#ahogó
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Por ti mi orgullo se ahogó en una botella, mi cielo tiene más nubes que estrellas
Borracho de amor
#frases en español#frases de canciones#frases#español#canciones#Borracho de amor#por#ti#mi#orgullo#se#ahogó#en#una#botella#cielo#tiene#más#nubes#que#estrellas#dolor#tristeza#sufrimiento#desamor#decepción
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Al final,
Nos convertimos en un recuerdo.
El pasado nos atrapa y nos ata.
Amordaza al corazón.
Ya no fluyen las palabras,
Solo brotan las lágrimas,
En un cuerpo descompuesto.
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Lalo Propaganda
https://youtube.com/shorts/VUMnp7OWL2Y?feature=share
ooohhh early propaganda! Nice <3
Lo único que le voy a reclamar al Lalo es que no le puso cilántro al taco, por que por lo demás el mijo si tiene planta de dilf romántico.
#propaganda#Lalo Salamanca#no me he visto better call saul pero#uhm#supongo que si ahogó a su hermano uh?#better call saul#tu tranqui que lo reblogueo cuando llegue su match
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(Countless) Good Occasions - Enzo Vogrincic
+18! SoftDom!Enzo. Age Gap (implícito), creampie, dirty talk, edging, fingering, hiperespermia, marking, masturbación, (breve) orgasm denial, (menciones de) sexo oral, sexo sin protección, virgin!reader, (breve) aftercare. Uso de español rioplatense.
El café de los viernes comenzaba a volverse una costumbre.
Sin importar dónde se encontraran o qué estuvieran haciendo, cada vez que pasaban juntos la tarde de un viernes tu novio sugería beber café. Compartiendo algún libro o disfrutando una película, caminando por el centro de la ciudad, en el parque, siempre surgía la propuesta.
-¿Por qué siempre café?- preguntaste mientras esperaban en la mesa más alejada de la cafetería que frecuentaban cada vez más.
El sol cayendo del otro lado de la ventana te cegaba y por ese motivo Enzo había ofrecido intercambiar asientos, pero te negaste porque te gustaba ver cómo se iluminaba su cabello.
-El café magnifica cualquier experiencia- explicó-. Así que cuando pienses en mí inconscientemente vas a querer verme porque ahora tu cerebro está convencido de que tenés unos recuerdos espectaculares conmigo.
Soltaste una carcajada y él sonrió ampliamente, complacido.
-Mis recuerdos con vos no necesitan de un café para ser hermosos.
-Mejor asegurarme, ¿no?- tomó tu mano por sobre la mesa-. ¿De qué querías hablar?
Tu nerviosismo era evidente y soltaste su mano para poder acomodar tu ropa. Los interrumpieron con la llegada de sus pedidos y aprovechaste los segundos extra para reunir todo el valor que encontraste en tu cuerpo, ordenando en tu mente las palabras que utilizarías para expresarle tus deseos. No podía salir mal, ¿no? Era algo simple.
Tomaste tu taza con dedos temblorosos y él te imitó.
-Quiero tener sexo.
Se ahogó con su bebida y rápidamente cubrió su rostro con la servilleta que le ofreciste.
-¿Estás segura?- preguntó aún tosiendo-. ¿Conmigo?
Llevaban dos meses juntos y en todo ese tiempo él jamás había intentado y mucho menos insinuado más que lo que permitiste. Alguna sesión de besos apasionada en la que terminaste sobre su regazo, roces sutiles mientras estaban recostados o en el sofá, pero siempre dejando en claro que los límites que no pronunciaste estaban más que presentes y que los respetaba.
Lógico. Era Enzo, después de todo.
-Y sí, ¿con quién más?
Deslizó sus dedos por su cabello y tomó una profunda respiración antes de volver a beber de su taza. Su comportamiento te resultó extraño y no comprendiste por qué no contestaba, por qué de pronto parecía incómodo, ¿era tu culpa? ¿Le molestó el lugar que escogiste para hablar del tema? ¿Y si no quería tener sexo con vos y ese era el motivo de su paciencia?
-Me vas a matar- dijo con una repentina y estúpida sonrisa.
-¿Por qué?
-Porque no voy a pensar en nada más hasta que...
Tu rostro comenzó a tomar temperatura y dejaste escapar una risa temblorosa.
-Bueno, nada, eso- intentaste restar importancia a tu confesión.
Entrelazó sus dedos con los tuyos y tiró de tu mano para besar tus nudillos de manera cariñosa.
-No tiene que ser ya mismo sólo porque me lo dijiste- comentó-. Vamos lento, ¿querés?
-Sí.
De verdad pretendían ir lento.
-¿Te quedás a dormir?- preguntó esa misma noche-. Ya es tarde.
Sus intenciones eran completamente inocentes y no tenías motivo alguno para rechazar la invitación. No era la primera vez que pasarías la noche en su casa y mentirías si dijeras que no era extremadamente relajante dormir con él, escuchando el latido de su corazón mientras reposabas tu mejilla en su pecho y disfrutando de sus caricias constantes sobre tu piel.
Pero…
Horás más tarde te encontraste nuevamente sobre su regazo, sus manos en tu cadera guiando tus movimientos y presionándote todavía más contra su notoria erección, haciéndote temblar por las nuevas y placenteras sensaciones. Tus gemidos, tímidos pero desesperados y constantes, no tardaron en llenar la habitación y provocar que Enzo repitiera sus acciones para oír más.
