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#comida ladina
sefarad-haami · 4 months
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Almodrote: Spicy Eggplant
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🇺🇸 Almodrote is a traditional Sephardic dish originally made from a mixture of raw garlic and shredded cured cheese, used as a sauce for eggplant. Modern recipes often use feta cheese mixed with gruyere, and may include eggs to thicken the sauce. The dish can be made by roasting the eggplant and baking it with the cheese mixture, resulting in a casserole-like dish.
🇪🇸 El almodrote es un plato tradicional sefardí hecho originalmente con una mezcla de ajo crudo y queso curado rallado, utilizado como salsa para la berenjena. Las recetas modernas suelen usar queso feta mezclado con gruyere, y pueden incluir huevos para espesar la salsa. El plato se puede hacer asando la berenjena y horneándola con la mezcla de queso, resultando en un plato similar a un gratinado.
🇮🇱 El almodrote es un plato tradicional sefardí hecho originalmente de una mezcolanza de ajo crudo i keso kurado rallado, uzado komo salsa para la berendjena. Las recetas modernas sovel uzar keso feta mezklao kon gruyere i pueden inkluir wevos para espeskar la salsa. El plato puede fazerse asando la berendjena i kueziéndola kon la mezcolanza de keso, resultando en un plato parecido a un gratinado.
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mvacts · 3 months
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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎 . . . 𝙇𝘼 𝙉𝙊𝘾𝙃𝙀 𝘿𝙀 𝙇𝙊𝙎 𝘾𝙊𝙈𝙀𝙏𝘼𝙎
El movimiento en las calles de Arcadia Bay comienza a ser cada vez más agitado por estas fechas. No se trata sólo del cuatro de julio, festejo patriótico que toda la población del pueblo y del estado en sí festejan con gran algarabía. No. Un nuevo julio significa un nuevo aniversario de la fundación de Arcadia Bay, y con ello llega una nueva forma de celebrar otro año en el que nuestro pueblo sigue de pie, y con más inclusión que nunca. 
La alcaldesa Laroy se presenta con un porte intachable y una gran sonrisa sobre un escenario emplazado hacia el final de la avenida Broussard, avenida principal de Arcadia Bay. Allí arriba se la nota tan familiar como lejana; como toda política, impone un cierto grado de distancia, pero es tan amable y atenta por los pobladores de su hogar que su cariño no pasa desapercibido para nadie.
—¡Queridos arcadianos! —comienza su discurso con un saludo apelativo a la gente del pueblo—. Una vez más nos reunimos, tan cerca de nuestro orgullo, que es el cuatro de julio, para celebrar el cumpleaños de nuestra amada Arcadia Bay. Este año decidimos recrear una feria como las estatales, pero en pequeña escala para que todos podamos disfrutar de nuestro tan querido pueblo.
Los rostros de los asistentes rebosaban con entusiasmo. Una ocasión de festejo siempre era bienvenida, y todavía más en fechas patrióticas. La avenida principal está decorada con banderines que cuelgan de edificio en edificio, lucecitas decorativas y puestos de carpa en los que se encuentran artesanos locales, puestos de comida y tru blood, de vestimenta, emprendimientos y demás. Hacia el final de la avenida, al llegar ya a la bahía se encuentran montados espectáculos de feria como la casa de los espejos, tazas giratorias, barco pirata, carrusel, sillas voladoras, pista de autos chocadores, casetas con juegos como tiro al blanco, lanzamiento de aros, pesca de patos, casa del terror, casa de los espejos, entre otros. ¡La alcaldía ha gastado quién sabe cuánto en preparar una espectáculo digno de ser llamado feria!
—Como todos sabemos, desde un principio esta localidad funcionó como un puerto alternativo al de Nueva Orleans. Siempre fue más pequeño, menos conocido y frecuentado, pero no por eso menos liberal —un par de risillas se escucharon entre el público—. Arcadia Bay desde sus inicios se ha dejado ver como la diferencia en toda Louisiana. Donde surgió una minoría, aquí estuvieron dispuestos a acogerla. ¡Mírenme nada más! Una alcaldesa de color en el sur de los Estados Unidos. ¿Loco, no? Pero es que nuestro pueblo es una comunidad solidaria, abierta a lo diferente. Es por ello que nos ubicamos como una de las principales ciudades pro-vampíricas de este país. Porque creemos que cualquier ser, sea humano o vampiro, tiene el derecho irrevocable de vivir en paz y en libertad. Nadie debe ser segregado por su condición de vida, por ser quién es; tenga o no la elección. Arcadia Bay siempre le ha abierto y le abrirá sus puertas a todos — así que, sin mayor preámbulo, doy por comenzada la fiesta de cumpleaños de nuestra querida ciudad.
El tumulto se retomó, pero el chirrido del micrófono volvió a llamar la atención de los asistentes.
—¡Ah! Y no menos importante —dijo Laroy con una sonrisa ladina repleta de picardía y entretención—. ¡Los tragos corren por cuenta Mira y Rafe de Main Vein!
Mientras el sol comienza a ponerse, los pobladores de Arcadia Bay, y algunos turistas también, empiezan a desplazarse por las calles del módico centro pueblerino. Hay mesas colocadas para aquellos que prefieran sentarse a disfrutar de un buen plato de comida local o una cerveza junto a sus amigos. Algunos asistentes se dirigen a las tiendas montadas en la avenida, otros se encaminan hacia la bahía, zona de la feria con juegos recreativos.
¿Hacia dónde irás tú esta noche?
Antes de aclarar cualquier cuestión OOC, agradecemos enormemente el recibimiento que le han dado al grupal. Su apoyo y participación nos pone muy contentes.
Para aclarar un poco mejor, lo que estamos festejando es el aniversario de la fundación de Arcadia Bay, que está cercana al día de la independencia americano. En esta oportunidad, la alcaldesa Gillian Laroy ha decidido, junto al ayuntamiento, montar una feria para la celebración. Por aquí encontrarán la ambientación, pero pueden usar su imaginación también. No hay nada estipulado más de que se trata de una feria emplazada en la avenida principal donde hay puestos de comida, artesanías, etc. y hacia el final, donde se alcanza la bahía, están todos los juegos correspondientes a una feria.
El código de vestimenta es casual, pero pueden llevar los colores patrios norteamericanos si así lo gustan. ¡Lo que sea estará bien! Sólo recuerden que es verano. Les invitamos a que hagan edits de vestimenta, si quieren, y que los taggen bajo MAIN VEIN: EDITS.
Estaremos roleando con STARTERS ABIERTOS. Por ahora, los taggearemos como MAIN VEIN: STARTER, hasta que logremos enviar las invitaciones a todes para unirse al blog correspondiente.
La duración de esta actividad es de OCHO DÍAS. El próximo viernes pasaremos a un nuevo capítulo de esta historia.
¡Esperemos que se diviertan mucho! Cualquier cosita, estamos a un mensaje de distancia. Un beso ¡y a rolear!
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mikuzsoy · 3 months
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COCINA COMUNITARIA. Mi personaje le enseña al tuyo sobre un platillo típico de su cultura. @izzakry
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El rubio no era bueno en la cocina; podía cocinar algo para sobrevivir, pero tener habilidades al estilo Gordon Ramsay… eso nunca iba a pasar. Sin embargo, ahí estaba, observando un plato típico de la cultura del contrario, algo que claramente iba a probar con un bocado y listo. Para ser honesto, no era muy aventurero en el área de comidas. Se sentó en la gran mesa y soltó un suspiro. "Deberíamos haber ido con un plato de mi país...", comenzó a decir con una sonrisa ladina. "Pero creo que el tuyo es mucho mejor, y porque realmente no sé si hay ingredientes que necesite", añadió, consciente de que ni siquiera había buscado los ingredientes necesarios para un plato de su cultura.
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thecursedthrone · 2 years
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El Dominio atraviesa por una época de prosperidad de la mano de Luthor Tyrell, Señor de Altojardín y Defensor de las Marcas, aunque se murmura que la verdadera gobernante de la región es su esposa, Lady Olenna. Astuta y ladina a la vez, la Reina de las Espinas no es una mujer que deba ser tomada a la ligera. Pero aunque los rumores sean ciertos o no, el territorio cuenta con comida en abundancia y los caminos son más seguros que nunca.
Sin embargo, la paz y quietud que consiguieron los Tyrell puede desvanecerse con facilidad. Su Majestad Jaehaerys II Targaryen será ungido en el Septo Estrellado, el mismo donde Aegon el Conquistador fue coronado Rey de los Siete Reinos. Nobles de cada rincón de Poniente comenzaron a marchar a la ciudad gobernada por los Hightower, pues así como aquella vez ocurrió con Aegon I Targaryen, el vigente Septón Supremo se desplazará de Desembarco del Rey hacia el sur, y son pocos los que están dispuestos a perderse el resurgir de la Casa del Dragón.
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3ndlesslylove · 3 years
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Feliz Primavera.
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Aún no había nada definido entre ellos, sin razón aparente y sin premeditarlo comenzaron a compartir ciertos espacios juntos. Inicialmente el desayuno, luego la cena, salidas al cine pero luego de algunas semanas eso desencadenó a compartir la cama además. Aunque ella no lo quisiera admitir, los sentimientos que renacieron hacia aquel hombre iban sin frenos pero trataba de manejarlos. Iban conociéndose poco a poco, por lo que en esa semana la mujer optó por presentarle una faceta diferente, una en la que ella disfrutaba en demasía ciertas festividades, navidad, cumpleaños y en ese mes era el de la primavera.
Así que esa mañana, luego de una despedida temprana, cada uno se dirigió a sus respectivos destinos. Ella a media mañana, cambió de rumbo. Aquel veintiuno se detuvo en una florería y armó un llamativo ramo con distintos colores, recogió el almuerzo y caminó con todo eso hasta el taller mecánico donde él trabajaba. Ya allí la conocían, no por ningún título pero eso no era prioritario para ella, al preguntar por el azabache le dijeron que había salido en busca de unos repuestos y cordialmente le hicieron paso entre las chatarras para que subiese las escaleras hasta la pequeña oficina en aquel recinto, ingresó y no pudo evitar la mueca ante el claro desorden que allí se alzaba. Soltó un suspiro y fiel a sus manías, hizo un espacio en la mesa para el jarrón con las flores, cerró la puerta, encendió el aire acondicionado y comenzó a ordenar las cosas sin el debido permiso.
Pasados unos minutos, un poco de orden y limpieza en donde se podía, se hizo un espacio personal en el escritorio ajeno. Acomodó la comida en un mueble aledaño y las flores en la esquina misma del escritorio, desde abajo, los demás colaboradores la observaban y no los juzgaba, aquel era el espacio de un hombre que desconocía lo que era la limpieza. Tomó asiento y abrió su laptop, ya que lo esperaría decidió invertir su tiempo en el trabajo. Dos horas más tarde, podía oír las pisadas en cada escalón por parte del ruso, era inconfundible pues en su andar fiero pero a la vez sigiloso, tenía además la mala costumbre de a veces arrastrar el pie.
—¿Qué es todo esto?— preguntó el hombre una vez que ingresó a la oficina, ella se reacomodó en su asiento y miró a los lados sin comprender bien a qué se refería. —Se llama orden, algo que desconoces por lo que pude ver.— respondió ella echándole una fugaz mirada a su atuendo. De su frente brotaban infinitas gotas de sudor, que descendían por los surcos de su cuello y se perdían en el interior de su camiseta arrugada. Y antes de que él saltara eufórico ella decidió adelantarse. —Me gusta la primavera y decidí que hiciéramos algo distinto, como almorzar juntos. Sabía que era imposible sacarte de aquí, entonces decidí venir yo, pero con comida.— acotó levantándose de su asiento, encaminándose al mueble donde descansaban las bandejas de comida. —Ñoquis con salsa, tus favoritos.— alegó finalmente, aquello cambió el semblante serio del hombre y hasta esbozó una sonrisa. —Bien, pero deberás esperar porque debo terminar un vehículo para que lo vengan a buscar— acotó secándose con el dorso de la mano, el sudor de la frente. La inglesa asintió y ató la bolsa de comida, para que el aroma se anulase. —No hay apuro, yo debo finiquitar unos informes. Cuando termines, sube y almorzamos.— dicho eso, él abandonó la oficina y se volcó en un vehículo que ella no supo la marca ni el modelo.
Por primera vez, el hambre la golpeó a ella. Aunque tecleara rápidamente no podía dejar de pensar lo que estaba a su lado. Tanto que no podía concentrarse, miró la hora y eran cerca de las dos, con razón el humor del azabache era casi tosco, si almorzaba pasado el horario habitual. Intentó concentrarse una vez más, pero algo llamó su atención. Al recinto del taller ingresó una mujer con tacos altos, cabello castaño y recortado en hongo, la inglesa se giró en su asiento con las piernas cruzadas y observó a aquella mujer con detenimiento. Pudo percibir que era habitué del sitio, así como también que conocía a todos los presentes, principalmente a Luka, pues cuando lo vio salir debajo del vehículo le exhibió una sonrisa brillante.
Olivia se reacomodó en su asiento y dejó de lado todo lo que estaba haciendo siguiendo los pasos del par que allí estaba, desde su posición tenía una panorámica completa y no se le escapaba nada. Se notaba que era la cliente del vehículo por el cual tan exhaustivamente trabajó el ruso, pero ella hizo algo que despertó un sentimiento que por primera vez en su vida sintió. Una furia interna en compañía de un fuego fue consumiéndola de adentro hacia afuera, cuando vio de primera fila como aquella extraña mujer acariciaba el antebrazo masculino, sonriéndole. Jamás pensó que podría odiar algo tan tonto como una simple sonrisa, pero un sinfín de ideas no muy lindas transitaron por su mente, la respiración de Valeska comenzó a agitarse e hincó las uñas al posa brazos del asiento donde estaba, quebrándose una uña. Aquel dolor la sacó de su furiosa ensoñación y rápidamente se llevó el dedo a la boca, buscando apaciguar la dolencia.
