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I
Hey,
Seguro te estarás preguntando porque no te escribí una última carta. A ti a que fuiste el amor de mi vida, a ti que fuiste siempre mi razón de sonreír, de superarme, de vivir.
Bueno, si te soy sincero, si había escrito una carta para ti, sin embargo, el asunto es que realmente no decía nada. Es decir, nada que no supieras. Porque seguramente ya lo sabes de sobra, que te quiero, que te extrañe durante meses y años, que me dolió más que nada en el mundo cuando te fuiste, y que aun cuando lo más seguro es que ya nunca nos veríamos, rece siempre porque estuvieras bien, con buena salud, feliz y llena de energía, que nada nunca cambiara esa bonita forma de ser que me enamoro.
Y digo que seguramente ya lo sabes, porque si estás leyendo esto, es porque seguramente ya encontraste todo esto que te escribí. En ellos pudiste descubrir todo lo que pasaba por mis sentimientos y pensamientos contigo, cuando te quise y te extrañe. Por eso mismo, es que no quise dejar una última carta para ti, pues todo lo que tenia que decirte, ya lo vacié aquí.
Y siendo sincero, por otra parte, sentía que ya te había causado tantas molestias en el tiempo que nos conocimos, como para sumar una más, aun cuando ya no estuviera.
Gracias por todo Isabel, te quiero y siempre te voy a querer.
Atte: Roman
#Parati#ana#Isabel#dominguez#carta#loquenuncafuimos#En otra vida#lo que nunca fue#lo que nunca te dije
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Epilogo.
Hey, hola Isabel.
Así fue como llegamos al final, por eso mismo, no hay metáforas o palabras bonitas después de esto, ya no hay frases, ni poesía ni cartas.
Si escribo esto solo es para decirte gracias, por todo lo que hiciste por mi y por lo que no. Por haber sido parte de mi vida.
Si te soy sincero, solo quería sacar todo lo que alguna vez quise decirte y que nunca pude, en realidad, no espero que algún día lo veas o lo leas, mucho menos que me respondas algo. Ojalá algo de todo lo que escribí sobre ti, sobre lo que sentías o pensabas, sea verdad.
Solo espero que si algún día lo encuentras, lo leas completo y quizás, con algo de suerte, tu también sonrías cuando te acuerdes de mi o escuches mi nombre.
Ya ninguno de los dos tiene cadenas, ya no tenemos ningún destino que cumplir y todo ha sido dicho,
Así que, dime, ¿qué harás el día de mañana?
Atte: Roman.
#Para ti#ana#Isabel#dominguez#lo que nunca te dije#lo que nunca fue#loquenuncafuimos#fin#En otra vida#sueño#sueños
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El final - Parte 2
Ro – Bueno, supongo que entonces es mi turno, creo que me voy a extender un poco.
Isa – Si claro, cuéntame que paso contigo.
Ro – Bueno, veamos, supongo que ya sabes lo que paso después de nuestro primer semestre, lo del servicio. Entonces creo que continuare desde agosto.
Por esos días, termine mi servicio y nuevamente me encontraba en un dilema, tomar un puesto de becario o mi primer trabajo. Pues mi plan siempre fue cursar un diplomado y así obtener mi título, sin embargo, me tome 2 semanas para relajarme y porque tenia un poco lo de Dana rondándome la cabeza.
Bueno, pues llego septiembre y comencé a buscar opciones, recuerdo que fui a la feria del empleo de la universidad y deje mi CV con muchas empresas, me apunte a todo lo que me llamaba la atención. Además, entre en el portal web para también postularme por ahí a lo que fuera surgiendo. Al final fui de sitio en sitio, de entrevista en entrevista, me era indistinto si era de becario o un empleo formal, lo único que buscaba era por fin empezar mi carrera profesional.
Dicho eso, da la casualidad de que me postulé a un programa de becario en una empresa petrolera, curiosamente fui a la entrevista y no tenia mucha esperanza, aunque se me hizo extraño que me preguntaran por mi experiencia previa de archivo, pero de igual forma, seguí buscando. Fue hasta que salí de una entrevista en Huawei, aquí por Santa Fe, que me decidí tomar un poco de tiempo y pasé al parque de La Mexicana para distraerme, bueno pues a la hora me llamaron de la empresa petrolera y me dijeron que el puesto era mío y que comenzaba el lunes, ese día era un jueves.
Con alegría fui a cambiarme a mi casa y de inmediato fui a la Universidad a pedir una carta pasante, pues no la tenia y me la estaban solicitando. Ya en la facultad me encontré con algún amigo e incluso, conocidos que estuvieron conmigo hace unas horas en Huawei.
Mi programa consistía básicamente en construirles un sistema de archivo digital, pues lo seguían manejando de manera física, eso respondía mi duda sobre la experiencia del archivo. Sin embargo, no iba a ser tarea fácil pues únicamente yo lo iba a realizar, si bien mis supervisores me daban una retroalimentación sobre los requerimientos y así, en realidad a mi me toco hacer todo, no solamente el diseño o la programación, hablo también de la base de datos, las conexiones de red, la parte de la seguridad, en fin, todo siguiendo siempre las buenas practicas y las más altas medidas que conociera.
Era un trabajo raro, o sea, era divertido, pero al mismo tiempo solitario. Sobre todo, porque cuando yo llegue, no había lugar en el área donde tenia que estar, por lo que me pusieron en otro piso de la misma empresa, pero incluso ahí, me pusieron en un cubículo doble con nadie a mi lado. No sé, por una parte, podía trabajar a mi ritmo y sin presiones, pero era solitario, aburrido y cuando llegaban los momentos de duda y de trabas, no había mucho con que desestresarse.
De ahí tome la costumbre de salir a comprar al Oxxo o a alguna tienda pues únicamente así, lograba despejar mi mente tan siquiera unos minutos.
Fue de hecho, uno de esos días donde me encontraba estresado que decidí entrar a Facebook y mandarte un mensaje, pues te vi conectada e inmediatamente pensé: ¿qué haría Isabel en este momento?
Me respondiste como siempre, con horas o días de retraso, puede que parezca reclamo, pero te juro que no lo es. Siempre supuse que tenias cosas más importantes que hacer que contestarme y como nunca quise causarte molestias, era algo que no me disgustaba para nada.
Y comenzamos a hablar intermitentemente, hasta que vi ese evento de día de muertos y quise ver que respondías, de hecho, solo lo hice pensando en que me ibas a rechazar, como siempre había sido, pero me sorprendí mucho al ver que habías aceptado. Y llego el día, me encontraba nervioso y emocionado, después de meses por fin podría volver a verte, y cuando ya casi salía de la oficina, vi tu mensaje, sobre que el evento ya no tenia cupo. Cuando te ofrecí hacer otra cosa, estaba totalmente seguro de que no aceptarías y que lo dejaríamos para otra ocasión, en tal caso, me alistaba para irme a mi casa. Pero nuevamente me diste una grata sorpresa cuando aceptaste verme y si no teníamos ningún plan, ya veríamos que hacíamos.
Estaba que no cabía de la felicidad, y un poco incrédulo sinceramente, pues la Isabel que conocía nunca hubiera aceptado salir y mucho menos solo nosotros. Sin embargo, no quise darle mas vueltas al asunto, si habías aceptado y teníamos la oportunidad, entonces debía aprovecharla.
Así que, aproveche que tenia algo de tiempo para comprarte algo y bueno, no se me ocurrió otra mejor cosa que un clásico pero confiable, libro. Pasé a la librería y me tarde más de lo necesario, es algo que siempre me pasa cuando voy a esos lugares, es por eso por lo que te mande el mensaje de que iba un poco tarde.
Al salir de la librería, eche a correr todo lo que podía para llegar lo más rápido posible y no tarde mucho en llegar. Te busqué por la estación, entre las personas, y finalmente te encontré. De espaldas, viendo hacia unas escaleras (esperando verme supongo) y me acerque con nervios, con emoción y te hable y volteaste y después de meses nos volvimos a ver. En realidad, parecía como si no hubiera pasado un solo día, pues nuevamente estaban ahí las sonrisas, las miradas y la cordialidad, nos abrazamos y no sabes cómo me encanto volver a sentir eso que solo tu causas en mí, esa emoción que hace que mi corazón quiera explotar.
Como no quería perder tiempo, quise darte tu regalo desde el principio con el fin de que empezáramos con el pie derecho aquella tarde (y porque no, si te arrepentías y decidías irte). Salimos y fuimos a caminar, me encontraba feliz, emocionado, pues tu también participabas conmigo, como si nada hubiera cambiado entre nosotros nunca, como dos amigos. Y nos actualizamos, te platiqué cosas e incluso, te conté un poco sobre lo que paso, el como me sentí y mis sentimientos. Pero solo lo hice porque sentía que te lo debía de alguna forma, es por eso por lo que no quise seguir en ese canal y en cuanto acabe, pase a otra cosa.
Estaba a tu lado, nos divertíamos y para mi eso ya era motivo de ser recordado por siempre, pero entonces, cuando el evento termino, me ofreciste la posibilidad de pasar más tiempo juntos y sin dudarlo lo acepte. Fuimos a un lugar con poca gente, es cierto que quería seguir platicando contigo, pero cuando escuche la música y te mire lo supe de inmediato, que esa noche bailaríamos juntos. Por eso solo extendí la mano y tu como siempre, sin ninguna palabra, supiste que era lo que quería decir. Así pasamos aquellas horas, bebiendo, bailando y hablando, sonriendo en todo momento. Era como si de repente, tuviéramos la posibilidad de recuperar todo el tiempo que no tuvimos.
De hecho, si te soy sincero, aquellos momentos fueron como siempre imagine que seria, si ambos no hubiéramos cometido tantos errores, si yo no hubiera sido un imbécil, si tu hubieras querido intentarlo. Es cierto, hubiéramos tenido malos momentos, discusiones, pero aún así, nuestros buenos momentos superarían con creces todo pues siempre hubieran sido así de mágicos y memorables.
Cuando te dejé en aquella estación del metro y me abrazaste, me sentí mejor que nunca, había pasado un tarde-noche mágica con la chica de mis sueños y lo que es mejor, ella se encontraba feliz y yo había contribuido en ello, para mí no podía existir nada mejor en ese momento. Nos despedimos con la promesa de repetirlo algún día.
Por suerte, a los pocos días una nueva oportunidad se presentó, cuando nuevamente el evento inicial anunciaba una nueva fecha, y cuando te pregunte tu gentilmente aceptaste. Así que pedí permiso en el trabajo y fui temprano a comprar las entradas. Así fue como una vez más, tuvimos la oportunidad de vernos.
Aquella noche te veías hermosa, feliz, algo cansada, pero con ganas de vivir una nueva experiencia, y reímos, platicamos, discutimos puntos de vista como siempre en aquel museo. Era una velada genial, de hecho, si algo me sorprendió esa noche fue que te quisieras sacar fotos conmigo pues nunca lo habíamos hecho y eso que llevábamos años de conocernos. Por supuesto, nunca te las pedí no porque no las quisiera, sino porque no quería que mal interpretaras nada, es decir, y es como se lo dije a un amigo una vez, es cierto que cuando hay tan buena química y pasas momentos tan divertidos y lindos con alguien, es fácil caer. Sobre todo, nosotros quienes ya teníamos un pasado, pero, y te lo digo con toda la honestidad que tengo, yo no quería nada contigo.
Más allá de una amistad, de verte de vez en cuando, de platicar alguna vez, eso era suficiente para mí. Es cierto, era fácil perder el piso con momentos y aventuras así, pero creo que yo también entendía que lo que nos causo tantos problemas siempre fue tratar de forzar las cosas, entonces ya no quería volver a perderte, porque creo que más allá de tu amor, lo que siempre quise fue tu compañía. Porque a tu lado me sentía completo, siempre sentí que podía hacerlo todo, porque a tu lado todo siempre era mejor y aún si solo podía verte una vez al año, aún si nada más eran 5 minutos mientras te acompañaba en el metro, era más que suficiente para mí.
Quería tu cariño claro, pero si el costo de él era tener que arriesgar tu compañía, entonces prefería tu compañía por sobre todo.
Porque si te soy sincero, tu nunca me dejaste de gustar ni nunca dejarías de hacerlo, pero en aquellos momentos lo único que deseaba era poder seguir pasando el mayor tiempo posible contigo, si era nuestro destino estar juntos o no, no me importaba, porque el tiempo nos daría la respuesta eso.
Y, sin embargo, aquella noche se me ocurrió abrir la boca y decir algo que no debía, no porque no tenia que hacerlo sino porque en el momento me acobarde. Yo no quería decirte “déjame consentirte” (bueno si un poco, pero no en ese momento), lo que realmente te quería decir era que me dejaras “ser tu amigo”.
La complicación con decir esto es muy grande, al menos para mí. Si bien es cierto con lo que te acabo de decir, que prefería tu amistad por sobre tu cariño, bueno, también es cierto que yo nunca había perdido la esperanza de que algún día pasaría. Quizás no el siguiente mes, ni el siguiente año, quizás pasarían los años pero al final, después de vivir tantas cosas, de aventuras y desamores, traiciones y decepciones, tu por alguna extraña razón, quizá por la gracia de los dioses o la bendición del universo, te darías cuenta que en todos esos años, yo jamás te había dejado de querer ni de procurar y quien sabe, a lo mejor seguiríamos teniendo contacto o ya no, pero cuando ese momento llegara, por fin vería aparecer en la pantalla de mi celular ese mensaje, esa llamada que siempre espere ver y no importaría que día fuera, en que momento fuera, porque si ese momento llegaba, entonces seria la señal para que estuviéramos juntos por fin.
Pero si ese día yo te decía que quería ser tu amigo, era como rendirme, como tirar a la basura esa esperanza, supongo que tiene más que ver con mi persona pues nunca me gusto rendirme así de simple, sin luchar, sin haberlo dado todo y, sobre todo, cuando aún tenia esperanza de que algún día pasaría.
Y te dije algo que no debía, y tu actitud cambio, no mucho, pero me di cuenta. Supuse que te habías enojado y que habías mal interpretado eso, como una declaración de guerra, como si lo que hubiera dicho fuera: “otra vez voy a intentar estar contigo”. Si bien, con lo que te acabo de decir parezca una contradicción, la verdad yo solo ponía mi esperanza en la vida, en el universo, yo no planeaba nunca más forzar nada, si al final teníamos que estar juntos, pasaría. Si no, pues entonces no teníamos porque seguir forzando una vida sin futuro.
Y cuando te despediste, sin miramientos, casi sin palabras, no hubo sonrisas, ni abrazos, solo una despedida. Fue cuando lo sentí más claro en mí, que aquella noche todo había cambiado y que lo más probable, es que ya no habría una próxima vez. Así fue como pasaron los días, yo negándome a pensar negativamente y tratando de platicar contigo, planeamos entonces lo del concierto que al final no fuimos, luego tu invitación a la exposición a la cual tampoco fuimos y mi ultimo intento, el intercambio que tampoco pudimos hacer.
Quiero que sepas que yo siempre te creí cualquier cosa que me decías, o sea, cuando me cancelaste lo de la exposición porque tus padres tenían planes, o cuando me decías que no podías hacer el intercambio ese fin de semana por x cosa. Siempre confié en que me decías la verdad, sin embargo, ese diciembre ya me encontraba mal. Porque no quería aceptarlo, aunque todo lo decía, que nuevamente volveríamos a distanciarnos y quizás, esta vez seria para siempre.
Porque esas negativas nunca las cuestione, pero tampoco soy tonto, ni tampoco soy ciego para no ver lo evidente. Porque una cosa era decir: “discúlpame, este viernes no puedo” y otra muy diferente, es decir, “este viernes no puedo, pero nos podemos ver el domingo o el lunes”. En realidad, el día importa poco, porque cuando se tiene interés, el tiempo y la distancia son lo de menos.
Supuse que con todo lo que habíamos platicado, lo que habíamos vivido juntos, ahora podríamos decirnos las cosas de frente, sin enojarnos, deprimirnos o distanciarnos, pero una vez más, mis suposiciones solo me trajeron decepciones. No sé porque aceptaste el intercambio, si lo hiciste por mero compromiso (como al final concluí) mejor no hubieras aceptado. Para mi hubiera sido mejor que te negaras, porque al menos ese no sabia que era sincero y creí tontamente que ya te había quedado claro, que no importara que pasase, que dijeras, yo no me apartaría de ti ni te dejaría de querer por nada de este mundo.
