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Diario de testimonios autobiográficos de mujeres como herramienta transformadora de paradigmas. ¡El patriarcado no se va a caer, lo vamos a tumbar! @escriboportodaslasque en Instagram, youtube & spotify
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Escribo por todas las que no sabíamos si era amor o abuso
Fue una relación afectuosa y amistosa entre dos colegas de trabajo. Nos veíamos muy poco, y aunque trabajábamos en diferentes turnos, el trabajo nos puso en comunicación prácticamente todos los días. El siempre muy cordial, fue ganando espacio y confianza en mi vida. Después llegaron sus invitaciones con mis respuestas negativas, hasta que un día acepté. Él, aunque era un hombre más joven, tenía una historia cautivadora, llena de superaciones y desafíos. Ciertamente, la edad no sería un problema; después de todo, yo ya había tenido otras relaciones con compañeros más jóvenes, al menos cronológicamente hablando.
Imagen: Canva
Desde nuestra primera cita, y todas las siguientes fueron siempre a escondidas. Cuando sentí que la relación ya tenía las huellas de un compromiso, traté de oficializarlo y hacerlo público al menos a las personas más cercanas a mí. Le platee esto, y él me dijo que no quería que nadie controlara su vida.
Después de casi un año de espera, me di por vencida y rápidamente entré en otra relación, la cual duro solo duraría unos meses; durante este tiempo él que hizo cambios radicales en su vida, y me dijo que debía ser parte de ella, con compromiso y todo lo demás que pudiera tener una relación sana. Me reencontré con las posibilidades y me metí de lleno en la relación. Se ganó mi confianza, con atención y cariño ... Nos unimos acercando a nuestras familias. Iniciamos proyectos juntos, lo que nos unió firmemente. Las luchas sociales, la defensa de la revolución cubana, la especial atención a los temas de espiritualidad ... todo parecía un sueño hecho realidad, y fue entonces cuando pude visualizar nuestras vidas entrelazadas durante largas datas.
Pero lo que parecía una relación perfecta, digo que incluso envidiada por algunos, no fue así. Primero, las ofensas verbales vinieron con la intención constante de minimizarme. Asociado a esto, llegaron las mentiras y las traiciones ... y yo en un intento de ocultar lo que parecía obvio, a esto vino la agresión cada vez que lo contradecía.
También hubo sospechas mal infundadas en intentos de intercambiar roles, haciéndome responsable si las cosas no salían bien. El hecho de que otros hombres me miraban o incluso me desearan, alimentaba su inseguridad. Me dijo sentirse humillado y que, por eso, había recurrido a otras conquistas. Y yo, que valoraba tanto las cosas buenas que nos conectaban, y a pesar de que ya estaba llena de cicatrices de relaciones anteriores que no funcionaron, intenté en vano, salvar esta relación, aunque me consumía de tristeza, miedo y sensación de rechazo.
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Fueron muchos momentos dolorosos de angustia y miedo. Me pregunté si realmente valía la pena quedarse aqui. La respuesta estaba ahí, pero me negué a verla. Algunos amigos cercanos me aconsejaron, pero sabían que había una dependencia emocional que me mantenía en ese lugar de dolor que parecía cómodo porque todavía me negaba a huir de él. Sabía que sería muy caro renunciar a todo lo que representaba esa relación. Fue una rutina de casi seis años, con viajes, visitas familiares y almuerzos, programas que nos eran tan afines. ¿Y las canciones? No hablemos de eso… ¿Cómo cortarlo todo de una vez? Fue espantoso. Prefería creer en un milagro.
Pero tuve conversaciones íntimas conmigo misma y recurrí a técnicas que había aprendido a lo largo de mi vida para ayudarme en ese momento. Reconocí que estaba enferma y necesitaba ser curada. Y que, aunque tuviera que cortar una mano, la cortaría.
Después de ser expulsada de su casa por negarme a tener relaciones íntimas con él en una noche de Navidad, vinieron para empezar una agresión física en medio de una discusión y después una amenaza durante el trayecto de un viaje en auto a la montaña, ahí me entregué. No podía esperar más. Había dejado de amarme a mí misma. Esto tenía que parar ahora, antes de que me convirtiera en otro número triste en las estadísticas del feminicidio, causa por la cual luchaba constantemente. Fue en su cumpleaños que, ante otra discusión, detuve todo. El castillo de arena se vino abajo poco a poco. Todos los afectos multiplicados a lo largo de los años se distanciaron. Los proyectos se detuvieron. La sensación de tiempo perdido se apoderó de mí. Pero sabía que encontraría fuerza y propósito para empezar de nuevo o pronto.
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No es fácil. Se necesita valor y apoyo de amigos para sobrellevar y llenar el tiempo vacío que quedo al eliminar la rutina de antes. Soy plenamente consciente de mi valor y que puedo compartir mi vida con otra persona que quiera una relación honesta, donde los acuerdos, sean los que sean, se cumplan. En varias ocasiones busqué las razones de este miedo a la soledad, al rechazo que me debilitó y que me paralizó durante tanto tiempo.
Hoy entiendo que estos traumas vienen de la niñez, en el sentimiento de abandono, en el maltrato de la adolescencia, en el sentimiento de que no fui debidamente protegida y acogida. Sé que el dolor es inevitable, es característico de las relaciones humanas, pero busco mi curación personal. Sé que cuando me cuido y me rodeo de afectos, vivo momentos más felices. Intento vivir el momento presente, sin lamentar el pasado, sin miedo al futuro. Y amándome ... un día a la vez ... siempre.
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Escrevo para todas aquelas que não sabiam se era amor ou abuso
Mas aquilo que parecia uma relação perfeita – digo que até invejada por alguns – não era bem assim. Primeiro, vieram as ofensas verbais com a tentativa de me diminuir. Associado a isso, as mentiras, as traições... Na tentativa de esconder o que parecia óbvio, veio a agressividade, sempre que era contrariado. Também vinham as suspeitas infundadas numa tentativa de inverter os papéis, me colocando como responsável se as coisas não iam bem. O fato de eu ser observada ou até desejada por outros era justificativa para a insegurança dele. Ele dizia se sentir diminuído e que, por isso, recorria a outras conquistas. E eu, que valoriza tanto as coisas boas que nos conectavam, e já cheia de cicatrizes de relações anteriores que não deram certo, tentava inutilmente salvar a relação que foi me consumindo em tristeza, medo e sensação de rejeição. Era uma convivência afetuosa e amigável de dois colegas de profissão. Mal nos víamos, pois trabalhávamos em turnos diferentes, mas o trabalho nos colocava em comunicação praticamente todos os dias. Sempre atencioso, ele foi ganhando espaço e confiança. Vieram os convites para sair, as recusas até que aceitei. Ele era mais jovem, mas tinha uma história que me cativava de superação e desafios. Certamente, a idade não seria problema. Afinal, eu já vinha de outros relacionamentos com pares mais jovens, ao menos cronologicamente falando.
