#Cuentos de Terror
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Me dio nostalgia, recordé momentos especiales
Buildings burn, people die, but real love is forever.
The Crow (1994) dir. Alex Proyas
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"Los fantasmas se reúnen en las noches para contarse cuentos de humanos. No hay nada más aterrador que lo que se hacen los vivos entre sí".
"Cuentos de terror", Renato Guillén
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“Mira el firmamento como entenebrece las aguas y aprecia las últimas bandadas descendiendo hacia los árboles, mi amado Friedrich”, con este enunciado, Madame J’adore regresa al castillo.
A pocos minutos de que la medianoche llegase, el joven se sentó en la butaca del salón y su cuerpo empieza a tiritar.
El vals ya había iniciado.
La hermosa joven rumana no quería desperdiciar la velada.
Alentando al atractivo muchacho le incita a la más extravagante danza.
Acomodando su camisa se acerca hacia ella y delicadamente la toma de la cintura para besarla.
Un salto. Un espasmo en su cuerpo se aleja de ella.
“¿Qué te sucede?”, interrogó la muchacha. “Nada”, citó el adolescente.
El terror en sus ojos no se hizo esperar. Ya casi eran las doce de la noche y Friedrich repentinamente agarra su mano derecha para evitar el acelerado descontrol de su transformación.
A vista y paciencia de los invitados, notaron su incomodidad. Y se preocuparon pero esto no detuvo ni interfirió en la celebración.
Entre murmullos y extrañezas, el jovencito se disculpó de su amada para dirigirse al tocador.
¡Madre Santa! ¡Madre de todos los cielos! ¡Se ha convertido en otra persona!
Encerrado en uno de los cubículos, Friedrich Manson golpea su cabeza contra las paredes a toda agresividad bañada en sangre su rostro y cabeza, extrae de su bolsillo su pañuelo de seda y la muerde con fuerza chillando de dolor.
Mientras tanto en el salón, el aterciopelado abanico de las pálidas pieles de las bellezas francesas, entre los encajes de sus pequeñas cinturas los invitados no hacían más que aplaudir e incentivar el menú. Por el otro lado, un desquiciado, enfermo, deforme, atolondrado yacía quien se casaría con la mujer de su vida.
De sus entrañas. De su carne y hueso. Lo han poseído. Se lo han llevado. El espíritu que hace tres días ingresó por la ventana de su habitación. Aquel que ayuda necesitó perdió la razón.
Huye.
Corre.
Escapa.
La celebración era realizada en uno de los castillos de su tío quien era conde.
Al paso de unos minutos, logra obtener la calma pero sus cambios físicos, no se iban.
No quiso desilusionarla.
El mensajero sanguinario.
El vampiro del vals.
Escribió con su sangre su temporal ausencia. Se ha fugado por la ventana.
Ahora se dirigía hacia las gárgolas quienes lo esperaban para tomar su carruaje.
El pobre se vio esclavo de la tormenta, los cimientos de su caballerosidad no hacían más que derrumbarse poco a poco.
La tierra húmeda que enterraba sus pies, las larvas que salían de su cuerpo no apagaron la brutalidad de aquel espíritu.
Una sombra de más de tres metros de altura lo rodeó ahorcándolo sin piedad alguna.
Un fraile de la inquisición.
Los equinos horrorizados relinchan con fuerza despertando el pantano.
El chico le ordena al espectro que en paz lo deje.
La sustancia no obedece y nuevamente vuelve a espantar la arboleda pero esta vez con más belicosidad.
Las consecuencias de estos efectos prácticamente lo destrozaron mutilando su agonía.
Ahora, el ente, iba por la tenencia del cuerpo de su enamorada.
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«Un hombre enérgico nunca tiene miedo ante un peligro acuciante. Está excitado, agitado, ansioso; pero el miedo es otra cosa.»
-El miedo, Guy de Maupassant.
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Me sorprendió gratamente, no esperaba encontrar algo así
Possession (1981)
#Noches eternas de miedo y suspenso#Muertes inexplicables#Lugares malditos#Cuentos de Terror#Apocalipsis
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Leyendas de terror de GUATEMALA
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El carruaje de la muerte
Mis abuelos siempre cuentan que, en las calles de los barrios coloniales, después de las ocho de la noche, la llamada hora de las ánimas, la gente suele escuchar un carruaje que se mueve con sus ruedas chirriantes.
