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CLAIRE HOLT.
BY MELODY MAI © | NOVEMBER 2019.
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THE GIRLS ARE FIGHTING!!!!!!!
#dios los extrañaba#“cochino! me tocaste la mano!”#enzo fernandez#julian alvarez#argentina nt#seleccion argentina#scaloneta
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¿Cuál era tu intención? Sino era por amor, ¿por qué diablos me tocaste el corazón?
Supiste hacerme mal
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Hay amores que perduran
Hay amores que curan
Hay amores que matan
Hay amores que crees merecer por costumbre, por ambición, por ilusión, por creer que existe amor en todo eso que lástima, en esas palabras que hieren, las marcas que duelen y que provocan un dolor más intenso en algo que termina sin remedio; sin perdón.
Que te perdone dios y tú madre, porque de mi hacia ti ya solo queda odio y desilusión desde esa; la última vez que me tocaste.
Alone One Sleep
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Y a veces te pierdes (casi todo el tiempo), pero aún así tratas con todas las fuerzas, de manera casi bruta y descomunal continuar. Si estás aquí es porque ya valió madre
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Tocaste mi pecho, abriste la caja de Pandora, liberarte a mis demonios con tus besos, acariciaste el fondo de mi alma y yo sabía que de ahí ya no habría regreso, abriste el cofre y te alejaste en silencio, quedarte nunca fue tu plan; que forma tan perversa de hacerle daño a una persona que no estabas dispuesto a querer amar.
Efimera Lunar Intemporal
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"Recuerda que solo porque tocaste fondo no significa que tengas que quedarte ahí"
—Robert Downey Jr.
#robert downey jr#ansiotextos#frases#citas#pensamientos de una ansiosa#notas#textos#fragmentos#escritos#la maracucha que cuenta
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tocaste mi mano
y no fue por error
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Wherever you are, don't think I've forgotten you. I've said it before, but I'll say it again. Soul that touches my soul, soul that I will never stop loving… and you touched me. I will never forget you. [It feels good to talk to you this way. In solitude everything tastes better, feels better, and confesses better.]
Estés donde estés, no creas que me he olvidado de ti. Lo he dicho antes, pero lo diré de nuevo. Alma que me toca el alma, alma que nunca dejaré de amar… y tú me tocaste. Nunca te olvidaré.
[Se siente bien hablarte de esta manera. En soledad todo sabe mejor, se siente mejor y se confiesa mejor.]
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CLAIRE HOLT.
VIA HER INSTAGRAM HANDLE. | 10TH FEBRUARY 2023.
#claire holt#choltedit#clairehedit#claireholtedit#thequeensofbeauty#femalestunning#etherealwomens#flawlessbeautyqueens#breathtakingqueens#glamorousource#dailywomen#dailyactresses#dailytelevision#tvdcast#tocast#raphael little things
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(Des)Horas - Matías Recalt
+18! MeanDom!Mati. Un poco de Brat!Reader, biting, CM/NF, (posible) dacrifilia, marking, sexo sin protección (kind of/mención de anticonceptivos orales), spanking, spitting, spit kink, breve aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Y cuento las horas Que no pasé a tu lado Son como hojas de un papel En blanco
El tren avanzaba con un suave balanceo sobre los rieles mientras observabas la forma en que el mundo exterior comenzaba a despertar.
El cielo todavía era de unos pálidos tonos grises y azules cuando en el horizonte vislumbraste los primeros rayos de sol, los cuales comenzaron a cegarte una vez que el vidrio empañado por el frío de la madrugada se despejó.
Los árboles bordeando las vías y las siluetas lejanas de algún pueblo eran una constante promesa de serenidad que hacía que tus músculos se relajaran, por no mencionar el ruido mental ahora nulo.
Contabas en voz baja cada camino de tierra serpenteante, los destellos de agua aquí y allá, las suaves colinas cada vez más pronunciadas.
-Veo, veo.
Parpadeaste rápidamente.
-¿Qué ves? - preguntaste sin dejar de admirar el paisaje.
-Alguien con cara de culo.
