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La pérdida como arte
Gustav Mahler murió en 1911 sin la posibilidad de escuchar el estreno de su Novena Sinfonía (1912). Si bien el compositor bohemio alcanzó a completar antes de su muerte el primer movimiento y algunos bocetos ulteriores de su Décima, la investigación musicológica suele posicionar a la Novena como el testamento artístico de Mahler. Sin embargo, la nota necrológica asociada a la contemporaneidad de Mahler y su sinfonía reviste una función más que anecdótica y se transforma en este caso en un síntoma preferencial de su mensaje estético.
Como bien ha notado Paolo Bortolameolli tanto en Rubato (2020) como en su brillante lecture previa a la más reciente rendición de la Novena en el Municipal de Santiago, Mahler exhibe una particular consistencia creativa al dialogar en la escritura de esta sinfonía con obras como la sonata de Los Adioses de Beethoven y el poema Tod und Verklärung de Strauss, pero al mismo tiempo también con su obra. En la Novena, Mahler recupera motivos —obsesivos a ratos—, escenas y estructuras que ha desarrollado a lo largo tanto de sus ciclos de canciones como de sus sinfonías y las enclava en este sonoro friso mortuorio desdibujándolas o reelaborándolas. En ese sentido, Mahler es un compositor cuya organicidad, pero también su moderno sentido de reflexividad, solo es comprensible en la medida de que se logra distinguir el gesto creativo en la permanente glosa sobre la glosa o en el palimpsesto hecho sonido a fuerza de magulladuras.
La cuestión que la Novena desarrolla es a fin de cuentas la pregunta acerca de la despedida. Pienso, sin embargo, que lo hace no desde un punto de vista orientado al contenido del adiós, sino que a su potencial trascendente en términos de rito. Si Pascal Quignard sugiere que la música antecede al oído, junto a Mahler podríamos postular que la música sucede o incluso sobrevive al adiós. La despedida torna verbo a la pérdida y la imprime en el pensamiento como una fuerza negativa que se arroja a escudriñar huellas donde hubo manos o calor donde hubo aliento. Despedirse es hacerse a la eternidad de lo ausente en el otro. De ahí que Mahler mire en el primer movimiento de la sinfonía al Ländler, danza de tres por cuatro de raigambre campesina, y lo desarrolle obcecadamente con la desesperación de quien recita para sí una serie de nombres o recuerda rasgos de un rostro ante la inminencia del olvido. Mahler despide su mundo para convertirlo en bullente agua de memoria.
Con todo, es en la composición del rito que se juega la conmovedora maestría de la Novena. En la escucha del Adagio de la obra, Mahler se remonta al coral Bleib bei mir de J. S. Bach y presenta un motivo tan solemne como simple que desarrollará por casi treinta minutos transformando a la sinfonía en un manifiesto acerca de la pérdida como arte. Las cuerdas perforan el árbol de la melancolía en un grito desgarrador al inicio del movimiento y permiten que brote de este la memoria como un flujo dócil que puede ser permanentemente encauzado. Mahler reelaborará el motivo y modulará en incontables ocasiones durante este movimiento mostrando así que la melancolía siempre persigue un objeto cuyo tacto ansía y cuya imposibilidad transforma. Hay no obstante placer en este rito de celebración de la pérdida. Cada vez que la melodía emerge a cargo de un nuevo instrumento, un coro instrumental la replica en una versión de miniatura o en un eco que recuerda perentoriamente que el sonido es un fenómeno que siempre ha sido para nunca más ser. No hay posibilidad de tocar el lago sin que este no reaccione y haga que las aguas cambien su forma. La melancolía besa el recuerdo y lo multiplica, lo trastoca, lo dulcifica o lo vuelve sombrío. La imposibilidad del tacto, la inminencia del olvido y la obcecación por aferrarse a la presencia hacen de esta sinfonía una pieza maestra.
Mahler falla, pero todos nosotros también lo hacemos al fracasar en el desasimiento. Sin embargo, en el acto de decir adiós se inaugura también la posibilidad de franquear el olvido. La música sobrevive al oído como un tiempo que acontece en su imposibilidad futura y que nos deja un austero lenguaje para conjurar a la memoria: el silencio y sus flores.
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Invocación: noche buena = buenas noches [1]
Por V¯¯¯KAR naKhlah Khan (* [-1
Ya que desde las líneas de su escritura Rom describe curvas ascensionales en el espacio que podrían ser las de Ziggy... ya que Estremezcales enuncia los juegos de una icárica Sra. de Bergerac fascinada por la gravedad física y por la ingravidez del éter (turbulencia ígnea en los rulos), fui tentado a dividir esta presentación en tres módulos lunares atraídos por las tres partes del libro. Y elijo módulos (modulares) para seguir las tangentes de Estremezcales que desconocen, para su tangencial suerte, los modelos. Se podría decir, con Gilbert Simondon: puesta en variación de la materia y desarrollo continuo de la forma. Frase que abarca el modular alucinante de nuestro viaje.
Primer módulo
MÓDULO FLAMBÉE
"Llego a un nuevo cuerpo alunizado, de largas cabelleras, renacentes, rojas de rulos", empieza el libro... y nosotrxs, sintonizando la hipérbole, volvemos a sugerir: rojas de rizos por el fuego del éter que atraviesa a la alunizada, respondiendo a la conocida pregunta: "¿Adónde se está cuando se sale?" [Néstor Perlongher]. "En la Luna", diríamos con la lunauta, cuando decirlo es decir "en la ingravidez", en aquello a lo que se le ha restado peso: en la gracia, en la variedad de lo moviente, en los móbiles flotantes de un Calder astrólatra resonando con aquel Bergerac que escribía: "¿No sabéis que un millón de veces esta materia, encaminándose al dibujo de un hombre, se ha parado a formar ya una piedra, ya plomo, ya coral, ya una flor, ya un cometa?". La lunófila lo sabe, conoce ese monismo del pulso vital, relanzado en el segundo poema cuando nos confiesa el poder de sus senos lácteos que son, por si poco embrionaran, constelaciones enteras de crema. [La Hécate lunar de los Oráculos Caldeos era la de los senos de resplandeciente luminosidad que acogen las tormentas, la que al despegar de su pezón el dedo, dispara el sígil que irrumpe en quien la contempla]. Diremos con ella y con Cyrano: el poder de los senos es al poder de las cremas lo que el poder de las constelaciones al poder de la repostería. Transitividad apetitiva que no nos saca de curso, más bien ensancha la frecuencia del impulso por efecto de un humor cósmico, ya que esta andrómina convoca todas las gelatinas del espacio: capta que cada salida será una entrada en materia: "Entró en la corriente", diría una budista, corriente que donará un cuerpo lunar, un coral o una untuosidad cualquiera, una melaza. Y es que esta cosmonauta es también una repostera lírica (recordemos al panadero de Cyrano: el pan-flauta, el pan-lira). Pero la adquisición de consistencia en estas reposterías (ya que no toda repostería consiste ni es apetitiva), existe porque pone en juego un hambre protoplasmática, un gelatino-germen que participa a los cuerpos de una ilimitada posibilidad metamórfica, como en los acaracolamientos de una masa leudante que respira, que por la inspiración se anima: por su apetito de mezclas. Así es como Estremezcales alcanza el sueño de una incierta rococodelia: el pastel enmielado mientras vuela fija con un fondo de estrellas. Diremos entonces que esa repostería pre-socrática y rococó (por su relación con un principio elemental –la gelatina– y por las pregnancias –el empastelamiento y los apliques–), diremos que esa repostería rezuma por las palabras: bilabializa los tropos, los endulza, los besa y pegotea al pronunciarlos: "abebada en tu placenta", escribe Rom. Y tanta bilabialidad silábica alaba los sentidos y los unta. Experiencia del pegote que prueba las resistencias de la materia, sus fuerzas elásticas que van del merengue a la crema y a la goma arábiga, a los arabescos de una savia transportadora.
