#Ruptura Política
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arnoldocuellar · 1 year ago
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DÍAS DE GUARDAR Domingo 3 de septiembre de 2023
Arte: Emilio Jiménez a través de MidJourney La maquinación que provocó una huelga universitaria Márquez bajo fuego: venganza sin rendición de cuentas Llega nuevo delegado de la FGR a Guanajuato Continue reading Untitled
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notasfilosoficas · 2 months ago
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“La ideología representa la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia”
Louis Althusser 
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Louis Althusser fue un filósofo marxista francés, conocido por su influencia en la teoría social, política y filosófica del siglo XX.
Nació en Argelia, en 1918 que en ese momento era una colonia francesa, y estudió en la École Normale Supérieure de París, donde más tarde se convirtió en profesor y mentor de muchos estudiantes destacados, incluidos algunos que serían figuras influyentes en la filosofía y la política.
Durante su juventud se siente fuertemente identificado con el cristianismo y sufrió episodios de depresión y otros trastornos mentales, lo que afectó profundamente su vida
Estudió en la prestigiosa École Normale Supérieure (ENS) de París, donde más tarde se convertiría en profesor. Su formación académica coincidió con un período turbulento en la historia europea, marcado por la Segunda Guerra Mundial, en la cual Althusser fue capturado en Vannes y pasó varios años en un campo de prisioneros de guerra en Alemania.
Tras la guerra, se unió al Partido Comunista Francés (PCF) en 1948 y comenzó su carrera como profesor en la ENS, donde enseñó filosofía a una generación de estudiantes que incluía a figuras como Michel Foucault y Jacques Derrida. Durante los años 60, su trabajo ganó prominencia, especialmente por su interpretación estructuralista del marxismo.
Es considerado habitualmente como estructuralista, aunque su relación con otras variantes del estructuralismo francés es bastante compleja sin embargo, es más conocido por sus trabajos en la teoría marxista, especialmente por su intento de reformular el marxismo, alejándose del humanismo marxista y acercándose a un estructuralismo más riguroso.
Su obra más influyente es **"Pour Marx" (1965)** y **"Lire le Capital" (1965)**, donde introduce conceptos como la "estructura sobredeterminada" y la "ideología como estructura" que influencian el comportamiento social.
 Althusser pensaba que las ideas de Marx habían sido malentendidas, especialmente por los marxistas y consideraba que las diferentes formas de interpretar a Marx, no hacían justicia al carácter científico de los trabajos de Marx a partir de 1845.
Althusser consideraba que la obra de Marx había sufrido una “ruptura epistemológica”, (concepto introducido por el filósofo y poeta Gastón Bachelard, Pierre Bordieau y Jean Claude Passeron entre otros), a partir del momento en que Marx se concentró en sus trabajos económicos.
En su teoría de la ideología, Althusser propuso la idea de que las ideologías funcionan a través de "aparatos ideológicos de Estado" como la familia, la educación y los medios de comunicación, que perpetúan las relaciones de poder en la sociedad. Su enfoque fue crítico para el desarrollo de la teoría crítica, y sus ideas influenciaron a muchos académicos en los campos de la sociología, los estudios culturales y la filosofía.
A nivel personal, la vida de Althusser estuvo marcada por episodios de enfermedad mental. En 1980, en un estado de crisis, mató a su esposa, Hélène Rytmann, lo que llevó a su internamiento en un hospital psiquiátrico. Tras este trágico incidente, se retiró de la vida pública. 
Aunque publicó algunas obras después, su salud mental se deterioró progresivamente hasta su muerte el 22 de octubre de 1990.
A pesar de la controversia en torno a su vida personal, la obra de Althusser sigue siendo un referente crucial en el pensamiento marxista y continúa siendo estudiada y debatida ampliamente en la filosofía contemporánea.
Fuentes: Wikipedia
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sinfonia-relativa · 1 year ago
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Después de una ruptura
Y ahora, dónde me deja esto, debo buscar a un seguidor de creencias religiosas, amante de la política, conservador, Provida, antifeminismo, de familia funcional, de vida perfecta, egocéntrico, amante de los prados verdes, acreedor de la salvación, conocedor de la verdad absoluta, amante de la buena ortografía y gramática, lector y escritor, bueno para todo (teoría y práctica), seguro de su cuerpo y conocimiento, vanidoso, que me haga odiar todo lo que soy, que me haga creer que mi forma de vivir es incorrecta, creador de dependencia emocional o económica.
Uno como tú que piense que sin él no puedo, que sin él soy nada, uno que se burle de mi sentir, que me haga callar cuando lloro, que me haga sentir insuficiente, que deje que sus amigos digan cosas malas de mí, uno que solo me demuestre amor cuando siente que me va a perder, uno que me deje sola de noche en medio de la calle porque peleamos, uno que se ponga celoso de mis amigos y exija que no les hable, uno que me eche la culpa de todo, uno que prefiera tenerme aunque no me quiera, uno que conmigo no, pero con otras sí, uno que solo me use para satisfaces alguna necesidad que tenga, uno que utilice en mi contra todo lo que le he contado, uno al que no conozca porque nunca fue capaz de abrirse conmigo, uno que me haga odiarme y abandonarme con tal de ser merecedora de él, que me haga sentir poca persona, una persona fallida.
No, no lo busques.
Niña bicho
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jgmail · 6 months ago
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La revolución fallida de Karl Polanyi. El orden mundial liberal se derrumba una vez más
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Por Thomas Fazi
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Pocos pensadores del siglo XX han tenido una influencia tan duradera y profunda como Karl Polanyi. «Algunos libros se niegan a desaparecer: son arrojados a las porfundidades del mar, pero emergen de nuevo y se mantienen a flote», señaló alguna vez el historiador de la economía Charles Kindleberger cuando se refería a la obra maestra de Polanyi: La gran transformación. Esto sigue siendo hoy más cierto que nunca, 60 años después de la muerte de Polanyi y 80 años después de la publicación del libro. Mientras las sociedades siguen luchando contra los límites del capitalismo, este libro sigue siendo posiblemente la crítica más fuerte en contra del liberalismo de mercado jamás escrita hasta la fecha.
Polanyi nació en Austria en 1886 y creció en Budapest en el seno de una próspera familia burguesa de habla alemana. Aunque su familia era nominalmente judía, Polanyi se convirtió pronto al cristianismo o, más exactamente, al socialismo cristiano. Tras el final de la Primera Guerra Mundial, se trasladó a la Viena «roja», donde se convirtió en editor de la prestigiosa revista económica Der Österreichische Volkswirt (El economista austriaco), siendo uno de los primeros críticos de la escuela neoliberal, o «austriaca», de economía, representada por Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, entre otros. Tras la conquista nazi de Alemania en 1933, las opiniones de Polanyi fueron condenadas al ostracismo social, por lo que tuvo que irse a Inglaterra y luego a Estados Unidos en 1940. Escribió La gran transformación mientras impartía clases en el Bennington College de Vermont.
Polanyi se propuso explicar las enormes transformaciones económicas y sociales de las que había sido testigo a lo largo de su vida: el final del siglo de «paz relativa» en Europa, de 1815 a 1914, y el posterior descenso a la agitación económica, el fascismo y la guerra, que aún estaba en curso en el momento de la publicación del libro.
El autor atribuye el origen de estos trastornos a una causa general: el auge del liberalismo de mercado a principios del siglo XIX, la creencia de que la sociedad podía y debía organizarse a través de mercados autorregulados. Para él, esto representaba nada menos que una ruptura ontológica con gran parte de la historia de la humanidad. Antes del siglo XIX, insistía, la economía humana siempre había estado «integrada» en la sociedad: estaba subordinada a la política, las costumbres, la religión y las relaciones sociales locales. La tierra y el trabajo, en particular, no se trataban como mercancías, sino como partes de un todo articulado: de la vida misma.
El liberalismo económico, que postulaba la supuesta naturaleza «autorreguladora» de los mercados, anuló esta lógica. No sólo separó artificialmente «la sociedad» y «la economía» en dos esferas distintas, sino que también exigió la subordinación de la sociedad y de la vida misma a la lógica del mercado autorregulado. Para Polanyi esto «significa nada menos que el sometimiento de la sociedad al mercado. En lugar de incorporar la economía a las relaciones sociales, las relaciones sociales se integran en el sistema económico».
La primera objeción de Polanyi era moral y estaba inextricablemente ligada a sus convicciones cristianas: es sencillamente erróneo tratar los elementos orgánicos de la vida – los seres humanos, la tierra, la naturaleza – como mercancías o bienes producidos para la venta. Tal concepto viola el orden «sagrado» que ha regido las sociedades durante la mayor parte de la historia de la humanidad. «Incluir [el trabajo y la tierra] entre los mecanismos del mercado es subordinar la sustancia misma de la sociedad a las leyes del mercado», argumentaba Polanyi. Y en este sentido Polanyi era lo que podríamos llamar un «socialista conservador»: se oponía al liberalismo de mercado no sólo por motivos distributivos, sino también porque «atacaba el tejido de la sociedad», rompiendo los lazos sociales y comunitarios y generando formas atomizadas y alienadas de individuos.
Esto se relaciona con el segundo nivel del argumento de Polanyi, que era más práctico: el liberalismo de mercado quería separar la economía de la sociedad y crear un mercado completamente autorregulado, e hizo todo lo que pudo para lograrlo, pero su proyecto siempre estuvo condenado al fracaso. Sencillamente, no podía existir. Como escribe en el comienzo del libro: «Nuestra tesis es que la idea de un mercado autorregulado implica una burda utopía. Una institución así no podría existir durante mucho tiempo sin aniquilar la sustancia humana y natural de la sociedad; destruiría físicamente al hombre y convertiría su entorno en un desierto».
Según Polanyi, los seres humanos siempre reaccionarán contra las devastadoras consecuencias sociales de los mercados desenfrenados y lucharán por volver a subordinar la economía, hasta cierto punto, a sus necesidades materiales, sociales e incluso «espirituales». Este es el origen de su argumento del «doble movimiento»: puesto que los intentos de separar la economía de la sociedad inevitablemente provocan resistencia, por lo que las sociedades de mercado están constantemente conformadas por dos movimientos opuestos. Por un lado, el movimiento de expansión constante del mercado y, por otro, el movimiento opuesto que se resiste a esta expansión, sobre todo en lo que respecta a las mercancías «ficticias», principalmente el trabajo y la tierra: «Los intentos de separar la economía de la sociedad invitan inevitablemente a la resistencia».
Esto nos lleva al tercer nivel de la crítica de Polanyi, que desmonta la visión liberal ortodoxa del surgimiento del capitalismo. Precisamente porque no hay nada natural en la economía de mercado, que es en realidad un intento de alterar el orden natural de las sociedades y el mercado nunca puede surgir espontáneamente ni autorregularse. Al contrario, el Estado es necesario para imponer cambios en la estructura social y en el pensamiento humano que permitan una economía capitalista competitiva. La proclamada separación entre Estado y mercado es una ilusión, afirmaba Polanyi. Los mercados y el comercio de mercancías forman parte de todas las sociedades humanas, pero para crear una «sociedad de mercado» estas mercancías deben estar sujetas a un sistema más amplio y coherente de relaciones de mercado. Esto es algo que sólo puede lograrse mediante la coerción y la regulación estatales.
«No había nada natural en el laissez-faire; los mercados libres nunca podrían haber surgido simplemente dejando que las cosas siguieran su curso», escribió. «El laissez-faire fue planificado... [fue] impuesto por el Estado». Polanyi se refería no sólo al «enorme aumento del intervencionismo continuo, organizado y controlado centralmente» necesario para imponer la lógica del mercado, sino también a la necesidad de la represión estatal para contrarrestar la inevitable reacción – el contra-movimiento – de quienes soportan los costes sociales y económicos de la perturbación: familias, trabajadores, agricultores y pequeñas empresas expuestos a las fuerzas perturbadoras y destructivas del mercado.
