#Golpe al corazón
Explore tagged Tumblr posts
entropiasgift · 1 year ago
Text
Tumblr media
Del uno a Dario, ¿cómo os ha sentado esto a vosotres, fam?
Tumblr media
7 notes · View notes
Text
El creador de Fuffle Puff resultó ser un Ped00filo... El creador de Fuffle Puff resultó ser un Ped00filo...
De verdad todavía no me la creo… uno de los pocos creadores de contenido que más confiaba, que admiraba y me hacía muy feliz su contenido no solo resultó ser un asco de persona, si no un Ped00filo y Gr00mer que se provecho de sus fans y que como todo buen enfermo CULPO A SUS VÍCTIMAS, MAQUILLO SUS ACTOS Y LE HECHO LA CULPA A SU AUTISMO POR SUS ACTOS…
Tumblr media
Como persona que sufre problemas del habla, de verdad adoraba a Puffle… me sentí identificada en el primer capítulo de su serie donde ella refleja sus inseguridades en una hoja, además de que simpatice mucho en su publicación antes de desaparecer de redes por varios años…
Ya no volveré a ver su contenido de manera igual…
0 notes
neuroconflictos · 25 days ago
Text
Me prometiste “toda una vida” y me mataste de un solo golpe al corazón.
—Melancaotica.
360 notes · View notes
pondysselth · 11 months ago
Text
Así de caluroso || Enzo Vogrincic
Tumblr media
El sol del mediodía caía a plomo sobre las calles de Montevideo, convirtiendo el asfalto en un espejismo humeante. El miércoles transcurría como cualquier otro día de verano, sofocante e implacable. A pesar del calor agobiante, una chica caminaba con paso ligero por 18 de Julio, alejándose de la facultad. El pelo se le pegaba a la frente, sudaba a chorros y el agua de su botella se había convertido en un caldo tibio. La libertad después de un largo examen era la recompensa que la impulsaba.
Cada paso era una lucha contra el calor. La chica apresuraba el ritmo buscando la sombra esquiva, deseando escapar de las fauces de la ciudad que tanto amaba.
De pronto, un leve malestar se apoderó de ella. El sudor se intensificó, la respiración se volvió dificultosa y un mareo familiar la amenazó. Se detuvo, tambaleándose, con la vista nublada y puntos negros danzando en su campo visual. Ignorando las señales de alarma, bebió un trago de la repugnante agua tibia y reanudó la marcha. Su única meta: salir de 18 de Julio. A duras penas, avanzó unas cuadras más, luchando contra un nuevo malestar que se instalaba en su cuerpo.
Allí mostrándose casi burlona detrás de esa inmensa puerta de concreto que se alzaba sobre la calle Juncal se encontraba uno de sus deleites visuales favoritos, Sarandí. Ella no sabía por qué, pero esa calle siempre la llamaba a explorarla. Aunque ya la había recorrido tantas veces, siempre encontraba algún tesoro nuevo. Se debatió si debía pasar por lo que ya era el desolado calderón a fuego ardiente de la Plaza Independencia para llegar a ese oasis visual que le abría paso a Ciudad Vieja o simplemente ignorarlo e irse a casa.
La exuberante calidez de la tarde le gritaba a la chica que debía ignorar el llamado a la exploración. Sin embargo, una fuerza interior, una mezcla de aventura y algo más que no podía nombrar, la incitaba a seguir adelante. Como diablillos en el infernal ambiente, sus deseos la empujaban por ese camino que solo le estaba trayendo malestares. Ignorando las señales de su cuerpo, que no estaba preparado para resistir más tiempo en esas condiciones, se decantó por seguir la incitación diabólica y entrar en el paraíso que era la calle Sarandí.
Arrastrando los pies como si una cadena de acero los uniera al suelo, se adentró en ese rincón de alegría que tanto la llamaba. Caminó unas pocas cuadras, disfrutando del pequeño oasis que se abría paso en el desierto de calor que se había apoderado de Montevideo. De repente, un golpe seco: su corazón aceleró a un ritmo desbocado, su respiración se volvió jadeante, su visión se nubló y su cabeza comenzó a dar vueltas. La conciencia se le escapaba de entre los dedos. Así se sentía: una bajada de presión producto de su insensato deseo de continuar un camino que no debería haber tomado, en un día en el que el mismísimo señor de los infiernos parecía haberse apoderado de las calles de la ciudad. Su destino: caer desmayada por su imprudencia.
—Tranquila, que te tengo.
Esa voz no era producto de su imaginación. Los brazos que la rodeaban eran demasiado cálidos y sudorosos, evidenciando que el desconocido también sufría las consecuencias del avasallante calor que emitía el asfalto. A pesar de que la conciencia se le escapaba, de que sus ojos se cerraban y dejaban de transmitir luz, la sensación de estar en los brazos de un extraño la obligaba a volver a la realidad, alerta ante un posible infortunio. Cuando el instinto de supervivencia se apoderó de su cuerpo y abrió los ojos con miedo, se topó con un ángel. El calor se disipó de su cuerpo al contemplar sus ojos color avellana, la sensación de sudor se olvidó con solo una mirada a sus labios, el mareo se ignoró por completo al observar su rostro como un todo. Enzo Vogrincic, en todo su angelical ser, la sostenía para evitar que cayera en la fogosa calle Sarandí.
—No te preocupes que te ayudo a sentarte.
Su voz me sacó de mis pensamientos, esta vez infinitamente menos agónicos. Me tomó con delicadeza y me llevó unos metros hacia atrás, hacia unas sillas de plástico rojas, no muy cómodas, con el logotipo de una conocida marca de bebidas. Estaban fuera de un local llamado Zabala. Solo allí me di cuenta de la distancia que mis pies, que ya se podían haber fundido con el asfalto, me habían llevado. Estábamos cerca del Registro Civil y a unos pocos metros del Implosivo Artes Escénicas, la escuela de actuación. He ahí esclarecida la aparición de mi inesperado ángel salvador. Con mi mente retornando de su estado de inactividad coherente lo primero que atiné a decirle a mi salvador fue.
—Perdón.
Una simple palabra, tan tonta que parecía fuera de lugar. Sin embargo, así me sentía: avergonzada de haberlo desviado de su camino. Posiblemente le molestaba ayudar a una desconocida que caminaba imprudentemente bajo el sol abrasador, con la única compañía de una cartera que contenía sus documentos para el examen, una tarjeta de transporte y su fiel botella de agua, que ahora parecía más una sopa por lo caliente que estaba.
La risa de mi nuevo acompañante me confirmó lo tonta que había sido mi respuesta. Doblemente avergonzada, lo miré a los ojos. Solo vi diversión por mis palabras y preocupación por mi extrema palidez y mi inminente desmayo.
—¿Cómo me vas a pedir perdón? ¿Te sentís mejor ahora sentada? Te voy a comprar un refresco y un agua fría, porque estoy seguro que te bajó la presión.
El hombre se irguió, enderezando su espalda, y se dirigió al restaurante con paso firme. Su objetivo era claro: conseguir las bebidas que me ayudarían a reponerme. Al cabo de unos minutos, regresó con un refresco y un agua fría. Se agachó de nuevo junto a mí, ofreciéndome el elixir que mi cuerpo, agradecido, absorbió con avidez.
—Muchísimas gracias, y te pido perdón por las molestias. Seguro tenías otras cosas que hacer más que asistir a una pelotuda que se desmayó.
Dije con pena, mirándolo a sus ojos marrones. Sentía cómo me ardían las mejillas. Solo entonces, al contemplar mi alrededor, me percaté de la bicicleta olvidada en el piso. Probablemente se había bajado de ella al verme en mi estado.
—No me agradezcas, solo hice algo que cualquiera haría.
Expresó mientras se giraba para buscar la bicicleta. Al levantarla, se regresó hacia mí y me dijo:
—Me llamo Enzo. ¿Y vos?
Le dije mi nombre con más confianza al ver que no parecía molesto ni apurado por irse. Le señalé el refresco, aún sin abrir, ofreciéndoselo.
—Eso es tuyo, no me lo tenés que devolver. Si yo fuera vos, también tomaría de ese. El azúcar te va a ayudar a recuperarte, todavía estás muy pálida. Si me permitís.
Con esa simple petición de consentimiento, acercó su mano a mi rostro apartando algunos cabellos que se me habían pegado por el sudor, aquellos que mi peinado no había podido contener y ahora se posaban rebeldes por donde ellos deseaban. Luego de poner mis cabellos en orden, su mano se quedó allí, posada en mi cuello. La sensación de tener aquel pesado miembro cerca de donde se medía mi pulso me inquietaba. ¿Y si podía sentir el acelerado ritmo al que iba mi corazón? Su rostro tan perfecto no era lo único que me embobaba; su amabilidad y sencillez con la que estaba allí delante de mí me estaba dejando el cerebro aún más atrofiado que cualquier síntoma debido al infernal clima.
Tomando otro largo trago de agua para disipar los efectos que él estaba teniendo en mí, tomé valor, lo miré a los ojos y le dije:
—Muchísimas gracias otra vez. Siento que te lo estoy diciendo ya muchas veces, pero de verdad estoy agradecida con tu gesto. Pudiste haberme ignorado y dejarme tirada en la calle, y no lo hiciste.
—No tenés nada que agradecerme. Decime, ¿vivís por acá? Así te acompaño y me quedo tranquilo de que llegaste bien.
Me respondió aún con su mano posada delicadamente sobre mi cuello, dejándole leves caricias y sus ojos mirándome fijamente, entre preocupados y con algo parecido a ternura.
—No vivo por acá, ni cerca. Solo vine porque acabo de dar un examen y quería recorrer. Iba super bien hasta hace unos momentos.
Ya dejando un poco de lado la vergüenza, le respondí un poco más animada y sin tanta timidez. Tanta, ya que tener a alguien tan bonito enfrente de ella solo hacia que se pusiera nerviosa.
—Ok, sin ser muy invasivo, ¿dónde vivís? Tal vez te puedo llevar o algo. Me preocupa que te vayas sola después de que casi te desmayas. Si querés, llamamos a alguna amiga o alguien que te venga a buscar.
—Vivo en Manga, así que un poco lejos de acá. Y mis amigas en estos momentos...
Dije entre risas, diciendo donde vivía y luego chequeando la hora: 16:04. Para saber dónde podrían estar alguna de mis amigas para contestarle.
—Mis amigas están todas trabajando, así que no queda de otra que irme sola. Quedate tranquilo que no me va a pasar nada.
Le contesté intentando calmarlo y asegurarle de que todo estaría bien y no me volvería a pasar nada.
—Te invitaría a mi casa, pero siento que para un primer encuentro es mucho. Me conformo por ahora acompañándote a tomar el bondi.
Volviendo por la calle Sarandí, por la tan calurosa Ciudad Vieja. Ese tipo de calor que hacía que el asfalto derritiera el calzado y definitivamente el tipo de calor que hace que se te baje la presión y encuentres a Enzo, quien ahora te tiene montada en su bicicleta mientras ambos ríen y disfrutan el pequeño aire que les llega por la velocidad con la que conduce el antes mencionado. Ese era el tipo de día caluroso que hacía aquel día en Montevideo.
418 notes · View notes
nebulamorada · 6 months ago
Text
Cregan Stark x Targaryen!reader
Tumblr media
Querer amar a Aemond era agotador.
Como única hija de Rhaenyra, la noche en la que tu tío Aemond pierde el ojo, recordando los momentos en los que ambos compartían una silenciosa compañía en la biblioteca rodeados de libros sobre cuentos valyrios, le hablaste a tu querido abuelo a espaldas de tu madre sobre un matrimonio como forma de afianzar vínculos; todo porque, alguna vez, durante tus días de dulce infancia, creíste que una muestra de amabilidad podría cambiarlo todo, que palabras dulces y buenas intenciones eran suficientes para curar el corazón de las personas y salvarlos de la amargura. Un golpe duro fue para tu alma sensible descubrir que en el proceso, sacrificarse a uno mismo para rescatar a alguien que ni siquiera hace el esfuerzo de aceptarlo es desesperante.
