#camilla de lucas
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dubiousdisco · 7 months ago
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Camilla de lucas and a fan
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queenfarmer · 1 year ago
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POPline Geek: We Talked to the Stars of "Queen Charlotte: A Bridgerton Story"
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workingontheurl · 2 months ago
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crystalclear100x100 · 4 months ago
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Camilla de Lucas!
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crystalclearpics · 7 months ago
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movienized-com · 7 months ago
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O Lado Bom de ser Traída
O Lado Bom de ser Traída (2023) #DiegoFreitas #GiovannaLancellotti #LeandroLima #CamilladeLucas #BrunoMontaleone #Micael Mehr auf:
Burning Betrayal Jahr: 2023 Genre: Drama / Mystery / Romantik Regie: Diego Freitas Hauptrollen: Giovanna Lancellotti, Leandro Lima, Camilla de Lucas, Bruno Montaleone, Micael, Louise D’Tuani, Drayson Menezzes, Aguida Aguiar, Vivian Barabani, Adriana Fonseca, Diego Freitas, Marco Macarney, Reynaldo Machado, Thadeu Matos, Vanessa Mello, Odilson Pires … Filmbeschreibung: Ethan ist ein…
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100x100crystalcleargifs · 9 months ago
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Camilla De Lucas!
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crystalclearhelps · 2 years ago
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Camilla de Lucas!
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marcogiovenale · 10 months ago
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"la caduta", di friedrich dürrenmatt, oggi alle h 14 su radio onda rossa
Tutta Scena Teatro ★ Radio Onda Rossa 87.9 fmoggi, martedì 9 gennaio 2024, alle ore 14● LA CADUTAdi Friedrich Dürrenmattscrittura scenica collettivaideazione scene e regia: Lisa Ferlazzo Natoliregisti collaboratori: Fortunato Leccese e Alice Palazziassistente alla regia e alle scene: Lorena De Gregorio con:Asia Coronella, Dalila De Marco, Giuseppe Follacchio, SebastianMarzak, Flavio Murialdi,…
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crownedinmarigolds · 4 months ago
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All of the VTM collaboration art so far! Sorry to re-post, I just wanted to have a big post where I can put them all one spot! I will link to the original posts and perhaps update this the more we all do! I hope we get to do more soon. <3 Hecata Family Portrait! Gangrel Fall! Thinblood Renaissance Faire! Malkavian Lupercalia Valentine's Day! Nosferatu New Year!
All of the characters and art are provided by the VTM Tumblr community who are all so gorgeous and talented! All of the artists are listed on the original posts but I will also try to list them all beneath the cut as well to make sure they get the praise they deserve!
Hecata Family: Anansi, Imogen, Aydan, Rocco, and Holly @confusedwithglitter Bryce Milliner @salubri-outcast Dr. Winston Mccaine and Bacia @morticrows Lucio @hunter-slime-660 Sabina Rico @squiretinnion Demetra "Demi" Giovanni @salubri-outcast Marcello Marchetti and Ash @superfastsquiddle Dionosio "Dio" Giovanni @salubri-outcast The Hidalgo Coterie - Crystal, Noa, Nythanel, Bravo, Cori - by myself! Amadou @holly-bearie Sasha @rattenprince Diego de Mondellis @cynical-tuba Xochi @urbanknightart Mattia Faulkner @harbingerofskulls Marcello Giovanni and Mirabella @squiretinnion Rosin @milk-crafting Deirdre and Mallory "Mal" Corvinelli @wizzsp Bernadette and Beatrix Beaumont @renaissancebadboy Gangrel Gang: Misha - @m4rloe5 Jensen - @satteredhunter Saffiya - @spell-fox Corvus - @renaissancebadboy Aidan - Spell-Fox Nixie Tube, Lexi Lyall, Darius, Hannah, and Mouse - @problemsynth Kuro - @urbanknightart Eli - Spell-Fox Dayo - @enderkriller77 Beepli Alison - @salubri-outcast Trixie - CrownedinMarigolds Damaris - @thesixthplaneteer Hugo Pitt - @squiretinnion Annette and Bones - @sheriff-shitstarter Alyssa and Lisa - @anarchswild Marcy - @confusedwithglitter JJ Slayter - @lealdog Ajax - @wizzsp Blake Moore - @vtmgremlin Fern - @lylailaeth Marina - @knuxtiger4 Wallis and Reynard - salubri-outcast Snare - TheSixthPlaneteer The Mariner - @holly-bearie Gaius - @ollieanderr Thinblood Faire: Jesse Steele - Fullblood Caitiff Scourge - @discodiablo (art by me!) John Carmichael - @emissary-of-stuff Ezra and Skye - @wizzsp Havi - @m4rloe5 Camilla - @renaissancebadboy My Stakebait Coterie! Ralph, Khloe, Kyle, and Christian! Gabbie - @del-uxie Leo - @cynical-tuba Ramona - also @renaissancebadboy!! Lucian - @squiretinnion Miles - @confusedwithglitter Cecil and Perry - @zyurp Blanche - @holly-bearie Del - @kentuckycaverats
Malkavian Valentine's: Monday - @zyurp Sophia - @holly-bearie Rigby - @themarginalthinker Emil - @morticrows Mir and Marie - @problemsynth Claire - @pretend-pretend-vampire Thom - @socialprawn Charlie - @osatokun Quinn and Sunspire - @tzimizce Niko - @shaydh Daimund - @thesixthplaneteer (art by me!) Shivers - @kmpshitposter Andrea - @bugcouncil Heleen - @m4rloe5 j and clemency - @luoniiel and @kermitted-cause Brooklyn - @svampira Wyrd - @clompe Apollo - @mountainashfae Lucas, Noelle, and Zeus - @supersquiddle Finn - @confusedwithglitter Lyla and Thirteen - @problemsynth Father Emir - @urbanknightart Monroe - @cynical-tuba
Nosferatu New Year: @its-sixxers - Elaine de la Saules, Casimmir, Briar Mary, Adam Romaniuk @themarginalthinker - Blue, Charlie, Tweak @tzimizce - Quinn @confusedwithglitter - Orpheus @the-art-block - Oginn, Atena:ti, Lamb, and Wolf Mother @holly-bearie - Angelo @problemsynth - Nere @m4rloe5 - Charlie
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wingzemonx · 1 year ago
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 145. Lo que se esconde en su interior
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Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX
Capítulo 145. Lo que se esconde en su interior
Temprano esa mañana, Charlene McGee recibió una visita inesperada en su celda de cristal, del nivel de contención de máxima seguridad. Salvo por el silencioso y malhumorado soldado que solía pasarle su comida por una rendija, en todo el tiempo que llevaba ahí nadie más había ido a verla ni le había dirigido la palabra. Aunque claro, sabía muy bien que nunca estaba sola; era casi seguro que las veinticuatro horas había algún pervertido observándola a través de las cámaras de seguridad que rodeaban el cuarto. Como fuera, lo cierto es que la presencia repentina de Lucas Sinclair en el mismo cuarto que ella, resultó ser al menos un cambio en su rutina.
El director del DIC avanzó hasta colocarse delante de una de las paredes transparentes de la celda, detrás de la línea de seguridad en el suelo, como lo había hecho el primer día que ella despertó en ese cubo de plástico. Su postura era firme, con sus manos en los bolsillos de sus pantalones, y mirada severa. Charlie lo contempló con expresión aburrida, recostada en la cama con sus manos entrecruzadas detrás de su cabeza.
—Qué sorpresa —exclamó con fingido entusiasmo, su voz resonando en los altavoces—. ¿Vienes acaso a comunicarme al fin mi fecha de ejecución?
—No, ese asunto no es algo que se haya resuelto aún —le respondió Lucas con tono indescifrable.
—¿Entonces a qué debo el honor de que el director en persona venga a verme? ¿Acaso vienes a castigarme? Porque me parece que me he portado muy bien hasta ahora.
—Demasiado bien, diría yo. Me reportan que te has portado bastante cooperativa; no has hecho ningún revuelo, soltado ni una queja, ni dado alguna señal de intentar escapar de tu celda.
—¿Ahora me van a regañar por ser buena niña? —musitó Charlie con mofa, al tiempo que se sentaba en su camilla—. Al final a ustedes no se les da gusto con nada, ¿cierto?
—Sólo no puedo evitar preguntarme el origen de este buen comportamiento —indicó Lucas, cruzándose de brazos—. ¿Un intento de hacer que bajemos la guardia para golpearnos cuando no nos demos cuenta?
—O quizás sólo me rendí, ¿lo has pensado? —señaló Charlie, encogiéndose de hombros—. Aun suponiendo que encuentre la forma de salir de esta pequeña jaula que diseñaste para mí, aún tendría que abrirme paso por encima de todos tus soldados, y lo que sea que me tengas preparado detrás de esa puerta. Y no tengo ni idea de si acaso estoy bajo tierra, en el interior de una montaña, o en la luna, como para intentar abrirme camino simplemente quemando las paredes. No, es demasiado esfuerzo para nada. Aquí estoy cómoda.
