#el piso es laburo
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El piso es laburo (The floor is find a work for the english speaking audience)
Based in: (it's an argentinian meme from facebook)
#saint seiya#pegasus seiya#phoenix ikki#dragon shiryu#for legal reasons shiryu is pretending that he doesn't have a work in China#el piso es laburo#laburo es una forma vulgar de decir “trabajo” aca en argentina ☝️
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estamos en tu departamento nuevo. me pone melancolica asomarme por el balcón porque desde acá se ve el edificio donde vivías antes con tu viejo y con tu hermana. me acuerdo que yo los conocí, tu hermana me sonrió re feliz, como si nunca hubiese visto a una mina como yo entrando a tu cuarto. y me encantaba tu cuarto: tenía un pasillo largo, que te llevaba al fondo y tenías tu propio baño y una ventana con algunas plantas donde te asomabas a fumar. era chiquito pero aprovechabamos el espacio ¿te acordas? te pregunto si seguís teniendo las llaves y me decís que sí, que tenés las de la terraza y las del sótano. me pongo a pensar mucho en la terraza, la cantidad de veces que estuve tirada ahí tomando sol mientras vos saltabas la soga y me dabas besos cada tanto o cuando tomabamos birra ahí arriba o esa noche que subimos a tomarnos el tercer vino y a comernos un chupetín de uva los dos. me acuerdo que los dejamos en el piso tirados y se llenaron de hormigas que formaban como un camino corazón. me acuerdo que después me subiste a la parte más alta y me cogiste allá arriba y cuando giré la cabeza y veía el precipicio a mi alrededor. me acuerdo que tenias mucho miedo de que me cayera y la verdad es que re podría haberme tirado y terminar muerta. a veces siento que me morí ahí, todo lo que viví después no tuvo ningun valor, no se sentía real.
pero ahora en tu nuevo departamento todo es tan sobrio, siento que tuviste que madurar de golpe o algo te pasó porque no te reconozco. hay algo, como una chispa que tenias que se perdio o quizas cayó la idealizacion pero ahora sentada en el sillon de tu nuevo living no me siento en tu casa, no me siento con vos. abrís un vino por costumbre, casi una obligacion implícita: un loco más. me re acuerdo de ese vino pero ya no es lo mismo. me re acuerdo de vos pero ya no es lo mismo. la realidad que estoy viviendo es completamente ajena a lo que pasaba entre nosotros hace un año. me hablás de todo, de los departamentos vecinos, de las remodelaciones del barrio, del animal más peligroso del mundo, de tu laburo, de tus proyectos, me contás que empezaste a escuchar babasónicos y los redondos, me contas que seguis teniendo el cristal nuestro con vos y el stiker de hello kitty que te di. por ultimo, me hablás de nosotros pero no nos mencionás. decis que solo tomas vino con una sola persona y que no te gusta tomar con tus amigos porque te hace acordar a alguien. cierro los ojos y me gusta creer que soy yo de la que hablas mientras me llevo la copa de vino a los labios.
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No te voy a mentir, cuando empecé a leer al anon territorial pensé "espero que esto no sea un delirio tipo omegaverse". En fin anon, realmente no te quiero juzgar pero lo veo igual que los flacos que mean sobre la tapa del inodoro. En el laburo de mi viejo despidieron a uno por algo similar, osea se enojaba con alguien y se desquitaba meando en el piso o en el lavamanos del baño de la oficina. Mi punto es: La terapia es buena <3 la recomiendo
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Deportivo Alemán en El Especial (08-11-19)
El Especial ahora queda en el centro, Rivadavia al 1200, en la misma cuadra y en la misma mano que el primer trabajo que tuve en Buenos Aires. La empresa del Turco estaba en el tercer piso de un viejo edificio de oficinas: tenía el centro vacío y las oficinas dispuestas alrededor del hueco. El edificio era fresco y el ascensor una incógnita enrejada y lenta con piso de madera y botones blancos. Hasta el tercer piso andaba bien pero los que trabajaban en el cuarto sentían que llegaba con lo justo. Muchas veces se rompía y había que subir por una escalera marmolada que parecía haber sido robada de la sede central del Banco Nación. El Turco alquilaba dos oficinas, una para usar de oficina posta y otra para usar de depósito. Ganaba 300 pesos por mes: con el primer sueldo me compré una compactera Technics, 239 pesos. Los dos meses siguientes me lo pasé sin almorzar pero cuando volví a cobrar me compré una SG Epiphone a 400 pesos. Vivía con mis abuelos en Villa Crespo: me levantaba un poco antes de las 8, desayunaba algo, me iba para el laburo en subte, cadeteaba por el centro hasta las 6 de la tarde, después al CBC de Drago en tren, y después de las clases pegaba la vuelta en el 76 o en el 19 para Villa Crespo. Llegaba siempre después de las 10 de la noche con hambre de náufrago y comía como una bestia todo lo que mi abuela me pusiera adelante. Eso duró todo el primer cuatrimestre del CBC, para el segundo ya laburaba en la Cooperativa y me rascaba bastante las pelotas. Sin embargo esos primeros cuatro meses formatearon este porteño que soy ahora y por eso siempre sentí (y siento) que mi estadía en lo del Turco duró mucho más: yo era un vago y el Turco me convirtió en un laburante.
Es una cosa rara, El Especial. Desde la puerta parece un bar normal y nada indica que ahí toquen bandas. Cuando llegamos con el Pipa era casi las 11:30 y no se veía movimiento. NegRobot y Claudio estaban charlando en la puerta pero todavía no habían hablado con nadie responsable. Como me estaba meando entré para dejar las cosas: una señora me miraba desde atrás de la barra. Deduje que era algo así como una encargada y le pregunté dónde se dejaban los instrumentos. Ella retrucó preguntando si era de alguna banda. Contesté “Deportivo Alemán”. No dijo nada. Comprendí que la charla no iba a ninguna parte así que le pregunté a una chica que estaba detrás de una especie de tarima/taquilla si podía dejar las cosas ahí y pasar al baño. A diferencia de la vieja pelotuda, esta chica había sido criada dentro de lo márgenes de la civilidad y me invitó amablemente a usar las instalaciones: mi alivio fue caudaloso.
Resulta que el lugar para tocar era arriba, en el primer piso, pero lo curioso es que a pesar de haber dos escaleras, una en la entrada y otra en el fondo, la gerencia de El Especial sólo habilita la escalera del frente para que los músicos y el sonidista suban sus porquerías: el público, de haberlo, debe atravesar toda la inhospitez del bar vacío y subir por la escalera del fondo, previo pago de la entrada en la taquilla ya mencionada. El problema es que no hay nada en el bar que a uno lo invite a entrar y la iluminación es tan tenue que hace pensar en una trampa para turistas, pero no una trampa para cobrarles precios delirantes por un tostado de jamón y queso sino una trampa para robarles los órganos o bien los cuerpos completos. Un lugar malo, no en el sentido de fallido: un lugar donde habita el Mal. Ángeles y Demonios, el bar de motoqueros que está casi en la esquina con Talcahuano, a pesar de ser una cagada y ofrecer prácticamente las mismas prestaciones que El Especial, estaba lleno de gente que alborotaba la vereda: ¿por qué nunca nos tocan esos lugares? Bueno, a veces nos han tocado, así que reformulo la pregunta retórica: ¿Por qué cuando hay dos lugares contiguos, uno copado y otro lúgubre, y que además uno puede percibir desde el lúgubre que el otro es copado, siempre nos toca el lúgubre? Si por lo menos no supiéramos de la existencia del otro lugar mejor, bueno, vaya y pase, pero así estructurado el mundo es un Purgatorio cruel.
Todo pintaba medio choto, pero una vez subidos al primer piso nos encontramos con una sorpresa: los equipos eran buenísimos y el sonido también. El sonidista, a pesar de usar gorra bajo techo, la tenía muy clara y manejaba los niveles desde un ipad. Una chica colgó dibujos medio obscenos sobre una de las paredes: Leonel los rodeó con las clásicas luces de Maldito Acople y de pronto nos sentimos dentro de una fecha de verdad. Cuando arrancó la primera banda ya estábamos en personaje, lo único que rompía la ilusión era tener que bajar al bar para comprar bebidas: tomábamos aire antes de cada descenso como si fuéramos a buscar perlas.
