#chacinados
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Postales de la culpa
La casa de campo estrena visitas, es un grato reencuentro con amigos y los ánimos están por las nubes. La construcción misma coquetea con los nimbos en los días húmedos, enclavada al pie del cerro hace equilibrio entre la imponencia de la montaña y el paisaje que la altura obsequia a quien gusta columbrar las ciudades desde el atalaya de las sierras.
No me puedo ufanar de mayores destrezas en el arte del asador de carnes, lo mío es cumplir la misión, para lo cual pongo en juego toda mi abnegación, compromiso y responsabilidad. Todo el tiempo me invaden pensamientos que delimitan mi devenir conductual, tales como "la alimentación de toda esta gente depende de mi" o "la dicha momentánea de este conjunto de personas puede desvanecerse por mi causa", una incorrecta ignición, una deficiente manipulación de las brasas, un manejo prepóstero en el volteo de los cortes expuestos al calor pueden ser condenatorios.
Los niños revolotean como mariposas por toda la extensión de la propiedad, las mujeres preparan la mesa imaginando que la comida estaría próxima a servirse. Los hombres no se involucran en el asado fogoneado por otro, es una intromisión inexcusable que por convención no se discute, por lo que se dedican a entorpecer los quehaceres de las mujeres, criticar la manera de condimentar las ensaladas. y otros modos sencillos de molestar jocosamente.
Colindante con la casa hay un terreno desmalezado cuyo cuidador más notorio es un algarrobo adolescente de no menos de treinta años, escoltado por varios espinillos escuálidos aunque envalentonados por la prestancia de su capitán. El terreno contiguo es propiedad de un campesino pequeño ganadero al que todavía le queda optimismo para criar algunas vacas, cabras, cerdos y ovejas, las que cuenta por menor número de una decena de cada animal, aunque tiene sembrado y cosechado un ejército de gallinas ponedoras, con todo y sus gallos y pollitos que las persiguen, cada cual con su pretensión, por toda la extensión de la campaña.
Durante el último año transcurrido el avance en las obras de la casa ha sido continuo, se completaron las instalaciones de agua y de luz, aunque el paraje cuenta con servicio de energía eléctrica domiciliaria no sucede lo propio con el agua corriente, que todavía es provista por camiones cisterna.
Próximo gasto a afrontar: la construcción de un asador de material. Mientras tanto, los costillares y chacinados de hoy se preparan improvisando un espacio en la parte posterior de la casa colocando contra la pared algunas hojas de chapa y otras tantas a nivel del suelo sobre las que se encienden los carbones por el lado izquierdo y se asienta la parrilla a estribor para mejor trasladar las brasas encendidas.
Mi empeño viene dando los resultados esperados, pronto la carne esparcida en la parrilla estará a punto, los cortes de menor espesor están en condiciones de pasar a la fuente que se servirá en la mesa. El transporte de los cortes ya cocinados al salón del comedor implica abandonar la zona de influencia del asador, dejándola libre de todo contralor humano, aunque en todo momento hay animales a la vista que merodean el perímetro.
La primera bandeja con embutidos es celebrada con beneplácito, algunas hurras y bromas divertidas, todo con la brevedad que exige una urgente satisfacción del apetito general. La aceptación extendida al universo de paladares hizo aligerar la presión autoimpuesta, pocas cosas hay más gratificantes que contemplar el producto de nuestra industria siendo causa eficiente del disfrute de los seres queridos. Tuve algunos minutos de ensimismamiento placentero por causa del éxito casi asegurado, luego la materialización de mi buena obra me condujo a ser parte de los festejos, por lo que poco tiempo más transcurrió hasta el momento en que recordé que debía volver para recargar las bandejas con el resto de la carne asada.
Me dirijo de regreso a mi centro de operaciones, caminando en dirección a la parrilla, el humo torna surrealista la imagen que tengo delante de mis ojos: una gallina está literalmente trepada sobre los hierros calientes a la manera de los faquires hindúes, es evidente que el calor bajo sus patas está controlado por un gran poder de concentración, la mente y el cuerpo de la gallina están confabulados, focalizados en perfecta comunión para atrapar con el pico un trozo de vacío cuyo peso probablemente la exceda. A la vista está que deidades aladas han sido convocadas a efectos de proveer una fuerza incomprensible de otro modo, he visto pollos con hambre pero ninguno capaz de esta clase de prodigios.
Atónito, imposibilitado de procesar claramente la combinación de sentimientos hacia la gallina, admiración por una parte, indignación por la otra, emerge triunfante la última al advertir cómo había logrado salirse con la suya bajando al piso con todo y el buen trozo de carne. El riesgo cierto de dejar a los comensales sin uno de los cortes estrella de toda parrillada me hace reaccionar con vehemencia y agilidad.Un certero, furibundo y veloz puntapié aplicado sobre su bajo pecho logra que el vacío, aún jugoso, sea liberado del pico de la amiga de lo ajeno.
La susodicha salió corriendo a todo cacareo emulando una vuelta olímpica que abarca la zona de los corrales, el terreno de algarrobos y espinillos, el pozo de agua, la hamaca paraguaya, el portón de tejido, despertando la solidaridad de todas las criaturas que, siendo o no testigos oculares del incidente, quedaron atrapados por el monstruo de la novedad, cuando se esperaba una siesta como cualquier otra.
La primera circunferencia trazada en el recorrido del ave se cumple a velocidad de atleta, cuando la línea de su órbita pasa cerca de mi posición, la gallina fija su mirada directo a mis ojos, retirándola solamente cuando encuentra algún animal que se hace eco de su drama emitiendo el sonido que le compete a su especie.
La segunda vuelta se realiza al trote, aunque sin disminuir los aspavientos, repitiendo las artimañas y arengas que no tienen otro fin más que forzar la conmiseración generalizada, y sobre todo el de provocar la condena social de toda la flora y fauna comunal hacia mi persona.
Decido no conceder mayor importancia al asunto, si por la plumífera fuera debería detenerse el mundo allí mismo, rescato los cortes de asado que faltan de servir y me dirijo de regreso a interactuar con los humanos. Ellos seguramente comprenderán mi aflicción.
No me toma mucho tiempo comunicar los sucesos a todos los reunidos que se encuentran aún en plena interacción con el banquete puesto a su disposición. Mientras relato a los presentes, asomo mi cabeza por la puerta ventana que me permite observar lo que acontece afuera, la gallina prosigue su marcha elíptica, aunque ahora con paso de caminante, semejante a la disciplina deportiva que consiste en caminar a la mayor velocidad posible, lo que hace apreciar en sus cultores una curiosa manera de posicionar las caderas durante la carrera.
Entretenido por lo cautivante de la historia, al menos el interés de los oyentes así lo indica, ceso entonces de prestar atención a la escena exterior, en la que dicho sea al paso se advierte una tensa calma. Demasiado silencio para tratarse de algo bueno.
La más enardecida de mis amigas me acompaña a verificar la situación, la gallina se quedó parada debajo del algarrobo desde donde me mira con hierática ojeriza. Un séquito de pollos variopintos continúa con las vueltas en círculo no pudiendo contener la fuerza centrífuga que los mantiene en el exterior de la elipsis.
La amiga extrovertida vuelve con el grupo para agregar detalles de gracia, es evidente que está fascinada con el avance en tiempo real de esta anécdota, y sospecho que tiene expectativas de sorprendentes aventuras por venir.
Durante los minutos que quedo a solas -es mi sensación - a merced de los insultos en dialecto avícola, un gallo se suma a la intimidación por avistaje, me descubrió, me enjuició y pronunció su sentencia, yo soy el culpable de poner en riesgo su familia y quiquiriquí, quiquiriquí.
Atendiendo las recriminaciones vertidas al batir de cresta, descubro a la gallina sentada en posición de empollar, sin dejar ni un segundo de acusarme con sus pares. La atmósfera condenatoria se me hace difícil de sobrellevar, por lo que respondo al llamado de mis amigos que demandan un reporte actualizado de noticias. Todo lo relatado es motivo de pasmo y regocijo, algunos ya notan cierta turbación de ánimo en mis maneras.
Todos los comensales satisfechos de la comida principal, los niños incontenibles en su deseo de abandonar el lugar cerrado para irse a jugar a campo abierto. Ni la tentación del helado próximo a servirse logra sosegar a los diablillos que bajan con la firme intención de molestar a unos potrillos que andan deambulando en las cercanías.
Ya debería olvidarme del tema de la gallina, no lo consigo, miro mi pie y no concibo contar con un poder suficiente de impacto en la patada que pueda ser causa de daño considerable en ningún ser vivo.
Saboreo el postre con el paladar libre de sugestiones, el gusto del asador ya está inducido por los olores de la cocción, el humo, el fuego, la grasa derritiéndose, el sonido de la carne que brama por la acción de las brasas.
Luego de transcurridos algunos minutos, recuerdo que debo apagar las cenizas para evitar cualquier riesgo de incendio. Mi esposa y mi amiga, con la curiosidad ya instalada, me acompañan menos para ayudar que para enterarse sobre el estado de la gallina. Esta se encuentra donde la última vez, bajo el algarrobo, pero recostada. Mueve sus patas como si soñara caminar. A ciertos intervalos de distancia en su caminata onírica alternaba un movimiento que equivaldría al de un salto con posterior aterrizaje suavizado por el característico aleteo.
Segundos, terceros pollos y siguientes puestos de rezago se desbandan de la pista como respondiendo a un llamado de asamblea. La cosa se puso seria, la pintoresca comicidad de lo acontecido deja paso a la preocupación. La gallina va de mal en peor y todos parecen notarlo. Una congregación de ponedoras indiscretas, doble pechugas santiguadoras, gallos púberes y algunas lechuzas curiosas aparecidas de sabe uno dónde se instalan en las proximidades de la convaleciente.
No atino a desaparecer de esta escena, no puedo decidir si debo retirarme o permanecer en mi lugar siendo testigo de la extrema unción de mi propia víctima siendo practicada por el gallo, a quien ya mi imaginación de duermevela hace aparecer vestido con dalmática rojinegra.
"Si tu mano derecha te hace caer en pecado, córtatela y échala lejos de ti, es mejor que pierdas una sola parte de tu cuerpo, y no que todo tu cuerpo vaya a parar al infierno", recordé esta frase del evangelio, y de manera automática miro de reojo la punta de mi pie, miro haciéndolo responsable de todo, luego elucubro alguna manera de exonerarlo, me baso en la literalidad de las escrituras, la mano es más consciente del peligro de pecar que el torpe pie, quiero hacer a este último inimputable e inamputable.
El fatal desenlace no tarda en caer, no hay milagro, no hay justicia en los designios del destino, le pese a quien le pese la gallina paró la pata para no moverla nunca más. El cortejo de animales permanecen junto a la difunta con los ojos entrecerrados, como izando una bandera a media asta. Los humanos presentes salieron de su refugio para asistir con ojos grandes al funeral menos pensado.
El escozor es total, fulminante. Por la noche cuando no queda ningún deudo presente, mi amiga, con la lucidez y el arrojo que la caracteriza, sortea los alambrados que separan el patio con el terreno donde se produce el deceso para rescatar el cadáver e introducirlo en una caja de cartón que luego sella y coloca dentro una bolsa plástica. Decidimos no dejar huellas de la desaparición forzada de uno de los tantos ejemplares que producían frutos al granjero vecino, al que de otra manera habría que darle las explicaciones del caso.
La desazón que me ocasionó esta experiencia todavía carcome mis días. Sin éxito intento deslindar mis culpas, solamente me queda encomendar esperanzadamente al tiempo que se erija en instrumento de mi sanación ética. Cuando poco a poco voy logrando progresos en este sentido, una noticia sacude mi atención: El granjero debió sacrificar a un perro callejero que estaba comiendo sus gallinas. No es una, son dos vidas que me cobrará San Pedro a quien, rogando por su intercesión, ni la vista podré elevar.
