervivencia del sistema democrático. Rhodes se pregunta : ¿No será el despertar de las empresas un medio para extender el poder y la hegemonía del capitalismo? ¿Acaso no se trata de «capitalizar» la moral pública, de tal modo que el disenso democrático sea reemplazado por campañas de marketing y relaciones públicas?
En respuesta, Rhodes aborda la cuestión desde una perspectiva histórica. En primer lugar, señala que el fenómeno actual guarda evidentes similitudes con el de la filantropía de los robber barons, los monopolistas rapaces que dominaron la economía estadounidense a finales del siglo XIX y principios del XX. Una vez superada la Gran Crisis de 1929 y el paréntesis bélico, personajes como Carnegie y Rockefeller, por citar a los más conocidos, se encontraron en los años 50 ante el desafío de la alternativa socialista encarnada por la Unión Soviética y reaccionaron invirtiendo una parte sustancial de sus inmensos beneficios ( Dicen Carnegie estipuló que, a su muerte, el 90% del patrimonio que había acumulado debía emplearse en iniciativas benéficas de diversa índole).
Estos esfuerzos filantrópicos formaban parte de una estrategia lúcidamente dirigida a contrarrestar posibles tentaciones socialistas por parte de los trabajadores estadounidenses. No se trataba simplemente de mantener contento del pueblo con el viejo truco de darle «panem et circenses»: el objetivo era hacerse con el control de la política pública para sustituir progresivamente el sistema democrático por una plutocracia benévola. Pues bien, escribe Rhodes, el capitalismo woke de hoy vuelve a proponer la misma lógica, con la única diferencia de que, en la actualidad, ya no son (o al menos no sólo) los magnates individuales los que se comprometen socialmente, sino las propias corporaciones. ¿Cómo puede explicarse esta recurrencia histórica?
iEl hecho es que, durante los «treinta años dorados» posteriores a la Segunda Guerra Mundial, un poder político inspirado en los principios redistributivos keynesianos había favorecido un compromiso entre capital y trabajo que garantizaba altos niveles de empleo, salarios decentes y servicios públicos accesibles en el contexto de un sistema de bienestar, que contribuyó a neutralizar temporalmente los planes para establecer un régimen plutocrático.
La contrarrevolución liberal iniciada en la década de 1980 por los gobiernos de Thatcher y Reagan, y que posteriormente se extendió por todo el mundo occidental, desmanteló sistemáticamente este acuerdo. La liberalización desenfrenada, la deslocalización y la globalización financiera han invertido el curso de la historia, generando niveles de desigualdad aún más extremos que los de la época de los barones ladrones, legitimados por las narrativas sobre las oportunidades de movilidad social que el libre mercado ofrecería a los sujetos emprendedores, y por el mito del «goteo» (es decir, la tesis de que parte de los super-beneficios acumulados por las megaempresas «gotearían» hasta la base de la pirámide social, garantizando la prosperidad a todos).
Estas narrativas neoliberales naufragaron en la roca de la crisis de 2000-2001 y de 2007-2008, desatando la ira de trabajadores, consumidores y votantes y allanando el camino para los movimientos populistas (nótese que Rhodes parece asociar automáticamente las fuerzas de derechas con el fenómeno populista). Es para hacer frente a la ira popular que nació el capitalismo woke («una póliza de seguros contra los trabajadores, los consumidores y los votantes exasperados», escribe Rhodes). Apropiándose de los temas y eslóganes de la izquierda, el gran capital intenta construir credenciales éticas para desviar la atención del robo de los bienes públicos, al que no tiene intención de renunciar (no es casualidad que la lucha contra la desigualdad de ingresos y la evasión fiscal nunca se menciona entre las causas que defiende).
El populismo corporativo es la otra cara del populismo de derechas: mientras que este último defiende las razones del capitalismo salvaje, el «progresismo» del primero es aún más insidioso en el sentido que reivindica su propia capacidad para resolver los problemas que los gobiernos no pueden y ya no quieren resolver. La idea es que cuanto más capaces se muestren las empresas al asumir sus «responsabilidades sociales», menor será la necesidad que los políticos se inmiscuyan en la economía.
