#aunque sé que tarde o temprano voy a tener que decir algo y no quiero
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rebeldia · 1 year ago
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no sé cómo ser como el resto, simplemente no me sale
soy poco agradable, desapercibida, de chistes fomes, de sonrisas cortas y sinceras, aunque a veces fingidas
no sé cómo sentir como el resto, no me resulta
temía estar volviéndome una persona reprimida, resulta que duró algunos meses el estanque pero ahora se reventó y no hago más que llorar
mis penas son en silencio, aunque a veces el llanto se vuelve más fuerte al igual que mi respiración
no sé cómo ayudarme, estoy cayendo, lo noto y no puedo no entristecerme
sabía que esto ocurriría, tarde o temprano, los parches no duran para siempre
mi paso va cansado y aburrido, pretendiendo querer estar en un lugar cuando en verdad no quiero estar en ningún lado
no sé cómo hablarte, no me sale, estoy tan inmersa en mi tristeza y en querer omitirla que no puedo actuar, reaccionar, siquiera
no me sale la voz, no me resulta contarte este caos que se creó aquí dentro, poco perceptible
aunque mi energía ha disminuido no sé si nadie quiere notarlo o siempre he sido así
se me hace tan triste todo esto, no hallo cómo salir de esto
y si una voluntad me escucha, qué voy a decir, hola soy Josefa sufrí abuso y acoso, funcioné, me paralicé, volví a funcionar pero volví a recaer
estoy harta de eso: las recaídas
siempre han estado pero ahora me siento tan tan lejos del apoyo y la ayuda que necesito y que alguna vez recibí
me estoy hundiendo, de a poco, otra vez, aunque cada vez más rapido, todo va en picada y yo lo estoy notando, y yo estoy volviendo a perderme
no sé si algo bueno resulte, espero que sí, espero poder hablar con alguien, espero volver a empezar algún tratamiento
espero que mi voz se deje de quebrar, espero volver a tener fuerzas para pedir ayuda, ahora es más difícil porque nadie me ve y yo soy pésima para hablar estando tan lejos
ya no me queda nada, la fuerza que había se agotó y no sé si haya alguna manera de recuperarla
me siento tan nada, me siento tan ajena
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zurdito · 1 year ago
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Elisa
Quiero contarte una historia de amor, la tuya. Aunque sabrás, supongo que no todas las historias de amor acaban bien. Esas cosas pasan, Elisa. Pero claro que te voy a decir, que ya lo sabes todo.
Llevo tiempo pensando en cómo contarte esto. Por donde empezar. Los comienzos son importantes: condicionan el resto de la historia. Conocí a tu madre en la preparatoria. En esa época éramos sólo dos chicos amables y guapos. Inocentes. Ahora los dos tenemos algunos años de más se nota quizá en la comisura de los labios, en la frente. Arrugas también si me permites la cursilada, en el corazón. Pero entonces no. Éramos dos buenos chicos con la vida por delante. Teníamos muchos sueños, ambiciones. No es como ahora, que todo pesa y duele. Ahora hay hijos y cuentas, trabajos indefinidos. Las decisiones antes eran ligeras. Un día podías hacer una cosa, el otro otra. Todo tenía un peso relativo. Si no salía bien había una vida entera para cambiarla.
Nos pasamos los años de la carrera viéndonos, observándonos. En la vida llegamos a salir a alguna fiesta. Nos mirábamos con una complicidad que te emocionaría. Tú madre siempre fue una chica extrovertida, reía y bailaba con una belleza natural. Yo, tú padre siempre fui un chico serio. Al lado de tu madre todo cambiaba me dejaba llevar por su risa y solo eso bastaba. Nos gustaba imaginar que después de muchos años, seríamos mayores. En aquel tiempo, ser mayor significaba tener veintiocho años y un apartamento. Decorar para las celebraciones, incluso tomar algo juntos al atardecer.
Ella comenzó la tesis. Se dedicó a su carrera. Vi lo peor y lo mejor. Acumulamos experiencias, creíamos que había que hacer de todo. Tomamos buenas y otras no tanto, decisiones; el abismo estaba siempre ahí. No me mal entiendas, no es una metáfora. Los años te hacen entender que falta muy poco para echarlo todo a perder.
No te creas, Elisa, que esto de acertar en la vida no es fácil. Pero sobretodo me quedo con una cosa: cada vez hay más piedras en la mochila que todos llevamos. Peso: esa es la palabra.
Fíjate que siempre pensé que vendrías, Elisa. Tarde o temprano. Y tus padres serían menos testarudos. Tú madre ya imaginaba tu nombre; yo pensaba y la miraba y sabía que siempre había tenido buen gusto. Muy monárquico -solía pensar- pero me agradaba.
La primera vez que te vimos eras solo un granito de arena en una ecografía. Esa eras tú.
Pero déjame que te siga contando. Tú madre y yo nos quisimos desde el principio. Teníamos quizá miedo de que la juventud se nos escapara y lo hicimos mal. Si: los comienzos determinan las historias. Sin embargo, teníamos aquel sueño en la cabeza, aquella promesa de querernos. ¿Sabes a lo que me refiero? A la fotografía mental del amor. Pero lo cierto es que cada vez crecía un poco de incertidumbre entre los dos. Entre las parejas ocurre: se crean abismos. Nombres y palabras que no pueden pronunciarse. Uno crece con unos ideales en la cabeza. Yo quería a una madre que quisiera mucho a mi hija. Ella, una familia que no estuviera llena de silencios, de distancia.
Es cierto todos buscamos lo que no pudimos tener.
Le quise mucho. Más que a todo. Como se quiere a la madre de tu hijo. Pero nos perdimos en algún punto. Se nos atascaron los días. Vivíamos en un mismo apartamento pero ya no éramos capaces de encontrarnos. Eso ocurre: la cercanía no tiene que ver con el espacio. A veces, con tu madre me pasa lo mismo que contigo. Que no se a donde se ha ido. No se donde está.
Solo sé que un día acompañe a tu madre a una clínica que tenía las paredes muy blancas. Se la llevaron, iba en una bata de esas que parecen de papel. Yo cerré los ojos. Piensa en algo bonito. Pensé en un vestido hermoso con el cual ella había soplado las velas tan solo un tiempo atrás. Al verla de nuevo aún estaba bajo los efectos de la anestesia; aún así no perdía su entereza, su fuerza, su sentido del humor y su belleza. Nos sujetamos fuerte de las manos, pero tú ya no estabas ahí. No se si la juventud se pierde en un día. Yo se que la perdí entonces, en el cuarto de esa clínica.
A veces, te sorprenderá, te busco entre los niños de los parques. Te comparo con los hijos de mis amigos e incluso me digo que serías más lista y más bonita. Tendrías casi 10 años. Eras tú Elisa. Yo ya lo sabia. No supimos esperarte. Porque tú madre y yo seguíamos siendo dos jóvenes que no podían sostener a nadie más que ellos mismos.
¿Sabes?, los hijos que no nacen también cuentan. Los padres que nunca llegan a serlo, lo son para siempre. De alguna manera extraña. De esas maneras que nunca sale en el diccionario.
Desde que te fuiste tome una costumbre extraña, no podía dormirme sin antes observar a tu madre dormir. Era verte a ti. Te confieso si me permites: Elisa no había nariz más hermosa que la de tu madre.
Y pensaba en el lugar que le damos a los hijos que no nacen. ¿Sabes tú acaso que es una vida? ¿Lo sé yo?.
A veces las historias de amor acaban en una mesa de cafetería.
Ahora tenemos casi treinta. Tú madre no está, y tú tampoco. Que poco queda de los hijos que no nacen. Menos incluso de las parejas que dejan de serlo. Supongo que tiro la ecografía, la única constancia que teníamos que estuviste aquí. La vida es así Elisa. Miras atrás y tardas tiempo en entender el dolor. Porque el dolor cambia pero no desaparece. Adquiere nuevas formas, ocupa distintos lugares.
Y te digo lo que sucede: no sé que nos pasó. Pero te veo. Te imagino caminando. Dando esos pasos torpes que ya solo podrás dar en mi imaginación.
Hace poco me dijeron que cuando pensara en ti encendiera una vela. Pero no lo he hecho. Por eso te enciendo un relato. Para ti Elisa, porque comprendí las cosas cuando ya era demasiado tarde. Este es un relato para los dos. Pero perdona, porque esas cosas ya las sabrás. En realidad, Elisa, yo solo quería contarte una historia de amor.
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they-dontnot-about-me · 2 years ago
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My safe place…
Solía estar bastante emocionada por el concierto del sábado, vería a mis artistas fav, me iría a la capital del miércoles temprano hasta el domingo en la tarde, quería intentar salir a pasear, conocer, ir a verlos al aeropuerto y seguir eso de fan loca, había comprado mis pasajes, juntado mi plata, comprado mi entrada y todo yo.
Llega el día antes a irme y lo único que hace mi mamá es empezar a decirme cosas y ahora me doy cuenta lo increíble que es el que a la más mínima palabra que me diga, tenga el poder de cambiar mi estado de humor, de hacerme dudar, de volverme insegura y vulnerable. Yo sé que es mamá y sólo está expresando sus preocupaciones, pero hay límites.
Empezó de menos a más, terminando en discusión por parte de ella, porque yo sólo me quedé callada. Nada de lo que quería hacer y/o tenía preocupado le parecía. Son muchos días de viaje, casi una semana, voy a una casa ajena la cual no conozco como es, o como será el ambiente, voy a molestar, no voy de gratis y tengo que poner cosas ya sea para tomar té y así y eso implica tener plata, qué voy a hacer mientras la persona tiene que ir a estudiar, debo regresarme temprano para no molestar más, tiene muchas cosas que cubrir y un viaje así no estaba presupuestado porque si me voy tantos días y a una casa ajena donde debo cooperar, necesito plata. Yo jamás le pedí que me diera Plata, y sé que pensarán que cómo no me va a dar aunque sea algo si es mi mamá, pero insisto, jamás se la pedí, yo junté para mi. Luego y, literalmente, dijo que si tuviera calle no se preocuparía, pero realmente como espera que la tenga si reacciona de esa manera? ya estoy grande y ella no confía en mi y/o en que puedo valerme por mi misma. Yo sé que capaz diga “no es que no confíe en ti, son los demás, vas a un lugar peligroso, que no conoces” etc. También y cada que discute conmigo me dice que lo único que hago es criticarla y sacarle cosas en cara, parece que es lo único que saber decir porque igual se lo repite a mi hermano, y quizás lo dice por decir y por lo mismo no debería afectarme porque ya sé cómo es, y bueno, siento que se hace la víctima y jamás reconoce sus errores y el como es ella. El tema es que yo no siento que la critico, ella siempre se pone a la defensiva ante todo y para mi, desde mi punto de vista, sólo le soy sincera y le digo las cosas, pero claro, siempre me han dicho que digo cosas muy frías o como sin filtro, pero no sé. Eso también me hace querer cerrarme aún más, porque siempre que hablo, que opino, que me expreso, que soy lo más sincera posible, siempre, pero siempre se me termina criticando de alguna u otra forma y hace que no quiera hacerlo más para evitar todo eso.
Todas y cada una de las cosas que me dijo me fue poniendo cada vez más triste y desanimada, terminó por arruinar todo mi día, mi ánimo y mis planes. Quizás soy tonta por quedarme callada, dejarme manipular, no ser fiel a lo que yo quiero y creo. Finalmente cambié el pasaje para el jueves, llegaré en la tarde, por lo tanto, no serán tantos días que molestaré.
Me pone algo triste que no salga de acuerdo a los planes que tenia, pero me resigné a cambiar el pasaje porque aterrizando lo que yo quiero, capaz y ni vayamos a verlos al aeropuerto, ni nada de eso, entonces si soy realista, irse un jueves está bien. No me voy el viernes porque ese día tengo un evento y me comprometí.
En fin, entiendo que son sus preocupaciones de mamá, pero yo estaba bien y con cada comentario que me fue diciendo, más me inseguricé y me llenó de pensamientos intrusivos respecto a que claro, voy a una casa ajena por muchos días, seguramente voy a molestar y así, pero quién me ofreció alojo lo hizo porque quería, no le molesta los días que voy, no me puso pero a nada, pero bueno ya está hecho y yo estoy hecho mierda, avergonzadas, miserable y con ganas de desaparecer o no vivir más.
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bizarreintrovert · 2 years ago
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Hace Dos Años: No Un Héroe Del Todo / Episodio 5
<Localización: Enfermería de la Escuela>
<Tiempo: Día siguiente, Temprano por la Mañana>
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Chiaki:
¡Por favor, discúlpeme!
( ¿Hm? ¿Sagami-sensei no está por aquí otra vez? Pero estaba pensando en pedirle consejo, ya que realmente no quiero que Ryuseitai se desmorone... )
( Una vez formó parte de Ryuseitai, así que pensé que podría ayudarme... )
( También fue una vez el Super Idol, y además es profesor— tiene el poder de cambiar las cosas, no como yo, un don nadie más. )
( Es la única persona con la que puedo contar. Odio que intente contar con otros para mi propio beneficio, igual... pero... )
[Suspiro]
( —Espera, esta habitación es un desastre. No era consciente de esto cuando solo era uno de los fans de Sensei, pero parece que puede ser realmente descuidado. )
( Muy bien, voy a ordenar este lugar lo suficiente, pero no tanto como para que se sienta incómodo con él. Se me da bien limpiar— quiero decir, siempre me obligan a hacer ese tipo de trabajos, así que. )
( Me gustaría que me hiciera un favor, al fin y al cabo— soy yo quien paga por adelantado. )
( Jeje... Casi estoy actuando como una mujer invadiendo la vida de un hombre~♪ )
( ¡Muuuuy bien! Voy a empezar con el suelo, ya que debe estar bien para mí limpiar yo— )
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Kuro:
¡Oye!
Chiaki:
¡¿...?!
Kuro:
Lárgate, mocoso.
Quiero dormir aquí. No sé lo que estás tratando de hacer, pero te estás metiendo en el camino. ¡Si sigues, te pisaré!
Chiaki:
¿¡Ah!? ¿Uuu? ¡Lo siento muchísimo! ¡Me moveré ahora mismo!
Kuro:
Jaja, por qué hablas tan educadamente, tenemos la misma edad... Lo que sea, bien por mí.
Chiaki:
¿C-Cómo sabías que...? ¡Ah! ¿Es por mi corbata?
Kuro:
¿Huh? Estamos en la misma clase, chico de lentes. No todos los días encuentras a alguien que vaya a clase, así que sé quién eres.
Aunque no sé tu nombre. No es como si apareciera en cada clase, así que.
Pero da igual. No hay necesidad de asustarse— solo déjame en paz y no te haré nada.
No voy a hacerte daño o algo así. Nunca le pongo un dedo encima a la gente buena.
Ahh~... Caramba, por fin puedo descansar.
Chico de lentes. Hoy no iré a clase, díselo al profesor. No es que lo comprueben, pero por si acaso.
Chiaki:
Ah—¡Sí! ¡Entendido!
Pero, umm... Eres Kiryu-kun, verdad... Deberías venir a clase, ¿Sabes?
Kuro:
¿Huh? No me hables como si fuéramos amigos de toda la vida. Ni siquiera tengo energía para hablar...
Además, esta escuela no tiene problemas con saltarse las clases una o dos veces.
¿Eres tan niño bueno como pareces?
Chiaki:
Ah—Um, no, es solo... ¡Lo siento! ¡Eso fue presuntuoso de mi parte!
¡Lo siento si te moleste! ¡Parece que tengo un problema con decir la primera cosa que viene a mi mente...!
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Kuro:
.........
Chiaki:
( ¿U-ummm...? ¿Me ignoró? ¿Era demasiado irritante? No, en realidad... él realmente no parece tener la energía para hablar conmigo... )
( ¿Qué ha pasado...? Parece golpeado... ¿Le atropelló un coche o algo...? ¿D-Debería llamar a una ambulancia? )
( O tal vez debería llamar a Sagami-sensei por el altavoz... Ah pero, siento que me darían un puñetazo si fuera demasiado lejos. )
( Hay rumores de que él es el delincuente de la academia, después de todo... )
( ¡Estoy aterrorizado...! Pero... está cubierto de heridas... ¿No necesita que se las curen? No creo que vaya a morir, ¡Pero no creo que esté bien dejarlo así...! )
( ¡No importa si es un delincuente! ¡No puedo pasar por alto a una persona herida! ¡Sé valiente, Morisawa Chiaki! ¡Si te vas ahora sin hacer nada, sólo lo lamentarás...! )
Chiaki:
¡K-Kiryu-kun!
Kuro:
... ¿Huh?
Ugh, sigues aquí. Piérdete ya, vas a llegar tarde a clase.
Chiaki:
¿Uuu? Um, pero, uh... Errmm, que es lo que quería...
¡Ah, si! ¡Quiero tratar tus heridas! ¡A menudo me hago daño por accidente, así que sé cómo hacer primeros auxilios!
Mira— ¡Sólo se hinchará si no haces nada al respecto! ¡Y la cama también se ensangrentará! No deberías sangrar en ella, ¿Sabes?— ¿Quién crees que las limpia?
Kuro:
............
Chiaki:
¡Ahh, um! ¡No estoy tratando de criticarte ni nada! Sólo estoy preocupado. Ummm... ¡Eres un tipo fuerte, así que probablemente sea presuntuoso por parte de alguien como yo preocuparme por ti, pero...!
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infacundia · 2 years ago
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mi no resumen de 2022
me voy a permitir el espacio de esta red antisocial para hacer el balance menos afectivo del año: creo que en un posteo de este año o incluso del pasado, expresé el deseo de entender la dialéctica. específicamente, de saber explicarla y sobre todo de poder pensar dialécticamente, cosa de poder aplicarla, tarde o temprano, sobre el terreno de las ideas y acciones 'racionales'. para mí, que no estudié filosofía más que como aficionado y sobre todo conversador, se me hacía un emprendimiento brujo. también me divertía eso: la autogestión autodidacta de la filosofía y de los saberes dialécticos, tener la libertad de entrarle por costados no academizados. la academia no solo construye su lenguaje específico extraterrestre, sino que a través de él delimita muchísimo ~casi que estrecha, acogota, más que delimita~ las formas del conocimiento. saber eso, también me previno de otras formas estrechadas del conocimiento como lo son los discursos new age y sus saberes, la propaganda periodista, el idealismo burgués, el positivismo y otras instituciones no académicas que gestionan la producción y distribución del conocimiento.
entonces, la manera en que empecé a realizar ese deseo fue leyendo como venía haciendo, pero todavía con más conciencia de orientación. aunque al principio, cuando empecé a realizarlo, todavía no era conciente de que lo estaba realizando. en ese momento no podía hacer una abstracción temporal, lineal, tan amplia que implica al gerundio como proceso amplio. tenía como esa concepción idealista o positivista, no sé, de que solo por desearlo y enunciarlo, o incluso por leer un manual o una serie de textos, la filosofía dialéctica iba a ser depositada en mi cerebro así nomás, me iba a descargar un software y iba a poder ejecutarlo como cualquier computadora. no era así.
pero tampoco era concebible otra manera para mi lenguaje cognitivo. es decir, yo a lo largo de la vida, alrededor del conocimiento, había configurado una actitud teórico-práctica hacia la aprehensión de las cosas que no concebía que fuera distinta. esto empezó a cambiar, entonces, no a través de la lectura de la bibliografía seleccionada (que amerita otro posteo y me sirvió muchísimo), si no a través de la militancia. acá si entra lo afectivo... y esa dimensión, de la afección política, sumó muchísimo a mi comprensión dialéctica de la dialéctica.
en fin, no quiero extenderme mucho. de hecho si lo hiciera tendría que cambiar de tema. pero estos días, cerrando el año, me encontré de pronto abriendo un pdf de Iliènkov, y caí aleatoriamente en un capítulo que decía algo así como que la contradicción dentro de la unidad era la base de la dialéctica y dije: "wow, hace un tiempo hubiese diagnósticado la frase de metafísica o esotérica. hoy sabría explicarlo, y siento que algunas cosas las tengo presentes en mi despligue cotidiano y en debates estratégicos". aunque por supuesto el aprendizaje nunca termina, nada llega nunca a la solidez porque refrán heraclitiano.
así y todo, no quería dejar de recordarme que estoy agenciando un proceso de medio o largo plazo. ser consciente de eso para mí es muy importante porque soy una persona ansiosa, como gran parte de mi generación (pero menos que las que vienen). de hecho, me re cuesta por demás afrontar procesos a largo plazo en solitario. hace ya tiempo que quiero escribir narrativa pero la falta de constancia y cierto autoodio tendencial conspiran contra el plan. por eso me cabe tanto saber que no estoy quieto en otros terrenos. quizá esos terrenos sean los más lindos.
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luanoiteescribe · 20 days ago
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[6 de abril 2024]
No llego a ver la tierra; estoy en los asientos del medio y ya muy alto. Cuando el avión dobla veo un sinfín de montañas, ¿O nubes? Sea lo que sea donde viven los humanos ya no existe más para mí, flotando en la nada me es imposible recordar la humanidad. Pienso de nuevo en esas montañas-nubes, eran demasiadas y quiero volver a verlas, pero cuando el avión dobla me da miedo, siento que caigo. Que soy esas montañas, que me hundo en ellas. No soy parte de la tierra y eso me aterra, el vuelo se me vuelve anti-natural. No pertenezco al aire; si saliese del avión me ahogaría. Me sentiría más tranquila en la montaña, incluso aunque tarde o temprano también me ahogase.
Pasa un rato, estamos sobre el agua. Estoy. En dos horas pude terminar un libro que me hizo revivir el piso frío de la casa de mis padres cuando discutían y yo me sentaba frente a la puerta de la habitación de mí hermana. Gesto protector inútil, o quizá la búsqueda de no sentirme sola. ¿Tendría tiempo de sentirme sola, si caigo al agua? El mar es frío, pero te abraza. ¿Estará planchado bajo mi cuerpo? Me imagino que no, que olas rompen unas contra otras, que el mar se golpea. Imaginarlo no me perturba, salgo serena de esos pensamientos de la misma forma en que me entrego a ellos. Estoy acostumbrada a entregarme a mí mente, entre resignada y cobarde, curiosa y extasiada. Me lleva tiempo salir, recordar que vuelo, que en realidad si tengo miedo. Me pregunto si le tengo más miedo a la muerte que a la soledad, o si le temo a la muerte porque significa quedarme sola. También sé que tengo miedo de quedarme sin palabras, de no poder escribir más. Para escribir tengo que estar viva y acompañada a pesar de que escribo sobre estar sola y muerta. Un equilibrio lógico, a mí parecer, o quizá natural como tener los pies en la tierra, el asfalto, la cerámica fría.