Desde o primeiro encontro, seguiram-se outros e outros, mas sempre às escondidas. Quando senti que a relação já tinha os traços de um compromisso, tentei oficializar o compromisso e torná-lo público ao menos aos mais próximos. Ele desconversava, dizia que não queria ninguém controlando a vida dele. Após quase um ano de espera, desisti e entrei rapidamente em outra história, que só duraria alguns meses. Tempo em que ele fez mudanças radicais em sua vida. Dizia que era pra em pudesse fazer parte dela, com compromisso e tudo mais que uma relação saudável pudesse ter. Me reencantei com as possibilidades e entrei de cabeça na relação. Ele conquistava minha confiança, com atenção, carinho... Entreitamos os laços com as famílias – a minha e a dele. Tocamos projetos juntos. Aquilo que nos aproximava agora nos unia firmemente. As lutas sociais, a defesa da revolução cubana, a atenção especial com as questões da espiritualidade... Tudo parecia a realização de um sonho. Eu conseguia visualizar nossas vidas entrelaçadas por longas datas.
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Mas aquilo que parecia uma relação perfeita – digo que até invejada por alguns – não era bem assim. Primeiro, vieram as ofensas verbais com a tentativa de me diminuir. Associado a isso, as mentiras, as traições... Na tentativa de esconder o que parecia óbvio, veio a agressividade, sempre que era contrariado. Também vinham as suspeitas infundadas numa tentativa de inverter os papéis, me colocando como responsável se as coisas não iam bem. O fato de eu ser observada ou até desejada por outros era justificativa para a insegurança dele. Ele dizia se sentir diminuído e que, por isso, recorria a outras conquistas. E eu, que valoriza tanto as coisas boas que nos conectavam, e já cheia de cicatrizes de relações anteriores que não deram certo, tentava inutilmente salvar a relação que foi me consumindo em tristeza, medo e sensação de rejeição.
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Foram muitos momentos doloridos de angústia e medo. Eu me perguntava se realmente valia à pena continuar ali. A resposta estava ali, mas eu me recusava a enxergar. Alguns amigos mais próximos me aconselharam, mas sabiam que havia uma dependência emocional que me prendia naquele lugar de dor que parecia confortável porque eu ainda me recusava a dar um basta. Eu sabia que iria custar muito caro abrir mão de tudo que aquela relação representava. Era uma rotina de quase seis anos, com viagens e almoços familiares, programas que eram tão a nossa cara. E as músicas? Isso, nem se fala. Como cortar tudo isso de uma só vez? Era aterrorizante. Eu preferia acreditar em um milagre.
Mas eu tinha conversas íntimas comigo mesma e recorri a técnicas que tinha aprendido no decorrer da vida para me ajudar nesse momento. Eu reconheci que estava doente e precisava ser curada. E se uma mão precisava ser cortada, eu cortaria. Depois de ser colocada pra fora da casa dele por me recusar a ter relações íntimas com ele numa noite de Natal, uma agressão física em meio a uma discussão e uma ameaça durante o percurso de uma viagem de carro para a serra, me entreguei. Não poderia mais esperar. Eu tinha deixado de me amar. Isso tinha que parar já, antes que eu me tornasse mais um triste número nas estatísticas de feminicídio, que eu tanto combatia.Foi no dia do aniversário dele, que, diante de mais uma discussão, que dei um basta. O castelo de areia foi desmoronando poupo a pouco. Todos os afetos multiplicados no decorrer dos anos foram se distanciando. Os projetos foram paralisados. A sensação de tempo perdido tomou conta de mim. Mas eu sabia que encontraria força e propósito para recomeçar mais uma vez, ou mais outras vezes.
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Não é fácil. É necessário coragem e apoio dos amigos para ajudar a preencher aquele tempo que ficou vazio, sem a rotina de antes. Tenho total consciência do meu valor e que posso compartilhar isso com outra pessoa que deseje uma relação honesta, onde os acordos, quaisquer que sejam eles, sejam cumpridos. Em vários momentos, busquei os motivos para esse medo da solidão, da rejeição que me fragilizam e me paralisaram por tanto tempo.
Hoje, compreendo que esses nós nasceram lá nos traumas da infância, na sensação de abandono, nos abusos durante a adolescência, na sensação de que não fui devidamente protegida e acolhida. Sei que a dor é inevitável – ela é própria das relações humanas – mas busco a minha cura pessoal. Sei que quando me cuido e me cerco de afetos, vivo momentos mais felizes. Tento viver o momento presente, sem me lastimar pelo passado, sem medo do futuro. E me amando...um dia de cada vez...sempre.
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Escribo por todas las que nos cuestionamos ¿Qué es responsabilidad afectiva?
¿Y qué hay de la responsabilidad afectiva?
Cómo mujer y profesional en psicología he escuchado y leído el concepto de responsabilidad afectiva, abordado desde diferentes enfoques y posturas y con ese bombardeo de información, trato de hacer el ejercicio humano de interpretarlo.
Responsabilidad afectiva me remite a los vínculos y relaciones que construimos en lo largo de nuestra vida, con nuestro entorno, con las personas alrededor y por supuesto con nosotros y nosotras mismas; pienso aisladamente en la responsabilidad como el mayor acto de libertad, es asumir las implicaciones de cada paso dado, acción tomada, de cada pensamiento y cosa que habita en lo que me compone y todas esas cosas con relación a los otros y otras.
Escribiendo llega a mi mente un fragmento de Estanislao Zuleta en el elogio a la dificultad ¨en lugar de desear, una relación humanamente inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio son sombra y sin peligro, un nido de amor y en última instancia un retorno al huevo¨, en este fragmento encuentro el miedo que he tenido a la humanidad del otro. En una clase escuchaba la tarea más difícil que he tenido en mi vida, que es ver al otro como un legítimo otro, esto implica renunciar a cualquier relación de poder que se establece desde unas formas relacionales que hemos aprendido, pensaba en Baudelaire cuando decía ¨asqueroso juego del amor en el cual es preciso que uno de los contrincantes pierda el gobierno de sí mismo¨ mostrando entre pequeños aprendizajes un juego de poder eterno donde alguien debe ser derrotado. Entre muchos aprendizajes uno que he escuchado recurrentemente es que el que no llora no mama. El sufrimiento como acto estoico para someter a una persona a mi voluntad, o para ser vista, que se va al otro extremo de desconfirmar la humanidad del otro, y pensar que su drama es muy extenso, que habita perversidad, que cada muestra de sentimiento es una manipulación y molderarlo desde la indiferencia.