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Historia y tradición: los secretos de uno de los mejores salames del país y un nuevo producto que presentan
Macellato logra distinguirse en la producción de embutidos artesanales, combinando tradición con tecnología Aramis Glauber Con la premisa de mantener la calidad y conservar las recetas familiares de más 100 años para elaborar chacinados, Macellato se dedica desde hace casi siete a la elaboración de productos artesanales. El círculo de los salames Macelatto El vinculo de la familia Armando,…
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#100 emprendimiento familiar#Agrofy News#Autor Aramis Glauber#Cordoba#Firma Macellato#Historia y tradición#Los mejores salamines#Producción de embutidos artesanales#Recetas artesanales#San Francisco
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#Argentina #América #Salud: Recomendaciones del #Área de #Bromatología ante la #Sospecha de #Brote #Alimentario Ante la sospecha de un #BroteAlimentario, ocurrido en el municipio de #Berazategui donde hay 4 casos confirmados, dos de ellos fallecidos por ingerir achuras en mal estado, la #Jefatura de Bromatología a cargo de la Vet. Melisa Funk Pedraza, recomienda a nuestros vecinos tomar las siguientes medidas al consumir alimentos: 📌 Adquirir carne en establecimientos habilitados donde se asegure la calidad y la seguridad del producto. 📌 Utilizar agua segura, si no es de red agregar dos gotas de lavandina por litro de agua y hervirla de 2 a 3 minutos. 📌Lavarse las manos con agua y jabón antes y después de manipular alimentos, especialmente carnes crudas. 📌En el caso de frutas y verduras crudas lavarlas y pelarlas previo al consumo. 📌 Los huevos deben ser cocidos hasta que la yema quede dura, no almacenar huevo cocidos en la heladera. 📌Solo se deben ingerir chacinados con etiquetas que cuenten con la habilitación de #SENASA. 📌 #No Utilizar los mismos cuchillos y tablas para manipular carnes crudas con otros alimentos sin antes desinfectar previamente los utensilios. 📌 Consumir las carnes cocidas por dentro y por fuera, hasta que pierdan el color rosado, teniendo especial cuidado con carne picada y sus derivados como albóndigas y hamburguesas. Si la carne tiene mal olor al momento de preparar o perdió la cadena de frío no se debe consumir. Si la carne no se puede descongelar y ser congelada nuevamente. ‼️ Ante la presencia de vómitos, diarrea o síntomas compatibles con #Intoxicación alimentaria, acudir al centro de salud más cercano. (en Fotografía Mirtha Muhs) https://www.instagram.com/p/Cn7lLIwvOLR/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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há um motivo explícito para que a seita fosse rigorosa , inflexível e austera quanto à seleção . pessoas como valley são um desagrado , patógeno indigno ao organismo perfeito e sadio , que compõe o corpo . um câncer que assim como aquela precisa ser exterminado ; chacinado . porém , ah , do que seria uma festa sem seus malditos penetras ? o cigarro entre os dígitos expele a névoa cinzenta e apática , cuja indolência é praticamente palpável ao jeito que examina a persona . você e esse teu jeito rude de aparecer onde não foi chamada , valley . apesar da rispidez que inflama cada pensamento sobre aquela , o timbre é um quão mais libertino à preguiça . acha que alguém está obrigando aquele cara ? inqueriu com a mão esquerda no bolso da jaqueta , o cigarro sendo oferecido como mero entretém . o sorriso quase obsceno tingiu os lábios rubros pelo frio , de tal maneira que a empurra sutilmente em direção à colina . vamos assistir de perto então , uh ? quem sabe ' cê não consegue salvar ele . se tem uma coisa que repugna em sua essência é a solidariedade medíocre e hipócrita . ora , se alguém sequer se incomoda , por que então todos assistem em tamanho frenesi ? quem sabe você não o empurra de uma vez .
até onde delitos iam , valley conhecia bem os seus direitos — dádiva única advinda do curso insuportável com pessoas ainda piores . o gravador no bolso à espreita não servia para um possível acúmulo de provas , que chame de saciamento de curiosidade . era o que julgava merecer depois de se submeter ao tratamento ínfero àqueles que pareciam gostar de brincar de deus . observava a comoção de longe em meio à uma corrente ininterrupta de mais puro tédio , não era estúpida de aceitar bebida de qualquer um que se misturava naquele tipo de festa isolada , condenada à sobriedade pelo resto da noite lhe resta observar , documentar . não é covardia demais ? questiona quando nota a aparição opulenta daquele mancomunava com tudo que acontecia ali , o estalar acusatório da língua no céu da boca é acompanhando de um negar petulante da cabeça . fazer o otário pular com uma desculpa mística quando vocês só são um bando de mauricinhos com sede de sangue ? como mais seria capaz de explicar , racionalmente , a bizarrice de tudo aquilo ? acreditaria no sobrenatural , claro — se fosse estúpida . mas conhecia bem demais o perfil que dominava aquele grupo para sequer sustentar uma segunda opinião .
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Expo Productiva se desarrollará en la Ciudad Cultural
#ExpoProductiva se desarrollará en la Ciudad Cultural #Jujuy #Economía #Emprendedores
El ministro de Desarrollo Económico y Producción, Exequiel Lello Ivacevich, realizó el lanzamiento de la Expo Productiva, la cual se llevará a cabo los días 11 y 12 de diciembre en Ciudad Cultural.“Por primera vez, vamos a tener una exposición que nucleará a todos nuestros emprendedores y productores de la provincia, quienes van a poder dar a conocer su producción y fortalecer sus canales de…
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#Abra Pampa#Agencia de Comercialización#Agencias de Desarrollo#Agricultura Familiar#APPOJUY#artesanías#cabrito#CAF#Cámara Argentina de Floristas#carnes andinas#CFI#chacinados#comprar#cordero#Cusi Cusi#Desarrollo Económico#Desarrollo Productivo#emprendedores#Exequiel Lello Ivacevich#Expo del Trabajo Solidario#Expo Jujuy Alimentaria#Expo Productiva#Félix Pérez#Finca El Pongo#frutas#hortalizas#INTA#Jujuy Emprende#Jujuy en Flor#Lagunillas del Faraón
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#chacinados (en Manuel B. Gonnet) https://www.instagram.com/p/CDFSmf4Fj6w/?igshid=6cla0st3mo96
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Presentamos nuestra Línea Premium Charcuterie. Embutidos y escaldados. Productos de origen regional e internacional. 😍😃☺️ . . . #chacinados #buenacompañia #disfrutandoelmomento #amigos #familia #charcuteria #charcuterie #embutido #embutidos #embutidosartesanales #charcuteros #foodie #food #escaldado #ahumado #ahumados #leberwurst #pastrami #bondiola #lomo #chistorra #salame https://www.instagram.com/p/CAy2GSDHMbN/?igshid=1nt43n4ynlbs4
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DRUSILLA ZHAO | A B O U T |
| SHORT INFO |
faceclaim: Natasha Liu Bordizzo
nome completo: Drusilla Bullard-Zhao
apelidos: Dru, Zaz
idade: 17 anos
orientação sexual: demissexual
extracurriculares: natação, líderes de torcida (vice-capitã) e clube do livro
principais características positivas: dedicada, sincera, decidida, inteligente e altruísta
principais características negativas: obsessiva, mandona, perfeccionista, intensa e insegura
labels: the activist + the bibliomaniac + the fervour + the polymath + the solicitous
| BIOGRAPHY |
A família Zhao, originária da China, era grande o suficiente para habitar diversos cantos do mundo. Eram muito bem conhecidos por suas grandes e lucrativas empresas, mas poucos sabiam quão conservadores e de mente fechada eram. Tal coisa, porém, ficou bem conhecida quando as manchetes avisavam que Huang, o herdeiro das empresas Zhao localizadas na América do Norte, estava tendo um caso. O que chocou os matriarcas Zhao, porém, não fora esse fato, mas sim que o jovem Huang havia sido tolo de deixar que aquilo caísse aos olhos do público, principalmente por ser um caso com um homem. A dura verdade é que Huang, desde bem novo, já tinha plena consciência de que sua atração fora sempre voltada para o sexo masculino. Numa tentativa de ser aceito, contou aos pais e não foi apenas exposto para todos da família, mas quase chacinado. O forçaram a casar-se e manter um casamento farsante, alegando que ele poderia cometer as “atrocidades pecaminosas” que desejasse caso mantivesse tudo em segredo para não desonrar sua família.
Huang bem que tentara, até os trinta e poucos anos, manter o casamento e até amar a mulher ao seu lado, mas jamais fora capaz. Seu coração pertencia ao americano Donovan e a mais ninguém. Sem dizer que a própria esposa, Annchi, era uma verdadeira víbora que apenas pensava no dinheiro que poderia usufruir. Ambiciosa como era, Annchi armou um plano para enganar o marido, querendo muito mais do que ainda tinha e sabendo que, se Huang morresse, o dinheiro não iria para si. Fora ela a responsável pelo flagra de Huang e Donovan, jurando a todos os tabloides que era uma vítima e que fora abandonada. A carta na manga extra da mulher, porém, fora a notícia de que estava grávida e exames de DNA logo provavam que, sim, era de Huang a criança. Os dois haviam tentado inseminação artificial tantas vezes e falhado que o homem sequer contava mais com tal possibilidade.
No fim das contas, Huang Zhao foi deserdado de sua família, perdendo toda a herança e, para completar, com uma criança nos braços após separar-se de uma milionária Annchi, que deixou claro não ter tempo para criar filhos. O que parecia agora o fundo do poço de Huang, tornara-se, na verdade, seu recomeço. Pôde, enfim, ficar ao lado da pessoa que amava e juntos estruturarem seu lar e cuidarem da pequena Drusilla, que crescia em esperteza e tamanho mais a cada dia.
Drusilla cresceu num lar bastante amoroso, sim, mas lotados de problemas. Devido ódio de ambos pelo modo rude e gélido que sempre foram tratados pelos Zhao, ambos seus pais queriam lutar para mostrar a todos que conseguiriam, sim, serem felizes e bem sucedidos por conta própria. O crescimento de Dru carregava o fardo de ser sempre bem sucedida, independente, forte e imparável. Sim, são de fatos excelentes coisas para pais ensinarem a seus filhos, porém, a garota desenvolveu ansiedade muito cedo, passando por diversos distúrbios alimentares, problemas de insônia, ataques de pânico, entre outros. Sentia o peso em suas costas aumentar a cada dia juntamente com a cobrança dos pais. Não podia simplesmente ser boa, precisava ser a melhor.
A personalidade da garota tomou diversas vertentes, era dedicada a tudo que fazia, tendo opinião forte e achando-se sempre certa. Em contraponto, também era bastante intensa, vivendo preocupada e dando para os estudos e carreira atenção muito maior do que o nível saudável. Por conta disso, Dru perdeu muitos momentos na vida, como brincar na infância, ir em festas na adolescência ou ao menos fazer parte de um grupo de amigos. Não era muito boa socializando e soava sempre bastante fria e distante, não porque queria, mas por ser tudo o que sabia ser. Apesar da capa confiante e indestrutível, Drusilla é imensamente insegura e paranoica, temendo que seja uma decepção para seus pais caso não seja o que eles desejam.
Dotada de muita inteligência, Dru conseguiu uma bolsa integral no Instituto Armstrong, traçando seu futuro e enchendo os pais de alegria, mesmo que tais sonhos não sejam de fato os próprios. A jovem aprendeu, com o tempo, a achar válvulas de escape para si, como a leitura, a dança e a natação, onde começou a conhecer e conviver mais com jovens de sua idade. Apesar de estar na Armstrong por conta de seus pais, verdadeiramente espera que possa, ao menos por uma vez na vida, ser igual a todo mundo, poder errar, acertar, rir e chorar, vivendo o que sua própria idade proporcionaria.
#about#não ta na lista mas mesmo assim#tw: homofobia#tw: distúrbios alimentares#meras menções BUT é bom avisar!
