#yo no tengo más fuerzas
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hellprowls · 2 years ago
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¿Alguna vez extrañas un vínculo que tenías con alguien? Independientemente de lo que pasó entre ustedes dos, extrañas las conversaciones, las risas que tenían por las cosas más estúpidas, o la forma en que estuvieron ahí para ti cuando no estabas en el mejor momento. Las pequeñas cosas importan.
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wachi-delectrico · 2 years ago
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Se vienen cositas
Las cositas:
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lunimy · 3 months ago
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my hand hurts and i broke one of my nails
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junmsli · 1 year ago
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needy
pairing. enzo vogrincic x reader
cw/tw. smut, praise, established relationship, dry humping, unprotected sex, enzo un pocooo bromista, oral (reader recibe), dirty talk, age gap (no especificado), afab!reader/pronombres femeninos.
word count. 1.4k
rating. +18 (dejé ganar a mis pensamientos intrusivos)
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"enzo" la joven musita bajito el nombre del hombre que se hallaba en la habitación que ambos comparten, acostado en la cama, viene de haber estado lavando la poca vajilla que quedaba sucia. él se encontraba leyendo un libro, llevando puesto lo que parecía ser una camisa bastante liviana y el resto de su cuerpo cubierto por una sábana.
"¿qué pasa, mi amor?" dice y aparta la mirada del libro brevemente para enfocarse en ti por unos segundos, sonríe y vuelve a prestar atención a su libro. "vení y acostáte ya".
"sobre eso..." ella ríe nerviosamente y empieza a caminar hacia su dirección, su ropa consistía en una camiseta negra oversize, la más grande que pudo haber encontrado, sus bragas y no llevaba sostén porque al encontrarse sola con su pareja, en su hogar ¿quién en su sano juicio usaría sostén?
la muchacha se sube a la cama, con enzo en la cabecera y ella en el otro extremo, pero planea cambiar eso. empezando a gatear hacia él y una vez a su costado, toma suavemente el libro de las manos del uruguayo y lo deja en la mesita de noche "¿podrías seguir leyendo mañana? tengo una situación aquí.”
él alza una ceja "bueno dale, pero tengo una pregunta para vos, ¿la situación es; 'necesito una culeada'?" él aprieta los labios divertido "no estoy que me quejo".
"¿cómo sabes?" se hace la sorprendida, como si esa no hubiese sido la intención de todo el asunto para empezar.
empieza desabotonar los botones de la camisa de enzo con paciencia, logra su objetivo y se la saca delicadamente por la cabeza, quita la sábana que cubría el resto de su cuerpo, para ahora bajar su bóxer, tarea que acaba con una sonrisa coqueta.
"un poco bastante necesitada andas vos"
ella ignora su comentario y se sube sobre él. pone sus piernas en los costados de enzo, al nivel de su miembro y de su clítoris cubierto, lleva también sus manos a la cintura del mayor. ambos jadean por el roce más que placentero y enzo agarra sus caderas guiando su ritmo, conociendo mejor que nada cómo es que a su chica le gusta.
la fémina mueve sus manos con la intención de quitarse la camiseta, sin dejar de jadear, una vez que cumple con su objetivo agarra las manos de enzo de donde estaban  y las lleva a sus senos, incitandolo a tocar y masajear tanto como quiera. “vos serás mi muerte.” menciona mientras acaricia suavemente los pezones ya duros de su novia. “decime qué querés y lo tenés, mi sol.”
se mueve con más rapidez encima del miembro de enzo y toma fuerzas antes -casi- susurrar “q-quiero que me folles.” entre jadeos.
“¿con esa boca besás a tu vieja?” 
“dios, enzo no menciones a mi mamá mientras estamos en esto.” dice ella, sintiendo sus cachetes más que calientes.
él se ríe “mmh, vienes acá, te hacés la que no pero sí, no demorás ni dos minutos y ya estás saltando sobre mí.”
“no estoy saltando-” menciona, podrían estar cogiendo como si de eso dependiera su vida pero jamás permitiría la oportunidad de llevarle la contra a su novio. “y yo vine a lo que vine.”
“quizás debería cogerte tan fuerte y duro como estoy seguro vos esperás.” 
con delicadeza (no la misma que acaba de usar para decirle que la va a follar hasta el cansancio) él la toma y voltea a la chica acostando la en la cama.
le baja las bragas, su mirada sigue todo el breve momento y procede a quitarlas, sin importarle donde las arroja. su cabeza sube a la altura del centro de la muchacha, sus dedos caminan por los muslos de ella y los acaricia haciendo camino hasta llegar a su estrecho agujero e ingresa dos dedos que mueve a propósito, a un ritmo lento, lleva sus ojos en dirección a los de ella “toda mojada, no tenés ni puta idea de lo que me hacés sentir.”
sus labios van a su clítoris donde comienza el trabajo de chuparlo con adoración, la mujer gime alto y acaricia sus senos dejándose llevar. 
“muy exquisita si querés saber.” comenta enzo, lo que causa que la chica suelta una pequeña y nerviosa risa, él mantiene su trabajo en ella, dedos en el fondo de ella y lengua y labios en su clítoris, moviéndose, chupando y lamiendo como solo él sabe y aprendió, que a su compañera le gusta. 
sus labios dan lentas vueltas alrededor del punto más dulce de la muchacha y suelta bajos jadeos al probarla “mierda, sos tan adictiva.”
“e-en, yo…”
“decime qué querés”
“ya lo dije, en, sabes lo que quiero”
“no lo recuerdo” se encoge de hombros sabiendo que ella mantiene sus ojos en su figura.
“te quiero dentro, te necesito, quiero que me folles” dice con todas sus fuerzas, enzo nunca detuvo sus movimientos y los gemidos de la chica a la par, tampoco nunca cesaron.
enzo asiente con una sonrisa burlona. “nunca te diría que no.” aleja su rostro de ahí abajo, saca sus dedos contemplando lo mojados que están y alza una ceja divertido. nivela sus rostros y sonríe una vez más, sus dedos llenos de la esencia de la muchacha, van hacia la boca ella, donde los mete y mueve. “mi amor siempre sabe lo que quiere y yo se lo doy.” la fémina mueve su lengua alrededor de los dedos de enzo.
él después de un par de segundos separa sus dedos de su boca, usa ambas manos en el trabajo de poner las piernas ella a los costados de su cintura.
una mano finalmente se dirige a su miembro erecto para llevarlo al encuentro del centro de la joven. “siempre luces tan deliciosa cuando estoy apunto de enterrarme en ti.” finalmente comienza los movimientos de sus caderas contra las de la muchacha, suelta un par de gemidos mientras susurra su nombre, lleno de lujuria, adoración y gran amor. mantiene un ritmo rápido, estocadas que llevan a ambos a un muy alto placer. 
“sos tan hermosa.”
“por-por favor, te necesito.” dice.
“lo sé, mi amor.” no planea detenerse y observa con fascinación la figura de la mujer que tanto ama debajo de él. “me tomas tan bien. ”acerca su rostro al de ella y empieza un más que apasionado beso, lenguas se tocan y exploran todo lo que el otro le puede dar a cada uno.
enzo, como ya se mencionó, conoce cada punto que tocar, besar, lamer y acariciar para que su novia se siente en el mismo cielo, y no duden en que usará cada uno de sus conocimientos sobre ti en cada oportunidad que se le presente de hacerte sentir bien. “justo así, mierda, esa es mi chica.”
desesperadamente, la joven lleva sus manos a la espalda del pelinegro, donde las mantiene y acaricia con veneración, respiraciones pesadas se sienten el uno contra el otro, besos mojados son depositados en el rostro de ella. 
puede sentir como las paredes de ella lo presionan en su interior y sonríe, con más ternura que lujuria, al conocer que su amor está cerca de llegar a la cúspide de placer.
tal cómo él también lo es.
no tiene reparos en preparar y calcular cada uno de sus siguientes movimientos en ella, cualquiera podría llevarla al tope. sus estocadas premeditadas son un poco más lentas, entrando y saliendo, disfrutando cada segundo, sabiendo que es suya y que momentos así, estarían acompañándolo toda su vida, específicamente, ella lo estaría acompañando.
“sos tan linda desmoronándote debajo de mí.” susurra.
pensamientos de cómo es que dijo esas palabras con tanta facilidad llegan a él y sonríe, una sonrisa cargada de todas las posibles emociones que la situación le podría brindar, sigue los gemidos de ella diciendo todo los sinónimos de hermosa que llegan a su mente.
enzo acelera una vez más, moviendo sus caderas contra las de ella con la mayor precisión posible, toma el rostro de la jóven en sus manos. “mírame mientras te corres.” logra decir, muy sumergido en la neblina de placer en la que se encuentran ambos.
ella asiente, diciendo todo tipo de obscenidades, su orgasmo llega de manera abrumadora y suelta un último gran gemido. más respiraciones pesadas le siguen mientras el pelinegro busca también su liberación, ya que su prioridad ya había sido alcanzada. 
luego de lo que parece casi nada, ella siente la carga de semen del mayor bañando sus paredes de forma deliciosa.
“¿fue esto más interesante que el capítulo de tu libro que estabas leyendo?”
“déjame en paz, amor, vamos a limpiarte.” le responde con una sonrisa cansada pero satisfecha.
-
writer's note: esto fue, definitivamente más rápido de lo que pensé 😭 si me olvidé de algún tag ¡avísenme!
otra vez, cualquier tipo de feedback es bienvenido :p espero que les guste <3
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deepinsideyourbeing · 3 months ago
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Como mujer que mide 1.50 necesito un super soft smut con enzo donde sea muy fácil para el manejarla durante el sexo, ejemplo yo tengo tetas promedio para mi cuerpo y YO SE que se verían chiquitas en las manos de el 🥺 (si podes hacer que el sea muy verbal seria hermoso)
TE AMO LU ❤️
Kinktober, Día 1: Size Kink
Enzo recorre la casa descalzo, vestido únicamente con el pantalón que utiliza para dormir, buscándote luego de descubrir tu lugar en la cama vacío. Las luces están aún apagadas, pero no las necesita; ya conoce cada rincón de su hogar y también puede guiarse por los sonidos provenientes de la cocina.
El calor de sus manos en tus hombros y un beso en tu cabello son un silencioso “buenos días”. Besa también tu mejilla y luego rodea tu pecho con sus brazos -su torso desnudo irradiando calor- para desaparecer cualquier centímetro de distancia entre su cuerpo y el tuyo, ignorándote cuando te quejás porque descansa todo su peso en vos.
