#y puedo ser muy paciente pero esto es demasiado frustrante
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cxrsedlovers · 4 years ago
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-  ̗̀♘CARLA’S STORY O6: ESPAÑOL
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【♕Lugar: Mansión Violet - Habitación de Carla】
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Carla: Lo que acaba de suceder en ese bosque...
Carla: (Mi brazo izquierdo que fue cortado duele menos. Sin embargo... Duele un poco por el hecho de que fue cortado).
Carla: (No... Yo tengo la culpa por haber bajado la guardia. Pero, en ese momento——)
—Flashback—.
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Shin: Entonces crees que mi técnica de espada es bastante buena. Pero, ¿¡qué tal esto!?
—Shin ataca con la espada—.
Carla: Fallaste.
Shin: ¡Tch! Realmente es complicado golpear a alguien de esta forma...
Carla: Entonces ataca con tu espada... La precisión de tu puntería no es mala. Pero——
Carla: ¡No creas que las técnicas a pequeña escala pueden funcionar contra mí!
—Choque de espadas—.
Shin: Ugh... ¡Fui un idiota...!
Carla: Justo ahora, voy a destrozarte. ¡Di tus últimas palabras antes de que sea demasiado tarde!
Shin: ¡Tch...!
—Zumbido extraño—.
Carla: ¿¡Ugh...!? ¿De nuevo...? ¿Por qué justo ahora...?
Carla: ¿Por qué estoy recordando las palabras de esa mujer justo ahora...?
Shin: ¿Q-Qué...? ¡Nunca te rindas frente a un enemigo!
—Shin ataca a Carla—.
Carla: ¡Ugh!
Shin: ¡Es una tontería arrodillarse frente al enemigo! No puedo creer que tú seas el jefe de una familia tan poderosa.
Carla: ... No logré esquivarlo a tiempo. Entonces, realmente cortaste mi brazo izquierdo...
Shin: Esto es para reírme. Estás arrodillado frente a mí. Desearía poder reírme...
Shin: Pero... ¿Por qué es tan frustrante...?
Carla: ¿Qué...?
Shin: ¿Por qué tú estás permitiéndome lastimarte con tanta facilidad? ¿No deberías estar de pie?
Shin: Joder, ¿¡qué es este sentimiento...!?
—Fin del flashback—.
Carla: (Pensando en aquel entonces... El segundo hijo mayor de Orange, Shin, estaba actuando extraño).
Carla: (Y Ruki, el mayor de Orange. Era como si Kou y Azusa lo hubieran distraído).
Carla: (Ambas partes optamos por retirarnos y mi familia regresó a salvo, pero——)
Carla: El único herido soy yo. Realmente, nunca llegué a esperar que un hombre llamado Shin fuese el que me lastimase...
Carla: Pero, ¿por qué estaba tan frustrado por mi comportamiento?
Carla: (Yo también estoy frustrado. Si no uso la sangre de Eva, el dolor no desaparecerá...)
Carla: (Y lo que escuché en ese momento fueron las palabras de esa mujer).
Carla: Shin, mi hermano menor... Me reía del estúpido engaño de esa mujer.
Carla: Parece que tendré que escuchar esa historia con profundidad.
Carla: ... ¿Hm? Ah, el vendaje se está deshaciendo. Fue un error dejárselo a Kou.
Carla: (... Como siempre, alguien—— Pensaba que alguien me estaba cuidando todo el tiempo...)
Carla: (No siento que haya nadie más agitado por mi lesión que yo).
Carla: (... ¿O sí había alguien...?)
【♕Lugar: Mansión Violet - Habitación Disponible】
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Yui: Nn...
Yui: ... ¿D-De nuevo? ¿Estaba durmiendo otra vez...?
Yui: (Tal vez porque tenía un resfriado, pero estaba durmiendo demasiado...)
Yui: (Pero, comí la comida que me trajeron, y mi condición física mejoró).
Yui: (Parece que Subaru-kun no ha regresado... ¿Debería ir yo también a la sala de estar?)
—Puerta abriéndose—.
Yui: Ah, ¿Subaru-kun?
Carla: ... Estás despierta.
Yui: ¡Carla-san!
Carla: Tu salud parece haber mejorado.
Yui: Creo que fue porque dormí profundamente en la cama. Muchas gracias.
Yui: Yo, Carla-san...
➜ ELECCIONES:
♙ Alegrarte de su regreso (camino bueno/pieza blanca).
♟ Preguntar sobre el resultado de la batalla (camino malo/pieza negra).
[♙]Alegrarte de su regreso:
Yui: Fuiste a luchar contra los Orange, ¿verdad? Me alegra que estés de regreso y a salvo.
Carla: ¿Pensaste en mí en tu tiempo de descanso? Éso es algo extraño.
Carla: Pese a que mi hermano menor estaba contigo, solo te importaba mi bienestar en la batalla.
Yui: No digas eso, es natural que me preocupe por Carla-san.
[♟]Preguntar sobre el resultado de la batalla:
Yui: Fuiste a pelear contra los Orange, ¿verdad? Eso... ¿Cómo fue?
Carla: Preguntar sobre ese tema es extraño. ¿Por qué quieres saberlo?
Yui: (Si le digo sobre mi razón a Carla-san, se podría quejar de eso——)
—Fin de las opciones—.
Yui: Uh... ¿Hay algún herido?
Carla: ... No es gran cosa.
Yui: No es gran cosa, dices... ¿¡Eh!? ¿¡Alguien se lastimó!?
Carla: Ninguno de nosotros murió allí. Por lo que no tienes razones para preocuparte.
Yui: ¿No las tengo?
Yui: De ninguna manera—— ¿Carla-san está herido?
Carla: ...
Yui: (Está guardando silencio... Así es, se lastimó).
Yui: ... ¿Te duele?
Carla: ... En absoluto. Si ya eres consciente de eso, no digas nada más como eso...
Carla: No hay dolor. Yo fui el único que resultó herido. No pierdas tu tiempo preocupándote por mí.
Yui: Tal cosa...
Yui: (Realmente, Carla-san resultó herido... Está siendo paciente, ¿pero por qué trata de ocultar el dolor?)
Yui: (Siendo tan orgulloso y fuerte, trata de no demostrar su debilidad a nadie).
Yui: (Porque sabe que si lo hiciera, volvería a hablar sobre él...)
Carla: No hagas una cara tan pesimista. Mi cuerpo es diferente respecto al de los humanos. Con esta medida, está casi completamente curado.
Yui: Pero, Carla-san siempre aguanta el dolor por su cuenta——
Yui: Estoy preocupada por ti, porque intentas esconderme tu dolor.
Carla: ... Te dije que no necesito tu preocupación.
Yui: Aun así sigo preocupada por ti, así que, por favor, perdóname.
Carla: De cualquiera manera, ¿por qué sigues preocupándote por mí luego de todo lo que te hice?
Yui: ¿Eh?
Carla: Te encerré en esa mazmorra para aprovecharme de tu poder. Te dejé afectada por esa enfermedad.
Carla: Sin importar lo que diga, te sigues preocupando de forma innecesaria por mí.
Yui: Aún así, siempre me preocuparía por ti, ya que esta vez no estabas junto a mí.
Carla: No es necesario que sigas preocupándote ya que no morí.
Yui: Te detuviste antes de dirigirte a la familia Orange, ¿verdad?
Carla: Solo para comprobar que todo estaba en orden.
Yui: ... Mientras dormía, agarraste mi mano y no podías soltarla.
Carla: ¡...! Tú, ¿estabas despierta en ese momento?
Yui: Estaba algo borroso, pero lo recuerdo. Estuviste allí por mucho tiempo.
Carla: ... Eres una mujer inteligente.
Yui: Ciertamente, está bien que me preocupe por ti, ya que tú te preocupas por mí...
Yui: Pero, después de todo, Carla-san es Carla-san.
Yui: Exacto, permaneciste junto a mí todo el tiempo. Viniste a verme de forma continua, porque querías verme.
Yui: No puedo expresar lo feliz que me siento de que te hayas preocupado por mí... Hablo en serio.
Carla: Es suficiente. Cierra la boca.
Yui: ¡...!
Yui: (Tan frío... Estaba tan feliz de poder decirle eso después de mucho tiempo pero, ¿dije demasiado?)
Yui: (Podría haber perdido los nervios. Debería haberme detenido...)
Carla: ... ¿Esto llamó tu atención realmente o es el poder de la Eva legendaria? No es que me importe, es solo que no lo entiendo.
Carla: De hecho, tal y como me dijiste, tiendo a guardar mi dolor para no preocupar a nadie.
Yui: ¿Eh...?
Carla: ¿Qué sucede? ¿No creías que quería ocultárselo a todos?
Yui: B-Bueno... Sí. Pensé que te enojarías por haber sido honesta.
Carla: Algo así no es necesario. Fue mi culpa el que me lastimase, por lo que permitiré que estés conmigo.
Yui: (Ah... Así es. Carla-san realmente era una persona muy tolerable).
Yui: (El estado de ánimo y su atmósfera cambió respecto a la anterior).
Carla: Esta lesión ha sido por mi culpa, en primer lugar, no tuve el cuidado suficiente.
Carla: Porque recordé tus palabras durante la batalla.
Yui: ¿Mis palabras?
Carla: Sobre Shin de Orange. Dijiste que ese era mi hermano menor. ¿Qué significa eso?
Yui: ¡...! Shin-kun, ¿¡sucedió algo con él!?
Carla: Estábamos peleando. Pero, por alguna razón me arrodillé frente a él.
Carla: En ese momento vi una escena—— Estaba con ese tal Shin, estábamos practicando para pelear.
Yui: ¡...!
Yui: (Sin duda. ¡Son los viejos recuerdos de Carla-san...!)
Carla: Ese tipo, Shin, también estaba muy frustrado de haberme lastimado el brazo. Exactamente, no creo que sea una coincidencia.
Carla: Dime todo lo que sabes. Voy a escucharte esta vez. Quiero saber.
Yui: Ah... ¡E-Espera!
Yui: (No sé si sus recuerdos vuelvan. Pero—— Necesito hacer que me crea).
Carla: ... Ugh.
Yui: Eh, ¿Carla-san?
Carla: ... No te preocupes por mí. Más que eso, comienza a hablar.
Yui: Me preocupo por ti. ¿No te lastimó gravemente?
Carla: Tenía unas buenas pero básicas técnicas. Ese hombre, Shin, era consciente de lo que hacía.
Yui: (Así es, se ve tan feliz... A pesar de que Carla-san fue herido en esa batalla).
Yui: (Pero, me hace sentir feliz que esté recordando a su hermano pequeño. Finalmente comenzó a recordar algo sobre Shin-kun).
Yui: Respecto a tu herida... Si chupas mi sangre, ¿no sanaría más rápido?
Carla: Tú... ¿Realmente lo dices en serio?
Yui: Por supuesto. No dejaré de hablar en serio hasta que el dolor desaparezca.
Carla: Resulta incompetente traerme este tipo de negociaciones...
Carla: Pero, lo admitiré. Realmente te preocupas por mí.
Yui: (Ah... Carla-san... En este momento se rió).
Carla: Ven aquí. A mi lado.
Yui: ... Sí.
—Yui se acerca a Carla—.
