#hablar como un nativo
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elbiotipo · 2 months ago
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eu biotipo, sabés que vengo viendo tus posts desde hace rato y siempre me pregunto cómo haces para manejar un inglés tan bueno!! literalmente parecés nativo por la manera en que te expresás y artículas las oraciones. yo hace poco terminé mis clases de inglés sin embargo no siento tener la fluidéz que quisiera, tenés algunos tips para dar? ya sea en el tema de habla o escritura. btw sos un rincón del internet del que aprendo mucho!!
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Creo que lo dije algunas veces pero yo no tengo idea como aprendí inglés! Lo aprendí de chico autodidacta con manuales de inglés y diccionarios que tenía en mi casa (mi familia vendió libros por un tiempo lo cual explica mucho) y después simplemente jugando juegos y leyendo páginas y asociando cosas con cosas. Realmente no estoy seguro de como aprendí inglés porque no conozco a nadie que haya tenido mi experiencia.
El único consejo que te puedo dar es que, sí tuviste clases de inglés, significa que ya manejás lo básico del idioma. Metete de lleno a leer artículos en inglés de lo que te guste, Wikipedia (la mayor parte de lo que leo en inglés es en Wikipedia), jugar juegos en inglés, leer literatura (incluso fanfics), etc. Y después mandarse a escribir. Yo creo que aprendí a escribir en inglés por años y años que pasé en foros donde es más escribir que otra cosa (Tumblr me resulta muy cómodo por eso, acá se escribe).
En cuanto a hablar, yo no soy muy bueno hablando porque tengo poca práctica, pero una cosa que resulta es cantar en voz alta canciones en inglés, poco a poco vas aprendiendo la pronunciación.
Esto también sirve para otros idiomas, por ejemplo, escuchar canciones en italiano me ayudó mucho con la pronunciación (aunque no puedo decir que sé italiano)
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jartita-me-teneis · 8 months ago
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Los nativos Cherokee tienen un ritual muy especial a través del cual los niños pasan a ser adultos.
Cuando el niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va, dejándolo solo.
El joven tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda de los ojos hasta que los rayos del sol brillan de nuevo al amanecer.
Él no puede pedir auxilio a nadie. Pero una vez que sobrevive esa noche, ya es un hombre. Esta es una experiencia personal y el joven tiene prohibido comentar o hablar de su vivencia con los demás chicos.
Durante la noche, como es natural, el joven está aterrorizado.
Él puede oír toda clase de ruidos: bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan... o quizás, hasta algún humano que puede hacerle daño.
Escucha el viento soplar y la hierba crujir, pero debe permanecer sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que esta es la única manera en que puede llegar a ser
un hombre ante los ancianos de su tribu. Finalmente, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda... es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él.
Su padre no se ha separado de su lado ni siquiera un instante, velando durante la noche en silencio, listo para proteger a su hijo de cualquier peligro sin que él se dé cuenta.
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rubimoon45 · 2 months ago
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DELICIOUS TEMPTATION ON A COLD HEART
-Ran Haitani x fem!reader
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/ You can traslate to your lenguage if you want to dead it /
Words: 16,3 k
Synopsis: the Haitani´s Empire is wealthy and powerwful over all Roppongi. Bonten is dangerous than ever.
First chapter, Second chapter, third chapter, fourth chapter, five chapter _Masterlist_
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Ran Haitani era su prometido a los veintidós años.
A Hope Wägner le gustaba la pintura. Le gustaba retratar la realidad a través de sus ojos, aunque fuera en paisajes angustiosos y espacios abarrotados, que era como se sentía cuando las emociones la inundaban y sumían en una profunda tristeza. Su familia vivía en una residencia japonesa tradicional, descendientes de unos inmigrantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial que se instalaron ahí para hacer fortuna evitando directamente el conflicto; nadie les dijo que poco más tarde las dos bombas atómicas golpearían las islas vecinas, pero ellos se asentaban en la capital, en la isla grande, entonces no tuvieron problemas. Aunque de juntaron con nativos y legitimaron su presencia en diferentes generaciones, los Wägner no seguían la cultura y costumbres japonesas. Lo único a lo que eran cercanos era a la comida con palillos, las tradiciones más conservadoras para algunos casos y la lengua; lo demás, era pura fachada. Eso sí, dejaron de hablar alemán cuando su bisabuelo, el fundador, decidió que era una pérdida de tiempo cuando el inglés ya estaba asentado y Alemania ya no era más que una potencia mundial dentro del continente europeo.
Fuera lo que fuese, les gustaba recordarle a los demás quiénes eran. Aunque vivieran en una residencia con toda la organización al estilo japonés, con tatami y todo, solo seguían las costumbres para momentos muy específicos. Celebraciones de aniversarios, acontecimientos,... Todo lo que envolviera a la entrada de otras personas en el hogar. Su hermana pequeña y ella habían recibido una estricta educación, conservadora y muy rígida en cuanto a sus responsabilidades para el futuro.
Una vez estuvo comprometida con un hombre más anciano que ella, pero el compromiso fue rechazado por la otra parte por conflicto de intereses. Podría decirse que su hermana siempre había sido la favorita, y cuando llegó enseguida una propuesta de matrimonio para ella, pronto la aceptaron. Ella estuvo radiante en su boda, con su kimono tradicional y el intercambio de alianzas y presentes, a pesar de la sonrisa burlona que le estuvo lanzando durante todo el proceso. Hope estaba acostumbrada a eso, a que su hermana se burlase en silencio de ella cuando había gente y a la cara cuando estaban solas, sabiendo que no respondería porque siempre tenía las de ganar. Pero lo que Hope supo en esa celebración es que su hermana no quería casarse, pero no le quedaba opción porque, ya con el rechazo de la propuesta de matrimonio a Hope y el enfado de su padre, no le quedaban muchas opciones. Era eso, o casarse directamente con el antiguo prometido de Hope, lo cual era clara ofensa a su orgullo.
En esa boda también conoció a varias personas. No muy interesantes, pero algunos divertidos. En el fondo, esperaba que sufriera lo que ella se había guardado desde que su madre la abandonó en esa cárcel.
Al año siguiente, le llegó a ella una propuesta. Esta vez, de una persona a quien su padre conocía estrechamente por los negocios que llevaban en la capital y la costa norte del país. No sabía el qué, pero dudaba de que su madrastra supiera sus planes por la cara que puso cuando el hombre se presentó en la residencia familiar. Resultó ser la primera opción a prometido de su hermana... Con lo cual las cosas ya empezaban mal. ¿Por qué un primer hijo querría casarse ahora con la segunda hermana, aunque fuera la mayor, y encima la bastarda? El destino era cruel, y cuando Hope tenía la oportunidad de vivir su vida sin estar atada a otro hombre, su mano quedaba entregada a otro. Lo único que le dijo cuando la vio, en el jardín interior, fue que se lavase las manos cuando él estuviera cerca; en ese momento, las tenía manchadas de pintura seca por los dedos y las palmas.
Hope supo que lo odiaría
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Se convirtió en su marido al año siguiente.
Los preparativos de la boda fueron rápidos. Muy rápidos. Una diseñadora le tomó las medidas y ese mismo día tenía el vestido listo, de estilo occidental en vez de tradicional; más tarde se enteraría que era un vestido de alquiler. Por supuesto, su madrastra no iba a gastarse el mismo dinero en ella que en su hija biológica, que estuvo radiante en su boda, la primera de las dos hermanas, y su hermana bastarda no iba a arruinarlo todo por ser ahora la segunda opción de aquel hombre.
Su padre le explicó que el matrimonio era un contrato un día en su despacho, sin andarse con rodeos, y le contó que era de sumancia importancia que no se divorciara. Más bien, la amenazó: si rompía el matrimonio, si él proponía el divorcio, se iban a encargar personalmente de ella y moldearla para su siguiente marido. También le habl�� de la importancia de que tuviera un hijo que uniera a los Wägner indefinidamente con la familia Haitani, pero de eso escuchó poco más que lo importante.
Sabía que su familia la odiaba, pero no se imaginaba que tanto como para matarla a palos y casarla con el primer hombre que la viera mínimamente atractiva. Claro, que la educación que ellas siempre tuvieron fue conservadora y enfocada en la reproducción del linaje. Al final, los Wägner tenían como descendientes directos dos mujeres; no les quedaba otra que extenderse a las familias más importantes. Los Haitani debían de ser dioses para que incluso su padre agachara la cabeza al ver a su prometido en la boda.
No hubo noche de bodas. Ran lo dejó claro cuando entró en la habitación y la miró, sentada en la cama con el vestido de novia aún puesto y los ojos clavados en el suelo. Hubo un momento, muy corto, que ella lo miró por voluntad, y fue para verlo quitarse la chaqueta del traje... No mentiría al decir que tuvo miedo de lo que podía hacerle. De lo que podía pasar en esa habitación con ellos dos solos... Pero Ran solo la cogió de la barbilla, forzándola a mirarle, y le examinó la cara el tiempo suficiente como para que ella supiera que las segundas opciones eran válidas, pero no suficientes. Después de eso, la soltó, le dijo cuatro palabras, y se marchó cerrando la puerta.
Su primera noche como casada, entonces, fue ella durmiendo sola.
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Ran Haitani le daba miedo.
A los dos años de matrimonio, supuso que la visión de su padre sobre ella debía de ser meramente satisfactoria de no ser por el hecho de que todavía no habían noticias de un embarazo. De cualquier forma, no intentó ponerse en contacto con ella desde la boda... Y si lo hizo, sus guardaespaldas, pagados por Ran, hacían un buen trabajo protegiéndola aunque fuera de una persona que estaba atada a ella por sangre.
La habitación de Ran siempre estaba cerrada, como si no quisiera enseñarle al mundo lo que había detrás de esa puerta de madera pintada y pulida de blanco. La realidad era distinta. No quería enseñarle a ella lo que había al otro lado. ¿Por qué iba a esforzarse sino a evitarla por completo? Una forma de decirle que no husmease ni en su despacho en su dormitorio; traducido a que nunca tendría la necesidad de verlo.
Lo único bueno de ese matrimonio eran dos cosas:
La primera, es que tenía su propio estudio de arte en la casa, en la planta de abajo del apartamento. Ahí guardaba todo el material de estudio que necesitaba, desde libros de arte hasta sus cuadros y pinturas. Un regalo de bodas, le dijo una vez Ran al poco tiempo de casarse. En una de sus pocas conversaciones.
Y segundo, no veía a su marido tan a menudo. Al parecer, su trabajo le obligaba a estar fuera el tiempo suficiente como para que ella viviera su vida y él la suya. Tal vez fuera lo mejor, dado que tampoco se esforzaba en llamarla o en hacer que alguien del servicio le informase de sus movimientos, por lo que tenía entendido.
Pero lo que realmente le daba miedo de Ran Haitani era su imprevisibilidad. Siempre aparecía cuando ella pensaba que iba a estar en otro lado más tiempo. Pareciera como si quisiera sorprenderla hasta el punto de provocarle un infarto. Una vez, ella se había dormido en el sofá del apartamento, que no tenía más paredes que las necesarias y todo estaba abierto y conectado, y él la había despertado pensando que iba a estar solo y casi aplastado. Hope casi lo mató. Otras veces simplemente aparecía y la ignoraba tanto como una persona cortante podía hacer, pasando por el lado de ella sin decirle nada y marchándose. Tal vez también fuera lo mejor, para no encariñarse con alguien que no se esforzaba por su parte en hacer que aquello funcionara.
Aparte de que la ignoraba, no la trataba mal con su vacío y su apenas interés sobre ella. Se olvidaba de que existía y vivían en la misma casa. No sería la primera vez que escuchaba una conversación entre dos guardaespaldas que pensaban que estaban solos, pero ella estaba escondida en alguna zona para alcanzarlos, sobre los horarios de ambos y que iban a chocar por un malentendido entre sus protectores. Desde el primer momento en el que se casó, le dejaron claro que el trabajo de Ran era más importante que aquel juego de familias.
Él lo demostró con esplendor el resto de su matrimonio.
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Ran Haitani una vez le regaló un ramo de rosas... Pero porque se equivocó de dirección.
A Hope le gustaba sentarse por las mañanas en la mesa del comedor a desayunar y a leer las noticias del mundo del arte y la restauración. Más que una asignatura de sus estudios, era ya una costumbre.
También solía ser una costumbre que lo hiciera todo sola. Desde la hora en la que se levantaba, se arreglaba para ir a continuar sus estudios en la universidad acompañada de la seguridad que la protegía y regresaba para cenar hasta acostarse. Todo muy mecánico. En dos años de matrimonio, en ningún momento había compartido nada con su marido. Y por alguna razón, el grito de la criada prominente de la cocina la sorprendió.
-¡Señora, mire!
Tontamente se acercó, y las examinó. Eran rosas rosas, que por la apariencia parecían recién recogidas por la brillantez de sus pétalos. ¿Habían floristerías especializadas en eso? ¿Cómo era posible que pudieran cuidarse las flores y mantenerlas en ese estado? Hope ne ese entonces se hacía muchas preguntas. Era lo que se llamaba una chica muy inocente a la hora de captar las cosas; vivir encerrada la mayor parte de su infancia y adolescencia era lo que generaba que se comportase de esa forma. Por eso, su corazón y su cabeza se unieron pensando que alguien como Ran Haitani podía estar interesado en alguien como ella. Hasta que se acercó y vio la pequeña nota escrita a mano entre las rosas, entre sus pétalos sangrientos. Hope tuvo el error de leerlo en alto; la dedicatoria y la firma, y el mensaje final en el dorso de la nota.
-Es muy romántico -le dijo la criada sonriendo, y mirando a las rosas con un brillo en los ojos. Y lo hubiera sido de no ser por un pequeño detalle.
Ella no tenía ningún apodo, de hecho, lo único cariñoso entre muchas comillas que le habían llamado era por su color de pelo pelirrojo y era su madrastra de forma despectivamente. La criada tuvo que adivinarlo por la expresión que pasó a estar en su cara, y a apretar desde dentro su corazón.
-Lo siento, señora, yo no lo sabía. Yo...
Hope negó con la cabeza, dejando la carta en la encimera a su lado y mirándola con una suave sonrisa. Puede que su corazón doliera, pero ella seguía teniendo -necesitaba, mejor dicho- que ser fuerte para el futuro. Para que cosas de ese estilo no la pillaran por sorpresa como aquello, que incluso a la hora de recordarlo, dolía.
-No importa -le respondió, y volvió a dejar la nota entre los pétalos-. Llévalo al despacho de Ran.
Lo supo, entonces. La realidad de aquello. Los verdaderos motivos del por qué apenas le prestaba atención y cuando la veía pasaba por su lado como si nada estuviera con él en la casa. Había otra persona en medio, si es que en algún momento hubo un algo entre los dos; lo dudaba, por supuesto.
No volvió a cometer el mismo error dos veces.
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Ran Haitani nunca se fijaría en una chica fea como ella. Era lo que su madrastra le dijo en sus preparativos de boda. Nunca se fijaría en una cara pecosa e imperfecta, en un pelo naranja y tan rizado que le ocultaba la cara y menos en un cuerpo esmirriado como el suyo.
Dos años.
Llevaba dos años con la misma rutina aburrida que empezaba a ser ya algo automático en su cerebro. Levantarse, ponerse decente y salir un mínimo de tiempo, si es que ese día podía, y actuar con la misma personalidad con la que le dijeron que actuase por su bien.
Lo peor era que, de haberse negado a vivir un horario simple y repetitivo, sin nada de emoción que pudiera hacerla sentir viva de nueva en su vida, aún larga, podría haberlo hecho. Pero lo que peor podría haber hecho hubiera sido negarse y seguir viviendo su vida como si nada, soportando las consecuencias de sus actos y las falsas miradas que recaerían sobre ella por actuar como una niña.
Las gotas de agua golpeaban el cristal de la habitación de la casa en la que estaba. Ahí fuera diluviaba como si el mundo estuviera llorando. Los carteles neón del centro del distrito jugaban con la imaginación y el ángulo de cómo alguien, si se asomaba ahora por la ventana, desde los pisos más alto, podría reconocer un local glamuroso o de mala fama. No había ni un alma fuera, por lo menos que se viera. Donde ella estaba era una de las plantas más altas del edificio, probablemente del rascacielos más temido e importante del distrito. El vidrio que hacía contacto con el exterior estaba opacado por dentro, vaho que con un manotazo se esfumaba y te dejaba la extremidad chorreando. Seguramente había gente paseando por las calles, sin preocupaciones más que llegar a sus casas intactos y porque el paraguas no saliera volando a la mínima ráfaga de corriente.
-Señora.
Otra rutina. 
Estar sola y que de repente alguien la interrumpiera en su soledad para decirle algo. De normal podía ser alguna de las sirvientas que hubieran acabado sus qué haceres y se preocupasen por lo que ella estuviera haciendo. Ella simplemente las despedía con amabilidad y les deseaba una buena noche y que si necesitaban algo llamaran al número que el señor les había dado para emergencias. A veces incluso les pedía que la llamaran cuando llegasen a casa, solo por seguridad o si era uno de esos días en los que las calles del distrito de Roppongi estaban llenas.
Luego estaban los hombres que se encargaban de la vigilancias, pero esos apenas intervenían en la vida de ella lo suficiente como para nombrarlos. Era más fácil llamarlos por teléfono o decir el nombre de alguno para tenerlos delante y dispuestos a todo. Estaba segura de que si les pedía que se pegaran un tiro en la cabeza, ellos simplemente lo harían por fidelidad.
Esta vez, era una de las criadas. Una señora bajita y regordeta, de pelo oscuro tirando a canoso siempre tenso en un moño tras su cabeza. Era quien solía ayudarla con el desayuno y el resto de comidas y quien cambiaba las sábanas. Veía más a esa mujer que al resto de personal de la casa. Aunque eso tampoco era extraño. Normalmente se quedaban en la cocina o aparecían cuando se les necesitaba para algo en concreto. Había algunos momentos en los que estando sola tenía que llamar a alguno, aunque solo fuera para un capricho puntual, para recordar que realmente no estaba sola en aquel enorme y lujoso apartamento. Solo por sus decisiones.
-Han llamado de la oficina -continuó hablando incluso sin que la mujer a la que se lo decía estuviera atendiendo-. Han surgido unos inconvenientes. Seguramente se retrase.
-¿Ha dicho algo acerca de eso?
-No, señora.
Era como siempre, entonces. 
Cenar y acostarse sola, quizás leyendo algún libro con el que despertaría a la mañana siguiente cerrado y marcado en la mesita de noche y las gafas de lectura sobre este, osadamente. Otra costumbre más. Se llevó la mano hacia el pecho y acarició suavemente la zona, sintiendo el tacto del jersey gris bajo sus dedos y parte de la melena que caía sobre sus hombros y más abajo.
Se dio la vuelta, muy lentamente, y sonrió tensando los labios con un asentimiento. Tenía la mano sobre el cuello.
-Gracias.
-También le han llamado algunas de sus amigas, señora -dijo-. Preguntaban si le apetecería salir esta noche a dar una vuelta.
Ella se extrañó suavemente.
-¿Cuáles?
-Solo dijeron que eran conocidas de la universidad.
Suspiró.
Sus nervios se relajaron.
Claro, que cuando seguía las mismas rutinas tenía consecuencias. Y la gente lo notaba. Cuando no era la perfecta y hermosa esposa de un hombre que apenas pasaba tiempo en su casa y se atrevía a plantarle cara, estaba en la universidad continuando los estudios a los que por suerte le habían permitido seguir accediendo en su posición. Siempre y cuando llevase a los escoltas para ahorrar los disgustos que pudiera generar su desaparición, aunque eso solo complicaba algunas cosas. No era la primera vez que entraba en la biblioteca del campus y tenía que ordenar a los guardaespaldas que se desplegaran y actuaran con normalidad solo para no llamar la atención.
A la gente no le gustaba ser vigilada cuando no estaba haciendo nada ilegal. Ella era la primera que deseaba no ser controlada por unos hombres que más caso le hacían a su marido que a ella, pero eso no estaba en disposición de ser discutido. Porque, como ya se había dicho y estaba acostumbrada, Hope nunca veía a su esposo como un esposo completo. De hecho, estaba muy lejos de ser uno de esos maridos afables y cariñosos cuando pasaba más tiempo en su trabajo que con ella, hablando por teléfono y apenas diciendo algo bonito o interesante las pocas veces que se veían en el ático. Podría haber sido peor, le habían dicho, porque podría haberle tocado el marido abusador y temeroso que muchas películas del cine extranjero retrataban con la realidad tóxica del siglo más avanzado en sociedad.
Ella agradecía eso en silencio, pero tampoco la llenaba de satisfacción. No era la primera vez que Hope se levantaba y veía su lado de la cama intacto, o la mitad de su ropa desaparecida del armario durante una semana; normalmente solo estaba una semana fuera, porque cuando se levantaba al inicio de la siguiente el armario volvía a estar lleno de ropa y a veces, aunque muy rara vez, con una caja negra y un lazo blanco de seda en el hueco de la estantería que correspondía a sus collares. También llevaba una tarjeta, firmada a mano, que ponía «UN REGALO DE MI ÚLTIMO VIAJE». Podía variar, pero en lo general solía ser ropa que quedaba en el olvido dentro del enorme armario dividido.
Probablemente recordara el incidente de las rosas y quería que le perdonase... Pero eso era el pasado, y no era algo que un orgulloso hombre de negocios haría. Sonaba más a cuento de princesas. Tampoco tenía derecho a quejarse. Por lo menos le permitía tener una cuenta separada de la suya, mantener su vida privada en eso, privada, y su apellido aunque a regañadientes.
Y seguir estudiando.
-¿Algo más?
-Sí -la escuchó titubear sobre la información que debía soltar. Hope la miró con tranquilidad, esperando en silencio a que la señora en edad hablara sin miedo. Se mordía el labio, con el sudor cubriendo su frente-. Ha llamado alguien de su familia, señora.
Hope inspiró con fuerza. La lluvia no parecía querer detenerse. Otra noche, al parecer, sola en aquel enorme ático.
Hubiera sido más fácil decir que no.
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Ran Haitani hacía unas entradas de cine, según planeaba su cabeza.
Hope no había heredado nada de su familia. 
La única persona a la que podía tenerle más o menos cariño después de aquella encerrona hacían ya dos años era una de sus tías, y que había insistido mediante llamadas y continuas invitaciones a tomar té después de la universidad en hablar y contarle todos sus problemas respecto al matrimonio. Era una mujer fuerte, de carácter, que recientemente había caído enferma y estaba en el hospital debido a su condición. Pero eso no le quitaba fuerza. Lo cierto era que, y lo decía muy sorprendida, su matrimonio era bastante cómodo. No tenía que preocuparse por aniversarios porque la otra persona nunca estaba en casa, y lo poco que se decían era mediante mensajes, indirectos o directos, cartas o regalos sutiles que a veces se encontraban.
