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#Detrás de la barra
pricesugarwife · 17 days
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No sé. Esto es pura autoindulgencia. Y quizás me estoy proyectando en el triángulo amoroso que tenemos Price, @the-californicationist y yo. Va para ti, bebé. Espero que te guste.
Otra noche calurosa de Texas. Otra ocasión donde el 141 aprovechaba el tiempo de relevo y se reunían, con un poco de resistencia por parte de un críptico Ghost, para hablar sobre cualquier tarea mundana que estuvieran haciendo en su tiempo de inactividad. Otra ronda de cervezas que Soap invitaba, mientras escuchaba las divertidas anécdotas de Cali y su Capitán, intentando adaptarse a la caótica sociedad estadounidense. 
Si alguien le hubiese dicho a John MacTavish hacía unos años atrás que viviría para ver como su Capitán se enamoraba de una dulce mujer texana, establecía su residencia permanente en U.S y los invitaba durante el verano para compartir en su rancho, probablemente se hubiera reído en la cara de esa persona. Pero aquí estaba, tomando un trago de la cerveza artesanal mientras algo parecido a Blake Shelton (si su precario oído musical no le fallaba) sonaba por los altavoces y escuchaba la estridente risa de Cali cuando Price decía otro de sus espantosos chistes de papá. 
Pero oh, todos volteaban la mirada cuando la mujer estampaba sus carnosos labios rojos contra la boca de su capitán y fingían hacer un recorrido rápido por el destartalado bar destinado a albergar vaqueros, o cualquier aficionado a la música country de mediana edad. Solo que, en uno de esos escaneos rápidos a la barra de madera donde el bartender se movía con velocidad para servir a la masa de hombres con camisas de cuadros, sus ojos azules captaron un exuberante culo forrado en unos jeans acampanados, acompañados de una cabellera negra que llegaba a las caderas. 
Embelesado por sus curvas, los jugosos labios pintados de rojo y la forma en cómo su camiseta sin mangas hacía resaltar sus tetas alegres, el sargento consideró en acercarse a coquetear un poco, quizás con la esperanza de llevarse esa dulce cosita a casa para aprovechar al máximo este viaje a norteamérica. Un pensamiento que se podía leer fácilmente en los ojos depredadores del escosés, mientras Ghost amamantaba su whisky con un semblante áspero y enojado detrás de su pasamontañas, pero tanta era el hambre de Johnny que ni siquiera se volteó a mirarlo. 
Cuando la mujer se volteó completamente, vistiendo una divertida camiseta que decía: “I LOVE DILF”, le hizo soltar una risa baja que atrajo la atención de todo el grupo que hasta el momento había ignorado el desarrollo de los acontecimientos. 
“¿Una víctima más, MacTavish?” preguntó Gaz, deteniendo sus ojos chocolates en el atractivo que su compañero había visto primero, unas buenas tetas que se movían cuando la mujer cantaba el coro de la canción. 
“No me digas que esa bonnie no se ve lo suficientemente bueno como para comer” respondió el mencionado, haciendo que Cali rodara los ojos y bufó, acostumbrada a que el escosés hiciera comentarios como esos, pensando que las mujeres son un trozo de carne
“Manténlo en tus pantalones, sargento. O al menos no nos des un espectáculo delante de todos” señaló el Capitán, que hasta ese instante se había mantenido en silencio, sin prestarle mucha atención a lo que estaba sucediendo porque la maldita falda que vestía su mujer lo estaba poniendo duro en sus jeans. 
Sin contestar el comentario hosco de su Capitán, Johnny hizo su movimiento para seducir a la dulce cosita que no dejaba de observarlos mientras remojaba sus labios con lo que parecía ser una sangría. 
“¿Cuánto apuestas a que ella lo manda al diablo?” bromeó Gaz, bebiendo el último trago de su cerveza y miró a Ghost, quien simplemente se encogió de hombros para acto seguido bufar cuando se dio cuenta que Johnny estaba abordando, de una manera tal vez demasiado encantadora. 
Por el lenguaje corporal de la mujer, parecía estar interesada en los avances del escosés, que sonreía como un lobo deseando encajar los dientes en la carne de un delicado corderito. Aunque había una leve espinita que no convencía a John, había algo misterioso en esa mujer que lo mantenía atento a la escena, al igual que Ghost, quien intentaba enfocarse en el juego que transmitían el destartalado televisor en la esquina del bar. 
“Ella no parece estar muy convencida, pero tampoco lo rechaza del todo” respondió Price, hablándole a Kyle que estaba dispuesto a arrancarle unos billetes a cualquiera de sus compañeros para demostrar que sabía en cuánto tiempo podían sacudir a Johnny. 
No transcurrió mucho tiempo para que Soap regresara a la mesa con semblante derrotado,  mientras la mujer sonreía alegremente y le enviaba un saludo al resto del grupo que yacían confundidos al otro lado del establecimiento, porque minutos antes habían visto cómo ella le escribía algo en una servilleta con un lápiz labial, impregnando la marca de sus labios en el mismo papel. Pero antes de que Cali pudiese interrogar a Johnny, todos captaron como la fémina le lanzaba una beso y hacía un gesto con las manos de “llámame”. 
“Parece que no habrá un polvo para mí. Pero ustedes tienen a alguien por si quieren hacer un trío, o tener una relación poliamorosa” les informó el hombre, poniendo la servilleta en la mano delante de su Capitán, quien rápidamente se sonrojó hasta las orejas y el cuello. 
“¿Qué?” cuestionó Cali sin aliento, mirando la servilleta que tenía el número de la mujer. 
“Como lo escuchaste, dijo que está interesada en la rubia caliente de grandes tetas y el hombre barbudo que no ha dejado de manosearla desde que llegaron” Soap insistió, alzando las cejas cuando soltó esa línea de barbaridades que en otro momento de su vida tendrían a Cali agarrando el rosario de su abuela contra su pecho.
“Wow, sí que fue directo al grano” se rió Garrick, conteniéndose para no soltar la carcajada que le había provocado la hilarante situación. 
“No sé si sentirme halagado u ofendido” soltó Price, rascándose la nuca y mirando de reojo a su mujer que no había dejado de sonrojarse desde la primera respuesta de Johnny. 
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zealouscollectionvoid · 2 months
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Había una vez un hombre llamado **Lorenzo**, dueño de un pequeño bar en el corazón de la ciudad. Su bar era un lugar acogedor, con luces tenues y una selección de cervezas artesanales que atraía a una clientela variada. Lorenzo era apuesto, con una barba bien cuidada y ojos que parecían esconder secretos.
Su amor por la cerveza era legendario. Cada noche, después de cerrar el bar, se sentaba en su taburete favorito y se servía una pinta de su cerveza favorita. La espuma se posaba en su bigote mientras disfrutaba del sabor amargo y refrescante. Pero lo que no sabía era que su pasión por la cerveza estaba a punto de cambiar su vida.
Un día, mientras revisaba las existencias en el sótano, encontró una caja de cerveza antigua. Era una cerveza especial, elaborada por un monje en un monasterio remoto. La etiqueta estaba desgastada, pero Lorenzo no pudo resistirse. Se sirvió una copa y la probó. El sabor era celestial: notas de malta, caramelo y especias que bailaban en su lengua.
Desde ese día, Lorenzo se volvió adicto a esa cerveza. Bebía una copa cada noche, luego dos, luego tres. Su barriga comenzó a crecer, y sus camisas ya no le quedaban bien. Pero él no se preocupaba. Estaba feliz, y su bar seguía lleno de clientes satisfechos.
Un día, mientras estaba detrás de la barra, sirviendo una cerveza a un cliente regular, sintió un tirón en su pantalón. El botón de su pantalón había reventado, y su barriga estaba libre. Los clientes se rieron, y Lorenzo también. Se dio cuenta de que su amor por la cerveza había transformado su cuerpo, pero también su vida.
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amando-el-cielo · 9 months
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Recuerdo este día, hace ya muchos años, cuando estaba trepado sobre el techo, tratando de conseguir al menos una barra de señal para hablar contigo, mirando a lo lejos aunque no hubiesen grandes vistas, y deseando que estuvieras ahí, contemplando cualquier lugar conmigo. No sé porqué mi corazón era tan impaciente, no entiendo porqué tan insistente. A penas te conocía, no entendía porqué te extrañaba con tanta intriga, pero sentía que quería llegar al fondo de tus misterios, tenerte unos pasos más cerca, adentrarme en tus secretos, aprenderme a la perfección las tonadas en tu voz y preguntarme si sonarían igual de bonitas con el sonido del viento. Amaba el querer descifrar desesperadamente el enigma en tus desastres, y sanar con mi amor tu corazón roto. Anhelaba encontrar el tesoro detrás de de tus ojos, pero solo estaba perdido y atrapado en mis pensamientos de niño tonto. Tú no estabas ahí, yo estaba solo, aislado, tan lejos de ti como siempre estuve, tan cerca de huir como nunca supe. Y años después te vi, creyendo tenerte ahí, en otro mundo en dónde no supe vivir. Hoy te extraño, pero entiendo que tu recuerdo, aunque muy precioso, aunque muy bello, es tan mortal como todos los “te quiero” que en aquellos días te oí decir. Hoy subiré y dejaré que te vayas con aquel viento con el que te recibí, porque voy muy deprisa para esperar a que te cure el tiempo, tu recuerdo me acecha, yo voy muy lento, me quiere destruir.
#z
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punishertruther · 6 months
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después de terminar el concierto y guardar la guitarra y los pedales, bajó del escenario. antes de irse a hablar con nadie, se acercó hasta la barra, que estaba atestada de gente. "perdón, chicas. ¿estáis esperando a que os sirvan?" preguntó, poniéndose detrás de ellas a la espera de poder pedir. // @bubbl3corn
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mvplot · 2 months
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En medio de la cacofonía de las animadas conversaciones que inundan a Main Vein y el barullo provocado por el exceso de licor, la repentina ausencia de Mira pasa casi desapercibida. Los pocos que se percatan de ello no le dan demasiada importancia, al menos no la necesaria como para que esta dé paso a una distracción mayor; la vampiresa siempre ha sido elusiva, al fin y al cabo, y los empleados del bar son tan buenos anfitriones como ella. Así, la tertulia continúa con su ritmo animado, las charlas vigorizadas por el suministro sinfín de bebida, comida y, por supuesto, Tru Blood.  Sin embargo, el animado murmullo se detiene de golpe cuando Rafe hace su repentina aparición, con Mira llegando justo detrás de él. El hombre camina recto, con la cabeza en alto y sin un ápice de culpa en el rostro. Lo que es más, el socio de Lundevall va directo tras la barra y ocupa el mismo lugar de siempre. Más temprano que tarde una sonrisa ocupa sus rostro y el usual ritmo de Main Vein parece recuperarse. Aun así, los susurros y las especulaciones no se detienen — ¿tendrá algo que ver con los rumores en torno a Rafe? ¿ha sido una mera coincidencia?  Nadie tiene tiempo para resolver la incógnita, porque de pronto se escucha un altercado afuera del bar y las sirenas de los móviles policiales enceguecen y ensordecen a la multitud dentro y fuera de Main Vein. No toma mucho para que Trahan y sus hombres entren de golpe al recinto: “La fiesta se acabó — todos a casa” anuncia, con una determinación poco usual para el alguacil arcadiano. Las protestas no faltan: algunos le recuerdan que el toque de queda todavía no comienza, o que se trata de un evento tranquilo y legal, mas Trahan se niega a escucharlo.  Sin más, las luces del bar comienzan a encenderse y los concurrentes abandonan cabizbajos y entre murmullos el lugar. La tensión se hacía notar en el aire; incluso quienes habían asistido sólo por el mero acto de hacer presencia mascullaban por lo bajo lo injusto de la medida. ¿Desde cuándo en Arcadia Bay hay tanta dureza policial, en especial contra Main Vein?
INFORMACIÓN OOC
Como pueden ver, en medio de la velada Mira desapareció por un momento y regresó junto a Rafe, quien no tardó en volver a sus ánimos cordiales y festivos de siempre desde su lugar tras la barra. Sin embargo, pronto se escuchan y se ven las sirenas de los móviles del departamento de policía y el alguacil declara el fin de la fiesta.
Es importante aclarar que todavía queda una hora muerta antes de que empiece oficialmente el toque de queda.
Pueden incluir toda la intervención o parte de ella en sus conversaciones si así gustan.
También queríamos avisarles que estaremos publicando un task voluntario en lo que queda del día, para que estén atentes aquelles a quienes les gustaría participar.
Sin más, cualquier cosa estamos a un mensajito de distancia.
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equipo · 2 years
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elsareyblog · 1 year
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AU: ARMANDO SE VUELVE AUN MÁS LOCO. Betty y Nicolás van a estar juntos o eso parece. ¿Qué va a hacer Armando? Lo veremos a continuación.
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- Muy bien, doña Betty. Va a dejar de jugar conmigo. - Dice Armando mientras arranca el auto, dispuesto a seguir a su asistente y su amigo.
"Amigo..." mastica él con amargura en lo privado de su mente.
Es su viaje en carro más sombrío de los últimos días. Dentro de su cabeza se repiten las palabras de Mario en un loop infinito. ¿Cómo es que ella estaba tan lejos de él? El designio de Mariana era la respuesta, y tal parecía que él no iba a poder contra el destino.
"¡No!" gritó él para sus adentros. A mi Betty este saltimbanqui no la va a tocar.
El Mercedes último modelo, aparca en Le Noir y Armando se prepara para ralentizar su paso con el fin de que no noten su presencia. Espera con impaciencia a que entren. No puede evitar observar cada detalle. ¿Se toman de la mano? ¿Se miran fijamente? ¿Tienen mucho contacto físico? Es tan difícil determinarlo a esas horas de la noche, que sólo se abstiene a confiar en que, una vez en el restaurante, pueda ver con lujo de detalles.
Una vez que los ve ingresando, se prepara para avanzar su vehículo hasta la entrada. Ahí le da sus indicaciones al valet parking para que estacione su auto lo más escondido posible.
_ Tan bonitos que se ven, cogiditos de la mano. - Murmura al entrar a Le Noir y ver cómo ellos buscaban una mesa.
_ ¡Dr. Mendoza! - Lo interrumpe el mesero - ¡Buenas noches!
_ ¡Shhh! - Se apresura a contestarle en bajo volumen. - No quiero que nadie se de cuenta que estoy acá.
_ Acaba de entrar su asistente con un señor. - Le comenta.
_ Ya me di cuenta, ya me di cuenta. Pero quiero que ellos tampoco se den cuenta de que estoy acá.
De repente, el mozo cae en la cuenta de lo que implica el pedido del doctor; que Marcela Valencia, su prometida, y su asistente, la feita, no se enteren. Generalmente, veía al Doctor Mendoza esconderse de su futura esposa para tener citas con modelos, eso no era tan nuevo para él. Sin embargo, lo de su asistente sí. Con cara de póker decide responderle.
_ Claro Doctor, ¿una mesa?
_ No, un whisky. - Susurra Armando, concentrándose de lleno en su Betty de vuelta.
Para sus ojos ningún gesto o roce pasaba desapercibido. Si bien, al comienzo, nota expresiones de enojo en ella, se imagina que son reclamos de celos y eso hace que no baje ni un poco la guardia. Hasta que nota que los ojos cafés de Beatriz se asoman entre la gente. Con rapidez atina a esconderse detrás de otras personas y debajo de la barra.
La observa preguntando, saliendo y volviendo. Tenso y pensando en qué hacer si lo descubre, qué decirle y cómo llevarlo en tal espacio público.
_ ¿Se dio cuenta de que yo estaba aquí? - Le pregunta al camarero mientras se incorpora.
_ No Doctor, dijo que le pareció verlo pero que todo fue un espejismo.
Esto lo hace respirar con un poco de alivio, no obstante, éste no le dura mucho. Pues cuando vuelve a dirigir su atención en la parejita están mucho más cariñosos. La ira dentro de su alcoholizado ser comienza a emerger más de lo que, últimamente, ella lo tiene acostumbrado. Los ve tomados de la mano, cada vez con menos espacio que los separe, caricias entre los dedos y sonrisas coquetas. Armando aprieta con fuerza el vaso de whisky entre sus manos, antes de pegarle un trago largo.
_ Así la quería ver Beatriz Pinzón, así la quería ver. - Miente.
Más allá de los motivos que lo llevaron a involucrarse con su asistente íntimamente, nunca esperó realmente verla admirando y queriendo a otro hombre. Él, por dentro, sabía que ella estaba avocada a su trabajo y a él, sobre todo a él. Por esa razón, Bertha lo pilló desprevenido cuando le contó que él era su amor platónico. Y, una vez que la aseguró y reaseguró a su lado, siguiendo los consejos de su mejor amigo, se llegó a sentir con la tranquilidad y la certeza de que ella ya era suya y de nadie más. Después de haber hecho el amor y conocer su pasado, no habría esperado esto de Beatriz. Su angelito... que ahora le mentía para escaparse con ese tal Nicolás Mora cada vez que quería acercársele.
Sin previo aviso, una vieja conocida lo saluda e intenta entablar una conversación con él. Éste desvía la mirada un segundo, por reflejo al percibir que le están hablando a él pero no lo suficiente como para descifrar de quién se trata. Tampoco le importa. A pesar de la insistencia de la mujer, él no aparta sus ojos de Beatriz y Nicolás. En eso, ve que se están parando de sus asientos, listos para hacer su retirada entre descarados mimos.
_ Con que se fueron de planecito éstos... - Dice Armando en voz baja.