Un papiro copto nos dice que existe una poción mágica hecha en base a aceite de oliva, jugo de acelga y hojas de olivo, llamada "moco de Isis", mezcla pringosa que desata las potencias del apego amoroso. Y es que toda mujer-hada apunta a una experiencia con las fuerzas prehensivas: de allí el "assemblage" de su cocina intensa, elusiva del cálculo del cliché plausible, estallando en un oropel de untuosidades con toda la fuerza decorativa de un flambée heracliteano. ¿Y acaso existe otra entidad como el fuego, que resuma mejor la coexistencia de fuerza y ornato? Tal vez la espuma de la ola, diría una Rom surfista, que conlleva un alto principio de turbulencia, una cresta que tiembla en el viento y se enrula: ornato de a ratos pop, de a ratos preciosista, de a ratos sincrético o sinestésico hasta la psicodelia. Ya el estrafalario Cyril Connolly, en su artículo "En busca del Rococó", daba a entender esta fascinación por la línea fluctuante que gobierna tanto las aguas como las conchas o las rocas formadas por aquellas. Contra el sentido común de época, Connolly nos recuerda que si hay algo indecoroso y salvaje es el rococó, que no cristaliza ni encuadra, que al contrario se chorrea en los soportes: no hay diccionario de la lengua que trate bien este momento del arte, ¿por qué se tratará bien al realismo?, nos preguntaría el malicioso Connolly. Pero sin importar los "ismos" habría que exportar la fuerza conectiva estremezcal: pegar, despegar; colgar, descolgar; aplicar, arrancar: todo un protocolo de la gala y del capricho, de las primeras vanidades (como titula Romina al primer capítulo) por pre/formales y no-primarias. Se recordará que el capricho como género artístico, tiene una singular tradición estética ligada a la indiferencia frente al verosímil ("No hay mayor enemigo de la verdad que la verosimilitud", escribirá Gracián), desde los motivos fantásticos de Tiépolo o Arcimboldo hasta los famosos caprichos de Goya. Se recordará también que el capricho consiste en desbordar el marco del género o de la especie por una línea hilozoísta, culebreante, que anima lo mismo un arbusto que una piedra, una gelatina o un hipogrifo: un grotesco matérico. Así Rom cría sus caprichos, sus hadas bombásticas, sus actrices troceadas (confites de repostería), tanto como el brillo que las malcría, sobretodo el sofisticado brillo (diremos entonces brillantina) del casamenterismo en las hadas. Porque lo más fácil es casarse, alumbrar, embarazarse, aunque lo que alumbre y embarace sea un pistilo o un hongo, o el vacío mismo, tan asimilable, en Estremezcales, a la gloria hueca de un vestido que baila solo, que adquiere su autonomía por una estela de brillos. Como en aquel Scott Fitzgerald en el que los vestidos de las baby-vamps revoloteaban solos durante el cocktail en las terrazas. No hay cuerpo que resista los vestidos que son puro artificio elemental proponiendo otra vida, independiente de las líneas del cuerpo y de sus leyes físicas: la gloria hueca del vestido es asimilable al frú-frú de una lengua que ya no cuenta, que canturrea a cuenta de nadie, a favor de un borde de neologismos fuera de lengua. Pero entre Fitzgerald y Freschi pareciera resonar algo más que el frú-frú de una ropa taumatúrgica, y es lo que Connolly llamaría la "edad de la porcelana" al hablar del rococó (recordemos que en La lógica del sentido, de Gilles Deleuze, se asimila la porcelana a la escritura de Scott Fitzgerald). Completando: "Solamente soy galas" escribe Francisco Madariaga en País garza real ("tan cursi, tan cursi", escribe Rom), y es que la responsabilidad fuera de goznes ante la gala no es frecuente. Se roza con el estilo, parece el estilo, pero es un compromiso con aquello que viste y hiere a la vez, con el deseo que embiste y propone una investidura ( = una fisura inminente), llevando de paseo, medio disfrazada o travestida, haciendo perdurar un peligroso estado de fiesta (galante y galáctica).
Segundo módulo
MÓDULO TELAR
"Entrelazadas", se llama el segundo capítulo del libro, y también entre-las-hadas: entre sus pariciones y alumbramientos, entre sus hinchazones parecidas a embarazos en enjambre, toda esa partenogénesis que nos trae un haz de mujeres poderosas, como aquella de los senos lácteos o como estas cornamentadas. De seguir el análisis matriarcal de Bachofen, etnólogo contemporáneo de Sacher Masoch, diríamos que nos deslizamos por el primer estado hetáirico, afrodítico, compuesto de relaciones múltiples y caprichosas entre mujeres, hombres y animales, en donde el principio femenino es la dominante y el padre es nadie. Pero Estremezcales nos permitirá deslizarnos hacia el segundo estado descripto por Bachofen, el momento demeteriano, las sociedades de amazonas que montaban a caballo, se amputaban el seno derecho para usar el arco e instauraban un orden ginecocrático y agrícola bajo el dominio del linaje matriarcal. En Estremezcales todas las morfogénesis zoomorfas vienen de las caprichosas hadas hetáiricas, a través de sus diversas alianzas horizontales con los elementos: son las madres de lo fantástico multiplicado que, como las brujas, operan por contagio. Las hadas-amazonas, mientras tanto, alumbran fuerzas y Rom las describe: "fuerza de aferrarme, mantenerme, compactarme". Pero el estadío que más recorre el imaginal rimbombante de Estremezcales es alumbrar el telar, la trenza metamórfica. Y esta transformación que incluso puede ser por la hija (sea lo que fuere: vacío, estrella o luciérnaga), implica que no hay entrelazo que no avecine un embarazo, pero este embarazo es un vaciamiento en el propio cuerpo, es hacer el vacío en la carne, encarnarlo en una performance tokonómica, la producción en vivo de un agujero negro por donde entra el firmamento ("mi hijo negro", apunta el texto), y alrededor de cuyo vórtice de estrellas lo que nace es la madre ("Ocurre, ocurre", grita la partera de Rom), y esta madre de segunda naturaleza, la "madre-muerte" (dirá Echavarren en su postfacio) nacida del embarazo tokonómico, ya es del todo amazónica, un ímpetu que atraviesa las constelaciones: una fabuladora demente ya que no puede ser otra cosa la hija de semejante vector: aquí es donde aparece la poeta amazonas: como si los dos estadíos matriarcales de Bachofen se entrelazaran en un solo libro, dándose a luz uno al otro.
El mismo enjambrarte del que también surgrirá el alma loca, desequilibrada, la animal-alma de las entrelazadas: el alma como uno de los tantos efectos del cuerpo, no como substancia autónoma, sino como un ellor surgido de El Anti-Edipo: el alma de Estremezcales caga. Pero no se trata de brillar a través de un alarde de insolencia, sino de hacer del alma una experiencia multívoca. El alma de Rom es el alma de la mezcla, el alma-maleza, el alma cortesana o bruja. Y es que no se dejan de estrechar vínculos con la brujería: "He perdido la gramática", nos confiesa la amazona, es decir que ha perdido a Dios y así tal vez encuentre lo babélico. Escuchémosla hablar: "Lo turbulente éter": no habla bien, lo intenta de nuevo: "...capricho de ti mi don y plusada en tus futuros amplilégules": incorregible, la hija boba que va a ser bruja no habla, se babea, "babelea" habría que decir con justeza babélica y bilabial, habla que burla la inquisición de la designación por la lengua, niña loba que por fin encuentra lo que vale la dicha: la interlocución inhumana con la luna. Y es que aunque amenazadas, aún quedan brujas en la lengua. Se nota que Romina no es ella misma en la escritura sino que se convierte en una romería, y esto no es algo que se pueda decir de cualquiera, porque implica una operación de valor (dar valor al riesgo de darse vuelta), y una suelta de escobas (es decir de estilos: una estilopatía): un barrido de lo que existe, pero también una propagación (lo contrario de un aislamiento): instalar la plaga en la frase, la inminencia de su perpetuo "ahí viene". Y es que esta romería asiática (plaga sin profeta), es la catástrofe de lo visible o del standard faraónico: propicia las alianzas contra-natura que convocan la naturaleza naturante que activa tales mezclas, la naturaleza traviesa y de travesías, que atraviesa los reinos y engendra, alumbra, pero no en la dirección de la reproducción de la especie sino en la del contagio de una peste. Si ya no hay reproducción y hay más bien propagaciones, si ya no hay designaciones y surgen interlocuciones extrañas, hay lo que queríamos cuando comenzamos a leer en la infancia: aventurerismo y enigma. De allí la vuelta de las hadas por su envés, es decir por el "había un envés" del cuento y no por el emblema del mito, es decir las hadas de Darío, de Marosa o de Madariaga: porque implican una relación de alianza con el germen ante-predicativo, con la más concreta gelatina o crema que untan y desafilian como un tatuaje o fricción mágica, que ya no nos devuelve ni a un padre-mito ni a una madre-lengua.