Las promesas a tu madre a la despedida en Driftmark sobre estar bien en tu nueva vida como pupila del rey hasta que tuvieras edad para ser esposa fueron un eco en tu mente durante los días que le siguieron a tu llegada a Kings Landing. La Red Keep jamás se había sentido como un hogar, pero sin la presencia protectora de tu madre se había tornado un completo infierno. Sin importar cuanta amabilidad y predisposición intentaste mostrar, todo lo que obtuviste a cambio fue terrible, sobre todo luego de tu primera sangre.
Los acercamientos promiscuos de Aegon y la forma en la que Alicent gozaba de abusar del poder que la invalidez de su esposo le daba (avergonzandote frente a sus damas o imposibilitando que te comuniques con Dragonstone de alguna forma) incluso las palabras denigrantes de tu esposo a tus oídos, desde acusaciones de ilegitimidad hasta la vez en la que durante la noche, apareció en tus aposentos durante una noche, apretandose con fuerza contra tu cuerpo mientras presionaba la hoja de una daga contra tu ojo, diciéndote cómo podría reclamar la deuda que le deben y nadie podría decirle nada, siendo tu deber como su mujer el complacerlo.
Aquellos años se sintieron tan eternos, que el cosquilleo de esperanza que sentiste cuando tu abuela Rhaenys y uno de los guardias gemelos lograron sacarte de la Red Keep, hacia parecer que todo era irreal. Los brazos de tu madre jamás se habían sentido tan cálidos como cuando te rodearon frente a la mesa de piedra de Dragonstone, incluso con Daemon acariciando tu cabeza en un incómodo intento de expresar su cariño.
Por desgracia, incluso con tu familia allí, tu verdadera familia, Dragonstone tampoco se sentía como un hogar, teniendo un ambiente familiar demasiado íntimo al que no podías acoplarte correctamente después de tantos años, así que cuando llega la hora de pactar las alianzas, mientras Lucerys va a Stromlands y Jacaerys al Valle, te ofreces para tomar el viaje a las tierras norteñas para pactar con los Stark.
Y quizás la Red Keep y Dragonstone no se sintieron como un hogar, pero Cregan Stark lo hizo.
El gran joven lobo que no fue más que amable desde tu llegada, guardando cautela sobre los temas a discutir sin dejar de ser nada más que hospitalario contigo. El norte era frío, pero los corazones de sus habitaciones era cálido, todos compartieron una extraña camaradería a la que no te costó integrarte, disfrutando de las cenas ruidosas e informales en las que abundaron las carcajadas y un tipo de amabilidad y transparencia que jamás se había presentado en el sur.
Contrario a lo que habías conocido, querer amar a Cregan se sentía revitalizante. Sus charlas fluían sin esfuerzo hasta que los anhelos de cualquier simple roce llegaron sin dificultad junto con las miradas de sutil de deseo. Las cacerías a las que te dejó unirte daban paso a los comentarios bromistas sobre como podías montar una enorme bestia en los aires sin ningún problema mientras que necesitabas un banquito y algo de ayuda para subirte a un simple caballo, aferrándote a las riendas con temor. Incluso las tardes donde Rickon pataleaba, en un poco usual berrinche, para que seas tu quien lo lleves a su hora de la siesta, disfrutando de las canciones valyrias que tenías para él. Acciones que no pasaron inadvertidas para Cregan, quien además de ser un hombre con deseos, seguía teniendo las preocupaciones de un padre para su único hijo de apenas dos años.
No habías pasado más de tres lunas en Winterfell cuando Cregan decidió que moriría si no te tenía en su hogar, a su lado como su esposa y la dama de Winterfell, a lo que aceptaste sin prisa, ambos de acuerdo en disfrazar la repentina unión como una especie de acuerdo para dar sus hombres a favor de la reina negra. Ambos bajo el arciano del bosque de dioses, sellando sus votos luego de que el pusiera su capa en tus hombros, pocos días después de que un maestre avalara la anulación de tu matrimonio con Aemond, puesto que había sido en el Sept bajo la luz de los siete y no en una tradicional boda valyria, fue algo simple de hacer.
Tu primera boda había sido un calvario, pero la celebración de la segunda fue la cosa más hermosa que jamás hayas tenido, incluso teniendo a tu pequeño hijastro cantando una, terriblemente tierna y mal pronunciada canción de las que te había escuchado cantarle a la que aplaudiste con todo el cariño del mundo.
Las bromas crueles a costa tuya ahora fueron chistes bien intencionados de los que era fácil reír y que eran cómodos de compartir.
El miedo y el dolor de las noches en las que Aemond te tomaba, cambiaron al ardiente deseo y placer que quema por donde sea que Cregan te acariciara, ambos casi arrancandose las capas de ropa cada vez, compartiendo pequeñas risitas cada que los pesados abrigos y múltiples correas de tu esposo eran más trabajosos de quitar para ti.
Los recuerdos de los empujones duros de tu anterior esposo mientras te tomaba de espaldas fueron borrados por el cuerpo de Cregan alzándose sobre el tuyo mientras te mantenía de frente a él a la hora de hacerte el amor, siempre dejándote tener un cierto grado de control para que te sintieras cómoda. Siempre murmurando frases dulces en medio de los besos que compartían sin importar el ritmo que llevarán.
Y las sabanas de fría seda fueron reemplazadas por pieles calientes en las que ya no estabas sola durante las noches en las que tenías el cuerpo de tu señor marido protegiendo el tuyo entre sus fuertes brazos durante las horas de sueño.
Aún había que notificarle a tu madre sobre todo el asunto del matrimonio y avisar que Cregan había dado un gran número de hombres para sus filas, sabiendo que ahora tienes un deber hacia ella como reina detrás del hecho de ser su hija...pero te preocupara por eso solo un poco más tarde.
Tumblr media
ya sé que esas fotitos que hago me quedan bien cuyeyas, humildemente enfoquense en el o.s nomas 😭
(recuerdo haber reblogueado a la cuenta que creo el separador que estoy usando, pero si se saben el user para que la pueda mencionar se los agradecería)
131 notes · View notes
stuckwthem · 11 months ago
Text
gorgeous | felipe otaño
summary: tu intentas evitar enamorarse de pipe, pero durante una noche en la playa con los chicos, su atracción por él se hace evidente a pesar de sus esfuerzos por mantener la distancia. 3k.
tw: ligera mención de alcohol, aparte de que sólo un montón de flirteo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
en realidad no querías enamorarte. no, en serio, era casi una misión. si lo hubieras sabido, te habrías ido a casa, habrías rechazado la invitación de blas, pero ahí estabas: intentando miserablemente no enamorarte de alguien que era demasiado difícil de ignorar.
desde que habías roto con el estúpido de tu exnovio, habías decidido que no ibas a interesarte por nadie indefinidamente. la pasión y los chicos no eran más que una pérdida de tiempo, y al final no te quedaba más que la decepción y la sensación de haber sido una completa idiota. pero alguien debería haberle advertido de que no tienes mucho donde elegir en asuntos del corazón. no era del todo tu elección enamorarte de alguien, pero podías intentar evitar esos sentimientos, ¿no?
y en ese intento, te estabas torturando. perdías completamente la cordura intentando ignorar ese sentimiento idiota que crecía en el fondo de tu mente. y era mucho peor cuando la persona que lo causaba estaba cerca, porque el sentimiento se esparcía por todo tu cuerpo, calentando tus mejillas y haciéndote actuar como una completa idiota. enamorarse de felipe era inevitable, y te estaba enfureciendo.
estabas alejada del grupo, sentada bajo la tienda que habían montado antes, mientras todos los demás disfrutaban junto al mar. blas te había invitado a una especie de tertulia playera que quería organizar para reunir a sus amigos, sin otro motivo que el de emborracharse y divertirse como si no hubiera un mañana. entre ellos estaba felipe, por supuesto, al que habías estado evitando más desde que te diste cuenta de que sólo hablar con él te ponía... bueno, agitada.
a pesar de la situación, aún tenías un problema más: tu ex. hubiera sido mucho más fácil bloquearle y seguir con tu vida, pero decidiste inocentemente ser amigable y acabaste cayendo en una trampa en forma de discusión. no era mucho más fácil que tragarte tus sentimientos, pero te ayudaría a distraerte. o no.
todo el tiempo, la gente va y viene desde la orilla del agua hasta la tienda, alcanzando una bebida junto a la nevera en la que estás sentado, normalmente con rapidez, apenas te das cuenta, demasiado concentrado en la pantalla de tu móvil, hasta que alguien se queda un poco más junto a ti, goteando agua salada a tus pies.
"espero de verdad que estés ganando esta discusión", oyes que dice su voz antes de que levantes la vista del móvil, pero reconoces enseguida al dueño. y a pesar de todo el calor que emana la playa en verano, se te hiela la sangre.
es como mirar al sol: al instante sus ojos reaccionan con repulsión ante el impacto del brillo, pero le dan ganas de volver a mirar, sólo para intentar admirarlo mejor. esa fue su primera impresión de pipe. tenía algo tan brillante e intrigante que era casi imposible mantenerle la mirada. pero es irresistible arriesgarse a otra mirada. felipe es cruelmente hermoso. con esos ojos azules del color del océano, las sardinas salpicándole la nariz y ese pelo por el que invitaba a pasar los dedos. y estaba a pocos metros, mirándote con curiosidad.
está sin camiseta, con una maldita cadena de plata brillando en su piel quemada y lleva una gorra hacia atrás, lo que aumenta su encanto. 
"por toda tu concentración y... esa cara de nervios, tienes una arruga justo en medio de las cejas, me parece una competición bastante seria". felipe sostiene una lata fría en una mano, mientras con la otra se pasa el pulgar por en medio de sus propias cejas, tan tensas como las tuyas, para imitarte.
sientes cómo las gotas de agua salada que caen del pelo del chico golpean de nuevo tu cuerpo caliente y, sinceramente, es algo refrescante.
"¿ah, sí?" preguntas un poco avergonzada, imitando el gesto del chico, soltando de golpe el móvil entre las piernas y siguiéndole con la mirada. hay una sonrisa excitada e inconsciente en tu cara. "no me había dado cuenta, creo que es una costumbre".
"es precioso" felipe se encoge de hombros, como si el cumplido fuera algo casual para él, algo normal para su percepción. dan ganas de enterrarse en la arena". el sonido del precinto de su lata al abrirse llena los segundos de silencio, y entonces pregunta. "entonces, ¿estás ganando?".
te ríes, te llevas la mano a la frente y gruñes en silencio, sin saber qué decir. ¿vas ganando? era difícil de decir. tu ex intentaba firmemente hacerte creer que en realidad no se había acabado, que para él sólo era un descanso. para ti, era definitivo.
"en realidad, ni siquiera lo sé. sólo es mi novio, quiero decir ex-novio", te corriges, enfatizando. algo cambia en la expresión de pipe, un leve arqueo de cejas tal vez. "¡está en un club, haciendo quién sabe qué! probablemente borracho, y me está haciendo pasar un mal rato, intentando volver".
"parece bastante imbécil sólo por haber roto contigo en primer lugar". 
hasta se podría oír caer un alfiler en la arena cuando lo comenta, y es casi como si toda la playa colaborara en silencio para que se oyera alto y claro el tono de flirteo en la voz del chico. pero ese es el problema, felipe es simpático, tan agradable que te daban ganas de odiarle por ello, porque parecía tan amable y tan acogedor, que te decía lo que quisieras oír. no estaba flirteando, ¿verdad? 
tu móvil sigue vibrando en tu mano, pero te pierdes en el actor que tienes delante. tu mirada se detiene en su expresión desconcertada, y entonces sonríe. peor aún, tiene hoyuelos y un brillo que acompaña su mirada. ya habías memorizado todos los detalles, pero fingías no hacerlo. tal vez para volver a recordarlos, o para mentirte a ti misma un poco más.
sin saber muy bien cómo reaccionar, vuelves la mirada al mar, riéndote para tus adentros al sentir que el corazón se te sale del pecho. hay un silencio confortable entre vosotros mientras veis las olas romper y a vuestros amigos maldecirse en la pelota de voleibol, y sólo se rompe cuando de vez en cuando soltáis risas bajas o comentarios divertidos, reaccionando a juani y santi discutiendo en pleno partido. 
es relajante y sencillo estar a su lado. felipe tiene una atmósfera propia que te envuelve en un ambiente confortable, aunque te acelere el pulso. quizá sea esa sensación post-adrenalina que te invade, quizá sean muchas cosas, pero él hace que te relajes y olvides que hace unos minutos estabas estresado por una discusión tonta. 
cuando estiras las piernas, inevitablemente tu rodilla derecha se encuentra con la pierna izquierda de felipe, y por el rabillo del ojo puedes verle sonreír. no se mueve ni aparta la pierna de la tuya. al mero roce, su cuerpo responde, aumentando su temperatura al menos otros dos grados.