Ya era una costumbre para ella encontrarse algún regalo en el enorme armario de la habitación compartida, como una especie de disculpa a todos esos días sin haber hablado, y que ella le dejara algo más en los cajones donde guardaba las corbatas... Pero a más que eso no llegaban. Su tía apenas le insistía, a diferencia de los pocos que llegaban a saber de su matrimonio ya fuera por fuentes directas y cercanas, en que intentase algún movimiento con un hombre que apenas pasaba tiempo en casa. Que estaba en su total derecho de manifestar su opinión cuando la casa también estaba de ella; las escrituras del ático en realidad eran propiedad de él, y lo sabía, pero el discurso feminista siempre quedaba bien en ella y su perseverancia. 
Aquel era uno de esos días en lo que habría salido de la universidad y antes de entrar al coche con sus guardaespaldas se habría encontrado con su sonriente y elegante tía esperándola en su propio coche. Ella también tenía guardaespaldas, pero siempre los despachaba a otros lugares para que no la molestaran. Ojalá Hope pudiera hacer eso y no tener consecuencias luego; aunque nunca había probado a decírselo a él.
Su tía era una de esas mujeres elegantes e intocables que había ganado fama en su mundillo de la moda gracias a dos cosas: la influencia de su familia, pues un buen nombre contaba más en las altas esferas que uno cualquiera entre la gente media, y unas ideas innovadoras que consiguieron mejorar un campo que hasta su llegada había estado lleno de buitres y no se aprovechaban bien las relaciones entre conocidos poderosos. 
Sin embargo, no estaba allí donde siempre la esperaba. Ni más allá. Pese a ser uno de esos días en los que la lluvia era una preocupación pero no el tema del momento, Hope sabía que debía tener cuidado con los charcos de barro en el suelo para no ensuciar la alfombrilla del coche; que ella no limpiaba, pero siempre era de ayuda. Directamente no estaba, y eso se le hacía difícil de tragar. Ahora era cuando le tocaba tomar aire y darles la orden de llevarla al hospital.
Y así lo hizo.
En poco menos de veinte minutos llegaron al hospital donde su tía estaba hospitalizada. Sobre todo era difícil cuando uno de los guardaespaldas se acercaba por sus espaldas y le preguntaba si algo iba mal. Era obvio que algo iba mal. La persona a la que mínimamente podía haber querido más en aquel mundo estaba hospitalizada y aún no se sabía qué le pasaba. Todo comenzó hacía nueve meses, cuando le detectaron un simple bulto en pecho después de pasarse semanas y semanas tosiendo y quejándose por fatiga. Fue a la primera a quien se lo dijo, y después al resto de la familia, que por motivos personales siempre estaban ocupados con sus trabajos o asistiendo a Dios sabía qué en el extranjero o reuniéndose con qué tipo de personas.
Su cuarto estaba lleno de flores, todas blancas o de colores claros y dulces, a juego con las paredes blancas enfermizas y las baldosas verdes azuladas. Hope odiaba esos colores. Siempre la estresaban, y sabía que de estar en el cuerpo de su tía jamás hubiera permitido una decoración como esa para la habitación en la que me estaría sometiendo a más de diez pruebas semanales. Ella estaba ahí, recostada, frunciendo el ceño cuando entró y criticando el estilo de algún conjunto que su secretario le habría enviado por correo para supervisarlo. Instantáneamente cuando la vio dejó de fruncir el ceño, mientras Hope dejaba lo que había traído con ella en una cómoda de madera con un florero blanca y vacío y se acercaba a ella para darle un beso en la mano libre. 
   Los hombres se quedaron fuera vigilando quién entraba y quién salía. Cuando la llamada cesó, su tía miró con la ceja arqueada a los hombres que custodiaban la entrada como perros falderos.
-Son perritos falderos -comentó haciéndoles un gesto despectivo con la mano, cerrando la tapa de la carcasa sobre la pantalla del móvil con fuerza-. A ver cuándo les pierdes de vista un poco. Así no se puede hablar.
-No es tan fácil -le respondió, soltando una pequeña risita nasal-. Casi ni los noto.
Era mentira, pero apenas con hechos creíbles. Lo cierto era que su presencia solo salía a la luz cuando era necesaria, y que le intentaban hacer la vida lo más cómoda posible a como debió de ser antes de su compromiso.
Cuando estaba en casa, ya estuviera en la planta de arriba trabajando o abajo haciendo cualquier otra cosa, lo más cercano al contacto con alguien de su misma especie que podía tener era cuando la criada que solía limpiar lo que ella ordenaba le preguntaba si estaba bien lo que hacía o lo que repasaba, o alguna vez la cocinera cuando le preguntaba si había algún plato en especial que quisiera almorzar. El único contacto que tenía con los guardaespaldas nada más se casaron era cuando salía a la calle o hacía el amago que hacerlo. Llevaba dos años con esos dos hombres que la seguían a todos lados y apenas le hablaban directamente.
La primera vez que había escuchado sus voces fue por casualidad. En el coche, cuando el conductor del vehículo que llevaba siempre su marido le preguntó dónde podía aparcar mejor porque ese día había coincidido con un mal reparto de los horarios. No volvió a escuchar a su guardaespaldas hablar con el otro tipo desde ese día. Poniéndose en lo mejor, ese hombre estaba despedido y buscando empleo fuera a lo que se dedicara; en el peor, estaba perdido y se le buscaba tras una orden de detención.
Quién sabía.
Nadie le contaba nada y su esposo tenía tan poco interés en ella que las pocas veces que se veían en el ático hablaban o se quedaban en la misma habitación; él porque tenía cosas que hacer y ella porque aún tenía la dignidad suficiente como para no arrastrarse a sus pies y se marchaba al estudio.
El poco pelo de las cejas oscuras de su tía se movieron e hicieron una curva de preocupación. De entre todas las personas que Hope conocía, esa mujer era de las pocas que conocían cuándo mentía o cuando estaba hablando enserio. Desgraciadamente nunca hacían mención a eso y lo dejaban estar, para no preocuparla más de lo que ya debía estar, y tragaban y tragaban a Hope soportando sus pensamientos y tomándola por idiota al seguir encerrada en esa jaula de plata.
-Podrías por lo menos pedirles que se queden al lado del ascensor. No es como si fueras a saltar las cinco plantas y escaparte.
-No temen eso, tía -respondió Hope mirándola con una suave sonrisa burlona-. Pensarán que me puedo escapar.
Su tía bufó.
-Ese hombre tuyo... Ese hombre tendría que hacerte justicia. Un mujer como tú así tratada. No eres un trofeo, Hope. Deberías decírselo, y al necio de tu padre. Que Dios me perdone por hablar así de mi hermano, cariño, pero es la realidad.
Hope evitó poner los ojos en blanco ante esa mención.
Un esposo comprensivo era lo último que esperaba en aquella oferta, pero también estaba bien que no fuera un anciano o un hombre adulto que le duplicara la edad y la encerrase en casa. Alguien que no la obligará a tirarse con él en la misma cama o la avisará hasta los límites que, por fortuna, no estaba obligada a cumplir hoy en día.
Porque su esposo parecía tener gustos elegantes y que no se relacionaban con ella. Ya se lo había imaginado, mucho antes de que aquellos papeles hubieran dictado sentencia y Hope estuviera atada por matrimonio a él y según la ley y la sociedad que la miraría con malos ojos de no llegar pronto a hacerlo. Días antes, le habían enseñado una foto de cómo era él y al día siguiente lo había conocido, sin siquiera nadie tener en cuenta de más su opinión. No había mucho que decir respecto a cómo era él y el aspecto elegante que arrastraba a sus espaldas, de la belleza que su hermana se había perdido y de la oportunidad que estarían echándole en cara durante el resto de su vida... Esa belleza la perseguía allá por donde iba. Las fotos familiares -de las pocas que tenían- juntos o separados, del retrato que tenía en la mesita de noche y al que apenas le prestaban atención, o sino la misma que él a la suya... Todos ellos representaban una belleza elegante y seria en una persona que apenas cumplía los treinta años pero que ya tenía un imperio bajo sus pies. De esas personas que con solo dar una orden conseguía lo que quería.
Para empezar, todas ellas mostraban el poder de un hombre alto y delgado, pero fuerte, que sabía lo que era y lo demostraba con todo lo que llevaba; trajes caros de diseñador, relojes de marca, un ático en el centro del distrito más cotizado de todo Tokio. Todo ello costaba más de lo que Hope ganaría al graduarse en lo que estaba preparándose para el futuro.
-¿Cuándo son tus exámenes finales?
-A finales de mes. En unos días -le respondió amablemente, apoyando la cabeza en la mano y observando desde el pequeño sofá de la entrada cómo su adorada tía asentía-. Por eso se llaman exámenes finales. Luego ya entraré en período de preparación para la entrada del trabajo final, en unos meses.
-Y supongo que no tienes planes para tus vacaciones.
Hope sacudió la cabeza.
Lo cierto era que solían invitarla a salir varias veces. Tanto sus amigos de la secundaria con los que a veces se hablaba o caía alguna conversación o los nuevos en la Facultad de Bellas Artes y que se acercaban a ella para integrarla.
-Deberías salir -refunfuñó-. Siempre dices que te quedas en casa y nunca hace nada. Salir de casa, irte a la playa con tus amigos... Lo que daría yo por salir de este sitio. ¡Eres joven!
-No es tan sencillo -le dijo, sonriéndole con cierta picardía familiar-. Podrías ir por mí.
-Pero yo tengo la escusa de ser una mujer atareada que puede perder todo lo que tiene a la mínima diferencia que el mercado pone como reglas.
Su tía era una persona ocupada. Pero aún así siempre había estado ahí, para ella y para todos los que la necesitaban y que en ella confiaban. Hope era la primera persona en la que confiaba, por supuesto, y sin querer intereses a cambio. Odiaba perder el control de todo lo que la rodeaba porque había invertido sueños, dinero y esfuerzo en un pequeño proyecto que había crecido a escala nacional. Cualquier interferencia la ponía de los nervios, cualquier descuido que podía hacer que su trabajo, al cual había invertido demasiadas esperanzas, se tambalease por no saber sobrellevar ambas cosas.
En ese sentido, Hope se culpaba a sí mismo por tener ese mismo miedo. Tenía miedo de que cualquier distracción volviese contra ella de la peor manera, dejando que todos sus esfuerzos por conseguir algo con lo que llevaba lidiando tres años se esfumase a la mínima. Era su peor pesadilla. Perderlo todo.
Y no poder recuperarlo.
-¿Vas a poder venir a la graduación? -preguntó de paso. Cruzó una pierna sobre la otra observando cómo su tía, que normalmente se movía con facilidad sobre aquella camilla cargada de papeles y una vía intravenosa clavada en su antebrazo, le devolvía la mirada bajo la montura de las gafas.
-Tendrán que hacerme unas pruebas y que el doctor me lo permita. Si todo va bien, sí, por supuesto que lo haré -se defendió, sin embargo no parecía tan segura por el leve temblor en su labio inferior. Hope se mordió el suyo y no añadió nada más-. ¿Te darán el título?
Hope asintió.
-¿Sin un trabajo final?
-Aún es pronto para entregarlo -respondió-. Estoy trabajando en él, pero tendría que preguntar si la nota final te da alguna oportunidad si haces trabajos extra.
-¿Aún no lo has hecho? -se quitó las gafas, que quedaron colgando de la cuerda con las que se las sujetaba a la cabeza-. Hope...
-Ya lo sé.
-Tendrías que preguntarle a...
Descruzó rápidamente las piernas. De repente se sentía la mujer más atareada del mundo incluso si aquella mañana no tenía mucho que hacer.
Lo último en sus planes era que su tía le echara la bronca por algo que tendría que haber hecho el primer día que decidió matricularse en la Facultad de Bellas Artes y seguir dibujando. Prácticamente llevaba dibujando desde que descubrió que era la mejor forma de alejarse de la realidad, no como placer oculto. Lo cierto era que sus padres habrían preferido que se dedicara a algo como eso que ganar más fama de la que su hermana tendría asegurada tras su matrimonio y enlaces... No eran gente muy amable.
Cuando alguien vivía rodeado de lujos y no se le permitía recibir un «no» como respuesta la gente se convertía en lo peor del ser humano y la sociedad. Hope había vivido con esa clase de gente desde que nació, pero no con esa clase de privilegios. Era irónico. La hipocresía de las clases sociales y su estatus en la sociedad. Por eso la habían sacado de juego, pero a regañadientes.
Sabían que era un peligro para quien realmente debería de haber heredado todo lo posible y más. Y habían decidido sacarle del campo a la mínima, pero perdiendo la mejor oportunidad que se les presentaba en bandeja. Su matrimonio fue repentino y, aunque ella hubiera dado su última palabra, sabía que incluso recibir un no estaba prohibido para ella. Cuando la crisis amenazaba el estatus y jerarquía de alguien otra persona tenía que hacerse cargo antes de que todo se desmoronase. Así de rápido fue todo. Aunque no tan bien para ellos, sí en parte para sus cuentas y bien para ella. Por lo menos no estaba rodeada de toda esa gente y podía hablar con aquellas personas que mínimamente le importaban. No muchas, pero sí más que todos ellos.
Su tía la miró sorprendida por debajo de aquellas gafas para ver de cerca y frunció el entrecejo al verla levantarse y alisarse la ropa. Quería irse de allí para encerrarse en su casa y perder a la sociedad de vista un rato. Aunque fuera ínfimo...y casi imposible con medio ejército de guardaespaldas tras ella.
-Me tengo que ir -declaró y se levantó. Hope hizo una reverencia a su tía antes de acercarse a ella, besar su frente y sonreírle-. Mañana te traeré un boceto de lo que te hablé ayer.
-Por favor -comentó señalando con su dedo huesudo y decorado con dos finos anillos de oro puro, rastro de que su primer matrimonio aún le era importante pese a las consecuencias-, que no sea ese arte occidental que nadie entiende.
Hope se lo pensó mientras recogía su bolso. Le había prometido un boceto de lo que iba a entregar la próxima semana como tarea semanal nada más se lo devolvieran... Pero nunca de qué se trataba.
-Ya veremos.
Hope estaba saliendo de la habitación, organizando algunas cosas del bolso y en busca del móvil que no había dejado de sonar en vibración, cuando el leve ajetreo del pasillo la sorprendió. La puerta del ascensor de la planta sonó y se abrió. Los guardaespaldas seguían allí, pegados a los marcos de la pared esperando a que ella saliera. Su tía la despidió con un gruñido que ella entendió que significaba que volviese cuando quisiera. 
Hope se detuvo de golpe. No le pasó desapercibido que los dos guardaespaldas que la acompañaban siempre a todos los sitios volvieran con ella la cabeza y de repente pusieran tensos. Sus posturas se enderezaron, si es que podían más, hasta estar completamente pegados al marco de la puerta y fusionarse como estatuas medievales. Hope inspiró suavemente, intentando contener el nerviosismo que llevaba por consumirla desde que se despertó aquella mañana. Una de las enfermeras que pasaba con un carrito se detuvo para observar solo a lo que ellos atentamente atendían. Era joven y lozana, vestida de punta en blanco por el uniforme, no más mayor de lo que Hope sería; una auxiliar en prácticas, tal vez, era su puesto.
-¿Qué haces aquí? -preguntó en voz alta, con un tono más agudo del que pensaba que saldría. Pero le sorprendía verle en un mismo espacio con ella y que no la ignorase.
-¿No está claro con solo verme? -repitió la pregunta, muy condescendiente. A Hope no le sorprendió ese tono con esas apariencias-. Estoy visitando a la familia de mi esposa -se paró frente a ella estirando los brazos y colocándose el cuello de la camisa elegantemente; luego, se inclinó sobre su propia altura, que no era poca, y acarició con los labios la mejilla diestra de Hope-. ¿Cómo está?
¿Ahora se preocupaba por ella? Aquello pilló desprevenida a Hope, que se había quedado estática en el sitio mientras él parecía tomarle el pelo. Hope inspiró hondo y no tardó en recuperarse para cuando él se separó. Por lo menos había sido rápido o indoloro. Había castigos peores. Olía a colonia de la cara; exactamente el mismo olor que quedaba en el cuarto de baño del cuarto principal y que se iba hasta la mañana siguiente.
-Pensaba que estarías trabajando -se defendió ella relajando el tono. Las perfectas cejas rubias de su esposo apenas se movieron con sorpresa cuando la escuchó.
-Tenía cosas de las que encargarme antes y ya las hecho -comentó-. Ahora estoy libre -y alegó-:¿No te alegras?
-Mi tía no está para visitas -alegó ella-. Tiene que hacerse unas pruebas ahora.
-Mmm...
Hope frunció suavemente el ceño.
-No es una broma.
-No he dicho nada -le respondió él vagamente. Tenía los párpados caídos, como la última vez que lo había visto, y no sabía si era por su excesivo trabajo y las horas que se pasaba fuera de casa o por si aquella situación lo aburría.
Pero a ella no le transmitía eso. Le daban ganas de decirle cuatro cosas, pero no era el lugar ni el momento. Ni ella estaba tan desesperada por su atención. Siempre había sabido, desde que le propusieron aquel matrimonio, que sus vidas estarías juntas pero nunca intercambiarían gustos. Sólo cara al público. Dudaba mucho que en el hospital hubiese gente interesada en los detalles de su matrimonio.
-Me voy -dijo, pero dudaba que alguien le hiciera caso.
Sorprendentemente, mientras recogía por fin el móvil del bolso y se lo llevaba a la cara con la llamada a la espera, la figura alta y delgada la siguió con un movimiento elegante en el pequeño recorrido que le dio tiempo a hacer. Los guardaespaldas que la acompañaban se mantuvieron donde estaban cuando la mano del hombre que les pagaba rodeado el antebrazo de su mujer.
Hope sintió un escalofrío recorrerlo la espalda.
-¿Qué haces?
-Voy a hablar con tu tía. Tenemos que discutir unas cosas -le empezó a decir, pausada y suavemente. No se sorprendió. Siempre hablaba así. O siempre lo había conocido así. En su boda llegó preguntarse si alguna vez alzaba el tono o sabía cambiar de expresiones-. Cuando termine con ella me voy a casa. ¿Quieres esperarme y vamos juntos?
Eso la sorprendió, pero no sé atrevió a decir nada. Cualquier cosa que dijera podía tomársela mal. Como la vez que le había preguntado a dónde iba tanto tiempo por la noches como para no aparecer hasta la madrugada y él le había respondido con una mirada seca y el silencio de su presencia en el comedor.
Desde el día en el que supo que iba a casarse con Ran Haitani, Hope había sabido cuál iba su lugar -esposa de un importante magnate adinerado- y posición -la encargada principal de darle hijos- a base de un adiestramiento rápido por su padre y una charla. Y puede que algún comentario que otro de la persona que había protegido con su libertad y que ahora se lo hacía pagar con murmullos.
Aún así, Ran Haitani no había tenido el valor ni de pedirle algo en todos aquellos años que la había dejado sola. Debía de creerse que el amor o el respeto, mucho más apropiado a su estado, se compraba con joyas y vestidos caros. Todos ellos olvidados en el armario que preferiría quemar a ponerse. Con ramos de hermosas floras que iban enseguida a la basura, de cartitas que siempre se le olvidaba abrir en la encimera de su estudio pero de las que sabía que eras meras palabras y sacadas del ordenador. De regalos a su amante enviados por error a casa en el papeleo de la tienda; ni en eso era original.
Quizás disfrutase de la compañía de una amante, y casi que mejor. Ojalá ella le diera un hijo y le evitase a Hope algo como eso.
-¿Por qué? -preguntó, con cierta sorpresa en el tono-. Tengo un trabajo y mi tía ha dicho que me vaya.
-Voy a terminar pronto -explicó rápido-. Sólo es una idea.
-Tengo un trabajo de la universidad -repitió ella, apretando los dientes.
Los ojos amatista de Ran, que una vez pudieron parecerle atractivos, brillaron cuando la diminuta mano de Hope se posó sobre la suya. Era cálida y suave,que y era algo. La manos de una persona que siempre había tenido todo a su antojo.
Estuvieron unos segundos así hasta que ella decidió quitársela. Era la mano que una vez había sujetado durante la boda, mientras intercambiaban votos y su padre le taladraba la nuca con la mirada. La misma que le había puesto la alianza en su casa, si es que alguna vez había podido llamarla así, y la que se la había quitado para ponerle un anillo de oro.
Apartó rápidamente ese recuerdo antes de que le revolviese el estómago.
Seguido de eso, Hope ya estaba marchándose con los guardaespaldas y abandonaba el primer lugar en el que había intercambiado palabras con su marido después de semanas, o meses, sin verse.
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Odiaba que Ran Haitani fuera imprevisible.
El estudio de trabajo de Hope era una de las habitaciones de la planta de arriba que más misterio tenían. No por lo que hubiese dentro, sino porque nadie entraba excepto ella. La entrada de las sirvientas que cocinaban y limpiaban la casa estaba prohibida, y las pocas veces que esa norma se rompía era porque Hope pedía que le dieran un repaso por encima.
Se trataba de una habitación que en su momento era un dormitorio, amplia y con cuarto de baño propio y una puerta doble que tendría que haber sido un armario. La única diferencia que había entre ella y el cuarto principal era que no tenía balcón. Cuando Hope llegó a la casa y Ran le dio permiso para hacer lo que quisiera en ella excepto venderla, lo primero que hizo fue darse una vuelta por el ático de dos plantas y cotillear. No era como si se hubiese esperado encontrar un cuarto de juegos o algo que hiciera más extraño a su marido, pero sí que le daba curiosidad saber en qué entorno iba a vivir.
Lo más interesante estaba arriba. Allí estaban el cuarto principal y habitaciones dedicadas al descanso. Aunque todo el ático era privado, desde el ascensor cuya llave te llevaba directamente a tu apartamento hasta los enormes ventanales que rodeaban el inmueble. Una de esas habitaciones se convirtió en su estudio. Realmente, no porque ella lo necesitara expresamente, porque la universidad dejaba a los estudiantes trabajar en el edificio, sino porque lo necesitaba para cuando estaba en esa casa. Era insoportable estar ahí, sola, con gente que no hablaba o no se esforzaba en llevarse bien con ella porque conocían su lugar, y encima sin hacer nada. Si la idea era mantenerla ocupada limpiando o haciendo la cena como mandaba la tradición, en aquel ático todo era diferente.
De hecho, las pocas veces que entraba en la cocina era para coger alguna que otra herramienta de los cajones y preguntar qué iba a hacerse de comer y cenar. Era como volver a vivir con tus padres, con la diferencia de que la cocinera no te sonreía y se burlaba de ti.
