#fragmentos de una pausa
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Hoy fue un día difícil”, dijo Pooh. -Hubo una pausa. - “¿Quieres hablar de ello?”, preguntó Piglet. - “No”, dijo Pooh después de un rato. “No, creo que no quiero”. - “Está bien”, dijo Piglet y se sentó junto a su amigo. - “¿Qué estás haciendo?”, preguntó Pooh. - “Nada realmente-dijo Piglet- solo sé cómo son los días difíciles. A menudo tampoco tengo ganas de hablar de ello en mis días difíciles. Sin embargo, -continuó Piglet- los días difíciles son mucho más fáciles cuando sabes que tienes a alguien ahí para ti. Y yo siempre estaré ahí para ti, Pooh”. Y mientras Pooh permanecía ahí sentado, dando vueltas en su cabeza acerca de su Día Difícil, el confiable Piglet sentado junto a él en silencio, solo balanceaba sus pequeñas patas... Pooh pensó que su mejor amigo nunca había tenido más razón como en ese día.
*Fragmento del libro “Winnie the Pooh” de A. A. Milne & E. H. Shepard.
Nota: ojalá todos tuviéramos un Piglet en nuestras vidas. Un abrazo gigante, colegas.
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LA CAÍDA DE UN REY Y EL NACIMIENTO DE UNA LEYENDA
Alguna vez sintieron como una simple palabra se transformaba en una daga que se incrustaba en lo mas profundo de tu alma, desgarrando cada pequeña parte de tu vida, donde tus recuerdos te hacen recobrar una triste verdad, una suplica por vivir y tu tan miserable atada de manos no lograste salvar a la persona que mas decías amar, dicen que cuando uno esta por morir lo sabe, lo siente. Soy o trato de ser resiliente con todo lo que sucedió, una injusticia tras otra que me llevo a vivir en carne propia el golpe de la sociedad absurda, donde es importante tener contactos sino tu vida no vale la pena en un hospital, que juran respetar y velar por la vida, que triste parodia que ni los residentes son capaces de creerlas, no hay vocación solo obsesión por obtener dinero, los enfermos solo son objetos monetarios para carniceros vestidos de blanco, donde la humanidad se vende por unas cuantas monedas, donde no existe alma solo una penitenciara llamada hospital. La dura realidad se maquilla con falacias mal infundadas, es necesario tener suerte de encontrar un ángel pero así como creí encontrar uno lo alejaron, dejándome sin esperanzas, sin alternativas, sin ilusiones, deambulando por los pasillos vacíos de un hospital buscando donde pasar la noche, sin importar si un asiento frio me acobijaría dado que solo me importaba estar cerca de ti, los días se hicieron eternos, las noches inevitables pero el miedo se alejaba, solo crecía el temor de no volver a verte, los recuerdos se posaban en mi mente como fragmentos de películas incompletas, donde la historia quedaba sin guion, estaba en pausa, paralizada en un rincón suplicaba un cambio justo y necesario, una justicia divina donde me ofrecía sin apelación a reclamo a ser quien ocupaba tu lugar, pues cuando defines entre vivir o morir prefieres la segunda opción solo con ver de nuevo esa sonrisa que te cala el alma y te regresa la esperanza de entender que todo en esta mierda que es vida saldría bien, evitas respuestas solo pides con todas las fuerzas o las pocas que puedan acobijar la tristeza que va agravando tu situación mental, suplicas tiempo, volteando a ver todo lo que falta, las líneas escritas de las nuevas aventuras, de temporadas nuevas y renovadas, de futuros inciertos pero bien reflejados, de metas por cumplir, de sueños por desarrollar pero, siempre en todo maldito libro o historia existe un pero que te paraliza, pensando en que sucedería si ya no despierta, que hago si ya no escucho su voz, su risa, si ya no veo esos ojos que me llenaban de calma, gritas con un grito ahogado, culpas y te culpas mas a ti por ser idiota y perder tan preciado tiempo en estupideces que te hacen sentir vacía.
Cuando ya no puedes lidiar mas con todas esas emociones, sugestiones y surrealismos, llega lo peor la despedida final, la que marca la caída del rey, inmortalizando todo en tu mente, desde lo mas pequeño hasta lo mas absurdo que pudiste vivir o lo que no, tu mente se cierra de golpe, tu respiración se agita y duele, tu estabilidad se desmorona por completo, evitas el contacto visual de la gente, en tu mente solo están las palabras de no dejarte morir, el protegerte si es posible con tu vida, tu insignificante vida que no tiene precio pero puede lidiar con todo lo que se ponga en frente con tal de tenerte, pero lo as perdido todo, se desmorona, se cubre de niebla y cenizas, te cierras en tu mundo y el tiempo se vuelve relativo. Ya nada importa solo el hecho de entender como seguir adelante, las horas en las que se marcho se quedan impregnadas como un recordatorio que lo puedes perder todo en un segundo, como yo te perdí un 14 de diciembre del año 2018 a las 7:15pm, ellos decían tu hora de muerte sin darse cuenta que también tenían alguien sin vida parada frente ellos, mirando a la nada, sintiendo como la tristeza se posaba en mi, algo que por años suplicaba no vivir lo estaba haciendo ya, mientras te llevaban por el pasillo mi mente pensaba que era una pesadilla y mi cuerpo corría detrás del tuyo por seguirte y pensar que era mentira, una trágica novela se desenvolvía en cuestión de minutos, mi mente se cuestionaba a si misma: dime como seguiré sin ti, ahora recuerdo que me dijo un psicólogo que escriba pero ni yo se porque escribo, talvez soy lunática por tratar de entender a esta paradoja, donde hace unos días estaba a punto de morir y lo mas irrelevante es no sentir miedo porque hasta eso se fue de mi, solo pensé caray si me muero, al final del pasillo que corrí y no te halle me estarás esperando?, tal vez te enojes pero de seguro se te pasara, pero la muerte se a encaprichado conmigo que me deja la pendeja, talvez deba seguir escribiendo los relatos mas tristes de mi vida y de la historia que lleva por nombre la caída de un rey y el nacimiento de una leyenda.
