#Bicho Blanco
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loor-media · 7 months ago
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Bicho Blanco - Mar de los Sedientos
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themrj8 · 10 months ago
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Día 14: Blind
La verdad es que dudo bastante de este dibujo, a veces lo veo con muchas cosas y otras veces siento que podría mejorarlo con algo, pero ya creo que está bien dejarlo así.
Aquí en realidad no es el personaje sino los demás que sufren por estar en su presencia.
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flan-tasma · 8 months ago
Note
(If you're uncomfortable with this ask I sorry, you don't need to write it!)
How about genshin men (your choice) who are "straight" ( ;3 ) reacting to accidentally getting hard while fighting m!reader
💖~ I couldn't wait to write this. I think you already know who it starts with ;3 omg when I was making the images I forgot that the fucking Nobile in english is Childe kdhkdhd /cry
Warning: suggestive, Male!Reader, Kaeya is a scoundrel | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
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Spanish:
Sobretodo, sabe que es bien parecido y usa eso a su favor, probablemente haya joteado contigo en broma en alguna ocasión, pero es porque ustedes son amigos y nada más. O eso dice él.
Este hombre ama batallar tanto como necesita respirar, es el primero en pedirte una pelea para medir sus habilidades en combate.
Entonces en una pelea amistosa que tuvieron, apostaron que el perdedor sería quien pague la cena. Y no estabas dispuesto a pagar esta vez.
A Nobile le agradó ver tu determinación para romperle la cara y se puso al tú por tú contigo. La adrenalina de golpear sus cuchillas contra tu espada, dar tres pasos atrás y tratar de tirarte fue tanta que su respiración pesada lo obligó a soltar un gruñido cuando por fin pudo atraparte contra el suelo.
Ahora tenía un problema nuevo: te veías glorioso debajo de él. El sudor que resbalaba por tu frente, tu ceño fruncido y tus ojos que lo miraban como si desearías matarlo en ese mismo instante. Sus pantalones se apretaron alrededor de su entrepierna.
Dudó de su sexualidad por primera vez en su vida, y eso lo golpeó duro como un roble. Más duro que él en ese momento. Bromeó un poco acerca de cómo tendrías que invitarlo a una buena comida por perder y una patada tuya en su pierna lo alertó para volver a ver tu majestuoso rostro.
“No debería ser justo si te abalanzas contra mi.” Te habías quejado y él casi quería gritar cuando tus ojos iban bajando. Te ayudó a levantarte para que no vieras su problemita y no dejó de actuar raro por el resto de la cena.
Mantenía tus ojos en cualquier parte menos en su cuerpo por debajo de su pecho, bromeando con que te lo estabas comiendo con la mirada.
Definitivamente tenía en mente comer algo más, pero ahora debía pensar bien acerca de sí mismo y sus gustos antes de cortejarte oficialmente.
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Itto y tu son amigos, compadres y camaradas en las peleas de bichos y casi que hermanos. Eres parte de la pandilla Arataki, tienes bien conocido al oni como a ti mismo.
La única razón por la que lo puse es porque sería una situación divertida.
Precisamente porque la amistad de ustedes dos es tan fuerte es que pueden darse el lujo de molestarse entre sí, hay veces en las que tiras de los cuernos de Itto para bajarlo a tu altura y él simplemente se queja para que lo sueltes y se vuelve como un toro mecánico.
Te sube sobre sus hombros y tú sostienes al toro por los cuernos para no salir volando, y entre más pelea da Itto, más puedes escuchar sus risas y sus quejas hasta que te hace caer por accidente.
Culpa suya, pero se disculpa.
Se apresura para sostenerte y ambos acaban cayendo, y el juego del toro mecánico pasa a ser unas pequeñas luchas en las que te retiene por los brazos para que no lo golpees, solo parejas el aire.
Algo dentro de la cabeza de Itto se enciende, algo extraño dentro de su estómago da un vuelco cuando su rostro burlón pasa a uno de sorpresa al verte realmente sonriendo mientras te quejas con que es un hombre gigante y no puedes aguantar su peso.
Se queda en blanco un rato cuando nota que su amigo se asoma para seguir viendo lo lindo que resultas ser, pero el gran Arataki Itto decide que es suficiente diversión por hoy y debe ir a hacer otras cosas por la pandilla. Lo que se traduce a que va a buscar a Kuki para decirle que cree que está enamorado y su pito es la prueba.
No te sorprendas si empieza a ser más gentil contigo, él espera con ansias pelear contigo otra vez, pero no puede evitar pensar en que solo quiere dejar marcas de sus manos en tu piel de una manera no agresiva.
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Él era un romántico, por lo que siempre hablaba y buscaba consejos para tratar de conseguir pareja, pero nunca se daba la ocasión con nadie. Eso lo hacía un poco triste, pero tenías formas de hacerlo olvidar las cosas por un rato.
Ya han habido veces en las que los confunden con una pareja, aunque lo suelen negar de inmediato porque obviamente a Lyney le gustan las chicas y se puede ver cuando te contaba cómo una chica que fue a uno de sus shows le pareció linda.
Encantador y dulce mago, realmente no le gustaba la idea de pelear contigo hasta que la propuesta fue para mejorar en el combate. Lyney se considera un luchador capacitado, pero pasar tiempo contigo jamás va a ser negado si se trata de ti.
Esquivas sus flechas y te acercas a él con una espada lista para tocarlo, él se aleja lo más rápido posible para hacer distancia y asegurar una flecha en su arco mientras calcula tu siguiente movimiento. Pero claro, no estaba muy al tanto de tu mejora en batalla estos últimos días para cuando te acercaste lo suficiente para tirarlo.
No querías que se lastime, por lo que sostuviste su cabeza antes de que chocara contra el suelo, manteniéndote sobre él y sin ninguna otra escapatoria. Tu respiración por encima de él, tu pecho que subía y bajaba de forma errática y la cercanía en general hicieron que su corazón casi se le salga por la garganta al ritmo de su sangre llegando a sus mejillas.
Casi sintió que temblaba debajo de tu toque, y por alguna razón eso le gustó.
Sus shorts simularon una carpa en sus pantalones y cuando lo notó casi quiso llorar. La imagen de tu pierna entre las suyas, tan cerca de sus muslos, casi lo mata. Sintió que moriría en ese mismo momento hasta que notaste su cansancio y lo ayudaste a levantarse.
Lynette tuvo que soportar el pánico de su hermano, que chillaba mientras trataba de explicarle de manera sana que no le gustaban las chicas y que lo había descubierto de una manera… distinta y no planeaba hablar más a fondo de ello.
Luego de que su pánico pasa, él empieza a avergonzarse más fácilmente cerca de ti. Y qué extraño, te empiezan a llegar flores Romaritimas a tu casa sin explicación.
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Carajo, me lo imagino quejándose contigo porque hay alguien más que te coquetea, todo como una maldita broma.
Con este sinvergüenza ya tenías tensión sexual disfrazado de jotería. Son amigos que salen a emborracharse cuando se juntan, hablan y te has sentado en su regazo más de una vez como una broma.
Pero pasando al asunto importante. Ustedes dos son amigos, por lo que cuando tuviste que irte a una expedición, Kaeya te deseó suerte con una botella en la mano y te dejó ir.
Luego se da cuenta de que le falta su compañero de copas favorito, al punto en que Rosaria lo empieza a llamar una esposa desesperada por su esposo. Y en cierto modo tiene razón.
Cuando llegas y eres recibido en mal estado, se preocupa como lo haría con cualquier amigo, y cuando te abres con él acerca de haber perdido el toque para la batalla, él se ofrece a descubrirlo y ayudarte, por lo que ahí lo tienes, enseñándote cómo lo hace un verdadero caballero. Palabras suyas.
Lo haces bien, pero Kaeya lo hace mejor, y es un recordatorio de su posición como tú superior. Sabe blandir su espada mejor, sabe esquivar más rápido y da estocadas más precisas. Por lo que te frustras y empiezas a luchar contra él como si fuera un enemigo real.
Le gusta verte así, tanto que siente su excitación crecer. Y Kaeya es un hombre que conoce sus placeres, por lo que no tiene reparo en por fin dejar todos los juegos y te acorrala con facilidad contra el muro más cercano. Su objetivo no es provocarte o amenazar, sino que sientas lo que está pasando en su cabeza y en sus pantalones.
De ti depende si aceptas o no. Pero si lo haces, no te va a soltar hasta desquitar todas las verdades que soltó como una broma. Cómo ya deseaba que fueras suyo, que lo tuvieras a él también.
Mira que suerte, tienes nuevo maestro y novio. Kaeya piensa que es lo mejor que te ha podido pasar en tu vida.
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English:
Above all, he knows that he is good looking and uses that to his advantage. He has probably joked around with you on occasion, but it's because you are friends and nothing more. Or so he says.
This man loves to battle as much as he needs to breathe, he is the first to ask you for a fight to measure his combat skills.
So in a friendly fight you had, you bet that the loser would be the one who paid for dinner. And you weren't willing to pay this time.
Childe was pleased to see your determination to break his face and he went toe-to-toe with you. The adrenaline of slamming his blades against your sword, taking three steps back, and trying to throw you off was so much that his heavy breathing forced him to let out a grunt when he was finally able to pin you to the ground.
Now he had a new problem: you looked glorious underneath him. The sweat that ran down your forehead, your frown and your eyes that looked at him as if you wanted to kill him right then and there. His pants tightened around his crotch.
He doubted his sexuality for the first time in his life, and it hit him hard as an oak. Harder than he was at that moment. He joked a little about how you'd have to give him a nice meal for losing and a kick from you on his leg alerted him to see your majestic face again.
“It shouldn't be fair if you lunge at me.” You had complained and he almost wanted to scream when your eyes were lowering. He helped you up so you wouldn't see his little problem and he didn't stop acting weird for the rest of the dinner.
He kept your eyes anywhere but on his body below his chest, teasing that you were ogling him.
He definitely had something else on his mind, but now he had to think hard about himself and his tastes before officially courting you.
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Itto and you are friends, compadres and comrades in bug fights and almost like brothers. You are part of the Arataki gang, you know the oni as well as yourself.
The only reason I put him in this was because it would be a fun situation.
Precisely because your two friendships are so strong that you can afford to annoy each other, there are times when you pull on Itto's horns to bring him down to your height and he just whines for you to let go and becomes like a mechanical bull.
He lifts you onto his shoulders and you hold the bull by the horns so you doesn't fly away, and the more Itto fights, the more you can hear his laughter and his complaints until he accidentally makes you fall.
It's his fault, but he apologizes.
He rushes to hold you and you both end up falling, and the game of the mechanical bull turns into a small fight in which he holds you by the arms so that you don't hit him, you just hit the air.
Something inside Itto's head lights up, something strange inside his stomach flips when his mocking face turns to one of surprise at seeing you actually smiling while you complain that he's a giant man and you can't stand the weight of him.
He goes blank for a while when he notices his friend peeking in to continue seeing how cute you turn out to be, but the great Arataki Itto decides that's enough fun for today and he should go do other things for the gang. Which translates to him going to find Shinobu to tell her that he thinks he is in love and his dick is the proof.
Don't be surprised if he starts to be gentler with you, he's looking forward to fighting you again, but he can't help but think that he just wants to leave his hand marks on your skin in a non-aggressive way.
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He was a romantic, so he always talked and looked for advice to try to find a partner, but he never took the chance with anyone. That made him a little sad, but you had ways of making him forget things for a while.
There have already been times when you are mistaken for a couple, although you usually deny it immediately because Lyney obviously likes girls and you can see it when he told you how a girl who went to one of his shows seemed cute to him.
Charming and sweet magician, he didn't really like the idea of fighting you until the proposal was to get better at combat. Lyney considers himself a trained fighter, but spending time with you will never be denied if it's about you.
You dodge his arrows and approach him with a sword ready to touch him, he moves away as quickly as possible to make distance and secure an arrow in his bow while calculating your next move. But then, he wasn't very aware of your improvement in battle these last few days by the time you got close enough to throw him.
You didn't want him to get hurt, so you held his head before he hit the ground, keeping you on top of him with no other escape. Your breathing above him, your chest rising and falling erratically, and your general closeness made his heart almost jump out of his throat at the rhythm of his blood reaching his cheeks.
He almost felt him tremble beneath your touch, and for some reason he liked that.
His shorts simulated a tent in his pants and when he noticed it he almost wanted to cry. The image of your leg between his, so close to his thighs, almost killed him. He felt like he would die right then and there until you noticed how tired he was and helped him up.
Lynette had to endure the panic of his brother, who screamed as he tried to explain to her in a healthy way that he didn't like girls and that he had discovered it in a... different way and he didn't plan to talk about it further.
After his panic wears off, he starts to get embarrassed more easily around you. And how strange, Romaritime flowers start arriving at your house without explanation.
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Hell, I can imagine him complaining to you because someone else is flirting with you, all as a fucking joke.
With this mf you already had sexual tension disguised as jokes. You are friends who go out to get drunk when you get together, talk and you have sat on his lap more than once as a joke.
But moving on to the important matter. You two are friends, so when you had to leave on an expedition, Kaeya wished you luck with a bottle in his hand and let you go.
Then he realizes that he is missing his favorite drinking buddy, to the point where Rosaria starts calling him a desperate wife for his husband. And in a way she is right.
When you arrive and are greeted in a bad state, he worries as he would any friend, and when you open up to him about having lost your touch for battle, he offers to find out and help you, so there you have it, teaching you how a true knight does it. His words.
You do it well, but Kaeya does it better, and it's a reminder of his position as your superior. He knows how to swing his sword better, he knows how to dodge faster and deliver more precise thrusts. So you get frustrated and start fighting him as if he were a real enemy.
He likes seeing you like this, so much that he feels his arousal growing. And Kaeya is a man who knows the pleasures of it, so he has no qualms about finally giving up all the games and corners you with ease against the nearest wall. His goal is not to provoke or threaten you, but to make you feel what is going on in his head and in his pants.
It's up to you whether you accept it or not. But if you do, he won't let you go until you get even with all the truths he let out as a joke. How he already wanted you to be his, to have him too.
Look how lucky you are, you have a new teacher and boyfriend. Kaeya thinks it's the best thing that could have happened to you in your life.
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by-speaker · 20 days ago
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Cazando a alguien (ESP. VER)
prompts por @raven-cincaide-words
Philza, Techno y Tommy habían estado caminando por días, solo descansando un par de horas hasta llegar a la siguiente ciudad, estaban viajando de ciudad en ciudad para encontrar contratos, hasta que llegaron a Karmaland. 
Era un pueblo pequeño, cerca de un río y un bosque, con hermosos campos de girasoles y cultivos de maíz. Cocina peculiar y habitantes más peculiares, pero era un buen lugar para pasar el invierno, lejos de las frías murallas de L’Manburg. 
“Ah” dijo Tommy corriendo al arroyo, “Agua fresca” grito el adolescente agachándose para beber. 
“Si fuera tú no lo haría,” dijo una voz al otro lado del arroyo, “un poco más arriba, las lavanderas lavan la ropa.” 
Philza levanto su mirada para ver al hombre más bello que haya visto, su cabello era negro como ébano, su piel era pálida como la nieve, y sus ojos tan morados como las amatistas. 
Tommy se detuvo en seco a centímetros del agua, Techno, por costumbre y precaución tomo la empuñadura del mango de su espada.
“Gracias por la advertencia,” dijo Philza tomando a Tommy por el hombro, acercándolo a su lado, protegiéndolo del extraño, “Somos viajeros, desde L’Manburg ¿Sabes dónde puede haber una posada?” 
El hombre les sonrió, “Por supuesto, conozco un lugar. Síganme, el puente está unos metros más allá.” Dijo señalando hacia el oeste, “Soy Missa, Missa Sinfonía, por cierto, un placer.” 
