#luz eventos
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@betolukasbl Oxigênio da alma… 🇧🇷❤️🙏🌻🙌🚀🎤
Feliz e honrada na voz desse grande e carismático comunicador!
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Elisabetta Bagli Celebra il Quarto Anniversario di Papel y Lápiz in Colombia. La scrittrice italiana presenta nuove opere bilingue e tiene conferenze sulla traduzione letteraria
Elisabetta Bagli, nota poetessa, traduttrice e promotrice culturale italiana, parteciperà al quarto anniversario della casa editrice colombiana Papel y Lápiz, fondata da Aaron Parodi
Elisabetta Bagli, nota poetessa, traduttrice e promotrice culturale italiana, parteciperà al quarto anniversario della casa editrice colombiana Papel y Lápiz, fondata da Aaron Parodi. In questo evento speciale, Bagli presenterà le sue recenti pubblicazioni, Mucho más que el sol – Molto più del sole e Las sombras amargas – Le ombre amare, entrambe in versione bilingue spagnolo-italiano. Queste…
#Aaron Parodi#Alessandria today#Antonello Caponera#Com.It.Es. Colombia#conferenze di Elisabetta Bagli#conferenze sulla traduzione#connessione culturale#cultura italiana in Colombia#Dama dell’AICACE#diffusione della cultura italiana#Dottorato Honoris Causa#editoria colombiana#Elisabetta Bagli#eventi culturali internazionali#evento editoriale#Forum Internazionale per la Creatività#Google News#Italia e Colombia#italianewsmedia.com#La Luz de Gálata#Las sombras amargas#Latium#Le ombre amare#libri bilingue#Molto più del sole#Mosáicos y Letras#Mucho más que el sol#Papel y Lápiz#Pier Carlo Lava#POESIA BILINGUE
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Bonifácio e Berenice e Chef Bob realizam ação especial no domingo
Cada prato consumido no restaurante representará três refeições pet doadas pela Chef Bob para o projeto Luz de Maria, que promove a adoção de animais resgatados
Cada prato consumido no restaurante representará três refeições pet doadas pela Chef Bob para o projeto Luz de Maria, que promove a adoção de animais resgatados O Dia do Cachorro foi comemorado na última segunda-feira, 26 de agosto. Para celebrar a data, o restaurante Bonifácio e Berenice e a Chef Bob, empresa especializada em alimentação natural para pets, uniram forças para um domingo de…
#animais#bonifácio e berenice#Chef Bob#Dia do Cachorro#evento#Luz de Maria#projeto#restaurante#Rio de Janeiro
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Energisa divulga investimentos na rede elétrica de Rondônia durante evento do Governo
Na segunda-feira, 29 de abril, a Energisa participou de um importante evento no Palácio Rio Madeira, sede do Governo de Rondônia, onde destacou os avanços significativos realizados na rede elétrica do estado desde o início de suas operações em outubro de 2018. Durante a apresentação, o presidente da distribuidora, André Theobald, acompanhado pelo Diretor Técnico Comercial, Fernando Corradi,…
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#André Theobald#CAPITAL DA TILÁPIA NEWS.#carrossel#Diretor Técnico Comercial#divulga#durante#ENERGISA#evento#famosos#Fernando Corradi#governo#Investimentos#noticas#ocombatente#ocombatente.com#presidente da distribuidora#Programa Luz Para Todos#rede elétrica#RONDÔNIA
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Cuando se trata de organizar eventos especiales, la iluminación juega un papel crucial en la creación de la atmósfera perfecta. ¿Estás buscando una solución confiable para garantizar que tu próximo evento brille con esplendor? No busques más allá de nuestra renta de plantas de luz para eventos. En RentadePlantas.com.mx, entendemos la importancia de la iluminación adecuada para hacer que tu evento sea inolvidable.
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El Misterio de la Luz en el Cielo sobre la Autopista San Isidro en Santo Domingo Este
En las noches de Santo Domingo Este, un misterioso haz de luz ha estado iluminando los cielos sobre la Autopista San Isidro, dejando a muchos residentes y transeúntes intrigados y especulando sobre su origen. Algunos creen que proviene de la base de la Fuerza Aérea, otros piensan que está relacionado con el Faro a Colón, y algunos incluso han llegado a pensar que podría ser una señal para…
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INNOVADORES ACOGEDORES, GENEROSOS Y ECOLÓGICOS: JUEGOS OLÍMPICOS DE FRANCIA 2024
INNOVATIVE COZY, GENEROUS AND ECOLOGICAL: OLYMPIC GAMES IN FRANCE 2024 Lema: «Ouvrons Grand les Jeux» Abramos a lo grande los juegos Let's open the games big En 2024, la ciudad quiere responder a las nuevas aspiraciones de los ciudadanos y, en particular, de las generaciones más jóvenes. In 2024, the city wants to respond to the new aspirations of citizens and, in particular, of the younger���
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1a #tbt de hoje #Repost @djpirraca with @use.repost ・・・ Confraternização da @minhaclinicadapele Local - @garagem105 Data - 11/12/2021 #djpirraca #dj #sonorizacao #iluminacao #www.djpirraca.com.br #musicforever #music #deusnocomando #confraternização #evento #locação #equipamentos #som #luz (em DJ Pirraça) https://www.instagram.com/p/CmekDnWLPdo/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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Movie Night - Enzo Vogrincic
+18! Friends to lovers, un poco de Dom!Enzo, sexo oral (fem!reader recibe), fingering, sexo sin protección (don´t do that), posible alusión a size kink/size difference, breve orgasm denial, begging, creampie, dirty talk, edades no especificadas, uso de español rioplatense.
Es viernes por la noche y llueve, diluvia, pero Enzo insistió en ver una película.
Es una tradición que mantienen hace tiempo, pero la costumbre se vio interrumpida por el casi interminable rodaje de una película y un sinfín de eventos y premieres. Naturalmente estás feliz por él, por su éxito profesional y personal, pero extrañás a tu mejor amigo y tenerlo cerca.
-¿En qué pensás…?
Su voz te saca de tu ensimismamiento y cuando volteás a verlo notás el atisbo de una sonrisa en sus labios, pero te forzás a mirarlo a los ojos y negás con la cabeza, sin saber qué explicación dar. El silencio se apodera de la habitación pero lejos de ser incómodo, es reconfortante.
-¿Qué querés ver?- pregunta, luego de un rato de ojear las opciones disponibles en Netflix.
-Lo que quieras.
Ambos se acomodan en el sofá, sus cuerpos en sintonía adoptan la posición usual: cada uno en un extremo, tus piernas sobre su regazo y uno de sus brazos aprisionando tus pies cerca de su abdomen. Por un segundo te preguntás cómo es que después de tanto tiempo todo sigue igual, pero te distraen los créditos iniciales de la película y la trama te absorbe en poco tiempo.
Enzo arroja algún que otro comentario, se ríen de escenas que conocen de memoria, y es casi suficiente para olvidar la tormenta y el sonido del viento tras las ventanas. Casi… Cuando te sobresaltás una, dos, tres veces, él decide que intentar calmarte con palabras no basta.
-¿Tomamos algo?
Se ponen de pie al mismo tiempo y se dirigen hacia la pequeña cocina de su departamento. En algún momento entre tu llegada a su hogar y el inicio de la tormenta, la temperatura bajó y Enzo te prestó un suéter, pero ahora tus pies descalzos sufren un poco el frío de la cerámica; esperás a su lado mientras él prepara todo y se distraen repitiendo los diálogos de la película, él imitando las escenas al pie de la letra y vos adorando su interpretación, las muecas que transforman su rostro y cómo se ven las líneas de su cuerpo bajo la tenue iluminación.
El destello de luz proveniente de la ventana pasa desapercibido y segundos más tarde el fuerte estruendo de un trueno provoca que te asustes e intentes cubrir tus oídos. Tu mano golpea una taza (tu taza, esa que él compró exclusivamente para vos) y cae directo al suelo, haciéndose añicos y arrojando sus restos en todas las direcciones. Apretás las labios y comenzás a disculparte, pero Enzo te interrumpe.
-No es nada, nena. Cuidado ahí- te agarra de la muñeca para evitar que te muevas, su mano cálida te provoca escalofríos y un temblor te recorre de pies a cabeza. En un rápido movimiento te sujeta por debajo de los brazos y te sube a la encimera para evitar que te cortes.
-Perdón- susurrás, angustiada, por lo que se acerca para consolarte y te abraza.
-No pasa nada- asegura, masajeando tu espalda con delicadeza. Deshace el abrazo lentamente, acomoda un mechón de cabello tras tu oreja, pero su mano permanece sobre tu mejilla y su mirada se posa sobre tu boca. Su pulgar comienza a delinear tu labio inferior, tira de él casi sin fuerza mientras te sostiene la mirada de manera intensa. Tu respiración se entrecorta y tus pupilas se dilatan, pero aún así él necesita tu confirmación-. ¿Qué querés? Pedímelo.
-Enzo…
-Decime qué querés- repite.
-Besame.
Al principio sólo roza sus labios contra los tuyos de manera delicada y cariñosa, casi inocentemente, pero el beso comienza a tornarse más y más desesperado conforme pasan los segundos. Sujeta tu rostro mientras su lengua se abre paso entre tus labios, asaltando el interior de tu boca y transmitiendo la necesidad y urgencia que lo consumen. Rompe el beso para tomar un poco de aire, no sin antes morderte el labio y robarte un suspiro que te avergüenza un poco.
Aprisiona tus mejillas entre sus dedos para obligarte a mirarlo a los ojos mientras acaricia tu cintura, tu cadera y por último tu pierna, erizándote la piel y provocándote. Tus manos en su cintura lo atraen aún más hacia tu cuerpo y es entonces cuando lo sentís entre tus piernas, duro. Estás a punto de bajar la mirada, curiosa y excitada, pero la fuerza de sus dedos te mantiene estática, volviéndote espectadora de cómo cambia su rostro cuando comienza a rozarse contra tu centro: cierra los ojos, sus cejas se contraen y sus labios entreabiertos dejan escapar una respiración temblorosa.
Sentís el calor emanando de su cuerpo a pesar de las prendas que separan su piel de la tuya y su agarre en tu muslo tornándose cada vez más fuerte, bordando esa línea que te causa más placer que dolor. En el instante en que cerrás los ojos, presa de las sensaciones, sus movimientos se detienen y él se aclara la garganta. Lo mirás, tus ojos suplicando, pero él sólo sonríe.
-¿Qué?
-Sos hermosa- besa la comisura de tus labios-. Pedime lo que quieras.
-Ya sabés lo que quiero- contestás, casi sin aire y un poco molesta-. Por favor.
-Por favor…, ¿qué?- sus besos comienzan a descender por tu mentón hasta llegar a tu cuello y tus clavículas, alternando entre tus puntos más sensibles-. Decilo.
-Cógeme, Enzo, por favor.
Captura la piel de tu cuello entre sus dientes haciéndote gemir con fuerza, su cadera chocando una vez más con la tuya, antes de pasar sus manos por debajo de tus muslos para levantarte y poder llevarte hacia su habitación. Te recuesta en su cama, las sábanas limpias están impregnadas con su perfume y tus sentidos repletos de él, pero nada es suficiente para opacar el rastro ardiente que dejan sus labios en cada centímetro de piel que tocan.
Te despoja de tu short y tu ropa interior en un segundo y se recuesta entre tus piernas, comienza a regar besos en el interior de tus muslos y muerde tu piel hasta dejar una que otra marca, tus gemidos y suspiros incitándolo a continuar con su tortura por un tiempo prolongado. Su rostro es de concentración absoluta o devoción, no lo sabés con exactitud, pero eso deja de importarte cuando sentís su boca cada vez más y más cerca de tu entrepierna.
Uno de sus brazos te inmoviliza al rodear tu cadera, su pulgar traza una línea desde tu entrada mojada hasta tu clítoris para así lubricar la zona antes de comenzar a dibujar círculos sobre este. Observa atentamente tu reacción, casi perdiéndose en la imagen frente a él, y sólo aumenta la velocidad de sus movimientos cuando suplicás por más. Ahogás un grito cuando por fin sentís su lengua en vos, aunque es sólo sobre tus pliegues, y tus dedos se enredan en su cabello sedoso.
-Todavía no…- susurra, cesando sus movimientos.
Estás a punto de reclamarle, pero introduce un dedo en tu entrada y en lugar de una queja, de tu boca escapa un gemido. Sus labios encuentran tu clítoris y comienza a succionar con fuerza, alternando con su lengua, mientras continúa moviendo el dígito hasta sentir la forma en que te contraés. Introduce otro dedo, extasiado por el sonido que producen en contacto con tu humedad, y continúa asaltando tu interior hasta que tus piernas comienzan a temblar.
Tu orgasmo te golpea como una avalancha: cerrás los ojos con fuerza al sentir el placer extendiéndose hasta las puntas de tus dedos, tu espalda se arquea y repetís su nombre una y otra vez. Enzo no separa sus labios de vos y continúa moviendo sus dedos, cada vez con más lentitud, hasta que tu respiración vuelve a la normalidad. Retira sus dedos y observás casi avergonzada la forma obscena en que los introduce en su boca para probar tu esencia.
Comienza a desnudarse y notás, además de su bulto, que su ropa interior está humedecida con líquido preseminal. Se deshace de sus prendas rápidamente, pero incluso así percibís una sombra de inseguridad atravesando sus facciones y tu corazón se encoge por un instante. Cuando vuelve a la cama se posiciona entre tus piernas y entrelazás tus manos en su nuca, acercándolo para poder devorar sus labios frenéticamente: sentís tu rastro en su boca, en su lengua, y la idea te fascina.
Tus dedos se deslizan por su cuerpo ardiente, delineás con lentitud su pecho y su abdomen para luego tomar su miembro caliente con un firme agarre. Su respiración se torna agitada y jadea producto del placer que tus movimientos le otorgan, muerde tu cuello y tu hombro mientras la palma de tu mano y tus dedos se humedecen con su excitación. Tu pulgar juega con su punta, de un rojo furioso y tan tentadora, hasta que echa la cabeza hacia atrás. Una de sus manos se cierra sobre tu muñeca al tiempo que descansa su frente sobre la tuya, su cabello te hace cosquillas.
-¿Qué…?
-Necesito cogerte- deposita un beso en tu sien antes de estirarse para tomar algo de la mesita de noche-. Eso es lo que querías, ¿no?
Asentís enérgicamente y ahogás un gemido cuando ves la forma en que el lubricante cae sobre su miembro, su mano masajéandolo para distribuir el producto, antes de dirigirse hacia tus pliegues y tu entrada para darles el mismo tratamiento. Coloca una de sus manos al lado de tu cabeza y descansa todo su peso en ella, bloquea tu visión del techo con su cuerpo haciéndote sentir pequeña y completamente a su merced, una sensación que adorás.
-Por favor- suplicás-. Metémela.
Desliza la punta de arriba hacia abajo, juega con tu clítoris por unos instantes antes de centrarse en tu entrada y comenzar a introducirse. Su tamaño es mucho mayor al que alguna vez experimentaste y provoca cierto ardor, así como un par de lágrimas que mojan tus pestañas antes de sentir sus besos sobre tus párpados repetidamente.
-Sh, yo sé que vos podés- susurra para calmarte. Sus caderas se mueven casi milimétricamente para permitir que te acostumbres a la intrusión, la sensación es suficiente para hacerte perder la cabeza y hundir las uñas en su piel-. ¿Así te gusta? ¿Sí…? ��
-Más, Enzo, por favor.
Se adentra por completo y gritás de placer cuando sus embestidas se tornan brutales, abusa de tu interior mientras una de sus manos se cola sutilmente por debajo de su suéter y comienza a jugar con tus pechos: sus dedos se cierran sobre tus pezones, los pellizca, tira de ellos hasta hacerte llorar y pedirle que pare, que siga, suplicando hasta que tus palabras pierden todo sentido.
Se detiene por un segundo para adoptar otra posición y toma tus caderas con fuerza, acercando tu cuerpo al suyo tanto como le es posible y moviéndote completamente a su antojo. El roce de tu centro con su pelvis causa estragos en tu ser y te sentís al borde de otro orgasmo, pero lo que finalmente te lleva al clímax es su mano presionando sobre tu abdomen bajo, justo donde su miembro provoca un bulto. Tus manos encuentran sus muñecas y el placer es tan intenso que por un segundo intentás detenerlo, incapaz de tolerarlo, pero él continúa con sus movimientos.
-Dios, cómo me encanta tu conchita apretada- dice entre dientes, capturando tus muñecas con una mano y tirando de ellas hasta que quedás sentada sobre él-. Me encantás.
Su mano acaricia tu cabello, tu rostro y se desliza fugazmente sobre uno de tus pechos cubierto por su suéter. Se recuesta y colocás tus manos sobre su pecho desnudo para ayudarte, creás un suave vaivén con tus caderas mientras sentís las yemas de sus dedos recorriendo tus muslos y cómo la fricción con su piel amenaza con llevarte al borde de la sobre estimulación. Tus piernas se fatigan rápidamente y tus músculos protestan, pero aún así continuás con tus movimientos hasta perder el equilibrio.
-No puedo…- lamentás, avergonzada, pero su sonrisa es tranquilizadora al igual que sus caricias en tu costado. Incluso en un momento así, sus pupilas dilatadas no impiden que su usual calidez siga reflejándose en sus ojos oscuros y en los gestos que te dirige.
Apoya las plantas de sus pies en el colchón para darse impulso y comienza a embestirte con tanta fuerza que caés sobre su pecho. Besás su cuello, sus clavículas y cada centímetro de piel que encontrás hasta llegar a su boca y confesar entrecortadamente cuánto te encanta, cuán profundo se siente dentro tuyo, le otorgás permiso para hacer con vos lo que él quiera.
Tira de tu cabello para obligarte a mirarlo a los ojos, su mano desciende hasta tu cuello y te besa desesperadamente. Entre besos te ordena que te toques y cuando lo hacés sabés que no vas a durar mucho más: no con la precisión de sus movimientos, dando en tu punto dulce repetidamente, o con la forma en que su mirada busca la tuya constantemente.
-Voy a…- un gemido le impide terminar la oración.
-Adentro, por favor- suplicás.
El ritmo de sus caderas se vuelve errático, ansioso, pero cuando te escucha gemir su nombre y siente tus paredes contrayéndose no puede evitar salpicar tu interior con su semen. El calor de su orgasmo prolonga el tuyo aún más y te movés levemente sobre él, disfrutando la forma en que se queja a causa de la sensibilidad. Tu oído descansa sobre su pecho y oís sus latidos.
-Enzo…- cerrás los ojos por un momento al sentir sus dedos dibujando formas sobre tu espalda, alzás la vista para encontrar sus ojos-. Te quiero.
Una sonrisa se apodera de sus labios, su belleza te hace suspirar.
-Yo también te quiero- besa tu frente-. Muchísimo.
Sentís tus fluidos y los suyos sobre su abdomen, goteando por tus muslos, pero permanecen así durante largo rato mientras repiten te quiero un sinfín de veces.
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SÓ NÃO EXPLANA
Jaehyun x Reader
Gênero: Br!Au, é só vapo e tchau
W.C: 1.9K
Avisos: Insinuação de sexo, Jaehyun cadelinha
ᏪNotas: Essa aqui demorou para sair (perdão), mas ouso dizer que ficou boa! Ao menos eu gostei muito de desenvolver, e espero que gostem também!!! Jaehyun cadelinha e pp dominadora é meu novo vício 👀, boa leitura meus amores ♡
Você estava na varanda do evento sofisticado promovido pela sua empresa, onde o mar do bairro Leblon, iluminado pela luz suave da lua, competia em beleza com a festa que se desenrolava ao som de música suave e o tilintar de taças de champanhe. A brisa noturna acariciava seu rosto, enquanto você respirava profundamente, sentindo o peito subir e descer, antes de se virar e caminhar de volta para o interior do salão. Seus cabelos esvoaçavam graciosamente ao vento, atraindo olhares admirados de alguns investidores que passavam, embora seu desejo fosse ser notada apenas por uma pessoa que, você sabia, não poderia encarar abertamente.