Acabo de tomar la pastilla, pretendo escribir hasta quedarme dormida. Obviamente segundos antes de tomarla pensé ¿Las azafatas están entrenadas para salvarme si me ahogo? No en el mar, no en la montaña: Con una simple pastilla. Que repetitivo son los pensamientos y circulares los miedos. A veces me aburro de mí misma, de esta paranoia. Se vuelve aburrida la soledad y también temerle, pero sin ella quiza no escribiría. Antes dije que para escribir se necesita estar acompañada, pero eso es mentira. Para escribir de verdad, con palabras, siempre busco estar sola. Creo que es vergüenza, me da pudor la exposición de la tarea individual frente a un otro. No quiero que vean mí rostro, que borro frases enteras y hago pausas largas, que no siempre sé bien que quiero decir. También es que necesito escucharme a mí misma y el pudor se expande a la mente; no puedo pensar de forma genuina si me están mirando. El otro me deforma el pensamiento, me lo amolda. Yo lo hago, en realidad, pero es el poder que ejerce lo ajeno a mí misma. Por eso si no estoy sola, aunque sea un rato, me siento rara. Me falta algo, quizá un pedazo de mí cerebro se apagó, quizá me faltan las palabras.
Busco la soledad tanto como le temo, me reconozco contradictoria. Mí mayor miedo quizá es simplemente la soledad definitiva, lo que no tiene retorno. Yo soy terca, desde hace mucho creo que el tiempo no es lineal y constantemente vuelvo al pasado. Dicen que eso es ser melancólica o nostálgica, pero yo ya no sé cómo explicar que así como pienso en el pasado soy capaz de vivir en él. Huelo los olores, veo las escenas y soy parte de ellas. Siento el tacto de las cosas, soy capaz de recordar los sabores y revivirlos en mí boca. Siento frío, o calor. Todas esas cosas se pueden sentir solo en vida, es mí conclusión. Por eso le temo a la muerte, porque en una vida aún tan corta disfruto de todos sus tiempos temporales y viajo jugando con las posibilidades. Estoy acá, pero a veces también estoy en otro lado. Pero para eso necesito seguir estando viva.
A la vejez no le temo. Creo que ahí voy a dejar de tener miedo, o aburrirme de la vida como me aburro ahora de sentirme sola. Le temo a todo lo que me aleje de la vejez porque quiero sentir la victoria de estar llena de recuerdos. Me consuela todo esto, pero a veces también me preocupa estar demasiado enamorada de la vida y no llegar al punto de aburrirme. Me creo capaz, si se me diera la chance, de ser eterna y crear nuevos recuerdos cuando me olvide de los otros.
Para anhelar la eternidad hay que ser una persona solitaria, de eso estoy segura. No digo estar sola per sé, sino ser apática a la muerte de los otros. Yo no soy ese tipo de persona, no creo serlo. No viví el dolor de una muerte cercana así que no sé lo que es lidiar con la ausencia, o al menos como sería para mí. Tampoco puedo responderme mí misma como sería; suelo reaccionar a las cosas de forma muy distinta a como me imagino, cualquier intento de respuesta sería una mentira. También sé que es infantil desear la eternidad de todos los que amamos. (¿Porqué no lo será desear la propia?).
Los ojos se me cierran un poco, pero si sigo escribiendo no creo que sea capaz de dormirme. Tengo que forzarlo, reposar mí cabeza y redirigir la mente. En dos horas es el almuerzo, me conviene dormir antes. ¿Podría estar dos horas más escribiendo? Nunca me puse a medir mí limite, pero definitivamente es mucho menor que ese. No recuerdo estar escribiendo más de una hora. A veces siento que escribo poco para una persona que dice amar las palabras, pero me excuso con que están en mí cabeza, existen, que siempre estoy escribiendo. No sé si es verdad o mentira. Y si es mentira ¿A quién quiero convencer? Me la paso mintiendo con las cosas más estúpidas, pero no me creo capaz de mentir en serio.
Me apago, que inestable se me hace que el cuerpo se duerma de forma incontrolable. Me hace sentir vulnerable, debil. ¿Alguna vez conté que odio usar mucho el “me”? Siento que es un gesto de egocéntrismo que me encantaría arrancar(me) de la piel.
Otra vez sobre las montañas, dormí demasiado. ¿Que pasa si deciden partirse a la mitad está noche? Sería como mínimo anecdótico. Me gusta la idea, decir temblando pero como un brillo en los ojos “yo estaba volando sobre esas montañas justo cuando se partieron”.
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zk-orpy · 1 month ago
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Sábado 28 Septiembre 2024
Vivo de una forma que algunos ven "cómoda" pero si supieran. Algunos me dicen que qué envidia levantarse a las 3 de la tarde para solo hacer aseo y luego hacer música. Lo que no ven es todo lo que hay detrás, hay alguien que tenía sueños, que quiere levantarse temprano, cultivarse, aprender, mejorar, que me gustaría poder tener una trabajo normal, estable, me gustaría poder hacer todo lo que hago más rápido, pero me disocio, me despersonalizo por horas y es realmente fácil sacarme de ese trance desde afuera, con algún ruido lo suficientemente fuerte para entrar en realidad. Sin embargo pues me la paso solo constantemente, en mi cuarto que hasta cierto punto tengo insonorizado por cuestiones artisticas. Mis padres se la pasan trabajando y solo llegan a casa a comer y a cenar, mis hermanos uno trabaja y otro simplemente no le interesa nada que tenga que ver conmigo (Por lo menos eso creo o así lo veo yo, antes no era así, por eso he notado el cambio) y pues hace unos días acabo de perder a uno de mis mejores amigos. Es curioso como este año estuve perdiendo muchos amigos, a lo mejor tienen razón y el problema soy yo. Pero por qué? Si ellos me fallaron y lo único que hice fue explicarles lo que hicieron que me hizo sentir mal. Pero prefirieron tomarlo como ataque en vez de entender que me estaban haciendo sentir mal. Prefirieron su orgullo a platicar con un amigo que la está pasando mal. Y a lo mejor podrías decir que quien sabe y ellos la estén pasando igual o peor de mal que yo. A lo mejor el egoísta si soy yo. Despierto todos los días literalmente mi primer pensamiento es me voy a matar, y alguna idea para cómo hacerlo. Creeme que tengo varias opciones solo que no he desarrollado bien las ideas, además que quiero asegurarme de que voy a morir 100% y no quede solo en intento una vez más. Cualquiera te puede decir que en un arranque emocional cualquiera intentaría matarse, luego recapacita. Por eso conocemos tantas personas que tienen varios intentos de suicidio. Pero sabes? Creo que no hay peor muerte por suicidio que la que se tiene todos los días en mente hasta que eventualmente pasa. Que todos los días te ves morir de una forma diferente, y anhelas esa paz como nunca más has anhelado otra cosa. Alguna vez desee dinero y no llegó, alguna vez deseé el amor, y puta, que bueno que no deseé el odio porque me hubiese metido en más problemas. Alguna vez dejé muchas cosas atrás, solté una gran carga de una y después de todo, ya no tuve a dónde ir.
Me la paso horas, vagando por mi mente, de vez en cuando veo algo que me llama la atención, hasta cierto punto sé que no es real pero ahí, en el momento, todo parece tan real que casi lo puedo tocar. Casi no como, no me da hambre y cuando me da hambre no hay nada que comer y pues me aguanto hasta que haya algo para comer, y cuando hay no tengo apetito, todo me da asco incluso con ganas de vomitar así que no entiendo.
Hace tiempo dejé de sentirme uno. Siento que soy varias personas conviviendo en una sola y por eso no puedo simplemente hacer algo por mi. Porque cada uno tiene necesidades y gustos diferentes. Cuando tengo oportunidad de complacer una de ellas, no está para disfrutarla y cuando lo está no hay oportunidad.
¿Y qué? ¿Se supone que viva así? Mi madre quiere internarme en una clínica de rehabilitación, tal vez si sea lo mejor, tal vez no, y aunque una parte de mi si quisiera encerrarse y ver si todavía tengo salvación. Otra no quiere dejar la música por tanto tiempo. Ya lo he dicho, es lo que me mantiene vivo. No sé cuánto tiempo soporte con esa sensación de encierro. Porque si bien, me la paso encerrado siempre, nunca tengo esa sensación de encierro, por lo menos no físicamente. Y él hacer música es lo único que me quita de esa sensación mental. Entonces me quitarían lo único por lo que vivo hoy en día para intentar salvarme? No lo sé pero para mi no tiene mucho sentido. Probablemente estando ahí sienta tal presión que me oblige a buscar una forma definitiva de ya no soportar todo este dolor y si iba a estar aquí un año más, ahora solo serán 3 meses más. No sé, también una parte de mi dice que podría ser lo mejor, pero no lo sé, nunca he estado internado y no tengo muchas referencias de lo que es. Las únicas que conozco son historias horribles. Una chica que conocí incluso se suicidó después de varios internamientos. Así que creo que se podría comprender mi miedo. Porque a pesar de que todo el tiempo piense en largarme de aquí, realmente no quiero estar pensando en eso, y lo que menos quiero es morirme por más que lo esté pensando pero hay veces que no puedo controlar mi mente. De nuevo, es como si no me hiciera caso a mi y le hiciera caso a alguien más dentro mío. Tengo dolores en todo el cuerpo, en el estómago sobre todo, la espalda, el pecho, siento una sensación de fatiga extrema aún cuando recién he despertado. Si, también me la paso haciéndome daño con vicios y excesos. Pero de nuevo, a mi ni siquiera me gustan ese tipo de cosas. ¿Entonces por qué lo hago? Supongo que será algo que solo el tiempo me responderá. Aunque realmente la respuesta que quiero no es "Por qué" es la forma de salir de todo esto de una manera rápida e indolora. Ya duele lo suficiente como para "Es que te tiene que doler un poco más" no gracias, en serio ya estoy harto y cansado.
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startline3r · 1 month ago
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Fest?
Al parecer todos los primos q siguen en este país quieren ir a un festival el 5 de oct, chicuelos entro a la U el 7, dios si es que me dejan ir rezo que regresemos temprano de repente a la Vita le de pereza o algo, no regresamos al día siguiente a la tarde o por ahí, así se enojen conmigo, idc o si no mis papás me matan, tmb tengo que admitir que me gustaría ir sin la Julia a muchos lugares, a veces tengo que lidiar con su cara larga y es q nada le termina de gustar, no sé como se la pase en un festival, nunca hemos ido, la vrdd me halaga que me hayan dicho a mi primero, y no me enojo, entiendo su preocupación porq quieren pasar un buen rato, pero la Julia sigue siendo mi hermana, tall vez ellos no quieran pasar el rato con ella a veces e incluso A VECES yo tmp, quisiera despegarme de ella, porque ya estamos grandes y somos diferentes pero ella sigue siendo una parte de mi y siempre lo será, no puedo dejarla fuera o excluirla de algo que sé que le va a doler si se entera, e incluso si no se entera me remorderá la culpa por el resto de mi existencia, sé que a veces hay que mentir, pero si no le decimos ahora? cuando? si ven que la pasan bien pretenden no decirle nunca? no, ellos tienen miedo a confrotarla y decirle, yo no, e incluso no le puedo decir todo lo que pasa, a veces hay que mentir, pero igual hay que decirle, creo que aunq no lo maneje bien, es mejor tener esta experiencia todos, ya si no me quieren invitar a mi está bien (si me lo tomaría personal deah xD) e incluso sé que han de tener un chat donde no estemos ninguna de las dos y digan tonteras sobre nosotras, pero no me interesa, yo siempre estaré de su lado si siento que es lo correcto, y lo correcto no es excluir a alguien, si se le empiezan a ocultar cosas va a haber un punto donde no se pueda más, tmb que feo que te excluyan hasta ese punto, no me parece, tmb sé que capaz ninguno quiera que le diga a mi ma, pero ps ya le dije a veces necesito opiniones externas en estos casos, pero ps bueh, gracias mamá (de seguro ya le dijo a papá) pero es que tmp voy a esconderles algo así a mis papás, tmb que dude pero ps es que tmb la Julie es alguien dificil de manejar a veces, entonces salir con ella es una experiencia, pero no, todo menos excluirla, aunque en algun rato si me gustaría que entienda, o no lo sé, es difícil, pero si me gustaría salir yo sola con la Vita o la Emi, la Julieta ahí con sus cosas siento que es super real, siempre dice lo q piensa, a mi me parece chévere, a veces me le rio pero igual me gusta, ellos que no soportan a alguein realmente alternativo, aunq siento que yo tmb soy alternativa, pero es que ella es más dura con sus opiniones, siempre a la defensiva, comprensible (parece que solo para mí y para la Vita a veces). Aunque no niego que a veces es muy infantil, no sé en que sentido, pero be urself girl, vas a encontrar mucha gente q se parece a ti, creéme. Not me though.
Q loca es la vida es lo único que quiero decir, tmb siento que esta es una gran oportunidad, para mi que soy medio entumida, para ver como es estar ahí, no creo que sea la gran cosa (solo un poquito) espero que mamá nos deje ir, yo creo que sí, igual creo que ellos ven que soy bien consciente, digo yo xD (Emilia sé que no te cae bien la Julia, siento que es recíproco, probablemente, no estoy segura, no haya querido decirme a mi tmp, siento que dudaron mucho en decirme pero ps que puedo decir, eso solo prueba que soy alternativa tmb dea KAJSDKJo no sé, loser, pero me gusta serlo, a veces tmp como q le cacho a la Emi, pero ps ta bien, igual me cae bien, aunq no esté de acuerdo en como actúa a veces dea)
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twicemirazondevivir · 6 months ago
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Necesito desahogarme, así que esta es la única manera que encuentro más eficiente para hacerlo. Realmente siento que algo está pasando y no queres decírmelo, te noto diferente, distante, incluso podría decir que hasta rara también, tal vez son cosas mías, tal vez mi mente intente engañarme, pero porqué de la nada me hablas seco, apenas me mandas mensajes, y te juro que yo entiendo que no sea tu celular, que sea el de tu amiga y que por eso no puedas hablarme tanto, pero tampoco aprovechas el tiempo para hablarme cuando se puede, ya no me avisas cuando te vas, no sé si tú amiga ve el mensaje o vos, realmente no quiero pensar cosas que no son, pero no puedo evitar pensar que quizás estás perdiendo el interés en mi, que te estoy aburriendo lentamente y que en algún momento vas a dejarme, lo presiento, y aunque hayas dicho que no ibas a aburrirte o cansarte de mi, o incluso dejarme, en el fondo sé que lo vas a hacer, tarde o temprano lo harás, al igual que las demás personas que lo hicieron, te cansarás de mí, seguro me dirás que el problema sos vos, no yo, también dirás que esto no va a funcionar, a pesar de que dijiste que nunca íbamos a separarnos, a pesar de que dijiste que no te irías nunca, lo harás, justo como el resto. Honestamente, no quiero que pase, porque no quiero perderte, no quiero perdernos, no quiero que nos alejemos la una de la otra, dije que iba a estar con vos siempre a pesar de todo y realmente quiero hacerlo, quiero que mi futuro sea a tu lado, quiero que seas parte de mi futuro, siendo mi futura esposa, teniendo nuestros futuros hijos, nuestra futura casa, juntas, es lo que más quiero, pero si eso no es lo que vos queres, por favor, decimelo, porque yo todo lo que estoy haciendo ahora en mi vida es para tener ese futuro, todo lo que hago ahora lo hago por vos, no lo sabes pero es así, espero que lo sepas, de alguna manera.
También quiero desahogarme con algo que me mantuvo preocupada desde el lunes, respectivamente. El viernes dijiste que me hablarías el lunes, esperé tu mensaje todo el día, un mensaje que nunca llegó, quería que habláramos sobre el día siguiente, que íbamos a hacer, tal vez, no sé, hablar por WhatsApp aunque sea un rato y que puedas mandarme un audio de tu hermosa voz que tanto extraño, pero no pasó. Ayer, martes, nuestro aniversario, cumplimos tres meses, estaba muy feliz, muy emocionada por estar tres meses al lado de la mujer que amo, tampoco recibí un mensaje tuyo, lo cual se me hizo realmente extraño, pero supuse tal vez que estabas ocupada y no pudiste hablarme, lo entiendo, por cierto. Hoy, miércoles, por fin recibí un mensaje tuyo, me sentí tan emocionada cuando leí tu "hola princesa", amo que me digas así, mi corazón latió demasiado rápido en ese momento y se mantuvo así por bastante tiempo, no podía dejar de latir, me sentí muy feliz en ese momento que no podía parar de saltar y moverme, de lo emocionada que estaba, sólo por el hecho de recibir un mensaje tuyo. Me dijiste que sos realmente feliz a mi lado, siendo tu novia, eso me puso inmensamente feliz, porque a pesar de todo lo que está pasando ahora, sigo haciéndote feliz, eso me da esperanzas, luego te escribí cosas bonitas, cosas desde lo más profundo de mi corazón, cosas que me haces sentir, y vos sólo reaccionaste con un "que lindo amor", no voy a mentir, me hizo sentir mal, bastante mal, pero no lo demostré porque ya tenes demasiados problemas en tu vida como para yo darte más problemas aún, lo dejé pasar pero no quita el hecho de que me hiciste sentir mal, incluso lloré. Después de eso me dijiste que todavía no podías conciliar el sueño por las noches, que incluso soñas cosas feas, te dije que trates de relajarte antes de dormir para despejar pensamientos malos y que penses en cosas bonitas, cosas positivas para que puedas conciliar el sueño y soñar cosas lindas, viste el mensaje (o tu amiga) y no me contestaste, no volviste a mandarme un mensaje después de eso, lo cual es raro porque soles avisarme cuando te vas, pero esta vez no lo hiciste, tampoco te volví a mandar mensaje. Acabo de acordarme que también dijiste "ayer fue nuestro día especial ¿cierto?", claro que lo fue, fue nuestro aniversario de tres meses, me pregunto, ¿lo olvidaste? puede ser, debes tener muchos problemas ahora como para pensar en nuestro aniversario, y está bien, lo entiendo perfectamente, pero no puedo evitar sentirme mal porque tal vez exista la posibilidad de que realmente te olvidaste y por eso no me hablaste pensando que era un día cualquiera, no lo sé, no quiero suponer nada pero ya no sé qué pensar sinceramente, lo único que hago es sobrepensar, últimamente, y me está afectando bastante.
A lo que quería llegar con esto es que cambiaste, antes, cuando volviste hablarme ese 11 de abril después de lo que pasó estabas igual, incluso hasta hace casi una semana, el viernes, estaba todo bien, te disculpaste porque no me hablaste por dos semanas pero fue porque tenias exámenes, lo cual entiendo, obviamente, tal vez pudiste avisarme pero no pasa nada, los exámenes son más importantes la verdad y no quiero que te desconcentres en eso por mi culpa, al contrario, prefiero que te concentres en eso a que me hables. Te dije que sos la mejor novia del mundo, lo que es cierto, vos dijiste que no lo sos porque me dejaste de hablar por dos semanas y no me avisaste nada, yo te dije que lo entendía y que no pasaba nada, hasta ahí todo bien. Pero últimamente tus mensajes son más cortos, me contestas tarde, o ya ni me contestas, tampoco me avisas cuando te vas, entonces es imposible para mi no sobre pensar, cada minima actitud tuya la percibo, y eso me mata lentamente, pero, a pesar de que esto me esté matando, yo seguiré estando acá, seguiré esperando tu mensaje, esperando por vos, porque sos mi pequeño gran amor, mi alma gemela, y no te dejaré ir tan fácilmente, si tus pensamientos te ganan entonces te rogaré para que te quedes, porque aunque en el fondo de mi se que podrías aburrirte y dejarme, vos también queres un futuro a mi lado, ambas queremos lo mismo, y yo siento que aún me amas, aunque hoy no lo dijiste y me pareció raro, sé que me amas, no tenes que decirlo para que yo lo sienta, con el sólo hecho de que existas sé que tu amor por mi sigue intacto, de alguna manera que desconozco lo siento, en mi corazón y en mi alma, y realmente, sinceramente espero que ese sentimiento siga en mi por siempre, que jamás se vaya. Ojalá mañana puedas hablarme, que no seas cortante y que podamos hablar por WhatsApp, extraño demasiado tu voz y necesito escucharla nuevamente, necesito ver tu carita preciosa otra vez, por favor, es lo que más pido, y que no cambies tu actitud conmigo, quiero que sigas siendo la misma chica que conocí en noviembre, por favor.
Actualizo esto el sábado 11 de mayo para escribir algunas cosas que me están atormentando desde hace unos días y necesito desahogarme de alguna manera, escribir es la única forma que encuentro para hacerlo. No me has hablado desde el miércoles, el día que empece a escribir esto, ni el jueves ni el viernes me hablaste y se me hace extraño, porque pensé que me hablarías al menos un rato, quería saber de vos y así, pero no recibí ningun mensaje, y empiezo a sobrepensar a raíz de eso, sé que no debo suponer cosas y quizás no me hablaste porque no podías, no fuiste a la escuela o tus amigas no fueron, o no tenían datos, son una de las opciones, y lo entiendo, realmente lo hago, pero te extraño tanto, de verdad, cada día que no hablamos te extraño más y más, y es demasiado frustrante, porque siempre estoy esperando un mensaje tuyo, siempre, incluso cuando es fin de semana, también estoy al pendiente a cada rato por más que sé que es muy probable que me escribas el fin de semana, aún así espero tu mensaje por si de casualidad recibo un mensaje de tu parte. Pero, no he podido evitar pensar que tal vez, conociste a alguien en persona, o algo así, y por eso no me hablas, o porque no queres, puede ser, quizás ya te aburrí, lo cual no me sorprendería, porque, seamos honestas, quien no se aburriría de su pareja que vive a más de mil kilómetros de distancia, que no podes verla, apenas poder hablar con ella porque no se puede, claramente te aburriste de mí, y conociste a alguien que podes ver en persona todos los días y que seguro te hace más feliz de lo que yo puedo hacerte, te ayuda con tus problemas y no te deja sola, eso es lo que sobre pienso siempre, y sí, sé que es una mierda pero no puedo evitarlo, y tengo mis motivos también. Pero no entiendo como es que alguien puede influir tanto en la vida de otra persona, vos sos esa persona, influyes tanto en mi vida, que me hace extrañarte cada segundo que no hablamos, desde que empezamos a hablar más este año que cambiaste todo de mí, cambiaste mi rutina, mi manera de hacer las cosas, mi estado de ánimo, es loco porque jamás antes me había pasado con alguien, nadie había influido tanto en mi vida como lo haces vos, y creo que es por como me hace sentir, me hiciste sentir cosas nuevas que no había sentido nunca, cosas nuevas y demasiado intensas, estás todo el tiempo en mi día a día incluso por más que no hablemos ahora, seguis estando siempre, y es algo que jamás pensé que me pasaría con alguien, también creo que es algo más allá de estar enamorada, porque me siento más que enamorada por vos, siento amor puro y real por vos, es mucho más que un simple enamoramiento, porque sé que mis sentimientos son más fuertes que eso, mis sentimientos son más duraderos que un enamoramiento. Siento que si fuese otra persona ya me hubiese aburrido, pero con vos es diferente, con vos no me pasa eso, con vos jamás podría aburrirme o cansarme o mucho menos irme, porque sinceramente, sin mentir, mi vida sos vos, vos giras al rededor de mi mundo, vos sos la razón de todo en mí vida ahora, y sin vos yo no estaría acá, nadie fue capaz de salvarme de la manera en la que vos lo hiciste, ni siquiera Twice, por eso es que tenes un gran impacto en mi vida y jamás podré olvidarte.
