#historia oriental
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sefaradweb · 5 months ago
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Diferencias entre Judíos Ashkenazim y Sefaradim
🇪🇸 Los judíos ashkenazíes y los judíos sefardíes son dos grandes grupos dentro del pueblo judío, distinguidos principalmente por sus orígenes geográficos, tradiciones y costumbres. Los ashkenazíes provienen de Europa Central y del Este, en áreas como Alemania, Francia, Austria, y, en tiempos medievales, su tradición religiosa y cultural estuvo influenciada por la filosofía y la cultura occidental. Por otro lado, los sefardíes son los descendientes de los judíos expulsados de la Península Ibérica en 1492, y sus raíces se encuentran en España y Portugal. Este grupo se caracteriza por una mezcla de influencias españolas y árabes, sobre todo en el caso de los judíos andaluces. Además, dentro del grupo sefardí, existe una subcategoría de judíos mizrajíes, que provienen de regiones orientales como Irán, Irak, Arabia Saudita y Yemen, y cuya tradición está más cercana a la de los babilonios. A pesar de estas diferencias, todos los grupos comparten la misma base religiosa en la Torá y en el estudio del Talmud, aunque sus costumbres y ritos varían, como la forma de leer la Torá. Los ashkenazíes siguen una tradición basada en el Talmud de Jerusalén, mientras que los sefardíes lo hacen siguiendo el Talmud de Babilonia. Estas divisiones reflejan una rica diversidad dentro del pueblo judío, influenciada por su dispersión y adaptación a diferentes culturas a lo largo de la historia.
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🇺🇸 Ashkenazi Jews and Sephardic Jews are two major groups within the Jewish people, distinguished primarily by their geographic origins, traditions, and customs. Ashkenazim come from Central and Eastern Europe, from regions like Germany, France, and Austria, and in the medieval period, their religious and cultural traditions were influenced by Western philosophy and culture. In contrast, Sephardic Jews are descendants of those expelled from the Iberian Peninsula in 1492, with roots in Spain and Portugal. This group is characterized by a blend of Spanish and Arab influences, particularly in the case of the Andalusian Jews. Additionally, within the Sephardic group, there is a subcategory of Mizrahi Jews, hailing from Eastern regions such as Iran, Iraq, Saudi Arabia, and Yemen, whose traditions are closer to those of the Babylonians. Despite these differences, all groups share the same religious foundation in the Torah and the study of the Talmud, although their customs and rituals vary, such as the way they read the Torah. Ashkenazim follow a tradition based on the Jerusalem Talmud, while Sephardim follow the Babylonian Talmud. These divisions reflect the rich diversity within the Jewish people, shaped by their dispersion and adaptation to different cultures throughout history.
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overdoso · 5 months ago
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A Batalha de al-Qadisiyyah ocorreu em 636 ou 637 d.C. entre o exército árabe muçulmano e o Império Sassânida, que governou a área que hoje é o Irã entre 224 e 651 d.C. 📚
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bocadosdefilosofia · 8 months ago
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«Como es sabido, Hegel presentaba el triple paso de la dialéctica : tesis-antítesis-síntesis, en la historia universal de una manera tal que interpretaba la historia universal como un progreso de la libertad: si en Oriente uno sólo era libre y todos los demás carecían de libertad, y en Grecia sólo los habitantes de la polis eran libres mientras los demás eran esclavos, a través del Cristianismo y de la historia moderna, especialmente a través de la emancipación del tercer estado y la liberación de los campesinos, se ha llegado tan lejos que todos son libres. ¿No se ha producido de esta manera el fin de la historia? ¿Puede haber historia según Hegel después que todos han alcanzado la libertad, y qué es la historia a partir de este momento? En verdad, desde entonces la historia no ha de ser basada en un nuevo principio. El principio de la libertad es inviolable e irrenunciable. Ya no es posible para nadie sostener la falta de libertad de los hombres. Por lo tanto, ya no puede ignorarse el principio de que todos son libres. Pero, ¿significa esto que la historia ha llegado a su fin? ¿Son todos los hombres libres? ¿Son en verdad los hombres libres? ¿No consiste acaso desde entonces la historia precisamente en que el actuar histórico de los hombres tiene que hacer realidad la libertad? Obviamente con esto la historia queda remitida a la nota infinita de la apertura de sus tareas futuras y no se otorga, de manera alguna, la tranquilizante seguridad de que, en el mundo, todo está en orden.»
Hans-Georg Gadamer: La razón en la época de la ciencia. Editorial Alfa, pág. 31. Barcelona, 1981.
TGO
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gregor-samsung · 1 year ago
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" Jugábamos en dos bandos: árabes y judíos. Acababa de establecerse Israel y había guerra contra la Liga Árabe. Los niños que de verdad eran árabes y judíos sólo se hablaban para insultarse y pelear. Bernardo Mondragón, nuestro profesor, les decía: Ustedes nacieron aquí. Son tan mexicanos como sus compañeros. No hereden el odio. Después de cuanto acaba de pasar (las infinitas matanzas, los campos de exterminio, la bomba atómica, los millones y millones de muertos), el mundo de mañana, el mundo en el que ustedes serán hombres, debe ser un sitio de paz, un lugar sin crímenes y sin infamias. En las filas de atrás sonaba una risita. Mondragón nos observaba tristísimo, se preguntaba qué iba a ser de nosotros con los años, cuántos males y cuántas catástrofes aún estarían por delante. "
José Emilio Pacheco, Las batallas en el desierto; 1ª edición 1981
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despertarsabiendo · 2 days ago
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La iluminación de Buda: Cómo alcanzó la sabiduría eterna
Siddharta Gautama, más conocido como Buda, nació alrededor del año 558 a. C. en el reino de Sakya, ubicado en lo que hoy es Nepal, cerca de la India. Era hijo del rey Suddhodana y la reina Maya, aunque tristemente, esta falleció solo siete días después del parto. Por eso, Siddharta fue criado por su tía materna, Mahaprajapati, quien asumió el rol de madre desde sus primeros días. Desde pequeño…
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barbararosillo · 25 days ago
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El libro de las maravillas de Marco Polo
Estimados lectores: En este enlace podréis escuchar mi sección «La vida te da sorpresas» en el programa de Radio Andalucía Información, «Patrimonio andaluz» del día 16/03/2025. https://barbararosillo.wordpress.com/wp-content/uploads/2025/03/libro-marco-polo.mp3
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elcomunero · 25 days ago
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El libro de las maravillas de Marco Polo
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jgmail · 3 months ago
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De la utopía panárabe a la tragedia moderna de Oriente Próximo
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Por Anton Cenvint
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Nacionalismo árabe
Tras trece años de una guerra impuesta a Siria por potencias regionales e internacionales deseosas de trocear el país, el sistema pacientemente instaurado por Hafez al Assad se ha derrumbado. Termina así un gran movimiento, nacido a finales del siglo XIX, que no sólo representaba las esperanzas de varias generaciones de árabes, sino sobre todo una alternativa al islamismo.