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ADN
-Se pasó amigo –le dijo el oficial de la caminera- la entrada de lo de Jiménez queda para allá, ahí nomás pasando el mojón del 125. -Gracias oficial –murmuró mientras se tiraba a la banquina para dar la vuelta en U. Cuando vio el mojón del kilómetro 124 comenzó a bajar la velocidad. Ya para el 125 encendió las balizas y unos metros después llevó el Torino a la banquina de ripio para encarar a mínima velocidad aquel sendero que parecía haber sido castigado con una maza gigante. En los 4 kilómetros que lo separaron del casco de estancia cruzó frente a un silo metálico de unos diez metros de alto. El armatoste lucía con algunas marcas de óxido, tenía varios paneles de chapa remendados y los escalones habían sido arreglados con trozos de madera. A pocos metros había dos silos bolsa que debían medir más de 50 metros cada uno. Después unos corrales con animales y todo lo demás eran hectáreas de soja. O maíz. O trigo. O vaya uno a saber qué. Morel no podía estar seguro de eso. Era de los tipos que ni bien se alejaba unos cuántos kilómetros de la ciudad sentía la necesidad de tirarse bajo un caño de escape para disfrutar un poco de aire contaminado. Estacionó su auto entre una Ranger doble tracción último modelo y un Jeep cuyas cubiertas debían ser más altas que todo su auto. De fondo se oía a un grupo de jóvenes chapotear y gritar en el tanque australiano. Ya habían llegado los primeros calores de septiembre. Un muchacho en short y remera de no más de 30 se acercó a paso seco y titubeante hacia el auto. Miraba de costado con una expresión más cercana al qué será eso que a la calidez. Morel no esperó que hiciera la pregunta de rigor. Caminó de manera segura con el brazo estirado hasta su encuentro. -Buenas tardes. Camilo Morel, vengo de La Trasandina Seguros. El hombre tomó la mano con la suavidad de quien sostiene un huevo rajado y continuó mirando a Morel a los ojos asintiendo con la cabeza. -Ahá mire usté. Matías Jiménez, encantado. Sí, me dijeron que iba a venir alguien por lo de mi viejo.. -Por lo de su padre y su tío –le aclaró Morel. -Bueno, sí. El hombre bajó la vista como apenado, y Morel casi que sintió algo de pena por su cinismo. No solía ocurrirle muy seguido. Sacó la carpeta del auto y la abrió ahí frente al muchacho. -¿Usted es el hijo de Braulio o de Enrique? -De Braulio… tío Enrique no tenía hijos. Y vos ¿qué andás necesitando? –preguntó con un tono de desconfianza. Morel trató de restarle importancia a su visita. Siempre se hacía pasar por un empleado más de la compañía. Un simple cagatintas burócrata cansado de hacer trámites. No solía ser bienvenido si revelaba que era un investigador de fraudes. No lograba más que poner a la defensiva a la gente, cuando en realidad lo que él buscaba era el efecto contrario. Que se confiaran, que se relajaran, que lo tomaran por un par que cobraba un sueldo y hacía su trabajo. -Me mandaron para hacerle firmar algunos papeles de la póliza… y bueno, sacarle fotos al lugar de la tragedia. Le pido disculpas por eso. El muchacho asentía ante cada palabra, aunque Morel no podía dejar de sentir esa mirada desconfiada que se le clavaba en las pupilas como espigas envenenadas. -¿Recién ahora van a hacer eso? Ya pasó más de un mes… Por eso buscó cerrar la frase más amenamente. -No se preocupes, es una formalidad para cerrar el caso. En realidad –le dijo por lo bajo para entrar en confianza- a mí me gustan estos trámites para salir del centro, vió. El muchacho recién ahí se relajó un poco más y le palmeó el hombro. -Bueno venga, pase. No se trajo malla, ¿no? Qué pena. Vamos que le muestro el lugar, le firmo los papeles y si quiere se queda a comer un asadito. El exceso de confianza comenzó a hacerle ruido a Morel. No esperaba sentirlo tan relajado. -Linda máquina se trajo. ¿De qué año es? –comentó el muchacho cabeceando hacia atrás para el lado del Torino. -Setenta y ocho. Lo compré hace unos años y lo vengo restaurando. -Veo que ya lo terminó… -Casi. No consigo el volante original y la chapita del costado con el toro. -En el galpón del fondo tengo una coupé parecida que era del tío Enrique. Está media abandonada. Si quiere después la miramos. Morel evitó mostrar su entusiasmo. Quizás estaba ante la posibilidad de conseguir las únicas dos cosas que le faltaban para que fuera la máquina que obsesivamente había soñado desde el día que la compró. Se hizo el desentendido y prefirió seguir concentrado en el caso que lo había llevado hasta allá. Ambos encararon por un sendero que cruzaba el campo, y luego se metieron entre las plantaciones. -¿Vos estuviste la noche de la tormenta aquella? –trató de indagar. El muchacho resopló como si hubiera tenido que contar la misma historia mil veces. Y seguramente así había ocurrido. -No sabés che cómo estaba el cielo. Y no era de noche… ni las 7 eran. Pero de pronto el se oscureció todo y tío Enrique empezó a los gritos. Viene granizo, viene granizo. Te dije que iba a granizar Braulio. -Y ahí salieron los dos a cosechar lo que se pudiera –completó Morel, que por algo se había estudiado de memoria todo el expediente. El tipo respiró profundamente antes de seguir con el relato. -Y ahí salieron los dos viejos cabezas duras, sí señor. Y mirá que los quise frenar, pero nada. Unos metros más adelante llegaron a un hueco en medio del sembradío. Un círculo casi perfecto donde no había una planta, ni una hoja, ni una semilla. Sólo cenizas, restos de ramas chamuscadas y un aparatoso nudo de fierros retorcidos. Morel caminó alrededor de los restos del aparato, pisando la tierra carbonizada con las manos atrás. Para disimular sacó algunas fotos con el celular y continuó mirando. El lugar estaba lleno de pisadas de distintos tamaños. Bien podrían haber bailado un malambo en la escena. Como solía ocurrir, los peritos no habían sido demasiado cuidadosos para proteger el lugar. -Entonces –preguntó Morel, intentando hacerle pisar el palito- ¿por acá encontraron los restos de tu viejo? -De los dos –aclaró con seguridad Matías. -Ah perdón, yo había entendido que encontraron un solo cuerpo –dijo Morel tratando de hacerle pisar el palito. El hombre hizo un silencio y miró hacia otro lado. Era difícil saber si estaba afligido o estaba buscando una estrella en el salón de la fama de Hollywood. -Lea después todo el expediente. No me haga revivir todo otra vez. Morel asintió de manera condescendiente y siguió mirando cada detalle con disimulado interés, sabiendo que después de casi dos meses ya no podría encontrar nada de valor ahí. Se había estudiado el expediente de memoria cuando en la compañía de seguros le dieron el caso. Pero su juego era seguir haciéndose el desentendido para ver hasta dónde podría llegar. El rayo había caído de forma tan certera sobre el tanque de gasoil, que había hecho explotar el tractor y la cosechadora en mil pedazos. Habían aparecido trozos humanos totalmente carbonizados incluso a varios metros del lugar junto con fierros retorcidos. En un comienzo habían dicho que era un solo cuerpo e hicieron rastrillajes por todo el campo para ver si uno de los hermanos aparecía quizás en estado de shock, quizás aturdido en algún lado. Y en uno de esos rastrillajes encontraron otra mano derecha. El ADN era el mismo que el resto del cuerpo. Los peritos se concluyeron en que, como los gemelos tenían el mismo ADN, los restos debían ser ambos y las partes que faltaban fueron devoradas por algún carroñero o se pulverizaron por el fuego. Caso cerrado. Por eso Morel estaba ahí. La compañía de seguros tenía que pagar una póliza de doble indemnización por muerte en fenómeno climático por cada uno de los asegurados. O sea: cuatro indemnizaciones que sumaban en total un millón de dólares. Y a la gente de la compañía la versión oficial no le cerraba. -Mirá esto, Morel –le había dicho Aguirre, director de fraudes y estafas de La Trasandina, mostrándole las fotos peritales de los trozos de cuerpo chamuscados- todos estas partes no hacen un cuerpo. Estos pajueranos nos están cachando. Morel se había detenido a mirar una de las fotos, en la que los peritos habían reunido todas las partes de un cuerpo, como si se tratara de un rompecabezas. Hubo un detalle que le llamó la atención. -Pero sí hacen dos cuerpos. Acá hay 3 manos… Aguirre no se dio por aludido. -Por eso: andá a buscar a ese amanco hijo de puta y te ganás un departamentito. -No me hagas perder el tiempo Aguirre… cayó un rayo, ¿qué querés que encuentre? Tenés que pagar, no llores más. Aguirre solamente levantó la cabeza para mirarlo de manera vehemente. Morel ya sabía lo que venía y se empezó a retirar de la oficina mientras Aguirre repetía una vez más su famosa frase. -Acá lo siento –dijo golpeándose el pecho- acá me doy cuenta de que me están cagando. Como siempre, Le habían ofrecido el 15 por ciento de la póliza en caso de que pudiera encontrar pruebas del fraude. Cuando volvieron al casco de estancia Matías encaró directo para el Torino. -Vení, llevame hasta el galpón que te muestro la máquina de mi tío. Era el momento que Morel estaba esperando. A esta altura le parecía más posible llevarse un volante que encontrar alguna pista que pudiera servir a la investigación. El caso estuvo bastante claro desde un principio: no hay manera de premeditar un rayo. El galpón estaba a poco menos de un kilómetro, junto al gran silo de aluminio. En el camino cruzaron un chiquero enorme donde se criaban cerdos y lechones, y luego por varios corrales con pollos. Esto se lo fue contando Matías en el camino, ya que Morel con suerte podía diferenciar una vaca de un caballo. Estacionó el Torino a un costado del silo y caminaron hacia el galpón. Jiménez abrió el portón y ambos entraron al lugar. El olor a pasto y diésel no tapaban del todo el característico aroma de las fiambrerías. Cuando Morel se lo hizo notar, Jiménez aclaró que ahí bajo el suelo tenían una bodega donde colgaban todos los chacinados que producían ellos mismos. -Estoy arrancando un emprendimiento chiquito, ¿viste? Todos embutidos de campo. Vamos a ver si lo hacemos crecer. En medio de herramientas, viejas partes de arados y diversos elementos de trabajo, había un auto cubierto con una lona. El muchacho fue desenrollando la lona y apareció, algo oxidado y desvencijado, un Torino cuatro puertas que, según pudo calcular Morel, sería del año 71 o 72. A simple vista se veía en mejores condiciones de la que estaba la suya cuando él la había comprado. Se acercó a la puerta del conductor y la abrió. El interior estaba sucio, polvoriento y bastante roto. Pero ahí relucía el volante original que tanto había estado buscando por Warnes, sin éxito. Seguramente no pudo disimular su entusiasmo, porque Jiménez no tardó nada en hacerle la propuesta más indecente que podía esperar en ese momento. -¿Ese es el volante que andaba buscando? Si le interesa podemos cambiarlo: usted se lleva ese y me deja el suyo. Para Morel era como un regalo de reyes adelantado, pero justo cuando estaba por aceptar escuchó la frase que lo puso en alerta. Quizás el mayor error que había cometido el joven Jiménez en su vida. -Eso sí… primero ciérreme este temita del seguro. Después puede venir a llevarse el volante. Lo dijo de manera socarrona, haciéndose el gracioso. Como si dijera una frase sin importancia. Pero lo dijo. Y para Morel las palabras tenían siempre el mismo valor. Solamente sonrió y evitó observar la reacción de Jiménez cuando le respondió secamente veremos. En la cabeza de Morel el joven Jiménez había dejado de ser una víctima de la burocracia de las aseguradoras para convertirse en el sospechoso de algo que todavía no tenía del todo claro qué era. Para saber más, se excusó de quedarse a comer un asado y encaró directo para el pueblo. Morel conocía muy bien la dinámica de estos lugares y sabía que nadie sabía nada pero todos sabía todo. Dio un par de