Pasados unos minutos, el azabache subió de en dos escalones a la oficina y cerrando la puerta sus espaldas, corrió las cortinas de los ventanales de vidrio, esbozando una sonrisa, probablemente por la comida. —¿Qué ocurre?— preguntó él mientras desataba la bolsa del almuerzo —¿Te rompiste una uña?— por un lapso de segundo ella optó por mantenerse callada, pero explotó de una forma casi violenta luego de ese tono burlesco —¿Y osas a mofarte encima?— espetó la mujer levantándose rápidamente, le propinó un leve empujón y pudo captar la mirada confusa del hombre. —¡¿Qué mierda te pasa Olivia?!— exclamó tomándola de las muñecas, deteniendo los empujones que ella le propinaba. La castaña había perdido el control y el enojo sin ninguna razón la cegó, ella jamás se comportaba así. Intentó forcejear, pero fue en vano, el agarre de hierro por parte del hombre la inmovilizaron. Le gruñó como si se tratase de una bestia y en su frenética desesperación, le clavó los dientes en el labio inferior, hecho que lo hizo retroceder. Eso le dio unos segundos de gracia, pero no los suficientes pues el hombre la arrastró por la cintura —¿¿¿Estás loca???— farfulló el hombre sacudiéndola, tratando de calmarla. —Tú me vas a volver loca a mí ¿por qué mierda no fuiste a almorzar con la estúpida de abajo, eh? ¿Para qué vienes aquí conmigo? Si claramente la conversación estaba más entretenida.— Olivia pudo sentir como él la apretujaba más y esbozaba una ladina sonrisa a medida que la oía. —¿Estás celosa?— esas dos simples palabras fueron suficientes para calmarla, porque la mujer se mantuvo en silencio. —¿Celos yo? ¿De ella? Por favor, me ofendes.— agregó tratando de zafarse, miró por unos segundos la mordida propiciada anteriormente y se percató que aquello se había vuelto una costumbre. —¿Entonces porque reaccionas así? A ver.—Valeska no le admitiría que sí, realmente estaba endemoniadamente celosa por culpa de esa mujer, pero trató de calmarse, porque aquel nuevo sentimiento había sacado un lado violento que creía suprimido. Uno que él había despertado, porque aunque ella no quisiera admitirlo, aquel hombre la desquiciaba —Porque vi cómo te miraba, como te tocaba. Tocó algo que es mío, tú eres mío Luka. Solo mío…— respondió la mujer, mientras iba acuclillándose, desprendiendo a la par el botón del pantalón masculino.
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moninmo · 4 years
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Jitomates. Agosto 2014
Se vinieron las lluvias, y el patio se llenó de jitomates.
A decir verdad, no se si fueron las lluvias las que los trajeron, o la premanencia involuntaria de mi abuelita en la casa.
Mi abuelita libra una batalla interna donde muchas buenas células mueren cada día a causa de las altas dosis de NAVELBINE. Uno espera que sean menos de las buenas y más de las malas.
Uno ha sufrido, pero uno resiste después de llorar.
Cuando a uno le llueve en la cara, después de sonarse la nariz, (o de despertar si es que el llanto ha llevado a la narcolepsia), siente una renovada fuerza.
La vida es sencilla, uno solo debe llover.
Es por eso que los jitomates podridos que mi abuelita avienta por la ventana y hacia las jardineras, al lloverse, crecen abundantemente.
La planta es fuerte en su conjunto, se enreda y forma redes de ramas gruesas y las hojas, las enormes hojas verdes de forma.. de la forma que sea (no estudié biología), salen por encima de las ramas.
He dicho que la planta es fuerte en su conjunto.
Yo pienso que las plantas de jitomates tienen alma femenina. Si alguien viene a molestar las ramas, tomarlas con las manos y jalarlas, aunque sea en el afán de acomodarlas, las varas se rompen. La planta es fuerte en su conjunto, pero posee la fragilidad de una mujer. Cuando una vara se rompe, se desconecta, irremediablemente muere.
Quien desee que las ramas de jitomates crezcan sobre soportes que permitan la recolección de los frutos una vez que salen, por ejemplo, enredadas en una estaca, ha de irlas dirigiendo en esa dirección y atándolas bien desde pequeñas. Más tarde sólo se romperán las varas,y, si en pro de la vida uno decide dejarlas en paz, puede que resulte imposible atravesar toda esa selva en la búsqueda de la cosecha. Los jitomates serán comida para los insectos entonces.
Tales son las consecuencias del descuido.
A veces, de las ramas más pequeñas, casi en el nacimiento de las hojas, surgen primero unas pequeñas agujas en forma de colmillos verdes, que se abren después en cinco o seis picos graciosos y amarillos.
De seguir lloviéndoles encima, del centro de la flor surgen esferitas blanquecinas que se van tornando verdes en tanto crecen. Luego los pétalos de la flor también se vuelven verdes y al final empequeñecen en comparación con el nuevo jitomatito naciente.
Yo corto los jitomates cuando están suficientemente grandes, aunque aún estén verdes. Evito que se los coman  los insectos. De todas maneras ellos tienen sus propias hormonas y saben madurar sin necesidad de la planta.
La maduración consiste únicamente en una serie de cambios bioquímicos dentro del fruto, que incluye la oxidación de las clorofilas que son verdes, lo que da paso al color rojo, y la degradación de algunos polisacáridos, que al perder estructura, le dan la consistencia característica a la pulpa del jitomate.
Esas cosas no importan en realidad. Me gusta mucho más hablar del propio espíritu de los jitomates.
Del alma de las plantas, de sus ganas de vivir y de la fuerza que incluso criaturillas de fuego como yo, encuentran en el agua que llueve.
He llovido mucho. Ha sido necesario.
Creo que la vida ha de probar mi capacidad, mi resistencia, mi perseverancia, la muy ladina.
Creo que soy como una planta de jitomate, nadamás.
No soy fuerte, ni inteligente emocionalmente, no soy guapa tampoco. Lo único que puedo ofrecer es mi corazón llameante y unas pocas letras, pero, aunque por todo ésto la vida se complique para mí, mi facilidad para llover es basta. No me avergüenza.
Me acosté a dormir anoche, pensando en todas éstas cosas, sintiéndome como hace tanto no. Con heridas de tercer grado, mordidas grandes y veneno, veneno mucho.
Intentaba dormir entre cinco gatos con sus ruidos de motor, sin caerme de la cama. Comenzaba a considerar el bajarme a dormir al tapete cuando escuché sonidos en el patio.
"se acercan los jitomates", me dije.
Y me perdí en el sueño.
Morfeo, el apuesto, vino a por mí.
Desperté a mitad de la noche, con unos bigotes haciéndome cosquillas en las piernas y un par o dos de patas jalándome el cabello.
Algo se arrastraba por el suelo. No paraba de llover.
Ésta mañana me levanté cobijada por esas plantas verdes, llenas de florecitas amarillas.
Y ya.
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kaffeewolfe · 4 years
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Vanidad
Entre Ruinas y Recuerdos
Sus pasos eran ligeros, agiles por no decir menos. Observaba y escuchaba con detenimiento a su alrededor antes de avanzar. Los suministros estaban esparcidos por el suelo, abandonados a su suerte en un ambiente lúgubre y triste. A medida que avanzaba por las habitaciones, podía visualizar cadáveres que llevaban semanas en descomposición. El rostro de Jeanne formaba sutiles muecas al percibir el olor de la muerte, a putrefacción. Era desagradable ver la forma de sus escuálidos cuerpos, abiertos en la posición del vientre, con ojos desorbitados, marcas de mordidas y sangre manchando los alrededores del salón principal. Ella trataba de mantenerse firme ante el miedo que gobernaba su cuerpo. ¿Qué podía hacer? Era una simple mujer que presencio la locura en su máxima expresión. Ella, una simple mujer que sobrevivió luego de aquella catástrofe.
—¿Sam?
Llamó. Nerviosa de permanecer sola.
Jeanne sería una idiota si no aceptara que su razonamiento se iba fragmentando. Estaba a milímetros de perder la cordura, puesto que, eso era lo que le sucedía a la gente que se rendia… porque ella no tenía motivos por los cuales pelear, motivos por cuales vivir. Porqué al final… eso es en lo que se basa la existencia de la humanidad; tener una razón, un motivo que nos mantenga firmes hasta que demos nuestro último suspiro.
Ella peinó su cabello con sus dedos, hasta amarrarlo con una liga y así, formar una coleta. En cuanto tuvo su rostro despejado, volvió a retomar su camino. Esperando impaciente la señal de su compañero, que ni signos de vida daba. La mirada de Jeanne era desoladora, algo inquietante. Sus dedos acariciaban las superficies de los marcos que aún permanecían colgados en las paredes. Rostros felices, momentos divertidos, situaciones memorables… Era cálido, ese sentimiento reconfortante, un sentimiento agradable que la hacía querer llorar. La felicidad de aquellos días, para esa familia era algo que nunca podría volver a regresar. No como son las cosas en la actualidad.
—¿Jeanne…?
Observó a su compañero sorprendida, con el corazón latiendo a mil. Asimilando por unos breves instantes que se había perdido a sí misma, tratando de analizar las fotografías de los cuadros. Se disculpó en voz baja. Samuel, su compañero de misión la compadecía. Sabía que su estabilidad emocional no era la mejor. La nostalgia que sentía Jeanne era un pesar que había sumido su mente en la ansiedad, en la añoranza de que cualquier pasado fue mejor al actual.
—Los suministros fueron extraídos en su totalidad. Los guardé en nuestras mochilas de viaje.
Susurró Sam y ella asintió. Tomó la mochila de suministros, y la colgó en su espalda.
Admiró en silencio a su compañero, quien vendaba sus puños con aparente seriedad. El ambiente en el cual se encontraban no era el mejor.
Luego de unos minutos fuera de la residencia ajena, Samuel murmuró brevemente y luego señaló con su dedo cierto punto de la calle. El corazón de la mujer se detuvo por un instante. Una anomalía, quieta… en reposo, esperando algún estimulo que la pueda alertar. No pudo desviar la atención de ella, no podía ocultar la opresión que se adueñaba de su garganta. Mordió su labio inferior con un poco nerviosismo, cogió su arma y tomó aire de una bocanada. En el momento en que desvió su atención de aquella monstruosidad, enfocó sus ojos en los de su compañero. Samuel le sonrió confiadamente, para brindarle cierta tranquilidad, cierto valor, con aquella sonrisa que, de cierta manera, siempre la lograba calmar. Jeanne retomó su confianza, sosteniendo el arma firmemente entre sus dedos. Se acercó lo suficientemente cerca para lograr un tiro certero. Inhalaba y exhalaba numerosas veces hasta que el pavor que se sentía se había desvanecido. Ya no se encontraba tan exaltada, no tanto como antes. Tocó su frente con su manga, retirando los rastros de sudor que descendían por su rostro. Fijo su mirada al objetivo y levantó su arma. Concentró toda su atención en la respiración de la anomalía. Su respiración era irregular, su voz deteriorada y ronca. Gemía como un animal con rabia. Su cuerpo se movía inquieto sobre unas pocas hiervas que se encontraban en el pavimento. Ciertamente, daba miedo… ella tenía miedo, aún más al ver que su rostro estaba desfigurado. Y sentir aquel miedo, fue un grave error, porque ellos percibían el miedo. Aquel ser desfigurado, y con un cuerpo sumido en una putrefacción viviente entorno su cabeza en el sentido en donde se encontraba la mujer. Su paso era lento, pero a medida que avanzaba iba ganando velocidad. Jeanne se mantuvo quieta, pausando su respiración tratando de calmar aquel miedo que la dominaba en breves suspiros. En apenas unos segundos, la anomalía rondaba a su alrededor, buscando nuevamente la esencia, la emoción que lo guiaba a su nuevo alimento. Eran un par de metros, tan sólo unos metros que los separaban… tenía que hacer algo, o bien moriría al no intentarlo.
Ella buscó con la mirada a Samuel, quien se había alejado luego de murmurarle aquella advertencia. Maldijo por lo bajo, en sus pensamientos. El peligro estaba a metros de ella, pero si levantaba su arma, el sonido de las latas en la mochila de suministros alarmaría a la anomalía. En apenas unos minutos, observo a Sam escabullirse por la maleza. El tiempo se volvió eterno, los minutos que pasaban era una agonía imposible de aguantar bajo circunstancias normales. Jeanne siguió con la mirada a su compañero, el cual tiró una piedra de tamaño considerable al pavimento, alejando la criatura de ella. La deformidad, al escuchar el ruido originado por la piedra, gime y corre en aquel sentido. Jeanne volvió a retomar su oportunidad, la oportunidad que le había brindado su compañero, y no lo desperdicio. Enfocó al objetivo en la mira del arma, apuntando a su cabeza y en tan solo segundos procedió a jalar del gatillo. La sangre infectada de la anomalía empezó a brotar desde su cabeza reventada hasta llegar al frío pavimento. Aún no aceptando su destino, se retuerce lentamente, hasta que muere.
Un suspiro salió de sus labios, mientras guardaba su arma en su funda. Por poco y cerraba los ojos para siempre.
—¡Estupendo! Un tiro certero y letal, propio de una gran examinadora.
Su compañero se aproximó a ella con una sonrisa ladina.
—Mi cargo no tiene relevancia, Sam.
Susurró con voz pesada la mujer. Las misiones de recolección de suministros le dejaban con un mal sabor de boca.
Sam intentó animarla, haciéndole bromas, tratando de hacerla reír, sin embargo, cada vez que trataba empeoraba el humor de su compañera.  
