#si se manchó
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How do you think eda would react to luz on her period? Like Luz is just crying VERY loudly in her sleeping bag because of her hormones acting up and eda doesn’t really know what to do.
It depends if witches get periods too. Given that we know they get pregnant, it's very likely that they do.
I can imagine Eda seeing Luz crying in her sleeping bag and think she's upset about something going on at school, with her friends, or maybe missing her mom.
So when she cautiously asks Luz about it and finds out what's actually wrong. Either because Luz outright tells her or Eda figures out through context clues (Luz talking about cramps and stuff), she's revealed it's just THAT.
Then she gives her potions that are basically the Boiling Isles equivalent of Ibuprofen and a Heating Pad. (The Heating Pad potion just makes your stomach warm on the inside. Eda and Lilith weren't allowed to drink it when they were younger because their mom said it would prevent them from getting pregnant when they're older)
And buy her Boiling Isles chocolate that Luz will probably not eat
I was actually was thinking once that between Luz and Anne Boonchuy, Luz got stuck in the better situation when concerning periods. Because Luz is living with a humanoid woman with a bathroom that is accessible to humans.
Meanwhile Anne is living with FROGS. Frogs don't get periods. What is she gonna do? Use a bunch toilet paper? Toilet paper made for FROGS-
#does luz even have extra underwear?#si se manchó#our girl showed up with one outfit i think#asks#eda clawthorne#luz noceda
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Boyfriend!Gaming x Reader HC
💖~ What the people think is done
Yo estoy dispuesta a saltar ✨
El banner para esto no salió mal, estoy feliz por ello <3333333
Warning: Nope now💖, GN!Reader | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
Spanish:
Gaming es el mejor amigo que puedas tener, y si como amigo es fantástico, imagínate de novio.
Es un novio que resuelve, no importa si crees que la situación es insalvable, él encuentra la manera de hacer que funcione. ¿Tu ropa se manchó y no se quita? Él te da su chaqueta para que te cubras. ¿Te incomodan tus zapatos? Te dará los suyos. ¿Estás tan cansada como para hacer algo? Él te atenderá hasta que te recuperes. Él es un amor.
Puede ponerse muy amenazante cuando hay alguien que puede hacerte daño cerca. Puede poner esta cara de perro rabioso mientras mira feo (y tal vez saque algo de veneno) a la persona que representa una amenaza para ti.
Puede ser un perrito que te sigue y te muerde para que juegues con él, y puede ser un perro guardián que muerda y probablemente haga sangrar a alguien que te trata mal.
Es tu novio y al mismo tiempo es tu comadre con quien chismean cada que pueden. El inicio de sus citas empieza con uno de los dos tomando aire para contar el chisme mientras toman té y pasteles de té y luna.
Te pide que le ayudes a peinarse y comparten productos para el cuidado del cabello que pueden servirles.
Tienen mínimo uno o dos conjuntos que combinan, y probablemente te haya regalado una chaqueta igual a la suya.
Siento que haría chistes de sus desgracias y se reiría, pero jamás se burlaría de tus traumas a menos que tú hagas el chiste primero.
Si en algún momento se cansa de ti (siempre en broma, claro) te pone su chaqueta, sube la capucha y le habla al suanni acerca de cómo alguien está hablando mucho y cuánto quiere cerrarle la boca a besos.
Siempre coquetea contigo, no le importa si ya son pareja. Va a seguir acercándose diciendo que luces preciosa y te pregunta si ya tienes novio y por qué debería ser él.
No soporta coqueteos frente a su familia, va a explotar de la vergüenza y te meterá un puñado de arroz en la boca para que te calles.
Puntos extras si resulta que vives en la Aldea Chiaoying, no tiene pereza de viajar desde la ciudad de Liyue para ir a visitarte los fines de semana. También le gusta llevarte a la ciudad para presentarte a sus amigos y que respires un aire nuevo.
El chico es un hombre fiel, es tu novio y puede imaginar un futuro contigo, suele hacer bromas acerca de que ambos se harán viejos juntos y saldrán a pasear por el lago.
A partir de que soluciona sus problemas con su padre, tiene la costumbre de alejarte de su familia, a pesar de que cada que te encuentras con ellos te dan de comer o te tratan muy dulcemente.
English:
Gaming is the best friend you can have, and if he is fantastic as a friend, imagine him as a boyfriend.
He is a boyfriend who will help you, it doesn't matter if you think the situation is insurmountable, he finds a way to make it work. Did your clothes get stained and won't come off? He gives you his jacket to cover yourself. Do your shoes make you uncomfortable? He will give you his. Are you tired enough to do anything? He will take care of you until you recover. He is a sweetheart.
He can become very threatening when there is someone who can harm you nearby. May make this mad dog face while he glares (and maybe draws some venom) at the person who poses a threat to you.
It can be a little dog that follows you and bites you to make you play with it, and he can be a guard dog that bites and probably makes bleed who treats you badly.
He is your boyfriend and at the same time he is your best friend with whom you gossip whenever you can. The beginning of your dates is with one of you taking a breath to tell the gossip with tea and Fine Tea, Full Moon.
He asks you to help him comb his hair and share hair care products that can help you.
You have at least one or two outfits that match, and he probably gave you a jacket just like his.
I feel like he would make jokes about his misfortunes and laugh, but he would never make fun of your traumas unless you make the joke first.
If at some point he gets tired of you (always joking, of course) he puts his jacket on you, pulls up the hood and talks to the suanni about how someone is talking too much and how much he wants to kiss their mouth shut.
He always flirts with you, he doesn't care if you are already a couple. He will keep approaching you saying that you look beautiful and asking if you already have a boyfriend and why it should be him.
He can't stand flirting in front of his family, he's going to explode with embarrassment and shove a handful of rice into your mouth to make you shut up.
Bonus points if you live in Chiaoying Village, he's not lazy to travel from Liyue to visit you on the weekends. He also likes to take you to the city to introduce you to his friends and let you breathe a fresh air.
The boy is a faithful man, he is your boyfriend and he can imagine a future with you, he often makes jokes about the two of you getting old together and going for a walk by the lake.
After he solves his problems with his father, he has the habit of distancing you from his family, even though every time you meet them they feed you or treat you very sweetly.
#genshin impact#writing#genshin x reader#genshin imagines#x reader#x you#genshin x y/n#genshin x you#genshin impact x reader#genshin gaming#gaming x reader#gaming#genshin headcanons#genshin impact headcanons#headcanon#ga ming x reader#ga ming#ga ming genshin#genshin ga ming#genshin impact ga ming#genshin impact gaming
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Solstice Tales - III. CNC (Sub!Enzo Vogrincic)
La casa está sumida en un silencio absoluto, roto únicamente por el suave murmullo del viento golpeando las ventanas. Enzo duerme en el sofá, bajo una pesada manta, mientras la televisión parpadea en modo de espera e ilumina su rostro relajado.
El sonido de una llave girando en la cerradura lo saca de su sueño con un sobresalto. No puede terminar de abrir los ojos, aún atrapado por las garras del sueño, pero sabe que es tarde, mucho más tarde de la hora en la que dijiste que llegarías. Suspira por el alivio de saberte segura en casa.
Cuando dijo que podía ir a buscarte sin importar el horario juraste que no era necesario porque tu amiga iba a traerte. Es probable que aún esté muy dormido como para oír el motor del vehículo en marcha, supone, intentando buscar una explicación para el silencio reinante. Tu amiga no te dejaría lejos de la entrada.
La puerta emite un crujido prolongado, como si la persona recién llegada estuviera retrasando su entrada, hasta que una figura oscura cruza el umbral y el clic del seguro resuena en el aire cargado de quietud.
Enzo se remueve en el sofá, con los ojos entrecerrados, bostezando sin parar.
-¿Amor?- pregunta con voz ronca-. ¿Por qué no me llamaste? Podía esperarte...
En un parpadeo estás sobre tus rodillas y tu mano en su mejilla.
-No quería despertarte- contestás con simpleza mientras deslizás tus dedos por su cabello. Besás la comisura de sus labios y él busca tu boca instintivamente-. ¿Por qué estás acá? En la cama ibas a estar más cómodo.
-Quería esperarte.
Masajeás su cuero cabelludo y prácticamente se derrite entre tus manos. Dejás besos húmedos en su mandíbula, en su cuello y sus clavículas, dejándole muy en claro tus deseos, provocando que en cuestión de segundos su miembro esté erecto y goteando con desesperación.
Mordés su labio inferior hasta que se queja.
-¿Por qué? ¿En qué estabas pensando?
Sonríe y sujeta tus muñecas cuando tus manos rodean su cuello.
-Quería dormir con vos- su expresión de cansancio cambia a una mueca de placer cuando, sin mediar palabra y sin medir fuerza, comenzás a masajear su erección por sobre su ropa-. Te...
-¿Sólo dormir?
-Sí- contesta entre suspiros. Deslizás una mano bajo su ropa interior para sentirlo en tu mano, pesado y húmedo, palpitando con fuerza-. Hace frío y estoy cansado.
-¿Tenés mucho sueño, bebé? ¿Sí...?- preguntás con tono burlón. En su estado de semi consciencia, todavía relajado por tus mimos, no procesa el deje de crueldad en tu voz-. ¿Y me vas a dejar con las ganas?
Una débil protesta deja sus labios. Enzo odia decepcionarte.
-¿No podemos esperar hasta mañana?
-¿Por qué??- besás su mejilla y tus caricias sobre su miembro se intensifican. Cuando toma tu muñeca para detenerte mordés su mejilla con fuerza-. Quieto, Enzo.
-Te dije que...
Una mirada basta para silenciarlo.
-No te pregunté.
Intenta resistirse cuando lo empujás para que vuelva a recostarse, pero... ¿Y si te lastima? Sabe que es más fuerte y podría fácilmente hacerte a un lado, después de todo practicó y memorizó la forma de manipular tu cuerpo cuando practicaron esas escenas, pero...
Lastimarte es un riesgo que no puede correr.
-Estoy muy cansado- repite cuando tus dedos están entre su piel y la cintura elástica de su ropa interior. Deslizás la prenda, que ya manchó con su excitación, por sus piernas-. No voy a poder.
Restás importancia a sus palabras y te posicionás sobre su regazo.
El brillo de la televisión le permite ver tus muslos brillando con tu humedad cuando levantás la diminuta falda de tu vestido (estaba en contra, recuerda haberte dicho, ya que no es apto para este clima) y luego ve -en trance- cómo se rompen esos hilos traslúcidos que unen tu ropa interior con tus pliegues empapados.
Sujeta tu cadera con fuerza para detenerte pero resulta ser un error. Sus uñas clavándose en tu piel te hacen gemir y mientras él intenta controlar tus movimientos, vos guiás su miembro a tu entrada desesperada para luego dejarte caer con fuerza.
El calor de tu cuerpo lo hace gritar de placer y cuando comenzás a sembrar besos (que son más mordida que otra cosa) por su cuello escuchás cómo sus gemidos, mitad protesta y mitad súplica, se convierten en unos patéticos sollozos.
-¿Viste que podías?- movés tu cadera en círculos y Enzo se muerde el labio con fuerza para no gemir. El arrastre de tu clítoris contra su cuerpo te hace temblar-. ¿Me vas a llenar toda...?
Perdido entre la humillación, el dolor, la angustia y el placer, no está seguro de comprender tus palabras... Minutos más tarde, cuando por fin procesa el significado de tu pregunta y de tu mueca, entra en pánico. Un escalofrío sacude su cuerpo.
Sonreís con satisfacción, convencida de que tiembla de placer y no por el terror que le genera pensar en la total ausencia de un condón. Aumentás el ritmo de tus movimientos.
-No, no, no- repite cuando ve que descansás tu peso sobre las plantas de tus pies. Los músculos de su abdomen se tensan en cuanto escucha el impacto de tu cuerpo y el suyo-. No podemos.
Lo ignorás.
#solstice tales#letters to enzo#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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Bonten´s influence
-Sanzu Haruchiyo x fem!reader
/ If you want to read it, you can translate it into English or another language /
Words: 13,5k
Synopsis: She is Mikey's girlfriend. It's not the best situation, but it's still better than being alone, right? In the end, the best option is to stay with the strongest and the one who loves you... Is that true?
First chapter, second chapter, three chapter, fourth chapter (the end)
_Masterlist_
Ni Sanzu Haruchiyo ni Manjiro Sano dijeron nada.
Mikey se quedó congelado. La respiración agitada, los nudillos ensangrentados. Sus ojos, oscuros y llenos de confusión, la miraban sin comprender del todo. Era como si las palabras tardaran en penetrar la niebla de rabia y oscuridad que lo rodeaba. Ella se quedó en el suelo inmóvil, tosiendo y con una mano en la cabeza conteniendo las lágrimas.
Se había apartado y levantado de Sanzu con cuidado, al verla ella empuñar un arma tan peligrosa en su dirección, pero no abierto la boca en un buen rato. Podía saber lo que pasaba por su mente enferma, el daño irreparable que generó desde el momento que entró en aquella casa hasta la situación en la que estaban ahora. En el pasado, jamás se le habría ocurrido hacer algo como aquello, pero ahora... Ahora no había vuelta atrás.
-No quería... No quise... -susurró, rompiendo el silencio, pero su voz estaba rota y vacía. Como él, se dijo a sí misma.
Ella lo escuchó, pero no levantó la mirada hacia él. Las lágrimas que había estado reteniendo durante toda la pelea ahora caían silenciosamente por sus mejillas, mezclándose con el sudor y el dolor que sentía en todo su cuerpo. No era solo el golpe físico lo que la hacía llorar, sino la devastadora verdad de lo que había sucedido entre ellos. Ver a Mikey así, incapaz de controlar su propia oscuridad, la había herido de una manera que no podía curarse fácilmente.
-Lo siento, yo...
Aún respirando con dificultad, dio un paso atrás, desconcertado. La realidad de lo que acababa de hacer, de lo que estaba sucediendo, lo golpeó de golpe. Mientras Sanzu permanecía en el suelo, sentado sobre sus rodillas, herido pero sonriendo de forma torcida, la boca y la nariz manchados de sangre fresca, Mikey simplemente observó el caos que había causado. Como un niño al darse cuenta del caos generado.
Ella levantó la katana de nuevo, señalándolo. No vaciló. No esta vez.
-Vete, Mikey -repitió, esta vez con más firmeza, aunque el temblor no acababa-. Por favor.