vueltas por la plaza principal con el Torino y no hubo vecino que no se diera vuelta a mirarlo. Algunos admirando el auto y otros mirándolo a los ojos sin disimulos, buscándole seguramente el parecido con algún vecino. No sabés, volvió al pueblo el hijo de, el nieto de, el que se cogía a, y tiene un Torino. Ni bien entró por la principal preguntó cómo llegar al club. El club San Martín era uno de esos lugares en donde no había pasado el tiempo ni estética ni socialmente. En una de las paredes colgaba un antiguo cartel esmaltado indicando que estaba prohibido escupir en el piso. En otra, pegada con cinta scotch, había una hoja que parecía arrancada de un cuaderno Rivadavia. Escrito en fibrón, se leía prohibido entrar al establecimiento con el torso descubierto. Y sobre el antiguo mostrador una calcomanía con el clásico el que fía no está, salió a cobrar. Sin embargo no todo debían ser prohibiciones. Morel sospechaba que el club San Martín, como cualquier club de pueblo, debía ser de los últimos reductos en los que todavía estaban permitidos los chistes misóginos, homofóbicos y machistas. En el lugar ya había varios parroquianos. Algunos apoyados en la barra, otros parados y otros sentados en algunas de las mesas desperdigadas por ahí. Las charlas se cruzaban sin importar con quién estaba cada cuál. Sin embargo se fue haciendo un silencio en fade a medida que Morel avanzaba por el salón y se sentaba en uno de los taburetes altos frente al mostrador. Un muchachote gordo se acercó mirándolo con desconfianza desde detrás de la barra y se relajó cuando Morel le pidió un vino de la casa y un platito de salame y queso. El vaso de vino llegó enseguida junto con un sifón de soda, mientras en el fondo una señora cortaba el salame en tiras muy finas y largas con una cuchilla que podría atravesar el cuello de un toro. Apoyado en el mostrador con un vaso de fernet en la mano, un hombre alto, flaco y canoso fue el primero que se animó a romper el silencio. -¿Usted es el del Torino? Linda máquina, me contaron. En menos de 10 minutos la noticia de su llegada ya rondaba por el Club. Morel confirmó que estaba en el lugar correcto. -Sí, una coupé TS del 74. Se la compré hace unos añitos a una señora de Bragado y todavía la estoy restaurando. -Muy linda máquina, mi primo tenía una cuando éramos jóvenes –comentó desde una mesa un hombre de boina. -El Toro de tu primo creo que era 4 puertas, ¿nocierto Chelo? –se sumó un muchacho más joven desde una de las mesas. -Sí, y después le quedó de una sola puerta cuando se estroló contra un camión acá en la 41. Todo el salón, incluido Morel, festejó con una risotada la ocurrencia que lanzó el muchacho gordo desde detrás del mostrador. -Pobre mi primo –dijo Chelo con una sonrisa melancólica. -Igual debe comer nafta de lo lindo ese bichito eh –comentó el más joven. -Nah, pero hoy le metés un equipo de gas y te olvidás –dijo el gordo de la barra mientras apoyaba el platito de salame y queso en el mostrador. Morel corrió el plato hacia el medio, habilitando a quien quisiera a sacar de ahí. Juntó un salame y queso y antes de metérselo en la boca, le respondió al encargado: -El gas es para cocinar. Todo el salón estalló en una nueva risotada en la que no faltaron los muy bien y sí señor. Morel aprovechó el éxito de su comentario para tirar la primera carnada: -Igual, debe haber algún otro Torino en la zona, porque acá la gente es muy de cuidar los autos viejos. El flaco canoso miró hacia arriba, como tratando de recordar. -Torino… mmm no me acuerdo. Había un gaucho que andaba en un Chevy 400. El marido de la Kela ¿te acordás vos Chelo? -¿Un 400 era? ¿No era coupé Chevy? -¿Vos decís? No, para mí era un 400 porque era más alargado me parece. -Y el del viejo Luna qué es Hernán, ¿un Gordini? -Noo -dijo el canoso- el del Luna es un… ay no me sale el nombre. Parecido al Gordini era, pero tiene un motor más grande... Con resignación Morel vió comó la charla comenzaba a disiparse por completo. Pero para su suerte, un viejito pelado que hasta ese momento no había emitido sonido apareció en medio de un silencio como un ángel, para decir la frase que esperaba. -El Mocho Jiménez tenía un Torino. -Sí, cierto! –se sumó el más joven- Lo sacaba cada tanto, para ir a la iglesia nomás. -¡Claro, es verdad –agregó el Chelo. Y lo tenía desde cero kilómetro. ¿Te acordás Hernán que lo acompañamos cuando lo fue a comprar? Hernán asintió con una sonrisa y dio otro sorbo a su Fernet. -Cómo me olvidé del Mocho… claro, él tenía un Toro. Pobre Mocho… Morel no pretendía que el tema se fuera por ningún motivo del mundo, así que se colgó del Torino para seguir la conversación. -Qué lindo, ¿lo tiene todavía el Torino este muchacho? Un esperable silencio se adueñó del salón. Haciéndose el desentendido Morel bajó con un trago de vino otra rodaja de salame. Hernán se puso más serio y manoteó un cubo de queso. -No, el Mocho falleció hace unos meses. Tuvo un accidente vió. -Perdón, no sabía. ¿Un accidente con el Torino? -No –se sumó Chelo- un rayo dicen, ahí en el campo. Nos conocíamos desde chicos con el Mocho y el hermano. Hernán parecía el más perturbado por los pensamientos. Su mirada se había vuelto melancólica por el efecto de los recuerdos y el fernet. -Crecimos juntos… éramos vecinos de acá del pueblo vió. Después ellos heredaron el campo y se fueron para allá. Nos veíamos de vez en cuándo nomás. -Un campo de soja. Imaginate: lo heredaron cuando explotó la soja. La levantaron en pala. -Qué soja –sumó el muchacho más joven- aparte tienen terneros, pollos, hasta criadero de cerdos. El encargado, frente a Morel, agarró una rodaja de salame y la levantó como si fuese una ostia y comentó: -Este salame ¿vió? Es del campo de ellos. Son de los mejores de acá. Luego sin disimulo se lo metió directo en la boca. -Buenísimo ese salame, turco –agregó el viejo después de manotear él también una rodaja. -Sabés que la otra vez el Matu me prometió uno salames de cordero que anduvo haciendo. -Puá, ¿cría corderos también? -Y será... -Puá miralo al Matu. -Parecen de cerdo pero tienen un gustito más dulzón, viste? La otra vez me dio un pedacito pa probar y… Morel veía cómo el tema del salame parecía adueñarse del salón, pero para su suerte el Chelo sin disimular la tristeza cortó la charla y volvió a traer a los hermanos al club. -Eran mellizos… el Mocho y el Pocho. Nacieron y se murieron juntos pobrecitos. -¿Quién se habrá quedado con el Torino del Mocho, no? –comentó el viejito pelado. -Y… capaz que se lo dejó a La Roberto –dijo el muchacho joven con una sonrisa que le achinó los ojos. Hubo alguna que otra carcajada contenida, pero luego se hizo un silencio incómodo en todo el salón. Todas las miradas se posaron en Hernán, que se quedó serio con su fernet en la mano y su mirada fría de bronca contenida. -Tené más respeto, pendejo de mierda. En pocas palabras Morel ya había entendido casi todo y trató de bajar la tensión del ambiente. -Bueno, basta ¿quién quiere venir a ver mi Torino? Todos salieron detrás de él hacia la vereda. El muchacho joven se llamaba Franco. Era cajero del Banco Nación del pueblo y tenía la misma novia desde el secundario. Sacándola a ella, todas las personas que frecuentaba durante la semana lo doblaban en edad. Sus amigos se habían ido a estudiar a Buenos Aires y los veía principalmente en el verano, cuando los hijos pródigos volvían para pasar dos meses de pileta, asado y fiestas nocturnas. Morel se enteró de todo esto mientras llevaba a Franco para dar una vuelta con el Torino, como quien lleva a un sobrino para tomar un helado. Morel le mintió algo sobre su trabajo –se presentó como productor de seguros y no como investigador- y le contó sobre sus mujeres, la vida en la ciudad y los viajes que había hecho por el mundo. El chico lo miraba con la admiración de quien mira al tío divertido de la familia. Tenía una gran necesidad de sociabilizar con alguien cuyo tema no fuera sólo la artritis, el trabajo y el fútbol. Cuando llegaron a la colectora Morel tiró el Torino sobre la banquina para terminar de ganarse la confianza de Franco. -¿Querés manejar vos? Dale, vení. Los ojos le brillaron y no tardó ni medio segundo en saltar a la banquina y dar la vuelta para sentarse al volante. Lo acarició y miró todos los controles antes de dar una acelerada y poner primera. -Este volante no es el original, ¿no? Morel lo sintió como una puñalada. -No, el original es el de madera de nogal. Pero piden una fortuna por uno de esos. Sin embargo, la pregunta de Franco le dio pie para sacar el tema del que necesitaba hablar, sin sonar a algo forzado. -Je, tendría que pedirle el volante a la familia del mellizo ese, ¿cómo era? -El Mocho Jiménez, si si… total ese auto va a quedar muerto ahí. Si esos no se bajan de la 4x4 ni de pedo. -Ah mirá, qué desperdicio. ¿Cuántos hijos tenía el Mocho? Al chico se le escapó una sonrisa irónica. -Nah, el hermano tenía dos hijos, un pibe y una piba, pero el Mocho era soltero. Si era un viejo trolo –dijo, agregando el típico gesto de llevarse los dedos a la boca. Morel forzó una sonrisa buscando complicidad. -Ojo buen tipo eh. A mí, mientras no me jodan, es problema de ellos. Era el pie que necesitaba saber más de la pareja de Jiménez. -Claro. Por eso hablaban de La Roberto. Quién era, ¿el novio? -Sí… se los veía siempre juntos, pero acá todo el mundo sabía. Cuando lo nombro Hernán se enoja porque el Mocho era como un hermano. Y por primera vez sintió algo de tristeza en Franco. -Igual, todos lo queríamos al Mocho eh… yo también. Y ni bien dijo esto último tuvo que aclarar, para no dejar dudas. -Bah, lo quería a nivel de que más allá de todo era buen tipo, ¿no? Me entendés… no quererlo de… Y volvió a hacer ese gesto con los dedos que a Morel le caía cada vez peor, pero tuvo que volver a sonreírse para que no dejara de hablar. -La Roberto es un pibe que atiende la YPF. El Mocho se había pegado un metejón bárbaro con el pendejo. Al principio se los veía a escondidas, pero en el último tiempo ni lo disimulaban. En los pueblos verse a escondidas es un oxímoron. -Mirá vos, yo pensé que acá la gente era más reservada con esas cosas, ¿y la familia no le decía nada al Mocho? -Y… al hermano me parece que le chupaba un huevo, pero a los sobrinos no les gustaba ni medio. Morel no emitió sonido. Lo siguió mirando mientras el chico manejaba con la mirada fija hacia el frente. -Matu, el sobrino del Mocho, tiene un grupo de amigotes medio chetos y se ve que lo jodían porque el tío se la masticaba. -Claro, qué hijos de puta. -Y una vez se armó un kilombo bárbaro en el club. El Matu y los amigos andaban medio puestos y le gritaron bufarra al Mocho. Ese día casi se van a las manos con Hernán che lo que anda nave –dijo sin hacer ni un silencio y metiendo un rebaje con el Torino que a Morel le hizo dar una puntada en el estómago. Sintió como si le hubiesen pegado a su hijo frente a él. Franco bajó a la banquina y giró un U en la colectora para volver. -Bueno don Camilo, ya tengo que volver a casa. ¿Me lo deja manejar a la vuelta? Morel no llegó a responder, que Franco ya estaba acelerando el Torino por la colectora. En su cabeza ya se iba dando cuenta de que había algo raro en todo el asunto. Su cabeza morbosa fue armando un caso que quizás le permitiera ganar algo de plata para pagar las multas por exceso de velocidad. Lo De Rosales era el único hotel del pueblo. Estaba sobre la ruta, justo frente a la rotonda. Era el típico hotel de viajantes: habitación chica con cama de una plaza y ducha. Morel no había ido con la idea de quedarse, pero entendió que la investigación merecía un día más. Se sentó en la cama y abrió en la computadora el archivo del caso Jiménez para revisarlo en detalle. La póliza incluía un seguro de vida para ambos hermanos. Según la escritura el campo de 10.000 hectáreas estaba a nombre de ambos y que en caso de muerte de uno de