#desayuno rápido
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Winter Falls.
Hugh Jackman x Fem!reader.
Summary: Hugh y ella son amigos desde hace un año, con una tensión subyacente entre ellos. Una salida juntos transforma su relación, llevándolos a explorar nuevos sentimientos.
Category: Slow Burn Romance, Friends to Lovers, First Date, 2000s Nostalgia, Fluff and Tension {TW: Light Humor, Emotional Moments, Friendship Dynamics}.
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El reloj en la pared marcaba las 7:20 am. Con el cabello medio seco y la camisa mal abotonada, el café en la encimera quedó olvidado. La promesa de salir temprano se desvanecía rápidamente. Tenía un plan: un atuendo decente, un desayuno tranquilo, pero el cansancio acumulado se burlaba de cualquier intento de organización.
Un suspiro salió mientras el número de Hugh aparecía en la pantalla del teléfono. Seguramente él ya estaba listo, probablemente en camino al trabajo, con esa actitud despreocupada que siempre resultaba irritante, aunque, de algún modo, también reconfortante. Pedirle un favor no era lo ideal, pero llegar tarde y enfrentar las miradas de reprobación de los compañeros tampoco era una opción. Con un leve tamborileo de dedos en la encimera, se marcó su número.
La llamada sonó un par de veces antes de que su voz resonara al otro lado de la línea, relajada y casi burlona.
—Vaya, ¿madrugando, princesa? —dijo, y se podía imaginar esa sonrisa que siempre usaba para molestar.
Se rodaron los ojos, pero una pequeña sonrisa se asomó. Su actitud siempre tenía el poder de aliviar un poco la tensión de las mañanas.
—¿Podrías pasarme a buscar? Estoy… un poco retrasada.
Hubo una pausa. En esos breves segundos, la duda surgió. Pero Hugh nunca dejaba colgado a nadie.
—Cinco minutos y estoy allí. —Su tono cambió, y luego añadió—: Ah, y trata de no causarme problemas tan temprano.
Un suspiro escapó, una mezcla de alivio y exasperación. El último sorbo de café se apresuró mientras se recogía el bolso. Era evidente que él haría algún comentario sobre el aspecto apresurado, pero eso ya formaba parte de su dinámica. Hugh tenía la habilidad de convertir cualquier situación en algo menos grave de lo que parecía.
Apenas terminé de poner los zapatos cuando el sonido del auto estacionándose afuera resonó. Al mirar por la ventana, allí estaba él, con gafas de sol y una expresión divertida, esperándola. Con un último respiro hondo, salió, lista para lidiar con los inevitables comentarios que vendrían en el camino.
Apurada, subí al auto y cerré la puerta con un golpe. El motor no rugió como esperaba. Miré a Hugh, que se había quedado mirando al frente con una sonrisa divertida en su rostro.
—¿Qué pasa? ¿Vamos a llegar tarde? —pregunté, tratando de contener la frustración mientras lanzaba un vistazo al reloj.
Sin embargo, en lugar de arrancar, se volvió hacia mí. La distancia entre nosotros se redujo cuando se acercó, y el corazón comenzó a latir un poco más rápido. Sin decir una palabra, tomó el cinturón de seguridad y lo pasó por mi cuerpo, asegurándolo en su lugar. Su cercanía era electrizante; podía sentir el calor que emanaba de él, y un pequeño nudo se formó en el estómago.
—Ah, ya veo. ¿Te puse nerviosa, linda? —dijo con esa voz burlona, un destello de diversión en sus ojos.
El comentario lo acompañó una sonrisa que me hizo desear poder esconderme. No sabía si quería reírme o simplemente querer que el momento se detuviera. La cercanía de Hugh siempre había tenido un efecto extraño, una mezcla de nerviosismo y emoción que nunca había experimentado con nadie más. Intenté ignorar el sonrojo que comenzaba a extenderse por mis mejillas.
—Claro que no —respondí, tratando de sonar segura, aunque la voz casi me falló. —Solo… solo apúrate y arranca.
Él se echó a reír mientras finalmente giraba la llave en el encendido, y el motor vibró a la vida. Con una última mirada hacia mí, puso el auto en marcha. El trayecto hacia el trabajo había comenzado, pero la tensión en el aire se sentía más palpable que nunca.
Mientras el auto avanzaba por la carretera, robé una mirada de reojo a Hugh. Su expresión estaba concentrada en la carretera, pero había algo en su forma de manejar que me hizo pensar, aunque rápidamente traté de alejar esa idea. Era un buen amigo, y pensar en él de esa manera no era lo que debía hacer. Sin embargo, había algo en la forma en que se movía, en su confianza al volante, que lo hacía parecer... bien, por así decirlo.
—¿Tienes en mente lo que vamos a hacer hoy? —preguntó Hugh, rompiendo el silencio y sacándome de mis pensamientos.
—Sí, solo lo básico —respondí, tratando de mantener la voz casual. —No creo que sea un día tan complicado.
Él sonrió, esa sonrisa que siempre tenía para hacerme sentir a gusto.
—Eso espero. Aunque tengo un par de ideas que podrían hacer el día un poco más divertido —dijo, levantando las cejas de forma juguetona.
No pude evitar sonreír. Esa era la parte de Hugh que siempre me hacía sentir cómoda, incluso cuando había una ligera tensión en el aire. Era como si supiera exactamente cómo hacer que el día se sintiera menos pesado.
—Bueno, solo asegúrate de que no sean ideas descabelladas. El jefe no se tomaría eso muy bien —le advertí, un tono de broma en mi voz.
Él se echó a reír, y el sonido resonó en el auto, llenando el espacio con una energía amistosa.
—Prometo que no te meteré en problemas... por ahora —dijo, guiñando un ojo mientras el semáforo cambiaba a verde.
La normalidad de la conversación me tranquilizó, aunque sabía que había algo más debajo de la superficie. Era como si la tensión que solíamos ignorar comenzara a hacerse más presente en cada pequeño intercambio. Pero por ahora, me contentaba con disfrutar de su compañía.
Al llegar a la oficina, Hugh aparcó el auto frente al edificio, y la rutina del día a día nos recibió con los brazos abiertos. Salí del vehículo y estiré los brazos, tratando de despejar la mente antes de entrar.
—¿Listos para otro emocionante día en la sala de guionistas? —bromeó Hugh, con una sonrisa amplia.
—Oh, sí, totalmente —respondí con un tono sarcástico. —No hay nada más emocionante que discutir si un personaje debe llevar sombrero o no.
Ambos reímos mientras caminábamos hacia la entrada. La oficina, decorada con afiches de películas y papeles esparcidos por todos lados, siempre había tenido un aire caótico, pero también creativo. Al abrir la puerta, el bullicio habitual de colegas hablando y riendo nos dio la bienvenida.
Tomé un respiro profundo antes de entrar y sentí cómo la energía del lugar me animaba.
—Primero café, luego guiones —declaró Hugh, llevándome hacia la máquina de café. —No podemos empezar el día sin nuestro combustible.
—No me obligues a recordar cómo sobrevivir sin mi dosis matutina de cafeína —dije, mientras me servía una taza. El aroma a café recién hecho me envolvió, y por un momento, todo parecía más fácil.
Mientras esperábamos, intercambiamos comentarios sobre las tramas que estábamos desarrollando y algunas anécdotas divertidas del fin de semana. Todo parecía fluir con naturalidad, sin que ninguna de las conversaciones tocara la ligera tensión que existía entre nosotros.
Finalmente, después de un rato, nos dirigimos a la sala de guionistas. Mientras nos acomodábamos en nuestras sillas, Hugh se giró hacia mí con una mirada intrigante.
—Oye, a las 8 pm te voy a pasar a buscar. Ponte linda. —dijo, su tono ligero, pero las palabras parecían cargadas de un significado que no podía ignorar.
Me quedé un momento en silencio, sorprendida. La normalidad del día se desvaneció por un instante, y todo lo que quedaba era esa invitación inesperada que llenaba el espacio entre nosotros. La idea de salir con él, de verlo vomo mi compañero de trabajo en un contexto diferente, hizo que mi corazón se acelerara, esta vez parecía algo totalmente diferente.
—¿A las 8? —repetí, tratando de sonar despreocupada, pero sabía que mi voz había traicionado mi sorpresa.
—Sí, no tienes excusas. —Hugh sonrió de una manera que me hizo cuestionar si realmente lo decía en serio o solo estaba bromeando.
Mientras continuábamos con nuestra jornada laboral, no pude evitar pensar en lo que eso significaba. La tensión que habíamos estado ignorando de repente estaba a la vista, y yo solo podía esperar que la noche revelara lo que realmente había entre nosotros.
Al llegar a casa, la familiaridad del lugar me envolvió, pero mi mente seguía atrapada en la conversación de esa mañana. Me dejé caer en el sofá y saqué el teléfono, buscando el contacto de mi mejor amiga. Después de un par de tonos, su voz familiar resonó al otro lado.
—¡Hola! ¿Cómo va todo? —preguntó ella, con ese tono entusiasta que siempre me hacía sentir mejor.
—Hola, tengo que contarte algo —dije, sintiendo que la emoción comenzaba a brotar. — Hugh... me invitó a salir esta noche.
—¿Qué? ¡Eso es genial! Ya era hora igual. —exclamó, y su entusiasmo fue contagioso.
—Sí, pero... no sé, estoy tratando de convencerme de que solo es una salida entre amigos —respondí, tratando de mantener la calma mientras me pasaba una mano por el cabello. —Llevamos trabajando juntos durante un año, y siempre ha sido amistad, pero esta salida, es diferente, ¿sabes?
—Claro, hay tensión entre ustedes. He notado cómo se miran en la oficina —dijo, y no pude evitar sonreír. —Así que, ¿qué piensas hacer?
—No lo sé. Por un lado, quiero ir porque ma hace sentir algo, pero también tengo miedo de que sea solo una cena entre amigos y que me haya confudido, agh—confesé, sintiendo un ligero nudo en el estómago.
—¿Y si no es solo eso? —me preguntó. —Tal vez él también siente lo mismo, pero no sabe cómo decírtelo, nadie invita a su compañera de trabajo un viernes a las 8 pm, amor.
Su comentario resonó en mi mente, y un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo. La idea de que Hugh pudiera tener sentimientos más profundos era tentadora, pero también aterradora. ¿Y si las cosas se volvían incómodas? ¿Y si la salida no iba como esperaba?
—No sé, tal vez debería jugarlo de manera segura —dije finalmente, tratando de convencerme. —Solo disfrutar de la cena y ver a dónde lleva la conversación.
—Eso suena a un buen plan —respondió mi amiga. —Pero recuerda, si hay algo más, no tengas miedo de explorar eso. La vida es demasiado corta para dejar pasar oportunidades.
Terminé la llamada con una mezcla de emoción y nerviosismo. La cena con Hugh podría ser solo una salida entre amigos, pero había un trasfondo de posibilidades que no podía ignorar.
Mientras el sol se ponía, me apresuré a prepararme. No quería verme como si hubiera salido de una revista, pero tampoco quería parecer descuidada. Opté por un vestido azul que resaltaba mis curvas de manera sutil, algo que me hacía sentir cómoda y segura. Me eché un vistazo rápido al espejo, dándome cuenta de que me veía bien, y eso me ayudó a calmar un poco los nervios.
Justo cuando estaba terminando, el teléfono fijo sonó. Sabía que era Hugh. Contesté rápidamente, sintiendo un ligero cosquilleo de emoción.
—¿Hola? —dije, intentando sonar tranquila.
—Hey, ¿lista para la noche? —su voz sonaba juguetona.
—Casi, estoy bajando ahora —le respondí, mirando el reloj.
—Perfecto. Nos vemos en un minuto —dijo, su tono despreocupado y familiar me hizo sonreír.
Colgué y respiré hondo. La idea de salir con Hugh ya no era solo una salida entre amigos; había una tensión palpable entre nosotros que no podía ignorar. Con una última revisión al espejo, me dirigí hacia la puerta, para bajar.
Cuando lo hice, la brisa fresca de la noche me recibió como un abrazo suave. Al abrir la puerta, me sorprendí al ver que Hugh no estaba en su auto habitual, sino que se encontraba de pie en la entrada, con una sonrisa en el rostro que iluminaba la penumbra. Llevaba una camisa de botones que acentuaba su figura y unos jeans que parecían un poco más cuidados de lo habitual.
—Hola —saludé, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
—Hola. Te ves hermosa—dijo, su mirada recorriéndome de manera sutil, pero sincera, lo que me hizo sonrojar un poco. Su tono era tan despreocupado, como si fuera lo más natural del mundo decirlo.
—Gracias, tú también... estás un poco más arreglado de lo normal —respondí, intentando mantener la conversación ligera y no dejar que mi nerviosismo se notara.
Él sonrió con complicidad y me hizo un gesto con la mano para que lo acompañara. Empezamos a caminar, el sonido de nuestros pasos resonando suavemente en la acera. Hugh caminaba con las manos en los bolsillos de sus jeans, su postura relajada, como si no hubiera nada más importante que el momento que compartíamos. La calle estaba tranquila, iluminada por las luces cálidas de las farolas, y el aire fresco hacía que el momento se sintiera especial.
—¿A dónde vamos? —pregunté, curiosa por lo que había planeado.
—Eso déjamelo a mí. No te preocupes, no te voy a defraudar —dijo con confianza, una sonrisa juguetona asomándose en sus labios.
Caminamos un rato en silencio, pero la tensión entre nosotros era palpable. A veces, nuestras miradas se encontraban y rápidamente desvíaba la vista, sintiendo un ligero cosquilleo en el estómago. Era como si el mundo se hubiera desvanecido, y solo existiéramos él y yo, en este momento.
De repente, Hugh rompió el silencio. —¿Sabías que desde que empezamos a trabajar juntos, he estado esperando una ocasión así? —dijo, girando ligeramente la cabeza para mirarme, sus ojos brillando con una chispa traviesa.
—¿Ah, sí? ¿Y por qué es eso? —pregunté, intentando no sonar demasiado interesada, aunque mi corazón latía más rápido.
—Porque, sinceramente, me gusta pasar tiempo contigo —respondió, su tono sincero y relajado. Su declaración me tomó por sorpresa, y no pude evitar sonreír mientras un calor agradable me envolvía.
Seguimos caminando, y mientras él hablaba, la tensión que había estado acumulándose entre nosotros se sentía como una burbuja lista para estallar. Era un juego sutil de palabras y miradas, pero ambos sabíamos que algo más profundo se estaba formando entre risas y complicidad.
Después de unos minutos de caminar y charlar, llegamos a una pista de patinaje sobre hielo iluminada con luces brillantes y música suave que llenaba el aire. La vista era mágica; el hielo relucía bajo las luces, y la risa de la gente patinando creaba un ambiente animado y festivo.
—¿Patinaje sobre hielo? —pregunté, con los ojos iluminados de emoción y sorpresa.
—¿Te gusta? —me miró, sus ojos brillando con diversión.
—Siempre he querido hacerlo, pero nunca tuve la oportunidad —admití, sintiendo un cosquilleo de anticipación.
—Perfecto, entonces hoy es el día —dijo, con una sonrisa amplia, y se acercó a la entrada para comprar las entradas. Mientras esperaba, no podía evitar notar cómo la emoción brillaba en su rostro.
Entramos a la pista, y él se aseguró de que me pusiera los patines correctamente. Mientras me ayudaba, sus manos rozaban suavemente mis brazos, y cada contacto provocaba un escalofrío agradable.
—Listo, ahora solo tienes que seguirme —dijo, tomando mi mano de forma despreocupada mientras caminábamos hacia el hielo.
Al dar mis primeros pasos sobre el hielo, perdí el equilibrio y me tambaleé un poco. Hugh se rió suavemente y me sostuvo antes de que pudiera caer.
—Vas a tener que hacer más ejercicio para eso —bromeó, guiándome con firmeza mientras me enseñaba a deslizarme.
La música de fondo mezclada con las risas y gritos de los demás patinadores creaba un ambiente de alegría que era contagioso. Mientras patinábamos, la cercanía de su mano en la mía me hizo sentir más segura, y poco a poco, empecé a disfrutar del momento.
—Mira, no está tan mal, ¿ves? —dijo, deslizándose con facilidad y gracia por el hielo, mientras yo trataba de imitarlo.
—Sí, claro, porque tú eres un experto —respondí, riendo mientras me esforzaba por mantener el equilibrio.
Él se detuvo frente a mí, mirándome con una sonrisa traviesa. —Dame la mano, vamos a intentarlo juntos —dijo, y, sin pensarlo, extendí la mano hacia él.
Juntos, comenzamos a deslizarnos, y la risa llenó el aire mientras tratábamos de mantenernos en pie. La tensión entre nosotros se sentía cada vez más cómoda, cada momento se cargaba de una complicidad que parecía florecer a medida que avanzábamos.
—Este es un buen comienzo para una cita, ¿no crees? —dijo Hugh, mirándome de reojo mientras patinábamos.
—¿Una cita? —repetí, sorprendida pero divertida.
—Solo estoy diciendo que podríamos hacer esto más a menudo —respondió, y en ese instante su mirada se detuvo en mí, el ambiente se volvió más íntimo.
Mientras patinábamos, me sentía cada vez más segura, pero justo cuando comenzaba a disfrutar plenamente, perdí el equilibrio y empecé a tambalearme hacia un lado. El hielo se volvió traicionero bajo mis pies, y antes de que pudiera reaccionar, me vi girando sin control, preparándome para caer.
De repente, sentí una mano firme en mi cintura. —Te tengo —dijo Hugh, con una sonrisa que mezclaba diversión y tranquilidad mientras me estabilizaba.
—Gracias, me salvaste de hacer el ridículo —reí suavemente, sintiendo la cercanía entre nosotros.
Él sonrió, esa calidez que siempre me hacía bajar la guardia iluminaba su rostro. —No te preocupes, es mi trabajo asegurarme que no caigas... y si caes, que sea por mí —añadió, guiñándome un ojo con un toque de nerviosismo que me hizo sonreír aún más.
Antes de que pudiera responder, un niño pasó a nuestro lado rozando sin querer a Hugh, lo que hizo que ambos perdiéramos la poca estabilidad que habíamos recuperado. Nos desplomamos torpemente en el frío y húmedo hielo.
—Parece que el primero en caer no fui yo —comenté, soltando una risa leve por la situación.
Hugh rió también, y luego su mirada se fijó en mí, notando algo en mi mejilla. Con un gesto suave, se acercó y quitó una pizca de nieve que se había quedado pegada. —Tienes un poco de nieve aquí —dijo, pero en su mirada había algo más que diversión.
El momento se volvió extraño, como si el tiempo se detuviera entre nosotros. Mis mejillas ardían con su cercanía y el toque de sus dedos. Ambos nos incorporamos después, algo nerviosos, ignorando la tensión que parecía envolvernos.
—Bueno, ¿quieres seguir patinando? —preguntó él, su sonrisa todavía en su rostro.
—En realidad, prefiero que no. Tengo un plan perfecto para continuar la noche —le respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. —¿Qué te parece si dejamos el hielo por ahora y hacemos algo diferente?
Hugh levantó una ceja, claramente intrigado. —¿Y cuál es ese plan? Me tienes con curiosidad —dijo, con esa sonrisa juguetona que conocía tan bien.
—Déjame sorprenderte —dije, tirando suavemente de su mano hacia la salida de la pista. —Confía en mí.
Nos reímos mientras salíamos del hielo y nos dirigimos a la entrada para quitarnos los patines y devolver lo que habíamos rentado. Lo que fuera que ocurriera después, sabía que la noche estaba lejos de terminar.
Mientras caminábamos de regreso, el aire frío de la noche contrastaba con el calor que aún sentía después de patinar. Hugh y yo avanzábamos en silencio, pero no era incómodo, al contrario, había algo en esa calma que me hacía disfrutar cada paso. Nuestras manos iban balanceándose a los lados, rozándose de vez en cuando, como si algo nos empujara a tomarnos de las manos, pero ninguno se atrevía a dar ese paso.
Cada pequeño roce me hacía consciente de su presencia de una forma que normalmente no permitía. Era como si el simple contacto de nuestras manos fuera suficiente para hacer que mi pulso se acelerara un poco más. No podía evitar preguntarme si él sentía lo mismo, si cada vez que nuestras manos se tocaban, ese pequeño cosquilleo también lo recorría a él.
Miré de reojo, observando su perfil mientras caminábamos. Hugh tenía las manos ligeramente abiertas, como si estuviera a punto de tomar la iniciativa, pero algo lo detenía, o tal vez estaba esperando a que yo lo hiciera. El pensamiento de entrelazar mis dedos con los suyos era tentador, pero, al mismo tiempo, intimidante.
—¿Te cansaste de patinar? —preguntó de repente, rompiendo el silencio con una sonrisa cómplice.
—No tanto como pensé, la verdad, fue divertido, me gustó mucho—respondí con una ligera risa, tratando de ignorar el hecho de que nuestras manos volvían a rozarse por un segundo más largo. Sentía que el simple hecho de no apartarla lo decía todo.
Seguimos caminando sin prisa, y el silencio volvió a instalarse entre nosotros, aunque esa energía entre ambos seguía ahí, suspendida en el aire frío de la noche. ¿Acaso él también estaba pensando en dar ese paso? O tal vez simplemente esperaba a ver si yo lo hacía primero.
Finalmente, me armé de valor, o al menos lo intenté. Mi mano dejó de balancearse tanto, acercándose más a la suya, pero en el último segundo, justo cuando estuve a punto de hacerlo, sentí cómo su mano se retiraba un poco, ajustándose el abrigo.
Me reí internamente, aliviada y frustrada a partes iguales. Claramente, no era tan fácil como parecía.
Después de un rato caminando en silencio, la ciudad nocturna empezaba a adquirir un ambiente más acogedor bajo las luces tenues de las calles. Las manos de ambos aún rozaban de vez en cuando, pero ahora, en lugar de centrarse en eso, se me vino a la mente un pequeño lugar no muy lejos de allí, uno que solía visitar cuando era niña, que era perfecto para la ocasion.
—¿Conoces el mejor chocolate de aqui, que está a unas cuadras? —pregunté, rompiendo la calma mientras nos acercábamos a la esquina.
Hugh me miró con curiosidad y negó con la cabeza.
—No, no creo haber estado por aquí muchas veces y nunca tome chocolate —admitió, levantando una ceja. —¿Por qué?
—Es uno de esos lugares que guardan historias —dije, sintiendo una pequeña sonrisa asomarse en mis labios. —Solía ir allí de pequeña con mi familia, especialmente en noches frías como esta. Sirven el mejor chocolate caliente de la ciudad, o al menos eso pensaba cuando era niña.
Él sonrió ante mi entusiasmo, asintiendo lentamente. —Entonces, ¿me estás invitando a tu lugar secreto? —preguntó, en tono juguetón.
—Bueno, no tan secreto, pero sí muy especial para mí, no puedo creer que no hayas probado el chocolate —respondí, sin poder evitar notar lo cálido que se sentía hablar de algo tan personal.
— y yo no puedo creer que no hayas patinado antes.— me contratacó sonando dulce pero sarcástico a la vez lo cual me hizo soltar una risa suave. —pero suena perfecto, confío en ti —dijo, mientras ajustaba el ritmo de sus pasos para seguirme.
Caminamos juntos hasta la cafetería, una pequeña joya escondida entre edificios más modernos, con luces amarillentas que hacían que se viera como un refugio acogedor en medio de la noche fría. Al entrar, el cálido aroma a cacao y pasteles recién horneados nos envolvió de inmediato. Todo en ese lugar se sentía exactamente igual que cuando era pequeña, desde las mesas de madera gastadas hasta la campanilla que sonaba al abrir la puerta.
Nos sentamos en una de las mesas junto a la ventana, y sin pensarlo dos veces, pedí el clásico chocolate caliente. Hugh me siguió el juego, observando con una mezcla de curiosidad y diversión mientras me perdía en mis recuerdos.
—Así que este es tu refugio —comentó Hugh, mientras la mesera dejaba frente a nosotros dos tazas humeantes y llenas de crema batida en la parte superior. —Tiene ese aire nostálgico.
—Sí, no ha cambiado mucho desde la última vez que vine —admití, sintiendo cómo una parte de mí volvía a ese tiempo de niñez en el que todo parecía más simple.
Tomé un sorbo, el sabor cálido y dulce inundó mis sentidos, haciéndome cerrar los ojos por un segundo. Cuando los abrí, Hugh estaba mirándome con una sonrisa suave.
—¿Qué? —le pregunté, sintiendo que el rubor subía ligeramente por mis mejillas.
—Nada, solo... te ves bien cuando estás feliz —respondió con una sinceridad inesperada, y aunque su tono tenía esa actitud despreocupada, había algo más profundo detrás de sus palabras.
El momento se quedó suspendido, y aunque el chocolate caliente estaba ahí para distraerme, no pude evitar sentir cómo esa tensión entre nosotros, la que había estado presente durante meses, se hacía un poco más evidente.
Mientras tomaba otro sorbo de mi chocolate, observé de reojo cómo Hugh se llevaba la taza a los labios. Fue un segundo después, cuando la taza ya estaba en la mesa, que noté algo que me hizo sonreír.
—¿Qué pasa? —preguntó él, levantando una ceja al ver mi expresión.
—Nada, es solo que... —No pude evitar soltar una pequeña risa, inclinándome hacia él mientras le señalaba la parte superior de su labio. —Tienes un poco de crema... justo aquí —dije, haciendo un gesto alrededor de mi propio labio para que lo entendiera.