Una vez Mikey le prometió que no tendría que ver esa parte oscura y que lo consumía, que ella estaba a salvo de esos impulsos. Una vez, también la amó. Y todo se rompió en mil pedazos cuando descubrió que tenía que casarse por una vieja promesa y cumplir con su deber... Y ahora, era ella la que estaba apuntándole con un arma para protegerse de esa oscuridad que lo protegía de sí mismo. Nunca comprendió a qué se refería con aquello, del por qué tenía que protegerse, pero ahí estaban ahora.
Por primera vez, vio al gran Manjiro Sano retroceder. Llevaba unas zapatillas de suela plana que lo hacían parecer que iba descalzo. La realidad era que quería notar el suelo para saber cuándo estaba consciente y cuándo no. Al verlo vacilar, los ojos de ella se movieron automáticamente a la otra persona. Su agarre tembló por un momento, temiendo lo que pasaría. Sanzu se limpiaba en silencio la nariz sangrante, irremediablemente porque la sangre continuaba cayendo como un río desbordado. Eso lo hacía bufar.
Ella extendió la mano...y dejó caer el brazo con el arma. Su palma tocó y se manchó de sangre. Sanzu pareció congelarse durante unos instantes, antes de golpearle la palma.
-No me toques.
Ella no respondió, solo le limpió con cuidado el rostro lleno de sangre. Cada movimiento era doloroso para ella, pero lo hizo de todas maneras. Sus manos se movían con una ternura que no había mostrado en mucho tiempo, apartándole el pelo empapado en sangre de la cara y verificando la gravedad de sus heridas. Sentía la mirada de Mikey sobre ellos, pero no podía enfrentarlo ahora, no cuando él mismo había provocado esta destrucción y malinterpretado todo lo que había sucedido. No cuando había una persona peor que él.
-Qué molestia.
Ella seguía atendiendo a Sanzu, ignorando las quejas. Las lágrimas que había contenido comenzaron a caer en silencio. No podía enfrentar a Mikey en ese estado, no podía explicarle el porqué de sus decisiones, ni justificar el accidente que había causado. Pero, más que nada, no podía soportar ver cómo su relación con Mikey se desmoronaba frente a sus ojos.
Finalmente, Mikey dio otro paso atrás, con los puños aún temblando. La rabia que lo había controlado parecía apagarse, reemplazada por una sensación de pérdida que no entendía del todo. Sus labios se movieron, como si quisiera decir algo, pero no pudo pronunciar ninguna palabra.
-Me estás ignorando -lo escuchó murmurar, más para sí que para ella, en un tono que mezclaba la incredulidad con...¿dolor? Nunca lo había escuchado así. Solo cuando sabía que hizo algo mal en el pasado y necesitaba un abrazo y refugiarse en alguien que no lo abandonaría-. ¿Por qué?
Ignoró la atención de Mikey sobre ellos. Suficiente tenía con detener el sangrado que Sanzu no se molestaba en detener. La sangre se escurría desde su nariz, probablemente rota, por sus mejillas hasta el albornoz... No le había servido de nada ducharse. Parte de su pelo también estaba manchado, pero el rosa del tinte lo camuflaba en parte. Sanzu se quejaba bajo su aliento, pero la expresión era la misma: arrogante y despreciable por cualquier tipo de preocupación.
Ella se detuvo por un instante, con la mano de Sanzu sobre la suya queriendo apartarla de su nariz. En lugar de responder de inmediato, decidió pensar muy bien lo que iba a decirle, sabiendo que cualquier palabra que dijera solo empeoraría las cosas.
-Alguien tiene que arreglarlo -su voz era suave, pero había tristeza tras ellas. El eco de lo que acababa de suceder pareció tomarlo entre sus brazos finalmente, porque no le escuchó decir ni hacer nada-. Deberías irte -murmuró ella, en voz baja y con cuidado, sin que se notara que las lágrimas caían por sus mejillas. Las manos le temblaban.
Sin decir más, Mikey dio un paso atrás y luego se giró hacia la puerta. Su salida fue silenciosa, pero en el aire quedó flotando el eco de lo que había sucedido: algo más se había roto dentro de él esa noche, y esta vez, tal vez no habría vuelta atrás.
Algo le decía que no volverían a verse.
Esta vez de verdad.
Sanzu Haruchiyo estaba acostado a su lado.
La habitación estaba inundada en un silencio tan profundo, como si el mundo contuviera la respiración después de la tormenta. El sonido de Mikey cerrando la puerta aún resonaba en su cabeza. Ahora, después del caos, solo quedaban ellos.
Tumbados en la cama, ninguno se atrevía a romper ese extraño silencio que los envolvía. La tensión que había en el aire no se desvanecía del todo, aunque ya no era tan opresiva. En su lugar, era un silencio vacío, una calma rota por el peso de todo lo que no se decía. A ella le pareció en cierta parte reconfortante.
Estaba boca arriba, con los ojos fijos en el techo, su respiración aún irregular. Aún llevaba la puesta la camisa, ahora manchada de sangre por haber estado curando a Sanzu aunque este se quejara durante unos veinte minutos. El golpe de Mikey aún dolía, de hecho no le extrañaría que tuviera un buen moratón en la cabeza. Había una presión más profunda, más intangible, que la mantenía atrapada en un espiral de pensamientos que no podía ordenar. Todo lo que había ocurrido, cada palabra dicha y cada golpe lanzado, seguía repitiéndose en su mente como un eco interminable.
Había apuntado al líder de Bonten directamente con un arma.
De haber sido otra situación la habrían matado a ella y colgado su cuerpo como advertencia. O cortado la mano.
Al otro lado de la cama, Sanzu también permanecía en silencio. Estaba tumbado de costado, con un brazo sobre el estómago lleno de moratones, probablemente del forcejeo y la caída, su mirada perdida en algún punto en la distancia. Se había duchado, otra vez, y ahora estaba sin camisa, solo con pantalones; la prenda estaba tirada en cualquier otro lado. Tampoco hablaba, y miraba al techo como ella, respirando tranquilo con una nube de pensamientos que hasta ella podía leer. Esa pelea no había sido solo un arrebato violento; había sido el punto de quiebre en algo más grande, en algo que los tres compartían pero que ahora estaba roto de forma irremediable. Y eso podría costarle a Sanzu demasiado. Haberse envuelto con ella tan directamente, una situación como esa...
Sanzu no era alguien que se queda callado mucho tiempo, pero esta vez, incluso él era incapaz de romperlo. Le sorprendía. Ella parpadeó lentamente, los ojos aún fijos, aunque su mente no estaba allí; de vez en cuando, podía sentir el peso de la mirada de él. A pesar de que compartían cama, un momento extrañamente íntimo para ellos, había una distancia emocional enorme, como una barrera invisible.
Finalmente, fue él quien se movió primero. Apenas fue suficiente girar la cabeza hacia ella para que despertara de esa trance. Sus ojos atentos se posaron sobre ella.
-¿Estás bien? -preguntó en voz baja, su tono sorprendentemente suave para alguien como él, que solo conocía un mundo de violencia. Detectó cautela, somo si temiera su respuesta.
Ella no respondió de inmediato. El ventilador del techo no se movía, como los engranajes de su cerebro moviéndose en busca de una respuesta lo suficientemente coherente que expresara lo que sentía. Tras unos largos segundos, sus labios se moviero.
-No lo sé.
Lo que realmente la atormentaba era cómo había terminado todo. La forma en que Mikey la había mirado, la desesperación en sus ojos, el golpe que había sido accidental pero tan simbólico de todo lo que había estado mal entre ellos últimamente.
Era la primera vez que veía una situación como esa. Él volviéndose loco y atacando como una bestia. Y ella con un arma... Pensó en esa bella arma, que había dejado suavemente sobre el mueble donde estaba con anterioridad.
El silencio volvió a caer sobre ellos. Ninguno se movía demasiado, ambos en su propio espacio de dolor y agotamiento. A pesar de que él tenía sus propias heridas, un pasado del que ella desconocía la mayor parte de la información... Podía sentir que algo le carcomía. Su futuro, Bonten, el propio Mikey... Había algo en él que no dejaba paso a la ruptura de esa tensión. Ni esa bonita pregunta.
Finalmente, él estiró una mano, con cuidado de no hacer ruido, y la colocó cerca de la de ella, aunque no la tocó. Era un gesto pequeño, pero simbólico. Ella notó el gesto, pero no hizo ningún movimiento. No lo rechazó, pero tampoco lo aceptó. Simplemente lo dejó estar, la mano de él a unos centímetros de la suya, como un recordatorio de que, a pesar de todo, no estaba completamente sola.
Los minutos pasaron, lentos y pesados. Ninguno de los dos habló más. El cansancio físico y emocional finalmente comenzó a arrastrarlos hacia una especie de tregua silenciosa. Contuvo la respiración, eso sí, al notar los dedos de él sobre su piel, el calor que él irradiaba como un radiador. Él tuvo que notarlo, porque entonces su respiración se volvió lenta y entrecortada. La distancia entre ellos se sentía abismal, aunque solo unos centímetros separaban sus manos. Eso le dejaba recordar que no estaba sola, sino que compartía el sentimiento de ese trauma.
-¿Duele? -murmuró, con un matiz algo más suave... Más íntimo.
Ella no respondió, pero después de un rato cerró los ojos y asintió, aún sin atreverse a mirarlo. No era solo el dolor físico de los golpes. Era el dolor más profundo, el que no podía curarse. Aquel golpe podría doler unos días, pero su corazón estaba hecho pedazos. Llegó a preguntarse si se estaba volviendo literalmente loca.
Sanzu movió su mano un poco más cerca de ella, arrastrando parte de las sábanas con él. Esta vez, sus dedos rozaron los de ella, con un toque ligero apenas imperceptible, pero suficiente. El contacto no se alejó en el momento que tardó en responder. El roce era un gesto silencioso, una pequeña oferta de consuelo en medio del abismo... Le hizo recordar el momento vivido antes de que Mikey llegase, de lo que pasó en aquella misma habitación; del beso, de sus dedos acariciando la tela de sus muslos, de lo que había sentido y apenas podido expresar. El cuerpo le temblaba.
Finalmente, ella decidió tomar el poco valor que le quedaba y hacerlo una pelota. La lanzó al aire. Giró la cabeza hacia él, despacio, como si ese simple movimiento fuera un esfuerzo monumental. Sus ojos se encontraron en la penumbra, y aunque ninguno dijo nada, había algo que no era necesario transmitir. Siempre le habían parecido hermosos esos ojos, como si fuera la única luz que hubiera en él. Era triste, pero cuando te acostumbrabas a ver al segundo al mando de tu entonces pareja aparecer por casa con solo una mascarilla que le resaltaba esas dos esferas... El siguiente gesto fue inesperado, pero una parte de ella lo apreció, un poco. Sus dedos se entrelazaron en un baile sencillo en las sábanas; las rugosidades que percibió le revolvieron el estómago, lo ásperas que eran...
Ella lo miró en silencio, sintiendo el calor de su mano envolviéndola. No sabía qué decir, ni siquiera sabía si era correcto estar cerca de Sanzu después de eso. De lo que podría ocurrir en el futuro con ellos. ¿Morirían por eso? ¿Iba Mikey a matarlos de verdad? Los dedos de él se apretaron con los suyos con más firmeza, devolviéndola a la realidad que estaba consumiéndola. Era una forma de decirle que no se estaba hundiendo sola. Había algo que no vio mucho en el pasado con él: vulnerabilidad. En ese momento, ella podía decir, que Sanzu no era el hombre peligroso y arrogante que era. El hombre que la había forzado a salir en medio de la nada y volver hasta su casa. El hombre que la había vuelto loca las últimas semanas hasta el punto de querer desaparecer.
Y ahora estaban ahí tumbados, mirándose el uno al otro, sufriendo por lo mismo.
Sanzu, viendo que no se apartaba, se acercó un poco más, inclinándose hacia ella, hasta que su frente quedó solo a unos pocos centímetros. No se atrevía a tocarla más que con sus manos, lo veía en la forma que dudaba. Volvió a contener la respiración, sintiendo envolverla su aroma característico y el antiséptico. La tensión que los había mantenido separados durante tanto tiempo se desvanecía poco a poco, reemplazada por algo más suave, algo que los envolvía en una burbuja de intimidad inesperada.
Había una intensidad en su mirada, pero no era la típica agresividad que solía mostrar. Se sentía como si pudiera leerlo. Era algo más vulnerable, algo que le hacía bajar las defensas que había levantado desde la pelea con Mikey. Sin saber por qué, su mano libre se movió hacia su rostro, tocando suavemente la piel marcada por golpes y heridas. Sanzu cerró los ojos al sentir el toque, pero no se apartó ni hizo algún gesto brusco ni comentario fuera de lugar. Simplemente la dejó... La dejó acariciarle, sus dedos rozando su piel, aceptándolo en silencio.
Apartó la mano al cabo de un rato, pero él no rompió el contacto visual. No era necesario decir nada más. Lo que compartían en ese momento era algo táctico, que no necesitaba explicarse. Sin pensar, se inclinó hacia él, cerrando los ojos cuando sus pieles se tocaron. El cosquilleo de su estómago no se detuvo, la sensación de la piel tocándose la hizo estremecerse. Le sorprendió gratamente que él tampoco lo hiciera, fuera lo que fuese que estuviera pasando en su cabeza.
Sanzu bajó ligeramente la cabeza, dejando que sus labios rozaran su frente, un toque apenas perceptible, pero suficiente para hacer que su corazón latiera más rápido. La calidez de estos le provocó un estremecimiento. Había algo en ese gesto, tan inesperadamente suave, alejado de su dureza, que la hizo temblar. Interna y exteriormente. No estaba acostumbrado a verlo así, a sentir esa cercanía con él. Pero en ese momento, el contacto físico se había vuelto una necesidad que su cuerpo anhelaba sentir.
-No te alejes -lo escuchó murmurar, apenas en un susurro contra su piel. No era una petición directa, sino una confesión, algo que le salía desde lo más profundo, sin filtros. Había demasiado en juego, y aunque siempre había sido alguien que jugaba con el peligro, esta vez sentía que estaba en territorio desconocido.