En otras palabras, el apoyo de las estructuras estatales – para proteger la propiedad privada, controlar las relaciones mutuas de los distintos miembros de la clase dominante y proporcionar servicios esenciales para la reproducción del sistema – era el requisito político previo para el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, paradójicamente, la dependencia del liberalismo de mercado del Estado es también la principal razón de su perdurable atractivo intelectual. Precisamente porque no puede haber mercados puramente autorregulados, sus defensores, como los libertarios contemporáneos, siempre pueden argumentar que los fracasos del capitalismo se deben a la falta de mercados verdaderamente «libres».
Sin embargo, incluso los enemigos ideológicos de Polanyi, los neoliberales como Hayek y Mises, eran muy conscientes de que el mercado autorregulado es un mito. Como escribió Quinn Slobodian su objetivo no era «liberar los mercados sino protegerlos, vacunar al capitalismo contra la amenaza de la democracia» utilizando al Estado para separar artificialmente lo «económico» de lo «político». En este sentido, el liberalismo de mercado puede considerarse un proyecto tanto político como económico: una respuesta a la entrada de las masas en la arena política a finales del siglo XIX, como resultado de la extensión del sufragio universal, un desarrollo al que la mayoría de los liberales militantes de la época se opusieron con vehemencia.
Este proyecto se persiguió no sólo a escala nacional, sino también internacional, mediante la creación del patrón oro, que fue un intento de extender la lógica del mercado supuestamente autorregulado (pero en realidad impuesto) a las relaciones económicas entre países. Fue un temprano intento globalista de marginar el papel de los Estados-nación – y de sus ciudadanos – en la gestión de los asuntos económicos. El patrón oro subordinaba de hecho las políticas económicas nacionales a las reglas inflexibles de la economía mundial. Pero también protegía el ámbito económico de las presiones democráticas que se iban acumulando a medida que el sufragio se extendía por Occidente, al tiempo que ofrecía una herramienta muy eficaz para regular el trabajo.
Sin embargo, el patrón oro impuso unos costes tan elevados a las sociedades, en forma de políticas deflacionistas destructivas, que las tensiones creadas por el sistema acabaron por implosionar. Primero asistimos al colapso del orden internacional en 1914 y esto se repitió con el inicio de la Gran Depresión. Esta última desencadenó el mayor contra-movimiento antiliberal que el mundo había visto jamás, ya que las naciones buscaron diferentes formas de protegerse de los efectos destructivos de la economía global «autorregulada», abrazando incluso el fascismo. En este sentido, según Polanyi, la Segunda Guerra Mundial fue una consecuencia directa del intento de organizar la economía mundial sobre la base del liberalismo de mercado.
La guerra todavía estaba en curso cuando se publicó su libro. Sin embargo, Polanyi seguía siendo optimista. Creía que las violentas transformaciones que habían sacudido el mundo en el siglo anterior habían sentado las bases para la «gran transformación» definitiva: la subordinación de las economías nacionales y la economía mundial a las políticas democráticas. Polanyi denominó a este sistema «socialismo», pero su interpretación del término difería significativamente del marxismo tradicional. El socialismo de Polanyi no era sólo la construcción de una sociedad más justa, sino «la continuación de ese esfuerzo por hacer de la sociedad una relación típicamente humana entre las personas que en Europa Occidental siempre se ha asociado a las tradiciones cristianas». En este sentido, también hizo hincapié en el «carácter territorial de la soberanía» y el Estado-nación como condición previa para el ejercicio de la política democrática.
Según Polanyi, un mayor papel del gobierno no tiene por qué adoptar una forma opresiva. Por el contrario, sostenía que liberar a los seres humanos de la lógica tiránica del mercado era una condición previa para «lograr la libertad no sólo para unos pocos, sino para todos», libertad para que la gente empiece a vivir en lugar de limitarse a sobrevivir. Los regímenes socialdemócratas y capitalistas de bienestar implantados tras la Segunda Guerra Mundial, aunque distaban mucho de ser perfectos, representaron un primer paso en esa dirección. Ellos desmercantilizaron parcialmente el trabajo y la vida social y crearon un sistema internacional que facilitaba altos niveles de comercio internacional al tiempo que protegía a las sociedades de las presiones de la economía global. En términos polanyianos, la economía fue, hasta cierto punto, «reintegrada» en la sociedad.
Pero esto acabó generando otro contra-movimiento, esta vez de la clase capitalista. Desde la década de 1980, la doctrina del liberalismo de mercado ha resucitado en forma de neoliberalismo, hiperglobalización y un renovado ataque a las instituciones de la democracia nacional, todo ello con el apoyo activo del Estado. Mientras tanto, en Europa, se creó una versión aún más extrema del patrón oro: el euro. Una vez más, las economías nacionales se vieron forzadas a entrar en una camisa de fuerza. Al igual que en anteriores iteraciones del liberalismo de mercado, este viejo-nuevo orden empobreció a los trabajadores y devastó nuestra capacidad industrial, los servicios públicos, las infraestructuras vitales y las comunidades locales. Polanyi habría argumentado que era inevitable una reacción violenta, y de hecho se ha producido desde finales de la década de 2010, aunque ni siquiera los levantamientos populistas de la última década han logrado sustituir el sistema por un nuevo orden.
El resultado es que, al igual que hace un siglo, las contradicciones inherentes al «orden liberal internacional» están conduciendo de nuevo al colapso del sistema y a una dramática escalada de las tensiones internacionales. Si Polanyi viviera hoy, probablemente no sería tan optimista como cuando publicó su libro. No cabe duda de que nos encontramos en medio de otra «gran transformación», pero el futuro que anuncia no podría estar más lejos del orden internacional democrático y cooperativo que imaginó.
Fuente: https://www.sinistrainrete.info/neoliberismo/28032-thomas-fazi-la-rivoluzione-fallita-di-karl-polanyi.html
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satorugojowidow · 1 year ago
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Cuando UP perdió las paso escuche mucho militante haciendo autocrítica, llamando a no enojarse con el votante de Milei y entender la razón del enojo. Ahora que Milei salió segundo en las generales, todo su espectro de votante diciendo que somos todos unos n#gros de mierda y que merecemos que nos explote el país en la cara y que ojalá así sea. Esto me lleva al carácter racista y clasista del núcleo duro de LLA.
No es solo un problema de amateurismo político y de falta de comprensión del contexto, o de las identidades políticas en este país y los poco acuerdos o líneas que consensuamos no cruzar. Es, sobre todo, un problema de expresión de un odio que tiene características clasistas y racistas. Y en esa expresión radica el peligro que una buena parte del electorado sintió y que lo llevó a votar incluso a un candidato que no los termina de representar, pero que funciona como herramienta política de oposición, resistencia y preservación. Solo así se entiende como un ministro de economía con más del 100% de inflación interanual puede salir primero, a muy poco de ganar en primera vuelta.
Milei no es solo la promesa de dolarización, es la expresión de un ideario político cuya concepción aberrante de la libertad del individuo llega a plantear extremos como la venta de bebes y de órganos. Algo que está tan anclado en su filosofía que no pudo desandar con una rotunda negación cuando se lo cuestionó porque "es mas fuerte que él" y no es capaz de negar lo que él cree. Muy en sintonía de esta mirada de la infancia como objetos de posesión y no como sujetos de derechos, vino la propuesta de Lemoine de renunciar a la paternidad. Lo irracional de su reacción anti-marxista lo lleva a tachar todo de comunista y terminó rivalizando con el mismísimo Papa, que además de ser una país de mayoría católica, este Papa es argentino. Para rematar o "romper todo", reivindicó la dictadura con las mismas palabras de Massera y Videla (genocidas). Subestimando el peso que tiene en este país la agenda de memoria, verdad y justicia. Milei y su espacio retroalimentado por el discurso del "curro de los derechos humanos" se olvidó que esta democracia se construyó y sostuvo en los hombros de las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo y que no es casualidad que seamos el único país del mundo que juzgó en la justicia ordinaria a los genocidas que terminaron en cárcel común. El discurso de Milei fue por la ruptura de los pactos democráticos, fue por los consensos más básicos de nuestra sociedad como la protección de las infancias. Subestimó el anclaje que tiene la agenda de derechos en nuestros sectores trabajadores que se han sabido construir históricamente como actores políticos detrás de esa bandera. Pero más allá de todo lo que expresaron de forma abierta, un subtexto alertó nuestras fibras más sensibles, el discurso de odio. El despreció clasista, racista y también misógino no paso no alertado. Y sobre eso también se reaccionó. El peligro de que sectores reaccionarios ganen espacio y se envalentonen, el peligro que así como se animan ahora de pintar "zurdos de mierda" y pegar afiches de Videla algún día se animen a activar la violencia en las calles contras las minorías: mujeres, migrantes, disidencias sexuales, personas en situación de calle, etc.
Todo aquel que en algún momento se puso a la tarea de discutir el plan de dolarización con un libertario creyendo que el voto a Milei es puramente económico encontró que mas de uno no cree que vaya a dolarizar, ni llevar adelante sus medidas mas radicales. Entonces nos desconcertamos al no entender el por qué de ese voto, hasta que sueltan frases como "me gustaría poner una bomba en la villa". Este tipo de identidades políticas se sustentan en la expresión del odio con el que está abajo tuyo, con el más pobre. Estos tipos (porque en su mayoría son tipos blancos y heterosexuales) buscan alinearse con el de arriba (que los desprecia) odiando al que esta debajo y ese odio les impide ver lo mucho que tienen en común con estos, haciendo ese odio funcional al sostenimiento de un sistema injusto y opresivo.
Milei no es solo un riesgo enorme por su plan económico que además de tener efectos devastadores (sobradamente probados en la historia) es difícil de revertir. Milei rompe todo los acuerdos mínimos de convivencia democrática y habilita una violencia que nos pone en riesgo a todos, pero sobre todo a las minorías.
Creo que este domingo hubo un voto miedo bien fundado en contra de este candidato. Pero que debemos resignificar como un voto de oposición y resistencia. Creo que la estrategia política adecuada era votar a Massa y creo que es fundamental votarlo en el balotaje y que gane. Incluso si no te representa, si no acordás del todo, Massa sostiene los acuerdos mínimos de nuestra democracia y no arriesga nuestra estabilidad y futuro. Podremos más adelante negociar con el gobierno, marcar un agenda desde las calles o pelearnos. Pero no rompamos todo, que después tendremos que vivir en las ruinas.
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elbiotipo · 1 year ago
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hablando del tema de la negación de les afroargentines y los pueblos originarios yo creo que si a un yanqui le explicás lo que fue Rosas le estalla la cabeza, especialmente por la reivindicación de su figura que se da desde los grupos populares que obviamente incluyen afroargentines y originaries aún con la contradicción de haber liderado una campaña del desierto
Rosas es un tema complicadísimo de explicar. Una de sus principales bases populares eran los afroargentinos libertos, él también prohibió el comercio de esclavos; esto está bien registrado en todo tipo de fuentes de la época:
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La oposición "liberal" y "moderna" a Rosas en cambio, los odiaba, no hace falta más que leer la forma en que son demonizados en El Matadero con un lenguaje racista que da horror, para los "liberales" argentinos, los "negros" eran algo que tenía que ser removido para el "progreso". Desde esa perspectiva, no es mucho misterio su apoyo a Rosas. Al mismo tiempo, Rosas también era un hipócrita, porque tenía esclavos (que luego liberó, pero sus memorias apuntan a razones económicas más que amor a la libertad), y nunca abolió la esclavitud formalmente (aunque sí el comercio, junto con la libertad de vientres, que funcionalmente fue lo mismo), sus razones para apoyarlos eran claramente políticas. Pero aún así significaron un momento histórico para los afroargentinos que otros han estudiado mejor que yo.