Según Rhodes, las grandes empresas constituyen una nueva élite cuyo poder sobre la sociedad aspira a sustituir al de los gobiernos democráticos. Si este objetivo se hiciera realidad, el sueño de los barones ladrones habría triunfado en nuestra época : el poder político ya no sería una cuestión de enfrentamiento público entre opiniones encontradas, sino de debate sólo entre quienes detentan el poder económico; el equilibrio de poder se desplazaría así irreversiblemente de la esfera de la política a la esfera de la economía. Llegados a este punto, intentaré explicar por qué creo que los argumentos de Rhodes y la cultura política de la izquierda políticamente correcta de la que este autor es expresión no tienen ninguna posibilidad de contrarrestar los fenómenos que su libro analiza y denuncia.
* * * *
Empiezo con una observación: el régimen plutocrático que Rhodes presenta como un riesgo que hay que evitar es un hecho desde hace mucho tiempo. Baste considerar que buena parte de los senadores y diputados que se sientan en las dos ramas del parlamento estadounidense pertenecen a la minoría de los superricos. Esto no sólo se debe a los prohibitivos costes de las campañas electorales que hacen posible que sólo unos pocos privilegiados puedan «comprar» un escaño (ya sea con sus propios recursos personales o con los que les ofrecen los lobbies financieros que los patrocinan), pero es también, y sobre todo, el resultado de un proceso progresivo de integración entre las élites económicas, políticas, académicas y mediáticas, bien simbolizado por el mecanismo de «puerta giratoria» por el que las mismas personas asumen sucesivamente los más altos cargos de dirección en las empresas privadas, las instituciones públicas, los partidos y el mundo de la cultura (universidades, periódicos, TV, etc.).).
Este sistema «amañado» (como lo ha definido el exponente del ala socialista del Partido Demócrata Bernie Sanders) ya no tiene nada que ver con las reglas de la democracia, sino que es expresión de un régimen que autores como Colin Crouch han definido como post democrático (véase Colin Crouch, Postdemocracia, Laterza, Roma-Bari 2013).
Si este es el caso, está claro que ningún retorno a las políticas socialdemócratas parece posible sin convulsiones económicas, políticas y culturales radicales, es decir, sin que se produzca una verdadera revolución. Los fracasos de los proyectos neo-socialistas de Sanders en Estados Unidos y de Corbyn en el Reino Unido demuestran que estas nuevas izquierdas no están a la altura de las circunstancias, no sólo porque están condicionadas por los aparatos de las izquierdas tradicionales ahora convertidas al credo neoliberal (con el que los líderes mencionados no tuvieron el valor de cortar lazos), sino también porque su intento de soldar los movimientos feministas, antirracistas, LGBTQI+, ecologistas, etc., con los movimientos obreros ha fracasado… Y para entender las razones de este fracaso, tenemos que preguntarnos por qué las clases trabajadoras prefieren abrumadoramente votar a los populistas de derechas (todas las investigaciones sobre los flujos electorales confirman que en todo Occidente son los miembros de las clases medias-altas que viven en los centros aburguesados de las metrópolis los que votan a la izquierda, mientras que las masas que viven en los suburbios votan en masa a la derecha).
Uno de los pocos intentos serios de responder a la pregunta es el de la pareja de sociólogos franceses Boltanski-Chiapello (véase L. Boltanski, E. Chiapello, El nuevo espíritu del capitalismo, Mimesis, Milano-Udine 2014) quienes, analizando la escisión entre «crítica artística» y «crítica social» que se produjo a finales de los años setenta (la primera centrada en las reivindicaciones de los derechos de minorías específicas, compatibles de facto con el sistema capitalista y cada vez menos atenta a los de las clases trabajadoras), han descrito bien el nuevo espíritu del capitalismo (que no es otro que el capitalismo despertado del que habla Rodas).
El mérito de estos autores es haber captado la clase raíces del fenómeno: a medida que las clases medias reflexivas que habían protagonizado las luchas antiautoritarias de finales de los sesenta y principios de los setenta pasaron a formar parte de una renovada casta directiva (en las empresas, los medios de comunicación y las instituciones), configuraron una nueva cultura directiva «progresista», pero sustancialmente compatible con las reglas del sistema. En otras palabras: no es que el capitalismo despierto manipulara a las nuevas izquierdas o que, por el contrario -según la narrativa conservadora- se dejara manipular por ellas, se trata más bien de la formación espontánea de un bloque sociocultural que encarna la ilimitada capacidad de adaptación del capitalismo a las cambiantes condiciones históricas en las que gradualmente se encuentra operando.