"¡joder, creo que me voy a morir de calor!", exclamas, estremeciéndote. ni siquiera sabes por qué lo has dicho, pero los nervios se han apoderado de ti. 
"pues métete en el agua, que está riquísima". contestó felipe, volviendo la cara hacia ti, aún con esa sonrisita molesta que parecía reservar sólo para ti. se inclinó un poco más cerca "¿o tienes miedo?".
rodaste los ojos, negando su acusación con un bufido. apoyada en sus brazos, dejaste que tu cuello colgara hacia atrás, sintiendo que te derretías al sentir el calor que te envolvía. felipe te observaba mientras tú mantenías los ojos cerrados, recorría con la mirada todo tu cuerpo, sólo analizándote con curiosidad, queriendo entender de dónde venía esa sensación de bienestar por el simple hecho de estar en tu compañía, y por qué no podía quitar esa sonrisita de su cara.
según los chicos, se le notaba. pero tú no tenías ni idea de hasta qué punto le gustaba.
de repente, un escalofrío recorrió todo tu cuerpo, como una corriente eléctrica que te golpeara al sentir algo frío entrar en contacto con la sensible piel de tu cuello, y abriste los ojos de inmediato para encontrar a felipe aún más cerca, sosteniendo su fantásticamente fría y húmeda lata contra tu nuca. era tan refrescante que suspiraste satisfecha.
"¿mejor?", murmuró, tan cerca que fue como si una segunda descarga te golpeara. podías sentir las yemas de sus dedos helados en contacto con tu piel. dios, no sabías si querías salir corriendo o agarrarle allí mismo, sin previo aviso.
"ajá" fue todo lo que pudiste decir, sintiéndote débil. por un momento, el frescor se extendió, dejando que el alivio se apoderara de aquella sensación de calor. pipe se rió de tu reacción, y tus ojos siguieron las gotas que caían de la lata por tu clavícula, con naturalidad.
fue como si el mundo entero se ralentizara y, por un instante, lo único que importara fuera ese momento de pura complacencia. 
" ¡pipe! no coquetees más, boludo. ven a jugar!", grita blas en la distancia, ahuecando ambas manos alrededor de su boca para que suene más fuerte, rompiendo instantáneamente la burbuja de tensión. apartas rápidamente la mirada de tu mejor amigo con el momento interrumpido, intentando no insultarle, y felipe resopla mientras ambos os enderezáis, recordando de repente el mundo real.
"deberías venir y disfrutarlo", sugiere, dejando la lata a un lado. tú asientes con la cabeza y te llevas la mano automáticamente al lugar, ahora helado, donde el chico sostenía la lata.
pipe se levanta, se pasa la mano por el pelo mojado y te sonríe suavemente, como si no te hubiera desestabilizado por completo. 
ya está, decides, le evitarás durante el resto de la noche y, en consecuencia, evitarás que tu corazón sienta algo. se acabaron los saltos mortales y los tirones. oh, qué equivocada estabas.
más tarde, el grupo decide alargar la noche. al caer la tarde, la brisa marina empieza a refrescar y los chicos deciden encender una hoguera, mientras el crepúsculo tiñe el cielo de tonos naranjas y rosas. entre infructuosos intentos de prender fuego a los palos, juani y pipe discuten sobre la forma correcta de frotar la madera, hasta que una centella se escapa entre ellos y les hace saltar de sorpresa. juani se echa a reír, burlándose de la forma en que el otro chico se había sobresaltado.
"and it was like... desesperante", bromea el chico de pelo rizado, imitando con exageración a su amigo, que señala con el dedo medio en su dirección.
el fuego se enciende por fin, con la ayuda de unos cuantos mecheros más, y todos se colocan a su alrededor, sacando sillas y cojines. te acomodas con tu tanga y una botella de una bebida mezclada con vodka, sintiendo cómo el alcohol sube cada vez más alto en tu cabeza. a lo lejos se oyen las olas rompiendo tranquilamente, acompañadas por el ritmo tranquilo de un altavoz que toca reggae y el sonido de tus amigos riendo y bromeando. 
intentas mantenerte ocupada, charlando con blas a tu lado y participando en las bromas, pero no puedes evitar que tus pensamientos vuelvan una y otra vez a felipe. está ahí, entre el grupo, frente a ti, en la hoguera, riendo y charlando animadamente, su presencia ilumina el ambiente como siempre. 
vuestras miradas se cruzan constantemente, en medio de un chiste que alguien ha contado, o cuando él empieza a contar una historia, pero sus ojos se detienen en tu rostro sobre todo cuando te distraes con las risas. con cada mirada que intercambiáis, sientes que tu corazón se acelera y una mezcla de emociones encontradas invade tu mente. por un lado, hay una parte de ti que quiere entregarse por completo a la atracción que sientes por él, dejándote llevar por la corriente del momento. pero, por otro lado, hay una insistente voz interior que te recuerda las razones por las que decidiste alejarte de las relaciones y los sentimientos complicados.
desvías la mirada varias veces, intentando ignorar la electricidad que parece fluir cada vez que vuestras miradas se cruzan. pero es como si hubiera un imán invisible entre vosotros, que te acerca cada vez más a él.
blas se da cuenta de tu distracción y te mira con curiosidad. "¿nena, va todo bien?
fuerzas una sonrisa y asientes rápidamente. "sí, creo que es sólo la bebida".
pero tu mejor amigo no es tonto, se da cuenta de cómo intentas controlar una sonrisa idiota cuando pipe dice algo, aunque no tenga ninguna gracia, o de cómo pipe hacía todo lo posible por llamar tu atención. pero finge, no queriendo forzar la situación, conociendo tu estado. parece aceptar su excusa, volviendo su atención a juani y santi que estaban empezando una extraña competición de baile alrededor de la hoguera. pero sabe que no puede seguir fingiendo por más tiempo. algo dentro de ti está cambiando, y es aterradoramente irresistible.
pronto se forma un círculo de baile desorganizado alrededor de la hoguera, y te ves arrastrada al centro del mismo. incapaz de protestar o negarlo, te encuentras en los brazos de blas, bailando torpemente con él, riéndote de cada movimiento extraño que hacen.
el más alto se deja llevar por la música y empieza a darte vueltas y vueltas, una, dos, tres... cinco veces. empiezas a marearte con la cantidad de vueltas, y no sabes a ciencia cierta si es la bebida o el mareo, pero de repente, cuando las manos de blas te sueltan, chocas con pipe, que te abre mucho los ojos mientras te agarra por la cintura.
" whoa, whoa, whoa", dice torpemente entre risas exasperadas, y resulta encantadora la forma en que te sonríe mientras te acicala. "no me había dado cuenta de que tenías tantas ganas de caer así en mis brazos".
un suspiro y una risa tímida escapan de sus labios y tienes que parpadear un par de veces para recuperar el sentido, pero todo parece correcto, y él no te suelta, sino todo lo contrario. como una conspiración, o debido a los aplausos de los chicos, el reggae más lento vuelve al speaker, y pipe tantea el terreno, deslizando una de sus manos hasta la base de tu espalda, y tu cuerpo se acerca a él de forma natural, como un baile ya coreografiado. 
colocas tus manos bajo sus bíceps, sujetándole mientras vuestros cuerpos se mueven lentamente al ritmo de la música, evitando mirarle. observas por encima del hombro del chico y respiras hondo, sintiendo la presión exacta de sus manos contra tu piel. la piel de pipe está caliente y quemada, y huele a crema solar, a mar y a desodorante masculino, y tú, discretamente, respiras de nuevo, sintiéndote aliviada por el aroma. 
te entran ganas de pegarle un puñetazo a blas cuando le ves detrás de ti, bailando con matias, mientras los dos hacen muecas y bromas en tu dirección, aprovechando al máximo la situación. el sonido de sus falsos y exagerados besos pronto es ahogado por la voz de pipe, y te entran unas ganas terribles de desmoronarte de vergüenza.
"¿te ha tragado la lengua el gato?", le dice, casi al oído debido a sus posiciones. "¿o debería tomarme como un cumplido que te hayas quedado sin palabras a mi lado?".
siente cómo se le revuelven las mariposas en el estómago, sabe que está perdiendo cualquier intento de no caer en su jueguecito. debería saber cómo le afecta.
"¿siempre eres así de gracioso?", preguntas retóricamente, apartándose un poco para poder mirarle con los ojos entrecerrados. 
pipe tiene un puntito encima de la boca que te llama la atención, y te quedas mirándole hasta que sus labios forman una sonrisa de comisura. su rostro es sereno y sus ojos no pierden su expresión ni un segundo, sientes que podrías desaparecer en la inmensidad de sus orbes azules en cualquier momento, sería muy fácil sumergirte en ese océano y ahogarte. tiene las cejas espesas y la nariz ligeramente respingona, y sus labios tienen un arco perfecto bajo ellos, pero su mandíbula es definida y ancha, una mezcla perfecta entre la forma robusta de su cara y sus rasgos delicados, y es una tarea difícil controlarse para no trazar su rostro perfecto con las yemas de los dedos. 
es tan hermoso que duele, y es una verdadera lástima que aún no sea tuyo.
"es muy difícil decirte algo a la cara, ¿sabes?" las palabras salen de su boca antes de que puedas procesarlas, y suena tan espontáneo que incluso pipe se sorprende un poco por su confesión.
felipe inclina ligeramente la cabeza hacia un lado, con una sonrisa en los labios mientras observa tu reacción. sus ojos azules brillan con una mezcla de diversión y curiosidad.
"ah, así que todo es culpa mía, ¿eh?", responde, bromeando. "bueno, espero que puedas perdonar mi terrible influencia".
pones los ojos en blanco, pero no puedes contener una sonrisa.
"me lo pensaré", respondes, con evidente sarcasmo en tu voz. 
mientras la música sigue sonando a tu alrededor, te encuentras perdido en un animado intercambio de miradas y sonrisas con pipe, los sonidos y movimientos del entorno parecen desvanecerse en el fondo.
a pesar de todos tus intentos por mantener una distancia de seguridad, está claro que te hundes cada vez más en la red de encanto que pipe teje a tu alrededor. y en el fondo, una parte de ti empieza a preguntarse si esto es realmente tan malo.
"¡bésalo pronto!", grita uno de los chicos por encima de la música y tú te ríes, enviándole un dedo medio falsamente ofendido. pero en la realidad, la idea no te parece tan absurda.
te preguntas si realmente sería tan malo. si rendirte a los encantos de pipe significaría abrirte a algo nuevo y excitante, o si sólo sería otra trampa del destino, lista para causarte más confusión y dolor. de momento, decides dejarte llevar por el momento, permitiéndote disfrutar de sus brazos alrededor de tu cintura y de las sensaciones que despierta en ti.
cuando la música está a punto de terminar, ya te has decidido. una mezcla de miedo y excitación corre por tus venas mientras intentas reunir el valor necesario para tomar una decisión. mirando a pipe a los ojos, sabes que estás a punto de dar un paso importante, hacia delante o hacia atrás.
"creo que hoy me iré a casa... sola", empiezas, sintiendo que el corazón se te acelera ante la osadía de tus propias palabras. "a menos que quieras acompañarme".