Sus besos comenzaron a descender por tu mentón, húmedos y sonoros, bañando tu piel. Te abrazaste a él y mientras atacaba tu sensible cuello con sus labios tus dedos se deslizaron por su cabello hasta prácticamente enredarse entre las hebras; sin ser consciente tiraste y sentiste sus dientes rozándote la piel, como si se tratara de una promesa de venganza.
Tus pezones estaban duros por la excitación y el roce con su pecho tonificado, más alla de las capas de tela que aún los separaban, comenzó a ser demasiado. Lo mismo ocurría en tu centro en constante fricción con su bulto, pero cuando te separaste para advertirle ya era tarde y él continuó moviéndote sobre su cuerpo para llevarte hacia la cima de tu orgasmo.
Sólo podías describir el placer como insufrible y en la desesperación del momento tu cerebro te obligó a luchar. Intentando huir de la sensación golpeaste el pecho de Enzo y sin mucha fuerza lo arañaste, pero él sólo sonrió y te sujetó para guiarte a través de las oleadas de placer que te arrastraban. Tus gemidos sonaban débiles y de tus ojos cayeron unas pocas lágrimas.
Besó tu mejilla y te ayudó a calmar tu respiración.
-¿Te gustó?
-¿No es obvio?- preguntaste con la voz quebrada. Todavía podías sentirlo, duro y muy caliente, suplicando por atención-. Vos no…
-No importa.
-Sí importa- insististe-. ¿Puedo?
-¿Estás segura?
-Me vas a tener que ayudar un poco- reíste nerviosa-. Quiero ver, por favor.
Abandonaste tu lugar para permitirle deshacerse de su pantalón y cuando regresó a la cama ver el contorno de su miembro te robó el aliento. Una mancha de su excitación oscurecía la tela gris de su ropa interior y cuando hizo un gesto afirmativo tus dedos se posaron sobre ella de inmediato: estaba caliente y tus yemas se mojaron en un parpadeo. Suspiraste.
Masajeaste su erección por sobre la tela, todavía nerviosa, mientras sus ojos seguían todos tus movimientos y las hermosas expresiones en tu rostro. Estabas segura de que de corresponder su mirada todo tu valor se esfumaría, pero resultó todo lo contrario: cuando tus ojos encontraron los suyos te sentiste más segura, más tranquila, más valiente.
-¿Puedo?
-Sí, mi amor.
Tiraste de la cintura elástica de la prenda y reprimiste un sonido de sorpresa cuando por fin viste lo que ocultaba. Tus dedos se deslizaron sobre su extensión caliente, desde su punta brillante y trazando la vena que lo recorría, hasta llegar a la base donde encontraste un poco de vello. Lo tomaste en tu palma y con la primer caricia experimental Enzo gimió, sensible.
-¿Así?
-Podés…- se aclaró la garganta-. Podés agarrar más fuerte si querés.
-¿No duele?
Arrojó la cabeza contra el respaldo de la cama y negó. Tu inocencia era tentadora y se sentía culpable cada vez que por su mente cruzaba el pensamiento de corromperte, de tocarte donde nadie más te había tocado, enseñarte un sinfín de posibilidades para que descubrieras con él todo lo que te gustaba. Intentó calmarse con respiraciones profundas.
Tu mano masturbándolo fue su fracaso.
-Mirá, así- envolvió tu mano con la suya, mucho más grande y cubierta de venas que te encantaban, y comenzó a guiar tus movimientos justo como lo había hecho cuando estabas sobre él. El ritmo que estableció era más rápido que el que llevabas y te desconcertó, pero más lo hicieron los giros de su muñeca y los gruñidos que arrancaron de su garganta.
Entre tus piernas otra vez quemaba la necesidad y rogaste porque él no lo notara.
Observaste hipnotizada las gotas de líquido traslúcido brotando en su punta y el sonido de su humedad llenó tus oídos rápidamente. Continuaste tocándolo de la misma manera cuando retiró su mano –sólo para sujetar tu muslo, su pulgar acariciándote sin saber cuánto te afectaba- y luego de unos minutos te sorprendió ver el movimiento rebelde de sus caderas alzándose.
Pronto sentiste su abundante excitación recorriendo su miembro, dificultando tu agarre allí donde humedecía tu palma, y unos minutos más tarde unas gotas se deslizaron sobre tus dedos. Buscaste la mirada de Enzo, entre sorprendida y excitada por la imagen ante tus ojos.
-Perdón- dijo en voz baja-. Es que se siente bien.
Él no tenía idea de cuánto te motivó con su confesión y vos no tenías idea de cómo la dulce expresión en tu rostro lo estaba orillando hacia un orgasmo vergonzosamente temprano. Llevó una mano a tu rostro y con el mismo pulgar que había estado peligrosamente cerca de tu centro, acarició y tiró de tu labio inferior.
Jamás supiste qué te llevó a abrir la boca para succionar el dígito entre tus labios. Sólo supiste que se sintió bien, sobre todo cuando pensaste en cómo se sentiría reemplazarlo con su pesado y duro miembro, y que eso fue todo lo que Enzo necesitaba para derramarse.
Con un gemido grave y ronco se dejó ir, salpicando con su liberación su cuerpo y también el tuyo. Manchó de blanco la mano con la que continuabas acariciándolo, prolongando su orgasmo con la más dulce tortura que jamás había experimentado, tus piernas desnudas y la camiseta que te había prestado para ir a la cama. Una vez que su respiración volvió a ser normal te sonrió.
