#bicicletas modernas
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onlinemegadiscountsus · 5 days ago
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edsonjnovaes · 1 year ago
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The evolution of the bicycle
The evolution of the bicycle. GIGadgets – 29 de dezembro de 2022. A.I. Carr – 29 de outubro de 2023 1817-1819: The Velocipede or Draisine 1860s: Boneshaker 1870s: Penny-farthing (or the high-wheel bicycle) 1880s: Safety bicycle (or the Rover) 1950s-1960s: Road bicycle Além desses artefatos mencionados no início do texto, pouco se sabe sobre o surgimento da bicicleta. Por algum tempo,…
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silvertice · 24 days ago
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Enchanted
Leopold x fem!reader
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Taylor Swift - Enchanted
My thoughts will echo your name, until I see you again
These are the words I held back, as I was leaving too soon
I was enchanted to meet you
Summary: Leopold, un caballero con elegancia de otra época, se encuentra en una ciudad moderna, lidiando con los altibajos de un mundo que no parece encajar con sus valores y estilo. Un día, en un parque, "paseando" al perro de su vecina ve a una joven que llama su atención de inmediato.
Category: Slow Burn Romance, Fish-Out-Of-Water, Meet Cute, Sweet and Lighthearted Encounters, Fluff, Period Piece Meets Modern World
{TW: Mild Social Misunderstandings, Brief Assumptions of Relationship Status, Nostalgic Yearning, Period-Modern Clashes, Wholesome Romantic Tension, Playful Banter**}**
El parque estaba particularmente animado aquella tarde, lleno de familias, bicicletas y alguna que otra ardilla que correteaba entre los árboles. Tomé un respiro, sintiendo el aire fresco de otoño mientras intentaba mantener el ritmo de Toby, mi perro de tamaño medio, que arrastraba su correa con la energía de un torbellino. Se emocionaba con cada pequeño movimiento y, francamente, era más rápido que yo para decidir qué dirección tomar.
—Toby, espera, tranquilo… —intenté calmarlo, aunque mi voz claramente no fue suficiente para detenerlo. Justo cuando me detuve para tomar aliento, me di cuenta de que ya no lo tenía a la vista.
A mi alrededor, gente y perros iban y venían, pero Toby… Toby había desaparecido en cuestión de segundos. Me giré a tiempo para verlo, allá a unos metros, corriendo hacia otro perro y su dueño. Aquel hombre tenía una postura recta, elegante, y aunque intentaba mantener el control de su perro, no parecía tener mucha experiencia con correas.
—¡Toby, no! —grité, comenzando a correr en su dirección, pero fue inútil. Antes de que pudiera hacer algo, mi perro se lanzó juguetonamente hacia el suyo, con tanta fuerza que logró desestabilizarlo. Para cuando llegué, aquel hombre, con su traje impecable y mirada de sorpresa, ya estaba en el suelo, con Toby saltando felizmente a su alrededor como si de un gran logro se tratase.
—Lo siento tanto —dije, intentando atrapar a Toby mientras sentía mis mejillas arder de vergüenza—. Normalmente es un poco travieso, pero esto... esto ha sido extremo, incluso para él."
Por un momento, no pude evitar reírme. Toby no dejaba de saltar alrededor del hombre como si quisiera felicitarlo por caer al suelo. La escena era surrealista: aquel caballero de aspecto pulcro, de porte tan distinguido, ahora en el suelo de tierra, y Toby con la lengua fuera, feliz de la vida.
El hombre me miró con una expresión que parecía debatirse entre la sorpresa y la exasperación. Sin embargo, tras un instante, sus labios se curvaron levemente en una sonrisa, y pude ver cómo sus ojos se llenaban de una chispa de diversión.
—Perdón… —dije entre risas, acercándome a él y extendiendo mi mano para ayudarlo—. No suele hacer esto... bueno, al menos no tan drásticamente.
Él miró mi mano, levantando una ceja con una especie de dignidad natural, antes de rechazarla cortésmente con un pequeño gesto.
—Le agradezco la intención, señorita, pero puedo valerme por mí mismo —respondió, incorporándose con precisión y sacudiendo ligeramente su abrigo, aunque era evidente que el polvo se había adueñado de su elegancia por completo.
Me mordí el labio, entre divertida y algo avergonzada. Él se irguió de nuevo, con ese aire impecable a pesar de la caída, y volvió su atención hacia mí, con una sonrisa ahora más sincera.
—Diría que su amigo aquí tiene una fuerza admirable... aunque quizá algo más de disciplina no le vendría mal.
Reí suavemente, encogiéndome de hombros mientras intentaba calmar a Toby, quien seguía disfrutando del caos que había causado.
—Tiene razón. No parece que la obediencia sea su punto fuerte.
A pesar de su formalidad, había algo en su forma de mirarme que transmitía un encanto casi cálido, como si la situación absurda lo hubiera divertido más de lo que dejaba entrever.
—Déjeme decirle que no veo muchos caballeros con... —me interrumpí, intentando encontrar las palabras correctas sin parecer demasiado directa— …bueno, con ese estilo tan particular.
Él bajó la mirada hacia su propio atuendo, como si recién recordara lo que llevaba puesto. Su chaleco cuidadosamente abotonado, el reloj de bolsillo asomando, y el abrigo de corte impecable parecían extraídos de otra época.
—¿Extraño? —respondió, alzando una ceja mientras sus labios formaban una leve sonrisa—. A decir verdad, es más bien usted quien va… inesperadamente desaliñada —añadió, con una nota de humor disimulado.
Sonreí ante el ingenio de su respuesta, notando el modo en que su porte formal parecía disolverse ligeramente. Me sentí tentada a seguir con el juego.
—¿Y qué se supone que haría alguien como usted, vestido para otra época, en un parque común? —le pregunté, cruzándome de brazos con una sonrisa que no lograba contener.
Él la mantuvo un segundo, como si disfrutara de la pregunta tanto como de mi reacción, y luego simplemente sonrió, encogiéndose de hombros con ese aire de misterio que parecía tenerle muy cómodo.
—A veces, uno termina exactamente donde debe estar, sin importar el siglo, —respondió, sus palabras tan enigmáticas como su mirada.
Justo en ese momento, el perro del hombre comenzó a sacudirse con entusiasmo, reclamando atención. Me agaché para acariciarlo, sonriendo ante su expresión amistosa.
—¿Cómo se llama? —pregunté, rascándole detrás de las orejas.
El hombre, que hasta entonces me había parecido elegante y seguro, frunció ligeramente el ceño.
—No tengo la menor idea. No es… —hizo una pausa, como buscando las palabras correctas—. No es mío, exactamente.
Levanté la vista, algo desconcertada.
—¿No es tuyo? —reí, mientras el perro lamía mi mano—. ¿Entonces… qué haces aquí, con él?
Él suspiró, lanzándole una mirada severa al animal, que parecía no tener ninguna intención de acatarla.
—Digamos que es… un préstamo, por así decirlo. Un acuerdo temporal, de mutua conveniencia.
Su manera de hablar, tan formal y algo anticuada, despertó aún más mi curiosidad. Había algo en su tono que hacía que cada palabra sonara como si viniera de un libro. Me crucé de brazos, entretenida por el enigma.
—Eso suena muy… diplomático —le respondí, esbozando una sonrisa—. Suelo escuchar “estoy cuidando al perro de un amigo” o “me pidieron que lo paseara”, ya sabes, algo… menos ‘de época’.
Él entrecerró los ojos, con una expresión entre divertida e intrigada.
—Pues, señorita, algunas costumbres de nuestra época no son tan malas… aunque debo confesar que su interpretación no es incorrecta.
Asentí, divertida, sin dejar de acariciar al perro.
Mis pensamientos divagaban, cuestionando si este encuentro no se volvería aún más interesante. Este hombre, tan fuera de contexto, parecía intensamente cómodo en su aire misterioso, y por alguna razón, la mezcla de sus maneras y su ropa hacían que me sintiera como en otra época. Me encontraba cada vez más tentada a seguir la conversación con él.
Sonreí, sin poder evitarlo.
—¿Siempre hablas así? Porque, bueno… estamos en pleno siglo XXI, y la forma en la que te expresas es… —me detuve, buscando una palabra adecuada—… divertida. Pero es raro, en el mejor sentido.
Él inclinó levemente la cabeza, como si analizara mi comentario.
—¿Divertida, dices? —preguntó, alzando una ceja con una ligera sonrisa—. No esperaba que elocuencia y diversión fueran palabras cercanas en este tiempo. Aunque confieso que algunas expresiones modernas… me cuestan.
Antes de que pudiera contestar, su perro tiró suavemente de la correa y se sentó en el césped, jadeando visiblemente.
—Creo que tu compañero necesita agua —le dije, señalando con la cabeza hacia el perrito que estaba casi tumbado en el suelo, respirando con fuerza.
—¿Acaso intenta decirme algo? —murmuró él, observando al perro con una curiosidad casi ingenua.
Contuve una risa, divertida por su desconcierto.
—A la vuelta del parque hay una fuente de agua para ellos. —le indiqué—. Podrías llevarlo allí, si quieres que recupere un poco de energía.
Él me miró, entre agradecido y sorprendido.
—Muy amable de tu parte, señorita… —dijo, y por un segundo, pareció dudar si debía preguntar algo más o no.
Me encogí de hombros, con una sonrisa.
—Lo hago más por el perro que por ti, pero si quieres, te acompaño —le respondí, guiñando un ojo mientras comenzaba a caminar en dirección a la fuente.