Y recibí dos negativas sobre hacer el intercambio, al final nos quedaba un fin de semana antes de que acabara el año, pero ya no quise intentarlo. Como te dije, creo que, si alguien tiene interés en hacer algo, entonces no pone excusas, más bien, busca soluciones, en este caso nunca hubo una propuesta de esa forma, al final no te culpo ni te guardo rencor por nada, como ya te dije, tu podías hacerme o decirme cualquier cosa y yo seguiría ahí siempre para ti, porque te quiero.
Y es por eso mismo, que me dolió tanto, ver lo evidente, que tu no querías verme y que por compromiso o por educación, habías dicho que si a algo que, de antemano, no querías hacer. En aquel momento, no me deje caer, eso fue después, por eso solo te mande un mensaje de feliz año nuevo y ahí decidí dejarlo.
Comenzó el año y yo segui con mi proyecto, aunque la empresa pasaba por una licitación y tuvimos una dura semana, de hecho, el 2 de enero o el 3, me quede más de 24 horas trabajando. Pues mis jefes necesitaban toda la ayuda con la licitación y bueno, me lo pidieron, entonces yo sin dudarlo me ofrecí a ayudarlos, me servía distraerme y no pensar en ti.
Fue una experiencia muy divertida y aunque al final no ganamos la licitación, me sirvió como anécdota, experiencia y obtuve el visto bueno de mucha gente importante. Es por eso por lo que en febrero por fin me contrataron, y bajo aplausos y apretones de mano, me visualizaban un futuro prometedor en la empresa como un líder de un hipotético grupo de desarrollo, iba a tener hasta a mis propios becarios sabias.
Pero, si has leído algunas de las confesiones que te hice en el otro blog, sabrás que al final rechacé ese futuro.
Pero me estoy adelantando, pues como te dije, desde diciembre yo ya andaba triste porque sabía lo que venía, cuando termino el año, obtuve mi confirmación. Por eso, todo enero y mitad de febrero me deje caer, en aquellos días era un humano que por inercia se mueve, no sonreía de verdad, solo trataba de aparentar para que la gente no se diera cuenta. Sobre todo, en el trabajo o en casa, pero literalmente, solo iba de casa al trabajo y no hacia más, ya no salía, ya no platicaba, es más había días en que literalmente no probaba alimento, de verdad, no exagero, hubo días que solo tomaba un poco de agua, pero no tenia hambre y por ello me enferme.
Cuando me encontraba solo en mi cuarto, solo me recostaba en la cama y trataba de no pensar en ti, pero al final siempre era algo que rondaba mi cabeza. Ha sido con creces, el mayor episodio de tristeza que haya pasado en mi vida, porque, no lo sé, simplemente lo sabía, lo sentía en mí, que ese había sido el final y ya nunca más nos volveríamos a ver.
Esa esperanza que siempre había estado, esa que te acabo de contar de que algún día después de muchos años llegaría nuestra oportunidad, ya no estaba. Entonces, sin sueños o ilusiones ¿Cómo seguir?
Porque jamás te lo dije o te lo conté, pero yo cambié mucho por ti, hice mucho por mejorar, por superar mis demonios, y cuando sentía que ya no podía, pensaba en ese futuro y sacaba fuerzas para seguir. De cierta forma, siempre todo fue por ti y para ti, pues siempre existió esa esperanza, entonces, cuando ese día llegara, yo podría ofrecerte mi mejor versión, una digna de una chica tan genial como tú.
Con el pasar de los días, fui superando aquella tristeza, me costó mucho, pero al final entendí lo que había pasado. Es decir, nuestro destino siempre fue conocernos, aprender un montón de cosas y luego, cada uno seguiría su camino.
¿Y entonces porque tuvimos aquellas noches increíbles si al final, no íbamos a estar juntos? Era algo que me preguntaba pero que al final supe darle respuesta. Esas noches fueron un milagro, un favor, un regalo que la vida, el destino o el universo nos dio. No sé porque, quizás por el cariño que siempre te tuve, quizás porque algún dios bondadoso nos vio todo ese tiempo y nos bendijo con eso, no lo sé.
Entendí que aquellas noches fueron el cierre de esta historia, esta que vivimos tu y yo. Y que era un regalo porque considerando todo lo que paso, todo lo que vivimos, siempre pensé que lo más seguro es que si llegaba a pasar, en el mejor de los casos nos dejaríamos de hablar y en el peor, nos diríamos hasta de lo que nos íbamos a morir. Pero no había sido el caso, al final, fuimos bendecidos con dos noches para vernos y crear recuerdos nuevos y lindos, los últimos que nos merecíamos, y entonces no habría despedidas, ni lagrimas ni arrepentimientos, porque ninguno sabría que todo había terminado pues solo nos fuimos, con la elegancia del silencio detrás.
Desde ese día lo vi así y di gracias por ello, porque de todos los finales que pude haber imaginado para nuestra historia, ese fue uno de los más lindos y que nunca esperé que nos pasara.
Solo me quedo seguir mi camino, deseando que estuvieras bien. Es cierto, aún hay días que te pienso y te extraño, que desearía hablar contigo y tener tu guía para hacer las cosas bien en mi vida. Pero aprendí a aceptar lo que fue, entendí que lo que vivimos acabo y que, aunque dos personas estén destinadas a encontrarse, eso no significa que deban estar juntas.
Por eso no te busque más, por eso no volví, porque ahí ya no hay nada para mí, para nosotros. Y no lo digo por despecho, ni por enojo, solo siento que eso es lo correcto, la vida se encargo de juntarnos y de separarnos, si al final debemos estar juntos o no, entonces no importa que distancia tomemos cada uno, que tratemos de aparentar, porque nos volveremos a encontrar.
Yo ya no te espero, como te dije, esa esperanza se murió hace tiempo. Pero no por eso, he dejado de quererte ni de desear tu buena fortuna, tu bienestar y tu crecimiento personal. Porque sería un imbécil y cabeza dura si intentara olvidarte, porque no podría. Tu fuiste parte de la época más bonita de mi vida, pensar en la universidad es pensar en ti y viceversa. Siempre vas a tener un lugar muy especial en mi corazón, no importa quien llegue o quien se vaya, tu siempre vas a estar ahí.
Te quiero y te voy a querer siempre, por lo que hiciste, por darme una ilusión, un sueño al cual aspirar. Por hacerme daño, por hacerme llorar, por ser mis noches de desvelo y desesperación. Porque, maldita sea, hasta tu forma de ser cruel y mala conmigo, siempre me pareció linda y elegante.
Tu fuiste y serás siempre, el gran amor de mi vida.
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El final - Parte 1
Isa – Y entonces, supongo que hemos llegado al final.
Ro – Si, parece que lo único que queda es terminar de cerrar esta historia.
Isa – Si no te molesta, quisiera comenzar yo.
Ro – Muy bien, adelante.
Isa – Muy bien, bueno, supongo que lo retomamos desde que nos despedimos en el metro aquella noche.
Como te dije, yo quedé muy contenta de saber que esa casualidad que se nos dio ese semestre al final había resultado para bien, pues ahora teníamos una restaurada amistad y teníamos cierta certeza en que la vida nos tenia preparado algo, es decir, las casualidades siempre nos habían acompañado y en ese sentido, habías comenzado a dejar de ignorar el hecho de que quizás, si teníamos que relacionarnos por algo.
En fin, las vacaciones comenzaron y pase unas fiestas increíbles con mi familia. A mis hermanas les conté sobre lo último que habíamos vivido y ellas entre risas y bromas, me daban ánimos pues coincidían conmigo que ahora por fin estábamos caminando ambos en la misma dirección. Pero, aunque ellas me motivaron a no dejar pasar tanto tiempo y tratar de comunicarme contigo y demás. Sin embargo, ahora entendía algo y es que casi siempre que tratamos de relacionarnos, por una u otra razón siempre había terminado mal o por lo menos, no funcionaba. En tal caso, sentía que la vida, el destino o el universo era quien nos daría la señal, nos juntaría en el momento exacto.
Así fue corriendo el año, yo seguí trabajando y curse algunas materias que aún me faltaban. Conocí personas, nuevos amigos y porque no, otros chicos con los que tuve buena química. Porque a pesar de que hubiéramos terminado de la mejor forma, yo tampoco quería cerrarme a la idea de tener que esperarte o que forzosamente tenia que estar contigo. No sé si me explico, es decir, yo te quería claro pero no por eso me iba a cerrar a tener alguna relación con alguien más.
Los días pasaban y no tenia noticias de ti, parecía que te habías ido de Facebook por un tiempo. En aquella época tenía días que quería hablarte, contarte cosas y seguir bromeando, pero simplemente no te conectabas. Es cierto, tenia tu correo y hasta tu numero de celular, pero por alguna extraña razón, no me sentía cómoda hablándote por ahí, era raro porque ya habíamos quedado bien y aún así, no me sentía con la confianza para hablarte. Por eso, cuando en la segunda mitad del año regresaste a Facebook publicando algunas cosas, me alegro. No solo porque sabia que estabas bien, que no te había pasado nada, sino también porque veía que te estabas divirtiendo como siempre.
Y un día sin más, llego tu mensaje. De lo más casual y amigable, como si no hubiera pasado ni un solo día desde la ultima vez que nos vimos o hablamos. Sonreí, me agradaba que aun cuando te habías tomado un tiempo de tus redes sociales, siguiera presente en tu mente y siguieras volviendo a mí, aunque solo fuera para platicar tonterías. Entonces me invitaste a la noche de museos y me puse sumamente feliz, habían pasado meses y de repente, sin planearlo, surgía una pequeña oportunidad para volver a vernos. Aprecie tu iniciativa y me dio confianza para aceptarla.
Llego el día, yo me encontraba nerviosa, emocionada, feliz, después de tanto tiempo podría verte. Pero entonces vi que el evento ya había alcanzado su limite y te mande mensaje, tu por supuesto no retrocediste, como siempre, trataste de buscar una solución y eso solo me confirmo que al igual que yo, tú también deseabas mucho verme. Por eso yo tampoco retrocedí, y te propuse que juntos encontrásemos una solución.
Conforme pasaron las horas, mi nerviosismo y mi emoción crecían a la par, si te soy sincera, llegue hasta 15 minutos antes al lugar donde acordamos. Creo que en esos minutos esperándote, en lo único que podía pensar era en como te saludaría, que seria lo primero que te diría después de tanto tiempo. Y entonces me mandaste un mensaje de que te habías retrasado un poco. Y en ese momento me dije que tal vez lo estaba pensando de más, que lo mejor era actuar tan natural y normal como la ultima vez.
Fue cuando llegaste, oí tu voz y sonreí porque al voltear te vi después de tanto tiempo, pero que en ese momento parecía que solo te había dejado de ver el día de ayer. Nos abrazamos y volví a sentir tu cuerpo, tu calor, me agradaba hacerlo. Y como siempre, llego el típico “cierra los ojos” y fui tan feliz en ese momento, porque sabía lo que venía, pero más importante, después de aquellos meses me seguías tratando tan lindo y cordial como siempre, tan atento y cariñoso conmigo.
Aquella tarde fue sumamente linda, salimos a caminar, a platicar sobre muchísimas cosas, tu y yo, dando vueltas por ahí viendo las ofrendas. Te notaba diferente, no solamente alegre, sino más tranquilo, concentrado, amable, era como si por fin después de tanto tiempo te hubieras librado de muchos de tus demonios y eso me agradaba. Porque esta versión que ahora conocía de ti se notaba que iba por el buen camino, y si alguien se merecía seguir un camino de felicidad y de bienestar, eras tu.
Me confesaste muchas cosas, con la confianza y el cinismo de siempre, yo escuche atentamente y creo que por fin terminaba de entender algunas cosas, sin embargo, al mismo tiempo sentía que quizás volveríamos a dar ese paso hacia atrás pero nuevamente me sorprendiste, porque no le seguiste dando más importancia y pasamos a otra cosa, era a todas luces, una versión de ti que me agradaba más y que siempre supe, que podías ser.
El evento termino y nos la habíamos pasado tan bien, que quise pasar un poco más de tiempo contigo, por eso te propuse ir por un trago o algo, a pesar de que el día de mañana tuviera que ir a trabajar. Y no fue difícil encontrar un lugar pues el centro histórico está rodeado de muchos lugares. Fue cuando creo me lleve la mayor de las sorpresas de esa noche, digo, ya había tenido varias que ni me pasaron por la cabeza, pero entonces te vi regresar de la barra donde fuiste a pagar nuestras bebidas, comenzó un poco de música y mientras ambos nos mirábamos fijamente, como dos cómplices que saben lo que viene y que no necesitan ni siquiera decirlo, sonreíste y me extendiste la mano y fue cuando todo cambio para mí.
No solo ahora eras más atento, más feliz, se notaba que habías por fin avanzado en tu vida personal y profesional, y ahora me sacabas a bailar. Supongo que no esperaba conocer un cambio tan radical en ti y te soy sincera, me gusto mucho que por fin fueras ese tipo de persona. Durante aquellas horas bailamos, bebimos y charlamos y no te miento, más allá de divertirme pensé en nosotros, en la casualidad y en el universo. En que quizás este era un nuevo plan para juntarnos, quizás, siempre había sido así. Es decir, ambos teníamos que haber vivido tantas desventuras para poder avanzar, y nos teníamos que separar para poder seguir avanzando, para que algún día (como ese día) nos pudiéramos volver a reunir y por fin, poder vivir lo que estábamos destinados.
Me sentía feliz, cómoda, querida y protegida contigo y me deje llevar aquella noche, me olvide por un momento del mundo y de mis problemas, porque después de tanto tiempo, éramos solo tu y yo como siempre soñé.
Aquella noche fue mágica, una de las mejores que viví y que tu hiciste aún más especial. Fue sumamente lindo que por fin pudiéramos tener esos momentos que nos merecíamos. Por eso sonreí tanto cuando nos despedimos, con la promesa de volver a vernos, supuse que ahora si era nuestra señal, de hecho, cuando le conté a mis hermanas sobre eso, ambas se emocionaron y pensaron lo mismo.
Pasaron los días y cruzamos una o dos palabras, al final, lograste conseguir las entradas para el primer evento que queríamos ir y me emocione, no solo porque en realidad si quería ver de que se trataba, sino porque nuevamente estaría contigo y quien sabe, no quería emocionarme de más, pero me agradaba ver que quizás ahora si podríamos empezar a construir algo.
Aquel día iba nuevamente con nervios y con mucha alegría, pues la tarde pronosticaba una noche tan buena como la que habíamos vivido. Porque ambos nos vimos y sonreímos, y platicamos, pero nunca dijimos nada sobre nuestros sentimientos o lo que estábamos viviendo. Suponía que habíamos llegado a un punto de entendimiento donde no hacían falta las palabras para poder entendernos o transmitir lo que sentíamos, porque ya no podíamos evitar estar juntos sin una sonrisa tonta en nuestro rostro.
Aquella noche en el evento, me encontraba un poco cansada, pero a pesar de ello, lograste que me divirtiera, hicimos cosas nuevas y me agrado muchísimo. Fue entonces que, para cerrar una bonita noche, te pedí que nos sacáramos algunas fotos, las cuales, hasta el día de hoy, guardo con mucho cariño.
Luego fuimos a bailar y todo era perfecto, pero entonces, no sé porque, volviste a abrir tu boca diciendo cosas que no debías. Si te soy sincera, eso me molesto pues ambos lo estábamos pasando tan bien, que en serio, quería darte un golpe para que te callaras y solo disfrutaras el momento. Después de eso, bailamos y bebimos, pero no pude sacarme lo que dijiste de la cabeza y creo que, de cierta forma, lo notaste. Creo que incluso podría decir que me decepcione un poco, pues me habías demostrado una versión mejorada de ti, pero cuando dijiste esas palabras, comprendí que aún seguía cargando el demonio de nuestro pasado contigo y que aún con todo, era algo que seguramente nunca podrías olvidar y continuar.
Quizás fue por eso por lo que después de esa noche, quise poner mi distancia. Créeme, era muy tedioso y cansado que por una sola cosa volviéramos a lo mismo de siempre, estaba confundida, es decir, me alegraba ver cuanto habías cambiado y avanzado, pero tan solo con unas palabras, habías demostrado que todavía te faltaba muchísimo por avanzar. Lo platique con mis hermanas y coincidimos que quizás había sido un error pero que lo mejor era no darle tanta importancia, tomarlo como un fallo casual y nada más. Quizás fue por eso por lo que, aunque no pudiéramos ir al concierto que habíamos acordado, yo te propuse ir a un expo que había visto y que tenía ganas de ir.
