#“esto es un asunto de hombres!”
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sunaether · 5 months ago
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Cuando empezamos a ver este anime (un favorito personal de mi hermano), el pibe justificaba el trato a las niñas (pues shonen) con que "te recuerdo que la autora decidió que esto sea así" = es una mujer la que tomó estás decisiones. Pues estamos una centena de capitulos más adentro de la última vez que me dijo eso y ya cambió su discurso: ahora entiende que la misoginia [internalizada] es un concepto que afecta también a las mujeres ✨
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junmsli · 11 months ago
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needy
pairing. enzo vogrincic x reader
cw/tw. smut, praise, established relationship, dry humping, unprotected sex, enzo un pocooo bromista, oral (reader recibe), dirty talk, age gap (no especificado), afab!reader/pronombres femeninos.
word count. 1.4k
rating. +18 (dejé ganar a mis pensamientos intrusivos)
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"enzo" la joven musita bajito el nombre del hombre que se hallaba en la habitación que ambos comparten, acostado en la cama, viene de haber estado lavando la poca vajilla que quedaba sucia. él se encontraba leyendo un libro, llevando puesto lo que parecía ser una camisa bastante liviana y el resto de su cuerpo cubierto por una sábana.
"¿qué pasa, mi amor?" dice y aparta la mirada del libro brevemente para enfocarse en ti por unos segundos, sonríe y vuelve a prestar atención a su libro. "vení y acostáte ya".
"sobre eso..." ella ríe nerviosamente y empieza a caminar hacia su dirección, su ropa consistía en una camiseta negra oversize, la más grande que pudo haber encontrado, sus bragas y no llevaba sostén porque al encontrarse sola con su pareja, en su hogar ¿quién en su sano juicio usaría sostén?
la muchacha se sube a la cama, con enzo en la cabecera y ella en el otro extremo, pero planea cambiar eso. empezando a gatear hacia él y una vez a su costado, toma suavemente el libro de las manos del uruguayo y lo deja en la mesita de noche "¿podrías seguir leyendo mañana? tengo una situación aquí.”
él alza una ceja "bueno dale, pero tengo una pregunta para vos, ¿la situación es; 'necesito una culeada'?" él aprieta los labios divertido "no estoy que me quejo".
"¿cómo sabes?" se hace la sorprendida, como si esa no hubiese sido la intención de todo el asunto para empezar.
empieza desabotonar los botones de la camisa de enzo con paciencia, logra su objetivo y se la saca delicadamente por la cabeza, quita la sábana que cubría el resto de su cuerpo, para ahora bajar su bóxer, tarea que acaba con una sonrisa coqueta.
"un poco bastante necesitada andas vos"
ella ignora su comentario y se sube sobre él. pone sus piernas en los costados de enzo, al nivel de su miembro y de su clítoris cubierto, lleva también sus manos a la cintura del mayor. ambos jadean por el roce más que placentero y enzo agarra sus caderas guiando su ritmo, conociendo mejor que nada cómo es que a su chica le gusta.
la fémina mueve sus manos con la intención de quitarse la camiseta, sin dejar de jadear, una vez que cumple con su objetivo agarra las manos de enzo de donde estaban  y las lleva a sus senos, incitandolo a tocar y masajear tanto como quiera. “vos serás mi muerte.” menciona mientras acaricia suavemente los pezones ya duros de su novia. “decime qué querés y lo tenés, mi sol.”
se mueve con más rapidez encima del miembro de enzo y toma fuerzas antes -casi- susurrar “q-quiero que me folles.” entre jadeos.
“¿con esa boca besás a tu vieja?” 
“dios, enzo no menciones a mi mamá mientras estamos en esto.” dice ella, sintiendo sus cachetes más que calientes.
él se ríe “mmh, vienes acá, te hacés la que no pero sí, no demorás ni dos minutos y ya estás saltando sobre mí.”
“no estoy saltando-” menciona, podrían estar cogiendo como si de eso dependiera su vida pero jamás permitiría la oportunidad de llevarle la contra a su novio. “y yo vine a lo que vine.”
“quizás debería cogerte tan fuerte y duro como estoy seguro vos esperás.” 
con delicadeza (no la misma que acaba de usar para decirle que la va a follar hasta el cansancio) él la toma y voltea a la chica acostando la en la cama.
le baja las bragas, su mirada sigue todo el breve momento y procede a quitarlas, sin importarle donde las arroja. su cabeza sube a la altura del centro de la muchacha, sus dedos caminan por los muslos de ella y los acaricia haciendo camino hasta llegar a su estrecho agujero e ingresa dos dedos que mueve a propósito, a un ritmo lento, lleva sus ojos en dirección a los de ella “toda mojada, no tenés ni puta idea de lo que me hacés sentir.”
sus labios van a su clítoris donde comienza el trabajo de chuparlo con adoración, la mujer gime alto y acaricia sus senos dejándose llevar. 
“muy exquisita si querés saber.” comenta enzo, lo que causa que la chica suelta una pequeña y nerviosa risa, él mantiene su trabajo en ella, dedos en el fondo de ella y lengua y labios en su clítoris, moviéndose, chupando y lamiendo como solo él sabe y aprendió, que a su compañera le gusta. 
sus labios dan lentas vueltas alrededor del punto más dulce de la muchacha y suelta bajos jadeos al probarla “mierda, sos tan adictiva.”
“e-en, yo…”
“decime qué querés”
“ya lo dije, en, sabes lo que quiero”
“no lo recuerdo” se encoge de hombros sabiendo que ella mantiene sus ojos en su figura.
“te quiero dentro, te necesito, quiero que me folles” dice con todas sus fuerzas, enzo nunca detuvo sus movimientos y los gemidos de la chica a la par, tampoco nunca cesaron.
enzo asiente con una sonrisa burlona. “nunca te diría que no.” aleja su rostro de ahí abajo, saca sus dedos contemplando lo mojados que están y alza una ceja divertido. nivela sus rostros y sonríe una vez más, sus dedos llenos de la esencia de la muchacha, van hacia la boca ella, donde los mete y mueve. “mi amor siempre sabe lo que quiere y yo se lo doy.” la fémina mueve su lengua alrededor de los dedos de enzo.
él después de un par de segundos separa sus dedos de su boca, usa ambas manos en el trabajo de poner las piernas ella a los costados de su cintura.
una mano finalmente se dirige a su miembro erecto para llevarlo al encuentro del centro de la joven. “siempre luces tan deliciosa cuando estoy apunto de enterrarme en ti.” finalmente comienza los movimientos de sus caderas contra las de la muchacha, suelta un par de gemidos mientras susurra su nombre, lleno de lujuria, adoración y gran amor. mantiene un ritmo rápido, estocadas que llevan a ambos a un muy alto placer. 
“sos tan hermosa.”
“por-por favor, te necesito.” dice.
“lo sé, mi amor.” no planea detenerse y observa con fascinación la figura de la mujer que tanto ama debajo de él. “me tomas tan bien. ”acerca su rostro al de ella y empieza un más que apasionado beso, lenguas se tocan y exploran todo lo que el otro le puede dar a cada uno.
enzo, como ya se mencionó, conoce cada punto que tocar, besar, lamer y acariciar para que su novia se siente en el mismo cielo, y no duden en que usará cada uno de sus conocimientos sobre ti en cada oportunidad que se le presente de hacerte sentir bien. “justo así, mierda, esa es mi chica.”
desesperadamente, la joven lleva sus manos a la espalda del pelinegro, donde las mantiene y acaricia con veneración, respiraciones pesadas se sienten el uno contra el otro, besos mojados son depositados en el rostro de ella. 
puede sentir como las paredes de ella lo presionan en su interior y sonríe, con más ternura que lujuria, al conocer que su amor está cerca de llegar a la cúspide de placer.
tal cómo él también lo es.
no tiene reparos en preparar y calcular cada uno de sus siguientes movimientos en ella, cualquiera podría llevarla al tope. sus estocadas premeditadas son un poco más lentas, entrando y saliendo, disfrutando cada segundo, sabiendo que es suya y que momentos así, estarían acompañándolo toda su vida, específicamente, ella lo estaría acompañando.
“sos tan linda desmoronándote debajo de mí.” susurra.
pensamientos de cómo es que dijo esas palabras con tanta facilidad llegan a él y sonríe, una sonrisa cargada de todas las posibles emociones que la situación le podría brindar, sigue los gemidos de ella diciendo todo los sinónimos de hermosa que llegan a su mente.
enzo acelera una vez más, moviendo sus caderas contra las de ella con la mayor precisión posible, toma el rostro de la jóven en sus manos. “m��rame mientras te corres.” logra decir, muy sumergido en la neblina de placer en la que se encuentran ambos.
ella asiente, diciendo todo tipo de obscenidades, su orgasmo llega de manera abrumadora y suelta un último gran gemido. más respiraciones pesadas le siguen mientras el pelinegro busca también su liberación, ya que su prioridad ya había sido alcanzada. 
luego de lo que parece casi nada, ella siente la carga de semen del mayor bañando sus paredes de forma deliciosa.
“¿fue esto más interesante que el capítulo de tu libro que estabas leyendo?”
“déjame en paz, amor, vamos a limpiarte.” le responde con una sonrisa cansada pero satisfecha.
-
writer's note: esto fue, definitivamente más rápido de lo que pensé 😭 si me olvidé de algún tag ¡avísenme!
otra vez, cualquier tipo de feedback es bienvenido :p espero que les guste <3
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deepinsideyourbeing · 6 months ago
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Delirio de Condenados
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Cap I. Cap II. Cap III. +18! MeanDom!Mati, SoftDom!Enzo, Sub!Santi & Sub! Reader. Age gap, begging, biting, choking, degradation, face slapping, fingering, penetración doble, (hints of) Possessive!Mati, sexo anal, sexo oral, sexo con/sin protección, (alusión a) subspace. Uso de español rioplatense.
Matías coloca el plato de medialunas frente al rostro de Santiago y juega con sus rulos dorados para molestarlo. No podés precisar si el movimiento que percibís es producto de los dedos de tu novio tirando del cabello del rubio o si este último persigue el contacto físico.
-Dale, agarrá que no estás comiendo nada.
-Matías- decís entre dientes-. Santi, ¿querés otra cosa? Te puedo preparar…
-No- dice rápidamente-. No, está bien, gracias.
Matías hace una mueca a sus espaldas y deja el plato sobre la mesa. Toma asiento junto a Santiago –en su rostro una sonrisa para nada inocente que no se molesta en ocultar- y cuando enciende la televisión comienza a cambiar de canal con rapidez, bebiendo de su taza y fingiendo no notar el nerviosismo de su amigo.
Intentás concentrarte en tu propio desayuno e ignorás las miradas furtivas que te dirige Santiago o la forma en que Matías se aclara la garganta cada cinco minutos, consciente de que el sonido sólo empeora la tensión en el aire. Ignorás también los pasos de Enzo y el ritmo dubitativo de estos cuando llega a la habitación y contempla el panorama que le espera.
-Buen día- dice con voz ronca, sentándose en la silla ubicada junto a la tuya.
Los secretos son un peligro, ¿no? Enzo escondiéndose detrás del árbol, el semen de tu novio escapando de tu interior cuando ambos regresaron al jardín, el intento de ambos hombres por calmarte cuando llorabas desconsolada en las cerámicas frías del baño, con la mente alterada por las endorfinas y la adrenalina y angustiada luego de saber que Santiago los había visto.
Una sucesión de imágenes de la noche previa cruza tu mente y un escalofrío sacude tu cuerpo con fuerza; tus dedos se vuelven débiles y la pequeña taza de porcelana que sostenías cae sobre la mesa, rompiéndose y permitiendo que el líquido caliente en su interior se escape. Tu cerebro tarda en procesar la situación y tu reacción parece desarrollarse casi en cámara lenta.
-La concha de la lora.
-La boca- advierte tu novio cuando se pone de pie, molesto por tu lenguaje-. No lo agarres con la mano, boluda, ¿te querés volver a cortar…?
-Matías- interrumpe Enzo-. Traeme algo para limpiar la mesa, por favor… ¿Vos estás bien?
Intentás ignorar la mirada en los ojos de Matías cuando abandona la habitación y observás los labios del mayor cuando repite esa pregunta que no estás segura de comprender. ¿Habla de la taza, de la noche que compartieron, de Santiago, de Matías corrigiéndote frente a ellos? ¿No preguntó lo mismo hace menos de ocho horas, cuando se quedaron solos unos minutos?
-Estoy bien.
Tus palabras no son convincentes y aunque Enzo sabe que hay algo molestándote, también sabe que no sería correcto cuestionarte o dirigirse a Matías –porque él debería saber cómo y cuándo actuar si sus sospechas son ciertas, ¿no?- para tratar el asunto. Decide centrarse en Santiago, quien jamás le devolvió el saludo y no se atreve a mirarlo, sólo para encontrarlo inmóvil.
-Maleducado- bromea para sacarlo de su trance-. No me dijiste ni hola y ahora no ayudás.
Santiago ríe  y ese simple gesto basta para cortar la tensión. Coloca el resto de tazas y la comida en el extremo opuesto de la mesa, ayudándose de unas servilletas de papel para tomar los trozos de porcelana rota y ofreciéndote –todavía sin hacer contacto visual- un par de las mismas para que puedas contener el líquido que amenaza con caer de la mesa.
Matías regresa y te aleja del desastre.
-Buscate otra taza- señala la puerta como si desconocieras el camino y, para mayor humillación, agrega:- Y no la rompas.
Tu rostro se transforma en cuanto volteás -sólo porque sabés que no puede verte- y te dirigís hacia la cocina en silencio para encontrar allí la cafetera de nuevo encendida y esperándote. Tu taza, esa que Matías te regaló cuando te mudaste con él, está aún sepultada bajo tantas otras en el fregadero: permanecen allí desde la tarde del día anterior y creés recordar cuál utilizó Rafael y cuál peligró en manos de Felipe, así como tantos otros detalles de la velada.
Tomás otra taza que jamás habías visto, completamente negra por fuera y blanca por dentro, y esperás que el café esté listo para servirte más. Mientras oís la conversación que llega desde el comedor y la carcajada estrepitosa de Enzo, provocada por algún chiste que no captaste, el líquido caliente ayuda a revelar la imagen oculta en la taza. ¿Es una foto? ¿Es lo que creés?
Te mordés el labio, molesta por pensar que Matías todavía conserva un objeto relacionado con su ex y también molesta por sentirte celosa por algo tan insignificante. Es sólo una taza, ¿no? Beber de ella no debería generarte tanto conflicto, repetís una y otra vez para convencerte, aunque de todas formas tomás otra del fregadero para llenarla con tu bebida.
Unas gotas queman tu mano y en un movimiento más que calculado dejás caer la taza con la foto al suelo, deshaciéndote de la imagen en ella. No debería tener importancia, ¿no? Quién sabe cuántos años tenía y nadie la habría encontrado de no ser porque no había más opciones secas.
Los pasos de tu novio y de los invitados no tardan en llegar a tus oídos y por un momento planeás fingir que fue otro accidente, pero en cuanto los ojos de Matías encuentran los tuyos tomás un sorbo de café y alzás ambas cejas. Sus ojos van de tu rostro hacia el desastre en las cerámicas y su mandíbula se tensa tanto o más que sus labios apretados.
-Arriba. Ya.
-Todavía no desayuné.
-No te lo voy a decir dos veces.
Cuando pasás a su lado no esquivás su cuerpo y lo golpeás, molesta y sin importarte las miradas que los otros presentes en la habitación te dirigen. Te gustaría fingir que tu enojo es más grande que el temor que sentís y que tu cuerpo no se sacude cuando cerrás la puerta de la habitación.
Ignorás qué explicaciones estarán oyendo los invitados y no estás segura de querer saber, solamente pensás en cómo vas a disfrazar tus gritos cuando tu castigo tenga lugar.
Esperás a Matías de pie junto a la cama con tus manos entrelazas en tu espalda y cuando abre la puerta te sobresaltás más que cuando la cierra de un golpe. Tu mirada permanece fija en el suelo mientras se acerca a tu figura inquieta y tus ojos arden cuando comienza a estudiarte; una única lágrima cae por tu mejilla cuando se agacha para quedar a la altura de tu rostro.
-¿Me vas a decir qué pasó?
-Fue un accidente.
-Ayer, seguro- toma tu mandíbula entre sus dedos-. Y en la mesa fue un descuido, ¿pero esto último…?
-No sé por qué lo hice.
-No sabés…- repite y te suelta de manera brusca, haciéndote retroceder un par de pasos-. ¿Estás segura?
-Sí.
-Cuidadito con mentirme.
-No te…
Te interrumpen sus dedos cerrándose sobre tu garganta y presionando para privarte del oxígeno. Tomás su muñeca y tirás de su brazo para que te libere pero no cede, como era de esperarse, porque espera sacarte la verdad y es así como lo logra cuando es necesario. Mirás la puerta, todavía cerrada y sin rastros de oyentes del otro lado, y sabés que no tenés salida.
-Tenías una foto con…- tosés-. ¿Por qué la tenías?
-No sabía que estaba ahí.
-¿Te pensás que soy boluda?
-¿Y vos te pensás que porque hay gente no voy a hacer nada?- su rostro está a milímetros del tuyo y sus ojos son más oscuros de lo usual-. ¿Te pensás que podés romper todo y que no te voy a hacer nada?
-Ah, entonces te importaba…
-No, pelotuda- con su otra mano golpea tu mejilla-. ¿Qué te pasa?
Sólo cuando lo empujás te deja ir y permite que te recuperes un poco. Espera oír cualquier explicación que tengas para ofrecerle y ruega porque la palabra que le permita comprender tu comportamiento no sea celos, porque eso significaría que es él quien merece un castigo por hacerte sentir insegura.
-Te fuiste a la mierda- reclamás- Me trataste como una pelotuda en frente de…
-Si necesitás usar una palabra de seguridad lo vas a hacer ahora- cruza sus brazos-. Porque ya sabés lo que va a pasar si esto es un berrinche, ¿no?
Tus labios permanecen sellados y cuando Matías deshace la distancia entre ambos el pánico se apodera de tu cuerpo e intentás retroceder, aterrada, pero él es mucho más rápido que vos y te atrapa sujetando tu cabello.
Tira de tu ropa y te esforzás por permanecer quieta, respirando lenta y profundamente mientras sus dedos se adentran en tu ropa interior para acariciarte. Sentís las yemas de sus dedos deslizándose entre tus pliegues húmedos y evitás sus ojos cuando escanean tu rostro.
-Matías, no…
-Yo sabía- te empuja contra la cama-. ¿Cómo era eso que dijiste anoche? ¿Qué no querías que Santiago piense que hiciste algo malo?