El mismo Rosas que hizo también las primeras campañas del desierto también luego hizo la paz con Calfucurá, el gran cacique mapuche "Emperador de las Pampas", otorgandolé el rango del coronel en el ejército argentino y afianzando una larga alianza (De vuelta, esto está mejor explicado por otras fuentes). Tal fue así que batallones mapuches pelearon por Rosas en la batalla de Caseros, lo cual no volvió a pasar con los gobiernos sucesivos. La caída de Rosas implicó la ruptura de los pactos de Calfucurá con el gobierno argentino y eventualmente llevó a una relación más hostil que concluyó en la Conquista del Desierto ideada por Sarmiento y Mitre y llevada a su conclusión por Roca.
La misma Conquista del Desierto en donde también participaron criollos, afroargentinos, e "indios amigos" junto a sus mujeres (y no solamente como apoyo, sino como guerreras: esto lo vimos en una charla histórica hace poco), con la promesa de que las tierras capturadas iban a ser para ellos también. Porque no, no fueron todos soldados blancos recién llegados de Europa, en realidad casi ninguno con excepción de los comandantes (que también eran descendientes de la aristocracia colonial). En esas campañas, como siempre, fueron a la guerra los mismos gauchos que lucharon por la independencia y en las guerras civiles.
Todos sabemos lo que pasó después; el desplazamiento y exterminio de los pueblos originarios, "amigos" o no, la repartición de la conquista entre terratenientes y comandantes, y la marginalización de los afrodesciendentes y los criollos en la sociedad.
La historia es complicada.
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sofea-00 · 3 months ago
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@nenedenadie 🚨Que no se nos olvide👇🏻
🛑 Los ecos del pasado: los que silenciaron a Lorca aún aspiran a tener el poder en España
▪️ Federico García Lorca, un genio universal, fue silenciado por las mismas ideas oscuras que hoy, disfrazadas de democráticas, gobiernan en 140 ayuntamientos de España. Esos herederos de la intolerancia que lo asesinaron en 1936, a las puertas de Granada, han vuelto a las instituciones, aunque ahora vistan trajes modernos y se llenen la boca de promesas vacías. El mismo Lorca que escribió con pasión sobre la injusticia y la opresión, que rechazó la política partidista pero no la denuncia de lo infame, fue brutalmente ejecutado por quienes no soportaban su talento, su libertad y su forma de amar.
Cuando el 17 de julio de 1936 Marruecos se levantó en armas contra la República, Federico García Lorca estaba en la Huerta de San Vicente, trabajando en nuevas obras que jamás verían la luz. Sus verdugos lo señalaron como "socialista, masón y homosexual", tres etiquetas que el fascismo de entonces, y los que hoy simulan rupturas de conveniencia en ciertas Comunidades Autónomas, siguen odiando en su esencia más profunda.
En aquellos días de julio, mientras las calles se llenaban de violencia y el golpe militar se consolidaba, Lorca decidió regresar a Granada. Sabía del riesgo, intuía el peligro, pero aún así volvió a su tierra. Apenas un mes después, el 16 de agosto, fue detenido por fuerzas franquistas y, en la madrugada del 18 al 19 de agosto, fue ejecutado en la oscuridad junto a otro desafortunado cuyo nombre se ha perdido en la historia. Su crimen: ser socialista, masón, homosexual, y sobre todo, ser un hombre libre en un país que empezaba a ser dominado por el miedo.
El asesinato de Lorca fue el asesinato de la libertad. Y es que esa derecha de fusil y sotana que lo persiguió sigue, ochenta años después, esperando su oportunidad para devolver a España a 1939. Aún no lo logran, pero ya asoman los colmillos. Mientras tanto, disfrazan su ansia de poder con pactos y rupturas teatrales, esperando que las próximas elecciones les den los números para culminar lo que empezaron en la trinchera.
Que no nos engañen: los que silenciaron a Lorca hoy siguen susurrando al oído de la democracia, preparando el siguiente golpe, y confiando en que, una vez más, la sangre de los inocentes no manche sus manos limpias de memoria.
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orientacionedu · 8 days ago
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Salud mental y atención primaria
Comunidad Terapéutica del Maresme
El abordaje de los trastornos de salud mental en el contexto de la atención primaria es fundamental, pues la atención primaria es la puerta de entrada de la gran mayoría de pacientes al sistema de salud. Se ha calculado que los centros de atención primaria atienden anualmente entre el 70-90% de su población y diferentes estudios indican que los trastornos mentales ocupan aproximadamente un 30% de los problemas de salud atendidos en atención primaria.
En la antigüedad las enfermedades mentales eran tratadas como un problema social, separado de cualquier problema de salud física, pero en años recientes se viene reconociendo el vínculo sumamente importante entre la buena salud mental y la buena salud general. De hecho, en 1948, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definía “salud”  como “un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de afecciones o enfermedades”. El médico de cabecera acompañará al paciente durante toda su vida y frecuentemente será el testigo principal de esa estrecha relación entre salud mental y salud general.
En su informe del año 2002, la OMS subraya que el envejecimiento de la población y el incremento de los factores de riesgo como el paro, la pobreza, las migraciones, la carencia de apoyo familiar y social, el aumento del abuso de sustancias, la soledad y la ruptura de redes sociales, son aspectos que iban a contribuir al incremento de los trastornos mentales en los próximas décadas. Por estos motivos, la OMS propone articular y desarrollar intervenciones y programas desde la atención primaria para aportar estructuras asistenciales que desde una vertiente multidisciplinaria den respuesta de manera integral a las necesidades de fomento, prevención y tratamiento de los problemas de salud mental.
La asistencia integral y multidisciplinar, la accesibilidad y el seguimiento longitudinal que se establece con el paciente, atribuye a la atención primaria el escenario perfecto, para atender a una población, a la cual no tiene acceso la atención especializada.
Las políticas gubernamentales abogan por una atención primaria que asuma cada vez más el tratamiento de pacientes con patologías psiquiátricas, fundamentalmente trastornos depresivos y ansiosos, y que puedan, a su vez,  llevar a cabo una detección precoz de los trastornos mentales severos, como esquizofrenia y trastornos bipolares, pues se ha demostrado que la intervención temprana contribuye a una rápida recuperación del paciente, evita una evolución hacia una mayor gravedad y cronificación, favoreciendo una disminución del consumo de psicofármacos y de la automedicación, consiguiendo una mayor integración social del paciente.
En 1992, la Federación Mundial de la Salud Mental , en cooperación con la OMS , instituyeron el Día Mundial de la Salud Mental , a celebrar todos los 10 de Octubre, con la finalidad de promover la salud mental en la conciencia pública y aumentar la comprensión hacia los problemas de salud mental eliminando estigmas.
Este año, el Día Mundial de la Salud Mental 2009, con el lema “Salud mental en la atención primaria: mejorando los tratamientos y promoviendo la salud mental”, apuesta por consolidar la tendencia creciente referida con anterioridad, de integración de la salud mental en la atención primaria de salud. Es evidente, que para que todo ello funcione es necesaria esta conciencia pública, que va a precisar de la implicación de pacientes, familias, profesionales e instituciones públicas.
Dotar a los equipos de atención primaria de infraestructuras y recursos humanos suficientes, asegurando formación continuada y soporte por parte de los servicios especializados, y así mismo trabajar en estrecha colaboración con éstos, son las claves para rentabilizar mejor los recursos sanitarios y proporcionar una atención asistencial de más calidad al usuario.
Dra. M. Justo Simón Centro de Salud Mental de Calella
Fuente: https://www.salutmental.cat/la-enfermedad-mental/temas-asociados/salud-mental-y-atencion-primaria.html
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ucsur66 · 2 months ago
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"República sin Ciudadanos"
Nos ofrece una reflexión crítica sobre las consecuencias de la independencia en América Latina, centrándose en cómo las nuevas repúblicas formadas tras la ruptura con el colonialismo español continuaron excluyendo a grandes sectores de la población, especialmente a indígenas, afrodescendientes y campesinos.
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El mapa conceptual que acompaña este análisis se organiza en torno a describir cómo, pese a la proclamación de las repúblicas, las desigualdades sociales heredadas del periodo colonial continuaron vigentes.
Las élites criollas monopolizaron el poder, mientras que la mayoría de la población seguía relegada en términos de derechos y participación política. Así mismo, las nuevas naciones tomaron decisiones políticas y económicas que consolidaron el poder de unas pocas familias, muchas veces perpetuando las estructuras coloniales en lugar de transformarlas.
Estas decisiones radicales excluyeron a la mayoría del acceso a la ciudadanía plena. Finalmente, se aborda el legado histórico que dejó la independencia en la configuración social de los nuevos estados. A pesar de las promesas de libertad e igualdad, muchos sectores de la sociedad no fueron integrados como ciudadanos activos, lo que creó una república formal, pero sin ciudadanos reales.
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jartita-me-teneis · 5 months ago
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[Libro] La sociedad contra el estado Pierre Clastres
La antropología, a partir de una concepción unívoca y lineal de la historia, ha presentado a las sociedades primitivas como sociedades incompletas, menos evolucionadas, por carecer de Estado; se trataría, en definitiva, de sociedades que aún no han alcanzado la edad adulta, aún estancadas en la infancia de la humanidad.
Los prejuicios etnocéntricos también han llevado a afirmar que estas sociedades tienen una economía de subsistencia —es decir, que son sociedades sin mercado o sin excedentes, sociedades de la escasez— o una tecnología inferior, ignorando que se trata de sociedades que han desarrollado una tecnología suficiente para sobrevivir en condiciones óptimas en su medio, teniendo que dedicar sólo una pequeña parte de su tiempo a tareas de reproducción y alimentación.
En la obra de Clastres subyace una preocupación de fondo: la cuestión del poder. Para él, la aparición del Estado es el mayor accidente histórico. En el Estado reside el origen de la dominación y la desigualdad. A fin de conocer la ruptura que lleva a la aparición del Estado y a la división en clases, analiza la cuestión del poder entre las sociedades primitivas, sociedades para las que el poder no significa coerción. Su investigación etnográfica sobre diferentes pueblos indios sudamericanos y sus estancias entre los yanomami, los guayaquís y los guaraníes, le permitieron un conocimiento profundo sobre los múltiples mecanismos de que se han valido las sociedades aestatales para impedir la acumulación de poder y riqueza, poniendo así los cimientos para el desarrollo de una antropología política rigurosa.
Pierre Clastres, antropólogo y anarquista, nació en París en 1934. Fue director de investigaciones del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) de París, y miembro del Laboratoire d’Anthropologie Sociale del Collège de France. Durante más de diez años, entre 1963 y 1974, realizó trabajo de campo etnográfico entre varios pueblos indios de Sudamérica. Entre 1963 y 1964 convivió con los indios guayaquís, cazadores nómadas del este de Paraguay. A partir de esta experiencia elaboraría su tesis en 1965, La vie sociale d’une tribu nomade: les Indiens Guayaki du Paraguay, y la monografía posterior Crónica de los indios guayaquís (1972). En 1965 pasa una temporada con los indios guaraníes de Paraguay. Entre 1966 y 1968 hace trabajo de campo entre los chulupi de ese mismo país y prosigue su producción científica e intelectual. Entre 1970 y 1971 vuelve a pasar una temporada con los yanomami de Venezuela, que en la revista Temps modernes describe como «la última sociedad primitiva libre, seguro en América del Sur, y sin duda también de todo el mundo». Su última expedición tuvo lugar en 1974, para visitar a los yanomami en el estado de Sao Paolo de Brasil. En la década de los setenta es cuando publica la mayor parte de sus trabajos. En 1974 salían a la luz dos libros muy influyentes: La sociedad contra el Estado, y La palabra luminosa: mitos y cantos sagrados de los guaraníes. En 1977 un accidente de coche puso fin a su vida.