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«Fuimos dos desdichados que coincidieron y se encontraron en un punto de la existencia, y pudimos, con nuestros encuentros íntimos sobre una cama, hacer una pausa genuina en este mundo; un escape a un universo a parte de esta vida, de nuestra rutina y nuestra infelicidad.»
-Fragmento (Cuentos perdidos, Eloy Martínez).
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LOST THEM
Fragmento de fanfiction escrito por Alejandra Frausto
—Ten cuidado, por favor.
Jo lo miró con ojos tristes, el peso de un presentimiento oscuro hundiéndose en su pecho. Algo iba a salir mal; lo sabía.
—Siempre lo hago, cariño.
Bucky sonrió con esa expresión coqueta y despreocupada que parecía grabada en su rostro, como si ningún peligro pudiera tocarlo.
—Hablo en serio, James. Nada de hacerte el héroe, ¿me oíste? —La seriedad en su tono lo hizo fruncir el ceño—. Stevie te necesita —hizo una pausa, buscando su mirada—. Yo te necesito.
El rostro de Bucky se suavizó al instante. La atrajo hacia él, sus manos firmes sosteniéndola por la cintura, y depositó un beso en su frente.
—Tranquila, amor. No te vas a deshacer de mí tan fácilmente.
—Más te vale.
Y antes de que pudiera responder, lo besó. Fue un beso cargado de amor, un anhelo silencioso que intentaba aferrarse a algo que ambos sentían que se desmoronaba.
—Disculpen.
La voz de Steve los hizo voltear, aunque ninguno de los dos se soltó.
—Creo que no debí agitar demasiado a Stevie.
Steve sostenía a su hijo en brazos, y el bebé, con las mejillas enrojecidas, parecía peligrosamente cerca de vomitar.
Bucky y Jo no pudieron evitar soltar una risa divertida ante la escena.
—Dámelo antes de que ocurra una tragedia —dijo Jo rápidamente, estirando los brazos hacia el bebé.
Con un suspiro de alivio, Steve le entregó a Stevie, quien se acomodó en el pecho de Jo mientras ella lo tranquilizaba con suaves caricias.
—Steve, creo que alguien necesita lecciones de cómo sostener a un bebé —bromeó Bucky, todavía riendo.
—Oh, cállate, Barnes —replicó Steve, fingiendo indignación, aunque una pequeña sonrisa se asomaba en su rostro.
—¿Steve?
El nombre apenas salió de los labios de Bucky antes de que su cuerpo comenzara a desvanecerse. Primero sus dedos, luego sus brazos. En cuestión de segundos, no quedó nada más que polvo, arrastrado por el viento.
Steve permaneció inmóvil, su mirada fija en el espacio vacío donde su mejor amigo había estado. Su respiración era irregular, sus manos temblaban mientras el peso de la realidad se hundía en su pecho como un golpe demoledor.
—No... —susurró, su voz rota. Sus piernas cedieron, y se dejó caer al suelo, incapaz de contener el torrente de emociones.
Antes de que pudiera procesar lo ocurrido, Natasha llegó corriendo, su rostro pálido y sus ojos reflejando la misma desesperación.
—Perdimos.
Fue lo único que logró decir, su voz apenas un murmullo.
El mundo a su alrededor parecía haberse detenido, como si el universo entero estuviera de luto.
A partir de ese momento, todo sucedió en cámara lenta para Steve. Se levantó mecánicamente y comenzó a ayudar a los heridos, sus movimientos automáticos, como si no fuera más que un reflejo vacío. Su mente, sin embargo, estaba atrapada en un bucle, repitiendo una y otra vez lo que acababa de suceder.
Cuando finalmente llegó a la base central de Wakanda, su respiración se detuvo al ver a Jo. Estaba arrodillada frente a una cuna, abrazando una pequeña manta que ahora solo contenía polvo. Su llanto desgarrador llenaba el aire.
—No... —pensó Steve, el dolor apuñalándolo. Su mente se negaba a aceptarlo—. No...
No supo en qué momento las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro, ni cuándo sus rodillas cedieron de nuevo, golpeando el suelo con fuerza. Estaba destruido, completamente derrotado.
—¿Steve?
La voz entrecortada de Jo lo sacudió, destrozándolo aún más.
—Steve, ¿dónde está James? —insistió, esta vez con una mezcla de desesperación y firmeza.
Él intentó hablar, pero solo un sollozo desgarrador escapó de sus labios. Negó con la cabeza repetidas veces, incapaz de mirarla a los ojos. Era la primera vez que Steve Rogers se quebraba de esa manera, y no tenía la fuerza para detenerlo.
—¿Steve? —La voz de Jo se quebró aún más al comprender lo que implicaba su silencio—. Steve, ¿dónde está Bucky?
Se acercó a él, su llanto volviéndose cada vez más desesperado.
—¿Dónde está?
El silencio era insoportable, interrumpido únicamente por los sollozos de ambos, que llenaban la habitación como un eco de su pérdida.
—¿¡Dónde están?! —gritó finalmente Jo, su voz temblorosa mientras las lágrimas corrían por sus mejillas—. ¿¡A dónde fueron?!
Steve no tenía respuestas, y eso era lo peor de todo.
Steve miró a Jo desde el otro lado de la mesa. Habían pasado dos semanas desde que Thanos chasqueó los dedos, pero ella seguía atrapada en el mismo silencio abrumador. No había pronunciado una sola palabra, ni tocado la comida que tenía frente a ella. El plato de avena que Steve le había preparado seguía intacto, frío y olvidado.
—Jo, vamos —dijo con suavidad, acercándole una cucharada a la boca—. Solo una más, por favor.
Ella no reaccionó. Sus ojos permanecían fijos en algún punto lejano, perdidos en un vacío al que Steve no podía llegar. Él dejó escapar un suspiro cargado de preocupación y cansancio.
