#André du Bouchet
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corydon8 · 5 months ago
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Poésie: gouverner la part immense de l homme qui échappe à la raison.
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nextposition1 · 1 year ago
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wordsandacademia · 1 year ago
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ce n'est pas moi qui taille ces rues
tout existe si fort
et loin
que je peux lâcher ma main
-André du Bouchet
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jgmail · 4 months ago
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El neopaganismo del “Sur”: la religión itálica
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Por Stéphane François
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Ediciones Ars Magna, dirigida por Christian Bouchet [1], ha publicado recientemente las traducciones de varias obras importantes sobre la tradición romana, es decir, sobre una forma de neopaganismo vinculada a la historia de Roma, también conocida como “religión itálica”, siendo una de sus figuras principales Julius Evola.
La Tradición Itálica o “Romanología” es, según la definición de Marco Pasi, “el estudio de la tradición religiosa y espiritual pagana de la antigua Roma y de los autores que, tras la caída del Imperio Romano, contribuyeron a mantener vivos destellos de esa tradición” [2]. Este movimiento es heterogéneo y está formado por diversas personalidades, revistas y grupos. En Francia, estuvo representado por la efímera revista trimestral Louve [3], con el subtítulo explícito “Roma antiqva. Noticias políticas y literarias. Revista metapolítica de combate para la refundación”. Su director, André Murcie, promovía el Imperio Romano y su politeísmo. De hecho, la religión itálica es una corriente del neopaganismo [4] que desea volver a las religiones de la antigua Roma y a la grandeza del Imperio Romano.
Una obra colectiva, basada en un coloquio celebrado en Nápoles en 2017, retomó ciertos aspectos de esta religión itálica: Julius Evola et la dimension magique du groupe d'Ur (Julius Evola y la dimensión mágica del grupo de Ur). Esta obra fue traducida al francés en 2023 por Ars Magna [5]. Además de los textos dedicados a la magia stricto sensu, esta importante obra muestra los vínculos que existían a principios del siglo XX entre la Sociedad Teosófica, los movimientos ocultistas, en particular los marcados por los escritos del ocultista y masón Giuliano Kremmerz (seudónimo de Ciro Formisano), la masonería, el pitagorismo, la alquimia y tal forma de religiosidad. También muestra su importancia entre una franja de la aristocracia en el contexto del Risorgimento, pero también del entonces naciente fascismo [6]. Además, Christian Bouchet tradujo un texto de Renato Del Ponte, discípulo de Evola y seguidor de la religión itálica [7], sobre los vínculos entre este último y el grupo Ur, una sociedad esotérica italiana que pretendía revivir esta forma de paganismo [8]. Entre sus miembros fundadores se encontraban Evola, por supuesto, pero también Arturo Reghini.
Estas importantes publicaciones nos brindan la oportunidad de volver a examinar en qué consiste este neopaganismo. También repasaremos su historia y destacaremos a sus principales teóricos, haciendo especial hincapié en el importante papel desempeñado por Julius Evola [9] en el desarrollo de esta forma de espiritualidad. Por último, también mostraremos la ambigüedad doctrinal de Evola, cuyo pensamiento estaba marcado por el racismo y el nordicismo, una paradoja si tenemos en cuenta que fue un promotor de una forma romana de neopaganismo...
¿Qué es la religión itálica?
La tradición romana presenta diversas facetas de un patrimonio antiguo cuyos orígenes se remontan al mundo etrusco-romano y a la Roma arcaica. Según Renato Del Ponte, él mismo pagano [10]: “Este movimiento, a pesar de su heterogeneidad metodológica e ideológica, se caracteriza por el deseo de actualizar el modelo espiritual, religioso y ritual del paganismo romano, cuya definición más precisa hemos propuesto en otro lugar: ‘la vía romana hacia los dioses’. Si simplificamos demasiado el problema, podemos decir que existen dos tendencias principales: en primer lugar, el Paganismo Romano, que hace referencia a la Roma Imperial y ve el Sacro Imperio Romano Germánico como su continuación, y que se encuentra muy influido por Julius Evola; y en segundo lugar, la tendencia Órfico-Pitagórica, que es más mediterránea (rechaza las influencias germánicas) y es encarnada por Arturo Reghini. El movimiento tradicionalista veía en la religión romana una alternativa que permitiría al Estado italiano escapar de las injerencias y los abusos políticos y morales de la Iglesia católica [11]”.
Los partidarios de la religión romana manifiestan muy a menudo un virulento anticristianismo ligado a la herencia evoliana, producto a su vez de la particular historia de Italia: hasta el Risorgimento y la unificación en 1870 la Iglesia poseía una parte importante del territorio italiano, los Estados Pontificios. Durante las primeras décadas del siglo XX, en torno a 1900-1920, algunas de las figuras más importantes de este movimiento se inspiraron en gran medida en las tendencias anticlericales y masónicas del Risorgimento. Otros, en cambio, se alejaron de ellas para seguir caminos originales. Esta diversificación ha continuado hasta nuestros días. La referencia al Risorgimento no es casual porque, según los actuales representantes de este movimiento, la unidad de Italia es el requisito previo para la restauración de este paganismo.