Fuente: https://anarkobiblioteka3.wordpress.com/
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thehonoredonesrpg · 7 months ago
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Situación actual
El mundo tiene conocimiento desde hace tiempo de las fuerzas sobrenaturales que asolan la tierra y ha acomodado su estilo de vida a ello. La tecnología, la medicina y la política avanzan sin grandes novedades al frente, aunque hay países que están invirtiendo parte de su capital en el estudio de la Energía Maldita con, seguramente, fines militares y energéticos. Pese a ello, las dos fuerzas sobre las que recaen la responsabilidad de actuación siguen siendo el Clan Kodama y la Agencia Intergubernamental para el Control de Entidades. A continuación, os dejamos un esquema cronológico de los eventos más relevantes que nos han llevado a este presente
Cronología
1467-1568 - Denominado el «periodo de los Estados en guerra» y también conocido como el Periodo Sengoku. Es una época caracterizada por la guerra civil del país nipón que dio lugar al estallido de la Energía Maldita y los primeros chamanes de la historia. Fue una etapa muy convulsa y sangrienta, llena de muerte e incertidumbre que llevó a que varios de los grandes clanes del país fueran borrados del mapa, incluidas esas familias en las que dicha Energía Maldita se había manifestado por primera vez y reduciendo el número de chamanes.
1582-1592 – Toda una década de acontecimientos, luchas, maldiciones, clanes y técnicas malditas fueron borradas de la historia por motivos desconocidos. Se le conoce como el «Decenio Maldito» y es una época llena de leyendas y suposiciones inciertas.
1603-1868 – Época del shogunado Tokugawa o «Bakufo Edo». El clan Kodama une fuerzas con el clan Tokugawa convirtiéndose en una etapa de bonanza para los chamanes.
1868 – Fin del shogunado Tokugawa e inicio de la «Restauración Meiji» con la restitución del Emperador. Después de un largo y próspero periodo para el clan Kodama, este cae en decadencia y sus fuerzas se ven mermadas.
1945-1952 – Se da la ocupación de Japón por parte del ejército estadounidense tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Culmina con el Tratado de San Francisco. Durante este periodo el Clan Kodama pasa a ser el único superviviente tras una purga masiva por parte del ejército ocupante, presentándose como la resistencia hasta que el país quedó liberado.
3 de agosto de 1974 – El equilibrio del mundo se rompió durante el conocido «Incidente del Cairo», que coincidió con el periodo festivo del Antiguo Egipto denominado «Bella Fiesta del Valle», reencuentro entre los vivos y los muertos. Una enorme concentración de Energía Maldita en la zona atrajo un gran número de Maldiciones que acabaron con la destrucción de la ciudad, a día de hoy protegida y cuyo acceso sigue siendo restringido. Fotografías y grabaciones de lo sucedido se filtraron por todo el mundo, desvelando un secreto guardado durante siglos: la Energía Maldita, las Maldiciones y los Pactos con entidades de otros pliegues existen.
8 de agosto de 1974 – Richard Nixon, el que por aquel entonces era el Presidente de los Estados Unidos, dimite tras el «Escándalo de Watergate», en el que diversos documentos y grabaciones lo relacionan con el «Incidente del Cairo» y su conocimiento previo de la existencia de la Energía Maldita.
13 de febrero de 1975 – Se funda la Agencia Intergubernamental para El Control de Entidades con Arlo Whitman como fundador de la misma hasta que años después fue destituido por su actual director: Benjamin Thompson.
24 de marzo de 1975 – Incapaces de seguir ocultando su actividad y tras la ruptura del equilibrio y la manifestación de nuevos chamanes a lo largo del todo el mundo, el Clan Kodama decide abrir su escuela e instructores a personas de cualquier parte del mundo. Descubren que el equilibrio entre pliegues se ha visto alterado y que la Energía Maldita del Cairo pudo haber acabado con uno de los sellos que protegen dichos pliegues, aunque ante la incapacidad de poder acceder al lugar es algo que queda solo en la teoría.  
1986-1991 – La competencia entre la Agencia y el Clan Kodama empieza a destacar entre los titulares. Los medios recriminan su falta de cooperación y exponen el evidente problema: se pisan el trabajo entre ellos y su falta de eficacia causa víctimas humanas.
1995-2012 – Internet y los medios de comunicación toman fuerza y presencia en la vida de las personas, aumentando el miedo, la inseguridad y, por lo tanto, la Energía Negativa crece a lo largo de todo el globo.
10 de septiembre de 1993 – Se firma el Acuerdo de Conciliación entre la Agencia Intergubernamental para el Control de Entidades y el Clan Kodama. Con ello cesan las hostilidades y buscan aplacar la opinión pública.
1 de enero de 1994 – Entre en vigor los deberes y restricciones a cumplir por agentes y chamanes según el Código de Colaboración pactado entre la Agencia y el Clan.
1995 – 2018 – Se dan repuntes grandes de Energía Maldita y de Maldiciones sobre todo asociados a guerras, catástrofes naturales y otros eventos similares. Tanto la Agencia como el Clan trabajan mano a mano y consiguen consolidar mejor su alianza, pese a que todavía tengan sus diferencias.
16 de febrero de 2022 – La Agencia registra el primer Vínculo Etéreo y empieza a investigar sobre ellos, reclutando entre sus filas a todo el que consiguen captar y tratando de comprender esas uniones. Se descubre que los primeros vínculos son de al menos media década antes, pero al ser casos más aislados han pasado inadvertido.
Marzo de 2023 – Se descubre que otro sello se rompió en el Amazonas hace un año, lo que explica la aparición más regular de Vínculos Etéreos. La ruptura no tuvo nada que ver con la sucedida en El Cairo, lo que apunta a que pudo deberse a algo intencionado y no a un incremento de la Energía Maldita. Se sigue investigando al respecto.
Abril de 2023 – Sigue la lucha contra las Maldiciones y se sigue investigando tanto los Vínculos que aparecieron recientemente como la existencia de los pliegues y la Energía Maldita.
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amor-barato · 2 years ago
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A chegada de Jair Bolsonaro ao poder, com 57,7 milhões de votos, é processo, não ruptura. Ainda que, para muitos, entre os quais me incluo, tenha sido difícil acreditar que o personagem mais bruto — e brutal — da política brasileira se tornasse presidente do Brasil, os sinais já estavam dados. O bolsonarismo é um fenômeno da política brasileira, de como ela foi fundada e de como se desenrolou, e é um fenômeno que ganha força pelo modo como o PT se tornou governo, e no que fez de bom e no que fez de ruim. Sem lulismo, palavra e conceito construídos pelo cientista político André Singer, é provável que não houvesse bolsonarismo.
Minha hipótese, que pode ou não se comprovar nos próximos anos, é que não é possível lulismo sem Lula. Mas é possível bolsonarismo sem Bolsonaro.
Eliane Brum (Brasil — Construtor de Ruínas. Um olhar sobre o país, de Lula a Bolsonaro)
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infacundia · 1 year ago
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La aparición de este “libertario” que niega la libertad de todos los no-propietarios augura una segunda opción estratégica: la guerra civil. Su programa sólo puede conducir a un enfrentamiento más radical porque va a acelerar el empobrecimiento de los pobres y reducirá a la miseria incluso a la clase media. La tendencia hacia la guerra civil es mundial porque la crisis que comenzó en 2008 nunca ha terminado y, después de todo, la guerra entre imperialismos que se desarrolla en el planeta es por definición una guerra civil.
No creo que se pueda oponer un discurso racional al programa “irracional” de Milei. Lo único que se le puede oponer es una propuesta de ruptura revolucionaria. Y ahí está el problema: las fuerzas políticas que se oponen a Milei no parecen compartir este diagnóstico. El pensamiento crítico no vio venir la guerra porque eliminó el concepto mismo de lo bélico, y tampoco percibe el continuo despliegue de los procesos que conducen a una cada vez más probable guerra civil mundial porque ni siquiera consideran su posibilidad.
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jgmail · 10 days ago
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Marx, el comunismo y el decrecimiento
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Por Daniel Tanuro, Jean-Marie Harribey
Fuentes: Viento sur
A propósito del nuevo libro de Kohei Saito ¡Menos! El decrecimiento es una filosofía
Daniel Tanuro
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El libro es excelente y particularmente útil en cuatro cuestiones: la naturaleza de clase, fundamentalmente destructiva, de las fuerzas productivas capitalistas; la superioridad social y ecológica de las (llamadas) sociedades primitivas, sin clases; el debate sobre naturaleza y cultura con Bruno Latour y Jason Moore; en fin, el gran error de los aceleracionistas que se apoyan en Marx para negar la imperiosa necesidad de un decrecimiento. Estos cuatro aspectos tienen una gran importancia política hoy, no sólo para las y los marxistas preocupados por estar a la altura del desafío ecosocial planteado por la crisis sistémica del capitalismo, sino también para las y los activistas ecológicos. Este libro tiene las mismas cualidades que el precedente: erudito, bien construído y sutil y clarificador en la presentación de la evolución intelectual de Marx después de 1868. Por desgracia, tiene el mismo defecto: da por sentado lo que sólo es una hipótesis. Una vez más, Saito exagera al querer encontrar en Marx la perfecta anticipación teórica de los combates de hoy 1.
Al comienzo fue la “fractura metabólica”.
La primera parte de Marx en el Antropoceno profundiza en la exploración del concepto marxista de fractura metabólica 2. Saito sigue aquí la estela de John B. Foster y de Paul Burkett, que habían mostrado la inmensa importancia de esta noción 3 Saito enriquece el análisis al resaltar tres manifestaciones del fenómeno –perturbación de los procesos naturales, falla espacial, hiato entre las temporalidades de la naturaleza y del capital– a las que corresponden tres estrategias capitalistas de elusión –las pseudosoluciones tecnológicas, la deslocalización de las catástrofes a los países dominados y el aplazamiento de sus consecuencias a las futuras generaciones (p. 29 y ss.).
El capítulo 1 se ocupa en particular de la contribución al debate del marxista húngaro István Mészáros, que Saito considera decisivo en la reapropiación del concepto de metabolismo a finales del siglo XX. El capítulo 2 se centra en la responsabilidad de Engels al editar los Libros II y III del Capital, difundiendo una definición truncada de la fractura metabólica, sensiblemente distinta de la de Marx. Para Saito, este cambio, lejos de ser fortuito, traduciría una divergencia entre la visión ecológica de Engels –limitada al temor a las “revanchas de la naturaleza”– y la de Marx –centrada en la necesaria “gestión racional del metabolismo” por medio de la reducción del tiempo de trabajo. El capítulo 3, al tiempo que recuerda las ambigüedades de György Lukács, rinde homenaje a su visión del desarrollo histórico del metabolismo humano-naturaleza, como continuidad y a la vez como ruptura. Para Saito, esta dialéctica, inspirada en Hegel (“identidad entre la identidad y la no-identidad”) es indispensable para diferenciarse tanto del dualismo cartesiano –que exagera la discontinuidad entre naturaleza y sociedad– como del constructivismo social –que exagera la continuidad (la identidad) entre estos dos polos y por eso no puede “mostrar el carácter único de la forma capitalista de organizar el metabolismo humano con el entorno” (p. 91).