El mundo, y el universo, estaban conmocionados. Nadie sabía qué hacer, y Steve no era la excepción. Hacía lo que podía: ayudaba a los damnificados, buscaba soluciones y se aferraba a cualquier tarea que pudiera distraerlo de su propio dolor. Pero, incluso mientras trabajaba, su duelo lo seguía como una sombra implacable.
Desde ese día, no se había alejado de Jo. Si tenía que salir, se aseguraba de que alguien confiable estuviera con ella, incapaz de soportar la idea de dejarla sola. Steve había perdido a su mejor amigo, a su hermano en todo menos en sangre. Pero ella había perdido aún más: a su esposo y a su hijo.
El miedo constante lo carcomía. Jo se estaba consumiendo bajo el peso de su dolor, y él podía verlo en cada movimiento lento, en la forma en que evitaba hablar, en lo rápido que su cuerpo se debilitaba. La velocidad con la que había adelgazado era alarmante. Cada día parecía más frágil, y Steve temía que, si ella caía, él no podría soportar otra pérdida.
—Jo… —susurró con desesperación contenida, inclinándose hacia ella—. Por favor, dame una señal. Lo que sea.
Pero ella permaneció inmóvil, atrapada en su tormento.
Nota: Mientras limpiaba un cajón de mi cuarto, encontré una hoja con un fragmento de fanfiction que había quedado olvidado y acumulando polvo con los años. Antes de deshacerme de ella, quise compartirla con ustedes. Si les gusta o les interesa saber más, puedo retomarla, escribirla y publicarla. Solo díganme qué opinan.
Gracias por leer.
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Si volvieras a mì esta noche
Hace frío, es invierno, hace ya tres años que nos conocimos. Por estas fechas me invitabas unos tragos y una cena impecable para resarcir tus presuntos daños. Te deslizabas en la penumbra sigiloso, observaste mis gestos y mi postura, escuchaste atento mis palabras y me estudiaste detalladamente. Y yo, ingenua y necesitada de amor, caí en tus absurdas y torpes seducciones.
Si volvieras a mí está noche. Enunciaría tus nombres y renunciaría a los míos. Te envolvería entre mis brazos abrigados al calor de la nostalgia. Beberíamos vino, fumaríamos un cigarro tras otro, recibiría tus caricias pródigas con mis manos marchitas.
Hablaríamos del pasado, de la pausa que se hizo en nuestro amor y de la fortuna de nuestro reencuentro.
Las noches siempre fueron tus favoritas, mi esmalte púrpura la predilecta decoración de mi agonía. Porque yo morí de amor en tus ojos, en tu voz, en tu cabello y en las palmas de tus manos. Me entregué a la falsa seguridad que me ofrecieron tu hogar, tu tiempo y tus halagos. Sucumbí al derramamiento erótico de nuestros cuerpos. Olvidé mi pasado y mis heridas.
Pero esta noche no vuelves a mí.
Porque nunca fuiste tú. Porque tú no puedes volver porque nunca fuiste.
El pasado es un retrato inmóvil. El recuerdo de mi risa, de tus ganas, de las mías, es simplemente un fragmento de una imagen que nunca vi completa.
Te extraño
¿Es que de verdad te extraño a ti?
Tú que fuiste mi balsa en el vasto mar, mi tierra firme, mi crossover improbable. Tú que fuiste mis mejores días y las peores noches, mis mejores risas y mis fatales lágrimas. Fuiste la luz pero también a oscuridad.
¿Es que de verdad eres tú a quien extraño? ¿O es acaso que anhelo volver a sentir lo que aquellos días floreció desde mi vientre?
Fuiste un breve instante de una vida que creí nunca merecer.
Los amaneceres tibios, las tardes apacibles, las hermosas noches. Mis cenas favoritas, tus melodías oportunas, las compras comunes, las charlas triviales, el hogar.
No, no te extraño a ti, que fuiste el lugar del amor, pero también el lugar de la furia, de los gritos, del abandono, de la duda, de la mentira, del secreto.
Extraño la falsa seguridad de pertenecer. Extraño los poemas que me hiciste escribir, buscar tus obsequios de cumpleaños como quien minuciosamente escribe el mejor de sus relatos. Extraño las noches de azotea escuchando los aviones, esa tarde cálida en tu cama escuchando el mar, alguien que me guise con paciencia, que me escuche con ternura, que reavive mi inocencia.
Esta noche deseo con vehemencia que vuelvas a mí. Te invoco, te sueño, te busco, te anhelo.
Pero tu no vuelves.
Y tampoco vuelvo yo.
Yo que he roto mis células capilares, que he aprendido a vivir sin el deseo de morir, que he turnado los días de ocio con los días de estudio, que le he escrito cartas al viento y despedidas al olvido, que me he aferrado a la vida un tanto con desgana, un tanto con esperanza.
Esta noche no vuelves y sólo me visita el desasociego, la incertidumbre, la tristeza, la melacolía. Tocan a mi puerta los recuerdos dolorosos de una vida que me fue arrebatada del terreno de la ilusión. Las noches se hacen largas y los días grises.
La calma amenaza con renunciar a mi pecho. Me susurra delicada que se aburre y que merece inquietud. La tesitura falsa de la estabilidad me comunica que abandonará el barco en cuanto mis pasos titubeen. Me digo y me repito que estoy bien, que la soledad me sienta bien, que no necesito visitantes insolentes ni nuevas emociones.
Esta noche, si volvieras a mí, me entregaría a la embriaguez de la nostalgia sin dudarlo. Pero esta noche no vuelves y yo me bebo la soledad y el desencanto en una copa de vino.
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Blue Love 💙✨️
La radio sonaba en el fondo, esa melodía melancólica que a Laura siempre le recordaba a él. Se sentó junto a la ventana, mirando cómo la lluvia resbalaba por el cristal, como si el cielo llorara por ella. Su mundo era un cóctel de humo de cigarro y sueños rotos, un lugar donde el amor siempre dolía más de lo que sanaba.
