#El Camino Contrario
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"Antes Que Rías" by short-lived 1980s Buenos Aires, Argentina-based post-punk and gothic rock band El Corte off of their second and final album El Camino Contrario, from 1987
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"Si se supone que ya te olvidé, que lo de nosotros ya descansa en paz, dime qué hago aquí, en mi soledad, pensando en '¿cómo estás?'"
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𝑳𝑨 𝑵𝑶𝑪𝑯𝑬 𝑫𝑬 𝑯𝑨𝑳𝑳𝑶𝑾𝑬𝑬𝑵 +18 | DOS DISPAROS (PT 2)
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𝘎𝘦𝘯𝘳𝘦/𝘛𝘢𝘨𝘴: 𝘈𝘯𝘨𝘴𝘵, 𝘙𝘰𝘮𝘢𝘯𝘤𝘦, 𝘌𝘮𝘰𝘵𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭 𝘊𝘰𝘯𝘧𝘭𝘪𝘤𝘵, 𝘚𝘭𝘰𝘸-𝘣𝘶𝘳𝘯.
𝘗𝘢𝘪𝘳𝘪𝘯𝘨: 𝘏𝘸𝘢𝘯𝘨 𝘑𝘶𝘯-𝘩𝘰 𝘹 (𝘛/𝘕)
𝘞𝘢𝘳𝘯𝘪𝘯𝘨𝘴: 𝘔𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘶𝘮𝘢, 𝘩𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭𝘦𝘴, 𝘥𝘪𝘴𝘤𝘶𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘢𝘴, 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘤𝘪𝘭𝘪𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘢𝘱𝘢𝘴𝘪𝘰𝘯𝘢𝘥𝘢, 𝘴𝘦𝘹𝘰, 𝘮𝘢𝘴𝘵𝘶𝘳𝘣𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯, 𝘵𝘳𝘢𝘪𝘤𝘪𝘰́𝘯.
No olviden dar like y repostear para que más personitas lean 💕
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El año después de la tragedia en la isla había sido una prueba constante para Jun-ho y (T/N). El peso de lo vivido no se desvaneció con su rescate; al contrario, parecía anclar sus almas a esa maldita experiencia, arrastrándolos al abismo cada vez que intentaban respirar con normalidad.
Jun-ho apenas hablaba sobre lo que ocurrió. El disparo de su hermano había dejado una cicatriz profunda en su pecho, no solo física, sino emocional. Aunque sobrevivió al balazo y a la caída, el dolor real provenía de saber que In-ho, su único hermano, había elegido el camino de la oscuridad. Su frustración, su rabia, se volcaba en una rutina exhaustiva de preparación. Pasaba horas entrenando su cuerpo herido, revisando archivos y mapas, siempre con el rostro endurecido.
(T/N) no era muy diferente. Tras salir del hospital, se enfocó completamente en la misión. Su herida tardó en sanar, dejando una leves secuelas que ella se negaba a reconocer. Pasaba las noches estudiando los movimientos de los organizadores de los juegos, memorizando nombres y conexiones. Pero, a diferencia de Jun-ho, (T/N) no ocultaba su dolor. Era transparente en su rabia, en su frustración, y en cómo las pesadillas la atormentaban cada noche. La caída al mar, el frío que la atravesó, el miedo de perderlo... todo volvía como una tormenta incontrolable.
Aunque ambos intentaban seguir adelante, los fantasmas de la isla los perseguían en cada esquina. La relación entre ellos comenzó a tensarse, no por falta de amor, sino por el peso de la culpa compartida. Jun-ho no podía dejar de reprocharse por no haber protegido mejor a (T/N). Ella, por su parte, se culpaba por no haber sido más fuerte cuando lo necesitaba.
Ahora, mientras preparaban la misión para infiltrarse en la fiesta de disfraces, esa tensión explotó.
(T/N) estaba de pie frente al pequeño espejo del motel, ajustando la ropa que llevaría puesta. Jun-ho, sentado al borde de la cama, miraba en silencio, su mandíbula apretada. Finalmente, no pudo más.
—Esto es una locura, (T/N). No deberías venir —soltó, su tono más cortante de lo que pretendía.
Ella se giró lentamente, cruzando los brazos. —¿Otra vez con eso? Ya lo hemos hablado, Jun-ho. No voy a quedarme atrás.
—No entiendes. No es una discusión. ¡No voy a arriesgarte de nuevo! —se puso de pie, alzando ligeramente la voz.
—¿Arriesgarme de nuevo? ¿Crees que tú tienes la única palabra en esto? —respondió, acercándose a él con los ojos encendidos.
—¡Sí! Porque si algo te pasa otra vez, no voy a poder soportarlo.
Su confesión fue como un golpe en el pecho, pero no suavizó la mirada de (T/N). —¿Y qué hay de mí? ¿Crees que no me preocupa cada vez que sales ahí fuera? ¿Que no me duele verte cargar con todo esto solo porque crees que tienes que protegerme?
Jun-ho pasó las manos por su cabello, desesperado. —Es diferente. Yo elegí esto. Tú no tienes que hacerlo.
—¡Sí lo elegí! —gritó, dando un paso más hacia él—. Elegí quedarme contigo, elegí luchar por las vidas que destruyeron. Elegí no quedarme de brazos cruzados mientras siguen matando a personas inocentes.
La habitación quedó en silencio por un momento, solo roto por el sonido de su respiración agitada. (T/N) bajó la mirada, sus hombros temblando ligeramente.
—No quiero perderte, Jun-ho. Pero no puedo ser quien te detenga de hacer lo que tienes que hacer... y tú tampoco puedes detenerme a mí.
Su sinceridad lo desarmó. Jun-ho cerró los ojos, luchando con las emociones que llevaba reprimiendo durante meses. No quería admitirlo, pero la idea de perderla otra vez lo aterrorizaba.
Cuando abrió los ojos, la encontró mirándolo con la misma intensidad, pero esta vez con un rastro de lágrimas en los suyos.
—Te amo, Jun-ho —susurró—. Pero no puedo ser la razón por la que falles en esto.
Fue entonces cuando todo se desmoronó en su interior. Con un movimiento rápido, la tomó del rostro y la besó. No fue un beso suave ni calmado; fue desesperado, cargado de la rabia, el miedo y el amor que no podía expresar con palabras. (T/N) respondió con la misma intensidad, como si ese beso pudiera sanar todas las heridas que ambos cargaban.
La discusión, las heridas, el miedo... todo se desvaneció mientras se aferraban el uno al otro en la pequeña habitación, buscando consuelo en el único lugar donde podían encontrarlo: juntos.
Las grandes manos de Jun-ho comenzaban a masajear los senos de (T/N) mientras hundía su cabeza en el cuello de la mujer, succionaba su piel con suavidad y deseo, las manos de ella acariciaban el cabello del hombre tratando de sentirlo más cerca, quería que aquel momento nunca acabara.
Con movimientos precisos y rápidos el quito el jean de su pareja dejando a la vista una ropa interior de encaje negro, Jun-ho amaba ese tipo de conjuntos de lencería qué su novia usaba a diario, el solía pagarle cada uno de ellos con la intención de que ella le modelara en un espectáculo erotico.
—Uff..., extrañare tanto este coñito—una suave palmada impacto en el lugar nombrado y sin perder un segundo más comenzó a estimularla.
—Cuando esto termine, espero que nos mudemos a una hermosa casa en las montañas...—con la respiración entrecortada (T/N) hablo mirándolo a los ojos.
Una risita salió de los labios de Jun-ho seguido de un asentimiento, observaba la figura de su mujer sentada en el escritorio y sudando de la excitación qué sus dedos le causaban y una idea fugaz recorrió su mente haciéndolo tensarse. El hombre bajo el cierre de su pantalón y saco su verga erecta y palpitante de su ropa interior; no quería lastimar a (T/N) por lo que con saliba la lubrico y comenzó a estimularse a si mismo un poco, para luego agarrar a su pareja del cuello contándole la respiración y dándole un beso intenso.
—Si te pierdo me perderé a mi mismo para siempre, no puedo vivir sin ti y no soporto la idea de verte lastimada por esos bastardos.
Antes siquiera de que (T/N) pudiera responder el grueso miembro masculino de su novio ingreso de manera brusca y rapida dejándola sin aliento. Abrazó por los hombros a Jun-ho y comenzó a gemir con intensidad mordiendole la piel y besandole el cuello.
Sus movimientos eran rápidos y fuertes, el glande chocaba con el fondo de la vagina haciendo que en cada estocada un quejido leve saliera de sus labios, las fuertes manos de Jun-ho alzaron el trasero de (T/N) y separo sus nalgas comenzando a follarsela como un animal, no quería dejarla, no quería separarse de ella y a toda costa deseaba protegerla, pero ella no lo permitía.
Logro identificar cuando su novia llegó al orgasmo porque su cuerpo se debilito y recostó su cabeza en su hombro gimiendo con cansancio y suavidad, aún así su ritmo no cambió y cuando el derramó su semilla en el coño de (T/N) surpiro de placer y la llevo en brazos hacia la cama recostandola en el colchón y dejando muchos besos por toda su cara, de la misma forma acariciaba con delicadeza la piel del cuerpo de ella.
—Quédate aquí, iré por algo para limpiarte—indicó Jun-ho refiriéndose al semen que escurría del coño de (T/N).