El tradicionalismo romano se basa en la noción de la Pax Deorum. Este concepto es esencial para comprender esta forma de neopaganismo porque es “[...] el ‘pacto’ o ‘contrato’ original entre los dioses primordiales (especialmente Júpiter Optimus Maximus, el Padre del Cielo, así como Jano, Marte y Vesta) y el pueblo de Roma. Esta Pax, querida por el Augur-Rey Rómulo y desarrollada por Numa Pompilio, fundó la unión indisoluble de la religión y el Estado romano desde la época de los Reyes hasta la caída del Imperio” [12]. Debido a la naturaleza particular de este neopaganismo, las prácticas religiosas debían ser privadas: el reconocimiento público implicaría la restauración del Estado romano. Según Renato Del Ponte, él mismo seguidor de esta forma de religión “esto explica el por qué varios de sus representantes intentaron, a lo largo del siglo [XX], ejercer influencia sobre las altas autoridades del Estado italiano, pero con resultados insuficientes” [13].
Algunos promotores de la religión romana afirman que el espíritu de la romanidad, el Genio [14], siguió manifestándose en la historia italiana tras la caída del Imperio. Se habría manifestado a través de los pensadores del Renacimiento, de ciertos poetas e intelectuales del siglo XIX como Giosuè Carducci, pero también en Humberto I de Saboya, rey de Italia de 1878 a 1900, e incluso en Benito Mussolini. De hecho, el fascismo fue acogido favorablemente por esta corriente de pensamiento que combinaba la tradición gibelina, la masonería, el ocultismo y el paganismo italiano. Esta escuela se caracterizaba por un nacionalismo y anticristianismo virulento. Se sintió atraída por el fascismo creyendo que Mussolini restauraría la grandeza de Italia y algunos de ellos estuvieron entre los primeros fascistas, como Eduardo Frosini, pero se sintieron decepcionados por los Acuerdos de Letrán firmados en febrero de 1929.
Sin embargo, según los representantes de este movimiento, la “vía romana hacia los dioses”, según la expresión de Renato Del Ponte, seguió existiendo en ciertas familias nobles del Lacio y de Roma. Según otras fuentes no verificables estos cultos se conservaron en la familia del barón Julius Evola. Es posible que el socialista ocultista Leone Caetani, príncipe de Teano y duque de Sermoneta, fuera colaborador de las revistas Ur y Krur, firmando artículos bajo el seudónimo de “Ekatlos” y desarrollando un discurso neopagano y marcial, a pesar de ser un diputado socialista moderado que se presentaba como un demócrata laico anticlerical. De hecho, Caetani colaboró en la revista Commentarium de Giuliano Kremmerz bajo el seudónimo de N. R. Ottaviano. Al parecer, también era miembro de una logia masónica egipcia.
El papel de Arturo Reghini
Sin embargo, uno de los primeros en teorizar sobre la “vía romana” fue el matemático Arturo Reghini, amigo y corresponsal de Guénon. Reghini era un ocultista y fue miembro del Ordo Templis Orientis [15] (u OTO) y de la principal obediencia masónica italiana (incluso creó su propio rito masónico, el Rito Filosófico Italiano). En 1903 fundó la Biblioteca Teosófica y estuvo en el origen de la sección italiana de la Sociedad Teosófica en la que se dice que desarrolló su anticlericalismo. Siendo violentamente anticristiano Reghini firmó varios de sus artículos bajo el seudónimo de “el Vicario de Satán”. En efecto, “inconscientemente y a su manera, Reghini se inspiró en esta fuente y jugó con ella, ensalzando las antiguas ‘virtudes itálicas’ y la doctrina gibelina del Imperio y criticando amargamente el cristianismo, acusado de ser una ‘creencia asiática’ cuyo fundador, Jesús, no era más que ‘un hipocondríaco y un megalómano sentimental, cuya visión del mundo creado por Dios conducía a la compasión y al llanto’” [16].
Según Arturo Reghini para acabar de una vez por todas con “[...] ‘la exótica cruz cristiana’ era necesario ‘restablecer una religión, en el sentido etimológico y pagano del término, entre lo humano y lo divino. Pero este vínculo, esta relación, debe ser efectiva, mágica, religiosa, y no puede ser establecida por una religión que no sea más que una creencia y un residuo sentimental” [17]. Fue con este autor “[...] con el que la Vía Romana tendió a hacerse más explícita, aunque perteneciera a la corriente ‘órfico-pitagórica’, marginal a la Tradición romana propiamente dicha. Fue precisamente en torno a las revistas de Reghini, Atanor (1924), luego Ignis (1925) y, finalmente, tras los decretos de Bodrero y las leyes sobre las sociedades secretas, Ur (1927-1928) dirigidas oficialmente por Julius Evola, donde se reunirían todos aquellos que pretendían dar al régimen [fascista] un carácter neopagano y romano” [18]. De hecho, como muchos partidarios de la “vía romana”, Arturo Reghini era un ardiente nacionalista que apoyó la expedición de Gabriele D'Annunzio al Fiume en septiembre de 1919. Defendió el Estado fascista, que consideraba anticatólico, hasta los Acuerdos de Letrán, ratificados en 1929.
La religión italiana también fue teorizada por un autor poco conocido pero muy importante, el filósofo tradicionalista, “antimoderno” y orientalista Guido De Giorgio. De Giorgio intentó una difícil síntesis entre la vía romana y el cristianismo, una idea iconoclasta para los partidarios radicales del tradicionalismo romano, que expuso en un texto publicado póstumamente, La Tradizione romana [19]. De hecho, en uno de sus pocos textos publicados, L'instant et l'éternité [20], que es una antología de artículos, De Giorgio desarrolló la idea de que el catolicismo perpetúa la religión itálica a través de la mediación de la función sagrada de Roma. Según el académico italiano Piero Di Vona, Guido De Giorgio inventó una forma de “fascismo sagrado”, diferente del fascismo político laico, estructurado en torno al rechazo de la modernidad: “De Giorgio concibió la ‘fascistización’ del mundo como un retorno al espíritu y las normas tradicionales. Es la abolición de la separación y el restablecimiento del equilibrio jerárquico, entre contemplación y acción, intelecto y razón, espíritu y sentimiento, con la preeminencia absoluta implícita de la contemplación y el conocimiento [...] Hay que recordar que, en términos políticos, las dos desviaciones fundamentales son, para él, el despotismo y el democratismo, ambos antinaturales y ciegos, y que ve en el despotismo la arbitrariedad de este. También debemos reflexionar sobre todo esto antes de emitir juicios injustos y sacar conclusiones precipitadas. En realidad, las propensiones y debilidades personales cuentan poco y significan poco aquí. Un análisis comparativo serio de las ideas demuestra las profundas entre este fascismo sagrado de De Giorgio y el fascismo profano del régimen fascista, hasta el punto que el contraste entre ambos era demasiado obvio y revela la naturaleza paródica e impura de este último” [21].