Hay una pregunta que tengo rondando en mi mente hace bastante y creo que esa es la principal razón por la que escribo esto ahora; vos una vez me dijiste que dependías de mi y que no te preocupaba depender de mi porque sabias que yo no te haría daño, bueno, mi pregunta es, ¿si realmente dependes de mi entonces porque no me hablaste estos días, esta semana, respectivamente, por qué no tratas de hablarme más, sabiendo que dependes de mi? Ya que fue nuestro aniversario el martes, pensé que me hablarías más esta semana, pero no, entonces puse en duda eso que dijiste, porque si yo estuviera en tu lugar y dependiera de vos, cosa que si lo hago, pero suponiendo que estoy en tu lugar y dependo de vos buscaría la forma de hablarte, haría hasta lo imposible para hablarte y hacerte saber que estoy bien y que no tenes que preocuparte, te hablaría desde el celular de mi hermana o algo así, trataría de hablarte lo más que se pueda, buscaría la forma de hacerlo por más que no tenga celular, de alguna manera u otra te hablaría para que no te preocuparas, incluso los fines de semana, pero vos parece que ni siquiera lo intentas o no sé, realmente no sé. Entiendo perfectamente que es el celular de tu amiga y que tal vez no haya posibilidad de que puedas usarlo por x motivo, pero no digo que me hables todo el tiempo que estás en la escuela, simplemente que me mandes un mensaje para yo saber que estás bien, nada más, no pido nada más, sólo que me digas que estás bien así no tengo que preocuparme, porque sí, todavía sigo preocupándome y siempre lo haré, porque me importas demasiado, sinceramente creo que sos la única persona que realmente me importa. A lo que voy es que con sólo mandarme un mensaje cada día por mí está más que bien, pero bueno, es entendible si no podes, realmente espero que te devuelvan el celular rápido, que tus padres te lo den, porque te extraño muchísimo y me haces demasiada falta, amor.
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bycat · 8 months ago
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Escribo esto porque ya no seguí la conversación por entrar en crisis, no sé si en verdad te preocupa pero por si las dudas no quiero que te quedes con la angustia, capaz y un día ves lo que te escribo. Tampoco quiero quedarme con la angustia de no haberte respondido.
El semestre va bien pero no me está gustando mucho, de alguna forma siento que no avanzo mucho pero aún así el tiempo va muy rápido. Hay profesores que me desagradan, son creídos, prepotentes, misóginos y homofóbicos y me desanima que sean las mismas personas con las que algún día tendré que trabajar, que son el filtro para que pueda hacerlo, otra vez me siento hipervigilada. Dos de mis amigas se fueron, no éramos muy cercanas pero me preocupa que en esta carrera muchos se van, creo que no quiero apegarme a nadie.
Me siento cansada, probablemente es porque me he estado enfermando y porque sigo sin poder dormir sola pero no descanso, pero poco a poco ya puedo pasar más tiempo sola, en algún momento podré volver a mí habitación, eso es bueno; constantemente me siento apagada pero creo que es normal por la temporada, hace un año fueron nuestros últimos momentos, de pronto siento que el tiempo pasa muy rápido y me da miedo, como que es esa edad en donde sigues estando muy chico para casi todo, pero muy grande como para sentir que tienes tiempo, donde ya tienes que saber mucho aunque en realidad parece que has tenido que renunciar a todo, incluso a lo que sabías con certeza antes, todo va muy muy rápido y no da tiempo de crecer.
Está bien, sé que es un semestre complicado y que poco a poco me voy ajustando, eso también viene con los pequeños momentos de insatisfacción, duda y aburrimiento.
No sé qué más decir por ahora, estoy ansiosa por todo y a la vez no quiero moverme, la vida se siente como un sábado de regreso a casa y odio la sensación de que me estoy perdiendo de algo, de anhelar cosas.
Últimamente estoy frustrada porque tengo muchas ganas de tener sexo pero igual necesito sentimientos para que la otra persona no me de asco y para que no me vengan recuerdos que me dan miedo, te tengo un poco de envidia por poder avanzar tan rápido en eso después de nosotros, a veces me pregunto si aún me recuerdas así, si me extrañas pero sé que probablemente no, ¿Cómo se siente sentir a alguien diferente? ¿Cómo se siente que alguien diferente te toque?. Supongo que algún día lo sabré.
He pensado últimamente en que no voy a tener graduación porque nunca la hacen en mi carrera y me acordé del vestido verde esmeralda que vimos en el centro, y de cuando veíamos los vestidos en la plaza, siempre nos vi juntos para cuándo eso pasara. Supongo que es justo, ninguno estará en esos momentos.
Tengo que arreglar el mueble donde tengo todos mis materiales de la anterior carrera para que entre lo que uso ahora pero aún duele mucho, están mis trabajos, mis apuntes y un montón de esfuerzo y frustración, tarde o temprano lo haré.
Es difícil por ahora pero está bien, al menos significa que me estoy moviendo, para mí es muchísimo eso, sobre todo aún con el miedo. Ya sabes que todo va a estar bien, siempre salgo adelante, no sé cómo pero siempre lo hago. No te preocupes.
Acabo de darme cuenta que ya es 19 de marzo, nunca me fijé en las fechas entre meses pero acabo de verlo. Curioso, supongo que tiene que ver con que me pusiera así hoy, incluso sin darme cuenta. Escuché que inconscientemente recordamos los aniversarios de fechas que nos ponen tristes.
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lyon-amore · 1 year ago
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Contrarreloj Capítulo 8 - Más que simples desconocidos
Capítulo 7
    Pensé que podía descansar en sábado pero al escuchar el tono de llamada, hice un esfuerzo por levantarme.     Por un momento pensé que debía de ser Sally para hablar de sus descubrimientos, pero recordé que ella no tiene mi número de móvil para molestarme. Y tampoco me imagino que se despertase tan pronto un sábado.
    Cojo el móvil y miro el nombre. Malcolm. Que tu jefe te llame en fin de semana debería ser un crimen contra la humanidad.    — ¿Hola? —medio salido, medio pregunto, bostezando.    —Jake, tenemos una baja en las oficinas —dice deprisa.    —Buenos días —respondo incorporándome en la cama.    —¿Buenos días? ¿Estabas durmiendo?    —Bueno, es… fin de semana.    —Exacto, y los fines de semana no tienes clase —suelto un resoplido, sentándome en la cama—, lo que significa que puedes trabajar.    — ¿Conoces la explotación laboral?    —Chico, estás hablando con quién te paga —hago un gruñido, levantándome despacio de la cama— y tampoco es que te llame tanto a las oficinas, tienes suerte que tengas más libertad que los demás porque me preocupo por tus estudios.     Bueno, en eso le doy la razón. Y aunque no tenía planes para hoy, pensaba que quizás lo pasaría hablando de los archivos que Sally ha encontrado. Tendré que aplazarlo.    —Así que si quieres cobrar este mes, ya sabes.    —Sí, ya voy.    —Ah, y ven un poco arreglado, ya sabes que es una oficina.    —Claro. Hasta ahora.     Cuelgo y me llevo las manos a la cara, tratando de mantenerme despierto. Voy a tener que llevarme un termo enorme lleno de café.
    Termino de ducharme y al salir del baño, Albert suelta una exclamación, llevándose una mano al pecho.    —Oh, no, sigo en mi pesadilla —dice de manera exagerada.    —No sé si quiero saber qué tipo de pesadilla estabas teniendo si verme solamente en toalla te lo he recordado.    —Tu ganas esta vez —me señala pesadamente.    — ¿Dime cuándo no lo hago? —bromeo mientras me voy alejando.    —Te puedo asegurar que algún día vas a perder, Jake —dice en tono broma.     Me alegro que haya recuperado un poco el humor.     Pero tiene que admitirlo, aún no me ha ganado en nada.
    Para Malcolm, según él, el ir arreglado es que deje la sudadera y la ropa cómoda en casa. No sé qué idea tiene de mí, pero puedo llevar ropa adecuada para ir a trabajar.     Termino de vestirme y salgo en dirección a la cocina para preparar café.     Albert también entra y abre la nevera.    — ¿También te levantas pronto? —pregunto esperando a que termine de calentarse la cafetera.    —Mi madre me ha enviado un mensaje preguntándome si voy a ir a comer —se encoge de hombros con una sonrisa— y bueno, sabiendo lo ocurrido ayer, no quiero que piense que esto me afecta, así que iré a verla para que se quede tranquila ¿Y tú? ¿Te vienes?    —Malcolm me ha llamado, así que toca ir a trabajar.    — ¿Quieres que hable seriamente con él?    —No “madre”, no hace falta —se ríe llevándose la botella de zumo.    — ¡Avísame si Nancy Drew tiene algo nuevo!     Bueno, al menos esta vez no me relacionó con ella de alguna manera.     El café se termina de hacer y lo echo en el termo. Es cuando escucho la notificación del chat de Facebook.     No negaré que me sorprende que tan temprano me envíe un mensaje. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Ayuda, me despertaron temprano He puesto la excusa de que estaré ocupada con un trabajo Así que, podemos investigar 😄
Jareth Pues lo siento, pero voy a estar ocupado esta mañana. Vas a tener que esperar hasta la tarde.
Sally Oh Vale 🙁 Pues entonces miraré si hay algo de Christian Jones por mi cuenta
Jareth O puedes decir que tus planes se cancelaron. Diviértete :)
Sally Uh… Supongo… Pues luego hablamos ----------------------------------------------------------------------------------------
    Me voy a despedir, pero se desconecta rápidamente. Está vez sí que he notado algo raro y eso que nunca me suele pasar. Supongo que el sentido hermano mayor no se va nunca.     Guardo el móvil y me marcho en busca de mí mochila para guardar el termo. Mejor no entretenerme demasiado.     En moto llegaré rápido, mejor le dejaré a Albert coger el coche para que vaya a ver a su madre.
    Ver el error que una persona ha cometido de manera estúpida me pone nervioso. Trato de arreglarlo evitando enfadarme.    — ¿Cómo vas, Jake? —Malcolm se acerca a mí, con las manos en los bolsillos.    —No sé a quién contrataste, pero esto es un desastre —respondo con un pequeño gruñido.    —Y es por eso que te tenemos aquí con nosotros —me da un par de palmadas en el hombro con una risa—, eres importante para nosotros, Jake.    —Supongo que sí…     Se sienta en la mesa, mirándome con lástima. Hacía mucho que no me miraba de esa forma y estoy seguro de que es por lo ocurrido ayer.    —Estamos hablando de ponerte en una unidad mucho más especial —se cruza de brazos, esta vez más serio—, puede que sea algo más grande para alguien de tu edad-    — ¿Y eso por qué? —me cruzo de brazos también yo, arqueando una ceja.    —Porque normalmente tenemos a gente experimentada durante años, pero con tu talento y que eres un chico discreto, creemos que eres ideal para el equipo.     Pensaba que ya estaba en un equipo especial. O al menos es lo que me parecía.    —Tan solo piénsatelo y lo hablamos —se levanta de la mesa alejándose.     Me pregunto si todo esto ha sido intencionado para hablarme del tema cara a cara. 
    Sigo arreglando el código. Ahora sí que dudo que en realidad me haya hecho venir a hablar, todo esto es un caos. Sé que soy capaz de arreglarlo, pero ahora mismo mi mente se centra en la investigación. Trabajo mejor en casa, aquí hay mucha gente hablando de noticias y unas de ellas es de la pintada de Albert. Ya nadie habla de mí, se han quedado las sospechas atrás desde que apuntan más a mí amigo.
    El móvil me salva de alejarme de los murmullos de la gente y decido contestar al mensaje. Mejor trabajar y hablar. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally
He podido tomarme unos minutos para investigar un poco🙂 Y tengo información sobre quién es Christian Jones Solo decir que, no le conozco personalmente, pero me cae mal sus padres He dicho ----------------------------------------------------------------------------------------
    Arqueo una ceja con curiosidad. Yo ni siquiera sabía quién era él en la universidad ¿Cómo va a saber ella quienes son? ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth ¿Sus padres son peligrosos?
Sally Son… Periodista de ‘El Vigilante’ 😑 Y de los que la liaron en esos estúpidos rumores con la comisaría Pero por lo demás, Christian está limpio, no está registrado en las fichas policiales
Jareth Aunque eso no implica que no le haya hecho algo a Katherine.
Sally Correcto Pero mientras descartemos crímenes, me es fácil centrarme en menos testigos del pasado a los que interrogar y centrarnos en el ahora
Jareth Lo que significa que Paul tiene testigos de todo lo que hizo en el pasado.
Sally Y que podemos hablar con ellos 😉 Pero no vamos a descartar a Christian, puede que haya hecho algún trato con ‘El maestro’ para poder conseguir una buena nota en el trabajo
Jareth Claro. ¿Y qué delitos ha cometido Paul?
Sally Es todo un angelito Disturbios en tiendas, peleas entre grupos, posesión de drogas, carreras ilegales Ugh… Es como leer la lista de “Cómo escribir a un chico malo” Es por eso por lo que Katherine salía con él? ----------------------------------------------------------------------------------------
    No digo que lo que yo hiciera cuando era adolescente también fuera algo legal, pero comparado con él, creo que no tengo ningún antecedente. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth No lo sé, nunca me lo dijo.
Sally Y Jake es así?
Jareth No, es todo lo contrario. ¿Por qué quieres saberlo?
Sally Me gusta tener información de todo Dado que solamente hablo contigo, no sé cómo son el resto sin hablarles
Jareth Bueno, según Alice, ella dijo que preferías hablar conmigo.
Sally Qué?! Te lo dijo?! ----------------------------------------------------------------------------------------
   &lt;<Creo que es eso a “cosas de chicas” lo que se refería.>> ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth Supongo que es porque soy tu contacto.
Sally Claro!😄 Bien, regresando con el “chico malo” Solo he conseguido el registro de una denuncia de los dueños de la tienda Como me gustaría estar en la cuidad ahora… Pero vas a tener que hacer el trabajo tú 
Jareth No te hubiera dejado igualmente.
Sally 😑 Hmp… Algún día tendré que investigarlo yo y no podrás detenerme
Jareth Pero de momento, estás mejor alejada. No quiero problemas con tu familia, ¿Lo sabías?
Sally Como si les importará ----------------------------------------------------------------------------------------
    Parpadeo confuso ante sus palabras, pero rápidamente me responde. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Olvida que he escrito eso ----------------------------------------------------------------------------------------
    Luego me dice que no me preocupe por ella si habla de esa forma.     Supongo que tan solo necesita desahogarse y no sabe cómo.     Cambiaré de tema por ella. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth Entonces, ¿Qué tienda es?
Sally www.thelibertyriver.com Es una tienda de ropa, en la página podrás encontrar toda la información de dónde se encuentra la tienda y el número de teléfono
Jareth Mmm… ¿Seguirán trabajando las mismas personas que fueron testigos?
Sally Es una tienda llevada por una familia, así que eso espero 😐
Jareth Entonces, cuando tenga tiempo libre iré. ----------------------------------------------------------------------------------------
    En esto es mejor no pedirle ayuda a Albert, quizás por ser el sospechoso no le ayudarían en ofrecernos información.    —¿Quizás deba aceptar la ayuda de Alice? —murmuro mientras escribo un código en el programa— Jeremy seguro que se niega tras lo sucedido en la universidad. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Tiempo libre? Espera, estás todavía ocupado?
Jareth Estoy trabajando, sí.
Sally Pero bueno! Y ahora me lo dices?
Jareth Puedo hacer dos cosas a la vez :)
Sally 😑 Y luego soy yo la que tiene que estar centrada en mis estudios y tú te distraes en el trabajo
Jareth ¿De verdad quieres discutir esto?
Sally No, pero sí otra cosa que estoy dándole vueltas Si eres amigo de Katherine, cómo es que no conocías a su novio? ----------------------------------------------------------------------------------------
    Mierda, mierda, mierda, no pensé en eso.     Me quedo pensando en qué contestar. Esto quizás pueda hacerme más sospechoso ¿Qué hago?     Lo malo es que ahora he ido demasiado con la mentira.     Me froto la cara sintiéndome un idiota. Ella no ha señalado a Jake o a Albert como culpables. Es verdaderamente algo agradable y ahora… rompería su confianza solamente porque temí que no me ayudaría. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth Bueno… Viendo cómo era su ex, entiendo que me lo ocultase. ----------------------------------------------------------------------------------------
    Intento poner esa excusa, aunque sé que estoy haciendo mal.    &lt;<Me veo de verdad en la cárcel tal y como Albert dijo, ¿Por qué fui tan estúpido?>> ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Supongo que la entiendo Una vez salí con un idiota y mi amigo se enfadó cuando lo supo Simplemente a veces es mejor no decir nada ----------------------------------------------------------------------------------------
    Suspiro aliviado. Ya empecé a pensar que sospechaba de mí de nuevo. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth Pues entonces ya sabes el motivo de por qué no me lo dijo :)
Sally Bueno, al menos al final salió todo entre mal y bien Logré conocer al amor de mi vida ❤️
Jareth Bueno, me alegro por ti :)
Sally Gracias 😊 Bien, ya hemos hablado un poco Y no quería después de saber que tenías que trabajar 😑 Es bastante entretenido hablar contigo Aunque solamente soy yo la que hablo
Jareth ¿Acaso no era que teníamos que centrarnos en el caso?
Sally Y es lo que hago O acaso piensas que no estoy buscando información mientras lo hago? También estoy investigando las familias de las víctimas Cuanto más sepa de todos mucho mejor
Jareth ¿Y cómo haces eso?
Sally Estoy viendo los vídeos de los interrogatorios intentando fijarme en pequeños micro gestos que pueda analizar He empezado con el padre de Katherine, dado que es la desaparecida lo que nos interesa
Jareth Ya no pregunto más.
Sally 😄 Te dejo trabajar y seguiré viendo el interrogatorio Dime cuándo hayas hablado con los dueños de la tienda
Jareth Por supuesto. Adiós Sally.
Sally Adiós Jareth 😊 ----------------------------------------------------------------------------------------
    Mis sospechas gracias a sus palabras se hacen mas grandes. Su enfado con los periodistas, que consiga los archivos, ver los interrogatorios… Mejor lo mantendré en secreto si ella es la verdadera misteriosa investigadora. No quiero aprovecharme de esa noticia y decírselo a alguien. Sé lo que se siente ser observado por tanta gente. Y tampoco quiero que sufra por mi culpa. 
    Termino de arreglar el código y aviso al supervisor de planta. Me gustaría largarme de aquí lo antes posible, me ha dado dolor de cabeza ver ese desastre.
    Miro en la página web la dirección de la tienda mientras el ascensor desciende. Debería ir a comisaria ver a Alice para que me ayude. Ni siquiera le pedí el número de teléfono para el caso.    &lt;<Pero tampoco sé si lo quiero, si antes no la tenía por estar en contacto para las tareas de la casa, mucho menos ahora que quizás sea ella pueda estar engañándome.>>     También preocupé a Sally con el tema. Me pregunto con cuántas personas habrá lidiado que sean de esa forma obsesiva.
    Llego al garaje y voy en busca de mí moto, pero al llegar a ella, veo que tiene una rueda pinchada.    — ¿Va en serio? —aprieto con fuerza la mandíbula con fuerza, preguntándome cómo es posible que hayan podido hacer esto en una gran empresa.     Voy a la sala de vigilancia para ver al guardia de seguridad. Quizás hay visto algo.    —Disculpe, pero alguien ha dañado la rueda delantera de mi moto.     El guardia de seguridad me mira confuso, como si lo que estuviera diciendo es extraño.    — ¿Qué quieres decir? —me pregunta con los brazos cruzados— he estado aquí todo el tiempo, no he visto nada por las cámaras.    — ¿Está usted seguro? —arqueo una ceja, mirándole sin fiarme mucho.    —Claro, míralo usted mismo.     Abre la puerta de su oficina y me deja pasar, regresando a la mesa para mostrarme las cámaras de la zona en que mi moto estaba aparcada.     Mantengo la mirada, atento cómo pasan las horas rápido. No veo que pase alguien en algún momento, todo parece en orden ¿Cómo lo habrán hecho?    —No lo entiendo —digo sin apartar la mirada de la pequeña pantalla—, una rueda no se puede pinchar sola.    —Pues ya lo ves —veo que se quita el sombrero, rascándose la cabeza— ¿Llamo a una grúa, señor Miller?    —No, ya lo haré yo, gracias por la ayuda.     Suspiro y me voy alejando, regresando a la moto.     Sujeto los manillares y comienzo a moverla con esfuerzo, sacándola del garaje. Me gustaría saber cómo han podido hacerlo.  