"Han pasado los días y todavía te sigo queriendo," pensó mientras escribía esas mismas palabras en una servilleta manchada de café. Su vida era así: fragmentos de amor desperdiciado, recuerdos que nunca se disipaban, como esa fragancia que él solía usar y que aún parecía perseguirla.
Laura sabía que él nunca la quiso, pero eso no hacía más fácil olvidar. Su amor había sido una película en blanco y negro, con ella como protagonista y él como el tipo malo que siempre terminaba marchándose. Y sin embargo, todavía lo extrañaba. Extrañaba las promesas que nunca se cumplieron, las noches bajo las luces de neón y las palabras que ahora sonaban vacías.
La nostalgia era su única compañía mientras el vinilo giraba y giraba en el tocadiscos. Afuera, el mundo seguía, pero dentro de Laura todo estaba en pausa. Sus lágrimas eran un río silencioso, y sus pensamientos un eco constante: "Tal vez algún día te olvidaré... pero no hoy."
El amor que se pierde deja cicatrices profundas, pero esas cicatrices son las que nos hacen humanos. Abraza el dolor como parte de tu historia, pero recuerda que en algún momento debes soltarlo. No te aferres a quien no puede ver tu luz; el verdadero amor llegará cuando aprendas a amarte primero a ti misma.
#melancolía#desamor#nostalgia#corazones rotos#blue love#recuerdos#amor y dolor#notas de dolor#cicatrices del alma#historias#Spotify
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HELENA ALMEIDA & REBECCA SOLNIT
Quería un lenguaje capaz de ser sencillo y claro cuando el tema lo requiriera. Sin embargo, a veces la claridad exige complejidad. Creo en lo irreductible, en la invocación y la evocación, y me gustan las frases menos parecidas a autopistas que a senderos serpenteantes, con algún otro desvío por un paraje pintoresco o una pausa para contemplar las vistas, pues una senda puede atravesar terrenos abruptos y sinuosos por los que una carretera asfaltada no puede pasar. Sé que a veces lo que denominamos <<digresión>> sirve para recoger pasajeros que se han caído del barco. Quería que la lengua inglesa fuera un instrumento que permitiera tocar muchos estilos musicales. Quería una escritura fastuosa, sutil, evocadora, capaz de describir neblinas, estados de ánimo y esperanzas, y no solo hechos y objetos sólidos. Quería dibujar un mapa de cómo el mundo está conectado por modelos, intuiciones y similitudes. Quería buscar los modelos desaparecidos, los que existieron antes de que el mundo se quebrara, y encontrar los que podíamos construir con los fragmentos.
_ Rebecca Solnit, Recuerdos de mi inexistencia, Lumen, 2021. Traducción: Antonia Martín.
_ Helena Almeida, Desenho, 1999. Toned gelatin silver print, flush-mounted on board, 84 x 84 cm. (33 x 33 in.) signed and dated in ink, with stamped photographer's copyright credit, private collection © photo Christie's
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Fuente de Vida
- Poema -
Vi mi reflejo sangrando,
Un gran río rojo, bajo un grito callado.
La fuente brotaba, sin tregua, sin pausa,
desbordando la vida, pérdida.
Mis piernas temblaban al perder,
las posibilidades finitas,
un don marchito ya es.
Lleno de preguntas sin responder.
Afuera, la risa rasgaba el aire,
la burla de una anciana,
cruel y constante.
su voz, un eco que
a mi alma aprisiona.
Detrás de la puerta,
tres mujeres similares,
mirándome a los ojos
demostrando que eran yo misma:
la que duda,
la que llora y
la que calla.
El tiempo, un torbellino,
un caos suspendido,
los segundos no cuentan
en un corazón herido.
Afuera hay vida,
el mundo seguía,
mi familia esperaba,
Por su vida y por la mía.
Llegamos al bosque,
con un aire de brasas,
y el agua cantando
entre luces escasas.
Una pileta cristalina,
un mundo tranquilo,
donde vi tesoros,
promesas, destino.
Tenia mi pluma,
mi fiel compañera,
mi voz en la sombra,
mi luz verdadera.
La tomé entre mis manos,
pesada, distante,
y al agua la arrojé,
un acto constante.
El agua me tomó entre sus manos
Dio frío a mis huesos,
apagando con ello el fuego
que quemaba mis restos.
Me sumergí hasta el fondo,
y ahí las vi,
las mujeres del espejo,
reflejos de mí.
“¿Por qué vienes?”, me preguntó una voz doliente.
“Busco alivio”, respondí suavemente.
“¿Alivio para qué? —otra susurró—
si el dolor te da palabras, ¿qué quedará de vos?”
“No lo sé”, confesé, mi voz temblando,
“Quizá quede yo, mi ser, esperando.”
Y la última dijo, con mano extendida:
“Eso es suficiente, verte en tu vida.”
Sus manos unidas
tomaron las luces,
no eran monedas,
ni joyas en bruces,
eran recuerdos, deseos,
fragmentos perdidos,
esperanzas dormidas
en tiempos vencidos.
Emergí del agua,
marcada en mi piel,
pecas de constelaciones,
un mapa, un nivel.
El frío del mundo volvió
a mis huesos,
pero en mi interior
algo había cambiado al fin.
Mis ojos se abrieron,
a la fuente en mi alma
Que nunca más dejará de brotar.
María Manuela
Colección- La sonrisa de María
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En el catálogo de humanos llamado Tinder, donde las miradas se deslizan por perfiles pixelados como si de pedazos de carne se trataran, sus destinos se entretejieron después de un "match". Él, un soñador con los dedos danzando sobre las teclas, y ella, una aventurera tejida con palabras elegantes, surgieron de la nada en medio del catálogo de humanos.
