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Una condena agradable - Matías Recalt
Cap I. Cap II. Cap III. +18! Dom!Matías celoso y posesivo. Begging, creampie, degradation, exhibicionismo, fingering, grinding, nipple play, posible spit kink, sexo oral (male recibe), sexo sin protección, slapping, voyeurismo, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Matías adora a sus compañeros de rodaje, de eso no hay duda... Adora el vínculo que se formó entre los integrantes del grupo durante los largos meses que pasaron en hoteles y en el set, la pasión que comparten por el trabajo que realizaron y el apoyo mutuo. Por esos motivos y más fue que decidió organizar una cena.
No fue un trabajo sencillo: cuando una mitad del grupo podía la otra se veía imposibilitada, el clima arruinaba las posibilidades de reunirse, surgía un evento al que debían asistir o alguien cancelaba y los demás también lo hacían, hasta que llegó el día en que –para sorpresa de todos- el plan se concretó gracias a Enzo.
Con un simple mensaje en el grupo de WhatsApp en el que dejaba saber que iba a estar en la ciudad y proponía hacer algo, el asunto se solucionó en menos de veinticuatro horas. Matías agradeció internamente al uruguayo por la acción, luego por la sugerencia de trasladar la cena al jardín para tener más espacio, y más tarde por ser él quien se encargara principalmente de hacer los arreglos allí.
¿Pero ahora…? Ahora se arrepiente de todo.
No recuerda en qué momento dejó su lugar a tu lado ni por qué, sólo sabe que cuando regresó alguien más había ocupado su silla y vos estabas inmersa en una conversación con Enzo. Puede que estén hablando de música, películas, libros o lo que sea que el mayor te haya enseñado en la pantalla de su celular que te hizo reír a carcajadas, pero a Matías no le importa eso. Sólo puede pensar en cuánto desea acercarse y rodearte con sus brazos o sentarte sobre su regazo y poner sus manos en tus muslos descubiertos.
Las voces de Esteban y Francisco lo regresan a la realidad con una pregunta que no logra procesar, por lo que responde con balbuceos mientras se pone de pie trastabillando. Se acerca lentamente, cada paso permitiéndole apreciar más y más cómo las luces con las que decoraron el jardín resaltan el color de tus ojos y hacen que tu cabello brille, y también ve la forma en que Enzo se inclina para hablarte al oído.
Pero siendo tan receptiva, siempre percibís la cercanía de tu novio y rápidamente volteás a verlo con una sonrisa, ignorando la acción de Enzo y lo que tuviera para decir. Matías te devuelve la sonrisa, una sensación de satisfacción instalándose en su abdomen bajo, y toma tu mano cuando extendés tu brazo hacia él a modo de bienvenida.
-¿De qué estaban hablando?- pregunta, tan simpático como siempre, antes de darte un beso en la mejilla. Su mano se desliza por tu hombro y tu cuello como si se tratara de un masaje.
-Enzo me estaba mostrando unas fotos de sus gatos, ¿querés ver?
Matías no quiere ver, en este momento poco le importa cualquier cosa que no seas vos, pero asiente enérgicamente para mantener la fachada y finge interés cuando ve las fotografías. Enzo explica el contexto y el anillo en su dedo brilla bajo las luces cuando el movimiento de sus manos acompaña sus palabras, las cuales Matías no registra en lo absoluto.
Alzás la mirada cuando sus manos se entrelazan inocentemente sobre tu pecho.
-¿Me acompañás…?- señala el interior de la casa-. Quiero buscar el número de una heladería.
No te da tiempo a responder y mucho menos comentarle que pueden pedir helado desde cualquier aplicación de delivery disponible, su mano en tu espalda te obliga a ponerte de pie y seguirlo. No te preguntás por qué no busca el número que tanto necesita en la cocina o por qué no se detiene junto al teléfono de línea, tampoco el motivo por el cual te arrastra escaleras arriba.
Sabés la razón desde que sentiste la forma en que te miraba.
Te dirige hacia la habitación más cercana y cierra la puerta a sus espaldas con tranquilidad: la expresión en su rostro no delata sus pensamientos (plagados en su totalidad con la imagen de su amigo acercándose descaradamente a tu figura) y sus hombros relajados te hacen dudar por un breve instante, pero su silencio es inquietante y tus labios tiemblan con una sonrisa nerviosa.
-¿La estás pasando bien?- se acerca lenta y sigilosamente, como si se tratara de un depredador, obligándote a retroceder hasta que tu espalda toca la pared junto a la ventana. Comienza a jugar con una de las tiras de tu vestido-. Te vi muy entretenida con Enzo
-Estábamos hablando de los Oscar.
-¿Viste qué lindo que estaba con ese traje?
Te mordés el labio para contener la risa… pero el daño ya está hecho y es sólo cuestión de unos segundos para ver los efectos: su palma impacta con fuerza sobre uno de tus pechos e inmediatamente comienza a pellizcar tus pezones, aún más sensibles de lo usual debido a la tela que roza tu piel. Desliza las tiras de tu vestido por tus hombros y la prenda cae hasta tu cintura, revelando las marcas que sus dientes y sus labios dejaron por la mañana.
-¿Ahora te quedás callada?- te pellizca nuevamente y esta vez no intentás reprimir el gemido que te provoca-. Contestá.
-¿Y si nos escuchan?
La sombra de una sonrisa maliciosa cruza su rostro, pero sólo comprendés lo que significa cuando sus manos ejercen presión sobre tus hombros para dejarte de rodillas. Te obliga a mirarlo a los ojos tirando de tu cabello con fuerza y la posición se torna dolorosa luego de transcurridos unos minutos, pero adora verte a sus pies y recordarte cuál es tu lugar.
El sonido de su ropa es distante y sus movimientos rápidos apenas te permiten asimilar lo que ocurre antes de sentir que su miembro golpea tu mejilla. Debería avergonzarte la forma en que tus labios se separan instintivamente, tu lengua asomándose con la esperanza de probarlo cuanto antes, pero en lo único que pensás es lo mucho que te excita ver a Matías así de celoso.
Mantiene el contacto visual mientras acerca su miembro a tu boca y delinea tus labios para humedecerlos con su excitación antes de deslizarse sobre tu lengua, el sabor más que familiar haciéndote suspirar. Tus labios se cierran sobre la punta y emite un siseo cuando comenzás a succionar, sus párpados luchando para no cerrarse cuando el calor de tu boca lo envuelve y el placer lo invade.
Los dedos en tu cabello te obligan a separarte de él, pero no te da tiempo a protestar porque el deseo lo lleva a adentrarse nuevamente en tu boca en menos de un segundo. Repite el mismo movimiento una y otra vez, hundiéndose más y más hasta golpear tu garganta con cada embestida y hacer que tus ojos se llenen de lágrimas. Parpadeás para disipar las lágrimas y tu máscara de pestañas comienza a correrse, pero él no piensa detenerse hasta arruinar todo tu maquillaje.
Sus movimientos se tornan desesperados y abusa de tu boca sin consideración, casi olvidando o eligiendo ignorar que necesitás oxígeno, pero su oído siempre está atento a los matices en los sonidos indecentes que provoca su accionar... Y también al efecto que este tiene en tu ser, nublando tus ojos con una bruma familiar y dilatando tus pupilas casi al máximo.
Una de sus manos cubre tu nuca para evitar que te golpees mientras la otra tira de tu cabello para mantenerte estática en tu lugar, una contradicción que señalarías si tu mente permitiera que fueras consciente de ello.
Matías se deleita con la imagen de tu labial difuminado y los restos que este dejó en su piel, la saliva que corre por las comisuras de tus labios y tu mentón ahora también goteando hasta manchar tus muslos y deslizarse entre ellos. Tus manos se acercan a tu centro y decide darte un respiro al notar la forma en que tus dedos se contraen debido a la necesidad de tocarte, pero no te deja ir sin antes golpear tus labios y tu mejilla con su miembro goteante.
Te ayuda a ponerte de pie y te conduce sutilmente hacia la ventana, empujándote con delicadeza hasta que las cortinas se deslizan sólo lo necesario para que tu espalda entre en contacto con el cristal frío. El contraste al sentir la calidez de sus manos sobre tu cuerpo te hace suspirar, sobre todo cuando sus dedos se deslizan bajo tu vestido y te rozan a través del algodón humedecido.
-¿Y si nos vienen a buscar?- preguntás en un susurro, como si los invitados ocupando el jardín pudieran oírte-. ¿Y si nos ven?
Sus labios se curvan en una sonrisa y podrías jurar que sus ojos se oscurecen por completo... Eso es precisamente lo que él quiere, lo comprendés una vez que sus dedos hacen a un lado tu ropa interior y se introducen en tu interior sin previo aviso, pero sin dificultad alguna gracias al estado en el cual te dejó luego de utilizar tu boca.
-Qué putita que sos- besa tu mejilla con suavidad-. Cómo te gusta chupármela.
No lo negás, por supuesto que no, porque es la verdad. Matías sabe cuánto disfrutás tenerlo en tu boca y adora torturarte recordándotelo cada vez que tiene la oportunidad, que es casi a diario; pero también adora sentir la forma en que tus líquidos brotan de tu interior y mojan sus dedos. Curva los dígitos rozando tus paredes y gemís con fuerza, tu rostro contrayéndose en una mueca de placer que hace palpitar su miembro. Comienza a aumentar el ritmo progresivamente y es recompensado con tus jadeos, tus súplicas y promesas.
Se detiene en seco al verte tomar aire y retira sus dedos de manera abrupta, el brillo en ellos evidente cuando serpentean con lentitud sobre la extensión de su casi dolorosa erección. Levanta la falda de tu vestido hasta descubrir por completo tu centro, así como la parte posterior de tus muslos y tus glúteos, y desliza su punta sobre tu ropa interior, la mezcla de tus fluidos y el líquido preseminal humedeciendo la tela hasta volverla prácticamente traslúcida.
Tirás de la prenda arruinada para descubrir tu intimidad y lloriqueás cuando su glande acaricia tu clítoris, deslizándose luego entre tus pliegues y cayendo en un vaivén que amenaza con hacerte perder la cordura. Observás casi en trance cómo su miembro ardiente desaparece entre tus piernas una y otra vez, resplandeciendo cuando la luz lo golpea.
-Mati…
-¿Qué?- sus ojos encuentran los tuyos-. ¿Qué querés?
-A vos, por favor- arquea una ceja-. Por favor, por favor, te necesito.
Te acaricia una última vez antes de sujetarte por los hombros y obligarte a voltear, una de sus manos presionando tu rostro contra la ventana mientras la otra tira de tu cadera hasta posicionarte a su antojo, en un ángulo que le permite apreciar la forma en que tu ropa interior se adhiere a tu piel. La idea de romperla es tentadora, pero se limita a hacerla a un lado.
Observa la forma en que tus ojos analizan el exterior, confiando en que vas a detenerlo si sentís que la situación te supera, y se oye suspirar contento cuando siente la forma en que tu cuerpo se relaja por completo.
Dirige su miembro hacia tu entrada brillante y acaricia tus pliegues, pero el evidente rastro de tu humedad en tus muslos lo distrae y sólo se recupera cuando movés tu cadera para incitarlo a continuar. Comienza a introducirse en tu interior, tan cálido y apretado como siempre, y tus gemidos se tiñen con desesperación ante la sensación de plenitud que te otorga.
-Más, Mati, por favor.
No hay forma de que se niegue.
Sus movimientos son lentos pero expertos y el sonido que produce la colisión entre su cuerpo y el tuyo es suficiente para hacer que tus rodillas tiemblen, las fuerzas abandonándote debido al placer que te consume cada vez que sentís su miembro alcanzar el punto más profundo de tu ser. Sus gruñidos y suspiros hacen que te contraigas a su alrededor, arrancando más sonidos similares de sus labios.
Sentís su respiración sobre tu cuello, sus labios entreabiertos dejando besos en tus hombros y en tu espalda, las palabras que susurra contra tu piel pero que no lográs comprender debido a otros sonidos. Sus dedos abandonan su lugar en tu cabello para masajear uno de tus pechos con fuerza y luego atacan tus pezones, ya erectos y sensibles debido al roce constante con la ventana.
Tus piernas amenazan con cerrarse cuando sus dientes capturan la piel sensible entre tu hombro y tu cuello, la sensación del dolor dejándote al borde del orgasmo. Te libera y su lengua se desliza sobre la zona afectada con intención de aliviar la irritación, pero el resultado es tu respiración agitándose y tus jadeos inquietos.
Una de sus manos danza cerca de tu centro y por un segundo creés que está a punto de tocarte, pero te sorprende el sentir que vuelve a arrugar tu vestido entre sus dedos para luego obligarte a sostenerlo. Rezás porque ninguno de sus amigos decida apartarse de la mesa, rogás que nadie se acerque al árbol y observe las ramas que ocultan la ventana, porque de lo contrario verían el completo desastre en el que te transformó Matías.
Dejás salir un gemido más que sonoro cuando sentís su mano acariciando tu abdomen bajo, el sonido repitiéndose y escalando en volumen cuando sus dedos se contraen y sus uñas rozan tu piel. Dirigís una mirada a tus pechos y a las marcas rojizas que los adornan en señal de pertenencia.
Un destello de luz llama tu atención y te alejás del cristal para estudiar el jardín, pero tu visión nublándose y el vidrio empañado por tus suspiros te impiden ver con claridad. Los movimientos de Matías no cesan y una embestida particularmente profunda hace que cierres los ojos al gemir, las lágrimas deslizándose por tus mejillas y humedeciendo tus labios entreabiertos. Cuando repite el movimiento soltás un grito, desbordada por el fuego que parece recorrer tus venas.
Sus dedos se deslizan sobre tu piel expuesta hasta llegar a tu clítoris, la humedad recubriendo la zona y dificultando un poco sus movimientos por un breve instante. Dibuja círculos con precisión, pero cuando ejerce todavía más presión pronunciás un hilo de palabras incomprensibles y sabe que tu orgasmo está a unos pocos segundos de distancia, sólo tiene que…
-¡Matías!- decís entre dientes, tu cuerpo rígido-. Enzo… nos está viendo.
La acción pasa desapercibida debido a que tus ojos están fijos en la silueta que se oculta a la sombra del árbol, pero Matías arroja la cabeza hacia atrás presa del éxtasis. Aumenta el ritmo de su mano, los movimientos de su cadera son brutales y su miembro está causando estragos en tu interior, que se evidencian cuando tus piernas flaquean al tiempo en que apretás tu vestido entre tus dedos.
Está mal. Está muy mal, pero…
Con la concentración suficiente, podés distinguir la forma en que Enzo mueve su mano de arriba abajo sobre su entrepierna. El anillo en su dedo brilla de vez en cuando, un débil hilo de luz delatando su presencia de la forma más descarada, pero lo que verdaderamente te provoca es la forma en que sus ojos se iluminan cuando da una calada al cigarrillo que sostiene.
-Sos mía, ¿entendiste? De nadie más- tu novio acentúa sus palabras con estocadas profundas que te roban el aire-. ¿Entendiste…?
Asentís, repitiendo tuya un sinfín de veces, sorprendida por el peso de las lágrimas formándose una vez que tu orgasmo te golpea. Intentás mantener los ojos abiertos, pero el placer te vence y cuando decidís dejarte ir Matías te sostiene entre sus brazos para evitar que te desmorones.
La cortina regresa a su lugar, pero tu atención está puesta en tu novio y el calor de su cuerpo envolviendo el tuyo, el cual está enteramente a su disposición. Tus gemidos no disminuyen y tu orgasmo se prolonga hasta que comenzás a quejarte debido a la sensibilidad, tu respiración agitada dificultando la articulación de palabras.
Con una última estocada, Matías llena tu interior con su semen. Se recupera mientras reparte uno que otro beso en tu cabello y toma tu mentón entre sus dedos para obligarte a voltear y besarte.
-Mía- susurra contra tus labios, su voz aún entrecortada y cargada de sexo.
-Tuya- jurás, sintiendo cómo abandona tu interior y acomoda tu ropa rápidamente.
Le dirigís una mirada suplicante al sentir la forma en que su liberación comienza a escaparse y humedecer tu ropa interior, pero su única respuesta son una sonrisa y un beso en tu frente.
Pequeñas aclaraciones:
1) El título y parte de la trama están fuertemente inspirados en Persiana Americana de Soda Stereo, pero la versión de los 11 Episodios Sinfónicos que fue el álbum que escuché mientras escribía. Lo recomiendo para acompañar la lectura en caso de que vuelvan a leer esto ♡
2) Si creen estar viendo esta publicación por segunda vez... no se equivocan, es porque nuevamente tuve un desencuentro con Tumblr 😭
taglist:
@madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia ♡
#matias recalt#matias recalt smut#matias recalt x reader#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#lsdln cast#esteban kukuriczka#esteban kukuriczka smut#esteban kukuriczka x reader
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⤷ ❝hands on❞ — jjk (s.m)
➤ Pareja: jungkook!tatuado x lectora!fem
➤ Recuento de palabras: 7.2k palabras
➤ Género: compañeros de clase, smut y obscenidad.
➤Resumen: Cuando conociste a tu compañero de proyecto nunca te imaginaste terminar babeando y obsesionada por sus manos y por un bocado de él, en un esfuerzo por aliviar algo del estrés decides alimentar tus sucias fantasías con algunos textos y mensajes inocentes sobre Jungkook con tu mejor amiga, detallando, explícitamente, lo que quieres que esas grandes y jodidas manos te hagan, hasta que un día le envías por error unos de esos mensajes a Jungkook, y es ahí cuando él decide cumplir todos tus deseos al pie de la letra.
➤ Advertencias: 18+ | lenguaje maduro y explícito | lenguaje vulgar y obsceno | sobreestimulación | las manos de Jungkook (sí, es una advertencia) | sexting | masturbación | charla sucia | tensión sexual | halagos durante el sexo | sexo oral (r. mujer) | juego y estimulación del clítoris | un poco de insultos | bofetadas en los pechos | chupar pezones | la lectora está atada de manos a una silla | follar con los dedos | jalar el cabello | nalgadas | bromas juguetonas durante el sexo | sexo duro | sexo con protección | JK ama tus tetas y juega con ellas (mucho) es dulce pero también engreído | Jungkook tiene un gran pene!
➤Si no eres mayor de 18 años, POR FAVOR, no leas. Si lo haces es bajo tu propia responsabilidad, ten en cuenta las advertencias.
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Esto es malo.
—¿Crees que realmente revisará y contará todas nuestras fuentes? —Jungkook preguntó pero yo no podía escuchar nada de lo que decía.
Esto es realmente malo.
—Solo tengo diez, pero miré documentos de la época medieval y aún así no encuentro más…
Sus dedos se abrieron paso a través de esos largos mechones negros de su cabello con frustración y sus ojos se cruzaron con los míos por unos segundos.
Esto es jodidamente malo.
—No mucha gente ha escrito sobre este tema en específico y nos estamos quedando sin información…
Jungkook tomó distraídamente su lápiz mientras seguía hablando y mi pulso se aceleró por el pánico creciente en mi cuerpo.
No, por favor no, el lápiz no…
Lo hizo girar hábilmente sobre sus nudillos, moviendo su muñeca casualmente para que crujiera con un pequeño estallido agudo.
Y luego; apretó los puños. Duro. Si, este es el final para mí.
—¡Agua! — casi grité mientras saltaba bruscamente de mi asiento, los papeles de nuestra investigación se deslizaron en todas direcciones y la mirada sorprendida de Jungkook se lanzó hacia mí.
—¿Estás bien? —Jungkook me preguntó sin dejar de mirarme y yo traté de relajar mis nervios.
—Sí. Oh, sí. Solo tengo... sed. —respondí formando una sonrisa forzada, y esas fueron las palabras más verdaderas que jamás había dicho.
Mi dulce, amable y jodidamente sexy compañero de proyecto sonrió; felizmente inconsciente de todas las formas en que lo profanaba mentalmente.
—La cocina está a la vuelta de la esquina, si no tienes problemas en ir sola en lo que investigo más sobre nuestro tema. —Jungkook habló con calma sin borrar su bonita sonrisa y yo solo pude asentir rígidamente antes de desaparecer por el pasillo.
Y unos momentos después, en la relativa privacidad de la cocina de Jungkook, apoyé ambas palmas de mis manos sobre la mesa y traté de respirar correctamente antes de gruñir por lo bajo.
Dios, soy una desgracia.
No siempre había sido así. Todavía podía recordar una época (hace 3 semanas exactamente) en la que era una persona normal, lejos de ser una completa exhibicionista.
Mi carrera era mi prioridad justo ahora, estaba a punto de titularme y debía esforzarme el doble si quería terminar mi último año sin problemas y poder obtener un trabajo decente, tenía todo planeado, nada se me salía de control, sabía lo que quería y lo que tenía que hacer para conseguirlo, tenía toda mi vida organizada y estable.
Hasta que Jeon Jungkook envolvió sus gloriosas manos alrededor de mi piso de cotidianidad y aburrimiento y me sacó de ahí.
A primera vista, Jungkook no representaba una verdadera amenaza. Sí, era hermoso, no estaba ciega, estaba bien formado y era abrumadoramente educado, pero no era una novata inexperta en eso, el salir un par de veces con Park Jimin me habían dejado en claro que había llegado a un nivel superior de belleza con él.
O eso pensaba.
Tal vez era su costumbre de usar mangas holgadas que colgaban sueltas sobre sus brazos hasta que solo se veía el más mínimo indicio de las yemas de sus dedos, pero mi impresión inicial de Jungkook no fue cuando ingresó de último a clase de arte, eso habría sido inolvidable. Más bien fue hasta que el Dr. Kim anunció a los compañeros de tesis que había descubierto mi error fatal.
—Trabajarás con Jeon Jungkook.
Y ahí los dos nos miramos el uno al otro a través de la pequeña sala de conferencias e intercambiamos amistosos asentimientos, y después de finalizar la clase, mi nuevo compañero se dirigió a mi escritorio.
—Hola, déjame darte mi número, envíame un mensaje de texto con tu disponibilidad y puedo reservar tiempo en la biblioteca para nosotros.
Y entonces sucedió.
Jungkook se arremangó las mangas de su camisa y mi cerebro sufrió un cortocircuito.
Santa mierda.
Sus manos eran obscenas. NSFW. Básicamente pornográficas.
Sus dedos eran largos y con un toque suave en cada nudillo, uñas bien redondeadas y palmas anchas con un toque de venas que subían por sus brazos hermosamente.
—¿Está bien? —preguntó pero su voz solo se escuchaba de fondo mientras yo seguía observando sus manos sin descaro alguno.
Los diseños hábilmente tatuados en su piel sobresalían de su mano derecha y se entrelazaban con su muñeca y su antebrazo, no podía ver más allá de lo que me permitía la manga de su camisa pero estaba segura que todo su brazo estaba tatuado, y juré que moría por pasar mi lengua por cada trazo en su piel.
—A menos que no te sientas cómoda…— volvió a hablar y casi estuve a punto de decirle que se callara para seguir observando sus manos como tanto quería.
Esos anillos; uno en el meñique y otros dos más en sus dedos índices y… el pulgar, Dios, tragué saliva al imaginarme de rodillas frente a él mientras Jungkook me obligaba a chupar su pulgar como si fuera su polla, preparándome antes de…
—Quiero decir, así no tienes que darme tu número, como sea, escríbeme y nos ponemos de acuerdo.
¿Esas eran pulseras de cadena? ¿Quién era este hombre? ¿Quién era yo? ¿Cuál era mi nombre? ¿Qué tan profundo podrían esos dedos deslizarse en mi...?
¿Por qué se está alejando?
—¡Oh, joder! ¡Espera, Jungkook..!
Y realmente todo se había ido cuesta abajo desde allí.
Sus manos eran solo una droga de entrada al resto de todo lo que era Jungkook. Cada detalle que había ignorado sin esfuerzo ahora fluía repentinamente a través de mi conciencia en alta definición.
Su olor era algo deliciosamente masculino con un toque de vainilla que me dejaba aturdida cada que estaba cerca de él, los suaves rizos de su cabello colgaban románticamente sobre los perfectos rasgos de su rostro y ojos, y ese pecho tan ancho, firme, lamible.
Jungkook era un plato completo. Y yo me estaba muriendo de hambre.
No era un secreto que mi libido había estado encarcelado durante demasiado tiempo por todas las horas extra de trabajo y clases que me exigía a mí misma, y ahora solo se había vuelto completamente salvaje, rasgando mi cuerpo cada que tenía alguna sesión de estudio con Jungkook.
Había logrado milagrosamente compensar el mal funcionamiento inicial en el que prácticamente había babeado sobre sus manos en lugar de darle mi número y establecimos un horario de trabajo, pero en realidad, las reuniones con mi compañero se convirtieron rápidamente en un ejercicio diario de incontrolable sed de deseo.
Y era necesario tomar medidas.
No iba a dejar que Jeon Jungkook y sus gloriosas y varoniles manos destruyeran años de arduo trabajo casi autoimpuesto.
—Necesitas una salida.
La voz de mi amiga Jungyeon interrumpió otro de mis sueños de clasificación porno que tenía sobre Jungkook; en el que me daba una palmada en los muslos en el parque público en el que estábamos.
—¿Qué tipo de salida? —pregunté en medio de un suspiro de tristeza; mirando mis muslos y viendo la notable falta de la mano de Jungkook antes de arrugar mi nariz al tener una sospecha de cuál era la solución que Jungyeon ofrecería.— Por favor, dime que no vas a sugerir una noche sudorosa con algún tipo sucio del bar al que vas cada viernes.
Jungyeon puso los ojos en blanco y me dio un golpecito en la frente.
—No princesa, estaba pensando en una salida más creativa. Como... escribir.
—¿Quieres que empiece a escribir poemas calientes?
—Se le dice literatura erótica.— Jungyeon me corrigió en tono de burla y ahora fue mi turno de rodar los ojos.— Pero como sea; tu pequeño y sucio secreto podría traer mucha alegría al mundo, específicamente a mi mundo.
—Debes estar bromeando. —respondí casi a punto de echarme a reír ante su sugerencia.
—Por supuesto que no estoy bromeando, en lugar de pasarme horas buscando combustible de fantasía en esos blogs usaré tus fantasías como combustible. —Jungyeon explicó con calma como si fuera la solución a todos sus problemas .—Solo envíame un mensaje de texto cuando tengas otra de tus fantasías y podrás estar más tranquila y yo disfrutar un poco, será como un servicio de suscripción sucio.
—Estás loca.
—Soy una genio.
Pero dejando de lado la falta de límites y tacto de Jungyeon, ella era, de hecho, literalmente una genio, porque todo lo que necesité fue intoxicarme de Jungkook durante nuestra próxima sesión de lluvia de ideas que yo ya me estaba escondiendo en el baño para escribirle mi primera fantasía.
Yo: Quiero que Jeon Jungkook envuelva sus manos alrededor de la parte de atrás de mi cuello y presione mi cara contra la mesa mientras me folla con fuerza hasta que esté gritando.
Jungyeon: Definitivamente soy una genio. ¿Te sientes mejor?
Yo: Sí, un poquito.
Y así comenzaron varias semanas de lo que cariñosamente llamaba "porno kookie".
Algunos eran bastante explícitos:
Yo: “Quiero que Jeon Jungkook arranque mis bragas empapadas y mueva mi clítoris desnudo en sus gruesos muslos hasta que sus jeans estén mojados con mi orgasmo.”
Otros eran de naturaleza más filosófica:
Yo: “Si muero antes de lamer el sudor de los abdominales de Jeon Jungkook, ��realmente viví?”
Y algunos otros fueron extrañamente específicos:
Yo: “Quiero pasar mi lengua por cada vena de las manos y antebrazos de Jeon Jungkook mientras lame y muerde mis tetas.”
Jungyeon estaba viviendo su mejor vida por supuesto y esperaba con alegría mis reuniones de estudio con Jungkook para poder tener más “kookies".
Los textos, sin embargo, no eran más que una curita en la herida de bala que tenía. No eran suficientes.