Concebido con vistas a emanciparse de la tutela otomana y de las potencias occidentales, el nacionalismo árabe acabó siendo víctima del neo-otomano Erdogan y de sus aliados anglosajones, a través de sus apoderados. Sin embargo, es probable que la satisfacción expresada por los líderes occidentales y la prensa dominante ante esta noticia sea efímera. Es un triste eco del regocijo de periódicos como Libération y Le Monde cuando se enteraron de que Phnom Pen había caído en manos de los jemeres rojos en abril de 1975.
Los orígenes del nacionalismo árabe
Mucho se ha hablado de los regímenes árabes de inspiración nacionalista, como el Irak de Sadam Husein o la Siria de Assad padre e hijo. Por desgracia, la mayoría de los comentaristas han reflexionado poco sobre su ideología o las perspectivas que ofrecieron.
La génesis de este movimiento se remonta al siglo XIX. Era una época en la que el Imperio Otomano reinaba sobre todo Oriente Próximo y una parte importante del norte de África.
Tras la retirada del ejército francés de Egipto en 1801, un oficial otomano de origen albanés llamado Mehemet Ali fue enviado a esta provincia del imperio para restablecer el orden, cosa que hizo con gran eficacia. Pero este nuevo gobernador tenía otras ambiciones para el territorio, en particular la de emanciparse de la Sublime Puerta. Bajo su reinado, Egipto experimentó una rápida modernización, no sólo económica sino también filosófica, ya que la idea del laicismo apenas comenzaba a ser relevante.
Mehemet Ali, junto con su hijo Ibrahim, abrazó plenamente la idea de un Estado-nación que reuniera a todos los árabes desde Egipto hasta Mesopotamia. Pero, como era de esperar, esta nueva política propuesta por El Cairo fue condenada por las autoridades otomanas. Además, no fueron los únicos que se inquietaron ante este deseo de independencia. Gran Bretaña también vio en este movimiento una formidable amenaza para sus intereses. En 1848, Ibrahim Pachá, que acababa de suceder a su padre, fue derrocado por Abbas I, hostil a las ideas laicas y próximo a los círculos religiosos conservadores, pero también... a Gran Bretaña. Como señala Charles Saint-Prot, «esta hostilidad hacia el nacionalismo árabe, que aún estaba en pañales, pronto se convirtió en una constante de la política anglosajona». Estos últimos preferían un Islam político que mantuviera a sus pueblos en el oscurantismo.
De la revolución de los «Jóvenes Turcos» al despertar nacional árabe
El 14 de julio de 1889 se fundó en Constantinopla el movimiento de los Jóvenes Turcos, que tenía rituales de afiliación claramente inspirados en la masonería. En 1907 se convirtió en un partido político con el nombre de Comité de Unión y Progreso. Los Jóvenes Turcos lograron hacerse con el poder mediante una revolución en 1908-1909 con el apoyo del ejército. El sultán fue internado y sustituido por Mehmed V, cuyos poderes se redujeron considerablemente. Enver Pasha se convirtió en el nuevo hombre fuerte del país en 1913.
Las opiniones políticas de los nuevos gobernantes (nacionalismo panturanista, laicismo, política anticalifal) trastornaron la estructura misma del imperio, que ya estaba bastante enfermo y al borde del colapso: la pérdida de Bosnia-Herzegovina anexada por Austria-Hungría en 1908, Libia y la isla de Rodas tomadas por los italianos en 1912 y la independencia de Bulgaria. La situación económica no era mucho mejor. La deuda externa del imperio era gestionada directamente por los europeos, que también eran propietarios de la red ferroviaria.
En este contexto resurgió el nacionalismo árabe, esta vez no en Egipto sino en Siria, Líbano e Irak, donde se formaron sociedades secretas. Estos grupos pegaron carteles en los que se pedía el despertar árabe, el fin de la sumisión al régimen otomano y la creación de una entidad política árabe unida. Como señala Charles Saint-Prot, «el tema central era el siguiente: los Estados balcánicos habían conseguido la independencia, los árabes, cristianos y musulmanes, debían a su vez ser libres y formar un gran Estado» (1).
En 1904, Negib Azoury, cristiano francófilo del Líbano, escribió que «los árabes constituyen una sola nación que debe unirse en un nuevo Estado, separado de Turquía y que se extenderá, dentro de los límites de sus fronteras naturales, desde el valle del Tigris y del Éufrates hasta el istmo de Suez, y desde el Mediterráneo hasta el mar Arábigo. Estará gobernada por una monarquía constitucional y liberal de un sultán árabe».
Fue el mismo Azoury quien en 1907 lanzó una Liga de la Patria Árabe siguiendo el modelo de las ligas patrióticas francesas, así como un periódico mensual titulado La independencia árabe.
El primer Congreso General Árabe se celebró en París el 17 de junio de 1913. En él se reunieron cristianos y musulmanes. Además, la única referencia religiosa fue a los armenios, que ya estaban amenazados por Turquía, donde el punto 8 de la carta afirmaba que «el Congreso afirma su simpatía por las reivindicaciones de los reformistas otomanos y los armenios».