“Soy Philza Minecraft, ellos son mis hijos, Technoblade y Tommy Innit.” Dijo Philza, tomando a Carl por las riendas y siguiendo al karmalience por la orilla del arroyo. 
Missa se rio, “¿No eres un poco joven para ser padre?”, preguntó el chico. 
Philza también se rio, “Bueno, yo digo que son mis hijos, pero más bien son unas pequeñas pestes que se me han pegado en el camino.” 
Ambos chicos se quejaron, “Ni siquiera es tan joven,” se quejó Tommy. 
“Es un viejo decrépito, ya hasta alucina, de hecho cree que tiene una esposa.” Dijo Techno, haciendo la seña de que Phil estaba loco. 
Philza rodó sus ojos, “Tengo una esposa, es una diosa, sí, pero es completamente real.” 
Missa los observaba con curiosidad y diversión, “Un etarian, un piglin, un cachorro y una diosa,” dijo para nadie en particular, “encajarán perfectamente en Karmaland.”
Cuando cruzaron el puente, Missa los guio rápidamente a una casa, tenía un establo fuera y un cartel que decía, ‘El chiringuito de Juan’, cuando Missa se detuvo, los tres se detuvieron en seco. 
“¡Illo!” Gritó Missa con todas sus fuerzas, “¡Te traje huéspedes tú!” 
Del interior salió un hombre, con una camisa rosa, un sombrero de paja, shorts blancos, sandalias y un puro entre los labios, “Missa, qué bueno hombre, pásenle, pásenle.” 
La noche cayó sobre Karmaland, el aire denso y cargado con el susurro del bosque. Philza, Techno y Tommy se acomodaron en el chiringuito, disfrutando de una comida decente después de días en el camino. Sin embargo, Philza no podía quitarse de la cabeza la conversación que había tenido con Juan, el dueño de la posada, sobre la "bestia" que habitaba los bosques cercanos.
“Dicen que es un demonio, una criatura que nunca ha sido vista, pero todos han sentido su presencia. Los aldeanos ni siquiera se atreven a acercarse a su territorio. Es más, algunos no regresan,” había advertido Juan, sus ojos fijos en Philza.
Philza, siendo cazador de monstruos, sabía que esto significaba un contrato suculento. Si lograba cazar a la bestia, no solo obtendría una buena paga, sino también el respeto del pueblo.
“Ese lobo de las leyendas... ¿Es real?”, preguntó Tommy, excitado por la idea de una nueva aventura.
“Uy claro, niño,” dijo Illo soltando el humo de su cigarro, “¿Ustedes cazan monstruo’ verda’? Deberían hablar con Lolo, es el alcalde, ese bicho no’ ha estado molestando’ por meses.” 
Eso era suficiente para que Philza decidiera ir tras la bestia. 
(...) 
El hombre había traído un cachorro a la entrada del territorio de Missa, ese cachorro ahora era de Missa.
Ingenuamente, el cachorro había decidió salir a por la ‘bestia’ él solo. Y Missa sonrío al ver al rubio caminando hacia la entrada de su territorio. ¿Era el hombre tan descuidado para no cuidar a la parte más preciada de su clan?
La luz de la luna alumbraba el bosque, haciéndolo parecer algo menos tenebroso, mientras Tommy se adentraba más y más dentro del bosque, armado con una espada de hierro y su valentía, avanzaba entre los árboles susurrantes. Missa tenía claro que el cachorro se había adentrado a su bosque solo para probarle al resto de su equipo de que era valiente. 
Recordaba vagamente la conversación que el cachorro y su padre había tendió en la posada, como el rubio menor no estaba preparado  para casar él solo. 
Missa lo miraba curioso, sus ojos brillaban en un curioso color ámbar, sus patas tocaban la tierra de manera cuidadosa, siguiendo el olor del cachorro, un suave olor a manzana dulce, inocencia y menta, el último olor debía pertenecer a Philza, y lo marcaba como miembro de su manada. Los humanos eran sumamente descuidados con sus crías, dejándolos vagar por territorios desconocidos sin protección. Era una pena, pero si Philza no iba a cuidar del cachorro, Missa lo haría. 
El sonido de hojas crujiendo y una rama rompiéndose alerto al lobo y al cachorro, quien nervioso levantó su espada aún más alto. 
“Hey perra,” dijo el niño, “sal, no te tengo miedo.” 
Eso era una mentira, Missa podía oler lo nervioso que estaba el niño. Y bueno si el niño iba a ser tan maleducado, Missa le iba a dar una lección.
Un gruñido bajo y gutural resonó entre los árboles, haciendo que las hojas temblaran. Tommy giró sobre sí mismo, intentando ubicar el origen del sonido, pero el eco del bosque lo hacía imposible. El sudor frío comenzaba a bajar por su espalda, y su mano temblaba ligeramente mientras sostenía la espada.
Missa se movió entre las sombras, sus patas apenas rozando el suelo cubierto de hojas. Era mucho más grande en su forma de lobo, su pelaje negro como la noche se confundía con la oscuridad del bosque, solo sus ojos ámbares brillaban como faros en la penumbra. Decidió jugar un poco con su presa, después de todo, los cachorros necesitaban aprender modales.
Otro gruñido, esta vez más cerca, justo detrás de Tommy. El chico se giró bruscamente, pero solo encontró oscuridad.
“¿H-hola?” La voz de Tommy ya no sonaba tan valiente, “Mira, bestia estúpida, si no sales ahora mismo, yo…”
Un aullido cortó el aire, tan cerca que Tommy pudo sentir el aliento caliente en su nuca. Se congeló en el lugar, su corazón latiendo tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos. Lentamente, muy lentamente, se dio la vuelta.
Allí, a menos de un metro de distancia, estaba la bestia. Un lobo gigantesco, más grande que cualquier animal que Tommy hubiera visto jamás, lo miraba fijamente con ojos que brillaban como el oro fundido. Sus colmillos, blancos y afilados como dagas, brillaban bajo la luz de la luna.
La espada resbaló de las manos temblorosas de Tommy, cayendo con un ruido sordo sobre las hojas secas.
“Oh, mierda,” susurró.
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Una introducción para el bicho molesto
Tengo muchos nombres, uno es Jules (como Julia o Julió) o puedes llamate Reyes
Uso el pronombre elle
Soy de los estádos únidos, pero quiero mudarse a México cuando habré tenido mi rentas propias suficiente.
(Esta no está muy importante)Una porción de mi família tenían origenes en México, pero ahora la cultura y nuestros caras solo es blanco. No hablaban nada español hasta reciente años. Estoy aprendiendo (y estaré estando por mi vida), pero pronto, sentí que español hablame. Como si, sé la lenguaje de mi corazón, de la alma.
No siempre uso el diccionario, pero yo todavía uso lo mucho. ;-; Yo no puedo aprender en un clase ahora, porque tengo muchas otras responsibilidades. Tanto aprendo que puedo para leiendo con mi diccionario. ¿Es lo que es, no?
Me gusta ganar amigos o lenguaje compañeros, preguntas y comentarios son muchos bienvenidos.
Por favor dicesme (¿digasme?) si encuentras un error.
. / / / ___________/ / / | * ,·2‚|‚,/''' | / | >c)O(€€) | / | * ‘√`|``\_ | |____________|
↑ el bicho (un escarabajo)(perdón su patas. ellos son feo pero nosotros amaremos nuestro hijo)(no sabé crear una lupa solo con letras y punctuacion)
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nikovlai · 5 months ago
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ESTUDIANTE: NIKOLAI XU.
HABILIDAD: Fuerza (1/3)
Un momento en su infancia.
¿Escuchaste alguna vez sobre el caso de Uróboro, el asesino serial?
ADVERTENCIAS DE CONTENIDO: secuestro, mención de homicidio, síndrome de estocolmo, descripciones de violencia, mención de maltrato infantil.
—¿Estás despierto?
La voz para nada familiar resonó en sus oídos mientras recuperaba la consciencia poco a poco.  Intentó moverse, pero sus manos estaban atadas, y su cuerpo reposaba sobre el frío suelo de una casa que no reconocía. 
Cualquier otro niño se habría desesperado en esas condiciones. Quizás habrían llorado o pataleado desesperados, llamado a su padre o a su madre para suplicar por ayuda.
Cualquier infante buscaría a su familia si llegaba a sentirse vulnerable. Era una reacción natural, casi primigenia. Incluso las crías de los animales actuaban bajo esta reacción instintiva. 
Pero él, él ni siquiera se movió.
Con un par de ojos negros vacíos, miró a esta persona que no conocía en completo silencio. Las ataduras ni siquiera parecían necesarias a ese punto.
—Si te comportas, seré suave contigo. —Dijo el hombre, y ahí pudo darse cuenta de que estaba sentado unos metros más allá de distancia. En su mano cargaba un arma consigo, la cual limpiaba cuidadosamente con un paño blanco, puliéndola con cuidado. —Me ahorraré los detalles del asunto. Estarás aquí hasta que tu padre se ponga en el objetivo, niño. El que me interesa es él. Tú solo eres un medio para alcanzarlo.  
Luego, apuntó en su dirección.
—Pero si me enfadas lo suficiente, podría dispararte. Portate bien y no juegues con mi paciencia, ¿vale? Si papi coopera, estarás en casa más pronto de lo que piensas. 
Dicho eso, sonrió de una forma que parecía casi espeluznante. Se estaba burlando, como si toda esta situación lo entretuviese. Este hombre, aparentemente su secuestrador, parecía muy seguro de sus acciones. Había calculado todo y su plan estaba puesto en marcha.
Nikolai no recordaba cómo fue que terminó allí en primer lugar. Solo estaba acompañando a su padre a la iglesia como cualquier domingo, y antes de darse cuenta, alguien lo sostuvo de la nada y usó un paño para cubrirle la boca. Pronto, perdió totalmente la consciencia. 
Su rostro se mantuvo impasible mientras lo observaba. Luego, sus párpados descendieron un poco. No dijo nada. No ofreció ninguna respuesta. Parecía casi entregado a su suerte. El hombre pareció desconcertado ante aquella forma de reaccionar que tenía, y apoyando los antebrazos en sus piernas, se recargó para mirarlo como si fuese una peculiaridad. Un bicho raro. 
—¿No dirás nada? La mayoría de los chiquillos ya están llorando a este punto, —Señaló, arrugando la nariz. —¿O es que estás en shock? No vayas a mearte en los pantalones del susto, mocoso. 
Luego, se levantó de su asiento, dejando escapar una risa llena de sorna, como si estuviese muy orgulloso de su comentario.
Pese a eso, cuando parecía que iba a salir, se detuvo. Volvió a mirar al niño que reposaba en el suelo, y ahí, inclinó un poco su rostro.
—¿Por qué mierda no hablas?
Su ceño se frunció un poco. Algo en su silencio casi sepulcral le molestaba. Era perturbador, aburrido incluso. Más que un niño, parecía un muñeco sin alma. Era como tratar con un cadáver al que no le había disparado todavía en primer lugar. 
El niño lo miró de nuevo. Al final, parpadeando varias veces, terminó bajando la mirada y entreabriendo los labios.
—Mi padre me pega si hablo sin permiso. 
Su voz era casi tan plana como su expresión. Fueron las únicas palabras que el niño dijo, y al hacerlo, el hombre alzó las cejas. Luego, volvió la vista hacia el frente, y abrió la puerta.
—Ya veo. 
Sin más, salió de la habitación y cerró la puerta suavemente, guardándose la pistola dentro del abrigo.
. . .
Cuando el hombre regresó, esta vez traía una bandeja con comida. Hizo que el niño se sentase en el suelo donde estaba, y luego se inclinó para dejársela. Cuando no notó ninguna iniciativa de su parte, rodó los ojos y presionó el pedazo de pan contra su boca, obligándolo a que empezase a comer de una jodida vez.
—Vamos. O te comerás una bala. Te necesito vivo, así que coopera —Le dijo, con poco y nada de paciencia. 
Al final, el chiquillo le dio una mordida a la hogaza y empezó a engullirla lentamente. Incluso sus manos habían sido desatadas, lo que hizo la tarea mucho más sencilla.
En silencio, el sujeto se apartó y lo miró desde una prudente distancia. Sus ojos estudiaron el cuerpecillo diminuto hasta fijarse en sus antebrazos y piernas, donde varios moretones y contusiones sobresalían sobre la piel. 
Esas heridas estaban de antes, sin duda. 
Parecía ser que no estaba mintiendo en lo absoluto.
Cuando Nikolai terminó, el sujeto se levantó para irse. El niño, que se quedó sentado esta vez, lo miró distanciarse con cierta inquietud en los ojos.
—¿Qué? ¿quieres decir algo?
—...
—Habla y ya. No necesitas mi jodido permiso. No soy tu papá. 
—Gracias por la comida, señor.
El hombre chasqueó la lengua, como si todo eso fuese demasiado ridículo.
—Como sea.
Luego volvió a salir.
. . . 
Había pasado prácticamente una semana desde el secuestro, y August Xu seguía sin contactarse directamente con él para negociar el rescate del chiquillo. Todos sus llamados, todos sus mensajes, todo fue entregado a la policía para que lo rastreasen, una tarea por demás inútil vale decir.
El jodido cobarde no parecía dispuesto a reunirse con él ni por asomo, ni siquiera porque la vida de su hijo estaba bajo amenaza. ¡Ni siquiera le ofreció aunque fuese un poco de dinero! 
Lo más gracioso era como había volcado toda la seguridad en sí mismo, resguardándose en su puta casa con un montón de agentes de policía para que lo protegieran. Al final, el chiquillo tenía razón: Su padre no haría nada por rescatarlo.
Era hasta lamentable.
Sin duda, le tenía hasta un poco de lástima.
Pobre niñato.
Era una criatura solitaria y desamparada, que no le importaba ni a su propio padre.
Sosteniendo el arma, se preguntó si debía ponerle fin a este asunto y considerarlo un plan prácticamente fallido. La policía nunca encontraría sus rastros, porque sabía exactamente cómo desviar la atención de la forma correcta. 
Es posible que incluso consideraran al niño desaparecido como muerto a este punto. 
¿No debería darles la razón en ese caso?
Comenzaba a aburrirse de esta situación.
Puso a August Xu como un objetivo porque era un maldito corrupto y más de alguien lo quería jodidamente bajo tierra. Parecía una víctima interesante, alguien que podía entretenerlo.
Ahora, se daba cuenta de lo aburrido que era.
No merecía su tiempo, y su hijo tampoco.
Cargando su arma, se dirigió a la habitación donde estaba el chiquillo.
Sería sencillo. Solo necesitaba dispararle en la cabeza y entonces todo terminaría. Enterraría el cuerpo en el jardín o lo lanzaría por algún sitio, quizás bajo alguno de los puentes de Berlín.  Luego se iría a otra ciudad para buscar una nueva víctima. 
Era la rutina de siempre. Algo a lo que estaba acostumbrado.
Solo lamentaba haber perdido tanto su valioso tiempo.
Cuando abrió la puerta, lo encontró en el rincón de siempre. Aunque le desató las manos y lo dejó a sus anchas, no se movía del sitio donde siempre lo dejaba. Sin decir nada, caminó un par de pasos en su dirección y lo miró atentamente.
El niño lo miró de vuelta.
Sus ojos carecían de expresión alguna. Era casi como ver a un cervatillo resignado a su suerte, listo para ser atrapado por el depredador que seguía sus huellas. Consciente de lo que tarde o temprano le pasaría, simplemente había decidido entregarse a su destino sin batallar ni un poco.
Era aún más molesto tener esta clase de presas. 
Normalmente, la gente lloraría y suplicaría. Sus rostros se deformarían en expresiones de terror y miedo a medida que comprendían lo que estaba por ocurrirles, el como la muerte les respiraba cada vez más cerca, y la cara con la cual darían su último suspiro siempre sería un deleite para él, una obra maestra que no se cansaba de contemplar en ningún momento. 
