#Educación no Formal
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elblogdecleo · 10 months ago
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La educación como institución social
La educación transforma sociedades. Promovamos la equidad y el desarrollo para todos. #EducaciónInclusiva #TransformaciónSocial
La educación es una de las instituciones sociales más fundamentales en cualquier sociedad. No solo se encarga de transmitir conocimientos y habilidades, sino que también juega un papel crucial en la formación de valores, normas y roles sociales. Este artículo explorará la educación como institución social, analizando sus funciones, importancia y desafíos actuales. Funciones de la educación como…
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ahoranoticiasuruguay · 1 year ago
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Llados Fitness de lavaplantos a multimillonario, oportunidad o amenaza?
En los últimos tiempos, en nuestro país han surgido a través de las redes sociales ideologías extremadamente peligrosas para nuestros jóvenes. Promueven ideas propias de una secta, acompañadas de un discurso cargado de odio. El líder de este grupo, conocido como Llados, se presenta en sus contenidos mostrando ostentación y excesos, como lanzar dinero, conducir autos lujosos, y organizar fiestas…
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museoparticular · 3 days ago
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Paul Gustav Fischer pintor danés (1860-1934) nació en Copenhague, Dinamarca Pertenecía a la cuarta generación de una familia judía originaria de Polonia. Su padre había comenzado como pintor, pero luego tuvo éxito en el negocio de la fabricación de pinturas y lacas. Su educación artística formal duró poco tiempo a mediados de su adolescencia cuando pasó dos años en la Real Academia Danesa de Arte en Copenhague. Fischer comenzó a pintar cuando aún era joven, guiado por su padre. Fue gracias a una pintura que había publicado en Ude og Hjemme que su reputación comenzó a evolucionar a medida que entró en contacto con jóvenes naturalistas daneses. Sus pinturas anteriores representan la vida de la ciudad. Por esta razón, se le ha llamado "pintor de Copenhague" (Københavns maler). Después de una estancia en París de 1891 a 1895, sus colores se hicieron más ricos y claros. No pasó mucho tiempo antes de que Fischer ganara fama como pintor de ciudades, no solo de Copenhague, sino de escenas de Escandinavia, Italia y Alemania, alcanzando su cenit entre 1890 y 1910
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papapupi · 10 months ago
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*FELIZ DÍA DEL IDIOMA ESPAÑOL*
‼️‼️‼️‼️‼️‼️‼️
Para los amantes de la lectura y de la buena gramática😃
*Humor intelectual:*
- ¿Por qué vas tan elegante a la universidad?
- Porque tengo clase.
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- Quisiera comprar un libro sobre la fatiga y el cansancio.
- Lo siento, están agotados.
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- Oye, ¿te gusta la teoría de Einstein?
- Relativamente.
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- Alguna vez pensé que entre tú y yo todo se podría.
- Y, pues sí, se pudrió.
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- Mi hijo está practicando natación.
- ¿Y qué tal le va?
- Nada mal.
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- Doctor, soy asmática, ¿es grave?
- No, señora, es esdrújula.
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- El mes pasado contraí matrimonio.
- Contraje.
- Claro, tenía que ser formal.
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- No me quieres porque soy daltónico, ¿verdad, Celeste?
- ¡Me llamo Violeta!
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- Oye, ¿cómo te llamas?
- No soy el ayer, ni soy el mañana.
- ¿De qué hablas?
- Me llamo Eloy.
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- Hola, cielo, ¿cómo estás?
- Parcialmente nublado, con probabilidades de lluvia.
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- Joven, ¿podría decirme dónde vio por última vez a la señora de las empanadas?
- Por su puesto.
*CURIOSIDADES DEL IDIOMA ESPAÑOL*
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Con 23 letras, se ha establecido que la palabra
*Electroencefalografista* es la más extensa de todas las aprobadas por la Real Academia Española de la Lengua.
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En el término *Centrifugados*, todas las letras son diferentes y ninguna se repite.
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La palabra *Oía* tiene tres sílabas en tres letras.
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En *Aristocráticos*, cada letra aparece dos veces.
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El vocablo *Cinco* tiene a su vez cinco letras, coincidencia que no se registra en ningún otro número.
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El término *Corrección* tiene dos letras dobles...
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Las palabras *Ecuatorianos y Aeronáuticos* poseen las mismas letras, pero en diferente orden.
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El término *Estuve* contiene cuatro letras consecutivas por orden alfabético: *s-t-u-v*.
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Con nueve letras, *Menstrual* es el vocablo más largo con solo dos sílabas.
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La palabra *Pedigüeñería* tiene los cuatro firuletes que un término puede tener en nuestro idioma: la virgulilla de la ñ, la diéresis sobre la ü, la tilde del acento y el punto sobre la i.
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El vocablo *Reconocer* se lee lo mismo de izquierda a derecha, que viceversa (palíndromo).
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La palabra *Euforia* tiene las cinco vocales y sólo dos consonantes...
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Y YA PARA ACABAR
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Otra curiosidad del Castellano (español):
*LAS CINCO VOCALES*
La famosa escritora española *_Lucía Echevarría, ganadora del Premio Planeta 2004,_* dijo en una entrevista, que _"murciélago"_ era la única palabra en el idioma español que contenía las 5 vocales.
Un lector, *_José Fernando Blanco Sánchez,_* envió la siguiente carta al director del diario ABC:
_Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría diciendo que, "murciélago" es la única palabra en nuestro idioma que tiene las cinco vocales._
_Mi estimada señora:_
_Piense un poco y controle su "euforia"._
_Un "arquitecto" "escuálido", llamado "Aurelio" o "Eulalio", dice que lo más "auténtico" es tener un "abuelito" que lleve un traje "reticulado" y siga el "arquetipo" de aquel viejo "reumático" y "repudiado", que "consiguiera" en su tiempo, ser "esquilado" por un "comunicante", que cometió "adulterio" con una "encubridora" cerca del "estanquillo", sin usar "éstimulador"._
_Señora escritora, si el "peliagudo" "enunciado" de la "ecuación" la deja "irresoluta," y piense de modo "jerárquico"._
_No se atragante con esta "perturbación", que no va con su "milonguera" y "meticulosa" "educación"._
_Y repita conmigo, como diría Cantinflas:_
_¡Lo que es la ignorancia!_
_Solo me queda recomendarle que se refresque con hojas de "eucalipto"..._
*¡Demasiado bueno como para no compartirlo...!!!*
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doby-mans · 4 months ago
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Dc x DP familias ricas, hay que recordar eso
Una gala de presentación a la nueva generación, Damian Wayne tiene 16 años actualmente, igual que la mayoría de los jóvenes en la gala y al igual que la mayoría de ellos, fue obligado a asistir para conocer a la futura generación de empresarios del mundo
Cuando su mirada se topa con una chica especial, una sensación de escalofríos lo invade de inmediato, su labial y cabello negro lo ¿Pusieron nervioso?, decide dar un paso adelante y presentarse
Damian: Un gusto, no creo haberla visto en ninguna de las galas anteriores, soy Wayne, Damian Wayne, ¿Usted es?
La chica de traje negro con detalles y joyería de amatista da una mirada indiferente pero contesta por educación
"Manson, Samantha Manson pero Sam está bien, no necesita ser tan formal conmigo"
Damian: Bien, un gusto señorita Manson, perdón si sigo pareciendo muy formal, llamar a alguien por su nombre no es algo a lo que estoy acostumbrado
Sam: Está bien, joven Wayne
Ella lo dice con un tono de enfado, a el simplemente le parece adorable, hablan un rato sobre sus ciudades natales, hasta que ambos se indignan cuando alguien del staff les ofrece bocadillos de jamón
Sam: Soy vegetariana, pensé que todos en este lugar lo sabían.
Damian: Lo mismo para mí, había aclarado eso en el último evento al que mi padre me llevo y ya que el es quien patrocina todo el evento, no debería haber rastro alguno de ningún tipo de carne.
Entonces el sujeto del staff se revela sacando un arma para amenazar a los chicos y tal vez tomar alguno como rehén, cuando su rostro se vio completamente golpeado por la pesada bota de Sam, quien lo derribo al instante, alejo el arma y le camino encima como si no hubiera pasado nada en absoluto
Damian solo llamo a la seguridad para que limpiarán el lugar y buscarán como entro ese chico al staff, mientras tanto Sam iba conociendo a otras personas del lugar, el joven fue al baño un momento, esa chica lo ponía nervioso, necesitaba refrescarse un poco
Cuando... De los muros comenzó a escurrir una extraña sustancia verde, el escalofrío lo invadía por completo, todas las puertas se cerraban por completo y el espejo en el baño se empañó por completo en segundos, un lamento se escuchaba por todas partes como eco pero suave como susurro, en el espejo se escribió en rojo la frase
"Aléjate de Sam Manson, me pertenece"
Damian dio un fuerte golpe al espejo antes de decir: ¡Sea quien seas no te tengo miedo! ¡Y nadie me dice que hacer!, ¡esa chica es perfecta y no perderé mi oportunidad!
Damian salió rápidamente del lugar, mirando atrás un segundo para darse cuenta que ninguna de las cosas que vio estaban ya, dirigiéndose directamente a la chica de Amity Park con esperanza de volver a hablar con ella cuando la encontró hablando con un chico extraño a quien no reconocía, riendo de sus chistes y siendo completamente diferente a como lo fue con todos los demás, el escalofrío regreso.
Mientras todos reían sus miradas se cruzaron, el chico no hablo ni soltó ningún sonido pero en sus labios se entendía perfectamente
"Me pertenece"
Cuando Sam se puso en medio y miro a ambos chicos rápidamente y alzó la voz
Sam: ¡Daniel Fenton!, ¿Que te dije sobre asustar a la gente por celos?
Danny: ¡Yo no he...!
Sam: Damian Wayne está sudando en frío, te conozco Danny y sabes que no deberías tener celos, hemos sido novios por 2 años ya y cada vez que alguien si quiera piensa en darme un cumplido le das un susto desagradable
Danny agacha la cabeza avergonzado: Perdón...
Damian simplemente se quedó en silencio, no le molestaba que hayan intentado asustarlo pero saber que esos dos han sido pareja por dos años ya, lo dejo completamente en blanco
Más tarde en la Baticueva
Nigthwing: ¿Que le pasa a Robin?
Batman: Se enamoró
Nigthwing: ¡¿Que?!
Robin: ¡CLARO QUE NO!, ¡EL AMOR NI SIQUIERA EXISTE!, ¡EL DINERO ES LO IMPORTANTE!
Batman: Y también le rompieron el corazón...
Robin: ¡CLARO QUE NO!
Nigthwing: Owwwww ¿Dónde está la cámara? Hay que recordar este momento
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rubimoon45 · 4 months ago
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Delicious temptation on a cold heart
-Ran Haitani x fem!reader
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/ You can traslate to your lenguage if you want to dead it /
Words: 14,5k
Synopsis: the Haitani´s Empire is wealthy and powerwful over all Roppongi. Bonten is dangerous than ever.
First chapter, second chapter, third chapter, fourth chapter, fifht chapter 1/2, fifht chapter 2/2_Masterlist_
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El salón brillaba con la luz suave de las lámparas de araña, y el sonido de la música de cuerdas llenaba el aire, mezclándose con el murmullo elegante de las conversaciones. La fiesta estaba en pleno apogeo, con camareros deslizándose entre los invitados, sosteniendo bandejas de champán y aperitivos delicados. Hope estaba de pie cerca de una de las ventanas grandes, mirando hacia el exterior, intentando calmar el torbellino de emociones que la había estado acosando toda la noche.
Se había vestido como le dijeron. Elegante. ¿Qué era eso? Solo había vestido dos estilos en toda su vida. El formal que la obligaban a llevar en la residencia de su familia y del que se deshizo con la boda y luego el que ella llamaba "despreocupado". Este consistía en vaqueros ajustados o sueltos y jerseys y chaquetas. Nada de vestidos ni ropa con sus medidas y que adaptaban cuando cogía o perdía peso. Y, ahora, parecía más un disfraz entre toda ese gente. Un vestido blanco hasta las rodillas, fluido, que había encontrado entre toda la ropa de su armario y tacones que entendió que por el color iban a juego. De joyas había cogido un collar plateado y largo con pequeñas joyas verdes -esmeraldas reales, supuso- y unos pendientes a juego. Por supuesto, llevaba la alianza de matrimonio. En ese mundo para apariencia lo era todo.
Ran se encontraba unos metros más allá, hablando con un grupo de conocidos del trabajo, sus sonrisas y risas ocasionales retumbando en los oídos de Hope como una burla cruel. Estaban ahí, en esa fiesta perfecta, con la gente perfecta, pero dentro de ella todo estaba mal. Se sentía fuera de lugar, atrapada en un mundo donde cada palabra parecía un desafío, cada gesto una acusación velada. Los tacones le hacían daño. La poca gente con la que hablaba eran extraños y acababan hablando de inversiones y beneficencia.
Las miradas que había intercambiado con Ran durante la noche no habían sido las usuales. Ya no eran cómplices ni llenas de lo que fuera que vivieron en Osaka. Eran frías, tensas, como si estuvieran esperando el momento en que todo estallara. Era como vivir en una realidad paralela, lejos de un momento inicial lleno de diversión a su manera de ser y, de repente, nada. Frialdad. Y cuando una de las mujeres del grupo soltó una risa demasiado alta tras un comentario de Ran, algo en Hope se quebró.
Estaba cansada. Le dolía el cuerpo, con la presencia de los daños en el cuerpo y mentales por lo ocurrido en Osaka y días antes, y solo quería regresar a casa y sentarse y descansar. Hablar con Ran, tal vez, sobre lo que pasaba entre ellos. Podía intentar, al menos, convencerlo de que no estuviera tan enfadado si le prometía a cambio no hacer ninguna imprudencia como la de salir a la tormenta.
El corazón le latía fuertemente. Una mujer castaña y con un traje verde de lo más elegante se le había acercado a preguntarle sobre su interés en una asociación. Hope la escuchaba, pero apenas le prestaba atención. Los dedos le temblaban en la copa de champán, del que bebió otro trago. ¿Debía hacerlo en su estado? De todos modos, no sabía nada. ¿Qué diablos hacia ahí? ¿Por qué no estaba en su casa?
-Discúlpeme un momento.
La mujer le sonrió con educación, aunque era capaz de distinguir la tensión en sus facciones cuando empezó a alejarse. Dejó su copa de champán sobre una mesa cercana y caminó hacia Ran, sin pensar realmente en lo que estaba a punto de hacer. Su corazón latía rápido, y su mente estaba nublada por una mezcla de resentimiento y dolor.
-Ran, ¿podemos hablar? -dijo, interrumpiendo la conversación con más brusquedad de la que había planeado.
Los ojos de Ran se encontraron con los suyos, y Hope vio una sombra de incomodidad cruzar su rostro. Las personas a su alrededor guardaron un breve silencio, percibiendo la tensión, antes de volver a sus propias conversaciones, pero la atmósfera ya se había cargado.
-Mi esposa -presentó en voz baja. La mujer que tenía delante asintió, con una sonrisa hambrienta en unos rasgos simétricamente perfectos. Ran le puso una mano en la parte baja de la espalda, inclinándose hacia ella-. Ahora no -respondió Ran en voz baja, sin alterar la calma superficial que mantenía-. Estamos en medio de algo, Hope. Es importante.
Pero Hope no podía esperar. El silencio era lo último que necesitaba. En lo que se había convertido... Sintió la humillación acumulándose en su garganta, una mezcla de inseguridad y frustración que no podía contener más.
-¿No podemos hablar ahora? Estoy muy cansada. De verdad -su voz temblaba, y aunque trataba de no levantarla, estaba claro que había un filo afilado en sus palabras.