Te llevaste los dedos a la boca, curiosa, para probar su esencia. Juraste ver su erección palpitar.
Con una mano en tu nuca rompió la distancia y te besó.
-Qué linda que sos- dijo contra tus labios.
El café de los viernes pronto estuvo acompañado por otras costumbres.
Ahora los dedos de Enzo torturan expertamente tu clítoris, dibujando círculos y aplicando la presión justa para hacerte delirar como sólo él logra hacerlo. Tus uñas están enterradas en su brazo musculoso, el ardor de las marcas que dejás sobre su piel haciéndolo suspirar constantemente y frotarse de manera descarada en tu muslo desnudo.
Antes de permitirte llegar a tu orgasmo y sin importarle tus protestas, sus dedos bajan más allá de tu clítoris, deslizándose entre tus pliegues húmedos, para luego tantear tu pequeña entrada con cuidado. Gemís mirándolo a los ojos y él te sonríe, mostrándose sereno para no ponerte todavía más nerviosa, pero su corazón está latiendo descontrolado en sintonía con el tuyo.
Besa tu frente y suspira contra tu piel.
-Estás muy mojada, ¿sabías?- negás avergonzada-. ¿Estás segura de que querés hacerlo?
-Segura.
Llevan semanas preparándose para este preciso momento y explorando el cuerpo del otro para conocerse aún mejor. Recordás el momento en que sus labios hambrientos besaron tus muslos y la forma de las marcas que sus dientes dejaron en tu piel, el tiempo indefinido que pasó con su rostro entre tus piernas y su lengua jugando con tu clítoris de mil maneras, robándote incontables orgasmos y haciéndote llorar.
También recordás vívidamente el gemido que cayó de sus labios la primera vez que lo tuviste en tu boca. Tu mandíbula comenzó a doler luego de unos minutos –con sólo un tercio de Enzo más allá de tus labios- y tus pulmones dolían por la deficiente oxigenación, detalles que ignoraste junto con todas sus sugerencias cargadas de preocupación por las lágrimas en tus ojos.
Todavía sentís sus manos en tu nuca y su semen escapando de tu boca.
-Si en algún momento querés parar…- te recuerda-. Rojo, ¿sí?
-Sí.
Besa tu mejilla y sus labios permanecen en contacto con tu piel. Sus largas pestañas rozándote te hacen cosquillas. Cuando presiona suavemente contra tu entrada tu humedad permite que la primera falange de su dedo se deslice en tu interior: no es la primera vez que se encuentran en esta posición, lejos de eso, pero la intrusión todavía resulta un poco extraña y sorpresiva.
-¿Bien?- pregunta.
-Bien- asegurás-. ¿Más?
Otro beso en tu mejilla y pequeños movimientos del dígito en tu interior para entretenerte mientras te prepara. Suspirás cuando lo introduce por completo, rozando inmediatamente y concentrándose en ese lugar que te hace temblar en cada ocasión, siempre atento a cualquier reacción en tu rostro o tu cuerpo.
Pronto son gemidos los únicos sonidos que emitís y él intenta contenerse besando tu mejilla, tus labios, tu cuello y cada centímetro de piel que encuentra en su camino. Continúa empujándose contra tu costado, desesperado por sentirte, encantando con los sonidos de tu cuerpo y tu voz que no deja de provocarlo más y más. La humedad en su ropa interior comienza a mojar tu pierna y él intenta no pensar en cómo eso es una manera de marcarte.
-Más, Enzo.
Acaricia tus pliegues con dos dedos extremadamente húmedos, tentándote antes de conducirlos a tu entrada pulsante y tu interior ansioso por más. Esta vez duele y te mordés la lengua para contener el quejido que lucha por hacerse oír, repitiéndote mentalmente que sólo durará un momento y que Enzo se va a asegurar de que el dolor sea mínimo, como siempre.
Con el correr de los segundos el escozor se desvanece y retoma el ritmo previo luego de ver tu cuerpo relajarse. Tu expresión de reposo se interrumpe cuando vuelve a curvar sus dedos en busca de tu punto dulce y tu mano vuela hacia su cabello, tus ojos vidriosos mirándolo con lágrimas de placer y rogándole por más. Obedece, obvio, ¿cómo podría no hacerlo?
-Ahí- repetís sin ser dueña de tu voz y tus acciones. Rasguñás su pecho y él muerde tu mejilla sin demasiada fuerza, perdiéndose en la adictiva sensación de tus paredes contrayéndose sobre sus dedos e imaginando no por primera vez cómo se sentirá estar dentro tuyo-. Voy a…
-No.
Retira sus dedos rápidamente y el sentirte vacía es angustiante.
Se deshace de su ropa interior y separa tus piernas con manos temblorosas que te hacen sonreír. Es extrañamente reconfortante saber que él también está nervioso por la situación y ese simple pensamiento te permite relajarte mientras se posiciona sobre tu cuerpo, sus brazos a ambos lados de tu cabeza antes de que tome su erección y la guíe hacia tu entrada.
-¿Querés que te la meta?
El consentimiento es importante y sorprendentemente excitante, pensás mientras se desliza por tus pliegues una y otra vez, pero en esta ocasión todo es diferente. Preguntó lo mismo hace unos días, mientras te rozabas con él sin ninguna prenda que los separara, pero entonces sólo intentaba provocarte así como lo hizo cuando utilizaba tus muslos para estimularse.
-Sí- contestás con voz entrecortada-. Toda.