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Dedicado a los sobrevivientes de la atención al público
Sumergidos entre el sonido del agua cayendo, el rechinar del piso de madera, y el ensueño de estar rodeado de algo más que, para algunos, sería sólo decoración, aparecen personajes peculiares e interesantes. Nunca sabré del todo de dónde vienen, debido a que es fácil inventar una historia ante un desconocide, así como también es fácil hablar con la honestidad más brutal y descargar algunos pesares. En el contexto del cual escribo, estas escenas quedan flotando en silencio y oscuridad.
De las veinticuatro horas del día, sólo se necesitan cuatro para que se convierta en un gran vaivén de estímulos. Hasta cuando está completamente vaciado respirar es un acto disruptivo. Todo suena a ruido, todo perturba y ensordece, más si son gestos, muecas y movimientos, tan así que lo que sucede de una punta a la otra, aparece como susurro en el oído, con una nitidez que asusta.
Cuando alguien levanta la voz se rompe el adormecimiento eterno, como aquella vez donde ese hombre comentó “esto es una porquería”. De la vasta cantidad de personajes que van y vienen algunos son pintorescos, otros sólo tienen bronca, y a unos sólo les gusta crear situaciones, pero siempre aparece el que es uno de esos.
Es interesante cuando alguien quiere y, sobre todo, necesita ser reconocido como ser pensante que, por supuesto, se auto coloca en una especie de pedestal intelectual, pero que se pierden en un interesante número de sujetos masculinos del mismo perfil (no se lo digan, no queremos herirles).
Entre los distintos desafíos que nos encontramos quienes trabajamos en atención al público, uno de los que entra en el top 5 es ¿cómo me libero de este pelotudo sin perjudicar mi continuidad en el laburo? Pues, mentalmente todes creamos algún manual de supervivencia.
Uno de los puntos básicos del mismo es que los sentidos se vuelven muy finos, buscando cualquier nuevo foco de interés para finalizar ese breve pero intenso spin off de, -en mi caso-, una tarde de invierno trabajando en el museo municipal mendocino, con la participación especial del incel del día.
Para el escape, es indispensable aprovechar cualquier nuevo ingreso a la sala. Todo sirve, hasta el de los que sólo quieren usar el baño, y bendecide se siente une cuando se trata del perrito que entró a perseguir el aroma del pan relleno que trajeron algunes.
Más allá de los testigos humanos casuales que presencian, el espacio es el único que todo lo ve. Sus luces tenues y focalizadas esquivan la situación, pero las obras respiran los hechos que los cristales le rebotan en casi todas las direcciones. Algunas quedan atrapadas en las zonas más recónditas, como un eco que se libera sólo con las vibraciones producto del movimiento del portón, llevándolas a esparcirse hacia el techo alto y frío, liberándolas de toda existencia.
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Somos un grupo de gente que no eligió ser grupo. Asi que vernos las caras todos los dias es una poronga seca, blanda y con paja de endurecerse. Pero no nos queda otra que chuparla, todos. Desde Hugo, que labura hace 24 años en deposito, hasta Estelina, que me mostró que el laburo es para levantar a los machos, mientras pasa el trapo, y se queda veinte minutos charlando con cada uno, mirando el piso con el secador y el balde, y riendose a carcajadas con el encargado de cada sector. Menos con Hugo, porque ya tiene 67 y esta grande para reirse con una pendeja de 42. Este y yo, despues de fichar e irnos de la fabrica pocilga, caminamos chusmeando sobre Willy, el casado. Ella estuvo algunas veces con él pero tiene miedo que la descubran. Willy es uno de la camioneta q viene los martes. La fuerza en sus brazos lo definen. Y se lo muestra con orgullo a todas las chicas de la fábrica. Tiene el pelo rapadito. Y el anillo en el dedo indice le queda muy bien. Hace poco se hizo un arito en la nariz. Tiene 32 pero parece de 29. Todavia es un pendejo para estar casado" me dice Estelina. Se la chupa una vez por mes, y ahora, le empezó a pagar.
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04
No pido deseos al fuego ni me desespero por ver o que me salude mucha gente
Estoy feliz de que sean alvaro y facundo
Los primeros en verme en este año nuevo
En el laburo me refalaron juevas tsreas y responsabilidades
05
No se me ocurriria perderme el casamiento de fscu si eso sucediera. Un poco me dejo llevar por sus sueños de irse a santa fe. Que xarajos, suena tentador dejar todo e irse a un pueblo, todo lo que se necesita es un amigo.
Pero tambien se necesitan deseos de irse y yo no se si me quiero ir. Ese es el sueño de otro.
Aun asi, en mi sueño personal algo por esa dirección del.mapa hay. Alguien. Pero todavia no sabemos.
06
Tres cartas:
Bastos y el mundo
08
Vivo en una imposible antesala donde la niña pájaro, que ya no es solo pájaro sino tambien araña y serpiente, presente y a la distancia, me habla y yo le contesto, le cuento y ella me escucha. Y se que si llega el momento, aunque dude y me duela millones, sabre irme para no dolerle o dolernos mas.
09
El trabajo es mucho mejor cuando puedo hacer algo mas, cuando mi esfuerzo es apreciado y cuando puedo enseñarles a otrxs. Hasta la medianoche corriendo pero obtengo un resultado bueno en el laboratorio, lo paradójico es que termine corriendo por culpa de mi yo del pasado, como es la costumbre.
10
Un baño lleno de potus amerita una foto, un retrato. Pienso que mi sueño un tiempo fue tener toda una habitacion de plantas. Un baño tambien es un cuarto y yo tambien me siento planta en mi oasis artificial.
11
Le digo a facu que mejor cargemos nafta aca, preferiria no parar por pergamino. Imaginate si nos cruzamos con guada y que se yo que podria flashear. Me gustan mis nuevas responsabilidades en el laburo.
Floppy me da un dibujo lleno de cariños y una caja con dos caramelos que hizo ella misma. Este es el nyu mas grande de la semana.
Aunque aun le quedan dias y mañana es la admision al curso de dbt.
12
Cada vez es mas facil ordenar mi casa
Como que me cuesta siemore un poco mas porque hay cosas nuevas y cosas complejas que acomodar
De repente no es tan facil descartarlo todo o simplemente levantarnos del piso. Ahora hay electrodomestivos, arreglos de cañerias, el alimento de la gata y otras peripecias del mundo adulto. Y se siente mejor cada vez que se ordena y se vuelva mas funcional todo.
Ene 24
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Train to nowhere
Estaba nerviose. Esta vez quería salir preparade, sin olvidar nada indispensable. Pero tampoco quería demorar mucho, porque no sabía cuánto iban a tardar en volver.
Agarré el morral rojo, ese que Perkins me había pedido prestado para sus herramientas porque según él estaba viejo. Me lo quedé porque me encantaba, aunque era poco práctico para colgármelo al hombro durante todo el trayecto que iba a hacer ese día.
No recuerdo en qué orden guardé las cosas. Metí la campera de la promo, el DNI, los dólares que había ahorrado de mis laburos, la netbook del gobierno, el desodorante, el peine, y los premios a mejor promedio de primario y secundario.
Miré la flauta traversa. Quería llevarla porque valía mucha plata, pero sabía que era demasiado pesada. De alguna forma, me dije, después iba a conseguir recuperarla; pero ahora tenía que ir ligero.
Salí de mi cuarto y me fui al comedor. Creo que los llamé en voz alta, para verificar que estaba sole. Nadie respondió.
Tomé un vaso con agua y comí 2 tostadas de pan casero con mermelada casera, hecha por mamá. Iba de un lado a otro, intentando pensar si tenía todo. Llené la botella con agua, y agarré una banana. Los metí al morral.
De repente noté que me faltaba algo: la cadenita con un colgante de Las Reliquias de la Muerte, de Harry Potter. Intenté buscarla, pero sabía que ya no me quedaba más tiempo.
En algún momento de ese caos de nervios, fui al baño, para poder aguantar todo el camino. Miré la casa por última vez. Esta vez sí me iba de verdad.
Seguro de que tenía todo lo que podía cargar, salí con el morral y el celular. Silbé y ellos vinieron corriendo del campo de enfrente; Mora y Simón. Ella era toda negra y un poco más chica que él, negro con manchas marrón claro en las patas, cuello y cejas.
Me volvieron a seguir, como la vez pasada. Empezamos a caminar por nuestra calle de brosa hacia el camino de tierra negra, que la cortaba en la esquina. Era aproximadamente media cuadra, pero de las rurales, que miden una concesión, más de 1km.