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Responsabilidad afectiva lo entiendo como un acto de reconocer al otro no como un objeto al que someto a mi voluntad, sino más bien como sujeto que es, piensa, habita y se ha construido desde múltiples relaciones y la que establece conmigo solo es la suma de sus aprendizajes, pero esto no lo exime de la responsabilidad de mirarse desde el espacio de reflexión y mirarme a mí en mi deseo de salvar al otro y entender que no puedo hacer por otro u otra algo que pueda hacer por sí misma o sí misma, porque hacerlo implica deslegitimar su capacidad de ser libre. Leyendo a Bateson en su libro ecología de la mente, sentía que la vida era un teatro imagen, un montón de reflejos en nosotros mismos en otros seres, cuando afirmaba en su texto que cada construcción ha respondido a espacios de tiempo, aprendizajes y modelos culturales, dejando la forma en la que nos relacionamos fuera del campo íntimo y lanzándolo a un espacio común de construcción y negociación, pensaba en las teorías de aprendizajes y la primera infancia que nos enseña a adaptarnos a nuestro entorno y sobrevivir al mismo y desde un plano surreal. Leía a un antiguo profesor en Facebook decir que cada persona es avatar de sí misma, y la forma en la que nos mostramos, y como construimos un deber ser en ciertos contextos.
Cuando hice mis prácticas con ciudadanos y ciudadanas habitantes de calle, veía más que todo en los hombres, más allá de la sustancia con la que se relacionaban, terminaban en la calle por un mal manejo de sus emociones de las que culturalmente han sido castrados y tomaban decisiones de las que se arrepentían o simplemente no asumir el dolor, hacía de las sustancias de consumo el perfecto escudo de su vulnerabilidad, y que eso existía por los aprendizajes que tenían de sí mismos que no se podían escapar al libreto de cómo ser y cómo sentir por lo cual preferían huir.
Pienso en la necesidad humana de recorrer desde los aprendizajes obtenidos y como construir algo diferente hace que entremos en pánico existencial y habitamos universos surreales de discursos aprendidos y aún con eso me hago la pregunta por ¿cómo ser responsables afectivamente, sin remitirnos a la empatía y ver al otro como sujeto legítimo? Surge la pregunta por los límites que no son más que responsabilidad sobre cada uno de nosotros y la pregunta de ¿esto me genera bienestar? ¿cómo puedo negociar más que querer ejercer mi voluntad sobre la otra persona? Hay un cuento que intento memorizar, y es la historia de las miradas del comandante Marcos, aquí citaré el final del cuento ¨La última mirada que aprendieron¨: ¨y la más importante que aprendieron es la mirada que se mira a sí misma y se sabe y se conoce, la mirada que se mira a sí misma mirando y mirándose, que mira caminos y mira mañanas que no han nacido todavía, caminos aún por andarse y madrugadas por parirse¨.
¨....Porque al final somos la suma de los vínculos que construimos y las reflexiones que generamos, es cuando elegimos en libertad de reaprender y ser congruentes, es darse cuenta y hacer algo con eso.¨
Esto es una invitación a la libertad suprema reflejada como la responsabilidad, es reconocer esos aprendizajes que nos hacen daño y nublan nuestra empatía, el deseo de sometimiento y conquista que nos libra de responsabilidad con nosotras mismas y con los demás, el renunciar a darle a otro lo que puede hacer por sí mismo y el aceptar el proceso del otro, es rendirse al deseo o la esperanzar del cambio de alguien que no sea yo. En mis clases de neurociencias, escuchaba decir que el último fin del cerebro es la independencia y como la ternura y atención generaba en las personas crecimiento en su bienestar, por lo cual la ternura es necesaria, es ver los pasos de la otra persona y ver mis pasos, ser responsable de mí y los vínculos que construyo, porque al final somos la suma de los vínculos que construimos y las reflexiones que generamos, es cuando elegimos en libertad de reaprender y ser congruentes, es darse cuenta y hacer algo con eso.
#amor#responsabilidadafectiva#relaciones#afecto#ternura#relacionessexuales#relacionesheteronormativas#feminismo#memes#amor romantico#pareja#novios#novias
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Escribo por todas las que resultamos despechadas de una ¨no relación¨
Después de una larga diatriba de improperios, lágrimas y quejidos, mi psicoanalista dio su diagnóstico indiscutible; estás entusada. Guardé silencio y luego eché a reír. Ya saben los que bien me conocen que ante la anagnórisis (reconocimiento de la tragedia, de mi tragedia), opto por carcajearme para no entregarme de lleno a las lágrimas.
También reí, porque, después de mi divorcio hace dos años y medio, es la tercera tusa que tengo, es decir la cuarta, o bueno ya no sé si cuenta la primera, es decir la del divorcio. Lo curioso de estas tres tusas es que ninguna ha devenido de una relación como la primera, sino que surgido de las no relaciones que resultan como saldo de días, semanas, de coqueteo, palabras, promesas, ilusiones y elucubraciones eróticas.
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Cuando reconozco esta situación tan inusual pero usual (pasa todo el tiempo y a muchas personas), pienso en la balada del viejo pendejo que hizo el personaje principal de la obra de Abad Faciolince en su novela Basura. No recuerdo de que iba, pero el título de este fallido escrito de aquel personaje, retumba en mi cabeza de vez en cuando con estopor pos-diluviana como soy del amor (todo divorciado y separado lo es), ¿puedo yo enamorarme y entusarme de una no relación?, ¿me habré convertido entonces en una vieja pendeja que vive de irrealizables hechos?
Como la recomendación de mi psicoanalista ha sido que no me dé palo, he optado por no decirme a mí misma palabras hirientes. No me diré pendeja entonces. Diré que me he enamorado por tercera vez y que me han roto el corazón por tercera vez después del divorcio.
La situación es extraña. Sin una relación que se me va de las manos y de la memoria, me joden los hombres que mal escogí para volver a amar y que, al final, decidieron volver con su ex, dejarme a un lado por falta de tiempo o nombrar su gusto y su deseo hacia mi como una entrañable amistad.
Al final cada cual es libre de decidir qué hacer, nadie está obligado a quedarse donde no quiere. Lo que me jode es la facilidad de estos hombres para nombrar, en un acertado esfuerzo por lograr un efecto de anamorfosis, de barroquismo puro, sus intereses con un sinnúmero de palabras que nada tienen que ver son sus intenciones y sentimientos.