Recordaba la cara de todas sus presas. El cómo disfrutaba ver la forma en que alguien se aferraba a la vida con desesperación hasta sus últimos segundos. Era una experiencia de otro mundo.
Pero este niño… 
Este niño no le daba nada.
Porque no había ningún motivo en él para aferrarse a la vida. 
Estaba resignado a su suerte.
Cuando lo apuntó con el arma, vio nuevamente esos ojos carentes de alma y se sintió incómodo con esta expresión.
No quería ver esa cara en alguien que estaba a punto de asesinar. 
Era como apuntar a una muñeca sin vida, carente de sentimiento alguno.
Era como…
Verse a sí mismo.
Lentamente, el hombre bajó el arma. Luego, se inclinó para observar al chiquillo.
El niño no dejó de mirarlo ni por un segundo. Para ser un mocoso, era bastante valiente de algún modo.
—¿Qué pasa, señor? 
Lo escuchó preguntar de repente.
Ahí, bufó por lo bajo.
—¿No vas a decir tus últimas palabras? 
—Ah… bueno… —Dudoso, el niño miró en distintas direcciones, como si estuviera pensándolo un poco. Luego, después de jugar con sus manos por un momento, solo lo miró.—La comida estaba muy buena.  
Eso fue una sorpresa.
Inevitablemente, se tuvo que echar a reír allí mismo.
¿Qué mierda pasaba con él? ¿Esas serían sus últimas palabras? ¿Eso quería dejarle de legado al mundo?
Vaya personaje. De pronto, todo parecía demasiado absurdo. 
Sí. Todo era absurdo.
Quizás por eso es que se le ocurrió una mejor idea de pronto. 
 —Hagamos una apuesta. —Le dijo, inclinándose hasta quedar a su altura. Su dedo índice presionó contra el pecho diminuto, y una sonrisa perversa apareció en sus labios.
—¿Una apuesta? 
—Así es. —Ahí, volvió a mirarlo. —No voy a matarte. En lugar de eso, te trataré bien y cuidaré de ti desde ahora. No voy a golpearte ni a lastimarte como lo hacía tu padre. Viviré contigo y te daré comida, una cama y un techo. 
El niño ladeó el rostro, sin entenderlo. Aun así, la sola idea de no ver más a su padre fue suficiente para que sus cejas se alzaran ampliamente. Por fin, luego de todos esos días, había hecho una expresión diferente a la indiferencia. 
—Viviremos juntos, como si fuésemos una familia, por seis meses. Si logro tomarte cariño en ese tiempo… Si logro quererte como a mi propio hijo, entonces tú ganas. Y si tú ganas, no voy a matarte.
Luego, presionó el arma contra la cabeza del niño. Este no se inmutó. 
—Pero si por el contrario, terminado el tiempo del acuerdo no siento nada por ti… Si me pareces lo mismo que cualquiera de los cuerpos a los que he disparado, desmembrado y tirado por ahí, un pedazo de carne más en este mundo aburrido, entonces habrás perdido y te mataré igual que a ellos. 
Una sonrisa apareció en el gesto del hombre. Retorcida, perturbadora, colmada de emociones indescriptibles. 
Pero el niño no se estremeció por eso. En su lugar, solo asintió, prácticamente de acuerdo con las condiciones.
Parecía totalmente dispuesto a aceptar esto si aquello le permitía estar lejos del único monstruo que realmente seguía lastimándolo día a día. 
—Bueno, señor.
Luego, el hombre lo hizo levantarse.
—Vamos.
Sin más, le extendió la mano.
El niño la sostuvo.
Y ahí, fue sacado de esa horrible habitación.
. . .
Con dificultad, Nikolai parpadeó hasta encontrarse con lo que parecía el techo de su hogar. Afuera caía la nieve de la temporada, por lo que la habitación estaba un poco más fría de lo usual. A su costado, el móvil vibraba con la notificación de una llamada entrante, así que no tuvo más remedio que estirar su mano para sostenerlo y contestar.
—Dime.
—¿Te desperté?
—Para nada. Estaba por levantarme. ¿Qué pasa? —Y mientras decía eso, se reincorporó en la cama.
—Tenemos una emergencia, —Dijo el hombre al otro lado de la línea. —Acaban de encontrar un cuerpo en Moltkebrücke. El jefe dijo que te necesitaba ahora mismo. 
—¿Cuáles son los detalles? —Levantándose, se estiró un poco y luego se dirigió rápidamente al baño. 
—Hombre de treinta y dos años, sin antecedentes conocidos. El cuerpo fue desmembrado y colocado en extrañas posiciones. Todos los restos están presentes. Hay heridas de balas en el torso. 
—¿Algo más?
—Se encontró un símbolo extraño en el cuerpo.
Eso hizo a Nikolai detenerse de pronto.
—El sujeto desapareció hace como una semana. La pareja no alertó a la policía porque siempre se emborrachaba y perdía por varios días, solía frecuentar los burdeles. Pero no se descarta que estuviese secuestrado o algo. 
—¿Tienen captura fotográfica del cuerpo y el supuesto símbolo?
—Sí. Ya te lo mando por mensaje.
—Entendido. Llego en unos minutos.
Rápidamente, tomó una ducha breve y se vistió con el traje de siempre. Cuando el mensaje de su colega llegó hasta su móvil, contempló la fotografía que había pedido mientras preparaba su café de siempre.
Navegando a través de las fotos, no pareció sorprenderse ni alterarse con las impactantes imágenes de lo que quedaba de ese hombre de treinta y dos años. 
Luego de tanto tiempo, estas cosas ya no le impresionaban.
Sin embargo, fue cuando vio cierta imagen, que sus cejas fueron al alza de forma inmediata.
Entonces ese sueño no era una coincidencia.
Recordar el pasado justo ahora, de todas las cosas… Recordar justo ese momento de su infancia era…
(Porque estaba de regreso.)
Reconocería ese símbolo donde fuera. 
Una serpiente que comía su propia cola, imitando un ciclo eterno de creación y destrucción que nunca encontraría un final. Aunque algunos detalles eran distintos, podía verlo perfectamente.
En la piel de esta víctima…
Y en su propia mano derecha, que lo identificaba como una presa.
—Así que estás de vuelta. —Fue lo único que pudo decir. Su mano tembló mientras sostenía el móvil. El aliento se le entrecortó y tuvo que sentarse en el sofá, sosteniéndose la cara. 
¿Pero cómo…?
Si él mismo había…
Inevitablemente, una sonrisa torcida apareció en sus labios, a medida que todos sus nervios despertaban, ardiendo por los recuerdos enterrados. 
—Volviste de la jodida muerte a cumplir tu apuesta, eh, Uróboro. 
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nalie-1998 · 5 months ago
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En la Noche
Emparejamiento: Nikolai Lantsov x fem!reader.
Nota de la autora: Tres noches en la que T/n va a la habitación de T/n y una en la que Nikolai va a visitarla a ella.
Advertencias: Pesadillas, estrés postraumático?, vómitos, temblores, miedo, mis habilidades para jugar al ajedrez.
Tumblr media
El sol se había escondido hace rato, dejando paso a una noche sin luna. El cielo estaba en penumbra, alumbrado apenas por la tenue luz de varias estrellas, que sólo hacía distinguir el horizonte de las montañas con el cielo a través de una escala de negros.
Hacía horas que La Rueca había sido enterrada en la penumbra opaca de la noche, por lo que los pasillos y algunas habitaciones habían sido alumbradas con varias antorchas, haciendo que el ambiente fuese aún más tétrico y deprimente de lo que ya era de día, con la amenaza constante de un ataque del Oscuro o de un batallón fjerdano de la frontera. 
A T/n le ponían nerviosa las noches tan oscuras como esa. En esas condiciones no se podía distinguir si el Oscuro estaba en pleno ataque sorpresa, infiltrando sus sombras en la oscuridad de la noche para que nadie pudiera distinguirlas, sumiéndolos a todos en una eterna noche hasta que sus nichevo'ya los atacasen y no hubiera escapada.
Bueno, tal vez T/n era una persona un poco pesimista. 
Pero ella prefería ser precavida y pecar de paranoica antes de morir desangrada porque algún bicho maligno del merzost le había arrancado un brazo. Por eso tampoco la importaba que pareciese una niña pequeña asustada al acelerar el paso al pasar por los pasillos sin iluminación o parecer una loca al llevar siempre una vela cónica y un mechero en su bolsillo por si las cosas se torcían.
Ya había aprendido a esquivar los grupitos de guardias nocturnos que vigilaban los pasillos de la Rueca, evitando sus miradas escépticas y sus risitas ahogadas mientras la veían mirar de un lado a otro, asustada. 
Tal vez el rodeo la llevaba mucho más tiempo que si cogía el camino directo, pero al darse cuenta de que había conseguido llegar hasta las puertas de los aposentos del príncipe Nikolai Lantsov sin ningún contratiempo, se dijo a sí misma que merecía la pena.
Se paró justo enfrente de la puerta, escudriñando fijamente la hoja de roble mientras reajustaba su agarre sobre su montón de documentos. 
Negó con la cabeza para sí misma, dándose ánimos antes de llamar, dando tres golpes suaves y sutiles en la puerta, intentando no despertar al príncipe con el ruido si ya se había dormido. 
Nikolai siquiera tardo un minuto en responder, abriendo la puerta casi al instante. Cuando se dio cuenta de que era ella la que estaba frente a él. Una pequeña sonrisa subió a su rostro.
Su cabello esta desordenado, creando una maraña de rizos rubios caótica. Llevaba su camisa desabrochada, dejando su pecho expuesto. De mala gana, T/n sintió el calor subir hasta tus mejillas y sus orejas.
-T/n Kuznetsova... Qué sorpresa -Nikolai miró a la chica de forma burlona, ganándose unos ojos en blanco por parte de ella. Su voz era suave y profunda, pero seguía teniendo su toque socarrón- ¿Tampoco puedes dormir? 
La joven suspiró hastiada, obligándose a mirarle a los ojos fijamente, intentando no flaquear. Se irguió todo lo que pudo, apretando más hacia sí el fajo de papeles y documentes que llevaba en sus manos. 
-Necesito que me firmes un par de cosas, Nikolai Lantsov-dijiste con el tono más serio e indiferente que pudiste encontrar, usando su nombre completo, sabiendo lo mucho que le molestaba.
Nikolai alzó una ceja, él también enderezándose, con la mano apoyada en el marco de la puerta mientras sus labios formaron una mueca.
-¿No puedes hacer esto por la mañana? Es un poco tarde.
T/n escudriñó con los ojos a Nikolai, manteniendo el contacto visual. Por supuesto que esos papeles podían esperar hasta mañana. No había que entregarlos a los Comandantes del Primer Ejército hasta dentro de tres días, pero ella necesitaba una distracción. 
Él tenía razón. T/n no podía dormir. Llevaba semanas sin descansar completamente, y las ojeras y bostezos estaban empezando a acumularse en ella. Pero no podía irse simplemente a la cama y dormir felizmente. Era incapaz de hacerlo.
T/n siempre se despertaba con alguna pesadilla. Siempre cambiaban, yendo a peor cada día que pasaban, creando cada acontecimiento y situación que más la aterrorizaban hasta hacerla incapaz de cerrar durante un minuto los ojos, con su mente acechando cada segundo para volverla a hacer recordar sus sueños. 
-No, no puede esperar -Mintió, mirándolo de forma retadora, sabiendo que él desistiría si seguía insistiendo- Cuanto antes o firmes antes te dejaré en paz.
T/n lo vió alzar las dos cejas ante la insistencia, seguramente encontrando la situación hasta cómica. La hija del Marqués Kuznetsov, una chica silenciosa y elegante que se pasaba las horas escondida en la biblioteca siempre que podía, sólo en varios meses de guerra se había convertido en su segunda al mando del Primer Ejército y ahora venía a exigirle que rellenase documentos por la madrugada. 
Nikolai se encogió de hombros, soltando una pequeña sonrisa, notando el nerviosismo de la chica.
-Bueno, pasa adentro si eso es lo que quieres- dijo, dejando de reclinarse en la puerta mientras se hacía a un lado, dejando el paso a su habitación mientras extendía la mano en una reverencia, indicándola que entrase- Sabes que no voy a poder negarte nada, ¿verdad? 
La chica bufó, pero pasó hacia dentro, con la cabeza alta, intentando que la vergüenza que inundaban sus mejillas y sus orejas se contrarrestarse con su paso firme. Tampoco es que no fuera a entrar tras haberse recorrido La Rueca en mitad de la noche.
Nikolai cerró la puerta detrás de él, intentando no sonreír abiertamente. 
Nikolai lo sabía. 
Las mentiras de T/n eran demasiado obvias como para no verlas, aunque eso no le impidió seguir con el juego. De hecho, a Nikolai le gustaba lo terca y combativa que ella podía llegar a ser. Solía estar acostumbrado a que hiciesen lo que él decía sin rechistar. Era bueno tener a alguien que le daba igual ofender al príncipe de Ravka.
Nikolai la miró dirigirse firmemente hacia su escritorio e intentar hacer hueco entre los infinitos planos e informes que tenía desplegados sobre la mesa. Había estado trabajando en una nueva versión del Pelícano y no se había molestado en recogerlo. La observó enrollar los papeles y dejándolos a un lado mientras se volvía a abrochar la camisa.
T/n cogió una pluma y un tintero, dejándolo al lado de sus documentos para que él los leyera. 
Nikolai se puso a su lado, cogiendo y hojeando los papeles, frunciendo el ceño y deteniéndose de vez en cuando en algún que otro párrafo. 
T/n se detuvo a observar la habitación. Estaba iluminada con lámparas de aceite, soltando un color cálido a ambiente. La habitación estaba ordenada, pero pudo observar pequeñas huellas de Nikolai en algunas partes de ella, como alguna taza vacía en una mesilla o varios libros desperdigados por toda la habitación.
La sala soltaba un sensación de hogar, embriagando con su propio calor y familiaridad a T/n, abrazándola y dándola la bienvenida como los rayos de sol en una tarde de verano.
T/n volvió a la realidad al sentir una mirada sobre ella, levantando la cabeza para encontrarse con los ojos del rubio fijados en ella, con su ceño fruncido sobre sus ojos marrones. La chica le devolvió la mirada, extrañada. 
-¿Qué?
El chico negó con la cabeza y suspiró, aunque T/n pudo ver su sonrisa en los labios y un sonrojo en las mejillas. 
-Nada- susurró, sonando resignado antes de volver su vista con disimulo al documento, de vez en cuando mirándote de reojo. 
El silencio se volvió tenso. Nikolai estaba siendo muy consciente de su presencia. El documento, por supuesto, recibía toda su atención, pero ella estaba allí, a su lado, y es algo que no podía ignorar por completo. 
Debería de firmar el documento lo antes posible y hacer que T/n pudiera descansar, pero había algo en ella que todavía no le cuadraba del todo. Tardó unos minutos de más para terminar de firmar y leer todo, mirando sus movimientos. Cómo sus ojos volvían otra vez a estudiar su habitación, como se balanceaba sobre ella misma desde la punta hasta los talones de sus pies, cómo fruncía el ceño con curiosidad ante algo que había captado su atención...
Sí. Definitivamente Nikolai se estaba tomando su tiempo.
Carraspeó levemente, llamando la atención de la chica, que volvió su mirada a él instantáneamente. Observó sus manos mientras dejaba la pluma en la mesa y la ofrecía el fajo de papeles.
Hubo unos segundos antes de que T/n reaccionase, como si no hubiera asimilado que Nikolai ya había terminado y ahora tenía que coger los documentos e irse de allí. El rubio la miró coger los papeles con indecisión y sonreírla.
-¿Algo más que deba hacer para mi general favorita o ya hemos terminado?-el chico observó cómo T/n rodaba los ojos. Siempre lo hacía cuando coqueteaba con ella, aunque fuese un mero cumplido.