    Una vez en la calle, saco el móvil y busco algún taller cercano, mientras intento pensar cómo ha sido posible ¿Quizás antes de entrar debió pincharse? Pero no ha sonado de que sucediera.    — ¿Jacob? —levanto la vista del móvil al escuchar mi nombre completo.     Un coche aparcado en frente de mí. Dentro, el padre de Katherine se aproxima a la ventana del copiloto.     Guardo el móvil y me sujeto en la moto.    —Hola señor Beinh —digo con una voz calmada, intentando no ponerme nervioso de verle.    — ¿Problemas con la moto? —me pregunta mirando el vehículo.    —Es una rueda pinchada, nada más-    —Déjame que la meta en el maletero y te llevo al taller más cercano.    —No hace falta, señor Beinh —trato de que no se me note nervioso el hablar con él. Ahora que sé que Sally le está investigando, no sé cómo mirarle a la cara sin que se me note que es un sospechoso más.    —Tonterías, déjame ayudarte.     Se baja del coche y abre el maletero.     Resignado, muevo la moto hacia el coche. Entre los dos la cogemos y es cuando se ríe.    —Esto me trae recuerdos de cuando íbamos en familia al campo y guardábamos las bicicletas —baja el maletero y me mira con tristeza—. Luego los paseos en el campo fueron sustituidos por las fiestas y los chicos —suelta un suspiro, dando pequeños golpes al coche—. En fin, cuando vas creciendo, te vas alejando un poco de los padres.     A veces pienso que el universo se ríe de mí cuando me ponen en el camino este tipo de situaciones, como si me recordara cada cierto tiempo que no tengo a nadie.     Lo detesto.    —Supongo que sí —contesto comenzando a acercarme al asiento del copiloto.     Entramos en el coche y me pongo el cinturón. Me pregunto si lo hace por amabilidad o porque soy el novio de Katherine. O tal vez piense que me va a sacar información de mí y de dónde tengo a su hija. Sí lo supiera, se lo diría.
    Es silencioso el camino al taller, incluso miro el móvil de manera a fingir que estoy ocupado.    —Siento mucho lo de tu amigo —sus palabras hacen que levante la vista del móvil—, es una pena que alguien le haya hecho esa pintada.    —Así que usted tampoco cree en lo que dicen en las noticias sobre Albert.    —No, si es tu amigo, no creo que sea mala persona —veo cómo se curva su labio, en una sonrisa—. Aunque tampoco es que hayan encontrado alguna pista de mi hija.    —Seguro que encontrarán algo.     Y es lo que espero. Parte de mí quiere que encuentren alguna pista que nosotros no logremos ver. Solo espero que deje de recibir esos emails.    —Solo espero que la encuentren antes de que sea demasiado tarde —le oigo murmurar pesadamente.     Espero que no. Ni sé cómo va la subasta y no sé si quiero saberlo. Puede que incluso el haya aumentado.
    Aparca en frente del taller y bajo casi deprisa del coche, mientras que el señor Beinh lo hace a un ritmo más lento.    —Espera —abre el maletero y me ayuda a sacar la moto. Pronuncio un ‘gracias’ apresurado—. Siempre será un placer ayudar a los buenos amigos de mi hija.    &lt;<Bueno, no creo que los amigos se besen como nos besamos.>>    —Muchas gracias, señor Beinh —respondo evitando ponerme nervioso—. Ya puedo encargarme del resto.    —Claro, si… —saca una tarjeta de su bolsillo. Es una empresa de arquitectura— si necesitas hablar con alguien o si necesitas ayuda, puedes llamarme.     Asiento y veo a un padre destrozado, pero tiene ese lado en que intenta ayudar a los demás a pesar de que no tiene a su hija.    —Que tengas un buen día Jacob —me sonríe y regresa al coche.     Inspiro profundamente. No me atrevo a hablar demasiado con él. Creo que sí hablo, puede que meta la pata, esto no se me da bien.     Bien, hora de entrar y comprar una rueda nueva ¿Cómo pretende el ‘Maestro’ que pueda salvarla con dinero si no puedo pagar el rescate?
    Tras comprarme y que le coloquen una rueda nueva, le escribo a Albert lo ocurrido.     No tarda nada en contestarme. ----------------------------------------------------------------------------------------
Albert No jodas! En serio? Deberías hablarlo con la empresa, quizás te puedan compensarlo
Jake ¿Y a quién denunció? ¿Al fantasma del edificio?
Albert Ah! 😠 Increíble! Que ni en la cámara de seguridad se viera… Y ahora qué haces?
Jake Voy a buscar a Alice. Necesito que me ayude a hablar con los encargados de una tienda.
Albert Ve con cuidado, quizás aproveche para meterte en su sótano 
Jake Aprecio la amistad que tenéis :)
Albert Hermosa, verdad? En fin, espero que averigüéis algo
Jake Yo también.
Albert Regresaré seguramente tarde Así que…
Jake Vale. Intenta pasar algo de tiempo con tu madre.
Albert Sí, la pobre está preocupada… Ya hablamos, Jake
-----Albert se ha desconectado----- ----------------------------------------------------------------------------------------
    Guardo el móvil y me pongo el casco, arrancando la moto. Espero que Alice esté dispuesta a ayudarme.
    Al llegar a comisaría, me dejan esperando en la recepción a que ella llegue.     Alice llega a la recepción y me mira sorprendida. Casi como si hubiera visto un fantasma.    — ¿Qué haces aquí? —me pregunta agarrando con fuerza su mochila.    —Necesito tu ayuda —murmuro mirando detrás de ella.     Ella asiente y salimos de la comisaría.     Nos alejamos un poco, acercándonos a mí moto.    — ¿Y bien? ¿Qué necesitas? —me pregunta cruzándose de brazos.    —Necesito que uses tus prácticas de policía para sacar información-    — ¿En serio? —parpadea y luego sonríe— ¿De verdad me necesitas?    —Sally necesita información sobre el pasado de Paul —saco el móvil y le muestro la denuncia— y si iba con gente que podría ser sospechosa en aquel día.    —Oh, la jefa te ha dado una orden y te da miedo interactuar con personas.    —La que está practicando para ser policía eres tú, yo me encargo del ordenador.    —Vale, entendido —pone los ojos en blanco, soltando un suspiro—. Entonces, tú coge tu moto y yo voy en mi coche, te sigo.     Asiento subiéndome a mi moto y la espero a que regrese en su coche.
    Me fijo en la tienda cuando llegamos. Parece ser de las caras, de las que te hacen la ropa a medida.     Alice se posiciona a mi lado, observando el lugar con curiosidad.    ―Cómo le hubiera encantado a Sally poder investigar por su cuenta ―la escucho decir en susurro y la miro. Tiene una sonrisa triste en la cara.    ―Así que mis sospechas son ciertas ―susurro.    ―Si esas sospechas son lo que presiento, entonces sí, lo son ―me contesta con dureza―. Por eso te pido que no cuentes nada, y más porque es como una hermana pequeña para mí, no quiero que sufra más ella y su familia.    ―No te preocupes, no diré nada ―contesto mientras comienzo a caminar hacia la tienda.     Dentro de la tienda, todo es como sacado de esas historias de fantasía en donde la princesa o el príncipe tienen un cuarto lleno de lámparas de araña de cristales y columnas de marfil. Me mareo de solo imaginar lo que ha costado.    ―Ahí está ―miro a mostrador viendo a la señora que está detrás de él. La reconozco por la fotografía de la página― Agatha Schäfer.    ―Bien, déjame a mí y mis habilidades de policía ―veo cómo cruje los dedos y el cuello.     Pongo los ojos en blanco, soltando un suspiro. Esto no va a salir nada bien…
    Me pongo a mirar los trajes para hombre cercanos mientras que Alice se va al mostrador, sonriéndola.    ― ¿Señora Schäfer? Soy la agente Hill y quería preguntarle por Paul Bailey.    ― ¿Paul Bailey? ―la señora cierra la revista y se pone a dar golpes en la mesa con los dedos.     Veo cómo Alice se pone nerviosa mirando su mano y emitiendo sonidos de garganta.    ―Sí, bueno, como verá, estamos investigando la desaparición de Katherine Beinh y el señor Bailey era su exnovio.    ―Cariño, si no hablas más deprisa, no creo que vaya a poder seguirte el ritmo ―la señora Schäfer guarda la revista y sale del mostrador, dirigiéndose a unos trajes de mujer.     Intento acercarme un poco más, mientras que Alice la sigue deprisa.    ―Sí, bueno… ―se aclara la garganta e inspira hondo― Es mi primer caso, disculpe.    ― ¿Y por qué la policía me traería a una novata a interrogarme en un caso de hace años? ―la señora arquea una ceja, bajándose las gafas.    ―Ya… ―me mira y le hago un gesto para que siga. Pensé que iba a ser útil, pero tan solo se pone más nerviosa― En fin, el caso es que queremos investigar si alguien del entorno del señor Bailey pudo haberse acercado a la señorita Beinh y como sabemos que causó disturbios aquí-    ― ¿Pensáis que el crío vino con un grupo de matones? ―la mujer se ríe, colocando la ropa de manera delicada― Vino con una chica que había encargado un vestido a medida.    ― ¡Perfecto! ―Alice exclama emocionada― ¿Y sabe su nombre? Nos gustaría interrogarla en caso de que sea sospechosa de la desaparición de la señorita Beinh ¿quizás una exnovia del señor Paul Bailey?     Schäfer se cruza de brazos, suspirando.
    Niega con la cabeza, casi decepcionada.    ―Creo que eso va a ser imposible.    ― ¿Y eso por qué? ¿No recuerda el nombre?    ―Porque está muerta, cielo ―levanto la vista al escuchar las palabras de aquella mujer―. Aquella chica era Bianca Fetcher ―Alice se gira a verme sorprendida―. Por supuesto a ella no la denuncié, quería calmar al chico de armar jaleo en mi tienda. Pobre chiquilla… Tener un novio así..     Tengo más que claro entonces que fue Paul, aunque tengo que contárselo a Sally para formar una teoría.     Seguramente fue así cómo Katherine conoció a su exnovio, a través de su amiga.    ―Entonces… ¿Está segura de que no vino con nadie más? ―la señora niega con la cabeza ante la pregunta de Alice― ¿No había un grupo de matones o gente… ¿Sospechosa?    ―Señorita Hill, aquí somos selectos con la clientela que entra, no dejamos entrar a la gente mal vestida y sin educación, pero con usted ―la mira de arriba abajo―, he hecho una excepción porque me ha dicho que eres policía, si no, te hubiera echado porque dañas la imagen de mi tienda.    ―Es que… acabo de… ―Alice empieza a tartamudear. Seguro que quiere explicar que acaba de salir de clases de comisaría, pero claramente no puede hacerlo o eso la delataría. No es una oficial completa― Gracias por su tiempo, señora Schäfer.     Alice comienza a dirigirse a la puerta y yo la sigo.    ― ¿Y usted joven? ¿Qué buscaba? ―me pregunta la señora, acercándose a mí.     Me quedo callado ante su pregunta. No pensaba que se fijaría en mí.    ―Tan solo estaba mirando.    ―Y también espiando, por lo que parece ser ―contraataca a mi respuesta―. Tan solo vaya con cuidado, no querrá que le denuncie ¿verdad?     Le miro confuso y luego escucho cómo se ríe. Claro, debe de saber quién soy.     Me marcho de allí controlándome en no enfadarme. Después de lo que le ha dicho a Alice, no creo que esa mujer se merezca ni que entren en su tienda.
    Salgo a la calle y veo a Alice con el móvil en la mano, enfadada.    ― ¿Qué haces? ―pregunto un poco atemorizado de que meta la pata.    ―Estoy dejando una mala reseña a esta tienda, para que nadie más venga ―contesta con un toque de ira en su voz―. Y… ya está ―guarda el móvil y me mira―. Así que… ¿Bianca y Paul se conocían? ¿Pero cómo?    ―Creo que incluso más de lo que imaginamos ―contesto mientras miro la hora en mi móvil. Me pregunto si estará ocupada a esta hora. Seguramente ella puede sacar algo sobre esto.    &lt;<¿Y si quizás… ¿Paul era el mismo chico con que Bianca fue a comprar drogas?>>    ― ¿Jake? ―levanto la vista del móvil, mirando a Alice― Llevo llamándote un buen rato ¿estás pensando en ella?    ― ¿Ella?    ―En contárselo a Sally.    ―Ah, sí.    Suelta una risa e intento averiguar qué es lo que le parece divertido.    ―Realmente os parecéis mucho cuando pensáis ―suelta mientras se va alejando―, en fin ya te he ayudado-    ―Recibí otro mensaje de ‘El Maestro’ ―digo y se detiene.     Alice se da media vuelta y frunce el ceño.    ― ¿Por qué no me lo contaste?    ―Tampoco se lo he contado a Albert ―veo cómo inclina un poco la cabeza, preocupada―, fue justamente ayer, cuando vimos la pintada.     ―Vale, lo entiendo ―suspira y se cruza de brazos―, no querías preocupar a tu amigo y que piense que es por él.     Me apoyo en la pared, llevándome las manos a la cara, cansado.     No quiero mostrarme así delante de ella, pero al menos así se lo cuento a alguien a la cara.    ―Me dijo que había empezado la subasta y con la suma de mil euros…    ― ¡Qué putada! ―exclama a grito y la miro para que baje la voz― ¿Pero por qué te lo ha enviado? ¿Qué intenta conseguir con eso?    ―Según Sally, provocarme.    ― ¿Y lo ha conseguido?     Echo la cabeza hacia atrás. Mirando al cielo. Bueno, más o menos, los edificios lo tapan un poco, junto con los árboles que se mecen con el viento despacio.
    Al principio sí que podría haber dicho que estoy preocupado de una manera inexplicable. Ahora, simplemente, solo quiero que todo esto se acabe dado que yo no tengo nada que ver con esto. Katherine y yo acabábamos de empezar ¿por qué ir a por mí? ¿no era mejor enviarles estos mensajes a sus padres? Estoy seguro que ellos estarían más dispuestos a ofrecer la cantidad de dinero que piden, pero yo no puedo.    ―No, intento mantener la compostura ―la miro soltando un pequeño suspiro―. Si tan solo esos mensajes no fueran manipulados, sería capaz de rastrearlo con algo de tiempo.    ―Y por eso buscas quién pudo habérsela llevado.    ―Seguramente alguien ganaría mucho dinero con esto, subastándola y de paso sacarse un testigo ―me separo por fin de la pared, caminando hacia mi moto― ¿Cómo no sería un crimen perfecto? Nadie habla de esa página y, si lo hacen, lo tratan como una leyenda urbana.    ―Ojalá pudiera hacer más sobre esa página ―se encoje de hombros, torciendo la boca, incómoda―. Avísame cuando necesites que interrogue a alguien más.    ―He visto tus habilidades hoy, no creo que sea capaz de pedirte ayuda.    ―Estaba un poco nerviosa, lo admito ―se ofende y hace un sonido de garganta―. Adiós Jake y… Dale recuerdos a Albert de mi parte.    ―Claro.     Se despide con la mano y se va en dirección a su coche, mientras que yo me subo a mi moto.
    Llego al apartamento y me pongo más cómodo, aunque sé que no puedo descansar.     Le envío a Sally un mensaje diciéndola que ya he completado su tarea. Ahora pues es cuestión de que como todas las noches se conecte.     Cojo mi libro y mis apuntes, dedicándome a estudiar las historias clásicas.     Orfeo y Eurídice. Su historia de amor es trágica. Orfeo fue a buscar a Eurídice al inframundo, tratando de devolverla a la vida, sin mirar atrás hasta sacarla completamente de aquel lugar.     Creyó que ya la había sacado, pero no fue así, solamente por un pie que se quedó dentro.     No sé cómo debe ser perder a alguien a quien amas tan pronto y cuando quieres recuperar a esa persona, no haber sido capaz de salvarla.     Al final, él padeció en una batalla, uniéndose por fin con su amada.    —Sus almas volvieron a encontrarse —murmuro para mí mismo— ¿De verdad existe algo así?     Suena la notificación en ese momento del chat de Facebook y lo dejo todo para centrarme en el caso. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Buenas tardes Jareth 😊 Así que, tarea hecha? Algún problema?
Jareth Solamente que la dependienta es selecta con la gente. Si no tienes dinero, date por echado.
Sally Tachada de mi lista el ir alguna vez a esa tienda Y por la información?
Jareth Paul no fue en grupo el día que decidió destrozar la tienda. Fue con Bianca.
Sally Vaya… Si deducimos por todos los delitos que Paul acumulaba y que Bianca estaba con él, puede que también la acompañase en la búsqueda de las drogas de Buster
Jareth Es lo que he teorizado también. Puede que se cabreara con Bianca por algo, la matase y luego fuera a por su exnovia.
Sally Puede que el motivo de los celos y la falta de drogas sea el motivo suficiente para cabrearse y cometer asesinato y secuestro
Jareth ¿Pero?
Sally Por qué tardar años en hacerlo? Si tan cabreado estaba con ellas… por qué no acabar antes con sus vidas?
Jareth Buena pregunta…
Sally Quizás me podrías ayudar con esto :/
Jareth ¿Qué quieres decir?
Sally Alguien más sabía de Katherine y Jake fuera de vuestro grupo? ----------------------------------------------------------------------------------------
    Trato de pensarlo con claridad. Nadie más lo sabía. Y más sabiendo que no me juntaba con más gente salvo mis amigos. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth No creo que nadie más lo supiera. El círculo de Jake es muy pequeño y tampoco creo que Katherine contase algo de él.
Sally Sabes? Cada vez que me hablas de ellos, los imagino más como solamente dos amigos
Jareth Tú misma debes de saber cómo son las relaciones. Ya que has dicho que tienes pareja.
Sally No dije eso 😑 Y es algo... Más complicado Es igual He terminado de analizar al padre de Katherine y está más que descartado Y también he descartado a la madre, está trabajando en Francia
Jareth Al menos es un alivio de que no fuera su padre.
Sally Me fastidia mucho no poder hacer más que mirar archivos Siento que estoy avanzando demasiado lenta
Jareth ¿Pero qué dices? Para mí esto es rápido. Lo haces bien. ----------------------------------------------------------------------------------------
    Trato de animarla, tampoco quiero presionarla con esto.     Y ya hace más que alguno de nosotros o que la policía que están atascados. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Oh… Gracias Jareth 🙂
Jareth :)
Sally Es solo que me gustaría hacer todo lo que tú haces Lo haría más rápido
Jareth ¿Me estás llamando lento?
Sally Al menos para investigar 😝
Jareth Vaya, gracias por la parte que me toca de no tener el mismo acceso que tú a esos documentos.
Sally Bueno, admito que me eres de gran ayuda al menos 😊
Jareth Bien. ¿Qué hacemos ahora?
Sally Qué tan… Malo sería para ti investigar a Paul?
Jareth Del nivel que me han prohibido acercarme a él.
Sally Vaya… Creo que me voy a encargar de investigar a Bianca Si era una chica activa en redes sociales, puede que encuentre algo con lo que puedas trabajar 
Jareth ¿Y qué vas a hacer?
Sally Miraré entre sus seguidores Y tú buscas una forma de investigar a Paul Por ejemplo, quizás Alice nos sirva de ayuda a que se acerque a él
Jareth ¿No temes por lo que te conté sobre ella?
Sally Sí que temo, pero… No se me ocurre otra persona a la que acudir 🙁 Y si puedes tener problemas por investigar a Paul por mí, entonces no quiero eso
Jareth Lo entiendo. Gracias por preocuparte por mí :)
Sally Bueno, no quiero que te metas en problemas por mí culpa
Jareth ¿Y ese ejemplo de quién lo has sacado?
Sally Vale, lo admito Tengo que hacerte caso porque eres el adulto 😑
Jareth ;)
Sally >>* Cuando puedas, entonces pídele ayuda, vale?
Jareth Claro.
Sally Oye…
Jareth ¿Sí?
Sally No te estaré molestando mientras trabajas todavía, verdad?
Jareth Jaja. No, ya he terminado :)
Sally Bien, bien 😅 Tampoco quiero… Cómo me dices? Ah! Monopolizar tu vida ----------------------------------------------------------------------------------------
    Pongo los ojos en blanco. Como si ella pudiera hacerlo. Le faltaría práctica para eso, siempre lo tengo todo bajo control en mis tareas y el trabajo. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth No te preocupes, no eres capaz de hacerlo. Te dije que sé hacer dos cosas a la vez y una de ellas no va a ser que una adolescente acapare mi vida.
Sally A veces llegas a ser odioso…
Jareth De nada. ;)
Sally Empezaré a buscar en redes sociales si hay algo sospechoso
Jareth Buena suerte Sally. Yo hablaré con Alice.
Sally Perfecto! Suerte Jareth Adiós 😊
Jareth Adiós :) ----------------------------------------------------------------------------------------
    Nada más desconectarse, cojo mi móvil y busco a Alice.     Pero no he caído de que no tengo su número de teléfono.     Y tampoco su dirección.     Lo que significa, que si quiero buscarla, tendría que ir a mí antigua casa de acogida.
    Y…
    No me atrevo a ir solo. No me trae buenos recuerdos.     Y Albert está con su madre, no quiero molestarlo.    —Estupendo Jake, porque tampoco puedes pedirle a Jeremy que te acompañe sabiendo que no le gusta Alice.     Tendré que esperar a que Albert regrese, aunque dijo que llegaría tarde, pero le contaré todo lo que he descubierto.
    Y también el correo que recibí.
Capítulo 9
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eldiariodelarry · 3 years ago
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Clases de Seducción, parte 34: Servicio (Final de Temporada)
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23, Parte 24, Parte 25, Parte 26; Parte 27, Parte 28, Parte 29, Parte 30, Parte 31, Parte 32, Parte 33.
Rubén estaba sentado en el sillón del living de la casa de Daniela, con una lata de cerveza en la mano, sin conversar con nadie. Observaba a Sebastian conversando con la anfitriona y con Macarena, animadamente, y riéndose a carcajadas entremedio.
Había mucha gente en la fiesta, más de las que incluso pensaba que su amigo era capaz de invitar a su despedida.
Miró a su alrededor y no vio muchas caras familiares. De hecho, no logró siquiera identificar bien los rostros de la gente a su alrededor, y luego bajó la mirada a su lata de cerveza. “Quizás le pusieron algo”, pensó.
Levantó la vista, intentando analizar si se sentía extraño, mas allá de su inapacidad de identificar al resto de los presentes, pero justo su mirada se cruzó con la de Sebastian, quien se rió junto a Daniela y Macarena, como si estuvieran hablando justo de él.