Hugh frunció el ceño, confuso al principio, y luego, al darse cuenta de lo que había pasado, se pasó la mano rápidamente por la boca.
—¿Ya? —preguntó, pero todavía quedaba un rastro blanco en su labio superior.
Negué con la cabeza, riéndome un poco más. —No, todavía no —dije, alargando la mano para señalarle el punto exacto.
Él me miró, mitad avergonzado y mitad divertido, antes de intentarlo de nuevo. —¿Y ahora?
Suspiré, divertida. —A ver... no, no, déjame —dije finalmente, acercándome y, con una leve sonrisa, pasé mi pulgar suavemente por la zona afectada, limpiando los restos de crema batida. La cercanía entre nosotros me hizo sentir un ligero cosquilleo en el estómago, pero me obligué a mantener la calma.
—Gracias, supongo que ahora sí me salvaste a mí del ridículo —bromeó él, con una sonrisa encantadora que me desarmó un poco.
—Es lo justo, ¿no? —respondí, recuperando mi mano con una risa suave.
El ambiente volvió a relajarse después de ese momento, pero la tensión no desaparecía del todo. Seguía ahí, flotando en el aire, en esos pequeños momentos en que nuestras miradas se cruzaban, en la forma en que nuestras conversaciones parecían deslizarse entre lo cómodo y lo cargado de significado.
Después de terminar nuestros chocolates y dejar algunas monedas sobre la mesa, nos levantamos y salimos de la cafetería. El aire nocturno estaba fresco, pero no incómodamente frío. Mientras caminábamos, nuestras manos continuaban balanceándose levemente a los lados, rozándose de vez en cuando, pero ninguno hacía el primer movimiento para entrelazarlas.
Conversamos sobre cosas triviales, historias del trabajo, alguna que otra broma, y de repente me di cuenta de que habíamos tomado un rumbo conocido. Levanté la vista y me sorprendí al ver que estábamos justo frente a mi edificio.
—Bueno... —dije, deteniéndome en la entrada de mi casa. —Parece que llegamos.
Hugh se detuvo también, levantando una ceja al ver dónde estábamos. —Vaya, el tiempo pasó rápido —dijo, metiendo las manos en los bolsillos y acercándose un paso más, pero sin invadir mi espacio personal. —No me di cuenta de que estábamos caminando hacia acá.
Solté una risa suave. —Sí, yo tampoco...
Nos quedamos en silencio por un momento, mirándonos bajo las luces de la calle. Sentía que había algo más que ninguno de los dos estaba diciendo, algo que flotaba en el aire entre nosotros, pero también algo que no queríamos apresurar.
—Bueno, entonces... —Hugh rompió el silencio, pero sus palabras parecían colgar en el aire sin una dirección clara.
—Sí, bueno... —me mordí el labio, sintiendo ese nerviosismo que solía ocultar tan bien a su alrededor, pero que ahora me parecía imposible de ignorar.
Nos quedamos así, de pie, casi riendo por lo incómodo y emocionante que se sentía el momento, como si ambos supiéramos que esa noche había sido diferente, pero ninguno supiera cómo terminarla.
Hugh rompió el silencio, mirándome directamente a los ojos con una leve sonrisa en los labios. —La verdad, la pasé muy bien esta noche... —Su tono era más bajo, casi susurrante. Entonces, agregó—: Y, por cierto... te ves muy linda esta noche.
Sentí cómo mi corazón dio un pequeño salto, y no pude evitar sonreír ante el comentario. Era esa manera suya, siempre lanzando algo sutil pero directo, dejándome en ese limbo de no saber si bromeaba o si hablaba en serio.
—¿Ah, sí? —respondí, levantando una ceja, intentando mantener la calma mientras me mordía ligeramente el labio. —Entonces, ¿al final sí era una cita?
Hugh soltó una risa suave y se acercó un poco más, aunque manteniendo las manos en sus bolsillos. —¿Qué crees tú? —preguntó, su mirada fija en la mía, dejando la pregunta flotando entre nosotros. La forma en que lo dijo, con esa mezcla de desafío y diversión, me hizo sentir un leve escalofrío.
—No sé Hugh... —respondí, juguetona, ladeando un poco la cabeza y encogiéndome de hombros. — Pues pensaba que no, como no lo habias dicho...
Hugh mantuvo su mirada en la mía, y su sonrisa se tornó más suave, casi cómplice. Dio un pequeño paso hacia mí, quedando lo suficientemente cerca como para que nuestras manos se rozaran. —Pues si... —dijo en voz baja, con esa seguridad suya—. Era una cita.
Su respuesta me tomó por sorpresa, y sentí mi respiración volverse un poco más pesada al notar lo cerca que estaba. Nuestras manos seguían rozándose sutilmente, como si la energía entre nosotros nos empujara a cruzar esa línea.
Sentí cómo el calor se extendía por mis mejillas. La sinceridad en su voz, el toque sutil de nuestras manos, todo contribuía a un momento cargado de algo más que palabras.
Hugh no dejó que el momento se desvaneciera. Lentamente, deslizó su mano hasta tomar la mía con firmeza, entrelazando nuestros dedos. Ese simple gesto hizo que mi corazón diera un vuelco. Sin decir nada más, me acercó un poco más hacia él, hasta que el espacio entre nosotros se desvaneció casi por completo.
—Te ves hermosa —repitió, su voz apenas un murmullo, pero lo suficientemente clara para que cada palabra calara profundo.
Mis ojos no se apartaron de los suyos, y aunque mi mente me gritaba que debía decir algo, hacer algo, simplemente me quedé ahí, sintiendo su mano cálida sobre la mía y cómo el mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse. Las luces de la calle, el sonido distante del tráfico, todo desapareció en ese instante.
Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración, y mis propios pensamientos empezaron a volverse un caos. Pero en ese caos había algo cierto: no quería que ese momento terminara.
Hugh sostuvo mi mirada por unos segundos más antes de inclinarse lentamente hacia mí. Apenas me dio tiempo de procesar lo que estaba sucediendo cuando sus labios rozaron los míos en un suave y sutil beso. No fue intenso ni apremiante, fue delicado, como si estuviera explorando la idea de lo que podría ser. Mi corazón se aceleró, y aunque el beso duró apenas un suspiro, dejó una sensación cálida que se expandió en mi pecho.
Cuando se apartó solo lo suficiente para mirarme de nuevo, una sonrisa juguetona apareció en sus labios. —No quería que esta cita terminara sin algo memorable, ¿no crees?
Mi respiración se entrecortó un poco, todavía sintiendo el cosquilleo de sus labios sobre los míos, y antes de poder decir nada, él añadió con una mirada traviesa: —Aunque, si lo prefieres, podríamos hacer esto más seguido. Solo dime cuándo.
Me quedé un segundo en silencio, tratando de procesar sus palabras y lo que acababa de pasar. Todavía sentía el calor en mis labios, y aunque mi corazón estaba latiendo a mil por hora, intenté mantener la compostura.
—¿Y si te digo que no necesito pensarlo? —le respondí, con una pequeña sonrisa, tratando de igualar su tono juguetón. Sentí que el rubor en mis mejillas se hacia mas intenso, pero no me importaba. Estaba cómoda en la cercanía entre nosotros.
Hugh soltó una risa baja, complacido con mi respuesta. Se tomó un momento para mirarme de nuevo antes de finalmente dar un paso atrás. —Entonces, lo tomaremos como un sí.
Con una última sonrisa, se giró hacia la calle. —Nos vemos mañana —dijo, mientras retrocedía unos pasos más, sus manos en los bolsillos de su abrigo. —Descansa bien, linda.
Y con eso, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la dirección opuesta, dejándome ahí, aún procesando la suavidad del beso, el calor de su cercanía, y la promesa tácita de que esto no era solo un encuentro casual.
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Lisa by Young Miko
Es que rápido me enchulo de las nenas Si me hablan lindo yo me caso sin dilema Y me las como 'e desayuno, almuerzo y cena
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Tips ana
Siempre carga agua contigo. El ser humano puede pasar mucho tiempo sin comer, pero no más de 4 días sin tomar agua porque se deshidrata, además, esto ayudará a mantenerte llena y ya no vas a necesitar comer, así que llénate de agua.
Toma un vaso de agua antes de comer, toma un sorbo de agua entre cada bocado de comida. Así te llenarás más rápido. Toma agua todo el día, no te separes de tu botella de agua, lleva la siempre contigo como si fuera tu piel.
Si tienes ansiedad masticando o chicles sin azúcar, la bajas. Fumar también ayuda a calmar la ansiedad.
Beber vinagre de manzana antes de comer. El vinagre ayuda a disminuir el apetito, además acelera el metabolismo y eso hará que bajes de peso más rápido.
Come mirándote al espejo, de preferencia desnudo o con muy poca ropa. En caso de que no puedas hacerlo lleva una foto contigo en el que se haga notar la grasa de tu cuerpo, así recordarás cómo te ves y no querrás aumentar eso.
Si tienes ganas de comer puedes lavarte los dientes. No vas a querer comer con el sabor de menta ahí así que hazlo lo más que puedas, además tendrás unos dientes muy bonitos.
Desayuna. Esto hace que tu metabolismo empiece a funcionar y a quemar calorías, ya si deseas no comas en todo el resto del día, pero el desayuno es importante, a si sea sandia picada o un banano, desayuna.
Si vas a salir, no lleves dinero más que lo justo y necesario. Así si se te antoja algo no tendrás dinero para comprarlo.
Puedes usar una liga (banda elástica) en la mano y cada que quieras comer tira de ella. Así sabrás que la comida equivale al dolor.
#ana y mia#no quiero ser gorda#ana e mia#tw ana diary#anorexcya#bulim14#tc4#quiero ser flaca#hasta los huesos#tw mia
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Blog que escribi cuando era delgada
Tips y Datos
𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹ꕥ𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹
𖧷𝑺𝒊 𝒏𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒔 𝒉𝒐𝒚, 𝒎𝒂𝒏̃𝒂𝒏𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒕𝒂𝒓𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍𝒈𝒂𝒅𝒂
𝒒𝒖𝒆 𝒉𝒐𝒚𖧷
𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹ꕥ𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹
Te quejas de que eres gorda, pero aún asi decides tragar....
Odias que la sociedad te trate mal por tu físico,pero no haces nada para cambiarlo....
Es Perder peso o perderse y tú lo sabes.
Delgadez en nuestra sociedad es y siempre sera sinónimo de Belleza y éxito.
𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹ꕥ𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹
Hola ,El día de hoy les vengo a dejar algunos datos y tips basados en mis experiencias.
(Claro, recuerden todos tenemos distintos cuerpos y ninguno funciona igual al otro)
𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹ꕥ𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹
•para bajar un kilo se debe ayunar de dos a tres días
•Es recomendable tomar vitaminas (estás no tienen calorias) sirven para prevenir la anemia,caída del pelo, y que el cuerpo se debilite muy rápido,etc
Y en resumen Ara que te veas menos enferma
•Con 1500 calorías mantenes tu peso,con 1800 subis y con 1200 bajas (estos datos varían según la persona)
•Cuando veas que tú cuerpo no da para más si tienes el valor date una semana de descanso,nutri tu cuerpo (no más de 1500 calorías por qué si no van a aumentar de peso y no comida chatarra,es Nutrirlo no destruirlo mas)
Descansa de todo y luego empieza de nuevo con todo.
•Date un mínimo un día al mes de permitido (permitido no atracón,controla las porciones vida)
Esto para prevenir atracones por qué es mejor comerte una porción de ese pastel que tanto te gusta que atracarse con el pastel entero.
•Vomita solo en caso de emergencia (atracón) no comer siempre es mejor,vomitar mucho te daña los dientes demasiado y nisiquiera eliminas todas las calorías ingeridas
•Los laxantes no funcionan vida,te hacen sentir más liviana pero nada más y a largo plazo te pueden engordar por qué hacen dependiente a tu organismo,no bajas de peso por meterte un par de laxantes,tampoco pueden evitar que engordes,si querés úsalos pero solo de vez en cuando y si no los usas mejor.
• Mantenete Hidratada,8 vasos de agua (2litros)
al día mínimo.
•Es importante hacer ejercicio y alimentarse bien
Pero no tenes por qué empezar a hacer todo esto de golpe,Anda dispacio empezá una y cuando ya lo agas hábito empezá con la otra cosa.
•Yo soy Ana pero mia es a quién recurro cuando falló. Para vomitar más fácilmente toma agua y mastica bien,a cada bocado toma un sorbo de agua y mastica bien.
•Si sientes que te estás perdiendo y alejando de esto y no quieres eso,comenzar a pesarte todos los días eso Ara que logres obsesionarte con esto
•Bucas "Thinspo" de tu altura y si puedes etnia,nada da más motivacion más que ver a chicas como tú tener algo que tú puedes tener y no tienes.
•Si sabes que no puedes evitar el atracón,trata mejor de dejar el ayuno para cuando esté lista por mientras,come pero con menos calorías ,y prioriza el desayuno,y ve bajando de apoco calorías para cuando estés lista,luego ayuna 12 horas luego,16 si te adaptas bien y así vas sucesivamente.
•Duerme bien,dormir mal puede hacer que subas de peso muy fácilmente y evitar que bajes de peso.
𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹ꕥ𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹
¿𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐦𝐨𝐭𝐢𝐯𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧?
Pues mírate a un espejo vida,que más motivacion que tú misma,o acaso te gusta ese cuerpo que llevas?O acaso no quieres cambiar? Deshacerte de tus kilos demás?
••••
𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹ꕥ𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹
No podría llamarte linda
ahora pero con unos
10 kilos menos talves si.
𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹ꕥ𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹
𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹ꕥ𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹𖦹
Espero que este pequeño Blog las aya podido ayudar o aportar algo mínimo.
Y perdon las faltas de ortografía.
••••••••••
#tw ana shit#ana trigger#tw ana diary#an0r3c1a#low cal restriction#anorexcya#diario de una gorda#estoy gorda#ana y mia#hasta los huesos
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Pole Position (Formula 1 x lectora)
Resumen: los buenos resultados de la más reciente escudería levantaron sospechas en el ámbito automovilístico, y Tania intentaba controlar sus respuestas, pues su personalidad explosiva podría ser un problema.
~ Capitulo anterior Capítulo siguiente ~
Masterlist de capítulos
Masterlist de mi autoría
~ XX ~
Tania entró emocionada al sector de McLaren, y mientras una que otra persona se acercaba a felicitarla, ella seguía buscando a Lando. Tenía un regalo para él.
La sonrisa en su rostro se desvaneció al ver a cierta chica dando vueltas por el salón general del sector. Hizo el esfuerzo de evitarla, llegando así a la sala de reuniones. Oscar y Lando estaban ahí.
—Felicidades, rookie de oro.—Oscar le sonrió al verla llegar—. Estuviste genial en las prácticas. No te quedaste quieta en ningún momento.—
—Gracias.—Tania le sonrió—. Lo de ser un canguro impaciente lo copié de ti.—
—Me parece genial.—el chico notó el estuche que la mujer traía en brazos—. ¿Y eso?—
—¿Un regalo?—Lando intervino, sonriendo al imaginar que se trataba de un casco a escala, como los que le gustaba coleccionar—. ¿Para mi, acaso? Por cierto, buena carrera.—
La chica estaba por darle la razón respecto al regalo, cuando alguien más entró al lugar. Era Magui.
Durante todo el incómodo y evidente coqueteo de la mujer con Lando, Tania se mantuvo junto a Oscar. El chico le comentaba sobre la carrera, que la había alentado desde el paddock y esperaba correr con ella el próximo año. Y a pesar de que Tania le seguía el hilo de la conversación, su atención estaba en la chica de falsas intenciones que charlaba con Lando. Solo cuando ella se fue, Tania se dirigió al piloto.
—Esa chica no debería estar cerca, Lando. Y menos ahora.—llamó su atención—. Deberías tener cuidado.—
—¿A qué te refieres?—
—Te hirió, todos los que te seguimos estamos al tanto de su pasado juntos. No es buena.—
—... No es asunto tuyo.—
Auch...
—No, supongo que no lo es.—tomó el pequeño casco, y Lando se sintió impaciente.
¿No era su intención dárselo?
—Dejando de lado las decepcionantes decisiones amorosas de Lando... ¿Cenamos juntos?—Oscar miró a la chica, notando su molestia con todo aquello.
—Cenaré con Carlos y Franco hoy, luego de las entrevistas... Pero podemos desayunar juntos mañana ¿Tengo permitido venir a su sector si solo tengo el pase de Williams?—
—No, Williams es Williams. McLaren es McLaren.—la miró con burla antes de rebuscar en su riñonera, sacando un carnet del VIP—. Era para mi mamá pero no podrá venir, asi que consérvalo.—
—¿De verdad?—Tania lo miró emocionada—. Siempre tengo el carnet de Williams o Ferrari, éste es genial también... Diablos, Tengo que coleccionarlos a todos... ¿Bottas querrá ser mi amigo?—se lo colgó del cuello, sonriendo emocionada. Tras meditarlo un segundo, le extendió el estuche a Oscar—. Un regalo por un regalo. Es tuyo... Bueno, me largo. Debo alistarme para la cena. Nos vemos en el desayuno, canguro... Lando.—miró de forma fugaz al segundo antes de marcharse.
Oscar no tardó en abrir el regalito, y efectivamente era el casco negro y dorado a escala de Tania. Traía su firma, y la fecha de ese mismo día. Estaba hermoso, y tenía un leve aroma a frutas. Lando lo reconoció. Era el mismo perfume que tenía la sudadera que le regaló tiempo atrás.
—Algo me dice que esto era para ti y no te lo dieron por tonto.—
—¿Me lo darás entonces?—Oscar resopló con gracia.
—Claro que no, es mio ahora.—volvió a guardarlo—. Y para que sepas, Tania tiene razón. Volver a meterte con Magui es una pésima idea.—
—¿"Inusual"? ¿A qué se refiere con eso?—Tania bebía su bebida energética algo incómoda—. ¿Inusual que una mujer vaya rápido? ¿Inusual que tenga mejores tiempos que los pilotos oficiales...?—alzó las cejas, frunciendo sus labios en una pequeña mueca.
—La velocidad del auto.—
—... ¿Qué tiene de raro?—
—Eran muy altas, para una escudería que podría llamarse rookie. Sobresalieron tanto tú como Franco.—la chica sonrió dejando a un lado su bebida.
—Ah, era un halago. Ya estaba por ponerme a la defensiva.—algunas risas se escucharon en el lugar—. Pues gracias, hemos trabajado muy duro para conseguir estos resultados. No solo corremos para la escuderia, sino que también queremos demostrar la excelencia de nuestros motores.—
—Pues fue una muy buena primera impresión... Pero Franco no tuvo picos tan altos.—otro periodista se sumó a la charla—. Se rumorea que tu monoplaza tiene mejores componentes.—
—En este equipo, no hay favoritismos... Como en otros. Los dos vamos por igual. La diferencia es que Franco no esta tan acostumbrado al auto como yo... Yo lo diseñé, trabajo en el motor y mecánica todo el tiempo.—se relajó en la silla—. Creo que es algo obvio ¿No les parece?—
—Se sintió como si los hubieses tratado de idiotas.—
—SON idiotas.—Tania caminaba por el muelle junto a Carlos y Franco, mirando algo distraída los enormes yates distribuidos a ambos lados—. Tener componentes diferentes... Que boludes, mirá si voy a cagar a mi niño aqui.—señaló a Franco, quien caminaba distraído unos metros adelante.
—Pasa mucho en este ámbito, al igual que el favoritismo... No te sorprendas si pasa en tu escudería también.—
—No va a pasar eso nunca jamás de los jamases... Por cierto, Lando es un imbécil.—
—Uh, esta vez porqué.—
—¿Chisme?—Franco se acercó enseguida.
—Para estas cosas si estás atento ¿No?—Tania se colgó de su cuello divertida.
—Bueno, contame dale.—
—La mina estaba ahí, como pancho por su casa ("pancho por su casa" hace referencia a alguien que se pasea como si nada en un lugar donde no debería hacerlo).—
—¿Quién?—
—¿Magui?—Carlos lo sacó enseguida—. ¿Dónde estaba?—
—En el paddock, el sector de McLaren.—
—¿Quién es Magui?... ¿Qué?—
—Franco, corazón. Presta atención.—Tania pellizcó su mejilla con cariño—. Es la ex de Lando, persona no grata entre los fanáticos porque era tóxica, interesada y una mierda de persona.—
—¿Celosa?—Carlos la miró divertido.
—¿Por qué tendría celos de una zorra arrastrada?—
—Porque te gusta Landooo~
—No me gusta.—la seriedad con la que Tania dijo aquello hizo que carlos entendiera que no era un chiste repetible—. Me preocupa que la mina se le cuelgue justo ahora que esta ganando. Da bronca, que asco de gente esa. La voy a pisar con el auto...—
—Lando es un adulto, sabe qué tiene que hacer y qué no... Si vuelve con ella, sería un idiota pero sigue siendo elección suya.—la mujer suspiró rendida.
—Ustedes los hombres son todos unos idiotas...—
—No metas a todos en la misma bolsa, nena.—Franco la miró divertido.
—Cierto. Carlos no es tan boludo como vos y Lando, señor "me metí con la China Suárez". Vos no podés defender a nadie, no te metas.—
—Ah, con vos no se puede discutir.—
—Buenos días, señor.—
Oscar levantó la mirada de su celular, sonriendo al ver a la mujer entrar al comedor.
—Buenos días, Tania.—la invitó a sentarse del otro lado de la mesa—. ¿Todo en orden?—
—Todo genial. Tranquilo.—
—Lo que no fue tranquilo fue tu entrevista de anoche.—La chica rió con eso, y no tardaron en ponerse a charlar del tema.
El desayuno estaba siendo de lo más agradable, hasta que en cierto punto, Lando se les unió. En un principio la mujer no se abría mucho, pero no tardó demasiado en incluirlo a la animada charla. Todo se sentía más que fluido, lo cual no era sorprendente para nadie. La mujer era capaz de hacer una charla interesante hasta con un cactus.
Pero el animado desayuno se vio interrumpido cuando Magui apareció. Y Oscar lo notó. Tania se apagó en cuanto la rubia se paró junto a la mesa. Y ni hablar de cuando se dirigió directamente a ella.
—Eres la novata de la nueva escudería ¿No?—le sonrió.
—Si, Tania Cabrales.—le sonrió de vuelta—. Un gusto.—
—No, no lo es.—le susurró Oscar de forma disimulada, y Tania le sonrió apenas.
—¿Les molesta si los acompaño?—
Si, me molesta. Lárgate.
Tania tenía ganas de mandarla al diablo, pero no haría una escena.
—Ya casi terminamos de comer, nos estamos por ir.—se adelantó Oscar, sin mucho miedo de hacerla molestar.
—Oh vamos, solo un rato.—
Y entonces, el ringtone de la salvación.
—... ¿Eso es del Minecraft?—
Tania sacó su celular. Franco la estaba llamando. La necesitaba en los boxes.
—Bueno, me tengo que ir.—se levantó enseguida de la mesa—. Muy rica la comida, la pasé genial. Nos vemos luego.—
—Oh, es una lástima que tengas que irte. Tal vez podamos salir juntas algun dia.—Magui le sonrió con cierta falsedad.
—... No, gracias. Creo que prefiero verme una Maratón de Cars con Liam antes que eso.—tomó su bolso, y dejó un beso de despedida en la mejilla de Oscar—. Nos vemos luego, suerte hoy, papayas...—
El trio vio a la mujer alejarse en silencio, hasta que Oscar volteó a mirar a Lando.
—A ti no te dio uno.—rió apenas, terminando de comer las últimas frutas que le quedaban.
#español#x lectora#formula 1#lando norris#formula uno#charles leclerc#formula one#franco colapinto#formula 1 x lectora#formula x reader#formula one imagine#oscar piastri
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CAPITULO 46 - SOMBRAS DEL PASADO
A la mañana siguiente, me desperté con una calma renovada e intenté buscar a Liam, pero ya se había ido. Al girar hacia mi velador, encontré una rosa roja acompañada de una nota que decía:
“Vamos a superar esto. Te amo.”
El mensaje me reconfortó. Me alisté rápidamente, disfruté de un baño y pedí mi desayuno a la habitación. Ahora sí, me sentía lista para enfrentar el día. Cuando el reloj marcó las diez, un toque en la puerta llamó mi atención. Era Sara, siempre sonriente, pero había algo diferente en ella hoy.
|| Riley, ¿buenos días? || dice Sara con un exagerado tono de alegría || ¿Lista para hoy? ||
|| Puedo decir que sí || le respondo, pero su actitud me tiene curiosa || ¡Sara! Te veo muy feliz, más que de costumbre. ¿Te pasó algo importante? ||
|| Podría decirse que sí || responde con una amplia sonrisa || Pero ven, será mejor continuar con tu arreglo antes de que se haga tarde ||
Ambas nos dirigimos hacia el tocador de mi habitación, y Sara comenzó con lo habitual: maquillaje y peinado.