Ella no respondió con palabras, pero su cuerpo habló por ella. Lentamente, su mano libre subió hasta el cuello de Sanzu, trazando con suavidad la línea de su mandíbula, como si estuviera explorando una parte de él que nunca antes había tenido el valor de tocar. Su piel estaba caliente bajo sus dedos, y aunque las cicatrices y las marcas de la pelea estaban presentes, no le importaba. Era un gesto cargado de intención, de deseo de estar cerca, de no permitir que la oscuridad del momento los separara más.
Lo sintió exhalar profundamente, con los dedos trazando las líneas imaginarias de su piel, en un gesto mucho más profundo e íntimo que durante el beso. Aquello era...sentir. Quería sentirle. Quería saber que estaba ahí con ella.
La piel de él ardía a su tacto. Su nuez de Adán temblaba bajo su mano, las líneas venosas que se marcaban creaban un patrón bajo su piel que ansiaba seguir. Ella suspiró al sentir la mano de él, la libre, trazando círculos en la superficie cubierta de su cadera. Ella podía sentirle, podía sentir el tacto de su mano casi como si estuviera desnuda para él; casi podía estarlo, si se quitaba la camisa y la ropa interior de debajo, pero en vez de eso, él prefería acariciar la superficie.
Sus frentes aún se tocaban, pero ahora sus labios estaban tan cerca que el aire entre ellos parecía arder. Sanzu abrió los ojos, observando cómo ella mantenía los suyos cerrados, sus labios ligeramente entreabiertos, como si también estuviera esperando algo, como si ese momento compartido fuera tan necesario para ella como lo era para él. La mano viajó a su baja espalda, tirando de ella hacia él, sus cuerpos ahora más cerca, mezclando sus respiraciones en esa intimidad que crearon.
-No lo voy a hacer -susurró, cargada de una promesa que apenas entendía del todo.
Sin más palabras, Sanzu inclinó su rostro hacia abajo, sus labios finalmente encontrando los de ella en un beso suave pero cargado de intensidad. Fue un contacto ligero al principio, apenas un roce, como si ambos probaran el terreno antes de sumergirse completamente. Pero en cuanto sus labios se encontraron, el mundo exterior desapareció.
El beso se profundizó lentamente, y la mano de Sanzu en su cintura la apretó con más fuerza, acercándola aún más a su cuerpo. No había prisa en sus movimientos, solo un deseo silencioso de estar cerca, de sentir el calor y la conexión que ambos habían estado negando durante tanto tiempo.
Ella respondió al beso con una suavidad inesperada, sus labios moviéndose lentamente contra los de él, dejando que el momento los envolviera. Su mano, que había estado en su mandíbula, subió hasta su cabello, enredando los dedos en él, atrayéndolo aún más cerca. Sentía su respiración en su piel, el latido acelerado de su corazón, y aunque todo lo que los había llevado a ese punto había sido doloroso y caótico, en ese instante, solo existían ellos dos.
Sintiendo cómo ella se entregaba al beso, dejó que sus manos se movieran lentamente, trazando el contorno de su cuerpo con una suavidad que no parecía propia de él. Su tacto era firme pero controlado, como si tuviera miedo de romper ese momento tan frágil.
Sus labios se separaron lentamente, pero sus respiraciones seguían mezclándose en el aire. Ambos mantuvieron los ojos cerrados por un momento, dejándose envolver por la intimidad que compartían, por la cercanía que los unía en medio del caos que los rodeaba.
Ella abrió los ojos lentamente, y lo miró con una mezcla de emociones que no necesitaban ser expresadas en palabras. El dolor, el cansancio, todo seguía allí, pero en ese momento, lo único que importaba era que no estaban solos, que habían encontrado una forma de acercarse en medio de la oscuridad.
-No me dejes -susurró ella, casi como una súplica.
Él la miró fijamente, su rostro tan cerca del de ella que podía sentir el calor en cada centímetro de piel. Levantó una mano, y volvió a colocarla sobre su mejilla, trazando el contorno de su rostro con el pulgar como si fuera algo que examinar.
-No lo haré
El beso había sido un punto de no retorno, un momento en el que ambos se habían dejado llevar por lo que sentían sin preocuparse por las consecuencias. Ahora, mientras sus respiraciones se calmaban, el contacto entre ellos seguía siendo tangible, casi vital.
Ella no se había movido, con su mano aún enredada en el cabello de Sanzu, pero sus dedos ahora bajaban suavemente por su cuello, sintiendo la calidez de su piel bajo la yema de los dedos. A pesar de todo lo que había sucedido, se sentía extrañamente segura en ese momento, protegida por su cercanía, por el peso de su cuerpo junto al suyo. Lo miró a los ojos, y aunque había dolor en su expresión, también había algo más: un reconocimiento de que ese vínculo, por más complicado que fuera, era real.
Sanzu bajó lentamente su mano desde su mejilla hasta su cuello, deteniéndose en su clavícula, trazando con suavidad los contornos de su piel. La camisa que llevaba puesta, suya, se había desabotonado ligeramente durante la pelea, dejando entrever más de su piel de lo que él había notado antes. Sus dedos rozaron la tela, y aunque su tacto era suave, había una tensión subyacente en cada movimiento.
Los ojos de ella se entrecerraron ligeramente ante el contacto, sintiendo cómo la calidez de sus manos despertaba sensaciones que había estado reprimiendo. Había algo en la forma en que Sanzu la tocaba ahora que no se parecía en nada a lo que había imaginado. Con Mikey, estaba acostumbrada a un trato de princesa y diversión que culminaba en ellos en la cama. Con Sanzu, eso era completamente diferente. Era lento, cuidadoso, como si quisiera memorizar cada detalle, como si el momento fuera demasiado frágil para apresurarse. El deseo que sentía no era el que se esperaba de él, sino algo más profundo, más íntimo.
Ella suspiró suavemente, su mano ahora bajando por su pecho hasta descansar en su costado, sintiendo las cicatrices bajo sus dedos, los rastros de una vida marcada por la violencia. Pero en ese momento, esas marcas no importaban. Todo lo que importaba era que estaban allí, juntos, compartiendo un momento que nadie más podría entender.
Sanzu se inclinó ligeramente, acercándose más a su cuello. Su aliento cálido rozó su piel, y ella cerró los ojos al sentir el roce de sus labios contra su clavícula, apenas perceptible pero lo suficientemente intenso como para hacer que su cuerpo reaccionara. Sus labios bajaron suavemente por su piel, dejando un rastro. Su otra mano, aún sobre su cintura, la atrajo un poco más hacia él. Había algo primitivo en ese deseo. Dejó escapar un suspiro suave, inclinando ligeramente la cabeza hacia atrás para darle más acceso, su cuerpo respondiendo al suyo sin que lo hubiera planeado. El roce de sus labios en su piel, la calidez de su cuerpo tan cerca, todo parecía envolverla, como si en ese momento, el mundo exterior no existiera. Sus dedos se enredaron de nuevo en su cabello, esta vez tirando ligeramente de él, un gesto involuntario que revelaba lo que estaba sintiendo.
Él dejó escapar un suspiro grave, su respiración acelerada. Sabía que estaban cruzando un límite, algo más allá de un beso, pero no podía detenerse. Los besos basaron hasta su cuello, deteniéndose en lugares donde su piel era más sensible, acariciando la zona baja de su espalda, haciéndola soltar suspiros.
Ella abrió los ojos, entrelazando su mirada con la suya, sintiendo cómo el calor entre ellos aumentaba con cada segundo que pasaba. No había vuelta atrás ahora, y no quería que la hubiera. Se inclinó hacia él, y esta vez fue ella quien lo besó, sus labios encontrándose en un beso más profundo, más urgente que el anterior. Su mano se deslizó hasta su pecho, sintiendo los músculos tensos bajo su piel, mientras lo acercaba más a ella, deseando más de ese contacto, más de esa conexión que había florecido en medio del caos.
Pero en vez de seguirle el beso, Sanzu apartó la cara roja y los ojos empañados en una emoción que conocía demasiado bien.
-¿Te arrepientes?
En toda su vida se había arrepentido de cosas, pero esa noche, no hubo nada que la tirara para atrás. Ni la forma en la que la puso sobre su regazo sin esfuerzo, todavía besándola y acariciándola con una reverencia inaudita. Ni cuando sus manos subieron por sus muslos hacia su ropa interior, tirando de ella con los pulgares, lo suficiente como para recordarle que seguía ahí. En ese beso, no había nada de lo que arrepentirse, ni de lo que pasó después.
-No.
Mikey había sido su primera vez en todo desde que lo conocía. Se había entregado de una forma que no podía explicar con palabras más que la obsesión de ser amada por un hombre que dejó de tener sentimientos hacía mucho. Cuando las manos de Sanzu tocaron su cuello y la desnudaron, botón por botón en una camisa que era suya, sintió que todo eso quedaba en su pasado. Ni cuando esas dos manos llenas de cicatrices y marcas recorrieron su cuerpo desnudo para tumbarla se arrepintió de lo que estaban haciendo.
Sanzu Haruchiyo se quedó toda la noche con ella.
Hasta que tuvo que levantarse por una llamada después de varias horas de besos húmedos y agotamiento encima. Volvió a ducharse, por tercera vez, y la dejó quedarse en su casa siempre que no hiciera ninguna tontería. En su mente, debían de ser varias cosas las que ella hiciera mal. No se quedó en casa.
Todavía estaba un poco confundida. Antes se irse se cambió las vendas, y se pasó por casa para ponerse ropa que no estuviera manchada de sangre. Luego, llamó al número que Hope le dio el primer día que la conoció. Tenía el corazón en un puño; ¿y si le había pasado algo en ese tiempo? Sanzu dijo que tanto el bebé como ella estaban bien. Pero todo podía cambiar, ¿no? Como ellos. Pasaron en poco tiempo de ser enemigos a... Lo que fuera.
Ahora, en el hospital, le sorprendió ver que los dos hermanos Haitani estaban en el pasillo hablando en voz baja.
Kei balbuceaba algo en su idioma. Llevaba una camiseta amarilla con un conejo en medio y unos pantalones negros. Sus ojos, grises como los de su madre, miraban a su alrededor con curiosidad. Pero su verdadera atención se posaba sobre los colores claros e impecables del pasillo estéril. Lo cual, era extraño, dado la decoración de su casa.
Se acercó a ellos sin dudarlo.
-¿Ella...?
-Está bien -fue lo único que dijo Ran, apartándose de donde estaba y mirando a través del cristal. Hope estaba tumbada en la cama, con el brazo extendido mientras una enfermera le sacaba sangre. Sonreía, aunque tenía un buen golpe en un lado de la cabeza.
Sin decir nada más, Ran desapareció por el pasillo. Los ojos grises de su hijo lo siguieron, y pronto se posaron sobre Rindou y luego en ella como si ellos tuvieran la respuesta a lo que le pasaba a su padre. Le pasó la mano por el pelo. Rindou la miró, entonces.
-Está estresado. Nunca lo he visto así -le confesó. Tenía el pelo bien peinado e iba arreglado como siempre. Sus ojos perezosos apenas demostraban emoción alguna. Rindou Haitani estaba siempre así, pero en el fondo podía adivinar que no estaba tampoco contento con lo que ocurría.
-¿Él...? ¿Él ha dicho algo?
-¿Sobre qué?
Se mordió el labio. ¿Debería contarle lo que pasaba? ¿Debía de decirle lo que ocurría externamente a Bonten, si podía influir dentro de la organización?
-Mikey. Estaba con Sanzu cuando se volvió... Ya sabes -no necesitó dar más detalles para entender a lo que se refería.
Rindou la miró en silencio. Kei tiraba suavemente de los mechones finales de pelo, intentando llevárselos a la boca. No pudo evitar pensar en lo parecidos que eran ese niño al resto de su familia, independientemente de la crianza.
-Todo está bien -respondió, finalmente. Con una mano, apartó la cabeza del niño de su pelo y suspiró-. Maldita sea, ¿puedes parar por una vez?
Sin embargo, Kei le miró frunciendo su pequeño rostro. Otro comportamiento que debía de ser sin duda de su lado paterno, que buscaba meterse en problemas sin importarle las consecuencias. No quería imaginarse lo que ese niño estaba sufriendo al no poder ir a los brazos de su madre y ser rechazado por su padre de aquella manera. No es como si lo conociera todo de esa familia... Pero podía decir que no eran una mala imagen ni en su vida pública ni privada.
-¿Ha entrado al menos a ver a su madre?
-Ran no quiere que la vea así. Aún es pequeño pero puede tener pesadillas -respondió, recolocando en sus brazos a Kei. Puso los ojos en blanco, con el niño tirando de su pelo de nuevo, esta vez mas suavemente-. Mierdas de psicólogos infantiles.
Su casa estaba a poca distancia de la cafetería donde siempre quedaba con Victoria. El vientre todavía le dolía de la ansiedad producida ayer por culpa de Mikey y de Sanzu. ¿A quién se le ocurría empezar a pelearse y de aquella manera? Parecían críos, peleándose por un juguete. Pero en versiones adultas y peligrosas. Todavía no sabía nada de lo que podría pasar si Mikey se volvía loco de verdad y atentaba contra la vida de una persona con la que se había hecho una idea equivocada.
¿Equivocada? ¿Estaba tan segura de eso? Cuando entró en casa, se dio cuenta de que se estaba mintiendo a sí misma. Ella era la responsable, como de todo, de que Mikey ahora pudiera actuar de manera irresponsable y destruir la imagen de Bonten con una sola palabra. Era por su culpa que ahora Bonten estuviera a un hilo de desestructurarse y que otras pandillas aprovechasen el vacío de autoridad. Si Bonten caía, irían a por ella todos los que sobrevivieran y conociesen. Pero por ahora, solo le quedaba volver a casa y reflexionar sobre todo lo ocurrido; desde el momento en el que Sanzu la abandonó a su suerte hasta el momento en el que se acostaron el día de antes.
Las luces de casa estaban apagadas cuando entró. Solo la luz de emergencia estaba encendida, lo cual era un alivio porque al menos no tenía que encender todo para descalzarse y moverse sin llamar la atención. Era su casa, sí, pero había cosas que nunca se perdían. En su dormitorio, la casa todavía estaba hecha de la mañana anterior y todo cuidadosamente colocado. Se acercó al armario, buscando la ropa que necesitaba. Una ducha es lo que necesitaba, pero no podía ir desnuda por mucho que quisiera por la vida. Y menos con la bajada súbita de temperaturas que empezaban a haber en la calle. Con la muda limpia en una mano y el teléfono en la otra, entró en el cuarto de baño. Ahí sí que encendió la luz… Y su corazón saltó al ver la escena.