Ambos caminaron cerca de la anomalía y observaron su silueta, sus características y más específicamente, la deformidad que este presentaba en su cuerpo mutado y horrible. La sangre se seguía esparciendo por el pavimento y la hierba. La bala en su cabeza hacía relucir el carmín del suelo. Jeanne caminó alrededor del cuerpo de la deformidad con cuidado. Sacó sus guantes quirúrgicos y le dio una vuelta al cuerpo, dejando ver su rostro.
—Esto es repugnante…
Tocó la herida del cadáver.
—Si te es repugnante ¿por qué lo tocas?
—Es mi deber como investigadora… —replico con cansancio.
—Toda tu vida se basa en deberes.
Para Jeanne, a veces, su compañero era un dolor de cabeza.
—Tengo que realizar correctamente mi trabajo, si no lo hago, los recibos de comida no existirían para mí.
Comentó en voz baja, extrayendo cuidadosamente un pedazo de piel de la anomalía. Guardo la muestra en un tubo de ensayo y la resguardo con un pequeño corcho.
—Sabes… Yo no te logro comprender del todo —la voz de Sam resonó con tristeza
—Sam… baja la voz.
—Esto es en serio.
Jeanne se irritó por su actitud. Se levantó rápidamente, poniendo su mano por encima de la boca del muchacho. Forcejeo un poco con él, puesto que, seguía balbuceando tal y como un niño de primaria.
—Cállate…
Le susurró en advertencia. Escuchaba atentamente a su alrededor, observando con cautela la procedencia de un sonido ensordecedor y casi conocido.
—¿Ves algún escondite?
Ella le peguntó a Sam. Él asintió en respuesta y procedió a ocultarse silenciosamente tras los tachos de basura. Jeanne se acercó a su posición rápidamente, ocultándose con él, alarmada con el sonido que se avecinaba en la calle donde ellos se encontraban.
—Nuestro líder nos va a colgar en la plaza si no llegamos al campamento antes del atardecer… debo recordarte que hoy cierran temprano la entrada principal. Su mujer esta por parir… —la preocupación de Sam se reflejaba en su voz.
—Lo tengo presente.
Era evidente su preocupación. Porque apenas cerraban la puerta, no la volvían abrir hasta el siguiente día, no importando si alguien pedía a gritos ayuda.
El rugir de varios motores se fue intensificando a medida que se acercaban a la posición de ellos. Las respiraciones de ambos se aceleran gradualmente hasta quitarles un poco de su aliento. Jeanne se aseguró tomando la pistola entre sus manos.
—Esto es una mierda… Aún faltaban casas por saquear —dijo aparentemente molesto, casi frustrado.
—¿Cuántas?
—Mínimo dos o tres —se pega más a la pared, suspirando. Asegurándose de sostener su cuchillo.
Lo afirmo, ambos estamos ciertamente tensos.
—Estamos al límite.
—Mucho diría yo.
La chica de cabellos castaños cerró sus ojos por un momento, pensando en que podrían hacer en aquella situación. En que podrían hacer cuando unos saqueadores, iguales a ellos venían a registrar las casas más lejanas de los campamentos.
—Estamos en problemas —se carcajeó por lo bajo Sam, con cierto toque de humor, tratando de calmar su ansiedad.
—Si no nos ven… no lo estaremos
Jeanne posó su mano en el hombro del muchacho, echándole una mirada confiada. Tal y como él lo había hecho antes, cuando mató de un tiro certero a la anomalía. Volvió a cerrar sus ojos, pensando, divagando.
Tal vez podrían escapar con el riesgo de que los oyeran en aquel silencio
—Jeanne.
Las posibilidades de que resultara su plan son bajas, quizás. Esos tipos nunca andaban solos. Debían ser peones… personas que estaban dispuestas a morir por su campamento, dispuestas a sacrificar a los suyos en las expediciones, con tal de conseguir los suministros necesarios para la vida del resto.
—Escúchame.
Sam tocó el hombro de ella, y ella abrió los ojos para mirarlo.
—Están aquí… —la voz del chico era seca, indiferente— van a inspeccionar el área — sus orbes morados le resultaron peculiares a simple vista, tan peculiares y extraños…— Jeanne, vámonos de aquí —afirmó el cuchillo atento.
—¿Aunque nos castiguen?
Su voz sonaba lejana. Sin creer en las palabras de su compañero.
—Aunque nos castiguen —afirma decidido.
—Bien.
Sam se asoma por la orilla del tacho de la basura. En pocos instantes se logran escuchar gritos roncos, feroces, pasos alterados que carecían de cautela y cuidado. Parecían igual de desesperados que ellos, buscando munición y una que otra lata de comida. Empiezan a gritar neciamente entre ellos, buscando aquello con lo cual alimentarse, aquello por lo cual fueron mandados.
—¡Formaremos dos equipos! ¡Uno irá por el norte, y el otro por el sur! Yo revisaré el sur.
Ambos escucharon atentamente el escandalo que estaban provocando, como si no estuvieran al tanto del mundo en el cual vivían.
—Van a alertar a las anomalías —susurró vagamente Sam.
—Cuando eso pase, tomaremos nuestra oportunidad y escaparemos.
Le sonrío. Jeanne se recarga contra Sam, apreciando por unos breves momentos, la calidez de su cuerpo. Tan solo transcurrieron unos segundos, y ellos volvieron a gritar absurdamente.
—¡Asegúrense de tomar todo! ¡Todo lo necesario!
—¡Si capitán!
Dijeron al unisonó por respuesta.  
Jeanne no pudo apreciar los rostros de aquellos bribones desde su posición, solo logró escuchar todos los balbuceos de ellos. Aunque quedaba en claro que su temeridad le causaba gracia y lástima a la pareja, ya que, eso los llevaría a una muerte temprana.
—¿Qué está pasando ahora? —le preguntó a Sam, puesto que él era el único que tenía una buena perspectiva de la situación.
—Buscan provisiones…
—Avancemos entonces.
—Jeanne, es mejor no arriesgarse.
—Pero ¿no sería más peligroso cuando estén más dispersos? Ahora no lo están. Tenemos la oportunidad de movernos sigilosamente sin llamar su atención.
—…
El sabía que ella tenía razón.
—Como gustes, Jeanne —dijo con molestia.
—Entonces, mueve el trasero.
—Cállate…
Ambos salieron por la parte de atrás de las casas, agachados, tratando de no ser visibles a la vista. Respiraron lentamente, como si por aquella simple acción fuesen a ser descubiertos. Los pasos de aquellos peones formaron un eco insoportable por el alrededor de las calles que yacían en ruinas. Ambos escuchaban como aquellos bandidos ajustaban sus armas, como las cargaban por si llegasen a escuchar o ver algo que significara un peligro para ellos. Jeanne quería mirar a Sam, pero a la vez no quería. Porque la prioridad era avanzar sin más. En sus vagos pensamientos gritó, impulsando la valentía en su cuerpo, como si aquello fuera nada más que un impulso que necesitaba de momento. La pareja avanzó sin mayores problemas.
—Tratemos de pasar lo más rápido —ella se giró para observarle.
—Entendido.
Observaron la calle, viendo que no pasara algún peón. Efectivamente, no había nadie por aquel lugar. Jeanne se volvió lentamente a Sam, musitando que todo estaba despejado. El asintió mientras las gotas de sudor empapaban su cuerpo. Entre ambos notaron lejanamente sus pulsos acelerados por la emoción del momento. Él estaba agitado. Ella igualmente. Sam entrelazó sus dedos suavemente con los de ella. Cuando él consiguió la seguridad que deseaba, se apresuró a tirar de su mano y a correr hasta el otro extremo de la calle. Al momento de llegar, se adelantó a ocultarnos tras un auto y sonrió. Jeanne miró de lado a su compañero, el cual la observaba con calidez.
—¿Rechazas seguir las ordenes de nuestro líder y proceder a retirarnos por peligro inminente? —susurró Jeanne, observando nuevamente aquellos orbes amatistas.
—No te lo voy a negar, rechazo cualquier orden con tal de sobrevivir en esta expedición.
—¿Estás seguro, subordinado? —le preguntó aún sin convencerse del todo, el castigo les esperaba de seguro al llegar.
—Obviamente no… pero no me quiero arriesgar a que llegue el crepúsculo y, en consecuencia, la noche. La oscuridad es peligrosa… y más con esas anomalías rondando ávidamente en las sombras, con ansias de devorar todo a su paso.
—La pesadilla se va a desatar.
—Exactamente ¿o acaso quieres ser una espectadora en primera persona? —mencionó Sam con crudeza.
Negó fervientemente la mujer.
—Tan solo vayámonos. Perdemos segundos de nuestra vida en esta absurda conversación. —suspiró Sam, tomando su mano entre las suyas. Las llevó hasta su boca, besando los nudillos de la mujer.
—Y a veces no te entiendo yo…
Jeanne contestó ruborizada.
—Jeanne… yo…
Continuamente, los disparos en el aire no se hicieron esperar.
—Anómalos.
Mierda.
—¡Camina o moriremos! —susurra un tono más arriba, pero no tan fuerte como para que “ellos” lograran escucharlo.
Se escuchaban nuevamente los gemidos de las anomalías… y luego, a los hombres armados. Su griterío descuidado atraía más y más deformidades a su posición, rodeándolos, devorándolos, derramando sangre continuamente. Volviendo a manchar el pavimento. Sus gimoteos causaban cierto regocijo, porque sabían que pasaría. La verdad es que la ignorancia humana siempre sobrepasa los limites de todo. Sorprendiéndolos cada vez más. Sus gritos de auxilio hacían eco. Eco… y eso era lo que más los llamaba a ellos. Según el líder de Jeanne y Samuel, ellos son como murciélagos, que a través del ruido escuchaban la posición de sus victimas y les daban caza. Y que también, por otro lado, percibían agudamente el miedo. Poco a poco los sonidos iban cesando, poco a poco la noche se iba presentando, casi a pasos agigantados. La incertidumbre se iba apoderando de ellos, los gritos… para Jeanne seguían resonando interminablemente en sus pensamientos. El cómo los consumían como alimento antes de morir cruelmente.
—¿Te acuerdas de como saltar y correr entre las ramas de los árboles? —Jeanne recordó por un momento la infancia de ambos.
—Si, ¿por qué lo preguntas?
—Mira el cielo, escucha los gritos…
—Ya no tenemos oportunidad de volver seguros, no ahora…
—Entre tú y yo, yo soy quien lidera por el momento, así que haces lo que te diga. Correremos a un árbol, lo escalaremos lo más rápido posible antes de que lleguen a oír nuestros pasos.
Jeanne rebosaba en confianza al momento de decir esas palabras.
—¿Te acuerdas de lo que te dije antes de venir a la expedición? —dijo ella.
—O vives…
—O mueres —dijo Jeanne— ¿listo subordinado?
—Listo.
Y así, ambos empezaron a correr por sus vidas.
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vldfanenesp · 4 years
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Voltron Legendary Defender Fanfiction
Hilos de Telar “Especial”: Bond-fire 
Esp. 1.0
Tiempo: Temporada 2 Capitulo 7 – Capitulo 8
El planeta Konib 3 se encontraba cerca de  la actual posición del castillo de leones. Era un lugar de frondosa vegetación y vida animal, pero sin ningún habitante de inteligencia avanzada. Existía una pequeña población de humanoides en hemisferio sur que su mayor logro tecnológico había sido hasta el momento la rueda, por lo que una llegada de seres del espacio exterior sería demasiado para ellos.
En uno de sus largos y solitarios bosques lejos de cualquier civilización fue la elección de Shiro para llevar a cabo el entrenamiento que tenía en mente para su equipo. Un claro entre los arboles resultó lo bastante amplió para aterrizar los leones y establecer su campamento base.
–Este es un excelente punto –comentó Shiro admirando el terreno a su alrededor –. Hay bastante espacio, es tierra alta y hay una fuente de agua cerca –se volvió en dirección de sus compañeros paladines con una gran sonrisa –. Esto será fantástico.
Pero su buen humor no era compartido por el resto de los paladines que gruñeron al unísono al depositar el pesado equipo de acampar en el suelo.
–¿Soy yo o Shiro está extremadamente feliz? –murmuró Hunk a sus compañeros en lo que su líder se aproximaba a ellos.
Pero antes de que pudiera obtener una respuesta, Lance comentó alzando la voz:
–No entiendo como un campamento va a ayudar a mejorar la conexión con nuestros leones. Azul y yo ya estamos tan bien sintonizados que a veces creo que sabe mis más oscuros pensamientos.
–Siento lastima por tu león –comentó Pidge dejándose caer agotada sobre los sacos de dormir amontonados en un rincón.
–Si quieres te los cuento –bromeó Lance gimiéndole un ojo a la paladín y con un sonrisa ladina, que ella no tardó en corresponder.
–Si es para aumentar la conexión, Lance –interrumpió Shiro de inmediato la interacción cambiando su semblante jovial por uno más formal –. Pero no será principalmente con los leones, sino con el resto del equipo.
Los demás paladines lo miraron confundidos por unos segundos.
–  Y ¿no podíamos hace eso en el castillos? –preguntó de nuevo Lance –. Donde hay aire acondicionado, camas y…
–¡Achu!... –estornudó Pidge dejándole una voz gangosa –. Y filtros de aire. Estúpido polen.
–Por ello vine preparado –explicó  el paladín negro buscando algo en su bolsa de acampar, hasta que finalmente sacó de un extraño aparato definitivamente alteano que parecía una flauta de cinco centímetros de largo –. Coran dice que esto ayudará con tus alergias, solo necesitas soplar por él –explicó Shiro entregándoselo a la joven paladín, para luego volverse hacia al chico moreno –. Y Lance, no me imaginaba que te molestaría acampar.
–No me molesta –dijo éste rascándose la nuca –, lo hice miles de veces con mis hermanos. Pero… ¿es el momento más adecuado para hacerlo?