Rhodes es completamente incapaz de captar esta realidad porque está anclado en una visión ingenua de una democracia que nunca ha existido realmente, salvo como fachada política de un sistema socioeconómico fundado en la explotación capitalista y la opresión de la fuerza de trabajo. Para él, el conflicto social no es una lucha de clases, sino un enfrentamiento entre opiniones. Así, leemos, entre otras cosas, que «la ética puede cuestionar el sistema sobre el que se asienta el capitalismo»; pero que no se trata de condenar la actividad empresarial per se porque «las empresas tienen el potencial de sostener la democracia»; y que «la política democrática se basa en la convicción que las personas (¡es decir, los individuos, no los pueblos!) tienen derecho a autogobernarse»; que «los consumidores tienen el poder de la demanda (!!?)»; y que, citando a Greta Thunberg, «es la opinión pública la que gobierna el mundo libre (!!?); por último, que no hay nada malo en que los activistas LGBTQI+ recurran a las empresas para recabar apoyos, ya que se trata de «una acción democrática de los ciudadanos que utilizan la influencia de las empresas».
Rhodes se autoproclama portador de una cultura anticapitalista, pero su anticapitalismo se reduce a luchar contra la evasión fiscal de las empresas y las minorías de superricos. Es decir, parece convencido que una vez recuperados esos recursos y puestos al servicio del bien público, será posible restaurar el paraíso socialdemócrata (suponiendo que alguna vez existiera realmente). El problema es que incluso este programa de mínimos parece inviable en el contexto de un capitalismo como el estadounidense que domina hoy todo Occidente (y en particular sus ramificaciones anglófonas como esa Australia de la que Rhodes es ciudadano) y que lucha con uñas y dientes contra todas las naciones emergentes que amenazan su hegemonía.
Los nuevos izquierdistas creen que basta con ganar batallas por el reconocimiento de los derechos de las minorías que representan para socavar los cimientos del sistema, pero el capitalismo de vigilia disipa radicalmente tales ilusiones: es cierto que el capitalismo ha sabido explotar progresivamente los conflictos raciales, de género, étnicos y religiosos para dividir a los trabajadores y reforzar su hegemonía, pero también es cierto que es capaz de sobrevivir reconociendo los derechos de los negros, las mujeres y las diversas minorías cooptando a algunos de ellos en la élite.
¿Un ejemplo? Las estrellas del espectáculo y del deporte que junto con «luchar» por los objetivos queridos por Rhodes disfrutan de salarios escandalosamente altos recibiendo una parte de los excedentes del capital. Las reivindicaciones de igualdad de género, de raza y de cualquier otra índole son todas viables en el marco del sistema existente, siempre y cuando no pongan en cuestión la única reivindicación realmente incompatible, a saber, la distribución igualitaria de la plusvalía producida por los trabajadores.
En realidad, no es que Rhodes no fije este objetivo, sino que lo pone en la lista a la par de los demás, es decir, poniéndolo al mismo nivel que las diversas reivindicaciones de la izquierda políticamente correcta. Mientras no se le dé el lugar de honor, es decir, mientras no se le reconozca como conditio sine qua non para la realización de todos los demás, los trabajadores seguirán dejándose seducir por la demagogia de los populistas de derechas y seguirán alejándose de la cháchara políticamente correcta que perciben como objetivamente divisoria. De hecho, mientras Rhodes se indigna por las acusaciones de autoritarismo que los conservadores dirigen a los ayatolás de lo políticamente correcto, el ensayista guarda silencio sobre las prácticas de ciertos movimientos (desde la caza de brujas desatada por el movimiento MeToo, hasta la cultura de la cancelación que pretende reescribir la historia «corrigiendo» las obras maestras del pasado acusadas de sexismo y racismo, son, en efecto, autoritarias, intolerantes y llenas de desprecio hacia las clases bajas que realizan manifestaciones de intolerancia condenadas incluso por los más sagaces exponentes del movimiento feminista como Nancy Fraser. (véase al respecto J. Friedman, Politically Correct. El conformismo cultural como régimen, Mimesis, Milán-Udine 2018).
Quisiera concluir con una última nota crítica. En la obra que estoy comentando, he encontrado muy poca mención a la opresión y explotación de otras naciones por parte del Occidente capitalista. Hay que añadir que, partiendo evidentemente de la convicción de que Occidente tiene derecho al monopolio de la única forma verdadera de democracia.