Volteaste para centrar tu atención en Matías, sentado frente a vos, sosteniendo su teléfono en una mano y el termo en la otra. Estaba concentrado en la pantalla, en lo que fuera que estuviera viendo allí, pero de todas formas se tomó el tan arduo trabajo de apreciar tu semblante para molestarte.
-Tengo sueño- explicaste, pasándole el mate que sostenías hacía siglos-. Y me colgué.
-Me di cuenta- dijo y arrojó el teléfono sobre su regazo-. Falta poco.
-Mentiroso.
Una advertencia cruzó su mirada, pero su postura permaneció igual de desenfadada y mientras jugaba con la bombilla del mate (curioso, pensaste, porque siempre te decía que no hicieras eso) examinó el resto del vagón vacío.
Llevaban horas sentados en la misma posición y el cielo, estrellado e iluminándose cada vez más con el correr del tiempo, era la única compañía.
-¿Querés dormir? Te despierto antes de llegar- ofreció mientras hacía lugar en el asiento disponible con lo que él creyó era el mayor disimulo.
Te divirtió recordar su audible protesta cuando ocupaste el asiento frente a él y la sutil sugerencia que te hizo sobre tomar su lugar: esto le habría permitido estar a tu lado sin delatar sus deseos, pero sabés que también le gusta estar junto a la ventana y por eso la rechazaste. Te pareció tentador dormir sobre su regazo o en su hombro, pero también molestarlo.
-Bueno.
Mientras recogía sus cosas para hacerlas a un lado, con una sonrisa de satisfacción que intentaba ocultar, buscaste una posición más cómoda en tu lugar y cerraste los ojos. Luego de unos instantes de tenso silencio volviste a abrirlos para encontrarte con su cara de molestia y sus ojos fijos en la pantalla del dispositivo nuevamente.
Una risa escapó de tu boca.
-Sos una boluda.
-No te enojes, tonto- estiraste una pierna y tocaste con tu pie descalzo su rodilla-. Vos siempre me hacés lo mismo y yo no me enojo.
-Es diferente.
Capturó tu pie y comenzó a masajearlo distraídamente.
-¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos?
-Vos, dormir.
-¿Y vos?
-No sé.
Ignoraste su intento de despertar tu curiosidad y obligarte a preguntar. Él continuó con el masaje en silencio, procurando ayudarte a relajarte porque sabía que necesitabas dormir –consciente de los días que llevabas sin pegar ojo–, fingiendo abstraerse en el paisaje del otro lado de la ventana y en los asientos sin dueño.
El silencio del ambiente y sus manos sobre tu piel eran como un somnífero y tus ojos se cerraban en contra de tu voluntad una y otra vez, tu cabeza caía repentinamente en más de una ocasión y él reía en silencio cuando te veía despertar sobresaltada. No recordaba cuándo fue la última vez que te vio batallar tanto para mantenerte despierta.
-Vení acá, dale.
El tono de su voz era firme y notaste un deje de preocupación que rara vez te permitía oír. Dejaste en tu asiento tu mochila y tu teléfono, como si existiera la mínima posibilidad de que alguien fuera a ocuparlo por accidente en caso de estar vacío, y cuando te sentaste a su lado tu cuerpo se mantuvo tan cerca del suyo como era posible.
-Despertame antes de llegar- le recordaste-, no quiero olvidarme nada.
Besaste su mejilla y cuando te recostaste sobre su hombro él besó tu cabello. Los minutos pasaron y Matías podía sentir la manera en que te relajabas, oír tu respiración ralentizándose y sentir la tensión abandonando tus dedos, cerrados débilmente sobre su brazo, pero sabía que aún estabas muy despierta y que probablemente no fueras a dormir en lo absoluto.
-¿Escuchamos música?- propusiste cuando ya llevabas varios kilómetros recostada en su hombro. El cielo vestía ahora con tonos rosados y los girasoles cobraban vida nuevamente-. ¿Mati...?
Estaba dormido.