Él comenzó a caminar a mi lado, manteniendo una ligera distancia, como si la cercanía con alguien que acababa de conocer fuera una cuestión seria de etiqueta.
—No he tenido el placer de saber tu nombre —dijo, mirándome de reojo, con ese aire de formalidad que ya parecía natural en él.
—Me llamo Isa, Isabella—respondí, observándolo con una sonrisa—. Y tú… ¿tienes un nombre, o prefieres que te llame 'Señor siglo XVI'?
Eso arrancó una sonrisa sutil en sus labios.
—Muy graciosa, mi nombre es Leopold Alexis Elijah Walker Thomas Gareth Mountbatten.—Hizo una pequeña inclinación de cabeza, como si fuera parte de una presentación ceremonial—. Un gusto, Isabella, un bello nombre tienes.
Reprimí una risita y asentí.
—¿Así que... ‘Leopold’? Bueno, sin incluir los otros cinco nombre más que tienes, suena igual de antiguo que el resto de tu estilo. Me gusta, combina contigo —bromeé.
Caminamos unos metros en silencio, pero él parecía pensativo, como si sopesara mis palabras.
—Me pregunto… —dijo al fin, mientras sus ojos paseaban por el parque— si la vida en el siglo XXI es tan diferente como parece a simple vista. La gente se viste de una manera curiosa, y pareciera que el tiempo es algo que siempre se escapa.
Lo miré, sorprendida.
—Supongo que sí. Todo va rápido, y no sé si realmente todos entendemos el valor de cada momento… O al menos de cómo lo entenderían en tu… época —le dije, dejándome llevar un poco por su manera de hablar—. Aunque pareces adaptarte bien, con todo y el traje.
Él me lanzó una mirada rápida, llena de esa mezcla de sorpresa e intriga que llevaba desde que nos conocimos.
—Intento hacerlo. Aunque, debo decir que algunas cosas del presente aún me confunden bastante.
Llegamos a la fuente de agua y señalé el bebedero para perros, donde su compañero de cuatro patas casi saltó de emoción, bebiendo de inmediato.
Leopold sonrió, agradecido.
—Aprecio tu compañía y ayuda, señorita Isabella. No sé si habría llegado aquí sin ella.
—Tranquilo, me aseguré de que sobrevivieras al siglo XXI —bromeé, guiñándole un ojo.
Cuando el perro de Leopold terminó de beber agua, me di cuenta de que el carrito de helados estaba a pocos pasos de nosotros. Una idea traviesa me cruzó la mente. Tomé a Leopold suavemente del brazo, sintiendo cómo se tensaba ligeramente ante el gesto, y lo guié con una sonrisa.
—¿Qué haces? —preguntó, un poco desconcertado, mirándome como si acabara de proponerle una locura.
—Te estoy llevando a vivir la experiencia completa del siglo XXI. —Lo miré divertida, soltando su brazo solo cuando llegamos frente al carrito de helados—. ¿Te gusta el helado?
Él me observó, curioso, y después miró el carrito, con sus colores brillantes y la fila de personas esperando su turno.
—Helado… si, he oído hablar de él, pero no estoy seguro de haberlo probado.
No pude contener una sonrisa. Había algo inexplicablemente tierno en su manera seria de observar todo, como si estuviera analizando los detalles con sumo cuidado.
—Entonces será una primera vez —respondí, emocionada. Mientras revisaba la lista de sabores, traté de contener una risa al imaginarlo probando helado por primera vez—. ¿Qué te parece… uno clásico, como vainilla? O podrías ser más aventurero y probar algo nuevo… aunque con tu estilo, la vainilla te quedaría bien.
Él arqueó una ceja y asintió.
—Lo que tú sugieras, señorita. Confío en tu buen criterio en estos asuntos.
Pedí un par de helados y le extendí uno a él. Leopold lo tomó, mirándolo como si le acabara de dar una pieza de arte extraña.
—¿Y ahora? —preguntó, sosteniéndolo con cierto recelo.
—Pues, ahora lo comes —me reí suavemente y le mostré cómo dar el primer mordisco.
Él siguió mi ejemplo, probando un poco de helado, y al instante su expresión cambió de sorpresa a una sonrisa genuina.
—Debo admitir que… esto está delicioso. Aunque también bastante frío —dijo, riendo casi a regañadientes, mientras el helado se derretía un poco en su mano.
Nos quedamos ahí, disfrutando de nuestros helados, y él parecía casi absorto en la simpleza del momento, como si estuviera en un mundo nuevo.
Leopold miró el helado en su mano, luego a mí, con una expresión de leve preocupación.
—Me temo que debería compensarte por esta experiencia… pero no tengo moneda alguna en mi posesión —dijo con tono serio, aunque se notaba su leve incomodidad.
Reí suavemente, sacudiendo la cabeza. —No te preocupes, va por cuenta de la casa. Considera el helado como un regalo.
Él asintió, agradecido, aunque parecía tomarse la falta de dinero más en serio de lo que imaginé. Aun así, retomamos el paso y comenzamos a caminar en dirección a la ciudad, cada uno con su helado en mano y sus perros avanzando a nuestro lado. Noté que el ruido de la ciudad parecía llamarle la atención cada vez más; sus ojos recorrían los edificios modernos, los vehículos y la gente como si fuera un espectáculo.
—¿Siempre está todo tan… activo? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.
—Sí, esta parte de la ciudad no descansa. —Lo miré, divertida—. Me imagino que debe ser muy diferente a lo que estás acostumbrado.
—Diría que es… excesivo —respondió, aunque sonrió levemente—. Aunque, admito que encuentro ciertos encantos en su caos.
Solté una risa y, sin darme cuenta, la conversación continuó hasta que nos acercábamos cada vez más a mi calle. Sus respuestas y observaciones, tan diferentes a las de cualquier persona que hubiera conocido, despertaban una curiosidad en mí difícil de ignorar. Y, a medida que avanzábamos, el camino de regreso a casa pareció acortarse más de lo que esperaba.
—Bueno, aquí estamos —dije, señalando mi edificio, con una leve mezcla de pesar y sorpresa por lo rápido que había pasado el tiempo.
Él se detuvo, mirándome con una expresión en la que pude ver el reflejo de aquella misma sorpresa. —Entonces, esta es tu morada… —dijo, como si el término “casa” fuera insuficiente para describirla.
Reí suavemente y asentí, manteniendo la puerta abierta. —Sí, aquí es donde vivo.
Nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que él dio un paso hacia atrás con una ligera inclinación de cabeza. —Aprecio mucho tu… hospitalidad, y el curioso sabor del helado —dijo, mirándome—. Ha sido… realmente peculiar, gracias.
Me reí, sintiendo que lo que parecía un adiós formal escondía algo más.
—Ciertamente lo ha sido, Leopold —respondí, con una pequeña sonrisa—. Tal vez, si alguna vez te encuentras sin alguien que te explique las peculiaridades de este siglo, podríamos repetirlo.
Él pareció considerar mis palabras, y en su mirada, por un instante, vi algo de aquella chispa que había visto antes.
Justo cuando iba a hablar para despedirse, una figura apareció de la nada, casi como si hubiera salido del viento mismo. Una chica de cabello rubio, corto y liso, con una expresión entre preocupación y exasperación, corrió hacia nosotros. Parecía agitada, y al reconocer a Leopold, frunció el ceño.
—¡Leopold! Llevo un buen rato buscándote —dijo, con voz firme, cruzándose de brazos.
Él, sorprendido, alzó las cejas y le dedicó una leve reverencia. —Oh, mis disculpas. Me he… entretenido un poco más de lo que anticipaba.
La chica soltó un suspiro y lo miró con una mezcla de familiaridad y regaño que me hizo sentir como si estuviera presenciando algo privado. Suspiró otra vez, mirándome ahora con curiosidad, antes de volver a dirigir su atención a él.
—Por favor, no te alejes tanto la próxima vez —le dijo con un tono algo suave, pero con una mirada que dejaba claro que no era una simple petición.
Sentí una leve incomodidad, como si de repente hubiera irrumpido en una escena en la que no tenía lugar. La familiaridad con la que se hablaban y su postura protectora hacia él dejaron una impresión que no podía ignorar. ¿Sería… su novia? La idea hizo que una leve incomodidad se asentara en mi pecho, y de pronto, el momento se sintió como una despedida inevitable.
Leopold notó mi expresión y se volvió hacia mí, pareciendo un poco más reservado.
— Gracias nuevamente, Bella. Ha sido una tarde… inolvidable —dijo con una leve sonrisa, mirándome por un instante más largo de lo necesario antes de dar un paso hacia atrás.
Asentí, sonriendo con algo de nerviosismo, sin saber muy bien qué decir. —Claro, un placer haberte conocido, Leopold.
Con una última inclinación de cabeza, él se dio la vuelta y comenzó a caminar junto a la chica, quien seguía lanzándome miradas ocasionales. Al verlos alejarse, no pude evitar preguntarme si lo volvería a ver alguna vez.
Los observé mientras se alejaban, un poco desorientada y sin saber muy bien cómo sentirme al respecto. La puerta estaba a solo unos pasos, así que me giré para entrar en mi edificio, cuando escuché mi nombre resonando en el aire.
—¡Espera!
