#FIESTA PRIMAVERAL
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fannyjemwong · 11 months ago
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REVISTA ORIENTAL (ENERO)
REVISTA ORIENTAL Adjuntamos el link para leer la revista Oriental, en su versión digital del mes de enero 2024 / Especial por el Año Nuevo Lunar Chino “Año del Dragón de Madera” https://indd.adobe.com/view/7e675a1e-b8d7-4196-aca2-84cc076bbf7c Para leerlo colocar el cursor sobre el link y apretar la techa Ctrl y hacer click En versión PDF, abrir el link y en la parte inferior hay una nube con…
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Del cuaderno... (XVII)
ESCRITO EL 2 DE MAYO
Hace mucho frío. Yo por lo menos lo tengo. En el exterior debemos de estar a 12 grados (eso me dice mi teléfono); cielo despejado, de azul etéreo y luminoso, ya menguado y en vías de diluirse en el crepúsculo. ¡Pero un aire gélido, proveniente de la sierra, donde estos días ha nevado! Es 2 de mayo; nos hallamos, en esta fiesta de la región de Madrid, en mitad de un «puente acueducto» que comenzó ayer, festividad de San José Obrero y jornada internacional de los trabajadores, y empalmará con el fin de semana, absorbiendo mañana el viernes.
Antes de ayer, martes 30 de abril, tuve una larga jornada de labor alimenticia en las afueras de Madrid, que me ocupó desde las ocho de la mañana hasta bien entrada la tarde; fue un día, sin embargo, muy feliz y espiritualmente provechoso, de cuyas largas pausas hice uso para pasear por el campo en los alrededores del lugar donde prestaba servicio de intérprete. Avisté infinitas variedades de aves y me deleité durante un buen rato, a media tarde, contemplando el lento vuelo de las cigüeñas en las celestes alturas, tan pronto henchidas de sol primaveral como súbitamente cubiertas de negros y amasados nubarrones que en algún momento dejaron caer unas gotas de lluvia, aunque no llegaran a cumplir sus tormentosas amenazas. Vi también las primeras golondrinas del año, suceso que me llena siempre de alegría.
Todo lo anterior lo conté en un impromptu hablado que registré esa noche en mi casa, y que subí a la Bitácora con el título de «Días de acción de gracias». La grabación quedó especialmente bien; como también hablaba en ella de Jorge Luis Borges y de Armando Palacio Valdés, ilustré la entrada con una foto del tomo cuatro de las obras completas del primero, publicado en espléndida edición de tapas duras por el Círculo de Lectores en los años noventa, y otra instantánea del segundo volumen de la obra completa de Palacio Valdés, en una preciosa edición de cubiertas rojas de cuero, que sacó Aguilar en papel biblia allá por el año 1947.
En este último ejemplar estoy leyendo ahora la novela La fe, del escritor asturiano, que hace muy poco he comenzado y me está procurando el familiar deleite con que siempre me regala Palacio Valdés.
Hace un rato me he tenido que poner mi vieja bata azul de raya diplomática —una de mis dos batas de invierno, ya muy fatigada y deslucida— y encender el radiador que tengo en mi estudio, porque me estaba quedando yerto de frío. Ahora contemplo la caída de la tarde y su suave deslizamiento hacia la noche por los cristales de mi ventana, mientras disfruto del intenso silencio del «puente» y redacto estas líneas en el reverso de las gruesas hojas de rígida cartulina de un calendario de hace dos años, cuyas dimensiones serían ideales para un cuaderno de dibujo: 25 cm de ancho por 36 cm de largo. ¡Me encanta este formato! Permite a las mil maravillas la «escritura en el regazo» que a mí tanto me gusta. Ya hablé, en la más reciente entrada del presente cuaderno (correspondiente al 29 de abril), de este calendario que acabo de transformar en libreta de apuntes de tamaño gigante.
Se está haciendo tarde. Voy a cenar un poco; un puñado de frutos secos, un yogur, tal vez una porción de jamón o una lata de caballa o de sardinas en escabeche. Luego, un tazón de té, y a seguir un buen rato más con la lectura. Hoy le he dedicado unas horas al poemario que desde hace meses, y casi un par de años ya, tengo en preparación: «Es esto amor». Va estando este libro prácticamente concluido; debo pulir aristas todavía, pero muy pronto le daré definitivo carpetazo (¡ya iba siendo hora!). Después no sé si dormirá el sueño de los justos o intentaré ponerlo en circulación; habrá que ver lo que decido. Contiene material un tanto «comprometido». ¡Pero cuándo no fue «patata caliente» todo lo que pergeño! Hasta en estos últimos años, mucho más serenos. No sé escribir libros que hubiera puesto con la conciencia tranquila en manos de mi madre, que en paz descanse (salvo Luz en la arena, que sí le hubiera dado a leer con alegría y orgullo). En ese sentido me acuerdo de Céline, haciéndole jurar y perjurar a su sufrida progenitora que jamás se le ocurriría leer Muerte a crédito (y supongo que ninguna otra obra de su energuménico hijo). ¡Es nuestro sino! El destino de quienes hurgamos siempre en las heridas, tanto las propias como las ajenas pero fundamentalmente las propias, ¡que es lo que perturba más, y hace más daño! Hasta nuestras aguas calmas, cuando en calma estamos, tienen un pavoroso fondo de inquietante turbulencia que puede desasosegar al más equilibrado lector. De mí mi madre decía: “Still waters run deep”. Que es un dicho inglés que viene a expresar eso mismo: las aguas quietas son normalmente harto profundas.
[02/05/2024]
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PEDRO SALINAS
Leo a Pedro Salinas a altas horas de la noche, arropado en un silencio tan intenso que por momentos se vuelve sibilante y me llena de cimbreantes vibraciones los oídos (no es enteramente desagradable. Son como débiles acúfenos bisbiseantes, venidos de una misteriosa sima de electricidad interior).
Cuando pienso en Salinas pienso, sin poder evitarlo, en Proust: los volúmenes de la Recherche que Salinas vertió tan luminosamente al español. La voz en castellano de Proust es para mí la de Salinas; tanto es así que a partir del momento en que A la busca del tiempo perdido se disuelve en otras voces me embarranco y pierdo el interés; y entonces tengo que saltar al inglés de Scott Moncrieff, aquel que le puso dignos títulos shakespearianos a los tomos del esteta galo.
Más de uno enarcará tal vez las cejas, preguntándose por qué no leo yo a Proust comme il faut, en francés. Mi respuesta podrá parecer boutade, y quizá —sin serlo— lo sea: teniendo a mi alcance la posibilidad de disfrutar de Marcel Proust en la voz —mayor— de Pedro Salinas y la voz —algo menor— de Moncrieff, sería un sacrilegio no aprovecharla. Al margen de que a ciertas alturas del camino está ya uno hecho a sus propios andares y maneras, y ponerme con Proust en francés me impediría, por exceso de esfuerzo interpretativo, gozar de su enjundia como manda Dios (muy oxidada tengo la lengua de Racine).
Volviendo al decano de la generación del 27, me pasa lo que tantas veces: a Pedro Salinas lo adoro, porque era un virtuoso catedrático del verso que ningún aficionado a la lírica, y desde luego ningún profesional, puede dejar de amar; pero tengo que beber sus poemas a sorbitos, pues hay en ellos un superávit de aire, de etérea claridad, de abstracción, y yo soy hombre diáfano mas al mismo tiempo carnoso y sensual, amante del placer y del goce como un Tauro (en cuyo signo, me decía una novia que tuve, debía de estar arraigado mi ascendente, pese a ser Libra, como lo soy). Yo, en definitiva, soy ser también de aire, pero soy terroso a la vez, muy dado a lo tangible y lo concreto, a lo que se puede tocar y oler (no siempre quiero, por ejemplo, esa «rosa pura» que no tiene «símbolo ni signo», que «no cante», que «no tenga fecha, / fecha de hombre, fecha de número, / fecha de mundo», sino que ansío con frecuencia lo contrario: una rosa bellamente impura, baudelaireana, de cristal manchado de aliento o pétalos empapados de aroma; yo quiero una rosa con raíces). De ahí que Salinas se me quede siempre como flotando, y paradójicamente acabe pesándome si no me lo tomo a tragos lentos y espaciados. La poesía de Pedro Salinas está tan descontextualizada que la falta de sujeción, en su atmósfera, fatiga; leerlo lo convierte a uno en astronauta, obligado por la ausencia de gravedad a flotar con los pies despegados de la tierra, y por lo tanto a cansarse; y eso es lo que sucede, justamente, con la «lírica pura», y lo que ocurre también con Juan Ramón Jiménez en su obra más tardía (a mí me gusta el Juan Ramón modernista).
Nada de lo anterior es óbice, no obstante, para que ame yo profundamente al autor de Razón de amor y La voz a ti debida; esta noche, a las tres de la mañana, me tocaban unos sorbos de Salinas, y ha habido uno —el primer poema de Fábula y signo— que he saboreado reiteradamente. El verso de arranque de la pieza mencionada no podría ser mejor para concluir (a medio camino, como tan a menudo es el caso, entre el hoy que ya se ha ido y el mañana que empieza a arribar) esta larguísima y feliz jornada de San Isidro de 2024: «Basta, no hay que pedir más…».
[15-16/05/24]
COSAS DEL CLIMA
El prurito escritural ha perdido fuerza e intensidad en mí en las últimas semanas. Creo que es cosa del clima; no sé si escribo más y mejor cuando tengo frío, ni si en caso de ser así lo haré para entrar en calor. Las noches de invierno con humo y música a muy bajo volumen, y una taza de té en la mesa y el ocasional chasquido de encendido y apagado del radiador que caldea mi estudio, parecen estimular mi creatividad. Cuando la temperatura sube, el cuerpo —el organismo físico— se hace más presente, y habla. Y al hablar el cuerpo, es posible que la mente prefiera guardar silencio.
Ahora va avanzando la primavera, y con ella sube poco a poco el mercurio en la meseta castellana y en la capital del reino. El calor no es excesivo aún; de momento se limita a dejarse atisbar (de hecho, si las condiciones climatológicas de este mes de mayo persistieran sin cambios durante los próximos cuatro meses, la experiencia sería verdaderamente deliciosa; solo que entonces no estaríamos en Madrid). La torridez está todavía algo lejana; cuando llegue, aullarán las fauces de la carne, y todos los instintos se pondrán en declarado pie de guerra, antes de irse agostando a medida que la canícula los rebaje a humillados muñones de ansia, en esta seca tierra de interior donde el mar no puede renovar los ánimos y refrescar los apetitos. ¡Habrá llegado el temible verano de Madriles, en el que me imagino que languideceré una vez más en 2024!
Yo suelo pedir lluvia; es mi más íntima y constante plegaria meteorológica. Debería vivir, quizá, en la verde Irlanda (el país de los mil tonos de esmeralda); o por lo menos en Inglaterra (Escocia tampoco estaría nada mal; muy al norte, en las agrestes highlands, barridas por el viento y las infinitas metamorfosis de la lluvia). ¿Y por qué no Noruega, o algún país escandinavo? O tal vez Islandia, que en uno de mis poemas invoco, hablando de mi anhelo de «comprarme un ático en Islandia / y semirretirarme». ¡Ah, poeta y soñador, toda mi vida! En esta ciudad me quedaré, como siempre, rogando como un indio para que se abran los cielos y desaten sobre nosotros ocasionales descargas de líquido elemento.
Podemos soñar, sin embargo. Es importante hacerlo. Los situacionistas nos dejaron no sé si muchas más cosas, pero sí un buen puñado de rutilantes frases cosechadas en los espacios donde crecen las estrellas; y una de ellas me viene aquí que ni pintada: «Sé realista; pide lo imposible»… Consigna que enlazo con otro lema, de la misma banda de locos, que tal vez acertaran en todo menos en aquello que más querían: «Debajo de los adoquines está la playa».
Nadie tema. No estoy haciendo política. Se me da bastante mejor hacer poesía.