Rubén bajó la mirada, avergonzado, intentando hacerse el tonto, como si no fuera precisamente su mejor amigo con quien había cruzado miradas. Bebió de un sorbo lo que quedaba de cerveza y luego sacudió la lata haciendo sonar el resto justo cuando Sebastian se paró frente a él.
—¿Por qué tan solo? —le preguntó su amigo.
—Solo estaba… —alcanzó a responder Rubén, pero ni siquiera él estaba seguro de qué estaba haciendo en ese momento—. Invitaste a harta gente —cambió hábilmente de tema.
—Si, me sorprende que todos hayan querido venir —admitió Sebastian—, pero la verdad sólo me importaba que viniera una persona —agregó con una sonrisa amplia, sin malicia.
Rubén se sonrojó por las palabras de su amigo, sabiendo que se refería a él.
—Ven, te quiero mostrar algo —le dijo Sebastian, extendiéndole la mano.
Rubén le dio la mano a su amigo, quien luego acomodó sus dedos para que quedaran entrelazados. Se puso de pie y siguió a Sebastian que lo iba guiando.
Se dio cuenta, que al ir caminando tomados de la mano, Rubén sentía una energía fluyendo desde su cuerpo hacia el de Sebastian, como si estuviese físicamente transmitiéndole toda su seguridad y confianza respecto a su identidad.
Sebastian lo llevó al baño y cerró la puerta detrás de sí. Se acercó a Rubén lentamente, con una sonrisa tímida y nerviosa en el rostro.
El corazón de Rubén latía con velocidad, y estaba seguro de que lo podía escuchar, hasta que sintió que una gota cayó la punta de su nariz. En ese instante dejó de sentir sus propios latidos.
Levantó la vista y no vio nada en el cielo del baño que le pareciera raro, pero aún así sintió otra gota caer en su frente. Miró a Sebastian, quien tenía la polera roja con varias marcas de gotas, pero él lo seguía mirando como si nada.
Estaba comenzando a llover en el baño y para su amigo eso no parecía preocuparle.
—Creo que deberíamos hablar con Daniela sobre esto —comentó Rubén, preocupado por el estado de las cañerías de la casa de su amiga.
—¿Hablar sobre qué? —Sebastian preguntó soltando una risita confundida. Estaba empapado, al igual que Rubén, pero todo eso le parecía normal.
Las gotas de agua caían tibias sobre la piel de Rubén, como si en realidad estuviera bajo la ducha, más que bajo una lluvia al aire libre. Aún así, podía escuchar la lluvia como si estuviera en un bosque tropical.
—¿Te acuerdas la última vez que estuvimos aquí? —le preguntó de repente Sebastian, acercándose nuevamente a él y entrelazando sus dedos con los de él.
Rubén lo escuchó muy claro, a pesar del fuerte sonido de la lluvia, y luego asintió.
—Esta es nuestra última oportunidad de terminar lo que empezamos ese día —continuó Sebastian.
Rubén estaba petrificado. Simplemente se limitó a ver cómo su amigo se acercaba lentamente a su rostro, y luego cerró los ojos cuando estaba a solo un par de centímetros de distancia.
Se sobresaltó cuando escuchó la puerta abrirse de golpe, y al abrir los ojos vio con sorpresa que Felipe lo miraba serio desde el umbral.
—Felipe… —murmuró Rubén, al momento que su pololo ingresó al baño y de brazos cruzados apoyó la espalda contra la pared.
Un fuerte trueno retumbó en el baño, seguido de su correspondiente relámpago, hizo que Rubén se sobresaltara, y se dio cuenta que su corazón nuevamente comenzaba a acelerarse, al tiempo que notó que ahora la lluvia era muy fría.
En ese momento, vio como cuatro soldados con traje de camuflaje café ingresaron al baño e intentaron llevarse a Sebastian.
Su amigo pataleó y gritó, intentando aferrarse a él. Rubén por su parte lo sujetó con todas sus fuerzas a medida que los relámpagos lo encandilaban por momentos, y el ruido de la lluvia sumado a los truenos hacían imposible escuchar a su amigo.
Dos de los soldados se dedicaron a tomar a Rubén para separarlo de Sebastian, y finalmente lo lograron, tirándolo al suelo boca abajo y doblándole los brazos para que los cruzara por su espalda, incapaz de moverse.
Lo último que vio Rubén de su amigo fue su mirada de terror cuando lo arrastraron fuera del baño, justo cuando uno de los soldados que lo llevaba desenfundaba su arma.
Rubén seguía en el suelo lleno de barro, detenido por los dos soldados que seguían encima suyo. Temblaba de miedo y de frío hasta que escuchó dos fuertes disparos que hicieron que todo se fuera a negro.
En ese momento, Rubén despertó.
El pecho le dolía y sentía que le faltaba el aire. Miró el reloj despertador del velador y se molestó al darse cuenta de que eran apenas las seis de la mañana con veintidós minutos.
Se sentó en la cama y se dio cuenta que estaba todo sudado, con la polera del pijama pegada al pecho, y el corazón aún le latía con fuerza por las emociones del sueño.
Fue a ducharse con el sonido del disparo aún dándole vueltas en la mente. Nunca había pensado en eso, en el peligro que podía significar que Sebastian hiciera el servicio militar. “Estará rodeado de armas, y de compañeros idiotas que creen que irán a la guerra”, pensó, y con eso se quedó: temía que su amigo perdiera la vida por un capricho de su padre.
Además, sentía algo de culpa por la presencia de Felipe en el sueño. Sentía extrañamente como si lo hubiese estado engañando, aunque tampoco podía dejar de pensar que en el sueño era su culpa que llegaran los soldados a llevarse a Sebastian.
—¿Y tu?, ¿tan temprano despierto? —le preguntó su padre cuando Rubén salió del baño—, pensé que hoy no tenías clases en la mañana.
—No tengo —respondió Rubén, aún aturdido por el sueño, a pesar de estar saliendo de la ducha—, tengo clases en la tarde nomas hoy, pero ahora en la mañana tengo que ir al cine.
—Ah —exclamó su padre, visiblemente confundido por lo temprano que se había levantado Rubén—. ¿Vas a desayunar? —le ofreció a Rubén, con una sonrisa paternal, y Rubén aceptó con la cabeza.
Se vistió con ropa cómoda y salió rápidamente al comedor a desayunar con su padre.
—¿A qué hora entras? —le preguntó su padre mientras comían.
—A las diez —respondió Rubén con la boca llena de cereal y leche—. Me desperté temprano y no pude seguir durmiendo.
—¿Por qué no?, ¿tenías pesadillas acaso? —Jorge se notó preocupado.
Rubén se demoró en responder.
—Soñé que estaba tranquilo con el Seba y llegaban los milicos a llevárselo y le disparaban —respondió finalmente.
—¿Y estás preocupado por su seguridad o por que se tiene que ir? —quiso saber Jorge.
—Ambas —Rubén dio un suspiro, y puso su codo en la mesa para apoyar el rostro contra su mano.
—Hijo, el Seba va a estar bien. No va a ir a la guerra ni nada parecido, solo lo van a entrenar en técnicas de defensa bélica que probablemente nunca aplique.
—Pero ¿y si le disparan por error mientras lo entrenan?
—Dudo que eso pase, imagino que deben tener muy buenos protocolos de seguridad para prevenir que esas cosas pasen.
Rubén se quedó pegado mirando la mesa, pensando en las palabras de su padre.
—¿Estás seguro que eso es lo único que te preocupa, hijo? —insistió su padre.
Rubén recordó por un instante a Felipe, de brazos cruzados y mirándolo serio al encontrarlo con Sebastian.
—No quiero que se vaya —admitió finalmente—. No sé qué voy a hacer sin él —su padre soltó una risita—. ¿Qué?
—Nada, hijo —respondió Jorge—. Ni siquiera por tu hermano estuviste tan triste cuendo se fue a Santiago.
—Eso es porque Darío siempre fue insoportable, papá —Rubén se molestó un poco—. El Seba es mi amigo, mi mejor amigo. El Seba es…
Rubén levantó la vista, y su padre lo miraba atentamente, esperando que terminara su frase. Pero no lo pudo hacer, no logró terminar la frase porque ni siquiera sabía qué quería decir.
—Es Seba es como mi hermano —completó la frase finalmente, después de buscar en su mente las palabras correctas—, el hermano que yo elegí. Amo al Darío, a pesar de todo, pero el Seba es como eso para mí.
—¿Seguro que es como un hermano para ti? —quiso saber Jorge, incisivamente.
—Si po, ¿cómo más lo voy a querer?
—Te pregunto, porque cuando somos jóvenes de repente tenemos sentimientos que no sabemos como interpretar…
—¿Me estás preguntando si me gusta el Seba? —Rubén se molestó con la pregunta de su padre.
—Sí —respondió Jorge, serio.
—¿Cómo se te ocurre?, ¿acaso un gay no puede tener amigos hombres porque si o si se va a enamorar de ellos? —Rubén se indignó por lo que insinuaba su padre—. Para que sepas ese pensamiento es súper homofóbico.
—Rubén, no vengas a tildarme de homofóbico, si sabes que eso no puede estar más alejado de la realidad —Jorge se molestó igualmente—. En ningún momento te dije que por ser un amigo hombre te vas a sentir atraído automáticamente a él —Rubén se sintió estúpido por haberle dicho eso a su padre casi de inmediato, sobretodo sabiendo que en el pasado sí se había sentido atraído por Sebastian—. Solo te preguntaba porque quiero entenderte para así tratar de ayudarte dentro de lo que pueda, pero al parecer tienes todo bastante claro.
Padre e hijo se quedaron en silencio por un par de minutos incómodos mientras comían.
—Perdona por lo que dije —le pidió Rubén a su padre, antes de que se pusiera de pie para levantar la mesa.
Jorge dio un largo suspiro, y luego respondió.
—No te preocupes, hijo. Solo te pido que no vuelvas a insinuar que soy homofóbico.
Rubén asintió con la cabeza y luego Jorge le dio un beso en la frente a modo de cierre del tema.
Cuando su padre se fue al taller, Rubén se sentó en el sillón a ver matinales, donde hablaban sobre las polémicas del reality show con temática apocalíptica que transmitían ese verano, y cuando ya eran las nueve de la mañana, se cambió de ropa, se alistó y salió a tomar la micro para ir a trabajar.
Al llegar al cine, se encontró con Catalina que, al igual que él, le tocaba atender la confitería.
—Estuvo muy lindo —le contó su amiga mientras comía palomitas de maíz, cuando Rubén le preguntó sobre su salida con Marco—. Fuimos a un pub a comer algo, pero no estuvimos mucho rato ahí porque la música estaba muy fuerte y no podíamos conversar, así que caminamos por el parque Croata hasta que llegamos casi al Mall —se rió al terminar la frase, indicándole a Rubén que estaba exagerando—. Estuvimos ahí en la costanera harto rato.
—No pensé que Marco podría llegar a ser tan… romántico —se rió Rubén, sorprendido por la sutileza de su amigo al planificar la cita.
—No fue romántico —lo corrigió Catalina—, pero fue distinto.
—¿Se sobrepasó contigo? —quiso saber Rubén.
—No, jamás —se rió Catalina—. ¿Qué imagen tienes de él?, solo nos besamos esta vez.
—¿Primera vez que se besan?
—Ay, Rube —volvió a reirse—, obvio que no era nuestro primer beso, pero a diferencia de otras veces, lo sentí distinto, como más serio, más comprometido.
—¿Y después del beso no te llevó a otro lado?, ¿ni a su casa?, ¿ni siquiera ahí a los roqueríos? —bromeó Rubén.
—¿Cómo se te ocurre que lo vamos a hacer ahí en los roqueríos? —Catalina estalló en carcajadas y le lanzó un par de palomitas a Rubén a modo de venganza por su broma—. De verdad, no pasó nada ayer, solo besitos. Por eso te digo que estaba raro, distinto; otras veces es como súper eufórico y todo, ahora estaba más tranquilo, más controlado.
—¿Te gusta realmente? —le preguntó Rubén, poniéndose serio.
—Si —respondió ella tras un largo suspiro, casi como si estuviera decepcionada.
Rubén sonrió y se acercó a su amiga a clavarle los dedos en el abdomen para molestarla.
—No sé a quién tengo que proteger de quién en esta situación —le dijo Rubén—, me tinca que voy a tener que cuidar al Marco de ti, para que no lo hagas sufrir.
—Ay cállate —respondió ella, dándole una palmada en la nuca—. No tienes que proteger a nadie porque ambos somos adultos responsables.
—¡No digas eso! —Rubén se tapó las orejas con las manos—. No somos adultos y mucho menos somos responsables.
—Ay es una forma de decir. Si sé que nosotros ni siquiera tenemos dieciocho aún, pero me refiero a que no somos cabros chicos. Al menos yo no sería capaz de hacerle daño al Marco, o a quien sea, a propósito al menos. Y me da la impresión que él es igual.
Si bien Catalina tenía razón, Rubén sentía que por la forma de ser de ambos amigos, si la relación llegaba a su fin en algún momento, Marco podría terminar un poco más afectado que ella (por la madurez y seguridad de Catalina).
Cuando estuvo a punto de iniciar la primera función de la mañana, se acercó a la confitería Álvaro, el corpulento compañero de la universidad que le provocaba un profundo rechazo, acompañado de Camila, la chica de melena rubia muy cercana a Constanza, que estaba pegada a su celular.
—¿Cómo estay perrito?, ¿trabajai aquí? —le preguntó el muchacho con su irritante voz carrasposa.
—No, solo me gusta venir y pararme detrás del mostrador con la polera del cine, pero no le digas a nadie para que no se den cuenta que en realidad no trabajo aquí —respondió con sarcasmo Rubén.
—¿Y a quién le puedo comprar las palomitas? —preguntó el muchacho confundido, interpretando literalmente las palabras de Rubén.
—A mi. Estaba bromeando —aclaró, poniendose serio.
—Ah —Álvaro sonrió aliviado—, disculpa perrito, es que ando medio lento hoy.
—Veo que no eres lento siempre —comentó sarcásticamente Rubén, mirando a Camila que seguía con la vista pegada al celular.
Álvaro se rió con el comentario de Rubén.
—Tu cachay perrito, mi vocación son las minas, la ingeniería en minas —el corpulento muchacho hizo gala de su arrogancia.
—Muy ingenioso —Rubén sonrió falsamente, sin siquiera intentar disimularlo—. ¿Qué vas a comprar?
—Dame las cabritas grandes, una coca zero y un agua mineral con gas.
Rubén preparó el pedido lo más rápido que pudo por su inexperiencia.
—¿No hay descuentos por ser amigo del que atiende? —preguntó sin rodeos Álvaro al saber el precio de la comida.
—Esos descuentos se pueden cobrar solo cuando uno tiene más de seis meses de antigüedad —inventó Rubén, y fingió que le importaba no poder hacerle descuento—, y este es apenas mi segundo día.
—Será en seis meses más entonces —aceptó Álvaro, creyéndose la mentira. Le pagó el precio total de la venta y esperó el vuelto—. Cuídate, perrito.
Rubén se despidió con una sonrisa, genuina esta vez (la despedida fue su momento favorito de toda la conversación).
—¿Quién era? —escuchó Rubén que le preguntó Camila a Álvaro mientras se alejaban caminando.
Rubén se volvió a enfocar en atender a los demás clientes que llegaban a disfrutar la primera función de la mañana.
—Toda una lumbrera tu compañero —comentó Catalina apenas tuvieron un rato para conversar nuevamente.
—¿Ves por qué me desagrada tanto?, aparte estoy sguro que es homofóbico.
—¿Por qué lo dices?, ¿es porque les preguntó a ti y a Marco si eran pololos?
—Si po, estoy seguro que hizo esa pregunta con mala intención.
—Bueno, no podría discutir eso —razonó Catalina—. Bueno si te hace algo, me avisas. Para la próxima lo vetamos del cine.
—¿Podemos hacer eso? —preguntó Rubén sorprendido.
—No sé —la respuesta de Catalina le provocó una carcajada a Rubén.
Al terminar su turno en el cine, Rubén se fue directo a la universidad, sin siquiera alcanzar a almorzar.
Al llegar saludó directamente a Marco, y le preguntó de inmediato sobre su fin de semana.
—Estuvo piola —respondió sucintamente su amigo.
—¿Cómo que piola?, ¿no saliste con la Cata? —Rubén se indignó con la respuesta de Marco.
—Ah si —se sonrojó, como si lo hubieran pillado en una mentira—, ¿cómo supiste?
—Supe porque la Cata es mi mejor amiga y me cuenta todo —respondió Rubén recalcando cada palabra.
—¿Todo, todo? —Marco se sonrojó.
—No, no todo todo —aclaró Rubén—, pero me cuenta las cosas importantes.
—Ah ya —exclamó aliviado Marco—. Estuvo piola —insistió en el término—, tranquilo, bonito.
—¿Lo pasaron bien? —quiso ahondar Rubén.
—Más que bien —Marco se veía realmente entusiasmado a juzgar por Rubén—. Me gusta mucho, Rubencio, no sé qué hacer.
—¿Qué hacer?, no tienes que hacer nada, solo confiar en ti —Rubén supuso que eso era lo que tenía que hacer una persona en la situación de Marco.
—No, Rubencio, me refiero a que nunca me había pasado esto, y no quiero cagarla. De verdad me gusta.
Rubén se lanzó a abrazar a Marco, entusiasmado por conocer su sentir respecto a Catalina.
—Pobre de ti si la haces sufrir —le advirtió.
—Si sé, Rubencio —Marco se puso serio—. Eso me da miedo: cagarla, echarlo a perder.
—La cagas y no te hablo más. Tenlo claro.
—Si sé, Rubencio —aceptó Marco con humildad—, pero igual no me refiero a eso.
Cuando entraron a la sala, se sentaron al lado de Gabriela y Barbara.
—¿Cómo están para la prueba de física del viernes? —les preguntó a los cuatro Tomás, que estaba sentado junto a Lucas en la fila frente a ellos.
—Colgadísima —contestó de inmediato Gabriela—. La física no es lo mío.
—Mejor pregúntanos el jueves —propuso Bárbara, interpretando a la perfección que efectivamente nadie había estudiado durante el fin de semana.
—Yo confío en los conocimientos de mi amigo —comentó Marco, abrazando a Rubén.
—¿Cuáles conocimientos? —Rubén se hio el tonto—, no entiendo nada de las resistencias.
—Chiquillos no se preocupen —les dijo Lucas con su voz suave—, el Tomy va a ir a mi depa a estudiar el jueves; pueden ir ustedes también. Pueden traer sus bebestibles si quieren, para estimular la concentración.
Lucas anteriormente les había contado que vivía solo, en un departamento que habían comprado sus padres con el solo propósito de que le sirviera para vivir mientras estudiaba lejos de su ciudad de procedencia (Copiapó).
—Me gusta tu estilo —Bárbara levantó la mano para que Lucas le diera los cinco—, ahí estaremos, para estudiar, obvio.
Rubén se entusiasmó con la idea de juntarse a estudiar con sus nuevos compañeros. Sentía que así podía lograr desarrollar mejores vínculos con ellos, y además podría entender la materia de física que lo tuvo bastante colgado la última clase.
Cuando terminó la clase, Rubén se fue a su casa rápidamente, ya que el sueño por haberse levantado temprano lo estaba comenzando a invadir.
Se quedó dormido en la micro, así que tuvo que bajarse un par de cuadras más lejos de lo que debería.
Cuando pasó por fuera de la casa de Sebastian, vio que su amigo justo iba saliendo, con una tenida muy casual. Por un impulso natural, se acercó a saludarlo con un fuerte abrazo.
—¿Vienes de la U? —le preguntó Sebastian.
Los ojos de Sebastian expresaban auténtica alegría por verlo, sumado a la amplia sonrisa que mostraba sus dientes perfectos.
Por un segundo, a Rubén se le pasó por la mente la última imagen de su amigo en el sueño, con el terror en la mirada mientras gritaba su nombre.
—Si, vengo de la U —respondió Rubén después de un par de segundos, tras dejarse llevar por los pensamientos en su cabeza—, ¿y tu?, ¿a dónde vas?
—Iba a verte —respondió Sebastian, sonrojándose levemente.
—¿En serio? —Rubén se sorprendió gratamente por la respuesta.
—Si —su amigo se rió tontamente.
—Vamos a la casa entonces.
A Rubén por alguna razón se le quitó de inmediato el sueño que tenía.
—¿Algo específico que quieras hacer? —le preguntó Rubén cuando ya estaban en su casa.
—Su Fifa, puede ser.
Rubén atendiendo la solicitd de su amigo, se fue a su dormitorio a encender la consola.
—Parece que salí justo en buena hora para venir a verte —comentó Sebastian mientras elegía el uniforme de su equipo.
—Si, saliste justo —a Rubén le parecía una bonita coincidencia haberse encontrado a su amigo cuando salía de su casa.
—No quería pasar más rato en mi casa, estaba chato —le contó.
—¿Por qué? —Rubén miró atentamente a Sebastian, que estaba sentado en la silla del escritorio.
—Porque mi viejo se la pasa hablando del servicio y lo maravilloso que es, como si no tuviera suficiente con saber que me tengo que ir esta semana, para que él me lo esté recordando a cada rato.
“Viejo de mierda”, pensó Rubén.
—Y más encima se la pasa peleando con mi vieja. Ahora ella dice que no debería haberme enviado para allá —Sebastian se notaba molesto particularmente con esto último—. Podría haber puesto ese argumento hace meses, antes de que mi viejo me cagara, no ahora.
Sebastian volvió a enfocarse en la pantalla del televisor cuando comenzó la partida.
—Si, debió haberse enfrentado antes a tu viejo —coincidió Rubén—. No entiendo cómo pudo dejar que esto pasara.
Rubén estaba igual de molesto que su amigo.
Sentado desde la cama lo observaba jugar, y realmente no podía creer que dentro de una semana ya no estaría con él. Eso, sumado a las sensaciones extrañas que le dejó el sueño que había tenido en la mañana lo tenía desconcertado.
—Te lo juro, no sé qué mierda tiene en la cabeza, para dejar que me vaya al servicio —continuó Sebastian—. Podría morir allá y ahí va a darse cuenta que la cagó.
—¿Por qué dices eso? —preguntó Rubén sorprendido por el comentario, pensando por un momento que Sebastian había leído su mente y sabía perfectamente lo que había soñado.