Busca tus labios pero no te besa y sus ojos permanecen fijos en los tuyos cuando se introduce. Comparten un gemido, él suyo grave y el tuyo agudo, quebradizo y desesperado, cuando su punta desaparece en tu interior.
Los lentos movimientos milimétricos de su cadera te roban el aliento y permiten que tomes más y más de su miembro sin provocarte molestia alguna… hasta que un punzante dolor provoca que intentes cerrar tus piernas. Él se detiene para permitirte acostumbrarte, preguntándote silenciosamente si eso es suficiente o si preferís detenerte toda actividad.
-Estoy bien- asegurás-. Arde un poco.
-¿Paramos?
-No. Quiero seguir.
Se estira para tomar el lubricante olvidado sobre las almohadas y con tu ayuda coloca un poco sobre sus dedos. Intentás ignorar el rastro de sangre que los adorna como un anillo, imposible, y cuando bajás la mirada para contemplar cómo cubre su miembro y tu entrada con el producto frío, encontrás en su base el mismo rojo intenso. Temblás.
-¿Estás bien?
-Hay sangre.
-No pasa nada- besa tu mejilla y borra el rastro de lágrimas de tus mejillas-. Es normal, tranquila, no pasa nada.
-Pensé que no iba a sangrar.
-¿Te molesta la sangre? ¿Querés parar?
-No- insistís-. Perdón. Por las sábanas.
-No pasa nada, tonta- te sonríe-. Se lavan y listo.
Entrelazás tus dedos en su nuca, jugando con su cabello, y abrazás su cadera con tus piernas. Comprende cuáles son tus intenciones y continúa moviéndose delicadamente hasta que se hunde por completo en tu interior cálido, su punta besando tu cérvix deliciosamente y su tamaño haciéndote sentir plena, imposiblemente llena.
Te regala unos segundos e imitás el ritmo de su respiración.
-Más.
En pocos segundos un placer que no podés describir recorre tu cuerpo y te hace gemir con fuerza, nublando tu mirada y también tu juicio. Los sonidos que surgen cada vez que golpea tu cuerpo inundan tu audición y se entremezclan con los sonidos de placer que brotan de tus labios, tus palabras entrecortadas cuando suplicás por más, más, más y su respiración trabajada.
Enzo busca refugio en el espacio entre tu cuello y tu clavícula y sus dientes rozan tu piel una decena de veces antes de hundirse allí, marcándote. Gritás su nombre y eso sólo desata el deseo de hacerte suya en todos los sentidos: marcando tu piel, abusando de tu interior hasta que lo único que recuerdes sea su persona, llenándote en cuerpo y alma, entregándose a vos.
Su mano recorre tu cuerpo hasta llegar a tu centro y presionar sobre tu clítoris, sensible y aún desesperado por cualquier mínima atención. Jadeás. La combinación de la penetración y sus dedos es exquisita, te hace temblar bajo su cuerpo mientras él continúa arruinándote con embestidas profundas que se roban tu cordura.
-Se siente muy bien- confesás entre gemidos-. Me encanta.
Abandona su escondite luego de morderte una última vez y observa tu rostro.
-Vos me encantás- remarca sus palabras con una dura estocada-. Y esta conchita tan linda que tenés…
Lloriqueás por lo obsceno de sus palabras y arañás sus hombros cuando una particular sensación se instala en tu abdomen bajo. Los dedos sobre tu clítoris no te dejan respirar y mucho menos lo hace su miembro, deslizándose con mayor facilidad gracias a la excitación de ambos, la cual hace brillar tus pliegues y se extiende hasta tus muslos.
-Enzo, ¿puedo?
Besa la comisura de tus labios.
-Si, bebé, podés.
Te dejás ir bajo su atenta y arrolladora mirada.
Tus músculos se contraen sobre su miembro palpitante y pronunciás un hilo de incoherentes palabras entre las cuales sólo es entendible Enzo. Captura tus labios y silencia tus gritos cuando la velocidad de sus caderas aumenta, entre frenética y errática, para encontrar su propio orgasmo: la sobre estimulación se roba el último pensamiento lógico en tu mente.
Permitís que te utilice como él quiera.
Tu cuerpo se sacude por la fuerza que emplea y él se pierde en el movimiento de tus pechos cubiertos por tu camiseta, tus labios brillando con su saliva y la tuya, las lágrimas que hacen brillar tus pestañas y el ángulo que adoptan tus cejas. Entre gemidos te oye suplicándole, pidiéndole que te llene, y eso lo arroja hacia el precipicio.
Sentís los incontables hilos de semen salpicando tu interior, pintando tus paredes de blanco y llenándote justo como querías. Sus movimientos se apagan gradualmente y cuando se desliza fuera de tu cuerpo todavía está derramándose, de su punta brotan gotas y más gotas calientes que caen directamente sobre tu piel y se deslizan por tus pliegues hasta unirse con los restos escapando de tu interior.
Intentás regular tu respiración y todavía asombrada, comentás:
-Es mucho.
-Perdón, es que…
-No- lo interrumpís-. Me encanta.
Un beso es su única respuesta antes de recorrer con su boca tu mandíbula, tu mejilla, tus párpados pesados que amenazan con cerrarse, tu frente y tu nariz, donde deposita otro tierno y corto beso. Acaricia tu pómulo con sus nudillos y luego masajea tu cuello y tu clavícula, disimulando cuánto disfruta ver sus marcas allí.
-¿Querés ir al baño?
-Estoy bien.
-¿Querés agua?
-No.
