#enfurruñadas
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👮🏽♀️🖤🐺. Su día era tranquilo, si es que podía llamarlo así a un par de incendios provocados y un llamada falsa. Sí, en Nueva Orleans aquello era algo tranquilo. Así que cuando volvió a la comisaria luego de una ronda, se sorprendió (o casi) cuando observó a Oriona esposada en una silla. Se acercó a ella, enfurruñada. —¿Ahora qué hiciste? —Susurró duramente—. Hey, tranquilo que yo me encargo de ella. —Se adelantó a uno de sus compañeros—. No te desposaré hasta que me lo digas —dijo ahora con voz normal. Al menos quería conocer su crimen.
🖤 para mi Campanita bomnita : @lemecdlucas
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Gobolino, el gato faldero
Gobolino, el gato faldero
Una noche oscura, Gobolino trotaba por un camino solitario a través de un bosque, cuando vio ante sí a un viejo leñador, caminando con un pesado fardo de leña a sus espaldas. Gobolino se sentía solo y perdido, y se alegró mucho de encontrar a alguien. Silenciosamente siguió al leñador hasta que llegaron a una casita. El viejo dejó caer su carga de madera, se apercibió de la presencia del gatito y le dijo:
-¡Bueno, bueno! ¿De dónde has salido tú? ¿Tienes hambre, quizás?
Seguro que te apetece un platillo de leche. Entra en la casa y te daré de comer. Gobolino se quedó atónito. En la cocina estaba Rosabel, la criada que cuidaba de la dama Alicia en la torre del bosque. ¡Era la nieta del leñador!
-¡Rosabel! ¿Qué estás haciendo ahí? -gritó el anciano-. ¿Por qué no estás con tu señora en la torre?
Antes de que ella pudiera responder, vio a Gobolino en la puerta.
-¡Sácale de ahí! -gritó-. ¡Sácale de aquí! ¡Es un gato embrujado! El hizo que se derrumbara la torre y despertó al dragón. ¡Echale, abuelo!
Pero el leñador alzó a Gobolino en brazos y le habló con ternura.
-¿Es verdad eso? ¿Eres un gato embrujado?
Por toda respuesta Gobolino dejó oír un maullido largo y tristón.
El anciano no podía creer que un gato tan bonito pudiera hacer algo realmente malo y se negó a echarle. Al principio Rosabel anduvo enfurruñada y no le hablaba; pero después de unos días también a ella empezó a gustarle Gobolino. Cada mañana Gobolino se instalaba cómodamente en una silla mientras Rosabel lavaba los platos y preparaba la comida.
Rosabel, que era muy coqueta, cada noche le pedía a su abuelo dinero para comprar un vestido. Tanto le rogó y le suplicó que por fin el anciano le dio una moneda de plata. A la joven ya sólo le tocaba esperar a que pasara la vieja vendedora de telas de seda y satén.
Pocos días después llegó la vieja.
-Venga, pase junto al fuego y bébase una taza de té mientras me enseña sus telas -le dijo Rosabel.
La anciana lanzó una risotada y ató su burro cerca de la casita. Al escuchar esa risa, Gobolino levantó las orejas, se la quedó mirando fijamente y pensó: "Sólo las brujas se ríen así y tienen esas narices tan largas y tan ganchudas."
Rosabel eligió una tela de color de oro tan brillante que resplandecía bajo el sol.
-¿Cuánto me costaría hacerme un vestido de este hermoso satén dorado? -le preguntó.
-Dos monedas de plata -respondió la bruja.
-¡Pero sólo tengo una!
-¿Y qué? ¿Crees que voy a regalártelo?
Cuando ya recogía las telas apresuradamente, dijo Rosabel;
-¡No, espere! ¿No aceptaría alguna cosa a cambio? -le rogó la niña-. Puede llevarse mi moneda de plata y uno de estos pasteles, o mi colcha de seda, o el reloj de cuco...
-¡Jo, jo, jo, jo! -se rió la bruja- Yo como moras silvestres, duermo en cualquier zanja y para saber la hora miro al sol o la luna. No me ofrezcas pasteles, ni colchas, ni relojes. Hay una sola cosa aquí que aceptaría a cambio. Dame ese hermoso gatito y tu moneda de plata, y puedes quedarte el satén.
-¡Pero Gobolino es de mi abuelo! El nunca me perdonaría que yo le regalara el gato.
-Jummm. Bueno, no importa. Si cambias de parecer, estaré tres días en la choza al final del bosque. Durante los dos días siguientes Rosabel estuvo de muy mal talante. Al tercer día cambió de ánimo. Le sirvió a Gobolino un plato de natillas y le halagó con estas palabras: -Gobolino, bonito, mira esto, es mi mejor bolso de terciopelo. ¿Te gustaría dormir en él?
"Qué buena es", pensó Gobolino. "Me equivoqué al pensar que tenía mal genio." Y se metió en el bolso. Tan pronto como estuvo dentro, Rosabel ató fuertemente las cintas para que no pudiera salir.
-¡Ja, ja! Ahora podré tener mi vestido dorado. Le diré al abuelo que te escapaste.
Y corrió por el bosque con el bolso de terciopelo hasta que llegó a la choza.
La vieja estaba ya empezando a recoger sus cosas para marcharse.
-¡Jo, jo! -se rió-. Ya sabía yo que vendrías.
Le arrebató el bolso y lo ató a la silla del burro. Rosabel se llevó su satén dorado a cambio de Gobolino y la moneda de plata.
Durante semanas y semanas viajó Gobolino a través de una tierra de brujas en la que nunca brillaba el sol. Finalmente la vieja vendedora se detuvo para visitar a una amiga suya que vivía en una cueva en lo alto de una montaña. A la entrada de la cueva un gatito negro con los ojos tan verdes como la hierba recibió a los recién llegados. Era Salima, la hermana gemela de Gobolino.
Compartieron un gran tazón de sopa cocida en el caldero de la bruja, y Salima le enseñó a Gobolino todos los trucos que había aprendido.
Hizo salir extrañas melodías del caldero, acompañadas de cerditos voladores. Hizo invisible a la bruja y, por un instante, volvió roja la piel de Gobolino.
-Enséñame ahora tú lo que sabes hacer, Gobolino -pidió Salima
-No sabe hacer nada -dijo burlona la vieja- Apenas saca unas chispitas y hace travesuras tontas. Pero se niega a hacer algo malo.
-Es verdad. Nunca quise ser un gato de bruja. Los gatos de bruja son malos, malos, malos. ¡Y los hechizos de las brujas son tanto o más crueles!
-¡Gato miserable! -chilló la bruja-¿Cruel has dicho? ¡Esa no es palabra para un gato de bruja!
Lo agarró por la cola y lo arrojó en el caldero. Gobolino se hundía y volvía a sacar la cabeza una y otra vez jadeando... y toda la magia que tenía al nacer se disolvió en el caldo de la bruja.
-Salta detrás de mí, hermanito -le dijo Salima montando en una escoba.
Con muchísimo esfuerzo Gobolino logró escapar del caldero y trepó a la escoba, que inmediatamente se remontó por los aires, más arriba que la Montaña del Huracán.
-Oh, Salima, gracias por salvarme -sollozó Gobolino-. De veras, ¡gracias!
-No hay nada que agradecer -respondió Salima- Después de todo eres mi hermano. Pero eres una desgracia para la familia, y no quiero volver a verte. Te dejaré caer, ya es tiempo de que yo vuelva a casa. Vamos ¡salta!
Salima le dio un empujoncito con la pata y Gobolino cayó dando vueltas por el aire hasta que fue a dar al fondo de un río.
-ÍAy, me ahogo, me ahogo! -gritaba desesperadamente.
Cuando era un gatito embrujado podía nadar como un pez. Pero ahora apenas podía mantenerse a flote. Por suerte había unos niños jugando en la orilla.
-¡Mira, mira! ¡Es un gatito! ¡Rápido! ¡Saquémoslo de ahí!
-Los niños corrieron a por una rama y le pescaron, calado hasta los huesos.
-Pero si es Gobolino, el mismo gatito que rescatamos hace muchísimo tiempo. ¿Aún sabes sacar chispitas por el hocico? ¿Y hacerte invisible?
Gobolino sacudió su cabecita con tristeza. Pero los niños lo arroparon bien y lo llevaron a casa.
-Mira, papá -gritaron desde la puerta-¡Mira lo que encontramos ahogándose en el río! Es otra vez ese gatito de bruja.
-Los gatos de bruja saben nadar, no se ahogan -respondió el padre.
Tomó a Gobolino entre sus manos y lo miró un buen rato.
-Este no es un gato de bruja -afirmó finalmente- Es un gatito faldero común y corriente.
-Entonces ¿nos lo podemos quedar?
-No veo por qué no. Los niños se fueron a dormir, más contentos que nunca. La mujer del granjero le puso a Gobolino un platillo de natillas y más tarde lo dejó dormitar sobre su regazo.
Después de tantas aventuras extrañas, Gobolino era feliz. Tenía un hogar para siempre. Por fin conseguía ser ¡el gato faldero!