Lo conducen unos caballos grandes y negros con pelaje brillante, que van buscando las almas de los muertos. La leyenda dice que este carruaje se detiene frente a las casas donde alguien ha muerto, para llevarse su alma.
La Llorona
Por generaciones se ha contado la historia de María de los Remedios, una mujer que, vestida de negro o blanco, camina por lugares donde corre el agua, como ríos, lagos o lagunas.
Dicen que esta mujer sufrió un colapso mental y ahogó a sus hijos. Otros cuentan que, por un amor prohibido y pecaminoso, mató a su bebé recién nacido en las aguas de un río.
Por eso, vaga por las calles buscando la tumba de su primogénito, mientras grita con un lamento largo y agudo: “¡Ay, mis hijos!”. Se dice que quienes la escuchan sienten que caminar se vuelve difícil, como si sus pasos se hicieran lentos y pesados.
El Wiin
En Asintal, Retalhuleu, cuentan que hay hombres que invocan al diablo con rituales en el cementerio del pueblo. Estos rituales incluyen oraciones y danzas, donde se mueven hacia adelante y hacia atrás.
Cuando el diablo aparece, puede concederle a la persona el don de transformarse, lo que les permite robar animales de corral, objetos de valor o molestar a mujeres, especialmente a las solteras o a las casadas que se quedan solas porque su esposo se fue a otro lugar. A este hombre se le conoce como El Wiin. Algunos lugareños lo han visto transformado en un perro, sentado en medio de la carretera. Lo reconocen por sus ojos, que no son ni de humano ni de animal, sino dos bolas de fuego que asustan a quien los ve.
La Tatuana
La leyenda de La Tatuana es considerada una de las más bonitas de Guatemala y América. Una de las versiones de esta historia cuenta que en los pueblos aparecía una mujer muy hermosa y sabia en temas de amor. Ella ponía un puesto en la calle donde vendía ensalmos para que hombres y mujeres se enamoraran.
Causaba tanto revuelo que las autoridades la arrestaban y la encarcelaban. Cuando esto pasaba, sacaba un trozo de carbón, dibujaba un barquito de papel en la pared, se subía en él y salía volando por los barrotes.
Otra versión de la leyenda dice que era una mujer mulata rechazada por el pueblo por su dudosa reputación. Se decía que usaba hechizos para atraer a los hombres, por lo que la encarcelaban. En su celda, dibujaba un barquito en la pared y escapaba en él.
La Siguanaba
La Siguanaba es una mujer que hace que los hombres la sigan y luego, después de una larga persecución, los pierde en algún barranco. Por eso dicen que su nombre viene de "tziguan", que significa barranco en quiché.
La historia cuenta que cuando los hombres empiezan a seguirla, ella no muestra su cara. Solo lo hace cuando ya los tiene "ganados", es decir, cuando ya les ha arrebatado el alma. En ese momento, el hombre se asusta al ver que su rostro es el de un caballo.
Esta mujer suele aparecer en cualquier tanque de agua a altas horas de la noche y busca hacerle daño a quien la vea. Generalmente, los hombres la ven bañándose y peinándose con un peine de oro. El hombre que la ve se vuelve loco por ella y la sigue.
El Cadejo
La leyenda dice que El Cadejo aparece en forma de perro, con pezuñas de cabra y ojos de fuego, y puede presentarse de dos maneras. Cuando es blanco, tiene buenas intenciones y suele cuidar a los ebrios y a los niños de cualquier peligro en la noche. Pero si es negro, tiene malas intenciones y trata de lamerle el rostro a las personas ebrias para robarles el espíritu.
El Cadejo negro sigue al hombre al que ha lamido la boca durante nueve días, sin dejarlo en paz. Aunque no es un espíritu que haga daño directamente y no ataca a menos que sea en casos extremos, encontrarse con él no debería causar pánico.
El Sombrerón
También conocido como Tzipitío, Tzipe, Duende o Tzitzimite, El Sombrerón es un hombrecito que no mide más que un dedo de la mano. Se viste de negro, con un cinturón brillante, y usa un sombrero gigante.
Le gusta perseguir a mujeres con el pelo largo y ojos grandes porque disfruta hacerles pequeños nudos en su cabello. Les enreda el pelo, les baila y les canta acompañado de su guitarra. Cuando su “amor” es correspondido, las mujeres se enferman e incluso pueden morir.
