#Anclados
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valiendo verga :)
#tuve que archivar nuestro chat pq lo tenía anclado y era lo primero que veía al entra a whatsapp#y me pone muy triste el simple verlo#y ahorita entré en whatsapp y vi que subió un estado#y es un ss de una conversación con alguien y son un putero de audios de más de 6mins que ella le envió#me siento tan tóxica#pero me siento tan mal por toda la situación#y el ver eso me hizo sentir peor#porque puede significar que a mi me ignora#y pienso en que antes solía ser yo a la que le enviaba audios así#pero bueno#creo es mejor ya no entrar a whatsapp por hoy#o lo menos posible#no puedo ni concentrarme para hacer mi tarea porque todo esto me consume#nessquik
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cada vez que leo un blog que tiene demasiada información personal pienso 'hmm porque es necesario que yo sepa esto?' y después pienso 'porque, yo, una persona desconocida de internet al otro lado del mundo puedo saber tan rápidamente toda esta información?'
#cada uno tiene su blog y puede compartir cuánta info se le antojw#yo lo hago#peeero a veces es demasiado#sobre todo si tenes un post anclado con todos los datos 'relevantes'
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#Meta anuncia los mensajes anclados en WhatsApp
Meta anuncio ayer la posibilidad de anclar los mensajes y de esta manera se podrá destacar fácilmente los mensajes importantes en chats de grupo o 1:1. Esto ayuda a ahorrar tiempo a los usuarios para que puedan encontrar los mensajes oportunos más fácilmente. Todos los tipos de mensajes, como texto, encuestas, imágenes, emojis, etc., se pueden anclar, y están cifrados de extremo a extremo (Fuente…
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uuuuh idk what to put here.... ill get back to it later xP
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🏎️ 𝐛𝐨𝐱, 𝐛𝐨𝐱.
blog privado y selectivo de rol, escrito por agatha. ella/suya. mexicana. +21. intentando sobrevivir en esta aventura llamada 'cómo llevar un blog indie'.
al ser una cuenta privada, únicamente busco rolear con personas que haya conocido previamente en roleplays o vía discord. si en algún momento hemos coincidido y no estás segure de si entras en las listas mencionadas anteriormente, siéntete libre de enviarme un mensaje privado para preguntar.
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Hands to myself | Esteban Kukuriczka.
Sumario: mañanas tranquilas con tu novio.
Warnings: sexo explícito (+18), fingering, sexo desprotegido, dirty talking.
Notas: cómo argentina, me parece preocupante la falta de fanfics que hay de este hombre xx.
Créditos: esta inspirado en la canción de Selena Gómez, las imágenes del principio no me pertenecen y las encontré en pinterest, sin embargo, el collage fue hecho por mi.
1.3k words.
La suave brisa bonaerense inunda el amplio cuarto, jugueteando con mis mechones, desperdigados en las almohadas. El sol empieza a colarse sin consideraciones por las ventanas entreabiertas, obligando a mis cansados parpados a perforar mi sueño.
Los fuertes brazos anclados en mi cintura me atraen aún más cerca del hombre dormitando a mi lado, su rostro anidado en mi cuello, su dulce y varonil aroma inundando mis fosas nasales, envolviéndome en su calor corporal.
“Buenos días, Tebi”- Murmuro suavemente, cubriendo sus hombros con delicados besos para despertarlo.
“Buenos días, preciosa”- Responde, despegándose de la somnolencia y serpenteando sus extremidades con las mías.
Hinco mis dientes seductoramente en su piel descubierta, salpicándolo con pequeñas marcas rojas en contraste con su tez pecosa. Ansiosa, deslizo mis piernas sobre las suyas, posicionándome a horcajadas sobre su regazo.
“¿Andamos cariñosas esta mañana?”- Socarrón, amasa la desnudez de mis caderas entre sus palmas, causando que nuestros sexos se rocen firmemente. La burlona fricción no está ni cerca de ser suficiente para calmar las llamaradas que empiezan a asentarse en mi estomago bajo.
“Dale, amor, ¡por favor te pido!”- Ruego impaciente, tratando de replicar sus movimientos. Su agarre me mantiene estática en mi lugar, sin permitirme mover.
“¿Por favor qué?”- Finge inocencia mientras las puntas de sus dedos empiezan a dibujar entramados sobre mis costillas, trepando hacia mis pechos.