-¿Qué hacés despierta tan temprano?- pregunta con voz ronca luego de bostezar.
-Quería prepararte el desayuno.
Sonríe contra tu mejilla.
-Te ayudo.
-Puedo sola- insistís-, podés volver a…
La sensación de su erección contra tu espalda provoca que un placentero escalofrío te recorra. Enzo ríe, más que consciente de lo que desencadenó con ese simple roce, empujándote contra el mármol sin pensarlo y tomando tu cintura entre sus manos.
-¿Qué dijiste?
Concentrarte es difícil cuando sus dedos comienzan a ejercer presión, masajeándote sobre la camisa de tu pijama, pero se vuelve imposible una vez que sentís el palpitar de su miembro. Decide utilizar la oportunidad -la forma en que te rendís contra él, dejándote hacer- para cubrirte con su cuerpo, inclinándose para poder besar tu cuello y capturando entre sus manos todo lo que puede tomar.
Cuando dejás caer tu cabeza sobre su pecho una de sus manos se desliza hacia tu centro, colándose por debajo de tu ropa interior, mientras la otra juega con tu pecho izquierdo. Sus dedos recorren tus pliegues cada vez más húmedos y cuando rozan tu clítoris gemís con fuerza, completamente perdida en el calor de sus manos, sus besos y la forma en que embiste contra tu espalda.
-Mirá cómo estás...- susurra contra tu piel. Deja de tocarte para colocar su mano frente a tu rostro, enseñándote el brillo de tu excitación y los hilos que esta forma cuando separa sus dedos; desabotona tu camisa, exponiendo tus pechos que suben y bajan con tu respiración ya agitada, sólo para poder manchar tu piel con tu humedad y pellizcar tus pezones.
Intentás evitar el contacto, pero es en vano. Enzo es más fuerte.
-Duele.
-¿Sí? ¿Te duele?- pregunta en tono burlón. Un patético sollozo deja tus labios y él decide tener compasión, regalándote otro beso y cubriendo tus pechos (cree que están hinchados y se pregunta en qué momento de tu ciclo estás) con sus manos para brindarte un poco de calor-. Me encantan tus tetitas, ¿sabías? Me encantás.
Te obliga a voltear y te sujeta por las axilas para levantarte, sin tener que hacer mucho esfuerzo, sentándote sobre el mármol frío y posicionándose entre tus piernas rápidamente. Observás las venas que decoran sus brazos, el tamaño de sus manos y sus dedos sobre tus muslos, el contorno de su erección y su glande brillante, preso entre la cintura del pantalón y su estómago.
Cuando separás aún más las piernas, en una especie de invitación que no necesita, libera rápidamente su miembro y tira de tu ropa interior hasta rasgar el algodón. Jadeás, sorprendida y tan excitada como para olvidar indignarte por el acto, desesperada por sentirlo en tu interior.
-No- advierte cuando lo tomás entre tus manos, masturbándolo lentamente y bañando su extensión con la humedad que brota de su punta. Está igual o más desesperado, extrañando y necesitando tu cuerpo desde que despertó, pero sabe que necesitás preparación-. Todavía no.
-Enzo...
-Después vas a llorar porque te duele- explica con una mezcla de preocupación y arrogancia. Besa tu mejilla y cuando vuelve a hablar su voz es más dulce-. Dejame cuidarte, ¿sí?
Lleva sus dedos desde tu entrada goteante hasta tu clítoris y viceversa, empapando tus pliegues con tu excitación y emitiendo un grave sonido de aprobación cada vez que dejás escapar un gemido. Introduce sólo su dedo medio y tus paredes cálidas parecen succionarlo, exigiéndole más, pero su ritmo permanece igual.
-Estás muy apretada- dice cuando encuentra tu mirada. Tus pupilas están dilatadas y una lágrima amenaza con derramarse cuando un segundo dedo tantea tu entrada-. ¿Cómo te la voy a meter, eh?
Respirás de manera temblorosa. Humedecés tus labios. Pensás.
-Más.
-¿Querés más?- asentís frenéticamente-. ¿Más qué?
Intentás contestar pero, en lugar de palabras, de tus labios escapa un sonido mitad grito-mitad gemido, débil y quebradizo, ya que en ese preciso momento introduce otro dedo. Mordés tus nudillos, recordando que los vecinos podrían escucharlos y quejarse, pero Enzo retira tu mano mientras te observa con una intensidad desbordadora.
Todavía no estás lista, grita la voz cuerda y sensata en su mente, pero él no puede esperar más. Retira sus dedos lentamente y se los lleva a la boca para probar tu esencia, complacido por la forma en que llorás ante su gesto; con una mano te desliza sobre el mármol hasta que estás peligrosamente cerca del borde, completamente a su merced.
-¿Querés que te la meta?
-Sí- contestás y él arquea una ceja, expectante-. Sí, por favor, Enzo.
Contemplan juntos la imagen entre tus piernas: el tamaño de su miembro comparado con tu pequeña entrada, el contraste entre su mano y la tuya -tus dedos separando tus pliegues para poder ver más y mejor-, la forma en que su otra mano te sujeta firmemente por el muslo. El panorama te hace gemir de desesperación.
Cuando por fin comienza a penetrarte mordés tu labio en un intento de reprimir cualquier sonido de dolor, pero él te conoce mejor que nadie y sabe de memoria todas tus tácticas. Mueve su cadera lentamente, con estocadas casi milimétricas, permitiéndote acostumbrarte a la intrusión.
Sólo lleva unos centímetros, mucho menos de la mitad, cuando tus músculos comienzan a contraerse por tu orgasmo. La expresión de placer en tu rostro es un poema que contiene vergüenza y timidez, pero Enzo te sonríe para consolarte -una sonrisa de puro orgullo, comprendés- y comienza a jugar con tu clítoris para hacerte delirar.
-Qué linda que sos- dice entre jadeos mientras los espamos aún sacuden tu cuerpo. Besa tus labios fugazmente-. ¿Querés que te lleve a la cama...?
- @madame-fear @chiquititamia @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace ♡
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malebodyswap-enespanol · 1 month ago
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Male Body swap Parte 1 Cambios..
Me llamo Alberto, tengo o tenia 64 años, mi vida se habia puesto monotona y critica, soy medico de una familia de muchos recursos en el que siempre cuidaba a su hijo, a Matias.
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Matias estaba allí tendido, sin poder hacer nada con su vida. Había entrado en su habitación después de haber estado rondando por la casa a altas horas de la noche, y esa noche me sentí más inquieto de lo normal debido a las noticias que había recibido ese día. Mis sospechas se habían confirmado: tenía cáncer de hígado, estómago e intestino inoperable, por lo que solo me quedaban unos pocos meses de vida.
No es que pudiera quejarme, a mis 64 años sé que he tenido una vida bastante larga y activa. Aunque no había tenido una relación íntima desde que mi último amante de que nos separamos hace veinticinco años, tenía que estar agradecido por lo que había tenido. Seamos sinceros, al menos era una vida, a diferencia de algunos de los pacientes cuyo bienestar físico atendí como médico residente y a quienes esta noche visité. La mayoría estaban aquí sólo gracias a las "maravillas" de la tecnología médica moderna.
Un buen ejemplo de ello es Matias, hijo de 18 años de un rico empresario, que murió casi por completo en un accidente de moto en el campo familiar hace un año. Su hermoso cuerpo joven se había curado físicamente por completo, podría decirse que sin problemas. Sin embargo, su cerebro nunca se había recuperado; nunca había recuperado la conciencia y los escáneres cerebrales no revelaron ninguna actividad. En una sociedad menos avanzada, habría muerto y habría sido enterrado después del accidente. Pero sus padres le habían negado este proceso natural, negándose a aceptar los hechos médicos y le dieron cuidados intensivos las 24 horas del día, los 7 días de la semana, para lo que básicamente no era más que la cáscara del hombre-niño vivaz y animado que yo también había conocido, como médico privado de la familia. Su madre pasaba regularmente largas horas junto a su cama tratando de reanimarlo con su conversación y masajeando su cuerpo sorprendentemente todavía en forma; apenas había signos de agotamiento, una situación poco común que le dio esperanza. Pero nunca hubo respuesta y probablemente era cuestión de tiempo antes de que finalmente aceptaran lo inevitable y lo dejaran ir.
Miré con tristeza a Matias, cuyo pecho subía y bajaba rítmicamente, pero de algún modo de manera mecánica; en la penumbra podía ver el estimulador cardíaco que estaba adherido a su firme pecho. Había un respirador junto a la cama, pero no se esperaba que lo usaran nunca. Durante mi estadia en la casa, había llegado a aceptar el trágico desperdicio de pacientes como este como parte de la cruel ironía de la vida. En el suave resplandor de las máquinas que mantenían vivo su cuerpo, y ese día de todos los días, la ironía del cascarón vacío de un joven tan hermoso que yacía allí por falta de un cerebro activo resonó con fuerza en mi mente. Ironía, porque por falta de un cuerpo tan sano, mi cerebro pronto estaría en silencio como el suyo.
Ese día me pasaron muchas ideas por la cabeza, pero no sé muy bien qué me llevó a probar una idea tan loca. Durante algunos años, para aliviar el aburrimiento de mi trabajo habitual, había experimentado con patrones de ondas cerebrales, siempre con animales de laboratorio, por supuesto, pero en última instancia como un posible medio para anular también el comportamiento criminal y antisocial en los seres humanos. No desconocía el dilema ético de este concepto, pero en realidad no esperaba ningún gran avance como para tener que preocuparme por esas realidades ahora, si es que alguna vez lo hacía. Y ahora parece que nunca se conseguiría nada de ello, a pesar de algunos resultados interesantes entre algunos de los sujetos mamíferos más grandes que había probado últimamente. El concepto consistía en leer los patrones de ondas cerebrales "buenos" de un sujeto en una computadora y "mapearlos" en el cerebro del otro sujeto, borrando los patrones negativos. Había estado experimentando con caballos recientemente , pero para obtener la intensidad de señal necesaria había habido problemas con la retroalimentación. El sujeto donante recibía algunas de las ondas cerebrales del receptor a través del sistema; por lo general, respondía al nombre del receptor (así como al suyo propio) y otras anomalías de comportamiento. Era como si se hubiera producido una ligera fusión de recuerdos. Sin duda, el receptor se benefició de la experiencia, ya que los patrones de comportamiento adoptaron inmediatamente el perfil del caballo donante; ¡incluso respondió al nombre del caballo donante! También hubo alguna evidencia de una fusión en este lado.