Cada vez que Jungkook me sonreía o me miraba con esa expresión suave y brillante, o decía algo extremadamente inteligente; el latido insistente en mi entrepierna se intensificaba cada vez más hasta que me veía obligada a buscar un alivio inmediato cuando realmente tenía que hacerlo. Frotando mi entrepierna sutilmente contra el respaldo de su sofá cuando Jungkook iba al baño después de que usara la parte inferior de su camisa para limpiar algunas gotas de agua en la mesa; casi asesinándome con un destello de sus abdominales bien marcados por unos segundos.
Pero la peor parte de todo era que sabía muy bien que mi fijación hacia Jungkook no era simplemente sexual. Cuanto más lo disfrutaba genuinamente como persona, menos efectivos se volvían mis espeluznantes textos.
Y ahora aquí estaba: escondida en su cocina con el calor y la humedad pegándose incómodamente entre mis piernas y sin ningún tipo de alivio a la vista. Gruñendo con irritación, saqué mi teléfono y me preparé mentalmente para servirle a Jungyeon un Kookie humeante recién salido del horno de mi imaginación.
Yo: Quiero que Jeon Jungkook me ate a la silla de su comedor. Quiero que rompa mi blusa por la mitad, me golpee las tetas y me chupe los pezones hasta que grite...
La fantasía en mi cabeza se construyó a un ritmo alarmante y mis dedos apenas podían seguir el ritmo de la suciedad que estaba imaginando.
Yo: Quiero que me suba la falda y frote mi clítoris a través de mis bragas empapadas hasta que esté gimiendo su nombre una y otra vez…
Yo: Quiero ver como mete sus dedos en mi coño mojado. Quiero que me incline hacia atrás y juegue con mi clítoris hasta que no pueda recordar quién soy.
Yo: Quiero que me parta por la mitad con su polla y me golpee el culo hasta que no pueda sentarme por días. Quiero ver como sus jodidas y sexys manos recorren todos los lugares de mi cuerpo caliente por él…
Me dolía el cuerpo. Estaba atormentada. Los textos que alguna vez habían sido una válvula de presión ahora estaban aumentando activamente la presión dentro de mi cuerpo. Estaba gimiendo de frustración, presioné el botón de enviar y volví a guardar el teléfono en mi bolsillo, lista para enfrentar una vez más la fuente de mi miseria cuando de repente...
Da-ding
El sonido de un celular a través del pasillo me regresó directamente a la realidad. Y yo conocía ese sonido.
Era el sonido que Jungkook había programado como alerta de mensajes para mi contacto, y ahora… ahora significaba el sonido de mi mundo derrumbándose por completo.
Con las manos temblorosas saque mi teléfono para confirmar la terrible verdad que muy en el fondo de mi ya sabía. No le había enviado un mensaje de texto a Jungyeon.
Le había enviado un mensaje de texto a Jungkook.
Por un momento, un momento increíblemente breve, consideré la idea de que él simplemente ignoraría el mensaje y continuaría con su búsqueda de información para nuestra tesis. Pero no fue así.
El jadeo débil pero insoportablemente claro llegó a la cocina. Fue el grito ahogado de un hombre que acababa de descubrir que su compañera de tesis quería que la "partiera por la mitad con su polla".
Debía correr. Huir a cualquier otro país y cambiar mi nombre. Mis ojos recorrieron frenéticamente el lugar que me rodeaba; buscando desesperadamente un medio de escape.
Había una sola ventana en toda la habitación, justo encima del fregadero, y estaba segura que si debía trepar por el fregadero para poder salir de aquí. Por supuesto que lo haría; saltaría directo a un tiburón si eso significara librarme de la cocina de máxima seguridad de Jungkook.
Tenía un pie sobre el fregadero y el otro colgaba precariamente en el aire a punto de arrastrarme a la salvación y huir de ahí justo antes de que dos manos grandes y fuertes rodearan mi cintura; tirando mi cuerpo hacia atrás de regreso a la cocina con un esfuerzo vergonzosamente pequeño.
El pequeño chillido de sorpresa que solté no fue nada al darme cuenta de que Jungkook me había arrojado cuidadosamente y con suma facilidad sobre su hombro como un saco de harina mientras se alejaba conmigo en brazos de lo que había considerado como la única forma de salir viva de su casa.
Un quejido de indignación se me escapó cuando sentí mi trasero golpear la silla del comedor y traté de hacer todo lo posible para mantener mis ojos pegados a sus rodillas; estaba segura que sería incapaz de encontrar la mirada del alma inocente que muy probablemente había traumatizado de por vida.
Por un pequeño instante de silencio todo quedó extrañamente suspendido, no podía decir alguna palabra sin que la vergüenza se apoderara de mí después de que Jungkook hubiera descubierto mi sucio secreto acerca de él, y entonces sentí que dos de sus dedos se presionaban firmemente debajo de mi mandíbula; elevando mi rostro hacia él.
—Debo decir...—Jungkook murmuró arrastrando sus palabras pensativamente, dejando que su mirada intensa se posara sobre mi.— Que esto es algo sorprendente dada tu... historia.
Estaba cerca. Demasiado cerca. Lo suficientemente cerca como para que su aroma, esa mezcla familiar de vainilla me hiciera agua la boca.
Y definitivamente no se veía traumatizado. O inocente.
Tragué saliva al darme cuenta del hecho que el hombre frente a mi parecía más una estrella de rock empapada de sexo; con carisma puro envuelto en tatuajes y músculos sólidos.
—¿Oh? —balbuceé por lo bajo sin entender sus palabras y Jungkook solo me sonrió.
—¿Sorprendida? Eso es lindo viniendo de la mujer que quiere que yo…—alardeó con suficiencia en su voz antes de sacar su teléfono para comprobarlo.— La parta por la mitad con mi polla.
Y ahí estaba.
—Obviamente no quise enviarte eso... a ti. —murmuré por lo bajo sintiendo como la vergüenza subía por todo mi rostro.
—Oh, lo sabía incluso antes de que te atrapara queriendo saltar por la ventana. —Jungkook se rio entre dientes sin dejar de mirarme y yo solo me encogí en la silla.— Hablando de eso…
Su cuerpo se inclinó sobre el mío para tomar algo sobre la mesa y cuando regresó a su posición de antes mis ojos se abrieron al ver lo que era; una cuerda para saltar, la misma que había visto colgada en la pared cuando entré a la cocina y que ahora estaba enrollada sin apretar alrededor de su muñeca. Apenas tuve tiempo para procesar eso antes de verlo moverse hacia un lado y tomar mis manos hacia atrás contra el respaldo de la silla.
—¿Me estás… atando? —pregunté aún sin creerlo y jadeando por lo bajo al sentir un tirón fuerte con la cuerda en mis muñecas, fijando mi posición para que no pudiera moverme.
—¿No es lo que querías? —Jungkook susurró suavemente contra mi oído y su voz melosa y profunda me hizo temblar de forma vergonzosa. —Esta fue la solicitud que enviaste, ¿no es así? —agregó inclinándose para inspeccionar su obra y cuando estuvo satisfecho volvió a estar frente a mi. —Además no puedo permitir que intentes saltar por otra ventana, esto es realmente por tu propia seguridad.
Me sonrojé aún más al ver la sonrisita burlona que me regaló y abrí mis labios para decir algo, pero todo lo que salió fue una especie de sibilancia mientras Jungkook seguía mirándome con diversión engreída.
—¿Sabes que eres una especie de leyenda en la universidad? Te llaman la nena pura y casta. —Jungkook comenzó a hablar y no pude evitar rodar mis ojos ante sus palabras.
—Y se preguntan por qué nunca me acostaré con ellos. —farfullé con amargura siendo muy consciente de lo que se decía de mí y eso solo hizo que Jungkook riera por lo bajo mientras le daba un considerable repaso a todo mi cuerpo a su merced. —Sabes que no puedes andar atando mujeres a sillas contra su…
—¿Contra su voluntad? —Jungkook completó con una sonrisa diabólica adornando su perfecto rostro antes de inclinarse y quedar frente a mí, cara a cara. —Supongo que es bueno que tenga tu permiso por escrito aquí mismo.
Sentí mi respiración atascarse en mi garganta al escucharlo hablar, Jungkook me dio un rápido vistazo antes de enterrar su rostro en mi cuello y su aliento cálido aliento me hizo cosquillas en la piel segundos antes de sentir sus bonitos labios besar mi cuello con hambre, ahogué un gemido por la forma en que su lengua se deslizaba por toda mi piel; marcándola con intensas lamidas y pequeñas mordiditas, y cuando se alejó de mí no pude evitar lloriquear en silencio.
—¿Por qué no me lo lees, hmm? —Jungkook pidió elevando su teléfono a la altura de mi rostro.
—Yo no, no puedo…—balbuceé sintiendo como la vergüenza inicial regresaba a mí y respiré entrecortado cuando Jungkook pasó su pulgar por mi labio inferior lentamente; obligándome a mirarlo.
—Hazlo. —Me ordenó con su voz más dura de lo que esperaba.
El áspero timbre de su orden disparó una chispa caliente de placer directamente al centro de mis piernas, y juré que nunca había estado tan nerviosa como ahora, había algo en su mirada, algo que me hacía querer obedecerlo en todo lo que me pidiera, y así lo hice.
—Yo... quiero que Jeon Jungkook…. —comencé leyendo el texto y mi respiración se detuvo cuando el calor de su mano libre se deslizó sobre mi torso. —Me ate a su silla del comedor.
—Listo. —Afirmó en un susurro dejando que sus dedos delinearan las correas alrededor de mis muñecas.— Continua.
—Quiero que rompa, oh Dios… —balbuceé con la respiración agitada al sentir sus dedos deslizándose por mi pecho haciendo que cada palabra que decía se escuchara rota. —Quiero que rompa mi blusa por la mitad, golpeé mis tetas y…
No pude seguir leyendo más porque la mano pecadora de Jungkook se enganchó en el cuello de mi blusa; tirando con fuerza hacia los lados y rompiendo la tela, haciendo que los botones volaran en todas direcciones y que mi piel se estremeciera al sentir el aire fresco colándose por todo mi pecho.
—Me vuelves jodidamente loco… —Jungkook murmuró con una voz tan sensual y ronca mientras sentía sus ojos posarse en mis senos que subían y bajaban con cada profunda respiración que daba, lo vi relamerse sus bonitos labios al notar el sujetador de encaje negro que me había puesto hoy solo porque todos los demás estaban sucios.
Sus manos eran dulces cielos ardientes mientras se acercaban para palmear mis pechos levemente uno por uno, y yo simplemente no pude evitar gemir en voz alta; arqueando mi espalda hacia adelante y hacia sus manos sin vergüenza. Mi dignidad ya había desaparecido hace mucho tiempo a este punto y no deseaba recuperarla por ahora.
—Por favor… —rogué por lo bajo antes de soltar un pequeño gemido cuando sus grandes manos amasaron mis senos con una presión perfecta, podía sentir el peso de sus anillos a través de la tela de mi sostén.
—Nunca pensé que podría hacer esto. —Jungkook habló mientras sus pulgares rozaban con brusquedad mis pezones; arrancándome un gemido involuntario y haciendo que tirara con fuerza de la cuerda en mis manos. —Deberías de ver lo bonita que te ves así… —continuó hablando en medio de un denso suspiro, y el calor de su aliento chocó contra mi pecho haciéndome remover en la silla mientras sus manos seguían amasando con fuerza mis senos. —Pero quiero que sepas que yo también tengo muchas ideas de lo que yo te quiero hacer.
Y tan pronto como dijo eso su boca ya se encontraba sobre mi pecho; dejando besos húmedos y calientes por encima de la tela en uno de mis senos, haciendo que arqueara mi espalda más a su boca y que el calor en mi entrepierna aumentara incontrolablemente.
Había pasado tanto tiempo y estaba tan sensible, demasiado sensible.
—¡J-Jungkook! —jadeé entrecortado al sentirlo mover su boca hacia mi otro pecho sin previo aviso, dándole la misma atención con su deliciosa boca hasta que estaba retorciéndome y apretando mis muslos juntos sobre la silla.
—¿Ansiosa, bebé? —Jungkook preguntó formando una sonrisita burlona aún en mi pecho y yo solo pude lanzarle una mirada desesperada; rogándole mudamente que me diera lo que tanto quería.
Jungkook sonrió al ver mi estado de necesidad y volví a gemir cuando tomó un nuevo bocado de mi seno en su boca, sus dientes mordisquearon mi pezón sin mucha fuerza por encima de la tela que solo envió una punzada aguda de dolor teñido de placer directamente a mi clítoris, a este punto mi interior ya estaba apretando alrededor de la nada.
—Suenas tan bonita, bebé… —Jungkook elogió gentilmente, dejando que sus labios calmaran mi pezón. —Déjame darte lo que quieres…
Solté un pequeño suspiro de alivio al escucharlo justo antes de que sus dedos se engancharan al borde de las copas de mi sujetador tirando con fuerza hacia abajo hasta que mis senos desnudos se derramaron por encima y lo escuché gruñir ante la vista.
—Joder… —Jungkook jadeó antes de estirar sus manos ahuecar mis senos; como si estuviera probando su peso en ellas, su mirada me devoraba con hambre y ya podía sentir mis bragas empapadas bajo sus atenciones.
No hubo pensamientos más allá de ese segundo, mi deseo era desesperado en este momento, necesitaba más de su toque, más de él, lo necesitaba, lo anhelaba tanto que sentía que podía quedarme sin aliento, empujándome hacia él como una gatita necesitada, hasta que…
Slap.
Jadeé de placer por lo bajo cuando su palma se conectó contra mi piel, golpeando bruscamente un lado de mis senos.
—¿Es esto lo que querías, bebé? —Jungkook preguntó encontrando mis ojos llorosos antes de sonreír al ver mi estado y dar otro rotundo golpe justo del otro lado.
Mi boca se abrió de golpe al sentir mi piel arder, pero no surgió ningún sonido, salvo mis suaves y ahogados jadeos de placer, podía sentir como mis bragas empapadas se pegaban a mi entrepierna con cada impacto exquisito que recibía en mi piel ardiente.
—¿Quieres que marque estas tetas perfectas? —Jungkook volvió a preguntar solo ganándose un asentimiento desesperado de mi parte acompañado de un nuevo gemido cuando volvió a golpearme, y un gruñido primitivo retumbó en lo profundo de su pecho mientras los veía rebotar, completamente hipnotizado.
Jadeé cuando uno de sus dedos comenzó a acariciar alrededor de mi pezón adolorido, calmando mi piel rojiza con tiernas caricias en todo mi seno y cuando menos me di cuenta sus bonitos labios estaban en la misma zona; plantando pequeños besitos y erizando todo mi cuerpo una vez más.
—Debo haberte imaginado así mil veces… —susurró por lo bajo con su boca aún pegada a mi pecho solo para completar. —Y aún así nada se le acerca a lo jodidamente sexy que eres…
Sus ojos se lanzaron para encontrarse con los míos antes de sacar su lengua para lamer la punta hinchada de mi pezón una y otra vez, mi pecho se agitó ante la deliciosa sensación y gimoteé con fuerza cuando se metió todo mi seno a la boca; la obscena imagen de Jungkook chupando con hambre mi pecho mientras su mano grande y pecaminosa apretaba el otro era sacada directamente de mis fantasías más oscuras, y sabía que podía correrme con la simple vista.
Jungkook era implacable, mi cuerpo se inclinó hacia atrás contra las ataduras en mis muñecas al sentir como sus manos bajaban por mi cuerpo, acariciando cada porción de piel que tenía a su disposición con casi adoración mientras mi coño se apretaba desesperadamente alrededor de la nada.
—Jungkook, por favor yo… —sollocé por lo bajo antes de ser interrumpida cuando me tomó por mi barbilla con firmeza, su rostro de porcelana y sus rosados labios estaban a escasos centímetros de mí y tuve que reprimir la necesidad de lanzarme a besarlo.
—¿Y ahora qué, cariño? ¿Qué más quieres? —preguntó sobre mis labios, su voz era suave e indulgente, parecía dispuesto a querer complacerme en cualquier cosa, y yo jadeé de solo pensarlo.
—Yo… necesito tus manos… —rogué sintiendo mis mejillas arder al pedirle aquello, pero él solo me sonrió.
—¿Dónde las necesitas, mhm? —Jungkook instigó acariciando burlonamente mis piernas desnudas haciéndome temblar en mi lugar, sus ojos oscuros estaban observando cada expresión que hacía mientras me tocaba suavemente.
—Más arriba… —balbuceé a medias moviendo de a poco mis caderas hacia él, desesperada por sentirlas donde más lo necesitaba, pero él era un burlón y solo las deslizó una o dos pulgadas más.— Jungkook…
—Dime. —Susurró contra mis labios con su voz ronca y grave antes de robarme un pequeño y casi imperceptible beso que me dejó queriendo más. —Dime dónde quieres mis manos, cariño.
—Por favor, por favor, quiero tus manos en mi coño… —rogué en medio de jadeos desesperados inclinándome para poder besarlo de nuevo y solo recibiendo una sonrisa llena de lujuria de su parte.
—Buena niña. —Elogió con un tono meloso justo antes de acortar la distancia que nos separaba y besarme con dureza.
Apenas y podía seguirle el ritmo a su demandante beso, sus labios sabían delicioso y chocaban contra los míos con firmeza y hambre una y otra vez, una especie de ronroneo se derritió a través de su garganta cuando nuestras lenguas se encontraron para jugar entre ellas, haciéndome tirar de la cuerda detrás de mí para poder besarlo con más fuerza, su aroma varonil se me pegaba como perfume en todo mi cuerpo e inundaba todos mis pensamientos, de repente un gemido salió de mi boca rompiendo nuestro húmedo beso ganándome un leve mordisco en mi labio inferior cuando mi cuerpo tembló al sentir sus dedos frotando suavemente sobre mis bragas, forzando mis piernas a abrirse para que pudiera seguir tocándome, y yo, obedientemente lo hice.
—Mmh, estás tan mojada, bebé… —Jungkook se maravilló mirándome a los ojos; sonriendo con lujuria mientras su mano seguía frotando pequeños círculos sobre la mancha de humedad en mis bragas, ganándose un gemido desesperado de mi parte. —¿Es todo para mí?
Asentí con la cabeza frenéticamente sin poder articular alguna palabra justo antes de ver como el rostro de Jungkook se endurecía en desaprobación mientras chasqueaba su lengua, sus dedos presionaron con dureza directamente en mi clítoris, y el impacto del placer hizo que mi cuerpo se tambaleara hacia atrás con tanta fuerza que la silla raspó el suelo.
—No puedo escucharte, cariño. —Jungkook demandó ralentizando sus movimientos en mi entrepierna, claramente dispuesto a que le diera una respuesta.
—S-sí… —sollocé incoherentemente tirando con fuerza de la cuerda y moviendo mis caderas hacia sus dedos; desesperada porque me tocara más. —Es todo para ti, Kook…
Jungkook me recompensó con una sonrisa radiante antes de verlo moverse hacia abajo por mi cuerpo y depositar un húmedo beso en mi abdomen antes de abrir más mis piernas con sus manos, y lo escuché gruñir por lo bajo cuando pudo ver lo mojada que estaba realmente.
—Que linda… —tarareó para sí mismo mientras deslizaba un dedo justo por la mitad de mi coño vestido; hundiendo la tela entre mis pliegues hinchados y arrancándome un jadeo desesperado.
Lo vi lamer ligeramente la piel de mi abdomen como si fuera un gatito al mismo tiempo que apartaba la tela húmeda de mis bragas hacia un lado para que sus dedos se deslizaran por completo entre mis pliegues resbaladizos; haciéndome gemir con fuerza y recogiendo la humedad cremosa de alrededor con sus largos dedos.
—Entonces supongo que no te importará si pruebo un poco… —Jungkook habló haciendo contacto visual conmigo, observándome expandirme en lujuria cuando colocó sus dedos dentro de su boca, chupándolos seductoramente y gruñendo por lo bajo ante mi sabor mientras me veía morderme el labio con total necesidad.
Y sacó sus dedos con un chasquido de saliva, estaba completamente segura que este hombre me iba a volver loca.
—Sabes tan delicioso… —ronroneó justo antes de hundir su rostro entre mis piernas, jadeé de sorpresa al sentir sus labios envolver mi entrepierna goteante y medio vestida antes de sentirlo cubrir rápidamente la zona con besos profundos con la boca abierta, la sensación era tan extraña y deliciosa que mis caderas empezaron a temblar por la intensidad, pero sus manos me sostenían por mis pantorrillas; obligándome a soportar el placer que me estaba dando hasta que el vacío en mi coño se volvió realmente insoportable.
—¡Ah! Dios, no puedo... yo... —gimoteé negando con mi cabeza sintiendo como Jungkook me daba las últimas lamidas a mis bragas empapadas justo antes de quitármelas por completo. —Mi falda, quítame la falda, quiero...
Jungkook se echó hacia atrás, inclinando la cabeza expectante al no entender lo que quería.— ¿Oh?
Sentí que mis mejillas comenzaban a calentarse una vez más, pero en este punto ya nada se interpondría en la realización de mi fantasía, no cuando ya estaba atada con las piernas abiertas y las tetas afuera.
—Quiero ver tus manos. Cuando tú... quiero verlas en mí…— Pedí en un tono necesitado sin dejar de mirarlo.
Por su semblante pude notar como si algo en su mente hubiera hecho clic y estuviera entendiendo todo; su vista se movió de sus manos a mi rostro sonrojado y de nuevo a sus manos, su sonrisita burlona se ensanchó aún más al darse cuenta de mi pequeño fetiche con sus manos y como si estuviera recordando el mensaje que llegó a su teléfono.
“Quiero ver como sus jodidas y sexys manos recorren todos los lugares de mi cuerpo caliente por él.”
—Ya veo… —resopló suavemente y luego sus palmas golpearon mis muslos haciéndome jadear y a él reír por lo bajo. —Cualquier cosa para ti, cariño.
Ni siquiera pude entender lo rápido que Jungkook me había quitado mi falda, porque de un momento a otro ya se encontraba amontonada alrededor de mis tobillos; dejándome completamente desnuda a él, su mirada oscura rápidamente regresó a mi coño reluciente y lo vi relamerse los labios ante la vista que tenía.
—Mira este hermoso coño, bebé… —Jungkook tarareó, pasando su pulgar sobre mis pliegues hinchados y resbaladizos, evitando cuidadosamente mi clítoris necesitado, juré que podía morir ahí mismo cuando deslizó su dedo índice dentro de mí, hasta el nudillo, el acero frío de su anillo hizo contacto con mi piel sensible y gemí con fuerza apretando su dedo en mi interior.
Había pasado tanto tiempo desde que algo que no eran mis propios dígitos inadecuados habían estado dentro de mí de esta manera. La sensación era tan diferente y tan deliciosa, y si lo combinaba con la vista erótica de su mano venosa y tatuada presionada lascivamente contra mi coño era como una inyección de puro deseo potenciado burbujeando en mi interior.
—Tu coño está tan apretado… —Jungkook siseó, moviendo lentamente su dedo dentro y fuera de mi antes de agregar un segundo dígito; haciéndome gemir ante el estiramiento. —¿Cómo tomarás mi polla si estás tan apretada, cariño? ¿Cómo lo harás si tu pequeño coño apenas puede manejar dos de mis dedos, eh?
Jungkook hablando de esa forma tan sucia me puso aún más caliente de lo que ya estaba y simplemente no podía apartar la mirada de entre mis piernas, la visión de sus dedos desapareciendo una y otra vez dentro de mí sólo para reaparecer cubiertos de mi humedad me hacía jadear, el sonido lascivo y húmedo alrededor de su mano con cada embestida que daba solo hacia que mi cuerpo se retorciera contra la silla, gimiendo erráticamente mientras la sensación de placer continuaba creciendo dentro de mí, me estaba acercando al borde y él lo sabía. Su mano libre me sujetó por el cuello con la cantidad perfecta de presión para mantener mi mirada enfocada en el lugar donde sus dedos me estaban follando.
—¿Quieres correrte en mis dedos, bebé? —Jungkook preguntó y soltó una risita oscura ante un gemido particularmente fuerte que me dejó cuando su pulgar comenzó a frotar mi sensible clítoris, y todo mi cuerpo se sacudió con fuerza.
—Sí, sí, por favor… —jadeé desesperada moviendo mis caderas lo más que podía hacia su mano; haciendo que sus dedos se hundieran más dentro de mí, sus labios se envolvieron una vez más en mi entrepierna comenzando a chupar mi clítoris al mismo tiempo que sus dedos encontraban ese punto dulce en mi interior, rozándolo suavemente.— ¡J-Jungkook!
Estaba llorando su nombre a este punto, siendo incapaz de poder escapar del abrumante placer que me inundaba, sentí a Jungkook succionar mi clítoris y golpear mi coño con sus dedos sin piedad hasta el momento en el que simplemente me rompí. Mi boca se abrió en un grito silencioso mientras ola tras ola de exquisito placer corría por mi cuerpo una y otra vez, Jungkook susurró sucios elogios contra mi coño tembloroso mientras lamía con hambre mi orgasmo como si se tratara de un néctar de la fuente más dulce.
Solté un sollozo de sensibilidad y Jungkook se apartó de mí, poniéndose de pie entre mis piernas temblorosas antes de tomarme por el cuello e inclinarse para besarme con dureza, sus labios se estrellaron con los míos de forma desenfrenada y yo gustosa lo acepté, estaba tan caliente, y sabía que necesitaba más de él, mucho más.
—Lo juro… —murmuró cuando nos separamos y yo no pude evitar hundir mi rostro en su cuello, comenzando a besar su mandíbula afilada. —Hubo días en que pensé que moriría si no podía tenerte.
—Tómame, entonces… —rogué por lo bajo, mordisqueando levemente su cuello y ganándome un suspiro tembloroso de Jungkook, como si quisiera controlarse un poco.
Casi chillé cuando se alejó de mí para mirarme desde arriba, sus ojos quemaban agujeros en mi cuerpo desnudo, caliente, cubierto de sudor y aún atado a la silla, lo vi relamerse sus bonitos labios y formar una sonrisa arrogante mientras tomaba mi cabello desordenado en su mano con dureza para guiarme hacia su pelvis; solté un gemido cuando movió mi cabeza de lado a lado y cuando mis labios chocaron con brusquedad contra la tela áspera de su pantalón, justo sobre su dura erección.
—Mira lo duro que puso verte así… —Jungkook farfulló con diversión cuando mi lengua salió para intentar lamerlo aunque fuera por encima de la tela y él solo soltó una risita oscura al verme así antes de alejarme jalando mi cabello hacia atrás con fuerza.— Otro día podré sentir tu boquita en mi polla, ahora necesito follarte.
Y tan pronto como dijo eso soltó mi cabello para alejarse de mí y caminar hacia un cajón de la cocina; sacando un condón de él y regresar junto a mi mientras se quitaba la camisa por su cabeza, y yo pude haber babeado ahí mismo sin darme cuenta, joder, este hombre lo era todo, tiré con fuerza de la cuerda en mis manos queriendo poder tocar sus marcados abdominales y eso fue suficiente para que Jungkook soltara el nudo rápidamente y me hiciera ponerme de pie antes de girarme y colocar mi cuerpo con brusquedad sobre la mesa, con mis senos presionados contra la fría superficie.
Sentía mis brazos débiles y adoloridos por tenerlos tanto tiempo atados que cuando escuché a Jungkook bajar la cremallera de sus pantalones con urgencia giré mi rostro hacia atrás queriendo poder verlo, pero ni siquiera pude hacerlo cuando con su pie separó mis piernas; abriéndome para él mientras deslizaba el condón por todo lo largo de su pene en un rápido movimiento.
No podía respirar bien, aún sentía irreal que estuviera aquí, lista para ser follada por Jungkook y sin poder verlo por completo, todos mis sentidos estaban a mil, quería verlo, tocarlo, darle una buena mamada, pero todo eso se esfumó cuando lo sentí frotar la punta de su pene contra mi entrada un par de veces, cubriéndola con mi humedad antes de alinearse correctamente y empujar su pelvis hacia adelante; colando varios centímetros de golpe dentro de mí.