Al final, no pudimos ir y con la llegaba del cierre de año, las cosas se ponían turbias en todos lados. Aun así, me propusiste hacer un intercambio y creo que era una bonita forma de hacer las pases y cerrar de buena forma todo lo que había pasado. O sea, no dejarte de ver, pero simplemente como te lo dije una vez antes, por fin hablarte de frente y despejarte las dudas que seguro aún te acosaban. Verte, decirte que te quiero, que aprecio tu compañía y que quería que siguiéramos avanzando juntos, que dejaras ya de castigarte por algo que no valía la pena y te concentraras mejor en un futuro prometedor.
Sin embargo, esa ocasión nunca llego, pues tuve cosas que hacer y supuse que tu también, pues el único mensaje que recibí fue una felicitación de año nuevo, pero nada más. Porque después de eso te fuiste.
En aquellos días me sentía tranquila y al mismo tiempo confundida, tranquila porque confiaba que la vida nos volvería a reunir, porque no hacia falta preocuparse de más, si al final volviésemos a estar juntos. Y confundida por como habían quedado las cosas, es cierto que al final había dejado de darle importancia a lo que dijiste y lo tome solo como un error. Y, por otra parte, las siguientes ocasiones en las que habíamos cruzado palabras se notaba que no había ningún tipo de asunto pendiente entre nosotros, pero por alguna extraña razón, yo sentía que no había algo bien, no sé que era, simplemente así lo sentía, quizás cuando escuche tu lado de la historia, pueda terminar de entender.
Como te lo dije antes, tampoco quise darle demasiada importancia a tu distancia, creo que, de cierta forma, entendía un poco lo que quizás pensabas. Pues al final no pudimos concretar ninguna de las tres ultimas cosas que quisimos hacer juntos, el concierto, la exposición y el intercambio. Por otra parte, creo que, por mis negativas a verte en el intercambio, tu quizás pensabas que yo no quería verte más allá de la razón real para todo. En tal caso, creo que lo mejor era esperar, a que las cosas pasaran y ambos tuviéramos de nuevo la oportunidad de coincidir.
Pero entonces pasaron los días, las semanas, los meses y aunque ya estaba acostumbrada a que te ausentaras tanto tiempo de mí, cuando se cumplió un año y luego dos, creo que fue cuando por fin lo entendí, que tu ya no ibas a volver.
Han pasado tantas cosas en estos años, tanto que quise contarte y que no podía, cosas buenas y malas, experiencias, aventuras, amores, desamores. Hubo muchos días en que me acordaba de ti, en que quería que ahí estuvieras, riendo y platicando como siempre, y deseaba que donde quiera que estuvieras, te encontraras con bien y que tuvieras mucho éxito.
Aunque una cosa es cierta y es que, en efecto, yo no intente buscarte. Supongo que una parte de mí creía que lo mejor era no forzar nada, pues la vida nos había enseñado que cuando dejábamos las cosas fluir y seguir su orden natural, nos iba muchísimo mejor como aquellas dos noches que pasamos juntos. Y, por otra parte, creo que respetaba tu distancia, es decir, si no estabas en Facebook suponía que era porque no querías saber nada de quien ahí estuviera.
Te extrañaba, es cierto, pero confiaba firmemente en que ya tendríamos una nueva oportunidad de encontrarnos en el futuro. Pero entonces llego el día, ese donde caí en cuenta que todo había terminado. Y llore.
Llore por lo que fue, por lo que tuvimos, por lo que no. Porque al final, jamás pude decirte o explicarte tantas cosas que hubiera querido, porque al final, ni siquiera pude darte un abrazo o un beso de despedida, simplemente una leve mirada pues nadie sabia que esa seria la ultima vez.
Quizás piensas que al final, no significo más que un episodio en mi vida y quizás es cierto, pero fue uno muy importante.
En tal caso, con todo el dolor de mi corazón ore por tu bienestar, por tu seguridad y por tu salud, sabia que lo más probable es que ya nunca nos volveríamos a ver y por ello lo único que me quedaba era darle las gracias a tu recuerdo, por haber formado tantos y tan bonitos recuerdos conmigo, por haberme cambiado tanto en mi forma de ser y de pensar y por motivarme siempre, a convertirme en una mejor persona.
Al final, habías tomado esa importancia que siempre habías querido en mi vida, es cierto, quizás yo no te quería con la misma intensidad o al mismo nivel que tú, pero te quise y te quiero y eso nunca iba a cambiar. Porque contigo aprendí y viví tantas cosas que me ayudaron a volverme mejor, que no sabia que necesitaba pero que tu te encargaste de enseñarme. Por eso la pase tan mal cuando acepte que todo había acabado.
Con el tiempo, aprendí a aceptar tu partida, y aunque muy remota, siempre mantuve una pequeña pizca de esperanza en volver a coincidir. No sé, quizás en 10, 20 o 40 años, nos veríamos de casualidad en el aeropuerto, en el estacionamiento o en el supermercado y ambos, crédulos, sonreiríamos como dos adolescentes que no creen en las casualidades o el destino. De hecho, aún tengo un poco de esperanza que pase.
Supongo que fue por eso mismo que no me he detenido, sigo avanzando y aunque a veces es difícil y quisiera que estuvieras ahí para contar con tu apoyo, confiaba en que tal vez eso era una prueba, como muchas otras que tuvimos que superar, porque quizás la siguiente vez que nos viéramos, podríamos estar libres de tantas cosas y si los dioses nos sonreían, volver a caminar juntos.
Al final, lograste transmitir algo de esa esperanza que siempre te caracterizo, y claro, todavía te pienso, te extraño y hay días malos, cuando me dan ganas de llorar y de pedirle al universo, que te traiga a mi lado, pero yo tampoco quería que te decepcionaras de mi y por eso seguí avanzando. Y pasan los días y los meses y aunque es cierto que vivo nuevas cosas y conozco nuevas personas, tu siempre vas a ocupar un lugar muy especial en mi vida, como ese chico que desinteresadamente me quiso, me acompaño y me mostró su ser por completo. Que, a pesar de todo, nunca dejo de demostrarme cariño e interés, que se preocupaba tanto por mi y que se esforzaba siempre por verme sonreír.
Yo te quiero mucho y te voy a querer siempre, aun cuando ya no volvamos a vernos nunca. Porque si ese era nuestro destino, el encontrarnos, querernos, hacernos daño y aprender, todo para poder ser mejores personas, entonces no pude ser más afortunada. Doy gracias de que paso y que paso contigo.
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El comienzo - Ella
Isa – Muy bien, entonces supongo que es mi turno.
Ro – Claro, cuéntame.
Isa – Bueno, al contrario de ti, yo si me acuerdo mucho de ese primer semestre en que coincidimos. Recuerdo muy bien verte llegar tarde a las clases, y que siempre que llegabas, te sentabas con dos de tus amigos y muchas veces, ni siquiera prestaban atención a la clase y mejor se ponían a hablar de otras cosas. Si te soy sincera, también había algo en ti que siempre me pareció curioso y peculiar, quizás no al grado de como tu lo cuentas sobre mi porque creo que al menos en mi caso, tiene algo de sentido que te identificara sobre todo por ser el chico que siempre llegaba tarde a la clase.
Me parecías una persona alegre, honesta, algo tonta y presuntuosa, pero noble al final. Digo, esa era la impresión que me dabas, es cierto que quizás la seriedad en tu rostro puede llegar a aparentar que estás enojado o pensativo en algo, pero por alguna extraña razón, nunca me fie de eso y más bien, lo único que me transmitías era que, si te hablaba, me contestarias de forma calmada y hasta con una sonrisa.
Ahora, sobre lo que cuentas del metro, la verdad me sorprendió porque no lo recuerdo. O sea, si tu dices que paso quiero creerte, pero igual y por el tiempo que lleva eso, que me es difícil recordar si fue verdad o no. Pero si me acuerdo verte por los pasillos o algunas veces en la biblioteca, aunque como te digo, para mi siempre fuiste el chico que llegaba tarde a la clase. Te veía estudioso, decidido, un poco serio, pero no de esa seriedad molesta o que transmite mal humor, sino una seriedad de concentración, de enfoque.
Por mi parte, siempre me pareciste una persona curiosa y amigable, que al igual que yo, quizás no era el centro de atención pero que tenia su propio brillo. Y entonces llego ese momento cuando me hablaste, lo hiciste de forma sutil y amigable, como si ya nos conociéramos de siempre y quizás fue por esa familiaridad que no tuve ningún, pero en seguirte la corriente. Y así fueron pasando los días, platicando y conociéndonos. Al final, me di cuenta de que, en efecto, eras una persona sumamente sencilla, graciosa y educada, que en efecto eras algo tonto y presuntuoso, pero solo lo necesario, nunca la grado de ser molesto o antipático para uno. Y me platicabas cosas, como si ya me conocieras de siempre, y yo respondía y escuchabas mi opinión y aunque parecía que siempre nos esforzábamos en llevarnos la contraria, me gustaba un poco ese juego pues era muy divertido cuando ambos tratábamos de imponer nuestro punto de vista o lo defendíamos.
Eras atento, educado, hablabas con soltura y quizás con un poco de cinismo pues creo que algunas cosas las decías sin más, sin detenerte mucho a pensar si lo que decías estaba bien o mal. Era raro, aunque de cierta forma, valoraba que no trataras de ocultar o pretender ser otra persona solo para agradarme, era en tal caso, una muestra fiel y honesta de quien eras realmente, sin doble cara de por medio, únicamente tu y tus tonterías, tu y tu boca que no paraba, tu y tu forma de llevarme la contraria.
Creo que eso fue lo primero que me gusto de ti, que te mostraras como eras ante mi sin miedo, esperando a ver si teníamos algún tipo de punto en común, una ventana por donde comunicarnos. Porque esa autenticidad es algo que no muchas veces estamos dispuestos a mostrar, por temor al qué dirán.
Ro – Bueno, si te soy sincero, nunca me gusto mentir sobre nada en mi vida, me gustaba ser siempre honesto y por todo lo que había vivido antes en mi adolescencia, es que ya no trataba de encajar en los gustos de las personas. Pues tontamente lo hice muchas veces y al final lo único que obtuve fueron traiciones, puñaladas por la espalda y abandonos, por eso ahora lo único que hacia era ser yo, y si lograba encajar con la gente o no era algo que no me preocupaba.
Aunque si te soy sincero, contigo siempre fue diferente. Porque al menos tu opinión y lo que pensaras sobre mi siempre fue importante, aunque no por eso cambie o actúe para que tuvieras siempre una buena idea de mí. No, al contrario, a ti te mostré siempre quien era yo, sin la falsedad de una sonrisa siempre en el rostro, si me encontraba mal te hacia ver que estaba mal, si estaba feliz, te mostraba que estaba feliz. No solamente te mostré el chico tonto y amable que todos conocieron, ese que decía cosas sin sentido cada que le venían a la cabeza, sino también te mostré mi lado sensible, mi lado romántico, mis pesadillas y mis demonios.
Quizás cometí un error al abrirme de esa forma contigo, porque seguro que pensaste que era una persona con muchos matices y problemas, que necesitaba ayuda. Pero en mi defensa, era algo que no podía evitar. Por que como te dije, siempre hubo algo en ti que me podía mucho, ni yo mismo sé que es y creo que tú tampoco, solo sabía que quería que tu fueras la persona que me viera completamente, no solamente mi cuerpo, los modales y la cordialidad, sino más allá, que vieras mi corazón y mi alma, porque si alguien podría decir que realmente me conoció como era, quería que fueras tu.
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El comienzo - Él
Isa – Mmm supongo que poco a poco vamos llegando al final.
Ro – Es cierto, así que creo que antes de que lleguemos al cierre, ¿no te gustaría que contaramos como comenzó?
Isa – No lo sé, digo, creo que ambos siempre nos hemos contado esa parte de la historia.
Ro – Si es cierto, pero solo lo que ambos queríamos escuchar, creo que sería conveniente decirnos todo de forma honesta, en este caso, por ejemplo, quisiera contarte sobre antes de conocerte y las primeras veces que te vi.
Isa – Bueno, pues cuenta entonces.
Ro – Como ya sabemos, todo comenzó en el 2do semestre cuando coincidimos en una clase, lo curioso y espero no te ofendas, la verdad que no recuerdo mucho de aquella clase. Supongo que es en parte porque llegaba tarde o de plano no llegaba, de hecho, hasta me fui a examen final por lo mismo.
Así que, en base a eso, poco recuerdo de haberte visto, salvo quizás una o dos veces la verdad, sin embargo, fueron suficientes para reconocerte la mayor parte del tiempo, pues, aunque no íbamos juntos en otras clases, tu sabes que es común encontrarte con las personas en cualquier lugar de la facultad.
Es más, te voy a decir algo que jamás le he contado a nadie y mucho menos te lo dije. Una vez, yo me fui “temprano” (más o menos eran como las 3 de la tarde) y me fui a metro Universidad, cuestión que aborde el vagón casi al final y bueno, cuando llego a Copilco, “casualmente” y en serio que hasta a mi me sorprende, es que el tren se detuvo y ambos quedamos de frente.
En serio no estoy mintiendo, yo iba en la puerta y justamente se detuvo y eras la única que estaba por abordar, y recuerdo que nos quedamos viendo como 4 o 5 segundos, como diciendo con la mirada: “oye, yo te conozco” y después ingresaste y ya no supe que paso. Porque en esos segundos, me dieron ganas de hablarte, pero en cuanto te vi entrar, esas ganas se convirtieron en miedo, por lo mismo, no voltee a verte o algo así. Entonces ahí acaba la historia, pero al menos a mi me resulto algo curioso, parece que las casualidades siempre estuvieron presentes desde que nos conocimos.
Recuerdo haberte visto por los pasillos, en la biblioteca, no sé, supongo que siempre tuviste un algo particular, algo que siempre te hacia resaltar de entre las personas porque al menos a mi me pasaba, que en serio siempre te podía identificar con suma facilidad aún entre todas esas personas. No sé si te acuerdas de que, de hecho, una vez te vi estudiando en la biblioteca y te encontrabas en una mesa más o menos por la mitad, y fui y sin saludarte, puse una barra de chocolate entre tu y tu cuaderno y fue cuando por fin nos saludamos. Bueno, a ese tipo de cosas me refiero, que no importaba donde nos encontráramos, mis ojos siempre te encontraban aún cuando no te estuviera buscando.
Y no quiero decir cosas como el destino o la misma cantaleta de siempre, porque sería buscarle explicación a algo que ni tu ni yo sabemos porque pasaba.
Pero, en fin, eso me pasaba los semestres cuando no nos hablábamos, el solo poder verte cuando por suerte nos encontrábamos.
Todo cambio por supuesto en ese semestre que fuimos juntos en 2 clases y si te soy sincero, desde hace tiempo que quería hablarte, quizás por el hecho de que siempre hubo algo que me llamo la atención en ti, además de las casualidades claro. Por eso ese día, aunque con algo de nervios, me decidí a hablarte y afortunadamente tu respondiste de forma educada y amable, fue por ello por lo que continúe saludándote y tratando de que poco a poco, comenzáramos a tener más contacto.
Isa – Si, esa parte la recuerdo bien, pero ya que lo mencionas, dime algo, ¿fue ahí donde todo comenzó? O sea, ¿fue ahí cuando te comencé a gustar?
Ro – La verdad no sabría decir cuando fue, digo, desde siempre tuve curiosidad por hablarte y conocerte, por lo que no sabría realmente decir en que momento en concreto sucedió. Lo que si te puedo decir es que al principio quise tratarte lo más que podía, saber de ti, conocer tus gustos, hacerte reír, no sé, siempre me pareciste una chica muy linda y agradable, sumamente divertida y simpática, aún cuando no fueras el centro de atención, hay algo en ti que atrae a las personas, será que les inspiras confianza y por eso, es tan fácil agarrarte cariño y que hace a uno quererte contar un montón de cosas.