El presidente del congreso, Abdel Hamid al Zahrawi, también declaró: «En este congreso participa una proporción igual de delegados cristianos y musulmanes. La idea central es la unión de todos los árabes, independientemente de su confesión. La solidaridad religiosa es incapaz de crear unidad política. Por árabes entendemos todos los que hablan la lengua árabe sin distinción religiosa. Nuestra solidaridad es total en todos los ámbitos. Somos un solo pueblo» (2).
De la Gran Guerra a la traición inglesa
La Primera Guerra Mundial estalló en 1914. La entrada de Turquía en la guerra junto a Alemania y Austria-Hungría precipitó los acontecimientos. Bajo la fuerte presión de los británicos, se invitó a los árabes a levantarse contra el Imperio Otomano. Se contactó con el sherif Hussein de La Meca, jefe de la dinastía hachemita y guardián de los Santos Lugares del Islam. Su hijo Faisal había forjado vínculos con los círculos nacionalistas. Fue él quien negoció con los británicos las condiciones para una revuelta árabe: reconocimiento de la independencia dentro de unas fronteras que discurrían al norte desde una línea que iba de Mesrine a Amadia hasta la frontera iraní, al este a lo largo de la frontera persa hasta el Golfo, al sur hasta el océano Índico y al oeste hasta el Mediterráneo.
Al principio los británicos dudaron, pero finalmente se ordenó al Alto Comisionado británico que accediera a las peticiones. La Gran Revuelta Árabe comenzó en junio de 1916.
Lo que Sherif Hussein y el príncipe Faisal ignoraban era que los británicos y los franceses habían decidido secretamente repartirse los territorios árabes del Imperio Otomano al final del conflicto gracias al acuerdo Sykes-Picot de mayo de 1916. Del mismo modo, no tenían ni idea del destino reservado a Palestina, donde Arthur Balfour, secretario de Estado británico de Asuntos Exteriores, acababa de enviar a Lionel Walter Rothschild, principal financiero del movimiento sionista, una carta abierta en la que se declaraba a favor del establecimiento en Palestina de un «hogar nacional para el pueblo judío».
Los Aliados no cumplirían sus compromisos pasados. La Conferencia de San Remo, el 25 de abril de 1920, y el Tratado de Sèvres, en agosto del mismo año, iban a redibujar el mapa de la región. Palestina y Líbano fueron amputados de Siria. Siria y Líbano quedaron bajo mandato francés e Irak, Transjordania y Palestina bajo mandato británico.
Los colonos judíos se trasladaron a Palestina bajo la protección del ejército británico. En cuanto a Faisal, llamado a gobernar Siria por un congreso nacional, fue expulsado por las tropas del general Gouraud. Lo mismo le ocurrió a su hermano Abdallah, que nunca pudo conquistar Irak a pesar de que un congreso nacional lo había entronizado rey. En el verano de 1920 estalló una revuelta iraquí que fue ahogada en sangre por la pérfida Albión.
Como guinda del pastel, los británicos apoyaron al líder wahabí beduino Ibn Saud para que se hiciera con el control de Arabia y desbancara a Sherif Hussein y a la dinastía hachemí.
Así que fue a través de Gran Bretaña como nació Arabia Saudí, el principal respaldo financiero de los movimientos islamistas de todo el mundo. Además, Ibn Saud dio a los anglosajones garantías satisfactorias para la explotación del petróleo.
Sati al Housri y la revolución iraquí
Tras su expulsión de Siria, los británicos ofrecieron el trono de Irak a Faisal. Esta solución propuesta por Londres quería estabilizar la situación del país sin tener que recurrir a una costosa ocupación militar. A pesar del peso ejercido por el Mandato, Faisal consiguió la independencia real en 1932 y ese mismo año obtuvo el ingreso de Irak en la Sociedad de Naciones.
Para lograrlo, el Rey contó con un consejero especialmente brillante en la persona de su Ministro de Educación y Cultura, que se convertiría en uno de los principales exponentes del nacionalismo árabe: Sati al Housri.
A la muerte del rey, fue mantenido en su puesto por el nuevo soberano, Ghazi I, comprometido con las ideas nacionalistas. Pero tras el asesinato de éste por un esbirro manipulado por los británicos (una constante entre nuestros «amigos» del otro lado del Canal), Sati al Housri entró en conflicto con Noury Saïd, el nuevo Primer Ministro y peón de Londres en Iraq.
En este contexto estalló la revolución iraquí de 1941, dirigida por Rachid Ali y los oficiales del Cuadrado Dorado. Tomaron el poder en abril, pero la aventura duró poco. Irak fue invadido por el ejército británico, que estableció un gobierno a su sueldo. Rachid Ali y Sati al Housri se vieron obligados a huir del país. El primero encontró refugio en Alemania y la segunda en Líbano. No regresó a Irak hasta 1965, cuando el partido Baas dio un golpe de Estado.
En el plano doctrinal, Housri opuso claramente la visión nacionalista a la panislamista. En concreto, afirma que la identidad árabe debe tener en cuenta el periodo preislámico y todas sus aportaciones. En pocas palabras, disocia la identidad musulmana de la identidad árabe. Considera el islamismo como la negación misma del nacionalismo árabe y descarta la fusión del poder temporal y espiritual, piedra angular del pensamiento islamista.
Michel Aflak, padre del Baas
Michel Aflak, uno de los discípulos de Sati al Housri, iba a tener una influencia considerable en la escena de Oriente Próximo. Nacido en el seno de una familia cristiana ortodoxa de clase media de Damasco, el padre de Aflak era nacionalista y miembro del Bloque Nacional de Choukri al Kouatli. Como estudiante de la Sorbona, se interesó por todas las corrientes de ideas de la época, de Marx a Maurras, pasando por Proudhon y Sorel.
Fue en París donde fundó la Unión de Estudiantes Árabes de Francia con su amigo Salahedine al Bitar, musulmán sunní.