-¿Qué querés entonces?- pregunta con una risa.
-A vos. Nada más.
-Me tenés- te sonríe-. Pensé que lo sabías.
Jugás con un mechón de su cabello que cae sobre tu rostro y te hace cosquillas.
-Te quiero, Enzo.
-Yo te quiero más, hermosa… Pero me están matando los brazos- agrega con una carcajada-. Vení que te quiero abrazar un ratito.
Un ratito, por vos, podría ser toda la eternidad.
Notas de Lu: No sean como yo, que estaba convencida de que dejé bien programada la publicación pero fue todo lo contrario y sólo lo descubrí cuando estaba preparando la publicación de un drabble. Sean inteligentes. Espero que hayan disfrutado la lectura ♡ taglist: @creative-heart @madame-fear @delusionalgirlplace @recaltiente @llorented @lastflowrr @chiquititamia ♡
#deep inside - love letters#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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▐ ⦙ ❛ * ♡ ·゚ Ꮺ ࣪˖ ᥫ᭡ 🦢ˎˊ˗ Crowley/@lemecdeliott❜ ♥
🌾 ❛❛👹🤵🏻♂️🗡️🕶️Ghoul le había buscando para decirle que Asmodeus requería su presencia, ¡nah! llevaba años separado de los asuntos del infierno y de los demonios, tanto porque ya no le interesaba como porque le recordaba a Aziraphale; traicionero soñador. Pensaba para sus adentros cada que le venía a la imagen su bobo rostro. Aunque si debía reconocer que estaban pasando cosas extrañas en el mundo, eventos que no deberían estar ocurriendo ¿había escuchado bien? ¿el señor del bigote era un aclamado pintor austriaco en lugar de hacer la guerra? Había investigado y en los libros de historia aún existía ese momento histórico ¿entonces por qué? Y luego estaba John F. Kennedy y su fallido atentado hace 3 días ¿como? Todo estaba extraño. —No es mi problema—Se repitió haciendo un ademán para retirarse de ese lugar al que había ido solo para confirmar lo que había escuchado y sí efectivamente era idéntico al hombrecillo austriaco maniaco de 1939. Vaya a saber que era lo que tramaba ahora "el creador". Se giró y ahogó un grito cuando reconoció la figura frente a él. —Bonitas plumas, deben ser calidad premium, con permiso—Lo miró con desdén y paso de su lado. No quería intercambiar palabras con él, es más no quería saber de él y su utópica vida feliz en lo celestial.
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Pobre cuerpo, que pesar transportar esa mente enferma propensa a hacerle daño buscando sentir "algo" aunque sea dolor. Rompió el espejo a puñetazos y la ahogó en alcohol.
#escritos#cosas de la vida#pensamientos#sentimientos#tristeza#citas#cosas que escribo#reflexiones#frases
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❝ My pace ❞
Habían pasado un par de semanas desde el celo de Hyunjin y Felix había estado pensando en ello mucho, demasiado. No en la parte sexual, bueno, en eso también, era inevitable teniendo en cuenta que era incapaz de sentarse recto durante un tiempo y que había habido muchas bromas a su alrededor por su forma de moverse en los ensayos. Pero más bien habían sido otros los pensamientos que estaban ocupando su mente. No había querido alarmar a nadie, mucho menos a Hyunjin pero necesitaba un coche y lo más seguro había sido pedirle a Bangchan que le llevara, porque no se fiaba de alquilar un taxi y que no acabara aquello en cualquier tablón de noticias. El líder había accedido sin pensarlo aunque estaba preocupado, Felix le dijo que se trataba de una revisión rutinaria.
Sin embargo al salir de la clínica su cara estaba completamente pálida y Bangchan no podía creer más esa mentira. — ¿Qué ha pasado? No te ves bien ¿Te ha dado una mala noticia? — Felix aún estaba procesando todo lo que había ocurrido en la consulta, o más bien, toda la información que se le había sido otorgada de golpe. — Si... No, no sé ... — dijo vagamente, lo que hizo que Bangchan se preocupara mucho más — Lixie, sabes que puedes contarme cualquier cosa — el tono suave, casi paternal del mayor le hizo mirarle y su barrera prácticamente se cayó a pedazos. — Creo que... Es posible que Hyunjin y yo nos hayamos emparejado sin querer... — susurró de forma tímida, hubo un par de minutos de silencio tenso en el coche, en el que sólo se escuchaba los sonidos de fuera en la calle, y la voz de Bangchan cuando analizó esas palabras finalmente rompió el silencio. — ¡¿Sin querer?! ¿Cómo te emparejas de alguien sin querer? Oh, no, Lix ¿Dejaste que te mordiera en su celo? — Felix se puso completamente rojo — ¡Por supuesto que no! — por el contrario la cara de Bangchan se volvió completamente pálida — ¡¿TE MORDIÓ SIN TU CONSENTIMIENTO?! — le miró como si se hubiera vuelto completamente loco, era Hyunjin de quien estaban hablando, el suave y romántico Hyunjin, quien incluso en pleno celo, cegado por sus necesidades biológicas, había hecho todo lo posible porque Felix se sintiera cómodo. — ¡NO! — respondió sonando casi indignado, pero entonces vio el rostro de pura confusión de Bangchan y suspiró, empezando a explicarle todo lo que el médico le había estado contando sobre los posibles motivos de que su propio celo fuera un desastre irregular y... Las almas gemelas.