Guido de Giorgio conoció a Julius Evola y a Arturo Reghini a su regreso a Italia. Este último había enseñado en Túnez entre 1911 y 1915, donde forjó vínculos con representantes del esoterismo musulmán. Colaboró en Ur en 1928 y en La Torre, la revista de Evola, en 1930. De Giorgio se dice que fue el responsable de la “reorientación” metafísica de Julius Evola, ejerciendo una influencia decisiva sobre este último. En la década de 1920, De Giorgio fue muy cercano a René Guénon, a quien visitó en su casa, algo poco frecuente, ya que René Guénon rara vez recibía visitas en su domicilio.
Julius Evola
Sin embargo, la gran autoridad sobre el paganismo italiano sigue siendo Julius Evola, teórico del tradicionalismo no cristiano y homólogo italiano de René Guénon. Evola dedicó varios artículos y estudios a la tradición romana, recopilados en Símbolos y “mitos” de la tradición occidental [22]. La mayoría de ellos datan de las décadas de 1930-1940 y fueron reelaborados posteriormente por el autor. Evola es un pensador complejo e inclasificable cuyas obras abordan el esoterismo, la política y la historia de las religiones. El pensamiento de Evola es una reacción a su entorno original, la aristocracia católica, la tradición cristiana y el “mundo moderno”. También fue un gran deportista y un reputado alpinista.
Antes de la Primera Guerra Mundial Evola se codeó con los futuristas italianos. Al igual que estos últimos quería ir a la guerra y participó como oficial voluntario de artillería. Si la guerra le parecía necesaria era sólo como acto revolucionario. En cuanto terminó la guerra, sus simpatías se desplazaron hacia los imperios centrales. Comenzó entonces a desarrollar su pensamiento, basado en un supuesto despertar de las fuerzas espiritualmente aristocráticas dirigido contra la hegemonía burguesa y sus valores (materialismo y utilitarismo), los cuales condenó hasta su muerte.
Evola estuvo profundamente influido por la crítica de Nietzsche a la modernidad. En este sentido, formó parte de la corriente pesimista de la “Revolución Conservadora” alemana. Una vez firmada la paz Evola experimentó una crisis interior provocada por el materialismo de la actividad humana. Redescubrió el gusto por la vida gracias al descubrimiento de textos hindúes y budistas. De esta experiencia iniciática nació un texto: La doctrina del despertar. Ensayos sobre la ascesis budista [23]. Del budismo extrajo una fuerza que puso al servicio del dadaísmo, el cual le atrajo durante un tiempo. Dedicó gran parte de su tiempo a pintar y escribir poesía. Pero el interés de Evola por el arte decayó pronto.
A partir de 1920-25 se involucró en círculos esotéricos y masones, aunque siempre se mantuvo opuesto a la masonería, y conoció a miembros de la OTO, una sociedad secreta con una fuerte inclinación hacia la magia sexual tras su contacto con el ocultista británico Aleister Crowley. Se alió con varios masones anticlericales y partidarios del fascismo. En 1927, junto a ellos y a antropósofos seguidores de Steiner, fundó el grupo UR, que pretendía dar fundamentos espirituales no cristianos al fascismo y se oponía a cualquier acercamiento entre Mussolini y el Vaticano. Tras la salida de los masones, el grupo cambió su nombre por el de KRUR.
En 1928 Evola publicó Imperialismo pagano [24], un libro que promovía una concepción pagana del mundo y sentaba las bases de un movimiento más fascista que el fascismo (“suprafascismo”). Evola se opondría más tarde a la reedición de esta obra, pero se consideraría un libro importante en los círculos neopaganos italianos. El texto y las revistas Ur y Krur fueron entonces puestos en la lista negra. Hay que recordar que su revista, La Torre, fue prohibida por Mussolini debido a la oposición de Evola a cualquier política demográfica, una verdadera sumisión a las “masas”. Al final, Evola reprochó al fascismo italiano sus compromisos con la democracia.
La publicación en 1934 de su libro Rebelión contra el mundo moderno [25] le abrió las puertas de la Alemania nazi. Sin embargo, ya era conocido en Alemania desde principios de 1930 por sus conferencias en el Herrenklub, un club influido por la Revolución Conservadora. A partir de 1938 recorrió los castillos de la Orden de las SS. Durante la guerra, participó en la Ahnenerbe, fundada por el arqueólogo germano-holandés Herman Wirth, activo en los círculos völkisch [26]. Sin embargo, Evola no se hacía muchas ilusiones sobre el valor del nacionalsocialismo y el fascismo. Analizaba estos dos sistemas políticos como un medio, en el mejor de los casos, de retrasar la descomposición de Occidente. Sus modelos eran más bien las antiguas órdenes teutónicas de caballería, cuyas encarnaciones modernas veía en la Guardia de Hierro rumana de Corneliu Codreanu, la Falange de José Antonio Primo de Rivera y las SS. Evola estaba especialmente influido por Codreanu y sentía por él una admiración inquebrantable.
