#La femme en vert
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La femme en vert d'Arnaldur Indridason
La femme en vert d’Arnaldur Indridason – Editions Points La femme en vert d’Arnaldur Indridason, présentation Une fête d’anniversaire, un jeune enfant qui mâche ce qui révèle être un os humain. Un jeune homme de 25 ans à cette fête, est assis dans le salon de la mère. Il la rend nerveuse car il ne discute pas. Ils découvrent un cadavre. Ils sont mariés depuis 3 mois. Elle subit la violence de son…
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Les Modes : revue mensuelle illustrée des arts décoratifs appliqués à la femme, no. 106, vol. 9, octobre 1909, Paris. Costume tailleur pour le matin. Robe d'après-midi. Par Bernard. Photos Félix. Bibliothèque nationale de France
I. — Costume tailleur pour le matin au Bois. Costume en gros tissu fantaisie mélangé vert, garni de gros boutons verts et piqûres vertes très apparentes. Revers de satin au col.
Tailored suit for the morning at the Bois. Suit in large green mixed fancy fabric, trimmed with large green buttons and very visible green stitching. Satin lapels at the collar.
II. — Robe d'après-midi en ondoyant bleu crépuscule.
Afternoon dress in undulating twilight blue.
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Claude Monet (French, 1840-1926)
La Femme en robe verte
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Calmar tu sed - parte 4
Buenaaaas chicas, por fin les puedo traer la cuarta parte de Calmar tu sed, y no hubiera sido posible sin que mi querida @deepinsideyourbeing me hubiera sacado con cari��o de mi bloqueo creativo (Gracias preciosa!)
Esta vez vamos a intentar disciplinar un poquito a conejito Blas 🐇
💕Sub!Blas Polidori x f!reader
❤️🔥+18 sexo explícito, blas es insaciable y desobediente, masturbación, mommy kink, age gap, soft dom, edging...
En principio habías quedado con dos amigas a la que salieras del trabajo, hacía ya semanas que no os veíais ya que todas andabais muy ocupadas, así que ese viernes era el día perfecto para poder reuniros de una vez.
No le prestaste mucha atención al móvil esa tarde; querías resolver todos los asuntos con los que tu jefe tan amablemente te había sepultado, por lo que no debías distraerte con nada.
Fue un día muy cansado en la oficina, suspiraste y soltaste tu coleta para volver a hacértela esta vez más floja y fuiste caminando hasta la parada del metro.
Cuando sacaste el celular de tu bolso para ponerte música en el camino, decidiste revisar el grupo de whatsapp que tenían para ver cómo iban las demás y si había algún cambio en los planes. 20 mensajes sin leer, decía la pantalla. Malo.
Los últimos mensajes recibidos que leíste por encima decían:
“La próxima vez será”
“Lo siento chicas”
Muy malo.
Por lo que se ve, una de tus amigas se había quedado sin canguro para su bebé en el último momento y la otra tenía que quedarse en su trabajo hasta tarde por un cambio de turno que no había recordado hasta hoy. Joder. Y para esto te habías organizado la tarde. Bueno, ya qué, te dijiste. Tomaste el camino que llevaba a tu casa en lugar del que llevaba al centro.
Cuando entraste al piso, Blas tenía la música puesta y no te escuchó llegar.
Al caminar por el pasillo, pensaste brevemente en hacer una broma en la que le avisabas de haber llegado para no descubrirle en ninguna situación comprometida. Pero antes de que pudieras hacerlo la situación comprometida saltó a tus ojos.
Blas se encontraba tendido en vuestra cama, vestido únicamente con unos pantalones cortos de deporte. En una mano, su teléfono, delante de su cara, más que probablemente mirando fotos tuyas provocativas que de vez en cuando te divertía enviarle. La otra mano no sólo sostenía y masajeaba su miembro duro, si no que, enredadas entre sus dedos, distinguiste unas braguitas tuyas que llevabas unos días buscando. Blas gemía y cerraba los ojos.
Ya estabas frente a él, pero como con la música aún no se había dado cuenta de tu presencia decidiste aclararte la garganta para llamar su atención. A juzgar por el ritmo de su mano estaba muy cerca del final; notaste como tu propio sexo comenzaba a humedecerse y tu pulso se aceleraba. Te excitaba tanto lo insaciable que era tu novio…
-Amor! – se sobresaltó al verte, sin embargo, su cuerpo ya había entrado en un punto del que no podía retornar, aunque su mente se lo ordenase. El ceño del chico se frunció, sus ojos se entrecerraron. Con un pequeño gemido, Blas miró hacia abajo, como para intentar controlar lo que ahí estaba sucediendo, pero era inútil. Eyaculó sobre su pecho y su abdomen mientras suspiraba e intentaba pararlo, apenas moviendo su mano – Mi amor…yo…lo siento, no pensaba que llegases tan pronto… - intentando recuperar su respiración normal, Blas se disculpaba mirándote con esa carita con la que realmente no te podías enfadar.
-Me cancelaron en el último momento – soltaste tu bolso y adoptaste una posición de femme fatale que sabías que a él le volvía loco – Yo te había dicho que nada de masturbarte, ¿o sólo lo imaginé? – mientras bajabas de tus tacones, Blas hacía lo posible por limpiarse con una de las pequeñas toallas que guardabais en la mesilla de noche.
-Ya sé, amor, pero yo sabía que llegabas tarde y qué se yo…
-Ah, así que querías engañarme porque pensabas que no te iba a pillar…ya veo.
-No, no, ¡no! – exclamó – Es solo que sabía que llegabas de noche y no podía esperar… -dijo formando un puchero que estaba seguro de que le libraría de posibles represalias.
Mientras te desvestías y te ponías la ropa cómoda que llevabas en casa ante su atenta mirada, sopesaste qué castigo sería el adecuado para el comportamiento rebelde de tu joven novio.
-Y con mis bragas, además… - añadiste. Tch, tch, tch…- negaste con la cabeza con la decepción impostada de una profesora que ha pillado a su alumno favorito copiando.
-Y sí… eso no estuvo bien – rio de forma inocente, aunque su sonrisa se desvaneció cuando vio el gesto grave que estabas esforzándote en poner.
-Yo te voy a tener que buscar un castigo, conejito…
Blas caminó hacia ti y rodeó tus hombros con sus largos brazos, apoyando su barbilla en tu hombro, buscando aplacarte con cariños.
-Te preparo hoy tu cena favorita, gatita… no te enojés…
-Eso no es suficiente, pero … puedes empezar por ahí.
Más tarde, después de una ducha reconstituyente, habías decidido encender unas velas con aroma a canela y vainilla y escuchar tu pódcast favorito en el sofá. Fuera llovía, y el olor que comenzaba a salir de la cocina te embriagaba. Blas te estaba preparando lasaña de verduras.
De vez en cuando, le veías a través del marco de la puerta de la cocina, tan guapo con su delantal manchado de tomate. Estaba escuchando Tu geografía del grupo Indios, y le escuchabas cantar si pausabas tu programa.
Blas se esforzó no solo por cocinar a la perfección tu plato predilecto, sino que además decoró la mesa con un bonito mantel con motivos vegetales, un jarrón de flores secas y pequeñas velitas con forma de corazón.