Nadie entraba en su estudio. Era su norma.
Cuando había comenzado a decorarlo y a llevar todo el material de trabajo allí, había dicho que nadie entrase sin permiso o cuando ella estaba fuera. No le gustaba que la gente se metiese en sus asuntos, y menos después de lo sucedido con su familia y cómo pensaban que iba a ser su estilo de vida. Las sirvientas respetaban sus órdenes, e incluso algunas se preocupaban por si el estudio estaba demasiado desordenado las pocas veces que pasaban por delante de la puerta y esta estaba abierta.
Las paredes no estaban manchadas, pero el suelo sí. Había comprado hace poco un plástico para cubrir la tarima, pero siempre se le olvidaba extenderlo. Al contrario, las paredes estaban decoradas con algún cuadro suyo fabuloso o maquetas de borradores de cuando se inspiraba y rellenaba su cuaderno de bocetos y le gustaban lo suficiente para pegarlos. El cuadro falso de Olimpia en tamaño mediano estaba al lado de la puerta. No era un cuadro que le gustase especialmente, pero nunca estaba de mal tener un cuadro contemporáneo en el estudio de un artista, ¿no? O por lo menos era lo que siempre le decían su tía y su profesor de retrato al desnudo.
-Señora -llamaron. Hope tarareo un asentimiento para que continuase, sin darse la vuelta porque reconocía la voz y la presencia-, el señor está al teléfono.
Las pinceladas se detuvieron nada más lo dijo. Qué raro, pensó al momento. Estaba trabajando en su trabajo de fin de curso. Su esposo nunca llamaba, ni siquiera se había puesto en contacto con ella en esos dos años, y ahora quería tener una charla con ella. Esperó, mientras se limpiaba las manos sin mucho cuidado, que no fuera por la escena de ayer en el hospital.
Ayer había vuelto sola a casa. Su tía le había dicho que la conversación con su marido había sido mejor de lo que esperaba, y que se estuviese tranquila por si temía que algo le pasara, en una llamada rápida cargada de angustia tan pronto como supo que Ran se había marchado del hospital. Para nada porque le hubiese dejado tres llamadas perdidas en el buzón de llamada preguntándole si estaba bien o si había pasado algo. Después de eso, ni siquiera pudo trabajar en el cuadro o concentrarse en otra cosa. Comer fue una obligación que se puso incluso sin muchas ganas. Solo recordaba haberse acostado y poco después dormirse.
-¿Sí?
-¿Estás ocupada?
Hope se dio la vuelta de nuevo hacia el cuadro y lo examinó. Se preguntó si era muy grosero por su parte decir que trabajar en su futuro era mejor que hablar con él. Aún si lo era, tardó en responder. La mujer que le había dado el teléfono se retiró y Hope la escuchó bajar las escaleras.
-Estaba trabajando.
-Yo también lo estaba -Hope se dio cuenta de aquel tiempo verbal y sopesó lo que estuviera a punto decirle-. Y sigo estándolo, pero había pensado en dar una vuelta. Quizás llegue tarde.
Intentó sorprenderse, pero no le salía nada.
Para qué sorprenderse de algo que a esas alturas le daba igual.
-¿Quieres venir?
-Estoy trabajando -repitió. No era borde, pero si no se había interesado por ella en todos esos años no era momento de intentar hacerlo a aquellas alturas.
Los dos podían sobrevivir sin el otro. Y eso era una realidad.
-Podrías tomarte un descanso.
-No -dijo rotundamente-. Iba a salir de todas formas con unos compañeros en un rato.
No estaba mintiendo.
Unos pocos compañeros con los que se llevaba bien del curso y que podía hablar con ellos aunque fuese solo de temas como los problemas estudiantiles le habían mandado un mensaje preguntando si estaba ocupada. Ella les había dicho que quería adelantar algo del cuadro, pero llevaba un rato pensando si ir o no. Quizás ahora podría decirles que sí...
El silencio que dejó después de eso le sentó de la misma forma que ella le debía estar haciendo con su negativa. Hope recogió la paleta del mueble de trabajo y se fue con ella al baño del estudio. Era igual que el de su habitación, con bañera y todo, pero manchado y con la bombilla pidiendo ayuda para que la cambiasen.
-¿Con quien?
Ese tono no le gustó, grave y serio. No le quedaba con la cara atractiva que tenía y la forma en la que se vestía. En general, Ran Haitani no parecía el típico hombre que se enfadaba y se tomaba todo a la ligera.
Por lo menos, así llevaba haciendo desde que lo conocía.
-Unos compañeros -repitió. Abrió el grifo y dejó que la pintura cayera por el desagüe. Restos de pintura seca cayeron con la pintura aún húmeda en su piel.
-¿Los conozco?
Hope hizo una mueca y cerró el grifo del baño del estudio. Estaba manchado con pintura seca o manchas de la paleta aún recientes.
-Lo dudo mucho.
Con las manos mojadas y aún sucias, se separó el teléfono de la oreja y puso el manos libres sobre la encimera del baño. Tuvo que hacer un esfuerzo para no echarse encima de él, pero después de dos respiraciones hondas y un silencio por parte de él consiguió decidirse por una respuesta. Apoyada sobre la encimera, remangada y sucia hasta los dedos de los pies, Hope se miró en el espejo.
Seguía siendo joven, obviamente, pero el matrimonio le había apagado el brillo de los ojos. Seguía teniendo el mar de pecas por la cara. Antes tenía el pelo más largo, aunque seguía estando brillante y bien cuidado, pero por decisión propia se lo había cortado y siempre se lo recogía en un moño por el trabajo. Era normal verla con un desordenado moño pelirrojo trabajando en su estudio y polulando por la casa. Había pasado de tener el estilo sofisticado que le obligaban a llevar incluso en casa por si les sorprendía con visitas sorpresas a uno sencillo y que consistía en pantalones, camisetas anchas y la mitad de las veces, descalza.
Quizás ese era el mejor.
Por lo menos no tenía que llevar un vestido incómodo y el pelo siempre suelto, metiéndosele en los ojos y siempre cubierto por capas y capas de laca para controlarlo, que ningún pelo estuviese fuera de su sitio. Su madrastra siempre le decía que era una pena que no hubiese heredado el pelo sumiso de su hermana, siempre perfecto y con todo en su lugar, incluso si ella era la mayor.
Lo único bueno de aquel matrimonio era que, aunque Hope no pudiera disfrutar de su vida como ella tenía planeado cuando acabase la carrera, de poder enamorarse de quien su corazón le indicara, era que había salido de ese infierno que tenía por casa. Si es que podía considerarse casa. Hope siempre había tenido un desapego emocional por ese lugar que aún le traía pesadillas. Tanto por los muros que parecían rejas y la limitaban como por las miradas de desprecio que sentía sobre su nuca cuando se daba la vuelta.
Hope le devolvió la mirada a su reflejo y suspiró. Le dolía el pecho y las manos le temblaban pero no de miedo o ira. Supuso que era la sensación de hablar con Ran Haitani después de mucho tiempo.
-Lo siento -consiguió decir, con el corazón latiendo con fuerza y doliendo como mil puñadas-, quizás otro día.
-Cuando quieras -le respondió casi al momento. Había vuelto a cambiar su tono a uno más distante pero al mismo tiempo, presente en el momento-. ¿Ibas a salir ahora?
Hope asintió incluso si él no podía verla. Pero ella así misma sí.
-En un rato. Esa era la idea -añadió. Aunque fuera mentira podría decírselo. De todas formas, no es como si fuera a volver a casa en aquellos momentos solo para detenerla. Porque sí, sonaba serio.
-Tengo que asistir a un evento. Pensaba que querrías venir, pero ahora veo que no.
-Supones bien -murmuró. Con las manos ya secas, dejó el dispositivo sobre la encimera y empezó a recogerse el pelo. Mechones pelirrojos bailaron sobre su rostro cuando empezó a hacerle forma a la coleta.
Escuchó un pitido en la otra línea, seguramente del silbato de algún controlador de tráfico. Hope frunció el ceño. ¿Qué hacía fuera de la oficina o donde trabajase? Sabía que era un empresario, y de los más importantes si podía permitirse un edificio como aquel en el centro del mayor eje comercial de la capital, pero nada más. 
Era cierto que le había dicho que estaba en una especie de descanso mientras seguía trabajando, pero no se hubiera imaginado que estuviera en la calle en medio. Quizás fuera parte de su trabajo. Quizás habría ido a otro lado, a negociar a otras empresas en sus sucursales, a pactar acuerdos... Los recuerdos borrosos de cómo había sido su primer encuentro emergieron de un profundo lago dormido. La cara empezando a arrugarse de su padre, sentado en el sofá de la sala de estar para los invitados, en la casa familiar a las afueras de la capital, con su madre al lado cogidos de la mano y su hermana y ella a cada lado. El olor del café, el sonido olvidado de la naturaleza, su vestido y delantal cubiertos de pintura...
-¿No estás en la oficina? -preguntó con cuidado.
Un suspiro.
-Tenía que arreglar un desastre desde hacía días y hoy he encontrado el momento y la manera de hacerlo. Nada importante.
Hope pestañeó antes de quitarse los colores azul y amarillo primarios de la cara y salir del cuartito. También salió del estudio, aún hablando con su marido. Los pasillos monótonos la saludaron. Qué cambió le vendría a la casa... Pero tendría que hablar con el ama de llaves para planear un buen cambio y le daba pereza, y aún no tenía el tiempo necesario para hacerlo. Los exámenes se acercaban y la entrega del cuadro estaban al caer.
No podía permitirse el lujo de querer cambiar algo que jamás la alegraría.
En la planta de abajo, la criada terminaba de preparar la comida cuando ella bajó descalza y con la ropa de estar por casa puesta. No la saludó, pero sí que le hizo un gesto con la mano al ver que estaba hablando por teléfono. Aún. Debía de ser un tiempo récord comparado con todo el tiempo que habían gastado el uno en el otro.
-Suena importante. ¿Lo has hecho bien?
-Podría hacerse mejor si ciertos grupos no intentasen compararse con nosotros o imitar nuestra imagen.
-¿Y te toca a ti resolver ese problema? -preguntó, ahora con cierta curiosidad-. ¿De qué trabajas por cierto?
-Nunca antes habías preguntado por eso.
Hope frunció suavemente el ceño.
-Bueno, nunca antes habíamos hablado. Y ahora, lo hacemos por teléfono. Supongo que hay primeras veces para todo, ¿no?
Otro silencio. 
-Un avance, ¿no? Te acabo de invitar a una fiesta de mi organización. Eso no siempre es así.
«Porque ya tienes a tus putas para hacerlo», le quiso añadir, pero era pasarse de confianzas. Unas que nos tenían. Y él en el fondo no le había dicho nada que pudiera herirla.
Se preguntó si realmente un comentario tan mordaz y fuera de moral podría dañarlo como a ella le causaría de ser él y escucharlo.
-Voy a salir con unos amigos, pero ahora me lo estoy pensando.
-¿Vendrás? -se le escuchó animado. Eso fue extraño.
-No me gustan las fiestas.
-Ibas a ir a una hace unos cinco segundos. ¿Tanta diferencia hay?
Que sus amigos eran gente tranquila de artes, que iban por su propio camino trazado y no se metían con nadie, y quizás las fiestas de Ran eran todo lo contrario a lo que pensaba si se iba con sus amigos. Además, de que seguro que sería un sitio elegante y ostentoso como él y no se podría poner lo primero que tuviera en el armario. Si es que le daba por cambiarse. Con ponerse una chaqueta por encima, un gorro por el frío y la bufanda sería suficiente para ocultar las manchas improvisadas de pintura.
-No me gustan las fiestas -repitió.
-Eso ya lo veremos.
Y sin más misterio, fue el primero en colgar.
Hope se quedó un rato pensativa en sus palabras, con el teléfono aún en la oreja, cuando recordó a la hora que debía estar preparada para irse. Qué rabia le daba que Ran se comportase de aquella manera con ella, como si fuera una niña pequeña a la que ningunear cuando quisiera. Tendría que haberle colgado primero, solo por demostrar quién tenía más derecho a estar enfadado de los dos. 
Finalmente se levantó, dejando el teléfono en el primer sitio que vio, y caminó hacia la cocina. Una vez ahí vio cómo la cocinera y la ama de llaves conversaban mientras se ayudaban la una a la otra. Un sentimiento extraño la atacó. Estaba acostumbrada a las criadas, pero no a ese sentimiento de vacío. Ella no era una inútil, podía trabajar por sí misma.
-¿Qué hay de cenar?
-Mero con berenjenas.
-Ran... -se negó a invocar su nombre-. El señor no vendrá, como siempre, y yo llegaré tarde. Tengo que hacer unas cosas. ¿Podrías dejarla en la nevera antes de marcharte?
La cocina asintió, y luego preguntó.
-¿Le gustaría algo más?
-No -sacudió la cabeza, y luego pensó en sus horarios-. Podéis comeros lo que no he comido hoy si queréis, o llevároslo. O dejarlo para mañana, y así no tenéis que madrugar. Lo que sobre de cena hoy también. 
Imaginaba que Ran no vendría a cenar precisamente si tenía tantas cosas que hacer, o sino pillaría algo por allí antes de regresar al ático. También pensaba regresar antes de que él lo hiciera y tener la oportunidad de intercambiar palabra. 
-Muchas gracias, señora.
Hope asintió.
-Voy a prepararme para salir -miró a la criada, que se levantó de donde estaba enseguida como si hubiese estado practicándolo. Hope sonrió sin saber muy bien que expresarle con ello-. ¿Puedes decirle a Hayakawa que prepare el coche y esté listo para irnos?
Se refería a su guardaespaldas.
Lo había conocido al poco de mudarse al ático como un regalo a su seguridad; ella le había regalado un reloj de alta gama, el recién salido al mercado, para enorgullecer su ego. Su madrasta decía que los hombres felices en la cama funcionaban mejor.
-Por supuesto.
-Gracias.
Hope salió de la cocina con una sensación extraña recorriéndole el cuerpo, como una niña emocionada preparándose para abrir los regalos la mañana de Navidad. 
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Ran Haitani era un ser insoportable.
Y se aprovechaba de ello.
-Solo digo que la técnica del collage ya no sirve -comentó por segunda vez en la noche. Miraba por encima de sus gafas rectangulares y daba una corta bebida a su refresco antes de opinar. Hope ya tenía memorizado ese curioso patrón, y la hacía reír-. No con esa mujer.
Era uno de los alumnos de intercambio, pero siempre parecía saberse la organización mejor que ninguno en clase. Joshua, un estudiante del sur de Francia que se había mudado a la capital para estudiar en la mejor universidad del país, hablaba por los codos y pronunciaba algunas palabras de forma que quedasen lo más pomposo posible. Se habían conocido en una clase de escultura del primer año en un trabajo grupal, y de ahí habían empezado a hablar de más cosas que no fueran clase, asignaturas y exámenes finales... Se llamaban bien. 
-Os dije que meteros en la clase de esa mujer os traería problemas si no sabíais utilizar los ejemplos modernos de los que os amenazaron los del año pasado. Pero, como siempre, el mundo ignora a los inteligentes.
-El mundo ignora a los pesados que no advirtieron de las prácticas de fotografía de Expresión Gráfica.
Anabella, repetidora de cuarto año en dos asignaturas, puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos. El pendiente que le colgaba de la oreja brilló con las luces del local cuando movió la cabeza en su dirección. Hope intentó esconderse detrás de su segunda cerveza.
-Lo que vosotros digáis. Hope -cambió de tema-, ¿te han servido de algo los apuntes que te pasé? A veces creo que soy la única que los entiende y que por eso repetí.
-Los veo más actualizados que el resto de asignaturas de este año, de hecho.
-¿Enserio? Joderos todos.
Hope reprimió una sonrisa. 
De lo poco que conocía a Anabella, le caía bien por ese espíritu salvaje de nunca deprimirse por cosas banales. Era cierto que a veces dejaba mucho que desear en cuanto al trato con otras personas, pero por algo se llevaban bien y apenas habían discutido en lo poco que se conocían. Las dos eran igual de frívolas internamente.
Dio un sorbo más a su cerveza. No era de las mejores que había probado, pero era el local más barato que habían encontrado para poder permitírselo. Aunque ella pudiera permitirse cualquier cosa, tenía que recordarse que el resto no tenían los mismos recursos.
Joshua puso los ojos en blanco al ver los dos dedos corazón de Anabelle señalarlo. Algo le dijo que no estaba acostumbrado a esas barbaridades tan directas. Los ojos rasgados y bien delineados con maquillaje de Anabelle se movieron de nuevo, pero esta vez hacia su teléfono.
-¿Sabemos algo de nuestro querido amigo el padre de familia? Estoy empezado a pensarme que lo de no poder quedar es una excusa para no enfrentarse a los exámenes.
-Solo tú podrías decir eso -se quejó Joshua revolviendo los hielos de su bebida-. Esta semana le tocaba llevar a la niña con su madre. Habrá apagado el móvil para que no le molestásemos mientras discutían o sabe Dios.
-Es muy buen padre -afirmó Hope, defendiéndolo.
Su amigo levantó la mirada y se encogió de hombros.
-O un calzonazos que no termina de enfrentarse a su ex por la custodia completa que se merece.
Hope suspiró, y le tocó poner los ojos en blanco. 
Anabelle tenía razón. Si pidiera la custidia completa, que se merecía, en vez de aceptar la compartida con la ex que le había puesto los cuernos en su propia casa en vez de alimentar su hija como le había prometido nada de aquello estaría pasando. Pero no todo tenía por qué salir bien en la vida de alguien. Kai había elegido la custodia compartida para no ponerse más peso encima del necesario mientras terminaba los estudios y por el bien de la niña que tenían en común, como un buen padre. Podría no haberlo hecho y tener un futuro diferente, haber tocado la fibra de su antigua pareja con eso o haberla amenazado con llevarse a su hija lejos de ella. O no haber aceptado a la hija como legítima; lo que era imposible porque padre e hija eran iguales. A veces se preguntaba si podría hablar con sinceridad con Kai y decirle que sus vidas eran similares y que compartían desgracias.
Al final, a él lo habían engañado para aceptar algo y a Hope la habían retenido toda su vida para jugar con ella y venderla al mejor postor. La vida estaba llena de sorpresas, en su mayoría desgracias. Por lo menos no la habían vendido a un prostíbulo.
-No me lo creo.
-¿Qué? ¿Has vuelto a suspender Pintura? -se rió Joshua solo.
-No. Mirad -enseñó el móvil. La pantalla estaba congelada en las noticias de la noche. Una presentadora rubia y con traje gris presentaba la noticia de un asesinato múltiple en un barrio residencia-. Dicen que puede ser cosa de la mafia.
-No estamos en Italia, burra, aquí no hay mafia.
Hope le dio una pequeña patada en la pierna para que no lo gritase. Varias cabezas se habían girado hacia ellos por ese comentario, pero vuelto a sus asuntos en cuestión de segundos. Se tenía que tener cuidado con ciertos locales en los que hablar por las relaciones que pudieran tener con agencias externas. Y aquel sitio cumplía todas las papeletas para evitar el tema de conversación o su simple mención.
-Y no estamos en Europa que todo es bonito y florido para ti -contestó-. Si vosotros tenéis la mafia, nosotros tenemos a la heredera. 
Joshua pestañeó.
-¿Qué me estás contando?
Otra patada.
Joshua se encogió cuando Anabella fue a darle una colleja. El móvil acabó boca abajo en la mesa. Le susurró algo al oído que consiguió despertarlo de su sueño exótico y experimental.
-Como vuelvas a gritar te castro, imbécil, si no lo hacen por mí.
-No lo sabía, joder. -dijo algo más en francés que no entendieron pero al que le dieron poca importancia-. ¿De verdad podrían ser los yakuza?
Anabella se miró las uñas.
-Solo es una suposición. Las noticias hacen eso para mantener a la población alerta. Pero lo más posible es que se trate de alguien más en colaboración con ellos.
-Tampoco es como si no dejasen pruebas. Investigan las relaciones de la familia o de un solo miembro y pueden sacar pistas con ello. O lo intentan -se encogió de hombros-. La verdad que es antes era peor. Si nos quejamos ahora, entonces no hubiésemos sabido qué hacer con toda la policía corrupta que tenían detrás apoyándoles. Al menos ahora el gobierno mueve el culo bien.
Joshua se colocó las gafas y miró por la ventana del local. La calle oscura meramente iluminada por las luces de los locales y de las farolas. Hope había elegido un sitio antes al mismo precio y mejor ubicado que en el que estaban, pero la curiosidad extranjera de Joshua se empeñó en encontrar el peor de todos. Al menos no habían acabado en el Barrio Rojo de Shibuya.
-He oído que ahora están de capa caída.
-Lleva tiempo de capa caída, pero ahora mucho más. Dicen que hay organización que incluso los controla, incluso a las familias más influyentes -se miró las uñas, pintadas de un color extravagante y decoradas con pequeñas joyitas-. Pero son solo rumores.
-Vaya mundo -soltó Hope, y apuró el último trago a bebida. 
Era cierto que desde hacía tiempo las noticias hablaban de muchas bandas que seguían el mismo patrón de acción y la policía alertaba de que cualquier asociación con ellas estaba destinado a un castigo bajo la ley del país. No era un juego como muchos pensaban. La gente desaparecía, Hope había visto carteles de búsqueda en la universidad siempre que entraba y siempre que salía. Una vez más en la noche, le sorprendió el brillo de la pantalla encendiéndose solo. Hope miró hacia ella mientras sus dos amigos y compañeros de universidad se enfrascaban en una discusión sobre régimenes políticos y cómo las sociedades deberían de estructurarse. Casi se atragantó al ver de quien era. 
Las últimas llamadas eran de Hayakawa, su guardaespaldas, pero se imaginaba que era para preguntarle si iban a tardar mucho en regresar a casa o alguna cosa de esas, así que le había estado mandando mensajes diciéndole que a una hora en concreto volver��an; Hope nunca faltaba a sus promesas. Pero estaba lejos de ser la suya, y una de las primeras. Las últimas tres llamadas, que habían pasado completamente desapercibidas, eran del número que su padre le obligó a registrar en la agenda de contactos para el futuro.
Antes de que pudiera cogerla por si se tratara de una urgencia, dejó de vibrar y la pantalla saltó con la notificación de alerta de llamada perdida. «Mierda», se dijo para sí misma. ¿Y si hubiera pasado algo? ¿Y si era tan importante? Hope solo podía pensar en si mandarle un mensaje disculpándose y pidiéndole explicaciones sería suficiente. ¿Y si estaba en urgencias y no podían desbloquear el dispositivo sin consentimiento del paciente? 
«Mierda», se volvió a repetir, esta vez más fuerte.