#historias de terror#pazuzu#leyendas de terror#cuentos de terror#relatos de terror#leyendas de terror de guatemala#Youtube
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Mar oscuro
Vivía en un apartamento pequeño en la colonia Merced Balbuena, en la CDMX, muy cerca del Mercado Sonora. Nunca había sido un gran aficionado a la conversación con mis vecinos, pero últimamente algo extraño estaba sucediendo en mi edificio de apartamentos. Por la noche, escuchaba sonidos, gritos y risas que me impedían dormir.
Un día, mientras estaba sentado en mi sofá, unos ruidos extraños que provenían del apartamento de al lado me hicieron dejar el libro que tenía entre mis manos. Me levanté y caminé hacia la pared, tratando de escuchar con más atención. Fue entonces cuando lo entendí, era el sonido de una extraña ceremonia, como si estuvieran hablando en una lengua desconocida. Me acerqué a la puerta y puse mi oreja en ella, tratando de escuchar lo que estaban diciendo.
De pronto, un grito invadió el lugar y me alejé de la puerta de golpe. Sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo, como si algo inexistente me hubiera tocado. Me retiré por completo de la puerta y me senté en mi sofá, tratando de calmarme. Pero no podía dejar de pensar en lo que acababa de escuchar.
Esa misma noche, traté de dormir, pero no podía. Los gritos y risas diabólicas continuaron, haciéndome sentir que estaba perdiendo la razón. Desesperado, y ya cansado por lo sucedido, decidí investigar. Fui al sótano del edificio. Era un lugar un tanto descuidado, sucio y desordenado. Estaba un poco confundido al caminar entre los artilugios que llenaban el lugar. Repentinamente, hubo algo que llamó mi atención, algo que no concordaba con los patrones gráficos del papel tapiz que cubría todas las paredes. Me pareció curioso notar esa secuencia de flores y enredaderas romperse. Poco a poco me iba acercando a ese lado de la habitación hasta poder tocar el muro con mi mano. Al llegar ahí noté que la pared escondía algo, una puerta oculta tras las flores impresas en esa base non-woven.
Crucé el marco de madera y caminé por un pasillo estrecho hasta llegar a una especie de templo. Era un tanto oscuro, siniestro, lleno de velas y símbolos extraños. La atmósfera era opresiva y sentí que algo me observaba desde las sombras. Sabía que ese lugar no era humano, que era algo fuera de este mundo.
Entonces los vi. Había un grupo de personas vestidas con túnicas negras, haciendo una extraña ceremonia a un ser desconocido, era una figura de piedra que reposaba en el centro de la cámara. Sus rostros estaban cubiertos con máscaras horribles. Traté de alejarme, pero tropecé y caí al suelo, haciendo un ruido fuerte.
Estas personas se giraron hacia mí y me miraron fijamente. Un frío me recorrió la espalda hasta la nuca, sentí que mi mente se rompía y algo horrible se apoderaba de mí. Logré ponerme de pie y correr con todas mis fuerzas hasta escapar de ese lugar.
Desde aquella noche, mi vida se convirtió en una pesadilla constante. Los ruidos, gritos y risas diabólicas se hicieron más fuertes y constantes. Sentía que aquellos enmascarados estaban detrás de cada esquina, acechándome, esperando el momento perfecto para capturarme y llevarme a los aposentos de ese ser, esa extraña figura que no concordaba con nada que haya visto antes.
Intenté hablar con los demás inquilinos del edificio, pero nadie parecía saber nada sobre lo que sucedía en el sótano. Algunos me miraban con incredulidad, otros con miedo, pero ninguno parecía tener una respuesta para mí. Me sentía solo y abandonado en mi lucha contra esta presencia.
Una noche, mientras trataba de dormir, escuché un ruido en mi apartamento. Me levanté de la cama y caminé hacia la puerta, temblando de miedo. La puerta estaba abierta y la luz del pasillo se colaba en mi habitación. Sentí que algo se movía en la oscuridad, algo que no podía ver, pero que estaba allí, acechando.
Inesperadamente, la puerta se cerró de golpe y me quedé atrapado en la oscuridad. Escuché un ruido detrás de mí y me giré, tratando de ver qué estaba pasando. Fue entonces cuando lo vi, una figura siniestra y oscura, vestida con una túnica negra y una máscara horripilante. Me agarró por el brazo y me arrastr�� hacia la oscuridad.