**
Después de una conversación normal, ya estaba maquillada y solo faltaban algunos toques para finalizar el peinado. Sin embargo, la curiosidad por la alegría de Sara me invadía.
|| Vamos, Sara, ¿qué es lo que te tiene tan contenta? || insisto mientras ella termina de peinarme.
|| Está bien, no puedo guardar esto por más tiempo || dice Sara || Ayer salí con el staff a conocer Shanghái. Cuando regresé al hotel, me encontré con Drake en el lobby junto a sus amigos. Iban a salir a cenar y Drake me invitó a unirme a ellos. Acepté encantada || Sara continúa hablando, su entusiasmo es evidente || Sus amigos son nobles tan amables; realmente parecen de otro mundo. Pasamos una noche inolvidable, llena de risas y diversión. Me reí tanto que me dolía el estómago || Sara se detiene, como si estuviera reviviendo ese instante especial || Luego Drake y yo tuvimos una conversación profunda y me di cuenta de que realmente me importa más de lo que pensaba || Sara sonríe con picardía || Cuando regresamos, Drake me preguntó si podía acompañarme a mi habitación. Al despedirnos, me dio el más maravilloso e inolvidable beso que jamás haya recibido ||
Susurra esta última parte, y mis ojos se abren con sorpresa. Siento como si un balde de agua fría cayera sobre mí. Me esfuerzo por mantener la calma, aunque un dolor profundo y celos inesperados me invaden. A pesar de que sé que Drake es libre y que debo sacarlo de mi corazón, el impacto de sus acciones me afecta más de lo que imaginaba.
|| Wow, Sara… vaya, este… La verdad es genial… es maravilloso... ¿Creo? || digo, tratando de disimular mi agitación. Mi mente está en conflicto, reconociendo que, aunque es lo mejor para él, no esperaba que esto sucediera tan rápido || ¿Qué sientes por Drake? ||
Sara me mira con ojos brillantes de ilusión, reflejando una profunda satisfacción y confianza. Aunque su felicidad es evidente, el peso de mis propios sentimientos no desaparece.
|| La verdad, no sé lo que siento. Son demasiados sentimientos a la vez. Al principio parecía que él solo buscaba amistad, porque es difícil de leer. Hay días en los que está bien y días en los que está mal; a veces me saluda cordialmente y otras no. Me enviaba un mensaje y luego desaparecía. Pero ayer, con ese beso, me demostró que no solo busca algo pasajero. Es la primera vez que siento algo así y creo que me estoy enamorando ||
|| ¿Nunca lo has hecho? || Pregunto curiosa.
|| No, nunca || responde Sara con una amplia sonrisa. Me alegra por Sara y por Drake, aunque no puedo evitar sentir celos. Debo estar confundida. Drake es mi gran amigo, pero ¿por qué me duele el corazón al saber que otra mujer está enamorada de él? ¿Por qué me llena de rabia e impotencia? De repente, un toque en la puerta me saca de mis pensamientos. || Déjame ir a abrir || dice Sara, dirigiéndose hacia la puerta. Justo en ese momento, escucho: || Buenos días su Majestad || Cuando escuché esas palabras, mi corazón se llenó de emoción. Era Liam. Me levanté de la silla y corrí hacia la puerta.
|| Buenos días, Sara || dijo Liam, dirigiéndose a ella antes de volver su mirada hacia mí y exclamar con una gran sonrisa || Riley, te ves hermosa. ¿Podemos conversar? ||
|| Liam, qué agradable sorpresa... || respondí con un toque de sarcasmo || Pasa || En ese momento, se hizo un breve silencio, y Sara aclaró su garganta.
|| Voy a revisar unas cosas. Vuelvo enseguida || dijo Sara con algo de nerviosismo, dirigiéndose a Liam con una pequeña reverencia || Hasta luego, Su Majestad ||
|| Hasta luego, Sara, nos vemos || dijo Liam, dirigiendo su mirada hacia mí y sonriéndome cálidamente. Me acerqué a él y le di un suave beso en los labios.
|| Gracias por la rosa. ¿A qué hora te fuiste? || pregunté con curiosidad.
|| Me fui alrededor de… || Pero antes de que pueda responder, un golpe más fuerte resuena en la puerta.
|| Ese debe ser Max, dame un segundo || digo, dirigiéndome rápidamente hacia la puerta para abrirla. Al hacerlo, me quedo sin aliento al ver quién está delante de mí.
|| Buenos días, Lady Riley ||
|| ¿Sebastián? || exclamo asombrada. Sebastián está parado muy derecho en el umbral de la puerta, con las manos entrelazadas a la espalda. Sin pensarlo dos veces, Liam se interpone delante de mí y, con voz defensiva, le pregunta:
|| ¿Qué es lo que quieres? ||
|| Su Majestad... Necesito hablar con los dos || responde Sebastián.
|| No hay nada de qué hablar || replica Liam, haciendo que Sebastián baje la mirada en señal de vergüenza. Luego, Sebastián suspira profundamente y vuelve a levantar la vista.
|| Señor, sé que ayer su padre ordenó al jefe de la guardia real localizar a Tariq a toda costa. Por mi parte, he estado investigando y moviéndome con las personas que conozco para dar con su paradero. Por eso estoy aquí: necesito compartir lo que he averiguado ||
|| ¿Es en serio, Sebastián? Con todo lo que hiciste, ¿cómo puedo saber que no estás aquí para lastimar más a Riley? || reclama Liam, visiblemente enojado. Sebastián baja la mirada en señal de vergüenza, luego lo mira con tristeza.
|| Honestamente, no tengo nada en contra de Riley. Lo que hice fue por órdenes de mi rey. Pero ahora, Liam, tú eres mi rey, y si me pides que me vaya, lo haré sin cuestionar. Solo quiero reparar el daño que causé || dice con sinceridad. Liam me mira con una expresión vacilante y luego se vuelve lentamente hacia Sebastián.
|| Te escucharé solo si Riley está de acuerdo || exclama. Inmediatamente, miro a Sebastián, quien también me observa. Sé que dice la verdad; además, solo siguió las órdenes de Constantino y no podía negarse. Para ser sincera, siento pena por él.
|| Liam, creo que Sebastián es sincero || digo, mirando a Liam antes de volver a Sebastián || No pude decírtelo en la noche de la ópera, pero muchas gracias por decirme la verdad. Aprecio que quieras enmendar el daño. Gracias por querer ayudarme ahora. Te perdono ||
Sebastián me mira sorprendido, con los ojos ligeramente cristalinos y una expresión de gratitud. Su rostro muestra una suavidad inesperada.
|| Muchas gracias, mi Lady. Te prometo que estoy aquí solo para hacer las cosas bien || dice Sebastián, aún detenido en la puerta por Liam. Liam lo observa con atención, pero con rabia contenida.
|| Sigue || exclama, haciéndose a un lado a regañadientes para dejarlo entrar. Luego lo mira fijamente || Mira, Sebastián, sinceramente no me sorprende el gran corazón que tiene Riley. A pesar de todo el daño que tú y mi papá le hicieron, intenta perdonarlos... Pero yo necesito tiempo. Como te dije esa noche en el tren, no confío en ti ||
|| Gracias, Liam. Sé que no merezco ningún perdón, pero quiero arreglar el daño. Te conozco desde niño y no me gustaría que, por un error, dejes de confiar en mí. Quiero volver a ganar tu confianza y, si es posible, ser tu guardia personal otra vez ||
|| Dame tiempo, Sebastián, solo eso pido || le responde Liam. Tras un momento de silencio incómodo, aclaro mi garganta para romper la tensión.
|| ¡Muy bien! ¿Qué fue lo que encontraste, Sebastián? ||
|| Una vez que las fotos se hicieron públicas, Tariq desapareció. Al principio, asumí que se fue a la finca de su familia, pero anoche confirmé que no regresó allí. Parece que estuvo viajando: primero a Alemania, luego Marruecos, después las Bahamas. Finalmente, descubrí que su último vuelo fue un viaje solo de ida a Los Ángeles ||
|| ¿A California? ¿Tiene familia allí? || pregunto curiosa.
|| No, probablemente le atraiga el estilo de vida de allá. Sé que eso le intriga mucho. Cuando éramos más jóvenes, solía viajar a Los Ángeles y se asombraba con los diseñadores de moda, las fiestas de Hollywood, todo ese mundo || explica Liam, aunque noto que la idea de que esté en Los Ángeles no es muy alentadora.
|| Los Ángeles es una ciudad enorme, no será fácil encontrarlo... Deberíamos buscar a gente que él conozca allí. ¿No tiene amigos allí? || pregunto.
|| No creo que tenga amigos, para ser sincero... Bueno, esto lo digo sin ánimo de juzgar, pero Tariq es el tipo de persona que prefiere tener más abrigos de diseñador que amigos || responde Liam. De repente, una idea se me ocurre.
|| ¡Eso es... los abrigos! || digo emocionada.
|| No entiendo qué tienen que ver los abrigos || pregunta Sebastián. Liam también me mira sin comprender.
|| Tariq se siente deshonrado y avergonzado, así que se fue a esconder en un país extranjero. Apuesto a que está haciendo la terapia de compras de su vida en este momento. Por lo tanto, Tariq... || me interrumpe Liam con entusiasmo.
|| Debe estar visitando las tiendas de diseñador más exclusivas || dice Liam, completando mi pensamiento.
|| ¡Exacto! || exclamo emocionada.
|| Es una deducción muy interesante y una pista perfecta. Puedo empezar a ponerme en contacto con cualquier tienda que cumpla con los requisitos de moda de Tariq || dice Sebastián.
|| Un momento, Sebastián... Puede que seas un profesional, pero cuando se trata de llamar a tiendas de ropa, conozco a un verdadero experto || digo sonriendo || Y ese sería Maxwell. Puede que no tenga el prestigio de Bertrand, pero sabe cómo hacer que la gente hable. Siempre ha sido un poco subestimado || Digo confiada mientras Sebastián me mira asombrado.
|| ¿Estamos hablando de Maxwell Beaumont? ��Él manejando una investigación tan delicada? || pregunta, confundido.
|| Sí, aunque no lo creas || adiciona Liam || Maxwell ha ayudado a Tariq a elegir trajes en el pasado. Él sabe exactamente a qué tiendas contactar ||
|| ¡Santo cielo! No puedo creer que es en serio… Pero está bien, si ustedes lo recomiendan, hablaré con Lord Maxwell || responde Sebastián. Mira su reloj y rápidamente nos vuelve a mirar || Hoy los esperan en un importante almuerzo y ceremonia del té. Creo que los dejaré prepararse... Su Majestad, Lady Riley || Sebastián hace una reverencia y luego abre la puerta para retirarse, pero al salir, casi choca directamente con Maxwell.
|| Chicos, no sabía que los iba a ver juntos tan temprano || dice feliz, pero luego se da cuenta de la presencia de Sebastián y lo mira asombrado y asustado || Esperen, ¿quién invitó a Sebastián? ||
|| Venga conmigo, Lord Beaumont. Tenemos asuntos que discutir || le dice Sebastián con mucha seriedad.
|| ¿Cómo? ¿A qué te refieres? || responde Maxwell, muy asustado. Aprovecho la situación para bromear:
|| Maxwell, fue un gusto conocerte || exclamo, mientras Liam me mira y trata de contener la risa.
|| No, Riley… No dejes que me rapte. He leído "1984" y no estoy preparado para eso… Por favor || suplica Maxwell, visiblemente nervioso, refiriéndose al libro de George Orwell, donde el protagonista es sometido a vigilancia y control extremos por el gobierno. Liam no puede aguantar más y termina riéndose, haciéndome reír también.
|| Max, ten calma. Solo estaba bromeando. Sebastián está aquí para ayudarnos || digo, tratando de calmar a Maxwell. El me mira y lanza un gran suspiro.
|| Qué alivio, mi vida pasó ante mis ojos. Debo decir que fue increíble, pero muy corta. Hay muchos más errores que debo cometer || dice el ocurrente Maxwell, cuando de repente su expresión cambia a una de desesperación || Esperen, ¿con qué nos está ayudando? ||
|| Se lo explicaré mientras caminamos || responde Sebastián, intentando calmarlo, pero Maxwell comienza a discutir con él. Ignorando las protestas de Maxwell, Sebastián lo saca de la habitación y cierra la puerta detrás de él. Cuando se van, noto que Liam se queda pensativo, reflexionando sobre lo sucedido.
|| Liam, debes darle una oportunidad. Siento que es sincero y no fue su culpa. Solo hizo lo que le pidieron || le digo, tratando de convencerlo.
|| Está bien, amor, lo intentaré, pero solo porque tú me lo pides y porque quiero tratar de imitar el hermoso corazón que tienes. Aunque, en parte, me alegra contar con la ayuda de Sebastián, nos interrumpió antes de que pudiera mostrarte la razón de mi visita || responde Liam.
|| ¿De verdad? ¿Y cuál es el motivo? || pregunto con curiosidad.
|| Necesitaba verte de nuevo para asegurarme de que estabas más tranquila y, bueno, darte esto... || dice mientras saca de su bolsillo una pequeña caja forrada de terciopelo. Al abrirla, aparece un hermoso anillo de oro blanco con un zafiro en forma de lágrima rodeado por un halo de pequeños diamantes. La banda está grabada con intrincados diseños que le dan un toque único y sofisticado. Liam toma mi mano y coloca el anillo en mi dedo.
|| ¡Liam, esto es hermoso! Gracias… || exclamé, admirando la joya en mi dedo || Pero... ¿no es demasiado? ||
|| Jamás sería demasiado cuando se trata de ti, Riley. Como te dije una vez, si pudiera darte el mundo entero, lo haría. Ahora lo que deseo más que nada es dejar atrás este escándalo y poder contarle al mundo entero lo que siento por ti ||
|| Yo también lo deseo más que nada || digo con tristeza.
|| Puede que este anillo no sea de compromiso como el que quise darte antes, pero es una muestra de mi amor hacia ti || dice, tomando mi mano y admirando el anillo en mi dedo || Elegí estas piedras por su significado: el zafiro representa sabiduría, paz interior, buena salud, éxito y verdad. También se dice que protege contra la envidia. Los diamantes simbolizan firmeza, rectitud, triunfo y voluntad. Pero, sobre todo, representan el amor eterno, el coraje y la abundancia ||
Al escuchar sus palabras, me siento profundamente halagada, amada y especial. Me acerco para darle un fuerte abrazo y, al separarme, le doy un pequeño beso en los labios. Él me mira sonriendo.
|| Liam, eres perfecto, tan detallista, tan encantador. Nunca conocí a un hombre como tú. Esto significa mucho para mí... Luciré este anillo con orgullo || exclamé, mientras Liam me abrazaba por la cintura y yo rodeaba su cuello con mis brazos.
|| Yo tampoco he conocido a una mujer como tú, Riley. Cambiaste mi vida por completo, y pensar en que pronto podremos estar juntos me llena de ansiedad... No puedo esperar para casarme contigo || me dijo. Justo cuando él se inclinaba para besarme, suena mi teléfono. Al ver de dónde es la llamada, miro a Liam, nerviosa. Es de la clínica en Nueva York.
|| ¡Cielos! Es de la clínica donde está internada mi mamá || dije, mirando a Liam ansiosa.
|| Será mejor que contestes, podría ser algo urgente || me dijo. Asentí con la cabeza y decidí contestar.
R: ¿Hola?
C: Buenas noches, ¿hablo con la señorita Riley Brown?
R: Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarle?
C: Señorita Brown, soy la directora de la Clínica Memorial Sloan. Le llamo para informarle que el estado de su madre es complicado. Lamentablemente, su salud está desmejorando día a día y el medicamento que estábamos utilizando ya no está teniendo el efecto esperado.
R: Quiere decir que… ¿Está agonizando?
C: Así es, señorita. Los médicos están seguros de que ella se encuentra en sus últimos días. Además, quiero informarle que su madre desea verla.
R: ¿Quiere verme?
C: Así es. Eso fue lo que le dijo a una de las enfermeras que la cuida, y me pidió que realizara esta llamada.
R: Entiendo. Muchas gracias por la información. Haré lo posible por viajar para verla.
C: Gracias a usted por atenderme. Que tenga una buena noche, señorita Brown. Hasta luego.
Al escuchar la noticia, sentí como si el suelo desapareciera bajo mis pies. Un torrente de emociones me inundó: primero, el shock; no podía creer lo que estaba escuchando. Luego, una tristeza profunda me abrumó, llenando mis ojos de lágrimas. La culpa comenzó a roerme desde adentro, recordándome cada momento que no estuve presente.
|| ¿Quién está agonizando? || Preguntó Liam mientras se arrodillaba a mi lado, ayudándome a reaccionar. Sus ojos reflejaban preocupación y empatía. Me rompí en su abrazo, sosteniéndome con fuerza.
|| Liam, mi mamá... está empeorando. Debo ir a verla || dije con la voz quebrada. Liam tomó mi rostro entre sus manos y limpió mis lágrimas.
|| Amor, lo siento mucho. Haré todo lo posible para que llegues a tiempo || me respondió, abrazándome con fuerza. Al separarse, agregó: || Muñeca, debes ir... Puede que sea la última vez que hables con ella… Quizás quiere disculparse o pedirte perdón ||
|| Pero Liam… ¿y el tour? ¿Qué va a pasar con la investigación? || exclamé desesperada. Todo se complicaba. Nunca imaginé que se añadiría un problema más a mi lista. Hundí mi rostro entre mis manos, llorando amargamente. Liam levantó mi cabeza y me hizo mirarlo.
|| Tranquila, amor. Vamos a resolver esto juntos. Lo más importante ahora es tu mamá || me dijo con firmeza y ternura, llenándome de renovada determinación || En cuanto a la investigación, tenemos a la guardia del Rey, Sebastián y Maxwell a cargo. Además, haré todo lo posible para localizar a Tariq. ¿Confías en mí? || me preguntó mientras acariciaba suavemente mi mejilla.
|| ¡Claro que confío en ti! No sé qué haría sin tu apoyo || respondí, dándole un pequeño beso en la nariz.
|| Siempre me tendrás || aseguró, levantándose rápidamente. Sacó su celular y contactó a su piloto personal. Tras una breve conversación, tomó mi mano y me levantó con delicadeza || Está todo listo, amor. El jet sale a las doce del mediodía ||
|| Gracias, amor… || le dije, con lágrimas que amenazaban con desbordar || Por todo lo que haces por mí || Lo abracé con fuerza, dejando que todas mis emociones salieran a la superficie.
|| Hacerte feliz es un placer para mí || respondió, tomando mis manos entre las suyas y besándolas con dulzura. || Debo prepararme para el almuerzo con dignatarios, pero me aseguraré de que Maxwell te acompañe al menos hasta el aeropuerto. Ten un buen viaje, amor. Estamos en contacto ||
|| Tranquilo, entiendo. Estamos en contacto, mi amor. Adiós ||
Liam me lanzó una última mirada de ternura antes de cerrar la puerta detrás de él. Me senté en la cama, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud. Mis manos temblaban mientras comenzaba a empacar apresuradamente. El tiempo parecía escurrirse entre mis dedos. Mientras preparaba mi equipaje, me esforzaba por mantener la calma. Sabía que el tiempo era crucial, ya que tal vez estaría en camino hacia los últimos momentos de mi madre.
**
Horas después, llegué al aeropuerto, con el corazón apesadumbrado y una maleta llena de emociones. Estaba a punto de abordar el jet privado de Liam. A mi lado, fiel como siempre, estaba Maxwell, deseándome lo mejor.
|| Mi flor, que te vaya muy bien. Recuerda que, si necesitas algo, debes avisarme || me dijo, tomando mis manos y apretándolas con fuerza.
|| Gracias, Max. Estaré en contacto. Por favor, cuida muy bien de mi Chance. Quisiera llevármelo, pero dudo mucho que tenga cabeza para él || respondí, mi voz quebrándose un poco.
|| No te preocupes, mi bella flor. Lo cuidaré con mi vida, ya sabes cómo lo consiento || me aseguró con certeza, intentando darme tranquilidad.
|| Y, Max, lo más importante de todo… Encuentra a Tariq || le dije con firmeza, la urgencia en mi voz clara. Él es nuestra única esperanza.
|| Seguro que sí, haré lo imposible. Ya verás || prometió, con determinación en sus ojos.
|| Gracias… No sabes lo que significa para mí. Gracias por siempre estar para mí, más que como un amigo, como un hermano || le dije, mis ojos llenándose de lágrimas de gratitud.
|| Awwww, mi flor… || Me abrazó con fuerza || Pero como un hermano genial y divertido, ¿verdad? No como uno mezquino ni autoritario ||
|| No, para nada. Ese título definitivamente lo tiene cubierto Bertrand || le respondí, intentando esbozar una sonrisa cuando la azafata se acercó.
|| Señorita Brown, el piloto me indica que todo está listo para partir || anunció con amabilidad.
|| Perfecto, muchas gracias || asentí con la cabeza y le sonreí. Luego, miré a Max y lo abracé con fuerza una vez más || Max, nos vemos. Por favor, despídeme de Hana, Drake y Bertrand ||
|| Ok, seguro que sí, mi flor. Lo haré. Ten un buen viaje, linda || dijo, su voz llena de cariño y preocupación.
Con una última mirada de agradecimiento y un fuerte abrazo, me despedí de Maxwell y subí al jet, sintiendo una mezcla de ansiedad y determinación. Mientras el avión despegaba, cerré los ojos y respiré hondo, sabiendo que el camino hacia Nueva York sería uno de los más difíciles de mi vida.
**
El viaje a Nueva York fue largo y agotador. Tras muchas horas en el jet privado, finalmente aterrizamos en la ciudad en las primeras horas de la mañana. Un taxi me llevó desde el aeropuerto hasta el hotel, donde sentí una mezcla de alivio y urgencia. Subí a mi habitación y comencé a preparar todo para dirigirme a la clínica donde estaba mi mamá.
Miré el reloj; el tiempo parecía moverse más rápido de lo normal. Sabía que no podía demorarme más. Con una última mirada al espejo para asegurarme de estar presentable, tomé mi bolso y salí de la habitación, decidida a enfrentar lo que me esperaba en la clínica. Mi corazón latía con fuerza, consciente de que los próximos momentos serían cruciales para mi madre y para mí.
Al llegar a la Clínica sentí una mezcla de ansiedad y determinación. El edificio se alzaba imponente, y su apariencia moderna contrastaba con mi estado emocional. Ingresé al vestíbulo y me dirigí a la recepción, intentando mantener la compostura.
El ambiente era sereno, pero la tensión en mi pecho aumentaba con cada paso. Al acercarme al mostrador, noté que la enfermera, una mujer de cabello castaño y sonrisa amigable, me miraba con curiosidad.
|| Buen día, soy Riley Brown. Mi mamá está internada aquí || dije, tratando de mantener la voz firme. La recepcionista parpadeó, claramente sorprendida.
|| ¿Lady Riley Brown? ¿La que aparece en las revistas? || preguntó con una mezcla de emoción y asombro || No puedo creerlo, eres más bonita en persona que en fotos || dijo, visiblemente emocionada || ¡Oh, Dios mío! No puedo creer que te estoy conociendo en persona || exclamó, cubriéndose la boca con una mano.
|| Sí, esa soy yo || asentí, intentando sonreír a pesar de la gravedad de la situación.
|| Déjame decirte que siempre fuiste mi favorita. Esa rubia desabrida no me gusta en absoluto. Tú y el Rey se veían tan enamorados || comentó la recepcionista con sinceridad. Sus palabras me conmovieron, y sentí un nudo en el corazón || Estoy segura de que todo lo que dicen es mentira, esas fotos parecen falsas… Con tan solo conocerte en persona, se puede ver que eres una gran persona ||
|| Gracias por creer en mí a pesar de no conocerme. Y no, nunca traicioné a Liam || respondí con firmeza.
|| Espero que todo se aclare pronto. Aunque la boda real está a la vuelta de la esquina… Es una lástima que no estén juntos ya || dijo, recordando lo cerca que está la boda.
|| Sí, la boda se acerca || admití, sintiendo el gran peso de la realidad || Bueno, estoy aquí para ver a mi mamá. Necesito saber en qué habitación se encuentra || añadí, tratando de mantener la calma.
|| Oh, lo siento mucho, me perdí por la emoción || dijo la recepcionista, dándose cuenta || Permíteme ayudarte con eso de inmediato || ¿Podrías repartirme el nombre completo de tu madre? || preguntó amablemente.
|| Claro, mi madre es Alice Elizabeth Brown Harris || respondí, esperando ansiosamente su respuesta.
|| Voy a verificar la información ahora mismo. Un momento, por favor || dijo la enfermera mientras comenzaba a buscar en el sistema. Al encontrar la habitación en la que estaba mi madre, sus ojos se abrieron con sorpresa || ¿Eres tú su hija? No puedo creerlo. Ahora que lo mencionas, noto el gran parecido… Esto es bastante emocionante || dijo con un fuerte suspiro || Disculpa por mi entusiasmo, pero tu mamá ha hablado mucho de ti. Nunca imaginé que tú fueras la misma que estaba en Cordonia. Ella rogaba por tu llegada. Me alegra mucho que finalmente hayas venido || Salió rápidamente de su escritorio y se acercó a mí con una gran sonrisa || Sígueme, te llevaré hasta ella ||
|| Muchas gracias… ¿Cuál es tu nombre? || pregunté.
|| Amanda. Mi nombre es Amanda Reed || respondió con rapidez.
|| ¡Gracias, Amanda! Eres muy amable || le agradecí, sintiendo un alivio inmenso.
**
Amanda me guio por un pasillo largo y tranquilo, donde el olor a desinfectante y el silencio predominaban. Con cada paso, mi ansiedad crecía. Varios giros y puertas después, sentía como si el camino se alargara interminablemente, cada paso más pesado que el anterior.