-Esto es todo- la voz de T/n fue indiferente y superficial- Buenas noches.
La joven Kuznetsova hizo un breve inclinación de cabeza antes de darse la vuelta y dirigirse a la puerta de la habitación.
-Buenas noches, Milady.
La chica no se giró a observarle, pero si lo hubiera hecho se habría encontrado con la sonrisa de Nikolai. T/n se deslizó por la puerta, con el vuelo de su camisón bajo su abrigo desapareciendo por la puerta tras ella.
El rubio se quedó mirando la puerta un rato más, con el corazón vacío en el pecho. La decepción lo llenó por dentro al quedarse solo. ¿Qué coño había pasado? ¿Por qué se había comportado de esa forma con ella? No había pensado mucho sus acciones y, ahora que ella no estaba, no sabía si había hecho algo mal. ¿Se había pasado con los piropos? ¿Se había dado cuenta que la miraba? 
El chico suspiró antes de meterse en la cama.
Nikolai sabía lo que venía ahora. Intentó dormir algo, pero su cerebro sólo pudo centrarse en ella y pensar en su breve conversación. Pensó en lo mucho que le hubiera gustado que se hubiera quedado algo más con él y lo maravilloso que habría sido. 
Y luego pensó en tu mirada... No estaba tan viva como siempre. Estaba hundida y vacía, le faltaba el brillo sólido que la solía caracterizar. Sus ojos estaban posados en unas ojeras oscuras y su piel estaba más pálida de lo normal. 
El príncipe se la pasó dando vueltas a esos pensamientos hasta que por fin se hundió en el sueño.
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Tres noches más tarde, cuando T/n volvió a la habitación del príncipe a altas horas de la noche por segunda vez, Nikolai no pareció sorprendido de que ella apareciese por allí.
El chico abrió la puerta y apoyó su cuerpo contra el marco, con la barbilla levantada sutilmente y su ceja alzada.
-Esta vez se te han olvidado los documentos, querida Kuznetsova- puntualizó Nikolai, con una sonrisa burlona iluminando su rostro al ver a la chica plantada frente a ella. 
Era verdad, T/n no tenía ninguna excusa como para estar ahí esa noche. Había vuelto a tumbarse en su cama e intentar dormir como una persona normal, pero lo único que había conseguido había sido manos temblorosas y una respiración entrecortada al levantarse otra vez. 
La sonrisa de suficiencia que Nikolai dibujó en su cara hizo que T/n quisiera quitársela de la cara a puñetazos, pero se contentó con ponerle los ojos en blanco e ignorarle. No estaba de humor para soportar la ironía de Nikolai. 
Pero lo que no podía soportar era la soledad en su habitación, por lo que se tendría que contentar con él.
-Hoy no estoy de humor, Nikolai- Bufó T/n antes de mandarle una mirada seria.
El pecho de Nikolai volvió a estrujarse sobre sí, volviendo a sentir ese dolor sordo en él ¿Había pasado algo? A pesar de ello, Nikolai sintió que una parte de él se relajaba. T/n había vuelto a su habitación, la podía ver ahora, justo delante de él. Y eso era lo máximo a lo que podía aspirar ahora.
Nikolai sonrió, obviando el comentario de T/n, sus ojeras aun más profundas que la última vez y su rostro demacrado y sus ojos sin vida, que lo miraban como si estuviera vacía. 
El príncipe, como la anterior vez, se hizo a un lado para dejarla entrar y cerró la puerta una vez que la chica estaba ya en el interior. 
Esta vez, cuando se giró, no se la encontró moviendo cosas en su escritorio para hacer hueco para sus propios documentos, sino que se sentó en el extremo de uno de los sofás de la sala, en el asiento más cercano a la chimenea, que todavía chispeaba levemente con los rescoldos del fuego. 
Se hundió en el sofá, con los brazos cruzados, haciéndose un hueco entre los cojines mientras se dejaba acariciar por el calor adormecedor de la habitación. El olor característico de Nikolai embriagaba la sala, haciéndola inspirar hondo, disfrutando de la calma que se había adueñado de ella.
El chico la observó a la chica arrebujarse sobre sí misma. Suavizó su mirada, sin poder evitar sonreír al verla. T/n Kuznetsova, al silenciosa hija del Marqués Kuznetsova y su reciente segunda al mando en el Primer Ejército ahora mismo se encontraba hecha una bolita en el sofá de sus habitaciones privadas. 
El chico se sentó en el asiento justo enfrente de ella, posando un tobillo sobre su rodilla y cruzándose de brazos mientras la observaba. ¿Qué se supone que había venido a hacer esta vez?
Examinó con detenimiento a la chica enfrente a él, observando sus pies descalzos sobre la alfombra, su abrigo negro sobre su camisón blanco, su pelo revuelto y sus ojos cansados perdiéndose en un punto del suelo
-Hoy es más tarde que la última vez- Nikolai puntualizó, con una voz grave y suave, intentando sacar conversación. Había aparecido del pasillo en penumbra como un espíritu, para aparecerse ante él y hacer realidad sus sueños de su compañía. Ella no debería de estar aquí. Peor aun así Nikolai no quería que se fuera.
T/n alzó la mirada hasta dirigirla a los ojos de Nikolai, sintiendo la calidez de sus ojos calmarla. Se quedó en silencio, perdiéndose en sus pensamientos.
El príncipe ya casi creía que no iba a recibir una respuesta de su parte cuando un susurro salió de los labios de T/n.
-Necesito que me des el permiso para la organización de las tropas del norte y la reintegración de los grisha en los enclaves del Primer Ejército- Susurró T/n, intentando no ponerse nerviosa ante el silencio incómodo y pesado. Nikolai había pasado más de un minuto sin soltar algún comentario, y eso era preocupante.
Nikolai la miró, suspirando. Su mirada parecía triste... más bien decepcionada. T/n estaba segura de que sabía que le estaba mintiendo. ¿Por qué no la obligaba a decir la verdad? Su padre ya la habría gritado hasta hacerla decir la verdad. 
En cambio, Nikolai la regaló una media sonrisa antes de levantarse. La miró a los ojos.
-Bien, si eso es lo que quieres...- Nikolai se encogió de hombros antes de dirigirse a su escritorio. Estuvieron en silencio, con el sonido de libros y papeles moviéndose, antes de que Nikolai hablase otra vez- ¿Te apetece un té o algo mientras redacto el permiso?
El príncipe giró la cabeza para mirarla perdida en sus pensamientos. Tenía su mirada fija en el asiento frente a ella que acababa de desocupar. Últimamente había estado demasiado descentrada como para lo que solía ser ella.
Tampoco es que fuera a conseguir nada si la preguntaba qué la pasaba. T/n nunca aceptaría que algo estaba mal. Le mentiría de una forma tan descarada como había hecho desde los últimos días. Tampoco iba a obligarla a contarle todo. No tenía por qué saberlo todo de ella. Al fin y al cabo, sólo era su segunda al mando, ¿no?
-T/n- Nikolai volvió a llamarla, esta vez siendo respondido por un leve tarareo de parte suya, y sus ojos yendo a los del rubio- ¿Quieres un té?
La chica hizo una mueca que se asemejó a una sonrisa y asintió levemente con la cabeza. 
-Sí, por favor.
-Muy bien...-Nikolai murmuró para sí, cogiendo una pequeña tetera de una mesilla auxiliar y llenándola con agua, poniéndola en una pequeña estufa del cuarto. 
T/n siguió todos sus pasos y movimientos desde el sofá, observándole tararear para sí mientras volvía a su escritorio y escogía un papel para escribir sobre él.
T/n cerró los ojos durante un momento, arrebujándose sobre sí mientras disfrutaba de la tranquilidad de la habitación. El sonido de la pluma rasgando contra el papel, el fuego chisporroteando, la voz de Nikolai jugando con los sonidos de las notas y la tetera silbando suavemente en el aire. 
La chica abrió los ojos cuando se dió cuenta de que tenía a Nikolai justo enfrente de ella, con una taza humeante entre les manos y un papel en la mesilla de centro. 
-Me he tomado la libertad de preparar una infusión en vez de un té. Creo que es más oportuno, dadas las horas que son. Ah, y le he puesto dos azucarillos- Nikolai la sonrió antes de poner la taza en las manos de la chica.
T/n frunció el ceño, viendo a Nikolai sentarse enfrente de ella con su taza en mano.
-¿Cómo sabes que me gusta con dos azucarillos? 
El príncipe se encogió de hombros, con una media sonrisa en los labios.
-¿Por qué no lo sabría? Sueles echar dos azucarillos a tu té todas las mañanas en el desayuno. 
T/n sintió el calor volver otra vez a sus mejillas y orejas, pero esta vez no soltó ninguna respuesta hiriente. No, tampoco sabía qué responder a eso. ¿Qué tipo de persona iba a fijarse en cómo se preparaba el desayuno? Obviamente, el futuro rey de Ravka no debería de ser una de esas personas. Ni tampoco debería ser la persona a la que acudía cuando el silencio de su habitación era demasiado como para soportarlo o cuando necesitaba una mera conversación trivial. 
Los dos se quedaron en silencio, bebiendo la infusión mientras el tiempo pasaba lánguido sobre la noche, haciendo los segundos más lentos, dándoles un pequeño respiro entre la guerra, mostrando piedad antes de que los dos tuvieran que irse otra vez por su lado. 
Nikolai rompió el silencio al dejar su taza ya vacía en la mesa de centro.
-¿Puedo hacerte una pregunta?- susurró, intentando no romper el silencio tranquilo de l momento, como si tuviera miedo de que la chica delante de él desapareciera. 
-Dispara- T/n murmuró antes de dar un último sorbo a su taza. La mirada de Nikolai clavada en ella la hizo sentir su corazón expandirse.
-¿Estás bien?-Nikolai bajó la voz, como si intentase que la pregunta no fuese tan directa ni pusiese nerviosa a la chica. Cosa que, obviamente, no consiguió- Estás cansada, T/n. Y es obvio que no duermes lo suficiente, basándome en tus últimas visitas nocturnas. Tampoco te suelo ver en las horas de la comida y estás empezando a retrasarte en la reuniones cuando sueles ser la primera persona en llegar.
T/n se quedó en silencio, bajando su mirada hasta esconder su rostro de la mirada de Nikolai. No era lo demasiado fuerte como para que él viese el sonrojo de sus mejillas y sus ojos acuosos. Se sentía inútil. 
Nikolai siquiera la había levantado la voz, más que eso, se había mostrado más preocupado por ella en ese momento que su padre en toda su vida y aun así estaba al borde de las lágrimas. ¿Qué la estaba pasando?
T/n escuchó a Nikolai levantarse, sus pasos fueron lo más silenciosos posibles mientras se acercaban a ella.
Sintió la mano de Nikolai sobre su nuca, acariciando su cuero cabelludo, moviendo sus dedos con una gentileza que contrastaba con los fuertes latidos del corazón de la chica.
Los dos se quedaron callados durante un rato, T/n sintiendo su cuerpo relajarse bajo su toque hasta sentir cómo todos sus músculos se relajaban. Estaba cansada y derrotada, y, de una forma bastante irónica, lo único que quería hacer ahora mismo era irse a dormir. Dormir sin ninguna pesadilla ni ninguna obligación esperando a ser terminada cuando se levantase. 
T/n alzó el rostro al sentir que la mano de Nikolai frenó. Alzó el rostro para mirarle, estaba de cuclillas frente a ella, mirándola con esos ojos marrones brillando de preocupación, su ceño fruncido y sus labios formando una línea recta y tensa. T/n se sintió culpable al verle así.
Debería de haberse quedado en su habitación con su propio miedo en vez de ser una egoísta y buscar el consuelo en Nikolai. Ahora lo único que había conseguido era su preocupación innecesaria y una vergüenza que se apoderó en su estómago, haciéndolo un nudo.
T/n sintió el tacto cálido de la mano de Nikolai posarse sobre su mejilla. Deslizó su pulgar por una lágrima rebelde que se había deslizado por su rostro antes de hablar.
-Lo siento... -Murmuró- Soy un imbécil, yo...
-Cállate- T/n le cortó, negando con la cabeza mientras una sonrisa contenida salía de su boca- Sí que eres un imbécil, pero ahora no tienes nada de culpa.
Una sonrisa salió de la boca de Nikolai, una que fue aumentando hasta sonreír de puro alivio. Él no sabía cómo había terminado ahí, pero
-Eres de lo que no hay, T/n Kuznetsova.-Suspiró antes de ponerse en pie, con las piernas temblando al ver a la chica reírse- Casi tan imbécil como yo. 
-Ey...-La chica se quejó, sonriendo burlonamente mientras veía a Nikolai levantarse.
T/n echó de menos la calidez del tacto de Nikolai en cuanto este quitó la mano de su mejilla, dejando una sensación fantasma en su piel. La chica se levantó y se secó las lágrimas del rostro con la manga de su abrigo antes de coger el permiso olvidado de la mesilla del café y guardárselo en el bolsillo. 
No tenía nada más que hacer aquí. Había hecho el ridículo delante de la persona a la que menos quería defraudar.
-Se está haciendo demasiado tarde- la voz de Nikolai cortó el aire antes de que T/n tocase el pomo de la puerta- En verdad me preguntaba si ibas a quedarte. 
T/n se giró, siendo recibida por la vista de un Nikolai de manos sudorosas y sonrisa dulce y genuina. El príncipe se sintió verdaderamente como un tonto bajo la mirada de la chica. ¿Qué tipo de impulso había sido ese? Seguramente ahora iba a pensar que era un psicópata. 
Sentía su corazón a punto de romper su pecho y salir de él. Parecía como si hubiera la decisión más audaz que había tomado en su vida no fue convertirse en corsario ni enfrentarse al oscuro. más bien fue la de preguntarte si querías pasar la noche con él.
Lo malo fue que el príncipe no fue consciente de lo atractivo que le pareció a T/n en ese preciso momento. Con sus ojos de cachorro mirándola con nerviosismo y su pelo rubio revuelto. Parecía preocuparse por ella. Preocuparse de verdad. No un sentimiento de urgencia para que la gente no hablase de más y las cosas fueran bien. Sino una emoción genuina, que salía del corazón.
En ese instante, T/n sintió que estaba hablando con Nikolai y no con el heredero del trono ravkano.
Pero en el fondo, él seguiría siendo un Lantsov, ¿verdad? Al igual que su padre y su hermano. 
-¿Sabes? No creo que debería de haber venido aquí en primer lugar, Nikolai- T/n murmuró, mirando desviando su mirada de los labios de Nikolai a sus ojos.
-Yo... -el príncipe tartamudeo, desviando la mirada del rostro de la joven- Sólo quería asegurarme de que durmieras un rato antes de tener que volver a levantarnos. Si quieres puedo dormir en el sofá y dejarte la cama.
-No quiero que duermas en el sofá, Nikolai-T/n le sonrió de una forma triste. No quería molestar. quería que las cosas entre ellos fueran bien, y ya había hecho demasiado caso a sus propias necesidades como para importunarle más.
El príncipe cruzó los brazos y suspiró, al ver cómo la chica negaba. Sí, definitivamente había sido una mala idea haber abierto el pico. 
Deseaba que se quedase con él. Ansiaba su amor tanto como su corazón saltaba en su pecho, con el único pensamiento de cuándo volvería a verla en alguna reunión, una cena o incluso deambulando por el pasillo. 
La quería como el mar al olor de la sal, sin poder desprenderse de ella y a la vez amando la forma en la que ella empezaba a hacerse un hueco en su vida, sin montar ningún espectáculo pero alterando cada forma de raciocinio de su ser. 
Los dos se quedaron allí parados, uno enfrente del otro antes de que Nikolai se atreviera a cortar el silencio incómodo que se había empezado a formar alrededor de ellos dos.
-Entonces te veré por la mañana el príncipe se llevó la mano a la nuca, con una sonrisa desfigurada en su rostro.