ellos, el usufructo quedaría para el sobreviviente. Al morir los dos juntos, el beneficiario del seguro y del campo sería Matías, único heredero de la familia. Enrique era soltero y Braulio era viudo. Según el informe el rayo había pegado sobre el tanque de combustible. La explosión hizo volar todo por los aires. Fue tan grande que según los testigos –los sobrinos que estaban mirando todo desde la casa- el tractor se levantó “como 10 metros del suelo envuelto en llamas”. Morel se detuvo a mirar las fotos. Las parte del cuerpo estaban desgarradas de manera tan salvaje que costaba reconocer cada pedazo. Casi todos eran trozos de carne oscura, más o menos quemados y con más o menos sangre. Una pierna cubierta de una tela que fue un jean, cercenada a la altura de la rodilla. Un torso partido al medio a lo largo hecho de carne chamuscada que en algunas partes tenía algunos trozos de tela de piqué adheridos como stickers mal arrancados de un vidrio. Y en la última foto, las tres manos. En un esfuerzo estético los peritos las habían acomodado una junto a la otra. Una de ellas estaba arrancada a la altura del antebrazo, le faltaban 3 dedos y los huesos astillados parecían estalactitas filosas que sobresalían. Las otras dos estaban arrancadas justo a la altura de la muñeca, solo que una también tenía un hueso casi entero que sobresalía y la otra no tenía huesos sobrantes a la vista y le faltaban el meñique y el anular. Amplió la foto para ver esta mano en detalle. El corte parecía menos brutal y el tono de la piel quemada era menos oscuro. Miró en detalle los dedos que faltaban. No estaban arrancados como en el otro caso, sino que estaban amputados quirúrgicamente. Por eso le decían el Mocho, pensó Morel. El informe detallaba las condiciones en que fue encontrada la escena y los sitios donde estaban las partes de cada cuerpo en dos escuetos párrafos. Luego detallaba las características de cada miembro con lenguaje no del todo profesional. Estaba firmado por un letrado del cuerpo forense de bomberos del partido. Eso era todo. Morel empezó a entender que las cosas se estaban poniendo raras y que la plata de ese departamentito –como fueron las palabras de Aguirre- estaba más cerca de lo que había pensado. La noche cayó oscura y cubierta de estrellas y grillos. Probablemente el único lugar para cenar en el pueblo sería en el parador de la YPF. O al menos de eso trató de convencerse Morel, para tener una buena excusa para conocer a Roberto. Estaba la posibilidad de que el chico no estuviera en el turno noche o que justo ese día tuviese franco. Y también estaba la posibilidad de que ya se hubiera ido del pueblo. No había nada claro en todo eso. Estacionó el Torino entre el restaurant del parador y un micro de larga distancia que esperaba a que los pasajeros terminaran de estirar las piernas para seguir su camino. Gente con la cara hinchada fumaba y caminaba por el pedregullo, mientras otros hacían cola delante de la máquina de agua caliente de Taragüí. 10 pesos para llenar el termo. Pasó de largo el restaurant y fue al autoservicio am/pm de la estación de servicio. Los zombies de cara hinchada caminaban en busca de recuerdos y café. Alguno incluso se le animó al combo de hamburguesa con coca. Morel caminó por los pasillos mirando a los empleados. Todos llevaban un pin con su nombre. En realidad, con su diminutivo. Euge. Yani. Tito. Tomó un paquete de bizcochitos de grasa y lo llevó a la caja. Mari, la cajera, era la única persona no-millenial del lugar. Tendría unos 50 años, llevaba unos anteojos de leer sostenidos por un collar de plástico y miraba a los clientes por sobre el marco. -¿Algo más? Son 130 pesos. Morel le entregó dos billetes de 100. -Deje el vuelto de propina para los muchachos. La mujer se sorprendió por la generosidad y agradeció con una sonrisa que Morel apenas devolvió. -¿Sabe si un muchacho que se llama Roberto está trabajando hoy acá? La señora pareció interesada. -¿Quién lo busca? -Yo –respondió Morel secamente y sosteniéndole la mirada en un silencio tan incómodo que más que silencio pareció una pulseada de ojos. -Allá, en el expendedor 4 –dijo finalmente Mari luego de bajar la vista para acomodar los billetes. Salió del local imaginándose la mirada inquisidora de Mari siguiéndolo sobre el marco de los anteojos. Caminó hacia los surtidores para encarar al muchacho que pasaba el ticket del posnet y una birome por la ventanilla de un auto. Cuando el cliente arrancó, Morel aceleró el paso. Roberto –o Rober, como decía su pin- no debía tener más de 25 años y era muy flaco y lampiño. Sobre el borde de una de sus cejas depiladas, lucía una pequeña curita. Esta vez no iba a haber estrategia. Le pensaba contar al chico con total franqueza para qué había ido hasta allá y qué necesitaba saber. Era la mejor manera de ganarse su confianza. -Pero, ¿es policía usted? –le dijo Roberto mirando la tarjeta de presentación. -No, laburo para una compañía privada. Solamente necesito preguntarte un par de cosas. Roberto titubeaba con la tarjeta entre los dedos y Morel trató de tranquilizarlo. De reojo podía reconocer a lo lejos la mirada de Mari, que no quería perderse detalle del encuentro para contárselo a las amigas en el bingo el fin de semana. -No estás obligado a responder lo que no quieras. Son solo temas de rutina. -Okey, termino el turno en una hora y media. Si querés charlamos un rato acá en el bar del parador. Antes de los ravioles caseros de verdura, el mozo llegó con el pingüino de vino tinto, el sifón de soda y un platito con tres rodajas de salame y dos aceitunas. -Este es un salame de cordero patagónico que hace un muchacho de acá que es medio gurmé. Le dejo la tarjetita por si quiere pasar. Estancia Los Mellizos. Embutidos de campo artesanales. Envíos a todo el país. La tarjeta estaba impresa sobre un papel rústico y tenía un logo con una J que simulaba una marca de fuego. Parece que Matías le tenía fe al pequeño emprendimiento. Cuando terminó el plato de ravioles Morel pensó en pedirse un flan mixto que había visto pasar para otra mesa, pero cuando buscó al mozo vió que se acercaba Roberto. Le llevó unos segundos reconocerlo sin el uniforme y la gorra. Llevaba jean y remera y ya se había sacado la curita que tapaba el piercing sobre su ceja. En ese momento Morel se dio cuenta de que no sabía de qué iban a hablar. No tenía muy en claro nada, así que simplemente volvió a presentarse y comenzaron una charla amistosa. Morel se tomó un rato para contarle sobre su trabajo y qué lo había llevado hasta allá, pero Roberto resumió todo en una frase. -Sos el alcahuete de las compañías de seguros, bah. Fue tan buena la definición que incluso se imaginó una tarjeta impresa en papel rústico y con una M marcada a fuego. Camilo Morel. Alcahuete. -Igual –continuó Roberto- acá no veo nada estrambótico. A Enrique y Braulio los agarró un rayo y los mató a los dos. -El seguro –explicó Morel- tenía una cláusula que decía que si la muerte provenía de un fenómeno climático el pago de la póliza se duplicaba. Roberto asintió y comentó pensativo. -Y ellos eran dos. -O sea, que se cuadruplicaba. A las compañías no les importa, porque la posibilidad de que ocurra algo así es remota. Muy remota. -Pero el rayo cayó –aseguró el chico de manera tajante- e hizo explotar todo. Eso está comprobado. Morel aprovechó para hacer uno de sus silencios teatrales y le dio un trago al vino no sin antes servirle a Roberto en otro vaso. -Es feo lo que te voy a decir, y más teniendo en cuenta que vos mantenías una relación sentimental con Enrique… Morel sintió la tensión en la mirada de Roberto. Seguramente no estaba acostumbrado a tanta franqueza. Respiró hondo para continuar y trató de elegir con cuidado las palabras. -… pero los restos de los cuerpos que aparecieron en el campo... -Ya lo sé, no siga. –dijo y por primera vez Morel lo vió realmente conmovido y con los ojos llenos de lágrimas. Todo lo que dijo después vino cargado de una impotencia que lo llevaba a marcar cada palabra como si en su boca hubiera un martillo golpeándolas. -Toda esta gente de mierda habla sobre eso. Una pierna acá, un brazo allá… manga de morbosos hijos de puta. Recién ahí Morel entendió por qué el chico aceptó conversar con él. Necesitaba hablar de todo esto. Había sido un viudo silencioso y sufriente por el que nadie había sentido algo de compasión. Por eso lo escuchó sin interrumpirlo, sabiendo que cada palabra dicha en caliente podría servirle mucho más. -Yo no tenía una relación. Yo estaba enamorado de Enrique y él de mí. No es fácil eso en un pueblo de mierda como este. En Buenos Aires capaz sí, pero acá no es fácil. Hasta mi viejo cuando iba al club se burlaba de mí. Sus amigos me gritaban cosas por la calle y él me decía bancátela por puto. Así crecí acá. Enrique fue el único que me dio un poco de amor entre todos estos hijos de puta. Las mesas de alrededor empezaron a mirarlos, pero ninguno de los dos parecía importarle demasiado. Morel trató de hacer la pregunta difícil de la forma menos hiriente. -Roberto… perdón si te hago alguna pregunta desubicada, pero es mi trabajo hacerlas. Enrique era un tipo con mucha plata y con una posición muy fuerte en el pueblo. Si estaba tan enamorado, ¿por qué no te ofreció no sé… otro trabajo, algo material… Morel temió lo peor al notar la mirada de indignación del muchacho. Temió una reacción violenta que podía llegar a merecerla. Pero enseguida él bajó la cabeza como comprendiendo la situación -Yo no quería nada de él. Acá iban a empezar todos a decir que estaba con él por la plata. -¿Te importa lo que digan? -No lo vas a entender. Cuando vivís en un lugar donde todo el tiempo tenés encima la mirada del otro… sí, te importa. Creeme. A Morel le llevó apenas segundos asimilar esa frase. Las miradas que se le clavaban desde las otras mesas se la hizo comprender. -¿Se habían visto ese día? El día del rayo, digo. -Estuvimos en casa hasta la tarde y por primera se ofreció a traerme hasta acá, porque estaba lloviendo fuerte. Ya no le importaba nada. Le temblaban los labios mientras con la mirada perdida buscaba entre sus recuerdos los últimos momentos felices de su vida. Le dio otro sorbo al vino y continuó. -Desde acá vimos el rayo y la explosión. No lo podía creer cuando me enteré de lo que pasó… hacía un ratito nos habíamos despedido. Y que justo a él lo hubiera agarrado un rayo. No no no… no lo podía creer. Morel lo dejó llorar sin intervenir. - Yo fui al campo a buscarlo. Me sumé a los rastrillajes de bomberos para ver si estaba Enrique perdido por ahí. Nada. Pasaron dos meses y a veces todavía voy a llorar a ese… baño lleno de moscas. Y todavía me tengo que fumar las burlas. Anteanoche el pelotudo de Matías volvió del boliche con los amigos y me dice Rober venite al campo así buscamos la pija del Mocho que debe estar ahí. Y sumó un comentario en tono casi intimista, pero que Morel ya no podía dejar pasar. -Hijo de puta. -Sí… justo él viene a hablar de pijas. -No entendí eso último. ¿Por qué? Roberto pareció incomodarse, pero tomó de un trago todo el vino que le quedaba en el vaso, como si necesitara tomar fuerzas. Se lo veía conmovido. Parecía que de pronto se hubiera abierto una caja de pandora de la que no dejaban de salir cada una de sus heridas. -Yo hice el secundario con Matías y todo ese grupo de mierda. Yo les chupaba la pija en el baño del colegio. Y en el baño del boliche también. Y era Matías el que más me pedía. Y cuando se enteró que empecé a salir con su tío se puso loco. Marcó cada una de las Y con una rabia contenida que lo hacía golpear la mesa con el dedo índice. -¿Y Enrique nunca se enteró de eso? -Yo no quería hacer kilombo en la familia. Pero un día me re saqué porque el pibe me gritó algo en la calle… y se lo conté a Enrique. Casi lo caga a piñas. Siempre se odiaron los dos. Morel empezó a armar en su cabeza toda una historia macabra. -Y