[28/05/24]
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delaimaginacion · 1 year ago
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Acerca de la psicología del artista. Para que haya arte, para que haya algún obrar y contemplar estético, es indispensable una condición fisiológica previa: la ebriedad. Es necesario que la ebriedad haya incrementado primero la excitabilidad de toda la máquina: mientras no se llegue ahí, no hay arte. Todas las modalidades de la ebriedad, por distintas que sean sus causas, tienen la fuerza para ello: sobre todo la ebriedad de la excitación sexual, que es la forma más antigua y primigenia de la ebriedad. Lo mismo la ebriedad que viene en el séquito de todos los grandes apetitos, de todas las emociones fuertes; la ebriedad de la fiesta, de la competición, del do de pecho, de la victoria, de todo movimiento extremo; la ebriedad de la crueldad; la ebriedad en la destrucción; la ebriedad bajo ciertas influencias meteorológicas, por ejemplo la ebriedad primaveral; o bajo la influencia de los narcóticos; finalmente, la ebriedad de la voluntad, la ebriedad de una voluntad repleta e hinchada.
Friedrich Nietzsche, El crepúsculo de los ídolos
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guardianasdelrpg · 2 years ago
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Devil's Lake || Búsquedas
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“El mundo tiene dientes y te puede morder con ellos las veces que quiera” - S. King
Las cosas parecen ir de mal a peor en el pueblo y el miedo puede respirarse en el aire, tan denso y pesado que parece casi tan tangible como la niebla primaveral en el lago.
► OBJETIVO: FASTIDIAR A MAMÁ Amigo/“Novio” - Entre 17-22 Años - PB Libre
Una búsqueda muy libre con un solo objetivo, que una adolescente en plena fase de rebeldía saque de sus casillas a su madre, una agente del FBI sobre protectora. No vas a tenerlo muy difícil y el camino para lograrlo podéis discutirlo ¿Te vas a privar de una chica guapa y una suegra que te amenace con ir a prisión?
► MUSAS Y TRAGEDIAS Amor Prohibido - Edad Libre - PB Libre
Conociste al autor cuyos escritos te sacaban de la monotonía de tu vida y descubriste entonces que él también podía arrancarte del tedio de tu matrimonio, iniciando una infidelidad que es un constante ir y venir pues aunque tu unión parezca rota no te atreves a dar el paso y abandonar a tu marido.
► LOS EDEVANE 3º Edevane - 26 Años Aprox. - Aleksander Sloth
No es el más brillante de los hermanos, pero tiene estrella. El más guapo, el preferido de mamá, encantador y sociable, el éxito es suyo o podría serlo si no fuese porque prefiere salir y estar de fiesta con una copa en la mano, hasta llegar a las malas compañía y las deudas, algo que no gusta a Papá Edevane.
FORO || AMBIENTACIÓN
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misterios-del-lago · 2 years ago
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"El mundo tiene dientes y te puede morder con ellos las veces que quiera" - S. King
Las cosas parecen ir de mal a peor en el pueblo y el miedo puede respirarse en el aire, tan denso y pesado que parece casi tan tangible como la niebla primaveral en el lago.
► OBJETIVO: FASTIDIAR A MAMÁ Amigo/"Novio" - Entre 17-22 Años - PB Libre
Una búsqueda muy libre con un solo objetivo, que una adolescente en plena fase de rebeldía saque de sus casillas a su madre, una agente del FBI sobre protectora. No vas a tenerlo muy difícil y el camino para lograrlo podéis discutirlo ¿Te vas a privar de una chica guapa y una suegra que te amenace con ir a prisión?
► MUSAS Y TRAGEDIAS Amor Prohibido - Edad Libre - PB Libre
Conociste al autor cuyos escritos te sacaban de la monotonía de tu vida y descubriste entonces que él también podía arrancarte del tedio de tu matrimonio, iniciando una infidelidad que es un constante ir y venir pues aunque tu unión parezca rota no te atreves a dar el paso y abandonar a tu marido.
► LOS EDEVANE 3º Edevane - 26 Años Aprox. - Aleksander Sloth
No es el más brillante de los hermanos, pero tiene estrella. El más guapo, el preferido de mamá, encantador y sociable, el éxito es suyo o podría serlo si no fuese porque prefiere salir y estar de fiesta con una copa en la mano, hasta llegar a las malas compañía y las deudas, algo que no gusta a Papá Edevane.
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projectrevolutionff · 2 months ago
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Bajo el Sol del verano — VII
Sábado, 4 de junio.
La punta del cigarrillo mentolado brillaba en la penumbra mientras miraba las hortensias y los geranios. El patio trasero de los Wood era una maravilla, con el césped cubierto de gotas de rocío y el cielo nocturno completamente despejado.
El aire primaveral estaba impregnado del dulce perfume de las flores abiertas, mientras que a lo lejos oía la música de la fiesta. Intentó esbozar una mueca parecida a la felicidad, pero el malestar en su estómago no le permitió mantenerla.
Dio una calada desganada, el amargo gusto se transformó en una desagradable arcada. «¡Odio esto! ¿Por qué me siento tan putamente mal?»
Resignada a que (muy probablemente) su temporada de fumadora empedernida había llegado a su fin, lo arrojó sobre la hierba y se apagó con un siseo. Abrió su bolso en búsqueda de unas pastillas de menta, echó dos en su boca mientras continuaba recorriendo el bello lugar.
Lanzó un suspiro mientras recorría con la vista el pintoresco sitio, sobre un columpio de madera con mullidos cojines amarillos; las luces de alimentación solar y eléctrica, en colores blanco y verde, que iluminaban las magníficas plantas; una pérgola no muy lejos con un set de patio.
Era la octava vez en dos semanas que había intentado fumar y no había funcionado. El asco, el revoltijo y el dolor de cabeza no le dejaban disfrutar de su adicción. ¿Qué mosca le había picado? ¿Debería ir al médico? ¿Preocuparse?
Últimamente las respuestas a sus preguntas solo le habían traído malas noticias. «Y visitar a un médico para explicarme que no puedo fumar porque “me da asco” va a ser de puta risa.»
Muchas cosas en su vida habían cambiado apresuradamente desde la graduación. Desde aquel precioso momento, con la oscura toga y el birrete decorado sobre su cabeza, su vida no hizo más que caer en espiral.
Y todo desde la maldita fiesta.
Después de que Dennis “rompiera” con ella ya nada tenía sentido. Él había intentado contactarla, pero prefirió pasar de sus llamadas y mensajes por días.
Ni siquiera los paseos con su perra Polly-Sue y los dos trabajos podían mantenerla alejada de la tristeza. Todo le recordaba a él. Se dormía con las mejillas empapadas, rogaba poder olvidarlo y seguir adelante.
Sin duda era una estúpida. Pero no cualquiera: una mastodóntica estúpida. «Eso te pasa por enamorarte del idiota errático de tu mejor amigo.»
Dennis le demostró lo que ella más necesitaba: cariño y comprensión. Precisamente eso era lo que más le dolía haber perdido.
Parada sobre una baldosa en el serpenteante caminito de gravilla y hormigón, se había sentido más imbécil que cuando le había dado vuelta el rostro al rubio un rato antes.
Él llegó con aire campechano, esa media sonrisa asesina y ojos vidriosos. Estaba drogado y borracho, aunque lo vio risueño entre su grupo de amigos. Con su polo negra y vaqueros celestes, parecía una estrella de cine adolescente.
No fue la única que le echó el ojo. ¿Quién podría resistirse a semejante chico?
En un momento de la fiesta se percató de que la observaba. Aunque respondiese a los comentarios de sus amigos (y los ligues de otras chicas), sus ojos sufrían de una película triste al verla. ¿Por qué? ¿Quizá por haber cortado contacto con él?
Incluso se le acercó, la deliciosa fragancia francesa inundó su nariz mientras le balbuceaba algunas palabras. No pudo resistir el dolor en su pecho o al sentir el tacto de sus dedos sobre su piel, y se retiró del lugar visiblemente conmocionada.
Aquel perfume le retrotrajo a cuando quedaba tendida sobre él, después de unir sus cuerpos colmados de pasión. Ambos eran infinitos en el universo, solos dentro de la habitación en penumbra. Sus jóvenes cuerpos cansados, saciada el hambre que sentían por el otro.
Cómo lo extrañaba… A él, su cariño y su cuerpo. Nunca lo superaría, ni siquiera si un maravilloso hombre aparecía y le entregaba las estrellas.
Dennis Atkins marcó a fuego su alma. Hubo una vida antes de él, ahora solo tenía su triste versión del después.
Soltó un suave suspiro. La humedad nocturna se le pegaba a la piel como al vestido color crema, con falda plisada y tirantes tipo halter. Continuó su pesaroso recorrido.
La señora Wood, mamá de Francis y amigo de Clint (compañero de equipo de Dennis) había hecho un fenomenal trabajo de jardinería. Tuvo que reconocer que era una fantástica paisajista. Sus pies en sandalias rozaban el mojado césped, las uñas pintadas de negro se cubrían de pequeñísimas gotas. La música trap del interior le llegaba suavemente.
Una caseta para perro de techo azul llamó su atención, le pareció muy lindo sitio para el perro “Max”. Dentro de la misma dormía la mona el enorme can, un Vizla de pelo dorado cálido. Ni se inmutó cuando lo acarició con amor.
Llegó a la pérgola, decorada con luces colgantes, sillones de mimbre para dos personas y pequeños sillones reclinables con almohadones de tela caqui. Plantas falsas y naturales salpicaban el ambiente. Tomó asiento en el precioso sillón doble cuerpo, gimiendo de placer ante el mullido contacto.
Sola, con los tobillos cruzados y el silencio a su alrededor. El enorme perro se sumó a su fiesta silenciosa unos minutos después, aletargado y entre suspiros. Se echó cansadamente a sus pies, relamiéndose hasta quedar tendido en paz y tranquilidad.
Cerró los ojos unos instantes, trataba de mantener la mente en blanco y disfrutar del pequeño rincón en aquel “jardín del Edén”. Una minúscula pausa en una vida que no hacía más que cambiar. Dejaba de ser una simple adolescente para transformarse en una mujer; y entre su cambio generacional, también estaba el cambio estudiantil: de estudiante de secundario a estudiante universitaria.
«Pronto se inicia el ciclo en la Universidad, y pese a toda la mierda que me rodea me siento ilusionada.»
¿Cómo no estarlo? Saldría de un nido de víboras, jóvenes maltratadores y falsedad. Estudiaría en relación con su pasión de toda la vida, el arte, y se desarrollaría tal como ella quería: libre, brillante y llena de vida. ¿Había algo mejor que eso?
Aún no podría dejar toda su vida adolescente detrás, pero la perspectiva de trabajar poco a poco en eso la mantenía activa.
El teléfono vibró, y mientras lo extraía del bolso se congració con el emisor. Delaney, mejor amiga desde el kinder, preguntaba si todo iba en orden. Había visto a Chelsea muy afectada más temprano, y su desaparición prolongada la preocupaba.
Fue Dela la que notó su feo semblante a principios de la semana; la escuchaba en sus interminables mensajes de audio, llorosa y afligida. La invitó a la fiesta para arrancarla de su ensimismamiento, cosa que le estaba muy agradecida.
Replicó con una inocente mentira: “estoy bien bien en este patio, hay una pérgola lindísima y tiene sofás de muerte. Muy tranqui ando, sigan en la suya”. Mordió el pellejito de su pulgar, el canto de grillo en la casa de al lado llenaba el ambiente.
Otro mensaje, aunque ese era de Dennis: “Oye, ¿dónde estás? Tenemos que hablar así como ya” ¿De qué? Se habían dicho lo suficiente hacía tiempo. Pensó en responderle, pero sus dedos no se deslizaron sobre las teclas virtuales.
¿Qué querría? ¿Por qué no lo hizo antes? Sonaba urgente, pero… ¿Valdría la pena? Meneó suavemente la cabeza. Pese a que quería creer que con su mejor amigo las cosas podrían haber valido la pena, le demostró a las claras que no.
Presionó el botón de bloqueo y depositó el teléfono nuevamente en su bolso. La sensación de desamparo volvió a nublarle el disfrute. Exhaló lentamente, la mirada perdida en la frondosidad del exterior.
Carraspeó la garganta cuando un nuevo arrebato de acidez le lastimaba y hacía picar. «Entre esto y las náuseas estoy para el bingo.»
Quizá estaba loca de remate y acongojada por la pena. Nunca fue demasiado inteligente (en eso Joe tenía razón), y su tendencia a perderse en un remolino descendente de pena y ansiedad era conocida por todos.