Tercer módulo
MÓDULO VERTEDOR
Divertir: en poesía no se quiere descubrir del todo el alcance de la diversión, sólo se la empareja negativamente con la seriedad o el rigor (de donde provendría además la única posibilidad de crítica). Pero Romina divierte al decir, vierte en dos cuando escribe, tal como la bifidez de su por lo menos doble lengua. El cascabel en la víbora, la bufonada serpentina, es un fragmento de Dionisios o más bien de Zagreo en el fraseo, allí donde la comprensión cimbra entre un vértice de lengua y otro, como entre los dos timbres de un diapasón eléctrico: así se dispara la contorsión de risa y se pierde la línea a favor de una vibración y un desplante. Porque divertir en el decir es robarle lo monolítico al habla, es robarle el ancla al referente y vertirle dos: por allí despunta lo pasional de una política, lo polaco de un errar. Divertir como efecto de un decir por la escritura, es convertir, desdoblar; de otro modo sólo hay monólogo del solemne consuetudinario. Romina abre una conversación que alcanza el premio de las existencias dobles, indiferentes a lo dual. Por eso se divierte: porque accede a la conversión de las cosas a través de la di-versión, que es la conversación con lo moviente. Contra esa sensación de quien escribe carraspeando como un padre o agrietándose como una madre, Estremezcales elide las impostaciones coloquialistas y se salva del contexto para incorporarlo como broma anti-ácida, cuando la acidez implicaría tener demasiado padre en la boca del estómago. Así para la fresca Romina la crema es cremallera, la luz es Lucifer y la letra es letrina. Y es que la diversión adquiere a veces la forma de una coproparla, de allí la letra-letrina: por esos reveses del habla, por ese recipiente orgánico para la bizarrería cortesana, poco decorosa aunque decorada. Porque si no abundan las divertidas en la lengua menos abundarán las defecaciones pneumáticas. Pero como buena romería, Rom no pierde el erotismo en la carrera y gana en vitalidad el juego, el hallazgo, floraciones verbales que podrían engancharse a un club de las existencias blandas. Drug queen o cortesana: qué importa. Lo que cuenta es la fuerza de lo ambiguo que las pone en escena, el escenario de lo que no se define nunca. Nada mejor entonces que hacer algo con la apariencia: extraerle sus paisajes, sus vestiduras y viajes, las aventuras del juego y de las formas. Y es que la reina Rom, como parte de su humor luciferino, crece en tropos: aumenta los efectos de sus prosas hasta sobrepujarlas con lo informe, con el miasma de un éxtasis que desviste pero a la vez provoca un contrapunto con las ropas venidas, lo cual hace a un sobrepujamiento adicional en el plano de los cuerpos.
En Estremezcales, tanto la ropa como el espacio, no es lo que se tiene o se compra: aquí la ropa alcanza ribetes de poética porque adviene como don o se produce como intervención di-vertidora. "Hay que estar a la altura de los vestidos", dirá algún sastre de la Emperadora, aunque lo más difícil sea hacerlos visibles ("lo superficial es invisible a los ojos", agregaría). Y para eso es que exagera: para ser la reina de las superficies, es decir de lo invisible, que es siempre el vapor a ser descubierto por el humor. No es del todo fortuito que el "arte poética" de Estremezcales (así avisada en el libro), sea una receta que ligue con las superficies de los humores: "Receta para un apetitoso 'petit poeme' a la perfección", escribe Freschi. Subrayemos "receta" y "apetitoso" y recordemos las operaciones de repostería apetitiva ya mencionadas, y subrayaría que en este metapoema, para desgracia de la profesorería, no hay parodia ni ironía, sino simplemente humor (la diversión cunde). Y entre el apetito y el humor se articulan relaciones maravillosas que bastarían para encarar desde ese nexo todo el libro. El "arte poética" de Romina es un problema de digestiones y humores, no de yoes antepuestos con el peso filiativo de una manifestación imberbe que aún vive en casa de los padres: papá-mamá, tío-tía: el tío-vivo pequeño burgués. En Estremezcales el yo es el efecto de una repostería hiperbólica que no recurre a decorados familiaristas para impugnarlos o aumentarlos, sino a linajes impersonales, a conexiones de alianza que son las que mejor horizontalizan. Como escribió el cortesano Luis Zapata refiriéndose a un capricho manierista: "hijo de madre selva y de padre nonadie".
Pero a su vez este humor produce la más seria sublevación, cuando lo que sub-leva es la levadura de un ánimo de resistencia que no condena, que celebra su aparición y que revoluciona por lo imprevisto. Acto que en Estremezcales implica ligar la poesía a una acción performativa o que a su vez acerque el espontáneo poder de un koan zen: ante la pregunta "qué es la poesía", Romina responde preparando un postre. Sustitución de la significación o de la idea por el humor o la acción. Porque se destituye la altura de la parodia pero también las astucias de la ironía y no resta sino una galaxia de indeterminaciones por el humor activo, abierto por una elipsis que dibuja una actuación gestual. Este aspecto digestivo del poema no hace sino enfatizar el absurdo de las poéticas en tanto significaciones maestras: sólo hay ingestas y humores en el arte y lo demás es abdicación, renuncia a las diversiones. Porque si habla el humor se desintegra la paranoia del discurso (lo cual en nuestro contexto ya es una forma de revuelta), aparecen los humores de las vastas ingestiones, las dobles o triples pariciones, que a su vez se traen sus lenguas bífidas y sus boas de plumas. Y digo "boas de plumas" porque esta performatividad rominiana se cruza con el glam de los vestidos, con el exceso de gestos, actos y abrochaduras que sin embargo no abrochan al mundo en tanto diva-o-modelo, que más bien avecinan un salto en vacío, hacen orbitar por los bordes de un planeta que suele mortificar sus flujos hasta el traje o el trabajo, hasta el pantalón y la chomba. Persiste sin embargo ese ángel a la vez inmóvil y veloz, ese ángel de la NASA (Sarduy dixit), lunar y metalizado por el garbo astronáutico, siempre dispuesto a alunizar en un "nuevo cuerpo de largas cabelleras, renacentes, rojas de rulos", y que tenemos la sospecha de que aluniza hoy, bajo la forma de este libro-serpentina.
Y en fin y sin fin: tras tantas orbitaciones siderales o internacionales orbitales, no voy a concluir la hipérbole sin hacer pasar el modular de este libro por el área nativa o natal. No lo natal de la determinación geohistórica sino lo natal como innatez adquirida, es decir inventada doblemente: como innatez y como adquisición, aunque no desde “la ficción” sino a partir de una zona de pasajes concretos, encarnados en un territorio que este libro sugiere desde el título: Estremezcales y el mexcalli con su incidencia en el plano del estremecimiento. Y es que el matiz rococodélico mencionado al inicio, ese "pastel enmielado mientras vuela fija con un fondo de estrellas", si bien es un índice de ingravidez y humorada lisérgica en el plano de lo que visibiliza, es también, en el plano de su resonancia, el colibrí-cosmonauta del desierto de Nazca, geoglifo que citara Sarduy en relación a su novela Colibrí. Se trata de su enganche a la planicie cactácea del agave tequilana y sus evaporados (mezcal y mezcalina). La psicodelia parece avecinarse o estar por venir a cada intersticio retinal, aunque no como movimiento de época o pretensión de experiencia lograda, sino como un grado de conmoción que sobrevuela la epidermis, que envuelve un ritmo de emisión y corte frástico, un pulso que acerca las pulsaciones del cuerpo, contagia una tensión anamórfica a la escritura y, como escribe Echavarren en el posfacio: "en ese lugar donde no hay nadie, inmediato a las potencias del cuerpo", y que es común, se podría arriesgar, a los que se vuelven nativos de una experiencia de la gracia. Porque aún sin necesidad de la ingesta bastará montarse a una operación de escritura que por anexacta ( = desatada), conduzca a la dimensión cromática y natal que coloca. Cromatismo que no se resuelve en la ramplonería de la paleta psicodélica y su color local por superposición de íconos, sino cromatismo que es un timbre, un leitmotiv melódico-sensible, un atletismo de la mano que traza y un principio de temblor en los signos que acercan al gesto cuando no se sabe bien qué son esos gestos regalados al desierto o al cielo. "Los cromáticos yates" tituló a uno de sus libros el peruano Luis Hernández; "The blue bus is calling us", cantaba otro nativo de una costa oeste, mientras Ziggy Stardust en su propia nave se desliza por parecidas transportaciones. Se trata del misterio de la transportación de los objetos en el espacio: espacio producido por la acción poética. Así Estremezcales alcanza a sonar con la llamada del "blue bus" morrisoniano, con los yates cromáticos de Hernández, pero también con los trazos de las poéticas contemporáneas conmovidas por navegaciones similares, por esas derivas pop-cosmistas que emiten un campo de atracción, un territorio-mezcal que invita al transporte y que dirá, con el poeta correntino de las hadas citado al inicio: "Nosotros podemos recibir un llamado e incidir sobre ese llamado": llama que es un incendio por estar. Habrá entonces grados de un mejor o peor seguimiento de ese pulso nativo que extiende su línea de fuego, su tentación, sea una ruta, un bus o a un yate ("El que no tiene universos que lanzar sólo hará palabras", estableció Miguel Ángel Bustos). Entonces se alumbran los mezcales irreferentes de su lisergia y se va convirtiendo en la nativa de sus intermundia, en una emperatriz de las rúbricas entre los cardos: un colibrí sentado. Lo que es casi el nombre de una indígena.
Estremezcales. Rom Freschi. Proyecto Literal, col. Instante Fecundo. México, 2024.
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[1] Este texto fue escrito para la presentación de Estremezcales en una noche del año 2000 en Buenos Aires.