Intenté luchar, pero su fuerza era inhumana. Me llevó por un pasillo oscuro y angosto. Sentía que la vida se desvanecía ante mis ojos, que estaba a punto de ser llevado a algún tipo de infierno demencial.
Pero entonces, algo extraño sucedió. El enmascarado se detuvo en seco y comenzó a temblar. Sentí que su cuerpo se estremecía y que algo oscuro salía de él. Fue entonces cuando vi su rostro, un rostro humano, lleno de terror y angustia.
Me soltó y dijo “Vete, vete antes de que nos encuentren”. No entendía lo que pasaba, pero tampoco quería quedarme para averiguarlo.
Decidí abandonar el edificio y empezar una nueva vida. Me mudé a la ciudad de Guadalajara. Traté de olvidar todo lo que había sucedido. Pero el miedo siempre ha estado presente en mi mente, acompañándome a donde quiera que voy.
Hay noches donde sueño a ese ser, a esa figura de piedra de alto relieve girando alrededor de mí, mientras escucho una voz, más como un susurro que dice: “No te preocupes, Javier, ya no volverás a estar solo”. Después de eso no recuerdo nada. Me pierdo en la noche, en la profundidad de ese mar oscuro que invade cada rincón de mi mente. Ese mar del cual no quisiera emerger jamás.
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Tengo miles de historias por contar, pero hay una que me deja con muchas preguntas.
Estaba viajando en mi sueño yendo en bicicleta con un grupo de personas, hacia Guanajuato cuando después de ir en carretera me detengo a tomar agua, el grupo sigue en bicicleta, entre los árboles veo a un señor que se acerca a mi y me dice espera aquí conmigo y obviamente me asuste y me dice que debo quedarme me toma del brazo y me jala a tal grado que me tira al suelo, yo me voy corriendo y empiezo a gritar pero me alcanza y me tira al lado de la carretera y me tiene sometida un rato, en eso me dice ya pasó el peligro me da mi bicicleta y me dice unas palabras que jamás olvidaré ya es la segunda vez que te salvo, la primera vez fuera del OXXO cuándo trabajabas ahora te toca en el sueño.
Ahora viene un recuerdo real, una voz no me dejó entrar a un calle y entre a un Oxxo al salir veo una persona entrar a esa calle donde alguien dentro de mi me decía no vallas por ahi, observo la calle y veo una persona que la saltan y el tipo le dispara en la cabeza.
Es algo que jamás olvidaré
#mi sueño#el sueño#pesadilla#premonitions#premoniciones#historias de miedo#cuentos de terror#preguntas#valoren a sus seres queridos#mis miedos#mal sueño#cdmxdenoche
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Estoy impresionado/a, tienes un talento increíble
You're conducting a dangerous research
Remember to bring sweets
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La casa del terror (Parte II)
Aprovechando que estamos en octubre les voy a contar la historia de la casa del terror.Y creo que es importante decir que odio el terror, la verdad sea dicha, soy la persona más cobarde que puedas conocer, por esa misma razón si he visto 10 películas de terror en mi vida han Sido muchas y ninguna bajo mi propia voluntad.Así fue como un 31 de octubre fui con mis primos al cine a ver una película…
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#brollotextos#cuentos de terror#días de terror#la maracucha que cuenta#noches de terror#octubre#Terror
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«El miedo es algo espantoso, una sensación atroz, como una descomposición del alma, un espasmo horroroso, del pensamiento y del corazón, cuyo mero recuerdo provoca estremecimiento de angustia.»
-El miedo, Guy de Maupassant.
#frases#frases de libros#libro#cuento#novela#frases de novela#escritores#guy de maupassant#miedo#terror#cuentos de terror#relatos
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Solo un verdadero artista conoce la anatomía real de lo terrible o la fisiología del miedo, el tipo exacto de líneas y proporciones que conectan con los instintos latentes o recuerdos hereditarios de miedo...
El modelo de Pickman (H. P. Lovecraft.)
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Me dejó sin palabras, simplemente maravilloso
The "Zepotha" trend on tiktok makes me SICK as an indie slasher fan. Why did they choose the name "Zepotha?" Name one fucking indie slasher from the 80's that isn't called something like House of Guts. "Zepotha" would be the name of an arthouse horror from the 70's created by a giallo-obsessed Johnny-come-lately director from New Jersey. Zepotha would be brought up in every other "obscure horror recs" thread on reddit until it became a circlejerk meme to even mention it.