Hecha esa última declaración con voz perezosa, se recostó de nuevo en la cama, adoptando una postura de sobreactuado confort. Lucas entrecerró sus ojos, observándola con desconfianza.
—No esperas que en serio me crea eso, ¿o sí? —soltó Lucas con tono de acusación.
—Yo lo único que espero en estos momentos es mi desayuno —respondió Charlie, desafiante al final de todo—. Pero eso sí, te aseguro desde ahora que no pienso ayudarlos en lo más mínimo a reproducir el Lote Seis, a realizar cualquier experimento o prueba conmigo, y mucho menos les diré cualquier cosa con respecto a mis contactos afuera. Tienen sólo dos opciones conmigo: dejarme aquí a que me pudra en paz, o matarme de una vez por todas. Cualquiera que elijan está bien para mí.
Bueno, al menos la parte de que se rehusaría a colaborar con ellos de cualquier forma le resultaba más que creíble a Lucas, pero tenía sus reservas con que en verdad ya no estaba dispuesta a seguir peleando. Treinta años de huir y luchar, ¿y ahora simplemente pensaba quedarse ahí sin hacer nada? ¿Acaso la amenaza de lo que esa celda podía hacer la había en verdad persuadido? O, más probablemente, ¿se trataba de algo más…?
Lucas suspiró con pesadez. Retiró las manos de sus bolsillos, y rompiendo su propia norma de seguridad, avanzó unos pasos más allá de la línea de seguridad, aproximándose más a la pared de cristal hasta casi pegar su nariz a ella.
—Me enteré de lo de Eight —pronunció de pronto con tono reservado. Y aunque Charlie no hizo o dijo nada en especial tras oírlo, fue bastante claro que algo había cambiado drásticamente en el aire que la rodeaba. Como un fuerte golpe en la rodilla, que uno intentaba ocultar incluso evitando cojear—. Quizás no signifique nada viniendo de mí, pero lo siento. Nunca la conocí bien, salvo por su largo expediente. Pero sé que El y tú la tenían mucho aprecio. Y si de algo sirve, estamos realizando la búsqueda de su asesina y de los demás cómplices de Thorn. No podrán esconderse por mucho tiempo.
Charlie siguió quieta y en silencio, con su mirada fija en el techo de su celda, aunque sus ojos no reflejaban emoción alguna; ni tristeza, ni ira. Lucas entonces retrocedió lentamente, volviendo detrás de la línea de seguridad.
—También creo que te agradará saber que Eleven se encargó de su cuerpo. Normalmente en estas circunstancias, el DIC se ocuparía de inmediato en recuperar el cadáver de uno de sus UPs más buscados, para que no se les dé mal uso, y… —Estaba por decir “estudiarlo”, pero se detuvo rápidamente pues no le pareció que la insinuación fuera a ayudar mucho para mantener la aparente calma de su prisionera—. Pero en este caso decidí hacer una excepción, por El.
Charlie al fin pareció reaccionar en ese momento. Se apoyó en sus codos contra la camilla, alzando su torso lo suficiente para poder mirar de nuevo a Lucas. Su expresión era de absoluta confusión.
—¿Dijiste que Eleven se encargó de su cuerpo? —inquirió desconfiada—. ¿Acaso ella…?
—Sí, despertó —dijo Lucas, asintiendo—. Hace unos días, según parece. Y en cuanto abrió los ojos se puso a trabajar para limpiar el desastre en el que sus chicos se metieron.
El rostro de Charlie no demostró reacción alguna ante la noticia, pero Lucas estaba seguro que en el fondo por supuesto que había movido algo en su interior el escucharlo. No por nada prácticamente había hecho todo lo que hizo esas últimas semanas por El, para poder encargarse de la persona que la había atacado. Claro, ella no se lo había dicho directamente, pero él estaba seguro de eso.
—Para variar, una buena noticia al fin —pronunció Charlie en voz baja, y acto seguido volvió a recostarse en la camilla, esta vez sobre su costado derecho, prácticamente dándole la espalda a Lucas, que entendió sin problema que le intentaba decir con eso que no pensaba seguir hablando con él.
Lucas no insistió, y se dispuso a retirarse sin más de la sala de observaciones y dejarla sola para que siguiera con cualquiera que fuera el juego que estuviera jugando. Por su parte, él tenía mucho que hacer ese día.
—¿A qué viniste realmente, Lucas? —escuchó como pronunciaba la prisionera, jalando momentáneamente de nuevo su atención. Al mirarla, sin embargo, ella seguía recostada en la misma posición que antes—. ¿Sólo a darme el pésame por lo de Kali? —Lucas no dijo—. ¿Viniste como jefe del DIC? ¿O como un viejo amigo?
Él miró discretamente hacia otra dirección, mientras con una mano se acomodaba el nudo de su corbata.
—Aunque te resulte difícil de creer, un papel no contradice al otro —declaró con cierta rudeza, y prosiguió de inmediato su andar hacia la puerta.
Ninguno dijo nada más, y en cuestión de segundos la pesada puerta de metal se cerró detrás de Lucas, dejando del otro lado a Charlie. Ésta se quedó inmóvil en su camilla, como si se hubiera quedado dormida. Sin embargo, sus ojos estaban bien abiertos, y miraban atenta hacia su propio reflejo cristalino sobre el muro de su celda.
— — — —
Siguiendo las instrucciones de Verónica, Mabel cruzó la reja y comenzó a avanzar con paso cauteloso entre los árboles en dirección fija al norte. El punto exacto al que le había indicado que debía ir, en teoría estaría derecho en esa dirección; “no hay pierde”, había dicho ella. Sin embargo, sin sus poderes de proyección o rastreo, o un GPS que funcionara dentro de esa área, o un mapa con señalamientos claros en los cuales poder basarse, o siquiera una brújula convencional pues al parecer incluso las agujas de éstas se volvían locas en aquel sitio… lo único que le quedaba era avanzar derecho y sin desvío, más con fe que con convicción verdadera.
A cada paso que daba, recorría todo su alrededor con la vista, en busca de cualquier perturbación. La Doncella quizás no llevara una brújula, pero sí iba fuertemente armada con su rifle, que lo cargaba firmemente en sus manos mientras avanzaba, además de dos pistolas, una a cada uno de sus costados, y sus favoritos: un par de cuchillos de caza. Quizás no era tan buena con ellos como lo era Hugo el Cirujano, pero ciertamente sabía bien hacia donde debía ir la punta de la hoja, y con eso bastaba.
Por lo demás, aunque no pudiera extender su consciencia y ver más allá de donde se encontraba, le parecía que el resto de sus habilidades se encontraban intactas, y aún más fuertes luego de consumir el vapor de Rose. Así que estaba segura de que si se encontraba con alguna amenaza, podría someterla con facilidad y acabar con él o ella antes de que entendiera siquiera lo que ocurría. El problema sería si no era sólo uno, sino dos, tres, cuatro… diez soldados malhumorados y armados, no muy felices de verla rondando tan cerca de su supuesta base secreta.
Verónica le había asegurado también que no tendría muchos problemas con ello, por esa “distracción” que dijo que ocurriría en cualquier momento, sin darle mayores detalles. Esperaba que fuera cierto, y no estuviera solamente jugando con ella. O peor, dirigiéndola apropósito a la boca del lobo, para que fuera ella la distracción. A esas alturas, todo era muy posible.
Llevaba alrededor de una media hora caminando, cuando escuchó los primeros disparos en la distancia. El estruendo la puso rápidamente en alerta, y su cuerpo reaccionó por sí solo, pegando su espalda contra el tronco más cercano, mientras su dedo retiraba el seguro de su arma.
Aguardó ahí de pie, y tras unos segundos volvió a escuchar otro disparo, pero estuvo aún más convencida de que no era cerca de su posición.
«¿Qué será eso? ¿Un cazador?» pensó con seriedad, aunque desechó casi de inmediato la idea recordando en dónde se encontraba exactamente. «¿Será acaso esa la maldita distracción?»
Lo que fuera aquello, no era en la dirección a la que ella se dirigía, ni tampoco parecía que fuera por su causa. Así que se decidió a reanudar su marcha. Aunque claro, ahora con mayor precaución en su paso.
— — — —
Gorrión Blanco se paró de un salto de su silla al reconocer al Sgto. Schur. Su postura se tornó claramente defensiva, y su rostro no se esforzó por ocultar el desagrado que le cruzaba al verlo. Rápidamente se alejó de la silla, y también de la puerta al mismo tiempo, parándose en la esquina que tanto interés le había despertado hace rato, cruzada de brazos y dándole la espalda tanto a Francis como a Lisa.