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Yui: (Se supone que una succión de sangre es dolorosa, pero ahora mi pecho está caliente por dentro).
Yui: (Carla-san, haré todo lo que pueda para que estés bien——)
Carla: Eres una mujer muy extraña. Ofreciéndome tu sangre de esa forma.
Carla: Prometo hacerte sentir bien... Nn... Nn... Nn... —Carla muerde a Yui—.
Yui: Ah... Nn...
Yui: (Sus colmillos están en mi piel... Pero lo hizo muy despacio para no lastimarme).
Carla: Ah... El sabor tu sangre ha vuelto a la normalidad... No, es más rico que antes.
Carla: Después de todo, ¿es por que la enfermedad que estaba dañando tu cuerpo desapareció por completo...?
Yui: No creo que sea solo por eso. Puede ser... Porque siento mucho placer cuando Carla-san chupa mi sangre...
Carla: ¡...! ¿Qué? No digas cosas tan estúpidas.
Yui: Pero, es la verdad.
Carla: ... De acuerdo. Tus palabras, las aceptaré tal y como son.
Carla: Si dices que chuparte es un gran placer para ti, entonces no seré indulgente... Nn... Nn... —Carla muerde a Yui—.
Yui: Sí... ¡Ah!
Yui: (Mi cuerpo, se siente cálido... Pero, a la vez se siente muy cómodo...)
Carla: Además, ¿ha aumentado la dulzura? Es extraño. De alguna manera me siento nostálgico por este sabor.
Carla: No te desmayes. Prometiste contarme todo lo que sepas después de que chupe tu sangre...
Yui: ... Carla-san...
Yui: (Quiero permanecer despierta, pero... A este paso... Mi cuerpo perderá la consciencia).
Carla: Paremos aquí. Estoy seguro de que pronto estarás en tu límite.
Yui: (Ah... Carla-san dejó de chupar mi sangre...)
Yui: (Honestamente, no quería que él se detuviese...)
Carla: Tu expresión codiciosa me muestra que querías que continuara. Pero, no sería bueno si llegas a desmayarte ahora.
Carla: Además, si tomo demasiado tu sangre, volveremos a lo mismo otra vez.
Yui: Eso quiere decir que... ¿Te preocupaba la cantidad de sangre que me estabas chupando hace un momento?
Carla: Piensa lo que quieras.
Yui: Carla-san...
Carla: El dolor en la herida se curó. Vamos, sigue con la historia anterior——
Carla: ¿¡...!?
Yui: ¿¡Carla-san...!? ¿¡Qué sucede!? Puede que esos sean tus recuerdos...
—Del lado de Carla—.
Carla: ... No, no es solo eso. Además, mi cabeza me duele un poco...
—Flashback—.
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Carla: Eso era... ¿Sangre?
Yui: ¿Viste algo de nuevo? ¿Estás bien?
—Yui intenta acercarse—.
Carla: ¡No te acerques! ¡Podrías contagiarte de la enfermedad nuevamente!
Yui: Eh...
Carla: ¿Esa enfermedad...? ¿Qué significa esto...?
Carla: ¿Por qué tengo una espada ensangrentada——?
Carla: Ugh, ugh... Aah...
Yui: ¿¡Carla-san!?
—Zumbido extraño—.
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Carla: Eva... Respóndeme... Si tú sabes de esto, dímelo cuanto antes...
Carla: Yo... Siento que voy a morir, ¿Qué es... Esta enfermedad...?
Yui; Ah... E-Eso es...
—Del lado de Yui—.
Yui: (¿Está bien decirle? Será un recuerdo doloroso para Carla-san).
Yui: (¿Está realmente bien hacerle recordar su doloroso pasado?)
Carla: No te preocupes... Soy el rey. No importa lo difícil que sea—— Lo aceptaré.
Yui: Carla-san...
Yui: (De acuerdo. Lo haré para que Carla-san pueda recuperar sus recuerdos).
Yui: Eso es... La enfermedad que fue matando a los fundadores dejando solo a dos...
Yui: Su nombre es—— Endzeit.
Carla: ... Endzeit...
—Del lado de Carla—.
—Zumbido extraño—.
Carla: ... Ah... Ugh...
Yui; ¿¡C-Carla-san!?
Carla: ... Así es... Todos murieron a causa de eso.
Carla: Shin y yo somos los únicos que quedamos vivos...
Yui: ¡Carla-san! ¿¡Lo recuerdas!?
Carla: Con esta mano sangrienta, maté a mi loco padre... Y todos los fundadores murieron por eso. ¡Y no pude hacer nada...!
Yui: ¡Por favor recuerda todo! ¡No lo perdiste todo!
Yui: Carla-san, tienes a Shin-kun, tu hermano menor.
Yui: Y además, ¡me tienes a mí...! ¡Nunca me separaré de tu lado...!
Carla: ... ¿Tú... No lo harás?
Yui: Sí. Yo siempre estaré a tu lado——
—Del lado de Yui—.
Carla: ... Sí, es cierto. Siempre estabas junto a mí...
Carla: Solo tú, que tienes la sangre de los fundadores, puedes ser mi esposa. Yui...
Yui: ...
Yui: (Para que diga algo como esto... Sin duda eso significa...)
Yui: ¿Has recuperado tus recuerdos...?
Carla: Sí, me llevó algo de tiempo. Tuviste que trabajar tan duro...
Yui: ¡...! Eso es bueno... ¡Eso es muy bueno...!
Carla: No llores, Yui.
Yui: ... ¡Carla-san...!
—Carla abraza a Yui—.
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Carla: ... Lo siento. Trabajaste demasiado para que mis recuerdos volvieran.
Yui: Eso es... Realmente no quería hacerte recordar algo tan doloroso...
Carla: Eso es lo que había que hacer. Y no lo hubiera logrado sin tu ayuda.
Carla: Debo darte las gracias por todo.
Yui: (La forma en la que me abraza. La forma en la que me habla. Realmente está conmigo de nuevo...)
Yui: (¡Estoy tan alegre de que Carla-san haya recuperado sus recuerdos...!)
Carla: No llores demasiado. Luego de haber chupado tu sangre, esto podría ser malo para tu cuerpo.
Yui: ¡E-Eso es...! ¡Estoy feliz y quiero parar, pero mis lágrimas no se detienen...!
Carla: .. Ya veo. Si es así, déjame quedarme contigo hasta que te sientas mejor.
Yui: (La mano de Carla-san está acariciando mi espalda...)
Yui: (Estoy tan feliz por esto, te amo——)
[Monólogo]:
❝ Las lágrimas que se derrumbaban por mi rostro no se detuvieron fácilmente.
Mientras tanto, su mano grande acariciaba mi espalda sin cansarse.
Carla-san, quien recuperó sus recuerdos, simplemente me escuchó en silencio—— ❞
O5 | O6 | O7
Masterlist Scarlet
Masterlist Violet
Masterlist Orange
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menamorasereia-blog · 6 years ago
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Revisión de tratamientos de eyaculación precoz
El problema sexual masculino número uno es la eyaculación precoz: la eyaculación que ocurre antes de lo deseado, ya sea antes o poco después de la penetración, causando angustia a una o ambas parejas. Aproximadamente uno de cada cinco hombres entre las edades de 18 y 60 años experimenta eyaculación precoz. Algunos hombres son tan sensibles que tienen un orgasmo incluso antes de que su pene haya entrado en la vagina de una mujer. Otros clímax a los pocos segundos de la entrada. Por lo general, es muy frustrante para ambos socios. El hombre quiere hacer el amor mucho más relajado y prolongado, y la mujer, cuyo patrón orgásmico es naturalmente más largo y lento, nunca tiene la oportunidad de tener un orgasmo con el hombre dentro de ella. Afortunadamente, la eyaculación precoz hoy en día es uno de los problemas más fáciles de tratar, especialmente si un hombre puede hablar fácilmente sobre el sexo con su pareja y está dispuesto a experimentar para encontrar formas más satisfactorias de tener sexo. Una variación de este método es apretar suavemente el pene donde el glande se encuentra con el eje del pene durante los periodos de "rotura" que acabamos de describir.
Algunos hombres informan que esto reduce su necesidad de eyacular. En los últimos años, los médicos han aprovechado un efecto secundario normalmente indeseable de algunos antidepresivos para ayudar a los hombres con la eyaculación precoz. La clase de antidepresivos llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) inhiben el orgasmo en muchos de los hombres que los toman. Prozac fue el primer antidepresivo en esta clase, pero Zoloft, Paxil y Luvox también son miembros. Un miembro de la clase anterior de antidepresivos tricíclicos, Anafranil, también se prescribe a veces. Las dosis bajas de estos medicamentos han demostrado ser muy útiles para los hombres que sufren de eyaculación precoz. Las dosis efectivas varían desde aproximadamente la mitad de la dosis diaria normal hasta las dosis que se usan típicamente en pacientes deprimidos. Aunque los efectos antidepresivos de los ISRS suelen tardar varias semanas en activarse, sus efectos de demora del orgasmo ocurren en aproximadamente cuatro horas, lo que significa que los hombres pueden usarlos periódicamente si lo desean. Sin embargo, muchos hombres prefieren simplemente tomar una píldora al día para no tener que pensar en ello y pueden responder más espontáneamente a situaciones románticas.
Algunos hombres usan una variedad de toallitas, cremas o aerosoles anestésicos que adormecen el pene y retrasan el orgasmo. Las cremas deben usarse con cuidado, ya que el uso excesivo puede hacer que las erecciones fallen debido a la falta de sensibilidad. Los aerosoles pueden terminar afectando a una parte del pene que no fue intencionada, por lo tanto adormecen la piel y también reducen la experiencia. Se pueden usar toallitas anestésicas para señalar las manchas en el pene que son demasiado sensibles, de modo que el pene se adormece menos que con otros productos de anestesia. Sam había estado casado por casi siete años y solo vino a verme porque su esposa insistió en que consultara a un médico, un patrón muy común. De hecho, su esposa lo acompañó en la primera visita, lo cual aliento porque es útil escuchar a ambas partes. Cuando le pregunté a Sam si tenía algún problema con sus erecciones, dijo que no lo creía.
Su esposa puso los ojos en blanco. "Doctor, la cosa es que Sam, bueno, él no dura mucho tiempo si sabes lo que quiero decir", dijo su esposa. "Él está en mí por tal vez 30 segundos ... un minuto, y él viene y eso es todo. Sam en realidad tiene menos de un gatillo que algunos hombres con este problema. Le di a Sam una receta para una dosis baja de Zoloft. Una semana más tarde, llamó y dijo que las cosas definitivamente habían mejorado, pero su esposa pensó que debía intentar una dosis más alta. Elevé la dosis a la que normalmente usan las personas que están deprimidas. "Es increíble", dijo Sam dos semanas después. "Por primera vez en mi vida, he hecho el amor durante 15 o 20 minutos. Mi esposa y yo incluso tuvimos orgasmos simultáneos la otra noche ... y eso nunca sucedió antes, créeme. Como la mayoría de los hombres, Sam sintió algunos efectos secundarios menores en la primera semana de tomar el medicamento: un ligero malestar estomacal y un leve dolor de cabeza. Ambos han desaparecido ahora. "Es un poco un efecto de doble golpe", bromea Sam. "Estoy más feliz porque finalmente puedo tener buen sexo con mi esposa, y tal vez estoy un poco más feliz por el antidepresivo.