Cuando ya estábamos empezando a andar por el camino de tierra negra, me parece que me llamó mamá, aunque no estoy segure. Lo que sí recuerdo bien es el mensaje: "Necrónimo, estamos volviendo del centro. ¿Querés que papá te lleve a la psicóloga?" "No", le respondí. Esta vez lo iba a hacer bien, no podrían detenerme. Caminé más rápido, con miedo a que doblaran por este camino, aunque sabía que casi siempre iban por el de la Escuela 4, dos concesiones antes de esta esquina.
Mientras caminaba me fui comiendo la banana y tomando agua. Cuando ya empezaban a aparecer las casas en construcción, tiré la cáscara al piso, porque no la iba a llevar todo el camino. Total, era orgánica; eventualmente se degradaría.
Iba con miedo a que me vieran les vecines, o a escuchar el maldito motor del Renault 19, así que me apuré aún más. Pasé todas las casas y volví a estar en medio de terrenos sin construir, así que como nadie me veía, me permití correr el poco tramo que faltaba hasta el fin del camino. Esos minutos se hicieron eternos, pero por fin llegué a la ruta. Ahora mi miedo era verlos en ella.
Fui bordeándola en dirección a la ciudad. Mis recuerdos están entrecortados y difusos. No recuerdo nada hasta llegar al lado de la Escuela 4. Luego de pasarla, me pareció más seguro caminar por el terreno al costado de la ruta, cubierto de pasto. Era más difícil que me vieran, y si lo hacían, tenía algo de ventaja para salir corriendo.
Se hacía muy largo, especialmente con el pasto alto frenándome. De a ratos estaba con la cabeza a mil, lleno de emociones; alegría, tristeza, ira, aunque no lloré ni grité en ningún momento. Pasaba de ese estado, a solo sentir mis pies contra el suelo, sin pensar en nada, casi sin ninguna emoción. Fue menos intenso que otras veces, no llegué a salir de mi cuerpo. Sentía una molestia en un pie, pero no paré.
Eventualmente hice los 3km desde la esquina del camino de tierra negra, hasta el último camino que desembocaba en la ruta antes de la entrada a la ciudad. Sabía que era muy poco probable verles ahí, porque ya había pasado mucho tiempo y debían estar llegando a casa. Eso no impidió que continuara con algo de miedo.
No aparecieron. Sé que miré en Google Maps cuál era la mejor ruta para llegar a la salita, pero no sé por dónde seguí exactamente, después de pasar el cartel de Colón.
Cuando caminaba, ya en el pueblo, ladraban los perros de las casas y de la calle, y Mora y Simón les respondían. Llegaron a aturdirme bastante, pero no paré.
Me costó un poco ubicarme para encontrar la salita, tuve que volver para atrás un par de cuadras porque me había pasado. Cabía la posibilidad de que me estuviera esperando en la puerta cuando yo llegara, porque él me había llevado las veces anteriores. Yo ya estaba preparado para ver el auto estacionado. No estaba, y tampoco oía el motor.
Después de más de 6km caminando sin parar, lo había logrado. Ahora iba a poder hablar con ella, y saber qué era real. Y cuando ella me lo dijera, no iba a volver nunca más.
Abrí la puerta y entré a la salita.
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#biografia#autobiografía#cptsd recovery#trauma#sobrevivientes#sobrevivir#escritos#textos#cosas que escribo
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Egoismo.
Es lo unico que puedo pensar cuando busco una palabra para definir tus acciones.
Egoismo, Egocentrismo, Princesitis incluso.
Crees estar en la cima del mundo por tener laburo y un titulo universitario. Muchas personas tienen eso, y es algo genial, pero no sos una buena persona, y ni siquiera sos una persona autosuficiente.
Desde que te mudaste aquí, nuestra abuela se a encargado de atenderte totalmente, te lava la ropa, te limpia la habitación, te prepara la comida... ella se encarga de todo. Paga las cuentas, luz gas internet impuestos, vos estas por construir tu maldita casa detrás de la suya y la de mi padre y seguirás gritando a los cuatro vientos que te lo mereces por ser "heredera". Debe ser un maldito chiste.
Vos no sos mas que un chiste, literalmente pareces un maldito perro caniche, me ladras a las espaldas porque cuando te voy a hablar de frente te vas a esconder detras de tu llorona madre o detras de la abuela porque siempre te van a defender porque vos sabes que SIEMPRE fuiste la favorita de todo el mundo, la princesita perfecta.
Esta semana, cuando la abuela tuvo un accidente, en vez de mostrar seriedad me tiraste la bola a mi. Mi padre dijo "llama a la ambulancia" y yo que estaba asistiendo a la abuela que aun estaba en el piso te escuche decir "decile a tu hija que lo haga"
???????
Literalmente, querida prima, en estas circunstancias no hay una competencia, es velocidad, hay que reaccionar rápido. Con esa respuesta, asi haya sido una simple caída, me diste a entender que no te importa que le pase a la abuela, me diste a entender que si se muere tampoco te va a importar.
Realmente tenes suerte, prima, de que mi temple en esas situaciones sea infinito, de siempre mantener la calma y hasta que no se calma todo no activo los sentimientos, porque cada dia me estas dando mas y mas razones para moleste a golpes, y creeme el día que pase no me va a poder detener nadie.
Ese día, el día que vos seguiste haciendo ejercicio aunque nosotros estábamos esperando la ambulancia con la abuela muy adolorida acostada en la cama, yo me fui con ella en la ambulancia y vos que hiciste? Nada, ni acompañaste, no te inmutaste, seguiste con tus cosas como si fuera un dia normal.
A las 2 de la mañana volvimos con la abuela dada de alta de urgencias, con el brazo enyesado por una fractura que necesita cirugía urgente en los próximos 15 días, y vos? Ya estabas acostada por dormirte porque "tenias un largo día mañana".
Lo peor? La abuela te sigue prefiriendo, te sigue defendiendo y te sigue aguantando.
Pero esta bien, la vida es así, y yo amo a mi abuela, y se que nunca van a reconocer nada de lo que yo hago y tampoco me importa, pero no voy a dejar a mi abuela en tus manos porque se que con vos no estará segura nunca.
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Febrero
Ya había observado el celular unas cuantas veces, posponía la alarma que me cortaba los sueños a la mitad y seguía sin abrir esos mensajes. Esos mensajes acumulados en las notificaciones de mi teléfono que, por unos cuantos motivos había decidido ignorar.
De repente pude espiar con las pre visualizaciones, un mensaje que decía que ese día pasaba algo astrológico, que no volvería a suceder en no sé cuántos miles de años. Ese día a las 23:23 horas se alineaba un planeta con no recuerdo qué y se iba a abrir un portal de “no presté atención”. Ese mensaje si lo abrí, era de mis amichis del laburo que me estaban pasando toda la data de este evento mágico que sucedería esa misma noche y del cual tenía que estar agradecida de poder vivir (que pelotudez pensé) y seguí con lo mío, intentando completar aunque sea un sólo sueño.
Después de una jornada normal de laburo en casa, en donde las horas se pasaban entre que giraba un puchito, giraba un mate, giraba una canción en aleatorio y la volvía a escuchar, leía la letra, volvía al mate y así; ese numerito de notificaciones seguía aumentando y la pantalla titilaba con un “dejame explicarte lo que me pasa, tomemos unos mates en la plaza y no te vuelvo a joder nunca más” y yo por dentro pensaba, esto no me puede estar pasando a un mes de mudarme de mi casa.
Ignoré ese mensaje lo más que pude y sin embargo un poco por curiosidad, otro poco por valentía, accedí a ese encuentro. Completamente decidida de ir a explicarle a este pibe que había conocido hace una semana, que yo ya tenía planificada mi nueva vida y que me tenía que ir. Después de todo, lo nuestro había sido un evento aislado entre tantos hermosos eventos que seguramente deben pasar en simultáneo, ya que no había absolutamente nada que hacer al respecto, más que superarlo y dejarnos ir.
Apagué las luces de la casa, me puse la mochila y bajé por las calles de mi barrio.
Esas semanas previas a mi partida, estuve disfrutando particularmente de la vista que envolvía mi día a día. Las sierras, el olor a los espinillos en el aire, los “uhu” de las lechuzas que volaban bajito, seguramente cazando ratones. Caminé pateando piedritas, mirando las estrellas y volviendo a las piedritas.