Hubo de nuevo unos instantes de silencio antes de que Bangchan casi se golpeara la frente contra el volante. — Oh, no, fuck, fuck, fuck... — Felix se mordió el labio inferior al escuchar al mayor maldecir en su idioma natal y no supo exactamente por qué esa reacción dio pie a que su ansiedad volviera a dispararse, así es como iba a tomárselo Hyunjin seguramente, como una auténtica cagada, pensar aquello hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas. Al notar el cambio brusco en el olor de Felix, Bangchan se volteó alarmado — Ey, no, no, no llores, Lixie, no pasa nada. Todo va a estar bien, no es lo que probablemente teníais planeado pero no importa, seguro que estará bien cuando se lo digas... — dijo estirando las manos para tomar el rostro del menor y limpiarle las lágrimas, Felix le dejó hacer, bañándose en el olor a chocolate del otro alfa para intentar calmarse, aunque era difícil. Sin embargo ante su última frase ahogó un sollozo, negando — No... No voy a decírselo. — dijo entre pequeños hipidos, lo que hizo a Bangchan fruncir el ceño — ¿Qué? Felix, es algo muy gordo, tienes que decírselo... — Felix volvió a negar de forma terca — No, va a asustarse, yo me he asustado, es obvio que no es algo que sea bueno, no ahora y... No sé si... — murmura, si que habían dejado caer la posibilidad y Hyunjin había parecido triste de no poder hacerlo, pero era diferente a tener la opción en un futuro a que les hubieran quitado de las manos el poder tomarla, obviamente ninguno pensaba que podría suceder bajo esas circunstancias. Bangchan suspiró pesadamente — Felix, no he conocido a nadie más enamorado de lo que Hyunjin está de ti, te adora por completo, no va a dejarte por algo así. — el omega sintió de nuevo las lágrimas caer — No lo sabes. — dijo acusatoriamente. — No, puede que no pero ¿Qué es mejor? ¿Ocultarselo? ¿Hasta cuándo? ¿Y si la cosa sale mal y acabáis separandoos y él se empareja con otra persona al no saberlo? ¡Felix, es peligroso, podrías morir si el vínculo se rompe de mala manera! — Aquel escenario solo hizo que se disparara de nuevo su ansiedad, sentía que se ahogaba entre sollozos y Bangchan se dio cuenta de que no había sido bueno decirle eso, así que casi entró en pánico también porque no estaba tan acostumbrado como Hyunjin a tratar con un omega en ese estado. Solamente se dejó guiar por su instinto y rodeó a Felix con los brazos firmeza, tirando de él para que quedara la cabeza ajena contra su cuello, murmurando palabras de consuelo contra su cabello hasta que el menor se calmó lo suficiente para poder respirar de nuevo. Aún así ambos se quedaron en el aparcamiento, dentro del coche hasta que Felix se hubo calmado por completo y Bangchan también, no insistió en el tema, de hecho trató al menor con pies de plomo, ofreciéndole ir a comprar algo rico de comer para hacer que se sintiera mejor. El viaje de vuelta a casa fue silencioso, Felix estaba drenado, mental y fisicamente y aunque el batido que Bangchan le consiguió estaba rico, ni siquiera pudo acabárselo del todo, agradeciendo al mayor infinitamente por lo que había hecho por él antes de ir a retirarse a su propio dormitorio, su olor dejando claro que no quería a nadie cerca al pasar por el salón de camino a encerrarse en su cuarto y empezar a trabajar por primera vez en semanas en un nido nuevo allí.
Bangchan por su parte seguía preocupado cuando entró al otro dormitorio viendo a Changbin y Han jugando a un videojuego en el salón y Hyunjin sentado con ellos en el sofá. La atención de Han fue al líder al momento, sonriendo — ¡Hey, volviste! ¿Dónde estabas? Seungmin te estaba buscando — Bangchan se quitó el abrigo con calma — He llevado a Felix al médico. — dijo, su mirada yendo directamente a Hyunjin de forma bastante obvia, no, no estaba de acuerdo con la decisión de Felix de no contarle a Hyunjin qué estaba pasando, pero no era él quien debía decírselo, aunque eso no iba a impedirle de poner a Hyunjin en el camino correcto para averiguarlo y además tras lo ocurrido era obvio que el omega necesitaba al bailarín cerca de él. — ¿Por qué... Ha vuelto a comer más arándanos de los que le caben en el cuerpo y se ha asustado al ver que cagaba de otro color? — dijo Han con una ceja arqueada aunque bajo ese tono de broma se escondía verdadera preocupación. —No, no ha sido eso. — replicó a Bangchan, tajante esperando que Hyunjin dijera algo.
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La Trágica Historia de Hero y Leandro
El mito de Hero y Leandro es una historia de amor trágico que proviene de la mitología griega. Se desarrolla en la ciudad de Sestos, ubicada en la región de Tracia, a orillas del Helesponto (el estrecho de los Dardanelos).
Hero era una sacerdotisa de Afrodita, la diosa del amor, que servía en el templo de la diosa en Sestos. Leandro, por otro lado, era un joven que vivía en Abidos, una ciudad al otro lado del Helesponto. Desde que se conocieron, se enamoraron profundamente.
El gran desafío de su amor era la distancia que separaba a sus dos ciudades. Cada noche, Leandro nadaba a través del estrecho, guiado por la luz de una antorcha que Hero encendía en lo alto de la torre del templo de Afrodita. De esta manera, Leandro encontraba su camino a través de las oscuras aguas del Helesponto hacia su amada Hero en Sestos.