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foreveroursixteen · 5 years ago
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𝗱𝗲𝗮𝗿 𝒍𝒐𝒗𝒆𝒓 . . . ♡
Voy a empezar haciéndote esta carta diciendo lo siguiente: No tenía planeado esto para nada, es algo tan espontáneo que estoy riéndome como bobo mientras escribo esto. Es el mismo día, dieciséis de enero de 2020, y yo estoy buscando las palabras indicadas para hacer esto algo romántico y digno para ti. También me estoy riendo mucho porque es de madrugada y estamos siendo los mismos pelotudos de siempre, tratando de adivinar qué significan los * que ponemos en nuestras oraciones. Déjame explicarte que decían los míos. Básicamente eran estos: * * * * *. Si rebobinamos un poco el tiempo, este mismo día hace un mes, tú y yo estábamos conversando sobre literalmente lo más banal del mundo. Recuerdo que te envié un mensaje y que me colgué un poco, y cuando te pedí disculpas por aquello, me respondiste de una manera tan cálida y despreocupada que quedé un poco impresionado. Rápidamente conseguimos tema de conversación, hablábamos sobre TikTok y Huye -película que aún sigo sin ver porque a ti te estresó tanto- toda la madrugada, entre otras cosas. También recuerdo que eran mensajes infinitamente largos y nos tomábamos tiempo para responder. Las cosas siguieron así por días. Tú y yo cada vez íbamos formando un lazo muy bonito, ambos éramos bastante tímidos -o eso siento yo- y con el paso de los días fuimos desenvolviéndonos poco a poco. Ahora, yo desde un principio sentí como una atracción hipnotizante hacia tu persona. No sé cómo explicarlo, rara vez me pasan estas cosas. Pero puedo jurarte que, a medida seguíamos conversando, más y más interés desarrollaba por ti. Me parecías -ahora confirmo- alguien tan liviano, divertido e inteligente. Quizá lo de inteligente está de más (mentira). Pero no, en serio. Entonces como entre que te veía a veces en el timeline y seguía conociendo un poquito más de ti con cada minuto que pasaba, estaba llegando a considerarte un crush. Y ojo, no es por ser presumido o algo, pero yo nunca tengo de esos porque nadie ha sido lo suficientemente atractivo en todos los sentidos como para considerarlo un amor “imposible”. Y yo estaba muy seguro de que para mí siempre serías eso: inalcanzable. Si me decías en ese momento que íbamos a terminar de esta manera, yo me hubiera largado a reír por horas por dos motivos: Primero, en mi vida había pensado que iba a lograr conectar con alguien de la manera en la que conecté contigo. Y segundo, simplemente no pensaba que tuviera lo que se requería para llamar tu atención. Estaba dispuesto a mantenerte como mi pequeño secreto y ya lo había decidido conmigo mismo. Pero entonces me llegó un mensajito de Tomás, tu mejor amigo, diciéndome que sabía quién me pediría noviazgo para Año Nuevo. Yo había publicado algo sobre eso, y apenas leí aquello que me puso, me sentí súper nervioso porque ya había visto que ustedes dos se relacionaban mucho y tenían una muy buena amistad. Entonces estaba como «¿Será que va a decirme que es Santiago?» mientras miraba el celular y pensaba qué responder de la forma más tranquila que pudiera. Cuando me respondió, me mandó tu @ y estoy convencido de que por un minuto se me cortó la respiración. No quería tardar en contestar para que no pensara que me sentí asustado, porque fue totalmente lo contrario. Ahora que sabía que tú también sentías algo de interés por mí, no iba a desaprovechar mi oportunidad de intentar algo contigo. Desde ese día, que si mal no recuerdo fue el dieciocho, las cosas comenzaron a tomar un rumbo distinto, pero no tanto. Estábamos conquistándonos a nuestra manera, pero al mismo tiempo sin dejar de ser amigos. ¿Sabes? Eso nunca me pasó con nadie. Normalmente me confesaban que les gustaba y era como «oh, entonces ahora vamos a tener que hablarnos como si fuéramos novios hasta que lo seamos». Y las cosas iban así, me hablaba lindo con esa persona prácticamente todo el tiempo y nos enfocábamos más tratar de mantener una relación platónica. La diferencia con nosotros es que, tú y yo nunca dejamos de ser amigos. Es más, con el paso del tiempo, fuimos desarrollando sentimientos el uno por el otro pero también fortaleciendo el lazo de nuestra amistad. Supimos desenvolver ambas cosas al mismo tiempo y de la mejor forma posible si es que me lo preguntas. Desde el primer minuto que yo me sentí completamente en confianza contigo, como si pudiera decirte cualquier cosa y tú ibas a leerme con calma, sin juzgarme bajo ningún punto de vista. Y es lo que has estado haciendo. Prestas tanta atención a todo lo que te digo, aunque sea la cosa más estúpida del mundo, y me haces sentir importante cuando lo haces porque nadie nunca se había dado el tiempo de intentar ayudarme como tú. Tú y yo realmente podemos hablar de lo que sea, hasta del color del cielo en un día normal y la charla seguiría siendo interesante porque siempre tendrá nuestro toque. Te mencioné una vez en respuesta a uno de tus regalos -creo que el de año nuevo- que nosotros tuvimos el placer de coincidir en esta vida y sí, mantengo mis palabras porque eres la mejor persona con la que pude haberme topado en el mundo entero. Pero también te dije que hay algo mucho más especial sobre los dos, y es que ambos mucho más allá de coincidir, conectamos de formas que ni siquiera puedo llegar a explicarte. Quizá nunca consiga las palabras indicadas para hablar sobre nuestra conexión, pero puedo comentarte un poco sobre la diferencia entre estas dos cosas. Cito la siguiente frase que lo define mucho mejor de lo que yo podría hacerlo: «Coincidir con alguien es fácil, lo hacemos a menudo y con decenas de personas cada día. Sin embargo, lo que es realmente mágico es llegar a conectar. Es chocar de mente y corazón con alguien y descubrir de pronto cómo armonizan nuestros mundos, cómo vemos galaxias donde otros solo ven charcos de lluvia o cómo nuestras risas estallan al mismo tiempo y por las mismas razones… Porque sí, efectivamente, conectar es mágico ( … ) No hablamos solo del proceso del enamoramiento. Nos referimos también a esa magnífica coyuntura que erige las amistades más sólidas. Las mismas que no saben de tiempo ni distancia, pero sí de complicidades, de pactos y de esa armonía afectiva donde hay una preocupación recíproca y un cariño sincero. Las personas conectamos, como lo hacen ciertos átomos, como lo hace la Luna al atraer el agua de los océanos provocando las mareas. Tal vez la vida misma sea eso. Dejar que esa fantástica conexión que establecemos con ciertas personas a lo largo de nuestra vida nos lleve hacia un destino puntual, formando parte de un proceso de crecimiento donde permitirnos aprender, compartir, ayudar y ser ayudados dejando una huella emocional imperecedera en corazones ajenos al nuestro». Ha habido tantas ocasiones en las que probamos que estamos tan conectados que incluso es impresionante para ambos, como cuando pensamos en las mismas canciones, palabras, momentos o hasta en cosas que quizá aún no conocemos del otro. Creo que el que haya sido tan fácil desde el principio poder abrirme contigo es porque eres esa persona a la que estoy destinado. Te confundí con tantas personas en el pasado, creí que te había encontrado más de una vez y lo único que conseguí fueron corazones rotos y desilusiones. Pero cuando estoy contigo todos aquellos dolores de mi alma se borran sin más, es como si el mundo entero desapareciera y todo lo que me hacía tanto mal, ya no me molesta más. Fuiste retirando de a poco aquellas espinas que tenía acumuladas en el corazón y de una manera tan gentil que con cada una que removías, plantabas una semilla en su lugar que ahora florece en mi interior al compás de nuestro amor. Lo nuestro es algo que se dio tan naturalmente, sin ser forzado por parte de ninguno y eso es lo que más disfruto. Que el que estemos en el punto en el que estamos ahora sencillamente fue a donde nos trajo el destino, y no porque nosotros insistimos tanto en que sea así. Siento que se me van las palabras cada vez que hablo de ti o cómo me siento al respecto y es frustrante. Me causa una violencia interior no saber expresarme correctamente y siento que divago mucho sobre el mismo tema una y otra vez. Déjame seguir intentando plasmar mis sentimientos hacia ti a través de palabras.
No estoy seguro de cuándo comencé a sentir que te quería con más intensidad de la que había imaginado. Recuerdo la primera vez que te dije te quiero, probablemente no me hubiera animado a hacerlo si no hubiera sido por Zadkiel. También recuerdo que fue cuando tuvimos nuestro primer roce. Y ay, cada vez que recuerdo eso, me descompongo porque el simple pensamiento de pensar que te puedo perder en cualquier momento hace que mi presión baje de cero. Hemos pasado por una situación así dos veces, la primera un poco más razonable que la segunda pero aun así considero que fue la segunda vez cuando me sentí peor. No quiero tocar mucho ese tema porque no sería capaz de arruinar este momento con algo así, pero siento que ahí también pasó algo que es muy importante destacar.
Ese día de verdad sentí que había arruinado las cosas. A pesar de que por un momento volvimos a la normalidad y las cosas estaban bien, mi tristeza era tanta que no podía manejarla y tampoco podía disimularla. Ambos nos dimos cuenta de eso. Y estaba tan enojado conmigo mismo por permitirme arruinar las cosas por estar triste. Me reproché tantas veces mentalmente en lo que hablábamos o incluso en lo que jugábamos Plato. Lamentablemente, me acordé de cosas que en su momento me hicieron demasiado daño, te dije que no tengo un mecanismo de defensa como tú, pero ahora que lo pienso con la cabeza fría, sí lo tengo. Creo que mi manera de afrontar las cosas que me hacen daño es alejándome. No sé si lo hago con intención, no creo estar consciente de aquello cuando lo estoy haciendo hasta que realmente tengo tiempo de pensar. Esa noche me sentí inútil y molesto porque tú eres tan paciente, eres tan bueno que seguías recordándome que las cosas estaban bien y que los dos estaríamos bien, pero yo creo que me rehusaba a ver aquello por confundir las cosas con situaciones que había vivido antes. Recuerdo que me dijiste que, por estar triste, no ibas a dejar de quererme o que aquello no cambiaba para nada la persona que era. Probablemente no te lo dije en ese momento, pero eso fue algo que me marcó mucho, y no hablando negativamente. Siento que he arruinado muchas cosas por estar triste y lo último que quiero añadir a esa lista es lo que tenemos nosotros. En la madrugada hice el intento de alejarme al irme a dormir, pero no me sentía para nada a gusto con mi decisión y con la idea de haberte dejado solo nada más porque yo estaba siendo caprichoso. Por eso volví, porque me quedé cuarenta minutos viendo al techo y pensando en qué estaba haciendo al tratar de cerrarme a la persona que más quiero en el mundo. Entonces volví y te envié ese mensaje, y aunque no respondiste por haber estado estudiando, me dormí con el celular en la mano esperando a que lo hagas. Menciono esto porque a pesar de haber sido un mal momento para ambos, en todo momento te dedicaste a recordarme que las cosas estarían bien y no me soltaste la mano. Y yo poco a poco fui superando mis miedos al momento de volver a hablarte y mostrarme tan vulnerable ante tus ojos. Esto también me demostró que tú y yo podemos hablar de lo que sea, cuando sea. No hay cosa tan grande que no podamos vencer, porque estoy seguro que el amor que sentimos el uno por el otro es mucho más grande que cualquier otro obstáculo que podamos atravesar.