En la escuela lo sabían. Su familia lo sabía. Chelsea Vickers era un experimento fallido, un bebé Petri mal hecho.
Una nueva oleada la sacudió. Llevó una mano a su estómago, con el ceño fruncido.
—Ya déjame en paz, ��no te parece? ¿No te basta el puto arroz, pollo y carne grillada?
Negaba suavemente con la cabeza hasta que oyó a alguien salir al patio. El perro Max levantó la cabeza ante el sorpresivo ruido, orejas en estado de alerta.
Era un chico, sin acompañantes y los gigantes hombros hacia abajo. Alto y de cabello corto, iba vestido de camiseta oscura, pantalones vaqueros azul oscuro y zapatillas negras, éstas tenían tiras blancas a los costados. Llevaba una lata de cerveza Heineken y engulló el contenido de un solo trago.
Exhaló audiblemente con su voz ronca y gutural; maldecía en voz baja a los invitados mientras encendia un fino cigarrillo de marihuana.
Aquellos gestos, su forma tan chulesca de moverse y el fumar… A Chelsea se le erizaron los vellos del cuerpo; su acompañante canino lanzó un resoplido inquieto, elevando su cuerpo hasta quedarse sentado a su lado.
El muchacho soltó el blanco humo luego de elevar el rostro, tosía mientras se dedicaba a recorrer el exterior. Caminaba calmo hacia el extremo opuesto del lugar, su zurda en los bolsillos mientras tarareaba. La luz de una farola iluminó un tatuaje sobre la nuca del joven, una serpiente de cascabel enrollada y que atacaba.
Joseph “Joe” Dewey. La castaña se cubrió la boca. «¡No puede ser, no puede ser! ¡No este hijo de puta de nuevo!»
El corazón le latía como caballo desbocado. Las tripas se le revolvieron ante el temor que la inundaba por dentro. Tenía que huir de ese lugar, mas su cuerpo quedó petrificado ante la funesta visión.
El Vizla soltó un gutural gruñido al ver al individuo caminar en su territorio, aunque fue bajo y de advertencia. La chica percibió como el pelaje de su lomo se erizaba, lanzaba gruñidos ladrados de vez en cuando y se ponía de pie.
«Hasta un perro sabe que es un peligro. Tengo que irme YA.»
Tenía que alejarse como fuera posible; giró la cabeza hacia la izquierda, hacia una alta verja de madera oscura con una puerta. Un farol iluminaba la superficie brillosa de un candado, era imposible usarla como medio de escape.
Joe lentamente se acercaba a su posición, la estela de humo blanco se arremolinaba sobre su cabeza mientras murmuraba y pateaba el césped. El can se posicionó frente a ella, en clara posición de alerta y de ataque. El muchacho lanzó un insulto a la "bola de pulgas" y, sin previo aviso, le arrojó la lata vacía al perro.
Max ladró enérgicamente, un sonido cortante que resonó como un disparo en el silencio de la noche. Chelsea dio un respingo, el terror apretándole la garganta como una soga.
La voz destilaba veneno e ira; su desagrado por las mascotas le era bien conocido. El dolor en sus tripas no hacía más que acrecentarse y las náuseas la sacudían violentamente.
Su respiración era agitada mientras se aferraba al asiento: deseaba volverse invisible antes de verse cara a cara con él. Si la agarraba… ¿qué le diría? ¿Lloraría pidiendo volver con él?
¿O le mostraría otra vez su “mala cara”?
No quería averiguarlo. Desde que la tomó por el cuello y la empujó contra una pared… Ese idiota era un peligro para otros.
Otra oleada de pánico la estremeció al recordar que tanto Dennis como él estaban compartiendo el mismo sitio. ¿Se habría visto las caras? Temblaba de solo pensarlo.
Su bolso vibraba y el sonido producto de la vibración estallaba sobre su regazo. El hombretón estaba a menos de diez metros suyo, la encontraría. Le haría daño de múltiples maneras, igual al año y tres meses en que estuvieron juntos.
El can ladraba, su cabeza gritaba y su cuerpo temblaba. No podía pensar de manera racional qué hacer. No podía permitirse que él la encontrara y le hiciese daño, no de nuevo. ¿Cómo acabaría sino?
Tenía los ojos nublados de lágrimas, los latidos de su corazón reverberaban en sus oídos.
Se puso de pie como pudo, tenía las piernas rígidas y la cabeza le flotaba sobre el cuerpo.
No podía desmayarse ante la impresión. Debía mantenerse firme para poder escapar. El movimiento llamó la atención de Joe y este aproximó con cautela.
Finalmente sabía que había alguien más con él. Como un depredador avanzó paso a paso, en silencio; ella, por su parte, emprendió a la carrera su huida.
«¡Vamos, estúpida! ¡VAMOS!»
Avanzaba entre zancadas, aferrada a su pequeño bolso colgante y a la idea de librarse de él entre la multitud. El pecho le quemaba ante la falta de aire. Tenía la vista enfocada en las blancas puertas corredizas, se imaginaba abriéndolas y sobreviviendo al terrible encuentro.
Medio camino había hecho cuando unas enormes manos la sujetaron de los hombros, fue empujada hacia atrás. Chelsea ahogó un grito mientras una corriente gélida atravesó su cuerpo.
Aquel instante en que enfrentó a su captor fue como abrir las puertas del infierno.
Se desgració al ver el mentón afilado, los labios finos, curvados hacia abajo, su nariz recta; ojos azules grisáceos, sin brillo o alma, fijos en ella. Cejas pobladas, fruncidas ante el enojo.
Diminuta y aterrada, balbuceaba incoherencias; aquella penetrante mirada leyó sus pensamientos mientras hundía los dedos en su carne. Instintivamente puso sus manos en el enorme pecho, aunque la fuerza para apartarlo no bastó.
El perro ladraba furioso mientras los jóvenes forcejeaban. De un momento a otro corrió hacia la puerta y rascó el vidrio insistentemente.
—¡Déjame ir!
—¡Mira nada más lo que trajo la lluvia! —siseó él— A mi chica, escondida como una ratita asustadiza.
Trató de empujarlo un par de veces, aunque eso solamente lo enfureció más.
—¡Me haces daño, Joe!
—Oh, deja ya de lloriquear. Si te quisiera hacer daño ya lo hubiera hecho. —Le sostuvo el mentón y la obligó a mirarlo—. Estoy sorprendido de verte por aquí. ¿Desde cuando sales a fiestas?
—Desde que me invitan mis amigas. Es mi derecho de salir donde quiera y con quien quiera.
—¿Derecho? Tu eres una hermitaña, eres incapaz de hacer algo sin que te obliguen. —Ante sus contorsiones, la inmovilizó desde la muñeca—. ¡Deja ya de retorcerte, Chelsea! ¡Te lastimarás tu sola si no te quedas quieta!
—¡Déjame la…!
Él le tapó la boca con su enorme mano, que cubrió peligrosamente la boca y nariz.
—Solo sirves para chillar, bonita, y eso me molesta. —Pareció recordar algo, sonrió de forma siniestra—. Ya que te encuentro por aquí, voy a aprovechar para conversar contigo sin interrupciones. Tengo mucho que decirte.
Joe intentó arrastrarla hacia la pérgola mientras la chica ejercía resistencia.
—¡Pues yo no quiero ni siquiera tenerte cerca! ¡Vete a la mierda!
Carente de paciencia, la zamarreó bruscamente hasta que ella soltó un chillido. Su enorme mano de jugador de futbol americano entonces rodeó la circunferencia de su brazo.
No le quedó otra que ceder a ser arrastrada, mientras él gruñía cual bestia al retomar su marcha.
—Así me gusta, que me hagas caso —se burló—. Lástima que aprendieras eso después de que echaras a la basura un año de relación.
—Hijo de… —Arañó con sus negras uñas el dorso y dedos; no valió en nada. Solo lo oyó rezongar mientras la devolvía a rastras a su anterior escondite—. ¿Por qué haces esto, Joe? ¿Qué mierda ganas?
—Tu respeto y obediencia, eso quiero. No debería costarte entenderlo, ¿verdad?
—Tu nunca tendrás mi respeto después de todo lo que me hiciste. Después de que me encerraras en mi propia casa, me abofetearas o me arrastraras del cabello.
Él se detuvo en seco visiblemente ofendido. Sabía de qué momento hablaba, de qué día y porqué hizo eso. Todo tenía el mismo denominador en común: Dennis Atkins y su fiesta de cumpleaños.
—¿Quieres la verdad? Lo hice por tu bien. Tú andas muy campante por la vida haciendo lo que se te plazca, conmigo eso no existe.
—¿Por mi bien? ¿Tú siquiera te escuchas?
Joe soltó una risita socarrona para luego imitar sus palabras a modo de burla.
—¿Vas a hacer otra escenita patética como esa noche? ¿O seguirás siendo una niñita malcriada? —La respiración entrecortada de ella lo entretenía—. ¿Vas a hiperventilar? Vaya, claramente separarnos fue lo peor que te pudo haber pasado.
Llegaron al apartado; él la empujó contra uno de los sofás para que se quedara quieta.
En el aterrizaje la jovencita se dobló una muñeca y gimoteó de dolor; al voltear, casi que lo vio disfrutar de su desgracia.
—Veras, Chels… Me llegaron rumores de que estás demasiado fuera de tu elemento, y eso honestamente me preocupa. —Se cruzó de brazos. Al enumerar, levantaba sus dedos—. No respondes mis llamadas, ni mis mensajes ni nada. Exijo una respuesta.
El rostro de la joven se retorció por la incredulidad al tiempo en que frotaba su articulación.
—¿Fuera de mi elemento? ¿De qué carajos hablas?
—¿Siempre fuiste tan vulgar y poca cosa? En fin… —Meneó la cabeza. Al volver a mirarla, sus ojos lanzaban reproches—. Tú sabes perfectamente de lo que hablo, Chelsea.
—Ilústrame, porque no tengo ni puta idea de lo que hablas.
Joe encendió las luces del lugar luego de accionar un interruptor en una de las columnas; el brillo la encegueció momentáneamente. A continuación, extrajo su teléfono celular del bolsillo y rebuscó por unos segundos.
—¿Dónde estaba…? Aquí. —Aclaró teatralmente su garganta—. “Parece que Chelsea se está viendo con otro, hombre. En su colegio no se habla de otra cosa”. “Vaya si es rápida, hace meses que se separaron y ya anda de paseito por medio DC”. ¿Sigo?
Chelsea no salía de su asombro. ¿Alguien la espiaba?
—Ya entendí a lo que vas. Gracias.
—Perfecto. Como finalmente hablamos el mismo idioma, me vas a decir exactamente con quién: nombre, apellido y escuela. Si lo haces, puede que le haga precio.
—No salgo con nadie más, Joe. Estoy sola, no veo a nadie ni me interesa.
El rubio solto un bufido.
—Estas mintiendo. Me doy cuenta.
—¡Te digo la verdad! Solo trabajo para vivir y cuidar de mis perros, nada más.
—¿Y por qué mentiría mi fuente ultrasecreta?
—Dios mío, ¿es en serio?
—No evadas, respóndeme.
Chelsea exhaló rápidamente.
—Es todo mentira. Tu fuente no solo te miente, sino que te hace enojar por nada.
—¿Y por qué haría eso? Después de todo, la fuente es un buen amigo. Mis amigos jamás me mienten.
«No va a dejarlo ir. Sus ojos lo delatan: va a sonsacarmelo a como de lugar.»
—Pues claramente este sí lo hace. Estoy sola y lo prefiero así.
Joe miró hacia el techo, cerró los ojos e intentó mantener una pobre compostura. Cuando volvió a prestarle atención, portaba un deje de sonrisa.
—¿Sabes? Me irrita mucho cuando haces esto. Me tratas como si tuviera dos años, pero se que mientes. Es imposible no verlo en tus ojos o en la forma en que te mueves.
Trató de mantenerse fuerte, aunque sabía perfectamente bien que estaba perdiendo la pulseada. ¿Cómo es que él lo lograba? ¿Cómo podía verla entre líneas?
—Te juro por todo lo que más quiero que no lo estoy haciendo. Yo nunca te mentí, menos que menos voy a empezar ahora.