Ran soltó un suspiro pesado, y la sonrisa social que había mantenido hasta entonces se tensó visiblemente. Solo para ella. A ojos de los demás, debía de seguir siendo el encantador hombre que amaba la atención. O lo que diablos fuera que pensasen esas personas ridículamente ricas.
-No es el momento ni el lugar -dijo con los dientes apretados, la tensión en su mandíbula evidente. Estaba tratando de mantener el control, pero su mirada revelaba la frustración que intentaba reprimir.
-¿Cuándo es el momento, entonces? -replicó ella, sintiendo cómo la rabia y el cansancio se mezclaban. Sabía que estaba haciendo una escena, sabía que todos a su alrededor probablemente estaban escuchando, pero en ese instante no le importaba demasiado.
Las miradas furtivas de los otros invitados no pasaban desapercibidas. Algunos se alejaron discretamente, pero otros permanecían, fingiendo no prestar atención, aunque era evidente que estaban atentos al desarrollo de la situación. Ran, consciente de las miradas sobre ellos, dio un paso hacia Hope, bajando la voz, pero con una frialdad que la hizo estremecerse.
-Ahora no.
Hope sintió cómo un calor incómodo subía por su cuello, mezclando el enfado con una profunda vergüenza. Estaba allí, frente a él, delante de todos, y lo único que sentía era humillación. ¿Por qué tenía que ser ella la que se sintiera mal? ¿Por qué, si realmente lo estaba mal y él era consciente? O es que tenía que enseñarle la tímida cicatriz al lado de su frente disimulado con el peinado. Pero a esas alturas, ya no podía dar marcha atrás. Había aguantado demasiado, y ahora todo estaba saliendo a la superficie de la peor manera posible.
-Solo te estoy preguntando si podemos irnos -le intentó explicar-. O si yo puedo irme. No me gusta esto.
-Suficiente -exclamó, de forma que sólo ella lo viera. La mano en su parte baja se volvió tenso, como si quisiera agarrarla y alejarla de todo eso, pero se contenía-. Te he dicho que ahora no.
-Solo te estoy pidiendo una cosa.
Después de lo que pareció una eternidad en medio del salón lleno de gente, Ran asintió con la mandíbula tensa y tomó del brazo a Hope, guiándola hacia uno de los rincones menos concurridos de la fiesta, al lado de una elegante columna de mármol decorada con guirnaldas unidas a una cadena de tímidas luces cálidas que la envolvían. Nunca entendería si teniendo una cultura se aceptaba la invasión y dominio de otra al otro lado del mundo. La música y el bullicio continuaban, pero a su alrededor las miradas furtivas no dejaban de seguirlos.
-No puedes hacer una escena así aquí -dijo con voz baja pero firme-. Lo único que estás haciendo es fastidiar una oportunidad como esta. Necesito esto, Hope, y a la larga tú también te vas a beneficiar de esto.
Se quedó muy quieta y con la boca abierta. Nunca lo había visto así. Fuera lo que fuese... Daba miedo. Hope negó con la cabeza. Estaba sorprendida, muy sorprendida, de que de repente toda la furia y el veneno que hubiera en Ran fueran hacia ella. Se quedó inmóvil, viéndole aflojarse ligeramente el cuello de la chaqueta.
-Pero...
-¿Pero, qué? Dijiste que vendrías y actuarías -replicó, apuntando lo obvio. Con el pequeño matiz de que ella no había aceptado del todo, sino que se le había puesto encima una responsabilidad-. Pero lo único que has hecho es aislarte como si no fuera tu mundo.
Tal vez es que no lo fuera.
Que ese mundo lleno de excentricidad y dinero no fuera suyo porque no lo quería ni realmente había tenido la oportunidad de vivir en él. Sin duda, su hermana se pavonearía con el mejor de sus trajes y joyas y se relacionaría con todos. Pero ella… Ella era otra persona. Una más simple.
-Estoy cansada -respondió, con la verdad por delante. Pero a esas alturas, en ese contexto, solo sonaba como una niña mimada en vez de lo que proponía.
-¿Crees que todo es tan fácil? -respondió, casi con veneno en la lengua y la vena de su cuello a punto de estallar-. Ahora, cumple tu papel y habla con los demás como yo sí estoy haciendo. Aquí hay un orden.
Pestañeó un par de veces en el intento de contener las lágrimas vacilantes. Las palabras de Ran eran duras, pero lo peor era que Hope sabía que tenía razón. Lo sabía. En todo había un orden, lo sabía y conocía por el lado malo de la historia, pero que alguien como él se lo echase en cara le dolía y le quemaba en el pecho. El mismo que le había dicho que la respetaba a su manera de ver las cosas en el matrimonio, y que protegería sus votos a pesar de no ser un matrimonio normal.
Hope tragó saliva, las palabras atascadas en su garganta. Lo que más la desgarraba era que Ran tenía razón. Pero tampoco podía ignorar el dolor que la invadía y le machacaba el cuerpo y los pies, ese vacío que él no parecía comprender, esa sensación de que cada vez que intentaba acercarse, algo se rompía aún más.
-¿Tanto te cuesta hacer las cosas? ¿Tanto te cuesta hacer lo que has hecho toda tu vida, viviendo entre lujos y con una educación de las mejores? -le preguntó él, sin mirarla, y dando sorbo a la copa de champán que el camarero se había acercado desfilando con la bandeja-. A veces parece una salvaje.
Solo le había pedido marcharse antes. Solo eso. ¿Y le estaba haciendo una escena diciendo todas esas cosas horribles de ella? Las piernas de Hope temblaron ligeramente. Los pies le dolían, pero se las arregló para mantenerse en pie como pudo. Sentía la cara arder de vergüenza y rabia. Vergüenza porque la estaban regañando como una niña y rabia porque era incapaz de hablar; sentía la lengua pegajosa en la boca y los dedos crisparse en los puños temblorosos de una dama. No. Ella nunca había sido una dama. Aunque la hubiesen criado de esa manera, seguía siendo una persona normal. Una bastarda.
Tal vez él tuviera razón. Con la cara roja y ese aspecto, podía decir que la había cagado de verdad. Que nada de eso era un juego. Nada lo era. Aunque la vistieran y la adornaran a ese nivel, nada iba a cambiar lo que realmente era. Una intrusa en ese mundo. Una persona que fue abandonada por su madre a los pocos meses en la casa de su amante, que resultaba ser una persona de gran estatus y una pésima persona. Una que recibió una educación excelente para el poco valor que tendría. Ni las palizas de su padre y tutores la habían convertido en alguien decente... El peso de todo se echó sobre ella. Tal vez... Tal vez su madrastra tuvo razón el día de su boda:
«-Es una pérdida de tiempo y de dinero esforzarse contigo. Eres una desagradecida. Me he esforzado tantos años contigo y fíjate, no eres más que una pérdida de un tiempo que podría haber dedicado en mi hija -le había dicho, mirándola a través del espejo una vez le pusieron el vestido. Uno que le apretaba y apenas dejaba respirar, y el velo, como si pudiera cubrir algo de valor personal-. El señor Haitani tendría que haber elegido a tu hermana, pero como siempre, tienes que arruinarlo todo. Ahora, más te vale que te comportes a no ser que quieras que tú pequeña jugarreta se tuerza».
Hubiese sido más fácil habérselo jugado como decía ella. Haber hecho una escena que la degradase hasta el punto de que nadie la viera como una figura decente de tradición y elegancia. Que nadie se quisiera casar con ella. Perder su valor y vivir encerrada en una casa maldita. Si no lo hizo fue por huir de ese lugar. Si estaba como estaba ahora, era por sus deseos.
Por su egoísmo.
Por querer algo que nunca conseguiría.
La música y las risas a su alrededor parecían más lejanas de lo que realmente estaban. Para Hope, la habitación parecía encogerse, el peso de las palabras de Ran cayendo sobre ella como una losa. Sabía que tenía razón. Sabía que ella misma estaba contribuyendo al muro que se alzaba entre ellos, pero escuchar a Ran ponerlo en palabras, frente a toda esa gente, la hacía sentir más humillada que nunca.
Porque se había casado con el trofeo que todos ansiaban, mientras que ella era las sobras de una familia que habría dado cualquier cosa por hacerla desaparecer y cederselo a su perfecta hija de rizos y piel claros.
-Ya veo. Lo siento.
Hope intentó controlar su respiración, que comenzaba a agitarse por el descontrol emocional que sentía en su interior. El hambre también influía negativamente, sustituyendo ese apetito por una incapacidad de contenerse. Pensaba que aguantaría, pensaba... No pensaba nada. Le temblaban las manos, y el cuerpo. No sólo por el miedo y los recuerdos exactos que se repetían en su cabeza, sino por el alcohol que la confundía.
-Ni se te ocurra volver a hacer una escena -respondió él sin mirarla-. Parece que lo único que sabes hacer aparte de pintar y comportarte como una niña. Tendría que haber traído a otra persona.
Hope sintió cómo la presión en su pecho se intensificaba, como si una cuerda invisible la estuviera apretando hasta asfixiarla. La sola mención de esa otra persona le dolió como un puñetazo en la boca del estómago, como unas manos estrangulándola hasta dejarla sin sentido… Pero, en el fondo, sabía que Ran tenía razón en eso, sabía que ella había mantenido todo dentro durante demasiado tiempo, pero ahora que estaba allí, frente a él, incapaz de contener sus emociones, todo parecía salir de la peor manera posible.
Hope se dio la vuelta y se marchó. Pero no a otra zona para seguir con aquello, donde las miradas estuvieran sobre ella juzgándola o haciéndola sentir enferma. Se mezcló entre la gente, sí, que todavía los miraban con curiosidad por saber qué hablaban, pero su destino fue otro. Uno muy diferente.
No tendrían que haberla sacado de casa. No tendría que haber salido. Su única función en aquel adorno de matrimonio era no molestarle. Y lo había jodido todo pensando que podría funcionar algo que nunca estuvo en marcha. Tendría que haberse quedado como estaban, sin hablarse e ignorándose como lo que ambos querían; una liberación de aquel papel.
Se tropezó con un par de personas y se disculpó con ellas mientras buscaba la salida. Desaparecer de ahí es lo que necesitaba. Nadie la conocía, así que nadie la echaría de menos. Contuvo las lágrimas hasta el final, y se sentía orgullosa de aquello. De no haberse humillado más de lo justo cuando encontró la salida y bajó los escalones del edificio hacia la calle. Los tacones la estaban matando. Casa. Solo quería llegar a casa, quitarse aquel disfraz que la habían hecho llevar pensando que cambiaría algo y no volver a salir en mucho tiempo. No ver a nadie, también.
Porque estaba segura de que a la perfecta de su hermana pequeña le hubiese quedado mejor que a una pelirroja fea y enferma. Una cuyo futuro estaba marcado por la decadencia tanto laboral como emocional.
Una vez dentro y sola del coche, se quitó los tacones. Tenía los dedos rojos y los talones hinchados con heridas. Hope dejó caer los tacones en el asiento a su lado, centrándose en las heridas recientes y sangrantes. Entonces, se permitió el lujo que hasta el momento había contenido de llorar. Las primeras lágrimas cayeron sobre el vestido intacto de la velada, y las siguientes continuaron el camino hacia sus miembros descubiertos. Intentó limpiarlas sin éxito. Estaba siendo ridícula. Estaba humillándose con eso. Había gente muriéndose de hambre en cualquier parte del mundo y ella estaba llorando porque su pareja le había dicho la verdad a la cara.
La vergüenza y humillación volvieron como una ola que arrasaba todo a su regreso al mar. Las palabras de Ran dolían, pero dolía más la verdad que había en ellas. Que hubiese preferido llevar a esa persona en vez de a ella. Era ridícula y una egoísta, una persona que solo se preocupaba por ella y veía a todos como enemigos. Otra lágrima cayó, pero para ese momento eran un río en descenso sobre su mejilla. Una niña patética que siempre había recibido atención. La amargura se instaló en ella, como una segunda capa. ¿En qué momento pensaba así? Todo eso era mentira. Solo hacía falta verlo en una radiografía. La cantidad de huesos rotos y soldados, los partes médicos en los que se hablaba de inflamación en zonas superficiales y sus continuos sangrados.
Volvió a mirar los tacones. Y al vestido que seguía llevando. El collar y la pulsera se sentía como cadenas alrededor de ella. Se quitó una, seguida de otra que acabaron al otro lado del coche.
-A casa -consiguió decir, con un hilo de voz.
En silencio, el coche se puso en marcha. Lejos del edificio, lejos de la fiesta, lejos de absolutamente todo ese mundo que la detestaba.
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Hope no salió de su estudio en una semana. A Ran Haitani tampoco le importó. Seguramente porque nunca me había importado ella.
La noche en la que regresó a casa descalza y con la cara hinchada de llorar en la parte de atrás del coche, fue cuando lo decidió. Después de comerse un plato recalentado de macarrones y llorar en el suelo del cuarto de baño para quitarse todo aquel disfraz que la adornaba. Luego hubo lanzado el anillo de matrimonio a cualquier lado de la habitación para no volver a verlo. Se encerró en su estudio y pintó. Pintó toda la noche hasta que se durmió en el sofá lleno de apuntes sucios tapada con una manta que apestaba a acetona. Si Ran volvió a casa esa noche, le dio igual.
La criada le dejaba la comida delante de la puerta, y la merienda y la cena. Supo que tenía que hacerlo cuando se negó a aparecer el primer día y la criada le dejó las comida y ropa limpia. Había un baño en esa habitación. Nunca se imaginó tener que usarlo.
Otras veces, en vez de pintar, se quedaba mirando a la nada. La batería se le acabó al segundo dia. Estaba segura de que su tía se iba a preocupar por no llamarla ni ir a verla... Pero de todos modos, no hizo nada por remediarlo. Lloraba la mayor parte del tiempo, y la otra se dedicaba a gasta ríos montones de pintura que había en los armarios en cuadros iracundos y lamentables a la vista.
Ahora, entre pinceles y lienzos a medio terminar, su mente volvía una y otra vez a esa noche. Las palabras de Ran seguían ahí, clavadas como espinas. No es que él no la entendiera, pero había algo en su comentario que tocaba una herida profunda, una inseguridad que Hope nunca le había confesado. Inseguridades, probablemente. Y una fragilidad que él había aprovechado. Sabía que no podía culpar a una persona que perdía los estribos de esa manera por algo que era su culpa, pero sí a una que le había gritado lo inútil y tonta que era continuamente. El perfecto Ran Haitani había decidido humillar a su esposa en vez de así mismo, porque nada iba mal con él. Dejar a salir las imperfecciones de ella era mejor que asumir muchas otras cosas.
El sonido familiar de la puerta del estudio entreabriéndose hizo que Hope levantara la mirada, pero no dejó el pincel. Era la criada, una mujer silenciosa y meticulosa que había trabajado para ellos desde que recordaba esa casa. Hope siempre la apreciaba por su discreción, pero desde la discusión con Ran, incluso la presencia de esa mujer le resultaba incómoda. Era como si su vergüenza se hiciera más palpable cuando había alguien cerca.
Cruzó el umbral con su paso suave, cargando una bandeja con algo de comida que Hope había ignorado en las últimas horas. ¿Qué hora era? Todavía hacía sol. Sin decir nada, la dejó en la mesa pequeña junto a la ventana. Al colocar el vaso de agua, Hope notó el leve titileo del teléfono móvil que Amalia llevaba en la mano, y supo, antes de que ella siquiera abriera la boca, lo que estaba por pasar.
-Es el señor -respondió, con cuidado. Conocía la situación entre ambos mejor que ninguno en esa casa. Probablemente la habría escuchado llorar varias veces.