_ ¿Quiénes son? - Pregunta la chica un poco molesta ante la actitud de ingrato que estaba teniendo Armando con ella.
_ Unos enemigo. - Fue lo único que tuvo ganas de contestarle.
Ni siquiera tuvo tiempo para preguntarse qué pasaba con esa mujer, quizás le decían a Marcela que lo habían visto en Le Noir o quién sabe. Fuera lo que fuera no le preocupaba lo suficiente. "Ahora es momento de saber la verdad sobre lo que traen estos dos a sus espaldas."
Sale del restaurante directo hasta su carro. No debe perderlos de vista.
_ Va jugando, Beatriz Pinzón, va jugando.
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Con las manos apretadas alrededor del volante y con más alcohol en su sangre que cuando salió de Ecomoda, Armando continúa la persecución.
Está al borde del desespero pues no quiere creer realmente que Beatriz sea capaz de hacerle esto. A medida que va viendo cómo toman un camino distinto que el de la casa de sus padres, su tensión aumenta y siente que no está preparado para conocer la verdad. Los ve dando vueltas, como si estuvieran buscando un lugar, hasta que percibe cómo empiezan a tomar una ruta específica y... familiar. ¿Mm?
Armando puede imaginarse lo que ocurre dentro de ese carro en ese momento.
Nicolás sugiriéndole ir a un lugar más íntimo. Betty sonriéndole como en Le Noir, aceptando su propuesta. Mirándolo como lo miraba a él mismo el día de su cumpleaños. El "muelón" ese saboreándose ante la idea de atar a Betty a él para quedarse con todo. Para después botarla por esa tal peliteñida, origen del conflicto que parecían haber resuelto con mucha facilidad.
_ ¿Qué? - Exclama con incredulidad al caer en la cuenta del lugar al que están yendo, de la razón por la que le resultaba conocido el camino. - No, Betty, ¿qué hace?
El Mercedes parece estar yendo en dirección al mismo hotel en el que ambos compartieron su primera vez haciendo el amor. Entonces las imágenes de Betty hablándole de ese lugar para seguir la noche no tardan en atormentarlo. Su mente empieza a nublarse en rabia y dolor.Está consternado ante la insensibilidad y descaro de Beatriz hacia él, parece no ser la misma que una vez conoció.
Armando saca otra botella de whisky de la guantera y se toma otros buenos tragos. No obstante, y a pesar de estar lejos de sus sentidos, su pulso y su conducción no parecen verse afectados todavía. Sigue en línea recta detrás del Mercedes, ya ni siquiera con la preocupación de que no se den cuenta que los sigue.
Está tan saturado imaginándose horribles escenarios en el hotel, en la misma habitación, en la misma cama que ambos compartieron, que su mínima cordura de a poco va brillando por su ausencia.
En medio de la ráfaga de esadillas que cruzan por su cabeza, tiene un debate interno sobre qué hacer.
_ Lo mejor es que los intercepte en el estacionamiento.
_ ¿Estás loco? ¿Y eso a cuento de qué? ¿De armar un escándalo en público? ¿De que Beatriz sepa que la he estado siguiendo? ¿Cómo me justifico?
_ Gracias por plantearme preguntas que no me interesan. ¡No puedo dejar que entren al hotel y sea demasiado tarde! Ese idiota no me va a tocar un pelo de Betty en la vida.
_ Beatriz Pinzón... Usted va a tener que decirme todo a la cara esta noche. Nos vamos a dejar de jueguitos.
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_ Betty, ¿usted está segura de esto? Mire, está pisando nuestros talones. Hasta le puedo ver la cara de energúmeno que tiene desde aquí. ¡Está totalmente loco! Ya ni siquiera se molesta en disimular. Es capaz de hacer cualquier cosa, ¡hasta de acostarse con usted!
Beatriz mira a su mejor amigo con mala cara.
_ Disculpe Betty, fue un mal chiste. ¡Pero mire!
Apunta una vez más al espejo retrovisor.
Ella lo ignora, convencida de hasta dónde va a llevar las cosas. Seguramente esa noche estaba destinada a colapsar pues difícilmente las cosas se resolverían de manera decente después de todo esto. "Esta noche Don Armando tendrá que enfrentarse a mí y admitir todo, darle las explicaciones que le debe a la persona que tanto asco le produce y que, aun así, fue capaz de acariciar, besar y tocar con tanto cinismo.
_ Armando va a pagar cada herida que me ha hecho, Nicolás. Y sí, estoy totalmente segura de lo que estoy haciendo.
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Patricia Fernández llama por tercera vez a su última conquista pero, otra vez, el celular le da apagado.
_ ¡Maldita sea, Nicolás Mora!
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Beatriz y Nicolás estacionan el auto a las afueras del hotel aunque no se bajan de inmediato. Los minutos que se tardan se manifiestan en los latidos acelerados de Armando, que está a un milímetro e salir y enfrentarlos como sea. Pero parte de él guarda esperanzas en su Betty, en que no lo va a hacer., en que va a rechazarlo antes. En el fondo desea saber hasta dónde es capaz de llegar con ese estúpido.
Esa parte es la que logra, con mucho esfuerzo, refrenarlo antes de verlos bajar del auto.
Los observa tomados de la mano y caminando juntitos.
_ Dígale que no, Betty, se lo ruego. - Susurra para sí.
Sin embargo, ella parece no escuchar sus plegarias. Pues entra al hotel con una sonrisa pintada en su rostro y susurrándole cosas en el oído a su acompañante. Armando ni siquiera tiene fuerzas para imaginarse las cosas que le debe estar diciendo. Conociendo lo cariñosa y pura que ella es en la intimidad... Pensar en que comparta esa parte suya a otro es más de lo que puede tolerar.
Él baja del auto luego de que ellos pongan apenas un pie en la entrada del hotel. Intenta estar lo suficientemente cerca como para escuchar el número de habitación que les dan, pero sin dejar de estar oculto entre otras personas que pasan por ahí. Acto seguido, habiendo ellos subido al ascensor, él le habla a la recepcionista para pedir una habitación próxima a la de ellos.
Finalmente le entregan la llave y se apresura a tomar el ascensor igualmente.
_ Esto se ha terminado, Beatriz Pinzón Solano. - Murmura mientras las puertas se abren.
Aquí está la primera partecita de lo que me imaginé ante esta posibilidad en la novela. Espero que lo disfruten (? se viene armando mortal kombat era?
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misthogansnk · 9 months
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¿Quién eres tú?
✨ Mortal Kombat oc’s, leve modificación del modo historia, Syzoth x Oc . En el caso de que quieras que sea Syzoth x reader, reemplaza el nombre a tu gusto al leerlo ✨
✨✨✨ Lo publicare en ingles, pero de paso si llegaste hasta aquí, gracias por leer ❤️
A parte de contar la historia de mi oc, adelantare que haré bastante hincapié en la relación de ella y Syzoth, si, será Syzoth x Oc's.
Muchas gracias en serio por leer mi trabajo, nos vemos pronto 🥹❤️✨✨✨
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Todo era confuso, terminaba de despertar en una celda, el olor a sangre y putrefacción inundaba mis fosas nasales. Rápidamente, pude divisar a Baraka intentando forzar esas barras que nos separaban de nuestra libertad. "¡Kenshi!", grite y me dirigí hacía, mi cabeza dolía, mi máscara la cual cubría, mi rostro me sofocaba, no había notado que Johnny le estaba poniendo un ungüento a Kenshi en los ojos mediante una venda, solo note su suspiro de alivio.
"Detrás de mi princesa" dijo Baraka, ¿princesa? ¿Qué rayos pasaba aquí?
Kung Lao, mi mejor amigo durante los últimos 10 años, me miraba incrédulo a medida que mataba esos engendros, tarkatanos modificados y torturados en cuerpo y alma por ese brujo. "Me debes una explicación, 'princesa', y espero no me mientas esta vez"
¿Qué? ¿de qué hablaba?, yo...
No importaba, seguí peleando, aunque la gran victoria se la llevo Baraka, incluso contra el zaterrano, era admirable pese a su enfermedad, admito que al ver a ese hombre suplicando su muerte para liberar a su familia del sufrimiento, yo no lo hubiese dudado, lo mataría de un solo golpe, pero ese ex comerciante me enseño una lección.
No paso ni diez segundos en que el brujo volvió, no solo insultando a ese hombre, quien, a pesar de todo, su propósito era noble, sino que también revelando que hacía varias lunas su familia había perecido en sus manos. Un segundo, ahora lo recuerdo, esa frase, hace diez años...
"Oh princesa, hace muchas lunas que tu muerte estaba escrita, descuida, te unirás a tu padre", luego de eso todo se borró de mi mente, ¿quién mierda era yo?, no, ahora recuerdo.
"¡Maldito, infeliz, te recuerdo! ¡Pagarás!"
"Oh, así que al fin me recuerdas, princesa, es una lástima, los esfuerzos Chameleon fueron en vano, ya que morirás", acoto el brujo antes de desaparecer en esa nube tóxica...
Una lágrima se escapó de mis ojos al escuchar aquel nombre, fue hace diez años….
Capitulo 1: Violette
Antes de su nacimiento fueron los Dioses quienes anunciaron la llegada de aquel guerrero que llevaría la victoria en sus hombros y traería gloria a Outworld, un ser sanguinario cuyo único propósito seria ganar guerra tras guerra, un ser peligroso. Esa profecía dictaminaba que aquel que naciera bajo tal sentencia nacería sin corazón, sin un ápice de piedad si se le provocaba; la gloría vendría de la mano de miedo y sangre. Al menos, eso era lo que aquellos profetas quienes decían hablar en nombre de los Dioses Antiguos decían, ¿por qué no habrían de creerles?
Así llego el día, todo un reino colmado de festejos, la llegada del tercer hijo de la Reina Sindel y el Rey Jerrod era de lo único que se hablaba, el día más esperado al fin había llegado; "¡es una niña! resonando por todos los pasillos del palacio, una bebe de cabello oscuro y ojos azules que recordaban al mismo cielo, ante la cálida mirada de sus hermanas mayores, un tesoro que cuidarían con su vida, Violette, nombre que bajo su insistencia tanto Sindel y Jerrod cedieron luego de tal insistente petición. 
Una crianza normal, podía divertirse, entrenar, aunque ante los ojos de su madre, no era una buena guerrera, ni siquiera veía futuro en ella representándoles en futuros torneos, pero eso nada importaba, nada le importaba, la niña era feliz, le importaba la diplomacia y adoraba aprender sobre ello con su padre.
Pese a lo atareadas que eran sus hermanas, siempre había tiempo para pasar tiempo juntas, aunque quería a las dos por igual, la personalidad dulce y frágil de Violette, hacían que Mileena fuese sobreprotectora, ella era su 'pequeña flor'.
Con una personalidad extrovertida, dulce y con ganas de aventura, era muy normal que se escapase del palacio en busca de explorar, sin supervisión ni escoltas, día tras día salió en busca de adrenalina, tal vez querer conocer por sus propios ojos el mundo que la rodeaba. Todo acto tiene una consecuencia, fue seguida y atacada, pero ¿cómo? Era cautelosa al escapar, quien era ese hombre que la emboscaba, "Pagan muy bien por tu cabeza, princesa"
Esa emboscada era injusta, ella era solo una niña, pero todo se oscureció, lo único que recordó es que al despertar estaba rodeada en un charco de viseras y sangre. Llevada rápidamente al palacio y con su mente confusa, solo recordó defenderse, pero no recordaba ser un ser sanguinario, era solo una niña, era imposible que ella llegase a realizar algo así, no era poderosa, apenas podía defenderse, ¿qué fue lo que paso?
"Yo vi todo, parecía el mismo demonio, vi como con sus propias manos ella mato a ese hombre, él era parte de la corte y solo quería ayudarla a volver, nunca pensé ver a alguien matar tan ciegamente, incluso me desconoció a mí, de no ser por nuestro General Shao, tal vez yo también hubiese muerto". Exclamo un joven Reiko, pero no era la verdad, no importaba lo mucho que ella dijera que ese hombre la quería matar, nadie le creía, era alguien confiable de la corte, sin entender, los días que vinieron por delante las paso aislada, solo recibía la visita de sus hermanas quienes le hablaban a través de la puerta que las separaba, los únicos en contacto con ella eran sus padres. Semanas más tarde aquellos supuestos 'profetas' dijeron que ella era la niña de esa profecía absurda, era ese ser que debía ser entrenado para la guerra y así asegurarse la salvación, pero advirtiendo que sería alguien iracundo que sería capaz de no reconocer a sus padres en busca de sangre. Dado esto se solicitó al general que se le entrenara en campos de batalla, fue una discusión ardua, Jerrod reacio de tal locura no quería seguir por primera vez el dictamen de los dioses, en cambio Sindel quería seguir fiel, amaba a su hija, pero si tenía un destino marcado, debía ser cumplido. Pero solo había un detalle, Lord Liu Kang no debía de enterarse de tal cosa, desastres ocurrirían, y así fue como la información se ocultó por miles de años.
Entregada a su destino y sin recibir reclamo o solución a sus suplicas la pequeña iba a ser entregada al general Saho por petición del mismo, y así entrenarla en el campo de batalla, una muerte segura ante los ojos de una pequeña niña. Mileena trato desesperadamente de que no fuese así, de que recapacitaran, tal vez sea negación dado al amor por su hermana menor, o sospecha de aquellas falacias, pero solo obtuvo una reprimenda y un sermón de su madre, llamándola al orden y refregándole por la cara lo que una emperatriz debe hacer, en un intento de amoldar a la heredera del trono por lo que ella creía, era el camino correcto.
No se le privaría de ver a su familia, pero tenía un deber y ese era ahora lo principal en que pensar, ver a su familia sería el premio de todas las victorias destinadas. Para Shao todo iba saliendo bien, parte de su ira seria volcada en las torturas más aberrantes que le haría pasar a Violette.
Su madre no escucho su llanto, pero su maestro y mentor si, aquel hombre, amigo y compañero de arduas batallas de su padre se ofreció para hacerse cargo del entrenamiento. La ira de Shao no se dejó esperar, pero fue mermada por la rotunda decisión de Jerrod de aceptar la solicitud de su viejo amigo. Asgaarth, un humanoide con cabeza de águila, no cambio para nada la forma de pensar o el temor de la joven, aunque sin más ánimos de luchar emprendió su viaje junto a él, sin saber bien que ocurriría y presa de su suerte decidió volverse la mejor, tomo solo un segundo pasar de miedo a odio, juraría hacer pagar a su madre, a Reiko y a todo lo que hoy le dio la espalda. Este hombre le tendió la mano, pero con hostilidad fue negada, sabiendo que sería un largo camino por seguir emprendieron viaje inmediatamente a una isla cercana.
Poco a poco su carácter se fue formando, sin perder su calidez, decidió cubrirla con ironía y algo de frialdad, fallo tras fallo, error tras error entreno, poco a poco agarro cariño por su mentor, y aquel odio se transformó en respeto, era casi un padre durante tanto tiempo él era lo único que podía ser llamado 'familia', aunque había alguien más, un joven que en cada entrenamiento le daba una paliza tras otra, sin sentir piedad alguna, sin importarle que ante él estaba una princesa. No fue hasta varios años después que entendió que el solo le enseño que ante el enemigo la posición social no importa. Un tipo misterioso, cuya lengua venenosa y hostil hacia que Violette perdiera los estribos, y no porque era proveniente de Zaterra, ¡no!, era por lo molesto que podía ser, siempre una contestación, siempre un aire de superioridad que era acompañado de verdades que ella no quería escuchar, odiaba darle la razón. Sin embargo, pese a llevarse como perros y gatos solo podían confiar entre sí, amistad pura y sincera, una hermandad que arrasó en campos de batalla y que estuvo ahí para dar consuelo ante el asesinato de Jerrod, aquel que la vio triunfar y dar victorias seguras a su reino, quien divulgo por todos lados el nombre de aquella guerrera que se obligó a sí misma a transformarse en falacias, en una profecía sin sentido, aquel que la nombro Sky Berserker.
Actualmente datos sin importancia, una que otra pesadilla que la inquieta en la noche, un vago recuerdo, algo que ni sabe si en verdad sucedió o es parte de su imaginación. Un hombre cuya sangre era verde le cargaba en brazos sumamente herido, un Dios que la recibía en su templo o algo así, luego de eso, no hay más nada. ¿Cuántos años pasaron? ¿Qué más ocurrió? ¿Como llego a pasar esto? Solo el destino absurdo que nos depara podrá resolver estas incertidumbres.
Lo único que estaba segura, un frio día despertó sin recuerdo aparente de quien era, ni de su pasado.
"Al fin despertaste, ¿recuerdas algo? [Violette]"
Una dulce anciana me observaba y trataba mi herida en la cabeza, no recordaba nada, ni siquiera ese nombre, no sabía quién era.
"Acaso no reconoces a tu abuela? Te dije que tuvieras cuidado, pero tú nunca me haces caso"
¿Abuela? No cuestione nada, dado que, en ese momento, ella era irónicamente la única en quien debería confiar, ¿por qué me mentiría? Algo mareada me levante sin saber bien donde estaba, me ayudo y se reía, me decía que parecía ebria, me mostro toda la casa haciendo hincapié en que yo viví ahí durante muchos años y que desde la muerte de mis padres había vuelto a su lado. Note algo extraño, sus rasgos orientales, no eran como los míos, solo me quede de pie frente al espejo mis ojos azules como el cielo, mi largo cabello color negro, para ser una adolescente yo me veía muy 'desarrollada', pero mi piel, blanca como el papel, me asuste de tal palidez.