Jun-ho entro al baño y se observó fijamente en el espejo, una lágrima resbaló por su mejilla sintiendo culpa, pero no podía echarse atrás, debía protegerla a toda costa, así que a pasos largos y rápidos le echo un último vistazo a (T/N) y salió del cuarto dando un portazo y comenzando a dejarla encerrada con llave en la habitación.
La mujer se dio cuenta de lo que estaba pasando y comenzó a golpear la puerta mientras gritaba de rabia, se sentía triste y traicionada.
—¡Jun-ho! ¡No puedes decidir por mi!—con sus puños golpeaba una y otra vez la madera de la puerta—¡Me estas traicionando!
Al otro lado Hwang Jun-ho cerraba sus ojos con culpa mientras se recostaba en la pared contraria a la de su habitación con (T/N), para el eso había sido lo correcto, y esperaba que ella comprendiera.
—¡¡¡Abre la maldita puerta!!! ¡¡¡Ábrela!!!—gritó con furia (T/N) comenzando a llorar de impotencia.
—Vendré por ti mañana, mi vida..., lo juro, solo quiero protegerte.
Cegada de la ira, (T/N) buscaba la manera de salir de aquel lugar, intentó derribar la puerta pero muchos de sus intentos eran nulos, se asomó por la ventana, pero lo único que vio fue que se arriesgaría a una gran caída si siquiera intentaba hacerlo.
Dos voces se unieron a lo que estaba ocurriendo, voces familiares.
Seong Gi-hun y Choi Woo-seok.
(T/N) volvió a acercarse a la puerta tratando de descifrar si sus amigos estaban allí o solo era su imaginación.
—¿Qué sucedió oficial?—inquirió el más risueño de los tres— Hace algunos momentos estaban muy... felices.
—Estoy protegiéndola, no quiero que nada le pase—respondió él detective mirando a los dos hombres a su par.
Un golpe fuerte y seco resonó otra vez y con más rabia de la que ya tenia (T/N) pateo la puerta con fuerza.
—¡Gi-hun! ¡Sácame de aquí!—exclamó con la voz rota golpeando una vez más, pero con menos fuerza que las anteriores—No pueden dejarme aquí..., yo también quiero ayudar, tengo el derecho a ayudarlos..., yo también estuve allí.
Jun-ho negó hacia Gi-hun quien consideraba abrir la puerta.
—Gi-hun..., no puedes dejarme aquí—comenzó a hablar ella ya con un llanto prominente de la impotencia que sentía—, los dos estuvimos en ese infierno, yo también quiero vengar a Ali, a Sae-byeok...—intentó convencerlo—, no me pueden hacer esto...
—Lo siento (T/N)... Es lo mejor para ti—Gi-hun le dio la razón a Jun-ho—. Vamonos, ya casi es hora.
Un grito de rabia y más puños y patadas a la madera fue lo último que escucho Hwang Jun-ho antes de alejarse del dormitorio donde había dejado encerrada al amor de su vida.
—Perdóname, pero no lo entenderías...
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enzo 💥 (pero con fluff al final ojooo)
silly blurb con enzo vogrincis (prompt list)
enzo y tú no soléis pelearos, no a menudo, pero eso no significa que cuando discutís las cosas no se pongan completamente dramáticas, más bien al contrario.
enzo puede ser extremadamente sensible, algo que forma parte de su personalidad y que a ti te encanta, pero cualquier cosa puede despistarle cuando se enfada. y no suele ser muy bueno expresando sus sentimientos, lo que provoca una tensión horrible, que crece y crece hasta que explota y acaba en momentos como la vez que olvidaste que habías quedado para cenar con él.
había sido una semana difícil para los dos y, por fin, enzo había encontrado un rato en su agenda para llevarte a cenar. se empeñó en elegir un restaurante sofisticado y romántico que te gustara, sabía que te gustaría… si hubieras aparecido.
se quedó en el restaurante una o dos horas. bebió más copas de vino de las debidas y luego, tras una tremenda frustración, se fue a casa. sólo te acordaste cuando cogiste el móvil tras una reunión de trabajo de dos horas, pero ya era demasiado tarde.
miraste los mensajes de un enzo preocupado, confuso y, más tarde, enfadado. se te heló todo el cuerpo, y entonces sentiste que te golpeaba la punzada de la culpa. te fuiste a casa lo más rápido que pudiste, a los brazos de tu novio, y por el camino intentaste pensar en todas las formas de disculparte, pero cuando llegaste a casa todas las palabras se te fueron de la cabeza.
él sería comprensivo, pensaste. siempre lo era. pero esta vez fue diferente. debido al cansancio, al estrés, a un cúmulo de razones, enzo no reaccionó bien.
llegaste a casa, las luces estaban apagadas y enzo estaba leyendo uno de sus libros en el salón, y decidió ignorar tu presencia, incluso cuando empezaste a disculparte. en su mente, sería mejor callarse y no decir tonterías. y sintiéndose menospreciado, quería que te sintieras culpable al menos un poco.
en algún momento de la noche, te quejaste "¿por qué tienes que ser tan egoísta?", una mentira total en forma de frustración, pero salió de tu boca igualmente.
y las cosas se intensificaron rápida e impacientemente.
"¿por qué las cosas tienen que ser tan difíciles contigo?", exclamó en un momento de la discusión, y fue como recibir un puñetazo en el estómago.
era horrible sentirse un obstáculo, horrible sentirse culpable, y aún peor oír esas palabras salir de la boca de la persona que menos esperabas.
durante el resto de la velada, reinó el silencio en el piso. nadie se atrevía a abrir la boca y perder una pelea por orgullo herido. anduvisteis por la casa evitándoos, fingiendo no daros cuenta o ignorando las subliminales invitaciones de redención cuando de repente aparecía en la tele la película favorita de ustedes.
enzo y tú permanecisteis en silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos y emociones conflictivas. a pesar de la tensión palpable en el aire, había un deseo subyacente de reconciliación, una voluntad de dejar a un lado el orgullo herido y encontrar el camino de vuelta el uno al otro.
así que enzo decidió ceder y dio el primer paso. arreglaría las cosas aunque se sintiera herido. decidió salir de casa, aún sin decir nada, y se fue a su restaurante de la esquina favorito y pidió el plato que más le gusta, para llevar.
cuando volvió, puso tranquilamente la cena en la mesa, e intrigada por el olor de la comida, entraste en la cocina y encontraste a enzo con cara de arrepentimiento y una mesa para dos, con la plantita de la decoración de la ventana justo en el centro, en un intento de imitar una mesa elegante.
era imposible no sonreír, aunque intentabas disimularlo. tu pecho se llenó de un sentimiento cálido, intenso y persistente. era muy difícil seguir enfadada con él mientras le querías tanto. tu plato favorito estaba sobre la mesa y tu novio te acercó una silla, invitándote a unirte a la redención.
"¿podemos empezar de nuevo esta noche?" preguntó, con la cabeza inclinada hacia un lado y la voz aprensiva, no sólo deseando la reconciliación, sino temiendo ser rechazado. era adorable cómo se sentía con estas cosas.
no te lo pensaste dos veces, aceptando tu lugar en la mesa, y esta vez, empezando las cosas de la manera correcta, lejos de cualquier tonta discusión.
cada bocado era un recordatorio de que el amor no consiste sólo en momentos grandiosos y gestos extravagantes, sino también en la capacidad de superar juntos las adversidades cotidianas. compartisteis tímidas sonrisas y pequeños gestos de afecto, reconstruyendo ese final del día, y todo ese momento de intimidad consiguió ser mejor que cualquier cena elegante en un restaurante de cinco estrellas.
sólo una pequeña distracción rápida para usted, un snack ;)
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Querido niño interior,
Por mucho tiempo, he intentado avanzar sin detenerme a escucharte, sin darme cuenta de cuánto necesitabas de mí, de cuánto hemos cargado juntos. Hoy quiero escribirte, porque mereces ser escuchado, porque mereces ser amado de la manera que siempre necesitaste.
Sé que has sentido soledad, que has mirado a tu alrededor y te has preguntado por qué las cosas han sido tan difíciles. Te has esforzado tanto, incluso cuando parecía que no había nadie para apoyarte o para aplaudir tus logros. Pero quiero que sepas algo: te veo. Te veo en cada paso que das, en cada lucha que enfrentas, en cada lágrima que derramas. No estás solo. Estoy aquí contigo ahora, y nunca más quiero que sientas que debes cargar con todo por tu cuenta.
Sé que a veces te sientes como si el mundo estuviera en tu contra, como si no fueras lo suficientemente bueno. Pero déjame recordarte algo: no eres débil por sentirte abrumado, por haber pensado en rendirte. Al contrario, eres increíblemente valiente por seguir aquí, por seguir intentando, incluso cuando parece imposible. Esa fuerza que llevas dentro es tu mayor tesoro, y aunque la vida haya intentado hacerte creer lo contrario, quiero que sepas que vales más de lo que las palabras pueden expresar.
No tienes que demostrar nada a nadie, ni siquiera a mí. No tienes que ser perfecto ni tener todas las respuestas. Lo único que quiero es que sigas soñando, que sigas creyendo en ti, aunque sea un poquito cada día. Porque te prometo que, aunque ahora no lo veas, tienes todo lo que necesitas para construir la vida que deseas.
A veces, sé que te duele no tener a alguien que celebre contigo, alguien que te abrace y te diga que todo estará bien. Pero aquí estoy yo, para ser esa persona que necesitaste. Quiero abrazarte en esos momentos en los que te has sentido pequeño e invisible. Quiero decirte que no importa cuánto tropieces o cuántas veces dudes de ti mismo, yo siempre estaré aquí para levantarte.