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@nakh_ab_ra …también naKh Bábnakim, Khatarnak & Khabandar, naKhlah Khan, Delio Leopardo, Ana Khab Ra, Señoras del Arcoiris, ná Kar Elliff-ce, denaKmar naKhabra, naKazahara, Singapore Charlie, Elina Khar, Élani La Myr… Poesía: Ovnipersia [2001], Boingo-Bong [2008], ZOOR [2016], entre otras publicaciones intermedias, a través del sello tsé=tsé. Ensayos: Universos-B: grimorio 93-39 / diario de entrenamientos [2022]; Planicie de variación [2000], Breve diccionario de brujería portátil [2008], Informalescencias con ethos al barroco [2012], Nueves cuestiones sobre poesía-performance [2013], ensayos que podrán ser incluídos, junto a otros escritos inéditos, en el tomo El Desconocido ondulante. No-relatos: Los documentos de la escuela nocturna [2015], ¡Santas Incubaciones! [2017], por Hekht Libros. Performances tribales, docentes, editoriales: Frente Dionisíaco Pyra [2000 – 2014], Laboratorio sintético deleuziano [2005 – 2008], Ombligo 23 (códex molecular) –2005 / 2006–. Instalaciones perfórmatas, docentes, teúrgicas: Estación Orbital Alógena [2002 – 2020], Casa Athanaton Soma [desde el 2014], Estación Experimental Valis.Ass Vórtex [93-39], y las fraternidades mágico-herméticas asociadas [siglo II en adelante]. Inéditos en preparación: Líbano Menor y El Seno Criptoide [poesía]; Ocho Informes de la Inmediación Mágica [no-relato]; El Desconocido Ondulante [ensayo].
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Lirio de la paz poema.
Lirio de la paz poema del mar azul no profundo donde el coral no se esconde llega una ola enamorada que suspira y le habla al fondo lirio de la paz poema. Tú coral bello y radiante de colores sin igual escucha aquí mi lamento por ella me hace penar la constante incertidumbre. Qué escribirte que no sepas hoy soy la ola que te besa que te acaricia al pasar la que te lleva…
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Bella Sara Masterlist
completed • in progress • coming soon
Coral — The Lighthouse
Fiona x Thunder — Forbidden
Mistral — Then and Now
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Sentirte se me sale de las manos. Eres demasiado para mí. No me puedo contener. No puedo.
Damos vueltas, tantas vueltas, dentro de ese mar atestado de esperanza, que formamos un remolino que nos atrapa, nos abraza… Y toca, Él toca, sigue tocando, no se cansa. Sus manos danzan sobre el marfil, se encierra en sí mismo; nos invita a seguir. Me tomas de la mano, ahora tú haces el camino. Cruzamos las profundidades con una rapidez que nos embriaga de desasosiego… Y río, tanto río, que los labios se me llenan de corales, mientras tú sigues atrapando en tu mano las estrellas que se topan contigo. Haces del paseo un evento mágico. Me arrastras, me jalas, me aferras a tus dedos, a tu bendita mano… "Te amo". Te detienes y, con ello, las estrellas de tus ojos voltean a mirarme. Me acercas a tu rostro, me besas la frente y me siento perderme. Te abrazo, atrapándote en mis brazos, tan fuerte. De repente, millones de fragmentos de cristales azules y tú desapareciendo ante mí. Eso eres, mi ternura prístina. Mi luz escondida. Mi lucero sonriente. Mi caricia inocente. Zafiros esparcidos en el mar.
Feeling you is out of my hands. You're too much for me. I can't hold back. I can't.
We go round and round, so many times, in this sea full of hope, that we form a whirlpool that traps us, embraces us… And He plays, He keeps on playing, He can't get enough. His hands dance on the ivory, He encloses Himself; He invites us to follow. You take me by the hand, now you lead the way. We cross the depths with a speed that intoxicates us with uneasiness… And I laugh, so much I laugh, that my lips fill with corals, while you keep catching in your hand the stars that run into you. You make the walk a magical event. You drag me, you pull me, you hold me in your fingers, in your blessed hand… "I love you". You stop and, with that, the stars in your eyes turn to look at me. You pull me close to your face, kiss my forehead and I feel lost. I hold you, trapping you in my arms, so tight. Suddenly, millions of shards of blue crystals and you disappearing before me. That's what you are, my pristine tenderness. My hidden light. My smiling star. My innocent caress. Sapphires scattered on the sea…
— Esu Emmanuel©
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Reseña de THE TRIAL OF MAGNETO #2 ya a la venta por Marvel ¿De qué viene? Un asesinato espantoso. Una revelación impactante. Un juicio que dividirá a la nueva nación mutante. Leah Williams y Valerio Schiti te traen una nueva epopeya que amenaza el Reinado de X y revolucionará el mundo de los mutantes. La verdad está oculta, el peligro está lejos de terminar y el juicio ha comenzado. Trama Hope y charles Xavier investigan la mente de Magneto para ver si consiguen pruebas de estar involucrado con la muerte de Scarlet Witch, sin embargo no consiguen nada y Hope no está de acuerdo con esta intromisión. The Avengers llegan con una misión diplomática a ver lo que ocurrió a wanda, porque ella fue una vengadora, Capitán América, Iron Man, Vision y Wasp son recibidos, sin embargo Cyclops le pide a Jean que oculte el proceso de resurrección que posee Krakoa. La escena de Tony Stark adulando a Emma Frost, es hilarante. Magneto es liberado por Hope y quiere que no se lleven el cadáver de Wanda, en ese momento surge una batalla interesante, Krakoa y los Avengers vs Magneto, pero esta batalla es interrumpida por...Wanda, que aparece volando con total normalidad y besa a Vision, no es Mystique porque ella está detrás de los arbustos viendo todo. Este capitulo cierra con una sorpresa inentendible. Arte Crea escenas de batallas corales impresionantes. Resumen Magneto no quiere que se lleven el cuerpo de Wanda, al parecer es inocente. Calificación 4 de 5 Créditos Escrito por LEAH WILLIAMS Arte de LUCAS WERNECK Portada de VALERIO SCHITI A la venta el 15 de septiembre Fuente @marvel #xmen #wolverine #xmenapocalypse #deadpool #magneto #marvelcomics #quicksilver #marvel #jeangrey #scarletwitch #blackwidow #civilwar #wandamaximoff #clintbarton #natasharomanoff #elizabetholsen #pietromaximoff #brucebanner #samwilson #steverogers #buckybarnes #tonystark #hawkeye #aou #scottlang #ageofultron #sebastianstan #chrisevans #scarlettwitch https://www.instagram.com/p/CT6J6lfMiuh/?utm_medium=tumblr
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Tus lindes: grietas que me develan
"Me has preñado, has urdido entre mi piel; ¿y quién se desplaza aquí? ¿quién desliza por sus dedos? Bajo esa noche: ¿quién musita entre las tumbas, las zanjas? Su flama, siempre multiplicada, siempre henchida y secreta, tus lindes; has ahondado, has vertido, me has abierto hasta exhumar; ¿y quién, quién lo amortaja aquí? ¿Quién lo estrecha, quién lo besa? ¿Quién lo habita?".
-Coral Bracho.
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“Estamos en el mejor momento de nuestra trayectoria como grupo”
[Miembros del conjunto proyectoeLe durante la grabación de uno de los vídeos. / PROYECTOELE]
En el vigésimo aniversario de su fundación, el conjunto proyectoeLe publica una serie de cinco videoclips a partir de una obra del compositor sueco Arne Mellnäs
El próximo jueves 1 de diciembre el conjunto proyectoeLe presenta en un acto privado una serie de cinco vídeos sobre otras tantas piezas del compositor sueco Arne Mellnäs (1933-2002) que han venido filmando a lo largo de este año 2022, que es el del vigésimo aniversario de su fundación. Su director desde 2009, el también percusionista Carlos Cansino Pérez, piensa que después de tres cedés (Origen, 2005; Paisajes sonoros, 2009; y Chansons, 2013) “no tenía mucho sentido volver a sacar un disco, pues la música cada vez se consume menos en ese formato. Por eso decidimos hacer algo visual, para difundir nuestro trabajo de otra forma. En realidad este es un proyecto del año 2020, que hubo que cancelar por la pandemia, pero al final no ha venido mal, porque ha coincidido con el veinte aniversario del grupo”.
–¿Por qué estos Proverbios de Arne Mellnäs?
–Son piezas que hemos hecho muchas veces, son casi fetiches de nuestro grupo. Son piezas sencillas, pero tienen mucho encanto y funcionan muy bien con el público.
–Veo en los datos del dossier que me han pasado que el trabajo incluye a un bailarín y a un actor. ¿De qué tipo de filmación hablamos?
–No queríamos hacer una simple grabación convencional de nuestro coro cantando. Buscamos localizaciones diferentes, el Monasterio de San Jerónimo, el Conservatorio Francisco Guerrero y un olivar en Utrera. El trabajo técnico de filmación es de Anandor Producciones, un dúo que forman Ana Cinta Alonso, que canta con nosotros, es parte del grupo, y Sándor Salas. Habíamos hecho ya cosas con ellos y quedamos muy contentos. Y luego, en efecto, en dos de las cinco piezas participa el bailarín Guillermo Weickert y en una de esas dos también el actor madrileño Antón Morales.