Braulio… ¿alguna vez se la agarró con vos? ¿Sabía de tu relación con Enrique? El chico negó con la cabeza. -Sí, claro… Braulio era loco, pero lo amaba a su hermano. Siempre supo que a Enrique le gustaban los hombres, y siempre cuidó. Braulio sabía que su hijo era un pelotudo. -Y ahora todo quedó para él –comentó por lo bajo Morel. -Y por un rayo. Eso es tener suerte. Roberto tomó la tarjeta de Embutidos Los Mellizos que había dejado Morel sobre la mesa y la miró con una sonrisa amarga. -Ahora puede dedicarse a hacer estos negocios de mierda que Enrique detestaba. Mirá el pelotudo lo que quiere hacer con nuestro campo, decía siempre. Morel se imaginaba las peleas que debió haber en esa familia entre un hombre de trabajo y un vago que quería ganar plata sin madrugar. -Alguna vez Enrique te propuso algo… algo serio, digamos. Fue quizás la primera pregunta realmente personal que hacía desde que había llegado a ese lugar. Y, se dio cuenta después, la pregunta más idiota de todas. Roberto largó una sonrisa amarga aún con los ojos cubiertos de lágrimas. -Qué, ¿alquilarnos una casita? ¿Casarnos y que nos tiren arroz? ¿Vestirme de blanco y tirar el ramo? No seas tan porteño, querés. Morel apenas sonrió avergonzado. El chico siguió como si él no existiera. -Una vez, en medio de su locura, Enrique me dijo que nos fuéramos a vivir a Buenos Aires. Dejar toda esta mierda y hacer algo juntos. Fue un par de semanas antes… antes del rayo. Y en ese momento Roberto se quebró por completo y comenzó a llorar con sollozos cubriéndose la cara con ambas manos. Desde el primer momento su teoría resultaba absurda, pero no perdía nada con descartarla. Frente a él no había un conspirador escondiendo a su amante que había resignado una mano para comenzar una nueva vida. Había un muchacho quebrado de dolor. Morel lo palmeó paternalmente, le sirvió otro vino y cambió de tema como para intentar sacar al chico del abismo al que él mismo lo había empujado. Salieron del parador y se despidieron frente al Torino. Cuando Roberto le comentó que Enrique tenía uno parecido Morel simuló sorpresa. -¿Querés que te alcance a algún lado? El chico, aún con los ojos hinchados, sonrió. -No dejá. Van a decir que además de puto soy un fetichista de los Torinos. Esta vez no tuvo que simular la sonrisa. Entró al auto, encendió el motor y recordó que durante la conversación hubo un comentario que le hizo ruido. Bajó la ventanilla. -¿Por qué dijiste justo a él? -No entiendo. -Dijiste que no podías creer que justo a él lo hubiera agarrado un rayo. ¿Por qué te pareció raro que le pasara a él? -Ah, es que siempre me hablaba sobre lo jodidas que son las tormentas en el campo. No entiendo por qué fue a meterse ahí. Morel se tiró boca arriba sobre la cama de su habitación y fue armando en su cabeza una teoría delirante del mundo, basada en cuatro detalles que en un juicio no servirían para nada: La mano del Mocho tenía un corte distinto a las otras dos. Según Matías el Mocho le dijo a su hermano que salieran a cosechar antes de que cayeran piedras. Pero según Roberto el Mocho le tenía pánico a las tormentas eléctricas. Matías dijo que salieron porque se estaba por largar, pero según Roberto ya estaba lloviendo cuando Mocho lo dejó en la YPF. Y además, Matías y el Mocho se detestaban. Según la teoría moreliana, el loco Braulio salió a levantar la cosecha en medio de la tormenta antes de que cayera granizo y un rayo que lo hizo volar por los aires. Matías entró en pánico, corrió al lugar, se desesperó y en ese momento llegó el Mocho. Ahí quizás Matías tuvo un ataque de ira porque había muerto su padre… o quizás sabía que a partir de ese momento todo el campo le iba a pertenecer al Mocho. Como fuera, lo mató, le cortó la mano y la tiró al fuego. La teoría más ridícula del mundo. Había algo que se le estaba escapando. Okey, pensó Morel, tiró la mano mocha porque era la que más claramente se iba a identificar a Enrique, pero ¿qué pasó con el resto del cuerpo? Con toda esa teoría no alcanza. Sin cuerpo no hay delito. Pero como diría Aguirre, Morel sentía en el pecho que lo estaban cagando. Así vestido sobre la cama se fue dejando llevar por el sueño. Eran ya más de las doce de la noche de un día que había sido eterno. Comenzó a dormitar con la luz encendida. Qué estaba pasando por alto. Rastrillaron todo el campo y Enrique no apareció. Pero apareció su mano. Sabía que había algo que se le estaba escapando. Y de repente, en pleno duermevela, apareció la idea absurda que encadenó a otra idea absurda y luego a otra idea absurda, hasta crear algo que no parecía tan absurdo. Se sentó bruscamente en la cama y recompuso lo que había pensado entre sueños. No, no era un delirio ni era una teoría del inconsciente. Era el dato que se le había pasado por alto. Se le revolvió el estómago y llegó justo para vomitar todo lo que había cenado. Aunque eran la 1AM, marcó el teléfono de Aguirre. Como siempre, este lo atendió como si fuesen las 2 de la tarde de un martes. Nunca lo había encontrado dormido. Aguirre vivía para ese trabajo. -Qué pasa pelotudo, ¿encontraste algo? -Creo que sí. -Creo… -Tenés que confiar en mí. -La puta madre Morel, cuando me decís esas cosas… -Nunca me equivoqué hasta ahora. Aguirre hizo un silencio, seguramente tratando de recordar -No me hagas mandar a la justicia si no estás seguro. Me hacés quedar como un boludo. -No hay que mandar a nadie. ¿Tenés algún contacto fuerte en SENASA? -En todos lados tengo contactos fuertes –dijo resignado- ¿qué querés que haga? Una semana después, la noticia explotó en todos los portales de noticias nacionales y también de algunos internacionales. La prensa amarilla tuvo quizás la mejor noticia del año: “El Carnicero de Navarro: mató a su tío e hizo embutidos con el cadáver”. Los programas de la tarde se llenaron nutricionistas y religiosos hablando sobre las consecuencias de comer carne humana. Desde el gobierno aseguraron que estos controles sorpresivos de SENASA continuarían en otros establecimientos del país. Aguirre, con una sonrisa que no le entraba en la cara, lo recibió sentado en la sala de reuniones con el paquete ya armado sobre la mesa. -Y, ¿estaba rico el salame? Morel apenas sonrió y se sentó. -Mirá que yo soy un enfermo… pero vos me das miedo –siguió Aguirre-, no me explico cómo se te ocurre pensar esas cosas. Morel manoteó el paquete envuelto y lo abrió. No necesitó cortar. -¿El 15% no serían 300 lucas? -Lo de Braulio lo vamos a tener que pagar, eso sí que fue un rayo. Pero zafamos el de Enrique. 150 lucas no es poco, no llores. Sonaba lógico, pensó. Contó los 15 fajos superficialmente y los guardó en su mochila. -El pibe ganaba mucho con la muerte del tío. Podía aparecer cualquier parte del cuerpo, pero justo apareció la mano a la que le faltaban los dedos… -Cuando hay una casualidad hay una sospecha. Eso me dijeron hace 30 años, cuando entré a esta compañía. -Y encima tenía un corte distinto. -Recién ahora los forenses la analizaron: estaba quemada con leña. No tenía restos de diésel. -Seguro que no se esperaba que buscaran a su tío, así que en una noche hizo los salames con el cuerpo y quemó la mano para tirarla por ahí. -Se hizo el gourmet: los salames tenían mezcla de carne de cerdo y con carne de tío. -Parecen de cerdo, pero tienen un gustito más dulzón –recordó en voz alta Morel. Aguirre puso cada de asco. -Cuando le pidieron los documentos sanitarios de los corderos se puso nervioso… -No tenía criadero de corderos. Era todo muy raro, pero como de entrada concluyeron que fue un rayo… -…y cuando le dijeron que iban a tomar muestras de los salames le agarró un ataque y los quiso echar a todos. Después encontraron huesos humanos y perdigones en el chiquero. Ahí se quebró. Morel se paró para colgarse la mochila al hombro. Aguirre estiró la mano para saludarlo. -Muy buen laburo, Camilo. ¿Ya sabés qué vas hacer con la guita? -Una partecita va a ir para un Valiant 65 que tengo visto. El resto lo ahorro para comprarme la casa. El apretón fue fuerte. Morel se dio vuelta para salir, pero recordó algo antes. -¿Sabés si pusieron guardia en el campo de Jiménez? Aguirre se sorprendió con la pregunta. -Habrán puesto algún milico en la entrada para que no se metan los curiosos… pero ya tomaron todas las muestras que necesitaban. No creo que haya tanta seguridad, ¿por? -Nada, nada. Si salía ahora podría llegar al pueblo a eso de las 7 de la tarde, cuando empezaba a anochecer. Buen horario. Pasó por una ferretería, compró un juego de pinzas para desarmar el volante y subió a la autopista.
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O Filho de Odin, Cap. 4, “Toledo e Boeürn Seterwind”
Antevisão: no qual os maus são MESMO MAUS, Zuzarte não percebe nada de arquitectura militar, e Jonatã continua a combater a existencial entropia de mamas de não uma gaja, mas DUAS, com um leve adocicado de incesto.
Amigos, a minha tecla Q está perra, mas o curioso é que ela funciona bem durante o dia, mas quando me sento a escrever isto, emperra ainda mais...
Eu acho que Deus me está a enviar uma mensagem...
Lembram-se dos centauros que deram de fuga assim que um japonês fodido na arte de decepar gajos meio cavalos, meio homem (anime style) e um pirralho de cabelos geriátricos lhes deram uma coça? Pois eles correram tanto que foram dar ao acampamento de Vhan, o henchman do Drácula que, sem qualquer explicação, agora nos é apresentado como “Cavaleiro da Morte”.
Isto é tipo ser Doutor neste país, toda a gente se pode chamar a si mesmo o que lhe apetecer. Vou começar a fazer o mesmo para estas personagens.
À medida que entravam, a terra apodrecia, tornava-se negra, os aniais morriam e serviam de jantar a Gurans.
Zuzarte, tu não te deves lembrar da doença das vacas loucas para saberes desde logo que isso é MÁ IDEIA.
Que caralho são Gurans?
Não havia tendas, mas havia acólitos das trevas a invocar Zigurates.
Se não havia tendas... não era um acampamentos? Literalmente?
E O QUE É QUE SÃO ZIGURATES CARALHO PÁRA DE APRESENTAR PALAVRAS À TOA eu fui pesquisar enquanto relia isto e Zigurate é uma técnica arquitectónica suméria??? Os acólitos estão a invocar casas??
Estes eram responsáveis pelo apodrecimento da terra. Montes de ossos espalhavam-se pelo acampamento, necromantes invocavam esqueletos guerreiros armados de cimitarras enferrujadas de sangue.
Ui ca maus
lmao “enferrujadas de sangue”
Isto de fazer o pessoal tão mau, mas tão mau, que apodrece a terra é uma péssima ideia a longo-prazo? Como é que tipo... plantam cenas?
O grupo reunia-se à beira de um pequeno penhasco com vista para as planícies, e a observá-las, montado num Pesadelo (Equus Necron Maleficarum), estava Vhan.
Eu é que estou montada num pesadelo.
Se se perguntam porque é que eu não pus equus a itálico, é porque está assim no livro, não faço ideia de qual é a lógica aqui.
E que caralho é um pesadelo? Foste ver quadros do Fuseli e ficaste confuso?
Ah espera, ele dá-me um INFO DUMP IMEDIATAMENTE A SEGUIR:
Os Pesadelos são cavalos das trevas com crina e cauda em fogo vivo. Os olhos são labaredas e, a cada expiração, deitam chamas pelo focinho. O coração deles é preto, como o abismo das trevas de onde vieram e só vivem para espalhar o mal e servir de montadas a vampiros ou aos seus mestres satânicos. A pele deste animal é negra como carvão, os seus cascos são poderosíssimos e os dentes venenosos – semelhantes aos das cobras-capelo, só que mais fatais e com um veneno mais rápido.
Já falei aqui em narradores e tipos de vozes, e já percebemos como é que o tempo verbal utilizado ajuda a reflectir isto. Agora vamos tentar compreender porque é que o narrador saber tudo (omnisciente) não justifica que vocês possam largar informação assim.
Agora, entendam o que ele fez: literalmente interrompeu a narrativa. O Zuzarte interrompeu a hist��ria para nos dar um artigo de wikipédia. E se eu quisesse isso, ia à wikipédia.