— Acho que deveria ser crime usar um vestido assim — Jaehyun murmurou quando seus destinos se cruzaram no bar, seus olhos fixos adiante em uma postura impecável, como se o elogio tivesse sido lançado ao acaso. Mas você sabia que não. Não havia chance de Jeong YoonOh se encantar por outra pessoa enquanto você estivesse ali.
Você esboçou um sorriso discreto, brincando com a taça entre os dedos.
— Talvez você deva ir à minha casa depois para cuidar de confiscá-lo — Sussurrou em resposta, virando-se para ele com uma elegância calculada, cumprimentando-o com um leve aceno de cabeça antes de se dirigir a um grupo de convidados mais distante, deixando no ar a promessa silenciosa do que poderia vir a seguir.
Enquanto você se afastava, o aroma suave do seu perfume ainda pairava no ar, uma lembrança sutil da sua presença. Seus passos eram firmes, mas graciosos, e cada movimento parecia cuidadosamente orquestrado para manter a atenção de Jaehyun presa em você, em seu quadril tão bem esculpido. O barulho leve dos saltos no piso de mármore ecoava enquanto você se aproximava do grupo de empresários, lançando sorrisos diplomáticos e trocando cumprimentos cordiais.
Mas o fato era que mesmo em meio às conversas que fluíam sobre investimentos e oportunidades de negócios, você não conseguia deixar de sentir o olhar de Jaehyun queimando em suas costas. Ele era uma presença constante, mesmo à distância, uma força silenciosa que fazia seu coração acelerar toda vez que pensava nele.
Era difícil explicar, não o amava, sem dúvidas não, mas amava deseja-lo.
Vocês estavam saindo há algum tempo, desde o dia que precisaram fazer uma viajem de negócios juntos, e uma coisa levou a outra. Se encontravam às escondidas, nos momentos mais inesperados, quando os corredores da empresa estavam vazios ou onde podiam se isolar sem levantar suspeitas. Era um relacionamento intenso, cheio de provocações e uma tensão palpável que se estendia a cada troca de olhares, cada toque casual disfarçado de profissionalismo, talvez essa fosse a parte mais divertida.
Mas ali, naquele evento que você havia planejado meticulosamente para a empresa, toda a sua concentração estava voltada para o sucesso da noite. Como uma das chefes, você sabia que tudo precisava ser impecável. Sua reputação como uma mulher em tal cargo, estava em jogo, e você não permitia que nada menos do que a perfeição transparecesse. Jaehyun, por sua vez, era tão ambicioso quanto você, ocupando uma posição de destaque na empresa e crescendo cada vez mais aos olhos do dono daquilo tudo.
Você conversava com os empresários, mas sabia que Jaehyun não estava longe. Você o viu se aproximar pelo canto do olho, sua presença inconfundível. Ele se inseriu na conversa com a elegância que lhe era característica, cumprimentando a todos com um sorriso que parecia cativar o grupo inteiro. Mas ele não se dirigiu a você diretamente, apenas se posicionou ao seu lado, tão perto que você podia sentir o calor de seu corpo, embora seus olhos nunca se encontrassem. Sua mente permanecia alerta, mas em algum lugar, na parte mais secreta de você mesma, uma faísca queimava. Era a antecipação do próximo encontro, do próximo toque disfarçado, e do próximo sussurro proibido de Jaehyun. Céus, ele estava tão impecável em seu terno, mas conseguia ficar ainda mais perfeito sem ele.
Enquanto um dos empresários falava sobre o crescimento do mercado de ações, você sentiu algo roçar levemente a parte de trás do seu braço. Era Jaehyun, brincando com a ponta de seus dedos contra sua pele de uma forma tão sutil que qualquer um pensaria que era apenas um movimento casual. A leveza do toque, porém, enviou uma onda de calor por seu corpo, mas você manteve a expressão firme, sem deixar transparecer o que estava acontecendo.
— E o que você acha dessa nova tendência, senhorita? — Um dos empresários perguntou, virando-se para você. Jaehyun retirou os dedos no exato momento em que você abriu a boca para responder, como se nada tivesse acontecido.
— Acho que estamos diante de uma grande oportunidade para expandir nossa participação nesse mercado — Você disse com confiança, mantendo o tom profissional, embora seus lábios estivessem perigosamente próximos de cederem a um sorriso e uma voz variante.
Enquanto o grupo concordava com sua observação, você sentiu algo deslizar pela lateral do seu corpo. Um olhar rápido para baixo revelou que Jaehyun estava segurando discretamente a faixa do seu vestido, puxando-a suavemente para brincar, sem que ninguém mais notasse. A ideia de reagir e chamá-lo à atenção passou pela sua cabeça, mas ao invés disso, você respirou fundo, segurando a vontade de rir e mantendo sua postura intacta.
Ele se virou ligeiramente, fingindo ajustar seu relógio, e sussurrou sem olhar para você:
— Seu perfume é novo também, gostei.
Você mordeu o lábio, tentando se concentrar na conversa ao redor, mas a faísca de diversão em seus olhos era evidente. Quando um dos empresários comentou algo particularmente engraçado, você aproveitou para rir alto e se afastar do rapaz, disfarçando o nervosismo e deixando a provocação de Jaehyun passar despercebida para todos, exceto para ele.
E então, como se o jogo não tivesse sido nada além de uma ilusão, Jaehyun se afastou do grupo, dirigindo-se a outro círculo de convidados. Ele deu um último olhar em sua direção, cheio de malícia contida, olhares furtivos entre vocês, enquanto ambos desejavam que as conversas entediantes chegassem ao fim. A noite no Rio de Janeiro estava estranhamente fria, fazendo você se encolher ocasionalmente, concentrando-se na brisa gelada para desviar sua atenção dos ombros largos de Jaehyun, que passava por você de vez em quando, tornando tudo aquilo mais e mais demorado.
Quando os últimos convidados se despediram, você sentiu um orgulho discreto ao receber elogios pela noite impecável que organizou. Agradeceu a equipe, insistiu em ajudar a recolher algumas cadeiras, apesar das recusas dos funcionários, e finalmente saiu pela porta, com a sensação de dever cumprido. Releu a mensagem que havia enviado ao seu motorista mais cedo, dispensando-o, e sorriu ao ver o carro do Jeong se aproximar. Talvez fosse por isso que você havia demorado tanto para sair, queria deixá-lo esperando, exatamente como ele fizera com você durante toda a noite.
Fingiu não notar sua chegada e continuou andando.
— Não precisa de uma carona? — Jaehyun perguntou, apoiando o braço na janela aberta do carro, a cena tão caricata que você quase riu, mas se manteve firme, continuando a caminhar.
— Perigoso entrar no carro de um pervertido como você a essa hora da noite — Respondeu, com os braços cruzados e o queixo erguido — Meu motorista está a caminho.
— Pervertido? Eu sou um cavaleiro! — Ele retrucou, fingindo-se ofendido — E, sinceramente, muito mais bonito que seu motorista.
Você parou e se aproximou do carro, dando a volta para o lado do passageiro. Não era do tipo que exigia formalidades, mas esperou pacientemente que Jaehyun saísse do carro para abrir a porta para você. Com ele, você fazia questão.
— Hm... Não sei, o Jorge é uma gracinha — Provocou, antes de entrar no carro, observando uma sobrancelha curiosa se erguer no rosto do rapaz antes de ele fechar a porta e voltar ao volante.
No conforto do banco de couro, você tirou os saltos que estavam te matando, ligou o aquecedor e se aconchegou, como se conhecesse o carro de Jaehyun tão bem quanto o seu próprio. Seus olhos se fixaram nas mãos dele no volante, os dedos longos que você tanto adorava.
— Você precisa se comportar melhor na frente dos outros — Comentou depois de um tempo, lembrando-se de como Jaehyun esteve provocador naquela noite — Vão acabar descobrindo se continuar me provocando desse jeito. — Ou talvez fosse você que não aguentaria e acabaria o beijando na frente de todos.
— E seria tão ruim assim? — Ele perguntou, virando o rosto para te encarar.
Você riu e ergueu os pés, descansando-os sobre o banco como uma criança, abraçando as pernas.
— Relações entre colegas de trabalho não são proibidas, sabe? — Jaehyun deslizou uma das mãos do volante para seu joelho. O vestido, que ia até ali, subiu um pouco mais com a posição relaxada, deixando mais pele à mostra para o deleite dele — E eu poderia te tocar quando quisesse — Completou, puxando o tecido do vestido ainda mais para cima.
— Mas é aí que está — Interrompeu, voltando a se sentar normalmente — Eu não quero isso. — Você afastou a mão dele, apesar de ainda desejá-la ali, querendo retribuir as inumeras provocações que havia começado horas antes.
Enquanto o carro se aproximava de sua casa, você surpreendeu Jaehyun ao deslizar a mão pela coxa dele, invertendo os papéis. Ele diminuiu a velocidade, sua respiração se tornando mais pesada.
— Eu quero que você me toque apenas quando eu quiser — Sussurrou, puxando a gravata dele, forçando-o a te encarar, seus lábios quase se tocando — E eu vou te tocar apenas quando eu quiser, e quando achar adequado. — Sua mão desceu sobre o membro de Jaehyun, coberto pelo tecido caro da calça. — Claro que te excitar é algo que faço com facilidade em qualqier lugar... — Você apertou um pouco mais o toque, sentindo o moreno endurecer, enquanto a outra mão subia até o rosto dele, segurando seu queixo e impedindo-o de desviar o olhar para baixo — Mas eu sei que você gosta disso, e é isso que torna tudo mais divertido.
— Gosto, é? Posso encontrar outra pessoa para brincar, então — Ele ameaçou, a voz rouca, mordendo o lábio inferior, mas apesar das palavras, ele não se mexeu, permanecendo obediente sob seu controle, a respiração se descompassado com seus movimentos que alisavam o tecido da calça.
Você sorriu e inclinou a cabeça, deixando um beijo suave no pescoço dele.
— Mas não vai, porque nada se compara ao que temos — Sussurrou, ainda com a cabeça aninhada na curva do pescoço, embalada pelo perfume refinado que ele exalava.
Você ameaçou subir até o cós da calça do empresário, brincando com o cinto, mas de repente se afastou, selando rapidamente os lábios de Jaehyun com os seus.
— Só não explana, bebê — Disse, a voz carregada de um sotaque carioca propositalmente mais forte que o normal, quase irônico. Em seguida, virou-se e saiu do carro, começando a caminhar os poucos passos que faltavam até sua residência.
— Ei — Jaehyun chamou ainda de dentro do carro, dirigindo lentamente ao seu lado — Ei! — Chamou novamente, jogando o corpo para o banco do passageiro, tentando te olhar enquanto dirigia — Que história é essa? Desde quando você fala tão informal assim, hein?
Você ignorou a provocação, segurando o riso, e continuou caminhando até a porta de casa. Ouviu o som de Jaehyun trancando o carro e vindo atrás de você, enquanto propositalmente demorava para destrancar a porta.
— Só não explana? — Ele repetiu, parando ao seu lado na pequena varanda.
Sem responder, você deu um passo para dentro, e com um sorriso travesso, puxou Jaehyun pela gravata, trazendo-o junto consigo para dentro de casa.
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🎃 kinktober - day thirteen: desconhecidos com enzo vogrincic.
— aviso: oral f!receiving, Enzo bem gostoso no elevador.
— word count: 1,3k.
— notas: curtinho, mas cheio de carinho. esta autora está em semana de provas e trabalhos e pede a compreensão de todos os leitores do site.
eram exatamente seis da manhã quando você desceu do Uber que a deixou em casa. sua amiga gritou uma despedida do banco de trás e você agradeceu o motorista paciente.
sua fantasia de pirata parecia ridícula á luz do dia. o corpete apertado faziam os seios pularem em desconforto, além de delinearem a sua cintura de maneira anormal. as botas de salto alto, apesar de absurdamente lindas, apertavam os seus pés sem piedade. a saia curta expunha muito mais do que deveria ser considerado ético. na noite anterior, você se sentia uma gostosa. hoje você se sentia uma safada.
a noite anterior tinha dado lugar ao evento de Halloween que a sua amiga havia insistido para vocês duas irem. era alguma festa chique de uma revista de moda de Buenos Aires e tinha sido perfeita em todos os aspectos. exceto pelo fato que você tinha voltado para casa dividindo um Uber com a sua amiga e não com um homem rico e gostoso.
você cumprimentou o porteiro com as bochechas queimando. ele era como uma figura paterna para você e você sentia-se estranhamente tímida de estar chegando em casa naquele horário e naquele estado. o homem gentil sorriu, lhe desejando um bom dia e um bom descanso.
apertou o botão para chamar o elevador, xingando mentalmente aquela bota estúpida que faziam seus pés doerem. considerou retirá-las, mas pensou que seria humilhação demais estar vestida de pirata e, ainda por cima, descalça. poderia jurar que morreria se algum vizinho a visse naquele estado.
quando o elevador chegou, vazio, você deu graças. entrou no cubículo de metal, escorando as costas cansadas no espelho. apertou o botão do seu andar e fechou os olhos, sonhando com a cama macia e limpinha que a esperava.
o elevador apitou, anunciando que a porta de metal se fecharia. estava quase lá quando um braço se pôs entre o vão restante da porta, fazendo com que ela se abrisse de imediato. você também abriu os seus olhos, sentindo um arrepio percorrer o corpo quando encontrou os olhos do homem bonito que entrava no elevador.
"bom dia." ele a cumprimentou, apertando o botão do andar dele. era um homem bonito, de cabelos longos e olhos escuros, profundos. vestia uma roupa esportiva e os cabelos estavam presos por uma gominha. provavelmente era um dos novos moradores.
"bom dia." você murmurou, ainda um pouco chocada com a beleza do novo vizinho.
"noite animada?" ele puxou assunto, a olhando da cabeça aos pés. você era uma mulher bonita, numa roupa estupidamente curta e apertada, era inevitável para qualquer homem dar uma boa olhada.
"até demais." você sorriu, um pouco bobinha. "essas botas estão me matando."
"por que você não as tira?" o desconhecido ergueu uma das sobrancelhas, curioso.
"achei que seria humilhante demais estar fantasiada e descalça às seis da manhã." confessou, rindo baixinho.
o homem fez que não com a cabeça, ajoelhando-se ao seu lado. "aqui, deixa eu te ajudar." disse, enquanto puxava o zíper de um dos pés, puxando a bota cuidadosamente para libertar o seu pé dolorido. você suspirou de alívio ao ser livre do aperto. o homem fez o mesmo com o outro pé, segurando o calçado em mãos enquanto você voltava a pisar no chão com conforto.
"melhor?" ele perguntou, fazendo você sorrir e confirmar com um aceno de cabeça. ele também sorriu.
"como posso te agradecer?" você encarou profundamente os olhos castanhos e gentis, inclinando levemente o seu corpo na direção do bonito desconhecido.
"não se preocupe com isso." ele negou com a cabeça, embora as bochechas estivessem levemente rubras e os olhos não saíssem da sua boca.
"eu insisto." não sabia se ainda estava tonta ou se o aperto da bota nos pés tinha levado à falta de oxigenação no cérebro, mas sentia-se mais destemida do que nunca sentira. com sorte, nunca mais veria esse desconhecido. seria apenas um beijo.
ele não resistiu. se aproximou, a puxando pela cintura para unir os lábios dele aos seus. o beijo foi quente, desesperado, célere. a língua invadiu a sua boca com uma forte motivação, lutando contra a sua para determinar quem ditaria o ritmo do beijo. ele tinha ganhado, é claro.
a pressionou contra o espelho, apertando a sua cintura sobre o corpete de couro. uma das coxas dele tomaram espaço entre as suas, pressionando-a contra o seu sexo estrategicamente. você gemeu contra os lábios dele, o que foi suficiente para que o desconhecido separasse suas bocas, descendo os beijos pelo seu pescoço.
os beijos foram depositados detrás da sua orelha até o seu colo, as mãos ansiosas do moreno apertando os seu seios com força, puxando o corpete para baixo para que pudesse sugar um dos seus mamilos com força. orou para que o porteiro que via como figura paterna não estivesse assistindo às câmeras naquele exato momento.
não teve forças para se opor quando o homem se ajoelhou na sua frente, colocando uma das suas pernas apoiada no seus ombros largos. você gemeu, admirando a visão dele entre suas pernas. você aproveitou para puxar a gominha que prendia os lindos fios negros.
um gemido baixo escapou dos lábios quando ele mordeu a parte interna da sua coxa, depositando uma sequência de selares ali até puxar a sua calcinha para o lado. você utilizou dos seus últimos neurônios para apertar o botão de parada de emergência para evitar ser pega naquela situação constrangedora.
a língua quente deslizou pelos seus lábios, provando todo o seu gosto através do seu mel que havia molhado a sua calcinha. o homem respirou fundo, agarrando sua coxa com possessividade enquanto mergulhava o rosto entre suas pernas.
a língua deslizou até o seu clitóris, circulando ao redor dele antes que os lábios se unissem para sugá-lo com cuidado. você gemeu, fechando os olhos. a destra pousou no topo da cabeça do moreno, os dedos capturando as madeixas com força, o punindo cada vez que ele fazia o seu corpo estremecer.
ele continuou sugando e lambendo o seu ponto sensível, molhando todo o rosto enquanto se deliciava com você e o seu gosto. os barulhos lascivos eram como música misturados aos seus gemidos baixos e necessitados. foi só quando pensou em gemer o nome dele que reparou que nem mesmo sabia como ele se chamava.
dois dedos deslizaram para a sua entrada, acariciando-a antes de se alojarem dentro do seu canal apertado, fazendo você estremecer. a perna que te sustentava bambeou, mas o homem segurou a sua outra perna com força, mantendo você firme. os dedos saíram e entraram de você numa velocidade torturante, se enrolando entre suas paredes, fazendo você gritar e puxar os fios de cabelo.
e foi assim que permaneceram por bons minutos, o desconhecido sugando o seu ponto sensível com uma impressionante estamina, enquanto os dedos a estimulavam de diversas maneiras, performando delícias no interior do seu canal vaginal.
seu corpo contraiu, a coluna arqueando contra a superfície embaçada do espelho. as gotas de suor desciam geladas pela testa e por dentro da fantasia pomposa. as pernas ainda fraquejavam e os gemidos se perderam em algum lugar entre os seus pulmões e a sua boca. isso anunciava perfeitamente que você estava próxima do seu orgasmo, o que fez o homem se dedicar ainda mais para te levar até lá.
quando você finalmente relaxou e fechou os olhos, aproveitando toda aquela sonolência pós-orgasmo, pôde escutar o homem se levantando e apertando o botão para que o elevador voltasse a andar. limpou o rosto na camisa, prendeu os cabelos mais uma vez e pôs no rosto a carinha de bom moço que exibia previamente.
"me chamo Enzo, aliás." ele anunciou, fazendo você abrir os olhos. Enzo. soaria muito bonito na sua voz.
"Enzo, você gostaria de tomar café na minha casa?" você indagou, fazendo-o rir baixinho. "é o mínimo que posso fazer para agradecer."
"na verdade, você pode fazer muitas coisas para me agradecer..."
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Blood Lust.
SE ATENTEM AOS AVISOS, ESSA ONE PODE NÃO SER PRA TODOS.