–¿Cuentan entonces historias los vídeos?
–Los vídeos parten de guiones que hicimos entre Sándor y yo. Un beso pone música a un proverbio que dice: “Besa los labios el que da una respuesta correcta”, y eso nos daba en efecto una historia que contar, nos pareció que requería recrear un conflicto en torno al acto de besar, necesitábamos dos personas, pero no queríamos un beso heteronormativo ni gente insultantemente joven. Yo conocía a Guillermo desde hace tiempo, quería trabajar con él, se lo propuse y aceptó. Y fue él quien me planteó que sería mejor que le diera réplica un actor en lugar de otro bailarín, un actor que reaccionara a sus movimientos. Pensamos que Antón Morales nos daba el perfil. Y luego para El perezoso estimamos que era importante incluir otra figura, y Guillermo aceptó también hacerlo.
–¿Cómo piensan difundir el trabajo?
–La idea es que estén en Youtube el viernes 2 de diciembre. Los pondremos en dos formatos: los cinco vídeos juntos, que duran unos doce minutos, y también por separado.
–Otra vez música nórdica, es una constante del conjunto casi desde su formación.
–Pues sí. Pero hay varias razones para ello. Es uno de los sitios donde mejor se edita este tipo de música. Tienen editoriales que funcionan muy bien, son asequibles y saben venderse. Además tienen grandes compositores que llevan mucho tiempo escribiendo de forma extraordinaria para coro.
[Otro momento de la grabación en San Jerónimo. / PROYECTOELE]
–La obra original de Mellnäs se titula Diez proverbios, y está datada en 1981. ¿En qué ámbito estilístico se mueve la música?
–Hemos escogido cinco de esos diez proverbios, y son muy diferentes. En klok man (Un hombre prudente) es un cuarteto rítmico hablado. Nordanvind (Viento del norte) es una pieza textural, en la que se usan chasquidos de lengua e imitaciones de viento y de lluvia. Las otras tres son más convencionalmente corales. Tienen un lenguaje particular, sencillo, poético. En kyss (Un beso) es una pieza tonal pero muy modulante, cromática. Den late (El perezoso) es en cambio muy estática, las mujeres sólo tienen dos notas; sinceramente no me atrevo a decir si es modal o tonal, es un lenguaje muy personal. Finalmente, Såsom spegelbilden (Como se refleja) es un canon a cuatro voces en el que hay multitud de referencias a los espejos, se mueven de forma retrógrada con varios ejes de simetría.
–¿En qué momento se encuentra proyectoeLe justo cuando cumple veinte años?
–Estamos en el mejor momento de nuestra trayectoria como grupo. La pandemia no ha sido mala para nosotros; de hecho creo que nos benefició. Sufrimos por supuesto el confinamiento, pero ya en el verano de 2020 empezaron a surgirnos cosas como la colaboración con Miguel Marín (Árbol), o con el coréografo sudafricano Gregory Maqoma con quien trabajamos en el Festival de Itálica en el verano de 2021, o con Rocío Molina con la que hemos hecho Carnación en la Bienal de Sevilla y en la Biennale de Venecia, también una colaboración con el Teatro del Temple de Zaragoza, con quienes presentamos Edipo Rey en Itálica y Almuñécar. Y luego hemos podido presentar muchos proyectos propios, no sólo en Encuentros Sonoros, sino también con la Diputación de Sevilla. Como había otros coros a los que les costó arrancar más después del confinamiento, tuvimos más opciones y eso nos permitió incluso ampliar la plantilla, de trabajar habitualmente con 24 cantantes llegamos a ser 34 en junio pasado, cuando hicimos el concierto de celebración por el veinte aniversario en la Sala Turina.
–El próximo día 9 vuelven al Espacio Turina para su concierto dentro del ciclo Encuentros Sonoros...
–Alternamos tres obras para percusión corporal con tres obras de estreno para coro. El Gestualismo es una corriente que lleva como 40 años investigándose en música y danza. En música suelen hacerla percusionistas. No conocía obras de este estilo para coro. De ahí los encargos. Por motivos logísticos hemos tenido que cambiar la obra prevista de Claudia Marín por otra de Isaac Diego García, In Nocte. Es muy potente, porque incluye canto difónico, que es algo que nos ha interesado siempre. Isaac es de Alcalá de Henares y uno de los pocos especialistas que hay en España sobre esta técnica. Es alguien muy vinculado con el arte sonoro. Ha trabajado mucho con Llorenç Barber. Él estudió con profesores ingleses que aprendieron la técnica en Mongolia, que es donde más se practica. Está viniendo a preparar la obra con nosotros y luego la cantará también. Estamos aprendiendo mucho.
[Diario de Sevilla. 27-11-2022]
#proyectoele#carlos cansino pérez#guillermo weickert#antón morales#arne mellnäs#música#music#isaac diego garcía#miguel marín#gregory maqoma#rocío molina#ana cinta alonso#sándor salas
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coral / actividad flashback.
- ̀ otoño, 2005 ˎ-
el diminuto ser peca de curiosidad; sus orbes azulinos en pareja foránea se centran, y una incomodidad latente en su garganta se hace presente. el juego a su alrededor no parece detenerse ante la escena melosa del dúo adolescente, que comparten ADN con cada inicio de beso que sus labios encuentran. “¿Sabes? Mi mamá dice que si uno besa a un niño puede contagiarse de sílfiles.” sus palabras son teñidas de seguridad y astucia, aun cuando la pronunciación incorrecta de la última es bastante clara, al menos para alguien mayor que la pequeña. Aun así, su aniñada voz comienza interacción con interceptora de melena rubia, una niña contemporánea a ella que también juega en la arena cálida de aquel parque. ( @savannabl )
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Epístola cadáver
Soberana y alta señora:
Es amor fuerza tan fuerte que fuerza toda razón; una fuerza de tal suerte, que todo seso convierte en su fuerza y afición; una porfía forzosa que no se puede vencer, cuya fuerza porfiosa hacemos más poderosa queriéndonos defender… ¿Qué es la vida? un frenesí, ¿qué es la vida? una ilusión, ¿qué es el amor? un hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado, es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado. Es desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso… ¡así me veo, dulce enemiga, por vos soy un fue, y un será y un es cansado!
Señora mía, debo deciros que yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero; cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. Creo fielmente que su calidad, por lo menos, ha de ser de princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura, sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos y su blancura nieve. Créame, es cierto. En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto; duda el Amor cuál más su color sea, o púrpura nevada, o nieve roja; y de su frente la perla es, eritrea, émula vana. Círculo dividido en dos arcos, pérsica forman lid belicosa: áspides que por flechas disparas, víboras de halagüeña ponzoña. Lámparas, tus dos ojos, febeas, súbitos resplandores arrojan; pólvora que a las almas que llega tórridas abrasadas transforma. Límite de una y otra luz pura, último, tu nariz judiciosa, árbitro es, entre dos, confinantes, máquina que divide una y otra. Cátedras del abril tus mejillas, clásicas dan a mayo estudiosas métodos a jazmines nevados, fórmula rubicunda a las rosas. Lágrimas del aurora congela, búcaro de fragancia tu boca, rúbrica con jazmines escrita, cláusula de coral y de aljófar…
¡Amor, sonoros versos me inspiraste; obedecí la ley que me dictaste y sus fuerzas me dio la poesía! Mi bien, señora, dispón, ordena, manda: te obedezco; sé que me adoras; no lo dudo; humilde me resigno a tu arbitrio… ¡Qué ardor hierve en mis venas! ¡qué embriaguez! ¡qué delicia! ¡y en qué fragante aroma se inunda el alma mía! ¡Ah, los invisibles átomos del aire en derredor palpitan y se inflaman, el cielo se deshace en rayos de oro, la tierra se estremece alborozada! Oigo flotando en las olas de armonías rumor de besos y batir de alas; mis párpados se cierran… ¿qué sucede? ¡Es el amor que pasa! Querida, a un amigo mío le diría que hoy la tierra y los cielos me sonríen, que hoy llega al fondo de mi alma el sol, porque hoy te he visto… te he visto y me has mirado… ¡hoy creo en Dios! Ah… ¿qué más le contaría? Sí… que es ella dulce y rosa y muerde y besa; y es una boca rosa, fresa; y Amor no ha visto boca como esa. Que sangre, rubí, coral, carmín, claveles, hay en sus labios finos y crueles, pimientas fuertes, aromadas mieles. Que los dientes blancos riman como versos, y saben esos finos dientes tersos, mordiscos caprichosos y perversos…
Pero, mujer, puedo escribir los versos más tristes esta noche, porque esta noche he soñado con algo que no pudo ser más verdadero… Sí, apagaste las luces y encendiste la noche. Cerraste las ventanas y abriste tu vestido. Olía a flor mojada. Desde un país sin límites me miraban tus ojos en la sombra infinita. ¿Y a qué olían tus ojos? ¿Qué perfume de oro y de agua limpia y pura brotaba de tus párpados? ¿Qué invisible temblor de cristales de fuego agitaba la seda lunar de tus pupilas? Sí, mi amor, mi poesía, tu silueta se fue desnudando y yo le sonreía. Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Creí de nuevo en ella. Y se quitó la túnica y apareció desnuda toda. ¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre! ¡Oh gloria de los ojos, golosina eterna del mirar, dulce y fecunda carne de la mujer, suave y jocunda, madre del Arte y del vivir divina! Sí, se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos… ¿Fue un choque de materia y materia, combate de pecho contra pecho, que a fuerza de contactos se convirtió en victoria gozosa de los dos, en prodigioso pacto de tu ser con mi ser enteros? No lo sé… Sólo sé que nos miramos, nos presentimos, nos deseamos, nos acariciamos, nos besamos, nos desnudamos, nos respiramos, nos acostamos, nos olfateamos, nos penetramos, nos chupamos, nos demudamos, nos adormecimos, nos despertamos, nos iluminamos, nos codiciamos, nos palpamos, nos fascinamos, nos masticamos, nos gustamos, nos babeamos, nos crucigramamos al son del
Ritmo del “vaivén”
Empapado y “mojado”
Con respiración y “jadeo”
Y se oía el adverbio: “¡así!”