Cuando entró en el cuarto de baño, le vio. A él. Tumbado en la bañera, llena de agua, completamente vestido y empapado con su traje rosa a rayas a juego con el color de su pelo. La imagen era despreocupada pero también irreal. ¿Estaba soñando? Si lo estaba haciendo, genial. Porque lo último que quería era adivinar el por qué Sanzu estaba en su bañera vestido y a oscuras como si fuera su propia… ¿Cómo había entrado? No tenía otro juego de llaves, y tampoco era tan idiota de esconder una debajo del felpudo. Bueno, era un criminal, anteriormente un pandillero que ya hacía cosas de adultos siendo menor de edad y habiendo pasado por el reformatorio un par de veces. No le sorprendería que hubiera forzado la cerradura y luego arreglado todo como en alguna de sus escenas de crimen.
Al final del día, era Sanzu quien se deshacía de los traidores de Bonten de forma cada vez más creativa.
No había otro remedio. Dejó la muda de ropa limpia en la encimera del lavabo, junto con el teléfono y la decoración del baño, y se acercó hacia donde estaba. Sanzu se habría percatado de ella, aunque no lo demostrase. Ni siquiera las drogas perturbaban los sentidos de una forma tan bestia, ¿no? Se arrodilló al lado de la bañera, apoyando los brazos en el borde, en silencio, escuchando al agua chapotear cuando él levantó un brazo y lo apoyó en el borde contrario al que estaba ella. Hubiera sido más normal verlo fumando con esa estampa a verlo de aquella manera y con los ojos borroso. ¿Habría fumado? ¿Habría tomado algo que sacaba sus mayores temores?
-¿Estás bien?
-Mikey me ha llamado esta mañana -empezó a decir, sin tono. Las puntas rosas flotaban en el agua como pequeñas crías acuáticas asomando la cabeza-. He estado en su casa.
Su casa. Aquello no era bueno. Pero tampoco malo. Bonten se deshacía de las personas en lugares donde nadie pudiera escuchar nada ni ver nada. Aunque el apartamento estuviera protegido como un búnker, quedaban muchas personas que pudieran ver aquello sin saber lo que realmente motivaba esas acciones. Si quisiera deshacerse de él, lo habría llevado a un almacén donde pudiera sacar el cadáver o deshacerse directamente de él al momento. Lo peor de todo, es que Sanzu habría ido sin queja.
-¿Va a hacer…?
-No me va a matar. No ahora.
No se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración hasta que la primera mota de aire entró en sus pulmones. Por supuesto, Sanzu no se dio cuenta porque continuaba con la mirada perdida en algún punto de la bañera y del baño.
-Pero quiere saber si sigues embarazada.
-Lo aborté -le dijo. Le extrañaba que una persona tan deseosa de mantener las buenas formas con aquella tuviera duda de aquello. Y más después de la charla en el coche-. Puede mirarlo en mi historial médico.
-Dudo que no lo haya hecho ya.
¿Entonces por qué lo preguntaba? Pero ella no lo preguntó en voz alta. Se quedó mirando las hebras de pelo rosa flotar y el goteo del grifo llenando el vacío que el silencio generaba. La katana, se dio cuenta, estaba en una esquina del cuarto de baño, abandonada a la primera de cambio.
-Querrá hablar contigo.
-Yo no quiero hablar con él -respondió, sin emoción a continuar con el tema que estaban destripando.
La idea de Sanzu era, por supuesto, otra.
-Hazte una prueba de sangre y envíasela.
-¿No puede acceder a mi informe? Tenéis medios de sobra.
Sanzu se enderezó perezosamente. El material duro de la bañera aguantó su peso al incorporarse como debía. Si le dolía la espalda, no dijo nada. Aún apoyaba el brazo en la bañera. El símbolo de Bonten aún brillaba por su presencia, envuelto entre moratones de la pelea. Puede que su corazón se encogiera un poco al recordar toda la escena; el forcejeo, la mesa a punto de romperse y ella agarrando la katana con tanta fuerza que todavía recordaba el tacto del cuero.
No volvería a vivir eso. No le daba la gana.
-Le dije que un bastardo no iba a molestar su perfecta vida de hombre casado -dijo, sin importarle el vacío de su voz al recordar toda la conversación. Eran recuerdos amargos que no quería recordar… Le dolía demasiado-. No voy a hablar con él, y lo sabes.
Lo sabía. Tal vez fuera por eso que él insistía tanto en que Mikey desapareciera de la vida de su vida tan rápido como apareció ya hacía tantos años. Las manos de ella apretaron al material duro de la bañera, producto de su enojo interno. Estaba enfadada consigo misma incluso en esa situación.
-¿Por qué no te ha hecho daño?
-No lo sé.
-Tiene que haber un motivo -insistió en saber. Él debía de saber algo, aunque fuera la mitad de lo que Mikey planeaba hacer de verdad-. ¿Va a matarme? ¿Piensa que he sido infiel contigo o algo…?
Esta vez, Sanzu posó su mirada sobre ella de reojo. Como si le llamase la atención sacar ese tema tan de repente. Sus dedos empezaron a bailar rítmicamente sobre el borde de la bañera.
-¿Has sido infiel?
-Sabes perfectamente que no.
-¿Y lo de ayer?
Ella sintió las mejillas enrojecer. Pero no de vergüenza. ¿Cómo se atrevía a intentar jugar con ella con algo que él sabía que fue mutuo? Un perro era un perro. Era difícil separarlo de su dueño, aunque ella ni lo estuviera intentando.
-Si te arrepientes, puedes irte. Porque sabes a la perfección que no estoy con Mikey y no estoy con nadie -respondió, cortante. Se levantó y empezó a alejar de la bañera. No iba a seguir con los juegos de él. No iba a perder su tiempo-. Tengo que ducharme. Vete a casa ya.
Esperó cruzada de brazos a que él se levantara. Pero no lo hizo. Sanzu continuaba hundido en el agua, con la mirada de nuevo clavada en el agua a su alrededor. Aquello solo conseguía frustrarla más. Si no hacía lo que ella quería, entonces ella no iba a suplicarle más veces que la dejara en paz. Porque no iba a hacerlo. Él iba a seguir las órdenes de su jefe, aunque fuera con un trato diferente. La rabia solo le coloreaba las mejillas hasta que su sangre hervía por todo su cuerpo, tenso y enrabiado por lo que significaba ese comportamiento suyo. Si quería guerra, la iba a tener. Estaba cansada de quedar mal.
-Siempre puedo decirle que es tuyo -dijo, en voz alta-. ¿Eso es lo que quieres, que nos mate a los dos? A los tres.
-Deja de bromear, mocosa -escupió, dejando caer el brazo. El agua cayó y empapó las baldosas blancas del suelo. Ese gesto despreocupado traía consigo una rabia que empezaba a nacer en un cuerpo lleno de frustración y conflictos internos-. No se lo va a creer.
Fuego para la mecha. Ella quería arruinarlo. Hundirlo, de alguna manera, hacerlo sufrir por todo lo que él le había hecho para complacer a su jefe. Jamás había pensado en vengarse de alguien, dado que su estatus de vida era tranquilo en lo que respetaba a sus amistades… Victoria era su única amiga íntima y, aún con esas, no le habría contado su vida más privada a riesgo de ponerla en peligro de muerte. Vengarse era un asunto serio. Ni siquiera lo que estaba haciendo era seriedad. Era provocarlo para verle enfadado o frustrado, generar algún tipo de emoción que me humillara. Ver el tipo de perro que realmente era para Bonten.
-¿Por qué? -sonrió con crueldad y burla, sabiendo que no le gustaba ese juego. Bien, que sufriera como ella-. Tu pensabas que le había engañado con el primer hombre que tuviera delante. Tal vez lo de ayer fue un milagro.
Vio a Sanzu apretar la mandíbula. Su paciencia, siempre frágil, estaba al límite. Podía verlo en la formar en la que estaba a punto de romperse los dientes. Había aprendido a manejar su caos interior, a mantener su violencia… Pero ni siquiera su mejor concentración podría mantener esa violencia suya a raya, el momento en el que su animal interno despertaba y atacaba sin miramientos. Y ella podía verlo, podía empujarlo al borde.
-¿Por qué haces esto? -su voz era baja, ronca, llena de furia contenida al límite-. ¿Quieres que pierda el control? Eres una estúpida.
Ella se acercó lentamente, en un paso sencillo. El aire entre ellos era cada vez más denso con cada segundo, cargado de la tensión que ella misma había provocado
-¿Por qué? ¿De verdad me odias tanto que me matarías? Ya sé que sí, pero también que siempre has querido de alguna manera lo que Mikey tenía. ¿O no es así? -murmuró, inclinándose ligeramente, pero sin doblar la espalda del todo. Solo quería ver el tipo de reacción que generaría con una provocación como esa-. Siempre has deseado lo que Mikey más codiciaba.
En ese instante, con esas palabras, algo dentro de él se rompió y ella pudo verlo en esos ojos claros siempre perdidos en sus propios pensamientos. Sus dedos se cerraron alrededor de su muñeca con fuerza, tirando de ella hacia él. Ella se burló, yendo a liberarse… Pero lo que no vio fue el destello de oscuridad que cruzó sus ojos. Sus dedos eran como garras ancladas en la piel desnuda de su muñeca, cebándose de la desesperación de su reacción de liberarse. Sanzu tiró de ella con más fuerza hacia dentro. La mano de ella se apoyó con fuerza contra el borde.
-¿Crees que esto es un juego? -gruñó, mientras la empujaba contra el borde de la bañera todavía más. Sus rostros estaban tan cerca que podía sentir el calor de su aliento contra su piel.
-¿Te molesta? -respondió ella, su tono desafiante, pero con un tinte de miedo que era imposible de ocultar en la posición en la que estaba. Sus dedos empezaban a resbalar en el mármol de la bañera…
Él no dijo nada más. Pero con eso fue suficiente. Con un movimiento rápido, consiguió meterla en la bañera con él, el agua empapando todo a su paso; ropa, piel, cabellos, baldosas… Absolutamente todo. Ella jadeó por la sorpresa, pero su cuerpo fue tragado por el agua antes de poder gritar. El frío le cortó la respiración, mientras su cuerpo se debatía y enfrentaba contra el peso de él sobre ella. Pero él no la soltaba. Daba igual cuánto tirase de la piel o le estrangulase… Estaba en las de ganar.
La mantenía bajo el agua, con las manos presionadas contra su cabeza, impidiéndole levantarse. El pánico la invadió rápidamente, su corazón latiendo con fuerza mientras luchaba por salir a la superficie. El ardor de sus pulmones lanzando adrenalina por salir de aquella situación a cualquier bajo cualquier coste. Incluso de su propia vida. ¿Cuánto le iba a costar eso? ¿Iba a tener que morir y revivir para volver a ser ella misma? ¿Iba a ser una nueva persona con eso, como la gente en los accidentes que revivían y que salían en la televisión?
Se había dejado llevar, había perdido el control de una manera que ni siquiera ella había previsto… No. Era una decisión de una niña pequeña jugar con un asesino.
Pero ella ya era tarde.
Demasiado tarde.
Su cuerpo apenas se movía. Estaba demasiado exhausta por la falta de aire. En algún momento que ni recordaba haber sentido ni vivido, habían sacado su cabeza del agua, aunque el agua a su alrededor continuaba a su alrededor. Su pecho subía y bajaba frenéticamente, como si su corazón intentara encontrar un ritmo que ya no tenía. ¿Estaba viva? ¿Continuaba viva? ¿Por qué seguía viviendo? No sentía nada. A nada, ni nadie.
Pero, a la vez, podía escucharlo todo. Podía escuchar el chapoteo del agua moviéndose a su alrededor, el pitido sinuoso en el interior de sus oídos y una respiración agitada no muy lejos de ella. Y una voz. Una voz grave que mezclaba sentimientos y frustración por igual. Pero, a la vez, sonaba tan lejana que le estremecía hasta la capa más interna de la piel.
-Mierda… -escuchaba-. Mierda. ¡Joder!
Se sentía liviana. Lejana. Pero al mismo tiempo, cercana. Como si estuviera en medio de una realidad que se alejaba de lo real y la mentira. Sentía la presión de unos dedos sobre los hombros, mezclado con brusquedad y nerviosismo al palpar la zona de piel desnuda en el cuello en búsqueda de un ápice de vida. Su cuerpo se sentía en otro lado. Ella quería llorar, gritar, cualquier cosa para demostrar que continuase ahí.
-¡Respira!
Ella abrió la boca, pero su respiración seguía irregular, entrecortada, atrapada en su garganta como un grito ahogado. La tos que vino después fue violenta, desgarradora, mientras sentía una presencia aún más sobre ella golpeando su pecho en un intento por ayudarla a expulsar el agua que había entrado.
¿Era eso? ¿Quería que viviera, después de hacer eso?
-¡Vamos! -gruñó, esta vez cargado de algo más que rabia.
Ella no respondía, y eso generó que Sanzu empezase a entrar en pánico. Su mente, siempre calculadora, fría, ahora estaba hecha un caos. ¿La había matado? ¿De verdad la había llevado tan lejos? El pensamiento le hizo apretarse al fondo de su mente. ¿Eso es lo que quería? ¿Intentaba matarla y ahora se arrepentía? ¿Qué significaba todo eso?
Ella tosió de nuevo, con más fuerza esta vez, y el agua comenzó a salir de su garganta. Su cuerpo convulsionó, recuperando el control poco a poco mientras el aire volvía a llenar sus pulmones. Jadeaba, el sonido de su respiración llenando el espacio a su alrededor mientras se agitaba. Sus pulmones ardían, cada tos era peor a la otra llenándose de angustia al echar el agua por la boca. Sanzu la miraba sin moverse, con los ojos abiertos como los de un búho, con esas pestañas que una vez le parecieron hermosas. El silencio volvió a instalarse en la habitación, roto solo por el sonido de las gotas de agua que caían por su cabello y de ropas empapadas. Ella lo miró, con los ojos aún llenos de terror, pero también de algo más. Sabía que había jugado con fuego, y aunque estaba viva, no saldría ilesa de esta noche. Pero aquello… Algo estaba cambiado en él, un eco oscuro resonando en su mente mientras la veía volver a la vida. ¿Tal vez fuera eso? La rabia aún latía en su interior, pero ahora teñida de algo profundo: el miedo a lo que había hecho, a lo que casi había destruido.