Dualismo, constructivismo y dialéctica
La segunda parte de la obra dirige una mirada muy (¿demasiado?) crítica sobre otras ecologías de inspiración marxista. Saito se desmarca de David Harvey, al que achaca una “sorprendente reacción negativa ante el giro ecológico en el marxismo”. De hecho, Marx en el Antropoceno incluye algunas citas sorprendentes del geógrafo estadounidense: Harvey parece convencido de “la capacidad del capital para transformar todo límite natural en barrera superable”; confiesa que “hablar de los límites y de la rareza ecológica (…) (le) pone tan nervioso políticamente como desconfiado teóricamente”; “las políticas socialistas basadas en la idea de una catástrofe ambiental inminente” serían para él “un signo de debilidad”. Neil Smith, geógrafo como Harvey, “mostraría la misma vacilación ante el ambientalismo”, que califica de “apocalipsismo”. Smith es conocido por su teoría de “la producción social de naturaleza”. Saito la rechaza ya que considera que incita a negar la existencia de la naturaleza como entidad autónoma, independiente de los humanos: lo deduce de la afirmación de Smith de que “la naturaleza no es nada si no es social” (p. 111). En general, Saito ataca las concepciones constructivistas planteando que “la naturaleza es una presunción objetiva de la producción”. No hay duda alguna de que esta visión era también la de Marx. El hecho incontestable de que la humanidad forma parte de la naturaleza no significa ni que todo lo que hace esté dictado por su naturaleza, ni que todo lo que la naturaleza hace esté construido por la sociedad.
Destrucción ecológica: ¿los “actores” o el beneficio?
En el marco de esta polémica, el autor dedica algunas páginas muy duras a Jason Moore. Admite que la noción de Capitaloceno “supone un avance respecto al concepto de producción social de naturaleza”, porque pone el acento en las interacciones humanidad/entorno. Pero reprocha a Moore agrupar a humanos y no humanos como actores que trabajan en red para producir un conjunto intrincado, “híbrido” según Bruno Latour. Es un tema importante. En efecto, Moore considera que distinguir una fractura metabólica dentro del conjunto-red es un contrasentido, el producto de una visión dualista. Ahora bien, la noción de metabolismo designa la manera como órganos distintos de un mismo organismo contribuyen específicamente al funcionamiento del todo. Es lo contrario del dualismo (como también del monismo) y se vuelve a la fórmula de Hegel: hay “identidad de la identidad y de la no-identidad”. Marx en el Anthropoceno ataca también las tesis de Moore por otro ángulo: el del trabajo. Para Moore, el capitalismo se mueve por la obsesión de la “Cheap Nature” (naturaleza barata), que según él engloba la fuerza de trabajo, la energía, los bienes alimentarios y las materias primas. Moore se reclama de Marx, pero está claro que su Cheap naturez escamotea el papel exclusivo del trabajo abstracto en la creación de plusvalor, así como el papel clave de la carrera por el plusvalor en la destrucción ecológica. Pero el valor no es un actor híbrido entre otros. Como dice Saito,es “puramente social” y por medio de él el capitalismo “domina los procesos metabólicos de la naturaleza” (pp. 121-122).
Está claro que la carrera por el beneficio agudiza la fractura metabólica, al exigir cada vez más energía, fuerza de trabajo, productos agrícolas y materias primas baratas. Evidentemente, de todos los recursos naturales que el capital transforma en mercancías, la fuerza de trabajo antrópica es la única capaz de crear un indice tan puramente antrópico como el valor abstracto. Como dice Saito: “precisamente porque la naturaleza existe independiente y previa a todas las categorías sociales, y sigue manteniendo su no-identidad con la lógica del valor, la maximización del beneficio produce una serie de discordancias en el seno del metabolismo natural”. Por consiguiente, la fractura no es una metáfora, como pretende Moore. “Existe efectivamente una fractura entre el metabolismo social de las mercancías y de la moneda, y el metabolismo universal de la naturaleza” (ibid). “No por dualismo cartesiano, Marx describía de manera dualista la fractura entre el metabolismo social y el metabolismo natural –así como la fractura entre el trabajo productivo y el trabajo improductivo. Lo hizo de forma consciente, porque las relaciones únicamente sociales del capitalismo ejercen un poder extranatural (alien power) en la realidad; un análisis crítico de esta potencia social requiere inevitablemente separar lo social y lo natural en tanto que ámbitos de investigación independientes y analizar después su encaje.” (p. 123)
Incomparable. No hay ninguna duda, una vez más, de que ésta era para Marx la visión del encaje de lo social en lo ambiental.
Aceleracionismo vs. anti-productivismo
El capítulo 5 polemiza con otra variedad de marxistas: los “aceleracionistas de izquierda”. Según estos autores, los desafíos ecológicos sólo pueden ser resueltos multiplicando el desarrollo tecnológico, la automación, etc. Esta estrategia, en su opinión, es conforme al proyecto marxiano: hay que derribar los obstáculos capitalistas al crecimiento de las fuerzas productivas para posibilitar una sociedad de la abundancia. Esta parte del libro es muy interesante porque clarifica la ruptura con el productivismo y el prometeísmo de los años de juventud. La ruptura no es probablemente tan neta como lo pretende Saito 4, pero hubo sin duda un giro. En El Manifiesto comunista, Marx y Engels explicaban que el proletariado debía “tomar el poder para arrancar poco a poco todo el capital a la burguesía, centralizar todos los medios de producción en manos del Estado y aumentar lo más rápido posible la cantidad de fuerzas productivas” 5. Llama la atención que la perspectiva de este texto es muy estatalista y que considera las fuerzas productivas como socialmente neutras; forman un conjunto de cosas que debe cambiar de manos (debe ser “arrancado poco a poco a la burguesía”) para crecer de forma cuantitativa.
Por tanto ¿tienen razón por tanto los aceleracionistas al apoyarse en Marx? No, porque Marx abandonó la concepción expuesta en el Manifiesto. Kohei Saito llama la atención sobre el hecho de que El Capital, su gran obra, ya no trata de las “fuerzas productivas” en general (ahistóricas), sino de fuerzas productivas históricamente determinadas: las fuerzas productivas capitalistas. El largo capítulo XII del Tomo I, Vol. 2 (“Maquinismo y gran industria”) desglosa los efectos destructivos de dichas fuerzas, tanto en el plano social como en el ambiental. Se podría añadir: no es fortuito que este capítulo acabe precisamente con la siguiente frase, digna de un manifiesto ecosocialista moderno: “La producción capitalista sólo desarrolla la técnica y la combinación del proceso de producción social agotando al mismo tiempo las dos fuentes de las que nace toda riqueza: la tierray el trabajador”. Ya no se trata de neutralidad de las tecnologías. El capital ya no es entendido como una cosa, sino como una relación social de explotación y de destrucción, que debe ser destruido (“negación de la negación”). Señalemos que Marx, después de la Commune de Paris, precisará que romper con el productivismo requiere también romper con el estatalismo.
Es sorprendente que Kohei Saito no recuerde la frase citada del Manifiesto, donde se exhorta al proletariado a tomar el poder para “aumentar lo más rápido posible la cantidad de fuerzas productivas”. Eso habría dado más relieve aún a su demostración del cambio ulterior. Pero poco importa: el hecho es que el giro es real y desemboca en el Libro III de El Capital en una magnífica perspectiva de revolución en permanencia, resueltamente anti-productivista y anti-tecnocrática:
La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana (El Capital, T. 3, Vol. 8, p. 1044).
La evolución es clara. El paradigma de la emancipación humana ha cambiado: ya no consiste en el crecimiento de las fuerzas productivas sino en la gestión racional de los intercambios con la naturaleza y entre los seres humanos.
Subsunción formal y subsunción real del trabajo.
Las páginas más ricas de Marx en el Antropoceno son, en mi opinión, aquellas en que Saito muestra que el nuevo paradigma marxiano de la emancipación es resultado de un amplio esfuerzo de crítica de las formas sucesivas que el capital ha impuesto al trabajo. Aunque formando parte de los trabajos preparatorios de El Capital, esta crítica no se publicará hasta más tarde (Manuscritos económicos de 1861-1863). Su punto clave es la importante noción de subsunción del trabajo por el capital. Insistimos de paso: la subsunción es más que la sumisión: subsumir implica integrar lo que está sometido a quien lo somete. El capital subsume al trabajo asalariado puesto que integra la fuerza de trabajo como capital variable. Pero, para Marx, hay subsunción y subsunción: el paso de la manufactura al maquinismo y a la gran industria implica el paso de la “subsunción formal” a la “subsunción real”. La primera significa simplemente que el capital toma el control del proceso de trabajo que existía antes, sin aportar cambio ni en su organización ni en su carácter tecnológico. La segunda se instala a partir del momento en que el capital revoluciona completamente y sin parar el proceso de producción –no sólo en el plano tecnológico sino también en el plano de la cooperación–, es decir, de las relaciones productivas entre trabajadores y entre trabajadores y capitalistas. Se crea así un modo de producción específico, sin precedente, por entero adaptado a los imperativos de la acumulación del capital. Un modo en el cual, al contrario que en el precedente, “el mando del capitalista se vuelve indispensable para la realización del propio proceso de trabajo”. (p. 148).
Saito no es el primero en apuntar el carácter de clase de las tecnologías. Daniel Bensaïd destacaba la necesidad de que “las propias fuerzas productivas sean sometidas a un examen crítico” 6. Michaël Löwy defiende que no basta con destruir el aparato de Estado burgués –también el aparato productivo capitalista debe ser desmantelado 7. Pero hay que agradecer a Saito ceñirse lo más posible al texto de Marx para resumir las implicaciones en cascada de la subsunción real del trabajo: “aumenta considerablemente la dependencia de los trabajadores respecto del capital”; “las condiciones objetivas para que los trabajadores realicen sus capacidades les aparecen cada vez más como un poder extranjero, independiente”; “por el hecho de que el capital en tanto que trabajo objetivado –medios de producción– emplea trabajo vivo, la relación del sujeto y del objeto se invierte en el proceso de trabajo”; “al estar el trabajo encarnado en el capital, el papel del trabajador se reduce al de simple portador de la cosa reificada –los medios de preservar y valorizar el capital al lado de las máquinas– mientras que la cosa reificada adquiere la apariencia de la subjetividad, poder extranjero que controla el comportamiento y la voluntad de la persona”; “siendo el aumento de las fuerzas productivas posible sólo a iniciativa del capital y bajo su responsabilidad, las nuevas fuerzas productivas del trabajo social no aparecen como las fuerzas productivas de los mismos trabajadores,sino como las fuerzas productivas del capital”; “el trabajo vivo se convierte (así) en un poder del capital, cualquier desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo es un desarrollo de las fuerzas productivas del capital”. Se imponen dos conclusiones no productivistas y no tecnocráticas: 1°) “el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo no hace sino aumentar el poder exterior del capital,despojando a los trabajadores de sus competencias subjetivas, de su saber y de su visión, no abre automáticamente la posibilidad de un futuro radiante”; 2°) el concepto marxiano de fuerzas productivas es más amplio que el de fuerzas productivas capitalistas –incluye capacidades humanas tales como las competencias, la autonomía, la libertad y la independencia y por tanto es a la vez cuantitativo y cualitativo” (p. 149-150).
¿Qué materialismo histórico? ¿Qué abundancia?
Estos desarrollos llevan a Kohei Saito a preguntarse por el materialismo histórico. Es sabido que el Prefacio a la Crítica de la Economía Política contiene el único resumen que hizo Marx de su teoría. Dice:
En un determinado estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo seno se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en obstáculos. Entonces se abre un período de revolución social 8.
Parece claro que Marx no podía adherirse literalmente a esta formulación –y aún menos a la del Manifiesto sobre el aumento cuantitativo de las fuerzas productivas– desde el momento en que su análisis le llevaba a concluir que el desarrollo de dichas fuerzas refuerza el dominio del capital y mutila la iniciativa de aquellos a quienes explota. Como dice Saito:
No se puede asumir que una revolución socialista pueda simplemente reemplazar las relaciones de producción por otras, una vez alcanzado un cierto nivel de fuerzas productivas. Puesto que las fuerzas productivas del capital engendradas por la subsunción real son materializadas y cristalizadas en el modo capitalista de producción, desaparecerían al mismo tiempo que el modo de producción.