Cuando te reincorporaste, lentamente y cuidando no despertarlo, permaneciste en tu lugar para contemplar su perfil. Mientras dormía juraste que podía ser un ángel, alguien diferente, sereno y desprovisto de sarcasmo, pero no estabas segura de querer que fuera así... Porque también era un ángel cuando te ordenó ponerte de pie cada dos horas -molestándose porque intentaste negarte y amenazando con castigarte- para recorrer el vagón.
La primera vez que preguntaste, cuando te hizo dejar tu asiento durante un vuelo, la única explicación que recibiste fue algo entre las líneas de “las pastillas”. No comprendiste qué intentaba decir y cuando te inclinaste hacia él para preguntar, argumentando que te sentías perfectamente bien, su respuesta fue:
-Porque yo lo digo. Punto.
Más tarde ese mismo día, en uno de esos escasos momentos en los que expresa verbalmente los motivos que lo preocupan, explicó que intentaba asegurarse de que no sufrieras una trombosis. Intentaste no reír por su expresión de horror y besaste su mejilla, conmovida por un detalle tan pequeño pero valioso, mientras él –avergonzado– intentaba apartarte.
Volviste a recostarte sobre su hombro, todavía recordando ese momento. No dormiste.
Horas más tarde llegaron a destino y se registraron en el hotel que Matías escogió sin comentarte los detalles. Mientras él se encargaba del papeleo vos te perdiste observando los cuadros expuestos en el salón principal, leyendo las inscripciones que los acompañaban, memorizando a través de las ventanas los detalles en el interminable y vacío jardín.
Durante el desayuno, con sus teléfonos apagados y olvidados intencionalmente en la habitación, te prohibió tomar café. Intentaste confiar en él y no protestar porque, después de todo y sin importar sus métodos, Matías sabe qué es lo mejor para vos... pero tu rostro te traicionó.
-¿Qué te pasa?- preguntó mientras sorbía de su taza.
-¿Por qué no puedo?
-Quiero que duermas bien esta noche.
-Son las diez de la mañana, Matías.
-¿Y…? Te conozco.
Escogiste morderte la lengua en lugar de argumentar en su contra y en tu mente se sucedieron las imágenes de los últimos días: café o una bebida energizante por la mañana, cerca de media tarde y también cuando el reloj marcaba las siete. Matías se aseguró de vigilarte, pero cualquier mínima oportunidad que tenías, la tomabas. Literalmente.
Tu novio dejó pasar tus contestaciones malhumoradas y tus expresiones de molestia, consciente del efecto de la falta de descanso, esforzándose por distraerte con las actividades del lugar y arrastrándote con él para una larga caminata. Si conseguía agotarte lo suficiente para que tomaras una siesta, su plan podría considerarse un éxito.
Estaba convencido de que lo había logrado hasta que salió de la ducha cerca de las cinco. Encontró la habitación vacía, la cama fría como evidencia de que te habías marchado hacía tiempo –y en absoluto silencio, tenía que reconocer tu habilidad-; depositó sobre la pequeña mesa de noche el vaso donde colocaron las flores que recogiste mientras caminaban, ahora colmado con agua, y abandonó la habitación.
Te sorprendió en el jardín, ocupando una de las mesas más lejanas y tecleando rápidamente sobre la pantalla de tu celular, en trance. Sobre el cristal descansaba una taza y Matías supo de inmediato que contenía restos de café. Tomó aire antes de recorrer la distancia que los separaba y carraspear para llamar tu atención.
-¿Qué?- preguntaste con fingida inocencia.
-¿Qué hacés?
-Nada.
Fue su turno de morderse la lengua.
-¿Estaba rico el café?
-Re.
Volteó para corroborar que nadie estuviera cerca.
-Escuchame una cosa- dijo mientras tiraba de tu cabello para obligarte a mirarlo-. ¿Yo no te dije que…?
-Tenía sueño.
Tiró más fuerte y evitaste quejarte. No querías darle la satisfacción.
-¿Y por qué no te quedaste durmiendo?
-No podía.
Te soltó bruscamente y tomó tu teléfono. Permaneciste en silencio sólo por la amenaza que dejaron entrever sus ojos, en el brillo de sus pupilas la promesa de una noche interminable, pero aún así resultaba tentadora la idea de seguir provocándolo, exigirle que te entregara tu teléfono, enloquecerlo en frente de otras personas, hacer que centrara toda su atención en vos.