Bloodkink
Bloodplay
Knifeplay
Automutilação
Personagens extremamente codependentes, psicopatas.
Sexo
Cumplay
Ltops/hbottom
Louis vampiro/ Harry humano
Dinâmica d/s
É isso basicamente, desculpem qualquer erro, aproveitem e se puderem deixar um comentário pra eu saber sobre a opinião de vocês eu agradeço ❤️
Aproveitem. Happy Halloween 🎃
“And when you're gone
I'll tell them my religion's you”
Naquela noite tenebrosa, na pequena cidade oculta da sociedade humana, a lua cheia lançava sua luz gélida sobre a casa abandonada, conferindo à cena um toque de melancolia sinistra. A casa, como um relicário de segredos obscuros, era o cenário de uma reunião secreta do clã de vampiros. Entre os membros da assembleia, um jovem e intrigante vampiro de sangue puro chamado Louis se destacava, com seus olhos vermelhos que brilhavam como rubis em meio à escuridão.
A criança vampira estava prestes a fazer sua estreia em uma reunião que seria lembrada por gerações. Louis, contudo, não compreendia completamente o significado do evento que se desenrolava à sua volta. Sua natureza como herdeiro do trono do clã era um segredo bem guardado, e ele ainda não tinha conhecimento de sua linhagem real. O que ele sabia era que a sensação em sua boca era insuportável, sua gengiva latejava com uma dor estranha, e uma sede inexplicável o consumia, como se algo primal o chamasse das profundezas do inferno.
Os olhares dos vampiros adultos se voltaram para Louis com uma intensidade que o fez estremecer. Era como se a atmosfera pesada da sala se concentrasse nele, e sua presença atraísse uma atenção inquietante. Os murmúrios em uma língua antiga e misteriosa preenchiam o ambiente, como se os vampiros estivessem sussurrando segredos ancestrais.
O mentor de Louis, um vampiro mais velho de aparência macabra percebeu a confusão em seus olhos e aproximou-se com um sorriso enigmático. Ele sussurrou a Louis, revelando apenas o suficiente para instigar sua curiosidade: "Chegou a hora, meu jovem. Beba do cálice da noite e toque no poder que flui em nossas veias."
Louis, com suas mãos trêmulas, pegou o cálice ornado com runas e símbolos misteriosos, que parecia um artefato arcaico de um mundo distante. O líquido dentro, quente e pulsante, emanava uma aura hipnótica e sedutora. Enquanto ele hesitava, sua mente era tomada pela vertigem do desconhecido, e sua gengiva latejava como se fosse uma chama que ardesse incontrolável.
O primeiro gole foi como uma revelação sobrenatural. O sangue, com seu sabor ancestral e poder mágico, inundou seu corpo e sua mente, como se uma torrente de poder de outras gerações despertasse em seu interior. Louis sentiu-se mergulhar em um abismo de êxtase e medo, uma experiência que o deixou ofegante e desorientado.
Todos na reunião, agora cientes da identidade real de Louis como herdeiro do trono, pararam para observá-lo. O salão, antes cheio de murmúrios, caiu em silêncio absoluto. Os olhares de admiração se voltaram para o jovem vampiro, e então, uma aclamação ensurdecedora irrompeu. Os vampiros aplaudiram não apenas o ato de beber o sangue, mas a confirmação de que o herdeiro do trono, o escolhido para liderar o clã, estava próximo de seu poder pela primeira vez.
Louis, atordoado e confuso, observava os vampiros o aplaudirem com um sentimento de perturbação e realização que ainda não compreendia completamente. A jornada rumo ao seu destino como líder do clã havia começado, e ele mal arranhara a superfície da escuridão que o aguardava. Com o sabor do sangue ainda em seus lábios, ele se viu imerso em um mundo de intriga e segredos, onde o trono do clã o esperava, um trono de sombras e poder.
Com o gosto do sangue ainda fresco em sua boca, Louis sentiu o poder do lado sombrio de sua natureza o envolver como uma tempestade. Seus olhos, antes vermelhos como rubis, foram tomados por uma escuridão profunda e avassaladora. O preto que consumiu suas íris não era apenas uma ausência de cor, mas uma negrura que sugava a luz do ambiente, como se a própria escuridão tivesse ganhado vida em seus olhos.
Um arrepio percorreu a espinha de todos os vampiros presentes na cerimônia. O ar se tornou mais pesado, carregado de uma energia sombria que se espalhava pelo recinto. Os lábios dos vampiros se curvaram em sorrisos maliciosos, e um arrepio de excitação os dominou. Sussurravam entre si em uma língua antiga e profana, chamando Louis de "o emissário das trevas" e "o herdeiro da noite eterna".
O mentor de Louis se aproximou novamente, olhos fixos nos dele, e disse com uma voz que carregava o peso de séculos de existência vampírica: "O pequenino rei das trevas realmente honra o sobrenome que tem."
O ambiente se encheu de uma tensão palpável enquanto o pequeno Louis, agora transfigurado em um ser de puro terror, ergueu sua cabeça com uma dignidade sombria. Ele sentiu um misto de poder, êxtase e desespero inundar sua mente. O que ele tinha se tornado? Era o senhor da escuridão, mas sua humanidade estava perdida para sempre.
A assembleia de vampiros riu e aplaudiu, celebrando a transformação de Louis como se fosse a mais grandiosa das conquistas. O pequeno vampiro tinha abraçado a noite, mas também selado seu destino, tornando-se um ser de pura escuridão, cuja fome insaciável estava prestes a desencadear um reinado de terror inimaginável. A noite estava apenas começando, e as sombras que o cercavam se estenderiam para além do entendimento humano.
Naquele cenário sombrio e aterrorizante, Louis, ainda uma criança, se via envolvido em um ritual macabro que o afastava cada vez mais de sua humanidade. Os vampiros ao seu redor comemoravam com uma alegria sádica, seus rostos retorcidos em expressões de regozijo. O pequeno Louis, no entanto, olhava para o cálice em suas mãos trêmulas e via o líquido escarlate como um portal para a escuridão eterna. Cada gota que tocava seus lábios era como um pacto com o diabo, e o poder avassalador que se apossava dele era sufocante.
Ele contemplou o reflexo de seus olhos negros nas sombras dançantes de uma vela próxima. Era como se o próprio abismo olhasse de volta para ele, uma negrura sem fim e sem misericórdia. O sangue que havia bebido corria por suas veias como rios de trevas líquidas, e uma risada malévola ecoou em sua mente, como o eco das almas torturadas em busca de vingança.
Num momento de inadvertência, Louis involuntariamente projetou suas presas afiadas, como garras da própria morte, revelando sua juventude e inexperiência. No entanto, em vez de zombarem dele, o mentor o elogiou na frente de todos. "Vejam todos!" ele exclamou, "Nosso jovem Louis, ainda uma criança, mas o sangue de um vampiro puro já o faz mais forte do que muitos aqui. Um prodígio verdadeiramente raro!"
Na penumbra das sombras, a mãe de Louis, agora uma vampira atormentada, observava com o coração pesaroso. Ela havia sido humana uma vez, e o amor que sentia por seu filho a mantinha à distância. O que ela via era a transformação implacável do menino que um dia fora inocente e brincalhão, agora mergulhado na escuridão sem fim.
O mentor, percebendo o desejo insaciável de Louis, perguntou: "Louis, meu querido, você quer mais sangue?" O pequeno vampiro, com um sorriso infantil e macabro, respondeu: "Claro, papai."
Suas presas afiadas se projetaram novamente, como se tivessem vida própria, e seus olhos oscilaram entre o vermelho e o preto, como portais para o fim. O poder que ele sentia era avassalador, e o sabor do sangue era como uma droga que o seduzia implacavelmente. Louis estava perdido nas profundezas da escuridão, e nada o impediria de abraçar completamente o terror que se desenrolava à sua volta. Seu sorriso, agora sombrio e impiedoso, era como o de uma criança sapeca que acabara de descobrir e se apaixonar pelo sabor do poder e do sangue, uma alegria demoníaca que manchava sua inocência para sempre.
•••••••••••
- Não é uma boa resposta. – Harry franziu a testa e fez um leve biquinho, ultimamente suas discussões com Louis sempre terminavam assim. – Por que você não pode quando já fez isso com meio mundo?
Louis suspirou indignado e perdendo a paciência; seus olhos ficando completamente pretos para encarar o ser petulante a sua frente. Harry mal ergueu as sobrancelhas para a mudança de aparência aterrorizante a sua frente. Quando Harry encanava com alguma coisa nem o capeta mudava a cabeça do menino.
- Porque eu já disse que não porra. Não vou te usar assim. Você sabe que antes dos meus dezoito anos eu não tenho controle total sobre o que estou fazendo.
- Você não está me usando se eu estou pedindo por isso. E eu sei que você tem treinado faz anos.
Louis respirou fundo. Ele sabia que qualquer argumento que usasse naquela discussão ia ser inútil. Talvez seu erro fosse ter contado para Harry o que era quando ambos tinham doze anos de idade e mostrado o que ele podia fazer. Ele só não esperava que ao invés de aterrorizar o melhor amigo, ia ganhar uma criança fascinada por si e pelos seus poderes. E que a mesma criança ia crescer sem se importar com atrocidades que Louis lhe contava que cometia.
O cheiro do sangue de Harry era maravilhoso e tudo que ele mais queria era lhe morder; mas sabia pelo próprio bem que não podia fazer isso. Ele tinha matado uma mulher fazia dois dias por não saber controlar a própria sede, e Harry sabia disso. Era infundada a discussão que estavam tendo. Era pela própria segurança do mesmo que Louis estava falando não.
- Não. Você não vai me convencer na base da birra. Eu não sei o que você tanto quer nisso, você devia olhar pra mim e querer distância, eu matei uma mulher dois dias atrás por sede Harry. Ao invés de sair correndo sua cabeça acha uma boa ideia você oferecer seu pescoço numa bandeja pra mim.
Louis suspirou recuperando um pouco o autocontrole e se afastando do mesmo, indo em direção a porta do quarto de Harry enquanto o outro ainda estava com os braços cruzados apoiado no canto da cama; era aniversário de dezesseis anos de Harry e os dois estavam trancados fazia pelo menos meia hora desde que a discussão tinha começado. O cheiro do quarto estava sufocando Louis, e o estresse da discussão não ajudava. Louis precisava de ar puro antes que fizesse merda.
Se fosse um humano ali, o que Harry disse em seguida jamais teria sido ouvido mas não era e o cérebro de Louis tomou milésimos de segundos pra processar a frase.
- Não é só o meu pescoço que eu estou oferecendo.
Seu corpo agiu mais rápido que seus pensamentos, e quando Louis se deu conta Harry estava embaixo de si na cama, as mãos presas por uma das mãos de Louis enquanto a outra se apoiava na cintura do mais novo. O rosto a milímetros de distância um do outro.
Os olhos pretos haviam voltados e as presas de Louis se projetavam para fora, e o maldito provocadozrinho embaixo de si tentava manter a respiração quando eles estavam a centímetros de distância com a boca aberta e os olhos encarando a boca de Louis..
Louis olhou no fundo dos olhos de Harry e apertou com mais força seus pulsos e cintura, mesmo sabendo que Harry o deixaria fazer o que quisesse tentou se conter, precisava se reestruturar e sair dali, não importava o quanto o corpo abaixo de si fosse convidativo. Louis mordeu a própria boca com força tentando sair daquela névoa e fechou os olhos tentando focar em qualquer coisa que não fosse o misto de tesão e sangue. Sua cabeça limpou por breves segundos e ele afrouxou o aperto do corpo de Harry, até que um gemido manhoso o fez abrir os olhos. Levou cerca de dois segundos para entender o que estava acontecendo, mas quando viu, seu pau pulsou. Os lábios de Harry estavam manchados de vermelho e a língua do garoto levemente para fora numa cena completamente obscena tentava alcançar mais dos lábios de Louis; a mordida que Louis tinha dado nos próprios lábios vertendo sangue por conta das presas que outrora estiveram ali, e a boca de Harry capturando cada gota, sua língua antes tímida agora roçava nos lábios de Louis coletando o sangue do mesmo. O corpo de Louis se arrepiando com a sensação e seus ouvidos capturando o murmurinho de desprazer que saiu da boca de Harry quando as feridas se curaram.
A boca de Harry aberta num pedido mudo pra ser tomada e seus olhos fechados foi o que fizeram Louis mergulhar a própria língua na boca do garoto e o beijar como se fosse o último resquício de oxigênio, ele ainda podia sentir o gosto doce de seu próprio sangue nos lábios alheios, e passaria o resto da vida ali. Foi quando suas presas ameaçaram sair para fora novamente que ele cortou o beijo e voou para o outro lado do quarto. A visão que tinha certamente o artomentaria por meses, Harry estava com a boca manchada de sangue, os pulsos com marcas roxas ainda levantados e o pau marcando sobre a calça enquanto estava deitado sobre a própria cama.
A mão de Louis fechou sobre a maçaneta da porta e ele inalou o cheiro do quarto mais uma vez.
- Feliz aniversário, seu merdinha.
Harry sorriu com os olhos fechados e escutou a maçaneta se abrir para que Louis saísse. Se Louis não ia lhe morder ainda, pouco importava, porque agora ele sabia que teria acesso ao sangue dele quando quisesse e que o vampiro tinha amado aquele inferno particular tanto quanto ele.
•••••••••••••••
A lâmina da adaga brincava na mão de Harry, virando-a entre seus dedos ele a observava. Tinha sido um presente de Louis no seu 17º aniversário, e a primeira vista poderia até ser algo simples mas era muito mais que especial. Existiam apenas duas daquela, uma estava na suas mãos e a outra afundada em algum lugar do oceano Pacífico. A única arma capaz de matar qualquer ser místico.. A única arma capaz de matar um sangue puro, tão antiga quantos os encantamentos e runas que adornavam seu cabo. Ele a deixava sempre por perto, porque por mais que fosse um artefato para se defender, ele tinha descoberto uma utilidade muito mais prática.
Depois dos seus dezoito anos as coisas tinham se tornado estranhas, Louis tinha praticamente sumido de sua vida e a única coisa que havia dito era “espere até o Halloween”. Todas as vezes que Harry tinha visto o vampiro depois disso envolveram sua quase morte, discussões onde ele não sabia se no próximo segundo ia ser morto ou fodido e Louis saindo no meio de tudo deixando Harry extremamente frustrado, sem entender que merda estava acontecendo entre eles. Ainda brincando com a adaga observou seu próprio reflexo na lâmina, se a janela ao lado da sua cama dizia alguma coisa, era que era quase noite. O sol se pondo e o crepúsculo da noite tomando conta.
Era quase noite do dia trinta e um e Louis não tinha dado as caras. Harry franziu o cenho, ele sabia que a última discussão que teve com o vampiro foi justamente por ter feito isso mas ao mesmo tempo algo em si ardia e ansiava tanto pela presença de Louis que ele não se importava se fazer aquilo só traria um vampiro puto pra caralho pra sua casa.
Ele sentou na cama observando a adaga, a blusa branca que usava subiu um pouco deixando sua cueca a mostra, mas sinceramente ele pouco se importava em como a própria aparência ia parecer para o outro, ele só precisava ver Louis e ouvir sua voz. Ter o vampiro longe parecia uma abstinência das piores das drogas.
Ele firmou a adaga na mão direita e estendeu o braço esquerdo, suspirando por alguns segundos antes de cravar um corte em diagonal fundo o bastante para precisar de pontos. Ele não se importava com a dor, o sangue escorreu pelo seu braço todo e seu cérebro contou exatos vinte e oito segundos antes da voz na porta do seu quarto ecoar.
- Eu não te dei essa porra de adaga pra você se matar
Louis estava encostado no batente de sua porta, usando uma calça preta e blusa na mesma cor com os olhos vermelhos observando o sangue pingar, enquanto mantinha os braços cruzados e uma feição nada agradável que fez quando Harry olhar pra ele quase engasgar a própria saliva.
Harry sabia exatamente o que estava fazendo, e Louis também. Ele não ia se matar, e se o vampiro queria jogar aquele joguinho, Harry não ia se fingir de santo.
- Uma pena então não é mesmo?
Harry largou a adaga ao lado da cama e levantou para ir até onde Louis estava, ele mal deu um passo antes que o vampiro estivesse na sua frente. Os olhos vermelhos de Louis demonstravam raiva e um outro sentimento que a muito tempo Harry não via nos mesmos.
Desejo e sede.
Foi questão de segundos antes que Louis estivesse mordendo a própria mão e enfiando na boca de Harry, e depois disso tudo ficou turvo na cabeça do mais novo, ele podia sentir o sangue do vampiro na sua boca, o corte em seu braço se fechando, seu próprio pau pulsando dentro da cueca e a vontade ensurecedora de ter mais sangue na própria boca. Era como a melhor droga que ele já tinha provado, a mais viciante de todas.
- Flor, o vampiro sou eu, você pode parar de agir como uma puta desesperada pelo meu sangue.
De alguma maneira Louis tinha se apoiado sentado na cama e trazido Harry para seu colo, o mais novo deveria sentir vergonha de perceber que estava no colo de Louis se contorcendo mas ele apenas ignorou e fincou os joelhos na própria cama para observar a feição de Louis.
O vampiro podia falar o que quisesse, mas seus olhos mesclando entre vermelho e preto eram indicativos suficientes que ele sentia tanto desejo por Harry quanto deixava transparecer.
Harry fez questão de se inclinar novamente e lamber uma linha no pescoço do vampiro até que sua boca estivesse rente a orelha do outro, onde ele se afastou só o suficiente para que pudesse murmurar.
- Eu sempre fui uma puta desesperada pelo seu sangue. Diferente de você que parece ter medo do meu.
Antes que o vampiro pudesse reagir, Harry sentiu a adaga relando na própria perna e a pegou, deixando a ponta posicionada bem ao centro do coração de Louis. O que obrigou o vampiro a lhe encarar e ficar imóvel
- Você tem sangue de virgem Harry, caralho, você acha mesmo que eu nunca quis te morder? Só que só de estar perto de você eu já perco o controle. Você acha que eu gosto de te ter rebolando em cima do meu pau como uma puta barata depois de ver que você é tão desesperado por mim que quase se mata e não fazer nada?
Harry observou o vampiro falando e parou para notar o quanto o pau dele estava duro em sua bunda, com a adaga ainda pressionada sobre o coração de Louis, ele rebolou a cintura observando o vampiro por as presas pra fora e um arrepio subir por seu corpo. Ele não sabia se queria mais que Louis mordesse ele ou o fodesse.
- Isso também é sua culpa.
- Sim, é minha culpa eu não querer te foder porque você acha que eu teria autocontrole pra não te morder.
- Você já fez isso com outras pessoas, qual a diferença?
- Nenhuma delas estava tão impregnada com o meu sangue a ponto de eu ter uma ligação com elas inferno.
As mãos de Louis cravaram ainda mais sobre a bunda de Harry e o menino gemeu jogando a cabeça para trás a adaga deslizando um corte fino sobre a pele e camiseta de Louis.
- Isso vai ser um problema seu.
A petulância de Harry irritava Louis a níveis profundos, ele tinha acabado de soletrar que praticamente mataria o mesmo e isso não parecia o atingir.
Harry enfiou a mão sobre o cabelo de Louis e puxou para o lado, deixando a cabeça do vampiro exposta.
- Que porra você…?
Antes que pudesse completar a frase Louis sentiu um corte com a adaga sendo feito em seu pescoço, e Harry a jogando longe em seguida. Ele pensou por milésimos de segundos em parar aquilo enquanto ainda sentia o mínimo autocontrole mas se fosse pra falar a verdade, ele estava cansado de anos de autocontrole. Harry o encarou como se pedisse permissão, e ele virou mais a cabeça deixando com que o corte escorresse. Ele não ia cicatrizar tão rápido por conta da adaga e Louis estava cansado de lutar uma batalha perdida.