"Oh you sound so mad, you sound like you just want to gatekeep--" I DO! I'M GATEKEEPING! None of these people even like slashers! They can barely make it through Fear Street, and then they still make fun of effects that aren't Marvel-sweatshop-grade CGI! You expect them to be able to create a fictional slasher movie with the conviction that this site had when it created Goncharov? Get! Off! Of! My! Lawn!
#Escenas de pánico#Pesadillas en la realidad#Cuentos de Terror#Suspenso inquietante#Noches eternas de miedo y suspenso
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El Hospital Psiquiátrico El Peral ubicado en la comuna de Puente Alto fue creado en 1927 como una Colonia para recibir pacientes incurables del Manicomio Nacional que a la fecha no ha sido remodelado. Este recinto de salud pública, guarda un centenar de oscuras historias que hasta ahora, solo se conocen algunas. Es por esto que testigos que viven cerca de la institución afirman haber presenciado extraños casos paranormales y todas ellas durante altas horas de la noche. Algunos vecinos afirman haber visto pequeñas sombras con forma de manos en puertas, paredes y ventanas. Por ejemplo, el señor Ricardo Antonio Donoso Ortega, un ex cuidador del recinto, reconoció haber oído: risas de niños, puertas que se cierran, gritos de enfermos y además objetos que caen sin razón aparente siempre rodeado de un extraña presencia taumatúrgica. Por temor a burlas de parte de los televidentes, decidió contar su historia sin mostrar su rostro:
“Trabajé por más de 16 años en el hospital y presencié toda clase de cosas”.
Fue una noche de verano de 1976, cuando se preparaba para terminar su turno. Donoso dice haber conocido a un médico llamado Hans Ivanov. Este ingresaba al inmueble todos los viernes a la misma hora. Siempre se le veía acelerado, dirigéndose de un extremo a otro. Ricardo lo describe como una persona muy amable, amistosa y muy caritativa. Durante todos los años que trabajó, el cuidador siempre le llamó la atención esta frase:
“Nos vemos señor Ricardo, y cuídese de lo que le digan”.
Y como si se tratasede una posible advertencia esto generó un telar de dudas y sobre todo cuestionamientos. Pensativo, Don Ricardo, decidió finalmente clarificar su interrogante:
“Señor Ricardo, antes de que yo empiece mi turno usted deberá ir a la parroquia todos los viernes durante este mes. Mirará la figura de Cristo. Pedirá paz y amor para todos los enfermos de este recinto, encenderá tres velas y regresará a su trabajo.”
Al principio, y entre la suspicacia, el cuidador no comprendía sus razones. Se restó el derecho de objetar y obedeció. Al culminar el último día del ritual, retornó a su puesto.
“Me despido señor Ricardo. Cumplió con lo que le ordené y eso me tiene muy agradecido. Nos vemos”.
Esta fue la última visita. Nunca más hubo siquiera un rastro o una huella del doctor. Al día siguiente increíblemente nuestro protagonista de esta historia nunca escuchó ni presenció actividad paranormal. Se acabó. Ha terminado. A su juicio y como humilde hombre trabajador de origen temucano esto le dio a entender de que aquella persona era un mensajero del más allá. El sufrimiento de aquellos dolientes en la que sus espectros todavía seguían acicalando al vaivén de la lúgubre estancia han sido finalmente desligados. Periodistas, escritores e investigadores descartaron la participación de dicho profesional según los registros biomédicos del recinto.
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La noche que nos miró
En aquella época estudiaba la universidad, Antropología, para ser más exacta. El profesor nos había pedido sustentar el trabajo final con prácticas de campo, así que decidí realizarlo en el pueblo de mis abuelos. Tenía pensado quedarme una semana en compañía de ambos. Los primeros días corrieron tranquilamente; llegaba agotada por las noches a la casa que se ubicaba subiendo la loma y que estaba acompañada de unas cinco casas más. Sin embargo, la última noche de aquella estancia no fue nada común.
Ese día había sido ajetreado; había levantado bastante evidencia y tenía un largo diario de campo por escribir. Terminamos de cenar y mis abuelos se fueron a la habitación contigua. La mía era la habitación más grande de la casa, con dos camas matrimoniales y un closet que abarcaba las cuatro esquinas del inmenso cuarto; el olor a esas casas de pueblo invadía la noche. Escribí sin parar el diario de campo; ya me dolía la mano y los ojos, pero la noche era aún larga y tenía bastante evidencia por redactar. Me encontré con que eran minutos pasados de la medianoche y, en ese momento, me hice consciente del gran silencio que había, pero no duró mucho.