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Sukja solo se encoge de hombros. ¿Valía la pena seguir elaborado? Hablar no le daba más respuestas sobre Zimo de lo que lo hacía permanecer en silencio a su lado. “Sí me molesta. Pero es cosa mía.” Y seguro que él va a decir que está de acuerdo, que sí es cosa de ella y va a seguir su noche como si nada. Bah. Su mirada parece enfurruñada en la rendija que dejan las solapas de la caja, como si en el mar de cachibaches adentro estuviera la respuesta que tanto busca. “Claro que es tu única cara. Es la única que sabes hacer.” Replica al desviar sus orbes hacia el costado. Es una fortuna que el encierro del ascensor haya sido breve por lo que, para cuando las puertas se abren, ella no duda en ser la primera al salir. “No estoy molesta o enojada. Solo me irritas.” Si bien lo único que ha demostrado el contrario es que muy poco se toma las cosas personal, no ve razón alguna por la que no deba seguir siendo sincera. De alguna forma u otra, es un tanto liberador... “Supongo que no me gusta sentir que no sé qué esperar de ti.”
"Siento que te molesta." ¿El qué, exactamente? No está seguro. ¿Le molesta que no le importe? ¿Le molesta que no conozca a todos sus compañeros, o que no le interese el hecho de que no los conoce? Su actitud no hace más que reforzar esa idea, y se asegura de grabarse su posición para revisitarla si es necesario. ¿Cómo podía llamarlo? ¿Frustración? "No puedes culparme por andar por el mundo con mi cara, es la única que tengo." Y le causa gracia que sea justo eso mencionado. Con calma, se encoge de hombros, entrando al ascensor posterior a ella. Ni para eso se apura, entrando paso a paso, como si tuviera todo el tiempo en el mundo y quisiera disfrutar cada momento. "¿Estás molesta conmigo?" Le pregunta muertos algunos segundos. Lo que tardan en cerrarse las puertas y el ascensor comenzar a moverse. En llegar al tercer piso, no es un tramo muy largo. Las puertas se abren, pero él no se mueve, esperando que sea ella quien da el primer paso adelante.
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Los wooloos no maúllan.
- ¿Qué pokémon dices que estamos buscando? –
- ¡No te lo puedo decir! Es… un secreto. Sabré cuál es cuando lo vea. –
La joven, que había terminado por convencer a Norkian para que la llevara sobre sus hombros al cansarse de mirar arriba, refunfuñaba mientras miraba su propio gear, dirigiéndose ambos al bosque Azulejo.
- Además, desde aquí lo veré en seguida… No te peso mucho, ¿no? –
- No, eres muy pequeñita. –
- ¡Oye! ¡Que no soy una niña! – Aprovechó que tenía la coleta a medio deshacer para dar un pequeño tirón de ésta, enfurruñada.
- ¡Uhh! ¡Me refería a la altura! N-ni siquiera sé cuántos años tienes… ¡Quizás eres mayor que yo! –
- Hmmm… Puede que sí. Quizás. ¿Tú cuántos tienes? Hummmm… ¿treinta? –
Al grandullón se le escapó una risotada
- ¡No! Sólo tengo veintidós… ¿Tan mayor parezco? Si me afeité hace poco… -
- Ah, no, es por… hmmm… Es que eres muy alto. –
Al ver los primeros pokémon, un pequeño grupo de pidoves picoteando entre la hierba, el galariano frenó en seco, señalándolos.
- ¿Esos? Son… pidoves, pokémon volador normal, originarios de Teselia. Evolucionan en… Tranquill y luego Unfezant, pero estos últimos son diferentes si son macho o hembra. ¡Y a eso se le llama dimorfismo sexual! – Alza el índice al terminar su explicación, contento al comprobar que aún recuerda mucho de lo que estudió en Galar.
- ¿… por qué sabes tanto siendo un turista? –
- No soy un, uhh, turista. ¡He venido a estudiar! Bueno, a seguir estudiando. ¿Entonces estos no te valen? Uhhhhh, al menos dame una pista de qué buscamos. –
- No, no valen. Estoy buscando… algo que no vuela. Anda a cuatro patas… y me puede dar muchos pokes si tengo suerte. –
- Vale, eso ya es algo... Si no vuela… quitamos los pollos y algunos bichos… - Se llevó la diestra a la barbilla, pensativo. – Y si se mueve sobre cuatro patas… quitamos el resto de bichos, los peces… y esos que parecen señores con traje de lucha kantonesa. –
La joven posó las manitas sobre la cabeza del grandullón, como si aquello le ayudara a pensar, mientras que éste fruncía el ceño, haciendo memoria sobre los pokémon que habitaban en este bosque.
- ¿Marill? ¿Los Marill andan a cuatro patas? –
Antes de que el grandullón avanzara, la joven le dio un par de golpecitos en la cabeza, intentando llamar su atención.
- ¡No no! ¡No es un marill! Aunque son muy bonitos, y siempre quise tener uno… ¡p-pero no es eso! … lo que busco se parece a un gato. –
- ¡Panqueques quemados! ¿Por qué me andas mareando tanto? – El gigante se limitó a resoplar, intentando recuperar la calma, mientras la joven se tapaba la carita con las manos, a pesar de que sabía que no podía verla.
- ¡P-porque los gatos son cursis! Y-y yo no quería… - Tan avergonzada estaba, pensando que su nuevo amigo podría enfadarse con ella, que se le escaparon un par de sollocitos.
- ¿Estás… llorando? –
- N-no… Yo no lloro, s-soy mayor… -
El galariano se apresuró en bajarla de sus hombros, dejándola en el suelo y poniéndose de cuclillas frente a ella.
- Oye, yo también soy mayor y a veces lloro… Pero, uhh, es un secreto. – Sacó un amplio pañuelo de tela de su bolsillo y se lo tendió a la joven, que lo cogió y se limpió las mejillas con éste.
- Ahora mismo no sé dónde hay gatos, y se me hace un poco tarde, pero, uhh, podríamos buscarlos mañana. –
- ¿De verdad? ¿Me ayudarás? –
- Claro, porque… el señor Norton me ayudó a mí, y hay que hacer que la rueda siga, uhh, girando. –
La chica no entendió absolutamente nada, pero al ver al pelirrojo sonreír, intentando animarla, decidió no preguntar por ello.
Y así, tras una mañana totalmente desaprovechada, Norkian había hecho una nueva amiga, de la cual no sabía ni su nombre.
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SI LO NECESITAS, LLAMA A LAS DIVORCIONETAS 🚛💞❤️ 😘😂🙏 #enfadarse #unenfado #enfadado #enfadada #muyenfadado #muyenfadafa #enfadados #enfurruñarse #enfurruñada #enfurruñadas #enfurruñado #enfurruñados #problemadecomunicacion #problemadepareja #problemasdepareja #problemasdeparejas #whatsapp #malentendido #mensajeeliminado #eliminarmensaje #bronca #broncaenpareja #laquemeespera #hoyduermoenelsofa #hoyduermesenelsofa #dormirenelsofa #ruptura #humor #meme #memes https://www.instagram.com/p/CIbMMcOF9nX/?igshid=18g26svcx7p3u
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PSOE: banda criminal
Este miércoles, en el debate sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2023, la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, quiso que todos recordásemos el pasado criminal del Partido Socialista. En su réplica al portavoz parlamentario de VOX en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, la socialista dijo: «Yo creía que iba a subir usted a esta tribuna y le iba usted a…
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@aurovra — su sonrisa es suave ante las acciones contrarias. una suavidad que se expande hasta su pecho y que ignora a favor de no ponerse sensible y mostrar aquellas emociones humanas de las que tanto se burla. bufa por sí misma por ello, que coincide con la reafirmación de aurora a la molestia y a su actitud. "yo sé. te recuerdo enfurruñada en la búsqueda de los gashapones" no menciona en cómo todo se vino al carajo horas después, pero queda la implicancia en su silencio posterior. han pasado días, lo sabe, sin embargo, la sensación persiste y la odia. já. ella riéndose de los humanos ¿y qué la hace distinta a ellos? ¿su no-vida? "te va a tocar salir con dos sombrillas estos días si se la vas a pasar a tu sire cada vez" es una broma que espera aurora pueda leer en su voz. si en medio se trata de su propia preocupación por la vástaga, no lo dice. cuando entra a su taller, no tarda en mirar sobre su hombro a la otra, la invitación obvia a que siga sus pasos. "tengo una sofá en el que te puedes acomodar con luna, no hay ningún problema con eso" aun si no está acostumbrada a la compañía mientras trabaja, sabe que aurora no le va a molestar. piensa en ello cuando se acerca a una de las cajas bajo su mesa de trabajo, sacando un encendedor y cuatro velas pequeñas y redondas para luego acomodarlas en distintos lugares de la habitación y encenderlas. si ninguna de ellas está cerca de la cerámica que está moldeando, asume que aurora no lo mencionará. "¿tienes vitae para ti? ¿quizá podamos compartir mi obsequio?" que debe verse como un gesto egoísta desde que está sosteniendo el termo con ambas manos.