Atrapa mis pezones entre sus yemas, jugueteando con ambos a la vez, hasta sentir como se endurecen ante sus atenciones.
“Tocame, te necesito…”- Aclaro sin aliento.
Con una sonrisa ladina, acerca su boca hacia el derecho, provocando el montículo con la lengua hasta empezar a succionarlo con urgencia. Me enredo en su cabello, tirando de el con ferocidad, ganándome un gimoteo de satisfacción de su parte.
Separándose de mi abusado busto, observa mis ojos con cierta malicia impresa en los suyos al tiempo que me restriega contra su palpitante centro. Una creciente erección se hace notar bajo la ropa interior que nos separa.
“Mira lo que me haces”- Acentúa su punto al embestir mi coño cubierto con su pulsante miembro. Mi boca se entreabre ante el placer repentino- “Me pones tan duro.”
“Tebi, no puedo más”- Susurro cuando su mano baja por mi estomago hasta hallar mi intimidad, desliza mi tanga por mis pantorrillas para así estimular el clítoris en premeditados movimientos circulares. Creo enloquecer ante sus ralentizadas caricias
Asienta su toque errante en mi humedad, sus yemas buceando entre mis jugos. Retira sus dedos índice y corazón, para luego sorberlos ruidosamente, lamiendo mi reluciente excitación.
“¿Quién te tiene así de mojadita? Mh?”- Pregunta orgulloso, sabiendo perfectamente que el es el causante.
Reanuda sus ministraciones en mi núcleo, colándose por entre mis labios para penetrarte con dos dígitos. Mis orbes fijos en sus movimientos, aun desconcertada por lo obsceno de su accionar.
Rápidamente acelera sus movimientos, curvándose para golpear la esponjosa cavidad. Su longitud roza todos mis puntos sensibles, acercándome a un inexorable crescendo. Sumergida en el disfrute, lo único que escapa mis cuerdas vocales son quejidos de satisfacción, entrelazados con gemidos nombrándolo.
“Contestame, nena. ”- Reclama, forzando el contacto visual al aprisionar mi mandíbula en su agarre.
“Vos, Kuku, ¡solo vos!”- Contesto, hundiendo mis uñas en la tersura de sus bíceps, marcando lunas crecientes para la posteridad. Una sonrisa engreída tiñe sus delicadas facciones al notar mi estrechez aspirándolo, signo de mi orgasmo aproximándose a pasos agigantados.
Meciéndome sobre sus largos dedos, comienzo a percibir las avasallantes olas de mi culminación; la presión en mi vientre amenazando con explotar, la euforia difuminando todo a mi alrededor, centrándome solo en el rostro de mi novio cercano al mío.
El clímax se ve remplazado por un insoportable vacío cuando retira sus dígitos de mi calor, negándome la liberación. Un sollozo se cuela por mi expresión desahuciada, mis ojos alarmadamente abiertos cubiertos por una fina capa de lágrimas.
“No no no, por favor”- Lloriqueo en su oído, tratando de reganar el pasado contacto. Sus fuertes extremidades me aquietan por encima de su muslo, logrando que mis movimientos mueran lentamente.
“Tranquila, linda. Ahora te voy a coger, ¿sí?”- Pronuncia, apaciguando mis patéticos hipidos. Asiento frenéticamente, deseosa de sentirlo en mi interior.
Con un preciso movimiento, me enjaula bajo suyo, su largo cuerpo enmarcando al mío. Lo observo despojarse de sus calzoncillos, ardiendo al presenciar su desnudez absoluta.
Mis ojos merodean desde su esbelto pecho hasta los colorados vellos que trazan el inicio de su pelvis, gruesa y rebosante de líquido preseminal.
Casi ausente, permito que mi mano recorra su cuerpo, centrándome en su furioso pene. Con lánguidos movimientos, trazo su longitud, torciendo mi muñeca para proporcionarle el mayor placer posible.
“Me vas a matar, bebé”- Confiesa, acalorado y excitado. Sus rizos cobre empiezan a pegarse a su frente ante el esfuerzo físico, unas singulares gotas de sudor recorren su tórax.
Toma mis extremidades superiores entre sus garras para anclarlas sobre mi cabeza, dejándome completamente a su merced. Con un gesto busca mi consentimiento, el cual soy rápida en proporcionarle.