Quando os lábios de Harry encostaram definitivamente no seu pescoço ele foi ao inferno e voltou, a sensação de sentir exatamente o que Harry estava sentindo no momento e o laço entre eles ficando mais forte era avassaladora, e tornava sua sede ainda maior.
Harry começou instintivamente rebolar no seu colo e a cueca que ele ainda usava foi rasgada e jogada longe pelos dedos de Louis em segundos, que envolveram o pau do mesmo seguida.
A névoa de prazer que tomou conta da cabeça do garoto de cachos era insana, seu corpo parecia ter vontade própria e sua mente parecia derretida para pensar em qualquer coisa que não fosse Louis. Seu sangue. Seu cheiro. Seus cabelos no meio dos seus dedos. A mão controladora e forte ao redor do seu pau. Harry afundou mais no colo do mesmo e grudou a boca com vontade sobre a ferida quase cicatrizada. Seu baixo ventre se contraindo. Ele queria poder deixar a marca de sua boca no pescoço de Louis, um roxo, uma marca de mordida, qualquer coisa que dissesse a porra do mundo que Louis era dele. Que a conexão doentia que sentia quando estava com a boca cheia do sangue alheio era algo só dele.
Sua língua passou uma última vez sobre onde um dia houvera um corte e seus quadris arquearam, seu orgasmo sendo praticamente arrancado de si enquanto seus dentes cravavam numa mordida e sua boca se abriu para deixar um gemido digno de atriz porno, arqueando o corpo e cabeça pra trás em seguida quando os movimentos de Louis não pararam em seu pau sensível.
Harry certamente teria caído da cama se não fosse o outro braço do vampiro lhe prendendo a seu colo, seu coração ainda acelerado tentando processar que a mão em seu pau ultrassensível havia o deixado. Seus olhos que antes estavam fechados, se abrindo e se adaptando a luz com certa dificuldade, o fazendo gemer ao ver Louis colher com a própria língua o gozo de seus dedos que estavam sujos.
Sua boca se abriu em um gemido mudo e seu pau pulsou outra vez quando o vampiro colocou a mão agora limpa sobre sua colcha. Uma imensidão negra o encarou e ele se contorceu, colocando a mão ao redor do rosto de Louis e fazendo com que o mesmo ficasse com a boca mais próxima da dele. As presas do vampiro completamente a mostra.
- Você é uma vadia insaciável mesmo.
Um sorriso brincou no canto dos lábios de Harry e ele fez em seguida o que queria a séculos, juntou a própria boca a de Louis e sentiu as presas do vampiro machucando seus lábios inferiores, e a língua dele deslizando junto a sua. Seu controle durou até aí, quando Louis realmente o beijou com vontade, sem se importar no sangue escorrendo dos lábios de Harry, ou nas feridas suas presas estavam deixando, devorando Harry de dentro pra fora como a muito tempos o menor queria que ele fizesse Harry só conseguiu gemer.
Eles só se separaram quando Harry estava realmente quase morrendo por oxigênio, e a visão que Louis teve foi infernal. O garoto no seu colo estava com os lábios inchados, a respiração descompassada e as pupilas totalmente dilatadas.
Louis iria acabar com ele. Foda-se se Harry morresse no processo ele tinha implorado por aquilo desde quando se entendia por gente. Louis não era um mocinho para negar as próprias vontades eternamente.
Harry notou o exato momento onde a sede e o desejo falaram mais alto que a consciência de Louis, foi quando seu olhar voltou ao antigo azul por segundos antes de suas visão se tornar completamente preta, como a de um caçador que está atrás de uma presa.
A boca de Louis voltou a tomar a sua, só que dessa vez devagar, colhendo cada gota de sangue que escorria de onde as presas raspavam, saboreando o líquido que lhe dava tontura de tanto desejo. Ele só parou quando sentiu sua boca melada e as feridas completamente curadas.
Harry reclamou de suas roupas em algum momento, e ele fez questão de tirar todas as peças e rasgar a camiseta que o menino usava em segundos antes de puxa-lo novamente para o seu colo. Deus, ele não sabia o que lhe corroía mais naquele momento, a sede de sangue ou a vontade de só se enfiar dentro de Harry até que o mesmo estivesse chorando sem conseguir pronunciar o próprio nome.
Aparentemente Harry sabia decidir por ele quando olhando para os olhos de Louis ele apenas inclinou o pescoço e o deixou a mostra. Louis cravou as unhas na bunda do mais novo, se inclinou para o pescoço e deixou um beijo demorado lá, deixando as presas roçarem na pele branca de Harry.
Ele podia sentir a pulsação desesperada do coração de Harry e a veia pulsando sobre sua língua, e o gemido de descontentamento que saiu da garganta de Harry. Era engraçado ver como sua presa chorava por antecipação.
- Louis… por que porra…
Harry não teve tempo de terminar a frase. Quando sentiu sua pele sendo rasgada e Louis sugando seu sangue, ele gritou praticamente em prazer puro, se tomar o sangue de Louis trazia um sentimento prazeroso e de conexão, ser mordido por ele era assustadoramente tudo isso ampliado. Parecia que Harry estava a beira de um orgasmo o tempo todo e que cada pensamento e desejo de Louis passavam por seu corpo. O pau duro roçando em sua bunda parecia seu próprio pau em desespero, a sede de sangue parecia sua e a sensação da boca preenchida com o seu sangue que trazia satisfação parecia sua. Se Louis estivesse sentindo tudo aquilo, Harry entendia perfeitamente agora a parte do não conseguir parar.
Ele não pararia no lugar de Louis.
Como se tivesse ouvido seus pensamentos Louis gemeu, as presas ainda fincadas em Harry e a boca cheia de sangue, deixaram escorrer algumas gotas que foram direto para o peito e pau de Harry.
Deus, o estado de frenesi que Harry tinha entrado fazia com que ele quisesse ficar lá pra sempre, foi só quando a sua visão turvou e ele sentiu os braços perderem a força que ele saiu de lá. Ele estava mole e seus olhos fechados demais, algum líquido quente foi posto em sua boca e ele demorou segundos para voltar que se deu conta em como seu corpo ainda pulsava em tesão.
- Eu quase te mato mas a primeira coisa que você pensa é que está com tesão.
- O que significa que eu estou muito bem vivo.
Louis deu uma pequena risadinha de escárnio pra ele, seus olhos estavam azuis agora e seu pau duro como uma pedra.
- Por que você não usa essa boca pra algo melhor além de me infernizar?
Harry sorriu com a fala. Com seus sentidos completamente de volta ele saiu de cima de Louis, e ajoelhou do lado cama.
- Como você quiser… como eles te chamam mesmo príncipe ou majestade?
Louis desceu um tapa ardido na cara do ser petulante a sua frente e ficou feliz quando viu uma lágrima escorrer.
- Abra bem esse caralho de boca que você tem Harry. Eu não dou a mínima se você engasgar, chorar ou espernear, eu vou foder essa marra pra fora de você e só parar quando eu quiser.
Harry mal terminou de abrir a boca e Louis já tinha o pau enfiado na mesma, forçando a garganta do cacheado a se acostumar, seus olhos ardiam e lacrimejavam, o tratamento duro de Louis como se Harry fosse só mais uma puta barata esquina fazia seu pau escorrer mas ele felizmente aguentaria tudo que o vampiro quisesse.
Sua mandíbula doía quando Harry engasgou e o que Louis fez em seguida quase lhe fez gozar. A mão forte em seu cabelo tinha tirado o pau da boca de Harry por apenas alguns segundos e encarava o menino quando enfiou novamente, só que dessa vez os dedos de Louis não permaneceram em sua cabeça mas sim desceram e prenderam a respiração de Harry segurando seu nariz. No desespero de tentar respirar, Louis enfiou seu pau ainda mais fundo na garganta alheia e manteve a cabeça do menino ali até que ele estivesse tão desesperado por oxigênio que batesse em sua perna.
- Você pediu pelo meu pau como uma verdadeira prostituta durante anos Harry. Então quando eu enfiar ele na sua boca outra vez, eu quero sentir o volume na sua garganta e não você desesperado por ar.
A fala de Louis mal havia terminado quando Harry abriu a boca novamente, num desafio mudo a si próprio, o vampiro escorregou o pau para dentro da cavidade e com a ponta dos dedos sentiu a protuberância que se formava na garganta de Harry. Apertou sobre a pele e sentiu seu baixo ventre contrair enquanto Harry tentava engolir todo o gozo sem engasgar ou sufocar. Quando Louis puxou o pau pra fora e o cacheado observou que nem uma gota de porra havia ficado fora de si ele se sentiu orgulhoso.
Ele mal havia recuperado o ar quando Louis o jogou de quatro na cama, separando as bandas de sua bunda e dedilhando sobre seu cuzinho virgem. Harry gritou com vontade quando sentiu a língua do outro rodear sua entrada. Seus braços estavam tremendo e tudo o que ele mais queria era Louis dentro de si, ele estava pedindo por favor e nem sabia para que exatamente.
Louis não teve um pingo de dó de Harry quando enfiou dois dedos de uma vez, apenas molhados com sua própria saliva. Sabia que Harry nunca tinha dado para ninguém mas isso não significava que o garoto não era uma puta.
Louis lhe faria pagar por todas as vezes onde aquele merdinha havia se cortado com um plug e tomado o sangue de Louis para gozar em seguida.
A adaga que tinha sido jogada no canto do quarto chamou a atenção de Louis, e o mesmo abriu um corte generoso na palma da mão quando a pegou, colocando a mão que jorrava sangue na boca de Harry. Os dedos que ainda estavam dentro do garoto se curvaram e passaram a macetar sobre a próstata do mesmo.
Harry estava entre o paraíso e o inferno, seu orgasmo vindo de uma maneira desesperadora e sua cabeça envolta num misto de Louis, sangue e seu cuzinho sendo maltratado pelas mãos alheias. Ele não sabia no que focar ou o que fazer, se gemia e deixava o sangue de Louis escorrer, se continuava só se contorcendo desesperado ou se gritava para parar.
A segunda vez que gozou foi bem mais forte que a primeira e por alguns minutos ele realmente achou que fosse desmaiar, a mão de Louis em sua boca saiu e ele pode buscar mais ar. Sentia seu corpo destruído e sem forças para fazer qualquer outra coisa que não fosse gemer. E quando os dedos em sua entrada socaram sobre sua próstata um última vez ele se contorceu fugindo do toque. A mão em seu baixo ventre o parou no meio do caminho com uma força assustadora e ele abriu os olhos para olhar para Louis.
O vampiro apenas sorriu para ele antes de puxar os dedos pra fora de uma vez. Harry engasgou com a ação e gemeu se sentindo vazio, seu cuzinho piscava por atenção e para que fosse preenchido novamente. Louis observou a cena e se abaixou para que estivesse rente a orelha de Harry.
- Eu vou socar meu pau tão fundo em você que vai ser a única coisa que seu corpo vai sentir por horas, e quando eu gozar, eu vou assistir minha porra cair gota por gota para fora do seu corpo enquanto você se contrai desesperado para guardar tudo dentro de si. Porque você vai estar acabado Harry. Aberto como uma puta. E aí eu vou beber seu sangue até te sentir mole nas minhas mãos e incapaz de se mexer.
Harry gemeu alto com isso, ele amava como Louis tinha deixado de o tratar como uma boneca de porcelana para o tratar como um brinquedo particular.
- Sim, por favor, por favor.
Foram as palavras que sua mente foi capaz de raciocinar e falar, ele sentiu Louis puxando seu corpo e o deixando de quatro na cama. Harry não tinha forças para manter seus braços retos, então caiu de cotovelos sobre a cama e empinou a bunda num convite descarado. Ele podia estar sem forças mas tudo que mais queria no momento era o pau de Louis dentro de si.
O vampiro observou a cena sentindo suas presas se pronunciarem sobre sua boca, era bizarra a devoção e sede que ele tinha sobre aquele garoto, e ver o mesmo se expondo daquela maneira mexeu com algo primal dentro de si. Ele estalou um tapa sobre a bunda de Harry que fez com que o mesmo fosse para frente na cama. A marca de seus cinco dedos agora estampava a bunda alheia, e sua sede ao ver isso só aumentou. Ele abaixou o rosto e deu um beijo no local onde sua mão havia marcado e logo em seguida cravou os dentes sobre a pele que se rompeu facilmente. Em algum lugar em sua mente ele lembra de ter ouvido Harry gritar um xingamento mas ele não se importou. Assim que o sangue chegou em sua boca ele se separou.
- Eu vou te foder com o seu próprio sangue Harry.
A imagem a sua frente era esplêndida, a pele marcando, os dedos do tapa, os dois furinhos que vertiam sangue da mordida e Harry tremendo. A única coisa que melhorou ainda mais a cena foi pegar em seu próprio pau e o arrastar lentamente pelos furos da mordida, o sangue de Harry manchando sua pele enquanto pré-gozo saia da cabeça de seu pau para grudar em Harry.
Louis poderia ficar eternamente naquilo. Seu pau cada vez mais molhado pelo sangue de Harry enquanto estava duro pra caralho, e a bunda que se estendia a sua frente como um banquete. Por uma última vez ele passou a glande já manchada de vermelho sobre um dos furos de suas presas e gemeu. Por mais que quisesse ficar naquela brincadeira sadica para sempre os gemidos manhosos e desesperados de Harry lhe despertavam para o cuzinho virgem e desesperado que ele iria arregaçar.
Segurando em seu pau, ele enfiou a glande devagar e gemeu. O sangue deixava tudo mais escorregadio e paredes internas do garoto que lhe apertavam enquanto ele enfiava o restante o faziam ver estrelas. Harry estava uma bagunça de gemidos e choro pedindo por mais abaixo de si e ele mesmo não sabia por quanto tempo manteria o controle. Estocando num ritmo forte Louis se perdeu no próprio prazer.
Ele nunca tinha ficado com tanto tesão em alguém, suas estocadas selvagens agora faziam Harry gritar e quando sentiu que o próprio orgasmo estava chegando ele manteve um ritmo ainda maior, puxando Harry da cama e o colando a seu corpo para que tivesse acesso ao pescoço do menino.
Harry mal aguentava o próprio corpo, e só estava com as costas coladas ao peito de Louis porque o vampiro estava literalmente lhe segurando, sua cabeça estava tonta e sua visão nublada pelo prazer, ele ia gozar novamente e nem sabia como isso era possível, mas seu pau e mente só imploravam para Louis ir mais rápido, forte e fundo. Sua próstata estava sendo impiedosamente surrada e de sua boca só saíam grunhidos incompreendidos. Sua mão foi em direção ao próprio pau para arrancar de si mais um orgasmo mais Louis foi mais rápido e a segurou. Ele implorou um misto de por favor enquanto lágrimas caíam e quando estava para abrir a boca mais uma vez ele sentiu seu pescoço sendo mordido. Isso lhe mandou por uma espiral de prazer que quase o fez desmaiar, e seu pau ultrassensível gozou como se fosse a primeira vez aquele dia. Ele nunca tinha sentido tanto prazer.
Sua entrada sensível sentiu quando Louis gozou fundo dentro dele, e mais uma vez Harry achou que fosse desmaiar de tanto prazer. A boca do vampiro sugando seu sangue tornava tudo mais sensível. Ele sentia cada parte do corpo formigar de prazer e deleite, e soltou um gemido alto e choroso quando sentiu Louis tirar o pau de dentro de si. Ele estava tão aberto, queria apertar as pernas mas não conseguia se mexer, a boca de Louis estava grudada ainda sugando seu sangue e ele sentiu porra escorrer por suas coxas. Sua boca soltou um murmurinho de lamentação e em seguida os dedos de Louis estavam lá, pegando o próprio gozo e enfiando novamente dentro do cuzinho de Harry para se manter lá dentro.
Harry gritou quando sentiu o vampiro fazendo isso e suas pernas que já estavam trêmulas, ficaram moles, ele sentiu Louis cravando os dentes mais fundo em si e sua cabeça ficou leve, os dedos do vampiro mais uma vez entrando dentro de si, um prazer surreal se apossando do seu corpo e um orgasmo que Harry não previu vindo com tudo. Fazendo tudo ao seu redor girar. Os dedos de Louis saíram de dentro de si e quando Harry sentiu prazerosamente Louis sugar seu pescoço, uma escuridão encontrou ele de volta.
••••••••••••••
Louis observou a cena ao seu redor. Os lençóis manchados de sangue, o quarto bagunçado, a adaga no canto da cama, as roupas destruídas que outrora Harry usava e o corpo sem vida em cima da cama. Ele não sabia o que fazer exatamente mas ele sabia que quando tudo aquilo começou, ele devia ter parado. O garoto gelado e morto por sua causa. Ele não sabia por onde começar arrumar tudo.
Ia dar um trabalho do caralho explicar para o seu clã como ele tinha transformado um humano que ia ter uma ligação com ele para a eternidade e ser rei das trevas ao seu lado aos dezoito anos.
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Girassol
Olá estrelinhas, como estão? Bem vindes a mais uma imagine!!
Vocês não fazem ideia do quanto eu amei escrever esse imagine, consegui juntar coisas que eu amo muito: Alceu Valença, a praia de Canoa Quebrada (que é como uma segunda casa pra mim) e claro, meu namorado Felipe Otaño.
Espero que gostem, meus amores 🫶🏻
Avisos: Smut (+18), sexo sem proteção (tá proibido hein!), dirty talk, masturbation (masc.) nipple play. (se tiverem mais, me avisem por favor!!)
♡
"Um girassol nos teus cabelos
Batom vermelho, girassol
Morena, flor do desejo
Ai, teu cheiro em meu lençol"
Layla encosta sua cabeça com delicadeza no ombro de Felipe, respirando fundo sentindo a brisa gostosa do mar em sua face.
Sentados juntos sobre a areia na famosa duna do por do sol da praia de Canoa Quebrada no Ceará, estado natal da mulher, juntos eles assistiam o evento divino ouvindo a melodia de Girassol, de Alceu Valença tocar baixinho na JBL.
Era como um sonho para Pipe ter essa mulher em seus braços, saber que ela era dele e de mais ninguém. Ela era a flor do seu desejo, a mais bela obra de arte ja criada, Otaño poderia jurar que ela foi concebida pelo próprio Alceu quando cantou pela primeira vez a música que saia da caixa de som.
Com os corpos colados, o argentino escutava com atenção a brasileira, que contava com alegria todas as suas diversas memórias naquela praia, em como aquele lugar era especial, como ela considerava a pequena vila como sua segunda casa e o quanto era importante para ela que a primeira viagem como casal dos dois fosse lá.
Felipe sentia o cheiro da mulher adentrando suas narinas, o perfume mais doce que ja inalou, desejando ter aquele aroma em seu lençol todos os dias do anoitecer ao amanhecer. Mergulhar não só nas ondas do mar mas também nas ondas daquele corpo tão divino.
A luz laranja causava um efeito maravilhoso nos cachos tingidos de ruivo, tão sublimes que despertavam em Pipe sentimentos que ele nunca teve por ninguém, e que ele não conseguia explicar.
Após o sol sumir por entre as dunas, Layla fica de pé, sacudindo a areia de suas pernas e estendendo o braço para que Pipe se levante, o argentino não resiste em deixar um selinho nos lábios da ruiva quando fica de pé, causando na mais nova um sorrisinho, expondo suas covinhas.