Hope contuvo la respiración. Los ojos de la mujer eran neutrales, pero Hope sentía el peso del momento, de la decisión que estaba por tomar. Podía sentir el nudo su estómago apretandose y tirando de ella al fondo del largo helado. No estaba lista. No estaba preparada para escuchar de nuevo su voz, su tono, volver a soportarle a él y su carácter. Sus manos temblaron, pero no extendió el brazo para tomar el teléfono que la criada le tendía con tanta amabilidad en su cara.
En cambio, negó con la cabeza lentamente, una expresión firme, pero doliente, y volvió la vista hacia el cuadro. La pintura roja chorreaba como sangre... Hayakawa. Él ya no estaba.
Silencio por parte de ella.
Escuchó de fondo un cuchicheo, un parloteo rápido al otro lado de la línea, con seguridad. Odiaba pensar en que estaba tan acostumbrada a escucharle hablar que lo echaba de menos. «No».
-Insiste, señora.
Hope no se movió. Lentamente, dejó el pincel sobre la paleta en la mesa...y cogió una
-Y yo insisto también.
-Señora...
-¡Dile...! -no pudo evitar alzar la voz. El sonido de la radio quedó opacado en el proceso-. Dile que si tiene tiempo para llamar, tiene tiempo para buscar a otra persona que entretener. Pero yo también tengo cosas que hacer.
La criada asintió en silencio, entendiendo que no podía insistir más. Dio media vuelta, y mientras se dirigía hacia la puerta, Hope sintió una punzada de culpa, una especie de vacío que se expandía dentro de ella. Justo antes de que saliera, Hope habló, su voz quebrada.
-Gracias.
La mujer asintió sin mirarla, cerrando la puerta tras de sí con un cuidado excesivo, como si temiera romper algo más que el silencio de la habitación. Se lo merecía. Por ser una niña arrogante y quejica. Que todos se apartaran de ella.
Tal vez fuera lo mejor.
El estudio volvió a sumirse en la calma asfixiante de los días anteriores. Hope se quedó mirando el lienzo, su mente dando vueltas, pensando en lo que Ran habría dicho si hubiera contestado. Quizás estaba equivocado, quizás también estaba sufriendo, pero ella no podía darle lo que pedía todavía. No sin resolver antes su propia maraña interna. ¿Por qué iba a estar sufriendo? ¿Por qué una mancha no salía de su camisa favorita? Podía comprar otra. Como siempre hacia la gente con dinero. También podría comprarse una nueva esposa, una sumisa y que supiera comportarse.
Cerró los ojos, recordando las palabras de Ran en la fiesta, su tono despreocupado, casi burlón, como si no hubiera considerado el daño que podían causar. Pero la verdad era que no fue solo el comentario lo que la hirió. Fue el subtexto, la sensación de que Ran, la persona que debería entenderla, no valoraba lo que ella hacía, su arte, su dedicación. Su vida se había convertido en una acumulación de grandes sacrificios, pero esa noche... esa noche se sintió como si todo eso no hubiera significado nada para él.
Su atención se posó en la mesa donde había dejado las cosas el primer día que se encerró ahí. El bolso colgaba de un lateral... Su contenido se había desparramado cuando lo lanzó lejos. Tickets, chicles, monedas sueltas, el monedero... Y una bolsita.
Hope abrió la bolsita. Varias cayeron en su palma abierta y con restos de pintura al inclinarla. Pequeños círculos con relieve e inscripciones iguales en diferentes colores, igual que en los folletos que repartían en los hospitales para evitar las adicciones. Parecían golosinas, tal vez fuera eso lo que más le atrajese. Tal vez fuera por eso que los adictos se volvían locos por ellas, no sólo por lo que contenían.
Se tomó una.
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Rindou Haitani estaba en su salón.
Al día siguiente, mientras Hope aún estaba sumida en su rutina de aislamiento, una serie de golpes inesperados en la puerta del estudio la sobresaltó. No eran los golpes suaves de la criada. Eran más firmes, casi autoritarios, y su sonido rompió la calma tensa del estudio. Hope se levantó del sofá con una mezcla de curiosidad y molestia, su mente aún revuelta por la pastilla que había leído la noche anterior. Solo la había hecho sentirse peor.
Cuando abrió la puerta, se encontró con una figura que no esperaba en absoluto.
Rindou, el hermano menor de Ran, estaba de pie en el umbral, con los brazos cruzados y un ceño serio que lo hacía parecer incluso más intimidante de lo habitual. Hope parpadeó, sorprendida. Apenas tenía relación con él; su presencia en la casa era rara, casi inexistente. Por lo menos, mientras ella estaba dentro. Fuera, podria pasar cualquier cosa. Aunque eran familiares, siempre había sentido una distancia entre ellos, lo había demostrado el que le hubiese conocido de la peor manera posible.
-¿Puedo pasar? -preguntó, sin molestarse en suavizar su tono. Por alguna razón, ni eso consiguió enfadarla.
Hope se detuvo en seco.
-¿Vienes a decirme que hable con tu hermano?
Los ojos grises de Rindou se posaron sobre ella. Si le daba asco cómo estaba, no dijo nada y lo camufló muy bien.
-Eh... -dijo, no muy seguro-. No me pagan por ello.
Hope asintió, aún demasiado sorprendida para articular una respuesta. Dio un paso atrás, dejándole espacio para entrar. Él cruzó el umbral con la confianza de alguien que no estaba acostumbrado a pedir permiso. Justo como su hermano... Pero de otra manera que no sabría descubrir.
Una vez dentro, Rindou se detuvo en el centro del estudio y observó brevemente el desorden que lo rodeaba: lienzos a medio terminar, pinceles abandonados y, sobre todo, el aire denso y cargado de días de aislamiento. La mirada de Hope seguía clavada en él, aún tratando de entender qué hacía ahí. Una persona estaba en su lugar sagrado, y era el hermano de la persona que más detestaba en ese momento por debajo del abusador de su padre. Hope no sabía qué le pasaba. ¿Serían los efectos de la pastilla? Probablemente la estaba juzgando. Por el desorden y el sin sentido que era tener un espacio como ese cuando se carecia de un talento en primer lugar.
-¿Y mi hermano?
Las palabras de Rindou, tan directas, le atravesaron. Hablar con él era como enfrentarse a una versión de Ran, pero más cruda, sin la calidez ni la sensibilidad que a veces encontraba para su beneficio. Sin embargo, había algo en su tono que no era solo crítica, sino preocupación, aunque fuera difícil de detectar. Tal vez eso fuera mejor que oculta sus pensamientos, directamente.
-Donde sea -respondió, encogiéndose de hombros-. Con su amante. Matando. Contigo... -sacudió la cabeza-. No lo sé. Pero no aquí.
Hope se apoyó en la encimera sucia del estudio. Estaba todo manchado de pintura ya seca. Había dejado sobre unos periódicos antiguos los botes de pintura vacíos. Los había acabado todos, y en algún momento había decidido usar las manos para esparcir la pintura húmeda que quedaba al fondo sobre el lienzo. Los tres lienzos estaban al lado de la ventana secándose. El caballete sucio estaba vacío, a excepción de la paleta que colgaba de un extremo y los pinceles.
Sentía los ojos de Rindou sobre ella aún con la cabeza clavada en él suelo. Aún tenía las manos en los bolsillos de los pantalones, como si esperase algo más de aquella visita inesperada. Ahora que lo pensaba, era la primera persona que entraba en aquel estudio con su permiso.
-Los problemas maritales de mi hermano mayor no son mi problema -dijo con un tono bajo, pero firme-. Ran es idiota, pero al menos conoce su lugar. Y no está en el trabajo o donde lo pueda encontrar.
Al menos en sentimiento era compartido. Hope no se movió de donde estaba, pero sí que se atrevió a mirarle a la cara.
-Pero está raro -continuó, con su tono monótono-. Ha aceptado viajar a Shanghái con uno de nosotros para... Unas cosas que no deberías saber. Da igual. Quédate con lo primero. ¿Sabes dónde puede estar?
Hope apretó los labios. Otro viaje. No le sorprendía. Su matrimonio había sido así desde el inicio; él viajando y ella en esa ciudad que comenzaba a aborrecer. No era ninguna sorpresa, más allá de que al menos ahora sabía que aquello sí era un viaje de trabajo y no una... Hope sacudió la cabeza.
-¿Y por qué me lo dices?
Vio que Rindou sacaba una mano del bolsillo y se la pasaba por el pelo, un corte mullet atractivo y moderno. Un gesto rápido para quitarse un mechón de la cara.
-Shanghái no tiene una buena relación con nuestros negocios.
Arqueó una ceja, instándolo a continuar.
-En el sentido personal. Uno de sus distritos comerciales en la capital era Roppongi hasta que empezaron con la competencia. Nos los quitamos de encima y ahora nos toca buscarnos las vidas con sus jefes. Si no hacemos un acuerdo, comenzarán una guerra que perderán y que no nos beneficiaría.
Para lo poco que necesitaba saber, le estaba contando más cosas de las que esperaba. Entonces sí que se habían criado en Roppongi y eran cercanos a ese mundo del comercio. Al menos eso resolvía parte de los misterios de Ran Haitani. Una parte de todos ellos.
-¿De verdad te crees que me hará caso? Soy la última persona que quiere ver -acabó por decir, en un tono distante y frívolo que rivalizaría con cualquier persona de su familia-. Además, tú pasas más tiempo con él y le conoces. Sin ofender. A mí no me quiere ni ver en pintura.
-No me ofendo -dijo él con sencillez-. Es la realidad.
Al menos él sí que era sincero. Puede que empezase a caerle bien, aunque fuera por la realidad que era esa relación nefasta y desastrosa. Hope se apartó del mueble arrastrando los pies. Los ojos de Rindou se movieron con ella.
Hope suspiró, frotándose la frente y quitándose el sudor.
-Hablar con su amante sería más fácil. Seguro que está con ella, donde sea que estén.
-Ran no tiene una amante, eso lo sé.
Le dieron ganas de echarse a reír, solo por lo gracioso que sería verle la cara al hermano menor que tan fielmente creía en él. No podía evitar pensar en si una vez fue esa persona, que confiaba ciegamente en Ran a pesar de conocer la realidad del matrimonio. Una vez había pensado en la posibilidad de criar a un hijo que no fuera de ellos solo para ahorrarse el pato y compartir cama con él… Y ahora estaba actuando como todo lo contrario, como si le hubiera importado siempre ese hecho y compartir a su marido.
Estaba confundida. Pero estaba más enfadada que eso, y triste. Dolida y destrozada. A veces era mejor no descubrir la verdad.
-¿Te ha dicho algo de por qué estamos enfadados? -preguntó, seguida de una cierta curiosidad.
-Como he dicho, no me importan mucho vuestros problemas maritales.
Cómo no.
Tal vez se lo hubiera dicho y lo ignoraba, pero dudaba que fuera así. O tal vez supiera más de lo que decía, pero era cierto que no quería meterse en los problemas de su hermano. Preferiría quemarse las manos que la humillación pública. Hope miró los cuadros pegados a los ventanales para que se secaran. Una semana entera dibujando y pintando sin sentido para unos cuantos garabatos y manchas. Por no decir que estaba perdiendo el tiempo en abandonar su verdadera responsabilidad: su trabajo de final de grado. Necesitaba acabarlo para entregarlo y que le dieran el título, pero en ese momento, estaba tan mental y físicamente destruida que no sacaba fuerzas para nada. Solo para expresarse a base de brochazos y gastar pintura que en su momento reservó para su obra de final de carrera.
Vio de reojo cómo Rindou se paseaba por el estudio. Las manos en los bolsillos, en una postura tan dolorosamente similar a la de su hermano que solo le daban ganas de gritarle en el caso de que le estuvieran gastando una broma. La última que lo había visto, fue en la casa de Osaka, antes de que Ran la llamara estúpida y forzara a actuar como una verdadera mujer casada; y ella, en consecuencia, se volviera loca. Lo único bueno que podía decir de esa persona a que tampoco conocía era que al menos, a su manera de ver, no era tan estúpido de insultar a la primera. Si los cuadros al lado de las ventanas le parecían horribles, lo camuflaba bastante bien.
-¿Kandinsky? -fue lo único que preguntó.
-No -respondió, mirando hacia lo que él señalaba. Un cuadro con pinturas rojas y azules, en colores oscuros que representaban… Lo que diablos hubiese sentido. Tristeza, tal vez. O rabia-. Él tenía un don y seguía pautas musicales. Nunca habría pintado esto. Y yo tampoco.
Rindou abandonó el estudio minutos después, después de intentar debatirle un aspecto del arte contemporáneo que, según él, se lo habían enseñado en el instituto, y probablemente el apartamento acompañado por la criada. El estudio se sentía repentinamente frío a pesar de la calefacción encendida. ¿Era así como sería su vida? Hope miró a su alrededor.
Y se quedó sola de nuevo.
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Ran apareció a la una de la madrugada por casa.
Ella estaba sentada en el final de las escaleras. Las luces de la planta de abajo estaban tenuemente iluminadas, pero podía verse más allá de la nariz de uno. Se había duchado una hora antes, pero tenía el pelo húmedo todavía y ropa cómoda.
Tuvo que verle algo en la cara, porque lo primero que dijo fue entre dientes y rodando los ojos. Él levantó la vista, sorprendido de verla fuera del estudio. Sus ojos se encontraron, y Hope pudo ver el cansancio en su expresión, y la molestia de tenerla ahí. Los días de silencios absolutos en casa, de ignorarse de diferentes formas y, puede, que el haber rechazado la llamada, habían dejado huella. En ambos, seguramente. Dejó de mirarse al espejo hacía mucho para no saber cuál era el nivel de daño que supuso esa fiesta. Pero su mirada no era de ira, sino de algo más difícil de descifrar: tal vez decepción, tal vez resignación.
-No. No voy a discutir hoy contigo.
-¿Y yo sí? -preguntó, sin poder evitar la hostilidad.
Ran suspiró, inclinando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos por un momento, como si estuviera debatiéndose internamente. Aquello demostraba todavía más que no la soportaba, que todo fue un paripé. Exactamente como se merecía. El silencio se alargó, y Hope sintió que el aire entre ellos se volvía más denso, como si la distancia emocional que había crecido entre ambos en esa semana fuera más fuerte de lo que esperaba.
-Tenemos que hablar. Sobre Shanghái.
Había esperado resistencia, pero no esa frialdad, casi distante. Ran no solía evitar las discusiones; era el tipo de persona que enfrentaba los problemas de frente. Pero en ese momento, algo en él parecía haberse cerrado.
Hope pudo ver que algo había cambiado en él, algo que la hizo sentir una culpa aún más profunda. E irritación. De todo. Justamente lo que trató de evitar aquella toda esa semana de silencio; pero mientras ella había estado encerrada en su estudio, procesando su dolor, él parecía haber llegado a un punto de alejarse todavía más. Sabía que no pasaba las noches en casa por lo que escuchaba fuera el escritorio cuando la criada hablaba con la otra mujer de la limpieza. Que el cuerpo seguía como si nadie viviera en esa casa.
-¿Quién te ha dicho eso? -preguntó, tensando la mandíbula.
-Rindou.
Ran suspiró una risa llena de sarcasmo.
-Por supuesto que él haría eso.
-Estaba, está, preocupado. Vino hace unas horas para hablar conmigo-respondió ella, ignorando como podía las manchas rojas del cuello de su camisa y su apariencia-. Te ha llamado varias veces.
Ninguno dijo mucho más. Ran sacó del bolsillo su teléfono, con una funda negra, con el ceño fruncido y una expresión seria que le confirmó lo que ella estaba diciendo. Hope distinguió la molestia en su mirada.
-Vete a la cama -dijo él-. Estaré en...