‘ un par de coincidencias se alinearon para que esté aquí. ’ apenas sonríe. no tiene la valentía requerida para expresar la magnitud en la que se ha tratado de un esfuerzo consciente. le agrada, y no le ha costado manifestarlo ni hacer las paces con ello, pero acostumbra a la soledad. al pretender ir más allá de un par de agradables ( pero superficiales ) conversaciones, accionar empieza a tornarse poco familiar, y tiene que recorrer el camino a tientas, esperando no tropezarse cuando de hacer mayor esfuerzo se trata. ‘ y yo voy a estar muy feliz. ’ esta vez, perlados brillan en sonrisa mucho más natural. ‘ significa que somos amigas, ¿verdad, linda? ’ rasca detrás de las orejitas de la gata. es irónico que encuentre tan fácil sentir conexión con los animales cuando no tiene nada que ver con sus disciplinas. ‘ créeme, si fuera una molestia no lo haría. ’ afirma, observando ahora a nain en vez de a su mascota. ‘ ya sabes, no me gusta perder y no me gusta gastar mi tiempo en tonterías. ’ rasgos que le han acompañado desde que estaba viva, y que han de ser evidentes para quien le conoce. ‘ bien, de hecho tuve que prestarle mi sombrilla a mi sire, así que agradezco la oportunidad de no mojarme. ’ acomoda, de manera inconsciente, abrigo y cabello. ‘ ¿estás, uhm, muy ocupada con el trabajo? puedo quedarme en silencio con luna un rato. ’ / @y0nain
#aurora.#nain es bruta ah JKAKSJKJD#va a quedar más sucia...... si es que continúa moldeando#mantener será el desafío .#btw el mv de fact check sale ya mañana !!!#ah la que se dejó llevar por comentarios de tags pasados
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3. Inguma (País Vasco y Navarra)
El Inguma, que más que un asustaniños era un miedo común y extendido, pertenece a la abundante familia de los diablillos y seres nocturnos que se cuelan en los dormitorios para provocar pesadillas a sus ocupantes. Su origen es antiguo, pues representan la encarnación de la pesadilla misma. Ya desde tiempos remotos se hablaba de los íncubos y súcubos, demonios que perturbaban nuestro descanso con su actitud lasciva, provocando a los humanos sensación de ahogo, angustia y el consecuente mal sueño. También era habitual achacar estos síntomas a la presencia de brujas en los alrededores, que se colaban en las casas con la ayuda del diablo o transformadas en animales. En definitiva, las pesadillas se veían como una lucha física entre hombres y demonios.
Las representaciones y nombres de este hecho son diversos: en latín tenemos el ya mencionado incubus; en los países anglosajones el término nightmare, cuyo origen es poco claro pero parece hacer referencia algún tipo de caballo nocturno y demoniaco. La palabra española pesadilla alude a la opresión en el pecho característica del mal descanso, y el alemán Alp es muy curioso pues de él parece provenir la denominación moderna de elfo que todos conocemos, aunque en su origen hacía referencia a los espíritus nocturnos y perversos. En relación a estas palabras poseemos la célebre representación, mayoritariamente europea, de las pesadillas en forma de criaturas pequeñas y malvadas que se sentaban sobre el pecho del paciente o le oprimían la garganta. En esta descripción encaja a la perfección el Inguma, que hace de las suyas en los caseríos del País Vasco y Navarra, zonas de España donde la creencia en las fechorías de estos seres se encontraba bastante arraigada. Aunque, según parece, al Inguma era posible repelerlo si se pronunciaba la siguiente oración:
¡Inguma, no te temo!
A Dios y a la Madre María
tomo por protectores.
En el cielo las estrellas,
en la tierra las yerbas,
en la costa arenas.
Hasta no haberlas contado todas
no te presentes.
Esta forma de defensa, retar a la entidad maligna a realizar una cuenta interminable, es bastante común cuando hablamos de demonios y seres oscuros. Se ve que va contra la naturaleza de estas criaturas rechazar desafíos de este tipo y están obligadas a contar lo que se les diga, ya sean las estrellas del cielo o los granos de arena de una playa, hasta que se aburren y se marchan enfurruñadas. Para evitar la visita del Inguma también podía invocarse al Gauragui, una entidad benigna y luminosa que actuaría como su némesis.
Podríamos incluir al Inguma dentro de la categoría de “duendes dañinos de dormitorio” (DDD), acuñada por Jesús Callejo y Carlos Canales en su magnífico estudio sobre duendes. Estos entes son una especie de versión malvada de los benévolos duendecillos domésticos, y se alimentan de la energía del ser humano robándosela mientras duerme. Esto da lugar a los ya mencionados sueños horribles, sensaciones angustiosas y posibles enfermedades físicas. Desde luego, semejante tipología de seres daría para su propia recopilación, pues solo en España ya son numerosísimos.
En Cataluña, por ejemplo, se hablaba de la Pesanta, un terrorífico perro con patas de hierro capaz de colarse por las cerraduras de las puertas para colocarse sobre el pecho del durmiente. En Asturias hallamos al Pesadiellu o Pisadiellu, criatura de forma inconcreta aunque a veces descrita como una enorme mano peluda, muy similar a la también nocturna y asfixiante Manona, presente en Asturias, Extremadura y Castilla. Si retrocedemos a los siglos XVI y XVII encontramos que se utilizaban los términos “manpesada” y “manpesadilla” para referenciar estas extremidades de carácter maligno que presionaban los pechos de los durmientes provocándoles malos sueños. A veces a estos seres se les relacionaba también con las enfermedades respiratorias, como ocurre con el Aideko vasco, un espíritu etéreo al que se le achacaban los males físicos y las pesadillas. Aunque, de todas estas criaturas, la más similar al Inguma sería el Tardo gallego, un duendecillo diabólico que porta espadas del tamaño de alfileres y que a puede llegar a recibir el revelador nombre de Pesadelo cuando turba el sueño de los humanos.
#tintubre#drawtober#drawtober2020#inktober#inktober2020#inktoberday3#monstruosibericos#folklore#inguma
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Besos en el regazo
Nozel sabía que Julius estaba al tanto de su relación con Dorothy, no estaba seguro de cómo se enteró ya que ambos fueron muy cuidadosos de no permitir que nadie lo supiera, era tan impensable para la mayoría que fue relativamente fácil mantener un perfil bajo, que ambos fueran capitanes les permitía reunirse sin llamar la atención, sin embargo, el rey mago pudo descubrirlo, eso lo ponía sinceramente ansioso, incluso si el hombre fue amable, considerado y tranquilizador, por supuesto que no lo pensaba como algo negativo y en cambio, estaba demasiado entusiasmado con la idea.
- Julius sabe. – Le informó una tarde mientras tomaban el té en los jardines del Palacio, Dorothy había llegado con un montón de documentos en sus manos, una expresión enfurruñada decoraba su hermoso rostro, así que le ofreció merendar antes de ir a los negocios.
- Me sorprendería que no supiera. – Contesto comiendo alegremente las galletas – Julius lo sabe todo, siempre, he aprendido eso sobre él ¿Tal vez es como las madres? Cuando te conviertes en una adquieres poderes especiales.
- No digas tonterías. – Reprendió, aunque una muy ligera sonrisa se formó en sus labios – Debimos haberle demostrado algo.
- No es así, por tu paranoia ni siquiera te puedo sonreír cuando estamos en reunión. – Refunfuño.
- No es…
- Un buen momento, sí, siempre dices eso. – Nozel apretó con fuerza la taza ante su tono burlesco, suspiro, sabía que le pedía demasiado al mantener en secreto su relación.
- Lo siento, Dotty.
- No te preocupes, querido.
Nozel conocía el tono suavemente irritado de su pareja, por lo que solo pudo suspirar, bebieron el té en un incómodo silencio hasta que pasaron a la oficina para evaluar los informes que trajo, pasaron algunos minutos hasta que se cansó del ambiente, no tenían demasiadas oportunidades para pasar tiempo juntos, no quería hacerlo estando enojados.
- Dotty.
- ¿Sí?
- Lo siento.
- ¿Por qué? – Él frunció el ceño confundido, unió sus manos sobre su escritorio para mirarla profundamente – No has hecho nada malo.
- Estás molesta conmigo.
- No, no es así.
- Sí, lo estás, pareces enfadada.
- No estoy molesta contigo.
- Lo estás. – Afirmó.
- No contigo, Nozel, con la situación en la que estamos. – Aclaro levantándose para caminar por la habitación – El hecho de que no pueda mostrarte mi cariño frente a los demás o darte el apoyo que necesitas cuando tienes que tratar con tus familiares, quisiera poder sostener tu mano mientras visitas a tu madre, quisiera muchas cosas…
- No debería restringirte, Dorothy. – Su mirada cayó sobre el escritorio mientras suspiraba – No es justo para ti, realmente no debí haber permitido esto, solo estoy haciéndote daño y haciéndote perder el tiempo cuando podrías estar con alguien menos complicado.
- No quiero estar con nadie más, Nozel. – Su voz lo sorprendió, ella se inclinó para susurrarle al oído lanzando un escalofrío por su cuerpo – Te elegí a ti, volvería hacerlo una y otra vez, mi amor.
- ¿Por qué?
- ¿De verdad me estas preguntando? – Tomo su rostro entre sus manos para que la mirara, sus grandes ojos bicolor se clavaron con intensidad en los suyos – Te amo, con todo y tus rarezas, eres una persona leal, firme en tus creencias, en la forma de lograr tus propósitos, cariñoso cuando no te estas muriendo de vergüenza, honorable, responsable, mi preciosa águila.
- ¿Y eso es suficiente? No puedo ofrecerte una relación normal.
- Nunca he pensado que fuéramos normales, Nozel, desde el momento en que supe que estaba enamorada de ti asumí que sería diferente. – Ella vacilo mientras escogía la última palabra lo que hizo que el pusiera una expresión entristecida – ¿Me cambiarias por alguna noble?
- No, por supuesto que no. – Se apresuro a decir, su rostro se suavizo mientras extendía su mano para entrelazar con la suya.
- ¿No? Ni siquiera por Lady Roselle, es guapa, alta y sus…– No pudo evitar el chillido de sorpresa cuando Nozel la tomo de la cintura para sentarla sobre su regazo, sus rostros quedaron a la misma altura.
- No te cambiaria por nadie.