Imaginen una elipsis que cierra poco a poco la palabra original. Por ejemplo, tenemos la palabra ¨solo sexo, la elipsis forma un arco con palabras que quedan en la superficie y ocultan la que acabo de nombrar: no-quie-ro-so-lo-se-xo-ha-bla-mos-en-u-nos-días-no-ten-go-ti-em-po-pa-ra-re-la-cio-nes-no-he-pen-sa-do-na-da-más-que-en-la-pan-de-mia.
Otra, ¨volví con mi ex¨: es-que-me-sien-to-con-fun-di-do-he-de-ci-di-do-es-tar-so-lo-no-quie-ro-vol-ver-a-ca-er-en-el-a-bu-rri-mi-en-to-de-u-na-re-la-ci-ón.
Última, _____ (debido a lo reciente de los hechos, no he procesado la palabra que se esconde): eres-muy-dul-ce-e-res-mi-a-mi-ga-su-ce-die-ron-e-sas-co-sas-se-xua-les-por-que-e-res-de-mente-a-bier-ta-tu-sa-bes-que-yo-ten-go-un-com-pro-mi-do-no-soy-a-si-con-to-das-las-mu-je-res-tu-e-res-di-fe-ren-te.
Que triste que los códigos que nos identifiquen sean la palabrería inútil y la mentira. De esta sociedad del ¨vivo y el bobo¨ no se salva ni el amor, ¿acaso alguna vez se ha salvado? Me duele el corazón por las palabras, por este mal hábito del desamor que he adoptado y por ese mal hábito de la mentira, el engaño que mucho, pero muchos hombres profesan (hablo de hombre, porque he salido con una mujer).
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Como lo he repetido en varias ocasiones, hace falta una ética para actuar ante todas las relaciones que se tejen alrededor del amor de pareja. Mientras esto se conjuga, habrá que cuidar con mucho siglo nuestro corazón.
Este testimonio nos lo comparte la compañera desde su publicación en Facebook: https://www.facebook.com/notes/metamorfosis/sobre-el-desamor-y-otros-malos-h%C3%A1bitos/747270406104461/
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Escribo por todas las que han abortado de manera segura y libre
Nos alegra mucho que la compañera que escribió el siguiente testimonio haya experimentado el aborto sin ningún trauma y al contrario se haya sentido segura tanto emocional y físicamente.
Anhelamos tanto que todas las que en algún momento decidiéramos abortar podamos tener una experiencia igual o mejor satisfactoria que ella, sin importar la clase social. ¡Aborto seguro, libre y gratuito!
Es siguiente testimonio fue escrito por una mujer colombiana, joven y profesional, que se cuestiona muchas cosas de este sistema patriarcal.
Siempre hay un imaginario popular que recae sobre las mujeres que deciden interrumpir sus embarazos, ya sea a favor o en contra de esta decisión; casi siempre, también, cuando se argumenta a favor de estas mujeres es bajo el presupuesto de que su decisión está mediada por circunstancias como embarazos como consecuencia de abusos sexuales, enfermedades que pongan en peligro la vida de la mujer o el feto, o inviabilidad biológica. Los argumentos en contra del derecho a abortar van en oposición a toda lógica humanista, tanto, que ni merece la pena nombrarlos: los hemos escuchado ya demasiado.
Ninguna de estas fue la circunstancia de mi historia.
Cuando decidí interrumpir mi embarazo fue en medio de una relación estable, tranquila y amorosa de 6 años, en la cual tuve el total apoyo de mi compañero en todos los sentidos, así como el de mi familia y amigos más cercanos. En ese momento recuerdo bien que trotaba 4 veces a la semana en la pista de la Universidad Nacional, que quedaba cerca a nuestra casa; algunas veces, cuando nuestras obligaciones lo permitían, trotaba con mi compañero, otras veces sola, y en menor medida, con el grupo de atletismo conformado por administrativos de esta institución.
Ese día recuerdo levantarme normalmente, sin ninguna sensación extraña, desayunamos y salimos en bicicletas, mi compañero a clase y yo a trotar. Recuerdo que ese día, cuando iba más o menos en la sexta vuelta a la pista, me hice consciente de que no sentía del todo bien, estaba un poco cansada, lo cual es normal según el día del ciclo en el que una esté, sin embargo, sentí algo que nunca me había pasado: sentía un dolor y un peso extra en mis senos, lo cual me pareció extraño, aún así, decidí terminar mi entrenamiento y regresé a casa.
Foto: Farmatodo.com
Ese día, dentro de un domicilio de productos de aseo que hacíamos regularmente de manera virtual, pedí una prueba de embarazo de Profamilia, más porque estaba en promoción y su precio era muy bajo que por sospechar estar embarazada, de hecho, estaba segura de que saldría negativa. Al llegar el domicilio, mi compañero aún no había llegado y yo estaba preparando unos documentos de mi trabajo, así que no presté mayor atención al paquete y lo dejé sobre el comedor hasta las 5 de la tarde, cuando desempaqué las cosas y vi la prueba, que con toda tranquilidad fui a hacerme, para descubrir la mayor sorpresa que he tenido en mi vida, que se veían claramente las dos líneas que indicaban un resultado positivo. Estuve en el baño más o menos 20 minutos, en shock, pensando qué hacer, pensado en que no teníamos planeado tener hijos, en que mi contrato laboral se acababa en un mes, en que mi compañero trabajaba también pero aún no había terminado su maestría, en que ambos somos de otra ciudad y aún decidiendo tenerlo, no teníamos una red de apoyo familiar cercana que nos acompañara en el proceso de embarazo y crianza.
Foto: Pinterest.com
Cuando logré salir del baño, pensé en mi mamá y en cómo ella había quedado viuda a sus 22 años, con una hija de 3 años y aun terminando su carrera universitaria, pensé que habían historias de personas que habían historias de personas que lograron tener hijos de una forma no traumática con condiciones mucho más complicadas que la nuestra, finalmente, ambos éramos profesionales, ambos trabajábamos y cursábamos estudios de posgrado en esos momentos, vivíamos solos en una relación estable que era un proyecto de vida; sin embargo, no me sentía preparada para asumir lo que una maternidad no planeada en ese momento implicaba.
Llamé a Oriéntame, pedí una cita para el día siguiente a las 8 de la mañana. Al otro día llegaba el Papa a Colombia y había un revuelo increíble en la ciudad por ello. En la noche llegó mi compañero, comimos, hablamos de cosas de trabajo, nos acostamos y solo cuando estuvimos en la cama tuve el valor de decirle que estaba embarazada, pero que ya había tomado una decisión y había pedido una cita en Orientame.
Hubo un silencio lleno de nerviosismo por parte de ambos por más de 20 minutos. Después de eso, él me preguntó: ¿Es una decisión que ya tomaste? ¿Quieres que lo hablemos? ¿Quieres tomarte unos días para pensarlo? En ese momento confirmé que realmente compartía mi vida con un hombre maravilloso, pero la decisión ya estaba tomada.