Rebusca en los cajones de la cómoda y te preguntás cuál será el objeto que escogerá para tu castigo: pueden ser las cuerdas, con suerte alguna mordaza, tal vez utilice el vibrador que detestás por la intensidad y los patrones que siguen las vibraciones o el pesado cepillo de madera.
Cuando por fin voltea, revelando nada más que el lubricante en su mano, arrugás las sábanas entre tus palmas.
Ocupa el espacio libre en la cama y con un gesto señala su regazo para indicarte que te recuestes. Obedecés inmediatamente, ya que lo último que querés es empeorar las consecuencias de tu mal comportamiento, pero cuando acomodarte sobre sus piernas se te dificulta sus dedos se enredan en tu cabello para facilitarte el trabajo.
-Ya sé que hablamos muy poco de esto- se deshace de tu ropa y acaricia la parte posterior de tus muslos-, así que si tenés miedo podemos hacer otra cosa.
-¿Va a doler?
-Es un castigo.
-No me digas.
Te sacude por el cabello.
-No va a doler más de lo necesario- promete-. ¿Confiás en mí?
-Sí, pero…- volteás a verlo-. Van a escuchar.
Presiona tu rostro contra el colchón y escuchás el sonido del lubricante cuando lo abre.
-Sí- deja caer el producto frío sobre tu piel y temblás cuando cae hasta tus pliegues-. Ese va a ser tu castigo.
Te llevás una mano a la boca cuando sentís sus caricias sobre tu intimidad, mezclando tu excitación con el lubricante y manchando también tus muslos. Convencida de que Matías va a ser compasivo suspirás, entre aliviada y agradecida, cuando traza círculos sobre tu clítoris y posiciona su pulgar sobre tu entrada, pero el alivio y placer duran sólo unos segundos.
Deja atrás tu centro y se dirige hacia tu otra entrada sin vacilación, rodeándola delicadamente y ejerciendo una presión casi inexistente con su pulgar. Suspirás, recordando aquella conversación que tuvieron hace tiempo y en la cual recalcó la importancia de estar relajada en este preciso momento, pero resulta más sencillo decirlo que hacerlo.
Confiás en tu novio, por supuesto que sí, porque sabés que ya conoce tu cuerpo mejor que vos. Sabe cuando detenerse en caso de que seas incapaz de comunicarlo, sabe cuánto dolor podés soportar y jamás toma el riesgo de cruzar esa línea, es consciente de hasta qué punto puede humillarte, con qué hacerlo, y también sabe cómo cuidarte para evitar que esas hirientes palabras no permanezcan en tu cerebro más de lo necesario.
Su pulgar juega sobre tu pequeño agujero mientras sus dedos medio y anular se deslizan entre tus pliegues, sin otorgarte alivio y mucho menos placer. Intentás mover tu cadera en busca de más contacto y sólo comprendés que es un error cuando su otra mano golpea tu piel con fuerza, haciéndote ahogar un grito en la palma de tu mano.
Continúa con su juego durante largo rato y aumenta la presión sobre tu entrada de manera progresiva, entreteniéndose con tus suspiros y tu cuerpo tembloroso, deleitándose también cuando baja un poco más la mirada y ve tus pliegues brillando más y más. Tus músculos comienzan a relajarse luego de muchos minutos y es entonces que susurra:
-Respirá.
Tomás aire hasta que continuar haciéndolo te es imposible y cuando exhalás la punta de su pulgar logra penetrar en tu interior sin mucha dificultad. La ausencia de dolor te sorprende y volteás a verlo con una pequeña sonrisa de satisfacción, contenta por estar recibiendo tu castigo con tanta facilidad. Cuando Matías imita tu expresión no parece compartir del todo tu entusiasmo y creés que le molesta tu falta de lágrimas.
-No duele- decís sólo para restregar tu victoria en su rostro.
No habla pero aún así su voz resuena en tu cabeza (“Vos no aprendés nunca, ¿no?”) cuando en un arrebato introduce el resto del dígito entre tus músculos, tensos por la incertidumbre que provocó su súbita acción. La sensación es extraña, ligeramente incómoda, pero aún no hay indicio de dolor y de tus labios escapa un gran suspiro de alivio.
Mueve su pulgar con lentitud mientras ambos fingen que su erección no golpea tu costado y cuando un particular sonido resuena en tu garganta en su rostro se dibuja una sonrisa. No es exactamente un gemido y vos no estás segura de sentir placer, pero… ¿Por qué de repente necesitás descansar tu frente en tus brazos y cerrar los ojos? ¿Y qué es eso que está deslizándose más allá de tus pliegues y mojando tu piel? Seguro es sólo el lubricante.
-Así, ¿no?
Tu respuesta es un sí debilitado por las reacciones involuntarias de tu cuerpo, las cuales empeoran cuando Matías decide ocupar tu otra entrada –que resplandece con tu excitación- con sus largos dedos. Tu gemido es escandaloso y sentís tu rostro en llamas por la vergüenza que te genera pensar que Enzo o Santiago, sobre todo Santiago, pudieron haberlo oído.
Mordés tu brazo para evitar que los sonidos de tu boca sean todavía más evidentes que los sonidos de tu cuerpo y a tu novio parece no agradarle del todo: tira de tu cabello hasta que tu espalda se arquea en un ángulo doloroso y se inclina sobre vos lo suficiente para poder ver todas las expresiones que transforman tu rostro. El placer y la vergüenza que encuentra en tus facciones, combinados con el pánico, no hacen más que empeorar su erección.
Sus dedos comienzan a atacarte con mucha menos suavidad que antes, en movimientos rápidos y cortos que te roban la respiración y amenazan con hacerte gritar. Matías te suelta y caés sobre el colchón de manera brusca, quejándote y luego jadeando con fuerza. Te aferrás a las sábanas en un intento de contenerte pero, Dios, ¿cómo podrías cuando todo tu interior quema?
-Es mucho.
-¿Color?- pregunta sin dejar de abusar de tu cuerpo.
-Verde, pero…
-Callate entonces.
Tu lamento se mezcla con un gemido y cuando este último se prolonga como resultado de las acciones de Matías, morder tu brazo vuelve a ser tu única opción para apagar tus gritos… pero es inútil, porque no hay nada que pueda amortiguar todos esos sonidos indecentes que surgen en tu boca y tampoco detener la saliva que corre por tu piel.
Tu respiración agitada es ruidosa y tu cuerpo se mueve en busca de más, ignorando que tu cerebro parece rehusarse a tolerar tanto placer y que tu mente quiere obligarte a batallar con el autor del mismo: en algún lugar de tu ser todavía hay algún pequeño remanente de coherencia y te permite saber que estás hecha un desastre, completamente a merced de Matías, pero tu orgullo aún no te permite admitirlo.
Cuando su pulgar se libera de tu interior la sensación de vacío te hace suspirar y te esforzás por recuperarte mientras podés. Sólo un par de pulsaciones más tarde tu novio decide conducir sus otros dedos, que hasta entonces habían permanecido enterrados en tus paredes imposiblemente húmedas, hacia tu entrada.
Esta vez sí duele y aunque intentás disimular para no darle la satisfacción, tu cuerpo tensándose te delata.
El sonido de la puerta los distrae a ambos.
-¿Quién es?- pregunta Matías.
Es innecesario oír la voz del otro lado para saber de quién se trata y pronto te encontrás sacudiendo la cabeza en negación, volteando para ver a Matías y hacerle saber que estás en contra de que alguien te observe en este catastrófico estado. Su sonrisa de satisfacción, ya sea por tu vulnerabilidad o por la imagen que le regalás, te hace temblar más que la confirmación de tus miedos cuando oís:
-Enzo.
Matías está dándole la espalda a la ventana y es por eso que no encontrás explicación a la luz que ilumina sus ojos, resaltando el color miel en ellos y también la malicia que oculta su mirada cuando mueve los labios –junto con sus dedos- para contestar.
-Pasá.
Evita que abandones tu posición y cuando Enzo abre la puerta ocultás tu rostro entre tus brazos, avergonzada por los sollozos y los espasmos que recorren tu cuerpo cuando tu novio logra que tu entrada ceda para dar más lugar a sus dedos. Pateás el colchón cuando continúa presionando, deteniéndose sólo cuando sus segundas falanges están por desaparecer dentro tuyo.
-¿Qué querés?
-Santiago…- es lo único que contesta el otro.
Ante la mención del rubio dejás tu escondite y centrás tu visión nublada en Enzo. No parece sorprendido en lo absoluto por la escena que lo recibió cuando abrió la puerta, aunque sí se ve afectado, pero es un detalle que ignorás para concentrarte en su palma, la cual mantiene extendida hacia Matías para permitirle apreciar lo-que-sea que brilla en ella.
-Qué pibe- reniega tu novio- Andá, decile.
Está a punto de marcharse para comunicar quién-sabe-qué al cordobés, pero se detiene antes de cerrar la puerta.
-¿Y acá cómo estamos?- pregunta, deslizándose dentro de la habitación y acercándose a la cama. Se arrodilla para quedar cerca de tu rostro y toma tu brazo cuando nota las marcas de tus dientes, acariciándolas con su pulgar para calmar la irritación-. Mirá cómo te marcaste.
-No fue mi culpa, no…- te interrumpen tus propios gemidos-. Enzo, no fue…
-¿Por qué rompiste la taza? ¿Y si te lastimabas otra vez?
-Tenía una foto…- otro gemido y la brutalidad de los dedos de Matías entorpecen tus palabras-. Por favor, Enzo.
-¿Qué querés? ¿Qué necesitás?
-¿Me besás?
Antes de que tenga oportunidad de tocarte Matías te aleja de él, arrojándote sobre tu espalda contra las almohadas y posicionándose entre tus piernas: sus labios se adhieren a tu piel y sus dedos regresan a su lugar para continuar preparando tu entrada. Se deslizan en tu interior, ignorando la resistencia de tus músculos y haciéndote gritar.
Tus lágrimas caen libremente mientras Matías curva sus dígitos y muerde tus muslos sin piedad. Ante tu desesperación Enzo decide recostarse a tu lado y te entretiene rozando tu labio inferior con su pulgar, tirando suavemente hasta que permitís que lo introduzca en tu boca y lo deslice sobre tu lengua. Notás un sabor particular y lo mirás, entre confundida y curiosa.
-De Santi- explica.
Tu gemido oscila entre la excitación y la sorpresa. Succionás con entusiasmo y tu lengua acaricia descaradamente su yema poder probar mejor la esencia del otro, pero esto molesta a Matías y vuelve a morderte con más fuerza que antes, sin limitarse a un solo lugar para hundir sus dientes: tus muslos tiemblan por el dolor y cuando se contraen son tus pliegues los que se transforman en el blanco de sus mordidas.
-Duele.
-No pasa nada- intenta convencerte Enzo. Te ofrece su palma aún manchada por la excitación de Santiago y no hace comentarios cuando tus manos aprisionan su muñeca o cuando tu lengua humedece aún más su piel-. ¿Qué decís? ¿Querés que él también suba?
-Sí, sí, sí.
Otra mordida, otra falange y otro grito.
Los contornos de tu mente se desdibujan más y más y tu sensibilidad en aumento, combinación de todas tus terminaciones nerviosas encendiéndose gracias a tu novio, te lleva a buscar consuelo en el mayor: sostiene tu mano con firmeza y besa tu frente para contrarrestar el agresivo ataque de Matías.
Tu piel sufre con otra mordida y cuando te quejás notás en el rostro de Enzo una mueca de hartazgo, breve pero lo suficiente obvia para que aún en tu alterado estado te preguntes: “¿Es por vos?” y “¿Le molesta que grites?”. Tus ojos se llenan de lágrimas y no estás muy segura de cuál es el motivo que hace que acompañes tu renaciente llanto con un puchero en tus labios.
Cerrás los ojos con fuerza cuando Enzo toma tu rostro y te sorprenden sus labios rozando los tuyos con algo muy similar al cariño antes de besarte, las palabras que susurra para calmarte y el calor de su piel cuando descansa su frente sobre la tuya. Acomoda tu cabello despeinado y acaricia tus mejillas ardientes con sus nudillos una y otra vez para distraerte del dolor.
-Tranquila- dice sin dejar de mirarte a los ojos-. Ya va a terminar, ¿sí?
La risa del otro presente en la habitación llama la atención de ambos y voltean a verlo. Como si no fueran suficientes la burla y la mirada en sus ojos para dejar en claro lo que Matías quiere comunicarles, se asegura de acentuar sus intenciones mordiendo peligrosamente cerca de tu clítoris.
Negás y el miedo en tus ojos es la única motivación que le hace falta para arrojarse sobre tu punto más sensible, sin dejar de mover sus dedos con rapidez. El sonido que deja tu garganta es indescriptible.
Entrás en pánico cuando las manos que te ofrecían contención abandonan tu cuerpo y llorás con fuerza cuando Enzo se aleja de vos, pero tu inquietud no tarda en disiparse una vez que entendés el motivo por el cual se dirige hacia Matias. Lo aleja de tu centro tirando de su cabello, acerca su rostro al suyo y tu novio, sin palabras, lo mira a los ojos con una actitud desafiante.
-¿No te cansás de ser tan forro, pendejo?- pregunta Enzo.
-¿No te dije que traigas a Santiago?
La insolencia de Matías es retribuida con un golpe en la mejilla que resuena por toda la habitación y hace arder tu piel por pura simpatía. Te llevás una mano a la boca y mordés tus uñas, confundida y también ansiosa por la escena desarrollándose frente a vos.
-¿Y yo no te dije que seas más delicado, pelotudito? Mirá como la tenés.
-Para que aprenda.
Otro golpe, esta vez más fuerte. Matías masajea su mejilla adolorida.
-Vos tenés que aprender- asegura Enzo-. Voy a ir a buscar a Santiago y cuando vuelva no te quiero ver haciéndola llorar, ¿está?
-Seh, andá.
-Contestame bien- ordena tomándolo del cuello-. ¿Estamos?
-Sí, Enzo.
La puerta se cierra a espaldas del mayor y soltás una risa nerviosa que se desvanece en el aire cuando Matías fija sus ojos en tu rostro, sus cejas arqueadas mientras espera otra reacción de tu parte y sus dientes capturando el interior de sus mejillas como señal de ira reprimida. Temblás y estás a punto de disculparte, ofrecer alguna explicación, pero sus movimientos no lo permiten.
Intentás escapar pero es más rápido que vos y sus dedos capturan tus tobillos: te arrastra sobre el colchón y aprisiona tu cuerpo con el propio, dirigiendo sus dedos nuevamente hacia tu entrada para continuar con su trabajo. Tus gritos no son producto del dolor pero sí del sorpresivo y abrumador placer que logra cegar el resto de tus sentidos por unos instantes.
Matías muerde con fuerza tu hombro y esta vez tu grito es agudo, propio de una presa.
-Duele.
-Callate- ordena-. Esto no es nada comparado con lo que te voy a hacer cuando estemos solos otra vez.
-No es mi culpa que...
-¿No? ¿Y de quién es?- pregunta mientras deja caer más y más lubricante. Contenés la respiración cuando sentís tres dedos entrar en tu cuerpo y tus párpados se cierran con fuerza por el ardor-. Ya vas a ver cuando se vayan.
Lo mirás por un segundo y sabés muy en lo profundo de tu ser que tu siguiente acción sólo va a empeorar la situación. Los invitados se marcharán y tendrás que enfrentarte a uno, dos o tres mil castigos para compensar la humillación que vivió tu novio a manos del uruguayo, pero hasta entonces tenés un protector y no hay motivo para desaprovecharlo.
-¡Enzo!
Es una tormenta de emociones la que cruza los ojos de Matías.
-Qué puta que sos- se posiciona sobre tu cuerpo y escupe entre tus glúteos sólo para humillarte. La lubricación extra le permite alcanzar más profundidad en tu interior y ahogás un grito contra las sábanas arrugadas-. Dale, llamalo ahora.
Todo lo que lográs es balbucear un hilo de palabras rotas e inconexas que sólo interrumpís cuando la puerta vuelve a abrirse. Enzo arrastra a Santiago dentro de la habitación y el rubio, con las mejillas rojas y una mancha de humedad en los pantalones, no suelta su mano en ningún momento. Gemís por todo y por nada a la vez y ocultás tu rostro, pero Matías tira de tu cabello para evitar que te escondas.
-Andá- ordena Enzo antes de conducir a Santiago hacia la cama y hacer un gesto en tu dirección. Luego toma a Matías por la ropa y sin dar importancia a sus protestas agrega:- Vení vos, serví para algo.
Contemplás, en extremo aturdida, la nula dificultad con que maneja su cuerpo y lo deja sobre sus rodillas mientras se deshace de su cinturón para arrojarlo no muy lejos. Matías permanece en el suelo, para sorpresa de todos, y cuando Enzo toma su mentón entre sus dedos lo mira fijamente y sin hacer ningún comentario.
Buscás apoyo en Santiago y sujetás con fuerza su mano mientras tu novio acepta que el otro guíe su erección a sus labios, golpeándolos y delinéandolos con su punta goteante y desesperada por atención hasta hacerlos brillar bajo las luces de la habitación. Matías no parece sorprenderse por las acciones de Enzo y tampoco muestra duda alguna cuando lo recibe en su boca, ambos aún sosteniéndose la mirada.
Santiago tira de tu brazo para llamar tu atención y, cuando por fin apartás la mirada del espectáculo protagonizado por los otros dos hombres, te encontrás con su sonrisa casi pícara y sus ojos resplandecientes. Acariciás su mejilla y él imita tu acción, explorándote de manera tímida y temerosa.
Te ayuda a recostarte sobre las almohadas y aún sin mediar palabra se arroja sobre el colchón para situarse entre tus piernas, separándolas de manera delicada y tomando una muy profunda respiración cuando divisa  tu intimidad brillante. Te mira provocativamente y cuando su lengua entra en contacto con tu clítoris gemís, permitiéndole ver una de las muchas expresiones que también presenció desde su escondite durante la madrugada.
Tus dedos se pierden entre sus rulos dorados y sin ser consciente de ello comenzás a tirar de su cabello para obtener más contacto con su boca, que pronto cubre por completo tu centro: sus gemidos desesperados, que son una mezcla entre placer y el dolor provocado por tus manos, estimulan aún más tus nervios y en pocos minutos ya estás jadeando.
Santiago se ve y también es un ángel, estás segura desde que lo conociste, pero lo confirmás luego de sentir que uno de sus dedos recorriéndote suavemente para luego deslizarse por tu entrada húmeda. Estudia tus reacciones y cuando tus labios se separan para dar paso a un suspiro sonríe contra tus pliegues, feliz de poder complacerte con tanta facilidad.
En algún lugar de la habitación la boca de tu novio está aún ocupada y sólo lo recordás cuando  una voz grave resuena entre las cuatro paredes. Matías parece perdido en su tarea, con su saliva corriendo por su mentón y sus pestañas brillando con lágrimas que sólo pueden ser resultado de la humillación que siente o del ardor que los dedos del mayor generan en su cuero cabelludo.