Porque yo no tengo nada que esconderte. Y no quiero alejarme de ti nunca. Te dejo ver cada una de mis cicatrices porque sé que tú no harías algo para agravarlas o abrirlas. Te las muestro porque cuando lo hago, las besas de una forma en la que las sanas. No tratas de ocultarlas o ignorarlas, sabes que están ahí y las ves por cómo son, las entiendes y comprendes. No tratas de cambiarme tampoco. Y yo quiero ser lo más transparente posible cuando se trata de ti porque te he dicho que más allá de ser mi amante, te considero mi amigo y mi compañero. Eres tú la persona a la que escogí y con la que quiero pasar toda mi vida. Contigo es con quiero cumplir todos mis sueños, a quien quiero ver todos los días cuando despierte, a quien quiero escuchar en sus momentos más felices y difíciles también. Quiero cuidar tu corazón toda mi vida, hacerle un espacio junto al mío para que ambos vayan tomados de la mano como tú y yo lo hacemos. Quiero entrelazar no solo mis dedos con los tuyos, sino mi alma también. Quiero estar ahí para ti cuando sientas que nadie más lo está o cuando pienses que el mundo se te está cayendo encima… prometo que ahí voy a estar para secar tus lágrimas y besarte, para recordarte que eres capaz de todo lo que te propongas y que las tormentas no duran para siempre. Quiero ser el paraguas en la lluvia torrencial que te proteja de agarrar un resfriado. El hombro que te de confort cuando lo necesites. La persona que te llene de amor en todas las formas posibles, porque contigo es con quien quiero seguir cultivando esto tan especial que tenemos.
Y aunque no sea para nada religioso, hay una frase de la Biblia que me gusta mucho sobre el amor. La cito aquí: «4 El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. 5 No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. 6 El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. 7 Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
Con eso dicho, déjame aclarar los *.
* = Estoy
* = Muy
* = Enamorado
* = De
* = Ti.
Quiero decir algo antes de entrar en detalle. Aunque no lo demuestre, yo soy una persona bastante controladora cuando se trata de mis sentimientos. Eso no cambia el hecho de que sea entregado al momento de iniciar una relación, sino que, déjame explicarte a lo que me refiero. A este punto no es ningún secreto que he tenido malas experiencias en el pasado, tú igual. Ambos pasamos por muchas cosas que nos llevaron a ser como somos hoy en día. Así como tú fuiste privándote de amar, yo fui privándome de amar a mi manera. Entonces, cuando conocía a alguien y comenzábamos a estar juntos, si yo sentía que pronto estaba sintiendo más cosas de las que debería o incluso más que el otro, entonces me obligaba a dejar de sentir inmediatamente. Con eso no me refiero a que dejaba de sentir en lo absoluto, simplemente frenaba mis emociones y me mantenía frío a cosas o situaciones que pudieran incrementar mis sentimientos. Y estaba bien con eso, midiendo lo que tenía que sentir y lo que no y cuidando mis palabras todo el tiempo. También solía guiarme mucho por el tiempo, entonces para mí era imposible que una persona se enamorase de otra con tan poco de conocerse. Para mí yo tenía que estar una persona por muchos meses antes de empezar a sentir enamoramiento.
Pero todas esas cosas cambiaron con tu llegada. Yo, entonces, no me fijo en el tiempo porque es totalmente irrelevante cuando estoy contigo. Tampoco trato de frenar mis emociones, porque lo que siento por ti es lo más puro y verdadero que he sentido en toda mi vida y amo experimentarlo. Amo aún más que tú lo sientas de la misma manera, que todo entre nosotros sea tan recíproco. Hay una frase de una canción de Taylor que me gusta mucho que dice: ¿𝖳𝖾 𝖼𝗈𝗇𝗈𝗓𝖼𝗈 𝗁𝖺𝖼𝖾 𝗏𝖾𝗂𝗇𝗍𝖾 𝗌𝖾𝗀𝗎𝗇𝖽𝗈𝗌 𝗈 𝗁𝖺𝖼𝖾 𝗏𝖾𝗂𝗇𝗍𝖾 𝖺𝗇̃𝗈𝗌?
Desde el momento en el que te conocí, llevas superando mis expectativas extraordinariamente. Eres la persona más hermosa –y caliente- que conozco en toda la tierra, y me vuela la cabeza el pensar que soy increíblemente afortunado de compartir todos mis días contigo. Me encanta poder hablarte de cualquier cosa y que me respondas con tanta emoción, que podamos contarnos de todo, que todo sea tan fácil y natural cuando se trata de ti. Me encanta tu dulce corazón. Amo tu corazón, Santiago. Y tú me pintas como si yo fuera la mejor persona del mundo, pero es que ni siquiera te das cuenta que ese eres tú. Tienes sentimientos de oro y un alma tan pura, creo que cualquier persona que cruce palabras contigo puede corroborarme en aquello. Porque no necesito conocerte a fondo para saber que eres bueno, que no tienes malas intenciones, que nunca dañarías a nadie a propósito y que amas de la forma más auténtica posible. Otra de las cosas que me encantan tanto es la manera en la que siento tu amor. Te he dicho que tú me das todo, me das mucho más de lo que alguna vez pude llegar a pedir y claramente más de lo que merezco.
Si existe una persona que no merece a la otra acá, es yo a ti. Estás muy fuera de mi alcance. Si lo comparamos con el sistema Solar, diría que tú eres el Sol y yo apenas puedo llegar a ser la Tierra. Pero te puedo jurar con una mano en el corazón que todos los días me inspiras a ser mi mejor versión para poder entregártela, para tratar de darte lo que mereces y lo que necesitas, para estar, aunque sea un minuto, a la altura de tus pies. No puedo empezar a nombrarte todas las cosas que me encantan de ti, pero intento, ¿sabes? Intento resumirlas, porque son tantas que me pongo nervioso y me quedo sin palabras, sin aliento, boquiabierto sin saber cómo más reaccionar ante la belleza que eres.
Amo que podamos ser nosotros mismos todo el tiempo. Amo que seas la persona que más me hace reír, sentir y a la que más amo. Amo que seas mi lugar seguro, amo saber que si me siento mal o necesito apoyo tú estarás ahí para mí. Amo que seas mi persona favorita, poder compartir todas las cosas que me gustan contigo y que todo lo que tú compartas conmigo, termine fascinándome más de lo que esperaba. Incluso las cosas que no me gustaban antes, ahora las amo porque te gustan a ti o se relacionan contigo. Amo que haya encontrado en ti un amigo, un amante, un compañero y al hombre de mis sueños. Eres el hombre que quiero para toda mi vida Santiago y eso no hago más que confirmarlo con cada segundo que pasas a mi lado. Amo que seas tan gracioso e idiota, amo que ames a tus amigos y los cuides tanto, amo que seas tan leal tanto como a ti mismo como a los que te rodean. Amo todo lo que te compone, de pies a cabeza, en el exterior y en el interior también. Amo todo lo que se relaciona a ti. Amo tus dibujos, amo que te enojes -de mentira- conmigo, amo ganarte en Plato y que te violentes por eso, amo que juegues conmigo Stop y me saques hasta las risas más vergonzosas. Amo cuando me desafías, cuando me besas, me tocas, me abrazas, me dices que te gusto. Amo conectar contigo. Amo la intimidad que podemos tener entre nosotros. Amo la manera en la que tus manos encajan con las mías. Amo todos los días despertar y encontrarme con un mensaje tuyo. Amo que te quedes toda la madrugada conmigo y que te fijes la hora en la que me voy a dormir. Amo que me des las buenas noches. Amo que te aguantes el sueñito por mí. Amo que seas tan transparente y sincero conmigo. Amo nuestra confianza. Amo que un minuto estamos tratándonos ‘’mal’’ y al otro estamos diciendo que nos amamos. Amo que puedes verme triste o llorar y eso no va a borrar la imagen que tienes de mí. Amo que puedas verme por lo que realmente soy. Amo que me ames. Amo amarte.
Te amo y disfruto tanto de hacerlo, Santiago Scarantino.
Y estoy increíblemente, completamente enamorado de ti y de todo aquello que te caracteriza. Estoy tan enamorado que me encuentro riendo en situaciones como estas porque en serio no puedo creer que nos esté pasando a nosotros. Estoy enamorado de ti porque desde el primer día en el que te conocí, me fuiste demostrando un diferente significado de amor. Creí que ya había amado de la manera más pura antes de conocerte, pero cuando llegaste me hiciste ver que todo aquello que antes experimenté no era más que una ilusión perfecta de lo que se supone que es amar. Tú me estás enseñando amar de forma sana, construyendo conmigo esto tan hermoso que todos los días sigue sorprendiéndonos a ambos. Estamos cultivando un jardín tan precioso con todo el amor que nos tenemos el uno al otro, y aún nos queda tanto que plantar. Y no puedo estar más feliz de hacerlo contigo, a tu lado, de seguir recorriendo este camino ansioso por ver qué es todo lo maravilloso que nos espera. Es por eso, que me dirijo a hacerte la siguiente pregunta:
No puedo asegurarte que nunca voy a lastimarte, somos humanos y cometemos errores. Probablemente no lo haga de manera intencional porque yo nunca, nunca, nunca haría algo que pudiera dañarte a propósito. Amar no es fácil, a veces tienes sus altos y bajos, pero tú y yo somos mucho más que eso. Lo que sí puedo prometerte es esto: Jamás voy a hacer algo para traicionarte, jamás voy a darte la espalda, jamás voy a mirar a alguien más teniéndote conmigo porque es imposible, no quiero -ni puedo- fijarme en otra persona teniéndote conmigo. Te prometo que, este amor que siento por ti, es lo más honesto que puedo darte. Te prometo que voy a hacer todo lo posible para que siempre experimentes esta felicidad tan linda que siento yo, prometo no permitir que vayas a dormirte triste, prometo ser la roca que te sostenga cuando sientas que vas a caer y el faro que te guíe cuando la marea esté alta. Prometo serte cien por ciento honesto respecto a lo que siento. Prometo nunca ocultarte nada. Prometo contarte hasta las cosas más aburridas de mi día. Prometo escucharte hablar hasta de lo que te parezca más estúpido. Prometo leerte cuando quieras hablarme de lo que te hace sentir inseguro y entenderte, para después reasegurarte que mi corazón te pertenece en su totalidad y no hay nadie más, no existe nadie más, ni hoy ni nunca. Prometo amarte siempre, en las buenas y en las malas. Prometo que me tienes en cuerpo y alma. Todo lo que es mío, ahora es tuyo para hacerlo nuestro. Creo que suena mejor un nosotros, que un tú y yo. Entonces, Santi, con todo esto dicho y con el ritmo cardíaco a mil porque en serio estoy muy nervioso… ¿Quieres seguir caminando de mi mano, no importa a dónde nos lleve el destino, siempre y cuando estemos juntos? ¿Quieres adoptar muchos gatitos conmigo? ¿Quieres que te prepare el desayuno todas las mañanas, te abrace por las tardes, te bese en las noches y te cuide por la madrugada cuando estemos por irnos a dormir? ¿Quieres viajar a París conmigo y dejar nuestro candadito? ¿Quieres tener una casita conmigo en una isla alejada del mundo, en donde seremos tú y yo entre danzas y meriendas? ¿Quieres recorrer el mundo conmigo? ¿Quieres, finalmente, hacer esto oficial y ser mi novio?