La castaña se cruzó de brazos a modo de pequeña protección. Lo vio apretar la mandíbula y cerrar las manos en puños.
—Ahí vas de nuevo —señaló, con el dedo acusador en alto—. Cuando te cruzas de brazos es porque escondes algo. Siempre lo hiciste, ¿o te olvidas de cuando te confronté por revisar mis cosas? ¿Mi teléfono, por ejemplo?
—Yo no…
—Ahórratelo: podemos hacerlo fácil o difícil. —Dio un paso hacia ella, acortando la distancia que los separaba—. Dímelo todo, me encargo del problema y se soluciona todo en un pis pas. Si no, lo haremos a mi modo.
Chelsea no podía respirar. Sus oídos zumbaban, la cabeza le dolía y le temblaba el cuerpo.
—Vamos, Joe. No seas así.
—Tu no me dejas alternativa, nunca lo haces. —Ella se reclinó contra el respaldo del sofá, pero él no detuvo su marcha—. Te lo voy a dejar en claro: no niegues más sobre haber estado acompañada, que con alguien te ves. Confiesa: ¿con quién fuiste una puta barata?
Tragó saliva en su boca reseca, confundida y sin poder formar oraciones coherentes. Bajó la mirada, derrotada.
—Yo…
Joe soltó una risita.
—¿Tendré que ponerme como policía malo contigo?
—No, Joe. Por favor, no lo hagas.
—Desembucha entonces, niñita. —Estaba acorralada. Se mordió los labios—. O entraré allí dentro y le haré yo las preguntas.
Sus palabras la despabilaron. Chelsea lo miró aterrada, ojos abiertos par a par.
—¿De qué hablas? ¿Hablar con quien?
Joe soltó una risotada cargada de sarcasmo. Se llevó la zurda al rostro, cubriéndose los ojos con media sonrisa dibujada. ¡Había sido tan fácil!
—Oh, lo sabía. Era verdad entonces…
—No sabes de lo que hablas.
—Si que lo sé. ¿Dennis Atkins? ¿En serio, Chelsea? —Se rompió el dique en su interior y comenzó a llorar como tonta—. Siempre supe que él quería algo contigo, podía verlo en sus acciones, pero nunca esperé algo como esto. ¿Tan básica te volviste desde que cortaste conmigo?
—Solo me llevó al baile, no tenía con quien ir. —Elevó la voz, trastornada—. Es mi mejor amigo, tú lo sabes.
—¡No! —Se paró frente a ella y colocó sus manos en cada apoyabrazos—. Ese buitre siempre te andaba atrás. Ahora ya sé porqué. —Sus ojos destilaban rabia y asco—. ¿Te divertiste con él? ¡Responde!
La joven supo en ese instante que lo mataría. Joe era capaz de dejarlo en el hospital si se lo proponía. Con la misma contextura física de su difunto padre, la cólera que empujaba sus movimientos y la capacidad de no sentir remordimiento alguno podría matar a Dennis.
Se tapó los oídos, incapaz de soportar un segundo más su arrolladora presión. Prefería ser ella la que sufriera el huracán destructivo de Joe Dewey.
—¡Yo pedí ir! ¡Es mi culpa! —gritó—. ¡Déjalo fuera de esto!
Se hundió en el asiento, llorosa e indefensa. Abrazó sus piernas frente a Dewey, quien meneaba la cabeza con desaprobación.
—Tanto que costó saber la verdad… —farfulló—. No te costaba nada decirlo en un principio, Chelsea. La mentira tiene patas muy cortas, ¿sabes? —Palmeó su hombro, socarrón—. Te lo agradezco, finalmente me das el pie que necesitaba.
Su tono de voz le heló la sangre. Lo miró aterrada.
—¿Qué vas a hacer?
—No te importa —dijo mientras guardaba su celular—. Volveré por ti en un rato. Quédate en tu sitio.
Echó a andar hacia la casa, decidido y hombros erguidos. El can aullaba contra la puerta; al verlo acercarse irradiando esa pestilente violencia se apartó, tenía echadas las orejas hacia atrás.
Chelsea se levantó como resorte: tenía que evitar a como diese lugar el enfrentamiento. Llegó hasta él y se le paró en frente, puso su diestra contra el pecho masculino.
—No lo hagas, Joe. No aquí, no ahora.
—Debo proteger lo que es mío, ¿no?
Quiso rodearla, sin embargo, ella volvió a detenerlo.
—Déjalo, por favor. No somos nada, él no quiere nada conmigo y yo mucho menos con él. Si realmente me quieres, no lo lastimarás.
Él le sostuvo el mentón, rostro peligrosamente neutro.
—Muy tarde, bomboncito.
La empujó hacia un lado, Chelsea cayó de bruces contra el césped. La mole humana siguió firme en su objetivo, parecía un toro embravecido buscando al torero.
Con el corazón en un puño, se aferró a su bolso mientras se ponía de pie y tomaba una decisión. «Es ahora o nunca.» El pánico brevemente cedió a la resolución, a la acción, siendo esa su única ventana para evitar perder a su gran amor.
Corrió hacia él y se aferró a su brazo, tiró con todas sus fuerzas hacia atrás para hacerlo retroceder. Dewey no esperaba aquella reacción, por lo que miró por sobre su hombro; en sus ojos pudo ver incredulidad y estupefacción. Ella siguió con los dientes apretados, firme, gruñía cual bestia salvaje.
Logró hacerlo retroceder unos cuantos pasos hacia el centro del patio, pero fue lo suficiente para que volteara y fuera hacia ella. La joven saltó hacia atrás, se hizo de unos preciosos centímetros antes de levantar su cartera y dirigirla hacia el rostro de su ex.
Joe esquivó el improvisado proyectil para luego dejar escapar un resoplido: aquel acto de insubordinación lo hizo estallar. Fue directo hacia ella completamente cegado, Chelsea volteó para correr hacia la pérgola, el sudor frío corría por sus sienes mientras se preparaba para lo peor.
Miro sobre su hombro en la carrera: parecía un perseguidor mutante, de esos que su hermana comentó haber sobrevivido en Raccoon City; implacable, una fuerza destructiva que no se detendría ante nada. Podía escuchar sus pesados pasos perseguirla con el objetivo de darle alcance.
Fueron segundos en donde sus nervios estaban hipersensibles, el vello de su cuerpo erizado y la respiración agitada. Llegó a un punto muerto: no había más lugar donde huir.
Era el fin: ahora tocaba aguantar lo peor del tormento.
La enorme mano masculina se cerró sobre su brazo, le arrancó un grito cuando la atrajo contra él y la garra masculina se apoderaba de sus mejillas. Lágrimas escapaban de sus ojos.
—No debiste hacer eso, Chelsea. —Sus dedos se clavaban como dagas, el aliento a cerveza mezclada con hierba era nauseabundo—. Nunca más volverás a hacerme eso. A mí, a tu hombre.
—Eres un monstruo, Joe. —Su boca se movía rápido por la adrenalina—. Un monstruo enloquecido y ciego. Eres un peligro para todos los que te rodean.
Ella arañaba su muñeca con todas las fuerzas que tenía. Líneas rojas se formaban en la pálida piel masculina, Joe no la soltó ni se inmutó. La vena en su frente se había hinchado y parecía latir, tenía la boca tan apretada que sus dientes parecían a punto de estallar.
—Antes de encargarme de Atkins, te enseñaré buenos modales.
Chelsea notó que su cuerpo comenzó a perder fuerza segundo a segundo, apretó sus labios y cerró los ojos. El mundo le daba vueltas mientras la bilis se subía a su garganta. No podía rendirse, no podía perderse en el negro manto de la inconsciencia; sin embargo, la resistencia la abandonaba, bajo la respiración entrecortada de su ex embrutecido.
En el fondo de la mente podía oír los desgarradores aullidos del perro Vizla, quien chillaba aterrado en la distancia. Exhaló una última vez y sus manos colgaron flojas de sus lados.
Perdió finalmente su integridad justo cuando él levantó el puño. Estaba sola, diminuta e indefensa a su merced, igual a la última discusión que tuvieron aquella tarde. No había nadie para salvarla y nadie para defender a su amigo. Todo había acabado.
El mundo se volvió negro. Dejó de sentir, de ser. No era nadie ni nadie era nada para ella. Quizá así se sintiera la muerte.
No supo ni cómo ni cuándo terminó sobre el duro suelo de madera, rodeada por sus amigas quienes revisaban su estado. Abrió los ojos y vio a Delaney bajo el techo de la pérgola, con sus preciosos ojos obsidiana y las calientes manos que le acariciaban la cara. La cabeza le dolía a rabiar, también el rostro y el cuerpo.
Veía desazón en su mirada, aunque estaba mezclada con una furia mordaz al igual que asco. La joven se acomodó tras las orejas el corto cabello negro, olía a una suave colonia femenina.
—Dela…
—Chss, no hables. Estás bien y eso es lo que cuenta.
Sam contaba su pulso sobre la derecha, habiendo acomodado su largo cabello rubio en una coleta. La vio determinada en su papel de enfermera, también atenta a los signos de violencia sobre su cuerpo.
Los recuerdos lentamente volvieron a su mente y la vergüenza la embargó. A lo lejos un grupo de jóvenes habían formado una ronda, daban apoyo en vítores y silbidos a la pelea a puñetazos en el centro. Escapaban de allí gruñidos, insultos y quejidos.
Cerró los ojos por unos segundos, luego movió la cabeza hacia el otro lado. Ally, con su fuerte contextura física, se arrodilló a su lado para impedirle ver la trifulca. Con su pequeño bolso la abanicaba, consternada por el estado de su amiga.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?
—Te desmayaste en el patio de Wood, estábamos en la fiesta y viniste fuera. Apareció él y…
Chelsea abrió los ojos de par a par, aterrada.
—¡Dennis! —Ally y Dela sostuvieron sus hombros—. ¡Lo matará! ¡Dijo que lo haría!
—Cariño, hay que sacarla de este lugar —murmuró Ally a su pareja mientras se echaba sus trenzas tras los hombros—. No es seguro para ella.
—Lo sé, pero Dex…
El aludido soltó un insulto en la distancia, flashes de cámara filmaban su enfrentamiento. Carne impactó contra carne, los asistentes a la pelea soltaron una exclamación y finalmente intervinieron los amigos de los luchadores.
—Si se levanta, que lo haga despacio y sin sobresaltos — acotó Sam, quien daba el visto bueno a sus amigas—. Venga, que las ayudo.
Las cuatro chicas se pusieron de pie. Las tres amigas sostenían sus hombros mientras el anfitrión se entrometía entre los grupos de la pelea. El puñado de jóvenes se miraban desafiantes; Clint, Andrew y John sostenían a un desencajado y amoratado Dennis.
—¡Maldita sea, carajo! ¡Arruinaron la puta fiesta! —exclamó Will “Billy” Wood, desencajado—. Ahora tengo a mis padres al teléfono, que fueron avisados por los vecinos, de que su patio trasero es una maldita batalla campal.
El tumulto soltó algunas exclamaciones negativas al respecto, todos sabían que significaba: a casa antes de tiempo o ser interceptados por la policía.
—Todos ustedes fuera. —Billy Wood señaló a los contrincantes con los índices, luego echó su pulgar hacia atrás—. Arruinaron mi última fiesta antes de la universidad. Váyanse que en veinte minutos aparecerá la policía y mis padres.
Dela suavemente la condujo hacia la puerta corredera; las otras dos chicas le pisaban los talones. Cuando intentó echar una mirada por sobre su hombro se llevó una reprimenda de su amiga.
—No, C. —murmuró la morena, firme—. Ya vendrá. Lo esperaremos en el jardín, cerca del coche.
Chelsea asintió, aún conmocionada y desorientada. Creyó flotar cuando aguardaban en la acera, a unos metros de la casa Wood. Se aferraba a las chicas, quienes la abanicaban con sus pequeños bolsos y repetían que todo iría bien.
¿Cómo iba a estarlo si su examante y mejor amigo aún no aparecía? Vieron cúmulos de jóvenes salir, pero ninguno de ellos eran Dennis o sus amigos. Los segundos pasaban y su ansiedad aumentaba.
Para colmo de males había perdido su cartera, por lo que estaba incomunicada y sin las llaves de la casa. Lo que al inicio aparentaba ser una buena noche acabó siendo peor que una pesadilla.