Después de los minutos que le siguieron, Sanzu se levantó de su lado, casi con torpeza y lento, como si todo lo ocurrido le pesase encima. Se quedó de pie, inmóvil, mirándola desde arriba. Su ropa chorreaba y empapaba todo a su peso. A ella no le quedaban fuerzas para nada, solo para continuar tirada en el suelo como un trapo y destrozada.
-Nunca vuelvas a provocarme así -dijo, su voz baja pero llena de advertencia final-. No sabes con lo que juegas.
Volvió a toser, inclinándose hacia un lado para echar por la borda todo su interior. Era asqueroso sentirse de aquella manera, tan pesada como usada. Los ojos le dolían, por alguna razón. Y, en poco tiempo, su débil cuerpo ya estaba intentando levantarse. No iba a quedarse ahí como un objeto roto, y menos después de aquello. Los brazos le dolían y no sentía las piernas responder del todo, solo como una segunda pieza y herramienta que debían aguantar su peso.
Sanzu se giró y salió del cuarto de baño, dejándola ahí. ¿A dónde iba con esa apariencia? Por supuesto, nadie iba a decirle nada. ¿Quién iba a atreverse a hacer eso a una persona con esas cicatrices en la cara y su aura? Sanzu estaba hecho para destruir.
Sanzu Haruchiyo no apareció de nuevo.
Al día siguiente, estaba haciendo la cama cuando el pitido de su teléfono al sorprendió. Después de haber dormido toda la noche en esa casa fría y con los recuerdos tan vívidos de lo ocurrido, estaba tan cansada que apenas tenía fuerzas para hablar del tema. Tampoco era como si alguien le hubiera preguntado… Victoria estaba desaparecida. Los pocos mensajes que habían intercambiado le dejaban claro que tenía un nuevo trabajo que le ocupaba la mayor parte del tiempo.
El agua de la bañera se había enfriado hacía horas. No se había atrevido a vaciar la bañera. Afuera, la ciudad continuaba con su ruido incesante, indiferente. Tan diferente a lo que ocurría ahí dentro. No puede borrar de su mete el intenso momento en el que las manos frías y despedidas rodearon su cuello bajo el agua, transmitiendo el más profundo de sus deseos que era deshacerse de ella a pesar de todo; la fuerza, la desesperación, el aire escapando de sus pulmones, la impotencia frente a la valentía que mostró momentos antes… Mientras el mundo escapaba de ella. O ella de él.
Pero, en el último segundo, él la había soltado. La había sacado del agua y hecho la reanimación para que no muriera. Aún puede sentir la brusquedad con la que fue devuelta, tosiendo y jadeando por aire, mientras su cuerpo se rebelaba contra la asfixia reciente. Sanzu la había observado en silencio por un momento que pareció eterno. No había ni rastro de remordimiento, solo esa frialdad habitual, la desconexión que lo alejaba de la realidad y las emociones. Y luego, sin más, se había marchado, dejándola ahí como un objeto destrozado. Y no regresaba.
¿Para qué hacerlo? ¿Por qué tener esa obligación? Se frota el cuello distraídamente, como si pudiera borrar las huellas de la violencia con solo tocarlas. Pero las huellas no están solo en su piel; están en su mente. ¿Por qué la salvó? Es la pregunta que la ha estado atormentando desde que volvió a abrir los ojos. Lo que más le dolía no era el acto en sí, sino la confusión. La forma en la que pasó de ser su verdugo a su salvador en cuestión de segundos; incluyendo la intimidad del momento que compartieron horas antes.
Las horas pasan, pero las preguntas se mantienen: ¿qué fue lo que pasó en la mente de Sanzu en ese momento? ¿Qué había visto en sus ojos antes de decidir dejarla vivir? Sanzu jugaba con ella como un juguete pasajero. Algo de usar y tirar. La pantalla brilló con varios mensajes sin leer, pero ninguno de ellos importa en este momento. Desliza los dedos por los contactos hasta llegar al nombre que ha estado evitando tanto…
Sanzu Haruchiyo.
Realmente no lo tenía agregado como tal. Solo era un número de emergencia que recordaba haber anotado en su agenda porque Mikey se lo había pedido ya hacía muchos años. Nunca lo usaba. Solo estaba de decoración, pero ahora… Ahora era casi un deseo involuntario. Su deseo se detiene sobre el nombre, dudando. No está segura de lo que quiere decirle si es que debe decir algo. Tal vez, solo tal vez, la respuesta estaba a la vuelta de la esquina. Más cerca de lo que pensaba. En mirarlo a los ojos y buscar esa grieta otra vez, en encontrar su debilidad y usarla antes de que él la destruyera.
Una parte de ella sabe que es un riesgo. Volver a estar cerca de él significa volver a caminar sobre el filo de un cuchillo. Pero no hay otra salida a esas alturas, ¿no? Porque estaban conectados por algo sin nombre. No podía esconderse, ya no; no podía huir. Porque acabaría encontrándola, fuera a donde fuese; avión por avión, daba igual lo que cogiera. Si lo hacía, o lo intentaba, la encontraría. Y los resultados podían ser tan variados… Y si lo enfrentaba con fuerza bruta, la aplastará sin piedad.
Respira profundamente, tratando de calmar el vértigo que siente en el estómago. Sabe que está a punto de cruzar una línea de la que no habrá retorno. Si decide adentrarse, o si decide esconderse y volver a amargarse. Pero la decisión es suya…
«Necesito verte».
El mensaje desaparece de la pantalla, enviado al vacío, el caos que es ese hombre. Ahora no hay marcha atrás. Los minutos que le siguen son eternos, cada segundo se alarga mientras su corazón late con fuerza en su pecho. ¿La ignorará? ¿Se burlará? ¿O aceptará? Finalmente, el teléfono vibró con una respuesta, y su corazón se detiene por un instante. El mensaje es corto, una confirmación sin adornos:
«Mañana. Misma hora. Mismo lugar».
No está segunda de lo que sucederá cuando se enfrenten nuevamente, pero algo ha cambiado en ella. Esta vez no va a ser la misma que la última vez. Esta vez, no será la presa. No sabe si saldrá viva de esto, pero una cosa es segura: van a verse, y ocurrirá algo.
Mientras la oscuridad de la noche vuelve a envolver la habitación, una nueva sensación la invade. No es paz, no es tranquilidad. Es el sentimiento de una batalla que aún no ha comenzado, pero ya arde dentro de ella. Mañana su plan es sobrevivir a Sanzu Haruchiyo. Y, si no es suficiente, al menos morirá sabiendo que no se dejó aplastar sin luchar.
Mañana, todo será diferente.
La noche avanza lentamente, pero ella no puede dormir. La tensión en el aire es palpable, cada sombra en la habitación parece contener una parte de la oscuridad que rodeaba la presencia de ese hombre.
Mañana, pensó una y otra vez, como un eco constante que no puede apagar. La espera es una tortura en sí misma, pero también un recordatorio de que el tiempo se mueve, de que se acerca al momento inevitable.
A pesar de su creciente determinación, no puede ignorar el miedo que late en su interior, profundo y constante. Sabe que enfrentarse a él no es una decisión ligera. Sanzu Haruchiyo es impredecible, capaz de todo. Es el segundo al mando, el hombre que hasta el momento es el más cercano a Mikey a pesar de todo y quien purificaba las filas de Bonten buscando traidores. Casi de una manera obsesionada. La visión de sus ojos vacíos la noche anterior, mientras la sujetaba bajo el agua, vuelve a su mente, como un fantasma que no puede exorcizar. Él había tenido control sobre su vida durante esas semanas de incertidumbre después de la ruptura con Mikey, y aún lo tiene de alguna manera.
Sin embargo, algo la empuja hacia adelante. Tal vez sea el orgullo herido, el deseo de demostrarle que no puede romperla tan fácilmente, o tal vez sea algo más profundo, algo que ni ella misma se atreve a reconocer: esa conexión retorcida con él. El peligro, lo real que se siente estar en su órbita, la intensidad con la que todo sucede cuando él está cerca. Es algo que la asusta, pero también la atrae, como una polilla acercándose a una bombilla.
Finalmente, después de lo que parecen horas de pensamientos enredados, cerró los ojos. Su sueño es ligero, perturbado por imágenes borrosas y fragmentadas. Sueña con el agua, con las manos de Sanzu sobre ella, pero esta vez, en el sueño, no hay miedo. Solo hay una extraña quietud, como si el final fuera inevitable. Despierta sobresaltada, con el corazón latiendo con fuerza, justo cuando el primer rayo de sol entra por la ventana.
El día por fin ha llegado.
No puede evitar un nudo en el estómago mientras se prepara. Cada movimiento es mecánico, como si su mente estuviera separada de su cuerpo. Sabía que este momento llegaría, pero eso no lo hace más fácil. Una vez lista, se detiene frente al espejo una última vez, observando los restos de los moretones en su cuello, junto con las tímidas sombras de los cortes por el accidente de coche. Son más pálidos ahora, pero aún visibles, recordándole lo cerca que estuvo de no volver a ver la luz del día.
Sale de su apartamento con una calma fingida, pero por dentro, cada fibra de su ser está en alerta. Cada paso hacia el lugar del encuentro parece llevarla más cerca del borde de un precipicio. «El mismo lugar, la misma hora». No le sorprende la precisión de Sanzu; su mundo es una mezcla de caos y control, y esa combinación lo hace tan peligroso. Nada le dice que sea una opción segura encontrarse en su casa, y menos a solas después de todo lo que han guardado entre ellos. ¿La odiará apenas de que Mikey todavía lo respete como segundo al mando? ¿O la verá como un obstáculo todavía viviente en sus objetivos para con Bonten?
Cuando finalmente llega al edificio, el peso de lo que está a punto de hacer cae sobre ella. Va a entrar de nuevo en su mundo, en su guarida; un mundo del que no está segura de poder salir ilesa esta vez. La última vez que estuvieron ahí juntos, Mikey casi lo mata y ella lo amenazó con la katana que ahora pensaba en el hombro de ella guardada en una mochila de viaje, y después de habían acostado toda la noche. Sin embargo, no retrocedió. Algo en su interior le decía que, pasase lo que pasara, tiene que verlo.
Esta vez, no va a huir.
Subió las escaleras con pasos lentos, cada escalón parece resonar en su cabeza como el tictac de un reloj. Al llegar a la puerta, se detiene, sintiendo la tensión en el aire. Respiró hondo, asegurándose de que el aire llenara sus pulmones, puro, por si era la última vez que respiraba. Entonces, se atrevió a empujar la puerta, dándose cuenta de que realmente estaba abierta y nada la empujaba a regresar a su casa. Entró.
El baño está al final del pasillo, y su corazón comienza a acelerarse cuando se acerca. Las imágenes de la noche anterior la invaden, vívidas y crudas. La mesa revuelta ha sido movida y ahora se apoya contra la pared, con el expositor de la katana vacío. La sangre, empapando las pieles y la madera ahora limpia, el suelo rasgado que brillaba seguramente por algún tratamiento.
Cuando empujó la puerta del baño, lo vio. Sanzu, de pie junto a la bañera, tan tranquilo como siempre, como si nada hubiera cambiado. Sus ojos se encuentran, y por un momento, el silencio entre ellos es abrumador. No hay una sonrisa en su rostro, solo esa expresión enigmática que siempre ha tenido, como si todo lo que ocurre a su alrededor fuera parte de un gran juego que solo él entiende. Llevaba la camisa del traje levemente desabrochada por la parte de arriba, y sin la chaqueta.
-Has venido -dijo, su voz suave pero cargada de significado. No es una pregunta, es una afirmación. Él sabía que vendría. Sanzu siempre ha tenido esa capacidad de predecir sus movimientos, de anticiparse a sus decisiones. Esa es una de las cosas que más la inquietaba.
-No había otra opción, ¿no? -respondió, manteniendo su voz firme, aunque por dentro se sentía como si estuviera caminando sobre una cuerda floja.
Sanzu la observó, inclinando ligeramente la cabeza, como si estuviera evaluando cada uno de sus movimientos, cada palabra. Hay algo inquietante en la calma con la que la mira, como si aún tuviera todo bajo control. Y tal vez lo tiene. Él siempre tenía el control, ¿no? Después de todo, parecía conocerla más que ella a sí misma.
-¿Qué es lo que quieres? -preguntó, finalmente, rompiendo el extraño silencio.
Sintió el peso de su mirada, pero no se dejó intimidar. Ahí estaba su oportunidad, visible.Sabe que no puede enfrentarlo de frente, pero puede jugar su propio juego. Puede usar las mismas armas que él.
-Quiero entenderlo -dijo, sin apartar los ojos de los suyos-. Quiero saber por qué me dejaste vivir. Por qué siempre me dejas vivir.
La pregunta pareció no afectarlo en absoluto. Sanzu la observó por un largo momento, antes de que una leve sonrisa—casi imperceptible—se asome en la comisura de sus labios destrozados; las cicatrices eran horrorosas con esa expresión. Dio un paso hacia ella, cerrando la distancia entre ambos, pero ella no retrocedió.
-Aún no sé qué hacer contigo ¿sabes? Es una pregunta que me hago cuando duermo, lo poco que duermo. Porque tu, pequeña e indefensa, eres un grano en el culo.
La respuesta la golpeó como un cubo de agua fría. Todo esto, todo lo que ha pasado, ha sido porque para él aún no ha llegado a una conclusión de cómo solucionar los problemas que ella pudiera atraer en el futuro. ¿Podría hacer eso? ¿Podría ella seguir dando problemas cuando su mayor intención era alejarse de ese mundo? Hope le dijo que tenía que atacar como un perro, morder si era necesario, si intentaban hacerle daño. No hay redención, no hay humanidad. Solo la fría y calculada incertidumbre de un hombre que decide el destino de otros según sus propios caprichos; el Perro de Bonten, el fiel ejecutador.
Pero eso también le da una oportunidad.
-Entonces piénsalo ya -respondió, sintiendo una oleada de coraje inesperado. Un miedo que iba de la mano con ella-. Porque no voy a esperar más.
El juego ha comenzado, y esta vez, está dispuesta a jugar.