-Sé muy bien lo que estás haciendo, nene.
-¿Mmm? – se hizo el loco mientras cortaba el pan en rodajas encima de una tablita de madera. Ni siquiera quería manchar con migas la mesa. Insólito.
-Dejá de hacerme buena letra– sonreíste satisfecha de haber infundido ese terror en él.
-Nah, amor, ¿es que no puedo ser detallista? – se defiende indignado.
Tú ríes por lo bajo y observas como te sirve una porción de la humeante lasaña en tu plato con todo el cuidado del mundo.
Esta vez Blas se había superado, definitivamente había perfeccionado su receta y había logrado algo excepcional.
Saboreaste un bocado y, después de tragar besaste las yemas de tus dedos para enfatizar tu felicitación.
-Increíble, nene, la rompiste.
-Gracias, nena, esta vez le puse un- ahhh… - su frase se vio interrumpida por un amago de gemido que murió en su garganta. Tu pie descalzo, había empezado a masajear su entrepierna por debajo de la mesa. No mucha tela os separaba, ya que, normalmente, Blas sólo llevaba un pantalón deportivo sin ropa interior cuando estaban en casa.
-Le pusiste qué? -preguntaste con una mezcla de diversión y malicia en tu rostro mientras insistías en acariciar su creciente bulto con los dedos de tu pie.
-Uhh…u-un poco de albahaca fresca… - Blas cerraba los ojos y se aferraba al mantel – nena… qué hacés?
-Yo? Cenar… - alcanzaste su erección con tu otra extremidad, recorriéndola con cuidado y manteniéndote al borde de tu silla.
-Nena, pero me vas …a volver loco – echó la cabeza hacia atrás.
Cuando tu novio se empezó a entregar relajadamente al placer que le estabas proporcionando viste tu oportunidad de parar en seco, apoyando de nuevo los pies en el suelo. Esto solo era el principio del juego. Como era de esperar, él abrió los ojos como platos y su expresión pasó del horror a la realización y después a la súplica.
-Nahhh me estás jodiendo, boluda.
Le miraste como una leona, en tus ojos, advertencia.
-No te escuché bien, ¿qué dijiste?
Él cerró los ojos un momento y tomó aire con el objetivo de volverse más diplomático.
-Mi amor, …- calibró sus palabras - cariño… ¿me vas a dejar así?
Tú te levantaste de la mesa con agilidad, apoyando las puntas de tus dedos en el piso como si fueras una bailarina, recogiste tu plato vacío y te dirigiste a la cocina para llevarlo a la pila.
-Me acordé de que hay helado, ¿querés? -sonreíste sin que te viese.
-La puta madre…-murmuraba él por lo bajo mirando el desastre que le habías provocado y que tanto le costaría bajar sin un alivio real.
-Blas? – llamaste nuevamente desde la otra habitación
-Sí, dale! – contestó con resignación.
Para cuando os sentasteis en el sofá del salón, el cuerpo del muchacho ya se había tranquilizado un poco, gracias a Dios. Como siempre, tardasteis más en seleccionar lo que ibais a ver que en el propio visionado.
El ya familiar sonido de la intro de Netflix resonaba cuando, muy para su desgracia, Blas dirigió su mirada hacia ti. En concreto hacia tu boca, que lamía el dichoso helado como si de verdad tu principal objetivo en la vida fuese hacer que perdiese la cabeza.
Tu lengua se paseaba desde la base de este hasta la punta a un ritmo demasiado lento y cuidado como para que no lo estuvieses haciendo a propósito. Las gotas de vainilla se deslizaban por tu boca hacia tu garganta tal como él desearía que sucediese con su corrida, lo cuál le hizo tragar saliva. Basta, no tenía sentido torturase imaginando tales cosas. Ya habría oportunidad de ponerte carita de corderito degollado cuando os metieseis en la cama más tarde, seguro que ahí cedías, pensó.
Intentó concentrar su atención en saborear su propio helado – el suyo de chocolate – y prestar atención a la película que estabais viendo.
Ya habiendo terminado vuestros postres, tú te reclinaste en su hombro. El aroma de su perfume emanando de su cuello y su pecho te encendía sin excepción.
Para colmo, una escena de sexo lésbico empezó a desarrollarse en la pantalla, suavemente con unos besos, y luego con las protagonistas deshaciéndose de su ropa. Blas la seguía con atención.
-Sabés? Yo en la uni me lié con mi amiga Camila…
Él dirigió la mirada hacia ti brevemente.
-Sí? – trató de sonar casual.
-Sí, vaya, hace mil años, pero aún me acuerdo.
-Mirá…
-Tenía unas tetas esa piba… -comentaste, tratando de sonar desinteresada también – me encantó comérselas…
Blas ya ni siquiera le estaba prestando atención a la película ni a sus protagonistas. En su cabeza, solo tú en brazos de tu amiga, a la que por cierto conocía en persona. En realidad, todo tipo de pensamientos cruzaban su mente como si se tratase de una carretera muy transitada. Debajo de la suave manta gris que os cubría, tu cuerpo cálido encajaba a la perfección con el suyo. No supo decidir si que tu mano comenzara a acariciar su muslo sutilmente era una nueva condena o un premio.
No tardaste en llegar a su miembro, ya totalmente duro, palpitando sobre su muslo; con tu pulgar, rodeaste su glande y trazaste lentos círculos que provocaron que su líquido preseminal atravesase la tela de sus pantaloncitos de Adidas, humedeciendo tus dedos deliciosamente.
Cuando lo tomaste por completo en tu mano, Blas cerró los ojos y suspiró. Aunque no sabía si debía entregarse esta vez, decidió que el hecho de que ya le estuvieras masturbando, aunque fuera de forma perezosa, era buena señal.
No es que tú fueses una máquina ni una mujer sin corazón. Por supuesto que tú también estabas disfrutando e incluso notabas tu propia humedad al sentir a tu novio de esa manera. Pero ese pibe necesitaba un castigo o no iba a aprender. Te perdiste en tus propios pensamientos mientras masajeabas lentamente la hombría de tu novio; tanto te distrajiste que tus alarmas no sonaron cuando una de las manos de Blas, empezó a acariciar tus senos, sosteniéndolos de forma delicada, mimando tus pezones rosados por encima de la camiseta de pijama que llevabas puesta. Lo cierto es que se sentía maravillosamente. Quizás castigar a tu niño era más duro de lo que parecía.
Pareciera que Blas no quería decir nada, ni tan siquiera gemir por si acaso el sonido de su voz te sacaba de tu estado de generosidad. Como si pudiera distraerte lo suficiente para que por fin le aliviaras.
Casi sin detenerte a pensarlo, te deslizaste por su pecho y bajaste tu cabeza hasta tener la boca a la altura de sus caderas. Besaste su punta, asegurándote de que tu aliento calentase aún más su piel a través de la tela, causándole un escalofrío electrizante que le hizo apretar nuevamente los párpados.
Tu saliva bajaba por tu lengua hasta humedecer aún más la mancha que delataba su excitación. Cerraste tus labios en torno a él y ejerciste un poco de presión con ellos. Él no se atrevía a moverse, así que fuiste tú la que se encargó de bajar la prenda hasta que su pija quedó al descubierto, palpitando dolorosamente.