Transferir la propiedad del capital al Estado no cambiaría el problema: al no cambiar las fuerzas productivas, 1°) las tareas de concepción deberían ser aseguradas por una “clase burocrática”, 2°) continuaría la destrucción ecológica. El autor concluye que “la subsunción real plantea un problema difícil de gestión socialista libre. La visión tradicional del materialismo histórico, sintetizada en el Prefacio, no da ninguna pista de solución” y “Marx no ha aportado una respuesta definitiva a estas cuestiones, ni siquiera en El Capital, de manera que debemos ir más allá.” (pp. 157-158).
“Ir más allá” es lo que se propone en la tercera parte de su obra, y lo que suscita más polémica. La cuestión de partida es sencilla: si la emancipación no pasa por el libre crecimiento de las fuerzas productivas, lo que Daniel Bensaid denominaba el “comodín de la abundancia” (op. cit.), ¿por dónde podría pasar? Por “la reducción de escala y la desaceleración de la producción”, responde Saito (p. 166). Para el autor, en resumen, la abundancia debe entenderse no como plétora de bienes materiales privados –según el modelo consumista y a la vez excluyente de la acumulación de mercancías accesibles únicamente para la demanda solvente– sino como profusion de riquezas sociales y naturales comunes. Sin ello, “la opción restante es el control burocrático de la producción social, que ocasionó el fracaso de la vía soviética” (p. 166).
Decrecimiento, economía estacionaria y transición
Marx en el Antropoceno aboga por tanto por un “comunismo decrecentista”, profundamente igualitario, centrado en la satisfacción de las necesidades reales. Según Saito, éste era el comunismo de las llamadas comunidades arcaicas, algunos de cuyos rasgos han subsistido mucho tiempo bajo formas más o menos degradadas en sistemas agrarios basados en la propiedad colectiva de la tierra, sobre todo en Rusia. Para el Marx de madurez, se trataba de mucho más que de supervivencias del pasado: estas comunidades muestran que después de haber “expropiado a los expropiadores”, la sociedad, para abolir toda dominación, deberá progresar hacia una forma más elevada de la comunidad arcaica. Me adhiero plenamente a esta perspectiva, pero con una precisión: Saito fuerza demasiado las cosas al pretender que “14 años de estudio serio de las ciencias naturales y de las sociedades precapitalistas” habrían llevado a Marx en 1881 a avanzar “su idea del comunismo decrecentista” (p. 242).Esta afirmación es excesiva. Tomada literalmente, no se basa en ningún documento conocido. Por ello, para, a pesar de todo, darle una pizca de plausibilidad (y aun en este caso:¡a condición de formularla como hipótesis, no como certidumbre!) Saito se ve obligado a recurrir a una sucesión de amalgamas: tiene que hacer como si la crítica radical de la acumulación capitalista por Marx fuese lo mismo que la economía estacionaria, como si las comunidades arcaicas fuesen estacionarias y como si la economía estacionaria fuese lo mismo que el decrecimiento. Hay mucho si, pasa por alto diferencias esenciales… y no nos hace avanzar en el debate sobre los retos del decrecimiento en el sentido en que se discute hoy entre anticapitalistas, es decir, en el sentido literal de la reducción de la producción impuesta objetivamente por el cambio climático. Veámoslo más de cerca.
Dejemos de lado el PIB y consideremos únicamente la producción material: una sociedad post-capitalista en un país muy pobre rompería con el crecimiento capitalista pero debería aumentar la producción durante un cierto período para poder responder a la enorme masa de necesidades reales insatisfechas; una economía estacionaria utilizaría cada año la misma cantidad de recursos naturales para producir la misma cantidad de valores de uso con las mismas fuerzas productivas; en cuanto a una economía decreciente, reduciría las extracciones y la producción. Poniendo un signo de igualdad entre estas dos formas, Kohei Saito mantiene una lamentable confusión. “Debería quedar claro ahora, escribe, que el socialismo promueve una transición social hacia una economía de decrecimiento” (p.242). Está muy mal formulado, porque el decrecimiento no es un proyecto de sociedad, sino justo una condición que pesa sobre la transición. Una “economía de decrecimiento”, como tal, no quiere decir nada. Algunas producciones deberían crecer y otras disminuir en el seno de una asignación global decreciente. Para ceñirse al diagnóstico científico sobre el cambio climático, hay que decir más o menos esto: planificar democráticamente un decrecimiento justo es el único medio de transitar racionalmente hacia el ecosocialismo. Dado que debe ser construído un nuevo sistema energético 100% renovable con la energía del sistema actual (que es en un 80% fósil, fuente por tanto de CO2), sólo caben en términos generales dos estrategias posibles para suprimir las emisiones: o reducir radicalmente el consumo final de energía (lo que implica producir y transportar globalmente menos) adoptando medidas anticapitalistas fuertes (contra el 10%, y sobre todo el 1% más rico); o apostar por la compensación carbono y el despliegue masivo en el futuro de hipotéticas tecnologías de captura-almacenamiento de carbono, de captura-utilización o de geoingeniería, esto es, por soluciones de aprendices de brujos que implican aún más desposesiones, desigualdades sociales y destrucciones ecológicas. Proponemos la expresión decrecimiento justocomo eje estratégico de los marxistas antiproductivistas de hoy. Hacer del decrecimiento un sinónimo de la economía estacionaria no es una opción porque equivale a reduci rel volumen de la alarma de incendio.
La comuna rural rusa, la revolución y la ecología
La perspectiva de un decrecimiento justo debe mucho al enorme trabajo pionero de Marx, pero no tiene sentido afirmar que él fue su creador, porque Marx nunca abogó explícitamente por una disminución neta de la producción. Para convertirlo en padre del ”comunismo decreciente”, Saito se basa casi exclusivamente en un texto famoso y de una importancia excepcional: la carta a Vera Zasulich 9. En 1881, la populista rusa había pedido a Marx, por correo, su opinión sobre la posibilidad de apoyarse en Rusia en la comuna campesina para construir directamente el socialismo sin pasar por el capitalismo. La traducción rusa de El Capital había desencadenado un debate sobre esta cuestión entre los opositores al zarismo. Marx redactó tres borradores de respuesta. Éstos confirman su ruptura profunda con la visión lineal del desarrollo histórico y, por tanto, también con la idea de que los países capitalistas más avanzados serían los más cercanos al socialismo. Al respecto, la última frase es clara como agua cristalina:
Si la revolución se hace en tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre desarrollo de la comuna rural, ésta evolucionará pronto como un elemento regenerador de la sociedad rusa y como elemento de superioridad sobre los países subyugados por el régimen capitalista.
Para Saito, este texto significa que la degradación capitalista del entorno había conducido a Marx, después de 1868, a “abandonar su esquema de materialismo histórico anterior. No fue una tarea cómoda para él”, dice. “Su visión del mundo estaba en crisis. En este sentido, (sus) investigaciones intensivas de sus últimos años (sobre las ciencias naturales y sobre las sociedades precapitalistas, D.T.) eran un intento desesperado de reconsiderar y de reformular su concepción materialista de la historia a partir de una perspectiva enteramente nueva, derivada de una concepción radicalmente nueva de la sociedad alternativa” (p. 173). “Catorce años de investigaciones” habían llevado a Marx “a concluir que la sostenibilidad y la igualdad basadas en una economía estacionaria son la fuente de la capacidad (power) de resistencia al capitalismo”. Habría comprendido por tanto “la oportunidad de formular una nueva forma de regulación racional del metabolismo humano con la naturaleza en Europa occidental y en EstadosUnidos”: “la economía estacionaria y circular sin crecimiento económico, que antes había rechazado como estabilidad regresiva de las sociedades primitivas sin historia” (pp. 206-207).
¿Qué pensar de esta reconstrucción del itinerario del pensamiento marxista con salsa ecologista? La narrativa puede gustar mucho en algunos medios, es evidente. Pero, ¿por qué esperó Marx hasta 1881 para expresarse sobre esta cuestión clave? ¿Por qué lo hizo solamente a través de una carta? ¿Por qué esta carta requirió tres borradores sucesivos? Si de verdad había comenzado Marx a “revisar su esquema teórico en 1860 como consecuencia de la degradación ecológica” (p.204), y si de verdad el concepto de fractura metabólica había servido de “mediación» en sus esfuerzos de ruptura con el eurocentrismo y el productivismo” (p. 200), ¿cómo explicar que la superioridad ecológica de la comuna rural sólo se cite una vez en la respuesta a Zasulich? Last but not least: aunque no se puede excluir que la última frase de esta respuesta proyecte la visión de una economía post-capitalista estacionaria para Europa occidental y EstadosUnidos, no era el caso de Rusia; Marx insistía mucho en el hecho de que sólo beneficiándose del nivel de desarrollo de los países capitalistas desarrollados podría el socialismo en Rusia “asegurar el libre desarrollo de la comuna rural”. Al final, la intervención de Marx en el debate ruso parece desprenderse mucho más de su admiración por la superioridad de las relaciones sociales en las sociedades “arcaicas” 10 y de su compromiso militante en la internacionalización de la revolución que de la centralidad de la crisis ecológica y de la idea del “comunismo decrecentista”.
“Ofrecer algo positivo”
La afirmación categórica de que Marx habría inventado ese “comunismo decrecentista” para reparar la “fractura metabólica” es tan excesiva que habría que preguntarse por qué Kohei Saito la formula como conclusión de una obra que tiene cosas tan excelentes. La respuesta se da en las primeras páginas del capítulo 6. Ante la urgencia ecológica, el autor plantea la necesidad de una respuesta anticapitalista, considera que las interpretaciones productivistas del marxismo son “insostenibles”, constata que el materialismo histórico es “impopular hoy día” entre los ambientalistas y piensa que es una lástima (a pity), porque éstos tienen “un interés común en criticar el insaciable deseo de acumulación del capital, aunque sea a partir de puntos de vista diferentes” (p. 172). Para Saito, los trabajos que muestran que Marx se apartó de las concepciones lineales del progreso histórico, o que se interesó por la ecología, “no bastan para demostrar a los no marxistas que deben prestar atención hoy al interés de Marx por la ecología. Hay que “tener en cuenta tanto los problemas del eurocentrismo como del productivismo para que se vuelva convincente una interpretación completamente nueva del Marx de la madurez” (p. 199). “Los investigadores deben ofrecer sobre esto algo positivo”, “elaborar sobre su visión positiva de la sociedad post-capitalista” (p. 173). ¿Se trata por tanto de ofrecer de manera convincente esta interpretación “completamente nueva”, describiendo a un Marx que funda sucesivamente, y con algunos años de distancia, el “ecosocialismo” y después el “comunismo del decrecimiento”? Me parece más cercano a la verdad, y por tanto más convincente, considerar que Marx no era ni ecosocialista ni decrecentista, en el sentido contemporáneo de estos términos. Esto no quita nada al hecho de que su penetrante crítica del productivismo capitalista y su concepto de “fractura metabólica” son decisivos para comprender la urgente necesidad actual de un “decrecimiento justo”.
Querer hacer entrar a la fuerza el decrecimiento en el pensamiento de Marx resulta anacrónico. Además, tampoco es necesario. Ciertamente, no se puede defender el decrecimiento justo y mantener en paralelo la versión productivista cuantitativista del materialismo histórico. Por contra, el decrecimiento justo se integra sin dificultad en un materialismo histórico que considera las fuerzas productivas en sus dimensiones cuantitativas y cualitativas. En cualquier caso, no necesitamos el aval de Marx ni para admitir la necesidad de un decrecimiento justo, ni más en general para ampliar y profundizar su “crítica inacabada de la economía política”.