—¡Ah! ¡Jungkook! —me quejé al sentir como si una especie de rampa me hubiera partido por la mitad, había subestimado su tamaño, Jungkook era tan jodidamente grande, y tenía cada centímetro de él en mi interior, tratando de ajustarme a su grosor y lo podía sentir a la perfección palpitando dentro de mí.
—¿Te gusta, bebé? —Jungkook preguntó con su voz ronca y profunda, su densa respiración chocó contra mi nuca enviándome escalofríos por todo mi cuerpo mientras me sujetaba por mis caderas para salir y volver a introducirse en una embestida dura y profunda.— ¿Te gusta mi polla?
—Sí… —sollocé cerrando los ojos mientras lo sentía comenzar a marcar un ritmo más fuerte y constante, sentía mi humedad deslizarse por el interior de mis muslos, cubriendo su polla y haciendo que sus penetraciones fueran más deliciosas tocando lo más profundo de mi.— Me encanta, Jungkook…
Y ante eso recibí un audible gruñido de su parte contra mi oído, su pelvis chocaba con fuerza contra mi trasero, hundiendo su gruesa polla una y otra vez en mi coño, su agarre en mis caderas mantenía mi cuerpo firme contra la mesa justo antes de que la palma de su mano se estrellara contra un lado de mi trasero con fuerza; haciéndome gemir su nombre mientras recibía un nuevo golpe en el mismo lugar, y luego otro, y otro, y cuando menos me di cuenta mis ojos se llenaron de lágrimas ante la dureza de sus azotes y penetraciones.
Sentía la piel mi trasero arder con cada choque de su pelvis cada que volvía a hundirse dentro de mí, podía sentir todo mi cuerpo húmedo de sudor y flujo, solté un gemido particularmente fuerte cuando el ritmo de sus penetraciones se volvió brutal, los jadeos goteaban de mis labios sin que siquiera los pudiera controlar y todos mis pensamientos racionales se esfumaron cuando un fuerte y posesivo jalón en mi cabello me hizo levantarme de la mesa; Jungkook tiró de mi cabeza hacia atrás hasta que mi espalda chocó contra su firme pecho.
—Tu coño se siente tan bien, bebé… —Jungkook jadeó en mi cuello, su respiración agitada y caliente me hizo cosquillas en la piel y gemí fuerte cuando su gran mano tatuada se envolvió alrededor de mi cintura, manteniéndome al ras de su pecho mientras que la otra se aferraba a uno de mis senos; apretándolo con fuerza y haciendo rodar sus dedos sobre mi pezón endurecido y sensible.
—Jungkook… —gimoteé, incapaz de procesar nada más allá de las deliciosas sensaciones de su polla enterrándose en mi coño con cada embestida dura y profunda, tanto que ya podía sentir el nudo formándose en mi vientre cuando comenzó a golpear repetidamente en mi zona de placer.
—¿A quién le pertenece este lindo coño? —Jungkook gruñó posesivamente al mismo tiempo que sus embestidas se volvían más desordenadas, follándome con una fuerza sorprendente mientras mi orgasmo me esperaba ansioso en algún rincón.
—A ti… a ti te pertenece… —jadeé con fuerza aferrándome a sus manos, sintiéndome tan colapsada con todas las sensaciones de él, en cómo su polla me llenaba tan bien, en cómo su aliento cálido me hacía sentir increíblemente más húmeda, estaba tan cerca del borde.
—Buena niña, ¿Vas a correrte de nuevo para mí, cariño? —Jungkook me alentó mientras sus labios se unían a mi cuello para chupar mi piel sensible con hambre, dejando varias marcas rojizas por toda la zona y haciéndome asentir débilmente antes de que mi cuerpo temblara cuando sus dedos se hundieron en mis pliegues resbaladizos, encontrando mi clítoris para frotarlo furiosamente mientras sus penetraciones perdían ritmo.— Córrete en mi polla bebé, vamos, quiero sentirlo.
Un placer abrasador me atravesó en respuesta a su orden, mis piernas temblaron cuando mi orgasmo golpeó mi cuerpo borrando mis pensamientos y haciéndome gemir su nombre una y otra vez mientras mi interior se apretaba alrededor de su dura longitud, Jungkook gruñó y me sujetó con fuerza mientras seguía empujándose dentro de mí antes de dejarse ir con dos estocadas más, la última hasta me dolió, pero era esa clase de dolor placentero por el que pasarías mil veces en la vida.
Estuvimos así por varios segundos o minutos apretados el uno con el otro, tratando de regular nuestras agitadas respiraciones, hasta que la voz de Jungkook rompió el denso silencio.
—Sabes lo que esto significa, ¿verdad, bebé? —musitó con calma pasando sus manos por mis caderas y cintura con calma.
—¿Qué significa? —pregunté girando levemente mi rostro hacia él y casi volví a gemir ante la erótica imagen de su frente cubierta de sudor y su cabello húmedo pegándose a los lados de su rostro mientras mordía su labio inferior con fuerza sin dejar de mirarme.
—Significa que es mejor que a partir de hoy todos esos mensajes sucios me lleguen directamente a mí. —aclaró formando una sensual sonrisa y yo no pude evitar sonreír también al escucharlo antes de volver a besarlo con pura necesidad.
Bueno, algunas cosas eran más importantes que nuestra dichosa investigación.
n/a: omg pupiss por fin estoy de regreso a mis andadas de escribir nsfw y eso me hace feli, gracias a todxs lxs que esperaron pacientemente mi regreso y que me siguieron hasta aquí, las amo demasiado ♡ para las personitas nuevas espero que les haya gustado esta historia, pronto seguiré publicando mas os que tengo por ahí guardados y que algunos de ellos ya conocen, gracias por todo y no duden en comentar lo que piensan ♡
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Me gusta cuando se queda en blanco la mente, sintiendo que en ella no hay nada interrumpiendo los espacios que necesito para rellenarlos de aquello que siempre anda ignorado, como el anciano que tengo enfrente con un pañuelo en una mano y en la otra un bastón donde apoyarse.
En su mesa ya no quedan más que algunas migas y una taza vacía.
Con los años uno siempre madruga más de la cuenta, como si quisiera alargar el tiempo que le queda robándoselo al sueño.
En sus ojos hay más vida pasada que futura, asoma por su mirada un tiempo que ya no está aquí pero que sigue estando en él.
Lo miro como adivinando el futuro que habrá en los míos si llegan a esos días en el que uno tiene más ayuda de un bastón que de otros ojos con menos pasado y otras manos con menos arrugas.
Se percibe en él un pasar de los minutos más relajados, sin más prisa que la que tiene guardando su pañuelo lentamente en un bolsillo al que le cuesta un poco atinar.
En las mesas de al lado todo sucede a una velocidad mayor. Las miradas dicen menos que las del anciano y los ruidos de las conversaciones también hablan menos que su silencio tranquilo y paciente.
No hay en él ningún afán por ser el centro de nada, (y siendo sincero,hoy en día eso es de agradecer),pero espero y deseo, que todavía lo sea de alguien.
Estos momentos en los que tengo tiempo para rellenar ese folio en blanco en mi mente, me hace pensar en el peso de todas las hojas vacías que quedarán diariamente en él, seguramente sin demasiado presente sobre el que alimentar a sus ojos.
Pero ahora, en este presente, para mi, si que es el protagonista, aunque tan solo sea en este breve espacio de tiempo de compañías ajenas y de mi amigo el café.
Espero que también haya un poco de esa amistad prestada con quien me ha regalado sin pretenderlo el desayuno que necesitaba mi cabeza antes de sentarme a su lado.
Le diría, si la sinceridad no estuviera sobrevalorada, que tal vez la vida es sabía, acortándose cuando la tinta ya no tiene nada de lo que escribir, más allá de releer lo ya vivido.
Hoy la poesía se ha vuelto prosa y la prosa siempre se alarga demasiado, así que no espero que demasiados lean esto,aunque siendo sinceros nunca lo espero, pues yo mismo no lo hago con otros.
Vivimos en un mundo al que no le permitimos o no nos podemos permitir darle y darnos ese tiempo que le sobra a los gestos sosegados y tranquilos del protagonista de esta pequeña historia.
Me voy, que ya hay demasiadas solicitudes para ocupar esta silla y su mesa, y uno siente que su tiempo no vale tanto como la taza de un café.
Aunque eso si, me alegra saber que al anciano no le importa lo más mínimo y sigue tranquilamente sentado con su pasado como compañía.
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califórnica - blas polidori x modelo!lectora.
quiero clavar mis colmillos en tu carne, morena. / quiero hacerte el amor en una sala de espera.
resumen: blas y tú se han visto en sesiones de fotos las veces suficientes para sentir atracción. pero nunca antes con ropa tan provocativa, ni con un director de fotografía que demande acciones tan... provocadoras.
wc: 3.3k
warnings: español neutro (ish), relación indefinida, nsfw (18+), sexo sin protección (chulo en teoría pero no lo practiquen amores), blas con mommy kink!!, risky sex, semi-público, dos idiotas bien pero bien horny.
A/N: eeeem yo usualmente escribo en inglés y para otros fandoms peeero @chiquititamia me dio tremendo brainrot con mommy kink!blas entonces tuve que hacer esto + tengo califórnica en repeat constante. cualquier retroalimentación es muuuy bienvenida ♡
now playing . . . califórnica - la guasana ciega
Por lo que Blas conocía de la marca, modelar para Diesel iba a ser… distinto.
La ropa era de denim mayormente rasgado, con acentos en brillantina y colores que iban desde tornasol a neones brillantes. Pero lo que él veía como un mayor desafío era lo provocativo que solían ser las campañas. Cuerpos expuestos y brillantes simulando el efecto de sudor, manos atrevidas que podían hacer que cualquier peatón volteara la cabeza completamente para fijarse bien en el anuncio.
Aún así, aceptó el contrato, sintiendo su estómago retorcerse por la emoción hacia lo desconocido. Era un reto, un buen reto. Era el tipo de adrenalina que muchos buscaban en las drogas o en la velocidad de un vehículo, sin importar las consecuencias en ambos casos.
Sentado en el camerino del estudio los nervios disiparon con la música y la plática a su alrededor, su autoestima estaba igual de reluciente que el producto que le aplicaban en su torso desnudo.
Hasta que entraste tú.
Al sonido de la puerta, simplemente miró hacia un lado sin mover la cabeza, todavía concentrado en la manera que se movían los dedos de la estilista para definirle los rizos. Pero la voz de la directora creativa hablando directamente con él hizo que, por respeto, volteara su atención hacia el umbral desde que dejaron de trabajar en su aspecto.
La mujer te presentó como su compañera del día, riéndose que debían actuar como pareja, y como respuesta su garganta se secó significativamente mientras dabas pasos lentos pero seguros hacia el.
¿Era su imaginación o estudio estaba más caluroso? Según el recordaba el efecto del sudor era por maquillaje.
Lo saludaste con una cierta felicidad, esperando que te recordara de otras sesiones pasadas que compartieron. El recordatorio de tu nombre se deslizó de tus labios como un cántico de los dioses, tu sonrisa más brillante que cualquiera de los productos colgados en perchas y modelos que se tomaban sus fotos antes que ustedes.
Si no estuviera tan hipnotizado se hubiera dado cuenta la manera en la que tus labios se curvaban, convirtiendo tu sonrisa dulce en una con intenciones más profundas. También se hubiera dado cuenta como tus ojos examinaban cada centímetro de piel expuesta de su torso antes de que debían volver a su puesto; tú teniendo que ser arrastrada a otra silla a comenzar de inmediato con tu maquillaje.
En ese momento, mientras veía de reojo por el espejo como te quitabas la camiseta oversize para quedarte solamente en el sostén de una tela casi transparente, Blas empezó a sacar las cuentas; ¿cuándo había sido la última vez que había cogido? No debió haber sido hace tanto, al menos no lo suficiente para sentirse así de caliente.
Tuvo que empezar a recordar escena por escena la primera película de Shrek para poder disipar cualquier posibilidad de una erección. Tantas mujeres que había visto usando solo un par de pantysitos, y nadie había sacado una reacción tan adversa dentro de él.
Pero para su alivio— proseguido por horror— pronto estaba a tu lado de nuevo, estilistas dando los últimos retoques. El solo portaba unos jeans anchos que dejaban ver el elástico de la ropa interior de la marca y un tank blanco demasiado cropped para su gusto, pero tus piezas consistían en unos jeans que parecían esculpidos a tus piernas y un micro top de la misma tela que apenas sostenía y cubría tus pechos en la posición perfecta.
Él sabía que debía mirar hacia el techo durante la espera, pero tu voz simulaba un ronroneo mientras intentabas sacarle conversación, saber más de cómo estaba desde la última vez que se vieron. Su mirada se dirigía hacia abajo para mirarte, hasta con tacones el te sacaba una diferencia de tamaño, y por ahí mismo le daba una ojeada a tu escote. La piel brillante bajo las luces profesionales simplemente hacían que se le aguara más la boca.
Y de nuevo a rogarle a su mente que empiece a relatar Shrek, esta vez la segunda película.
Observaste su sesión en solitario de reojo; no eras tonta. Te diste cuenta como te examinó de arriba a abajo el momento que pisaste el camerino, y te pareció simplemente adorable.
Tu adición a la campaña fue repentina; una de las modelos originales no contestaba el teléfono el día antes, y tu agente siempre había sido muy oportunista. Se sintió como si los astros se hubieran alineado para tu participación, considerando que la otra sesión que tenías había sido movida para el día siguiente.
Saliste de tus pensamientos al oír al director preguntar por ti, indicando tu entrada junto a tu compañero frente a la cámara. Blas escuchó atentamente las indicaciones antes de posar, aprovechando lo apropiado que se consideraba tocarte en esta situación.
Sus dos pares de cejas se fruncieron cuando el director creativo mandó a detener por un momento el trabajo, indicando a una asistente algo y apuntándote.
“¿No le habrán enseñado en su casa que es de mala educación apuntar a los demás?” Le comentaste a Blas en voz baja, mirando hacia arriba para notar la manera en la que te miraba embelesado. El no pudo evitar reírse, el sentimiento de emoción propagándose como una enfermedad hacia ti, uniéndote en sus risitas.
El fotógrafo captó algunas tomas de esa escena genuina antes de que un asistente viniera a tu lado.
A Blas nunca se le había muerto una risa más rápido seguido del momento que presenciaron sus ojos; una corta conversación mientras la asistente te ajusta la tanga que traías para que los hilos sean visibles por encima del borde del pantalón que reposaban en tu cintura baja, la diminuta D brillaba bajo las luces.
“Ahora si; esta vez, denme más pasión.” El director del rodaje comenzó. “Como si se quisieran arrancar la ropa uno al otro.”
“No debo fingir mucho, no.” Tu voz era apenas un hilo de lo que era hace unos minutos cuando conversaban, pero Blas logró entender perfectamente lo que decías. Su garganta volvió a secarse, pero estar de frente a la cámara le da un cierto delirio de grandeza que no pudo controlar.
Su mano ya se encontraba ubicada en tu cadera, y lo miraste cuestionante al sentir el movimiento de su tacto. No pudiste evitar el rubor que te subió a las mejillas al sentir como jugueteaba con uno de los hilitos de la tanga negra, recibiendo elogios del fotógrafo.
Bajo el pretexto de brindar una mejor toma estiraste tus brazos para reposar en su hombros, tu espalda curveando para descansar tu pecho en contra del suyo. La manera en la que te miraba resultaba intoxicante, su mano soltando la tira para deslizarse dentro del bolsillo trasero del pantalón.
“Van muy bien chicos, necesito una toma de los dos de frente antes de seguir contigo, dulzura.” El director se refirió a ti, pero aún así ambos asintieron ante las órdenes. Un quejido amenazó con salir de tus labios al momento que no sentiste su tacto en tu piel, pero obviamente resististe, dejando su mirada mientras te volteabas.
Las primeras tomas fueron con poses rígidas antes de volver a la corriente artística de la marca, las indicaciones que recibieron fue aún más atrevimiento. Pegaste tu espalda cerca a la suya, tu cabeza reposando contra su hombro. Las palabras de agrado y aliento para dar más. Más pasión, más lujuria.
Sentiste su brazo cruzar a través de tu pecho para mantenerte cerca, justo antes de inclinarse y hundir sus dientes en la piel de tu hombro. El director silbó complacido, pidiéndote mantenerte seria mientras mirabas directamente hacia la cámara con tus dedos colándose entre los rizos, para luego pedirle a Blas que dirigiera su mirada hacia arriba.
Un gemido se quedó estancado en tu garganta, su otra mano reposando en un punto vulnerable de tu abdomen expuesto. Pero antes de que pudieras seguir fantaseando, le urgieron a tu compañero que saliera de la toma para captar el resto de las imágenes individuales.
Seguiste la sesión como era habitual, pero el latido de tu corazón en tus oídos ensordecía las palabras del director. Sentías sus ojos quemando tu piel, pero no dejaste que sintiera la inseguridad cuando caminaste hacia él, asintiendo mientras uno de los asistentes los dirigía hacia una sala de espera.
“Van a revisar su sesión, si todo está bien, les enviaré a alguien para que les quite las piezas. Cuidado con cerrar la puerta por completo, se queda trabada.” Dijo la muchacha antes de dejarlos entre percheros de ropa y un solo sillón de cuero en el fondo de la habitación. Estarían solos por un buen rato, faltaba el resto de su grupo y revisarán las fotos por si faltaba algo o requerían una sesión grupal.
“¿Nos sentamos?” Ofreciste, apuntando hacia el mueble con tu cabeza.
Blas asintió, dejando que camines enfrente de él. Es hombre, sus intenciones eran obvias, y no tenías miedo ni vergüenza en dejárselo saber. “No empieces con el acto caballeroso si lo vas a usar para verme el culo,”
Te reías suavemente en la manera que quedó pasmado, parpadeando lentamente. “No te pongas tímido ahora, muñeco.” De nuevo tu voz salió como un ronroneo, y de nuevo se le secaba la garganta.
Sus ojos escaneaban como cruzabas las piernas, tu mano daba palmaditas al espacio vacío al lado tuyo en el mueble. Lo mirabas atentamente cómo tomaba el lugar, sentado de la misma manera que tú para mirarte directamente.
“¿Por qué tan tímido ahora, hm?” Tu mano se extendió para tomar su cara entre tus dedos. “Frente a la cámara te sentías muy seguro agarrando mi tanga.”
Blas te miraba hipnotizado, como si fuera un pobre marinero hechizado por un canto de sirena. Notaste de inmediato cuando sus ojos bajaron hacia tus tetas, sacando una risa burlona de tus labios.
“Mis ojos están aquí, ¿eh?” Sus mejillas se tiñeron de un rojo más profundo ante tu comentario, y sentías bajo tu pulgar como se le calentaba la piel.
“Perdón.” Fue lo único que le salió decir, sus ojitos dulces mirándote con una aparente inocencia.
“¿Por qué te disculpas, bebé?” Tu voz era dulce, contrario al pulgar que trazaba una línea en su labio inferior. “Ambos sabemos que no estás arrepentido.” Te acercaste más, tu otra mano reposaba sobre su erección, restringida por los jeans.
“¿O me equivoco?” Lo miraste a través de tus pestañas, parpadeando lentamente. Notaste como tragó en seco, antes de asentir. “Usa tus palabras, nene.”
“No,” Su voz salió como un suspiro, y la manera en la que tu cara se llenó de satisfacción y orgullo lo hizo sentirse aún más caliente.
“Que bueno eres,” Elogiaste, viendo como se inclinaba más hacia tu tacto. Tu sonrisa se anchó al ver como partía sus labios para tomar tu pulgar entre ellos, succionando tímidamente. “E inteligente.”
“Gracias,” El mismo tono de voz resonó en la habitación mientras sus ojos no se apartaban de los tuyos, y tú solamente podías sentir un cosquilleo en tu abdomen bajo.
Para su desgracia, tus manos volvieron a tu costado, e intrigado observó cómo te levantabas del mueble. ¿Había hecho algo mal? Blas se preguntaba, el sonido de los tacones llenaba el silencio de la habitación.
Hasta que te apoyaste en la puerta, cerrándola completamente.
“Oops,” Te encogiste de hombros con una risita, prácticamente trotando de vuelta hacia el. Tu risa era contagiosa, pero te miraba un poco confundido.
“¿Vas a dejar la timidez ahora? Soy solo yo.” Cuestionarse mientras prácticamente te le trepabas encima, sentándote en su regazo, una pierna a cada lado de su cuerpo.
‘Ese es el problema’ pensó, pero respondió con cierta seguridad.
“Creo que sí,” admitió con un poco de vergüenza, sus manos dirigiéndose a tus costados, sintiendo una calidez en su pecho por tu aprobación.
“Me avisas; si no, saco una cámara,” Bromeaste— pero si él quería, no era broma— antes de inclinarte aún más cerca de sus labios, permitiéndole cerrar la corta distancia entre ustedes.
Blas no desperdició ni un segundo, con miedo a que te arrepintieras, como si no eras la que estaba haciendo toda la gestión para seducirlo. Sus besos eran desenfrenados, demostrando toda su desesperación. El estado de frenesí que envolvió su mente prácticamente hizo que sus manos tomaran vida propia, dedos largos hundiéndose en la piel de tus caderas, jugando con la pretina del pantalón.
Soltó un quejido cuando tus labios partieron de los suyos, pero sus quejas quedaron opacadas por la sonrisa gigante que se amplió en su cara cuando tus manos alcanzaron los dos botones que mantenían a la excusa de blusa en su lugar. No pudiste evitar soltar una risa; nunca habías visto a nadie tan hipnotizado ante tener tus tetas de frente.
“¿Qué pasa?” Preguntaste genuinamente, empezándote a preocupar. Tus palabras sacaron a Blas de su trance, las manos que ocupaban su lugar en tu cintura delineando tu torso antes de colocarse suavemente en la piel suave de tu pecho, suspirando.
“Están preciosas,” Su voz se mezcló con una exhalación, inclinándose para besarte el cuello. Pronto, sus afectos empezaron a descender por tus clavículas para finalmente plantarse en tus pechos. La manera en la que su lengua jugueteaba con tu pezón era suficiente para que tu columna se curvara, brindando un mejor ángulo. Su otra mano jugueteaba con el otro, y ahí decidiste prestarle atención al segundo latido que habías desarrollado, colocando una de sus piernas entre las tuyas.
Notaste que soltó un gemido por la vibración en contra de tu pezón cuando empezaste a moverte en su muslo, sin darte cuenta que tu rodilla estimulaba contra el bulto en su entrepierna. Era una sensación de alivio momentáneo, pero te concentraste más en notar como tu compañero se encontraba más placer en comerse tus tetas. Al llegar a esa conclusión fue como si un bombillo se encendió en el tope de tu cabeza, y decidiste halar más coraje para tantear en tus sospechas.
“¿Te gustan, bebito?” Preguntaste entrecortadamente. “Cualquiera cree que tienes días sin comer,” Prestaste atención a su reacción, considerando que estabas solamente probando las aguas.
Él se limitó a asentir, ojos suaves mirándote por un segundo antes de cambiar de lado. “Respóndeme, si te quedas ahí pegado todo el tiempo te vas a quedar sin respirar.” Lo desafiaste, agarrando su mandíbula con tu mano.
“Si,” Ahora era su turno de ronronear, parpadeando rápidamente con dulzura como lo habías hecho antes.
“¿Si qué?” Si querías adentrar solamente la puntita de tus dedos al agua de tus sospechas, ahora estabas prácticamente hasta la cintura en ella, lista para sumergirte. Era como si su mente se había descompuesto por un momento, la nuez de Ad��n tan pronunciada en él rebotó mientras tragaba en seco, viendo como tu mano agarraba su duro miembro aún cubierto por el asfixiante denim.
“Sí, mami.” Su voz bajaba otro decibel y no hubieras percibido las palabras que dijo con tanta vergüenza, pero te conformaste por ahora.
“Tan lindo,” Tu voz salió como un dulce arrullo mientras tu mano jugaba con el cierre del pantalón, y él se apresuró a ayudarte a deslizarlo lo suficiente hasta abajo.
Empezaste a tocarlo por encima de la ropa interior, viendo como echaba su cabeza hacia atrás, sus caderas se levantaban por la desesperación. “Por favor…” El gemía suavemente, sus plegarias evidentes en lo que necesitaba.
Pero tú decidiste fingir demencia, levantando una ceja. “¿Hm, por favor qué?” Él te miraba como si estuvieras loca, pero al mismo tiempo con cierta obsesión en la manera que le hablabas.
“Mami, por favor.” Rogó entre respiraciones entrecortadas, y no pudiste hacer más que quitarte de su regazo. Sabías que rogaba para que lo masturbaras, pero el miedo de manchar los jeans que costaban más de cien pavos era demasiado.
Blas observó cómo te desabrochaste el pantalón, su miembro prácticamente palpitando al ver cómo te quedabas usando única y exclusivamente la tanga negra junto con los tacones que se te asignaron para la sesión.
En ese momento, él juraba que se podía morir ahí mismito o que quizás ya tuvo un derrame y todo esto son delirios por la falta de oxígeno. Confirmó que no cuando te colocaste de nuevo en su regazo, tus manos actuaron lentamente para quitarle la pieza de ropa interior, ya manchada por el líquido preseminal que rodaba cálidamente por su punta.
“Mírame,” Comandaste mientras movías la tanga hacia un lado, rozando su punta con tu entrada. El obedeció sin ninguna queja, labios ligeramente separados, los cuales dejaron escapar un gruñido bajo al sentir la calidez que proporcionaban tus paredes.
“¿Se siente rico, hm?” Suspiraste, intentando suprimir un lloriqueo ante la profundidad de su miembro. No podías enseñar ninguna debilidad cuando lo tenías comiendo de la palma de tu mano. No era el más grueso, pero tenía una leve curvatura que te estaba volviendo loca.
“Si, mierda—“ Notaste que aprendió a usar sus palabras, y eso fue suficientemente bueno para que movieras tus caderas en un círculo, la acción sacando gemidos de ambos.
Tu mente se ausentó de la realidad, olvidando completamente que en la habitación posterior había un sin fin de personal y modelos por igual, dejandote guiar por el placer de por fin saciar tu deseo por el muchacho debajo tuyo, después de tantas sesiones compartidas en las que él se dejaba influenciar severamente por su timidez y no daba el primer paso.
La manera en la que empezabas a subir y bajar la longitud de su miembro lo estaba volviendo loco, y tuvo que ocupar su mente en otra cosa para no acabar en ese preciso momento, sus dedos hundiéndose en tu cadera de una manera que te preocupaba si iba a dejar alguna marca. Pero dedujo de la manera en la que tus cálidas paredes lo apretaban que te encontrabas en una situaciónn similar.
“Déjame ayudarte, mamita,” Blas dijo gentilmente, notando la manera en la que tus rodillas falseaban, el ritmo con el que empezaste había ido disminuyendo significativamente.
Asentiste, dejando que él mismo fuera el que te tumbara para recostarte en el sillón de piel, la sensación de la tela pesada era ligeramente asfixiante. Aunque eso no perduró mucho desde que Blas te volvió a penetrar, forzando al aire de tus pulmones a comprimirse significativamente.
No pudiste evitar rodar tus ojos hacia atrás, tus uñas— hechas a la perfección para la sesión— hundiéndose en sus brazos para descargar el placer abrumador que llegaba a cada esquina de tu ser.
“Sigue así, se siente muy rico,” El elogio salió como algo cercano a un lloriqueo, y ya no podías aguantar más.
“¿Dónde?” Logró preguntarte dentro de su propio placer cegador, y no tuviste que pedir ni una onza más de contexto para reclamar.
“Dentro.” Las palabras que salieron de tus labios parecían demasiado buenas para ser verdad; aún así, Blas no iba a desaprovechar la oportunidad y siguió tu mandato sin queja alguna, pintando de blanco cada curva de tu interior.