—No quiero hablar con usted —declaró Gorrión Blanco con ferviente resolución.
Francis dejó escapar un pequeño suspiro, al parecer de agotamiento. La actitud de la muchacha era inconveniente, pero no inesperada.
—Dra. Mathews, ¿podría dejarnos solos un minuto, por favor? —solicitó el militar, girándose hacia Lisa.
—Sí, por supuesto —respondió ésta de inmediato, más que feliz de irse y no ser partícipe de lo que fuera todo eso.
En el momento de que se paró de su silla y comenzó a avanzar hacia la puerta, Gorrión Blanco reaccionó, girándose de muevo hacia ellos con expresión de preocupación.
—¡No! ¡Por favor no se vaya! —exclamó en alto, alzando una mano hacia ella como si quisiera tomarla del brazo para detenerla, pero aquello no sería posible por la distancia que las separaba… o al menos no hubiera sido posible para la mayoría. Como si hubiera sido un mero reflejo incontrolable de su cuerpo, su telequinesis se activó en ese momento, y haciendo realidad su deseo el cuerpo de Lisa se detuvo en seco en su sitio, sintiéndose imposibilitada enteramente de dar cualquier paso más con libertad.
Lisa se estremeció, rápidamente horrorizada por esa repentina opresión que la rodeaba. Recordó de inmediato el momento en que esa misma sensación la había sujetado, aquella horrible noche en el Quirófano 24, en el cual esa misma chica la movió como si fuera su juguete, y podría haber hecho con ella lo que quisiera, como había hecho con los otros…
Y el terror que la había abrumado en ese entonces volvió a florecer con fuerza en su pecho.
—¡Gorrión Blanco! —gritó Francis con intensidad—. ¡Detente! ¡Ahora!
El potente grito de su superior pareció bastar para que la joven reaccionara y se volviera consciente de lo que estaba haciendo. Rápidamente bajó su brazo y retrocedió con temor, hasta pegar su espalda a la pared. El cuerpo de Lisa cedió al sentirse liberado, y se precipitó al suelo. Opuso las manos por reflejo para no golpearse, aunque terminó lastimándose un poco éstas en el proceso. Respiraba agitadamente, con sus ojos desorbitados mirando perdidos al suelo.
—Doctora, salga de aquí —exigió Francis con autoridad en su voz.
Lisa no necesitó que se lo dijera dos veces. Se puso de pie lo más pronto que su cuerpo tembloroso se lo permitió, y se dirigió de inmediato la puerta.
—Lo siento —pronunció Gorrión Blanco a sus espaldas—. No quise hacerlo, ¡lo siento! —insistió casi gritando.
Lisa la oyó, pero sus emociones mezcladas no le permitieron darle la menor importancia. Lo único en lo que se enfocó en ese momento fue en sacar su tarjeta, acercarla torpemente al censor de la puerta para abrir ésta y salir prácticamente corriendo de ahí.
Había sido una tonta al bajar la guardia de esa forma ante ella. Se había dejado llevar por su apariencia indefensa e inocente, olvidando el verdadero monstruo que se ocultaba debajo. Pero no lo volvería a hacer…
—No iba a hacerle daño —declaró Gorrión Blanco con su voz ligeramente temblorosa, una vez que la puerta se cerró detrás de Lisa y en la habitación quedaron sólo Francis y ella—. Fue un accidente.
—¿También fue un accidente lo del gimnasio? —cuestionó Francis son severidad—. ¿Tampoco querías hacerme daño a mí?
—¡Claro que no! —exclamó Gorrión Blanco en alto, casi ofendida por la acusación. Su mirada de pronto se desvió ligeramente hacia un lado, al costado derecho del sargento—. ¿Qué piensa hacer con eso…?
Francis al inicio no comprendió a qué se refería, hasta que miró al mismo punto al que ella lo hacía. No se había dado cuenta, pero su cuerpo, quizás empujado por su mero entrenamiento, había reaccionado ante un inminente peligro y su mano derecha se había posicionado contra el mango de su arma, más que lista para desenfundarla en el momento en el que lo considerara necesario.
Supo de inmediato que aquello no ayudaba en lo más mínimo a tranquilizar las cosas, que debía ser su prioridad en esos momentos. Sin embargo, su mano se rehusó al inicio a retirarse de su sitio. Era evidente que su instinto le gritaba que no estaba precisamente seguro en ese lugar, pero tendría que arriesgarse antes de empeorarlo todo.
—Nada —respondió con sequedad, recuperando poco a poco la compostura—. Yo tampoco quiero lastimarte. Fue un reflejo… así como el tuyo, ¿no es así?
—Sí, así es —dijo Gorrión Blanco, asintiendo rápidamente con la cabeza.
—Por eso no reporté que lo ocurrido en el gimnasio había sido causado por ti —indicó Francis, dando un paso con cautela hacia ella—. Dije que había sido yo, por accidente. Y tampoco reportaré lo que acaba de ocurrir.
—¿Por qué no? —cuestionó Gorrión Blanco, cruzando sus brazos delante de ella de forma protectora.
—¿Sabes lo que te harán si descubren que estás haciendo mal uso de tus habilidades? —Gorrión Blanco abrió la boca para hablar, quizás queriendo defenderse, pero Francis la cortó antes de que comenzara—. Romper espejos y aprisionar a tus compañeros de esa forma es mal uso de tus habilidades, Gorrión Blanco. Son justo los UP’s que hacen ese tipo de cosas a los que debemos aprehender. Esa es tu misión, ¿lo sabes?
—Lo sé —susurró Gorrión Blanco, agachando su mirada. Aunque un instante después, su expresión pareció mucho menos convencida—. O... en realidad no lo sé —dijo con vacilación, volviendo a mirarlo—. ¿Esa es realmente mi misión? ¿Eso es lo que en verdad debería estar haciendo? Porque… no siento que sea así.
—¿A qué te refieres? —cuestionó Francis intrigado.
Gorrión Blanco negó con la cabeza, y llevó entonces una mano hacia su cabeza, sujetándosela. Gracias a la aspirina que Lisa le había dado, no le dolía en esos momentos, al menos no físicamente. Pero había aún cierta sensación incomoda, como una presión sobre ella que la hacía sentir agotada.
—¿Quién es Carrie? —preguntó de golpe sin más, volteando a ver al sargento con dureza, que fue incapaz de ocultar su asombro ante tal pregunta.
—¿Dónde escuchaste ese nombre?
—¿Acaso importa? —exclamó Gorrión Blanco, defensiva—. ¿Es ese mi nombre? Si es así, ¿por qué no lo recuerdo? ¿Usted sabe algo que no me haya contado aún, sargento?
Francis enmudeció, pero incluso en su usual expresión de piedra dejaba en evidencia que la deducción de la muchacha no estaba muy errada: él sabía algo. Y sí él lo sabía, muy seguramente era el mismo caso para el Capt. McCarthy, el Dir. Sinclair, el Dr. Shepherd… y sólo Dios sabía quién más en esa base.
¿Qué le diría? ¿Intentaría negarlo? ¿Distraerla? ¿Decirle más verdades a medias? Gorrión Blanco se sentía casi ansiosa por oírlo, o descubrir si acaso se atrevería a decirle algo.
Sin embargo, antes de que cualquiera de los dos pudiera pronunciar alguna otra palabra, una voz adicional se hizo presente en el cuarto, viniendo directamente del radio comunicador que el sargento traía consigo sujeto a su cinturón:
—Sgto. Schur. Sargento, aquí la patrulla 42, ¿me copia?
Francis miró hacia su radio, y luego hacia Gorrión Blanco, casi como si de alguna forma pidiera su permiso para tomarlo. La muchacha no dijo o hizo nada que indicara una afirmación o negación a aquello, pero igual el militar se atrevió a tomar la radio, la retiró de su cinturón y la aproximó a su rostro.
—Aquí el Sgto. Schur. ¿Qué ocurre?
—Sargento, tenemos dos intrusos detectados en sector Oeste-14. Estamos en estos momentos en su persecución hacia el sureste. Sin embargo, uno de ellos parece ser un 20-02, señor. Necesitamos apoyo.
Aquello pareció sorprender enormemente a Francis, e incluso ponerlo algo nervioso. Se tomó un segundo para recobrar su usual calma, antes de responder.
—Voy en camino —indicó con firmeza, un segundo antes de cortar la comunicación y colocar la radio de nuevo en su sitio.
—¿20-02? —preguntó Gorrión Blanco en ese momento, confusa.
—Un UP con habilidades de ilusionista —explicó Francis, igualmente causando una reacción de asombro en la muchacha.
—¿Un UP está suelto dentro de los terrenos de la base?
—Eso parece —asintió Francis—. Los ilusionistas son presas complicadas. Me sería útil tu ayuda, Gorrión Blanco… Si te sientes lista para ello.
La joven lo miró fijamente con dureza. Sin decir nada, fue claro que no le parecía bien dejar su conversación anterior hasta ahí.