Volteé rápidamente y ahí estaba Leopold, con esa intensidad en sus ojos y una leve sonrisa en el rostro. Dio unos pasos hacia mí, ignorando a su acompañante que lo miraba con incredulidad, y se detuvo lo suficientemente cerca como para que nuestras miradas se encontraran de nuevo.
—¿Podrías anotarme tu dirección? —preguntó con esa voz tan particular, formal y a la vez suavemente intensa—. Sería un placer… saber más de ti. —Se inclinó ligeramente hacia mí y, con una sonrisa encantadora, añadió—: Porque no he encontrado en esta ciudad algo tan interesante como tú y.. me gustaria recompensarte por el helado.
La sinceridad en su mirada y ese comentario me hicieron sonreír, y cualquier duda que tuviera se desvaneció en el acto. Saqué un papel y buscando una lapicera en mi bolso, le di mi número, tratando de ignorar el latido acelerado de mi corazón.
—Quiero verte pronto, entonces —dije, mordiéndome un poco el labio mientras anotaba mi número y mi dirección en el papel.
Él sonrió, guardando el papel con cuidado. —Eso espero, sinceramente.
Al final, nos despedimos, y cuando me giré para entrar, no pude evitar sentir que todo acababa de dar un giro inesperado y maravilloso.
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Del cuaderno... (XVI)
CUATRO PÁRRAFOS
Canta el mirlo en la tarde de abril. Siempre está ahí mi fiel amigo y compañero; salvo en los últimos meses —tal vez un total, nada despreciable, de un año o año y pico— en que había faltado; fue durante 2023 y a comienzos de 2024. No sé cuánto tiempo llegó a estar ausente, pero hubo un momento en que sentí franca alarma; vivir sin la música del mirlo sería para mí como vivir o intentar vivir sin tabaco, sin la lectura, sin un modicum de amor físico. Luego, pese a que la invasión de horrendas cotorras no amaina, volvieron hasta cierto punto los ritmos a su curso, las aguas a su cauce y la paz a mi ánimo (en lo que al mirlo al menos se refiere).
Llevo la mayor parte de la tarde sumido en la inactividad, tras una mañana de intensa labor escritural. Ahora, por la ventana de mi estudio, barro de nuevo el cielo con los ojos, en busca de otros amigos que hace un par de días hicieron su aparición en las alturas: los vencejos. No veo esta tarde ninguno. Siempre reaparecen en primavera, surcando los vientos de finales de marzo y asaeteando los celajes de abril. Pero sus ciclos fluctúan, y yo diría que no se ven tantos en el barrio como antaño.
Creo que saldré dentro de un rato a dar un paseo. Es sábado, y el mundo está especialmente tranquilo. Esta semana volví a sacar la bici, por vez primera desde enero; pero hoy la dejaré guardada en el garaje; tal vez me anime a sacarla nuevamente mañana, o incluso el lunes, cuando tengo pensado ir a cortarme el pelo en La Moderna (y no sería la primera ocasión en que acudo a la barbería, en Alcalá con Príncipe de Vergara, en bicicleta; una vez aparqué la máquina en el interior de la propia tienda. Me parece que fue durante la covid; no había nadie en el establecimiento).
Lo dejo aquí. He redactado este fragmento con mi segunda Parker 51; la que perteneció en su día a mi abuelo materno, William Owen Bloxham. Es de color gris perla y lleva las iniciales «W. O.» y el apellido correspondiente grabados en su estilizado fuselaje. Y cuando digo «fuselaje» —aeronáutico vocablo— lo hago recurriendo premeditadamente al símil: la pluma de mi abuelo es como un minúsculo avión que surca estos renglones que hoy remato, tras bastantes años sin hacer uso de la estilográfica, en homenaje a la memoria del señor Bloxham, un caballero inglés de los que tal vez solo queden en la diáspora.
[20/04/24]
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PROBLEMILLAS CON LOS REGISTROS
He tenido problemillas con mis más recientes grabaciones poéticas. No sé si es porque en esta última temporada registro hablados con mucha menor frecuencia que antes. Y ya sabemos que la función o el uso —según Lamarck— hace al órgano; en este caso, el órgano metafórico de la voz. Aunque no se trate de la voz propiamente dicha, sino del tono y las cadencias de la misma. Grabar en condiciones domésticas (como ya he señalado en numerosas ocasiones) puede resultar francamente desesperante. Mi absurdo perfeccionismo, por otra parte, se vuelve también contra mí, habida cuenta de que las condiciones imperantes no pueden garantizar un resultado que no acabe de ser subóptimo.
Cuando tenía catorce años y estudiaba —lo hice durante un trimestre en aquella época— en el Churchill School, el colegio de mi pueblo natal de Westerham, en Inglaterra (establecimiento de enseñanza que hace ya muchos lustros fue borrado del mapa, como tantas otras cosas que a su paso barre la apisonadora del «progreso»), teníamos en clase de «trabajo del metal» a un bondadoso manitas, hombre barbado y melenudo como un loco inventor del siglo XIX, que a mí solía decirme, durante el proceso de manufactura de los objetos que fabricábamos, y al entregarle el artefacto terminado: «¡Muy bien! Aunque, como sé que eres un perfeccionista, no creo que estés completamente satisfecho con el resultado…».
Aquel señor, que hubiera podido ser una especie de amish modificado, o un evangélico caudillo de tiempos pretéritos, se llamaba míster Jacobs. Siempre tuve con él la sensación, enormemente reconfortante y alentadora, de que me comprendía a las mil maravillas; y esa es la máxima virtud de un maestro verdadero.
La última herramienta que fabriqué en clase de trabajo del metal fue un destornillador hecho enteramente de acero, de largo y poderoso fuste y empuñadura torneada con mimo, que a pesar de su humilde acabado era un recio y hermoso utensilio. Conservé durante muchos años el destornillador, que me traje conmigo a España cuando abandoné el Churchill School tras aquel paréntesis inglés de mi temprana adolescencia; pero en el transcurso de los años, el entrañable útil, fabricado con mis propias manos con tanta devoción y esmero, terminó perdiéndose en algún recoveco del camino.
Ahora, batallando con mis audios poéticos fallidos, me he acordado de aquellas clases de artesanía del metal, y del bondadoso y sabio señor Jacobs. Sigo siendo víctima del perfeccionismo, que es uno de los rasgos de mi carácter que más me martirizan (y que además se riza sobre sí mismo en bucle doble, como para aguzar aún más mis tormentos: soy uno de esos neuróticos que sufren la neurosis añadida de desvivirse por domeñar sus obsesiones). Si míster Jacobs estuviera aquí, ya me imagino lo que me diría: «Intuyo que sigues sin estar del todo contento con esto, de modo que vamos a hacer una cosa…». Y esa cosa sería, con calma y aplicación, darle otra vuelta de tuerca al asunto. La función hace al órgano; la práctica —¿no habló Baroja del «camino de perfección»?— conduce a lo perfecto.
[23/04/24]
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LA BÁSCULA DEL TIEMPO
Tengo la sensación de andar perdiendo demasiado el tiempo estos días. (Perder un poco el tiempo es saludable y necesario; perderlo en exceso es incuria inaceptable. Encontrar el punto exacto de equilibrio entre estos dos extremos es una de las más fundamentales destrezas del artista).
Estamos a miércoles, y desde el sábado pasado no laboro en condiciones en las diversas tareas que forman parte de mi cometido; el domingo arrojó un balance regularcillo; el lunes fue más bien malo; y ayer martes borré de la Bitácora, por la mañana, un hablado de un soneto del Conde de Villamediana («Amor no es voluntad, sino destino…») que desde hacía setenta y dos horas me traía por la calle de la amargura, y que ni por esas —más de cuatro o cinco registros fallidos— me convencía.
Hoy ha sido una jornada un poco apática y desganada; me he pasado la mayor parte de ella muerto de frío (sopla en Madriles un aire de abril que corta a un hombre en dos). Por la tarde, finalmente, he entrado un poco en calor, y leído en la serena paz de mi estudio unas cuarenta páginas de Ortega, de quien cito a continuación un fragmento de hace casi exactamente cien años que me deja esta noche un agridulce sabor de boca, y bastante caviloso.
¡Prosigamos, en todo caso! Conjuguemos ese verbo —«proseguir»—, y todos los verbos de la lengua, en perseverante ejercicio de eterno retorno cotidiano.
Esta grave disociación de pretérito y presente es el hecho general de nuestra época y la sospecha, más o menos confusa, que engendra el azoramiento peculiar de la vida en estos años. Sentimos que, de pronto, nos hemos quedado solos sobre la tierra los hombres actuales, que los muertos no se murieron de broma, sino completamente, que ya no pueden ayudarnos. El resto de espíritu tradicional se ha evaporado. Los modelos, las normas, las pautas ya no nos sirven. Tenemos que resolvernos nuestros problemas sin colaboración activa del pasado, en pleno actualismo— sean de arte, de ciencia o de política. El europeo está solo, sin muertos vivientes a su vera; como Pedro Schlemihl, ha perdido su sombra. Es lo que acontece siempre que llega el mediodía.
[24/04/24]
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DE THOMAS SOUTHEN AL HOMBRE SOLITARIO
Voy a utilizar este calendario (en el reverso de cuyas hojas en este momento escribo) a modo de cuaderno de notas. Será fabuloso hacerlo; y además, la pluma se desliza sobre la encerada superficie de su gruesa cartulina con una fluidez de espuma.