-Siempre he pensado que estabas demasiado asustada para intentar algo así. Pero parece que me equivocaba…
Él se detuvo justo delante de ella, tan cerca que podría tocarlo si quisiera. Pero no. Cada fibra de su ser le advierte que retroceda, que huya, que se aleje de él lo más rápido posible. Lo cual es irónico, porque hacía unas cuantas horas habían compartido esa misma cama que estaba todavía por hacer. Pero ella permaneció inmóvil, desafiando el impulso de escapar. Sanzu inclinó la cabeza, como un depredador observando a su presa, analizándola.
-Así que es eso. ¿Te has cansado ya de ser un juguete en mi juego? -preguntó él, con su tono tranquilo casi indiferente, pero sus ojos perforándole. Como si estuviera buscando algo, tal vez una debilidad, una fisura en la fachada que ella intenta mantener.
Esa palabra, juguete, resonó dentro de ella como una daga clavada en su orgullo. Sabe que eso es lo que ha sido para él hasta ahora. Un objeto, algo que podía manipular, moldear, destruir o salvar a su antojo. Pero eso fue cuando Mikey decidió apartarla de su vida y empezar a mandarlo para saber sus avances. Algo dentro de ella se rompió con esa palabra, una chispa de rabia que había estado reprimiendo finalmente se enciende.
-Tal vez fui un juguete en tus…decisiones para ti, pero eso fue antes -respondió, su voz baja llena de determinación-. Pero eso se acabó. Estoy cansada de quedarme sentada esperando a que decidas cuándo acabar conmigo. Si vas a matarme, ya te lo dije una vez, hazlo ahora. Pero si no, entonces tienes que dejarme en paz.
Las palabras salieron más fuertes de lo que esperaba, y por un momento, Sanzu pareció sorprendido. Esa breve vacilación es todo lo que necesita para saber que está en el camino correcto. Sanzu dio un paso hacia atrás, inclinando la cabeza como si estuviera considerando lo que acabase de decir. Su expresión cambia, la diversión en sus ojos se desvaneció, sustituida por algo más oscuro, más peligroso. La misma mirada que le daba siempre que se negaba a seguir sus órdenes.
-¿Realmente crees que es tan sencillo? Desde el día que empezaste a salir con Mikey hasta que te dejó, o lo dejaste, lo que diablos fuera, entraste en Bonten. No puedes salir cuando te convenga. Las cosas no funcionan así.
El tono de su voz es como un veneno que se filtra lentamente, debilitando las paredes de su fortaleza interna. Sabe que tiene razón. No es tan fácil escapar de alguien como Sanzu Haruchiyo. Él es una fuerza destructiva, un huracán que arrastra todo a su paso, y una vez que estás en su órbita, no hay forma de evitar la destrucción. Pero ella no puede rendirse.
-Quizás no. Pero sabes que alguien como yo no sabe tanto de Bonten como para suponer una amenaza -admitió, su voz manteniéndose firme a pesar del peso de sus palabras-. Pero si no me dejáis ir, si sigues jugando conmigo, entonces también te arriesgas a algo.
-¿Yo? -preguntó, burlón-. ¿Y yo que puedo arriesgar?
-A Mikey -respondió sin titubear-. Puede que ahora te haya perdonado, pero ambos sabemos que en su cabeza pasan cosas que ninguno controlamos. Ya lo viste. ¿Y si sus impulsos vuelven a surgir? ¿Esta vez vas a controlarlos? Sabes que no. Nadie puede. Y, que yo recuerde, te encanta cuando salen -lo último lo dijo en voz baja-. Menos cuando van contra ti.
Por primera vez, siente que ha logrado algo. No es una victoria definitiva, pero ha plantado una semilla de duda. Puede verlo en sus ojos, aunque sea solo un destello fugaz. Sanzu Haruchiyo no es invulnerable. El silencio entre ellos se vuelve casi insoportable, pero ella no lo rompe, tampoco porque no se atreve. Permanece firme, mirando a los ojos de la tormenta misma. No sabe cuál será su siguiente movimiento, pero está lista. O al menos, lo está tanto como puede estarlo frente a alguien como él.
Finalmente, Sanzu se apartó un poco, pero no lo suficiente como para que ella pueda respirar. Su mirada seguía siendo aguda, como si continuara leerla, pero estaba desprovista de aquella petulancia que lo cargaba.
-Tal vez no te he dado el crédito que te mereces. Tal vez… Puede que seas más interesante de lo que pensaba -se dio la vuelta, sus dedos acariciando el borde de la bañera, el lugar donde todo casi terminó. No era esa, pero el escalofrío hizo su trabajo-. Pero no te equivoques -su voz se volvió más seria, más fría-. Aún no he decidido qué hacer contigo. Es posible que ahora tengo nuevas ideas.
Ella sintió el vértigo en su estómago al escucharlo. Sabe que, aunque no haya ganado, ha generado una opción secundaria a su final. Sanzu continúa siendo un enigma, y aunque ha logrado una pequeña victoria, sigue en su juego. Pero algo ha cambiado en la dinámica. Ya no es su presa, su objetivo más obsesivo; ahora es un jugador.
-No tardes en tomar tu jugada -dijo él, con una calma peligrosa, guardando las manos en los bolsillos de sus pantalones, antes de caminar hacia la puerta. Se detuvo un segundo ante de salir, girando la cabeza ligeramente hacia ella.
Con eso, desapareció en la penumbra del pasillo, dejándola sola en el baño, donde el eco de sus palabras resuena como una advertencia. Ella se queda de pie, el corazón martilleando en su pecho. No sabe si ha ganado, pero una cosa es segunda y es que la partida solo acaba de comenzar, esta vez con los dos al mismo nivel. La pregunta queda ahí: ¿cuál será su siguiente paso?
Sanzu se detuvo en el umbral de la puerta, su espalda aún hacia ella. El silencio que ha dejado a su paso es ensordecedor, pero también cargado de tensión. Algo en la atmósfera había cambiado, como si él mismo se hubiera percatado de que el juego que siempre había controlado está empezando a desviarse, y tal vez eso es lo que lo impulsa a girarse lentamente hacia ella, sus ojos una vez más fijos en los suyos.
Por un instante, la habitación parece reducirse a solo ellos dos, con cada respiración amplificada por la expectativa que pende en el aire. El peligro sigue ahí, palpable, pero hay otra corriente subterránea que empieza a hacerse evidente, una que ella no puede ignorar, aunque se lo imponga. Sanzu se movió hacia ella con una lentitud calculada, esa mirada intensa clavada en sus ojos. Él no ha terminado con esto, ni con ella. Algo más está por suceder, y lo siente. Su corazón comienza a latir con fuerza cuando él se acerca. No sabe qué esperar, pero lo que sigue descoloca completamente cualquier plan, cualquier preparación mental que haya hecho.
De pronto, sin decir una palabra, Sanzu toma su rostro entre sus manos. El contacto es frío al principio, sus dedos largos y pálidos envolviendo su mandíbula, pero no hay fuerza en su toque, no como la que usó la noche anterior para someterla. Es exigente, pero no con esa intensidad que usaba para dominarla; le recordó al beso que tuvieron antes de que Mikey apareciera y los atacase. Este toque es diferente. La cercanía entre ambos se vuelve sofocante, y por un segundo todo se detiene.
Luego, lo hace.
La besa.
Es un beso inesperado, casi feroz en su intensidad, como si estuviera reclamándola de una manera completamente diferente. Su boca sobre la de ella es cálida, en contraste con el frío de sus manos, y todo su cuerpo reacciona al instante. Un torbellino de emociones se desató en su interior: confusión, rabia, deseo, miedo. Nada de esto tenía ninguna clase de sentido, pero al mismo tiempo, no puede evitar sentir la atracción poderosa que emanaba de él. Sanzu la sostuvo con firmeza, pero no con la brutalidad que ha mostrado antes. Era un control diferente, más sutil pero igualmente potente, y ellas como si el suelo bajo sus pies desapareciera.
Estaba atrapada en este momento, en esta tormenta interna que él ha desatado. No sabe si ceder al impulso o resistirlo, pero su cuerpo respondió antes que su mente. Una parte de ella, una que ha estado ocultando todo este tiempo, se rinde momentáneamente a la intensidad de ese beso, sujetándolo por los antebrazos que bajo sus dedos sentía el trazo de las cicatrices antiguas y las más nuevas.
Pero Sanzu no se detuvo ahí. Sus manos, que seguían sosteniendo su rostro, la atrajeron más cerca, profundizando el beso. La cercanía entre sus cuerpos es electrizante, un tipo de contacto que conocía demasiado bien por su intensidad y sus deseos, y el aire a su alrededor se volvió espeso. El calor de su piel contrasta con la frialdad que normalmente emana de él. En ese momento, no hay palabras ni juegos mentales, solo el instinto puro que los guiaba a ambos.
Pero, tan rápido como comenzó, él se apartó, con una lentitud deliberada, manteniendo su frente pegada a la de ella por un momento de más. Sus ojos, oscuros y misteriosos, la observan con una mezcla de satisfacción y algo más; algo que ella no puede descifrar del todo. Él no dijo nada, ni una explicación ni una disculpa; ¿por qué hacerlo? Solo la miró, como si hubiera marcado un nuevo territorio, una nueva fase del juego entre ambos.
-Te dije que esto se volvería interesante -murmuró con una leve sonrisa, casi burlona, pero sus ojos lo traicionaban, algo que él mismo nunca querría admitir.
Ella sigue sin palabras, con el corazón acelerado y la mente revuelta por lo que acaba de suceder. Ese beso ha dejado una marca profunda en su interior, algo que no podría olvidar. Y lo sabe.
Pero, a pesar de todo, siente que no será capaz de olvidarlo, ni esa suavidad ni ese deseo implícito que ya había visto antes mientras se acostaban; cuando le sujetó las manos contra el colchón, escondiendo el rostro contra su cuello mientras realizaban el acto.
Sanzu Haruchiyo se marchó por la noche, dejándola en la cama descansar más de la cuenta.
Se quedó sola en casa de Sanzu. La piel aún le dolía, con las marcas en clavículas y muñecas de color rojizo en su piel blanquecina. Cuando se levantó, las piernas le temblaban ligeramente, pero aún así tuvo fuerzas para moverse hacia la cocina. No hizo mucho más que tomarse un vaso de agua y comerse unas galletas, encontradas en su búsqueda dentro de uno de los armarios al lado de la nevera. Fuera, no se escuchaba nada. ¿Cómo de probable podía ser que esa casa estuviera insonorizada? Explicaría el por qué nadie había ido el día anterior o llamado a la policía cuando los muebles se rompieron.
Lanzó una mirada larga a esos mismos muebles puestos en una esquina, abandonados como perros y rotos como sus esperanzas de volver a su vida anterior. O tal vez no había nadie en los apartamentos de al lado. Sanzu era meticuloso, inteligente hasta un punto que rozaba la psicopatía en cuanto se refería a sus propias motivaciones, y aún así, le costaba no imaginárselo controlando cada mínimo aspecto de su vida privada. Mientras masticaba la tercera galleta, le dio curiosidad saber qué tipo de persona era. Qué tipo de persona era detrás de esa fachada del Perro Loco de Bonten.
Un cuarto de baño, fuera del dormitorio, con apenas objetos que pudiera investigar o información que sacar. Lo único destacable de ese cuarto era una toalla roja que esperaba que no fuera sangre. No muy lejos, había otra habitación. Un dormitorio, vacío. A excepción de un futón cuidadosamente doblado en una esquina. Entró, sin dudarlo, con la bolsa de las galletas aún en la mano y una en la boca. La ventana daba a un patio interior inmaculado. Nada importante que decir. Abandonó la habitación sin mucho que decir. La siguiente era, por supuesto, la habitación en la que había pasado la noche. Las sábanas aún estaban revueltas y una de las almohadas en el suelo, pero lo demás perfectamente ordenado dentro de lo que era la monotonía de aquella casa. Los cajones estaban vacíos, en su mayoría, a excepción de unas cuantas vendas en algunos, ropa en otros y tabaco y mecheros dignos de ser registrados; tampoco dudaba que aquello fuera completamente tabaco, por supuesto.
Solo una faltaba una habitación. Una última puerta cerrada al fondo de la casa que le llamaba. ¿Qué habría ahí? A cada paso que daba, más tentador resultaba ser lo que podía ocultar aquella habitación. ¿Un cuarto de tortura? ¿Un hospital privado en el que atender sus propias heridas? Mikey nunca regresaba a casa con heridas, no las visibles. Pero sabía que el médico personal de Bonten estaba obligado a estar disponible en cualquier momento bajo amenaza de muerte para todos los ejecutivos. No sería extraño que para evitar la presencia de un extraño en su casa Sanzu hubiera instalado una sala estéril para su uso personal. Pero no tenía pinta. Si no, se habría curado las heridas infligidas por Mikey hacía mucho. ¿Tal vez fuera un estudio? Un segundo al mando, por muy loco que estuviera, debía de trabajar. Y sado que ninguno pasaba más tiempo del establecido en una sede, habría sido normal que tuviera un cuarto privado en el que trabajar los asuntos más íntimos de Bonten… Pero debería ser más cuidadoso, ¿no? Nadie podría leer esos documentos o lo que diablos fuera. Ni ella.
¿No sería muy estúpido dejarla a ella sola capaz de investigar por su cuenta? Lo era. Y no solo para ella. O Sanzu era muy estúpido para dejarla a ella sola en ese lugar o confiaba demasiado en que no metiera las narices donde no la llamaban. Dudaba de que ambas fueran una respuesta clara. Era menos que estúpido, y no confiaba en nadie. Y menos confiaría en la antigua pareja de su jefe e imagen del éxito. No tenía sentido. Cuando agarró la manija de la puerta y tiró, sintió que el mundo se le caía encima. La puerta no estaba bloqueada.
Empujó la madera, que ni sonó al arrastrarse, y descubrió el mundo al que estaba a punto de lanzarse. O estaba muy poca… O estaba muy loca. Ambas eran posibles. Era un pequeño despacho, con una ventana cubierta por una gruesa cortina que no dejaba pasar la luz. Encendió el interruptor, y el espacio se iluminó. Era un espacio amplio, cuadrado, del mismo tamaño que las demás habitaciones de descanso con la excepción de que había una mesa con objetos encima contra una pared y una silla vacía en frente.