Os pombinhos caminham pelas ruas da vila de mãos dadas, o argentino com o cooler e a brasileira com a bolsa que carregava as toalhas e os outros pertences do casal. Juntos eles observavam a alta movimentação da vila de pescadores, que mesmo sendo pequena é um dos maiores pontos turísticos do nordeste, atraindo pessoas do Brasil e do mundo.
Durante o trajeto até o hotel, pararam em uma sorveteria para tomar um belo açaí, tudo tranquilo até que um grupo de argentinos turistas entrassem no mesmo estabelecimento conversando em espanhol no volume máximo, Pipe fica encantado em ver tantas pessoas se sua terra natal tão longe dela, e passa um tempo considerável conversando com os hermanos, esbanjando um sorriso no rosto e fazendo questão de incluir Layla na conversa, mesmo ela não sendo tão fluente na língua hispânica.
No hotel, Layla logo entra no banheiro assim que chegou no quarto, desata os nós que prendiam o biquini ao seu corpo e entra no box, deixando a água cair sobre todo o seu corpo, carregando consigo a maresia de seus cabelos e a areia de seu corpo. Estava tão concentrada na água que escorria sobre si que mal percebe quando Felipe entra dentro do box, abraçando a mulher por trás e despejando beijinhos sobre seu ombro, ela vira seu corpo, frente a frente com ele, se deparando com um Pipe pimentão.
“Meu Deus Pipe, como você tá vermelho, o que eu te disse sobre passar protetor? Parece até que não tem sol na Argentina” A brasileira fala em tom de repreensão, quase como se fosse sua mãe. “Mas eu passei nena” Otaño faz bico “Mas você passou o dia no mar, amor, deveria ter passado mais de uma vez”
O argentino volta a beijar a região do ombro e pescoço da namorada, murmurando e sussurrando palavras como “desculpa nena” “amanhã eu faço do jeitinho que você mandar” que logo são substituídos por “você tá tão linda bronzeadinha, meu amor” “não quer deixar eu te foder enquanto admiro essa sua marquinha não”
Claro que a brasileira não resiste, deslizando suas mãos pelo abdômen do homem até chegarem em seu membro que já estava completamente enrijecido, desliza seus dedos pela cabeça melada de pré gozo, logo tendo uma boa lubrificação para começar a o masturbar. Sentindo o prazer tomar seu corpo, Felipe agarra a cintura de Layla com mais firmeza, passando a descer os beijos para seu busto, chegando até os seios, o mais velho beija toda a região com delicadeza até começar a chupar os mamilos dela, que geme em aprovação, ele se dedica fielmente a beijar, chupar e lamber os seios dela, gemendo contra sua pele enquanto a brasileira o masturba, Layla podia ter certeza que gozaria ali mesmo apenas com aquele estímulo. Mas o Otaño tinha outros planos.
“Vira de costas e empina essa bunda pra mim, amor” Quanto Layla o faz, Pipe não tarda em deixar um tapa estalado em sua nádega, seguido de mais outros antes que ele começasse a deslizar o seu pênis sobre a intimidade dela.
O Otaño amava provocar sua namorada, deixa-la cheia de tesão ao ponto de implorar para que ele a fodesse, mas naquele dia ele mesmo não resistiu, penetrando seu mastro na buceta apertada e molhada de sua companheira, grunhindo com a sensação prazerosa que as paredes internas de seu canal causavam ao lhe apertar com força.
Aproveitaram aquele momento como se não fosse haver outro, com movimentos bruscos e profundos Pipe fodia sua namorada sem se importar nem um pouco se os outros hóspedes poderiam ouvir, na verdade, ele até preferia que ouvissem e soubessem que ela era só dele.
Pressionando ainda mais o corpo de Layla contra a parede, o argentino encosta seu peitoral nas costas da brasileira, posição essa que atinge o ponto sensível no íntimo da moça, que geme alto o nome do seu namorado repetidas vezes como um mantra.
“Já vai gozar, gatinha, não quer esperar por mim” Por mais que Felipe tentasse esconder, ele sabia que seu orgasmo estava tão próximo de chegar quanto o dela, levando aos dois se desmanchando um no outro ao mesmo tempo.
Demoram alguns segundos para que Pipe retire seu membro de dentro da vagina de Layla, que precisa se apoiar na parede para ter forças para ficar de pé, Otaño ajuda ela a ficar frente a frente com ele e beija seus lábios delicadamente, como se ela fosse um frágil vaso de porcelana, mesmo estando fodendo ela como uma putinha a menos de um minuto atrás.
“Eu te amo, meu pimentãozinho”
Pipe sorri, ah… que sorriso. Os lábios carnudos, as bochechas fofinhas cheias de sardas e vermelhas pele leve queimadura do sol, os olhos azuis que fechavam levemente quando ele sorria, o cabelo molhado. Layla não tinha palavras para descrever o quanto ela amava aquele homem.
“Eu também te amo, meu girassol”
“Desço pra rua, sinto saudade
Gata selvagem, sou caçador
Morena, flor do desejo
Ai, teu cheiro matador”
Texto não revisado!
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Show inédito.
Sinopse: Onde Esteban e a leitora não conseguem segurar seus desejos, e algo inusitado acontence.
WARNINGS: +18, voyerismo, sexo, uso de palavras de baixo calão.
Você e Esteban se beijavam e batiam nas coisas enquanto andavam.
Aquilo deveria ser um salão de festa para comemorar o aniversário do Fran, não um motel com vocês dois trepado tal qual dois coelhos no cio.
"Eu já falei que amo quando você usa vestido?" Esteban disse te colocando contra a parede e te levantando, prendendo-a na cintura dele "Porra você tá tao gostosa! Vontade de te comer desde a hora que chegamos"
Era possível ouvir as pessoas na parte de baixo do evento. A risada de Enzo, os gritos do Matías, Fran dizendo que a "rodada da noite era por conta dele".
"Não me comeu ainda porque nao quis!" Você respondeu a provocação do homem, e para acompanhar, deu mordidas pelo pescoço dele, fazendo-o gemer.
O local que vocês estavam parecia bem um 'ex-quartinho'. Era bem pequeno. Talvez fosse algum quarto para guardar bagunça e coisas assim. A luz lá também era inexistente, só conseguia ver a silhueta de Esteban graças a luz do corredor e as luzes dos postes la de fora, que entravam pela janela.
"Amor pelo amor de Deus me fode vai!" Você gritou sentindo Esteban passar os dedos pela sua buceta, ainda coberta pela tecido da calcinha
"Olha a boca nena" Disse tirando os dedos de lá e passando em seus lábios
Enquanto você atacava o pescoço de Esteban podia jurar que ele estava olhando pro lado e quase rindo, mas deixou pra lá. Esse homem tinha mesmo o costume de ficsr louco por conta do tesão.
De maneira inesperada Kukuriczka tirou o pau para fora abaixando a calça e a cueca, te firmou no colo dele e finalmente, meteu penetrou você forte.
A sensação era única. Era como se tivessem sido feitos um para o outro. Sua buceta engolia o pau dele e apertava, causando arrepios nele.
"Isso vai, geme pra mim" Ele disse no seu ouvido
Por algum motivo Esteban parecia diferente. Sua arrogância e seu charme estavam mais fortes. Metia em você como se quisesse te fazer perder a consciência e a capacidade de andar.
Você gemia, arranha o pescoço dele e apertava o argentino.
"Mete vai amor" Você gemeu no ouvido dele enquanto novamente ele olhava para a porta do quartinho
"Você gosta né?" Sorriu de lado e puxou seu cabelo te fazendo gemer de dor e prazer "Gosta quando sou eu te fodendo!"
Perdida no prazer foi sua vez de olhar para a porta. E quando o fez, sua barriga gelou.
Enzo estava parado na virada do corredor, olhando para vocês dois como um jovem adolescente quando vê porno pela primeira vez.
Graças a luz não era capaz de ver, mas os olhos dele brilhavam. Parece conter os gemidos, e as mãos estava inquietas.
Esteban segurou seu rosto e te tirou do colo dele, fazendo você choramingar.
"Calma gatinha, vira aqui vai" Puxou você e te virou fazendo ficar com a bunda empinada ele.
O mais velho deu um tapa forte e lentamente foi colocando o pau dele em sua buceta molhada.
Agora tudo fazia sentido, aquilo era o showzinho egocêntrico de Esteban para Enzo.
Novamente, ele voltou a meter em você. Seus gemidos eram altos, e com toda certeza Enzo conseguia escutá-los com perfeição.
Afim de melhorar a performance você virou seu rosto e gemeu olhando para Enzo. Se ele estava ou não conseguindo ver bem seu rosto, era uma questão dele.
Mas a silhueta de Esteban metendo em você, os dedos do argetino cravados em sua bunda, e é claro, seus gemidos altos eram o conteúdo que Enzo tinha total acesso.
Na cabeça de Vogrincic aquilo era errado. Ficar vendo seu amigo e a namorada transando era uma imensa invasão de privacidade. Mas e para você e Esteban?
Aquilo era perfeito. A chance de mostrar seu showzinho para alguém, e quem sabe, um dia ter alguém para fazer companhia.
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— Milk Farm
É 1890, Harry Styles é filha do dono de uma das maiores fazendas da Inglaterra. Louis Tomlinson é o leiteiro da cidade. Harry não deveria sentir tanto desejo estar em estar perto de Louis, muito menos deveria odiar tanto a proximidade de sua irmã gêmea com ele.
Hpussy
Diferença de idade (17 e 19)
Porn with plot
Perda de virgindade
11 mil palavras
Na lenda de Ragnarök, o evento cataclísmico que marca o fim do mundo na mitologia nórdica, é dito que os sinos tocarão para alertar os deuses sobre a chegada iminente da batalha final. Os sinos são mencionados como parte dos sinais que anunciam o início do conflito entre os deuses e as forças do caos.
Vinculado à percepção dos sons e as vibrações sonoras, sinos também representam o critério da harmonia universal, simbolizando também o chamamento divino, e a comunicação entre o céu e a terra, além de seu contato com a vida subterrânea.
Para os moradores de Colchester, o sino representava um novo dia. Cinco batidas no som de uma música caseira vinham diretamente da igreja da cidade. O sol já apresentava-se tão bem nas ruas serenas, livrando-se do frio escomunal do outono rigoroso. Era possível ouvir as galinhas cacarejando, os bois sendo alimentados e os cavalos já correndo tão livremente fora de seus celeiros.
Entretanto, Harry não deveria ouvir isso. Ela não deveria estar ciente dos ventos das manhãs, dos empregados andando pela casa e, muito menos, da água gélida que caía das torneiras antes das 7 horas da manhã. Aliás, a regra era clara: os empregados usam a água gelada em seus banhos, enquanto seus patrões usam a água quente para um banho confortável. Era comum, na verdade, já que apenas as grandes fazendas, a alta sociedade e os donos de grandes dotes possuíam água quente em suas residências.
A ponta dos dedos não conseguiam evitar o ranger da madeira a cada passo da garota. Saía de seu banho em silêncio, mesmo que seus dentes se chocassem um contra os outros por conta do frio. Enrolada em um robe grosso vindo do Oriente, ela buscava não molhar o chão que escorregava por baixo de seus pés molhados, falhando ao que os cachos pingavam gotículas grossas. Tudo o que a cacheada precisava era de, no mínimo, uma frecha de luz. Todavia, nem sua lâmpada poderia ser acesa, muito menos as cortinas serem abertas.
Uma moça como Harry deveria estar dormindo a essa hora, era simples. Ela estara entrando na vida adulta com seus 17 anos, logo casaria-se e cuidaria de seus filhos, sendo assim, necessário que dormisse por, pelo menos, 8 horas diárias. Sua mãe a mataria se visse que, durante o último mês, ela acordara duas horas antes do que o esperado para ver de sua janela um ordinário empregado.
De fato, aquilo estava acabando com sua vida. O pó-de-arroz era seu melhor amigo indispensável para cobrir as marcas escuras e as bolsas inchadas abaixo de seus olhos. O chá estava sendo substituído por doses escondidas de café, e seu professor já não suportava mais a falta de atenção nas aulas.
Mas a parte crucial, ninguém jamais entenderia.
Louis William Tomlinson era conhecido na cidade. E, apesar dos desejos de Harry para que fosse conhecido como seu namorado, ele era apenas um galã entre as meninas de todas as classes, mas um sonho possível somente para as moças pobres.
Apesar dos olhos azuis encantadores, de suas roupas bem lavadas, do sorriso sempre grande e albescente, sua linhagem não era tão agradável para os pais das moças que o queriam.
Ser vista com o leiteiro da cidade seria uma elevação com os adolescentes e uma queda de reputação social ao mesmo tempo. Além do mais, com uma família de seis irmãos, morando no cortiço de cidade, misturando-se com o gueto e trabalhando para os grandes senhores de fazendas, sua reputação não poderia nem ao menos ser comprada, já que o faltava dinheiro até para sobreviver.
Harry não planejava ser vista com ele, mas isso não a impedia de ficar em sua janela vendo o dia amanhecer, enquanto de longe conseguia seguir os movimentos de Louis com os olhos verdes curiosos.
O trabalho do homem era apenas esperar que os leites estivessem engarrafados, sair para fazer suas entregas e voltar até que todas estivessem concluídas. Mas absolutamente tudo ficava melhor quando ele decidia ajudar os fazendeiros.
Mesmo com a temperatura baixa, Louis retirava sua camisa branca para não sujar, sentava-se no banco de madeira e retirava o leite das vacas que caiam diretamente no grande balde. Os músculos de seus braços contraíam, enquanto suspiros eram arrancados de Harry. Ela sentia-se esquentar sempre que a mão grossa e as veias saltadas se arrastavam pela testa com rastros do suor quente.
Quando chegava na escola contando para as meninas sua visão tão privilegiada, elas a odiavam mais, enquanto outras se juntavam para o chá da tarde apenas para ouvir mais detalhes, na esperança de que Louis aparecesse sempre.
Uma vez, quando Louis estara trabalhando nos celeiros e entrou completamente acabado do dia de trabalhado dentro da casa, uma das amigas de Harry pediu pateticamente para lamber seu suor.
Tomlinson apenas sorriu de lado enquanto soltava uma risada constrangida. Querendo ou não, ele sabia bem que todas as meninas queriam um pedaço de si. Todas elas tinham um boato para inventar, mas todas sabiam que Louis nunca havia ficado com alguém da cidade. Aquilo intrigava Harry, mais do que deveria.
Apesar do poder das histórias de Harry sob as outras garotas de sua idade, havia alguém que a fazia querer gritar por horas sem parar.
Harriet Styles era o empecilho de sua vida.
Nascida apenas dois minutos antes da cacheada, sua gêmea era tudo o que ela não era. Com os mesmos traços, o corpo igualmente esculpido, o cabelo um pouco mais do que o de Harry, ela era encantadora. E, para piorar, vivia na cola de Louis.
Louis a adorava, Harry a odiava.
Há cerca de um ano, Louis e Harriet começaram a se ver na fazenda. Então, tentando se vingar de sua irmã, Harry perdeu sua virgindade com o noivo dela, na cama dela.
Aquilo gerou brigas infinitas, dedos em seus rostos, gritos escandalosos, lágrimas raivosas. Mas tudo o que Harriet disse no final fora:
"Ainda bem que eu me livrei dele. Obrigada por todo o trabalho, irmãzinha."
Desse dia em diante, os encontros aumentaram. O pior de tudo era: Harry não fazia ideia do que tanto eles faziam juntos. E caso descobrisse, prometeu que deixaria sua irmã careca. Então, ela jamais seria uma dama boa o suficiente para casar com alguém.
Quando os olhos dispersos perderam Louis de vista e o sino anunciou 6 da manhã, Harry saiu da janela, voltando a fechar a cortina pesada.
Jogou-se em sua cama macia, abrindo o robe e respirando fundo. As mãos subiram por seus seios gordinhos, massagendo os mamilos. Com calma, tocou sua barriga, acariciou o começo de sua virilha e se frustrou. Suas mãos jamais seriam as mãos de Louis. Elas eram, aparentemente, tão boas, tão firmes, tão grossas. As suas eram sem graças, sem fundamento.
Quando estara prestes a tentar outra vez, acariciando o clitóris macio, sua porta fora aberta com prontidão, fazendo-a pular e se cobrir com o pano ainda pendente em seu corpo.
— Deus, Harry. Eu não acredito no que quase vi. — Era Harriet. Ela acendeu a luz do quarto, vendo a irmã tão corada e encolhida na cama.
— Você quer me matar? Eu pensei que era a mamãe. — Quase gritou, amarrando o robe novamente em seu corpo. Não falaria em voz alta, mas a sensação de ser pega a fez se molhar no mesmo instante.
— Papai e mamãe saíram de madrugada, farão uma viagens de longos dias até a França. Eles avisaram. — A mais velha disse, aproximado-se da irmã e deixando um beijo em sua bochecha.
Os olhos de Harry brilharam. Seus pais não estariam no país. Estariam tão distantes como não ficavam há tanto tempo. Sentia-se nas nuvens, com o coração acelerado e seu sorriso grande nos lábios. Afastou-se instantaneamente de Harriet.
— Eu preciso me arrumar para ir à escola. — Correu até o guarda-roupa. — Saia do meu quarto, Harriet.
— Isso não significa que você vai dar para o Louis, irmã. — Andou até a cama da irmã, sentando-se na mesma enquanto a observava, Harry se livrando do robe e procurando peças de roupa.
— Cala a boca. — Bufou.
— É óbvio que todos os homens da cidade já tiveram você. — Riu, analisando o corpo da outra. — Louis não vai querer uma prostituta. Por isso, se alguma de nós duas têm a oportunidade, sou eu.
Harry estava se vestindo, não dando ouvidos a outra. No final, Louis jamais resistiria a ela — pelo menos era o que esperava.
A camisola já estara vestida por baixo, sendo posto os espartilhos em sua cintura. Enquanto a maioria das mulheres reclamavam da peça de roupa, tudo o que Harry podia fazer era agradecer. Sentia-se uma verdadeira prostituta quando o usava sem a camisola por baixo, tendo os seios ainda mais fartos e seu corpo perfeitamente modelado.
— Vamos, Harriet, puxe pra mim. Aperte o quanto conseguir. — Virou-se de costas para a irmã, sentindo quando começou a entrelaçar o espartilho e puxar. Sua respiração se prendeu nos pulmões por breves segundos, antes que seu corpo se acostumasse com a ideia apertada.
Seu corpo parecia tão bonito, tão desejado por si mesma. Olhava-se no espelho encantada ao que sentiu um beijinho da irmã em seu ombro, terminando de amarrar a roupa. Ela estara prestes a deixar mais um selar quando, sem paciência, Harry a empurrou.
O vestido azul deslizou-se por seu corpo. Ele apertava seu torso, descia apertada até sua cintura e caia mais naturalmente sobre os quadris, ganhando volume. As mangas eram longas, mas não bufantes, dando a vez para que o pequeno casaco azul e dourado que alcançava o meio de sua silhueta fosse vestido. E, apesar de comportado, o decote expunha o volume de seus seios que o espartilho proporcionava.
— O que você ainda está fazendo aqui? Vá se arrumar. — A irmã se deu por vencido, saindo do quarto sem dizer mais nada.
A roupa fora finalizada com suas botas com saltinho, seu chapéu com fitas que cobriram o coque e suas luvas de renda branca.
No entanto, quando desceu as escadas para tomar seu café, descobriu por Harriet que Louis não estava mais lá. Nem mesmo acordando mais cedo ela conseguia o encontrar.
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O humor ruim de Harry era tão evidente.
Na pequena escola de tijolos, concentrada no topo de uma pequena montanha, ocorria tudo consideravelmente bem. Apesar da expressão emburrada, dos lábios em um biquinho chateado e seus xingamentos à Rose, que buscava balançar o leque na velocidade perfeita, seu dia não estava sendo tão entendiante.