Eres mi fortaleza, mi esperanza y mi guía. Aunque el camino sea incierto, estoy comprometido a caminarlo contigo, a construir un futuro donde podamos sentirnos orgullosos, no solo de lo que logremos, sino de quiénes somos. Y no importa lo que pase, nunca dejaré de amarte.
Te prometo que cada día trabajaré para ser el adulto que te proteja, te cuide y te honre. Tú no eres un fracaso, ni una carga. Eres mi raíz más pura, mi alegría más sincera y el motor de cada esfuerzo.
Gracias por nunca rendirte, incluso en los días más oscuros. Gracias por ser tan resiliente, incluso cuando el mundo parecía no darte razones para serlo. A partir de hoy, vamos a sanar juntos, a reescribir nuestra historia, y a ser todo lo que soñaste que podríamos ser.
Con todo mi amor, Yo, tu yo adulto
-R
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Miyabi es alto, pero bastante delgado y con facciones envidiables... Aún así nunca ha tenido problema para intimidar a nadie con su voz, con su actitud, con su expresión o con algo menos físico. Y hoy parece ser de esas noches en las que cualquiera con ojos, orejas y sexto sentido es lo suficientemente sabio como para apartarse de su camino.
El viejo casino de la calle Murata, uno de los primeros "negocios" a los que su padre le mandó para "ofrecer sus servicios" y cuyas deudas llevo al dueño a, según informes policiales, ahorcarse en su despacho... Allí se había asentado el enjambre de Takeuchi Daisuke bajo la idea de tener a hombres en ese barrio para lo que pudiera ser, una zona privilegiada no por la cantidad de clientela que hiciera vida nocturna si no por la "calidad" de esta.
Perfecto para que una rata sarnosa llenara los bolsillos de posibles alianzas, o influenciara a cualquier joven con malas ideas y peores notas.
Ahora no era más que un local con un par de paredes de pachinko funcionales, dos mesas de apuestas y una amplia barra de alcohol... Pero las coloridas luces del exterior le hacen entender rápidamente de que efectivamente, ese sigue siendo el nido de la serpiente.
Miyabi no es de sutilezas, Miyabi no es de pensar en estrategias ni mucho menos... Pero por la calle en la que va tiene justo delante la caja de fusibles del edificio y, en ese momento, le parece buena idea dejar que Kuroha la derrita.
En apenas unos segundos las luces del edificio saltan, dejando solo las parpadeantes luces de emergencia como única fuente de luz. Nadie parece especialmente alertado, la energía general parece ser la de una fiesta momentáneamente fastidiada.
A punto de demostrarles lo contrario, Miyabi entra en el edificio. No conoce tan bien el edificio como los que están en él, y eso le pone en desventaja. Pero tanto el factor sorpresa como su increíble sintonía con su perra son sus ases en la manga. Eso y el no estar borracho, no como sus contrincantes.
Desenvaina su espada y se queda con la saya en la mano izquierda. Corta la primera cabeza tras ver a su primera víctima en un destello de luz. Engancha a su acompañante usando su brazo y la funda, solo para clavarle la espada en la espalda.
Un grito, que le indica donde está su próxima víctima. Kuroha salta al cuello del primer idiota que, entre el pánico, se le ocurre disparar al aire revelando también su posición.
Entre gritos, disparos, golpes y ladridos, ninguno de los presentes es capaz de esconderse de Miyabi en la intermitente oscuridad. Y cada uno de ellos recibe la misma porción de ira que el anterior, la cual no parece tener fin y más parece crecer mientras la adrenalina se adueña de su cuerpo.
Porque cuanta más carne corta, más cerca está de Takeuchi.
Cuando finalmente está delante de esta se detiene. Sabiendo perfectamente que el jaleo ha sido oído de todos modos, manda a Kuroha a derretir la puerta. Las llamas reciben alguna que otra bala, de algún comensal intentando eliminar la amenaza, clavándose en las paredes y el techo.
Aparece, sin miedo ninguno, de entre las llamas una vez estas se han calmado un poco, como un espíritu colérico mandado desde el mismísimo infierno.
Para los presentes, de hecho, ahora mismo lo es. Porque el hijo del Oni está muerto, y lo que tienen delante no puede ser más que un fantasma.
De nuevo Kuroha, como si fuera invocada y creada desde las llamas, salta en escena a acabar con el primero que alza su arma. La espada de Miyabi acaba con los más sorprendidos y con aquellos que han creído que ahora es un buen momento para creer en Dios.
Takeuchi queda el último. Está sentado en el suelo, reculando con las manos, llorando. Tan patético como lo recordaba... Solo que con mejores camisas y un bigote bajo el que seguramente ha ido escondiendo su nueva sonrisa de soberbia ese último año.
E-Espera... ¡Espera! Podemos llegar a un acuerdo... ¡T-Te daré lo que sea! Su voz se vuelve más y más nerviosa al ver que los pasos del ahora ensangrentando Miyabi no se detienen. ¡Te diré lo que se-!
Ni siquiera le permite terminar la frase, deja que sea la hoja de su katana el que le interrumpe.
Miyabi yergue después del movimiento, sin dejar de mirar a los ojos de la ahora inerte cabeza del yakuza. Siente su sudor empapar su cuerpo, los golpes que ha recibido en algún que otro forcejeo arder, y la sangre ajena que tiñe su ropa gotear al suelo.
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Espérame
De camino a mi casa siento la ausencia reciente de que exactamente hace diecisiete minutos estabas durmiendo sobre mi cuerpo. Llegando a mi cuarto pensé que te debo muchos detalles, muchos regalos y muchas más ocurrencias de las que te dije este último mes. A veces pienso que es complicado aunque tú me dices que solo se trata de hacer las cosas sin pensar tanto.
Sé que tengo ideas erróneas en mi cabeza y por favor perdóname. Tengo miedos aguardados y por favor espérame.
No estoy curandome o sanando. Estoy solamente intentando ser sólido, estoy forjando un amor más seguro para ti. En mis manos siento aquella sensación de protección y proteger implica tener y tener el deseo de poseer y conquistar y sobresalir y sobrepasar toda dificultad
Y la verdad te amo y la verdad te quiero.
Y la verdad estoy más asociado y cercano a todos los males contrarios a lo que quiero darte. Creo que es más probable que hoy cometa un error a que consiga el valor de salir contigo, darte un anillo y desaparecer por siempre.
Es quizá como el mundo te educa o quizá como tú dices: "son solamente excusas".
Entonces creo que puedo hacerlo, poco a poco, por ti. Pero dame tiempo, espérame.
#amor#citas#cosas que escribo#frases#letras#literatura#loandra#pensamientos#poemas#poesia#textos#escritos#novios#citas de amor#citas en español#versos
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Y la paz consiste en dejar ser al otro tal cual es, el amor es no querer cambiar al otro si no aceptar todo lo que le conforma, y crecer es tomar eso que nos incomoda y usarlo a nuestro favor, salir de ese lugar donde se siente cómodo y se siente todo bien donde todo lo que llega es justo lo que queremos percibir.
¿Felicidad? La felicidad es dejar de voltear a ver el pasado y dejar de pensar en el futuro; a mi el pasado me llega a cubrir y el futuro a veces me asfixia pero he aprendido a tener momentos libres de pasado y futuro, cuando observo a mi alrededor y me fundo en ese momento justo donde estoy, ahí me sumerjo fuera del tiempo y entonces respiro.
Libertad, libertad es ser tu, ser fiel a quien tu eres, a tus verdades, a tu propio camino, libertad es saber el valor de todo lo que te conforma y apropiarte de ello sin importar si otros pueden verlo. Con que tu lo sepas y lo cuides es suficiente. La persona que logre apreciarlo sabrá valorarlo, se quedará a tu lado y no intentará cambiarlo ni tampoco le afectará, al contrario, porque ser tu te hace libre y dejar ser es amor, es libertad, es permitir dejar crecer.
Berenice
#notas#frases#citas#escritos#caostalgia#textos#pensamientos#en tu orbita#reflexión#Paz#Amor#Felicidad#libertad#berenice#noviembre 2024
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“Tu dignidad consiste en hacer y decir siempre lo que es conforme a naturaleza. Que no te aparten nunca de tu camino las opiniones o las calumnias de otras personas; por el contrario, si has dicho y hecho lo que se debe, no te consideres indigno. Los demás siguen su propio criterio y sus propios impulsos. Tú no codicies esas cosas y sigue tu camino particular, el que te marca tu naturaleza y la naturaleza común. Para ambas existe un único camino“.
- Marco Aurelio (121-180 AD).
https://estebanlopezgonzalez.com/2016/10/07/marco-aurelio/
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A menudo querer no es suficiente, porque a veces quieres y sencillamente no se puede. No es posible porque no estás en el mismo lugar mental, porque tú quieres algo y la otra persona lo contrario, porque la vida te ofrece cosas y algunas de esas cosas te alejan, te cambian, irremediablemente. El amor no basta porque el amor, además de sentirlo, hay que decirlo, hay que construirlo, hay que hacerlo. El amor requiere de mucha paciencia y de mucho tiempo, requiere estar presente, que las personas vivan en el mismo momento, a la misma vez. A menudo vivimos en el mismo lugar pero en distintos instantes o en el mismo instante en distintos lugares. Para amar hay que coincidir y hay que hacer una apuesta por compartir. Eso es imposible si alguien está enganchado al pasado como una bolsa de plástico a las ramas de un árbol, nunca junto a ti, o proyectada al futuro como un cohete en busca de vida enotro planeta, nunca aquí. El amor requiere de voluntad, pero a veces te esfuerzas y no. A veces quieres mucho y te quieren y no. Y te duele porque lo intentas y no funciona. Por eso a veces lo mejor es dejar ir. Es asumir la quimera. Es aceptar la fantasía decantada en la pastosa realidad con calma y con afecto. Es decir "te quiero, pero aquí no es", "aquí ya no", es agradecer todo lo vivido, toda la intimidad, todo el esplendor de la guarida de cielo compartida. Esa, tuya y mía, en la que ahuyentamos el miedo a irnos de este mundo solos y a marcharnos sin haber profundizado como viento en el bosque. A menudo querer no es suficiente y hay que aceptarlo. Hay que separarse y seguir el camino.