Recuerdo que pasaron los días y cada vez platicábamos más, aunque solo en persona y aunque quería agregarte a Facebook, creo que no tenía ningún problema con que nuestro trato fuera solo presencial, de hecho, como ya lo he dicho en alguna ocasión, siempre he preferido más ese contacto en persona que por cualquier otro medio. Así fue pasando el tiempo, cada día conociéndote un poco más, escuchando tu risa y tu particular punto de vista pues siempre tenias opiniones bastante interesantes. Me di cuenta de que tan increíble eras, tan bella e inteligente, una chica que no sabia porque, no tenia miles de pretendientes detrás de ella pues tenías un montón de cualidades increíbles y creo que así fue como poco a poco, fui cayendo en tus encantos. No sé, a tu lado todo siempre era más divertido, más sencillo, y no es porque tuviéramos muchas cosas en común o fuera lo contrario, porque vaya que éramos diferentes en muchos sentidos, es solo que siempre que estaba contigo podía olvidarme completamente del mundo y me concentraba en lo que decías, despertabas en mi siempre interés, ganas de conocer más, de buscar más, no como una competencia para ver quien de los dos tenía más conocimientos, sino más bien en un ámbito de superación, no sé, siempre causabas en mi ganas de convertirme en la mejor versión de mí mismo.
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19S
Isa – Whoa! Vaya, nunca me imagine que tu historia fuera sobre algo tan malo.
Ro – Si, la verdad suena que exagero, que digo cosas que no son, pero te juro que todo fue real.
Isa – Te creo, pero, siento que hay algunas cosas que no me quedan claras.
Ro - ¿Cómo cuáles?
Isa – Bueno, la primera, ¿realmente dejaste de hablarle?
Lo digo porque te conozco y es precisamente por esa humildad, esa amabilidad que te caracteriza que sé que permitiste que te tratara tan mal. Por lo tanto, creo esa parte, pero al mismo tiempo, sé que eres una persona fiel y que incluso con eso, tu ibas a seguir apoyándola.
Como te dije antes, es una de las cosas que me gustan y al mismo tiempo, me disgustan de ti. A veces quisiera que emplearas esa firmeza y esa fuerza de voluntad para otras cosas. Si te soy sincera, ahora tengo un montón de emociones, pero lo que quisiera hacer inmediatamente es decirte que eres un estúpido. Por haberle permitido tratarte así, sé que tus intensiones eran buenas, pero no te tocaba cargar con un destino así, esa niña tenia problemas, pero no era tu deber solucionarlos. Desde la primera vez que te diste cuenta de que no quería tu ayuda, debiste alejarte. Y sé que te hubieras sentido mal contigo mismo al hacerlo, pero era lo mejor, porque a veces así tienen que ser las cosas y aunque es duro, es necesario esas caídas para que uno deba de aprender y avanzar. Creo que, a su edad, es algo para lo que ya debería de estar preparada y sino, era mejor dejar que lo viviera pues solo así se formaría una persona con carácter, fuerte y decidida.
Tu propósito fue humilde, pero fallaste en la ejecución y tienes razón, si hubiera estado presente en aquella situación, te hubiera abierto los ojos apunta de golpes, no puedes ser tan bueno siempre con todos, y menos con una persona que no te aprecia.
Ro – Si es cierto, supongo que en realidad nunca me detuve a pensar en que era lo correcto, sino en más bien en que era lo más “cómodo” para ella. Vi siempre por su bienestar y pensaba que le hacia un bien, cuando de hecho, solo contribuí a que su carácter y actitud siguieran siendo los mismos. Pero respondiendo a tu pregunta, si me aleje completamente de ella.
Es cierto que a veces parecía disco rayado, pues decía que iba a alejarme, que la iba a dejar y al final no lo hacia por una u otra razón, principalmente porque sentía que era quizás su único apoyo en ese momento, y en los mejores momentos, me alejaba un día o dos, pero no aguantaba mucho y volvía. Sin embargo, cuando por fin lo decidí, lo hice sin más. Claro que no fue fácil y durante las primeras semanas estuve tentado a hablarle y volver a recaer, pero me puse los pantalones y me mantuve firme, ante todo, al final termino resultando, pues ese miedo y ansiedad que tenia por saber de ella se fue atenuando cada vez más hasta desaparecer. Ya para cuando ella hizo su ultimo intento de buscarme, yo ya no sentía nada por ella ni por lo que podía pasar. Si pensaba que era mala persona, si iba por ahí diciendo pestes de mí, ya me daba igual y hasta el día de hoy, pocas veces la pienso. Sobre todo, cuando es necesario contar esa historia como por ejemplo ahora, pero en realidad ni me cruza por la cabeza, pues el día que decidí sacarla de mi vida, no era broma.
Isa – Bueno, tarde pero seguro, me gusta que hayas tomado la decisión más sana para ti, porque claro, ella seguro te odio y dijo un montón de cosas malas sobre ti, pero si ni aun con eso tu sientes algún tipo de rencor contra ella, es claro que te quedaste en paz. No solo por librarte de una persona así, sino porque en realidad nunca le debiste nada y siempre hiciste tu mejor esfuerzo, aunque no funciono, nunca te arrepentiste de ello y eso solo demuestra lo buena persona que eres.
Pero ahora, tengo otra pregunta, ¿Qué sucedió con la CONDUSEF? Tu dijiste que había la posibilidad de que te contrataran y según la historia, tu trabajo era muy bueno, ¿no te contrataron?
Ro – No y la razón es muy simple. Yo nunca fui un lamebotas con el jefe de la unidad (se llamaba Jorge), solo lo saludaba y era educado, pero nada más, nunca me intereso formar algún tipo de vinculo con él pues, aunque fuera el jefe, me parecía falto de carácter, de liderazgo, creo que hasta cierto punto ni el mismo conocía los alcances, posibilidades, fortalezas y debilidades de todo su equipo de trabajo. De hecho, una vez platique con Fer y el me comento que, dada su antigüedad, el pudo haber sido el jefe, pero lo rechazo en su momento y después, cuando se presento nuevamente la oportunidad, pusieron a Jorge, básicamente por “palancas”.
Creo que esa fue una de las partes malas que experimente estando en el gobierno, el trafico de influencias. Pues no solamente yo, sino muchos otros chicos hacían un trabajo increíblemente bueno, de hecho, Dana ya llevaba casi un 1 año estando ahí cuando yo inicie mi servicio y aunque se supiera los procesos al derecho y al revés y pudiera hacer muchas cosas por si sola y de manera ordenada y sin errores, no le daban una oportunidad de contratación.
Ahora, porque menciono lo del lamebotas, bueno, una vez hable con Fer de eso, de si la leyenda de la contratación se había hecho realidad alguna vez y él con toda la honestidad del mundo me dijo que solo conocía una, y era de un abogado que atendía usuarios y que obtuvo su puesto porque hizo su servicio con la jefa de ellos, además de ser un adulador con ella. En ese sentido, yo solo me esforcé en que mi trabajo hablara por mi pues eso de andar aventándole flores a las personas nunca fue mi estilo, por si fuera poco, Fer y Jorge se llevaban mal ya que uno no respetaba la autoridad del otro y, por ende, era casi seguro que no me iban a dar la oportunidad por más excelente que fuera mi trabajo.
Es más, ahí te va, en el tiempo en el que estuve, vi como otras personas de otras áreas, para no despedirlas, solo las rolaban. Literal había chicos que ya sabían los procesos muy bien y los ponían a enseñarles, de hecho, cuando yo los veía siendo tutores siempre pensaba algo como: “si el chico ya lleva meses aquí y sabe hacer las cosas bien, no te sale más fácil contratarlo que andarle enseñando a otra persona”. Porque en serio, había gente ya grande, de 50 años para arriba aprendiendo esas cosas. Y no es en mala onda, yo sé que la edad es un gran problema muchas veces para buscar trabajo y lo de la jubilación, pero oye, no es como si no tuvieran el dinero o el espacio para contratar a los mejores jóvenes ahí en CONDUSEF.
En su tiempo lo pensé y quizás si me lo hubieran ofrecido, a lo mejor me hubiera quedado como mi primer trabajo formal (no el primero de mi vida, si el primero en una oficina) y quien sabe, tal vez tendría lo del archivo como un agregado a mi perfil. Pero pues nunca sucedió, igual no me arrepiento ni me sabe mal, al final creo que estuve el tiempo justo y fue divertido.
Isa – Si, algo de eso me suponía. A veces uno no quiere pensar mal del gobierno y de la corrupción que ahí impera, pero parece que es inevitable, es como si ya fuera parte de él. Pero bueno, supongo que con eso cerramos las incógnitas de aquella historia toxica que viviste.
Por lo que solo me queda una ultima pregunta, pero esto es de otra cosa, seguro que te acuerdas, ¿el 19S qué paso?
Ro – Vaya, la verdad que no esperaba esa pregunta. Pero te responderé lo que quieras.
Ese día, fui a la facultad a realizar mi examen de inglés, pues no tenia ninguna clase, como te comenté, había metido pocas materias y había ocasiones en que no tenia que ir. Me parece que era un martes, yo me encontraba en el auditorio principal haciendo mi examen junto con una compañera de nuestra generación, no sé si la conociste alguna vez, su apellido era Pavana. Bueno, estábamos en eso y tenia como 20 o 25 minutos que ya habíamos comenzado cuando comenzó a temblar. Fue una gran sorpresa porque tú sabes que ahí en la universidad es sumamente difícil que se sienta un temblor, por lo que todos se espantaron pues la intensidad real debería de ser muy grande.
Por suerte, me encontraba muy cerca de la salida de emergencia así que fui de los primeros en salir, de hecho, tuve que empujar a unas personas pues de repente se quedaron estancados viendo cómo se movían las cosas y se rompían algunos cristales, lo que ocasionaba que toda la gente que venía detrás no pudiera salir. Se enojaron, pero oye, deja que salgan las personas y luego te pones a grabar. En fin, salimos a donde está el vagón de la facultad y nos juntamos todos mientras el sismo pasaba, yo abrace a Pavana porque se espanto y luego socorrimos a una chica que tuvo una crisis nerviosa.
Cuando se calmó, nos sacaron a todos al estacionamiento y ahí estuvimos todos los alumnos durante unos 20 o 30 minutos, me encontré con algunos conocidos y crucé algunas palabras, mientras como todos, intentaba llamar a casa para saber sobre mi familia. Sin embargo, tu bien sabes que las líneas estaban saturadas, no conectaba nada y el Wifi igual, así que solo pude poner la radio de mi celular para saber que pasaba en la ciudad.
Ayudamos a varios alumnos que tuvieron crisis pues tenían familiares hospitalizados o así, y aunque varios comenzaron a irse, lo más seguro es que todo fuera un caos, sobre todo el metro. Por otra parte, al menos los del examen de ingles teníamos una gran incertidumbre pues tu bien sabes que para ese examen se tiene que pagar, entonces no sabíamos que iba a proceder con nuestro lugar y nuestro dinero.
Después de unos 40 minutos, organizaron a los alumnos para que pasaran por sus cosas a los salones respectivos, de la manera más rápida y ordenada posible, a nosotros nos tocó dejar los exámenes (porque si, nos salimos con estos en mano) en una mesa y agarrar rápidamente nuestras mochilas.
Con nerviosismo sali y me dirigí rumbo al estadio, pues como te dije, el metro era seguro que estaba presentando fallas y con toda la universidad que se iba, estaría sumamente saturado. Sin embargo, cuando llegué a estadio había una bolita de alumnos organizando algo, y quise quedarme a ayudar, así fue como adecuamos un espacio para comenzar a recaudar víveres y demás. La mayoría nos encontrábamos nerviosos, con algo de miedo por no poder contactar a nuestras familias, pero hacer eso nos sirvió bastante para distraernos, mientras escuchábamos en las noticias, los desastres que había dejado en la ciudad. Estuve ahí unas cuantas horas, en realidad no tenia intensión de quedarme, y aunque ya me fui cuando comenzaba a caer la tarde, el trafico y el transporte parecía que no había menguado ni un poco. Por lo que prácticamente camine desde el estadio hasta Eje 5 pues ahí pasaba el camión para mi casa.
Cuando llegué a la parada, tuve por fin señal y entro mi llamada, me contesto mi hermana paro aparentemente no había buena señal por lo que no me escuchaba. Deje pasar unos 3 o 4 camiones pues todos venían muy llenos e incluso, camine un poco más, hasta que pude subirme a uno. Llegue a casa por las 7 de la noche, se notaba que no había luz y por fortuna, todos en mi familia se encontraban bien.
Ya en mi cuarto, me dedique a revisar lo que decían en redes sociales sobre todo en Twitter que es donde parecía fluir de manera más rápida las noticias.
Si soy honesto, mientras trabajábamos poniendo lo que podíamos para hacer nuestro improvisado albergue en el estadio, platique con algunos chicos y todos nos dimos palabras de apoyo para tratar de pasar un poco el mal sabor de boca, e incluso cantamos algunas canciones para inspirarnos y sonreír un poco, verdadero compañerismo en acción. En una de esas, salió la pregunta de si teníamos a alguien especial, a parte de nuestras familias claro. Y sinceramente, la persona en que más había pasado por mi mente después de mis padres y hermanas, eras tu.
Pensaba en lo que estarías pasando, los nervios, la angustia, el miedo, la impotencia de estar atrapada en el trafico cuando quieres de manera desesperada, llegar a casa y asegurarte que todo esté bien. Muchos respondieron sobre sus amores, sus novias y novios e incluso les cantamos a algunas pocas parejas que junto con nosotros estaban. Cuando llego mi turno, solo dije tu nombre y que deseaba con todo mi ser, que nada malo te hubiera pasado o a tu familia y bueno, ellos me motivaron para no quedarme solo con eso, es más, todos lo hicimos cuando nos tocaba; mandarle un mensaje a esa persona especial si es que no estaba, pues con lo que había pasado, quién sabe cuánto pasaría hasta que nos volviéramos a ver.
Yo no quise ser muy indiscreto, es cierto que me tenias muy preocupado, pero creo que incluso en ocasiones así tienes que guardar la prudencia y ser lo más tranquilo posible, además, me decía a mi mismo, que quizás ante toda la incertidumbre y el pánico que rondaba por las calles, lo que menos quería alguien era recibir un mensaje extremadamente largo y profundo como si fuera su ultimo día en la tierra, es por eso por lo que fui sumamente breve en ese mensaje.
Isa – Vaya, no sabia esa parte del estadio. Siempre supuse que estarías en tu casa o en algún otro lado que no fuera la facultad.
Es cierto, fuiste sumamente breve en ese mensaje, una sola pregunta y por eso mismo es que te pregunte ahora. Porque de todas las personas de las que esperaba un mensaje, el tuyo me sorprendió y me alegro. Creo recordar que no habíamos tenido una buena noche la ultima vez que nos habíamos visto, y supongo que era una de esas temporadas en que no todo estaba bien en general. Y es cierto, con el nerviosismo de la situación, la verdad que poco podías pensar en otras personas, en casualidades y destinos.
Cuando tuve por fin conexión y pude revisar mis mensajes en redes sociales, sonreí al ver el tuyo. No sé, creo que de entre tantas cosas que pasaban, las noticias y el pánico, era reconfortante saber de aquella persona especial. Es cierto que no pensé en ti, estaba sumamente preocupada por casa y mi familia, por eso cuando leí tu mensaje caí en cuenta de que quizás debía también de haberte mandado un mensaje y hasta llegué a sentir un poco de culpa por no haberlo hecho.
Pero no tenia cabeza para cosas tales, solo hice lo más simple, responderte y mientras esperaba tu respuesta, pensaba en la fortuna que debe de ser, tener alguien que se preocupe por ti, que en situaciones así, no sé desaparezca ni aumente tu preocupación, sino que lo primero que haga es pensar en tu bienestar.
Y por un momento, me olvide de todo lo que estaba pasando, pensaba en ti, en mí, en la increíble aventura que cada uno habrá vivido, en lo que habremos presenciado. Pero que aún con todo el caos de un temblor que devasto parte de la ciudad y que puso a todo un país a rezar, hubo un momento solo para nosotros dos, porque a pesar del temblor, el miedo y la distancia, pudimos sentir a kilómetros de distancia la mano del otro, apretando la nuestra firmemente como diciendo, “tienes miedo, yo también, pero estoy contigo”.
#Parati#ana#Isabel#dominguez#lo que nunca te dije#lo que nunca fue#loquenuncafuimos#sueño#sueños#En otra vida
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El servicio.
Ro – Bueno, parece que ya solo queda un par de cosas que contarte.
Isa – ¿Sí? Yo diría que en realidad solo una, y, de hecho, la más importante.