-Hope, ¿me estás prestando atención o qué?
-Lo siento -murmuró sin apartar la mirada de su móvil-, pero es que...
-¿Habéis visto a ese? Está cañón.
Hope miró a Joshua, ignorando cómo su amiga abría la boca y dejaba de atenderles.
-¿Qué me habías preguntado?
-¿Las diferencias entre un patriotismo y un sentimiento de vanagloria nacional? Sigo sin entenderlo...
-Léete los libros de Historia que nos han mandado para diferenciarlos y pon un ejemplo en los cuadros. Yo he puesto La libertad guiando al pueblo de Delacroix y...
Anabella abrió la boca y dijo algo, pero Hope la ignoró. No fue hasta que algo se posó sobre su hombro que se dio cuenta del por qué su reacción, y por qué las cejas de Joshua casi se rozaban con su raíz del pelo mirando a lo alto. Hope se dio la vuelta, sentada aún, y tuvo que alzar la cabeza para mirar a la persona que con tanta confianza la habría tocado. De haber estado su guardaespaldas con ella, eso jamás habría sucedido o la habría avisado antes de tocarla. Se sentía raro, pero al menos la seguía manteniendo con los pies en la realidad. El contacto...
Cuando vio su extraña sonrisa, el contacto de su mano contra ella aún, le dieron ganas de zafarse de su agarre. ¿La razón por la que no lo hizo? 
-¿Qué haces aquí?
No lo sabía.
-He venido a por ti -dijo él, como si nada ni nadie estuviera ahí-. Tenemos que hablar.
¿De dónde había salido? ¿Cómo la había localizado? Como no tuviera un GPS instalado en secreto en el móvil, no tendría sentido... La mirada de Hope se movió sobre la oculta de Hayakawa que esperaba erguido al lado del coche en el que había venido. Cómo no. Tener guardaespaldas aseguraba el control de una de la pareja sobre otra; esta vez, le había tocado a ella. Por alguna razón, se sintió traicionada y dolida.
Hope se levantó de la silla bajo la mirada de Joshua y Anabella. Los ojos de Anabella deslumbraban como nunca había visto, ni con los desnudos a lo largo del arte en los cuadros de mujeres y sus significados. Joshua... Él miraba la situación por encima de las gafas algo confundido y con sus ojos redondos clavados en el ostentoso traje fuera de lugar que llevaba. Un traje hecho a medida, de un tono mezclado entre lila y rosa que resaltaban su piel blanca. La camiseta medio abierta por el cuello le daban un toque de ridícula arrogancia.
Seguía tocándola, con los largos dedos alrededor de su hombro como las garras de una máquina. Sus ojos lilas la miradan con un brillo extraño que no habría reconocido ni en el primer día de su matrimonio.
-¿Qué quieres?
-Hablar contigo te estoy diciendo.
-¿Es tu ex? -habló Joshua por primera vez.
Hope los miró a ambos y a sus reacciones. Nadie en la universidad ni sus compañeros sabían que estaba casada. No era un tema del que alguien presumiera ni que ella disfrutase de hablar, más que nada porque a nadie le importaba lo que hiciese con su vida. Tampoco es que él le hubiera preguntado en la boda si era algo que pudieran decir o no cada vez que preguntasen por su estado civil o no.
-¿Lo soy?
Entonces, cuando Ran la miró a ella sin la sonrisa y una ceja enarcada tuvo que maldecirse en silencio, más con cierta curiosidad de lo que diría. 
-Eso no importa. Sí, lo conozco -terminó diciendo-. Tengo que irme. Vamos.
Cogió el bolso del respaldo de su silla, dejó el dinero suficiente de sus consumiciones -sin esperar la vuelta- y agarró el brazo de Ran para llevárselo consigo. Anabella y Joshua apenas pudieron despedirse de ella, cosa que le dio bastante pena y vergúenza, porque ella ya estaba saliendo del humilde establecimiento. La noche bailaba sobre sus cabezas y los establecimientos abiertos a su alrededor tenían las puertas cerradas para evitar que el calor se fuera. 
Justo cuando Hope iba a acercarse al coche negro blindado con el que había venido, una mano la agarró por el codo y la recondujo. Ella apenas pudo reaccionar. Había un coche deportivo también negro aparcado al lado. Su guardaespaldas hizo una reverencia sobre su cintura cuando pasaron por su lado casi en cuestión de segundos. Incluso en la noche, también llevaba unas gafas oscuras que ocultaban parte de su rostro blanco. Se fijó más en Ran que en el simple uniforme negro con camisa blanca de su guardaespaldas. Los dos desencajaban en ese sitio más que sus coches, que ya era decir.
Ropa con cara -un traje similar al que siempre veía en su parte del armario, pero decorado con los gemelos dorados en las muñecas y una corbata-, una colonia que habría valido cifras de tres o cuatro números que siempre dejaba el baño inundado en la fragancia, un peinado de adulto que jamás se vería por aquellos sitios si no fuera para cometer adulterio... Era el que más desencajaba de todos. 
Y al lado ella, con los primeros vaqueros que había visto en el armario, un jersey por encima de una camiseta de tirantes que ni se hubo cambiado mientras se vestía y unas botas con un pequeño tacón, la colonia de siempre y una trenza con mechones saliendo del agarre. Dos mundos completamente diferentes. 
-Iremos en mi coche -advirtió Ran-. Conduciremos delante, así que no nos pierdas. 
Hayakawa asintió rápidamente y desapareció, junto con sus pasos. 
-¿Has traído tu coche? -preguntó, algo sorprendida.
-¿Cómo crees que he llegado? -ni la miró cuando se lo dijo. Eso ya volvía a ser el Ran que conocía. Hope sabía del garaje debajo del edificio, pero apenas lo exploraba porque su rutina era bajar en ascensor, salir de él y montarse en el coche e ir directa a donde quisiera.
Si Ran aparcaba ahí, sorpresa. Él podía conducir lo que quisiera. Hope fue llevada por su marido al deportivo aún agarrada del brazo, como una correa. Si hubiera tenido fuerzas, tampoco hubiese podido quitárselo de encima con su fuerza normal.
Abrió la puerta y la metió dentro teniendo cuidado de que no se golpeara la cabeza. El tiempo pasó tan rápido en su cabeza que en poco tiempo Ran ya estaba en el asiento del piloto encendiendo el coche y conduciéndolo. ¿Había llegado a ponerse el cinturón? Lo habría hecho, pero su mundo daba tantas vueltas que en ese momento que lo había olvidado. Las luces solo conseguían empeorarlo. Se palpó la cintura para comprobar si ella había hecho lo mismo, y suspiró cuando notó la tensión de la tela sobre ella y su pecho. Ya era algo.
   Lo peor serían los mensajes de mañana, si es que recibía alguno, preguntando por el hombre que había ido a recogerla sin dar explicaciones. Solo de pensarlo se mareaba aún más. La resaca, por lo menos, sería leve para lo que había bebido. No estaba acostumbrada a beber y eso la limitaba mucho. Pero dos cervezas...no tendrían que haberle hecho tanto si hace unos minutos estaba contenta hablando con sus compañeros de clase.
-¿Dónde está tu anillo?
Hope frunció el ceño, pero al mirarse la mano en la que siempre lo llevaba cuando no pintaba se dio cuenta. El anillo de boda, que nunca se quitaba cuando salía de casa y llevaba en el dedo índice para no comprometerse -literalmente a sus intenciones-, no estaba. Hizo un barrido rápido en sus recuerdos, y encontró el momento en el que se lo había quitado, pero no vuelto a poner. Con suerte seguiría en el mismo sitio.
-Esta tarde estuve lavando las paletas y el lavabo. Se me habrá olvidado ponérmelo -respondió, sin muchas ganas pero apurada-. Yo no te pregunto nunca por el tuyo, por cierto.
-Curiosamente nunca me lo quito cuando hago tareas que no son mías -le puso la mano en la cara y la abrió. El anillo negro con inscripción en plata relució como el primer día, como el día de la boda. Había sido ella quien se lo había colocado.
-¿Y de quién van a ser? ¿De Hayakawa? Son mis cosas.
-Tuyas, no -afirmó dejando de sonreír-. Para algo están las criadas.
El coche giró un par de veces en poco tiempo. Las luces de la calle iluminaban una carretera estrecha pero por la que se podía ir en los dos sentidos sin accidentes. Detrás de ellos, por los retrovisores, podía verse el coche negro que la había sacado de casa conducido por su guardaespaldas y un poco más por detrás otros coches ajenos a ellos. Al lado contrario, los coches pasaban y desaparecían en cuestión de segundos.
Hope apoyó la cabeza en la ventanilla y se estremeció con el frío que desprendía. 
-¿Te lo has pasado bien?
-No soy una niña para que me preguntes eso -expresó en su defensa, sin mirarle-. Pero sí.
-Nunca he dicho que seas una niña. De hecho, una niña no tendría que beber tanto -le respondió él, sin apartar los ojos de la carretera y con esa expresión tan insufriblemente desinteresada. ¿Alguna vez expresaba sus emociones? ¿Alguna vez algo le habría emocionado? Supuso que eso lo sabría mejor su amante-. Si lo fueras te estaría regañando y creo que estoy siendo bastante amable contigo ahora mismo.
Lo estaba siendo. Tenía que admitirlo, pero nunca necesariamente en voz alta. Y para lo poco que había bebido y lo mal que le había sentado, no tenía la necesidad de agradecerle nada de lo que estaba haciendo más que haberla sacado de ahí. ¿Estaba siendo demasiado orgullosa consigo misma como para tratarlo así?
Por lo menos no se había presentado como su amante ni como su esposo, que habría causado mayor revuelo, y la había respetado. Podría haber sido peor.
-No bebo siempre. Solo han sido dos copas.
-Que podrían haber sido más de no saber contratarte. ¿Te aplaudo por tus buenos modales?
-¿Te aplaudo yo por ser un capullo?
Ran pisó el freno. Hope estiró las mangas del jersey con los dedos.
La luz roja del semáforo permitió a los pocos peatones que seguían en la calle pasar. Adolescentes aún con uniforme, oficinistas que volvían a casa o acabasen de salir del metro más cercano... Hope los observó a todos, intentando analizar cómo debían ser sus vidas y lo diferentes que eran cada uno de ellos. Unos con trabajo, otros son responsabilidades... Todos igual de jodidos por un sistema.
-No soy un capullo. No me considero uno; no uno de los peores, diría yo -dijo con cierta soltura. Empezó a mover los dedos sobre el volante al ritmo de una canción que poco se importó en identificar. Dedos largos y delgados que un pianista habría apreciado-. Solo cuando tú no miras.
-Qué amable -se burló.
-Mira el lado bueno. Si no fueras mi esposa, a la que debo cuidar en la salud y en la enfermedad, y uno de mis trabajadores, no habría sido así. No te habría acompañado al coche y llevado a casa como un caballero -su mirada se oscureció. La luz del cambio de semáforo golpeándolo en el lado derecho de la cara-. Te habría dado una paliza y recordado cuál era tu lugar delante de todos.
Hope casi se atragantó. Lo decía tan enserio que le costó no creer que a alguien le habría ocurrido. ¿A uno de sus trabajadores? ¿A alguien que le hubiese ensuciado la ropa, molestado el día? ¿A alguna de las mujeres anteriores a ella en su vida, si es que llegaba a ser algo en ella?
-Habrían llamado a la policía -se atragantó diciendo.
-Cuando hay dinero de por medio, nada importa. La policía hace la mirada gorda e incluso te ayuda a cambio de un poco más. 
-No... -se atragantó con sus propias palabras, dándose cuenta de que la había pillado por completo-. No soy un negocio con el que se pueda jugar.
O lo pensaba. Porque su familia la había vendido a cambio y ahorrado el disgusto de deshacerse de la hija favorita. Había sido una tontería decirlo de aquella manera y en esa situación donde claramente lo estaba dejando claro.
Ran estiró la mano hacia ella y le acarició la mejilla. Tenía los dedos fríos, pero no parecía tenerlo, y le colocó el famoso mechón rebelde. Ella no hizo nada por detenerlo. No con semejante shock encima del que recuperarse. Luego, estiró el cuello y le dio un beso en la frente con suavidad y se volvió a colocar. El cuero del coche sonó. El coche siguió funcionando, pero ellos no hablaron el resto del camino. Se sintió imbécil.
-¿Cómo sabías donde estaba?
-Te he llamado y no lo cogías. A la segunda he llamado a Hayakawa y él, por el contrario, sí que lo ha hecho.
Touché. Entonces sí que la tenía controlada de esa manera. Ahora sí podía sentirse traicionada...si tuviera tiempo para eso. Hope apoyó la cabeza en el cristal, mirando a través de este a la carretera nacional y las farolas que la iluminaban. Las luces del coche también estaban encendidas.
El peso del beso que Ran le había dejado en la frente seguía ahí. 
-No tenías porqué haber venido. Iba a volver -y añadió de más:- Estabas trabajando.
-Quería comprobar por mí mismo dónde estaba mi mujer a estas horas y si era verdad que había salido con sus amigos. Ahora lo es. Y parece que esperábais a...¿cómo lo ha llamado? ¿A tú ex? Parece que me he adelantado.
-Eso no tiene nada que ver porque halla salido. Quería hacerlo, y punto. Tú ibas a salir, ¿no?
Se revolvió en el asiento.
-Tampoco tiene nada que ver. Ya hemos llegado.
Era cierto. 
Habían entrado por el garaje y aparcado en la plaza que aparentemente era la suya. Hope miró bien por la ventana, intentando reconocer algún lugar que se le hubiera pasado por alto. El cubículo donde estaban ascensor y la pequeña sala de espera con cristales de plástico no estaban muy alejado. Desde ese lugar, con el coche en el que siempre iban, era imposible ver la plaza de aparcamiento ocupada o vacía.
Las manos de Hope estaban heladas para cuando se bajó del coche. Ran la siguió por detrás después de agarrar unas cosas de la parte de atrás y cerrar el coche. No veía el coche de Hayakawa que siempre la llevaba, así que supuso que se había quedado fuera aparcándalo y directamente yéndose a casa. Solía irse cuando ella lo avisaba o cuando recibía una llamada de algún superior y se marchaba del apartamento, pero solía quedarse un poco más en el garaje hasta comprobar que ya nadie en el edificio pudiese ser una amenaza. El tema de la seguridad...era algo en lo que no fallaba.
Jamás.
A Hope se le encendió la bombilla una vez las puertas se cerraron y la pequeña vibración del ascensor le indicó que estaban subiendo. Ellos vivían en la última planta, la más alta del edifico y superando a muchos de los edificios que rodeaban el barrio... La convivencia en ese pequeño espacio iba a ser muy incómodo.
-¿De qué querías hablar? -empezó ella, sin apartar la mirada del frente.
Ran no dijo nada, y Hope se sintió idiota por decirlo. Una profunda respiración la sorprendió, acompañada de un estremecimiento eléctrico que recorrió su columna como una corriente. Los pelos de su nuca se erizaron con el contacto de la caricia fría.
-¿Puedo saber quién es tu antigua pareja?
-¿Pregunto yo por las tuyas?
-Podrías.
Era cierto, podía. Pero poco le interesaba algo tan banal como el pasado y una relación en la que ya no estaba. Y si estaba, pensó enfadada, que fuese ella quien pareriera al jodido heredero que todos querían y por lo que había sido intercambiada. Sus antiguas parejas eran eso, tan antiguas que era pasado y no influían en sus acciones a día de hoy.
¿Qué importaba que hubiera besado a otro, tenido sexo con otro que no era su marido y nadie más lo supiese? Poco importaba si ya estaba hecho y jamás le hubieran preguntado por ello.
-No quiero.
-¿No quieres -el hueso de la base de su columna se estremeció de nuevo, allí donde el dedo helado de él acarició y empezó a descender abriéndose paso en el cuello de su jersey. La respiración de Hope se alteró cuando empezó a subir y a bajar como una sensual caricia- o no puedes?
-Eso es una tontería -le respondió, casi como un susurro lamentable-. No quiero y punto.
Los dedos le cosquillearon. La caricia del frío tacto fueron sustituidos por la caricia de una suave y templada respiración sobre su nuca, un par de dedos jugando con los suyos y mandándole descargar eléctricos que...de alguna manera consiguieron sonrojarla y alejarla del malestar que sintió en el camino a casa.
Hope tensó la mandíbula cuanto pudo para evitar hacer algo inapropiado... En su antigua casa, decían que ese tipo de reacciones eran el comportamiento y trabajo de una fulana. Claro, que no esperaba cualquier otra respuesta de una mujer que había sido educada por una institutriz en Alemania y mudado a Japón como si nada para casarse por otro matrimonio forzado.
La diferencia entre ellas era la siguiente: mientras que el padre biológico de Hope era un ser sin corazón que después de haber tenido dos hijas, una de ellas con una aventura en el pasado, había elegido lo mejor para familia y el nombre en vez de para ellas, el esposo de Hope era joven, apuesto, y nada de lo esperado que en un principio le tenían propuesto. Hope dejó de ser virgen a los diecinueve con un chico del pasado con el que pensaba pasar su vida...hasta que conoció a otra y la abandonó. No fue un golpe fuerte, no uno igual al de su padre cuando se enteró de ello y casi la mató a patadas. Al parecer, la virginidad para los hombres era un concepto aún estipulado en los matrimonios en pleno siglo XXI. Había perdido su valor como persona ese día, y su madrastra habló de buscarle un hombre cualquiera que la acogiera a la desesperada y beneficiase a la familia Wägner de cualquier manera.
Sin embargo, en vez de hacerlo así, cubrieron el escándalo con el mismo dinero que presumía Ran y su valor siguió en pie...a diferencia del suyo para ellos. Hope ya estaba prometido con un señor de la misma edad que su padre con el que se esperaba que perdiera a parte de la «doncellez» (cómo decía su madrastra con cierta burla cada vez que podía para hacerla, o al menos intentar, sentir mal con ella misma. Nunca le funcionó. Ni una), le diera un heredero para seguir con los negocios en alza. Era de una familia reciente e influyente, habiendo llegado tarde a poder competir con muchas otras organizaciones o familias, pero que necesitaba urgentemente un sucesor por la falta de uno. Al final, lo único que se esperaba de ella era que abriera las piernas para que la preñaran, cuantas veces fuesen necesarias, y pariera.
Todo cambió el día que Ran Haitani entró en la casa y, en vez de sentarse con su hermana a charlar y a negociar con sus padres, se acercó a ella y le dijo que la gama de colores que estaba utilizando en el cuadro (porque le gustaba pintar, pero aún no estaba en la universidad oficialmente, y el jardín trasero era el único lugar donde la dejaban para que no molestase) era demasiado fría para un tiempo soleado. Hope le dijo que estaba en lo cierto, pero que no tenía sentido hacerlo cuando lo veía así. Luego, la dejó donde estaba y desapareció entre las tres personas que los miraban asombrados y enfurecidos. Cuando el sirviente fue a buscarla, se enteró que estaba prometida de nuevo y la necesitaban en el salón. La mandaron sentarse en el mismo sitio donde había estado su hermana esperando, inmaculada como siempre y con los rizos en orden, al lado del hombre que pronto sería su marido. Recordaba la conversación como si fuera ayer.
-Quiero casarme con ella. Lo haré si no tiene inconvenientes -dijo Ran, con las manos en las rodillas y una mirada relajada. El hombre que estaba detrás de ellos miraba al frente y aburrido por toda la situación.
-No, señor Haitani, claro que... -pero en vez de dejarle hablar a su padre, Ran lo mandó callar de una mirada. Su padre odiaba que lo interrumpieran, y que lo molestasen aún más, pensando que fuera tonto, así que Hope fue la primera en darse cuenta de su molestia cuando tensó la mandíbula y observó cómo la mano de Ran se apoyaba en su rodilla.
-No va para ti. Va para ella. Su opinión es la única que me importa. Si dice que sí, mire que bien que tendré una prometida y dentro de poco una hermosa esposa que además sabe distinguir un buen cuadro. Y si dice que no, me conformaré con su segunda hija. Pero será ella quien decida en vez de usted cuando es su futuro y el mío.
¿Y qué iba a hacer Hope? ¿Callarse cuando todos la estaban mirando, y su hermana pequeña la miraba por primera vez con atención y le suplicaba con la mirada que dijese que no para que ella pudiera decir que sí? ¿Ser una mala hermana? En la vida le habían preguntado lo que quería hacer, a lo que le gustaría dedicarse o el control de su vida en sí. Estaba destinada desde el momento que la llevaron a esa jaula dorada a esperar su primer periodo y que la vendieran al mejor postor. ¿Iba a perder una oportunidad de salir de ahí, de ser libre, a cambio de contentar a la mimada de su hermana pequeña, que había tenido todo servido en bandeja de plata, y que jamás se había preocupado por ella? Aún así, Hope tardó un buen rato en responder. 
Tenía dos opciones: aceptar o negarse. La primera conllevaba casarse con un hombre más cercano a su edad y con mejores modales que la mayoría de hombres que había conocido, elegante y que pidiera su opinión. Lo tenía todo, al parecer. O la segunda, en la que conllevaba tener que acostarse en una cama con un hombre poco deseado, entrado en edad y repulsivo que cada vez que la veía intentaba tocarla más allá de lo que Ran jamás se había aventurado en aquellos dos años. Si de algo se enorgullecía Hope, era de ser inteligente y capaz de distinguir una ventaja cuando la tenía delante. Ran aún estaba en la flor de la vida, así que, según su lógica, poco iba a esperar de tener un heredero tan pronto. Él no iba a lanzarse a la cama con ella, levantarle el vestido en la primera noche con ella y correrse en ella en ¿cuánto? el minuto que tardarse en conseguirlo si es que su cuerpo se lo permitía. Al menos, no era lo que parecía. Así que aceptó y, por primera vez, la gente le hizo caso.
Al igual que ese día: podía aceptar ser algo que ella misma había elegido o negarse a algo que, entre las sombras, llevaba anhelando más tiempo del que diría.
-Puedes preguntarme lo que quieras. Con cuántas he estado, con cuántos, qué les he hecho, o quién me ha llamado más la atención... Lo que tú quieras. Te responderé con total sinceridad -el tacto de sus labios contra la piel desnuda y erizada de su nuca la estremeció de nuevo, y pilló por completa sorpresa. Otro fue depositado al lado de su oreja derecha, su respiración tranquila distinguida contra la suya acelerada- y devoción.
¿Estaba haciendo eso? ¿Intentar seducirla cuando no lo necesitaba, porque desde el primer momento que lo había visto sabía que no le iba a hacer falta, y llevarla a la cama por un calentón? Lo pensó. ¿Era eso? ¿Un calentón?