Finalmente, Amanda se detuvo frente a una habitación. Mi corazón latía con fuerza y un nudo se formó en mi garganta. Extrañaba a todos en Cordonia, y la soledad en ese momento era casi insoportable.
|| Hemos llegado. Si me necesitas, no dudes en avisarme || dijo Amanda, con una sonrisa comprensiva y un guiño alentador.
|| Gracias, Amanda || murmuré, sintiendo el miedo reflejado en mi rostro. Amanda apretó suavemente mi brazo y me miró con ternura.
|| Cariño, de lo poco que me contó tu mamá, sé que ella falló en muchas cosas, pero sé también cuánto te quiere. Tal vez no quieras verla, pero ella te necesita ahora. Sé valiente. Entra, y si me necesitas, estaré aquí afuera || dijo con firmeza y dulzura. Asentí con la cabeza, respiré hondo y decidí entrar.
Abrí la puerta lentamente y vi a mi madre, mirando hacia la ventana. Sentí un nudo en el estómago. Aclaré mi garganta y me anuncié.
|| ¿Ma... mamá? ||
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Desde que los gemelos eran recién nacidos, quedó claro que tenían personalidades distintas y muy marcadas. Mientras que Fabian parecía fascinado con los primeros rayos del sol y solicitaba ser alimentado mediante gestos, Ally podía dormir por horas sin despertarse pero si su hora de comida se atrasaba, expresaría su descontento con un llanto sonoro que llenaba la habitación.
Al crecer, quedó claro que mientras su hijo era una persona matutina, la ya no tan pequeña rubia podía dormir hasta el mediodía durante las vacaciones y que ni siquiera el aroma del desayuno podía despertarla.
Recordaba todos esos instantes que ahora parecían lejanos, mientras armaba los almuerzos que llevarían a su primer día de ocupaciones adultas. Fabian iría a San Mungo a iniciar su entrenamiento como Sanador y Alice al Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas en el Ministerio de Magia.
— Soy demasiado afortunado de tener aún motivos para ir hoy a la estación de tren con Beth y Gideon asistiendo a Hogwarts o estaría llorando sobre los sándwiches sin que pudieras hacer algo al respecto— dijo al mirar sobre su hombro y notar que Lizz había entrado a la cocina. Limpió sus manos y se acercó para rodearla con sus brazos, tanto como se podía debido a su vientre abultado; además de besarla brevemente y acariciarla provocando que la bebé en su interior se moviera un poco —. Más le vale a ésta jovencita crecer despacio, porque no estoy llevando muy bien la idea de que nuestros pequeños ya son adultos en toda regla. Parece que fue ayer cuando tenía que atarles los zapatos. Estaba a punto de llevarte tu té para que pudieras beberlo con calma, pero no fui lo suficientemente rápido, lo siento.
@lizzie-longbottom
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«¿Algo de esto fue real?».
Las palabras resonaban en la mente de Twilight mientras observaba el atardecer desde la esquina, camino a casa. El viento de Berlint jugueteaba con sus cabellos, pero su mente estaba lejos, atrapada en una caja que guardaba en su bolsillo y en los recuerdos de un día que había sido una montaña rusa emocional. Ser espía parecía más desafiante que nunca en ese momento.
Era un día rutinario para la familia Forger. Como de costumbre, cada miembro iniciaba la jornada con destinos diferentes: algunos iban al trabajo, mientras que otros se dirigían al Edén. El desayuno transcurría con normalidad; Anya comentaba sobre las clases que tendría ese día, mientras Yor prometía llegar temprano.
En medio de la conversación animada, Loid sonrió, pensando en compartir parte de sus planes para la noche, hasta que recibió una llamada telefónica.
La voz al otro lado del teléfono le comunicó una noticia que sacudió su mundo. Desde WISE, la voz de su superior resonó con seriedad, anunciando que debía ir a la sede de manera urgente. El shock inicial se convirtió en confusión mientras intentaba procesar la noticia. Sin embargo, la única respuesta que recibió fue que se apresurara.
Los rostros decepcionados de Yor y Anya por su repentina partida no se hicieron esperar. Su hija, en particular, parecía sentirse dolida y nerviosa por su partida. Twilight atribuyó su estado de ánimo al ambiente alegre que se había desvanecido repentinamente.
—Ve con cuidado, ¿sí? —fue la respuesta de Yor antes de darle un beso rápido.
Las muestras de afecto entre ellos habían cambiado. Eran genuinas, realistas. Aunque pareciera contradecir parte de su trabajo, Twilight estaba bien con eso.
—Volveré —les aseguró, tratando de reconfortarlas—. Y esta noche haremos algo especial juntos.
Twilight había anticipado que sería como siempre: una crisis que lo dejaría con algunas heridas y un gran agotamiento, pero que no impediría su regreso al corazón de la operación Strix y a lo que quería mostrarle a su esposa. Sin embargo, lo que siguió fue aún más desconcertante.
Al llegar a la sede de WISE, que ese día estaba particularmente llena, Twilight se encontró con una atmósfera extraña. Varios agentes novatos y experimentados lo rodeaban con miradas serias, pero algo en sus ojos le hizo preguntarse si estaban ocultando algo. Había una tensión palpable en el aire, como si algo estuviera a punto de revelarse.
De repente, Nightfall lo interceptó, y Twilight no necesitó más que un segundo para darse cuenta de la tristeza en su rostro. Le había dicho que ocultara sus emociones, pero lo que veía en ella era una emoción claramente expresada.
—¿Nightfall? —preguntó, tratando de comprender lo que estaba sucediendo.
Sin embargo, la repentina solicitud de Sylvia para tener una reunión a solas aumentó el misterio. Su superior, una mujer que siempre había sido rígida con él, inclinó la cabeza con notable tristeza cuando le entregó una carpeta.
Dentro encontró una leyenda hecha realidad: un grupo de las sombras, asesinatos y otras cosas que Twilight nunca habría imaginado.
—¿Cómo…? —intentó decir, casi perdiendo la fuerza al ver el contenido de la carpeta. Una fotografía que no podía imaginar tener ahí—. ¿Cómo es que ella…?
—Tu esposa es Thorn Princess, Twilight —reveló Sylvia.
Mientras estudiaba el documento en busca de respuestas, Twilight descubrió que Yor había estado asociada con The Garden desde una edad temprana debido a una deuda de sus padres, antiguos miembros del grupo. Su presunto jefe en el ayuntamiento era su representante y padrino, quien había estado vigilándola. Los momentos en los que ella mostró su fuerza no eran más que una manifestación de sus habilidades de asesinato y no de defensa personal.
En su interior, Twilight encontró el sabor amargo de la traición.
Todo en esa carpeta arrojaba luz sobre la vida secreta de su esposa.
Sylvia ni siquiera se molestó en decir algo cuando dejó la oficina para darle espacio a Twilight. Estaba absorto en la información, preguntándose cuánto de la vida que Yor le había compartido había sido real y cuánto había sido una fachada para ocultar su pasado.
La verdad, aunque dolorosa, le otorgó a Twilight una nueva perspectiva sobre Yor y sobre sí mismo. La mujer que había conocido como una esposa y madre dedicada resultó ser mucho más compleja y peligrosa de lo que jamás había imaginado. Casi quería reír cuando se dio cuenta de que podría haberla cruzado antes. Datos que coincidían con misiones que se habían resuelto gracias a un asesinato inesperado, un accidente de su objetivo.
De alguna manera, encontró una conexión que trascendía las circunstancias.
Al final de su tiempo a solas, Twilight decidió regresar a su departamento a pesar de las miradas de algunos agentes. Nada debería cambiar al final del día. WISE solo lo había llamado por una situación de emergencia más, y afortunadamente, no había sufrido daños graves más allá del agotamiento extremo.
Algunas verdades eran sorprendentes. Y aunque nunca podría entender cómo había terminado eligiendo a una asesina como su esposa, sabía que llevaba a su lado a alguien excepcional.
Así, con el corazón lleno de preguntas, Twilight observó cómo era recibido por la sonrisa de su esposa mientras dejaba su abrigo y sombrero en el perchero. Yor hablaba animadamente sobre el día de Anya en la escuela y cómo se había ido a la cama cansada.
Todo eso lo dejó preguntándose una vez más: ¿Algo de esto fue real?
—¿Loid? —la voz de Yor lo sacó de sus pensamientos.
—¿Eh? —respondió, volviendo al momento presente.
—¿Qué quieres decir con que algo de esto fue real?
En su mente, resonaron las palabras no dichas: «Nuestra relación. Lo que siento por ti. Lo que iba a darte como prueba de que yo quiero ser real».
«¿Algo de esto fue real?», se preguntó una y otra vez mientras se sumergía en la conversación sincera con Yor.
#twiyorprompts#twiyor prompts#twiyor#spy x family#loidxyor#loid x yor#spyxfamily#loid forger#sxf#yor forger#loidyor
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ESTO ES SOLO UNA TRADUCCIÓN!!!! TODO EL CREDITO A @anastoxicangels
¡¡Consejos principales!!
• Sólo come después de las 9 a. m. y antes de las 7 p. m., ¡de esa manera estarás haciendo un ayuno de 14 horas todos los días!
•Asegúrate de que pasen tres horas desde la última vez que comiste desde que te acuestas
•Beba una jodida tonelada de agua, el agua fría quema calorías y reduce la ingesta de grasas y el agua tibia ayuda con la hidratación.
•E X E R C I S E (ampliaré más esto más adelante)
•Si alguna vez siente que necesita un gran impulso, duplique las calorías consumidas en un día (como 100 a 200) y la mitad de las calorías quemadas (como 300 a 150)
Atracones:
Cómo distraerse para no darse atracones:
•Mira “Mi vida de 600 libras”, “Skins” o “Super Size vs. Super Skinny”
•Work Out (mi favorito personal)
• Si tienes un juego de Sims, úsalo para crear cómo te ves ahora y cómo quieres lucir cuando alcances tu peso objetivo.
• Busque “Los gordos comen (lo que sea que se le antoje)”. • Estiramiento de mariposa durante cinco minutos. ¡IR!
•Hacer una caja de atracones
También está esta publicación que me ha salvado el pellejo tantas veces.
Qué hacer después de un atracón:
Paso 1) HACER. NO. PURGA. Sé que es difícil y tentador, pero al final es mejor dejar que lo que pones en tu cuerpo siga su curso en lugar de forzarlo a salir. Si tienes bulimia ese paso es extremadamente difícil pero ¡¡creo en ti!!
Paso 2) Beber agua. Sé que este es el más repetido EN TODAS PARTES, pero eso es porque es muy importante. Bebe agua, bebe hasta que sientas que vas a explotar o vomitar, luego detente y espera a que esa sensación desaparezca.
Paso 3) Cepíllate los dientes (ESPECIALMENTE SI NO PUDISTE HACER EL PASO UNO, ASEGÚRATE DE HACER ESTO), la comida sabía mal después de cepillarte los dientes, así que... sí.
Paso 4) Ve al gimnasio, haz ejercicio. Como. Loco. En serio, haz cardio hasta que sientas que te estás convirtiendo en gelatina y luego haz abdominales y brazos. Sigue adelante hasta que no puedas más.
Paso 5) Tengo el lujo de tener una sauna adjunta al gimnasio en el vecindario donde vivo. Si no la tienes, abrígate mientras haces ejercicio para poder sudar, pero si la tienes, asegúrate de suda todas esas cosas desagradables y desagradables (sinceramente, es una sensación de limpieza)
Paso 6) ¡¡¡BAÑO DE HIELO !!!! Estar en un baño de hielo quema una sorprendente cantidad de calorías (pero sólo si estás temblando)
Paso 7) Planifique las calorías de mañana; si debe ayunar, hágalo, pero tenga en cuenta que es mejor reducir las calorías (es decir, 800 kcal, 600 kcal, 400 kcal) antes de un paso rápido.
8) Perdónate a ti mismo. Puede que hayas roto, pero todo el mundo lo hace en algún momento. Solo usa esto como excusa para volver aún más fuerte.
También hay esto que es muy, muy útil.
Pesaje:
• Pésese dos veces al día (una por la noche y otra por la mañana), pero establezca un día semanal en el que ayune AL MENOS 12 horas antes y use laxantes para sacar todo de su sistema.
•Quítate todo lo que puedas antes de pesarte, ve al baño, cualquier cosa que puedas hacer para deshacerte del exceso de peso.
•Si tienes acceso a una sauna, ¡úsala! Sudar todo ese peso de agua antes de pesar
• ¡No te desanimes si no has perdido o ganado peso, simplemente aprovéchalo para esforzarte aún más!
Cómo convencer a la gente de que no estás empeorando:
•¡¡¡Sólo coma cerca de la gente!!!
•cortar la comida en trozos pequeños para que parezca que has comido más
•come cinco bocados de una comida si tienes que comer, ni más ni menos
Excusas para comer:
1. No tienes hambre
2. No te gusta cierta comida
3. Comiste un gran desayuno y todavía estás lleno.
4. Eres alérgico a esa comida.
5. Comiste antes
6. Tienes dolor de garganta
7. Eres vegetariano/vegano
8. Estás guardando tu hambre para una gran cena familiar.
9. Tienes dolor de muelas
10. Tienes calambres estomacales
11. Te sientes mal
12. Tienes dolor de estómago
13. Comerás algo más tarde
14. Tienes una úlcera en la boca
15. Te mordiste la lengua y te duele demasiado para comer
16. Comerás cuando llegues a casa
17. Comerás cuando tengas hambre
18. No tienes dinero para comprar nada.
19. Inventa una enfermedad en la que duele cuando comes pero cuando no lo haces está bien
20. No tienes ganas de comer ahora mismo
21. Acabas de comer algo
22. Si tienes frenillos, di que te los acaban de apretar y que te duelen
23. Todavía estás lleno del almuerzo
24. Tienes alergia a las nueces
25. No te gusta esa comida a menos que tenga una salsa/aderezo/aderezo particular que no existe
26. Se te antoja una comida en particular que comerás más tarde
27. Comiste demasiado antes
29. Te comiste toda tu comida y no te quedó ninguna
30. No te pueden molestar ahora mismo
31. Estás ayunando por motivos religiosos.
32. Comiste con otra persona
33. Necesitas terminar tu tarea
34. Necesitas terminar de estudiar
35. Estás ocupado haciendo algo 'importante'
36. Tienes intolerancia a un tipo de alimento.
37. Quieres salir a correr más tarde y no quieres tener el estómago lleno
38. Olvidaste tu almuerzo
39. Olvidaste traer un refrigerio
40. Comiste demasiado antes
41. Hubo una venta de pasteles antes y estás lleno
42. Vas a salir a comer más tarde
43. Comiste fuera antes
44. Tu médico te puso una dieta especial.
45. Tu dietista te puso una dieta especial
46. Estás ayunando porque pronto te harán un análisis de sangre en ayunas
47. No quieres nada ahora mismo
48. Estás participando en una hambruna
49. No tienes tiempo para comer
50. Nada parece atractivo
Vitaminas y cosas
Debe tener:
Multivitaminas: 0 calorías y esenciales para mantenerse saludable
Suplemento de potasio: la causa más común de muerte por anorexia relacionada con nutrientes es la deficiencia de potasio.
Otros suplementos a considerar son el calcio, el zinc, el aceite Omega-3, el magnesio, las vitaminas B, el hierro, las vitaminas A, C y D y la biotina.
También es bueno tener:
Laxantes o té laxante. ¡Los laxantes de acción rápida son muy fuertes, así que úselos con precaución! El té laxante es suave y seguro y utiliza hierbas naturales.
Pastillas de cafeína: para disminuir el apetito y aumentar la energía y el metabolismo. Las mentas o los chicles con cafeína también funcionan.
Antiácidos: ¡deje de gruñir la barriga!
Pastillas de algas marinas: aumentan el metabolismo
Pastillas de té verde: aumentan el metabolismo y se cree que eliminan la grasa.
Cápsulas de pimienta de cayena o ajo -Aumenta el metabolismo, son buenas para el corazón
EJERCICIO
Sinceramente para mí esta es la PARTE MÁS IMPORTANTE de cualquier dieta.
1. Acelera tu metabolismo.
2. Quema calorías (también conocidas como GRASAS).
3. Utiliza el tiempo de forma productiva
Además, es importante recordar que al enfocarte en áreas específicas, solo estás ganando músculo allí, ya que pierdes grasa en todo el cuerpo y no en partes (el ejercicio cardiovascular es mejor para esto). Sin embargo, es importante ejercitar ciertas partes del cuerpo porque A) morir de hambre consume músculo primero, por lo que debes mantener el ritmo, y B) Dos personas de la misma altura y peso podrían tener dos medidas diferentes, porque una libra de músculo más delgado que una libra de grasa
Los mejores entrenamientos para:
Muslos:
•Estocada lateral
•Sentadillas de sumo
•La pared se sienta
•Patadas de bicicleta
•interno
Brazos:
•Lagartijas
•Inmersiones del piso
•Rotaciones de brazo en semicírculo
•Me lo pido
Pantorrillas:
•Cardio
•¡¡Evita la máquina de pasos!!
Abdomen plano:
•Tabla lateral
• Abdominales • Arrastre de cocodrilo
Botín:
•Sentadillas
•Hidrantes
•Arcoiris
• Estocadas de reverencia
Hombro/Espalda:
•Deslizadores de brazo
• Mosca inclinada
•Remo inclinado
¡Extra!:
•Mientras te cepillas los dientes, siéntate en la pared.
•Cada vez que vayas al baño, haz 5 sentadillas antes de salir.
•Mientras esperas a que salga algo del microondas o de la tostadora, haz patadas en el trasero.
•Usa las escaleras siempre que puedas.
• ¡Inquietate! Quema calorías.
• Flexiona tus abdominales en cada semáforo o señal de alto que encuentres.
•Mientras revisas Facebook, Twitter, Tumblr o Instagram, eleva las piernas hacia los lados.
Simplemente baila mientras limpias, cocinas o tomas un descanso para estudiar.
También hay esto que es realmente útil.
Consejos para el ayuno
•Agua. agua. AGUA
•Tenga algunos alimentos saludables para darse un atracón después cuando rompa el ayuno.
•agua
•Tener cosas planeadas para ese día (Para mí es más fácil hacerlo en un día escolar)
•AGUA
Alimentos que temen y alimentos seguros: (estos son mis alimentos personales, te sugiero que hagas tu propia lista)
Alimentos Seguros: (Alimentos para comer cuando quieras darte un atracón, alimentos que debes tener en casa)
•Lechuga iceberg
•Té Verde con Stevia
•Apio
•Cubos de lingotes bajos en sodio
•Palomitas de maíz sin mantequilla, hechas al aire
•Carmelo Stevia
•clara de huevo
Alimentos que te dan miedo: (Alimentos que se deben evitar/evitar)
•Chocolate
•Pan
•Pollo frito
•SODA
•Brownies
• Oreos
•Ramen
•Cereal
¡Reglas del restaurante!
•Bebe un vaso de agua antes de ir.
Si tiene mucha hambre, tome un poco de té o incluso verduras de antemano.
•Si está en un restaurante, beba al menos un vaso lleno de agua antes de que llegue la comida.
•Tome un sorbo entre cada bocado.
•Comer despacio.
•Sabotear los alimentos con demasiada sal, etc.
•Intenta comer con la mano opuesta (si eres diestro usa la mano izquierda y viceversa)
•Para evitar la tentación, ni siquiera mires la sección del menú con los alimentos que engordan. Fuera de la vista, fuera de la mente, fuera del cuerpo.
•Cíñete a pedir artículos que incluyan las palabras "horneado", "asado" y "al vapor".
•Siempre pida salsas para acompañar
• Sumerja las púas del tenedor en el aderezo y luego en la comida, para que aún pueda saborear la salsa pero con una fracción de las calorías.
•Come la mitad y empaquétala.
•Comience con sopa o ensalada para saciarse.
•Coma en el orden de las verduras primero, luego las proteínas y al final los carbohidratos.
•Coma ensaladas que sólo contengan vegetales con calorías negativas.
•Intenta no ser el primero en empezar ni el último en terminar.
•Trate de beber al menos 3 vasos de agua durante la comida.
•Deja tus cubiertos entre cada bocado.
•Habla mucho para que pases más tiempo hablando que comiendo.
•Consulta la información nutricional online antes de ir al restaurante para que puedas decidir de antemano lo que quieres.
•Pregunte por una porción del tamaño de un almuerzo o de un tamaño para niños.
•Diga “Estoy tan lleno” y guarde la mitad restante de su comida antes de que le ofrezcan un postre.
•Si todavía le ofrecen postre, simplemente diga "No, gracias".
Ana misma (me resulta útil convertir a “Ana” en una persona en mi cabeza y usar eso como mi objetivo) Ana es perfecta. Tiene el cuerpo perfecto: huesos de la cadera, espacio entre los muslos, brazos pequeños, pantorrillas pequeñas, pómulos altos, clavículas salientes, ojos grandes. Ana no necesita maquillaje Pero cuando lo usa, lo usa impecablemente. Puede hablar delante de la gente sin problemas. Tiene el perfecto sentido de la moda y la personalidad perfecta. Tiene el pelo largo y brillante y uñas largas y sanas. Ella nunca tartamudea y nunca arruina sus oraciones.
Cosas generales
Uñas: (porque estoy obsesionada con mis uñas por alguna razón)
•Sally Hansen “Nail Growth Miracle Serum” me ha salvado las uñas
•DETENER. MORDIENDO. SU. CLAVOS.
•En serio, deja de ponértelos en la boca si es necesario.
•Pon acetona en tus dedos si es necesario (esa cosa tiene un sabor jodidamente desagradable, querido señor)
•Aprende a pintar uñas, solo para que tengas la habilidad.
Cabello:
No sé qué decirte, me he decolorado el cabello ocho veces y prácticamente se me está cayendo de la cabeza… sin embargo, esto hace milagros. Está destinado a aplicarse en tinte para el cabello, pero simplemente mezcla el vial con tu acondicionador y déjalo actuar durante 30 minutos y ¡listo!
Piel:
H Y D R A T E N I L D
Lávate la cara dos veces al día, pase lo que pase.
¡La piel es algo muy personal, descubre qué funciona mejor para ti!
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Un pato en casa 1
El parto de mi tercer hijo había comenzado la noche anterior por suerte pude dormir suficiente. Mientras preparaba el desayuno para mis dos hijos de 5 y 3 años sentí un par de contracciones. Esperaba que este bb me diera tiempo a hacer mis actividades y poder volver a casa a tenerlo pues tenerlo en la calle también era una opción pero quería la privacidad de mi hogar está vez. En la calle era normal ver mujeres dando a luz pues no había hospitales y generalmente nadie paraba para dar a luz se hacía vida normal hasta el momento de parar y pujar. Mientras mis hijos comían subí a ponerme un vestido cómodo para salir pues tenía que llevar a mis hijos al colegio ir al banco y al súper.Mi esposo se había ido a trabajar temprano así que seguramente le dabas la sorpresa de un nuevo miembro cuando volviera.Una vez mis hijos estaban en sus sillitas de viajé comenzamos el camino al colegio el movimiento parecía ayudar pues solo tuve un par de contracciones que me hicieron suspirar y masajear mi vientre que se encontraba duro.mi primera parada era en el banco al llegar pude ver una de las empleadas apoyada sobre su escritorio dándo fuertes empujones sus gemidos me hicieron recordar que dentro de poco yo estaría igual.La mujer en cuestión dió un fuerte gemido y su bb salio ella lo recibió y se fue atrás a limpiarse y seguir su turno así funcionaba el mundo.Luego de media hora pude sentir mis contracciones más fuerte y más juntas comenze a masajear mi barriga y durante una contracciones me llamaron. Entre jadeos o mujer que me atendió termino mi trámite estaban igual que yo en el principio del parto le desee suerte y me dirigi a mi auto una fuerte contracción me hizo apoyarme en el y agacharme sobre mi vientre había Sido una fuerte contracción. Me dirigi rápidamente al súper tenía que comprar varias cosas esperaba que el bb me diera tiempo de buscar a mis hijos al colegio. En el súper me apoye sobre el carrito mientras movía mis caderas para aliviar la presión se escuchaban gemidos por doquier. Una contracción me hizo apoyarme completamente contra el carrito y soltar un fuerte gemido este bb venía rápido no me sorprende pues es mi tercer nacimiento - se bueno con mamá bb aún nos quedan cosas por hacer - dije mientras acariciaba mi vientre.Cuando doble en el pasillo me encontré una mujer en cuchillas con la cabeza de su bb coronada no puede evitar recordar mi primer parto fue en este súper también en la zona de las verduras. Ella me miró y comenzó a pujar nuevamente yo seguí mi camino buscando los fideos.Una vez las compras estaban en el auto tomé un momento para descansar en el asiento caminar definitivamente había acelerado las cosas.
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Midnight Love.
Logan howlett x female reader.
summary: Tras soñar con uno de sus amigos más cercanos, ella se ve obligada a evitarlo, negando los sentimientos encontrados. Pero si fue solo un sueño, ¿por qué las sensaciones y recuerdos se sienten tan reales?
Categories: Friendship, Tension, Romance, Confusion, Drama, Unspoken Feelings, Emotional Struggle. {TW}: Dream sequences, Unrequited feelings, Sexual tension, Avoidance, Inner conflict.