Los vínculos de Evola con el fascismo y el nazismo son complejos. Según Philippe Baillet, cercano hoy al neonazismo, Evola nunca fue fascista, pero contó con el apoyo de algunos de los más importantes partidarios del régimen de Mussolini. Permaneció al margen del fascismo, una especie de compañero de viaje, porque jamás le presto ni su apoyo ni su lealtad. Sin embargo, nunca fue nacionalsocialista, aunque colaborara en publicaciones oficiales nacionalsocialistas y aunque mantuviera contactos con algunos dirigentes de las SS. De hecho, las relaciones entre Evola y el nacionalsocialismo fueron tormentosas. Criticó las tesis de Rosenberg y el mal uso que los nazis hacían de la Tradición Nórdica. También veía en la “cultura” nazi una manifestación del despreciable espíritu conservador pequeñoburgués. Este desprecio era recíproco: las SS lo consideraban como un aristócrata reaccionario. Sin embargo, a Wiligut le caía bien y le invitaba a dar conferencias en los castillos de la Orden.
En 1944 un bombardeo sobre Viena le hirió y terminó paralizándole las extremidades inferiores. Esto le obligó a volcarse por completo a la contemplación, pero no le impidió brindarle apoyo moral a la extrema derecha italiana y luego a la Nueva Derecha europea, una vez acabó la guerra. Incluso fue detenido en 1951 por haber creado una organización clandestina, “los fasces de acción revolucionaria”, pero fue absuelto. Tras la guerra publicó dos grandes obras políticas, Los hombres y las ruinas 1953 [27] y Cabalgar el tigre en 1961 [28], que sirvieron de base intelectual al terrorismo de extrema derecha durante los “años de plomo”. Más tarde se codeó con los fundadores del futuro Movimento sociale italiano (MSI) y de Ordine Nuovo (ON), este último implicado posteriormente en atentados terroristas. También conoció al príncipe Junio Valerio Borghese, fascista histórico que intentó dar un golpe de Estado en diciembre de 1970. En 1957 tradujo La decadencia de Occidente de Spengler. Finalmente, se dedicó cada vez más a la contemplación, abandonando la acción. Sin embargo, hasta su muerte perfeccionó y radicalizó su discurso. Falleció en junio de 1974. La personalidad y la obra de Evola ejercieron una influencia polimorfa e importante en la derecha radical, en particular en el neofascismo, el nacionalismo-revolucionario y la Nueva Derecha, no sólo en Italia, sino también en Francia y Alemania.
Una metafísica pagana
Según el mismo Evola la metafísica que el desarrolló [29] no es “suya”; no expresa en absoluto su subjetividad singular y la evolución de esa subjetividad; al contrario, “[...] se confunde con la ‘metafísica’ como modo de (auto)realización, una autorrealización que es a la vez contemplativa (conocimiento de los principios) y activa (camino heroico). La metafísica que Julius Evola sólo pretende exponer y que él define fácilmente como un ‘realismo trascendente’ (un realismo de las ideas y/o de los principios superiores al estilo platónico), incluye (o envuelve) una filosofía involucionista de la historia basada en el doble axioma de que la historia es un proceso de decadencia. Esta metafísica y filosofía de la historia puede identificarse con el pensamiento de la Tradición” [30].
El tradicionalismo radical de Evola implica también una metafísica de la política, una metapolítica, basada en la idea de decadencia y conceptualizada tras la lectura de La crisis del mundo moderno de Guénon. Este discurso es coherente en contraste con su discurso político, improvisado a partir de una utopía nostálgica desprovista de todo fundamento político real. La crítica de Evola al mundo moderno parece como una metafísica de la decadencia y de la restauración de lo primordial.
Después de Guénon, Evola debe ser considerado como uno de los grandes representantes de la “Tradición Primordial”. Para Evola tal radicalismo antimoderno se manifiesta en una intransigencia metapolítica que explica, por una parte, su implicación política en manifestaciones modernas (fascismo, nacionalsocialismo) y, por la otra, su desentendimiento aristocrático (juzgar y orientarse por referencia a los principios de la Tradición). Esta posición paradójica es la expresión del concepto de Evola de “hombre diferenciado”, que está a la vez dentro y fuera del mundo. Evola es, de hecho, el teórico del tradicionalismo revolucionario.
El radicalismo antimoderno de Evola aparece por primera vez en su libro más importante, Rebelión contra el mundo moderno. En él, Evola expone su “metafísica de la historia”, basada en la crítica y el rechazo del mundo occidental moderno y en la premisa de la naturaleza decadente de la modernidad. El discurso evoliano de la decadencia es una forma de pensamiento antimoderno dentro de la modernidad, cuyo rechazo de la idea del progreso se encuentra entre sus fundamentos. De hecho, Evola fue influido por Nietzsche, Spengler y Guénon. También retomó y conceptualizó la teoría de las cuatro edades que se encuentra en las obras de Hesíodo y en la tradición india: la Edad de Oro/Satya-Yuga (la edad del ser), luego la Edad de Plata/Treta-Yuga (la edad de la madre), la Edad de Bronce/Vâpara-Yuga (la edad del heroísmo) y, por último, la Edad de Hierro/Kali-Yuga (la edad oscura), la última de las cuales corresponde a la época actual. Aquí, Evola parece ser un descendiente directo de Guénon, cuya Crisis del mundo moderno reintrodujo la doctrina india de las cuatro edades. Esta heterogeneidad discursiva permite comprender ciertas dificultades internas y ciertas evoluciones del pensamiento de Evola.