- Diciendo eso haces que mi corazón se acelere. – Ronroneo seductoramente tomando su rostro entre sus manos para besarlo – Espero que te hagas responsable.
Nozel acepto el reto con entusiasmo, acomodando sus manos sobre su cintura mientras ella rodeaba su cuello con sus brazos, en un abrazo muy íntimo, su peso ligero sobre su regazo, mientras disfrutaban cálidamente del otro.
Sin importar Julius, los otros nobles, sus posiciones, solo ellos dos en ese momento.
#black clover nozel#nozel silva#dorothy x nozel#blackcloverfic#black clover fanfiction#dorothy unsworth#black clover dorothy#cincuentabesos#50kiss
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Me causo mucha risa como uraneight se ofendía por lo que le dijo la mc " hay límites sobre lo grosera que puede ser la gente" y el es bien grosero jajajjaa también siento mucha curiosidad por saber de quién será el corazón perteneciente a uraneight igual me cayó masó menos bien en este CD drama hasta hizo un trato con la mc con tal de poder cantar se me hizo lindo pero raro jaaja
Sí! A mí también! Me imagino a la MC toda enfurruñada gritándole "Eres de lo peor! "Hombre violento! Escoria!!!" Y UraNeight a cada rato la trata de insecto o de protozoo 😂😂 Pero no, la grosera es ella jsjs.
Sí! Tengo mucha curiosidad por saber quién es UraNeight, me dio penita que justo le tocara recordar los experimentos :c Lo dije en el blog, pero despertar y ver tu cuerpo destrozado y cubierto de sangre ha de ser absolutamente horrible.
Ay, el trato para cantar estuvo bien lindo♡ Es bonito saber que él es quien canta Still... (La canción más bonita hasta ahora según yo)
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Mira la mano ajena y de nuevo se le ilumina la expresión antes enfurruñada al ver el chocolate tomándolo como si fuera algo delicado entre sus manos pero sin desenvolver lo aún, al menos hasta que Hyunjin estuvo tan cerca de él que sus cuerpos estaban en constante contacto, lo que le hizo relajarse. Le costó entender el por qué de la pastilla pero el dolor estaba ahí aun así que si iba a quitarselo no se negaría. Asintió, dejando el chocolate en su mano y bajándola esperando a que le acercara la pastilla y el agua para tomársela.
Se la tragó de forma automática arrugando suavemente la nariz y luego bajando la vista al chocolate empezando a desenvolverlo con muchísimo cuidado y concentración como si fuera una tarea complicada aunque lo que sucedía en verdad era que Felix aún se sentía torpe y algo entumecido. Cuando finalmente libero el dulce se lo llevó a la boca para darle un mordisco, haciendo un ruidito de felicidad y luego acercando el otro trozo a la boca de Hyunjin sin pensar en ello realmente casi por instinto de compartirlo.
❝ Cover ❞
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Alguien se fia de La palabra del seleccionador de España. Ha dicho en rdp que todas han salido sin lesionarse. Y o yo estoy muy ciega o he visto varias veces a A cojear en la segunda parte incluso cuando la han enfocado en el cambio. Espero que no sea nada. Creo que hoy debería a ver probado cosas nuevas a ver sacado a las no titulares. Porque ya sabemos que la Santísima Trinidad va a ir a la euro. Va a descartar a n3rea y 🌲 y a mi me parecen mejores que zornoz4 y t3re 😔. Anon enfurruñada
literalmente no hay nadie al mando de la seleccion. yo no confio en nada de lo que diga este señor
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Ella se planta enfurruñada ante el espejo, se pasa una mano, ligeramente, por la cara... No hace nada más, pero yo lo veo y el corazón me da un vuelco... Supongo que este abatimiento, o esta caída que encierra tanto pánico, tanta oscuridad, es miedo o locura. La veo darse media vuelta y estirarse, deambular sin rumbo por la habitación, hacer todos esos gestos despreocupados y espontáneos que tanto he codiciado, y durante tanto tiempo. ¿Es esto deseo? ¡Qué curioso que yo, precisamente, no lo sepa! Pero creí que el deseo era más pequeño, más nítido; supuse que estaba vinculado con sus propios órganos al igual que el gusto está asociado con la boca y la vista con el ojo. Este sentimiento me persigue y me habita, como una enfermedad. Me envuelve, como la piel. Esta noche temo desvestirme ante ella. Temo tenderme a su lado. Temo dormir, temo soñar con ella, temo girarme en sueños y tocarla...
-Maud Lilly, The Fingersmith (Falsa Identidad) de Sarah Waters
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Yo no sé dónde quiero estar.
Siempre me siento incómoda de vivir en mi cuerpo, en mi casa, en mi tiempo.
Siempre se me antoja hacer las maletas y largarme lejos.
Pero esa fantasía se agota y se cansa y se descarapela de a poco.
No es suficiente fantasear porque ningún lugar sería suficiente nunca. Porque yo nunca he sido suficiente.
Terminaría por fastidiarme de mí, por llorarle a las ausencias más sentidas y más profundas con el pasar del tiempo.
El aislamiento sólo ha hecho cada vez más evidente que le importo exactamente la cantidad de nada al universo y sus habitantes. Ni siquiera mi gato extrañaría las largas conversaciones que sostenemos durante el desayuno.
Y aún así. Aún sabiendo que estoy de sobra. No reúno el valor para dar el paso al frente de la línea amarilla del andén.
Desperdicio humano.
Desperdicio de flor horaria. Desperdicio de carne y huesos y ojos y labios.
Hoy no tengo nada que ponerme. Ninguna de mis máscaras me queda bien. Mi tono de piel ya no combina con la hija, ni con la hermana ni con la amiga, ni con la compañera de trabajo enfurruñada. El espejo quebrado ya no quiere devolverme el rostro.
Me cambié los lentes porque los ojos me pican. Los limpié. Veo todo en 3d. Pero la miopía me llegó detrás de la retina y no me alcanzo a enfocar claramente.
No alcanzo a distinguir si soy una persona con kilos de sobra o un sobrante de fracaso de persona inquerible.
Llevo meses queriendo cariñitos. Los hombres me huyen. Me dejan hablando sola. Me ignoran. Se rien de mi cuerpo, desaparecen en silencio.
Creo que nunca nadie va a volver a querer abrazarme.
La cicatriz en la muñeca siempre me recuerda a él, que llegó a limpiarme la herida y me abrazó fuerte fuerte fuerte. Y me sentí segura.
Luego dijo que sólo se quedó conmigo para asegurarse de que no volviera a intentar matarme. Pero no me quería. Era asfixiante. Peligrosa. Inestable. Caprichosa. Sinsentido.
Y luego se cansó y se dió cuenta que era prescindible. Y se fue.
Yo nunca fui bonita. Tengo la estatura corta y el cuerpo pesado. La nariz ancha y el cabello abundante y seco.
Nunca fui lista. Nunca sé qué decir en una discusión. Por eso las evito. Tampoco sé cómo llegué a ser adulta siendo tan tonta.
Cómo llegué aquí?
No sé a dónde quiero ir porque en primer lugar, no sé cómo llegué aquí.
Ya casi es mi cumpleaños 30. A veces me preguntan la edad y comienzo a contar desde el 22. Cómo sí estos 8 años hubiera estado dormida.
Ya no quiero ir a ninguna parte. No tengo nada qué ponerme.
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Escribí un cuento corto donde mis amigas y yo nos convertimos en ladronas. Mucho humor absurdo :)
***
Tattu se levantó contenta ese día, pues se reuniría con sus amigas para tomar mate y ponerse al día con los chismes. Cantando una canción de Christina Aguilera se dirigió a la ducha. Cuando llegó a la nota aguda la ventana del baño se agrietó.
—¡Amor se rompió la ventana! —gritó debajo del agua.
—¿Otra vez? Eso es porque te ponés a cantar.
—No es mi culpa que los vidrios sean tan finos.
Luego de bañarse comió algo con su pareja y salió rumbo a la casa de Agus. Había quedado en encontrarse con Sol en la estación de trenes de Ramos Mejía.
Después de caminar unas cuantas cuadras llegaron a destino. Ahí se encontraron con Caro que había llegado un rato antes. Después de saludarse y abrazarse entre las cuatro comenzaron con los chismes.
—Chicas —dijo seria Agus un rato después— como nutricionistas nos morimos de hambre.
—Yo soy grafóloga —interrumpió Sol. Las demás la miraron con seriedad.
—Como nutricionistas y grafóloga nos morimos de hambre —corrigió Agus—. Tenemos que hacer algo.
—¿Qué tenés en mente? —preguntó Tattu con la boca llena. Caro había cocinado un budín de banana y no podía dejar de comer.
—Tenemos que robar un banco.
—¿Qué te fumaste Agus? —comentó Caro.
—¿Otra vez tomaste leche de almendras podrida? —acotó Tattu con preocupación. Había parado de comer al escuchar a su amiga.
—Estoy de acuerdo —dijo Sol. Caro y Tattu la miraron con los ojos muy abiertos—. Pero un banco sería difícil. Mejor vayamos por la joyería que está en Corrientes. Esa que tiene una foto de Teté Coustarot en la puerta.
—¡Hagámoslo! —dijo Tattu entusiasmada. Se levantó de golpe y tiró la mesita donde estaban la pava, el mate y las porciones de budín.
Luego de recoger el desastre y chequear que nadie se haya quemado, comenzaron a planear el gran golpe. Discutieron un momento por el tipo de máscaras a usar, pues era obvio que en el lugar habría cámaras y ninguna quería arriesgarse a ser reconocida.