–Lance tiene razón –agregó Keith uniéndose a la conversación, pero rápidamente ganándose unas miradas inquisitivas de sus compañeros –: Sí, sé que suena raro que yo diga eso. Pero creo que no deberíamos continuar donde nos quedamos y encontrar la espada de Marmora  –sugirió ocultando su desesperación, aunque esto se debía más a motivos personales.
–Es por eso que debemos estar preparados como equipo –insistió el paladín negro cruzando sus brazos sobre su pecho –. Aunque Ulax nos demostró que no son nuestros enemigos, debemos ser cautos y preparados para lo que fuera para suceder. Como equipos debemos no solo estar conectados al formar Voltron, sino también cuando nos encontramos cada uno por nuestra cuenta. El estar siempre consientes que nuestros compañeros dependen de nosotros es vital para el éxito, es por eso que debe existir compromiso y confianza.
Los demás chicos asintieron afirmativamente, dejando a lado cualquier duda que llegaron a tener. Un efecto cotidiano que tenía Shiro sobre ellos.
–Es por eso que nuestra primera actividad de campamento, será prepararnos para pasar la noche. Lance, tu tendrás la misión de traer el agua que necesitaremos, según el mapa del planeta, el río se encuentra en aquella dirección –dijo indicando con su mano robótica el bosque.
–Guardián del agua, va por el agua. Sí, señor –se burló el joven haciendo un saludo oficial.
–Keith, tú deberás traer material necesario para una fogata que debe durar toda la noche. Troncos, ramas, todo aquello que pueda arder; según los análisis del castillo sobre el planeta, será una velada fría.
Era una suerte que Pidge y Lance encontraran el viejo guardarropa para los paladines. Para aquella expedición, todos se habían preparado con una un tipo de deportiva especial que se adaptaba dependiendo a la temperatura del exterior. Aún así, no sería suficiente para pasar la noche.
–Entendido –afirmó Keith comenzando a marchar junto con Lance en dirección al bosque.
–Te apuesto que traigo primero el agua antes de consigas las ramitas para tu fogata –lo retó el paladín azul jovialmente.
–No es una competencia, Lance.
–¡Eso lo dijo el perdedor! –soltó el otro antes de empezar a correr.
–Maldita sea, Lance –vociferó el paladín rojo imitándolo inmediatamente.
Sus carcajadas se proyectaron por todo el bosque en lo desaparecían de la vista de sus compañeros.
–Pidge… –llamó Shiro a la chica que continuamente soplaba por la versión altena de un nebulizador como si estuviera en un recital.
–¿No es suficiente tortura traerme a la mitad del bosque? –soltó ésta de mala gana.
–Creí que había descubierto tu conexión con el bosque.
–Así es, nos apoyarnos cuando es necesario. El resto del tiempo respetamos el espacio personal del otro.
–Bueno, creo que ahora tendrás que ser el guardián del bosque y usar tu curiosidad innata para encontrar algo de comida –bromeó Shiro con ella ganándose una mirada suspicaz.
–¡Espera! –soltó entonces Hunk –. ¿No trajimos comida? –preguntó alarmado volviéndose a la joven sentada –. ¡Pidge!
La paladín verde gruñó una vez más antes de ponerse de pie de un brinco.
–¡Esta bien! Traeré algo para que no mueras de hambre –dijo acercándose a Hunk para darle un abrazo –. Pero no prometo que no será venenoso.
–Ve cuidado –respondió el otro devolviéndole el afecto –. Por favor no mueras.
Ambos se separaron y Pidge se encaminó desanimada a la espesura del bosque, resoplando una y otra vez en el pequeño aparato alteano.
–¿Crees que estén bien? –preguntó Hunk a Shiro una vez que se quedaron solos.
–Hay que confiar en ellos –dijo éste con calma –. Ahora Hunk, tú y yo tenemos mucho trabajo que hacer –agregó llevando su manos a su cintura y guiñándole un ojo al paladín amarillo –. Tenemos un campamento que levantar.
Hunk no sabía, pero estaba muy nervioso.
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Shiro planea comerse a sus compañeros (guiño, guiño)
Ya en serio, solo busca una segunda oportunidad.
Por cierto los atuendos que me inspiraron para este capitulo son de  アク 
Visita su galería en pixiv.net  dando “click” aquí, para poder ver los trajes.
Es bueno estar de regreso
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milkyhyuck · 5 years
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pedido
Estoy mal, ya había escrito bien cool todo pero tumblr se bugeo y me dejó sin nada, la verdad es que me quedó muy feito, lo siento.
Anon, lamento la demora, tumblr me odia, gracias por tu request, no dijiste un miembro así como dijiste también que no importaba, así que hice de Lucas.
Una taza de café y tu computador eran parte de tu compañía esa mañana que te encontrabas revisando tu escrito, si, era un nuevo libro el cuál estabas planeando sacar dentro de unos meses.
Pero algo que te había dejado estancada desde hace unos días atrás y era que en tu escrito querías citar un encuentro intimo entre tus dos personajes principales, pero no llevabas casi nada sobre eso, en realidad era nuevo para ti, ya que en tus otros libros escribías sobre otros temas, fuera de lo sexual.
Sin embargo, esta vez lo querías hacer. Pero. no querías dejar palabras vacías y delgadas, pero tampoco no querías omitirle, ya que era una suceso importante para la elaboración y seguimiento del trama.
Para conseguir algo de inspiración leías bastante literatura erótica, pero estas no te ayudaban del todo, querías algo más tú, algo más explícito y poético.
Aunque a tu parecer también creías que se debía bastante a tu falta de experiencia, porque de verdad, jamás lo habías intentado, ni por la superficie del tema.
Con un bufido dejaste el computador abierto sobre el escritorio, para ir hacia tu cama que estaba siendo cubierta con una gran colcha color beige, reposaste tu espalda para descansar unos momentos. En ese instante comenzaste a pensar y claro era que no podías evitar el sentirte harta porque tus ideas no fluían del todo bien, que en esa cuestión no podías dar mucho de tí pero estabas aún aferrada a tus ideales.
Alguien llamando a la puerta te hizo salir de tus pensamientos y volver a incorporarte correctamente a la cama. La cara de tu roomie asomarse por el marco de la puerta te hizo sonreír cortamente, pronto el cuerpo del chico entró completamente en tu habitación, haciéndolo de una manera tranquila ya que sabía que estarías trabajando en tu obra y no quería distraerte, quitándote tus ideas e inspiración, para tí no importaba demasiado porque de igual manera carecías de estas.
"t/n ¿Te molesto? Es que ya comprado ya la comida del mes." Dijo mientras mostraba su blanca dentadura.
"Para nada y gracias Lucas..." Hiciste una mueca.
"¿Estás segura? Porque siento que debería de preocuparme." Se acercó a tí, sentiste el lado de la cama hundirse, Lucas estaba ya sentado junto a tí.
No podías mentirle al chico, claro que sabía que no era normal tu comportamiento ya porque casi siempre eras alguien muy alegre cuando los dos estaban juntos.
Con la mirada de Lucas tu cerebro creó una idea. Eras consciente de que el chico era alguien que tenía suficiente experiencia como para ayudarte con alguna anécdota y contribuir. Aunque al principio tú misma habías tratado de deshechar la acción por hacer. Y la razón: El hecho de que está era demasiado vergonzosa e indiscreta, pero querías su ayuda con bastante urgencia.
"¿Pasa algo?" Preguntó algo incómodo al darse cuenta que te habías dado un pequeño viaje al mundo de tus pensamientos mientras que lo mirabas fijamente. Rápidamente sacaste tu mirada y la colocaste mirando tu computador a la distancia con la pantalla en negro de reposo.
"Lucas... Es que... Yo necesito de tu ayuda, pero es complicado y sinceramente me avergüenza." Tu voz tembló.
"¿Si?" Lucas asintió para que siguieras hablando. Soltaste un suspiro.
"Necesito... Que me hables sobre una experiencia sexual tuya." Soltaste sin más, tu labio inferior ya se encontraba en medio de tus dientes ejerciendo presión sobre este, estabas avergonzada al pensar de nuevo lo que acababa de salir de tu boca.
Lucas se quedó callado, su mirada se despegó de tí para mirar hacia enfrente. Te sentías peor por el silencio tan incómodo que se estaba dando.
"Ah, Lucas, lo siento ¿Sabes que? Olvídalo, si, me siento desperada, es que yo..." Pronunciaste, pero su voz sonó de nuevo sobre la tuya, interrumpiendo.
"t/n ¿De verdad quieres mi ayuda?" Preguntó con un tono bajo en su voz, buscabas su mirada mientras asentías, y lo conseguiste, miraba hacia ti pero con diferente propósito de lo que anteriormente transmitía, solo que no sabías bien qué.
Su respiración chocó con tus labios de la corta distancia entre él y tú, instantáneamente cerraste tus ojos, escasos segundos faltaban para que ya se encontraran con sus labios unidos en un piquito.
Su mano se posó en tu mejilla y la otra en tu muslo derecho que este se encontraba cercano, casi arriba, al izquierdo de él, adquirían mayor cercanía.
Pronto él salió de tus labios, tus ojos le decían lo impresionada que estabas por la forma en que los tenías abiertos.
"Lucas ¿Que estamos haciendo?" Preguntaste confundida a las acciones de chico, el sonrojo llegó a tus mejillas, pero de nuevo Lucas no te dejó maniobrar sobre tu propio ser, sus labios otra vez estaban juntos, pero percibiste otro tipo de cosas a comparación del pasado beso, ahora el chico movía audazmente sus labios sobre los tuyos aún estáticos.
Sus manos subieron sobre tí y sus dedos ya regalaban caricias sobre tu cuello, esa sensación era un plus.
Tus ojos no tardaron otra vez en cerrarse cuando sentiste su lengua entrar a tu boca, algo temorosa tú dejaste que la tuya también se encontrara con esta, pronto su beso dejó ser inocente a uno obsceno.
De nuevo, sentiste la falta de él, como consecuencia abriendo de nuevo tus ojos, miraste su sonrisa ladina.
"Lucas, yo..." Trataste de hablar, pero tus palabras solo eran torpes, su voz profunda seguía interrumpiendote.
"Aún no he acabado con mi ayuda." Cayó en sus rodillas a la suave alfombra, sus manos fueron hasta tu camisa de talla grande, que más que nada usabas por comodidad a la hora de escribir.
Ojos cerrados al contacto de las grandes manos de Lucas pasar desde tus pechos hasta tu cuello, de momento sentiste al chico tirar de ti seguido el sonido de los broches siendo botados a la fuerza, rompiendole.
"¡Lucas!" Gritaste mientras mirabas tus pechos y trataste de poner tus manos sobre estos para cubrirte, Lucas lo evitó por el simple hecho de que estaba amando lo que veía, expuesta a él. Estabas muy sorprendida y sintiéndote en forma halagada por la forma que te miraba, como si fueses un tesoro.
Rió y limitó a hacer más al perder su vista en el relieve de tus pechos.
Se encargó de deslizar la camisa, ya rota, fuera de tu cuerpo, seguido hizo lo mismo con tu brassier tirándolo también lejos de tu cuerpo.
Lucas no dudó en hacerse cargo de tus pechos, masajeó rigurosamente, sin nada de telas que lo interrumpiera de su desnudo tacto. Metió uno de estos a su boca.
Tú no aguantabas estar así de quieta, por eso abrazaste la cabeza del chico con suavidad para acercarle más a estos, él estaba encantado de ver que comenzabas a poner un poco de tu parte, a pesar de que comenzaste algo reservada.
Llegaste a jalar ligeramente la playera de tu roomie con dificultad por lo pérdida que estabas en la boca de este, lo acompañabas dejando algunos suspiros, pero proseguiste a separarlo de tí, parando su acto.
El chico podría estar horas sobre tus pechos, pero sabía que tenía más lugares de tu cuerpo por disfrutar.
Por fin podías tocar mejor el borde de su playera, tiraste de ella hasta que finalmente la sacaste dejando a la vista su delgado pero marcado cuerpo, que tú anteriormente ya gustabas, los días en los que hacía bastante calor y él hacía la limpieza con solo unos shorts de baloncesto, mirándole sin que se diera cuenta, y ahora, podías tenerle cerca y tocarle sin reservarte.
Tus brazos se enrollaron alrededor del cuello del chico, mientras que sus labios creaban fuertes sonidos húmedos al besarse, la saliva salía fuera de sus labios. Recostaste tu espalda y como consecuencia atraíste a Lucas a tu cuerpo, arriba de tí y justo en medio de tus piernas.
Se deshizo de tus manos alrededor de él, se hincó ante ti para después poner sus manos sobre tus shorts de color negro, jaló un poco de estos hacia abajo, despojándote de estos con todo y tus bragas.
"No puedo esperar y se que tú tampoco..." Dijo refiriéndose a su gran inquietud por sacar todo a la vez, necesitaba ya tenerte completamente desnuda ante sus ojos. Su respiración estaba cada vez más acelerada, muy similar a la tuya.
"t/n, de verdad que no sabes cómo me tienes, porque en serio, no lo sabes." Abrió tus piernas ya desnudas, dejando ver tu vagina ya húmeda.
"Demuestramelo" Dijiste probadole, cerraste tus piernas por reflejo pero Lucas las mantuvo abiertas colocando sus manos sobre tus rodillas.
"Si es lo que tú quieres, pero no cierres tus hermosas piernas ¿Trato?" Rió y dejó tus rodillas, había trato, así que así se quedaron para recibirlo pronto.
Escuchaste el sonido de su cinturón y el cierre que raramente te hizo sentir tan ansiosa.
"Mira, por favor" Ambos conectaron miradas primeramente, pero le rompiste para bajar tu mirada al pantalón de Lucas, él aún tenía sus ojos sobre tí.