Por supuesto, toda esta experimentación se realizó en silencio y fue completamente desconocida pero había documentado todo lo que había hecho en la computadora portátil y las copias principales estaban en mi computadora de escritorio en casa.
Tal vez se debiera a procesos de pensamiento mal formados provocados por la reacción a mis malas noticias, pero también había una sensación de que tal vez mis experimentos podrían ayudar a Matias en este caso y tal vez a otros pacientes como él. Tampoco había cierto grado de orgullo en la idea de que valiera la pena salvar mi "cerebro"; haber sido gay toda mi vida había significado que no había tenido hijos a los que transmitir ninguna de mis características. ¿Tal vez podría transmitir mis ondas cerebrales a Stuart y él podría funcionar de nuevo? Al mismo tiempo, sería como si le estuviera transmitiendo algo de mí, mis características para que pudiera hacer uso de ellas. Decidí que no había nada que perder para ninguno de los dos, que nuestras vidas se medirían en meses ahora, tal como estaban las cosas.
Así que esa noche volví a mi oficina y cogí mi aparato experimental, que consistía en un ordenador portátil, un disco duro, un transformador eléctrico y algunos bucles de cables para conectarlos todos. A mi regreso, enchufé el transformador y conecté el disco duro,el portatil, Encendí el ordenador y cargué el programa y me di cuenta de que tendría que modificar los parámetros para los diferentes pesos corporales (para las cargas eléctricas) y masas cerebrales relativas (para el mapeo) de los humanos en comparación con los caballos. Introduje los datos y el ordenador calculó rápidamente los ajustes que alimentaría al resto del aparato. Coloqué una silla junto a la cama y coloqué el portátil junto al brazo izquierdo de Matias, de cara a la silla. A continuación, coloqué las cintas receptoras sobre su cabeza y lo ubiqué con cuidado, ya que había aprendido lo crítico que es colocarlo correctamente con los experimentos anteriores. Stuart al menos no se movió por la falta de familiaridad con él, a diferencia de los caballos.
Me coloqué la otra gorra en la cabeza y, usando el espejo que había al otro lado de la habitación, sobre el lavabo, en el que podía verme desde donde estaba de pie, junto a la cama, la coloqué con cuidado. Me senté en la silla y puse mi mano derecha en la izquierda de Matias y la apreté con fuerza (no era necesario, pero agradecí la sensación de calor que me dio). Con la mano izquierda, hice clic en el botón del ratón del portátil para iniciar la secuencia. Recuerdo la sensación de zumbido en mi cerebro que aumentó de casi nada a lo que sin duda había provocado que los caballos reaccionaran nerviosamente. Para ellos había recurrido recientemente a sedantes suaves, pero ni siquiera había pensado en ello para mí, ya que acababa de decidir hacerlo en el momento. En realidad, no era nada comparado con el dolor de los cánceres que llevaba en mi cuerpo. El zumbido se estaba volviendo más desagradable y recuerdo que pensé que al menos estaba seguro de que matias no sentiría nada. Y luego me desmayé.
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efandll · 1 month ago
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Auténtico
El amor por ti está ahí. Y con el amor vino el miedo, vinieron las preguntas incómodas y también, por qué negarlo: los problemas.
Creo que a veces nos embriagamos tanto de amor que decidimos soltar nuestros comentarios más hirientes en los momentos más inesperados. Yo creo que por muy maduros que digamos ser, en el fondo hay un niño mal cuidado, mal protegido y herido. Entonces reluce y resalta que ambos al mismo tiempo necesitamos un tipo de atención especial, una llamada inesperada, un detalle, una carta, un abrazo o un mensaje diciendo: nos vemos el fin de semana.
Me parece interesante cómo empiezan a ir las cosas cuando el amor llega y cada uno intenta expresarlo y al mismo tiempo también recibirlo.
En mi caso, sé que a veces me comporto como un niño y a veces en lugar de ser directo, juego contigo esperando que sepas qué necesito. Estoy seguro que en más de una ocasión he lastimado tu interior y a lo mejor ni piensas decirmelo nunca. Pero espero por ti cada día, los problemas nos rodean y la gente habla y dice y se avecinan cosas peores y es curioso cómo mientras más problemas hemos tenido, más hemos contenido nuestro amor. Es como si todo a nuestro alrededor nos apretara el uno contra el otro desde afuera y hoy tengo la dicha de poder decir que eres mía, de sentir que te amo y poder decírtelo en cualquier momento.
Cada día es distinto junto a ti y me encanta que en tu voz se forme mi nombre. Hace una semana estuve contigo y dejé o dejaste una parte de ti aquí que me hace sentir que quiere escapar desde dentro, que quiere regresar adónde estás, como un imán, como una fuerza invisible que solo se complementa estando exactamente a cero centímetros de distancia de ti.
No tengo miedo a nada. No le tengo miedo al tiempo, ni a la distancia, ni a las personas. Este amor es tan verdadero y tan auténtico que cada día aunque algo nos haga estar alejados, siempre vas a toparte en cada camino que recorras, algo referente a mí y yo algo que me recuerde a ti. Hasta el día en que sin querer y te des cuenta y pase el tiempo, me veas pasar y sepas que nunca te menti, que sepas que siempre he estado ahí para ti, que siempre hemos pertenecido al mismo lugar, ahí, en ese lugar donde ya no puede haber espacio porque nuestros átomos se empezaron a fusionar.
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elbiotipo · 1 year ago
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Sr Bio, disculpa la pregunta y si no quiere hablar de ello no tiene que responder. Pero ayer empece a ver El Encargado con unas amigas gringas que me hicieron preguntas sobre la situacion economica argentina. Yo como venezolano, lo que reconozco es el dolor de la hiperinflacion, pero lo de Milei es, sinceramente, una puta locura. Como explico lo que pasa en argentina a unos gringos? Es explicable? Gracias de antemano si respondes. Ojala todo salga bien y que saquen a ese loco de la presidencia
Como explicar lo que pasa en la Argentina...
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Pero voy a tratar, por vos de hacerlo lo más sencillo posible. No voy a pretender mucha neutralidad, pero voy a tratar:
Desde la independencia, el poder en la Argentina está concentrado en las clases agroexportadoras y burguesas conservadoras (lo que los peronistas llaman "la oligarquía"), que favorecen que Argentina sea un país agroexportador y conservador en línea con el mercado extranjero, en perpetuo conflicto con otras fuerzas que quieren la autodeterminación el progreso y la industrialización del país. Este conflicto se ha dado una y otra vez.
El más grande conflicto surge con la aparición del peronismo en los años 1940, un partido que promueve el nacionalismo, la justicia social, la expansión de los derechos sociales y políticos para todas las personas, el estado de bienestar, y el desarrollo del país.
El peronismo es un movimiento heterogéneo con ramas de izquierda y derecha. Desde su aparición ha sido el movimiento democrático más grande de Argentina, y ha sido opuesto por las fuerzas conservadoras, muchas veces por medio de golpes militares. El aforismo es que el peronismo es el movimiento más grande de Argentina y luego le sigue el anti-peronismo
Flash-forward a los 1990, en el plano de la caída del comunismo y el triunfo del neoliberalismo, el peronismo liberal de derecha traiciona sus ideales desarrollistas con el presidente Menem y el eterno ministro de economía Cavallo. Implementan una agenda neoliberal en línea con los "Chicago Boys" de privatización, desregulación, endeudamiento con el FMI, y una corrupción terrible.
Todo esto culmina en el desastroso gobierno de De La Rúa y la crisis de 2001, posiblemente una de las peores que ha visto este país. El colapso es total.
En este contexto surge el Kirchnerismo (ya vamos llegando a la actualidad), una rama del peronismo de izquierda encabezada por Néstor y Cristina Kirchner.
El Kirchnerismo es más bien de izquierda progresista alineado con el socialismo latinoamericano. Sus medidas llevan a la recuperación de Argentina y a lo que yo considero una de las mejores épocas del país, pero también atacan, o al menos esa es la percepción, a los privilegios de los agroexportadores y la clase media. Casos de corrupción y mala administración socavan su popularidad, y se genera una base anti-peronista en la clase media.
Tengo que aclarar acá algo: el odio que se generó contra el kirchnerismo es increíble. 3 canales de TV atacándolos constantemente. El fanatismo kirchnerista no ayuda, pero se crea una tremenda grieta entre la Argentina K y no-K (que si prestaste atención, viene de hace mucho)
En 2015, el liberal Macri gana las elecciones después de una década de kirchnerismo. Lo primero que hace, en líneas con su apoyo por parte del anti-peronismo, es deregular la economía y endeudarse con el FMI. Es un desastre. La economía se va a la mierda.
Macri dura 4 años. Alberto Fernández, siguiendo la línea de Cristina, lo sigue. Condicionado por el préstamo con el FMI, la pandemia de COVID-19 y con una incompetencia y una paja excepcional, el país entra en crisis de vuelta. A este punto, van años de crisis.
A todo esto, los medios conservadores de Argentina promueven más mensajes liberales, porque de vuelta; están para favorecer a la oligarquía agroexportadora. Encuentran un buen troll en el libertario ancap Milei. Ahí empieza el peligro. El mensaje extremista de Milei encuentra terreno fértil en los jóvenes (muchas estrategias de medios sociales). Es muy posible que todo el ambiente de la pandemia haya ayudado mucho a su mensaje.
En las elecciones, Alberto no compite. El peronismo postula a Massa, ministro de economía de centro-derecha, como candidato. La gente inmediatamente asocia a Massa y al peronismo con la crisis (sí, se olvidaron que Macri tomó deuda con el FMI).
Los medios siguen promoviendo más mensajes extremos: inseguridad fuera de control, peligros del comunismo, una historia falsa donde el peronismo es el culpable de todos los males del país hace 80 años, y muchas más. Eventualmente, Milei se escapa de la correa.
Milei acapara toda la atención. Finalmente, Macri y otros personajes de peso conservador lo apoyan.
Tras muchas idas y vueltas, es un mano a mano con Massa. Y los argentinos, que de vuelta, todo esto se rastrea a peronismo vs. antiperonismo, eligen por el antiperonismo, y eligen a Milei, sin importar sus propuestas, porque no es Massa.
Acá estamos.
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lukites · 4 months ago
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〝 CONSUME DE MI 〞
Aemond x lucerys
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Aemond siempre estuvo obsesionado con Lucerys. ¿Quién diría que un joven tan desquiciado podría estar enamorado de un bastardo? Pero para Aemond, Lucerys era irreal, inalcanzable para cualquiera excepto para él. Era su Lucerys, y de nadie más.