Tumblr media
por fin escribí algo con mi novio… aliméntense!! 💋 pero en serio, esta es su canción 😩
359 notes · View notes
outlanderrepublic · 1 month ago
Text
El reencuentro con los afectos y con lo que dejamos tantísimos años atrás no siempre es lo que imaginamos. Todo cambia. Cuando el #KingOfTodo sufre ese golpe de realidad, ahí esta su mujer para recordarle que entre esas paredes familiares también pasaron cosas hermosas, como ese momento en el que ella dejó que su corazón gritara y le dijo al king el primer "Te Amo". #MomentoMellizoDelBien entre la escena en Lallybroch de la próxima #Season7B y los mimos en la ventana de "Lallybroch" #Season1 episodio 12. Ya saben que los #MePareceQueEstoYaPaso son nuestra debilidad
#MimosEnLallybroch
#MomentosMellizosDelBien
#MePareceQueEstoYaPaso
#ArribaEseAnimoKingQueNoTodoEstaTanMal
#Season7BYaTeSiento
#RememosLaSequiaQueFaltaNada
#Outlander
#OutlanderFansMal
#OutlanderPasion
#OutlanderasInsaciables
#PoneleOutlanderATodo
71 notes · View notes
dr-fetish37 · 4 months ago
Text
Tumblr media
rejuvenecimiento pt.2
habían pasado un par de semanas después de mi cirugía, lo primero que había hecho después de salir del hospital había sido comprar varios paquetes de pañales para adulto, no me había preocupado en que tipo de pañales comprar pues no creí que hubiera de varios tipos hasta que descubrí mi cama mojada una mañana después de dormir con un pañal delgado así que tuve que volver a la farmacia por un paquete de pañales más grandes y gruesos, antes de mi cirugía acostumbraba a dormir desnuda por lo que ahora dormir con el grueso y cómodo material de los pañales me era algo extraño pero no desagradable.
la doctora me había dicho que había una posibilidad de operar mi incontinencia pero aún no estaba segura de si quería someterme a otra cirugía vaginal, pues ahora esta habría a mi vagina y ano hipersensibles para que pudiera sentir cuando tuviera necesidades fisiológicas.
sin embargo, cuando me interne para la cirugía las cosas se tornaron difíciles para mí y mi sistema cardiovascular, me encontraba acostada en la camilla, con una gorra quirúrgica, vistiendo únicamente mi pañal cubierta con una sábana, los doctores me habían tenido que intubar para la cirugía y habían tapado mis ojos con gasas y cinta médica, cuando comenzaron a suministrar la anestesia, mi corazón comenzaba a latir con pesadez, hasta que se detuvo por completo, escuchaba a las enfermeras moverse con prisa.
la doctora comenzó a hacer presión en mi pecho, mis senos brincaban al ritmo del RCP, mi cabeza se movía de arriba a abajo en la almohada, mi pelvis también se contraía haciendo sonar el pañal rozando contra la camilla, de tanta fuerza que los doctores estaban generando sobre mi cuerpo, había orinado mi pañal.
"carguen 160, uno, dos tres ¡despejen!"
después de un minuto de constante y duro rcp, la doctora se acercó a mis senos con las paletas
la doctora descargo las paletas contra mi pecho, haciendo que mi tronco se arqueara y mis senos rebotaran, mi cabeza se pegó más contra la almohada y se movía de un lado a otro, mi pelvis se alzó en en aire dando un golpe fuerte a la nada que rompió mi columna, el pañal volvió a sonar sobre la camilla.
"carguen una vez más, está vez 360, uno dos tres ¡despejen!"
nueva mente la ginecóloga descargo las paletas contra mis senos, mi pelvis se alzó en el aire contrayendo mi vagina y mi ano, por la fuerza de la contracción mi vejiga volvió a soltar orina mojando más el pañal, una vez que mi pelvis dejó de estar en el aire, cayó von fuerza sobre la camilla haciendo que mo cabeza y mi tronco se alzarán hacia adelante, al caer de nuevo a la camilla mis senos brincaron en todas direcciones con los pezones erizados por la electricidad.
aún nada, mi corazón seguía sin latir, cuando de repente mi cuerpo comenzó a convulsiónar, mis pechos se movían y temblaban de un lado a otro, mi pelvis se alzaba en el aire y caía chocando contra la camilla, mi cabeza se movía de un lado a otro y de arriba hacia abajo, el monitor se había vuelto loco.
después de 7 minutos de convulsionar, los monitores dieron por perdida mi actividad cerebral, por lo que la doctora acercó las paletas desfibriladoras a mi cabeza yas descargó en mis sienes.
mi pecho y pelvis se alzaron bruscamente en el aire y ahí se mantuvieron por al menos 15 segundos mientras la doctora descargaba las paletas en mi cabeza, en un ciclo de 15 minutos de intentar regresar mi actividad cerebral.
antes de darme por muerta, la doctora retiró mi pañal, y colocó a cada lado de mi vagina desfibriladores, también colocó uno en cada uno de mis senos y finalmente volvió a colocar las paletas en mi cabeza, y descargó los tres al mismo tiempo, todo mi cuerpo tembló, mi pelvis y mi pecho se movían de arriba a abajo, mi cabeza rebotaba suavemente contra la almohada y la doctora mantenía los desfibriladores en mis sienes, mis senos rebotaban de arriba a abajo de manera exagerada y mi vagina soltaba orina y aire.
después de 20 minutos más de desfibrilación finalmente fue declarada mi hora de muerte.
"hora de muerte: 1:29 a.m. paciente: jean causa: paro cardio respiratorio"
las enfermeras se encargaron de quitarme los cables y los tubos, colocaron algodón a lo largo de mi vagina y mi ano, también en mi nariz y mi boca, y al terminar, llevaron la camilla con mi cuerpo desnudo sobre ella a la morgue.
62 notes · View notes
silvertice · 2 months ago
Text
Winter Falls.
Hugh Jackman x Fem!reader.
Tumblr media Tumblr media
Summary: Hugh y ella son amigos desde hace un año, con una tensión subyacente entre ellos. Una salida juntos transforma su relación, llevándolos a explorar nuevos sentimientos.
Category: Slow Burn Romance, Friends to Lovers, First Date, 2000s Nostalgia, Fluff and Tension {TW: Light Humor, Emotional Moments, Friendship Dynamics}.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⏱︎
El reloj en la pared marcaba las 7:20 am. Con el cabello medio seco y la camisa mal abotonada, el café en la encimera quedó olvidado. La promesa de salir temprano se desvanecía rápidamente. Tenía un plan: un atuendo decente, un desayuno tranquilo, pero el cansancio acumulado se burlaba de cualquier intento de organización.
Un suspiro salió mientras el número de Hugh aparecía en la pantalla del teléfono. Seguramente él ya estaba listo, probablemente en camino al trabajo, con esa actitud despreocupada que siempre resultaba irritante, aunque, de algún modo, también reconfortante. Pedirle un favor no era lo ideal, pero llegar tarde y enfrentar las miradas de reprobación de los compañeros tampoco era una opción. Con un leve tamborileo de dedos en la encimera, se marcó su número.
La llamada sonó un par de veces antes de que su voz resonara al otro lado de la línea, relajada y casi burlona.
—Vaya, ¿madrugando, princesa? —dijo, y se podía imaginar esa sonrisa que siempre usaba para molestar.
Se rodaron los ojos, pero una pequeña sonrisa se asomó. Su actitud siempre tenía el poder de aliviar un poco la tensión de las mañanas.
—¿Podrías pasarme a buscar? Estoy… un poco retrasada.
Hubo una pausa. En esos breves segundos, la duda surgió. Pero Hugh nunca dejaba colgado a nadie.
—Cinco minutos y estoy allí. —Su tono cambió, y luego añadió—: Ah, y trata de no causarme problemas tan temprano.
Un suspiro escapó, una mezcla de alivio y exasperación. El último sorbo de café se apresuró mientras se recogía el bolso. Era evidente que él haría algún comentario sobre el aspecto apresurado, pero eso ya formaba parte de su dinámica. Hugh tenía la habilidad de convertir cualquier situación en algo menos grave de lo que parecía.
Apenas terminé de poner los zapatos cuando el sonido del auto estacionándose afuera resonó. Al mirar por la ventana, allí estaba él, con gafas de sol y una expresión divertida, esperándola. Con un último respiro hondo, salió, lista para lidiar con los inevitables comentarios que vendrían en el camino.
Apurada, subí al auto y cerré la puerta con un golpe. El motor no rugió como esperaba. Miré a Hugh, que se había quedado mirando al frente con una sonrisa divertida en su rostro.
—¿Qué pasa? ¿Vamos a llegar tarde? —pregunté, tratando de contener la frustración mientras lanzaba un vistazo al reloj.
Sin embargo, en lugar de arrancar, se volvió hacia mí. La distancia entre nosotros se redujo cuando se acercó, y el corazón comenzó a latir un poco más rápido. Sin decir una palabra, tomó el cinturón de seguridad y lo pasó por mi cuerpo, asegurándolo en su lugar. Su cercanía era electrizante; podía sentir el calor que emanaba de él, y un pequeño nudo se formó en el estómago.
—Ah, ya veo. ¿Te puse nerviosa, linda? —dijo con esa voz burlona, un destello de diversión en sus ojos.
El comentario lo acompañó una sonrisa que me hizo desear poder esconderme. No sabía si quería reírme o simplemente querer que el momento se detuviera. La cercanía de Hugh siempre había tenido un efecto extraño, una mezcla de nerviosismo y emoción que nunca había experimentado con nadie más. Intenté ignorar el sonrojo que comenzaba a extenderse por mis mejillas.
—Claro que no —respondí, tratando de sonar segura, aunque la voz casi me falló. —Solo… solo apúrate y arranca.
Él se echó a reír mientras finalmente giraba la llave en el encendido, y el motor vibró a la vida. Con una última mirada hacia mí, puso el auto en marcha. El trayecto hacia el trabajo había comenzado, pero la tensión en el aire se sentía más palpable que nunca.
Mientras el auto avanzaba por la carretera, robé una mirada de reojo a Hugh. Su expresión estaba concentrada en la carretera, pero había algo en su forma de manejar que me hizo pensar, aunque rápidamente traté de alejar esa idea. Era un buen amigo, y pensar en él de esa manera no era lo que debía hacer. Sin embargo, había algo en la forma en que se movía, en su confianza al volante, que lo hacía parecer... bien, por así decirlo.
—¿Tienes en mente lo que vamos a hacer hoy? —preguntó Hugh, rompiendo el silencio y sacándome de mis pensamientos.
—Sí, solo lo básico —respondí, tratando de mantener la voz casual. —No creo que sea un día tan complicado.
Él sonrió, esa sonrisa que siempre tenía para hacerme sentir a gusto.
—Eso espero. Aunque tengo un par de ideas que podrían hacer el día un poco más divertido —dijo, levantando las cejas de forma juguetona.
No pude evitar sonreír. Esa era la parte de Hugh que siempre me hacía sentir cómoda, incluso cuando había una ligera tensión en el aire. Era como si supiera exactamente cómo hacer que el día se sintiera menos pesado.
—Bueno, solo asegúrate de que no sean ideas descabelladas. El jefe no se tomaría eso muy bien —le advertí, un tono de broma en mi voz.
Él se echó a reír, y el sonido resonó en el auto, llenando el espacio con una energía amistosa.
—Prometo que no te meteré en problemas... por ahora —dijo, guiñando un ojo mientras el semáforo cambiaba a verde.
La normalidad de la conversación me tranquilizó, aunque sabía que había algo más debajo de la superficie. Era como si la tensión que solíamos ignorar comenzara a hacerse más presente en cada pequeño intercambio. Pero por ahora, me contentaba con disfrutar de su compañía.
Al llegar a la oficina, Hugh aparcó el auto frente al edificio, y la rutina del día a día nos recibió con los brazos abiertos. Salí del vehículo y estiré los brazos, tratando de despejar la mente antes de entrar.
—¿Listos para otro emocionante día en la sala de guionistas? —bromeó Hugh, con una sonrisa amplia.
—Oh, sí, totalmente —respondí con un tono sarcástico. —No hay nada más emocionante que discutir si un personaje debe llevar sombrero o no.
Ambos reímos mientras caminábamos hacia la entrada. La oficina, decorada con afiches de películas y papeles esparcidos por todos lados, siempre había tenido un aire caótico, pero también creativo. Al abrir la puerta, el bullicio habitual de colegas hablando y riendo nos dio la bienvenida.
Tomé un respiro profundo antes de entrar y sentí cómo la energía del lugar me animaba.
—Primero café, luego guiones —declaró Hugh, llevándome hacia la máquina de café. —No podemos empezar el día sin nuestro combustible.
—No me obligues a recordar cómo sobrevivir sin mi dosis matutina de cafeína —dije, mientras me servía una taza. El aroma a café recién hecho me envolvió, y por un momento, todo parecía más fácil.