No sé cuántos cuadernos y libretas acumulo ya desde que tenía diecisiete años y empecé a hacer constar mis ocurrencias, reflexiones, rumias y poemas por escrito. Recuerdo que el primero de todos ellos era un dietario de oficina, inglés, de rígidas tapas duras de color azul, que mi padre guardaba sin estrenar en su despacho. En su cubierta pegué un recuadro oblongo de papel cuadriculado en el que figuraba el solemne rótulo: The Notebook of Thomas Southen (o algo por el estilo). Mi más temprano pseudónimo fue precisamente ese: “Thomas Southen” (siendo “Southen” corrupción de “Southern”, con erre antes de la ene final, que en español yo convertiría en Delsur).
No es que yo haya sido muy dado a los noms de plume; pero el siguiente que se me ocurrió asignarme, y que todavía hoy utilizo, hizo su aparición en uno de los epígrafes de mi poemario Días perdidos en los transportes públicos: “Howard Bloxham”. Este pseudónimo lo compuse haciendo uso de mi segundo nombre, extraoficial (mi abuela materna quiso en su día ponérmelo, sin que prosperase nunca la propuesta), y el apellido de soltera de mi madre. En cuanto al anterior apelativo, surgió sin duda, de inconsciente y misteriosa manera, de los nombres de Eliot —Thomas Stearns—, modificados mediante idiolectal guiño de artista adolescente que ya entonces se sentía «inglés de la diáspora» y vivía, en sus sueños literarios, bajo el hechizo del «Sur» como dimensión del alma (Hölderlin, Goethe, Lord Byron muriendo en las playas de Missolonghi, los pintores «orientalistas» del siglo XIX).
Aquel cuaderno azul, que contenía mis primeros versos, y muy ambiciosos esbozos de grandes «obras inmortales» que incluían nada menos que un diálogo dramático à la Browning, protagonizado entre otras figuras por Pasolini, se perdió. Yo mismo me deshice de él en Gijón, en 1999, poco antes de que nos mudáramos a Madrid. Fue otro de tantos actos de punitiva autolesión moral que he perpetrado en mi vida, y de los que siempre me arrepentiré, aunque el pasado no tenga remedio ni sirva para nada lamentarse.
A propósito de esto último, sin embargo, la gran suerte que tengo es mi inaudita capacidad para levantarme una y mil veces de la lona. Mi propensión temperamental al abandono solo es igualada, y superada, por un incesante movimiento pendular, de energía y entusiasmo, que se verifica justamente en sentido contrario: de ahí mi carácter de ave fénix, en perpetuo renacer de sus cenizas.
Habrá más libretas, más cuadernos, más folios, más papeles volanderos, más servilletas de papel y sobres usados vueltos del revés; habrá incluso más calendarios. Dadme —como tengo en algún fragmento dicho— un útil de escribir y un espacio en blanco, y redactaré crónicas siderales en los páramos de la luna. La cantidad tiene su propia calidad; y siempre afirmé que prefería que se me ofreciera lo primero, pues lo segundo —la «calidad»— ya sabría espigarla yo mismo. Escribir es mi sino, y es también mi misión. Van ya no sé si veinticinco libros hasta la fecha; ¡pocos me parecen! (al margen de que de principio a fin tout existe pour aboutir à un livre). Seguirán lloviendo las palabras sobre toda superficie que las acoja; seguirá construyéndose, casi a pesar mío, la «gran catedral» bergmaniana que ya vislumbraba yo cuando buscaba, a través de los pseudónimos, suertes de alter ego que arrimaran el hombro junto a mí, dedicados a la irrenunciable tarea a la que debo consagrar mi vida.
[29/04/24]
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ROGER WOLFE
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decayinggracerpg · 10 months ago
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Ubicado entre las colinas del Este, Saesijak, con más de un siglo de antigüedad, se presenta como un lugar idílico, donde la tradición se entremezcla con el misterio y la vida moderna.
Las empedradas calles del pueblo son un laberinto que sigue el contorno natural de las colinas, especialmente en la zona este y oeste.
Las casas de las zonas más tradicionales han sido construidas con madera y presentan detalles característicos de lugar como techos a dos aguas y celosías, en contraste con aquellas que han sido construidas posteriormente con detalles más modernos y sostenibles como paneles solares discretos y sistemas de recolección de agua de lluvia.
Los callejones y encrucijadas destacan por sus vivos colores gracias a las macetas con flores silvestres que aportan vida a las estrechas vías, mezclándose con el aroma de la gastronomía local proveniente de las casas cercanas y de los campos circundantes.
Otra peculiaridad que realza aun más su encanto es la escasez de coches circulando por sus calles, la mayoría opta por vehículos menos contaminantes, lo más comunes son la bicicleta y los patinetes eléctricos, aunque sin duda, el favorito de los nacidos en Saesijak, sigue siendo algo tan tradicional como recorrer a pie sus caminos y rutas cargadas de historia.
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talomacblog · 11 months ago
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IMPUDICIAS PUBLICITARIAS
 Por Alejandro Bovino Maciel). Hartos de la T.V. de aire que nos mortificaba con publicidades reiterativas y cansinas, nos abonamos al cable. Craso error. Resulta que el cable, por el que pagamos una suma excesiva, se ha convertido en el refugio de la publicidad que antes orneaba por la televisión abierta. La propaganda de “fulana pagó 20 dólares y su amiga pagó 16” de los hoteles y “queridos 20 te voy a contar un poco sobre los 30” ya me han convencido de jamás usar esa plataforma hotelera ni la marca de automotores del león de Francia.
Si tienen tan poca imaginación para ofrecerme el producto, éste no ha de ser muy bueno. Pero lo más irritante es la insistencia machacona con la que una y mil veces interrumpen el documental para volver a repetir esas estupideces publicitarias. Y después, la gente de cable se pregunta, alarmada, ¿por qué baja sin parar el prendido de la señal?
Pues, señores, ¡porque son más aburridos que leer la Tabla de Logaritmos!
Aunque debemos reconocer que el tono general de la publicidad se ha vuelto más desfachatado. Ya hay gente (y hasta dos mellizos) comentando que les arde el ano, otro se queja del dolor anal que no le deja pedalear su bicicleta, una tercera que le da vergüenza el prurito por tener que rascarse en cualquier sitio frente a sus amistades; y todo para recomendar una crema hemorroidal que, según el anuncio, es la panacea anal.
En otra, una ronda de señoritas confiesa —como hablando entre amigas, pero frente a cámaras— que tiene ardor y escozor en la vagina. Todas parecen coincidir en que las trichomonas atacaron en forma de pandemia todos los genitales femeninos a tiro y, menos mal, una de ellas, más experta, extrae un óvulo o un spray que combate eficazmente las causas de flujo, fermentos, picazones y demás molestias pelvianas. Ni hablar de la comercialización de toallas íntimas —con o sin orejas protectoras— tampones, desodorantes con perfume a gardenias... la lista es virtualmente tan larga como las góndolas de las modernas farmacias-supermercados dedicadas al rubro. Tampoco olvidemos las hierbas para dormir, los compuestos para la dificultad miccional masculina, las cremas de todo tipo para rejuvenecer, quitar manchas, quitar verrugas, arrugas y sumar brillo. Las píldoras digestivas, colagogas, antiácidas.
Toda esta farmacopea clandestina evita lo más importante: consultar con un médico sobre los problemas. El síntoma, la molestia, muchas veces es la primera y única señal de alarma para advertir enfermedades —como el cáncer— potencialmente letales. Con estas recomendaciones publicitarias solamente conseguiremos adormecer el síntoma o la molestia sin curar la verdadera causa, y de este modo, tal vez, por qué no, quién sabe, perderemos la única oportunidad de reconocer el verdadero mal para atacarlo a tiempo.
BUENOS AIRES, ENERO 2024
*www.alejandrobovinomaciel.webador.es
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seguirsinti · 1 year ago
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Varios meses han pasado y desde entonces, no he cruzado palabra ni mirada contigo. Aunque aún no estoy lista para ser amiga ni para hablar, hay tantas cosas que desearía contarte y reírme, criticar y marujear…
Te diría que la cafetera aún se llena de posos de café hasta el día siguiente, eso no lo cambiaré nunca, y que sigue amaneciendo algún pis en la cocina. Te diría que la Thermomix se ha convertido en mi gran aliada, que he aprendido a hacer un gazpacho de remolacha buenísimo y un puré de verduras que te chuparías los dedos. Contradiciendo mi antigua resistencia a los guisos en ella, me he hecho adicta a la temperatura 100 y velocidad cuchara.
Cuando cocino arroz los domingos, inevitablemente me vienen a la mente recuerdos. Y que el cocido sigue siendo mi plato estrella, aunque he descubierto un arroz negro congelado que parece sacado de la Marquesita para acompañar los calamares en salsa que cada día me salen mejor ( en la Thermomix, por cierto)
Estoy yendo a pilates y me sienta genial, pero no he logrado subirme a la bicicleta, sigue ahí, donde la dejaste. Las series ya no las veo sola, me acompaña Anita, me he enganchado a una telenovela llamada 'Café con aroma de mujer', y aunque me han recomendado otras, me cuesta empezarlas …
Los niños siguen nombrándote y recordándote. Desde que te fuiste, ya no llevan bocadillos al colegio. Juan me está dando algunos quebraderos de cabeza, y el opositor, bueno, en casa parece autista o está absorto en su teléfono, apenas lo veo, llega muy tarde.