-¿Por qué vos no te portás así con tu novia?- pregunta Enzo-. ¿Por qué siempre la hacés llorar?
Mueve sus caderas sin consideración, golpeando repetidamente con la punta de su miembro la garganta de Matías, ignorando cuando este araña sus muslos para rogarle que se detenga y su piel enrojeciéndose por la falta de oxigeno. Jamás habías visto a tu novio tan indefenso y vulnerable, pero mentirías si dijeras que no te excita verlo doblegarse ante Enzo.
Regresás tu atención al cordobés entre tus piernas y él te premia con otro de sus dedos. Su lengua dibuja figuras rápidas en tu clítoris y sus yemas acarician tu interior con movimientos circulares, rozando una y otra vez el punto que te hace arquear la espalda y sacudir la cabeza por lo intolerable del placer, magnificado por la espera y la tortura previa.
-¿Mati…?
-Sí- contesta Enzo en su lugar-, podés.
Esperar otro segundo o buscar en el rostro de tu novio más confirmación te resulta imposible. No estás segura de cuál es la última imagen que te empuja hacia tu orgasmo: los ojos azules de Santiago y su devoción hacia tu cuerpo evidente en sus embestidas contra el colchón o Enzo apartando los cabellos del rostro de Matías y las lágrimas de sus ojos mientras aún está utilizando su boca despiadadamente.
Tu visión se nubla por el placer y Santiago, en un intento de prolongar tu orgasmo, te inmoviliza rodeando tu pierna con un brazo: sus movimientos no fallan ni por un segundo y sólo se da el lujo de bajar el ritmo una vez que tus uñas arañan sus hombros en señal de advertencia. Está tentado a continuar y Dios, adoraría hacerlo sólo para verte luchar contra el placer, pero conoce a la perfección lo desesperante que es la sobre estimulación y no quiere someterte a algo así.
Cuando las últimas lágrimas que inundaban tus ojos caen, humedeciendo tus mejillas y todo lo que encuentran en su camino, te permitís respirar lentamente para calmar tus pulsaciones. Te llevás una mano al pecho y por unos instantes jurás que en lugar de sentir tus latidos los oís, pero se trata del sonido rítmico producido por otro cuerpo.
Otros, mejor dicho.
Matías golpea las piernas de su amigo hasta que este se detiene para permitirle respirar y cuando lo libera ambos permanecen conectado por varios hilos de saliva. En un gesto casi dramático, ante el cual el otro pone los ojos en blanco, tu novio se deja caer y se lleva ambas manos al cuello mientras tose y respira de manera agitada.
Preocupada y también menos coherente de lo que te gustaría admitir saltás de la cama para auxiliar a Matías. Tus piernas carecen de la fuerza necesaria y cuando caes a su lado él te atrapa entre sus brazos, permitiendo (y disfrutando, aunque no va a decirlo en voz alta) que tus manos recorran su rostro para asegurarte de que se encuentra bien.
-No pasa nada- intenta calmarte e ignorar el sonido de las prendas ajenas cayendo sobre el suelo-. Andá a la cama, dale.
-Pero…
-Estoy bien, de verdad.
Creerle es difícil porque su respiración todavía suena rápida y superficial, pero cuando Enzo te toma por los brazos y te lleva de nuevo hacia la cama no tenés más opción que permanecer allí. Regresa por Matías y su trato más es delicado cuando lo ayuda a ponerse de pie, sosteniéndolo por la cintura e ignorando todos los fluidos en su ropa cuando la retira para descubrir su cuerpo.
Una extraña sensación de celos te ataca cuando observás que se toma el atrevimiento de tocar a tu novio, llenando su cuello de besos húmedos y masajeando su miembro con una lentitud que hace temblar sus rodillas. Matías se muerde los labios para contener algún que otro suspiro, aferrándose a los hombros del más alto para no desmoronarse y permitiéndole continuar su recorrido hasta que este último decide que es suficiente.
El hormigueo entre tus piernas se reaviva con la escena y también tu excitación manchando tus muslos. Las manos de Santiago se aventuran nuevamente sobre tu figura, acariciando tus pechos sobre tu camiseta mientras frota su bulto contra tu espalda baja y sus dientes rozan tu oreja, sacándote un gemido que llama la atención de tu novio.
Cuando se separan Matías sonríe, estúpido por la situación, y se dirige hacia la mesita de luz para buscar algo. Es un momento que Enzo decide aprovechar mimándote, besando tus labios hasta que ambos se quedan sin oxígeno, acariciando tus mejillas y peinando tu cabello como si intentara así recomponer tu apariencia desaliñada. Luego juega con los rulos de Santiago y le regala, sumados  a unos besos en la mejilla, varios cumplidos sobre su buen comportamiento.
Te acomoda sobre su regazo y su erección más que húmeda roza tu centro, sensible por tu interminable necesidad y por la estimulación que recibió hasta hace algunos minutos: gemís y él sonríe, luciendo calmado e inamovible como siempre, mientras una de sus manos acaricia tu cadera y la otra el bulto de Santiago, que comienza a gemir con la primera caricia.
El colchón se hunde con el peso de Matías, que se posiciona a tus espaldas y besa tu hombro mientras le arroja –entre divertido y un poco molesto por tener que compartirte otra vez- los preservativos a los otros dos.
-Acordate- dice contra tu piel:- si tenés que parar, paramos.
-Y vos acordate también- tocás el envoltorio sobre su palma-. Soy tuya y de nadie más.
Su erección palpitante te golpea y es la única orden que necesitás para dejarte caer sobre Enzo. Buscás apoyo en su pecho mientras él sostiene tu cintura y guía su miembro hacia tu centro, su punta jugando con tu clitorís y deslizándose repetidamente entre tus pliegues antes de hallar su lugar definitivo en tu entrada. Su tamaño te hace gemir y arañar su piel.
Santiago se acerca a tu rostro, tocando la comisura de tus labios y dejando un rastro tráslucido de líquido preseminal en tu mejilla, y estás a punto de recibirlo en tu boca cuando la mano del mayor los detiene a ambos.
-No querés que te muerda, ¿no? Aguantá un poco.
Santiago suelta una risa tan encantadora como su expresión y pronto Enzo también comienza a reírse. Por su parte Matías, que está aislado de los otros dos pero siempre en contacto con vos, intenta contenerse al ver la forma en que tu entrada trasera se contrae sobre la nada misma con cada nuevo centímetro de Enzo que tu interior acepta. No comprende cómo puede encantarle tanto verte de esta manera con su amigo, pero…
-Respirá.
Masajea tu cadera con una mano mientras con la otra conduce su erección desnuda hacia tu entrada. Sentís su glande ardiendo contra tu piel y te esforzás por dejar de lado el terror y los nervios que desestabilizan tu cuerpo y tu respiración, pero el arduo trabajo deja de ser necesario cuando los primeros centímetros son muy bien recibidos y te relajás.
Luego de unos segundos la figura temblando bajo la tuya llama tu atención y abrís los ojos: Enzo se muerde el labio con fuerza, tiene los párpados cerrados y su expresión cuando arroja la cabeza hacia atrás parece ser ocasionada por un dolor inexplicable. Estás a punto de gritarle a Matías para que se detenga pero te interrumpe un gemido gutural y grave, claramente de placer.
Un par de centímetros más y en tu cuerpo también se desata un tremor incontrolable. Matías es cuidadoso y los movimientos de su cadera son lentos, prácticamente imperceptibles, pero eso no evita que te estremezcas violentamente cuando la mezcla de placer y dolor comienza a superarte. Tus dedos comienzan a jugar con tu clítoris para aliviar tu desesperación.
Matías jadea a tus espaldas y arranca el mismo sonido de tu boca cuando arroja más lubricante sobre su miembro, permitiendo con sus embestidas que el producto se deslice por tu entrada y hacia las profundidades de tu cuerpo. Tus labios se separan para dar paso a una infinidad de sonidos y también al hilo de saliva que cae por tu mentón hasta llegar al pecho de Enzo.
Santiago, que hasta entonces esperaba pacientemente y recibía las ocasionales caricias del Enzo como una bendición, emite un sonido de protesta para llamar la atención de quien sea que esté dispuesto a escucharlo. Lo mirás sin dejar de gemir y resulta ser un error, ya que toma tu mentón y penetra tu última entrada disponible.
Un río de lágrimas corre por tu piel y la esencia de Santiago por tu boca, sus ojos se mantienen firmes sobre los tuyos y no comprendes el origen de la sonrisa que adorna sus labios. ¿Disfruta verte en esta posición, con tu cuerpo a merced de todos ellos y tu consciencia resquebrajándose? ¿Es un tierno intento de calmarte, pretende transmitirte un poco de su usual serenidad? No podés saberlo.
Es una locura. Todo esto es una completa locura, todos están locos, pero eso no detiene a ninguno de tus acompañantes. Tampoco a vos.
Santiago utiliza tu boca, deleitándose cuando tus gemidos vibran en torno a su extensión y sosteniéndote por la mejilla para mantenerte firme en tu lugar; Matías continúa empujándose hacia tus profundidades, llenándote hasta que jurás no poder tomar más, y volviendo loco a Enzo en el proceso, cuyas uñas dibujan formas en tu cadera.
Para cuando tu novio se detiene, regalándote un momento para permitirte acostumbrarte a la sensación, ya es tarde: no podés controlar los gemidos que mueren en tu boca y estos provocan que te ahogues con el miembro de Santiago, tu garganta contrayéndose sobre él hasta que lo llevás imposiblemente cerca de su orgasmo.
Tus músculos se contraen con tu clímax, arrancando maldiciones de todo tipo de los labios ajenos y especialmente de los de Matías, para quien tu entrada hasta ahora desconocida e imposiblemente apretada resultaba ya demasiado. Intenta darte el tiempo y la quietud que necesitás para disfrutar de tu inesperado orgasmo, de verdad lo intenta, pero su cuerpo lo traiciona.
El primero en ordenarle detenerse es Enzo, abrumado por el placer que siente cada vez que Matías se desliza en tu interior, y cuando te separás de Santiago también se suman tus gritos, mezclados con gemidos rotos y sollozos desesperados. Matías los ignora se y ríe, disfrutando utilizar tu cuerpo y también de poder vengarse de ambos.
Tus brazos pierden la fuerza y te derrumbás: el nuevo ángulo, muy lejos de traer alivio para tu cuerpo o para tu mente cada vez más nublada, provoca que ambos te penetren con mayor profundidad y rocen todos los puntos necesarios para hacerte delirar.
Gritás con los movimientos de Enzo, que siguen un ritmo opuesto a los de Matías, y llorás sobre su pecho mientras él besa tu frente. Sus palabras pueden ser tranquilizadoras o alentadoras, no lo sabés ya que jamás llegan a tus oídos y todo lo que percibís es tu llanto descontrolado junto con los quejidos de Santiago.
Cuando estirás tu brazo para consolarlo cierra la boca, satisfecho, pero es un silencio efímero. Lo masturbás con movimientos rítmicos y girás tu muñeca de vez en cuando, no tenés dudas de que le brindás el placer que merece, pero lo que en realidad logra hacerlo suspirar y gemir es la mano de Enzo ubicada entre sus piernas, más específicamente su dedo medio deslizándose dentro y fuera de su entrada.
Te girás para poder observar a Matías y la visión que encontrás te deslumbra: está luchando para no dejar caer sus párpados, pesados por el placer que lo ahoga, porque no quiere perderse ni un segundo del show que estás protagonizando. No sos consciente de cómo se ven tus pequeños agujeros, brillantes y en extremo dilatados, tampoco de cómo se ven en esta posición los ángulos y las curvas de tu cuerpo, así que sólo te dedicás a tomar lo que te ofrecen.
No cree que haya una palabra para describir cuánto ama poder verte de esta manera, completamente ida y presa del placer, la coherencia abandonando tu mirada y tu cuerpo entregándose más y más a la condena que te fue impuesta.
Sin dejar de mirarte lleva su pulgar a sus labios y lo humedece con su lengua para luego acercarlo a tu entrada en un gesto amenazante.
-Sos una putita, ¿no?
Tu respuesta es un gemido, patético y desesperado, propio del porno.
-Decilo.
-No…
Ejerce presión con su pulgar y gritás, aterrada; sabés que da igual si tu cuerpo no resiste más, Matías va a encontrar la forma de hacer que eso que él desea suceda de todas formas.
-Decilo- te sorprende la voz de Enzo y su respiración golpeando tu piel-. Decí que sos una putita.
Escondés tu rostro en su pecho, empapado con tu saliva y tus lágrimas, y cumplís con lo que te piden. Tu voz es apenas audible y estás segura de que Matías -tan sádico como siempre- te ordenará que lo repitas, pero en su lugar hace otra pregunta que acentúa con una fuerte embestida:
-¿De quién sos?
-Tuya.
-¿Sí?- y golpea tus entrañas.
-Sí, tuya y de nadie más- asentís-. Por favor, amor, por favor.
-¿Qué querés?
-Llename toda.
No se molesta en ocultar el efecto que tienen en él tus palabras y tampoco oculta el sonido animal que brota de su pecho cuando se derrama en tu interior. Su miembro palpita con fuerza y su semen caliente que te marca, reclamando el último lugar intacto de tu cuerpo, te arroja hacia otro desgarrador orgasmo que llena tus ojos de cristales. Cubrís tu boca con tus manos, creyendo que servirá de algo, pero todos te oyen caer de ese precipicio.
Los espasmos de tu cuerpo son incontrolables, crueles e intensos, tan agresivos que provocan también el orgasmo de Enzo. Busca tus labios desesperado, los movimientos de sus caderas empujándote dificultándole el besarte, y cuando logra llegar a tu boca te muerde hasta que ambos saborean en sus lenguas tu sangre.
No se detiene hasta que tus paredes reclaman la última gota de su liberación ardiente… y luego se da el lujo de continuar abusando de tu entrada con movimientos lentos que sólo se extinguen cuando sus respiraciones se estabilizan.
-Nos olvidamos de un detallito, ¿no?- dice Matías, ya recuperado de su orgasmo, con un tono despiadado. Se posiciona detrás de Santiago, que no deja de tocarse con movimientos frenéticos y desacertados, y aparta su mano de un golpe para encargarse del rubio-. Te gustó ver a mi novia, ¿no? Te gustó que te la chupe y que te toque.
Santiago arroja la cabeza contra el hombro de Matías. Sus mejillas están rojas y muerde sus labios con fuerza, pero lo que más te impresiona es ver cómo entierra sus dedos en la carne de sus muslos para no desfallecer por el súbito placer que los movimientos expertos de tu novio le hacen sentir.
Estás rodeada por el cálido y reconfortante abrazo del uruguayo, tus músculos protestan y tu mente todavía le pertenece a alguien más, pero eso no impide que estires un brazo y dirijas tus dedos cuidadosamente hacia la entrada del rubio. Su gemido de sorpresa y sus ojos azules mirándote con una intensidad sofocante son tu recompensa.
Su entrada cálida no opone resistencia alguna y sospechás que la lubricación que encontrás allí son tus propios fluidos. Deslizás un único dígito en su interior para no abrumarlo o herirlo, sin saber hasta dónde llegó Enzo, y su reacción es inmediata. Tiembla entre los brazos de Matías antes de llevar sus dedos hacia su cabello.
Una mano bronceada toma tu muñeca y gira tu brazo.
-Así- explica Enzo-. Ahora con la punta del dedo hacé…
Santiago grita, incapaz de tolerar el placer que vos y tu novio provocan con sus manos, y en un parpadeo los hilos de semen que brotan de su punta caen sobre tu rostro y tu cabello. Continuás moviendo tu dedo contra su próstata hasta que se queja por la sobre estimulación y tus dedos lo abandonan junto con las manos de Matías.
-La próxima lo tenemos que tratar mejor, ¿no?- sugiere tu novio, plantando besos húmedos en el hombro del rubio y deslizando sus dedos por sus rulos despeinados. La carcajada de Enzo resuena entre las cuatro paredes y se lleva una mano al rostro-. No te rías, boludo, es verdad…
Abandonás tu lugar sobre el mayor y te sentás en el colchón, desorientada, con una expresión que hace sonar las alarmas en el cerebro de Matías. Toma asiento a tu lado y acaricia tus muslos con fuerza, estudiando tus reacciones.
-¿Qué pasa?- sigue tus movimientos cuando bajás la mirada, observando los fluidos que caen desde tus entradas y oscurecen las sábanas-. No pasa nada, ¿sí? Ahora nos bañamos y después limpiamos todo.
-Sí.
Matías le dirige una mirada a sus amigos, haciéndoles saber que necesita unos minutos sólo con vos, por lo que ambos abandonan la cama rápidamente y toman la ropa que arrojaron por ahí muchos minutos atrás. Santiago besa tu mejilla cariñosamente antes de dirigirse hacia la puerta.
Enzo intenta no entrometerse, sabe que no le corresponde, pero aún así no puede evitar tomar tu mentón y buscar tu mirada. Te sonríe y cuando le devolvés el gesto besa tu frente, susurrando:
-Lo hiciste bien.
Ambos abandonan la habitación y una vez en el pasillo el mayor arrastra a Santiago en dirección al baño, ignorando sus protestas y explicándole que tiene que asegurarse de que también se encuentra bien.
-Estás bien, ¿no?- pregunta Matías.
-Sí, tonto.
-Y Enzo tiene razón, ¿sabés?- besa tus labios-. Lo hiciste bien, muy bien.
-¿De verdad?
-De verdad.
Jugás con sus dedos y sonreís.
-No fue un castigo.
-No- te sonríe con dulzura-. Para castigarte voy a esperar a que no haya nadie que pueda ayudarte.
Me hace inmensamente feliz haber concluido la historia de esta forma y... nada, no sé qué decirles, vayan todas a la iglesia el domingo porque seguramente después de leer esta película porno lo necesitan más que nunca. Muchísimas gracias por leer este capítulo y también los otros si es que vienen siguiendo toda la historia, soy extremadamente feliz sabiendo que pude entretenerlas un ratito 🫶🏻❤️
Mención honorífica a @recaltiente porque sin ella no habría encontrado la hermosa foto de los chicos para la portada y además soportó leerme con mis millones de ideas para la historia y todos mis desvaríos. Te adoro infinitamente nena.
taglist: @madame-fear @creative-heart @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented @lastflowrr. Si alguien quiere que la agregue a la lista me avisa ♡
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cazzlenoir · 9 days ago
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Every time we say goodbye
Emparejamiento: Levi Ackerman x Reader
Advertencias: ligero smut, menciones de abandono, menciones de divorcio, ANGST, Escritura en español, revisión muy vaga..., podría publicarlo en inglés... quizás jeje.
contexto: Le propusiste un último adiós a Levi para poder aceptar el divorcio
Es difícil, demasiado difícil, quisieras romperte a llorar en medio de la pista pero hay cierta seguridad en el pecho de Levi que te hace creer que es sólo una noche especial, una celebración de aniversario aunque no es la fecha correcta y ya no hay más celebraciones ni mucho menos un matrimonio.