-Te va a decir que eres un imbécil por irte a Shanghái y pensar que puedes solucionarlo. Tú, de entre todas las personas, y la persona que te lleves contigo-dijo ella-. Y yo también te lo diría, pero visto lo visto eso te va a dar igual. Así que por una vez, imagina que soy Rindou quien te lo dice.
Los dedos de Ran se crisparon alrededor del teléfono, pero al menos ni lo rompió ni se lo lanzó a la cara. Siempre había sido alguien que evitaba las confrontaciones directas, pero esta vez la tensión estaba empezando a romper su fachada fría. Comenzaba a saber cómo leerlo. Hope le vio pasarse la mano de nuevo por la cara. De nuevo, sus ojos volvieron a posarse en las manchas rojas de su camisa. No dijo nada, solo apretó los labios y los dedos y esperó una respuesta en silencio.
-No te metas en mis asuntos.
Las palabras no fueron un grito, pero dolieron igual. Hope sintió que su corazón se encogía al escuchar el reproche en su voz, y entendió la situación. Pero había algo en ella que la empujaba a intentarlo, porque sabía que, si no lo hacía ahora, quizás esa distancia entre ellos se volvería insalvable. Sólo por Rindou. Sólo porque su hermano pequeño se preocupaba por él, porque parecía el único de los dos que se preocupaba por los dos.
Hope decidió dejarlo pasar. Justo lo que esperaba. Había aprendido que no servía de nada echar más leña al fuego, pero también no provocarle sin salir una herida. Y no estaba de humor para soportar una discusión con él. Simplemente estaba cansada de todo, quería tumbarse y que el día acabase para volver a la monotonía básica.
Se levantó del escalón, guardando las manos en los bolsillos de la sudadera cerrada, apartándose el pelo con un movimiento de cabeza. Estaba dispuesta a irse sin empezar una pelea. Esta vez. Lo cual ya era de por sí una hazaña para lo que era ella. Una niña mimada y egoísta. Lo recordaba demasiado bien.
-Hazlo por él -le pidió, a la desesperada, pero sin parecer que iba a lanzarse a sus pies para que le hiciera caso. No haría eso nunca más-. Ha venido hasta aquí y me ha dicho que...
Una familia se preocupaba. Una familia se quería. Incluso si ella no tenía, la familia de él sí se preocupaba por él. Tal vez no se mereciera aquello, tal vez tenía más de lo que una persona como él necesitaba, pero era Rindou el que la había visitado y metido entre ellos para él.
-Alguien tiene que resolver esto, Hope. Son asuntos que nunca entenderías -respondió él, con un tono que la cortó-. No todo se revuelve moviendo las pestañas y esperando sin hacer nada. Y tú no tienes que entender nada. No algo tuyo, sino mío y de mi trabajo. Si no puedes aceptarlo, entonces mejor déjalo en paz.
La brutalidad de sus palabras la golpeó como un puñetazo en el estómago. Sintió que le arrancaban el aire de los pulmones. El silencio que siguió fue denso, opresivo, solo roto por su respiración acelerada y el ruido lejano de la calle que se colaba desde la ventana.
-Dijiste que tu hermano era una de las cosas que más te importaban. ¿Era mentira? Ha tenido la molestia de venir y pensar que yo puedo ayudar. ¿Sabes la humillación que eso? Pensar que eres importante en la vida de alguien. ¿En qué más estabas pensando para que tu hermano viniera a hablar exactamente conmigo?
Él no respondió de inmediato, pero en ese silencio, ella entendió todo. No necesitaba que lo dijera en voz alta, pues esa respuesta siempre había sido lo más transparente entre ellos. Lo vio en la manera en que la evitaba con la mirada, en la rigidez de sus hombros, en la manera en que sus palabras se habían convertido en cuchillos. Siempre había sido así. Él siempre había sido así.
-Bonten.
Bonten. Rindou y Bonten, fuera lo que fuese eso. Siempre sería eso, nada más. El dolor en su pecho era insoportable. Como un saco que había tomado todo lo posible de ella hasta reventar y destrozarla. Pero tenía que aguantarlo. Porque acabar destrozada en frente de alguien como él era ser la imagen de la decadencia, de lo que una vez juró que nunca sería ni en su peor pesadilla.
No se trataba solo de la discusión o de Shanghái. Era la certeza de que, en el fondo, él ya había tomado su decisión, independiente de lo que pudiera ocurrir en el futuro y de lo que la persona que más amaba y conocía le hubiera recomendado, y no había vuelta atrás. El rostro de Rindou se le apareció en la mente, en el momento exacto que le pidió que hablara con su hermano. Las lágrimas que tanto había contenido finalmente escaparon, pero no se movió, no intentó detenerlo.
-Siempre quieres más, ¿no? Aunque eso signifique destruir todo a tu alrededor. Entonces vete -murmuró, dándose la vuelta, su voz vacilando. No supo de dónde había sacado fuerzas para responderle con esa frialdad-. Vete a donde te dé la gana, pero no esperes que alguien se quede esperando lo que ocurre.
-Nunca te pedí que lo hicieras -replicó, con la misma frialdad.
Ella lo miró una última vez, sus ojos llenos de un dolor silencioso pero devastador, camuflado en la sombra de la ignorancia y el desdén más absolutos. Las manos en los bolsillos de la sudadera sudaban y temblaban. Quería irse. Necesitaba... Necesitaba salir de ese lugar, respirar aire, sentir la luz del sol, aunque ahora fuera de noche.
-Tienes los restos de la cena en la nevera.
Luego, sin decir más, dio media vuelta y salió de la habitación, el eco de sus pasos resonando en el pasillo vacío. El golpe de la puerta resonó con fuerza en el pasillo mientras ella salía del departamento, sintiendo como si hubiera dejado algo irremediablemente roto a sus espaldas. Tal vez fuera así, por exactamente eso.
Sus pasos eran rápidos, casi frenéticos, mientras intentaba contener la rabia y el dolor que latían bajo su piel, a punto de estallar. Estaba demasiado abrumada por la discusión, por las palabras hirientes que se habían lanzado el uno al otro como dagas todo ese tiempo y el desdén que sentían el uno por el otro. Sus palabras amables se habían acabado desde el momento que ella se perdió en la tormenta y despertó en una nueva realidad matrimonial.
¿Cómo había llegado todo a esto? Se preguntaba una y otra vez mientras apretaba los puños, sus uñas clavándose en las palmas. Siempre había sido así. Desde que nació, se le dio a entender que nunca tendría opción a elegir y menos cuya opinión fuera a tener en cuenta. La educación estricta, las palizas, los dolores en las articulaciones que podía sentir solo con pensar en los momentos dentro de aquella casa lujosa y jaula por dentro... No había cambiado absolutamente nada. Esa constante necesidad de más. De algo más grande, más peligroso, más poderoso. Pero ella siempre había pensado que, al final, en algún momento de su vida podría respirar.
Durante dos años fue así. Los dos se ignoraban y no mediaban palabra, pero al menos podía tolerarse. Y ahora no quedaba nada de eso; solo podía tomar el camino fácil que era irse con la única persona que en ese mundo la apoyaba, por poco que le quedase. Caminó directamente hacia el dormitorio, encendiendo la luz con un rápido movimiento. Hacía una semana que no entraba en ese lugar, a excepción de un momento en el que salió para recoger algunas de sus cosas sabiendo que la casa estaba vacía. El cuarto estaba ordenado, las sábanas intactas, todo en su sitio, pero a ella le parecía un lugar ajeno. Un escenario vacío, sin la calidez que alguna vez sintió para llamarlo como "suyo". Decidió no perder el tiempo en ñoñerías.
Se dirigió al armario, las luces del techo encendidas, y sacó una pequeña maleta, el sonido de la cremallera llenando el aire mientras la abría con determinación. El armario olía a la colonia de Ran. Comenzó a meter ropa en la maleta: un par de camisetas, unos jeans, ropa interior, y un suéter abrigado. No estaba empacando mucho, solo lo esencial para pasar la noche fuera. Pero mientras sus manos doblaban las prendas y las colocaban cuidadosamente en la maleta, sentía que este simple acto tenía un significado mucho más profundo. Era como un acto de afirmación, de reafirmar que podía elegir su propio camino, aunque solo fuera para una noche. Se estaba yendo, al menos por ahora, para poner distancia entre ellos, para aclarar sus pensamientos sin la presencia opresiva de Ran.
A aquellas alturas, lo que le ocurriera no iba a ser responsabilidad suya. Que hiciera lo que quisiese. Ella también lo haría, y a su manera de ser. No iba a dejar que sus tonterías le afectasen durante un segundo más.
A medida que iba llenando la maleta, sus movimientos se volvieron más rápidos, más seguros. Tomó su cepillo de dientes, algunos productos de cuidado personal, y los metió en un neceser pequeño. Intentó convencerse de que era lo correcto, que era lo que se merecía por esas semanas de insomnio y malas experiencias. Que después de haber vivido todo aquello, no había lugar para ella en ningún lado de esa casa y de la vida de él. Cerró la maleta de golpe y la levantó, sintiendo el peso físico y emocional de lo que estaba a punto de hacer. Mientras caminaba hacia la puerta, algo en ella se relajó ligeramente.
Esta noche, al menos, se iba a elegir a sí misma.
Uno de los guardaespaldas estaba ahí. Miraba al a uno de los cuadros abstractos que siempre había visto ahí cogiendo polvo y odiado. Su tía tenía una casa a su nombre, ahora vacía por su estancia en el hospital. Muchas veces le dejaba claro que podía usarla cuando le diera en gana, sin necesidad de avisar… Ese podría ser su escondite, o su mausoleo. Un lugar donde realmente pudiera descansar y pensar; saber qué hacer a continuación.
-Señora -el hombre hizo una reverencia por la mitad al verla. Sus ojos se clavaron en la bolsa que llevaba en el hombro-. ¿Va a…?
-Llévame al hospital. Quiero estar con mi tía.
Al principio, el hombre se quedó quieto y en silencio. Estaba pensando. Era la una de la madrugada, los hospitales no dejaban entrar a las visitas a esa hora. Y él lo sabía, pero a ella le daba igual lo que pensaran de ella a esas alturas.
-El señor Haitani no nos ha dicho nada.
-Lo que el señor Haitani diga me da igual -respondió, y casi se sintió mal por hablarle a alguien que no tenía la culpa de nada, que solo seguía órdenes-. Dame las llaves del coche. Tiene GPS, ¿no? Con eso servirá para que no os despidan.
El hombre la miró en silencio, con los hombros tensos y sin saber bien qué hacer, pero una de sus manos ya estaba hurgando en los bolsillos de su traje. Lo estaba poniendo en un compromiso; si obedecer al hombre que le pagaba el salario con una generosa cuenta u obedecer a la mujer de este, que al parecer no tenía el mismo papel autoritario por ser un objeto conseguido con un contrato. A la mierda de todo. Podía llamar a un taxi y marcharse a donde le diera la gana que nadie la encontraría. Al final, a nadie le importaba lo que dijera.
Hope se marchó esa noche a casi la una y media de la madrugada, y condujo por las calles de Roppongi hasta salir del famoso distrito y adentrarse en un mundo que apenas reconocía. La casa de su tía no estaba en el distrito, sino en un barrio tranquilo pero rico donde muchas celebridades importantes del sector residían o tenían sus segundas casas. Era una residencia amplia, con ese detestable estilo minimalista pero que al menos se compensaban con una decoración cuidada y de color por los cuadros abstractos que recordaba haberle recomendado una vez… Resultaba que su tía era probablemente la única que le prestaba atención, al parecer.
Ahí iba a quedarse. En esa casa tan vacía y silenciosa, pero con una alarma de protección que al menos la acompañaba y hacía sentir segura. La piscina en el patio exterior estaba bien cuidado cuando salió a revisar las cerraduras, y a recoger una segunda llave que había debajo de un jarrón. Decidió al instante que iba a dormir en el cuarto de invitados, más que nada porque aquello no era su casa y no quería resultar una invasora.
Después de una semana, sabría lo que hacer.
Después de una semana, puede que hablase con Ran.
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Pensaba quedarse una semana.
Pensaba que aguantaría solo aguantó cuatro días hasta volverse loca.
El primer día, la primera vez que se despertó pensaba que estaba en una pesadilla. Con la respiración acelerada y el cuerpo empapado en sudor, se había despertado violentamente de una pesadilla. Pero eso fue por la noche. Aquella noche de antes, la noche que decidió marcharse del apartamento de Roppongi, fue la noche que pudo dormir. Una noche tranquila en la que durmió sin interrupción, sin soñar, sin el miedo constante… Hasta que se despertó por el sonido de la alarma que la asustó. Y todo estaba en silencio, uno al que no estaba acostumbrado; a la calma, a estar lejos de las tensiones de la vida cotidiana… Fue como respirar por uno mismo. No duró mucho hasta que llamó a su tía y habló con ella. No iba a ir a verla, pero se pasaría por el hospital cuando se acostumbrase a aquel silencio y soledad.
Llevaba dos años acostumbrada a la presencia de la criada, la amable mujer a la que casi había despedido cuando estuvo a punto de pasarle el teléfono con Ran al otro lado. No debería haberlo hecho, pero estaba enfadada. Solo tendría que haberle hecho pasar un mal momento a la persona en el teléfono, pero no a ella. Y se arrepentía. Ese día no hizo mucho, solamente pasear por la casa, por el patio con la piscina, y respirar. Y pensar en…nada. Realmente no había pensado en nada.
Al día siguiente, fue casi de lo mismo. Empezó a hacer cosas de la universidad, conectada al ordenador de la casa con su cuenta de alumno. Estuvo todo el día trabajando, buscando referencias históricas y pictóricas, buscando ejemplos que sirvieran para lo que estaba haciendo con su lienzo. Todo lo que sirviera para distraerse y avanzar en lo que realmente tenía interés para ella.
Su carrera.
Su carrera y su futuro.
Pero, esa noche, el silencio la volvió loca. Dio otro paseo, y cenó por segunda vez una pieza de fruta al lado de la piscina mojándose los pies, angustiada por toda esa soledad y sobre todo el silencio. Se preguntó cuánto hacía que nadie se bañaba en ella, del por qué la cuidaban un lugar que dentro de poco dejaría de funcionar correctamente. Las fotos de su tía en el pasillo de arriba le recordaban a una parte de su infancia, de cuando la mujer iba a la casa familiar para las celebraciones más por compromiso que por querer, y se quedaba con ella sentada en las escaleras mientras los hombres fumaban y la pesada de su hermana lloraba por la atención que rápidamente las criadas le daban por miedo. Había sido la única persona en apoyarla, dentro y fuera de esa casa, y pensar en perderla… Era como perder su único apoyo en aquella vida. ¿Qué haría sin ella? Tenía que verla graduarse, verla convertirse en lo que había participado.
El tercero decidió dividir el día para tener tiempo para ella misma. Por la mañana, hizo la comida mientras veía tutoriales de comida básica y limpió. Descubrió antiguos bocetos de ropa que su tía había descartado en algún momento de su vida, pero guardado en la calidez de su hogar. También descubrió el retrato de su antiguo marido, un hombre que le fue infiel y ella se divorció por adulterio. Por la tarde, comió y dejó los restos para la cena en la nevera, apenas llena, lo que indicaba que pronto tendría que salir para hacer la compra. Su tía la habría provisto de comida en silencio después de avisarla del tiempo que pasaría en su casa. Continuó con su trabajo, y se atrevió por primera vez a investigar sobre la aplicación de trabajo y las ofertas que más le interesasen para el futuro; descubrió de paso que habían empresas que contrataban becarios todavía en la universidad que fomentaban su futuro y le daban oportunidades para cuando comenzara su vida laboral.
Nada como tener un Plan B en caso de emergencia.
Por la noche, se fue a la cama después de darse un largo baño donde leyó en las noticias que su universidad había aceptado una donación de diversas empresas para financiar el arte y la cultura de las letras.