Esa noche no dormí mucho, él tampoco. Al otro día nos levantamos y salimos en un taxi hacia Orientame, que quedaba bastante cerca de nuestra casa, las calles estaban inundadas de carteles alusivos a la visita papal y había mujeres y hombres rezando por todas las calles. Yo iba a abortar mientras las calles estaban atestadas de personas esperando al Papa, era un escenario surreal.
Foto: Orientame.org.co
Cuando llegamos a Orientame, recuerdo pensar en la sala de espera que la mayoría de chicas que allí estaban esperando su cita, difícilmente pasaban de los 20, nosotros ya estábamos cercanos a los 30; sentí pena por ellas, pensé cuán difícil debía ser tener 15 años y enterarse de un embarazo no deseado, si para mi era atemorizante, aun contando con un apoyo firme y sincero y siendo mayor, ellas debían estar horrorizadas, pensé.
Recuerdo pasar a recepción y preguntar por el valor del procedimiento, estábamos dispuestos a pagar lo que fuese necesario con tal de que fuera seguro, allí la mujer que me atendió me preguntó si estaba afiliada a EPS, entonces me enteré que el procedimiento estaba cubierto por la EPS ya que se había establecido un convenio entre ambas instituciones, primera sorpresa grata. Cuando pasé a que me hicieran la ecografía descubrí que tenía 8 semanas de embarazo, y que si me hubiese demorado 2 semanas más, el procedimiento habría tenido que ser invasivo necesariamente. En este punto aun podía decidir si practicarme un legrado o abortar por medio de pastillas, en mi casa, como siempre he tenido miedo a intervenciones quirúrgicas, me decidí sin pensarlo por las pastillas. Me sorprendió pensar en que había pasado 2 meses de mi vida en embarazo sin siquiera sospecharlo, sin ninguno de los síntomas que se supone deben alertar, nada de mareos, vómitos, cansancios o cambios de humor.
En el consultorio le comenté al médico, un hombre amable y mayor, que mi periodo era bastante irregular y que era habitual no menstruar en dos o tres meses, por lo que no sospeché nada por no menstruar en esos dos meses, así mismo, le dije que hacía 12 años planificaba con la inyección mensual, a lo que respondió: ¨Esto a veces es una lotería, y esta vez te la ganaste¨, me explicó que además de que ningún método anticonceptivo era 100% seguro, también factores externos como cambios en la alimentación, estrés, más o menos ejercicio, o cualquier otro factor pudo tener efecto en mi comportamiento hormonal, dando lugar a quedar embarazada.
Ese día me pasaron a una charla privada con una psicóloga y posteriormente el médico me dio una tableta de Mifepristona para interrumpir el crecimiento del embrión, así mismo me dio 2 tabletas de Misopostrol que debía tomar 24 horas después, ya en mi casa, con el fin de generar las contracciones necesarias para la expulsión del embrión. También me dieron las indicaciones médicas, una prueba de embarazo que debía realizarme a los 20 días, un número de emergencia al que podía comunicar las 24 horas por si sentía dudas de cualquier tipo o tenía una hemorragia que creyera fuera de lo normal.
Foto: BBC News
Al otro día, tomé las dos tabletas que me indicaron. Mi compañero canceló todos sus compromisos durante una semana para acompañarme. Más o menos a la hora empecé a sentir algo así como un cólico menstrual normal, y entonces él me empezó a poner paños de agua caliente en el vientre y a prepararme comida e infusiones. A las dos horas los cólicos fueron fuertes y empecé a sangrar. Intermitentemente sentía cólicos muy fuertes, estuve, como me indicó el médico, guardando reposo durante 2 días y con poca actividad durante 5 días, aunque no incapacitada. Todo el proceso fue como tener síntomas menstruales algo más fuertes de lo acostumbrado. Sangre durante un mes y medio, pero solo la primera semana fue un sangrado abundante, todo estuvo dentro de lo normal.
Aun hoy, cuando paso por Orientame o alguna persona me pregunta sobre el tema, pienso con profunda gratitud que no pude llegar a una mejor institución, en la que en ningún momento sentí algún tipo de juicio, en donde procuraron un trato respetuoso en cada paso del proceso y me hicieron un seguimiento personalizado por 3 meses, ofreciéndome incluso la posibilidad de acceder a citas ginecológicas y planificación familiar totalmente gratuita.
Además de ello, debo decir que mi proceso fue tranquilo no solo por esto, sino por el apoyo incondicional de mi pareja y nuestras familias, quienes nunca hicieron ninguna clase de juicio respecto a mi decisión. En este momento de mi vida siento que fue la mejor decisión que pude tomar y agradezco profundamente a quienes hicieron parte de este proceso por permitirme un espacio seguro para decidir sobre mi cuerpo y mis necesidades de manera libre.
Me parece importante recalcar que no necesariamente un proceso de interrupción de un embarazo no deseado debe ser una experiencia traumática, que hay varias instituciones de salud serias que realizan procedimientos seguros, que abarcan no solo la salud física sino también la emocional de las mujeres y su círculo más cercano, debe dejar de se un tabú abortar y sobre todo, deber ser de común conocimiento la ruta de acción en un caso de estos, la información salva vidas y debe, como acto político, ser difundida.
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Escribo por las que se han arrepentido de abortar
Aunque la mayoría de mujeres que han abortado no se han arrepentido, al contrario han sentido profundo alivio, existen mujeres que se han arrepentido y quedado con marcas emocionales.
Creemos que el aborto debe ser tratado como prioridad de salud pública tanto física como mental, que debería ser acompañado desde inicio a fin por apoyo psicológico. Sobre todo en este sistema patriarcal donde la opresión hacia la mujer es común a través de la culpa.
Muchas mujeres han experimentado abortos clandestinos solas sin ni siquiera poder meditarlo con redes de apoyo, bajo prácticas de médicos que lucran de esta práctica por ser ilegal, en condiciones nada dignas que les generan sufrimiento físico y emocional durante y después del aborto.
El siguiente testimonio fue escrito por una mujer, hoy mamá, profesional, viajera y nacida en una de las regiones más machistas de Colombia, nos cuenta su experiencia.
Foto: Femigrantes en Twitter
¡Hola! esta es mi historia, sobre cuando tomé la decisión de abortar.
Mi nombre no importa y tampoco el de aquel chico inteligente y amoroso que me cautivó. En el 2007, fui con una amiga a una fiesta en la que conocimos a un grupo de chicos que cantaban, no eran famosos, lo hacían por diversión. Le agradé a uno de ellos, yo era una simple vendedora de ropa, mientras él era un joven estudiante de ingeniería.