Sin embargo, lo arruinó. Él fue el origen de su propia tortura, una tortura que aceptó con gusto, porque quería ser el único en la vida de aquel bastardo. Sería su destino, su sombra, su verdugo... y su salvador.
(Metáfora del amor como canibalismo: esto no es una historia romántica, pero si deseas verlo así, adelante; yo no soy quien te obliga.)
(Advertencia: contiene contenido sensible.)
Después de la caída del dragón Arrax, Lucerys esperó la muerte con resignación. Pero la muerte no llegó. Fue salvado, pero por las manos que menos deseaba. Por Aemond Targaryen, quien se atrevió a llevarlo a King's Landing, sin importarle lo que pensara su hermano mayor o su madre.
Lucerys abrió lentamente los ojos, sintiendo un dolor punzante recorrer todo su cuerpo. La vista le era borrosa y le costaba enfocar, pero notó que no estaba en sus aposentos. Con los labios apretados, sintió un escalofrío al ver una sombra acercándose hacia él.
Frunció el ceño al reconocer la figura. Aemond. Su corazón latía frenéticamente mientras apretaba con fuerza la sábana bajo su mano, tratando de moverse, de escapar. ¿Pero a dónde iría? Ya estaba atrapado. Ya estaba acabado.
Aemond se acercó con pasos calculados y se sentó a su lado, su ojo violeta fijo en el rostro tembloroso de Lucerys.
“Pensé que ya estabas muerto” dijo Aemond con una calma inquietante “pero veo que aún tienes el valor de seguir vivo.”
Lucerys abrió la boca, pero sus labios temblaron sin emitir sonido. Su voz parecía haberse evaporado, como si alguien le hubiese arrancado la lengua.
“¿Dónde estoy?” logró murmurar al fin, su tono agudo y quebrado.
Aemond desvió la mirada hacia una mesa cercana, tomó un pañuelo y lo mostró con una sonrisa sutil en sus labios delgados.
“Estás en mis aposentos” respondió, observando la reacción de Lucerys.
“No...” susurró Lucerys, con voz temblorosa, negando con la cabeza. “No quiero estar aquí.”
“Qué lástima” respondió Aemond con frialdad. “Porque este es el único lugar donde te quedarás ahora.”
Se acercó más y con un gesto lento y calculado, pasó el pañuelo sobre la piel de Lucerys, limpiando las manchas de sangre que aún adornaban su rostro. Lucerys apartó la mirada, su cuerpo rígido, evitando el contacto.
“Deberías estar agradecido” dijo Aemond, su voz como hielo. “Después de todo, te salvé. Mi hermano quería que te ejecutaran, propuso incluso que fueras dado como alimento a nuestros dragones. Pero yo me negué. No soportaría verte arrancado de mi lado otra vez, no ahora que te tengo atrapado. Solo para mí.”
Lucerys frunció el ceño; las palabras de Aemond eran como veneno para sus oídos.
“¿Qué quieres de mí?” preguntó con voz baja, llena de angustia. “Mi dragón está muerto, yo ya estoy enterrado en tu tortura. Ya tienes tu satisfacción al haberme hecho daño.”
Los labios de Aemond se curvaron en una sonrisa ligera, casi imperceptible.
“Aún falta” dijo mientras movía sus manos con delicadeza, cerrándolas en forma de puño. Sin darle tiempo a reaccionar, presionó su puño cerrado contra el pecho herido de Lucerys.
Lucerys soltó un gruñido de dolor, sus ojos fijos en el ojo único y felino de Aemond. Sentía que el dolor le quemaba la piel, pero Aemond no parecía afectado en lo más mínimo por su sufrimiento.
“Tu corazón” susurró Aemond con frialdad.“ Quiero tu corazón.”
Lucerys parpadeó, confundido por lo que Aemond decía, hasta que sintió cómo la mano de Aemond apretaba aún más fuerte contra su pecho, justo donde su corazón latía aceleradamente.
“Te di la oportunidad de venir conmigo, Lucerys” prosiguió Aemond con un tono de reproche. “Pero te negaste y preferiste apoyar a tu maldita madre.”
Lucerys desvió la mirada, tratando de escapar de su única mirada, pero Aemond lo agarró del mentón con brusquedad, obligándolo a mirarlo a la cara.
“No intentes ignorarme” gruñó Aemond, su voz cargada de furia contenida. “Mírame, mira lo que me hiciste cuando éramos niños, cuando yo también era un niño.”
“Lo siento...” murmuró Lucerys con voz apenas audible, su cuerpo temblando.
Aemond negó con la cabeza, lentamente.
“Ya es tarde para pedir perdón” dijo, llevando una mano a la mejilla de Lucerys. “Lo único que quería era tu amor.”
“Pero yo no te amo, nunca lo haré” respondió Lucerys con frialdad, sintiendo cómo su corazón latía con rabia y miedo.
Aemond gruñó suavemente y presionó su mano aún más en el pecho de Lucerys.
“Sabía que dirías eso” murmuró, su voz un susurro venenoso.
Lucerys sintió que su cuerpo dolía intensamente. Hubiera preferido morir junto a su dragón Arrax que estar atrapado allí, con el tuerto de Aemond.
“Pero eso no significa que te dejaré libre” dijo Aemond acercando su rostro al de Lucerys. “Mírate... tan destrozado, y aun así sigues siendo perfecto a mis ojos.”
Los ojos de Aemond se fijaron en los labios de Lucerys, que temblaban. Notó cómo estaban más rojos de lo normal, con pequeñas manchas de sangre en el borde.
“Quiero sentir tus labios, quiero sentir tu sangre, Lucerys. Verte a mi merced.”
Los ojos de Lucerys se abrieron con sorpresa y su rostro se tensó, lleno de preocupación.
Aemond acercó su rostro al del joven, deteniéndose a escasos centímetros de sus labios, y sonrió levemente.
“Me gusta verte así.”
“¿Así cómo?” preguntó Lucerys, con un nudo en la garganta.
“Débil.”
Sin previo aviso, Aemond se lanzó hacia los labios de Lucerys. Este intentó empujarlo, pero sintió la mano de Aemond detrás de su cabeza, atrayéndolo aún más al beso. No lo iba a soltar.
El beso fue duro, invasivo, como si Aemond quisiera devorarlo. De repente, Lucerys soltó un grito ahogado cuando sintió los dientes de Aemond morder su labio inferior, causando que la sangre brotara. Pero Aemond no se detuvo; siguió besándolo y chupando la sangre de sus labios.
Un gusto extraño, una mezcla de deseo y rabia.
Aemond finalmente soltó el beso y se alejó lentamente, mirando a Lucerys fijamente durante unos segundos.
“Te quiero a mi lado, Lucerys. Solo para mí.”
Lucerys no entendía nada. Su rostro permaneció confuso hasta que vio cómo Aemond sacaba una daga de su traje y, sin previo aviso, la clavó en dirección a su corazón.
Soltó un grito ahogado, su rostro se contrajo de dolor, tratando de hablar, pero la presión en su pecho lo detenía. Aemond susurró mientras se acercaba a su oído.
“Sh, sh, sh” murmuró con calma, tocando la mejilla pálida de Lucerys. “Tu dolor se irá.”
Lucerys desvió la mirada y finalmente cerró los ojos. Aemond lo observó fijamente, su ojo en los labios del joven, y se acercó lentamente para darle un beso frío y suave.
Se separó y susurró en su oído.
“Tú fuiste quien provocó esto.”
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seamospoesia · 2 months ago
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Querida nadie,
a estas alturas de mi vida
imagino que nunca llegarás.
Alguien me dijo una vez,
que conformarse es dormir con el fracaso.
A día de hoy tendría de respuesta,
que agarrarse a una esperanza
es abrazar a la mentira
y solo si eres capaz de soltarla
puedes contemplar la realidad.
Confieso que a veces ha sido culpa mía,
que en mis ganas de que aparecieras,
te he confundido en otros rostros,
incluso he amado a otras como si fueras tú,
agarrado a un para siempre
que ha parpadeado
cada vez con más fuerza
hasta la oscuridad infinita
de un nunca eterno.
Pero aún así,
deberías saber que lo he intentado,
con la excusa de un flechazo,
he perseguido a mujeres por la calle,
como un voyeur recién salido de prisión,
he pagado copas a rubias de bote,
escrito poemas a morenas de playa,
besado a casadas por si dijiste que si
en un ataque confuso
de un sueño de infancia,
donde el blanco de un vestido
podía devorar los grises de la vida.
Y he regalado flores y bombones,
anotado en un círculo fechas importantes,
enumerado estrellas agarrado de una mano,
visto figuras absurdas donde solo había nubes,
esperado trenes que pasaban de largo,
aviones con pánico a la puntualidad,
seguidos caminos con el único deseo
de que no acabaran en profundos precipicios.
Querida nadie,
no imaginas cuantas noches
he ideado un encuentro fortuito,
cuantas mañanas te he buscado
a la derecha del colchón,
cuantas resacas tengo incrustadas en el hígado,
cuantos insomnios de no hallar bien la postura,
cuantos espermatozoides confundidos
por ir en dirección contraria a tu verdadera existencia.
He hecho montones de promesas
que solo podría haber cumplido contigo.
Y he cometido demasiados errores,
te he llamado en otros nombres,
ha girado todo mi mundo alrededor de otra cintura,
he llorado otras ausencias,
ganado la paz en en otras bocas,
perdido la guerra en otros muslos.
Incluso a veces querida nadie,
he dejado de echarte de menos
y he sido feliz sin ti.
Diciéndole a otras mujeres
el tiempo que llevaba esperándolas
como si por fin tú querida nadie
hubieras llegado a mi brazos.
Ahora estoy seguro que nunca fue así,
que no hemos sido capaces de encontrarnos,
que yo estoy solo y tú tal vez
con el hombre equivocado.
Y si vienes,
si alguna vez apareces en mis días
con esa seguridad entre los labios
del por fin y el para siempre,
tristemente querida nadie
a estas alturas de mi vida,
ya ni siquiera me queda amor
para creerte.
Ernesto Pérez Vallejo
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hellprowls · 2 years ago
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Es un poco extraño que ya no existamos en la vida del otro. Es como si nunca hubiera pasado nada entre nosotros. Pero, ¿Cómo puede ser nada cuando lo fue todo en un momento dado?