Qué bueno que no lo hiciste, pensás ahora, porque no creés soportar más que esto.
En algún momento dejaste de contar las nalgadas, perdida en un mar de lágrimas y súplicas, pero Matías encontró una solución rápida y eficiente para no tener que escuchar tus lamentos: te despojó de tu ropa interior, que ya relucía con las gotas de tu excitación, para luego introducirla en tu boca.
De vez en cuando finge sentir compasión y sus manos se deslizan, con cariño y cuidado, sobre tu piel ya sensible; luego de unos segundos recuerda el café, la manera en que le faltaste el respeto desafiando su autoridad, ignorando y arruinando sus intentos de cuidarte, y reemplaza las suaves yemas de sus dedos con sus uñas no tan cortas para hacerte llorar.
Ignora tu cuerpo tiritando sobre su regazo y continúa sosteniendo tus muñecas contra tu espalda, empleando más fuerza de la necesaria. No le preocupa que te resulte doloroso, obvio, porque no le importa provocarte dolor y la prueba de ello son también los golpes en la parte posterior de tus muslos. Es una zona que procura evitar, consciente de cuánto cuidado necesitará posteriormente, pero…
-Cómo te gusta romperme las pelotas- reclama-. Siempre lo mismo con vos.
Por fin suelta tus muñecas, regocijándose con un último golpe que impacta entre tus muslos, para luego manipular tu cuerpo de manera brusca y arrojarte sobre el colchón. El impacto te hace quejarte y retirás la prenda de tu boca, sin ser consciente de lo excitante que es para tu novio ver que esta está empapada con tu saliva.
Las lágrimas se deslizan por tus mejillas como un río y caen directamente sobre las sábanas cuando las mordés, esforzándote inútilmente por soportar el ardor que recorre todas las zonas que Matías marcó sin consideración. Escuchás el lejano sonido de su ropa y suspirás, pero el alivio es fugaz porque pronto lo sentís sentándose sobre tus muslos.
Aún lleva puesto el pantalón y el material reaviva el fuego en tu piel.
-Calladita- ordena.
Tomás aire y reprimís un gemido cuando desliza su punta entre tus pliegues húmedos, presionando sobre tu entrada por unos pocos segundos, como una advertencia, para luego enterrarse en tu cuerpo con una estocada que te corta la respiración. Golpeás el colchón con tu puño y sentís su respiración golpear tu oreja cuando ríe, encantando con tu reacción.
La piel sensible de tus muslos arde tanto o más que tu entrada y tu interior estrecho –no importa, tu cuerpo siempre hace lugar para él- o tus ojos.
Matías te concede un momento, probablemente para cerciorarse de que podés con esto, pero pronto se deja caer sobre tu espalda y te sorprende con movimientos profundos y un ritmo que pretende torturarte más que otorgarle placer.
Es un castigo, lo sabés en cuerpo y alma, pero junto con tus lágrimas se escapan también un sinfín de gemidos. Su miembro llenándote por completo hace desaparecer el recuerdo de todas las noches que pasaste intentando satisfacer tu necesidad con tus dedos o con los diferentes e inútiles juguetes que sólo lograron frustrarte más.
Gemís su nombre una y otra vez y él muerde tu cuello. Tus paredes se contraen en torno a su miembro y su ritmo se vuelve irregular, jadea contra tu piel antes de liberarte y besar tu cabello entre suspiros; es algo que normalmente evitaría, siempre reacio a demostrarte cuánto poder tenés sobre él, pero todo el tiempo que pasaron lejos del otro también pesa sobre sus hombros.
Jurás que podés sentir las venas que recorren su extensión y la casi inexistente curva que provoca que roce tu punto dulce de manera constante. Intentás contenerte, fingir que todavía no delataste cuánto lo estás disfrutando, porque sabés que en cualquier momento podría retomar la sesión de spanking sin importarle cuánto necesita utilizar tu cuerpo. O peor.