"Señora Bo!" Así se llamaba la anciana, mi abuela, ni eso recordaba. Vi entrar a dos jóvenes, ella los atendió y les reprimió por llegar tarde a su entrenamiento. Rápidamente sus ojos se fijaron en mí, "Chicos ella es Violette, mi nieta. Ven y acércate, te los presentare", camine hacia ellos hasta que me detuve en seco cuando sentí que uno decía "acaso usted tuvo hijos, ¡¡se casó!!" Y el otro le dio un leve codazo para llamarlo al orden, me hizo reír, sonaba tan familiar. 
"Ella tuvo un accidente y perdió la memoria, por suerte es una cabeza dura"
"Me es grato conocerlos..."
"Soy Raiden y él es Kung Lao", me interrumpió abruptamente, pero con inocencia y nerviosismo.
Ese nombre resonó en mi cabeza y una imagen borrosa y dolorosa se apodero de mi mente, ¿Kung Lao? Apenas percibí ese nombre me vi tendida en el suelo, en medio de ¿un combate? No di importancia, aunque se ve que los asusté...
"Estas bien?" Acoto Raiden a lo que le sonreí en afirmativa a su pregunta. "Entonces entrenemos"
agrego Kung Lao, y por un instante la emoción se apodero de mí, acababa de despertar, no había pasado ni dos horas, y fui tan estúpida de no cuestionar nada.
Mediante pasaban los días, la señora Bo me contaba historias de mis supuestos padres y mi supuesto pasado, y yo al pasar los años repetía con amor y nostalgia.
5 años, pasaron 5 años! Ya me sentía parte de ellos, nací entre ellos, si así es... No debo cuestionar, solo obedecer, aprender, vivir. Me pregunto, ¿qué vueltas de la vida me traerá el destino?
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Nombre: Violette / Sky Berserker
Edad: 10.000 años 
Origen: Outworld / Actualmente Earthrealm
Raza: Edeniana
Estilo de pelea: Muay Thai
Arma: Látigo 
Padres: Sindel y Jerrod
Hermanas: Kitana y Mileena (solo en la línea temporal de Liu Kang)
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yinnydegoxs · 8 months
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¿Amor o amistad? Parte 34
Luego del mal rato, el resto de la patrulla de canes se retiró del bar, dejando al par de amigos solos, el científico solo suspiro de mala gana mientras terminaba con la bandeja de papas fritas de gran tamaño, podría decir que, para pasar el mal momento, necesitaba un buen trago dulce. Le hizo una suave seña a la botella de ron por detrás de la barra, quizá no tomaría tanto, quizá sí, dependía de que tanta información estaba dispuesto a dar según su nivel de sobriedad.  
Grillby pacientemente sirvió hasta que ya tuvo un tercer o cuarto trago encima, lo suficiente para estar medianamente cómodo y suelto para hablar, además de asegurarse de que ya podía cerrar.  
—Bueno, ¿tienes alguna razón para estar más caderón?  
—Un pequeño accidente en el laboratorio, —dio un trago —no estaba planeado ni mucho menos… solo sucedió.  
—¿Qué tan grande era la cosa?  
—Bueno… su majestad me dejo testear sobre mí mismo la magia de las almas humanas.  
Grillby lo miró fijo, juzgando seriamente lo que acababa de escuchar.  
—¿No tenías sujetos de prueba?  
—Sabes que no Grill, su majestad rechazo la idea de tener gente a disposición aún si eran voluntarios.  
—¿Cómo lo convenciste de ser tú el que probara entonces?  
—Discutimos un rato por ello, pero al final accedió siempre y cuando fuera cuidadoso.  
—Puedo adivinar que no lo fuiste tanto.  
—Tarde o temprano tenía que arriesgarme, lo hice demasiado pronto.  
—¿Y qué es exactamente lo que te paso?  
—Bueno, se puede decir que ya no soy un esqueleto, diría que soy un monstruo aún, sin duda, pero ya no tengo una clasificación clara, es decir…  
Suspiro por lo bajo antes de sacarse su tapado negro y arremangar con un poco de esfuerzo la manga de su suéter, mostrándole a su viejo amigo que efectivamente no había huesos visibles, si no que tenía un brazo con una anchura similar al suyo, el cantinero miro un poco sorprendido aquello, el científico extendió el brazo para que pudiera tocar y asegurarse de que no estaba teniendo una alucinación. Él solo presiono un poco alrededor de la muñeca y un poco por su brazo descubierto aún sin poderlo creer del todo.  
—¿Esto aplica a todo tu cuerpo?  
—Si, tanto extremidades como el torso, incluido el cuello, solo mi cabeza no se vio del todo afectada, aunque tengo una ligera capa de piel blanca que la recubre.  
—Pues estás relleno en buenos lugares ¿seguro que no fue a propósito?  
—¡Hey!  
—Solo digo, ¿estás bien, así como estas? ¿Es reversible?  
—No me he puesto a investigarlo realmente, —vuelve a cubrirse —es un poco un incordio, pero si me acostumbro supongo que estaría bien quedarme así.  
—Adivino, ¿a Asgore le gusto?  
El científico solo enrojeció y miró a otro lado.  
—Bueno, un poco, supongo… es decir, ya le gustaba antes, pero… quizá no le parece del todo mal esta forma.  
—Ajá, ¿sí? —lo mira alzando una ceja.  
—Ugh, cierra el pico y sírveme otro trago.  
Hubo más charla, sobre todo de su nueva apariencia, el científico no podía negar que, sin dudas, tenía musculatura y otras cosas más en los lugares apropiados para verse atractivo con la mayoría de los monstruos bípedos del subsuelo, no es que nunca antes le hubiesen dicho cosas así, cuando era un esqueleto y Papyrus era un bebé recordaba escuchar mucho a las madres solteras hacer juegos de palabras con tintes sucios para adultos con su persona, algunas más atrevidas que otras, y quizá algún monstruo soltero que tenía menos respeto, pero que prefería no recordar los detalles, recuerdos reprimidos, que prefería que siguieran así.  
Cuando vio que la botella estaba vacía, decidió parar con los tragos, quería evitar un mal encuentro con su niño si se enteraba que bebió hasta el punto de estar completamente dependiente de otros para volver a casa. Volvió a ponerse tu tapado y dejo una bolsa con monedas de oro para pagar lo del mes y la ronda de bebidas, siempre hacía una ligera insinuación de cuanto podía estar debiendo Sans, pero Grillby nunca le decía; resignado a que no resolvería ese misterio, se retiró del local, saludando con la mano desde la puerta.  
Llegó a su hogar y llevo los pasos pesados hasta su cuarto, esperaba que sus niños a esa hora estuvieran ya dormidos, no es que necesitase ocultar nada, desde el primer día que paso lo de las pastillas, decidió no ocultarle a ninguno que había cambiado completamente y claramente alentó a que ninguno de los dos intentara postularse como voluntarios cuando las pastillas fueran dadas a ciertos monstruos. Aunque el efecto de la determinación pura podía ser la única capaz del cambio, no quería arriesgar a sus esqueletos, aun así, Sans parecía querer ir en contra de ello.  
Ya llegaría el momento de hablar, pero eso podría estar muy lejos.  
Cuando se hizo de mañana, tuvo un par de mensajes de Alphys que parecían requerir una atención inmediata por la cantidad enviada, se tomó un momento para leer mientras se cambiaba para salir, pero un mensaje hizo saltar todas sus alertas, los guardias reales querían llevar ellos mismos las flores doradas al sótano del laboratorio. Sabiendo que el rey podía haber dado la orden, Alphys no podría detenerlos mucho tiempo, así que inmediatamente al poner un pie fuera de casa uso el atajo más largo que le permitiera su magia actual para llegar lo antes posible.  
Corrió apenas apareció en las puertas del laboratorio, para encontrarse en la puerta de atrás a los guardias, discutiendo con su pequeña asistente que de milagro los había retenido ahí.  
—¿Qué sucede aquí?  
—Oh, doctor, tenemos ordenes de llevar las flores doradas al sótano.  
—El ascensor no aguanta demasiado peso, yo me encargare de llevarlas, pueden irse.  
—Pero doctor…  
—Díganle a su majestad que cumplieron y que todo está en orden, no quiero un accidente adicional aquí ni heridos por su terquedad.  
Dicho esto, tomó de las manos de uno de los guardias la maceta con una flor dorada particularmente grande, al final, ellos se resignaron y dejaron todas las flores a las puertas del elevador, suspiró pesado cuando se fueron, claro que era mentira que el elevador no podía soportar mucho peso, y de ser verdad, solo haría que Alphys colocara y empujara con cuidado las macetas para él recibirlas en el sótano, sin ponerlos en peligro.  
De hecho, para tener esa seguridad, procederían de esa manera.  
Después de aproximadamente una hora, todas las macetas con flores estaban en el sótano, tuvo que cambiar de forma precipitada la luz del cuarto para que fuera apta y que las plantas no se marchitaran por la falta de luz, aunque debía decir que esas flores eran realmente resistentes, ya las había visto crecer espontáneamente por algunos lugares del reino, aunque morían si no tenían ciertos cuidados a largo plazo.  
—E-Está es la última, d-doctor.  
—Oh, muy bien —tomó la última maceta y la acomodo con el resto.  
—¿C-Cómo convenció al rey de darnos las flores d-doctor?  
—Él las ofreció y que las mandara tan rápido quiere decir que habla muy en serio…  
—¿D-De qué habla?  
—De lo que paso conmigo, tengo prohibido volver a experimentar en mí mismo, indefinidamente.  
—A-Ah, q-quizá sea lo mejor ¿n-no cree?  
El científico real pudo notar donde iba la mirada de su pequeña asistente, mirando al cuarto donde las amalgamas solían ocupar con mayor regularidad, si, debía admitir que era lo mejor esa prohibición, de lo contrario había una gran posibilidad de convertirse en uno de ellos. Apretó un poco los dientes, aún frustrado de no poder devolverlos a su forma, pero no tenía la magia tan fría como para intentar asesinarlos para acabar con su sufrimiento, debía haber una cura.  
—Vuelve arriba Alphys, te llamaré si pasa cualquier cosa y mantenme informado de lo que suceda.  
—A-A la orden d-doctor.  
Espero a que la joven lagarta se fuera por el ascensor, antes de tomar el pase a la sala con las almas y todas las pastillas, ahora, quizá necesitaba volverlas a dejar en estado líquido para poder inyectarlas de manera eficiente en las flores doradas o podía volver la magia polvo de manera que las usara de fertilizante y ver sus efectos a largo plazo, ambas opciones eran tentadoras y en el peor de los casos que un humano llegara, él tendría tiempo de intentar dar las cápsulas de magia temporal a los monstruos con un nivel de vida respetable, incluso si Asgore no lo autorizaba, sería solo en un caso de emergencia absoluta.  
Estuvo un par de horas, experimentando con la magia, probando algunas flores pequeñas con ciertos rasgos, sin muchos resultados significativos, solo lecturas normales la mayor parte del tiempo, sin nada que valiera la pena anotar, suspiró un poco decepcionado, pero bien, tendría que tomar las cosas con calma.  
Cuando se hizo de noche, recibió un par de mensajes de Alphys, dejo las plantas en su lugar y revisó para ver como estuvo el día, antes de caer en que su asistente había avistado a alguien merodeando por el basurero desde la cámara, como rebuscando cerca de la cascada donde él había estado.  
Entonces recordó su bolso.  
—Maldita sea, nadie puede encontrar eso. —Sintió un escalofrío por su espalda.  
¿Qué tan a la mierda se iría su reputación si alguien encontraba su bolso?  
Ni siquiera espero una respuesta de Alphys, simplemente desapareció del sótano, apareciendo inmediatamente en el vertedero, si tenía algo de suerte, encontraría sus cosas antes de que ese monstruo localizara la cueva oculta, reviso por los alrededores, si hubiesen sido las amigas de Alphys moriría de vergüenza, pero al menos podía considerar que eran inofensivas.  
Pudo notar por el rabillo del ojo un rápido movimiento y no tuvo el suficiente tiempo de reacción para detenerlo con magia azul, bufó frustrado y fue detrás de la cascada, no importaba si Alphys veía ese pequeño lugar, simplemente sería otro secreto más a la lista, la cual parecía agregar más conforme pasaba el tiempo. Revisó detrás del sillón, encontrando su bolso, no pudo respirar aliviado hasta que reviso que todo estuviera tal y como lo dejo, para su fortuna, no faltaba nada.  
—Dios, como pude olvidarlo.  
Se apretó entre los ojos y acomodo todo de nuevo, tomando la bolsa para salir del lugar, más cuando estaba de nuevo fuera de la corriente del agua, sintió un fuerte mareo, ahora que el momento de adrenalina se había esfumado, estaba notando que no se encontraba nada bien. Clavó las rodillas en el lecho del río, un poco aturdido, respiró hondo varias veces, profundo y despacio para reubicarse, ni siquiera sabía porque estaba tan mal de un momento a otro; levantó la vista a la cámara oculta en la basura, aunque no le gustara la idea, le hizo señas a Alphys para ordenarle venir por él, ya que realmente no sentía que pudiera moverse por su cuenta.  
Aunque eso tomaría al menos unos veinte o treinta minutos.  
"Ugh, ¿Por qué mi cabeza de repente me está matando?" Se quejo mentalmente mientras respiraba despacio.  
—¡Hey Doc! —se escuchó desde lo alto.  
—Ah, ¿Undyne? —levantó la vista.  
Antes de que pudiera hacer o decir cualquier cosa, pudo ver como la chica saltaba desde lo alto de la cascada para caer en un montón de basura blanda, hundiéndose en ella, para luego ver como sacaba los puños por arriba y salía de la montaña a base de patear los desperdicios a un lado.  
—¡Puaj! ¡Qué puto asco!  
—Lenguaje Undyne, ugh… —soltó un jadeo, llevando una mano a su cabeza.  
—¡Hey! ¿Está bien? Joder, lo llevare al laboratorio.  
Sin darle tiempo al esqueleto de que pudiera quejarse sobre ello, lo levantó en brazos, como una princesa en apuros esta vez, lo cual era bastante vergonzoso, pero en lo único que pudo pensar fue en aferrarse fuertemente al bolso para que no se abriera; la joven procedió a saltar de montón en montón de basura para finalmente salir del vertedero y llegar a la entrada de Hotland en pocos minutos, para ese momento el mayor solo se había resignado a ser llevado, en parte porque no sentía estar del todo consciente.  
—Ah, ¿el laboratorio…? —entrecerró los ojos, intentando enfocar la vista.  
—¡Alphys! ¡Hey!  
Cuando las dos chicas se juntaron, llevaron al doctor a la enfermería, a la vista del resto de trabajadores, que no entendían que estaba pasando, ni en qué momento el jefe había abandonado el sitio, pero nadie tenía el valor de ir a ver, no después del castigo que les cayó después de hablar a sus espaldas.  
—Estoy bien, solo estoy mareado, déjame en la silla, —gruñó, todo le empezaba a dar vueltas.  
—Bien, como quiera.  
Tal como pidió, lo dejo sentado en la silla en lugar de la camilla, el esqueleto soltó despacio el bolso para dejarlo a un lado, mientras el mareo aumentaba progresivamente lento.  
—¿D-Doctor? ¿M-Me escucha?  
—Alphys, ah, ¿tú le dijiste a Undyne? —la miró aún algo desorientado.  
—L-La vi en las cámaras y creí que n-necesitaba ayuda inmediata.  
—Estoy bien, solo fue un momento de mareo, descansare un momento y…  
—¡Hey! ¡Hey! —lo tomo de los hombros y lo enderezó —Bien no es precisamente la palabra para describirlo, diría que tiene la cara un poco más pálida de lo usual.  
—Ugh, solo es un mareo.  
Ambas chicas se miraron un momento, era claro que no era un simple "mareo" tonto ni nada por el estilo, al final la capitana optó por poner la mano en la frente del mayor comprobando que efectivamente, tenía temperatura, fiebre.  
Fiebre, fatiga, debilidad como para caerse, mareos que no se iban y quizá náuseas por eso mismo, estaba irritado, y por sus acciones era claro que también le dolía bastante la cabeza. Entonces la chica agarró de repente a la pequeña asistente bajo el brazo y la llevó corriendo para que le abriera la sala de descanso, tomó todas las botellas de agua que pudo del refrigerador, también puso a calentar una taza de agua y puso al lado unos fideos instantáneos.   
—¡Llévalos cuando estén listos! ¡Y no le pongas condimentos, solo un poco de aceite!  
—¡¿E-EH? ¿Ah? O-Okey… —balbuceo sin entender nada.  
Rápidamente, volvió a la enfermería con las botellas bajo sus brazos, las dejo todas encima de la mesa de indumentaria, abrió una y se la pasó al doctor, él cual no estaba del todo bien orientado, o simplemente no quería nada en ese momento.  
—Escuche doc, o toma ahora mismo agua o juro por dios que traeré a Asgore sobre mi maldita cabeza para que vea como se encuentra.  
Gaster se sobresaltó un momento, mirando que la chica estaba hablando muy en serio con ello, a veces bromeaba, pero su tono era demasiado frío y denotaba mucha molestia, a regañadientes, tomo la botella y dio un trago, un poco corto, sin que la chica le perdiera la vista, así que fue dando tragos pequeños hasta que noto llegar a Alphys de nuevo con un tazón de videos brillosos con solo aceite.  
—¿No usaste los condimentos?  
—No necesita sales ahora mismo, después le haremos otro, ahora coma también y no deje de beber agua.  