Llegué a nuestro punto de encuentro, donde él ya me esperaba y me senté en el piso sin darle un beso, ni mirarlo a los ojos y empecé a preparar el mate como quién llega tarde a una clase en la facultad y finge demencia.
Los dos llevamos nuestros mates, pero tomamos del mío. Así comenzó nuestra conversación, yo convidándole un mate y él contándome su verdad.
Debo admitir que nada en la vida me preparó para lo que yo experimenté ese día (bueno, noche).
Esa noche después de escuchar todo el relato de este pibe roto y con absolutamente cero ganas de vivir que estaba escuchando, pude valorar realmente las amistades que vi nacer y las posibilidades de pertenecer en los lugares que construí a lo largo de mi vida. Me di cuenta que no importaba el momento, ni el lugar, ni los planes que yo tenía. Él estaba ahí con el corazón en la mano sin latir y yo estaba ahí por un motivo claro.
Decidí quitarme la armadura (así como él me dijo) me saqué mi corazón rojo y brilloso y se lo puse en las manos. Le pedí que se abrazara y yo lo acompañe en ese abrazo.
Le entregué mi corazón a este pibe que lo necesitaba y le pedí al viento que silbaba entre nosotros esa noche de verano, al reflejo de las luces que se observaban en el lago, al canto de las ranas y sobre todo a él, a quién estaba envolviendo con mis brazos, que eligiera vivir. Que no me eligiera a mí, que se eligiera a él sobre mí y me permitiera amarlo.
Unos cuantos meses después, alcancé a escuchar un ruido despacito que venía de la puerta del departamento donde vivo hace casi un año. Al abrir la puerta fue grande la sorpresa que me llevé, al ver en el piso a ese corazón que yo le entregué en las orillas de un lago a las 23:23 a ese pibe desarmado.
Lo recogí entre mis manos, lo observé y ya no era el mismo, ya no brillaba como antes y se escuchaban pocos latidos. Este corazón la había luchado y lo había intentado, pero no lo logró. Y como seguramente adivinaron, de ese cuerpo donde sin esperar nada a cambio, yo lo había colocado hace ya algunos meses, lo habían retirado.
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il mio rapporto con el cigarrillo en este momento:
mi papá construyo su empresa fumando. fumaba cigarrillos de caja, malboro: 2 cajas al día, mínimo. en las fotos familiares de que soy chiquita hay un pucho. luego de que mi tío dani (su hermano) tuviera un infarto, decidió dejarlo. le costó horrores. lo vi convulsionar en el piso por ataques de abstinencia. saben que? los dejó finalmente, luego de tratar con parches y chupetines, un 26 de agosto, el día de mi cumpleaños. nunca más volvió a fumar. se murió de cáncer igual, pero no de pulmón; de sangre.
mi hermano también construyo, concomitantemente, su adolescencia fumando. también tenía su estudio en el quincho, donde en el piso de arriba papá trabajaba, y mi hermano estudiaba/hacia sus canciones (compartimos eso, la musica y el estudio, ese equilibrio raro pero sano y creativo ✨), entonces el olor no se sentía. yo sabía igual, porque cruzaba del living a la cocina rápido, en esas noches de invierno a avisar que la comida estaba lista; y él no llegaba a guardarlo. y después compartimos los espacios más de grandes juntes, ahí donde se toma birra y se fuma puchito. sin embargo yo nunca lo hacía, aunque lo bancaba a pleno, “ee vamos a fumar un puchito”.
a los 27 comencé mi vuelta de saturno y con ella una revolución individual (de quién era yo, cómo me mostraba, etc) que comenzó con una cirugía (básicamente me sacaron un ojo que había nacido en un ovario en mi útero), y siguió con una negación a todo lo que había sido -incluyendo el estudio-. eso me llevo al arte, pero también a la noche, a la birra, a la deoga: comencé a fumar puchito. lo necesitaba. y después empecé a usarlo en casa sola, a tomarme mi tiempo, a rolarlo, a disfrutar de ese momento y mirar el horizonte, sentir el humo. después empecé a hacerlo con mis amigues que también fumaban, que siempre fumaron, y fumabamos juntes. nunca más lo dejé
además, me ayudó a dejar un poco la marihuana atrás en un momento en que no podía realmente fumar y necesitaba desintoxicarme. en fin, se volvió un “compañero”, una actitud que porta además un componente adictivo malísimo, una ansiedad que alimenta que intento combatir pero la siento. y me gusta esa provocación de “ya se que esta mal pero lo hago igual”, y me gusta tomarme recreos de pucho en el laburo para pensar, y en fin, le agarre el gusto.
pero el pasado 12 de febrero del 2023, cumpleaños de mi hermano (con quien claro, ni bien empece a fumar dsps estuvo re bueno compartir con él lo que significa “compartir un pucho”, saber que está re mal lo que estamos haciendo porque lo vimos a papá en esa pero no poder resistirnos y aceptar esa “decadencia” o debilidad humana, y compartir un pucho en un desayuno en Paris a la mañana), él decidió dejar. está pasando por un momento dificil, me lo dice, y yo siento que no quiero que me vea fumar. se que le hace mal, se que se siente responsable, de alguna manera. varias veces le dije que no, tal vez tenga que repetirselo.
porque ahora yo los ultimos puchos que me estoy fumando me estoy cuestionando mucho; a mi alrededor diego y erica decidieron solo fumar cbd, dejar la marihuana y por supuesto el tabaco atras; matteo invece fuma. y este pucho que me fumo en mi ventana para terminar un fin de semana loquísimo y con muchas muchísimas reflexiones, se los dedico a ustedes, papá y gabi, que no quiero responsabilizarlos por mi decisión de fumar, que es una decisión consciente, aunque errada - pero cada une de nosotres tiene sus tiempos para los procesos, y yo sé que en algún momento voy a hacerlo, sólo que no es ahora, déjenme que yo también quiero ver que pasa si estudio y creo algo mientras fumo.
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ok ok en español
resulta que tengo un tema personal con el olor que me asusta siempre tener olor feo. tengo terror a haberme acostumbrado a un olor que tengo que sea vomitivo y nunca enterarme y andar por la vida como bob esponja en ese capítulo donde le pregunta a todo el mundo si es feo cuando en verdad tiene aliento horrible. no hay un dia que no me bañe xq encima mi pelo es grasoso y si lo dejo estar lo apreto y con lo que sale me puedo fritar una milanesa.
entonces para mi es rarisimo cuando la gente NO SE HUELE. NO SE SIENTE EL OLOR. no es por juzgar es solo que como alguien que se esfuerza tanto en oler a jabón y perfume o rexona clinical me hace cortocircuito el cerebro cuando veo a alguien que le importa un fuck. medio admiro eso un poco pero al mismo tiempo hay axilas que deberian ser consideradas armas biológicas.
procedo. resulta que hoy hablábamos con una amiga y me hizo acordar a una ex compañera de trabajo cuando laburaba en palermo hace unos años que no era mi persona favorita en el mundo porque vivía a la defensiva. tirabas una y ya te quería pelear porque todo era un ataque. y yo como hablo a lo loco por ahí parece agresivo lo que digo. era algo normal para mi decir "hacete ver la cabeza" como consejo genuino cuando una de mis compañeras estaba no se puteando a uno en el teléfono. La ex compañera que se sentía atacada (la llamaremos A) fumaba un montón (incluso cuando estaba embarazada btw) entonces ya estaba ese olor base. aclaro que yo también fumaba (ahora poco o nada) y eso también se agregaba a mi cosa con los olores.
A, que no tenía ningún problema de agua o luz en la casa y sabía que también compraba productos higiénicos porque una vez compró saliendo del laburo que fuimos las dos al DIA% de constitución, a veces llegaba a la oficina con olor a cosas. no soy nadie para juzgar pero si veía a otra compañeras en la oficina diciendo che abramos la ventana; prendamos un sahumerio; ai que lindo este poett aroma bebé; etc asi que no era una loca exagerada medio que se SENTÍA. pero todas estabamos en plan seamos buena gente y dejemosle el trabajo sucio a los que se la van a tener que bancar en el tren. aviso: no tenía nada hormonal, tenía agua caliente en ka caza y luz y todo. creo que simplemente no se le daba bañarse a veces y nosotras sufríamos en silencio.
de vuelta a hoy, con mi amiga estabamos hablando de cosas de lesbiana cuando me tira "che te acordás cuando pensabas que te habías vuelto heterosexual" a lo que cuando hice esta expresión
procedió a reírse y después gritar TE ACORDÁS DE A DE PALERMO???