El día de su compromiso había renunciado a la herencia de su padre, fuese cual fuera, con el pretexto de que no necesitaría más de ellos aparte del contacto con una pequeña parte de la familia que sí era considerada como tal. Pero también había renunciado a una serie de libertades que como esposa jamás podría recibir. El mero hecho de pensar en el adulterio o en tener una aventura con otro hombre le ponía los pelos de punto porque no era su estilo ni uno acción que le fuera a encontrar felicidad en algo que...realmente podría estar disfrutando.
Pero jamás le había preguntado a él qué opinaba de aquello. De la razón por la que había cambiado de opinión respecto al matrimonio, del por qué le importaba tanto su opinión si al final iba a abandonarla a la primera oportunidad que tuviera por el trabajo... Tampoco es que hubiese tenido muchas oportunidades para hacerlo.
Y las que sí tuvo, prefirió callarse y guardar silencio.
Otro escalofrío, esta vez que recorrió la boca de su estómago y le dejó un mal sabor de boca. Justo como le habían dicho que hiciera. Lo que le habían ordenado que hiciera y, si podía también, darle un hijo tan pronto como pudiera para ser útil.
-No sería apropiado.
-¿Y qué si no lo es? 
Una buena pregunta.
-Dejaría de serlo.
¿Qué importaba si no era apropiado? Él era su esposo y ella su mujer, como habían jurado en sus votos de matrimonio. En la salud y en la enfermedad, en pobreza y en la riqueza; algo irónico, porque su cuenta bancaria debía de superar el billón fácilmente. Pero él nunca se había quitado el anillo. Decía que nunca se lo quitaba, y que guardaba fidelidad a su matrimonio como juró en su momento...mientras que ella se comportaba como una niña cuando él intentaba acercarse a ella.
Mentiroso. Ran Haitani era un sucio mentiroso.
Estaban en un ascensor. Lejos de ser pequeño era enorme para la poca gente que podía permitirse ese edificio o la capacidad de alojamiento de los apartamentos. Para fiestas, quizás, fuera útil. Para dos personas, sin embargo, era asfixiantes el poco espacio que podía haber en su mente. Allí, con Ran besando su cuello, agarrando su mano y acariciándola como si fueran íntimos, parecían dos amantes esperando a llegar a la casa del otro para dar rienda a su amor y lujuria. Pero no lo eran. Ese no era el caso porque no eran amantes que se veían a las sombras del cónyuge del otro y que rivalizaba en sentimientos. 
¿Por qué hacía las cosas más difíciles de las que ya eran?
Compromiso. Lealtad. Juramento. Era a lo que estaba sometida desde el la quinta semana de verano en la que había cambiado su futuro por uno que estaba lejos de contentarla o satisfacerla. En su familia, la lealtad era un juramento que hacías nada más naces o te metes en ella por un compromiso. Todo se relacionaba. «Y las mujeres eran un mero objeto para seguir el transcurso de esa barbarie, tradicional y misógina cultura de la violación».
Hope hizo un ademán para alejarse y poder discutir lo que estaban haciendo. Si estaba mal, si estaba bien, si era mejor hacerlo en otro lugar. Lo que fuera. Pero poder hablarlo con tranquilidad. Antes de poder reaccionar, Ran ya la había girado hacia él, cara a cara pese a la diferencia de altura, y le había agarrado la cara con ambas manos, inclinándose hacia delante.
Se quedó en blanco cuando la besó.
En los labios. 
Se quedó congelada en su lugar cuando comenzó a besarla. Y no como su amante en el pasado había hecho, suavemente y paciente. Sino con ganas. Ganas de verdad. Lejos de la primera vez que lo hicieron en el altar. Como si él hubiera estado conteniéndose también en ese momento, y ahora tuviera la oportunidad de dearse llevar. La fragancia de su colonia la invadió e inundó sus fosas nasales, un cosquilleo que le recorrió y le hizo lagrimear. Hope dio un traspié hacia atrás por la impresión y su espalda chocó contra la superficie plana del ascensor. Su mano se clavó al lado de su cabeza mientras se acercaba más a ella, pegando su pecho al suyo y el la espalda de espalda presionando con más fuerza contra la pared. 
Allí, en el ascensor, donde estaban ellos solos, probablemente de las pocas veces que habían compartido un espacio solos. Cuando no era sus padres, era con los guardaespaldas que velaban por la seguridad de ella más que por la de él. La decencia, la lealtad, la fidelidad... Todos los valores que le habían enseñado e instalado en su mente para que pensara siempre en ellos podrían haberse roto por una aventura cualquiera que la distrajera de la vida de ricos que le esperaba al llegar a casa después de la universidad. La nariz de él se presionó contra la suya cuando cambió el lado de su cabeza para poder acercarse más a ella, una de sus manos tirando de su cadera hacia él sin vergüenza. 
Había tardado en darse cuenta de que ya no estaba atada a esas cadenas asfixiantes, las palizas y las miradas por encima del hombre de forma disciplinaria. Que ahora era libre. Así que, cuando Ran se alejó lo suficiente -unos escasos centímetros de ella para dejarlos respirar-, pudo corresponder como mandaba. Hope no tardó en responderle con ganas. Su cuerpo contra el suyo, caliente y cubierto por ropas tan diferentes como ellos. Se puso de puntillas para profundizarlo. Él, en respuesta nuevamente, le agarro el pelo en un puño y la apretó contra la pared. 
«Por favor».
-Ran.
-Hope.
Juntaron sus frentes antes de volver a compartir un beso, ahora más relajado y que jamás habría pensado en repetir, cuando la espalda de ella empezó a tensarse. El escozor y la presión en sus omóplatos, que debía de haber estado ahí desde el primer momento, empezó a molestarle y se arqueó.
Ran besó su nariz para volver a esconderse en el hueco entre su cuello y hombro. Lo sintió respirar un par de veces con profundidad, haciéndola estremecerse por el contacto de su afilada nariz contra la piel desnuda.
-No vuelvas a retarme -empezó diciendo. Si ella dijo algo, no recordaba el qué. Las manos de él apretaron la piel que sujetaban-. Jamás.
Esa respuesta la sorprendió. Tuvo ganas de preguntarle a qué se refería, a qué venía algo como aquello, cuando el timbre del ascensor sonó y los sorprendió. Hope subió un brazo para alejarlo...cuando Ran se alejó y salió escopetado al poco tiempo de la puertas.
Las luces del ático estaban encendidas cuando la figura alta y delgada de Ran desapareció escaleras arriba. Una de las criadas estaba ahí limpiando cuando los vio llegar y, sorprendida, solo le dio tiempo a mirarla a ella. 
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eevee-d · 2 months ago
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Pura queja nomas (Squidcraft)
Shadoune aprendió español hablando con la gente; puedes entenderlo, pero ahora no es su idioma nativo y tiene errores al hablar. Peor aún, aprender a conversar no es lo mismo que saber deletrear y pronunciar las letras bien. (b y v, c, s y z) son toda una wea, ni en Latam todo se dice igual. Por qué invitar a tantos franceses con un juego de dinero si van a poner la prueba solo en español e inglés.
Apenas Shadoune supo que era la prueba, dijo que ya estaba fuera.
Etoiles, Kameto, y Aypierre lo hubieran tenido que hacer en inglés. Ellos no hablan tan bien inglés como Shadoune español. Aypierre muchas veces se queda en "uhhhs" y Etoile's su pronunciación y formulación de oraciones no es la mejor. De eso a deletrear en el abecedario inglés es muy difícil. 
Si hubiera sido Meica, Pac, Bagi, también hubiera sido una joda, en cualquier idioma que escogieron.
Si no puedes acomodar a todos para un juego justo (en especial cuando es sobre barrera de lenguaje), no los metas al juego. Incluso si no llegaron, al poder haber llegado estaban invitados para poder jugar y ganar el premio hubiera sido injusto.
Yo se hablar ingles, pero deletrear esta complicado.
-pero felicidades a Pan!!!
Logro el juego del deletreo muy bien hubiera pasado igualmente!
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woennix · 11 months ago
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No me habia enterando de que hoy era el qsmpblr language day asi que imaginad mi asombro cuando abro el tag y veo un monton de lenguas que no conozco lmao.
Solo quiero decir que esta idea es genial y me alegro un monton de que la estemos haciendo, no me esperaba que en tumblr hubiera tanta gente alrededor del mundo y sobretodo en nuestra comunidad porque por la falta de un sistema de traducción en la pagina, todos nos pusimos a hablar ingles xD.
Ojala mantengamos esto! :D Amo ver la diversidad de lenguas y sentirme un poco menos sola como persona cuyo idioma nativo no es el inglés rip.
Esto es para lo que se creó el QSMP y verlo florecer asi no se pues me ablanda mi corazoncito <3
Feliz dia de la lengua :DDDDDD
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crystalsenergy-fres · 7 months ago
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LOS SIGNOS 🌌✨
Introducción a la astrología, lo básico:
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Introducción a la astrología, lo básico: LOS SIGNOS
Hay 12 signos en el zodíaco, y cada uno representa un paso más en la evolución humana, algo que el ser humano necesita aprender. Todos tenemos algo bueno y útil que dejar como marca en el mundo. ¿Somos solo eso? Claro que no, de lo contrario, el mundo estaría lleno de gente y de actitudes buenas. Cada signo tiene su lado 'oscuro'. Pero ese es tema para otro post.
En este post explicaré brevemente las características más presentes en cada signo.
Aries
la individualidad, el enfoque en sí mismo, aprender a desarrollar su sentido de identidad y autoimagen. Tener intensidad y mucha energía para actuar son características de este signo. Energía para liderar, ya que Aries es bueno para 'dar órdenes' y emana por sí solo un espíritu de liderazgo.
Tauro
el mundo material y el contacto con las posesiones, la cuestión del dinero, la necesidad que viene de placeres de los 5 sentidos. Mucha sensibilidad (de los 5 sentidos), perfumes, trabajar la tierra, amor por la comida y las plantas... todo lo terrenal: Tauro amará. Persistentes - a veces llamados testarudos -, nunca dejarán de intentarlo.
Géminis
las comunicaciones, lo social, el contacto con las personas. Hablar y mucha actividad mental. Son los parlanchines del zodíaco, aman los cambios y no les gusta la sensación de estar estancados - la vida para ellos es una aventura. Son los eternos jóvenes del zodíaco.
Cáncer
nutrición emocional, estar muy unido a la familia, especialmente a la madre, más que cualquier otro signo. Es aquel ser que tiene la voluntad de nutrir y cuidar a los demás, como si fuera una mamá. Nos ayuda a tener una conexión más profunda con nuestras raíces.
Leo
irradia autoconfianza y energía enfocada en la autoexpresión. Persona muy creativa que puede estar orientada hacia las artes. Algo que podemos aprender de los leoninos es nunca dejar de expresarse, querer ser visto y valorado por su habilidad.
Virgo
el signo de muchos adictos al trabajo, puedo deducir. Virgo nos enseña la importancia de cuidar nuestra salud, trabajar y seguir una rutina. Ligado a métodos, organización, cosas que tengan sentido. Enseña a priorizar el cuidado de su salud y de la naturaleza. Es un signo muy racional, que quiere sentirse útil, pero no es muy emocional - es lo opuesto a Piscis, risas.
Libra
a diferencia de lo que veremos con Acuario, Libra es el signo del apego. También está ligado a lo mental, al pensamiento, pero es ese tipo de pensamiento que considera todo y a todos y difícilmente toma una decisión: porque - una de las posibles razones - puede ver la posibilidad de que más de una persona tenga razón. O simplemente no puede decidir - para quedar bien con todos. Es el apegado que necesita tener relaciones/contacto con las personas.
Escorpio
el signo más profundo del zodíaco. Profundo, pero no todos lo verán y lo sabrán. Exactamente porque Escorpio es el 'calculador', en el sentido de que sabe todo lo que hay en ti, calcula y reflexiona sobre ello, pero deja poco que los demás lo sepan. Es defensivo, porque cree que lo que hay dentro de él es lo más precioso. Intenso, tiene una energía que nos ayuda a profundizar en una cuestión y luego regresar de ella. Quiere quitar los velos del alma.
Sagitario
el aventurero del zodíaco. No es del tipo que le gusta tener planes definidos. Es más del tipo 'llámame y voy'. Ama correr riesgos, le gusta lanzarse a lo desconocido sin estar seguro de cómo saldrá, y está muy ligado a los viajes, descubrir cosas y personas nuevas y aumentar su conocimiento del mundo.
Capricornio
signo del tiempo, la construcción, la conexión con el estatus social y la profesión. Nos enseña a construir cosas para un futuro con objetivos alcanzados - y con estabilidad, preferiblemente. Es un signo que generalmente da una impresión de seriedad y madurez al nativo. Persona muy enfocada en su trabajo, en su rutina y en la estructura de las cosas. Puede ser algo conservador.
Acuario
el desapegado del zodíaco. Acuario es un signo que ama el contacto con las personas, pero también desea mucho que respeten su momento de estar solo. Son independientes, quieren hacer muchas cosas solos, sin mucho apego, y están muy ligados a la lógica, lo racional. Es un signo con una mente activa, que siempre estará pensando en algo, racionalizando algo.
Piscis
la espiritualidad, el inconsciente y las emociones humanas más profundas. Muy ligado a la empatía, al sufrimiento humano. Es muy bueno para escuchar a las personas, a veces puede terminar tomando el problema del otro como propio, pero es un signo increíble para ayudar a otros a sentirse comprendidos.
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teddywook · 9 months ago
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Holi!! Acabo de encontrar tu blog y dejame decirte que ya lo amo. Estaba buscando contenido de Sungchan (mi bias) y me topé con tu publicación y opino lo mismo (es pasado xd)
Sinceramente, si creo que tomaría la oportunidad si se le presentara de salir con una persona extranjera, todo lo que me sale de él aquí dicen que nel pero yo digo que sí, si tendría sus dudas debido a la sociedad coreana pero sería algo así como esa frase de pinterest (un poco cursi pero fue lo primero que se me vino a la mente xd) ¿estás dispuesto a tomar el riesgo?, además si me lo imagino que le digan lo bien que se escucha hablando el idioma nativo de su pareja como lo dijo el otro anon x2; además, en mi mas sincera opinion, eso sería ÉEEPICOOO
bienvenida cariño, espero que lo que encuentres aquí sea de tu agrado 🫶🏻
honestamente, ya dejando ser delulu un momento, sí puedo ver a sungchan con una extranjera. las diferencias culturales serán un shock al principio, pero siento que sería algo de lo cual estaría orgullo de presumir ¿sabes? como lo buena que eres en los idiomas (considerando que además de hablar coreano también sepas inglés), lo bonito de tu tono de piel, la forma de tu cuerpo y tus rasgos extranjeros en general. como lo hemos hablado mucho, a sungchan le gusta la atención y quiere sobresalir de buena forma, por lo que tener una novia extranjera no suena descabellado si lo ves desde esa perspectiva 🤓☝🏻
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terrorcito · 1 year ago
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Skin-walkers
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Los skin-walkers son una leyenda bastante vieja que ronda por ahí de vez en cuando. Dentro de la cultura Navajo (nativos americanos) se cree que son brujos con la capacidad de transformarse en animales. Suelen ser asociados con malos augurios y se dice que son seres bastante malignos.
Hay varias interpretaciones de lo que son, incluso se han tenido "avistamientos" de animales actuando extraño. Supuestamente pueden poseer el cuerpo de un animal con tan solo contacto visual. Muchos dicen que incluso tu perro podría ser un skin-walker y tú ni siquiera lo sabes. Lo cierto es que es difícil identificarlos, pero existen pequeños detalles que pueden ayudar a identificarlos.
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Por ejemplo; Huyen de la luz, sus ojos brillan como los de un animal cuando están en su forma humana y cuando son animales estos se vuelven más parecidos a los de un humano.
Aunque estas criaturas vienen de leyendas bastante antiguas, últimamente se han vuelto a popularizar por medios de redes sociales. Hoy en día existen bastantes videos en Instagram o en Tik Tok que dicen haber visto a uno de estos. Hay desde cabras en dos patas, venados deformes e incluso perros con apariencia bastante... humanoide. Nadie sabe realmente si existen, pero es un miedo que se ha estado esparciendo dentro de la comunidad.
Regresando un poco a la cultura Navajo, en esta no esta permitido hablar de ellos. Ya que se piensa que decir su nombre puede abrir paso a invocar su presencia. Lo que puede llevar a un terrible final para ti y tu familia. En caso de que te encuentres con uno NO LO SIGAS. Ya que podría manipularte para encontrar tu hogar y a más personas. La única forma de salvarte es pronunciando su NOMBRE.
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Ten mucho cuidado con lo que te rodea. Nunca sabes que podría estar detrás de aquello que tu más quieres.
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vistazo-al-futuro · 1 year ago
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Aprende diversas lenguas
Hola queridos amigos, ¿Cómo va su día?, volvemos a escribir en el blog para hablar de una tema importante los idiomas. Hoy en día se pide el manejo de hasta 2 idiomas para poder obtener tu grado de bachiller, muchos pensaran que es muy complicado y que demanda mucho tiempo aprenderlo, pues en mi experiencia aprendiendo ingles es lo más genial que me pudo haber pasado, al comienzo tenía miedo porque realmente no sabía nada de este idioma, sin embargo al mes de llevar clases constantes pude conectar con el idioma y entenderlo, a mi parecer el inglés es un idioma muy divertido y necesario, ya que la mayoría de trabajos y grados de estudio superior sugieren que al menos tengas un dominio básico del idioma, a demás si tienes planeado viajar al extranjero (el sueño de la mayoría) te será muy útil porque se suele utilizar el inglés para comunicarse. Ahora te preguntarás, ¿Es caro estudiar inglés? Tengo más actividades;¿Tendré tiempo para aprenderlo?, obviamente en este blog te aclaramos las dudas, entonces queridos amigos déjenme decirles que no, el inglés no es caro ni mucho menos demanda tanto tiempo. Si piensas ingresar a una academia a estudiar inglés pues tienes varias opciones, las más conocidas son las siguientes;
• ICPNA: En este instinto podrás aprender inglés americano, cada nivel dura 1 años excepto el nivel básico que dura 13 meses con la introducción al inglés, sus costos varían por nivel y tiene programas que te ayudarán a obtener mejores resultados, ademas de tener programas recreativos para aprender el inglés y otro curso más.Los precios no son tan elevados y la matrícula viene incluida con el libro sea físico o virtual, sus métodos de enseñanza son mi dinámicos, a demás te toman examen como el TOELF para ver tu nivel de inglés, esto no afecta tus notas pero sirve para que veas si tus aprendizajes han mejorado o no. Así podrás darte cuenta que de lo que necesitas mejorar. Si deseas viajar al extranjero, este instituto te ofrece programas de intercambio dependiendo de tus notas y si lo solicitas. Si deseas más información acerca de este instituto puede visitar su página.
• Británico: En el instituto Británico puedes estudiar inglés británico como lo dice su nombre, la diferencia entre el inglés americano y el inglés británico es muy poca, solo algunas palabras cambian, sin embargo su estructura es la misma. Este instituto te ofrece un aprendizaje de calidad y además cuenta con evaluaciones dónde podrás hablar con nativos, además tiene programas para promover la cultura. También cuenta con clases virtuales y presenciales para que esté a tu alcance, los niveles duran 1 año cada uno (basico, intermedio y avanzado) y su matrícula es un poco más costosa, tienes que comprar tu libro aparte y ese libro dura para 1 ciclo. Para conocer más sobre este instituto puedes revisar su página:
• Duolingo: Es una aplicación que cuenta con juegos donde aprendes diversos idiomas, parecerá broma pero muchas personas han mejorado su nivel de inglés o han aprendido más sobre este idioma. Pero está aplicación no solo te ofrece aprender inglés, sino también te ofrece otros idiomas como Francés, Alemán, Italiano, Portugués, Catalán, Ruso y Sueco. Su descarga es totalmente gratuita y tú puedes establecer dónde y a qué hora quieres aprender un nuevo idioma desde tu teléfono o tablet, incluso si vas por la calle caminando puedes ir aprendiendo ingles con este juego. Duolingo se caracteriza por su conocido dibujo de búho y además de su enseñanza rápida y divertida. Esta aplicación no te da un certificado ni nada pero incluso puedes llegar a aprender mucho en la aplicación y después tomar un examen en alguna institución para poder ver tu nivel de inglés y dependiendo de tus resultados puedes obtener un certificado o estudiar un par de meses para completar tu nivel de inglés. Descárgalo y descubre que tan bueno eres con los idiomas:
Por último te puedo recomendar ver videos en Youtube. Existen muchos profesores que se dedican a enseñar por internet sin cobrarte, según testimonios es mucho más fácil y económico aprender inglés de esta forma, además de que puedes encontrar profesores que tienen una enseñanza muy divertida, que te motiva a seguir viendo sus videos y aprendiendo, te recomiendo algunos canales como:
Si conoces a algún otro canal, programa o instituto que podamos agregar puedes escribirlo en nuestra barra de comentarios y ayudar a que todos dominemos al menos dos lenguas :D. Recuerda si quiere frutos en tu aprendizaje también debes poner de tu parte, repasar y poner atención. Todo logro en tu vida será gracias a ti y tu esfuerzo. Que esperas ve en busca de buenas oportunidades y recuerda, aprender es divertido!
Hasta la próxima queridos amigos.
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- by Maite Peña 5H
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lamiseriadesiylosotros · 2 years ago
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A mí me gusta la “ese” de la palabra “dijistes” y todas las “eses” que se agregan a los verbos de segunda persona en pretérito perfecto simple: comistes, leistes, tradujistes. Voy eligiendo los espacios y los momentos en que voy a usar esa forma que para ciertas personas es incorrecta. Yo aprendí el castellano como segunda lengua, pero no lo aprendí por completo, ¡el castellano tiene tantas variantes!. Cuando lo hablo, decido, ahora ya muy conscientemente, qué variante en específico voy a utilizar. Tampoco es que yo hable muchas variantes de esta mi segunda lengua, ya quisiera yo poder utilizar tanto el español que se habla en Santiago de Cuba como el castellano de Culiacán, que siempre me ha parecido muy interesante; ojalá pudiera aprender el castellano que escuché hablar en el barrio de Tepito y que me sorprendió por su gran innovación y riqueza léxica o el castellano andaluz cuyas características fonéticas me parecen muy interesantes.
Alguna vez vi una película llamada Los lunes al sol (película que recomiendo muchísimo, por cierto), para disfrutarla tuve que activar los subtítulos, puesto que mi muy escaso conocimiento del castellano de Vigo hizo que los diálogos me fueran ininteligibles; los subtítulos estaban en otra variante del castellano, una que llaman estándar, esta es la variante que se usa en la academia y en los medios de comunicación masivos, pero es, al final, una más entre las tantísimas variantes de esta querida lengua en la que les escribo.