El discurso de Evola también estuvo marcado por su descubrimiento de otras civilizaciones y la relativa incomunicabilidad entre ellas. Este descubrimiento dio lugar a la idea de la relatividad y mortalidad de la civilización moderna. Según Evola, más allá del pluralismo civilizatorio y de Spengler, hay que reconocer un dualismo civilizatorio. “Por un lado, hablamos de la civilización moderna”, escribe Pierre-André Taguieff, “y por otro, de todas las civilizaciones que la precedieron (en Occidente, digamos hasta el final de la Edad Media). Aquí la ruptura es total. Más allá de la múltiple variedad de sus formas, la civilización premoderna, que puede llamarse tradicional [aquí Evola reconoce su deuda con Guénon], representa algo morfológicamente diferente. Son dos mundos, uno de los cuales se ha diferenciado hasta el punto de no tener casi contacto con el otro. Del mismo modo, la comprensión real de la tradición sigue bloqueada para la inmensa mayoría de los modernos” [31].
Evola deshistoriza así la oposición entre lo “tradicional” y lo “moderno”, identificando este último con lo “histórico”: “el hecho de que las civilizaciones de tipo tradicional se sitúen en el pasado, en relación con la época actual, se convierte en accidental” [32].
Además, el racismo nórdico de Evola tiene una variante culturalista y tradicionalista, en la que la raza se identifica con un tipo espiritual, vinculado a su vez a un tipo mental o cultural. Para Evola el término “raza” se refiere, por lo tanto, a la “cualidad” en el sentido de una persona “racista”. La doctrina evoliana de la raza debe conducir a algo distinto de sí misma y no puede tener en modo alguno un valor como fundamento. El racismo biológico es, por lo tanto, parte de la perspectiva evolucionista, la cual no es otra cosa que la última versión del naturalismo moderno. Para Evola el racismo zoológico no es más que un aspecto particularmente burdo del reino de la cantidad. Además, consideraba el pensamiento völkisch como una “involución” [33]. Sin embargo, Evola era antisemita, como señala Philippe Baillet: “¿Paradójico el itinerario que lleva del dadaísmo a los márgenes de las SS, pasando por numerosos contactos en el seno de la “revolución conservadora” alemana? ¿Paradójico el proyecto de una revista italo-alemana, en plena guerra, que debería haber codirigido Evola? ¿Paradójica la investigación raciológica iniciada conjuntamente con Ludwig Ferdinand Clauss? Otra paradoja es la introducción dada a la edición Preziosi de 1938 de los Protocolos de los Sabios de Sión. ¿Otra paradoja es la afirmación de que incluso si los Protocolos fueran una falsificación en términos materiales su “veracidad” entre bastidores estaría fuera de toda duda? ¿O es simplemente una paradoja que Preziosi, una especie de Henry Coston italiano, pero más doctrinario y por lo tanto más fanático, llegara a colaborar durante tanto tiempo en la revista La vita italiana?” [34].
El nordicismo de Evola se manifestaba también en la idea de un origen polar (en el sentido geográfico y simbólico) de la Tradición primordial. El abandono de estas tierras habría provocado una emigración de estos pueblos hiperbóreos o atlantes, los dos términos eran sinónimos en su mente, a través del Atlántico de Norte al Sur y luego desde el Oeste hacia el Este, una teoría común en los círculos esotéricos de principios del siglo XX. Según Evola, el espíritu nórdico primordial, la “Luz del Norte”, con su espiritualidad solar, viril, real y patriarcal, fue entonces derrotado por el espíritu meridional, la “Luz del Sur”, inferior, lunar, femenino y matriarcal.
Después de la Segunda Guerra Mundial Evola ejerció una influencia considerable en la extrema derecha, tanto en Europa como en Estados Unidos, como demuestra la reedición regular de sus libros, sobre todo los más políticos.
El renacimiento de la década de 1990
Tras la Segunda Guerra Mundial el paganismo italiano permaneció en la sombra durante mucho tiempo y no reapareció hasta finales de la década de 1960. Fue retomado primero en círculos marginales de la derecha radical, sobre todo en Ordine Nuovo.
Desde 1960 la corriente evoliana tradicionalista de Roma estaba representada por varias asociaciones, la principal de las cuales es el Centro de Estudios Evolianos (CSE), fundado en Génova en 1969, mientras Julius Evola estaba vivo. Este centro “tiene como objetivo promover la investigación sobre el pensamiento de Evola y la difusión de su obra, favoreciendo la publicación de algunos textos” [35]. Así, el “C.S.E. creó secciones en Francia, Bélgica, América Latina, Austria y Hungría” [36]. Su principal dirigente era Renato Del Ponte, estrecho colaborador de Julius Evola. De hecho, fue él quien depositó las cenizas de Evola en una grieta en medio de una montaña bastante alta. Participó activamente en los círculos tradicionalistas romanos y siguió siendo partidario de la “religión itálica” hasta su muerte. También fue el fundador de la revista Arthos, publicada de 1972 a 1990 y de nuevo a partir de 1997, que podría considerarse el órgano del tradicionalismo pagano italiano. También es el impulsor de la editorial SEAR y un traductor.