-Roy Galán
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"Siento que en algún momento te irás, y me duele profundamente pensar que esa partida no te afectará tanto como a mí.
La idea de tu ausencia pesa sobre mí como una sombra constante, llenándome de una tristeza que parece no tener fin.
Me pregunto cómo será para ti, si realmente sentirás la misma pérdida que yo.
Mientras trato de prepararme para ese día, no puedo evitar pensar en todos los momentos que hemos compartido, en cada risa, cada conversación y cada instante que se quedará grabado en mi memoria.
Para mí, dejarte ir será como perder una parte de mí mismo, y la incertidumbre de no saber cuánto significo para ti me consume.
Quisiera creer que te importo tanto como tú a mí, pero el miedo a descubrir lo contrario me paraliza.
Solo espero que, cuando ese día llegue, podamos recordar lo mejor de nosotros, incluso si nuestros caminos toman rumbos distintos."
#tristeza#escritos#notas tristes#citas#ansiedad#para ti#buenas noches#soledad#frases#amor#citas tristes#insomnio#dejar ir#por favor#lo siento#sentimientos#notas de noche
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Hoy ya son cinco meses desde que terminamos, y van a ser dos meses desde que dejamos de hablar. No sabes cómo duele el saber todo el daño que te hice y saber que merezco todo el dolor que siento por tu huida de mi, porque eso hiciste, escapaste de mi.
Y quien iba a querer quedarse con este desastre, porque eso es lo que soy, un desastre mental y emocional que no puede mantener nada porque se autosabotea a sí misma con cada acción que realiza.
Me duele saber que todo lo que espere para poder cumplir nuestros sueños lo tiré a la basura por algo sin significado para mí, pero que causó un gran dolor en ti, y que ahora todo eso lo vas a hacer con tu nueva novia, que por cierto es bastante bonita y espero no sea el desastre que fui yo.
A veces tengo rabia de que con ella si y conmigo no, pero basta con acordarme de lo que hice y esa rabia se transforma en dolor y tristeza que se derraman por mis mejillas.
Sé que es lo mejor para ambos, pero no puedo sacar de mi mente que estás con alguien más, que dejaste de amarme y que no signifique nada para ti, tu último trato conmigo me demostró que ese amor tan grande que decías sentir por mí había tenido su final y todo fue porque no pude comunicar lo que realmente sentía.
Me dio miedo perderte por mi actuar, pero tampoco deje de actuar de esa forma, como dije, soy un desastre mental, ni siquiera yo misma sé porque hice todo esto.
Me fié del amor incondicional que decías tener por mi, pensando en que ibas a perdonar ese error, así como yo perdone los tuyos, pero no fue así, solo me sacaste de tu vida como si fuese una chaqueta vieja que deshechas y continuaste tu camino con alguien más.
Me imagino que debes estar bien para estar dándole amor a alguien más mientras en estos cinco meses yo lo único que he hecho es llorar y pensarte a diario, no he parado de hacerlo y no creo que acabe pronto mi martirio, lo merezco.
Pero tampoco me olvido de que tú no eres un santo, y que cada uno paga sus pesares de alguna u otra forma, ninguno de los dos somos malas personas, solo actuamos acorde a las herramientas que tenemos y a lo que realmente somos.
Yo estoy tratando de sanar, tomé terapia y aunque sigo hablando con chicos, ninguno me llama la atención, no siento nada, y no sentiré nada por un largo tiempo.
Te extraño y aún siento amor por ti, y sigue siendo tan real, tan grande que jamás interrumpiría la paz que te dio el alejarte de mí. Jamás molestaría a tu nueva novia y jamás te diría estas cosas por más que quisiera hacerlo, porque al final me ha costado tanto soltarte porque no pudiste darme esa despedida que necesitaba para poder avanzar, me dejaste con todo en la mesa y solo te fuiste.
Quizás si hubieras sido claro, quizás si hubieras al menos sido sincero y directo conmigo al momento de preguntarte si había alguien más, el dolor sería menor, pero no quisiste darme ni una sola migaja de empatía. Entiendo tu enojo conmigo, pero por todo lo que hice por ti no merecía la incertidumbre, el desprecio y la humillación.
Solo espero que en algún momento tengas ese vínculo con tu hijo, por el cual yo luché que tuvieras, luché desde la sombra porque jamás quise entrometerme ya que no era mi tema, espero hayas encontrado un buen trabajo, espero que puedas surgir y tapar esas bocas que tanto mal hablaron de ti, espero que seas exitoso. De verdad te deseo el bien, pero una parte chiquita de mi, desea lo contrario porque mi egoísmo tiene rabia de haberte acompañado en el proceso de crecer por seis años y no haber podido ver eso en lo que yo siempre supe que ibas a convertirte, espero que la persona que tengas al lado te potencie lo suficiente para darte ese ánimo y apoyo que siempre te hizo falta, y que yo intenté darte todo el tiempo que estuvimos juntos. Espero que de verdad hayas superado el error que cometí hacia ti, me imagino que así fue para que ya estés con alguien más.
Yo seguiré aquí, tratando de superar el hecho de que jamás volveré a ver tu cara, ni sentir tu olor, jamás volveré a tomar tu mano, ni siquiera puedo escribirte, por eso lo hago aquí, para sacar mis pensamientos escritos mientras veo borroso por mis lágrimas que lo único que desean es poder volver aunque sea una noche dormir a tu lado y enterrarme en tu pecho mientras nos abrazamos, eso no volverá a ocurrir.
Constanza A. 🌻
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Malos hábitos, tatuajes por doquier, los cuales me llevaron hacia ti en un arranque de predilección. Gracias a ti, he llegado a la conclusión de que me enloquecen los tatuajes, gracias a ti, me he convertido en una fiel y necia creyente de que a través de esas huellas que se encuentran en ti, se cruza una persona cuyas razones tiene para hacerse un recuerdo el cual lo tatué para siempre, las cuales quiero descifrar, quiero descifrarte a ti, ¿se puede?
Quizá he llegado a pensar en que tu corazón puede llegar a ser un poco afín al mío, un corazón sabio e inteligente, el cual sabemos que debemos cuidar ¿quién diría lo contrario si puedo ver todas las señales?
Podrías llegar a ser tan detallista como yo, de tal manera que yo podría dejar huella en tu corazón, y podrías tatuar mi nombre en ti, para siempre, si así lo quieres, incluso aunque nuestra historia llegara a ser pasajera, piénsalo por tan solo un momento.
Malos hábitos, el humo sobre mi como si fuera un destello de luz el cual brinda ternura y calor en tan solo un parpadeo, y todo esto, mientras fumas nicotina que sale de tu cigarro, la cual se ha vuelto mi adicción, una de la cual no quisiera salir nunca, y con tan solo decirte que ni siquiera me atrevería a fumar cigarro, puedo decirte todo; pero se que puedo usarlo como metáfora mientras escribo este pequeño relato sobre ti.
Conozco tu pasado, y sé que te aferras tanto a él que ni siquiera quieres recordarlo, pero ¿y que si lo recordamos juntos? Yo créeme y estoy dispuesta a conocer tus lados más oscuros, así como los más brillantes, que estoy segura y puedo contar con la certeza de que tienes más luz en tu vida que incluso puedo decir que brillas, tú personalidad irradia paz y tranquilidad, y quiero conocerte, quiero saber todo de ti, y no me importa lo que haya pasado en tu anterior vida, porque sé que un largo camino te trajo hasta mi, y se que lo descubriré, pero a la vez mi corazón me dice que no estoy sola en el, tú estás ahí para acompañarme en ese camino, solo sé que ese día, pude sentir una sensación extraña en mi, la cual ya había sentido antes, pero esta vez pude ver algo mas allá, y logré ver un futuro incierto pero no imposible, de manera que tú me acompañabas de la mano, y si tan solo supieras que lo único que quería hacer ese día era tomar tu mano, entrelazadas, la tuya, la mía, el uno con el otro porque cuando estás cerca de mi, no puedo evitarlo, solo espero el momento de verte, o estar cerca de ti y tan solo sentir tu roce. Y si… puede que esto sea pronto, pero ¿y que si lo es? El tiempo es inválido para mi, no me importa, solo sé que podríamos detener el tiempo con el simple hecho de sentir tu mano en la mía, mi mano fría, tú mano tibia, la cual me brinda ternura y calma… tal cual como tu y tus malos hábitos,¿O no es así? ¿Lo has pensado alguna vez?