Sus reflexiones le llevaron a esta conclusión, recogida por Charles Saint-Prot, que tuvo el privilegio de hablar con él: «Está convencido de que las ideologías occidentales – marxistas, liberales o autoritarias – no son absolutas, porque cada sociedad debe encontrar sus propias respuestas a los retos que debe superar. Su interés por los pensadores europeos no le lleva, como a ciertos ideólogos árabes, a construir una teoría calcada de sus sistemas. Desconfía tanto de los dogmas importados y del pensamiento prefabricado como del pensamiento especulativo y de las ideologías. Para él, la política es una ciencia que se aplica a un cuerpo social concreto. Corresponde a cada nación concebir las soluciones que mejor correspondan a su especificidad, y estas conclusiones deben considerarse a la luz de todos los problemas. Así pues, aunque rechaza la imitación de modelos extranjeros, Aflak también condena los sistemas que se centran en un solo aspecto de las cosas: la economía, la religión o la crisis social. Por último, considera que los subnacionalismos son también respuestas incompletas, basadas la mayoría de las veces en criterios irracionales como la etnia, la afiliación religiosa o el chovinismo y susceptibles de perpetuar las divisiones instituidas por las potencias extranjeras para servir a su causa».
En 1939 fundó un grupo de reflexión llamado Renacimiento Árabe. El contexto geopolítico de la época, con la guerra en Europa, la sublevación iraquí de Rachid Ali y la penetración sionista en Palestina, facilitó mucho que se le escuchara. Afluían seguidores de todas partes.
Tras el fracaso de la revolución iraquí en mayo de 1941, los nacionalistas árabes de Siria organizaron un partido que tomó el nombre de Baath (Resurrección), que Jacques Benoist-Méchin describió como «una victoria de la inteligencia». Esta inteligencia tenía un nombre: Michel Aflak (3).
Del Egipto nasserista a la República Árabe Unida
Este impulso intelectual iba a encontrar su concreción en Egipto. El 23 de julio de 1952 un grupo de militares conocidos como los «Oficiales Libres» derrocó al rey Faruk. Una figura destacable del nuevo liderazgo era Gamal Abdel Nasser. El hombre conocido entonces como el Rais no sólo dejaría huella en la escena nacional, sino también en la internacional. En Occidente se le conoce sobre todo por la nacionalización del canal de Suez en 1956, que condujo a la desastrosa expedición franco-británica. Muy partidario de una tercera vía entre los dos bloques, Este y Oeste, Nasser participó en la conferencia de Bandung en abril de 1955 y en la fundación de los países no alineados. También denunció firmemente el Pacto de Bagdad del 24 de febrero de 1955, una especie de extensión de la OTAN en Oriente Medio.
Por otra parte, en el plano doctrinal, el nasserismo es bastante pobre. Albert Hourani escribe: «Si el Baas era una ideología convertida en fuerza política, el otro gran movimiento de la época, el nasserismo, era un régimen político que intentaba poco a poco desarrollar un sistema ideológico» (4) .
Esta carencia no le impidió convertirse en un paladín de la causa árabe. Sin embargo, no todo el mundo en la sociedad civil compartía su entusiasmo. Esto fue especialmente cierto en el caso de la Hermandad Musulmana, que nunca dejó de combatirle y de denunciar la orientación laica del régimen. También en este caso, la Hermandad se benefició de un aliado bien conocido en los círculos islamistas: Gran Bretaña.
La inspiración proporcionada por el Rais de El Cairo provocaría también importantes convulsiones en la escena internacional, empezando por Siria, donde, en octubre de 1954, los baasistas, en el marco de una amplia coalición, ganaron las elecciones. La visión común de ambos países les llevó a poner en práctica «la unidad popular entre Egipto y Siria, con el fin de realizar las aspiraciones nacionales árabes». Así nació la República Árabe Unida (RAU) el 1 de febrero de 1958. Más tarde se le unió Yemen del Norte. La reacción occidental fue brutal. En Yemen del Sur la revuelta unionista fue ahogada en sangre por los británicos y en el Líbano la intervención estadounidense obligó a los unionistas a retirarse.
Por desgracia, el experimento de la RAU quedó en nada. Las disparidades institucionales entre los dos países y los disturbios provocados en Siria por los Hermanos Musulmanes y el Partido Comunista, ambos manipulados por los servicios de inteligencia occidentales, condujeron al fracaso de esta construcción. El 13 de octubre de 1961 Siria recuperó su estatuto de Estado independiente.
El Partido Baath y la experiencia iraquí
El nuevo presidente del país era Ahmad Hasan al-Bakr, y su vicepresidente, que le sucedió en 1979, Saddam Hussein. El partido gobernante estaba dirigido por un Comando Nacional Interárabe de quince miembros, cuyo secretario general no era otro que Michel Aflak.
Se creó un comando regional en cada país donde está establecido el partido. También existió una rama palestina, que forma parte de la OLP, el Frente Árabe de Liberación. Los cristianos estaban representados en el gobierno en la persona de Tarek Aziz.
Tras asegurarse el control de los recursos petrolíferos mediante las nacionalizaciones de 1972 y 1973, el nuevo gobierno lanzó un vasto programa de desarrollo económico, social, industrial y tecnológico.
En 1973, como Vicepresidente, Saddam Hussein lanzó una amplia campaña nacional para erradicar el analfabetismo. La escolarización pasó a ser gratuita, obligatoria y laica para niños y niñas. Unicef reconoció que «Iraq ha erradicado prácticamente el analfabetismo y ha llevado la escolarización de los iraquíes a un nivel sin precedentes en Oriente Medio». En 1982, la Unesco concedió a Irak un trofeo por los esfuerzos del gobierno en favor de la alfabetización de las niñas, de las que casi el 95% estaban escolarizadas.
La Unesco explica en un informe que «el sistema educativo de Irak antes de 1991 era uno de los más eficaces de la región, con una tasa bruta de escolarización del 100% en la enseñanza primaria y un alto nivel de alfabetización para ambos sexos. La enseñanza superior era de gran calidad, sobre todo en las facultades de ciencias y tecnología, y el personal docente era competente y estaba motivado» (5).
En materia de sanidad, los logros fueron igual de importantes, ya que el Estado sufragó los gastos hospitalarios. El sistema sanitario iraquí se convirtió en uno de los más modernos y eficaces del mundo árabe.
También se reformaron los servicios públicos y la contratación se basó en el mérito. Se emprendió una revolución energética que llevó a la electrificación de todas las ciudades del país.