Bajó su pantalón junto con su bóxer, dejando ver su largo miembro con una cabeza algo rojiza y algunas venas resaltando.
Abriste tus ojos grande al ver esa imagen, el chico sonrió al ver tu reacción.
Dejó sus manos fuera de su pantalón y fue hasta ti para meter un dedo dentro de tu vagina, acostubrandote. Sabías que ayudaría ya que Lucas no era justamente alguien de tamaño pequeño, ni sus dedos lo eran.
Prosiguió a meter dos dedos, y sentiste esa nueva sensación cuando movía estos en un "ven" seguidamente.
"Eso me gusta" Dijiste para después soltar un gemido y cerrar tus ojos. Tus manos se aferraban a la colcha.
"¿Y qué tal esto?" Su dedo pulgar se posó en tu clítoris dejando suaves masajes en círculos, diste un saltito, tus expresiones y gemidos le decían todo a él, mostrando una sonrisa, le gustaba que te gustara.
Estuviste unos minutos así, pero Lucas sabía que ya era tiempo, quería pedirte permiso para hacerlo, así que sacó sus dos dedos y cesó el movimiento en tu clítoris.
"t/n ¿Podría...?" Tiró su cuerpo sobre él tuyo, claro, sin aplastarte, se sostenía con sus codos a los costados de tu cabeza, también cuidaba de no jalar tu cabello.
"Por favor, Lucas" Se miraban, tu boca lo necesitaba y lo supo al ver que tus labios estaban formados en un pequeño piquito, lo cuál le daba mucha ternura en esa aura tan sensual, inevitable.
Pronto ya besándose y su pene moviéndose dentro de tí lenta y profundamente, tocando tu punto dulce.
Su espalda siendo atendida por ti con caricias, en ocasiones tus uñas encajandose ligeramente con cada embestida ruda que daba.
"Lucas, más rápido, por favor" Tu voz tembló una vez que pediste rapidez, y como extra las yemas de los dedos de Lucas volviendo a masajear tu clítoris, te encantaba cada sensación, cada toque, cada caricia proporcionada por tu roomie.
Cada gemido que soltaban, les alimentaba su deseo, no solamente disfrutaban de su placer propio, les encantaba el pensar que su cuerpo podría ser casa de excitación para cada uno, simplemente encantador principalmente para tí.
Los dos ya estaban incorporaron más al centro de la cama para tener más espacio y comodidad, así habían pasado unos cuantos minutos hasta que el alto habló entre jadeos.
"¿Estás inspirada a escribir ahora que te estoy tomando así? ¿Tus lectores sabrán que detras de todas esas letras, de todas esas frases, estás tú siendo follada así de bien?" La sensación en tu vientre comenzó a ser mucho más fuerte, unos cuantos segundos de movimiento dentro de ti junto con los dedos moviéndose en tu clítoris fueron los suficientes para correrte.
"Así es, disfrútalo." Dijo Lucas en tu oído mientras que retorcias tu cuerpo debajo del de Lucas, tus gemidos resonaron aún más fuerte en la habitación, habías dejado un pequeño grito de excitación
El chicoaún no terminaba pero el que estuvieras contrayéndote alrededor de su pene le daba poco tiempo.
Unos cuantos segundos después salió de tí, posicionándose frente a tu abdomen con la intención de correrse en este, sintió el alivio que se estaba llevando de su orgasmo el cual le hizo soltar algunos pequeños suspiros.
Te tomó de la cara para poder mirarte a los ojos por milésima vez en ese día y regarte un pequeño beso en tu frente y mejilla.
"No necesitas las experiencias de otras personas, necesitas de las tuyas, y yo me voy a encargar de dartelas, si es lo que tú pides ¿De acuerdo? " Prosiguió a bajar a tus labios, en un tierno beso y después a tu cuello, diste una risita.
"Anda, a tomar una ducha y a sacar el mejor libro, iré a preparar algo de comer" Te dejó recostada en la cama en la anterior posición que estaban mientras que te regalaba un sonrisa, no pudiste evitar sentir cierto cosquilleo en tu estómago. Solamente se colocó su ropa interior y caminó hasta la salida de tu habitación, tu vista vió como su espalda desnuda se sustituian por una puerta de madera color blanca.
Lucas te había dado la palabra para más encuentros, disfrutarían así o más, y los dos tenían la excusa perfecta, y ese era tu libro.
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alterose · 5 years
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ʟᴇss ᴄʀɪɴɢʏ NSFW/ɪɴᴛɪᴍᴀᴄʏ ᴍᴇᴍᴇs
“ɪ ɢᴏᴛ ʏᴏᴜ, ʙᴀʙʏ”   ( @illcgaal​ )
Todo había empezado como una velada normal, una cena después del trabajo y ahora la misma estaba enfriándose sobre la mesa. Si tenía que ser honesta, no le sorprendía en lo mas mínimo que la comida quedara en segundo plano, tan pronto había acordado una cita con el pelinegro aquella noche y no le molestaba, disfrutaba con un mayor gozo los besos que ahora compartían sin duda alguna. Paso sus manos por el cabello oscuro del menor, buscando que no se separará más que unas milésimas que les permitieran respirar y seguir así con el grato juego que tenían sus labios. 
— ¡…! Qué impulsivo, supongo que así es la juventud — Bromeó, tras sentir como era cargada por el contrario.- Ten cuidado de no dejarme caer, se que eres fuerte pero… Sería una pésima forma de arruinar el ambiente - Sabía que eso pegaría en el orgullo de Moonsik pero no podía evitar, era adorable cuando sacaba su ego y le decía cosas como “ I got you, baby”, algo que Hyuna usaría a su favor.— Oh, ¿Así que me tienes? — Susurró con una sonrisa ladina en su rostro, buscando con sus pies la mesa que estaba detrás de ellos para tomar impulso. Lo suficiente como para que cayeran al sofá. 
— No, no Monsik… Esta vez “yo” te tengo — Tomo con cuidado las muñecas del menor  las alzó hasta colocarlas sobre la cabeza del chico.- Serás mi presa esta noche. 
Sin mas inclinó su cuerpo una vez más, hasta lograr que sus labios se rozaran nuevamente, un toque suave pero seductor sin duda.
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The Archer.
Después de haber disfrutado de un par de días en Hogsmeade, el tener que volver a Hogwarts había sido un verdadero martirio para Lily. Había estado tan distraída, que sus maestros estaban llamándole la atención de manera diaria, tenía mucho que estudiar para que sus T.I.M.O.S. salieran excelentes… e incluso había peleado con Lorcan cuando éste no comprendía el hecho de que la joven no se encontraba lo suficientemente bien como para darle la atención debida. Al sentir que el coraje la invadía, y que estaba a nada de dejar que las lágrimas escaparan de sus ojos, Lily Luna posó una mano en la mejilla del chico que le quitaba el sueño, besó sus labios con suavidad y susurró una pequeña frase que no sólo definía su postura ante tal pelea, sino también ante los problemas que habían llegado a su vida las últimas semanas: “no puedo con esto ahora… dame tiempo para pensar, ¿sí?” Tras recibir un pequeño asentimiento de parte del joven, la más pequeña de las Potter comenzó a caminar sin rumbo fijo: ¿a dónde ir cuando lo único que deseas es que la tierra te trague? Casi sin darse cuenta, la joven llegó al campo de Quidditch; volar siempre la había ayudado a sentirse mejor, a despejar su mente… a llegar a tener cierta paz a pesar de la tempestad que parecía envolver su día a día.
Sin más, la pelirroja caminó hacia los vestidores, lugar donde pudo dejar su capa, libros… y tomar la bella escoba que había sido su fiel compañera desde hace un año. Poniéndose en posición, Lily finalmente despegó, permitiéndose sobrevolar el campo para sentir cómo el aire golpeaba su rostro, llevándola a un lugar mucho más feliz del que se encontraba. Una hora: eso fue lo que necesitó para sentir cómo su cuerpo entero se relajaba, cómo sus problemas se alejaban (al menos por un momento).
Cuando el tiempo arriba fue suficiente, y el frío viento empezó a calarse los huesos, la joven bajó a tierra firme, mirando a su alrededor. Debido al color que enmarcaba el cielo, era mucho más tarde de lo que pensaba, y si no quería otra llamada de atención, debía volver al castillo cuanto antes. Rápidamente, la joven corrió a guardar su escoba, tomar sus cosas… y volver sobre sus pasos, lista para terminar en el Gran Comedor, ya que tenía más hambre de la esperada.
En el momento en que la joven pisó el castillo, un ligero escalofrío recorrió su espina dorsal, más, tratando de ignorarlo, corrió a buscar algo de comida al gran salón que la recibía con un increíble olor a patatas. Con una ladina sonrisa, Lily aprovechó su extraña soledad para comer en paz… hasta que, justo cuando estaba finalizando con su cena, una voz familiar la sacó de su ensimismamiento:
—Hola, hermanita… ¿podríamos hablar?
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Ligeramente sorprendida, la pelirroja alzó la mirada para encontrarse con un par de ojos verdes que conocía a la perfección: Albus. Ambos jóvenes habían tenido una plática bastante personal, misma que no pudieron terminar al ser interrumpidos por uno de los aurores que cuidaba a los alumnos que se encontraban visitando el pueblo. Con una ladina sonrisa, Lily tomó un pequeño trago a su jugo de calabaza antes invitarlo a tomar asiento a su lado, asintiendo un par de veces.
—Claro que sí, Al. ¿Pasó algo? ¿Puedo ayudarte?
—No, no es eso, sólo… creo que tenemos una charla pendiente —admitió el Slytherin con cierto nerviosismo, no sin antes mirar a su alrededor.— ¿Te parece bien si platicamos en un lugar un poco más… privado?
Recordando el rumbo que su antigua plática había tomado, la joven de cabello rojo asintió con suavidad, posando una mano en el hombro de su hermano mayor tras haberse puesto de pie. Ella sabía que había algo que lo estaba carcomiendo, y a pesar de que le costaba abrirse al cien por ciento con ella, Lily haría todo lo que estuviera en sus manos para ayudar a que se sintiera mejor. Con aquello en mente, y esperando que ambos pudieran pasar un momento de calidad juntos, la joven lo guió a través de un par de pasillos… hasta que la Sala de Menesteres se abrió para ellos. Cuando abrieron la puerta, el par de hermanos se encontró con una sala que combinaba a la perfección el verde los Slytherin, con el azul de los Ravenclaw. Sin más, y bastante curiosa por lo que su hermano quería decir, Lily se sentó en un pequeño “puff” de color azul antes de comenzar a hablar:
—Bueno, hermanito, dime… ¿de qué quieres hablar?
—Bien: tú sabes que últimamente he estado más callado de lo habitual, ¿no? Hay muchas cosas que me han hecho pensar, que me han llevado a ver todo de una perspectiva distinta… y creo que debo confesarte algo —finalizó, mirando a su hermana menor con cierto temor aún, plasmando esos sentimientos tanto en su voz, como en esos ojos verdes que la pelirroja conocía a la perfección.
—Al… estás asustándome —admitió la joven antes de arrugar ligeramente la nariz, ladeando ligeramente su cuerpo para quedar frente a frente con su hermano, mirando sus ojos con fijeza.— Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿no?
—Lo sé, es sólo que… tengo miedo, Lily. ¿Y si ya no me ves como antes después de esto? ¿Y si te pierdo por, por tratar de ser quien soy? —preguntó el Slytherin con exasperación, pasando una mano por su azabache cabello, demostrando la preocupación que sentía.
Sin más, y esperando hacer lo correcto, Lily se puso de pie, quedando a la altura de su hermano, mismo que había estado dando vueltas frente a ella. Con delicadeza, la joven tomó el pálido rostro de éste entre sus manos, acariciando sus mejillas como cualquier madre haría, detalle que la llevó a recordar las palabras de su primo Fred: “¡eres una mini-Molly, y no puedes esconderlo!” Alejando aquello de su mente, la pelirroja finalmente habló, tratando de que su voz no se quebrara debido a la preocupación que sentía por su hermano en ese momento:
—Albus: no debes tener miedo de hablar, y menos si se trata de hablar conmigo. Desde que tengo memoria, ambos hemos sido compañeros de aventuras, tú has estado para mi y yo para ti, me has cuidado y yo he hecho lo mismo contigo… ¿por qué temer? Eres mi hermano, y uno de mis mejores amigos, ¿crees, en verdad, que yo dejaría de quererte? ¡Por favor, golpee a un Slytherin mayor que yo por ti, en mi primer día en el castillo! Espera, —pidió la joven al ver que su hermano quería hablar, posando el dedo índice de su mano derecha en los labios del joven para pedir que guardara silencio— quiero que me escuches bien: no hay nada en este mundo que me pueda hacer amarte menos, Al. Eres mi hermano mayor, mi confidente… y te amo. Si hay alguien en este mundo que estará a tu lado, soy yo, y espero que mantengas eso en mente, ¿sí?
Cuando el discurso de la joven finalizó, los brazos de su hermano la rodearon, demostrando con este pequeño detalle lo que las palabras no podían: con aquel abrazo, la joven entendía un poco mejor su miedo, y también podía sentir el cariño que Albus sentía por ella, siendo éste la mayor razón del nerviosismo del joven. Tras un par de minutos en el que el silencio los rodeo, Albus respiró hondo y, tras elegir bien sus palabras, comenzó a hablar:
—Lily… lo que pasa es que… estoy enamorado de mi mejor amigo. Estoy enamorado de mi mejor amigo, quien, además, es un Malfoy —añadió con verdadero terror en su voz, mirando a su hermana menor como si esperara que ésta comenzara a gritar, o tal vez lo mirara con repudio… lo cual, obviamente, no pasó. Lily estaba más que enterada de los sentimientos de Albus por aquel joven de cabello rubio platinado, más, al haberlo escuchado de sus labios, la pelirroja se sentía más que feliz, segura de poder expresar sus verdaderos pensamientos.