Aqu�� tendría que venir la típica: Si crees que es muy pronto y no lo deseas, entonces no te sientas presionado a decir que sí, yo voy a entender. Pero te conozco tan bien y conozco lo que sientes como para saber que el ‘no’ es una respuesta muy improbable de tu parte.
No hay nada que desee más en el mundo que llamarte novio -aunque ya lo haga- y poder presumir que estamos juntos -más de lo que ya lo hago- porque no me canso de hablar de ti, no me canso de pensarte ni de sonreír por tu causa. Todo el tiempo te encuentro metido en mi cabeza, así como vivo con una sonrisa en la cara porque apenas me llega un mensaje tuyo y ya estoy todo risueño. Te amo mucho, mi Santi. Mucho más de lo que tú me amas a mí y de lo que alguna vez puedas llegar a imaginarte. Eres mi principio y mi final. Mi serendipia. El sol de mi girasol.
Por siempre tuyo,
(tu) Matías.
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wingzemonx · 6 years ago
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 36. Un poco de aire
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Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX
Capítulo 36. Un poco de aire 
Carrie llegó al parque público en el que quedaron de verse alrededor de las tres. Se le aproximó por el camino cementado con paso cuidadoso, o incluso parecía algo avergonzada. Matilda no llevaba mucho tiempo esperándola en aquella banca de madera ya algo vieja. Se había sentado ahí, y había usado su tiempo de espera para simplemente mirar a las demás personas que pasaban el tiempo ahí, además de tomar un poco de aire y pensar. Pese a todo, Chamberlain parecía un lugar bastante tranquilo y agradable, propio de las pequeñas ciudades como esa; muy diferente a Boston, sin duda. Pero se había acostumbrado rápidamente a la vida de ciudad, así que no se imaginaba de momento cómo sería vivir en un sitio como ese.
Pero ni Chamberlain ni Boston eran lo que ocupaba su mente en esos momentos, sino la jovencita que poco a poco se le acercaba, o en específico el incidente que habían tenido el otro día en el depósito de chatarra. No sólo le preocupaba lo que había visto en Carrie, sino también la manera en la que ella misma había reaccionado a aquello. Podría ser muy brillante, pero no dejaba de ser una chica que apenas había terminado de estudiar y de cierta forma era un poco novata en esa labor. Ya había ayudado a la Fundación con otros niños Resplandecientes antes, pero ninguno como Carrie; ella definitivamente era un caso que ameritaba mucho de su atención, más de lo que pensó en un inicio. Si eso le hubiera ocurrido a la Matilda Honey de cuatro años después, quizás hubiera encontrado una mejor forma de tranquilizar las cosas. Igualmente, hubiera sabido qué decir aquella misma tarde en ese parque…
—Hola, Dra. Honey —saludó Carrie despacio cuando ya se encontraba delante de ella. Matilda sólo respondió asintiendo levemente con su cabeza; ni siquiera pensó en corregirle y decirle que la llamara sólo Matilda—. ¿Sigue molesta por lo del otro día?
Matilda percibió bastante miedo en la forma en la que Carrie había hecho aquella pregunta. Al parecer lo ocurrido le afectaba igual o más que a ella, pero era difícil saber qué era lo que le molestaba con exactitud: lo que había hecho, o sólo la posibilidad de haberla molestado. Era probable que fuera lo segundo, pero como fuera, una actitud vengativa no ayudaría en nada.
Suspiró levemente, y entonces se hizo hacia un lado en la banca para dejarle espacio. Palpó justo después con una mano dicho espacio para indicarle que se sentara.
—No estoy molesta, descuida —le respondió esbozando una media sonrisa—. Fue mi culpa por no ir preparada.
Carrie asintió. Se retiró su mochila y se sentó en la banca a su lado, colocando la mochila sobre sus piernas y abrazándola un poco contra sí.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó Matilda con voz blanda.
—Bien… pero hoy pasó algo… —susurró Carrie, bajado su mirada sonrosada como si le avergonzara que la viera.
—¿Con tu madre?
—No, no —se apresuró rápidamente a responder. Volvió a bajar su rostro, ahora con sus mejillas enrojecidas—. El Baile de Graduación será en dos semanas, y un chico me invitó a que fuera con él.
Matilda se sobresaltó ligeramente con sorpresa al oírla relatar aquello. Se contuvo unos segundos para no reaccionar de una forma exagerada sin proponérselo.
—¿De verdad? Esa es genial, Carrie —murmuró con moderada alegría, aunque Carrie seguía con su rostro agachado, y se veía aprehensiva—. ¿O no lo es?
Carrie exclamó un ligero quejido similar a dolor, aunque quizás representaba algo más cercano a angustia.
—No sé… Es un chico lindo, y siempre ha sido muy amable… a diferencia de otras personas. Pero, yo pensé que ya tenía novia, y aunque no fuera así… ¿por qué invitarme a mí? Yo no soy muy bonita, y nunca he ido a un evento como ese. Además, mi madre de seguro enloquecería si acaso se lo insinuara…
Esos últimos datos no sorprendieron a Matilda, aunque sí la entristeció un poco. Ella misma tampoco acostumbraba ir a bailes, juegos o eventos similares cuando estudiaba. Sin embargo, esa había sido por su propia decisión, y ella sabía muy bien lo frustrante que era que alguien te negara el hacer algo que tanto añorabas; especialmente si lo hacían tus padres.
—Pero, ¿tú quieres ir? —le cuestionó con tono reflexivo.
Carrie dudó un poco al momento de responder, pero entonces asintió levemente con su cabeza.
—No sabía qué tanto hasta que se presentó la posibilidad. Pero… tengo miedo… ¿Qué tal si todo es una mala broma?
—¿Crees que ese chico podría ser capaz de eso?
—No… o no creo. Él es un chico bueno. Pero su novia, o quien pensé que era su novia… fue parte de…
Calló, incapaz de terminar su frase, pero con eso Matilda pudo hacerse una idea de lo que intentaba decir.
—¿Fue una de las chicas que te molestaron en las duchas? —Carrie de nuevo asintió—. ¿Fue quien grabó el video?
—No lo sé… Pero ella también siempre había sido amable antes de eso.
Se viró entonces hacia Matilda, mirándola con cierta suplica en sus ojos.
—¿Qué debo hacer?
—No puedo decidir por ti, Carrie —le respondió Matilda con firmeza—. Tú debes de elegir si quieres o no aceptar esa invitación. —Carrie agachó su mirada de nuevo; ahora parecía decepcionada de escuchar esa respuesta—. Sólo puedo decirte que no debes tenerle miedo a tomar riesgos. La vida está llena de ellos, y si te quebrantas ante todos, puedes perderte de ver muchas cosas hermosas.
Carrie la volteó a ver de nuevo tímidamente, aunque también intrigada por todo lo que le decía. Matilda le sonrió gentilmente.
—Y, sobre todo, debes dejar de permitir que tu madre te impida poder disfrutar de dichas cosas. Te lo dije antes, pero tarde o temprano tendrás que aprender a volar sin ella. Será todo mejor para ti cuando logres hacerlo.
Por supuesto, Matilda estaba hablando desde su propia experiencia y quizás por ello no podía considerarse del todo objetiva en su opinión. Sin embargo, en el caso de Carrie estaba convencida de que todo sería mejor si se apartaba de ese hogar tan agobiante y tóxico para ella. Ir a un baile no sería equivalente a realizar dicho cambio, pero sería un buen primer paso.
Carrie meditó un poco. Sus dedos se frotaban nerviosos entre sí sobre su falda, y sus cabellos le caían sobre el rostro, ocultándoselo. Tras un rato de silencio, una leve sonrisa de alegría se dibujó en sus labios, y la volteó a ver de nuevo, transmitiéndole ese mismo sentimiento a ella.
—Creo que… aceptaré… —susurró despacio, algo dudosa, aunque casi de inmediato tomó una postura mucho más segura—. Creo que iré al baile…
Matilda le sonrió y asintió en señal de apoyo. Adicional a ello, se permitió colocar una mano sobre su hombro, dándole un par de palmadas reconfortantes; a Carrie esto pareció no molestarle.
Durante los años que seguirían después de aquel día, Matilda se arrepentiría siempre de haberla animado a ir a ese maldito baile…
* * * *
Luego de que se fueran de la habitación de Evelyn, Matilda se tomó un segundo para calmarse ella misma y pensar en lo que había ocurrido. Se sentó en una silla, en un pasillo desde el cual se podía ver por las ventanas el jardín interior del psiquiátrico, y de hecho no había muy lejos de su posición una puerta por la que se podía salir a él. El jardín era mucho más amplio y hermoso que el de Eola. Ese lugar, según había leído, era costoso y sólo recibía casos de pacientes en un estado de bueno a moderado, y quizás por ello se podían dar el lujo de tener instalaciones un tanto más flexibles; quizás también por eso Samara y su madre fueron llevadas a Eola y no ahí, a pesar de que Silverdale se encontraba más cerca.
Suponía de antemano que la plática con Evelyn no sería del todo fructífera, pero no estaba preparada para el giro que había tomado tan repentinamente. Y una vez más, le vino el mismo pensamiento que tuvo luego de haber hablado con Anna Morgan: pareciera que todas las personas cercanas a Samara, todos los que se suponía debían amarla y cuidarla, le daban irremediablemente la espalda… o algo mucho peor.
—¿Un café? —Escuchó de pronto entonar a su lado, haciéndola sobresaltarse con algo de sorpresa. Al virarse, vio a Cole, extendiéndole un vaso de café con una mano, mientras sostenía otro más para él. ¿Le había dicho que iría por café? Si lo hizo, Matilda no recordaba haberlo escuchado—. Creo que está mejor que el del otro hospital.
Por extraño que pareciera, no le apetecía del todo un café en esos momentos, pero de todas formas lo aceptó.
—Gracias.
Cole se sentó en la silla a un lado de ella, y tomó poco después un pequeño sorbo de su propio vaso. No pareció ni contento ni molesto por su sabor, así que el café al menos no debía estar malo. Matilda bebió también un poco de él, y en efecto no estaba mal, pero tampoco excelente.
—¿Se encuentra bien? —le cuestionó Cole con algo de curiosidad.
—Sí… —respondió la castaña con voz apagada—. Es sólo que hace unos días hablé con la señora Morgan, la madre adoptiva de Samara, y ella también me dijo que debía matarla. —Se le escapó en ese momento un pequeño gesto de ironía, quizás involuntario—. Y su padre, no lo diría con esas palabras, pero sospecho que no lamentaría demasiado si eso ocurriera.