Su glande comienza a ingresar por mi núcleo, empujándose pacientemente dentro mío. Mas allá de la cantidad de veces que repitamos el procedimiento, jamás lograría acostumbrarme a la deliciosa manera en que me estira. El aire se condensa de sus suspiros de alivio al sentir su polla completamente en mi interior.
Así, inmóvil entre mis piernas, logro sentir cada una de sus vena latiendo dentro mío, las crestas y surcos que lo componen.
“Hace conmigo lo que quieras, Kuku, pero por favor movete”- Demando sin aire, todavía pasmada por la intrusión.
Ni bien las palabras me abandonan, Esteban retira su falo casi por completo antes de embestirme ferozmente. Su boca yace abierta, su cara contorsionada por el deleite, sus cejas arrugadas entre sí… La vista más bella del mundo.
Noto que mis caderas intentan acompasarse a su compás, encontrándolo a medio camino. Un frenesí casi inhumano apoderándose de ambos, obligándonos a acelerar el ritmo para satisfacer aquel deseo tan primal.
Su palma izquierda apresando mis muñecas fuera de su camino, la derecha se posa en mi abultada panza, advirtiendo la protuberancia que su pene delinea en mi vientre bajo. Un gemido nace de mi garganta al notar lo que ocurre.
“Así de profundo te estoy cogiendo, nena”- Gruñe en mi oído, su mano aún en mi estómago, sus penetraciones cada vez más hondas.
“Ay, Esteban, estoy tan llena”- Plaño frente a su boca, robándole un chape al notarme increíblemente mojada ante la imagen.
Vuelven a apropincuarse las primeras olas de mi culminación quemándome por dentro, consiguiendo desesperarme por concluir. Sin siquiera notarlo, mi voz se fuerza por vociferar el regocijo que me inunda, aumentando su volumen a medida que mi clímax me alcanza.
“Dios, me voy a venir”- Advierto, enloquecida por las sensaciones apoderándose de mí. El mayor se apresura, complaciendo mi pedido tácito.
Su boca busca de nuevo la mía cuando mi coño pulsa delirantemente su entrepierna, buscando conducirlo hacia su propia liberación.
“¿Ah sí? ¿Me vas a empapar la chota, amor?”- Cuestiona, sabiendo cuanto me gusta que me hable así de sucio.
Su nombre huyendo de mis labios como mantras, mis uñas anclándose en su espalda, marcándolo como propio.
Me entrego al orgasmo que me engulle, mi cuerpo retorciéndose espasmódicamente bajo su imponente figura, mi centro manchándolo con mi corrida al contraerse.
En la brevedad, aúlla desaforado pues su masculinidad pulsa hasta derramarse dentro mío. Su semen pintando mis paredes internas, colmándome por completo.
Se retira de mis cavidades con lentitud luego de venirse, procurando que sus espermatozoides permanezcan en mi interior. Selecciona mi ropa interior de las desechas sabanas, calzándomelas como si nada.
“Así no se escapa nada”- Murmura, regalándome un pico. Me fascino ante la idea de mantener su eyaculación así de cerca de mí.
Lo arropo contra mí, exhausta y saciada, con la intención de quedarme atrapada en sus brazos por un rato más. Recíproca mi voluntad, reposando su cabeza entre mis pechos y acariciándome delicadamente.
“Te amo”- Digo luego de unos instantes, observándolo maravillada.
“Yo te amo más”- Responde, presionando nuestras bocas en un beso descuidado.
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He anclado mis pies al suelo para evitar correr hacía ti.
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Le tengo miedo a las arañas, pero si tuviera algo de valentía, te diría que en realidad le tengo miedo a que me conozcas, a que me conozcas como yo me conozco, que veas que mi sonrisa esta sostenida por cuerdas y que cuando nadie me ve, imagino que las tomo y las coloco alrededor de mi cuello, tengo miedo a que te quedes por aquí lo suficiente para notar que mi risa de pronto deja de tener eco, que no soy más que una carcajada vacía y que todos los días considero la posibilidad de no despertar, tengo miedo a que veas que mi columna se marchita al final del día, que mi cabeza le cuesta mantenerse erguida y que desde este ángulo no me veo tan bonita, tengo miedo a que me veas a los ojos y todos mis pensamientos te lluevan y caigan en tus manos y tengo miedo a que no puedas soportarlo o que te sientas anclado, tengo miedo a que me veas como más carga, que persona, como más inconveniencia, que persona, como esto no vale la pena, y tengo miedo a que veas que yo también pienso que no valgo la pena, tengo miedo a que me conozcas y me encuentres fea, pero, decir todo esto toma mucho tiempo y también tengo miedo a desperdiciar tu tiempo, así que si me preguntas que si a que le tengo miedo te diré, le tengo miedo a las arañas.