La segunda gran asociación evoliana es la Fondazione Julius Evola (“Fundación Julius Evola”): “[...] creada en mayo de 1974, en Roma, en el Palazzo Bacelli donde vivía Evola [...]. Sus objetivos, fijados por Evola antes de su muerte, son la defensa de los valores tradicionales y la voluntad de estrechar los lazos entre quienes pretenden difundir el pensamiento de Evola” [37]. La Fundación gestiona la colección de manuscritos, libros, cuadros y objetos pertenecientes a Julius Evola y también se dedica a recopilar todos los artículos escritos y/o reelaborados por Julius Evola, la mayoría de los cuales fueron escritos bajo seudónimo. Gianfranco De Turris, periodista y ensayista actualmente responsable de la fundación, editó en Italia las obras completas de Julius Evola. Desde 1998, dirige también una revista dedicada al estudio de las tesis de Evola, Studi Evoliani.
Posteriormente, el movimiento itálico se separó del Ordine Nuovo. La religión itálica se estructuró en torno al Grupo Dioscuri, que desapareció en 1975. El verdadero renacimiento de la religión itálica no se produjo hasta principios de 1980, cuando renació de forma “consciente y explícita” [38]. Según Renato Del Ponte, el primer acto público, que fue un simposio, tuvo lugar el 1 de marzo de 1981 en Cortona. Desde entonces, se han organizado numerosos coloquios en torno a este tema. Entre 1985 y 1990 se pusieron en marcha otras iniciativas, entre ellas cuatro congresos (conventium I, II, III y IV) que reunieron a las distintas agrupaciones de seguidores de la religión itálica. Sin embargo, la religión itálica se practicaba en un contexto estrictamente privado, ya que el neopaganismo no estaba reconocido por el Estado italiano.
A principios de 1990 los antiguos colaboradores de la revista esotérica Ignis fundaron Politica Romana [39], una revista italiana sin tendencias de extrema derecha, pero con ideas nacionalistas. Revista di Studi Iniziatici [40], que pretendía ser la heredera de la revista homónima de Arturo Reghini, Piero Fenili y Marco Baistrocchi. Ignis, al igual que Politica Romana, desarrollaba temas político-espirituales de interés para el “pueblo” y la “nación” italianos. El objetivo de los editores de Politica Romana era estudiar la “Tradición Romana” y el esoterismo “órfico-pitagórico”. Esta publicación era interesante porque pretendía distanciarse de las tesis de Evola y Guénon, a los que criticaba violentamente bajo la pluma de Piero Fenili, situándose al mismo tiempo en una filiación de carácter “tradicional”. También tenía una visión positiva del cristianismo/catolicismo (gran diferencia con Ignis, que era más bien anticristiano) y de la masonería. También le interesaban la política italiana y las religiones orientales, en particular el budismo tibetano y el sintoísmo.
Piero Fenili dedicó varios artículos a criticar en profundidad las tesis evolianas, en particular su germanismo y su promoción del Sacro Imperio Romano Germánico. Por el contrario, los autores de Politica Romana defendían la idea de una continuidad étnica y cultural desde la antigua Roma hasta nuestros días, haciendo de Italia una especie de tierra sagrada y sacral, con Roma siendo considerada como un periodo de esplendor previo a la decadencia personificada por la Edad Media. Por encima de todo, estos autores promovían un imperio universalista. Por ello, destacaron el Renacimiento y la Edad Moderna, manifestación del retorno del Imperio y de los valores romanos, así como personajes como Dante y Maquiavelo. Lógicamente, defendían el Risorgimento. Así pues, la revista tenía dos objetivos: uno era político, con la promoción de la nación italiana; el otro era espiritual, con la promoción de una religión que sería exclusiva de esa nación: la religión itálica. De hecho, gran parte del contenido de la revista se centraba en el estudio de los cultos mistéricos de la Antigua Roma, en particular, y con toda lógica, el pitagorismo y el orfismo, pero también en el “Genio de Roma”.
La religión itálica es, por lo tanto, una religión étnica e identitaria, que rechaza tanto el cosmopolitismo de la Ilustración – una paradoja para los promotores de un imperio universalista – como las ideas reaccionarias de una parte de la extrema derecha italiana. Sus seguidores tienen una visión positiva del Risorgimento y de la masonería, que consideran que contribuyen al retorno de la Roma de la Antigüedad (o al menos de sus ideas). Es curioso que la extrema derecha italiana no haga hincapié en ello en un contexto de repliegue identitario, máxime cuando el recuerdo de Julius Evola y su Imperialismo pagano sigue vivo en Italia, con, por ejemplo, una fundación que reedita su obra. Las diversas obras recientemente traducidas por Ars Magna nos brindan la oportunidad de descubrir este rico mundo, desconocido para los lectores no italianos.
Notas:
[1] Christian Bouchet es un veterano de la extrema derecha y la principal figura francesa del movimiento nacionalista-revolucionario (NR). Es un autor prolífico que ha escrito numerosos artículos y libros sobre la extrema derecha y la historia del movimiento NR, así como sobre la historia del esoterismo y las religiones minoritarias, en las que es especialista. Es doctor en etnología y escribió su tesis sobre el ocultista británico Aleister Crowley.
[2] Marco Pasi, «compte rendu de Politica Romana nº 4», en Politica Hermetica, nº 10, 1996, p. 286.
[3] Louve. Roma antiqva. Actualité politique et littéraire. Revue métapolitique de combat pour la refondation, nº 1, février 2002, Esternay.
[4] Para un panorama exhaustivo del neopaganismo recomendamos a nuestros lectores leer nuestros estudios: Stéphane François, «Néo-paganisme», en Bruno Dumézil (dir.), Dictionnaire des Barbares, Paris, Presses Universitaires de France, 2016, pp. 970-973 ; «Néo-paganisme», en Anne-Laure Zwilling (dir.), Les Minorités religieuses en France. Panorama de la diversité contemporaine, Paris, Bayard, septembre 2019, pp. 1228-1236.