La pantalla les unió como un juego de palabras ingeniosamente escrito, como una metáfora que apuntaba directamente a sus corazones curiosos. A través de líneas y píxeles, compartieron risas y secretos, creando una narrativa de romance virtual digna de al menos una página en Wattpad, llena de símbolos y signos. Sus palabras eran hipérboles de esperanza, anhelo y curiosidad.
En ese laberinto de códigos y avatares, sus conversaciones florecieron como metáforas en pleno verano. Las retóricas y los guiños se convirtieron en el viento que movía las hojas de su historia. A lo largo de los días, compartieron fragmentos de sus vidas, construyendo un vínculo en las esquinas digitales de la red.
Y así, en medio de las emoticones y los stickers, decidieron llevar su historia más allá del brillo de las pantallas. Se encontraron en el mundo tangible; en el mundo real, donde las metáforas dejaron espacio a los silencios y las pausas, y los "me gusta" y "matches" fueron reemplazados por la realidad de las sonrisas y las miradas furtivas.
Era como si hubieran desentrañado el enigma del "catálogo humano" que los unió en primer lugar. Descubrieron que las palabras escritas no eran más que símbolos imperfectos de lo que yacía en sus corazones. La realidad a menudo supera la retórica elaborada, y en sus encuentros y despedidas, encontraron la belleza en lo auténtico y lo genuino.
El "match" que los atrajo al principio se convirtió en el prólogo de su historia, un preludio de emociones entrelazadas y momentos compartidos. Aprendieron que detrás de cada perfil hay un ser humano con su propia historia, sus altibajos, sus sueños y anhelos. Y mientras avanzaban por los capítulos de su historia, comprendieron que las conexiones reales van más allá de las palabras atractivas, y encuentran su esencia en la vulnerabilidad y la autenticidad compartida en la vida real.
Don Ggatto
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Creo que no quería escribirte porque eso significaría hablar conmigo misma... Y no quería tener esta conversación conmigo.
Quizá ha pasado mucho tiempo, pero eres la única persona que me conoce tan bien que el tiempo realmente no es nada más que una excusa para romper el hielo al volvernos a encontrar, pero realmente no significa nada... No para nosotros.
No quiero contarte lo que he hecho, porque me hubiera gustado estar a tu lado para vivirlo, y... Al no ser así, podemos fingir que no ha sucedido. ¿Podemos? ¿Podemos fingir que esté tiempo en realidad no ha pasado? ¿Podemos pretender que seguimos siendo los mismos? ¿Puedo pretender que sigo doliendo de aquellas cosas que por lo menos hacían sentido? ¿Puedo pretender que mi dolor es solo parte de la trama adolescente necesaria para mover la historia? ¿Puedo fingirme importante aún hablando contigo mientras ambos esperamos ser los personajes principales en esta estúpida película? ¿Podemos seguir esperando el estreno?
Es estúpido buscarte ahora, lo sé. Ambos hemos trabajado tan duro en formar estas cosas que llamamos "vidas" y nos hemos esforzado tanto en alejarnos de las ganas de ponerle pausa. Hemos pretendido que no existimos, qué nunca existimos. Nos sentimos parte de un sueño del que tuvimos que despertar para volver a la rutina de la normalidad pero... Fuimos reales ¿verdad?
A veces logro poder recordar... Como fragmentos... Aquellas conversaciones y caminatas con nuestra propia banda sonora. Puedo recordar el color de tus ojos y el sabor de tus labios. Puedo recordar tan vividamente la sensación de querer vivir y morir contigo que hasta ahora casi, casi... Me pareces real.
Quizá no dormí mucho anoche y este sueño se prolongó demasiado, quizá es domingo y no tuve que volver a la rutina. Quizá leas esto. Quizá aún existas y quizá yo aún esté aquí mañana.
Quizá.
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Reseña de In The Afterlight
El libro de este mes fue In the Afterlight de Alexandra Bracken, y no tenía fuerzas para leer este libro. Es parte una trilogía/saga de Darkest Minds o Mentes Poderosas, es la tercera parte y sigue la historia de Ruby. Hay un cuarto libro que relata otras perspectivas y fragmentos de otros personajes.
Ruby ha emergido como una de las líderes de un grupo rebelde dispuesto a acabar con el gobierno corrupto. A pesar de que sigue dolida por las consecuencias de haber utilizado sus poderes con Liam, Ruby formará una incierta alianza con Cole, el hermano mayor de este, con el que comparte un peligroso secreto. Más allá de sus diferencias, a Ruby y a Cole les une una misión: hay miles de chicos como ellos encerrados en los campos. Y su libertad depende de Ruby. Con el destino de toda una generación en sus manos, Ruby sabe que todo pende de un hilo... Cualquier paso en falso podría ser la chispa que destara el caos.
La autora tiene un don con sus descripciones y metáforas para adentrar la audiencia en lo que siente Ruby y todos los demás personajes. Una de las fortalezas de esta historia son los personajes, la autora lograr construir a personajes que se sienten reales y complejos, tienen valores y moralidades tan fuertes que no se pierden en la narrativa, si no contribuyen y la fortalecen. Es una historia fuerte, dura y que cada día parece acercarse a la realidad.
Ahora, el antagonista o villano principal no está mal escrito, en cambio, es igual de complejo y demuestra todos los talentos de la autora. Pero algo que personalmente me molestó es que parece que cierto evento del primer libro es ignorado que siento que va en contra de lo que es su ángulo. No quiebra al personaje, pero si es algo que me gustaría que se hubiera destacado de una manera diferente. Aunque entiendo las razones del porqué la autora no quiera destacarlo tanto, y está en todo su derecho.
Después de leer esta trilogía, amé la relación entre Liam y Ruby. Liam es definitivamente un hombre escrito por una mujer, y es divino, hermoso, comprensible, noble y todo lo bueno de este mundo es Liam. A mí me conquistó cuando dijo “Darling (Querida)”, y espero que a ustedes también.