Sin embargo, estos avances no gustaron ni a los islamistas fundamentalistas y sus patrocinadores saudíes ni a las potencias occidentales, en primer lugar, Israel. De hecho, el Estado hebreo no acepta la idea de tener un país de estas dimensiones en sus inmediaciones.
Tres acontecimientos importantes alteraron esta tendencia ascendente: la guerra Irán/Iraq, que se prolongó durante ocho años consecutivos, el bombardeo por Israel, en junio de 1981, de la central nuclear de Osirak, construida por Francia, y, por último, la guerra del Golfo.
La Guerra del Golfo o la muerte del experimento iraquí
La cuestión aquí es si Irak cayó en una trampa. A raíz de una disputa petrolera con su vecino, Irak invadió Kuwait el 2 de agosto de 1990. Sin embargo, como señala el geopolítico Alexandre del Valle «existe ahora un consenso general en que la invasión iraquí de Kuwait fue alentada por la CIA y el Departamento de Estado, a través de John Kelly, Subsecretario de Estado para Oriente Medio, y April Glaspie, Embajadora de Estados Unidos. Ambos funcionarios estadounidenses dieron a entender de hecho que Estados Unidos no respondería a una invasión de Kuwait» (6).
El general Salvan recuerda las palabras exactas que se utilizaron: «No tenemos opinión sobre conflictos interárabes como su disputa fronteriza con Kuwait. Se trata de una vieja regla que James Baker encargó a su portavoz que confirmó» (7), declarando Glaspie el 25 de julio de 1990, cuando fue consultada por Saddam Hussein, que quería conocer la posición de Washington sobre el riesgo de un enfrentamiento militar con Kuwait.
John Kelly fue aún más lejos, al declarar ante la Cámara de Representantes, el 31 de julio, dos días antes de la ofensiva iraquí, que «el régimen iraquí avanza en la buena dirección y que Estados Unidos no se había comprometido a defender Kuwait en caso de agresión».
Dos días después, la trampa se cerró sobre el Irak baasista. Estados Unidos desplegó una formidable armada con vistas a aniquilar Irak. A la vista de los objetivos, no se trataba simplemente de liberar Kuwait, sino de devolver Iraq a la Edad de Piedra destruyendo metódicamente su infraestructura económica, industrial y científica.
Sin embargo, el fin del conflicto en sí no significa el fin de la pesadilla, ya que un severo embargo ha provocado la muerte de no menos de 800.000 civiles, la mayoría de ellos niños, desnutridos o inutilizados por falta de equipos y medicinas.
Preguntada al respecto en el programa 60 Minutes de la CBS el 12 de mayo de 1996, cuando era embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Madeleine Albright se enfrentó a esta pregunta: «Hemos oído que han muerto medio millón de niños. Son más niños muertos que en Hiroshima. ¿Mereció la pena?» Su respuesta fue: «Creo que es una elección muy difícil, pero el precio... Creo que valió la pena [...] tenemos que ser multilaterales cuando podamos y unilaterales cuando debamos».
Por último, los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 sirvieron de pretexto a Estados Unidos y a sus nuevos dirigentes neoconservadores para acabar con la idea misma del nacionalismo árabe, al menos en Irak, y remodelar la región a su antojo. El 20 de marzo de 2003, con el falso pretexto de las supuestas armas iraquíes de destrucción masiva, George W. Bush lanzó la Operación Libertad Iraquí. Con el derrocamiento de Sadam Husein y el desmantelamiento del partido Baas, Irak se sumió en la niebla. La resistencia inicial del pueblo iraquí a los invasores se saldó con una terrible guerra civil entre chiíes y suníes, seguida del auge de organizaciones islamistas que dieron origen a Daesh y al Estado Islámico.
La experiencia siria
La rama siria del Baath tomó el poder en febrero de 1963. Sin embargo, importantes fricciones internas desestabilizaron el nuevo régimen y al propio partido, impidiéndole llevar a cabo las reformas necesarias. También se produjo una creciente ruptura entre los militares neobaasistas y los civiles baasistas de la vieja escuela, ya que los primeros criticaban a los segundos por su orientación demasiado socialista. Al final, fueron los militares quienes triunfaron en noviembre de 1970, llevando a Hafez al-Assad al poder.
Siguiendo el ejemplo de Irak, el país emprendió importantes reformas internas, reforzando sus instituciones, reabriendo el parlamento y adoptando una constitución. También se tomaron medidas correctivas para modificar las políticas económicas socialistas consideradas demasiado radicales.
Sin embargo, los islamistas, en particular los Hermanos Musulmanes, que gozaban de un amplio apoyo en el extranjero, se opusieron activamente a la política laica del país. Organizaron una serie de levantamientos y revueltas entre 1976 y 1982. La insurrección fue finalmente aplastada en 1982 en la ciudad de Hamah.
En el plano doctrinal, el régimen de Hafez el-Assad se alejó de la ideología panárabe. Rompiendo con la rama iraquí del partido expresó una clara tendencia a acercarse al Irán de Jomeini en la década de 1980 en contra de su «hermano iraquí». Fue una opción geopolítica que iba a aislar a Siria del mundo árabe durante mucho tiempo. Lo mismo puede decirse de la implicación de Siria en la guerra civil libanesa.
Aunque la llegada de Bashar al-Assad al poder en julio de 2000 abrió nuevas perspectivas, el contexto geopolítico ha cambiado considerablemente. A pesar de las insinuaciones del nuevo rey de Damasco, Siria está en el ojo del huracán. La Casa Blanca estaba en manos de los neoconservadores, que pretenden remodelar la región. En septiembre de 2003, el general estadounidense Wesley Clark declaró que «ya en noviembre de 2001, Washington tenía un plan de intervención militar en Oriente Medio, con la invasión de Irak como único paso. [...] En 2001, Estados Unidos tenía un plan militar de cinco años para intervenir en Irak, pero también en otros países de la región como Líbano, Siria, Irán, Somalia y Sudán» (8).
Siria no estaba directamente bajo el fuego del ejército estadounidense, pero se enfrentaba a una guerra de cuarta generación. Este concepto, acuñado por William Lind, implica una guerra a largo plazo que utiliza el terrorismo como guerra asimétrica, apoyándose en una base transnacional altamente descentralizada, al tiempo que desarrolla la guerra psicológica y la subversión mediante la manipulación de los medios de comunicación. Cualquier observador atento de la guerra civil siria verá que todos estos elementos forman parte del patrón que se está aplicando en Siria.