—¿Podemos usar máscaras de gatitos? Como Taylor Swift en su video de…
—No. Vamos a usar de perritos —sentenció Agus.
—Pero…
—¡Sí! Yo quiero una de boxer, como India.
Tattu se cruzó de brazos e hizo un puchero.
—Yo quería una de gatito —comentó enfurruñada.
Caro las miraba como si se hubiesen convertido en zombies de repente.
—Están locas. Voy a ir con ustedes solamente para que no hagan desastres.
Había llegado el gran día. Se encontraron en la casa de Tattu ya que era la que vivía más cerca. Al entrar al departamento se encontraron con Julián, la pareja de Tattu, atado a una silla y con una cinta adhesiva en la boca.
—Hola Juli —saludó Sol contenta.
—¿Por qué está atado? —preguntó Caro mirando a Julián que las miraba muy enojado.
—Ah, es que le conté lo que íbamos a hacer y se enojó. Quiso esconderme las llaves para que no pueda salir. ¿Quieren que les haga un tour por mi casa? Esa es mi gatita Lisa y en la pieza está Anubis.
—Es hermosa —comentó Agus mientras acariciaba el pelo blanco de la gata.
Caro empezaba a pensar que sus amigas habían sido cambiadas por extraterrestres.
Luego del tour por el departamento prepararon la cena y miraron una película de robo para entrar en clima. Ya entrada la noche se vistieron de negro como Homero cuando decide seguir a Lenny y Carl, se pusieron sus máscaras de perrito. Excepto por Tattu que se puso un antifaz de carnaval carioca con muchas plumas de colores.
—¿Qué te pusiste? —preguntó Agus con molestia.
—Eh… Es que no encontré una de perrito.
—¿Y no había algo más discreto?
—Pero esta es bonita. Tiene muchos colores.
Todas se dieron un facepalm. Julián lo hubiera hecho si no fuera porque seguía atado.
Pidieron un uber para llegar hasta el lugar del robo. El conductor las miró raro, pero prefirió no preguntar. Bajaron del vehículo, miraron a los costados esperando no encontrar a nadie y empujaron la puerta del local.
—Está cerrado —dijo Sol.
—Y sí. Ahí dice ���horario de atención de 9 a 18”. Ya son las tres de la mañana —respondió Tattu con hastío. ¿Es que su amiga no sabía la hora?
—¿Cómo entramos?
—¿Nadie trajo una pala o algo? —preguntó Agus.
Se miraron entre ellas dándose cuenta de su error.
—No pasa nada. Déjenme a mí —dijo Tattu con confianza— Con todo el anime que miro ya sé cómo dar una patada ninja. Con mi super fuerza voy a romper la puerta.
Las chicas se corrieron para darle espacio.
—Tati no creo que… —Caro quiso detenerla, pero Agus no la dejó.
—No la desconcentres.
Tattu había juntado las palmas de las manos a la altura del rostro como si estuviese rezando. Dio una respiración profunda y atacó.
—¡¡Patada de Sailor Tattu!!
—¡Eso! —gritó Sol.
Corrió hacia la puerta y le dio una patada muy fuerte, pero el vidrio era muy grueso y apenas se movió. Tattu cayó al piso gritando de dolor.
—¡Ay chicas me duele! —gritaba mientras se agarraba la pierna. Sol trataba de consolarla.
Agus empezó a llorar. Caro se preocupó y le preguntó si también se había golpeado.
—¡Nunca vamos a poder ser millonarias!
La pobre no tenía consuelo. Todas entendieron la situación y también lloraron.
Después de llorar un rato en la puerta de la joyería de avenida Corrientes, Sol propuso ir a comer un pancho.
—¿A esta hora?
—Sí. En Plaza Once seguro que hay algún puestito.
—Nos va a dar diarrea si comemos ahí.
—¿Vos decís?
Las cuatro se marcharon hacia la plaza caminando por avenida Pueyrredón. Quizás no pudieron concretar su plan maestro, pero al menos comerían un pancho. Recemos para que a ninguna le dé diarrea al día siguiente.
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Las diosas de Celtri
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2-Cuatro diosas
En cuanto llegaron al castillo, Kalen rápidamente acompañó a Eileen a su habitación.
—Recuerda levantarme al amanecer.
—Lo sé, no leas eso hoy—dijo Kalen con seriedad a la princesa—, tienes un sueño muy pesado y si no duermes ahora, no despertarás hasta mediodía.
Eileen miró con frustración a su amigo, sin poder refutar sus palabras, pues sabía que tenía razón.
Kalen se despidió y Eileen cerró la puerta, antes de ponerse su camisón.
La joven observó con intriga el cofre. Tenía figuras de madera finamente talladas cómo decoración: una flauta, un ave, y dos flechas entrecruzándose. Era muy linda, pero, ¿dónde esconderla?, Leonor siempre limpiaba con mucho cuidado su habitación y podría inspeccionarla si la encontraba.
Eileen miró su escritorio, donde tenía múltiples rollos de pergaminos, quizá podía hacer pasar el cofre como una forma de organizar los documentos que utilizaba a diario. Decidida, la princesa puso varios pergaminos suyos dentro y lo puso debajo de su escritorio. Si alguien lo encontraba, creerían que era su material de estudio.
La joven se recostó en su cama y, cómo siempre hacía, se giró para poder ver el pequeño retrato que estaba situado al lado de una vela en su mesita de noche.
Lo había pintado ella, cuando era pequeña. Su padre siempre le había dicho que era muy parecida a su madre, por lo que simplemente había plasmado como imaginaba sería ella al ser mayor. Se sintió tan satisfecha con su trabajo, que decidió ponerlo al lado de su cama.
Eileen no sabía si su madre realmente lucía así, sospechaba que no, pero eso no le impedía relatar su día todas las noches a la imagen del pequeño buró, como si de alguna manera, la mujer pudiera escucharla.
La princesa comenzó a hablar, en voz baja, relatando su día. Minutos después, dio un bostezo, notando que lo único diferente de esa noche a las demás, era que no podía escuchar a su padre tocar una bella melodía de flauta cómo siempre solía hacer. Probablemente el rey no tenía tiempo para la música debido a su pronto viaje.
Antes de siquiera describir su visita al Enyd, la princesa se quedó profundamente dormida.
Claro que, después de tan larga noche, al día siguiente Kalen no podía levantar a la princesa.
—Despierta —decía el joven, agitando a Eileen—, vas a llegar tarde a tu clase, y sabes lo estricto que Lugh puede ser.
—No importa —musitó, somnolienta, la princesa.
—Llevo demasiado tiempo intentando levantarte —expresó con frustración el pelirrojo—, no me hagas ir por el agua.
—No eres capaz —susurró la joven antes de dar un largo bostezo y reacomodarse en la cama.
Kalen alzó una ceja ante esto y se fue, solo para regresar minutos después con un balde de agua para derramarlo sobre la adolescente, quién se levantó de un salto.
—¡¿Qué demonios?! ¡Kalen, eres hombre muerto!
Estaba más que claro que Eileen estaba furiosa, pero eso poco le importo a Kalen.
—Princesa, es mi trabajo complacerla, pero también lo es el vigilar que cumpla con sus obligaciones —dijo él, en tono burlón y con una exagerada reverencia, para después enderezare y caminar hacia la salida—. Debes bajar rápido a desayunar.
Kalen se fue y Eileen, enfurruñada, se quitó su ropa húmeda y escogió de su armario un cómodo vestido gris para el día. La chica cepilló su húmedo cabello, se colocó su diadema, sus pulseras, un cuarzo morado y salió de la habitación.
Ella solamente utilizaba el comedor para comer con su padre o en ocasiones especiales, por lo que, al llegar, enseguida se giró a la derecha para ir a la cocina y desayunar junto con los sirvientes.
Eileen entró al pequeño lugar, el cual emanaba un delicioso aroma a pan recién horneado. Un par de cocineros la saludaron afectuosamente y ella devolvió el gesto.
Linnette ya se encontraba desayunando un poco de fruta y trozos de pan con mantequilla en la pequeña mesa del centro. Al notar su presencia, la castaña le sonrió.
Eileen se sentó al lado de su amiga y frente a Kalen, a quién le dirigió una mirada de molestia mientras este le servía alimento.
—No vuelvas a hacer eso —le ordenó con el ceño fruncido—, no fue gracioso.
—Para mí si lo fue, majestad —le dijo Kalen con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿De qué hablan? —cuestionó Linnette, antes de darle otro mordisco a su desayuno.
—Kalen pensó que sería buena idea lanzarme agua para despertarme esta mañana —explicó Eileen, notablemente irritada.
Linnette le dio una mirada de desaprobación al pelirrojo.
—No debiste hacer eso, Kalen.
—Linnette, la princesa, con todo respeto, tiene el sueño más pesado que un oso —se defendió él, cruzándose de brazos en su lugar.
—Da igual, esa no es forma de despertarla, además. —Linnette alzó una ceja hacia el pelirrojo—. Creí que ya no debías tratarla así al ser su guardia.
Eileen le sonrió con aire de suficiencia a Kalen, quién simplemente soltó un bufido. No podía luchar contra ello.
—Tienes que decidir Kalen, o me tratas cómo la dulce princesa que soy, o cómo siempre lo has hecho.
Eileen dijo todo esto acercando un plato de pan hacia ella, antes de escuchar una risotada de Kalen. La rubia frunció el ceño hacia el pecoso.
—¿Qué es tan gracioso?