Sus movimientos son lentos pero profundos, su punta besando tu cérvix y estimulándote sin más esfuerzo. Y aún así no es suficiente. Matías percibe la histeria, el hartazgo y tu impaciencia, todo con sólo observar la forma en que mantenés los ojos fijos sobre la pared frente a ambos.
Sabe que intentás sacar ventaja de la situación en lugar de empeorarla. También sabe que no podés. Sos más débil que él.
-Mati…
-No, callate.
-Pero…
-¿Qué?- pregunta casi en un grito-. ¿Qué querés?
Escondés tu rostro entre las sábanas y gemís.
-Más- suplicás moviendo tus caderas. Cuando rodea tu cuello con su brazo agregás:- Ya sé que estás enojado, pero…
Su mano impacta contra tu mejilla y te obliga a mirarlo. Ejerce presión hasta que tus labios se separan en contra de tu voluntad y sin pensarlo dos veces escupe en tu boca, sin permitirte tragar y disfrutando ver cómo parte de su saliva cae por la comisura de tus labios hasta tu mentón. Cerrás los ojos y sacude tu rostro con fuerza. Su miembro palpita en tu calidez.
-Sólo por esta vez.
Abrís los ojos, desconcertada, pero comprendés el porqué de su generosidad en cuanto abandona tu interior y se arroja de espaldas contra las almohadas.
Señala su regazo, invitándote, tentándote con su erección que brilla y gotea con la excitación de los dos –manchando su ropa de una forma que te hace morderte el labio-, pero no podés evitar mirarlo con recelo porque sabés cuánto va a doler.
-Elegí- dice sin dejar de mirarte a los ojos-. Esto o…
Dirige la mirada hacia las cuerdas que dejó junto a tus flores. No, negás rápidamente.
Toma tu cintura cuando te posicionás sobre él y sonríe (arrogante, hermoso, insoportable) mientras sigue tus manos temblorosas guiándolo hacia tu entrada. Te dejás caer hasta que su miembro desaparece casi por completo en tu interior y buscás apoyo en su pecho desnudo, el ritmo de tus caderas creciendo gradualmente.
Arroja la cabeza hacia atrás y sus uñas se clavan en tu piel.
El orgullo que llena tu pecho no es suficiente para olvidar el maltrato sufrido bajo sus manos y tus sollozos resuenan en la habitación junto con los obscenos sonidos de humedad provocados por sus cuerpos allí donde se unen. En otro momento un castigo sensorial sería la peor de las condenadas pero, después de semanas sin verse, te parece la mejor recompensa.
El placer nublando tu juicio no te permite saber que estás llorando y tampoco te deja ser consciente de la fuerza con la que te movés sobre Matías. Sólo sabés que se siente muy bien y lo repetís un centenar de veces, rogando porque él comprenda lo que intentás comunicar cuando tus palabras se cortan por tu respiración desesperada y errática.
El vaivén de tus pechos llama su atención y se felicita mentalmente por haberte despojado de toda tu ropa, -tu cuerpo desnudo resaltando todavía más tu vulnerabilidad y entrega- complacido por la facilidad con la que le permitís tomar el control. Ojalá eso bastara para perdonarte por desobedecerlo, ¿no?
-¡No!- te quejás cuando su palma golpea uno de tus pechos, dirigiéndose hacia el otro rápidamente-. Me duele, Mati, no…
-¿Y?- tira de tus pezones con fuerza y tus lágrimas caen sobre su abdomen. Puede sentir tus uñas rozando su piel-. Jodete por no hacer caso.
Interrumpís tus movimientos en un intento de detenerlo, esforzándote inútilmente en concentrar todas tus fuerzas para impedir que continúe con sus acciones, pero es más rápido, más ágil, más fuerte, así que capturar tus muñecas para él no es más que un juego. Tira hasta que terminás recostada sobre su pecho y planta firmemente sus pies sobre el colchón.
Gritás contra su clavícula cuando comienza a abusar de tu interior, aún sujetando tus muñecas entre su pecho y el tuyo mientras recorre con su otra mano la zona de tus costillas, tu cintura, tu cadera, finalmente encontrando su lugar en la parte posterior de tu pierna para dejar allí su huella.