Cuando era reprendida por Ally por preguntar por enésima vez si sabían algo de Dennis, susodicho apareció caminando con los otros tres chicos detrás. Las farolas de la calle iluminaban un rostro ensangrentado y amoratado, aunque solemne al encontrarse con las muchachas.
Chelsea no reprimió un gemido lastimero al verlo: su estado era deplorable. Su camiseta polo estaba rota en el cuello, el pantalón sucio y tenía varios cortes en la piel. Lo único rescatable era que tenía su accesorio en la mano, intacto, cosa que la sorprendió.
Por más que quisiese echarse en sus brazos y llorar amargamente contra su pecho, se contuvo. A su pesar debía guardar las apariencias. No intercambiaron palabras ni comentarios, solo se introdujeron en los coches con los que llegaron (las chicas se fueron en un mono volumen familiar) y emprendieron la huida.
Fue conducida a su casa por Clint en su flamante coche rojo de cuatro puertas. Aovillada y en silencio, trataba de mantener sus marcas ocultas de la mirada del muchacho Atkins. Sabía que la miraba por el rabillo del ojo, no obstante, no tenía fuerzas suficientes para hablar del tema. Solo quería volver a casa.
Dentro del automóvil no se dijo ni media palabra: estaban ciertamente consternados por lo sucedido. Las visuales, los alaridos e insultos flotaban en las mentes mientras la ciudad discurría por fuera, tranquila y oscura.
La castaña se encerró en si misma. No quería recordar la violencia sufrida, mucho menos frente a los amigos de Dennis. Ellos no sabían ni entendían lo complicada que era su situación con Joe, y no les explicaría en media hora de trayecto.
Bajó en su casa, la vergüenza que la envolvía era tal que no pudo siquiera saludar a los demás. Llevaba medio camino hecho cuando oyó una puerta cerrarse. Sobre su hombro vio a Dex rodear el coche y acercársele; hizo un gesto con la mano para indicarle a sus colegas que se fueran, y a continuación rodeó sus hombros e ingresaron a la morada.
Dentro de la misma, Chelsea se movió como un autómata: asistió a sus mascotas y se deshizo de sus accesorios. Hizo caso omiso a la dura mirada color zafiro detrás de sí, quien se quitaba la camiseta y evaluaba sus daños.
El muchacho se quedó quieto por un momento, ella se movía sin inmutarse. Una desconexión absoluta con lo sucedido, como si todo fuese un mal sueño o un evento de meses atrás. Al muchacho lo sacudió una oleada de irritación al igual que inquietud ante la actitud de su amiga.
Antes hubiera gritado a los cuatro vientos ante la indignación que la carcomía; ahora, sin embargo, era sumisa a su situación, casi como si aceptara que era lo que merecía.
Era obvio que quería enterrarlo bajo la alfombra, algo que él no debía permitir. Chelsea volvió de la cocina con unas botellas de agua, le tendió una al joven y éste para ella y su amigo, quien no pudo aguantar su disconformidad.
—Demonios, Chelsea. —La aludida se quedó inmóvil, rostro de póquer—. Di algo, por Dios. Grita, enójate o lo que sea. Tu solías hacer eso, ¿por qué ya no?
Ella se quitó los aretes y dio un sorbo a su botella. Negó suavemente.
—No es necesario.
—Sabes que lo es, no te lo calles. No le des la satisfacción de tu silencio.
—Ya está, Dennis. ¿De qué sirve gritar ahora?
Tras sus ojos vidriosos ámbar no vio más que pasividad. Dennis no pudo controlarse.
—¡Maldita sea! —exclamó, mientras arrojaba su camiseta ensangrentada al suelo; la chica se sobresaltó—. ¡No puedes seguir como si nada, joder! Mucho menos después de esta noche y de lo que te hizo. —La señaló con sus manos—. ¡Tan solo mira como te dejó!
Lo vio pasarse una mano por el cabello sucio y enmarañado; tenía algunos restos de verde césped en él. Chelsea pudo ver cómo trataba de calmarse para no azorarla.
—Lo siento, de veras que lo hago. No debí haberte metido en esto.
—¿Eso es todo? ¿Te vas a disculpar por algo que él hizo? —Señaló el vestido manchado de tierra y verdor—. No puedes fingir que eso fue tu culpa o que no sucedió. O que fuiste tú la causa de las marcas en…
El muchacho guardó silencio, apretando sus puños y cerrando los ojos. Sufría por ella, por lo que otro le hizo. Chelsea bajó discretamente la mirada: su vestido favorito estaba arruinado; ya no podría usarlo por las implicancias emocionales que tendría a partir de allí.
Igual a su camiseta floreada favorita, o la que tenía inscripciones en francés. O los pantalones tipo Oxford que iban tan bien con zapatos bajos, como también la negra falda plisada… Soltó un suave suspiro.
—Ya está, ya paso. —Depositó su botella en la mesita de café—. Eso ya no importa, pero tus heridas si. Siéntate en el sofá que te limpiaré un poco. Ya vuelvo.
Su amigo obedeció a regañadientes; se refugió momentáneamente en la soledad de su baño y exhaló silenciosamente. Mientras rebuscaba su botiquín de primeros auxilios evitó mirarse al espejo, donde vería a la otra chica. Una impostora con el maquillaje corrido y la mirada apagada. Pese a que el cuerpo era de Chelsea Vickers, su mente no lograba procesar la información.
No era ella misma, sino una muchacha frágil, inútil y patética. Un pensamiento surcó su mente: Joe siempre tuvo la razón.
Bajó la vista y cerró la puerta del mueble espejado. Fue por un poco de hielo para las magulladuras propias y del mentón de su amigo.
Cuando retornó con él, lo vio observando sus manos temblorosas en silencio. Absorto, no se dio cuenta de su vuelta. Ella levantó su mentón suavemente y comenzó su trabajo con manos trémulas. Procuró mantener una pobre compostura, a modo de último acto del día que si podía controlar.
—Este corte es algo profundo —musitó, dando golpecitos con un algodón embebido en desinfectante sobre la ceja—. No creo que necesites puntos, pero vas a tener que limpiarlo por unos días. —Cogió un paquete blanco y una cinta gruesa—. Te pondré una gasa, límpiatelo mañana en la mañana otra vez.
Dennis gruñó, el hielo contra su mentón.
—Gracias, enfermera.
Con un paño húmedo, le quitó tierra y mugre de las mejillas.
—Cuando te duches usa jabón blanco para el rostro. Haz espuma y límpiate los rasguños.
Asintió, ceño fruncido.
—No respondiste mis mensajes cuando estabas fuera —la reprendió—. Lo había visto bajar del segundo piso, y desde ese instante supe que habría problemas.
Ella evadió ágilmente su reprimenda; con delicadeza, levantó su barbilla y estudió otra herida.
—Estaba ocupada, perdóname.
—Podría haberte defendido en ese patio de porquería. Podría haber hecho más.
—Lo sé, lo siento. El corte del labio se ve limpio. En unos días estarás como nuevo. —Él sostuvo su muñeca—. Para los moretones no hay más que poner hielo y esperar.
—Detente, por favor.
—Quiero ayudarte como tú quisiste conmigo.
—Se que si, pero ahora quiero que te quedes quieta y dejes de ignorar lo que sucedió. Te lo pido encarecidamente.
—Lo hecho, hecho está.
—No, C. No lo empujes lejos, mucho menos esto que pasó. —Le sostuvo la mirada, preocupado—. Te tenía agarrada de la cara. Parecía que te iba a levantar del suelo por como te sostenía.
—D: no exageres.
—Si, Chelsea, si. Tenía el puño en alto, estaba listo para golpearte. —La voz se le quebró. Ella soltó el algodón sobre la mesa y le dio la espalda—. Lo vi con mis propios ojos. Los chicos lo vieron y…
—Basta, Dennis.
—No. Esta vez fue un paso más allá. Una cosa son las amenazas y las falsas promesas, pero esta vez cruzó la línea. Pide ayuda.
Dentro suyo estalló la represa. La joven no contuvo su enojo ni tampoco su frustración.
—¡Te dije que lo dejes estar! ¡Basta!
—¡No puedo ni lo haré! Mi mejor amiga fue atacada por ese psicopata, ¿y me pides que me quede callado? —Se puso de pie, inquieto—. Esto supera todo límite, estoy más aterrado por tu seguridad de lo que estás tú. —Se mordió los labios—. ¿Y si vuelve mañana a terminar lo que interrumpí? ¿Y si…?
No pudo continuar la frase. Ambos sabían a lo que se refería, pero ninguno fue suficientemente valiente como para decirlo.
—Ya está, pasado más que pisado. No volverá a aparecer por un tiempo, y menos después de la paliza que le hiciste tragar. —Le temblaba la voz y se abrazó a sí misma—. Ya le diste su merecido y estoy a salvo. Que se vaya a la mierda.
—Chels: no puedes enterrar esto y seguir como si nada. Él no lo va a hacer, lo vi en sus ojos. Te juro por Dios que lo vi, tan claro como el agua.
No pudo continuar, preso de una fuerte conmoción.
Tras el celeste hielo de los ojos de Joe Dewey, Dennis no vio más que rabia y desprecio. Quería… venganza, como si necesitase retribuirse por una falta en su contra. No había alma ni empatía, tampoco pena o vergüenza por haberle intentado dar un puñetazo a su ex.
Nada. Solo furia y deseo de revancha. Desde que los separaron se dio cuenta que la situación ya no sería como antes, sino que escalaría hasta límites insospechados.
Chelsea sabía perfectamente bien que él tenía razón, pero el peso de su relación con Joe era tal que le resultaba extremadamente abrumador.
Estaba atrapada entre sus redes y no podía salir. Ella lo sabía. Dennis lo sabía. Desvió la mirada e intentó evitar los penetrantes ojos zafiro. Sus palabras eran un murmullo apenas audible.
—D, no quiero que sigas preocupándote por esto. Esto es algo que resolveré a mi manera cuando sea posible, pero mientras tanto todo acabó. —Apretó los labios y continuó—. Lo de más temprano ya terminó, quedó atrás. El resto es mi problema y como tal me toca resolverlo a mi. Por favor, entiéndeme.
Volvió a tomar el algodón con dedos temblorosos y la mente nublada por la angustia que la consumía.
—Solo deja de insistir. ¿Puedes hacerlo? —Movió su rostro a un lado; él negó suavemente—. Seguir con esto no hará que cambie lo que pasó. Si me quieres, déjame a mi hacer las cosas.
Cesó la conversación, cada uno sumido en sus demonios. La joven esperaba que con esas palabras la dejase en paz, ya bastante humillación sentía de sí misma por haber vuelto a soportar los embistes de su ex.
Debía alejarlo para preservar su vida. Ese era el mejor regalo que podría hacerle para que no arruinase su vida enfrentando a un violento como Joe. Era la forma en que ella le demostraba su preocupación, afecto y amor, aunque Dennis no lo supiese ni lo entendiese.
Él lo hacía en base a rogarle que no se quedara de brazos cruzados; ella lo hacía en base a enfrentar el atropello de Joe, cuidando de su amigo.
Era su problema, y como tal, lo enfrentaría por su cuenta.