Esta historia es un claro descendiente de Los Juegos Del Hambre en el mejor de los sentidos, captura todo lo que debe ser una distopía, innova el género y aporta a la discusión social sobre el activismo juvenil. A este libro le voy a dar un 9 de 10, porque puedo admitir que las descripciones de la autora puede cansar de vez en cuando. La calificación total para toda la saga es de 9.5 de 10 porque me costó terminar la saga por los eventos traumáticos que suceden en estos libros, tómense pausas al leerlo porque a veces se ponen pesados.
#distopia#lectura de marzo#marzo 2023#literatura#reseña de libros#darkest minds#in the afterlight#tw triggers#Liam Stewart es un amor#alexandra bracken#4.5 stars#Mentes poderosas#ya literature
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Fragmento de Fanfic - Doble lealtad
Salió de la cocina con calma, pero apenas cruzó la puerta estuvo a punto de chocar con Zane, quien arrastraba a Koz fuera de su cuarto, sujetándolo de la oreja como si fuera un cachorro revoltoso. El chico se retorcía, soltando quejas ahogadas mientras intentaba liberarse del agarre firme de su captor.
—¡Zane, basta! ¡Ay ay ay ay! ¡¿Qué demonios haces?! —gruñó Koz, retorciéndose—. ¡Me estás arrancando la oreja, idiota!
—¿Qué es esto, un espectáculo de circo? —Diara apareció de la nada, apoyándose contra la pared con una sonrisa maliciosa— ¿Quién te crees que eres, Zane? ¿El padre de todos?
Zane soltó una risotada seca, pero no aflojó su agarre en la oreja de Koz.
—Cállate, princesita —respondió, con la vena en la frente a punto de estallar—. Esto no tiene nada que ver contigo. Este mocoso no sabe cuál es su lugar y se metió en mi cuarto otra vez. ¡Es la tercera vez esta semana!
Koz logró zafarse finalmente, llevándose las manos a la oreja roja mientras fulminaba a Zane con los ojos naranjas entrecerrados.
—¡Ese era mi cuarto antes, idiota! —espetó con un gesto de superioridad herida—. ¿Qué crees, que entro para verte a ti? No te sientas tan especial, duende verde.
—¿Duende verde? —repitió Zane, haciendo una pausa teatral antes de echarse a reír con sarcasmo—. Ah, claro, porque tú, con tu cabello disparatado y azul, estás para criticar a alguien.
—¡Mi cabello no está disparatado! —protestó Koz, pasándose una mano por los mechones despeinados con ofensa— Y por lo menos cuando yo dormía ahí no parecía la guarida de un ogro.
—Lo que voy a hacer es atarte a la puerta de tu cuarto nuevo. ¿Qué te parece esa idea? —respondió Zane, apretando los dientes— Así dejarías de ser una plaga nocturna.
Koz, sintiendo que había recuperado algo de terreno al ya no tener las manos de Zane en su oreja, se cruzó de brazos con un aire desafiante, enderezándose con la indignación de un príncipe.
—¿Y porqué tanto alboroto por entrar en tu cuarto? ¿Qué escondes? ¡Ah, ya sé! —Koz sonrió con malicia, disfrutando cada palabra— Lo que temes es que le diga a todo el mundo que duermes con esos calzoncillos rotos que te hacen ver como Gollum.
Zane se quedó helado por un segundo, y luego su rostro se encendió como una antorcha. Desvió la mirada rápidamente mientras señalaba a Koz con un dedo tembloroso.
—¡Estás loco! Nadie te creerá...
—Oh, ¿de verdad? —Koz fingió meditar, tocándose la barbilla con aire teatral—. Quizás debería mencionar también el hecho de que murmuras en sueños. ¿Cómo era? “Tenny, amorcito”
Diara, que había salido de su cuarto un momento atrás por el ruido y que, como Nexus más allá, se había quedado contemplando el espectáculo, soltó una carcajada que nada tuvo de princesa.
—¿Es cierto? —preguntó entre risas, aplaudiendo infantilmente—. ¡No puedo con esto! Zane, ¿Estás saliendo con nuestra hermana?
—¡Claro que no! —Zane gruñó, sin atreverse a mirarla a los ojos. Se cruzó de brazos, intentando mantener algo de dignidad— Este mocoso no tiene idea de lo que habla.
—Entonces no te importará si le enseño una foto a Diara de tus calzoncillos, ¿verdad? —Koz sacó su X-Reader con un gesto dramático.
—¡No te atrevas! —Zane dio un paso hacia él, con las manos levantadas como si fuera a lanzarse en cualquier momento—. Koz, si haces eso, juro que...
—¿Juras qué? ¿Dar otro de tus discursos de niñera furiosa? —replicó Koz, sin dejar de sonreír mientras mantenía el comunicador fuera de su alcance.
—¡Se acabó! —Zane finalmente explotó, lanzándose hacia Koz, que lo esquivó ágilmente y salió corriendo por el pasillo, riéndose a carcajadas.
Diara lo siguió con la mirada aun riendo en gran medida, secándose las lágrimas de los ojos mientras Zane se quedaba parado, respirando con dificultad antes de salir disparado tras el chico.
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“Hoy fue un día difícil”, dijo Pooh.
-Hubo una pausa.
- “¿Quieres hablar de ello?”, preguntó Piglet.
- “No”, dijo Pooh después de un rato. “No, creo que no quiero”.
- “Está bien”, dijo Piglet y se sentó junto a su amigo.
- “¿Qué estás haciendo?”, preguntó Pooh.
- “Nada realmente-dijo Piglet-
solo sé cómo son los días difíciles.
A menudo tampoco tengo ganas de hablar de ello en mis días difíciles.
Sin embargo, -continuó Piglet-
los días difíciles son mucho más fáciles cuando sabes que tienes a alguien ahí para ti. Y yo siempre estaré ahí para ti, Pooh”.
Y mientras Pooh permanecía ahí sentado, dando vueltas en su cabeza acerca de su Día Difícil, el confiable Piglet sentado junto a él en silencio, solo balanceaba sus pequeñas patas...