Contracciones o “espasmos”
No pares: “¡Sigue!”
Adverbio: “¡Así!”.
Exclamación: “¡Ouh!”
Grito: “¡Ah!”
Exclamación: “¡Oh!”
Grito: “¡Ah!”
Clímax: “¡Ya!”
Grito: “¡Ahhh!”
Gemido: “¡Aaaah!”
Exclamación: “¡Ah!”
Interjección de sofoco: “¡Uf!”
Exclamación de cansancio: “¡Uuufff!”
Adjetivo de “maravilla”: “…Maravilloso…”
Emanación epidérmica: “Sudor”
Sumo bienestar anímico: “Éxtasis”
Descenso de movimiento: “Pausa”
Distensión física y mental: “Relax”
Ausencia de palabras y ruidos, quietud: “Silencio”
Y todo quedó en silencio, en un silencio enamorado… ¿sabes? me gustas cuando callas porque estás como ausente. Pero aún me gustas más, tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas, cuando, llena de vida, te despiertas y lo primero que haces es decirme: «Tengo un hambre feroz esta mañana. Voy a empezar contigo el desayuno». Esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Tuyo hasta la muerte,
El Caballero de la Triste Figura
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Composición hecha con versos y textos de: Cervantes, Jorge Manrique, Calderón, Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Garcilaso, Góngora, sor Juana Inés de la Cruz, José Cadalso, Meléndez Valdés, Bécquer, Rubén Darío, Pablo Neruda, Luis Alberto de Cuenca, Juan Ramón Jiménez, Manuel Machado, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Oliverio Girondo y Roberto Lumbreras.
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Sobre el diván dejé la mandolina y fui a besar la boca purpurina, la boca de mi hermosa Florentina. Y es ella dulce y rosa y muerde y besa; y es una boca rosa, fresa; y Amor no ha visto boca como esa. Sangre, rubí, coral, carmín, claveles, hay en sus labios finos y crueles, pimientas fuertes, aromadas mieles. Los dientes blancos riman como versos, y saben esos finos dientes tersos, mordiscos caprichosos y perversos. (Rubén Darío. Nicaragua,1867/1916) https://www.instagram.com/p/CWmMicToTgC/?utm_medium=tumblr
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Viaje Infinito la mano que te busca en la penumbra se detiene en la tibia encrucijada, donde musgo y coral velan la entrada y un río de luciérnagas alumbra, para el que con tu incendio se ilumina, cósmico caracol de azul sonoro, blanco que vibra un címbalo de oro, último trecho de la jabalina, sí, portulano, fuego de esmeralda, sirte y fanal en una misma empresa cuando la boca navegante besa la poza más profunda de tu espalda, suave canibalismo que devora su presa que lo danza hacia el abismo, oh laberinto exacto de sí mismo donde el pavor de la delicia mora, agua para la sed del que te viaja mientras la luz que junto al lecho vela baja a tus muslos su húmeda gacela y al fin la estremecida flor desgaja . . . #JulioCortázar #SalvoElCrepúsculo #Books #Bookstagram #BookPhotography #FotosDeLibros #Libros #Citas #CitasEnEspañol #Quotes #Frases (en CDMX) https://www.instagram.com/p/B8KQqrPH7Gk/?igshid=g5m61caebax
#juliocortázar#salvoelcrepúsculo#books#bookstagram#bookphotography#fotosdelibros#libros#citas#citasenespañol#quotes#frases
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The Lighthouse
BESA in 17 Days
word count: 2177
summary: after a breakup, reader meets Coral, a magical ocean horse, who helps them to set things right.
a/n: my entry for day one of #BESAin17Days is Coral! she’s one of my favorite BESA horses and I was inspired to write a story about her gender neutral!reader. enjoy! this was originally posted on the BESA Amino :)
masterlist
I dig my toes into the sand, feeling the bite of the cold water as it laps at my calves. I don’t bother to wipe my tears, even when I can taste the bitter saltiness at the corners of my mouth.
Dusk is pretty at the beach. You can’t see all the garbage everywhere, and the white noise of a million voices and boats in the distance fades quickly the darker it gets.
‘I have something to confess,’ they’d said. ‘It might not be happy for you, but I know it’s what’s best for me, and I felt you deserve to know.’ They might as well have just ran off. It would’ve gotten the message across quicker. ‘You see, on my last trip to Seattle, I met someone. They made me question this - us - and I realize we’re not right for each other.’
I’d asked them, ‘So this is it? You’re just gonna leave me after three years of building a life together to go be with a stranger?’ Silly me. I knew better than to ask, I’d noticed their clothes slowly leaving that closet, I hadn’t said anything when they moved their desk out, claiming they had to get rid of it, nor when they suggested we go back to separate bank accounts for ‘tax reasons’.
‘I’m sorry,’ they’d said, even though they weren’t. ‘You can keep the bed, as a parting gift.’ Because their new lover already had one, they’d intentionally left out.
Now I’m standing on one of the regularly frequented beaches of Anacortes, chucking rocks as far as I can throw them, trying to think about what I’m going to do to pay the mortgage of the house we bought together. Thinking about the fact that my partner’s most likely been cheating on me for months. My ex partner, that is.
At least, I’m throwing rocks until I spot a giant wave in the distance, glinting red with the last light of the sun. Then, I start to back up, almost tripping over my shoes. Within mere seconds, it seems like the wave’s halved the distance between us. I scramble for my things, picking up my keys, pressing the button to start my car, hastily flinging everything into my backpack.
I’m halfway across the sand when I realize I don’t have my wallet. I look back and see it sitting on the wet sand. It must’ve fallen out of my pocket when I was wading! I open the passenger door, toss my backpack in and slam it closed unceremoniously, then sprint back across the beach as I see the wave’s even closer, with no chance of stopping.
Seconds before I’m by my wallet, I trip, falling face first with a shriek. Thankfully, I land on my hands and knees, and reach out to grab my wallet, but out of the corner of my eye I see the red wave towering over me. I scream, curling into the fetal position while covering my head and holding my breath, waiting for impact.
It never comes. Instead, I feel a spritz of a few droplets, and hear the ocean calm. I look up and see a magnificent horse, or what looks like a horse at first glance. The creature is a brilliant pinkish-red, with flowing, mane-like tendrils traveling down the back of their neck. Beautiful blue pearlescent beads adorn their forehead, and when I look, I see that instead of hindquarters, they have a shimmering, curling tail, with a large tail fin to help them navigate the waters.
My first thought is that I should probably scream. Since I am known for making idiotic decisions, I idiotically decide not to do that, instead opting to say, “Hello.”
The horse nickers back at me, and suddenly my head gets a tingling sensation, with an image of them jumping through the water, then an image of a coral reef.
I crab walk backwards in shock, “What the fuck did you just do to me!?”
They whinny, stamping their hoof and snorting, sending another image of many horses, doing the same with other people. “Oh.” Then, they repeat their imagery from before, sending another image of themself one more time to cement it in. “Your name… is Coral?” They nod their head, nickering. They send another image, of a mare nuzzling her foal, then flash back to themself again. “And you’re… a mare?” Another nicker.
Slowly, I stand up, unsure of what to do. I put my sand-covered wallet in my pocket, trying not to think about how much sand I’m going to have to scrub out of every nook and cranny of my body when I get home.
Over the next hour, the sun goes down and the beads dressing Coral’s forehead glow as she explains via visual telepathy how she came to be here, with me. She comes from a magical world, called North of North, a parallel realm to Earth. She seems to exhibit extreme patience, as I’m figuring out the story by guessing what she means, often guessing wrong.
“So, you tasted my tears hitting the ocean, and came here… to help me?” She neighs, throwing her head up and down and prances a bit in the sea foam of the dark, only her beads and the moon lighting the way. She sends me a vision of a book closing, which I take as her meaning the story is over.