—Que te describas a ti misma cómo una dulce princesa, princesa.
Eileen decidió ignorarlo y comer su desayuno. Una vez que terminó, se encaminó junto con Kalen a la escalinata de piedra.
El segundo piso se encontraba su alcoba, la del rey, y algunas habitaciones extras. Los siguiente dos pisos, estaban destinados a su estudio, al trabajo de los druidas del reino, al vate y al bardo.
Esa mañana, Eileen se dirigió junto con Kalen al cuarto piso, que constaba prácticamente de una gran habitación llena de documentos escritos en distintos idiomas cómo el griego, latín, armenio, y el dialecto de su reino y de los reinos cercanos. Este último, sin embargo, solo era utilizado por los druidas, pues creían que les permitía recibir conocimientos directos de los dioses.
Su profesor, el druida Lugh, se había asentado en Celtri un par de años antes de que su padre se convirtiera el rey. Él decía que había sido llamado por las tres diosas. Era un hombre mayor, alto, delgado, de barba y cabello canosos que contrastaban con sus celestiales ojos azules y que hacían resaltar su pálida piel. Su arrugado rostro y su alargada nariz aguileña hacían justicia a su estricta enseñanza y siempre vestía una túnica plateada con adornos del mismo color, lo que causaba que Eileen se preguntara si tenía otras ropas.
El hombre tenía un aprendiz: Dagda, hijo del bardo Kerman y hermano de la bardo Evelyn. Era un hombre de veintitantos años de edad con relucientes ojos azules, piel oliva y cabello castaño. Él siempre vestía una túnica similar a la de su maestro, solo que de color marrón. Su rostro era ligeramente cuadrado con una nariz recta y pobladas cejas que le hacían ver atractivo (o al menos eso comentaban algunas doncellas del reino).
—Buen día, princesa —saludó Lugh, dando él junto con Dagda una pequeña reverencia hacia la doncella.
Eileen devolvió el gesto antes de tomar asiento frente al escritorio y Kalen simplemente se quedó de pie en la puerta de entrada.
—Hoy hablaremos de los árboles y hierbas que crecen en nuestro reino y de la utilidad de ellos en nuestros ritos de curación —informó el viejo druida mientras tomaba asiento del otro lado del mueble y desenrollaba un largo pergamino con múltiples anotaciones.
Eileen se quejó para sus adentros. No es que fuera mala para aprender, al contrario, era una buena estudiante, pero la lección de ese día no era de su particular interés.
La joven estudió con el profesor hasta antes del mediodía. La posición del reluciente sol desde la ventana les avisó que era hora de terminar la lección, y Eileen se despidió de ambos druidas con una ligera reverencia antes de bajar las escaleras junto con su amigo de cabellos rojizos.
—Después de comer, acompáñame a mi habitación —le pidió ella, en voz baja—. Quiero leer lo que encontramos.
—¿No deberías estudiar la lección de hoy?
—Kalen, si leo más de hierbas me volveré loca —dijo Eileen con hartazgo—. ¿Me acompañarás o lo leeré sola?
—Te acompaño —aceptó Kalen—. Honestamente, también tengo algo de curiosidad por ello… alto. —Él paró en seco, y Eileen lo miró confundida—. ¿Deberíamos decirle a Linnette que lo lea con nosotros?
Eileen se mordió el labio, pensativa. Si bien, tenía un gran cariño a Linnette por ser una de sus dos mejores amigas, ella era más seria en lo que respecta a seguir las reglas, y probablemente no aprobaría el que se hubieran escabullido al Enyd de noche, pero no la princesa no se sentiría tranquila si la dejaba de lado.
—Depende de lo que contenga el cofre —decidió Eileen—, no quiero recibir un sermón por algo que tal vez no valga la pena.
Así, ambos adolescentes fueron a las cocinas, almorzaron rápidamente, y fueron a la alcoba de la joven. Eileen, enseguida, se dirigió a su escritorio y tomó el cofre entre sus manos.
—Ahora que recuerdo. —Eileen tomó asiento en su cama, antes de continuar hablando—: Ya no volvimos a ver a esos animales después de encontrar el hoyo en el árbol.
—Tienes razón —murmuró Kalen, sentándose junto a su amiga—, se comportaron de una manera bastante extraña.
—Especialmente el ave —le recordó Eileen a su sirviente—, ¿crees que tengan algo que ver con esto?
—Son solo animales —dijo Kalen, escéptico a la sugerencia de la princesa—, probablemente solo halló el hueco y quería hacer un nido ahí.
—Lo dudo —replicó la princesa—, jamás había visto a un pájaro actuar así.
—Bueno, no es como si fuera un ave común, jamás había visto a esa especie. Tampoco me había topado con gatos negros o perros tan pequeños
—Exacto, ¿qué hacían esos tres extraños animales en el Enyd?
—Princesa, seguramente simplemente quisieron dormir ahí, eso es todo.
Eileen hizo una mueca, en señal de desacuerdo a las palabras de su guardián, pero no quiso discutir más.
—Comencemos de una vez —sugirió ella—, la tapa no tiene ningún nombre —señaló.
Eileen abrió el pequeño cofre y vio cómo cada rollo de pergamino estaba enumerado. La chica buscó el primero y lo desenrolló, descubriendo un dibujo de cuatro figuras.
—¡Cuánto talento! —exclamó Kalen con admiración.
La ilustración representaba a cuatro mujeres, cada una con un nombre escrito con letras latinas encima de sus cabezas.
—¿Las diosas? —Eileen alzó una ceja al ver los nombres—. ¿Alguien las dibujó?
—Las diosas y alguien más —señaló Kalen, al ver la cuarta etiqueta.
En el dibujo, Talis tenía su cabello oscuro y rizado adornado con una bella diadema. Su pequeño rostro oliva tenía grandes ojos marrones y una curva nariz. Ella usaba un vestido corto de enfrente y con cola larga, de un elegante color turquesa.
Erea usaba un vestido largo rosa pálido con elegante encaje y un cuarzo rojo alrededor de su cuello. Su piel blanca contrastaba con su brillante cabello castaño, el cual, Eileen notó, tenía pequeños detalles rojizos.
Mave tenía la piel más morena de las cuatro; su largo vestido era completamente blanco y su cabello era corto, liso y completamente negro, cargaba un arco y flechas en su espalda. Su muñeca izquierda era adornada con varias pulseras plateadas.
La cuarta era desconocida para ellos, según la ilustración, su piel era clara, su cabello castaño y ondulado, y su vestido era completamente negro. Ella, al igual que Mave, también tenía un arco, flechas y pulseras plateadas, solo que estas últimas estaban en su muñeca derecha.
—¿«Dana»?, ¿quién se supone que es ella? —preguntó Eileen al aire, viendo la imagen de la última mujer y leyendo su aparente nombre.
—Ni idea.
Eileen, con cuidado, puso ese pergamino detrás del montón y desenrolló el siguiente.
—Los textos están escritos en latín. —Hizo saber ella—. Me extraña, ¿por qué alguien que habla de nuestras diosas usa una lengua que los romanos utilizan?
—Bueno, si estuvieran en nuestro dialecto, solo los druidas podrían entenderlo —le recordó Kalen, tamborileando los dedos sobre el borde de la cama, reflexionando sobre lo encontrado—. Supongo que, quien sea que lo escribió, esperaba que el texto llegara a más personas.
Eileen asintió a lo dicho por su amigo al hallar sentido a sus palabras para, después, comenzar a leer.
—«El reino de Celtri, por Talis, Erea, Mave y Dana» —murmuró, lo suficientemente alto para que Kalen pudiera escucharla.
—Suena como si ellas hubieran hecho esto —dijo el pelirrojo, mirando con confusión el pergamino—, pero eso es imposible.
Eileen siguió leyendo.
—«Este texto muestra la historia de este reino desde nuestro punto de vista, uno que solo unos pocos conocerán» —Eileen frunció el ceño ante esto, pero continuó leyendo—. «Hemos escrito esto para todos los futuros soberanos de Celtri, pero sobre todo para…» ¡¿Qué!?
Eileen se puso de pie de un salto, sin poder dar crédito a sus ojos.
—Princesa, ¿qué ocurre? —preguntó Kalen, levantándose y mirando con preocupado a la joven.
—«Pero sobre todo para el actual rey, Galván, quién merece saber con claridad los sucesos que lo llevaron al trono. Él, si gusta, podrá agregar su propia experiencia a estos textos, y así lo podrán hacer las futuras generaciones de reyes, quiénes necesitan comprender lo que podemos y no podemos hacer para ayudar a su reino».
Kalen abrió mucho los ojos, comprendiendo la sorpresa de Eileen.
—¿Esto quiere decir que su padre recibió este cofre directamente de las diosas?
—Tal parece. —Eileen releyó el último párrafo, incrédula—. ¿Por eso ocultó esto?, ¿solo pueden leer esto él y los futuros reyes? Si es así, ¿por qué no me lo ha mostrado?, ¿esto realmente será lo que dice ser?
—No tengo respuesta para tus preguntas. —Kalen hizo una mueca—. Todo eso se lo tendrás que preguntar al rey.
—Claro… después de terminar todo esto. —Decidida, Eileen volvió a sentarse—. Si mi padre se entera que descubrí estos pergaminos, no sé cómo reaccionaría, quiero decir, por algo estaban ocultos.
La joven comenzó a leer el siguiente pergamino en voz alta:
—«Como ya se sabe, hubo una vez, hace bastante tiempo, un dios que decidió crear la tierra todo lo que existe en ella.