Cuando desperté esa mañana, el aire fresco que entraba por la ventana no fue suficiente para despejar la pesadez que sentía en mi pecho. Mis ojos seguían cerrándose mientras trataba de poner en orden las sensaciones que aún rondaban mi mente. Un sueño. Eso debía ser. Pero aún podía sentirlo, ese calor en mi piel, la cercanía de él, su respiración baja y su voz rasposa en mis oídos. Me levanté rápidamente de la cama, como si pudiera sacudirme esa sensación con un simple movimiento, pero la incomodidad no desapareció. ¿Por qué me sentía así? No debía ser nada... ¿o sí?
Estaba tratando de organizar mis pensamientos mientras me levantaba y me dirigía al baño, mi reflejo en el espejo era el mismo de siempre, pero algo en mi mirada me decía que algo había cambiado. Sentía que algo no encajaba, como si en algún rincón de mi mente, todo lo que había sido normal hasta ese momento se hubiera roto en pedazos. ¿Por qué Logan? Era mi amigo, y aunque siempre había sido un tipo atractivo, nunca lo había visto de esa manera. Sin embargo, en ese sueño, él había estado más cerca de lo que debería, mucho más cerca... y la sensación de su presencia había sido tan real que me hizo preguntarme si, tal vez, había algo más oculto que ni yo misma quería admitir.
Al salir de mi habitación, lo primero que vi al dar un paso fuera del pasillo fue a Logan. Estaba apoyado contra el marco de la puerta de la cocina, con esa postura relajada y su típico aire desinteresado. Pero esta vez, algo se sentía diferente. La mirada que cruzó conmigo fue breve, pero pude sentir que había algo extraño en su actitud también. ¿Es posible que lo haya notado? Mi corazón comenzó a latir más rápido, y me apresuré a bajar la mirada, fingiendo que no lo había visto. No podía ser. No podía ser que esa sensación de nerviosismo, esa incomodidad, fuera por él. Es solo un sueño, me repetí. Pero no logré quitarme la sensación de estar atrapada en una mentira que ni yo misma entendía.
Los demás ya estaban ahí, como siempre, discutiendo sobre alguna tontería mientras preparaban el desayuno. Cuando entré, Logan levantó la vista, y no pude evitar que su mirada me recorriera de arriba a abajo con esa intensidad que siempre tenía. Su sonrisa se curvó de manera juguetona cuando se acercó a mí, y antes de que pudiera reaccionar, soltó una de sus bromas clásicas:
—¿Te quedaste dormida, Dormilona?
Su tono relajado y esa forma de llamarme Dormilona me hicieron sentir incómoda, más de lo que me gustaría admitir. Traté de mantener la calma, pero algo en la forma en que me miraba hizo que mi rostro se calentara. ¡No podía ser! ¿Por qué me afectaba tanto? Solo es una broma... me repetí, pero por alguna razón, esa mañana me sentí mucho más vulnerable de lo habitual. Mientras los demás seguían conversando, yo me quedé allí, atrapada entre el caos de la cocina y los pensamientos que no lograba entender.
Logan me observaba con una sonrisa ladeada, seguramente disfrutando de mi incomodidad. Y lo peor de todo es que, por primera vez, me di cuenta de que no podía ocultarlo. Mi rostro estaba claramente teñido de rojo, y no podía hacer nada para disimularlo. Sentí como si toda la cocina se volviera más pequeña, como si sus ojos estuvieran clavados en mí, desnudando esa parte que no sabía cómo manejar. Quería escapar, alejarme de esa situación, pero no pude decir una palabra.
Con un gesto rápido, dejé el vaso en la mesa y, sin mirar atrás, me dirigí hacia la puerta de la cocina.
—Voy a la clase... —murmuré, casi en un susurro, como si eso fuera una excusa válida para huir. Pero sabía que no era solo eso.
Mi mente solo repetía una pregunta mientras mis pasos me llevaban hacia el pasillo: ¿Qué me estaba pasando?
El mediodía llegó como una bendición después de una larga mañana y ya estaba por morirme de hambre. La clase de la que me había hecho cargo ya había terminado, y mis alumnos se dispersaron por el pasillo, dejándome sola en el salón. Finalmente, un poco más relajada y con la mente más despejada, me dirigí hacia la puerta para ir a buscar algo para comer, pero antes de que pudiera salir, escuché un suave golpe en la madera. La puerta se abrió y Logan apareció, entrando con su usual calma, un plato de comida en la mano.
—¿Vas a comer afuera? —preguntó con esa mirada relajada, como si todo fuera perfectamente normal.
Su tono despreocupado y esa sonrisa tan característica de él hicieron que mi corazón diera un pequeño salto. ¿Por qué hacía que mi estómago se revolviera así? Intenté mantenerme tranquila, pero sabía que no podía evitarlo.
Logan se acercó un par de pasos, sin mostrar ni la más mínima señal de que notara la incomodidad que aún sentía en mi interior. Su presencia era como un peso en el aire, pero a la vez me mantenía atrapada en una sensación extraña, como si no pudiera alejarme de él, no sin sentirme más vulnerable de lo que ya estaba.
Intenté sonreír, pero lo que salió fue una sonrisa nerviosa, casi automática, como si no pudiera evitarlo. Sin querer, mis ojos lo recorrieron de arriba a abajo, como si una parte de mí aún no pudiera dejar ir el recuerdo de lo que había soñado con él la noche anterior. Esa cercanía, el calor de su cuerpo, el susurro de su voz… Todo eso volvía a mi mente con una claridad incómoda. Mi lengua rozó mis labios de forma casi involuntaria, como si aún pudiera saborear la sensación del sueño. Me quedé ahí, congelada por unos segundos, atrapada entre la memoria de lo irreal y la presencia de Logan frente a mí.
—¿Eh? —dijo él, notando mi silencio y observando mi reacción con una leve sonrisa traviesa, como si esperara una respuesta.
Eso fue suficiente para hacerme reaccionar.
—Lo siento, Logan. —dije rápidamente, sin pensarlo mucho— Le prometí a Alex que iba a ir a comer con él.
Tomé el plato de comida que me ofrecía, sin atreverme a mirarlo directamente, y lo tomé apresuradamente. Me di vuelta y salí del salón de clase antes de que pudiera decir algo más, dejándolo allí, parado y confundido. ¿Qué demonios me estaba pasando?
La tarde avanzaba cuando recibí la notificación de Charles para una reunión en su estudio. No era raro que él nos reuniera para discutir temas importantes, y aunque normalmente me sentía cómoda en esos encuentros, esta vez tenía los nervios a flor de piel. Aún sentía el calor de mi piel después del extraño encuentro de mediodía, y esperaba que los otros no notaran nada inusual en mí.
Llegué al estudio de Charles y me coloqué cerca de una de las columnas, apoyando mi espalda en el frío mármol mientras esperaba a que los demás llegaran. El espacio era amplio y elegante, con sus estantes de libros y ventanales enormes que dejaban entrar la luz suave de la tarde, pero por alguna razón sentía como si el aire estuviera más denso de lo habitual.
Cada vez que escuchaba un paso acercándose al estudio, mi pulso se aceleraba, y no podía evitar que mi mente volviera a ese momento en la cocina, cuando había salido apresuradamente para evitar a Logan. ¿Donde estaba él? Mi mente comenzó a debatir entre la incomodidad y la expectativa, y sentía que el peso de sus ojos sobre mí era inevitable.
La puerta se abrió y Logan entró, unos minutos después de que el resto de nosotros ya estuviéramos en el estudio.
—¿Llegando tarde otra vez, Logan? —bromeó alguien, a lo que él se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.
—Tenía cosas importantes que hacer —respondió, como si esa fuera la excusa más válida del mundo, y no pude evitar sonreír un poco ante su tono confiado y relajado. Él lo notó de inmediato y, sin pensarlo dos veces, caminó hacia donde yo estaba.
Sin darme cuenta, de repente lo tenía junto a mí. Su mano, que parecía haberse movido por instinto, se posó suavemente en mi cintura mientras Charles comenzaba a hablarnos sobre los planes del equipo. Fue un gesto sutil y a la vez lo suficientemente inesperado como para que mi pulso se acelerara, haciéndome sentir como si el contacto ardiera a través de la tela de mi camiseta. Traté de concentrarme en lo que Charles decía, pero cada fibra de mi ser estaba alerta a esa presencia a mi lado, a ese toque que parecía tan natural para él y, sin embargo, tan desconcertante para mí.
Me quedé quieta, sin atreverme a moverme ni a mirarlo, y me limité a asentir mientras Charles continuaba, intentando que nadie notara mi respiración algo entrecortada ni el calor que subía por mi rostro.
Mientras intentaba mantenerme enfocada en lo que Charles decía, de reojo noté la sonrisa de Logan, una mueca algo maliciosa que no dejaba lugar a dudas: él estaba completamente consciente del efecto que tenía en mí. Había olvidado su maldito instinto animal, su habilidad para captar las reacciones ajenas como si fueran obvias, y eso solo lograba que mi nerviosismo aumentara.
Antes de que pudiera apartarme, sentí un leve apretón en mi cintura, un gesto apenas perceptible, pero lo suficientemente descarado como para hacer que mi sangre hirviera. Sin pensarlo, lo miré fulminante y le di un leve empujón en el costado, intentando apartarlo y dejando claro que se comportara. Él soltó una risa baja, apenas audible, y eso solo empeoró mi incomodidad.
—¿Hay algún problema? —la voz de Charles resonó, obligándonos a ambos a ponernos serios de inmediato. Nos miró con una ceja arqueada y una expresión entre la paciencia y el reproche.
—Lo siento —murmuramos al unísono, aunque la sonrisa de Logan apenas se desvaneció, mientras yo hacía todo lo posible por recomponerme y no pensar en el toque que había quedado grabado en mi piel.
Cuando terminó la charla, fui directamente a mi habitación, deseando nada más que un poco de paz para despejar mi mente. Me di una larga ducha, dejando que el agua caliente aliviara la tensión acumulada del día, y luego me dispuse a seguir mi rutina de noche. Sin embargo, apenas había salido de la ducha cuando escuché un golpe en la puerta.
Fruncí el ceño, sujetando rápidamente una toalla alrededor de mi cuerpo mientras el agua aún goteaba de mi cabello. ¿Quién vendría a buscarme a estas horas? me pregunté mientras caminaba hacia la puerta con una mezcla de sorpresa y recelo. La posibilidad de que fuera él cruzó por mi mente, pero me dije a mí misma que eso era improbable… o al menos, eso esperaba.
Abrí la puerta y ahí estaba Logan, parado frente a mí con esa mirada directa y desafiante que lograba hacerme sentir acorralada. Ni siquiera dejó que le preguntara qué hacía ahí.
—¿Qué te pasa? —soltó, sin rodeos—. ¿Por qué me estás evitando?
Su tono era firme, y su expresión dejaba claro que no se iría sin una respuesta. Tragué saliva, apretando la toalla contra mi cuerpo mientras intentaba aparentar una calma que estaba lejos de sentir.
—Es tarde, Logan —le respondí, intentando sonar natural, aunque la realidad era que su cercanía y el tema me ponían a la defensiva—. No te estoy evitando. Mañana hablamos, ¿sí?
Pero él no se movió, y sus ojos se mantuvieron fijos en mí, analizándome, como si pudiera ver a través de la excusa.
Intenté cerrar la puerta, pero su mano firme la detuvo. Antes de que pudiera reaccionar, Logan ya había dado un paso hacia adelante, cruzando el umbral de mi habitación y cerrando la puerta tras él. Su mirada intensa se fijó en mí, dejando claro que no pensaba dar marcha atrás.
—No me voy a ir —susurró, con una sonrisa ladeada que encendió una chispa en mi pecho.
Se acercó lentamente, sus ojos recorriéndome de un modo que me hizo sentir expuesta, y cuando sus dedos rozaron un mechón de mi cabello aún mojado, una oleada de sensaciones familiares, pero intensas, me golpeó. Mi respiración se volvió errática, recordando con una claridad sorprendente las imágenes y sensaciones del sueño de la noche anterior.
—¿Qué estás haciendo? —murmuré, intentando sonar firme, aunque mi voz temblaba levemente—. Logan… para.
Pero en el fondo, no estaba segura de querer que lo hiciera. Sus labios formaron una media sonrisa, su mirada brillando con esa intensidad juguetona y peligrosa.
Logan no se detuvo. Dio un paso más, acortando la distancia entre nosotros, y sentí cómo sus yemas recorrían suavemente mi brazo, desde el hombro hasta el codo, en un toque que me arrancó un estremecimiento involuntario. Cerré los ojos, intentando alejarme mentalmente de la situación, pero su cercanía solo lograba intensificar las sensaciones, haciéndolas aún más vívidas.
Me mordí el labio, intentando contener el pulso acelerado y negar las imágenes que se cruzaban en mi mente, recuerdos recientes de ese sueño que me había dejado tan descolocada. Pero Logan parecía disfrutar de cada segundo, de cada pequeño gesto que me hacía perder el control.
-No sé de qué intentas huir susurró, su voz baja y profunda, tan cerca que sentí su aliento cálido contra mi piel-, pero no voy a parar... a menos que realmente quieras que lo haga.
Negué con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras, atrapada entre el deseo de que se detuviera y la desconcertante necesidad de que no lo hiciera.
Mis ojos se abrieron de golpe, y me encontré con los suyos, tan cerca, tan intensos, que todo lo que había intentado reprimir a lo largo del día estalló dentro de mí. Las palabras se me atragantaron en la garganta, pero logré balbucear, casi sin voz:
—Lo, yo… anoche soñé…que tu..y yo.
Pero antes de que pudiera decir más, sus labios se acercaron, rozando los míos apenas sin tocarlos. Podía sentir su respiración, cálida y pausada, mientras sus ojos me estudiaban con una mezcla de ternura y malicia.
—¿Así que por eso me estabas evitando? —murmuró, su voz baja y cargada de algo que me erizaba la piel—. No te engañes, princesa… No fue solo un sueño, y lo sabes.
Un segundo más, y su sonrisa apareció, una sonrisa que lo decía todo, dejando en claro que no se trataba de casualidades, ni de suposiciones. Antes de que pudiera reaccionar, Logan se apartó, como si nada, dándome la espalda y dejándome sola en medio de una confusión enorme. Las palabras se enredaron en mi mente, y antes de darme cuenta, lo estaba llamando con frustración.
—¡Logan! —exclamé, siguiéndolo hacia la puerta, aunque él no se detuvo—. ¡Logan, ven aquí!
Pero él solo miró por encima del hombro, con esa expresión tranquila, tan segura de sí misma, como si supiera que había dejado una tormenta dentro de mí. Con cada paso que daba hacia la salida, me sentía más alterada, con el corazón latiéndome en los oídos. Y lo único que podía hacer era repetir su nombre, sin saber si estaba más enojada con él… o conmigo misma.
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EFFY STONEM
-DIETA-
“Estoy bien, solo cansada, ¿sabes?” — Effy
Effy Stonem no es del tipo de persona que se preocupa por las calorías o los planes de alimentación. Es salvaje, está perdida y vive al límite, pero aun así se las arregla para mantenerse delgada sin esfuerzo. Aquí tienes los detalles sobre cómo comer como Effy: lo suficiente para seguir adelante, pero nunca demasiado para que te agobies. ✨️
Plan de dieta
El estilo de Effy es descuidado y caótico, por lo que la dieta lo refleja: comida mínima, muchos cigarrillos y saltarse comidas como si no fuera gran cosa.
Día 1: 300 calorías
Desayuno: Café negro (0 kcal)
Comida: 1 manzana (80 kcal)
Cena: 2 tortitas de arroz (70 kcal) + una lata de Coca-Cola Light (0 kcal)
Snack: 5 almendras (30 kcal)
Día 2: 200 calorías
Desayuno: Té verde (0 kcal)
Comida: 1 rodaja de pepino (5 kcal)
Cena: Wrap de hojas de lechuga con atún (50 kcal)
Snack: 3 uvas congeladas (6 kcal)
Día 3: 400 calorías
Desayuno: Café negro (0 kcal)
Comida: Yogur griego (60 kcal) + un puñado de bayas (20 kcal)
Cena: Rodajas de pepino con hummus (50 kcal)
Snack: Tazón pequeño de sopa de miso (35 kcal)
Día 4: 150 calorías
Desayuno: 1 cigarrillo (0 kcal) + té verde (0 kcal)
Comida: Palitos de apio (10 kcal)
Cena: 1 huevo cocido (70 kcal)
Snack: Chicle sin azúcar (0 kcal)
Día 5: 500 calorías
Desayuno: Café con un chorrito de leche de almendras (10 kcal)
Comida: Ensalada de espinacas con vinagre (30 kcal)
Cena: Verduras al vapor con salsa de soja (50 kcal)
Merienda: Cualquier cosa que desees :)
Día 6: 100 calorías
Desayuno: Infusión (0 kcal)
Comida: 1 rodaja de tomate (5 kcal)
Cena: Una sola torta de arroz (35 kcal)
Día 7: Ayuno
Cigarrillos, agua y té. Nada más.
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Plan de entrenamiento
Effy no va al gimnasio ni hace ejercicios estructurados, así que este plan se trata de mantenerse activa de forma discreta y sin esfuerzo. El objetivo: adelgazar, no tonificar.
Caminar: caminar sin rumbo durante 45 minutos al día. No caminar rápido, solo deambular, al estilo de Effy.
Bailar sola: poner música en la habitación y moverse durante 20 minutos. Es caótico, desestructurado y quema calorías sin que parezca un entrenamiento.
Enfoque principal: el estómago de Effy siempre está plano. Haz 10 minutos de ejercicios abdominales: abdominales, planchas, abdominales laterales, manteniendo todo firme y delgado.
Saltar la cuerda: saltar la cuerda liviana durante 10 minutos, lo suficiente para mantener las cosas delgadas, no voluminosas.
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Beneficios
Delgadez sin esfuerzo: la ingesta baja de calorías te mantiene delgada y liviana.
Abdomen plano: saltarse comidas y picar algo al azar significa que nunca te sentirás hinchada o pesada.
Energía impredecible: al igual que Effy, la comida no te agobiará. Pasarás el día flotando con café negro, cigarrillos y una manzana de vez en cuando.
Vibras misteriosas: nadie sabrá nunca lo que estás comiendo. Mantente impredecible, mantente misteriosa.
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"No me importa nada. Pero me siento bien". — Effy Stonem 🖤
#4nor3xia#confesiones de una gorda#hasta los huesos#no quiero ser gorda#princesa ana#th1gh g@p#anadiet#diario de una gorda#thin$po#thinspp#low cal diet#a4a diet#anorexla#ana y mia#staythin#effy stonem
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La heredera del Infierno
Pesadillas hechas realidad
Un sirviente llamó a la puerta de Adelina anunciando el desayuno. La muchacha sintió que los pies la estaban matando debido a la noche anterior. Se cambió el pijama y optó por jeans negros, una remera con decoraciones doradas del mismo color y zapatillas.
Se reunió con el resto de sus compañeros a un gran salón donde la emperatriz y sus hijas los esperaban para disfrutar un rico desayuno. Comenzaron a ponerse diferentes alimentos en los platos, mientras poco a poco se iban sacando el sueño. Sindel anunció que la finalización del torneo sería pasada la hora del almuerzo. Adelina pudo ver que Raiden estaba nervioso por combatir con la princesa Mileena, pero parecía intentar combatir con esas ansiedades.
Los chicos aprovecharon para poder explorar la capital, Sun Do. La emperatriz ordenó que fueran acompañados por la escolta de la primera oficial, Li Mei y marcharon lentamente. Los vigilaban mientras charlaban entre ellos. Adelina, en varias ocasiones, la invitó a unirse con los luchadores, pero ella se negaba rotundamente.
La vegetación se transformaba en casas y edificios, los habitantes del Mundo Exterior se congregaban en las grandes calles y otros, lo miraban desde sus puestos. Invitaban a los luchadores a sus espacios de comida y los músicos tocaban, dando alegría a las personas.
Adelina comió muchos de los platillos que ofrecían en las calles de Sun Do junto a Mariano y Daniela. Kenshi, Johnny, Kung Lao y Raiden admiraban los bailes que hacían las diferentes civilizaciones del Mundo Exterior. Mariano y Daniela vieron a un grupo de niños y padres jugar con la pelota y los invitaron.
Se acercaron y el muchacho fue el primero en tomar la pelota. Cautivó a los pequeños con acrobacias usando los pies para moverla y luego, con una maniobra, la llevó a su cabeza haciendo equilibro para evitar que callera. Los niños presentes, tanto shokan como centauros, miraron con brillo en los ojos las hazañas de Mariano. Con un cabezazo, le pasó la pelota a Daniela y la rebotó con sus pies varias veces para luego dejarla en el suelo.
Los niños se sorprendieron y quisieron imitarlos. Los adultos miraron sonrientes como intentaban hacer las habilidades de Mariano y Daniela. Ellos propusieron hacer un pequeño partido de futbol, se dividieron los equipos y Adelina hizo de árbitro.
Los infantes mostraron su competitividad y el dúo los calmó incentivándolos a que formaran dos rondas para prepararlos. Adelina estableció la cancha y vio como sus amigos motivaban a los pequeños inseguros por sus aspectos.
–¿Sabés lo que yo veo en esos cuatro brazos que tanto odias? –dijo Mariano, el pequeño shokan negó con la cabeza–. Veo a un gran arquero o defensor, eso es lo que veo.
–Lo que consideras una desventaja, yo lo considero un beneficio –Daniela hablaba con una pequeña centaura–. Tu complexión nos servirá para atacar, eres rápida y eso facilita más el poder meter la pelota en el arco.
Adelina terminó de preparar la cancha y puso la pelota en el medio, mientras los dos equipos se posicionaban y el dúo daba sus últimas indicaciones. La pelinegra gritó un “comiencen” y el partido de futbol de práctica inició. Daniela y Mariano corrigieron pequeños errores durante la jugada y lograron que los niños lo entendieran mejor.
Los dos grupos se posicionaron y Adelina dio comienzo al juego. Los niños corrían de un lado al otro para poder llegar al arco del equipo contrario y pasaban la pelota a los capitanes. La centaura del equipo de Daniela por poco llegó al arco del equipo de Mariano, pero un niño shokan se la arrebató y corrió lo más rápido que pudo al arco contrario. El niño asestó la pelota en el arco, Mariano gritó un fuerte “gol” y los pequeños lo imitaron.
Adelina anotó en papel una raya para mostrar el puntaje y siguió vigilando las jugadas de sus amigos. Mientras, los demás habitantes de la Tierra miraban el partido con curiosidad y reían ante las actitudes de los niños. Mariano y Daniela estaban tan enfocados en el juego que no escuchaban los ánimos de sus compañeros y se concentraron en ayudar a los pequeños.
Por varios minutos, el partido siguió en los que el equipo de Daniela asestó en el arco opuesto y se enorgullecieron tanto, que saltaban de la emoción. Uno de los pequeños del equipo de Mariano pudo propinar un pelotazo tan fuerte que lo pudieron escuchar desde el palacio real y hacer gol.
Adelina siguió anotando los puntos y vio que los guardias y la primera oficial parecían intrigados por el partido. El juego terminó con la victoria del equipo de Mariano con cinco goles a su favor, haciendo que los niños se cansaran y fueran a los brazos de sus padres. El dúo invitó varias veces a los guardias a pasar un rato de diversión, incluso a la propia Li Mei la invitaron y se negó rotundamente a participar. Entonces, el grupo decidió explorar la capital.
El grupo se separó prometiendo reunirse en la calle principal, mientras un guardia los vigilaba. Daniela paseó entre los caminos empedrados y casas. El guardia que la cuidaba estaba detrás de ella y siguió su caminata hasta pasar por lo que le pareció una herbolaria donde vio una maraña de cabello negro y ropa que recordaba. La persona se dio la vuelta y la reconoció. Era Shang Tsung.
La chica lo saludó con la mano y el hombre le dio una media sonrisa. En sus manos, tenía una bolsas con hierbas, líquidos y pociones de diferentes colores.
–Es un placer verla, señorita Daniela.
–Ya te dije que me puedes decir solamente Daniela, Shang Tsung.
–Estoy acostumbrado a las formalidades, lamento molestarla –el hombre se acercó a Daniela con una sonrisa en el rostro.
–No es molestia, es simplemente comodidad.
–¿Qué haces por aquí? –cuestionó el hechicero mientras sostenía aún las bolsas con objetos–. ¿No deberías estar con los tuyos en el palacio?
–Sí, pero nos dejaron salir un rato para explorar la capital –dijo Daniela y volteó la cabeza mientras señalaba al guardia detrás suyo–. Además, no estoy tan sola. Un soldado de la primera oficial me escolta.
–¿Por qué tienes toda la cara roja y sudando?
–Oh, hicimos con Mariano un partido de futbol para los niños –Daniela rio y sintió sus mejillas se volvían más rojas–. Mi amigo acabó ganando. Ahora, la primera oficial, Li Mei, nos dejó estar a los alrededores de la capital, pero siendo escoltados.
–Parece un combate interesante.
La chica se rio y el rostro de Shang Tsung mostró su confusión. Comenzó a avanzar y la chica lo siguió.
–Es un juego que hacemos en varios países y es una pasión en el mío –explicó la chica mientras se quitaba el sudor de la frente y se abanicaba las mejillas rojas– Déjame que te ayude con las bolsas.
–No, gracias. Son elementos delicados –dijo Shang Tsung.