Acercó la mesa con las botellas y le hizo espacio para poner el tazón de forma que fuera fácil de tomar porciones con el tenedor, el científico solo suspiro, tomando el tenedor y enrollando los fideos para comer un pequeño bocado, masticó un poco y trago, pasando con un sorbo de la botella, tanto él como Alphys estaban más que confundidos de porque estaba haciendo todo eso.  
Sin embargo, luego de lo que sería una hora, el mareo se detuvo y ya no se sentía con tanto malestar, de hecho, estaba bastante mejor.  
—¿D-Doctor? ¿Se siente mejor?  
—Debo confesar que sí, mucho —miró a Undyne confundido.  
—Doc, estaba deshidratado a mas no poder y probablemente muerto de hambre también.  
—¿Deshidratación? ¿Yo?  
—Ya no es un esqueleto doc, ese cuerpo si parece necesitar que lo cuide debidamente, ¿gasto mucha magia hoy?  
—Hice un atajo corto y dos realmente grandes.  
—¿No ha venido a comer en ningún momento? —Undyne gira la vista a Alphys y ella niega nerviosa.  
—Puede que me olvidara de la comida o de venir por un café de vez en cuando… o solo beber agua de los grifos del sótano.  
—¿Cuándo fue la última vez que comió y, sobre todo, bebió algo?  
—Ah… —rememoro un momento —no he bebido nada desde anoche, esta mañana vine apurado y… se me paso completamente.  
—Jeez, ¿en serio como esqueleto aguantaba uno o más días sin beber?  
—Vivo a base de café. —Dio un trago a la botella.  
—Eso me di cuenta.  
—Por cierto, ¿cómo supiste con solo verme que estaba deshidratado?  
—Porque me pasa a mi cada maldita puta vez que vengo con armadura a Hotland, ¿acaso se olvidó ese detalle? Solo que yo puedo reponerme con un poco de agua en mis escamas.  
—Es cierto —se llevó la mano a la cara —soy yo el que va a tirarte agua y ayudarte a entrar al laboratorio para que no te cocines.  
—Como sea, le voy a contar a Asgore.  
—¡¿EH?! ¡No, no lo hagas!  
—¡Claro que lo voy a hacer! Estuvo al borde de una deshidratación severa, ¡maldito científico loco!  
—Ugh, no quiero que se entere, por favor.  
—Olvídelo, volverá a pasar si me lo callo.  
—¡No! ¡no puedo tener a su majestad preocupado por ello!  
—¡¿Y por qué no?!  
—Ugh, hay demasiadas vistas sobre mí y no quiero que pasen a ver a su majestad…  
—¿Qué? ¿Vistas?  
—Ah, —mira un poco a las dos —vamos a mi oficina, aquí aún hay micrófonos.  
Tomo su bolso bien cerrado y se intentó levantar, pero la chica volvió a cargarlo en brazos cuando casi se cae de frente, refunfuño frustrado y simplemente se dejó llevar, ahora tendrían que hablar de nuevo en el trabajo, si es que se atrevían. Undyne pateo la puerta para abrir y pasar derecho al sillón, la pequeña Alphys traía consigo las botellas que aún tenían agua y verifico que la puerta seguía funcional, al menos para poder cerrarla de nuevo.  
—Bueno, ¿suficiente con estar aquí?  
—Ah, sí —suspira por lo bajo.  
—T-Tomé doctor. —Le acerca una botella.  
Agarró la botella y le dio un trago antes de suspirar resignado.  
Al final empezó suave, con lo que ya sabían ambas o creía que sabían, Alphys estuvo bastante emocionada de confirmar sus sospechas a la obvia relación de sus jefes y Undyne tuvo que actuar con sorpresa solo para que la pequeña lagarta no le reclamara nada, luego de ello, empezó a decir lo que paso a causa de los rumores que empezaron debido a su marca y como un monstruo extendió información clasificada entre la gente de su persona, aparte del mal rumor de que fue marcado a la fuerza, en parte cierto pero no lo sentía de esa forma.  
Claramente la capitana de la guardia real quería saber de inmediato quien demonios era, más Gaster se abstuvo de darle esa información ya que solo haría que la gente supiera que había algo de verdad en ello; claramente protesto, pero ambos científicos la calmaron un poco, claro que la relación era secreta y solo algunos sabían, confirmado por el propio doctor y probablemente suposiciones de algunos guardias, como los que custodiaban al rey en su celo.  
Claro que Undyne los mantenía a raya.  
—En verdad no vale la pena Undyne, además su majestad se hará cargo sutilmente, si sigue con lo mismo tomaremos medidas más severas.  
—Puedo partirle las piernas como medida más severa.  
—Ni siquiera sabes si tiene piernas —mira a otro lado, a ver si eso hace que se desvíe un poco.  
—Algo tendrá que pueda destrozar.  
—Déjalo, simplemente esperaremos que los rumores se dispersen, o que algo más distraiga al pueblo, se pasara como todo. No quiero problemas para su majestad.  
Las chicas se miraron mutuamente, si bien era cierto que los rumores iban y venían, si alguien estaba reviviendo el mismo una y otra vez, eso no pasaría rápido. Aun así, poco podían hacer realmente con la escasa información que daba el científico y la decisión del rey de aplicar él un castigo a medida; ambas suspiraron con resignación, se haría a la antigua, con paciencia.  
—Bueno, de todos modos, Asgore debería saber que casi te desplomas.  
—No, no tiene qué, no lo preocupes innecesariamente, no pasara de nuevo.  
—¿Seguro?  
—Intentare que no pase de nuevo.  
—Si vuelve a pasar, le digo.  
—Ugh, bien…  
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Parte 33 
Parte 35
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sicl5 · 6 months
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Capítulo 15
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.) -
Plataforma derrumbada del sector 7.
Llegamos a la parte de arriba de la plataforma del sector 7 derrumbada, por este camino iba a ser más sencillo y discreto llegar hasta nuestro objetivo: el edificio de Shinra.
— Hay dos objetivos.- Dijo Barret confiado de él mismo.- Primero: ¡machacar a Shinra y salvar al planeta! Segundo: salvar a Aeris, machacar aún más a Shinra… ¡y salir por patas!
— Entendido.- Dijo Cloud convencido.
Empezamos a andar poco a poco por los escombros, habia gente aún que lloraba posiblemente por perdidas. Era un ambiente triste.
— Tened cuidado.- Mencionó Barret.- A saber cuándo algo se derrumba algo aquí.
El suelo tembló ya que un edificio del lado se derrumbó aún más. 
— ¿Veis lo que os digo?- Dijo Barret.
Seguimos avanzando y llegamos a un sitio que parecía cortado, aunque se podría avanzar. Allí patrullaba un miembro de la policía vecinal.
— Eh, será mejor que deis la vuelta.- Nos dijo.
— Vamos a ayudar a una amiga.- Dijo Tifa.
— Es demasiado peligroso.- Respondió el de la policía vecinal.
— Puede que para ti.- Agregó Cloud.
Le sonreímos al policía y pasamos por su lado, agachándonos y pasando a cuclillas entre los escombros.
— ¡Tened cuidado!- Dijo el policía de lejos.
Llegamos a una pequeña salita que tenía unas escaleras de mano que conducían hacia arriba. Perfecto para donde teníamos que ir nosotros. Empezamos a subir por ella y al llegar arriba nos esperaban bichos. Estaba claro que ahora con la zona destruida y en el caos los bichos se habían apoderado de ella.
Luchamos contra los tentaguarda flotantes rápidamente, estos bichos me daban un poco de repulsión ya que no eran del todo bonitos. El Aero y el Hielo ayudaban a su debilitación. Al final en las luchas ese era mi trabajo principal, bajar las barras de vulnerabilidad.
Terminamos contra los bichos y seguimos avanzando, subiendo aún más escaleras de mano. Todo estaba destruido y ubicarse era difícil pero entre los cuatro hacíamos bastante bien. En cada nueva planta a la que llegábamos nuevos bichos aparecían.
— ¿Tenemos que subir por ahí?- Preguntó Tifa señalando un edificio derrumbado que teníamos en frente.
— Como se venga abajo mientras estemos arriba…- Dijo Barret algo pesimista. 
— No digas eso, Barret.- Dije yo cruzando mis brazos.
— De peores situaciones hemos salido.- Añadió Cloud.
— Que me vas a contar…- Expresó Barret.- Estamos vivos de chiripa, después de todo lo que nos ha pasado.
Avanzamos un poco más para encontrarnos un agujero gigante a la muerte y otro edificio roto en frente nuestro.
— Por aquí no hay salida.- Dijo Barret.
— Usemos las pistolas de gancho.- Añadí yo sacando la mía y disparando al otro edificio subiéndome allí.- Aquí os espero.
Los tres asintieron y usaron también las pistolas de gancho llegando en seguida donde yo me situaba.
— Esto está chupado.- Mencionó Barret.- Menudo aburrimiento. 
Cloud se paró de golpe y nos señalizó que nos escondiéramos detrás de una pared. Miramos por el hueco de esta y vimos varias patrullas de Shinra por la zona. 
— Fuerzas especiales.- Dijo Cloud.
— No me dan miedo.- Respondió Barret intentando avanzar pero siendo cortado por Cloud.
— No olvidemos la misión.- Mencionó.
— Lo sé.- Dijo Barret.- Nuestra prioridad es salvar a Aeris.
En ese momento, al decidir seguir avanzando, varios soldados de tercera clase aparecieron delante nuestro.
— Sois… ¡de AVALANCHA!- Exclamó uno de los soldados.
— ¡Sorpresa!- Exclamé yo, con una sonrisa antes de abalanzarme con mi espada hacia el soldado.
Lo dejé en el suelo y no pude evitar girar mi mirada hacia Cloud quien me miraba fijamente, con una pequeña sonrisa. No pude evitar sonreír algo roja y me centré en aniquilar a los demás soldados. Al terminar uno de los Soldados dejó caer una radio.
— ¡Cazador 2-2!- Se escuchaba desde la radio.- ¡Responde de una vez!
Barret hacia señales para que Cloud contestara por el walkie-talkie. 
— Aquí Cazador 2-2.- Dijo Cloud.- Estaba encargándome de unos monstruos. Cambio.
— Recibido.- Se volvió a escuchar.- Por culpa de AVALANCHA tenemos que hacer horas extra… Estarán escondidos y acojonados en algún rincón. Si los encuentras, que sufran. Cambio y corto. 
Se me escapó un poco la risita y rápidamente Barret agarró el walkie-talkie de las manos de Cloud.
— ¡Escucha!- Dijo Barret de golpe.- ¡Ni escondidos, ni acojonados, ni leches fritas! No sabéis aún lo que es sufrir. ¡Pero lo sabréis!
— Ya han colgado.- Dijo Cloud.
Barret estampó el walkie-talkie con rabia en el suelo y Tifa fue rápidamente a consolarle, estaba lleno de rabia. Yo miré a Cloud y él me agarró la mano un momento, mi corazón latió de manera fuerte con ese gesto, sentía que me quedaba sin aire.
— ¿Continuamos?- Preguntó Cloud.
Asentí y miramos a Tifa y a Barret que parecía que se había calmado un poco. Seguimos avanzando rápidamente hasta llegar a un sitio petado de fuerzas especiales de Shinra. Estaban en una planta inferior así que usamos las pistolas de gancho para subir por arriba y intentar evitarlos. El problema vino cuando al llegar Barret aterrizó fatal y por la misma fuerza del golpe el techo se rompió cayendo directamente donde estaban las fuerzas especiales. 
— ¿Pero qué?- Exclamó un centinela de élite mientras el perro demonio guardián ladraba. 
— ¡Son ellos! ¡AVALANCHA!- Dijo otro de los centinelas.- 2-3, aquí 1-4. ¡Los hemos encontrado! 
— Hala, ya se ha enterado todo el mundo de qué estamos aquí.- Dijo Barret.
— ¿Es muy tarde para decir sorpresa, entonces?- Pregunté yo algo burlona.
— Creo que aún estamos a tiempo.- Me respondió Cloud.
— Entonces… ¡Sorpresa!- Exclamé sacando mi materia ígnea y usé PIRO quemando a un centinela. 
— ¡Traidores de mierda!- Exclamó otro de los centinelas.- ¡A por ellos!
Los cuatro cargamos rápidamente contra ellos, hacernos paso rápidamente era importante para poder proseguir, no podíamos perder tanto el tiempo. Aunque gracias al aviso del centinela a la mínima que avanzábamos un poco más tropas se ponían en nuestro camino. 
Finalmente llegábamos al edificio que habíamos visto al principio y parecía lo suficientemente abierto para ir por dentro de él.
— ¿Se podrá subir por el edificio?- Preguntó Tifa.
— Con las pistolas de gancho, sí.- Dijo Barret
— Espero que esto no se derrumbe.- Dijo Tifa.
Empezamos a subir por el edificio, estaba todo derruido pero para avanzar por las plantas encontrábamos huecos en el techo para poder subir gracias a los ganchos. En cada planta, una vez más, nos esperaban tropas de Shinra, aunque nada demasiado imponente para nosotros. 
Casi quedaba menos para llegar arriba del edificio, desde allí teníamos unas vistas horribles de todo el sector, roto, demolido. No solo eran edificios lo que conllevaba, también personas, recuerdos, sentimientos, familias… Fue desolador.
— No…- Exclamó Tifa.
— Jamás olvides estas vistas.- Dijo Barret.
— Pensar que todo esto… lo hubiera podido evitar si hubiera descubierto como apagar el panel…- Dije, me sentía un poco culpable. 
— No fue tu culpa.- Mencionó Cloud acercándose a mi.
— Pero tenia recursos.- Expliqué.- Podría haber encontrado la manera de desactivarlo o haber intentado convencer a Reno o a Rude de que no lo hicieran.
— Los Turcos nunca desobedecerían las órdenes de Shinra.- Dijo Barret mirándome.
— A no ser que se trate de ti…- Me dijo Tifa.- O eso pareció… 
— Lo hicieron igualmente y yo me encontraba allí.- Respondí.- Aunque no les culpo, trabajo es trabajo.
— ¿De qué te conocen?- Preguntó Barret.- No sé, fue todo tan… raro. La verdad, no dejo de preguntármelo desde que salimos del pilar, pero ha sido todo tan devastador que no he tenido oportunidad de preguntarte.
— No les recordaba hasta que… me volvieron parte de esos recuerdos en el pilar.- Dije mirando todo el paisaje, no podía hacer contacto visual. Me dolía el tema.- En un pasado, Reno y Rude fueron unos buenos amigos míos… podríamos decir… y Tseng, bueno, tuve una relación con él. Pero no recuerdo nada más, nada de nada. Ni el porqué ni cuándo… Solo sé que pasó y ellos también lo saben. 
— Por eso no te atacaban en el pilar…- Dijo Tifa mirándome fijamente.
— Si, seguramente fue por eso.- Respondí.
— ¿Alguna vez recuerdas haber estado en contacto con Shinra de alguna manera?- Preguntó Barret.
— No recuerdo nada.- Mencioné con el corazón en la mano.- Tengo que… recordar… Y qué mejor manera de ir al edificio de Shinra…
Cloud se acercó a mí y me abrazó por detrás. El ambiente cambió. El contacto físico se sentía caliente pero el ambiente externo era frío. 
— Te ayudaremos…- Me dijo Cloud sin soltarme. 
— Gracias…- Respondí yo cerrando mis ojos.
Nos dimos un minuto de paz antes de que Cloud se separara y miré a Tifa primeramente quien tenia una mirada un poco perdida y luego miré a Barret.
— Lo siento por todo esto.- Les dije.- No quiero causaros más problemas.
— ¡Que problemas!- Exclamó Barret.- Estamos en el mismo tren, ¿recuerdas? Y todo lo que sea putear a Shinra… Al final toda información nos va bien.
— Bien.- Dije yo.- Compartiremos mis recuerdos juntos y de mientras, derrumbamos a Shinra. El tren va a empezar su verdadero trayecto. 
— Buen plan.- Dijo Cloud.
Nos pusimos rápidamente en marcha, Tifa iba detrás de todo así que frené un poco mi paso y me puse a su altura agarrándole la mano.
— ¿Te ha sentado algo mal?- Pregunté.- Juro que aunque haya tenido una buena relación con los Turcos no soy una traidora.
— Sil.- Me dijo Tifa sorprendida por mis palabras.- Eso ya lo sé, nos lo has demostrado durante todo este tiempo. Y no tienes que perder esa buena amistad por AVALANCHA tampoco.
— Tengo que sentarme a hablar con ellos algún día. Pero ahora mi prioridad es estar a vuestro lado, quiero luchar por el planeta y eso está por encima de lo que son mis amistades.- Tifa asintió a mis palabras y la miré fijamente mientras andábamos.- Pero… ¿estás bien?
— Ver el sector 7 desde tan arriba, tan destruido, me ha hecho daño.- Me respondió.- Quizás por eso estoy algo ausente. 
— Vamos a hacer que paguen por ello, ¿si?- Dije con una sonrisa.
— ¡Sí!- Exclamó Tifa un poco más animada.
— ¡Así se dice, joder!- Dijo Barret que había estado escuchando la conversación. 
Reí un poco y conseguí que Tifa sonriera así que me di por satisfecha. 
AVALANCHA era ahora una parte de mi y definitivamente era lo que necesitaba en mi vida. Ahora tengo aún más motivos para volverme a conocer, volver a saber quien soy y aplicar todo eso para ayudar al planeta.
Llegamos a una parte donde teníamos que cruzar a otro edificio por una viga de metal bastante estrecha. Parecía muy peligroso, pérdida de equilibrio y fuera. 