Dejaste que se posase en el interior de tu boca, y, con cuidado de no arañarle con los dientes comenzaste a chupar como habías hecho hacía un rato con aquel helado de vainilla.
Él acarició tu pelo con cuidado una vez más de no provocar que cambiases de opinión.
Blas no podía estar más duro, la sangre bombeaba a través de sus venas cada vez más fuerte, la piel de sus testículos se tensó sutilmente, y tú sabías lo que eso significaba. Estaba muy cerca.
Por mucho que te molestase detener tu tarea, sabías que era ahora o nunca. Así que sacaste su longitud de tu boca y le diste una lamida de despedida, desde la base hasta la punta, plantando un beso al final. Con el dorso de tu mano limpiaste la saliva de tus labios y volviste a recostar tu cabeza contra su pecho.
No hacía falta ser muy listo para saber que ibas a continuar castigándolo cada vez que tuvieses ocasión. Esta vez no ibas de farol.
Blas soltó un quejido lastimero y se llevó las manos a la cara frustrado.
-Pará, ¿por qué me hacés esto, nenita…? Yo no soy tan malo con vos.
-Nunca hacés caso – le reprendiste mirando a la pantalla para que sus ojitos oscuros no te afectasen cual hechizo.
-Pero cielo… es que a veces no puedo evitar desobedecer – intentó justificarse sin demasiado éxito.
-No es excusa – pretendiste sonar autoritaria – lo de la playa fue imperdonable, señor Polidori.
-Ya te pedí perdón por eso…- se giró hacia ti y te obligó a mirarle invadiendo tu campo de visión; necesitaba que vieras su expresión apenada para infundir un poco de compasión en ti. Tomó tu cara entre sus grandes manos y te besó – es que tenés unas tetitas tan ricas – bajó sus besos por tu mandíbula, trazando un camino por tu cuello y después tu pecho – que yo no me puedo resistir, mami…
El muy cabrón sabía muy bien cuando utilizar ese nombre y cuando no. En el momento justo.
-¿Pero si vos te portás bien mami te da todo lo que necesitás… - suspiraste a causa de sus besos y de sus palabras – es que no tenés suficiente, conejito?
La boca de Blas ya se hallaba totalmente inmersa en tu cuello, lamiéndolo con hambre, e incluso succionando con cuidado de no dejar marcas demasiado grandes. Conocía tus puntos débiles.
-Que hacías con mis bragas, eh? – no tuviste otra que gemir y soltar el aire que estabas conteniendo con tanto esfuerzo – se estaba tocando mi chico?
-Sí, mami, lo siento…-Bien, el primer paso era mostrar verdadero arrepentimiento, razonaste entre la niebla de tus nada cristianos pensamientos en ese momento – te prometo que iba a ser una muy rápida para no molestarte hasta la noche…
-No me molestás, pequeño… pero tenés que hacer caso… ser obediente… ¿es que no te gusta ser mi buen chico?
-Sí… sí! – A Blas le encantaba ser tu chico bueno.
-Pues entonces portáte bien y yo te daré premios ¿sí? – con toda la fuerza de voluntad que quedaba en tu ser – que no era mucha – te levantaste suavemente y, de camino a vuestro dormitorio apagaste la televisión, la cual preguntaba desde hacía rato si alguien seguía allí.
Te preparaste para ir a dormir, tratando muy fuerte de ignorar lo absurdamente húmeda que estaba tu ropa interior. Cepillaste tus dientes y te metiste en la cama.
Ya a oscuras, Blas entró en el dormitorio y se tendió junto a ti, de costado, tal y como estabas tú. Apoyó su erección a tus nalgas. Te abrazó por detrás, y, aunque no dijo nada, atrapó el lóbulo de tu oreja entre sus dientes y comenzó a lamer, provocando un incendio en tu interior. Definitivamente conocía todos tus puntos débiles y estaba dispuesto a atacarlos todos.
Al abrigo de la oscuridad dejaste que algunos gemidos cayeran de tu boca. ¿Tan pronto ibas a ceder?
-Mami, levantame el castigo… no lo volveré a hacer…
-No te creo nada…-suspiraste poniendo tu mano en su mejilla.
Encontró consuelo en frotarse contra tus glúteos y agarrar tus tetas; sentías que ni podías ni querías pararle. Su lengua te atacaba por todas partes, incluyendo tu cuello, tu oreja, tu mandíbula, mordía tu hombro y embestía contra ti de forma animal, desesperado por tu roce.
No ibas aguantar mucho más sin bajar tus shorts y dejar que hiciera contigo lo que él quisiera.
-Mami… nena… si no me dejas entrar voy a correrme en los pantalones como un gil, por favor… -suplicó jadeando.
La imagen de Blas viniéndose sin ni siquiera penetrarte provocó que el último hilo de autoridad que quedaba en ti se rompiese.
-Está bien, cogéme - soltaste todo el aire que te quemaba la garganta, toda tú estabas ardiendo.
Blas no necesitó que se lo dijeras dos veces, con las manos temblorosas bajó su pantalón y por poco arranca el tuyo. No pudo esperar a poder bajar tus bragas, simplemente las hizo a un lado y se introdujo en ti de un solo movimiento. Ambos estabais tan húmedos que no hizo falta mucha ayuda, aunque su tamaño te arrancó un grito, no existía más profundidad que la que estaba tocando él. En un par de segundos ya se movía dentro de ti, estirando tus músculos y gimiendo de alivio.
-Gracias, mi flor, te amo…te amo tanto…
-Mi conejito… -al decir esto, Blas empezó a penetrarte de forma más frenética, como si quisiera darte la razón en lo de que era un animalito desesperado.
De repente, muy para tu desgracia, el aguante de tu novio llegó a su fin, lo cual resultaba comprensible, pero deseabas tanto que siguiese dentro de ti…
Clavó sus dedos en tu cadera, y, con la otra mano llevó tu muslo hacia atrás para abrirte aún más y darle mejor acceso.
-Me voy a venir, ¡me voy a venir! – gritó desesperado.
-¡Veníte, amor,…. Dios!!
Blas encajó la punta de su miembro en lo más profundo de ti, y una vez allí, dejó salir toda su excitación, la notabas ardiendo, lamiendo tus paredes. Las últimas palpitaciones enfatizaron más lo muy a presión que salía, llenándote por completo.
Se derrumbó a tu lado, pero sin salir de ti. Siguió acariciando tus pechos y besando tu cuello, murmurando palabras de amor a tu oído.
-Mi niña… cómo te adoro…
-Soy demasiado buena contigo -dejaste salir una risa.
- Y sí… no te merezco…-continuó plantando besos adorablemente.
Su mano bajó desde tu torso hasta tu pubis. Uno de sus largos dedos comenzó a trazar círculos de búsqueda hasta encontrar tu clítoris entre tus pliegues. Presionó suavemente e inicio ese patrón de movimientos que sabía que funcionaba tan bien en ti.