—Rube, tu cara —le dijo Sebastian con una sonrisa al voltearse a mirarlo—. Era broma. No me voy a morir.
—¿Cómo sabes? —Rubén seguía tan ensimismado que ignoraba la forma en que hacía esas preguntas.
—¿Cómo sé? —Sebastian soltó una risita nerviosa—, porque espero que no pase —continuó diciendo lentamente, y luego se puso serio—. ¿Crees que me pueda pasar algo?
La mirada de susto de Sebastian sacó a Rubén de su estúpido estado de perplejidad.
—No, ¿cómo se te ocurre? —le dijo finalmente Rubén—, lo único malo que te podría pasarte es que hagas nuevos amigos y te olvides de mi.
—Idiota, eso nunca va a pasar, aunque lo intente —Sebastian se rió nuevamente, dejando de lado el susto reciente.
—Más te vale —lo amenazó Rubén—, mira que cuando vuelvas nos tendremos que contar todo lo que nos pase en estos meses.
Sebastian se puso de pie y se sentó al lado de Rubén en la cama, mirando a la pantalla, y apoyó la cabeza en el hombro de su amigo.
—Te amo, Rube —le dijo casi en un susurro, sin motivo aparente.
El corazón de Rubén se aceleró, a pesar de que sabía desde siempre que era la verdad.
—Yo también te amo —respondió Rubén, inclinando su cabeza para apoyarla sobre la de su amigo.
Jugaron un par de partidas y cerca de las ocho de la noche, Sebastian se despidió de Rubén para irse a su casa.
—No te olvides del viernes, no puedes faltar —le recordó Sebastian—. Te tengo una sorpresa.
Rubén se puso un poco nervioso, recordando el sueño que había tenido.
—¿Qué cosa? —quiso saber.
Rubén se preguntó si era lo mismo que le quería mostrar en el sueño.
—No te voy a decir la sorpresa ahora po —Sebastian se rió, haciendo que Rubén se sintiera estúpido—. Pero en serio, no faltes porfa —insistió.
—Te lo juro por mi mamá que voy a estar ahí —nunca había dicho algo tan en serio.
A Rubén le llamaba la atención que su amigo estuviera tan inseguro de su asistencia.
—¿Al final cuándo te vas exactamente? —le preguntó Rubén.
—El domingo en la mañana —respondió Sebastian—. Tengo que estar a las ocho de la mañana en el regimiento. De ahí se supone que me llevarán a Arica, pero no sé cómo.
—¿Y el sábado qué harás?
—Tengo un almuerzo – cena familiar con mis viejos, mis tios y mis primos, para despedirme.
—Suena divertido —comentó con ironía Rubén.
—Da lo mismo, voy a estar con caña después del viernes —se rió Sebastian—. Va a ser épico ese carrete.
—Con mayor razón no me lo perderé —Rubén se rió y le dio un abrazo a su amigo a modo de despedida.
Volvió a entrar a la casa y le quedó dando vueltas en la mente el entusiasmo de su amigo por el carrete del viernes.
Al parecer Sebastian planeaba que fuera inolvidable, y Rubén no estaba dispuesto a perdérselo.
Al dia siguiente después de clases, Rubén tuvo turno en el cine, y al terminar su jornada, fue a la heladería a buscar a Felipe.
Cuando lo vio con su polera negra y gorro verde, de brazos cruzados frente a la caja registradora no pudo evitar recordar el sueño que había tenido el dia anterior, con su seriedad inalterable.
De todas maneras, cuando vio que se acercaba, Felipe esbozó una leve sonrisa, señal de que se alegraba de verlo.
—Me queda solo una mesa, pero llegaron hace poco rato —le dijo apenas llegó, para informarle que aún le faltaba—. ¿Me esperas?
Rubén respondió simplemente con un beso y se acercó a una mesa para sentarse. Felipe lo imitó.
—Estuve de pie toda la tarde —le contó—. Llegó mucha gente hoy y no tuve ni tiempo de descansar.
Felipe se levantó de la mesa y se fue sin decir nada, dejando a Rubén confundido. Al cabo de unos minutos volvió con una bandeja grande donde cargaba un plato de panqueques con helados.
—Para aliviar un poco el cansancio —le dijo Felipe mientras dejaba el postre y los cubiertos frente a Rubén, y luego se sentó junto a el.
—Gracias —Rubén le dio un beso en los labios en señal de agradecimiento.
Se sentía raro comiendo ahí en el local del centro comercial, pero estando este casi por completo vacío, con la mayoría de las tiendas a su alrededor cerradas.
—¿Cómo estuvo tu día? —le preguntó Rubén a Felipe después que volvió de atender un requerimiento de su mesa pendiente.
—Piola —respondió él sucintamente—. Poca gente para garzonear, pero hartos estudiantes que piden directo en el mesón, así que tuve que ayudar ahí.
—¿Estás nervioso por entrar mañana a clases? —le preguntó Rubén a propósito de los estudiantes.
—No —respondió Felipe, confiado—. Cuarto medio va a ser un mero trámite. De ahí al éxito.
Felipe se rio por su fingida arrogancia.
—Vamos a tener menos tiempo para vernos —pensó Rubén con pena.
—Ni tanto. Por lo general las clases son igual que en la U, temprano en la mañana —le recordó.
—Si, pero hay dias que tengo clases solo en la tarde en la U. Aparte con el trabajo...
—Ya, pero nos las arreglaremos —Felipe le tomó las manos—. Podemos vernos acá, puedes quedarte a dormir en mi casa, o yo contigo —Rubén se sonrojó al imaginarse eso, ya que aparte de la primera vez que tuvieron sexo, hasta el momento no se habían quedado a dormir en la casa del otro—. Lo importante es que seguiremos juntos. Aparte siempre nos quedan los entrenamientos.
—Esos si no pueden faltar —se rio Rubén—. ¿Cuándo será nuestro próximo entrenamiento?
—El viernes yo creo. Mañana y pasado estaré hasta tarde aquí.
—Yo igual estaré full ocupado estos días. No sé si pueda el viernes.
—Por que no? —quiso saber Felipe.
—Porque tengo prueba el viernes y después tengo carrete con el Seba. Su despedida,
—Ah, verdad que se va —recordó Felipe, y Rubén notó su incomodidad—. Bueno si, te queda algo de energía ese día durante la tarde, ya sabes donde encontrarme —agregó con coquetería.
—Lo tendré en cuenta —concluyó Rubén, considerando seriamente ir a su casa ese día, aunque no fuera a entrenar.
Cuando las personas que estaban en la mesa pendiente de Felipe pidieron la cuenta, Rubén justo le dio el último bocado al helado, y se paró a la caja para pagar.
—¿Cuánto es? —le preguntó a Felipe, que pasó a buscar la máquina para pago electrónico.
—La casa invita —respondió su pololo a la rápida, poniendo su mano en la cintura de Rubén y dándole un beso en la mejilla.
Rubén se sonrojó con ese gesto de cariño y le sonrió agradecido.
Esperó a Felipe para que terminara de cerrar el local junto a sus demás compañeros, y luego se fueron tomados de la mano al paradero.
El día jueves después de clases estuvo durante la tarde trabajando en el cine, y se sorprendió al ver nuevamente a Álvaro, esta vez acompañado de Constanza, que lo saludó con una emplia sonrisa y un exagerado gesto de la mano.
—Hola —lo saludó su compañero, algo nervioso, cuando se dio cuenta que era él el que estaba en la boletería—. Dame dos entradas para Soy el Número Cuatro, porfa.
—¿De nuevo? —comentó Rubén, recordando que el día lunes la primera función de la mañana era de la misma película—, ¿tan buena estaba la película?
—¿Cómo? —preguntó Constanza descolocada—, ¿ya la viste?
—No, Cony, nada que ver —Álvaro trato de sonar lo más convincente posible—, no sé qué habla este hueón.
“Es muy barza”, pensó Rubén, y lejos de molestarse, le dio risa la situación. Su compañero engrupiéndose a dos de sus compañeras por separado, quienes además él suponía eran amigas. “Quizás ambas lo saben y no les importa”.
“Bueno, ¿qué tengo que estar metiéndome en cosas que no me importan?”.
—Que disfruten la película —les dijo con su mejor sonrisa al entregarles la entrada.
Después de terminar su jornada en el cine, pasado las ocho de la noche, Rubén se fue al departamento de Lucas para estudiar para la prueba de física del día siguiente. Como iba con su ropa del trabajo, le pidió a Marco que le llevara algo de ropa para cambiarse al día siguiente, ya que todos se quedarían a dormir.
Se demoró en encontrar el edificio exacto, ya que no entendía las direcciones que su compañero le había dicho por teléfono, pero tras deambular por varios minutos en el sector Coviefi, finalmente logró encontrar la dirección.
Cuando llegó ya estaban Bárbara, Gabriela, Marco y obviamente Lucas. Tomás llegaría un poco más tarde porque también tenía trabajo a esa hora.
Rubén tenía muchas ganas de contarle al grupo la situación con Álvaro, pero prefirió aguantarse y guardar silencio, aunque no descartaba contarle a Marco en privado.
—Toma, Rube —le dijo Lucas, dejando una lata de cerveza y un vaso limpio de vidrio sobre dos posavasos en la mesa de centro, frente a donde Rubén se había sentado—. Siéntete como en casa.
—Gracias Lucas —respondió Rubén, sonriéndole con amabilidad—, ¿ya empezaron con el estudio?
—¡Ya empezó el viejo amargao! —le gritó Marco, desatando las risas de los demás.
—Relájate un rato, Rube —Gabriela le dio un golpecito en la rodilla—, estamos esperando al Tomi para empezar a estudiar.
—Aparte que el Lucas dijo que con sus trucos nos va a dejar listos para la prueba en un ratito —intervino Bárbara.
—¿En serio? —preguntó Rubén, dudando seriamente si al llegar Tomás serían capaces de entender algo de física considerando la cantidad de latas de cerveza que veía sobre la mesa.
—Si, Rube —confirmó Lucas—. Es súper fácil, así que no te preocupes. De aquí nadie se va sin quedar como un experto en física cuántica.
—Cálmate Einstein, son solo resistencias —comentó con sarcasmo Bárbara.
—Oye ya, no nos desviemos del tema —dijo Bárbara de repente.
—¡Verdad! —exclamó Bárbara, dejando a Rubén colgado—. Casi te salva la llegada del Rube, pero no te escaparás de la pregunta —se dirigía directamente a Marco.
Rubén no entendía de qué estaban hablando.
—Estábamos diciendo quienes nos parecen atractivos del curso —lo contextualizó Gabriela, como si hubiese leído su mente.
—¿Cómo no vas a encontrar bonita a ninguna de las chiquillas? —le preguntó Lucas a Marco.
Rubén miró directamente a su amigo, quien negaba la cabeza, sin mirarlo a él.
—Solo tengo ojos para una mujer —respondió finalmente Marco.
—Rube, tú eres su amigo —Bárbara se dirigió a Rubén—, ¿está hablando en serio?
—Más le vale que esté hablando en serio y no lo diga solo porque estoy yo —Marco lo miró y sonrió, divertido por la sutil amenaza.
—No lo dice solo porque estás tu. Es su respuesta desde antes que llegaras —le informó Gabriela.
A Rubén le dio gusto saber que Marco de verdad estaba enfocado en Catalina, y no andaba mirando para el lado.
—¿Y por qué mentiría si estás tu? —preguntó Lucas con curiosidad.
—Porque está empezando a salir con mi mejor amiga, así que tiene claro que si se la caga, lo mato —respondió Rubén.
—Bueno, aunque esté saliendo con tu amiga, igual puede encontrar bonita a alguna de las chicas del curso, ¿o no? —insistió Bárbara.
—Obvio, son todas bellas —respondió Marco rápidamente, con su mejor frase de galán.
—Ay, Marco culiao, ¿por qué eres tan perfecto? —le dijo Gabriela, riéndose.
—Todo un príncipe azul —comentó Bárbara.
—¿Y a ti, Rube?, ¿alguien que te haya llamado la atención? —le preguntó Lucas, cambiando el foco de la conversación.
—El Rube igual está pololeando, así que no puede responder —intervino rápidamente Marco, intentando salvar a su amigo.
—¡Ay ya, pero no sean fomes po! —comentó Bárbara—, si fuera por eso la Gaby tampoco habría nombrado a nadie. Si la cuestión es decir a quién encontraste bonito nomas, no a quién te quieres agarrar.
—Al final fui la única que se la jugó —se rió Gabriela.
—¿A quién encontraste atractivo? —quiso saber Rubén, desviando momentáneamente el centro de atención.
—Al Marco —respondió ella, enmascarando su vergüenza detrás de su risa.
—Qué mal gusto —bromeó Rubén.
—¿Cómo? —Marco fingió indignación—, y yo que te defiendo siempre.
—Oye pero si el Marco es súper guapo, como amiga te lo digo —se justificó ella.
Rubén podía aceptar sus fundamentos. Marco de verdad era guapo.
—¿No vas a responder? —insistió Lucas, sentándose al lado de Rubén esperando su respuesta.
—Voy a ser como el Marco y diré que son todos minos —respondió finalmente Rubén.
—No son todos minos —se rió Lucas.
—¡Buu, fome! —exclamó Bárbara, decepcionada.
A pesar de que estaba pololeando con Felipe, obviamente Rubén podía reconocer la belleza en otros muchachos, sin que esto significara que sentía alguna clase de atracción sexual hacia ellos. Sin embargo, le daba mucha vergüenza decir que encontraba guapo a alguien, quizás por la costumbre de tener que ocultar y reprimir por tanto tiempo hacia dónde se orientaban sus intereses.
—Si, qué fome, Rube —Lucas coincidió con Bárbara.
—¿Y tu? —le preguntó de vuelta Rubén—, ¿encuentras rico a alguno?
—Si, al Tomy —respondió Lucas sin vacilar.
Rubén sospechaba algo, pero ahora lo confirmaba. Ahora tenía la duda si la apreciación de Lucas era correspondida.
Por suerte para Rubén, sus compañeros no insistieron en saber a quién encontraba guapo, así que se pusieron a discutir sobre lo mal que les caía Constanza, conversación que Rubén no lograba entender, ya que a él le parecía bastante simpática (a pesar de su excesiva necesidad de figurar).
Después de harto rato, Tomás llamó al celular de Lucas y le dijo que no iba a ir a estudiar con ellos.
—Dice que su hermana tuvo que ir a cubrir a una compañera en el hospital y necesitaba que alguien cuidara a sus hijos —les contó Lucas, visibemente bajoneado—. Los hijos de ella, no de él —aclaró.
—¿El Tomi tiene hijos? —preguntó Marco, algo colgado con la última frase de Lucas.
—Si, tiene tres —respondió con sarcasmo Lucas.
—De siete, cuatro y dos años —complementó Bárbara al instante la mentira de Lucas.
—¿En serio? —Marco se inclinó muy sorprendido, provocando las risas de todos—. Ah, que son hueones —Marco volvió a apoyar la espalda en el sillón, y le lanzó un cojín a Lucas.
Después de varias horas de solo conversa, escuchar música y bailar, al fin se decidieron a comenzar el estudio, pasada la medianoche.
A esa hora Rubén ya veía borroso y apenas entendía lo que Lucas le explicaba, en parte porque su cerebro ya estaba demasiado empapado de alcohol, y en parte porque Lucas apenas modulaba y su lengua se trababa a cada rato.
—Chiquillos, ¿y si vamos a dormir un rato y nos levantamos temprano a estudiar? —propuso Bárbara, cerca de las tres de la mañana con los ojos muy chiquitos—, ¿Cómo a las cinco?
Todos aceptaron la propuesta sin reparos, y al pararse Rubén notó el mareo típico que le provocaba el alcohol.
Camino al dormitorio de invitados se tropezó con varias latas de cerveza vacias y a medio tomar, y se dio cuenta que sobre la mesita de centro había por lo menos unas 15 latas.
“¿De dónde sacó tanta cerveza el Lucas?”, pensó por un instante, pero no le dio muchas vueltas a esa duda existencial.
Lucas con Bárbara y Gabriela durmieron juntos en la habitación del anfitrión, que tenía convenientemente una cama King size, mientras que Rubén y Marco durmieron juntos en el dormitorio de invitados, en una cama de plaza y media.
—¿Vas a dormir debajo de las sábanas? —le preguntó Marco, apenas modulando.
—Abajo —respondió Rubén de inmediato.
Marco asintió, se sacó las zapatillas y el pantalón, y levantó las sábanas.
—¿Ventana o pasillo? —preguntó Marco. Aún quedaba algo de chispa en él, a pesar del sueño y del alcohol.
—Acuéstate nomás —se rió Rubén sin ganas.
Marco se acostó primero, hacia la pared, y luego Rubén lo imitó, qutándose las zapatillas y el jeans, y se acostó a su lado.
—¿De verdad no encontraste bonita a ninguna de las niñas del curso? —le preguntó Rubén a Marco, antes de que pudiera quedarse dormido.
—De verdad —balbuceó Marco.
—¿En serio? —insistió Rubén, y se recostó de lado para mirar a su amigo.
—En serio, Rubencio —Marco hizo lo mismo que Rubén para quedar frente a frente—. La Cata me tiene así. No sé qué me hizo.
Rubén, a pesar de su estado etílico, pudo ver que Marco decía la verdad.
—¿Y tu, Rubencio? —balbuceó apenas Marco—, ¿de verdad que…? —dio un largo suspiro e inmediatamente después comenzó a roncar.
Rubén resopló, a modo de risa sin energía. Cerró los ojos, y se quedó dormido igual que Marco.
A la mañana siguiente se quedaron todos dormidos. Despertaron pasadas las siete de la mañana, así que se bañaron apurados por turnos, y bajaron a tomar la micro para llegar a la universidad a su primera clase.
A Rubén le dolió la cabeza durante toda la mañana, y no lograba captar nada de lo que Lucas intentaba explicarle en los espacios muertos entre clases.
Sumado a eso, se le había descargado su celular durante la mañana y, a pesar de que rara vez lo usaba para algo más que escuchar música, no le gustaba sentirse como si estuviera descomunicado del mundo exterior. Lamentablemente, ninguno de sus compañeros andaba con un cargador que le sirviera.
—¿A nadie más le duele la cabeza como a mi? —les preguntó Rubén mientras intentaban estudiar después de almuerzo, el único tiempo libre antes de la prueba.
—Eso se llama caña, Rube —le dijo Bárbara riéndose.
—Si, no me digas que nunca lo habías sentido —preguntó Gabriela.
—Si, pero a ustedes los veo súper bien.
—Es porque nos sentimos bien —respondió Lucas—. Debiste haberme dicho antes de salir del depa, pude haberte dado una aspirina o algo.
—No importa, Rubencio —intervino Marco—. Cuando terminemos la prueba nos vamos para la casa y duermes un rato antes de ir donde la Dani.
La oferta le parecía tentadora, pero quería ir a ver a Felipe después de la prueba.
Cuando entraron a la sala, el profesor de física los sentó a todos separados por al menos un metro de distancia para evitar que se copiasen. Les entregó una prueba a cada uno, y apenas volteó la hoja Rubén, se dio cuenta que estaba perdido. No recordaba nada de lo que Lucas había intentado enseñarle. Su cabeza estaba tan saturada con el dolor palpitante que sentía, que no logró concentrarse en todo el día.
Estuvo dos horas sentado en su pupitre, intentando encontrar en cada rincón de su cerebro las fórmulas necesarias para resolver las preguntas, pero no lo logró.
Respondió prácticamente al azar lo que suponía que podía resolver, y cuando el tiempo se terminó, el profesor le quitó la prueba.
No fue capaz ni de mirar al profesor por la vergüenza que sentía. Nunca en su vida había respondido una prueba de esa forma, y salió de la sala de clases con una angustia rara.
—Ni me pregunten —le dijo a Marco y Bárbara que se habían quedado hasta el final, igual que él.
—Estamos igual, suframos juntos —le dijo Marco, y los tres se abrazaron intentando darse ánimos, aunque no lo lograron.
Para poder cambiar un poco de aires y tratar de animarse, decidió efectivamente ir a la casa de Roberto para estar con Felipe.
Mientras iba en la micro, se dio cuenta que de un momento a otro se había nublado, como si el clima estuviera mimetizándose con su estado emocional.
—¿Cómo te fue? —le preguntó Felipe apenas le abrió la puerta.
Rubén notó de inmediato que estaba entrenando, por la evidente humedad de su ropa.
—Pésimo —respondió Rubén desganado, con el cansancio acumulado.
Apoyó la cabeza en el pecho de Felipe, que estaba cubierto por la delgada tela de su musculosa blanca,y dejó que su pololo lo abrazara.
—¿Quieres hablar sobre eso, o te quieres despejar? —le preguntó Felipe dándole unas palmaditas en la espalda.
—Me quiero despejar —respondió sin levantar la cabeza.
Felipe soltó una risita y lo hizo entrar a la casa, para luego salir al patio donde estaba entrenando.
Rubén se sentó en la sillita que estaba al lado de la mesa de terraza, y miró a su pololo mientras se volvía a poner los guantes de box.
—Cuéntame de tu día —le pidió Rubén a Felipe, para poder pensar en algo que no fuera el dolor de cabeza insoportable o la prueba que acababa de rendir.
—No hay nada muy destacable —Felipe buscó en su memoria algo destacable de su día—. Fui al liceo, la profe Ester nos cuidó durante una clase porque no llegó el profe Zamora, y se puso a hablar del Mito de la Caverna. Me acordé de ti porque siempre me decías que era de lo único que hablaba.
A Rubén le causó gracia que Felipe recordara eso, y le subió un poco el ánimo, aunque el dolor de cabeza no paraba.
“No puedo estar así en el carrete del Seba”, pensó Rubén.
—En la tarde como no tengo clases, por ahora al menos, me fui a la pega a ver si salía algo —continuó Felipe, dándose cuenta que Rubén mostraba algo de ánimo—, así que ahí estuve, haciéndome un poco más de plata. Hace un rato llegué y me puse a golpear, ¿Quieres pegarle igual? —le ofreció Felipe, retirándose nuevamente los guantes sin usarlos.
Rubén se puso de pie y tomó los guantes que le ofrecía Felipe. Se los puso, y luego de que su pololo le sostuviera el saco, comenzó a darle sendos golpes de puño.
Se sorprendió de lo rápido que entró en calor solo con propinar unos golpes.
—¿Te sube algo el ánimo? —le preguntó Felipe.