Mordés su hombro para contenerte cuando el roce constante de su pelvis contra tu clítoris amenaza con llevarte hacia el orgasmo. Tus paredes se contraen aún más, succionando su miembro con desesperación, prácticamente imposibilitando sus movimientos, pero Matías continúa con su ataque sin importarle nada más.
Intentás preguntar, un hilo de palabras indescifrables dejando tus labios junto con su nombre y unos suspiros delirantes, pero no estás segura de su respuesta hasta que sentís sus labios besando delicadamente tu mejilla. Un acto de misericordia que termina por desdibujar la línea que separa el dolor del placer. Te desborda.
Los nervios de tu cuerpo son fuego puro y su miembro todavía deslizándose entre tus paredes –imposiblemente apretadas, calientes, más húmedas que nunca- es combustible. El ruido de piel contra piel es nulo cuando tus gritos eufóricos llenan la habitación, seguidos de unos patéticos sollozos acompañando su nombre y ese par de palabras que tanto disfruta oír.
Te amo jura contra tu cuello. No está seguro de que en tu estado lo comprendas.
El violento palpitar de su miembro es la única advertencia que recibís antes de sentir los hilos de semen que brotan, caen y te marcan como suya una y otra vez. Gemís y buscás sus labios, desesperada por un poco más de contacto, besándolo con voracidad.
Te obliga a romper la distancia para ayudarte a regular tu respiración. Tus ojos aún están repletos de esa bruma, tu razonamiento luchando por retomar el lugar que le corresponde.
-Perdón- decís contra sus labios-. Perdón, perdón, perdón.
-Ya está, ya pasó.
Sus nudillos acarician tu pómulo con suavidad, un roce casi inexistente, antes de que su palma acune tu rostro y sus dedos desaparezcan en tu cabello.
-Te extrañaba mucho.
-Yo también- seca una lágrima de tu mejilla y suelta una risa-. Sabés que podías decirme, ¿no? En vez de portarte como el…
-Sí- lo interrumpís-, pero llegaste del viaje re cansado y no quería hacer que te canses más.
Finge indignación.
-Dejame que te cuide, ¿sí?- besa tus labios ante tu protesta cuando se desliza fuera de tu interior-. Vos no tenés que preocuparte por nada.
Ignora su liberación goteando por tus muslos mientras te conduce lentamente hacia la ducha, también tu saliva secándose en su hombro y tus lágrimas aún frescas corriendo por su torso, porque no cree ser capaz de controlarse en caso de prestar atención a esos detalles.
Odia recordar que pasaron tanto tiempo separados, sí, pero el consuelo es poder recuperarlo de esta manera.
Masajea tus hombros, tu espalda y tus piernas mientras el agua caliente corre por tu cuerpo, llevándose los vestigios de la noche y actuando como somnífero; besa tu piel con una dulzura exagerada, deteniéndose en las marcas que dejó, capturando juguetonamente entre sus dientes la carne de tu cadera, tus brazos, tu mejilla y tus labios.
Matías percibe el agotamiento en tu rostro y en tus respuestas letárgicas mientras sus dedos recorren tu piel para deshacer el bálsamo. La impronta de rojos y violetas que su mano dejó en tu cuerpo tardará en desaparecer, un no-tan-sutil y firme recordatorio de porqué siempre tenés que confiar en sus órdenes y ser paciente. Finge que no considera otro castigo para los días venideros.
-Tengo sueño- susurrás cuando se desliza bajo las mantas.
-Me di cuenta.
-¿Mañana podemos dormir hasta tarde?
-No.
-¿Por qué?
-Tenemos un taller de cerámica a las nueve.
-¿Tenemos?- soltás una risa de escepticismo-. ¿Vos haciendo cerámica?
-¿De qué te reís? Vos nunca hiciste.
-No, pero…
-Callate porque te hago cosquillas- amenaza.
Besás su mejilla.
El alivio lo recorre cuando minutos más tarde nota que estás, por primera vez en muchos días, profundamente dormida.