—Te prometo que hablaremos luego de esto, ¿de acuerdo? —le dijo Francis con confianza—. Al menos lo que yo pueda decirte.
Gorrión Blanco suspiró con pesadez. Claramente no estaba conforme con ello, pero no había mucho que pudiera hacer para cambiarlo de momento.
—Está bien. Vamos.
Ambos se salieron rápidamente de la sala médica, y se dirigieron directo a respaldar a sus compañeros.
— — — —
Cody y Lucy seguían corriendo sin rumbo fijo por el inhóspito bosque, con al menos dos soldados detrás de ellos pisándoles los talones. Ya les habían disparado al menos tres veces; dos de esos disparos dieron contra alguno de los troncos que los rodeaban, mientras que el tercero pasó a escasos milímetros de la oreja de Cody, tan cerca que por un momento sintió que le arrancaría los anteojos del rostro con el puro impulso.
El único motivo por el que no los habían alcanzado hasta ese momento, era porque Cody se las había arreglado a ponerles obstáculos en el camino: árboles derrumbados, zanjas que se abrían en el suelo, pesadas rocas cayendo del cielo… Pero resultaba bastante complicado enfocar su mente para darle forma a alguna de esas ilusiones, y al mismo tiempo seguir corriendo, y además esquivar las balas.
Cody no estaba acostumbrado a correr de esa forma, y menos por su vida. Aun así, quien parecía estar pasándola peor era Lucy. Para ese punto de su huida, su rostro estaba rojo, y respiraba pesada y dolorosamente. Sus pasos además eran erráticos, e irremediablemente sus piernas la traicionaron, entrecruzándose entre sí y haciendo que se precipitara de bruces al suelo, y luego rodara un par de metros por la pendiente que bajaban.
Al notar que su compañera se caía, Cody frenó arrastrando sus pies en la tierra floja y las hojas secas, y regresó presuroso sobre sus pasos hacia ella.
—¡Levántate, Lucy! —le apremió Cody, tomándola con fuerza de su brazo y jalándola para ayudarla a alzarse. Sin embargo, Lucy no ponía demasiado de su parte.
—Ésta es una maldita locura —exclamó en alto, aunque parecía más un rugido al cielo que un reclamo hacia su compañero—. ¿Qué hago aquí? Debería estar en mi casa, tomando té, trabajando en mis proyectos, ¡no aquí huyendo como animal de presa para que no maten!
—No nos van a matar —declaró Cody con firmeza.
—¡Nos están disparando! —espetó Lucy, bastante alterada—. Nunca me habían disparado en mi vida, Cody Hobson. ¡Nunca me habían disparado! ¡¿En qué me has metido?!
—No es tiempo para esto —insistió Cody, y la jaló con aún más fuerza para obligarla a pararse—. Cuando salgamos de ésta podrás recriminarme lo que…
—¡No se mueva! —bramó con ferocidad una voz a su costado.
Ambos se giraron al mismo tiempo, y contemplaron con horror a los dos soldados que se aproximaban hacia ellos, con sus armas en alto y sus cañones apuntando a las cabezas de cada uno. Detrás de ellos se acercó el jeep, que se estacionó a sus espaldas, y el tercer soldado bajó de su vehículo con un arma corta en mano para unirse a sus compañeros.
—Disparen, antes de que haga otro de sus trucos —exclamó vehemente uno de los soldados.
—¡No disparen! —pronunció Cody, colocándose rápidamente entre Lucy y los cañones de sus armas—. Todo esto es un error, por favor…
—¡No lo escuchen! —gritó el hombre que se había bajado del jeep, retirando el seguro de su arma—. Nos intentará engañar. ¡Abran fuego!
—¡No! —gritó Cody en alto, pero fue ensordecido por el retumbar de los disparos, al menos cinco de ellos.
Los peligrosos proyectiles se dirigieron en su dirección, cortando el aire a su paso. Cody se volvió en un instante enteramente consciente de esto, tanto que en su mente casi le parecía poder ver el movimiento de las balas como en cámara lenta. Pero en realidad no era precisamente su mente consciente la que logró ser capaz de captar esto, sino algo más profundo; algo escondido en su interior que despertó alimentado por el miedo, el estrés, e incluso quizás la ira. Y ese algo enfocó toda su capacidad, todos sus pensamientos y emociones en cada uno de esos proyectiles. Y, estando a unos cuantos centímetros de tocarlos y atravesar sus cuerpos, estos simplemente se desintegraron en miles de minúsculas partículas, como granos de arena, que flotaron en el aire en todas direcciones, salvo en la suya.
De un parpadeo a otro, Cody y Lucy fueron testigos de cómo todas esas partículas se disolvían a su alrededor como motas de polvo arrastradas por el aire, y desaparecían por completo de su espectro de visión.
Los tres soldados bajaron sus armas, estupefactos, contemplando el mismo extraño espectáculo sin darle crédito a lo que veían. Eso no podía haber sido una simple ilusión.
El propio Cody estaba igual o más confundido que Lucy o los soldados, pero no pudo permitirse ser consumido por esta confusión. Rápidamente volvió a enfocarse, e hizo que a su alrededor comenzaran a materializarse cientos de mariposas de diferentes colores, y que todas volaran en parvada en dirección a los soldados. Estos no lograron reaccionar lo suficientemente rápido, antes de ser rodeados por todos aquellos animales falsos, golpeándolos y cubriéndoles la visión. Los soldados agitaron sus brazos y armas frenéticos en el aire, intentando quitárselas de encima, sin mucho éxito.
Cody aprovechó la nueva distracción, y de inmediato tomó a Lucy de la mano y la jaló para que volvieran a correr. Ésta parecía tan estupefacta por lo que acababa de ocurrir hace un rato, que no tuvo la claridad mental para oponerse y simplemente dejó que él la guiara.
—¡¿Por qué no me dijiste que podías hacer eso con las balas?! —exclamó Lucy en alto, en cuanto logró darle forma a su pregunta,
—¡No sabía que podía! —le respondió Cody, apremiante.
Y eso no era mentira. Había oído de resplandecientes capaces de detener una bala, como Matilda. No obstante, él nunca había intentado hacer nada ni remotamente parecido a eso. Pero lo que más le asustaba era que aquel no había sido un pensamiento consciente; no uno al que él le hubiera dado forma directamente, sino más bien se sentía como si se hubiera formado por sí solo en su propia cabeza, con completa autonomía de él. Un pensamiento en el que él no tenía control...
Como sus pesadillas.
Tras unos minutos de moverse entre los árboles, parecía que habían logrado dejar atrás a los soldados. Sin embargo, ese alivio resultó más momentáneo de lo esperado, pues al instante captaron el sonido de un motor aproximándose hacia ellos, pero esta vez de nuevo sobre sus cabezas.
Cody y Lucy se detuvieron un instante y alzaron sus miradas, en el momento justo para visualizar el helicóptero negro que entraba dentro de su rango de visión, y se posicionaba sobre ellos tan cerca que el aire de sus aspas agitó las ramas de los árboles cercanos, arrancándoles varias de las pocas hojas que quedaban en ellos.
Los dos fugitivos tuvieron que cubrirse los ojos del viento con un brazo. Al momento siguiente que Cody pudo ver, notó como al menos cinco cuerdas caían desde el helicóptero, y de cada una comenzaba a descender una persona, al parecer la mayoría vestidos con los mismos uniformes militares que sus perseguidores.
—Grandioso —musitó Cody con sarcasmo. Y lo mejor era que los otros tres soldados ya venían pisándoles los talones de cerca.
Tomó al instante de nuevo a Lucy de su brazo, e hizo que reanudaran su huida, en la única dirección que le pareció que debía esta despejado. De nuevo no avanzaron mucho, pues en cuanto uno de esos soldados que descendió del helicóptero los detectó huyendo en la distancia, estaba lista para hacer justo para lo que había ido.
Gorrión Blanco enfocó su atención por completo en la figura de aquellas dos personas. Alzó sus manos hacia el frente, e hizo que su mente se extendiera hacia ellos y los jala como si de una cuerda invisible se tratase. Cody y Lucy sintieron el repentino tirón hacia atrás, que los derrumbó al suelo, y luego los arrastró de espadas por éste, abriéndose paso entre tierra, hojas secas, y algunas piedras.
Todo ocurrió demasiado rápido, y no fueron capaces de procesarlo. En cuestión de segundos huían corriendo, y al siguiente estaban tirados en el piso, y veían confundidos como el cielo y los árboles pasaban ante ellos mientras eran jalados hacia atrás.
Cuando se detuvieron, terminaron de espaldas prácticamente a los pies de la chica que los había jalado, y del resto de los soldados. Cody se giró para quedar sobre su pecho y alzarse lo suficiente para echar un vistazo a su alrededor. Rápidamente los soldados comenzaron a rodearlos, soltando órdenes al aire mientras los apuntaban con sus armas. No había visto con claridad lo que había ocurrido, pero lo había sentido. Y aquella fuerza moviendo su cuerpo de esa forma le resultó conocida.