Hace un par de meses atrás las cosas solían ir bien o eso pensabas, claro que Levi siempre fue un poco distante debido a su pasado pero estabas al tanto de eso y no es como que Levi siempre te hubiera dejado de lado, claro que no, él era atento contigo, te consentía debes en cuando, te demostró cuanto te amaba y casi, casi bajaba la luna para ti, pero no lo hizo. Sobrepensar debido a su distanciamiento fue quizás una de las torturas más lentas y esperanzadoras, que de cierta manera, siempre te dijiste a ti misma que Levi no era esa clase de hombre.
Cada que Levi aprieta tu cintura sientes una parte desfallecer de ti, tu garganta duele intensamente pero estas segura que tus facciones las has entrenado para algo como esto, te duele el corazón porque bailas la última pieza con tu esposo, quien juró una vida a tu lado para amarte y protegerte, pero hace tiempo que ya no lo hacía.
La música es tan suave y lenta que podrías arrullar a tu hijo si tan solo Levi te hubiera dado uno, quizás eso lo hubiera obligado a quedarse contigo, pero que caso tiene obligarlo a quedarse y amarte cuando eso dejó de ser su prioridad. Quizás aún te ame, es lo que piensas al sentir como es él quien los guía por el lento vals.
Levi sostiene tu mano derecha con delicadeza y su otra mano se apoya en tu cintura para no dejarte ir, es que acaso se siente como tú? con esa sensación de perder lo más preciado en este mundo? No estás seguro y a decir verdad tu mente está tan contaminada por esas tardes y noches de sobrepensar en lo que Levi hacía o pensaba, que ya ni siquiera confiabas de cierta manera en él.
Pero lo amas.
Tu mejilla descansa en su pecho, su corazón está tranquilo y el suavemente recuesta su mejilla en tu cabeza. No hay nada en la mente de aquel hombre que no seas tú y lo que hará contigo. Le duele, por supuesto, pero desea esto y no tiene algún arrepentimiento.
Hace meses que Levi dejó de amarte, ya no lo hace y no sabe en que momento ocurrió, porque eras tú quien fue devota a él, fuiste la mejor esposa del mundo y él lo asegura porque aunque Levi sabía que tú ya sabías algo sobre sus asuntos y nunca te acercaste a él para discutir, simplemente decidiste amarlo más, él cree que lo hiciste para demostrarle tu incondicionalidad, que aunque él hiciera lo peor del mundo tú le perdonarías y era cierto, tan cierto como el amor que le tienes a Levi. Y de alguna forma se siente mal porque siempre te vio como lo inalcanzable, siempre pensó en ti antes de siquiera volverse amigos. Deseaba una mujer como tú, lo deseó tanto que los cielos te llevaron a él y fueron los mejores seis años de matrimonio hasta que levi dejó de amarte.
Esta vez lo miras para encontrar compasión en sus ojos y saber que se está arrepintiendo de dejarte, pero Levi te mira con seguridad en su mirada, no tiene miedo de mantener tus ojos en ti mientras te lleva por la melodía del piano.
–Luces muy hermosa esta noche–. Pronuncian sus labios tan cerca de ti.
Tus ojos se cristalizan al escucharlo y ese nudo en tu garganta se intensifica, no es posible que haya dicho algo como eso, por que ahora? que intenciones tienen sus palabras? y por qué estás apunto de llorar? Levi lo nota, se arrepiente un poco de haberlo dicho pero fue inevitable, luces hermosa, decidiste para la difícil ocasión comprar un vestido nuevo, de su color favorito, ese tono intenso que resalta tu piel, tu cabello y tus ojos. elegiste un maquillaje suave pero notable, mientras que tu cabello cae en suave ondas por tu espalda escotada.
Levi no te ama más pero aún cree que eres la mujer más hermosa que puede existir y eso te duele aún más.
Hay unas lagrimas que se escapan, te asustas por eso porque no deberías llorar ahora misma pero tu labio inferior cada vez más se curva hacía abajo, no puedes mantener un sonrisa, ya no funciona. La canción no ha terminado y a sus alrededores los amantes disfrutan de bailar la triste canción como si se tratara de una completamente de amor cuando es una despedida para ti.
–Podemos irnos?–, le dices cuando te alejaste de él, de pie, con el rostro abajo tratando de limpiar tus lagrimas.
–De acuerdo–. Levi acepta porque eres tú quien manda esta noche, quien ha pedido una ultima voluntad de él para ti y Levi no se negó porque hiciste mucho por tu esposo todos estos años de conocerse.
Ambos recogen sus cosas listos para marcharse, Levi paga la cuenta de la comida que casi no probaste debido al malestar y él no se quejó como hubiera echo antes.
Todo el camino a casa, a tu casa, fue demasiado difícil, aún estás a unas cuantas palabras de él para caer en pedazos pero sugeriste escuchar la radio en una sintonía conocida para ambos y todo el camino te mantuviste mirando por la ventana aunque claramente solo fue para evitar llorar delante de él, tu respiración incluso se volvió irregular pero trataste de manejarlo tú sola para que él no lo notara pero lo hizo, aunque no dijo nada, sabía que te sentías mal. Levi quería terminar lo antes posible con esta tortura que tú misma te habías puesto, probablemente solo quería que él se diera cuenta de lo que iba a perder, pero Levi te había perdido hace tiempo a propósito.
A llegar a casa la lluvia se desató como en las películas de amor o desamor, fue irónico y te hizo sonreír un poco, era increíble esta situación. Levi apagó el motor y la radio, bastaron unos segundos para poder mirar tu expresión triste.
–(Y/N)... lo siento–. dijo mirando al frente nuevamente. Ni siquiera lo miraste porque ahora era el dolor convirtiéndose en enojo.
No estás segura de preguntarle cuales son sus motivos, ni siquiera cuando se acercó a ti avergonzado para pedirte el divorcio. Después de ese momento apenas le hablabas pero seguías siendo atenta con él durante el tiempo en que se quedó en su casa, en la casa de ambos.
Creíste que si no le reclamabas estarías bien y Levi olvidaría todo y se arrepentiría, por supuesto no lo hizo. dos semanas después de haber aceptado firmar los papeles del divorcio, tu aún esposo se marchaba de casa. Fue demasiado duro verlo con sus maletas en la sala y a él despidiéndose diciendo que regresaría por el resto después y regresó! pero no para quedarse.
–Levi no–. Tu voz se escuchó tan rota que hiciste que levi te mirara tan rápido.
–No lo digas–. con el dorso de tu mano limpiaste tus lagrimas, tomaste tus cosas y saliste del auto con la lluvia bajando del cielo tan fuerte.
Levi suspiró debe entenderte, después de todo reconoce que fue él quien te falló.
Aunque quisieras romperte a llorar en ese instante, debajo del marco de la puerta, no lo hiciste porque Levi venía detrás.
–Haz olvidado tu abrigo–, fue lo que dijo. Tan malo era que él se quedara con una sola cosa tuya? La tomaste aún más triste.
–Bien... disfruté la cena y bailar contigo, supongo que es todo–.
Oh no, lo sentías de nuevo, esa pesadez, ese gran nudo en la garganta venía de nuevo. Levi se despide y no pudiste hacer que él se quedara contigo.
–Buenas noches–,Levi se inclinó para darte un beso en la mejilla o eso pensaste, pero cuando te preparaste para el final, Levi te besó en los labios, fue dulce, fue suave. Hubieras caído de rodillas si Levi no te hubiera sostenido de la cintura y te hubiera acercado a él con tanta necesidad y no lo negaste, lo amas, lo necesitas para vivir.
Levi continuó besándote y tú correspondiéndole como siempre lo habías echo. Enrollaste tus manos alrededor de su cuello hasta que se detuvieron por su necesidad de respirar.
Solo bastó una mirada para que ambos terminaran en su antiguo colchón haciendo el amor como si hubieran estado privado de sus cuerpos durante muchos tiempo.
Ahora sientes como te ama cuando encaja perfectamente en ti y no te suelta, al contrario, te abraza y te sostiene contra él con fuerza, está amándote ahora mismo. No sabía que te necesitaba desesperadamente, pero eres tú, únicamente tú otra vez en sus pensamientos.
Levi te carga para sentarse en la cama y a ti en su regazo, no quita la mirada de ti mientras jadea y toma de ti todo lo que siempre amó. Aun es un poco difícil porque tu mente ademas de estar agobiada por el dulce placer, aún hay pensamientos que consumen tu cabeza, cada despedida de Levi, cada momento de soledad, tu tristeza, tu matrimonio, no es de esperar que hayan lagrimas en tus mejillas, deseas a Levi con todo tu corazón.
Entonces abrazas a Levi por su cuello, lo tomas para ti mientras aún puede ser tuyo, comienzas con el meneo de tus caderas contra las de él y ambos jadean fuerte, el sonido de sus pieles provoca cosquilleos en todo sus cuerpos. Levi pronuncia tu nombre un par de veces, no sabes si te está llamando porque evitas mirarlo y se da cuenta, nota que empiezas a temblar pero no eres tú alcanzando tu orgasmo, no, estás asustada porque en poco tiempo Levi se irá y no sabrás que hacer.
sus caderas se detienen y el se apresura a tomar tu rostro y besarte nuevamente, intensamente y no lo entiendes, lloras, porque no sabes que está ocurriendo y Levi tampoco lo sabe. No sabe que te desea tanto hasta que reacciona ante la situación y es tu piel contra la de él, porque hay una parte de él que se aferra a ti y no sabe como luchar contra aquella que quiere alejarse de ti, Levi siente tus lagrimas en sus manos y esto lo asusta, se detiene y se aleja para mirarte, Dios eres tan hermosa y no sabe lidiar con ambos, te ama y tiene la necesidad de decírtelo pero no lo hace.
Besa tus mejillas con delicadeza y en su boca se quedan atrapadas todas las cosas que tiene que decirte.
–Mírame–, te pidió y esto hace que llores más, esta vez escucha tu sollozos, conmueven su corazón pero no te dice nada, mucho menos tu pronuncias alguna, tus lagrimas son todo lo que el necesita saber para entender que lo necesitas, que aún lo amas.
Levi te abraza fuerte y tú a él rompiendo en un llanto más desordenado, lo asustas, quiere convencerse de que probablemente te ha herido físicamente pero sabe perfectamente que ha dañado tu corazón con esto.
-Lo lamento-, Levi te aparta, te recuesta en la cama y aún sin saber como lidiar con toda la situación, no solo esta, sino en general, todo, van a divorciarse y el plan de "despedida" que pusiste frente a Levi y el aceptó se le ha salido de las manos.
-Que hago aquí?-, dice Levi en un murmuro, uno molesto que escuchas mientras lloras en la cama y lo vez vestirse rápidamente y desordenadamente.
-L-Levi...-, le llamas pateticamente, tu voz rota suena en su cabeza y en su pecho, no quiere mirarte, ha arruinado todo.
-Por favor-, dices en un lamento aún mas roto que el anterior y sabes lo mal que estás por lo que intentas cubrir tu rostro con las manos, no quieres ver su partida definitiva.
Levi apenas se ha puesto la camisa antes de mirarte una ultima vez y maldecirse así mismo y salir de la habitación con los zapatos en las manos. El portazo de la puerta principal te hace llorar aún más, tu corazón se agita y sientes como el mundo se te viene encima.
Lo has perdido para siempre, ahora, ¿qué harás sin él?
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rubywolffxxx · 20 days ago
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No estaré para siempre (Lando Norris x lectora)
Resumen: No era raro que Lando desapareciera uno o dos días cuando estaba frustrado, para estar solo. Su novia sabía eso, y lo respetaba. Ella respetaba todo, aguantaba todo. Pero Lando no era el único que sufría durante las temporadas malas, y lo entendería por las malas.
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Masterlist de mi autoría
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—... No puedes hacer esto justo hoy, Lando.—
____ miraba con cierta decepción como su novio se lanzaba de mala gana al sofá, aún con su mono puesto.
—No voy a ir.—
—Lo prometiste. Prometiste que estarías en la fiesta de Sarah... Hace semanas que vengo trabajando en los disfraces.—Lando no se inmutó—. Cancelaste nuestra última cita, no viniste al almuerzo con nuestros padres... No vuelvas a dejarme colgada, Lando.—
—Mis tiempos no mejoraron, debo hacerlo mejor, más rápido... No tengo ganas de hacer nada de esas cosas, ____.—
—¿"Esas Cosas"? Son nuestra familia, idiota. Nuestros amigos...—el hombre bufó frustrado.
—No voy a ir, ve tú si quieres.—
—... Estas actuando como un tonto.—
—Si no te gusta, vete.—
El corazoncito de la mujer se rompió un poco. Pero no lloraría, no disfrazada de Blancanieves y con un pack de cervezas en las manos. Tenía algo de dignidad.
Asintió vagamente antes de tomar su bolso y salir del departamento azotando la puerta.
—Ya volverá...—
No, ____ no volvería.
Después de aquel cruce, la joven diseñadora no volvió a contactarse con Lando. Tampoco contestaba sus llamadas, la ley del hielo en todo su esplendor. Y al piloto lo estaba volviendo loco.
—Preguntó por ti otra vez.—
—Que se vaya al diablo, dile eso otra vez.—____ miró a Sarah cansada—. Y deja de darle atención, por favor. No interfieras, solo será para problemas.—
—... Se veía desesperado.—
La chica despegó la atención de su maquina de coser, enfocándose en su amiga.
—Lando siempre está desesperado, Sarah. Y cuando lo está, dice cosas hirientes... o te ignora. Ya no aguantaré ninguna de las dos cosas... ¿Qué te parece? ¿Te da vibras a Anna?—le mostró el corsé a medio armar.
—Escapar del asunto tampoco es sano, cariño. Debes aclarar las cosas.—
—No ahora, Sarah.—volvió a coser—. Déjame... Concentrarme en esto.—
—Conseguiste un desfile solo para ti en Paris... Que de paso, deberías estar haciendo vestidos de gala para eso, no de Frozen.—____ sonrió pero casi entonces se emocionó.
—... ¿Y si hago una colección de princesas? ¿Colaboración con Disney Paris?... ¿Vestidos despampanantes y gigantes como el de la fiesta de disfraces? Puedo conseguir un permiso, una licencia... Haré eso.—
—Eso será interesante, si...—
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—¿Y tú qué? ¿Te disfrazarás de Olaf?—Oscar se sentó frente a Lando en la cafetería—. ¿O sigue ignorando tu existencia?—
—No entiendo porqué hace esto...—
—Porque eres un idiota a veces, no es tan complicado... La he visto sola, en reuniones donde tú deberías estar con ella. No te interesan sus cosas, pero ella siempre está contigo... Es algo mutuo eso de las relaciones ¿Sabes?—
—Estoy concentrado en otras cosas, Oscar... Tú lo sabes mejor que nadie.—
—No exijas lo que tú no puedes dar, anótalo que es buen lema.—se sirvió un poco de agua—. Si no puedes tener una relación estable, no la tengas en absoluto.—
Lando no dijo nada más, solo se dedicó a revisar las redes de la mujer. Parecía muy emocionada con su nuevo proyecto.
Él debería estar con ella...
—¿Max? ¿P?—
—¡Lando!—
El piloto miró sorprendido a la niña que lo abrazaba emocionada. No esperaba para nada verla allí.
—Hola, Lando. Que bueno encontrarte antes de todo el alboroto, siéntate con nosotros.—Max se acercó emocionado al chico—. ¿____ no está contigo? Quería agradecerle por los pases VIP y el disfraz de Penny.—
—Oh, no no. Esta con el tema de la organización.—Lando no le diría que hace semanas no hablaban —. No la he visto aún.—
—Oh, le diré gracias después entonces... ¿Vamos a la mesa?—
El par de pilotos entró al gran salón, y tuvieron que hacer un gran esfuerzo por mantener a la niña tranquila. El lugar era un sueño para cualquier humano pequeño. Todo brillaba, era elegante. Un castillo de princesas con todas las letras.
—Asi que ____ te hizo este hermoso vestido.—Lando llamó la atención de Penelope, quien jugaba con las flores del centro de mesa—. Tiana es su princesa favorita ¿Sabías?—
—¿Tú eres su Naveen entonces?—
—Ah, si. Es un sapito feo.—____ apareció detrás de la niña, quien la abrazó enseguida—. ¿Qué tal la fiesta, ranita? ¿Te gusta?—
Lando miró a la mujer con una fascinación inmensa, estaba hermosa. Traía un vestido largo verde agua, con leves vestigios de brillos. Era Tiana, sin dudas. La mujer obligó a Lando a ver tantas veces la película que reconocería cualquier vestido de la cocinera.
—Hola...—Lando habló por impuslo, ansiando que la mujer le brindara aunque sea una pizca de atención.
—Hola, Lando. Que raro verte aquí... ¿Hoy si tenías ganas de darle importancia a alguien que no seas tú mismo?—Max silbó bajito, volviendo su mirada al vaso de champagne que traia en manos.
—Lo siento, ____ ¿Podemos hablar?—
—No tengo muchas ganas ahora.—lo vio decepcionarse un poco—. No es lindo ser ignorado ¿No, sapito?—la mujer cargó a la niña en brazos—. Te la robo un momento, Max. Le mostraré el salon de baile.—
—Claro, no hay problema...—El par de pilotos miró a la mujer alejarse risueña con la niña—... Ahora entiendo porqué no estaba en el paddock ¿Qué hiciste?—Max miró a Lando con curiosidad.
—Nada. Y ese fue el problema... Espero que no sea tan tarde para intentar arreglarlo.—
—Esa mujer te ama, Lando. Podrán solucionarlo.—le dio una palmadita en el hombro—. Y si te bota, espero que conmigo no se enoje, porque P la adora.—
—Ah, por eso no te preocupes. ____ la adora a ella también.—
—Genial.—
Las luces bajaron de forma tenue, y a los pies de la escalera central apareció la mujer en todo su esplendor. La pequeña Penelope la acompañaba, y entre las dos anunciaron el comienzo del desfile. Una a una las modelos que personificaban a una princesa en específico bajaban por la gran escalera, y al llegar al piso principal del salón, un "príncipe" las invitaba a bailar. Un vals perfectamente coreografiado dejaba relucir lo mágico de cada vestido, y al cabo de unos minutos, los invitados podían unirse a la pista de baile.
—No es por presionarte, pero creo que es tu momento.—Max llamó la atención de Lando, quien miraba completamente embelesado a la mujer que bailaba con la pequeña en el centro de la pista.