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Cuatro años y mil cigarrillos después ya puedo reírme de esto, pero en ese entonces el dolor era demasiado real para dejarla morir en el limbo digital, así que bueno...
Sobre el amor que juramos sería para siempre y otros cuentos de los dieciocho:
Siempre me pregunto por dónde empezar cuando escribo estas cartas. Aunque esta vez es diferente, ¿verdad? Esta será la última vez que mis palabras intenten alcanzarte, y hay tanto por decir que siento que ninguna cantidad de ellas será suficiente.
Hay tantas cosas de las que me arrepiento...
Como no haber aprendido la receta de albóndigas de tu mamá. Ahora que lo pienso, nunca se la pedí realmente, solo me quedaba en la cocina viéndola cocinar, sentada en la barra mientras tú hacías tarea en la sala. O no haber intentado más con tu papá, creo que las únicas veces que crucé más de dos palabras con él fueron cuando me veía llegar y me preguntaba si quería cenar. Siempre le decía que no por pena, aunque me moría de hambre.
Me arrepiento de las peleas estúpidas, de los celos sin sentido, de cada portazo que di pensando que teníamos todo el tiempo del mundo para reconciliarnos.
Tu sudadera amarilla de North Face todavía está en algún lugar de mi closet. A veces, en noches particularmente solitarias, me pregunto si debería regresártela. Pero tiene tanto de nosotros impregnado en ella... el olor a sal de aquella escapada a la playa, cuando creímos ingenuamente que el bronceado no nos delataría ante mis padres. Las manchas de café de esas madrugadas estudiando, tú con tus libros de ingeniería, yo pretendiendo leer mientras te observaba concentrado, con tus rizos cayendo sobre la frente y ese ceño fruncido que tanto me gustaba besar hasta que sonreías.
¿Te acuerdas de la primera vez que viste la nieve? Fue durante ese viaje con mis padres, cuando aún te querían, cuando aún éramos ese "amor bonito" que todos aplaudían. Tus ojos brillaban como los de un niño, y por un momento, todos tus muros de chico rudo se derritieron junto con los copos en tu cabello.
Me escapé tantas veces por la ventana de mi habitación para verte... Como esa noche después de nuestra primera pelea, cuando apareciste afuera de mi casa y te quedaste ahí, parado en la calle a las tres de la mañana, con esas rosas rosadas (porque sabías que el rosa era mi color) y ese poema terrible que escribiste. Era malísimo, pero lo guardé hasta que se deshizo el papel de tanto doblarlo y desdoblarlo.
Tu carro fue nuestro primer universo privado. Me negaba a ir a hoteles (qué tonta era, tan preocupada por el qué dirán) así que convertimos ese Volkswagen viejo en nuestro refugio. Conocía cada crujido de los asientos, cada rayón en el tablero, cada canción de esa playlist que armamos juntos y que seguramente ya borraste. Luego llegó tu departamento, ese espacio diminuto que hicimos nuestro entre clases saltadas y mentiras a medias a mis padres. Aún recuerdo el sabor de los besos robados en la cocina, el sonido de tu risa haciendo eco en las paredes vacías, nuestros sueños esparcidos por cada rincón como si fuéramos a vivir para siempre.
Éramos un desastre, ¿sabes? Yo fumando a escondidas porque odiabas el olor a cigarro, y tú con tus cervezas oscuras y demasiado amargas que nunca aprendí a disfrutar. Dejé de fumar por ti, ¿te diste cuenta? Ahora fumo todo el tiempo. Como ahora, mientras escribo esto y el humo se mezcla con las palabras que no sé si alguna vez leerás.
Te burlabas de mi obsesión con el horóscopo, de cómo consultaba las estrellas buscando señales sobre nosotros. Tú, tan pragmático, tan anclado a la tierra; yo, siempre flotando entre nubes de fantasía. Y sin embargo, funcionábamos. O al menos eso creíamos. Tú con tu ética de trabajo inquebrantable, yo siendo la eterna niña de papá. Éramos tan diferentes y a la vez tan complementarios.