I say, “Well, I’m not sure what you mean to help me with. It’s not like I can just find a new partner.” She snorts, sending me a flattering image of myself looking youthful and attractive. I wave her off. “Yea, yea, but it’s not like that. I spent years strengthening a relationship only for it to crumble in one day. Well, more than one day, but one day. Besides, that’s not my main focus. I’m supposed to figure out how I’m gonna pay the other half of my mortgage now… and I don’t even want to live in the house I have now. It just reminds me of them.”
She seems to ponder what I’ve said, then walks toward me a little, sending me an image of me mounting her. “Are you sure?” I ask, not wanting to take advantage of her or insult her. A stamp of her hoof says yes, she is. I do as she says, and as we retreat from the sandy shore into the deep of the ocean, glowing eels swim up to the surface, seemingly greeting Coral. “What are these? They’re… glimmering!” I observe, and the by-now familiar, though still uncomfortable tingle alerts me to the incoming image. She sends an image of me saying ‘glimmer’, then a picture of the eels. Glimmer Eels. “Are Glimmer Eels from North of North too?” She looks back at me as she swims through the water, careful not to get me wet, and nods again. “Sorry if I’m asking too many questions, I know I can be annoying. She sends me another image, this time of her rubbing her head against me as I ask her more questions. ‘No, I like your questions,’ the image is saying. I rub her neck affectionately, surprised at how soft her scales feel.
We arrive at an old lighthouse, one I’ve never seen before. I see a ‘FOR SALE’ sign, with the price of ‘$50,000 USD’ and a note saying, “Extreme fixer upper - call to discuss.” My house right now is worth $200,000 USD, and so are most places in the area, but I can’t bring myself to leave my hometown. The community is so special and calm, the people are so nice! My partner had suggested we move to the nearest city at least, but I told them I just couldn’t bear it if we left. $50,000 is much more manageable - I’d already have half of it paid for if I were to purchase it.
I step inside, taking a look around. It’s dingy and the lights don’t work. The walls could use new paint, all the fixtures and appliances are outdated and broken, but I’d be able to renovate it with my loan. Tears fill my eyes. I don’t know how tonight became possible, but I thank all my lucky stars for it. I step back out, running back to Coral and hugging her right around the neck, crying. “I don’t know why you came to me tonight, but thank you so much, Coral. Thank you.” I pull back, wiping my eyes and smile, sniffing a little. “Will I see you again the next day?” She nods, then sends me an image of us riding together back to my car. I nod back, laughing. “Okay, I’m ready. Let’s go.”
The next day, I’m up at the crack of dawn, calling the lighthouse owner, my real estate agent, and my bank, and within three weeks my fancy house is sold and I’m moved into my new lighthouse home. I immediately get to work gutting the place, installing all new everything, and decorating my home with beautiful, glowing pearls that the Glimmer Eels bring me. I also work day and night to dig out a waterway to a sliding glass door I installed so Coral and the Glimmer Eels can see what the place looks like for themselves. They seem to like it, and it makes me happy to know it.
I sit, dangling my feet over the edge and in the water, feeding Coral different fruits and berries as we bask in the sun one night. At one point, I notice her staring into the sunset, chocolate brown eyes looking a little vacant. I reach up, scratching her forehead and petting her cheek. “What’s wrong, Coral?”
She turns to look at me, then gingerly puts her head in my lap, sighing. She sends me an image of her swimming away. ‘I have to go.’
Her announcement hits me in the gut. “But- no, no, I- What am I supposed to do without you?” I plead, already sniffling. I hold her head, like if I can just keep her here long enough, she’ll change her mind and stay.
She shows me images of horses that look similar to her, then an image of her wearing a tiara, swimming with them (who are now also adorned with jewels) in an underwater castle.
“So, you’re a Princess?” She lifts her head and shakes it no, “But you’re still royalty?” Nods. “And you left them… to help me. I didn’t deserve that kind of help, Coral. Your duties are more important.” She snorts in defiance, then looks deep into my eyes with hers. She gently rubs her face against mine, whickering affectionately. I know what she means.
“I love you too, Coral. I’ll miss you. Will I ever see you again?” She nods, then sends an image of the sun and moon repeatedly rising and setting in a whir. ‘Yes, but not for a long time.’ I wipe my nose with my shirt sleeve, my voice cracking as I say, “I’ll never forget you, Coral.”
One of the Glimmer Eels rises out of the water, presenting me with a bracelet made of the same magical pearls from before. Coral shows me that the bracelet will glow when she gets near. Then, she retreats toward the horizon, the eels following her.
Before she vanishes from my line of sight, I yell her name. “Coral!” She stops, looking back at me, and I wave, smiling through my tears. She neighs, jumping up to let her radiant scales flash in the setting sun once again, and does a flip before disappearing. I know she’ll be back eventually, but that doesn’t prevent one last tear from slipping out from the corner of my eye.
Months later, I’ve moved on with my life, pretending I’ve forgotten I ever met Coral, but I haven’t. I keep her bracelet on my wrist at all times, never taking it off, even to shower. I’ve paid off my mortgage in under a year thanks to discovering some semi-precious gems left for me in a seaweed woven pouch, and my paintings are selling out like never before, which may or may not have to do with the images of magical sea horses still dancing around in my memory. My buyers seem to like them, and I enjoy making them. It keeps the memories alive. At night, the pearls covering my house glow so I’m comforted by their speckles, even on moonless nights.
One morning, I wake up and notice my bracelet glowing. I groggily grab my phone, scrolling through my notifications until I snap to, finally processing that my bracelet is glowing. I don’t care what I look like (which is described in one word as a mess, to be perfectly clear). I rush down the winding stairs of the lighthouse and fling the door open, yelling, “Coral!” I hear neighing and whip my head around, seeing a familiar red wave in the distance. A toothy smile spreads across my face as my eyes light up.
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Voy a escribir, pero no de ti ni de mí, sino de ese nadie al que ninguno escribe; al olvidado, al transparente, al invisible. Ese nadie al que ninguno mira, siente, escucha o huele. Ese nadie que pasa como el silencio inocente que no se sabe hacer escuchar. Ese nadie afligido por el olvido, tocado por lo perdido, azotado por la inclemente permanencia de no ser, de no estar. Ese nadie que no se escucha, que ni siquiera es consciente de que existe, que no se siente, que no se toca... que no encuentra lugar. Ese nadie que, como un fantasma, se camufla entre las sombras de la noche bajo la luna adormecida y entre el viento entristecido; ahí... ese nadie que no murmura, que no solloza, que no sabe siquiera hablar, el mismo que se sumerge en el mutismo de su soledad. Ese nadie que tiene ojos, pero no los sabe utilizar. Ese nadie que se baña a la luz de la luna, que come ante las estrellas burlonas, que ha hecho su hogar en el tejado de una triste casa, en la ventana de un hospital, en el banco de madera de un parque; ahí. Ese nadie que suspira al viento, que toca a las olas, que se empapa de la vida que no ha de gozar. Ese nadie que no goza, que no sabe de alegría, que no sabe de otra cosa mas que la de ataviarse de oscuridad. A ese nadie que le resbala el agua por las mejillas que no sabe que tiene, que bebe de su llanto que no sabe que es suyo, y llora sin parar. A ese nadie que nadie ama, que nadie abraza, que nadie besa. A ese nadie que tanto amo yo... porque lo veo, porque lo siento, porque está. Y en su transparencia, me baño. En el silencio de su boca, me hablo. En el gemido de su garganta... Si, ése que nace de su fragilidad. Ese nadie que es más mío que Yo mismo, ése que ni Yo sé entender, ése que me carcome las manos, que se lleva mi olvido... Ése... Ése, mi espejo... Ése, mi reflejo... Ése... Ese nadie, al que sólo yo puedo ver, se siente bañado en su propia sal, humedecido por el mar calmo de sus ojos desvanecidos en los arrecifes de coral. Se siente... Se siente y se intuye... Se intuye y respira... Respira y se aviva; aunque no deja de nadar en su propio mar de cristal. Hace de ese mar su cuna, su espacio sagrado, su cama mientras la luna le adorna el alma de plata y de espuma. Y, de pronto, ese nadie se vuelve alguien, un algo... un trozo de un todo... un tímido esbozo de ser. Aparece un latido vibrando en alguna parte de sí... Y se busca, se palpa, se desespera... ¡No se encuentra! Y tiembla... Algo yace en Él. Se percibe, sale de su escondite... Y la luz de esa luna que lo acaricia, sonríe. Entre sus rayos de plata, Él se viste.
“Me he tocado las manos, me he probado los labios, me he escuchado la voz... Y he latido con el corazón... Pero, la mente... sigue vacía. Sigo siendo nadie... Ese nadie que nada lamenta.”
— Esu Emmanuel© , El Olvidado.
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Acordes de: Tu boca: http://micuatro.com/acordes/tu-boca/ Tu boca es como una flor linda, fresca, roja y pura es un manantial de amor que las penas de amor cura. Un milagro de marfil un prodigio de coral un arca fina y sutil donde se quiebra un cristal. (Bis) El alma de quien la besa nunca ya podrá ...