Eso había sido telequinesis.
Pero, ¿quién lo había hecho?
No había forma de saberlo con seguridad, por lo que de momento hizo lo mejor que pudo para volver a concentrarse, antes de que alguno de esos sujetos se le ocurriera someterlos, o incluso dispararles. Al instante su imagen mental se hizo real, y del suelo bajo los pies de los soldados surgieron largas y espinosas enredaderas, que en cuestión de segundos apretaron con fuerza sus cuerpos y sus armas de fuego, sometiéndolos ante sus miradas confundidas y horrorizadas.
De nuevo aquello no era una simple ilusión.
Cody se puso de pie rápidamente e intentó ayudar a Lucy a pararse también. Estaba a la mitad de esto cuando notó como uno de los soldados, aquella chica de apariencia joven, cabellos rubios cortos, piel pálida y ojos azules, parecía estarse… liberando de su agarre. Ante los ojos atónitos de Cody, las enredaderas que rodeaban a la chica comenzaban a apartarse de ella poco a poco, como si debajo de éstas se estuviera inflando un globo que creía y creía, hasta que al final las enredaderas volaron en pedazos, dejándola totalmente libre.
Aquello dejo estupefacto a Cody. Esa chica era sin duda la que poseía la telequinesis, pero… no sabía que alguien con esa habilidad podía hacerle eso a sus ilusiones. Aunque, en realidad, no recordaba que alguien lo hubiera intentado antes.
Una vez libre, Gorrión Blanco centró su atención en Cody, y se apuró a aprisionarlo con sus poderes. Cody sintió como su cuerpo era inmovilizado por completo, como si lo envolviera una camisa de fuerza bien apretada. Eso resultaría inconveniente, si no fuera porque no necesitaba moverse para crear sus ilusiones.
Repitió la misma ilusión de hace un momento, materializando a su alrededor cientos de mariposas, pero ahora acompañadas de otros insectos como polillas y langostas, y todas se lanzaron en picada directo contra la chica que lo aprisionaba. Gorrión Blanco miró aquello sorprendida, lo suficiente para que no pudiera reaccionar antes de que todos esos insectos se le lanzaran encima, comenzando a envolverla.
Soltó de golpe varios alaridos de espanto. Podía escuchar a todas esas criaturas revoloteando a su alrededor, y sus cientos de patas caminando por su cuerpo. Todo se sentía real; demasiado real para ser una ilusión… Pero aquello no hizo más que acrecentar la ira y el miedo e la joven soldado, mismas que dejó escapar en un grito, y un estallido de energía.
—¡¡Aaaaah!! —dejó escapar con todas las fuerzas de sus pulmones, y al instante todos los insectos que la envolvían salieron disparadas en todas direcciones, muchas de ellas desintegrándose en pedazos en el aire.
El impacto de sus poderes no sólo empujó a los insectos, sino también a todos los presentes, incluidos sus compañeros, Lucy, y por supuesto el propio Cody. El profesor salió volando hacia atrás empujado por el impulso, cayendo de espaldas contra el suelo y golpeándose duro la cabeza. No fue lo suficiente como para desmayarlo, pero sí para desorientarlo y hacerlo perder por completo la concentración. Las enredaderas, las mariposas, y todo lo que había creado se esfumó por completo, como si nunca hubieran estado ahí.
Gorrión Blanco cayó de rodillas al suelo, su cuerpo temblando tras aquella desagradable experiencia, pero aún más por aquel despliegue de sus poderes. Se abrazó a sí misma y comenzó a respirar agitada, intentando tranquilizarse.
—¿Estás bien, Gorrión Blanco? —escuchó como Francis le preguntaba a su lado, y luego sintió como la tomaba con cuidado con sus manos y la ayudaba a ponerse de pie.
—Sí, eso creo —musitó despacio, y la debilidad de sus piernas la hizo tener que apoyarse un poco contra el fuerte pecho de Francis, para así evitar caerse.
Se sentía un poco débil, y un pequeño dolor punzante se hizo presente en la parte trasera de su cabeza, pero estaba bien. O al menos creía estarlo.
Alzó su vista hacia el frente, y pudo ver como los demás soldados, ya también libres, sometían con bastante rudeza a los dos intrusos. A ambos los colocaron contra el piso, doblando sus brazos hacia atrás, y presionando una rodilla contra sus espaldas. La cara de los dos quedó contra la tierra húmeda, y al menos el hombre había perdido sus anteojos entre todo el forcejeo.
Francis soltó con delicadeza a Gorrión Blanco, dejando que ésta se sostuviera con sus propios pies. Avanzó entonces con paso firme hacia los dos detenidos, sacando a medio camino su pistola. Jaló hacia atrás la corredera para liberar el seguro, y apuntó con su arma directo al rostro del Cody. Éste lo volteó a ver cómo pudo desde su incómoda posición en el suelo, estoico ante el arma que le apuntaba tan directamente.
—¿Quiénes son y qué hacen aquí? —inquirió con tono severo—. Piensen muy bien su respuesta, pues de ésta dependerá lo que pase a continuación.
Cody vio de reojo hacia Lucy. Ésta se encontraba visiblemente aterrada, y por supuesto no parecía tener intención alguna de dar alguna respuesta. Cody tampoco estaba seguro de si debía responder, y de hacerlo si debía hacerlo con la verdad o no. Lo que tenía seguro es que usar sus habilidades en ese momento sería lo peor que podía hacer. Al primer indicio de intentarlo, ese soldado, o cualquiera de los que los rodeaban en ese momento, le volarían la cabeza sin titubeo.
—¡Respondan! —insistió el Sgto. Schur, y al instante se agachó pegando una rodilla al suelo, y la punta del cañón contra a rente de Cody. El reflejo inmediato de éste fue hablar.
—¡Lisa Mathews! —pronunció en alto con los ojos cerrados, su voz resonando en el silencio del bosque como un eco. Sintió como el cañón se apartaba un poco de su frente, y eso le animó a seguir hablando—. Vinimos a buscar a Lisa Mathews. Sé que está aquí. Sólo quiero saber que está bien.
Se hizo el silencio, y tras unos segundos Cody se atrevió a volver a abrir los ojos. Aquel soldado delante de él había apartado ya su arma hacia un lado, y lo miraba de una forma que le resultó indescifrable. ¿Estaba confundido? ¿Intrigado? ¿O totalmente indiferente ante su explicación? Era difícil decirlo. Pero por debajo de ese rostro impasible de piedra, a Cody le pareció percibir algo; un pequeño rastro de consciencia, de que aquel nombre que acababa de pronunciar no le era desconocido.
Tras unos instantes, Francis se puso de nuevo de pie, y volvió a guardar el arma en su funda.
—No tengo idea de quién habla —masculló con voz inflexible—. Inyéctenlos —le indicó a otro de los soldados, y esa instrucción puso aún más nerviosos a Cody y Lucy. ¿Inyectarles qué exactamente?
Sin que ellos pudieran verlos desde su posición, dos soldados rompieron la formación, y extrajeron de un compartimiento de sus cinturones una pequeña pistola inyección, cargadas con una dosis del ASP-55. Se aproximaron hacia Lucy y Cody, mientras los otros dos seguían sujetándolos contra el suelo, con la intención de inyectarles el sedante en sus cuellos.
—No, esperen —se escuchó de pronto que alguien pronunciaba con fuerza, y las miradas de todos los presentes se giraron en su dirección, incluida la de los dos detenidos.
Gorrión Blanco se abrió paso, hasta pararse a un lado de Francis, y justo enfrente de Cody y Lucy. Observó a ambos con sus ojos azorados bien abiertos, pero en especial observaba a aquel hombre joven, de cabellos rubios y piel pálida que, definitivamente, tenía apariencia de “maestro intelectual cuatrojos”.
—¿Acaso dijo que viene por la Dra. Mathews? —pronunció desconcertada.
—Gorrión Blanco —exclamó Francis a su lado con dureza, pero la joven lo ignoró.
—¿La conoces? —preguntó Cody, apremiante—. ¿Ella está aquí? ¿Está bien?
Se notaba una desesperación y preocupación en su voz difícil de fingir.
Gorrión Blanco de agachó hasta ponerse de rodillas y poder mirar a aquel hombre de más cerca. Ambos se miraron fijamente, él lo mejor que su posición le permitía. Con tan sólo tener sus ojos posados en él unos cuantos segundos, una sensación inundó el pecho de Gorrión Blanco, junto con un presentimiento que estaba casi segura que era certero, pero que igual sintió la necesidad de confirmarlo.
—¿Acaso es usted Cody?
Él la miró sorprendido, y parpadeó dos veces.