É claro, Sr. Frederic ensinando matemática em um dia de sexta-feira não era agradável a ninguém. Todos ansiavam para o término da aula, ansiavam por suas casas antes das uma da tarde. As barrigas revirando de fome, seus olhos revirando em tédio, seus lábios tremendo a cada bufar. Nem mesmo o professor parecia raciocinar.
Mas o almejo de Harry sob aquelas circunstâncias eram bem diferentes. Charles Lowell havia a chamado antes do sino da primeira aula tocar. O diálogo entre os dois foi breve, diferente do apertar em seu seio esquerdo que a fez gemer baixinho, com os olhos inocentes na direção das pupilas negras, enquanto seus dedos pressionavam a roupa perfeitamente passada do garoto, segurando-se em seu bíceps.
Ele a questionou de forma ofensiva, em busca do preço que cobraria para ter sua boca chupando a bucetinha da cacheada.
No entanto, ao invés de sentir-se ofendida, ela esfregou-se mais na mão alheia, sentindo o biquinho enrijecido de seu seio contra os dedos macios, mesmo com a roupa grossa. Um sorriso escroto, misturado com libidinosidade, surgiu nos lábios vermelhos, fazendo Charles ficar ainda mais encantado.
"Nos acertamos no final da aula, querido. Não se deve falar com uma dama dessa forma. Seus pais não o ensinaram algo extremamente básico?"
E, deixando-o para trás, ela saiu. Seus quadris largos balançavam em sua direção, soltando uma risadinha ao chegar perto das amigas, disfarçando todo o acontecimento anterior. Sendo, seu maior problema, sua apreciação por ser vista como uma prostituta de bordéis baratos.
A sensação de sentar-se a mesa com seus pais para o jantar, vestindo vestidos comportados, luvas novas, penteados com laços grandes, tendo sido, anteriormente, fodida em algum beco, era incrível.
Seus pais permaneciam pensando que Harry era a filha pura, enquanto ela permanecia com seu sorriso inocente sem contestar nenhum dos elogios.
Quando, naquele dia, o sino de lata fora balançado pelo professor, ecoando um alto som dentro da sala, todos saíram com rapidez, mas elegância. Sumiam na paisagem esverdeada, marcando chás da tarde para o sábado, passeios até a igreja no domingo e festas do pijama.
Harriet não havia aparecido, muito menos se arrumado para ir à escola. O que deixara Harry incomodada. Se a irmã não estivesse na escola, poderia estar com o que era seu.
Sentiu-se tola ao recusar o convite de Victoria para irem até a fazenda de Harry em sua carruagem. Queria chegar rápido, mas ao mesmo tempo queria aliviar aquilo que Louis fizera com seu corpo.
— Charles, precisamos ser rápidos. O Senhor Frederic fica por mais uma hora dentro da sala revisando os materiais. — O puxava para a lateral da pequena escola, dividida em apenas duas salas de aula.
— Você não tem com o que se preocupar, princesa. — Aproximou-se para beija-la, sendo afastado.
— Não. Sem beijos. Você disse que queria me chupar. Isso vai custar um espartilho de couro. Já que visita a cidade todos os fins de semana, não será problema para você. — Sorriu, encostando-se na parece. Não era o lugar ideal, mas servia.
Seus sapatos brancos sujavam na grama úmida, assim como a ponta do vestido longo. A cada mínimo movimento a expressão apavorante de Harry ficava pior. Pelo menos não teria que fazer muito esforço, diferente de Charles.
Apesar da falta de beijos em sua boca, os lábios carnudos de Lowell umideciam seu pescoço frio, beijando-o adoradamente, como uma peça de porcela. As mãos grandes massageavam seus seios, fazendo sua cabeça pensar apenas em Louis.
Se fosse Tomlinson ali, deixaria-o engravida-la apenas para o alimentar dos leites de seus peitos. Permitiria que a boca chupasse cada gota, que ele se satifazesse apenas com o gosto doce dos mamilos vermelhos e do leitinho quente.
— Ajoelha, Charles. — Bateu em seus ombros. A xotinha pulsava de tesão só com o pensamento, molhando entre suas pernas, já que a calcinha era ausente naquele dia.
Harry poderia ser bem agressiva durante o sexo, apesar da intimidade delicada e do corpo esbelto que parecia jamais ter sido tocado. Ela amava ser controlada, apanhar em seu rosto ao que se contraia em um pau grosso, ou ser proibida de gozar, mas amava também ter o domínio de cavalgar forte, cuspir de forma humilhante no rosto do seu parceiro se não estiver saindo da forma que deseja e o ensinar como uma vagabunda merece ser tratada.
Afinal, aproveitava de um pouco dos dois mundos, tirando a inocência de virgens dentro de banheiros e sendo arrombada atrás de paredes de tijolos.
— Deus, Harry. Que bucetinha linda. — Ela sabia. Elogios como esse eram comuns.
O garoto estara ajoelhado na grama, enquanto Harry levantava seu vestido. Apreciando a intimidade molhadinha, ele sentia a ponta do salto da mulher por seu corpo, até que a coxa estivesse se apoiando no ombro alheio. Ela se abriu mais, sentindo-se tão exposta. Um sorriso cafajeste estara presente nos lábios molhados, as covinhas afundando nas bochechas, e Charles passando a se afundar entre suas pernas.
Soava meio inexperiente a atacar com tanta fome, tentando penetrar sua língua e apanhando no rosto sempre que se afastava. Ela rebolava em seu rosto, esfregando-se naquele rosto bonito, querendo seu gosto por ele todo.
— Isso, isso! — Gemia baixo. Seu chapéu já estara desvencilhando de sua cabeça, o penteado sendo desfeito sempre que não resistia a tombar-se para trás. Sua mão era bruta nos fios castanhos, forçando-o a pronto de o deixar sem ar.
O relinchar de um cavalo podia ser ouvido. Alguém, provavelmente, havia parado ao pé do morro.
— H, temos que ir. — Lowell parecia acabado. As bochechas coradas, os lábios e queixo sujos, o cabelo cacheado bagunçado.
— Temos, Charles? — Apesar da dificuldade para agarrar seu vestido com apenas um braço, ela o fez. Desatou a luva de sua outra mão e brincou com seu grelinho, passando a pontinha da unha para arranhar e seu dígito para massagear a dor.
Olhava tão profundamente naqueles olhos, sendo perseguida por um turbilhão de sentimentos. Um deles era a frustração de confiar em homens virgens. Eles tinham tanta confiança em si, mas tão pouca nela. Harry já havia se livrado que inúmeras situações apenas com o rostinho bonito e os cílios grandes fazendo sua parte de piscadela chorosas.
— Se você não voltar com essa boca agora, eu vou entrar dentro daquela sala, dar tão gostoso para o professor Frederic, e fazer todos os dias você ter a consciência de que jamais me tocará outra vez. — Estalou um tapa em sua bucetinha, gemendo alto. O melzinho em seus dedos foi saboreado por sua própria boca, enlouquecida no próprio gosto.
E, como sabia, a ameaça disfarçada de chantagem, funcionou.
Submersa nas emoções, atraia Louis com seu pensamento. Até que pensou estar delirando. Ele era um êxtase extremo para seu cérebro, e uma adrenalina para seu corpo. E de todas as vezes que se tocou pensando nos olhos azuis, jamais tivera algo tão realista em sua frente. Jamais se tocou para ele.
Louis estava ali, de costas para os dois. Recolhia as garrafas de vidro que seriam repostas na segunda-feira. Tão disperso, distraído e concentrado em suas atividades. Parecia tão diferente do que estara pela manhã. Seus cabelos desgrenhados, mas molhados — denunciando que havia saído do banho recentemente —, vestia calças desgastadas, uma blusa de botões, com os mesmos abertos, e suspensórios soltos nas laterais de seu corpo.
A pele macia de sua barriga era tão atrativa, coberta em um caminho de pelos ralos até que sumisse dentro da calça de alfaiataria, tão bonito e pecaminoso, como a tatuagem desenhada em sua clavícula. Inconsequentemente, Harry gemeu mais alto, gozando na boca de Charles, enquanto suas mãos apertavam fortemente seu vestido e o homem investia mais a língua dentro de si. Seus olhos estavam conectados aos azuis agora, seus dentinhos de coelho afundados em seu lábio inferior e a expressão melosa de Harry, olhando em sua direção como se implorasse por ele.
Louis a observou por alguns segundos, dando seu costumeiro sorriso de lado e o negar leve com sua cabeça. Desceu os olhos para Charles e depois para o vestido bagunçado, dando as costas.
Harry sentia-se tão rejeitada. Jamais fora tão humilhada apenas com um olhar. Seus olhos marejaram, o coração apertou, afastando Lowell no mesmo segundo.
— Eu preciso ir. — Arrumou o vestido, vendo o homem jogado no chão.
— Mas-
— Nos falamos depois. — Saiu andando, voltando apenas para sussurrar. — E se você ousar contar isso pra alguém, eu digo que seu pinto é tão pequeno que se parece com um clitóris. — Saiu marchando, ouvindo a risada atrás de si se tornando distante.
Correr nunca fora uma missão fácil para Harry, ainda mais quando os empecilhos contavam com seu salto afundando no solo macio, seu vestido embolando ao que dava as passadas apressadas e a insistência dos cachos volumosos caírem por seus ombros, fazendo-a segurar o chapéu azul bebê em sua cabeça.
Ela precisava de uma desculpa para encontrar Louis. Apesar de saber, lá no fundo, que Louis jamais se importaria realmente com os detalhes de sua vida. Talvez se importasse mais em saber qual era o café da manhã de Harriet, do que saber quantos prêmios a Styles mais nova pretendia ganhar.
Louis Tomlinson era terrível. Mesmo não fugindo de Harry, seus passos eram maiores, mais largos. Ela não entendia. Os dois compartilhavam do mesmo tamanho, mas as pernas femininas eram ainda mais longas que as dele. Elas deveriam ser mais ágeis, contando com o fato de que Styles dispunha de uma professora particular de ioga, vinda diretamente da Índia.
— Louis! Espere! — O homem já descia o morro, parecendo suspirar profundamente ao ouvir a voz. Aquilo fez com que Harry se encolhesse.
— Diga, senhorita. — Ainda que estivesse no meio na descida de barro, Louis voltou, subindo com a cesta de garrafas, carregada em um de seus braços. — Me parece com dificuldades para descer. — Ofereceu seu braço, tal que fora agarrado no meu segundo.
Harry jamais esteve tão perto de Louis, assim como jamais ouviu tanto de sua voz.
Ela soava tão calma, mesmo com o sotaque carregado do interior da Inglaterra. Era suave, rouca em certas palavras, mas macia. Se fosse tocavel, Harry imaginava que seria como deleitar-se em um campo de flores suaves e tenras.
Seu cheiro era tão bom, deixando notório o uso do sabão caseiro, tal como em suas roupas limpas. E mesmo com a imagem obviamente cansada e gasta, Louis ainda era o homem mais bonito que já conheceu. Desde a barba rala recentemente crescida, ao seus bíceps que a deixavam tão segura de que estara em boas mãos.
— Você está indo até a fazenda? — Louis concordou, concentrado em ajudá-la, até que finalmente estivesse em chão plano. — Pode me levar? Eu não tenho com quem ir. — Engoliu a seco. — E... Eu vim atrás de você também para pedir uma coisa.
— Eu não vou contar ao seu pai, senhorita. Não é da minha conta. — Ela sorriu pequeno. — Vamos, suba. Vou a levar em casa. — Estendeu sua mão, ajudando-a subir na parte de trás do carrinho conduzido pelo cavalo, sendo uma versão de entrega das carroças, só que mais fácil de ser pilotada.
Styles não se propiciava a tal humilhação de ser vista andando de forma tão miserável. Mas Louis estava ali, fazendo um lindo barulho com seus lábios em forma de um biquinho, permitindo que o cavalo começasse a andar. Era encantador, mesmo que trágico.
Permitiu-se tirar o chapéu que enfeitava sua cabeça, sentindo a aragem fresca em sua face. O caminho emanava paz, tornando o cintilar dos vidros e o cavalgar do cavalo os únicos sons possíveis de serem ouvidos durante toda a estrada.
Louis parecia ignorar sua presença, concentrado nas rédeas e em assobiar alguma canção. Harry o olhava desolado, os fios cacheados contra sua face a tornando ainda mais dramática. Era como se suplicasse por um oxigênio que se recusava a entrar em seus pulmões, deixando-a para morrer em uma constante injúria.
— O que tem feito, Louis? — Perguntou sorridente, o receio da rejeição atingindo suas linhas de expressão.
— O que eu faço quando você não está me observando?
As bochechas avermelhadas por conta do frio ganharam uma sensação tão quente de vergonha em sua derme. Louis sabia. Ele era um maldito homem com o ego inflado, não muito diferente de todos os outros que Harry já conheceu..
— Eu não o observo. — Falou rudemente.
— Então por que está sempre em sua janela ao amanhecer? — Ergueu a sobrancelha. Mas seu olhar era tão distante. Ele observava a tudo, menos ao que estara plantada ao seu lado.
— Ora, vendo o sol nascer. Não sou exibida com você, que fica tirando a camisa para moças inocentes. — O acusou, tocando com a pontinha do dedo o ombro alheio. Louis olhou para sua mão, rindo.
Ele amava rir, aquilo irritava Harry. Não pelo simples fato de ser feliz, mas pela risada que acompanhava o tom sarcástico.
— Não se preocupe com isso, quando tiro minha camisa, não há nenhuma moça que eu queira impressionar. — Seus lábios se ergueram em um sorriso. — Aliás, seu pai me vê como um filho. Então... Seríamos como irmãos, não acha? — Questionou retoricamente de forma tão calma.
Aquilo era muito para Harry.
— Ah, acho que uma de suas luvas se perdeu.
Era muito até para Harry. O seu carma tinha nome e sobrenome. O seu carma era o maldito Louis Tomlinson. Ele nem havia a tocado, mas já a oprimia como uma onça poderia fazer com um gatinho.
Os braços da cacheada se cruzaram em uma total birra, enquanto tentava inutilmente esconder sua mão sem a luva. Assim como Louis a ignorava, ela também o fazia. A diferença era que, ao invés de deixá-lo vencer, ela apertava os braços abaixo de seus seios, deixando-os ainda mais expostos para o outro. Sabendo bem que, uma hora ou outra, ele não se contentaria em apenas sentir a provocação.
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O amor tem sido um tema essencial nas narrativas humanas ao longo da história. Embora os contos eróticos possam se deleitar na expressão da sexualidade e eroticismo, eles não são desprovidos de amor.
São deixados em livros, contos, cartas e em várias tradições literárias, incluindo a mitologia grega e romana, que o amor é retratado de diferentes formas, desde relacionamentos românticos, casos de desejo e paixão.
Afinal, como citava Platão em uma de suas obras mais famosas, todos estão destinados a essa busca constante e incansável por sua outra metade a fim de se restabelecer o original e primitivo “todo”. Não apenas sobre o sexual, mas incluindo-o em sua busca.
A manhã de sábado se estabelecia. O galo já havia cantado, os empregados já haviam posto e retirado a mesa de café, entrando na preparação do almoço. Entretanto, Harry permanecia em seu quarto.
Durante toda a madrugada, observando o céu de sua janela, pensando na imensidão do universo e questionando o vácuo que surgia em sua cabeça sempre que estara perto de Louis, tomou-se a conclusão de que, de alguma forma, talvez o desejo incansável pelo rapaz estivesse aflorando.
Harry e Louis não eram Piramo e Tisbe do século XIX, mas Harry ansiava por um final de história melhor.
Contanto que não acabasse mortos para inspirarem um novo conto de Romeu e Julieta, ela sentia-se em vantagem. De qualquer forma, Romeu amava Julieta, assim como Píramo amava Tisbe, diferente de Louis, que ao menos gostava de Harry.
A não ser como sua irmãzinha postiça, é claro. Soava sempre mais patético sempre que pensava sobre isso.
Fora perto do amanhecer que Harry se sentou em sua escrivaninha. A cadeira de madeira não era confortável, mas nem mesmo sua cama parecia aconchegante naquele instante. Tudo parecia tão confuso ao que se misturava com o calor de seu corpo e a corrente fria de ar adentrando a janela aberta.
Se pudesse listar um novo dicion��rio, adicionaria uma nova sensação: a sensação de Louis Tomlinson. Apelidaria de Louie para simplificar a palavra, sendo descrita como a sensação que parte do aconchego de olhos ternos, misturado com a confusão de um amor e envolvido em um tesão absurdo.
Daquele dia em diante, Harry decidiu que só se relacionaria com outros homens ou até mesmo mulheres, após descobrir o que sentia verdadeiramente por Louis. Caso fizesse com outra pessoa, uma parte de si estaria traindo-o — mesmo que ele não fosse seu.
Seus dedos estavam cansados, escrevia sem parar em diversos papéis, o tinteiro já chegando ao fim quando decidiu que seria aquela carta.
Escrevia uma carta à Louis. Não declarando seu amor, mas declarando seus desejos. Era vesgonhoso citar a forma que desejava suas mãos, ou confessar seus sonhos mais molhados. Apesar das palavras eróticas e da forma poética que as usava, torcia para que, depois de sua morte, ninguém a publicasse como uma lembrança.
Dobrou a carta, deixou um beijinho marcado de batom vermelho e usou o sinete para lacrar o papel, a marcação vermelha contendo um H em sua formação.
Quando terminou, levantando-se, o sino bateu nove vezes. Suas costas doíam, mas seu coração acelerado e ansioso fazia o suficiente para que a dor fosse esquecida e substituída.
Ela permitiu-se tomar um banho longo, escovar os dentes com um sorriso em seus lábios, pentear os fios até que estivessem repartidos no meio e enrolando em pequenos cachos conforme secavam.
Era sábado, sem seus pais e com poucos empregados na casa. Um dia preguiçoso que pedia por uma camisola de cetim. Havia sido presenteada em troca de um boquete no banheiro da igreja. Vestia-a muito bem, com a cor rosinha constatando tão bem em sua pele.
Calçou suas sandálias brancas, passou o batom vermelho e borrifou seu perfume francês. A carta estara em sua mão, tal como seu coração. Vivia em um impasse, mas decidindo rapidamente que seguiria em frente com a decisão.
O sol resplandecia ao lado de fora. A fazenda aparentava estar vazia, mas não em total silêncio. Era perceptível os cavalos correndo e uma risada ecoando, fazendo-a correr para perto do grande campo livre onde os cavalos costumavam treinar para as competições de equitação.
Eles valiam milhares de libras, vivendo até mesmo melhores que Harry. O que significava que apenas pessoas permitidas podiam cuidar ou cavalgar neles. Harriet não era uma, Harry tinha certeza, apesar da risada soar tão parecida com a dela.
Suas dúvidas foram sanadas ao que, de longe, um Louis sem camisa e uma Harriet de roupas íntimas, foram vistos. Harry ferveu de ódio, porque deveria ser ela ali. Ela deveria ter Louis atrás de seu corpo, rindo enquanto guiava o cavalo. Ela deveria estar encostada em seu peito úmido. Ela deveria rir de suas piadas e beija-lo escondido.
Uma lágrima raivosa escapou, secando-a tão rápido como a velocidade que os dois se aproximavam. Até que estavam bem em sua frente.
— O que você acha que está fazendo, Harriet? — Gritou com a irmã, vendo-a descer do cavalo com suas roupas molhadas.
— Bom dia para você! — Sorriu cínica. — Eu e Louis fomos nadar no lago. Aquele que íamos quando nossos primos estavam aqui.