-Dani
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insaciable. — cunty f1 driver!esteban kukuriczka x entrevistadora!lectora.
y en verdad la palabra saciedad no está en mi lista / y con el afán de superarme, arriesgarme no me importa / quiero el tener el pan pero también quiero la torta.
resumen: la vida va como esteban kukuriczka en la fórmula uno; rápido. el nunca había tomado el tiempo de festejar ni meditar ninguno de sus objetivos, y conquistarte no fue la excepción.
word count: 4k
advertencias: f1 au AAAA !!, red bull racing driver!kuku, backstory extenso pq me inspiré demasiado, enzo mention, la lectora matches his freak profesionalmente skfkskgke, flirty!kuku, pr nightmare!kuku, possessive!kuku !!!!! (me emocioné perdón), +18, soft dom!kuku.
A/N: feliz cumpleaños querida! este ha sido mi fic más largo desde q entré aquí y todo fue impulsado por la admiración que tengo hacia tu talento y literalmente todo lo que escribes. espero que la pases súper bien hoy !!
now playing… insaciable del cuarteto de nos
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Esteban Kukuriczka era insaciable.
Desde pequeño, desde el primer momento que se había sentado en un kart por puro ocio, no había parado ni por un minuto a respirar. Rara vez contemplaba el paisaje cuando viajaba para competir en Europa y mucho menos cuando requería utilizar su encanto compuesto por su intelecto y cierta delicadeza que le faltaba en la pista para poder conseguir patrocinadores.
Pero ahora, ¿qué todos los días se sentaba en un Red Bull? Ni aunque lo intentaran— como pasaba todos los fines de semana, con colisiones de vez en cuando— podían detenerlo.
Era la adrenalina intoxicante que a este punto ya componía la química de su sangre lo que propulsaba a rebasar por dentro de las esquinas en vez de abrir e intentar batallar con el piloto que haya tenido la osadía de desafiarlo en la pista.
Eso no significaba que su sensatez era mínima; todo lo contrario. La mayoría del tiempo su carro era tan rápido que los retos dentro de las carreras eran pocos, y de corta duración. Aún así, él elegía sus batallas para evitar tener que pagar las sanciones millonarias de su propio bolsillo, o evitar discordia con sus compañeros de parrilla. Seguía siendo ese muchacho cortés y caballeroso que en categorías inferiores lo reconocían por ser demasiado maduro para su edad, con una hambre desmedida por el éxito y los resultados.
Todo el mundo reconocía, veteranos dentro del deporte como rookies por igual, que era mejor no meterse en su camino.
Tanto los pilotos como diversos miembros de staff hace tiempo se habían rendido en cuestionar sus estrictos métodos de entrenamiento y preparación, debido a que claramente estaban mostrando resultados deseados. Al final del día, sea su postura conocida públicamente o no, la mayoría admiraba su disciplina como método de saciar esa sed de ganar que se asentaba en la parte de atrás de su garganta y plagaba cada acción y pensamiento relacionado con su pasión.
Al entrar a la nueva temporada, era obvio para todo el mundo lo que el piloto tenía en mente para ese año. Siempre exigente pero igualmente realista, Esteban planteaba sus objetivos dependiendo de su actual situación; cuando era pequeño quería subir de categoría para llegar a la Fórmula Uno, luego allí en Toro Rosso su objetivo era subir a Red Bull Racing, y su primera temporada en Red Bull se planteó acomodarse en la posición en la que estaba— ganar y sobresalir, se repetía cada mañana— para llegar el año próximo con única y exclusivamente el trofeo dorado en mente. Se le aguaba la boca al pensar en su firma grabada en el metal.
Lo que no contaba, aún luego de advertencias por parte de compañeros veteranos, era como su ambición iba a ser vista por la prensa.
Arrogancia. Codicia. Malicia.
Interpretaban sus bailes de celebración y su maña de utilizar ropa de su armario personal— lentes de sol incluidos— en vez del kit del equipo para llegar al paddock como mala educación, una sonrisa y mirada suave que en Toro Rosso era el ejemplo de inocencia, en Red Bull se había convertido en un signo de burla.
“¿Burla de qué?” Esteban tiraba el periódico en la mesa del desayuno aquella mañana luego de leer el artículo.
“Ni puta idea.” Su entrenador encogió los hombros y siguió tomando café.
En un principio le molestaba, genuinamente sentía furia que sus logros sean opacados por tremendas ridiculeces como las que leía cada cierto tiempo. Solo cuando buscó apoyo y dirección, aprendió que parte del éxito era la crítica desmesurada (y en gran parte, sin precedentes)
Desde ahí se tomó eso como el sufrimiento del éxito, y bien sufrido que estaba.
Fue un cambio de mentalidad bienvenido por los verdaderos fanáticos del deporte, quienes podían disfrutar de la pesadilla que era para cualquier persona que tuviera un mínimo entrenamiento en relaciones públicas o conocía del tema. Respondía a las preguntas descaradas con atrevimiento y amabilidad, de una manera que el entrevistador se sentía incómodo por hacer la pregunta en primer lugar.
La estrategia empezó a funcionar a finales de la temporada pasada cuando dejó clara su actitud, esa certeza que tenía para saber lo que quería y que sabía cómo conseguirlo.
“No me voy a disculpar por ganar. Nunca; ni a ustedes la prensa, ni a mi compañero de equipo ni a los de la parrilla, ni a los espectadores. Buenas noches.” Fueron sus últimas palabras en la rueda de prensa de Abu Dhabi donde tomó hasta la última oportunidad para subir a la tercera posición en el campeonato de pilotos.
Dejó el micrófono en la mesa y se fue antes de tiempo, el silencio en la habitación que dejaba hizo que enderezara la espalda y sonriera relajadamente al salir del tent donde se organizaban las ruedas de prensa.
El silencio perduró a lo largo de las extensas vacaciones que se pasó escalando cerros para mantener la resistencia que tenía su cuerpo. Le daba pena admitir, pero en un punto, Esteban extrañaba que hablaran de él. Aún así, se encerró en su pequeño pedazo de paraíso sin ninguna molestia, cogiendo con quien se le pegara la regalada gana sin que fuera atacado públicamente.
‘Quizás fui muy grosero.’ El piloto pudo discernir en su mente al ver como la habitación llena de periodistas se tensó al verlo entrar y sentarse en la mesa junto a los otros en su ronda de entrevistas. Pensó lo mismo cuando las preguntas dirigidas a él directamente eran pocas, y hasta sintió la bilis subir a la parte de atrás de su garganta y juguetear con úvula antes de que tomara un largo sorbo del agua mineral que patrocinaba en el evento.
“Hola, buenas tardes, espero que estén bien.” La dulce voz llamó su atención de inmediato, y dejó sus pensamientos negativos a un lado para mirar de dónde provenía el sonido, sus ojos encontrando a los tuyos mientras te presentabas con tu nombre y la cadena de noticias donde trabajabas.
‘Por fin despidieron al viejo hijo de puta que trabajaba ahí,’ No conocía si ese era el caso, pero sonrío más ampliamente al hacerse la idea.
“Mi primera pregunta es para Esteban: según los últimos reportes pretemporada de tu equipo tienen posiblemente el carro más rápido en cuanto a ritmo promedio,” Él asiente para dejarte saber que entiende tu pregunta por el momento, y por dentro se impresiona de que ni miras tus notas; te sabes la pregunta de memoria y tus ojos nunca dejan los suyos. “¿Te sientes cómodo con tener que asumir el reto de maximizar y rebasar más en las rectas comparado con las curvas?”
Esteban sentía la necesidad de saltar de la emoción. Por fin, una persona con preguntas competentes que investigaba antes de sentarse enfrente de los pilotos. Tú sabías muy bien que su estilo era más de rebasar en curvas, no le iba bien en rectas largas a menos que el carro se lo permitiera o tenía ya una gran ventaja. Podía ver de reojo como sus compañeros se encontraban igual de impresionados, robando algunas miradas hacia él para notar su reacción.
“¿Vos sos nueva?” Preguntó sin una onza de filtro. Algunos periodistas rieron, pero frente a eso tú ni te inmutaste a lo que parecía ser una pregunta ofensiva, solo asentiste. Estabas acostumbrada, eran muy pocas las mujeres que estudiaban periodismo deportivo.Y muchos los hombres irrespetuosos dentro de tu campo de trabajo. “Tenía tiempo que no escuchaba una pregunta tan buena, y menos de una persona tan bonita y educada.”
Sonrió satisfecho en la manera en que las risas murieron casi instantáneamente. Le sonreíste en forma de agradecimiento, aunque por dentro chillabas como una adolescente hormonal. Esteban tenía una reputación con las pocas periodistas de tu mismo sexo; era extremadamente coqueto en las pocas ocasiones que se ha enfrentado a las otras. No es que no querías, simplemente no debías tomártelo personal.
“Bueno, si, yo adoro los desafíos. Es una buenísima oportunidad para mejorar esa pequeña, minúscula debilidad que tengo en las rectas,” Ahora las risas eran compartidas, en vez de dirigidas hacia alguien en específico. Al parecer, salvaste su reputación con una pregunta que no le molestara y que permitiera que mostrara genuino interés. “En general tenemos un carro muy bueno y especial y creo que podré adaptarme fácilmente. ¿Alguna otra pregunta?”
“Para ti, no.” Antes de que pudieras agradecerle, te interrumpió.
“¿Segura? Revisa tus notas; podemos pasar la tarde entera aquí.” Insistió, y tú sacudiste la cabeza con una sonrisa. “Que pena", se lamentó, y ya los otros pilotos escondían sus sonrisas; lo conocían tan bien.
“Nos veremos en otro grand prix, no te preocupes.” Se enderezó, rígido como una tabla, al darse cuenta que le seguiste el juego sin mostrar debilidad alguna. “Gracias Esteban, si tengo una para Enzo.”