¿Se imaginan si yo pudiera hablar muchísimas más variantes del castellano? Mi mente podría procesar características gramaticales variadas, mi boca podría articular sonidos que ahora mismo no puedo emitir, mi inventario léxico se ampliaría con múltiples palabras del castellano que ahora desconozco, porque ningún hablante de esta lengua conoce absolutamente todas las palabras de todas las variantes de su idioma. Lo que llamamos castellano o español es un complejísimo y siempre cambiante aglomerado de sub-sistemas lingüísticos, por ejemplo, en la variante del castellano que se habla en los Valles de Oaxaca, sólo existe un fonema que se escribe como <y> o como <ll> mientras que en los Andes, cada una de estas letras corresponden a dos fonemas distintos que se pronuncian diferenciadamente. Sería imposible aprender, eso sí, todas las variantes que conforman ese organismo viviente que es el castellano o español, nadie habla toda esta lengua. Del castellano, sus hablantes, nativos o no, participamos a través de pequeñas parcelas que todas juntas crean este idioma.
Yo hablo algunas variantes del castellano, una de ellas la fui aprendiendo a lo largo de mis años de escolarización y que, como dije líneas arriba, llaman variante estándar; es una variante que sigo aprendiendo hasta la fecha, es la favorita que se utiliza para la escritura formal y es la que despliego cuando doy una ponencia o cuando escribo columnas como esta; la otra variante de castellano la aprendí en mi contexto, es la que utilizan las personas hablantes de mixe que adquieren castellano como segunda lengua sin ir a la escuela. Esta segunda variante está, por supuesto, bastante influido por las características del mixe, tiene una entonación y una sintaxis particulares, en esta variante, por ejemplo, preferimos que los adjetivos en oraciones de predicación secundaria aparezcan en posición inicial, decimos, “bonito se ve ese vestido” y no “ese vestido se ve bonito” como se dice en otras variantes. Esta última es una variante del castellano muy propio de mi contexto, tiene sus propias reglas y nos da identidad, es una más entre la riqueza de variantes del idioma español.
Para muchas personas, se trata de un castellano despreciable porque se aparta del estándar y evidencia que quienes lo hablamos somos indígenas. Algo parecido sucede con las variantes de castellano asociadas a las clases bajas.
Dado que viví algunos años en la Ciudad de México para hacer los estudios universitarios, mi castellano hablado también adquirió muchos rasgos de ese nuevo contexto; un día, un amigo de mi comunidad llegó a visitarme, usualmente yo hablaba en mixe con él así que se sorprendió muchísimo cuando me escuchó hablar castellano con otras personas en esa variante que había aprendido en las aulas; extrañado, me dijo “¿por qué hablas español como si no fueras mixe?”, lo que él esperaba es que, cuando yo no hablara nuestra lengua materna, utilizara la variante de castellano que me correspondía, la de nuestro contexto, escucharme hablar en ese otro castellano me revelaba ante sus oídos como una persona extraña.
Entre todas esas ricas variantes del castellano, hay una a la que se le ha dado más prestigio, mientras que se desdeña a las otras. Quienes son especialistas en lingüística saben que todas las variantes del castellano son importantes, que ninguna vale más que otra. Sin embargo, desde un sistema de valoración arbitrariamente construido, la llamada variante estándar, una más entre muchas, se ha vuelto un marcador de clase y se establece como norma. En lugar de disfrutar de la riqueza de esta diversidad de variantes y garantizar el acceso a la variante estándar para ciertos contextos, una ola de desprecio pretende cubrir la diversidad asombrosa de las variantes del español.
En una de las variantes del castellano, la prestigiosa porque se asocia a las clases altas, hay una excepción en el paradigma de conjugación de la segunda persona, cada vez que un verbo se conjuga en segunda persona del singular, el verbo termina con “s”: tú amas, tu amarás, tú amabas, tu amarías, tú ames; pero hay una excepción, en pretérito no se cumple la regla, donde esperaríamos un “tú amastes” como en el resto del paradigma, el verbo aparece sin su esperada “ese final” y queda solo como “tú amaste”.
En otras variantes del castellano, sin embargo, se cumple la regla en todo el paradigma; en todos los tiempos, los verbos en segunda persona portan su “ese” final, incluyendo el pretérito que se pronuncia entonces como “tú amastes”; cuando los hablantes de esta variante usan esta “ese” final despliegan sus capacidades para establecer analogías y nivelar el paradigma de segunda persona que queda ya sin ninguna excepción. Por el contrario, en la variante de castellano en donde se dice “tú amaste”, los hablantes dejan intacta la excepción y no nivelan el paradigma. Para algunos, como el periodista Carlos Loret de Mola, mantener esa excepción les da prestigio y la ausencia de una pequeña letra, la “ese” final en pretérito, les da identidad de clase social, por eso la defienden tanto; todo eso, claro está, surge del prejuicio lingüístico y del clasismo. ¿Cuál variante es la mejor? ¿con “ese” o sin “ese” final? objetivamente hablando, ninguna; ambas contribuyen a la gran riqueza de este idioma.
La escritura formal utiliza preferentemente una variante del castellano, aquella que utiliza “tú amaste”, pero esta variante no es la medida de perfección contra la cual las demás variantes deberían medirse, es una variante que cumple con ciertas funciones sociales como las demás cumplen las suyas. Es posible enseñar en la educación primaria los contextos en los que se utiliza cada opción y estoy completamente a favor de que la variedad y la riqueza del español sean un tema a abordar en las escuelas, esa riqueza no puede negarse, es una realidad patente que podemos aprender a disfrutar y valorar aunque lamentablemente los prejuicios lingüísticos aderezados de clasismo y racismo nos lo impidan muy frecuentemente.
Artículo de Yásnaya Elena A. Gil/El País
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knario47 · 1 year ago
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hola! acabo de enterarme de la existencia de indígenas canarios, puedo preguntar un par de cosas? ru blog es interesante
para empezar, has visto alguna similitud con lo que pasó y pasa con los canarios amazigh con lo que pasa con otras comunidades nativas? por ejemplo los nativos mohawks o cherokee
segundo, he visto a algunas personas hablar de canariofobia, existe? puedes darme algunos ejemplos? gracias de antemano
Hacer una comparación de los dos hechos sería algo odiosa, aún así hay una clara similitud, el desplazamiento de los oriundos a otras tierras, los Charokee fueron claramente forzados a una emigración muy lejanas mientras aquí fueron esclavizados o desplazados a otras islas para ocupar tierras de repartición siempre y cuando fueran en otras islas, previamente fueron bautizados y castellanizados les adjudicaron algunas tierras donde ya se sabía que los colonizadores no las iban a ocupar ya que aquí no hay metales ni piedras preciosas y al estar en África y muy cerca del desierto del Sáhara no les atraía ocupar islas, el nuevo mundo y sus riquezas está en mente de ellos.
Con relación a la Canariofobia, te comenté que desde los inicios de la ocupación hace más de 500 años concretamente con el fin del genocidio en 1496 lo estamos padeciendo por parte de la metrópolis colonial, de sus tropas de ocupación o de su rama politica y de los descendientes de los colonizadores españoles que aquí se les llaman Canarigodos, el gobierno colonial canario con su presidente a la cabeza ha dicho recientemente que la culpa de que Canarias no este a la cabeza en la creacion de empleo es porque los canarios exige salarios dignos en igualdad con el resto de los trabajadores de la metrópolis española, en estos últimos meses este mismo gobierno no hace frente a la independencia alimentaria de las islas y los precios sean triplicados o incluso más, alimentos básicos como las papas han estado o alcanzados los 5€ el kilo algo exagerado, otras situaciones son la creación de más hoteles en terrenos arqueológico o de riesgo biológicos por estar ocupados por especies únicas, estás promociones son echas por empresas coloniales de dudosa identidad.
Todas éstas empresas vienen de fuera a demoler lo poco que nos queda con el consentimiento de la metrópolis colonial, la Canariofobia a existido desde los primeros tiempos colonias y de su religión Abraanica, no voy a entrar en si los españoles de a pie nos aceptan o no, principalmente nuestro acento es único y forma una clara variante linguistica bién diferenciada al resto de la metrópolis, curiosamente la Real Academia Española RAE reconoce nuestra variante linguistica pero los gobiernos de la metrópolis colonial españolas y principalmente de sus vasallos coloniales en las islas no hacen absolutamente nada, solo han creado la Academia Canaria de la lengua, pero estos miembros han traicionado su principal objetivo cuidar nuestros, léxico, semántica y de nuestro acento con la introducción de palabras como Vosotros, Sois, Estáis, Vayáis, Autobús, etc,
https://portal.academiacanarialengua.org/
Se está haciendo eternamente difícil seguir hablando de esto, espero haberte servido, si quieres algo más me lo puedes pedir, ahul.
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elbiotipo · 1 year ago
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mr biotipo creo que estaria bueno saber lo que pensas al respecto; una persona es hispana si sabe pesimo español o sea nivel yanki q esta aprendiendo A2, vive y vivio en estados unidos? si fuese, en vez de hispano, latino, es lo mismo? por que? me lo pregunto mucho
Acá podríamos hacer todo un paper al respecto, porque depende mucho de que significa "hispano". El mundo hispano son aquellos países y aquella gente que habla castellano (o español? incluye esto a los lenguajes y dialectos de España?), incluyendo por ejemplo a Guinea Ecuatorial, mucha gente en las Filipinas, y en varios otros lugares, pero esto excluye a los brasileros, por ejemplo, que son definitivamente latinos, pero no hispanos. Latino es otra cosa con definiciones más complicadas (aunque para mí son básicamente todos los países sur de EEUU, el Caribe entra también por lo que creo que son razones históricas y políticas. PARA MÍ, OJO.)
Pero en EEUU es una definición diferente, hasta racial o parte del censo es muy raro para mí cuando escucho una persona que "parece" "hispanic" en el contexto racial norteamericano, porque para mí un "hispano" o "latino" puede ser en aspecto de cualquier etnia. Yo no me ascribo a una definición racial de hispano o de latino.
También está la palabra "hispanohablante" que creo que sería la más apropiada en este caso particular. Alguien que no fue criado en un país o en una cultura hispana o latina, pero igual habla castellano. Yo por ejemplo, hablo inglés en un nivel prácticamente nativo, todo el tiempo leo, escribo, y demás en inglés, pero no me considero "anglosajón" o de cultura inglesa, soy "angloparlante" podríamos decir, un argentino latinoamericano que sabe hablar inglés, como sería un argentino que sabe hablar francés, etc. Al mismo tiempo, de cierta forma, SOY parte de la comunidad de hablantes ingleses, del "world english" (concepto muy interesante). Sería algo parecido con los hablantes del castellano que no tienen una conexión directa con él?
Después está todo el tema de quien es latino. Yo escucho gente en EEUU que tiene 5ta generación de latinos y se autoproclama latinos, para mí eso tiene tanto sentido como que yo me diga "italiano", a lo sumo soy argentino con ascendencia italiana (y otras). Pero tampoco me parece bien negar la autodefinición de las personas. Lo que si noto una brecha cultural entre los latinos inmigrantes en EEUU y los nacidos y criados en Latinoamérica; lo que para ellos es relevante, para nosotros no lo es.
Pero es todo un tema, viste.
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archangeldyke-all · 1 year ago
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me das ternura JAJA yo soy española de España, te hace gracia mi accento?🤣, hablas bien español tranquila 🫶🏻
jajaja solo un poco!! gracias mi amor :) espero hablar como un nativo algun dia :)
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rubimoon45 · 9 months ago
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SUMMER´S LOVE
Pareja: Helion x fem!reader
Sinopsis: Calliope es prima del Alto Lord de La Corte de Verano, y una princesa de Verano. Cuando la amenaza cae sobre el continente y deben liarse, a ella solo le preocupa una cosa.
Parte: I, II, III, IV
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Estaba en la playa esa mañana, ayudando a una de las tortugas a desenredarse de una red que los pescadores habían lanzado al agua una vez completaban su trabajo en alta mar. Odiaba encontrarse a los animales de aquella manera, sufriendo por algo que no era su cupa, y no es como si hubieran leyes que prohibieran esos actos. Pero haberlas creado durante el cautiverio de la familia real y el gobierno tiránico de Amarantha las dejaba casi inválidas con su regreso, así como haberlas hecho una hembra cuya autoridad ya estuvo en duda en su momento. Calliope podía ser la primera del Alto Lord, pero continuaba siendo una hembra nacida del segundo matrimonio con uno de los príncipes. Y eso no siempre estaba bien visto entre los de su especie, en su gran mayoría. Un tirón en el brazo la hizo detenerse, el agua golpeando sus rodillas descubiertas, el pantalón remangado hasta sus muslos. Uno de los guardacostas la ayudó manteniendo a la tortuga, que se sacudía queriendo huir.
El sol estaba en su punto más alto y el agua relativamente tranquila. Los expertos decían que las migraciones de especies ya estaban ocurriendo y que la tormenta tropical ayudaría al desplazamiento de otras. Al menos ellas podrían salvarse si otro ataque golpeaba Adriata. Poner a salvo a los inocentes era lo más importantes. Adriata estaba bajo alerta. La mayor parte de la población se había marchado al interior con el primer ataque, y los que se habían quedado eran trabajadores menores o miembros del ejército para defender la ciudad de un segundo. Tiró de la última tela que rodeaba la aleta delantera de la tortuga, que volvía a revolverse en busca de libertad.
-¿Por qué quiere marcharse? La estamos ayudando.
De normal, se dejaban ayudar por las manos adecuadas. Debía ser por el primer ataque. Tenía que serlo. Los animales eran más perceptivos que otros faes. Tal vez en su forma primitiva pudiera resolverse la guerra sabiendo cuándo iban a atacarlos con sus sentidos más desarrollados, perdidos en la evolución hacía milenios.
-Saben lo que pasa. Usted también debería marcharse.
-No estaría bien huir y dejarlos a todos -le dijo al macho. Piel morena y cabello oscuro. Un nativo de Verano-. Quiero arreglar esto antes de reunirme con mi primo.
-¿Ha dado alguna noticia nueva?
Calli no respondió a la primera.
No podía hablar a la ligera de los asuntos de Estado con cualquiera. Por mucha ayuda que le hubiera dado en los últimos años con la cala, seguían siendo un extraño que no tenía por qué conocer los asuntos de gobierno.
-Solo lo conocido.
Él no preguntó más.
Volvió a centrarse en su tarea. La tortuga, con medio cuerpo sumergido y la otra mitad en el aire sacudió las aletas delanteras. Calli se apartó antes de recibir un golpe, pero aprovechó para coger el último de los extremos que la rodeaban. Una de las olas impactó con fuerza contra su espalda, empapando su ya de por sí melena blanca sumergida hasta la mitad. Mechones blancos solapados cayeron frente ella y tuvo que recolocárselos como pudo. Maldijo cuando el animal aprovechó para volver a sacudirse. El fae menor agarró una de las aletas antes de que la golpease en la cara. Calliope tiró nuevamente de la cuerda de plástico, la última que quedaba. Pensó en cómo solían hacer los nudos los pescadores en la playa, cuando se sentaban en los muros que dividían la ciudad de la entrada a la playa. La gente iba a colocar el mercado ahí y a despedirse de quienes se subían a los barcos durante meses.
-Ya casi.
Calliope movió los dedos rápido. Tuvo que apoyarse en el hombro del macho para coger fuerza...y entonces se impulsó girando ambos dedos y muñeca hacia fuera, arrastrando el plástico de la red hacia ella. Y entonces sucedió. La tortuga hizo un sonido conocido, como un gemido, cuando la red que quedaba le fue retirada de la aleta y finalmente liberada. Calli no reprimió su sonrisa, aumentando en tamaño cuando el fae soltó a la tortuga y pudo huir. El agua los golpeó de lleno cuando su pesado cuerpo cayó y tomó el impulso para marchar. Aplaudió y saltó cuando el animal desaparecía. Tal vez fue por la emoción que se lanzó al macho fae y lo abrazó con fuerza. Él se quedó quieto, rígido como una piedra.
El mar los golpeó a ambos. Y aún con esa, en su pecho se instaló un sentimiento que no tenía nada que ver con la emoción de salvar una vida, su adrenalina... Era más como otra emoción que tiraba para colarse en el lugar de la otra. Una que oprimía sus pulmones y apretaba su corazón excitado. Calliope se alejó del macho, un poco confusa, con la mano en el pecho.
-¿Princesa?
-No es nada, solo... Nada.
Igual a cómo se sintió en la reunión de los Altos Lores. Cuando Eris la había insultado delante de todos y hecho reaccionar a Lord Helion. Pero no estaba ahí, había acabado. ¿Y si fuera por culpa de la guerra? ¿Y si...? El macho fae posó su mano sobre su hombro.
-El Alto Lord está aquí, princesa.
Calli levantó la cabeza rápido. Miró en dirección a donde señalaba el macho, hacia la orilla. Ni el mar caliente pudo calentar su sangre cuando vio a su primo esperando en la playa, con las visibles flores de su corona... Y otras dos figuras a su lado. Tragó saliva. Formalidad, de nuevo. Extranjeros, del norte. Ropa clara y tez oscura. Como los guardias de la Corte de Día. Calliope empezó a caminar hacia el exterior del agua. El chapoteo le indicó que el macho iba con ella a sus espaldas.
¿Lo habían visto, el abrazo? No significaba nada, por supuesto. Conocía las normas y las jerarquías. Y no se arriesgaría jamás a recibir una llamada de atención como esa. Los pesados pasos se aligeraban a medida que el agua dejaba de cubrirle las rodillas. Mientras, sopesó las posibilidades de esa repentina visita. ¿Una nueva técnica? Se puso en lo peor. ¿Se iban ya a la guerra? No. Se habría entrado por los guerreros. Por el Caldero... El Alto Lord de la Corte de Día y una mujer a su lado esperaban con Tarquin. ¿Su mujer? No, no estaba casado ni comprometido. Tampoco enlazado con alguna compañera, que se supiera. Entonces debía ser una amante o una mensaje, o ambas de acuerdo por cómo se le conocía. Salió del agua, y la cálida arena seca se le coló entre los dedos húmedos.
El rostro de su primo no mostraba ninguna emoción, como de costumbre. Pero la del otro había perdido su frialdad y ahora, bajo la luz del sol, su piel y expresión se veían deslumbrantes como si fuera el mismísimo sol. Pero quien le llamó más la atención fue la mujer a su lado. Su postura erguida y manos cubiertas y entrelazadas... ¿Una sacerdotisa? No, eso no era el atuendo oficial de. ¿Quién era? Caminó hacia ellos intentando descifrarlo. No había guardias alrededor.
-Calli -empezó su primo. La melena blanca y familiar se mecía a sus espaldas-, la Corte de Día se quedará esta noche con nosotros mientras esperamos al ejército de Tamlin.
-Si consigue reclutar a alguna persona que no se halla marchado de su Corte por su numerito.
Miró un poco de más a la mujer. No sentía nada. Volvió a mirar a su primo y al Alto Lord.
-Oh.
-Helion ha pedido residencia en Adriata. Tus hermanos y yo hemos aceptado y nos quedaremos con vosotros.
"Hasta que tengan que encontrarse con el ejército", pensó, pero no dijo nada ni lo intentó. Ella solamente asintió.
Seguía sin entender los motivos del por qué querían hablar con ella. Podrían haberse encontrado en el palacio. El rostro de Helion observó la playa con gran detenimiento, hasta que sus ojos se posaron en ella. El ámbar líquido de sus ojos deslumbraba como mil soles. Estaba sudando, pero no parecía mostrar signos de incomodidad. A Calli le sorprendió porque no todos encontraban agradable las temperaturas y humedad de la Corte.
-Me gustaría dar un paseo por Adriata -le dijo, sonando como si solo estuviera hablando con ella. Su primo asintió-. Tengo entendido que esta ciudad es de las más hermosas de Prythian, y dado que me gustan las cosas bonitas, me llama la atención. Y siempre he querido saber cómo era el hogar de Tarquin para volverlo tan seco.
-No era necesario.
Su sonrisa resplandeció, como un... Estaba pensando en un niño, pero de eso tenía poco.
-Sí que lo era. Sería un placer conocerla por manos de la joya de Adriata.
Joya de Adriata y joya de Verano. Eris también la habían llamado de esa manera. Calliope frunció el ceño. ¿Iba a insultarla también, en su propio hogar?
-Mientras tanto, me gustaría entablar una alianza con Tarquin. Una que beneficie a ambas Cortes -apartó los ojos de ella y los movió en dirección a la mujer. Esta no se inmutó-. Ella es mi mensajera. Emile. Conoce lo necesario y suficiente para hacerlo en mi nombre.
-¿Una alianza? ¿Para qué?
Tarquin habló.
-Rhysand, Helion y yo queremos un frente unido dada la distancia entre los Altos Lores, como se demostró ayer. Las alianzas bailan con los siglos, y esto es un comienzo. Puede que Kallias se una a nosotros cuando vea lo suficiente de la guerra.
No entendía nada de esos juegos de alianzas y Altos Lores unidos. Solo entendía que iban a unirse entre ellos dada la negativa del rostro. ¿Y ahora el Alto Lord quería conocer la ciudad en vez de empezar las negociaciones por sí mismo? Volvió a mirar a la mujer. Le pareció ver un trozo de pie oscura cuando el velo se alzó de más.
-Me gustaría cambiarme antes de la visita.
-Por supuesto.
Su primo se adelantó.
-Recoge también algunas de tus cosas. No podrás quedarte en la casa de la playa hasta que acabe la guerra. Estarías expuesta a cualquier ataque.
Asintió, pero por dentro se mordió la lengua.
-Nos vemos ahora, primo. Lord.
-Calliope -inclinó la cabeza en su dirección.
Otro golpeteo. Los sentidos de ella se despertaron, como si hubieran estado en una ensoñación. Por un momento, los oídos le pitaron; luego, la burbujita estalló. Como cuando se sumergía en el agua y subía demasiado rápido. Calliope analizó su expresión. Los ojos le bailaron a la ropa, igual que los de ella a la suya. Una pizca de vergüenza se asentó en su sistema al recordar que llevaba la ropa desgastada y casi rota; la que usaba para sus trabajos en la cala. Él, por otro lado, iba impoluto como correspondía a su rango. La corona dorada esta vez se acompañaba con protecciones metálicas y del mismo color en antebrazos y gemelos. Llevaba la toga blanca al estilo de la última vez, con un trozo de ella que salía de su cintura y envolvía un trozo de brazo. Ni la belleza de todos los faes juntos le hacían justicia.
Se tocó el brazo. Piel desnuda y cubierta de sal.
Luego, se dio la vuelta hacia su casita.
Para recoger sus cosas.