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gojorgeworld · 3 months ago
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CARTA AL DIRECTOR
“DÍA DE LA RAZA”
- 12 DE OCTUBRE-
Nuevamente ha pasado un 12 de octubre sin que se distinguiera bien qué se festeja en este día, aparte de los generalizados deseos de practicar el turismo en tiempo primaveral. Y los pocos recuerdos al descubrimiento de América - con más propiedad debiéramos decir la invención de América - y al célebre almirante que se sintiera llamado por Dios para realizar la hazaña, han sido más bien para denostarla, para lamentar el hecho de que se nos incorporara a la civilización occidental, para deplorar que el pueblo español se trasladara a estas tierras trayendo su cultura, su religión, su lengua, sus tradiciones grecorromanas. El rechazo hacia el descubrimiento, hacia la conquista y hacia el pueblo que la realizara, se formula en nombre de los derechos que nos correspondían a los primitivos habitantes a mantener la cultura de la que gozábamos en tiempos precolombinos, a preservarnos aislados del resto del mundo, de sus vicios y de su comercio, a desarrollar nuestros hábitos y costumbres en la forma en que se nos diera la gana, a mantenernos exentos de participar de la civilización que -para bien o para mal- es la que dirige el mundo en el que vivimos. En síntesis: al lamentarse el descubrimiento se rechaza nuestras historias, las esencias de lo que somos, se impugnan nuestras raíces, se injuria a nuestra raza. Y es notable que el rechazo de los indigenistas a lo que nosotros somos lo realicen, como es natural que sea, en esa lengua española que la mitad de América habla gracias a la conquista que ellos lloran. Si la conquista no se producía no hubiéramos tenido un modo de trascender más allá de los menguados límites a que se reducía el hábitat de la tribu. Sin la conquista no hubiéramos tenido la escritura, con la que ellos difunden su pensamiento. Claman por un despojo de tierras, exigiendo su devolución, en nombre de comunidades trashumantes, nómades, que han carecido del concepto de propiedad de la tierra, concepto que las culturas clásicas heredaran de antiquísimas comunidades arias de la India. En una sociedad como la nuestra, que rechaza las discriminaciones raciales, pretenden tratos especiales para ciertos individuos en razón de las etnias de las que -con purezas bastante discutibles- dicen descender. Reclaman mejores condiciones higiénicas y atención médica para comunidades que seguramente las precisan y las merecen, al mismo tiempo que reivindican las ciencias de pueblos que sólo conocieron las artes mágicas del brujo de la tribu. Al rememorar al 12 de octubre como día de la Razay a todo lo que esta fecha representa, interpreto que no contradigo los anhelos de los modernos indigenistas, pues ellos también adhieren, en la práctica y aunque no lo reconozcan, a la lengua española, a la escritura y a la aritmética, al uso de la rueda, a las ciencias médicas, al concepto de propiedad territorial, valores todos que se aprecian y que en América existen gracias al descubrimiento y a la conquista. A este homenaje me permito extenderlo abarcando también la figura prócer de don Hipólito Yrigoyen, quien a esta fiesta le dio el nombre de día de la raza. Yrigoyen, en el texto de su decreto, nos enseña y nos exhorta: “la España, descubridora y conquistadora, volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales y, con la aleación de todos estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con júbilo y reconocimiento”. Y así, con júbilo y reconocimiento, agradecidos a una acción descubridora y conquistadora cuyos frutos somos los pueblos de media América, es que festejo este día como fecha muy especial y al presidente que la instituyera como día de la raza.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
#Argentina #Tucumán #España #México #Mundo
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sonyclasica · 8 months ago
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CAPELLA DE LA TORRE Y CHOR DES BAYERISCHEN RUNDFUNKS
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HEINRICH SCHÜTZ: MUSIKALISCHE EXEQUIEN
Nueva grabación del premiado conjunto Capella de la Torre y el coro BR de una de las obras más conmovedoras de Heinrich Schütz, así como de piezas barrocas de compositores como Claudio Monteverdi, Giovanni Gabrieli y Johann Schelle que inspiraron a Schütz o se inspiraron en su producción musical.
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Heinrich Schütz (1585-1672) fue un artista excepcional en una época turbulenta en la que la música se reinventaba y Europa estaba asolada por la guerra. Su emotiva obra en tres partes Musikalische Exequien puede entenderse como una de sus obras más importantes y fue escrita en menos de dos meses a la muerte de su empleador Heinrich Posthumus Reuß en Gera, en 1635. En el álbum también aparecen compositores que inspiraron a Schütz o se inspiraron en él.  Se incluyen obras de maestros de Schütz como Giovanni Gabrieli (1554/1557 - 1612) y Moritz Landgraf von Hessen-Kassel (1572 - 1632), que compuso la "Pavane de la tromba hollandica", una alegre danza cuyo nombre deriva de la palabra italiana "pavo real". En sus viajes a Italia, Schütz conoció a Claudio Monteverdi (1567 -1643), cuyo virtuoso "Zefiro torna e di soavi accenti", con su contraste de alegre naturaleza primaveral y pena de amor, le inspiró incluso para su concierto sacro "Es steh Gott auf". y su alumno Johann Schelle (1648-1701). Johann Schelle (1648-1701), primero niño de coro en la capilla de la corte de Dresde y más tarde en la Thomasschule de Leipzig, escribió su motete "Komm, Jesu komm", de estilo similar al Geistliche Chormusik de Schütz. ¡Una gran fiesta del barroco temprano!
SOBRE LOS ARTISTAS
Capella de la Torre es uno de los principales conjuntos de música antigua de viento del mundo. El conjunto fue fundado en 2005 por la oboísta y especialista en chirimías Katharina Bäuml, y desde entonces ha vuelto a inspirar a su público una y otra vez en más de mil conciertos, 20 CD hasta la fecha y numerosas grabaciones en directo. Con el fin de que la música de los siglos pasados cobre vida para los oídos de hoy, en los programas de Capella de la Torre se incorporan constantemente descubrimientos históricos y musicológicos actuales. Esto incluye especialmente el trabajo con fuentes y textos originales. El año pasado recibieron un Opus Klassik por "Monteverdi: Memories", que se reeditó en una edición especial con cartas ficticias de Monteverdi bellamente leídas por el actor alemán Joachim Król. En 2016, Capella de la Torre fue galardonada con el premio ECHO Klassik al "Conjunto del Año" por su brillante álbum "Water Music". En 2017, el conjunto recibió de nuevo el premio ECHO Klassik por el CD "Da Pacem - Echoes of the Reformation". En 2018, Capella de la Torre fue uno de los primeros ganadores de OPUS Klassik: el conjunto fue galardonado por el álbum "Una Serata Venexiana".
Chor des Bayerischen Rundfunks se fundó en 1946. Por su especial homogeneidad tonal y su versatilidad estilística, que abarca todos los ámbitos del canto coral, desde los motetes medievales hasta las obras contemporáneas, desde el oratorio hasta la ópera, el Coro de la Radio de Baviera goza de la más alta reputación en todo el mundo. Está especializada en sinfonías corales a gran escala, música vocal contemporánea y colaboraciones con conjuntos sonoros originales, como Il Giardino Armonico y la Akademie für Alte Musik de Berlín. El coro ha recibido numerosos y prestigiosos premios por sus grabaciones en CD, incluidos varios premios Echo Klassik. Sir Simon Rattle es Director Titular del Coro y la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera desde otoño de 2023.
Florian Helgath se ha consolidado como uno de los principales directores corales de la generación más joven.
Como director artístico y director de orquesta, ha trabajado con coros y orquestas nacionales e internacionales de renombre, como el RIAS Kammerchor, la Freiburger Barockorchester, la Filarmónica de Bruselas o la Orquesta Gulbenkian de Lissabon. La discografía de Florian Helgath incluye numerosos álbumes muy aclamados. Además de los proyectos a capella, cada vez le interesan más las interpretaciones de repertorio coral y sinfónico.
 
Contenido Del Set
Heinrich Schütz (1585-1672)
1. Selig sind die Toten, Op.11 No./Nr. 23, SWV 391 
Musikalische Exequien, Op. 7, SWV 279–281 (1635/36)
2-28. Teil I: Concert in Form einer teutschen Begräbnis-Messe SWV 279
29. Teil II: Motette Herr, wenn ich nur dich habe, SWV 280
30. Teil III: Canticum B. Simeonis: Herr, nun lässest du deinen Diener in Frieden fahren (Intonatio – Tutti), SWV 281
31. Die Himmel erzählen die Ehre Gottes, Op.11 No.18, SWV 386 
Moritz Landgraf von Hessen-Kassel (1572 – 1632)
32. Pavane de la tromba hollandica
Giovanni Gabrieli (1554/1557 – 1612)
33. Buccinate in neomenia tuba 
Johann Schelle (1648-1701)
34. Komm, Jesu, komm
Claudio Monteverdi (1567 –1643)
35. Zefiro torna e di soavi accenti
Heinrich Schütz (1585-1672)
36. Nun danket alle Gott, SWV 418
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ptbrasilno777 · 9 months ago
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¿Cuál es la mejor época para visitar Elche y Tenerife?
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¿Cuál es la mejor época para visitar Elche y Tenerife?
Clima en Elche y Tenerife
El clima en Elche y Tenerife es uno de los principales atractivos de estas ciudades españolas, cada una con sus propias características que atraen a turistas de todo el mundo.
Elche, ubicada en la provincia de Alicante, disfruta de un clima mediterráneo cálido y seco. Los veranos son calurosos, con temperaturas que pueden superar los 30 grados Celsius, mientras que los inviernos son suaves y generalmente no descienden por debajo de los 10 grados. Durante la primavera y el otoño, el clima se vuelve muy agradable, ideal para disfrutar de paseos al aire libre y explorar los hermosos parques y jardines que caracterizan a la ciudad.
Por otro lado, Tenerife, una de las Islas Canarias, goza de un clima subtropical con temperaturas templadas durante todo el año. Los inviernos son suaves, con mínimas que rara vez bajan de los 15 grados, mientras que los veranos son cálidos pero moderados por la influencia de los vientos alisios. Tenerife es conocida por su clima primaveral constante, lo que la convierte en un destino popular para aquellos que buscan escapar del frío invierno europeo.
En resumen, tanto Elche como Tenerife ofrecen un clima excepcional que permite disfrutar de actividades al aire libre en cualquier época del año. Ya sea disfrutando de las playas de Tenerife o de los parques de Elche, estas ciudades españolas son destinos ideales para aquellos que buscan un clima agradable en cualquier estación.
Temporada turística en Elche y Tenerife
La temporada turística es un momento emocionante tanto para Elche como para Tenerife, dos destinos que ofrecen experiencias únicas a sus visitantes. Elche, conocida por su impresionante palmeral y su Misteri d'Elx, atrae a turistas de todo el mundo durante esta época del año. Los viajeros pueden disfrutar de paseos relajantes por los jardines botánicos, explorar la historia en el Museo Arqueológico y maravillarse con la arquitectura de la Basílica de Santa María.
Por otro lado, Tenerife cautiva a los turistas con su clima cálido y variado, playas de arena dorada y paisajes volcánicos impresionantes. Durante la temporada turística, la isla ofrece una amplia gama de actividades, desde buceo y snorkel en las cristalinas aguas del océano hasta excursiones por el Parque Nacional del Teide, donde se puede contemplar el majestuoso pico más alto de España.
Ambos destinos también son conocidos por su deliciosa gastronomía, donde los visitantes pueden deleitarse con platos tradicionales y sabores locales. En Elche, no puedes perderte la famosa palmera de dátiles, mientras que en Tenerife, el mojo picón y el pescado fresco son imprescindibles.
Además de todo esto, la temporada turística en ambas ciudades ofrece una variedad de eventos y festivales que celebran la cultura local y atraen a turistas y lugareños por igual. Desde ferias gastronómicas hasta fiestas tradicionales, siempre hay algo emocionante que hacer y descubrir en Elche y Tenerife durante esta época del año.
En resumen, la temporada turística en Elche y Tenerife es el momento perfecto para sumergirse en la belleza, la cultura y la hospitalidad de estos destinos increíbles en España.
Mejor momento para viajar a Elche y Tenerife
Elche y Tenerife son destinos turísticos populares en España que ofrecen a los visitantes una experiencia única durante todo el año. Sin embargo, hay ciertos momentos que son considerados los mejores para viajar a estas hermosas ciudades, dependiendo de tus preferencias y objetivos de viaje.
En el caso de Elche, la mejor época para visitar esta ciudad mediterránea es durante la primavera y el otoño. Durante estos meses, el clima es suave y agradable, lo que te permitirá disfrutar de los impresionantes huertos de palmeras, que son Patrimonio de la Humanidad, y de su rica cultura e historia. También es ideal para explorar el famoso Palmeral de Elche, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad.
Por otro lado, Tenerife, la mayor de las Islas Canarias, es un destino perfecto para visitar en cualquier época del año debido a su clima cálido y agradable durante todo el año. Sin embargo, si buscas evitar las multitudes y disfrutar de un clima más suave, los meses de primavera y otoño son ideales. Durante este tiempo, podrás explorar el majestuoso Parque Nacional del Teide, relajarte en sus impresionantes playas de arena negra y descubrir la rica gastronomía local.