[5] Según el “Preámbulo editorial” escrito por Pier Luca Pierini, en las «actes du 3ème Symposium international sur le Groupe d’Ur» in Gianfranco de Turris (dir.), Julius Evola et la dimension magique du groupe d’Ur, Nantes, Ars Magna, 2023, p. 7.
[6] Ver Julius Evola, L’École de mystique fasciste. Écrits sur la mystique, l’ascèse et la liberté, Nantes, Ars Magna, 2022.
[7] De formación universitaria, falleció en el 2023 y fue él quien depositó las cenizas de Evola en una grieta del Monte Rosa, en los Alpes. Estuvo en el origen del movimiento tradicionalista romano. También fue editor, redactor jefe de la revista Arthos y traductor. Por último, en 1969 fundó el Centre d'études évoliennes. Es autor de importantes obras de este movimiento neopagano, como Dei e miti italici: archetipi e forme della sacralità romano-italica, 1985, que ha sido reeditada muchas veces; Il movimento tradizionalista romano nel ‘900, 1987, La religione dei Romani, 1992, Evola e il magico Gruppo di Ur, 1994; I Liguri: etnogenesi di un popolo, 1999; La città degli Dei: la tradizione di Roma e la sua continuità, 2003 y Favete Linguis!: saggi sulle fondamenta del Sacro in Roma antica, 2010.
[8] Renato Del Ponte, Julius Evola et l’expérience du Groupe d’Ur. Suivi de Le mouvement traditionaliste romain, Nantes, Ars Magna, 2024.
[9] Los textos que Evola publicó en esta revista, bajo su propio nombre o bajo diversos seudónimos, fueron traducidos al francés por Ediciones Archè entre 1983 y 1986 (4 vols.) con el título de Ur & Krur – Introduction à la magie 1927-1928-1929.
[10] Fundó el Movimiento Tradicionalista Italiano a finales de la década de 1980.
[11] Renato Del Ponte, «Les courants de la Tradition païenne romaine en Italie», Antaïos, nº 10, été 1996, p. 166.
[12] Ibid., p. 166.
[13] Ibid., p. 167.
[14] En la antigua Roma, el Genio era una entidad de naturaleza divina que presidía la salvaguarda de un individuo, el emperador, una comunidad, el Senado o el pueblo romano, o un lugar, como Roma.
[15] Esta orden mágica fue fundada hacia 1895 por un periodista alemán, Theodor Reuss, y un acaudalado industrial austriaco, Karl Kellner, ambos apasionados por el esoterismo y el Oriente. Tras la muerte de Kellner en 1905 Reuss reorganizó el grupo sobre nuevas bases, centrándose en particular en la magia sexual. Aleister Crowley estableció la Orden en Inglaterra en 1912. A partir de la década de 1920 resultaba imposible distinguir la OTO de la “religión del Thelema” de Crowley, ya que ambas se fusionaron.
[16] G. M., «Guénon, De Giorgio et la “réorientation” de Julius Evola», pp. 30-31, en Guido De Giorgio, L’instant et l’éternité, Milan, Archè, 1988.
[17] Ibid., p. 31.
[18] Renato Del Ponte, «Les courants de la Tradition païenne romaine en Italie», art. cit., p. 168.
[19] Guido De Giorgio, La Tradizione romana, Milan, Flamen, 1973.
[20] Guido De Giorgio, L’instant et l’éternité, op. cit., pie de página del editor, pp. 9-21.
[21] Piero Di Vona, Evola e Guénon. Tradizione e Civiltà, Naples, Società editrice Napolitana, 1985, p. 193, citado dentro de un pie de página por el editor, in G. De Giorgio, L’instant et l’éternité, op. cit., p. 17.
[22] Julius Evola, Symboles et «mythes» de la tradition occidentale, Milan, Archè, 1980.
[23] Julius Evola, La doctrine de l’Éveil. Essai sur l’ascèse bouddhiste, Milan, Archè, 1976.
[24] Julis Evola, Impérialisme païen avec un Appendice polémique sur les attaques du parti guelfe, Puiseaux, Pardès, 1993.
[25] Julius Evola, Révolte contre le monde moderne, Lausanne, L’Âge d’Homme, 1991.
[26] Arthur Branwen, Ultima Thulé, Julius Evola et Herman Wirth, Nantes, Ars Magna, 2024.
[27] Julius Evola, Les hommes au milieu des ruines, Grez-sur-Loing, Pardès, 2005.
[28] Julius Evola, Chevaucher le tigre, Paris, Guy Trédaniel Éditeur, 2002.
[29] Sobre las ideas de Julius Evola, véase Stéphane François, «L’anthropologie évolienne, la race de l’“esprit” et le judaïsme», L’occultisme nazi. Entre la SS et l’ésotérisme, Paris, CNRS Éditions, 2020, pp. 101-128.
[30] Pierre-André Taguieff, «Julius Evola, penseur de la décadence», Politica Hermetica, nº 1, 1987, p. 11.
[31] Ibid., p. 29.
[32] Ibid., p. 29.
[33] Giovanni Monastra, «Julius Evola, des théories de la race à la recherche d’une anthropologie aristocratique», Nouvelle École, nº 47, 1995, pp. 54-55.
[34] Philippe Baillet, «“Lâcher prise” et maîtrise sur le chemin du cinabre.», Politica Hermetica, nº 13, 1999, p. 227.
[35] Christophe Boutin, Politique et tradition. Julius Evola dans le siècle 1898-1974, Paris, Kimé, 1992, p. 417.
[36] Ibid., p. 418.
[37] Christophe Boutin, Politique et tradition, op. cit., p. 418.
[38] Renato Del Ponte, «Les courants de la Tradition païenne romaine en Italie», art. cit., p. 169.