¿Sabes? Me aprendí los nombres de todos los personajes de ese anime que tanto amabas, aunque fingía no prestar atención. A veces me descubro tarareando el opening cuando estoy distraída, y por un segundo, vuelvo a estar en tu cama, viendo un episodio más mientras jugabas con mi cabello.
Las peleas eran intensas, por tus exnovias, por esos tipos que fingían no saber que llevábamos tres años juntos, por tonterías que ahora no recuerdo pero que entonces parecían el fin del mundo. Pero las reconciliaciones... las reconciliaciones hacían que todo valiera la pena. Éramos fuego, éramos tormenta, éramos todo o nada.
Este tatuaje en mi brazo izquierdo con tu fecha de nacimiento... a veces lo miro y sonrío, otras veces lo cubro. Es como nuestra historia: imborrable, pero ya no duele como antes. Es solo un recordatorio de que fuiste real, de que lo nuestro fue real.
No me arrepiento de los "te amo" que susurré contra tu piel, ni de los que grité en medio de nuestras peleas. No me arrepiento de los besos, de las caricias, de las promesas que en su momento fueron sinceras. Cada momento contigo me hizo quien soy ahora, incluso los que dolieron, especialmente los que dolieron.
Espero que sigas siendo ese trabajador incansable que admiraba. Que dejes de poner la ropa sucia sobre el tocador (aunque sé que nunca lo harás). Que encuentres a alguien que ame tus cervezas amargas y tu forma particular de ver el mundo. Que seas feliz, pero de verdad feliz, no como lo fuimos nosotros, que confundíamos la intensidad con la felicidad.
Y ahora que las palabras se me agotan y el cigarro se consume entre mis dedos, solo me queda decirte gracias. Por los sueños compartidos, por las lecciones aprendidas, por haberme amado como solo se ama a los dieciocho: sin medida, sin miedo, sin mañana.
Gracias por haber sido mi primer amor real, mi primera guerra, mi primera paz.
Y quizás en otra vida... quizás seamos más sabios. O quizás no. Quizás en otra vida también nos destruyamos, y eso también estaría bien.
Con todo lo que fuimos y lo que no pudimos ser;
V.
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The Hatred Of Love | Ghost x König (Call of Duty) [ESP]
[One Shot basado en la OTP entre Ghost y König (Call Of Duty) AVISO: Este One Shot contiene narraciones explícitas de relaciones íntimas. ¿Te ha gustado este One Shot? Recuerda que puedes leer más como este en mi Patreon: https://www.patreon.com/MultiverseWanderer <3 En un apartamento solitario, dos almas se encuentran de nuevo bajo la promesa de nunca volver a hacerlo. ¿Redención en los brazos del otro o sucumbirán al poder destructivo de su propio deseo? Descubrirán que algunas tentaciones son demasiado fuertes para resistir y que el camino hacia el placer más profundo puede ser también el más peligroso. Créditos de la imagen de la portada a su autor.*
-'ღ'-
No hay forma de sacarle de mi mente.
No hay forma en la que pueda encontrarle en otra boca, en otras caderas.
La situación comienza a ser de lo más frustrante, de lo más irrisorio que me ha pasado en mi jodida vida. Bajo la necesidad de apagar mi mente un rato y perderme en un encuentro tórrido, he caído tan bajo que ya no encuentro el placer en un cuerpo que no sea el de él.
Con el pantalón ajustado y apretado de más, he salido a la calle de vuelta hacia mi apartamento alquilado en el centro. Cada paso es una lucha contra el tejido ceñido que parece querer mantenerme anclado en el recuerdo de lo que acaba de ocurrir, aún palpitante. La noche está oscura y pesada, y la lluvia comienza a caer, sus gotas frías y persistentes son lo único que consigue hacerme entrar en razón por unos segundos, permitiéndome pensar con claridad sobre toda esta situación.
Mientras camino, el agua empapa mi ropa, pegándola a mi piel y enfriando el ardor que aún siento en mi cuerpo. La ciudad está casi desierta a estas horas, y el sonido de mis pasos resuena en las calles vacías, mezclándose con el susurro constante de la lluvia. Cada gota que golpea mi rostro es un recordatorio de la realidad, una llamada a la sensatez que parece desvanecerse tan pronto como surge. Entre tanto, avanzo por las calles mojadas y mi mente vuelve una y otra vez a su rostro, a la forma en que sus ojos me miraban con una mezcla de triunfo y deseo, a cómo su boca, esa maldita tentación, se movía sobre mí con una precisión devastadora.