E isto não é grave apenas porque vocês, enquanto leitores, se viram forçados a sair da narrativa para se depararem com esta informação---ele fá-lo com a merda da linguagem que, aqui, é estupidamente estereotípica. Eu diria que soa a uma entrada de livro, tipo uma coisa que eu chamaria manual, vá, assim como se as palavras utilizadas, que são tão absurdamente maléficas, estivessem ali par aindicar um espectro moral muito preciso...
Espera lá...
...ya.
Os centauros aproximam-se de Vhan e dão a má notícia: que o Chaval escapou-se, revelando-nos assim que, afinal, os centauros estavam a trabalhar do lado de Drácula, o que... a este ponto não é surpresa, é só esperado.
(Eu quero é saber dos outros centauros que estavam a passear pacificamente em Badajoz????)
-- O QUÊ!!! – gritou Vhan, colérico. – ESTÁS A DIZER ME QUE UM RAPAZ DE 15 ANOS MATOU CERCA DE 120 CENTAUROS SELVAGENS E HANRAK, “O CARNICEIRO”?
1. Oof, eu não tinha mesmo compreendido que ele estava “colérico”, Zuzarte. Ainda bem que o dizes.
2. Isto é um pouco opção, não regra, mas é uma opção estética MUITO acolhida: não ponham números, a menos que datas ou números muito altos (e mesmo assim; eu escrevo todos os números por extenso). Números, numa históra, escrevem-se sempre por extenso por não mais que fica melhor. Dá um aspecto um bocado deslavado e é mal visto.
Os centauros dizem que ele não o fez sozinho, e que teve ajuda de outro miúdo também de 15 anos (como sabem esta informação, não sei, visto que nem o narrador no-la deu), que estava “pior que possuído” porque tinha um dragão e uma espada que brilhava e o caralho.
Zuzarte: ou é espada ou é catana. Os dois termos não são intercambeáveis. É o mesmo que eu usar “bazooka” para me referir a um a bombarda.
“Um Dragão?” – pensou Vhan, dizendo de seguida: -- Maldição, o espírito de Yojimbo ainda vive na alma dese mortal... Isto é capaz de trazer problemas.
Eu... nem sei por onde começar em todo o monte de errado que decorre neste desastre. Mas vamos por partes:
1. Não, uma nova fala não significa necessariamente um novo parágrafo, mas UM TRAVESSÃO, se utilizado para indicar nova fala, tem de ir para um novo parágrafo. Quer isto dizer que vocês podem indicar diálogo de quantas formas quiserem (Saramago... ahem), mas o travessão existe para podermos diferenciar visualmente uma fala de outra.
2. LOGO, um pensamento não vai para o meio do travessão. Ao menos tenho de dar a mão à palmatória ao Zuzarte porque, nisso, ele é consistente: pensamentos aparecem sempre entre aspas. Não é a minha opção, nem gosto de ver, mas isso é porque eu uso aspas para diálogo—opções.
3. Mas... todos os japoneses desta história se chamam Yojimbo? Inclusive a espada? Iori, Yojimbo... mas tu achas que no Japão toda a gente fala por aliteração, ou só viste três animes na vida?
Os centauros exigem o dinheiro prometido pelo trabalho que desempenharam e, se já viram filmes do Bruce Willis, sabem perfeitamente o que é que vem a seguir.
Os esqueletos dispararam uma chuva de setas contra os centauros --, os que não foram atingidos foram chacinados. Pedaços voaram e Gurans atiraram-se para cima deles devorando-os. Vhan soltava gargalhadas e batia palmas.
Os esqueletos não estavam armados de cimitarras? De onde é que vieram as flechas?
CONTINUO SEM SABER O QUE SÃO GURANS.
E agora vamos falar daquele travessão lmao porque normalmente, o Zuzarte nem os usa mal, mas aqui espalhou-se ao comprido.
Os travessões, quando no meio da frase, não são mais do que substitutos para parêntesis, no sentido de desenvolverem a mesma função. Mas imaginem que querem dizer qualquer coisa que se extende por várias interrupções e, quando dão por vós, têm vários parêntesis lá para o meio? Ou que querem dizer algo que não necessita de parêntesis, mas não deixa de ser um acrescento que corre o risco de “quebrar” o ritmo da frase. A solução são travessões. Eu sou pessoa de optar sempre por travessões e raramente por parêntesis, portanto disto percebo eu.
Quando é exigido que uma vírgula apareça imediatamente a seguir ao travessão, ou seja, se a oração anterior assim o exigir, podem metê-la à mesma ou simplesmente ignorar, porque a realidade é que não interrompe a fluidez da frase nem o ritmo, mas em termos de pontuação fica correcto. Tendo em conta o uso de vírgulas, isso tem a haver com as orações e a composição das frases.
Uma coisa para a qual o travessão também é usado, como disse, é quebrar o ritmo ou mudar de asunto, que me parece ser o que o Zuzarte estava ali a tentar fazer—e até estava certo (viram o que fiz aqui? Interrompi a frase para introduzir uma interjeição, e vocês percepcionam como interjeição por causa da mudança abrupta de tom). Agora o que é aquela vírgula está ali a fazer é que não sei... Porque a frase aguenta-se bem assim, e a vírgula transforma-se apenas em puro erro.
Continuando.
Longe dali, Jonatã, a sua Vagina Falante e o Estereótipo de Anime prosseguem viagem. Como?
[Jonatã ] tocou uma nota na sua trompa e ajudou a Iori a subir; depois olhou para Kenchi, que contemplava as planícies.
-- Ei, Kenchi, despacha-te senão vamos embora sem ti.
-- O vento sopra de leste. Aparece Daigoro! – depois pegou numa espécie de flauta e tocou uma nota.
Oh Zuzarte, “espécie de flautas” só existem nas casas de banho de Sete Rios, Glory Holes ou ginásios masculinos, ou É uma flauta ou não é, e eu não tenho dúvidas que se um gajo qualquer visse outro gajo levar um objecto oblongo (dir-se-ia FÁLICO) às beiças, soprar, e ouvisse um som agudo que provavelmente reconheceria, provavelmente não diria “deve ser um didgeridoo”.
Já agora, adoro que o Jonatã “tocou na sua trompa” (LMAO) e não disse o que é que convocou, simplesmente içou a Iori, e vocês desculpem-me, mas isto... não soa bem...
Como se se tratasse de uma resposta, uma rajada de vento soprou com força e partículas verdes começaram a juntar-se até formarem um tigre com dentes de sabre, pele verde às riscas e olhos azuis. O pêlo do animal formava uma espécie de chama verdeada.
...mas em chamas verdes.
Nos poucos instantes em que o Zuzarte até tem inspiração, eu preferia mesmo que não tivesse.
Arthos aproximou-se do tigre, no momento em que este expirou e exclamou:
-- Ouve lá, tens mau hálito!
O tigre parece não ter ficado nada contente, porque deu uma valente patada na cara do grifo.
O Zuzarte tem muita falta de confiança na escrita, e isso reflecte-se nos “parece” e “espécie de”, que abundam neste monte de dejectos. O narrador, aqui, ou tem que tomar uma posição ou outra: ou nos mostra a reacção do tigre sem dizer nada, e nós tiramos a conclusão por nós próprios, ou, sendo OMNISCIENTE, nos mostra que o tigre ficou irritado com a reacção, balançando o acto de mostrar com o acto de dizer.
-- Ai esta juventude!... – comentou o tigre. – Já não é como a de há mil anos.
-- ELE FALA!!! O TIGRE FALA!!! – gritou [Jonatã], espantado.
“Espantado”? Vê lá, eu não diria.
Jonatã, que até aqui não se sentiu intimidado por homens com frangos de aviário a aparecerem-lhe aos pés da cama, não se deixou intimidar por grifos que o cegaram por 5 segundos para lhe dar supervisão, não viu nada de estranho numa voz masculina ordenar-lhe que tocasse numa estátua de um homem, não hesitou em desancar num adolescente de 15 anos que assassinou no mínimo 80 centauros, subitamente, borra a cueca com um tigre que fala.
O tigre afirma que pode correr a 800 km por segundo (juro que não estou a inventar) ou até à velocidade do som e da luz.
Memorizem isto porque vai ser um valente tiro no pé. E já agora, o Tigre tem de contar para o ranking de sistemas de overpowering.
Por causa disto, Arthos e Daigoro decidem fazer uma corrida até Toledo. O destino da corrida, vou ter de assumir ser uma informação que o Jonatã proveu off-screen, porque não há nenhum instante em que isso seja exposto no livro.
Apreciem este trecho:
Arthos voava o mais depressa que podia e, por pouco, não chocou com um pato-selvagem muito tranquilo, que ficou admirado com o que os seus olhos viam. Por baixo deles, Daigoro “corria” a 800 km/s sem qualquer dificuldade; na verdade, aquela era a sua velocidade básica de corrida.
Claro que era.
Mano, eu garanto-te que os patos já viram pior. Eu estudei na FCSH, eu sei.
Reparem que quando o Zuzarte se fartou de dizer “espécie de”, passou simplesmente a usar aspas, o que nos leva aqui:
“Minutos” depois, encontravam-se ambos a cinco quilómetros de Toledo.
???? São espécie de minutos??? Fdse vais me dizer que o Escolhido do Cabelo Geriátrico também tem uma unidade de medida de tempo especial??
Outro exemplo de narrador não-ausente quando devia estar:
Arthos desceu e pôs-se ao lado de Daigoro, que corria sem se cansar. Nada mal para um tigre com três mil anos.
Arthos continua a chamá-lo de velho e a dizer que ele não vale nada e Daigoro responde-lhe:
-- Vê lá, rapaz, tens de pensar naquilo que dizes. E nada é mais rápido do que o pensamento... Eu sou o pensamento!
Não sei, Zuzarte, os teus até me parecem ter uma unidade de tempo bem diferente de um pensamento normal...
Pela primeira vez, Zuzarte usa bem o discurso indirecto livre:
Arthos ficou boquiaberto: como é que um tigre daquela idade conseguia correr a uma velocidade tão fora do normal!
Estão a ver como o discurso do narrador é utilizado para enaltecer o pensamento do personagem, a ponto de um e outro se misturarem e ser quase impossível destrinçar um do outro? Até lhe louvo o uso do ponto de exclamação em lugar do ponto de interrogação para reforçar a surpresa! FODA-SE Zuzarte, agora mantém!
Arthos perde a corrida e lá chegam a Toledo.
Os portões da cidade eram feitos de tijolos vermelho-acastanhados e reforçados por metal negro. As grades eram de madeira de carvalho, fazendo com que o portão fosse muito difícil de destruir.
Vocês provavelmente sabem que não só sou historiadora da arte como dou aulas disso, portanto quando o Zuzinho se mete com estas descrições, puxa-me do bicho interior e eu tenho que reclamar. Não, Zuzas: madeira de carvalho não é difícil de destruir. Em 1862 é literalmente a cena mais fácil de destruir, acima de tudo em arquitectura militar, que é o caso aqui.
Eu não faço ideia do que são tijolos reforçados a metal, deve ser uma técnica de cozedura de barro ou silhar inovadora.
Pequenos ralos em forma de canhão encontravam-se em cima dos portões, para que, no caso de haver uma invasão, os guardas pudessem deitar azeite a ferver ou metal fundido para cima dos invasores.
Não se chamam ralos, chamam-se mata-cães, e têm este aspecto:
E nunca eram utilizados para despejar metal fundido. Metal é um bem preciosíssimo, caro e ultra necessário para armas acima de tudo. O pessoal não o gastava a derreter e a atirar para o inimigo, fundia para fazer mais armas. O pessoal despejava, sim, água a ferver quando o azeite acabava, e como a imagem mostra, atirava pedras também.
Agora, o que me está a fazer confusão é que mata-cães, ya, estão provavelmente na muralha porque ficaram ali com o passar do tempo (se a muralha for medieval, o que duvido), mas estamos em 1862? Mata-cães tornaram-se literalmente obsoletos com a chegada da pólvora logo no século XVI e deixaram de ser utilizados, e os poucos que vemos servem de decoração apenas.
Estátuas do tamanho de dois elefantas africanos em forma de hoplitas, com espadas gregas gigantes, encontravam-se posicionadas de ambos os lados do portão, parecendo que estavam à espera de uma ordem para atacar.