En resumen, el mejor momento para viajar a Elche y Tenerife depende de tus preferencias personales, ya sea disfrutar de un clima suave y menos turistas en primavera y otoño, o aprovechar el clima cálido durante todo el año en Tenerife. Ambos destinos te ofrecerán una experiencia inolvidable llena de belleza natural, cultura y gastronomía. ¡No dudes en planificar tu viaje y disfrutar de todo lo que estas increíbles ciudades tienen para ofrecer!
Estación ideal para visitar Elche y Tenerife
Cuando se trata de planificar unas vacaciones inolvidables, la elección de la estación adecuada puede marcar la diferencia. Tanto Elche como Tenerife son destinos turísticos populares en España que ofrecen a los visitantes una amplia gama de actividades y lugares de interés para explorar.
Elche, conocida como la Ciudad de las Palmeras, es famosa por su impresionante palmeral, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Con un clima mediterráneo cálido, Elche es un lugar ideal para visitar durante la primavera y el otoño, cuando las temperaturas son suaves y agradables. Durante estas estaciones, los turistas pueden disfrutar de paseos por el palmeral, visitas a los diferentes parques y jardines de la ciudad, así como de la rica cultura e historia que ofrece Elche.
Por otro lado, Tenerife, la isla más grande de las Islas Canarias, es un destino turístico popular durante todo el año gracias a su clima subtropical templado. Tenerife es conocida por su impresionante paisaje volcánico, playas de arena negra y dorada, así como por el majestuoso Teide, el pico más alto de España. Durante la primavera y el otoño, Tenerife es un lugar perfecto para disfrutar de actividades al aire libre, como hacer senderismo por los senderos naturales, buceo en aguas cristalinas y explorar los encantadores pueblos costeros.
En resumen, tanto Elche como Tenerife son destinos encantadores que ofrecen a los visitantes la oportunidad de disfrutar de unas vacaciones inolvidables. Ya sea que prefieras explorar un exuberante palmeral o relajarte en una playa de arena volcánica, ambas ciudades son la estación ideal para viajar y descubrir la belleza y la diversidad de España. ¡No dudes en planificar tu próximo viaje a Elche y Tenerife en la estación que mejor se adapte a tus preferencias y disfruta de una experiencia única!
Cuándo ir a Elche y Tenerife
Elche y Tenerife son dos destinos turísticos populares en España, cada uno con su encanto único y atractivos especiales. Si estás planeando un viaje a estas ciudades, es importante tener en cuenta la mejor época para visitarlas y disfrutar al máximo de todo lo que tienen para ofrecer.
En el caso de Elche, situada en la provincia de Alicante, es conocida por su impresionante palmeral, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Para disfrutar de un clima agradable y evitar las altas temperaturas del verano, la mejor época para visitar Elche es durante la primavera y el otoño. Durante estos meses, podrás pasear por los jardines y parques de la ciudad, descubrir su rica historia y disfrutar de su gastronomía local.
Por otro lado, Tenerife, la mayor de las Islas Canarias, es un destino perfecto durante todo el año gracias a su clima subtropical. Sin embargo, si prefieres evitar las aglomeraciones de turistas y aprovechar para hacer senderismo por sus impresionantes paisajes naturales, los meses de primavera y otoño son ideales para visitar la isla. Durante esta época, podrás también disfrutar de sus playas, explorar sus pueblos pintorescos y maravillarte con el Teide, el pico más alto de España.
En resumen, tanto Elche como Tenerife ofrecen experiencias únicas en cualquier época del año, pero si buscas evitar el calor extremo o las multitudes, la primavera y el otoño son las mejores estaciones para descubrir la belleza de estos destinos. ¡Prepárate para vivir una aventura inolvidable en Elche y Tenerife!
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bookishnerdlove · 1 year ago
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Capítulo 115 - CLHIDCSC
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Capítulo 115 – CLHIDCSC   Fue cuando Ian se sentó solo en la oficina y pensó seriamente: ‘¿Cómo puedo convertir a Laritte en mi amante?’ La brisa primaveral que entraba por la ventana envolvió los papeles apilados en el escritorio. Gracias a eso, la carta en la parte superior cayó junto a su mano izquierda. “¿Qué?” Fue enviado por el único amigo cercano de Ian, el emperador Oscar Iassa. Estaba tan estresado por su situación que no pudo recordar el contenido de la carta por un momento. ‘… ¿Qué?’ Combinando frustración e irritación, se barrió el cabello negro y abrió la carta con una sola mano. ‘Correcto. Dijo que estaba preparando una fiesta para desearle a Laritte que siempre estuviera saludable.’ Oscar quedó encantado con el resurgimiento de Laritte y dijo que celebraría un banquete directamente en el castillo de la capital. Fue muy inusual y fue una oportunidad para confirmar el poder de Laritte ante todos los nobles. Sin embargo, Ian no estaba nada contento. ¡Fue porque incluso sin esa fiesta, ella ya era la mejor! ¡Esa fiesta no significaba nada! Todos los mirarían con envidia, pero en realidad, Laritte y él eran como amigos. Ahora, Ian era la persona más negativa del mundo. En ese momento, una muy buena idea pasó por su mente. ‘Eso es…’ Ese banquete crearía la atmósfera... Y sería entonces cuando le propondría matrimonio a Laritte. Por supuesto, estaban casados, aunque hubo muchos eventos durante ese tiempo, por lo que no pudieron celebrar una boda. ‘Si le pido que se case, ¿le gustará? La gente normal no le da mucho significado a una boda.’ Luego, se besarían mientras sostienen su anillo de bodas. … ¡Era una oportunidad de recuperar su vida como una verdadera pareja! No sabía quién usó la expresión ‘recuperar la vida como verdadera pareja’. Después de mucho tiempo, Ian ardía de entusiasmo.   * * *   Obviamente, Laritte era cien veces más importante para Ian que su propia lujuria o avaricia. Si ella decía que no quería ir al banquete de la capital, él haría lo mismo. Si bien era una fiesta en honor a Laritte que el propio Emperador Oscar dijo que organizaría… Bueno, si ellos no pudieran ir. Ian llamó a la puerta de su habitación y entró con su permiso. Laritte, que estaba sentada frente al escritorio, levantó la cara. “Bienvenido. ¿Qué está sucediendo?” (Laritte) Laritte estaba escribiendo una carta a Olivia. “¿No regresaste a mi habitación?” Con esas palabras, Ian fijó su vana mirada en el campo distante fuera de la ventana. Fue porque recordaba el pasado cuando solo dormía solo y cuando llegaba solo a su habitación. “Ja, ja…” (Laritte) “Pensé que habían venido Seta o Ikar. Suelen tocar la ventana en lugar de tocar la puerta.” Laritte colocó el bolígrafo junto a la tinta, pensando en Seta e Ikar. Han estado visitando la mansión de forma irregular desde que ella volvió a la vida. Seta quería ver la cara de Laritte y el propósito de Ikar quería ver al gato. Ian explicó su propósito. Sorprendentemente, la reacción de Laritte fue positiva. “Oh Dios.” (Laritte) Laritte, que estaba escribiendo una carta a Olivia, respondió rápidamente de manera positiva. Las criadas abandonaron rápidamente la habitación para que Ian y Laritte pudieran estar juntos. Cuando se fueron, Ian incluso cerró la puerta él mismo. “Pensé que sería una molestia, pero estoy sorprendido.” “Porque ha pasado un tiempo desde que pude ver al Príncipe, no, al Emperador Oscar. De hecho, él también me escribió.” (Laritte) Dicho esto, le tendió una carta, que estaba cuidadosamente colocada en su cajón. Ian leyó la parte central de la carta en un murmullo.     “¿No es interesante?” “Fue interesante excepto por el siguiente pasaje; Su Majestad estaba tan sorprendido que, cuando realmente preguntó eso, el secretario se golpeó la cabeza contra el suelo en señal de negación.” (Laritte) “Lamento el malentendido e incluso recibieron vacaciones, así que fue un buen final.” De todos modos, la fiesta iba a darle la bienvenida a Laritte de muchas maneras.   Las damas del club de aficionados con gran poder no se perderían una fiesta tan grande. Quizás ella podría saludar a las damas. Mientras pensaba en lo que necesitaría para ir a la fiesta, Laritte frunció el ceño. “No puedo usar ‘ese vestido’ esta vez, ¿verdad?” Ian entendió el significado de la palabra de inmediato. El vestido que recibió la anterior Duquesa Selena Reinhardt cuando se casó. Debido a que se usaron las escamas del dragón, no parecía desgastado. Sin embargo, debido a Laritte, perdió sus poderes mágicos. Bueno, esa era una vieja historia. Las nuevas escamas de Olivia le permitieron resucitar. “Llevará mucho tiempo procesar uno nuevo y llevará tiempo realizar reparaciones para colocarlo en un vestido, por lo que cumplir el plazo no sería razonable.” “Eso es muy malo.” (Laritte) “Habrá oportunidades más adelante.” Era un vestido que Laritte no quería usar antes, aunque muriera. Le prometió a Ian que lo apreciaría por el resto de su vida, ya que usarlo le haría perder sus poderes mágicos. Pero ahora, Laritte podría presentarse y decir que quería usarlo. El cambio fue bueno. Laritte e Ian se miraron mientras pensaban lo mismo. Luego, compartieron una sonrisa. Fue una época de paz. Era tan pacífico que Ian quiso decir: ‘¿Nos besamos? Pero ¿no dijiste la última vez que deberíamos tocarnos paso a paso? ¿Bien?’ …El problema era que no podía preguntar. ¿No fue como si se estuviera convirtiendo en una bestia sin escrúpulos loca por ‘eso’? ‘¡Maldita sea!’ Tenía que crear de alguna manera una atmósfera plausible...   * * *   Pasó el tiempo y llegó el día en que se realizaría la fiesta que el Emperador estaba organizando  para la Duquesa. De hecho, sólo habían pasado unas pocas semanas. Esto se debe a que se llevaría a cabo antes del banquete del día de la fundación programado para principios de la primavera. Significaba mucho celebrar un banquete para la Duquesa antes de un día tan importante, para demostrar que el Emperador y el Ducado eran la misma persona. No hubo familia que se atreviera a separarlos. Desde plena luz del día, numerosos nobles entraron con antelación al Palacio Imperial y charlaron mientras esperaban el inicio de la fiesta. Dos nobles varones, a quienes era difícil considerar de mediana edad, también hablaban en el pasillo. “No sé si con este ritmo el Ducado tendrá un estatus más alto que la Familia Imperial.” (Noble 1) El hombre noble, de vientre abultado y de baja estatura, habló con dureza. Todo el mundo estaba celoso de la relación entre la familia imperial y el Ducado, por lo que decidieron hablar entre bastidores. El alto noble también asintió. “Bueno, tal vez sea porque el Emperador confía demasiado en la gente.” (Noble 2) “Gracias a eso, sólo la Duquesa se sentirá bastante optimista. Sacó una muy buena carta.” (Noble 1) “¡Oh mi! ¿Qué pasa si alguien te escucha?” (Noble 2) Ellos se rieron de todos modos. Ahora, tenían que decir algo sobre la esposa ilegítima, aunque sus entrañas de serpiente se habían calmado. “Bueno, en ausencia del Emperador, puedes maldecir al Emperador.” (Noble 1) Las acciones de Laritte fueron verdaderamente inusuales en el mundo aristocrático. Pensaron que ella se retiraría a la trastienda si el interés del Duque en su esposa ilegítima cesaba... Recordaron el invierno pasado. Los días en que se anunció la muerte de Laritte, la sociedad noble también se estremeció. Fue porque el Ducado detuvo temporalmente la mayor parte de sus negocios. Incluso las pequeñas empresas que pensaban que no tenían nada que ver con el Ducado no operaron con normalidad. Fue entonces cuando los nobles se dieron cuenta de lo enorme que era el Ducado Reinhardt y de lo que Laritte significaba para Ian, tanto emocional como económicamente. El noble de baja estatura suspiró. “Aunque sólo habían pasado unos días, realmente pensé que iba a morir. Si la Duquesa no hubiera resucitado, habrían cerrado algunos negocios.” (Noble 1) Laritte era ahora una noble indiscutible. El Emperador y el Duque también estaban detrás de ella. Y, como ella pertenecía a un club de pasatiempos, el mundo social le pertenecía a Laritte… ¡Cuando ella era sólo una hija ilegítima! La mayoría de los nobles le meneaban la cola en invierno, aunque algunos de los verdaderos nobles no sabían que era una pérdida de vida y todavía odiaban a Laritte. “Ni siquiera sé si es real que esté aquí. ¡Jaja, una fiesta para una esposa de ascendencia inusual! Por supuesto, eso no significa nada malo, ¿verdad?” (Noble 1) Literalmente, era difícil creer que ellos hubieran llegado a ese lugar debido a una hija ilegítima. Mientras compartían risas sarcásticas y bajas sobre Laritte, varias figuras predominantes se acercaron gradualmente desde lejos. Los dos hombres rápidamente cerraron la boca y se dieron la vuelta, fingiendo estar mirando el jardín. Y, sin embargo, vieron que alguien se acercaba... ‘…Eh, ¿era esa la pareja Ducal?’ (Noble) Las estrellas de hoy caminaron orgullosas, mostrando sus preciosos atuendos y joyas a juego. Después de eso, le siguieron varios caballeros, incluido Redra. Al ver eso, los hombres saludaron a Ian y Laritte mientras compartían su mirada de ‘Oh no.’ Pensaron que probablemente no los habrían escuchado desde tan lejos de todos modos. “Oh, ¿quién es este? ¡He oído que ha estado enferma durante mucho tiempo, pero se ve sana, Señora!” (Noble) También saludaron al Duque con gran retórica. Ian asintió ligeramente con la cabeza. “Bien.” Cuando la pareja ducal se alejó por el pasillo opuesto, los dos nobles varones dieron un suspiro de alivio. “Cada vez que veo a esa persona, me da mucho miedo... Es como enfrentarse a un león hambriento.” (Noble 2) Redra, que seguía a Ian, abrió sus fríos ojos y le susurró a su maestro. “¿Debo regresar y matarlos?” (Redra) Mientras que Ian era un maestro de la espada con excelentes cinco sentidos, Redra era un candidato a maestro de la espada. Naturalmente escuchó lo que habían dicho los nobles. “Es demasiado extremo.” Ian fingió detener a Redra y habló aún más fríamente. “Todavía existe ese tipo de bastardos. Investiga su información y alcánzamela. Las tres generaciones de su familia llorarán.” …Fue igualmente extremo. Mientras tanto, Laritte ladeó la cabeza, sin saber de qué estaban hablando. Ian se limitó a sonreír y dijo que no era nada, antes de juguetear con algo dentro de su costoso traje. Había un par de anillos de boda para sostener después de crear la atmósfera. ‘No podemos ver sangre antes del evento.’ Finalmente, era hoy. Seguramente recuperarían su vida de amantes. •❅──────✧❅✦❅✧──────❅• Atrás Novelas Menú Siguiente Read the full article
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unrespiroworld · 2 years ago
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EQUINOCCIO DE PRIMAVERA - OSTARA - 2023
Simbólicamente, Ostara es la época en el que la Diosa despierta de su descanso y cubre la tierra de fertilidad, el Dios crece hasta la madurez, y ambos incitan a los animales salvajes a que se reproduzcan
El nombre Ostara proviene de la diosa Eostre, la diosa de la fertilidad, y se relacionaba con el reino animal y las plantas. En este día se celebra la muerte del invierno y el principio del ciclo del renacimiento, es el día en que la noche y el día son iguales y conmemora el equilibrio entre la Diosa/Luna y el Dios/Sol.