Te aferraste a su brazo como si fuera un ancla a tu propia cordura. Su miembro aún duro reaccionaba a cómo tus contracciones le apretaban. Si aún no habías alcanzado el orgasmo es porque tratabas de alargar la sensación, pero pronto no pudiste más y te deshiciste sobre él, manchando aún más su cuerpo y vuestras sábanas.
-Esa es mi buena nena…así mejor ¿verdad?
No conseguías hablar, así que Blas se tomó tu silencio como un ‘sí’ y, cuando recuperaste tu respiración normal, dejó un beso rápido en tu mejilla antes de levantarse a prepararte un baño caliente.
Te sonreía apoyado su espalda en el marco de la puerta, tan alto, tan hermoso, mientras el sonido del agua llenando la bañera ya parecía reconfortarte.
-No tenés remedio vos – dijiste negando con la cabeza.
-¿Yo?
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Parte 3
Parte 2
Parte 1
tags: @madame-fear @deepinsideyourbeing @loveinsprings @lunitt
@lastflowrr @iamjustadoll @moviestarmartini @yanvgc @choccocake @bichotaaseason
(como siempre, díganme si quieren que las incluya en la taglist o las borre <3)
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"Dans une histoire d'amour, on n'est jamais deux face à face, jamais isolés dans un imaginaire libre et généreux. On est tous les autres et toutes les autres qui ont aimé avant nous. Une longue chaîne de forçats menaçants qui nous tirent en arrière et nous lestent de leurs vieux conflits, leurs vieilles fripes, leurs masques grimaçants, leurs cœurs dévastés, impuissants. Nos mères et nos pères, nos grand-mères et nos grands-pères, nos arrière-grand-mères et nos arrière-grands-pères Ainsi de suite...
On porte, sans le savoir, leurs peurs et leurs angoisses, leurs rancœurs et leurs haines, leurs élans brisés et leurs blessures ouvertes, leurs espoirs déçus et cette scie meurtrière: on ne m'y reprendra jamais plus, jamais plus, jamais plus. Comme si l'amour n'était qu'une guerre en plus, un règlement de comptes impitoyable, une histoire de succession jamais fermée. Tous ceux qui murmurent à nos oreilles sans qu'on les entende: "J'étais là avant" nous bousculent, s'installent dans nos vies, y déroulent leurs histoires et nous bouchent nos plus beaux horizons."
Je termine ce soir la lecture de "J'étais là avant" de Katherine Pancol. J'avais déjà essayé de la lire, dans "Les yeux jaunes (ou verts ?) des crocodiles", et dans un autre livre au titre aussi tarabiscoté et je n'avais pas accroché. Babelio a dit "Oh j'avais bien aimé les yeux verts (ou bleus ? 'fin bref) des crocodiles et là j'ai été déçu".
Du coup j'ai foncé.
Le résumé parle ici d'une femme qui aligne les hommes sans lendemain et se sauve dès qu'ils montrent des signes d'amour, puis elle tombe sur un homme qui lui aussi, s'ébroue dans des relations problématiques, et justement celui-ci est digne d'intérêt et là comme ça on dirait un navet romantique à lire en vitesse le dimanche après-midi avec la F1 en fond sonore, mais pas du tout. Car les personnages sont complexes, on se retrouve à arpenter le passé de l'un puis de l'autre et comprendre d'où viennent leurs fonctionnements, leurs blessures, et c'est finalement une grosse réflexion (ou peut-être que je réfléchis trop et je devrais me contenter de lire ?) sur les fantômes du passé, sur les blessures qu'on hérite de nos parents et plus particulièrement de nos mères, sur les moyens de se détacher de "ce grand ennemi" et une conclusion superbe sur ce qu'est l'amour.
Je l'ai démarré en ayant envie d'un bouquin un peu chill et du coup au début j'ai eu du mal à entrer dans l'histoire qui n'était pas ce que j'attendais, arrête de me parler de sa mère et parle-moi de son coupleuuh. Mais j'ai été assez vite touchée par ce récit de vie finalement, et j'ai trouvé l'analyse et la réflexion intéressantes.
⭐⭐⭐⭐
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À peine a-t-on célébré la figure héroïque d’un Badinter raidi, champion incontesté du progressisme, pourfendeur de la peine de mort au nom du vaste humanisme républicain, que l’on s’empresse d’inscrire le droit à l’avortement dans la Constitution. Entre esprits éclairés, frangins militants, satrapes opportunistes, féministes auto-décrétées, le congrès réuni à Versailles a rapidement pris des airs de kermesse à l’instant des résultats de la consultation. Vu l’accélération des revers présidentiels depuis deux gros mois, rendre “immuable” le droit à avorter devenait une affaire urgente. Créer en permanence des faux problèmes et relayer des causes Potemkine est devenu l’occupation principale du staff des conseillers sensés éclairer les pas d’un petit président perdu dans ses nuages blancs et sa dévorante ambition européenne. Échec face aux agriculteurs – échec de communication, s’entend, car pour le reste, ils pourront toujours monter sur leurs tracteurs pour se pendre : rien n’a changé ni ne changera. Visiblement, les Français élevés en batterie et stockés hors sol, bourrés de boosters et d’anti-tout, semblent maintenant résolus à mâchouiller des haricots verts kenyans pour accompagner leur cochon hormonal guatémaltèque. Échec aussi à la réunion des boute-feus européistes où il fut question d’imaginer la possibilité de déployer dix-sept poilus du côté de Kramatorsk au nom de la défense de l’UE et de ses valeurs formidables. Vents et contre-vents s’ensuivirent afin de signifier au pyromane élyséen que cette déclaration était à tout le moins inopportune. Même en cas de canicule carbonée, l’hiver nucléaire n’est pas souhaité. Avec l’Otan et ses affidés comme amis, plus besoin d’avoir Vladimir comme ennemi.
L’urgence abortive s’explique mieux ainsi.