Pooh pensó que su mejor amigo nunca había tenido más razón como en ese día."
*Fragmento del libro “Winnie the Pooh” de A. A. Milne & E. H. Shepard.
Nota: ojalá todos tuviéramos un Piglet en nuestras vidas. Un abrazo gigante, colegas.
Marycrist
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Capítulo 8: Entre Sombras y Confesiones
El aire alrededor del grupo se mantenía pesado, como si el impacto de la batalla reciente todavía flotara en la atmósfera. Fre4k, Xarathis, Virtualis y Aetherion avanzaban juntos por el desolado paisaje, sus pasos resonando sobre la tierra que aún conservaba la huella de la lucha. El suelo, cubierto de restos de energía rota y fragmentos de sangre coagulada, parecía absorberse por completo en la penumbra de la tarde.
Xarathis, quien hasta hacía poco había sido un dios temido y respetado, ahora caminaba entre ellos como un miembro más, pero su presencia no pasaba desapercibida. Aunque se había reincorporado y guardado las venas en su propio cuerpo, su poder seguía palpándose en el aire, una vibración sutil, como si las sombras que lo rodeaban aún temieran lo que podía hacer. Sin embargo, su comportamiento había cambiado. La arrogancia que lo caracterizaba había desaparecido en su mayor parte, sustituida por una actitud de cautela, aunque no exenta de cierto desafío.
Mientras avanzaban, Xarathis miró de reojo a Fre4k, y luego, con una sonrisa astuta, se dirigió a él:
—Oye, Fre4k... —su voz, normalmente profunda y resonante, sonaba más relajada, como si ya se hubiera adaptado a su nueva situación—. Sabías que Virtualis está enamorada de ti, ¿verdad?
Un escalofrío recorrió la espalda de Virtualis, y su rostro, normalmente distorsionado y pixelado por su naturaleza digital, mostró una rara manifestación de emociones humanas. Los fragmentos de su imagen parecieron temblar, como si fuera incapaz de controlar el torrente de su "sentimiento".
—¡Cállate! —gritó Virtualis, su tono tan abrupto que las palabras parecían vibrar en el aire. Era evidente que no había esperado una revelación tan directa, y la distorsión de su forma aumentó por el leve rubor que ahora la cubría.
Fre4k, quien se había estado entreteniendo en silencio, no pudo evitar soltar una risa baja, casi burlona, al ver la reacción de la Maga Virtual.
—Sí, lo sé —respondió Fre4k, su tono relajado y lleno de una diversión irreverente, como si no fuera nada fuera de lo común. Su mirada se posó brevemente en Virtualis, pero ella evitó hacer contacto visual, y sus píxeles parecieron volverse más desordenados por un momento.
Xarathis soltó una carcajada, claramente disfrutando de la incomodidad que causaba. Se cruzó de brazos y avanzó un paso hacia Fre4k, manteniendo su actitud relajada.
—Ah, qué interesante. Debo decir que me divierte mucho observar los sentimientos, emociones y pensamientos de los demás. Después de todo, yo tengo el control absoluto de la sangre de todos los que me rodean... y sus emociones. —Xarathis hizo una pausa, mirando fijamente a Fre4k con una expresión que oscilaba entre la curiosidad y la diversión—. Puedo percibir lo que sienten, lo que piensan... y sé, por supuesto, que tú también lo sabes.
Fre4k, que había continuado caminando mientras escuchaba a Xarathis, no se inmutó por las palabras de su compañero. En cambio, su sonrisa se amplió ligeramente, como si disfrutara del giro que había tomado la conversación.
—Sí, supongo que no hay mucho que esconder cuando eres tan... perceptivo —respondió Fre4k, su tono de voz algo indiferente, como si realmente no le importara. Luego, se giró hacia Virtualis, quien parecía estar literalmente luchando contra sí misma para no explotar en una reacción.
—Pero, mira... no hay necesidad de ponerse tan nerviosa —dijo Fre4k, con un tono mucho más tranquilo y relajado—. Yo también noto lo que pasa. Pero no es como si fuera algo de lo que debas avergonzarte. La verdad, eso no me molesta en absoluto.
Virtualis, con su forma destellando más erráticamente, finalmente levantó la cabeza, sus ojos de código reflejando una mezcla de incomodidad y, quizás, una pizca de alivio al escuchar las palabras de Fre4k.
—Eso... no cambia nada. —La voz de Virtualis tembló, pero de alguna manera, su respuesta estaba impregnada de una extraña determinación—. No importa lo que yo sienta. Mis prioridades están más allá de eso. Mi rol es claro: soy la Guardiana del Código Fundamental, y mi misión es mantener el equilibrio. Nada de eso cambiará por... por lo que yo pueda sentir.
Xarathis, al escucharla, pareció reflexionar sobre sus palabras, y luego soltó un suspiro, como si ya estuviera acostumbrado a los giros irónicos del destino. La relación entre Fre4k y Virtualis era, de alguna manera, un enigma para él. Si bien Fre4k parecía ser completamente inmune a las emociones humanas, en realidad, la manera en que trataba a Virtualis demostraba que las emociones y los lazos humanos, aunque le resultaran ajenos, no le eran indiferentes.
—Mira, yo no soy el experto en estos temas —dijo Xarathis, un tanto más relajado mientras continuaba caminando—, pero es evidente que la situación está algo... complicada. Aunque, por lo que puedo ver, parece que ambos tienen... algo más allá de una simple relación de trabajo.
Virtualis resopló, claramente incomodada. Pero, por alguna razón, las palabras de Xarathis la hicieron pensar un poco. ¿Era realmente tan obvio?
Fre4k, que parecía no estar tan interesado en los detalles emocionales de la situación, cambió de tema de manera abrupta, como si quisiera dejar de lado la conversación que se había formado a su alrededor.
—Bueno, no me importa mucho todo eso. —Su tono era firme y seguro, y su rostro mostraba esa expresión enigmática que nunca dejaba claro si estaba disfrutando de la conversación o simplemente indiferente a todo lo que sucedía a su alrededor—. Lo que realmente importa es lo que hagamos ahora. ¿Están listos para lo que viene?