Rubén asintió.
—Algo —admitió—, pero me duele mucho la cabeza.
—¿Por qué?, ¿te acostaste muy tarde estudiando? —Felipe le dio un par de golpes al saco, con los puños desnudos.
—Estudiando —se rió Rubén—. Nos pusimos a tomar cerveza y al final no estudiamos mucho. El Lucas, uno de los chiquillos, trató de explicarme ya tarde, pero mi mente no estaba recibiendo nada de información —ahora que hablaba de eso, a Rubén le causaba gracia, en vez de la sensación de derrota que sentía hace minutos.
—¿Fuiste a dar tu primera prueba en la universidad con caña? —Felipe de rió.
—Así parece —admitió Rubén—. Mi hermano estaría orgulloso de mi.
—Tu hermano no cacha nada. Tienes que tener más cuidado con eso —Felipe se puso serio—, o después vas a estar todo urgido porque te puedes echar algún ramo.
Rubén miró a Felipe a los ojos y notó que lo que quería decirle es que él ya sabía lo que se sentía perder un año, y no era algo agradable.
—¿Por qué no te tomas algo para el dolor? —le preguntó Felipe, cambiando de tema—, porque si sigues así con dolores dudo que disfrutes mucho la despedida del Sebastian.
—¿Algo como qué?
—No sé, una aspirina, o un relajante muscular.
—¿Qué es un relajante muscular? —preguntó porque descartó de inmediato la aspirina por su horrible sabor.
—Son pastillas que te quitan el dolor. Por lo general tomo después de entrenar y después no siento nada.
—¿Y sirve para el dolor de cabeza también? —quiso confirmar Rubén.
—Si po, supongo.
Rubén confió en las palabras de su pololo, aunque sabía que no tenía ningún conocimiento de farmacología como para saber esas cosas.
Felipe entró a la casa y Rubén lo siguió. Subieron al segundo piso y Felipe entró al baño, sacó un pequeño botiquín y buscó en su interior unas pastillas.
—Esas son —le dijo a Rubén entregándole una tira con cuatro pastillas pequeñas y amarillas—. Casi siempre me tomo una después de entrenar.
Felipe sacó una y se la echó a la boca, para luego tomar agua de la llave del lavamanos.
—¿Y cuanto se demora en quitarme el dolor? —preguntó Rubén mientras Felipe seguía agachado tomando agua.
—Como una hora —Felipe se quedó pensando unos segundos después de responder—. Espera. Mejor tómate una aspirina nomas —le quitó los relajantes msuculares de la mano—. Estas te pueden dar sueño. Mucho sueño.
—¿En serio? —Rubén se sintió aliviado por no haberlas tomado aún.
—Si. En mi caso a veces si y a veces no. Cuando me da, duermo de corrido hasta la mañana.
Rubén se tomó una aspirina y luego se dirigieron a la habitación de Felipe.
—Me voy a duchar —le dijo Felipe.
—¿Altiro? —preguntó Rubén, sentándose en la cama, deseando quedarse con su pololo un rato más, ya que sentía que se quedaría dormido si se quedaba al menos cinco minutos solo.
—Pero estoy todo transpirado —Felipe se rió.
—No importa, ven.
A Rubén le gustaba cuando Felipe estaba transpirado después de hacer ejercicios, lo encontraba excitante. Además, la humedad hacía que su piel morena brillara de una forma diferente.
Felipe se sentó al lado de Rubén y ambos se quedaron mirando mutuamente, sin decir nada. Felipe apoyó su mentón en el hombro de Rubén, tiernamente, y luego de un par de segundos comenzó a besarle el cuello, provocándole una sonrisa placentara inmediata.
Felipe nuevamente se puso de pie, tomó la corbata del liceo, que estaba tirada sobre el escritorio, abrió la puerta, y colgó la prenda en la manilla por fuera. Luego volvió a cerrar la puerta y puso el seguro.
Rubén entendió de inmediato que se trataba probablemente de algún código que tenía con Roberto para que no ingresara.
Felipe volvió a sentarse al lado de Rubén, e hizo que se recostara, abrazándolo y besándolo en el cuello.
Rubén se acomodó para quedar frente a frente con Felipe. Lo besó en los labios y luego se acercó a su cuello para sentir su aroma y el sabor salado de su piel.
Ambos muchachos se quitaron mutuamente las poleras que llevaban puestas, y luego Felipe acomodó a Rubén para que quedara de espaldas. Le desabrochó el cinturón, con el clásico sonar de la hebilla, y luego sin perder demasiado tiempo, le quitó las zapatillas y calcetines para dejarlo completamente desnudo.
Rubén se retorcía de placer mientras su pololo le hacía sexo oral, y luego cuando le hizo el amor.
El dolor de cabeza desapareció y dio lugar a puro placer en su interior.
Rubén sentía el aliento de Felipe en su boca mientras trataba de besarlo entre gemidos. Su conexión era tal que ambos acabaron al mismo tiempo, y Felipe se recostó al lado de Rubén, soltando una cansada risita.
Los muchachos se abrazaron, completamente desnudos, vulnerables y cómodos frente al otro. Se besaron nuevamente mientras Rubén pensaba que hasta hace un par de meses nunca habría imaginado sentirse tan cómodo y seguro con otra persona. Con otro chico.
Apoyó su cabeza en el pecho de Felipe y cerró los ojos por un momento.
Cuando los volvió a abrir, estaba mirando a la pared y la habitación estaba en completa oscuridad. Dio un salto al percatarse de lo que había sucedido.
—Conchetumare —murmuró con angustia a medida que comenzaba a temblar.
—¿Qué pasó? —preguntó la voz dormida de Felipe.
Rubén lo ignoró y pasó por encima de su pololo, buscando su pantalón para tomar su celular.
Intentó adaptarse a la oscuridad, sin pensar siquiera en encender la luz, divisó su pantalón a los pies de la cama, junto a su zapatilla derecha.
Buscó en el bolsillo su celular para ver la hora, y al abrir la tapa, se acordó que se le había descargado.
—¿Qué hora es? —le preguntó aún angustiado a Felipe, quien lo miraba aún desorientado desde la cama.
—No sé, deben ser como las diez —respondió Felipe, sin darle demasiada importancia.
Rubén, nervioso vio la silueta de Felipe dibujada contra la luz de la luna que entraba por la ventana, levantarse y buscar su celular en el escritorio.
—Son las tres y media —le dijo con cautela, entregándole el celular a Rubén.
Rubén sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Sintió como si no podía respirar y le costó un par de segundos comenzar a moverse para hacer algo. Lo que sea.
Se puso el pantalón, sin su ropa interior y luego tomó las zapatillas dejando tirados sus calcetines.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Felipe.
—Voy donde el Seba —respondió agitado—, donde la Dani —se corrigió.
—Pero Rubén, mira la hora que es —le dijo Felipe con calma.
—¿Qué tiene?, estoy atrasadísimo —respondió Rubén, perdiendo el punto de la indicación de su pololo.
—¿Y no piensas bañarte siquiera? —no tengo tiempo.
Rubén apenas pudo ponerse la polera porque temblaba muchísimo.
Se sentía pésimo por haberse quedado dormido en el último día que Sebastian celebraría previo a su partida, después de haberle prometido (y jurado por su madre) que estaría ahí.
—Bueno, por último espérame para llamar al Roberto y ver si dejó el jeep acá —le pidió Felipe, y se puso a marcar el celular.
Rubén no esperó y salió del dormitorio con sigilo, para no despertar a la familia de Roberto que dormía a esa hora.
Se dio cuenta que no estaba el jeep en el estacionamiento de la casa, así que tomó las llaves de la mesita de noche para abrir la puerta y la reja, y luego volvió a entrar a dejarlas donde estaban.
—¡Rubén! —le dijo Felipe desde el segundo piso, intentando mantener la voz baja—, espera.
Rubén no le hizo caso y salió dejando la puerta abierta y cerrando con cuidado la reja.
—¡Rubén! —le gritó nuevamente Felipe, esta vez desde la calle, asegurándose que no despertaría a nadie en su casa.
Felipe lo tomó la mano para detenerlo.
—¿Qué haces? —le preguntó a modo de reto.
—Tengo que ir donde el Seba —se justificó, a punto de llorar por los nervios.
—Rubén, no estás pensando con claridad, ¿cómo piensas irte para allá? —cuestionó Felipe.
—No sé, en coleto, o en un taxi —respondió Rubén, como si fuera obvio.
—Ni siquiera tienes tu billetera, la dejaste tirada en mi pieza —le mostró Felipe, algo molesto, entregándosela—. Llamé a Roberto —agregó, más calmado—. Estaba con unos compañeros de la U carreteando, pero se venía altiro. Él nos va a llevar donde la Dani. Ahora ven —Felipe le extendió la mano y Rubén la tomó.
Volvieron a la casa y Rubén pudo respirar con algo de normalidad. Sentía como si hubiera estado aguantando la respiración bajo el agua por los últimos diez minutos.
Se sentaron en el sillón del living de la casa, ambos en silencio, y no pasaron ni siquiera cinco minutos cuando Roberto se estacionó afuera de la casa.
Rubén dio un salto y salió de inmediato.
—Vamos donde la Dani —le dijo a Roberto apenas abrió la puerta del copiloto, sin siquiera saludar, mientras Felipe apenas terminaba de cerrar la reja con suavidad.
—¿Estabas tomando? —le preguntó Felipe a Roberto cuando se sentó en el asiento trasero del jeep.
—¿Cómo se te ocurre? —se rió Roberto—, si sabes como soy.
—Bueno, tenía que asegurarme —respondió Felipe.
Roberto tenía muy claro que no podía beber si tenía que conducir después, y se ceñía a eso al pie de la letra. Ni siquiera un sorbo de cerveza. Nada.
—De repente el entrar a la U puede que haga cambiar tus costumbres —agregó Felipe.
Rubén se fue mirando por la ventana todo el camino, en silencio mientras los casi hermanos conversaban cosas triviales.
Se sentía sucio. No se había bañado antes de salir, y a mitad de camino recordó que no se había puesto desodorante ni perfume. Temía que Sebastian se diera cuenta de eso en el carrete, pero prefería eso antes que perder más tiempo volviendo a la casa de Roberto.
Cuando llegaron a la casa de Daniela, apenas Roberto detuvo el jeep, Rubén se bajó de inmediato y entró por la reja que estaba abierta.
—¡Seba! —gritó Rubén cuando atravesó la puerta de entrada.
Adentro habían unas quince personas que Rubén ni siquiera se dio el tiempo de reconocer, sabiendo que apenas viera a su mejor amigo lo reconocería como si fuera un diamante entre piedras de carbón.
—¡Seba! —gritó más fuerte, dejando que la desesperación se notara en su voz.
—Rube, ¿estás bien? —Liliana se acercó por la derecha de Rubén y le tocó el hombro, sobresaltándolo.
—¿Dónde está el Seba? —le preguntó Rubén, con los ojos humedecidos, ignorando la pregunta de su amiga.
—El Seba se fue, Rube —respondió Daniela, que se acercó a Rubén desde la cocina—, ¿dónde estabas?, ¿te pasó algo?
El corazón de Rubén se detuvo al saber que Sebastian ya no estaba en su propia fiesta.
—¿Para dónde se fue?, ¿cuándo? —quiso saber.
—Se fue como a la una para su casa. Estuvo toda la noche tratando de llamarte, pero no contestabas —le contó Liliana, con cautela, esperando que Rubén no reaccionara de mala manera.
—Al final dijo que no se sentía muy bien, que le dolía la cabeza y todo, pero… —Daniela dio un suspiro después de la última palabra, pero no completó la frase. Simplemente negó con la cabeza.
Rubén se dio la media vuelta cuando sintió que las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, y esperó que las chicas no se hubiesen percatado de eso.
—Rube… —le dijeron Daniela y Liliana al mismo tiempo, pero Rubén simplemente salió por la puerta y no volvió a mirar atrás.
Se subió al jeep nuevamente, gracias a que Felipe le había pedido a Roberto que esperaran un rato, y se secó las lágrimas.
—¿Me llevas para mi casa, porfa? —le pidió a Roberto, sin mirarlo, y el muchacho echó a correr el motor sin decir nada.
—¿Seguro no quieres ir con nosotros? —le preguntó Felipe, acariciándole el pecho desde el asiento trasero.
Rubén simplemente negó con la cabeza, tras asegurarse que por lo menos llevaba sus llaves en el bolsillo del pantalón.
Se despidió de Felipe y de Roberto cuando llegaron a su casa y se bajó del jeep.
Entró con sigilo a su casa y se dirigió de inmediato a su dormitorio. Conectó el celular al cargador, que ya estaba enchufado, y como por un impulso mágico, salió de su habitación, cruzó el living y salió por la puerta hacia la calle, sin preocuparse siquiera de dejar bien cerrado.
Caminó hasta la casa de su amigo y llamó su nombre.
—Seba —dijo en un volumen moderado, intentando no hacer ruidos molestos. Miró a través de la reja la ventana que daba a la pieza de su amigo—. Seba —repitió.
Tras esperar un par de minutos, sin respuesta, volvió a su casa decepcionado. Se acostó en su cama, pero no pudo conciliar el sueño con facilidad.
Se despertó cerca de las 11 de la mañana, tras haber dormido solo cuatro horas. Escuchó que su padre sacó el Aska y salió de la casa, y solo entonces se lavantó. No quería hablar con su papá aún. De hecho, no quería hablar con nadie que no fuera Sebastian.
Se dio una ducha rápida, y apenas se vistió fue a la casa de su amigo.
Al llamar a la reja salió la hermana menor de Sebastian.
—¿Está el Seba? —le preguntó, intentando disimular su nerviosismo.
—Si, está durmiendo —le dijo la niña, pero de todas maneras lo dejó entrar, como hacía siempre—. Mis papás fueron al súper, así que mi mamá no te va a poder hacer panqueques como siempre.
—No hay problema, Prisci —dijo Rubén—, no tengo hambre.
Rubén abrió la puerta de la habitación de Sebastian, y vio a su amigo acostado dándole la espalda a la puerta. Al escuchar que Rubén cerró la puerta tras él, se volteó a mirar quién era.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó con la voz ronca.
—Te vine a ver —respondió Rubén con un hilo de voz.
Sebastian tenía los ojos hinchados y rojos, y Rubén supuso que era porque estaba recién despertando. Quería creer eso.
Rubén no sabía como comenzar a disculparse. Simplemente se limitó a mirar a su amigo levantarse y ponerse un short, como si él ni siquiera estuviera ahí.
—Perdona Seba… —comenzó a decir Rubén, pero se paralizó cuando su amigo finalmente lo miró a los ojos completamente serio, como nunca lo había hecho.
—¿Por qué vienes? —le preguntó nuevamente, serio, como si no hubiese escuchado a Rubén.
—Porque te quería pedir perdón, quería verte —respondió tartamudeando Rubén por los nervios.
—¿Perdón por qué?, ¿por dejarme botado anoche?, ¿la última noche que iba a poder ser libre? —Felipe tenía rabia en la voz.
—No te dejé botado, no a propósito —respondió Rubén, apenado.
—¿No?, ¿acaso llegaste anoche y no te vi? —preguntó con ironía.
—Te lo puedo explicar —Rubén estaba a punto de llorar.
—No me digas nada, Rubén —la expresión de rabia en el rostro de Sebastian se suavizó, pero mantenía su postura de enojo—. Ya me di cuenta que nunca te importé.
—¿Cómo puedes decir eso? —Rubén soltó una risita nerviosa, por lo ridículo que sonaba eso. Era la persona que más le importaba en el mundo.
—Cuando… cuando fuimos al paseo y el Marcelo nos amenazó, no estabas ni ahí —Sebastian lo dijo casi como buscando en el fondo de su memoria alguna excusa—, dejaste que pasara todo el paseo preocupado por esa hueá y no te importó.
—¿Cómo puedes decir eso? —repitió Rubén. Olvidó la pena que sentía y se molestó por las palabras de su amigo—. Tú no tienes idea de lo que estuve dispuesto a hacer para evitar que Marcelo le dijera a todos —Rubén soltó un par de lágrimas y sintió asco del solo hecho de recordar ese momento afuera de la discoteca en Iquique—. Dejé que ese hueón me sacara la chucha para recuperar la tarjeta de memoria, mientras tu andabas por ahí haciendo nada.
—¿Qué? —Sebastian estaba completamente sorprendido, y Rubén notó que apretó los puños—, ¿cuándo fue eso?
Rubén no respondió. No quería recordar ese episodio, ni tampoco quería hacerse el mártir en esa situación.
—De seguro es mentira, como cuando dijiste que por nada del mundo faltarías anoche. Lo juraste, incluso —le recordó Sebastian, volviendo a su enojo, aunque se veía cada vez más débil.
Rubén estaba seguro que iba a decir “lo juraste por tu madre”, pero se contuvo.
—¡No era mentira! —insistió Rubén, acercándose a su amigo.
Felipe le dio un empujón leve por el pecho para alejarlo.
—No te me acerques —le dijo, intentando mantener su imagen furiosa, pero Rubén estaba seguro que en sus ojos veía que se estaba esforzando mucho por rechazarlo.
—¿Por qué? —le preguntó.
—Porque no quiero que te me acerques —le dijo Sebastian, ya casi sin esforzarse en mantener su postura enojada—, porque me das asco.
—¿Cómo te voy a dar asco? —Rubén se acercó nuevamente—, ¿acaso te vas a hacer el homofóbico ahora?
Rubén sabía que era mentira, así que no le dio mucha importancia a ese comentario.
—Me das asco —insistió Sebastian, dándole otro empujón, esta vez más suave—, tu y tu pololo de mierda ese.
—No metas a Felipe acá —le pidió Rubén—, esto es entre nosotros.
—De seguro fue ese culiao que te convenció de no ir anoche —Sebastian tomó un nuevo impulso de rabia al hablar sobre Felipe.
—Él no tuvo nada que ver, si me dejas explicarte…
—¿Explicar qué? —gritó Sebastian—, ¿Qué preferiste estar con ese hueon antes que conmigo?, ¿o que andabas con tus amigos de la universidad, que no te van a amarrar a un imbécil sin futuro como yo?
—Sebastian, no prefiero estar con nadie antes que contigo —dijo Rubén, con un hilo de voz, cansado de intentar imponerse a su amigo—. Eres el único que me importa…
—Deja de mentir, ¿ya? —dijo Sebastian bajando la voz, la cual temblaba, pero Rubén no pudo ver bien su expresión porque tenía la vista borrosa por las lágrimas—. Ya sé que no te importo.
Rubén se tapó la cara con las manos y soltó el llanto.
Se sintió estúpido y humillado, por estar ahí de pie, en la pieza de Sebastian, quien insistía en que no quería verlo.
—¿Me vas a dejar explicarte lo que pasó? —le preguntó Rubén cuando pensó que el llanto ya no se interpondría en su capacidad de expresarse.
—No me interesa —dijo Sebastian con dificultad. Tenía los ojos llorosos, y en su mirada Rubén pudo ver que sentía precisamente lo contrario.
—¿Estás seguro? —insistió Rubén, dándole otra oportunidad.
Después de varios segundos, en que Rubén imaginó que el corazón y el cerebro de Sebastian tenían un debate interno, su amigo simplemente asintió.
Rubén se dio media vuelta y caminó despacio hasta la puerta del dormitorio de su amigo, esparando que Sebastian en cualquier momento lo abrazara de improviso. Nunca pasó.
Antes de abrir la puerta, Rubén se volteó y vio que su amigo le daba la espalda, como mirando por la ventana.
—Te amo —le dijo Rubén lo más claro que pudo, para que el llanto no obstruyera el mensaje.
Esperó unos segundos alguna respuesta de su amigo, quién tras un largo suspiro, se aclaró la garganta y dijo:
—Yo no.
Rubén sintió un dolor en el pecho tras la breve respuesta de su Sebastian.
Salió de su habitación con la mirada gacha, y tan rápido como pudo se fue de la casa sin responderle a Priscilla, que se despidió de él desde el sillón.
Llegó a su casa y se volvió a acostar en la cama, donde dio rienda suelta a su llanto, liberando toda la angustia que le había provocado toda la situación desde quedarse dormido la noche anterior hasta ahora. Se quedó dormido llorando, y despertó nuevamente a la hora de almuerzo, cuando lo despertó su padre.
Se levantó a almorzar y ocupó todas sus fuerzas para disimular su estado emocional.
—¿Cómo estuvo la despedida del Seba anoche? —le preguntó su padre, intentando iniciar una conversación.
—Buena, tranquila —mintió Rubén, sin dar detalles.
A pesar de toda la confianza que tenía con su padre, no quería que supiera que estaba destruido en ese momento.
Sabía que no lo había convencido, pero de todas formas su padre no dijo nada.
Durante la tarde Rubén se volvió a acostar en su cama, y le dio muchas vueltas en su cabeza a la reacción de Sebastian. No entendía por qué había dicho esas cosas tan hirientes, pero estaba seguro que no las sentía realmente.
Finalmente decidió ir a su casa tarde en la noche, para ver si había vuelto de su despedida familiar, y así poder hablar con él.
Pasada las diez de la noche fue caminando hacia la casa de Sebastian, gritó su nombre y salió la mamá de su amigo.
—Hola, mijo, ¿cómo está? —lo saludó la señora, con falsa amabilidad.
—¿Está el Seba? —preguntó de inmediato Rubén, ansioso.
Tenía las manos en los bolsillos y se dio cuenta que estaba temblando por la ansiedad. Apretó los puños para calmarse y liberar tensión.
—Sí está —respondió la señora—, pero está durmiendo ahora. Tiene que dormir bien porque mañana se va temprano al regimiento —agregó ella con orgullo.
—¿Y por qué está prendida la luz de su pieza? —Rubén señaló a la ventana de Sebastian, que estaba iluminada.
—Se le debe haber quedado prendida —supuso la mujer.
—¿Puede ir a ver si está despierto y decirle que quiero verlo? —le pidió Rubén, con la voz entrecortada, ya perdiendo su compostura y dejando que sus emociones salieran a la luz.
—Justo lo había ido a ver cuando golpeaste, y si, estaba durmiendo —la mamá de sebastian mantenía una sonrisa amable, pero Rubén sabía que mentía—. Es tarde también para que estés en la calle a estas horas —le dijo.
La señora se despidió y volvió a entrar a la casa, dejando a Rubén en la calle, solo.