No pudo dormir bien. De hecho, tardó más entre vuelta y vuelta en coge una postura adecuada para hacerlo.
El silencio en la casa era abrumador, roto solo por el leve zumbido del aire acondicionado. No hacía calor, pero la temperatura interior era calurosa por la calefacción, decente. Hope se despertó de golpe, su garganta seca y la mente aún confusa por los retazos de un sueño inquieto. ¿Desde cuándo soñaba con Anabella rechazando su último trabajo? Eso la hizo pensar fugazmente en que debería quedar con ella para que revisara sus escritos. Con un suspiro cansado, se levantó de la cama, incapaz de soportar la pesadez en el pecho, y salió al pasillo en dirección a la cocina, incapaz de quedarse quieta hasta volver a dormirse, el frío del suelo acariciando sus pies descalzos. Todo parecía normal, como siempre. Terriblemente aburrida, silenciosa, vacía…
¿Su tía se habría sentido en algún momento de esa manera? Después del divorcio, se centró en su carrera laboral y fue el momento de mayor éxito, pero a la vez que se le sumaban los problemas de la enfermedad y la disputa por los bienes familiares.
El apartamento estaba oscuro, pero la luz tenue de la luz entraba por los enormes ventanales hasta el techo. Las luces de la piscina y el exterior guiaban el camino. Al menos los arquitectos fueron inteligentes en el diseño del hogar, sin perder detalle. Las luces, eso sí, creaban sombras de las que hasta el momento no se había percatado, tanto de muebles como del movimiento del agua. ¿Iba a pasar otra vez mirando el movimiento del agua de la piscina? Si lo hacía, esta vez cogería una manta para no helarse. No había cogido un pijama, y dormía ahora con la ropa interior puesta y una camiseta, cosa que el tiempo no le agradecía. ¿Iba a comerse medio tarro de helado como la primera noche después de soñar de nuevo con lo ocurrido en Osaka? No quería recordarlo, solo le daba dolor de cabeza, en la pequeña cicatriz, de cuando se había caído y golpeado contra una piedra en el camino. Cómo el frío le había helado el cuerpo mientras intentaba regresar a la casa.
No encendió las luces; la penumbra ya le era algo familiar. Abrió la puerta de la nevera y sacó una botella de agua, el brillo frío iluminando la pequeña habitación durante un instante. Bebió, sintiendo su garganta y cuerpo refrescarse, y enseguida se dio cuenta de lo exagerada que estaba siendo solo por una pesadilla. Al menos, ya que todavía estaba despierta podría continuar redactando o estudiando todo lo atrasado. Sí, podría ser… Al darse la vuelta, el corazón le dio un vuelco. Mientras giraba para servirse, notó algo que hizo que el aire se le atascara en la garganta. Una figura, inmóvil, sentada en el sofá del salón. El susto fue tan repentino que casi dejó caer la botella.
-¿Qué co…? -se quedó por la mitad al darse un golpe contra la encimera, que la asustó, su voz rompiendo el silencio.
Ran estaba sentado en el sofá, como si hubiera estado allí toda la noche. Sus codos descansaban sobre las rodillas, y las manos entrelazadas colgaban entre sus piernas. Tenía la cabeza inclinada hacia adelante, pero sus ojos estaban fijos en ella, oscuros y serios bajo el cabello desordenado que le caía sobre la frente. Estaba quieto, demasiado quieto, como un muñeco de tienda al que vestía y movían a su antojo. Como un depredador analizando a su presa en silencio, antes de que esta la descubra. Supuso que ese era su trabajo; analizar y saber quién era cada persona.
Pero esa forma de observar… Era aterrador, por quedarse corto. Sus dedos se aferraban a la botella de agua fría, pero el frío en su pecho era más fuerte, tanto que se había quedado congelada en el sitio. ¿Cómo había llegado? ¿Cuánto tiempo llevaba…? Un momento. ¿Cómo había entrado? Lo primero que hizo al llegar a la casa fue asegurarse de su propia seguridad.
-¿Qué haces aquí? -preguntó en voz baja, apenas en un susurro, su voz temblando un poco de lo que le habría gustado. Dejó la botella sobre la encimera, pero no la soltó.
Ran levantó la cabeza lentamente, como si fuera consciente del impacto que su presencia tenía en ella. En su rostro no había ni rastro de la arrogancia habitual, ni de la sonrisa socarrona que muchas veces la desconcertaba. Esta vez, solo la miraba con una intensidad que la hacía sentir vulnerable, desnuda ante sus ojos. Y nada de eso le gustaba. Porque la primera vez que se sintió así, habían acabado en otra discusión entre muchas a lo largo de esas semanas.
-Te fuiste -fue lo primero que dijo, en un tono neutro que aun así se sintió como una pesadez en los hombros-. Sin permiso y sin seguridad.
Ran se recostó hacia atrás, a una lentitud aterradora, pasándose una mano por el cabello en un gesto que ella conocía bien. Estaba intentando contenerse, buscando las palabras adecuadas y que no consiguieran una mala reacción de ella, algo que rara vez hacía. Empezaba a entenderlo, a leer a través de él, aunque a él no le gustara. Era directo, sin filtros, siempre diciendo lo que pensaba, pero esta vez parecía caminar sobre una cuerda floja.
-Pensaba que habrías hecho una locura hasta que ese guardaespaldas me dijo que te había dado las llaves del coche -continuó él, con una sinceridad que rara vez mostraba y una parsimonia envidiable. A la vez, la estaba retando-. ¿Sabes que tiene GPS? Has estado tres días sin moverte del mismo sitio, al menos en coche.
El rostro de Hope se endureció por un instante, recordando cada palabra hiriente que se habían lanzado ese día, aunque no fuera la intención por la que había empezado a hablar con él esa noche, sino en nombre de Rindou. Pero cuando Ran llegó hasta ella, quedó atrapada por sus ojos, esos ojos que lograban derrumbar las defensas que intentaba levantar.
-Necesitaba espacio, y no necesitaba permiso ni de ti ni de nadie para marcharme. Quería, y quiero -remarcó esto último para hacerse entender, aunque sabía que era imposible-, estar sola.
-¿Espacio? -la interrumpió, en un susurro afilado, casi como una advertencia-. ¿Te parece que después de todo puedes simplemente desaparecer y pedir espacio? Podrían haberte secuestrado solo por esta tontería. Hacerte daño. ¿Te parece que es una situación que me agrada vivir?
Se levantó lentamente del sofá, y a pesar de la oscuridad, su movimiento tenía una fluidez que era casi intimidante. Con la agilidad de un felino acechando a su indefensa presa… Sus pasos fueron lentos, deliberados, mientras se acercaba a ella, la mirada fija, penetrante, como un depredador que no había decidido aún si atacar o no.
Lo primero que hizo Hope fue retroceder un paso, sin quererlo, su cuerpo reaccionando antes que su mente. Fue como un instinto, un movimiento instintivo de su cerebro para huir de lo que podría avecinarse. El apartamento que había sido su refugio ahora se sentía demasiado pequeño, demasiado claustrofóbico. Ran no era un hombre fácil de leer, pero la energía que emanaba en ese momento era densa, casi sofocante. Podía conocer algunos de sus gestos, pero no sus verdaderos pensamientos. Había tensión en cada músculo de su cuerpo, en cada paso que daba hacia ella.
-No podía estar en esa casa más tiempo o me volvería loca, y lo sabes -dijo, sabiendo que no le importaba lo que dijera-. De todas formas, ¿qué más te da? Deberías estar en Shanghái. O no. Porque me da igual a estar alturas. Supongo que si estás aquí es porque Rindou ya te habrá llamado imbécil.
-¿No podías soportarlo? -su voz era como una bofetada, pero baja, casi susurrante, haciendo que fuera… Más peligroso-. ¿Pensabas que marchándote de esa manera ibas a salirte con la tuya?
-Lo he conseguido y sin problemas. No ha estallado la guerra, ¿no? Porque estás aquí después de… -miró el reloj encima de la nevera, marcando la hora que era y lo tarde que era. Solo podía pensar en que era demasiado tarde y que llevaba ahí esperando como un verdadero psicópata-… Cuatro días. Ya son las doce.
Él no respondió de inmediato. Se enderezó, separándose unos centímetros de ella. Deslizó las manos por los bolsillos de su chaqueta de cuero, como si aquello fuera la cosa más casual del mundo, pero su mirada no perdió ni un ápice de intensidad o significado.
-Deberías estar en Shanghái, o donde sea. Pero no aquí. ¿Por qué has venido aquí, Ran? ¿Te aburrías? ¿O es tu misión enfadarme o hacerme sentir como si fuera una mierda?
De repente, sin previo aviso, sacó las manos de los bolsillos y las posó en la encimera a ambos lados de ella, encerrándola entre sus brazos. Hope no pudo evitar retroceder un poco más, su espalda chocando con el borde de la cocina. Ahora estaba atrapada, literalmente, con su cuerpo pegado al de él, sintiendo el calor y la tensión que emanaban de Ran.
-Lo que necesitamos -continuó, su voz baja, casi ronca— es que dejes de huir de lo que ocurre. No puedo soportar verte correr cada vez que las cosas se complican. Y tú tampoco deberías quererlo.
Hope se quedó sin aliento, atrapada entre el miedo y la familiaridad de lo que significaba estar tan cerca de él. El peligro en su tono, esa mezcla de posesión y frustración, la hacían sentir una espiral de emociones que no podía controlar. Había querido distancia. Quería pensar. Pero él la había alcanzado. Y ahora, con su cuerpo tan cerca, su mirada penetrante y su presencia envolviéndola, sentía que estaba perdiendo el control de nuevo.
-No entiendes nada -dijo ella-. Nunca lo has hecho. ¿Para qué? Si tu vida era y sigue siendo sencilla cuanta menos atención me prestes o mires a tu alrededor. Seguro que habría sido un alivio dejarme en esa montaña, casado con otra mujer a la que sí quieres.
La observó en silencio por un momento, sus ojos recorriendo su rostro, como si buscara algo que le parecía interesante. Y eso, la ponía de los nervios.
-No he venido aquí para discutir más, pero me estás tentando -susurró, inclinándose lo suficiente para que su aliento rozara su piel-. He venido porque no puedo dejar que esto termine así. Las cosas no funcionan así, Hope. Y deja de hablar como si tuviera una mujer en cada brazo porque sabes, te dije, que no es así. No soy un mujeriego como te gustaría que fuera. Ni siquiera tengo el tiempo que me gustaría para ello.
Tenía valor que le dijera eso después de lo que vivieron. Hacía mucho ya que su mano se había enfriado, y cambió la botella de extremidad. Luego, lentamente, retiró una mano de la encimera y la levantó hasta rozar su mejilla, un gesto que contrastaba con la intensidad de todo lo demás.
-No dejaré que te vayas -murmuró, cargada de una amenaza latente-. Te guste o no, estamos casados.
Hope lo sabía. Sabía demasiado bien que estaban casados, pero que a nadie más le importaba lo que ocurriera de puertas para dentro. Lo único que se buscaba con esa alianza, eran beneficios. Extender el linaje de los Wägner a través de una gran familia y exitosa para dar beneficios a lo que los Wägner perderían por tener dos hijas; una bastarda y una legítima, pero mujeres al final de la noche. Ninguna heredaría, sino que a través de su descendencia daría un buen uso a su género. Hope llevaba atrapada en esa vida años, hasta que se casó con Ran Haitani en un intento se alejarse y al poco tiempo, hacía poco, descubrió que no era más que una herramienta.
Ahora, estaba atrapada entre el calor de su cuerpo y el frío gélido de la amenaza. Su respiración se aceleraba, pero esta vez no era solo por el miedo. Era por la rabia que había estado acumulando durante días, por la frustración de que él quisiera tener el control, de que nunca le permitiera espacio para respirar, para pensar. De volver un enser inútil y la tratase como le viniera en gana. Estaba tan cansada.
-Cállate ya.
Hope cerró los ojos, su cuerpo respondiendo a la mezcla de sensaciones contradictorias: la familiaridad de su toque, el miedo a su intensidad, y la parte de ella que sabía que, a pesar de todo, nunca la dejaría ir por mucho que lo intentase. El silencio de la habitación se hizo aún más notable, casi podía saborearlo. Ran, que siempre tenía el control, aplacado por dos simples palabras.
-¿Qué?
Hope le sostuvo la mirada, sin apartar los ojos, a pesar de que su corazón palpitaba con fuerza y sus oídos comenzaban a escuchar su flujo. Ya no iba a dejar que la callasen. No iba a dejarse intimidar. Estaba cansada de que todos la manejaran a su antojo. Ahora, iba a ser ella la que rindiera cuentas.
-Te he dicho que te calles -repitió, su voz más firme con una fuerza desconocida-. No voy a escuchar más de lo que tengas que decir. Estoy cansada de todo, y tu ni siquiera te das cuenta. Ni siquiera te das cuenta de por qué estoy aquí. ¿Para qué? Es más fácil arrastrarme de los pelos, ¿no? O atarme.
Hope respiró hondo, su pecho subiendo y bajando mientras sentía la furia crecer dentro de ella. No tenía miedo de él en ese momento, no como lo había sentido antes. No iba a ceder más terreno.
-No tienes ni idea de lo que dices nunca, del daño que haces. O tal vez sí, que es lo probable, porque siempre consigues que la gente se sienta mal incluso sin tener la culpa de nada. ¡Y no es justo, joder! -le echó en cara, por primera vez usando un tono serio y duro, sin dejarse achacar por la situación-. ¡Eres un egoísta! Siempre lo has sido. Desde que apareciste por la casa de ese hombre y dijiste que te casarías sí o sí. No sabes ni siquiera lo que…
Su otra mano se levantó y se posó en su cadera, firme, tirando de ella con un gesto suave pero inevitable, su palma apretando la parte de piel cubierta por la ropa interior. Hope sintió el calor de su cuerpo acercándose aún más, una presión que la atrapaba, que la mantenía en ese espacio donde cada fibra de su ser respondía a la cercanía de Ran. Tampoco parecía importarle que su única ropa fuera la de estar en la cama; ropa interior y una camiseta de tirantes. Podía sentir su aliento en su cuello, sus labios peligrosamente cerca de su piel.
-Lo que necesitamos -la interrumpió él, su tono bajo y amenazante- es dejar de huir cada vez que las cosas se complican. Porque no voy a ir detrás de ti como si no tuviera derecho a estar en esto. ¿Crees que voy a dejar que te alejes solo porque estás asustada? -sus ojos se oscurecieron aún más, su mano en su cadera aferrándola con más fuerza-. Eso es de cobardes.
Sentía la presión de su cuerpo sobre el suyo, la manera en que su proximidad la envolvía, atrapándola entre el deseo y el miedo. Ahogándola, amarrándola a un destino del que ella no saldría viva. Como una araña con sus víctimas. Sabía que Ran tenía una forma de no aceptar el “no”, de empujarla hasta sus límites, de volverla completamente loca, y ahora lo estaba haciendo de nuevo.
-Estás huyendo porque es más fácil que enfrentar lo que realmente piensas. Lo que sientes.
Su rostro se inclinó aún más cerca, su nariz rozando la de ella, su aliento cálido sobre sus labios. Hope sintió su pulso acelerarse aún más, el calor de su cuerpo haciéndola sentir vulnerable, atrapada. Sabía que Ran podía leerla (había aprendido en ese corto tiempo pasando tiempo juntos), y lo odiaba por eso. Odiaba cómo siempre encontraba el modo de desarmarla, de hacerla confrontar sus emociones, incluso cuando lo único que quería era huir. Huir del destino, de un futuro incierto que no le gustaba.