—Al… lo sé —admitió sin más, sorprendida al notar que Albus la mirada con verdadero shock en su rostro.— Hermanito, siempre has sido un libro abierto para mí, y tal vez supe incluso antes de que tú te dieras cuenta de lo que sentías. ¿Y sabes? Sé que tienes miedo al qué dirán, a la reacción que puedan tener los demás… pero no debes pensar que yo me alejaré de ti por ello, y mucho menos que te veré de manera distinta ahora que te has sincerado conmigo. Debes entender algo importante: nunca tendremos a la gente conforme, digo… somos los hijos del bendito Elegido —le recordó, girando los ojos con cierta exasperación al pensar en el título que el mundo mágico tenía para su padre.— Pero eso no debe importarte, ¿me escuchas? Tú eres un chico increíble: adorable, listo, atento… y tienes la suerte de estar enamorado de tu mejor amigo, y que éste te corresponda. No permitas que nada ni nadie te haga dudar de la persona que eres, Al, y si alguien se mete contigo, no dudes en decirme: mi varita y yo estaremos listas para recordarles a esas personas que nadie se mete con mi familia sin sufrir de las consecuencias.
—Gracias, Lilu… gracias por demostrarme que no tenía nada que temer. Sé que siempre estarás a mi lado, así como yo al tuyo.
Después de aquella plática que vino directamente del corazón, los hermanos decidieron cerrar la misma con un abrazo: a pesar del nerviosismo que Albus había sentido, éste se sentía más aliviado al saber que su hermanita nunca dejaría de verlo como su hermano mayor, que nunca pensaría diferente de él a pesar de que no fuera “un chico común”, y a la vez, Lily pudo demostrar que, a pesar de todo, ella estaría junto a Albus, cuidándolo y apoyándolo por sobre todas las cosas.
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runrunruno · 5 years
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Otra vez (multichapter #02)
Título: Intenta.
Capítulo: 2/6.
Fandom: Shingeki no Kyojin.
Personajes: Mikasa Ackerman/Jean Kirstein.
Palabras: 3090.
Lo subo de nuevo (de nuevo x2) porque tumblr me odia www orz 
Jean cree que, en lo que lleva de vida por lo menos, nunca había llorado. Que sí, hace solo un par de horas había soltado un par de lagrimitas, pero no se refería específicamente a eso. Él pensaba, más bien, en un llanto desenfrenado, interminable, de esos que hacen de la deshidratación un futuro no tan lejano. No lo hizo cuando murió Marco, tampoco cuando le siguió Sasha; no lo hizo incluso cuando tantas veces se vio cara a cara con la muerte. Pero ahora yacía allí, en el frío suelo de la enfermería, aferrándose a un patético trozo de papel como si su vida dependiera de él, lágrimas saliendo sin control de sus pardos irises.
Mikasa estaba viva.
La rústica caligrafía en el amarillento papel era, efectivamente, de Mikasa. Lo sabía porque en muchísimas ocasiones había tenido que leerla mientras hacía trabajo administrativo; de todas formas, hasta el día de su desaparición, Mikasa formaba parte del escuadrón de élite dirigido por él. Sin embargo, obviaba que la fecha de tal mensaje correspondía al día de su desaparición, hace dos largos años; ante tal pensamiento calmó su ímpetu.
Su rostro, enrojecido e hinchado junto a sus labios de un color casi morado, daban la impresión de que hubiera sufrido una golpiza, y es que eso es lo que, probablemente, cualquiera que lo conociera pensaría si irrumpía en su habitación: "Jean jamás llora", dirían; "ni siquiera lloró en el funeral de Mikasa", dirían.
Y es que, dentro de él, siempre cabía la esperanza, por eso se había rehusado a derramar siquiera una lágrima por la muerte de la chica. Porque nunca dieron con su cuerpo, pensó, nunca habían logrado encontrar ningún indicio de que ella estuviera, efectivamente, muerta. Había desaparecido, esfumado, sin dejar ningún rastro más que el viejo papel que se había mantenido oculto en su bolsillo por tanto tiempo.
— Siempre lo mismo contigo — habló Jean a la nada —, guardándote todo, hasta lo más importante.
Sus lágrimas poco a poco comenzaron a empapar el mensaje, la tinta vieja corriéndose como si estuviera fresca. Empuñó su mano, aplastando el objeto; debía controlarse, eso era lo único que le quedaba de ella. Y fue entonces que, realmente, cayó en cuenta.
Mikasa, hace dos años, probablemente el mismo día en que desapareció, le dejó un mensaje. A él. Supuso que a nadie más; Armin era mucho más inteligente que Jean, si le hubiera dejado algo seguramente habría tardado poco en encontrarlo. Le decía "estoy viva", o sea que, obviamente, no estaba muerta; o no lo estaba en el momento en que dejó el mensaje, ni era lo que pretendía en un futuro cercano. Trato de reflexionar en el sentido de sus palabras: ¿era una despedida? ¿quería que fuera en su búsqueda o no? No le quedaba del todo claro.
Si realmente ella había tomado la decisión de irse, no podía ser él quien se la negara. Su extraña relación con la mujer – a veces carnal, otras algo más – había comenzado tiempo antes de que Eren pereciera ante la Maldición de Ymir. El maldito le había pedido personalmente que la cuidara porque pensaba que ella no podría con el dolor de perderlo; y era verdad, en todo caso. Fueron incontables las noches en que tuvo que contenerla, esperar hasta que ella se durmiera en sus brazos luego de llorar sin control; hubo un tiempo, incluso, en que tuvo que obligarla a comer, teniendo que aguantar golpes e insultos por su persistente deseo de morir y reencontrarse con el joven titán.
Jean muchas veces pensó, preso de la ira y los celos, que hiciera lo que hiciera Mikasa nunca sentiría por él lo que sintió por Eren. Lo de ellos era amor puro, fraternal, de ese que quema la garganta y la pérdida produce estragos en el corazón: Eren era su hermano, y Jean nunca podría competir contra eso. Por más noches que hubiera pasado a su lado, haciéndole el amor o simplemente resguardando sus sueños, ella jamás sufriría por él como sufrió por Eren.
Por eso, cuando ella desapareció, lo primero que cruzó su mente fue el suicidio. Que Mikasa, a pesar de todo, simplemente no podía soportar el vivir con el perpetuo sufrimiento de no tener a su lado a quien más amaba. Y, tiempo después, cuando tuvo que presenciar cómo el ataúd vacío descendía en la tumba que tenía su nombre, se rehusó a siquiera creerlo; porque Mikasa había logrado recuperarse, porque poco a poco la vida había vuelto a ella, porque, después de tanto tiempo, ella le había dicho que lo amaba. Entonces no tenía sentido.
— Maldición — gruñó. Su cabeza palpitaba de dolor.
Tenía que encontrarla, por lo menos para asegurarse de que estuviera bien; feliz. Porque él sabía, estaba seguro, que le bastaba simplemente con saber que era plena, aun si no fuese a su lado. Apostaría cualquier cosa por eso, que una vez que la viera podría seguir con su aburrida vida en paz.
No sabía cuánto tiempo había estado divagando en el suelo, por lo que se alarmó al escuchar pasos acercándose hacia la puerta. Se levantó con rapidez y entró en su cama, tapándose torpemente con las cobijas que había dejado la enfermera para él; el papel aun arrugado dentro de su mano. Segundos después, sintió un suave golpe en la puerta.
— Oficial Kirstein, ¿está despierto? — su pregunta era bastante estúpida —, voy a entrar.
La enfermera Walz entró con una bandeja de comida y un pequeño vaso con medicamentos. Sus ojos se posaron inmediatamente en el hombre, más precisamente en su cara que aun permanecía roja por las lágrimas.
— Quizás tiene fiebre — se dijo, acercando su palma a su frente —, que extraño.
Al castaño le sorprendía que no hubiera escuchado el escándalo que había tenido lugar minutos antes frente a sus narices.
— Estoy bien — le aseguró —, solo quiero descansar.
— ¡Ah, eso está muy bien! — le dijo más animada —, cómase su cena, estos remedios lo harán dormir y calmarán su dolor.
Jean se revolvió incómodo; ella le tendió el vaso y supuso que no abandonaría la habitación hasta que las tomara. No debía, la verdad, lo único que quería hacer en esos momentos era abandonar el cuartel e ir en su búsqueda.
— No creo que sea necesario — trató de disuadirla —, ya me siento mucho mejor; solo estoy aquí por protocolo.
La señorita arqueó una ceja.
— Debe tomárselas. Es obligatorio.
El hombre tosió. Tomó el vaso e introdujo las pastillas dentro de su boca; en el momento en que hizo ademán de tragar, la mujer sonrió satisfecha.
— Con esto dormirá como un caballo — le dijo. La dulce ironía —, volveré por la mañana a darle el alta, así podrá participar de las reuniones con la comandante Zöe.
Él le devolvió la sonrisa – su típica sonrisa ladina – y ella, satisfecha, se retiró.
En el momento en que la puerta sonó tras de sí y los pasos se alejaron del lugar, el hombre escupió las cuatro pastillas y se limpió la boca. Se sentó en el borde de la cama y volvió a abrir el papel en su mano, repasando nuevamente las palabras como si estas no hubieran quedado tatuadas en su cerebro para siempre. Debía irse. Recogió su chaqueta de la Legión que yacía en el piso y tomó su capa verde.
Abrió la ventana y miró a la habitación. Solo esperaba que las consecuencias que trajera su ausencia no fueran dirigidas a la pobre enfermera. Dio la vuelta y saltó.
XXX
Hange simplemente no podía creerlo.
— ¡¿Cómo que no está?! — exclamó visiblemente exaltada —. ¡Es el maldito oficial al mando!
La sala de reuniones de la Guarnición krolviana era recorrida de un lado a otro por la mujer de lentes. Su rostro se trasladaba de la cólera al cuestionamiento y de la misma forma de vuelta a la cólera. La enfermera a cargo del cuidado de Jean le había informado que, cerca de las seis de la mañana, había ido hasta su habitación para administrarle una última dosis de medicamentos, encontrándose con su cama vacía y la ventana abierta. ¿Dónde se había metido?
— Quiero que cada cadete de la Legión recorra hasta el más recóndito lugar del distrito hasta que lo encuentren — ordenó. Un oficial de rango menor la saludó, mano derecha en el corazón, y se esfumó al instante.
Parecía una estupidez, pero Hange sabía el grave embrollo en el que podría meterse Jean una vez hubiera sido localizado. Lo más grave que podía suceder era que lo formalizaran por traición, pero además había comprometido el estatus burocrático de la Legión casi por completo; producto de la guerra contra Marley muchos directivos de confianza perdieron la vida, quedando actualmente a cargo solo ella, Levi y Jean de dicha rama militar.
— Ese imbécil no se da cuenta que solo está complicando las cosas — dijo Levi —, un bebito llorón ni siquiera debería ser militar.
Hange suspiró. Levi tenía razón, pero lamentablemente durante la guerra Jean había sido un líder excepcional, uno de los principales motivos del triunfo de los eldianos de Paradis. Miró a Conny quien permanecía distraído – y aburrido – mirando hacia la nada; ciertamente iba a arrepentirse de la decisión que estaba a punto de tomar.
— Conny, tú te harás cargo del escuadrón de élite. Armin te reemplazará como líder de tu escuadrón.
El aludido ladeó la cabeza.
— Pero en el escuadrón élite estamos el capitán, Armin, Jean y yo — calculó, contando sus dedos —, entonces solo quedaríamos, ¿el capitán y yo?
A la comandante le tembló el ojo que le quedaba.
— Yo también estoy en ese escuadrón — contestó con una sonrisa nerviosa —. Y estoy segura de que habrá muchos oficiales y cadetes talentosos esperando a que los reclutes para tu nuevo escuadrón, oficial al mando Springer.
Lo había puesto en un embrollo, así es. Sin embargo, el chico no parecía caer en cuenta de ello y, sin mediar más palabras, saludó a la mujer y se retiró del lugar. Ella volteó a mirar al chico rubio a su lado, quien parecía estar ahogando una carcajada.
— No es el más listo de todos — explicó Hange —, pero necesitamos tu conocimiento táctico en el cuartel más que liderando misiones . Es un chico fuerte, por algo ha sobrevivido hasta este punto.
Levi hizo un resoplido.
— Nunca, ni en mis sueños más estúpidos, pensé que terminaría siendo el subordinado de Conny Springer.
— Bueno, técnicamente sigue siendo su subordinado, ya que usted es el capitán de los escuadrones — recapituló Armin —, solo que ahora también forma parte de un escuadrón especial que lidera Conny.
— Los administrativos en Orvud van a matarme — sentenció la mujer, acomodándose sus lentes —, solo espero que Jean regrese pronto.
En tanto, el comandante de la Guarnición del oeste era testigo de la escena, atónito. Igual que todos, sabía que el rol de la Legión de Reconocimiento se había devaluado al punto de hacer labores policiales en todos los territorios excepto el que comprendía la muralla Sina; por eso no le pareció fuera de lugar solicitar que sus miembros se encargaran del problema que sucedía en el distrito, especialmente si se trataban de sospechas de actividad titán.
Müller se acomodó en su silla y tosió, llamando la atención de las tres personas que quedaban en el lugar. Sus verdes irises se posaron directamente en los de la mujer.
— ¿Está segura de que puede hacerse cargo de esto, comandante? — le preguntó. No era con ánimo grosero, sino de pura duda.
— Por supuesto que sí, comandante Müller — contestó sonriente —, y aunque no estuviera segura, este es un ámbito que solo le compete a la Legión de Reconocimiento. Somos la policía del "exterior" y especialistas en lo que a titanes respecta.