Antinomia
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versuasiva · 3 months ago
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velorio del amor de mi vida, papá (discurso)
lima, jueves 1 de abril del 2021.
buenas tardes con todos,
hace dos días tuve, el día más desgarrador y doloroso de mi vida a mis cortos veintitrés años, realmente no quería hablar. como saben me caracterizo por nunca dejar de hacer esto mismo, pero...hoy siento que se me agotaron las palabras. siendo sincera, sigo procesando, todo. hace unos días tenía a mi padre escribiéndome palabras de aliento, aunque el que las necesitara fuera él y hoy estoy hablando junto a su ataúd. mi papá es el amor de mi vida y no es un secreto. soy lo que el formó y así, ustedes a lo largo de mí existencia, han sido testigos de los detalles que nos dábamos públicamente, demostrándonos amor. desde videos en youtube, sorpresas musicales, hasta mi primera tesis “mi papá es el mejor del mundo” en su último día del padre. realmente fue una tesis tan seria como la universitaria que tengo que hacer. una tesis que me hizo pensar en lo realmente grandioso padre que es. una tesis que fue expuesta por mí, en la casa de mis abuelos y ustedes de testigo. a lo largo de nuestra vida hemos recibido comentarios como: “me encantaría tener un padre como el tuyo” “tu papá es el mejor” “que cariñosa y buena hija tienes” y así, eso nos retroalimentaba, reafirmándonos en el amor que manteníamos.
mi padre fue sostén, regla, refugio y medicina, para mí. no es un secreto que soy algo complicada pero increíblemente, existía una criptonita en este mundo y esa era él. papá fue padre, madre, amigo, psicólogo, maestro musical, entrenador y un gran desafío para mí. ¿cómo estar a la altura de un gran padre? simplemente, seguía mis objetivos y los iba cumpliendo, eso era su mejor recompensa, según sus palabras. mi papá fue buen hermano, músico, hijo y maestro. como cualquier persona, cometió errores, que luego, con acciones, hicieron que se disiparan en mí, cualquier repercusión de esta. mi padre me enseñó, muchas veces a la fuerza –jajaja- que la familia y el momento familiar, no se reemplaza por nada. aún recuerdo cuando tenía doce y trece, todos los domingos tenía clases obligatorias de música, primero la guitarra, luego el bajo, ukelele, batería y así. un profesor exigente diría yo. me enseñó que la rutina, estructura y disciplina, son el pilar, para cumplir mis sueños, ya que soy una gran soñadora, que vuela mucho y no sabe aterrizar muchas veces.
papá me enseñó la palabra confianza y aunque muchas veces terminé en una ducha helada por confiar mucho y sobrepasarme con mis arranques de ira, eran lecciones que felizmente, aprendí. papá fue un rockero increíblemente cariñoso y gracioso, un rockero que siempre será mí estrella favorita y que le ruego al destino, me topé con alguien con la pizca de talento y amor, que él tenía. papá no quería ser papá, pero cuando me vio por primera vez, supo que seríamos él y yo contra el mundo. y si, ahora tengo muchas referencias de películas en mí mente, sin embargo, el preferiría que mencione nuestras playlists infinitas o tal vez, alguna memoria divertida, como: cuando tenía diecisiete y tomé alcohol por primera vez, unos sorbos, llegué a casa, me olió y dijo: a bueno te gusta tomar, ok. ve a dormir. y dije “uf me salvé”. volvió con un balde de agua con detergente y me lo tiró, diciéndome “estás sucia”, me reí, se fue y dije “bueno ya, dormiré con mi hermana” pasaron unos minutos y volvió, con sólo agua, me lo tiró y dijo “para que te enjuagues” y me quitó mí recién comprado iphone 4. no volví a beber hasta mis veinte años. jajajaj. y así, mi papá sabía que los golpes nunca funcionarían en mí, ni mucho menos los insultos. mi padre se instruía todas las noches, en libros, meditaciones, consejos y dios (algo que me enteré hace muy poco). algo que recordé ayer , mientras hablaba con mi hermana, es el pacto que hicimos, como jugando, que hoy, es una realidad y aunque suene extraño, espero que siga hasta la eternidad, hace unos años, mi padre y yo, vimos una película sobre “que hay después de la muerte” seguidamente, me preguntó: valerie ¿cómo te comunicarías conmigo, si no te puedo ver (muerte)? y yo respondí riéndome: a través de la luz, obvio, para asustarte, jajaja y que sepas que estoy ahí y si estoy de buen humor, haría como luces de discoteca jajajaj, y pregunte: “¿y tú?” y el sonriendo me dijo: “que es lo que más nos une? la música, pues. imagínate que vas a una cita y coloco una música de tu infancia o una de nosotros jajaja, como vas a viajar por el mundo, imagínate en australia, españa o estados unidos en algún centro comercial, con amigos nuevos o tu familia y que suene una canción de mí banda, una nuestra o la que te dediqué” yo repliqué: “ay papá, ya no comiences, que si me imagino sin ti, voy a empezar a llorar” recordar eso, ayer, mientras lo sentía a mí lado, sentada en el piso, de fondo nuestras músicas, fue simplemente consolador y espero que ese pacto siga hasta volver a reencontrarnos.
recuerdo a mí papá, faltando al trabajo para no dejarme sola en los días de las madres del colegio y en el día del padre, siendo el cabecilla para organizar todo. recuerdo a papá dándome un abrazo cuando mis lágrimas de niña preguntaban por mamá. recuerdo a papá, tratándome de enseñar a perdonar, algo que aún tengo pendiente. pero sobre todo recuerdo a papá en sus últimos años, siendo mejor amigo de mamá, como dándome una gran lección de amor, perdón y esperanza. alimentó estos últimos años, junto con mamá, mí idealización de amor, familia y complicidad. papá y mamá juntos por primera vez en mí vida consciente, fue lo mejor que me pudo regalar, escuchar por primera vez “la comida está lista” “vamos a comer en familia” “mamá a cocinado”. nunca entenderé el propósito de dios, ni mucho menos lo juzgaré, sin embargo, hoy, me rindo ante él, porque se ha llevado absolutamente toda mi vida. muchas veces, tomé decisiones que no debía, muchas veces probablemente lo decepcioné, pero me quedo siempre con lo último que me dijo y a lo largo de mi vida, me repetía: “te amo valerita, eres mí orgullo más grande, mi primer amor”. gracias a la vida y sus perfectas historias, no me quedo con nada que decirle, porque se lo dije todo en vida y se lo demostré, pero si me quedo con todo el amor y mi futuro por delante, que se va cumpliendo como el deseaba, de sus frutos, mi accionar y su amor. después de hoy, no soy más una niña que hace rabietas para conseguir lo que quiere, hoy me convierto en lo que él me enseñó: una mujer, con estabilidad emocional, independiente que cumple sus sueños, o al menos, voy a luchar y tratar de ser mí mejor versión, aunque eternamente tenga un luto. pero por favor, no lloren, aunque es inevitable, recuerden que diría mí padre: “no me gusta verlos llorar”. mi papá luchó hasta el final, está con una sonrisa, siendo parte de nosotros ahora mismo, porque, él me enseñó alguna vez, esto: “nuestro amor es como el aire, no se ve, pero se siente”. y ya para terminar, quiero agradecer a todo aquél, que está aquí, a pesar de las circunstancias, hoy no voy a cantar a su lado como de costumbre y realmente no sé qué pase mañana, pero... nunca lo olviden por favor, nunca olviden que existió en la tierra, un ser maravilloso, un padre excepcional y alguien que siempre estará con nosotros, mientras su recuerdo persista. te amo hasta la eternidad papá, sé que estás acá, porque te siento y en cada música conversamos. te amo hasta volvernos a reencontrarnos, allá, en el muy, muy, lejano. gracias.
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me a costado tres años, escribir este texto, algo que me debía, le debía a él y a todo aquel que me lee desde hace un tiempo, siguiendo mi historia. traté de recopilar todas las grabaciones y memorias de ese día para ser lo más fiel posible a la versión original. sólo espero que si me están leyendo entiendan que este texto, se lleva parte de mí, de mi historia, de la gran relación con mi padre y por fin, luego de tres años, muchos poemas, narraciones y escritos, le puedo decir adiós de la manera más digna, al momento más doloroso de mi vida. quiero añadir, que a la actualidad, mí padre siguió cumpliendo su promesa, se comunica cada cierto tiempo y sobre todo en fechas especiales, cuando estuve en portugal, valencia, madrid y francia. lugares sumamente extraños algunas a solas y la mayoría con personas que ya conocían la promesa y de repente, mi padre, en el momento más aleatorio, hizo demostración de nuestro amor y conexión que sólo dios, él y yo conocemos, gracias a eso, las personas que me acompañaron en esos maravillosos y conmovedores momentos, entendieron, lo incompleta que quedé luego de su pérdida. pero que gracias a él mismo y dios, tengo los dones hermosos de seguir comunicándome a través de la música y la escritura. así que, sin más, gracias por leer.
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kamas-corner · 1 month ago
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Pase lo que pase me veréis erguida, celebrando un lunes sin ningún motivo, dándome un abrazo con todas mis fuerzas, ganando una guerra mundial al destino.
Pase lo que pase, seguiré adelante. Si se acaba el mundo, pintaré un camino. Me veréis amable, pase lo que pase, tatuando esperanzas en troncos de pino. Me veréis soñando futuros hermosos, escribiendo cuentos a orillas de un río.
Pase lo que pase, me veréis serena, disparando abrazos contra mi enemigo. Inventando estrellas en cielos desiertos. Frecuentando lluvias, rescatando olvidos. Remendando penas y amasando versos, fulminando rabias, calentando fríos.
Pase lo que pase, me veréis sembrando sonrisas abiertas en campos baldíos. Me veréis cruzando desiertos eternos, cimentando el suelo de sus espejismos. Me veréis remando con el agua en contra, hasta el nacimiento de mi yo más íntimo.
Pase lo que pase, tomaré mi mano, porque tengo ganas de salir conmigo. Pase lo que pase, me veréis erguida, me veréis de gala sin ningún motivo, celebrando el viento, celebrando el agua, danzando en mi pecho con cada latido.
-Magdalena Blesa
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deepinsideyourbeing · 8 months ago
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No te alejes tanto de mí - Enzo Vogrincic
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+18! Dom!Enzo. (Alusión a) Breeding kink, creampie, dirty talk, dry humping, face slapping, fingering, sexo oral, sexo sin protección, edades no especificadas. Uso de español rioplatense (y mucho diálogo otra vez).
El departamento que compartís con Enzo es, sin lugar a dudas, el lugar más tranquilo que conociste en tu vida. La armonía y serenidad son pilares fundamentales en su relación, así como la buena comunicación, y esto se ve reflejado en el espacio que ambos llaman hogar.