Le narratif peu inspiré des spin doctors de McKinsey a planté le décor : une droite ultra-réac comptant dans ses rangs des calotins acharnés, des phallocrates maladifs et des misogynes sadiques étant dès à présent aux portes d’un pouvoir trop bienveillant, il était absolument vital de mettre sous cloche un “droit” établi il y a cinquante ans pour faire cesser une autre boucherie, celle des “faiseuses d’anges” en l’espèce. Dès 1974, les préambules et autres prolégomènes de la loi appelaient à la prise de conscience des femmes et des hommes concernés, suggérant mille prudences autour d’un acte terrible autant qu’irréversible. Pour autant, l’histoire récente montre qu’il était déjà trop tard pour barrer la route au “jouissez sans entraves” des gorets de 1968 : au prétexte de libérer les femmes du fardeau de l’enfantement, on les assignait au rôle d’objets sexuels défécondables, conçus pour le seul plaisir de gauchistes pornocentrés et de bourgeois honteux. Belle avancée sur la voie de “l’émancipation”, lisait-on alors dans la presse progressiste. Cependant, comme ça enfantait toujours plus dans les chaumières, les canules se mirent à aspirer à un rythme soutenu les excès de plaisirs fugaces – c’est que la pilule n’était pas encore complètement entrée dans les mœurs, comprenez-vous. En outre, les capotes manquaient de romantisme, le coïtus interruptus ressemblait trop souvent à une loterie et la méthode Ogino n’intéressait que les paroissiens. Décennie après décennie, le nombre d’avortements n’allait que croître, malgré la contraception libre et quasi gratuite, le sida et les MST. La France, avec ses assoces frénétiquement pro-IVG, est devenue un phare dans le domaine. Toutes ces bonnes âmes sont parvenues à tourner un drame féminin en épopée féministe. Et pourtant. L’avortement, c’est d’abord un cœur humain qui cesse de battre. Au-delà des parfaites abruties qui se contre-foutent de la valeur d’une vie (mais adorent le bouddhisme qui est cool et hyper-respectueux), l’avortement c’est d’abord un échec, souvent un drame, toujours une défaite. C’est une borne sombre dressée sur le chemin de celle qui ne sera pas mère. Pour son compagnon, son jules ou son mari ça ne le sera pas moins, si tant est qu’il assume sa responsabilité et soit doué d’un minimum de conscience vitale. En France, la constitution autorise l’interruption de grossesse jusqu’à 14 semaines de gestation, ce qui veut dire que le foetus a déjà son visage, un cerveau et une moelle épinière fonctionnels. Cela, on ne va pas trop vous le dire et surtout on ne va pas vous le montrer, parce que l’on sait jusqu’à quel point les images de chiots dénutris sur Instagram vous émeuvent. Surtout, ne pas prendre conscience de la réalité des choses ni de l’existence des êtres. Votre sexualité, c’est votre liberté. Votre corps vous appartient. Jouissez sans entraves. Ni Dieu ni maître. Et d’ailleurs, comme vous le rappelait un bénévole du Planning Familial, on peut aussi bien assurer le renouvellement des générations avec Momo de Marrakech et Babacar de Dakar. C’est même souhaitable.
J.-M. M.
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Comme je descendais des Fleuves impassibles, Je ne me sentis plus guidé par les haleurs : Des Peaux-Rouges criards les avaient pris pour cibles, Les ayant cloués nus aux poteaux de couleurs.
J’étais insoucieux de tous les équipages, Porteur de blés flamands ou de cotons anglais. Quand avec mes haleurs ont fini ces tapages, Les Fleuves m’ont laissé descendre où je voulais.
Dans les clapotements furieux des marées, Moi, l’autre hiver, plus sourd que les cerveaux d’enfants, Je courus ! Et les Péninsules démarrées N’ont pas subi tohu-bohus plus triomphants.
La tempête a béni mes éveils maritimes. Plus léger qu’un bouchon j’ai dansé sur les flots Qu’on appelle rouleurs éternels de victimes, Dix nuits, sans regretter l’oeil niais des falots !
Plus douce qu’aux enfants la chair des pommes sures, L’eau verte pénétra ma coque de sapin Et des taches de vins bleus et des vomissures Me lava, dispersant gouvernail et grappin.
Et dès lors, je me suis baigné dans le Poème De la Mer, infusé d’astres, et lactescent, Dévorant les azurs verts ; où, flottaison blême Et ravie, un noyé pensif parfois descend ;
Où, teignant tout à coup les bleuités, délires Et rhythmes lents sous les rutilements du jour, Plus fortes que l’alcool, plus vastes que nos lyres, Fermentent les rousseurs amères de l’amour !
Je sais les cieux crevant en éclairs, et les trombes Et les ressacs et les courants : je sais le soir, L’Aube exaltée ainsi qu’un peuple de colombes, Et j’ai vu quelquefois ce que l’homme a cru voir !
J’ai vu le soleil bas, taché d’horreurs mystiques, Illuminant de longs figements violets, Pareils à des acteurs de drames très antiques Les flots roulant au loin leurs frissons de volets !
J’ai rêvé la nuit verte aux neiges éblouies, Baisers montant aux yeux des mers avec lenteurs, La circulation des sèves inouïes, Et l’éveil jaune et bleu des phosphores chanteurs !
J’ai suivi, des mois pleins, pareille aux vacheries Hystériques, la houle à l’assaut des récifs, Sans songer que les pieds lumineux des Maries Pussent forcer le mufle aux Océans poussifs !
J’ai heurté, savez-vous, d’incroyables Florides Mêlant aux fleurs des yeux de panthères à peaux D’hommes ! Des arcs-en-ciel tendus comme des brides Sous l’horizon des mers, à de glauques troupeaux !
J’ai vu fermenter les marais énormes, nasses Où pourrit dans les joncs tout un Léviathan ! Des écroulements d’eaux au milieu des bonaces, Et les lointains vers les gouffres cataractant !
Glaciers, soleils d’argent, flots nacreux, cieux de braises ! Échouages hideux au fond des golfes bruns Où les serpents géants dévorés des punaises Choient, des arbres tordus, avec de noirs parfums !
J’aurais voulu montrer aux enfants ces dorades Du flot bleu, ces poissons d’or, ces poissons chantants. – Des écumes de fleurs ont bercé mes dérades Et d’ineffables vents m’ont ailé par instants.
Parfois, martyr lassé des pôles et des zones, La mer dont le sanglot faisait mon roulis doux Montait vers moi ses fleurs d’ombre aux ventouses jaunes Et je restais, ainsi qu’une femme à genoux…
Presque île, ballottant sur mes bords les querelles Et les fientes d’oiseaux clabaudeurs aux yeux blonds. Et je voguais, lorsqu’à travers mes liens frêles Des noyés descendaient dormir, à reculons !
Or moi, bateau perdu sous les cheveux des anses, Jeté par l’ouragan dans l’éther sans oiseau, Moi dont les Monitors et les voiliers des Hanses N’auraient pas repêché la carcasse ivre d’eau ;
Libre, fumant, monté de brumes violettes, Moi qui trouais le ciel rougeoyant comme un mur Qui porte, confiture exquise aux bons poètes, Des lichens de soleil et des morves d’azur ;
Qui courais, taché de lunules électriques, Planche folle, escorté des hippocampes noirs, Quand les juillets faisaient crouler à coups de triques Les cieux ultramarins aux ardents entonnoirs ;
Moi qui tremblais, sentant geindre à cinquante lieues Le rut des Béhémots et les Maelstroms épais, Fileur éternel des immobilités bleues, Je regrette l’Europe aux anciens parapets !
J’ai vu des archipels sidéraux ! et des îles Dont les cieux délirants sont ouverts au vogueur : – Est-ce en ces nuits sans fonds que tu dors et t’exiles, Million d’oiseaux d’or, ô future Vigueur ?
Mais, vrai, j’ai trop pleuré ! Les Aubes sont navrantes. Toute lune est atroce et tout soleil amer : L’âcre amour m’a gonflé de torpeurs enivrantes. Ô que ma quille éclate ! Ô que j’aille à la mer !
Si je désire une eau d’Europe, c’est la flache Noire et froide où vers le crépuscule embaumé Un enfant accroupi plein de tristesse, lâche Un bateau frêle comme un papillon de mai.
Je ne puis plus, baigné de vos langueurs, ô lames, Enlever leur sillage aux porteurs de cotons, Ni traverser l’orgueil des drapeaux et des flammes, Ni nager sous les yeux horribles des pontons.