Krolva era de esos distritos en los que los titanes nunca habían llegado, ni siquiera se habían acercado a susmurallas. Probablemente ninguno de los hombres que vivían allí sabía cómo lucía un titán siquiera.
— Tiene razón, comandante Zoë — se encogió de hombros —, solo espero que el problema se resuelva lo más rápido posible, en pos de la tranquilidad de nuestros ciudadanos.
— Concuerdo plenamente. Mientras los cadetes buscan al oficial Kirstein, el escuadrón élite y yo planearemos el curso de acción para la misión de la tarde; le informaremos a la brevedad.
El hombre asintió y Hange salió del recinto, siendo seguida por Levi y Armin.
— Levi, quiero que vigiles al comandante — le dijo mientras bajaban las escaleras del cuartel, lo suficientemente lejos de cualquier oído curioso que pasara accidentalmente por allí —, algo de esto no me huele nada bien.
El Ackerman asintió a la vez que abría la puerta de la recámara de la comandante, entrando los tres y cerrando con llave tras de sí.
Eran las tres en punto cuando la escuadra de la Legión de Reconocimiento se encontraba preparada para salir al bosque aledaño a las afueras del distrito del cual – se suponía – provenía la actividad sospechosa. Hange a la cabeza, miró a las riendas de su caballo blanco con incertidumbre: Jean llevaba más de doce horas desaparecido, ni siquiera un mísero rastro de él. Esto no vendría nada bien para la reputación de la Legión frente a los nuevos aspirantes.
— ¡En marcha! — gritó, pateando las costillas del animal para que comenzara su galope. A su lado el comandante Müller acompañaba su andar, dirigiendo a la tropa de su respectiva rama —, ¿hace cuánto que no salen de expedición, eh, comandante?
El aludido arqueó una ceja, desviando por un segundo la mirada del camino.
— La Guarnición casi nunca deja sus puesto de vigilancia en las murallas — le explicó. Su cabello, ya casi completamente gris por la edad, revoloteaba al son del viento —, hace una semana enviamos a un par de reclutas a investigar el lugar de dónde provenían los ruidos sospechosos, pero jamás volvieron.
El rostro del viejo se volvió melancólico.
— No quisimos asumir nada en principio — continuó —, pero cuando dimos solo con la cabeza de uno de ellos supimos que era necesario convocarlos a ustedes también. Quizás piense que no es para tanto, comandante Zöe, mas en la Guarnición y especialmente en Krolva, no estamos acostumbrados a enviar a nuestros hombres a morir.
La mujer rodó los ojos. Levi, habiendo también escuchado las palabras del comandante, hizo un gruñido de desaprobación.
— Usted está aquí, comiendo carne y bebiendo vino con sus camaradas por soldados del Cuerpo que perdieron sus vidas luchando contra titanes y humanos — siseó el moreno —. Si mal no recuerdo, las tropas de Guarnición ni siquiera fueron convocadas para pelear contra Marley por su nula capacidad de combate militar.
El sonoro galope de los caballos solo era acompañado por los susurros de los cadetes de ambas ramas, evidentemente sorprendidos ante las palabras del subcomandante. Derek se limitó a continuar con el trayecto preestablecido mientras Hange volteó a verlo, una mirada de desaprobación surcando su rostro.
— Con todo respeto, comandante — finalizó el Ackerman.
El hombre suspiró.
— Supongo que el subcomandante tiene razón — dijo —, aun así, no permitiré que la muerte de esos muchachos sea en vano. Si Krolva ha vivido en relativa paz durante todos estos años, es por el gran trabajo que soldados como ellos hicieron conteniendo el miedo de los ciudadanos.
Hange analizó las palabras del hombre. Probablemente lo más peligroso de resguardar un distrito que jamás fue atacado de ninguna forma era, precisamente, eso. El ansia y la paranoia colectiva debió carcomer cada día la mente de la población de la ciudad durante la caída de la Muralla María o la Segunda Guerra Titánica.
Bastó solamente una hora para llegar al lugar que los directivos de Krolva les habían indicado. Desde el monte la joven comandante podía avistar un profundo bosque que le recordaba a aquél en el que se habían enfrentado a la titán hembra hace tantos años, solo que en este los árboles eran de tamaño convencional.
— Un par de metros en la entrada fue donde encontramos la cabeza de nuestro hombre — le indicó Derek —. Los médicos de la ciudad todavía no logran determinar si fue degollado por un titán o por una herramienta muy rústica, quizás de algún campesino.
Nadie en Krolva podría identificar una mordida de titán ni aunque sus vidas dependieran de ello, pensó Hange; algo muy burdo y morboso, la verdad. Se preguntó por qué el hombre no había comenzado por explicar eso antes de iniciar la misión.
— Esta información es muy importante — señaló Hesse, una oficial que la ayudó en su investigación del fluido espinal titán posterior a la Guerra Titánica. Era una chica bastante joven, pero que compartía la misma pasión de la comandante por dichas "criaturas" —. Es curioso que no nos lo haya informado desde el principio, especialmente sabiendo que la comandante Hange es experta en titanes.
— ¡Insolente! — exclamó un hombre apuntándola con el dedo —. ¡Estás hablando con el comandante de la Guarnición, mocosa!
Ella resopló. Hange volteó a verla, indicándole con la mirada que se calmara. Era extraño, ciertamente, como percibía un aire, una combinación de Moblit y ella en esa chiquilla. Cuando comenzaron su investigación, recordaba, se había presentado como la graduada militar más joven, a sus trece años. Al día de hoy, era su mano derecha en términos investigativos y, debido a su cargo de comandante, debió cederle el puesto de científica en jefe hace un par de años.
— Déjala — ordenó, finalmente, el aludido —, no tengo que darles explicaciones. Ustedes fueron llamados aquí para resolver el problema, no para opinar: hagan su trabajo.
Esa fue la última palabra que se escuchó en el camino hasta que, ya adentrados profundamente en el bosque, fueron recibidos por un rastro de sangre. Conny descendió de su caballo y tocó el charco.
— Está fresca — sentenció.
Barullos se escucharon en la retaguardia de la formación, hasta que, casi imperceptible, se escuchó un ruido proveniente de un arbusto aledaño. Levi sacó dos cuchillas y se acercó con sigilo; una tos desenfrenada, compulsiva perturbó el sepulcral silencio hasta que, súbitamente, se detuvo.
— Identifícate — ordenó.
Los oficiales y cadetes de la Guarnición apuntaban sus escopetas al lugar – algo innecesario, a decir verdad. El Ackerman miró de reojo a su superiora, esperando su aprobación y movió la planta. La sorpresa del hombre, sin embargo, no fue haber encontrado a un corpulento sujeto agonizando en el suelo debido a un limpio corte en su garganta, pidiéndole con la mirada que acabara rápido con su sufrimiento; oh, eso no era nada.
— ¿Qué pasa, Levi? — preguntó Hange, bajándose de su caballo.
Cuando visibilizó el cuerpo, se detuvo en seco. Un jadeo inconsciente escapó de sus labios.
— Que alguien diga algo — ordenó Müller —, ¿qué está pasando?
Hange volteó. Su expresión era puro terror.
— Este hombre es oriental. Tiene la marca de la familia Azumabito.
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fantasydonut · 5 years
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Shimamine week! Day 1: Pining/Post canon
“Se está tardando...”
Shimazaki se encontraba sentado en una de las bancas del parque. Llevaba un bouquet de rosas rojas guareciéndose del frío y de miradas fisgonas bajo la solapa de su chaqueta. Había quedado en encontrarse con minegishi a las 5 y según la vocecita de su curioso reloj parlante eran aún las 4 y 45.
Ok.  Ciertamente había llegado temprano. estaba algo nervioso. Era su primera cita, después de todo. Se mordió el labio inconscientemente mientras recordaba lo complicado que fue pedírselo. Fue una mala idea aparecer de repente cuando el florista se encontraba en el cobertizo de su lugar de trabajo. Heh.  Alzó la cabeza hacia el cielo. cualquier persona que pasara por ahí pensaría que era otro soñador más queriendo hallarle alguna forma a las nubes. No estaban tan equivocados. Bien podría percibir las nubes si quisiera, pero se encontraba más interesado en otro tipo de pensamientos, como Minegishi, por ejemplo.
Siguió divagando entre sus pensamientos hasta que una mano intrusa sobre su hombro le arrancó el alma del cuerpo.
"¡Toshiki!". gritó, poniéndose de pie con una mano en el pecho y la otra tratando frenéticamente de ocultar algo tras su espalda.
"Supuse que ya me habías percibido calles abajo, así que solo me acerqué".
"Si, bueno… me tomaste por sorpresa con la guardia baja. Eso no cuenta".
"Siento mucho la demora. Tuve encargos extra de último minuto.Te hice esperar?"
"Para nada, de hecho llegas justo a tiempo, mine-chan”.  
“Son para tí" exclamó entregándole el encantador ramo de rosas rojas que había ocultado tras su espalda.“Un pequeño presente por aceptar venir”
Minegishi guarda silencio, como dudando si decir algo o no. De pronto deja escapar una risa ahogada.
“¿Eh? ¿D- de qué te ries? ¿Acaso me vestí demasiado formal?”
"Te ves realmente bien. Y no es por eso… Lo que pasa es que yo también te traje flores…qué coincidencia"
Ryo siente el aura de Minegishi envolverlo y juguetear con la suya misma.  Es una sensación agradable y tan cálida. Aunque no pueda verlo, lo sabe. Minegishi le está sonriendo genuinamente.
Luego cae en la cuenta de que es un estúpido. ¿Cómo se le ocurría regalarle flores a su novio florista? Minegishi simplemente debe estar harto de ellas. La repentina realización provocó que su rostro enrojeciera rápidamente.
"Oh soy un imbécil. Debí traer los chocolates en vez de… Ugh. ¿Sabes qué? ¡Podemos ir por unos ahora mismo!"
"Ryo, está bien". Dice minegishi a la vez que toma su mano. su pulgar acariciando suavemente el dorso de ésta lo deja sin aliento.
"Y sí, es cierto. Estoy rodeado de flores todos los días, pero por más cursi que pueda parecer… el hecho seas tú quien me las obsequió significa mucho. Son hermosas, gracias".
Ryo suspira. Toma el ramo que minegishi le entregaba y lo acerca a su rostro. Huelen realmente bien.
"Son jacintos y gardenias. Sé lo mucho que te gusta olfatear y tocar cosas". Toshiki ríe, atento a los movimientos de su novio. "Por eso escogí las más fragantes".
"Chico listo”. Murmura Shimazaki, entretenido con la sensación de las pequeñas flores sobre su nariz.
“Supongo entonces que habrás descifrado el mensaje de las rosas rojas, cierto, florecilla?" alza la cabeza, dirigiendole una sonrisa ladina.
Minegishi ladea la cabeza, ruborizándose. Se le escapan sonrisas tontas que trata de ocultar con el dorso de su mano.
"No hagas eso. Puedo estar ciego pero eso no me impide leer tus movimientos". Dice apartando cuidadosamente la mano del rostro contrario.
"Te acabas de ruborizar, ¿Cierto?". Agrega pícaramente. Tenía que admitirlo, disfrutaba molestarlo.
"¿Cómo puede ser posible que me sienta tan expuesto ante alguien que ni siquiera puede ver?" Dice sin pensar. Quizá sintiéndose abrumado por la encantadora sonrisa de su novio.
“Que bueno que lo admitas”. Shimazaki tira suavemente del hombro de su acompañante, acortando toda distancia en un abrazo. sin prisas, sin penas. sube la mano para acariciarle el cabello y se deleita enterrando su rostro en ese espacio entre su cuello y el hombro. puede sentir la piel de minegishi erizarse bajo la ropa, a lo que solo suelta una risita de satisfacción.
"Basta, idiota. es un lugar público". Minegishi aparta el rostro del menor con su mano libre, obteniendo un quejido como respuesta.
“...Y sobre la cena  a la que me llevarás…”
“Oh cierto! Sé que te encantará. descubrí el restaurante hace unos días y pensé automáticamente en tí. La comida es espectacular y la música en vivo es muy buena”.
"¿Desde cuándo te volviste tan refinado? ¡Hablando de restaurantes y buena música! Si no te conociera tan bien diría que no eres el mismo."
Y bueno, así iniciaba la primera cita de ambos. llevando cada uno su respectivo ramo de flores, contandose chistes y haciéndose enojar de vez en cuando  durante el trayecto al restaurante. En verdad podrían acostumbrarse a esto. 
"Comienza a hacer frío. Si en algún momento la necesitas no tendré inconveniente en darte mi chaqueta".
"Suficiente, galán".
///////////////
Perdón por los horrores ortográficos. soy un desastre, ugh. 
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tomsland · 5 years
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‘ i don’t want this night to end . ’ | @viveetvivant
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Se encontraban ya estacionados fuera de la residencia de la fémina luego de una maravillosa cena en donde además de la comida, también había disfrutado de su compañía. Al escuchar el comentario ajeno, fue como si estuviese leyendo su mente. “Si te soy sincero, yo tampoco quiero que acabe. He tenido un muy buen rato contigo.” Admite con una sonrisa ladina, dejando que sus dedos jugaran alrededor del timón gracias a los nervios que la fémina aún provocaba en él. “¿Crees que digan algo en tu casa si te robo por un par de horas más? Me niego a despedirme ahora.” 
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maeve24 · 2 years
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ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ002. CONVENCIÓN DE CEREALES
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤModo B (1046 palabras)
#CerealO1 :;🍒;: #pq_CherryBomb
ㅤㅤㅤAquella mañana después de haber llegado a ese hotel, Maeve salió en busca de la cocina del lugar para tomar un desayuno, su estómago rugía sin poder detenerlo pero en los pasillos había un ajetreo de todos los miembros del lugar hablando sobre una reunión, "La Convención de los Cereales".