Louis havia ido até o celeiro guardar o cavalo. Voltava bagunçando seus fios castanhos, sem se preocupar muito com o que acontecia entre as irmãs. Os pés descalços e a calça de algodão preta estavam molhados e, mesmo que tentasse não olhar, o peitoral escorria gotículas grossas.
— Bom dia, Harry. — A voz aveludada o cumprimentou com um sorriso grande.
— Vá para o inferno você também. — Falou irritada, voltando a olhar para Harriet. — Entra para dentro de casa e vai colocar uma roupa. Agora.
— Você normalmente é menos careta, sabia? — Pediu a ajuda de Louis para pular a cerca, com ele vindo logo atrás. — Se tivesse saído com os caras que costuma sair, não estaria de tanto mau humor hoje.
Harry respirou fundo, prestes a estapear aquele rosto e fazê-la entrar a força dentro de casa. Todavia, não perderia o controle.
Após ser convencida por Harriet, os três seguiam até o coreto da fazenda. Quando eram menores, costumavam fazer piquiniques ali. Ela parecia não ter perdido o costume, já que havia uma cesta e um pano estendido no chão de pedra. Era como uma traição de ambas as partes.
— O que trouxe, Lou? — A mais velha perguntou, se sentando. Suas pernas estavam abertas como um banquete para Louis, com seu corpo levemente jogado para trás, apoiada em suas mãos.
— Peguei sanduíches na cozinha... — Revirava a cesta. — Frutas, garrafas de leite e o que você mais gosta. — Sorriu para ela, deixando Harry em pé como uma vela ambulante. — Tequila!
— Deus, você me conhece mesmo.
Ele sorriu convencido. Harry chutaria sua irmã se Louis não estivesse ali. Depois, o entregaria a carta que, agora, está presa em sua calcinha.
— Senta aí, H. — A outra falou, fazendo-a apenas assentir e se sentar entre os dois. Era algo tão desconfortável.
— Tequila, Harry? — Era Louis perguntando, fazendo-a apenas assentir e ajeitar a camisola em seu corpo. Sentia-se virando uma velha conservadora.
Tomlinson derramou um pouco da bebida dentro da garrafa de leite, sacudindo para que misturasse. Deu um longo gole, passando para Harriet, que fez o mesmo. Harry pegou ao ser oferecido, cheirando a mistura e levando até os lábios, sentindo aqueles olhos em si.
Com goladas hesitantes, o leite branquinho escorria pelo canto de seus lábios de forma imperceptível para ela. Sentindo apenas quando as gotículas caminhavam por sua clavícula, até seus seios. Quando afastou a garrafa e deu ao homem, notou seus olhos vidrados, e Harriet mais perto de seu corpo.
A mais velha tocou a barra da camisola, levantando-a de seu corpo e retirando quando Harry permitiu. A boca rosada correu em sua clavícula, chupando o leite derramado até seu queixo, fazendo-a se arrepiar.
Harry olhou para Louis, sorrindo ladino. Ele parecia ver o paraíso com aquelas seios grandes expostos, os biquinhos duros e a pele se arrepiando. Os olhos verdes se fecharam com o beijo em seu pescoço, abrindo apenas para ter a visão maravilhosa do pau grosso delineado na calça do homem.
— Você não acha que ela está suja de leite, Lou? — Harriet questionou, se afastando para derramar mais um pouco pelos seios da irmã. No entanto, a única coisa que fez, fora beijar seus ombros e acariciar sua bochecha, deixando lambidinhas no canto de seus lábios.
— Vem me limpar, gatinho. — Harry falou extasiada, observando como era fofo a forma envergonhada que Louis se aproximava, lambendo as gotas na barriga branquinha e subindo até seu seio. A garota praticamente o esfregou em seu rosto, segurando nos fios lisos e passando o biquinho por seus lábios, até que ele estivesse mamando.
— Se ele mama tão bem assim no seu peito, imagina o que fará quando você o ensinar a mamar sua bucetinha, irmã. — Harriet sussurrou como diabo em seu ouvido, descendo os olhos pelo corpo da mais nova e puxando a carta que encontrou presa em sua calcinha.
Harry estava prestes a contestar, mas o leite sendo lambido em seu torso a fez se calar. Sua calcinha estara encharcada, aproveitando a excitação do momento com aquela boca chupando seu peitinho, enquanto apertava o outro, brincando com o biquinho.
Louis não era o mais experiente nisso, ficou óbvio para as duas. Mas só o fato de ser ele, e o detalhe que ela ensinaria do jeito que gosta, era maravilhoso. Praticamente um sonho.
— "Em meus devaneios mais desvairados, vejo-nos envoltos em lençóis de seda, unidos num abraço apaixonado, onde nossos corpos se fundem em um frenesi de desejo. Imagino suas mãos firmes explorando os lugares mais íntimos, despertando sensações indizíveis em meu ser. Ah, como anseio sentir seu pau pulsante, profanando a fronteira entre o prazer e a loucura." — Harriet recitava um trecho da carta, apoiada em suas panturrilhas, sentada ao lado dos dois. — Deus, Louis. Ela diz que quer sentar em seu rosto enquanto se fode em sua língua e se esfrega em seu nariz.
— P-para, Harriet! — Mandava, inebriada pelos estímulos em seus seios. Louis mamava faminto, segurando em sua cintura enquanto trazia o corpo mais para si. — A minha xotinha tá pulsando... Eu vou, merda... — Gemia desesperada, a cabeça tombada para trás ao que recebia as mordidas superficiais nos mamilos.
— Ele não vai tocar você, H. — Acariciou a barriga da irmã, deixando leves carícias. — Louis nunca tocou em uma, por que você seria especial? — Riu, negando com a cabeça. Louis parecia ter sentido raiva daquilo, já que maltratou mais os peitos, beliscando forte com seus dedos e deixando o outro bem molhado de sua saliva. — Você queria ser a primeira dele, não é? — Murmurou, fingindo tristeza.
— Harriet! Porra! — Gritou, seu braço enlaçando o pescoço de Louis enquanto sua outra mão descia até sua intimidade, tocando o clitóris por cima do pano fino da calcinha.
Ela se masturbava na mesma intensidade que seus peitos eram chupados. Seus olhos estavam fechados em total concentração, ouvindo o barulho molhado ao seu lado da irmã se tocando. Mas toda sua concentração estava na boca deliciosa não saindo de seus peitos gostosos e doloridos.
— Vem, H. — Louis surrussou contra seu pescoço, puxando Harry para cima de si, deixando-a sentar em sua coxa. Com seu indicador, afastou o pano encharcado da calcinha, concedendo o grelinho a se roçar em sua calça.
— Aperta meus peitinhos. — Mandou, pegando as mãos e as colocando em seus peitos, vendo o sorriso nos lábios finos ao que ela ia para frente e para trás com seu quadril, gemendo alto.
Ele brincava com os peitinhos, notando a ausência de Harriet ali. Todavia, sabia para onde ela deveria ter ido. Por isso, não se importou em continuar, beijando a bochecha de Harry enquanto os movimentos diminuíam, tornando-se mais lentos, mas mais intensos.
— Sabe, Louis. — Ela dizia baixo, sujando sua calça. — Eu já dei pra tantos caras pensando em você. — Louis riu baixinho. — E se caso um dia eu tiver a oportunidade... — Ela sorriu, olhando em seus olhos e selando seus lábios. — eu vou deixar você chupar todo o meu gozo. Você vai cuspir ele no meu cuzinho e vai me foder tão forte com a porra desse pau delicioso.
— Continua, princesa... — Pediu, sentindo o corpo tremer em sua perna.
— Eu não sei, Louis! Eu quero fazer tantas coisas com você. Deixar você foder meus peitos, mas também quero que encha minha buceta de porra. — Sua boca se abriu em um gemido mudo. O corpo se contorceu em excitação enquanto ela liberava seu gozo na calça alheia, agarrando-se ao corpo.
— Seu linguajar se assemelha ao de uma puta, sabia?
Harry riu, sentando direito em seu colo enquanto o abraçava, contando algumas pintinhas em suas costas. Pela proximidade, conseguia sentir o caralho grosso abaixo de si, dando uma leve rebolada, mas sendo impedida de continuar.
— Talvez eu seja uma. Você gosta de gozar em putinhas? — Sussurrou no pé de seu ouvido, beijando seu pescoço e deixando a marca vermelha de batom.
— O que você quer que eu admita, Harry? — Perguntou, brincando com seus cachinhos.
— Que eu fui a primeira que gozou em você, pra você e com você. — Bufou. Era óbvio. — E que você não vai comer a Harriet.
Ela colocaria um limite de "Você não vai comer ninguém", mas soaria tão possessiva. Deixaria para mostrar esse seu lado em algum outro momento. Por ora, era apenas aquilo.
— Você foi a primeira pessoa com quem eu já tive toda essa proximidade, Harry. — Riu, envergonhado. Harry tentou sair do abraço para olhar em seu rosto, mas ele não permitiu. — E eu não farei nada com a sua irmã. Jamais fiz, na verdade. — Garantiu.
Harry sorriu com aquela vitória. Era uma competição onde apenas ela jogava, mas já era seu prêmio no final.
Os dois ficaram por mais algum tempo ali, naquele abraço, naquele aconchego molhado. Harry beijava sua pele, Louis acariciava suas costas, tocando sua espinha dorsal com calma. Vez ou outra, Harry se esfregava como um gatinho, recebendo risadinhas de Louis.
— Me leve para o quarto. Eu estou cansada. — Bocejou fraquinho, enlaçando as pernas na cintura alheia e sentindo-o levantar.
Era ainda melhor do que nos seus sonhos. Porque Louis cuidava tão bem de seu corpo. Acariciava sua derme, beija-a molhado por seu corpo, sussurrava como seu cheiro era incrível.
Ela não poderia estar se sentindo melhor aquele dia, temendo que fosse um sonho, e que logo cairia de sua cama.
Presa naqueles pensamentos, não notou quando já situava-se em seu quarto. Louis encostou a porta, deixando-a deitada em sua cama. Era convidativo chama-lo pata deitar ao seu lado, dormir agarrada ao corpo, acordar em algumas horas e continuar naqueles braços. Mas Louis parecia apressado para ir embora.
Deixou um beijo terno em sua testa, puxando a coberta para que ela se cobrisse. No entanto, fora impedido. Ela sorriu, tirando a calcinha de seu corpo e o oferecendo.
— Leva pra você. Eu ainda tenho muitas. — Mordiscou o lábio inferior, contendo um sorrisinho. Ele beijou o pano e guardou em seu bolso, finalmente a cobrindo.
E, infelizmente, ele se foi naquela manhã.
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Domingos chuvosos se tornam uma perdição, acompanhados do vento frio perfeito para deitar em cobertas quentes e limpas.
O cheiro de chocolate quente apoderava-se dos cômodos da casa, um aroma adocicado e caseiro de uma cozinha quente. Biscoitos no forno e o creme sendo batido para acompanhar.
Harry e Harriet chegavam da igreja naquele domingo. Após uma missa longa, bençãos do padre da cidade, a falta de Louis e uma forte chuva que as encharcou, a Styles mais nova se recuperava. Sua recuperação não se fazia apenas por esses fatos, mas pela obstinada dor em seus seios, também.
Como uma dama, herdeira de riquezas e fazendas pelo país, deveria trocar de roupa três vezes ao dia, sem contar com a camisola do fim de noite. Todavia, era impossível nessas circunstâncias. Todos seus vestidos eram muito apertados, e quaisquer panos eram muito incomodos ao que encostavam nos mamilos sensíveis.
Ela odiava Louis por fazê-la sentir dor. E odiava-o ainda mais por não dar as caras naquele domingo. Talvez, em sua presença, eles poderiam tomar chocolate quente enquanto ela o desenhava, trocando beijos quentes e toques secretos.
Mas seu final, durante todo aquele dia, fora trágico.
Em seu quarto, parada em frente ao espelho, ela desenhou-se. Dividia sua atenção em olhar o corpo parcialmente nu, coberto apenas por um roupão, em desenhar seus detalhes e beber da bebida quente acompanhada de biscoitos enquanto ouvia Harriet falar.
— Sabe, irmã... — Ela iniciava outro assunto, indo até o prato de biscoitos e pegando mais um. Vestia apenas sua camisola e meias rosas, tentando executar uma trança em seus cabelos.
— Sim? Diga. — A olhou sorridente, vendo o corpo descansar no chão, ao lado do seu, de bruços.
— Você se lembra de ontem, não é? — Harry assentiu, traçando suas pernas na folha. — Eu a deixei com Louis para ir atrás de alguém. — A cacheada franziu seu cenho.
— Pensei que o seu "alguém" fosse Louis.
— Não, por Deus! — Riu. — Ele é gostoso, mas eu sou fã de quem sabe pelo menos beijar. — Harry conteu uma gargalhada, não querendo soar maldosa.
— Louis sabe chupar peitos. Não descarte esse dom! — Rolou os olhos.
E então, a irmã contou sua história com a Senhorita Cross. Ela era um ou dois anos mais velha, cuidava da horta pessoal da fazenda. Havia sido contratada alguns meses atrás, em busca de qualquer emprego que a tirasse de casa. Senhor Styles, como um bom homem, a arranjou em minutos algum trabalho que não fosse pesado, mas que pagasse bem.
Emily Cross ocupava a casa de visitas atrás da fazenda, dividindo com mais duas das empregadas que trabalhavam na casa. Os sumiços de Harriet foram explicados, apesar delas não possuírem nada sério.
De fato, sua irmã não era mais uma preocupação.
Agora, o único impasse nisso tudo era Louis.
Elas terminaram o dia deitadas na cama de Harry, escutando Harriet cantar e permitindo que o vento casto e frio adentrasse o quarto enquanto dividiam um cigarro de palha. As vantagens de seus pais em outro país cresciam cada vez mais.
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Segunda-feira destruía Harry. Não todas, mas aquela estava o tirando do sério.
As garotas contaram sobre o final de semana, em um papo infinito. Os garotos se gabaram da aposta de equitação. Harry apenas se gabou de seu estresse com tanto falatório. E claro, ganhou seu espartilho de couro.
Durante o intervalo, conseguia pensar apenas em Louis enquanto tomava sua garrafa de leite. Victoria também parecia pensar nele, já que comentou sobre a aparição do mesmo no pequeno comércio de sua mãe, naquela manhã.
Seus olhos quase reviraram ao ouvir sobre os olhos dele, sobre suas roupas e sobre o quão gentil ele era. Harry sabia disso tudo, não precisava de comentários obscenos disfarçados de elogios.
Para piorar, Charles o chamou no final da aula, dizendo que precisava de uma vagabunda para chupar seu pau. Harry apenas o chutou nas bolas e saiu de sua frente impacientemente. Sua falta de vergonha na cara tinha um limite.
Ou não, já que, no momento em que descia a colina, seus olhos brilharam em contentamento, correndo tão rapidamente até Louis.
Ele estava parado no pé da colina, um sorriso no rosto e encostado em seu carrinho. Parecia tão belo, tão fodidamente seu — por mais que ele ainda não soubesse disso.
— O que está fazendo aqui? — O beijou em sua bochecha, dando pulinhos de alegria.
— Vim entregar uma carta que chegou para você. Seus pais a mandaram. Tem até um cartão postal! — Disse tão surpreso, como se fosse algo de outro mundo.
— Hey! Eu posso te dar um cartão postal. Você gostaria de um? — E foi como se Harry tivesse o oferecido milhares de libras. Era algo tão genuíno aquele brilho feliz nos olhos azuis.
— Eu adoraria um. Obrigado, Harry. — Agradeceu gentilmente, ao menos aparentando ser o cara que o ignorava tão facilmente.
É possível que os acontecimentos de dias atrás fora essencial para aquela abertura entre os dois. A timidez de Louis poderia soar rude algumas vezes, mas era notável que não se passava de um medo. Medo de como agir, medo de falar errado, medo de estrapolar em suas conversas ou errar com quem tanto queria acertar.
Diferentemente de outros dias, Louis não parava de tagalerar. Eles conversaram durante todo o caminho. Harry o ajudou gentilmente a coletar as garrafas, mesmo sendo zombada por tropeçar algumas vezes em seu longo vestido lilás. O lado bom dos tropeços é que ganhava um selinho de recompensa.
Sua perspectiva estava no ponto de vista de Louis. Como ele era gentil com seus "clientes", como ganhava suas gorjetas que era colocadas em um saquinho de pano e como sempre segurava a ponta de sua boina cinza para cumprimentar as pessoas na rua.
Ao que pararam em uma fonte de água minada no meio da estrada, Louis prendeu o cavalo para que ele pudesse se hidratar. Ajudou Harry a saltar do carrinho e a levou para baixo de uma árvore, na intenção de se refrescarem um pouco.
— Você deve estar fervendo com esse vestido. — Ele riu, se encostando no tronco e estocando o braço nos galhos.
— Já estou acostumada, falando a verdade. — Aproximou-se do corpo. — Mas posso ficar sem, é só me pedir. — Abraçou o corpo de Louis, olhando em seus olhos. — Ou mandar. Eu gosto quando mandam.
— Acho melhor irmos embora, Harry. — Sorriu torto. Styles só desejava saber o que passava naquela mente.
— Desculpa. Eu não queria falar nada de mais. — Respirou fundo. — Eu só...
— Está tudo bem. Não quero que se sinta mal, princesa. — Agarrou seu rosto com as mãos, selando fracamente seus lábios.
Mas Harry mal conseguia sentir o gosto de seus lábios. Por isso, persistiu no selar, afundando seus lábios aos dele. Louis parecia inseguro, com seus dedos trêmulos segurando o rostinho macio, trazendo-a mais para si de forma hesitante.
Ali, com o sol esquentando seus corpos, com o sol da pequena mina vazando e do respirar ansioso de Louis, eles se beijaram intensamente pela primeira vez.
Todos os detalhes estavam gravados na cabeça cacheada. Cada mínimo som, cada mínimo toque. A textura e o gosto da língua de Louis contra a sua, os sorrisos bobos que escapavam dos dois, os sons molhados e um pouco desajeitados. Até mesmo a leve batida em seus dentes se tornou especial. Não fora dolorida, não fora vergonhosa. Eram apenas os dois, aproveitando de suas bocas, provando uma parte tão íntima, tão pessoal. Beijos eram significativos, ainda mais quando a oportunidade vinha com alguém tão especial.
No decurso da semana, Harry e Louis continuaram com aquela rotina.
Ele se beijavam encostados em árvores, andavam de cavalo por todo o pasto, deitavam no coreto e compartilhavam histórias.
Harry descobriu muitas coisas sobre Louis. Sobre seu aniversário de 20 anos que seria em dois meses, que ele amava ganhar os auto-desenhos de Harry, sua cor favorita era vermelho e seu pai havia morrido durante uma embarcação, onde limpava o fundo dos navios.
Foi por essa época que começou a trabalhar na fazenda para sustentar sua família junto com sua mãe. O que achou injusto por um tempo, já que sua vontade era trabalhar nas grandes embarcações, como seu pai. Todavia, com a maturidade, entendeu que deveria ficar por perto.
Harry também compartilhou com ele segredos, assim como compartilhou cartões postais, com e sem o seu rosto.
— Essa foi uma viagem que fizemos até a Espanha. Eu lembro de comer tantos pães que minha mãe tinha feito... — Sorriu boba, mostrando ao outro. Sentada em seu colo, usurfruia das lembranças do passado.
— Eu gostaria de ter uma fazenda na Espanha. Seria grande, com muitos cavalos e muitos filhos. — Acariciou o rosto bonito de Harry.