»Este dios, tiene distintos nombres en todas las comunidades y ciudades de este mundo, incluso existe un pueblo que ni siquiera se atreve a pronunciar su nombre. Ustedes lo llaman Bile.
»De todos los seres que él creó, el ser humano, pensaba, era su mejor creación.
»Pero los humanos pronto mostraron su rebeldía. Su inteligencia no la usaban siempre para el bien; podían llegar a ser muy violentos, crédulos, y no ayudaba en nada el que se reprodujeran tan rápido. Él creyó que podría contenerlos y admirarlos desde lejos, pero se equivocó, pues los mortales comenzaron, a veces sin darse cuenta, a enaltecer a quién Bile tuvo que desprestigiar hace mucho tiempo.
»Bile no quiso destruir a los humanos, pues los amaba, y varios que siguieron guardando bondad en su corazón.
»Decidió, entonces, crear ayudantes que se encargarían de guiar y proteger a todos los pueblos, mientras que él trabaja en la manera de unirlos a todos.
»A estos seres, les dio características humanas, y, ellos lograron sentir empatía por los humanos, y aprendieron a expresar sus emociones cómo mortales, sin perder su papel de servidores.
»Nuestra existencia ha sido revelada a los humanos de distintas maneras. En su caso, Bile nos dio a tres la tarea de protegerlos y formar el reino de Celtri, apoyándonos en los dones de otros en caso de ser necesario.
»Él nos dio este trabajo junto con otra hermana: Dana, con el don de la ruptura. Ella debe trabajar junto con Mave, pero su tarea consiste en separar las relaciones de las personas, y los humanos jamás aceptarían un don así, por lo que su existir jamás se ha revelado. Su nombre fue elegido por Bile».
—Así que, ¿en realidad hay cuatro diosas que cuidan Celtri?
—La verdad, no le encuentro sentido a eso —admitió Eileen con una mueca—, ¿por qué separar a la gente?
Al no recibir comentario por parte de Kalen, Eileen tomó el siguiente pergamino.
—«Primer trabajo, por Erea».
—¿Cada una relatará algo?
—Eso parece —dijo Eileen, antes de mirar mal a su amigo—. No me interrumpas —le regañó, antes de continuar:
—«En cuanto se nos fue asignado este lugar para trabajar, nos entusiasmamos mucho. Deu, o como ustedes los mortales de este reino le conocen, Bile, nos dijo que debíamos solucionar la falta de organización de la región y vigilarla.
»Mi compañera Dana preguntó a Deu cómo haríamos tal cosa. Una pregunta coherente, tomando en cuenta que nunca habíamos tenido un trabajo así.
»Deu simplemente dijo: “Ustedes solucionaran eso, confío en ustedes”. Es decir, una respuesta INUTIL.
»Él nos dijo que quería darnos algo de autonomía en nuestra tarea, para que supiéramos aprovechar nuestros dones, y yo podía entender eso… ¡Pero mínimo quería que nos explicara que hacer!
»Mave, expresó todo lo que yo estaba pensando, diciéndole a Deu que, al ser él el más experimentado en esto, debía orientarnos más. Sin embargo, Deu solo dijo lo siguiente:
» “No las voy a abandonar, Mave. Si cometen algún error o hacen algo que no me parezca adecuado, las corregiré. Ahora, comiencen, este pueblo necesita una organización desde hace mucho tiempo, y recuerden, lo más importante es evitar que hagan prácticas oscuras. No quiero que esta gente se separe más de mí”.
»Y con esas palabras, Deu guardó silencio. Así sin más. ERA NUESTRO PRIMER DIA, YA ESTABAMOS ATRASADAS Y EL SE QUEDÓ SIN DECIR NADA MÁS».
Ambos jóvenes estaban extrañados ante la forma de expresarse de Erea.
—Ella parece ser algo… explosiva —comentó Eileen con sorpresa—. No me lo esperaba.
—Yo tampoco, ¿qué no es la diosa de la paciencia?
—«Talis, con el don de la sabiduría, comenzó a darnos ideas para comenzar a organizar el lugar, como era de esperarse. Ella sugirió que pensáramos en como podíamos utilizar nuestros dones para usarlos efectivamente en esta situación.
»Pero primero que todo, necesitábamos que el lugar tuviera un buen sistema de gobierno.
»Después de un rato de discusión, decidimos implementar una monarquía, entonces propusimos buscar a alguien que tuviera cuatro cualidades para ser un buen monarca: Liderazgo, humildad, paciencia e inteligencia.
»Y solo digamos que… nos equivocamos de persona.»
—¿Hablan de tu tía?
—Probablemente.
Algo que todo el pueblo sabía, era que la hermana del rey, Mirna, había sido elegida por el pueblo como reina, pero todo eso cambio debido a unas malas decisiones que había tomado. Fue reemplazada por Galván y ella se fue del reino.
—Solo lo sabremos si seguimos leyendo —dijo Eileen, pero antes de poder pasar al siguiente pergamino, alguien tocó la puerta.
Eileen y Kalen se miraron por un momento, antes de guardar rápidamente todas las cartas en el cofre, incluyendo los pergaminos extras que había añadido la princesa para esconder los textos de las diosas.
La joven puso el cofre en su lugar mientras Kalen abría la puerta. Eileen enseguida reconoció los cabellos rojos y rizados de quien la visitaba.
—¡Madre! —exclamó el joven como saludo.
—Hijo, sé que les encanta pasar tiempo juntos, pero debes dejar a la princesa estudiar —le regañó suavemente la mujer—. Ayuda a otros con sus deberes, debo preparar el baño de Eileen y después limpiar su habitación.
Kalen asintió y vio cómo su madre se dirigía al cuarto de baño. El guardián se acercó a la doncella y le habló en un susurro.
—Creo que tendremos que continuar leyendo en otro momento.
—Lo sé, no te preocupes, podemos continuar al anochecer —le dijo ella, a lo que Kalen parpadeó, confundido.
—¿Quieres leerlo todo conmigo?
—¡Claro!, ya comenzamos a leer juntos, sería injusto que yo me adelantase.
Kalen simplemente asintió a lo dicho por la princesa y salió de la habitación, con una pequeña sonrisa en el rostro.
Eileen suspiró y se sentó en su escritorio. Sin entusiasmo, sacó sus anotaciones sobre la lección que había tenido.
—Las lecciones sobre la fauna del lugar eran más entretenidas que esto —masculló con frustración.
Estudió un breve periodo de tiempo, intentando, para hacer todo más divertido, dibujar los tipos de árboles y hierbas de los que hablaba el texto.
—Listo, Eileen.
La voz de Leonor causó que la princesa se sobresaltara, pero enseguida recobró la compostura y se dirigió al cuarto de baño. La princesa, al entrar en el pequeño lugar, pudo percibir una agradable esencia.
—Ayer también había un olor extraño en el agua, ¿qué es?
—¿Lo notaste? —Leonor le sonrió—. Añadí al agua una esencia de flores que encontré, ¿te gusta?
—Me encanta.
Eileen se desvistió y se metió en la bañera, recibiendo gustosa la sensación relajante que producía el agua caliente; Leonor se sentó cerca de ella y lavó su cabello tarareando una dulce melodía.
—¿De dónde conoces esa música? —cuestionó la rubia.
—Oh, la escuché cuando era más joven, en mi antigua comunidad al norte —respondió Leonor con simpleza.
—Ah, ¿te gustaba mucho vivir ahí?
—Sí, pero la vida es más fácil aquí —respondió la mujer antes de tararear de nuevo.
—¿Segura?, creo que molesto mucho con los baños diarios —dijo con timidez la rubia, pues era bastante extraño que una persona quisiera lavar su cuerpo tan seguido. Sin embargo, desde pequeña, a la rubia le había fascinado el agua cuando su padre la había llevado al río, y desde entonces el rey pidió que le prepararan una bañera a diario.
—Ah, no hay problema— dijo Leonor con una pequeña risa—, lavar tu cabello me calma.
—Oh, pero puedo hacerlo sola —dijo la rubia. Si bien, amaba la compañía de Leonor, a veces quería tener algo de tiempo a solas—. ¿Te parece si me dejas aquí un rato?
—Como gustes, preciosa.
Leonor sin más, se levantó y se fue del cuarto de baño, cerrando la puerta detrás de ella.
Eileen simplemente cerró sus ojos, inhalando fuertemente ante el aroma de flores que la pelirroja había preparado para ella. Era un buen lugar para relajarse, y por un momento sintió pesar al no poder leer los pergaminos encontrados cerca de la bañera, pues en ese momento creía ser capaz de imaginar vívidamente todo lo que había leído hasta ese día
En cuanto el agua comenzó a enfriarse, la princesa salió de la bañera y secó su cuerpo con una suave toalla, antes de colocarse el mismo vestido que había usado durante el día.
Llegó el anochecer y, cómo el rey no se encontraba, la princesa cenó junto con Kalen y Linnette, quién se encontraba escribiendo una carta con su bella caligrafía.
—¿A quién escribes? —preguntó la princesa, mirando sobre el hombro de la castaña para después sonreír. ¡El latín de su amiga había mejorado mucho!
—A Saira —respondió la doncella con una tímida sonrisa—, dijiste que hace mucho no la veíamos, y pensé que cómo no puedes salir, no hay nada de malo en que ella venga a visitarnos, ¿cierto?
Eileen abrazó con entusiasmo a la mayor.