-Le bateau ivre, Arthur Rimbaud
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Parfum exotique by Charles Baudelaire
The Exotic Perfume
When, with both eyes shut, on a close autumn evening, I breathe the perfume of your heated breast, I see happy shores unfold themselves Dazzling in the flames of a monotonous sun;
A lay island where Nature bestows Peculiar trees and savory fruit; Men with bodies slim and virile, Women with eyes of astonishing candor.
Led by your odor to climates of charm, I see a harbor full of sails and masts Still tired by the waves of the sea,
Whilst the perfume of green tamarind-trees Circles the air and fills my nostrils, Meets in my soul with the song of the seamen.
— Geoffrey Wagner, Selected Poems of Charles Baudelaire (NY: Grove Press, 1974)
Parfum exotique
Quand, les deux yeux fermés, en un soir chaud d'automne, Je respire l'odeur de ton sein chaleureux, Je vois se dérouler des rivages heureux Qu'éblouissent les feux d'un soleil monotone;
Une île paresseuse où la nature donne Des arbres singuliers et des fruits savoureux; Des hommes dont le corps est mince et vigoureux, Et des femmes dont l'oeil par sa franchise étonne.
Guidé par ton odeur vers de charmants climats, Je vois un port rempli de voiles et de mâts Encor tout fatigués par la vague marine,
Pendant que le parfum des verts tamariniers, Qui circule dans l'air et m'enfle la narine, Se mêle dans mon âme au chant des mariniers.
— Charles Baudelaire
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Partageons mon rendez-vous lectures #36-2023 & critiques
Voici mes critiques littéraires sur Livres à profusion. La ronde des mensonges d’Elizabeth George La ronde des mensonges d’Elizabeth George – Editions Pocket La femme en vert d’Arnaldur Indridason La femme en vert d’Arnaldur Indridason – Editions Points En lecture, Le Cercle de Bernard Minier Le Cercle de Bernard Minier – Editions Pocket Présentation de l’éditeur : Pourquoi la mort…
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Les Modes : revue mensuelle illustrée des arts décoratifs appliqués à la femme, no. 56, vol. 5, août 1905, Paris. Robe de garden-party, par Martial & Armand. Photo Reutlinger. Bibliothèque nationale de France
PAGE 19. — ROBE DE GARDEN-PARTY. — MARTIAL ET ARMAND. — Robe en mousseline noire sur fond blanc, incrustée de dentelles noires et blanches, rebrodées d'oiseaux de tons verts mélangés.
PAGE 19. — GARDEN PARTY DRESS. — MARTIAL AND ARMAND. — Dress in black muslin on a white background, inlaid with black and white lace, embroidered with birds in mixed green tones.
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Vendredi
J'avais posté ça cet après-midi, puis l'ai supprimé. Pourquoi ? Tout le monde s'en fout, même moi. Bon, revoilà images et pensées du jour.
J'ai fait un tour dans la ville qui grouillait de monde et j'en ai profité pour ramener de la lecture - dont "Pour Britney" de Louise Chennevière, qui met en miroir les vies de deux jeunes femmes, Britney Spears et Nelly Arcan, empoisonnées par leur jeunesse, leur beauté, leur soif d'amour, très vite dépossédées de leur corps, souillées par le rôle que leur a très tôt assigné la société, et singulièrement la sexualité des hommes -, ainsi que deux autres films de Mia Hansen-Love ("L'Avenir" et "Eden"), dont j'ai beaucoup aimé "Bergman Island" et "Un beau matin". De son côté, comme pour repeindre le monde, F a ramené des fleurs d'hortensia d'un vert presque phosphorescent ; et là, j'écoute le double album "Talk Normal", anthologie de Laurie Anderson. J'ai très envie de me remettre à peindre, mais trouverai sûrement une bonne excuse pour en rester au désir. Je sais faire.
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The King's game.
Je rentre de nouveau dans la phase où je devrais écrire parce qu'il se passe trop de choses mais quelle galère de les écrire, la récolte est toujours un peu comme un bûcher dément, avec des femmes autour qui dansent et qui hurlent et elles sont elles-mêmes en feu elles brûlent tous les livres tous les hommes toutes les récoltes, elles brûlent tout en hurlant de joie, voilà ce que c'est la récolte pour moi, une entreprise divine et démentielle, un travail de titan, la main de Gargantua qui s'abat sur la terre, une digue qui lâche, des flots impétueux, le dernier mouvement avant la Grande Nuit. Et justement il se passe tellement de choses que mes bavardages habituels sont coupés dans leur élan je n'ai plus même la place de bavarder alors ici je me force mais sinon c'est tirages d'oracle compulsifs et utterance. Je reçois l'esprit divin, car tous les esprits sont divins oui, et j'écris je prépare je danse je ramasse je récolte mais ce n'est jamais vraiment la récolte exactement attendue ni celle espérée ni celle escompté. Merci. Je suis surtout vraiment bousculée d'inspiration, de grâces, de chuchotements, de murmures dans les murs, de rires étouffés, même de coups de pieds dans l'œil (cette nuit alors que je rêvais que je nageais avec des hommes poissons magnifiques dans un immense océan vert émeraude et lumineux, oh oui ramène moi nager avec les hommes poissons, tant pis pour les coups de pieds dans l'œil), je recommence à trouver des cartes par terre, un 8 de carreau il y a 2 semaines (journée merdique comme on peut s'en douter), puis avant-hier le Roi de Carreau, roulé dans le caniveau, juste pour moi petit Roi viens viens. Je lis des trucs trop intéressants, l'intuition est bonne et fiable c'est encore moi qui ne suis pas assez bonne ni fiable mais je m'améliore, il faut juste cent fois sur le métier remettre, etc, je fuse d'idées, de feu, de frénésie, je surchauffe (littéralement et mon acupuncturist ne parvient pas à faire changer ce phénomène, qui est quand même très compliqué en période de canicule mais très intéressant quand l'automne est installé), je sens la grande sarabande de l'équinoxe qui jaillit au loin et qui vibre déjà dans mes tripes comme une danse sacrée, bref il y a trop de trucs alors ici c'est très très difficile
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« Deir al-Balah, Gaza, 11 mars 2024, Chère Michelle, Ton nom est la seule chose que je connais de toi pour l’instant. Moi, je m’appelle Tala. Jamais je n’ai imaginé parler un jour à une Israélienne. Encore moins faire ta connaissance alors qu’une guerre est en cours contre mon peuple. Lorsqu’on m’a proposé de t’écrire une lettre, je me suis sentie mal sur le moment, effrayée par l’idée de coopérer inconsciemment avec l’ennemi et de trahir les miens. J’ai peur que cette conversation me mette en danger ainsi que ma famille. Mais j’ai quand même décidé de t’écrire. D’abord, pour te raconter ce que je vis depuis six mois maintenant. Et surtout pour honorer mon ami Yousif Dawas, tué le 14 octobre par une bombe israélienne. Il n’avait que 20 ans et rêvait de devenir thérapeute. C’était mon camarade d’université. Nous nous retrouvions régulièrement devant l’hôpital Al-Shifa pour aller ensemble à l’université.