Se dice que el joven Dios celebra una boda sagrada con la joven Diosa Doncella, quien pronto concebirá. Así, en nueve meses volverá a ser la Gran Madre (21 de diciembre - Solsticio de Invierno - el nacimiento del Sol).
Es costumbre intercambiarse huevos de colores, ya que coincide con la celebración de Easter o la Pascua. Es el momento de trabajar con las energías de la fertilidad y la abundancia.
Mitológicamente, algunas tradiciones celebran el paso de la Diosa al Dios o de la Oscuridad a la Luz. La Diosa se transforma de Anciana en Doncella. La religión cristiana adoptó los emblemas de la celebración para establecer el día de Pascua, y la semana santa.
Pero los orígenes de Pascua, sus símbolos, son paganos. Los símbolos de Eostre eran el conejo y el huevo, los mismos que se asocian con la pascua. Su celebración tenía lugar en la primera luna luego del equinoccio.
Esta fiesta simboliza la vida, el despertar de la tierra que hasta ahora, ha estado inerte por el paso del frío invierno. Es por ello que representa la fertilidad dando paso al comienzo de la primavera, el momento del germinar de las plantas y del criar de los animales.
Ostara simboliza también el renacer, la vida tras la muerte. Los colores se hacen más luminosos y brillantes. Se respiran los aromas de las flores, se escuchan los zumbidos de las abejas y el canto de los pájaros. Los animales que hibernan salen de su letargo para retomar fuerzas y hacer frente al periodo primaveral.
Era el festival de renovación, regocijo y fertilidad, aunque las fuerzas del invierno se encontraban aún presentes y habría que esperar aún un poco para su desaparición total.
Si quieres saber más sobre esta hermosa fiesta de la humanidad y del Sol, escucha el podcasta o pincha en este enlace para ver el vídeo - https://youtu.be/mst8w-1gfWo
FELIZ EQUINOCCIO DE PRIMAVERA
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wiccareencarnada · 2 years ago
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Luna Gusano y Fiestas Lunares de Marzo. El viejo almanaque de los campesinos nativos de Norteamérica empezó a poner nombres a las lunas llenas en la década de 1930. Por lo tanto,  la «Luna de gusano» se refiere a la primera luna llena de marzo en referencia al deshielo primaveral en el hemisferio norte que libera gusanos en el terreno. Pero también tiene otros nombres, como «luna de cuervo» (los graznidos de los cuervos indican el final del invierno) o «luna de savia o de azúcar» (para marcar el inicio de la temporada de jarabe de arce). En marzo llega la primavera y es por eso que en todas las culturas celebran la fertilidad y la llegada de la Luz. Por ejemplo en la antigua China las chica celebraban y agradecían en la Luna Nueva a la Diosa por concederles la menstruación. El día 16 del mes igualmente en China, se adoraba a la Diosa de la Luz durante la luna llena y le pedían creatividad y alegría. En india la Luna Llena era celebrada con la cosecha del trigo y la fiesta del fuego con grandes fogatas en honor a la diosa Holika, en esta se lanzaban polvos de colores, pero en la actualidad se lanzan agua de colores en honor al semen y a los procesos reproductivos. En Grecia se hacía una fiesta de tres días para celebrar la llegada del nuevo vino donde se daban pruebas, se ofrecía un gran banquete y se hacían rituales en representación de la unión carnal y las nupcias de la diosa Basilisa con el Dios Dionisio. Para terminar el mes se celebraba con procesiones y colores el fin del ciclo menstrual. #wiccareencarnada #virginiaescobar #lunallena #lunagusano #fiestaslunares https://www.instagram.com/p/CpdA-3bulTU/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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agustinisrael · 3 years ago
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Hoy en #navidadx50, una promo en la que cada día hasta el #diadereyes traigo una obra oroginalpor 50 euros. Regalos #🎁 con #arte para estas #fiestas hoy #adoracion de los #magos que traen al niño #claveles #incienso y #manzanilla y todos van ataviados con sus #capirotes, #lunares, etc… al mas puro estilo #primaveral #sevillano con la #giralda de fondo #acrilico y #posca sobre papel 10x15 #art #estar #estrella #belen #navidad #haring #popart #lunaresycapirotes (en Estudio De arte y Diseño De Agustin Israel) https://www.instagram.com/p/CXTS9YhDR_c/?utm_medium=tumblr
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lacuevavikinga · 2 years ago
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Cada nueve años todo el pueblo sueco celebraba una fiesta común. Por lo que a los participantes de dicha fiesta se refiere, no existía ninguna excepción: reyes y campesinos llevaban sus ofrendas a Upsala y el más atroz castigo se aplicaba a los que habían aceptado el Cristianismo: eran excluidos radicalmente de las ceremonias. Las ceremonias eran del tipo siguiente: de cada especie de criaturas vivas del sexo masculino se ofrecen nueve cabezas y cada matrimonio tenía que ofrecer una víctima humana, con cuya sangre era costumbre aplacar la ira de los dioses. Los cuerpos de las víctimas desangradas eran colgadas en el bosquecillo que se encontraba junto al templo. Ese bosquecillo era sagrado para los paganos, y todo árbol en el que se colgaba o se descomponía el cuerpo de una de las víctimas era, a partir de aquel momento, un árbol santo. Al lado de los cuerpos humanos se colgaban también los cuerpos de los caballos y de los perros y, según me contó un cristiano, a veces se habían visto más de 72 cuerpos colgados y entremezclados. Por lo demás, las canciones que se cantaban durante esas escandalosas ceremonias eran tan impúdicas, que lo mejor es silenciarlas... Este rito se celebraba hacia la mitad de la estación primaveral.»
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romanticsrep · 2 years ago
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Nueve meses.
Te conocí en una noche primaveral, tan hermosa que aun sigue grabada en mi mente. Fuimos floreciendo juntos, como las bellas rosas que hoy tenemos en nuestro jardín, hasta que un mes después de conocernos finalmente me pediste ser tu novio y acá estamos, a nueve meses de aquel momento, nueve meses desde esa noche de primavera que nos unimos como uno solo. Pasamos un verano de amor, lleno de pasión y locuras, el otoño llegó y nos tuvimos que cobijar de todo, las cosas se complicaron pero aún así nunca nos soltamos la mano; ahora estamos cumpliendo nueve meses en pleno invierno, uno que lo estamos pasando juntos, calentitos y felices gracias a este amor tan hermoso que nos tenemos. Pasamos cuatro estaciones juntos y sé que volveremos muy pronto a vivir una primavera, como esa donde nos conocimos. ¿Por qué decidí optar por nombrar las estaciones? No lo sé, solo me puse a pensar en lo loco de ya estar cumpliendo nueve meses y se me vino esa a la mente, además cuando pienso en nuestros inicios siempre pienso en que yo me encontraba floreciendo en aquellos momentos y tú decidiste quedarte a mi lado para hacerlo a la par, para crecer juntos y poder disfrutarnos mutuamente. Es increíble que hoy estemos festejando nuestro noveno mes, ya nueve meses desde que nuestras vidas dieron un giro y se llenaron de colores, de amor, pasión y mucha armonía. Te amo tanto que a veces siento que llevamos más, siento como si te conociera de toda la vida y eso me encanta porque me brinda seguridad, vos me brindás todo eso, seguridad, amor, paz, armonía y todos los sentimientos lindos que hay en mí y a mi alrededor. En ocasiones quisiera que pudieras verte con mis ojos, para ver lo valioso que sos, para que puedas admirar lo valiente, inteligente y suficiente que sos, quisiera que te veas como yo te veo porque sé que lo hago de la manera correcta, quisiera que estuvieras en mi lugar para que puedas amarte de la manera en que yo te amo, que es una muy fuerte.
Hay tantas cosas que quisiera decirte pero a veces las palabras no son suficientes pero, es por eso que día a día quiero demostrarte todo el amor que siento por vos, el cual es un montón. Ojalá podamos compartir mucho tiempo más juntitos porque si te tengo estoy feliz, estoy bien y en paz y quiero eso para siempre, quiero tenerte ahí conmigo. Quiero despertar y ver tu rostro admirándome o en ocasiones ver tu rostro ahí, descansando como un osito tan lindo. Quisiera seguir compartiendo noches a tu lado, acostado sobre tu pecho y entrelazando nuestras manos, o noches en donde solo nos dediquemos a hacer el amor para sentirnos en demasía el uno al otro, porque eso también me encanta muchísimo. Quiero que seas el que me acompañe en las fiestas de fin de semana, o en esas tardes en el parque un domingo, quiero que seas quien este a mi lado en las buenas y en las malas, para siempre. Le pido a la vida siempre poder tenerte conmigo porque mi camino se desvía si no estás conmigo, quiero tenerte a mi lado para amarte siempre, para toda la vida si es posible.
Felices nueve meses amor de todas mis vidas, te amo con locura, pasión y muchas fuerzas, te amo para siempre.
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