— ¿No podemos ir por otro camino?- Preguntó Barret.
Empezó cruzando Cloud y yo seguí detrás de él para que justo después Tifa y Barret cruzaran. 
— No mires abajo. Cruza, que tu puedes.- Iba diciendo Barret.- No mires abajo. Sigue. No mires abajo. No mires abajo.
Llegamos al otro lado y miré a Barret quien parecía mucho más tranquilo después de conseguir pasar exitosamente. 
Seguíamos avanzando, quedaba cada vez menos pero no por ello significaba que los problemas se habían acabado. La máquina voladora de las fuerzas especiales de Shinra estaba allí, quieta, esperándonos. Definitivamente iba a por nosotros porque nos detectó rápidamente y empezó a dispararnos.
— ¡A cubierto!- Dijo Cloud poniéndose detrás de un container. Todos hicimos lo mismo.
— ¡Otra vez ese bicho!- Exclamó Barret.- ¡Pensé que se había ido antes! 
En ese momento por culpa de las balas del bicho se rompió el camino por el que habíamos llegado.
— ¡Mierda ahora solo podemos ir por ese lado!- Dijo Barret.
— Era por donde tenemos que ir igualmente.- Mencionó Cloud.
Teníamos que ir de contenedor en contenedor cruzando entre ellos cuando el bicho mecánico paraba para recargar balas. Bajamos rápidamente las escaleras y conseguimos que el bicho nos perdiera la pista. Ahora nuestro objetivo era subir desde dentro del mismo edificio para que no nos detectaran. Fuimos ayudándonos del gancho y de escaleras de mano para subir hasta que llegamos a una parte bien alta. 
El sol se estaba poniendo, todo se sentía nostálgico. Tifa se paró a observar el paisaje de nuevo. Me puse a su lado y miré el paisaje también.
— ¿Sigues dándole vueltas?- Pregunté. 
— No puedo evitarlo.- Me respondió ella, con poca voz.
— Abriremos otro bar.- Dijo Barret intentando animar el ambiente.
— Sí. No lo dudes.- Dijo Tifa para después mirar a Cloud y a mi.- Nos ayudaréis, ¿a que sí?
— Encantada.- Mencioné con una sonrisa.
— Si me pagáis, si.- Dijo Cloud dándose la vuelta.
Tifa, Barret y yo sonreímos al escuchar esa frase. Cloud era un chico peculiar pero se notaba que tenía el corazón de oro.
Nos quedaban tres plantas que subimos rápidamente con la pistola de gancho pero era obvio que el bicho mecánico iba a volver a aparecer en frente de nuestros ojos. No podíamos luchar ahí, estábamos en una pendiente y a la mínima que pusiéramos mal un pie íbamos a salir rodando hacia abajo. 
— ¡Corred!- Exclamó Cloud. 
Empezamos a correr subiendo por la pendiente, me pesaban las piernas del esfuerzo que suponía subir a esa velocidad por esa pendiente. Me empezaba a quedar atrás.
— ¡Corred, vamos!- Exclamó Barret.- ¡Moved ese culo!
Tifa me vio algo en apuros y me agarró fuerte de la mano subiendo lo más rápido posible con ella, ayudándome. Llegamos al final de la pendiente y saltamos para llegar a una plataforma.
— ¡Gracias!- Le dije a Tifa con una sonrisa.
En ese momento Cloud sacó el gancho para subir a la siguiente parte pero el bicho mecánico se puso delante nuestro. 
— Total.- Dijo Barret.- ¡Ya estoy harto de correr!
— ¡Vamos!- Dijo Cloud poniéndose en posición de guardia. 
Empezamos a luchar contra él. Cloud y Tifa lo tenían complicado porque el bicho volaba. Barret y yo hacíamos lo que podíamos pero su barra de vida no bajaba demasiado. Empezó a cargar un ataque muy potente y se nos ocurrió saltar hacia unas vigas que había debajo de la plataforma. Mala idea, las vigas eran muy delgadas. Cloud y yo caímos en una de ellas y Barret y Tifa cayeron en la de al lado. 
— ¿Estáis bien?- Preguntó Cloud.
En ese momento el bicho disparó a la viga donde se encontraban Tifa y Barret y esta se empezó a romper.
— ¡Cloud, Sil!- Exclamó Tifa.
Rápidamente Cloud reaccionó enganchando la pistola de gancho el edificio de enfrente, agarrándome a mi de la cintura y tirándose en dirección Tifa y Barret.
— ¡Agarraos!- Dijo Cloud.
Tifa y Barret se engancharon a nosotros y gracias a la pistola de gancho llegamos a la plataforma del otro edificio. El bicho apareció detrás nuestro, no nos dejaba en paz así que teníamos que dar más guerra.
— ¡Casi me mata!- Exclamó Barret. 
— Y va a seguir intentándolo.- Respondió Cloud. 
— Seguro que sí.- Dijo Barret.- ¡Vamos a mandarlo al desguace! 
La batalla fue intensa, escondernos detrás de escombros mientras el bicho nos disparaba era nuestra estrategia principal. Luego Barret y yo nos encargábamos de tirarlo al suelo, él con sus balas y yo con mi materia eléctrica. Cuando tocaba suelo Tifa y Cloud le daban hasta que el bicho reventó.
— Volvemos a ganar.- Dijo Barret orgulloso.- Aunque estaba cantado. 
El bicho empezó a pitar de golpe, de su ojo mecánico empezó a parpadear una luz.
— ¿Qué pasa ahora?- Preguntó Barret.
El bicho mecánico de golpe explotó haciendo que la plataforma se empezara a derrumbar. Íbamos a caer directos al vacío. Tifa se escurrió por la plataforma intentando subir y Cloud rápidamente se lanzó a por ella agarrándola fuerte y tirando el gancho a la plataforma segura. Yo rápidamente usé el gancho igual que Barret pero a este no enganchó bien en la parte de la plataforma y el gancho se le devolvió haciendo que empezara a caer al vacío. En ese momento actué sin pensar, desenganché mi gancho y me tiré hacia Barret agarrándole la mano y volviendo a apuntar con el gancho a la plataforma pudiendo subir sanos y salvos. 
Los cuatro caímos rodando a la plataforma y Barret me ayudó a levantarme.
— Gracias Sil…- Me dijo.- Eso me pasa por decir que me aburría. 
— Para eso estamos.- Respondí yo.
— Aún nos queda lo peor.- Dijo Tifa. Todos miramos hacia el mismo sitio. 
— Ya…- Dijo Barret.
— Espero que estéis listos.- Mencionó Cloud. 
— Más que nunca.- Añadí.
Estábamos a unos pasos de entrar en zona privada de Shinra para llegar al edificio principal. Cada vez quedaba menos para rescatar a Aeris y sobretodo para poder investigar y conseguir información confidencial útil. Me podían las ganas, quería entrar pero no sabía lo que me depararía el destino.
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Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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edgar-edmundo · 5 months
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Frank… soy yo…
Cuando Frank tenía nueve años, su papá lo disfrazó de Marlon Brando para Halloween. No fue muy difícil, se limitó al pequeño traje que usaba los domingos en el servicio de la iglesia y le rayó un escueto bigote. Para la quijada le compró una bolsa entera de chicles e hizo que los mascara todos juntos hasta que perdieron sabor. Una vez que esa gigantesca plasta de goma dejó de tener sabor hicieron dos ovillos con ella y los dejaron endurecer; por la noche Frank se las puso en los costados de la mandíbula.
Se dirigían al centro del pueblo para pedir dulces, cuando pasaron frente a la casa de la señora Liudmila, su papá se escabulló hacia su jardín para arrancar una rosa. La señora Liudmila salió a corretearlo
—¡Es para un disfraz! — Gritaba el papá mientras zumbaban las piedras que pasaban rozando su cabeza.
La señora Liudmila apaciguó su coraje cuando se percató del niño de traje. Caminó enternecida hacia él y le preguntó:
—¿Quién serás?
El niño, impresionado por aquella mujerona que por inercia aún sostenía una piedra por lo alto, se limitó a apenas emitir, con desconcierto, un leve
  — Yo…
  —El padrino – Se apresuró a completar su papá, avergonzado aún por el hurto cometido, mientras colocaba la rosa en la solapa del pequeño traje.
Al ver completado el outfit, Liudmila no pudo más que soltar la piedra e inclinar su torso para pellizcar suavemente la mejilla del niño…
—Se ve muy guapo, se parece más a Marlon que al padrino.
Desde entonces ella lo llama Marlon cada vez que lo ve. El día de hoy, mientras pedaleaba su bicicleta de camino a casa de Karina, escuchó ese grito amable - ¡Adiós Marlon! – Frank volteó, y ahí estaba Liudmila, tan entera y vital como hace tantos años, cuidando ese mismo jardín en el que decidió cambiar las rosas por tulipanes, claveles y un par de enredaderas que enmarcan la escena como si fuera un cuadro, al que sólo quien lo pintó sabe que le falta una rosa.  Frank le devolvió una sonrisa que, por la distancia, difícilmente percibiría ella; así que decidió despegar su mano del manubrio para agitarla por el viento en un adiós cuando súbitamente oyó el claxon de un tráiler color naranja.
Frank alcanzó a recuperar el manubrio y giró rápidamente hacia la derecha, zigzagueando unos cuantos metros, y cayendo sobre su tobillo derecho. Mientras veía al tráiler alejarse con ese claxon desvaneciéndose en la distancia, volteó, a ver si Liudmila se había percatado del ridículo percance que acababa de tener. Pero en ese momento ella estaba de perfil y en ese jardín no había más movimiento que el agua que caía de la regadera que Liudmila sostenía tranquilamente. De inmediato Frank recuperó la dirección de su viaje y siguió pedaleando.
Poco antes de llegar a casa de Karina entró a una panadería a buscar una rebanada de mil hojas, el favorito de ella. Si no la encontraba se conformaría con un par de madalenas. Cerca de los bísquets se le acercó un hombre musculoso que le dijo – Yo te conozco. – Desconcertado, pasó de largo al pasillo siguiente. Con la mirada furtiva entre las teleras notó cómo el sujeto se secreteaba con otro de mediana estatura y aspecto juvenil. Se apresuró a tomar un par de panqués y fue rápidamente a la fila de la caja. Detrás de él se formaron un par de señoras que lo veían de forma un tanto lasciva. La incomodidad llegó a tal punto que sintió la urgencia de soltar el pan en la barra y salir de ahí cojeando, pues la caída de la bicicleta ya empezaba a dolerle. Se encaminó hacia la puerta por donde en ese momento entraban un hombre y su hijo de nueve años, completamente indiferentes a la escena que ahí se desarrollaba; incluso a pesar de que, en su apresurada y descontrolada huida, Franka dio un ligero empujón el hombro al papá.  Al salir, aquél hombre musculoso le alcanzó a gritar desde la puerta de la panadería —¡Tú eres el mejor!
Al llegar a casa de Karina noté que se había cortado el cabello, se ve muy guapa así; al mirarla, por dos breves segundos, me sentí como un náufrago que no sólo toca tierra sino la superficie más hermosa nunca vista. Le pedí disculpas por no llevar pan como lo habíamos acordado. En cambio, ella sí había preparado nuestro acostumbrado café de olla. Me dijo que no me preocupara y me preguntó si había tomado “mi” pastilla para el dolor, antes de que siquiera le contara por qué llegué rengueando. Eso me gusta de ella, que es muy observadora.
Ella no dejaba de ver mi mano que temblaba mientras le conté lo sucedido: desde el tráiler hasta la panadería. Terminado el relato de mi travesía, ella dejó de ver mi mano y apuntó hacia mis ojos. Su rostro me parecía diferente, algo había o algo faltaba, pero no atinaba a saber que era. Sin embargo, su mirada me parecía conocida, eterna. Sentí vértigo porque supe que sólo eran unos instantes, esa mirada furtiva se iría como siempre, como el embrujo de algo que se aleja para ser buscado, dejando pistas en diferentes rostros para nunca dejarse atrapar.
—Ay, Frank…lo que te voy a enseñar... parece que no te ayuda mucho. Es como si reiniciáramos cada vez desde cero, en lugar de dejar correr la historia desde este punto. Se que, si no lo hago yo, fácilmente lo puede hacer cualquiera. Pero por alguna razón siempre vienes para acá.
Dejó de mirarme y prendió su celular. Escribió mi nombre en el buscador. Empezaron a salir fotografías que no recuerdo haberme tomado más joven: con esmoquin, en la playa con mejor tono muscular del que he podido tener nunca, y tantas otras como si fuera un modelo o algo así. Creí que era una broma hecha con alguna clase de aplicación. Siguió scroleando la pantalla y había fotos de un hombre tirado en el concreto a escasos dos metros de una bicicleta hecha añicos bajo las ruedas de un tráiler que se había impactado contra una barda, no lejos de ahí había grúas, luces y cámaras y hombres vestidos de negro con letras amarillas en sus camisas que decían “Los pasos de Marlon Staff”. Se supone que Los pasos de Marlon es una película en la que yo actuaba de protagonista. Y que cuando estábamos filmando una escena en la que yo llegaba en bicicleta a casa de una chica, los de Staff, que mantenían cerrada la calle, y los stunts dejaron pasar, por descuido un tráiler naranja que se tenía contemplado para otra escena. El tráiler me interceptó en la esquina de una cuadra por donde la cámara me iba a tomar desde un plano general. Aún siguen buscando al verdadero culpable. Google también daba entradas a entrevistas con la directora de la película, con el operador de cámara, con el staff, y otras personas que no conozco.
Karina me preguntó si me sentía listo para ver un extracto de la película. Nos mentí y dije que sí. Y es que seguía sin sentirme parte de esa situación que describía toda esa supuesta y aparente evidencia. Me era ajena la existencia de una película que por casualidad me ubicaba como Marlon, el mismo apodo con que me conoce la señora Liudmila. Y, sobre todo, me era ajeno el accidente. Karina abrió Youtube y me mostró una secuencia:
Un párvulo joven camina por un callejón (me niego a que sea yo, sólo es alguien más joven que se me parece). El chico llega a la esquina de una casa, saca un par de piedritas de la bolsa de su pantalón y las lanza a una ventana volada que está en un segundo piso. Por entre las cortinas se asoma la sombra de una mujer joven de cabello largo, le hace señas de que se vean en la entrada principal. Él brinca una barda y llega a la fachada de la casa. Detrás de una de las columnas que flanquean la puerta de la casa sale la joven. Ahí está esa misma mirada furtiva. Me dice que es difícil para ella decirme que ya no me quiere ver más, que su novio se puso muy violento la última vez que escuchó mi nombre, y que tiene planeado irse mañana con él a la frontera en su tráiler. Nos abrazamos y a ella se le salen un par de lágrimas; está a punto de besarme, pero nuestro abrazo se desintegra por el grito de su mamá que nos sorprende. Ella (una actriz que se parece a la señora Liudmila) cree que yo he andado “sonsacando” a su hija Kristina, yo lo niego todo y la señora empieza a tirarme manotazos, mientras me reclama haberle dado alcohol y drogas a su hija, yo me asusto porque no recuerdo cosa alguna relacionada con eso. Kristina, mientras llora bajo la luz de la puerta de su casa, le dice que no me pegue, que no soy yo. Logro escapar por la barda. Después hay una toma cenital de mi con ese rostro joven contemplando el techo. Un fundido encadenado muestra un amanecer, le quito el candado a mi bicicleta, me trepo y salgo de cuadro.
Se acaba el video y Karina apaga su celular antes de que se reproduzca ese molesto anuncio de seguros de siempre. Yo me quedo con la intriga de saber qué pasó en la película, más que saber lo que pasó después del accidente. Pero dice que quedó inconclusa, que ese y otros fragmentos se filtraron cuatro años después, y la gente los sube y los baja de la red intermitentemente.
Después me contó que “mis” pastillas para el dolor son porque a veces vuelve el dolor de las operaciones reconstructivas en gran parte del lado derecho de mi cuerpo. Llegando aquí, antes de sentarme a escribir, me desnudé y lo comprobé, no he tenido valor de ver un espejo. También me sugirió tomar el antidepresivo que guardo en el cajón de este escritorio, y me sugirió buscar en ese mismo cajón mi acta de adopción que, se supone, comprueba que no tuve familia sino hasta los diez años. Ya los tomé, pero el acta y mis otros documentos legales los revisaré más tarde.
Cuando Karina empezó a contarme cómo es que nos conocemos voltee a verla y me perdí buscando aquella mirada, pero no había nada, sólo un rostro que me hablaba como a alguien conocido. Salí del trance cuando ella dijo —He pensado que el hecho de que me sigas encontrando aquí tampoco ayuda mucho a tu memoria. Será mejor dejar este florero vacío. — Mientras señalaba un rosa.
Alguien toca a la puerta│
—Fran. Soy yo,│
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bloodinmy3yes · 11 months
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¿Amas mi silencio?
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Octubre, el mes en donde las personas cuentan los días para la festividad más ansiada en el año; Halloween. Beth, una estudiante de apenas 24 años, se encuentra junto a Hannah, su mejor amiga, decidiendo el disfraz para este año.
Beth se rehusaba totalmente a salir este año, pero, Hannah le insistió tanto que no le quedó mejor opción, que acabar aceptando. Tal vez fuese por tener que llevar un disfraz, o tal vez por tener que aguantar a un montón de borrachos, en un ambiente que olía a tabaco y sustancias ilícitas.
Hannah se volteó y sacó un disfraz de “Ghostface”, de la caja del armario. Me lo mostró con mejor detalle y habló:
—¿Muy anticuado?—preguntó con una mueca de confusión.