“A ti, muñeca.” Respondió amablemente antes de que pudieras hacerle la pregunta a su compañero.
Esteban aprendió mucho más de ti que solo tu nombre y tu lugar de empleo esa noche. Eras decidida tanto en tus preguntas como en tus interacciones con los pilotos, se notaba como genuinamente habías estudiado para formular las preguntas y que de verdad sabías de lo que estabas hablando. Al hablar con sus compañeros notó que el sentimiento complaciente en torno a ti era un denominador común.
Pero Esteban sabía que no era lo mismo que él opinaba de ti.
Por primera vez en quizás una década, no se acostó pensando en ganar ni en trofeos. Tus ojos llenos de determinación plagaron sus pensamientos en medio de la oscuridad, tu sonrisa segura y relajada era cómo verse en un espejo. No le había pasado ni cuando tenía una mujer desnuda durmiendo a su lado, y su manera de pensar te convirtió en otro objetivo por alcanzar.
Investigó tanto sobre ti con oficiales de prensa de su equipo que solamente le faltaba llamar a la Interpol para saber más. Pedía que te asignaran a él en el media pen luego de las carreras, y mostraba genuina felicidad de verte durante cualquier posible interacción periodística.
Pero su conquista por el mundial de pilotos se veía más fácil que la conquista por ti.
Era como jugar a jalar la cuerda contra Hulk. El tiraba y tiraba, para que con un jalón de tu parte lo tumbaras a sus pies. Lo mantenías siempre a un brazo de distancia; él te lanzaba cumplidos y tú simplemente le hacías una pregunta lo suficientemente difícil para que se le olvidaran los términos afectivos con los que se refería a ti.
Ganaba carreras como si fuera fácil, peleaba a diario por estar en la pole y sacar los mejores tiempos en las prácticas. Solo pensaba en cómo mejorar sus críticas sobre el carro para que su equipo pudiera mejorarlo aún más.
¿Pero no podía ni enterarse si tenías novio o no?
Ridículo.
Esteban se volvió a sentir el favorito de Dios el día que, por primera vez en toda la temporada, coincidieron fuera de la pista. Llovía a cántaros en Canadá, como usualmente pasaba en la fecha del Grand Prix. Terminaba su café de la tarde con calma luego de pasarse la mañana en el simulador, abandonado las oficinas para dejar que su equipo registre los números antes de brindar su feedback.
Entraste claramente apresurada, colocando la sombrilla donde guardaban las demás y quitándote el sweater para quedar en un vestido con cuello estilo polo. Se había dado cuenta ya antes que vestías muy preppy, de buena manera. Era simple, elegante.
Le gustaba más de lo que quería admitir.
Te sentaste en una mesa cerca de la ventana sin notar su presencia, soltando la mochila con lo que asumía que utilizarías para trabajar.
Pero él nunca había sido el tipo de desaprovechar una señal divina, levantándose de su mesa con su taza medio llena en mano. Carraspeó, llamando tu atención. Por tu cara pasaron cien mil colores antes de establecerse un escarlata; sabías muy bien que ya no tenías escape.
Lo veías como un depredador, fuera y dentro de la pista. Lo que tenías era una negación inmensurable de que su presa fueras tú, aún cuando otros pilotos te lo habían traído a tu atención fuera de las cámaras.
“¿Está ocupado?” Apuntó al asiento con una sonrisa.
“No, pero mejor no nos sentamos cerca de la ventana.” Tomaste tus cosas, y a él le sorprendió tu sensatez mientras caminabas hacia un puesto cerca de una ventana pero contra una esquina. Era perfecto, llegaba la luz natural— un poco limitada debido al clima— y no había oportunidad de que alguien fuera del establecimiento les tomara una foto.
“¿Sigues muy bien las reglas, no?” Esteban apuntó mientras se sentaba frente tuyo, el camarero trayendo el chocolate caliente ya que no te permitías la cafeína a menos que fuera estrictamente necesario. “¿Te han dicho en el trabajo que no puedes salir con pilotos?”
“Hola, Esteban, feliz tarde. Sí, estoy bien, gracias por preguntar. No, no me gusta este clima, me deja el pelo con frizz.” Sacudiste tu cabeza con una sonrisa, decidiendo responder su pregunta de igual manera. Tenías que admitir que él era muy sincero; ya lo sabías, pero llegaste a considerar que pudo ser solo un acto frente a las cámaras.
“No debo,” Corregiste. Si él tuviera la más mínima idea de las veces que te repetiste esas palabras en tu cabeza obsesivamente cada vez que te encontrabas con él, creería que estás loca.
“Llámame Kuku,” Fue lo único que sacó de tu pequeño sermón por su supuesta falta de modales. Siempre te había insistido, pero tu siempre lo llamabas por su nombre. “Ah, pues si puedes.” Esteban casi ríe, pero se limita a esconder su sonrisa detrás de su taza de café. “¿Tenés novio?”
“No, Kuku, pero ¿qué tal con todas las preguntas? ¿Quieres cambiar conmigo de oficio?” Decidiste molestarlo un poco, ignorando fuertemente la manera en la que sus facciones se iluminaron por tu respuesta.
“¿Entonces por qué me tratás así, dulzura?” Observó cómo tomabas un sorbo lento de tu bebida, siguiendo la manera en la que tu lengua trazaba la comisura de tus labios para limpiar el líquido grueso.
“¿Así como?” Te encogiste de hombros inocentemente, haciendo reír al hombre frente tuyo. “Te trato igual que a todos los pilotos, no entiendo el problema.”
“Ese es el problema,” Esteban explicó suavemente, dejando su taza a un lado. “No sé cómo más te puedo hacer entender, vos me tenés loco.”
Eras lo único que no se relacionaba directamente con el mundo de los motorsports que vivía en su mente. Podía ser un poco obsesivo, pero así era con todo en esta vida. No iba a parar hasta conseguirte, como todo en esta vida, de igual manera.
Parpadeaste repetidas veces, copiando su acción y dejando tu taza de lado. “No,” A tu negación, abrió la boca, sorprendido. Se te había declarado, ¿qué significaba ese ‘no’? “Me tratas igual que a todas las otras reporteras mujeres, y yo te trato igual que los otros pilotos.”
Ouch.
¿Tan mala reputación tenía?
“No, muñeca, mira,” Empezó a explicarse. Su voz nunca mostró ningún indicio de molestia; todo lo contrario, era paciente, palabras cuidadosas. “No lo entendés. Si te fijás, yo no he vuelto a hacer nada parecido con nadie desde que nos conocimos. Yo soy que pido que me entrevistes cuando somos solo nosotros, yo siempre he querido saber de vos. Tú simplemente me has apartado siempre.”
Ya entendías cómo se sentían los pilotos cuando presionabas por una respuesta, haciéndolos realmente pensar. Karma.
“Nunca lo vi así, lo siento.” Admitiste, tomando un largo sorbo del chocolate caliente, con temor de volver a mirarlo a los ojos.
Sentiste su mano en tu mentón, haciéndote levantar la mirada. “¿Por qué te disculpás?” Preguntó con sinceridad con una sonrisa que solo se agrandó al ver como te sonrojaste de nuevo. La muralla que habías constituido diligentemente para sobrevivir en un campo dominado por hombres machistas había sido derrumbada, o por lo menos, Esteban logró adivinar la contraseña y pasar por la puerta que habías construido por si acaso.
Luego de ese momento, cualquier pregunta que te hacía, respondías con elaborada sinceridad. Se tomó dos cafés más y tú decidiste aflojar tus rígidas convicciones por un momento para ordenar un frappé, compartieron un pedazo de cheesecake con la promesa de que lo acompañaras a jugar pádel luego de que se acabara en fin de semana del Grand Prix y antes de ambos tener que partir hacia el siguiente destino en el calendario.
Y así encontraste un lugar dentro de su mundo, a su lado. Pasaron una parte de las vacaciones de Agosto juntos, fuera del ojo público. Muy poca gente conocía de su relación hasta cuando se había vuelto oficial, a petición tuya para evitar el escrutinio de tu trabajo y subsecuentemente, el de otras mujeres en el área.
El tiempo iba igual de rápido que el auto de novio, y para Abu Dhabi tenían varios meses saliendo. Todo quedaba puesto en ese fin de semana, solamente con quedar en algún lugar del top 10 tu novio era campeón del mundo de la Fórmula Uno.
“Señorita,” Interrumpieron tu sesión pre-entrevista que ahora llevabas rutinariamente, últimamente en el hospitality de Red Bull. Llevabas un vestido blanco como acostumbraban todas las WAGs para la última carrera de la temporada. Aún así, su relación no era de conocimiento público. “Esteban quiere que pase por su cuarto.”
Extrañada, te levantaste de tu asiento, recogiendo tus cosas para hacer la corta caminata hacia donde se encontraba. Estaba sentando en el pequeño sillón que apenas acoplaba la longitud de su cuerpo, mirando al techo.
“Amor, ¿todo bien?” Preguntaste sinceramente, un poco preocupada. Era una ley de oro no molestarlo antes de una carrera, entonces consideraste que mínimo se estaba volviendo loco o se sentía mal.
“Si,” Respondió rápidamente, sentándose para dejarte espacio en el mueble. Tomaste la pista para sentarte a su lado, dejando primero tus cosas en la pequeña mesa llena de driver cards que había terminado de firmar. Ya junto a él, observaste cómo extendía sus brazos para recoger una caja relativamente pesada del suelo.