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-Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una solo rosa roja en todo mi jardín. Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado. -¡No hay ni una rosa roja en todo mi jardín! -gritaba el estudiante. Y sus bellos ojos se llenaron de llanto. -¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la filosofía y encuentro mi vida destrozada por carecer de una rosa roja. -He aquí, por fin, el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Le he cantado todas las noches, aún sin conocerlo; todas las noches les cuento su historia a las estrellas, y ahora lo veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión lo ha puesto pálido como el marfil y el dolor ha sellado su frente. -El príncipe da un baile mañana por la noche -murmuraba el joven estudiante-, y mi amada asistirá a la fiesta. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja, la tendré en mis brazos, reclinará su cabeza sobre mi hombro y su mano estrechará la mía. Pero no hay rosas rojas en mi jardín. Por lo tanto, tendré que estar solo y no me hará ningún caso. No se fijará en mí para nada y se destrozará mi corazón. -He aquí el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Sufre todo lo que yo canto: todo lo que es alegría para mí es pena para él. Realmente el amor es algo maravilloso: es más bello que las esmeraldas y más raro que los finos ópalos. Perlas y rubíes no pueden pagarlo porque no se halla expuesto en el mercado. No puede uno comprarlo al vendedor ni ponerlo en una balanza para adquirirlo a peso de oro. -Los músicos estarán en su estrado -decía el joven estudiante-. Tocarán sus instrumentos de cuerda y mi adorada bailará a los sones del arpa y del violín. Bailará tan vaporosamente que su pie no tocará el suelo, y los cortesanos con sus alegres atavíos la rodearán solícitos; pero conmigo no bailará, porque no tengo rosas rojas que darle. Y dejándose caer en el césped, se cubría la cara con las manos y lloraba. -¿Por qué llora? -preguntó la lagartija verde, correteando cerca de él, con la cola levantada. -Si, ¿por qué? -decía una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol. -Eso digo yo, ¿por qué? -murmuró una margarita a su vecina, con una vocecilla tenue. -Llora por una rosa roja. -¿Por una rosa roja? ¡Qué tontería! Y la lagartija, que era algo cínica, se echo a reír con todas sus ganas. Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando sobre el misterio del amor. De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra atravesó el jardín. En el centro del prado se levantaba un hermoso rosal, y al verle, voló hacia él y se posó sobre una ramita. -Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces. Pero el rosal meneó la cabeza. -Mis rosas son blancas -contestó-, blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve de la montaña. Ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizá el te dé lo que quieres. Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía entorno del viejo reloj de sol. -Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces. Pero el rosal meneó la cabeza. -Mis rosas son amarillas -respondió-, tan amarillas como los cabellos de las sirenas que se sientan sobre un tronco de árbol, más amarillas que el narciso que florece en los prados antes de que llegue el segador con la hoz. Ve en busca de mi hermano, el que crece debajo de la ventana del estudiante, y quizá el te dé lo que quieres. Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía debajo de la ventana del estudiante. -Dame una rosa roja -le gritó-, y te cantaré mis canciones más dulces. Pero el arbusto meneó la cabeza. -Mis rosas son rojas -respondió-, tan rojas como las patas de las palomas, más rojas que los grandes abanicos de coral que el océano mece en sus abismos; pero el invierno ha helado mis venas, la escarcha ha marchitado mis botones, el huracán ha partido mis ramas, y no tendré más rosas este año. -No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-, una sola rosa roja. ¿No hay ningún medio para que yo la consiga? -Hay un medio -respondió el rosal-, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo. -Dímelo -contestó el ruiseñor-. No soy miedoso. -Si necesitas una rosa roja -dijo el rosal -, tienes que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía. -La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor-, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre? Entonces desplegó sus alas obscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el jardín como una sombra y como una sombra cruzó el bosque. El joven estudiante permanecía tendido sobre el césped allí donde el ruiseñor lo dejó y las lágrimas no se habían secado aún en sus bellos ojos. -Sé feliz -le gritó el ruiseñor-, sé feliz; tendrás tu rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que te pido, en cambio, es que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque ésta sea sabia; más fuerte que el poder, por fuerte que éste lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su hálito es como el incienso. El estudiante levantó los ojos del césped y prestó atención; pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues sólo sabía las cosas que están escritas en los libros. Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al ruiseñor que había construido su nido en sus ramas. -Cántame la última canción -murmuró-. ¡Me quedaré tan triste cuando te vayas! Entonces el ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que ríe en una fuente argentina. Al terminar la canción, el estudiante se levantó, sacando al mismo tiempo su cuaderno de notas y su lápiz. “El ruiseñor -se decía paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas: puro estilo, exento de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su garganta tiene notas bellísimas. ¿Que lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico!” Y volviendo a su habitación, se acostó sobre su jergoncillo y se puso a pensar en su adorada. Al poco rato se quedo dormido. Y cuando la luna brillaba en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra las espinas. Y toda la noche cantó con el pecho apoyado sobre las espinas, y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando toda la noche. Cantó durante toda la noche, y las espinas penetraron cada vez más en su pecho, y la sangre de su vida fluía de su pecho. Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven y de una muchacha, y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo, canción tras canción. Primero era pálida como la bruma que flota sobre el río, pálida como los pies de la mañana y argentada como las alas de la aurora. La rosa que florecía sobre la rama más alta del rosal parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de la rosa en un lago. Pero el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas. -Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada. Entonces el ruiseñor se apretó más contra las espinas y su canto fluyó más sonoro, porque cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un hombre y de una virgen. Y un delicado rubor apareció sobre los pétalos de la rosa, lo mismo que enrojece la cara de un enamorado que besa los labios de su prometida. Pero las espinas no habían llegado aún al corazón del ruiseñor; por eso el corazón de la rosa seguía blanco: porque sólo la sangre de un ruiseñor puede colorear el corazón de una rosa. Y el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas. -Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada. Entonces el ruiseñor se apretó aún más contra las espinas, y las espinas tocaron su corazón y él sintió en su interior un cruel tormento de dolor. Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto, porque cantaba el amor sublimado por la muerte, el amor que no termina en la tumba. Y la rosa maravillosa enrojeció como las rosas de Bengala. Purpúreo era el color de los pétalos y purpúreo como un rubí era su corazón. Pero la voz del ruiseñor desfalleció. Sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos. Su canto se fue debilitando cada vez más. Sintió que algo se le ahogaba en la garganta. Entonces su canto tuvo un último destello. La blanca luna le oyó y olvidándose de la aurora se detuvo en el cielo. La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío del alba. El eco le condujo hacia su caverna purpúrea de las colinas, despertando de sus sueños a los rebaños dormidos. El canto flotó entre los cañaverales del río, que llevaron su mensaje al mar. -Mira, mira -gritó el rosal-, ya está terminada la rosa. Pero el ruiseñor no respondió; yacía muerto sobre las altas hierbas, con el corazón traspasado de espinas. A medio día el estudiante abrió su ventana y miró hacia afuera. -¡Qué extraña buena suerte! -exclamó-. ¡He aquí una rosa roja! No he visto rosa semejante en toda vida. Es tan bella que estoy seguro de que debe tener en latín un nombre muy enrevesado. E inclinándose, la cogió. Inmediatamente se puso el sombrero y corrió a casa del profesor, llevando en su mano la rosa. La hija del profesor estaba sentada a la puerta. Devanaba seda azul sobre un carrete, con un perrito echado a sus pies. -Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja -le dijo el estudiante-. He aquí la rosa más roja del mundo. Esta noche la prenderás cerca de tu corazón, y cuando bailemos juntos, ella te dirá cuanto te quiero. Pero la joven frunció las cejas. -Temo que esta rosa no armonice bien con mi vestido -respondió-. Además, el sobrino del chambelán me ha enviado varias joyas de verdad, y ya se sabe que las joyas cuestan más que las flores. -¡Oh, qué ingrata eres! -dijo el estudiante lleno de cólera. Y tiró la rosa al arroyo. Un pesado carro la aplastó. -¡Ingrato! -dijo la joven-. Te diré que te portas como un grosero; y después de todo, ¿qué eres? Un simple estudiante. ¡Bah! No creo que puedas tener nunca hebillas de plata en los zapatos como las del sobrino del chambelán. Y levantándose de su silla, se metió en su casa. “¡Qué tontería es el amor! -se decía el estudiante a su regreso-. No es ni la mitad de útil que la lógica, porque no puede probar nada; habla siempre de cosas que no sucederán y hace creer a la gente cosas que no son ciertas. Realmente, no es nada práctico, y como en nuestra época todo estriba en ser práctico, voy a volver a la filosofía y al estudio de la metafísica.” Y dicho esto, el estudiante, una vez en su habitación, abrió un gran libro polvoriento y se puso a leer.
El ruiseñor y la rosa - Oscar Wilde
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