Enzo es silencio y calma y durante la madrugada se desliza fuera de la cama sin despertarte, siempre cierra las puertas con delicadeza y sus movimientos a tu alrededor son protectores. Siempre sabe qué decir y qué no, qué hacer y qué no, también sabe cuándo acompañarte y cuándo darte espacio, y vos podés presumir de saber hacer lo mismo por él.
La vida con Enzo es estar en constante sintonía, dos cuerpos y mentes diferentes siempre en la misma órbita.
O eso creías...
Las peleas comenzaron hace semanas, volviéndose cada vez más frecuentes y alejándolos de lo que solían ser. Enzo no parece comprender cuánto te hiere sentir que se distanció y jura que tal cosa no sucedió, pero luego prueba que tus palabras son ciertas cuando un pequeño desacuerdo provoca que se aísle y no deja lugar para una conversación sobre lo ocurrido.
Normalmente es fácil de ignorar cuando se trata de nimiedades como los platos sucios, ropa sin lavar o la cama deshecha, pero con todas esas pequeñas faltas acumuladas fue difícil contenerte cuando remarcó de la peor manera tu falta de cuidado con la maqueta de su actual proyecto.
-Si ordenás un poco entonces no me voy a chocar tus cosas cada vez que entre...- contestaste, arrojando sobre su escritorio un trozo de la maqueta.
-¿Qué tengo que ordenar? Si nunca estoy, el desorden es tuyo.
Fingió no notar tu expresión, una nueva costumbre suya para evitar disculparse o hacerse cargo de algo. El que te culpara del caos no fue la principal causa de tu disgusto, no... Te molestó que reconociera no estar lo suficiente en su propio hogar, recordar que en lugar de pasar unos días a tu lado escogiera marcharse a Bariloche con un amigo y que al regresar pasara horas encerrado.
Abandonaste la pequeña habitación donde organizó su oficina y pronto sus pasos sonaron a tus espaldas junto con su voz que no dejaba de pedir tu ayuda. Cerraste la puerta con fuerza y te sentaste sobre la cama, furiosa, percibiendo cómo la ira crecía y consumía tus entrañas.
Cuando Enzo abrió la puerta te dedicó una mueca de disgusto que pretendía comunicar algo, pero si alguna vez logró hablarte sólo con la mirada eso ahora parecía ser un recuerdo lejano que decidiste ignorar. Permaneciste en la misma posición, tus brazos y piernas cruzados, inconscientemente mostrando rechazo mientras él te observaba.
-Ayudame- arqueaste una ceja-. Vos lo rompiste.
-¿Qué somos? ¿Unos nenes chiquitos…?
-Parece que sí, porque si fueras un adulto responsable te disculparías y me ayudarías.
Soltaste una risa de frustración y apretaste los labios esperando así poder contener la ira y todas las palabras que deseaban escapar de tu boca, pero cuando te señaló con un dedo acusador tus deseos de mantener la calma se evaporaron. Haciendo alarde de su excelente comportamiento comenzó a enumerar las recientes faltas que tuviste con él.
La diplomacia pareció extinguirse cuando lo interrumpiste.
-Andá a cagar.
-¿Cómo…?
-¿Ahora además de ser tremendo fantasma también sos sordo, pelotudo?
-Fijate cómo me hablás porque yo jamás te traté así- señaló-. No sé qué mierda te pasa.
-¿A mí? ¿Vos no sabés lo que me pasa a mí?- gritaste, poniéndote de pie para acercarte a él-. ¿Y no se te ocurrió preguntarme? Porque por ahí tiene que ver con que no me hablás, no me mirás, no me cogés, no me preguntas ni cómo estoy.
-No podés estar así porque no cogimos en unos días.
Tu expresión podría haberse catalogado como un poema o como el relato más aterrador. Retrocediste un par de pasos, confundida y levemente aturdida por su capacidad de desentenderse de tal manera de la situación, esperando ver en su rostro un algo.
Pero sus labios no temblaban como solían hacerlo cuando contenía la risa y sus cejas no se curvaron en ese particular ángulo que adoptaban cuando esperaba ver tu reacción luego de contarte uno de sus pésimos chistes o anécdotas.
-Tomátelas.
-¿Eh?
-¡Tomátelas! No te quiero ver.
-No me podés echar de mi casa.
-Ah…- mordiste tu lengua-. Tenés razón, como es tu casa me voy yo.
Intentaste huir de la habitación pero él fue más rápido y lo impidió tomándote del brazo.
-Yo no dije eso- intentaste zafarte de su agarre pero no lo permitió-. Esta es tu casa, vos vivís acá también.
-Pero parece que vos no- reclamaste-. Soltame, Enzo.
-No, tenemos que hablar.
-¿Ahora querés hablar?
Su expresión pareció volverse más dura y juraste ver una arruga que antes no estaba allí.
-No podemos estar así.
-Yo no puedo estar así. Vos estás perfecto.
-¿Por qué todo es mi culpa?- gritó con voz entrecortada, soltándote de manera brusca-. Vos nunca hacés nada, ¿no? Siempre soy yo el responsable.
-Y sí papito, si…
El diminutivo y tu tono colmaron su paciencia.
-Cerrá el orto- se alejó de tu figura como si estar en tu presencia quemara-. Querías que me vaya, ¿eso querías?
-Sí.
-Perfecto entonces- abrió la puerta-. Porque me voy a ir bien a la mierda para no tener que verte.
Arrancaste tu anillo de compromiso de tu dedo y lo arrojaste a sus espaldas con la esperanza de golpearlo, pero –y luego agradeciste por ello- fue la puerta ya cerrada la que recibió el impacto y Enzo se marchó, completamente ajeno a tus acciones. Ignoraste las lágrimas que rodaron por tus mejillas cuando corriste para recoger la alianza.
Una hora más tarde notaste que olvidó su teléfono y su billetera, también sus llaves y el abrigo que lo habría protegido de las bajas temperaturas o el viento nocturno. Te preguntaste si estaría refugiándose en algún sitio con calefacción y por un breve instante consideraste buscarlo en el estacionamiento del edificio, pero descartaste la idea por puro orgullo.
-La concha de mi madre…- decís entre dientes.
Tus dedos están adheridos por el pegamento y tirar para despegarlos duele. Llevás un largo rato intentando reparar algunas partes de la maqueta y parece ser una tarea imposible: suspirás, te quejás, golpeás tu frente frustrada y ansiosa, pero continuás tu misión de unir los restos para evitar que tus manos vuelvan a jugar con el anillo en tu dedo. La mesa es un completo desastre.
Y Enzo aún no regresa.
Dejás caer tus hombros luego de ver el reloj, sin saber si es peor sentirte derrotada o sentir que te rendís. Reprimís todos esos pensamientos horribles y sin sentido que corren por tu mente y chocan con los muros de tu parte lógica y racional: se fue, está con alguien más, ya no va a volver, tuvo un accidente, lo acorralaron en La Rambla, se perdió caminando por ahí…
Desbloqueás tu teléfono esperando encontrar algún mensaje o llamadas perdidas y mantenés el suyo cerca sólo por si acaso, decepcionada cuando ambos permanecen en completo silencio. Tu oído escoge centrarse en el tictac del reloj y el sonido del adorno que golpea la puerta del balcón cada vez que el viento sopla. Siempre temés que esos pequeños golpes destrocen el cristal.
Y es que siempre son pequeñas las cosas que desatan el caos: la grieta que apareció mágicamente en tu taza, el pequeño agujero que terminó por deshacer el suéter favorito de Enzo, la alarma que postergaste estando aún dormida y lo hizo perder un vuelo, la comida quemada que intentó solucionar ordenando pizza, el abrazo que no correspondiste cuando regresó de los premios Goya, su falta de entusiasmo ante la usual noche de películas…
Evitás preguntarte qué sucederá porque la respuesta que ronda tu cabeza hace que tu respiración se entrecorte y te asfixia. No querés ser extremista, no sos una persona que se dé por vencida así como así y una pelea –incluso esta pelea, probablemente la peor que recordás haber tenido con Enzo- no te parece motivo para arrojar todo por la borda, pero… Las relaciones son de a dos, ¿no? Y no tenés idea de qué pensará o cuáles son los planes del otro lado.
Maldecís por lo bajo y esta vez es sin saber el motivo.
-No hace falta que lo arregles- dice una voz a tus espaldas-. Los materiales son una cagada.
Una sensación similar al pánico te recorre y volteás a verlo.
-Volviste.
Su rostro se tiñe de dolor y vergüenza por una fracción de segundo.
-¿Cómo no voy a volver?
-Dijiste…
-Ya sé lo que dije- se arrodilla a tu lado y toma tu mano-. No era verdad.
-Estás helado.
-Hace frío. Mucho.
-¿Querés un té?- intentás ponerte de pie y te detiene-. No cociné, pero si querés…
-Quiero que hablemos.
Suspirás.
-Sí, tenemos que hablar.
-¿Qué está pasando? Nosotros no somos así.
Limpiás las lágrimas que nublan tu vista y él se deja caer sobre las cerámicas frías, aún sosteniendo tu mano entre sus dedos y acariciando tus nudillos con su pulgar en un intento de ofrecerte un poco de consuelo. Espera pacientemente mientras te recuperás para poder contestar.
-Los últimos meses fueron muy raros.
-Es mi culpa- lamenta-. No sé cómo manejar… nada, todo, esto que está pasando.
-Y yo no sirvo como apoyo.
-No, no digas eso- toma tu mentón-. Siempre estás para mí, me cuidás y me ayudás en todo... Pero creo que desde hace un tiempo no estoy tan presente como debería y no es recíproco.
-No entiendo por qué- descansás tu rostro sobre tu mano-. Creo que, no sé…, por ahí ahora que anduviste por todos lados ya estás cansado de mí.
-Nunca.
-Pero…
-Jamás me cansaría de vos.
-¿Y por qué hacés de todo menos estar conmigo?
-Tengo miedo de arruinar las cosas- contesta con simpleza-. Tengo miedo de todo lo que está pasando y tengo miedo de arrastrarte conmigo cuando… ¿Y si me olvido de mí?
-Eso es imposible.
-Ya no estoy tan seguro.
-Yo sí- lo obligás a mirarte-. Creo que te conozco lo suficiente para saberlo.
Permanecen en silencio unos momentos y sus ojos jamás dejan los tuyos.
-Perdón- susurra-. Sé que hay mucho de qué hablar, pero…
-Yo también estoy cansada… Vamos a la cama y mañana temprano vemos.