Je suis née à Gaza City il y a vingt ans. Je n’ai jamais quitté l’enclave, qui est une vraie prison à ciel ouvert, tu sais. A l’université, j’étudie le droit. Pendant mon temps libre, j’écris. Les gens disent de moi que je suis un vrai rat de bibliothèque. Avant la guerre, je travaillais du matin jusqu’au soir. Puis, une fois rentréechez moi, j’adorais dévorer un énième livre de ma bibliothèque tout en buvant du thé vert, ma boisson préférée. Je pourrais te parler des heures de mon université. Elle est si belle : on y entend le chant des oiseaux, le bruissement des arbres, on y respire l’air frais et on y trouve des espaces agréables où se reposer. Maintenant, il faudrait que j’écrive ces mots au passé. Car il n’en reste qu’un tas de ruines. Quant à mon diplôme, que j’étais censée obtenir l’an prochain, je ne sais pas quand je pourrai le décrocher.
Désormais, je suis réfugiée à Deir al-Balah, après avoir fui le nord de Gaza, en passant par Khan Younès, où je suis restée quarante jours sans mes parents et mes petites sœurs, qui étaient restés dans le Nord pour garder notre maison. Ils ont fini par partir eux aussi, et on s’est retrouvés en décembre. Nous avons la chance d’avoir trouvé un abri, un toit, des murs. Même s’il me paraît toujours étrange d’appeler ça un abri, étant donné que nous ne sommes protégés ni des bombes ni d’une famine ou d’une épidémie.
Ce n’est pas courant de parler avec une Israélienne comme toi, Michelle. Personne n’est ami avec des Israéliens ici. D’ailleurs, je ne connais pas grand-chose de votre culture, de vos traditions. A Gaza, on est élevés pour vous haïr. Vous n’êtes rien d’autre que des voleurs de maisons, des auteurs de massacres innombrables qui visent à nous expulser de force ou nous exterminer.
Mais, dans ma famille, on pense qu’il est impossible de tout résoudre par la force. Je partage ce point de vue. Je crois qu’apprendre à connaître les personnes qui revendiquent leur droit à cette terre peut servir notre cause. Et toi, qu’en penses-tu ? Pourquoi as-tu accepté d’entamer cette conversation avec moi ?
Malgré notre adversité, je reste ouverte d’esprit et curieuse d’écouter et de comprendre ton opinion. Peut-être que nous ne pensons pas si différemment finalement, et que nous avons même des choses en commun. Où habites-tu ? Etudies-tu ? Connais-tu des Palestiniens ?
Ecrire cette lettre me demande un effort colossal. Ces derniers jours, j’ai été incapable de m’exprimer correctement. J’aimerais partager ce que je vis. Ça pourrait me soulager, me faire sortir un peu du chagrin. Je n’ai plus de projet, plus de vie depuis le 7 octobre. Je commence même à me désintéresser de mes activités favorites comme la broderie palestinienne. Mes amis sont morts ou ont fui. Tous sont partis sans dire au revoir. Beaucoup de Palestiniens meurent de malnutrition, des femmes, des nourrissons. Imagines-tu que des enfants font la queue pour remplir une gamelle de soupe ? Nous avons du mal à trouver des légumes, tout est cher ou inexistant. Je déteste voir les rues inondées d’ordures et d’eau sale, les écoles et universités bombardées ou fermées. Je suis fatiguée de sentir la fumée de notre four en argile qui s’incruste dans tous nos vêtements. Et de devoir me déplacer en âne ou en charrette. La ville où j’ai grandi a été ravagée. Mes souvenirs ont disparu. Ma bibliothèque aussi. J’ai vu une photo de ma rue à Gaza City, elle est méconnaissable. C’est devenue une ville fantôme. Michelle, que fais-tu pendant que mon peuple meurt sous les bombes ? Est-ce que ça te fait de la peine ?
Notre situation est indescriptible. Nous avons perdu toute forme de vie sensée. Nous installons des tentes sur les ruines de maisons détruites. Très peu de centres de santé peuvent aider les femmes enceintes. Le taux de fausses couches a augmenté, tout comme les accouchements précoces en raison des bombardements violents. Je hais de voir comment la vie est en train de quitter nos corps. Soutiens-tu cette agression ? Pourquoi rien ne marche dès qu’il s’agit du sort de la Palestine ? Quelle offense avons-nous commise, nous Gazaouis, pour vivre de telles horreurs ?
Michelle, je me demande si tu as déjà questionné la légitimité de ton Etat, ses lois ou ses actions. Personne ne se soucie de la discrimination que nous subissons depuis cent ans. Et le monde est aveugle face à l’apartheid que nous vivons. Comment l’Etat d’Israël peut-il se qualifier d’Etat démocratique ? Crois-tu que nous pourrons un jour vivre en paix ?
Je suis sûre que tu es, comme tous les êtres humains, dotée de sentiments. Tu ressens l’amour, la haine, la colère, la compassion. S’il te plaît, prends pitié de nous. Dis à ton peuple de cesser de nous priver de notre humanité. Notre destin, c’est nous qui devons le choisir.
Respectueusement, Tala »
« Zoran, centre d’Israël, 25 mars 2024, Chère Tala, Je te remercie pour ta lettre. Bien que je n’habite qu’à quelques kilomètres de Gaza, je n’ai jamais parlé à quelqu’un de là-bas. Premièrement, je souhaiterais te dire que je suis désolée de ce que tu vis et t’exprimer mes plus sincères condoléances pour la perte de ton ami Yousif Dawas. Que sa mémoire soit honorée.
Permets-moi tout d’abord de me présenter. J’ai 24 ans et, comme toi, je suis étudiante en droit. Je m’intéresse au droit pénal et au droit international. J’aime également faire du bénévolat. Avant la guerre, j’aidais les habitants de ma ville qui avaient besoin d’une assistance pour trouver un logement ou obtenir une aide financière de la part de l’Etat. Désormais, ma ville, Sdérot, comme toute la région limitrophe de Gaza, s’est vidée de ses habitants.
J’ai quitté ma maison depuis l’attaque du 7 octobre. Depuis, je suis hébergée par la famille de mon petit ami à Zoran, dans le centre d’Israël. C’est plus calme ici, contrairement à ce qui se passe dans le nord ou le sud du pays. Ma maison me manque beaucoup. Je crains que les missiles lancés quotidiennement de Gaza sur le sud d’Israël détruisent tout ce que j’ai. Mon université est fermée, mais nous pouvons suivre nos cours à distance, en visio.
Je suis née et j’ai grandi à Jérusalem. J’étais scolarisée à l’école “Hand in Hand” [“main dans la main”], où la moitié des élèves sont des Israéliens juifs et l’autre moitié des Palestiniens citoyens d’Israël ou résidents de Jérusalem-Est. Oui, je connais donc des Palestiniens. J’ai fréquenté cet établissement jusqu’à la fin des études secondaires. C’est le seul lycée mixte en Israël où enfants juifs et palestiniens étudient ensemble.
Mon éducation était donc très différente des autres enfants de Jérusalem. Je parlais quotidiennement à des Palestiniens, des Arabes. Les mêmes que la société nous apprend à haïr. Je me souviens que des enfants de mon quartier ne voulaient pas me fréquenter, m’affirmaient que j’étais devenue amie avec des Arabes qui, une fois adultes, viendraient me tuer. Lorsque j’avais 14 ans, des suprémacistes israéliens ont même mis le feu à mon école. Ces années ont fait évoluer ma vision de la société israélienne.