Lo observé y asentí. Ghostface habrá pasado de moda, pero no para mí.
—Solo falta ultimar tu disfraz entonces. —Caí de espalda a la cama, y mi gato saltó encima mío. —¿Por qué una enfermera sexy?—pregunté mirando el techo. —¿No se supone que debería de dar miedo?
—Lo sé, pero… Un traje así, te asegura diversión extra; aunque no sé si mi teoría es del todo acertada. —Movió mi brazo— Beth, ¿Me estás escuchando?
—¡Sí!—Respondí rápidamente—, solo pensaba en… Él.
Hannah hizo una mueca de complicidad. —¿Quién es “él” exactamente?—Habló levantándome de la cama. —¿Acaso es el señor “D”?—echó una leve carcajada.
—No es “el señor D”, su nombre es Daryl Dixon. —Su nombre resopló en mi mente, y me produjo unas leves mariposas en el estómago imposibles de contener. Sonreí.
—Vaya, hasta su apellido sabes, deberías ser una agente del FBI o algo por el estilo. —Mi teléfono vibró y Hannah rápidamente lo tomó. Posó su mirada en la notificación. —Vaya, George Harrison te ha hablado.
—¿Qué? ¿Cómo, si lo he bloqueado?—Le arrebaté el teléfono y abrí la notificación. Leí el mensaje.
—Oye, Beth, se que es una coña para tí, pero, realmente quiero que hablemos, que nos arreglemos. No soporto esta soledad. —Esto último lo leí con indignación.
George Harrison, era un imbécil que simplemente se aprovechó de mi vulnerabilidad y ahora pide que lo ayude con su soledad, que simplemente olvide la pelea, y nos arreglemos. Vaya estúpido.
—¿Ya no existe un "ustedes"?—La mirada de Hannah se tornó triste.
—Siendo sincera, nunca existió. —Eché un suspiro. Me paré y tomé el traje de Ghostface. —Realmente me gusta—sonreí y la alegría volvió de apoco a Hannah.
—Esa es la actitud. —Se paró y me abrazó. Su abrazo fue cálido y, por un breve momento, sentí que esa Beth tímida e introvertida, se esfumaba.
***
Fue en enero, un día de frío, en el cual lo conocí. Él era más grande y lo tenía en cuenta. Era el mecánico más recomendado en el pueblo, y en mi lista de opciones era la única, a decir verdad.
Llegué a su taller y me recibió el encargado, Merle. Un hombre alto y de aspecto poco amigable, pero con una sonrisa cómplice, de esas que no dan la mejor impresión la primera vez. A su espalda, estaba él, la persona con la cual solo pensar su nombre, mis mejillas se enrojecen y no puedo respirar de la misma forma. Daryl Dixon.
—¿En qué podemos ayudarla, señorita?—Merle se adelantó a mi saludo.
—Necesito un cambio de aceite… —Dije tímidamente. Noté la mirada esporádica de Daryl.
—Mi hermano le atenderá con gusto. —Se giró y fue en dirección a Daryl, susurró algo en su oído y este mismo se volvió—En un momento lo tendrá listo, si gusta puede esperar en la sala. —Todo un caballero, reí en mi mente cuándo pronuncié la palabra.
—No es necesario, estoy bien aquí, gracias. —Tal vez le irritó un poco, saber que no podía tener a todas.
Al rato, tal vez dos minutos después, Daryl vino hacía mí y pasó por mi lado, no habló, no emitió sonido alguno, simplemente… Pasó.
Noté como sus músculos se marcaban al levantar la tapa del auto, y sacaba la barra donde se encontraba el aceite. Al terminar, volvió a su lugar donde lo había visto y Merle apareció detrás mío.
—¿Cuánto sería señor…?—El señor sobraba, Beth
—Dixon, Merle Dixon y usted… —Hizo lo mismo.
—Beth, Beth Greene. —Estreché su mano y le pregunté cuánto era el coste del cambio. Le pagué y salí de ahí.
Desde ese momento, ese taller me conocería como "la chica del aceite"; las veces que iba, era simplemente por un cambio de aceite. Aunque no usase el coche, iba igual, con tal de verlo, ya me era suficiente.
De vez en cuando me lo cruzaba por el pueblo, ya que eran muy pocos los sitios en este lugar, y cruzarte con la misma persona varias veces era muy sencillo.
Las palabras que echabamos eran pocas por no decir nulas, eran meros saludos y despedidas. Ninguna conversación que valiera la pena, ¡Porqué no había conversaciones!
Tal vez fuera por su carácter duro, su semblante frío o tal vez era tímido. No lo supe en ese tiempo y no creo averiguarlo ahora, que estoy por salir a un lugar de donde seguro querré volverme enseguida y no saber más nada.
Hannah está entusiasmada, y me lleva en su auto hasta la fiesta. Antes de llegar, logro divisar su motocicleta, estacionada en un bar. Listo, me he titulado con un doctorado en acosadora.
—¿Qué sucede?, anímate, después de meses vas a divertirte como nunca. —Hannah ha sido mi soporte desde lo de George y, tal vez, la única que ha estado de mi lado desde lo ocurrido.
Sonreí lo más posible para complacerla y seguimos caminando, hablando y escuchando la radio. La hermosa radio Aspen.
Al llegar, Hannah aparcó el coche y bajé del mismo. No me puse la mascara hasta que entramos en la casa. La música electrónica resonaba en todo el ambiente y las personas hablaban y bailaban, algunas estaban sentadas en un sillón y otras… Bueno, no quisiera saber que estaban haciendo. Apenas eran las 23:00.
—¡Ana, que gusto encontrarte!—Volteé y Hannah saludaba a una cantidad de personas de las cuales yo desconocía su existencia. Decidí alejarme y darle su espacio.
Me acerqué a la barra y pedí lo único que me sabía:
—Un daikiri de sandía, por favor. —El chico preparó el trago y me lo sirvió en un vaso de estos típicos de fiesta.
Observé el ambiente mientras tomaba el trago. Mi móvil vibró y lo saqué de mi bolsillo.
Mensaje Nuevo de George H. ¿Rechazar o Aceptar?
Lo puse en silencio y lo guardé. Decidí que esta noche sería mía y de nadie más.
—¿Ghostface, fan del género slasher?—Me giré y un chico en un traje de esqueleto estaba junto a mí.
—Solo lo uso y yá. —Respondí tímidamente. —¿Y tú, por qué el disfraz de esqueleto?
—Solo lo uso y yá. —Replicó él.
Sonreí levemente ante su ironía. Primer objetivo de la noche, hecho.
Continuamos la charla, hablando de clásicos como "Pesadilla en la calle Elm" o toda la saga de "Viernes 13."
La conversación cambiaba de rumbo constantemente y, de un momento a otro, podríamos estar hablando de clásicos de la música. Era un chico muy antiguo en cuanto a gustos, y muy anticuado en cuanto a disfraces. Nos parecíamos un poco.
—Ahora, ¿Puedo ver quién está bajo esa máscara?—En toda la noche, no me la había sacado. Lo hice y su expresión cambió, formó una leve sonrisa y se acercó a mí.
Sus intenciones eran claras, y yo me dejé llevar por el momento. Lo olvidé, durante meses había olvidado el olor a fresas y chicle de menta juntos. Ahora mismo estaba viviendo muchas cosas juntas, cosas que eran inexplicables, pero se resumía en un beso, un simple beso.
Se separó de mí y logré ver más a detalle su rostro, su mandíbula marcada y su pequeña barba grisácea. Tal vez el alcohol hacía efecto o me encontraba en el olimpo.
—Eso fue… Muy repentino—mi respiración se entrecorta—, ¿no creés?
Niega con su cabeza y desvia su mirada. Le dió un sorbo a su trago y continuó besándome. Para este punto, ya estaba totalmente sedada por su aroma y su sabor a fresas.
—Tu aliento a fresas es muy extasiante. —Dije entre sus besos. Asintió y continuó, subió sus manos a mis hombros y me aprisionó.
Estuvimos un largo rato así, hasta que le pedí que paráramos y dimos una larga calada de aire.
—Eso ha sido… Exhaustivo. —Su voz se tornó lenta para mí, y tal vez eso captó mi atención. Me moví en la silla y saqué la máscara de mi bolsillo.
Me despedí de James y fuí en busca de Hannah. Oh dios, tenía que contarle mi logro. Fue entonces cuando lo ví, hablando en la entrada con sus amigos, disfrazado de jugador de fútbol. Fue como ver al diablo en persona.
Salí al patio intentando encontrar a Hannah pero no hubo éxito. Entré de nuevo y él seguía ahí, me puse la máscara y salí lo más disimulada posible. El tumulto era impresionante pero logré pasarlo.
Me senté en el porche y suspiré.
Él salió y me vio, logró descifrar quién era ese ghostface. Habló:
—Beth… —Suspiró mi nombre—¿Cómo quieres que lo haga? ¿Quieres que me arrodille y te ruegue, eso quieres?—se arrodilló en las escalinatas y apoyó sus manos en mis rodillas flexionadas.
Subió sus manos lentamente, y mi cuerpo se tensó levemente. Sentí un picor en mis piernas y torso, fue como miles de piquetes en un segundo. Levantó su vista e insinuó una sonrisa esporádica.
—Sabes cuanto te amo, ¿No es así?—subía y bajaba sus manos por mis muslos y el ambiente se volvía pesado. Sus manos eran ásperas y rígidas, eran tersas.
Mi mente se volvió un amasijo de pensamientos, en los cuales siempre terminaba con alguien, Daryl estaba ahí, viéndome, pero de su boca no salía una mísera palabra. Solo recuerdo su "Adiós" tenue y sombrío aquél día en el taller.
Estaba deshecha por dentro, estaba corroída de éxtasis y no pude pensar en nada más que golpearlo y alejarme de ahí, y eso hice. Su cuerpo cayó al suelo e intentó reincorporarse rápido.
Salí corriendo del porche, de la casa, de absolutamente todo.
Fue un instinto llamándome y salvándome de mi asesino, de mi acechador. Corrí por la carretera, mis pies estaban cansados y mi boca soltaba vahos de frío. A lo lejos, divisé un cartel de neón con las letras en rojo que ponían "Bar Karen 's".
Llegué al recinto y me adentré en él. Un montón de motociclistas de aspecto rudo y con barbas que rodeaban toda su mandíbula, adornaban el ambiente. En la barra había dos chicas disfrazadas de caperucitas rojas y a su lado un chico de lobo.
Me senté en una mesa apartada y una camarera me atendió al instante.
—¡Bienvenida a Karen ´s!—Habló rápidamente, manteniendo una sonrisa amplia. Ella estaba disfrazada de… A decir verdad, no tenía idea de cuál era su personaje. —¿Quiere ver la carta para ordenar, o solo será bebida?
Asentí—Sí, solo bebida—dije—, una cerveza. —Me dejé de mierdas con sandias.
Ella asintió y se alejó hasta la barra.
Me acurruque en mis brazos sobre la mesa, y me dejé llevar en mi mente. Todavía siento el picor en mis piernas y el horrible cosquilleo en mi todo mi cuerpo; mis pies me duelen de tal forma, que se me hace imposible poder caminar un poco más.
Observo mi alrededor, y veo a la chica acercarse con la cerveza en la mano y un destapador en la otra. La abre y la deja en mi mesa. La bebo y al instante siento el sabor fuerte pasar por mi garganta, produciendo una extraña acidez en ella.
La música resuena en mis oídos y logro reconocerla. I Hate Everything About You, de Three Days Grace.
I hate everything about you
Why do i love you?
I hate everything about you
Why do i love you?
Pienso en él, de nuevo, se me hace imposible no pensar en él y que mis mejillas se tornen rojas. Me hundo y él es mi salva vidas, me caigo y él me levanta, lloro y él me consuela… Él lo es todo y yo no soy nada para él.
Only when I stop to think about you
I know
Only when you stop to think about me
Do you know?
Me meto en un pozo tan profundo, que se me hace imposible salir, al punto de necesitar a un rescatista. "Quiero que tú lo seas, Daryl…" Recito en mi mente. Ahora mismo no puedo pensar en nada más que dos cosas. Una, que George Harrison es el ser más despreciable y, dos, que Daryl está sentado en la barra, justo ahora, y está con su típico chaleco de alas.
Me muevo en la silla, siento una incomodidad terrible y ruego que no se volteé y me vea con un disfraz tan ridículo. Lo admito, me siento muy imbécil con esto puesto.
Termino la cerveza e intento salir de ahí, con la mayor cautela para que no me vea; ya en la entrada, mi peor pesadilla hasta ahora se vuelve real, la siento en carne propia y ahora mismo no puedo pensar en otra cosa más que "Daryl, por favor, no te voltees".
George entra en el bar, con su cara totalmente sudada y me divisa al instante, intento huir al baño pero él me retiene rápidamente, no quiero gritar, algo me impide hacerlo, mi garganta está totalmente cerrada.
—No grites, si no quieres formar un escándalo. —Golpeo su abdomen pero ahora mismo ya no tengo más fuerzas. Me lleva fuera del bar y me empuja contra una pared, comprendo muy bien sus intenciones.
No puedo respirar, no puedo hablar, no puedo pensar… Todos mis sentidos están totalmente apagados. Pido una señal, ruego una señal de ayuda hasta que siento sus manos tocar mi abdomen y subir lentamente.
Moriré aquí, moriré hoy y sin poder dirigir palabra alguna con Daryl…
Dejo de sentir sus manos, y lo contemplo en el suelo. Su cara está cubierta con una línea de sangre naciente de su ceja, y encima de él está Daryl, un Daryl que desconozco totalmente y que me provoca escalofríos. No para de golpearlo y yo soy incapaz de detenerlo, no quiero detenerlo.
—¡Daryl!—Exclamo su nombre y él se voltea. Mis fuerzas son tan nulas que apenas y puedo hablar ahora.
Una lágrima empieza a caer y luego otra, y otra y otra… Mi rostro se vuelve un amasijo de sentimientos reprimidos. De pronto, siento dos manos en mi rostro y una voz me destruye:
—Sube a la moto, no puedo dejarte aquí, Beth. —Esto último lo escucho como la voz de un ángel.
Asiento, sedada por todo el momento.
Me aferro a él, y me sostengo con fuerza de su cuerpo. Ahora mismo no puedo sentir nada, todo se ha esfumado; Hannah y la fiesta, James y su beso… George y su abuso. Todo se reprimió y comprimió en un recuerdo que deseo olvidar.
Daryl conduce a toda velocidad y una tormenta nace en el cielo oscuro, y la lluvia amenaza con no detenerse por nada del mundo. Su cuerpo es cálido y puedo sentir su abdomen marcado a través de la camisa. Detente Beth…
Llegamos al pueblo, y nos detenemos en el taller. Bajamos y le sigo a Daryl. Entra en una especie de bodega, que por lo que puedo notar, es su casa. Una cama, una mesa y muchas cosas desperdigadas en ella.
Me quedo ahí, estática, mientras él rebusca algo en un cajón. Saca algodones y una botella de alcohol. Lo remoja y lo pone en mi frente.
En ningún momento sentí algún golpe de George, pero la mano de Daryl era algo que sí podía sentir. Limpió la herida y le puso una tirita.
—Siento tener que causarte esto. —Rompo el silencio y él me mira. No puedo descifrar lo que sus ojos dicen, pero habla, y eso me es suficiente.
—No tienes que disculparte, Beth—tan solo escuchar mi nombre salir de su boca me complace totalmente—, no podía verte y no hacer nada. ¿Simplemente irme y fingir que nada pasó?—chistó y guardó los algodones y el alcohol.
Un nudo vuelve a formarse en mi garganta y las palabras no salen de la forma que yo quisiera. Miles de dudas inundan mi mente, y solo una logra ver la luz.
—¿Por qué… Nunca me hablas… Daryl?—Pregunto tímidamente y noto la incomodidad volver a invadir mi cuerpo.
—¿Yo te gusto?—pregunta cambiando de tema, y mi cuerpo se tensa al instante. No puedo, no puedo, no puedo… —¿Te gusta que no te hable, amas mi silencio, eso es lo que te atrae de mí?—Se acerca y estamos cara a cara.
—No lo sé, Daryl… —Suspiro su nombre. —Esta es… La primera conversación que tenemos. —Sonrío levemente. Él asiente.
—¿Estabas buscándome, no es así?—se alejó.
Mi cara formó una mueca de confusión. —¿Por qué te buscaría? —hablé.
—¿Por qué estabas en el bar?—se sentó en la cama.
—Huía de George, simplemente eso. —Crucé mis brazos en mi pecho.
—Y estabas tan tranquila, que te sentaste a beber una cerveza. —Rió levemente.
—¿Estabas espiándome?— .
—Mmh—tocó su barbilla y siguió—, el bar es amplio, simplemente te ví y no te observé como tú lo hacías conmigo. —Su mirada, su maldita mirada me derrite.
—¿Te gusto?—Jugué su táctica, aunque por dentro estaba muerta del miedo.
—¿Así quieres jugar?—Sonríe pícaramente. Se levanta de la cama y de una nevera saca dos latas de cerveza.
Al ver la segunda lata, habló apuntando hacia la puerta. —Tengo que irme, no puedo estar más tiempo aquí.
—Está bien, te recuerdo unas cosas; Está lloviendo torrencialmente, tienes una leve contusión y estoy casi seguro de que no has comido nada en toda la noche. —Maldito, me está aprisionando y lo está logrando.
—Tu hermano me mataría si me ve aquí. —Tu puedes Beth.
—Merle no está, salió por Halloween. —Abrió la lata y tomó un sorbo.