Se acercó a la mesa. La curiosidad la impulsaba a moverse. La boca se le había secado de comer tantas galletas y no beber, pero no estaba soñando. Si lo estuviera soñando, se habría despertado al momento de imaginar algo como eso. Lo único que había encima era una caja, abierta, con unas tijeras y unos recortables blancos que debían de ser algo importante por el contenido. Había fragmentos de ellos que aún tenían las letras y el contenido, el motivo por el que el papel había acabado así. ¿Por qué querer deshacerse de algo de esa manera? Al lado, había un bote con una etiqueta en la que ponía “ACEITE” y un cuadrado marrón sólido que, cuando lo tocó, distinguió que era cuero. Tal vez lo usase para cuidar su arma favorita.
Entonces, se dio la vuelta. Y los colores vivos de todo lo que decoraba aquella pared la asolaron de golpe. Colores vivos de imágenes pegadas por toda la pared, de techo a suelo, incluso por la puerta. Hilos rojos colgaban del pecho, con más imágenes y de mayor tamaño sujetas por pinzas. ¿Qué cojones…? Si ya tenía la boca seca, aquello solo consiguió congelarle la sangre. Eran fotografías en tan buena definición que asustaba ver la realidad retratada en un papel. Eran escenas cotidianas, en la calle o en un edificio sentada en una cafetería leyendo un periódico o hablando con una amistad. Pero a medida que investigaba aquel mural de los horrores, se dio cuenta de que no era solamente eso. Habían fotos suyas en la cama, durmiendo, con el pijama puesto o con la sábana cubriéndole hasta los hombros con la visibilidad de una mano pálida y delgaducha rodeando su cintura, o pintándose las uñas con una de las camisetas que Mikey le dejaba cuando estaba sola en casa. ¿Cómo era posible conseguir todo eso sin darse cuenta?
Miles de pensamientos le inundaron la mente. Amenazas, recuerdos, consejos y miradas largas que ahora optaban por significar lo contrario a lo que en su momento pensaba que era. Todas las veces que iba al apartamento de Mikey con la excusa de verle, ¿era probable que no se marchara y estuviese al acecho todo el tiempo? No. No… Retrocedió unos pasos, sin apartar la mirada -incapaz de hacerlo- de la telaraña perfectamente ordenada que formaban todas esas imágenes suyas y recortables unidos por hilos. ¿Cómo era posible esquivar toda la seguridad que tuvo en su momento? Hombres fieles a Mikey que daría la vida por… Sanzu controlaba todo eso. Sanzu era el obsesionado con la seguridad de su líder.
Y ahora él había salido de casa a no se sabe dónde dejándola ahí… ¿Quería que lo descubriera? ¿Quéría hacerle conocedora de toda información y obsesión que tuvo por ella desde el primer momento? No… No podía ser así. Él la odiaba. Incluso cuando se acostaban, podía sentirlo en la forma en la que la sujetaba, en la agresividad con la que la besaba y la forma en la que le pasaba los dedos por la frente cuando pensaba que estaba dormida. Acariciaba su piel como si fuera algo delicado, algo fácil de destruir con la fuerza necesaria sin acabar con ella al primer golpe.
Y ahora él sabía tantas cosas de ella, inclusive las innecesaria, que era alarmante la forma en la que no solo había entrado en su vida, sino cómo la conocía mejor que ella. Y ahora… Él estaba fuera.
Conocía dónde realmente vivían sus padres y sus seres queridos. El primer paso que Sanzu había tomado con Mikey para alzarlo donde estaba era aislarlo de sus influencias positivas. Mierda. ¿Cuándo fue la última vez que había hablado con Victoria? ¿Cuándo fue la última vez que había visto a otra persona que no fuera él? Los ojos le ardían y les piernas le temblaban con más intensidad que la primera vez.
¿Qué es lo que había hecho?
Las manos le temblaron cuando abrió la puerta de nuevo, tirando con tanta fuerza que hasta ella se asustó cuando la madera impactó contra la pared. Algunas fotografías se movieron por la brisa. Pero solo para darse cuenta de que su desesperación podía ser rápida, pero la mente de él, más todavía.
El sonido de la cerradura desbloqueándose inundó el espacio cuando el cuerpo de ella impactó contra la pared de enfrente. Aún sentía la sangre en los oídos cuando los primeros rayos de sol entraron en aquel apartamento demasiado impecable como pensó en su momento y similar al mobiliario blanco y negro de lo que una vez fue el hogar tanto de Mikey como de ella.
La había encerrado. Ese sociópata la había encerrado.
Por primera vez, ella sintió que el miedo se quedaba e instalaba hasta lo más profundo de su cuerpo. Porque esta era la primera vez que no estaba en el territorio de él y todos sabían lo obvio.
El Perro Loco de Bonten nunca dejaba un objetivo sin exterminar.
#sanzu x reader#tokrev sanzu#bonten sanzu#sanzu haruchiyo#tokyo revengers haruchiyo sanzu#tokyo revengers
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El Cardenalito...
Estando en la cruz nuestro redentor
A sacarle espina llegó un pajarito
Manchó su plumaje con sangre de Cristo
Y por eso es rojo, y por eso es rojo el cardenalito
Si el niño está triste, se contentará
Y si el niño llora, se consolará
La virgen lo arrulla con su dulce manto
Y un cardenalito le brinda su canto
Y un cardenalito le brinda su canto
Estando en la cruz nuestro redentor
A sacarle espina llegó un pajarito
Manchó su plumaje con sangre de Cristo
Y por eso es rojo, y por eso es rojo el cardenalito
El cardenalito cruzó el ancho mar
Cruzando fronteras llegó hasta Belén
Y le dijo al niño que aquí en Puerto Rico
Toditos los niños lo adoran también
Toditos los niños lo adoran también
Estando en la cruz nuestro redentor
Al sacar la espina llegó un pajarito
Manchó su plumaje con sangre de Cristo
Y por eso es rojo, y por eso es rojo el cardenalito
Estando en la cruz nuestro redentor
A sacarle espina llegó un pajarito
Manchó su plumaje con sangre de Cristo
Y por eso es rojo, y por eso es rojo el cardenalito
Cantaba en su jaula triste un cardenal
Cuando el preso canta es por no llorar
Llegó un muchachito, las puertas le abrió
Y a la libertad contento voló
Y a la libertad contento voló
Estando en la cruz nuestro redentor
A sacarle espina llegó un pajarito
Manchó su plumaje con sangre de Cristo
Y por eso es rojo, y por eso es rojo el cardenalito
Estando en la cruz nuestro redentor
A sacarle espina llegó un pajarito
Manchó su plumaje con sangre de Cristo
Y por eso es rojo, y por eso es rojo el cardenalito
Amén...Santooo... Gloria a Dios... Aleluyaaa...Alaba... DTBM.!! 🙌🕊️🎄🧑🎄☃️❄️🎇🧨😴💫✨
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Una Anécdota de Seguidores #4 "Accidente del Elevador Luchador" Spanish Version
Hola, si sigues haciendo anécdota de seguidores, aquí tienes la mía:
Un hombre de unos 20 años entró en un ascensor vacío en un centro comercial local cuando su luchador favorito de finales de los 60 entró en el mismo ascensor que él. Comenzó a comentar sobre la apariencia del luchador de lo caliente que es, como sus grandes bíceps musculosos, sus grandes pectorales, su enorme tripa de cerveza asomando por su tanque y lo que frente a él es su grueso apretado en un par de jeans frente a él. Él se sonroja en secreto, asumiendo que está en un "disfraz de celebridad" con un par de gafas de sol para que nadie pueda reconocerlo.
El hombre es tímido, todavía se sonroja por su enorme apariencia y no se atreve a decir nada. El luchador sintió un largo gruñido en su estómago, frotándolo debajo de su apretado tanque. El hombre podía ver su profundo ombligo y su vello corporal gris. Entonces, el luchador gruñó y soltó un gran pedo. El corazón del hombre latía más rápido, ya que le gustaba un gran olor a flatulencia. El luchador se disculpó por expulsar gases, pero al hombre más pequeño no le importa; Le gusta oler los pedos de los grandes. El luchador soltó una larga y chisporroteante dentro del ascensor, sintiendo más gas preparándose dentro de su enorme estómago. El hombre podía oler huevos podridos y mierda fresca, lo que implicaba que debía tener un caso grave de SII; Después de todo, es un gran admirador de él y este es un sueño hecho realidad. El hombre dijo que se soltara, no me importa, así que el luchador lanzó otra ola de flatulencias largas y chisporroteantes dentro del ascensor.
Justo cuando el hombre disfrutaba del ascensor maloliente, el ascensor dejó de funcionar. El luchador tembló, pensando que no debería comer demasiadas alas de búfalo e indio después de un combate de lucha libre. Su culo sigue actuando, sigue gruñendo pedos con olor a diarrea. Su estómago está actuando de nuevo, sigue agarrándolo con fuerza. Otra gran nube de gas salió de su culo, y otros pedos comienzan a sonar muy húmedos. La tripa cervecera del luchador no dejaba de agonizarle, apoyando su contra la pared del ascensor para evitar el olor. El hombre insistió en soltar todo, por lo que el luchador abrió su trasero y comenzó a empujar más fuerte. Comenzó muy fuerte, luego se convirtió en una serie de flatulencias de 5 segundos. Dejó escapar otro gruñido, luego empujó otro. Sin embargo, el largo pedo de repente se convirtió en un espléndido y desagradable que interrumpió el pedo y luego manchó sus jeans. El asiento de sus jeans tiene una pequeña mancha oscura que se está formando, luego el hombre percibió el olor de una mierda fresca. Más pedazos mojados se colocan en el del luchador, luego procede a presionar su contra la pared del ascensor para evitar la defecación entrante. Su estómago se revolvió más de lo habitual, luego otra ola de tijeras salpicó sus pantalones. Al hombre le gustaba verlo cagarse a sí mismo, así que lo convenció de que echara más gasolina y pronto saldrán del ascensor. El luchador presionó su trasero contra el ascensor mientras más diarrea gaseosa seguía saliendo. No se atreve a quitarse los pantalones para cagar en el suelo, ni seguro que un pedo le hará explotar los pantalones.
Otro pedo largo y blando salpicó su culo, haciendo que sus pantalones fueran aún más marrones. El luchador siguió apretando el, sin embargo, fue inútil. Ese pedo llevaba consigo una serie de diarrea chisporroteante, luego sus pantalones de repente se abultaron y se volvieron marrones oscuros, asumiendo que solo se cagaba a sí mismo. Más diarrea gaseosa explotó dentro de sus pantalones, y el hombre no pudo evitar eyacular dentro de sus pantalones. El luchador siguió expulsando pedos y mierda líquida dentro de sus pantalones hasta el punto de que goteó sobre el piso del ascensor. Suspiró aliviado mientras pasaba más pedos aireados a su lío de diarrea, con los pantalones sucios todavía en la inundación. Una vez que el ascensor comenzó a funcionar, el hombre no puede esperar para masturbarse con la mierda de su luchador favorito frente a él.
Mi Opinión:
Es una increíble historia, pero dudo que haya sucedido, la palabra anécdota significa “Experiencia personal” o “Relato breve de un HECHO”, pero sin embargo debo admitir que fue una interesante lectura que casualmente se apega a una solicitud que me enviaron hace un par de meses
Como sea, ya que anon escribió la historia y la compartió por mi bandeja de entrada daré mi opinión para aportar algo a esta misma.
Me encanta bastante el concepto y sobre todo el desarrollo de esta historia, aunque no sea fan de hombres viejos debo admitir que me impresiono bastante, me encanta cada una de las descripciones de los pedos siento que son cortas y van al grano algo que me cuesta mucho lograr.
Al ser de primera persona es bastante inmersiva y si cierro los ojos puedo imaginarme en una situación tan comprometedora siendo el protagonista que lamentablemente o afortunadamente esta encerrado en el ascensor con una sexy celebridad (la cual también se presta a imaginación sobre quien es la celebridad que está atrapada contigo)
Y por último me encanto que al final el termine cagándose en los pantalones ya que esta situación se presta para crear una caja caliente con los gases y olores que el pobre hombre emana, simplemente es un buen trabajo, nada más que decir.
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One more cursed chance.
🍂Resumen: Itadori Yuuji quería solo otra oportunidad para ver a su amante, no importaba el costo, aún si debía convertirse en un recipiente maldito otra vez.
No había palabra ni sonido que pudiera acompañar lo que vino después, solo un absoluto silencio abrumador que no podía ser comparado. Y es que en un segundo, tan solo un segundo, vieron más que la derrota. Vieron la pérdida de la esperanza de la humanidad, un acto que trataron de percibir solo como una pesadilla. Gojo Satoru estaba muerto
Estaba muerto y no había nada que pudieran hacer, nada que pudieran decir. La batalla de los más fuertes había acabado, justo cuando saboreaban la dulce victoria en el paladar y las sonrisas florecieron. Gojo fue cortado en dos por Ryomen Sukuna.
Fue una fina línea lo que acabo con su vida, rápida y afilada como un cuchillo pulido que atravesó cada tejido y cada hueso para lograr lo que Sukuna tanto anhelaba: su voraz victoria. Entonces llegó ese sonido, un golpe seco contra el suelo que levantó polvo y manchó de rojo el campo de batalla: el torso de Gojo Satoru que fue cortado del resto de su cuerpo había caído al suelo, pero sus piernas se erguían, firmes en su lugar por lo que pareció una eternidad.
—Maldícelo... —esa agria palabra se tambaleó fuera de sus labios y nadie podría creerlo—. Yuta, maldice a Gojo-sensei.
—Yuuji... ¿Es... en serio? —Maki, aunque pudiera estar de acuerdo, ¿era algo correcto para hacer?
Yuuji se puso de pie en un tembloroso movimiento, su mano apretando fuertemente su pecho. No podía pensar, no podía ver si sus acciones eran o no las mejores, solo anhelaba una cosa... y era ver nuevamente esa sonrisa, sentir esa fe, sentir la protección del más fuerte y la calidez de su brillante forma de ser. Porque no había terminado aún, no para Yuuji.
—Gojo lo dió todo, Yuji... —Chōso murmuró, sintiendo el mismo dolor que su hermano, el miedo a lo que podría pasar después de esto—. ¿Estás seguro de querer hacer esto?