Pero Alexander no era el protagonista aquella noche, lo era Gérard.
Haber decidido irme con aquel bello francés de ojos azules que conocí en el bar fue una decisión pésima. El joven de veintisiete años trabaja como secretario del ministro de defensa y aún así sabe sumar dos más dos. Mi idea había sido tomar unas cuantas copas de alcohol bien cargado en el bar de la base y calmar la necesidad que corría mi alma desde hacía ya varios días. Por unos momentos al inicio, aquello pareció funcionar hasta que el doble filo del alcohol me atacó por la espalda peor de lo que jamás hubiese imaginado.
Gérard había captado mi figura mucho antes de que yo me fijase en la suya. Fue él quien se acercó cuando el bar estaba en proceso de cierre y me invitó a una última copa. Le miré, contemplé su media sonrisa erótica, sus ojos definidos y vi sus intenciones tan claras como el amanecer. Él pareció ver lo mismo en mis ojos, porque decidió quedarse sin saber lo peligroso que era aquel juego erótico conmigo.
Intentó saber de mi persona sin conseguir nada. Mentí en mi nombre, mentí en mi trabajo y mentí en mi situación. Él, sin embargo, me contó todo de su vida en el intento de que yo le desvelase algo más.
De una copa pasamos a dos más. Cuando el rubio rizado estaba cansado de mi espera, pude sentir su mano deslizándose en una carica privada por mi muslo en una clara invitación. Tomé aire por la nariz durante apenas unos segundos para liberarlo despacio por el mismo sitio. Hubiese sido tan fácil apartarle la mano y negarme a sus encantos (los cuales tenía de sobra), pero decidí entrar en el aro. Decidí que era lo mejor para demostrarme a mí mismo que no estaba necesitado de un único hombre con nombre y apellido.
"Vamos a mi habitación de hotel." Me susurraba continuamente en el oído.
Bajo la necesidad que mi cuerpo necesitaba y bajo las provocaciones del puro trabajador francés, decidí aceptar.
Besaba y se movía bien, sabía cómo desplegar su erotismo en cada palabra melosa que pronunciaba. Conseguía hacerme creer, en más de una ocasión, que quizás podría alcanzar ese ansiado orgasmo con él. Le gustaba el sexo duro y solo pedía más ante los agarres que mis firmes manos le sometían. Veía sus ojos, entrecerrados y húmedos por el placer, destellear en un azul brillante que no reconocía. Buscaba en sus orbes los ojos cansados de Alexander sin darme cuenta de ello y, sólo cuando no encontraba sus mares profundos y turbios, me daba cuenta de que no encontraba ningún tipo de excitación en los de Gérard.
Era un intento desesperado por llenar un vacío, un reflejo pálido de lo que realmente deseaba.
Lo giré, lo puse de espaldas y él se aferró a la almohada. Gemía tan fuerte contra la misma que reverberaba en la habitación de hotel. Veía su cuerpo, delgado esculpido en una perfección marmórea que me causaba una extraña sensación de náuseas.
No por él, sino por mí mismo.
Cada movimiento se sentía vacío, cada gemido, una burla a lo que una vez había sido una danza de verdadera pasión. La perfección de Gérard solo resaltaba la imperfección de lo que sentía en ese momento. Me faltaba el calor, la intensidad, la electricidad que me atravesaba cada vez que Alexander me tocaba.
Bajo maquillaje que disimulaba mis propias cicatrices y tatuajes para no ser reconocido por nadie, se escondían guerras que sólo un hombre había lamido con deseo y tintes de amor. Todo mi mundo comenzó a caer y a pesar de la frustración y el impulso por seguir, no pude hacerlo. No estaba llegando a ningún lado, y a la orilla a la que me estaba aproximando, me negaba a arraigar el ancla.
Gérard ya había llegado al orgasmo en varias ocasiones. Cuando llegó a su tercero tan escandaloso como apetecible, salí de su interior y me moví con desagrado en busca de mi ropa. Él se giró para verme y de su voz temblante apenas salió un "¿te vas?" que pedía por más. No contesté, era una pregunta que no necesitaba respuesta.
Y ahora me encuentro deambulando por la acera bajo la lluvia, de camino al apartamento sobrio que tenía alquilado por la empresa mientras durase la misión. Me encontraba maldiciéndome por ser tan imbécil una vez más.