—Sí, así es —respondió con voz vacilante—. Soy Cody Hobson. ¿Quién eres tú?
Cody sintió su pregunta extraña, como si le dejara un sabor amargo en boca al hacerla. Como si no fuera necesario que la hiciera, que él ya conocía a aquella chica de algún lado, aunque de momento se le escapaba por completo el dónde o el cuándo.
Gorrión Blanco se paró rápidamente en ese momento, y se giró imperiosa hacia los demás soldados.
—No lo lastimen, y no le inyecten esa cosa —pronunció en alto, sonando casi como una orden—. Es el novio de la Dra. Mathews.
—Gorrión Blanco —espetó Francis en alto, notándosele más irritado que antes—. Deja que se encarguen de esto —añadió, y justo después le indicó con un asentimiento de su cabeza a los dos soldados de las pistolas inyecciones para que continuaran.
Ambos soldados se dispusieron a obedecer, y uno de ellos ya estaba lo suficientemente próximo para tomar el cuello de la camisa y el abrigo de Lucy, y bajarlo para dejar al descubierto su nuca.
—¡Dije que no! —gritó Gorrión Blanco en alto, y por mero reflejo alzó sus manos, una hacia cada uno de los soldados que estaban por inyectarlos, y ambos salieron disparados hacia atrás, cayendo algunos metros lejos de los dos detenidos.
Aquello fue la chispa que se ocupaba para poner aún más caliente la situación que ya se percibía bastante tensa para ese momento. En cuanto Gorrión Blanco tuvo la audacia de empujar a dos de sus compañeros de esa forma, de inmediato todos los demás soldados que los rodeaban alzaron sus armas y las apuntaron directo hacia ella. Incluso los dos que sujetaban a Lucy y Cody se apartaron en alerta y desenfundaron sus pistolas.
Gorrión Blanco observó con seriedad a su alrededor, teniendo sus manos aún alzadas y su mente lista, mientras a sus pies los dos extraños se sentaban, y miraban con espanto como estaban también en el centro de aquel tiroteo en potencia.
—¿Y ahora qué demonios está pasando? —le susurró Lucy con voz temblorosa a Cody, acercándose más hacia él.
—Te juro que no tengo idea —le respondió el profesor en voz baja.
Sorprendentemente, parecía que estaban ahora en una situación incluso peor que la anterior.
—Gorrión Blanco, cálmate —intervino Francis, abriéndose paso entre dos soldados para aproximársele.
—No, ustedes cálmense —respondió la chica, intentando quizás sonar firme, pero logrando un efecto más cercano al de niña respondiendo a un regaño con tono de berrinche—. Sólo se trata de un hombre que está buscando a su novia, la mujer que ama. Y ustedes lo tratan como un criminal.
—Entraron a un área restringida —masculló Francis entre dientes—. Atacaron a nuestros hombres.
—Eso no es cierto —exclamó Cody en ese instante, y parecía más que dispuesto a argumentar que unas cuentas mariposas e ilusiones inofensivas difícilmente contaban como ataques. Sin embargo, Lucy se apresuró a taparle firmemente la boca con una mano, antes de que dijera más.
—Tú guarda silencio —susurró Lucy muy despacio.
—De seguro no es más que un malentendido —señaló Gorrión Blanco—. Hablemos con la Dra. Mathews y ella lo aclarará.
—No haremos tal cosa, Gorrión Blanco —indicó Francis con inamovible firmeza—. Así que hazte a un lado.
La mirada de la chica se volvió aún más dura al momento de escuchar esa “orden”. Y en lugar de doblegarse, su actitud pareció volverse incluso más férrea.
—¿O si no qué? —respondió con tono de desafío, apretando firmemente sus puños. Al instante, todos sintieron como sus armas vibraban en sus manos, como agitadas por un pequeño terremoto, y amenazaban con escaparse de ellas en cualquier momento.
No necesitaron mayor explicación para saber qué, o quién, lo estaba causando, y no hizo más que poner aún más nerviosos a los hombres. Al menos dos de ellos estaban ya más que dispuestos a disparar, y aceptar las consecuencias después.
—¡No disparen! —gritó Francis a todo pulmón, y rápidamente avanzó hacia el centro, colocándose delante de Gorrión Blanco, como si quisiera usar su propio cuerpo como escudo para ésta—. Dije que no disparen —repitió vehemente—. Bajen todos sus armas, ¡ahora!
Los soldados se miraron entre ellos, dubitativos.
—¡Es una orden! —vociferó Francis con mayor fuerza, y a regañadientes uno a uno comenzaron a hacerlo. El sargento suspiró con cansancio, y quizás algo de hartazgo para ese momento—. Espero que entiendas el gran problema en el que te estás metiendo —vociferó, volteando a ver a Gorrión Blanco sobre su hombro. Ésta lo miró, sin responder nada.
El sargento aproximó una mano a su cinturón, tomando de éste su radio para acercarlo a su boca, y así poder comunicarse a la base.
— — — —
Tras terminar de revisar los números de algunos de sus proyectos en marcha, Russel se reunió con el Dir. Sinclair, cuya mayor y único interés del día era el tema de Damien Thorn. El interrogatorio que tanto interés había despertado en el director del DIC, era la tarea más importante del día, y la que de seguro ocuparía la atención de la mayoría de los altos mandos de la base, al menos en lo que restaba de la tarde.
El Dir. Sinclair tenía principal interés en que le describieran todos los preparativos y medidas de seguridad que habían diseñado para llevar a cabo el interrogatorio. No era secreto para nadie que el sólo hecho de despertar tan pronto al chico Thorn ya ponía nerviosos a muchos. Ni siquiera contaban con el tiempo de preparación como en el caso de Charlene McGee, que tuvieron prácticamente años para diseñar una celda especialmente para ella. Sin contar con siquiera una milésima de información útil de lo que Thorn era capaz de hacer o no, tendrían que irse por un modelo más convencional, pero no por eso descuidado.
Del lado de Russel, éste sólo podía compartirle la parte más científica y médica del proceso. Para la parte de la seguridad más “ruda”, por llamarle de alguna forma, tendría que preguntárselo directo al Capt. McCarthy, pues él se había encargado personalmente de todo eso. Así que ambos se dirigieron juntos hacia la oficina de director en jefe del Nido, con la idea de discutir esto con él, y por supuesto comenzar con todo aquello lo antes posible.
—¿Soy yo o la base se siente un poco silenciosa este día? —comentó Lucas de pronto, mientras ambos subían en el ascensor hacia el primer nivel—. ¿Ya comenzaron a irse las personas que pidieron licencia por Acción de Gracias?
—No aún —respondió Russel, negando con la cabeza—. Los transportes me parecen que llegarán hasta esta tarde.
Lucas asintió con aprobación.
—¿La Srta. Mathews se irá entre ellos?
—Me temo que sí —suspiró Russel—. Pero no se preocupe, se encargó en estos días de dejar todo en orden.
—Eso no me preocupa. Pero dependiendo del resultado de este interrogatorio, puede que el siguiente paso de nuestro proyecto deba acelerarse.
—Sí, señor —murmuró Russel, con tono moderado pero intentando ocultar de alguna forma  sus incertidumbres.
La creación del Lote Once en base a toda la información recabada tras el éxito de Gorrión Blanco, era la siguiente prioridad del área científica del DIC. Bien o mal, tras todos los últimos sucesos parecían estar cada vez más cerca de alcanzar su objetivo final: poder estimular de forma artificial el cerebro de los sujetos, con el fin de despertar en ellos habilidades psíquicas que pudieran usar a su favor. Y, con algo de suerte, ahora tendrían mejores resultados que la vez anterior.
Al llegar a su nivel, ambos bajaron el ascensor y caminaron por el pasillo hacia la oficina de McCarthy. La secretaria de éste aún no volvía a su lugar, pero no le dieron mucha importancia a ello, y simplemente siguieron de largo a la oficina sin anunciarse. Adentro ya los aguardaba McCarthy, pero también la visitante que acababa apenas hace unos minutos de bajarse de su helicóptero. Ambos se pusieron de pie en cuanto ellos entraron
—Ah, Cullen —pronunció Lucas al poner sus ojos en la jefa de sus agentes de campo—. Bienvenida a la fiesta —pronunció con ligero humor en su voz.
—Señor —le respondió Cullen con solemnidad, ofreciéndole un rápido saludo.
—Me dijeron que necesitas hablar conmigo, pero me temo que tendrás que esperar un poco. Estoy a punto de ocuparme con un asunto delicado.
—Sí, Davis me comentó al respecto —señaló la agente, observando por un instante de reojo hacia McCarthy—. Si me permite, señor… ¿en verdad cree prudente despertar tan pronto al chico Thorn?