Le 7 octobre au matin, j’ai appris que des terroristes palestiniens s’étaient infiltrés en Israël. Avec mon petit ami, nous nous sommes précipités dans notre abri antimissiles. Nous y sommes restés enfermés pendant près de deux jours, sans électricité ni réseau téléphonique. Nous entendions des coups de feu et des roquettes à l’extérieur, sans pouvoir ni voir ni comprendre ce qui se passait. Le père et la sœur de mon petit ami sont finalement venus nous chercher et nous ont mis en sécurité, dans le centre d’Israël. Quand je suis sortie de chez moi, j’ai vu des corps sur le sol. J’étais horrifiée. As-tu entendu parler de ce qui s’est passé en Israël ce jour-là ? Qu’as-tu ressenti ?
Des Israéliens ont terriblement souffert ce jour-là. Nous n’en sommes toujours pas remis. Des familles ont été brutalement tuées, kidnappées. Et il y a encore des otages israéliens à Gaza dont on ne connaît pas l’état. Je connais personnellement l’un d’entre eux et je prie tous les jours pour qu’il revienne sain et sauf [130 personnes – dont 34 seraient mortes – sont encore détenues à Gaza, selon les autorités israéliennes]. Dans mon quartier, les premières victimes des massacres du 7 octobre sont un groupe de personnes âgées d’une maison de retraite. Près de chez moi [au kibboutz Be’eri], Vivian Silver, qui était pourtant une militante pacifiste de longue date, a été tuée. Peux-tu me dire ce que les habitants de Gaza pensent de ces victimes innocentes, prises dans une guerre qu’elles n’ont jamais voulue ? Je ne comprends pas que des personnes utilisent les actions et les décisions du gouvernement israélien pour justifier la violence à l’égard des civils. Ce mode d’action ne peut être une réponse à l’occupation. Si je comprends la nécessité de la résistance palestinienne, j’estime qu’elle ne doit pas viser des innocents.
Il est aussi vrai que de nombreuses personnes en Israël sont, depuis le 7 octobre, incapables de voir au-delà de leur propre douleur et de comprendre ce qui se passe à Gaza. Il leur est difficile d’éprouver de la compassion pour les habitants de Gaza, surtout après avoir vu des vidéos dans lesquelles des Palestiniens célébraient l’attaque du 7 octobre.
Moi, je ne crois pas que nous soyons ennemis. Je m’opposerai toujours à la violence et à la cruauté, quels qu’en soient les auteurs. Les innombrables atrocités commises par Israël contre les Palestiniens au fil des années, de même que la violence subie par les Israéliens, sont également condamnables. La violence ne fait qu’engendrer plus de violence. La guerre menée actuellement par l’armée israélienne nous le prouve. Serais-tu d’accord pour dire qu’il existe de meilleurs moyens pour obtenir justice ? Y a-t-il encore des personnes à Gaza qui croient en une solution pacifique ?
Tala, tu m’as demandé si j’avais déjà remis en question la légitimité de mon pays. Tu sais, mon peuple, le peuple juif, a une longue histoire de persécution à travers le monde. Que ce soit les ancêtres de mon petit ami en Pologne ou les parents de ma mère au Maroc, ils ont été persécutés parce qu’ils étaient juifs. Cette histoire ne justifie en rien les souffrances des Palestiniens ou la Nakba [“catastrophe” en arabe, désignant l’exode en 1948, à la création de l’Etat d’Israël, de 700 000 Palestiniens, contraints de fuir des massacres ou expulsés par les nouvelles autorités]. Mais il est important pour moi de te rappeler le désir profond et l’urgence qu’il y a eu pour nous, Juifs, d’obtenir un Etat en Terre sainte.
Toutefois, il m’est arrivé de remettre en question la politique et les lois de mon pays. Quand j’avais 14 ans, j’ai rencontré un groupe d’hommes druzes qui refusaient de servir dans les forces de défense israéliennes, alors qu’ils ont l’obligation de le faire. Ces druzes se sentaient Palestiniens et avaient le sentiment qu’Israël tentait de les assimiler pour les affaiblir et les séparer des autres Arabes israéliens. Ça m’a fait réfléchir. Personnellement, j’ai eu la chance d’être exemptée de service militaire pour raison médicale, mais mon petit ami, qui a refusé de servir, a passé six mois dans une prison militaire israélienne.
Nous sommes une minorité en Israël à questionner la guerre actuelle. Les gens ont peur de s’exprimer. Beaucoup ont été arrêtés pour avoir manifesté ces derniers mois. Parfois, j’ai l’impression que la meilleure chose à faire serait de partir, d’aller quelque part où des horreurs ne sont pas commises en mon nom. Mais partir, ce serait égoïste. Je ne peux pas abandonner mon peuple qui souffre. Je m’inquiète de ce qu’Israël deviendra si toutes les personnes qui se battent pour la paix partent. Parfois, j’ai l’impression que nous sommes si peu nombreux que personne ne remarquerait notre absence.
Et puis, j’aime cette terre. Ma famille a vécu en Palestine parmi des musulmans et d’autres juifs pendant de nombreuses générations avant la création de l’Etat d’Israël. J’espère que nous pourrons un jour être tous égaux et libres. C’est d’ailleurs ce qui m’a poussée à étudier le droit international : ne plus être impuissante face à l’injustice.
Tu m’as dit que tu lisais beaucoup, j’aime aussi lire. J’aime la littérature russe classique, comme Dostoïevski ou Tolstoï. Mon livre préféré est “Anna Karénine”. Quel genre de livres aimes-tu ? Je suis curieuse de savoir ce qui t’a poussée à étudier le droit.
J’aimerais aussi en savoir plus sur l’histoire de ta famille. Comment était ta vie avant la guerre ? Où vivait ta famille avant 1948 ?
Je suis heureuse de pouvoir t’écrire. J’imagine à quel point cela doit être difficile pour toi. Je me réjouis d’avoir de tes nouvelles et te souhaite un bon ramadan.
Sincèrement, Michelle »
Lettres et Photos- source: Le Nouvel Obs
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Un petit dessin pour fêter l'évènement ! J'avais acheté des bonbons mais aucun gosse n'est venu en chercher, ZUT alors !
~5h30, Marqueurs Alcool, A7 Personnage - Lilas & Éther
Description - Un dessin représentant Lilas, une femme aux cheveux violets ondulés, portant un collier noir, des lunettes carrés devant des yeux jaunes et écartant deux citrouilles en front; Ether, une créature humanoïde toute pâle aux cheveux bleus la stalkant derrière une autre citrouille, et un "JOYEUX HALLOWEEN" écrit au dessus en orange jaune ; en fond du vert foncé et une multitude de bonbons de toutes formes, incluant un grand arc-en-ciel.
#traditionalart#illustration#alcoholmarkers#lilaverse#halloween#hallyween2024#owncharacter#candies#colorful#orange#pumpkin#pointyteeth
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Les femmes en💚 couleur, la jeune femme robe verte
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