Y marcharse al palacio en el que no había dormido desde hacía meses.
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-Recuerdo esta playa, estas vistas... Fue en ese acantilado, me parece -señaló a uno de los acantilados más cercanos al mar, bajos y sin mucha inclinación. Calliope torció la cabeza para observar al lugar, puesto que su musculoso cuerpo le impedía en parte verlo al completo- que me invitaron a asistir a un funeral de vuestra familia. Todavía no era mi Alto Lord cuando mi padre me obligó a asistir. Pensaba que iba a aburrirme, pero...fue realmente emotivo. En mi Corte los funerales reales se hacen de otra forma.
Calliope y Lord Helion habían bajado desde el castillo de Adriata, recorrido la ciudad y llegado a la playa hacía unos pocos minutos. Sus hermanos se habían quedado con Tarquin en el palacio, ordenando algunas cosas de en las filas de los ejércitos con los generales que permanecían en la ciudad antes de mandarlos con el resto de guerreros a las filas. Cuando llegasen las tropas de Tamlin, se marcharían. No quería pensar en lo peor, pero la guerra se sentía peor que la presencia de Amarantha en aquellos cincuenta años. Por el Caldero, Tarquin había recibido el poder del Alto Lord a los treinta años.
Lo había llevado por los callejones de Adriata, que por la evacuación de la ciudad se habían quedado despejados y solo los guardias pasaban para patrullar, y luego ido a la plaza ce la ciudad. Verlo todo tan vacío se sentía extraño, estando acostumbrada al continuo ajetreo de las calles, la playa y el mercado. Oh, sobre todo el mercado. Verlo despejado, sin nadie que atendiera las mensajes que habían quedado arrasadas por la interrupción del ejército... En todo momento él había preguntado, pero no preguntas tontas. Sino que se interesaba por la arquitectura, la utilidad y el estilo en el que estaba diseñada la ciudad, interesándose en todos los pequeños detalles para los que ella, para su sorpresa, a veces no tenía la respuesta. Dada la antigüedad, ella no había nacido cuando se pusieron las primeras piedras ni crearon primeras leyes. Lord Helion tuvo la caballerosidad de ofrecerle información de sus bibliotecas privadas, en su Corte, por si alguna vez se interesaba por la construcción de la civilización de la especie fae en el continente. Ella había aceptado, no muy segura, y sin tampoco saber qué responder a esa propuesta.
Finalmente, habían acabado en la playa. Agradeció haberse cambiado al vestido de seda gris holgado a partir del corte de los pechos. El corsé se ajustaba a en la zona del pecho, y se volvía más ligero, tanto el viento se colaba entre los pliegues y se sacudía al mínimo movimiento. Los filos tirantes se envolvían alrededor de su cuello como un amuleto. Cresseida le había hecho una trenza gruesa al verle el pelo enmarañado, después de decirle que parecía que se había peleado con una serpiente marina, y decorado con algún adorno suelto de su joyero. Así vestida, al menos no parecía lo que su hermana decía. Y por lo menos conseguido no dejar mala a su Corte. Casi parecía una princesa de verdad.
Lo miró buscando algún indicio de mentira, como le habían enseñado. Pero no encontró nada. Solo un rostro atractivo relajado y sudado por el impacto de la Corte de Verano.
-¿Puedo saberlo?
Calli casi se tropezó con un tronco sepultado en la arena. La falda sedosa de su vestido se movió con ella, pero no cayó al suelo. Continuaron caminando hasta que llegaron a una pendiente de piedra blanca que subía hacia la ciudad. Lord Helion se detuvo y se quedó admirando cómo las pequeñas olas golpeaban en la costa.
-La Corte de Día tiene unos días esplendorosos, pero también agotadores por las altas temperaturas. Muchos ejércitos que han intentado invadir el territorio han quedado sepultados en la arena de los desiertos. Algunos dicen que todavía se pueden ver los huesos -se estremeció, y él pareció notarlo cuando abandonó la idea de continuar dando esos detalles-. Aprovechamos esas horas para dejar los cuerpos ahí a primera hora, cuando no hace tanto calor, y que se carbonice durante el resto. Por la noche, cuando las temperaturas son mejores, recogemos las cenizas y las enterramos en los jardines interiores.
A Calli le invadió una repentina curiosidad. Conocía algunas de las tradiciones y festivales de otras Cortes por sus maestros y lecturas personales, pero ninguna era tan acertada como resultaba ser. Y también porque de haberse movido en ese espacio habría acabado como una viajera entre Cortes, o convertida en mensajera para resolver esas dudas. El refrán de que Amanecer tenía los mejores amaneceres, Día los mejores días y Noche las mejores noches era una duda que todavía le quedaba por saldar... A excepción del primero.
-Por las tardes los extranjeros, o incluso algunos nativos, utilizan prendas finas o velos para cubrirse. El sol y la temperatura no perdona en algunos casos -hizo un gesto hacia el sol cegador en el cielo, algunas nubes cubriendo el manto azul claro y perdiéndose en la lejanía-. Tú sin duda tendrías que llevarlo.
Calli intentó imaginarse la escena. Ella con velo, en una Corte que no era la suya, sin poder mojarse las manos y las piernas cuando estuviera estresada. Fue una imagen ridícula, pero en parte atractiva para unas vacaciones... Si no estuvieran en una guerra y no fuese ella. Los rumores que llegaban de la Corte de Día eran a cada cual más explícitos. Vivir en un lugar como ese, y no en tranquila Adriata, sonaba más como una tortura que como una residencia tranquila.
-Dudo que pudiese -se rio con solo imaginarlo. Abandonar su hogar, aunque fuera por un viaje, ya sonaba una tortura. El viaje de hacía unos días apenas duró horas y ya había sentido una pena profunda por abandonar su espacio. Su cala. Su Corte-. Alejarme del mar, del agua... No, no podría. ¿Ha dicho jardines?
-Tampoco es tan malo. Los jardines interiores recogen el agua y hay vida. Celebramos muchos de los actos oficiales en esa zona.
Calliope lo miró, dudosa. Él solo se rio al ver su expresión. Pero no la carcajada que le dio a Eris hacía dos días, sino... Algo más suave, más real.
-Tengo entendido que tu hermano y cierta hembra de la Corte de Noche no saben si besarse o matarse -cambió de tema, sabiamente.
Calliope se miró los pies desnudos. La arena metiéndose entre los dedos. El calor en la playa a veces era sofocante, pero en esos momento, parecía que la presencia del Alto Lord de Día aumentaba la temperatura del espacio.
-Creo que mi hermano tiene un corazón honorable, pero confuso. Desde pequeño lo entrenaron como príncipe, y a Cresseida y a mí como princesas -dijo, aunque el aire que se calentaba a su alrededor la sofocaba y volvía sus pensamientos confusos-. Fue idea de Cresseida enviar los rubíes de sangre... Pero de mi hermano acabar en buenos términos con la otra hembra.
-¿Contigo no?
-Oh, me cayeron bien, hasta que nos robaron. Eran amables y encantadores, pero eso se esfumó cuando mi primo se dio cuenta de que nos habían robado y marchado.
Lord Helion hizo una mueca en su hermoso rostro, la piel morena resplandeciendo con el sol golpeando de lleno. La corona la deslumbró cuando su cabeza se volvió hacia ella, por primera vez mirándola de forma que Calliope no supo descifrar. Tantos misterios a su alrededor, tantos...rumores que lo rodeaban. Y era incapaz de ver a través de su piel.
Destructor de Hechizos. Lo apodaban así porque sus hechizos eran capaces de hasta romper una maldición, y porque conocía tantos por las enormes bibliotecas de su Corte que sabía hasta los secretos de todo Prythian.
-Por la seguridad de todos tuvieron que tomar es parte que guardabais... Y no los estoy excusando. Si alguien entrase a mi Corte y me robara, habría hecho más que enviar unos rubíes de sangre.
Calli se encogió de hombros. El sol parecía tener envidia de la luz propia que enviaba Helion, cuando las nubes que surcaban el cielo como barcos lo taparon. Su piel continuó resplandeciendo.
-Fue idea de Cresseida. Ella... A ella no le gusta que jueguen con sus emociones. Varion, por otro lado, él es compasivo. Sabe lo que es el perdón -jugó con el collar que caía sobre su pecho, con la cuerda y el objeto del final-. Le envió a esa chica una disculpa. A... -se calló. El nombre apareció en su cabeza-. Amren. Ella decía todo tan claro, tan directo... Puede que con ella no tenga ninguna enemistad.
-Hablar de enemistad ya es fuerte. No pensaba que la joya de Adriata pudiera sentir antipatía hacia una persona.
Lo miró de vuelta. Ya iban dos veces que la llamaba así, y continuaba sin dar signos de por qué todos menos su familia la llamaban así.
La brisa marina meció su vestido, y tuvo que reaccionar rápido para evitar que su cuerpo quedase expuesto. Entró en la rampa de piedra, sintiendo el ardor que suponía una superficie puesta bajo el sol durante tanto tiempo, pero no las quemaduras que habrían supuesto para los humanos. El calzado de Helion eran sandalias de cuero cuyas tiras ascendían hasta perderse en las protecciones doradas. No tenía los mismos problemas que ella.
-La guerra está activa, así que... Mi enemistad con ella ha finalizado, señor. Y no siento nada malo hacia ellos, solo incomprensión por las mentiras que nos dijeron -le dijo. Fue cierto, saliéndole de lo más profundo de su corazón. Las razones por las que a diferencia de sus familiares era incapaz de sentir resquemor por unas personas que mintieron, jugaron con ellos y les robaron en su propia casa. Calliope alzó el rostro para mirarlo directamente a la cara, y dijo-: Soy incapaz de odiar a una persona. Mi hermana dice que ese es mi campo de batalla, o mi mayor debilidad.
Helion le devolvió la misma mirada. Una intensa, de esas que podían estremecerte, pero a ella no le dio esa sensación de ansiedad o temor. Le dio valentía a continuar hablando. La perfecta melena lisa y peinada por debajo de sus hombros no se había movido ni un centímetro. ¿Y si la corona lo mantenía todo junto?
-Cada uno tenemos un campo de batalla.
-Mi padre solía decir que el campo de batalla para las hembras era el parto. Que debían afrontarlo y combatirlo. Y mi madre lo hizo. Conmigo casi muere, y con mi hermano...
Cerró la boca. Los labios le temblaron y tuvo que hacer un gesto rápido, como si mirara hacia el mar, para evitar que le cayesen lágrimas.
Consciente de cada respiración, de cada movimiento, Lord Helion mantuvo el silencio iniciado por ella unos instantes más. Las gaviotas pasaron volando sobre sus cabezas, graznando y en manda hacia otro lado. Solo el sonido de las olas se escuchaba entre ellos.
-Un hermano es una bendición. Los hijos son raros, y a veces hay que hacer sacrificios. Sobre todo nosotros, los Altos Lores y sus familias.
-Yo no quería un hermano, señor -respondió-. Solo quería a mi madre.
Sonaba avaricioso, le había corregido una vez su hermana, por cómo hablaba de su madre. Su padre se había alegrado de tener otro hijo, pese a las advertencias que se habían especificado sobre un segundo embarazado tras el desastre del primero. Su madre, al final, había librado una batalla en su campo, y al igual que muchos caballeros faes, había caído en ella dejando a su paso un legado.
-Aún eres joven para comprenderlo, pero habrá un momento...en el que juegues un papel fundamental. Hay personas que han tenido que abandonar sus hogares para cumplir con sus obligaciones, y solo tenían decenas de edad -dijo finalmente. Se apartó de su lado y volvió a concentrarse en la extensión del mar, de la arena que se acumulaba en la orilla, de todo el paisaje. Dos ojos perdidos en la nada que, con todas esas, eran capaces de saber cualquier cosa que ocurría al otro lado-. Al igual que yo algún día tendré que sentar la cabeza. Aunque mi consejo dice que ya debería hacerlo, antes de la guerra, y asegurar la línea.
Ella solamente se dignó a mirarlo, a contemplar toda esa belleza reunida en una persona y su personalidad. Y a pensar en cuáles eran las condiciones que estaban negociado su mensajera y primo en el palacio mientras ellos hablaban. Tuvo que bajar la mirada cuando él se dio cuenta de lo que estaba haciendo, disimulándolo con que se acercaba a la barandilla de piedra blanca a su lado.
Ahí, apoyó la cadera a la vez que viento aumentaba en intensidad del viento. La magia solía controlar la dirección en la que soplaba el viento para controlar cómo se movían los barcos por la costa. Pero ese... Aquello era aire natural, sin magia y con una suavidad que hubiera recordado a una caricia. No se dio cuenta de que Helion la había estado mirando todo ese rato en silencio, al ver que no respondía, y que esos ojos ámbares igual que la miel no eran más que líquido cuando le devolvía la mirada.
Ella... Ella no supo cómo reaccionar. Ni qué decir. Así que permanecieron como se quedaron, en silencio y con las gaviotas sonando en los cielos, el mar moviéndose sin control.
En todo momento... Pero solo cuando hacían contacto con los suyos. ¿Qué pensaba? ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué abrir una alianza con condiciones en aquellos momentos, y no dejarlos para otro momento? Pero no respondían a preguntas, no sin hacerlas. Calliope sintió una emoción en su pecho, una que se extendió por todo su cuerpo y no se detuvo.
Ni cuando se separaron en el palacio para atender a sus propios asuntos.
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Dos faes hembras se quedaron con ella mientras se duchaba, pero fuera del baño. No tuvo el coraje de salir de su habitación para la comida, cuando la llamaron para unirse. Sin embargo, la llamada de atención de sus hermanos o primo no llegó. Solo el recordatorio indirecto de que la cena era obligatoria y que tanto Lord Helion como la mensaje estarían con ellos. Cómo no.
En el baño, se tomó su tiempo. Dejó que el agua caliente y limpia lavara su cuerpo, endulzada con rosas y unos aceites que no se había atrevido a preguntar de dónde eran y de quién. De su hermana, supuso. Dejó que una de las hembras eligiera la ropa por ella, mientras que la otra repetía la trenza de por la mañana y la decoraba esta vez con unos adornos más experimentados y adecuados. La primera eligió un vestido color oro, un poco rosado, similar en estilo al que había llevado por la mañana. Casi que lo agradeció. Odiaba los vestidos formales de las recepciones. Dejó que la peinasen hasta acabar con los adornos, pero cuando se fue dejó libres algunos mechones para darle su propio estilo, y que ocultasen aquellos pendientes enormes.
Cuando salió de la habitación, se sintió como una princesa mojigata más. Su hermana estaba saliendo al miedo tiempo que ella, despidiendo a unas sirvientas de palacio.
-¿Algo que compartir?
-Solamente mi incomodidad a este tipo de celebraciones.
Y con esas, marcharon agarradas del brazo de la otra al comedor.
Llegaron juntas al comedor. Calliope no dudó en sujetar la mano de su hermana con fuerza, tal vez una poca de más cuando escuchó el ruidito que hizo su hermana al contacto. El comedor era un espacio amplio, abierto con ventanales normalmente abiertos para crear corriente y que se respirase. Esa noche estaban cerrados y varios farolillos colgaban del techo iluminando la estancia, tal y como recordaba cuando las comidas familiares eran...multitud. Lord Helion y su mensaje estaban en un lado de la mesa, con Varian en un extremo y Tarquin en otro. Cada uno a sus propios asuntos. Quedaban dos asientos, uno al lado de su hermano y otro al lado de su primo. Cresseida y ella no se lo pensaron dos veces cuando fueron a sentarse.
La comida se sirvió con magia, sin nadie que pudiera escuchar lo que se hablaba en la mesa. Ni siquiera para comer la mensaje se quitó el velo, metiendo el tenedor por debajo de la tela y masticando en silencio. Ni un ruido ni nada... Convertía a Varian en un charlatán a su lado.
-¿Alguna noticia de nuestro amigo?
Tarquin levantó la mirada del vaso, posándola sobre el otro Alto Lord. Cresseida a su lado los miró a ambos, con curiosidad. Casi pudo notar la tensión de los músculos de Varian sobre los cubiertos.
-La Corte Primavera es nuestro vecino hacia el sur -respondió su primo, dándole un sorbo a su vino-. Tengo... Tenemos algunos lazos con ellos. Quiero pensar que Tamlin hará algo bien para sanar las heridas que ha abierto en el continente.
-Siempre hemos sido neutrales, y él un cobarde -soltó Varian, con los ojos en su propio plato.
Cresseida, que normalmente guardaba silencio o no mostraba su opinión en público o visitas de estado, habló por primera vez.
-No lo hizo para detener a esa zorra pelirroja ladrona cuando torturaban a esa humana, va a aliarse con las Cortes que quieren derrotar a sus únicos aliados -negó con la cabeza, dejando su tenedor sobre la mesa y agarrando el cuchillo-. Solo porque no sabe controlar su ira.
-Cresseida.
-Es la verdad -respondió esta vez Helion, con un brazo musculoso apoyado en el mantel y una sonrisita-. No es como si nuestro amigo fuera de confianza. Pero yo también creo que va a saber elegir bien.
Movió el tenedor en su comida. Comida ligera para irse a la cama, para no llenar mucho el estómago y que se volviera pesada con todo ese calor. Empezó a comer antes de que comenzasen las conversaciones sobre la guerra, los reclutamientos y los ejércitos de cada uno. Aquello ya se estaba volviendo pesado.
Varian lanzaba miradas de reojo hacia la mensaje, a cada mordisco . Le dieron ganas de reír. Parecía igual de curioso que ella, pero no era tan bueno fingiéndolo. Como su hermana ya se había callado, estaba absorta en su comida y pensamientos. Los machos hablaban de temas de guerra y esas cosas, en sus propios mundos. Calli separó un poco la pierna, lo suficiente como para rozar la de su hermana pese a la distancia de separación entre las sillas. El tema de conversación había cambiado, se dio cuenta, hacia las provisiones de los ejércitos y cuánto podían durar. Los labios de Helion se movían para hablar tan rápido que parecía como si el sonido saliera de forma distinta a cuando abría la boca. Era un baile hipnótico y casi vergonzoso de ver, y se sintió rara al poder contemplarlo y pensar en él de una manera tan... Fuera de sí. Tarquin escuchaba y a veces respondía con sabiduría, pero dejaba claro que el tema de la guerra con Hybern lo tenía consumido.
Cresseida despertó después de un par de pataditas. Giró la cabeza con tanta velocidad que pensaba que iba a convertirse en búho. La sonrisa en sus labios y la señal con la cabeza hicieron que la moviera al lado contrario. Su hermano continuaba lanzando miradas curiosas hacia la mensajera, que no parecía inmutarse a que los ojos estuvieran sobre ella. Los hombros de Cresseida se movieron, por lo que supo que estaba conteniendo la risa.
-Qué concentrado... -es lo único que pudo decir sin atragantarse. Para disimularlo, fingió que tosía y tomaba un trago de su vino. Ella hizo lo mismo, pero con su vaso de agua.
Por un momento, se le vinieron a la cabeza los momentos de tensión que había pasado su hermano con la presencia de la segunda al mando de la Corte Noche. Las miradas de advertencia, pero también de interés y curiosidad, cuando esta agarraba cualquier cuchillo. Continuó comiendo como si no hubiera pasado nada, pese a que su hermana de vez en cuando soltaba algún ruidito que la obligaba a detenerse.
-Calliope -escuchó. Era Tarquin. Cerró los labios, con la comida todavía en la boca, y la masticó lentamente-. ¿Qué te parece?
Ella no contestó. Vio de reojo la cabeza de sus hermanos moverse hacia la misma dirección. Seguramente andaban igual de perdidos que ella. Las pupilas de su primo se dilataron, pero no parecía estar enfadado. No con tanto cansancio acumulado.
-Perdona, yo...
-Hablábamos sobre el templo al otro lado de la playa, en la costa al sur de la ciudad. Tendríamos que renovarlo.
El santuario donde se guardaban los secretos de la Corte. El antiguo templo a viejos dioses donde Feyre y Amren se habían colado por la noche para robarles. Lo recordaba bien. También porque siempre que iba a nadar, acababa yendo a esa zona a descansar y recuperar fuerzas para otra incursión submarina.
-Sí, estaría bien.
-Creo recordar que mi padre viajó una vez a la Corte de Día para estudiar los estilos arquitectónicos de sus edificios -añadió Varian. Helion asintió, solemne.
-Estás en lo cierto -le dio la razón. Calli se dio cuenta en que apenas había tocado algo de la comida-. Mi padre lo recibió y le permitió pasear por la capital con su guardia personal, sin ninguno de los nuestros. Aún lo recuerdo.
¿Y ella qué tenía que ver en eso? El hermano de su padre era un hombre más del que Amarantha se había vengado, pero nada más. Además, de que apenas lo había conocido. Antes de cambiar la jerarquía de la familia, cada macho estaba repartido en cada ciudad de la Corte o sirviendo como marinero.
Calli miró al plato de Lord Helion sin tapujos, y habló.
-Apenas ha tocado la comida. Si hay algo que no le gusta, puede decirlo y se le servirá otro.
Helion la miró, y su sonrisa cambió. Parecía amable. Otra vez el brillo de aquellos ojos preciosos y seductores. Calliope sintió un tirón en su estómago.
-Gracias por interesarte, princesa. Mi apetito está acostumbrado a las características de mi Corte, por lo que cenar... Es un poco engorroso.
No podía imaginarse qué sería de la vida sin desayunar, comer y cenar. Una muy triste, o de locos. Sabía que cada Corte tenía particularidad que no afectaban a las demás y se detenían en las fronteras.
-No entiendo por qué.
-Aunque las temperaturas bajas en la noche, el cuerpo de un nativo de mi Corte está acostumbrado a las comidas del día y a la bebida nocturna para reponerse.
Frunció el ceño, pinchando un trozo de verdura.
-Aquí las temperaturas también pueden ser sofocantes.
-Las temperaturas de la Corte de Día son mortales, Calli. Los desiertos lo hacen inconquistable-sí, había dicho eso en la playa. Pero no tenía motivos para no comer-. Todo el día hace sol y las hadas tienen que acostumbrarse al tiempo cambiando su sistema.
-¿Y no comer ayuda?
La sonrisa del Lord deslumbró cuando se rio. Tarquin lo miró, las cejas levemente alzadas. ¿Sorpresa era lo que estaba viendo?
-Ciertamente me compensaría bastante, si es tu mayor preocupación. Pero desgraciadamente por la noche es mejor recuperar lo perdido por el día, de ahí que pasemos más tiempo bebiendo que comiendo. Eso sí, nuestros banquetes nocturnos son preciosos.
Mordió la verdura y tragó.
-Podría haberlo dicho antes de que sirvieran la comida. Hay gente muriendo por ella.
-Calli -llamó Cresseida. Varian se frotó el hueco entre las cejas y la nariz.