-Lo vamos a solucionar.
-Sé que sí- y dejás salir una risa nerviosa-. Pero hoy no estaba muy segura.
-Me hubiera gustado tener esa discusión antes.
-¿Por qué?
Su mirada oscura es terriblemente sincera, muy Enzo.
-Porque cuando me fui me di cuenta de cuánto te extrañaba.
Cuando tomás su rostro entre tus manos para poder besar su frente él busca tus labios. Te besa lenta y suavemente, pero es incapaz de ocultar la desesperación que guía sus acciones y pronto deja de lado los delicados roces para invadir tu boca con su lengua, robándote la respiración y  aferrándose a tus muslos con sus manos.
-Extrañaba tus besos- decís cuando te regala unos segundos para respirar-. Te extrañaba.
 -Me tenés acá, ahora y para siempre.
Acariciás su cabello y él te observa desde su posición sobre sus rodillas, sus manos aún en tus piernas y sus pulgares dibujando figuras sobre tu pantalón. Te sonríe y la imagen te toma por sorpresa, pero también te sorprende el significado oculto en su expresión y la facilidad con la que puede hacerte saber lo que quiere.
-¿No te duelen las rodillas?- suelta una carcajada y lo ayudás a ponerse de pie-. Dale, vamos.
La distancia desde la cocina hasta la habitación es interminable ahora que ambos desean llegar cuanto antes. Atraviesan el oscuro corredor tomados de la mano y cuando llegan a la habitación Enzo toma asiento en la cama, te posiciona entre sus piernas y abraza tu cintura con fuerza para poder admirarte; deposita besos sobre tu abdomen y entre tus pechos, frustrado por tu ropa interponiéndose entre sus labios y tu piel.
Cuando sus dedos se deslizan debajo de tu camiseta suspirás y arrojás la cabeza hacia atrás, abrumada por la intensidad del contacto y por el rastro de fuego que sus manos dibujan en tu cuerpo. Te ayuda a desvestirte y en cuestión de milisegundos sus labios capturan tu pezón izquierdo, succionando y permitiendo también que sus dientes y lengua jueguen con vos.
Tu creciente desesperación te lleva a abrazarlo en busca de más contacto y cuando sentís sus gemidos contra tu piel tus dedos se dirigen por cuenta propia hacia su cabello. Sus párpados se cierran en contra de su voluntad cuando tus manos hacen arder su cuero cabelludo, sensación que no hace más que empeorar la erección que oculta su pantalón.
Se separa de tu pecho luego de morderte con la fuerza suficiente para hacerte gritar y te despoja del resto de ropa que te cubre, asegurándose de no romper ninguna prenda con sus movimientos rápidos y ansiosos. Se arroja sobre las almohadas y te deja sobre su muslo, complacido por ver tus mejillas enrojecidas ante la implicación de la posición.
-Te hace falta una buena cogida, ¿no?
-¿Y de quién es la culpa?
Te toma por el cuello para acercarte a su rostro.
-Fijate bien lo que me decís- pellizca tu pezón y el dolor te hace gemir-. Y lo que hacés.
Comenzás a rozarte sobre su pierna, muy consciente del significado de sus palabras y la amenaza que las adorna, tus manos en su pecho en busca de estabilidad y tus ojos sobre los suyos. Toma tu cadera para guiar tus movimientos, dolorosamente lentos, y no deja espacio alguno entre tu centro y sus jeans que comienzan a mancharse con tus fluidos.
El cosquilleo entre tus piernas y el dolor de sus uñas marcando tu cadera es suficiente para orillarte hacia tu orgasmo en cuestión de minutos. Cerrás los ojos, masajeando tus pechos tal como él suele hacerlo, pero no es suficiente y cuando comprendés que necesitás de sus manos un patético sollozo deja tus labios.
-¿Qué pasa bebé? No podés solita, ¿no?
-Quiero…
-¿Qué querés? Decime y yo te lo doy.
-A vos.
Enzo no puede hacer más que contemplar la imagen frente a sí, tu delicado cuerpo rindiéndose nuevamente bajo sus manos y tus dientes torturando tus labios mientras su mirada te recorre. Hace unos días sólo podía soñar con tenerte de esta manera y complacerte, así que ahora se pregunta cuánto tendrá que contenerse para que el momento no acabe demasiado rápido y cuánto tardarás en suplicarle que se detenga o en caer agotada entre sus brazos.
-Entonces ya sabés lo que tenés que hacer.
En pocos segundos abandonás su regazo y te recostás entre sus piernas, esperando su confirmación para poder tocarlo y prácticamente arrancando la ropa de su cuerpo cuando la obtenés. Ya está duro, muy duro, su punta brilla con las gotas de líquido preseminal que de allí brotan y las venas que recorren su extensión parecen pedir tu atención a gritos.
Comenzás a masturbarlo lentamente e intentás seguir el ritmo con el que movía tu cuerpo sobre el suyo, tu pulgar acaricia su punta y cuando lo separás de esta podés apreciar el hilo traslúcido que brilla con la luz. Te llevás el dedo a la boca y gemís cuando sentís su sabor en tu lengua, calmándote y a la vez haciendo que lo desees todavía más.
Dejás besos húmedos sobre su miembro y sus gemidos sólo empeoran la situación entre tus piernas. Cuando tus labios se cierran sobre la punta sentís su cuerpo tensarse, sus párpados se cierran por un breve instante y sus dedos acarician la comisura de tus labios, que se estiran a más no poder para recibirlo en tu boca.
-Qué linda que sos cuando me la chupás.
Sus palabras te resultan tan humillantes como excitantes y por un segundo considerás deslizar una mano bajo tu cuerpo para calmar tu necesidad. Tu saliva mancha tu piel, tus dedos y corre bañando todo su miembro antes de deslizarse entre sus piernas y caer sobre las sábanas, pero aún así te es difícil tomar más que la mitad.
Tu frustración crece minuto a minuto pero para Enzo, que sabe cuánto te cuesta, la imagen es una bendición… Y también una tortura, por lo que no encuentra más solución que tirar de tu cabello para alejarte de su cuerpo y evitar un muy necesitado orgasmo.
-Ya está, ya está- responde a tus quejas-. Lo hiciste muy bien, pero…
-¿Pero?
-Me toca a mí.
Te arroja sobre el colchón para luego posicionarse sobre tu cuerpo y acorralarte, su intensa mirada de pupilas dilatadas haciéndote sentir como una presa. En su camino hacia tu centro su aliento golpea tu mejilla, tu mandíbula, tu cuello sensible y tus clavículas, pero él sólo piensa en una cosa y cuando separa tus piernas se dedica a apreciar tus pliegues y entrada brillantes.
Te acaricia de manera superficial y cuando te retorcés rodea tu cadera con un brazo para inmovilizarte. Su pulgar presiona sobre tu entrada, que gotea lo suficiente para manchar las sábanas, juega con la piel que la rodea y sólo se dirige hacia tu clítoris después de ver que te contraés desesperadamente en torno a la nada misma. Se muerde los labios, impaciente.
Suspirás cuando sentís su ataque y los círculos que su dígito traza con una lentitud insoportable, deteniéndose de cuando en cuando para acariciar también tus pliegues húmedos y tantear tu entrada con la intención de provocarte todavía más. Gemís su nombre una y otra vez para tentarlo y suplicás por más, pero te ignora y prolonga sus tortuosas acciones otro rato.
Dirige un dedo a tu entrada y lo introduce con delicadeza, siempre atento a la reacción de tu cuerpo: tus paredes no oponen resistencia y el placer cuando curva su dedo para acariciar tu punto dulce se intensifica gracias a su lengua deslizándose sobre tu clítoris. Un gemido casi animal deja tu garganta y ante esto él decide acelerar sus movimientos.
-¿Así te gusta?- pregunta cuando gemís aún más fuerte, como si la respuesta no fuera obvia. Aprovecha tu estado y tu abundante excitación para deslizar otro dedo, haciéndote sisear por el repentino ardor que trae consigo la dilatación-. ¿Qué pasa, no aguantás ni dos dedos?
Cubrís tu rostro ardiente con una mano y evitás hacer comentarios sobre quién es el responsable de tu estado actual; no recordás cuándo fue la última vez que jugó con tu cuerpo y tu forma de tolerar su ausencia fueron tus propios dedos, más delgados y cortos que los suyos e inútiles cuando se trataba de obtener placer.
-Más.
-¿Más...?- y succiona tu clítoris con fuerza para oírte gritar.
Enzo conoce tu cuerpo mejor que nadie y sabe exactamente qué hacer para volverte loca. Los movimientos de su lengua no se detienen y las formas que esta dibuja hacen que tus manos tiren de su cabello, arruguen las sábanas y masajeen tus pechos, aferrándose con desesperación a cualquier objeto que se interponga en su camino.
Sus dedos no dejan de abusar de tu sensibilidad y la combinación de sensaciones, que parece ser muchísimo más intensa gracias a las semanas sin contacto, comienza a ser casi demasiado para tu cuerpo. Te llevás una mano a la boca y cuando tu orgasmo te golpea mordés tus nudillos desmedidamente, ahogando tus gemidos y los gritos que amenazan con irritar tu garganta.
Te lleva unos minutos regular tu respiración y dejar de temblar, minutos que transcurren con sus dedos aún enterrados en las profundidades de tu cuerpo mientras sus labios bañan tu centro y el interior de tus muslos con besos y alguna que otra pequeña marca producto de sus dientes. Bajo tu atenta mirada desliza sus dedos entre sus labios para no desperdiciar los restos de tu esencia.
Abandona la cama para deshacerse del resto de su ropa y cuando regresa vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo para atacar tu boca con un beso hambriento. Tus piernas abrazan su cadera y cuando sentís su miembro caliente golpeándote no podés evitar gemir contra su lengua, tu mano buscándolo para poder masajearlo antes de guiarlo hacia tu entrada. Su punta te quema.
Toma tu rostro y te obliga a mirarlo.
-¿Querés que te la meta?
-Por favor.
Te quejás cuando comienza a penetrarte y aunque tus ojos arden jamás rompés el contacto visual. Enzo te distrae tirando de tu labio inferior con su pulgar y antes de notarlo estás succionando el dígito, con el cual parece imitar los movimientos de su cadera.
-Estás muy apretada.
-Es…- te interrumpís con un grito cuando introduce otro par de centímetros de manera súbita. Su pulgar manchado con tu saliva acaricia tu mejilla para calmarte-. No puedo.
-Sí, sí podés.