Ro – Bueno es cierto, pero te debo una historia, no sé si lo recuerdas, era algo que te quería contar desde de hace mucho tiempo y que, de hecho, aunque tuve la oportunidad aquella vez que salimos, preferí llevar aquellas horas por otro camino, porque mientras más avanzaba la noche, era cada vez más agradable y lindo estar contigo, no lo quise arruinar con una historia que no tenía importancia.
Isa – Cierto, lo recuerdo. Pero ¿cómo dices que no tiene importancia? A mi me gusta escucharte, siempre me pareció interesante lo que tenias que contarme y aunque es cierto que a veces no lograbas llamar mi atención, otras más si que lo hacías y lo disfrutaba. Además, si no tuviera importancia, entonces no lo hubieras mencionado.
Ro – Buen punto, pero lo menciono porque no quiero deberte nada, quiero decirte todo eso que quedo pendiente y que creo, es necesario para terminar de hacer que todas las piezas encajen.
Si digo que no importa, es simplemente porque en aquel momento estaba contigo y nada más en mi mundo era más importante, que pasarla genial a tu lado, reír y bromear como siempre. Pero ahora estamos aquí, y es necesario cerrar los cabos sueltos, sobre todo, porque te dije que te la iba a contar.
Supongo que con todo lo que te he contado, ya sabrás más o menos de que va la historia.
Isa – Si, me hago una idea.
Ro – Bueno, todo esto sucedió después de nuestra navidad. Como te dije antes, esa noche que nos despedimos fue uno de los recuerdos más bonitos que pude crear a tu lado, tanto así, que para el próximo año mi motivación estaba en su punto más alto, por lo que iba con toda mi fuerza a donde el destino me llevara.
En ese sentido, me encontraba de cierta forma en un dilema, pues la escuela ya había acabado y siguiendo el camino hacia la titulación, tenia que cumplir con el requisito del servicio social. Pero también sabia de oportunidades laborales empezando desde ahí y con el tiempo poder escalar hacia un puesto, por lo que en realidad no sabia muy bien a que tipo de oportunidad enforcarme.
Al final, creo que disfrutaba mucho de mi tiempo y la idea de encadenarme a un escritorio era algo que me causaba rechazo, al menos de momento, pues había pasado 5 años de mi vida estudiando sin cuartel, creo que, viéndolo de esa forma, me di permiso de tomarme un ligero descanso. Por lo que decidí solo hacer el servicio sin ningún tipo de compromiso adicional, y aunque la idea era adquirir un poco de experiencia en él, la realidad es que apliqué a cualquier cosa aún cuando no fuera de la carrera.
Recuerdo que fui hasta al Papalote Museo del Niño, pero no me quede. Llego febrero y debo decir que me estaba poniendo un poco impaciente, pues mi plan era ingresar a algún lugar inmediatamente empezando el año, pero algunos no me convencían y en otros, como el caso del Papalote, no quede. En fin, en una de esas, vi la oportunidad de entrar en la CONDUSEF, la verdad no me parecía tan mal y supuse que siendo de computación, a lo mejor me ponían en algún tipo de soporte o algo de desarrollo, de hecho, la convocatoria decía algo de redes. Y bueno, fui a darme una vuelta pues no tenía nada que perder.
Llene los formatos y me sorprendió ver uno donde decía que posiblemente podrías ser contratado, pero no me emocione, pues no sabia realmente donde iba a estar porque las chicas que me atendieron de Recursos Humanos, no me explicaron mucho. Hasta que llego el momento en que me preguntaron por mi horario, yo clásicamente elegí la tarde y me mandaron a otro piso a una “entrevista”, sin embargo, la persona no estaba (hubiera sido genial porque de haber estado, hubiera atendido usuarios junto con los abogados). Así que regrese y me mandaron al archivo, donde una de las jefas me atendió pero fue muy curioso porque en realidad, no estaba haciendo nada, solo estaba en su oficina con una amiga distraídas en su celular, lo que me dio muy mala espina y rogué que esa no fuera a ser mi jefa, afortunadamente por el horario que quería, me mandaron con el jefe de la unidad y él me dijo que si tenia vacantes pero que prefería mi ayuda en la mañana, entonces acordamos que el horario fuera de 10 am a 14 pm, dicho eso, ingrese a la CONDUSEF un 16 de febrero en la Unidad de Gestión Documental.
Las tareas que se realizan ahí son varias, pero podríamos resumir que la mayor parte es tener clasificado, ordenado, catalogado y digitalizado, todos los expedientes de los usuarios que atiende la CONDUSEF y debido a las diferentes etapas en que se manejan, cada persona está enfocada en una de ellas con el fin de mantener un buen orden en todo. La verdad que yo pensaba que iba a estar ayudando con las impresoras, las computadoras o los escáneres, pero al final me convertí en un archivista y contrario a lo que quizás piensas, eso me hizo muy feliz.
Porque tenia la oportunidad de hacer algo diferente, antes de vivir la aburrida vida de un ingeniero, tenia esa posibilidad de vivir momentáneamente otros zapatos y ver que tal era ese otro mundo y me encanto. Es cierto que, en la mayoría de los casos, el archivo es aburrido, solitario y con pocas personas (muy similar al clásico cuarto de programadores) pero este era diferente, o al menos, me abrió un poco los ojos a que eso no era totalmente cierto.
A mi me toco trabajar con mi supervisor Fernando (un tipazo en serio) y él contaba solo con otro chico en la tarde, así que yo seria su apoyo por la mañana, su puesto desempeñaba varias funciones pero lo importante es que el era el segundo paso después de que un usuario va a levantar su queja en la CONDUSEF, es decir, después de que los abogados reciben los documentos y arman el expediente del usuario otorgándole entonces una nueva cita en 15 días, nosotros teníamos esos 15 días para recibir el expediente, clasificarlo correctamente, digitalizarlo, armarlo (ponerle sus micas y coserlo, literalmente) y subirlo al archivo digital para que pudieran consultarlo en cualquier momento.
Por esto, es que constantemente recibíamos la visita de mucha gente, pues diario mandaban expedientes nuevos y los abogados pocas veces iban personalmente, la mayoría de las veces iban sus chicos de servicio. Durante las primeras semanas me dediqué a aprender todo lo rápido que pude, en unas 3 semanas, después de algunos errores, ya podía clasificar sin ayuda, digitalizar, subir y armar los expedientes casi con total soltura. Era a todas luces, algo diferente a lo que había pensado que seria, pues era más dinámico, todo el tiempo me encontraba haciendo algo y las 4 horas se me pasaban volando. Además, que, estando ahí adentro, aproveché para conocer sobre otros temas y gracias a la asesoría de Fer, pude aprender sobre seguros, sobre procesos, sobre las demandas, los bancos, cosas propias de un archivo como aprender a clasificar y resguardar, etc.
Y es en serio, modestia aparte, era bastante bueno en lo que hacía. Digo tampoco es como que fuera súper difícil, pero oye, era un muy buen elemento. Recuerdo que me decían muchas cosas como: “ay, ahora si están haciendo su trabajo” o “ahora si se están poniendo las pilas”, los abogados cuando iba a entregarles sus expedientes. En cierto momento la curiosidad me pudo y pregunté por qué todos decían eso, y varios de los abogados me comentaban que antes (antes de que yo llegara), regularmente recibían sus expedientes a 2 o 1 día de la fecha limite e incluso, en algunos casos tenían que subir personalmente para meter presión y tenerlos, aunque sea de forma digital, ahora los recibían con una semana de ventaja. De verdad que no estoy exagerando, incluso hubo días en que prácticamente Fer ya no sabia que ponerme a hacer pues nuestro ritmo de trabajo funcionaba de forma rápida y eficiente de modo que acabábamos con todo lo que teníamos por hacer y lo único que nos podía retrasar eran otras partes en el proceso, como las bases de datos de los nuevos expedientes que aún no llegaban o así. Es más, según Fer, no había tomado vacaciones en 15 años, y fue hasta que yo llegue y pudimos trabajar tan bien a la par, que se tomo la libertad de irse 2 semanas de vacaciones en julio de ese año.
Aquellos días me la pase genial, aprendí un montón de cosas y trabaje mis habilidades de comunicación y de trabajo en equipo, incluso Fer se daba el lujo de tomarse momentos en los que me dejaba solo, porque ya me había enseñado a atender a los chicos y revisar correctamente los expedientes. Era a todas luces, una gran sorpresa para mi descubrir que ese servicio que pensé seria aburrido y tedioso, se convertía en algo que me aporto tantas cosas a mi persona y a mi crecimiento profesional.
Pero, como no todo es miel sobre hojuelas, aquí viene la parte que realmente nos compete.
Bueno, desde que llegue estuve conociendo e interactuando con los otros chicos de servicio, sobre todo mis compañeros. Pero como te digo, recibíamos mucha gente, de entre todos ellos, siempre hubo una chica que me llamo la atención, era como de mi estatura, sumamente delgada (creo era talla 0 o 2 dependiendo de la ropa) y muy guapa la verdad. Se llamaba Danae, aunque ella prefería que le dijeran solo Dana, pero a pesar de que me parecía una chica atractiva, por como se llevaba con Fer, siempre pensé que este quería algo con ella así que prefería no meter mi nariz donde no me llaman, así que solo la saludaba y la trataba con cordialidad.
Fue hasta que en una ocasión la encontré afuera de la CONDUSEF cuando ya me iba, comenzamos a platicar y me contó sobre sus planes para la tarde, sus metas a corto plazo y su plan para su educación. La verdad no note nada raro en aquella ocasión, salvo acaso, el hecho de que parecía ser de esas personas completamente enfocadas en su persona, aunque dada la situación, quise adjudicarlo a la preocupación o al estrés.
Como Dana siempre se me hizo linda y demás, en cierta ocasión, quise hacerle un gesto de apoyo, entonces compre unos dulces y cuando entre, fui a dejárselos a su lugar, esto la hizo sonreír y su jefa (una licenciada que siempre nos apoyo mucho) también, en fin, no me quede mucho solo le desee suerte en lo que sabía, iba a ser un día importante para ella por lo que me había contado. Después de eso no nos vimos por semanas, al menos solo nosotros dos, hasta que un día fui a dejar unos expedientes a su sala y me la encontré, ella con toda la elocuencia del mundo, me pidió mi teléfono para poder chatear, yo se lo di sin objeción, ¡Dios, no sabía en lo que me estaba metiendo!
Los primeros días nos tratamos con normalidad, como los “amigos” que éramos, hasta que llego un momento en que ella tomo la iniciativa y como que quería salir conmigo, bueno, hicimos el intento, pero no pudimos, entonces acordamos un día y fuimos. Esa primera salida me sirvió para darme cuenta de que realmente ella no era como pensaba, no por sus gustos (el kpop y esas cosas) sino por su actitud, el hecho de ser sumamente cerrada y su mentalidad aún tan de adolescente. Ella en ese entonces tenía 20 años, pero mentalmente pensaba como una chica de 14 o 15 años. En fin, la salida no fue muy buena, yo me di cuenta de que tipo de persona era ella y preferí dejarlo solo en una amistad. Sin embargo, la siguiente semana ella tomo distancia y la verdad que no me supo mal, digo, yo también entendía que tan incompatibles éramos y por eso no dije nada, pero nuevamente la volví a cagar, pues el siguiente lunes le fui a dejar unos chocolates a su lugar.
Según me conto después, la licenciada la “regaño” ya que le dijo que me trataba de forma apática y que debería de por lo menos, ser más amigable con alguien que se esforzaba en ser lindo con ella. Debido a eso, ese día en la noche hablamos y contrario a lo que parecía, su distanciamiento era porque no quería ser mala conmigo (aja sí) pues todavía traía traumas de su ex. Aquella vez acordamos ser amigos y seguir saliendo si pintaba, bueno, así seguimos hasta que un día le dije que me gustaban sus ojos, ella me dijo que porque no era directo con ella y pues tuve que decirle, que si me gustaba pero que veía que no éramos muy compatibles, ella me hizo un pancho que la estaba juzgando por su físico o por sus gustos (tenia muchos pedos la niña) y pues yo siempre fui condescendiente y siempre le dije lo que ella quería escuchar con el fin de no pelear.
Platicábamos, aunque casi siempre era unilateral, es decir, siempre era Dana, sobre Dana, lo que le pasa a Dana… para no hacer el cuento largo, salimos y fuimos al cine, creo que lo llevábamos bastante bien hasta que antes de dejarla en su casa, nos sentamos a platicar en un parquecito y de esa situación, salieron dos cosas, la primera, ella se disgusto de que yo no fuera a pedir más tiempo en la CONDUSEF pues le dije que terminando mi periodo, ya buscaría trabajo, pero en otra parte. La segunda, me di cuenta de que a ella le daba pena que la vieran conmigo.
Seguimos platicando y conociéndonos, tuvimos peleas estúpidas por malentendidos y sus berrinches, era como tratar con una niña en serio. Pero yo ponía de mi parte y casi siempre daba mi brazo a torcer, creo que la razón principal más allá de tener una relación era que dado lo que me conto de ella, quería darle apoyo, comprensión y cariño. Ser una guía para que no cometiera errores pues donde ella estaba, yo ya había estado y vaya que la había cagado mucho, por eso me quede, por quererle evitar tantas y tantas penas.
En fin, al final del periodo del servicio, estábamos peleados por una estupidez, así que antes de irme quise hablar con ella y discutimos como es lógico, pero digamos que “quedamos bien” o eso creí, pues ella comenzó a salir con alguien más en esas ultimas dos semanas y al final, decidí mejor alejarme para ya no darle más problemas. Sin embargo, uno de esos días de septiembre salí con mis amigos y nos fuimos de fiesta, nos la pasamos genial y me fui a quedar a la casa de uno de ellos. Ya de regreso a mi casa el día siguiente, se me ocurrió ver sus estados de WhatsApp, esto porque no la había borrado solo no le hablaba y he de confesar, que los últimos días había tenido una especie de “ansiedad” por saber de ella, no sé, era raro, era como si sintiera que algo le estaba pasando y efectivamente así fue, pues conteste una de sus historias y me platico lo que sucedió.
Así que de esa forma volvimos a seguir platicando, yo le deje claro que ya no quería nada con ella y creo que en eso estuvimos ambos de acuerdo, más, sin embargo, las cosas siguieron prácticamente igual, yo tratando de ser atento, lindo, un apoyo y guía y ella siguiendo su propio camino, sin importarle nada, solo en momentos de duda o incertidumbre, me buscaba, pero solo como desahogo, no como verdadera ayuda. De hecho, en nuestra primera salida a finales de octubre, cuando fuimos a aquel evento de día de muertos, fue el día que casi termino todo con ella (me hubiera hecho un gran favor) pues después de que te despediste de mi en el metro, me conecta al wi-fi y cheque mis mensajes, ella por supuesto me mando algunos y se los respondí.
Traía toda la alegría de haberte visto, de haber salido contigo y todo lo que aquella noche mágica nos había dado, pero ella parecía que se esforzaba en tratar de hacerme enojar, así que, para no pelear más y no arruinar una noche tan hermosa, decidí ignorarla y dejar de contestarle. Así lo hice hasta el domingo, en la noche, cuando supuse que ya todo había terminado y erróneamente, como un ultimo acto de ayuda, le dije sus verdaderas, sobre cómo me sentía, como me trataba y que esperaba al menos con mi partida, entendiera como saber apreciar a quien viniera después de mí. Bueno, el plan no salió como había pensado, ya que me llamo y hablamos, aunque yo me mantuve firme la mayoría del tiempo, cuando noto que no me iba ya a convencer de nada, utilizo el recurso del llanto y no te lo niego, me conmovió. Al final di mi brazo a torcer y nuevamente volvimos a intentar “ser amigos”. De hecho, hasta fuimos a un concierto y como de costumbre, pague todo.
El verdadero fin vino en diciembre, un día de lo más normal me dije a mi mismo “¿qué estoy haciendo?”, es decir, porque seguía ahí con ella. Si a todas luces, no le importaba lo más mínimo que tenia para ofrecerle, ni mi ayuda, ni mi amistad ni mi cariño. Así que simplemente la elimine y ya no le conteste, incluso hasta llegue a bloquearla, ella me busco un par de veces, la ultima fue en febrero creo recordar, un ultimo intento desde un numero nuevo, pero yo me mantuve firme y seguí sin responder, lo ultimo que me dijo era que esperaba que me fuera bien, aunque obviamente lo decía de manera cínica y descarada, es decir, eso no era sincero, era para ver si en un intento desesperado, yo volvía llorando e implorándole que no se fuera.