COMO no me voy a acordar dios.
un dia en la oficina con A estábamos armando unas cajas que iban a ser enviadas a california llena de libros y para las cajas yo que tenía dolores de espalda prefería sentarme en el piso y armarlas. cuando se llenan las cajas, se tienen que rellenar con carton/papel/burbujas/lo que haiga y encintarlas bien porque los putos de DHL a veces les tentaba abrirlas y quedarse con una copia de no se el libro negro de la nueva izquierda (escrito por marquez amigo de milei y acusado de abusar de su hija btw) que se vendía bastante. esta caja estaba bastante llena entonces le dije la cierro yo y hago peso y vos encinta la caja.
una vez que hice fuerza (en rodillas en el piso, codos en la caja) ella procedio a agarrar el dispensador de cinta, y desde donde estaba sentada al otro lado de la caja en una silla de oficina, abrió las piernas para posicionarse mejor y le dio con fuerza al dispensador. con eso todo bien, pero de su entrepierna sentí salir un olor que con la memoria puedo describir como pescado, sudor y SEMEN CON SUS HORAS ENCIMA.
ni siquiera seco solo se me ocurre decir fermentado pero no lo describe bien.
A terminó de cerrar la caja y yo me levanté del piso intentando no verme muy apurada o algo y me fui al balcon a respirar porque genuinamente no podía mas. a la tarde cuando llegue a mi casa ya me había hecho la cabeza con que por ahí era yo le pregunté a mi vieja, hice que mi tia me huela y nada asi que obviamente no era yo. mientras me bañaba me acordé y me dieron arcadas. todavía tenía el recuerdo del olor al final de la nariz entonces no podia ni comer.
al dia siguiente entre a la oficina y tranqui comenzamos a laburar. cuando A llega un ratito después, me vino la memoria y dije uff falta esto voy a comprar para escaparme de las arcadas y salí a la calle a caminar y así poder actuar de forma normal y decente mas tarde. cuando volví a la oficina había un sahumerio prendido y en ese momento decidí que en algún momento tenía que renunciar.
dejé de trabajar ahí 3 meses mas tarde. el olor de A no fue ni de lejos lo peor igual.
pero si creo que A fue un factor muy grande en como tuve una etapa donde no podía ni ver una vagina porque me daban náuseas tipo pensé que me había vuelto heterosexual (por eso mi amiga gritando) de un dia para otro pero NO era solo el recuerdo de olor a concha sucia.
en fin. bañense. lavense bien. tomen agua.
can i be personal for a second and say something very unsanitary? can i? i told my friends a while ago and they all made an awful face but i feel like i need to gross more people out
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Si hay algo que no le desearía ni al peor de mis enemigos, ni a la persona más malvada, más perversa con que me cruce, es que sufra ataques de pánico.
Se te hiela la nuca, como si te apoyaran una barra de hielo, pero sentís la cabeza caliente; tiritás; sentís que perdés el control de lo que pensás; que te aparecen pensamientos buenos y malos de golpe, muy seguido, como si se te abrieran varias ventanas de Windows y no podés frenarlo; que nada tiene sentido en la vida; que te morís; no sabés si pararte, caminar, sentarte, acostarte, boca arriba, boca abajo, de costado; te falta el aire, respirás hondo y más hondo; el corazón se te estruja como un trapo de piso, se endurece, como queriendo salirse del pecho; no sabés si tomar azúcar o sal; creés que hay que beber mucha agua, y te bajás un litro; te sentís con la panza llena; entonces, otra vez sentís que te falta el aire, y aún más; querés ir al baño o salir del lugar donde estás e ir a la calle a respirar más hondo, y que pase, pero no pasa. ¡Y es una espiral que crece y crece y crece y crece, y no la podés detener…! Pero ¿sabés qué? Al final sí pasa.
Siempre pasa. Es una pesadilla estando despierto. Y como toda pesadilla, pasa. Y todo vuelve a tener sentido. Vuelve la claridad. Vuelve la calma. Y podés volver a trabajar, comer, pasear, ver una película, leer un libro, sonreír, subirte al colectivo o al subte, charlar con otra persona, amar, tener sexo, jugar a las cartas, correr en el parque, bañarte con agua caliente, cocinar, viajar en avión. Todo se puede volver a hacer. Lo juro. Y nadie te va a considerar un loco. Y nadie te va a dejar de querer.
El pánico puede volver a atacarte. Sólo hay que aprender a impedir un nuevo golpe; a desasociar los momentos, los lugares, las situaciones, las comidas, los olores, los objetos que están conectados psíquicamente con el ataque de pánico, que han dejado una huella en la mente, y tratar de reconciliarse con ellos.
A veces no llega a ser tan grande el ataque. Es un paniquito, diríamos, una aflicción que dura poco y se va. Controlar la situación, la manera de hacerlo, es algo muy personal, que quizás lleve tiempo. Sabiendo que es una situación que pasa, que se termina, hay que calmarse y buscar el mejor camino. Cada uno sabrá de qué manera: hablar con amigos, hacer terapia, hacer yoga, meditar, caminar escuchando canciones que nos traigan buenos recuerdos, hacer pasear el perro, ver una serie, comer un chocolate, pintar, cocinar, ponerse a escribir o simplemente no hacer nada. Es descubrir qué nos da miedo, enfrentarlo aunque duela, aunque angustie, aunque nos dé miedo a tener miedo —porque existe el miedo al miedo—, y tratar de evitarlo luego, alejarse de eso que nos atormenta y causa pánico, que es como una fobia pero en este caso encubierta, que actúa de golpe, sorprendiéndonos, poniéndonos en un abismo, que es irreal. Porque todo, absolutamente todo, está en la cabeza. Nada fuera de ella.
No vengo a escribir esto para solamente describir un ataque de pánico, sino para describírtelo, decirte que lo sufrís no solamente vos, sino muchísimos más y asegurarte que pasa. Quedate tranquilo, que pasa. Re pasa. Recontra pasa. Y en la mayoría de los casos no vuelve.
Quizás una clave sea no barrer la mugre y meterla debajo de la alfombra. Sino barrerla, meterla con la pala en una bolsa de supermercado, ponerla en el canasto de la basura y que el camión se la lleve a la mierda para siempre. Pero, calma, que eso puede llevar un tiempo. El que sea necesario. No te fijes plazos. Porque los plazos causan ansiedad. Y la ansiedad causa pánico. Y así todo se va al diablo. Calma. Mucha calma.
Siempre que puedas, no dudes ni un poco en recurrir a tu entorno, amigos, familia, en lo posible, porque eso ayuda a que pase más rápido. Y luego, con tranquilidad, con tiempo, tratá de reflexionar qué pudo haberlo ocasionado, por qué aparece cada tanto. No confundás la diversión y el goce vacío y pasajero con el placer genuino y duradero, que quizás es lo que esté faltando. Hay algo ahí dentro que es lo que jode, lo que atemoriza, que provoca incertidumbre. Tratá de alejarte de las cosas que te metan presión, de ser menos autoexigente —¡demasiado te rompen las bolas en la facultad o en el laburo o la propia familia e inclusive hasta los amigos, como para andar exigiéndote vos mismo!—. Intentá satisfacerte más, identificar los factores que te generen ansiedad, que te agitan cotidianamente, que te hacen querer todo ya, todo ya, todo ya, todo ya, que te hacen pensar que una gripe es la muerte directa o que un dolor de panza es un cáncer de estómago. No es así. Repito: no es así. O creer que la turbulencia es que el avión se está por caer, cuando en realidad podés tomarla como las cosquillas de las nubes, porque los movimientos siempre pasan y el avión siempre sigue su rumbo. Esos fantasmas que comienzan a multiplicarse en segundos en la cabeza y te espantan y te causan el ataque de pánico. Esos fantasmas que sólo existen en tu cabeza. Esos fantasmas que hay que soplarlos, y se van. Porque son humo. Porque no existen. Y no hay que darles la más mínima entidad.