“¿Para mí?” Preguntaste con el ceño fruncido, tomando el presente. Se supone que era él quien debía estar recibiendo regalos en un día tan especial en su carrera. Con cuidado, abriste la caja, despegando el pequeño sticker circular que mantenía el papel crepé cubriendo delicadamente la pieza.
“No entiendo.” Parpadeaste, levantando la chaqueta para una profunda examinación, la manera en la que estaba perfectamente doblada se deshizo por el movimiento. Azul marino, rojo y amarillo resaltaban en lo que reconociste luego de dos segundos como una chaqueta vintage del equipo de tu novio.
“Quiero que la uses hoy.” Volteaste a ver a Esteban con una ceja levantada antes de doblar la ropa en dos y ponerla hacia un lado.
“Amor, sabes muy bien que tengo que permanecer imparcial; no puedo usar eso,” Le explicaste apenada, y por un minuto pensaste que el te estaba jugando una simple broma, esperando voltear a ver esa sonrisa que en un principio te molestaba pero que desde hace meses te derretía.
“No, no debés,” Te corrigió simple y llanamente, su mano reposando en tu muslo.
“Literalmente tiene tu número en el dorsal. Pensé que no querías que nadie supiera de lo nuestro.” Intentaste generar una excusa, esta vez aún más válida que la anterior. Habían llegado a tal acuerdo con el propósito de protegerte, y no veías ninguna razón para que este no fuera el caso aún.
“¿Y si ya no quiero eso?”
Su pregunta te hizo tragar en seco, sin poder apartar tu mirada de la suya. Ni notaste cuando su mano se deslizó debajo de la suave tela de tu vestido, su pulgar dibujando gentiles círculos en tu piel.
Aquí te podías dar cuenta como la palabra saciedad no estaba en el diccionario de Esteban. Ya te tenía a ti como lo había planeado, pero en su mente, eso no era suficiente. El reto de conquistarte se había esfumado hace rato, pero el seguía corriendo dentro de su monoplaza hasta encontrar un nuevo objetivo.
“No me gusta como los otros pilotos te insinúan que deberías ser de sus equipos.” Era la primera vez que oías la queja, cejas fruncidas por un momento antes de que se inclinara a besar tu cuello mientras su mano se movía centímetros más cerca de la piel suave de tu muslo interno.
“Puedes mantenerte neutral por el resto de tu vida,” Siguió su discurso, sus nudillos acariciando tu centro, aún cubierto por la fina tela de tu ropa interior. “Pero cuando yo corro para un equipo, lo apoyás también. ¿Entendido?”
Las palabras se te quedaron estancadas en la parte de atrás de tu garganta junto con el aire que debería salir por tu nariz.
“¿Qué pasa?” Su voz era tierna, pero por la manera en la que uno de sus dedos apartaba la barrera que había entre tu centro— creciendo en humedad— y su deseo por convencerte de aceptar su regalo.
“Háblame, amor.” Insistió con una sonrisa dulce mientras su pulgar trazaba una línea desde ese punto más sensible hacia tu entrada. Solamente pudiste soltar un quejido, acomodándote para brindarle mejor acceso. Lo que te trajo a la realidad fue uno de sus dígitos adentrándose en tus cálidas paredes, una mano cubriendo tus labios para ahogar el gemido que salió de ellos.
Con una mirada y su otra mano apartando la tuya sabías que no te quedaba más que responder y pronto. Él nunca había sido demasiado duro contigo en cuanto a la desobediencia en la cama, menos cuando te pasabas de lista.
“Gracias por el regalo amor, pero…” Intentaste ir por la ruta más sensata, lo que te decía el poco de materia gris que quedaba intacta y no derritiéndose por la manera en la que su dedo se movía dentro tuyo.
“No te pedí peros,” Esteban reprochó, su cara tomando el mismo color que el que tus cachetes portaban. La diferencia es que se encontraba frustrado, contrario a ti que te hallabas sumida en el placer. Sin ninguna resistencia añadió otro dedo a la combinación, su ritmo era tan rápido como el de su monoplaza.
No podías más, si seguía así no ibas a aguantar. “Kuku, por favor,” Tu gemido se mezcló con un sollozo, notando como bajaba y subía de velocidad para dejarte justo en el borde.
“Respondé bien y lo pienso.” Esteban sentía la presión contra la entrepierna de su race suit, pero sabía que no tenían suficiente tiempo. Y la verdad, él no tenía tanta paciencia tampoco.
Pero él no podía parar. No hasta tener la respuesta que quería.
“¡Sí, lo voy a usar!” Finalmente lograste formular una oración coherente, sintiéndote aliviada en la manera en la que sus facciones se relajaron visiblemente.
“¿La noche entera?” Esteban preguntó mientras el ritmo volvía a incrementar considerablemente, tu orgasmo reposando en tu abdomen inferior.
Dijiste un sí con la cabeza, observando como se acercaba para que sus labios succionaran la piel de tu hombro a la misma vez que sus dientes mordían la pequeña área. El dolor placentero fue el detonante, intentando cubrir lo que usualmente eran gemidos escandalosos.
“Parece que te dejé una marquita y no puedes salir así en cámara, te tocará usar tu nueva chaqueta.” Sonrió inocentemente, sacando su mano para limpiarla con su lengua sin romper contacto visual.
“¿Vos sos mía, entendido?” Estableció luego de que había terminado de limpiarse, y tu asentiste, sonrojada. Observaste como se levantó y tomó tu mano para ayudarte a hacer lo mismo.
Ya dada la sesión por terminada, fuiste a arreglarte al diminuto espejo reposando contra la pared y encima del escritorio. Cuando te volteaste para irte, lo encuentras con la chaqueta en la mano, el pequeño movimiento de su cabeza indicando que te pusieras con la espalda frente a él.
Colocó la chaqueta sobre tus hombros con delicadeza, evitando que al ponerte la pieza se dañara la forma en la que portabas el vestido blanco.
“Y yo soy tuyo.” Murmuró antes de presionar un beso justo por debajo de tu lóbulo.
“Te amo mi campeón, ¿sabías?” Diste una vuelta en tus tacones para mirarlo, tomando sus manos gentilmente. El nombre que era puro chiste o una manera de molestarlo hoy se convertía en cruda realidad.
“Yo más,” Apartó un mechón de tu cara, ajustando el collar Van Cleef que te había regalado— y que aceptaste luego de un convencimiento similar al que habías vivido hace par de minutos.
“Por eso quiero que todo el mundo sepa que eres mía.”
#submission#sé q me dijiste que no eres hincha de red bull pero es q no pude dejar de pensar en seb vettel#y le pongo los tags para ahorrarte el trabajo#esteban kukuriczka#esteban kukuriczka x reader#esteban kukuriczka x you#lsdln x reader#lsdln fanfic
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No es tu culpa si por una razón u otra tus relaciones no han funcionado. No es tu culpa si por circunstancias ajenas a ti tus ilusiones se han visto rotas y tus sueños golpeados por una realidad que no es absoluta. No es tu culpa si has dado todo y no se logra concretar nada. No es tu culpa si has cuidado con paciencia, amor, ternura y compasión, buscando ser responsablemente afectiva a través de un canal de comunicación prístino y aún así el fuego se ha apagado y sólo ha quedado un humo que ya no puede ser revivido. No… no es tu culpa tampoco aferrarte al amor e implorar cada día una nueva oportunidad para que nada de eso termine y con ello la fe de la niña interior que sólo anhela ser amada y amar y no volver a sentir abandono. No son más que heridas emocionales de la infancia que nos van guiando por caminos con espinas, caminos en los que creemos que es normal sangrar y dolernos, caminos a los que nos hemos acostumbrado y tenemos la falsa certeza de que así es como se debe vivir. Estamos condicionados. A mí me condicionaron. Son los llamados patrones familiares, esos con los que carga nuestro árbol genealógico, esos a los que pocos familiares afrontaron y rompieron para, como padres, no transmitírselos a sus hijos. ¿Y qué enseñamos a nuestros hijos sino a actuar en base a nuestro ejemplo? ¿Y qué aprende una niña sino a imitar a la madre a ser sumisa y olvidarse de ella misma para darle a los demás todo lo que ella no es capaz de otorgarse? ¿Y qué aprende un niño sino a buscar en muchas mujeres el afecto que tampoco se han logrado dar por el ejemplo de aquel padre que también buscaba validarse a través de otras? Crianza. No es más que eso. Sin embargo nuestra responsabilidad es darnos cuenta de ello y trabajar en sanarnos, porque como seres humanos merecemos una buena vida cargada de paz, sosiego y mucho amor aunque este amor no se trate de algo romántico. El amor va más allá de un simple romance, el cual es muy bonito y sanador cuando dos personas emocionalmente disponibles se unen y trabajan en equipo para ser en lo individual y como pareja cada día mejores. De eso se trata el romance… De ser cada día mejores, de buscar sanarse y de forma indirecta sanar al otro. No se trata de todo lo contrario. Donde no hay avance, donde no hay sanación, donde se percibe más fractura de heridas que el resarcimiento de las mismas, no puede haber amor. No puede haber una disposición madura para sacar adelante a un equipo y ser un buen guía o líder emocional. Pero entonces, no es necesario tener un amor romántico para sentirnos plenos y grandes. Es necesario tener un amor propio para ser pleno y grande, para buscarle un sentido subjetivo a la vida y con ello hacernos de una definición de servicio que sea tan altruista, que demos ese amor —que ya nos tenemos— al mundo, para sabernos aptos como seres amorosos que no requieren de estar en pareja para ser felices. Ambas cosas son sanas y hermosas. Una relación benéfica consigo mismo o con otro que ya se ha sanado y que busca, como tú, un compromiso real que sólo ejecutarán aquellos que han invertido tiempo en soledad y en silencio, para escarbar en su inconsciente, dejar hablar a sus heridas, abrazarlas, hacer tregua con ellas y llegar a un acuerdo: “Nunca más mi vida será guiada por una herida, pues de antemano sé que, como un mecanismo de defensa, lo que haré será sabotear mi felicidad, mal gastar mi vida y mis años, suprimiéndome tanto como si lejos de amarme me odiara. Y no… Hoy decido amarme, hoy decido sanarme y me comprometo a hacerme plenamente feliz y contribuir con ello a hacer de este mundo, un mundo mejor.”