Mientras esperábamos, intercambiamos comentarios sobre las tramas que estábamos desarrollando y algunas anécdotas divertidas del fin de semana. Todo parecía fluir con naturalidad, sin que ninguna de las conversaciones tocara la ligera tensión que existía entre nosotros.
Finalmente, después de un rato, nos dirigimos a la sala de guionistas. Mientras nos acomodábamos en nuestras sillas, Hugh se giró hacia mí con una mirada intrigante.
—Oye, a las 8 pm te voy a pasar a buscar. Ponte linda. —dijo, su tono ligero, pero las palabras parecían cargadas de un significado que no podía ignorar.
Me quedé un momento en silencio, sorprendida. La normalidad del día se desvaneció por un instante, y todo lo que quedaba era esa invitación inesperada que llenaba el espacio entre nosotros. La idea de salir con él, de verlo vomo mi compañero de trabajo en un contexto diferente, hizo que mi corazón se acelerara, esta vez parecía algo totalmente diferente.
—¿A las 8? —repetí, tratando de sonar despreocupada, pero sabía que mi voz había traicionado mi sorpresa.
—Sí, no tienes excusas. —Hugh sonrió de una manera que me hizo cuestionar si realmente lo decía en serio o solo estaba bromeando.
Mientras continuábamos con nuestra jornada laboral, no pude evitar pensar en lo que eso significaba. La tensión que habíamos estado ignorando de repente estaba a la vista, y yo solo podía esperar que la noche revelara lo que realmente había entre nosotros.
Al llegar a casa, la familiaridad del lugar me envolvió, pero mi mente seguía atrapada en la conversación de esa mañana. Me dejé caer en el sofá y saqué el teléfono, buscando el contacto de mi mejor amiga. Después de un par de tonos, su voz familiar resonó al otro lado.
—¡Hola! ¿Cómo va todo? —preguntó ella, con ese tono entusiasta que siempre me hacía sentir mejor.
—Hola, tengo que contarte algo —dije, sintiendo que la emoción comenzaba a brotar. — Hugh... me invitó a salir esta noche.
—¿Qué? ¡Eso es genial! Ya era hora igual. —exclamó, y su entusiasmo fue contagioso.
—Sí, pero... no sé, estoy tratando de convencerme de que solo es una salida entre amigos —respondí, tratando de mantener la calma mientras me pasaba una mano por el cabello. —Llevamos trabajando juntos durante un año, y siempre ha sido amistad, pero esta salida, es diferente, ¿sabes?
—Claro, hay tensión entre ustedes. He notado cómo se miran en la oficina —dijo, y no pude evitar sonreír. —Así que, ¿qué piensas hacer?
—No lo sé. Por un lado, quiero ir porque ma hace sentir algo, pero también tengo miedo de que sea solo una cena entre amigos y que me haya confudido, agh—confesé, sintiendo un ligero nudo en el estómago.
—¿Y si no es solo eso? —me preguntó. —Tal vez él también siente lo mismo, pero no sabe cómo decírtelo, nadie invita a su compañera de trabajo un viernes a las 8 pm, amor.
Su comentario resonó en mi mente, y un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo. La idea de que Hugh pudiera tener sentimientos más profundos era tentadora, pero también aterradora. ¿Y si las cosas se volvían incómodas? ¿Y si la salida no iba como esperaba?
—No sé, tal vez debería jugarlo de manera segura —dije finalmente, tratando de convencerme. —Solo disfrutar de la cena y ver a dónde lleva la conversación.
—Eso suena a un buen plan —respondió mi amiga. —Pero recuerda, si hay algo más, no tengas miedo de explorar eso. La vida es demasiado corta para dejar pasar oportunidades.
Terminé la llamada con una mezcla de emoción y nerviosismo. La cena con Hugh podría ser solo una salida entre amigos, pero había un trasfondo de posibilidades que no podía ignorar.
Mientras el sol se ponía, me apresuré a prepararme. No quería verme como si hubiera salido de una revista, pero tampoco quería parecer descuidada. Opté por un vestido azul que resaltaba mis curvas de manera sutil, algo que me hacía sentir cómoda y segura. Me eché un vistazo rápido al espejo, dándome cuenta de que me veía bien, y eso me ayudó a calmar un poco los nervios.
Justo cuando estaba terminando, el teléfono fijo sonó. Sabía que era Hugh. Contesté rápidamente, sintiendo un ligero cosquilleo de emoción.
—¿Hola? —dije, intentando sonar tranquila.
—Hey, ¿lista para la noche? —su voz sonaba juguetona.
—Casi, estoy bajando ahora —le respondí, mirando el reloj.
—Perfecto. Nos vemos en un minuto —dijo, su tono despreocupado y familiar me hizo sonreír.
Colgué y respiré hondo. La idea de salir con Hugh ya no era solo una salida entre amigos; había una tensión palpable entre nosotros que no podía ignorar. Con una última revisión al espejo, me dirigí hacia la puerta, para bajar.
Cuando lo hice, la brisa fresca de la noche me recibió como un abrazo suave. Al abrir la puerta, me sorprendí al ver que Hugh no estaba en su auto habitual, sino que se encontraba de pie en la entrada, con una sonrisa en el rostro que iluminaba la penumbra. Llevaba una camisa de botones que acentuaba su figura y unos jeans que parecían un poco más cuidados de lo habitual.
—Hola —saludé, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
—Hola. Te ves hermosa—dijo, su mirada recorriéndome de manera sutil, pero sincera, lo que me hizo sonrojar un poco. Su tono era tan despreocupado, como si fuera lo más natural del mundo decirlo.
—Gracias, tú también... estás un poco más arreglado de lo normal —respondí, intentando mantener la conversación ligera y no dejar que mi nerviosismo se notara.
Él sonrió con complicidad y me hizo un gesto con la mano para que lo acompañara. Empezamos a caminar, el sonido de nuestros pasos resonando suavemente en la acera. Hugh caminaba con las manos en los bolsillos de sus jeans, su postura relajada, como si no hubiera nada más importante que el momento que compartíamos. La calle estaba tranquila, iluminada por las luces cálidas de las farolas, y el aire fresco hacía que el momento se sintiera especial.
—¿A dónde vamos? —pregunté, curiosa por lo que había planeado.
—Eso déjamelo a mí. No te preocupes, no te voy a defraudar —dijo con confianza, una sonrisa juguetona asomándose en sus labios.
Caminamos un rato en silencio, pero la tensión entre nosotros era palpable. A veces, nuestras miradas se encontraban y rápidamente desvíaba la vista, sintiendo un ligero cosquilleo en el estómago. Era como si el mundo se hubiera desvanecido, y solo existiéramos él y yo, en este momento.
De repente, Hugh rompió el silencio. —¿Sabías que desde que empezamos a trabajar juntos, he estado esperando una ocasión así? —dijo, girando ligeramente la cabeza para mirarme, sus ojos brillando con una chispa traviesa.
—¿Ah, sí? ¿Y por qué es eso? —pregunté, intentando no sonar demasiado interesada, aunque mi corazón latía más rápido.
—Porque, sinceramente, me gusta pasar tiempo contigo —respondió, su tono sincero y relajado. Su declaración me tomó por sorpresa, y no pude evitar sonreír mientras un calor agradable me envolvía.
Seguimos caminando, y mientras él hablaba, la tensión que había estado acumulándose entre nosotros se sentía como una burbuja lista para estallar. Era un juego sutil de palabras y miradas, pero ambos sabíamos que algo más profundo se estaba formando entre risas y complicidad.
Después de unos minutos de caminar y charlar, llegamos a una pista de patinaje sobre hielo iluminada con luces brillantes y música suave que llenaba el aire. La vista era mágica; el hielo relucía bajo las luces, y la risa de la gente patinando creaba un ambiente animado y festivo.
—¿Patinaje sobre hielo? —pregunté, con los ojos iluminados de emoción y sorpresa.
—¿Te gusta? —me miró, sus ojos brillando con diversión.
—Siempre he querido hacerlo, pero nunca tuve la oportunidad —admití, sintiendo un cosquilleo de anticipación.
—Perfecto, entonces hoy es el día —dijo, con una sonrisa amplia, y se acercó a la entrada para comprar las entradas. Mientras esperaba, no podía evitar notar cómo la emoción brillaba en su rostro.
Entramos a la pista, y él se aseguró de que me pusiera los patines correctamente. Mientras me ayudaba, sus manos rozaban suavemente mis brazos, y cada contacto provocaba un escalofrío agradable.
—Listo, ahora solo tienes que seguirme —dijo, tomando mi mano de forma despreocupada mientras caminábamos hacia el hielo.
Al dar mis primeros pasos sobre el hielo, perdí el equilibrio y me tambaleé un poco. Hugh se rió suavemente y me sostuvo antes de que pudiera caer.
—Vas a tener que hacer más ejercicio para eso —bromeó, guiándome con firmeza mientras me enseñaba a deslizarme.
La música de fondo mezclada con las risas y gritos de los demás patinadores creaba un ambiente de alegría que era contagioso. Mientras patinábamos, la cercanía de su mano en la mía me hizo sentir más segura, y poco a poco, empecé a disfrutar del momento.
—Mira, no está tan mal, ¿ves? —dijo, deslizándose con facilidad y gracia por el hielo, mientras yo trataba de imitarlo.
—Sí, claro, porque tú eres un experto —respondí, riendo mientras me esforzaba por mantener el equilibrio.
Él se detuvo frente a mí, mirándome con una sonrisa traviesa. —Dame la mano, vamos a intentarlo juntos —dijo, y, sin pensarlo, extendí la mano hacia él.
Juntos, comenzamos a deslizarnos, y la risa llenó el aire mientras tratábamos de mantenernos en pie. La tensión entre nosotros se sentía cada vez más cómoda, cada momento se cargaba de una complicidad que parecía florecer a medida que avanzábamos.
—Este es un buen comienzo para una cita, ¿no crees? —dijo Hugh, mirándome de reojo mientras patinábamos.
—¿Una cita? —repetí, sorprendida pero divertida.
—Solo estoy diciendo que podríamos hacer esto más a menudo —respondió, y en ese instante su mirada se detuvo en mí, el ambiente se volvió más íntimo.
Mientras patinábamos, me sentía cada vez más segura, pero justo cuando comenzaba a disfrutar plenamente, perdí el equilibrio y empecé a tambalearme hacia un lado. El hielo se volvió traicionero bajo mis pies, y antes de que pudiera reaccionar, me vi girando sin control, preparándome para caer.
De repente, sentí una mano firme en mi cintura. —Te tengo —dijo Hugh, con una sonrisa que mezclaba diversión y tranquilidad mientras me estabilizaba.
—Gracias, me salvaste de hacer el ridículo —reí suavemente, sintiendo la cercanía entre nosotros.
Él sonrió, esa calidez que siempre me hacía bajar la guardia iluminaba su rostro. —No te preocupes, es mi trabajo asegurarme que no caigas... y si caes, que sea por mí —añadió, guiñándome un ojo con un toque de nerviosismo que me hizo sonreír aún más.
Antes de que pudiera responder, un niño pasó a nuestro lado rozando sin querer a Hugh, lo que hizo que ambos perdiéramos la poca estabilidad que habíamos recuperado. Nos desplomamos torpemente en el frío y húmedo hielo.
—Parece que el primero en caer no fui yo —comenté, soltando una risa leve por la situación.
Hugh rió también, y luego su mirada se fijó en mí, notando algo en mi mejilla. Con un gesto suave, se acercó y quitó una pizca de nieve que se había quedado pegada. —Tienes un poco de nieve aquí —dijo, pero en su mirada había algo más que diversión.
El momento se volvió extraño, como si el tiempo se detuviera entre nosotros. Mis mejillas ardían con su cercanía y el toque de sus dedos. Ambos nos incorporamos después, algo nerviosos, ignorando la tensión que parecía envolvernos.
—Bueno, ¿quieres seguir patinando? —preguntó él, su sonrisa todavía en su rostro.
—En realidad, prefiero que no. Tengo un plan perfecto para continuar la noche —le respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. —¿Qué te parece si dejamos el hielo por ahora y hacemos algo diferente?
Hugh levantó una ceja, claramente intrigado. —¿Y cuál es ese plan? Me tienes con curiosidad —dijo, con esa sonrisa juguetona que conocía tan bien.