Según el Foro Social Mundial, antes de la guerra que comenzó en 2011, Siria no tenía deuda pública, préstamos sin intereses, además de sanidad y educación gratuitas. Todo esto es ahora un recuerdo lejano. El nacionalismo árabe también es un viejo sueño, la única alternativa creíble al fundamentalismo islámico suní, que ahora corre el riesgo de arrasar la región y dividirla en favor de una Turquía neo-otomana y un Gran Israel libre de sus competidores regionales. En su discurso en Sakarya, el presidente turco Erdogan declaró su intención de volver a las líneas fronterizas surgidas de la Primera Guerra Mundial. «Es muy probable que lo que llamamos Alepo, lo que llamamos Idlib, lo que llamamos Hama, lo que llamamos Damasco, lo que llamamos Raqqa, se conviertan en nuestras provincias, como Antep, como Hatay, como Urfa». Estas palabras se hacen eco de las del ministro israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, que dijo que Israel debería extenderse hasta Damasco.
Notas:
1. Le nationalisme arabe (1995) – Charles Saint-Prot
2. Le réveil de la nation arabe dans l’Asie turque (1904) – Negib Azoury
3. Un printemps arabe (1958) – Jacques Benoist-Méchin
4. Histoire des peuples arabes (1993) – Albert Hourani
5. Archive.wikiwix.com
6. Islamisme et Etats-Unis, une alliance contre l’Europe (1997) – Alexandre del Valle
7. La paix et la guerre, introduction générale aux problèmes de défense et de stratégie – Général J. Salvan
8. L’Orient Le Jour – 23 septembre 2003
Fuente: https://www.voxnr.fr/de-lutopie-panarabe-a-la-tragedie-moderne-du-moyen-orient
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elchicletv · 3 months ago
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Invierte en el futuro_ un proyecto ecológico
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sefaradweb · 5 months ago
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China y el Lejano Oriente en el relato de Benjamín de Tudela (siglo xii). Realidades y fantasías
🇪🇸 Benjamín de Tudela, un viajero judío del siglo XII, realizó un extenso recorrido entre 1165 y 1173, documentando en su obra Séfer Masa’ot (Libro de los Viajes) una gran cantidad de información sobre diversas culturas, religiones y geografías, desde Bagdad hasta lugares remotos de Asia Central, India, Tíbet y China. En su relato, destaca no solo la descripción de las rutas comerciales centroasiáticas y los centros de intercambio como Samarcanda, sino también la presencia de comunidades judías en Kaifeng (China) y las interacciones con otras culturas. Sin embargo, sus observaciones mezclan hechos reales y mitos, dando pie a la creación de fantasías sobre criaturas y lugares lejanos. La influencia de las rutas comerciales de los Radanitas, los mercaderes judíos que conectaban Europa y Asia, es crucial en sus relatos. A través de su obra, Benjamín contribuyó al conocimiento europeo sobre Oriente y dejó una huella significativa en la documentación histórica y cultural de su tiempo. Las descripciones sobre China y sus mitos, aunque muchas veces imprecisas, reflejan el asombro ante culturas distantes y misteriosas.
🇺🇸 Benjamin de Tudela, a 12th-century Jewish traveler, undertook an extensive journey between 1165 and 1173, documenting in his work Sefer Masa’ot (Book of Travels) a wealth of information about various cultures, religions, and geographies, from Baghdad to remote places in Central Asia, India, Tibet, and China. His account highlights not only the description of Central Asian trade routes and exchange hubs like Samarkand, but also the Jewish communities in Kaifeng (China) and interactions with other cultures. However, his observations blend real facts with myths, leading to the creation of fantasies about creatures and distant places. The influence of the Radhanite trade routes, Jewish merchants who connected Europe and Asia, is crucial in his narratives. Through his work, Benjamin contributed to European knowledge of the East and left a significant mark on the historical and cultural documentation of his time. His descriptions of China and its myths, though often inaccurate, reflect the awe towards distant and mysterious cultures.
Magdalena Mironesko, A., & Magdalena Nom de Déu, J. R. (2018). Xina i l’Orient Llunyà en el relat de Benjamín de Tudela (segle XII). Realitats i fantasies. Quaderns De Filologia - Estudis Literaris, 23, 143–156. https://doi.org/10.7203/qdfed.23.13467
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studiova · 7 months ago
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actuallynotes · 1 year ago
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 LA VERDADERA HISTORIA DE LOS REYES MAGOS DE ORIENTE
La verdadera historia de los Reyes Magos de Oriente fue escrita hacia el año 70 después de Cristo en arameo.
Ese texto no se ha conservado, pero ha llegado hasta nosotros porque fue traducido al griego, que era el idioma más utilizado en la época en la cuenca del Mediterráneo. La Historia de los Reyes Magos se encuentra en el Evangelio según San Mateo (2,1-12).
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batesphilip19 · 1 year ago
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“Trasfondo Histórico del Conflicto Israelí-Palestino: Raíces de un Enfrentamiento Centenario” El conflicto entre israelíes y palestinos, que ha perdurado a lo largo de décadas, tiene sus raíces en una historia compleja y multifacética. Para comprender plenamente la naturaleza de este enfrentamiento, es esencial explorar sus orígenes históricos, que se remontan al siglo XIX, por no extendernos…
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sonsofks · 2 years ago
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Enfréntate a la brutalidad y el heroísmo en War Mongrels Renegade Edition para PlayStation 5
¡La edición especial de War Mongrels pinta un retrato del Frente Oriental en la Segunda Guerra Mundial! Madrid, España – 30 de mayo de 2023. El destacado editor Meridiem Games se complace en anunciar que la edición especial en caja, Renegade Edition, de War Mongrels ya está disponible para PlayStation 5 en tiendas especializadas europeas. Desarrollado y distribuido digitalmente por Destructive…
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sheliach · 1 month ago
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Canal de Xabier.
Viernes 7 de Marzo de 2025.