—¡Bien!, me quedaré. —Digo, finalmente.
—No estés ahí parada, ven, siéntate. —Se hace a un lado y me da un espacio junto él. Puedo sentir su colonia.
—¿Tenías planeado ver a alguien?—Pregunto.
—¿Por qué?—.
—Tu colonia, no es usual para simplemente ir a un bar. —Desvía su mirada. —¿Corazón roto?—Su dolor era evidente, pero lo disimulaba muy bien.
—El dolor de un corazón roto, es más fuerte que cualquier otra cosa—menciono—, incluso que un fallecimiento, podría decir.
No responde. Siento su dolor, su corazón grita por dentro, pero su rostro no lo demuestra. No puedo verlo así, me destruye.
Quiero besarlo, realmente quiero besarlo, ahora mismo, sin excusas, ni interrupciones, simplemente besarlo hasta que no podamos respirar.
—Sé lo que estás pensando… —se remueve en su lugar—, no me plantaron, simplemente decidí distraerme un rato, no lo sé. —Dió otro sorbo.
—¿Puedo preguntarte algo?—Me miró por encima de su hombro.
—Adelante. —
—¿Por qué salías con un tipo como él?—su pregunta me sorprendió.
Creo que no lo sé con exactitud, decirle la verdad, así sin más… Tal vez no le importe, aunque ha preguntado.
—Me prometió las estrellas, un mundo de fantasías y lujos. —Respondí y esta vez sí volteó. —Lo que no tuve en cuenta fue qué, tenía la galaxia en su teléfono. —Lo recuerdo, y un sentimiento de impotencia vuelve a mí.
—Vaya mierda… —contestó.
Asentí y bebí un poco de cerveza. Esta vez pude soportarlo.
Me eché en la cama y Daryl permaneció sentado. Creo que realmente amo su silencio, aunque por momentos puede llegar a aterrarme.
—Oye —toco su hombro—, aún no has respondido mi pregunta.
—Lo he olvidado. —
—¿Por qué nunca me hablas, Daryl?—Repliqué.
Tardó en contestar, mantuvo su típico silencio solemne. Volvió a beber y habló:
—Nunca tengo nada que decir. —Sonrió levemente. —Soy mas de observar, Beth. —Dios, como amo que pronuncie mi nombre.
—Me esperaba algo más filosófico. —Eché una carcajada y él también rió. Le agrado, tal vez, le gusto, tal vez, quiero besarlo, tal vez.
—No soy mucho de las palabras, y tampoco soy demostrativo. —Volvió su vista al frente y noté como algo interno se rompió dentro de él. —Tal vez, no soy nada, solo un simple mecánico. Creo que moriré siendo nada.
Ahora mismo está nadando en un mar de olas, corrientes pesadas y direcciones opuestas. Mundos alternos y ojos que no ven, pero él no lo comprende. Sus sentimientos son tan complejos, que ni siquiera yo puedo entenderlo y, tal vez siempre que lo logre, algo nuevo surgirá.
Hace nueve meses lo comprendí, y hoy vuelvo al principio. Vuelve a donde todo empezó, a preguntarme de nuevo, lo que siempre me replanteo; ¿Quién es Daryl Dixon?
Me levanto, y me siento a su lado. Noto sus lágrimas, son tenues, pero él no emite sonido alguno, simplemente las deja ir, deja que su dolor cese de algún modo. Sabe que estoy aquí pero no se avergüenza; no se gira, no se cubre, no hace nada, simplemente deja que su dolor termine.
—¿Quieres decirmelo…?—Intento escarbar, pero no dañar.
—Esto es ridículo. —Deja la cerveza sobre la mesa, y se levanta intentando salir.
Beth, hazlo, o te arrepentirás, has esperado y casi mueres. No puedo más, no lo soporto más.
—¡Te amo!—mis palabras están claras, ya no siento nudos, solo siento la fluidez de este sentimiento. —, Daryl Dixon, te amo, si quieres que lo grite de vuelta lo haré, pero necesito que lo sepas. Sin vueltas ni bromas.
Siento la pesadez del ambiente, el frío no existe, se convirtió en un verano abrasador.
Se voltea y ya no está llorando. Su semblante es igual que siempre, imposible de descifrar, ahora, su silencio está matándome.
—¿Qué amas de mí, Beth?—Réplica mientras se aproxima unos pasos hacía mí. Ya puedo sentir su respiración contra la mía. Ya no hay vuelta atrás. —¿Mi silencio?—réplica.
—Amo tu eterno silencio, amo tu forma de verme… Amo la forma en que lloras y no te sientes débil ante otros. —Estamos muy cerca, ya no hay espacio personal, simplemente… No hay espacio.
—Vas a matarme… —siento sus intenciones, y por dentro estoy lista. —Acércate y no me iré, Beth… —Pronuncia mi nombre con suavidad a través de un suspiro. Sus ojos se encuentran con los míos, y nuestras manos se rozan levemente.
Beth, estás viva, estás respirando, y lo tienes frente a tí, ¿vas a dejarlo ir?
Lo abrazo, y siento su calidez. No me rechaza, pero no se contiene. Sus labios se unen con los míos en un tierno beso, que deseo que nunca se acabe. Siento la suavidad de sus labios y su aliento a cerveza y menta mezclados entre sí. Nuestras lenguas chocan, y juegan entre sí.
Nos separamos por un momento, y nuestras respiraciones son agitadas, teniendo que tomar largas bocanadas de aire para recuperarnos.
—Eres mi perdición, Beth Greene… —Gimotea mi nombre entre besos, y se nos hace imposible volver a separarnos.
Todo quedó atrás. James quedó atrás, George quedó atrás; en este momento nada importa, solo nosotros y nuestro reguero de amor.
—Te amo, te amo tanto… —Digo entre dientes. Mi cuerpo se invade de un calor abrasador teniendo que dejar el disfraz de ghostface. Una simple musculosa y calzas negras quedan en mí.
—Sacarás mi lado más primitivo, Beth… —Besa mi cuello, pasandose por mis clavículas. Siento sus labios calientes, dejar marcas en mi cuello, dejar huellas, indicios de él. Marcaba su territorio ante otros depredadores.
—Me dejarás marcas… Daryl… —Siento su lengua rozar la comisura de mis labios, y volver a mi boca en un beso salvaje, que impide mis quejas.
—Diles… Qué un motociclista, mudo, te las ha hecho. —Sus manos bajan hasta mi cadera, pero se detienen ahí. No avanzan. —¿Quiéres que lo haga?
Asiento, sedada por la lujuria y por sus malditos ojos azules.
Ahora mismo no hay vuelta atrás, y eso me encanta. No quiero que la haya, no quiero volver atrás nunca más.
Nuestros cuerpos se mueven al son del otro, y se unen en uno solo, soy un lienzo a punto de ser pintado. Daryl es mi Leonardo Da Vinci y yo soy su Gioconda.
El amor se había vuelto algo imposible de comprender para mí, hasta ahora. Una fuerza nos atraía como dos imanes, no nos repelemos, nos unimos en sintonía.
—Deseé este momento desde que te ví la primera vez en el taller. —Me contempla por un momento. —¿Por qué viene, señorita?—pregunta y suelto una leve risita.
—Un cambio de aceite… Por favor.
FIN
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boymc25 · 11 months
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El fin de semana vije a otro país, en la noche fui a un bar cruising, nunca había ido a uno, estaba muy nervioso, llegué y me quite toda la ropa menos el boxer, fui a la barra y me tomé varios tragos xq estaba nervioso, luego de un rato ya estaba más como y dispuesto, ingresé a un cuarto oscuro, había poca luz pero se podía ver qué habían muchos hombres, camine por el lugar, en un momento llegué a una especie de laberinto, era un poco estrecho, habían hombres a sobre las paredes por lo que debía pasar entre ellos ingresé al pasillo y empecé a sentir que tocaban mi cuerpo, metían sus manos dentro de mi boxer, por delante y por detrás, se hacía difícil caminar entre ellos, cada vez caminaba más lento, llegué a un punto dónde era totalmente oscuro se veía que ese espacio era como de dos o tres metros, se veían más hombres del otro lado tocándose, penetrando y chupando.
Cruce de lo visible a la oscuridad, di un par de pasos y sentí que alguien se paraba frente a mi sujetándome del cuello con las dos manos, por la altura de su boca era un poco más alto que yo, comenzó a besarme y le correspondí, metió su lengua en mi boca , tenía gusto a caramelo, sus besos eran deliciosos, comencé a tocar su cuerpo, metí una de mis manos en su ropa interior y note que tenía una erección enorme.
Comencé a masturbarlo, su lengua seguía en mi boca, su miembro humedecía mis dedos, en ese momento sentí un calor muy excitante en mis pezones, eran dos lenguas posándose sobre ellos, en ese momento me entregué, lamian, besaban y mordían mis pezones, estaba al borde del éxtasis abrí mi boca y el sujeto que me besaba metió a fondo su lengua, escupía y volvía a besarme, mis gemidos no se escuchaban porque había música muy alta, comencé a gemir y gritar de placer; mientras me tenían casi en estado de trance, sentí que bajaban mi boxer, me lo quitaron, no lo volví a encontrar en toda la noche, alguien introdujo mi miembro en su boca, lo enterró tan a fondo que tuve que aguantar mis ganas de acabar, mientras mi verga estaba dentro de una garganta, un par de dedos se metían en mi culo.
Después de un rato tuve que sacar mi pene de la boca que lo chupaba porque llevaba un par de veces en las que tuve el impulso de acabar y solté pequeñas cantidades de semen.
En ese momento me llevaron a otro lugar, una especie de cuarto con un sillón en el medio, me acosté allí boca abajo, no sabía si eran las mismas personas pero no me importó, alguien se paró frente a mi e introdujo su verga en mi boca, estaba bañada en semen al igual que su pelvis, saque el miembro de mi boca y limpie su cuerpo con mi lengua para después volver a meter su verga en mi boca, mientras chupaba, sentí que alguien metía su boca en mi culito, abrí mis piernas para que pudiera meter su lengua entre mis nalgas, chupo todo mi culo tan bien que estaba muy dilatado, dos dedos se metían en mi sin dificultad, en un momento sentí que mojaban mis nalgas, las gotas se escurría hasta mi culo, podía ver qué alguien se paraba frente a mi, con su verga erecta, solté la que tenía para ponerla en mi boca, en cuanto la puse en mi boca pude sentir el gusto a semen, me di cuenta de que abia acabado en mis nalgas y acudía a mi boca para que terminara de limpiar la leche que quedaba.
Limpie su miembro con mi boca, cuando entro en mi boca expulsó un poco más de semen, lo trague inmediatamente, no paso mucho tiempo para sentir que volvían a usar mi culo, sentí que me penetraban, se metió casi de una, mis gritos no se escuchaban, levanté mi pelvis, para que mi culito se abriera, deje que se metiera, no sabía quién estaba a acostado sobre mi con su miembro clavado en mi culo, se movía penetrandome con delicadeza; yo aproveché para seguir chupando.
Muchos hombres con sus miembros erectos se acercaron a ver, el macho que estaba partiendo me el culo se enderezó y empezó a meterse más fuerte en mi culo, sentí que algunos acababan sobre mi, en mi espalda y en mi cara, sentí que me sujetaron la cabeza y la verga que estaba en mi boca se metía a fondo, me lleno la boca, trague todo lo que salió, en cuanto terminó, otra verga se metía en mi boca.
El macho que estaba en mi culo acabo y salió de mi, sentí que me había llenado, mi culito había quedado chorreando, pocos minutos después sentí que la verga que estaba chupando empezaba a hincharse y a soltar semen en mi lengua, también lo trague, estuve en el sillón completamente desnudo, recibiendo miembros gruesos, largos y de todo tipo de tamaños, algunos acaban dentro y otros no, gran parte del semen que dejaban estaba dentro de mi y otro poco chorreaba entre mis nalgas, tres horas después tenía semen en todas partes de mi cuerpo, en un momento, me puse de rodillas con la boca abierta, unos cuantos se pusieron a mi alrededor a masturbarse, unos minutos después empezó a llover semen en mi cara, tomé todo lo que pude, lo que no caía en mi boca lo juntaba con los dedos, chupaba las vergas que habían acabado, escuchar a esa multitud viniéndose en mi cara me tenía en éxtasis.
Cuando todos terminaron, me duche me vestí, me puse el pantalón sin ropa interior porque la había perdido.
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nessihow · 2 years
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Owned by Sánchez [Rick sanchez x Reader/OC] Prólogo.
⚠️: En esta historia existe una gran diferencia de edad entre los protagonistas, en varias ocasiones su relación es tóxica. Además habrá capítulos que contengan el uso de drogas, la adicción al alcohol, la violencia y las situaciones sexuales, nada raro si te gusta Rick & Morty. Si eres sensible a temas así ten cuidado al leer esta historia, ya que esta es la única advertencia en todo el libro. Añadiendo que no apoyo ni romantizo ninguno de estos comportamientos, es solo  ficción.
2001
Casi podía escuchar las protestas preocupadas de mis padres y amigos que pensaban que estaba de vuelta en mi país natal para sacarme la carrera, después de lo que me costó convencerles de que era buena idea acabar mis estudios fuera de Estados Unidos, lugar donde residía desde el principio de mi niñez. ¿Qué pensarían ellos si vieran las fiestas entre examen y examen de la facultad? Nada bueno seguro, ¿Qué pensarían si me hubieran visto en ese momento? Olvida eso, no quiero ni pensarlo.
Me levanté de mi trance, estaba tirada en uno de los sofas de la discoteca después del vaso de dios sabe que, al punto de que no tenía ni idea de lo que estaba bebiendo, el concierto empezaba en 10 minutos y por supuesto tampoco sabía que banda iba a tocar, pero oye, me había dado la invitación una compañera de la facultad porque ella no podía venir y al parecer el grupo principal de la noche actuaba en su gira de despedida o algo así, de nuevo, no los conocía, pero escucha, ¿alcohol+ sustancias que te ofrece el amigo rarito + que alguien me "llevase a casa" gratis sin pagar taxi? No me jodas, es un planazo.
No me gusta gastar mucho dinero en fiestas y esto me llevó a la situación que dejó lugar a todo esto, no estoy orgullosa de ello, pero era eficaz, mezclarme entre la multitud cerca de la barra era sencillo, ahora segundo paso, localizar una copa en el mostrador que lleve el suficiente tiempo sola como para que nadie sospeche una vez que me la lleve, robar cubatas, el viejo truco de cada vez que salgo de fiesta, es incluso divertido pero no lo admitiré.
Y ahí está, debe de ser un ron-cola, aunque la camarera le añadió una cantidad alucinante de ron en comparación con el refresco, no he visto a quien lo ha pedido, pero el vaso lleva unos 10 minutos solo, ósea que no tiene dueño, que bajo mi lógica significa que es mío de ahora en adelante. Así que me acerco a la barra y agarro el cubata antes de darme la vuelta y chocar con alguien. Cliché.
-LA MADRE QUE TE RECONTRA PARIOOO- digo intentando sujetar bien el vaso para que no se caiga la bebida y levanté la cabeza para ver al gilipollas con el que me había chocado.
-Ostia puta, ¿Eres-eres? ¿Es usted, Señor Sánchez?- pregunté con los ojos inyectados en sangre y lo más abiertos posible, mezclando la intriga de si verdaderamente es Rick Sánchez y me estaba viendo robar copas después de conocerme desde que era bebé, consumida en la vergüenza de que un viejo conocido me viese ya con 18 años en una discoteca poniéndome hasta las cejas de todo lo que pudiera meterme.
Rick Sánchez vivía con su mujer y su hija en la casa detrás de la mía. Es decir eran mis vecinos de al lado, nuestras familias no se hablaban mucho de por sí, mis padres tenían fichado a Rick por los ruidos de ciencia ficción que salían de su garage desde que se mudaron. Y Diane no estaba casi nunca en casa debido a su trabajo como médica, entonces era Rick quien cuidaba de Beth. Beth y yo eramos 'mejores amigas', realmente ninguna de las dos teníamos muchos amigos, así que siempre estuvimos unidas en la escuela. Yo era aproximadamente un año mayor que ella, pero a ella le ascendieron un curso por su alta inteligencia (Herencia de su padre supongo) así que íbamos juntas a casi todas las clases. Como Rick se encargaba de Beth y yo pasaba mucho tiempo con ella, también lo pasaba con su padre, le admiraba muchísimo y no se si fue debido a su inteligencia y su trabajo como científico, o porque era en parte una de mis figuras paternas, pero eso es otro tema.
Cuando Beth tenía 9 años sus padres 'se divorciaron' y Rick dejó la casa, eso me dijo, hasta que una noche borracha el año pasado me confesó que su padre las había abandonado para según su madre 'perseguir a aliens sacados de Men in Black en su mundo de fantasía', su madre había enfermado ese mismo año pero desde que me fuí de EE.UU no volví a saber de ellas, quizás me escribieron pero estaba demasiado borracha o drogada por ahí para responderles.
Volví de mis pensamientos para enfrentarme al hombre de mediana edad a mi lado, mirándome confuso.
-Depende de quien seas preciosa, soy qu-quien quieras que sea... Si eres de la-grrp, poli, no he oído hablar nunca de un tal Rick Sánchez lo siento....- Dijo arrastrando las palabras. Estaba borracho, pero por lo que recuerdo, siempre lo estaba.
-A-Ah ¡NO! No soy de la poli, soy ___ , soy Kat, la amiga de tu hija ¿Te acuerdas de mí?- dije fracasando en ocultar mi evidente entusiasmo.