Rhodes no condena la arrogancia criminal con la que nos atribuimos el derecho a «exportar la democracia» -incluso con violencia- al resto del mundo, como si esta pretensión fuera un aspecto marginal de la desigualdad. Véase a este respecto el capítulo en el que ensalza la lucha «democrática» de los ciudadanos de Hong Kong contra el régimen «totalitario» de Pekín, sin mencionar 1) el hecho de que Hong Kong es una antigua colonia del imperialismo británico recientemente devuelta a la soberanía china; 2) que al explotar el régimen transitorio de este enclave, a la espera de su plena integración en la madre patria, se está utilizando como refugio para los autores de delitos (especialmente económicos) cometidos en China, así como paraíso fiscal para los capitales sustraídos al control de la China Popular; 3) que sirve de base logística para los servicios occidentales que alimentan, organizan y financian los movimientos antichinos que persiguen los mismos objetivos de «cambio de régimen» que persiguen en todos los demás países opuestos a la hegemonía angloamericana.
Fuente: https://observatoriocrisis.com/2023/10/02/sobre-el-llamado-capitalismo-woke-el-despertar/
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bodhisattvaang · 5 months ago
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Luis Miguel
cantante mexicano
Para otros usos de este término, véase Luis Miguel (desambiguación).
Luis Miguel Gallego Basteri (San Juan, Puerto Rico, 19 de abril de 1970), conocido como Luis Miguel, es un cantante y productor nacionalizado mexicano. Reconocido por su poderosa voz y su presencia escénica, es uno de los cantantes más exitosos de la música en español. Ha vendido alrededor de 100 millones de discos en todo el mundo, ha cantado en múltiples géneros y estilos, incluyendo canciones pop, baladas, boleros, tangos, jazz, big band y mariachi. También es reconocido como el único cantante latino de su generación que no cruzó al mercado anglosajón durante la «explosión latina» en la década de 1990 y, por el contrario, siguió siendo el artista con mayores ventas en esa década.
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radiohitlatino · 6 months ago
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**Radio Hit Latino - Historiografía Musical**
Luis Miguel Gallego Basteri, nacido el 19 de abril de 1970 en San Juan, Puerto Rico, es un destacado cantante y productor mexicano. Conocido por su poderosa voz y carisma, es uno de los artistas más exitosos de la música en español, con aproximadamente 100 millones de discos vendidos en todo el mundo. Su repertorio abarca géneros como pop, baladas, boleros, tangos, jazz, big band y mariachi. A diferencia de otros artistas latinos de su generación, no cruzó al mercado anglosajón durante la década de 1990, manteniendo su estatus como el artista con mayores ventas en ese período.
Luis Miguel inició su carrera a los 11 años y ganó su primer Grammy a los 14, convirtiéndose en el artista masculino más joven en recibir este galardón. Ha acumulado seis premios Grammy, seis Grammy Latinos, catorce premios Billboard de la Música Latina y otros reconocimientos. Su álbum "Romance" de 1991 es uno de los más vendidos en español, con 14 millones de copias. Es el primer artista latino con dos álbumes certificados de platino en EE. UU. y su álbum "Segundo Romance" ha logrado 35 discos de platino en América Latina. Además, es el artista latino con mayor recaudación en giras, sumando casi 280 millones de dólares. Billboard lo posicionó en el segundo lugar de los mejores artistas latinos de todos los tiempos en 2020.
En su vida personal, Luis Miguel es padre de tres hijos: Michelle (nacida el 13 de junio de 1989), Miguel (1 de enero de 2007) y Daniel (18 de diciembre de 2008).
Saludos cordiales,
Tony Campos
RadioHitLatino.com
Una Historia En Cada Canción
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elbiotipo · 1 year ago
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mr biotipo creo que estaria bueno saber lo que pensas al respecto; una persona es hispana si sabe pesimo español o sea nivel yanki q esta aprendiendo A2, vive y vivio en estados unidos? si fuese, en vez de hispano, latino, es lo mismo? por que? me lo pregunto mucho
Acá podríamos hacer todo un paper al respecto, porque depende mucho de que significa "hispano". El mundo hispano son aquellos países y aquella gente que habla castellano (o español? incluye esto a los lenguajes y dialectos de España?), incluyendo por ejemplo a Guinea Ecuatorial, mucha gente en las Filipinas, y en varios otros lugares, pero esto excluye a los brasileros, por ejemplo, que son definitivamente latinos, pero no hispanos. Latino es otra cosa con definiciones más complicadas (aunque para mí son básicamente todos los países sur de EEUU, el Caribe entra también por lo que creo que son razones históricas y políticas. PARA MÍ, OJO.)