Quería ser artista, vivir esa vida bohemia de la que todos hablaban, encontrarse a sí misma en un estilo, y una vez se replanteó hasta aceptar la beca estudiantil para marcharse a Europa a estudiar el tiempo que necesitase, abandonando todo porque a nadie le importaría… Pero no lo hizo. Por miedo a exactamente eso. A abandonar todo, a abandonar una vida que en el fondo disfrutaba de que fuera así; aburrida y simple, lo que ella siempre había buscado. Sin palizas, sin órdenes… Pero ahora, estaba huyendo.
-No puedes alejarme -murmuró él, su voz apenas en un susurro mientras sus labios rozaban los de ella, temblorosos-. Lo que hay entre nosotros es más fuerte que esto. Esa tensión, esas discusiones, nuestras miradas.
Las palabras de Ran se clavaron en su mente, dejando a Hope en una confusión emocional. Una parte de ella no podía soportar la manera en que él manejaba todo, como si el control fuera su derecho. Como si ella no tuviera otra opción de aceptar… Pero también había otra en la que sabía que tenía razón, que lo que había entre ellos dos era algo que no podía ignorarse. Ni huyendo, ni alejándose lo máximo posible.
Y, sin embargo, en ese momento, con su cuerpo atrapado entre él y la encimera, sus dedos aferrándose a su cadera, y su mirada inquebrantable clavada en ella, Hope sintió que cualquier resistencia que quisiera mostrar se desvanecía. Lo odiaba, pero también lo amaba. Lo temía, pero también lo deseaba. Y esa dualidad la estaba destrozando.
-Tal vez sí sea una cobarde, pero tengo motivos -susurró, las lágrimas empezando a acumularse en sus ojos después de un rato de silencio tenso-. No sabes absolutamente nada de mí, ni de cómo me siento ni nada.
-No, no sé nada, pero porque tú tampoco dejas que lo sepa -repitió, casi como un suspiro. Ran exhaló, su aliento cálido acariciando la piel de su rostro. Bajó la mano de su muñeca, dejando que sus dedos trazaran una línea lenta y calculada por su brazo, generando escalofríos, hasta entrelazarse con los suyos. El simple contacto la hizo temblar-. Pero eres la mujer que se negó a ponerse mi apellido. Eres la mujer más necia que me he encontrado nunca. No puedes huir cada vez que te sientas abrumada, porque esa no es la mujer que vi en esa casa pintando y debatiendo sobre qué color debía usarse.
Hope sintió una mezcla de emociones aplastándola, sofocándola. Lo recordaba; recordaba lo que le dijo, la mezcla de pinturas, la breve conversación que tuvieron antes de su compromiso repentino… Pero también sabía que estar con Ran significaba aceptar todo lo que él traía consigo: la intensidad, el peligro, la posesión. Él la quería, pero a su manera, y esa manera la hacía sentirse atrapada, como ahora, con su cuerpo rodeado por el de él, sin escapatoria.
-Yo… -susurró, intentando encontrar las palabras correctas, pero él la cortó antes de que pudiera continuar.
-No. No hay más excusas, más huir -voz se volvió aún más baja-. Soy tu esposo. Y te guste o no, estamos juntos en esto. No te voy a dejar marchar, Hope. No voy a dejar que sigas pensando que solo eres la decoración de una casa vacía.
Sus palabras cayeron sobre ella como una sentencia, y por un momento, el miedo la envolvió por completo. Sabía que Ran no era de los que se rendían, y ahora lo veía más claro que nunca. Había una posesión en su mirada, una determinación implacable que la hacía sentir pequeña, acorralada. Casi como la del día de su boda, cuando le puso el anillo el dedo y dijo sus votos. Pero al mismo tiempo, esa misma intensidad, esa fuerza arrolladora que siempre había sido parte de él, también la atraía de manera irremediable.
-Eres un imbécil.
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Ran Haitani la miraba con cierta adoración.
La tensión en la habitación era palpable, envolviéndolos como una tormenta que amenazaba con desatarse en cualquier momento. Los dedos de Ran seguían entrelazados con los de ella, su tacto firme pero no agresivo, como si tuviera el control absoluto incluso en ese gesto aparentemente inofensivo. Cada milímetro de espacio entre sus cuerpos parecía electrificado, cargado de una energía que era imposible ignorar. Y Hope lo sentía en cada respiración, en cada latido de su corazón acelerado.
-No me mires así -murmuró ella, sin saber si sus palabras eran una súplica o una advertencia. Sus ojos lo evitaban por momentos, pero algo más profundo la obligaba a mirarlo, atraída por la intensidad que él irradiaba-. Lo odio.
Ran no apartó la mirada. Al contrario, sus ojos recorrieron cada centímetro de su rostro, descendiendo lentamente hasta sus labios, como si cada parte de ella fuera un terreno que él reclamaba sin necesidad de palabras. Era esa misma intensidad la hizo tambalearse durante su beso en el ascensor, ese modo en que podía hacerla sentir deseada y vulnerable al mismo tiempo.
-¿Cómo quieres que te mire, entonces? -preguntó él en voz baja, su tono teñido de una provocación peligrosa-. ¿Quieres que pretenda que no me vuelves loco cada vez que estás cerca? ¿Que no me importa que hayas intentado huir de mí desobedeciendo mis órdenes más directas?
Su aliento se hizo más pesado, su proximidad llenando el espacio que quedaba entre ellos. Ran no necesitaba alzar la voz para que sus palabras la alcanzaran de lleno, cargadas de una promesa velada. Y aunque en su mente, Hope luchaba por mantenerse firme, su cuerpo la traicionaba. Sentía el calor de él irradiar hacia ella, una atracción magnética que no podía negar, incluso si quería.
-No estoy huyendo de eso -dijo, pero su voz sonó más suave de lo que pretendía, y sabía que Ran lo notaría.
Ran soltó una pequeña risa. Era más una afirmación de control, como si ya supiera lo que ella estaba sintiendo, lo que intentaba negar.
-¿Ah, no? -susurró, su rostro inclinándose aún más cerca, hasta que su nariz rozó suavemente la de ella-. Entonces dime, Hope, mi querida Hope… ¿qué es lo que quieres ahora? -su tono era bajo, seductor, casi un desafío-. ¿De verdad quieres que me vaya, que te deje sola aquí, cuando sé perfectamente lo que estás pensando, lo que sientes?
Hope cerró los ojos por un instante, luchando contra el deseo que se agitaba en su interior. Podía sentir la calidez de los labios de Ran apenas a unos centímetros de los suyos, el latido constante en su pecho aumentando con cada segundo que pasaba. Él la rodeaba, no solo físicamente, sino con su presencia abrumadora, con la manera en que siempre sabía cómo desmantelar cada barrera que intentaba levantar.
No respondió de inmediato, pero su silencio solo parecía alimentar la seguridad de Ran. Y no podía evitar sentir ese desprecio naciendo de nuevo por su personalidad arrogante. Sus dedos, aún entrelazados con los de ella, se movieron lentamente, trazando círculos suaves sobre su piel, un toque que era a la vez tranquilizador y cargado de intenciones.
-No tienes que decir nada -murmuró él, su voz casi un ronroneo mientras sus labios rozaban la línea de su mandíbula, apenas un roce, pero lo suficiente para hacer que Hope contuviera el aliento-. Puedo sentirlo. Siempre lo he hecho. ¿O es que no recuerdas nuestros anteriores besos?
Sus labios siguieron bajando lentamente, casi rozando su piel, lo suficientemente cerca como para que el calor de su aliento la hiciera estremecer, pero sin tocarla completamente, lo que solo aumentaba la tensión. Hope apretó los labios, tratando de resistir esa atracción que la envolvía, pero su cuerpo reaccionaba antes que su mente. Sus respiraciones se volvieron más rápidas, más profundas, y su piel hormigueaba bajo el contacto de Ran.
-Ran… -intentó protestar, pero su voz sonaba quebrada.
La interrumpió, levantando la otra mano para deslizarla por su espalda, acercándola aún más a él en un gesto inesperadamente placentero y despreocupado. Sus largos dedos se posaron sobre la tela de su espalda baja, acariciando la zona distraídos.
-No tienes que luchar contra esto, Hope. No puedes luchar contra lo que ocurre entre nosotros -sus labios descendieron lentamente, apenas rozando la piel de su cuello, enviando una descarga eléctrica por su cuerpo-. Contra mí -Hope sintió que sus fuerzas flaqueaban.
Su resolución desmoronándose ante la forma en que Ran la tocaba, cómo su voz parecía calmar y encender sus sentidos al mismo tiempo. Sabía que debía poner distancia entre ellos, que este ciclo de atracción peligrosa y discusiones intensas los estaba consumiendo. Pero, al mismo tiempo, cada centímetro de su ser gritaba por esa cercanía, por esa conexión tan poderosa que la dejaba sin aliento.
No podía ser. No podía ocurrir nada entre ellos, porque entonces perdería el control. Solo pensarlo, le recordaba las amenazas de su padre sobre que fingiera que había perdido la virginidad con él en vez de dejar que lo descubriera al momento. ¿Cómo podía hacer eso? ¿Cómo iba a ser tan mentirosa y humillarse de esa manera? Le dejó claro que si no lo fingía, el matrimonio sería anulado porque se siempre buscaba esa inocencia para demostrar que los hijos no fuera ilegítimos.
-Esto no está bien. Me estoy volviendo loca, no puedo pensar con la claridad -murmuró débilmente, aunque su cuerpo traicionaba esas palabras al acercarse más a él, al dejar que la calidez y la firmeza de Ran la envolvieran por completo.
-¿No está bien? -repitió él, su tono cargado de una seguridad absoluta mientras sus labios seguían trazando una línea peligrosa en su cuello-. Entonces, ¿por qué no te apartas? ¿Por qué no me dices que pare?
Su boca llegó a su oído, a las pecas que decoraban las puntas y que ella había odiado a medida que pasaba la adolescencia, y Hope sintió el escalofrío que recorrió su columna vertebral cuando el susurro de Ran la envolvió.
-Porque no quieres que lo haga -terminó él, con una convicción que la dejó completamente expuesta-. Quieres esto tanto como yo, pero desde hace tiempo.
Ran tenía razón, y ambos lo sabían. Sus cuerpos estaban tan cerca que podía sentir su corazón latiendo contra su pecho, y el deseo latente entre ellos era imposible de ignorar. Las manos de Ran, una en su cadera y la otra aún entrelazada con la suya, la mantenían atrapada, pero de una manera que su propia piel ansiaba. Cada roce, cada palabra susurrada, cada mirada oscura y cargada de deseo estaba llevándola al límite.
Hope exhaló un suspiro tembloroso, sus pensamientos enredados en la maraña de emociones que la envolvían. Parte de ella quería resistir, quería recuperar el control de la situación, pero otra parte, una mucho más profunda y poderosa, estaba rindiéndose al magnetismo que Ran siempre había ejercido sobre ella.
-Dime que pare, Hope -susurró él, su voz grave y cargada de desafío mientras sus labios finalmente rozaban los suyos, apenas un contacto superficial, pero lo suficiente para hacerla temblar y jadear-. Dime que no lo quieres, y lo haré.
Hope abrió los ojos lentamente, su respiración acelerada mezclándose con la de Ran. Lo miró fijamente, viendo la intensidad en sus ojos, el fuego que ardía entre ellos, y se dio cuenta de que no podía decir esas palabras. Porque en ese momento, con él tan cerca, lo único que podía sentir era el deseo de estar aún más cerca.
Era tan diferente a ese catastrófico fría. El día que decidió perder la virginidad a modo de venganza personal contra su familia con un chico cualquiera. Hope sintió su pulso acelerarse bajo la mirada penetrante de Ran, sus cuerpos tan cerca que podía percibir el calor irradiando de él, mezclándose con el suyo. El desafío en su voz, el roce apenas perceptible de sus labios, todo estaba diseñado para empujarla al límite, para que cediera completamente a ese deseo que la envolvía. No era lo mismo que con ese chico, que apenas había hecho más que meterse entre sus piernas y decirle cosas bonitas mientras la ligera capa de sangre corría y él buscaba su placer.
Sabía que debería decirle que parara. Que lo que pasase entre ellos no podía continuar. Las discusiones, la intensidad abrumadora, esa pasión extraña que jugaba entre ellos como un partido de tenis, cada un pasándose el relevo... Todo eso la estaba destrozando lentamente. Pero cuando lo tenía tan cerca, cuando sentía cómo él podía reclamarla con esa seguridad implacable, era como si todo lo demás se desvaneciera. Como si el mundo a su alrededor le rogara que por una vez fuera ella quien bajase los muros.
-Eres cruel -susurró de nuevo, su voz temblando entre el anhelo y la resistencia-. Siempre lo has sido. Primero, llamándome niñata sin conocerme lo más mínimo y ahora viniendo a este lugar pensando que voy a volver así porque sí.
-Dilo -insistió él-. Dime que me detenga.
Pero Hope no pudo. En otro momento y en otro contexto, podría haberlo hecho sin dudar un solo segundo. Sus pensamientos eran una maraña de emociones, de deseo, de furia y de miedo. Las palabras no salían. Y Ran lo sabía. Él la conocía demasiado bien a aquellas alturas, sabía exactamente cómo hacerla perder el control, cómo desmantelar cada muro que intentaba levantar entre ellos. Era peligroso, seductor, y en ese momento, completamente imparable. Un maldito psicópata que le había metido una bala en la cabeza a un hombre que fingió ser su guardaespaldas y luego sacó de la ciudad y salvó de la muerte.
Con un suspiro ahogado, Hope levantó la mirada hacia él, sus ojos cargados de una mezcla de emociones que ni siquiera podía desentrañar completamente. Ran la observaba, esperando su respuesta, sus labios aun peligrosamente cerca de los suyos, y el silencio entre ellos era denso, cargado de esa tensión que parecía a punto de explotar.
-No puedo -fue lo único que logró decir, su voz un susurro roto, casi inaudible.
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exclusionlaboral1 · 6 months ago
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"EXCLUSIÓN LABORAL EN LAS MUJERES"
Para entrar un poco en contexto, la exclusión laboral en las mujeres se relaciona a que las mujeres deben enfrentarse a barreras sistemáticas y persistentes para que así puedan acceder, participar y mantenerse en el mercado laboral a la misma par de condiciones con los varones.
Dicho tema no es un problema local, regional o nacional, esto es un problema GLOBAL, que persiste desde tiempos atras. Tradicionalmente, las mujeres han sido relegadas a roles domésticos ante ello se les ah negado el acceso a la educación y a la formación profesional. Esta situación ha contribuido a la segregación ocupacional, donde las mujeres tienden a concentrarse en sectores con menor remuneración y menor posibilidad de ascenso.
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Diversos factores contribuyen a la desigualda de género:
Las expectativas sociales sobre los roles de hombres y mujeres influyen en las elecciones profesionales y las oportunidades laborales.
Las mujeres suelen asumir la mayor parte del trabajo doméstico y el cuidado de los hijos, lo que limita su tiempo y energía para dedicarse a la vida profesional.
Las mujeres aún enfrentan discriminación en el ámbito laboral, tanto en el acceso al empleo como en la promoción. Esto puede incluir sesgos inconscientes en los procesos de selección y hostigamiento sexual.
La ausencia de políticas públicas que promuevan la igualdad de género en el ámbito laboral dificulta la eliminación de las barreras que enfrentan las mujeres.
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archivo.amecopress.net
Ahora nos explayamos un poco mas a lo legal, resaltando las siguientes leyes:
Ley N° 28983 (igualdad de oportunidades entre mujeres y hombre)
Aplicación de la ley N° 28983:
Establecer el marco normativo institucional y de políticas públicas, en el ámbito nacional regional y local, para garantizar a mujeres y hombres el ejercicio de igualdad, libre desarrollo, autonomía, bienestar, impidiendo la discriminación tanto pública como privada, desarrollando la igualdad.