Portanto, ajudem-me aqui. Isto é um elefante-africano:
E isto é um hoplita:
E isto, vagamente, uma espada grega:
??????????????????????????
Alguém quer tentar desenhar isto, a ver se conseguimos perceber?
E sim, fui procurar as portas de toledo, e além de um arco triunfal, das restantes portas, nenhuma delas é como ele descreve. Aliás, nem me parece medieval, mas tardo-medieval, e definitivamente árabe, mas adiante.
Só então é que Arthos chega com Jonatã e a Tetas Humanas, e o bicho, mais o dragão vegan, bazam. Jonatã e o seu amigo Estereótipo Racial berram pelos guardas e eles aparecem
(porque é que de repente o mundo funciona na lógica medieval? No século XIX as cidades já não são foritifcadas por muralhas, e as que são, são BEM diferentes)
Jonatã diz quem é, e
dois halflings (Homo kobalis diminutus) -- ou hobbits, para facilitar
obrigada, @vagueandseeminglydeep
Toledo, a cidade das espadas e armaduras, toda ela feita em tijolos; ou seja, os passeios eram feitos de pedra e as casas de tijolo.
Obrigada, Zuzarte, por um momento eu realmente não teria compreendido o que é que “cidade dos tijolos” significava.
Passeiam até que chegam à mansão do tio Bjorn, e um mordomo abre-lhes a porta, e suponho que esta seja a primeira prova de que, realmente, o narrador é omnisciente:
Ao ouvir aquele nome, a mente do modomo encheu-se de recordações sobre um passado recente. Lembrou-se de ver [Jonatã] e Uther num duelo de floretes, e de ver [Jonatã] ganhar a Uther quando tinha apenas dez anos.
porque é CLARO que o derrotou com apenas dez anos. Ele é tão especial..
Eu NUNCA MAIS quero ouvir NINGUÉM vir com merdas de “Mary Sues” porque o Jonatã ultrapassa todo o conceito de Mary Sue com que alguma vez me deparei.
O mordomo fica “esfuziante” e deixa-o entrar. A casa tá carregada de pinturas nos tectos e paredes, pra saberem que é de rico.
DO NADA, na frase imediatamente a seguir, o tempo verbal passa para o presente:
Na sala de convívio, [Bjorn] Seterwind e a sua família tomam chá e conversam sobre o seu dia.
E na frase imediatamente a seguir, voltamos ao pretérito perfeito:
Entretanto, o mordomo entrou na sala com os três visitantes atrás dele.
E não voltamos ao presente.
Eu quero que compreendam que isto é erro de iniciante, e por iniciante quero dizer que isto era o tipo de coisas que fazíamos com 6 anos porque não sabíamos nada da vida. Uma coisa que, quando relemos no momento da revisão, soa estranho e mudamos imediatamente. É um erro fácil de cometer, mas que reparamos e corrigimos LOGO na revisão.
O mordomo chama-se Nestor e apresenta os três convidados, que estão nestes preparos:
Iori com as mãos atrás das costas, Kenchi a pegar num vaso e a olhar para ele, e [Jonatã] que nessa mesma altura estava a tirar “macacos” do nariz.
O tio pergunta se é mesmo o Jonatã e o Kenchi responde:
-- Não, é o sem abrigo aqui do lado. Que raio de tio és tu, que nem sabes quem é o teu próprio sobrinho? -- ironizou Kenchi.
As tiradas dele são um bocado infelizes, mas eu vou ser sincera, eu gosto do espírito dele. O problema é que aquilo não é ironizar, a primeira frase é ironizar, a segunda é uma pergunta...
Eu acho que o Zuzarte tem um problema super sério em saber entender o tom em que as coisas são ditas (deve ser um gajo fantástico numa noite do Lux), porque ele usa tantas alternativas para “disse” que não percebe que transforma a conotação da frase de tal forma que por vezes somos obrigados a voltar atrás e reler.
Bjorn manda que se faça um festim para celebrar a vinda do Beto Supremo e
[Jonatã] lembrou-se das palavras de Odin, e ficou feliz.
...que palavras?
Nestor bateu palmas e os mordomos, humanos e halflings (hobbits)
ZUZARTE A GENTE JÁ SABE QUE HALFLINGS SÃO HOBBITS PORQUE TU LESTE O SENHOR DOS ANÉIS E TODA A GENTE SABE QUE HOBBIT É UMA CRIAÇÃO DO TOLKIEN QUE CORRESPONDE A HALFLING MAS NUMA LÍNGUA QUE ELE INVENTOU, FODA-SE, PÁRA DE ESGALHAR O PESSEGUEIRO EM TEXTO.
e EIS QUE AGORA...
Momentos mais tarde, uma rapariga de cabelo ruivo, orelhas de elfo e com uma cara quase tão bonita como a de Iori,
...para que fiquem já com a certeza absoluta que esta vai ser a Badalhoca que vai criar o triângulo amoroso, porque a incompetência aboluta do Zuzarte em descrever uma coisa sem ter de recorrer a uma comparação é-lhe finalmente útil para criar um Duelo de Vaginas...
desceu as escadas, viu [Jonatã], correu na sua direcção, e saltou-lhe para as costas, apertando-lhe o pescoço sem se aperceber.
-- [Jonatã], voltaste!! -- gritava ela, contente.
-- Gasp... não... conseguir... respirar... morrer... COF... -- E [Jonatã] caiu no chão semiasfixiado.
Iori, ao ver o que aconteceu, gritou tão alto que até o vidro de uma janela rachou. Depois, correu na direcção da rapariga e disse:
-- MALDITA SEJAS, MATASTE O MEU NAMORADO! -- Kenchi, ao ouvir a palavra “namorado”, olhou para Iori, franzindo o sobrolhou e interrogou-se a si mesma: “O quê?”
...quem é que se interrogou a si mesma? Foi a Iori, ou o Zuzarte enganou-se no género do Kenchi? Isto não faz sentido.
Iori desafia a gaja para a esventrar porque acha que o Jonatã está morto, mas a moça, na sua arte de curandeira, manda um balde de água fria para cima do gajo.
A rapariga é Mace, e fica desde logo estabelecido que só está aqui para ser a badalhoca, portanto Vagina Falante #2, porque o Zuzarte nunca viu um pipi na vida.
Até agora, não houve nenhuma química entre a Iori e o Jonatã, excepto os assédios sexuais dela, mas à mais pequena reacção, a Iori torna-se possessiva, histérica e todo um trope mais velho que o cagar de cócoras, da gaja que o tomou imediatamente por namorado. Tudo isto serve apenas para insuflar o ego do Zuzarte, enquanto literariamente, lhe enaltece o micropénis.
Entretanto, Kenchi diz isto da Mace:
-- Eu não sei, só sei que tem um seio muito bonito. He! he!, com altares como aqueles bem podia ser sacerdotisa -- gracejou Kenchi, com um sorriso malandr.
YIKES
(Mas só UM seio é que é bonito)
Jonatã diz à Iori que Mace é a sua namorada; Iori cai numa espiral de depressão de 10 minutos; Jonatã diz que estava só a brincar e diz que é só a sua prima, que no fundo é a mesma coisa para o tuga de alta sociedade, mas adiante.
Esta cena de “vamos provocar ciúmes em duas personagens mais secas que carapaus mal assados e sem um pingo de química” dura por demasiado tempo e eu detesto merdas de “eu tenho tetas maiores que as tuas”. Basicamente, ainda não conseguimos defenir um único traço de personalidade da Iori que não seja ficar histérica quando detecta um par de mamas na mira do seu querido.
Eu acho que não tenho que discorrer sobre o sexismo de merda que está aqui em jogo, porque vocês conhecem-no bem. Mas isto infelizmente é bastante comum na fantasia de merda, e aparece neste caso como uma bandeja de prata para o micropénis do Zuzarte. Se a fetishização da personagem japonesa não bastasse, ele agora mete uma elfa grossa, toda boa, com brutos melões, para se babar apenas da IDEIA de ter não uma, mas DUAS gajas boas a sniffarem-lhe o cu. E claro, a fantasia de todo o português macho: ter a prima boa. É fruto proibido. Nunca lhe pode tocar, porque é família, mas foda-se, se nos jantares de família não lhe está a olhar para a prateleira...
Deve ser a fantasia de todo o macho que escreve fantasia: uma elfa grossa e uma waifu toda boa.
Ai Zuzarte, eu só quero mesmo ter uma conversa contigo...
Segue-se um momento em que o Zuzarte faz uma tour da casa do tio que é prova de que ele foi ao Louvre, porque é de morrer:
O [quarto] de [Jonatã] tinha uma janela ricamente decorada. O tecto mostrava uma pintura de -- Apolo a perseguir Dafne (1755-1770), pintado por Giovanni Battista Tiepolo (1696-1770). Havia cadeiras de veludo, com a madeira em talha dourada. A cama tinha lençóis cinzentos e era muito confortável. Em cima, estava um fato de cerimónia preto, com sapatos a condizer.
eu deliro com as putas das datas ali, que não estão ali a fazer nada, só para o Zuzarte mostrar que sabe
...e terminou???
Eu juro-vos que este foi o capítulo mais difícil de resumir, caralhos me fodam.
Sabem uma coisa, estou aqui a pensar ainda naquela parte dos mata-cães e.. eu acho que, no fundo, o Zuzarte é um inovador, porque ele está a escrever uma história steampunk mas só na estética, com toda a tecnologia medieval. É steampunk invertido. Ya, o pessoal tem armas mágicas bem fora, mas os países ainda são atrasados e usam técnicas militares da era medieval.
Ou isso ou o Zuzarte não faz ideia do que está a fazer.
________________________
Balanço final:
Sistemas de overpowering:
- Supervisão.
- Lobisomem ??
- Tigre que corre a 800km por segundo, à velocidade da luz ou do som
Armas em sua posse:
- Trompa de guerra
- Arco mágico
- Armadura de Mithral
_____________________
Anteriores:
—- Capítulo 1.
—- Capítulo 2.
—- Capítulo 3.
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El Municipio brinda recomendaciones para evitar la triquinosis
El Municipio brinda recomendaciones para evitar la #triquinosis #LaPlata #Salud #Bienestar #alimentos
En virtud de preservar la salud pública, la Municipalidad de La Plata brindó una serie de consejos a fin de prevenir la triquinosis. Entre las principales, se aconseja leer los rótulos de los productos y no comer chacinados caseros. Según datos brindados por la Secretaría de Salud de la Comuna, la triquinosis es una enfermedad zoonótica causada por el consumo de carne cruda o mal cocida de…
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Recomendaciones para evitar los brotes de triquinosis
Recomendaciones para evitar los brotes de triquinosis
El Senasa recuerda pautas y precauciones para la crianza de cerdos, elaboración de productos de origen porcino y la caza de animales silvestres. Las personas que elaboren chacinados, críen cerdos o practiquen la caza de animales deben tener en cuenta una serie de precauciones para evitar la ocurrencia de brotes de triquinosis, recuerda el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria…
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#Ecica Stand de Ciriacci chacinados y embutidos artesanales (at Colonia Almada, Cordoba, Argentina) https://www.instagram.com/p/Ch0M9iUJEWv/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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Paseo gastronómico: sabores de diferentes partes del país convergen en la Expo Rural
Durante todo el fin de semana, en la 79º edición de la Exposición Rural, el paseo gastronómico se extiende de punta a punta para deleitarnos con sabores y recetas de diferentes partes de la Argentina.
Durante todo el fin de semana, en la 79º edición de la Exposición Rural, el paseo gastronómico se extiende de punta a punta para deleitarnos con sabores y recetas de diferentes partes de la Argentina. Desde chacinados, cerveza artesanal y embutidos con recetas únicas, hasta platos gourmet, pastelería, licuados y helados, todo queda a mano para deleitar los sentidos. Una de las grandes…
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Misiones: Muertos e internados por botulismo tras comer chacinados
Misiones: Muertos e internados por botulismo tras comer chacinados
Según informq Misiones Online, un menor de 8 años es la tercera víctima fatal de botulismo en la localidad, Comandante Andresito. Otros dos adultos fallecieron el viernes producto de la misma intoxicación. El lunes se conocerán los resultados de la autopsia y demás estudios de laboratorio que les realizaron. El niño estaba internado en el Hospital SAMIC de El Dorado y tras sufrir tres paros…
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