—Déjame sorprenderte —dije, tirando suavemente de su mano hacia la salida de la pista. —Confía en mí.
Nos reímos mientras salíamos del hielo y nos dirigimos a la entrada para quitarnos los patines y devolver lo que habíamos rentado. Lo que fuera que ocurriera después, sabía que la noche estaba lejos de terminar.
Mientras caminábamos de regreso, el aire frío de la noche contrastaba con el calor que aún sentía después de patinar. Hugh y yo avanzábamos en silencio, pero no era incómodo, al contrario, había algo en esa calma que me hacía disfrutar cada paso. Nuestras manos iban balanceándose a los lados, rozándose de vez en cuando, como si algo nos empujara a tomarnos de las manos, pero ninguno se atrevía a dar ese paso.
Cada pequeño roce me hacía consciente de su presencia de una forma que normalmente no permitía. Era como si el simple contacto de nuestras manos fuera suficiente para hacer que mi pulso se acelerara un poco más. No podía evitar preguntarme si él sentía lo mismo, si cada vez que nuestras manos se tocaban, ese pequeño cosquilleo también lo recorría a él.
Miré de reojo, observando su perfil mientras caminábamos. Hugh tenía las manos ligeramente abiertas, como si estuviera a punto de tomar la iniciativa, pero algo lo detenía, o tal vez estaba esperando a que yo lo hiciera. El pensamiento de entrelazar mis dedos con los suyos era tentador, pero, al mismo tiempo, intimidante.
—¿Te cansaste de patinar? —preguntó de repente, rompiendo el silencio con una sonrisa cómplice.
—No tanto como pensé, la verdad, fue divertido, me gustó mucho—respondí con una ligera risa, tratando de ignorar el hecho de que nuestras manos volvían a rozarse por un segundo más largo. Sentía que el simple hecho de no apartarla lo decía todo.
Seguimos caminando sin prisa, y el silencio volvió a instalarse entre nosotros, aunque esa energía entre ambos seguía ahí, suspendida en el aire frío de la noche. ¿Acaso él también estaba pensando en dar ese paso? O tal vez simplemente esperaba a ver si yo lo hacía primero.
Finalmente, me armé de valor, o al menos lo intenté. Mi mano dejó de balancearse tanto, acercándose más a la suya, pero en el último segundo, justo cuando estuve a punto de hacerlo, sentí cómo su mano se retiraba un poco, ajustándose el abrigo.
Me reí internamente, aliviada y frustrada a partes iguales. Claramente, no era tan fácil como parecía.
Después de un rato caminando en silencio, la ciudad nocturna empezaba a adquirir un ambiente más acogedor bajo las luces tenues de las calles. Las manos de ambos aún rozaban de vez en cuando, pero ahora, en lugar de centrarse en eso, se me vino a la mente un pequeño lugar no muy lejos de allí, uno que solía visitar cuando era niña, que era perfecto para la ocasion.
—¿Conoces el mejor chocolate de aqui, que está a unas cuadras? —pregunté, rompiendo la calma mientras nos acercábamos a la esquina.
Hugh me miró con curiosidad y negó con la cabeza.
—No, no creo haber estado por aquí muchas veces y nunca tome chocolate —admitió, levantando una ceja. —¿Por qué?
—Es uno de esos lugares que guardan historias —dije, sintiendo una pequeña sonrisa asomarse en mis labios. —Solía ir allí de pequeña con mi familia, especialmente en noches frías como esta. Sirven el mejor chocolate caliente de la ciudad, o al menos eso pensaba cuando era niña.
Él sonrió ante mi entusiasmo, asintiendo lentamente. —Entonces, ¿me estás invitando a tu lugar secreto? —preguntó, en tono juguetón.
—Bueno, no tan secreto, pero sí muy especial para mí, no puedo creer que no hayas probado el chocolate —respondí, sin poder evitar notar lo cálido que se sentía hablar de algo tan personal.
— y yo no puedo creer que no hayas patinado antes.— me contratacó sonando dulce pero sarcástico a la vez lo cual me hizo soltar una risa suave. —pero suena perfecto, confío en ti —dijo, mientras ajustaba el ritmo de sus pasos para seguirme.
Caminamos juntos hasta la cafetería, una pequeña joya escondida entre edificios más modernos, con luces amarillentas que hacían que se viera como un refugio acogedor en medio de la noche fría. Al entrar, el cálido aroma a cacao y pasteles recién horneados nos envolvió de inmediato. Todo en ese lugar se sentía exactamente igual que cuando era pequeña, desde las mesas de madera gastadas hasta la campanilla que sonaba al abrir la puerta.
Nos sentamos en una de las mesas junto a la ventana, y sin pensarlo dos veces, pedí el clásico chocolate caliente. Hugh me siguió el juego, observando con una mezcla de curiosidad y diversión mientras me perdía en mis recuerdos.
—Así que este es tu refugio —comentó Hugh, mientras la mesera dejaba frente a nosotros dos tazas humeantes y llenas de crema batida en la parte superior. —Tiene ese aire nostálgico.
—Sí, no ha cambiado mucho desde la última vez que vine —admití, sintiendo cómo una parte de mí volvía a ese tiempo de niñez en el que todo parecía más simple.
Tomé un sorbo, el sabor cálido y dulce inundó mis sentidos, haciéndome cerrar los ojos por un segundo. Cuando los abrí, Hugh estaba mirándome con una sonrisa suave.
—¿Qué? —le pregunté, sintiendo que el rubor subía ligeramente por mis mejillas.
—Nada, solo... te ves bien cuando estás feliz —respondió con una sinceridad inesperada, y aunque su tono tenía esa actitud despreocupada, había algo más profundo detrás de sus palabras.
El momento se quedó suspendido, y aunque el chocolate caliente estaba ahí para distraerme, no pude evitar sentir cómo esa tensión entre nosotros, la que había estado presente durante meses, se hacía un poco más evidente.
Mientras tomaba otro sorbo de mi chocolate, observé de reojo cómo Hugh se llevaba la taza a los labios. Fue un segundo después, cuando la taza ya estaba en la mesa, que noté algo que me hizo sonreír.
—¿Qué pasa? —preguntó él, levantando una ceja al ver mi expresión.
—Nada, es solo que... —No pude evitar soltar una pequeña risa, inclinándome hacia él mientras le señalaba la parte superior de su labio. —Tienes un poco de crema... justo aquí —dije, haciendo un gesto alrededor de mi propio labio para que lo entendiera.
Hugh frunció el ceño, confuso al principio, y luego, al darse cuenta de lo que había pasado, se pasó la mano rápidamente por la boca.
—¿Ya? —preguntó, pero todavía quedaba un rastro blanco en su labio superior.
Negué con la cabeza, riéndome un poco más. —No, todavía no —dije, alargando la mano para señalarle el punto exacto.
Él me miró, mitad avergonzado y mitad divertido, antes de intentarlo de nuevo. —¿Y ahora?
Suspiré, divertida. —A ver... no, no, déjame —dije finalmente, acercándome y, con una leve sonrisa, pasé mi pulgar suavemente por la zona afectada, limpiando los restos de crema batida. La cercanía entre nosotros me hizo sentir un ligero cosquilleo en el estómago, pero me obligué a mantener la calma.
—Gracias, supongo que ahora sí me salvaste a mí del ridículo —bromeó él, con una sonrisa encantadora que me desarmó un poco.
—Es lo justo, ¿no? —respondí, recuperando mi mano con una risa suave.
El ambiente volvió a relajarse después de ese momento, pero la tensión no desaparecía del todo. Seguía ahí, flotando en el aire, en esos pequeños momentos en que nuestras miradas se cruzaban, en la forma en que nuestras conversaciones parecían deslizarse entre lo cómodo y lo cargado de significado.
Después de terminar nuestros chocolates y dejar algunas monedas sobre la mesa, nos levantamos y salimos de la cafetería. El aire nocturno estaba fresco, pero no incómodamente frío. Mientras caminábamos, nuestras manos continuaban balanceándose levemente a los lados, rozándose de vez en cuando, pero ninguno hacía el primer movimiento para entrelazarlas.
Conversamos sobre cosas triviales, historias del trabajo, alguna que otra broma, y de repente me di cuenta de que habíamos tomado un rumbo conocido. Levanté la vista y me sorprendí al ver que estábamos justo frente a mi edificio.
—Bueno... —dije, deteniéndome en la entrada de mi casa. —Parece que llegamos.
Hugh se detuvo también, levantando una ceja al ver dónde estábamos. —Vaya, el tiempo pasó rápido —dijo, metiendo las manos en los bolsillos y acercándose un paso más, pero sin invadir mi espacio personal. —No me di cuenta de que estábamos caminando hacia acá.
Solté una risa suave. —Sí, yo tampoco...
Nos quedamos en silencio por un momento, mirándonos bajo las luces de la calle. Sentía que había algo más que ninguno de los dos estaba diciendo, algo que flotaba en el aire entre nosotros, pero también algo que no queríamos apresurar.
—Bueno, entonces... —Hugh rompió el silencio, pero sus palabras parecían colgar en el aire sin una dirección clara.
—Sí, bueno... —me mordí el labio, sintiendo ese nerviosismo que solía ocultar tan bien a su alrededor, pero que ahora me parecía imposible de ignorar.
Nos quedamos así, de pie, casi riendo por lo incómodo y emocionante que se sentía el momento, como si ambos supiéramos que esa noche había sido diferente, pero ninguno supiera cómo terminarla.
Hugh rompió el silencio, mirándome directamente a los ojos con una leve sonrisa en los labios. —La verdad, la pasé muy bien esta noche... —Su tono era más bajo, casi susurrante. Entonces, agregó—: Y, por cierto... te ves muy linda esta noche.
Sentí cómo mi corazón dio un pequeño salto, y no pude evitar sonreír ante el comentario. Era esa manera suya, siempre lanzando algo sutil pero directo, dejándome en ese limbo de no saber si bromeaba o si hablaba en serio.
—¿Ah, sí? —respondí, levantando una ceja, intentando mantener la calma mientras me mordía ligeramente el labio. —Entonces, ¿al final sí era una cita?
Hugh soltó una risa suave y se acercó un poco más, aunque manteniendo las manos en sus bolsillos. —¿Qué crees tú? —preguntó, su mirada fija en la mía, dejando la pregunta flotando entre nosotros. La forma en que lo dijo, con esa mezcla de desafío y diversión, me hizo sentir un leve escalofrío.
—No sé Hugh... —respondí, juguetona, ladeando un poco la cabeza y encogiéndome de hombros. — Pues pensaba que no, como no lo habias dicho...
Hugh mantuvo su mirada en la mía, y su sonrisa se tornó más suave, casi cómplice. Dio un pequeño paso hacia mí, quedando lo suficientemente cerca como para que nuestras manos se rozaran. —Pues si... —dijo en voz baja, con esa seguridad suya—. Era una cita.
Su respuesta me tomó por sorpresa, y sentí mi respiración volverse un poco más pesada al notar lo cerca que estaba. Nuestras manos seguían rozándose sutilmente, como si la energía entre nosotros nos empujara a cruzar esa línea.
Sentí cómo el calor se extendía por mis mejillas. La sinceridad en su voz, el toque sutil de nuestras manos, todo contribuía a un momento cargado de algo más que palabras.
Hugh no dejó que el momento se desvaneciera. Lentamente, deslizó su mano hasta tomar la mía con firmeza, entrelazando nuestros dedos. Ese simple gesto hizo que mi corazón diera un vuelco. Sin decir nada más, me acercó un poco más hacia él, hasta que el espacio entre nosotros se desvaneció casi por completo.
—Te ves hermosa —repitió, su voz apenas un murmullo, pero lo suficientemente clara para que cada palabra calara profundo.
Mis ojos no se apartaron de los suyos, y aunque mi mente me gritaba que debía decir algo, hacer algo, simplemente me quedé ahí, sintiendo su mano cálida sobre la mía y cómo el mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse. Las luces de la calle, el sonido distante del tráfico, todo desapareció en ese instante.
Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración, y mis propios pensamientos empezaron a volverse un caos. Pero en ese caos había algo cierto: no quería que ese momento terminara.