[39] La revista parece haber existido desde 1994 (n°1) hasta 1999 (n°5).
[40] Sobre la historia de esta revista, véase el artículo de Laszlo Toth, «Ignis Redivivus», Politica Hermetica, n°6, 1992, pp. 131-138.
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suis-nous · 1 year ago
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orpheusz · 5 years ago
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Par Jean Daive - Avec Jacques Derrida, André Du Bouchet et Jacques Dupin - Réalisation Pamela Doussaud
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cheminer-poesie-cressant · 5 years ago
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revenir sur les écrits comme un puissant devenir
initier la poème
penser aussi à l'achever
penser sa fin
le plus difficile
nous qui ne savons vers où aller
André du Bouchet, Retours du vent 
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lyatheo · 6 years ago
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Je vis dans une solitude splendide, comme perché à la pointe d'un rocher, ayant toutes les vastes écumes des vagues et toutes les grandes nuées du ciel sous ma fenêtre. J'habite dans cet immense rêve de l'océan,                       je deviens peu à peu un somnambule de la mer. C'est de cette éternelle contemplation que je m'éveille de temps en temps pour écrire. Il y a toujours sur ma strophe ou sur ma page                      un peu de l'ombre du nuage et de la salive de la mer. Ma pensée flotte et va et vient, comme dénouée par toute cette gigantesque oscillation de l'infini.
Texte André du Bouchet ~ L’Œil égaré dans les plis de l’obéissance au vent . (via le blog de Romain Verger que je remercie)
Photographie Source
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membrane · 6 years ago
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Je vis dans une solitude splendide, comme perché à la pointe d'un rocher, ayant toutes les vastes écumes des vagues et toutes les grandes nuées du ciel sous ma fenêtre ; j'habite dans cet immense rêve de l'océan, je deviens peu à peu un somnambule de la mer. C'est de cette éternelle contemplation que je m'éveille de temps en temps pour écrire. Il y a toujours sur ma strophe ou sur ma page un peu de l'ombre du nuage et de la salive de la mer ; ma pensée flotte et va et vient, comme dénouée par toute cette gigantesque oscillation de l'infini.
André du Bouchet / L’Œil égaré dans les plis de l’obéissance au vent / Seghers / 2001.
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marcogiovenale · 3 years ago
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"zanzotto européen": paris, jeudi 25 et vendredi 26 novembre à partir de 10h
“zanzotto européen”: paris, jeudi 25 et vendredi 26 novembre à partir de 10h
.it iicparigi.esteri.it/iic_parigi/it/gli_eventi/calendario/2021/11/colloque-international-zanzotto.html Nel quadro delle iniziative di celebrazione del centenario della nascita di Andrea Zanzotto, l’Istituto italiano di cultura in collaborazione con l’Université de Lorraine, l’Ens, la Maison de la Poésie e la Maison d’Italie organizza un convegno che intende proiettare la figura letteraria e…
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les-toupies-h · 7 years ago
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« Ecrire / pour ne pas rester / les mains /nues » André du Bouchet | Carnet, Fata morgana, 1994
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debedehaberdos · 3 years ago
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André du Bouchet: el paisaje de la mente exterior
André du Bouchet: el paisaje de la mente exterior
André du Bouchet fue uno de los más grandes poetas franceses de su tiempo, filósofo inconformista y un auténtico iconoclasta. Pero también fue un gran traductor del ruso (Mandelstam), del alemán (Hördelin, Celan) y del inglés (Shakespeare, Joyce), autor de una obra esencial y enigmática, heredera de Mallarmé, voluntariamente recluido y alejado de todas las ceremonias e industrias que intentaron,…
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las-microfisuras · 7 years ago
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3
Sur la terre compacte où je continuede brûler,
l'air nous serrant à mourir, nous ne reconnaissons
plus le mur. J'occupe soudain ce vide en avant
de toi.
 3
Sobre la tierra compacta donde sigo ardiendo,
el aire nos estrecha hasta morir, ya no reconocemos
el muro. Ocupo, de súbito, este vacío delante
de ti.
 • André Du Bouchet
Versión de Daniel Arana.
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unicornery · 3 years ago
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I noticed there is a real lack of Andrés du Bouchet content on this blog (or blaoug as the Prez of Boliviguay might say)
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luciepichon · 8 years ago
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Ici en deux
André Du Bouchet
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koridoriusempty · 8 years ago
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« Ici le jour s’accorde... » / "Here the light..."
here the light falls in with my step.
I slide on the snow of the paper just as I slide on this dry earth.
without any respite so far
I always end up at the top of the same mountain — I spend several weeks to get there again.
the air cuts us short and expands us
a barrier born when it touches the horizon and scatters
like the four walls of day that enclose me that join sometimes into a single wall in front of which I find myself — outside.
As evening falls, the doorway whitens. The horizon is close to the threshold of the room where I am lost.
All I carry on my body is this letter I cherish, which no longer has a name — of which nothing is left but the sky between the lines.
If the earth keeps breathing hard, we will wear ourselves out. I have known a day just like the one before it, but now it rages, towers like a crushing wall, turning against us. Without anything showing on the surface.
I will repeat myself like the earth we walk on.
in the burst of a new day
I am lying in a long trail of ash — my fingers turn gray like burnt twigs, black at the joints —
first the wind swirls it around me a bit — then we quiet down together.
I take a stand like a tree in the light
it’s my limbs that go slack
I know I am walking toward an evening that I carry in the hollow of my chest
I return from the ends of the earth — to this borderland — at the hour when the edges of day still burn — or ring it with a cordon of fire. André du Bouchet
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