Colapsó encima tuyo, y tú no tuviste más remedio que arrullarlo en tu pecho, murmurando palabras dulces mientras ambos se recomponían.
Justo ahí, sonó la puerta. “¡Se quedó estancada otra vez!” Pudieron oír a uno de los asistentes anunciar del otro lado mientras prácticamente volaban para volver a ponerse la ropa.
“¿Qué vas a hacer después de aquí?” Blas rompió el silencio mientras ambos observaban y escuchaban como intentaban forcejear la cerradura de la sala de espera con un cierto aire espeso comparado al que había a la llegada de ambos.
Lo miraste con curiosidad, alzando una sola ceja como modo de respuesta. “¿Salimos a cenar?”
Tu sonrisa, la que era realmente genuina, hizo que se le ablandara el corazón. Tu movimiento de cabeza para asentir fue más que suficiente para que se inclinara, demandando un beso, compartiendo tu misma expresión de júbilo.
#blas polidori#blas polidori smut#blas polidori x reader#lsdln cast#lsdln x reader#lsdln smut#lsdln fanfic#lsdln imagine
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Hello, just wondering if you could possibly write dainsleif xgn! reader modern highschool au? basically the reader always wears a mask due to them having a noticeable scar on their lips? (slightly self projecting but riufhurihwiwkak) what if people were being pushy into getting you to take the mask off and dainsleif comes to save the day
reader is selectively mute and shy ish
💖~ FINALLY SOMETHING ABOUT DAIN. I love you so much, anon💘✨💖
I like to think that in the end Dain carries you to the infirmary.
Warning: Nope now💖, GN!Reader, I think this turned out to be a bit violent... | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
Spanish:
Fue un misterio la razón por la que usabas una mascarilla. En un inicio la respuesta para las mentes curiosas era un rumor acerca de tu salud delicada, y mientras se esparcía como la pólvora, las personas se acercaron con un deseo casi vulgar por saber la razón verdadera. Preguntaron con sonrisas, con rostros curiosos y de buena manera en un inicio, pero no recibieron más que el silencio y tu mirada baja.
Los rumores escalaron hasta que habías nacido sin capacidad de habla, y las buenas maneras en las que se acercaron los curiosos fue distinta. La curiosidad empezó a volverse morbo. Y mientras se oscurecían las razones para descubrir tus secretos, también lo hicieron las artimañas de tus compañeros de clase.
Los pedidos acompañados de dulces palabras pasaron a caras aburridas que solo esperaban un nuevo show, algo divertido que ver en ti. Te dijeron que sería más agradable ver tu cara completa al hablarte, y cuando no lo hiciste te dejaron. Dijeron que no eras cortés, que tú falta de educación era un insulto. Todo se vino abajo.
Te lanzaron cosas, acercaban sus manos rápidamente a tu cara para quitarte la máscara, pero solo era una burla. Tu rostro preocupado les divertía como si fuera el mejor show que hayan visto en sus vidas. Y esos imbéciles sin entretenimiento se quedaron.
“Ni siquiera sé por qué te molestas.” La voz femenina resonó en el salón, las clases habían terminado y te apresurabas a guardar tus cosas e irte, pero un brazo en tus hombros te detuvo. “Somos amigos, no vamos a burlarnos ni nada.” Sus promesas estaban vacías y tenían menos valor que un centavo, pero no podías hacer más que quedarte en tu lugar y bajar la cabeza.
“Tal vez está escondiendo una quemadura.” Otro chico habló, sonriendo como si incomodarte no fuera más que una broma inocente. No le importaba en lo más mínimo y su postura relajada te lo comunicaba. “Una quemadura tan fea que si la ves, vas a vomitar.”
“No digas eso, tienes que ser amable. ¿Verdad?” La voz sínica te hizo temblar cuando más se acercaba por tus hombros hasta tu cuello. “¿Puedes decirle que no sea un hijo de perra? Tal vez así te deje de molestar.”
“Solo dejaré de jugar si te quitas la máscara.” Con una perra que te sostenía por los hombros y el imbécil que se acercó para por fin callar a la voz que le gritaba en su cabeza, casi gritaste y te sacudiste. No querías que te vieran, no querías que vieran tu cicatriz. Tus ojos empezaron a llorar cuando el agarre de la chica te sostuvo con más fuerza hasta empujarte dolorosamente contra alguna silla, sentiste el pupitre pinchar tu costado y pataleaste contra el aire cuando viste a esos dos gritarte en la cara que te calmaras y no seas histérica, pisando tus pies para evitar tus golpes.
Las cosas pasaron en cámara lenta mientras tus uñas arañaban lo que lograban sostener de la piel de alguno de los dos. Estabas llorando y el calor de la máscara era aún mayor. Pero cuando sentiste que tus pulmones iban a explotar, de repente la libertad te golpeó junto al sonido de algo cayendo contra otras mesas. Una cabellera rubia estaba frente a ti, un chico alto que miraba a los dos renacuajos que chillaron y se quejaron por haber caído contra los pupitres.
Todo se sentía irreal mientras los gritos te asfixiaban, la voz del hombre se hizo camino para ser escuchada por todos, rugiendo con rabia, sacando a la fuerza a los dos estudiantes. El silencio reinó cuando él cerró la puerta del salón mientras te calmabas. Temblaste por el miedo y te dolía el cuerpo, querías chillar y volver a casa. Tu salvador notó tu nariz moqueando y se acercó lentamente, sentándose en una silla a dos mesas de distancia.
“¿Quieres ir a la enfermería?” Su voz era silenciosa, casi como un susurro, no queriendo alterarte o hacer que te duelan los oídos. Su mirada gentil estaba pintada de azul y buscaba alguna herida grave en tus manos o cuello. En cuidado con el que se mantuvo alejado, pero pendiente, presente y dispuesto a ayudarte mientras aún calmabas tu respiración y tus llantos, sin importarle cuando te cubrías la máscara con algo de temor aun aferrándose a tus huesos.
Entendió que querías silencio, entonces te lo dio, pero te cuidó hasta que ya era más tarde de lo habitual. No había ruido afuera del salón, ni siquiera los conserjes se escuchaban y parecía que incluso los autos de la carretera respetaban sus deseos.
En la escuela se escuchó un nuevo rumor, esta vez uno más cerca de la realidad. A Dainsleif, el misterioso muchacho de la clase D, estaba cuidando del estudiante de la clase B. Claramente nadie volvió a quejarse de tu mascarilla sin tener alguna discusión con él.
English:
It was a mystery why you were wearing a mask. Initially the answer to curious minds was a rumor about your failing health, and as it spread like wildfire, people came forward with an almost vulgar desire to know the real reason. They asked with smiles, with curious faces and in a good manner at first, but they only received silence and your lowered gaze.
The rumors escalated until you were born without the ability to speak, and the good manners in which the curious approached were different. Curiosity began to turn morbid. And as the reasons for discovering your secrets darkened, so did the tricks of your classmates.
The requests accompanied by sweet words passed to bored faces that were only waiting for a new show, something fun to see from you. They told you it would be nicer to see your full face when they talked to you, and when you didn't, they left you. They said you were not polite, that your lack of education was an insult. Everything fell apart.
They threw things at you, quickly bringing their hands to your face to take off your mask, but it was just a taunt. Your worried face amused them as if it were the best show they had ever seen in their lives. And those unentertained morons stayed.
“I don't even know why you bother.” The female voice echoed in the room, classes had ended, and you hurried to put your things away and leave, but an arm on your shoulders stopped you. “We're friends, we're not going to make fun of each other or anything.” His promises were empty and worth less than a penny, but you could do nothing but stay in your place and hang your head.
“Maybe they're hiding a burn.” Another boy spoke up, smiling as if making you uncomfortable was nothing more than an innocent joke. He didn't care in the slightest, and his relaxed posture communicated that to you. “A burn so bad that if you see it, you're going to throw up.”
“Don't say that, you have to be nice. True?" The sinic voice made you shiver the closer it got over your shoulders to your neck. “Can you tell him not to be a son of a bitch? Maybe then he will stop bothering you.”
“I will only stop playing if you take off your mask.” With a bitch holding you by the shoulders and the asshole reaching out to finally silence the voice screaming in his head, you almost screamed and shook. You didn't want them to see you, you didn't want them to see your scar. Your eyes began to cry when the girl's grip held you tighter until she pushed you painfully against a chair, you felt the desk pinch your side and you kicked against the air when you saw those two yelling in your face to calm down and not be hysterical, stepping on your feet to avoid your blows.
Things happened in slow motion while your nails scratched what they could hold of the skin of either of you. You were crying and the heat from the mask was even greater. But when you felt like your lungs were going to explode, freedom suddenly hit you, along with the sound of something falling against other tables. A blonde haired guy stood in front of you, a tall boy looking at the two tadpoles who screamed and complained about falling against the desks.
Everything felt unreal as the screams choked you, the man's voice made its way to be heard by everyone, roaring in rage, forcibly removing the two students. Silence reigned as he closed the living room door while you calmed down. You shook with fear and your body ached, you wanted to scream and go home. Your savior noticed your runny nose and slowly approached, sitting in a chair two tables away.
“Do you want to go to the infirmary?” His voice was quiet, almost like a whisper, not wanting to upset you or make your ears hurt. His gentle gaze was painted blue and he was searching for any serious wound on your hands or neck. In care with which he stayed away, but attentive, present and willing to help you while you still calmed your breathing and your cries, not caring when you covered your mask with some fear still clinging to your bones.
He understood that you wanted silence, so he gave it to you, but he took care of you until it was later than usual. There was no noise outside the room, not even the janitors could be heard, and it seemed that even the cars on the road respected his wishes.
A new rumor was heard at school, this time one closer to reality. Dainsleif, the mysterious boy from class D, was taking care of the student from class B. Clearly no one complained about your mask again without having some discussion with him.
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*Balerión aterrizo en la entrada del castillo de los Baratheon agitando sus enormes alas fuertemente asustando a la mayoría de los guardias que estaban custodiando la puerta principal, inclinándose de lado permitió que Jocelyn se bajara con cuidado por su ala derecha, a lo que ella agradeció acariciando su cuello, escuchando como su dragón soltaba un gruñido bajo para luego empujarla suavemente con la nariz, Balerión a pesar de tener un vínculo con un jinete Omega que era una mujer, podía sentir el miedo pero también la fuerza que erradiaba de ella.*
Jocelyn ll: Te quiero mucho Bale. *Le susurra en alto Valyrio mientras le da un última acaricia antes de alejarse.* Volveré rápido para irnos a casa. *Dice viendo al cielo que se acercaba una tormenta.*
*Jocelyn sonríe caminando hacia la puerta principal deteniendose un momento al escuchar el rugido de Vaghar al otro lado, mirándola supuso que Aemond se encontraba tambien alli.*
*Al llegar a la puerta principal donde los guardias la detuvieron para saber el motivo por el que estaba allá la llevaron al gran salón donde se encontraba el trono y en el sentado estaba Lord Borros Baratheon, primo de su madre Rhaenys.*
Guardia: ¡Mi señor la princesa Jocelyn ll Targaryen! *Anuncia su llegada permitiéndole caminar hacia el trono.*
L. Borros: Pero miren nada más, si es la mismísima Jocelyn Baratheon renacida. *Dice al ver la apariencia de su prima.* ¿Hay algun motivo por el que estés aquí? *Le dice dándole una sonrisa.*
Jocelyn ll: Vengo a entregar está carta de la reina Rhaenys Targaryen. *Le entrega la carta al maestre quien se la lleva a Lord Borros.* Dónde le pide que jure su lealtad a su reclamo al trono de hierro que anteriormente había jurado frente la difunta reina Alysanne Targaryen. *Le dijo mantenimiento la mirada en alto.*
L. Borros: ¿Pero no era Viserys el rey? Estoy confundido, ¿Quién es el heredero al trono? *Habla confundido al leer la carta.
Aemond: Como se lo dije mi Lord, el legitimo heredero es Viserys. *Entra por uno de los pasillos detrás de Lord Borros.* Rhaenys solo es una usurpadora al trono.
Jocelyn ll: Mi madre no es la usurpadora, tu padre si lo es, la abuela Alysanne lo dijo frente a todos. *Lo mira con enojo apretando sus manos a sus costados.*
Aemond: Mi padre no lo es, en cambio tu no eres más que una princesita de mamá, no te has dado cuenta de que tú hermano y tú no se parecen en nada a sus hermanas mayores. *Se ríe de ella.* No tienen esa apariencia que solo los verdaderos Targaryen la tenemos. *Le sonríe siniestramente.*
Jocelyn ll: Si fuera así, no sería la jinete del Terror Negro.
Aemond: De igual manera me debes una deuda. *Se quita el parche del ojo izquierdo.* Me debes tu ojo por haberme quitado el mío. *Le dice sacando un cuchillo.*
*Aemond camino hacia ella mientras Jocelyn tropezó un poco hacia atrás asustada antes de Lord Borros gritara.*
L. Borros: ¡Bajo mi techo no peleará nadie y más si alguien intenta algo contra alguien de mi familia! *Grita haciendo que Aemond se detenga.*
Jocelyn ll: ¡Yo no vine a pelear y dar guerra, no soy una guerrera, solo soy una mensajera! *Grita mirando a Aemond con odio.*
Aemond: *Le tira el cuchillo a sus pies.* Entonces dame tu ojo.
L. Borros: ¡Basta! Escolten a la princesa Jocelyn a dónde está su dragón. *Le da una sonrisa.* Pensaré mi decisión.
*Jocelyn al ver qué la escoltaban junto a su dragón se relajo un poco, pero al ver qué empezó a llover corrió hacia Balerión que estaba inquieto, no le importo mojarse para llegar a el.*
Jocelyn ll: ¡Todo está bien Balerión! *Le habla en Valyrio mientras le acaricia la nariz.* ¡Cálmate, todo está bien! * Grita por encima de ruido de la tormenta para luego sonreír dándole unas palmaditas para luego subirse a su silla.* ¡Vamonos a casa! *Le dice dándole palmadas en el cuello.*
*En cuanto su jinete estaba segura, Balerión tomo vuelo a los cielos oscuros volando un poco rápido sintiendo a través de su vínculo como su jinete estaba asustada.*
Aemond: ¡Vamos pequeña! ¡No quieres pelear por tu madre! *Grita a través de los truenos de la tormenta.*
*Jocelyn no quería pelear se lo había prometido a su madre y no lo haría, le dijo a Balerión que volará más alto pero eso solo hizo que Vaghar intentara morderlo sin éxito permitiéndole a Balerión que le lanzará fuego en la cara.*
Jocelyn ll: ¡No Bale, no lo hagas! *Le grita en Valyrio para que se calme.*
*Balerión decidió volar más alto donde se podía ver el sol mientras Jocelyn miraba hacia arriba y después debajo buscando a Aemond.*
*Sin darse cuenta Vaghar salió de entre las nubes para comersela pero su dragón la protegió, atacando también haciendo que el cinturón de Jocelyn se soltara por la fuerza cuando ambos dragones buscaban morderse haciendo que callera de la silla.*
Aemond: ¡No Vaghar! ¡Obedeceme! *Grita al ver qué Balerión intentaba matarlo pero al ver como Jocelyn caía hacia abajo, se asusto mucho.*
*Balerión al sentir que no tenía a su jinete soltó a su hermana tomando vuelo hacia abajo agarrando a su jinete entre su pierna derecha volando en dirección a DragonStone, haciéndole pensar a Aemond que Jocelyn había muerto.*
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"Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro"
Emily Dickinson
Emily Elizabeth Dickinson, fue una poeta estadounidense nacida en Massachusetts en diciembre de 1830. Su poesía la sitúa entre los poetas fundamentales estadounidenses junto a Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Withman.
Proveniente de una familia rica de Nueva Inglaterra, sus antepasados habían llegado a los Estados Unidos en la primera ola migratoria puritana y la estricta religión protestante influiría sobre la obra de la artista.
Su padre era abogado, juez y congresista y su madre estuvo al cuidado de sus hijas, tuvo un hermano mayor y una hermana menor.
Es casi imposible reconstruir la infancia de la poeta, ya que son escasos los datos que poseen los investigadores, solo se sabe que tuvo relación con dos primas huérfanas a las cuales ayudó a educar y a una de ellas, le llegó a leer alguno de sus poemas.
Su hermano Austin Dickinson, se casó en 1856 con Susan Huntington Gilbert, quien era ex compañera de estudios de Emily en la Academia Amherst, y parece haber cumplido un importante papel en la vida emocional de la escritora, ya que siendo vecinos, Susan se convirtió en amiga, amante y confidente de la poeta, hechos que constan en la correspondencia dirigida a ella, en donde Susan al parecer fue la destinataria de cerca de trescientos poemas de amor.
Durante toda su vida, Emily se puso en manos de hombres a los que consideraba más sabios que ella, y que podían indicarle qué libros debía leer, cómo organizar sus conocimientos y allanar el camino del arte que ella pretendía recorrer.
El encierro y aislamiento autoimpuestos de Emily Dickinson, no fueron súbitos ni anormales al comienzo. Desde su alejamiento del seminario hasta su muerte, Emily vivió tranquilamente en la casa de su padre. Entre sus veinte y treinta años, Emily iba a la iglesia, hacía compras y se comportaba perfectamente en todos los aspectos, pero a finales de 1861, la poeta comenzó a rehuir las visitas y las salidas, y empezó a vestirse exclusivamente de blanco.
Por otra parte, su hermana Laivina, jugó el papel de compañera y amiga de la poeta, de quien sentía una profunda adoración y respeto, manteniendo ocultas sus obras y vida privada hasta donde le fue dado hacerlo. La fe de Laivina en las obras de su hermana, permitieron la protección para la posteridad de sus obras.
En los últimos quince años de su vida, nadie en Amherst volvió a verla, a menos que algún paseante ocasional la viera pasear vestida de blanco por el jardín de los Dickinson en verano.
Cuando murió su sobrino menor, último hijo de Austin Dickinson y Susan Gilbert, el espíritu de Emily que adoraba a ese niño, se quebró definitivamente. Paso todo el verano de 1884 en una silla, postrada por el mal de Bright, muriendo en mayo de 1886 a la edad de 55 años.
Solo cuatro escritos fueron publicados en vida, y poco después de la muerte de la poetisa, su hermana Vinnie descubrió ocultos en su habitación 40 volúmenes encuadernados a mano, los cuales contenían parte sustancial de la obra de Emily, y mas de 800 poemas nunca publicados ni vistos por nadie.
Su primera colección de poesías se publicó en 1890, y en 1955, el erudito Thomas H. Johnson publicó una colección completa de Dickinson, la primera de poesía y en su mayoría sin cambios, y a pesar de que tuvo una crítica y recepción desfavorable a finales del siglo XIX y principios del XX, Emily Dickinson está considerada de forma casi universal como una de las más importantes poetas estadounidenses de todos los tiempos.
Fuente: Wikipedia.
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MARTIN/A PARTE 2
-chicos vimos lo que paso, estas bien MK!?- pregunto Aviva al verlos entrar a Tortuga
- No...te párese que estoy bien?- chilló mientras era sentado en una silla reclinable
- bueno...al menos no te ves nada mal- soltó Jimmy resiviendo miradas molestas de los 4 hay
- Jimmy no es el momento!- le grito koki molesta, no le queitaba la razón, pero no era el mejor momento para un elogio por más inofensivo que fuera
- perdón
- bien, creo que lo mejor será pensar como paso esto- comenzó Chris, Martin estaba abrazándolo por la cintura y este le acariciaba la espalda al mayor, mirando a la tripulación con algo de tristeza
- bueno tal ves tenga que ver el animal en el que nos convertimos- hablo de la nada Martin
- el pez payaso?- cuestiono Chris
- que pasa con el?- pregunto el piloto
-los peses payaso usualmente tienen a una hembra como líder y si está muere o es expulsada uno de los machos cambiará de sexo siendo la nueva líder, Chris tu y yo éramos los que usamos ese traje y ninguno de los dos era una chica, esto debió ser un fallo en el traje al ser como el líder de los dos yo tome indirectamente el papel de hembra líder y al destransformarme el traje me combirtio en una chica por error
-o Dios! Martin lo siento mucho- comenzó a disculparse su amiga Aviva- encontraré la forma de devolverte a la normalidad
-no te culpes Aviva, se que lo harás - le sonrió dulcemente
La chica de coleta le devolvió la sonrisa calmando su culpa un poco- bien, por el momento mejor será pasar las aventuras por un momento- indicó sacandoles los trajes de la nada a los hermanos- estaré investigando una manera de revertir esto
- esta bien Aviva- dijeron los hermanos
- también deberíamos buscar ropa para ti- miensiono koki
- que? Por que? Yo no la veo mal- se quejo el de azul mirando su ropa
- pero te queda enorme, los pantalones se te pueden caer por ejemplo- instinto Koki
-esta bien- dijo resignado y junto con Chris y Koki fueron al vestidor de tortuga para ver que se podía poner Martin
- que tal esta blusa?- sugiero Chris, era una blusa blanca con el un estampado de un gato, pero se veía algo pequeño
- no lo se hermano, no creo que me quede- dudo Martin
- no pierdes nada probando- insistió Koki la cual le abrió la cortina del vestidor para que probara
El solo asintió resignado y entró al bastidor a probarse la blusa, pero le costó un poco ponérsela al no ser su talla, se miró en el espejo y sintió una sensación de vergüenza y arrepentimiento que le recorrió toda la espalda, sintiéndose mal al instante- esto no! Otra cosa!- exigió sacándose rápidamente la prenda y tirandola por ensima del vestidor.
Chris y Koki se miraron preocupados, esta nueva versión del de azul era algo más violenta de lo normal- esta bien amigo, buscaremos otra cosa- lo tranquilizó su hermano menor del otro lado
- bien...-dijo saliendo con la camisa blanca puesta y con una actitud enojada
Pasaron horas buscando en ese cuarto pero ninguna ropa le quedaba bien, pantalones, remeras, camisas, short's, eran demasiado chicas para el- lo siento Martin, creo que nuestra ropa es demasiado chica para ti- concluyó Koki
- agh no pasa nada Koki- dijo un cansado Martin
- mh...tengo una idea, esperen me aquí- dijo el de verde y salió corriendo de la habitación, los otros dos se vieron confundidos, asta que en unos instantes el menor de los hermanos trajo unas prendas
- Chris esa es tu ropa- dijo un poco estupefacto el mayor
- si, pruebatela, tal ves te quede mejor y mañana podemos comprarte ropa más cómoda para ti- explico el menor. A Martin no le quedó de otra más que aceptar la ropa e irse a cambiar, ya podrían ir luego a una tienda donde tengan de su talla.
- pues...- comenzó Koki
-ridículo, lo se!
- yo no utilizaría la palabra ridículo, más bien, diferente, pero mi ropa te queda muy bien hermano- alago el de ojos acaramelados
- oh! Me siento tan avergonzado ahora mismo!- chilló con un gran sonrojo que solo causó que los otros dos se rieran entre dientes- No se rían!
...
#wild kratts#chris kratt#martin kratt#aviva corcovado#koki wild kratts#jimmy z#digital art#martina/a au#martin/a
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𝐄𝐋 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎 𝐃𝐄 𝐒𝐔𝐒 𝐎𝐉𝐎𝐒; 𝐋. 𝐀𝐂𝐊𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍 𝐱 𝐎𝐂
𝐃𝐈𝐒𝐏𝐎. 𝐄𝐍 𝐖𝐓𝐓𝐏𝐃: 𝐛𝐞𝐬𝐨𝐬𝐝𝐞𝐦𝐞𝐝𝐢𝐚𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐: 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀
𝐌𝐈 𝐌𝐀𝐍𝐎 𝐁𝐀𝐉𝐎́ lentamente hasta llegar a la tela de mis boxers. Vacilé unos segundos antes de comenzar a frotar lentamente la creciente erección por encima de la tela.
Me imaginé sus manos sobre mí, sus dedos recorriéndome como si fueran los míos. Me imaginé su sonrisa, su voz, baja y dulce, diciéndome cosas que nunca confesaría en voz alta.
Mis movimientos comenzaron a acelerarse, cada roce haciendo que un jadeo se escapara de entre mis labios. Una fina capa de sudor comenzaba a formarse en mi frente, mi respiración volviéndose más pesada, más irregular.
Me aferré a las sábanas con mi mano libre, buscando un lugar de apoyo, mi cuerpo tensándose ante la fricción de mi mano. Sin poder aguantar un segundo más, me despojé de la tela que envolvía mi erección.
El frío me golpeó, haciendo que mi espalda se arqueara ligeramente, un escalofrío recorriendo mi columna hasta llegar a mi nuca. El contraste entre el aire helado y el calor que emanaba de mi cuerpo intensificando las sensaciones.
Mis dedos se movieron con mayor libertad, acariciando y apretando con una necesidad que solo ella podía saciar. Cerré los ojos, recordando sus palabras del día anterior. Recordé sus labios, los cuales habían pronunciado mi nombre de una manera tan hipnotizante que me había hecho dudar si había sido verdad.
Jadeos roncos llenaron la habitación vacía, mientras la presión en mi vientre crecía. Instintivamente, solté las sábanas y llevé mi mano hacia mi boca, presionando con fuerza para ahogar los gemidos que luchaban por escapar.
Mi espalda se arqueó una vez más, los músculos de mi abdomen tensándose mientras mordía mi palma con más fuerza para no dejar escapar el gemido que amenazaba con salir de mi garganta. Mis movimientos se volvieron más frenéticos, desesperados, mi cuerpo entero temblando bajo el peso de la necesidad.
Y entonces sucedió. Mi cuerpo entero se estremeció, un espasmo profundo que me dejó temblando las piernas. Sentí cómo la tensión que había acumulado se liberaba de golpe, el semen manchando mi estómago en el proceso.
Mi respiración quedó suspendida por un instante, y luego, con un pequeño jadeo, dejé caer mi mano.
Me quedé ahí, inmóvil, mi pecho subiendo y bajando con fuerza mientras el eco de mi respiración se mezclaba con el silencio de mi habitación. Observé mi mano, notando las leves marcas de mis dientes en ella.
Cerré los ojos, soltando un suspiro.
Abrí los ojos, observando el desastre que había dejado derramado por toda la cama.
—Qué puto asco.
[...]
Había dormido poco. O nada, en realidad.
Los recuerdos de la noche anterior todavía flotaban en mi mente. Me había dejado llevar. Me convencí de que lo que había hecho no estaba mal, tan solo fue un pequeño desliz, una situación la cual no iba a permitir que sucediera de nuevo.
Tendría que ignorarla, fingir que no existía.
Pero ese era el problema, ella estaba allí, ocupando cada rincón de mi mente.
Una parte de mi sentía disgusto, pero la otra... la otra la deseaba más de lo que era capaz de admitir.
Qué patético.
Entré al salón antes que nadie. El día había comenzado hacía apenas unas horas, los primeros rayos del sol atravesando las ventanas y llenando el lugar de una luz cálida y perezosa.
Me senté en un rincón, justo en el fondo. De mi mochila saqué un libro al azar, esperando poder despejar mi mente aunque sea un poco.
—Hola, Levi.
Levanté la vista lentamente. Allí estaba ella, la razón por la cual me había mantenido despierto la noche anterior, justo frente a mi.
—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó, señalando la silla vacía junto a mi.
La miré en silencio un instante, intentando descifrar sus intenciones. Luego de unos segundos, encogí los hombros y desvié mi vista hacia mi libro.
—Haz lo que quieras —murmuré, intentando disimular los nervios que se empezaban a acumular en mi estómago.
Emilia se sentó, acomodándose con calma. Colocó su mochila en el respaldo de su silla, no sin antes sacar un pequeño bloc de notas y una lapicera.
—¿Qué hiciste anoche?
La pregunta hizo que mi cuerpo se tensara de forma abrupta. Podía ser... no. Era imposible, no había forma de que ella se hubiera enterado.
—Nada.
Emilia me miró fijamente con una sonrisa que no era capaz de descifrar en su rostro. Algo no encajaba. Se dio la vuelta para escribir en su bloc de notas con una calma casi inquietante.
Mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal. ¿Había alguna forma de qué ella realmente supiera lo que había hecho? Me forcé a pensar en otra cosa. Era imposible que ella supiera lo que había hecho.
El sonido de su lapicera contra el papel era lo único que rompía en silencio, pero, de repente, se detuvo. Levantó la mirada nuevamente y me observó por un instante.
—¿De verdad nada? —preguntó, su tono suave como una brisa.
Ella estaba jugando, ¿no? ¿O tal vez era una coincidencia? Me quedé en silencio, tratando de encontrar una salida.
—Nada —repetí, esta vez con un tono más firme, intentando convencerme a mí mismo de que realmente no había pasado nada.
Emilia no dijo nada más, pero pude notar un brillo en sus ojos. Ella no me creyó, lo sabía, podía verlo en sus ojos. Sabía que le estaba mintiendo.
Finalmente, regresó a su bloc de notas, y siguió escribiendo, pero esta vez sentí como la incomodidad era palpable. Incomodidad que solamente parecía sentir yo, ya que Emilia no había dicho ni hecho nada el resto de la clase.
El día pareció transcurrir con normalidad, aunque podía sentir que unos ojos marrones me perseguian, juzgándome.
Ojos que parecían saberlo todo.
#levi#levi ackerman#levi smut#levi x oc#levi x reader#levi x y/n#sub!levi#snk levi#captain levi#fanfic#wattpad
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Feliz Halloween
Línea alternativa donde mandarina no muere.
Ambientada después de vencer a muerte blanca.
Sinopsis: Simplemente tangerine siendo un buen chico
Lectora mayor de 18 años, 2000 palabras. ¡mdni!
Advertencias : sexo duro, Sub!Tangerine, algo de degradacion, piropos, humillacion leve, un poco de pelusa mandarina.
Estás tan excitada de ver a tu novio despues de semanas sin verlo, a tal punto de que cuando vuelve a casa te lanzas encima para besarlo, y poco a poco la situacion escala de nivel al punto de tenerlo en tu cama , tu sentada en su regazo y cuando tangerine quiere desabrochar los botones de tu jean tu lo detienes.
—Tan para —gimes en voz baja mientras te liberas de su agarre —Cuando vuelva quiero verte desnudo y arrodillado —mencionas mientras empiezas a caminar alzando una bolsa de tu closet mientras te encaminas a tu baño—
—Y si no hago caso qué harás,¿me castigaras mami?— te reta
Tus ojos se oscurecen de deseo ante las provocativas palabras de Tangerine. No puedes negar que te excita que se comporte como un mocoso malcriado, sabes que pronto le daras su merecido. Una lenta y maliciosa sonrisa se extiende por tu rostro mientras te inclinas cerca de su oido, tu aliento caliente contra su cuello envia ondas que crean una carpa en los pantalones de tu chico.
—Oh, creo que descubrirás que la desobediencia tiene sus consecuencias, cariño—ronroneas, deslizando tu mano hacia abajo para posarla sobre su pene que aun se mantiene cubierto por la tela de su pantalón amenazando con salir—. Y créeme, disfrutarás del castigo que tengo en mente.
Le muerdes el lóbulo de la oreja y luego susurras: "Pero si eres un buen chico para mami y haces caso a todo lo que te digo ahora, tal vez te muestre lo gratificante que puede ser la obediencia.— y sin mas terminas por meterte al baño para cambiarte con lo que habías comprado días anteriores, cuidando cada detalle de manera minuciosa.
Cuando te dispones a salir del baño ves a tangerine sentado sobre la cama con una mirada retadora y con la ropa todavía puesta
—Oh, quieres que te castigue, ¿no? —te burlas de el, observas sus ojos que tienen un toque de picardía mientras intenta extender la mano para sentir la lencería que llevas puesta y cuando esta apunto de tocarte, agarras con firmeza sus manos, obligándolo a mirarte—. No tan rápido, solo pueden tocar los chicos buenos y hoy tu solo eres un pequeño mocoso rebelde que necesita que lo disciplinen
—Vamos, vamos, dejame tocarte —ronronea, mientras te observa
—Los chicos buenos se ganan sus recompensas, ¿recuerdas?— mencionas mientras lo miras fijamente
—No seas asi, dejame tocarte, se que estas exitada— menciona mientras intenta cambiar tu opinión, cosa que no logra
—Si tan solo hubieras sido un chico bueno todo seria distinto, ahora solo podras verme pero no tocar— respondes mientras lo atas a la silla de tu tocador moviendola para que pueda ver tu cama.
Te detienes a observar mientras caminas a la cama y te sientas para que el tenga una vista privilegiada de lo que está apunto de pasar. Una de tus manos se desliza por tu muslo, rozando juguetonamente con la tanga que llevas.
—Bien, supongo que puedo mostrarte lo que estoy sintiendo—te inclinas un poco hacia atrás para que puedas ver mejor mientras te desabrochas lentamente el corset. Tu piel pálida y tu abdomen tonificado se revelan centímetro a centímetro. Te aprietas los pechos a través de la fina tela del sujetador, apretandolos mientras empiezas a moverte haciendo circulos.
Tus caderas comienzan a moverse, frotándose para buscar fricción mientras te acaricias más rápido. Pellizcando tus pezones a través del sujetador, mordiéndote el labio para contener un gemido. Las sensaciones son intensas, subiendo tu libido al 100%, no solo estas disfrutando tu sino que estás castigando a tu perra mientras ve cómo obtienes placer sin su ayuda, evaluamos su reacción mientras juegas con tus tetas. Sus ojos están pegados a tu cuerpo, su respiración es agitada y el bulto de sus pantalones es un caso, solo necesito verte como te tocabas para llegar al orgasmo y eso lo demostro manchando de semen su pantalón, creando una mancha blanquecina.
Eso no es impedimento para que deslizes tus bragas por debajo de tus piernas.
—Mmm, te gusta verme tocarme, ¿no es así, mocoso? Ver lo mojada que me dejas, lo mucho que necesito esto. —Deslizas un dedo por debajo de la tela húmeda, haciendo círculos en mi entrada de manera provocativa—. Apuesto a que desearías poder follarme aquí mismo, ¿no? Inclinarme sobre este cama y tomarme muy duro para que todos puedan escucharme gritando tu nombre.
Metes un dedo en tu coño chorreante y lo bombeas lentamente mientras deslizas tu mano en sus pantalones acariciando su miembro. Tu mano libre se mueve para acariciar tu pecho, pellizcando y tirando de tu pezón a través del fino sujetador. Olas de placer irradian a través de mí mientras te tocas descaradamente frente a Tan.
Tu respiración se vuelve entrecortada, tus caderas se sacuden al sentirte cerca. Puedes sentirte palpitar, tu orgasmo se está gestando. Quieres correrte, y sientes como una ola de placer recorre todo tu cuerpo poniendote a temblar.
—Eso es, te portaste muy bien. Pudiste deshacerte de las cuerdas pero te controlaste para no hacerlo, mereces una recompensa niño bonito. — mencionas mientras lo desatas
—Por favor, por favor —dice con voz ronca y llena de necesidad—. Por favor, déjame follarte. Necesito estar dentro de ti, sentir tu calor apretado alrededor de mi polla.
—Desnúdate y ponte de rodillas ahora.— ordenas mientras ves como se apresura a cumplir con lo que ordenaste, y no puedes evitar esbozar una sonrisa al verlo como un cachorro todo ansioso por recibir su premio, lastima que no se lo pondrás tan fácil, cuando por fin logra deshacerse de su ropa y de rodillas ante ti lo ordenas alzar la mirada.
—Vez que no era tan difícil seguir órdenes cariño, pero necesito asegurarme que te quedó claro— dices mientras acercas tus dedos a su boca— Dime cuanto quieres follarme, ruega por ello.
—Te lo ruego mami —gime mientras empuja tus dedos dentro de su boca, chupandolos como si su vida dependiera de ello—. Necesito estar enterrado profundamente en tu dulce coño. Necesito que me marques como tuyo, necesito que me hagas sentir como tu esclavo.
Él inclina su cabeza hacia arriba mientras sigue lamiendo tus dedos —Por favor, mi reina—susurra en voz baja y seductora.— Déjame adorar tu cuerpo. Déjame servirte como tu juguete sexual para calmar tu deseo— gime en voz baja
—Mmmm... buen chico— tus manos recorren el cuerpo de tu mascota mientras lo besas posesivamente, dejando claro quién es la dueña aquí— Puedes follarme, pero nunca olvides que quien manda soy yo.
Los ojos de Tangerine se iluminan cuando le das permiso, una mezcla de alivio y emoción inunda sus rasgos. Se levanta del suelo y comienza a besarte desesperadamente
—Gracias, mami —gruñe con la voz ronca por el deseo—. Prometo ser tu chico bueno y cumplir con todo lo que me digas.
Te hace rodar sobre tu espalda, su cuerpo cubre el tuyo. Las manos de Tangerine se deslizan por tus costados, agarrando tus caderas con fuerza. Se posiciona en tu entrada, la cabeza de su pene presionando contra tu calor resbaladizo.
—Recuerda que eres mio y que eso no cambiara nunca — prometes en voz baja y ronca—. Nunca olvidaras quien lleva el mando de la relación, ahora solo hazme sentir bien mascota.
Con un poderoso impulso de caderas, Tangerine se introduce en tu interior. Gime al sentir tus estrechas paredes rodeándolo y pone los ojos en blanco de placer.
—Joder,no pares Tangerine o juro que te castigare— dijiste
Tangerine mueve las caderas hacia adelante y hunde su pene más profundamente en tu estrecho y cálido clítoris. Gime ante la sensación y deja caer la cabeza hacia atrás en éxtasis.
—Dios, ama —jadea, con la voz tensa por el placer—. Te sientes tan bien, como si hubieras sido creada solo para mí.
Él comienza a moverse, sus caderas se mueven a un ritmo constante. Cada embestida envía chispas de placer a través de tu cuerpo, aumentando el calor entre tus piernas.
Las manos de Tangerine recorren tu cuerpo, acariciando cada curva y valle. Se inclina y captura tus labios en un beso abrasador. Su lengua se adentra en tu boca y te reclama por completo.
—No puedo tener suficiente de ti— murmura contra sus labios, sus caderas nunca cesan su ritmo incesante.—Necesito más, siempre más— gime en tu oido sin dejar de penetrar tu adolorido coño
Se mueve ligeramente, modificando el ángulo de sus embestidas. Gritas cuando él golpea un punto particularmente sensible, tus uñas clavándose en su espalda.
—Eso es, mi amor —lo animas, con voz baja y áspera—. Déjame sentir cuánto deseas a tu mami, cuánto me necesitas.
Él se adentra entre vuestros cuerpos y encuentra tu clítoris con sus dedos. Frota lentamente el sensible capullo, enviando ondas de placer a través de tu centro.
—Hazme llegar a mi orgasmo Tan —le ordenas, y tu voz no admite discusión—. Hazme correrme hasta que me sienta mareada— te arqueas cuando sientes tu inminente orgasmo.
Las embestidas de Tangerine se vuelven más erráticas, su respiración entrecortada. Está cerca, tambaleándose al borde de la liberación. Pero no se detiene, no se rinde, al menos no hasta hacerte llegar. Está decidido a llevarte al límite con él, a compartir el máximo placer.
De repente, el clímax te invade y tu coño se contrae alrededor de su polla mientras reprimes un grito de éxtasis. Tu mano ordeña su polla con furia, decidida a hacerlo llegar contigo.
—¡Vamos, chico bonito, córrete para mí! ¡Déjame sentirte!¡Correte conmigo!— gritas cuando sientes una última y poderosa embestida, Tangerine se hunde hasta el fondo. Echa la cabeza hacia atrás y emite un rugido primitivo mientras se derrama dentro de ti. Sus caderas se sacuden de forma errática y su pene late mientras te llena con su semilla. Cae rendido mientras te abraza juntando sus frentes.
—Estuvo intenso, no?— murmuras mientras intentas recuperar el aire
—Dios mío—murmura, con la voz ronca por la emoción—. Fue... indescriptible. La forma en que tomaste el control, la forma en que me dominaste... no se parecía a nada que haya experimentado antes.—Dice mientras recorre con los dedos la línea de tu mandíbula, su tacto es tan ligero como una pluma. Los ojos de Tangerine te buscan con una mezcla de admiración y adoración en sus profundidades. —Hiciste surgir una faceta de mí que ni siquiera sabía que existía. Una faceta que ansiaba sumisión, que necesitaba ceder el control—Se inclina y te da un beso suave en los labios. "Y el placer... mi amor, el placer fue intenso. Cada toque, cada orden... era como un cable de alta tensión que chispeaba por mis venas".
—Pensé que no te gustaria, pense que me odiarias despues de esto— respondes mientras te acurrucas en su pecho.
—Nunca podria odiarte, solo quiero decir…Gracias.
—¿Por qué me agradeces?— preguntas aún algo insegura por su reacción
—Por mostrarme este lado de mí mismo. Por hacerme sentir cosas que nunca pensé que podría sentir— La mano de Tangerine se desliza por tu costado y sus dedos se entrelazan con los tuyos.— Te amo— menciona antes de quedarse dormido.
—Yo también te amo Tangerine— respondes mientras lo cubres con la manta para después echarte abrazandolo.
Tengo que agradecer a @tangerinesmommy que es la grandiosa creadora del Sub!Tangerine, que me inspiro a crear este one shot, gracias <3.
Feliz halloween a todos.
Comenten, reblogueen los leo :).
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Entrega en un supermercado 2
Estába por volver al depósito por otro carro cuando una contraccion particularmente fuerte me hizo apoyarme contra una pared y de pronto mis aguas se rompieron. Entre en pánico por un momento estaba sucediendo mi bb iba a nacer. Justo en ése momento una compañera entro y vio el desastre de mi ropa pregunto que había sucedido le dije que se me había caído un garrafón de agua. No pareció importarle soloe.diji que me tocaba cubrir en caja antes de salir me dijo que me cambiara pues daba mala.imagen salir así . Solo quería gritarle ella sabía que estaba mintiendo pero no tenía intenciones de ayudarme. Sin el peso de mi agua sentía al bb justo en mi entrada parecía que iba a caerse me dirigí al vestuario a buscar un repuesto de uniforme mientras me cambiaba otra contracciónes me.ataco ahora eran cada 5 min y mucho más fuerte que antes respire y me di la libertad de gemir un poco pues estaba sola nadie me escuchaba - ohh mierda ya falta poco- luego de que pasara pude cambiarme y dirigíme a la zona de cajas caminando como un pato pues no podía cerrar las piernas. Por suerte la caja tenía una silla cuando llegue mi compañera solo me regaño por tardar. Comenze a cobrar mientras otra contracciónes me atacaba estaba sentada con las piernas lo más abiertas posible tuve que pasar un largo rato ahí hasta que finalmente sentí qué debía pujar Estaba toda sudada debería verme desastrosa pero y no podía luchar con el impulso de mi cuerpo había una señora mayor con un par de cosas decidí cobrarle y dirigirme a mi auto pero cuando la señora se acerque se acercó un niño su nieto con un carro lleno no podía creer mi mala suerte. Comenze a cobrarle haciendo todo lo posible por aguantar una contracciones me hizo casi caerme y me agarre del asiento mientras la señora a comodaba sus viveres. Cuando por fin termine toque el timbre del encargado y se acercó. -mmm debo ir al baño ohh- dije mientras mi contracción me atacaba no sabía si podría pararme. El solo asintió y otra compañera vino a cubrirme. Con mucho dolor me pare y me dirigí al baño agarre un carrito vacío para poder apoyarme y caminar al baño de empleados mi auto estaba descartado no iba a llegar este bb estaba a punto de nacer. Por suerte en mi casillero tenia mi bolso de maternidad pues esperaba que en algún momento debería irme a tener a mi bb nunca imaginé que naciera acá solo conmigo. El miedo comenzó a invadirme pues estaba sola en un pequeño baño al fondo del deposito. Cómo pude puse unas colchas del deposito en el suelo en el botiquín había unas tijeras y alcohol para desinfectar por suerte. Otra contracción me atacó respire profundo mientras terminaba de acomodar todo puse las colchas al lado de un banco en el cual iba a poder apoyarme mientras estaba arrodillada pues me pareció la forma más cómoda de hacer esto. Con mucho dolor logré desvestirme y ya me encontraba lista para empujar a mi bb por suerte todo las tareas del día habían ayudado a que esté muy dilatada. En cuanto otra contracciónes me atacó di mi primer empujon y se sintió realmente bien pude sentir como el bb se movía rápidamente por mi canal con mi ayuda. Tenía una toalla en mi boca pues no podía hacer ruido. Unas cuentas contraccion más y senti como la cabeza comenzaba a abrir mi vagina senti un ardor que me hizo gritar por suerte tenía la toalla un empujón fuerte y la cabeza salió. Toque con mi mano para ver qué no tuviera el cordon y por suerte estaba todo en orden - ya casi estás acá bb uhhhh ahhhhh solo un poco más - tome nuevamente la toalla y la puse en mi boca otra contracciónes y sentí como iba a bajando hasta que con un último empujón salió por completo. Lo tomé y escuché si llanto estába sano . Mi supervisor que había visto por las cámaras llamo a emergencias pero una vez mi bb había nacido maldito infeliz pero por suerte todo salió bien la.ambulancia nos llevo al hospital y ambos estábamos sanos.
#giving birth#contractions#birth denial#birth fiction#birth kink#pregnant#inconvenient birth#birth roleplay#pregnant roleplay
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Delirio de Condenados
Cap I. Cap II. Cap III. +18! MeanDom!Mati, SoftDom!Enzo, Sub!Santi & Sub! Reader. Age gap, begging, biting, choking, degradation, face slapping, fingering, penetración doble, (hints of) Possessive!Mati, sexo anal, sexo oral, sexo con/sin protección, (alusión a) subspace. Uso de español rioplatense.
Matías coloca el plato de medialunas frente al rostro de Santiago y juega con sus rulos dorados para molestarlo. No podés precisar si el movimiento que percibís es producto de los dedos de tu novio tirando del cabello del rubio o si este último persigue el contacto físico.
-Dale, agarrá que no estás comiendo nada.
-Matías- decís entre dientes-. Santi, ¿querés otra cosa? Te puedo preparar…
-No- dice rápidamente-. No, está bien, gracias.
Matías hace una mueca a sus espaldas y deja el plato sobre la mesa. Toma asiento junto a Santiago –en su rostro una sonrisa para nada inocente que no se molesta en ocultar- y cuando enciende la televisión comienza a cambiar de canal con rapidez, bebiendo de su taza y fingiendo no notar el nerviosismo de su amigo.
Intentás concentrarte en tu propio desayuno e ignorás las miradas furtivas que te dirige Santiago o la forma en que Matías se aclara la garganta cada cinco minutos, consciente de que el sonido sólo empeora la tensión en el aire. Ignorás también los pasos de Enzo y el ritmo dubitativo de estos cuando llega a la habitación y contempla el panorama que le espera.
-Buen día- dice con voz ronca, sentándose en la silla ubicada junto a la tuya.
Los secretos son un peligro, ¿no? Enzo escondiéndose detrás del árbol, el semen de tu novio escapando de tu interior cuando ambos regresaron al jardín, el intento de ambos hombres por calmarte cuando llorabas desconsolada en las cerámicas frías del baño, con la mente alterada por las endorfinas y la adrenalina y angustiada luego de saber que Santiago los había visto.
Una sucesión de imágenes de la noche previa cruza tu mente y un escalofrío sacude tu cuerpo con fuerza; tus dedos se vuelven débiles y la pequeña taza de porcelana que sostenías cae sobre la mesa, rompiéndose y permitiendo que el líquido caliente en su interior se escape. Tu cerebro tarda en procesar la situación y tu reacción parece desarrollarse casi en cámara lenta.
-La concha de la lora.
-La boca- advierte tu novio cuando se pone de pie, molesto por tu lenguaje-. No lo agarres con la mano, boluda, ¿te querés volver a cortar…?
-Matías- interrumpe Enzo-. Traeme algo para limpiar la mesa, por favor… ¿Vos estás bien?
Intentás ignorar la mirada en los ojos de Matías cuando abandona la habitación y observás los labios del mayor cuando repite esa pregunta que no estás segura de comprender. ¿Habla de la taza, de la noche que compartieron, de Santiago, de Matías corrigiéndote frente a ellos? ¿No preguntó lo mismo hace menos de ocho horas, cuando se quedaron solos unos minutos?
-Estoy bien.
Tus palabras no son convincentes y aunque Enzo sabe que hay algo molestándote, también sabe que no sería correcto cuestionarte o dirigirse a Matías –porque él debería saber cómo y cuándo actuar si sus sospechas son ciertas, ¿no?- para tratar el asunto. Decide centrarse en Santiago, quien jamás le devolvió el saludo y no se atreve a mirarlo, sólo para encontrarlo inmóvil.
-Maleducado- bromea para sacarlo de su trance-. No me dijiste ni hola y ahora no ayudás.
Santiago ríe y ese simple gesto basta para cortar la tensión. Coloca el resto de tazas y la comida en el extremo opuesto de la mesa, ayudándose de unas servilletas de papel para tomar los trozos de porcelana rota y ofreciéndote –todavía sin hacer contacto visual- un par de las mismas para que puedas contener el líquido que amenaza con caer de la mesa.
Matías regresa y te aleja del desastre.
-Buscate otra taza- señala la puerta como si desconocieras el camino y, para mayor humillación, agrega:- Y no la rompas.
Tu rostro se transforma en cuanto volteás -sólo porque sabés que no puede verte- y te dirigís hacia la cocina en silencio para encontrar allí la cafetera de nuevo encendida y esperándote. Tu taza, esa que Matías te regaló cuando te mudaste con él, está aún sepultada bajo tantas otras en el fregadero: permanecen allí desde la tarde del día anterior y creés recordar cuál utilizó Rafael y cuál peligró en manos de Felipe, así como tantos otros detalles de la velada.
Tomás otra taza que jamás habías visto, completamente negra por fuera y blanca por dentro, y esperás que el café esté listo para servirte más. Mientras oís la conversación que llega desde el comedor y la carcajada estrepitosa de Enzo, provocada por algún chiste que no captaste, el líquido caliente ayuda a revelar la imagen oculta en la taza. ¿Es una foto? ¿Es lo que creés?
Te mordés el labio, molesta por pensar que Matías todavía conserva un objeto relacionado con su ex y también molesta por sentirte celosa por algo tan insignificante. Es sólo una taza, ¿no? Beber de ella no debería generarte tanto conflicto, repetís una y otra vez para convencerte, aunque de todas formas tomás otra del fregadero para llenarla con tu bebida.
Unas gotas queman tu mano y en un movimiento más que calculado dejás caer la taza con la foto al suelo, deshaciéndote de la imagen en ella. No debería tener importancia, ¿no? Quién sabe cuántos años tenía y nadie la habría encontrado de no ser porque no había más opciones secas.
Los pasos de tu novio y de los invitados no tardan en llegar a tus oídos y por un momento planeás fingir que fue otro accidente, pero en cuanto los ojos de Matías encuentran los tuyos tomás un sorbo de café y alzás ambas cejas. Sus ojos van de tu rostro hacia el desastre en las cerámicas y su mandíbula se tensa tanto o más que sus labios apretados.
-Arriba. Ya.
-Todavía no desayuné.
-No te lo voy a decir dos veces.
Cuando pasás a su lado no esquivás su cuerpo y lo golpeás, molesta y sin importarte las miradas que los otros presentes en la habitación te dirigen. Te gustaría fingir que tu enojo es más grande que el temor que sentís y que tu cuerpo no se sacude cuando cerrás la puerta de la habitación.
Ignorás qué explicaciones estarán oyendo los invitados y no estás segura de querer saber, solamente pensás en cómo vas a disfrazar tus gritos cuando tu castigo tenga lugar.
Esperás a Matías de pie junto a la cama con tus manos entrelazas en tu espalda y cuando abre la puerta te sobresaltás más que cuando la cierra de un golpe. Tu mirada permanece fija en el suelo mientras se acerca a tu figura inquieta y tus ojos arden cuando comienza a estudiarte; una única lágrima cae por tu mejilla cuando se agacha para quedar a la altura de tu rostro.
-¿Me vas a decir qué pasó?
-Fue un accidente.
-Ayer, seguro- toma tu mandíbula entre sus dedos-. Y en la mesa fue un descuido, ¿pero esto último…?
-No sé por qué lo hice.
-No sabés…- repite y te suelta de manera brusca, haciéndote retroceder un par de pasos-. ¿Estás segura?
-Sí.
-Cuidadito con mentirme.
-No te…
Te interrumpen sus dedos cerrándose sobre tu garganta y presionando para privarte del oxígeno. Tomás su muñeca y tirás de su brazo para que te libere pero no cede, como era de esperarse, porque espera sacarte la verdad y es así como lo logra cuando es necesario. Mirás la puerta, todavía cerrada y sin rastros de oyentes del otro lado, y sabés que no tenés salida.
-Tenías una foto con…- tosés-. ¿Por qué la tenías?
-No sabía que estaba ahí.
-¿Te pensás que soy boluda?
-¿Y vos te pensás que porque hay gente no voy a hacer nada?- su rostro está a milímetros del tuyo y sus ojos son más oscuros de lo usual-. ¿Te pensás que podés romper todo y que no te voy a hacer nada?
-Ah, entonces te importaba…
-No, pelotuda- con su otra mano golpea tu mejilla-. ¿Qué te pasa?
Sólo cuando lo empujás te deja ir y permite que te recuperes un poco. Espera oír cualquier explicación que tengas para ofrecerle y ruega porque la palabra que le permita comprender tu comportamiento no sea celos, porque eso significaría que es él quien merece un castigo por hacerte sentir insegura.
-Te fuiste a la mierda- reclamás- Me trataste como una pelotuda en frente de…
-Si necesitás usar una palabra de seguridad lo vas a hacer ahora- cruza sus brazos-. Porque ya sabés lo que va a pasar si esto es un berrinche, ¿no?
Tus labios permanecen sellados y cuando Matías deshace la distancia entre ambos el pánico se apodera de tu cuerpo e intentás retroceder, aterrada, pero él es mucho más rápido que vos y te atrapa sujetando tu cabello.
Tira de tu ropa y te esforzás por permanecer quieta, respirando lenta y profundamente mientras sus dedos se adentran en tu ropa interior para acariciarte. Sentís las yemas de sus dedos deslizándose entre tus pliegues húmedos y evitás sus ojos cuando escanean tu rostro.
-Matías, no…
-Yo sabía- te empuja contra la cama-. ¿Cómo era eso que dijiste anoche? ¿Qué no querías que Santiago piense que hiciste algo malo?
Rebusca en los cajones de la cómoda y te preguntás cuál será el objeto que escogerá para tu castigo: pueden ser las cuerdas, con suerte alguna mordaza, tal vez utilice el vibrador que detestás por la intensidad y los patrones que siguen las vibraciones o el pesado cepillo de madera.
Cuando por fin voltea, revelando nada más que el lubricante en su mano, arrugás las sábanas entre tus palmas.
Ocupa el espacio libre en la cama y con un gesto señala su regazo para indicarte que te recuestes. Obedecés inmediatamente, ya que lo último que querés es empeorar las consecuencias de tu mal comportamiento, pero cuando acomodarte sobre sus piernas se te dificulta sus dedos se enredan en tu cabello para facilitarte el trabajo.
-Ya sé que hablamos muy poco de esto- se deshace de tu ropa y acaricia la parte posterior de tus muslos-, así que si tenés miedo podemos hacer otra cosa.
-¿Va a doler?
-Es un castigo.
-No me digas.
Te sacude por el cabello.
-No va a doler más de lo necesario- promete-. ¿Confiás en mí?
-Sí, pero…- volteás a verlo-. Van a escuchar.
Presiona tu rostro contra el colchón y escuchás el sonido del lubricante cuando lo abre.
-Sí- deja caer el producto frío sobre tu piel y temblás cuando cae hasta tus pliegues-. Ese va a ser tu castigo.