— E quem seria sua esposa? — Questionou, deixando os cartões postais de lado para enrolar os braços em seu pescoço e o beijar nos lábios.
— Tenho muitas opções. Deixe-me pensar. — Harry olhou ofendido para ele, deixando um tapinha em seu rosto. — Eu estou brincando, princesa! Por Deus, não seja tão agressiva.
— Não gosto de brincadeiras! — Emburrou o rosto. — Mas gosto da ideia de ser uma esposa. — Sorriu, puxando o lábio inferior de Louis, gemendo baixinho ao sentir as mãos em sua bunda.
Louis costumava a deixar louca, mesmo que inconsequentemente. Suas mãos apertavam sua bunda, seu pau raspava em sua intimidade e seus lábios costumavam beijar os lugares certos de seu pescoço. Mas ele nunca sabia quando começava, assim como nunca sabia como parar, antes que Harry estivesse prestes a tirar suas roupas.
— Eu cozinharia para você, lavaria suas roupas, cuidaria dos nossos filhos, serviria você sempre que estivesse ocupado... — Selou seu maxilar, até o pé de seu ouvido. — No fim da noite, quando eu estivesse bem cansada, você me comeria bem lento até que eu estivesse dormindo. — Gemeu com a ideia. — E eu deixaria você usar meu corpo da forma que quisesse. Você me comeria, foderia minha boca, dormiria latejando dentro de mim. — Levou a mão de Louis até sua intimidade, por cima da calcinha. — Quando eu acordasse pela manhã, estaria com seu leitinho quentinho guardado.
Tomlinson parecia tenso, sua mão cobria toda a bucetinha, onde Harry rebolava.
Era insana a forma que Louis a viu se contorcer durante toda a semana, e mesmo assim não a tocou de outras formas. Ela queria morrer, mas de tanto dar para ele.
— É muito cedo para nos casarmos, então? — Ele perguntou rindo, podendo sentir a umidade em seus dedos.
— Eu posso considerar o pedido com o seu pau dentro de mim. — Murmurou excitada, gemendo com o aperto dos dedos em seu clitóris.
Louis tossiu de forma forçada, tirando sua mão da intimidade quente. Ela estava fervendo, literalmente. Harry afastou-se frustrada, mas não querendo demonstrar. Ela se sentou ao seu lado e se recompos, mesmo com a merda de uma ereção que marcava a calça de Louis.
— Eu não entendo. — Ela falou após um silêncio doloroso.
— Eu gosto dos seus peitos.
— Eu sei, Louis. Mas não fala assim, é brochante. — Passou a mão por se próprio rosto. — Eu quero que você tenha prazer.
— Sim, sei disso.
— E eu quero ter também. Mas você precisa se soltar mais. — Olhou para ele. — Não quero forçar você a nada. — Louis a olhou ternamente.
Sem pensar muito, tirou a blusa que usava. Ela sabia que ele amava seus peitos. Mas ela queria conseguir amar aquele pau, o que não era difícil, mas jamais esteve tão perto de um Louis sem suas calças.
Se deitou na cama, observando Louis. Apertou seus seios, juntando um ao outro, cruzando as pernas quando começou a estimular eles.
— Tira sua calça. Você vai aproveitar dos meus peitos. Eu quero que se aproveite de mim. — Falou seriamente. — Quero que você aprenda a me usar até que eu esteja implorando pra você não me machucar mais. Entendeu?
Incerto, Tomlinson se livrava sua calça, assentindo para Harry sobre tudo. Não tinha muito o que fazer, apenas concordar. Ela o guiou até que estivesse com ele por cima de seu corpo, as duas pernas ao lado de sua barriga e sua mão apoiada na cabeceira.
— Eu nunca estive tão perto dessa pica, Deus...
— Harry! — Chamou sua atenção.
— Eu quero beijar essa divindade, Louis. Não fique com vergonha. Mas eu tô tão molhada. — Beijou a cabecinha rosada. — Você vai foder meus peitos, eu vou deixar eles bem apertadinhos e você vai comer, entendeu?
— Entendi, princesa.
— E você pode gozar onde quiser. Só, por favor, mete esse pau em mim de alguma forma que eu vou adorar. — Sorriu, espremendo os peitinhos quando ele encaixou o membro no meio deles, começando um vai e vem gostoso.
Louis ia fraco, com medo de machucar, mas aumentando a intensidade quando os lábios avermelhados contornavam a glande molhada.
Ele segurava na cabeceira, ofegante conforme Harry apertava mais e gemia, com as bolas pesadas batendo em sua pele e as veias grossas se arrastando em seus peitos. Harry se sentia suja por fazer aquilo com ele, mas estava amando ser apenas um brinquedinho para que ele pudesse se aliviar.
— Você é imunda, Harry. — Rosnou, fodendo tão forte que ficava cada vez mais avermelhada.
Em um impulso, uma de suas mãos apertou as bochechas gordinhas, fazendo-a parar para que pudesse cuspir em seu rosto. O que sabia que a excitaria mais, a fez tremer conforme gozava forte em sua calcinha. Sua boquinha estava mais aberta, pedindo por mais daquele pau que comia seus peitos como se fodesse uma xotinha.
Quando Louis gozou, ela engoliu, até mesmo os rastros brancos deixados em seu peito.
Naquela noite, Harry jamais esteve tão satisfeita.
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Harry pensou que tudo mudaria desde a noite em que sentiu o gosto de Louis.
Mas nada mudou.
Na verdade, a única coisa que mudou fora a forma como Harry não gozava há 1 mês.
Ela não podia reclamar de como Louis era um bom quase-namorado. Ele a levava flores, entrava por sua janela de madrugada, escrevia bilhetes, beijava sua testa, a buscava na escola.
Ele a tratava como uma princesa. Até mesmo se ajoelhava para tirar seus sapatos ou corria até sua casa quando via algo que o lembrava ela. Realmente, sem reclamações. Seus passeios eram incríveis, seus beijos eram incríveis, sua pegada estava incrível. Só que tudo isso junto deixava Harry pegando fogo, mas Louis nunca apagava.
Era frustante quando ao menos queria a dizer o porquê. Sempre fugindo do assunto e dizendo que tem algo importante a fazer.
Todavia, Harry jamais se perdoaria se perdesse Louis. Porque, pela primeira vez, estava realmente gostando de alguém. Então suas vontades se tornaram passageiras e acumuladas.
Ela ainda desenhava sua intimidade, escrevia cartas quentes, andava rebolando para ele quando estavam pertos de alguém. E ele não parecia odiar, muito pelo contrário.
Tomlinson a chamava de gostosa, dizia como seu corpo era perfeito, como ela o excitava, contava de seus sonhos com Harry, e sussurrava em seu ouvido como sua bunda estava linda. Isso não ajudava em nada, na verdade, só piorava.
Foi então que, deitados na praia vazia, acariciando o peitoral de Louis, ela sentiu que precisava colocar algo para fora.
Haviam planejado aquele piquenique na praia algum tempo atrás. Harry levou algumas coisas, Louis também. Forraram um lençol nas pedras e passaram a tarde ali. A saudade era tanta, ao menos fazendo questão de se desagarrarem.
Senhor Styles havia o chamado atenção ao quase atirar em seu corpo ao ver a sombra subindo na janela de sua filha. Ele o ameaçou, disse que aquilo não iria para frente e que, apesar de ser um bom garoto, Harry já tinha outros pretendentes.
Proibidos de se encontrarem, mesmo com Louis trabalhando na fazenda, Harry fez um protesto contra seu pai. E como ele conseguiria resistir a sua mais nova chorando todas as noites de forma dramática em seu quarto?
Sentindo pena e remorso, Desmond chamou Louis aquela manhã, dizendo que se violasse sua filha, ele estaria morto. Deveriam estar juntos com algumas regras como: sem encontros todos os dias, sem beijos longos, sem pular a janela de madrugada e que toques ou qualquer coisa a mais só aconteceria depois do casamento. Aliás, aquele namoro só era garantido até que um pretendente melhor comprasse sua mão por libras, terras ou até mesmo uma caixa de suco.
Com seu rosto encostado no peitoral nu, sua coxa por cima da perna de Louis e a mão grossa do homem acariciando sua cintura, Harry não aguentava mais.
As primeiras lágrimas vieram de forma calma, apenas escorrendo sem que Harry percebesse. Tornou-se claro que era um choro quando soluções o acompanharam, fazendo Louis se assustar. Mas sua garota não o deixou ver seu rosto, chorando ainda mais intensamente.
— Princesa, o que aconteceu? — Penteou seus fios para trás com os dedos. — Você está bem?
— Eu só estou pensando. — Disse calma, mesmo que o choro tornasse tudo desesperador.
— Em algo triste?
— Não. Deveria ser feliz. — Se desfez do abraço, olhando no rosto de Louis.
— Então por que você me parece tão triste? — Acariciou seu rosto, vendo-a deitar em sua mão.
— Você não entende, Lou. Definitivamente não entende. — Louis se sentou, beijando a pele com as lágrimas salgadas. — Por favor... — Fechou os olhos ao sentir mais lágrimas caindo, junto aos seus narizes encostados.
— Você precisa me explicar, princesa.
— E eu preciso que você me coma, Louis. — Fora seu ápice para cair em soluços profundos e uma cachoeira de lágrimas.
Nem mesmo as ondas quebrando nas pedras abafavavam o choro. Nem mesmo Louis a colocando contra seu corpo abafava suas lágrimas. Eram incessantes, tal como a dor que sentia em seu peito.
O cenário era ideal para que pudesse desabafar, perfeito para que, daqui alguns minutos quando escuresse, Louis não visse mais seu rosto bobo e corado.
Normalmente, no mundo espiritual, o pôr do sol significa autoconhecimento, e uma internalização de energias irradias. No entanto, Harry jamais esteve tão perdido em seu autoconhecimento, jamais esteve tão perdido em outro alguém, com o desejo de sentir apenas suas energias.
Louis a beijou, trazendo seus lábios para perto, chupando seu inferior com destreza. Ele havia ficado tão bom em guiar o beijo, em devorar sua boca e chupar sua língua. Suas mãos puxavam Harry para si, agarrando-o grosseiramente.
— Eu tenho medo de fazer tudo errado, H. De machucar você e não ser bom o suficiente. — Confessou, deixando um leve carinho em sua cintura, olhando nos olhos verdes molhados.
— Tudo o que você fizer é certo, Lou. — Deixou um selinho em seus lábios, fungando. — Deixa eu te ensinar como me tocar. — Arrastou sua bochecha na barba rala de Louis. — Você foi tão perfeito nas vezes que brincou com os meus peitinhos. Eu nunca gozei tão bem. — Beijou seu pescoço, tirando a calcinha por baixo do vestido.
Louis entendeu, abrindo o zíper do vestido e o tirando de seu corpo. Harry deixou uma risadinha sapeca escapar.
— Então faça o que você quiser. — Ele se rendeu com um sorriso. — Mas me prometa que não vai mais chorar por isso. — Ela empurrava seu corpo para que ele se deitasse.
— Agora que eu tenho você pra brincar? Nunca mais. — Se sentou abertinha na barriga de Louis, virada de costas para seu rosto.
Ela abriu a calça alheia, se livrando enquanto esfregava todo seu melzinho pela barriga bronzeada. Louis tinha a porra da melhor visão de sua vida. A bunda empinada estava de frente para si, deixando a vista o cuzinho sempre que se empinava para trás. Louis a tocou, sabendo da permissão que tinha.
Quando as mãos grandes apertaram as carnes fartas, ela gemeu, terminando de tirar sua cueca.
— Língua pra fora, Lou. Você vai aprender a chupar a bucetinha que pertence a você. — Olhou para ele por cima do ombro. — E se pensar em usar essa língua com qualquer outra, eu corto ela no mesmo instante. — Bateu em sua barriga quando ele riu, fazendo-o engasgar.
Tomlinson estava com a língua para fora, quando, de repente, Harry estara sentando em seu rosto. Ela se esfregava no músculo quente, apoiada em sua barriga e encontrando seu prazer. Pensando que Louis ficaria esperando seus comandos, ficou surpresa quando a língua se arrastou por toda a intimidade, chupando seu grelinho.
Ele não teve pena, chupando-a de forma gostosa, não tendo receio em afundar seu rosto na xota gostosa. O nariz empinado estimulava a entrada molhada, enquanto seus lábios devoravam seu pontinho.
O corpo mole tombou para frente, caindo com a bochecha na coxa de Louis, aproveitando a cada momento que ele empinava sua bunda para chupa-la. As mãos grandes agarravam suas coxas, deixando-a sem ar a cara aperto e a cada chupada. Mamava como se tivesse fome, fazendo-a gemer tão alto que ela mal tinha tempo de abocanhar o pau pertinho de sua boca.
— Enfia seus dedos! — Gritou, tentando se recompor e masturbando Louis com prazer, chupando só sua glande e cuspindo na base para conseguir o tocar rápido e escorregadio.
Ao invés de cessar sua vontade fodendo sua buceta, Louis arrastou seus dedos pela entrada, levando para seu períneo e começando a estocar em seu cuzinho. A mistura de dor com prazer fora tão grande que o corpo caiu mais, fazendo-a engasgar no pau alheio.
Rebolava seu rabinho com gosto para Louis, sentindo as vibrações da boca dele quando começou a mamar seu pau tão obscenamente. Levava-o até o fim, encostando a pontinha de seu nariz na pélvis dele. Em um desses momentos, o sentiu estocar mais forte em sua boca, retribuindo com a sentada na língua molinha, o sufocando com o nariz dentro de sua intimidade.
— Chega, Louis! — Gritou desesperadamente quando três dedos estavam dentro de si, fodendo-a praticamente a seco. — Chega, porra! — Ele não parava, e por mais gostoso que fosse, ele precisava entender que não mandava ali. — Eu disse pra parar. — Apertou suas bolas fortemente, sentindo os dedos torcerem dentro de si.
Louis parou, saindo de dentro dela. Ambos estavam cansados, suando e ofegantes. Harry olhava para o mar sentada no peito de Tomlinson. Ponderava por que a ideia e a forma de foder com ele era boa demais.
— Você vai continuar aí depois de implorar pra ser comida ou vai parar de latejar no meu peito e cavalgar no meu pau como me prometeu diversas vezes? — Ele era tão abusado que a fez revirar os olhos, virando seu corpo para ele e se sentando em suas coxas.
— Vai ser do jeito que eu quiser que seja. — Se apoiou em apenas um joelho, encaixando a glande na grutinha e dobrando sua outra perna. Queria estar exposta para ele. — Quando você aprender a me bater como um homem, você pode escolher o que fazer. — Sentou-se de uma vez, fazendo ele gritar pela dor apertada.
Harry poderia fingir que não sentia dor, mas ela realmente não estava sentindo naquele dia. O pau de Louis era grande, grosso e a machucaria em qualquer ocasião, menos nessa, que ela pingava como tivesse gozando, apesar de ser apenas a lubrificação natural que escorria.
Começou a subir, tirar o pau de dentro dela e sentar de novo, em um ritmo gostoso e tão prazeroso. Queria que ele visse a forma que era engolido e descartado, se abrindo cada vez mais para que Louis a visse se contraindo no nada e gemendo, enquanto suas mãos se apoiavam nos joelhos alheios.
Tomlinson marcava seu quadril com os apertos, gemendo roucamente sempre que sentia o interior dela. Era quente, macio, apertado e molhado. Era melhor do que ele imaginou tantas vezes.
— Era bem assim que você imaginava sempre que me via? — Apertou um de seus peitos, fazendo-a rebolar com a outra mão. Ela descia em seu pai rebolando como uma maldita tentadora. — Amor, sempre que você está no meu colo eu sinto o quão encharcada você fica. Tudo isso pela ideia de me ter dentro de você?
— Sim, sim, sim. — Suas pernas estavam cansando, fazendo-a cair com os dois joelhos, deixando com que ele fosse fundo dentro de si. — Eu gozaria até mesmo pela bunda se fosse possível, sempre que você está perto de mim. — Rebolou gostoso na glande, se aproximando do rosto de Louis para o beijar. — Quando formos para casa, você irá me levar até o quarto e me comer no banho. — Beijou seus lábios. — Depois na minha cama. — Arrastou os peitos por ele. — Depois durante a madrugada e de manhã.
Ela sentiu os cabelos serem puxados, gemendo. Suas unhas arranharam o maxilar de Louis, machucando sua pele.
Um sorriso safado abriu-se em ambos os lábios, fazendo com que Harry se afastasse apenas para quicar rapidamente em Louis. Seu cabelo sendo jogado para o lado e suas mãos apoiadas no peitoral, seus peitos pulando a cada cavalgada que dava, sendo mais aberta ao que Louis a ajudou.
Ele estocou dentro dela, forte e grosseiramente, sentindo-a se contrair e sua expressão se contorcer em mais prazer, até que os dois estivessem gozando juntos, com Harry melando complemente seu pau enquanto preenchia ela de porra.
O corpinho esbelto caiu em cima do de Louis. Ele a agarrou com carinho, beijando sua bochecha.
— Você se lembra de quando eu mamei nos seus peitos? — Ela assentiu, quase dormindo. — Você disse algo que eu nunca vou esquecer.
Com cuidado, Louis virou o corpo no pano, saindo de dentro dela. O gozo escorreu por sua pele, descendo por seu períneo e bunda. Harry estava completamente melada, assim como Louis.
— O que eu disse? — Perguntou mais atenta.
— Que eu lamberia seu gozo, cuspiria no seu cuzinho e o comeria com meu "pau delicioso". — Mordeu seu lábio inferior, descendo o rosto até estar com a boca na intimidade quente, chupando todo o gozo e abrindo suas nádegas.
— Faz isso. Faz agora. — Se abriu mais pra ele. Louis riu, cuspindo dentro do buraquinho maltratado. — Não para, tá bom? — Pediu, olhando para os olhos azuis e para o horizonte alaranjado, sorrindo grande.
Louis enfiou todo o comprimento de uma vez. Harry agarrou as unhas em suas costas, machucando sua pele. Tomlinson estocou forte, fodendo com pressão, mesmo que estivesse sendo esmagado pelas paredes. A garota se livrava do pano abaixo de si, sentindo as pedras geladas em suas costas, constatando com o calor de sua pele.
— Você vai se machucar, princesa. — Agarrou em sua coxa, forçando mais para dentro.
— Eu quero. — Brincou com seus mamilos, apertando-os. — Bate em mim, Louis. — Se contraiu contra ele, sabendo que doeria.
Tomlinson passou a arrombar o buraquinho contraído, sendo doloroso para os dois, mas extremamente prazeroso quando ele conseguiu se mover rápido. Sua mão puxou Harry para si, deixando um beijo em seus lábios, e se afastando para surrar sua bochecha com as costas da mão. Ela gemeu querendo mais.
Então, ele a proporcionou uma marca de seus dedos na pele branca. Dois de seus dedos começaram a estimular o clitóris inchadinho, sem parar seus movimentos, sem hesitar em a comer forte.
Quando Harry juntou suas mãos, apertando os dedos de Louis tão forte, ela gozou. Saía como água de si, um orgasmo forte que sujou ambos, vindo de seus olhos se fechando calmante, gemendo apenas quando sentiu seu homem gozando forte.
— Obrigada por isso. — Sussurrou cansada, encolhendo o corpo.
— Você é a melhor namorada do mundo, princesa. — Se deitou atrás dela, beijando seus ombros e pescoço.
— Namorada?
— Minha namorada. — Riu, se aconchegando no corpo e sentindo seu cheirinho.
🥛
Voltei com mais uma one! Apesar de não estar dentro das minhas expectativas, eu gostei dela. Espero que tenham gostado também, e perdão por qualquer erro. Minha caixinha para ask está aberta 🩷🌷
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