—Vaya… —Fue la expresión de asombro más sincera que Cole fue capaz de expresar.
—Usted lo ha dicho. —Matida bebió un poco más de café antes de proseguir; el segundo sorbo era un poco mejor—. Lo que más me preocupa es que no sé qué será de esa niña de aquí en adelante. Debo admitir que tenía una muy ligera esperanza de que Evelyn estuviera bien, o al menos lo suficiente para recibir y cuidar de Samara en un corto o mediano plazo. Pero eso obviamente no será posible de ninguna forma. Y volver con sus padres adoptivos parece ya no ser una opción muy viable; es probable que ya no la quieran recibir siquiera. Y aunque lo hagan, no sé qué clase de vida puedan darle. Siento que siempre estará en peligro de que le hagan daño.
Resopló un poco, y agachó en ese momento su cabeza de forma reflexiva.
—Entonces —comenzó a pronunciar Cole—, si algún día logra salir de ese psiquiátrico, ¿qué le espera? ¿Volver al sistema? ¿Ir a un orfanato hasta que sea adoptada de nuevo?
—Eso si acaso logra digerir la verdad de que en realidad es adoptada, y los que fueron sus padres por doce años ya no la quieren ni ver. Y claro, si no se entera además que su madre adoptiva está viva, mentalmente inestable, y también la quiere muerta.
—Eso sí que está jodido —murmuró el oficial con total naturalidad.
—Todo eso la destrozará, y potencialmente provocará un tremendo retroceso en su tratamiento. Además, es una niña demasiado grande; ¿sabe cuáles son las posibilidades de que alguien la quiera adoptar? Especialmente con su historial.
—No muy buenas.
—Exacto. Y como cereza del pastel, aunque lográramos encontrar a una familia que la aceptara y adoptara, su habilidad es tan inestable y peligrosa que no cualquiera podría darle los cuidados que requiere. En conclusión, sí, todo esta jodido; muy, muy jodido…
Cole pareció sorprenderse al oírla a ella, tan correcta y pulcra, hablar de esa forma. Eso sólo podía ser una muestra relativa de la gran frustración que sentía en esos momentos.
Matilda hizo su cabeza hacia atrás hasta pegarla por completo a la pared detrás de ellos. Cerró los ojos, y comenzó a pasar su mano por su rostro, tallándolo como intentando aliviar algún dolor. El qué sería de Samara a futuro ya había sido tema de consideración para ella, desde aquella nada agradable conversación con la señora Morgan. Pero al parecer se había obligado a sí misma a dejar dicho tema de lado, y no prestarle hasta ese momento la importancia debida. Sólo hasta después de hablar con Evelyn, se volvió consciente de lo realmente sola que se encontraba esa pequeña.
—¿Qué voy a hacer ahora? —Murmuró despacio—. Enserio, no tengo idea. Aceptaría cualquier sugerencia…
Cole suspiró un poco, y bebió de su vaso mientras miraba por las ventanas hacia el patio. Casi no había personas afuera, sólo dos o tres pacientes caminando, cada uno escoltado y vigilado por algún enfermero o enfermera. En el centro de aquella área verde, se encontraban cuatro bancas de acero, cada una dándola la espalda a las otras formando un cuadrado, y teniendo en el centro un pequeño árbol de naranjas aún en crecimiento. Las cuatro bancas se encontraban vacías en esos momentos.
—Quizás usted podría adoptarla —sugirió de pronto, tomando totalmente desprevenida a su acompañante. Matilda abrió de nuevo los ojos, y lo volteó a ver con sorpresa.
—¿Qué?
—Sí, ¿por qué no? —murmuró el detective, encogiéndose de hombros—. Cómo Cody también lo dijo, es obvio que se ha encariñado con ella, se preocupa por ella, y usted misma pasó por algo parecido cuando era niña, ¿o no? Su madre adoptiva la recibió cuando más lo necesitaba.
La sorpresa en los ojos de Matilda se hizo aún más grande, rayando en la incomodidad. Toda su expresión le cuestionaba, sin necesidad de usar palabras: “¿cómo es que sabe de eso también?” Cole se dio cuenta de ello y le sonrió un poco nervioso.
—Lo siento, es parte de lo que investigué de usted antes de venir. Pero supongo que no era un secreto, ¿no? Todos saben que fue adoptada… aunque quizás no precisamente bajo qué circunstancias sucedió.
Matilda no podía decir ciertamente que aquello fuera un secreto, pero le sorprendía un poco que alguien que acabara de conocer supiera ese pedazo de su historia. Pero era cierto, Jennifer Honey la había recibido con los brazos abiertos en el momento justo en el que la necesitaba. A pesar de lo repentino de la petición, sin dejarle siquiera mucho tiempo para cuestionarse a sí misma si acaso era una buena idea. Si no lo hubiera hecho, si no la hubiera aceptado en aquel entonces… ¿qué habría sido de ella? De haber seguido con sus padres, y de haber huido con ellos aquella tarde, definitivamente no sería ni cerca la persona que era en esos momentos.
Sabía de antemano que todo lo que había logrado en su vida a partir de los seis años y medio, se lo debía indudablemente a Jennifer Honey, aunque no muchas veces había meditado en lo complicado que debió haber sido para ella tomar esa decisión de un momento para otro.
Pero ella no era su madre. Y su situación en aquel entonces, aunque similar en algunos aspectos, era totalmente diferente a la que vivía Samara.
—¿Yo adoptarla? —Susurró despacio, como esperando que pronunciar la idea con palabras le diera algún tipo de claridad, mas no fue así. Comenzó a negar rápidamente con su cabeza, tensándose un poco—. No, no, eso no tendría sentido. Yo no sirvo para ser madre, no estoy lista para eso.
—¿Y su madre sí lo estaba en aquel entonces? —Cuestionó Cole, casi acusativo—. Además, usted misma lo dijo, es una niña ya grande y con un Resplandor bastante difícil de controlar. No habrá forma de que encuentre otra familia que pueda cuidar de ella como es debido.
—Tal vez, pero… decir que sería poco profesional sería quedarme corta. Es absurdo.
Matilda se cruzó de brazos de forma aprensiva y se viró hacia otro lado, casi como si se sintiera ofendida…. Pero en realidad no lo estaba tanto.
—Correcto, era sólo una idea —señaló Cole, encogiéndose de hombros—. Haga de cuenta que no dije nada.
Ambos guardaron silencio, y casi al mismo tiempo cada uno dio un sorbo de su respectivo vaso de café. Matilda miró también hacia las ventas que daban al jardín, reflexionando profunda y rápidamente en las posibilidades.
—Aunque es verdad —murmuró de pronto tras varios segundos de silencio, casi tomando a Cole por sorpresa. Hablaba mirando al frente fijamente, como si en realidad no le estuviera hablando a él—. Será imposible encontrar a alguien que pueda cuidar de ella como yo. Es a lo que me dedico después de todo, y tengo a toda la Fundación para apoyarme. Y le agrado, ¿no?
Se volteó rápidamente hacia Cole en busca de reafirmación, aunque el oficial en realidad no había convivido tanto con Samara como para responder esa pregunta con absoluta confianza.
—Eso creo —fue lo único que se permitió decir, pero para Matilda fue suficiente.
Un curioso rastro de emoción, casi inocente, se vislumbró brillar en los ojos de la psiquiatra.
—Podría funcionar. Sé todo lo más reciente sobre crianza infantil, gano bastante bien, y tengo una biblioteca enorme de libros que cualquier niño disfrutaría.
—No cualquier niño —susurró Cole despacio, casi entre dientes, aunque Matilda igual no lo escuchó.
La emoción de la castaña se apaciguó un poco, y pudo pasar a revisar otros aspectos.
—Aunque casi no estoy en mi departamento en realidad. Me la pasó trabajando en mi consultorio, o viajando por asuntos de la Fundación, así que no podría cuidarla siempre. —Inclinó su cabeza hacia su lado izquierdo, en busca de que el lado lógico de su cerbero le diera alguna idea—. Supongo que podría mudarme de regreso a Arcadia con mi madre; ella y su pareja podrían echarme una mano cuando no esté. Ella siempre ha sido muy buena con los niños, y siempre ha querido que regrese allá. —De nuevo la ilusión volvió a subir, pero abruptamente bajó de nuevo como si de una montaña rusa se tratase—. Pero, ¿qué pasará si ocurre algo mientras no esté y termina lastimada?
—¿Samara o su madre? —cuestiono Cole, curioso.
—Ambas…
Matilda inclinó un poco su cuerpo al frente, y meditó con un poco más de frialdad. Las habilidades de Samara eran demasiado poderosas, y demasiado incontrolables. En esos momentos era difícil poder darle la independencia que una niña de su edad requiere y se merece. Al menos los primeros años quizás ocuparía cuidado y vigilancia constante, antes de poder poco a poco irla soltando al mundo. Eso, si acaso algún día pudieran realmente aspirar a ello… ¿Estaba ella capacitada para darle ese cuidado y atención que requería? Y si ella no lo estaba… ¿quién lo estaba realmente?
Suspiró pesadamente, y cerró sus ojos dibujando una expresión en su rostro similar a la que haría si sintiera un dolor punzante en el estómago; y en parte, así era.
—No, es demasiada responsabilidad —susurró en voz baja—. Eleven me dijo que debo dejar de tomarme personal todos estos casos o creer que es mi deber solucionarlos todos, como con…
Guardó silencio de golpe al darse cuenta de lo que estaba por decir. No había nada realmente malo en ello, pero el sentir ese pensamiento llegando a ella, y justo en ese momento… hizo más agudo su dolor punzante.
Cole la miró curioso, como si esperara que terminara su frase. Ella no lo hizo, pero Cole no lo necesitó para comprenderla.
—¿Cómo con Carrie White? —le preguntó con voz seria.
Matilda permaneció callada unos segundos, y luego asintió levemente con su cabeza.
—Cómo con Carrie White… —repitió con voz ausente, casi en automático.
Ambos se quedaron callados de nuevo; ninguno parecía querer decir algo más. Habían vuelto al inicio del problema, y eso sólo hacía sentir aún más frustrada a la Dra. Honey.
Cole la miró de reojo; se veía aún más seria y preocupada que antes, y miraba al suelo de forma distraída. De cierta forma se veía hasta algo vulnerable en esos momentos, quizás incluso asustada y confundida; como una persona real, y menos como la chica perfecta y de hielo que todos en la Fundación describían.
El oficial se terminó su café, y justo después de dar el último trago se permitió el atrevimiento de extender una mano hacia ella, y pasarla por su cabello con algo de rapidez, despeinándola un poco. Matilda se sobresaltó confundida ante ese acto casi infantil, y rápidamente agitó sus manos para alejar la de él. Cole lo hizo, y rio divertido, mientras ella lo miraba con una mirada dura y molesta. La respuesta del oficial fue sencillamente encogerse de hombros, con cierto gesto burlón. Matilda lo miró aún más molesta por un rato, y luego se giró ligeramente hacia otro lado. Sin embargo, aunque intentó disimularlo de esa forma, Cole pudo notar que estaba conteniéndose para no reír también. Eso fue más que suficiente para él.
Era algo que su madre hacía en ocasiones para animarlo si lo veía demasiado serio: hacer algo espontaneo y al azar, como despeinarlo, gritar y conducir velozmente el carrito del supermercado por el estacionamiento.