—¿Tú también? —masculló Lucas con ligero fastidio, mientras avanzaba hacia una de las sillas frente al escritorio, sentándose en ella—. Créeme que ya todos aquí me han expresado sus reservas con esto. Y te aseguro, al igual que a ellos, que no es una decisión que esté tomando a la ligera. Sabemos bien a qué nos estamos enfrentando.
—Con todo respeto, no estoy del todo segura de ello, señor —indicó la agente Cullen, cruzando las manos tras su espalda—. No creo que conozcamos aún el alcance completo de lo que este chico puede hacer. Leí el reporte de lo sucedido en ese pent-house. Las descripciones de los sobrevivientes son… a lo menos, perturbadoras. Nunca había oído de otro UP haciendo algo así.
El semblante de Lucas se endureció aún más, y por unos segundos permaneció en silencio, con su mirada inclinada hacia un lado. Ahora no sólo Eleven y Charlie tenían el atrevimiento de decirle que no sabía en qué se estaba metiendo; ahora incluso sus propios hombres de mostraban reacios, casi temerosos, ante la presencia de ese muchacho, y eso lo exasperaba bastante.
No entendía de dónde provenía todo eso. ¿Por qué todos le tenían tanto miedo? ¿Habría acaso algo que él aún no hubiera visto…?
Agitó su cabeza con violencia, espantando esos pensamientos. No podía dejarse arrastrar de esa forma. No ahora que estaba justo por encarar de frente a ese mocoso que tantos problemas había causado.
—Thorn no es más que otro UP peligroso, como tantos que hemos enfrentado en el pasado —declaró Lucas con inamovible firmeza—. No podemos permitirnos mitificarlo más allá de eso, y menos nosotros que somos las cabezas de esta institución. No está mal expresar estas ideas, siempre y cuando lo hagamos en privado como ahora. Lo que menos necesitamos es que ideas como esa se propaguen entre el resto de los hombres.
—No creo que eso sea algo que se pueda evitar del todo —musitó McCarthy despacio—. Muy seguramente los rumores de lo ocurrido en ese pent-house ya se han extendido. Y muchos vieron el estado en el que llegó, y como se recuperó a una velocidad tan inusual.
—Más razón que realizar este interrogatorio lo antes posible —señaló Lucas, alzando sus palmas a aire como indicando que señalaba una obviedad—. Mientras más pronto todos lo vean como un simple buscapleitos más al que debemos, y podemos, poner en su lugar, más rápido esos rumores perderán peso. Además, hay varios asuntos relacionados con él que necesitamos zanjar cuanto antes.
—¿Sigue inquieto por el hecho de que haya pasado desapercibido tanto tiempo? —masculló Cullen, inquisitiva—. ¿La explicación de Douglas o la posibilidad de un error humano no le convencen?
—En lo absoluto —respondió Lucas sin vacilación alguna—. Pero eso de momento no les concierne, yo estoy haciendo mi investigación aparte de dicho tema. Y este interrogatorio con el prisionero es una parte vital de ello. Así que —se giró en ese momento hacia McCarthy—, para tranquilidad de la agente Cullen, y de todos, ¿por qué no nos explicas las medidas de seguridad que tomaremos para esto, Davis?
—¿Por qué no mejor vamos a verlo directamente? —propuso McCarthy, comenzando a rodear su escritorio en dirección a la puerta—. Ya debe estar todo preparado, ¿no es así, Dr. Shepherd?
—Eso creo —comentó Russel escuetamente.
—Pongámonos en camino, entonces —secundó Lucas, parándose de su silla—. Supongo que nos acompañarás entre el público, ¿cierto? —preguntó mirando hacia Cullen—. Terminando con esto podremos hablar de lo que necesitas.
—No me lo perdería, señor —le respondió la agente de cabellos rubios con serenidad.
Los cuatro salieron de la oficina y se encaminaron hacia los ascensores. Sin embargo, a medio camino el radio comunicador de Davis comenzó a sonar.
—Capitán. Capt. McCarthy, ¿me copia?
McCarthy se detuvo, y los otros tres hicieron lo mismo. Si no se equivocaba, esa era la voz del Sgto. Schur. Tomó su radio y lo aproximó a su boca.
—Aquí McCarthy. ¿Qué es lo que ocurre?
—Capitán, tenemos una situación delicada —indicó la voz Francis en la radio con su habitual estoicidad, aunque debajo de ella se percibía un dejo de temblor—. Tenemos a dos intrusos en el sector Oeste-14. Uno de ellos es un 20-02.
—¿Un ilusionista? —pronunció Cullen, intrigada.
—Ambos ya fueron sometidos —siguió explicando Francis por el radio—. Sin embargo… —vaciló unos segundos, antes de añadir la siguiente parte de su explicación—. Uno de ellos afirma ser el novio de la Dra. Lisa Mathews.
El rostro de Russel se llenó de sorpresa en ese instante.
—¿Cody Hobson? —pronunció, surgiendo de su cuerpo como un respingo. Aquello captó de inmediato la atención de todos los demás.
—Aguarde un momento, sargento —indicó McCarthy por la radio, y justo después cortó momentáneamente la comunicación.
El capitán, así como el Dir. Sinclair y Cullen, se giraron hacia Russel. La curiosidad en sus miradas era más que evidente, y le incitaban a explicarse mejor.
—En efecto, la Srta. Mathews está saliendo con un chico, de nombre Cody si no mal recuerdo, que es además un UP capaz de crear ilusiones, de acuerdo al reporte que nos proporcionó inteligencia. Aunque cabe mencionar que el reporte indica que sus ilusiones no son del todo como las que solemos ver… pero eso es un tanto largo de explicar en estos momentos. Lo importante es que esta persona, según tengo entendido, pertenece además la Fundación Eleven.
—¿Cómo dices? —exclamó Lucas, notándosele algo alarmado. Avanzó además unos pasos hacia Russel, hasta pararse justo delante de él—. ¿Me estás diciendo que esa mujer sale con un miembro de la Fundación Eleven?
—Sí —asintió Russel con absoluta calma—. No es ninguna sorpresa, en realidad. Es un dato que surgió durante la investigación de antecedentes que se le realizó antes de su contratación.
—¿Y no se te ocurrió informarme de eso antes?
—Con todo respeto, no tengo la obligación de informarle a detalle de cada contratación que realizo en mi equipo, director —respondió Russel con firmeza, cruzándose de brazos—. Como jefe del área científica, tengo completa autonomía en estos asuntos, como usted debe recordar. En todo caso, sí cortejé la información con el Capt. McCarthy, y él estuvo de acuerdo que no era algo de qué preocuparse.
Al ser aludido, Davis no vaciló en intervenir y añadir a la conversación lo que consideraba pertinente.
—Si no recuerdo mal, el chico estaba en la clasificación B, como la mayoría de los miembros de la Fundación. E Inteligencia no detectó ningún peligro potencial en él o en su relación con la Srta. Mathews. Es… maestro de secundaria, o algo así. —Miró hacia Russel en busca de confirmación, misma que él le dio en forma de un leve asentimiento—. En el expediente, Inteligencia lo describía como una persona recta y tranquila; sin una multa, o siquiera atraso en sus impuestos. Un “ciudadano ejemplar”, me parece que decían.
—¿Y ahora este “ciudadano ejemplar” se ha infiltrado a la fuerza en los terrenos de la base? —cuestionó Lucas, mirando tanto a Davis como Russel con acusación implícita en sus ojos. Ambos se miraron el uno al otro, notándose igual de intrigado.
—Sí, eso… también me suena extraño —murmuró Russel, indeciso—. No sé cómo siquiera haya dado con nuestra ubicación. La Srta. Mathews nunca fue informada de ésta, y desde que llegó se le retiró todo dispositivo electrónico, y se le privó de cualquier contacto con el exterior. Así que dudo que haya sido ella.
—Debió ser uno de los rastreadores de la Fundación —especuló Cullen con severidad.
—Ningún rastreador puede encontrar esta base, ¿recuerdan? —contestó Russel, bastante seguro—. La diseñamos justo para que fuera así… ¿Están seguros que se trata de él? Podría ser un impostor.
Lucas se cruzó de brazos, y miró hacia el suelo, pensativo. A todos les extrañaba sobre todo la reacción tan adversa que había tenido al enterarse de que podría tratarse de un miembro de la Fundación Eleven, con quien se supone el DIC estaba en buenos términos. El propio director tenía una relación tan estrecha con su líder, que incluso aceleró todo este operativo con tal de aprehender a la persona que la había atacado.
¿Qué era lo que le inquietaba tanto?
—Quién quiera que sea, tenemos que saber con seguridad sus motivos para venir hasta acá —pronunció Lucas tras un rato con voz inflexible. Se giró entonces hacia McCarthy—. Dile al Sgto. Schur que los detenga y los interrogue. Y pídanle a la Srta. Mathews que confirme su identidad.
—De inmediato —respondió Davis, y se apresuró a alejarse unos pasos para poder dar las órdenes por radio.