¿Cereales? ¿Qué tan raros eran esas personas como para hacer una reunión y hablar sobre tipos de cereales? ¡Absurdo!, por lo que solo negó entre una sonrisa ladina caminando por los pasillos, oliendo la humedad bastante penetrante en su nariz, las personas paseándose a su al rededor desprendían un terrible olor a muerte, a aquello que sus manos lograban, acabar con las vidas de centenares de personas, estaba consciente de que la reunión tenía ese juego de palabras perfecto para ocultar sus sucias intenciones dentro. Siguió su camino hasta que un sonido detrás de sus pasos llamó su atención; volteando a ver si alguien la seguía o solo era una persona extravagante más pero no encontró a nadie, aunque a la presencia cercana podía percibirla, era escurridiza. Al voltear nuevamente la recibió sin miedo.
—Querida Maeve, es un honor ver que aún esta mañana estás con nosotros —dijo aquella elegante y delgada rubia, conocida como La Condesa, con una amplia sonrisa en sus labios mientras sostenía a la menor por los hombros.
—No tengo a otro lado donde ir, por ahora quiero algo de desayunar —respondió la joven sin tomar tanta importancia, su tacto era oscuro, sabía que ella no era una mujer cualquiera, mucho menos mortal, sentía en su aura, sus intenciones y esa sonrisa tan falsa y fúnebre.
—No te preocupes por eso, querida. De echo quería invitarte a que esta tarde acudieras a nuestra famosa y extraordinaria reunión, es una sorpresa para algunos recibirte pero sería increíble ver el potencial que tienes dentro de ella, algo en ti me dice que eres la indicada —sin más, le explicó la hora y lugar, en aquel enorme salón se reunirían a beber y contar algunas anécdotas invitándola al bufete de desayuno para alimentarse, el cual continuaría por toda la tarde y noche siendo extrañamente amable con quién realmente era una desconocida, pero no podía despreciar comida gratis. Le explicó que no podía usar su nombre en ningún momento, por lo que debía llevar un sobre nombre especial, sabía perfectamente cuál sería el suyo. Al despedirse, fue con gusto a tomar un poco de la comida y bebidas del lugar, pensaba un par de veces si sería adecuado asistir a esa convención, ¿Cual era su cereal favorito?
Luego de estar un rato paseándose por ese viejo hotel volvió a su habitación decidida a no asistir. En medio de sus pensamientos se dedicó a buscar entre sus recuerdos parte de lo que tenía como objetivo al reencarnar, haber pasado tanto tiempo en el infierno la habían puesto en una amnesia por varios años. Sin más, dejó caer su cuerpo boca arriba sobre la cama polvosa, con los ojos cerrados para traer a ella cada uno de los terribles dolores y torturas en su antigua vida.
Su concentración era tal, que su cuerpo se volvió tan ligero como una pluma, comenzando a elevarse unos cuantos centímetros de la cama viendo cada rostro de sus antiguos verdugos, llamándola de esa despectiva forma, incendiando sus pies que consumieron de inmediato su cuerpo, entre esos recuerdos uno tan lucido y extraño se hizo presente. Sentía una pesada presencia cerca, sus ojos cerrados aún lo seguían por entre los pasillos, algo tenía que ver ese sujeto con ella, porque sin más al revelar su rostro, su cuerpo cayó de golpe contra el colchón duro enterrándose los resortes en su espalda soltando un largo quejido por el golpe en seco, sabía que debía buscarlo, y saber de quién se trataba, ¿por qué lo sentía tan conectado a su ser?
Sin más, decidió buscar entre las cosas que El Cortez ofrecía, aquel hotel que ella sabía bien no era un hotel común, desde el echo de que todo hacía referencia a Los Ángeles, cosa que era imposible, pues ella había llegado a Corea días atrás, al parecer ese Hotel fantasma estaba donde debía, justo en el lugar que necesitaba para atrapar otra miserable alma en pena, aún si debía ir por ellos a otro lugar.
Entre los cajones y repisas sacó un par de velas, que mas que funcionar para relajarse, servirían para invocar algunos espíritus que la ayudaran a descifrarlo, sin un solo minuto perdido encendió todas formando un circulo en el piso rociando algo de sal al centro, aquella que robó del bufete junto a algunas flores marchitas provenientes del florero del pasillo principal. Entre sutiles murmullos recitaba en dirección al circulo en el que se empezaban a formar remolinos sobre las flamas del fuego elevándose alto, casi parecían envolver a Maeve entre ellas, danzar a su alrededor y acariciar su suave piel de porcelana.
Cerró los ojos buscando lo que deseaba conocer de aquel sujeto de porte elegante, arrogante y gran atractivo, sus ojos bajo los parpados se movían con desesperación en busca de una verdad, las llamas se elevaron en un solo remolino y desaparecieron entre nubes de fuego recorriendo el techo de la habitación, las manos de ella temblaban cerrándose en puños fuertes al grado de que sus uñas se clavaron entre sus palmas haciéndola sangrar levemente; abrió los ojos de golpe y un par de lagrimas rodaron por sus mejillas al saber aquella verdad.
—Tú, volviste a la vida. Pero no por mucho, te prometí arrastrarte al infierno y es lo que voy a hacer, vas a ser el primero... —su mirada en la nada era de dolor, furia y con deseos de venganza, al parecer su misión comenzaba en ese hotel, como si el destino o el alma del viejo lugar supiera que ese era su cometido al regresar en ese cuerpo, Maeve no estaría acabada tan fácil y asistir a los cereales le daría la oportunidad de acercarse a su objetivo. Recordó que debía llevar un pseudónimo, aunque no se le había hecho mención referente a qué, sabía como jugar con sus poderes, la mujer del lugar le había entregado su credencial, oficialmente perteneciente a la convención, FruitSúil.
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weekendnd · 2 years
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Aventura 73 - O Pulverizador de Ions
O grupo emerge de uma fenda planar criada por Alysaaria. Eles estão de volta à torre de Magus, em sua pequena ilha voadora acima das nuvens. Segundo a maga esse provavelmente é o lugar mais seguro dos Reinos Esquecidos no momento. Antes de se exilar, o feiticeiro criou uma série de feitiços de proteção poderosíssimos tornando sua ilha indetectável e possivelmente intransponível para maioria dos visitantes indesejados. 
Exaustos e famintos (um efeito colateral típico das viagens interplanares), os aventureiros descobrem uma sala de jantar mágica na torre ao procurar por comida. Os requintados pratos de prata em cima da mesa são capazes de materializar qualquer comida desejada. Se deleitando em comer suas comidas favoritas, o grupo resolve pernoitar na torre antes de pensar no seu próximo passo.
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Passeando sob a luz da lua nos bosques ao redor da torre, Caolho encontra uma bela e frondosa árvore que parece familiar. Seus galhos estão repleto de pássaros e vaga-lumes multicoloridos voam ao seu redor. É a árvore de Landara, a dríade superior que vivia na ilha voadora. Caolho fica feliz de encontrá-la são e salva e ela convida o bárbaro é passar uma noite com ela. A dríade concede ao bárbaro uma misteriosa benção da natureza para auxiliá-lo em sua batalha final.
Zook, por sua vez resolve investigar os recessos da torre e não tem dificuldade em encontrar a sala de tesouro de Magus. Com suas habilidade ladinas e arcanas o gnomo desarma as armadilhas e consegue achar um meio de entrar na sala que está repleta de ouro, jóias e até mesmo itens mágicos. Zook logo apanha algumas poções de cura e uma bota da velocidade. Mas algo chama sua atenção. Em um pedestal há uma orbe vermelha que parece mudar de cor na medida que o tempo passa. Ao se aproximar Zook nota que dentro dela uma névoa indistinta parece se mover, de vez em quando revelando formas dracônicas. Ao tocar na esfera o gnomo sente um enorme poder e sente como se tivesse na presença de dragões. Cobrindo a orbe com um pano ele guarda o item e decide pedir para Alysaaria identificá-lo depois.
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Durante a noite Glor perambula em sua forma etérea. O novo príncipe demônio vai atrás de cada um dos bruxos que dependiam de Gorgoroth para receber seus poderes sombrios. Sem seus poderes eles se tornam um alvo fácil para ele que pode concedê-los novamente o seu poder em troca de suas almas. E assim, ao final de apenas uma noite Glor tem sob seu comando 12 bruxos poderosos, sendo Darius, o Grande, o mais poderoso entre eles.
No dia seguinte os aventureiros resolvem que vão transformar a jazida de Mystral em balas, para que Zook possa atingir a imperatriz de longe e em segurança. Sabendo que o alcance de sua pistola não é o ideal, o gnomo sugere que eles visitem a ilha voadora de Sambar, que sobreviveu ao cataclisma de décadas atrás graças a intervenção de Zook junto à imperatriz. Seu objetivo é construir um rifle de longo alcance.
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Alysaaria facilmente encontra a ilha com ajuda do Panopticum e usa uma magia de teletransporte para levar todos instantaneamente até a ilha voadora dos gnomos. Chegando lá eles visitam um antigo conhecido: Blovick, o maior engenheiro que já existiu, o mesmo que havia criado a bússola geom��ntica que os guiou até a ilha voadora muitos anos atrás, o mesmo engenheiro que deu vida à Jasão, seu amigo mecânico. Em troca de uma verdadeira fortuna vinda direto dos cofres de Magus, Blovick se isola em sua oficina e depois de uma semana ele apresenta a Zook um estupendo rifle de precisão, munido de uma escopeta dourada e com um cano tão longo que mede pelo menos dois Zooks e meios. A arma mágica perfeita para atingir a imperatriz à longa distância. Zook batiza seu rifle de Pulverizador de Ions.
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Durante esse tempo os aventureiros encontram um grupo de magos, seguidores da imperatriz. Fica claro para todos que a Imperatriz Alysaaria está mandando espiões e sondas mágicas pelo mundo inteiro em busca deles. Todo cuidado parece ser pouco, e evitando os magos eles resolvem partir o mais rápido possível.
Quando os aventureiros revelam a Blovick que eles pretendem fazer balas com o Mystral, o gnomo fica estupefato. Ele sempre havia achado que esse metal era uma lenda. Uma mera história para crianças. Mas se a lenda é verdadeira só existe uma única forja poderosa o suficiente para servir à um metal tão precioso. A Forja das Almas, localizada em Monte Celestia, o plano celestial onde o próprio Moradin, o grande deus dos anões forja as almas de seu povo.
O grupo não perde tempo. Alysaaria mais uma vez transporta todos para outro plano de existência. Dessa vez seu destino é o Monte Celestia. Sabendo que não seria bem-vido num plano tão puro, Glor decide ficar para trás em busca de almas. 
Celestia é um plano de harmonia, bondade e beleza. Tudo parece ser sagrado e até mesmo as plantas parecem emanar uma tênue energia dourada. O plano consiste em sete camadas infinitas. As sete camadas individuais formam uma montanha colossal que se ergue de um mar infinito de água benta na camada mais baixa, até o cume na camada mais alta. O reino celestial dos anões fica em Solania, na quarta camada.
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Chegando na base do plano celestial os aventureiros são recebidos por belos anjos que se mostram solícitos mas dizem que entrar no reino dos anões no Monte Celestia não é tão simples. Apenas anões ou amigos dos anões têm permissão para atravessar os portões dourados do seu reino sagrado.
Depois de uma jornada onde o tempo parecia se esticar até a infinidade, os aventureiros chegam aos portões dourados da região nevada de Solania onde guardas impedem a sua passagem. Caolho diz que ele é amigo dos anões e em voz alta chama por seu finado amigo Oberon. Para a surpresa de todos, as pesadas portas douradas se abrem e de uma luz dourada intensa Oberon surge de braços abertos, recebendo Caolho e Alysaaria calorosamente.
Ao longo de todos esses anos o anão treinou com o próprio Moradin nas artes da forja e se dispõe a ajudar seus amigos pessoalmente. Depois de conseguir permissão de seu deus, o anão leva seus antigos companheiros até o coração da montanha celestial, um lugar nas profundezas de uma caverna repleta de rios de lava. E lá ele se põe a trabalhar na mais magnífica forja que já existiu. Uma imensa bigorna fica numa plataforma sobre um rio de lava e é cercada por estátuas anãs que sopram fogo divino pelas bocas. Com ajuda da Forja das Almas e das especificações de Blovick, Oberon é capaz de criar 10 projéteis feitos de Mystral. À pedido do grupo, com o restante da jazida ele reforça a espada de Caolho com o mesmo metal.
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Se despedindo de Oberon, os aventureiros retornam à segurança da torre de Magus e Zook pede para Alysaaria ajudá-lo identificar a misteriosa orbe que ele encontrou na torre. A elfa fica assombrada com o que ela descobre. Eles estão diante de um artefato lendário, uma Orbe do Dragão.  Esse artefato originário de um mundo distante chamado Krynn é uma esfera de cristal na qual dentro pode ser vista uma névoa estranha girando com todas as cinco cores dos dragões cromáticos. Nessa névoa, logo abaixo da superfície estão runas arcanas usadas para o controle da orbe. A orbe é um artefato inteligente e se comunica através de sonhos e visões, em vez de diretamente com o usuário. Apenas magos poderosos ou alguém com incrível senso de si mesmo pode tentar controlá-la. Se eles falharem nessa tentativa, o orbe assume o controle do usuário. Se um usuário é capaz de dominar o orbe, ele pode acessar grandes quantidades de informações, ver o passado e o futuro do Rio do Tempo, além de poder usar o orbe para convocar telepaticamente Dragões Cromáticos.
Em posse do Pulverizador de Ions, da Espada Vorpal reforçada com Mystral e da Orbe do Dragão, os aventureiros precisam agora se preparar para o confronto final contra o maior inimigo que eles já enfrentaram.
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