Después de un tiempo chateando con él, me comenzó a agradar y entre mis obligaciones laborales comencé a salir con él, era una nueva experiencia. Un día fue diferente, me invitó a salir para tomar algo en una discoteca y bailar, para mi sorpresa me pidió ser su novia, desde esa noche comenzamos nuestra relación por casi 4 años.
Conocer a su familia no fue fácil, adaptarme mucho menos, yo era una mujer de bajos recursos económicos y sin muchos estudios, lo que no le agradó a su madre. Después de un tiempo, me apoyaron para que comenzara una carrera universitaria y hablamos con mi familia para que me apoyaran.
A los tres meses de nuestra relación, queríamos estar juntos. Una noche, salimos a bailar y cenar, pero después decidimos ir a un motel muy cerca de donde estábamos. El lugar se llamaba El Edén, muy chistoso, fue mi primera experiencia sexual y la segunda para él, tuve mucho temor y dudas, pero ahí estaba y pasó.
Nuestra relación se afianzó mucho más. Entre estudios y trabajo logramos consolidar una hermosa relación. Ya finalizando el 2009, comencé a sentirme extraña, yo antes era delgada, empecé a engordar, pero no le di importancia en ese momento, hasta cuando el día de mi cumpleaños, me levanté, desayuné y fui a casa de mi suegra a preparar un almuerzo para celebrar mi cumpleaños. Cuando estaba cocinando, sentí ganas de vomitar, fue algo muy raro, nunca había tenido nauseas por nada, fui al baño y vomité.
Al ser tan extraño, hablé con mi novio, comenzamos a sospechar y decidimos hacernos una prueba de embarazo, ¡dio positivo! fue sorpresivo, estaba llena de miedo y dudas, estaba comenzando un nuevo empleo y cursaba sexto semestre en la universidad; a igual que yo, él no estaba preparado para ser padre tan joven.
Una semana después, hablando con él, llorando día y noche, sin saber qué hacer, tomamos una decisión, por el bien de nosotros, según nuestro pensamiento en ese momento. Decidimos abortar. Fue la decisión más difícil y traumática que he podido tomar en toda mi vida.
Foto: Infobae.com
Un 23 de diciembre, con tres meses de embarazo, tomé unas pastillas que él consiguió con ayuda de alguien, otras las introduje con mis dedos por mi vagina. Pasé muy mal con hemorragias en silencio para que mis familiares con quienes vivía no se enteraran.
Al día siguiente, sola en mi casa, durante la mañana, pasé con mucho dolor, con fuertes hemorragias que me causaron pánico. Acudimos a un ¨centro médico¨, allí con mis manos extraje entre mis piernas algo tan pequeño, que me hizo sentir miserable, mi pareja lo tomó y se lo llevó.
Fue una solución que no debimos tomar jamás. Después de esa experiencia nunca fui la misma y mi relación tampoco, seguimos juntos, pero estábamos rotos por dentro, tanto que nuestra relación duró solo 5 meses más. Pero mi dolor duró mucho más de 10 años, y aún me pesa moral y amargamente no haber tomado otra decisión.
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Escribo por las que han autogestionado su aborto
Estamos convencidas de que la maternidad debe ser deseada y que las mujeres no podamos ejercer con libertad el control sobre nuestras cuerpas no permite que suceda totalmente así.
En países donde el aborto es ilegal muchas mujeres desobedecen el sistema patriarcal y se someten a abortos caseros con el acompañamiento de redes y colectivos feministas aunque coloquen en riesgo su salud mental y física.
El siguiente testimonio ha sido escrito de manera anónima por una mujer joven, mamá de una niña, profesional, feminista y viajera desde Valparaíso, Chile.
Foto: Humanas.cl
En el 2011, a 20 años de edad, tuve una hija que la amo con todo mi ser. En el 2015, inicié una relación con mi actual pareja, quedé embarazada y tomé la decisión de abortar cuando tenía un mes de embarazo. Estaba terminando mi carrera y con un sinfín de metas por delante, las cuales deseaba cumplir.
Me realicé un test de embarazo, salió positivo, momento caótico. Le comenté a mi pareja que no deseaba ser mamá de nuevo y respetó mi decisión.
El aborto en Chile es ilegal por eso me puse en contacto con una persona que vendía misotrol y quien me guió en todo el proceso. Antes de esto, ya había investigado y me encontraba rodeada de amigas que habían experimentado abortar. Ellas me apoyaron en todo momento, esto para mí fue IMPORTANTÍSIMO.
Como tenía (1) un mes de embarazo pero debía esperar tener (2) dos meses para poder realizarlo y fuera exitoso, es recomendable que sea entre la semana 6 y 8 para que el útero se encuentre dilatado y tenga mayor efectividad. Durante del mes de espera, comencé a alimentarme bien y tomar suplementos, también fui a un centro privado para hacerme una ecografía y saber con exactitud el tiempo que tenía de embarazo y dónde se encontraba alojado el feto, pues, en algunos casos cuando el embarazo es poliquístico no es muy viable realizarse un aborto.
Preparamos el lugar donde me iba a realizar el aborto, necesitaba que fuera un lugar limpio, tranquilo y cómodo (velas, inciensos, lo que fuera necesario). Tenía que ausentarme de casa de mi madre, por unos 3 días hasta que estuviera recuperada, tuve que inventar una buena chiva para que cuidara a mi hija y no sospechara de lo que iba a hacer.
36 horas antes de tomar misotrol, tomé mifepristona para tener mejores resultados.
Foto: aurora.boreales.tumblr - Marcha Feminista Valparaíso
Día 1
Me levanté temprano en la mañana tipo 7:00 am, desayuné para luego comenzar con la ingesta de (4) cuatro pastillas de misotrol a las 9:00 am. Todo este proceso fue sublingual, encuentro que es mucho menos invasivo en comparación del método vaginal.
Me encontraba acostada, ansiosa para que comenzaran los síntomas del aborto, pero nada. Luego de tres horas, volví a tomar (4) cuatro misotrol sublingual e inmediatamente sentí dolor de útero muuuuy fuerte, solo tenía ganas de estar en posición fetal y bien abrigada, pero no podía hacerlo, pues, luego de la segunda ingesta debía comenzar a hacer actividad física, se debe hacer todo lo contrario de lo que te dice el médico cuando estás teniendo una perdida: “reposo absoluto” , por lo tanto, tenía que comenzar a realizar ejercicio, mover muebles y caminar, yo solo quería estar acostada. En ese entonces, fui al baño, la verdad que con bastante miedo, porque no sabía si iba a resultar o no, comenzó el sangrado y el miedo aumentaba.
