«Muchas veces dejamos escapar las oportunidades por miedo. Un miedo que nace de una manera tan lenta y destruye tan cruelmente que cuando te das cuenta que en realidad ese miedo no era nada, ya has perdido todo y solo te queda conformarte con el resultado»
Albus estaba en vacaciones de Navidad, fue a su casa para celebrar la tan ansiada noche con su familia, pero antes de regresar a casa una acción por parte de su mejor amigo, hace unos meses antes de las vacaciones, lo dejó muy aturdido y confundido.
Scorpius había besado a Albus cuando ambos estaban riendo y pasando un buen rato en el lago negro. Scorpius se justificó diciendo que solo fue por el momento y que olvidara lo ocurrido, a pesar de seguir como si nada el interior de Albus estaba hecho un lío.
No dejó de pensar en aquello y tras unir cabo se dio cuenta que él estaba enamorado de Scorpius hace ya un tiempo, pero lo confundió con amistad.
Sentía que lo que hacia estaba mal y se reprochaba cada noche por pensar que tal vez, y solo tal vez pueda tener algo con él.
Cuando llegó a casa estaba en un mal Estado, no comía y no parecía dormir adecuadamente. Harry y Ginny no tardaron en darse cuenta de eso.
— Esto es muy extraño Harry, desde que llegó no ha comido, no habla, no está entusiasmado con el mejor día del año para él y se nota que ni duerme nada —la voz preocupada de su mujer, hizo que Harry se tensara, él también había notado los repentinos cambios de Albus—. Debes ir a hablar con él —dijo la mujer firmemente— ¡Ahora! —exclamó.
Harry se levantó de su asiento y fue a acatar la orden recibida. Buscó a Albus y lo encontró sentado en su balcón mirando las estrellas. Harry entró vacilando.
— ¿Puedo? —preguntó llamando la atención del azabache, el cual giró y se alegro de encontrarse a su padre.
— Claro —dijo haciendo sitio al lado de él.
— Bueno —Harry no sabía cómo empezar, miraba de reojo al azabache y este solo tenía una semblante triste y adolorido. Amaba a su hijo y sabía que el sentimiento era mutuo, pero por culpa de los constantes comentarios de comparación hacía Albus, su relación fue deteriorándose.
— ¿Tanto se nota que no estoy bien? —comenzó a reírse de él mismo.
— Siendo sinceros sí —comentó Harry riéndose junto a él.
— ¿Vas a darme alguna aburrida charla de padres? —comentó con una ligera sonrisa.
— Oh vaya que sí lo voy a hacer —Harry se relajó un poco tras ese inicio—. ¿Algo que me quieras decir? —Harry notó como el pequeño se estremecía y cambiaba su semblante drásticamente—. Hey, sabes que te apoyaré en todo —no era bueno dando ánimos, pero hacía un esfuerzo—. Hasta escondería un cadaver por tí —comentó para aligerar el ambiente.
— Papá, tengo un amigo que- —Harry lo interrumpió entre risas.
— En serio me vas a decir que tienes un ami- —al ver la sería expresión de su hijo quedó en silencio, ese semblante de los Slytherin jamás podrá sobrellevarlo— ¿Qué le pasa a tu amigo?
— Mi amigo tiene un mejor amigo con el que se lleva muy bien. Un día estaban en el lago negro hablando y por lo que me dijo mi amigo se beksjjw con él —murmuró lo último casi indudablemente.
— ¿Qué? —Harry no escuchó lo último dicho.
— Que se besjaodje con él —Harry esta vez entendió mejor, pero quería escucharlo firmemente de su hijo.
— Albus, habla bien por favor.
— Joder papá que se besó con él —gritó finalmente exasperado.
— Esa boquita Al —regaño intentando aguantarse la risa.
— ¿Espera no te enoja que-
— No, ahora sigue.
— Vale, vale, el mejor amigo de mi amigo le dijo que olvidara lo sucedido, pero mi amigo no puedo, porque mi amigo se dio cuenta que también estaba sintiendo cosas por su mejor amigo —Albus miraba de reojo las expresiones de su padre—. Entonces mi amigo sintió miedo, un terror inexplicable a lo que su familia podría decir, él sabe que en el mundo mágico eso no está tan mal visto, pero ese no es el problema, el problema es que son de clases totalmente diferentes, o así lo ve él —el azabache miraba con miedo a su progenitor—. Mi amigo me contó esto y yo no... No sé que decirle ¿Q-Qué crees que deba de hacer mi amigo?