Dejo por acá esta historia que quedaba pendiente porque es de mi agrado informarles que... ✨por fin se me cayó una idea✨, así que ya voy a dejar de robar con publicaciones atrasadas. Espero que les guste y sí, ya sé, tengo que dejar de relacionar a Matías con Babasónicos 😔
taglist: @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented @madame-fear @creative-heart ♡
#deep inside - love letters#matias recalt#matias recalt smut#matias recalt x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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Unpolished Gemstone Even robots get boring portraits taken just to break out of the routine...
A robot I didn't even finish drawing, imperfect, like an uncut gemstone. Let the gleam shine vividly through all the fractals yet to come. I think if I had spent more time on this I'd probably have worked on dividing the hair and main shoulder areas better. Finishing any drawing is an exercise in compromise I suppose.
The original intent was going to be to brainstorm what the Emperor could look like, probably with lime green colourings. Maybe jade would be like, the mark of royalty for this one. I don't know if the marks of royalty (like, the things that tell you this character is a big deal) would be similar for each Emperor, its actually a lot more interesting if its something completely different between each - I want to imagine the transition in imagery and regalia between two emperors with completely different insignia would be a tough one.
Of course these robots's features are all meant to have some sort of barely hidden purpose too. Those "honeycomb eyes" perhaps could be used in insignia to convey vigilance, but as a tactical tool maybe this character is able tocast a different spell effect from each "eye" looking at a target.
Lorewise "the next Emperor can come from anywhere". At this point of planning the robots don't have families but they can still mentor and guide each other, so maybe whenever the next candidate for the role is selected, they're inducted into the palace where they learn to be charismatic - it's not totally ceremonial but the role is all about keeping robots of the Singular Empire united and confident in the Empire's objectives.
There is meant to be a secret reason only specific types of robots can be the next Emperor, so you won't see a spider tank wearing a crown and giving motivational speeches.
The orange and purple came from an unexpected layer effect combination that was too striking not to keep.
#veilantares#digital art#my art#art#illustration#mech#mecha#biomechanical#voidpunk#character design#monstergirl#monster girl#demon#demon girl#demon art#worldbuilding#505 lore#robotposting#march of robots#marchofrobots2024
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Tocaste mi mano y no fue por error, un destino ya marcado nos entrelazó, qué alivio poder experimentar semejante amor, desearía poder quedarme pero mi amor propio creció, qué dolor, has tomado los pasos correctos pero esta vez quien se va soy yo, nuestro corazón conecta pero nuestras prioridades no.
-Tinx
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Besos en la oscuridad que se volvieron mi luz de cada día. En mis labios, encontraste la dulzura donde otras sólo encontraron amargura.
Era como una tormenta que sólo causaba desastres hasta que me hablaste y no quise volver a escuchar más el ruido de mi caos, porque no era tu voz.
Te acercaste lo suficiente para transformar el peligro de mis noches en un fuerte que me pondría a salvo de las pesadillas en la que a veces se tornaban.
Me sorprendí cuando me tocaste y sentí el terciopelo de tus caricias, esperando sentir las espinas que siempre he sentido en el tacto de los demás.
Ahora, estoy pasando mis dedos por tu cabello mientras te tengo recostada en mi regazo y el frágil sentimiento de tenerte entre mis brazos me cohíbe, temiendo romperlo como tiendo a hacer cuando la calidez se desliza en mi corazón.
Por eso, la primera vez que te entregaste a mí no tuve miedo de que derritieras ese tempano que me prohibía amar, sino de extinguir el fuego de tu amor con las decepciones que suelo generar.
Encajaste en mi vida, como si hubieses sido siempre la pieza faltante del rompecabezas, aun cuando te di motivos para que te alejaras.
Y me pareció extraño que las luces se hayan encendido cuando conectamos con ciertos intereses y actitudes, siempre pensé que nadie me soportaría de la misma manera en que ni yo mismo me aguanto, siempre pensé que nadie se querría casar con alguien que lo único que ha hecho es dar razones para permanecer solo, soltero y triste.