Pero en EEUU es una definición diferente, hasta racial o parte del censo es muy raro para mí cuando escucho una persona que "parece" "hispanic" en el contexto racial norteamericano, porque para mí un "hispano" o "latino" puede ser en aspecto de cualquier etnia. Yo no me ascribo a una definición racial de hispano o de latino.
También está la palabra "hispanohablante" que creo que sería la más apropiada en este caso particular. Alguien que no fue criado en un país o en una cultura hispana o latina, pero igual habla castellano. Yo por ejemplo, hablo inglés en un nivel prácticamente nativo, todo el tiempo leo, escribo, y demás en inglés, pero no me considero "anglosajón" o de cultura inglesa, soy "angloparlante" podríamos decir, un argentino latinoamericano que sabe hablar inglés, como sería un argentino que sabe hablar francés, etc. Al mismo tiempo, de cierta forma, SOY parte de la comunidad de hablantes ingleses, del "world english" (concepto muy interesante). Sería algo parecido con los hablantes del castellano que no tienen una conexión directa con él?
Después está todo el tema de quien es latino. Yo escucho gente en EEUU que tiene 5ta generación de latinos y se autoproclama latinos, para mí eso tiene tanto sentido como que yo me diga "italiano", a lo sumo soy argentino con ascendencia italiana (y otras). Pero tampoco me parece bien negar la autodefinición de las personas. Lo que si noto una brecha cultural entre los latinos inmigrantes en EEUU y los nacidos y criados en Latinoamérica; lo que para ellos es relevante, para nosotros no lo es.
Pero es todo un tema, viste.
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adribosch-fan · 7 months ago
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La mala costumbre de hablar a las personas mayores como si fueran niños pequeños
Tono alto, pronunciación exagerada, abuso de los diminutivos y apelativos cariñosos… Lo que se conoce en el mundo anglosajón como ‘elderspeak’ puede herir los sentimientos y afectar a la autoestima de las personas mayores. Paula Córdova Alegre Marina Francín Gallego PeopleImages.com – Yuri A / Shutterstock La manera de hablar a los ancianos como si fueran niños tiene su propio término en el…
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ferrolano-blog · 7 months ago
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Esteban Hernández: No se trata tanto de que las poblaciones coincidan con la extrema derecha, sino que cualquier cosa les resulta preferible antes que esa gente extraña que les mira por encima del hombro y que les dice que es conveniente y natural que sigan perdiendo. En este terreno se han anclado los ascensos de las derechas populistas y extremas en Europa y en el mundo anglosajón... las clases formadas urbanas, así como las rentistas, han transitado bien por las sucesivas crisis de los últimos años, mientras que una mayoría social, la que vive de las rentas del trabajo, se ha visto empobrecida. Es lógico que sus mundos tengan referencias muy distintas. Y, en esa separación, las élites no entendieron los efectos que estaban teniendo la desindustrialización del país, el declive de las clases medias y la conversión de las trabajadoras en clases de salario mínimo permanente... al utilizar a los expertos para difundir las narrativas (auto)tranquilizadoras se contribuyó a algo muy peligroso, que sí ha sido utilizado por la extrema derecha, la desaparición de un centro fiable y objetivo en el que la mayor parte de la población confíe... Nuestras élites, las parisinas, las de Washington, las españolas, siguen ancladas en los viejos modelos, y sus recetas sirven fundamentalmente para que se animen las unas a las otras y piensen que, en esencia, pocas cosas han cambiado. Pero, al actuar así, ponen las cosas fáciles a los partidos que quieren cambiar sustancialmente el sistema, que en este tiempo pertenecen a la derecha... La narrativa de que, a pesar de todo, las cosas van bien, que hay que ser optimistas, que vivimos en el mejor momento de la historia y demás, así como todos los datos que la pretenden avalar, ha perdido ya su fuerza. El recurso al moralismo empeora las cosas... para comprender nuestro mundo, las élites tienen que abandonar su burbuja. Es difícil que lo hagan cuando ni siquiera saben de qué se está hablando
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