Si te das cuenta no he entrado tanto en detalles, porque creo que está de más contar todo lo que sucedió punto por punto. Pues lo importante de esta historia es que yo siempre fui lindo, atento y amable con ella, tanto que en serio ni yo me lo creo, rayaba ya en la humillación y en la baja autoestima. Yo le permití hacer lo que quisiera conmigo, me trato mal, me uso de su saco de golpes, en mi vacío eso que nunca pudo decirle a su padre y a su ex, las personas de quién mas cargaba demonios en ese entonces. Aunque es cierto que tuve uno o dos errores, la verdad que no se acercan ni remotamente a lo que ella hizo, pues siempre fue pedante, ensimismada en si misma, le daba vergüenza que la vieran conmigo y cuando lo externaba, siempre se ponía a la defensiva y no aceptaba sus errores. Era orgullosa, caprichosa, vivía en un mundo color de rosa donde si no te llegabas a acoplar, entonces el culpable eras tu y tu tenias que arreglarlo, ella nunca hacia nada por avanzar o por cambiar.
Y siempre lo supe, sabia que ella era así y a pesar de todo me quede con ella todo lo que pude, engañado tontamente con la esperanza de que en algún momento ella abriría los ojos y apreciaría todo lo que había hecho por ella. Fui muy tonto al creer eso, lo sé, y aunque entiendo quizás esa forma de alejarme no fue la correcta, la verdad que ya estaba cansado de intentar que entendiera, pues siempre era como hablar con la pared, ella no razonaba, no entendía y cuando no podía hacer otra cosa, solo lloraba, Por eso me fui sin decirle nada, con la elegancia del silencio detrás.
Fui un pan de Dios, la mejor versión que pude ser con alguien, sumamente atento y comprensivo, paciente como nunca y de algo que hasta yo me sorprendí, pues llegue a niveles tales que en serio, lo recuerdo y ni yo me lo creo. Fui el mayor estúpido en aquella época.
Y, para terminar, debo de decir que no le guardo rencor o algo así, ni siquiera pienso en ella, pues cuando todo termino solo desee que le fuera bien. Creo que, hasta cierto punto, puedo entender el por qué se comportó así y que, aunque ojete, que bueno que fui yo. Ya que, si hubiera sido otra persona, seguro hubiera sacado ventaja de la situación y hubiera escalado a un problema mayor, yo por otra parte, jamás voy a usar ni a divulgar lo que me conto, sus problemas y demonios. En ese sentido, creo que me siento “bien” sabiendo que ser su saco de golpes al final sirvió, pues estoy seguro de que se liberó de muchas de esas cargas de años, que ahora puede ser mucho mejor con quien llego después. Y yo también aprendí muchas cosas de esa relación tan infantil y toxica, sobre todo a ya no tolerarla ni a entregarle tanto a alguien, que lo único que hace es preguntarse “¿Por qué me pasa esto a mí, que estoy haciendo mal?” y cuando le estiras la mano para ayudarla a salir, prefiere seguir cavando en el hoyo.
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Navidad - Ella.
Isa – Vaya, realmente ahora que me lo cuentas creo que me he quedado sin palabras, no sabia que tan especial había sido aquella noche.
Ro – Bueno, supongo que como nunca nos preguntamos nada y después de eso, no chateamos, es que no supimos sobre el verdadero significado de esa noche. Aunque, si te soy sincero, una parte de mi estaba conforme con eso, es decir, al final siempre había parecido que al único que le importaba tener una especie de relación era a mi y dado todo lo que había pasado. Ya no quería darte más lata con algo que a todas luces, parecía no importarte. Por eso también fue que callé, y lo guarde como un preciado recuerdo hasta hoy que te lo cuento.
Isa – Supongo que es en parte mi culpa, porque es cierto, aunque avance en muchos aspectos en mi vida, esa parte de expresar las emociones y, sobre todo, ser sincera con lo que siento o lo que pienso, es algo que aún me cuesta mucho o que, por alguna extraña razón, contigo siempre fue complicado.
Pero, debo decir que te equivocas. Siempre me importo tener algún tipo de relación contigo, porque, como ya te he contado anteriormente, gracias a ti comencé a ver cosas que antes no había considerado, comencé a sentir cosas y creo que, en cierto sentido, me hiciste avanzar. Si no, ¿acaso crees que te hablaba y te saludaba solo por cordialidad? ¿Por qué eras la única persona que conocía en ese salón?
Bien podía no hablarte, y hacer nuevas amistades en la clase, pero me quede contigo porque me importas, porque, aunque no quisiera, en aquel semestre el encontrarnos así, me hizo pensar que teníamos nuevamente nuestra oportunidad.
Pero me estoy adelantando un poco.
Bien, ese semestre yo había empezado ya a trabajar formalmente, pues durante los semestres anteriores solo había estado a medio tiempo. Esto conllevo a que mi tiempo para la escuela se redujera muchísimo al menos de lunes a viernes, por lo que al igual que tú, metí muy pocas materias con el fin de avanzar todo lo que pudiera. De hecho, por eso es por lo que había metido esa materia los sábados, más por el horario que por gusto o interés.
Hablando específicamente de nosotros, la verdad que no esperaba para nada encontrarte ahí, en esa clase los viernes y mucho menos los sábados. De hecho, así como lo cuentas, si es que parece que el destino, la vida o el universo, habían planeado algún tipo de treta para con nosotros. Aunque en ese momento, solamente me pareció muy curioso.
Por una parte, estaba preocupada o quizás nerviosa, primero porque con el trabajo, a pesar de ser pocas materias, no lo quería descuidar y mucho menos, que al final del semestre como es costumbre, se me juntara todo. Entonces si debía elegir en un momento sobre uno u otro, el trabajo tendría prioridad y tendría que quemar una inscripción, además de una mala calificación en mi promedio. Pero el encontrarte ahí y a mi amigo en la otra clase, fueron un gran alivio a mi ansiedad, ya que sabía que, si hacíamos equipo, la carga de trabajo se reduciría bastante y, por ende, no terminaría descuidando ni la escuela ni el trabajo.
Como te dije antes, había estado saliendo con alguno que otro chico, pero al final, me había dado cuenta de la verdadera importancia que habías tenido en mi vida todos esos años. Al verte me sentí feliz, no solo porque fueras mi apoyo y mi compañero de equipo, sino porque después de aquella revelación y de no haber tenido un momento para solo nosotros, esa clase quedaba como anillo al dedo para aprovecharla. Sin embargo, es como comentas, era raro, pues no siempre estábamos bien o no podíamos tener el tipo de convivencia que yo deseaba, como amigos, como antes.
Yo por supuesto sonreía, trataba de ser amable y amigable, demostrarte con mis acciones que no guardaba rencor, enojo o algo más, sino que quería que en serio nos lleváramos bien, que al menos durante unos minutos, nos olvidáramos del pasado y volviéramos a ser los amantes de películas tontas y series que siempre habíamos sido.
Pero eso no paso, al menos no del modo en que quería y aunque es cierto que había ocasiones en que me fastidiaba ese hecho, creo que yo también ya estaba harta de querer forzar algo contigo. Creo que había entendido un poco de como funcionaba nuestra nueva “relación”, es por eso por lo que, si algo me enojaba o me disgustaba, prefería callar.
En aquellos días simplemente decidí hacer mi mejor esfuerzo y comportarme tan bien como podía, ya sin esperar que alguna vez entraras en razón. Y para mi sorpresa, no todo fue así.
Aquella noche cuando regresaste de Monterrey y hablamos en el Pumabus, creo que fue una de las pocas veces que hablamos abiertamente sobre nosotros, sobre esto y aunque pensaba que iba a ser la cantaleta de siempre, la verdad que me hiciste sonreír cuando vi que no era así, que lo habías sacado a tema solo para sentar el precedente y nada más. Porque lo siguiente que dijiste, el volver a empezar de cero, era algo que había estado esperando mucho, pero muchísimo tiempo.
Esa noche no te miento, dormí con una sonrisa de oreja a oreja, y no queriendo, pensaba en la oportunidad que se nos había dado, esa clase solo tu y yo, esas noches caminando juntos al metro, si bien no todas habían sido buenas, al menos ahora, sabía que avanzábamos en la misma dirección. Y lo mejor fue que no fingiste demencia, o que se te había olvidado, pues es cierto, durante los siguientes días volvíamos a ser los mismos de siempre, esos ingenieros tontos que platicaban sobre cualquier tontería en el fondo de un vagón. Quizás fue por eso por lo que la verdad me entristeció mucho el saber que pronto el semestre se acabaría.
Aunque obviamente yo no sabía que ese sería tu último semestre, creo que, creyéndome un poco todo lo que nos estaba pasando, la suerte o la casualidad de encontrarnos así, me hacían confiar ciegamente que, en un futuro, volveríamos a vernos, es decir, en un nuevo semestre, porque para mi ese no fue el último.
Confiando en eso, aquel ultimo día no le tome tanta importancia. Es cierto que comenzaríamos vacaciones y que no nos veríamos por varias semanas, pero en ese momento no quise pensar en nada de eso. Yo iba tarde al examen, de hecho, llegue ya cuando llevaban unos minutos de haber iniciado, por lo que me concentre en responder todo lo que me sabia.
Fue entonces que salimos y como de costumbre, caminamos rumbo al metro. Tu me pediste que cerrara los ojos y una sonrisa tonta se dibujo en mi rostro, sabía lo que venía, era una costumbre tuya pedirme eso para que, al instante siguiente, me dieras algún tipo de detalle. La verdad que ese tipo de acciones me podían mucho, es decir, ¿a quién no le gusta recibir regalos? Creo que a todos nos gusta, pero los tuyos siempre fueron sumamente lindos, cuando ni me pasaba por la cabeza, cuando no me lo esperaba, no usabas una fecha especial (a excepción de mi cumpleaños) simplemente de la nada lo sacabas y aunque podría haber tenido una semana agotadora o el peor día de mi vida, esos actos siempre me hacían sonreír.
Vi el contenido y me emocioné, aunque más adelante lo pensé fríamente, es decir, ¿cómo podías adivinar tan bien mis gustos? Porque claro, había cosas que yo no te decía y aún así, le atinabas a algunas cosas, supongo que son cosas como esas las que tu a veces sentías, esas casualidades que, aunque no quieras te hacen pensar en las probabilidades, en las relaciones, en si existe un destino.
Si te soy sincera, ir a la escuela a esas horas de la noche y ya tan abandonada me daba un poco de miedo, pero después de haber recibido mi regalo y, sobre todo, a tu lado, me hizo sentir que nada malo nos pasaría y afortunadamente así fue.
Luego, como de costumbre subimos al metro y platicamos, fuimos hasta donde siempre me dejabas, bromeando y riendo como si no hubiera pasado un solo día desde que comenzó todo. Y me sentía feliz, querida y afortunada, pensaba que aquella temporada de fiestas había comenzado de la mejor forma, con nuestra amistad restaurada.
Supongo que, por esa misma emoción, es que cuando nos despedimos, realmente no me pare mucho a mirarte, me fiaba que después de tanto tiempo, ya no me escondías nada y, sobre todo, que si el plan de la vida, el universo o del destino era que arregláramos las cosas en aquel semestre, entonces seguramente tendría preparado para ambos más cosas y por eso mismo, no debíamos preocuparnos más. Al final, el recuerdo de eses semestre se convirtió en algo muy lindo para mí, porque contra todo pronóstico, parece que aquel plan que se orquesto había funcionado y pudimos recuperar eso que hacía años habíamos perdido, pero, sobre todo, porque ambos ahora estábamos seguros de que nuestros destinos si estaban entrelazados, en tal caso, esperaba emocionada nuestra próxima colisión.
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Navidad - Él
Isa – Bueno, todavía nos queda un tema pendiente.
Ro – Si, ¿cuál?
Isa – Nuestro último semestre.
Ro – Ah es cierto, pero ¿qué quieres saber exactamente de eso?
Isa – Todo, cómo te sentías, qué pensabas, quiero que me cuentes todo lo que creas importante.
Ro – Ok, entonces, ¿por dónde debería de empezar?
El semestre comenzó como cualquier otro, la diferencia era que esta vez yo solo iría a unas 3 o 4 clases, en realidad, había días que ni siquiera iba a la facultad, y aunque estaba buscando donde realizar mi servicio social, la verdad es que viendo mis horarios tan cambiantes y temiendo por supuesto, que al final del semestre me cargaran de proyectos, fue que decidí mejor posponerlo hasta terminar los créditos.
Por lo mismo de las pocas materias, la verdad es que no esperaba encontrarte en aquella ultima clase, sobre todo porque no sabía que modulo habías escogido, ni te había visto en las clases que yo había llevado, por lo que supuse, habías elegido uno diferente al mío. Fue una gran sorpresa verte en aquella ocasión, aunque es cierto que no fui a la primera clase ya que preferí saltármela e ir a un evento que había visto en otro lugar. Sin embargo, un amigo me había comentado que en realidad, eran pocos chicos de computación ahí y básicamente, todos hombres, por lo que nuevamente, fue una gran sorpresa verte.
Como ya dije, tenía bastante tiempo libre, aunque por alguna extraña razón, sentía que no podía fiarme de eso, entonces preferí tampoco buscar un trabajo o un plan de becario. Supongo que igual, pensando en que ese iba a ser mi último semestre en la facultad, preferí disfrutarlo lo más que pude, de hecho, metí materias algo relajadas para tampoco tener mucha carga de trabajo, si bien es cierto que muchos de mis amigos ya habían terminado y a los restantes, poco los veía, la facultad siempre fue para mí un lugar muy lindo, lleno de recuerdos y cosas lindas, en sus paredes han quedado grabadas las risas de generaciones, sus pasillos han visto historias, de éxito, de redención, de amor. La verdad es que disfrutaba mucho ir a recostarme a las bancas o al pasto, sintiendo solo la energía fluir del lugar.
Porque desde la primera vez que fui, se gano un lugar en mi corazón y después de haber vivido tantas cosas en sus pasillos, en sus aulas, aventuras, desventuras, hecho amigos, enamorarme… bueno, se había ganado su lugar en mi historia y de cierta forma, le había dado forma al hombre que ahora era yo.
Hablando de nosotros específicamente, la verdad es que para mi era una situación de lo más irónica. Incluso se lo llegue a comentar a algún amigo que conocía nuestra historia, lo lindo (y a la vez cruel) que era eso, es decir, si esto fuera una historia de amor, si esto fuera una película, que nos encontráramos al final, en mi ultimo semestre, en la ultima clase de los viernes, era a todas luces un cierre de guion bastante entendible, algo que cuando la gente lo mira piensa: “eso solo pasa en las películas”. Y, sin embargo, ahí estábamos tu y yo, viviéndolo.
Aunque, al contrario de las películas, porque obviamente esto no era una, me resultaba de muy mal agrado, muchas veces pensaba en que era como si la vida o el destino se burlara en mi cara, es decir, yo te quería, te seguía queriendo y aunque es cierto que ya había aprendió que lo mejor era dejar las cosas pasar y ya no tratar de forzar nada entre nosotros, creo que nunca pude dejar de lado lo que había sido, lo que fue y que mi estupidez había arruinado, por lo mismo, pensaba que aquella gran oportunidad que teníamos, en realidad poco o nada podía servir ahora, ya que no sabia donde me encontraba, donde nos encontrábamos. Si seguíamos siendo amigos, si éramos conocidos, si ya no éramos nada.
De hecho, creo que te dije una vez sobre una frase de Kundera que me gusta mucho y resume perfectamente como me sentía en ese entonces: “Cuando nos reconocimos, nos miramos sin saber qué hacer. Casi con la desesperación que siente un niño sin piernas cuando gana en una tómbola una bicicleta. Como si los dos supiéramos que nos habían regalado una casualidad enormemente valiosa que, sin embargo, no nos iba a servir para nada.”
Me sorprendió también descubrir que íbamos juntos también los sábados, sin embargo, ahí fue diferente, pues ahí tu ibas con un amigo y solo nos saludábamos, eran los viernes donde prácticamente todo pasaba. Creo que la mayor parte del tiempo me sentí de esa forma, yo te veía sonreír, hablarme con educación, las platicas y la cordialidad, pero muy dentro de mí, seguía sintiendo culpa y remordimiento por todo. Aunque claro, trataba de que no te dieras cuenta y hacia mi mejor esfuerzo por cooperar con la obra que tratabas de interpretar, pero creo que era hasta cierto punto evidente, que había momentos en los que no podíamos escapar tan fácilmente del pasado.