Todo era muy incierto, aunque no haya sido mi primer aborto, todas las experiencias son distintas. El sangrado fue en aumento hasta la ingesta de las tres (3) y última dosis de misotrol; boté un saquito de sangre como un coágulo, los dolores de útero persistieron hasta que comenzaron a disminuir después de 8 horas. Me ayudó bastante ver Breaking Bad, jaja, me mantenía ocupada y pensando en otra cosa para que pasara el dolor (vi la temporada completa jajaja).
Día 2
Seguía con el sangrado, pero ya me sentía más aliviada, había descansado y alimentado. Aunque suene un poco frío, sentía que me había liberado y que había renovado energía. No era el momento de tener un hijo y lo tenía muy claro.
Día 3
Seguía con el mismo sangrado, pero cada vez iba disminuyendo, comencé a tomar antibióticos en el caso de que me quedara algún resto que provocara alguna infección.
El sangrado disminuyó por completo en el día nueve (9). En el día quince (15), fui donde mi ginecólogo para asegurarme que todo estuviera en orden. Este proceso es bastante largo, pues, luego del sangrado hay que esperar a que vuelva a llegar el periodo, durante la espera también hay que abstenerse de ciertos hábitos, no se puede fumar ni beber para que este sea un aborto seguro y no exista consecuencia.
Quiero aclarar que este fue mi segundo aborto, en ambas ocasiones fueron compradas las pastillas de forma clandestina. El apoyo de los más cercanos o que yo consideré más cercanos fue importantísimo en ese proceso y conversar el tema con personas que hayan tenido la misma experiencia antes es vital para llegar a un óptimo resultado, al igual que tomarlo con responsabilidad.
Foto: aurora.boreales.tumblr. Marcha Feminista 8M 2020
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Escribo por las que han abortado en la guerra
Creemos firmemente que intercambiar historias de mujeres reales, nos ayuda a sanar y reflexionar, pero sobre todo, a transformar nuestras realidades. Este blog es pro-abortista, no es nuestra intención adoctrinarte para que abortes, respetamos y celebramos la decisión de cada mujer sobre su cuerpa.
Como lectora, construye tus propias reflexiones acerca del aborto voluntario y la importancia de que este sea libre y seguro para todas. El siguiente testimonio ha sido escrito de manera anónima por una mujer ex integrante de las FARC (Fuerzas Armadas y Revolucionarias de Colombia) y firmante del Acuerdo de Paz.
Foto: Jesús Abad Colorado
Después de haber pertenecido por más de (14) catorce años al movimiento guerrillero FARC-EP y haber sido testigo excepcional de lo que nos sucedía en el frente (40) cuarenta del Bloque Oriental,voy a relatar lo vivido como militante, mujer y campesina dejando en claro algunas apreciaciones en las que debo basar mi narración.
Lo primero que debo aclarar es que, ingresé voluntariamente a las filas del movimiento, jamás fui obligada ni reclutada a la fuerza, es más, por ser menor de edad decidieron devolverme a mi casa y escuela. Ante mi rotunda negación de regresarme y amenazarlos con ingresar a la policía, finalmente fui admitida, convirtiéndome en la segunda persona de mi familia en ingresar a la guerrilla.
En Colombia se han dicho y escrito muchas cosas sobre el reclutamiento forzado, sobre nuestra vida sexual y acerca del aborto, en gran medida desdibujadas por el sensacionalismo de la prensa tradicional encaminada por los intereses de clase. Dejando en claro estas apreciaciones empiezo mi relato.
Como la mayoría de las guerrilleras, era una joven campesina, hermosa y muy agraciada. Perdí mi virginidad en las filas, no inmediatamente ingresé como algunos quisieran escuchar, ni de manera violenta o producto de una fiesta, como sucede en las capitales donde emborrachan o drogan a jóvenes para luego violarlas, lo mío fue producto de un relación con un hombre que me consistió y supo brindarme apoyo, amor y sexo dentro del campamento al que llegué después de habar pasado varios meses de instrucción del curso de ¨huevitos¨, como solía llamar cariñosamente el Mono Jojoy a los recién ingresados.
Dejo claro, y ahora soy muy consciente que, en esos años como joven y hembra, mis hormonas producían cambios y el deseo sexual era parte diaria de mi acontecer, como el de cualquier hembra en cualquier sociedad, solo que la diferencia la marcaba el poder elegir si hoy me acostaba con mi hombre o no. A diferencia del resto de mujeres y jóvenes que en el campo eran escogidas por hombres adultos y que en algunas ocasiones eran cambiadas por ganado, tierras o posesiones en acuerdo con sus padres.
Recuerdo a una joven que ingresó a las filas para salvarse de la situación en que vivía después de haber sido dada a un hombre mayor; luego de quedar embarazada y recibir muchas ¨planeras¨ (golpiza a plan de machete), como muestra de dominación del macho, ella se fugaría y terminaría siendo parte de las estructuras de seguridad de Marulanda Vélez.
Me pregunto si acaso esta compañera maltratada en su relación (casi de esclava o por lo menos de un estilo feudal) hubiera tenido la oportunidad, la educación y el acceso a una unidad sanitaria ¿habría decidido si continuaba con el embarazo no planificado? O ¿acaso habría tomado la decisión de aplazarlo mediante un aborto y esperado por la oportunidad para traer a este mundo una criatura en mejores condiciones de vida?
Es aquí donde la puerca tuerce el rabo, decimos los campesinos, los parámetros con que la religión y la sociedad hipócrita y conservadora se quedan cortos y fallan en analizar los casos de un aborto, como derecho de una mujer a tomar decisiones sobre su cuerpo.
Jamás fui obligada a tener relaciones sexuales con comandantes ni compañeros, mis embarazos fueron el resultado de la falla de los métodos de planificación durante los rigores de una guerra despiadada que cada vez era más monstruosa e inmoral, que nos llevó y obligó a tomar decisiones duras y crueles que, bajo otras condiciones, con seguridad, no se habrían tomado.
Cuando se ingresa a curso, a las personas se les explica que nos convertiremos en guerrilleras y que en la pelea por la toma del poder estaremos permanentemente en guerra, que debemos estar preparadas, y por lo tanto, no hay posibilidades de embarazos, que para ello se debe planificar; se nos presentan varios métodos de planificación, nosotras escogemos con los enfermeros nuestros métodos y los hombres con los que convivimos o decidimos tener relaciones sexuales no participan en la elección de nuestra planificación. Somos conscientes del tema de las relaciones sexuales con los compañeros, de la planificación, de los embarazos y del aborto, pero una cosa es hablar del diablo y otra verlo aparecer en persona.