—Va a rechazarme... Es una pésima idea.—se removió impaciente—. Es su noche, no quiero arruinar eso.—
—Bueno, supongo que tienes razón en eso... Pero solo será un baile. No le hará daño a nadie.—se puso de pie—. Vamos, te ayudaré con eso.—
Max acercó casi a rastras a Lando a la pista, justo donde la mujer daba vueltas con la niña. Se las veía pasar un buen rato, hasta que Max las interrumpió.
—¿Puedo pedirte a la princesa para un baile?—Penelope enseguida se fue con Max, dejando al par a solas.
—¿Organizaron eso para que bailara contigo?—____ miró a Lando quien enseguida negó.
—Yo no tuve nada que ver, él me arrastró... Pero ya que estamos aquí... ¿Quieres bailar?—la mujer no se veía muy convencida—. Por favor...—
____ no podía decirle que no...
—Solo con una condición... Sácate esa corbata de mierda.—la mujer se quitó el moño de tonalidades verdes que adornaba su cabello—. Viniste a una fiesta de princesas como si fueses vendedor de seguros.—Lando rió apenas, sacándose la corbata enseguida.
—Tú eras la que me ayudaba a vestirme para estas cosas...—su corazón se detuvo al sentir las manos de la mujer deslizarse por su cuello, acomodando el moño con cuidado.
—Si... No. El saco no está funcionando. Afuera.—se lo quitó, lanzándolo al diablo—. Ahora estás decente... Masomenos.—
Algo inseguro de qué tanto podía avanzar, Lando tomó la mano ajena. Luego la otra. Y las guió a su cuello. Sus ojos no se despegaban de los de ella, incluso si ella evitaba mirarlo directamente. Entonces se animó a posar las manos en su cintura, eliminando en un segundo la distancia entre ambos. Comenzaron un lento vaivén.
—¿Qué... Te pareció el evento?—preguntó la mujer, aún algo insegura de lo que estaban haciendo.
—¿Soy sincero? Parece el salón de la bella y la bestia.—la vio sonreir—. ¿Era la idea?—
—No me digas que también reconociste cada vestido.—
—Todos y cada uno de ellos. Por si no lo sabías, mi novia me obligó a ver esas películas. Es como una tortura victoriana.—____ rió con aquello—. Había extrañado tu risa... Me hizo falta.—
—Pues yo extrañaba tus tonterías. Eres gracioso... Cuando no estás ocupado siendo un completo idiota.—
La chica dejó de bailar, parecía haber caido en cuenta de que estaba enojada.
—Lo siento mucho, ____. Y sé que con eso no es suficiente... pero déjame compensarlo.—Lando acunó el rostro ajeno casi con súplica—. Por favor... Este sapito feo necesita a su Evangeline.—
La mujer no pudo reprimir la sonrisa que le generó aquel comentario.
—Para ser una tortura victoriana, te aprendiste los nombres.—
—Esa película en concreto me gustó... Tiene buenas canciones.—
____ llevó sus manos al cuello de Lando, subiéndolas hasta presionar sus mejillas. Lando ladeó apenas la cabeza, buscando una mejor caricia.
—Te quedarás conmigo esta semana aquí, en París... Tengo entradas para los parques.—lo vio asentir—. Y no quiero escucharte quejarte de nada relacionado a las carreras. Serán vacaciones ¿Entendido?—
—Vacaciones, por supuesto.—sonrió emocionado—. Oh, cariño... ¿Puedo besarte ahora?—
—¿Desde cuándo pides permiso?—
Las manos de Lando se aferraron a la cintura ajena, pegándola lo más posible a su cuerpo. Y entonces sus labios buscaron los de ella, devorándolos con urgencia.
La había extrañado, la necesitaba...
Y ese beso desesperado era la prueba.
—Bueno, te calmas que es un evento familiar.—____ se separó apenas, uniendo su frente a la de Lando. Sus narices apenas se rozaban, y los labios de Lando aún buscaban continuar con el beso—. No seas inadecuado.—
—¿Nos vamos entonces?—
—Es mi evento, no puedo irme.—le dió un beso fugaz antes de separarse por completo—. Falta la cena, y luego un cierre antes de la fiesta casual... Solo entonces podríamos irnos.—
—¿A dónde?—Lando reafirmó su agarre sobre la cintura ajena.
—¿Tú dónde te estabas quedando?—
—En un hotel mediocre de la ciudad... ¿Puedo irme contigo?—____ lo besó por unos segundos, sonriendo al ver el suave sonrojo en su rostro.
—Si, sapito. Puedes venir conmigo. Ahora piérdete, y ve a decirle a Max que me devuelva a mi pequeña Tiana.—
Esa noche, mientras Lando y Max bebían algo de champagne, observaban al par de princesas aún bailar en la pista. Esta vez, otros tantos niños se acercaban al ver que la pasaban bien.
Fue cuando Lando vio a la mujer que amaba tener tan hermosa afinidad con los niños que, por un efímero momento, pensó en cómo se verían sus propios hijos. Sonrió sin darse cuenta.
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jartita-me-teneis · 5 months ago
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LA INSPIRACIÓN
Un día del año 1830 cierta prostituta fue estrangulada en las afueras de Nueva York. Varios testigos vieron huir al asesino, pero no pudieron distinguir su rostro, aunque advirtieron que iba uniformado como los cadetes de West Point. Las investigaciones efectuadas por los agentes de la ley dejaron constancia de que aquel día todos los cadetes tenían una coartada irrefutable, con solo dos excepciones. Uno de los posibles sospechosos era el joven Jack Marlowe, muchacho de buena familia y expediente intachable. El otro era un individuo de costumbres disolutas y mente algo desequilibrada, al que sus escasos amigos solían llamar Eddy. Con semejantes antecedentes, no es de extrañar que este último se convirtiera en el blanco de todas las sospechas. O, mejor dicho, de casi todas, pues uno de sus compañeros había hecho buenas migas con él y creía en su inocencia. Así pues, Robert Reynolds decidió investigar el caso por su cuenta, para echarle una mano a su amigo Eddy antes de que alguien decidiera ahorcarlo.
Aquella noche consiguió salir de la academia sin que su fuga fuera advertida y se acercó a la ciudad, concretamente al depósito de cadáveres. Tras sobornar al guardia, examinó el cadáver de la desdichada prostituta y, tras hacerse con una buena lupa, examinó atentamente las marcas que los dedos asesinos habían dejado en su cuello. Tras una larga observación, se guardó la lupa en el bolsillo y se dijo:
-A juzgar por la posición de las marcas, quien asesinó a esta desgraciada debía de tener unas manos bastante grandes. Las de Eddy son más o menos como las mías (lo sé porque nos hemos echado unos cuantos pulsos). Las de Marlowe no sé cómo serán, nunca me he fijado en ese detalle. Pero él es un hombre bastante alto y fuerte, así que lo lógico sería pensar que tiene unas manos grandes.
Pero aquel era un indicio demasiado vago para satisfacer a Reynolds. Además, Marlowe no era de los que frecuentan la compañía de las prostitutas y, desde luego, no estaba loco. ¿Qué razón podía tener para matar a una desconocida? Entonces Reynolds decidió acercarse al barrio donde se había cometido el crimen y, tras otro soborno, pudo hablar con una compañera de la víctima. Esta no tenía ni idea de quién podía haber estrangulado a la pobre Betty, así que Reynolds optó por preguntarle directamente:
-¿Le habló alguna vez su amiga de un cadete llamado Marlowe?
La apenada prostituta caviló en silencio durante unos segundos y luego dijo:
-Creo que no. Recuerdo que hace pocos días Betty mencionó a un tal Marlowe, con el cual se había acostado varias veces. Pero, por lo que dijo de él, debía de ser un pez más gordo que un simple cadete. Además, lo mencionó precisamente para decir que había muerto.
Como aquella línea de investigación parecía cerrada, Reynolds se despidió de la prostituta con una generosa propina y volvió a West Point antes de que alguien notara su ausencia. Una vez allí, buscó a un veterano ordenanza llamado Seymour. Este era un hombre astuto, que, sin ser amigo de nadie, conocía los entresijos de todo el mundo.
Normalmente era un tipo discreto, pero Reynolds obtuvo el placer de su conversación a cambio de unos cuantos dólares. Tras asegurarse de que nadie los escuchaba, le preguntó:
-Seymour, ¿sabe si recientemente ha fallecido algún pariente del cadete Marlowe?
-En efecto. Y me extraña que usted lo haya descubierto, porque es un asunto del cual se ha hablado muy poco por estos lares. El hermano mayor de Marlowe murió la semana pasada, después de que se disparara por accidente la pistola que estaba limpiando. Ya sabe: la típica tontería que se cuenta para ocultar un suicidio.
-¿Y qué motivo podía tener ese hombre para suicidarse?
-Según tengo entendido, iba a casarse con una señorita de alta alcurnia, pero el compromiso se rompió bruscamente pocos d��as antes de la boda. Al parecer, ese individuo quiso comer entremeses antes del banquete nupcial y hubo un entremés que no mantuvo la boca cerrada. No sé si me entiende. Reynolds entendía perfectamente y pensó que la pobre Betty había sido un entremés demasiado parlanchín. Si el hermano de Jack Marlowe se había suicidado por culpa de sus habladurías, entonces ya había un móvil para el asesinato. El cadete Marlowe podía ser un hombre irreprochable en muchos aspectos, pero en varias ocasiones había manifestado un carácter arrogante y vengativo, incapaz de perdonar.
Tras unas palabras de Reynolds con el jefe de policía, se procedió al arresto de Jack Marlowe, quien consiguió escapar antes del interrogatorio. Aquella fuga se consideró un indicio evidente de culpabilidad y así Eddy dejó de ser sospechoso. Este abrazó a su amigo Reynolds con lágrimas en los ojos y le dijo:
-Muchas gracias, Robert. No sabes cuánto te debo.
-No exageres, Eddy. De todas formas, no había ninguna prueba contra ti.
-No me refiero a eso. Ya sabes que quiero ser escritor cuando abandone esta maldita academia. Y tú me has inspirado la creación de un nuevo género literario.
Varios años después Eddy, cuyo nombre completo era Edgar Allan Poe, creó la literatura de misterio.
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anyara · 9 months ago
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Hojō hizo una reverencia, antes de dar la vuelta y volver al interior de la residencia. Kagome lo siguió con la mirada un poco más de lo necesario.
—Él es un amigo de la infancia —Kagome pareció querer aclarar. InuYasha no fue capaz de mostrar una expresión, todo lo que sentía era una furia oscura que amenazaba con hundir sus garras en aquel hombre.
—Por la forma en que se dirige a usted parece que la considera de su propiedad —InuYasha no se molestó en esconder ese pensamiento.
Kagome lo observó por un instante que a él le pareció largo e intenso. Los tonos de sus mejillas se encendieron un poco más de lo que él le había visto hasta ahora y eso lo sorprendió. Había fuerza en su mirada, a pesar del arrebol que invitaba a pensar en la timidez.
—Usted y yo sólo nos hemos visto dos veces y no me parece propio comentar estos asuntos —ella habló con decisión e InuYasha percibió el modo en que la emoción de sus palabras y su voz lo llevaron a desear ver doblegado su espíritu, cedido, completamente entregado a él.
Había fuego en esta mujer, un fuego oculto que quizás ni ella misma sabía que existía bajo las capas de su cordialidad. InuYasha se sintió más motivado que al inicio de todo esto.
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KAWAAKARI
Capítulo 08
Ao3
Ilust: LEN (fb)
#InuYasha
#inukag
#かごめ
#犬夜叉
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belencha77 · 4 months ago
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CAP 30 - BAJO LA SUPERFICIE
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|| ¿Qué es lo que mis ojos acaban de captar? ¿Una hermosa dama que se ha infiltrado en mi fiesta? Honestamente, no recuerdo haberte visto en mi lista de invitados || Exclama con una voz seductora, su mirada fija en mí.
|| ¡Liam! || respondo emocionada mientras me doy vuelta para mirarlo. Mis ojos se iluminan y mi corazón late con fuerza al verlo. Él me sonríe con picardía y lentamente me lleva a un lugar más reservado, alejándonos de las miradas curiosas.
|| Supongo que no debería sorprenderme verte aquí... || dice mientras una de sus manos descansa sobre la madera y se inclina lentamente hacia mí. Su aroma embriagador me hace cerrar los ojos por un momento. Acerca su boca a mi oído y susurra suavemente || Riley, realmente te ves hermosa y sexy hoy. Eres impresionantemente deslumbrante ||
|| Siempre tan encantado || Sonrío mientras mis manos juegan con los botones de su camisa || ¿Sabías que me muero por verte desde hace tiempo? ||
|| ¿De verdad? || pregunta con una sonrisa traviesa, acercándose más. Siento su aliento cálido en mi cuello, y un escalofrío recorre mi espalda.
|| Sí... || respondo, apenas capaz de ocultar mi emoción. Liam levanta suavemente mi barbilla con su dedo, obligándome a mirarlo a los ojos. La intensidad en su mirada me hace perder el aliento.
|| Pues no eres la única || susurra, sus labios apenas rozando los míos. Sin poder resistirme más, cierro los ojos y permito que nuestros labios se encuentren en un beso lleno de pasión y deseo. Al separarnos, él me sonríe y acaricia mi mejilla con suavidad || Por muy contento que estoy de verte, supongo que no estás aquí solo por mi compañía, ¿verdad? || pregunta Liam con una sonrisa insinuante, sus ojos brillando con curiosidad.
|| Desafortunadamente, no || respondo, lanzando un pequeño suspiro que tenía sostenido. Liam me mira con ojos amorosos y ansiosos || Quería aprovechar este evento para hablar con Sebastián. No quiero que pase más tiempo || Le explico.
|| ¿Sola? Por qué no me avisaste… ¿No deseas que te acompañe? || pregunta con preocupación, mientras coloco mi mano sobre su pecho, sintiendo su corazón acelerarse.
|| Me encantaría, pero probablemente sea más seguro si parece que no sabes nada aún. Al menos por ahora || le respondo, mirándolo fijamente || Pero Drake se ofreció a acompañarme. Dijo que él también necesita algunas respuestas || Y con mis palabras noto una chispa de incomodidad y celos en los ojos de Liam antes de que se recomponga.
|| Drake, ¿eh? || murmura, su tono apenas disimulando la molestia || Bueno, entiendo... Pero luego de que hables con Sebastián, de inmediato tomaré cartas en el asunto || Se inclina más cerca y comienza a susurrar en mi oído, su aliento cálido y sus palabras sutiles hacen que mis mejillas se sonrojen || Dejando ese tema a un lado... Mientras adornas inesperadamente mi presencia en este lugar, tengo una propuesta para ti. Hay un lugar particularmente agradable a lo largo del Sena, un puente con columnas coronadas por estatuas doradas. Lo he estado observando durante los últimos días y, alrededor de la medianoche, está completamente desierto || Se echa hacia atrás y tira suavemente de mi barbilla para que lo mire, sus ojos fijos en los míos con una intensidad electrizante || Por esta noche, me gustaría alejarte de todo esto... de nuestros enemigos y de los complots contra nosotros... y tener una velada juntos en el corazón de París || susurra, sus labios rozando los míos.
|| Liam, sabes cómo tentarme... || respondo, sonriendo coquetamente mientras mis dedos trazan líneas imaginarias en su pecho || No puedo resistirme a una noche así contigo… Aunque, ¿no estarás cansado después de todo esto? ||
|| ¿Cansado? Jamás… Mi tiempo contigo es como el aire para un hombre que se está ahogando. Nada me alejaría de ti || dice con una sonrisa traviesa, acercándose aún más || Entonces, está decidido. Haré que un auto te lleve. Nos veremos ahí a la medianoche. Te prometo que será una noche inolvidable ||
|| ¿Y qué es lo que estaríamos haciendo, exactamente? || pregunto, dejando que mi curiosidad y coqueteo se mezclen en mi voz.
|| Considéralo una… sorpresa. Pero te puedo decir que tendremos a París para nosotros solos mientras el resto de la ciudad duerme ||
|| Vaya… Suena asombroso || respondo, sorprendida y feliz.
|| Lo es, pero más lo es la idea de pasar tiempo contigo. Anhelo tenerte para mí más tarde || dice, acercándose aún más. Nuestros labios se encuentran en un beso lleno de promesas, dejando atrás cualquier rastro de celos y preocupación. Al separarnos, nuestras respiraciones están aceleradas. Liam se aleja un poco, marcando distancia, mientras yo me apoyo en una de las columnas del lugar.
|| Liam, ¿así que aquí es donde te escapaste? || exclama la voz de Charles. Al girar, veo que llega junto con Rashad. Ambos me miran de pies a cabeza || No sabía que las plebey... || comienza Charles en tono burlón, pero al ver la mirada seria de Liam, se detiene bruscamente y cambia de tono || Quiero decir, ¿las damas de la corte están permitidas en tu fiesta? || Y antes de que Liam pueda responder, Rashad intercede de inmediato.
|| Liam, ¿por qué tienes a una mujer tan hermosa en tu despedida de soltero? No sabía que estaba permitido || anuncia Rashad sin quitarme los ojos de encima. Noto que Liam frunce el ceño, claramente molesto por el comentario de Rashad || ¿Acaso tengo el placer de que me hayas venido a buscar? || añade Rashad, con una sonrisa insinuante.
|| ¿Buscarte? ¿Yo? || exclamo, sorprendida y sin saber cómo responder. Liam me mira y sonríe, adelantándose a contestar.
|| Para ser sinceros, Lady Riley parece siempre asomarse en eventos como estos || dice Liam con mucha seguridad, aunque noto un destello de celos en su mirada. Inmediatamente, me sale una gran sonrisa, entendiendo el porqué de su comentario. En efecto, esta sería mi segunda despedida de soltero.
|| Exacto, Liam tiene razón || digo, dándole un codazo y poniendo los ojos en blanco.
|| Entonces, ¿a qué se debe tu hermosa presencia? || pregunta Rashad, aún sin quitarme los ojos de encima, ignorando el evidente disgusto de Liam.
|| A un pequeño error… || respondo rápidamente, tratando de mantener la compostura mientras él y Charles me miran confundidos. || Pensé que era un evento para la corte. No creí que fuera exclusivamente la despedida de soltero de Liam ||
|| Bueno, valió la pena ese error. Así que, si necesitas aprovecharlo, estaré encantado de mostrarte algunos de los rincones más secretos de esta fiesta. Solo di la palabra || Liam se adelanta un poco más, colocando una mano firme sobre mi hombro, sus celos ahora evidentes en la tensión de sus músculos.
|| Rashad, Lady Riley es una dama bastante influyente en mi corte || interviene Liam con voz firme y autoritaria || Te sugiero que muestres más respeto || Su tono es cortante, dejando claro su molestia por sus insinuaciones. Rashad se sorprende y se nota bastante avergonzado.
|| Lo lamento, Liam… Lo siento, Lady Riley || responde Rashad más calmado. Charles aclara su garganta incómodamente para romper la tensión.
|| Por casualidad, ¿Lady Hana no está contigo? || pregunta, mirándome intensamente.
|| No, en estos momentos no || respondo con serenidad, notando su superficialidad y egocentrismo.
|| Qué lástima. Honestamente, me encantaría volver a verla || comenta Charles mientras saca un puro de una caja dorada y lo enciende con precisión. Su expresión es indiferente y engreída.
|| Charles, permíteme ser franca || digo, mirándolo directamente a los ojos || Estoy completamente segura de que no tienes ninguna oportunidad con Hana ||
Charles parpadea, sorprendido, y casi se atora con su cigarrillo. Rápidamente se recompone y me mira con incredulidad.
|| ¿Lo dices en serio? Pero esa no fue la impresión que tuve cuando hablé con ella… Parecía emocionada por conocerme ||
|| ¿Emocionada? Me temo que estás muy equivocado, Charles. Tal vez deberías considerar comprarte unos lentes. Quizás así veas la realidad con más claridad || Respondo con una sonrisa serena. Luego, añado || Hana es una mujer de inteligencia y carácter. Ella no se impresiona fácilmente por hombres que creen que su estatus le da derecho a su atención. Deberías enfocarte en ser alguien digno de respeto y no solo de posición || Charles casi salta de su lugar, pero se controla, exhalando un aro de humo. Liam me observa, tratando de contener su risa. Miro hacia donde está Drake y él me hace señas || Bueno, caballeros, ha sido un placer, pero las bebidas me llaman. Hasta luego || Ignorando las miradas de Charles y Rashad, me acerco a Liam y le doy una sonrisa cálida.
|| Su Majestad, nos vemos luego. Disfruta de tu fiesta || le digo suavemente, colocando mi mano en la espalda de Liam. Noto cómo susurra entre dientes "buena suerte". Le guiño un ojo, disfrutando de mi confianza y de los efectos que tengo en él antes de dirigirme hacia donde está Drake.