-Sí... Te veré mañana- La chica dio un asentimiento de cabeza, con una breve reverencia antes de volverse a girar hacia la puerta y coger el pomo de la puerta con sus manos sudorosas.
-¿Me puedes prometer algo?-Nikolai aprovechó antes de que ella se fuera por fin. Un breve asentimiento de parte de ella, aunque no se giró a verle, le dio luz verde para seguir- si la noche es demasiada como para soportarla sola... ¿Vendrías aquí?
T/n giró su rostro hacia Nikolai, dándole una pequeña sonrisa.
-Por supuesto-T/n respondió.
Y Nikolai se volvió a quedar mirando cómo su figura desaparecía por le marco de la puerta hasta ser sumergida en la penumbra y desaparecer, volviendo a ser el espíritu que había venido a iluminarle la noche. 
Estaba tan feliz que sentía que podía abrazara un volcra y decirle lo maravillosa que es la vida mientras seguía sonriendo como un tonto.
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Habían pasado ya tres semanas desde esa noche. Tres semanas en las que T/n había empezado a aparecer gradualmente por su puerta, cada vez con más frecuencia hasta el punto de llamar a diario. 
Durante esos días se había ido tejiendo una rutina nocturna entre ellos dos. Según terminase la cena en el comedor, junto al resto de personas de La Rueca, cada uno se iba a su habitación. De vez en cuando acompañaba a T/n hasta su puerta, paseando los dos juntos por los pasillos, hablando sobre los próximos movimientos del Primer Ejército o el último rumor sobre el Oscuro.
T/n solía tumbarse en su cama, intentando descansar algo para luego estar más tiempo con Nikolai. Mientras tanto el príncipe adelantaba papeleo y trabajaba en su próxima actualización del Colibrí. 
Ella solía llamar a su puerta entre la una y la una y media de la madrugada, a las dos como muy tarde. Entonces él preparaba dos tazas de infusiones y se sentaban los dos juntos. Solían hablar sobre el Ejército, el avance de la guerra, lo horribles que eran las poesías de Tolya, las próximas estrategias políticas y, sobre todo, de Literatura. 
La obsesión de la chica por leer era llevada al extremo de una forma en absurdamente encantadora. Nikolai nunca lo aceptaría en voz alta, pero tal vez su mejor momento del día era sentarse en el sofá, con el calor de la chimenea languideciendo todo cuanto tocaba mientras observaba el brillo en los ojos de la chica cuando soltaba su monólogo interminable sobre el último libro que había encontrado en La Rueca.
De vez en cuando jugaban al ajedrez durante partidas interminables o simplemente se quedaban en silencio. No hacían más que disfrutar del chisporroteo del fuego y la sensación de hogar que se había empezado a instalar en la sala, simplemente disfrutando del momento hasta caer dormidos.
Y, en los días en los que Nikolai se consideraba el hombre más afortunado del mundo, ella se quedaba a dormir. Obviamente el terminaba durmiendo con una manta en el sofá, con una T7n demasiado cansada como para crear un argumento sólido en contra de quedarse la cama sólo para ella. Pero, aunque la mayoría de las noches terminase con dolor de espalda o durmiendo sobre la alfombra, nada le impedía quedarse dormido mientras veía el rostro de T/n en paz, con su pelo revuelto y su respiración tranquila mientras inhalaba el olor del chico impregnado en su cama.
-Jaque Mate- T/n murmuró, moviendo su reina, casilla por casilla, hasta derribar el rey del príncipe.
Nikolai intercaló su mirada sorprendida entre la sonrisa burlona de la chica y el tablero de la mesa. 
-¡¿Me has ganado?!- Nikolai cruzó los brazos sobre su pecho mientras escrudiñaba el tablero- ¿Cómo se supone que me has ganado? Apenas hemos empezado.
T/n se encogió de hombros, disfrutando la indignación y el golpe de orgullo del príncipe.
-El mate del pastor.
-El mate del pastor... -Nikolai refunfuñó, observando la mirada orgullosa de la chica, sin dejar de fruncir el ceño- mi rey merecía una muerte algo más digna. 
-Cállate y asume tu derrota, Lantsov- La sonrisa de la chica se ensanchó al ver ante ella un Nikolai resignado, que volvía a colocar las piezas en su sitio en un silencio ofendido. 
El príncipe hizo una pequeña mueca, con una pequeña sonrisa mientras volvía a poner a su rey en pie y en su sitio original. Últimamente la chica estaba empezando a ganarle de formas completamente súbitas, y eso le sorprendía.
Por supuesto que ella había ganado esta. Pero eso no le impedía ser un poco irritante y burlón para hacerla sonreír. Al menos durante un rato. Y si con eso conseguía que T/n se sintiera más orgullosa de ella misma... bueno, su orgullo propio había recibido golpes más duros antes. 
-Por lo menos déjame una revancha -Nikolai suspiró tras poner el último peón- Necesito recomponer mi ego después de esto.
Tal vez la sorprendente habilidad de la chica para jugar al ajedrez estaba empezando a intimidarle, pero no podía negar que se sentía orgulloso de ella. 
Por eso sonrió de lado para sí y movió su peón a f3, comenzando la partida.
T/n se frotó el rostro con la mano, disipando el sueño acumulado del día antes de responder a la sonrisa de Nikolai y mover el peón negro a e5.
Nikolai movió su peón a g4, intentando hacer una barrera de peones bastante precaria, según la opinión de la chica.
T/n sacó a la reina, moviéndola a h4 usando el movimiento del alfil. Volvió a despegar el rostro del tablero para observar al chico. Alzó las cejas, con una mirada burlona y atrevida que Nikolai prometió que nunca había visto en ella. 
-Jaque mate...- T/n susurró. 
-Y de nuevo me ganó... -Hundió los hombros al ver la sonrisa de la chica ensancharse- Vale... Sí, lo que tu digas. Pero tienes que admitir que mi plan con los peones era espléndido.
La chica desvió la vista y se hundió de hombros.
-Te he conseguido hundir la barrera en un movimiento, Nikolai. 
-Deshonrado otra vez... -El príncipe suspiró, con una media sonrisa que a T/n le pareció entre adorable y gracioso.
Al menos Nikolai sentía que había conseguido un contrincante. Por supuesto que se había encontrado con personas mucho mejores en muchas cosas. Pero seguía siendo el hijo del rey de Ravka. A nadie que quisiera mantener la cabeza sobre sus hombros o el honor en su nombre iba a superar nunca a un Lantsov en nada.
Por desgracia, esa regla también se había aplicado a él. 
¿Cómo se supone que iba a conseguir que su pueblo crezca si tenían miedo de ofenderle por ganarle a una partida de ajedrez? ¿O a contradecirle en el diagnóstico del tiempo? 
Por supuesto que T/n Kuznetsova también le había dado la razón en todo al principio. Bueno... En verdad siquiera le había hablado. 
Sus primeros encuentros fueron hace años. Siempre la había visto de allí para allá. En alguna que otra fiesta y conferencia en la que ella tenía que acompañar a su padre al Gran Palacio o visita amistosa. 
Pero cuando Nikolai por fin tuvo una conversación con ella fue en un día normal de otoño. La chica había cumplido ya los 15 cumpleaños y su padre estaba buscando pretendiente para ella. ¿Y qué mejor persona a la que pedir ayuda que al Rey de Ravka, su mejor amigo? Sus padres se llevaban demasiado bien como para que ninguno de sus hijos no se terminasen conociendo. 
La había encontrado un día en una esquina de la biblioteca, leyendo un libro sobre las características de la expansión territorial zemeni. Estaba al lado de la ventana, en un lugar tranquilo y escondido de la sala, donde Nikolai no hubiera advertido de su presencia si él no hubiera pensado también en conseguir en ese sitio. 
Ella apenas habló, soltando monosílabos y oraciones sencillas de vez en cuando para responder a sus preguntas.
Y al día siguiente, se la volvió a encontrar allí otra vez. Y al siguiente y al siguiente. Así durante una semana entera en la que Nikolai soltaba sus extensos monólogos en un intento de conseguir alguien con quien hablar de algo. 
Dominik estaba ocupado en la granja, y Vasily lo vigilaba demasiado como para poder escaparse de día para ayudarle.
Además... No todo el mundo se interesaba tanto por la expansión territorial zemeni como para no poder tener una conversación interesante sobre las alianzas intercontinentales y la guerra de fronteras entre kaélicos y zemeni. 
Pero ella se fue una vez que su padre terminó su visita con el rey de Ravka. Y Nikolai apenas supo algo de esa chica silenciosa de la biblioteca tras irse a la Universidad de Ketterdam y ha convertirse en corsario.
No supo nada hasta que, tras haber estrellado su barco volador contra el lado oriental de Ravka y haber recibido un puñetazo de la Invocadora del Sol, una tal T/n Kuznetsova se había hecho cargo de que el pueblo no se sublevase se pelease entre sí, los soldados del Primer Ejército no desertasen y los grishas no fuesen indiscriminadamente asesinados y encarcelados.
Tal vez esa chica silenciosa podía morder y ordenar cuando tenía que hacerlo. 
Cuando entró al Gran Palacio, se la encontró allí, delante de las puertas con un vestido colonial demasiado sencillo y cómodo como para llegar a la categoría de noble. Estaba allí, de pie, observando con el rostro serio y lo ojos fijos en el en cuanto bajó del carruaje. Con su vestido contradiciendo su porte y su crudeza.
-Su majestad -T/n habló con voz clara y firme, digna de general- Los almirantes se harán cargo de darle a conocer todos los detalles de los últimos meses transcurridos. Su reino está preparado para que lo gobierne.
Nikolai alzó una ceja. T/n había calmado parte de toda la tensión y muchas personas se sentían atraídas por su eficacia en el gobierno, formando opiniones, cada vez más populares de que los Lantsov no deberían de subir otra vez al trono, sino dejarla a ella como responsable del país.
Había venido hasta alli creyendo que iba a tener que luchar por conseguir el trono.
Él no se lo creía.
-¿Me vas a dar el trono así como así, señorita Kuznetsova?-Nikolai la miró tan fijamente como ella a él, aumentando la tensión entre ellos.
La chica se hundió de hombros, sin romper la imagen de acero que creaba. 
-La mitad de la gente de aquí cree que he implantado una demagogia a mi favor. La otra mitad cree que soy la esperanza de Ravka para una paz final y el comienzo de una nueva dinastía. Este es su reino, Su Majestad, no el mío. Apáñeselas como pueda- La chica hizo una reverencia- Le recuerdo que sus generales le esperan en la Sala de los Mapas.
Y se fue, dejando atrás a un Nikolai confundido y con la mirada perdida. Mientras pensaba en lo mucho que el carácter duro de la chica contrastaba con la suavidad de las flores de su vestido.
El reloj de la habitación de Nikolai dió las cuatro campanadas. 
-Hmmm... Creo que me voy a dormir ya, Nikolai- T/n habló después de frotarse los ojos- Mañana tenemos una reunión pronto sobre la situación de nuestros espías en territorio fjerdano. Te dejaré tomar la revancha mañana.
Nikolai tarareó como afirmación a T/n mientras comenzaba a guardar las piezas en su caja.
Las manos de la chica se unieron a las suyas en la tarea, rozándose levemente entre sí de vez en cuando.
El corazón de Nikolai resonaba en su pecho más de lo humanamente posible, seguramente despertando a la mitad de los Corporalki que escuchasen su latido.
-¿Quieres quedarte a dormir hoy también?-Nikolai susurró, mientras veía a T/n guardar la última pieza en la caja y levantarse para guardarla en la pequeña cómoda de la esquina- Creo que tengo un par de almohadas guardadas en el armario. 
La chica asintió y le sonrió con una dulzura que reblandeció el corazón de Nikolai hasta convertirle en una masa de felicidad y plenitud. 
-Hoy me toca dormir a mí en el sofá, Nikolai. Ya llevo dos días seguidos encontrándote tirado en el suelo mientras usas la alfombra de colchón, y cada día tienes una posición más incómoda de la anterior.,
El príncipe de Ravka se rió levemente ante sus palabras.
-Si tú insistes- resopló Nikolai- Pero si terminas durmiendo en el suelo, quiero que vengas a la cama.
-Vaya, Nikolai. creía que te ibas a esforzar más para ganarte las alcobas de una señorita -T/n se burló- Por lo menos que serías más discreto.
El chico sintió su mejillas calentarse, intentando mantener la compostura todo lo que la vergüenza le dejaba. 
-Soy un príncipe, no puedo ser discreto, querida. -Respondió Nikolai con una sonrisa pícara disimulando su sonrojo- Pero si terminas en el suelo o con un contractura por la mañana, te mantendré enterrada en mantas en lo que queda de semana.
-Hecho- la chica respondió mientras se tumbaba en el sofá en el que habían estado antes jugando al ajedrez, cogiendo la manta que estaba en el brazo del sofá- Buenas noches Nikolai.
EL príncipe se quedó mirando cómo la chica se acurrucaba sobre sí misma, haciéndose una bolita y cerrando los ojos. 
El chico suspiró divertido. Esa chica era de lo que no hay, y él no se podía sentir tan afortunado de tenerla ahí, sintiendo como si estuviese intentando atrapar humo con las manos cada vez que ella escapaba de su agarre, sintiendo que ella no se quedaría a su lado. Temiendo que lo dejase sólo otra vez, luchando él sólo por el bien de un país entero. 
Acarició levemente el cuero cabelludo de T/n de una forma fugaz, casi etérea, antes de irse a dormir a la cama de la habitación, sintiendo esa noche más que nunca en toda su vida el hueco vacío del colchón a su lado. 
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T/n se pasó el dobladillo de su manga por los labios, quitándose una mezcla de vómito y lágrimas. Pero su pecho siguió convulsionando por el llanto, hipando por cada respiración que daba.
Hacía tiempo que las pesadillas habían empezado a disminuir, pero esa noche se había despertado sudando y llorando, con las imágenes del sueño todavía persiguiéndola si cerraba los ojos durante más tiempo do lo necesario, volviendo otra vez y arrastrándola hacia la oscuridad.
Había vuelto a su habitación después de la cena, como últimamente había cogido de costumbre. Se había tumbado en su cama, demasiado cansada como para adelantar papeleo para mañana mientras esperaba a ir a la habitación de Nikolai. 
Pero se había quedado dormida. Y las pesadillas habían vuelto a ella, estrujando con una mano su tráquea mientras la hacía volver una y otra vez al su sueño. Sin soltarla.
Volvió a acercar su cabeza a la taza del váter antes de volver a echar su cena a medio digerir. Sus manos no dejaban de temblar y siquiera podía mantenerse en pie sin sentir que las rodillas la iban a fallar en cualquier momento. No podía hacer nada, no podía levantarse y seguir como si nada hubiera pasado. Simplemente no podía...
Necesitaba ver a Nikolai, como había estado haciendo durante todas las noches de estas últimas semanas. Necesitaba levantarse y alejarse de las pesadillas, del olor a vómito y del frío de las baldosas que la hacían tener la piel de gallina.
Lo único que quería en ese momento era sentarse en el sofá de la habitación de Nikolai, sintiendo el calor hogareño que parecía desprender esas paredes y perderse en esos ojos miel hasta que su brillo borrase cada partícula de miedo que había dentro de ella.
Lo primero que hizo fue intentar calmar su respiración y parar sus lágrimas. La sangre y los volcra volvían otra vez, yendo a por ella igual que habían ido a por su padre. La persiguen, con sus chillidos reclamando su cuerpo, reclamando su muerte. 
La entraron arcadas otra vez, pero no vomitó, todavía con el sabor ácido en su boca. Lo único que hizo fue acurrucarse sobre ella misma en el suelo del baño, intentando que la oscuridad no volviese a por ella.