–¿Seguro?
–Sí, son elementos que necesitan un cuidado especial –explicó el hechicero mientras ordenaba cuidadosamente los objetos de las bolsas–. Debo usarlas para revisar antídotos y hacer otras pociones.
–Ah, está bien ¿Vas a estar presente en la última fase del torneo? –preguntó Daniela.
–No podré. Mi trabajo me agobia.
Daniela y Shang Tsung siguieron hablando hasta llegar al mercado de la capital. Los diversos puestos se apelotonaron en la gran calle y las personas se mezclaban en ellos. Los mercaderes ofrecían desde ropas hasta artilugios para muebles y la chica se sintió cautivada por cada elemento que aparecían a sus ojos.
Daniela vio un puesto de libros y se metió sin dudar, con Shang Tsung detrás y observaron las obras literarias. La chica miró cada portada sintiéndose atrapada y sus pequeños símbolos desconocidos a sus ojos.
–Ese libro lo tengo –habló Shang Tsung señalando el libro que Daniela tenía en sus manos–. Es bastante informativo.
–¿De enserio? ¿De qué habla?
–Una parte de la historia del Mundo Exterior –se acercó a la muchacha y abrió las hojas. Estaban ilustradas con varios acontecimientos y retratos de personajes históricos–. La etapa de los kahnes.
–¿Fue oscura esa etapa?
–Lo fue para muchos.
La chica siguió hojeando el libro y lo dejó en su sitio. Avanzó entre los puestos y llegó a uno de joyas. Todas eran desconocidas a ojos de Daniela. Había averiguado los tipos de piedras preciosas después de hacer una nota periodística sobre un robo de joyas. Cuarzo, rubí, jade, malaquita, alejandrita, entre otros. Fueron tantas joyas y piedras preciosas robadas que Daniela pudo haber hecho una exposición oral de cada una.
Las joyas pasaban de collares a brazaletes de tantos metales extraños que cautivaron a Daniela. Hubo un bello collar y anillo que le hizo recordar los que el Viejo Mario le había regalado a ella y Adelina. A Mariano le había obsequiado un reloj con un avión en el centro de las manecillas. Lo que recordaba era que parecía un niño con el mejor juguete del mundo.
–Son muy bellas –soltó la chica.
–Las mejores joyas se comercian en la capital –explicó Shang Tsung–. Las extraen de minas sumamente peligrosas, los mejores herreros las confeccionan y las llevan aquí para vender.
–Son maravillosas. Nunca vi estas piedras en mi vida.
Shang Tsung eligió un bello anillo con una joya de color rosa claro y detalles blancos alrededor. El comerciante la envolvió cuidadosamente en regalo y el hechicero le dio una bolsa con monedas. Siguieron caminando un poco más hasta casi llegar a la calle principal y vio a sus compañeros dirigirse a la dirección del palacio.
–Ahí están mis amigos. Debo irme –la chica se fue separando del hechicero y se puso de espaldas a la calle principal–. Suerte con tus antídotos y el anillo para tu novia, Shang Tsung.
–Hasta la próxima, Daniela. El anillo es para alguien más.
El sol apuntó el mediodía y la primera oficial anunció que los habitantes de la Tierra debían volver al palacio para la última fase del torneo. Caminaron lenta y tranquilamente, alejándose del bullicio de Sun Do y convertirse en las sofisticadas obras de la realeza y los colores violetas y lilas.
El grupo se encontró con Liu Kang cerca de sus aposentos y fueron al basto jardín del día anterior donde los nobles estaban detrás de los tronos reales. Raiden se posicionó frente a los asientos esperando la llegada de la emperatriz. Su postura era relajada, pero Adelina vio que el rostro del chico mostraba nervios y a veces, tocaba el medallón que Liu Kang le regaló.
Las trompetas sonaron anunciando a la emperatriz y todos dejaron de murmurar para escucharla:
–No dejas de sorprenderme, Raiden –enderezó la espalda y puso sus manos en sus piernas–. Entre otros, derrotaste a Kotal, Motaro y Sheeva. Solo quedan dos peleas. ¿Estas listo, habitante de la Tierra?
–Sí, majestad.
–Entonces, enfrentarás a mi hija… Kitana.
De entre los caminos de piedra, invadidos por pasto y árboles a los costados de diferentes formas y colores, apareció la princesa. Sus tacones repiqueteaban, su postura era recta y llevaba un par de abanicos en sus manos. Una parte de su rostro estaba cubierta por una máscara azul, igual que su ropa y sus ojos destilaban determinación y seguridad.
Adelina y los demás se miraron entre ellos sorprendidos por el brusco cambio de combatiente y Liu Kang dio unos pasos hacia la emperatriz.
–Majestad, esto no tiene precedentes –el dios intentó conservar la calma y elegir bien sus palabras al hablar–. El próximo oponente de Raiden debería ser tu heredera.
–Mileena tuvo que irse… –la mirada de la emperatriz se volvió seria y un poco hostil– a atender unos asuntos imperiales urgentes.
–Eso, es una mentira más grande que una casa –susurró Mariano y las chicas lo callaron mientras seguían mirando el pequeño conflicto.
–Pero no lo preparé para enfrentar a Kitana.
–Ya demostró una gran habilidad –Sindel puso una cara de inocencia e ingeniudad–. ¿No puede improvisar?
Liu Kang parecía contenerse de lo que iba a decir, pero Raiden habló con calma:
–Descuida, puedo hacerlo.
–Muy bien.
Liu Kang se fue hacia donde estaban el resto de los luchadores de la Tierra, mientras que Raiden y Kitana se posicionaban.
–Soy un rival tan fuerte como mi hermana, habitante de la Tierra –dijo la princesa caminando en su posición.
–No me hago falsas esperanzas, alteza.
–Ganaré esta pelea. –Kitana agarró con más fuerza los abanicos para luego desplegarlos, revelando sus cuchillas–. Por ella, mi emperatriz y todo el Mundo Exterior.
Se quedaron un minuto en silencio, Kitana atacó usando sus abanicos elevando el cuerpo de Raiden haciendo que gritara y luego, el segundo abanico lo rasguñó ocasionando que cayera al suelo. Rápidamente, la princesa soltó una de sus armas y giró hacia Raiden para poder darle otro rasguño más profundo, pero lo bloqueó usando una bola de rayo para desviarlo. El campeón se acercó lo más que pudo a la princesa asestándole un golpe con rayos cerca de los pies y en sus manos emergieron chispas haciendo que Kitana se alejara.
Adelina sonrió por los buenos movimientos de Raiden y como logró mantener el control de su ansiedad sobre el cambio brusco. Kitana contratacó lanzando uno de sus abanicos como proyectil y arremetió con el otro como si fuera una puñalada cerca del estómago de Raiden. Lo elevó nuevamente para hacer un combo de golpes en el aire, pero Raiden esquivó los golpes con una patada aérea con rayos en sus piernas y Kitana cayó al suelo. No pudo levantarse a tiempo antes de que Raiden se abalanzara a ella como una bola eléctrica y Kitana volvió a caer, dando por terminado el combate. El granjero se recompuso y habló:
–Luchaste bien, princesa.
–Al igual que tú, habitante de la Tierra –Kitana se puso de pie con dificultad y sus respiraciones eran aceleradas–. Para mi sorpresa.
–Espero que nos veamos en circunstancias distintas.
Ambos se miraron y la sonrisa de Raiden se ensanchó. Adelina pudo notar un leve sonrojo en los dos, a pesar de que Kitana llevara su máscara, sus ojos mostraban admiración.
–Es hora del duelo final. Las victorias logradas son un fiel testimonio de tus capacidades, pero ahora debes enfrentar al general Shao –espetó Sindel cortando el pequeño momento entre los dos luchadores. Kitana aprovechó la situación para ir a su asiento real. Por los ojos de la princesa, Adelina pudo notar el alivio que tenía por el acalorado combate y la situación incómoda con Raiden–. El vencedor de la Guerra de Tervaria, conquistador de las llanuras de Kuatan y defensor de la costa de Navala. El general Shao nos defiende con fervor y tenacidad, como lo hizo su familia durante generaciones. Todos en el Mundo Exterior agradecemos su servicio.
El general caminó con orgullo usando una máscara de calavera para cubrir la parte superior de su rostro. Llevaba un hacha y echaba el pecho con orgullo y superioridad hacia Raiden. Adelina vio a Mariano y Daniela y se sorprendieron por lo que tenían que enfrentar. Los tres combatientes del día anterior eran una piedra pequeña comparado con lo que se iba a enfrentar Raiden.
–Teníamos razón –dijo Mariano entre susurros–. Le van a meter los dedos en el orto.
Las chicas asintieron lentamente, mientras seguían mirando al general Shao ubicándose frente al campeón de la Tierra.
–Qué fabulosa lista de logros, general –dijo Raiden alegremente y Adelina no supo si su compañero era inocente o estúpido.
–Apenas es una parte de ellos –contestó con brusquedad el general– Recitar todo llevaría días.
El general Shao atacó con un hachazo haciendo que Raiden cayera al suelo. Se puso de pie rápidamente y el general volvió atacar con el hacha, pero esta vez desprendía un aura rojo fuego y negro. Raiden lo esquivó, asestó un proyectil en forma de bola de rayos y el enemigo bajó las defensas. Ante ese momento, Raiden hizo una voltereta con rayos, haciendo que su contrincante cayera. El general se levantó, hizo un salto y cayó con los antebrazos para golpear de cerca. Shao le dio un puñetazo, lo pateó en el pecho y usó su hacha para revolearlo en el aire y Raiden cayó al suelo abruptamente.
Raiden se reincorporó y se defendió con su medallón de las auras rojo fuego y negras del hacha del general. Luego, usó el medallón que su enemigo se electrocutara en el aire y Raiden le asestó un golpe de electricidad en el pecho. Antes de que cayera, el granjero le dio al general una patada en el aire con rayos. Se transportó de espalda al general y volvió a electrocutarlo para después abalanzarse con rayos. El general cayó al suelo y con eso el combate terminó.
–Se acabó –la sonrisa de Raiden se hizo más grande conforme pasaban los segundos–. ¡Lo logré!
–Felicitaciones, Raiden. La Tierra ganó –el rostro de la emperatriz mostró decepción y derrota, pero aun así logró apartarlo.
Se puso de pie y luego siguió su ejemplo Kitana. Adelina volvió a mirar al general Shao que gruñía y trataba de ponerse de pie por el duro combate. Al ver esto, Raiden caminó hacia el general y le tendió la mano amablemente.
–¿Quieres que te ayude?
–No te me acerques, habitante de la Tierra –el general apartó la mano de Raiden bruscamente y se asustó por el gesto hostil.
–Bien hecho –dijo Liu Kang acercándose al campeón–. Superaste mis mayores expectativas.
–Gracias, Lord Liu Kang.
–Gracias a ti, quienes buscan perturbar la paz del Mundo Exterior volverán a ser apaciguados –el dios se posicionó al lado de Raiden y puso su mano en su hombro– Ya. Despidámonos de nuestros anfitriones y regresemos a la Tierra.
Todos unieron su puño se inclinaron en respeto al campeón de la Tierra. Daniela y Mariano se acercaron y fueron los más entusiastas en celebrar, seguidos de Kung Lao, Johnny, Kenshi y Adelina. Estaban sumamente felices y ansiaban volver a la Tierra. Adelina esperó que con lo poco que pudo encontrar sobre Hela pudiera avanzar en su investigación. Volvería lo más pronto posible a Buenos Aires para dirigirse a las costas de España y Francia.
Daniela era la última en salir de sus aposentos con sus pertenencias. Sus compañeros se adelantaron y la esperaban en las afueras. Empacó sus pertenecías y meditó sobre la pequeña experiencia antes de regresar a su vida normal. Su mente recordó a Shang Tsung, le había agradado hablar con él y las conversaciones que tuvieron.
Al salir, los ojos chocolate de Shang Tsung la recibieron junto a su media sonrisa cálida. La puerta se cerró con un ruido sordo y Daniela acomodó mejor sus pertenencias.
–Hola, Shang Tsung –la muchacha se puso su bolso entre sus piernas–. Fue lindo conocerte y gracias por la entrevista.
–Fue un placer ayudarte, Daniela –Shang Tsung sonrió y Daniela vio que tenía en sus manos una pequeña bolsa dorada con decoraciones–. Espero verte en otra visita.
–También lo deseo.
Quedó entre ambos un silencio incómodo. Daniela sintió que sus mejillas se volvían calientes y se apartó un rulo rojizo de sus ojos cafés. Shang Tsung tenía una mano detrás de su espalda y la extendió mostrando una bolsa de regalo.
–Es un regalo para ti, Daniela. Espero que lo disfrutes –la chica tomó la bolsa y la abrió revelando el anillo de joya rosa. Sacó el objeto delicado y lo observó por unos segundos, maravillada por lo sofisticada que era de cerca–. Hechicé el anillo para poder comunicarnos.
El hechicero sacó un pequeño papel y escribió rápidamente. Después, la hoja se volvió cenizas hasta desaparecer y Daniela se dio cuenta de que la joya rosa titilaba. El papel renació entre las llamas y pudo leer lo que rezaba: “Me encanta tu cabello”.
–Es fantástico ¿cómo lo hiciste? –la chica se quedó boquiabierta por el pequeño espectáculo–. Gracias por el halago.
–Es verdad tienes un cabello realmente hermoso. Es como una pequeña llama que sigue en una tormenta.
La chica se sonrojó y rio ante sus coqueteos. Guardó el regalo en su bolso y volvió a mirar al hechicero. El cruce de miradas fue interrumpido por los gritos de Adelina llamándola y volteó hacia la voz.
–Tengo que volver a la Tierra, Shang Tsung.
–Espero poder verte pronto, Daniela.
La joven aminó velozmente por los pasillos pérdida en sus pensamientos, volteó la cabeza para darle una última mirada al hechicero, pero este se había esfumado. Llegó hacia donde estaban sus compañeros y Liu Kang los guio a la salida del palacio, mientras esperaban los carruajes. Cuando llegaron, se subieron y pasaron por la bulliciosa Sun Do.
–¿Qué pensas Dani? –la voz de Adelina despertó de su ensoñación y la sonrisa de su amiga se acrecentó–. ¿Feliz de que volveremos a casa?
–No es eso –dijo Mariano mirándola analíticamente, como lo hacía tratando de usar sus pocos conocimientos en psicología tras abandonar la universidad–. Está pensando en otra persona.
Las mejillas de Daniela se volvieron tan rojas como su cabello.
–No.
–¿Estás pensando en ese hechicero que entrevistaste? –preguntó Mariano–. Quedaste muy encantada con él. Se notaba en tu cara y tu tono de voz durante el banquete.
–No. Nos conocimos por poco tiempo –la chica escondió su rostro en sus manos–. Bueno… quizás sí le agradé, pero no sé.
–Cuando volvamos, sería lindo conocerlo y ver si es digno de ti –bromeó Adelina–. Hasta Raiden quedó encantado aquí. Se notaba en su cara que le gustaba la princesa Kitana.
–No sé si era comparable con las caras de Mariano cuando ve a una chica bonita –dijo Daniela sonriendo–. Habría que ponerlos a los dos en un experimento a ver si es verdad la teoría.
–¡Eso duele! –las chicas rieron más por el tono gracioso de Mariano.
La emperatriz y la princesa los acompañaron hacia el portal que desprendía oleajes lilas y violetas. Con una última reverencia, se despidieron del Mundo Exterior y Liu Kang pasó el portal. Daniela sintió esos cosquilleos extraños y los oleajes violetas se transformaron en naranjas y azules. Los edificios orientales de la Academia Wu Shi recibieron los ojos de Daniela y los monjes Shaolin los esperaban expectantes. Liu Kang anunció la victoria de Raiden en el torneo y los monjes comenzaron los preparativos para la gran celebración.
Daniela se unió a Mariano y Adelina en hacer comida. En la cocina, pusieron música y comenzaron a preparar fuego para hacer un asado y los monjes hacían sus platillos. El fuego comenzó a tener fuerza y echaron carbón que poco a poco se iba tornando más rojo. Adelina preparaba las ensaladas, Mariano cortaba la carne para ponerla al fuego y Daniela hacía una enorme picada para todos. Los monjes corrían de un lado al otro preparando fideos, salsas y carnes para el banquete.
Mariano puso la carne al fuego y las chicas pusieron la picada y ensaladas en las mesas. Todos los monjes y luchadores empezaron a comer. Celebraron al trío por sus bastas habilidades y Mariano siguió enfocado en el asado. La música siguió, cantaron al ritmo de la música y bailaron. Kung Lao se les unió seguido de Johnny, mientras los demás observaban la escena.
Pasaron los minutos, Mariano sacó las primeras tiras de asado y empezó a darles los platos repletos de carne. Los monjes entregaron tazones de fideos y carnes, y fueron celebrados. Liu Kang hizo un brindis celebrando a Raiden y el resto de luchadores victorearon.
El banquete siguió hasta altas horas de la noche y solo quedaron las charlas y risas. Después de comer, levantaron los platos y limpiaron todo el salón. Kung Lao, Mariano y Daniela se dedicaron a comer lo que quedaba de los platos, parecía que su apetito era un gran agujero negro. Johnny y Raiden recogieron los platos restantes y Kenshi y Adelina empezaron a llevarlos para que los monjes los lavaran.
Una vez limpio el salón, el grupo marchó para asearse e irse a las camas. Daniela y Adelina fueron a su área para poder desnudarse. Daniela se mojó el cabello rojizo y se pasó jabón por todo el cuerpo. Adelina fue la primera en terminar en bañarse e irse a su cuarto.
Liu Kang dijo que dentro de poco los enviaría a sus respectivos hogares, pero si querían seguir entrenando no iba a tener problema en su estadía en la academia. Daniela terminó de bañarse y se dirigió a su habitación. Se acostó y miró el anillo que tenía en su dedo índice, sus mejillas se tiñeron de rojo por pensar en Shang Tsung. Esperó poder escribirle pronto o que él lo hiciera, su estómago hizo un cosquilleo y cerró los ojos, pensando en sus hermosos ojos chocolate y su cabello negro y sedoso como la brea.
Adelina vio a una mujer cantando una canción de cuna a un bebé. Estaba sentada en la habitación del pequeño y pudo ver los detalles del lugar. Una cuna de madera antigua decorada con púas en las cuatro cimas y enredaderas pintadas en los barrotes, el asiento donde estaba la mujer parecía estar hecho de hueso y las paredes del cuarto eran de color ladrillo.
Hela tenía su corona de púas en el cabello oscuro y su lado derecho del cuerpo no estaba tatuado. Adelina se acercó para hablarle, pero al tocarla su mano traspasó el cuerpo. Alejó la mano y siguió mirando a la diosa. Su rostro mostraba alegría viendo al bebé y volteó la mirada hacia Adelina, pero esta sintió la figura de un hombre desconocido atravesando su cuerpo. El extraño le besó la frente y miró al bebé.
“Hela tuvo un hijo” pensó Adelina y siguió mirando ese recuerdo extraño. Hela continuó cantando y el bebé se durmió. Lo colocó en su cuna y salieron en silencio para dejarlo descansar. El rostro de la diosa no era macabro ni expresaba ese pánico que en otras pesadillas hacían que tuvo Adelina. Era una mujer calmada y mostraba alegría a pesar de estar en un reino sumamente horrible.
–El pequeño Kolbein está dormido –dijo Hela juntando su mano–. Heredó la energía de su padre.
–Pero tiene el poder de su madre –contrarrestó con una leve sonrisa y luego se desvaneció–. ¿Lo estará desarrollando?
–No lo sé, Alarik –Hela miró hacia la puerta entreabierta–. No sé si es su crecimiento o por el despertar de su poder. Me duele verlo llorar.
–Lo veremos durante el transcurso de la noche y si empeora lo solucionaremos.
El recuerdo cambió a otro donde Hela cuidaba a su hijo junto a su marido a las afueras de su gran palacio. El bebé creció hasta ser un niño de no más de 5 o 6 años. La madre lo alentaba a que siguiera explorando los alrededores y se posicionó a su altura.
–¿Qué es eso, mamá? –preguntó el pequeño.
–Es un pequeño obsequio para ti, Kolbein –Hela abrió la bolsa y Adelina acercó la cabeza para ver el contenido–. Te ayudarán a cuidar y amplificar tu poder en situaciones peligrosas.
–¿De enserio, mamá?
–Sí, pero tendrás que ser responsable con estas runas, Kolbein, ¿entiendes? –el niño asintió rápidamente y siguió observando la bolsita–. Cuando creces, cuantas más libertades tengas más responsabilidades obtienes. Te enseñaré a controlar tus poderes, Kolbein. Será un proceso lento, pero generará frutos.
–Está bien, mamá.
El recuerdo cambió nuevamente. Esta vez, Hela estaba batallando contra unos demonios y estos lograron retenerla. Ella gritó con todas sus fuerzas, mientras era encadenada y golpeada por los demonios. A lo lejos, Adelina vio al hombre cargando al pequeño en sus brazos y quiso seguirlos, pero el recuerdo siguió enfocado en Hela.
Vio como intentó usar su poder en vano, mientras los demonios y una figura desconocida la ataba y amordazaba para retener sus gritos. Su lado derecho mostraba tatuajes de la anatomía del esqueleto. Los otros demonios la miraban y se burlaban, pero ella se mantuvo impasible ante los actos.
–¡Vamos, su excelencia! ¿No tiene agallas ante nosotros? –cuestionó uno de los demonios y le lanzó un pedazo de carne–. Descubrimos una forma de encadenarte y ¿así es como te comportas con los que te van a dar una linda lección?
Hela siguió tranquila, su lado tatuado se pudrió e intentó usar su poder, pero en su rostro se reflejó dolor. Mantuvo su compostura y mirada hostil a sus secuestradores.
–Ya basta, ustedes –dijo el desconocido y los demonios pararon–. Hela, este cambio, nos ayudará a todos. Tus juicios aquí no funcionan y el Infierno necesita una mejora. Déjenla hablar.
Los demonios sacaron la mordaza y Hela le gritó.
–Lo que estás haciendo no es un cambio. Es una condena –su mirada se volvió de odio e intentó ponerse de pie, pero los demonios la retuvieron–. Traerás caos y una guerra sin final. El Infierno tiene otro propósito.
–Cada vez que escucho esa respuesta, me convenzo más de que es una buena decisión –la figura apenas volteó la cabeza para mirarla y los demonios volvieron a callar a Hela–. Además, me encargaré de tu esposo y el bastardo de tu hijo.
Ante la mención de ellos, Hela cambió su tranquilidad a ira sin control. Forcejeó para desatarse y los demonios rieron ante los intentos de la diosa. Uno de ellos la agarró por el cuello e hizo que se sentara. La llevaron hacia una caverna pérdida, la diosa seguía forcejeando con las cadenas y los demonios la sometían.
Los recuerdos se fueron, Hela estaba frente Adelina y detrás de ella estaban Daniela y Mariano. Pero no eran ellos, eran versiones cadavéricas y los verdaderos tirados al suelo. Adelina se acercó alarmadamente para ayudarlos y las lágrimas brotaron de ella por lo real que era. Intentó reanimarlos, pero sus ojos seguían abiertos y sin vida.
–¿Por qué me haces esto? –gritó Adelina con el cuerpo de sus amigos en brazos–. Si es por la daga te la devuelvo. Si quieres mi vida por importunarte, tómala. Solo, déjame en paz.
–Mi balance fue alterado. Son usadas para corromper mi orden –Hela seguía sin escucharla–. Usarán mi poder para fines oscuros. No para el propósito justo que cree.
Adelina seguía sin entender lo que decía y volvió a enfocarse en ayudar a sus amigos. Las versiones muertas de ellos, se acercaron a Adelina rápidamente y la retuvieron. Le estrellaron la cabeza contra el suelo de aguas negras y se vio a ella misma siendo encadenada y amordazada. Sus lágrimas bañaban sus mejillas rojas de la ira o la impotencia, no sabían cuál era la peor de las emociones.
Los gritos se combinaron y empezó a escuchar su propio nombre, mientras otros muertos la atacaban y tocaban sin cesar: ¡Adelina! ¡Adelina!
–¡Desperta Adelina! –una voz la llamaba e intentó zafarse–. Vamos despertate.
La chica abrió los ojos y vio a Daniela y Mariano frente suyo. Recordó sus versiones cadavéricas. Creyó que los estaba viéndolos otra vez y se apartó rápidamente de ellos. Enfocó mejor su visión y Kenshi, Kung Lao y Johnny estaban detrás suyo. Se alejó, creyendo ver sus versiones muertas y sintió la escarcha en el suelo al arrastrarse hacia la pared.
Escarcha.
Observó con detenimiento su habitación y todo lo que rodeaba su futón era escarcha y algunas pequeñas púas de hielo. El frío le invadió todo el cuerpo y de su boca salía vaho, desapareciendo en el aire.
–¿Qué pasó? –preguntó Adelina y notó su voz rasposa.
–Estabas hablando dormida –dijo Mariano con tranquilidad–. Luego, te escuchamos gritar y al entrar tu estabas transformando todo tu cuarto en un cubo de hielo.
Adelina volvió a mirar todo lo que generó.
–No te preocupes. Raiden llamó a Liu Kang para que te ayudara con lo que te está pasando –tranquilizó Kenshi.