La noticia de que mi amiga la de Huelva sufrió un infarto me impactó, casi me da a mi uno al enterarme, pero está bien, pasando por pruebas que van saliendo perfectas. Se casarán en septiembre de 2024, en el Rocío, y están muy ilusionados. Él se lo pidió a ella en su cumpleaños y fue muy emotivo, rodeados de amigos y familia.
Las mellizas nacieron hace dos meses y son dos muñecas, siempre que puedo, les echo una mano. En esa casa hay mucho trabajo, y tengo una favorita, la más rebelde, ¡cómo no! Es a la que mejor controlo y se calma conmigo. María y Víctor preguntan por su 'tío' y María cuando viene a casa te busca con la mirada.
Cuando voy al Upper y hay alguna oferta, todavía tengo que mirar tu número de teléfono para lo de la tarjeta amiga. No me la he sacado todavía. Se me hace raro ir a comprar sola.
Te contaría que tuvimos un viaje familiar a Roma, y me encantó y que te hubiese llamado desde allí para contarte la 'cagada' literal que tuve en el Vaticano, sin papel higiénico y en tierra Santa, no me sentó bien la pizza, ¡te hubieras muerto de risa!
No destapo el otro lado de la cama, así es más fácil hacerla después. La soledad nocturna ha vuelto, y no dejo que nadie(la pequeña de la casa) ocupe ese espacio, lo peor de todo es que me gusta la soledad. Ya no soporto que nadie me coja de la mano, me siento rara cuando los niños lo hacen, vuelvo a ser yo en ese sentido.
Hay tantas cosas que te diría y te contaría. Como que cambies esa chaqueta verde claro, ya estamos en octubre, y esos colores no pegan. También que inviertas en corbatas más modernas, te veo antiguo con las que llevas y que estás mejor con chino y americana sin corbata. Y ponte más los vaqueros negros, esos te quedaban muy bien. También deberías usar los zapatos nuevos, de Vilar, son muy chulos.
Te diría que te recortes la barba y el pelo. Y que, sorprendentemente, ahora te has vuelto un adicto a Instagram, buscando tener un millón de amigos y así más fuerte poder … como decía la canción, ¡mira que me diste follón con las redes!
El padre de Dolores ( comadre) está regular con cáncer de pulmón, y lo están pasando mal. Mi padre también está jodido, con problemas de corazón, mi hermano no se lo ha tomado muy bien.
Te diría que tienes unas hijas maravillosas y que lo de la mayor no es normal, aprovéchalas y disfrútalas mucho, yo ahora estoy más centrada en los míos.
Ya no fumo tabaco desde hace meses, solo el cigarrillo electrónico, no soporto el olor a tabaco en las personas.
Hay tantas cosas que desearía compartir contigo, como unos simples amigos, pero... sé que estamos mejor separados, que somos incompatibles como pareja. Pero también sé que como amigos podríamos ser los mejores. Sin embargo, por ahora, admito que todavía no estoy preparada.
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capitaisbrasileiras · 2 days ago
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São Paulo - SP
16 - São Paulo - SP 15 a 17 de novembro de 2024.
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São Paulo, a maior cidade do Brasil e uma das maiores metrópoles do mundo, é conhecida por sua diversidade cultural e econômica. Com mais de 12 milhões de habitantes, a cidade é um verdadeiro mosaico de culturas, reflexo de décadas de imigração de italianos, japoneses, árabes e muitas outras nacionalidades. Esse pluralismo se manifesta em bairros como a Liberdade, de forte influência japonesa, e o Bixiga, com suas raízes italianas, além de eventos como a Parada LGBTQIA+ e a Virada Cultural, que celebram a inclusão e a criatividade.
O coração financeiro do país, São Paulo abriga a sede de grandes empresas nacionais e internacionais, além da Bolsa de Valores brasileira, a B3. A cidade também é um polo educacional e tecnológico, com renomadas universidades como a USP e a FGV, além de startups e espaços de inovação. Apesar do ritmo frenético, São Paulo oferece refúgios de tranquilidade, como o Parque do Ibirapuera, que combina áreas verdes, espaços culturais e atividades ao ar livre.
Parque Ibirapuera
O Parque Ibirapuera, localizado em São Paulo, é um dos espaços verdes mais icônicos do Brasil e um dos maiores refúgios urbanos da capital paulista. Inaugurado em 1954 como parte das comemorações do quarto centenário da cidade, o parque foi projetado por uma equipe de arquitetos e paisagistas renomados, incluindo Oscar Niemeyer e Burle Marx. Com seus mais de 1,5 milhão de metros quadrados, o Ibirapuera oferece um equilíbrio perfeito entre áreas verdes, espaços culturais e de lazer, atraindo milhões de visitantes todos os anos.
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O parque é um ponto de encontro para quem busca atividades ao ar livre, como caminhadas, corridas e passeios de bicicleta, ou simplesmente relaxar à sombra de suas árvores. Além disso, o Ibirapuera abriga importantes instituições culturais, como o Museu de Arte Moderna (MAM), o Museu Afro Brasil e o Auditório Ibirapuera, que promove shows e apresentações ao ar livre. A famosa marquise, um dos símbolos do parque, é um espaço multifuncional que reúne skatistas, ciclistas e eventos culturais.
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Mais do que um espaço de lazer, o Ibirapuera representa um pulmão verde em meio à movimentada cidade de São Paulo, proporcionando momentos de tranquilidade e conexão com a natureza. Seja para um piquenique, um dia de cultura ou uma simples pausa na rotina, o Parque Ibirapuera é um destino indispensável para paulistanos e turistas que desejam experimentar o melhor da capital.
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Mercado Municipal de São Paulo
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O Mercado Municipal de São Paulo, carinhosamente chamado de Mercadão, é um dos pontos turísticos e gastronômicos mais emblemáticos da cidade. Inaugurado em 1933, o prédio histórico, com sua arquitetura imponente e belos vitrais, é um marco do centro paulistano e atrai visitantes em busca de uma experiência única. Sua localização estratégica, próxima à Rua 25 de Março, o torna um destino popular para quem deseja explorar a cultura e os sabores da metrópole.
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No Mercadão, a variedade de produtos impressiona: frutas exóticas, temperos de todas as partes do mundo, queijos, embutidos e uma infinidade de ingredientes que encantam chefs e amantes da boa comida. Um dos grandes destaques do local é a gastronomia, com o famoso sanduíche de mortadela e o pastel de bacalhau, pratos que se tornaram verdadeiros ícones paulistanos. Os restaurantes e bancas oferecem uma oportunidade de provar sabores autênticos e explorar a riqueza cultural que São Paulo proporciona.
Mirante Santander
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O Mirante Santander, localizado no coração de São Paulo, é um dos pontos turísticos mais deslumbrantes da cidade. Situado no antigo Edifício Altino Arantes, popularmente conhecido como Edifício do Banespa, o espaço oferece uma vista panorâmica de 360 graus que revela toda a grandiosidade da capital paulista. Com 161 metros de altura, o edifício, que já foi o mais alto de São Paulo, é um marco histórico e arquitetônico que remonta aos anos 1940 e mantém sua imponência até hoje.
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Além da vista espetacular, o Mirante Santander é um centro cultural dinâmico, com exposições de arte, design e tecnologia que ocupam seus andares. Um dos destaques é o rooftop, que combina uma experiência gastronômica sofisticada com uma vista inesquecível, especialmente ao pôr do sol. Para os mais aventureiros, a instalação do “skywalk” permite que visitantes caminhem sobre uma plataforma de vidro, adicionando um toque de adrenalina à visita.
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O espaço é mais do que um mirante; é uma celebração da história e da modernidade de São Paulo. O edifício, revitalizado pelo Santander, reflete a capacidade da cidade de se reinventar, mantendo vivas suas raízes. Seja para admirar a paisagem urbana ou para mergulhar em experiências culturais, o Mirante Santander é um destino imperdível para quem deseja enxergar São Paulo de uma nova perspectiva.
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MAPA:
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bicicletassanchis · 4 days ago
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Bicicletas Eléctricas y Zapatillas de Mountain Bike en Valencia
Valencia, con sus pintorescos paisajes e infraestructura apta para bicicletas, es un para■so para los entusiastas del ciclismo. Ya sea que recorra las calles hist￳ricas de la ciudad o se enfrente a los escarpados senderos de monta￱a, el equipo adecuado puede marcar la diferencia. Las bicicletas el←ctricas y las zapatillas de ciclismo de monta￱a son dos elementos esenciales que elevan la experiencia del ciclismo, ofreciendo comodidad, eficiencia y una dosis de emoci���n. Para aquellos que buscan equipos de ciclismo de primera categor■a, Sanchis Bicycles en Valencia es su socio de confianza.
¿Por qué elegir bicicletas eléctricas en Valencia?
Las bicicletas el←ctricas han revolucionado el ciclismo, combinando la alegr■a de andar con la facilidad de la tecnolog■a moderna. El terreno diverso de Valencia, desde caminos urbanos llanos hasta desafiantes senderos de monta￱a, es perfecto para explorar con una bicicleta el←ctrica.
Conveniencia: las bicicletas el←ctricas le permiten cubrir largas distancias sin esfuerzo, lo que las hace ideales tanto para los desplazamientos diarios como para las aventuras de fin de semana.
Respetuoso con el medio ambiente: optar por una bicicleta el←ctrica reduce su huella de carbono al tiempo que promueve el turismo sostenible.
Versatilidad: Ya sea que est←s pedaleando por los pintorescos Jardines del Turia o ascendiendo por los senderos de la Sierra Calderona, las bicicletas el←ctricas se adaptan a tus necesidades.