Te llevás una mano a la boca cuando sentís sus caricias sobre tu intimidad, mezclando tu excitación con el lubricante y manchando también tus muslos. Convencida de que Matías va a ser compasivo suspirás, entre aliviada y agradecida, cuando traza círculos sobre tu clítoris y posiciona su pulgar sobre tu entrada, pero el alivio y placer duran sólo unos segundos.
Deja atrás tu centro y se dirige hacia tu otra entrada sin vacilación, rodeándola delicadamente y ejerciendo una presión casi inexistente con su pulgar. Suspirás, recordando aquella conversación que tuvieron hace tiempo y en la cual recalcó la importancia de estar relajada en este preciso momento, pero resulta más sencillo decirlo que hacerlo.
Confiás en tu novio, por supuesto que sí, porque sabés que ya conoce tu cuerpo mejor que vos. Sabe cuando detenerse en caso de que seas incapaz de comunicarlo, sabe cuánto dolor podés soportar y jamás toma el riesgo de cruzar esa línea, es consciente de hasta qué punto puede humillarte, con qué hacerlo, y también sabe cómo cuidarte para evitar que esas hirientes palabras no permanezcan en tu cerebro más de lo necesario.
Su pulgar juega sobre tu pequeño agujero mientras sus dedos medio y anular se deslizan entre tus pliegues, sin otorgarte alivio y mucho menos placer. Intentás mover tu cadera en busca de más contacto y sólo comprendés que es un error cuando su otra mano golpea tu piel con fuerza, haciéndote ahogar un grito en la palma de tu mano.
Continúa con su juego durante largo rato y aumenta la presión sobre tu entrada de manera progresiva, entreteniéndose con tus suspiros y tu cuerpo tembloroso, deleitándose también cuando baja un poco más la mirada y ve tus pliegues brillando más y más. Tus músculos comienzan a relajarse luego de muchos minutos y es entonces que susurra:
-Respirá.
Tomás aire hasta que continuar haciéndolo te es imposible y cuando exhalás la punta de su pulgar logra penetrar en tu interior sin mucha dificultad. La ausencia de dolor te sorprende y volteás a verlo con una pequeña sonrisa de satisfacción, contenta por estar recibiendo tu castigo con tanta facilidad. Cuando Matías imita tu expresión no parece compartir del todo tu entusiasmo y creés que le molesta tu falta de lágrimas.
-No duele- decís sólo para restregar tu victoria en su rostro.
No habla pero aún así su voz resuena en tu cabeza (“Vos no aprendés nunca, ¿no?”) cuando en un arrebato introduce el resto del dígito entre tus músculos, tensos por la incertidumbre que provocó su súbita acción. La sensación es extraña, ligeramente incómoda, pero aún no hay indicio de dolor y de tus labios escapa un gran suspiro de alivio.
Mueve su pulgar con lentitud mientras ambos fingen que su erección no golpea tu costado y cuando un particular sonido resuena en tu garganta en su rostro se dibuja una sonrisa. No es exactamente un gemido y vos no estás segura de sentir placer, pero… ¿Por qué de repente necesitás descansar tu frente en tus brazos y cerrar los ojos? ¿Y qué es eso que está deslizándose más allá de tus pliegues y mojando tu piel? Seguro es sólo el lubricante.
-Así, ¿no?
Tu respuesta es un sí debilitado por las reacciones involuntarias de tu cuerpo, las cuales empeoran cuando Matías decide ocupar tu otra entrada –que resplandece con tu excitación- con sus largos dedos. Tu gemido es escandaloso y sentís tu rostro en llamas por la vergüenza que te genera pensar que Enzo o Santiago, sobre todo Santiago, pudieron haberlo oído.
Mordés tu brazo para evitar que los sonidos de tu boca sean todavía más evidentes que los sonidos de tu cuerpo y a tu novio parece no agradarle del todo: tira de tu cabello hasta que tu espalda se arquea en un ángulo doloroso y se inclina sobre vos lo suficiente para poder ver todas las expresiones que transforman tu rostro. El placer y la vergüenza que encuentra en tus facciones, combinados con el pánico, no hacen más que empeorar su erección.
Sus dedos comienzan a atacarte con mucha menos suavidad que antes, en movimientos rápidos y cortos que te roban la respiración y amenazan con hacerte gritar. Matías te suelta y caés sobre el colchón de manera brusca, quejándote y luego jadeando con fuerza. Te aferrás a las sábanas en un intento de contenerte pero, Dios, ¿cómo podrías cuando todo tu interior quema?
-Es mucho.
-¿Color?- pregunta sin dejar de abusar de tu cuerpo.
-Verde, pero…
-Callate entonces.
Tu lamento se mezcla con un gemido y cuando este último se prolonga como resultado de las acciones de Matías, morder tu brazo vuelve a ser tu única opción para apagar tus gritos… pero es inútil, porque no hay nada que pueda amortiguar todos esos sonidos indecentes que surgen en tu boca y tampoco detener la saliva que corre por tu piel.
Tu respiración agitada es ruidosa y tu cuerpo se mueve en busca de más, ignorando que tu cerebro parece rehusarse a tolerar tanto placer y que tu mente quiere obligarte a batallar con el autor del mismo: en algún lugar de tu ser todavía hay algún pequeño remanente de coherencia y te permite saber que estás hecha un desastre, completamente a merced de Matías, pero tu orgullo aún no te permite admitirlo.
Cuando su pulgar se libera de tu interior la sensación de vacío te hace suspirar y te esforzás por recuperarte mientras podés. Sólo un par de pulsaciones más tarde tu novio decide conducir sus otros dedos, que hasta entonces habían permanecido enterrados en tus paredes imposiblemente húmedas, hacia tu entrada.
Esta vez sí duele y aunque intentás disimular para no darle la satisfacción, tu cuerpo tensándose te delata.
El sonido de la puerta los distrae a ambos.
-¿Quién es?- pregunta Matías.
Es innecesario oír la voz del otro lado para saber de quién se trata y pronto te encontrás sacudiendo la cabeza en negación, volteando para ver a Matías y hacerle saber que estás en contra de que alguien te observe en este catastrófico estado. Su sonrisa de satisfacción, ya sea por tu vulnerabilidad o por la imagen que le regalás, te hace temblar más que la confirmación de tus miedos cuando oís:
-Enzo.
Matías está dándole la espalda a la ventana y es por eso que no encontrás explicación a la luz que ilumina sus ojos, resaltando el color miel en ellos y también la malicia que oculta su mirada cuando mueve los labios –junto con sus dedos- para contestar.
-Pasá.
Evita que abandones tu posición y cuando Enzo abre la puerta ocultás tu rostro entre tus brazos, avergonzada por los sollozos y los espasmos que recorren tu cuerpo cuando tu novio logra que tu entrada ceda para dar más lugar a sus dedos. Pateás el colchón cuando continúa presionando, deteniéndose sólo cuando sus segundas falanges están por desaparecer dentro tuyo.
-¿Qué querés?
-Santiago…- es lo único que contesta el otro.
Ante la mención del rubio dejás tu escondite y centrás tu visión nublada en Enzo. No parece sorprendido en lo absoluto por la escena que lo recibió cuando abrió la puerta, aunque sí se ve afectado, pero es un detalle que ignorás para concentrarte en su palma, la cual mantiene extendida hacia Matías para permitirle apreciar lo-que-sea que brilla en ella.
-Qué pibe- reniega tu novio- Andá, decile.
Está a punto de marcharse para comunicar quién-sabe-qué al cordobés, pero se detiene antes de cerrar la puerta.
-¿Y acá cómo estamos?- pregunta, deslizándose dentro de la habitación y acercándose a la cama. Se arrodilla para quedar cerca de tu rostro y toma tu brazo cuando nota las marcas de tus dientes, acariciándolas con su pulgar para calmar la irritación-. Mirá cómo te marcaste.
-No fue mi culpa, no…- te interrumpen tus propios gemidos-. Enzo, no fue…
-¿Por qué rompiste la taza? ¿Y si te lastimabas otra vez?
-Tenía una foto…- otro gemido y la brutalidad de los dedos de Matías entorpecen tus palabras-. Por favor, Enzo.
-¿Qué querés? ¿Qué necesitás?
-¿Me besás?
Antes de que tenga oportunidad de tocarte Matías te aleja de él, arrojándote sobre tu espalda contra las almohadas y posicionándose entre tus piernas: sus labios se adhieren a tu piel y sus dedos regresan a su lugar para continuar preparando tu entrada. Se deslizan en tu interior, ignorando la resistencia de tus músculos y haciéndote gritar.
Tus lágrimas caen libremente mientras Matías curva sus dígitos y muerde tus muslos sin piedad. Ante tu desesperación Enzo decide recostarse a tu lado y te entretiene rozando tu labio inferior con su pulgar, tirando suavemente hasta que permitís que lo introduzca en tu boca y lo deslice sobre tu lengua. Notás un sabor particular y lo mirás, entre confundida y curiosa.
-De Santi- explica.
Tu gemido oscila entre la excitación y la sorpresa. Succionás con entusiasmo y tu lengua acaricia descaradamente su yema poder probar mejor la esencia del otro, pero esto molesta a Matías y vuelve a morderte con más fuerza que antes, sin limitarse a un solo lugar para hundir sus dientes: tus muslos tiemblan por el dolor y cuando se contraen son tus pliegues los que se transforman en el blanco de sus mordidas.
-Duele.
-No pasa nada- intenta convencerte Enzo. Te ofrece su palma aún manchada por la excitación de Santiago y no hace comentarios cuando tus manos aprisionan su muñeca o cuando tu lengua humedece aún más su piel-. ¿Qué decís? ¿Querés que él también suba?
-Sí, sí, sí.
Otra mordida, otra falange y otro grito.
Los contornos de tu mente se desdibujan más y más y tu sensibilidad en aumento, combinación de todas tus terminaciones nerviosas encendiéndose gracias a tu novio, te lleva a buscar consuelo en el mayor: sostiene tu mano con firmeza y besa tu frente para contrarrestar el agresivo ataque de Matías.
Tu piel sufre con otra mordida y cuando te quejás notás en el rostro de Enzo una mueca de hartazgo, breve pero lo suficiente obvia para que aún en tu alterado estado te preguntes: “¿Es por vos?” y “¿Le molesta que grites?”. Tus ojos se llenan de lágrimas y no estás muy segura de cuál es el motivo que hace que acompañes tu renaciente llanto con un puchero en tus labios.
Cerrás los ojos con fuerza cuando Enzo toma tu rostro y te sorprenden sus labios rozando los tuyos con algo muy similar al cariño antes de besarte, las palabras que susurra para calmarte y el calor de su piel cuando descansa su frente sobre la tuya. Acomoda tu cabello despeinado y acaricia tus mejillas ardientes con sus nudillos una y otra vez para distraerte del dolor.
-Tranquila- dice sin dejar de mirarte a los ojos-. Ya va a terminar, ¿sí?
La risa del otro presente en la habitación llama la atención de ambos y voltean a verlo. Como si no fueran suficientes la burla y la mirada en sus ojos para dejar en claro lo que Matías quiere comunicarles, se asegura de acentuar sus intenciones mordiendo peligrosamente cerca de tu clítoris.
Negás y el miedo en tus ojos es la única motivación que le hace falta para arrojarse sobre tu punto más sensible, sin dejar de mover sus dedos con rapidez. El sonido que deja tu garganta es indescriptible.
Entrás en pánico cuando las manos que te ofrecían contención abandonan tu cuerpo y llorás con fuerza cuando Enzo se aleja de vos, pero tu inquietud no tarda en disiparse una vez que entendés el motivo por el cual se dirige hacia Matias. Lo aleja de tu centro tirando de su cabello, acerca su rostro al suyo y tu novio, sin palabras, lo mira a los ojos con una actitud desafiante.
-¿No te cansás de ser tan forro, pendejo?- pregunta Enzo.
-¿No te dije que traigas a Santiago?
La insolencia de Matías es retribuida con un golpe en la mejilla que resuena por toda la habitación y hace arder tu piel por pura simpatía. Te llevás una mano a la boca y mordés tus uñas, confundida y también ansiosa por la escena desarrollándose frente a vos.
-¿Y yo no te dije que seas más delicado, pelotudito? Mirá como la tenés.
-Para que aprenda.
Otro golpe, esta vez más fuerte. Matías masajea su mejilla adolorida.
-Vos tenés que aprender- asegura Enzo-. Voy a ir a buscar a Santiago y cuando vuelva no te quiero ver haciéndola llorar, ¿está?
-Seh, andá.
-Contestame bien- ordena tomándolo del cuello-. ¿Estamos?
-Sí, Enzo.
La puerta se cierra a espaldas del mayor y soltás una risa nerviosa que se desvanece en el aire cuando Matías fija sus ojos en tu rostro, sus cejas arqueadas mientras espera otra reacción de tu parte y sus dientes capturando el interior de sus mejillas como señal de ira reprimida. Temblás y estás a punto de disculparte, ofrecer alguna explicación, pero sus movimientos no lo permiten.
Intentás escapar pero es más rápido que vos y sus dedos capturan tus tobillos: te arrastra sobre el colchón y aprisiona tu cuerpo con el propio, dirigiendo sus dedos nuevamente hacia tu entrada para continuar con su trabajo. Tus gritos no son producto del dolor pero sí del sorpresivo y abrumador placer que logra cegar el resto de tus sentidos por unos instantes.
Matías muerde con fuerza tu hombro y esta vez tu grito es agudo, propio de una presa.
-Duele.
-Callate- ordena-. Esto no es nada comparado con lo que te voy a hacer cuando estemos solos otra vez.
-No es mi culpa que...
-¿No? ¿Y de quién es?- pregunta mientras deja caer más y más lubricante. Contenés la respiración cuando sentís tres dedos entrar en tu cuerpo y tus párpados se cierran con fuerza por el ardor-. Ya vas a ver cuando se vayan.
Lo mirás por un segundo y sabés muy en lo profundo de tu ser que tu siguiente acción sólo va a empeorar la situación. Los invitados se marcharán y tendrás que enfrentarte a uno, dos o tres mil castigos para compensar la humillación que vivió tu novio a manos del uruguayo, pero hasta entonces tenés un protector y no hay motivo para desaprovecharlo.
-¡Enzo!
Es una tormenta de emociones la que cruza los ojos de Matías.
-Qué puta que sos- se posiciona sobre tu cuerpo y escupe entre tus glúteos sólo para humillarte. La lubricación extra le permite alcanzar más profundidad en tu interior y ahogás un grito contra las sábanas arrugadas-. Dale, llamalo ahora.
Todo lo que lográs es balbucear un hilo de palabras rotas e inconexas que sólo interrumpís cuando la puerta vuelve a abrirse. Enzo arrastra a Santiago dentro de la habitación y el rubio, con las mejillas rojas y una mancha de humedad en los pantalones, no suelta su mano en ningún momento. Gemís por todo y por nada a la vez y ocultás tu rostro, pero Matías tira de tu cabello para evitar que te escondas.
-Andá- ordena Enzo antes de conducir a Santiago hacia la cama y hacer un gesto en tu dirección. Luego toma a Matías por la ropa y sin dar importancia a sus protestas agrega:- Vení vos, serví para algo.
Contemplás, en extremo aturdida, la nula dificultad con que maneja su cuerpo y lo deja sobre sus rodillas mientras se deshace de su cinturón para arrojarlo no muy lejos. Matías permanece en el suelo, para sorpresa de todos, y cuando Enzo toma su mentón entre sus dedos lo mira fijamente y sin hacer ningún comentario.
Buscás apoyo en Santiago y sujetás con fuerza su mano mientras tu novio acepta que el otro guíe su erección a sus labios, golpeándolos y delinéandolos con su punta goteante y desesperada por atención hasta hacerlos brillar bajo las luces de la habitación. Matías no parece sorprenderse por las acciones de Enzo y tampoco muestra duda alguna cuando lo recibe en su boca, ambos aún sosteniéndose la mirada.
Santiago tira de tu brazo para llamar tu atención y, cuando por fin apartás la mirada del espectáculo protagonizado por los otros dos hombres, te encontrás con su sonrisa casi pícara y sus ojos resplandecientes. Acariciás su mejilla y él imita tu acción, explorándote de manera tímida y temerosa.
Te ayuda a recostarte sobre las almohadas y aún sin mediar palabra se arroja sobre el colchón para situarse entre tus piernas, separándolas de manera delicada y tomando una muy profunda respiración cuando divisa tu intimidad brillante. Te mira provocativamente y cuando su lengua entra en contacto con tu clítoris gemís, permitiéndole ver una de las muchas expresiones que también presenció desde su escondite durante la madrugada.
Tus dedos se pierden entre sus rulos dorados y sin ser consciente de ello comenzás a tirar de su cabello para obtener más contacto con su boca, que pronto cubre por completo tu centro: sus gemidos desesperados, que son una mezcla entre placer y el dolor provocado por tus manos, estimulan aún más tus nervios y en pocos minutos ya estás jadeando.
Santiago se ve y también es un ángel, estás segura desde que lo conociste, pero lo confirmás luego de sentir que uno de sus dedos recorriéndote suavemente para luego deslizarse por tu entrada húmeda. Estudia tus reacciones y cuando tus labios se separan para dar paso a un suspiro sonríe contra tus pliegues, feliz de poder complacerte con tanta facilidad.
En algún lugar de la habitación la boca de tu novio está aún ocupada y sólo lo recordás cuando una voz grave resuena entre las cuatro paredes. Matías parece perdido en su tarea, con su saliva corriendo por su mentón y sus pestañas brillando con lágrimas que sólo pueden ser resultado de la humillación que siente o del ardor que los dedos del mayor generan en su cuero cabelludo.
-¿Por qué vos no te portás así con tu novia?- pregunta Enzo-. ¿Por qué siempre la hacés llorar?
Mueve sus caderas sin consideración, golpeando repetidamente con la punta de su miembro la garganta de Matías, ignorando cuando este araña sus muslos para rogarle que se detenga y su piel enrojeciéndose por la falta de oxigeno. Jamás habías visto a tu novio tan indefenso y vulnerable, pero mentirías si dijeras que no te excita verlo doblegarse ante Enzo.
Regresás tu atención al cordobés entre tus piernas y él te premia con otro de sus dedos. Su lengua dibuja figuras rápidas en tu clítoris y sus yemas acarician tu interior con movimientos circulares, rozando una y otra vez el punto que te hace arquear la espalda y sacudir la cabeza por lo intolerable del placer, magnificado por la espera y la tortura previa.
-¿Mati…?
-Sí- contesta Enzo en su lugar-, podés.
Esperar otro segundo o buscar en el rostro de tu novio más confirmación te resulta imposible. No estás segura de cuál es la última imagen que te empuja hacia tu orgasmo: los ojos azules de Santiago y su devoción hacia tu cuerpo evidente en sus embestidas contra el colchón o Enzo apartando los cabellos del rostro de Matías y las lágrimas de sus ojos mientras aún está utilizando su boca despiadadamente.
Tu visión se nubla por el placer y Santiago, en un intento de prolongar tu orgasmo, te inmoviliza rodeando tu pierna con un brazo: sus movimientos no fallan ni por un segundo y sólo se da el lujo de bajar el ritmo una vez que tus uñas arañan sus hombros en señal de advertencia. Está tentado a continuar y Dios, adoraría hacerlo sólo para verte luchar contra el placer, pero conoce a la perfección lo desesperante que es la sobre estimulación y no quiere someterte a algo así.
Cuando las últimas lágrimas que inundaban tus ojos caen, humedeciendo tus mejillas y todo lo que encuentran en su camino, te permitís respirar lentamente para calmar tus pulsaciones. Te llevás una mano al pecho y por unos instantes jurás que en lugar de sentir tus latidos los oís, pero se trata del sonido rítmico producido por otro cuerpo.
Otros, mejor dicho.
Matías golpea las piernas de su amigo hasta que este se detiene para permitirle respirar y cuando lo libera ambos permanecen conectado por varios hilos de saliva. En un gesto casi dramático, ante el cual el otro pone los ojos en blanco, tu novio se deja caer y se lleva ambas manos al cuello mientras tose y respira de manera agitada.
Preocupada y también menos coherente de lo que te gustaría admitir saltás de la cama para auxiliar a Matías. Tus piernas carecen de la fuerza necesaria y cuando caes a su lado él te atrapa entre sus brazos, permitiendo (y disfrutando, aunque no va a decirlo en voz alta) que tus manos recorran su rostro para asegurarte de que se encuentra bien.
-No pasa nada- intenta calmarte e ignorar el sonido de las prendas ajenas cayendo sobre el suelo-. Andá a la cama, dale.
-Pero…
-Estoy bien, de verdad.
Creerle es difícil porque su respiración todavía suena rápida y superficial, pero cuando Enzo te toma por los brazos y te lleva de nuevo hacia la cama no tenés más opción que permanecer allí. Regresa por Matías y su trato más es delicado cuando lo ayuda a ponerse de pie, sosteniéndolo por la cintura e ignorando todos los fluidos en su ropa cuando la retira para descubrir su cuerpo.
Una extraña sensación de celos te ataca cuando observás que se toma el atrevimiento de tocar a tu novio, llenando su cuello de besos húmedos y masajeando su miembro con una lentitud que hace temblar sus rodillas. Matías se muerde los labios para contener algún que otro suspiro, aferrándose a los hombros del más alto para no desmoronarse y permitiéndole continuar su recorrido hasta que este último decide que es suficiente.
El hormigueo entre tus piernas se reaviva con la escena y también tu excitación manchando tus muslos. Las manos de Santiago se aventuran nuevamente sobre tu figura, acariciando tus pechos sobre tu camiseta mientras frota su bulto contra tu espalda baja y sus dientes rozan tu oreja, sacándote un gemido que llama la atención de tu novio.
Cuando se separan Matías sonríe, estúpido por la situación, y se dirige hacia la mesita de luz para buscar algo. Es un momento que Enzo decide aprovechar mimándote, besando tus labios hasta que ambos se quedan sin oxígeno, acariciando tus mejillas y peinando tu cabello como si intentara así recomponer tu apariencia desaliñada. Luego juega con los rulos de Santiago y le regala, sumados a unos besos en la mejilla, varios cumplidos sobre su buen comportamiento.
Te acomoda sobre su regazo y su erección más que húmeda roza tu centro, sensible por tu interminable necesidad y por la estimulación que recibió hasta hace algunos minutos: gemís y él sonríe, luciendo calmado e inamovible como siempre, mientras una de sus manos acaricia tu cadera y la otra el bulto de Santiago, que comienza a gemir con la primera caricia.
El colchón se hunde con el peso de Matías, que se posiciona a tus espaldas y besa tu hombro mientras le arroja –entre divertido y un poco molesto por tener que compartirte otra vez- los preservativos a los otros dos.
-Acordate- dice contra tu piel:- si tenés que parar, paramos.
-Y vos acordate también- tocás el envoltorio sobre su palma-. Soy tuya y de nadie más.
Su erección palpitante te golpea y es la única orden que necesitás para dejarte caer sobre Enzo. Buscás apoyo en su pecho mientras él sostiene tu cintura y guía su miembro hacia tu centro, su punta jugando con tu clitorís y deslizándose repetidamente entre tus pliegues antes de hallar su lugar definitivo en tu entrada. Su tamaño te hace gemir y arañar su piel.
Santiago se acerca a tu rostro, tocando la comisura de tus labios y dejando un rastro tráslucido de líquido preseminal en tu mejilla, y estás a punto de recibirlo en tu boca cuando la mano del mayor los detiene a ambos.
-No querés que te muerda, ¿no? Aguantá un poco.
Santiago suelta una risa tan encantadora como su expresión y pronto Enzo también comienza a reírse. Por su parte Matías, que está aislado de los otros dos pero siempre en contacto con vos, intenta contenerse al ver la forma en que tu entrada trasera se contrae sobre la nada misma con cada nuevo centímetro de Enzo que tu interior acepta. No comprende cómo puede encantarle tanto verte de esta manera con su amigo, pero…
-Respirá.
Masajea tu cadera con una mano mientras con la otra conduce su erección desnuda hacia tu entrada. Sentís su glande ardiendo contra tu piel y te esforzás por dejar de lado el terror y los nervios que desestabilizan tu cuerpo y tu respiración, pero el arduo trabajo deja de ser necesario cuando los primeros centímetros son muy bien recibidos y te relajás.
Luego de unos segundos la figura temblando bajo la tuya llama tu atención y abrís los ojos: Enzo se muerde el labio con fuerza, tiene los párpados cerrados y su expresión cuando arroja la cabeza hacia atrás parece ser ocasionada por un dolor inexplicable. Estás a punto de gritarle a Matías para que se detenga pero te interrumpe un gemido gutural y grave, claramente de placer.
Un par de centímetros más y en tu cuerpo también se desata un tremor incontrolable. Matías es cuidadoso y los movimientos de su cadera son lentos, prácticamente imperceptibles, pero eso no evita que te estremezcas violentamente cuando la mezcla de placer y dolor comienza a superarte. Tus dedos comienzan a jugar con tu clítoris para aliviar tu desesperación.
Matías jadea a tus espaldas y arranca el mismo sonido de tu boca cuando arroja más lubricante sobre su miembro, permitiendo con sus embestidas que el producto se deslice por tu entrada y hacia las profundidades de tu cuerpo. Tus labios se separan para dar paso a una infinidad de sonidos y también al hilo de saliva que cae por tu mentón hasta llegar al pecho de Enzo.
Santiago, que hasta entonces esperaba pacientemente y recibía las ocasionales caricias del Enzo como una bendición, emite un sonido de protesta para llamar la atención de quien sea que esté dispuesto a escucharlo. Lo mirás sin dejar de gemir y resulta ser un error, ya que toma tu mentón y penetra tu última entrada disponible.
Un río de lágrimas corre por tu piel y la esencia de Santiago por tu boca, sus ojos se mantienen firmes sobre los tuyos y no comprendes el origen de la sonrisa que adorna sus labios. ¿Disfruta verte en esta posición, con tu cuerpo a merced de todos ellos y tu consciencia resquebrajándose? ¿Es un tierno intento de calmarte, pretende transmitirte un poco de su usual serenidad? No podés saberlo.
Es una locura. Todo esto es una completa locura, todos están locos, pero eso no detiene a ninguno de tus acompañantes. Tampoco a vos.
Santiago utiliza tu boca, deleitándose cuando tus gemidos vibran en torno a su extensión y sosteniéndote por la mejilla para mantenerte firme en tu lugar; Matías continúa empujándose hacia tus profundidades, llenándote hasta que jurás no poder tomar más, y volviendo loco a Enzo en el proceso, cuyas uñas dibujan formas en tu cadera.
Para cuando tu novio se detiene, regalándote un momento para permitirte acostumbrarte a la sensación, ya es tarde: no podés controlar los gemidos que mueren en tu boca y estos provocan que te ahogues con el miembro de Santiago, tu garganta contrayéndose sobre él hasta que lo llevás imposiblemente cerca de su orgasmo.
Tus músculos se contraen con tu clímax, arrancando maldiciones de todo tipo de los labios ajenos y especialmente de los de Matías, para quien tu entrada hasta ahora desconocida e imposiblemente apretada resultaba ya demasiado. Intenta darte el tiempo y la quietud que necesitás para disfrutar de tu inesperado orgasmo, de verdad lo intenta, pero su cuerpo lo traiciona.
El primero en ordenarle detenerse es Enzo, abrumado por el placer que siente cada vez que Matías se desliza en tu interior, y cuando te separás de Santiago también se suman tus gritos, mezclados con gemidos rotos y sollozos desesperados. Matías los ignora se y ríe, disfrutando utilizar tu cuerpo y también de poder vengarse de ambos.
Tus brazos pierden la fuerza y te derrumbás: el nuevo ángulo, muy lejos de traer alivio para tu cuerpo o para tu mente cada vez más nublada, provoca que ambos te penetren con mayor profundidad y rocen todos los puntos necesarios para hacerte delirar.