Si hace falta medicación, clonazepam, por ejemplo, hay que tomarla. Si hace falta hacer terapia, hay que hacerla. Hay que sacarse los mandatos y los prejuicios de encima. Nadie está loco. O todos lo estamos. Y estamos para acompañarnos. Mucha gente sufre estos martirios. Y es recomendable consultar a profesionales. Ponerse las pilas con eso. Pueden parecerte chantas, porque somos incrédulos, porque cuando sufrimos pánico somos racionales, escépticos, pero en verdad ellos son los que saben. O, en todo caso, nadie sabe más que ellos cómo parar el pánico y ayudarte a encontrar una vida en paz.
No trafiques clonazepam, alprazolam o el que sea. No te automediques. Acudí al médico psiquiatra, si fuera necesario, y a un psicólogo, si también lo considerás necesario. Está comprobado que se sale de estos tormentos con ayuda farmacológica y terapéutica. Aunque a veces no hace falta ninguna de las dos. Pero si te aquejan los pánicos, aunque sean sensaciones, o paniquitos, una consulta nunca está demás. Nadie te va a abducir, como una nave extraterrestre, a su consultorio ni a su diván. Siempre está la chance de decir amablemente que no, que lo vas a intentar de otra manera. Siempre hay posibilidades de cambiar de médico y de terapeuta. Algunos probaron con homeopatía y salieron. Otros se separaron de su pareja y salieron. Otros renunciaron al laburo, que les quemaba la cabeza, y salieron. Otros salieron por sí solos sin cambiar nada, y nunca más volvió el pánico. La salida es un punto de vista. La terapia y el tratamiento farmacológico, si se necesitaran, son un traje a medida. Pero los sastres no son nuestros amigos. Los sastres son los profesionales, los que saben.
Los ataques de pánico son un infierno que muchos sufrimos. Son la tortura de nuestra propia mente. Pero la vida hay que vivirla. Y del infierno se sale. Y se sale fortalecido. Porque aunque aprendemos a los golpes, que son los ataques de pánico, aprendemos de verdad, nos conocemos más para ser felices y para vivir en paz. No tengas miedo, que todo pasa. Y es para estar mejor.
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A solas
Sentado en esta terraza pensando un poco de lo que me ha pasado en la tarde, el trabajo ha sido arduo laburo como mula y caí en cuenta que me he convertido en el centro de lo que pasa a mi alrededor tal vez sea por que lo veo desde mi perspectiva, caí en cuenta que todo el mundo me respeta y cuando les pasa algo me buscan para ayudarlos, creo que no he aprendido a decir que no y me pasaba mucho con mis antiguos amigos tengo tiempo que no los veo creo que desde que inicio la pandemia llegue a la conclusión de que ellos me absorbían y que no era una amistad tan fuerte como pensé.
Pasan muchas cosas por mi mente creo que tengo miedo a quedarme solo y no volver a encontrar a esa persona especial , yo solía ser indomable tener un carácter fuerte un poco impaciente, pero es increíble como una persona te cambia y te mueve el piso tenia tantas cosas comprimidas de mi vida que pensé solo en mi y creo que la aburrí normal en mi y desapareció se esfumo.
Siendo sincero creo ]que soy una persona muy tarada he dado demasiado por otros que resuelvo los problemas del pequeño mundo que me rodea pero tengo un vacío que no puedo llenar como que me falta algo y en realidad no se si estará bien sentirse incompleto y a pesar de eso siempre hay una sonrisa en mi y una risa escandalosa que a algunos le gusta y a otros le incomoda pero da igual.
He sido papá , el amigo , pañuelo de lagrimas, confidente , hermano soy tantas cosas y deje una huella en cada persona que he tocado como una especie de firma personal tengo un mar de paciencia y mochos han abusado de esto tengo un cerebro que procesa las cosas muy rápido demasiado talento y últimamente poca disciplina pero es normal no estoy al 100 ya son muchos años que no lo estoy pero hay que verle el lado positivo a la vida
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Título: No me gusta que me toquen en las fiestas
Autor: Elías Leiro
Poesía. Año 2020
Obra en tapa: S/t. Digital, 2020. Juan Hernández
ISBN 978-987-4430-13-7
48 páginas
Lo bastante que nos vence y en lo poco que vencemos: escrito en dos órdenes, este libro alumbra con un láser desprendimientos dentro de lo desprendido, el momento posterior a la tensión o en que se espera lo que ¿llegará? Elías capta la música que tienen los tropiezos, los fracasos y las caídas, observa que para acercarse no hay reglas lógicas. Hay algo de existencial también: ¿cuál es la relación entre lo que estoy viviendo y lo que sé de mí? Más que nada, pareciera que los poemas se preguntan: ¿es este el lugar para esta manija de sentir?
Joaquín Allaria Mena
A pie, en bondi o en tren, el callejeo ofrece estímulos para una percepción por momentos alterada: roces, contactos, suelos que parecen hundirse, luces de frente que producen mareos, accidentes, peleas, golpes, confusiones, se alternan con destellos de estabilidad y luminosidad, pequeños hallazgos estéticos, momentos efímeros de convivencia con desconocidos, encuentros y desencuentros con amigos, coqueteos, notas de belleza, atención a los propios movimientos. Mensajes van y vienen en celulares que se quedan sin batería, paradas estratégicas en kioscos para abastecerse en lo impredecible de la noche o el día. Ánimo en suspensión, estado permanente de promesa.
La policía de la esquina usa chalina contra el frío el chaleco antibalas no le alcanza por atrás de la gorra se le escapa una cola de caballo rubia. Quiero que se muera no que cambie de laburo. Algunas cosas son hermosas solo en relación quiero que cambie de laburo. Me seguís gustando no quiero que se muera todas las policías son rubias? vos sos morocha y no sos policía no quiero que se muera que cambie de laburo
Un beso con los ojos abiertos para ver si viene el bondi
Pasamos por una construcción y alguien golpeaba un fierro con algo. No nos conocemos pero todos cerramos los ojos al mismo tiempo.
Me saco la remera para pelear con un desconocido en la calle la versión fea de los chicos que te gustan
Esos dos pibes arriba de una moto y yo, acá, desabrigado lo único que queremos saber: nos vamos a dar unos besos o no?
Una hoja amarilla me pasa a milímetros de la cara empujada por el viento, no la esquivo pero no me llega a tocar
Bajo las escaleras con las manos en los bolsillos este no es el lugar
Entro al kiosco a comprar sedas el empleado está dormido me voy despacio para que no se despierte
Caminando x la feria de mi barrio con el corte de pelo que peor me queda pero más me gusta
Pisando suave x si el suelo se hunde.
Mi mamá quiere que vengas a cenar a casa antes de que te vayas Le vas a decir que no?
Si salís campeón no te olvides de nosotros
Elías Leiro nació en Buenos Aires en 1995. Estudió Artes en la UBA, escribe e investiga sobre arte contemporáneo. Como artista realizó dos muestras individuales: “Por accidente piso cemento fresco” en Espacio Ftalo y “Posible y precario” en Media Galería, y formó parte de diferentes muestras colectivas. En 2017 participó de la Primera Residencia del Festival Internacional de Poesía de Rosario. Este es su primer libro.
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La idea de esta entrevista comenzó por una charla en 2022 una tarde en el Anexo MMAMM en la muestra de La vida secreta de las imágenes. En el día de hoy, 12 de abril de 2024, la cita comenzó en el marco de un día frío entre mates, salsitas y falafels recién horneados. Como se extendió largamente, el siguiente texto registra algunos pasajes intervenidos por la imaginación y el magnetismo que esta historia nos produjo, en su capacidad de mantenerse en el punto justo entre el misterio y la huida, como ejemplo de un modo de vida particular y esquivo, en el medio de una Mendoza en un proceso de transformación, manteniendo brillante el poder y la gravedad de una mujer para habitar la diferencia.
La historia de mi abuela es como una especie de leyenda, porque no hay nada cierto cierto. Son cosas que se decían, cosas que se cuentan. Por palabra de ella no tenemos la historia. Es una historia que ha venido a nosotros por mi viejo. Mi abuela era una persona que le gustaba mucho el arte. Ella quedó huérfana en Santiago del Estero. Ella se llamaba Kira Kadiajh y nosotros tenemos el apellido de ella.