—¡Esa es una gran idea! —exclamó contenta—. Oh, lo bueno es que vive en el centro del reino, recibirá la carta pronto. Le agradará saber del avance que tuviste en el latín que te enseñó.
Linnette se sonrojó levemente— Sí, bueno, iré a enviarla — La castaña se levantó de su asiento y se despidió con una pequeña reverencia de ambos.
En cuanto salió de la habitación, la rubia se giró hacia Kalen.
—Si los pergaminos resultan ser verdaderos, tendremos que decirle todo a Linnette —dijo decidida la princesa, a lo que Kalen se angustió.
—No lo sé, se supone que solo los miembros de tu familia pueden leerla.
—Bueno, no es que yo tenga tanta familia que digamos, ¿cierto? —Sonrió—. Además, leer esto será mucho más divertido con ustedes.
Kalen sonrió con ternura ante las palabras de Eileen.
—De acuerdo. Cómo tú digas, princesa.
Ambos terminaron su cena y enseguida subieron a la habitación de la rubia, quien tomó la caja de su escritorio.
—Solo leeremos un pergamino —le dijo Kalen, decidido—, no quiero que mañana sea tan difícil despertarte cómo lo fue hoy.
Eileen hizo una mueca.
—Bien. —No discutiría, ella estaba muy consciente de su sueño pesado—. Solo un pergamino.
La doncella tomó asiento en el borde de su cama, con el pelirrojo a su lado, y Eileen comenzó a leer en voz alta:
—«Buscando al líder, por Dana.
»Nosotras teníamos la responsabilidad de buscar al monarca perfecto para la gente de lo que hoy es Celtri, pero el hacerlo con nuestra forma común no resultaba tan emocionante, así que adoptamos nuestra forma animal para hacerlo divertido».
—¿Forma animal? —Kalen alzó una ceja ante lo leído—. No estoy muy familiarizado con las diosas, ¿pueden transformarse?
Eileen leyó la respuesta:
—«Sí, podemos transformarnos y sí, buscamos cualquier oportunidad para hacerlo».
—Si no supiera que son diosas, diría que quienes escriben esto son unas niñas —comentó Kalen, frunciendo el ceño—, no creí que su actitud fuera así.
—Creo que exageras, todos necesitamos un poco de diversión en nuestra vida. —Eileen se encogió de hombros, restándole importancia al asunto—. Supongo que las diosas no son una excepción. —Continuó—: «Erea, se transformó en un ave de color verde con un poco de rojo en su cabeza y su rostro, parecía una pequeña y tierna sandía.»
Eileen dejó de hablar, se había quedado mirando fijamente el pergamino, con la boca entreabierta.
—¿Eileen?, ¿todo bien?
—Escucha esto —dijo la chica, con sus ojos brillando y con una sonrisa de oreja a oreja, antes de seguir con la lectura—: «Mave era un pequeño gato negro y yo, como su opuesto, era un perro blanco. Talis se transformó en un pequeño dragón de color azul cobalto con turquesa, por lo que tenía que volar rápidamente para que la gente la confundiera con una especie extraña de ave (todavía puedo recordar la discusión entre Bile y Talis sobre su forma animal no real).
Eileen y Kalen permanecieron un momento en silencio, antes de comenzar a balbucear, en shock por lo leído.
—¡Eran ellas!
—¡No puedo creerlo!
—¡Por eso nos mostraron el cofre!
—Al menos Erea lo hizo, creo que Dana no quería que encontráramos esto. —Kalen frunció sus labios—. Perseguía mucho a Erea y a Mave.
—Y Talis no apareció porque su forma no puede ser mostrada —murmuró Eileen, emocionada por lo descubierto—, ¡todo concuerda!, ¡esta fue su forma de responder a mi rezo!
Kalen no dijo nada más, simplemente se sentó, conmocionado por la información.
—¡Debemos volver hoy! —exclamó Eileen, decidida—, ¿qué dices?
Kalen asintió lentamente, llamando la atención de la princesa.
—¿Estás bien?
—Sí, solo que…—Kalen parecía buscar en su mente las palabras adecuadas para expresar lo que sentía—. Nunca he sido fiel a los dioses, siempre me han parecido demasiado… falsos, no sé, demasiada magia, y no ayudaba el que las creencias de aquí sean diferentes a las primeras que conocí. Los pergaminos solo me parecían interesantes, pero leyendo esto… —Kalen dio un pequeño suspiro—. Creo que tengo mucho que pensar.
Eileen se sentó a su lado, y puso una mano en el hombro de su amigo— Oye sé que fue difícil en el pasado pero, creo que esto prueba que puedes confiar en ellas.
Kalen asintió a sus palabras, todavía algo perdido en sus pensamientos, por lo que Eileen se recargó en su hombro, creyendo que un poco de cercanía le ayudaría. El pelirrojo se relajó considerablemente, y ella siguió leyendo la carta.
— «El estar en esta forma animal me hizo darme cuenta que muchas personas no eran muy amables con los animales que digamos, los adultos que me perseguían con sus utensilios eran automáticamente descalificados.
»Una conversación captó mi atención: Un hombre joven y una adolescente discutían dentro de su hogar, que parecía una cabaña.
»“Hermano, ¿por qué no entiendes? este lugar es horrible. Es aburrido, es pobre… quiero irme de aquí” decía la chica, con buenas razones.
»Su hermano le respondió: “Tú debes entender que no puedes irte así como así, yo soy el mayor, yo soy el que pone las reglas y yo soy el que decide cuando nos vamos”.
»Vi a lo lejos a Talis, quien miraba por una ventana de la pequeña casa, por lo que me acerqué a ella y ambas escuchamos con atención.
» “¡Este lugar nunca prosperará!, ¡no sabes cómo desearía que todo fuera diferente!” gritaba la chica. Ni Talis ni yo habíamos escuchado a alguien del pueblo expresarse así de su hogar, todos parecían resignados a tener esa vida por el resto de sus días, excepto ella.
»Creímos que habíamos encontrado a nuestra reina».
—Creo que sí habla de mi tía—comentó Eileen, pensativa—. Y si hablan de mi tía, tal vez también hablen de mi madre —la esperanza al decir esto era evidente en su rostro.
—Tal vez. —Kalen le dio una ligera sonrisa—. ¿No sabes mucho de ella, cierto?
—No sé nada de ella —admitió Eileen, con tristeza en su voz—, mi padre no tiene nada que haya sido de su propiedad.
Kalen hizo una mueca ante las palabras de su amiga, antes de levantarse. Su rostro mostraba pura determinación.
—Bueno, supongo que pronto la conoceremos. Ahora, ¿quieres volver al Enyd?
Tal parecía que la preocupación del guardián por la poca habilidad de la princesa de levantarse por las mañanas se había esfumado, y Eileen no tenía planes de recordárselo.
—¡Claro que sí!, ¡vamos!
Ambos, como la noche anterior, se escabulleron y fueron rápidamente al corazón del reino. La noche de primavera era fresca y, para su suerte, nadie caminaba por los terrenos en ese momento, pues sus pasos eran demasiado rápidos y ruidosos cómo para pasar desapercibidos.
Llegaron al Enyd, y Eileen no perdió el tiempo
—¡Diosas!, ¡salgan!, ¡ya sabemos que ustedes nos dirigieron a las cartas! —vociferó, mirando hacia las ramas situadas sobre su cabeza y causando que Kalen volteara a su alrededor, paranoico por la posibilidad de que alguien los escuchara.
No hubo respuesta alguna, ni señal de vida, causando frustración en ambos jóvenes.
—¿Es que acaso actuarán como si nada? —preguntó Kalen al aire.
De nuevo, no hubo respuesta.
—Ya las vimos con su forma animal —insistió Eileen, con desánimo—, ¿por qué no contestan?
—¡Oye!
Eileen volteó a ver a su amigo, notando que un pequeño ave se había posado sobre su cabeza.
—¿Erea? —La princesa se dirigió al pájaro, recibiendo un silbido cómo respuesta—. ¿No puedes hablar directamente con nosotros?
La diosa dio dos silbidos.
—¿Eso es un no? —Un silbido—. ¿Por qué?
El pájaro permaneció en silencio y los dos amigos se miraron, confundidos y levemente decepcionados.
—Erea, tú nos mostraste el escondite del cofre, ¿no? —Ante la pregunta de Eileen, el ave dio un silbido—. ¿Entonces quieres que lea todo lo que hay ahí?
Otro silbido, más alegre, fue la respuesta del ave, antes de volar hacia la cima del Enyd.
Hubo un momento de silencio, en donde ninguno de los dos jóvenes dijo nada.
—Sospecho que no serán directas con nosotras.
—Supongo. —Eileen hizo una mueca—. Vámonos, Kalen.
Eileen comenzó a caminar, pero solo dio un par de pasos antes de notar que su amigo no la seguía. Se giró y notó que el joven guardián miraba pensativo el árbol, antes de arrodillarse frente a él.
La princesa guardó silencio, para no interrumpir la oración del guardián, sintiendo la extraña sensación de necesitar una flauta para acompañar los pensamientos ajenos. Le era extraño ver a alguien frente al árbol sin bailar o dedicar algún canto hacia las diosas.
Un momento después, el pelirrojo se puso de pie, y se giró hacia la princesa.
—¿Todo en orden? —cuestionó ella, con la preocupación evidente en sus ojos.
— Sí —respondió él con voz suave—. Vamos, Eileen.
Los dos se encaminaron hacia el castillo, ignorando que una mujer vestida de rosado y otra vestida de blanco los miraban con curiosidad.
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