Ley N° 30709 (prohíbe la discriminación remunerativa entre hombres y mujeres)
Aplicación de la ley N° 30709:
Dispone la determinación de categorías funciones remuneraciones permitiendo la ejecución del principio de igualdad, en concordancia por igual remuneración por trabajo de igual valor.
A pesar de tener estas leyes que dicen "establecer una igualdad equitativa", en la actualidad no se ejecutan en la sociedad al 100%, ya que sigue existiendo la exclusión y más hacia las mujeres.
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elmontonero.pe
Después de entrar en un poco de contexto en este tema, les presentare unos argumentos que nos lleva a la concientización para que ayudemos entre todos a que ya no exista la exclusión ante las mujeres:
Alta informalidad laboral
En 2020, el 77,3% de las mujeres que trabajaban en Perú lo hacían en el sector informal. Esto indica una falta de acceso a empleos formales y seguros, lo que contribuye a la exclusión laboral.
Distribución desigual en el mercado laboral
Aunque ha aumentado la participación de mujeres en el mercado laboral, esta no se ha traducido en igualdad de oportunidades. Las mujeres tienden a concentrarse en actividades de baja productividad.
Segmentación en la ocupación
Las mujeres son más propensas a trabajar en ocupaciones con menor estabilidad y remuneración, lo que limita su acceso a beneficios sociales y legales que suelen estar disponibles para trabajos formales.
Educación y habilidades
A pesar de los avances en educación y capacitación, las mujeres siguen enfrentando barreras en el acceso a empleos bien remunerados y en posiciones de liderazgo, perpetuando su exclusión del mercado laboral.
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DATO IMPORTANTE: El artículo 23 de la declaración universal de los derecho humanos establece principios fundamentales sobre el derecho al trabajo, la igualdad salarial y las condiciones justas a tiempo.
Dando como concluido este documental quiero decirles que la exclusión laboral de las mujeres es un problema complejo que requiere un enfoque global para su solución. Por otro lado la igualdad de género en el trabajo no solo es un imperativo de justicia, sino también una condición esencial para el desarrollo económico y social sostenible.
"Una mezcla diversa de voces conduce a mejores discusiones, decisiones y resultados para todos" Sundar Pichai, CEO de Google
REFERENCIAS:
Instituto Nacional de Estadística e Informática. (2023). Condiciones de vida en el Perú: Informe anual 2022. Instituto Nacional de Estadística e Informática. https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1934/libro.pdf
Ley de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres Ley Nº 28983 ,(2007).https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&opi=89978449&url=https://www.mimp.gob.pe/files/direcciones/dgfc/diff/normatividad_nacional_general/6_Ley_de_Igualdad_de_oportunidades.pdf&ved=2ahUKEwi314jHvZGJAxVEFbkGHXOsJLkQFnoECBYQAQ&usg=AOvVaw24MgX88ouDaq-EuBP6VEHn
Ley que prohíbe la discriminación remunerativa entre varones y mujeres Ley Nº 30709,(2017). https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&opi=89978449&url=https://img.lpderecho.pe/wp-content/uploads/2024/06/Ley-30709-LPDerecho.pdf&ved=2ahUKEwi314jHvZGJAxVEFbkGHXOsJLkQFnoECD4QAQ&usg=AOvVaw3Gi1J8FSkj-foVQCAQvIxc.
Naciones Unidas. (s. f.). Declaración Universal de los Derechos Humanos. https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights
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t0uka-chan · 8 months ago
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✰Riddle Rosehearts - SSR Platinum Jacket - Traducción al Español
La carta se obtiene al conseguir la carta de cumpleaños de Riddle en su respectivo banner, y para desbloquear su historia personal se debe subir el nivel de la carta (Lv40) y el nivel de episodio de la misma (Episodio 3).
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NO RESUBIR esta traducción
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¡Feliz 100 Aniversario!
Land of Dawning - Museo Nacional de Arte
Riddle:  No puedo creer que haya tantas obras maestras de arte en exhibición… Este es un museo verdaderamente maravilloso.
Riddle: Veamos…creo que por esta área se haya el cuadro de la Reina de Corazones…Ah, ahí está!
Riddle: Esta obra representa la escena en la que la Reina apareció ante los soldados de Naipes… una figura muy digna.
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???: Sus expresiones faciales y la forma en que sus dedos recogen su vestido son realmente elegantes. ¡Ese vestido de color rojo y negro luce fascinante!
Rook: Es una pieza que resalta el encanto de la majestuosa Reina de Corazones.
Riddle: “¿Es…encantador?” Fufu~ suena como algo que diría Rook-senpai. Pero pensándolo bien, no lo había visto de esa manera.
Riddle: Se dice que ella siempre usó este vestido junto a una corona de oro, incluso durante los juicios importantes.
Rook: Supongo que eso significa que iba vestida formalmente como una reina. Hm~ tambien estoy interesado en otros conjuntos de prendas~
Rook: Como su atuendo del día a día, Roi des Roses~
Riddle: Eh? ¿Cómo? ¿mio? No es algo lo suficientemente especial como para interesar al sublíder del Dormitorio Pomefiore, pero…
Riddle: Básicamente, no suelo usar ropas muy informales sino casual-elegantes. Y eso que mis padres siempre decían que llevara ropa formal o con corbata…
Rook: ¡Ropa elegante, con clase, algo típico de ti!
Riddle: Gracias. Me alegra oírte decir eso porque es el tipo de prendas que prefiero.
Riddle: Sin embargo, parece que hay algunas situaciones que no puedo afrontar con mi “ropa de todos los días”...
Rook: Oya? ¿En serio?
Riddle: Así es. Una vez, cuando cuatro de nosotros, incluyéndome, decidimos ir a una tienda de conveniencia en el pueblo al pie de la montaña para comprar suministros para las actividades del club…
Riddle: Todos los que estaban en el punto de encuentro parecían confundidos al verme y preguntaron “¿Realmente irás vestido así?
Riddle: Llevaba ropa deportiva porque era parte de las actividades del club y quizás podría llevar equipaje pesado.
Rook: Oh!, vaya, vaya. Definitivamente es un conjunto con el que es fácil moverse pero… puede que haya sido demasiado soso o poco común ir con eso puesto hasta el pueblo.
Riddle: Si… tienes razón, debí haber llevado algo más casual y rústico. Sin embargo no tengo conjuntos que sean holgados o con los que sea fácil moverse.
Riddle: Por eso, consulté con Cater y Ace quienes saben más de la moda.
Riddle: En vacaciones, cuando tuve que salir a comprar cosas para el club, les pregunté qué tipo de ropa era apropiado vestir…
Rook: Ciertamente deben saber mucho de moda. ¿Entonces, cómo reaccionaron ambos?
Riddle: Me dijeron que mi ropa informal era demasiado formal y que se vería raro si saliese junto a otros estudiantes ya que les incomodaría…
Riddle: Sin embargo, no se cuando tendré otra oportunidad de volver a salir en grupo con otros estudiantes.
Riddle: Como es de mala educación hacer sentir incómodo a tus compañeros, decidimos que esto debía mejorarse cuanto antes.
Riddle: Cuando les hablé de esto, me sugirieron varias formas de crear un look tosco con la ropa que tenía a mano.
Riddle: Por ejemplo, llevar una camisa sin corbata dejando abierto el botón superior.
Rook: Ciertamente eso lo haría parecer menos formal y más informal.
Riddle: Si, lo sé… pero mm, no me siento cómodo a menos que los botones del cuello estén bien cerrados, aunque sea solo para vestir menos formal.
Rook: Hmm, supongo que eso significa que no era adecuado del todo para Riddle-kun.
Riddle: Es tal y como mencionas, por eso le informé a Cater y a los demás sobre esto y, después de repetidos debates…
Riddle: Llegué a la conclusión de que podía hacerlo más informal cambiando la tela y la talla en lugar de mi forma de vestir.
Rook: ¡Ya veo! Incluso si usas una chaqueta, se verá bastante informal si la tela es suave o delgada, como una sudadera.
Riddle: Exacto. Cambiando la manera de ver las cosas se puede llegar a un buen resultado…Fufu~ nuestros soldados de naipes son excelentes con su trabajo, no lo crees~?
Riddle: Después de eso, salimos los tres al pueblo al pie de la montaña y les pedí que escogieran algo de ropa…
Riddle: Si alguna vez vuelvo a salir con mis compañeros de clase en el futuro, planeo usar la ropa que compré para esa ocasión.
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Rook: ¿Es este un cuadro basado en la leyenda del hijo del dios del trueno? Es impresionante verlo con una expresión tan valiente junto con el Pegaso a su lado.
Riddle: Exacto, ese Pegaso siempre estuvo a su lado acompañándolo en cada batalla.
Riddle: Cada vez que me encuentro con el folclore que lo rodea, me vienen a la mente pensamientos sobre un buen compañero.
Rook: ¿Tendrá ese compañero un pelaje hermoso?
Rook: El otro día escuché que te fue muy bien en la competencia del club ecuestre.
Riddle: Jaja, así es, creo que he construido una relación de confianza con Vorpal. A pesar de que tuvimos que recorrer un largo camino lleno de dificultades  antes de llegar a donde estamos ahora.
Rook: Ah si?
Riddle: Tiempo atrás, cuando acababa de unirme al club, me pidieron que diera un paseo con Vorpal.
Riddle: Sin embargo, caballos como Vorpal suelen ser bastante nobles y orgullosos, es por eso que ellos eligen a quienes se les permite montarlos.
Riddle: Debido a eso, aparentemente no se le permitió a nadie montarlo excepto a un talentoso líder que se graduó hace tres años…
Riddle: Durante un tiempo, despues de unirme al club de ecuestre, a menudo se me negaba montar a Vorpal e incluso usar una silla de montar, lo cual resultaba una tarea difícil.
Riddle: Vorpal tiene mucho orgullo y mal carácter. En esos tiempos me sentía completamente frustrado al no poder domarlo correctamente…
Riddle: Hoy en día, cuando visito los establos, el caballo gira la cabeza para saludarme, como si me estuviese esperando.
Rook: ¿Eso significa que los días que pasaron juntos terminaron conmoviendo el corazón de ese noble compañero~?
Rook: Ah~ Beauté, que hermosa relación~!
Riddle: Ahm, siento que lo hermoso es un poco exagerado. Pero si confieso que me alegré mucho cuando me reconoció como su jinete…
Riddle: Más tarde me enteré que me asignaron a Vorpal debido al acoso de mis senpais.
Riddle: Esperaban que me diera por vencido con Vorpal y así renunciar al club.
Rook: El acoso no es nada bueno, ¿Por qué ocurrió tal situación?
Riddle: Según lo que escuché, fue porque le advertí al senpai, que estaba a cargo de limpiar el establo, que dejara de faltar a sus deberes…
Riddle: Solo estaba siendo obvio, así que no hubo razón para que me guardara rencor.
Rook: Superaste con éxito los desafíos que se te presentaron y lograste triunfar junto a tu compañero.
Rook: Jaja, suena bastante dramático, ¿no crees? ¡Es como el héroe de un cuento que se niega a aceptar su destino!
Riddle: Bueno, siento que eso tambien es una exageración…
Riddle: Estoy más que orgulloso de haberme convertido en compañero de Vorpal.
Riddle: Incluso el acoso frívolo no es un obstáculo para mí. Esto también es prueba de ello.
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Riddle: Esto… se trata de una obra que representa una escena en la que el Mago del Desierto sostiene un escarabajo dorado.
Riddle: El cielo nocturno azul oscuro y la luz dorada, esta es… una foto que se dice que es extremadamente hermosa debido a sus vívidos colores.
Rook: Al combinar este escarabajo con su contraparte, se convierte en la llave que te conducirá a la cueva mágica. Esa era la tradición.
Riddle: Ajá, se dice que el Mago del Desierto ofreció una generosa recompensa a quien encontrara uno.
Rook: Debe haber sido algo de gran valor para él.
Rook: Después de encontrar una importante llave perdida, es necesario tener mucho cuidado para no volver a perderla.
Riddle: Fufu~, si, la responsabilidad de guardar una llave así, es muy importante.
Rook: Oh, Riddle-kun, ¿Estás cuidando tus preciados tesoros?
Riddle: Aunque no fuese un tesoro… nadie quisiese que un extraño tocase tus preciadas cosas, no?
Rook: ¡Ups! Creo que espié la vida privada de alguien por error. Si es así, permíteme disculparme.
Riddle: No te preocupes. Este objeto no es más que el diario del líder de dormitorio. Además de los asuntos compartidos en las reuniones de líderes y los registros del trabajo del líder del dormitorio…
Riddle: También hay descripciones sobre los estudiantes del dormitorio, por lo que no podemos permitir que tal información se filtre a personas externas…
Rook: Jeje, puedo ver claramente que Riddle-kun está cumpliendo con sus deberes como líder de dormitorio con sentido de responsabilidad.
Riddle: Registrar y gestionar los detalles más pequeños ayudará a gestionar de una mejor manera el dormitorio~
Riddle: Sin embargo, últimamente he estado escribiendo cada vez más, ¿Diría que ha aumentado la cantidad de texto dedicado a hechos característicos cotidianos?
Rook: Suena interesante, ¿Está bien si le pido que me diga el contenido en la medida en que no cause ningún daño?
Riddle: Como quedarse atrapado en una discusión tonta entre Ace y Deuce…
Riddle: Se debe a un problema que ocurrió cuando dos estudiantes del dormitorio Onboro asistieron a una fiesta de “No cumpleaños”...
Riddle: Si la cantidad de contenido a registrar va en aumento, escribirlo se convierte en un desafío.
Riddle: Mi vida diaria ha ido cambiando a un ritmo vertiginoso que no podría haber imaginado,desde el momento en que me convertí en el líder de Heartslabyul.
Riddle: A medida que ha aumentado la cantidad de texto que escribo por día, el ritmo al que se reemplazan mis notas también se ha vuelto mucho más rápido.
Rook: Lo que Riddle-kun lleva ahora es más un diario que un registro. ¡La razón por la que tiene más cosas que escribir es…
Rook: ¿No es prueba de que su vida se ha vuelto aún más brillante y satisfactoria que antes?
Riddle: Mi diario…. ¿es así?
Rook: Wii! Cuando mi corazón se mueve, mis pensamientos se desbordan y no puedo parar de escribir poemas.
Rook: Vaya, parece que te he retenido por un tiempo. Me disculparé ahora~. Hasta luego, Riddle-kun.
Riddle: Si Rook-senpai. Bueno, es hora de que pase a la siguiente sala de exposición… ¿hmm?
Riddle: ¿Es esta una representación de la escena de la fiesta de té en la que aparece esa niña curiosa?
Riddle: Su comportamiento carece de decencia, como participar en fiestas de té sin ser invitada y beber pociones mágicas sin el permiso del propietario.
Riddle: Se dice que estaba buscando un camino a casa… pero no creo que lo hubiese encontrado…
Riddle: no importa a dónde fuese, ni de dónde volviese~
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FIN🌹
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notasfilosoficas · 4 months ago
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“Algunas personas miran al mundo y dicen: ¿Por qué? Otras miran al mundo y dicen: ¿Por qué no?”
George Bernard Shaw
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Fue un dramaturgo, crítico y polemista irlandés nacido en Dublín en julio de 1856.
Bernard Shaw nació en un barrio de clase media baja de Dublin, fue el único varón de la familia y el primero de una familia de tres hermanas, su padre era un alcohólico que trabajaba de forma irregular como comerciante de maíz.
Durante su época estudiantil, asistió a cuatro escuelas distintas, todas las cuales odiaba, estaba desilusionado con la educación formal, a las que consideraba prisiones y a los maestros carceleros, en los cuales a los niños se les mantiene para evitar decía, “estar molestando a los padres”. En 1871 dejó la escuela para trabajar en una firma de administradoras de fincas, en donde trabajando duro llegó a ser cajero en jefe.