El corazón le latía a mil por hora. Estaba convencido que podría ver a su amigo por última vez y podrían hablar, cara a cara. Comenzó a caminar hacia su casa, pero por un impulso se devolvió el par de pasos que había avanzado, como para volver a insistir en verlo, pero simplemente estaba sin palabras.
Ya no sabía qué más hacer. Se quedó mirando la ventana de Sebastian por unos segundos, hasta que la luz se apagó.
Se devolvió a su casa con un nudo en la garganta, y con toda su esperanza puesta en la última oportunidad que tenía de verlo.
A la mañana siguiente se levantó al escuchar el despertador a las siete de la mañana. Suposo que eso era lo más temprano que una persona racional podría salir de su casa si tenía que estar a las ocho en otro lugar.
Se dirigió a la casa de Sebastian de inmediato, sin siquiera lavarse la cara o cambiarse el pijama. Así tal cual estaba.
Esperó varios minutos para ver algo de movimiento. El primero que salió fue el padre de Sebastian, quien llevaba una maleta en la mano, la metió en el maletero del vehículo familiar, abrió el portón que había arreglado hace pocos días, y sacó el vehículo del estacionamiento.
Al rato salió Sebastian, vistiendo unos jeans y una polera roja, junto a su madre.
Su amigo, instintivamente miró en dirección hacia donde estaba Rubén, como si supiera que estaba ahí. La tristeza en su mirada era evidente, y Rubén estaba seguro que tenía los ojos llorosos.
No le dijo nada. No movió los labios ni le sonrió. Se mantuvo lo más frío que pudo, a pesar de que su mirada lo delataba.
Rubén lo observó petrificado. No podía creer que su amigo se estaba yendo, e insistía en actuar así, sin demostrar su afecto.
Sintió rabia y pena por la actitud de Sebastian y por toda la situación. Su mejor amigo de toda la vida se estaba marchando, y no estaba haciendo nada para darle un último abrazo, para compartir una ultima risa, para decirse todo lo que sentían por última vez.
Antes de subirse al auto, Sebastian lo miró una vez mas, y Rubén esperaba que corriera a despedirse de él, pero no lo hizo. Se subió al vehículo, y casi de inmediato su padre lo transportó lejos de la vista de Rubén.
Después de varios segundos que el auto del papá de Sebastian había desaparecido de su vista, Rubén se dio media vuelta y volvió a caminar hacia su casa, aún sin poder creer que su amigo ya se había ido.
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malaparalosusername · 2 years ago
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Día 9...10...11 :
No he estado siendo tan constante con esta bitácora como quería. Realmente es mejor plasmar cuando las emociones están aún frescas. Es más real al momento de querer analizar esos aspectos que mencioné que quería mejorar. Pero tampoco voy a dejar que eso me desanime.
Soy de esas personas que cuando está haciendo ejercicio regularmente o aprendiendo algo nuevo, si por un día dejo de hacerlo me digo "bueno ya qué" y lo dejó para retomar en un momento desde el inicio. ¡Y eso es la completa locura! No, no, así no se llega a ningún lado.
En un programa formativo que participé, tuve la oportunidad de ver un taller con un especialista en crear hábitos y él nos enseñó que está bien faltar/fallar un día si al siguiente retomamos, que ese día no representa nada en el gran esquema de las cosas porque la constancia no debe ser perfecta, debe tener determinación.
En fin. El jueves me metí de lleno en libros y videos porque al día siguiente tenía examen, fue la locura total porque después de un largo periodo sin desempolvar el cerebro, ponerlo a cargar maquinaría pesada fue difícil (todo metafórico obvio). No recuerdo otra cosa de ese día que no sea confusión total y números. Capaz que habiendo escrito ese día hubiera podido ahondar en emociones de la infancia porque si, hablar de ciencias exactas para mí es tocar temas de los que no me siento cómoda hablando, quizás escribiendolos me iría mejor.
La mañana siguiente fue buena (pese al examen). No hablaré mucho del aspecto académico. Pero por la parte social quiero comentar que hay algo sumamente curioso sobre mi, en el sentido de que me hacía falta interactuar con otras personas (desconocidos de más o menos mi edad). Socializar me agota en algún punto, pero tanto tiempo sin hacerlo creo que hizo que olvidará mi edad, que sigo siendo una chama, prácticamente, que tengo una vida llena de misterios, apenas construyendose, no toda asentada. Cómo quien dice, recordé "que apenas estoy empezando a vivir". Y es que yo pienso, que las responsabilidades que últimamente se me han asignado (algunas justas, otras no tanto), sumado al estilo de vida que el inicio de la pandemia me hizo asumir, hicieron que cambiará mi personalidad de forma forzada. Pero solo horita me doy cuenta.
Continuando, la tarde fue más ajetreada, llena de diligencias relacionadas al problema que aún no se soluciona ( puedo decir que sigo fuera de la burbuja aunque ya no debido al problema). Termine llegando tarde a la casa y agotada así que me dormí temprano y sin escribir tampoco.
Hoy, día 11, desde que llevo este diario, arrancó el día con visita así que no he podido hacer mucho, pero nunca me quejo de las visitas, casi nunca ocurren y cuando son de esas que a uno si le gusta pues menos me quejo. Sin embargo tengo una montaña de responsabilidades que debo intentar hacer lo antes posible, entre tareas y encargos... (Terminaré arrancándome el cabello, lo sé).
Hoy además me inscribí en un forochat sobre la ley de atracción. Medio he escuchado al respecto porque se ha difundido de modo masivo en este último tiempo donde el crecimiento personal y la espiritualidad se ha popularizado. Pero yo soy una persona que le cuesta encontrarle sentido a estás cosas así que no había tenido intención de profundizar el tema hasta ahora, que se me presentó la oportunidad y casi nunca digo no a aprender algo nuevo. Como dije antes, sea la práctica que sea si te hace sentir mejor pues adelante.
Esperemos que pronto me sienta capaz de compartir lo que he aprendido y vaya aprendiendo, porque si me entusiasma el aspecto más técnico de todos los temas que he estado mencionando.
Como siempre si alguien leyó esto me despido diciendo que mi chat siempre está disponible si gustan hablar y les deseo lo mejor que la vida pueda ofrecer 🌼
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somewhere-in-the-wind · 4 years ago
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Por ahora
1
Miraba hacia arriba, preguntándome si a la luna le importaría lo suficiente como para mirarme como yo la miraba. Ahí estaban las estrellas también, coreando aquél interludio mudo con su incandescencia, invitándome a la idea de estirar la mano y leerlas mientras cerraba los ojos.
Y acá estaba yo, pensando en qué dirían, imaginando como siempre un calor ausente que me hiciera olvidar el frío invernal que dominaba mi cuerpo acostado.
-No creo que responda, otra vez -dijo ella, también ahí, acercándose de a poco.
-Con imaginar que sí me es suficiente -respondí con mis ojos aún cerrados y mi mano tanteando contornos a años luz-. Pensé que no te iba a dar la cara para venir.
-Naturalmente, pero al parecer es lo que necesitas -disparó mientras se sentaba a mi lado-. Igual, no sé qué cara poner ante semejante espectáculo de autolamento -una risa suspiradamente irónica se escapó de mi boca-. Entiendo el tema de la cuchilla, ¿pero para qué es todo el resto de artefactos? ¿estás esperando la cabra para empezar el ritual?
-Yo soy la cabra en todo caso -gruñí abriendo los ojos y dejando caer mi brazo que tocó el mango de la cuchilla-. El vino es para no sentirlo, el espejo y la vela son para no equivocarme.
-Una vela y un par de vinos, qué romántico. ¿Ves que sí me esperabas?
-Quizá, pero también espero que te vayas cuando termine -contesté mientras me ponía de costado, dándole la espalda y acariciando el filo.
-Cuando termines no podría quedarme, es cierto. Pero no quiero irme y sé que vos tampoco. La prueba irrefutable es que estoy acá, ¿no?
-Por ahora, pero para eso está el vino, para que te atontes y no me molestes.
-Ah, verdad, el vino. ¿No trajiste nada para abrirlo? -saqué de mi bolsillo un destapador y se lo extendí, sin mirarla-. Qué caballero, gracias.
Le tomó un momento abrir una botella y tirarme el corcho en la cabeza, a lo que respondí con otro gruñido.
-¿Va a ser del pico entonces?
-Lo traje para mí, así que no subí una copa.
-Entonces del pico -respondió dando un gran sorbo y dándome un golpecito en la espalda con la botella.
-Es mío -dije sentándome y agarrando la botella bruscamente-. Lo necesito. Hace frío.
-Es nuestro. Y me necesitas a mí -respondió acercándose y poniendo su cabeza en mi hombro.
No quería mirarla. Di un trago largo y cerré los ojos. Al abrirlos, de reojo, noté su cabello negro y largo. Era ella, la de siempre.
-Sí, la de siempre -dijo y dio un suspiro.
-También estás fría.
-Es por tu culpa -se defendió mientras separaba la cabeza-. Y lo sabes.
-Sí, lo sé. Como tantas otras culpas que se irían si me voy.
-No se irían del todo, quedarían atadas a lo que sos aunque no estés.
-No mientras nadie me recuerde para atármelas. Tarde o temprano, cuando ellos se vayan, también se irían.
-Quizá no te aten muchas, pero vas a seguir cargándolas a donde te vayas.
-¿Y a dónde es eso? ¿Me vas a vender una idea de cielo? -le respondí con otra risa que pretendía, si no herirla, siquiera molestarla.
-No te puedo vender nada que no me quieras comprar-dijo en un tono quizá demasiado pensativo, tan tranquilo como para hacerme notar que no había dado en el blanco-. Pero puedo regalarte la idea de una posibilidad porque esa es mi naturaleza.
-Claro… -di otro trago largo, que denunciaba el fin de la botella-. Pero siempre todo es culpa de tus regalos. Se me amontonan ahí y se pudren, decaen y se secan como una fruta edénica, condenándome por el simple hecho de tenerlas cerca.
-Eso ya no es mi culpa realmente -replicó en un tono molesto a la vez que me sacaba la botella para acabar con su contenido-. Sos un egoísta egocéntrico y un tonto. Para empezar, las frutas tienen semillas y su objeto es nutrirlas al pudrirse. Que vos las ignores y se las coman los gusanos es cosa tuya y de nadie más -dijo antes de rematar-. Podrías tener muchos árboles muy bonitos si no fuera por tu pereza.
-Wow, ¿no te faltaron un par de adjetivos más para regalarme también? -contesté, más molesto que herido.
-Sí, triste -añadió cual camaleón verbal, camuflando su voz en la palabra-. Es muy triste que quieras irte y no pienses en los que se quedan. Que no pienses en lo que podrías dejar… en lo que te di para dejar.
-Eso es muy bajo de tu parte, no le debo nada a nadie ni nadie me debe nada -respondí casi gritando y agarrando la segunda y última botella-. El mundo es lo que es y me cansé de querer mirarlo diferente…de querer hacer que sea diferente…
-Sigue siendo injusto cuanto menos -puso el destapador junto a mí y esperó a que abriera la botella antes de continuar-. Estrictamente hablando, nadie le debe nada a nadie. Pero de eso se trata justamente: todos queremos y esperamos algo de alguien -comenzó a arrimarse poco a poco enfrente mío, buscando mi mirada que la evadía-. Y por eso vale más cuando recibimos y nada los ató a ello.
-Duele esperar y no recibir -cerré los ojos y la sensación de vértigo me obligó a apoyar mi espalda en una pared de la terraza-. Y eso es tu culpa, no mía.
-Es nuestra. Eso hace que todos sean humanos. Y eso nos hace más dulce recibir sin esperar -otro suspiro irónico se me escapó antes de que siguiera-. A veces pasa y vale la pena esperar por esos momentos que llegan sin que los esperemos.
-No estoy tan borracho como para darte la razón ante tal juego de palabras. La gente no suele siquiera pensar en dar, solamente toman y toman y cuando tienen piensan en qué más pueden tomar. Nadie da sin esperar algo a cambio.
-Quizá así sea, pero eso hace cualquier cosa que esté viva y no por ello necesariamente están mal. Está mal sólo el que da y espera algo a cambio deseando recibir sin la necesidad de dar. Está mal el que quisiera recibir sin tener que desprenderse de algo. En eso está el corazón de la avaricia, de un veneno ignorante, puesto que todo lo que crece sin deseos de dar acaba cayendo por un peso que siquiera es el propio, de lo que posee, sino por el peso de lo que carece.
-Ahora voy a simular que sí estoy muy borracho como para entenderte -respondí abriendo bien los ojos y mirando las estrellas, inmóviles y aparentemente indiferentes ante mi espectáculo de autolamento-. Y también como para que no me importe -añadí inclinando otra vez más la botella que esta vez, con una ligera nausea me obligó a interrumpir nuestro beso antes de lo que hubiera querido para efectos melodramáticos.
-Yo no te entiendo… ¿Por qué tantas ganas de irte?
-Yo tampoco me entiendo. Pero es que no tengo más ganas de buscar ganas de quedarme -respondí con una sonrisa, estúpidamente creyéndome ingenioso.
-Es que buscas afuera, cuando deberías buscar adentro.
-No puedo vivir adentro mío, no soy lo suficientemente grande como para estirar los brazos sin chocarme una costilla -dije manteniendo la sonrisa mientras que al beber apuntaba la media botella que quedaba hacia el cielo-. El mundo debería ser lo suficientemente bonito como para que quiera vivir en él, es su culpa si me pierde.
-Ajá. Un vino y medio bastan para hacer que saltes entre querer irte por el peso de tus culpas a querer irte porque el peso de la culpa del mundo no es lo suficientemente pesado como para intentar mantenerte acá. Dale, por favor, ¿tan narcisista cabeza de globo de helio tenías que ser? ¿el mundo que te parió tiene la culpa de no ser bonito y vos no tenés la culpa de no querer mejorarlo?
-Jajajaja sí -di otro trago-. No quiero ponerme a pensar en quién tiene la culpa, pero estoy muy cansado como para intentar hacer algo al respecto -dije aumentando gradualmente el volumen de la voz-. Si la culpa resultase ser mía no sé qué mierda hacer para cambiar todo; si la culpa es del mundo resulta que soy parte del problema y no soy lo suficientemente fuerte como para hacer algo al respecto porque ya estoy condenado por ser parte del problema-ya casi gritaba-. Me cansé de tener que buscarle un motivo a algo que no lo tiene, de que cada vez que construyo algo termine cayéndose y de tener que levantar algo que se cayó por culpa de alguien más. ¡Por culpa de alguien más!
Grité ya con lágrimas en los ojos, tanteando la cuchilla y apuntándola hacia mi cuello como si quisiera que se fundieran para que no pudieran sacármela nunca. Por fin la miré ahí, tan hermosa con sus ojos oscuros y preocupados mirándome mientras yo lloraba de rabia, de vergüenza, de tristeza… de soledad.
-Es de ambos -dijo sin apartar sus ojos de los míos-. Del mundo y de vos. Es a la mitad siempre, dependiendo de sobre quién te pares. Y si alguien se mata en otro continente, vos vas a ser parte de ese mundo, de esa mitad. Y la otra mitad va a ser de ese otro alguien. Vas a compartir esa mitad con todos y va a parecer entonces que te toca una parte muy chiquita mientras ese alguien tiene que cargar su mitad solo. Pero no estás solo. Porque en realidad aunque así lo creamos, si dejamos de centrarnos en nosotros mismos no hay alguien lo suficientemente importante como para que nos paremos sobre él para dividir una mitad. Nunca estás solo en esa responsabilidad. Y no tenés la culpa solamente de lo malo, también de lo bueno. De cada soneto, de cada pintura, de cada abrazo o caricia -me secó una lágrima con una de esas-, una gota de responsabilidad de este mar. Nadie está solo, aunque no todos lo saben.
-Eso…es una mentira…-dije sin saber qué más decir, sin entenderle del todo lo que me decía.
-Quizá… Pero sirve por ahora, ¿no?
-Sirve por ahora -respondí bajando y soltando la cuchilla.
-Eso es suficiente. ¿Crees que la mentira te aguante hasta mañana cuando no estés borracho y podamos hablar más tranquilos? Ya sabes, sin cuchillos de por medio y todo eso.
-Entonces no te voy a ver a la hora de la comida…pero sí, aguanta hasta mañana.
-Bueno, entonces puedo irme como esperabas, ¿no?
-Sí, supongo que sí.
-Pero mañana me buscas, ¿eh? Que si no me buscas no me aparezco y no te podés quejar.
-Sí, mañana te busco.
-Bueno, hasta mañana Lautaro -dijo antes de desvanecerse como humo por esa noche.
-Hasta mañana, Esperanza -me dije, recostándome y mirando otra vez a la luna, preguntándome si ella también podría verla.
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loqueperdimosenelfuego · 3 years ago
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El comienzo - Él
Isa – Mmm supongo que poco a poco vamos llegando al final.
Ro – Es cierto, así que creo que antes de que lleguemos al cierre, ¿no te gustaría que contaramos como comenzó?
Isa – No lo sé, digo, creo que ambos siempre nos hemos contado esa parte de la historia.
Ro – Si es cierto, pero solo lo que ambos queríamos escuchar, creo que sería conveniente decirnos todo de forma honesta, en este caso, por ejemplo, quisiera contarte sobre antes de conocerte y las primeras veces que te vi.
Isa – Bueno, pues cuenta entonces.
 Ro – Como ya sabemos, todo comenzó en el 2do semestre cuando coincidimos en una clase, lo curioso y espero no te ofendas, la verdad que no recuerdo mucho de aquella clase. Supongo que es en parte porque llegaba tarde o de plano no llegaba, de hecho, hasta me fui a examen final por lo mismo.
 Así que, en base a eso, poco recuerdo de haberte visto, salvo quizás una o dos veces la verdad, sin embargo, fueron suficientes para reconocerte la mayor parte del tiempo, pues, aunque no íbamos juntos en otras clases, tu sabes que es común encontrarte con las personas en cualquier lugar de la facultad.
 Es más, te voy a decir algo que jamás le he contado a nadie y mucho menos te lo dije. Una vez, yo me fui “temprano” (más o menos eran como las 3 de la tarde) y me fui a metro Universidad, cuestión que aborde el vagón casi al final y bueno, cuando llego a Copilco, “casualmente” y en serio que hasta a mi me sorprende, es que el tren se detuvo y ambos quedamos de frente.
 En serio no estoy mintiendo, yo iba en la puerta y justamente se detuvo y eras la única que estaba por abordar, y recuerdo que nos quedamos viendo como 4 o 5 segundos, como diciendo con la mirada: “oye, yo te conozco” y después ingresaste y ya no supe que paso. Porque en esos segundos, me dieron ganas de hablarte, pero en cuanto te vi entrar, esas ganas se convirtieron en miedo, por lo mismo, no voltee a verte o algo así. Entonces ahí acaba la historia, pero al menos a mi me resulto algo curioso, parece que las casualidades siempre estuvieron presentes desde que nos conocimos.
 Recuerdo haberte visto por los pasillos, en la biblioteca, no sé, supongo que siempre tuviste un algo particular, algo que siempre te hacia resaltar de entre las personas porque al menos a mi me pasaba, que en serio siempre te podía identificar con suma facilidad aún entre todas esas personas. No sé si te acuerdas de que, de hecho, una vez te vi estudiando en la biblioteca y te encontrabas en una mesa más o menos por la mitad, y fui y sin saludarte, puse una barra de chocolate entre tu y tu cuaderno y fue cuando por fin nos saludamos. Bueno, a ese tipo de cosas me refiero, que no importaba donde nos encontráramos, mis ojos siempre te encontraban aún cuando no te estuviera buscando.
 Y no quiero decir cosas como el destino o la misma cantaleta de siempre, porque sería buscarle explicación a algo que ni tu ni yo sabemos porque pasaba.
 Pero, en fin, eso me pasaba los semestres cuando no nos hablábamos, el solo poder verte cuando por suerte nos encontrábamos.
 Todo cambio por supuesto en ese semestre que fuimos juntos en 2 clases y si te soy sincero, desde hace tiempo que quería hablarte, quizás por el hecho de que siempre hubo algo que me llamo la atención en ti, además de las casualidades claro. Por eso ese día, aunque con algo de nervios, me decidí a hablarte y afortunadamente tu respondiste de forma educada y amable, fue por ello por lo que continúe saludándote y tratando de que poco a poco, comenzáramos a tener más contacto.
 Isa – Si, esa parte la recuerdo bien, pero ya que lo mencionas, dime algo, ¿fue ahí donde todo comenzó? O sea, ¿fue ahí cuando te comencé a gustar?
 Ro – La verdad no sabría decir cuando fue, digo, desde siempre tuve curiosidad por hablarte y conocerte, por lo que no sabría realmente decir en que momento en concreto sucedió. Lo que si te puedo decir es que al principio quise tratarte lo más que podía, saber de ti, conocer tus gustos, hacerte reír, no sé, siempre me pareciste una chica muy linda y agradable, sumamente divertida y simpática, aún cuando no fueras el centro de atención, hay algo en ti que atrae a las personas, será que les inspiras confianza y por eso, es tan fácil agarrarte cariño y que hace a uno quererte contar un montón de cosas.
 Recuerdo que pasaron los días y cada vez platicábamos más, aunque solo en persona y aunque quería agregarte a Facebook, creo que no tenía ningún problema con que nuestro trato fuera solo presencial, de hecho, como ya lo he dicho en alguna ocasión, siempre he preferido más ese contacto en persona que por cualquier otro medio. Así fue pasando el tiempo, cada día conociéndote un poco más, escuchando tu risa y tu particular punto de vista pues siempre tenias opiniones bastante interesantes. Me di cuenta de que tan increíble eras, tan bella e inteligente, una chica que no sabia porque, no tenia miles de pretendientes detrás de ella pues tenías un montón de cualidades increíbles y creo que así fue como poco a poco, fui cayendo en tus encantos. No sé, a tu lado todo siempre era más divertido, más sencillo, y no es porque tuviéramos muchas cosas en común o fuera lo contrario, porque vaya que éramos diferentes en muchos sentidos, es solo que siempre que estaba contigo podía olvidarme completamente del mundo y me concentraba en lo que decías, despertabas en mi siempre interés, ganas de conocer más, de buscar más, no como una competencia para ver quien de los dos tenía más conocimientos, sino más bien en un ámbito de superación, no sé, siempre causabas en mi ganas de convertirme en la mejor versión de mí mismo.
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