Había tenido demasiadas relaciones esporádicas como para saber cómo funcionaba. La razón por la que lo hacía era encontrar un placer de oasis entre tanto caos y dolor, y últimamente mi único sustento de sentir algo se estaba desvaneciendo como arena bajo el agua salada.
Todo por su culpa.
Al llegar al interior del apartamento, si quiera encendí las luces. Dejé que la penumbra decorada por el ventanal del alto edificio donde estaba instalado el apartamento decorase el interior con tonos oscuros y sutiles. Me moví directo al lujoso baño y sólo encendí una de sus tantas luces.
Sobre el lavabo, me quité la empapada camiseta oscura y procedí a retirarme todo el maquillaje que tenía sobre el torso. Retiré las póstulas delgadas que disimulaban las cicatrices más grandes y removí todo el maquillaje que tapaba las marcas más específicas o reconocibles como lo era mi tatuaje del brazo. Dejé el grifo abierto y permití que el agua tibia hiciese el resto mientras frotaba con mi mano, inconscientemente, intentando quitarme todos los resquicios de aquella noche y de lo que me había convertido.
El tinte marrón que me había colocado en el cabello caía en pequeñas gotas débiles por mi cuello, retirando su falso color para dar paso al rubio que definía mi expresión. Retiré los restos que el agua de lluvia no había logrado arrancar con una toalla y eché todo a lavar al cesto de ropa sucia.
El teléfono que descansaba sobre el mueble al lado del lavabo que ahora limpiaba con las manos vibró y su pantalla se iluminó. Un mensaje entrante se vio reflejado en la pantalla y como si el mal nacido hubiese sabido leerme la mente, él me escribía.
" König: Te echo de menos."
Un mísero mensaje que logró destruirme por completo. Todas las barreras que estaba logrando levantar, todas las distancias... Un mensaje tan cotidiano por su parte y sin embargo el que menos necesitaba en este instante.
Apreté los puños contra el mármol del lavabo y maldije su figura una y otra vez. Lo maldije sabiendo que no era extraño recibir mensajes suyos en ese tinte, que era yo el que siempre le ignoraba los mensajes privados, y, sin embargo, ahora necesitaba cualquier cosa menos eso.
Ya no me escribía un "te necesito" que indicaba sexo sin desenfreno bajo su necesidad explícita. Ahora me escribía un "te echo de menos". ¿Qué coño significaba eso? La respuesta la sabía de primera mano, sólo hacía falta fijarme en mi situación actual, sólo hacia falta mirarme al maldito espejo.
No poder tener una relación casual con nadie porque nadie es capaz de cumplir mis estándares como él. Buscarle en otros labios y no encontrar más que arena bajo la lengua. Todo escalaba mucho más a un simple "te necesito". Todo escalaba a que le echaba en falta, le echaba tanto de menos que cualquier fantasma que fingiese ser él sería sólo una sombra difuminada.
Y lo odiaba. Lo odiaba tanto por ello.
El enfado acumulativo de la noche escalaba con cada pensamiento y el responsable era él y exclusivamente él. Él era el culpable por el que sentía que la sangre me hervía de rabia. No logro comprender por qué con él todo es tan diferente, por qué no puedo conformarme con otras relaciones y por qué ese maldito crío de metro noventa no puede dejar de taladrarme la cabeza ni un mísero segundo.
Con el día de hoy ya hacía más de mes y medio que no nos veíamos fuera del trabajo. Contra más cerca lo tenía, más se hacía cuesta arriba. Buscaba mi mirada como un cachorro busca a su dueño. Buscaba migajas de atención como perro hambriento y sólo recibía indiferencia por mi parte.
¿Por qué sigue aquí?
Tomé el teléfono y abrí su mensaje. Vi todos los mensajes que tenía de él sin respuesta y casi me sentí culpable, después recordé la razón por la que me alejé de él y supe que era para evitarle todo el sufrimiento que le estaba dando.
No podría encontrar la felicidad a mi lado. Porque sólo puedo darle dolor, y eso es lo que menos se merece.
Él, que a pesar de que todo es oscuridad en su mundo, conmigo deja ver toda la luz que sigue brillando dentro de él.
" Ghost: Ven a mi apartamento ahora. "
...
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Ahí estaba de pie, la ausencia…
Estaba erguida esa distancia por la que mis ojos se habían puesto una venda, para no mirarla… para no sentirla… para negarla en cada latido de mi ser.