En 1873, la madre de Shaw y dos de sus hermanas, abandonaron Dublín para seguir a quien fuera su pareja sentimental a Londres, un músico bien conocido en Dublín, y debido a la gravedad de una de sus Hermanas, Shaw viajó posteriormente a Londres en 1876 para reunirse con su madre.
En los años siguientes trabajó como periodista y crítico teatral y de música para diversos periódicos, al tiempo que publicaba novelas por entregas. Con muy bajos ingresos, Shaw vivió esos años en relativa penuria.
En 1884 y tras entrar en contacto con la obra de Karl Marx, Shaw se hizo socialista y pasó a formar parte de la sociedad Fabiana, un grupo revolucionario. En 1898, contrajo matrimonio con una Irlandesa que procedía de una familia adinerada.
Para entonces sus trabajos literarios y críticas teatrales lo iban dando cierto renombre.
Shaw escribió mas de sesenta obras, algunas importantes como Hombre y Superhombre en 1905, una teoría de la humanidad como estadio mas avanzado de la evolución de la fuerza vital hacia formas mas espirituales, en donde la influencia de Nietzsche y de Henri Bergson se hacían presentes.
En 1925, recibió el Premio Nobel de Literatura y en 1938 compartió el Oscar de Hollywood al mejor guión adaptado por la versión cinematográfica de Pigmalión, una de las mejores comedias de Shaw que se convirtió en una aguda critica al sistema de clases inglés, a través de hacer pasar a una florista por una dama, para lo cual se le enseña dicción y buenas maneras. Shaw se convirtió en la primera persona en recibir el Nobel y el Oscar. 
Shaw sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y durante sus últimos años disfrutó de cuidar los jardines de Shaw´s Corner, su residencia situada en la pequeña villa de Ayot St. en Inglaterra. Murió a la edad de 94 años de una insuficiencia renal producto de una caída mientras podaba un árbol.
Fuente: Wikipedia, biografiasyvidas.com
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zharickayovi · 6 months ago
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Diferentes criterios de autores sobre los valores y las actitudes que asumen los adolescentes en el ámbito de la sexualidad
Los valores y actitudes que asumen los adolescentes en el ámbito de la sexualidad han sido analizados por diversos autores desde diferentes perspectivas, considerando tanto factores individuales como sociales. A continuación, se presentan algunos criterios y enfoques de autores destacados en el tema:
1. Sigmund Freud (Teoría Psicoanalítica): Freud sostiene que la sexualidad es una parte inherente del desarrollo humano desde la infancia, y que durante la adolescencia, los impulsos sexuales alcanzan un nivel de desarrollo más consciente. Según Freud, los adolescentes luchan con el control de estos impulsos y la formación de una identidad sexual, lo que influye en sus actitudes hacia la sexualidad.
2. Jean Piaget (Teoría del Desarrollo Cognitivo): Piaget no abordó la sexualidad directamente, pero su teoría sobre el desarrollo cognitivo se puede aplicar a cómo los adolescentes desarrollan sus actitudes sexuales. En la adolescencia, los jóvenes alcanzan la etapa de operaciones formales, lo que les permite pensar de manera más abstracta sobre temas como las relaciones sexuales, el amor y los valores, formando sus propias opiniones y juicios morales.
3. Lawrence Kohlberg (Teoría del Desarrollo Moral): Kohlberg argumenta que los adolescentes desarrollan su moralidad a través de una serie de etapas. En el contexto de la sexualidad, los adolescentes pueden comenzar a evaluar sus decisiones sexuales con base en principios morales más avanzados, que incluyen el respeto por los demás, la equidad y los derechos individuales.
4. Erik Erikson (Teoría Psicosocial): Erikson destaca la adolescencia como un periodo crítico para la formación de la identidad, incluida la identidad sexual. Durante esta etapa, los adolescentes experimentan con diferentes roles y relaciones, lo que influye en la formación de actitudes hacia la sexualidad. Según Erikson, el éxito en esta etapa lleva a una identidad consolidada, mientras que el fracaso puede resultar en confusión.
5. Albert Bandura (Teoría del Aprendizaje Social): Bandura sugiere que los adolescentes aprenden actitudes y valores sexuales a través de la observación de modelos, como amigos, familiares y medios de comunicación. Este aprendizaje ocurre a través de la imitación y las interacciones sociales, lo que hace que el entorno social tenga una gran influencia en las actitudes sexuales de los jóvenes.
6. Michel Foucault (Teoría de la Sexualidad y el Poder): Foucault analiza la sexualidad desde una perspectiva sociocultural y de poder. Para él, las actitudes hacia la sexualidad están condicionadas por las estructuras de poder en la sociedad, incluidas las instituciones educativas, religiosas y médicas. Los adolescentes internalizan normas sexuales que son controladas y reguladas por estas instituciones, lo que afecta cómo experimentan y valoran la sexualidad.
7. John Bancroft (Investigaciones sobre la sexualidad adolescente): Bancroft argumenta que las actitudes sexuales de los adolescentes están influenciadas por factores biológicos (como los cambios hormonales), psicológicos y sociales. La forma en que un adolescente percibe y gestiona su sexualidad puede depender de su educación sexual, su autoestima y su acceso a información precisa.
8. Judith Rich Harris (Teoría de la Influencia de los Pares): Según Harris, los adolescentes son influenciados principalmente por sus pares más que por los adultos. En el ámbito de la sexualidad, esto sugiere que las actitudes y comportamientos sexuales de los jóvenes están moldeados en gran medida por las normas y expectativas de su grupo de amigos, más que por las enseñanzas de los padres o instituciones.
Estos autores ofrecen diversas interpretaciones sobre cómo se forman los valores y actitudes en la sexualidad adolescente, mostrando que es un proceso complejo influenciado por una combinación de factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales.
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jrlrc · 5 months ago
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Doctora descubre que ha defendido neoliberalismo. Parece charlatana arrepentida
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Trejo Nieto es doctorada por universidad famosa gringa, contratada por el Colmex, soberbia y… una mediocre que muchas veces ha sido violenta digital. Pobre Colmex… A pesar de todas sus credenciales formales, doña Alejandra no entendió nada sobre AMLO y el obradorismo, en el que ella milita o militaba, “intelectualmente”.
Después de 6 años, ese tuit. Después de 6 años de discurso de “austeridad republicana”, se cansó. Tan sólo un sexenio le tomó! Sólo eso para quedar hastiada… Y lo dice por primera vez después de tantos años de violaciones al discurso y de aplicaciones antisociales de su contenido: años en que cientos de funcionarios obradoristas han mostrado su vida privada no austera y años en que la austeridad “pública”/neoliberal ha sido aplicada donde no debe serlo. Seis años de austeridad contra la salud y la educación públicas, por poner los ejemplos más graves y drásticos, seis años y la doctora no dijo nada, hasta el día de ayer. Ayer lo vio con claridad, ayer se le agotó su enorme paciencia… Se arrepintió? Se da pena sola? Otra simulación boba?
Luego se enojan por las críticas a la academia… cuando la academia está llena de gente como la doctora Trejo Nieto. Gente que ha defendido lo peor, dicho las más grandes estupideces y contestado de las maneras más bajas o tontas. Urge esa crítica a la academia, no sólo por los males anteriores a 2018 sino por los males extremados a partir de ese año. Los males de la ceguera voluntaria, la superficialidad o el silencio, la manipulación lingüística, el propagandismo, la grilla partidista, y tantas cosas más, como las que muestra el tuit de Alejandra Trejo Nieto.
No sólo hay charlatanes del tipo doctora Cote, hay otros, otras, y son una desgracia para todo lo que fundó Cosío Villegas.
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absoma021085 · 2 months ago
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In this presentation, I’d like to share some of my B1-B2 level vocabulary
to greet everyone - Para saludar a todos
as well as - así como
which I believe is - lo cual creo que es
even though I sometimes confuse the names - Aunque a veces confundo los nombres
and another - y otro o y otra
that is simply impressive - eso es simplemente impresionante
Besides opera and classical music - Además de la ópera y la música clásica
Overall - En general
When it comes to movies - En cuanto a las películas
such as - tales como o como por ejemplo
and although some movies - y aunque algunas películas
are not strictly horror - no son estrictamente de terror o no son propiamente de terror
Regarding who my best friend is - Respecto a quién es mi mejor amigo o En cuanto a quién es mi mejor amigo
I must admit that I do not have a best friend - Debo admitir que no tengo un mejor amigo
in the traditional sense - en el sentido tradicional
as I do not know many people very deeply. - como no conozco a mucha gente en profundidad
The person closest to me - La persona más cercana a mí
We get along very well and share many interests - Nos llevamos muy bien y compartimos muchos intereses
we support each other in every way. - we support each other in every way.
I’ve already reached some important milestones in my life! - Ya he alcanzado algunss metas importantes en mi vida!
"Milestones" es una palabra técnica. Mejor usar "goals", "achievements" o "big things"
which has provided me with a solid foundation in my career. - que me ha proporcionado una base sólida en mi carrera.
Beyond my formal education - Más allá de mi educación formal
I have gained some programming knowledge. - He adquirido algunos conocimientos de programación.
demonstrate that I can set goals and achieve them. - Demostrar que puedo fijarme objetivos y alcanzarlos.
There are still important goals I haven’t accomplished yet, but I’m working on them. - Todavía hay objetivos importantes que no he cumplido, pero en los que estoy trabajando.
One of my main ambitions is to further develop my expertise in… - Una de mis principales ambiciones es seguir desarrollando mis conocimientos en…
I have been interested in these fields for a while now, - Hace tiempo que me interesan estos campos
I believe that the future of technology lies in artificial intelligence. - Creo que el futuro de la tecnología está en la inteligencia artificial.
Therefore - Por lo tanto
I can apply to a prestigious institution like MIT - Puedo solicitar plaza en una institución prestigiosa como el MIT
to pursue a deeper understanding of AI or data science. - para profundizar en el conocimiento de la IA o la ciencia de datos.
I am determined to work until I reach it - Estoy decidido a trabajar hasta conseguirlo
improve my English every day until I become fully fluent. - mejorar mi inglés cada día hasta dominarlo por completo.
Since English is essential for accessing advanced academic resources and professional opportunities - Dado que el inglés es esencial para acceder a recursos académicos avanzados y oportunidades profesionales
I make every effort to use it as much as possible - Hago todo lo posible por utilizarlo al máximo
whether by watching movies and series or by reading technical materials. - ya sea viendo películas y series o leyendo material técnico.
both of us can access a wider range of educational resources - ambos podemos acceder a una gama más amplia de recursos educativos
attend international conferences - participar en conferencias internacionales
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waltfrasescazadordepalabras · 8 months ago
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Hoy me he vuelto a enamorar. Hoy me he vuelto a enamorar, soy de enamorarme seguido y confieso que, los prefiero mayores. Esta vez es un hombre de 67 años, canoso y el destino lo puso en mi camino, lo supe ni bien lo vi y hoy, el será mío. Claro que él no lo sabe. Seguí sus pasos para saber de él, siempre quiero saber cómo han sido las vidas de mis amores antes de que se rindan a mis pies. Y así supe que de niño tuvo pasión pero de grande supo hacerla dormir con cantos de cuna que le llegaron del mundo. Soñaba de pequeño con ser veterinario y poder curar gratis a todos los perritos de la calle, pero a medida que fue creciendo, de a poco, fue borrando de su léxico la palabra “gratis”. Y de grande, hasta envenenó con carne mezclada con vidrio molido a un perrito que lo ladraba por las mañanas cuando iba a trabajar. Por su pupila, supe que fue un hombre que dijo amar a la humanidad, pero en su interior odiaba a su vecino que podía igualar su estatus social. Su padrino, un muy buen amigo de sus padres, tenía un importante estudio contable y prometió pagarle sus estudios y cuando se reciba, lo esperaría con un cargo importante en su empresa. Gracias a esa benevolencia de su padrino, pudo asistir a la mejor educación formal privada y acceder a un puesto laboral envidiable con buen sueldo y buen cargo. En cada reunión social, con amigos o compañeros de trabajo, el confesaba orgulloso que nadie le regaló nada y siempre trabajó duro para llegar a donde está y que no soportaba a la gente que pide favores y es haragana. A él, le gustaba citar esa frase que dice: “No le des pescado, enseña a pescar” Él sabía el precio de todo y no daba valor a nada. Pero, a pesar de todo esto me he enamorado de él y pienso esta noche hacerlo mío, yo no juzgo cómo han sido sus vidas, esa no es mi tarea y solo quise saber por curiosidad. Esta noche lo seduciré, me acercaré lentamente y lo sorprenderé, haré que me vea a los ojos y le daré ese beso que todos saben pero nadie lo espera de una dama. Sólo espero que no le moleste mi vestido negro de luto.
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lluviaamador · 27 days ago
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Equipo:Escorcia Guzmán Mareli, Amador Gómez Axel Jesús y Amador Franco Lluvia Sherlyn. Fecha:22-03-25 Docente Responsable: María Elena Rosales Hernández
La pobreza en México
La pobreza en México es un problema que afecta a millones de personas, limitando su acceso a salud, educación y servicios básicos. Sus principales causas incluyen la desigualdad, el desempleo, la falta de educación y la corrupción. Esto genera consecuencias como desnutrición, exclusión social y el ciclo intergeneracional de pobreza, donde las condiciones se heredan de generación en generación
Para combatirla, es clave mejorar la educación, generar empleo formal, garantizar servicios básicos y fortalecer los programas sociales. Reducir la pobreza requiere un esfuerzo conjunto del gobierno, la sociedad y el sector privado para crear oportunidades que permitan un desarrollo sostenible.
Es por eso que daremos una breve presentación para mostrarles algunas causas, consecuencias y la manera en cómo se relaciona con factores como la salud, educación y acceso a servicios básicos.
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lpzzrubi · 27 days ago
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Integrantes de equipo: Licona Hernández Ariana , López Badillo Rubí, Manilla Amador Santiago
Uac: cultura digital II
Docente responsable: Ing María Elena Rosales Hernández
Desempleo en México
El desempleo en México ha mostrado una tendencia a la baja en los últimos años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la tasa de desocupación se situó en 2.4% en diciembre de 2024, marcando un mínimo histórico para un cierre de año.  Sin embargo, a pesar de esta reducción general, el desempleo juvenil sigue siendo una preocupación, ya que el 50% de los desempleados son menores de 30 años, con una tasa de desocupación juvenil del 5%, superior al promedio nacional. Además, la informalidad laboral persiste como un desafío significativo, afectando al 53.7% de la población ocupada en diciembre de 2024. Para abordar estos retos, es esencial implementar políticas públicas que promuevan la creación de empleos formales, fortalezcan la capacitación laboral y alineen la educación con las necesidades del mercado, con el fin de consolidar un mercado laboral inclusivo y robusto.
A continuación una breve presentación sobre el tema:
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mary-1-like · 4 months ago
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Había un personaje muy peculiar en la casa.
Se llamaba Juancito y vendía relojes en la estación de Retiro.
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Al principio me daba gracia pues tenía un mal inglés y pronunciaba "Shutú" (youtube) y se cortaba sólo el pelo por lo que un día vino con la cabeza llena de desparejos tijeretazos.
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Componía canciones de rap y decía que le gustaba mucho la filosofía.
Un día se despachó con una de sus "pensamientos profundos"
"Nosotros somos como un bonsai. La sociedad nos recorta para moldearnos a sus formas".
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"Ese es una buena analogía"_opiné.
Era increíble con estos chicos. Parecían seres marginales y sin educación formal pero tenían raptos de sabiduría que te hacían pensar.
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