Gritás con los movimientos de Enzo, que siguen un ritmo opuesto a los de Matías, y llorás sobre su pecho mientras él besa tu frente. Sus palabras pueden ser tranquilizadoras o alentadoras, no lo sabés ya que jamás llegan a tus oídos y todo lo que percibís es tu llanto descontrolado junto con los quejidos de Santiago.
Cuando estirás tu brazo para consolarlo cierra la boca, satisfecho, pero es un silencio efímero. Lo masturbás con movimientos rítmicos y girás tu muñeca de vez en cuando, no tenés dudas de que le brindás el placer que merece, pero lo que en realidad logra hacerlo suspirar y gemir es la mano de Enzo ubicada entre sus piernas, más específicamente su dedo medio deslizándose dentro y fuera de su entrada.
Te girás para poder observar a Matías y la visión que encontrás te deslumbra: está luchando para no dejar caer sus párpados, pesados por el placer que lo ahoga, porque no quiere perderse ni un segundo del show que estás protagonizando. No sos consciente de cómo se ven tus pequeños agujeros, brillantes y en extremo dilatados, tampoco de cómo se ven en esta posición los ángulos y las curvas de tu cuerpo, así que sólo te dedicás a tomar lo que te ofrecen.
No cree que haya una palabra para describir cuánto ama poder verte de esta manera, completamente ida y presa del placer, la coherencia abandonando tu mirada y tu cuerpo entregándose más y más a la condena que te fue impuesta.
Sin dejar de mirarte lleva su pulgar a sus labios y lo humedece con su lengua para luego acercarlo a tu entrada en un gesto amenazante.
-Sos una putita, ¿no?
Tu respuesta es un gemido, patético y desesperado, propio del porno.
-Decilo.
-No…
Ejerce presión con su pulgar y gritás, aterrada; sabés que da igual si tu cuerpo no resiste más, Matías va a encontrar la forma de hacer que eso que él desea suceda de todas formas.
-Decilo- te sorprende la voz de Enzo y su respiración golpeando tu piel-. Decí que sos una putita.
Escondés tu rostro en su pecho, empapado con tu saliva y tus lágrimas, y cumplís con lo que te piden. Tu voz es apenas audible y estás segura de que Matías -tan sádico como siempre- te ordenará que lo repitas, pero en su lugar hace otra pregunta que acentúa con una fuerte embestida:
-¿De quién sos?
-Tuya.
-¿Sí?- y golpea tus entrañas.
-Sí, tuya y de nadie más- asentís-. Por favor, amor, por favor.
-¿Qué querés?
-Llename toda.
No se molesta en ocultar el efecto que tienen en él tus palabras y tampoco oculta el sonido animal que brota de su pecho cuando se derrama en tu interior. Su miembro palpita con fuerza y su semen caliente que te marca, reclamando el último lugar intacto de tu cuerpo, te arroja hacia otro desgarrador orgasmo que llena tus ojos de cristales. Cubrís tu boca con tus manos, creyendo que servirá de algo, pero todos te oyen caer de ese precipicio.
Los espasmos de tu cuerpo son incontrolables, crueles e intensos, tan agresivos que provocan también el orgasmo de Enzo. Busca tus labios desesperado, los movimientos de sus caderas empujándote dificultándole el besarte, y cuando logra llegar a tu boca te muerde hasta que ambos saborean en sus lenguas tu sangre.
No se detiene hasta que tus paredes reclaman la última gota de su liberación ardiente… y luego se da el lujo de continuar abusando de tu entrada con movimientos lentos que sólo se extinguen cuando sus respiraciones se estabilizan.
-Nos olvidamos de un detallito, ¿no?- dice Matías, ya recuperado de su orgasmo, con un tono despiadado. Se posiciona detrás de Santiago, que no deja de tocarse con movimientos frenéticos y desacertados, y aparta su mano de un golpe para encargarse del rubio-. Te gustó ver a mi novia, ¿no? Te gustó que te la chupe y que te toque.
Santiago arroja la cabeza contra el hombro de Matías. Sus mejillas están rojas y muerde sus labios con fuerza, pero lo que más te impresiona es ver cómo entierra sus dedos en la carne de sus muslos para no desfallecer por el súbito placer que los movimientos expertos de tu novio le hacen sentir.
Estás rodeada por el cálido y reconfortante abrazo del uruguayo, tus músculos protestan y tu mente todavía le pertenece a alguien más, pero eso no impide que estires un brazo y dirijas tus dedos cuidadosamente hacia la entrada del rubio. Su gemido de sorpresa y sus ojos azules mirándote con una intensidad sofocante son tu recompensa.
Su entrada cálida no opone resistencia alguna y sospechás que la lubricación que encontrás allí son tus propios fluidos. Deslizás un único dígito en su interior para no abrumarlo o herirlo, sin saber hasta dónde llegó Enzo, y su reacción es inmediata. Tiembla entre los brazos de Matías antes de llevar sus dedos hacia su cabello.
Una mano bronceada toma tu muñeca y gira tu brazo.
-Así- explica Enzo-. Ahora con la punta del dedo hacé…
Santiago grita, incapaz de tolerar el placer que vos y tu novio provocan con sus manos, y en un parpadeo los hilos de semen que brotan de su punta caen sobre tu rostro y tu cabello. Continuás moviendo tu dedo contra su próstata hasta que se queja por la sobre estimulación y tus dedos lo abandonan junto con las manos de Matías.
-La próxima lo tenemos que tratar mejor, ¿no?- sugiere tu novio, plantando besos húmedos en el hombro del rubio y deslizando sus dedos por sus rulos despeinados. La carcajada de Enzo resuena entre las cuatro paredes y se lleva una mano al rostro-. No te rías, boludo, es verdad…
Abandonás tu lugar sobre el mayor y te sentás en el colchón, desorientada, con una expresión que hace sonar las alarmas en el cerebro de Matías. Toma asiento a tu lado y acaricia tus muslos con fuerza, estudiando tus reacciones.
-¿Qué pasa?- sigue tus movimientos cuando bajás la mirada, observando los fluidos que caen desde tus entradas y oscurecen las sábanas-. No pasa nada, ¿sí? Ahora nos bañamos y después limpiamos todo.
-Sí.
Matías le dirige una mirada a sus amigos, haciéndoles saber que necesita unos minutos sólo con vos, por lo que ambos abandonan la cama rápidamente y toman la ropa que arrojaron por ahí muchos minutos atrás. Santiago besa tu mejilla cariñosamente antes de dirigirse hacia la puerta.
Enzo intenta no entrometerse, sabe que no le corresponde, pero aún así no puede evitar tomar tu mentón y buscar tu mirada. Te sonríe y cuando le devolvés el gesto besa tu frente, susurrando:
-Lo hiciste bien.
Ambos abandonan la habitación y una vez en el pasillo el mayor arrastra a Santiago en dirección al baño, ignorando sus protestas y explicándole que tiene que asegurarse de que también se encuentra bien.
-Estás bien, ¿no?- pregunta Matías.
-Sí, tonto.
-Y Enzo tiene razón, ¿sabés?- besa tus labios-. Lo hiciste bien, muy bien.
-¿De verdad?
-De verdad.
Jugás con sus dedos y sonreís.
-No fue un castigo.
-No- te sonríe con dulzura-. Para castigarte voy a esperar a que no haya nadie que pueda ayudarte.
Me hace inmensamente feliz haber concluido la historia de esta forma y... nada, no sé qué decirles, vayan todas a la iglesia el domingo porque seguramente después de leer esta película porno lo necesitan más que nunca. Muchísimas gracias por leer este capítulo y también los otros si es que vienen siguiendo toda la historia, soy extremadamente feliz sabiendo que pude entretenerlas un ratito 🫶🏻❤️
Mención honorífica a @recaltiente porque sin ella no habría encontrado la hermosa foto de los chicos para la portada y además soportó leerme con mis millones de ideas para la historia y todos mis desvaríos. Te adoro infinitamente nena.
taglist: @madame-fear @creative-heart @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented @lastflowrr. Si alguien quiere que la agregue a la lista me avisa ♡
#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#matias recalt#matias recalt smut#matias recalt x reader#santiago vaca narvaja#santiago vaca narvaja smut#santiago vaca narvaja x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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Me gusto mucho el reciente fic de Roier!!! Lo escribiste muy bien y me encanto como lo hiciste tan tierno y cuidadoso (。・//ε//・。)
No quisiera acerté trabajar mas pero tendrás la escritura en español? Si no esta bien, yo se que tendrás mucho trabajo con solicitudes y la vida en general 💕 Cuídate y me da emotion a leer tus futuros trabajos (─‿‿─)♡
-☁️
🍒: Lo tengo 😺
Just Relax Love ~ Roier
Género de historia/escrito: nsfw/ smut soft
Idioma: Español/Spanish (English ver. Here)
⚠️: mención de sexo (soft)
CC's: Roier
Género de lector: Lector Femenino
📝: Todo el contenido es ficticio y se intenta adaptar la personalidad PÚBLICA de los cc's, es decir, la personalidad que se muestra ante camaras, no conozco la verdadera personalidad y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
🍒: Hola, las peticiones para todo tipo de escritos como escenarios o fics siempre están abiertas, puedes pedir de cualquier creador de contenido y el tipo de escrito, pregunta sin miedo c:
Master List
Tu y Roier llevaban tiempo saliendo, ya aproximadamente 6 meses siendo pareja, tenían una hermosa relación, Roier era todo lo que habías pedido algún día, era tan lindo contigo, muy detallista, le encantaba recordarte lo mucho que te amaba y lo hermosa que eres.
A pesar del tiempo que llevaban juntos nunca habían tenido sexo, ninguno de los dos sabría decir porque no, al parecer no habían sentido la necesidad, y no porque no había conexión en ese sentido, solo que la mayor parte del tiempo en el que tenían alguna cita, el tiempo pasaba muy rápido, incluso estos 6 meses fueron demasiado rápido para ambos. No había ninguna excusa, pero tampoco había porque apresurar la situación.
Aún así era un tema que te tenía un poco nerviosa, porque seguías siendo virgen, y agradecias tanto que Roier no es el tipo de chico que te apresura u obliga a hacer cosas en las que aún no estás lista; Roier ni siquiera lo sabía aún por cierto. Habías pensado en esto antes, creías sentirte lista y más si se trataba de Roier.
El día de hoy el clima impidió que salieran a dar un paseo fuera, había empezado a llover muy fuerte de repente. Había pasado por ti a tu casa pero antes de seguir con los planes pasaron a casa de Roier porque olvidó su cartera.
Para matar tiempo se quedaron en su habitación, te recostaste en su cama mientras él se quedó en su silla de juego para poner musica baja y no aburrirse, Roier te platicaba de como iban las cosas en QSMP, lo bien que se la pasaba jugando con Cellbit y de como el Mariana seguía obsesionado con hacerce la circuncisión, entre risas de las acciones de sus amigos fue a recostarse a tu lado. Tu también comenzaste a hablar de como iban las cosas contigo y él solo te escuchaba atentamente mientras jugaba con los dedos de tu mano.
Terminaron de ponerse al corriente de la vida del otro así que solo se quedaron recostados, Roier se levantó de su espalda para agarrar tu mejilla y comenzar a besarte tiernamente y tu pasaste tus brazos por su cuello. Se quedaron un tiempo así, separándose por momentos para poder respirar y continuar con el beso. Roier comenzó a tocar tus costados lentamente, hasta que metió su manos por debajo de tu blusa apretando un poco la piel de tu cintura y delinear un poco el contorno de tus costillas, el beso comenzó a subir de tono cada vez más y ambos comenzaron a dejarse llevar. Tu comenzaste a sentir en tu pierna como Roier se ponía cada vez más duro
"Roier espera!" —dijiste separandolo un poco de tu cuerpo—
"¿Que paso amor? ¿Te lastime?
"No, no es eso, es solo que aún no he hecho esto y estoy un poco asustada"
"¿Eres virgen?" —Y tú solo te quedaste callada
"No, no tiene nada de malo amor, cuando tú te sientas lista, y si tengo la oportunidad de hacerlo yo, te voy a cuidar bien"
Hablaron de esto después de unos días, dejaste en claro que querías estar con él en ese aspecto y él no se negó. Fue un tema que quedó al aire después de todo
Al poco tiempo te pidió que lo acompañaras a un viaje a España por un evento, viajaron horas y llegaron cansados al hotel a dormir. Al día siguiente estuvieron fuera por cosas que tenía que hacer, aún que estuviera ocupado nunca te soltó de la mano y te llevaba a todos lados dónde tuviera que ir, nunca te dejo sola. Para la tarde de ese día iban a ir a una fiesta con más de sus amigos, por lo que regresaron al hotel para vestirse e irse a la fiesta.
Estando ahí, la pasaron muy bien, bailando, comiendo buena comida y bailando más. Durante toda la noche se encargó de decirte lo hermosa que te veías, tuvieron un tiempo de mucha tensión cuando la música al final de la fiesta se convirtió en un poco lenta.
Podías notar como Roier apretaba levemente tu cintura cada vez más, o cuando lo mirabas el ya estaba mirando tu cuerpo, lo cual te calentaba el estómago.
"Cuando te sientas lista para irte, avísame" y al poco tiempo, tomaron camino de vuelta al hotel. Estando ahí te diste una ducha y luego él entro al baño, hiciste tu skincare, humectaste tu cuerpo y te pusiste una bonita pijama.
Roier salió ya con su ropa puesta, secanto su cabello mojado con una toalla, pero su cabello desordenado lo hacía ver tan bien, te quedaste mirándolo y automáticamente empezaste a respirar más pesado.
Te acercaste a él pidiendo de su atención y el te abrazo, como si sus brazos de repente te volvieran loca
"Amor, ¿ estás bien?
Tu solo asentiste con la cabeza y pasaste tus brazos por su cuello, acercándolo para besarlo. Entre el beso, fuiste jalando su cuerpo hasta que el tuyo cayo en la cama y él subió arriba de tí
"Te necesito" —fue lo primero que dijiste al separarte—
"Estas segura de que quieres hacer esto?"
Y con eso Roier comenzo a besarte con más intensidad, quitando tu ropa lentamente, asegurándose que no haya lugar en tu cuerpo sin atención, tratandote con mucha delicadeza, besando tu frente cuando tenía oportunidad. Él hizo todo el trabajo, no dejo que hicieras ningún esfuerzo y que solo disfrutaras.
Te sentías extraña, nunca antes habías estado desnuda frente a nadie y sentías un poco de vergüenza, tratando de tapar incondicionalmente tu cuerpo con tus brazos
"Bebé, no te avergüences, quiero verte, por favor"
Intentaste dejar de cubrirte pero lo hacías sin querer, y cuando Roier lo notaba, tomaba tu mano besándola para quitarla de tu cuerpo.
Con sus simples toques y besos sentías tu cuerpo vibrar, te mojabas con facilidad en sus manos. Roier sentía que ya estabas lista, por lo que se posiciono entre tus piernas
"Lista?"
Cuando confirmaste estar lista, comenzó a entrar en ti de forma lenta, prestando atención al lenguaje de tu cuerpo en busca de algún signo de incomodidad para parar. Dolía un poco, tu rostro lo decía todo con el ceño fruncido y los ojos cerrados, pero Roier se besaba para poder distraerte del dolor.
Cuando tocó fondo paro un momento para que te acostumbraras, y no se movió hasta que tú se lo dijeras.
"Solo relájate mi amor"
Seguía preguntandote si estabas bien, si querías seguir con esto o querías parar, preocupado en todo momento. Después de unos minutos le pediste que se moviera y comenzó a moverse lentamente, te sentías tan apretada para él, y estaba conteniendose de no moverse más rápido por lo bien que te sentías a su alrededor, tenía tanto miedo de lastimarte
Pero todo lo contrario , tú estabas sintiendote muy bien en el ritmo que Roier mantuvo, sus palabras diciendo lo hermoso que era tu cuerpo, todos los halagos, la forma en que su manos seguía acariciando tu cintura, todo se unió para mandar vibraciones a tu centro, incluso llegaste a gemir por lo bajo, pidiéndole que no se detuviera, llegando a tu primer orgasmo.
Roier salió de ti y de inmediato se acercó a ti
"Estás bien amor? ¿Te lastime?"
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LOS BARES DE LA ANTIGUA ROMA
🍺En la actualidad los bares y tabernas se han convertido en una alternativa para compartir momentos de ocio, divertirse y estrechar relaciones con compañeros de trabajo, amigos, colegas de estudio, etc. Desde las barras más tradicionales hasta los lugares más elegantes y sofisticados, el abanico de opciones es muy amplio. Sin embargo en la antigua roma el concepto era algo diferente.🍺 🍷Los romanos trajeron la costumbre de beber vino después de trabajar y hacer negocios o simplemente como ocio.🍷 🍲Para aprovechar el tiempo entre sus distintas actividades se crearon establecimientos de comida y bebida rápida que aplacaban el apetito y relajaban sus sentidos de camino a adquirir nuevos esclavos, a realizar sus tareas al foro, cuando iban a tomar un baño en las termas o tendrian una reunión de negocios importante.🍲 🏺Los tipos de local que se crearon eran la popina y la taberna, parecidas a un bar. La diferencia entre ellas era que la popina disponía de mesas y sillas ofreciendo mayor comodidad, mientras que en la taberna se comía de pie o en bancos colocados en el exterior del local. En todos los lugares se ofrecía comida rápida, ya que la idea era pasar un momento breve. La comida y la bebida se almacenaban en ánforas colocadas en la barra del bar, por lo que se servían al instante. Esta barra disponía también de un espacio con agua para lavar los platos y de un pequeño brasero para calentar la comida que lo necesitara ya que en su mayor parte eran alimentos fríos.🏺 🍞🐟🍑En cuanto al menú, una taberna ofrecia: pan, queso, aceitunas, pescado fresco o salado y mucha fruta. Para beber lo que más se consumía era vino diluido en agua y endulzado con miel. Además de que con la combinación del vino con pimienta, hierbas aromáticas y vinagre se creaban bebidas populares como el piperatum y la posca. No muy distante de la realidad actual, en las popinas donde se podía pasar más tiempo en grupo apostando en los juegos de azar, muchas veces ocurrían riñas que dejaban gran cantidad de heridos y muertos en algunas ocasiones. Los servicios sexuales de las trabajadoras del local era algo más a ofrecer, no solo se trataba de esclavas, sino también mujeres libres pero pobres, e incluso a veces el dueño del negocio ofrecía a sus hijas como menú.🍑🐟🍞
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Hermana Mayor & Hermano Menor (Siempre Te Protegeré | Kate & Charlie) : (Parte 2)
(Advertencia : Esta Es Una Historia No Canónica En Mi Historia De Creepypasta De Wattpad, Y Recuerden Que Este Es Mi Propio Universo Así Que Ciertas Cosas Están Cambiadas, Si Les Gusta La Historia Por Favor Suscríbase A Mi Cuenta Y A Mi Canal De YouTube Que Ahí Hay Enlaces Para Entender Mejor Mi Universo, Es Solo Para Entretener)
(PARA LOS HATERS SI NO TE GUSTA NO VEA)
(Ahora Sí Disfruten La Historia ^^)
(Punto De Vista De Charlie: Era Las 7:00 Me Desperté A Esa Hora Para Ir Al Bosque Y Para No Ver A Carl Y A Lauren, Así Que Me Cambie De Ropa Y Baje Las Escaleras Y Cuando Estaba A Punto De Abrir La Puerta Escuche La Voz De Carl, Pero No Fue Tan Grave Como Pensé Ya Que Pensé Que Lauren Estaba Al Lado De Él Viéndome Con Esa Mirada Fría Y Amenazante Que Me Daba Miedo)
Carl Ross: ¿Charlie…..?, ¿Que Haces Despierto Y En La Puerta?
Charlie Matheson Jr: Nada... Normalmente Me Despierto A Esta Hora Para Corre Un Poco A Fuera.., Y.... ¿Tu Que Haces Despierto?
Carl Ross: Nada, Es Que Normalmente Me Despierto Para Trabajar
Charlie Matheson Jr: Pero Es Domingo
Carl Ross: Si, Ahora Viste Lo Creíble Que Suena, ¿Por Que Quiere Salir?
Charlie Matheson Jr: Porque Si...
Carl Ross: Charlie... Se Que Estas Molesto..., Pero No Puedes Hacer Esto Cuando Algo No Te Gus.....
Charlie Matheson Jr: No Me De Un Sermón Señor Detective Cr
Carl Ross: *Suspira* Char... Pequeño Por Favor.... Solo Habla Conmigo, Vamos A La Cocina *Se Da La Vuelta*
Charlie Matheson Jr: *No Le Da Importancia Y Abre La Puerta*
Carl Ross: *Suspira* Oh No…. No Esta Vez…….. *Agarra A Charlie Y Lo Lleva A La Cocina*
Charlie Matheson Jr: Suéltame
Carl Ross: Está Bien, Siéntate, Hey Si Quieres Te Hago El Desayuno
Charlie Matheson Jr: No Quiero Carl...
Carl Ross: *Suspira* Char Por Favor…. Solo Estoy Tratando De Hacer Las Cosas Bien
Lauren Brown: *Bostezo* Buenos Días Chicos... ¿Hablamos?
Carl Ross: Sí, Pero Mientras Hago El Desayuno, Hey Lauren.. ¿Por Qué No Hay Adina En La Cocina?
Lauren Brown: Porque Yo No Cocino Pido Comida Por Celular, Pero Abajo Hay Un Almacén Donde Guardo Las Cosas Tal Vez Hay Harina Ahí
Charlie Matheson Jr: Katie Cocinaba
Lauren Brown: Pero Yo No Soy Kate.. Charlie
Carl Ross: Bien No Pasa Nada, Voy Abajo *Sale De La Cocina*
Lauren Brown: *Mira A Charlie Fijamente, Y Se Sienta En La Silla A Lado De Charlie*
Charlie Matheson Jr: *Asustado*
Lauren Brown: Yo No Soy Tu Hermana Ni Cr Mocoso De Mierda..., De Qué Mierda… Estaban Hablando Anoche…. ¿Te Crees Que No Te Escuche Hablar Con Carl?, En Especial Cuando Dijiste A Lauren Ni Le Importo *Lo Agarra Del Pelo Y Lo Estampa Contra La Mesa*
Charlie Matheson Jr: Lauren!!!! Ya Basta… Por favor…., Me...
Lauren Brown: Crees Que Me Importa Si ¿Te Lastimo? O ¿No?, Más Te Vale No Decir De Nada Sobre Esto A Carl, Porque Te Juro Que Los Maltratos Si No Van A Ser Peores De Lo Que Te Puedes Imaginar, Eres Tan Inútil.. Y Patético… Al Igual Que Tu Hermana Mayor Kate…. Los Dos Deberían Estar Muertos
Charlie Matheson Jr: *Llorando* Quiero A Katie.... Quiero A Mi Hermanita...
Lauren Brown: *Se Acerca Al Oído De Charlie Y Le Dice* Cállate Y Lárgate A Tu Cuarto Que No Te Soporto
Charlie Matheson Jr: *Se Levanta Y Se Va Corriendo*
MESES DESPUÉS
Carl Ross: Lauren.. ¿Has Tenido Pesadilla Últimamente? O ¿Te Pasaron Cosas Extrañas?
Lauren Brown: No, Pero ¿Porque Lo Dices?
Carl Ross: Porque......, Bueno.. Después De Unas Semanas Cuando Te Dieron La Custodia De Char...., Eh Tenido Pesadilla Con Kate... Y Con... Slenderman......
Lauren Brown: Carl, Los Dos Vimos A Ese "Tal Slenderman", Pero Ya No Estamos En EL Bosque, Él Y Kate, No Nos Van A Encontrar Jamás, Y ¿Sabes El Porque?
Carl Ross: ¿Porque....?
Lauren Brown: Porque, Kate Ya Se Habrá Pegado Un Tiro Con Ese Rifle De Cacería Que Usaba, Ya Se Habrá Matado
Carl Ross: *Se Queda Estupefacto* La.. Lau.. Lauren......, Cómo Vas A Decir Eso De Kate...., Era Nuestra Amiga..
Lauren Brown: Por Favor. ¿Aun La Defiendes?. Carl Era Nuestra Amiga Esta Que Enloqueció. Y Trato De Matarme....
Carl Ross: SI Lo Se... Se Que No Justifica Lo Que Hizo... Pero Tan Poco Hay Que Decir Esa Cosa Tan Horrible Y Seria.......
Lauren Brown: *Suspira* Como Digas. Ya Veo Que Aun Sientes Cosas Asi A Ella. Porque No Eres Como Esos Chicos Que Solo Quieren Sexo Y Nada Más
Carl Ross: *Frunce Un Poco El Ceño* Porque Yo No Soy Un Tarado Mental. Que Se Cree Macho Cuando Realmente Es Un Pedazo De Mierda Que No Se Merece Vivir, Ami No Me Gusta Usar A Las Mujeres
Lauren Brown: ¿Ay Porque?, Tus Padres Eran Felices Juntos
Carl Ross: No Hay Que Tener Una Experiencia Personal Para Respetar A Una Mujer O A Un Hombre, Es Por El Simple Hecho De Que En La Vida Tienes Que Ser Bueno
Lauren Brown: *Trata De No Reírse* Eso Te Lo Enseño La Madre De Kate ¿Verdad?, Ay Carl, Está Bien Como Digas, Voy A Ver A Charlie *Sale De La Sala*
Carl Ross: *Suspira* Dios Mio..., ¿Cuando Se Volvio Asi......?
MIENTRAS TANTO
Slenderman: *Sentado En Su Oficina Viendo La Conversación*
Masky: *Abre La Puerta* ¿Sr. Slender?
Slenderman: *Se Le Corta La Visión* ¿Eh?, Tim Te Dije Que Toques La Puerta Antes De En Tra.
Masky: Perdón Sr. Slender, Ahora Soy Masky No Tim, Pero Tengo Algo Que Decirle
Slenderman: Esta Bien. Espera... ¿Por Qué No Tomaste Las Pastillas?, Hoy Es Un Día Libre Para Todos, *Pensamiento: Excepto Para Los Que Se La Pasaron De Vagos* ¿Y Porque No Las Tomaste?
Masky: Es Que Voy A Investigar, Algo Con Hoodie. Toby Y Cazadora
Slenderman: Oh Bien, ¿Y Que Era Lo Que Me Querías Decir?
Masky: Quería Decir Que Iríamos A La Granja Matheson
Slenderman: Prohibido, No Irán A Esa Granja Maldita
Masky: Se Porque No Quiere Que Vayamos, Pero Podemos Defendernos En Contra De Ella
Slenderman: No Es Porque No Se Pueden Defender De Scarecrow Girl, Es Porque Ella Es Una De Las Tantas Siervas Y Siervos Que Tienes Zalgo, La Granja Matheson Es Un Lugar Maldito Gracias A Aquellas Brujerías Que Hicieron Los Familiares De Kate Y Charlie
Hoodie: No Entiendo, Entonces Por Qué Kate Es Una Proxy, Si Es Hija De Charles Matheson Y Bethany Hayes Milens
Slenderman: Por El Simple Hecho De Que Kate Y Charlie No Tienen La Culpa De Que Su Familia Sea Asi, Ellos No Eligieron Esos Actos Sino Sus Padres, Bueno Su Madre Solo Lo Hizo Para Encajar En La Familia De Su Esposo, Aunque Cuando Se Dio Cuenta De Lo Terrible Que Era Esos Actos Y Del Peligro Que Corría Kate Y Charlie Dejó Todo Eso
Hoodie: O Sea Que La Madre De Kate Es Una Ex Bruja Que Se Dio Cuenta De Que Eso Estaba Mal Y Aceptó A Cristo En Su Corazón Y En Su Vida, Mientras Que Su Esposo Le Pone Los Cuernos Con La Madre De Charlie A Causa De Que Dejó La Brujerías, Por Favor Sr. Slender…, No Me Haga Reír *Burlándose Un Poco*
Slenderman: Señorito Brian Thomas, No Se Ría De La Desgracia De Los Demás, Porque También Se Pueden Reír De La Suya
Hoodie: Jajaja, Como Si Me Importara De Que Yo Tuviera Un Padre Abandónico *Se Da La Vuelta*
The Chaser: ¡¡Eres Un Idiota!!! *Le Da Una Cachetada*
Hoodie: Kate.., ¡¡Pero Qué Te Pasa!!!