Mientras camino hacia Drake, veo cómo Maxwell se apresura al centro de la habitación con su bebida y se aclara la garganta, haciendo tintinear el vaso con una cuchara cercana.
|| Buenas noches, damas y caballeros... Eeeeh… excepto que aquí no hay damas, por supuesto || Exclama mientras sus ojos se agrandan y evita mirarme || No, ninguna en absoluto || Vaya manera de pasar desapercibido. De repente todos los hombres en la sala dirigen su atención hacia él || Me gustaría proponer un brindis por nuestro maravilloso Rey || dice Maxwell. Liam sonríe desde el otro lado de la habitación.
|| Eres muy amable, Maxwell || contesta Liam.
|| Por supuesto, recuerda Aparte de amable, soy deslumbrantemente guapo, por cierto. Este día es tan especial que hasta el personal de limpieza merece una ovación || Continúa Maxwell con una sonrisa traviesa || Sí, ellos han hecho un trabajo increíble asegurándose de que no quedara ni una sola mota de polvo en este lugar. Vamos, un aplauso para ellos || El auditorio estalla en risas y aplausos, completamente cautivado por el ingenio de Maxwell. Mientras tanto, Drake y yo nos movemos en silencio a lo largo de la pared del fondo, aprovechando que todas las miradas están fijas en Maxwell || Y claro, no podemos olvidar al chef que nos ha deleitado con estos manjares. Si no fuera por él, estaríamos comiendo papas fritas y cacahuetes || Casi dejo escapar una carcajada por lo lejos que está yendo. Maxwell sigue hablando, ahora narrando una anécdota divertida sobre cómo casi confundió al jardinero con un invitado de la realeza.
|| ¡Rayos! Sí que sabe cómo llamar la atención, ¿no? || susurro riendo a Drake.
|| Quién como él. Pero bueno, hasta ahora todo va perfecto. Vamos por aqu��, Sebastián debe estar en la parte posterior || me susurra Drake mientras nos deslizamos por las sombras, evitando ser vistos || Aprovechemos que nuestro amigo lo está dando todo en su discurso ||
Nos movemos con cuidado, manteniéndonos cerca de las paredes y evitando los grupos de hombres elegantemente vestidos que conversan en pequeños círculos íntimos o se mueven por el lugar. El aroma a perfume de alta gama y el humo de cigarrillos exóticos flotan en el aire, mientras los camareros elegantes navegan entre la multitud, equilibrando bandejas llenas de cócteles y champagne.
Finalmente, alcanzamos una esquina más tranquila y apartada del bullicio principal. Aquí, las luces son más tenues, creando un ambiente íntimo y acogedor. Sofás de terciopelo oscuro y mesas de mármol ofrecen refugio para conversaciones privadas o momentos de descanso entre bailes y brindis.
De repente, una mano firme toma mi brazo, haciéndome saltar del susto. No es Drake, sino Sebastián, cuyos ojos furiosos nos llevan a un rincón oscuro, alejados de las miradas curiosas. La música y las risas de la fiesta parecen disminuir en este pequeño oasis de privacidad, mientras Sebastián nos mira con atención antes de dirigir su mirada directamente hacia Drake.
|| Drake, estoy seguro de que estás disfrutando de la fiesta. El whisky y los bistecs parecen ser de tu agrado esta noche. Pero no entiendo por qué has traído una brecha de seguridad contigo || dice con seriedad, su mirada luego se posa en mí || Sé que ustedes dos se llevan bastante bien y son muy cercanos, pero temo que Lady Riley debe irse ||
|| No me voy a ir a ningún lado || exclamo, liberando mi brazo de su agarre con un movimiento brusco, la furia ardiendo en mis ojos || Tengo que hablar contigo, Sebastián || Mi arrebato lo toma por sorpresa, pero rápidamente recupera la compostura, su rostro se endurece.
|| Me temo que deberá irse, Lady Riley, o yo mismo la acompañaré afuera. Hablar no es una opción || dice, apretando mi brazo con más fuerza. Pero Drake interviene de inmediato, sujetando el brazo de Sebastián con firmeza y obligándolo a soltarme, mientras me coloca detrás de él, su ceño fruncido con determinación.
|| Lo que ella quiso decir es que QUEREMOS hablar contigo || exclama Drake con una rabia contenida. Sebastián se acerca, su tono de voz ahora un rugido.
|| Drake, si es necesario… Te acompañaré afuera a ti tamb--- || Amenaza, pero antes de que pueda terminar, me muevo entre ellos, mis ojos suplicantes buscando los suyos.
|| Sebastián, escúchame || le digo con desesperación || Solo necesito hablar contigo. No vine a causar problemas, pero hay algo que debo saber || Sebastián, aún enfurecido por nuestra presencia en la fiesta, intenta mantener la compostura. Su mirada se endurece mientras nos observa a ambos.
|| ¿De qué está hablando, Lady Riley? Esta es una fiesta privada. Ya ha causado suficiente revuelo al estar aquí. No tiene nada que buscar en esta fiesta || dice con frialdad. La tensión en el aire es palpable, cada segundo que pasa intensifica el enfrentamiento. Drake y yo intercambiamos una mirada, sabiendo que estamos en el filo de la navaja.
|| Sebastián, por favor || insiste Drake, tratando de calmar la situación || Esto es importante. Necesitamos respuestas, y sé que tú las tienes ||
|| ¿Respuestas? No sé de qué hablas, Drake, pero este no es el lugar ni el momento || Sebastián escupe la palabra con desprecio.
|| Sebastián, no tenemos que hacer esto aquí, pero no me iré sin hablar contigo || mi voz es firme, inquebrantable || Sé que fuiste tú ||
|| Sí, soy yo… Pero soy quien los va a sacar de la fiesta en este momento. Ahora, vengan conmigo || Sebastián se mueve para agarrarme una vez más, pero Drake intercepta su mano, bloqueándola y colocándose frente a mí. Claramente aprieta los dientes, luchando por mantener la calma.
|| No te hagas el desentendido. Sabemos que fuiste tú quien ayudó a tenderle una trampa a Riley... Así que no sirve de nada negarlo. Penélope le contó todo a ella sobre cómo la convenciste para sabotearla. Apuesto a que tú también estás detrás de lo de Olivia para que dejara la corte. Aunque sigo preguntándome por qué. ¿Por qué les harías eso a ellas? ¿A Liam? No tiene ningún sentido para mí || exclama Drake, lleno de rabia.
|| Drake... || Sebastián abre los ojos, notablemente nervioso. Mira alrededor de la habitación antes de encontrar la mirada de Drake de nuevo y comenzar a negar con la cabeza || No puedo hablar de esto ahora… Entiende que soy simplemente un sirviente de la corona ||
|| Sebastián, ¿por qué lo hiciste? ¿Qué fue lo que te hice yo? || exclamo frustrada. Sebastián me mira con un poco de vergüenza, pero Drake no le da tiempo para responder.
|| Sebastián, dinos quién tuvo su mano en esto. Quiero saber quién… Dímelo ||
|| Drake, no hagamos esto en este momento, por favor || Sebastián levanta las manos para calmarlo, mirando entre la oscuridad en la que estamos y la fiesta que se desarrolla afuera.
|| Sé que eres un buen hombre, Sebastián... Pero lo que hiciste, lo que casi ayudaste a Tariq a hacerle a Brown esa noche, es una locura. ¡Y lo sabes! Sé que tenías que estar trabajando para alguien. Sé que no harías... || exclama Drake, pero inmediatamente Sebastián golpea su puño en la pared al lado de Drake, casi raspándolo.
|| ¡MALDITA SEA, DRAKE! ¡DIJE QUE NO PUEDO HABLAR DE ESTO EN ESTOS MOMENTOS! || dice con los dientes apretados.
|| Sebastián, por favor... || finalmente logro hablar, intentando ocultar mi temblor mientras miro al suelo. Siento sus miradas sobre mí, pero trato de contener las lágrimas y el dolor que me abruma || Solo necesito entender. ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué ganaste al traicionar a alguien que confió en ti? || mis palabras salen entrecortadas por la emoción, pero mi voz es firme y determinada. Sebastián toma gentilmente mi brazo, esta vez de manera cariñosa.
|| Lo siento mucho, Lady Riley. De verdad, y para ser honesto, no fue nada personal… Es lo único que puedo decirle. Pero ahora, es tiempo de que se vayan || dice Sebastián mirándome con recelo. Drake toma el brazo de Sebastián fuertemente y, furioso, lo aleja de mí.
|| Retira tus manos de ella en este momento || exclama Drake mientras coloca su mano en mi brazo suavemente || Nos iremos… ¡Pero no puedo creerlo, Sebastián! ¡Siempre te jactabas hablándome sobre la lealtad y luego, a escondidas, le haces esto no solo a Brown, quien fue inocente en todo esto, sino a Liam! Qué lástima que no seas el hombre que pensé que eras. Mi papá estaría decepcionado de ti ||
|| Drake... lo siento. No quise... || Sebastián se mueve hacia Drake de nuevo, con una mirada muy triste || Como dije, esto no fue personal, lo juro ||
|| Honestamente, se siente muy personal desde donde estoy parado || le reclama Drake. La ira de Drake parece irradiar en el pequeño espacio, pero todo lo que siento ahora es pura tristeza, un peso abrumador en mi corazón. Todo esto no sirvió para nada || Vámonos, Brown. No vale la pena permanecer aquí ||
Pero antes de que podamos alejarnos de Sebastián, escucho una voz indignada detrás de mí.
|| ¡Por Dios santo! Me ausento durante diez minutos y regreso al caos absoluto. ¿Qué está ocurriendo aquí? || exclama Bertrand. Al encontrarse con mi mirada, su expresión cambia de indignación a sorpresa || ¿Riley? ¿Qué te pasó? ¿Qué haces aquí? || pregunta, asombrado y preocupado.
De repente, siento cómo la respiración de Drake cambia y comienza a volverse más rápida y pesada. En un parpadeo, sus ojos se fijan en Bertrand con una intensidad que nunca antes había visto. Sin decir una palabra, Drake avanza lentamente hacia Bertrand, sus manos cerrándose en puños y su mirada encendida de furia.
|| ¡TÚ! || exclama Drake, su voz vibrando de rabia contenida. Cada paso que da hacia Bertrand está cargado de una amenaza palpable, sus músculos tensos como un resorte a punto de estallar.
Bertrand retrocede un paso, sorprendido por la reacción violenta de Drake. La tensión en el aire es casi insoportable, como una tormenta a punto de desatarse. El silencio que sigue es ensordecedor, mientras todos los presentes contienen la respiración, esperando lo que está por venir.
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If anyone else wants to be tagged, just let me know. I hope you enjoy this wonderful love adventure.
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xjulixred45x · 7 months ago
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(TRADUCCION DE UN TRABAJO DE HADES)
estaba haciendo unos dibujos con la historia de la guerra de Troya de fondo, cuando justamente llego a la parte del sacrificio de Ifigenia(la hija de Agamenón) para que los barcos marcharan hacia troya.
y me dio una pequeña idea para este pequeño drabble.
imagínate que lector es amante de alguno de los 3 miembros principales de la casa de Hades(Zagreus, Thanatos, Megaera) y un dia justamente su familia les dice que vayan a un lugar específico por un asunto de SUMA importancia.
sin saberlo lector va hacia donde planean sacrificarlos a los dioses(tu decides la razon).
lo que la familia no tiene en cuenta cuando esto ocurre es que utilizando el Aid de los dioses, lector llama a su amante para que los ayude(¿podria ser posible? estaria cheto si asi fuera).
¿se imaginan las reacciones de cada uno al ver que los mortales quieren sacrificar a su pareja?
Thanatos definitivamente esta en contra de que se haga dicho sacrificio con su pareja obviamente, y los proteje, pero es el mas conciente de la situación, de que si hay un sacrificio, algun dios lo pidio, y sabe que algo que seria peor(sobretodo para su pareja) que lidiar con mortales, seria lidiar con un DIOS/DIOSA.
por lo que Thanatos trataria de usar mas la diplomacia en lo posible, aunque usara fuerza si es necesario para defender a su pareja(si lo necesita) y tratara de arreglar la situación sin molestar a ninguna entidad superior.
es el mas torpe a la hora de consolar a su pareja, pero no quiere que se sientan mal a largo plazo, por lo que aunque sea después de que la situación esta bajo control, los lleva a algun lugar lindo.
Zagreus definitivamente esta LIVIDO de ira al enterarse de lo que esta pasando, creo que trataria al principio de decir que no tiene sentido que pidan un sacrificio porque los dioses usualmente NO LES GUSTAN (como lo que paso con Pelops) pero en cuanto vea que eso no funciona, pasaea directamente a la violencia.
¿ellos quieren un sacrificio a los dioses? bien, que lo sean ellos mismos. aparte de que tiene la oportunidad de presumir un poco con su pareja lol.
aunque definitivamente trata de consolarlos emocionalmente despues de ese tipo de traición mientras pueda estar en la superficie (o incluso ofrecerles un rato en la casa de Hades, si quieren).buen e inusual Badass/enojado Zagreus.
Megaera....OF...ella salta directamente a la violencia. nisiquiera tienen que decirle que esta pasando, ve a su pareja en apuros y angustiada y ella ve ROJO. saca su lado mas violento.
cuando todo termina va a checar a su pareja y pregunta que fue lo que paso y solo la pone aun mas furiosa. por supuesto que era una estupidez mortal. pero se alegra de que ellos esten bien. no es tan buena en lo emocional como Zagreus, pero al menos consuela a su pareja porque sabe lo que es sentirse tan desconectado de tu "familia".
definitivamente va a tomarse el tiempo en el tartaro para atormentar a la familia de su pareja o minimo se los deja a su hermanas :)
EXTRA:
POLY THAN/ZAG/MEG es una mezcla rara de todo lo anterior. probablemente teniendo a Thanatos tratando de hacer las cosas "bien" Megaera y Zagreus traten de no ir directamente a la violencia. TRATARIAN.
aunque en cuanto ven que no va a haber una negociación real, que los ignoran o, dioses no lo quieran, tratan de matar a su pareja AÚN CON ELLOS DELANTE Zagreus y Megaera ya no se contendrán e iran por SANGRE.
Thanatos viendo que la diplomacia fallo solo se dedicaria a checar en su pareja para ver si se lastimaron o si se encuentran bien en general. el hombre quiere RESPUESTAS de como esto paso.
cuando todo acabe, probablemente los tres(sobretodo Zagreus y Meg) estarian bastante mas vigilantes con su pareja, simplemente fue un gran susto. aparte, pilas de abrazos. yo no hago las reglas.
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dolceminerva97 · 7 months ago
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Opinión de Tina sobre que su jefe está haciendo un speedrun para arruinar las relaciones diplomáticas con cualquier país que le pongan enfrente? 🤨
Supongo que como nacion ella no puede ponerse al pedo con su jefe pero imagino que no está muy contenta o de plano se le cae la cara de la vergüenza con lo que pasó con España o los intentos de Milei de hacer al país más "yankee" aún si EU no le está dando bola
Creo que hay que dejar pasar un tiempo para poder interpretar la actualidad con una perspectiva menos sesgada por la urgencia de los acontecimientos, pero no me parece que Tina esté contenta con todo esto. No porque sus presidentes anteriores fuesen mejores, que vergüenza ajena y humillaciones ha tenido que pasar con todos, casi siempre va a haber un momento en donde un mandatario tenga un dicho desafortunado o meta la pata, sin excepciones.
Pero la Argentina ha tenido, por lo menos desde el comienzo del siglo XXI, una política internacional medianamente consistente, con ciertas oscilaciones, aquí y allí, en momentos donde ha tenido tendencias más marcadas que luego se han atenuado. Fluctuaciones completamente normales, a mi parecer, de las relaciones internacionales que tienen los países y cómo están sujetas a cambios gubernamentales, pero esto nunca significa que ellos tengan un cambio abrupto en su carácter o relaciones personales, a menos que un evento drástico lo amerite.
El problema con el actual gobierno es que están dando unos volantazos en política internacional de la gran flauta porque el presidente no es un hombre de diplomacia sensato y razonable, es un tuitero con un narcisismo patológico y delirios místicos.
Lo que ha pasado con España y Argentina... madre mía. Creo que sería ooc pensar que Tina y Toño se están peleando por este asunto, me imagino que los dos deben tener vergüenza ajena de la escalada y les parece más un chascarrillo de sus políticos que otra cosa, pero qué payasada impresentable.
El chupapijismo yanqui/israelita es algo que ya tuvo que vivir en los años 90s. Ni en ese entonces, ni ahora, a Tina le ha gustado ser una lamebotas del Alfredo. No le nace; lo admira, al mismo tiempo que lo desprecia. Pero eso no quiere decir que ella quiera tener malas relaciones con él, o que quiera estar "del otro lado" de la cortina de hierro fantasma; Argentina es esencialmente un país occidental y sus lineamientos siempre van a tomar ese rumbo, en mayor o menor medida.