Me miró con tristeza al mencionar a su hija, ni idea de porque pero esa expresión de nostalgia se quedó en el mientras hablaba.
-____...¿Tu no-ti-tieenes como que 10 años o algo? Estás bien jodida por lo que veo....- frunció el ceño al ver lo perjudicada que iba, como si él pudiese darme lecciones sobre eso.
-N-no, tenía 10 años cuando te fuiste,- dije sin captar su sarcasmo.- ahora estoy haciendo una carrera para ser profesora y pues Beth estará estudiando para ser cirujana supongo.- dije divagando un poco.
-Beth...¿Q-q-qué tal está ella, quiere.brrp.. quiere ser cirujana ? wOW...- dijo con una expresión total de pena, conteniendo las lágrimas y yo no entendía nada, porque alguien que abandono a su familia por la ciencia estaría triste sobre su hija, no decidió volver en tantos años y ¿Ahora se arrepiente? El solo pensamiento me enfureció.
-Siempre quiso ser cirujana...¿Ahora te importa como está tu hija? Llegas 8 años tarde...-chasqueé las palabras con ira, un poco por lo que acababa de razonar y un poco por el alcohol.
Para mi sorpresa, Rick saltó inmediatamente ante esa burla, sus dientes se apretaron al límite y su ceño se frunció con fuerza, había pasado una línea que no debía, pero yo había visto lo mucho que había sufrido su familia ante su ida y me daba rabia.
-Supongo que a Beth le encantará cuando le cuente lo que me he encontrado a su padre en una discoteca de jóvenes, una pena que no hable español, si no le diría tus palabras textuales...-
Hablábamos Español porque era mi Lengua materna y porque al Rick ser hispano-americano nos resultaba muy familiar y por mucho que estuviera acostumbrada a su acento, seguía estremeciéndome mientras me gritaba:
-N-N-O-N-NO SABES UNA-UNA MIERDA, Literalmente no fue mi opción, a mí no me la dieron, yo no abandoné a nadie, a-a- mi me obligaron y por mucho que pienses "ohh que hijo de puta, ahora se está haciendo la víctima" pero no le vas a c-con-contar una mierda a Beth, así me te-tenga que encargar yo mismo - me dijo señalandome con un dedo acusador y acercándose a mi cara, podía oler el alcohol en su aliento y ver su parpado contraerse en medio de un tic nervioso, daba un poco de miedo pero la ira me ganaba.
-No digas gilipolleces, es-es imposible ¿Por qué tendría que creerte, te parece excusa suficiente? Como si te importara que se lo cuente a tu hija... - espeté de una forma pasivo-agresiva.
-N-NO LO ENTIENDES- gritó antes de pellizcarse el puente de la nariz con frustración y suspirar reteniendo la ira- es-escucha, lo último que quiero es que Beth tenga una peor imagen de mi y arruine completamente mis posibilidades de volver con ella..-
-¿Volver con ella? ¿Por qué ibas a querer volver con la hija a la que abandonaste?- No entendía nada.
-Yo no la abandoné, no-no lo vas a entender pero: hay infinitas dimensiones con infinitas posibilidades y yo no soy el Rick de está dimensión que abandonó a su hija, soy el Rick de OTRA dimensión en la que Beth... En la que Beth murió siendo niña. Si,si, lo se, querer vivir con una versión de mi hija muerta es turbio, pero es la única esperanza que tengo pa-para volver a verla, y para eso necesito que te calles sobre esto.- explicó todo esto rá3pidamente, no dejando que mi cerebro embriagado lo asimilara todo pero si lo necesario como para entristecerme.
-¿Entonces no eres el Rick que conocí?-Negó con la cabeza- ¿Y como es que me recuerdas, había una como yo en tu universo?-
- Si, en casi todos los universos hay una ____ , te conocí hasta que Beth y mi ex-esposa murieron y me mudé, deberías tener también poco más que 10 años y no es por ofender pero te ves igual.- Eso dolió, pero la pubertad no pega fuerte en todos.
-¿Y pretendes volver con tu hija ahora o?-
-No, dale unos años más, de momento no tengo nada estable, ya sa-sabes, me busca la policía intergaláctica, soy un criminal y tal, no sería bueno para Beth ¿Pero que es de ella? Ya sabes cuéntame algo interesante de su nueva vida- se bebió la copa de un trago después de decir esto- o de la tuya, te invito a una copa no andes robando a nadie más.-
Me sonrojé de vergüenza y le seguí hacía un reservado de la disco, al parecer era le guitarrista de la banda que tocaba ese día, oh dramático giro de los acontecimientos.
-Oye,¿Estás seguro de que podemos estar aquí? Si tienes que salir a tocar no quiero molestar y...- Puso su dedo en mis labios para callarme y me extendió una copa mientras se sentaba en los sofas y me dejaba un sitio a su lado.
-El concierto se retrasó unas horas por problemas de sonido, así que me puedo pillar la pre/borrachera tranquilo- dijo mirándome de arriba a abajo mientras me sentaba peligrosamente cerca.
-Pero... llevas 6 copas en el tiempo que llevamos juntos, más las que probablemente bebieses antes, deberías estar en un coma etílico- dije medio riendo medio flipando por como el hombre mayor tenía tanta cantidad de alcohol en su organismo.
-Debería, pero estás ante el hígado más usado de la galaxia, después de más de 20 años bebiendo cada día soy aprueba de balas nena- escupió y dio otro trago asquerosamente largo de su bebida.
-Más de 20 años... E-sto es grosero pero ¿Cuántos años tienes? Te echaba 35 o así pero no me salen las cuentas no se si es porque voy trifásica o...- Se rió antes de contestarme secamente.
-49. ¿Cuántos decías que tenías tu antes? ¿15?- me vaciló poniendo los pies encima de la mesa.
-18, y wow, 49... ósea no son tantos pero desde luego no los aparentas ya sabes...-
-Ufff, 18 ju-justitos uhm...Unos tanto y otros tan poco ¿no? Tu pareces tener 18 en cada teta y yo aparento 10 años menos según tu- Vale, se estaba empezando a emborrachar de verdad.
-¿En cada teta? JJAAJAJAJ- estallé en risas ante la extraña valoración, acercándome sin querer a su pecho.
- pues no podría asegurarte porque todavía no las he visto de cerca, todavía, pero más o menos, soy un hombre con gustos finos, se de lo que hablo.- lo dijo tan profundo que no parecía que estábamos hablando de tetas. Pero no me pare a analizarlo porque estaba muy ocupada intentando procesar si el padre de mi mejor amiga de la infancia me estaba tirando fichas o estaba perdiendo la cabeza.
-¿Estás intentando ligar conmigo? ¿Parezco el tipo de chica que te invitará a pasar el rato en el baño después del concierto?- dije con tono de sarcasmo pero el sabía que había algo serio detrás de esa broma.
-Estoy intentando hacer lo que tu q-q-quieras que haga, pero dejando claro que no eres el tipo de chica que se sube a la barra del bar a bailar como-brrp-una gogo ¿Qué tipo de chica eres?- aprovechó para estirarse y dejar caer su brazo detras de mí, apoyado en el respaldo del sofa, acercándose más a mí.
-Pues del tipo al que no le gusta mucho ese rollo, o al menos hacen falta un par de copas más para llegar a ese nivel- le miré levantando una ceja .
-Estoy dispuesto a pagar las que hagan falta.- exclamó con un tono burlón - ¿Pero entonces que rollo te gusta?
-Pues nunca he probado el de zorrear con los padres de mis amigas, pero no me disgusta... - le miré a través de mis pestañas hacia arriba ya que incluso sentado era tan alto que se alzaba sobre mi.
-Bueno nunca es ta-tarde para desarrollar nuevas a-aficiones o nuevos pecado-s - a pesar de su tartamudeo, estaba dominando la conversación, por su aliento fuerte golpeando contra mi rostro y por su mano empezando a escalar mi muslo juntando su torso al mío.
Se juntaba su olor, la cantidad bestial de alcohol, su voz profunda, las horas que llevábamos hablando y el tabbu de la situación en general, y me confundía sabiendo que esto no estaba bien, me sacaba casi 30 años, como iba a mirar a Beth a la cara después de esto... Pero me tentaba, y el ser humano esta diseñado para caer en la tentación...
- Si Uhm pero las niñas buenas no pecan ¿No? - intente recuperar un poco de control en la intensa charla.
-¿Quieres que t-te diga lo que hacen realmente las niñas buenas?- se acercó demasiado a mi rostro, al punto de estar rozando su nariz contra la mia, y ahora si que si olía su aliento, exageradamente fuerte, ¿Qué estaba bebiendo este señor? ¿Alcohol para heridas?
Me quedé en silencio durante unos segundos mirándole a los ojos, con los labios abiertos antes de chocar con los suyos mientras mis manos agarraban desesperadamente su chaleco punk para acercarlo a mi, pero pronto no hizo falta cuando al separarse de mi para respirar se inclinó casi totalmente encima mia mientras volvía a besarme y bajaba sus manos por mi espalda abajo, y más abajo, más abajo...
Y no me daba cuenta de que Rick era así, cuanto más abajo iba, más profundo se hacia el pozo, y Rick no era un pozo de los que se pudiese salir.
Una vez que entras en él, pierdes toda la esperanza de vivir fuera.
...
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equipo · 2 years
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Cambia, todo cambia
🌟 Novedades
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Hemos solventado una incidencia de la beta del editor de la versión web que permitía arrastrar más de un vídeo al formulario, lo que hacía que diera un error y se cerrara al intentar guardar la publicación, ya que solo es posible incluir uno.
Al subir una imagen muy alta y estrecha, la versión web la recortaba de forma incorrecta, pero ya lo hemos solucionado.
También en esta versión, hemos solventado un problema que causaba que las opciones del menú de reblogueo y envío a la cola rápidos aparecieran detrás de la barra de pestañas del Escritorio.
Hemos arreglado varios fallos en la barra lateral y la función de desplazamiento para quienes usan Firefox en Windows.
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kae-membrana-blog · 1 year
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Mordeduras del Destino
El viento aullaba a través de las ruinas de la ciudad mientras dos jóvenes, un humano y un alienígena, corrían desesperadamente por las calles desiertas. Las sombras acechaban en cada esquina y los susurros de criaturas hambrientas llenaban el aire.
El de cabellos negros miró por encima del hombro, buscando a su compañero de escape. Su corazón latía rápidamente, casi saliéndose de su caja torácica.
— Zim, ¿crees que nos están siguiendo? — preguntó en un susurro entrecortado.
El alíen respiraba agitado mientras corría junto a él. A pesar de su entrenamiento como soldado del imperio Irken, llevaban días escapando sin recargar su pak ni tener alimentos. La falta de recursos les estaba pasando factura.
— No lo sé, pero no podemos detenernos. Tenemos que encontrar un lugar seguro — respondió Zim, tratando de mantener el ritmo.
Sus pies golpeaban el suelo con fuerza, evitando los escombros y los charcos de agua estancada. Los edificios en ruinas parecían almas en pena, retorcidos y destrozados. De repente, un aullido resonó detrás de ellos, erizando los vellos de la nuca de Dib y poniendo en alerta a Zim. Ambos aceleraron el paso, adentrándose más en la ciudad. No podían permitirse ser atrapados por lo que acechaba en la oscuridad.
— ¿Recuerdas cuando todo esto eran películas, simples cuentos inventados para entretener? Gir amaba este tipo de cosas — dijo Zim con tristeza en su voz.
Dib asintió mientras saltaba sobre un montón de escombros.
— Sí, era una época más simple. Pero ahora, todo ha cambiado. La Tierra ha caído — respondió, su voz reflejando la tristeza y la resignación.
Un chillido escalofriante resonó en el aire, anunciando la presencia de los no muertos: los zombies. Los gemidos guturales y los aullidos desgarradores llenaban el ambiente.
— ¡Rápido, Zim, tenemos que salir de aquí! — exclamó el humano, empuñando una barra de hierro que encontró entre los escombros, necesitaba defenderse y no depender tanto del irken.
Ambos observaron cómo una horda de criaturas desfiguradas se arrastraba por las calles. Los ojos vacíos y sin vida de los zombies se clavaron en ellos, y la cacería comenzó. La pareja avanzaba con paso decidido, eliminando a los muertos vivientes con golpes certeros. El hedor de la muerte y la descomposición llenaba el aire, pero no se permitieron distraer por el horror que los rodeaba.
— ¡Dib, a tu derecha! — gritó Zim, esquivando a un zombie que se abalanzaba hacia su compañero. Con una de las patas de su pak, cortó la cabeza de la criatura.
— ¡Gracias! — respondió Dib, deslizando su cuerpo para ganar impulso y aplastar el cráneo del muerto viviente.
La lucha fue intensa y despiadada. Hubo momentos en los que estuvieron a punto de ser mordidos, pero los dos jóvenes demostraron ingenio y destreza, empujando los límites de sus cuerpos. Continuaron avanzando hacia un edificio abandonado que alguna vez fue una iglesia, esperando encontrar ahí un respiro temporal.
— ¡Aquí, rápido! — exclamó el alíen, abriendo la puerta del edificio y permitiendo que su compañero se adentrara antes de cerrarla detrás de ellos. Los pesados portones de madera crujieron al cerrarse, creando una barrera entre ellos y el mundo exterior. Sin embargo, sabían que no estarían a salvo por mucho tiempo.
El ser de piel verdosa encendió una linterna, iluminando la sala llena de polvo, imágenes y figuras destrozadas. No querían otro susto como el que habían tenido hace 8 días.
— ¿Crees que estaremos a salvo aquí? — preguntó Zim, agotado.
Dib se apoyó contra la pared, respirando agitado, buscando con la mirada algo con qué asegurar la puerta.
— No podemos estar seguros. Pero necesitamos descansar, recuperar fuerzas y encontrar una estrategia — respondió, pensativo.
El de ojos ámbar se acercó a la ventana rota y observó la noche infestada de peligro allá afuera, parece ser que no había ningún muerto caminando afuera.
— Necesitamos armas y un lugar donde haya electricidad. Te estás volviendo más lento — comentó Dib, preocupado.
— Tonterías, humano. Zim puede seguir — respondió Zim, tratando de ocultar su propio agotamiento.
— Zim… No voy a discutir contigo, tú conoces mejor tu cuerpo que yo. Debemos tapar las ventanas y cerrar la entrada — dijo Dib, mientras revisaba la bolsa que llevaba. Solo tenía media botella de agua, dos dulces y una barra de granola que ya había caducado hace un mes. Aún tenía un cóctel molotov como arma para múltiples objetivos.
— ¿Crees que haya alguna bodega con comida cercana? — preguntó Zim, preocupado por sus reservas agotadas.
— No lo sé — respondió — No conozco el mapa de esta ciudad —
Ambos empezaron a tapar las ventanas cuando un sonido siniestro los alertó. El viento aulló entre los pasillos desiertos, creando una atmósfera lúgubre y tensa. Ambos jóvenes detuvieron su acción, alertas ante cualquier posible amenaza. Fue en ese momento que una sombra pálida y desfigurada emergió de la penumbra.
Era un zombi, con los ojos hundidos y la piel putrefacta. Zim sintió un escalofrío recorrer su espalda y su cuerpo se tensó, preparado para el combate. Pero antes de que pudiera reaccionar, el zombi se abalanzó sobre él con una velocidad sobrehumana.
En medio del caos y la lucha desesperada, el irke fue mordido en el brazo por los dientes podridos del muerto. Un grito de dolor se escapó de sus labios mientras el veneno mortal se infiltraba en su cuerpo.
Dib, lleno de terror y angustia, intentó apartar al zombi de su compañero, golpeándolo con todas sus fuerzas. Pero era demasiado tarde. El daño estaba hecho, su amado había sido marcado por el destino sombrío que les acechaba.
El muerto fue finalmente incapacitado, y en ese breve respiro, el humano tomó a Zim por el brazo y lo arrastró fuera del edificio, buscando desesperadamente un lugar seguro donde pudieran enfrentar las terribles consecuencias de la mordedura.
— Lo siento… Dib, mi humano cabezón… Sálvate… — dijo Zim, con el dolor ardiente y palpitante apoderándose de su cuerpo, nublando su mente y debilitándolo rápidamente. Sus fuerzas se desvanecían mientras luchaba por mantenerse cuerdo, pero la transformación en su interior ya estaba en marcha, amenazando con arrebatarle todo por lo que habían luchado — Vive por mí… Te amo… Mátame y corre…—
Esas últimas palabras resonaron en el aire, una mezcla de remordimiento y amor.
— También te amo, mi odioso alíen gritón… Lo siento — respondió, con las emociones revueltas y lágrimas en los ojos. Tomó la barra de hierro en sus manos, levantándola en alto, listo para enfrentar cualquier amenaza. Sin embargo, antes de que pudiera dejarla caer, fue atacado por otro zombi. Afortunadamente, logró defenderse y acabar con el muerto viviente.
Dib regresó corriendo a donde el irke se encontraba y presenció cómo una de esas criaturas tenía al alíen mordiéndolo en el cuello.
— ¡VETE! — gritó Zim, en medio de su agonía.
Así lo hizo. Dib corrió, tratando de encontrar un lugar seguro para protegerse, tomando la bomba y la barra de hierro en sus manos para darse valor. Sin embargo, el destino jugó en su contra. Un ruido siniestro lo alertó y, en un instante de distracción, escuchó cómo algo cayó detrás de él.
Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que los dientes de Zim se hundieran en su carne. El dolor agudo y la desesperación se apoderaron de él mientras luchaba por liberarse, pero era una batalla perdida. La mordedura había sellado su destino.
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