En Sanchis Bicycles, encontrarás una amplia gama de bicicletas eléctricas que se adaptan a diferentes terrenos y estilos de conducción.
El papel de las zapatillas de ciclismo de montaña
Para los entusiastas del ciclismo de monta￱a, invertir en zapatillas de ciclismo de monta￱a de calidad es un cambio radical. Estas zapatillas brindan el agarre, la comodidad y la durabilidad necesarias para conquistar senderos desafiantes.
Mayor eficiencia de pedaleo: las suelas rígidas garantizan que se destine más energía a impulsar la bicicleta hacia adelante, lo que mejora el rendimiento.
Mejor agarre y control: las suelas especiales están diseñadas para brindar estabilidad, ya sea en pedales sin clip o plataformas planas.
Comodidad y protecci￳n: los materiales reforzados protegen tus pies de los terrenos accidentados al tiempo que mantienen la transpirabilidad.
Sanchis Bicycles ofrece una impresionante colecci￳n de zapatillas de ciclismo de monta￱a, que atienden tanto a principiantes como a ciclistas experimentados.
Conclusión
Las impresionantes rutas ciclistas de Valencia merecen el mejor equipamiento para garantizar una experiencia memorable. Combinar una bicicleta el←ctrica con unas zapatillas de ciclismo de monta￱a fiables es la soluci￳n definitiva para explorar la belleza de la ciudad y afrontar sus aventureros senderos. Tanto si buscas una bicicleta el←ctrica como equipamiento de ciclismo de primera calidad, Sanchis Bicycles ofrece productos de calidad y asesoramiento experto.
Emb£rcate en tu pr￳ximo viaje en bicicleta con la confianza de estar equipado con lo mejor. Visita Sanchis Bicycles hoy mismo y descubre la combinaci￳n perfecta de innovaci￳n y rendimiento.
Para más información:-
Bicicleta Electrica Valencia
Zapatillas De Ciclismo De Montaña
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alexbidetxea · 4 days ago
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Alex Bidetxea: Cómo el ciclismo puede ayudarte a reducir el estrés y mejorar tu salud mental 🧠
En la vida moderna, el estrés se ha convertido en una parte casi inevitable de nuestro día a día. Afortunadamente, el ciclismo se presenta como una solución efectiva y accesible para combatir la ansiedad y mejorar nuestra salud mental. Aquí te explicamos cómo este deporte puede transformar tu bienestar emocional y mental.
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1. Ejercicio físico y liberación de endorfinas
Cuando montas en bicicleta, tu cuerpo libera endorfinas, conocidas como las "hormonas de la felicidad". Estas sustancias químicas naturales actúan como analgésicos y mejoran tu estado de ánimo. El simple acto de pedalear no solo fortalece tu cuerpo, sino que también eleva tu nivel de energía y reduce la sensación de fatiga, contribuyendo a una mejor salud mental.
2. Conexión con la naturaleza
Ciclismo al aire libre te permite disfrutar de paisajes naturales y respirar aire fresco. La naturaleza tiene un efecto positivo en nuestra mente, ayudando a reducir el estrés y la ansiedad. Montar en bicicleta en entornos naturales puede ser un escape perfecto de la rutina diaria y un antídoto para la sobrecarga de información a la que estamos expuestos constantemente.
3. Meditación en movimiento
El ciclismo puede ser una forma de meditación activa. Al concentrarte en el pedaleo y el entorno que te rodea, puedes dejar de lado los pensamientos estresantes y encontrar un momento de paz mental. Este enfoque en el presente puede ayudarte a aclarar tu mente y a sentirte más relajado.
4. Mejora del sueño
El ejercicio regular, como el ciclismo, está relacionado con un mejor sueño. Una buena calidad de sueño es fundamental para la salud mental, ya que ayuda a regular las emociones y reduce los niveles de ansiedad. Al pedalear, puedes liberar la tensión acumulada durante el día, lo que facilita una mejor noche de descanso.
5. Fomento de la socialización
Montar en bicicleta también puede ser una actividad social. Ya sea que te unas a un grupo de ciclistas o simplemente salgas con amigos, el ciclismo te brinda la oportunidad de conectarte con otros. Las interacciones sociales son esenciales para nuestra salud mental y pueden ayudar a disminuir la sensación de soledad o aislamiento.
6. Desarrollo de la resiliencia
Superar desafíos en el ciclismo, como subir una colina empinada o completar una larga ruta, puede aumentar tu confianza y resiliencia. Estas experiencias pueden traducirse en una mayor capacidad para manejar el estrés en otras áreas de tu vida, fortaleciendo tu salud mental en general.
El ciclismo no solo es una excelente forma de mantenerse en forma, sino que también es un potente aliado en la lucha contra el estrés y los problemas de salud mental. Así que, la próxima vez que sientas que la vida te abruma, sube a tu bicicleta y disfruta de un paseo. Pedalear no solo te llevará a nuevos lugares, sino que también te ayudará a encontrar la paz y el equilibrio que tanto necesitas. 🚴‍♂️💚
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hotnew-pt · 21 days ago
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Schwinn ressuscitou seu clássico furacão dos anos 70 como uma bicicleta elétrica moderna #ÚltimasNotícias #tecnologia
Hot News A Schwinn Hurricane, uma bicicleta infantil icónica do final dos anos 70 e início dos anos 80, poderá em breve voltar a ser um produto básico nos subúrbios, graças ao renascimento da electricidade. A nova bicicleta elétrica compacta Schwinn Hurricane não é exatamente uma cópia da original, mas compartilha muito do estilo do clássico, com a conveniência adicional de um motor elétrico e…
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masvillarturismo · 2 months ago
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Un Refugio en la Naturaleza: Mas Vilar en Montseny
Mas Vilar es un destino único en la región del Montseny, perfecto para los amantes del turismo rural. Este encantador alojamiento ofrece una experiencia que combina tranquilidad, naturaleza y confort. Conozcamos más sobre lo que ofrece este extraordinario lugar.
Un Entorno Único en el Montseny
Los visitantes consideran el entorno natural de Mas Vilar como uno de sus mayores atractivos. La finca se ubica en el corazón del Parque Natural del Montseny, una reserva de la biosfera reconocida por la UNESCO. Aquí, los huéspedes encuentran un espacio donde relajarse y conectar con la naturaleza. Los bosques, las montañas y los ríos que rodean la finca ofrecen un escenario ideal para caminatas y paseos.
Instalaciones y Comodidades
Mas Vilar ha cuidado cada detalle para ofrecer una experiencia confortable y conveniente. Sus instalaciones mantienen la esencia de una casa rural tradicional sin sacrificar comodidades modernas. Las habitaciones son amplias y cuentan con una decoración rústica que invita al descanso. Además, los espacios comunes como el salón y la cocina están perfectamente equipados.
Espacios al Aire Libre
El jardín de Mas Vilar es un lugar perfecto para disfrutar del aire libre. Los huéspedes pueden relajarse en sus terrazas, disfrutar de una barbacoa o simplemente contemplar las vistas. Los niños también encuentran un rincón lleno de aventuras, con juegos y zonas para explorar.
Opiniones del Público
Las opiniones de quienes han visitado Mas Vilar son abrumadoramente positivas. La mayoría de los huéspedes destacan la hospitalidad del personal y la belleza del entorno. Muchos resaltan la limpieza de las instalaciones y la atención al detalle en cada rincón de la casa.
Comentarios de Familias
Las familias que han disfrutado de una estancia en Mas Vilar destacan el ambiente acogedor y seguro que ofrece. Los comentarios suelen mencionar la variedad de actividades para niños y la posibilidad de disfrutar juntos de la naturaleza. Estos aspectos hacen de Mas Vilar un lugar ideal para unas vacaciones familiares.
Valoraciones de Parejas
Las parejas encuentran en Mas Vilar un refugio romántico rodeado de belleza natural. Las opiniones subrayan la tranquilidad del lugar y la privacidad que ofrece cada estancia. Muchas parejas recomiendan Mas Vilar como una escapada perfecta para desconectar y reavivar la conexión.
Actividades y Experiencias
El entorno de Mas Vilar ofrece innumerables posibilidades para el ocio y el esparcimiento. Los visitantes pueden realizar rutas de senderismo, paseos en bicicleta y observación de aves. El Parque Natural del Montseny es un lugar perfecto para estas actividades. También ofrece opciones para practicar escalada y montañismo.
La Experiencia del Turismo Rural
Mas Vilar encarna la experiencia del turismo rural de Montseny. Esta modalidad de turismo permite a los visitantes sumergirse en la cultura local, aprender sobre la flora y fauna y disfrutar de la tranquilidad. El ambiente rural de Mas Vilar se complementa con su ubicación cercana a pueblos pintorescos. Los visitantes pueden explorar y disfrutar de la gastronomía regional.
Un Destino Inolvidable
Mas Vilar en Montseny es un destino que ofrece una experiencia de turismo rural única. La combinación de su entorno natural, instalaciones de calidad y atención al detalle asegura una estancia memorable. Ya sea para una escapada romántica o unas vacaciones en familia, Mas Vilar satisfará tus expectativas. Para más información, visita su página oficial sobre turisme rural Montseny. Allí encontrarás todos los detalles necesarios para planificar tu próxima aventura.