El problema de la apología
Hay que preguntarse por la utilidad de una crítica de las exageraciones de Saito. Se puede decir: lo esencial es que “(este) libro proporciona un alimento útil a los socialistas y a las y los activistas ambientales, independientemente de las opiniones (o del interés mismo de tener una opinión) sobre la cuestión de si Marx era de verdad un comunista decreciente o no” 11. Esto es lo esencial, en efecto, y hay que repetirlo: Marx en el Antropoceno es una obra excelente, sobre todo porque sus desarrollos sobre los cuatro puntos mencionados en la introducción de este artículo son de gran actualidad e importancia. Sin embargo, no hay que subestimar el debate sobre lo que Marx dijo o no porque se refiere a la metodología a emplear en la elaboración de las herramientas intelectuales necesarias para la lucha ecosocialista. Pero esta cuestión concierne también a las y los activistas no marxistas.
El método de Kohei Saito tiene un defecto: es apologético. Este rasgo ya era perceptible en  El ecosocialismo de Marx: aunque el subtítulo de la obra señalaba la “crítica inacabada de la economía política”, el autor dedicaba paradójicamente todo un capítulo a hacer como si Marx, después de El Capital, hubiera desarrollado un proyecto ecosocialista completo. Marx en el Antropoceno sigue el mismo camino, pero de manera aún más clara. Tomadas en conjunto, las dos obras dan la impresión de que Marx, en los años 1870, habría acabado por considerar la perturbación del metabolismo humanidad-naturaleza como la contradicción central del capitalismo, que primero habría deducido un proyecto de crecimiento ecosocialista de las fuerzas productivas, que después habría abandonado, hacia 1880-81, para trazar una nueva vía: el “comunismo decrecentista”. He intentado mostrar que esta narración es muy cuestionable.
Uno de los problemas de la apología es sobreestimar mucho la importancia de los textos. Por ejemplo, Saito da una importancia desproporcionada a la modificación por Engels del pasaje de El Capital, Libro III, donde Marx habla de la “fractura metabólica”. La dominación de las interpretaciones productivistas del materialismo histórica durante el siglo XX no se explica sobre todo por esta modificación: deriva principalmente del reformismo de las grandes organizaciones y de la subsunción de proletariado por el capital. Luchar contra esta situación, articular las resistencias sociales para poner en crisis la ideología del progreso en el seno mismo del mundo del trabajo es hoy día la principal tarea estratégica de los ecosocialistas. Las respuestas hay que buscarlas en las luchas y en el análisis de las luchas, más que en los blocs de notas de Marx.
Y lo que es más fundamental, la apología tiende a flirtear con el dogmatismo. “Marx lo dijo” se convierte fácilmente en el mantra que impide ver y pensar como marxista sobre lo que Marx no dijo. Porque, evidentemente, no dijo todo. Si hay alguna lección metodológica a sacar de su monumental obra es que la crítica es fértil y el dogma es estéril. La capacidad del ecosocialismo  para responder a los formidables desafíos de la catástrofe ecológica capitalista dependerá no sólo de su fidelidad sino también de su creatividad y su capacidad de romper, incluso con sus propias ideas anteriores, como hizo Marx cuando era necesario. No se trata sólo de pulir cuidadosamente la ecología de Marx, sino también y sobre todo de desarrollarla y radicalizarla.
Publicado en Actuel Marx, 2024 número 76. Reproducido con autorización del autor.. Traducción: viento sur
De la ecología a las luchas sociales y a la revolución: sobre el nuevo libro de Daniel Tanuro
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El ingeniero agrónomo Daniel Tanuro, militante ecosocialista y miembro de la IVe Internacional, ha publicado este año Ecologie, luttes sociales et révolution (París, La Dispute, 2024). Es un libro de entrevistas realizadas por Alexis Cukier y Marine Garrisi, y prologado por Timothée Parrique. Autor ya de otros libros 12, Daniel Tanuro propone en éste una bien recibida síntesis sobre el estado de los conocimientos en materia de degradación ecológica, sobre todo en relación con el calentamiento climático, y también sobre la acción a llevar a cabo para superar el modelo de crecimiento capitalista que está en el origen de las múltiples crisis, o como indica el autor: lo que se sabe, lo que se puede hacer.
Lo que se sabe y explica Daniel Tanuro
Tanto los informes del IPCC sobre el clima como los del IPBES sobre la biodiversidad y los daños ecosistémicos no dejan lugar a dudas: vamos hacia la catástrofe, o según Daniel Tanuro al “cataclismo” (p. 25). El diagnóstico es indiscutible si “se considera simultáneamente nueve elementos interdependientes: la biodiversidad, la acidez de los océanos, la concentración atmosférica en partículas, la aparición de nuevas entidades químicas, los cambios de ocupación de los suelos, el estado de la capa de ozono estratosférico, los ciclos del carbono, nitrógenoy fósforo así como del agua” (p. 26) 13. De esta forma pueden definirse “zonas fronterizas” (p. 27) que no se deben traspasar.
En la discusión que opone a algunos expertos, ecomarxistas o no, sobre los orígenes del cambio de era provocado por las actividades humanas, Daniel Tanuro es tajante: para designar un cambio de era geológica, “hay que aplicar los criterios de los geólogos (…) que proporcionan una base sólida para situar el comienzo del Antropoceno después de la Segunda Guerra Mundial” (p. 30): nivel de los océanos, declive brutal de la biodiversidad, nuevas entidades químicas en las rocas. Aunque haya premisas antes de 1950, para el autor se trata de designar la “gran aceleración” producida después de esa fecha (p. 31). En esta cuestión Daniel Tanuro se aleja de otros teóricos marxistas con tendencia a preferir el concepto de capitaloceno al de antropoceno. Pero la distancia no es muy grande porque como Daniel Tanuro precisa: “el cambio ocurre en los años 1950 como resultado de un siglo y medio de acumulación capitalista” (p. 32, énfasis mío): “Hay que oponerse a los intentos de utilizar el Antropoceno contra la historia, como dice con toda razón Andreas Malm. Estos intentos escamotean los determinantes sociales, los disuelven en las leyes de la natualeza. Se borra así la historia, en particular el capitalismo, el colonialismoy el patriarcado.” (p. 33)
En cambio, Daniel Tanuro se separa claramente de Jason Moore, que se inserta en la corriente de Bruno Latour, recusando toda especificidad a la humanidad con respecto a la naturaleza y quitando toda significación al capitalismo (p. 34) 14.
Siguen varias páginas muy interesantes sobre la metodología utilizada para elaborar los informes en el seno del IPCC, cuyo contenido está mediatizado por la síntesis de intenciones de los responsables. Esto es siempre el fruto de un compromiso: por ejemplo, en el VIº informe de 2023, se pusieron en el mismo plano las energías renovables, las fósiles con captura-almacenamiento de carbono y las tecnologías para retirar carbono de la atmósfera (p. 40). ¿Dónde está el problema? Daniel Tanuro explica que el “cero emisiones netas” para responder a los objetivos del Acuerdo de París sería compatible, en el espíritu de los defensores de las energías fósiles, con continuar su utilización gracias a los progresos técnicos (p. 41).
Así se perfila el proyecto del autor: “El consenso pro-crecimiento y pro-capitalismo verde ya no es lo que era.” (p. 44). El crecimiento capitalista ya no es posible porque “esta producción requiere más energías fósiles, y por tanto más emisiones, que hay que reducir satisfaciendo las necesidades básicas, en la justicia social.” (p. 45) El autor da forma a la convergencia entre marxistas et decrecentistas, en favor de la cual argumenta también su prologuista Timothée Parrique 15.
Esta primera parte dedicada a los conocimientos sobre la situación ecológica permite a Daniel Tanuro mostrar la importancia de los saberes populares, porque los saberes científicos pueden estar impregnados de ideología. Por ejemplo, el destino de la Isla de Pascua está siendo hoy reconsiderado. La tesis de Diamond del ecocidio, que sería “el resultado combinado de la sobrepoblación y de la locura de grandeza de jefes tiránicos y crueles” (p. 48), resulta ser falsa: la desaparición del bosque se debió a las ratas llegadas con los polinesios. Daniel Tanuro deduce de ello que el modo de producción capitalista impide que “el trabajo social constituya una mediación simple, transparente entre la colectividad humana y el resto de la naturaleza. (…) Al apropiarse del trabajo, desmenuzándolo y sometiéndolo a su lógica absurda, el capitalismo desconecta esta inteligencia de su objeto principal” (p. 54).
Lo que se puede hacer y propone Daniel Tanuro
Progresivamente, Daniel Tanuro se coloca en el campo de la epistemología que le llevará a una estrategia anticapitalista:
La critica marxiana de la economía política es absolutamente indispensable para la comprensión de la catástrofe. Todas las corrientes de la ecología política coinciden en decir que esta catástrofe es el resultado del crecimiento, de la acumulación. Es exacto. ¿Pero de dónde viene el crecimiento? That’s the question. Para Bruno Latour y sus partidarios, el crecimiento deriva de que los modernos, a partir de la Ilustración, han creado un dualismo entre naturaleza y cultura. Sobre esta base, dicen, la sociedad ha creído poder crecer sin límites y reemplazar a este mundo por otro, como si fuera posible el paraíso en la tierra. Para Latour, debemos abandonar esta ilusión, renunciar a que haya un capitalismo que combatir, comprender que todos somos Terrestres. El eje del  conflicto político, en su opinión, separa a los NoTerrestres de los Terrestres (…). Al contrario de esta visión idealista –tanto en el sentido filosófico como en el sentido común del término–, Marx, desde la primera sección de El Capital, ofrece una explicación materialista de la naturaleza crecentista”del sistema. El capital no es una cosa sino una relación social de explotación del trabajo asalariado (p. 63-64).
Daniel Tanuro es prudente: “Marx no era un ecosocialista avant la lettre […], pero su análisis del capital permite comprender la destrucción del entorno como un problema social, de origen social y que exige una respuesta social” (p. 65). Es más comedido que Kohei Saito[16], aunque al igual que este último afirma que
la lógica doblemente destructiva sólo puede ser rota sustituyendo la producción de valor abstracto por la producción de valores de uso para satisfacer las necesidades reales y democráticamente determinadas (…). La crítica científica que hizo Marx del modo de producción capitalista evita algunos patinazos reaccionarios, al articular dos niveles encajados entre sí: de una parte, Homo sapiens participa del metabolismo de la naturaleza; de otra, este metabolismo toma formas históricas quo no son naturales sino sociales (p. 65-67).
Un poco más adelante, Daniel Tanuro precisa:
Marx no era decrecentista, como tampoco era ecosocialista. Denunció la acumulación capitalista, evidentemente, pero no defendió la necesidad de producir menos para gestionar racionalmente el metabolismo humanidad/naturaleza. Pero éste es, hoy día, el sentido del decrecimiento: hay que reducir imperativamente la producción material global para detener la catástrofe. Es una obligación ecológica relativamente reciente. El concepto marxiano de fractura metabólica ayuda a comprenderlo, pero es anacrónico querer hacer entrar a la fuerza el decrecimiento en el pensamiento de Marx” (p. 73).
Daniel Tanuro explica por qué el capitalismo verde, el crecimiento verde, el “greenwashing sistémico” (p. 86), la geoingeniería son vías sin salida. Causan como efecto rebote el saqueo neocolonial de los recursos y las rivalidades interimperialistas, en un contexto en el que no se puede excluir un escenario ecofascista, aunque sea improbable a corto plazo.
El autor concede un lugar determinante a las luchas sociales ancladas en la ecología para construir alternativas. De nuevo condena la pretensión latouriana de superar la división izquierda-derecha, que lleva a negar la lucha de clases. Pero tiene cuidado en decir que el mundo del trabajo debe “romper con la estrategia sindical tradicional del reparto de los frutos del crecimiento que encierra las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras en un marco productivista y tapona toda perspectiva política” (p. 109).