Por otra parte, me sentí enormemente feliz de saber que podría pasar mi ultimo semestre a tu lado, ya que, siendo un romántico sin remedio, o sea, era un cierre digno, quizás hasta poético, a lo que había sido mi paso por la universidad, a la que había sido mi casa por 5 años, donde deje mi sudor y mis lágrimas, el lugar donde conocí a muy buenas personas y sobre todo, el lugar donde había conocido a la chica que se convertiría en el gran amor de mi vida. Y así pasaron nuestros viernes, es cierto que no siempre fueron buenas noches y que a veces parecía que éramos muy cínicos pretendiendo ser amigos, pero para mi maltrecho corazón, era suficiente con poder verte y pasar un poco de tiempo contigo mientras caminábamos al metro.
Después paso lo del viaje a Monterrey…
Isa – Espera, espera, ¿Qué paso con la expo?
Ro – Ah cierto, bueno pues la verdad que me sorprendí bastante cuando vi tu mensaje diciendo que no irías, la verdad que decidí creerte aunque por alguna extraña razón, sobre todo por la hora en la que me lo mandaste, no sé, no me fiaba completamente de que dijeras la verdad, suponía que era una mentira para irte con tus amigos a beber o algo así, aunque solo fue momentáneo, no le di muchas vueltas al asunto, porque independientemente de la razón, lo cierto es que yo iba a tener que hacer la expo solo. Y en serio, hable con el profesor tratando de explicarle lo que había pasado para ver si te daba una oportunidad la próxima clase, pero al final, el tiempo estaba en contra o eso fue lo que dijo.
Si piensas que me enoje o me moleste, pues la verdad que no, solo quede preocupado por tu calificación y pensé un poco lo que te acabo de decir, que era una excusa para otra cosa, pero fue todo.
Isa – jajaja ok, continua.
Ro – Bueno, entonces vino lo de Monterrey, la verdad que fue un viaje bastante divertido como te lo platique, me funciono para desconectarme de todo lo que estaba pasando, conocer personas y vivir una nueva experiencia. Y creo que fue ahí donde caí en cuenta de todo lo que estaba pasando, de lo tonto que había sido todo el semestre manteniendo un debate interno estúpido, cuando lo único que debía hacer era disfrutar contigo todo lo que pudiera. Es por eso que, regresando, quise ser sincero contigo y por eso, aquella noche en el Pumabus, te propuse volver a empezar y tratar de ser amigos.
Y al menos en los siguientes días, creo que lo llevamos bastante bien, es cierto que a veces seguía diciendo cosas fuera de lugar, pero en aquellos momentos en que solo éramos tu y yo, no sé, me sentía enormemente afortunado y feliz, como si un gran peso se hubiera caído por fin de mi espalda.
Claro que me ponía triste al pensar que pronto, el semestre terminaría y lo más seguro, es que no nos veríamos en mucho, muchísimo tiempo. Fue por eso que aquella noche, la ultima noche, quise hacerte un regalo. Dije que era por Navidad, pero supongo que mentí un poco pues la razón principal era que el ultimo día que me vieras, te llevaras un bonito recuerdo.
Y no hubo lágrimas, ni despedidas, incluso parecía que ambos entendíamos por fin nuestro papel en esta obra, que, aunque pasaran los días, los años y las parejas, ambos siempre tendríamos algo que nos uniría y que por ende, nunca nos dejaría apartarnos completamente el uno del otro. No sé, no quiero decir destino o algo así, simplemente ahí estaba algo que no sabíamos que era, pero que nos quitaba la preocupación de encima, porque al final, volveríamos a vernos.
Yo me sentí el hombre más afortunado del mundo esa noche, el poder verte, abrazarte, pasar tiempo contigo y cerrar esta historia de años, de una forma grata. Me deje llevar un poco supongo, pues considerando todo lo que había pasado entre nosotros, nunca pensé que tendríamos la oportunidad de terminar, así las cosas. Y por eso sonreí y di gracias, porque el día que mi vida de estudiante por fin termino, el día que cerraba un capitulo tan importante en mi vida, estuve con la persona más importante de esa historia, la que comenzó todo y quien la termino, tu.
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¿Qué harías si supieras que te queda solo un mes de vida?
Supongo que en realidad, nadie nunca nos preguntamos tal cosa y por eso mismo, no sabemos si la respuesta que daremos será correcta o no.
Aunque es cierto que en la mayoría de los casos, mencionan que harían cualquier cosa que quisieran, que saldrían y vivirían con todas sus fuerzas para que cuando llegue el momento, no se arrepientan de nada.
He pensado en ello y creo que en circunstancias normales, podría decir algo similar, tal vez incluso, ni siquiera estaría escribiendo esto. Pero no es el caso.
En mi situación, no sé que hacer.
Es decir, los sueños que quisiera cumplir no puedo hacerlos realidad, por falta de dinero, de las personas y un largo etcétera, porque esto no es una película, esto es la vida real. ¿Cosas que quisiera vivir? Bueno, en realidad hay pocas que podría hacer en mi estado actual y siendo sincero, muchas ya las viví y fueron geniales. Pensando en eso, creo que entiendo un poco el porque desde pequeño viví tantas cosas, supongo que mi destino siempre fue este y por ello, la vida me dio la oportunidad de experimentar cosas a tan temprana edad.
Por el momento, solo quiero sacar lo poco que aún me queda de mi mente y de mi corazón, escribir es lo único que me ha quedado. El único modo que puedo salir, que puedo vivir. Así que supongo que es lo que haré, solo escribir. Plasmar lo que siempre pensé, lo que creí, lo que soñé, mientras espero pacientemente que llegue el día.
Además, siento que si hiciera alguna cosa como las que todos dicen, creo que sería más difícil y triste, porque tendrías esperanza y eso es lo que nos hace sufrir. Por eso, creo que es mejor así, cuando ya has aceptado lo inevitable, y estás mentalizado, que pronto todo acabará.
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Isa - ¿Qué sucedió ese día, cuando estabas tan triste que no me hablaste para nada?
Ro - Cuando te deje en la entrada del metro ¿no?
Isa - Si, esa.
Ro - Supongo que, como todos, tenemos días buenos y días malos. Para ser sincero no recuerdo exactamente que era lo que me pasaba ese día, pero si recuerdo que fue un cúmulo de muchas cosas. Era como si de pronto todo hubiera explotado y aunque trataba de mantenerme fuerte, ese día me supero y bueno, me di permiso de sentirme mal.
Nunca te dije nada porque como ya te mencioné antes, siempre he sentido que mis cosas, mi tristeza y mi dolor son muy míos, mis amigos y seres queridos no tienen porque cargar con eso, mucho menos alguien tan importante para mí como tú. Si recuerdas bien, tu me viste en varios momentos donde me encontraba mal, no sé si fue suerte o destino, pero tu estuviste ahí, y contrario de lo que parece, para mi eso fue más que suficiente, siempre fue más de lo que podía pedir.
No decías nada, palabras bonitas o para distraerme, no me abrazabas ni me cuestionabas o tratabas de descubrir que pasaba, solo me acompañabas. Y en tu silencio yo encontraba lo que necesitaba, cariño, apoyo, quizás hasta era incomodo para ti no saber como lidiar con esas situaciones y solo hacías lo más simple que se te ocurría, pero como dije, eso siempre fue más que suficiente. Porque en aquellos momentos en que me sentía abrumado por el mundo y pensaba que la salida cada vez se alejaba más, tu estabas ahí con tu sonrisa, con tus preciosos ojos y yo los veía y me devolvían las fuerzas que no tenía.
Siempre fuiste para mí, eso que me complementaba y me hacia seguir adelante, aun en aquellos momentos en que pensaba que ya no podía más, y esa fue la razón del porque te quiero tanto y te metiste tan profundo en mi corazón.
Aquel día, arrastraba ya varias cosas de las últimas semanas y cuando sientes que todo se te viene encima, siempre debes de confiar en ti mismo, sin embargo, en aquella ocasión me sentía mal conmigo mismo por haber hecho algo que no debía con uno de mis amigos. Y eso fue la gota que colmó el vaso.
De suerte no llore, pero me sentía débil, sin fuerzas, triste, me enojaba aquella situación, me odiaba a mi mismo por haberle fallado a un amigo, por ser estúpido, por ser tan incompetente.
Salimos de clase y me regalaste una sonrisa, y sé que intentaste distraerme y hacerme olvidar lo que pasaba por lo menos unos minutos. Pero como viste que no funciono, te quedaste en silencio. Como te dije, quizás hasta te incomodo, pero no por eso te fuiste, no huiste y en su lugar, te mantuviste a mi lado mientras caminábamos al metro. Yo te veía y quería abrazarte, besarte, agradecerte por ser siempre linda y cordial conmigo, por quedarte. Pero no quería arruinarte más la noche de lo que ya lo estaba haciendo, es por eso que, cuando llegamos al metro, me despedí de ti. Creo que ya había causado suficiente mal ese día, como para rematar y hacerle pasar una noche terrible a la chica que me gusta.
Si te soy sincero, cuando me fui me sentí feliz, no solo por “creer” que al dejarte, evitaba que sumaras un mal recuerdo a nuestro historial, no solo por “creer” que de entre todo lo malo, por fin hacia algo bueno para alguien importante, sino porque en ese silencio, yo solo pensaba en que el mundo podía derrumbarse y en ese momento no me importaba, porque estaba contigo.
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Preludio - Ella
Isa - Ok entonces, es mi turno.
Ese semestre yo metí pocas materias, recientemente había entrado a trabajar y por el horario, era complicado llevar las materias que me faltaban, por lo que decidí únicamente cursar una o dos, ya fuera en la noche o incluso en sábados y por supuesto, también consideré acreditar algunas mediante un extraordinario. En realidad, estaba muy estresada y ocupada en aquellos días, si te soy sincera, a veces no tenia tiempo para pensar en ti y en mí. Por eso mismo, quizás pensabas que me había apartado de ti a propósito, que no te quería ver, pero la verdad es que tenia tantas cosas de las que ocuparme, que, sin darme cuenta, deje que las cosas siguieran su curso entre tu y yo.
Es cierto que el semestre anterior, no habíamos terminado de la mejor manera y aunque ya estaba comenzando a cansarme esa situación, seguía creyendo firmemente que había algo entre nosotros que jamás se quebraría y que por más cosas que pasaran, siempre nos permitiría sonreír y pasar momentos agradables. Creo que esa fue la causa principal del porque no me preocupe por hablarte, ni de buscarle una explicación a todo lo que paso.
Aunque es cierto que no todo fue tan sencillo, como te dije antes, cuando tu llegaste y comenzaste esta historia poco a poco fuiste cambiando mi forma de pensar, mi forma de ver las relaciones amorosas, pero, sobre todo, moviste mucho mis sentimientos. Y eso siempre fue algo que me enojaba de ti sabes, en aquellos días cuando todo estaba bien, llegabas con tus sonrisas, tus detalles y la cordialidad, la causalidad nos juntaba y aunque uno no quisiera, a veces las “coincidencias” eran tal que, por unos segundos, podías pensar en que probablemente no eran solo eso, sino un mensaje o una señal. Y cuando pensaba que todo estaba bien, que todo tomaría un buen rumbo, nuevamente te apartabas, te alejabas, como quien dice, me dejabas ahí toda alborotada. En tales condiciones, hubo quienes aprovecharon lo que tu descuidaste.
Conocí personas, salí con algunos otros chicos, cine, museos, algunos besos. Realmente nunca fue en términos serios de tener una relación, simplemente tu ya habías abierto la puerta de esa posibilidad y dado que tu no la aprovechaste, decidí darle la oportunidad a otros, la verdad que me parecía un poco divertido, no sé, dentro de mi pensaba que te pondrías celoso aunque como nunca lo sabrías, era solo una bobada. En fin, los chicos eran lindos, guapos y con alguno de ellos llegue a tener una muy buena química. De hecho, en cierto momento hasta llegue a agradecer el que te hayas cruzado en mi camino y cambiaras tantas cosas en mí, suponía que de no haber sido así, probablemente seguiría siendo introvertida, tímida y con un circulo muy cerrado de amigos. Esa fue otra de las razones del porque en aquel semestre no me viste.
Paralelo a los celos, supongo que te guardaba un poco de rencor por lo del chisme y fastidiada de que nunca entendieras cuando te decía que siguiéramos adelante. Fue para mi una especie de “venganza”, aun cuando la única que supiera que estaba pasando, era yo.
Sin embargo, aunque lo intente y al principio las cosas iban bien, de hecho, muy lindas. Por alguna extraña razón siempre sentí que algo faltaba, no sé, era extraño. Luego lo platique con mis hermanas y mis primas, y tras debatirlo con un poco de alcohol, la respuesta era muy obvia, tú eras quien causaba en mi esa sensación. El hecho de que no fueras tu esa persona, de que no fueran tus manos, no fueran tus labios era lo que a mi hacia sentir de cierta forma incompleta. Al principio, ni yo misma lo creí, es decir, ¿Por qué seguías estando presente en mi vida si hacia meses que no te veía? Que, además, habíamos quedado en el limbo con lo del chisme y no habías aparecido más que para mandarme un mensaje de cumpleaños.
Pensé mucho en ese porque y al final no fue difícil hallar la respuesta, yo te quería.
Si es cierto, quizás ellos eran más guapos, más extrovertidos, más chistosos, con menos demonios ni tantas estupideces en su cabeza. Pero más allá del físico y de los momentos lindos, con ellos nunca me sentí segura, o sea, me refiero al hecho de que no sentía que me mostraban sus intenciones de forma sincera, como un lobo disfrazado de cordero, quién finge amabilidad y cuando menos te lo esperas, te entierra los colmillos hasta matarte. Contrario de lo que debes de estar pensando, no era un tema de autoestima, si es cierto que cuando me conociste quizás no era un tema que tenia tan trabajado, pero en aquella época ya había pasado por varios momentos con mis amigos y mi familia, momentos en los que me bombardearon de mil y un formas posibles hasta que me hice a la idea de lo maravillosa que era, de lo que podía ofrecer y de la suerte que tendría aquel que tuviera la oportunidad de estar conmigo.
Seguridad, no en el sentido de que me dejaran por alguien más bonita, eso me tenía sin cuidado. Más bien en el hecho que, bueno, a mi no me gustaban las cosas casuales y aunque tampoco quería algo súper serio, si quería algo duradero por lo menos unos años. Con ellos siempre sentí que lo único que querían de mi era pasarla bien y nada más, y cuando yo trataba de llevar las cosas hacia mi dirección, chocaban nuestras expectativas y ellos no tenían la honestidad de hablar claro para poner las cartas sobre la mesa, de una vez.
Creo que, de cierta forma, me había acostumbrado a tu forma de ser, a que, aunque dijeras tonterías o cosas sin sentido, en tus ojos podía ver que nunca me mentías. Que tus disculpas, tu arrepentimiento era sincero, pero, sobre todo, que te preocupabas por mi y que me querías.
Supongo que, de tantas desventuras, nunca me di cuenta del verdadero impacto que habías tenido en mí, pues más allá del enojo y los malos tratos. Me mostraste como se comportaba un chico cuando en serio quería a una chica, con los detalles, las dedicatorias, ese cariño sincero y desinteresado, dispuesto a hacer cualquier cosa por verla feliz y si ellos no estaban dispuestos a darme algo similar, entonces no los necesitaba. Porque yo merecía a alguien que me hiciera sentir como si un rayo me hubiera alcanzado y el único dispuesto a dejar todo por hacer eso realidad, siempre habías sido tu.
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Preludio - Él
Ro - Ya sé, hubo una época que no nos vimos.
Isa - Después del semestre donde paso lo del chisme ¿no?
Ro - Si, después de eso, al siguiente no sé qué sucedió, pero no nos vimos para nada.
Isa - Si, lo recuerdo, ¿quieres que hablemos de eso?
Ro - Si, pero esta vez yo empiezo.