Harry miraba con ternura a su hijo, era muy valiente pues le contó su problema sin titubear demasiado. Él vivió en carne propia lo que ahora su hijo está viviendo.
— Te voy a contar una historia de dos chicos que pasaron lo mismo que tú —dijo sonriendo amablemente a su hijo.
— La historia trata de un adolescente que tuvo una vida muy complicada, no tenía padres y vivió toda su vida junto a personas que lo maltrataron. Él tenía un destino fijo, uno que no podía cambiar. Fue a un gran colegio donde pudo aprender sobre magia. Arriesgó su vida desde muy jóven solo para traer el bien al mundo. Lo logró, logró vencer al mal, puso en riesgo muchas vidas y muchas otras fueron apagadas, pero finalmente lo logró, logró ser el héroe que todos esperaban, pero no todo es perfecto. Él estaba enamorado del príncipe del mal, de un chico que estaba en el lado oscuro y aún que finalmente ese chico quedó como inocente, no podía permitirse el lujo de estar con él —Albus se hacía una ligera idea de quien podía ser—. Ante el mundo se odiaban, una fina capa de odio que ocultaba el verdadero sentimiento que albergaban sus corazones. Se encontraron en varias ocasiones y dejaron en claro que el sentimiento era mutuo, pero no podían estar juntos, la sociedad les había impuesto una barrera que los separaba—Harry tenía la mirada fija en el cielo—. Ambos se amaron de una manera incondicional, pero el guerrero y el príncipe fueron obligados a querer a otras personas que no eran ellos. El guerrero aconsejó al príncipe escapar juntos, pero el príncipe fue más consciente de la situación y no se lo permitió. Fue doloroso para ambos, se pertenecían en cuerpo y alma, pero se separaron y cada quien formó su propia vida, una sin el otro y aún que les duela, el destino les impuso ese final —Harry sentía un nudo formarse en su garganta—. Albus, no dejes que tu historia termine como la de ellos dos, ellos no tenían quien les dijera que estaba bien amarse, pero tú sí. Pequeño, ama a quien quieras, sin importar su pasado, ama a quien te haga feliz y no a quien la sociedad te obligue.
— Padre, yo... Lo siento —pocas veces llamaba a su padre de otra forma que no sea por su nombre, pero esta vez el azabache sintió empatía, esa historia no se la esperaba, mucho menos el final. Albus apoyó su cabeza en el hombro de su padre.
— No cometas el mismo error que yo —su voz sonaba rota, y su mirada se perdió en el cielo. Acarició los negros cabellos de su hijo y le besó la frente—. Te apoyo en todo lo que necesites pequeño, pero se fuerte y afronta las adversidades junto a la persona que tú quieras, no la que te obliguen a querer.
Albus abrazó de costado a su padre, realmente estaba fascinado con esa triste historia.
Toda la familia Potter estaba enfrente del andén 9 ¾.
James molestaba a su pequeño hermano con bromas e insinuaciones sobre Scorpius. Albus miraba con enojo al mayor. Como se notaba que eran Gryffindor y Slytherin.
Cuando el tren dio aviso de partir, Harry sujetó a Albus de los hombros y puso su frente en la del pequeño azabache como muestras de aprecio y apoyo.
— Quiero que cuando vuelvas me digas que estas saliendo con Scorpius o a casa no entras —sonrió alegremente hacía el adolescente quien bufó como respuesta.
El azabache se fue y para sorpresa de Harry abrazó por detrás al rubio, este solo sonrió y pasó su brazo por los hombros del menor.
Harry desvío su mirada hacía donde se encontraba un rubio de porte elegante, larga cabellera rubia y una linda sonrisa que se dirigía hacia ambos adolescentes.
Se quedó mirando detenidamente esos ojos que tanto le gustaba, Draco le sostuvo la mirada y mientras se daba la vuelta le dedicó una sonrisa arrogante.
Harry sonrió, ambos se fueron y aún que no eran realmente felices estaban conformes con el final del resultado.
— “Al menos ellos sí pueden ser lo que nosotros no”.
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