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ambientalmercantil · 4 months ago
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lifetechweb · 4 months ago
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Por que você deve considerar uma E-Bike para sua próxima compra
No mundo acelerado de hoje, a busca por meios de transporte sustentáveis ​​e eficientes levou muitos a considerar as vantagens das e-bikes. Essas bicicletas elétricas combinam a experiência tradicional de ciclismo com a tecnologia moderna, oferecendo aos ciclistas uma maneira fácil de navegar por paisagens urbanas e trilhas rurais. Com preocupações crescentes sobre pegadas ambientais e a…
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83liss · 4 months ago
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Eternal Avenger (8) 
Un Roba Familias 
El reloj marcaba las tres en punto, y la tarde primaveral en Nueva York se desplegaba como una sinfonía perfectamente orquestada. El sol, en su cenit, derramaba luz dorada sobre la ciudad, bañando los rascacielos y las calles en un brillo cálido y acogedor. El cielo, despejado y azul, se veía interrumpido únicamente por unas pocas nubes blancas, suaves y esponjosas, que se desplazaban lentamente, como barcos en un océano sereno. 
En Central Park, el pulmón verde de la ciudad, la primavera se manifestaba en todo su esplendor. Los cerezos estaban en flor, sus ramas cargadas de pétalos rosados que caían como una lluvia delicada con cada brisa. Los caminos serpenteantes del parque estaban animados por el bullicio de familias con niños pequeños que corrían y reían, parejas de enamorados que paseaban de la mano, y solitarios lectores que se refugiaban en los bancos, inmersos en sus libros bajo la sombra acogedora de los robles. 
El sonido del tráfico, normalmente una cacofonía discordante, parecía suavizado por la magia de la primavera. Los taxis amarillos se deslizaban por las avenidas, sus conductores disfrutando del clima a través de las ventanas bajadas. Las bicicletas compartidas de Citi Bike pasaban rápidamente, llevando a ciclistas que aprovechaban la tarde perfecta para un paseo relajante. 
En el mercado de agricultores en Union Square, los puestos estaban llenos de colores vibrantes. Las frutas y verduras de temporada, frescas y brillantes, atraían a compradores que se detenían a conversar con los vendedores sobre las cosechas. El aroma de pan recién horneado y flores de primavera llenaba el aire, creando una mezcla embriagadora que despertaba los sentidos. 
Cómo cada viernes la camioneta negra se estacionó frente a la preparatoria número 5 de Nueva York. Sam sonrío viendo a Karli salir conversando con su amiga Morgan. Un poco más atrás, Joaquín venía jugando a empujarse con Peter, ambos chicos hijos adoptivo de sus amigos Steve y Tony Roger. Sus hijos subieron a la movilidad y esta arranco. El fin de semana en casa de su padre Sam y su papi James empezaba, y prometía ser tan divertido como siempre. 
Hacía ya un par de años que la pareja se había mudado a Staten Island, un barrio tranquilo y accesible de Nueva York. Un lugar donde se combinaba la proximidad a la ciudad con un ambiente más residencial, ideal para criar a los hijos del primer matrimonio de Sam. La casa era de estilo brownstone, que dejaba a la vista los ladrillos. Era grande y espaciosa, con tres pisos, incluyendo un sótano y un ático. Tenía un pequeño jardín en la parte de adelante con plantas y flores, y un jardín trasero para actividades al aire libre. 
La sala de estar era amplia y acogedora. Sus muebles cómodos, una chimenea decorativa, y una gran televisión combinaban el estilo moderno de Sam con toques rústicos de Bucky. La cocina era moderna y bien equipada, con electrodomésticos de acero inoxidable, encimeras de cuarzo, y una isla central con taburetes. Estaba pensado para que ambos hombres pudieran cocinar juntos. El comedor contaba con una mesa grande para cenas con amigos y familiares. Decorado con arte y fotografías de Joaquín y Karli. Una puerta antes de salir hacia atrás se habia habilitado una habitacion como gimnasio. El jardín trasero era ideal para una barbacoa y un espacio para relajarse, reflejando la hospitalidad de Sam y la necesidad de Bucky de tener un lugar tranquilo. 
En el segundo piso estaba la habitación principal, de Sam y Bucky, era espaciosa, con una cama king-size, baño privado con ducha y bañera, y un amplio vestidor. Decorada con una combinación de elementos modernos y rústicos.  Frente a esta, estaba la de Joaquín, quien, a sus 17 años, le había dado a la habitación un aspecto juvenil, decorándola con temas deportivos. contaba con un escritorio para estudiar, una cama cómoda, y espacio de almacenamiento. Tenía posters de sus intereses y una pequeña área de entretenimiento.  
Al lado de la principal estaba la habitación de Karli. Era habitación luminosa y alegre, decorada con colores vivos y detalles que reflejaban sus intereses. Una cama cómoda, un escritorio para hacer la tarea, y espacio de almacenamiento para juguetes y libros. Reflejando que le pertenecía a una niña de 12 años. Cada una con su baño privado.  Al final del pasillo estaba el estudio de Bucky, y frente a este, el de Sam. Mientras que el ático servía como espacio de almacenamiento adicional. 
Bucky terminaba dos sándwiches cuando escucho una voz a lo lejos que lo llamaba emocionada, por lo que sonrió sin dejar de trabajar 
¡Papi! – decía Karli – ¡Papi, ya llegué!  
Lo sabe – dijo Joaquín –. Escucha tus gritos desde que subimos al auto de papá en el colegio 
¡Idiota! – dijo Karli 
¿A quién le dijiste idiota, idiota? – reclamo Joaquín 
¿Qué hemos dicho de llamarnos así? – dijo Sam entrando  
¡Ella empezó! – dijo Joaquín 
¡Mentira papá! – grito Karli 
Ok, ok – dijo Bucky abrazando a ambos chicos para besarles la frente a cada uno – ¿Por qué mejor en vez de pelear, no suben y dejan sus cosas en sus habitaciones y vienen a comer algo? Quiero que me cuenten todo lo que hicieron durante la semana 
Ya escucharon a papi – dijo Sam – vamos, vamos, arriba y sin pelear – agrego mientras los chicos obedecían – ¿y al padre de los revoltosos, no lo vas a saludar? 
No se – dijo Bucky coqueto mientras Sam se acercaba para abrazarlo por la cintura – soy un hombre felizmente casado 
¿Ah, ¿sí? – susurro Sam acercándose – ¿y no podrías hacer una excepción por hoy? 
¿Señor está proponiendo serle infiel al gran amor de mi vida? – dijo Bucky 
Solo conmigo – susurro Sam antes de besarlo – te amo 
Papi tengo hambre – dijo Karli entrando a la cocina 
Y yo – dijo Joaquín siguiéndola 
Ya somos tres – dijo Sam 
Entonces a comer – dijo Bucky 
Bucky le había pedido a Karli ayudarlo con la ensalada, por lo que se lavó las manos y de un salto se sentó en el mesón. Tomo tomó el Bol y lo colocó en medio de sus piernas cruzadas Mientras empezaba el resumen de todo lo que le había pasado en esa semana 
Y Kate me dijo que todas las chicas lo hacían – dijo Karli dándole una mordida a su sándwich 
Si y no – dijo Bucky – Es cierto que cuando uno está en su último año de preparatoria tiene novio, y a veces se pasa a segunda base, pero siempre ser debe responsable. Estar consciente de lo que ello implica. Pero no te preocupes. Tú eres muy bonita y seguro tendrás un montón de chicos a tus pies dispuestos a hacer lo que tú quieras con tal que vuelques a mirarlos – y Karli sonrió 
¿De qué novio hablan? – pregunto Sam entrando – y me parece una excelente idea que mi princesa no tenga novio hasta los cincuenta años 
¿Qué? – grito la chica – ¡Papi! – protesto buscando ayuda 
Cincuenta van a ser las semanas que duermas en el sofá, si vuelves a decir esas tonterías – sentencio Bucky y la chica sonrió ante la mirada aterrorizada de su padre 
Si bien la calle donde vivía con su madre estaba bien, a Karli siempre le había fascinado donde lo hacia su padre. La calle estaba llena de frondosos árboles y un parque al que solían ir. Le gustaban sus casas adosadas de estilo brownstone, típicas de Nueva York, que combinan elementos clásicos de ladrillo rojo con detalles de hierro forjado en las escaleras exteriores. Cada una con su propio encanto y carácter único. 
Tenía arboles altos que bordeaban la acera, proporcionando sombra y un ambiente verde agradable. Los pequeños jardines delanteros siempre estaban bien cuidados, con una variedad de plantas y flores que añadían color y vida a la calle. Su tráfico moderado, ideal para que los niños jueguen y las familias paseen con seguridad. Cerca estaba Prospect Park, donde iban a jugar mientras su papá y su papi hacían ejercicio 
Karli había salido a botar la basura cuando vio a la señora Agatha Harkness. No la había tratado mucho, pero se veía una mujer amable. Sabia por su mamá que habían vecinos cuando sus padres aún estaban casados. Sin embargo, Joaquín le había dicho una vez que era una bruja, de las que hacen encantamientos. E incluso afirmaba que la había visto salir volando en su escoba durante una noche de luna llena. Su padre lo había escuchado y lo había dado un buen regaño 
Cariño – dijo la mujer acercándose – ¿Cómo estás? 