¿Kira con k? Bellísimo
Sí. Era blanca mi abuela, tenía ojos claros, rubiecita, nada que ver con nosotras. Bueno ella se cría en el orfanato, se escapa a una edad, no sé si a los 16, con una amiga. Las vuelven a agarrar, las meten otra vez al orfanato, se vuelven a escapar y se van a Buenos Aires. (Ahí) yo no sé porqué se involucra o entra en contacto con la gente del arte. En algún momento alguien dijo que ella quería ser actriz y después sabíamos que había posado en la Escuela de Bellas Artes, para un escultor. Ser modelo era un laburo que a ella le servía y le pagaban muy bien, así que empezó a rodearse de artistas. Yo pienso que allá se quedó embarazada de Estrella, mi tía mayor, porque ella cuando después encuentra a su papá, era porteño. Pero la cría acá en Mendoza. Después viene mi papá, Máximo (Turco Máximo Kadiajh) y la última hija que tiene es mi tía Argentina, que le decimos todos Tina. No sé cómo llegaron a Mendoza, mi abuela viene con mi abuelo Luis. Él estudiaba, sabía muchas cosas, pero no tenía la ambición de una carrera. Era hijo de militares, tenían plata. No sé cómo se conocieron, se vinieron sin nada. Mi abuela era muy anarquista, vivían como en una especie de bohemia: tocaban la guitarra, escuchaban música clásica, leían mucho. Eran gente muy culta en una situación muy rara, diferente.
Acá nace mi papá y mi tía Argentina. Los tres hijos son de padres distintos. Lo cuento porque me parece muy importante. Ella era una mina muy libre, practicaba esa libertad, con mi abuelo presente. Nunca se casó. Ellos pasaron un tiempo con los chicos en una villa que se había hecho al lado del zanjón que está en Las Heras, (a muchxs) les dieron casa en La Favorita. Mi abuela no quería vivir en un barrio, rodeada de gente, así que se fueron al cerro a vivir, enfrente de la rotonda del indio (Parque Gral. San Martín), en la subida/bajada del anfiteatro (Teatro Frank Romero Day). Ahí había como una especie de quebradita y donde terminaba estaba el rancho, la casa de piedra con el techo de chapa que hizo mi abuelo. Esa es la casa que yo conocí de mi abuela, era una aventura ir para nosotras, era divino. Subíamos por la quebrada y llegabas a la pared de piedra, caminabas un poquito y aparecía el patio. La casa era solo dos espacios: la habitación y la cocina. La habitación tenía unas escaleritas de piedra para abajo y ahí tenían el colchón en el piso, con una frazada de pulloveres cosidos, de muchos colores. Me acuerdo siempre que tenían una especie de chimenea que no se usaba, como de adorno, y arriba de la chimenea estaba llena de libros, una pila de libros para arriba. Afuera había grupos de cabezas de muñecas con algunos peines, un espejo, del otro lado una montaña de pilas… Como los pájaros pergoleros ¿los conocen? Acumulaciones muy ordenadas de cosas: cabezas de muñecas, muñecas rotas, pilas, hojas de gillette, cosas así, todo ordenado y un horno de barro. No había baño, si estaba todo el monte. Me acuerdo que mi abuela nos daba papelitos morados, en los que venían envueltos las manzanas ¿se acuerdan? Ahora no vienen así. Ella los juntaba y nos lo daba y nos decía “si les falta se buscan una piedra muy lisita y con eso terminan de limpiarse”. Nosotras íbamos y le robábamos la plata a la virgencita (Virgen de Fátima Milagrosa). Nos llevaba al cerro y se ponía a leer mientras jugábamos y volvíamos llenos de garrapatas.
Mi abuela a mi tía Estrella la mandó a ballet. Desde esa misma casa ella quería que sus hijos tuvieran una educación artística y los mandó a buenas escuelas. Ella (la tía) bailó mucho tiempo en el Independencia y después se fue al Colón y del Colón a Europa, hizo una carrera. Mi papá estudió mucho con Lahir Estrella, que es muy conocido por la Escuela de dibujo al aire libre, y después entró a la Escuela de Bellas Artes. A mi tía Argentina la mandó a estudiar Francés, creo que ella sí era hija biológica de mi abuelo (Luis). La cosa es que la historia de mi abuela es una historia que no la vamos a saber nunca jamás. Ella no quería contarles a los hijos la vida que había llevado.
Pero se había ido armando como un relato entre los hijos…
Sí. Mi papá una vez contaba que a la casa iba Scalco (Juan), porque ella posaba también para la Escuela de Bellas Artes de acá. Yo no sé si es verdad o no, dicen que posaba para muchos viejos artistas, lo conocía Cúneo también (Víctor Hugo Cúneo), dice que se aparecían en la casa. Mi abuela compraba en la ciudad, en una librería conocida de la época, muchos lotes de libros completos, en los que venían muchas clases de libros: esas son las pilas de libros que veíamos en la casa. Ahí se juntaban muchos escritores en los 60’s o finales de los 50’s. Ella compraba el diario Qué pasa? del partido comunista, mi papá estaba afiliado al PC, mi abuela decía que ella era anarquista y también de izquierda. Contó en algún momento que había estado presa embarazada por haber repartido panfletos anarquistas en la época de Perón en San Juan, por eso mi papá nació en San Juan (1949). Mi abuela se vuelve villera, empieza a vender yuyos del monte, los seca y los vende, los trueca. Mi abuelo era electricista, cada tanto trabajaba de eso. Trabajaban lo justo y lo necesario.
Mi viejo tenía una relación muy particular con mi abuela. Siempre iba a laburar con ella desde chiquito. Es un tipo que se crió en el monte, como un animal salvaje corriendo por el cerro. Cuenta que una vez agarraron unos leoncitos que se habían salido del zoológico y se los querían llevar. Esas cosas. Mi abuela le decía Machi, por brujo, porque era un tipo muy intuitivo. Mi papá dibujaba muy bien, pero quiso hacerse boxeador, a lo que mi abuela le dijo “si vos te hacés boxeador te vas a volver tonto”, entonces se hizo ciclista. Abandonó la escuela, abandonó todo. Después cuando conoció a mi mamá y nosotras nos hicimos grandes decidió terminar la secundaria y se metió a diseño de productos. Siempre tuvo oficios, una bicicletería, soldar, fibra de vidrio, serigrafía, de todo…un tipo con muy buena manualidad. Terminó trabajando con los diseñadores que se recibieron, el Pupo Boldrini, con el Gato Ficcardi, con el Ari Doctors; él llevaba a volumen lo que los chicos diseñaban. Ahora está estudiando guitarra. Tiene eso de mi abuela, de siempre estudiar, siempre autodidacta.
Los domingos discutían de política a los gritos. Después se saludaban y mi papá se iba, era la forma de cariño entre ellos. En mi casa siempre se discutió mucho aunque mi papá fuera machista, todas opinábamos. Discutíamos a los gritos, fumábamos y tomábamos mates, era así en la casa. Mi papá tiene una práctica de la discusión que ha heredado de mi abuela, que practicaba con ella. Tiene una manera de argumentar, genera una especie de orden, una secuencia, algo lógico que para mí era un juego al que había que llegar, y como a mí me interesaba la relatividad, que algo podía ser así o no, lo tenía que argumentar muy bien para ganarle.
¿Y tu abuelo?
Mi abuelo se muere en el cerro. Un día mi papá llega al cerro y mi abuela lo recibe y le dice “tu papá está muerto en la pieza”. Lo ve y estaba así, muerto, allá arriba. Debe haber sido re fuerte eso para él. Bueno, hace todos los trámites, lo velan a mi abuelo y decide traer a mi abuela del cerro a mi casa (Jesús Nazareno). Ella murió en el 89 y vivió con nosotros cinco o seis años, yo era chica (Sabri nació en 1974). Ella siempre caminaba, salía del cerro, iba hasta la ciudad, volvía. En la casa del cerro no había luz así que se iluminaban con velas, no había gas así que cocinaban con leña. Y tampoco había agua así que iban a buscar agua del Anfiteatro. La vida era así, ese era el sustento. Ser electricista mi abuelo y mi abuela hacer esos trueques con los yuyos. La cosa es que cuando se la trae a la casa, nosotros teníamos una casa pequeña también, casi una réplica de la del cerro pero con un baño afuera y hecha de bloques en vez de piedra. En la habitación mi papá había hecho un tabique, del otro lado dormía mi abuela y cuando prendía fuego se llenaba todo de humo. Ahí empiezan una serie de temas porque había que vivir con mi abuela. No dejaba de hacer las cosas que hacía en el cerro y eso generaba conflictos con mi madre, que venía de una familia donde la limpieza era un valor social muy importante.