Ahí estaba, y de ella pendía su nombre, estaba anclado como ese sentimiento de vacío y de abandono en mi pecho. Como esas palabras, la voz que había enmudecido en mi garganta. Como la agonía que había vestido a mi tristeza. Ahí estaba… Sus cabellos, preciosos… tan perpetuos como los hilos de la luna, como el color de la ventisca cuando arrecia la nieve, como el amor que le otorgaba y que poco a poco, de cálido se fue transformando a gélido… y aún así, impoluto y perfecto.
Ahí estaba, ausente… siempre abstraído por su faena, viviendo por y para ella… Mirándola como si fuese su reina… dejando de ver la flor en la tierra que él mismo sembró y que de pronto dejó de regar.
¿Quién en su sano juicio queriendo ser amado, se olvida de al amor regar?
¿Quien en su sano juicio busca la ternura de un abrigo, sometiéndolo a la no conquista… clavando en él al olvido, sujetándolo a una esquina… la más olvidada, la más oscura, la que nadie visita?
La observé… y dolía.
Maldita distancia, se había atrevido a quitarme el vendaje que a mi vista protegía, mis ojos se ahogaron en llanto… por eso es que me dolían, por eso es que de pronto, a mi alma la absorbió una sequía… y mis ojos negros pagaron con el incendio de sus ilusiones, hasta quedar en cenizas.
Hice contacto con ella… con la ausencia que llevaba su nombre… Estaba de frente a mí, con sus ojos sonriendo como si se alegrara de mis displacenteras emociones. Observé su mirada… había un profundo vacío… oscuro y temible. Me acerqué un poco más y pude mirarme ahí, de la mano suya, en algún momento pensado como eterno. El pasado ya no estaba aquí… el pasado ya se había ido…
Hoy… frente a mis ojos estaba ella, la ausencia inmutable, los kilómetros que ardían y que martilleaban la cera de mi cuerpo…
Pero fue ahí, al hacer contacto con ella, que mi tristeza tejió sus alas… que pude ponerle un nombre… que se hizo figura con la paloma… y que pude entender que el amor no es distancia, ni silencio, ni abandono…
El amor soy yo… que siempre ha estado conmigo.
—PalomaZerimar.
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2292- Querida señorita: La noche amenaza tormenta mientras mi libertad se posa sobre sus labios; desde su abrazo la lluvia suena distinto cuando la tempestad nos encuentra anclados
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Me aferro a esos recuerdos que, anclados en la memoria de la piel, se reviven con la sensación más inocua —y ahí, con ese pensamiento que me hace virar, me detengo en ese momento foráneo entre fronteras del futuro y de lo que no volverá, me doy cuenta de lo breve que somos y que son más los recuerdos que lo que vivimos.
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Se quejaba de que no podía amar o sentir algo por alguien. Esperé a que pudiera amarme, aceptarme algún día. Esperé meses; esperé lo que nunca habia esperado.
Si aún estaba anclado en el pasado ¿Cómo iba a ver el amor que yo le ofrecía en el presente?.
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Borré tu chat, las fotos, y todo recuerdo que me llevara a ti.
-Carta abierta-
Sentí que debía huir de ti, hacer todo lo posible para evitar auto lesionarme. Suficientes eran los recuerdos que ya habitaban en mi mente, y aunque a veces era difícil, decidí ocuparme de otras cosas para distraerme.
Debo admitir que las noches eran especialmente complicadas, y había ciertas fechas, canciones o incluso cosas tan simples que evocaban tu presencia en mi vida. Cada rincón me recordaba a ti, y eso, al principio, fue doloroso. Sin embargo, con el tiempo, y cuando menos lo esperaba, el olvido comenzó a llegar. Aprendí a superarlo.
Empecé a recordarte de otra forma. En una ocasión, sonreí al darme cuenta de que ya había pasado ese tormento. Tu recuerdo se transformó en uno más en mi archivo mental, y sorprendentemente, no me conectaba a ninguna emoción ya. Era como si un velo se hubiera levantado, permitiéndome ver las cosas desde una nueva perspectiva.
Esta sensación de liberación ha sido gratificante, y cada día que pasa me siento más en paz conmigo misma, más dispuesta a abrazar nuevas experiencias y recuerdos que no estén anclados en el dolor. He aprendido que dejar ir no significa olvidar, sino reconocer que el pasado forma parte de mi historia y que puedo seguir adelante sin que me defina.
By, Yls.
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