Bien – dijo la chica sonriendo 
Puedes confiar en mi – dijo Agatha –. Si necesitas hablar con alguien, aquí estoy. Me imagino lo difícil que debe ser tener que crecer llamando papi al hombre que destruyo tu familia 
¿Destruyó? – pregunto la chica sorprendida 
¡Ay Dios! ¿Qué hice? – dijo Agatha apenada – tú no sabes nada 
¿saber qué? – dijo Karli  
No – dijo Agatha – olvídalo. Hable sin pensar – he hizo ademan de alejarse 
Espere señora Harkness – dijo la chica – por favor. Explíqueme 
No creo que yo deba… – dijo Agatha 
Por favor – insistió Karli 
Bueno, cómo ya sabes, yo conozco a tu padre desde antes que tú nacieras, cuando aún estaba casado con tu mamá – dijo Agatha –. Ellos eran tan felices hasta que… 
Bueno, ellos se dejaron de amar – dijo Karli – eso les pasa a muchas parejas 
Pero en el caso de tus padres mucho influyo que Bucky se metiera en su relación – dijo la mujer – después de todo fue amante de Sam durante años.  
¿Qué? – susurro la chica – ¿amante? Está equivocada señora. Mi papá y mi papi se enamoraron mucho después del divorcio de mis papás  
No – dijo Agatha –. Incluso supe que tu madre se embarazó de ti en un intento por salvar su matrimonio 
Karli – grito Joaquín –, papi te habla 
Pregúntale a tu madre – dijo Agatha antes que la chica se fuera 
El resto el fin de semana, Karli estuvo extraña, algo ausente. Los adultos lo notaron, pero fue Bucky quien atribuyó esa actitud a la edad de la chica. Como de costumbre, el domingo por la noche, Carol pasó a recoger a sus hijos, y aprovecho de molestar a Sam insinuándosele a su esposo. 
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Era viernes y la campana de la escuela sonó con un tono vibrante y metálico, anunciando el final del día. La tarde primaveral en Nueva York estaba en su punto álgido, el sol bañaba la ciudad con su luz dorada, mientras una brisa ligera acariciaba las mejillas de los estudiantes que se desbordaban por las puertas de la preparatoria. 
Los edificios de la escuela, con su ladrillo rojo desgastado y ventanas altas, parecían brillar bajo el sol. Los estudiantes salían en grupos, sus risas y voces mezclándose con el murmullo distante del tráfico. Las mochilas colgaban de los hombros de manera despreocupada, algún medio abiertas, dejando asomar libros y cuadernos que habían sobrevivido a otro día de clases. 
En la acera, los árboles, recién florecidos, desplegaban sus hojas verdes y sus flores blancas y rosadas, esparciendo un aroma dulce que se mezclaba con el olor de la tierra húmeda y el asfalto calentado por el sol. Un grupo de chicas se detuvo bajo un cerezo, sus risas chispeantes como campanas mientras intercambiaban anécdotas del día. Más adelante, algunos chicos encendían sus patinetas y bicicletas, listos para surcar las calles con la libertad de la tarde. 
Algunos con auriculares, sumidos en sus propios mundos, otros charlando animadamente, aprovechando cada segundo antes de separarse. Los autobuses llegaban con un suspiro, las puertas se abrían y cerraban, tragando a los jóvenes pasajeros y llevándolos hacia sus destinos. Padres esperaban en autos estacionados, saludando con una mezcla de alivio y afecto a sus hijos. Los abrazos y besos eran breves, pero significativos, antes de que las puertas de los autos se cerraran y los motores ronronearan en la tarde. 
Sam y Bucky sonrieron viendo a Joaquín acercarse, pero venia solo y algo nervioso, su caminar lo delataba ¿habría pasado algo? La pareja se miró entre sí y espero a que el chico subiese  
Hola campeón – dijo Sam sonriendo – ¿Qué tal tu semana? 
Bien, papá – dijo el chico 
¿y tu hermana? – pregunto Bucky buscando a la niña con la mirada 
Se fue en bus – contesto Joaquín 
¿Otra vez? ¿Por qué? – exclamo Bucky sorprendido 
¿Ocurrió algo que no sepamos? – pregunto Sam 
Karli… ya no quiere ir a tu casa… nunca más – dijo el adolescente 
¿Qué? – dijo la pareja sorprendida 
¿te dijo “ya no quiero ir donde papá y papi”? – pregunto Sam 
Me dijo “ya no quiero ir donde papá y… Bucky” – dijo su hijo mirando de reojo a su padrastro 
¿Bucky? – pregunto Bucky y Joaquín respiro hondo – ¿Por qué? 
Papi hizo una pregunta – dijo Sam cuando su hijo no respondió 
No lo se. No me dijo – dijo el chico y la pareja se miró entre sí.  
Era obvio que sí, pero no quería confesar. Sam prendió el auto y salieron rumbo a su casa. Karli empezaba a entrar a una etapa difícil, y tendrían que saber hacer las cosas con ella. 
Esa noche, Sam llamo a su hija, pero no contesto, por lo que llamo a ex esposa para saber que ocurría. Carol le aseguro no saber nada, y llamo a su hija. Pero en vista que esta no contestaba, subió hasta su recamara y toco suavemente la puerta 
Karli, papá te habla – dijo asomándose, pero al ver a la chica dormida salió nuevamente – Sam, esta dormida. Le diré que te hable mañana 
Gracias – dijo Sam – Carol… ¿Karli te ha dicho algo sobre ya no venir a casa? 
No – dijo la mujer sorprendida – ¿de dónde sacas eso? 
La semana pasada dio una excusa que acepte – dijo Sam –, pero hoy se fue sola en bus. Hable con Joaquín y me dijo que Karli le había dicho que ya no quiere ir a mi casa y a la de… Bucky 
¿A la de… Bucky? – pregunto la rubia sorprendida – ¿Qué paso con el papi? 
No lo sé – dijo Sam –, pero ya te imaginaras como esta Bucky 
Hablare con ella – dijo Carol –. No te preocupes 
Gracias – dijo Sam al otro lado de la línea – que descanses 
Cuando Karli sintió que su madre había salido, abrió los ojos y exhaló. Estaba decidido, no volvería a hablar con su padre hasta que no abandonase a ese “roba familias” y volviese con su madre, Joaquín y ella. Con su verdadero hogar 
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Hola hola ¿cómo están? Antes de nada, si me leen desde Venezuela, ¡Suerte, y que logren recuperar su país! 
A mis amigos de Perú felicidades por sus fiestas Patrias 
Ahora si ¿qué les pareció el capítulo? Nuevo drama en puerta 
Déjenme sus opiniones y comentarios 
Supieron la noticia de Robert D Jr? Ahora digo yo... 
Si, Robert D Jr será Victor Von Doom y Chris Evans fue Jhonny Storn ¿es correcto shippear a Victor con Jhonny? 
nos leemos el próximo domingo 
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vilaoperaria · 4 months ago
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O Ecossistema Urbano da Gleba Itororó em Maringá A Gleba Itororó, localizada entre as avenidas JK e Nildo Ribeiro, ao lado do Bosque 2, está passando por uma transformação urbana inovadora. Recentemente, a área recebeu um novo zoneamento que permite a combinação de espaços comerciais, residenciais e de entretenimento, tornando-se um foco de interesse para grandes construtoras. O Conceito de Cidade em 15 Minutos O diferencial do desenvolvimento na Gleba Itororó é a adoção do conceito de "cidade em 15 minutos". Este modelo moderno e global promove uma nova centralidade urbana onde os moradores podem encontrar tudo o que precisam em um raio de 15 minutos a pé ou de bicicleta. Esta abordagem reduz a necessidade de longos deslocamentos e melhora a qualidade de vida dos residentes, permitindo acesso fácil a serviços, lazer, trabalho e moradia em uma mesma região. O Projeto Cidade Aruna Um dos principais projetos dentro da Gleba Itororó é o Cidade Aruna, desenvolvido pela PRC Empreendimentos. Com um masterplan que cobre uma área de 50 mil metros quadrados, o projeto será implementado em diversas fases, incluindo unidades residenciais compactas, empreendimentos comerciais e corporativos. João Victor Ferreira, diretor de projetos da PRC, explica que o Cidade Aruna será um ecossistema integrado onde as pessoas poderão viver, trabalhar e se divertir sem a necessidade de grandes deslocamentos. Lançamento do Terraço Jardins O primeiro empreendimento a ser lançado na Gleba Itororó será o Terraço Jardins, da Evense Construtora. Este projeto traz um novo conceito de viver, morar e trabalhar, com infraestrutura moderna que inclui vagas para carros elétricos, elevadores delivery, academias e espaços de lazer. O CEO da Evense, Michel Felippe, destaca que a escolha da Gleba Itororó se deu pelo seu grande potencial de valorização imobiliária e proximidade ao centro de Maringá. Zoneamento e Planejamento Urbano A transformação da Gleba Itororó em uma área de zoneamento misto foi cuidadosamente planejada pelo Instituto de Pesquisa e Planejamento de Maringá (Ipplan). Bruna Barroca, presidente do Ipplan, explica que a decisão foi baseada na infraestrutura existente e no potencial de adensamento habitacional. As novas diretrizes incluem a criação de fachadas ativas e a integração de comércio e serviços, promovendo um ambiente urbano dinâmico e funcional. Conclusão A Gleba Itororó representa um marco na urbanização de Maringá, adotando conceitos modernos de novo urbanismo e cidade em 15 minutos. Com projetos como Cidade Aruna e Terraço Jardins, a região promete se tornar um modelo de desenvolvimento sustentável e integrado, melhorando a qualidade de vida dos seus habitantes e valorizando o espaço urbano.  
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