Adelina asintió vagamente, aunque sabía lo que ocurría. Hela la estaba torturando. Quería castigarla porque se llevó su daga de su sitio o por tocarla cuando no tuvo que hacerlo. Su respiración se volvió agitada y Mariano convenció a los demás para que la dejaran con él y Daniela.
–Bien, respira hondo y luego, exhala –dijo el chico cuando todos se fueron de la habitación. Se acercó a Adelina para que pudiera calmar sus nervios–. Respira y exhala.
La chica repitió la acción varias veces hasta conseguir relajarse un poco. Sus amigos ya no tenían sus rostros descompuestos ni verdosos, sino que estaban bien.
–¿Qué soñaste Adelina?
–Con Hela.
–¿Otra vez?
–Ya me pasó –soltó la chica y sus amigos miraron con duda. Sus ojos pedían más explicaciones–. Antes de ir al Mundo Exterior soñé con ella y le pregunté a Sindel.
–¿Qué te dijo? –cuestionó Mariano.
–Ella creó el Bosque Viviente –explicó Adelina sus ojos se enfocaron en las tablas y se quedó pérdida en los recuerdos–. También me contó sobre los lobos de Armenia. Eran su guardia personal. Nada más.
Miró toda la habitación y su estado. Hela la estaba persiguiendo y quiere que su balance sea reestablecido, quizás su cuchillo está enojado por eso u otra cosa. Adelina estaba paralizada para seguir procesando sus pensamientos. Inmediatamente, retiró la almohada para ver si el mapa y la daga les había ocurrido algo. La daga no mostraba signos de daños ni el mapa se había congelado.
–Pero, Adelina, esta escarcha no apareció de otra parte –explicó Daniela y su tono era tranquilo–. Salió de tus manos. De ambas.
–Es Hela, no yo –dijo Adelina mientras sus brazos se dirigían a sus hombros para darse calor–. Quiere que pague porque saqué el cuchillo de Arctika. Necesito encontrar una forma de que estas visiones de pesadilla se acaben.
–¿Pero y si son dos cosas diferentes? –preguntó Mariano–. ¿No será que el sueño activó tu don de hielo?
Adelina no se paró a pensar esa posibilidad. Le era remotamente improbable y casi demencial. Si tuviera un don lo hubiera desarrollado de pequeña, no ahora. ¿Y si era una señal para poder enfrentarse a la diosa y conseguir su vida normal? ¿Serían los primeros pasos para algo peor que sus alucinaciones?
–Concéntrate en hacer algo de hielo. Solo un poco y veamos si es un don o quizás otra cosa peor.
Pensó en hacer una púa, pero al cerrar sus ojos, la mirada de sus amigos muertos se hizo presente, llorando y lamentando. Una figura los tenía como si fueran perros y casi toma a Adelina de no ser porque ella se alejó paranoica. En su escapada, púas de hielo trazaron un camino haciendo que Daniela y Mariano se separaran y la miraron sorprendidos.
Adelina estaba boquiabierta por unos minutos y siguió temblando como una hoja. Unos pasos se escucharon y la voz de Raiden. Guardó los dos objetos antiguos rápidamente y la puerta se abrió, revelando el rostro de Liu Kang y analizó con detalle la escena.
–¿Qué ocurrió aquí, Adelina Acosta?
La chica miró a sus amigos con cierta duda y luego su mirada se dirigió al dios. Ocultó como pudo su pesadilla sobre Hela, habló sobre cómo sus amigos la despertaron y creó hielo tras volver a recordar el mal sueño. Liu Kang escuchó cada detalle del relato y cuando Adelina terminó de contarlo, el dios preguntó:
–¿Tu familia se dedicó a la criomancia?
–No lo sé, murieron cuando era pequeña –contestó Adelina a secas. Se cubrió con las colchas para tener algo de calor–. No sé mucho de ellos.
–Está bien, Adelina Acosta –el dios parecía juzgarla con esos ojos blancuzcos y ayudó a que Adelina se pusiera de pie–. Sal de tus aposentos. Hay que dejar que se descongele y me comunicaré con los Lin Kuei lo más rápido posible.
Adelina se congeló ante la mención de ellos.
–¿Los Lin Kuei?
–Sí, Bi Han podrá ayudarte a perfeccionar tu don –explicó el dios a las afueras de las alcobas de estudiantes. Adelina pudo notar que Kenshi, Johnny, Kung Lao y Raiden estaban charlando y observando la situación. Mariano y Daniela estaban cerca de ellos–. Su clan posee varios conocimientos de criomancia y te ayudará controlarlos.
–Creo que puedo hacerlo sola, Liu Kang –dijo Adelina con una sonrisa poco convincente. No tenía intenciones de volver a Arctika, con el lugar que fue el disparador de su situación actual–. No usaré este don y no me sirve. Estoy cómoda usando armas, no creo que sea necesario.
–Debes controlarlo, Adelina Acosta –espetó el dios tranquilamente. Su mirada fue indescifrable–. En una situación peligrosa o hasta incluso con un mísero sueño, puede acabar con resultados pocos favorables. Es mejor que vayas con los Lin Kuei.
Adelina no pudo contradecir sus palabras y aceptó que tenía que ir allí. Aunque sea para descartar la posibilidad de que no es una obra de los castigos de Hela y, por otro lado, podría conseguir más investigación sobre ella. Lo único que esperaba sería conseguir controlar su poder rápidamente para seguir con su investigación.
–Está bien.
El dios se dio la vuelta y continuó su camino. Detrás suyo, los demás luchadores se acercaron a Adelina y Raiden preguntó:
–¿Qué te dijo Liu Kang, Adelina?
–Tengo que ir con los Lin Kuei.
–¿Los Lin Kuei? –preguntó Johnny y su sonrisa se esfumó–. Tendrás que soportar al Gran Maestro Gruñón.
–No digas eso de Sub Zero –espetó Kung Lao.
–¿Qué te pasó, Adelina? –preguntó Raiden tranquilamente–. Si quieres hablar podremos escuchar.
–Simplemente un mal sueño ocasionó que mi poder despertara –dijo Adelina y puso su mejor sonrisa falsa.
Por educación, ninguno volvió a preguntarle. El día transcurrió pacíficamente y al atardecer, Liu Kang le informó que iría a Arctika en dos días y Adelina asintió con miedo a lo que iba a ocurrir en adelante.
Cuando la noche cayó, Adelina estuvo despierta hasta altas horas de la madrugada con miedo de cerrar los ojos y tener otros ataques. Ver a Mariano y Daniela convertidos en muertos le hacían querer vomitar y llorar al mismo tiempo. En un momento, sus párpados comenzaron a pesarle y pudo al fin cerrarlos. Esta vez, no tuvo pesadillas.
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remus
"La sombra de la tragedia siempre está presente. Pero es en la oscuridad donde se forja el alma más fuerte."
Verano de 1971
Una mañana de clima particularmente alegre llegó una carta a la casa de los Lupin, evento muy peculiar. En los 11 años y 3 meses de vida de Remus, el único hijo de los Lupin, un niño escuálido, alto, de cabello café, ojos azules y tímido, jamás había visto llegar una carta. Su papá, un hombre alto muy parecido a él, que podía ser muy carismático o muy serio, y a quien Remus consideraba su héroe, trabajaba en el ministerio y no permitía que llegara nadie ni nada a la casa. Le decía que era importante separar el trabajo de la familia, pero sabía que no quería que se enteraran del mayor secreto que Lyall Lupin guardaba: su hijo.
Remus agarró la carta que tenía un aspecto fantasioso; las letras eran un verde esmeralda que le recordaba a un florero que su mamá llenaba de flores cada semana. En San Valentín, las flores intentaban desbordarse del florero. Su padre, a veces serio, también estaba por completo enamorado de su mamá. Una Navidad, después de ahorrar unos meses, Remus le dio de sorpresa flores a su mamá, pero a la semana, mientras jugaba con el avión que había recibido de Navidad, se tropezó y el florero cayó frente a sus pies. El agua de este inundó el piso y los mil y un pedazos le ocasionaron un pánico inmenso. ¿Cómo se atrevió a jugar tan cerca? ¿En qué estaba pensando? Remus era un niño complicado, tal vez hasta difícil, pero no insensible, y esta era la primera vez que hacía una "travesura". Naturalmente, su mamá, aunque triste, fue comprensiva. Él solo era un niño, pero su padre tenía una mirada que le dolió tanto a Remus que, con solo verlo, empezó a llorar y a disculparse. Hacer travesuras no era para él.Era un color hermoso, pero le evocaba un miedo al peligro. Sentía como su corazón latía tan fuerte que creyó que se le iba a salir y al ver a quién se dirigía, instintivamente la ocultó en su suéter. En su casa no llegaban cartas y él no conocía a nadie a quien le agradara lo suficiente como para enviarle una. Que estuviera dirigida a él era algo malo. Remus volvió a sentir miedo. Una vez su papá le contó de cómo trataban a personas como él, de cómo había escuelas especiales que más que escuelas, eran una especie de cárcel. ¿Y si al fin descubrieron su secreto? ¿Y si se lo llevaban? Y si... y si... y su pequeña cabeza se llenó de y sis.
– ¡Ya está el desayuno! – exclamó su mamá. Desde que Remus tiene memoria, ella siempre ha tenido esa voz tan dulce con la que hasta las peores noticias no sonaban tan mal. Siempre creyó que era gracioso que su nombre fuera Hope.
Por otro lado, aunque su papá siempre había sido increíble, Remus jamás logró quererlo tanto como a su mamá y él sabía que su papá tampoco lo amaba tanto como a ella, pero estaba bien. Ella era increíble.
– Come rápido, te llevaré a la oficina hoy – dijo su padre. Lyall tenía a veces este tono serio y autoritario que Remus consideraba su tercer mayor miedo. Era un gran padre, solo que a veces podía ser algo frío. Su papá y su padre eran la misma persona, sin embargo, eran completamente diferentes. Su padre jamás lo llevaría a la oficina, pero su papá jamás le diría algo sin explicárselo.– ¿A tu oficina? Jamás me has llevado.– Hoy sí – Remus odiaba cuando su padre hacía eso. ¿Por qué respondes tratando de evitar hablar cuando a tu papá le encanta hablar con él?– Remus, amor, solo obedece, ¿quieres? – Escuchar a su mamá insistir era suficiente para que entendiera que no era un juego. Finalmente, lo darían en adopción.
A lo mejor sonaba como una loca conclusión, pero desde los 7 años, cuando se enteró de que era un orfanato, supo que estaba destinado a vivir en uno. Era casi irreal que no lo hubieran dado en adopción. No es que crea que sus papás lo odian, pero definitivamente eso haría sus vidas 100 veces más fácil y las noches más alegres. Ser un "niño lobo" era una maldición y su segundo mayor miedo. Todo en lo que pudo pensar mientras viajaba fue en el orfanato, su mama solia decir que era unniño de una gran imaginacion, pero estaba vez su imagiancion, sus miedos y su realidad parecian alinearse, el camino fue silencioso, remus no hablo y su papa tampoco ni una sola palabra, ¿como seria la oficina de su papa? ya conocia a varios de sus compañeros y otros conocidos de sus padres, iba a muchas fiestas en las que invitaban a toda la familia, en una ocasion lo invitaron a una fiesta navideña, la unica a la que ha asistido, usualmente solo son sus papas y el, empezo a recordar, tenia unos 9 años y ese invierno habia sido en particular frio, el hombre habia llegado a la luna en verano aunque a la mayoria de los magos les daba igual los eventos muggles remus siempre los recordaba por su mama que tuvo una infancia muggle. Eran los potter, la fiesta era en su casa,incusive conocio a su hijo, James, era MUY social, demasiado para remus, era mas bajo que el aunque casi todos lo eran, tenia el cabello como Bob Dylan, los ojos alegres, una sonrisa cálida y unos lentes redondos, y su amigo, un niño rubio, no supo mucho de ellos pues en toda la fiesta remus se quedo a lado de sus padres o leyendo, detestaba tener que socializar, no porque odiara a las personas pero porque sabia que ellos lo detestaban a el, recuerda tambien a un señor de un aspecto peculiar, barba larga, le recordaba a un santa claus mas alto y delgado, tambien recordaba una señora que se transformaba en gato
...
- Remus, despierta
ahi estaba otra vez el tono frio de su padre, que estaria pasando por su mente? si de verdad lo ibaa a dar en adopcion queria l menos recordar al hombre que lo trataba con gentilesa y no al que parecia enojado con el, siempre le decian que pensaba demasiado pero no es eso mejor a no pensar?
- estoy despierto, papa ¿que esta pasando? ¿por que me llevas a tu trabajo y por que estas tan serio?
- remus no te llevo a mi trabajo, te traje a mi lugar favorito
Es verdad, no parecia haber ninguna oficina en kilometros, todo lo que veia era un campo lleno de flores moradas, no parecia una cosecha solo flores que crecieron naturalmente, eran hermosas. estaban a unos dias de la luna llena y sus sentidos solian agudizarse por dias antes, estaba impregnado de un olor dulce y de tierra mojada, ademas podia oir un arroyo correr a un par de metros, cuando su papa terminara de hablar cortaria un par para su mama y se las llevaria
- remus, estas flores te gustan?
- si, son realmente hermosas - son aconitum, son venenosas y algunos las llaman veneno de lobo, te traje aca hijo porque ya tienes edad para saber, tu mama y yo lo discutimos y no hay forma de que no te enteres, remus eres un mago, eso lo sabes muy bien, y eres un licantropo, un hombre lobo, como te he contado hay una escuela para magos, hijo desearia que conocieras hogwarts pero tu mama y yo decidimos que no iras, es demasiado peligroso, seria estupido de nuestra parte dejarte ir, podrias lastimar a alguien o peor e podrian lastimar a ti, espero entiendas que nosotros buscamos lo mejor para ti remus, no se cuan emocuionado estes por la idea de una escuela en la que no nos verias mas uqe en vacaciones pero espero esto no sea tan desepcionante, pronto te llegara una carta, y tendras que escribir una respuesta, esta va a ser no, no puedes dejar que alguien sepa que tu- que alguien sepa nuestro secreto si? no des explicaciones porque entonces vendran a investigar, entendido?
- entendido, señor - dijo remus en el tono mas melancolico que su papa habia escuchado, por supuesto era actuacion, remus adoraba actuar, aunque odiaba ser rebelde hacia sus padres era obvio que la carta de la que su papa habkaba era la misma que seguia en su sueter, ir a hogwarts sonaba horrible, pero por otro lado todas las historias que sus papas le han contado de sus años escolares son alegres, remus tan lleno de cicartrices como de ideas, tan callado por fuera y en su mente siempre un caos, ir a hogwarts, alejarse de sus papas, y si alguien descubria que era un licantropo, pero, y si tenia un amigo, al fin uno, y si se convertia en el mayor mago de todos los tiempos, merlin jamas hizo una cura para la licantropia pero que tal remus, remus escucho por años como su papa conocio a su mama en hogwarts y el mundo por primera vez se ilumino, y si eso era lo que necesitaba remus habia pasado una vida detestando aquel terrible dia, y sabia que su papa lo detestaba a el profundamente por ser un hombre lobo pero lo amaba por ser su hijo, a veces se cuestionaba si eso seria suficiente o si en algun momento el amor se acabaria, y si pasaba mas tiempo en casa y terminaba aburriendose de el, todo ese odio, odiaba ser como era, se odiaba y odiaba cada cicatriz que le recordaba quien era.
a la mañana siguiente remus se desperto antes de lo normal, su habitacion tenia este ambiente nocturno aunque el no era tan fan de la noche siempre tuvo curiosidad de como era ver la luna llena, recordaba vagamente haberla visto pero nunca sera mas que eso, un recuerdo lejano,a menos que encontrara una cura. siempre que sentia miedo se despertaba antes, ahora sentia peligro, sentia que estaba haciendo algo malo pero el sabia que no lo era, su corazon latia a mi por segundo y lo podia sentir, sentia como la snagre corria por sus venas y como su corazon palpitaba.
Querido señor Lupin:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia.
Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Ahora era su turno de redactar una resouesta tal vez si explicaba su situacion, no la parte de la licantropia pero si explicaba que sus papas no estaban convencidos, ellos podrian convencerlos no? los adultos siempre escuchan a otros adultos
Querido Director Dumbledore:
Muchas gracias por considerarme para formar parte de Hogwarts, usted es un hombre encantador el cual ha quedado en mi memoria desde la fiesta navideña de los potter en el 69, conoció a mis padres, es verdaderamente un honor para ellos y para mi, sin embargo debido a situaciones personales ellos creen que lo mejor para mi seria declinar la oferta, en mi opinion y con todo respeto eso es una tonteria, pienso que soy mas que capaz de estudiar en hogwarts y usted tambien, mis padres jamas escucharian a un niño de 11 años, no escucharian a un niño que dejo las llantitas de entrenamiento el año pasado, como mi director estoy seguro de que le interesara mi presencia y espero que pueda ayudarme a salir de mi situacion tal vez dos cartas los convensan? estoy seguro de que escucharan a un brillante mago como usted
atte. Remus John Lupin
Esa era la primer carta que remus escribia en su vida.
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enoshima haruka - humana - 23 años - 27 de octubre del 2000 - escorpio - stripper y escort - fc: giselle
tw: mención de suicidio, maltrato, idk grooming???
HISTORIA
Su madre falleció cuando Haruka era muy pequeña, teniendo solo diez años. Su padre no tardó mucho tiempo en seguirla, gracias a un suicidio. Haruka quedó al cuidado de su tía materna, quien, siendo su única familia, “cuidó” de ella solo por el dinero de los seguros de sus padres.
Su tía era violenta verbal y físicamente con ella, maltratándola hasta el punto de sangrar y en la escuela las cosas nunca mejoraron para ella en absoluto, siendo blanco de las chicas populares y sus juegos malvados.
Su tía solía decirle que era su culpa que sus padres muriera, pero que solo servía para ganar dinero y que, si pudiera, la vendería al primer hombre depravado que quisiera comprar a una mocosa inútil y tonta como ella. Aquello fue algo que marcó profundamente en su cabeza adolescente, puesto que ella lo entendió como algo favorable y una forma de salir de esa casa y lejos de la bruja que la criaba con su dinero.
Haruka comenzó a salir con hombres siendo menor de edad, personas que le compraban una comida o el desayuno, que le llevaban a beber a bares y solo pedían de su “compañía” hasta que fuese más grande. Solían tocarla por encima de la rodilla, donde su uniforme llegaba y le decían lo hermosa que era para su edad, lo madura que se comportaba o lo inocente que era según la persona que decidiera engañar en esa ocasión.
Con 18 años, Haruka demandó que el dinero de sus padres se le fuese entregado, aunque le faltasen 2 años para la mayoría de edad legal, puesto que no pretendía ingresar en ninguna universidad y lo que deseaba era emanciparse de su cuidadora. Consiguió el voto a favor, con ello, Haruka conoció prontamente lo que era la libertad y el sustento independiente.
Su vocación, según ella, es simplemente ser un objeto que las personas deseen poseer pero que en el fondo no puedan. Por ende, y aunque fuese ilegal en su país, comenzó a dedicarse a la prostitución “limpia”, siendo stripper en un club y también trabajando como escort en sus tiempos diurnos. Sigue saliendo con hombres y mujeres que pagan por su compañía, recibiendo cantidad descomunales de dinero, saliendo de viaje y conociendo otros países gracias a estos individuos que les sobraba el dinero en los bolsillos.
PERSONALIDAD
Es una persona con una energía fuerte y pesada, a donde sea que se plante, su temple y su persona suelen llamar la atención. Desborda agresión y difícilmente podrás sentirte superior a ella, no sabe morderse la lengua a menos que se trate de un cliente, tampoco tiene tapujo alguno en decirle a las personas lo que piensa exactamente de ellas. Muchas veces parece seria y tajante, pero está observando todo con ojo crítico, analizándolo. Le encanta sentirse deseada, sexy y atrayente, por lo que sus trabajos le ayudan a rellenar ese vacío, no obstante, es complejo que sea agradable fuera de su faceta de stripper o escort.
Puede ser cambiante dependiendo de con quien trate, dulce e inocente con quien se lo pida, pero en el fondo es egocéntrica y narcisista, solo piensa en ella y en el beneficio que pueda acarrearle. Toda su vida sufrió de heridas, físicas y mentales, aprendió a acorazarse y no confiar en nadie, en aceptar su puesto en ese mundo como alguien de “uso rápido”. Puede tomar las cosas personales, hiriendo sus sentimientos pronto o tomándolo como agresión directa.
En el fondo es algo infantil, cada trozo de papel que recibe como dinero lo utiliza para sanar su niño interior, tiene especial gusto por los peluches y los videojuegos, le gusta pasar su tiempo libre en ellos y gastar una fortuna en muñecos de felpa. También con las personas que se han ganado su confianza, puede reírse y bromear con gusto, hablar de pasatiempos “tontos” y buscar cierta aprobación de ellos.
DATOS EXTRAS
Le encanta el maquillaje y todo lo que sea falso. Uñas, cabello y pestañas, todo eso es algo que se hace cada semana. Está orgullosa de decir que cada parte de su cuerpo, es atractiva y sensual por sus propios genes y no por operaciones.
Tiene una perrita bichon maltes llamada Cooki, regalo de uno de sus clientes
Vive en su propio departamento, comprado por uno de sus clientes, en una de las zonas más ricas del país, le fascina darse una vida de lujos.
No ha vuelto a hablar con su tía
No tiene relaciones sanas con nadie, nunca perduran
#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ bio ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ enoshima haruka ⠀ ❫#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dialogue ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ enoshima haruka ⠀ ❫#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ polaroid ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ enoshima haruka ⠀ ❫#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ inside ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ enoshima haruka ⠀ ❫#bios*#IT'S ALIVE POR FINNNNNNNNN#mira yo solo quería poner en uso esas amigotas y esas piernotas que tiene esta mujer#y ni modo(?)
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SANGRE Y FUEGO
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CAPÍTULO 1: la sombra del fuego
"El pueblo cree que los Targaryen somos lo más cercanos a los dioses por domar a los dragones. Es un error: son ellos quien nos controlan".
-Princesa Rhaenyra Targaryen
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La princesa Naerys se despertó entre mantas de algodón a la mañana siguiente de haber recibido dos misivas de su abuela y su hermana menor, Rhaena Targaryen. El canto de los pájaros fue la que la despertó, más que la luz que cruzaba las gruesas cortinas que decoraban la estancia del dormitorio matrimonial.
El cuarto de Aemond era oscuro, pero siempre se las arreglaba para tenerlo ordenado y en su sitio. Los tapices eran negros, con alguna decoración dorada y blanca a juego con la roca raspada. La suya, cuando estaba soltera y comprometida, y no se les permitía compartir estancia, era de las más iluminadas y tenía tapices blancos y con formas geométricas. Pero de entre todas, las de Helaena eran las más originales. Azul claro, muebles de madera oscura y clara, y una decoración de los tapices en forma de flores y fauna.
Las doncellas entraron rápido para vestirla, nada más escucharon movimiento en el dormitorio. Si bien no le tocaba darse un baño todavía, pidió que tuvieran lista la bañera para aquella tarde y su ropa de vuelo para después del desayuno. Le apetecía dar un vuelo rápido con su dragón, Vermithor, el dragón que llevaba durmiendo bajo Rocadragón tras la muerte de Jaehaerys I hasta su reclamo, y desatenderse de sus responsabilidades un rato. Aemond no estaba a su lado cuando se había despertado. Debía de estar en la biblioteca buscando algún libro nuevo, recién llegado de la Ciudadela o algún comerciante, o practicando su maestría con la espada con algún caballero que se preste a hacerlo. Así que le tocaría desayunar y estar sola aquella mañana hasta que se dignase a aparecer.
Los pasillos de la Fortaleza, a diferencia de aquella noche, estaban plagados de nobles curiosos y sirvientes yendo de un lado a otro. Algunos giraban la cabeza, la saludaban y procedían a hacer una reverencia a su paso. Otros, la miraban entre sorprendidos y comenzaban a cuchichear entre ellos. Las noticias de la llegada de la princesa, sus hermanas y la familia de la Princesa de Rocadragón debían de haberse extendido por todo el palacio. A veces le sorprendía la rapidez en la que se desataba todo, y más en lo respectivo a asuntos que no tenían que ver con ninguno de ellos.
-Princesa Naerys.
La princesa se dio la vuelta en busca de la voz que la llamaba. Un hombre bajito pero delgado, entrado en edad, y vestido de negro, la esperaba pacientemente con una sonrisa. Casi no tenía pelo, pelo algún mechón no era blanco del todo, sino castaño oscuro.
-Lord Caswell, ¿desea algo? -era uno de los seguidores más fieles de la princesa Rhaenyra, y quien solía defenderla cuando se iniciaba algún rumor.
-He escuchado que nuestra princesa vuelve a la capital, ella y su familia con el príncipe Daemon. Espero que no sea por algún problema...
-Mis hermanas ya me han informado. Vendrán y serán atendidas en cuanto puedan llevarse a cabo sus asuntos en la Fortaleza.
-Oh, las princesas Rhaena y Baela. Hace tiempo que se las ve por la capital, entre que nacieron en Essos y están separadas entre Marcaderiva y Rocadragón -comenzó diciendo. Había sido una decisión rápida a consecuencia de la marcha repentina de su abuelo y la muerte de Laena, su madre. Ella se había quedado en la capital para seguir de contacto entre la heredera que estaba lejos-. ¿Los niños Velaryon y los jóvenes Aegon y Viserys también?
