Adiós año viejo, bienvenido 2023
Rodaje, volumen uno, concluye
Siempre digo que voy a actualizar este blog más seguido, aunque nadie lo lea—lo veo más como una pintura rupestre digital para la posteridad—pero parece que cada dos meses es cuando me muerde la oruga de venir a escribir algo.
La última vez la novela se quedó en que iba a comenzar el rodaje de la película, la primera parte al menos, alrededor de siete días en noviembre, mientras que la segunda parte será diez días de enero.
Otra razón por la que no sentí la ausencia es que estuve subiendo updates durante toda la grabación en Instagram. Todavía sigo, tengo una tonelada de fotos sin publicar en mi rollo de la cámara y trato de colgar al menos una diaria.
Y la cosa es que me encanta IG, durante los últimos años se tornó en mi red social favorita (más desde que clausuré mi Facebook) pero sí lo vuelve a uno más perezoso. Llega uno a tomarse muy en serio eso de que «una imagen vale por mil palabras».
Tengo una guía por allá si quieren revisarla, igual las fotos éste post vienen pinchadas de ahí.
Comenzamos en el Black Box, el martes 15. Me trajo flashbacks un poco del rodaje de Amir, la primera vez que tuvimos que trabajar con extras en la largamente extinta Bodega Aragón.
En los subsecuentes días hubo sesiones mucho más intimas y cerradas, dentro de los confines cómodos de una casa privada, pero grabar en un espacio público, con el tiempo encima y además coordinando un grupo diverso de humanoides, era justo la dosis de estrés necesario para que nos cayera el veinte de que YA ESTABAMOS RODANDO.
Un par de días después, el 17 de noviembre, tuvimos el primer company move oficial, en la mañana «rodando un rodaje» falso en Casa de la Cultura—apalabrada por Mr. Rod “Monti” Zapién—y después en Otay en lo que quizás fue uno de los shoots más técnicamente challenging (y no tanto para mi pero pregúntenle al director y el DP) que fue filmar un carro remolcado en plena vía pública.
Aquí les cuelgo la Exhibición A:
Me brinqué los días 16 y 18 intencionalmente por que en muchos sentidos son los que fluyeron sin más incidentes. Trabajamos con Cristobal Dearie casi únicamente sus one-man scenes. Pero entonces llegó el sábado 19.
¡Uff!
Se sumaron al team Gisela Madrigal y Andrea Moncayo y se recordaron muchas de las interacciones que ocurren entre nuestro main man con ellas.
Creo que éste fue el día donde se comenzaron a sentir las primeras tensiones que pusieron en jeopardy TODO EL PROYECTO. No se crean.
¿O sí créanselo?
No lo sé. Permanecerá un misterio.
El domingo 20 se grabó una escena que me perdí por que tuve que ir al Smart & Final a comprar platos y cubiertos desechables para el lonche del cast & crew—y cabe añadir, fue una de las sesiones más crowded, dónde más basura sacamos y cosas rompimos en el set (una casa ubicada en Altabrisa) pero la vox populi asegura que se trató de la MEJOR escena de TODA la película (hasta el momento).
Que buen timing para perderme 🙁 al menos espero la gente haya disfrutado los platos de foam y tenedores de plástico reciclado para su pollito al carbón.
Como toda buena película que vale la pena verse, pienso en The Lord of the Rings, la historia comienza en The Shire y concluye en The Shire.
El lunes 21 de noviembre regresamos al Black Box a filmar escenas pendientes en la locación. Rodamos con otro set de extras—Libia, Larissa y Carla—pero la persona que más curiosidad me dio entre el bonche era Ary Ramírez.
Los que alguna vez siguieron mi canal de YouTube saben que hace varios, varios años, colaboré con ella (y Julieta Oviedo) en un proyecto llamado El Test de Bechdel donde Ary y Julie reseñaban movies.
Es uno de mis proyectos favoritos en los que he trabajado (si no es que el #1, lo siento everyone else) y mientras el titán del video propiedad de Google no desaparezca de la tierra (o me bloqueen) siempre podrán encontrar los viejos episodios.
La carrera cinemática de Ary comenzó con un rol de background en Amir, después unas cuantas líneas en Contratiempo (la movie anterior de Paredes) y ahora se graduó a una escena COMPLETA. Estaba emocionado (y nervioso) por ella y anticipo el día que se vuelva la protagonista de su propia película.
Y de momento es todo. Lo malo de publicar dos meses después es que muchas anécdotas ya se esfumaron de mi cabeza. Si me acuerdo de otra cosa vengo y se las platico.
Al menos siempre estarán las fotos cómo memorabilia, bien dicen por ahí, «una imagen vale por mil palabras».
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