Sus labios abrazan los tuyos mientras realiza movimientos suaves y calculados que convierten tus quejas en gemidos y provocan que tus paredes se contraigan sobre su miembro. Suspira cuando por fin logra introducirse por completo en tu interior y besa tu cuello, tu perfume embriagador nublando sus sentidos y tus pequeños gemidos tentándolo a moverse.
Tus manos aferrándose a sus hombros son la única confirmación que necesita: te golpea con fuerza y tu grito es una mezcla de sorpresa y placer por el repentino ataque, el cual repite hasta convertirlo en un ritmo constante que resuena en toda la habitación y llena tus oídos. Sacude tu cuerpo con cada embestida y lo único que podés hacer es aceptar el placer, completamente a su merced.
Luego de una estocada particularmente profunda tus uñas se clavan en su piel y Enzo sólo lo sabe. Descansa su peso sobre sus piernas y sus manos en la parte posterior de tus muslos ejercen presión hasta que tus rodillas rozan tus pechos, el ángulo permitiéndole llegar hasta ese punto para abusar del mismo y convertirte en un completo e incoherente desastre.
Gritás su nombre y las palabras que le dedicás entre tus agudos gemidos son incomprensibles. Tu expresión es indecente y la vista entre tus piernas, donde su cuerpo se une con el tuyo y brilla con tus fluidos, lo es aún más… pero le encanta y no puede evitar jugar con vos, agregando otro estímulo que te hace cerrar los ojos con fuerza y sacudir la cabeza.
-Enzo- advertís-. Por favor.
El gesto es mínimo pero suficiente y en cuestión de segundos tus dedos se cierran sobre sus muñecas. Tu figura se sacude con la fuerza de sus embestidas y por los espasmos de tu orgasmo, el cual arquea tu espalda como si estuvieras presentándote ante él y hace que tus músculos se contraigan, dificultando sus movimientos y haciéndote llorar.
Jamás se detiene.
Lo mirás horrorizada, tu orgasmo prolongándose indefinidamente y haciendo del placer una sensación casi intolerable. Enzo continúa golpeando tu cérvix mientras su pulgar juega con tu clítoris y sus dedos presionan sobre tu abdomen bajo, forzándote a sentir cuán profundo llega su miembro y cómo estimula cada fibra de tu cálido y estrecho interior.
Te lleva al límite, pero antes de permitirte gozar de un segundo clímax se detiene.     
-No, no- protestás-. ¿Por qué? Quería…
Te interrumpe golpeando tu mejilla y cuando abandona tu interior mantenés la boca cerrada. Toma tus caderas y te obliga a voltear, dejándote sobre tu estómago y posicionándose sobre tu cuerpo para aprisionarte contra el colchón.
Rodea tu cuello con su brazo y te penetra con desesperación. En cuestión de segundos su pelvis golpea tus muslos y tus glúteos con la fuerza suficiente para arruinar tu piel, causando también un sinfín de sonidos húmedos y obscenos que acompañan sus gruñidos y tus gemidos.
Buscar refugio contra en el colchón tiene como consecuencia que la fuerza de su asalto vaya en aumento y la única opción que encontrás para ahogar tus gritos es morder las sábanas, húmedas con las lágrimas que corren por tus mejillas. La solución sólo dura unos minutos gracias a que Enzo, que en este momento prefiere no ser el único que oye cuánto gritás por él, endereza su postura y tira de tu cabello para hacerte arquear la espalda.
El nuevo ángulo te permite verlo y por un instante parece buscar tus labios con la intención de besarte, pero en su lugar escupe sobre tus labios entreabiertos y observa cómo tu expresión se transforma con la humillación y excitación. Le encanta tratarte como un juguete y sabe que lo disfrutás tanto como él, sobre todo cuando te toma por sorpresa.
-Sos una putita, ¿no? Mirá como estás- y remarca sus palabras con una estocada que te hace temblar violentamente-. ¿Querés que te llene toda?
Tragás saliva –sin saber cuánta es suya- para contestar pero todo lo que sale de tu boca son patéticos sonidos sin sentido. Sonríe satisfecho y vuelve a escupirte, esta vez asegurándose de manchar aún más tu rostro para ver su saliva deslizándose por tu piel junto con tus lágrimas.
Te libera de manera brusca y tu rostro impacta con el colchón, las sábanas oscureciéndose cuando entran en contacto con los fluidos en tu rostro y arrugándose aún más cuando te aferrás a ellas con una mano acalambrada. Tu otra mano se entrelaza con la suya y lo guiás hacia tu abdomen bajo, ignorando cómo los músculos de su abdomen se tensan con tu acción.
-Ahí- suplicás entre gemidos-. Adentro.
Enzo sólo quiere obedecerte y unos minutos más tarde cumple tus deseos: su semen caliente salpica tu interior y mancha tus paredes de blanco mientras el palpitar de tu miembro te lleva a otro orgasmo, menos intenso pero más duradero. Tus músculos se aferran a él y lo mantienen dentro tuyo hasta que la última gota de su liberación te llena.
Su boca roza tu frente y tu mejilla antes de besar la comisura de tus labios.
-Te amo.
-Te amo.
Intenta peinarte y cuando fracasa se limita a masajear tu cuerpo cabelludo con la yema de sus dedos. Evita alejarse de tu cuerpo, consciente de lo mucho que ambos necesitan la cercanía en un momento como este, y sonríe cuando tus dedos vuelven a entrelazarse con los suyos.
-¿Querés ir al baño?
-No- negás rápidamente y besa tu mejilla para calmarte-. ¿Podemos estar así un rato?
-Obvio.
Admira tu perfil y tus párpados cayendo sobre tus ojos vidriosos.
-¿Sabes qué vamos a hacer mañana?
-¿Qué?
-Nos vamos a levantar bien temprano y vamos a ir a desayunar al lugar de siempre, ¿querés?- propone-. Después podemos ir a pasear un rato al mercado de artesanos… y elegís una taza nueva.
Soltás una risa encantadora y asentís.
El título y la historia están inspirados en esta canción de Spinetta. Tiene muchas interpretaciones pero en mi opinión es una muy buena metáfora sobre el cambio constante que atraviesan las personas y por ende también las relaciones :)
taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace @chiquititamia @lastflowrr ♡
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misdedostienenvidapropia · 2 months ago
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Holograma.
Cuantas mentiras caben en el amor que me profesas, cuanta verdad existe en el engaño que dilatas, si ya no logras distinguir entre lo uno y lo otro, si ya te da lo mismo miel o mierda, si de tanto mezclar tus sofismas con la ambigüedad de lo poco que hay en ti de verás, crees que eres ese personaje inmaculado que nunca has sido ni serás. Dime cuanto de real tiene lo que me has inventado y cuanto de ficticio lo que hemos vivido, qué porcentaje de cordura guarda tanto sin sentido, dime en qué lugar de tu corazón me has dejado si ni siquiera en tus sueños tengo espacio, o será que me soñabas tanto que no te diste cuenta del agravio. Si lo que a mis oídos me contabas de tu historia, evocación desfigurada, recuerdos alterados, piezas falsas encajadas a la fuerza en el rompecabezas de tu memoria, en qué parte de nosotros, tú y yo éramos solo una alucinación, donde quedé yo dentro de este acertijo, en qué momento fue que perdí completamente la razón, cuando me volví la palabra sobrante de este crucigrama, otro objeto más en la escenografía de este melodrama, un extra en esta tragicomedia donde escribes artificios y maquillas el guion.
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corazon-con-curita · 2 months ago
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Abrí la puerta de mi habitación
Y ahí estoy...
-Ahí estás!
Mi yo pequeña
Mi yo inocente
Mi yo huida
Mi yo desesperada
Privada en llanto
Lastimada, con raspones,
la ropa holgada y manchada de panico.
Una vez más! Por que carajos lloras está vez?- grité. Que te hicieron?
No te eligieron?
No se disculparon por como te trataron?
No eres la favorita?
No te prefieren?
Vas al último?
Eres el puente a cambio de algo?
Se burlaron?
No te ven?
Tu cuerpo?
No te quieren?
No te aman?
Te engañaron?
Cuál de todas te paso de nuevo, Pequeña? - me mire y agregué-Ven, para acomodarte!
Cargue a mi niña,
Dios! Como lloraba y como no se calmaba!
Pesaba también, pero no es por su físico
Creo es por tanta acumulacion que ha tenido,
lo bueno es que tengo la fuerza suficiente
para sostenerla bien.
La bañe, la vesti, le puse su vestido favorito, le puse colonia dulce, su collar de toda la vida.
Un poco de cremita en los brazos y piernas; medias nuevas, sus zapatitos brillantes
Y una chompita para que se abrigue por si tiene frio.
Le aliste una mochila de emergencia por si en algún momento yo no estaba y tenía que curarse sola. Alcohol, pomada, ropa nueva, etc
Me miraba, con esos ojos de uvita y esas pestañas caidas, arrugando su nariz cuando sonría.
-Que manía la tuya de arrugar la nariz siempre! No te jales la costra, como te gusta lastimarte,no?
+Tú tambien lo haces! ... Te raspas tus pulgares...cuando estás nervio...
-Cálla!
Se paró en la cama, frente a frente, juguetona.
Me peino el cabello con sus manos
Me sacudió la casaca,
Me acomodó el collar de toda la vida
Me echo perfume dulce,
Me puso rubor,
Corrector para mis ojeras,
Un bálsamo de color encima para mis labios rotos.
Me giró e me hizo que arrugar la nariz cuando me vi al espejo. Estabamos bien, nos veíamos como si nada hubiera pasado.
Me puso dentro de los bolsillos unas curitas y unas pastillas para el dolor de cabeza.
-Tú no necesitas mucho no?
+Nop, soy más cuidadosa ahora-me respondí
-Si pudimos controlarnos?
+De todas maneras- susurré
-Te extraño- casi llorando.
A veces pienso en lo mucho que he avanzado
Pero tambien en algunos pasos que he retrocedido
Cada que me hieren no puedo dejar de pensar en ese plano y como pude no salvarme a tiempo.
Mi pequeña me está esperando.
Le dije que la cambiaría de cuarto algún un día, aún le gusta donde está porque están sus muñecas pero sabe que se merece mejores.
De todas maneras le tengo varias promesas, hay muchas cosas que me están costando pero como dice mami "nada es imposible".
Una vez más
abrazo a mi pequeña
después del desastre
Y me voy a dar una vuelta con ella.
Le cure las heridas y
tambien le calme sus miedos.
No me gusta verla asi,
No me gusta verme así.
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