Pero tú me enseñaste que hay personas que saben cómo mirar a través de las grietas y amar lo que descubren en el fondo de ellas, me alegra que tú seas una de esas personas.
Así que, para corresponderte, no me quedó de otra que desnudar mi alma y mostrarte la lluvia imparable que existía en mi interior.
Entonces, te pregunté: “¿Sabes qué hacer con esto?”
Tú me sonreíste y mis demonios se sintieron amenazados cuando lograste escampar mis tempestades y despejaste mi cielo con la promesa de que no permitirías que la noche volviera a oscurecer mi alma.
Y así, tu amanecer me hizo creer en ti.
-Dark prince
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Virus - Agustín Pardella x Reader.
Pairing: Agus Pardella x Reader Adevrtencias: Fluff Notas: Experiencia propia, estoy resfriada. Ojala Agus me hiciera sopita. Es una prueba por si os gusta los fics con Agus.
Te habías levantado como el tiempo, afuera llovía y tronaba. Y tu no parabas de toser y sonarte los mocos. Te encontrabas fatal, cansada y derrotada. Bajaste las escaleras y viste en la sala de estar a tu novio Agustín tumbado en el sofá, sin remera exponiendo sus músculos y sus tatuajes. Fuiste con tu manta en los hombros hacia él. Estaba mirando la televisión, por lo que no te miró cuando notó que te acomodabas a su lado. Hablaban de su película. Por lo que te dejo sitio y te acurrucaste.
Viste como pestañeó como si se acordara de algo y se giró a mirarte.
-Tenes fiebre. - colocó una mano sobre tu frente y te derretiste sobre su tacto. Siempre estaba caliente, su piel siempre emanaba ese calor corporal que por verano hacía que sudaras tanto en la cama. - ¿Por qué no me lo decís, boluda?
Tu no respondiste, solo lo miraste con los ojos de perrito abandonado. Resopló y miró la hora. Era hora de cenar. Se levantó, quitándote el calor que tanto necesitabas y te quejaste. Te besó suavemente y se fue a la cocina. Desde el sofá podías ver como se colocaba un delantal sobre su piel expuesta y encendía los fogones. Te tumbaste sobre el sofá y te pusiste a mirar la televisión en busca de una distracción. Pronto la sala se llenó de un olorcito muy bueno, a sopa de pollo casera. Si sabía tan bien como olía, ibas a quitarle el plato de las manos. Llegó con dos boles a la sala, uno para ti y otro para él.
Sabía como el cielo, el caldo era sabroso y el pollo se deshacía en la boca. La sensación de el liquido caliente bajándote por el cuello al cuerpo hacía que te sintieras mucho mejor. Por lo que después de tragar, miraste a Agustín con amor en los ojos. Él sonrió un poco preocupado y entrelazó vuestras manos sobre la mesa. No le merecías.
-Te amo, Agus- le dijiste.
-Yo también te amo, mi amor. - te respondió.
Te fijaste que su sopa era mucho más triste que la tuya. Se había echado los trozos feos del pollo y no eran precisamente muchos. En cambio, los tuyos era los más bonitos, jugosos y tiernos. Tú cara se trasformó en un puchero mientras veías como se comía esa sopa. Era siempre tan dulce contigo. Detallista hasta en las cosas más simples.
Al terminar la sopa, Agustín fue a buscar una manta polar que guardabais cerca de la sala para cuando hacia frío. Era la ocasión perfecta para utilizarla. Era muy grande, por lo que ambos podíais estar bajo la manta, pero aún así te ofreció más manta. Se puso su remera y te pegó a su cuerpo. Poniendo tus pies sobre sus piernas y dándote un beso en la frente con cariño.
Entre el calor corporal y el calor de la manta estabas de lujo. Te acurrucaste más a él, colocando tu cabeza en el hueco de su cuello y le besaste allí. Tocaste una de sus cosquillas y rió, con esa voz de hombre que te tenía enamorada.
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Odio sentir que me amaste por un minuto, odio sentir que me tocaste por un minuto,odio sentir tu respiración con la mía, odio haber creído que eras para mi.
Scarlett Witch
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