Creo que fue mi penúltimo semestre, todo iba relativamente bien, salvo por lo que nos había dejado el semestre pasado, es decir, que tú y yo volvimos a dejar las cosas sin hablar. Por lo que había pasado del chisme, no sabía exactamente donde estábamos parados ahora, de hecho, si recuerdas, hasta te había mandado un mensaje muy largo donde te volvía a pedir disculpas, adjudicando que tu estabas nuevamente enojada conmigo. La verdad en aquellos días no sabía si quería verte o no. Digo, a mi me encantaba tu compañía, aún cuando estuvieras enojada o no quisieras hablarme, pero siempre que te veía era como recibir una descarga al corazón, que me daba vida y me hacia sonreír. Sin embargo, seguía pensando en lo que habíamos pasado unos meses atrás, y que tu nuevamente, habías tomado tu distancia. Creo que ese era uno de mis grandes problemas, pensaba de más, y arrastraba cosas que no debería, le daba mucha más importancia de la que debería y dejaba que me afectaran más de lo necesario.
Isa - Demasiado diría yo, a veces te veía y me daba una idea del porque actuabas de cierta forma. Pero me quedaba más claro cuando mandabas ese tipo de mensajes disculpándote y en serio, te lo decía de la forma más sincera posible, “no te preocupes, todo está bien o no pasa nada”. Pero parecía que nunca me creías y seguías con lo mismo. Si te soy sincera, era un poco cansado y tedioso siempre estar lidiando con situaciones así, en que tú te sentías mal por una razón que no entendía, lo externabas conmigo en forma de disculpas, yo te decía que siguiéramos adelante, que no pasaba nada y tu a pesar de eso, volvías a tomar la misma actitud. Era como un círculo vicioso.
Ro - Si, lo supuse. Y quizás era ese hecho de no poder hacer las cosas diferentes contigo, que trataba de evitarte. Ese semestre, por ejemplo, trate de llevarlo de la mejor manera, pero cuando se trataba de ti, que algo tuviera que ver contigo, inmediatamente volvía a ser esa persona insegura y cautelosa de siempre. Supongo que nunca me perdone por haber arruinado nuestra amistad, sumado al hecho de que todos se enteraron de lo nuestro por mi culpa.
En fin, pasaron los días y me di cuenta lo fastidioso que era para ti que siempre te viniera con la misma cantaleta. Si, me daba cuenta de eso y por lo mismo, decidí dejar de buscarle un sentido a todo esto, creo que, de hecho, fue la primera vez en mucho tiempo que pensé: “bueno, si esto es todo, doy gracias que paso y que paso contigo”.
Deje de buscarte, deje de ver nuestra conversación, eso no me hacía ningún bien y sobre todo, parecía que sin mi drama de siempre, eras mucho más feliz. No sabía cómo liberarme de mis pecados, ni sabia como continuar nuestra “relación”, solo quería dejar de ser un lastre para ti y aunque me doliera dejar de verte, tenia que hacerlo porque a mi lo que más me importaba era tu felicidad y tu bienestar, en tales condiciones, prefería irme y dejar de hacernos daño.
Supongo que básicamente eso fue lo que sucedió en aquellos días, no creo haber tenido algún tipo de crecimiento o un avance destacable en cuanto a lo “nuestro”. Más bien cuando llego el momento, solo deje que las cosas siguieran su curso, nuevamente me ponía en manos del destino, pensando que si realmente debíamos estar juntos, entonces no importaba si hacia algo o no, al final siempre volveríamos a reunirnos.
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Nuestro invierno - Parte 2
Ro - Bueno, entonces supongo que ahora me toca a mí.
Isa - Claro, me gustaría saber tu parte de la historia.
Ro - Muy bien, veamos.
Mande ese mensaje donde me disculpaba contigo y después tome mi distancia. Por suerte para mí, comenzaban las vacaciones de invierno por lo cual, al menos de momento, no tendría que preocuparme por encontrarme contigo por sorpresa o algo así. Y eso me permitió expresar mi sentir sin ningún tipo de impedimento.
Durante la mayor parte de diciembre, si no es que, durante todo el mes, estuve triste, desanimado, sin ganas de hacer, sentir o pensar nada. Aunque trataba de distraerme, de mantener mi mente ocupada en cualquier otra cosa, no te miento, tu recuerdo frecuentemente me invadía. Sentía nostalgia, culpa, ganas de llorar, quería salir y correr lejos de aquí, evitar de cualquier forma mi realidad.
Creo que me conoces bien, así que, a diferencia tuya, yo no tuve alguien que me ayudara a superar el duelo que estaba teniendo, no porque no tuviera personas que me apoyaran, sino por lo que tu ya sabes, con mis problemas suelo ser un cabeza dura, muy cerrado y sobre todo, que no acepto apoyo fácilmente. Creo que, desde siempre, y eso no ha cambiado mucho, siempre he creído que mis errores, mis culpas y mis penas son mías y solo yo debo de sufrir y cargar con ellas.
Pero bueno, vinieron las fiestas y tal como tú, me aleje de Facebook para no mirar más tu perfil o nuestra conversación. Lo cual me ayudo enormemente a llevar de mejor forma todo lo que estaba pasando. Si te soy sincero, fuiste la primera persona por la cual quise emborracharme hasta llorar. No porque no pudiera hacerlo estando sobrio, sino porque en realidad, me sentía tan desdichado y triste que pensé que seria una ocasión perfecta que, excusándome en el alcohol, tendría el valor de mandarte un mensaje o hacer una llamada y decirte, “no te preocupes, aquí siempre estará tu pendejo”.
Pero da la casualidad de que, en realidad aunque lo intenté, nunca pude hacerlo. Creo que eso de llorar borracho nunca lo experimentaré, pero, de algo estoy seguro y espero tú también lo estés a partir de ahora, si alguna vez tenia que pasarme, siempre quise que fueras tú la causante de eso. Creo que la razón principal del porque nunca pude hacerlo, se debe a que en realidad, yo siempre que me sentí mal por ti y que llegue a llorar por ti, prefería hacerlo solo en mi cuarto, totalmente sobrio con música de trova (sobre todo con canciones de Abel Velazquez “El mago”) y sacar todo, en aquellos días, me “daba permiso” de soltarme a llorar una noche y dejar salir mi tristeza uno o incluso dos días, pero nada más.
Porque en realidad, no importaba cuanto te llorara, nada iba a cambiar lo que éramos ahora, pero, sobre todo, estaba seguro que no te importaba en lo más mínimo.
Creo que fue por esa época donde mejor lo entendí, pues si te soy sincero, siempre espere un mensaje de navidad o de año nuevo, una señal de que el destino, el universo o la vida, nos daba una nueva oportunidad. Pero eso jamás llego, y para mi eso fue algo que llevaría durante todo el tiempo que siguió contigo.
Supongo que son cosas como esas, que aunque te lastiman, te ayudan a poner tus pies sobre la tierra y dejar de pensar en ilusiones vagas o cosas sin sentido. Por supuesto, no te odie ni te guarde rencor, pero al mismo tiempo fui aceptando todo lo que estaba pasando y aceptaba sobre todo, que todo había sido mi culpa.
Me odie, me maldije a mí mismo y con mucho dolor, me obligue a dejar de quererte, o por lo menos lo intente, cosa que bueno, al final no funciono pues desde que nos conocimos, tu llegaste a ocupar un lugar inamovible, irreemplazable y muy especial en mi vida. Con el paso de los días, mis sentimientos fueron tomando una dirección más clara, supongo que el único que se mantuvo constante siempre fue la culpa y quizás por ello, fue que cuando nos volvimos a ver, realmente no supe que hacer.
Yo te quería, eso no había cambiado pero también me seguía culpando por todo lo que paso, y aunque sonreíste como diciéndome: “vamos a estar bien”, no sé, el hecho de ya no volver a tocar lo que paso, de no haber terminado de cerrar bien ese tema fue lo que siempre me dejo inquieto y titubeante. Por eso era mi actitud tan rara en aquel entonces, y aunque no me creas, le pedí consejo a varios amigos sobre como seguir mi relación contigo, siendo que tu no querías tocar el tema y te comportabas como si nada hubiera pasado. La respuesta que siempre obtenía era: “tratala como siempre”, el problema con eso es que para mi tratarte como siempre era dedicarte frases, tratar de ser lindo contigo, regalarte dulces… y bueno, en el momento de incertidumbre por el que estábamos pasando, creo que haber echo eso hubiera sido como volver a encender el incendio que me esforzaba por apagar.
Quería hacer las cosas bien contigo, ahora tu me dices que también querías hacer las cosas bien conmigo.
Supongo que siempre fuimos así, dos personas que buscaban la felicidad de la otra, sin darse cuenta que lo más fácil, era dejarse querer.
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Nuestro invierno - Parte 1
Isa - Quiero contarte lo que sucedió aquel diciembre, nuestro primer diciembre.
Ro - ¿Cuándo nos peleamos y no nos volvimos a ver hasta muchos meses después?
Isa - Si ese, mmm… por donde debería de empezar. Ya sé, después de tu último mensaje.
Creo que fue a finales de noviembre, cuando nos mensajeamos por última vez. Te respondí tu mensaje agradeciendo tu sinceridad y aunque no esperaba una respuesta, hubiera querido que me dijeras cualquier cosa, cualquier tontería para saber cómo serían las cosas en adelante. Pero jamás obtuve un nuevo mensaje tuyo, te apartaste, te fuiste.
Comenzaron las vacaciones de diciembre y lo más probable es que no te volvería a ver hasta febrero del siguiente año. Con el pasar de los días, conviviendo con mis hermanas, mis amigos y mi familia, la duda o la tristeza que tenía por tu distanciamiento se fueron atenuando, me fue resultando mucho más fácil llevarlo, porque como te dije, yo quería que todo siguiera igual entre nosotros pero al final me había dado cuenta que quizás, ya jamás volveríamos a aquellas tardes de verano, donde reíamos como los mejores amigos.
Los primeros días, cuando la mente ya está más desocupada y puedes pensar libremente todo lo que quieras, tenía algo de ansiedad, quería llamarte, quería mensajearte, decirte: “Oye, dime algo”. No sé, cualquier cosa para llamar tu atención y saber que seguías estando ahí. Pero no lo hice, me invadía la duda, el miedo, jamás había sentido esa necesidad de saber de alguien y por ende, no sabía cómo actuar. Me aterraba la idea de que estuvieras tan resentido conmigo, que pasarías sobre mi corazón, pisoteando mis sentimientos.
Con el paso de los días y el apoyo de todas esas personas, todo fue volviendo a la normalidad si es que puedo decirlo así, por aquellos días fue la primera vez que le platique a mis hermanas y a mis primas sobre ti, por supuesto, con la condición de que solo sería para desahogarme, no para que me hicieran sentir más mal de lo que ya me sentía. Funciono pues fue como quitarme un gran peso de encima, de ellas solo obtuve apoyo y comprensión. Gracias a eso decidí dejar de culparme, tratar de pasar la página y no sufrir más por algo que ya había pasado, quizás por eso me aparte de Facebook, para evitar traicionarme y entrar a tu perfil o a nuestra conversación.
Sin embargo, no todo fue tan fácil, pues es clásico que, en las fiestas, con la música y el alcohol, uno se anime a decir o hacer cosas que en otras circunstancias no haría. Fue en navidad concretamente, que, conviviendo con mis primas y mis hermanas, con ya varias copas en mí que no lo pude reprimir más. Te extrañaba, quería saber de ti, como estabas, que había pasado en mi ausencia, pero, sobre todo, que pasaba entre nosotros, si aún no se había extinguido el fuego. Las chicas me vieron y me apoyaron, obtuve por supuesto opiniones divididas pero que al final sirvieron para poder tomar yo una decisión, y pues ya sabrás lo que paso, que no te mande mensaje ni te llame, decidí que lo mejor era que las cosas siguieran su curso, que, si realmente estábamos destinados a estar juntos, entonces no importaba que pasara, ambos terminaríamos por volver a juntarnos. Pero si hay una cosa que te quiero decir, nunca fue fácil, es más, incluso después de haber tomado esa decisión, en la soledad de mi cuarto, cuando ya todos estuvieron dormidos, lloré.
Lloraba como haciendo un llamado a los dioses, al universo, para demostrarles que, aunque fuera mala con las palabras, aunque no supiera expresar mis emociones de manera correcta, yo realmente te quería. Y ese cariño era tal que lograba hacerme daño ahora que ya no estabas, que ya no éramos lo que fuimos. Así que llore como una ofrenda, pidiéndole a la vida una nueva oportunidad.
De hecho, si te soy sincera, me sentí inmensamente feliz cuando nos encontramos al siguiente semestre y nos dimos cuenta de que ambos iríamos juntos en una clase.
Pero, para terminar de contar mi historia, fueron días extraños. Por primera vez, refugiarme del mundo, negar mis sentimientos no eran la respuesta, ni me causaba un bien, pero como todo habito, es difícil cambiarlo. Gracias al universo, tenia a mis chicas de confianza, que me enseñaron un montón de cosas y me tuvieron paciencia. Por eso cuando te volví a ver, no me lance a tus brazos, no te vi con los ojos llorosos, al contrario, te sonreí y te salude como si nada hubiera pasado, mientras que por dentro me decía, que esta vez iba a hacer las cosas bien contigo.
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Ro - Uy no, me acabo de acordar de una vez que casi me hiciste llorar. Isa - A ver cual fue. Ro - Una vez estaba comiendo con mis amigos, ya sabes, la beca de comida en la cafetería como todos. Y tú entraste. Isa - Ya, iba con un par de amigos ¿no? Ro - Exacto, unos chicos iban contigo y estaban buscando lugar. Isa - Ya sé que ocasión dices, pero ¿en serio quieres saber porque hice eso? O sea, ¿no es claro? Ro - Si, digo, ya sé que no me querías ver y que estabas enojada, pero quiero saber realmente que sentiste en ese momento, porque ni siquiera me miraste y te fuiste. Isa - En eso te equivocas, claro que te mire, quizás muy rápido y sin que te dieras cuenta, pero te mire. Mmm si no mal recuerdo, aquellos días fueron cuando éramos "el chisme" de la generación. Yo iba con mis amigos también a comer, un clásico día soleado en la facultad y bueno, queríamos comer a fuera por eso fui a fijarme si había lugar, pero pues no hubo y mejor comimos adentro. Desde antes de salir ya te había visto, estabas con tus amigos comiendo y estabas prácticamente en línea recta a la entrada, aunque no quisiera, te iba a ver. Pero bueno, en aquellos días estaba estresada por los exámenes y las tareas, sumado a eso había estado teniendo algunos problemas y para rematar, lo que estaba pasando entre tu y yo. Estaba de cierta forma, ya cansada de todo y de todos, en cuanto te vi no sé, siempre me alegro verte y aunque pequeña, pintabas una sonrisa en mí, pero en esa ocasión fue diferente, me sentí fatigada, como si mi cuerpo me pesara más de lo normal y por supuesto, vi que de pronto te pusiste tenso, sabiendo que estaba yo ahí. La verdad que no tenía ganas de seguir ya con eso, de seguir peleando, de seguir dando de qué hablar a los demás, entonces hice lo más simple, hacer como que no estabas y darme la vuelta e irme. ¿Pero, porque eso te hizo querer llorar? Ro - Bueno, porque te quería, te quería demasiado y ver ese gesto me dolió mucho. Piénsalo un poco, la persona que más quieres en ese momento te ignora, pone cara de malos amigos y siendo fría como el hielo, voltea la mirada y se va. No sé, fue como si de repente hubiera llegado lo que siempre temí, ese momento donde pasaríamos de frente simulando que nunca nos conocimos, que jamás nos quisimos. Fue como una señal que todo había acabado y a partir de entonces, solo íbamos a ser, un chico y una chica que alguna vez, compartieron risas en el fondo de un vagón a altas horas de la noche.
Isa - Ya, creo que tienes razón, realmente nunca me detuve a pensar en eso. Por cómo estaban las cosas la verdad que siempre pensé que no había significado tanto para ti, es decir, que lo habías tomado sin relevancia. Eso porque bueno, en ese entonces creo que llegué a notar en ti también algo de culpa, de enojo, como que de repente también marcabas mucho tu distancia conmigo así que quise suponer que ese fue uno de esos días, donde simplemente haríamos de cuenta como que no pasaba nada.
Y aunque no lo creas, también para mi fue difícil. Quizás no te quería de la misma forma y con la misma intensidad, pero te quería, al fin y al cabo. Aquellos días en que no nos hablábamos, en que por culpa de los demás tomamos nuestra distancia fueron algo que recuerdo muy bien, porque yo quería verte, quería platicarte, quería que todo estuviera bien entre nosotros y seguir riendo juntos. Y entonces veía nuestra realidad, donde la cordialidad era lo único que nos separaba de caer al vacío del cinismo, diciendo que somos amigos, cuando realmente ya no sabíamos si éramos algo.
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