—Quizás deba ir a encargarme de esto —comentó Russel—. Después de todo, hasta que deje estas instalaciones, la Srta. Mathews es parte de mi equipo.
—No, este otro asunto es mucho más importante —señaló Lucas, tajante—. Y no lo pienso retrasar. Lidiaremos con el novio o quién sea después.
Dicho eso, Lucas se dio media vuelta y comenzó a andar de nuevo hacia los elevadores. Russel vaciló un poco entre seguirlo o no, mientras que McCarthy tardó unos segundos más hablando por la radio. La agente Cullen, por su parte, caminó a lado del director sin mucho problema.
—¿Qué le preocupa, señor? —le preguntó Cullen con cautela—. ¿Cree que pudiera no ser en realidad alguien de la Fundación?
—No sé si el que fuera en verdad quien dice ser sería mejor o peor —respondió Lucas con tono enigmático. Cullen lo miró con expresión confusa—. Me preocupa que en efecto sí sea alguien de la Fundación, y que Eleven lo haya enviado —aclaró Lucas en voz baja, como un secreto sólo entre ellos.
—¿La Sra. Wheeler despertó? —inquirió Cullen, sorprendida.
—Hace unos días. Y en la última conversación que tuvimos, me hizo ver que sabe que tenemos a McGee aquí.
—No pensará que podría intentar mandar a alguien a rescatarla, ¿o sí? —mencionó Cullen, alarmada.
—Ella me prometió que no lo haría, y le creo. Pero, ¿ahora casualmente un miembro de su Fundación aparece a nuestra puerta? —Negó con la cabeza, indeciso—. Quiero creer que la conozco bien, y de que es lo suficientemente consciente como para saber que hacer una locura como esa no tiene sentido. Pero como dije, lidiaré con eso después de lo de Thorn.
Cullen asintió, y ya no comentó nada al respecto. Lucas, por su parte, se forzó a dejar esa preocupación a un lado de momento, y concentrarse en lo que, como él bien había dicho, era mucho más importante.
Unos minutos después, los cuatro bajaban juntos por el elevador hacia el sitio en el que se llevaría a cabo el tan esperado interrogatorio.
— — — —
—Entendido —pronunció Francis con firmeza una vez sus instrucciones fueron dadas. Colocó entonces de regreso el radio en su cinturón, y se giró hacia los dos intrusos aún sentados en el suelo, mirándolos con severidad—. Cúbranlos y llévenlos a la base —le indicó a sus compañeros.
—¿Cubrirnos? ¿Cubrirnos qué…? —masculló Lucy, pero antes de poder terminar el soldado que la había sometido anteriormente la jaló con brusquedad para obligarla a ponerse de rodillas, al tiempo que hacían lo mismo con Cody. Un segundo después, les cubrieron las cabezas a ambos con lo que parecía ser una bolsa de tela negra y gruesa—. ¡Ay!, ¡no! ¡Prefiero que me seden…! —exclamó Lucy alarmada, comenzando a forcejear.
—Les recomiendo que cooperen, y podremos terminar con esto pronto —comentó Francis con voz más amable que la antes—. Llévenlos al jeep.
Los dos soldados los jalaron con tosquedad para que se pusieran de pie, y comenzaron a jalarlos hacia el vehículo estacionado a algunos metros, sin importarles mucho que pudieran caminar bien o no con sus cabezas, y sus visiones, totalmente tapadas. El ilusionista, el tal Cody, no hizo seña alguna de querer hacer algún otro de sus trucos para escapar. Quizás en verdad le había tomado la palabra en que cooperar era lo mejor que podía hacer en esos momentos.
Por su lado, Gorrión Blanco se preocupó un poco al ver cómo se los llevaban de esa forma tan poco delicada, pero se sintió aliviada de que al menos no los dormirían ni les harían más daño. Al menos, no de momento. Eso la hizo suspirar más relajada, e incluso sonreír un poco.
—Muchas gracias, sargento —musitó con voz tenue, girándose hacia Francis. Éste, sin embargo, la miró de regreso con una hostilidad tajante su mirada que la dejó helada unos instantes.
—No hay nada en todo esto que sea digno de agradecerse, Gorrión Blanco —le respondió con brusquedad, con tono acusador—. ¿Acaso crees que no habrá consecuencias luego de lo que hiciste aquí? ¿Qué ninguno de estos soldados reportará a la primera oportunidad como usaste tus poderes contra ellos y los amenazaste?
Gorrión Blanco se estremeció por la rudeza de sus palabras. Miró entonces hacia un lado, notando como los demás soldados comenzaban a retirarse, pero más de uno miraba en su dirección con recelo.
—Estás perdiendo el control —continuó Francis, claramente sonando como una recriminación—. Si no dejas estos arrebatos de una buena vez, no habrá nada que yo, ni nadie, pueda hacer para protegerte.
La expresión de la chica se afiló al escuchar tal advertencia, o quizás incluso amenaza. Se giró a mirar de nuevo al sargento, y con una casi dolorosa frialdad en su tono le murmuró:
—Puedo protegerme yo sola.
Antes de esperar alguna respuesta de su parte, Gorrión Blanco se dio media vuelta, y comenzó a avanzar también detrás de los otros. Francis, agotado y resignado, la siguió unos pasos detrás.
Sí, definitivamente era una chica que podía protegerse sola, salvo quizás de sí misma y de la rabia que se escondía en su interior. Y eso era lo más preocupante.
FIN DEL CAPÍTULO 145
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softepiloguehq · 2 years ago
Note
Ola, mods. Sugestão de FC feminino para filha de deuses egípcios?
Olá, anônimo! Vou fazer uma listinha pra você. Espero que algumas dessas sugestões sejam de seu agrado. Qualquer coisa, é só nos chamar novamente, sim?
Alyah Chanelle Scott (1997)
Joy Sunday (1996)
Sydney Park (1997)
Javicia Leslie (1987)
SZA (1989)
Aicha Faye (1999)
Yara Shahidi (2000)
Nyane Lebajoa (1994)
Danielle Brooks (1989)
Samantha Logan (1996)
Laura Harrier (1990)
Faia Younan (1992)
Tara Emad (1993)
Imaan Hammam (1996)
Awuor Dit (1997/1998)
May Elghety (1998)
Kylie Bunbury (1989)
Ashley Moore (1993)
Sharon Alexie (2000)
dasilvadakid (1999)
Cheyenne Maya Carty (1996)
Adut Akech (1999)
Anyang Deng (2002)
Nura Habib Omer (1988)
Lupita Nyong'o (1983)
Celeste O'Connor (1998, não binárie)
Carmen Solomons (1991)
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[ EDIT ] Eu queria adicionar mais algumas também, hehe!
Aïssata Diallo (1994, usa hijab)
Aiyana A. Lewis (1997)
Alisha Wainwright (1989)
Amandla Stenberg (1998, não-binárie)
Ange José (2000)
Angel Nyan (1999)
Angelica Ross (1980, mulher trans)
Anne Barreto (1994)
Arlo Parks (2000)
Brittany O’Grady (1996)
Camilla de Lucas (1994)
Chelsea Tavares (1991)
Chloe Scantlebury (1999)
Doja Henshaw (1998)
Greta Onieogou (1991)
Halle Bailey (2000)
Jadah Doll (1995)
Jamilla Strand (1997)
Jéssica Maurice (1995)
Jordyn Woods (1997)
Kendra Bailey (1997)
Kenza Boutrif (2001)
Kiana Ledé (1997)
Lame Cobain (2001)
Lovie Simone (1998)
Mahkyli Simpson (2003)
Mariama Diallo (1993)
Mona Leo (2001)
Nikki Thot (1990)
Ocean Lewis (1999)
Onyi Moss (1986)
Ryan Destiny (1995)
Samira Ahmed (2001)
Summerella (1995)
Vanessa Morgan (1992)
Yandeh Sallah (1997)
Yetide Badaki (1981)
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queenfarmer · 1 year ago
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Camilla de Lucas teaches brazilian etiquette to India Amarteifio and Corey Mylchreest
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workingontheurl · 2 months ago
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joseandrestabarnia · 1 year ago
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Título: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?" San Lucas 24 v5 1870-1890 Artista: Roddam Spencer Stanhope (Inglaterra 20 de enero de 1829 - 02 de agosto de 1908) Detalles Fecha: 1870-1890 Materiales usados: óleo, yeso, pan de oro y medio de cera sobre lienzo Dimensiones: camilla de 129,8 x 168,8 cm; marco de 160,4 x 200,5 x 11,0 cm Fecha de firma: No firmado. Sin fecha. Crédito: Donación de Arthur Moon KC en memoria de su madre, Emma, nacida en Sydney en 1860, hija de John de Villers Lamb 1950
Información e imagen de la web de la Art Gallery NSW.
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crystalclearpics · 7 months ago
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