Para armar una buena estrategia con el fin de “apartar al movimiento obrero del productivismo” (p. 115), Daniel Tanuro observa “tres puntos débiles de la dominación capitalista”. “El primero es la incapacidad del capital para resolver, o incluso atenuar, la crisis que él mismo ha creado. Para decirlo sencillamente, el capital va bien, pero el capitalismo va mal.” (p. 113). La segunda es la amplitud de la regresión causada por las políticas neoliberales” (p. 113), cuyo signo es la debilidad de las ganancias de productividad del trabajo a pesar de la revolución técnica. El tercer punto débil es “una crisis de legitimidad extremadamente profunda de los regímenes políticos y del sistema socio-económico” (p. 114). De ello extrae lo que llama un “hilo rojo de una ruptura obrera con el productivismo”: aplicar a todos los sectores de la reproducción social los “cuidados” (p. 117) de las feministas.
Desde el punto de vista antropológico, transhistórico, ¿qué es el trabajo sino una manera de cuidar la vida? En última instancia, el capitalismo es contrario a la naturaleza humana porque sólo cuida el beneficio, desarticula el trabajo para alcanzar sus fines, y desquicia nuestro metabolismo con el resto de la naturaleza (p. 130).
En concreto,
¿cuál es la clave de la situación objetiva? La imposibilidad de detener la catástrofe climática sin disminuir radicalmente el consumo final de energía a nivel global, y por tanto la transformación y el transporte de las materias. Las condiciones de existencia de más de tres mil millones de seres humanos dependen de un decrecimiento justo, es decir, de un decrecimiento capitalista que ataque esencialmente al 1% más rico a nivel planetario (p. 140-141).
Aunque estoy de acuerdo con la consigna de “ralentizar” (p. 141) –que durante mucho tiempo he opuesto a algunos teóricos del decrecimiento para pensar la fase de transición– y también que “la cuestión no es ¿sí o no al decrecimiento?” sino más bien: “El decrecimiento de qué, dónde, por qué, para quién, cómo… y quién decide?”» (p. 141), lo que he resumido con la noción de decrecimiento selectivo, dudo mucho de que limitarlo sólo al 1% más rico sea suficiente. El modo de vida ostentoso, derrochador y depredador afecta a una capa más extensa que ese solo 1%. Sin duda, habrá que cuestionar el modo de vida de al menos la fracción del 10% más rico 16.
El libro de Daniel Tanuro ofrece un panorama completo de los principales temas para pensar más allá del capitalismo y de su corolario, el crecimiento económico. Escrito en un lenguaje sencillo pero preciso, permite clarificar los conceptos que se debaten en el seno de la ecología política y en el seno del ecomarxismo, cuando se piensa en una convergencia entre una y otro. Como escribe al final de su libro: “Ante la amenaza de una nueva inmersión en la barbarie, no tenemos otra opción que la esperanza. No tenemos otra opción que luchar por un programa rojo y verde, un programa que responda a las necesidades fundamentales de las clases populares tendiendo un puente hacia la transformación revolucionaria de la sociedad. La dificultad es enorme, pero no hay otra vía. No hay fatalidad en ver a la catástrofe convertirse en cataclismo.” (p. 154) El mensaje no tiene pues nada de pesimista; es realista.
Artículo publicado originalmente en el blog de Jean-Marie Harribey, “L’économie par terre ou sur terre?”, con fecha del 13/10/2024.
Texto original: Al’Encontre. Traducción: viento sur
Notas:
1. Ver mi artículo en viento sur “¿Era Marx ecosocialista?”
2. “Con la preponderancia incesantemente creciente de la población urbana, acumulada en grandes centros por la producción capitalista, ésta por una parte acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad, y por otra perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos elementos constitutivos del mismo que han sido consumidos por el hombre bajo la forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condición natural eterna de la fertilidad permanente del suelo” (El Capital, T 1, Vol. 2, p. 611)
3. Leer en particular Paul Burkett, Marx and Nature. A Red and Green Perspective. Palgrave Macmillan, 1999. John Bellamy Foster, Marx’s Ecology. Materialism and Nature, Monthly Review Press, 2000 [La ecología de Marx, El viejo topo, 2000.
4. Ya en La Ideología alemana (1845-46) se puede leer: “llega un estadio en el desarrollo en que nacen fuerzas productivas y medios de circulación (…) que ya no son fuerzas productivas sino fuerzas destructivas (el maquinismoy el dinero)”. Karl Marx y Friedrich Engels, La Ideología alemana, Grijalbo, 1970.
5. Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido comunista.
6. Daniel Bensaïd, «Introducción crítica a Introducción al marxismo» de Ernest Mandel, 2e edición, ed. Formación Lesoil, en línea en contretemps.eu
7. Michael Löwy, Ecosocialisme. L’alternative radicale à la catastrophe écologique capitaliste, Mille et une nuits, 2011, p. 39.
8. Marx-Engels, Œuvres choisies, Tomo 1, p. 525
9. Marx y Engels, Œuvres choisies, op. cit. tomo 3, p. 156
10. Una opinión compartida por Engels: cf. en particular su admiración por los zulús frente a los ingleses, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
11. Diana O’Dwyer, “Was Marx a Degrowth Communist”, https://rupture.ie
12. En particular L’impossible capitalisme vert (El imposible capitalismo verde, viento sur y La oveja roja, 2011), Les empêcheurs de penser en rond, La Découverte, 2012; Trop tard pour être pessimistes, Écosocialisme ou effondrement, (¡Demasiado tarde para ser pesimistas!, Sylone y viento sur, 2020).
13. Estos nueve ámbitos han sido definidos por Johan Rockström and Mathias Klum, Big World, Small Planet, Abundance within Planetary Boundaries, Yale University Press, 2015. Retomados por Kate Raworth, La théorie du donut, L’économie de demain en 7 principes, 2017, Paris, J’ai lu, 2021; y “La théorie du donut: une nouvelle économie est possibl”, Oxfam, 7 de diciembre ee 2020. El esquema del dónut define el espacio de sostenibilidad entre el “techo ecológico” y el “suelo social”.
14. Ver mi artículo «La ecología-mundo de Jason Moore desde el punto de vista del valor«
15. Lo mismo en el libro que publicó Timothée Parrique, Ralentir ou périr, L’économie de la décroissance, Paris, Seuil, 2022. Aquí, en su prólogo a Daniel Tanuro “La décroissance comme transition, l’écosocialisme comme destination”, cita en notas la respuesta a la reseña que había hecho de su libro. Aunque el lector no conozca el contenido de estas observaciones, tanto positivas (comenzaba por decir que era un libro que había que leer) como críticas, en particular sobre lo que es el capitalismo y la búsqueda del beneficio, sustituidos por el pretendido “barómetro” del PIB, en lugar de la tasa de ganancia. Al final de mi texto, se puede encontrar el link con la respuesta de T. Parrique. Referenciar convenientemente las fases de une discusión forma parte de su autenticidad y también de su elegancia…
16. Ver un ensayo de formalización de una reducción drástica de las desigualdades de ingreso sen una perspectiva social y ecológica: «Réduction des inégalités pour que les retraites soient soutenables socialement et écologiquement», 28 de enero de 2023.
Fuente: https://vientosur.info/marx-el-comunismo-y-el-decrecimiento/
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bocadosdefilosofia · 1 year ago
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«Hay en el Renacimiento una afirmación de la libertad del individuo y una negación de la misma con la consolidación de las monarquías absolutas y con el surgimiento del Estado centralizado; una afirmación de la libertad con la ruptura de la pirámide feudal y una negación de la misma con la desaparición de las comunas medievales; una afirmación de la libertad con el desarrollo del espíritu crítico y una negación de la misma con el surgimiento del capitalismo mercantil, de la usura, de las lealtades nacionales. La libertad es representada y vivida como libertad frente al destino (Calderón), frente al poder político y militar (Lope) y frente a la presciencia divina (Tirso de Molina) o como creación de valor y pugna por el ideal (Cervantes). Es pensada como libertad individual (Rabelais), como libertad volitiva o libre albedrío (Erasmo), como libertad política o crítica de los fundamentos del Estado (Etienne de la Boetie), como libertad religiosa (Servet) y como libertad filosófica (Bruno).»
Ángel J. Cappelletti: La idea de libertad en el Renacimiento. Editorial Laia, pág. 7. Barcelona, 1986.
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@dias-de-la-ira-1
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marianino · 2 years ago
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LA OPINIÓN PÚBLICA
"Perspectivas teóricas sobre la opinión pública: Habermas y Noelle Neumann"
Opinión pública y democracia. Dos miradas: El modelo normativo de Habermas y el modelo psicosocial de Noelle-Neumann
Existen para los teóricos Habermas y Neuman elementos formativos de la Opinión Pública. Señale y explique dos de ellos.
Para Habermas construye una relación estrecha entre el espacio y la opinión públicos, concluyendo que el espacio es el lugar en donde se da la vida social, teniendo una diferencia frente al espacio político, que se genera a partir del poder, pero que necesita de la publicidad para tener legitimidad. Una publicidad política desde el ámbito de lo privado que encierra a la función de los medios como una jerarquía que pretende extraer riquezas y influencias políticas.
Se crean entonces dos teorías en cuanto a la opinión pública, un ideal o paradigmática, que funciona como una crítica, racionalidad entre el debate publico y abierto o una manipulada, que es a la que se refiere Neumann, con ciudadanos aislados y particularizados, en donde se produce una influencia de mensajes modificados, enviados a una sociedad que recae ante las creencias del poder, con una comunicación no real, solo una aclamación.
Neumann trabaja en su teoría el control de los medios de comunicación, que por consecuente resuelve y desarrolla un factor fundamental en los medios, donde no se genera un pensamiento critico e individual hacia la información que se tiene. Una opinión publica basada desde la perspectiva antropológica, como un mecanismo sicosocial, que refiere a aquellas opiniones que pertenecen a la generación de controversia que se debería poder expresar sin un sentimiento de “aislamiento”.
De acuerdo con los expuesto en la teoría de Neuman, la profesora sustenta su modelo en cuatro supuestos o hipótesis. Explique a partir de la cotidianidad lo que ella denomina "el miedo al aislamiento hace que los individuos intenten evaluar continuamente el clima de opinión".
Las personas contamos con la necesidad diaria de hacer parte de, sentirnos bienvenidos o incluidos dentro de una denominación social, esto se puede evidenciar desde nuestros primeros años, ya que el ser humano es un ser social por naturaleza. Una naturaleza que se denomina alterada cuando se considera desde una perspectiva psicológica a un humano “aislado” se genera un diagnóstico de una persona que genera una ruptura con la existencia del individuo, donde se hacen denominaciones como “el raro” “el antisocial” “el que tiene un problema” no tenemos una concepción del vivir diferente a la que nos han mostrado.
El día a día encasillado en la cotidianidad del ser humano, es levantarse con la concepción de un mundo en el que nada va bien, que todo sería la reencarnación del paraíso, solo si, los gobiernos tomaran decisiones más acertadas a las necesidades. Hacemos parte de, desde el momento que luchamos por el cambio de pensamiento, por la aceptación y validación de nuestros ideales, por construir un respeto a nuestras posturas y por socializarnos en un entorno en donde se sienta la protección de la aceptación y la lejanía de la señalización.
Es posible considerar que esto se cumple en nuestra cotidianidad al mencionar que estamos involucrados en una sociedad “democrática” que solo vincula con los partidos o inclinaciones en las que se han dividido culturalmente. Actuando esto como un fenómeno de contagio que va en un avance constante dividiendo los ideales con el lema “no se aceptan tibios” no se acepta la diversidad de posturas, no cabe la posibilidad de ser una persona que prefiera mantenerse al margen de, no cabe una persona que se mantenga al margen de lo moral o éticamente establecido, alguien que cumpla los parámetros sociales, con una guía al pie de la letra que indique el paso a paso en el que se debe vivir y en lo que se debe creer.
BIBLIOGRAFIA
Opinión pública y democracia. Dos miradas: El modelo normativo de Habermas y el modelo psicosocial de Noelle-Neumann. (s. f.). http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n18/18omportillo.html
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