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Las lágrimas se habían ido hace tiempo cuando T/n escuchó que alguien llamaba a la puerta de su habitación. 
La chica no respondió la llamada. ¿Qué se supone que iba a hacer? Nadie podía verla tal y como estaba ahora. Ella era una general, la protectora de Ravka, su soldado. 
No era alguien débil, que tenía que ser cuidado y protegido. Y el hecho de que estaba tirada en el suelo de su baño, incapaz de hacer nada más que intentar respirar hondo y no sumergirse otra vez en el huracán de sus pensamientos... No era la forma en la que un general debería de ser visto.
La puerta volvió a sonar bajo el golpeteo de una mano, esta vez con más fuerza y precisión, casi con un poco de desesperación. 
-¿T/n?-La voz de Nikolai se escuchó amortiguada pero clara desde el otro lado de la puerta de su habitación- ¿Estás ahí? Hoy no has venido para la revancha de ajedrez.
Un sentimiento de culpa se acopló en el corazón de la chica, apretándola un poco más el pecho hasta el punto de que la doliese físicamente. Se quedó congelada en su sitio. No podía ser él.
De todas las personas que había en toda la Rueca, él era la persona a la que menos quería mostrarse débil. Podía decepcionar a todos, pero jamás a Nikolai. A él no.
Sus manos volvieron a temblar más fuerte por el pánico que la había comenzado a invadir. 
-Vete...- La voz de la chica sonó raspada, seca, y temblorosa, como el de el llanto lastimero de una urraca, demasiado débil como para no poder seguir pero demasiado orgullosa como para no ser fuerte.
Sintió la brevedad con la que el colapso se cernía sobre ella, se podía escuchar el sollozo y el temblor desde el otro lado de la puerta
Nikolai soltó un suspiro. Era su voz. Él se quedó quieto tras la puerta, con una sensación de pánico en su pecho, estrangulándole en el silencio.
-No me voy- susurró el príncipe de Ravka, golpeando la puerta- Por favor, abre al menos la puerta.
No se iba a ir hasta tenerla frente a frente. Sintió el tambaleo de su voz y el desgarro como propio. La chica no quería mostrar debilidad, ni a Nikolai ni a nadie. Pero él era demasiado cabezota como para dejarla a ella sola, a merced de sus propios demonios. 
Él lucharía con ella y, si todo era demasiado, él soportaría el peso al igual que ella soportó el peso de su país. 
Ella se quedó en silencio durante un momento, sin saber que decir o cómo actuar.
Por supuesto que Nikolai iba a ser un cabezota. 
Pero prefería enfrentarse al enemigo en su cabeza antes que a Nikolai. ¿Qué se supone que le iba a decir? ¿Que era demasiado miedosa como para que sus pesadillas la asustasen? ?Que apenas se atrevía a moverse cuando la oscuridad la alcanzaba? ¿Que no podía dormir bien sin tenerle a su lado? 
El príncipe de Ravka se quedó mirando la puerta. La escuchó respirar al otro lado de la puerta. La escuchó llorar. La escuchó temblar. La escuchó pedirle que se fuese. Y no podía hacer otra cosa que seguir estando allí, fuera de la puerta.
Nikolai se puso de rodillas, con sus ojos justo delante de el ojo de la cerradura. Sacó unas ganzúas de su bolsillo mientras bendecía a cualquier Sankto que le hubiera impulsado a aceptar el regalo del Bastardo del Barril y a llevarlo consigo. 
-T/n, voy a entrar- Su tono se tejió con la desesperación y el pánico que retumbaba en su corazón, rompiendo su caja torácica por los golpes en su pecho. 
Ella se quedó muda en el interior, sus manos se apretaron en los bolsillos de su bata de pura frustración mientras escuchaba a Nikolai juguetear con la cerradura. 
Gritó de pura frustración y dio una patada a la pared que tenía enfrente a ella. La daba igual que cualquiera en la Rueca la escuchase, que la quitasen su puesto en el Segundo Ejército o en la Realeza. 
Que pensasen lo que quisieran de ella, estaba harta. Lo único que quería hacer en ese momento era quitarse la sensación de miedo que la perseguía como su propia sombra, para de usar el apellido de su padre para que la tomasen en serio.
Quería quitarse el sudor que tenía como una segunda piel y poder respirar sin sentir una presión en su pecho que la obligaba a estar sumisa y en silencio. Siempre alerta. 
Volvió a dar una patada, obviando el dolor punzante que se había expandido por su pie. Sus lágrimas volvieron a brotar en un llanto errático y descontrolado, nacido de la frustración.
Nikolai se quedó callado al otro lado de la puerta, escuchándola mientras seguía intentando entrar. 
Y cuando escuchó el sonido limpio de un click cediendo bajo sus manos, bendijo a cualquiera ser superior que le hubiese guiado para abrir esa puerta. 
Agarró el pomo y abrió la puerta todo lo rápido que pudo, cerrando tras de sí y observando alrededor de la habitación en penumbra, buscando la figura de la chica en algún lugar. 
Se dirigió a la puerta entrecerrada del baño, con una luz amarillenta saliendo de ella, acompañada de leves sollozos ahogados que intentaban pasar desapercibidos.
-T/n...- la voz de Nikolai sonó como una cadencia tranquila mientras abría la puerta poco a poco, intentando no alterar más a la chica. 
Estaba sentada en el suelo, el frío azulejo de mármol le provocaba una temblor en cada uno de sus huesos. Su pelo enmarañado le cubría la cara, sus manos  y rostro estaban pálidos. Nikolai observó las lágrimas bajar desde sus ojos hasta caer por su barbilla, daba igual lo mucho que ella se restregara la cara. 
Un susurro de "vete" hizo eco entre los azulejos del baño. Un eco ignorado.
Nikolai se sentó en el suelo a su lado, apoyando la espalda en la pared al igual que ella. Estiró sus piernas por el suelo y observó la pared frente a ellos dos. 
Puso su mano en la rodilla de la chica, haciendo breve círculos con su pulgar. Era lo mínimo que ella se merecía. Él quería abrazarla enterrar su pena entre sus brazos hasta que ella pudiera volver a estar en paz. 
Quería besarla. Besarla como nunca había hecho en su vida. Mostrando toda la verdad que había dentro de su corazón y dándoselo a ella. Quería ofrecerla más que una mano callosa y endurecida por las armas y el mar, un suelo frío de un baño y un silencio triste. 
Nikolai sintió la mirada de la chica sobre él. Su respiración se había calmado y las lágrimas se habían secado sobre su rostro, pero la frialdad del miedo recorrerla y el temblor de los escalofríos todavía estaban en ella.
El chico la miró a los ojos detenidamente. Estaban rojos y hundidos, todavía algo húmedos y sin brillo. Esos no eran los ojos de una General ni de una Marquesa, pero le pareció lo más crudo y hermoso que había visto de ella. Más que su risa ni que sus ojos burlones. 
-No me dijiste que las pesadillas habían vuelto- La chica suspiró y bajó la mirada a su regazo. Nikolai siguió observándola, mirando a través de sus ojos cómo el cansancio se acomodaba en su cuerpo.
Nikolai puso una mano en su barbilla, lo suficiente como para levantar su rostro para que le mirase a los ojos. Su otra mano fue hacia su nuca, enterrándose lánguidamente entre los nudos de su pelo.
T/n se sintió pequeña bajo la mirada de color miel del príncipe. No le merecía. No merecía absolutamente nada de lo que él le había dado. Ni su atención ni su empatía. Su padre se lo había dejado claro hace años. ¿Por qué luchaba por ella? 
Pero a Nikolai no le importaba lo que había pasado, no le importaba lo que habría hecho, solo quería tenerla ahí. No se merecía su sufrimiento, no merecía toda esa carga a sus espaldas.
-¿Que pasó?-Nikolai susurró, perdiéndose en el color y profundidad de sus ojos. 
T/n se encogió de hombros, desviando la mirada de Nikolai. La atención y el cariño de sus ojos le aplastaba el corazón y la hacía sentir una intrusa. 
-Simplemente... estoy cansada.
-¿De qué?-Nikolai frunció el ceño
-De todo, Kolya.- La chica suspiró- De todo.
Un escalofrío la recorrió desde la cabeza a los pies, haciéndola temblar. 
-¿De todo?-Nikolai preguntó, sintiendo el temblor instantáneo sobre ella, sus ojos brillaban de rabia y pena al verla así. No quería verla así, tan mal, tan frágil y tan sola.
Los dos se quedaron en silencio, T/n apoyó su frente en el hombro de Nikolai, mientras el desvió su mano hacia su espalda, acariciándola levemente mientras la otra se posaba en la nuca de la chica. 
Desde el baño se pudo escuchar el sonido del viento chocar contra la ventana, y el olor a jabón de vainilla flotaba levemente sobre el ambiente del baño, haciendo una mezcla que, con el calor del tacto de Nikolai y su olor, hizo que T/n se sintiera en paz, al menos por unos instantes. 
-¿Quieres irte a dormir?-Nikolai murmuró tranquilamente, con un tarareo en su voz. Su mano se quedó quieta sobre su espalda un segundo, aguardando su respuesta.
-Por favor...-Murmuró T/n. Toda la tensión de cada músculo se había deshecho, dejando la cáscara del miedo embadurnada de cansancio. Lo único que esperaba con todas sus fuerzas era el no volver a levantarse con otra pesadilla impresa en sus párpados. 
Nikolai tarareó como afirmación y se puso en pie, haciendo que a T/n le recorriese y tacto fantasma del calor del príncipe sobre ella. Tal vez se podrían haber quedado allí cinco minutos más.
-Ven.-Nikolai susurró, mientras cogía las manos de T/n sobre las suyas, dándole impulso para ayudarla a levantarse. Su voz sonaba como siempre, sin nerviosismo ni ansiedad, sus manos soportando el temblor de las de ella. 
Sus manos se posaron en su espalda baja, como un ancla en el suelo, estabilizándola y guiándola hasta la cama. La chica sintió su respiración en su nuca, y sus paso silenciosos siguiendo los suyos cansados. 
El príncipe se alejó de ella para volver a colocar las almohadas, mantas y sábanas de la cama. la mitad estaban en el suelo y la otra mitad estaban arrugadas a los pies del colchón. 
La cama parecía ser la escena viva en la que T/n se había levantado. Apenas había movido las mantas para levantarse y correr hacia el baño para intentar deshacerse del sudor y el miedo de su cuerpo. 
Casi parecía que los monstruos seguían allí.
-No tienes por qué hacer esto, Nikolai- Su voz sonó ronca y débil, apenas un susurro grave en la habitación. El chico se giró un poco para mirarla de reojo con una sonrisa en la cara antes de volver a agacharse y estirar otra manta sobre el colchón-
-No es nada- el príncipe puso la última almohada en el cabecero, abriendo las mantas y haciéndose a un lado para dejar que T/n se metiese entre ellas. 
T/n sintió el peso reconfortante de las mantas sobre ella en cuanto se tumbó en la cama, adormeciéndola como una madre acuna a su hijo. Apenas quedaban varias horas para tener que volver a levantarse y afrontar el día, pero en ese momento lo único que quiso en ese momento fue quedarse ahí, en el calor de las mantas y la presencia de Nikolai.
El colchón se hundió un poco a su lado. La chica giró su cabeza para ver a Nikolai sentarse en el borde de la cama, mirándola acomodarse en la cama  y adormecerse, vigilando que ningún monstruo volviese a perseguirla. 
-Gracias -T/n susurró bajo el silencio tranquilo que se había instalado en la habitación- Por todo.
El chico sonrió suavemente, de una forma genuina y sin malicia ni burla. No había rastro de su acostumbrado sarcasmo. Sólo había pureza.
-Intenta dormir un poco antes del amanecer, estás cansada-Nikolai susurró, acomodando y alisando un poco más las mantas. 
Soltó como un pequeño suspiro, como si fuera a añadir algo más. Pero, en vez de eso, sonrió y negó con la cabeza para sí mismo, observando a la chica. T/n apenas sostenía sus ojos abiertos, esmerándose en observarle y mantener sus ojos en él todo lo posible.
El chico apartó un mechón de pelo que se había posado en la cara de la chica y sonrió aún más. ¿Por qué su corazón latía tan fuerte? Se había enamorado perdidamente de esa chica silenciosa pero letal cuando era necesario. ¿Cómo había terminado así? Él no lo sabía, pero lo único que quería era quedarse allí hasta que los cimientos de la Tierra se desmoronaran.
-Buenas noches, Lady Kuznetsova- Murmuró, antes de levantarse y dirigirse a la puerta. 
-¿Puedes quedarte?- La voz de T/n fue apenas un murmullo casi inaudible, pero fue suficiente como para hacer parar a Nikolai- ¿Al menos por esta noche?
El príncipe se dio la vuelta y la miró, con su mano todavía en el pomo de la puerta. Pudo sentir la vulnerabilidad de T/n. Y agradeció a todo ser viviente que ella hubiese querido mostrarse así. 
-Por supuesto -Nikolai hizo una pausa, antes de relajar los hombros y dirigirse al otro lado de la cama- Puedo quedarme todo el tiempo que quieras.
T/n sólo fue capaz de soltar un tarareo adormilado en forma de asentimiento. Nikolai sabía que apenas había registrado sus palabras, pero con eso le bastaba si implicaba que esa noche podía pasarla a su lado. 
Nikolai se deslizó bajo las mantas de la cama, tumbándose en el lado vacío al lado de la chica. Miró el techo de la habitación mientras entrelazaba su mano con la de ella. 
Escuchó la respiración de la chica ralentizarse y profundizarse, sumiéndose en el sueño que había estado persiguiendo desde hace horas. 
El príncipe se quedó un rato quieto, oyendo la respiración de T/n , sintiendo sus piernas en contra de la suya. 
La chica se movió en sueños, dando media vuelta y peleando levemente con las sábanas. Se movió, buscando el calor del tacto de Nikolai, colocando su cabeza en su pecho, encima del corazón del príncipe, sus brazos le rodearon, su pelo haciéndole cosquillas en la nariz. 
Nikolai sintió el calor subir a sus mejillas. Y sonrió, sin moverse ni hablar durante largo rato, disfrutando del olor del pelo de T/n, de su peso sobre ella, de su tranquilidad.
-Te quiero-Nikolai susurró y abrazó a T/n, rodeándola con sus brazos hasta poder ahogarla en su calidez -Te amo, T/n Kuznetsova- volvió a susurrar, aunque T/n no la escuchase. Dicho así sonaba real, serio, profundo. Y también lo era. El príncipe besó la frente de la chica y cerró los ojos mientras sonriendo como un tonto antes de susurrar otra vez- Te amo, moya lyubimaya. 
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valerieheir · 10 months ago
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La noche está muy linda, llovió hoy a la tarde y ahora, 3.19 am, huele a tierra y al humo de mi cigarrillo. Estoy sola y me distraigo viendo como el rocío hizo que el pasto, que cortó papá hoy, se vea tornasolado blanco.
Y pienso y te pienso, y te huelo.
Estás lejos, y ya estabas antes lejos así que no es nada nuevo.
Feliz año. Felices fiestas. Para vos, para la abuela.
Pero pienso y estás en mi mente siempre, miro las patentes, todas son la tuya de repente.
Y mi auto es tu auto esperándome en la puerta cuando salías del trabajo y venías a verme.
Y mi té, de la nada, es el café que te servía hace años a esta hora, 3.19 a la madrugada.
Y los ruidos de los autos, de las motos en la autopista, de ese pájaro que hizo un nido en tu parrilla.
Y los bichos, que atrae el foco de mi patio, tal vez son los mismos que rechazabas en este mismo Enero, de hace años.
¿5? ¿Tal vez 4? Seguramente menos de 20 pero no menos que 3, porque mis recuerdos son tan vividos que no puedo olvidarlo
Útil, hábil, inteligente.
Pienso, te pienso y te huelo.
Pero lejos.