Naerys se dio el interior del labio. La esposa de Lord Caswell no estaba con él, como se solía esperar de una mujer devota a su marido y sin muchas cualidades sociales. Casi antes de que naciera, la mujer más influyente en solía ser Lady Redwayne, pero con su fallecimiento el puesto había sido disputado durante tiempo. Probablemente ese puesto se hubiera convertido en el más cotizado, ahora a manos de la Reina que había conseguido transformar todo lo de sus antecesoras monárquicas en...la misma fe que se había revuelto tantas veces contra las tradiciones valyrias de los Targaryen y su cultura. Eso mismo había pasado en su matrimonio.
Aemond y ella se habían casado en el rito valyrio antes que en el de los Siete, siguiendo los pasos de sus antecesores Alyssanne y Jaehaerys I. Al principio de todo les parecía una buena idea, algo rebelde porque era salirse de sus bases pero que al final iba a ser aceptada por la familia al tratarse de la sangre más pura de la Antigua Valyria, sangre que compartían y tradiciones en las que estaban envueltos.
Cuando se prometieron ante los viejos dioses valyrios y bebieron la sangre del otro, entonces no les pareció una tontería. Hasta que la reina Alicent reclamó que ese matrimonio era nulo ante los ojos de los Siete y que si no lo habían consumado entonces podría resolverse, que era una aberración y un acto rebelde que no iba con ellos. Quizás una parte de ella ya estuviera maquinando la posibilidad de que hubiera sido consumado, y ya estaba buscando algún matrimonio para proteger el honor de los Targaryen y de Aemond, sobre todo de su hijo. Daemon y Rhaenyra, en su potestad, defendieron que era igual de legal a lo que ella proponía.
Hubo una discusión que acabó con la sentencia del Rey alegando que, si ya se habían casado de esa forma, no podría romperse la unión, y que si querían que fuera legal ante la Fe de los Siete se casaran de esa forma para acabar con todo el problema.
-Lord Caswell, mis hermanas vendrán en cualquier momento y tengo que arreglar unos asuntos con mi esposo.
-Oh, claro, el príncipe Aemond. Él y sir Criston estaban entrenando en el patio con algunos guardias hace rato -y murmulló en voz baja-: mi esposa se pregunta cuándo nos sorprenderá con algún niño, resultado de vuestro matrimonio.
Naerys lo despidió y volvió su camino hacia el patio de armas. La creyeran o no, ella también esperaba eso. Para que al menos se callasen los rumores sobre su posible infertilidad.
El patio de armas era un cuadrado que daba a una de las puertas por las que las tropas que protegían el castillo entraban y salían en sus guardias. Era un patio abierto, protegido por la muralla del castillo, no muy grande, pero sí lo suficiente como para reunir gente y ejecutar combates de entrenamiento.
Las únicas veces que Naerys había estado ahí había sido cuando su padre la había llevado ahí para presentarle a algunos guardias de las Capas Doradas que aún mantenían contacto, y la segunda vez hacía algunos meses para atender a uno de los entrenamientos con el Rey desde lo alto de la torre. Y ahora estaba ahí en busca de su marido. La doncella que iba con ella se encargaba de mantener su honor a salvo. Dos guardias hicieron una reverencia al verla. Un grupo de noble hacían corrillo, con otros guardias sin armadura, alrededor de algún combate. Pero ni idea de dónde estaba su esposo.
-Princesa -llamó su doncella, mirando en una dirección.
-Oh.
Naerys se acercó a ese corrillo, siguiendo las exclamaciones de sorpresa de varios nobles y el golpeteo continuo de la madera y el hierro. Y entonces lo vio, el destello plateado casi blanco de la persona que buscaba. Sir Criston llevaba su armadura de cuerpo entero, casco incluido, y llevaba un lucero del alba que danzaba sobre su cabeza a cada giro que daba. Enfrente, el despreocupado de Aemond iba con su ropa habitual de cuero, un escudo y una espada que bien podría haber visto llevar a cualquier caballero. Naerys contuvo una exclamación cuando el arma del Capa Blanca casi lo golpeaba de lleno en la cabeza.
Conocía los buenos dotes con la espada de su esposo de propia mano, de las veces que le contaba emocionado sus victorias y los comentarios que corrían por la Fortaleza sobre su destreza y la habilidad a pesar de tener un solo ojo. La mayoría de esos comentarios se englobaban acerca de eso, sobre el accidente de su infancia con Lucerys Velaryon y la pérdida de su ojo. Aemond rodó sobre su costado, aprovechando el impulso del golpe sobre el escudo, que acabó hecho pedazos y casi destrozado sobre su cabeza. La espada bailó varias veces entre ellos, intentado golpear el cuerpo cubierto del caballero experimentado, una y otra vez. Hasta que en uno de sus mandobles sir Criston apartó un momento la mirada del arma y acabó con ella tan cerca del cuello que podría haberlo cortado a la mitad de así desearlo.
Por fin Naerys, cuando vio la espada colgando del brazo de su esposo en una posición inofensiva y a sir Criston desarmado, pudo respirar tranquila. Mentiría si dijera que no le preocupaba cada vez que escuchaba que su marido se enfrentaba a algún caballero. Incluso a las lealtad y al que se encargaba de la protección de su madre.
-Bien hecho. Muy pronto podrás participar en torneos, mi príncipe, y ganarle alguna corona a tu señora esposa -comentó sir Criston, quitándose el casco y dejando al descubierto un rostro de puros rasgos dornienses.
-Me importan una mierda los torneos y los combates -bajó la espada en un gesto algo agresivo, sin perder de vista a su oponente-. Sobrinos, ¿han venido a entrenar?
Un grupo de murmullos se expandieron por el patio, contenidos este tiempo o ignorados por la princesa. Escuchó el suspiro repentino de su doncella a sus espaldas, pero no le hizo más caso que el dirigirle una mirada sorprendida. Dos rostros casi familiares, creciendo con el tiempo pero que aún conservaban los restos de lo que alguna vez fue su infancia, miraban hacia el centro del coro de nobles con expresiones no tan sutiles. Dos nobles a sus lados se habían apartado repentinamente y comenzado a cuchichear con los de su lado. Esa actitud consiguió molestar lo suficiente a Naerys como para hacer que se moviera.
Sujetándose los extremos del vestido de aquella mañana, la princesa se acercó a los príncipes con los que compartía la sangre Targaryen y experiencias en algún momento en el que fueron niños. La pérdida del ojo de Aemond había dejado muchas secuelas en la familia, sobre todo la noche en la que pasó todo. Sus hermanas fueron las que acudieron corriendo a su habitación, cubiertas de polvo y el vestido de Baela con restos de sangre, llorando y pidiendo que protegiera a Luke y a Jace de la ira de la reina. Lo que ocurrió después, el intento de asesinato de la reina a la heredera con la daga del Rey, fue algo que los pilló a todos desprevenidos.
-Princesa Naerys -dijo uno cuando se dio cuenta de su presencia. Una noble casada, pues la reconocía de algunos banquetes, le hizo una profunda reverencia-. Prima.
-Luke, Jace -saludó en respuesta, sonriendo y abriendo los brazos-. Espero que el viaje haya sido tranquilo.
Primero abrazó a Jace, y luego a Luke. Ambos habían crecido, pero Jacerys era ligeramente más alto que su hermano pequeño, con unos rasgos similares a los de su madre y su porte... Lucerys parecía un corderito asustado, y eso la instó a abrazarlo con más fuerza.
-Lo ha sido. Madre no nos ha dejado venir en dragón. Quería enseñarte a Arrax.
Naerys se permitió el lujos de jugar con los rizos morenos que adornaban la cabecita de Lucerys. Cuando era más pequeño, esos rizos eran mayores y bailaban sobre su frente blanca y despejada. Ahora, sus mejillas rechonchas y rostro infantil había casi desaparecido por los unos rasgos que comenzaban a parecerse cada vez más a los de su hermano, que dentro de poco entraría en la edad adulta.
-¿Dónde están Baela y Rhaena? -quiso saber de sus hermanas. Sabía que vendrían separadas, pero que nunca entrarían en esta zona por el bien de ellas. Por lo menos, no Rhaena.
-Rhaena ha ido con nuestra madre a buscar a la princesa Rhaenys -informó Jace, alzando el rostro que empezaba a tomar ya rasgos masculinos-. Supongo que Baela habrá ido con ella. También ha venido.
-Sí, la princesa dijo que vendrían las dos en dragón.
Tenía su sentido que la princesa y su abuela fueran a juntarlas para comenzar una conversación relacionada con el tema de su viaje. O al menos el intento de una. Sus pensamientos se dirigieron a cierto lugar de aquel patio de armas. Los caballeros sin armadura seguían en sus prácticas, y algún noble se había animado a participar en alguno de esos entrenamientos. Naerys buscó con la mirada la de su esposo. Lo descubrió manteniendo una conversación con su oponente, sir Criston, pero sin apartar la atención de donde estaban ella y sus sobrinos. Sir Criston movía los labios en una conversación en la que él no parecía tener interés, pero aún así le conseguía responde con alguna palabra suelta; por el rápido movimiento de sus labios. La princesa le hizo un gesto, y su respuesta fue dejar la espada sobre la tabla de madera en la que el resto de armas estaban expuestas. No separó la mirada de donde estaba ella ni un instante.
-¿Vais a participar en algún combate?
-Madre no nos dejaría, dice que aún somos muy jóvenes para usar el hierro.
-Tonterías -respondió-, hay niños más jóvenes a vosotros usando el hierro ya.
Un silencio se instaló entre ellos, seguido de una mirada cómplice entre los dos hermanos que fue la gota que colmó en vaso. Naerys se hizo a un lado para dejar pasar a un grupo de nobles que inclinaron la cabeza al verlos. Se apartó un largo mechón plateado de la cara detrás de la oreja. Un par de ellos, con todo el descaro del mundo, se atrevió a sonreír al pasar al lado de los tres. Naerys se preguntó el por qué esa osadía, hasta que descubrió el motivo. El collar de los Velaryon. Jace y Luke también se dieron cuenta de eso, al ver el collar que descansaba sobre su pecho y brillaba con la luz que ascendía sobre la muralla. El rostro de Luke se transformó y coloreó de rojo.
-Entiendo -soltó una risita en un intento de quitarle peso al asunto-. Tengo que atender unos asuntos. Cuando los termine os iré a buscar, ¿vale?
Besó la frente de Luke y dio un último abrazo a Jace antes de despedirlos. Los vio marcharse por donde ella había entrado, las capas con los colores de los Targaryen y los Velaryon ondeando a sus espaldas y a cada movimiento. Ella también era como ellos, pero usaba más colores Velaryon en honor a su madre que los de su padre, que ya lo llevaba en el apellido. Bueno, y por su esposo.
Hablando de él, se dirigió hacia donde estaba. Sir Criston se había retirado a uno de sus lados, limpiando el arma que había usado hacía unos minutos. La mesa de armas estaban frente a ellos, con diferentes armas, tanto de cercanía como de lejanía. Naerys tenía recuerdos desde su infancia de todas las armas, desde la espada legendaria de los Targaryen, Hermana Oscura, hasta diferentes armas que los príncipes de Tyrosh insistían en usar en sus torneos por considerarlas exóticas. Aemond observaba diferentes armas, tomándolas y examinándolas.
-¿Qué ha sido eso?
-¿Qué ha sido qué, esposa? -respondió él, a la defensiva. Examinó el largo y el filo del arma que tenía en la mano de cerca, solo para descartarla junto a otras que no cumplían sus expectativas-. Supongo que has venido a decirme que mis sobrinos no quieren participar en algún entrenamiento como cuando éramos pequeños.
La princesa Naerys suspiró impaciente.
Hizo un gesto a la doncella para que se retirara unos centímetros de donde estaban ellos, lo cual cumplió posicionándose casi al lado del guardia más cercano. Naerys se acercó más a su esposo, atreviéndose a sujetarlo del brazo con el que estaba cogiendo las armas. El cuerpo de Aemond se tensó.
-Mis hermanas están ya en el castillo. Me gustaría que fuéramos a verlas, y a mi abuela también.
-No creo que sea recibido con los brazos abiertos por esa gente. Debería quedarme aquí. Al menos sabrás donde estoy.
-¿Es esto una de tus venganzas porque he hecho algo que te ha defraudado? ¿Qué ha sido esta vez, esposo?
Aemond volvió el rostro bueno hacia ella. La presencia del parche dificultaba que pudiera prestarle una atención decente mientras charlaban o discutían, pero ya parecía tenerlo controlado. Sus rasgos afilados la saludaron en una mañana con las temperaturas y la niebla bajos.
-No vamos a discutir eso aquí.
-Y sin embargo pareces contento por hablarlo.
-El malestar está hablando por ti -la examinó de pies a cabeza con su único ojo-. Me pregunto si ya habré puesto un niño en ti, que es lo único que se espera de nosotros. Tus respuestas podrían sonar como las hembras que los dothrakis preñan para tener a sus hijos. ¿Cómo es? La personalidad del padre en el hijo dentro del útero.
Lo estaba diciendo para hacerle daño. Naerys apretó su agarre. Casi pudo escuchar el cuchicheo de la noble que no estaba tan lejos de ellos con su señor esposo.
-Entonces bien es conocido que la Reina tuvo varios histerias para que tú tengas ese temperamento. Lo único que se espera de nosotros -comenzó diciendo, los ojos sobre él- es que mantengamos las cosas en privado y sin causar revuelos.
Por primera vez en esa mañana, una sonrisa, aunque burlona, se extendió en su rostro. El parche hizo que no pudiera tomárselo más enserio que una reacción a una mala broma. Su ojo, por otro lado, se dirigió hacia el collar Velaryon que descansaba en su cuello y el vestido de aquella mañana. Como todas las mañanas en Desembarco del Rey, las mañanas eran húmedas y frías, y para abrigarse se ponía un vestido y por encima un chal que la protegiera de las ráfagas de viento. Era un vestido azul, con el corte debajo de los pechos, muy similar al que usaba cuando era una adolescente, y una camisola que sobresalía por las mangas abombadas hasta los codos. Un chal iba sobre sus hombros, enredado en sus brazos.
-Esto no es gracioso, Aemond -quiso insistir, pero no le salían las palabras adecuadas. Pensó en la Reina, y en los gritos durante la discusión que hubo al enterarse del matrimonio en Rocadragón por el rito valyrio.
La boda que ella quería acabó haciéndose más por insistencia que por deseo de hacerla. Para los Targaryen, y más como ellos, podría haberlos llevado a consumar el matrimonio tras la primera boda. La insistencia en Aemond de mantenerla intacta hasta que se diera la noticia a la familia la había conseguido convencer, igual que como la Reina. Naerys se quejó, puesto que era una tontería aguardar eso después de haber bebido la sangre de ambos mezclada. La insistencia de Aemond por no consumar el matrimonio, pese a los intentos de su ahora esposa, había servido para que su regreso a la capital, ambos en sus dragones, no fueran tan criticado como sus ancestros.
Al menos a la reina Alicent le sirvió de excusa para querer convocar otra boda, más tradicional a su fe y que no pudiera ser considerada un pecado de la carne. La misma que Aegon y Helaena tuvieron hacía ya varios años, antes del nacimiento de los gemelos y el pequeño Maelor. A diferencia de ellos, el asunto de la boda de había llevado en total secretismo entre ambos y se arrastraba desde hacía tiempo.
Aemond estiró el brazo, cortando el espacio entre ambos. Naerys tuvo que alzar el rostro para mirarlo, soltando su agarre. El tejido fino del vestido dejó un recorrido cálido al paso de los dedos de él sobre su piel cubierta. Contuvo el aliento, pensando en el número de personas que pudieran estar mirándoles.
-Si te toco así, parecería que he cumplido bien con mi deberes, ¿no crees? -arrastró el dedo desde debajo de sus pechos hasta su ombligo, cubiertos por una fina tela azul-. Tu pequeña cabecita no debería preocuparse por nimiedades. Hay mejores cosas con las que entretenerse -miró por encima de ella, el orbe amatista desplazándose un lado al otro-, como saber qué hacían mis llamativos sobrinos aquí.
-Tus deberes para conmigo son cosa privada, no de interés público -detuvo la mano de Aemond por debajo de la suya, piel cálida y áspera sobre la suave y tersa de la suya. Aemond la miró con curiosidad, si es que podía describirse así-. La princesa Rhaenys querrá vernos.
Sobre todo cuando esos comentarios se excusaban en comparar su fertilidad con los antecedentes de su madre Laena en el último de sus partos. Sin duda, en el caso más impactante que había sorprendido a ambas familias y obligado a reunirlas. Baela y Rhaena no se habían separado de ella en ningún momento del funeral, sujetándose a sus manos y llorando envueltas en sus capas. Su abuela había llegado para consolarlas... Y luego Jace y Luke por insistencia de la princesa. La noche de antes se habían marchado del palacio en Tyrosh con sus dragones y en barco hacia Marcaderiva para el funeral. Su madre había muerto por complicaciones en el parto, incinerada por voluntad por las llamas de Vhagar, viva... Aún le costaba mirar a los ojos a la dragona cuando se la encontraba en Pozo Dragón, camino a buscar a Vermithor en su nicho.
Naerys se abrigó con el chal. La doncella le había insistido en usarlo, y ahora se lo agradecía. Aunque de normal no hacía caso a esos consejos. La sangre del dragón corriendo por sus venas, moviéndose y expandiéndose, tentaba a la suerte que otros habrían perdido.
-¿Has desayunado al menos?
-Si mi esposo no está en el dormitorio a la hora que me despierto, de verdad te piensas que voy a desayunar algo hasta que sepa dónde está.
-Cabezota -tiró el arma sobre la mesa, pillando por sorpresa a los nobles que estaban probando algunas y al caballero de Capa Blanca-. Podrías desayunar con mi hermana y no esperar a que te desmayes.
Naerys lo miró nuevamente sin gracia. Si bien podría haberlo hecho, sabía que Helaena estaba ocupada por las mañanas con sus damas y con los niños, y a veces para atender la escasa atención que su esposo le daba. Y ella a veces no tenía la paciencia para interpretar los comentarios que solía lanzar de mordisco en mordisco. No podía interrumpir esos momentos hasta que ella lo hiciera; por ahora, nunca podría cobrarse esa venganza. Sin embargo, cuando se la encontraba en los jardines la ayudaba a buscar algún insecto interesante o la invitaba a acompañarla a ella y algunas damas a sus meriendas. Algunas de esas damas evitaban su compañía, por otro lado, y eso era grosero.
-¿Me ves tan débil?
-Nunca criticaría a la misma sangre que Daemon Targaryen -cortó el espacio de ambos finalmente, inclinándose no del todo sobre ella. Solo lo suficiente para que pudiera escucharlo-. Y a quien montó al dragón más grande de Poniente a una temprana edad... Y puede que a su nuevo amo esta noche.
Rumió esas palabras. Aunque compartieran la misma sangre, ellos también lo hacían compartiendo abuelos, el antiguo heredero Baelon y su hermana-esposa Alyssa Targaryen, ambos hijos de Jaehaerys I. Incesto, según el septón, pero justificado para mantener la sangre de la Antigua Valyria pura entre su linaje. Los mismos conflictos que habían llevado a Maegor I a tomar con una de sus esposas a su sobrina Rhaena, hija por parte de Aenys I, entre su seis esposas.
-Sir Criston -retó. Aemond la miró con curiosidad, el semblante serio, pero ella apartó la mirada de él hacia el caballero de la Guardia del Rey.
El caballero le prestó atención.
-¿Sí, su excelencia?
-Cuando terminéis aquí, dile a mi esposo que estaré contenta de pasar la mañana con él siempre y cuando se duche. Apesta a metal y sudor, y no dudo que pronto hará lo mismo con su dragón.
La princesa Naerys se recogió las faldas del vestido, y rompió el contacto visual tanto con su esposo como con el caballero de la guardia. La doncella se hizo a un lado, cabeza gacha todo el rato, y la siguió por detrás en silencio.
La Fortaleza Roja se dividía en diferentes zonas, tanto zonas privadas únicas para la familia real como públicas tanto para nobles como para sirvientes. Si bien estos últimos apenas tenían los mismos derechos que el resto de gente que vivía en el palacio.
Los dormitorios de la familia real no daban contacto con el de los nobles, que estaban en diferentes zonas. El torreón de Maegor, construido por órdenes del Rey Maegor I hacía ya bastantes años, tenía los aposentos reales, en Salón Menor y el Salón de Baile de la Reina. Los miembros más cercanos a la familia real residían en él. El resto de torres estaban repartidas por la fortaleza según el estatus de sus habitantes o el servicio que prestasen. Desde la Torre de la Mano podía accederse a las cámaras del Rey.
-Vuestra abuela está en su dormitorio. La princesa Rhaenyra ha insistido en que descanse y espere a que hable con su padre antes que nada -le decía la doncella de la reina, la mujer que siempre estaba atendiéndola.
La había encontrado de camino a los salones para desayunar. Ya era tarde, pero con suerte habrían quedado postres y partes del desayuno de esta mañana. Luego, iría al cuarto de Helaena para convencerla de que fueran a dar un paseo antes de encontrarse con su hermano.
-Gracias. Informa a la Reina de que me reuniré con ella en el septo cuando pueda.
-Sí, princesa.
Naerys entró el dormitorio seguida por una nube de misterio. Aquella situación comenzaba a estresarla más de la cuenta. Quería ver a su padre y a sus hermanas, pero visitar a su abuela, que había sido de las primeras en informarla, la reconfortaría después de esa mañana. Si su esposo estuviera con ella, al menos tendría sentido controlar el agobio que comenzaba a almacenarse.
-Naerys.
-Abuela -le devolvió el caluroso abrazo. Llevaba ropas de abrigo, pero debajo se podía sentir todavía el tacto de la armadura con las escamas que usaba para el vuelo en su dragón.
Llevaba el mismo peinado que siempre, cargado hacia atrás y suelto por la espalda. Los colores Velaryon destacaban sobre todo, con algún detalle de los Targaryen. Las comisuras de sus labios, rodeadas por arrugas, se estiraron en una tensa sonrisa. Su abuela le acarició el pelo.
-Deberías ver a Baela y Rhaena. Son iguales a Laena.
Y ella era más parecida a su padre. Se lo decían siempre, pero siempre ignoraba esos comentarios y se quedaba con lo superficial.
-Tu carta me ha dejado sin palabras. ¿Por qué Vaemond iba a querer reclamar el derecho a Marcaderiva sobre el derecho de Lucerys?
-Laenor era el sucesor de Corlys hasta que falleció, y en ningún momento se dejó claro la herencia de la isla y los Velaryon. Él... Vaemond cree que tiene el derecho ahora que tu abuelo está herido.
-Abuela, ese derecho es de Lucerys como hijo de Laenor.
Su abuela cerró los ojos, pensativa, y cuando los abrió el amatista de sus ojos bailó como el fuego que quemaba en la chimenea. El dormitorio estaba oscuro, casi vacío más que unas pocas pertenencias. Se suponía que había recogido todo y llevado a Marcaderiva con su matrimonio, pero ese dormitorio estaba reservado para ella de cuando era una princesa hija del heredero, Aemon, hasta su muerte y posterior regreso a Desembarco del Rey para el funeral.
-Ese derecho debería pasar a la hijas de Laena... A vosotras, por ende. A la sangre Velaryon.
-No digas eso, abuela -insistió, casi con horror-. Tenemos que estar unidos. No podemos dejar que el derecho de Luke sea criticado. Con eso, todos tendrían el derecho a criticar el reclamo de Rhaenyra.
La princesa Rhaenys se resistió a poner los ojos en blanco. Las velas bailaron y crearon sombras en las paredes decoradas.
-Rhaenyra quiere comprometer a tus hermanas con sus hijos y unirnos en un frente contra los Hightower.
Naerys sintió los dedos de su abuela temblar entre sus manos. Un compromiso, una alianza, a favor del reclamo del Trono del Hierro y del trono salado de Marcaderiva. Una sería reina, y otra sería una noble dama con ascendencia valyria pura que no sustentaría quejas ante ningún reclamo. Lo que venía siendo comprometer la sangre valyria de su tradición para aplacar los rumores que iban alrededor de los hijos de Rhaenyra y su supuesta paternidad.
-Una buena alianza, abuela. Ayudaría a sofocar los rumores, piénsalo. Nadie se atrevería a juzgar el reclamo de la princesa heredera si sus hijos tuvieran hijos cuya paternidad y maternidad no es...un tema complejo.
Y, por supuesto, detener la influencia de los Hightower, que apoyaban un reclamo sin fundamentos, en la Corte. Naerys apoyaba el reclamo de la esposa de su padre solamente porque el Rey lo había querido así. Cualquier intento de reclamo de otra persona, ya fuera de su cuñado o de otra persona, era una traición a la elección del Rey.
-No, no voy a dejar que su desesperación me nuble esta vez. No separaré... No dejaré que Rhaena y Baela sean vendidas de esa forma -se negó en rotundo, sin pensar si quiera en las consecuencias a largo plazo que traerían-. No como Daemon hizo contigo con el hijo de Alicent.
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AAAAAAH ME IMAGINO SU CARA EN LA ESCENA DEL PATIO DE ENTRENAMIENTO TAL CUAL EN LA SERIE. ¡MI NAERYS DEJÁNDOLO CON LAS GANAS!
Mira esta sonrisa, es un hombre enamorado:
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