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—Paloma.
Amor propio
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Bugambilia (Neuvillette x Fem!Reader) pt. 2
💖~ I really like it and I wanted to do something else.
If I'm honest while I was doing this I couldn't help but remember that my grandmother had bougainvilleas in her garden and I always paid more attention to the colorful part than to the flower itself.
Part 1 here
Warning: angst | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
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Spanish:
Neuvillette era un amante sensato, siempre pensaba en lo mejor para ti y te permitía tus caprichos cuando eran justos, si deseabas retenerlo un poco más en la mañana, si alargabas los besos de despedida o cuando llegabas con el almuerzo para comer juntos, él apartaría lo que tuviera en el camino para que seas feliz.
Siempre deseaba verte feliz, y aunque al inicio fue algo normal de parte de cualquier amor, él notó que muchas veces lo mirabas confusa. Había algo detrás de tus ojos, una especie de sospecha que te nublaban la mirada y revestía tu alma con una falsa tranquilidad. Pero Neuvillette te conoce, más de lo que deseabas, menos de lo que esperabas. En un intento de apaciguar tu extraño sentimiento, decidió ofrecerte una caja de dulces, sonriendo cuando los compró, pensando en tu rostro feliz cuando tu comías unos parecidos antes.
Su humor se congeló al ver que no eran de tu gusto, aunque los aceptaste como un gesto amable, no eran de tu gusto y tu mueca disimulada te delató. En un inicio no lo entendió y prometió hacerlo mejor, quería esforzarse por mantener tu sonrisa y eso fue lo que te llenó de insertidumbre.
"No me estás mirando a mí." Llegaste a una conclusión, Neuvillette alzó una ceja en desconcierto, sin entender del todo la intensión detrás de tus palabras. "Eres nostálgico y melancólico, sonríes pero parece que quieres llorar, esperas pacientemente por mi cuando caminamos, me ayudas a bajar las escaleras y me sostienes tan dulcemente pero..." Él esperó a que terminaras, seguía viendo tu rostro angustiado, asustado en algún punto, casi enojado, y eso lo destrozó. "Tu no haces esas cosas por mi, ¿no es así?"
"Claro que las hago por ti, esta eres tu, querida. ¿A quién más amaría tanto como para servirle de esta manera?" Esa pregunta tenía una trampa y Neuvillette lo sabía, en su cabeza pasaron las mismas imágenes que lo atormentaban cuando no dormías a su lado, el baile de una flor morada que lo hacía llorar y anhelar el antaño, y cuando volvía al presente te veía a ti, sentada y analizando su rostro. Entrando en razón por fin, suspirando y haciendo lo único que podría matarlo con tanta facilidad, fruncir el ceño.
"Lo haces por alguien más que no soy yo." Ante sus ojos los colores monocromáticos no deseaban irse, se incrustaban en sus ojos como una bugambilia, con sus púas negras partiendo su corazón y sin permitirle ver los matices de morado que vestían ambas personas amadas. No quería aceptar que tu mirada era distinta, su color y la forma de tus ojos cristalinos, tus labios bonitos no sabían como antes, ahora sentía el sabor salado de un mal amor y tu cuerpo, que era cubierto por sus brazos para consolarte, se sentía distinto bajo su tacto. Eras distinta, y tus pétalos caían por culpa de ello. Por culpa suya.
Su corazón golpeó violentamente contra su pecho cuando te abriste paso y las espinas le perforaron la conciencia. El morado y el magenta peleaban por un espacio en su corazón y eso lo destruía mientras te abrazaba, disculpándose y llorando. La lluvia de flores no había vuelto, solo había sido reemplazada por pétalos distintos de un color parecido, cuyas flores arañaban su corazón en una súplica por ser favorecidas. Las pequeñas flores que crecían marchitas en un jardín, esperando a que acabe el turno de la otra, con gustos contrarios y apariencia saludable que camuflaba que las raíces estaban muertas y jugaban contra la lluvia y el viento con sus flores claras en busca de un corto rayo de sol asustó a Neuvillette.
"Me recuerdas tanto a ella..." Los susurros de Neuvillette eran tan bajos a comparación de la lluvia torrencial que golpeaba los techos y las ventanas, se escondía entre tu hombro de la mirada monocromática que lo mantenía cuerdo y que ahora deseaba castigarlo con los miles de tonos que existían en el jardín. Lloraba en tu ropa y se disculpaba, deseando que entiendas que su corazón estaba herido y no caía sangre sino el amargo alquitrán que manchó su visión. "Estaría tan enojada por lo que te estoy haciendo. Ella jamás me perdonaría."
"Yo tampoco lo haría." Una amenaza que Neuvillette aceptó, dispuesto a cumplir con su destierro de tu corazón si así lo preferías. Te abrazó más fuerte, besando tus mejillas y tus lágrimas en un intento de consuelo, por fin viendo que tú color jamás fue el morado sino lo que él prefirió ver. Sollozó junto a ti y se disculpó por haber confundido el amor eterno, por jamás haber aprendido que una pequeña flor amarilla era lo que debía amar en vez de las coloridas brácteas que atraían y enamoraban.
English:
Neuvillette was a rational lover, he always thought of what was best for you and allowed you your whims when they were fair, if you wanted to keep him a little longer in the morning, if you extended the goodbye kisses or when you arrived with lunch to eat together, he would push aside whatever he have in the way for you to be happy.
He always wanted to see you happy, and although at first it was normal for any love, he noticed that you often looked at him confused. There was something behind your eyes, a kind of suspicion that clouded your gaze and clothed your soul with a false tranquility. But Neuvillette knows you, more than you wanted, less than you expected. In an attempt to appease your strange feeling, he decided to offer you a box of sweets, smiling when he bought them, thinking of your happy face when you ate similar ones before.
His mood froze when he saw that they were not to your taste, although you accepted them as a kind gesture, they were not to your taste and your hidden grimace gave you away. At first he didn't understand and promised to do better, he wanted to make an effort to keep your smile and that was what filled you with insertion.
"You're not looking at me." You came to a conclusion, Neuvillette raised an eyebrow in bewilderment, not quite understanding the intention behind your words. "You are nostalgic and melancholic, you smile but it seems like you want to cry, you wait patiently for me when we walk, you help me down the stairs and you hold me so sweetly but..." He waited for you to finish, he kept seeing your anguished face, scared in his heart at some point, almost angry, and that destroyed him. "You don't do those things for me, do you?"
"Of course I do them for you, this is you, my dear. Who else would I love so much to serve in this way?" That question had a trap and Neuvillette knew it, the same images that tormented him when you didn't sleep next to him passed through his head, the dance of a purple flower that made him cry and long for the past, and when he returned to the present he saw you, sitting and analyzing his face. Finally coming to his senses, he sighed and did the only thing that could kill him so easily, frowning.
"You're doing it for someone other than me." Before his eyes the monochromatic colors did not want to leave, they embedded themselves in his eyes like a bougainvillea, with their black spikes breaking his heart and not allowing him to see the shades of purple that both loved ones were wearing. He didn't want to accept that your look was different, the color and the shape of your crystalline eyes, your pretty lips didn't taste like before, now he felt the salty taste of a bad love and your body, which was covered by his arms to comfort you, felt different under his touch. You were different, and your petals fell because of it. Because of him.
His heart pounded violently against his chest as you pushed your way through, thorns piercing his consciousness. The purple and the magenta fought for a space in his heart and it destroyed him as he hugged you, apologizing and crying. The shower of flowers had not returned, it had only been replaced by different petals of a similar color, whose flowers scratched his heart in a plea to be favored. The small flowers that grew withered in a garden, waiting for the other's turn to end, with contrary tastes and healthy appearance that camouflaged that the roots were dead and played against the rain and the wind with their clear flowers in search of a short sunbeam frightened Neuvillette.
"You remind me so much of her..." Neuvillette's whispers were so low compared to the torrential rain that hit the roofs and windows, hiding between your shoulder from the monochrome gaze that kept him sane and that now wanted to punish him with the thousands of shades that existed in the garden. He cried into your clothes and apologized, wanting you to understand that his heart was wounded and not blood was falling but the bitter tar that stained his vision. "She would be so angry at what I'm doing to you. She would never forgive me."
"I wouldn't do it either." A threat that Neuvillette accepted, willing to fulfill his banishment from your heart if you preferred. He hugged you tighter, kissing your cheeks and your tears in an attempt at comfort, finally seeing that your color was never purple but rather what he preferred to see. He sobbed next to you and apologized for having confused eternal love, for never having learned that a small yellow flower was what he should love instead of the colorful bracts that attracted and made him fall in love.
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