Debate: A 17 meses de la guerra.
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jgmail · 10 months ago
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El hundimiento del sionismo
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Por Ilan Pappe
El asalto de Hamás del 7 de octubre puede compararse a un terremoto que sacude un viejo edificio. Las grietas ya empezaban a aparecer, pero ahora son visibles en sus mismos cimientos.
Más de 120 años después de su creación, ¿podría el proyecto sionista en Palestina -la idea de imponer un Estado judío en un país árabe, musulmán y de Oriente Medio- enfrentarse a la perspectiva del colapso? Históricamente, una plétora de factores puede hacer zozobrar a un Estado. Puede ser el resultado de constantes ataques de países vecinos o de una guerra civil crónica. Puede seguir al desmoronamiento de las instituciones públicas, que se vuelven incapaces de prestar servicios a los ciudadanos. A menudo comienza como un lento proceso de desintegración que cobra impulso y luego, en poco tiempo, derrumba estructuras que antes parecían sólidas y firmes.
La dificultad reside en detectar los primeros indicadores. Aquí argumentaré que éstos son más claros que nunca en el caso de Israel. Estamos asistiendo a un proceso histórico -o, para ser más exactos, al comienzo de uno- que probablemente culminará con la caída del sionismo. Y, si mi diagnóstico es correcto, también estamos entrando en una coyuntura especialmente peligrosa. Porque una vez que Israel se dé cuenta de la magnitud de la crisis, desatará una fuerza feroz y desinhibida para intentar contenerla, como hizo el régimen del apartheid sudafricano durante sus últimos días.
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Un primer indicador es la fractura de la sociedad judía israelí. En la actualidad se compone de dos campos rivales incapaces de encontrar un terreno común. La fractura tiene su origen en las anomalías de la definición del judaísmo como nacionalismo. Mientras que la identidad judía en Israel ha parecido a veces poco más que un tema de debate teórico entre facciones religiosas y laicas, ahora se ha convertido en una lucha por el carácter de la esfera pública y del propio Estado. Esta lucha no sólo se libra en los medios de comunicación, sino también en las calles.
Un bando puede denominarse el «Estado de Israel». Está formado por judíos europeos y sus descendientes, más laicos, liberales y, en su mayoría, aunque no exclusivamente, de clase media, que contribuyeron decisivamente a la creación del Estado en 1948 y siguieron siendo hegemónicos en él hasta finales del siglo pasado. No se equivoquen, su defensa de los «valores democráticos liberales» no afecta a su compromiso con el sistema de apartheid que se impone, de diversas formas, a todos los palestinos que viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Su deseo básico es que los ciudadanos judíos vivan en una sociedad democrática y pluralista de la que estén excluidos los árabes.
El otro bando es el «Estado de Judea», que se desarrolló entre los colonos de la Cisjordania ocupada. Goza de crecientes niveles de apoyo dentro del país y constituye la base electoral que aseguró la victoria de Netanyahu en las elecciones de noviembre de 2022. Su influencia en las altas esferas del ejército y los servicios de seguridad israelíes crece exponencialmente. El Estado de Judea quiere que Israel se convierta en una teocracia que se extienda por toda la Palestina histórica. Para lograrlo, está decidido a reducir el número de palestinos al mínimo y contempla la construcción de un Tercer Templo en lugar de al-Aqsa. Sus miembros creen que esto les permitirá renovar la era dorada de los Reinos Bíblicos. Para ellos, los judíos laicos son tan herejes como los palestinos si se niegan a unirse a este empeño.
Los dos bandos habían empezado a enfrentarse violentamente antes del 7 de octubre. Durante las primeras semanas tras el asalto, parecieron dejar de lado sus diferencias frente a un enemigo común. Pero esto era una ilusión. Los enfrentamientos callejeros se han reavivado, y es difícil ver qué podría propiciar la reconciliación. El resultado más probable ya se está produciendo ante nuestros ojos. Más de medio millón de israelíes, adscritos al «Estado de Israel», han abandonado el país desde octubre, lo que indica que el país está siendo engullido por el Estado de Judea. Se trata de un proyecto político que el mundo árabe, y tal vez incluso el mundo en general, no tolerarán a largo plazo.
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El segundo indicador es la crisis económica de Israel. La clase política no parece tener ningún plan para equilibrar las finanzas públicas en medio de perpetuos conflictos armados, más allá de depender cada vez más de la ayuda financiera estadounidense. En el último trimestre del año pasado, la economía se desplomó casi un 20%; desde entonces, la recuperación ha sido frágil. Es poco probable que la promesa de Washington de 14.000 millones de dólares revierta esta situación. Por el contrario, la carga económica no hará sino empeorar si Israel sigue adelante con su intención de entrar en guerra con Hezbolá, al tiempo que incrementa la actividad militar en Cisjordania, en un momento en que algunos países -entre ellos Turquía y Colombia- han empezado a aplicar sanciones económicas.
La crisis se agrava aún más por la incompetencia del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que canaliza constantemente dinero hacia los asentamientos judíos de Cisjordania, pero que por lo demás parece incapaz de dirigir su departamento. El conflicto entre el Estado de Israel y el Estado de Judea, junto con los acontecimientos del 7 de octubre, está provocando entretanto que parte de la élite económica y financiera traslade su capital fuera del Estado. Los que se plantean trasladar sus inversiones constituyen un parte significativa del 20% de israelíes que pagan el 80% de los impuestos.
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El tercer indicador es el creciente aislamiento internacional de Israel, a medida que se convierte gradualmente en un Estado paria. Este proceso comenzó antes del 7 de octubre, pero se ha intensificado desde el inicio del genocidio. Se refleja en las posiciones sin precedentes adoptadas por la Corte Internacional de Justicia y el Tribunal Penal Internacional. Anteriormente, el movimiento mundial de solidaridad con Palestina fue capaz de galvanizar a la gente para que participara en iniciativas de boicot, pero no consiguió avanzar en la perspectiva de sanciones internacionales. En la mayoría de los países, el apoyo a Israel seguía siendo inquebrantable entre la clase dirigente política y económica.