Slenderman: No Se Queje, señorito Thomas, Eso Se Lo Merecía
Masky: Te Estaba Zarpando
The Chaser: ¿Cómo Te Puedes Reír De La Desgracia De Los Demás….?
Hoodie: Ay.. Por Favor ''Cazadora'' Ni Que Fuera Grave Que Pasen Esas Cosas
The Chaser: ¿Ni Que Fuera Grave….?, ¡¡Claro Que Es Grave Crecer En Una Familia Que Está Incompleta!!!, Es Feo Crecer Sin El Amor De Un Padre O De Una Madre, Tú Mejor Que Nadie Deberías Saberlo, Pero Tú.. Te Reírte De Tu Propia Desgracias…, Y No Sólo Tu Desgracia.. Sino La Desgracia De Tu Madre.....
Hoodie: ¿Cómo Sabes Mi Pasado.?
Slenderman: A Veces Hablas Del Tema Con Tim Y Toby Adelante De Ella, Es Obvio Que Sabe Tu Pasado
Adeline Abendroth: ¿Van A Ir A La Granja Matheson?
Slenderman: No Irán, Ally Y Tu Menos Puedes Ir Es Peligroso, Bien Que Tienes Mis Poderes, Pero Eres Una Niña…., Y Tu Sabes Lo Que Zalgo Busca
Adeline Abendroth: Solo Preguntaba.. No Era Que Quería Ir
Masky: Pero Algún Día Tendremos Que Recuperar Ese Lugar No Es De Ellos
Slenderman: Lo Sé. Pero Aún No Tenemos Lo Necesario Para Que Zalgo Deje Ese Lugar
The Chaser: ¿Y Cómo Es Que No Pudo Tomar La Zona De Mi Casa?
Slenderman: Uno Porque Tu Familia Nunca Hizo Brujería Ahí Y Segundo Porque Yo Llegué Primero, La Zona De Tu Casa Fue Mi Tercer Lugar Seguro Antes De Que Tu Familia Llegaran
The Chaser: ¿Y Por Qué No Me Deja Vivir Ahí?
Slenderman: Porque Estaría Sola, Y Cr.. Carl Sigue Visitando El Lugar Para Sus Investigaciones
The Chaser: Sigue Yendo….. ¿Aún Se Sigue Haciendo El Detective?, No Hay Nada Que Investigar Ahí...... El No Es Bienvenido…
Slenderman: Lo Sé. Pero Tampoco Quiero Atacarlo. Creo Que Nos Podría Servir Como Uno De Nosotros
The Chaser: ¿Un Proxy...?, Ya Tenemos A Cat Y A Masky. Ellos Sí Que Saben Hacer Las Cosas.., Hasta Que El No Reconozca Las Cosas Horribles Que Hizo…. Yo No Quiero Nada De Él Y No Quiero Saber Nada De Él......, Primero Que Me Regrese A Charlie... Y Lo Perdonó...
Slenderman: Está Bien, Igual Sobre Charlie Tenemos Que Hablar.. Así Que… Chicos Pueden Retirarse Quiero Hablar A Solas Con Kate
Masky: Está Bien Sr. Slender, Ally Vamos
Adeline Abendroth: Bien...
Hoodie: Bueno Igual Me Estaba Aburriendo
Adeline Abendroth: *Le Tironea la Sudadera A Brian* Callate Brian Y Vámonos, Estoy Decepcionada De Ti
Hoodie: Pero.. ¿Que?
Slenderman: Bien No Te Quería Decir Pero Ya Esta Llegando Demasiado Lejos
The Chaser: Como Que Demasiado Lejos....
Slenderman: Lauren Se Está Pasando Con Charlie.. Le Pega Demasiado.. Ya Ni Le Pega Lo Maltrata Mejor Dicho
The Chaser: ............., Los Voy A Matar A Los Dos… Sabía Que Ni Siquiera Quería A Charlie.. ¡¡¡Solo Me Quitó La Custodia Para Verme Sufrir Y El Idiota De CR Que Le Ayudó En El Juicio!!!!, ¡¡¡Los Odio A Los Dos Y Los Voy A Matar A Los Dos Por HIJOS DE PUTAS!!!!
HORAS DESPUÉS EN EL BOSQUE
Charlie Matheson Jr: *Caminando Por El Bosque* Estoy Cansado De Que Lauren Siempre Me Pegue, Esta Vez Voy A Buscar Adeline Para Que Me Lleve Con Slender.... Si Ella Y Mi Hermana Son Proxys Deben Estar Con Slender
Chris Venganza: MIra Mira Si Es Otra Vez El Matheson, ¿Como Llegaste Tan Lejos?, Este No Es El Bosque De Al Lado De Tu Casa, ¿Cómo Llegaste? Y ¿Que Mierda Tramas?
Charlie Matheson Jr: *Lo Ignora, Se Figas A Sus Alrededor Para Buscar Algo Para Defenderse*
Chris Venganza: ¡¡¡¡¡Respondeme Mocoso!!!!!!!!
Charlie Matheson Jr: ¿Si Te Digo Me Dejaras De Molestar..?
Chris Venganza: *Esconde Su Cuchillo* Aah Esta Bien.. Si
Charlie Matheson Jr: Le Robe La Tarjeta De Crédito A Lauren Para Viajar Hasta Acá
Chris Venganza: .........., Oh Qué Lástima Que Viajaste Tan Lejos Para Nada.. Lárgate A Tu Casa!!, Aquí No Eres Bienvenido Por Slender
Charlie Matheson Jr: Tú No Eres Del Clan The Proxys Eres Del Clan The Killers, No Puedes Recibir Órdenes De Slender Sino De Jeff O Jack, No Puedes Echarme
Chris Venganza: Yo No Recibo Órdenes De Nadie, Te Vasa A Ir Porque Yo Lo Digo
Charlie Matheson Jr: Yo No Le Hago Caso A Los Mocosos Desobedientes Como Tú.
Chris Venganza: *Saca Su Cuchillo* ¡¡¡¡Ya Cagaste Mocoso!!!! !!!Comienza A Correr Si Quieres Vivir!!!!
Charlie Matheson Jr: *Comienza A Correr Hacia La Casa De Kate*
(Narradora: Y Así Comenzó Una Persecución Por Todo El Bosque, Pero La Diferencia Es Que Charlie Tenía La Ventaja Ya Que Se Conocía El Bosque De Memoria Y Corria Mas Rapido Que Cris Así Que Fue Fácil Perder De Vista A Cris, Pero Después De Cris Tendría Otro Problema)
Charlie Matheson Jr: *Deja De Corre, Agitado* Bien Ya E Llegado Solo Tengo Que Seguir El Camino Hasta Llegar A La Casa De Mi Hermana....., Me Pregunto Si Aun Vive Ahi.... *Escucha Un Ruido* ¿Eh? No Me Digas Que Es Chris De Nuevo...
Adeline Abendroth: *Sale Entre Los Arbustos, Ve A Charlie Al Otro Lado* ¿Eh?
Charlie Matheson Jr: *Sorprendido* ¿Ally?
Adeline Abendroth: *Sorprendida, Corriendo Hacia El* ¿Charlie?, ¿Cómo Llegaste Aquí?
Charlie Matheson Jr: Le Robe La Tarjeta De Crédito A Lauren Para Viajar *La Abraza* Estoy Muy Feliz De Ver...., No Sabes Cris Casi Me Mata… Pero Logré Perderlo De Vista…, ¿Oye Cómo Te Sabes?, ………., ¿Cómo Llegaste Hasta Aquí…?
Adeline Abendroth: Bueno Tu Hermana Me Mostró Una Foto De La Casa Donde Vivian Tu. Ella Y Su Madre, Y Reconocí El Lugar Porque A Veces Vengo Por Aquí Con Mi Padre
Charlie Matheson Jr: Espera… ¿Todo Este Tiempo Estuviste Con Kate Y No Me Llevaste Con Ella…?
Adeline Abendroth: Claro Que Quería Llevarte… Con Kate…. Pero Tenía Miedo De Que Te Hagan Daño….. Y Hoy No Te Vi Por El Bosque.. Y Me Asusté Cuando Revise La Casa Y Tu Cuarto Y No Te Contraba....
Charlie Matheson Jr: ¿Pero…. Qué Hacías Entonces.. Buscándome En Este Bosque…..?, …………., ¿Era Tu Última Opción…?
Adeline Abendroth: Si... Porque Carl Viene Aqui Y Pense Que Te Habia Traido........
Charlie Matheson Jr: ..................., Bien... Esta Bien..., Gracias Por Preocuparte....., Y.. ¿Cómo Es Eso De Que Carl Aún Viene Aquí?
Adeline Abendroth: No Sé.. Solo Ronda Por El Bosque Un Rato Y Busca Cosas.. Y Digamos Que La Casa Tuya Y De Kate Se Convirtió Como Una Zona De Investigación Profesional Para El.. Un Lugar Seguro..
Charlie Matheson Jr: ¿En Lugar Seguro?, Kate Se Llega A Enterar Que El Va Ahí Aún Y Lo Mata...
Adeline Abendroth: Y Se Enteró Y Lo Va A Matar Si Lo Llega A Ver, Mi Padre Hoy Le Dijo Sobre Eso… Y Digamos Que Su Cara No Representaba Felicidad…. Más Bien Ida Enojo Y Querer Venganza Contra Él Y Lauren…..
Charlie Matheson Jr: Oh...., *Vease El Cielo* Está Anocheciendo Y Hace Frío *La Toma De La Mano* ¿Te Molesta?
Adeline Abendroth: Somos Amigos No Me Molesta
Charlie Matheson Jr: Bien.. Vamos A Mi Casa
MIENTRAS TANTO
Carl Ross: ¡¡Como Que Charlie No Está Contigo!! *Sosteniendo El Celular*
Lauren Brown: ¡¡No lo sé!!!, No Está.. Lo Busqué Por Todos Lados Y No Lo Encuentro…. *Llorando*
Carl Ross: Maldita Sea...., Ya Buscaste En Los Lugares Donde Él Juega.
Lauren Brown: *Nerviosa* ¡¡¡¡Sí!!!!, ¡¡¡Te Juro Que Ya Buscamos Por Todo El Bosque Con Los Vecinos Y Ni Aparece!!!, No Sé.. Qué Hacer…, Por Favor Haz Algo.. Carl… *Llorando*
Carl Ross: ¿Llamaron A La Policía?
Lauren Brown: No..., No Quiero Que Nos Quiten La Custodia…
Carl Ross: *Nervioso* ....., Cálmate Lauren.., Dime.. ¿Dónde Lo Viste Por Ultimates Vez? Y ¿Hay Algo Raro Que Falte En Su Cuarto...?
Lauren Brown: Bueno..., En Su Cuarto Falta Su Ropa Sus Cuadernos Su Mochila.., Pero… Hay Algo Raro…. Que También Falta Que Es Mi Billetera No Está...
Carl Ross: *Pensando* Okay… No Está Su Ropa Sus Cuadernos Su Mochila Y Tu Billetera…., ¿Le Dijiste Algo? O ¿Te Dijo Algo Raro?
Lauren Brown: Bueno.. Hoy Me Dijo Algo Sobre Kate.. Que Quería Estar Con Ella... *Pensando* ......................., *Pensamiento: Maldito Mocoso… Ya Me Di Cuenta.. Fue Al Otro Bosque A La Casa De Kate….*
Carl Ross: *Pensando* No Te Preocupes Ya Sé A Dónde Habrá Ido
Lauren Brown: Fue A La Casa De Kate..
Carl Ross: Exacto, Ahí Es El Único Lugar Donde Pudo Haber Ido Con La Tarjeta De Crédito, Te Cuelgo Te Diré Si Lo Encuentro…. Por Allá Dime Si Es Que Vuelve A Casa… *Cuelga La Llamada*
Lauren Brown: *Guarda El Celular* Yo También Iré Para Allá….., Maldito Mocoso De Mierda, Lo Voy A Matar Cuando Lo Encuentre
UNA HORA DESPUÉS
Adeline Abendroth: Pues por Lo Que Veo Katie Te Tenia Muy Bien
Charlie Matheson Jr: Si, Yo Era Feliz, Todo Fue Culpa De Mi Padre Para Ver A Mi Madre Biológica Que Ni Siquiera Me Quería…., Y Claro Después De Mi Desaparición Cuando Vieron En El Estado Que Estaba Kate… Y Lo Que Había Pasado.. Menos Me Dejaron Estar Con Mi Hermana Katie...
Adeline Abendroth: *Se Siente Triste Por Charlie* A Mí También.. Me Alejaron De Mi Hermano… Fue Horrible……, Lo Recuerdo Como Si Hubiese Pasado Ayer…. Está Claro En Mi Memoria…..
Charlie Matheson Jr: Mmm... *Escucha El Ruido De La Puerta* ¿Ally Escuchaste Eso....?
Adeline Abendroth: Si..., Para Mi Es Carl... Obviamente Te Escapaste Y Te Está Buscando…
Charlie Matheson Jr: *Se Enoja* Ally ¿Puedes Esperar Afuera De Mi Ventana En El Patio?, Tengo Que Decirle Algunas Cosas
Adeline Abendroth: No Hagas Lo Mismo Que Hizo Kate Que Se Tiró Por La Ventana.. Hay Otra Forma
Charlie Matheson Jr: Te Prometo Que Abrí De La Ventana Antes De Saltar
Carl Ross: ¡¡Charlie!! ¿Estás Aquí? *Pensamiento: Dios Mío Si Le Pasa Algo No Me lo Perdonaré Nunca....*
Charlie Matheson Jr: ¡¡Sí Aquí Estoy!! *Mira Fijamente A Cr*
Carl Ross: *Mira Hacia Las Escaleras* Chars.... Te Pudo Haber Pasado Algo… Por Favor Vamos A Casa… Lauren Está Preocupada….
Charlie Matheson Jr: ¿Preocupada?, ¡¡¡Esa Ni Ella Misma Se La Cree!!!!!
Carl Ross: ¡¡Charlie Matheson Jr Compórtate Ya De Una Vez Jovencito!!, ¡¡Lauren Me Llamó Llorando!!, ¡¡Acaso!!, ........, Acaso... ¿No Ves El Daño Que Nos Haces....?, Sé Que Extrañas A Kate…., Pero Ella No Está Para Criarte Ni Para Cuidarte…., Y Sí… Yo También Soy Un Maldito Loco Por Lo Que Trate De Hacer… Cometí Errores….. Y Lo Siento…. Nunca Quise Que Esto Pase…. Pero Pasó… Y No Hay Nada Que Pueda Hacer Al Respecto…., Ni Yo Sé Dónde Está Kate…, Pero Ya Es Hora De Que Pares….
Charlie Matheson Jr: ¡¡Un Lo Siento No Arregla Nada!!!!, ¡¡No Repara Nada De Lo Que Pasó!!. Es Más Ni Siquiera Repara El Presente!!!!, ¡¡¡¡¡Cuando Tú Rompes Un Plato Así Se Queda Roto Y Aunque Le Pidas Perdón No Va A Volver A Ser El Mismo De Antes!!!!!!!, ¡¡¡¡¡¡Y En Serio Eres Tan Idiota Para No Darte cuenta Que A Lauren Ni Le Importó!!!!!!!
Carl Ross: ¡¡Ya Sé Que No Repara Nada Un Lo Siento!!, Pero Trato De Hacer Mejor El Futuro… Aprendiendo De Mis Errores.., Charlie Por Favor... Se Que Parece Que A Lauren No Le Importas... Pero Está Tratando De Hacer Lo Mejor Que Puede... Sé Que Nunca Va A Reemplazar A Kate.. Pero Intenta Hacerte Igual De Feliz Como Katie Lo Hizo..
Charlie Matheson Jr: Realmente.. No Ves Nada… Ni Sabes Nada… De Lo Que Me Hace Cuando Tú No Estás…, ¡¡Se Nota Que Te Crees Lo Primero Que Ella Te Dice!!! *Se Va Molesto A Su Cuarto*
Carl Ross: ¡¡Charlie Ven Aqui Y Dime Lo Que Te Hace!! *Va Hacia Las Escaleras*
Charlie Matheson Jr: *Abre La Ventana*
Carl Ross: *Sube Las Escaleras Y Va Al Cuarto De Charlie* Charlie Que... *Ve Que Está En La Ventana* ¡¡¡¡¡¡CHARLIE!!!!! ¡¡¡NO!!!
Charlie Matheson Jr: Adiós Detectives Cr *Se Tira Por La Ventana*
Carl Ross: *Trata De Atraparlo* ¡¡¡¡¡CHARLIEEEEEEE!!!!!!!!!!!
Slender Doll: *Atrapa A Charlie Con Sus Tentáculos* Te Tengo *Lo Deja En El Suelo*
Charlie Matheson Jr: Gracias Ally
Carl Ross: *Ve Por La Ventana* .........., Pero...... Que....
Slender Doll: *Ve A Cr Viendolos*
Charlie Matheson Jr: *Lo Nota Y Toma Ally De La Mano Y Se Va Corriendo Con Ella*
Carl Ross: *Confundido* Pero... *Se Da Una Cachetada Para Salir Del Trance* ¡¡¡Ya Cálmate Carl Tienes Que Proteger A Charlie!!! *Sale Del Cuarto Y Va Corriendo Hacia Abajo Por Las Escaleras*
Slender Doll: ¿A Dónde Vamos?
Charlie Matheson Jr: Hacia Las Mina, ¿Puedes Teletransportarnos? Y ¿Sabes dónde quedan?
Slender Doll: Sí Sé Dónde Queda Y Puedo Teletransportarnos, Pero Solo A Mitad De Camino
Charlie Matheson Jr: Bien Perfecto… Por Favor Hazlo..
Slender Doll: Bien
Carl Ross: Charlie Para, ¡¡No Puedes Ir Para Allá!! ¡¡¡Es Peligroso!!!
Charlie Matheson Jr: *Ve A Cr* ¡¡No Me Importa!! Y ¡¡¡Déjame Solo!!!
Slender Doll: *Se Teletransporta Hacia Las Minas*
UNA HORA DESPUÉS
Slenderman: Chicos ¿Saben Dónde Está Ally? Estoy Un Poco Nervioso Porque Busqué Por Todas Las Habitaciones Y No Está
Masky: No, Los Únicos Que Están Aquí Con Nosotros Son Sally Sam Y Ben
Cat Hunter: *Entra Al Living* Sr. Slender, Ya Busque Por Toda La Mansión Y No Está En Ninguna De Las Habitaciones Y Lo Demás Proxys Tampoco No La Encontraron
Hoodie: Yo Y Kate Acabamos De Buscar También Y No Está Ni Siquiera En Los Sótanos
Slenderman: *Nervioso* Dios Mio...
Ticci Toby: Sr. Slender.. Cálmese Por Favor… No La Habrá Mandado Alguna Misión.... ¿Verdad?
Slenderman: No.. Toby…. Tú Sabes Que Ella Siempre Va Acompañada…… Y Están Todos Los Proxys Aquí…
Ticci Toby: Y..... La Señora Slenderwoman.. Ally Es Muy Unida A Ella Pudieron Haber Ido Juntas
Slenderman: No, Woman Se Fue Temprano A La 6:00 Y Ally Estuvo Todo El Día Con Nosotros
The Chaser: Yo... Creo Saber Dónde Está....
Slenderman: ¿Dónde Está Kate...?
The Chaser: En Mi Casa
Cat Hunter: ¿Cómo Que En Tu Casa?, Kate Ni Siquiera Nosotros Vamos
The Chaser: Ya Lo Sé, Pero Hoy Estábamos Hablando Sobre Mi Casa Y Sobre La Granja Familiar Matheson Y Ella Escuchó Todo
Slenderman: Chicos Prepárense Vamos A Ir A La Granja, Rodrigo Tu Estas A Cargo
Cat Hunter: Si
Masky: Rodrigo Espera Voy Conmigo
Hoodie: Yo Igual
The Chaser: Pero Hoy Me Preguntó Cómo Era Mi Casa Y Yo Le Mostré Una Foto Por Eso Digo Que Puede Estar Ahí
Slenderman: ...............
Ticci Toby: Katie.. ¿Pero Por Qué?
The Chaser: Lo.. Siento…… No Sabía Que Iba Hacer Eso…. Ella Nunca Hizo Algo Así……. I Que Pensé Que No Iba A Pasar Nada…
Slenderman: Está Bien…. Ahora Lo Importante Es Encontrarla…. Kate Toby Vayan Con Los Demás…..
UNA HORAS DESPUÉS
Lauren Brown: *Baja Del Auto* Al Fin Llegué A Este Maldito Lugar..., Mocoso De Mierdad Lo Voy A Matar Si Es Que Lo Encuentro *Entra A La Casa*
Hoodie: Pensé Que Es Slender Me Iba A Poner Con Masky
The Chaser: Y Yo Pensé Que Me Iba A Poner Con Toby
Hoodie: Bueno.. Qué Linda Casa Que Tienes
The Chaser: *Levanta La Mirada Y Ve Un Auto, Instintivamente Se Llena De Rabia Al Verlo*
Hoodie: *Nota Esa Mirada Que Tiene Cuando Su Instinto Animal Se Apodera De Ella* Oky.... Mejor Me Quedo... Aquí Viendo....
The Chaser: *Se Acerca Al Auto, Y Rompe Una De Las Ventanas Para Abrir La Puerta*
Hoodie: *Se Acerca Solo Para Ver Que Va Hacer Kate*
The Chaser: *Agarra La Billetera Que Está Ahí Y Al Ver El Documento Se Llena De Rabia* Lauren.......
Hoodie: Kate Va A Matarla ¿Verdad?
The Chaser: *Suelta Un Gruñido* ¿Y Tú.. Qué Crees….?
Hoodie: Que Sí
The Chaser: Quédate Aquí...... *Se Dirige Hacia Su Casa*
Lauren Brown: *Oye Que Entran A La Casa* ¿Carl?, Seguro Es El Con Ese Mocoso
The Chaser: *Sube Las Escalera, Gruñido*
Lauren Brown: ¿Carl Eres Tú? *Sale Del Cuarto De Kate, Pero Se Esconde Al Ver A Kate En Las Escaleras* Pero Qué Carajos…. ¿Qué Hace Ella Aquí......?
The Chaser: ¡¡Malditas Zorra!!!, ¡¡¡Sal Detrás De La Puerta Ya Te Vi!!!!!
Lauren Brown: *Sale Del Cuarto De Kate* Hola Katie.... ¿Como Te Va Con Demencia Después De Tanto Tiempo?
The Chaser: ¡¡¡Cállate Hija De Puta!!!!, ¡¡¡¡¡Y No Me Digas Katie Como Si Fuéramos Mejores Amigas!!!!!!!
Lauren Brown: Ay.. Pero Sí Lo Somos….., ¿O La Demencia No Te Deja Acordarte? *Burlándose*
The Chaser: *Gruñe* ¿¡¡¡¡¡¡¡¡¡Qué Haces Aquí!!!!!!!!?, ¿¡¡¡¡¡¡¡¡¡Dónde Está Mi Charlie!!!!!!!!?
Lauren Brown: Ah.. Ya Dejémonos De Burlas Que Me Aburro, No Está Querida... Lo Estoy Buscando
The Chaser: *Pensamiento: ¿¡¡¡Ah Y De Las Pijas Que Tragas No Te Aburre!!!?* ¿¡¡Para Qué!!?, ¿¡¡¡Para Pegarle!!!?, ¡¡¡¡No Te Creas Que Yo No Sé Lo Que Le Haces!!!!!!!!
Lauren Brown: Sí Para Matarlo…, ¿Y Cómo Sabías Eso? ¿Te Lo Dijo Ese Slenderman?, JAJAJA ¡¡¡¡¡Eres Una Estúpida De Mierda Por Eso Te Gané En El Juicio!!!!!!
The Chaser: *Gruñe Va Corriendo Hacia Lauren A Toda Velocidad Y Se Abalanza Encima De Ella*
Hoodie: *Entra A La Casa Con La Cámara Encendida* Esto Va A Ser Una Pelea De Perras. Y Apuesto Que Gana La Mía.
The Chaser: *Comienza A Pegarle Puñetazos Repetidas Veces*
Lauren Brown: *Trata De Esquivar Los Golpes Pero No Puede* ¡¡¡Maldita Perra Enmascarada!!!!
The Chaser: *Golpe* ¡¡¡¡Esto Es Por Quitarme La Custodia De Mi Hermano!!!!! *Golpe* ¡¡¡¡¡¡¡Esto Es Por Fingir Ser Mi Amiga Desde El Día Que Nos Conocimos!!!!!!!! *Golpe* Y Esto Es Por Todas Las Veces Que Le Pegaste A Charlie Probablemente *Con Más Fuerza Y Rabia Comienza A Pegarle Puñetazos Una Y Otra Vez Sin Control*
Lauren Brown: *Comienza A Sangrarle La Nariz*
The Chaser: ¡¡¡¡¡HIJA DE PUTA OJALA NUNCA TE HUBIESE CONOCIDO!!!!!!!!!
Lauren Brown: *En El Piso Ve Un Libro Y Cuando Kate Le Estaba Por Meterle Otro Puñetazo, Ella Lo Agarra Y Le Da En La Cabeza Con Todas Su Fuerzas* ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAA!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡YA DEJAME DE PEGAR HIJA DE REMIL PUTA!!!!!!!!!!!
The Chaser: *Se Aparta Por El Impacto, Aturdida*
Lauren Brown: *Le Da Un Golpe En El Estómago, Le Arranca La Máscara Y La Tira Contra La Pared* ¡¡¡MALDITA PERRA PUTA!!!!
The Chaser: *Le Escupe En La Cara*
Lauren Brown: ¡¡¡AH!!! ¡¡¡Maldita Asquerosa!!!! *Se Limpia El Escupitajo*
The Chaser: *Aprovecha Y Le Pega Una Patada En El Pie*
Lauren Brown: ¡¡¡AH!!! *Cae Al Piso*
Hoodie: ¡¡Kate!! *Le Lanza La Vara De Metal De Él*
Lauren Brown: ¿¡¡EH!!? *Trata De Tomarla*
The Chaser: *Pero Kate Fue Mas Rapida, Y Le Da En La Cabeza Con La Vara*
Lauren Brown: *Se Desmaya*
The Chaser: *Agitada* Gracias.....
Hoodie: No Hay De Que, Creo Que Necesitabas Un Poco De Ayuda
The Chaser: Jeje Me Las Iba Arreglar Sola
Hoodie: Sí Sí Como Digas. Ven Aquí Baby *La Ayuda A Levantarse*
The Chaser: No Me Digas Baby… Solo Somos Mejores Amigos…..
Hoodie: Jaja ¿Y Te Parece Amigos Con Derechos? *Junta La Máscara De Kate Del Piso*
The Chaser: ¿Que Es Un Amigo Con Derechos.....? *Lo Mira Confundida*
Hoodie: Ehhh Nada... Lo Mismo Que Mejores Amigos.... Pero Con Más Ventaja......, Y ¿En Serio Me Veías Como Un Mejor Amigo?
The Chaser: Oh..., Si Para Mi Eres Mi Mejor Amigo... A Pesar Que Nos Peleemos *Le Sonríe*
Hoodie: ¿Y Qué Vamos A Hacer Con Lauren?
The Chaser: No Sé, ¿Atarla Y Llevarnosla En El Auto?
Hoodie: Mmm... Me Parece Una Buena Idea
(Narradora: Y Metieron A Lauren En El Auto Junto Con Ellos, Después Kate Revisó El Celular De Lauren, Descubriendo Llamadas Perdidas De Cr Y Un Mensaje, Que Decía: Encontré A Charlie… Pero Se Me Escapó Hacia Las Minas Junto Con Algo Que Creo Que Es Una Niña, Kate Le Dijo A Brian Que Conduzca Hacia Las Minas)
(CONTINUARÁ)
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