La historia alcanza su trágico clímax durante una tormenta oscura y tempestuosa. Esa noche, la antorcha de Hero se apagó debido al viento fuerte, y Leandro, desorientado en la oscuridad, perdió su camino en las aguas turbulentas. Sin la guía de la luz de Hero, se ahogó en el mar.
Al amanecer, Hero descubrió el cuerpo sin vida de Leandro en la playa. Devastada por la pérdida de su amado, decidió quitarse la vida arrojándose al mar desde lo alto de la torre del templo. Se dice que las aguas del Helesponto se volvieron aún más turbulentas con el duelo de Afrodita por la tragedia de estos amantes.
El mito de Hero y Leandro ha sido tema de numerosas obras literarias y artísticas a lo largo de los siglos, representando la fuerza del amor que desafía las adversidades, pero también la fragilidad de la vida humana frente a los caprichos del destino.
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La Llorona, una leyenda popular nacida en México.
Si vives en México probablemente has oído hablar acerca de La Llorona: "Una mujer que vaga en medio de las calles llorando por sus hijos”, algunas versiones dicen que era una joven que ahogó a sus hijos por una traición de amor; otras dicen que los descuidó y el río se los llevó.
La historia de la llorona se cuenta de mil maneras. Lo cierto es que este mito va más allá.
Está historia de remonta al tiempo de los aztecas.
Cuentan que la diosa Cihuacóatl, madre de nuestros ancestros, los mexicas; traía consigo predicciones de las guerras que estaban a punto de suceder. Cuando estaba próxima la llegada de los conquistadores ella dio el aviso y lloró por sus hijos pues sabía que serían derrotados por los extranjeros y desde entonces se escuchaba su llanto.
La quinta leyenda del sol nos dice que Cihuacoatl es la madre , la creadora de los mexicas . Como madre brinda su favor a las mujeres que también lo son. Aquellas que mueren en el parto son dignas de ir al lugar que la Diosa ha designado para ellas en el más allá, y ahí lo habitan, porque no había honor más grande que morir siendo un guerrero ,porque ante los ojos de Cihuacóatl ellas también lo eran .
Gobierno de México
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Hola Eleni!
Te cuento que anteayer le conté a mi hermana sobre María Montez y su vida y quedó sorprendida al saber su triste desenlace y que quedó en misterio su fallecimiento pero me dió una hipótesis o teoría; me dijo que al estar en la bañera pueda haber tocado algo de electricidad con el cuerpo mojado ya que María se bañaba con agua caliente y seguro quería calentarlo un poco más pero tristemente se pudo haberse electrocutado y fallecer en la bañera con la temperatura algo alzada fuera de lo normal.
Personalmente ahora que lo analizo puede que sea cierto porque cuando encontrarón el cuerpi de María, el agua estaba muy caliente y no a temperatura que María ponía normalmente.
Quería compartir esto porque me pareció raro el tema y jamás se le hizo autopsia.
Hola Andrea!
Muchas gracias por tu aporte, lo encuentro muy interesante. Cierto es que nunca se le hizo la autópsia a María Montez y no se sabe exactamente cómo murió.
Una teoría apunta a un paro cardíaco ya que el agua estaba muy caliente. Otra teoría apunta a que con el agua tan caliente, se desmayó y se ahogó.
Esta que te contó tu hermana me parece interesante y que también podría haber sido así, quien sabe si dejó el grifo abierto y el agua iba saliendo cada vez más caliente, en la mayoría de grifos pasa esto.
Es una pena, la teoría de tu hermana puede ser bien cierta, pienso que en ningún caso se suicidó. Hay algún libro y programa televisivo que así lo apunta, y no lo creo para nada, María era esclava de su belleza, pero tenía mucha vida y mucho amor por delante, estaba feliz con su vida personal y profesional, se iba a reencontrar con su família en República Dominicana, iba a filmar en España bajo su nombre real y en su idioma materno, quería hacer más teatro... la vida le sonreía...
Tantas veces he pensado que la vida de Tina y de toda la família hubiese sido tan diferente si María no hubiese muerto... es una pena.
Muchas gracias por preguntar y exponer tu teoría Andrea.
Te mando muchos besitos!!
Eleni ❤️❤️❤️
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Absolutamente toda la tristeza que me ahogó y me sigue ahogando dentro de mí, vino de todas las esperanzas que habitaban en mí.
Beschadyeska
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Tan bella como la mujer que se olvida de su edad, porque no la encuentra en ninguna parte de su cuerpo. Aunque la recuerden sus huesos, pero como quien recuerda lo que una vez fue olvido. O como quien recuerda que una vez se perdió por confiar en que debía perderse. Tan bella que se pondrán a llorar las cosas. Porque no recordará que una vez se ahogó en un río y se convirtió en una ahogada para alguien. Tan bella que su vida le preguntará por qué su sangre no se queda tranquila. Antígona de mi vida, te volverás tan bella que todo el mundo llorará. Llorarán tan fuerte que saldrás de debajo de la tierra y lucharás por los cuerpos que se quedan en el mar. Lucharás por los que huyen. Y por los que creen que sus hermanos están vivos. Sal, Antígona, sal y desala la mar para que entendamos cómo luchabas tú.
Por qué lloran las ciudades, Elisa Levi.
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“Un yo que sigue cambiando, es un yo que continúa viviendo”
Virginia Woolf
Adeline Virginia Woolf fue una escritora británica, autora de novelas cuentos, obras teatrales y demás obras literarias, nacida en Londres en enero de 1882, considerada una de las más destacadas figuras del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX y del feminismo internacional.