En este contexto, las recientes decisiones de la CIJ y la CPI -que Israel puede estar cometiendo genocidio, que debe detener su ofensiva en Rafah, que sus dirigentes deben ser detenidos por crímenes de guerra- deben verse como un intento de tener en cuenta las opiniones de la sociedad civil mundial, en lugar de un mero reflejo de la opinión de las élites. Los tribunales no han aliviado los brutales ataques contra la población de Gaza y Cisjordania. Pero han contribuido al creciente coro de críticas al Estado israelí, que cada vez proceden más de arriba y de abajo.
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El cuarto indicador, interconectado, es el cambio radical que se ha producido entre los jóvenes judíos de todo el mundo. Tras los acontecimientos de los últimos nueve meses, muchos parecen ahora dispuestos a deshacerse de su conexión con Israel y el sionismo y participar activamente en el movimiento de solidaridad con Palestina. Las comunidades judías, especialmente en Estados Unidos, proporcionaron en su día a Israel una inmunidad efectiva frente a las críticas. La pérdida, o al menos la pérdida parcial, de este apoyo tiene importantes implicaciones para la posición mundial del país. El AIPAC puede seguir contando con la ayuda de los sionistas cristianos y con el apoyo de sus miembros, pero no será la misma organización formidable sin un importante electorado judío. El poder del lobby se está erosionando.
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El quinto indicador es la debilidad del ejército israelí. No cabe duda de que las IDF siguen siendo una fuerza poderosa con armamento de vanguardia a su disposición. Sin embargo, sus limitaciones quedaron al descubierto el 7 de octubre. Muchos israelíes consideran que el ejército tuvo mucha suerte, ya que la situación podría haber sido mucho peor si Hezbolá se hubiera unido en un asalto coordinado. Desde entonces, Israel ha demostrado que depende desesperadamente de una coalición regional, liderada por Estados Unidos, para defenderse de Irán, cuyo ataque de advertencia en abril supuso el despliegue de unos 170 aviones no tripulados, además de misiles balísticos y guiados. Más que nunca, el proyecto sionista depende de la rápida entrega de enormes cantidades de suministros por parte de los estadounidenses, sin los cuales ni siquiera podría luchar contra un pequeño ejército guerrillero en el sur.
La población judía del país percibe ahora de forma generalizada la falta de preparación y la incapacidad de Israel para defenderse. Esto ha provocado una gran presión para que se elimine la exención militar de los judíos ultraortodoxos, en vigor desde 1948, y se empiece a reclutar a miles de ellos. Esto apenas cambiará las cosas en el campo de batalla, pero refleja la magnitud del pesimismo sobre el ejército, que, a su vez, ha profundizado las divisiones políticas dentro de Israel.
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El último indicador es la renovación de la energía entre la generación más joven de palestinos. Está mucho más unida, orgánicamente conectada y tiene más claras sus perspectivas que la élite política palestina. Dado que la población de Gaza y Cisjordania es una de las más jóvenes del mundo, esta nueva cohorte tendrá una inmensa influencia en el curso de la lucha de liberación. Los debates que están teniendo lugar entre los grupos de jóvenes palestinos muestran que están preocupados por establecer una organización genuinamente democrática -ya sea una OLP renovada o una nueva- que persiga una visión de la emancipación que sea antitética a la campaña de la Autoridad Palestina por el reconocimiento como Estado. Parecen preferir la solución de un Estado al desacreditado modelo de dos Estados.
¿Serán capaces de dar una respuesta eficaz al declive del sionismo? Es una pregunta difícil de responder. El colapso de un proyecto de Estado no siempre va seguido de una alternativa más brillante. En otros lugares de Oriente Próximo -en Siria, Yemen y Libia- hemos visto lo sangrientos y prolongados que pueden ser los resultados. En este caso, se trataría de una descolonización, y el siglo pasado ha demostrado que las realidades poscoloniales no siempre mejoran la condición colonial. Sólo la solidez y entidad de los palestinos puede hacernos avanzar en la dirección correcta. Creo que, tarde o temprano, una fusión explosiva de estos indicadores tendrá como resultado la destrucción del proyecto sionista en Palestina. Cuando esto ocurra, debemos esperar que un robusto movimiento de liberación llene el vacío.
Durante más de 56 años, lo que se denominó «proceso de paz» -un proceso que no llevaba a ninguna parte- fue en realidad una serie de iniciativas estadounidense-israelíes a las que se pedía a los palestinos que reaccionaran. Hoy, «paz» debe sustituirse por descolonización, y los palestinos deben poder articular su visión de la región, y a los israelíes se les debe pedir que reaccionen. Sería la primera vez, al menos en muchas décadas, que el movimiento palestino tomara la iniciativa de exponer sus propuestas para una Palestina poscolonial y no sionista (o como quiera que se llame la nueva entidad). Al hacerlo, probablemente mirará a Europa (quizás a los cantones suizos y al modelo belga) o, más acertadamente, a las antiguas estructuras del Mediterráneo oriental, donde los grupos religiosos secularizados se transformaron gradualmente en grupos etnoculturales que convivían en el mismo territorio.
Tanto si a la gente le agrada la idea como si le aterra, el colapso de Israel se ha convertido en algo previsible. Esta posibilidad debería influir en el debate a largo plazo sobre el futuro de la región. Se impondrá en la agenda a medida que la gente se dé cuenta de que el intento de un siglo, liderado por Gran Bretaña y luego por Estados Unidos, de imponer un Estado judío en un país árabe está llegando lentamente a su fin. Tuvo el éxito suficiente para crear una sociedad de millones de colonos, muchos de ellos ahora de segunda y tercera generación. Pero su presencia sigue dependiendo, como cuando llegaron, de su capacidad para imponer violentamente su voluntad a millones de indígenas, que nunca han renunciado a su lucha por la autodeterminación y la libertad en su tierra natal. En las próximas décadas, los colonos tendrán que abandonar este planteamiento y mostrar su voluntad de vivir como ciudadanos iguales en una Palestina liberada y descolonizada.
Fuente original: https://newleftreview.org/sidecar/posts/the-collapse-of-zionism
Traducido y publicado: https://rafaelpoch.com/2024/06/23/el-hundimiento-del-sionismo/
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