—Descuide, Doctora —murmuró el oficial, dándole una pequeña palmada en su brazo—. Veremos la mejor forma de ayudar a esta niña, se lo prometo. Yo aún no me he rendido, ¿y usted?
Matilda sonrió levemente, y entonces negó con su cabeza.
—Matilda —murmuró de pronto, tomando un poco por sorpresa al Detective. Ella lo volteó a ver de nuevo, y para su sorpresa se veía mucho más animada—. Puedes llamarme Matilda, Cole —pareció serle un poco difícil pronunciar su nombre, pero al final lo hizo—. Lamento cómo me he comportado estos días. Pero no eres tan idiota como pareces —eso último incluso lo había mencionado con tono de broma.
Cole se sintió un poco desconcertado ante ese repentino cambio, y no pudo reaccionar rápidamente. Cuando logró hacerlo, le regresó la misma sonrisa afectiva.
—Tú tampoco, Matilda —respondió irónico.
La psiquiatra se dio unas cuantas palmadas en sus mejillas con ambas manos, como si intentara despertarse a sí misma, y entonces se sentó derecha en su asiento. Se le veía, aparentemente, mucho más tranquila.
—Lamento que no hayas podido obtener lo que buscabas de Evelyn —le comentó—. Quizás cuando se calme podríamos intentar hablar de nuevo con ella.
—No, descuida —le respondió el Detective rápidamente—. Creo que ya la perturbamos lo suficiente. Además tenías razón, creo que no es consciente de lo que sabe o no sabe. No parece que podamos obtener algo útil de ella.
Matilda lo miró fijamente algo escéptica. ¿Lo estaba diciendo en broma? ¿Luego de todo lo que insistió en que fueran hasta allá especialmente a hablar con ella? Cole percibió ese sentimiento emanar de su mirada acusadora, pero su única reacción fue encogerse de hombros, quizás de nuevo un poco nervioso.
—¿Estás seguro? —le preguntó desconfiada.
—Completamente.
Matilda se encogió de hombros, algo resignada.
—Está bien. ¿Entonces cumplirás con tu palabra y ahora me apoyarás para que hagamos las cosas a mi modo?
—Un trato es un trato.
—Te lo recordaré, no lo dudes —señaló Matilda, de nuevo con un poco de humor. Comenzó entonces a revisar su bolso para sacar su teléfono y revisas la hora—. Podemos ir a comer algo antes de ponernos en camino a Salem. ¿Qué dices?
—Suena bien —le respondió con ánimo.
En ese momento, desvió su mirada de nuevo hacia la ventana. A través de ésta, volvió a mirar hacia el patio, hacia el centro de éste, y a las cuatro bancas que se encontraban alrededor de aquel naranjo joven. Hace un momento, las cuatro se encontraban vacías. Sin embargo, ahora había una persona sentada en la banca que daba hacia el edificio. Era un hombre mayor, de poco cabello castaño oscuro y rostro duro, vestido con un abrigo café largo. Se encontraba sentado con un brazo sobre el respaldo de la banca, y miraba directo a la ventana con una sonrisa modesta. Pero al parecer no sólo miraba hacia la ventana: lo estaba viendo directamente a él. El hombre asintió con su cabeza y alzó una mano a modo de saludo, demostrando que se había dado cuenta de que también lo había mirado.
Esto no confundió ni asustó a Cole, ya que de hecho lo reconoció casi de inmediato. Sabía exactamente quién era esa persona… si aún se le podía llamar como tal.
—Pero antes de irnos, ¿me das un minuto? —le comentó a Matilda, intentando sonar lo más natural posible.
—¿Para qué? —le preguntó ella un poco extrañada.
—No tardo.
Antes de que Matilda le pudiera cuestionarle más, se puso de pie, caminó hacia la puerta que daba al patio y salió por ella.
Se aproximó con paso tranquilo hacia la banca en cuestión. El hombre sentado en ella lo miraba, esperando pacientemente a que se le aproximara lo suficiente. El detective se paró justo delante él, y lo observó con la alegría con la que se vería a un viejo amigo, pero con la aprensión que se sentiría ante la inminente llegada de las malas noticias que de seguro lo acompañaban.
—Dr. Crowe —murmuró a modo de saludo.
—Detective Sear —le respondió el hombre sentado, saludándolo con un gesto de su cabeza—. Te ves ben.
—Usted también, para estar muerto —comentó con un tono burlón, que al hombre sentado pareció no provocarle molestia, sino también cierto grado de humor.
El Dr. Malcolm Crowe, psicólogo infantil, era un viejo amigo de su infancia. Lo conoció en un momento en el que se encontraba más que nunca atormentado por los fantasmas, literales, que lo perseguían. En aquel entonces fue su principal motivación para perderles el miedo y comenzar a usar sus habilidades para ayudarlo a los vivos y a los muertos. Le ayudó bastante su guía y sus consejos, a pesar de que cuando lo conoció ya era un fantasma. Aunque, como muchos que había conocido hasta ese momento, no era consciente de su estado. Desde entonces, de vez en cuando volvía a presentarse ante él, aunque nunca era sólo para saludar.    
Cole se sentó en la banca a su lado, y miró pensativo hacia el edificio. No lograba ver a Matilda desde su posición, pero se preguntó si acaso ella lo podía ver a él. Y si lo hacía, ¿qué estaría pensando que hacía?
—Hace unos días vi a mi madre —susurró pensativo—. No la había visto en seis años, y se me apareció de repente para darme una advertencia. ¿Usted también vino para eso?
—¿Ocupas que lo haga? —le respondió Malcolm enigmático. Él también miraba hacia el edificio—. Es una linda chica.
Cole no tuvo que preguntarle de quién hablaba; supuso de inmediato que se refería a Matilda.
—Eso creo.
El Doctor se apoyó por completo contra la banca, y se cruzó de piernas.
—Te gusta, ¿no es cierto?
—No empiece —murmuró el detective, acompañado con una diminuta risa nerviosa—. Apenas la conozco, y ni siquiera le agradó mucho.
—Creo que eso está cambiando. Yo tampoco le agradaba mucho a Anna cuando nos conocimos. Pero cambió de opinión.
—Creo que usted le agradaría.
—Quizás.
Hubo una pequeña pausa en la que ambos guardaron silencio, sólo mirando al frente, perdidos en sus propios pensamientos.
—No has sido sincero con ella —señaló Malcolm de pronto, casi como un regaño—. Incluso hace un momento. Dijiste que no obtendrías nada de esa chica. Pero no sólo sí obtuviste algo: estás aún más seguro de tu sospecha, ¿no es así? Si no es que ya la confirmaste.
Cole no respondió nada de inmediato. En efecto, todo era tal y cómo él había dicho. Esa conversación con Evelyn le reveló mucho más de lo que Matilda pensaba. Pero no podía compartírselo, o al menos no todavía.  
—Ella ya cree que estoy loco por contarle que hablo con los muertos. Si le dijera lo que pienso que está ocurriendo realmente con esa niña… —guardó silencio, como si temiera pronunciar sus ideas en voz alta—. Además de que la quiere mucho; no tomará a bien nada que le intente decir en contra de ella.
—Aun así, le prometiste que encontrarías la mejor forma de ayudarla, cuando en realidad no sientes que exista tal forma, ¿no?
—Creo que me dejé llevar por el momento —comentó Cole, apenado—. Sólo quería animarla… Pero quizás no debí hacerlo…
Cole suspiró agotado, y ciertamente preocupado. Actuaba bastante tranquilo y confiado desde que llegó a ese lado del país, pero la verdad era que se la había pasado casi aterrado conforme se metía más y más a ese caso. Y en esos momentos, Matilda no era la única sin idea de qué hacer a continuación. Quizás lo mejor sería hablar con Eleven al respecto, pero sería hasta que Matilda no estuviera cerca para escucharlo.
—Mi madre dijo que, si seguía en este caso, mi vida y la de Matilda estarían en peligro. —Se viró hacia Malcolm, en busca de un poco de clarificación—. ¿Es cierto?
—No lo sé —le respondió con voz seria—. No funciona de esa forma, tú lo sabes. Pero creo que efectivamente te hasta involucrado en algo realmente peligroso, Cole. Y no hay forma de que te convenza de retroceder, ¿cierto?
—Puede intentarlo —ironizó, provocando que el doctor sonriera divertido—. Pero creo que no. He aprendido a comprometerme con mis casos hasta el final.
—Eso te hace un gran policía. Estaré cerca, por si necesitas ayuda con algo.
—Gracias. Pero espero que no lleguemos a eso.
Cole notó en ese momento que Matilda salía, y ahora caminaba hacia ellos. Pensó que de seguro se había sentido extrañada de verlo ahí sentado, aparentemente solo. Y en efecto, cuando ya estuvo lo suficientemente cerca, pudo notar que lo miraba con cierta confusión.
—¿Qué estás haciendo aquí exactamente? —le preguntó suspicaz.
—Sólo salí a tomar un poco de aire y pensar.
Matilda lo miró fijamente, algo incrédula.
—¿Y ocupas más aire?, ¿o podemos ir a comer ya?
—¿Tú invitas?
—No presiones. Vamos.
La psiquiatra se giró sobre sus pies y se disponía a volver al interior. Cole se paró e igualmente estaba listo para seguirla.
—Cole —le llamó el Dr. Crowe desde la banca. Se detuvo entonces un segundo hacia él—. Buena suerte.
La manera en la que lo había dicho no le agradó demasiado. No sonaba muy optimista o con buenos deseos; sonaba, en efecto, más como una sombría advertencia. Cole sólo asintió con su cabeza como respuesta, y sin decir nada más se apresuró a alcanzar a su acompañante.
Cuando virara hacia la banca una última vez estando ya en la puerta, el Dr. Crowe ya no estaría ahí. Pero no sería la última vez que viera durante esa pequeña aventura en la que se había metido.
— — — —
John Scott llegó al hospital algo tarde esa mañana. No saludó a nadie, sólo se dirigió directo a su oficina con paso bastante calmado. Su gran tamaño y mirada perdida, parecían casi asemejar al paso del monstruo de Frankenstein avanzando por los corredores del hospital, o al menos más de uno de aquellos con los que se cruzó lo pensaron. Esos días se la había pasado yendo al hospital prácticamente cuando le daba la gana, y cuando lo hacía se encerraba en su oficina y casi no hablaba con nadie.
No estaba bien, y todos lo sabían excepto él… o quizás él también lo sabía de cierta forma.
Esa mañana, tras cerrar la puerta de su oficina detrás de sí, toda esa espectral calma que lo acompañaba en el pasillo se fue diluyendo poco a poco. No se sentó en su escritorio; en su lugar, caminaba de un lado a otro, rodeaba el escritorio, se paraba frente a la ventana sin mirar nada en especial, y también pasaba sus ojos por los libros del librero, sin tomar alguno pues en realidad no los necesitaba. La herida de su mano le dolía, y aun así no podía evitar el reflejo involuntario de tocarla, apretarla entre sus dedos, y picarla sobre el vendaje, hasta que se ponía poco a poco rojizo. Era como si esperara que ese dolor de alguna forma lo hiciera despertar de ese letargo en el que se había sumido. Porque en efecto, así se sentía: como si estuviera dormido, o al menos a punto de despertar pero sin conseguirlo.