-Nos lo pasaríamos en grande si vinieras a la Corte de Día un día de estos.
Otra vez esa sensación que la invadía. Sus piernas temblaron, pero quiso pensar que era debido a una corriente traviesa de aire.
Solamente se encogió de hombros, sin saber qué responder. Otra vez la propuesta. Esta vez fue el turno de Cresseida y Varian de alzar las cabezas, de moverlas hacia el señor de la luz. Miraron a Tarquin, y este los miró a ellos sin decirse nada. Ya estaban pensando entre ellos, sin confiar en la opinión de los demás. Calliope se quedó mirando a su hermana, seria.
-Ciertamente... Es una buena idea -habló entonces su Alto Lord.
-¿El qué? -preguntó.
-De entre los cuatro, tú eres la única que no tiene adiestramiento en las armas y que no irá al frente. Cuanto más lejos del enemigo, más difícil le resultará intentar mermar nuestras fuerzas... O que un enemigo inesperado intente amenazarnos.
Por decisión de ellos, pero tampoco hubiese ido. ¿Quién iba a quedarse en Adriata o en los territorios de su familia? ¿Quién iba a vigilar que otras Cortes no buscaran sus propias ambiciones?
-Mis puertas siempre estarán abierta para un aliado como la Corte de Verano -un brilló recorrió su mirada, pero estaba diciendo la verdad. Ni un rastro de mentira-. Y para su familia real.
-Es ella quien tiene que decidir -intervino Varian, que había acabado su cena y ya estaba posando los cubiertos sobre la mesa.
Tarquin se levantó, entonces. Las palmas de las manos quedaron abiertas mientras se apoyaba en ella, los músculos de su brazos tensos.
-No hay nada que decidir -sus ojos bailaron a cada uno de ellos, pero no se atrevió a mirarla. A ella. Sobre la que estaba tomando una decisión irrevocable-. Acepta la presencia de Calliope en tu Corte y protégela de cualquiera... Por favor.
El otro Lord se levantó de su asiento. La mensaje lo siguió con la mirada...o así le creyó, pero permaneció sentada y con el velo intacto. Varian ya se había levantado, con los ojos muy abiertos, y Cresseida se aferraba a los sujetabrazos de su asiento.
-Por supuesto.
-Primo, piénsalo bien, ella no...
-Cresseida, por favor, no estoy de humor para discutir hoy.
-¡No lo ha aceptado!
Calliope miró a su hermana, todavía sorprendida por lo rápido que se habían tornado las conversaciones. ¿A qué se...? Se quedo quieta, sin saber qué hacer, mientras su primo y Helion marchaban a otra sala dejándolos a los cuatro solos. La mensajera acabó por levantarse, dejando su servilleta sobre la mesa, y saliendo por la puerta contraria.
Los hermanos se miraron entre ellos... Conscientes de que nada podía hacerse ya. ¿Lo habían hablado en ese silencio? ¿O lo habían planeado de antes sin querer levantar sospechas? Fuera como fuese, eso no impidió que Calli se levantara de su silla, casi lanzándola al suelo, y abandonara el comedor.
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La luz de la luna pasaba a través de los enormes ventanales descubiertos de su dormitorio. El dormitorio de la princesa Calliope, en el palacio de Adriata. Las sirvientas se habían asegurado de deja descubierta la habitación para hacerla sentir como en casa, pero esa no era su casa. No desde que la habían obligado a residir allí para tenerla controlada.
Algún día iba a tener que plantarle cara, pero por ahora... El mayor de sus problemas era la decisión de su primo. ¿Para qué llevarla a la Corte de Día si la guerra se iba a extender por todo el continente? Los desiertos se cruzaban, pero si le decían que las temperaturas a veces eran insoportables y mortales... Sacudió la cabeza, sin querer pensar en ello. Solamente la apoyó contra la columna que rodeaba el ventanal. Se había sentado ahí, incapaz de dormir, para mirar las nubes que cruzaban el cielo teñido de oscuridad y la luz asomando con timidez. Sobre sus piernas descansaba un cuaderno de dibujo, viejo por el tiempo y con algunas páginas desgastadas. Era el que había usado de pequeña para dibujar cuando entraba en el palacio y quedaba sola mientras los mayores discutían.
Por desgracia, ese no era su espacio. Y había acabado saliendo del dormitorio en camisón para dar una vuelta y dormirse. Todas las emociones del día se le habían subido a la cabeza, y ahora apenas podía cerrar los ojos sin pensar en qué iba a pasar. Con la guerra, con ella, con su familia... Con su hogar. Iba a quedarse solo, desprotegido. A saber cuánto tiempo iba a tardar Lord Tamlin en reclutar su propio ejército y convencerlo de subir a la Corte de Verano. ¿No podían retrasar un poco su marcha hasta estar seguros de que Primavera iba a colaborar? Se pasó las manos por el pelo, cuidadosamente desenredado y vuelto a trenzar, sin adornos que parecieran venderla al mejor postor. Estiró las rodillas y dejó el cuaderno a su lado en el suelo. La parte externa del dormitorio era mejor, pero también dejaba mucho que desear.
Los largos pasillos de piedra decorados con adornos marinos y alguna que otra joya y oro estaban iluminado con velas que colgaban mágicamente del techo, con cuidado de no acercarse de más a las paredes y causar un incendio. Como eran velas mágicas, no goteaba cera. Las sirvientas se habían retirado hacía ya horas, así que estaba sola. Y sus hermanos estarían durmiendo. Con un poco de suerte, puede que primo no estuviera con algún amante repentino y pudiera hablar con él... Si la dejaba entrar a su dormitorio.
-Parece que no soy el único incapaz de conciliar el sueño.
Calliope pegó un bote en el sitio. Se dio la vuelta solo para encontrarse a alguien apoyado al lado de una ventana, oculto entre las sombras y el grosor de una cortina azul pero delgada. Esta se mecía con el aire de la ventana abierta, y el destello dorado que reflejaba la luz de la luna la advirtió. Calliope no supo cómo había llegado tan rápido y ella ni previsto su presencia.
-Iba a... Estaba dando un paseo.
-Y no dudo de ello.
Se rio.
Tenía los brazos cruzados y observaba con aire despreocupado a través de los ventanales. Ese área daba hacia la playa, desde donde se podía ver todo sin problema dada la altura sobre la que estaba construido el palacio. Los poderos músculos se flexionaban en esa postura, solo para percatarse del atuendo del Alto Lord. Ropa blanca, sí, pero esta vez más arriesgada. Iba descalzo, esta vez, y con una falda que cubría la mitad inferior de su cuerpo que bien podría haber pensado que era una sábana, y una bata casi transparente atada a la mitad. La otra mitad quedaba al descubierto, un poderoso rastro de piel morena y cincelada que hizo a Calliope estremecerse.
No llevaba la corona, ni ningún otro adorno que pudiera hacerle recordar su estatus social. En la jerarquía. En ese momento, solo era Lord Helion de la Corte de Día... O simplemente Helion.
-Ahora entiendo tus palabras de esta mañana, cuando caminábamos. Vuestras playas son preciosas. Tendría que haberme dado un baño y aprovechar que aún no estoy en el campo de batalla.
-Podría hacerlo ahora -señaló al lugar. Calli se acercó lentamente-. Tendría que ir con cuidado, pero no es un mal momento.
-No, pero tal vez al amanecer cambie de idea.
Calli casi sintió su calor cuando lo tuvo cerca. Bajo la luz de la luna, su piel era menos lustrosa, pero continuaba siendo hermoso. Y no había nada que pudiera hacerlo de menos. Se fijó en que tampoco llevaba nada que adornase su ahora rizado pelo.
¿Lo había llevado así todo el tiempo? Juraba que por la mañana lo tenía liso y precioso, pero ahora se parecía más al suyo. Calli tuvo que reprimir el deseo de pasarle las manos por la melena oscura. Algo asomaba de entre sus dedos, y no era alguno de sus juguetes o alguna prenda que se hubo quitado. Era más como...un papel.
-¿Mi primo te ha obligado a firmar un acuerdo que estás leyendo ahora para leer la letra pequeña?
Él le enseñó el papel, pequeño pero con toda una cara llena de letras oscuras y bien trazadas.
-Más bien, indicaciones de mi consejo de guerra. Me piden por tercera vez que siente la cabeza y reconsidere la alianza con vuestra Corte.
Separó los labios, pero no salió ningún sonido. La profundidad de sus ojos parecía inmersa en otro tipo de pensamientos. ¿Por qué querrían reconsiderar una ventaja como esa en esos momentos? Todas las Cortes se necesitaban entre ellas. Ir por su cuenta...solo supondría un obstáculo.
-A Tarquin nunca le han dicho nada de eso.
-Eso es porque vuestro consejo sois vosotros, su familia. Y el mío son los únicos miembros de la Corte con los que evito encontrarme, y suelen ser...conservadores en ciertos aspectos -la sombra de una sonrisa asomó de sus labios-. Nunca les he caído bien. Y Tarquin ya tiene a un sucesor designado.
Calliope se miró las piernas, tapadas con el camisón semitransparente. Era cierto que Tarquin no se rodeaba de más personas que su familia, y cuando dudaba de alguna decisión preguntaba a sus hermanos y a veces incluso a ella. Aunque ella no sabía nada de política y juegos de Altos Lores, al menos tenía la consideración de contar con ella.
-Después de recibir los poderes del Alto Lord insistieron en que continuase la línea, recordándome mi deber. El anterior solo había tenido un sucesor, yo, así que la dinastía corre peligro según ellos. Temían que si me pasaba algo los poderes de mi Corte pasasen a Amarantha, como hizo cuando los robó.
Supuso que había muchas cosas de otras personas que no era público. Entre ello, lo que había pasado con los miembros de la Corte de cada Alto Lord. O la vida privada de los Altos Lores después de eso. Se habían descubierto cosas, sí, pero los rumores a veces eran mentira y solo cuchicheos para rebajar la autoridad de un gobernador. A veces era la propia Corte los que sacaban a la luz esas mentiras para aprovecharse...y ganar poder en ella.
-Cuando mataron a mi familia, el consejo que quedaba del Antiguo Lord, unos pocos, insistieron en continuar el legado de Adriata independientemente de que ya estuviera fijado con Tarquin y Varian, pero estos estaban al otro lado del continente y...lejos -recordó las conversaciones, el trabajo del consejo esforzándose en convencerla de que era la mejor idea. De haber estado Tarquin ahí, se habrían detenido a la primera queja. Pero ella nunca había sido fuerte, y Cresseida siempre se lo recordaba cariñosamente-. Casi arreglaron un matrimonio con un alto fae de la Corte con poder e influencia, a instancias mía y de todos. Incluso de Amarantha. No duró mucho. Lo mataron.
-Lo lamento, princesa.
Ella se encogió. Se apartó un trozo suelto de trenza de la cara, alzando el rostro.
-Luego se descubrió que era... No era el tipo de hombre que le hubiera interesado a la corona. Ya sabes, rumores sobre juegos perversos y abusos a inmortales menores. Aquí en Adriata respetamos los derechos de todos. Él solo hubiese manchado la imagen de mi primo y su gobierno.
Lord Helion se apartó un mechón de pelo negro, que comenzaba a rizarse. Tenía la mirada perdida en el mar, pero tenía los brazos flexionado con tanta fuerza que le dieron la impresión de romperse.
-¿Tu consejo...no respeta las tradiciones del lazo?
-A estas alturas creen que soy negado para eso. Lo cierto es que después de siglos compartidos con cientos de hombres y mujeres por igual... Lamento no haberles dejado claro que no todos los faes tenemos esa suerte.
La guerra...otra vez. Después de cincuenta años encerrados bajo una montaña con la compañía de una mujer más parecida a una arpía que a una alta fae, la guerra llegaba a la Cortes en venganza por la muerte de su general. Y por los deseos de un rey avaricioso y con miles de años. Y con el Caldero. El Caldero original estando en su posición, cualquier esperanza iba a ser necesaria.
-No deberían subestimar eso. Puede que usted encuentre a su compañera dentro de poco y pueda continuar su linaje, o sin necesidad de ella. Un matrimonio político dentro de su Corte haría callar los rumores. Eso callaría a esos hombre, ¿verdad?
-¿Sabes cuántos años tengo?
Negó con la cabeza. Algo había escuchado sobre su edad, remontándose a una de las primeras guerras en Prythian
-Los suficientes para saber que el lazo a veces no aparece. Pero lo respeto. Si apareciera de repente... -miró a Calli de reojo, con los ojos entrecerrados-. Ese sería otro tema, Calliope.
-¿Tal vez Morrigan de la Corte de Noche?
Pensó en la alegre mujer rubia que había visto en el Medio. No conocía a ninguno de ellos, pero había sabido... Mejor dicho, había notado cosas entre ellos. Sin siquiera haberlos visto juntos. Lo había notado en el espacio. Y casi la había puesto de los nervios.
-La gente cree que soy idiota, pero me entero de las cosas -le sonrió, tímidamente, recordando el momento de la noche en el que se había levantado para ir a buscar a su hermano y los había encontrado a ambos yendo al mismo dormitorio. El corazón le dio un golpecito al rememorarlo-. Y puede que en el palacio de Lord Thesan tampoco pudiese dormir bien. Lo cierto es que duermo mal cuando salgo de casa.
Una luz iluminó sus ojos. No de fuera, sino desde dentro. Los labios tiraban hacia una mayor sonrisa cuando se llevó los dedos al rostro, intentando ocultarla.
-Qué cosita tan traviesa. Pero no -se pasó una mano por el pelo-. Morrigan solo es una parte de mis fantasías, y lo cierto es que tenía unos motivos para desear su compañía. Tal vez estuviera nervioso, quién sabe.
-Antes de marchar, le recomiendo un baño en nuestra playa, si es incapaz de hacerlo. A mí me ayudaba...y lo sigue haciendo. Ahora que no hay nadie... Puede que sea su mejor momento para estar solo.
Pareció pensárselo.
-¿Te unirás a mí?
-No sería adecuado -murmuró, pero una parte de ella tiraba hacia la aceptación. Cruzó los brazos sobre su pecho, con el corazón latiendo nervioso con solo la mención.
Y cuando pensaba en lanzarse al agua, el deseo de hacerlo aumentaba.
-Dijiste que no podrías vivir sin el agua y el mar. En mi Corte no hay nada de eso, y no sabemos cuánto durará la guerra o cómo acabará. No lo volveré a ofrecer.
Calli se lo pensó. De verdad que lo hizo.
Vivir sin agua, sin su playa y sus animales. Ni ellos sabían cuánto podría resistir con sus ejércitos o qué saldría de aquella guerra. Miró a la mano extendida que le ofrecía una alternativa a su destino, y después al largo pasillo que la devolvía a sus habitaciones. A donde debería estar sin rechistar... Entonces, el recuerdo de su madre apareció en su memoria. Cuando le decía que el lazo solo se cerraba cuando las dos perdonas estaban de acuerdo y lo aceptaban. Bien había seres que lo negaban aún con esas, pero ella... Su madre siempre había sido muy optimista. Y nunca le había dado falsas esperanzas.
Contempló el rostro envuelto en sombras y oro de su acompañante. Esperaba, sin perder la paciencia. El brazo no le temblaba. Si ellos ganaban... A Calli puede le diera esperanzas saber que iba a estar en una Corte protegida por sus elementos naturales y envuelta en hechizos. Y que su Lord era una persona honorable y resolutiva.
Así apartó las dudas, estiró su brazo y dejó que sus dedos tocarán los de él, cálidos y que se cerraron a su alrededor con una suavidad inesperada.
En un abrir y cerrar de ojos, estaban en la playa. La arena fría bajo sus pies, el sonido del mar agitado llamándola a lo lejos. Calli miró bien a su alrededor. A veces olvidaba lo fácil que era para algunos transportarse con magia a ellos mismos...
Tardó solo unos segundos en recordar que aún estaban de la mano. Que él la tenía agarrada de la mano, con los fuertes dedos rodeando con suavidad los suyos, y parte de la palma. Tanta suavidad... Y unos dedos llenos de cicatrices, de los que no se había dado cuenta hasta el momento. Calli la levantó para observarlos bien.
-¿No le duele?
-Tienen siglos. Y me dan una buena apariencia. ¿Tan impresionable eres?
Negó, pero tampoco sin estar muy segura.
-Tarquin nació después de nosotros y...en el mar no puedes hacerte nada. Solo nuestros padres habían luchado en la guerra y no daban muchos detalles -pensó en las lecturas sobre la guerra antes de la tiranía, pero no solo se le vino a la cabeza las veces que su padre se negaba a contarle algo sobre los detalles de ese enfrentamiento-. Espero... Espero que en su biblioteca hallan libros sobre ella.
Puede que fuera por la noche. Puede que estuvieran haciendo algo en contra de las normas de etiqueta y que su reputación pudiera ponerse en duda... Pero estaban solos, él y ella. Y en lo único en que podía pensar en esos momento era en cómo podía ser la Corte bajo su gobierno, de la que apenas había leído algo... Y de la que tantas personas hablaban como si fuera un mal lugar.
Bajo la luz de la luna, su piel resplandecía. ¿Había algo en él que no brillase? La respuesta tardó en llegar, pero fue como una caricia en medio de la noche. Sus pulgar se movió sobre su dorso, acariciando la piel desnuda de su mano un par de veces.
-Tenlo por seguro.
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Algo así el paseo por la playa:
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thewildfl0wer · 2 years ago
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GWI GILBERT
Edad: Aparenta de 24 años (100 años reales)
Ocupación: Heredero del Clan Geomi
Orientación: Bisexual
Nacionalidad: Chino-Coreano
@waideweik
Dicen que los Jiang Shi son criaturas que provienen de las lejanas tierras de China a expandirse por toda Asia. Criaturas que salen de noche, pálidos o verdosos, de largos cabellos y uñas que parecen garras que siguen creciendo...muertos vivientes aterradores deseosos de beber sangre.
Gilbert no es un joven que suela decir de sus orígenes con tanto detalle. De actitud recta y su mirada intimidante, evita que los humanos y otros seres sepan de su existencia junto con los de su especie. En una casa remota a la ciudad de Hong Kong vivía con su madre "enferma", sin embargo, no podía seguir viéndola tan débil y tener tanto recelo en su corazón por el responsable de la condición de su amada madre...debía viajar para las tierras natales de su difunto padre.
La Organización Luna Roja encontró a este chico en un ataúd, saliendo de un barco sin tripulantes, con los ojos enrojecidos. El de forma voluntaria, no hizo problema a que lo llevaran a su base. A pesar de ser detenido, tenia un objetivo especifico...buscar al zorro de nueve colas que lastimó a su madre y mató a su padre...y que pague por lo que hizo.
Curiosidades
Su nombre Gilbert significa promesa brillante. Fue elegido debido a la influencia inglesa del territorio de Hong Kong por parte de su madre y la fe cristiana de su padre, por eso sabe que las cruces y otras creencias occidentales no le hacen daño.
El pertenece a un clan casi extinto de vampiros, donde esta como matriarca su madre Li Fei, quien hace 80 años luchó contra un demonio nativo de las tierras de Corea cuando ella colaboró con el Imperio Japonés, con tal de mantener a su linaje vivo a pesar de la traición a su patria. Solo sobrevivió la cabeza en el combate y consiguió un cuerpo femenino humano para mantenerse con vida, volviendo a China en un atáud, entre la vida y la muerte.
Tiende a elegir vestimentas oscuras y de estilo gótico como los vampiros occidentales. No soporta el sol en lo absoluto, por lo que lo evita constantemente.
Sabe hablar cuatro idiomas, siendo sus maternas el chino y el coreano y maneja ingles y el japonés de forma semi fluida.
Su mordida es diferente a los otros vampiros que se ha visto. Tiene una apertura bucal más flexible y sus colmillos son retractiles y largos. Para los vampiros puros pertenecientes al Clan Geomi, contienen un veneno paralizante que puede ser neurotóxico para la victima (como las arañas), por lo que si no se convierte en vampiro, morirá por el efecto del veneno
Se le asigno estar bajo la vigilancia de la mestiza de hada, Aecha, quien supuestamente había tenido experiencia vampírica con un "espécimen de más baja categoría", Haram.
Le gusta escuchar Malice Mizer y algunos artistas de visual kei.
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sobicoreano · 2 years ago
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Consejos y trucos para aprender coreano
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¡Hola! Aquí está el blog que escribí sobre "Consejos y trucos para aprender coreano":
Consejos y trucos para aprender coreano
Aprender un nuevo idioma puede ser un desafío, pero con el enfoque correcto y las herramientas adecuadas, puedes aprender coreano de manera efectiva. Aquí hay algunos consejos y trucos que te ayudarán en tu viaje de aprendizaje del coreano:
Empieza con el alfabeto coreano: Antes de sumergirte en la gramática y el vocabulario, asegúrate de que entiendes el alfabeto coreano. El alfabeto coreano, conocido como Hangul, es una escritura fonética que es fácil de aprender y te ayudará a pronunciar correctamente las palabras coreanas.
Practica la pronunciación: La pronunciación es esencial para hablar coreano correctamente. Escucha y repite las palabras en voz alta para perfeccionar tu pronunciación. También puedes usar aplicaciones de aprendizaje de idiomas o grabarte a ti mismo hablando coreano para escuchar tu progreso.
Sumérgete en el idioma: Para aprender coreano rápidamente, es importante sumergirte en el idioma tanto como sea posible. Mira programas de televisión coreanos, escucha música coreana y habla con hablantes nativos de coreano.
Usa aplicaciones de aprendizaje de idiomas: Hay muchas aplicaciones disponibles que pueden ayudarte a aprender coreano, como Duolingo, Memrise y Rosetta Stone. Estas aplicaciones ofrecen lecciones interactivas y te permiten practicar tu coreano en cualquier momento y en cualquier lugar.
Aprende a través de juegos: Aprender coreano no tiene que ser aburrido. Hay muchos juegos en línea y aplicaciones de juegos que pueden ayudarte a aprender coreano de manera divertida y efectiva.
Encuentra un compañero de conversación: Practicar con un hablante nativo de coreano es una de las mejores maneras de mejorar tu fluidez. Busca un compañero de conversación en línea o en persona y practica hablar coreano con ellos regularmente.
Sé consistente: Aprender un idioma lleva tiempo y esfuerzo. Establece un horario de estudio regular y trata de ser consistente en tu práctica diaria. No te rindas y sigue trabajando duro.
¡Con estos consejos y trucos, estarás en el camino correcto para aprender coreano de manera efectiva y divertida!
Resumen: Aprender coreano puede ser un desafío, pero con estos consejos y trucos, puedes hacerlo de manera efectiva y divertida.
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(Es mi libro para los hispanohablantes que quieren aprender coreano)
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