Ahora Tina tiene que ponerle la cara a los cambios abruptos en sus políticas internacionales. Sus planes de integrarse al BRICS, arruinados. Sus planes de integración con Brasil, otra vez, desacomodados. Los vínculos que se fueron construyendo con Rusia y China, complicados (aunque su prioridad es el vínculo con China, más que nada, Rusia es prescindible). Y así un largo etcétera con chascarrillos diplomáticos absurdos e inexplicables, como el berrinche con Colombia y quién sabe cuántas vergüenzas más vamos a tener que pasar de aquí hasta que termine este mandato.
El tiempo dirá.
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julian-bellialt · 6 months ago
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EL MICRORELATO
Esta la historia de Julian, un hombre apasionado por la escritura quien en un día al intentar escribir algo, las ideas no llegaban, un sentimiento nulo se fabricaba en su mente abarcando una sintonía de vacíos creativos que no le permitían escribir ni una palabra. Julian se sentía confundido, en el meollo del asunto siempre tenía un haz bajo la manga, alguna idea para sintetizar, pero ese día al parecer se habían agotado. Exhausto de luchar contra su parsimonia voluntad, sin sentir ni pensarlo, entro en un abismo mental donde al fondo hallo un cumulo de ideas que dejaría plasmadas mientras se encontraba en un claustro mental de arquetipos oníricos. A la mañana siguiente, al revisar su ordenador encontró que había escrito 20 microrelatos. En medio de su emoción descontrolada, se apaciguo y se sentó a revisarlos con calma uno a uno, pero toda la felicidad fue eclipsada cuando encontró algo terrorífico, algo que hizo se levantara aterrorizado de su silla, no podía creer que lo que estaba allí contenido; él, lo había escrito. Una caterva de horrores ortográficos por doquier; “elles, lapso de tiempo, elle, todes, bichota” así como errores ortográficos y gramaticales, mal uso de signos de puntuación e interrogación sin dejar de lado los signos de ¡exclamación! ¡qué horror! Y el uso excesivo de las MAYUSCULAS. Hizo que julian entrara en una catarsis de ira desmenuzada. ¿pero que mierda es esto? Dijo mientras azotaba el diccionario de la RAE. En ese instante, juró vengarse. Así que se sentó delante de su ordenador y empezó a escribir lo que sería su venganza, la cual titularía. “EL MICRORELATO”.
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labitacoradelhombresolitario · 10 months ago
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Del cuaderno... (VIII)
OFICIO DE POESÍA
Particular observación
Yo en los años 80, en Alicante, tenía un amigo poeta que siempre decía que la poesía era «el resultado de una particular observación». No sé si esa frase la habría tomado él de algún otro autor —es posible—, pero en cualquier caso el dictum encierra una indudable verdad. Por mi parte, yo he dejado escrito en uno de mis libros de ensayo-ficción el siguiente aforismo: «No existe gente con buena memoria y gente con mala memoria; existe gente que se fija en lo que hace y gente que no se fija». En efecto: en el ojo está la clave; tenerlo o no tenerlo, esa es la cuestión. O mejor: cultivar o no cultivar la mirada. Amar —en definitiva— el mundo o despreciarlo; pues hemos de recordar que, como reza el refrán, no existe mayor desprecio que la falta de aprecio.
Dijo Joseph Conrad, en celebrada y muy repetida cita, que la labor del escritor —del artista— era ayudar al prójimo a ver. El poeta es aquel que ve, y ayuda a ver. Y el que a través de la empatía —creo que fue Goethe quien en uno de estos sentidos habló de la «educación por el dolor»— ayuda a sus lectores, mediante un proceso de identificación catalizado por la «alquimia del verbo», a entender.
El poeta es alguien que, en palabras de Cioran, «ha entendido»; y la poesía es el medio del que se vale para transmitir sus epifanías y hacer extensiva su percepción.
Tarea del zahorí
Dice Ortega que el amor es «zahorí, sutil descubridor de tesoros recatados», y que no es que no vea (vendados se le han supuesto tradicionalmente los ojos), sino que su función no es mirar, pues el amor es «luz, claridad meridiana que recogemos para enfocarla sobre una persona o una cosa», comportando por lo tanto «un grado superior de atención». Ese mismo fenómeno es el que se da en relación con la visión de mundo del poeta; de ahí que de este podamos afirmar que es, de alguna manera, un ser enamorado: su paisaje (por seguir con Ortega, parafraseándolo) es tan real como el del resto de la humanidad, pero mejor.
Potencia y hechos consumados
Según Balzac, el poeta ha de traducir sus percepciones en sensaciones de forma inmediata, pues —a causa de su temperamento— solo así puede aspirar a entenderlas; y es esa impulsividad la que lo convierte en un ser tan a menudo imprudente y temerario. El hombre de acción, por el contrario, mide y calibra sus actos antes de ejecutarlos (en otras palabras: «estudia sus jugadas»).
Es ciertamente una extraña paradoja: el poeta, que no hace nada, es un osado; el hombre de acción, que lo hace todo, examina con cuidado el terreno que se dispone a pisar. La aparente contradicción tiene, sin embargo, perfecto sentido: el arte solo puede ser aposteriorístico; las gestas en tiempo real —incluso aquellas, más modestas, de la vida cotidiana— han de triunfar o fracasar en el ínterin de su propio transcurso. Otra manera de expresarlo sería decir que el poeta vive en el ámbito de lo que en filosofía se denomina la pura potencia, mientras que el hombre de acción reside en la esfera de los hechos consumados.
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Riesgos de lo inefable
Poesía es estar, a la vez, en todos los planos de la realidad y la irrealidad; barajar la lengua en que dialogan entre sí las dimensiones. Poesía es amor, es miedo, es angustia, es cólera y júbilo, es Dios. Claro que hablar de lo inefable lleva consigo sus riesgos; y el menor de ellos no es precisamente la posibilidad de proferir necedades.
Vocación en marcha
Poesía es también tremulante vocación en marcha: un perpetuo ejercicio de nietzscheana «voluntad de poder»; un buscarse y alcanzarse y trascenderse, para luego buscarse otra vez; un eterno retorno al ser desde el ser. Dicho de otro modo: puro gozo —ecos hay aquí de San Juan de la Cruz— en permanente proceso de autoverificación.
Poesía eres tú
Y finalmente, poesía —Bécquer dixit— «eres tú». En los versos que siguen enfoco yo el asunto desde una perspectiva parecida, haciéndome consciente o inconsciente eco de la cándida boutade del romántico sevillano para definir a mi vez lo inenarrable y rematar con ello estos fragmentos:
«¿Qué es poesía?», me pregunta. Poesía, le respondo, es un rebaño de vacas cruzando mansamente un puente por encima de una autopista de montaña. Y me mira, y me sonríe, y eso (lo lleva puesto y no lo sabe) es también poesía. Y de la buena.
[07-10/02/24]
ROGER WOLFE
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vanskyfox · 4 months ago
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Podemos por favor empezar a entender UNA ÚNICA COSA.
Que a ti no te represente o no te guste un término (Femboy) no significa que no pueda representar y ser usado por otras personas que si se sientan identificadas (asumiendo que quizás también seas trans)
Es absurdo imponer un único punto de vista a personas que son trans, porque a ti especificamente no te guste o no te represente.
Esto es lo mismo que invalidar a un hombre trans por no operarse y no tener "todos los genitales" que mucha gente considera que son necesarios para poder ser considerado un "hombre".
En serio si vas a opinar sobre algo, piensa en que el mundo es amplio y existen multitudes de puntos de vista y que tu no tengas el mismo que otros, no te da el derecho de imponerlo. Al igual que otros no tienen el derecho de importelo a ti. 🙃
No iría mal que muchos aprendieran a abrir su mente o a no meterse en los asuntos de los demás, si no les incumben. Crea tu propio evento, usa la palabra que consideres adecuada para ti y ya está. Quizás enfocar tu energía en eso te hará ser más productivo, que solo meterte como anon en las preguntas de otros para ver si encuentras a alguien que opine igual que tu.
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yuzuyom · 1 year ago
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Lo'ak x human!reader.
Advertencia: nsfw | comida de coño | Lo'ak adicto al coño | obscenidad | relacion extraterrestre, humano | lenguaje explícito.
Introducción: Lo'ak te come.
~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•
Lo'ak era una zorra absoluta, lo sabías desde el primer momento en el que lo viste, porque el Na'vi solo se dedicó a mirar tu cuerpo de arriba a abajo, como un animal ansioso por dar un mordisco. Una criatura que simplemente se dejaba llevar por los instintos y hacía incapie en sus deseos más impuros.
Por esa misma razón sonreíste engreída cuando entró a tu habitación. De reojo podías ver cómo su cola se movía de un lado a otro, juguetona ante su siguiente movimiento. Hiciste como sino lo viste, concentrada en el libro que leías para fingir demencia con respecto a la actitud del chico y pareció que al Na'vi no le agradó, puesto que era un hambriento de atención. Tus pies comenzaron a moverse fingiendo inocencia mientras tu trasero se levantaba un poco para darle una mejor vista, tus rodillas se separaron y pronto una oportunidad apareció.
El hombre se colocó entre tus piernas dejando que su pecho se recostara contra tu espalda y entonces sus labios se acercaron a tu oído, enviando un escalofrío por todo tu cuerpo ante la calidez de su aliento.
----¿Qué haces? ---- preguntó el muchacho con voz profunda.
Ignoraste la dureza que rozaba contra tu trasero, cambiando la página de tu libro con desinterés.
-----Leo.
El muchacho acercó su boca a tus hombros desnudos comenzando a rozar sus labios con suavidad.
-----Oh vamos, te vine a visitar... Creo que deberías dejar ese libro y darme toda tu atención a mi.
Descarado.
Eso es lo que era Lo'ak y no lo culpabas, puesto que tú lo habías acostumbrado a que fuera directo y no le diera vueltas al asunto.
Después de meses en esta relación sexual era claro que el muchacho se volvería exigente y descarado.
----¿Por qué debería darte mi atención?---- preguntaste volviendo a dar vuelta a la página.
Y parece que esto frustró al muchacho pues sus colmillos se asomaron y amenazaron perforar tu piel.
----La pregunta es, ¿por que no? ---- sus caderas se pegaron a tu trasero con fuerza logrando que tu pecho se acelerara ----. Sabemos lo que queremos, bebé.
Soltaste una risa empujando tu trasero haciendo que sus caderas se movieran contra las tuyas.
----Vamos, no me hagas rogar  ---- susurró volviendo a mover las caderas.
Una sonrisa apareció en tu rostro, te diste media vuelta acostandolo en la cama mientras te subías encima de él.
-----Tal vez si quiero que me ruegues...---- tus manos tomaron con brusquedad su mentón logrando que sus ojos se abrieron con sorpresa ---- ¿Que tal, cariño? ¿Por qué no ruegas por mi?
Él te miró con una ceja alzada soltando una risa sarcástica mientras sus manos tomaban tus muñecas.
----Vamos, bebé sabe-
Tus manos tomaron su cola, dando un pequeño jalón que hizo temblar al muchacho.
----Suplica, niño.
Esa palabra activó algo, por qué sus pupilas se dilataron y su cola se movió gustosa ante el nuevo apodo.
-----Y un mierda.
Se negó como una perra llorona. Sonreíste en grande, comenzando a moler tus caderas por encima de su taparrabos. Tu pequeño cuerpo humano cabalgaba con maestría al gran extraterrestre de casi tres metros y aquello hacía que tu coño se mojara poco a poco. Te sentías empoderada, mirarlo desde arriba era como una droga que enviaba espasmos por cada rincón de tu putrefacto cuerpo.
----Ruega.
El muchacho movió sus caderas con brusquedad sonriendo cuando comenzó a complacerse.
----Obligame.
Dejaste de moverte, te levantaste de tu lugar quedando por encima de él ganándote una mirada extrañada por parte del navi. Entonces con lentitud y juguetona tus bragas fueron bajando lentamente dándole a Lo'ak la mejor vista de tu coño mojado, lo viste relamer sus labios ansioso de enterrarse entre tus piernas y devorarte sin detenerse ni un segundo.
Con una sonrisa volviste a sentarte encima de él, ahora lo que los separaba solo era esa molesta tela de su taparrabos provocando que Lo'ak se frustrara al no poder sentir tu coño palpitante contra su piel.
----¿Vas a cooperar o no? ---- preguntaste divertida.
Lo'ak negó, mordiendo su labio inferior mientras te seguía el juego.
Asentiste tranquila dejando tus pantis mojadas justo encima de su pecho.
Lo'ak tragó pesado, mirando fijamente aquella prenda manchada con tus líquidos. Su boca se hizo agua mientras imaginaba como estos se derramaban en su boca y el podía obtener un poco de tu delicioso y obsceno sabor.
Tus caderas volvieron a moverse, podías sentir su enorme polla erguida, pidiendo a gritos por tu atención siendo complacido por los movimientos de tu coño.
Pero Lo'ak era codicioso, él no podía simplemente quedar satisfecho con eso.
No cuando estuvo tanto tiempo alejado de ti y simplemente quería enterrarse entre tus piernas y que su lengua se entumiera de tanto lamer tu coño húmedo. Su boca se hizo agua al tan solo pensar en ti cabalgando su rostro. Entonces se volvió frustrante, fue horrible tener tu aroma a tan pocos centímetros de su rostro y que tu coño se burlara de su polla que simplemente quería pegarte contra el suelo y devorarte por toda la noche.
Pero esto era tan excitante, ser dominado por ti lo estaba encendiendo como nunca antes, quería ser maltratado, quería que lo usarás como tú maldito juguete, tu objeto de placer.
-----Entonces, ¿vas a rogar o tendré que estar aquí toda la noche?
Lo'ak gimió cuando su taparrabos comenzó a pegarse a su miembro ante el líquido preseminal que salía de su polla ansiosa.
----Solo... ¡Dámelo, por favor¡
Tus caderas se detuvieron y el muchacho se sintió tan traicionado y frustrado que no dudó en sisearte. Tu mano tocó su cabello jalandolos ligeramente para que su vista se levantara, entonces ya no estabas encima de su polla sino encima de su pecho y tu coño estaba cada vez más cerca de su boca que podía saborear y volverse loco ante el aroma.
----Dije ruega, pequeño hijo de puta.
Lo'ak negó sintiéndose mareado ante la vista de tu coño chorreante, su polla palpitaba rogando por un poco de contacto y su boca salivaba ante tu olor, quería tanto llenar su maldita garganta de tu néctar que se estaba volviendo loco. entonces decidiste torturarlo, tus caderas bajaron y sin vergüenza alguna comenzaste a frotar contra su pecho, tu coño mojaba cada centímetro de su enormes pectorales, tu clítoris chocaba con sus pezones y eso lo estaba volviendo ansioso ante la idea de tenerte tan cerca y a la vez tan lejos. Y él sabía que podía simplemente levantarse y obtenerlo por si mismo, pero la idea de sentirse indefenso y pequeño ante ti lo excitaba de sobremanera.
Cuando su polla llorosa comenzó a doler debido a la nula atención soltó lágrimas. Sus sentidos se volvían locos conforme más te frotabas y mojabas  su pecho.
Entonces él ya no pudo más y tú sonreíste como una maldita desquiciada al verlo llorar con las mejillas rojas.
-----¡Por favor, por favor, mama! ---- rogó el chico chocando sus caderas con la nada.
-----¿Que pasa,Lo'ak? ---- preguntaste sin dejar de moverte ---- ¿que necesitas?
El muchacho lloró ante tu crueldad.
----¡Por favor, déjame comerte! ---- rogó el muchacho salivando ---- ¡Quiero lamerte, ahogame con tu coño, por favor!
----Hmm... No sé, no te veo muy convencido ---- te burlaste observando su cuerpo temblar.
-----¡No, no, no yo en verdad! ¡Necesito comerte, por favor déjame probarte! ---- volvió a suplicar.
-----Bueno, ya que has sido tan bueno.
-----Si, si, si he sido bueno, solo para ti, mama ---- exclamó el muchacho empapado de sudor.
Observaste atenta como te mostraba  la lengua mientras sus ojos amarillos observaban fijamente a tu coño que poco a poco se acercaba a su boca.
----Bien, sé un buen chico y hazme venir.
----Te haré venir, lo prometo ---- gimió ansioso.
Entonces su lengua plana chocó contra tus pliegues, tus caderas comenzaron a moverse contra su boca y lo único que podías oír eran los gemidos de Lo'ak amortiguados por tu coño, tus piernas comenzaban a temblar conforme el muchacho lamía, su gran lengua chupaba con desesperación, sus labios sorbian tus jugos demostrando lo ansioso que estaba por comerte de una vez por todas.
Lanzaste tu cabeza hacia atrás ante la excitación que invadia todo tu cuerpo, tu espalda se arqueó cuando los labios de Lo'ak sorbieron tu clítoris, su enorme lengua daba maltrataba todo tu coño y podías sentir como sus enormes manos se aferraban con fuerza a tus muslos que apretaban contra su rostro. Cuando tus ojos miraron hacia abajo un gemido escapó de tu boca ante la magnífica vista, los ojos de Lo'ak estaban borrachos, casi blancos mientras que toda su cara estaba manchada de tus jugos, sus mejillas casi moradas te hacían ver cuánto disfrutaba y pequeños cabellos sueltos se pegaban a su frente debido al sudor.
-----Mierda, bebé te ves tan bien ---- halagaste haciéndolo soltar un gemido necesitado ---- ¿Te gusta que mama, te halague? ¿Te gusta el sabor de mi coño?
Él asintió sin alejar su boca haciendo que su nariz acariciara tu clítoris provocando que un espasmo recorriera toda tu espalda.
---¡Ah, Lo'ak! ¡Lo haces tan bien! ---- felicitaste tomando su cabello con fuerza mientras movías bruscamente tus caderas.
Mientras tanto Lo'ak estaba en las nubes, tu aroma estaba por toda su cara y tus jugos lo ahogaban, podía sentir como estos resbalaban por su cuello y entraban por su nariz, estaba seguro que si moría el sería el Na'vi más feliz del mundo. Su polla adolorida temblaba y palpitaba ante tus halagos, volviéndolo un desastre lloroso, él no podía hacer nada más que chuparte y comerte hasta estar satisfecho, sin embargo, veía eso imposible, no podía estar satisfecho de ti nunca.
Lo'ak gimió cuando tocaste su cola, poniendo los ojos en blanco cuando su nariz fue cubierta por tu coño chorreante, de pronto ya no podía respirar, no podía hacer nada mas que seguir comiendo y apretar tus muslos con sus enormes manos.