Hugh sostuvo mi mirada por unos segundos más antes de inclinarse lentamente hacia mí. Apenas me dio tiempo de procesar lo que estaba sucediendo cuando sus labios rozaron los míos en un suave y sutil beso. No fue intenso ni apremiante, fue delicado, como si estuviera explorando la idea de lo que podría ser. Mi corazón se aceleró, y aunque el beso duró apenas un suspiro, dejó una sensación cálida que se expandió en mi pecho.
Cuando se apartó solo lo suficiente para mirarme de nuevo, una sonrisa juguetona apareció en sus labios. —No quería que esta cita terminara sin algo memorable, ¿no crees?
Mi respiración se entrecortó un poco, todavía sintiendo el cosquilleo de sus labios sobre los míos, y antes de poder decir nada, él añadió con una mirada traviesa: —Aunque, si lo prefieres, podríamos hacer esto más seguido. Solo dime cuándo.
Me quedé un segundo en silencio, tratando de procesar sus palabras y lo que acababa de pasar. Todavía sentía el calor en mis labios, y aunque mi corazón estaba latiendo a mil por hora, intenté mantener la compostura.
—¿Y si te digo que no necesito pensarlo? —le respondí, con una pequeña sonrisa, tratando de igualar su tono juguetón. Sentí que el rubor en mis mejillas se hacia mas intenso, pero no me importaba. Estaba cómoda en la cercanía entre nosotros.
Hugh soltó una risa baja, complacido con mi respuesta. Se tomó un momento para mirarme de nuevo antes de finalmente dar un paso atrás. —Entonces, lo tomaremos como un sí.
Con una última sonrisa, se giró hacia la calle. —Nos vemos mañana —dijo, mientras retrocedía unos pasos más, sus manos en los bolsillos de su abrigo. —Descansa bien, linda.
Y con eso, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la dirección opuesta, dejándome ahí, aún procesando la suavidad del beso, el calor de su cercanía, y la promesa tácita de que esto no era solo un encuentro casual.
44 notes · View notes
deepinsideyourbeing · 7 months ago
Note
Vi un TikTok de una mamá diciendo que nadie te prepara para la manera en la que te explota el corazón al momento de darle el primer bañito a tu bebe y bueno yo soy solo humana... Enzo x reader?❤️
Fluff ♡
-Dejame a mí- insistís.
-No, no tenés que hacer fuerza.
No podés enojarte, ¿no? Durante toda la relación y especialmente en el embarazo Enzo siempre te cuidó, pero desde que regresaron del hospital se volvió todavía más atento y está presente hasta en los detalles más microscópicos, probablemente mimándote más que a la bebé.
Sumergís tus dedos en el agua de la pequeña bañera para comprobar que la temperatura sea ideal, asegurándote también de tener a mano el resto de los productos necesarios, y hacés un gesto para que Enzo se aproxime. Toma a la bebé con cuidado y se acerca con pasos lentos hasta la ducha, aceptando tu ayuda cuando necesita arrodillarse.
-No llores, no llores, no llores- suplican ambos cuando los pies de la pequeña rozan el agua. No llora y tampoco se queja, para alivio de ambos, porque está concentrada en el rostro de Enzo –y las muecas ridículas que hace- e ignora lo que sucede en la habitación.
Recogés con tus manos pequeñas cantidades de agua para bañar delicadamente el cuerpo de tu hija, acariciando en un principio la suave piel de sus pies y sus pequeñas piernas. Ella te dedica dos o tres miradas que parecen ser de confusión y emite algún que otro sonido que endulza tus oídos y los de Enzo, que es puro sonrisas y orgullo.
-¿Le ponemos el conjuntito blanco de ositos? Y le sacamos fotos con el jazmín.
Asentís aún concentrada en humedecer el cabello oscuro de la pequeña, sin lugar a dudas heredado de su padre, y luego mojás tus manos para poder lavar su dulce rostro. Jurás que te está sonriendo, independientemente de si es posible o no, y no podés evitar acariciar su nariz y las comisuras de sus labios mientras mordés los tuyos para contener la emoción.
-A veces tenés buenas ideas.
-¿Esta no fue una buena idea?- señala a la bebé y le arrojás unas gotas de agua en el rostro para borrar su mueca burlona.
-¿Los Vogrincic siempre hacen chistes tan malos?
-Vos también sos Vogrincic.
-No de nacimiento, así que tengo mejor sentido del humor- negás-. Y ella fue mi idea.
 -Entonces el próximo puede ser idea mía.
-¡Enzo!
Suelta una carcajada estrepitosa, sólo porque sabe que el sonido no molestará a la pequeña, y esquiva el golpe que dirigís a su brazo. La bebé se queja en sus manos, como si reclamara los segundos de atención que no le brindan, por lo que ambos vuelven a la tarea del baño y se apresuran para evitar que sienta frío.
Sólo cuando la envuelven en una toalla y te sentás en la cama para vestirla Enzo te permite sostenerla unos segundos, confiando en que gracias a la posición tu cuerpo no se encontrará tan exigido y que el esfuerzo no será demasiado agotador.
.A vos también te quiero sacar fotos- besa tu mejilla-. ¿Querés?
-Estoy hecha un desastre.
-Nada que ver- se arrodilla entre tus piernas-. Estás más hermosa que nunca.
¿Qué pasa que hoy estoy escribiendo sobre bebés y embarazos? *mira el calendario* Ah, sí, cierto. Es la fecha y también las ganas que tengo de regalarle un par de hijos a Enzo 😔
taglist: @madame-fear @creative-heart @delusionalgirlplace @chiquititamia @llorented @recaltiente @lastflowrr ♡
67 notes · View notes
kaos-literario · 29 days ago
Text
A mi, para que deje de sufrir.
Todo comienza con el golpe seco. No sé si es el pecho o la mente, pero algo estalla. La primera etapa no es negación; es la incredulidad que se queda atorada en la garganta, como una astilla invisible. Dicen que no quieres creerlo, pero en realidad, no sabes cómo hacerlo. Todo sigue moviéndose a tu alrededor, los relojes no se detienen, y las voces suenan demasiado lejos. Es como si el mundo se hubiera vuelto un eco, un maldito eco de lo que solía ser.
Luego viene la rabia, esa que no pide permiso. Es una bestia que duerme en el estómago y se despierta cada vez que alguien respira cerca de ti. Te grita por dentro, pero no sale. Muerdes palabras, aprietas los dientes, y te duele la mandíbula de tanto contener lo que no se puede decir. La rabia no es solo enojo; es también impotencia. Es mirar al cielo y no encontrar respuestas. Es querer romper algo, pero todo lo que se rompe ya está dentro de ti.
La negociación es un juego cruel. Te sientas en la oscuridad de tu cuarto y hablas con nadie. Prometes cosas que no cumplirás, ofreces pedazos de ti que nadie quiere. "Si hubiera hecho esto... Si no hubiera dicho aquello..." Te conviertes en un comerciante de recuerdos, intercambiando culpas por un poco de paz. Pero la paz no llega, solo el cansancio.
La tristeza, esa sí, llega sin disfraz. Se sienta a tu lado, te toma de la mano y no se va. Es un silencio pesado que lo llena todo. Te duele respirar, te duele existir. Las lágrimas no siempre caen; a veces, se quedan en los ojos, como si también ellas hubieran aprendido a soportar el peso. Es mirar una camisa vieja y sentir que el corazón se deshace en trozos pequeños. Es querer dormir para no soñar, porque los sueños duelen más que la realidad.
Y la aceptación... dicen que es la última, pero ¿qué es aceptar? No es olvidar, ni estar bien. Es simplemente seguir. Es aprender a convivir con los fantasmas, a compartir el café con la ausencia. Es caminar por la ciudad y ver sombras en cada esquina. No desaparece, solo cambia de forma. Se vuelve un suspiro que nunca termina de salir.
El duelo no es lineal. No son etapas que se cruzan y se superan. Es un laberinto donde cada esquina esconde un recuerdo. Es un círculo donde siempre se regresa al principio. Porque el duelo no termina; se transforma en algo que llevas contigo, como una cicatriz invisible. Y cada día es un intento de aprender a vivir con el dolor que no pide permiso, pero siempre está.
26 notes · View notes
suzukis-posts · 9 months ago
Text
𝗡𝗶𝗴𝗵𝘁 𝘃𝗶𝘀𝗶𝘁 - 𝗛𝗘𝗥𝗠𝗔𝗡𝗢𝗦 𝗛𝗔𝗜𝗧𝗔𝗡𝗜
Tumblr media
Ran Haitani/Rindou Haitani x Male!Reader
𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔: Menciones de sangre, trío, poliamor, sexo oral. NSFW en general.
────────────────────────────
Ran y Rindou estaban cubiertos de sangre. Habían asesinado a un par de personas por ordenes de Manjiro. Tal vez esas personas eran inocentes, pero ambos acabaron con ellas por diversión o aburrimiento.
Mientras caminaban por las calles a ambos hermanos les surgió la idea de visitar a alguien
Tú.
Tal vez una pequeña visita sorpresa no le haría mal a nadie
Ran y Rindou decidieron que querían una pequeña aventura esta noche. Ambos se colaron en tu habitación de tu mientras dormías. No pudieron resistir más la tentación al ver tu hermosa figura en ropa de dormir, luciendo tan inocente y vulnerable.
Ran pasó suavemente sus dedos por tu mejilla mientras miraba profundamente tus ojos seductores descansar, parecían hipnotizarlo aún más. Se inclinó más cerca para susurrar suavemente cerca tus oído, provocando escalofríos por tu espina.
── Despierta, cariño. ── Lentamente comienzas a abrir los ojos, sientes a alguien cerca, confusión estaba escrita en tus rasgos al principio. Puedes ver a Ran y Rindou sonriéndote de forma lujuriosa bajo la tenue luz de la luna que entraba a través de las cortinas de la ventana.
Sin embargo, antes de que pudieras pronunciar una palabra, Rindou se presionó contra tu suave cuerpo asegurándose de sentir cada centímetro de tí presionando contra él con fuerza, provocando un jadeo audible de tu parte, aún estabas ligeramente dormido tu corazón ahora late más rápido con emoción mezclada con vergüenza por haber sido atrapado.
En una situación tan vulnerable.
Mientras Rindou te sostenía con fuerza contra tu pecho, Ran se quitó la camisa ensangrentada y la arrojó a un lado para revelar nada más que pura tentación debajo; un torso suave y tonificado que captaba la luz de la luna como plata brillante.
── Rin... ¿qué está pasando? ── Preguntas sin aliento, tratando de liberarte del cálido abrazo de Rindou mientras fracasabas estrepitosamente debido a que estabas cautivado por el atractivo irresistible de Rindou.
Ran se acercó en respuesta, extendiendo lentamente la mano hacia tus suaves mechones de cabello, pasando sus dedos suavemente por ellos antes de susurrarte suavemente al oído.
── Relájate cariño, solo queremos un poco de diversión.
Apenas podías creer lo que estaba sucediendo.
¿Tus dos chicos irrumpieron en tu habitación a jugar a juegos lascivos?
Tus pensamientos giraban en confusión mezclada con emoción; ¿Deberías estar asustado o emocionado?
Una parte de tí también deseaba esto tanto como parecían, ¡tal vez incluso más que juntos! De repente sentiste un golpe en tu trasero.
Soltaste un pequeño quejido.
No quedaba nada más que hacer más que ceder por completo a estos deseos traviesos que ahora crecían dentro de tí.
Sin dudarlo ahora, te encontraste derritiéndote bajo sus toques sensuales mientras Rindou lentamente comenzaba a pasar sus dedos por tus suaves mejillas antes de recorrer suavemente la línea de tu mandíbula.
Ran, por otro lado, comenzó a pasar las yemas de sus dedos por tu pecho de forma procativa, haciendo que suaves gemidos escaparan de tus labios sin querer.
Tu cuerpo parecía anhelar más afecto mientras permitías que estos hombres, que acababan de irrumpir en tu habitación, continuaran con esta tentadora danza de placer que estaban creando con cada toque y susurro.
Rindou decidió que era hora de llevar las cosas un paso más allá y lentamente inclinó tu cabeza hacia la suya sin querer nada más que una oportunidad de probar esos dulces labios tuyos.
Tan pronto como Rindou te besó, sus lenguas se entrelazaron deliciosamente provocando jadeos tuyos, por otro lado, Ran se acercaba volviéndose aún más atrevido al jugar con el dobladillo de tu ropa de dormir dibujándolo hacia arriba centímetro a centímetro, exponiendo la tierna carne poco a poco.