A las afueras del cuarto escuchaba movimiento; me decía a mí misma: “son los perros”. Raspaban las bolsas del maíz, raspaban la puerta con sus pezuñas y comencé a escuchar el arrastre de cadenas, pero esto último me hizo dudar de la presencia de animales. Los sonidos eran repetitivos, cada vez más fuertes e incesantes y dudé de mi lucidez. ¿Eran los perros? No. Era algo más...
Afortunadamente, me considero una persona escéptica, así que cerré el diario, me puse pijama, destendí la cama que estaba del lado del closet y apagué la luz. Pero para ese entonces yo ya me sentía confundida; sentía algo inexplicable, me atrevería a decir que sentía esa adrenalina que provoca el estar asustada. El aire se sentía denso, como si una sombra invisible se posara sobre mí. El olor a humedad y madera envejecida me envolvía, intensificando la sensación de opresión.
Me acosté boca arriba, tratando de controlar mis pulsaciones y mi agitada respiración. Me alentaba a mí misma diciéndome que no había nada allá afuera, así que me cobijé como cuando se cobijan los niños asustados, esperando a que aquellas sábanas me protegieran de lo que fuese que hubiera del otro lado de la puerta. Cerré los ojos en espera de caer en el sueño, pero más tardé yo en cerrarlos que en sentir que alguien subía por la cama a la altura de mi pierna derecha. Abrí los ojos abruptamente por debajo de las cobijas y mi respiración se volvió más agresiva; estaba sudando.
Como te había dicho, no me considero miedosa, así que tomé valor, miré por encima de las cobijas y ahí estaba ella, paradita sobre la cama, con un diminuto pantalón amarillo y una blusita blanca. Me miraba con unos ojos negros y unos hermosos rizos azabaches. Nos miramos fijamente; la respiración se me entrecortaba y los mareos me invadieron, así que cerré los ojos y, aunque las palabras no se salían de mi boca, le rogaba que se fuera. Cuando los abrí, ella ya no estaba; sentí alivio. Volví a taparme con las cobijas y giré mi cuerpo hacia mi lado izquierdo, pero mis ojos se volvieron a encontrar con los de ella; estaba acostada en la cama de al lado, me miraba, pero me miraba tan profundo que no recuerdo cuándo amaneció.
Quienes han escuchado mi historia, y quienes son creyentes, dicen que los niños no penan, al fin y al cabo, no dejan asuntos pendientes en este mundo.
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Coloquio entre monos y una:
Amor mío que ardía dentro de nuestros pechos, cuan en vano nos jactamos de él sintiéndonos tan felices en su primer brote, que nuestra dicha se fortalecía con fuerza, ahí creció y con él crecía en nuestros corazones el terror a la hora aciaga que venía veloz a separarnos para siempre, así con el tiempo llegó a ser un dolor, amar el odio hubiera sido entonces una merced; cuando llegaron las doce meridianas del segundo día no estaba inconsciente de aquellos movimientos que te alejaron de mi lado, que me encerraron en el ataúd, que me transportaron a la carroza fúnebre, que me llevaron a la tumba, que me bajaron allí dentro que amontonaron la Tierra sobre mí y que me dejaron en oscuridad y la podredumbre entregado a mis tristes y solemnes sueños con los gusanos. Por último como algunas veces sucedía en la Tierra al hombre profundamente dormido, cuando alguna claridad fugaz se estremecía en un semidespertar dejándole no obstante envuelto en sueños así para mí en el apretado abrazo de la sombra, vino esa sola luz que podría tener poder de estremecerse la luz del perdurable amor, trabajaron afanosamente unos hombres en la tumba donde yacía, entre tinieblas quitaron la tierra húmeda sobre mis huesos convertidos en polvo bajo el ataúd de una y luego todo volvió a ser vacío, aquella luz nebulosa se había extinguido a que el débil estremecimiento por sí solo en la inmovilidad se sucedieron muchos lustros, el polvo volvió el polvo el gusano no tenía alimento ya desapareció el fin por completar el sentido del ser y en su lugar reinaron en lugar de todas las cosas dominantes y perpetuos el lugar y el tiempo pero mi amor continuó hasta el fin de los tiempos.
Edgar Allan Poe
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