Mi abuela extrañaba mucho su casa. Se iba y no volvía, se volvía al cerro, caminando hasta allá. Eso lo hizo varias veces, ella estaba acostumbrada a caminar. Así que para que no volviera mi viejo un día se fue allá con una maza, un martillo y tiró la casa, solo. Le tiró la casa. Le dijo “te tiré la casa, ya no vas a poder volver”.
Me acuerdo que cuando volvía del colegio me bajaba del colectivo en la avenida y la buscaba, buscaba un humito. Cuando lo encontraba ahí estaba la vieja en el fuego, tomando mate, leyendo, haciendo alguna cosa. Ella estaba más vieja, seguía trocando algunas cosas. Le metía el verso a alguna gente. Una vez estaba doña Godoy que vivía del otro lado y mi abuela le estaba haciendo un rito de bruja, pero ella decía “esta gente se cree cualquier cosa, yo le hago esto, me pagan unos mangos y así tengo plata”. Era vivir de lo que se podía como se podía, así aprendió a vivir en la calle.
Mi abuela nació el 11 del 11 del 11. Ha marcado mucho, yo siempre la he sentido muy presente en mí, ha sido muy importante. Después de un tiempo la dejé ir porque uno a veces se aferra demasiado a las cosas que le parecen importantes. Tiene como una dimensión muy mágica en la vida de uno, en un momento dije ya está, porque era ella, el número 11 por ella, tener su apellido que me encanta… Pero es una mujer que sufrió un montón, no la pasó muy bien. Escribía mucho, hacía listas de tareas del día, llevaba un diario. Llevaba muchos diarios escritos con una letra prolija cursiva muy linda… Siempre pienso que había sufrido mucho, que no fue fácil para ella. Había momentos en los que yo creía que estaba loca. Por ejemplo una vez había venido mi tía Estrella de Buenos Aires, entonces iban a llevarla porque se iba en tren, entonces ella para despedirse se puso un vestido, un pañuelo atado acá (en la cabeza) y unos lentes así, que los tenía guardados y venía riéndose, con un diente, como loca.
Después mi papá le construyó una casa en el fondo. Nosotras jugábamos mucho en el fondo y a mí me gustaba verla… Charlábamos mucho. En una época estaba estudiando alemán con unos diccionarios y por ahí repasaba cosas conmigo. Me explicaba algo de política, yo no entendía nada de lo que ella me decía y encima me decía “¿entendiste? a ver explícame” y yo no podía.
Un día me pelié con mi abuela. Le reclamaba que no se bañara. Después de grande entendí que era algo que me venía de otro lado y era algo que yo tampoco pensaba. Me acuerdo que ella me miró como diciendo “bueno, qué le voy a decir a esta nena que no ha pasado ni la mitad de lo que yo viví”. Odiaba a las monjas porque decía que de niña le pegaban con toallas mojadas, odiaba mucho a la iglesia. Le gustaba mucho el arte, escribía y leía mucho. Sus diarios parece que se perdieron.
Hay imágenes que me han quedado grabadas en la cabeza, por lo raras, por lo locas. En la nueva casa no hacía cúmulos, tenía la cama, el mueble esquinero “de mi abuela”, y donde hacía el fuego, que estaba todo tiznado. Tenía una fuente con lejía y lugares donde secaba los yuyos. Entrabas y veías la carqueja, el ajenjo, el poleo, todo lo que recolectaba de la montaña. No tenía un jardín, solo tomaba las cosas que necesitaba de la naturaleza. Yo me dejé un libro de ella que decía que se lo había robado de la Biblioteca Gral. San Martín. Es un libro de yuyos viejo, está roto, tiene páginas arrancadas, y tenía algunas cosas escritas, muy poquitas. Nosotras conocemos de los yuyos por mi mamá, por sus hermanas sanjuaninas y por mi papá, esa información nos llega indirecta de mi abuela.
La historia de mi abuela es como una incógnita para mí. Los recuerdos no se si son recuerdos o los hemos fabricado. Esas imágenes que tengo de haber ido a su casa, esa casa tan extraña, rarísima. Una vez soñé que alguien se metia a esa casa, a ese lote, habían hecho una especie de bar y yo pensaba “por qué están acá, se tienen que ir”, yo los miraba con tanta bronca que les prendía fuego, los incendiaba para que se vayan. Algo que haría mi abuela.
Una justicia acorde a tu abuela. Es impresionante pensar en una persona que prende un fuego todos los días de su vida, incluso cuando ya no es por supervivencia…
Claro, cuando vivía con nosotros ella tenía una garrafa y un anafe, y nunca lo usaba, tampoco prendía la luz. Prendía la vela y hacía el fuego. Y no se bañaba seguido. Viste que la limpieza tiene una carga moral. Yo me acuerdo que los domingos que se quedaba, se ponía al sol y se pasaba yodo en las rodillas, sentada en el escaloncito de piedra de la casa. Se curaba, le daba fuerzas para caminar, porque caminaba todos los días. Los perros de la casa la esperaban, ella se iba por atrás en el fondo, abría la tela y salía, era como una entrada. Ahí los perros nuestros se ladraban con los perros de doña Chayra, una vieja venida de Bolivia y que tenía pica con mi abuela. Una vez se levantó la falda delante mío, me mostró que tenía todo pelado y una cicatriz gigante y dijo que mi perro el Tango le había hecho eso, pero mi abuela me decía que era mentira, que estaba loca la vieja (risas). El fondo de mi casa era nuestro lugar de juego y mi abuela nos veía jugar. Por ahí ponía un sapo colgando, se mandaba alguna cosa mentirosa para hacerse la bruja, para ganarse unos mangos.
Mi abuela fallece en mi casa. Un día la trae un señor porque ella le había querido robar unas frutas que tenía en la camioneta y casi la pisa, entonces la lleva a la casa. Vuelve toda sucia, mis hermanas no la querían tocar, así que yo la ayudé y me acuerdo que me dijo “nena, vos sos mala pero sos buena”, así me dijo (risas). Después de eso me acuerdo que la fuimos a ver atrás porque estaba mal: tenía la lengua azul, había tenido un infarto en la noche. Mi papá se la lleva al hospital al otro día y mi abuela le deja una plata que había ahorrado para el entierro, le dice “yo no voy a volver”. Mi papá cuenta que en el hospital se bañaba todos los días, estaba blanca, muy limpia. Se hacía una limonada con levadura de cerveza, algo que yo hago también, me encanta; también se la daba a mi papá cuando volvía de entrenar. A los días se muere en el hospital. Fue la primera vez que lo vi llorar a mi papá, mucho. Yo después soñé con ella. Venía con un vestido muy elegante negro, divino, y con un pan. Golpeaba la puerta y me daba el pan, una hogaza de pan. Se iba con mi papá que estaba llorando en la mesa y lo cubría con el coso negro (vestido) para que se calme.
Me parece que todos nos portamos mal con ella, que ella sufrió mucho. Que era una mujer muy sensible, muy inteligente. Yo creo que hizo lo que pudo, quizás si hubiese hecho lo que quería, hubiese sido actriz. Fue una mina que no se quería adaptar socialmente, que no iba a cumplir ninguna de las leyes sociales establecidas, de hecho no cumplió ninguna. En ningún sentido nunca. No quería juntarse con la gente, fue una ermitaña, una mujer dura. Yo creo que no votaba, no sé si tenía documento. Se interesaba por la política más como una cuestión existencial, algo muy personal. Estar por fuera del sistema desde ese lugar es algo durísimo.
Ella me decía “nena vos tenés que ser modelo”. Quizás por eso también terminé posando…Yo después empecé a posar. El enganche con ella me ha servido creativamente, para sostenerme en ciertas cosas que no sé si son mi vocación. Yo llegué al arte porque me gustaba hacer otras cosas pero después empecé a posar y me acordé de ella, era como importante que ella hubiera posado, era una herramienta que me servía para posar, que le gustara el arte. Ha sido una influencia indirecta, algo más mágico, una cosa a la que yo voy a tomar, a apropiarme porque me sirve como herramienta para desnudarme, porque no es fácil desnudarse. Cuando me desnudé por primera vez pensé en ella.
Ella cuenta que en la estatua del indio es ella con mi viejo en los brazos, la que está en la esquina de la terminal (Monumento al Cacique Guaymallén de Mariano Pagés). Yo pienso que sí, que es factible, iban los pintores y los escritores hasta allá a la casa, tenía ella esa relación con esa gente. Yo la veo y la veo a ella, sé que es ella, mi abuela.
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