Siempre estuviste cerca, pero ahora más lejos.
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prontaentrega · 2 years ago
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Había sido hombre de poderes y misterios, era cosa de no creer. Su mirada abría o cerraba heridas y despertaba o desmayaba bichos y cristianos. En un clavar de ojos dejaba bobos al potro más bravío y al toro más toro.
Ventura, el vaquero andante de Minas Gerais, pasaba como viento. Tenía muchos rumbos y muchas mujeres y casa ninguna.
Se le conoció un solo amigo, que los dos fueron tientos del mismo lazo.
Deambulaban por el secarral. Llevaban varios días sin probar bocado. Defendiendo alguna causa perdida, se habían quedado sin caballo y sin rumbo. Nada para comer: lagartijas, espinas, arbustos sin fruto ni sombra. Ventura tenía costumbre, pero su amigo no daba más. Y cuando el amigo se tendió a morir en aquellas soledades, Ventura se hizo tigre para salvarlo del hambre. Antes de entigrarse, entregó al amigo una hoja azul, con puntas de estrella, que no era hoja de árbol conocido, y le dijo:
—Cuando vuelva, me pondrás esta hoja sobre la lengua.
Y le dijo que no había otra manera de desentigrarse.
Se fue lejos, pasó la noche cazando.
Regresó al alba, con la primera luz blanca, cargando un venado sobre el lomo. Cuando el amigo lo vio venir, cuando vio venir al tigre aquel con las fauces abiertas, huyó despavorido. El tigre lo miró correr. No lo persiguió.
Por donde él andaba, nada vivo quedaba. Partía las piedras, demolía los montes, desplomaba las barrancas. Echado entre los altos pastos, el tigre alzaba la cabeza y olía el viento y rugía su rabia triste; y nadie dormía.
Fue largo el acoso. Un ejército de buitres, que le seguía las huellas, delataba su paso al ejército de hombres que se lanzó tras él.
Y el cerco se fue cerrando, sudor de caballada, estrépito de avíos de guerra, trueno de voces y ladridos, hasta que una noche de luna el tigre pegó su último salto, en el aire alto, y bramó y cayó. Y ya estaba muerto de mucho balazo cuando el amigo de Ventura le hundió el caño del fusil en la boca y apretó el gatillo.
Muy lejos de allí, Ventura despertó. Despertó todo sucio de sangre seca y atormentado de dolores desde el sombrero hasta los pies.
Hasta respirar dolía. Caminar fue muy difícil, enorme sombra tambaleante, y recordar fue muy difícil. ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién? Luna alta, mala luna. Había caído la noche, dentro de él había caído la noche, y la noche ya no era la hora del amor ni de la guerra. Sus ojos habían perdido el habla, y sólo tenía oídos para las goteras de la muerte. Puta vida, vida sin fuego. ¿Sobreviviendo? Sobremuriendo. Quiera Dios soplar esta ceniza.
Blanco de polvo, negro de mugre, rojo de sangre, viene Ventura por el callejón. Pesado de dolores, arrastra los pies. Mal cargan las piernas este demolido cuerpo de gigante. Ventura atraviesa el mercado, sordo al clamor de las vivanderas, y pestañeando vislumbra, allá, al fin de todo, la cantina. La cal de la cantina brilla al pie de la cresta de dragón de los cerros, y más acá brillan de sudor los caballos atados a los palenques.
Bajo el portal, un ciego canta las noticias. La boca del ciego canta lo que han visto sus oídos, mientras una alcancía de lata va marcando el compás. El ciego canta las coplas del tigre del horror, maldición de estos campos, que ha muerto matando y que muchas muertes debía.
Con mano tembleque, Ventura alza el ala rota del sombrero, se limpia el sudor que le nubla la mirada y ve: ve la piel del tigre, colgada de un alambre, secándose al sol. Es imposible contar los agujeros. Poca comida han dejado las balas a las polillas.
Y entra en la cantina.
El amigo lo ve venir, ve venir esta piltrafa, y el vaso de caña le resbala de los dedos y se estrella contra el piso.
Todos callan, calla todo.
Historia del vaquero que fue tigre, Eduardo Galeano
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p-page · 2 years ago
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THE MORTUARY ASSISTANT
Tengo muchas reseñas pendientes de juegos, libros y películas que he visto durante este mes de Abril, pero no podía esperar a hacer esta reseña.
Puedo decir con orgullo, que he conseguido jugar y no solo mirar a mi novio jugar. ¿Por donde empiezo? Este juego me ha hecho hasta risa de lo nerviosa que me ponía.
Para empezar: los gráficos. Los gráficos no están nada mal para lo que es este juego, tengo que decir que está bastante bien hecho, exceptuando que nuestra compañera Rebecca parece que flote sobre el suelo. Son gráficos realistas, y la verdad es que los cadáveres están bien hechos. Las entidades también están relativamente bien (p*to bicho blanco). En lo que respecta a las entidades, hay varias ya que se trata de varios demonios, pero creo que los más habituales son una figura negra de ojos rojos que aparece por ahí a sitios donde seguramente tienes que entrar y te quedas pensando “j*der, no”; apariciones del pasado de Rebecca como su padre, o su abuela, su madre o incluso ella misma; y por último el que más miedo pienso que da: el p*to bicho blanco. Este bicho (entenderme, no se que es, yo lo llamo así pero tiene cuerpo como de persona) es blanco como con grietas negras, humanoide y con los ojos salidos y una boca horrenda. ¿Jumpscares? Por un tubo. Este bicho creo que es el que menos y a la vez más jumpscares da. Aparece de repente y sabes que por narices tienes que acercarte a él, pero evidentemente no quieres. Le doy un aplauso al bicho blanco por darme miedo a mi, a mi novio y casi a mi perro, vaya. Realmente es una entidad horrible, entre lo fea que es y que aparece donde menos te lo esperas y cuando menos te lo esperas.
La ambientación está muy conseguida (no sé de este tipo de sitios la verdad) pero el tema de sacar a los cadáveres y la sala de embalsamar e incluso los sonidos de pasos, golpes puertas abriéndose y cerrándose está muy bien; y el proceso de embalsamar también es muy realista (de esto sé lo básico), tanto que incluso da una pereza increíble tener que repetir el proceso 3 veces para encontrar al demonio.
La parte que creo que falla es el asunto de encontrar y diferenciar al demonio, ya que te dan 3 símbolos por los 3 cadáveres que embalsamas, pero hay demonios que son exactamente iguales salvo por una única runa que no te dan, entonces las posibilidades de equivocarte o acertar ya se transforman en un 50-50. Y la verdad es que es un asco equivocarte después de haber hecho el trabajazo de embalsamar a 3 cadáveres y mientras pasar por los sustos. También creo que a veces es bastante complicado diferenciar quien de los 3 cadáveres es el demonio. A veces está muy claro y es evidente, pero hay otras veces que puede llegar a confundirte muchísimo y volver a equivocarte.
También es bastante complicado conseguir los distintos finales (que son 5), a excepción del bueno y el malo de manera genérica.
En general el juego no está nada mal, pero al final cansa un poco por el tema de todo el proceso de embalsamar. Pero como juego corto de miedo está muy bien y muy conseguido.
Calificación: ⭐️ ⭐️ ⭐️ ⭐️ (cuatro estrellas de cinco)
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marsverick · 2 years ago
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[  26/11/2015, 00:02 A.M   *   CARSON HA DICHO  ]: 
feliz cumpleaños pulgoso~ ah... ya dieciséis?? es más de lo que puedes contar!! no hagas estupideces, eh. nos vemos esta noche~~
dos mil siete. ocho años: tras siete años siendo ignorado por tus padres, en tu octavo cumpleaños decidiste rendirte de una vez con las celebraciones. jamás entendiste el sentido detrás; aun a tan corta edad, sabías que no podías sentirte agradecido por existir en un mundo donde no haces más que sufrir. las calles te recibieron como tu nuevo hogar, si es que podías llamarle así a pasar noches heladas buscando cobijo bajo el techo de alguna tienda. ¿cómo podías estar feliz de vivir otro año más así? lo único que te alegraba un poco eran los dulces que tu hermano se robaba para regalarte. él siempre tuvo presente tu existencia, jamás pasaste desapercibido a sus ojos. te amaba tanto como tú a él; a fin de cuentas, solo se tenían el uno al otro. dos niños viviendo en manos del destino, preguntándose por qué no podían ser como los otros chicos de su edad y si algún día su suerte cambiaría. el veintiséis de noviembre podía ser un día corriente para ti, pero carson siempre procuró dejar una marca que pudieras recordar a pesar de todo.
dos mil diez. once años: un niño de tu edad no debería conocer el extremo cansancio devenido de una vida tan corta, pero repleta de luchas que nadie debería afrontar. aunque las ojeras bajo tus ojos ya existían desde hace años por culpa de tu padre, para tus once años eran aun más oscuras. jamás pudiste dormir bien. sin embargo, este cumpleaños en específico sí lograste descansar por un par de horas sin interrupciones. gracias a carson que, como siempre, se esforzó para darte un regalo. un peluche de cookie monster, ¿lo recuerdas? te lo dio junto a una nota que él mismo tuvo que leer porque no pudiste comprenderla. «me lo robé, jaja. ¿te acuerdas de él? solíamos mirar el show cuando el viejo se quedaba dormido. el bicho me recuerda a ti, no lo pierdas, bobolón». dormiste abrazado a él esa noche. la vida te obligó a crecer muy rápido, pero seguías siendo un niño. sigues teniendo el peluche a día de hoy; cumpliste tu promesa.
dos mil doce. trece años: llevas poco menos de un año bajo el ala de roy, que, por alguna razón, asegura ver en ti a su sucesor, pero no sabe mucho de ti más allá de tu nombre; por un pedido que le hiciste a carson en secreto, él tampoco habló sobre la historia compartida de ambos. de todas formas, siguiendo la tradición donde te esfuerzas por (fingir) desestimar, tu hermano, tu único mejor amigo, te regala un figura de toxel y una gorra de fórmula 1, con la excusa de que se las encontró por la calle y le recordaron a ti. sabes que es mentira; en sus diecinueve años, jamás aprendió a mirarte a la cara al tergiversar la historia de sus andanzas. le dijiste que abandonara los obsequios de una vez y guardaste ambas cosas. con una única mirada supo que estabas agradecido a pesar de todo — y era esa la razón por la nunca se rendía: poder poner, por más minúscula que fuera, una sonrisa en tu rostro.  
dos mil catorce. quince años: una pistola en tu mano, es la primera vez que te dan una especialmente para ti. el mango es blanco y tiene detalles en dorado. roy dice que era suya, pero que consiguió una mejor y que, en vez de dejarla guardada o dársela a alguno de sus subordinados, prefiere que tú la tengas. que seguramente le darías mejor uso. no lo supo, pero fue la primera persona que te regaló algo para tu cumpleaños. seguías siendo un niño. a carson no le agradó que portaras un arma de fuego, pero sabía mejor que nadie que no había caso en hacerte entrar en razón. con ella fue la primera vez que le disparaste a alguien en un robo y que, por ende, cambiaría por completo algo dentro de ti. a partir de entonces, jalar el gatillo no fue tarea difícil. «muy bien, az», roy te otorgó también un apodo que cargas contigo cual identificación.
dos mil dieciséis. diecisiete años: perdiste tu libertad como perdiste a carson. el único obsequio que recibiste por su parte fue la sensación de su sangre embarrando tus manos y el peso de su cuerpo volviéndose insoportable cuando dio su último respiro entre tus brazos. en ese entonces te percataste de lo importante que era para ti esa insistencia suya. lo extrañabas. extrañabas esos pequeños regalos que compraba después de robar la billetera de algún turista distraído.
dos mil diecisiete. dieciocho años: regresaste a esa vida que te arrebató tanto, porque era lo único que conocías, y fue roy quien te recibió de brazos abiertos al abandonar el centro de detención. te dio una palmada en el hombro y de allí en adelante se esforzó por llenar el vacío que la partida de carson dejó en ti. pero no te conocía, y de cariño ninguno de los dos sabía, por eso decidió inclinarse a lo material. te regaló el auto que conduces hasta el día de hoy, además de ponerte en un cargo que te quedaba demasiado grande para tu corta edad; especialmente, considerando que tu mente estaba en cualquier lado menos en tus obligaciones como su mano derecha. no existías, ya no había nada dentro de ti. no tienes idea de cómo lograste sobrevivir.
dos mil veintidós. veintidós años: cuatro meses después de tu cumpleaños tuviste que escapar y llegaste a chicago en busca de un premio que cada día estás más lejos de conseguir. se escapa de tus manos cual arena escurridiza, y con eso ves cómo se te acaba el tiempo cada vez más rápido. las personas que alguna vez se preocuparon por ti, están enterradas bajo tierra, quién sabe dónde. pero estás peleando por vivir, encontraste una razón por la cual anhelar un futuro. no puedes creer que llegaste tan lejos, pues a tus veintidós, también conociste a las personas que te devolvieron los ánimos para celebrar tantos años de lucha constante. pero, continúa siendo complicado conseguir más de un par de horas de sueño por las noches. el exceso de alcohol no te abandona. los peligros siguen rondando a la vuelta de la esquina. aquí sigues, sin embargo, haciéndole frente a la muerte cada vez que se para delante de ti. no le tienes miedo, estás preparado para que un día te lleve, pero lo harás a tu manera.
veintiséis de noviembre de dos mil veintidós: alcanzaste la edad que carson tenía cuando partió, pero a tu historia todavía le quedan varios capítulos por delante antes de conocer su fin. no será sencillo, cada vez es más complicado, pero ahora cuentas con personas que harán lo que sea para ayudarte. tu mejor regalo es ya no estar solo.
                        feliz cumpleaños, asher, no es hora de que te rindas aún.
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lusangelma · 1 year ago
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Leticia fue mi alumna en la escuela "Justo Sierra", en plena sierra. Tenía once años de edad.
Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida.
Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar.
Once años batallando con los bichos de día y de noche.
Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo.
Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos.
Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela.
Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.
A la hora del trabajo en equipo nadie la quería.
No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció.
Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas.
A mí solo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.
En ese tiempo me preguntaba:
¿De qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?;
¿serviría de algo alimentarlos con fantasías?
Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde.
Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana.
Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado.
Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar.
Esta vez hubo recomendaciones y regaños.
En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿qué quieren ser cuando sean grandes?
Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados.
Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo:
“¡Yo quiero ser doctora!"
y una carcajada insolente se escuchó en el salón.
Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.
Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar.
La vida siguió su curso.
Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base.
Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas.
Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado.
Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.
-¡Usted es el maestro Víctor Manuel!... , ¡usted fue mi maestro! _me dijo_ sorprendida y sonriente.
El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.
Halagado, contesté:
_Ese mero soy yo.
_¿No me recuerda, maestro? _Preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo- yo soy Leticia ... y soy doctora ...
Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.
Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús...
Y a mi con mil preguntas.
Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral... búsqueme en la clínica tal... y se fue…
Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré.
No la conocían ni la enfermera ni el conserje.
¡Era demasiada belleza para ser verdad!
"Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba.
Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella.
Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:
_La doctora Leticia trabajaba aquí _me contó_.
Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.
_Esa es la persona que yo busco _asi grité.
_Pero ya no está con nosotros _dijo la directora.
_¿Se murió? _Pregunté ansioso.
_NO, COMO CREE, La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó... ahora está en Italia.
Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar.
Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?
Ya no quiero ser el maestro de Leticia: Ahora quiero aprender.
Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir, ¿cuál fue la varita mágica que la convirtió en la princesa del cuento?
El maravilloso poder de las palabras.
#delmurodealguienconcorazon
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elisabetsosa97 · 2 years ago
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☁️🌈Relato de Nube Arcoíris #1: Will ayuda a un niño perdido en un centro comercial🌈☁️
La curiosidad me puede y cojo de la butaca que está a mi lado una revista del corazón desfasada (Brad Pitt y Angelina Jolie están en su mejor momento según leo en portada) para echarle un vistazo mientras en la peluquería suena una música que tiene más años que yo.