Primeros años
Su padre era novelista, historiador, ensayista y biógrafo y su madre nació en la India y trabajó de modelo para pintores prerrafaelistas. Ambos habían tenido nupcias previas con hijos de sus anteriores matrimonios.
Virginia recibió clases particulares y de sus propios padres, y a diferencia de sus otros hermanos, con la inmensa biblioteca de los padres aprendieron los clásicos y la literatura inglesa.
Uno de los recuerdos más vívidos de su infancia no fue en la casa de Londres sino en la de St Ives de Cornualles en donde la familia pasaba sus vacaciones, las impresiones de esos viajes y la del faro de Godrevy sirvieron de inspiración para la creación del relato “Al faro”.
Cuando Virginia tenía 13 años, muere su madre repentinamente lo cual fue la causa de sus primeras depresiones, y la muerte de su padre en 1904 aumentaron sus problemas emocionales. Sus crisis nerviosas y periodos recurrentes de depresión según sugieren algunos eruditos fueron incluidos por abusos sexuales que ella y su hermana Vanessa sufrieron a manos de sus medios hermanos.
Estas situaciones hicieron de Virginia al parecer sufriera de lo que hoy se le conoce como trastorno bipolar.
Círculo Bloomsbury
Después de la muerte de su padre, sus hermanos vendieron la casa familiar para mudarse al número 46 de Gordon Square en Bloomsbury, en donde su hermano mayor la convirtió en el centro de reunión de antiguos compañeros universitarios e intelectuales de la talla de E.M. Forster, el economista J.M. Keynes, y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. Esta formación sería conocida como “el círculo de los Bloomsbury”.
En 1912 a la edad de 30 años se casó con el escritor Leonard Woolf miembro también del círculo Bloomsbury.
Dentro de la ética del círculo Bloomsbury figuraba la no exclusividad sexual, por lo que durante la mayor parte de los años 20, Virginia sostuvo una relación con la escritora Vita Sackville-West.
Woolf comenzó a escribir profesionalmente en 1905, y su primera novela “Fin de viaje” en 1915 vió la luz apoyada por la editorial de su medio hermano.
Tras la publicación de “La señora Dalloway” y “Al faro”, los críticos comenzaron a elogiar su originalidad literaria, cuya maestría técnica y el afán experimental de la autora, introducida además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes propias de la poesía.
Su legado
Wolf experimentó con especial interés con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual como en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje.
En Las Olas (1931), presenta un flujo de conciencia de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabajado monólogo tradicional con lo que crea un ambiente de poema en prosa.
Wolf publicó novelas y ensayos con éxito tanto de crítica como de público, y fue catalogada como una de las grandes novelistas del siglo XX y aunque su reputación declinó después de la Segunda Guerra Mundial, recuperó su auge con la crítica feminista de los años 70.
Últimos días
Después de terminar el manuscrito de su última novela “Entre Actos”, Wolf cayó en una profunda depresión. Su trastorno bipolar, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de su casa durante los bombardeos, empeoraron su condición hasta que se vió incapaz de trabajar.
El 28 de marzo de 1941, Woolf se suicidó, llenó su abrigo con piedras en los bolsillos y se lanzó al río Ouse, cerca de su hogar donde se ahogó.
Woolf escribió una nota llena de amor hacia su esposo, describiendo lo difícil de su condición y su incapacidad para seguir luchando, le agradece todo lo que había hecho por ella.
Sus restos fueron incinerados y enterrados por su esposo bajo un árbol en Rodmell Sussex.
Fuente: Wikipedia.
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En 1999, la paracaidista Jan Davis murió trágicamente al caer desde El Capitán, en Yosemite, cuando su paracaídas no se abrió. Había saltado desde el pico de 3,200 pies como parte de una protesta contra la prohibición del salto BASE en el parque, instaurada tras la muerte de un hombre que se había lanzado en paracaídas desde el mismo acantilado y se ahogó mientras intentaba escapar de los guardabosques.
Esta es solo una de las muchas historias trágicas que han ocurrido en el Parque Nacional Yosemite, donde se han registrado desapariciones y muertes en extrañas circunstancias.
Conoce el parque con la mayor mortalidad del mundo:
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Carta de la depresión
La depresión me preguntó: ¿Desde cuando te volviste mi acompañante?, ¿por que cambiaste la luz de tus días por las sombras?, ¿por qué en un instante se ahogó la sonrisa sumergida en mares muy hondos?, ¿desde cuando tocaste fondo?.
¿Por qué crees que la vida no tiene sentido?, lo maravilloso de las aves no es su vuelo, sino como disfrutan los aires; ¡No te hagas pez, que yo soy anzuelo!, Disfruta tu caminar por la tierra te lo pido.
Aléjate de mí, no me acaricies tanto, deja de cubrir tu sol en la oscuridad de mi regazo; Ten amor propio y vive, que yo solo te acompaño si tú me elijes.
Eres un ser tan bello, superior a otros seres, puedes nadar, volar, correr, todo lo que tu mente te permita hacer, ¿por qué dices que la vida no vale?, sí cuando vives es donde sobresalen, las almas como tú, que no necesitan estar conmigo, la depresión… Disfruta hoy este día y escribe algo nuevo, sin lápiz ni papel, solo vive.
Este escrito es dedicado a todas las personas que padecen de depresión, ¡animos!, que la vida es mas bella, de adentro hacia afuera.
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