----¡Lo'ak, voy a venirme, oh dios! ---- gemiste haciendo que él asintiera desesperado.
Si, si, quería todo de ti, quería tomarlo todo y que nunca acabara.
La vista se le nublaba y su boca se entumía, estaba seguro que moriría y entonces ocurrió tú te levantaste de golpe y Lo'ak solo cerró los ojos con una sonrisa borracha cuando tu clítoris dejo escapar chorros mojando su rostro y pecho.
----¡ Ahh Lo'ak! ---- gemiste haciendo que él también gimiera.
Su polla estalló y su semen salió disparado manchando tu trasero seguramente. El muchacho sonrió borracho comenzando a limpiar las camisuras de sus labios con su propia lengua.
----Sabes a gloria, mama... ---- murmuró con respiración pesada.
Tú reíste, acostandote a su lado para dejar un beso en su pecho.
----Estuviste muy bien, bebé.
----Lo se, soy genial ---- presumió el chico.
Tú golpeaste su pecho. Levantándote nuevamente con rodillas temblorosas, entonces te volviste a sentar en su pecho y con una sonrisa maliciosa mencionaste.
----¿Que tal un poco más, bebé?
----Joder, si.
El Na'vi sonrió tomando tus muslo y volviendo a enterrar su cabeza entre tus piernas.
Listos para el segundo round.
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rubywolffxxx · 1 month ago
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Pole Position (Formula 1 x lectora)
Resumen: Los pedidos del CM de Tania de subir su día a día a las redes para crear mejor comunicación con los fans terminó siendo de sus cosas favoritas. Por desgracia, no hay demasiados filtros en ese ámbito.
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Nota: colores designados para pilotos por chat de voz
Alex, Carlos, Kimi, Oliver
~ Capítulo anterior Capítulo siguiente ~
Masterlist de capítulos
Masterlist de mi autoría
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~ XIII ~
Era media mañana cuando Tania llegó al aeropuerto para recirbir a su familia. Sus padres y hermanos menores estaban por primera vez en sus vidas fuera de Argentina, y la chica se encargaría de darles las mejores vacaciones de sus vidas.
Pero mientras la mujer subía fotos a su Instagram pescando y paseando en bote con su familia, el resto de pilotos no la estaba pasando tan bien.
Lando volvía a sentirse miserable, y esta vez no había milanesas o tragos de frutas que lo ayudaran con ello.
Pero además de Lando, otro piloto más mantenía ala mujer en mente.
—Si tanto te preocupa, enviale tú un mensaje.—Kimi miró aburrido a Oliver, quien no pensaba seguir ese consejo de ninguna manera.
—Esta con su familia, no quiero molestar.—
—Entonces no te quejes y ya.—
Oliver miraba las últimas historias de la mujer, donde se la veía emocionada por un día de paseos en familia.
—Al principio no parecía convencida de todo esto de Instagram... Y mírala ahora, es genial.—
Kimi lo notó entonces. La forma en que el rostro de Oliver se iluminaba cuando hablaba de la mujer. Y una gran cantidad de otros recuerdos llegó a su cabeza.
—... Te enamoraste de ella.—Oliver lo miró—. No... Dime que no es asi.—
—No es asi... Creo.—el joven se llevó las manos a la cabeza frustrado.
—Es nuestra amiga, y si tú... Eres un idiota, arruinarás todo.—Oliver frunció el ceño.
—Esto a ti no te inclumbe. No tienes nada que ver.—
—Somos buenos amigos, salimos todos juntos, todo el tiempo... Si ustedes se distancian, yo quedaré en medio como un... Hijo de padres divorciados.—
—Que exagerado, además ¿Quién dijo que nos distanciaríamos?—
—¿Crees que confesar algo asi hará que todo siga igual? ¿Y si no eres correspondido?—
Oliver se preocupó entonces.
—Me habrías dicho antes que estabas en la ciudad, nos hubiésemos juntado a cenar antes.—
Carlos abrazó a Lando por unos segundos antes de sentarse del otro lado de la mesa de aquel restaurante.
—No me sentía muy bien, todo esto de las carreras que quedan... Me trae algo ansioso.—
—Todos estamos así, no te preocupes.—Carlos revisó su menú—. Si algo te preocupa, háblalo. Quedándote solo no lograrás nada.—
—... Fui a cenar con Tania la otra noche.—
Carlos bajó la carta enseguida, mirándolo con sorpresa por el repentino dato.
—Dime que no lo arruinaste.—sabía cómo era su amigo con las mujeres con las que "cenaba", y conocía a Tania lo suficiente como para saber que eso seguro salió mal.
—Ah, por supuesto que lo arruiné.—Carlos rodó los ojos frustrado.
—No es una de tus acompañantes.—enseguida comprendió por dónde iba el asunto—. ¿Qué esperabas que pasara?—
—Me invitó a cenar.—
—A cenar, no a que intentaras otra cosa. Diablos, imagino su decepción... Pobrecita.—
El camarero llegó, marchándose tan rápido como obtuvo los pedidos. Solo entonces el par siguió hablando.
—Iba todo genial, no es como que me haya apresurado o algo.—Lando sonó ofendido—. Confundí las señales, es todo.—
—¿Qué señales? Es nuestra compañera. Una colega... Tu admiradora. Y solo te invitó a cenar.—Carlos tomó un poco de su vino—. Si te hubieses molestado en conocerla un poco antes de intentar acostarte con ella, sabrías qué tipo de persona es y porqué la idea de meterte en su cama es impensable.—
—Ni que fuera tan malo.—
—Es la primera mujer en la Formula 1 en mil años, rodeada de hombres... ¿Crees que los comentarios maliciosos no le llegan? Se esfuerza para no meterse en polémicas.—
—¿Ella te ha hablado de eso?—
—Hablamos mucho, deberías intentar hacerlo de vez en cuando.—Lando rodó los ojos—. Como sea, la has cagado. Suerte recomponiendo eso.—
—... A Charles también le gusta.—
—Si, bueno. Él no está tan desesperado como para meterse en su casa e intentar acostarse con ella.—la comida llegó—. Va por algo más serio, no como tú.—
Algo serio...
Lando no quería eso.
Pasaron un rato agradable en la cena, sí. Y realmente le gustaba la chica. Pero la idea de algo serio en ese momento no le interesaba para nada.
Aunque la idea de ganarse el odio de la chica tampoco le hacía gracia.
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La familia de Tania finalmente se fue de Michigan un viernes. Y el lunes la chica volvería a la base central de General Motors para seguir trabajando en su desempeño.
Por eso aprovechó el sábado para jugar con sus amigos por stream.
—Kimi, corazón mío. Sabes que te adoro, pero suelta a Tracer. Eres un desastre.—
~Auch... Pero cierto, voy Genji.~
~Yo te cuido.~
—Mercy Alex, no necesitamos nada más.—Tania rió bajito.
~Yo lo cuido.~
~No peleen por mi.~
~¿Y a mi quién me cuida?~
Mientras el grupo esperaba para entrar en una partida, Tania leía el chat y contestaba una que otra cosa.
Claro estaba que al estar jugando con 4 pilotos en línea, había mucha más gente de la usual. Tenía buenos números, y el chat era, milagrosamente, muy agradable y sin mayores incidentes.
O al menos fue asi hasta que llegó una notificación. La voz predeterminada de Twitch narró el mensaje patrocinado.
~¿Franco sale con la china Suárez?~
—Ah, sisi. Y también con Wanda Nara.—respondió de forma irónica la chica—. Franco está en la central de Williams, dudo que pueda salir con nadie justo ahora.—
~Franco se fue de la central hace días, no esta con el equipo. Yo también me fui, estoy en casa. Volvemos el lunes.~
La sonrisa de la chica se desvaneció un poco, y solo entonces le prestó más atención al chat.
Lo que empezó como un chiste rápidamente escaló a un desastre, y en cuanto Tania tomó su celular, vio las decenas de llamadas perdidas que tenía de todo el mundo.
—... Chicos, debo irme. Hablamos luego ¿Si?—
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scorpli · 1 month ago
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Más Allá del Orgullo y el Pasado (Choi Young Do x Lectora)
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Fandom: The Heirs.
Pareja: Choi Young Do x Lectora femenina.
Advertencias: Leve angustia.
La vida nos prepara para cientos de momentos que enfrentaremos. Nos enseña a superar lo difícil, lo doloroso, lo complicado, pero también a disfrutar los momentos felices, agradables y cálidos. Nos entrena para afrontar cualquier situación.
Young Do y yo nos conocimos en el último año de secundaria. Mis padres habían hecho un trato con el dueño de los hoteles Zeus, ya que mi padre era un desastre en los negocios y, de no ser por el acuerdo con el señor Choi, habríamos perdido todo. Así llegué a Corea, con apenas 17 años, para casarme con el heredero de Hoteles Zeus, Choi Young Do.
Al principio fue difícil, no tanto por las diferencias culturales o de idioma, sino porque nuestras vidas eran negociadas sin nuestro consentimiento. Sin embargo, a pesar de estar comprometidos por negocios, sentí una conexión con Young Do desde el primer momento. Él era especial. Cuando lo conocí, venía de una decepción amorosa y llevaba siempre una actitud provocadora, como una coraza para protegerse. Pero con el tiempo, rompí esa barrera y descubrí al verdadero Choi Young Do.
Pasaron los años, y finalmente nos casamos. La empresa de mi padre fue salvada y absorbida como una filial de Hoteles Zeus, saldando así todas nuestras deudas. Pero lo más valioso que gané fue al hombre que siempre había querido. Nos considerábamos amigos, aunque yo tenía sentimientos profundos por él. Sin embargo, él negaba sentir algo más, hasta que un día, después de un largo viaje fuera de Seúl, me sorprendió con una velada especial. Esa noche me confesó que me amaba y que había negado sus sentimientos por miedo, pero al tenerme lejos, comprendió que no podía vivir sin mí.
A partir de ese momento, nuestro matrimonio dejó de ser solo un arreglo y se convirtió en un vínculo de amor. Tuvimos una segunda boda, íntima y significativa, rodeados de amigos y seres queridos. Desde entonces, Young Do se abrió más, compartiendo conmigo sus recuerdos, su relación con sus padres, su enemistad con Kim Tan y hasta su dolorosa historia con Eun Sang. A pesar de haber estudiado juntos, casi nunca habíamos cruzado palabras hasta entonces.
Ahora, casi quince años después, aquí estamos, con nuestra hija Sue, de catorce años. Somos felices, pero parece que la vida no nos había preparado para esto. Al menos no había preparado a Young Do.
—¡No! —la voz de mi esposo retumbó en la sala.
—Papá… —murmuró Sue—, él me gusta. Sé que...
Pero Young Do la interrumpió.
—Puedes enamorarte de quien quieras, excepto de ese bastardo de Kim Sung.
—Young Do —lo detuve, pero él continuó con una mirada firme.
—Nuestra empresa no tiene relación con Empresas Jeguk, y no la tendrá por esta relación —se levantó y se encerró en su oficina.
Suspiré al verlo huir de sus problemas. Sabía que habíamos trabajado mucho en eso, pero esta situación era diferente. Era comprensible que estuviera molesto; su única hija, su niña, estaba enamorada del hijo de su antiguo rival, Kim Tan. Escuché el portazo de Sue cuando subió corriendo a su habitación, y por primera vez, la casa quedó en completo silencio.
—Ajumma —llamé a la ama de llaves—, lleva un té calmante a la oficina de mi esposo y pídele a JiA que prepare algo especial para cenar.
Subí lentamente las escaleras y toqué la puerta de la habitación de Sue.
—Amor, ¿puedes hablar conmigo?
—¡No! —gritó desde adentro—. Sé que tú tampoco apruebas mi relación con Sung.
Suspiré. En el fondo, no deseaba involucrarme con esa familia, pero sabía que no podía imponer mis deseos sobre los sentimientos de mi hija. Young Do y yo habíamos prometido no interferir en los asuntos del corazón de Sue.
—Hablemos, ¿sí? Quiero entenderte y después hablar con tu padre.
Escuché un crujido de la cama y luego la puerta se abrió ligeramente.
—No estaba cerrada con llave, mamá —me dijo, con el rostro bañado en lágrimas. Le sonreí y sequé sus lágrimas con suavidad.
—Lo sé, pero quería que fueras tú quien abriera.
Nos sentamos en su cama. Ella se abrazó a mí, hundiendo su rostro en mi pecho como cuando era pequeña. Pasaron varios minutos en silencio hasta que, al fin, habló.
—¿Por qué es así, mamá? ¿Por qué no puedo quererlo?
Suspiré antes de responder.
—Las rivalidades nunca son buenas, y siempre le he dicho eso a tu padre. Pero no olvida lo que pasó con Tan —expliqué.
—Pero eso fue hace años…
—Lo sé, mi vida, pero aún queda una herida en el corazón de tu padre. Eres su tesoro, lo más preciado que tiene, y él solo quiere protegerte. Teme que alguien te lastime, como a él lo lastimaron.
Ella me miró con la misma intensidad en la mirada que Young Do había tenido aquel día cuando me contó su historia. Después de calmar a Sue, bajé hacia la oficina de Young Do. Abrí la puerta y lo encontré tecleando en su computadora, inmerso en papeles.
—¿No habíamos acordado que nada de trabajo en casa? —me acerqué y me senté a su lado.
—Estoy ocupado, cariño —respondió sin mirarme. Lo observé por un instante y noté que solo estaba revisando correos y documentos que podrían esperar.
—Tu hija… —le tomé el rostro— necesita a su padre.
Me miró, y sus ojos, siempre tan duros, se suavizaron al encontrar los míos, recordándome al joven de 17 años que había conocido.
—Lo sé… solo que… —suspiró sin terminar la frase.
Me senté en su regazo y lo rodeé con mis brazos.
—Tienes miedo —completé por él, y él asintió.
—Cuando nació, prometí que nadie la dañaría. Prometí que le daría la luna si me la pidiera. Me prometí que jamás sería como mi padre…
—Cariño… —acaricié su rostro para darle fuerzas—. No eres tu padre, nunca lo serás. Eres un hombre maravilloso y un padre increíble. Entiendo tu deseo de protegerla, pero ambos prometimos que no intervendríamos en los asuntos del corazón de nuestra hija, ¿recuerdas?
Nos abrazamos durante un largo rato, hasta que nos llamaron para cenar. Esa noche, aunque Sue no bajó a cenar, le envié su plato, sabiendo que necesitaba su espacio.
Días después, partí a Busan para atender un proyecto benéfico, dejando a Young Do y Sue en casa. 
Al regresar de mi viaje a Busan, sentí una mezcla de nervios y esperanza. Sabía que dejar a Young Do y a Sue solos había sido arriesgado, pero también confiaba en que mi ausencia los ayudara a reflexionar. Al abrir la puerta de casa, noté algo diferente en el ambiente, como una ligera paz que no sentía hacía semanas.
Mientras colgaba mi abrigo, escuché risas y voces que provenían de la sala. Al asomarme, vi a Sue y a Young Do sentados en el suelo, con una caja de fotografías antiguas entre ellos. Ella sostenía una foto de nosotros de cuando era pequeña, y él la miraba con una mezcla de amor y nostalgia.
—¿Papá? ¿Esta soy yo? —preguntó Sue, señalando una foto en la que ella sonreía con la boca llena de pastel durante uno de sus cumpleaños.
—Así es, mi niña —respondió Young Do, suavizando su voz—. Siempre has sido mi pequeña traviesa, llena de vida y risa.
Observé desde la distancia, sin querer interrumpir. Sue sonrió y, después de una pausa, miró a su padre con ojos sinceros y brillantes.
—Papá… quiero que sepas que Sung es alguien especial para mí. Yo sé que es difícil, pero también quiero que sepas que me hace feliz —le dijo, con la vulnerabilidad propia de un primer amor.
Young Do respiró hondo, y vi cómo su rostro reflejaba el conflicto que aún llevaba dentro. Pero al ver la ternura en la mirada de Sue, algo en él cedió. Extendió la mano y tomó la de ella, entrelazando sus dedos.
—Sue… siempre he querido lo mejor para ti, y creo que por eso temía tanto verte crecer. Me asusta que alguien pueda lastimarte, como a mí me lastimaron en el pasado. Pero, si este chico es importante para ti… —hizo una pausa y soltó un suspiro profundo—, entonces creo que es hora de que también yo deje el pasado atrás.
Sue sonrió con emoción contenida y lo abrazó con fuerza. Young Do cerró los ojos, como si en ese abrazo pudiera dejar ir cada miedo y cada herida del pasado. Fue un momento de sanación, de reconciliación no solo con su hija, sino también con él mismo.
Decidí entrar y caminar hacia ellos. Al verme, Young Do me sonrió, y en su mirada vi algo más profundo: la gratitud de un hombre que había encontrado la paz a través de nuestra familia. Me acerqué y tomé su mano, y él me atrajo suavemente para que me sentara a su lado.
—Gracias —murmuró, solo para mí, mirándome a los ojos—. Gracias por darme una familia y por hacerme un hombre mejor.
Acaricié su rostro, recordando todo lo que habíamos superado juntos.
—Eres tú quien nos ha dado tanto, Young Do. Nuestra hija tiene la suerte de tener a un padre como tú —le respondí, y le regalé una sonrisa. Su expresión se suavizó, y al instante se inclinó hacia mí y me dio un beso, un beso lleno de amor y de promesas silenciosas. En ese momento supe que, sin importar los desafíos, siempre seríamos fuertes juntos.
Sue carraspeó y nos miró, avergonzada pero sonriendo al mismo tiempo.
—Por favor, no se pongan románticos en frente de su hija adolescente —bromeó, rompiendo el momento y haciéndonos reír a ambos.
—Es solo que… —Young Do la miró con ternura—, quiero que recuerdes que tu madre y yo siempre estaremos aquí para ti, pase lo que pase. 
Esa noche cenamos juntos como hacía tiempo no lo hacíamos, entre risas y bromas que hacían olvidar cualquier rastro de tensión. Era como si un nuevo capítulo en nuestra familia estuviera comenzando, lleno de amor y de comprensión.
Más tarde, cuando Sue se retiró a su habitación, Young Do y yo nos quedamos en la sala, hablando de los días difíciles que habíamos vivido y de los sueños que aún queríamos cumplir juntos. 
—Te prometo que siempre estaré aquí, apoyando lo que necesitemos enfrentar juntos —me dijo con sinceridad, tomando mis manos entre las suyas.
Sonreí, apoyando mi cabeza en su hombro mientras sus manos entrelazaban las mías, y en ese instante, sentí que, después de tantos desafíos, habíamos encontrado finalmente nuestra calma.
Hola, este es mi primera historia despues de años sin hacer o publicar una. Espero que les guste tanto como a mi, amo escribir de mis amores platonicos de mi adolecencia <3
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