—Te vas a quedar calva de tanto que te tiñes el pelo, enana —bromeo.
—Quién sabe, a lo mejor me da por raparme.
Bajo la revista a mi regazo.
—¿Tú? ¿Raparte? Eso tengo que verlo yo.
Ella me golpea en el hombro con un puño y me río por no llorar porque ha pegado fuerte.
—¿Estás segura que no quieres apuntarte a boxeo? —comento, sobándome la zona.
Ella pone los ojos en blanco.
—Si ibas a estar en plan bromista conmigo mejor te hubieras quedado en el piso.
Me encojo de hombros.
—Sabes que me aburro cuando me quedo solo. Además, te recuerdo que voy a ser yo quien te compre las velitas para concentrarte con los trabajos.
Sophie pone morritos y sonrío porque con ese simple gesto me está diciendo «no sé qué haría yo sin ti» aunque ella prefiera chupar un limón antes que reconocerlo.
Apenas hablamos un poco más porque la peluquera se acerca a nosotros para decirle a Sophie que es su turno y le digo que me avise por mensaje cuando haya terminado antes de marcharme de la peluquería para hacer nuestros recados. Hay bastante gente y eso que no hay días de fiesta cerca, pero al menos se puede caminar sin chocar con nadie.
Salgo de la tienda de artículos para el hogar cargado con tres velas de las grandes y un globo terráqueo en miniatura para mi escritorio, todo en la bolsa de tela que me llevo a todas partes. Saco el móvil de mi bolsillo para ver si la enana me ha avisado, y justo en ese momento me entra una llamada que cojo de inmediato.
—¡Hola princesa! —contesto, con una sonrisa imborrable en la cara.
—Madre mía, ni que estuvieras esperando la llamada.
La risa de Liss hace que se me suba el calor a las mejillas. No mentiré, la echo de menos. Y eso que hacemos videollamada todas las semanas y nos llamamos en cuanto podemos, pero todavía no me acostumbro a las relaciones a distancia. Aunque esa nostalgia se esfuma en cuanto escucho su voz.
—¿Cómo estás?
—Aburrida, para qué mentir. Ayer di positivo en COVID y tengo que estar un par de días encerrada en mi cuarto.
—¿Estás bien?
—Sí, sí, es como un catarro fuerte, —escucho cómo se suena la nariz al otro lado de la línea—, pero estoy mucho mejor que cuando me dieron los primeros síntomas. Era peor que una gripe.
—Te entiendo perfectamente, que Sophie y yo pillamos el bicho en la primera ola. Al menos a ti te cogió con todas las vacunas puestas, pero igualmente descansa y bebe mucha agua, ¿vale?
—Que sí, que sí, que ahora el Paracetamol es mi mejor amigo. Oigo gente de fondo, ¿dónde estás?
—En un centro comercial. Fui a acompañar a la enana a teñirse el pelo en la peluquería y en lo que la atienden yo estoy haciendo unos recados. 
—A ver con qué nos sorprende esta vez.
De pronto algo me llama la atención más allá de la voz de mi novia y del ruido de la gente: es un sonido que apenas se oye pero igualmente destaca dentro del ambiente así que lo sigo.
—¿Will?
Casi brinco del susto cuando Liss me habla.
—Perdona, es que creo que he oído algo y no sé el qué…
Cuanto más cerca estoy del sonido más claro lo escucho. Busco con la mirada de dónde viene hasta que, acurrucado entre una maceta y un banco, veo a un niño de por lo menos seis años que por la forma en la que se agitan sus hombros y su cabeza escondida entre las rodillas parece estar llorando.
—Princesa, ¿te parece bien si hablamos luego?
—¿Qué ocurre?
—Acabo de ver a un crío y creo que está perdido. Después te cuento.
Espero que mi novia se despida para cortar la llamada y me acerco al escondite. No me extraña que nadie se diera cuenta, es un niño bastante pequeño y es un buen sitio para ocultarse.
—Hey —le llamo con la voz más suave posible mientras me arrodillo delante de él.
Levanta un poco la cabeza y me mira con las mejillas mojadas y los ojos un poco enrojecidos. Inclino la cabeza a un lado.
—¿Dónde están tus padres, campeón?
El crío niega con la cabeza.
—¿No sabes dónde están? ¿Quieres que te ayude a buscarlos?
Sorbe los mocos y vuelve mover la cabeza en un gesto negativo.
—Mamá dice… —se pasa la manga de su camiseta por la nariz—... que no puedo hablar con desconocidos. 
—Tu madre es muy lista diciéndote eso y tú también eres listo al hacerle caso. Oye, ¿quieres un pañuelo? No es plan que te llenes de mocos la ropa. —Saco un paquete de pañuelos de papel del bolsillo y le tiendo uno—. Toma.
El crío duda por unos segundos pero acaba cogiendo el pañuelo y se suena.
—¿Cómo te llamas?
Me mira con sus ojos oscuros y luego agacha la mirada, arrugando el pañuelo de papel con sus manitas. Parece más relajado.
—Carlos.
—Vale, Carlos, si no quieres que te ayude yo puedo avisar a uno de seguridad para que busque a tus padres, ¿te parece bien?
La duda vuelve a asomarse por los ojos de Carlos, que abre la boca una o dos veces, como si lo que fuera a decir no estuviera bien.
—Tranquilo, puedes hablar conmigo de lo que quieras sin miedo. —Me siento con las piernas cruzadas—. Si necesitas otro pañuelo me lo dices.
—Es que… —Encoge más las piernas—. Los guardias me dan miedo.
—¿Y eso?
Carlos aprieta los labios antes de hablar.
—Una vez uno le gritó a mi papá. Y… —vuelve a sorber por la nariz—... levantó el palo negro ese diciéndole cosas muy feas... cosas como «saltamuros». ¿Me das otro pañuelo?
—Claro.
Mientras se lo doy tengo que disimular la rabia que me da lo que me cuenta. Algo me dice que a la familia de Carlos les tocó el segurita racista de turno.
—¿Qué quieres hacer entonces? —le pregunto cuando él se suena—. No puedes esperar a tus padres para siempre. A lo mejor ellos te están buscando pero como estás tan bien escondido no pueden encontrarte. Y tampoco es bueno que estés solo.
Carlos agacha la cabeza una vez más y yo espero pacientemente a su respuesta.
—¿Me prometes que me ayudarás a encontrar a papá y mamá?
—Si me dejas sí. Yo siempre cumplo lo que prometo. —Le extiendo la mano, sonriendo—. ¿Trato hecho?
Me hace gracia la forma en la que abre mucho los ojos. No es la primera vez que un crío flipa con lo grandes que son mis manos. Acaba estirando la suya y me la estrecha.
—Trato hecho.
—Estupendo. —Lo ayudo a salir de su escondite y me pongo en pie—. Por cierto, me llamo Will.
—¡Hala, qué alto eres!
Ahí ya no puedo aguantar la risa.
—¡Eso es porque mi padre también era altísimo y a mí me dieron de comer muy bien! Venga, ¿vamos? No te separes de mí.
Recorremos el centro comercial en busca de los padres de Carlos hasta que llega un punto en el que se cansa de tanto caminar y lo subo a mis hombros. De esa forma ganamos los dos: él no tiene por qué andar y yo lo tengo más fácil para encontrar a sus padres.
Por fin, tras un buen rato buscando Carlos actúa de vigía de un barco pirata, señalando a una pareja que reconoce como sus padres. Nos acercamos a ellos y dejo que se reencuentre con ellos entre abrazos, besos y lágrimas de parte de los dos adultos desesperados porque no encontraban a su hijo, mientras me lo agradecen como locos. Carlos me abraza y me da las gracias antes de despedirse con una enorme sonrisa en la cara y llevándose mi paquete de pañuelos.
Cuando pierdo de vista a la familia me da por mirar el móvil y veo en la pantalla como seis mensajes de Sophie desde «Ya he terminado» a «¿dónde estás? estoy fuera de la pelu desde hace un rato», pasando por mil y un emoticonos de gatitos enfadados. 
De camino a la peluquería le mando un audio disculpándome por no mirar el móvil y diciéndole que la invitaba a una pizza y de paso le contaría mi breve aventura con Carlos.
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jalerlook · 2 years ago
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UN COMIENZO SIN FIN HASTA MORIR.
Se que ha pasado ya un tiempo de que no he escrito, y sí, aún no tengo buena ortografía pero como siempre hago lo que puedo, y ha vuelto un chico no tan adolescente ya con 20 años y pisando los 21, hoy es un día en dónde pienso wow 2023, pero... 2023? Ahhh ! Que aburrido de verás que aburrido, se ha vuelto una palabra muy constante en mi cabeza aburrido, aburrido, aburrido pero oye y el ¿por qué? Es tan fácil me siento un poco vacío pero ¿por qué ? Se supone que tengo todo pero aún así no puedo escapar de mi cabeza, contexto el 2023 siento que he vuelto a lo mismo del año anterior mismo trabajo mismos deberes pero se que me tiene aburrido es el desgraciado dinero, la sociedad hipócrita, tantas cosas como tener que pensar en escoger un presidente supuestamente bueno para mejorar un poco nuestras vidas pero ¿que ? Sigue subiendo la inflación siguen subiendo los precios sigue creciendo el mar y yo casi casi que me ahogo, perdí a mi gato zalem se fue, creo que lo supere, pero no, a veces lo siento muy dentro el dolor la falta que me hace ver esos ojos azules como el mar y el cielo, esa pelaje blanco con naranja que asemeja al atardecer soleado, ese que me hacía recordar que existen nubes, pero aún tengo a Nala mi bebé tan naranja como una mandarina y por qué mandarina porque es tan creída que a veces es amarga pero otras muy pero muy dulce, he perdido la práctica de dibujar he perdido amigos, he perdido años, pero sabes pienso que a pesar de todo esto, esto que siento, es solo temporal y ¿por qué? Aún tengo muchas cosas por las cuales luchar ¿quienes? Pues lo que están. tengo por quienes luchar y con quién luchar y sabes para que pido más, tengo un amor un amor que me ha enseñado a vivir un amor que me ama de vuelta, un amor que quiere luchar conmigo, y tan solo puedo decir te amo, y te amo de verdad y sobre todo gracias eres quien me ayuda en cada conversación profunda en mi mente me ayudas a salir y me ayudas aún más a salir adelante eres en quien confío y sé que si sigue creciendo el mar y se vuelve aún mucho más difícil nadar y se que cuando esté apunto de ahogarme o ahogarnos, tu encontrarás una balsa o tierra firme para no simplemente aceptar que hemos pedido y la verdad solo pienso que si es una balsa te ayudo a hacerla mucho mejor, y si es tierra firme construiremos un lugar para estar estables, estables de verdad, el tiempo es el mejor amigo del hombre pero también es tu peor pesadilla, tu decides en cómo usar o acabar tu tiempo, te amo, wow es verdad que aburre y mata el ser de la sociedad, la sociedad estúpida y negligente ahora voy camino a mi casa y si en un gigante rojo, pasando por un lugar lleno de bichos y sanguijuelas destructoras de la sociedad, pues se acaban de robar un celular!!! pero esto me hace pensar quien es el destructor de sociedad las sanguijuelas o quienes las crían, esos que están más alto que cualquier persona con buenas intenciones no puede llegar, y bueno estamos en Colombia país tan bello en clima,paisajes y fauna pero detrás de toda esa belleza hay sangre por todos lados y suciedad, en fin, sigamos... Tengo padres a los que amo, un hermano y una familia y muchas ganas de superarme y la verdad me urge leer un libro pero leerlo de verdad de principio a fin, y bueno ya casi empieza la universidad un nuevo camino lleno de muchas cosas diferentes nuevas piedras y nuevos retos que resolver solo queda esperar a ver que, creo que he crecido lo suficiente como para saber que me amo y que aún sea difícil lo lograré soy fuerte si no lo fuera no tendría 20 años pisando los 21, y nada más que contar quiero aclarar que está charla conmigo mismo me ha ayudado a ver muchas cosas, y la verdad me digo, para adelante hp tonto que eres una piedra sin pulir no se sabe que potencial se puede sacar, te amo te amo jaler... Y está historia la llamaré "UN COMIENZO SIN FIN HASTA MORIR"
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theory-xf-chaos · 22 days ago
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⠀⠀⠀⠀⠀ 𝚃ramas.
Childhood friend (0/1) ⠀ ✧ ⠀ Conociste a Jaehwan antes de aquel terrible suceso en su familia, quizás logres recordar el brillo con el que vivía y que se consumió de un momento a otro. Nunca supiste que había ocurrido y tampoco lo recuerdas con claridad, eran solo niños, pero aun tienes esa imagen de Jaehwan en tu cabeza y, de vez en cuando, quieres saber qué pasó realmente en su vida, como amigos de la infancia que alguna vez fueron.
Strange bug (0/1) ⠀ ✧ ⠀ Desde el momento que viste a Jaehwan lo consideraste un “bicho extraño”, un blanco perfecto de burlas. Sin embargo, continuamente te encuentras con que nada parece afectarle, digas lo que digas, siempre pasa de ti. ¿Ocurrirá lo mismo si ahora tus burlas se convierten en inocentes travesuras como empujarle para que tropiece frente a la clase? Habrá que averiguarlo.
5,000 wones (0/2) ⠀ ✧ ⠀ ¿Ese emo es uno de los cerebritos de la clase? Ja, parece inofensivo, quizás te parezca buena idea pedirle, o más bien exigirle, que haga tu trabajo o tu ensayo para presentarlo en clases y tener una calificación alta. Sin embargo, te encuentras con que Jaehwan solo hace tareas y trabajos por los demás a un costo de 5,000 wones. ¡Cinco mil! ¿Por qué tanto dinero solo por una tarea de la escuela? Para costear sus vicios, por supuesto.
And more! ⠀ ✧ ⠀ Esta sección puede ser actualizada a medida que la trama y el personaje avancen en su historia. De todas maneras, Jaehwan está abierto a cualquier dinámica donde pueda encajar: amistades, enemistades, personas para crear drama, lo que se les ocurra. No sean tímidxs, solo estoy a un dm de distancia ♡
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uniquetyphoonmiracle · 4 months ago
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La verdad es que los conciertos en medio de los CAMPOS de LAVANDA repleto de bichos revoloteando me parece una gilipollez como un PIANO..pues luego además no te puedes quedar a dormir o ha acampar por ahi y tienes 100 KM a MADRID tras acabar de NOCHE con carretera de curvas hasta la autovia..ideal para paseo en moto pero no para ir cansado de noche y estar vestido de blanco
..lo dicho creo que hay mucha ESTUPIDEZ Y AGILIPOLLA_MIENTO ..y en gran medida culpa de los IDOLOS DE ORO , DE LA FALSA MORAL DEL DINERO Y FALSA RELIGION
Por cierto..en 2022 tocaron REVOLVER [Antes COMITE CISNE o grupo de Carlos GOÑI que compuso UNA LLUVIA VIOLENTA Y SALVAJE cuando ETA cumplio su ultimátum de ejecutar a MIGUEL ANGEL BLANCO edil del Partido Popular y batería de POKER tras ser secuestrado a punta de SEX PISTOL por una mujer jaja] y SOL_EDAD JIMENEZ de PRESUNTOS IMPLICADOS a la que pusieron en TIME SQ como imagen o promoción de SPUTIFY..en 2023 TABURETE hijo del corrupto TESORERO de Partido POPULAR "BARCENAS] y VICTOR MANUEL casado con musa del EROTISMO POSTFRANQUISTA ANA BELEN [PILAR CUESTA ..DINERO jaja] protagonista de LA PASION TURCA donde se casa con un impotente rico y un turco la da hasta por el culo jaja
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