En los tiempos anteriores a mi vinculación con el movimiento, eran diferentes las cosas, algunas parejas tenían sus bebés en casa de apoyo e inmediatamente eran enviados a familiares o padres ¨sustitutos¨, que los criaban como si fueran sus hijos para protegerlos del robo y secuestro que los militares usaban para hacer desertar a las compañeras y convertirlas en sus informantes o sus guías por los trillos y cañadas hacia los campamentos.
La guerra recrudeció y otro fue el cantar que se entonó, se prohibió el embarazo. Pero la indisciplina de algunos comandantes hacía que no todos los casos fueran tratados de igual manera, desobedecieron las órdenes y sacaron bajo cuerda a sus compañeras para que pudieran tener sus bebés afuera.
Algunas mujeres después del acuerdo de paz, se han reunido con sus hijos y otras lamentablemente no lo han podido hacer. Ese no fue mi caso, a pesar de estar de socia con un comandante, fui llevada al ¨quirófano¨, si es que así pudiéramos llamar a los hospitales móviles de una guerrilla, acosada por un enemigo cada vez más cruel y con mayor presencia terrestre y aérea.
Portal: Laopinión.com
Un aborto aquí o en la Conchinchina afecta de una manera u otra, recuerdo que, por las dificultades de la guerra la programación de mi aborto se dilataba cada vez más y más. El doctor que vendría a practicarlo no podía entrar a la zona donde nos encontrábamos o por donde nos desplazábamos; aunque no lo quisiéramos en las filas también el tiempo pasaba fatalmente, la barriga me crecía y trasladarme en un área de guerra como fue la nuestra durante el Plan Colombia, donde el objetivo era matar al Mono Jojoy, cada vez se hacía más difícil y más dura, esa es la lógica de la guerra en Colombia.
Es cierto que algunas personas no estábamos totalmente de acuerdo con el aborto pero que ante el hecho de ser minoría a la hora de cuestionar y discutir esta práctica ciertamente nos quedamos cortos. Fui una de las muchas que pasó por esa situación (y hoy que pertenezco a un grupo cuya religión prohíbe el aborto) y me planteo: ¿Qué tipo de decisión habría tomado?
Ahora mi religión radicalmente prohíbe el aborto de la misma manera que el movimiento guerrillero radicalmente prohibía el embarazo; pertenecía a un movimiento que nos obligaba a seguir delineamientos que, como en este caso en particular no son discutidos a plenitud entre sus miembros, son como verdades aceptadas a la fuerza.
Después de prácticas médicas, un embarazo utópico y posteriormente un aborto mediante una cesárea para salvar mi vida, me replanteo hoy el derecho de la mujer y de los doctores a tomar decisiones como estas. Solo a partir del año 2006, y después de años de intenso debate político, quedaron aprobadas en la legislatura nacional para el bienestar de miles de campesinas y mujeres.
Producto del uso inadecuado de instalaciones en el monte o en lugares no aptos para hacer estas prácticas de planificación muchas mujeres y yo, sufrimos complicaciones posteriores en nuestro cuerpo y en especial en nuestros órganos reproductivos, que si el estado no nos obligara a vivir en guerra serían mucho menores. Por razones de higiene, que me pusieron al borde de la muerte y me dejaron una profunda experiencia, por ejemplo, no he podido ser madre, me obligan a replantearme de lo inhumano, cruel y desalmado que un estado se puede volver con el objeto de la protección del rico en vez del pobre.
No me es fácil el hablar de mis abortos y de mis experiencias como campesina, mujer combatiente y ahora ciudadana incorporada nuevamente a esta sociedad de mierda, donde se mira y examina con lupa algunas de nuestras acciones sin mirar con el mismo rigor y equilibrio las causas y factores que nos llevaron a actuar de diferentes maneras. El aborto es una decisión que se ve rodeada de múltiples factores y en la que profundamente creo que las mujeres tenemos el derecho a elegir.
Foto: Jesús Abad Colorado. Después del acuerdo de paz hubo una ola de embarazo en zonas de transición.
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Creemos en el poder transformador de testimonios de experiencias de mujeres como herramienta que propicie el quiebre de los discursos dominantes y de las instituciones que los sostienen. Por eso, en este blog, leerás testimonios anónimos de experiencias autobiográficas escritas por mujeres diversas.
Son limitados los espacios en los que podemos expresarnos de manera autónoma, es común que hasta nos cueste contar nuestras experiencias a familiares, nuestro círculo más cercano. Tal como menciona Rosana Rodríguez, en su artículo El Poder del Testimonio - Experiencia de mujeres publicado en la revista Estudios Feministas: ¨Durante mucho tiempo no hubo espacio para relatos de experiencias femeninas, ya sea ese producto de la violencia patriarcal o de contextos desfavorables y opresivos que nos deslegitiman¨. Adicionalmente, ¨la dificultad que las mujeres tenemos con el lenguaje reside a menudo en la imposibilidad de expresarse de poner palabra a nuestros sentimientos, a nuestros deseos, a nuestras necesidades e intereses, a nuestras experiencias¨ (Rodríguez, 2013). Dificultad que vale la pena superar para modificar imaginarios populares.
Por lo tanto, queremos que este sea un espacio para que las mujeres se aventuren a ponerle palabras a sus experiencias, sin importar que estas aún estén impregnadas de estructuras y socialización de género, según Leonor Calvera, ¨las mujeres en tanto sujetas subalternas, inscribimos nuestras experiencias bajo los umbrales de tolerancia del patriarcado de modo que los relatos siempre fragmentados de nuestras experiencias discontinuas e interrumpidas no tienen la fuerza para lograr el impacto político necesario¨ (Rodríguez, 2013). Creemos importante motivar a mujeres a escribir sus experiencias corporales y emocionales, tal cual lo vivieron, sin importar si estamos de acuerdo o no; es vital recuperar nuestra voz, y reconocer si nuestras palabras son prestadas para comenzar el viaje de búsqueda de las propias.
Es común que nos digan ¡Estás loca! ¡Tranquilízate! cuando hemos querido expresar nuestras frustraciones o sentimientos, ¿te ha pasado? Forma normalizada de deslegitimizarnos y no validar nuestra opinión, pues no es como lo que ¨una mujer debe ser o comportar¨. Nos imponen el silencio cuando nuestras palabras no son convenientes, nos condenan a la soledad, es impronunciable que muchas de nosotras abortamos de manera clandestina, que nos violan nuestros maridos, decidir esterilizarnos porque no queremos ser madres, que el estado nos oprime con su violencia institucional al ser madre soltera, que nos acosan en la calle, laboralmente… entre tantas cosas invisibilizadas.
Nos resistimos a estar silenciadas. De nosotras depende enriquecer nuestro diálogo entre mujeres, que nos confiera dignidad y respeto a lo que queremos decidir sobre nuestros cuerpos, prioridades de vida, relaciones, sexualidad, etc.
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