Y la sed… la endemoniada sed que no se calmaba. Tomaba agua todo el día sin parar, y ésta simplemente no se iba. Y encima de todo, parecían venir acompañada de imágenes turbulentas, e incluso asquerosas, sobre los medio a los que podría recurrir para saciarla. Preocupantemente, la de él encajándole un pedazo de porcelana en el cuello a uno de sus pacientes para beber de su sangre como si de una fuente se tratase, no era la peor de todas.
Su semblante estoico poco a poco se ibas desmoronando, y los pasos que daba por el reducido espacio de la oficina se volvían más desesperados, como si fuera un león enjaulado en busca de alguna salida. Cada vez que pasaba a un lado del escritorio, lo golpeaba con su puño, el de su mano herida, cada vez con más fuerza. Hasta que uno de esos fue tan fuerte que sintió un tremendo dolor en sus dedos, que subió luego por todo su brazo. Gimió con fuerza, y se tomó el brazo adolorido. Miró su mano y se dio cuenta de que el vendaje estaba empapado, y sus nudillos se habían raspado considerablemente.
Su respiración se agitó, y todo su rostro se enrojeció. Su boca hizo una mueca grotesca de desesperación, y acompañado de un quejido doloroso, comenzó a chocar su mano repetidas veces contra el escritorio. Una y otra vez, estrelló su puño contra la superficie dura, abriéndose los nudillos y rompiendo los huesos. Cuando su mano ya no le respondía, se tomó de la muñeca con la otra, sólo para seguirla estrellando más y más. El escritorio se había abollado, y se encontraba rojo por completo por la sangre. Su mano igualmente se encontraba bañada de rojo, y sus dedos ya en esos momentos se estaban torcidos y sin forma.
Se detuvo y cayó de rodillas del suelo, y luego se desplomó del todo en éste. No había sido el insoportable dolor el que lo había hecho detenerse, sino el mero cansancio. Se quedó ahí tirado sobre su costado izquierdo, respirando como si cada inhalación lo hiciera sufrir. Estaba totalmente perdido… ya no se sentía en lo absoluto como él mismo…
Sintió entonces los pasos ligeros de alguien a su alrededor… pero, eso era imposible; la puerta ni siquiera se había abierto. Intentó mirar, pero estaba tan agotado que apenas y lograba mover los ojos. Lo único que fue capaz de ver al inicio, fue la tela blanca de un largo vestido, que se arrastraba por la alfombra de la oficina mientras avanzaba a su alrededor; lento, muy lento. Aquella figura blanca parecía casi brillar, lo que desde su perspectiva borrosa le parecía algo hermoso.
Se paró justo delante de él, y se colocó de cuclillas. Scott logró alzar apenas un poco su rostro, y entonces entre toda esa blancura que la envolvía, vio una muy larga cabellera negra como la noche, que caía como una cascada, cubriéndola por completo. Era la figura pequeña… de una niña… y entre todos esos largos cabellos negros, él sintió que lo estaba viendo.
—¿Sa… mara…? —Murmuró con debilidad, aunque quizás en realidad no había tenido la fuerza suficiente y sólo creyó haberlo dicho.
Aquel ser inclinó su rostro ligeramente hacia un lado, y sus cabellos cayeron en esa dirección. Y fue entonces como parte de su rostro quedó al descubierto, incluido su ojo derecho… su ojo completamente gris y ausente de cualquier rastro de vida, adornando un rostro horrendo, desencajado… y muerto.
Scott respiró con más agitación, e intentó gritar. Sin embargo, no tenía fuerzas ni siquiera para eso. La sed se había vuelto inmovilizadora…
FIN DEL CAPÍTULO 36
Notas del Autor:
—El personaje de Malcolm Crowe está basado en el personaje del mismo nombre de la película Sixth Sense o Sexto Sentido de 1999, respetando los acontecimientos de la película original hasta el momento final de ésta.
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nextnnet · 8 years ago
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Todos conocemos a Sumo Digital por sus trabajos con franquicias reconocidas. Esta compañía se ha cosechado un buen bagaje con el desarrollo de títulos como Sonic & All-Stars Racing: Transformed o incluso Little Big Planet 3, todos pertenecientes a IPs ya establecidas. Por eso, cuando hicieron pública su primera IP propia, Snake Pass (que llegó a Nintendo Switch el pasado 28 de marzo), resultaba inevitable contener el interés por ella; y ya no solo por la valentía de lanzarse a crear algo propio, sino por partir de la idea de que manejar a una serpiente puede ser entretenido.
  Tras completar el juego, hemos descubierto que el planteamiento sí es tan atractivo como lo plantea el estudio y que, como un veneno que se extiende sin darte cuenta, la simpatía de Noodle y la intrincada mezcla de puzles y plataformas acaban enganchándote a los Joy-Con con una tensión totalmente inesperada. ¿Que si es para tanto? Vamos a explicároslo con este análisis.
    Noodle y Doodle, serpiente y pájaro, plataformas y puzles
El nacimiento de Snake Pass es algo curioso. Todo viene del pasado como biólogo de uno de los desarrolladores de Sumo Digital, con varias serpientes como mascotas y un especial interés por ese aire de rareza que las envuelve. Son animales que se mueven reptando por cualquier superficie que les sea posible y, aunque a priori suene como una idea la mar de simple, plasmarla en un videojuego da lugar a una jugabilidad especial.
  Podría decir que estamos ante un simulador de serpientes, que evita la seriedad típica de la simulación salvo por lo complicado de algunas situaciones que nos plantea durante las partidas. Desplazar a Noodle, la serpiente protagonista, trata de plasmar la sensación de estar manejando a una sierpe real. Haces que avance pulsando el botón ZR, levanta la cabeza con A presionado, se agarra fuertemente a la superficie sobre la que esté con ZL, mueve su cuerpo bajo las órdenes del analógico izquierdo y puede llamar al colibrí Doodle con el botón Y para que levante su cola. La simpleza de los controles está acompañada de unos mecanismos muy importantes a tener en cuenta: como el animal que eres, tienes que desplazarte haciendo eses para coger velocidad y, dado que no puedes saltar (no tienes patas, piernas, brazos, ¡nada!) tienes que empezar a considerar cada saliente o palo como una vía por la que enroscarte para llegar a todas las zonas disponibles para recoger los distintos elementos necesarios para desbloquear el portal que te lleve al siguiente nivel(unas piedras brillantes a las que acompañan una especie de orbes azules que hacen de coleccionables y unas monedas puestas como desafío para los más experimentados). Por cierto, remarcar que la historia es un punto del que no vale la pena hablar, es un mero hilo conductor que ni siquiera se esfuerza en despertar el interés del jugador, con unos espíritus que te dan tablillas al completar equis mundos y… ya está. La verdad es que, siendo francos, hasta se agradece.
  Ese portal es tu destino final en cada nivel
  Este híbrido entre puzles y plataformas que curiosamente sale en una consola híbrida (cosas de la vida) se aleja de la acción que suele acompañar al segundo de estos géneros. Snake Pass es un juego que te invita a jugar de forma relajada, sin ninguna amenaza en forma de enemigos que pongan en peligro la salud de Noodle; pero con un entorno lo suficientemente hostil y con los mecanismos necesarios para enseñarte nuevas posibilidades a medida que avanzas. Bueno, y también para demostrarte que eres más paciente de lo que piensas. El nivel de concentración necesario para controlar a la serpiente en algunas situaciones es muy elevado, sobre todo si intentas conseguir las monedas, y endurece las condiciones de juego al cubo al mezclarse con la escasez de checkpoints. Es un combo que castiga duramente al jugador, que puede ver cómo debe volver a rehacer una sección complicada por haber caído al vacío sin haberse asegurado de pasar por un punto de control tras superarla, y puede resultar muy frustrante. Demasiado.
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  Ssssimpáticamente atractivo
El atractivo de las mecánicas de juego de Snake Pass es algo que permanece oculto y de lo que no te das cuenta hasta que has visto cómo, sin querer, has estado apretando los mandos más de lo normal, o casi se te engarrota una pierna de la tensión mientras estabas haciendo que Noodle se deslizase por un montón de cañas. Pero hay otro, el que puedes ver y oír desde que entras al menú principal, al que también hay que hacer mención.
    Seguramente hayáis visto las mil y una comparativas hechas entre las versiones de Nintendo Switch y PlayStation 4 antes y después de la temprana actualización (con la que se resolvió un molesto problema de excesiva vibración de los Joy-Con). Ciertamente, la diferencia es pequeña, aunque la hay, y no sería justo desmerecer a la consola de la Gran N y al trabajo de Sumo Digital con el Unreal Engine 4 por el aspecto que tiene todo. Tanto en el televisor como en la pantalla de la propia consola, Snake Pass se ve fenomenal.
  El aire moviendo las hojas de hierba, el clima cálido que se desprende en todo momento y la sensación de estar en entornos selváticos, a pesar de lo evidentemente muerta que está la naturaleza en la que te mueves, es algo que han sabido lograr con un aspecto gráfico brillante y un diseño de personajes, entornos y niveles más que acertado. Casi se puede pasar por alto que, a pesar de estar en plena naturaleza, los únicos animales que haya sean Noodle, Doodle y algún bicho que te cruces. Todo lo demás son trampas, mecanismos (algunos muy ingeniosos) y obstáculos. Algunos en movimiento, otros estáticos, pero todos plasmados a consecuencia de unas decisiones de diseño que han sabido dar con la tecla para que no caigamos en la sensación de estar en mundos vacíos. También ayuda la expresividad de nuestra serpiente, con voces y caras que acompañan a ese sentimiento simpático que destila el juego.
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  Dejando atrás lo visual y entrando más en lo sonoro. Destaca la inconfundible firma de David Wise en las composiciones que conforman la banda sonora de Snake Pass. Tambores, coros, flautas y demás instrumentos refuerzan la atmósfera selvática del videojuego, con alguna composición muy buena, pero con un conjunto que no termina de ser lo destacable que podría. Sé que Wise es capaz de muchísimo más, y me sorprende escuchar la BSO de este juego y pensar que, salvo contadas excepciones, todo suena llamativamente parecido.
  Snake Pass – No dejes que esta serpiente se te escape
Pros a un lado y contras a otro, Snake Pass demuestra con creces que es valedor de ese primer puesto que se ha forjado en la eShop de Nintendo Switch. Sumo Digital ha sabido subirse al estrado con una creación propia muy original en cuanto a mecánicas, repleta de pequeñas pinceladas que enriquecen la experiencia de juego y hacen que vaya de menos a más; pero a la que se le puede achacar su corta duración y la sensación de que se podía haber hecho mucho más. No puedo cerrar este análisis sin deciros que os hagáis con él, sobre todo si queréis descubrir otra forma de enfocar las plataformas.
Análisis – Snake Pass (Nintendo Switch). El plataformas que te enseña a arrastrarte Todos conocemos a Sumo Digital por sus trabajos con franquicias reconocidas. Esta compañía se ha cosechado un buen bagaje con el desarrollo de títulos como Sonic & All-Stars Racing: Transformed o incluso Little Big Planet 3, todos pertenecientes a IPs ya establecidas.
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