A medida que te quitaban gradualmente la ropa de dormir, ambos hermanos quedaron hechizados por la belleza de tu cuerpo perfectamente esculpido.
La lujuria de ambos se hizo más profunda y su toque se volvió más audaz. Te empujaron suavemente contra la cama, donde aterrizas suavemente con un suave suspiro escapándose de tus labios, indicando cuánto disfrutas este emocionante momento de indulgencia.
Rindou se acercó para besarte con más pasión ahora mientras Ran dejaba delicados besos a lo largo del camino que conducía hacia el centro de tu pecho expuesto, haciendo que cada fibra de tu cuerpo anhelara más.
Rindou se separó del beso de labios el tiempo suficiente para mirar tus ojos soñadores que ahora brillaban de deseo, mientras Ran deslizaba un dedo en tu miembro ya erecto provocandote un gemido tan profundo y sensual que podía excitar a cualquiera con solo escucharlo.
La química entre los dos hacia tí era sencillamente insoportable; ¡Ambos hermanos te anhelaban en todas las formas posibles!
Tus deseos se apoderaron por completo cuando la mano libre de Rindou acarició tu firme pecho, burlándose suavemente de tus pezones, mientras Ran acariciaba tiernamente tu miembro erecto.
Mientras Rindou continuaba besándote apasionadamente, sentiste que tu orgasmo se acercaba. Ran también lo sintió y le susurró algo al oído a Rindou.
Rindou inmediatamente dejó de provocar tu pecho y se movió más hacia abajo entre tus piernas, abriéndolas más, dándole acceso completo; sus ojos se encontraron con los tuyos con una mezcla de emoción lujuriosa ya que ambos hermanos sabían lo que estaba a punto de suceder.
Rindou comenzó a dejar marcas de amor entre tus muslos, desde mordidas, hasta chupones hasta llegar a tu miembro. De vez en cuando te daba una mirada lujuriosa, mientras disfrutaba burlarse de tu miembro dándole tiernas lamidas o incluso llegando a morder.
En poco tiempo, cuerdas calientes de placer salieron disparadas de tu núcleo golpeando suavemente la cara de Rindou, provocando escalofríos recorriendo su columna mientras atrapaba cada gota lamiéndolas, aumentando inmensamente el placer de ambos hermanos.
La vista ante Ran era realmente impresionante; Rindou complaciendote de una manera que le hacía imposible contenerse por más tiempo.
Ran también quería probar este dulce cielo, así que se alejó de tus labios por un momento y devoró con avidez los restos de tu líquido presiminal.
Finalmente, exhaustos pero satisfechos, ambos hermanos colapsaron juntos con sus cuerpos empapados de sudor.
Su respiración era dificultosa pero disfrutaban del resplandor: sonrisas jugaban en sus labios mientras se acurrucaban más cerca tuyo, estando Ran en tu pecho y Rindou en tu espalda, ambos abrazándote perdidos en la satisfacción.
Había sido una de tantas experiencias que ninguno de los tres olvidaría jamás; la emoción de romper las reglas se mezclaba con un placer tan intenso que desafiaba las palabras.
La luz de la luna se filtró a través de las cortinas bañándolos en su suave brillo plateado dejando iluminar los tres cuerpos sudorosos.
Susurras suavemente ── Eso fue increíble...
Rindou y Ran se rieron suavemente besando tus mejillas afectuosamente, compartiendo emociones no expresadas llenas de felicidad y gratitud por poder compartir tal experiencia.
Un momento increíblemente lleno de lujuria.
75 notes · View notes
lovesickey · 2 months ago
Text
hoy le pido al universo, al creador y a todas las fuerzas divinas que trabajen a mi favor, para que se cumpla la colaboración músical entre saramalacara y akriila que tanto deseo y necesito. mis pensamientos se encuentran en armonía perfecta y están alineados con lo que estoy pidiendo, es por ello, por la fuerza de mi mente y el poder de mis reverencias a bhagaván que tengo la certeza que se hará realidad.
dígnate, creador de la inmensa e infinita divinidad, en recibir estas suplicas que te pido desde mi corazón, que se encuentra afligido por los duros golpes que ha sufrido por esta lucha humana que debemos enfrentar cada día. no permitas, padre divino, que sucumba por falta de ayuda. no me abandones, padre. ayúdame, ampárame y asísteme.
estoy agradecida por lo que tengo, soy agradecida de heráldica, soy agradecida de epistolares, y no dudo que desde este momento el universo conspirará a mi favor, para que lo que tanto anhelo se convierta en realidad. me encuentro en paz y tranquilidad porque sé que al final, mi confianza y credibilidad se fortalecen, sé que todo saldrá bien. que así sea. amén.
🖇👩🏼‍🤝‍👩🏻 @despuesdelamuerte @nosoyakri ☆⋆。𖦹°‧✮⋆˙🥂
Tumblr media Tumblr media
52 notes · View notes
jinetacromada43 · 16 days ago
Text
Entre Canibales | Franco Colapinto
Tumblr media
summary: mientras Franco se prepara para la carrera, aprovecha para lucirse frente a Agus, disfrutando de su atención. Ambos terminan envueltos en su complicidad y juego de provocaciones antes de despedirse con su ritual de siempre.
pairing: franco colapinto x (fem)! singer agus luciani
wattpad: jinetacromadette
Franco estaba en el vestidor ajustándose el mono, pero lo hacía tan lento que no podía ser casualidad. Yo, sentada en un banco, lo miraba sin apuro, notando cómo, cada tanto, espiaba mi reacción de reojo.
—¿Querés que te aplauda o qué? —le dije, arqueando una ceja.
Él sonrió, acomodándose la manga del mono de manera exagerada.
—¿Te está gustando el espectáculo? Porque me estoy esmerando por vos.
—Dejá de hacerte el lindo. Mirá que yo no perdono, ¿eh? —le advertí, mordiéndome el labio para no reírme.
Franco se giró, con esa sonrisa pícara que me desarmaba, y apoyó un pie sobre el banco frente a mí, haciendo todo un show mientras ajustaba el cierre del mono. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo, y lo peor era que yo no podía apartar la vista.
—Te gusta, ¿no? —dijo, haciéndose el inocente mientras se pasaba una mano por el pelo despeinado.
—No hagas eso si no queres que te lo arranque con los dientes —Me crucé de brazos, aunque sabía que mi tono no sonaba ni un poco convincente.
Él largó una carcajada, esa que hacía que todo en el mundo pareciera más fácil.
—Sos tremenda. —Me lanzó una mirada rápida y siguió ajustándose el cuello del mono, como si nada.
Yo intenté distraerme hablándole de cualquier cosa, algo sobre una canción que había soñado la noche anterior. Pero me perdí en lo que estaba diciendo cuando Franco se dio vuelta, con el mono ajustado marcándole todo.
—Qué colita… —murmuré para molestarlo, mordiéndome el labio casi sin darme cuenta.
Franco se detuvo y giró la cabeza, claramente escuchando mi comentario.
—Amor, me hacés dar vergüenza. —Se cubrió la cara con una mano, aunque su risa lo traicionaba.
Me paré del banco y me acerqué, sonriendo como si tuviera algún tipo de control en la situación.
—Me parece que voy a tener que dejar de invitarte a entrenar conmigo. Pero por lo menos ya sé que mi rutina de sentadillas da resultado. —Le dediqué una mirada rápida de arriba abajo, mordiéndome el labio.
—Basta. —Tiró la cabeza para atrás, riéndose, lo que me dio una vista privilegiada de su cuello. Ese cuello… ese todo. Qué injusticia.
—Y qué cuello… —murmuré, ladeando la cabeza y sin contener una sonrisa mientras llevaba una mano para acariciarlo inocentemente.
Me preguntaba cómo era posible que todavía sintiera mariposas en la panza al verlo, cómo mi corazón seguía saltándose un latido cuando se acercaba.
Franco se paró entre mis piernas y me sostuvo la cara con ambas manos, acercándose para besarme, un beso tan dulce como breve, aunque dejó mis labios temblando. Se rió contra mi boca cuando sintió mis manos apretándole la cintura.
—¿Me dejás morderlo? —le dije en un susurro, haciendo un puchero que me salió casi natural.
Me miró sonriendo cómplice , mientras bajaba las manos a mi cintura.
—¿Eso es un sí? —pregunté, haciéndole un puchero que lo hizo rodar los ojos
Un golpe en la puerta interrumpió el momento.
—Franco, ya tenés que salir —se escuchó del otro lado.
—Es un tal vez. —Me miró de reojo, todavía sonriendo, y me dio un beso rápido antes de ir hacia la puerta.
Cuando salimos hacia el garage, no pude resistirme y le di un chirlo. Él, sin mirarme, levantó el dedo del medio en respuesta.
—Es mío ahora. —Se lo agarré y lo guardé en el bolsillo trasero de mi jean, riendo.
Él negó con la cabeza, pero su sonrisa lo traicionaba. Me hizo una seña para acercarme antes de entrar al garage, siguiendo nuestra pequeña tradición.
—Rompela, mi rey —le dije, dándole un último beso.
Él se quedó mirándome con una ceja levantada y una media sonrisa, esperando más, porque obviamente me conocía. Y, claro, trate de aclararlo pero solo lo oscurecí más.
—O sea, no la rompas mal. Rompela bien. No rompas el auto. Bueno, tampoco te rompas vos… ¿Se entiende?
Franco se echó a reír, esa risa que resonaba más fuerte en mis nervios que cualquier motor de Fórmula 1. Me tomó de la cara, dándome un beso rápido, antes de mirarme a los ojos.
—Sos insoportable.
—Me amás.
—Lamentablemente. —Guiñó un ojo antes de irse, dejando mi corazón latiendo rápido y una sonrisa imposible de borrar.
47 notes · View notes
caostalgia · 2 years ago
Text
Un nudo.
Siento una opresión en la garganta, en el estómago, en el corazón. Llevo sintiendola cuatro días, cuatro días agonizantes y dolorosos. Cuatro días depresivos en los que no dejo de sentir que no respiro.
Y es que no lo hago, me cuesta un mundo hacerlo. Hay un nudo que me está oprimiendo, que hace que todo duela. Se siente como el nudo en la garganta antes de llorar, un nudo permanente en mi caso particular. Y no consigo deshacerlo y deshacerme a mi también. No consigo pausarme y tomar aire, no consigo frenar esta falta de oxígeno, este dolor, esta opresión.
Estoy ahogandome en mi pozo del desasosiego, otra vez. Con lo que me costó salir de el. Y es que quiero quedarme aquí, llegar al punto en el que todo duela tanto que no sienta nada, llegar a mi fin emocional. No sentir, no querer, no sufrir. Eso quiero, eso ansío. Eso necesito.
Y me he pasado todas las horas de estos días pensando en este dolor, en este nudo, en esta opresión. Y por consecuencia he pensado en ti. En tus ocurrencias, en tus audios, en tus palabras, en tu silencio, en todo. Lo he rememorado todo a cámara lenta, del derecho y del revés, unas cien veces. Pensé que esta vez todo estaba bien en mí, que no había nada malo, que funcionaria y me saldría bien, pensé de forma demasiado positiva. Y el golpe duele, joder.
Y el dolor quiere convertirse en líquido, huir. Pero no puede y se acumula en mi garganta, el nudo se agranda. Cada vez respiro menos y duele más, cada vez me siento más cerca de mí fin, solo un poquito más. Solo quiero que este nudo desaparezca ya. Duele a rabiar.
Katastrophal
258 notes · View notes
esuemmanuel · 10 months ago
Text
I am passionate about the art of your breathing that coming and going that entering and exiting That flow of warm air dancing like water droplets at the touch of the light That humidity of your tongue being subjected to the warmth of your mouth to the silence to the agitation That blow at the bottom of your center as it feeds blood to your heart
Tumblr media
Me apasiona el arte de tu respiración ese ir y venir ese entrar y salir Ese flujo de aire tibio danzando como gotitas de agua al toque de la luz Esa humedad de tu lengua siendo sometida al calor de tu boca al silencio a la agitación Ese golpe en el fondo de tu centro mientras alimenta de sangre a tu corazón
78 notes · View notes