Xarathis asintió, una chispa de interés brillando en sus ojos. Aunque su poder sobre la sangre seguía siendo vasto, algo en su interior había comenzado a cambiar. Fre4k no solo lo había derrotado, sino que lo había invitado a formar parte de algo mucho mayor. Y ahora, al ver la dinámica que se desarrollaba entre él y Virtualis, algo dentro de él comenzó a preguntarse si podría encontrar, de alguna manera, un nuevo propósito.
Aetherion, que había permanecido en silencio hasta ahora, finalmente habló, su voz grave y profunda.
—No importa lo que pase entre ustedes. Lo que importa es que sigamos unidos. Fre4k tiene razón. Ahora más que nunca, debemos estar preparados. El mundo en el que estamos, las fuerzas que nos acechan, no tienen piedad. Necesitamos estar más fuertes que nunca.
Fre4k asintió con decisión, mirando a sus compañeros con una expresión de determinación renovada.
—Exacto. No perdamos tiempo en trivialidades. El poder es lo único que importa, y ahora... tenemos lo necesario para desatar todo lo que se viene.
La conversación, aunque breve, había marcado un giro significativo en la dinámica del grupo. Las palabras de Xarathis, las emociones que habían salido a la superficie, y las reacciones de cada uno, habían dejado claro que aunque las motivaciones de cada miembro eran diferentes, todos compartían una misma meta: el dominio absoluto.
Con cada paso que daban, el grupo avanzaba hacia lo desconocido. El futuro estaba lleno de incertidumbres, pero también de oportunidades. Y, en el fondo, cada uno sabía que, de alguna manera, los lazos formados en este viaje serían lo que finalmente determinaría su éxito... o su caída.
Mientras caminaban, Fre4k se adelantó un poco, mirando al horizonte, donde las sombras de nuevos desafíos comenzaban a dibujarse. Sin embargo, al volverse brevemente hacia sus compañeros, una sonrisa divertida se asomó en sus labios.
—A todo esto... ¿alguien más tiene algo que confesar?
La pregunta flotó en el aire mientras el grupo continuaba su viaje, con las sombras de la noche envolviendo cada paso que daban.
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A veces me encuentro entre sombras, buscando la luz que sé que está ahí, aunque me cueste verla. Las palabras que se quedan en el aire parecen desvanecerse antes de llegar a mí, y yo, perdido en ese espacio incierto, intento comprender el eco de lo que no se dice. Los silencios me pesan más que cualquier respuesta, y en ellos busco algo que me haga sentir menos distante, menos ajeno.
Es extraño cómo el tiempo se disuelve, cómo las horas parecen moverse en direcciones diferentes, llevando consigo fragmentos de lo que creímos ser. No sé si lo que intento entender está en mis manos, o si es algo que solo tú puedes mostrarme. Quizás hay algo que no estoy viendo, algún rincón que no alcanzo a tocar, pero aquí estoy, con la esperanza de que tus palabras me alcancen, me guíen, me ayuden a ver más allá de este mar de dudas.
Cada gesto que te escapa, cada palabra no dicha, me hace más incierto el camino. No sé si es miedo, si es inseguridad, o simplemente lo que no se ha dicho aún. Pero te pido, en este silencio que compartimos, que me ayudes a entender. No quiero que sea una carga, solo quiero saber si hay algo más, si hay algo que se ha quedado atrapado entre tus pensamientos y mis dudas. No pretendo presionarte, no quiero ser un peso, solo necesito que me digas lo que hay, lo que piensas, lo que te preocupa.
No soy perfecto, y tal vez mi corazón se pierde en lo que no alcanza a comprender. Pero quiero entenderte, no en la distancia que nos separa, sino en los gestos que aún compartimos, en las palabras que no siempre salen, pero que en mi corazón resuenan con la misma fuerza. Ayúdame a encontrar el camino, a saber qué hacemos aquí, juntos, en medio de este mar de preguntas sin respuestas. Solo quiero saber si, al final, tu silencio es solo una pausa, una pausa que se romperá con un gesto, con una palabra que me devuelva la claridad.
Porque, en este rincón de incertidumbre, lo que más deseo es comprender lo que hay detrás de tus ojos, detrás de tu silencio, y si hay algo que se escapa, te pido, con toda mi sinceridad, que me lo digas, que me lo muestres, para que podamos seguir, tal vez no en la misma dirección, pero al menos con la verdad que nos permita caminar con algo más que dudas.
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El milagro de encontrarnos
En el mismo universo,
mismo planeta,
mismo país,
respirando la misma lengua,
la maravilla de encontrarnos
entre millones y millones de almas errantes.
Conocerte.
Es un prodigio improbable,
un acierto en medio del caos,
una pausa.
El tiempo se detuvo
para permitir que nuestras almas
se rozaran,
se cruzaran.
¿De qué otras formas nos habremos encontrado?
¿Fuimos miradas furtivas en cuerpos extraños,
fragmentos de sueños que nunca despertaron,
o quizás luz viajera de estrellas muertas
que regresan a casa?
Tal vez en otras vidas,
en otros hilos del tiempo,
hemos sido siempre los mismos:
dos buscadores,
dos llamas perdidas,
dos promesas
perseguidas por la eternidad.
¿En cuántas de ellas nuestras miradas se cruzan?
¿En cuántas nos amamos?
¿En cuántas nos perdimos?
Y sin embargo,
aquí estamos,
contra todas las probabilidades,
con el universo conspirando en secreto
para entregarte a mi historia.
Como si el destino tejiera su hilo más delicado,
y el mundo se detuviera solo un instante
para concederme el milagro
de encontrarte.
Aquí estamos,
desafiando el tiempo, el caos y la distancia.
Contra todo.
Nos elegimos.
Nos encontramos.
En el milagro eterno
de coincidir.
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