Sin darse cuenta, Kashimo ya no estaba, se lanzó a la pelea sin miramientos. Pero ahora, parecía haber algo más importante que la pelea.
—No puede irse así... No puedo... dejar que eso pasé —tragó saliva agitado, su corazón latiendo abruptamente queriendo salir de su pecho.
¿Era una muerte digna del más fuerte? No lo sentía así. Fue una jugada asquerosa en un abrir y cerrar de ojos. Y aunque Gojo, la persona que tanto admiraba, lo hubiera dado todo durante cada segundo de la pelea, se sentía tan vacío que su esfuerzo... no significara nada.
—¿Puedes hacerlo, Yuta?
—Puedo hacer algo más que eso —dijo aferrándose a su katana—. Pero necesitaremos un recipiente.
—Yo lo seré —Yuuji no lo dudó, si había una posibilidad de ayudar a su profesor, lo haría—. Es lo único que puedo hacer por él. Lo haré.
Estaba decidido.
Itadori Yuuji sería el recipiente del más fuerte.
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🍂Disponible en AO3 ;
#jujutsu kaisen#jujutsu gojo#jujutsu yuji#jujutsu kaisen fanfic#fanfic#ao3 fanfic#ao3 link#español#gojo satoru#jjk gojo#itadori yuuji#jjk yuuji#goyuu#jjk 236#jjk spoilers#ao3#fanfic español
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por fin, la última de mis hijas ( al menos hasta que me deshaga de al menos el 50% de mis pjs ) y la que va que vuela a convertirse en mi pj favorito. bajo read more les dejo la info de prim, al igual que sus conexiones y esas cositas. si quieren algo con la morrita, podemos hablarlo o lo pueden imponer ♡ les tqm / @lavieconex .
PRIMROSE PHAKDI ( audición ).
headcanons familiares: los phakdi viven en el mismo distrito parisino que la familia navruz y la familia kang; tienen una relación cordial/amistosa con la familia de la cour, con la familia caputo y la familia joh; y tienen una relación complicada/enemistad con la familia tang, la familia almodóvar y la familia gagneux.
clase baja. nacida bajo otro nombre y con una vida que ahora solo vive en sus recuerdos, los phakdi eran importantes en tailandia y prim tenía toda una vida planeada que se fue a la basura después de la tragedia que manchó su antiguo apellido. vive con sus hermanos desde hace cinco años y ha pasado por una gran cantidad de empleos, hasta que encontró lo que más le apasiona: cuidar y enseñar a las pequeñas mentes. tiene un patito de mascota llamado 'mr. cuack' y, después de sus hermanos, ese pato es lo más importante en su vida. smol bean, looks like a cinnamon roll and is actually a cinnamon roll, bisexual chaos y la personita ideal si quieren un poliamorrss *guiño*
para sus conexiones busco amIGUES DE TODO TIPO, es la florecita más sociable y extrovertida del mundo ademÁS TIENE UN PATO QUE LE QUIERE PRESUMIR A TODO EL MUNDO. DÉJENLA SER FELIZ ( si quieren ser ese amigue con el cual consiguió a mr cuack les advierto que maybEEE se lo robó de un estanque público ). also, llegó desde los diecisiete años a parís sabiendo solo decir 'bonjour', 'oui' y 'croissant' así que si alguien fue paciente con ella y le enseñó a hablar francés ella le debe de tener un enorme aprecio. alguien que tenga hijes de los que pueda ser ( o haya sido ) tutora / niñera, algUIEN QUE HAYA CONOCIDO DE MANERA RANDOM PORQUE PRIM SE SIGUE PERDIENDO POR PARÍS, lit es de las que toma la ruta equivocada y termina donde no debería. intereses románticos, tengo muchas ganas de explorar su gay side pero no le hacemos el feo a los dudes *guiño*. un age gap maybEE???? ( pero si me funan entonces no quiero ) medAN UN POLI CON ELLA???? y si me dan una relación tóxica también los voy a querer mucho. graciaS ADIÓS.
#˙ ❪ 𝑹𝑼𝑵𝑨𝑾𝑨𝒀 𝑮𝑰𝑹𝑳 ❫ › sobre ella.#se sabe que yo no puedo rolear si no hice uno de estos#aunque siempre se me olvide responder los msjs#una disculpa
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Ah si. Fue una buena salida.
Llevé a mi hija para todos lados, un pug la manchó por jugar un poco con ella pero mmh, se lava, no es la gran cosa.
Aventura es aventura, no me arrepiento de nada.
Aunque ahora todo la vueltas y tengo la nariz irritada uyui, me dopare en antigripales hasta que se me pase.
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Un día como cualquiera
Aquí estoy, tratando de ver en dónde puedo pagar la luz. Hay lugares en donde solo aceptan tarjeta de débito, algo en lo cual no confío. Algunos lugares cerraron; y otros, cierran dos horas al mediodía. Siempre es una tortura pagar. Me pregunto si se puede pagar por adelantado varios meses para no tener que ir cada mes a pagar y buscar lugares.
Ayer fue mi cumpleaños, un día como cualquiera. Fui al aula y me senté. No tenía alumnos. Había una birome y la tomé. Empecé a escribir. Y la mano se me manchó de tinta negra. Eso me pasó por rata. Entró la mujer de la limpieza y me saqué los auriculares. Le pedí que no levantara tierra y que yo me iba a las 20.40 h. Se rió, no sé de qué. La cuestión es que acomodó las sillas arriba de las mesas. Sin embargo, eso no corresponde, porque yo estaba ahí. Dejan las sillas arriba de las mesas. En los baños, en muchos colegios no ponen papel higiénico ni jabón. Y la mujer empezó a barrer y a levantar tierra, cuando le había pedido que no lo hiciera. La cuestión es que me dije: «qué porquería mi día de cumpleaños».
Y hoy es día de paro docente. Algunos alumnos me preguntan por qué me tomo los paros y yo me pregunto si vienen de otras galaxias. ¿No saben la miseria que ganamos? Si nos alcanzara no tendríamos que trabajar los tres turnos. Empero, viendo los sueldos que les pagan a otras personas, me parece indignante. El lunes fui a Lugano I y II y el boleto de colectivo de ida me costó $ 477, casi mil pesos en ida y vuelta. ¿Quién puede vivir así?
Medio Oriente está en llamas y mi país, Argentina, cada vez se sumerge más en la miseria.
Yo sigo con el idioma coreano, hoy tengo mis clases por Zoom. La profesora dice que no tiene cámara. Debe ser una chica perseguida. Y bueno..., no es para menos. Yo sigo pensando en lo que me pasó con mi amiga coreana. A mí no me importa si yo me peleo con alguien, hablo mal de alguien o dejo de ver a alguien. Para mí, el cariño no se va, y aunque odies a alguien, el odio también es un sentimiento. Lo que cuenta es lo que uno siente. Y puede ser que no sea compartido. A veces hay amores lamentables, es decir, uno que quiere y el otro que no. No obstante, el verdadero amor es compartido. Y a veces me pregunto: ¿cuántos amores de pareja habrá compartidos en el mundo? Tal vez tú dirás que hay muchos matrimonios. Sin embargo, muchos se casan por interés, por no estar solos, por un precepto religioso o por tradición. Algunos matrimonios es como dijo una amiga una vez: uno quiere y el otro se deja querer. Y lo mismo pasa con la amistad. Muchas veces uno tiene que remar solo. Es uno el que llama, pero el otro se deja querer y contesta, pero tiene poco interés o ninguno. Encontrar un amor leal y verdadero es muy difícil. Yo diría que hasta sería como encontrar un diamante.
Y eso es lo que no quiero, un amor que solo esté conmigo por otra cuestión que no sea mi persona. Y es difícil conocerse y lleva tiempo eso. Y en las cuestiones de pareja existe algo que dificulta ese encuentro, que es lo sexual. Muchas veces, esa necesidad juega en contra, porque no te deja ver a la persona. ¿Me explico? Me voy a tomar algo y después debo hacer algunos trámites.
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Hello, I hope you are well
I love your writing, I hope you keep writing ❤️
Could you do a scenario of Male Reader having his first time with Lyney?
If you feel uncomfortable, you can ignore the request, there will be no problem.
💖~ Thank you for your words! I hope I can continue writing too, studies take up a lot of my time but sitting down to write this helps me rest~
In the end it took me too long, but I finally did it ksgdkvd
Now I'm a flan. A flan-tasma.
Warning: smut, Male!Reader | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
Spanish:
Al mago le gusta el romanticismo. Cada beso está cargado de sentimiento, te sostiene como si fueras la criatura más preciosa del planeta porque sabe que lo eres, te adora más de lo que puede imaginar y siempre ha planeado detalladamente cada paso como pareja. La primera cita, el primer beso, el primer show en que le ayudaste, todo estuvo metódicamente calculado para que sea perfecto y se arrancaría el cabello de la cabeza si algo no salía como debía. Por eso no era de extrañar que la noche en que planearon unirse por primera vez todo estaba vacío, olía a flores y las Rosarcoíris estaban esparcidas por la habitación junto a las velas que iluminaban todo de una tenue luz amarilla. Lo notaste, las flores cerca para que el aroma te tranquilizara, las velas cálidas algo lejos para evitar un incendio por algún accidente, había agua y aperitivos a un lado de la cama y Lyney solo esperaba que te gustara tanto como esperaba.
Te desnudó con tranquilidad, a un ritmo lento que parecía tímido. Besó tus labios, los mordió con delicadeza y te acostó para que estuvieras cómodo.
"Lo estás haciendo bien, amor. Eres muy lindo." Susurró contra tu piel, dejó marcas rojas con la forma de sus dientes y sus labios tomaron la carne hasta pintarla de morado. Sus manos pasaron por tu pecho hasta tu espalda baja para sostenerte, sus dedos lubricados pasaron por tu agujero apretado y entró uno, se tragó tus jadeos que pasaron de tu garganta hasta su boca y acarició tu cadera. Sus murmullos pasaron desde tu piel hasta el núcleo de tu ser cuando te masturbó con su otra mano, manchando sus palmas con tu líquido preseminal que bajaba como un hilo hasta tu vientre. Tus caderas se movieron contra su mano y lo hicieron sonreír. "Se siente bien, ¿verdad? Dime si te gusta." Tus súplicas lo pusieron duro a más no poder, sonrió mientras te hacía retorcer.
Fue a un ritmo lento, casi manchó sus pantalones cuando tú linda voz lo llamó para que te follara y sentiste su respiración en tu cuello cuando por fin decidió entrar en ti. Calmado, te sostuvo en sus brazos y te abrazó para que te relajarse, te besó por todas partes mientras era delicado, tomando tu mano y besando tu muñeca, luciendo como un borracho por tu olor mientras se metía bajo tu piel y te hacía alcanzar el placer con tus manos. Su lengua paseó por tu cuello y hombros, besando mientras jadeaba por lo apretado que estabas, alabándote como s un Dios mientras sus lágrimas se mezclaron con las tuyas al igual que el sudor.
Pintaste tu piel con tu semen al mismo tiempo que él te llenaba por dentro. Gimió contra tu cuello y tembló al llamarte su único amor, el más suave y placentero.
"Por favor... Déjame hacerlo una vez más." Sus ojos brillaron con un lujurioso deseo de ti, de enterrarse en tu carne eternamente. Sintió hambre de ti y no estaba dispuesto a dejarte ir ahora que había probado tu sabor.
English:
The magician likes romanticism. Each kiss is loaded with feeling, he holds you as if you were the most precious creature on the planet because he knows you are, he adores you more than he can imagine and he has always planned every step as a couple in detail. The first date, the first kiss, the first show you helped him with, everything was methodically calculated to be perfect and he would tear his hair out of his head if something didn't go the way it should. That's why it wasn't surprising that the night you planned to get together for the first time, everything was empty, it smelled like flowers, and the Rainbow Roses were scattered around the room along with the candles that illuminated everything with a faint yellow light. You noticed it, the flowers nearby so that the aroma would calm you down, the warm candles a little far away to avoid a fire due to some accident, there was water and snacks on the side of the bed and Lyney just hoped that you liked it as much as she expected.
He undressed you calmly, at a slow pace that seemed timid. Kissed your lips, bit them gently, and laid you down so you were comfortable.
"You're doing well, love. You're so cute." He whispered against your skin, left red marks in the shape of his teeth and his lips took your flesh until painted it purple. His hands ran down your chest to your lower back to support you, lubricated fingers passed through your tight hole and one entered, he swallowed your gasps that passed from your throat to his mouth and caressed your hip. His murmurs passed from your skin to the core of your being as he masturbated you with his other hand, staining his palms with your precum that ran down like a thread to your belly. Your hips moved against his hand, making him smile. "It feels good, right? Tell me if you like it." Your pleas made him hard as hell, he smiled as he made you squirm.
He went at a slow pace, almost stained his pants when your pretty voice called him to fuck you and you felt his breath on your neck when he finally decided to enter you. Calmly, he held you in his arms and hugged you to relax, kissing you all over while being gentle, taking your hand and kissing your wrist, looking like a drunk from your scent as he got under your skin and made you reach for the pleasure with your hands. His tongue ran along your neck and shoulders, kissing as he gasped at how tight you were, praising you like a God as his tears mixed with yours as well as sweat.
You painted your skin with your cum at the same time he filled you inside. He moaned against your neck and trembled as he called you his only love, the softest and most pleasant.
"Please... Let me do it one more time." His eyes shone with a lustful desire for you, to bury himself in your flesh forever. He felt hungry for you and he wasn't willing to let you go now that he had tasted you.
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Encuentro inesperado
Encuentro inesperado
Título: Encuentro inesperado.
Fandom: Marvel, Capitán América.
Pareja: Steve Rogers X Lectora agente de S.H.I.E.L.D.
Palabras: 576 palabras.
Clasificación: B.
Sinopsis: Finalmente conociste a tu alma gemela.
Advertencias: Pésima primera cita, fluff.
N/A: Esta es mi entrada para Navy & Roo’s Sundae Bar con la frase:
"Sabor: Cookies and cream."
"Topping: Cerezas."
Si te gusto por favor vota, comenta y rebloguea.
No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Anótate en mi taglist aquí.
Otros lugares donde publico: Ao3, Wattpad, ffnet, TikTok, Instagram, Twitter.
Tags: @sinceimetyou @black23 @unnuevosoltransformalarealidad @azulatodoryuga
Era una tarde de otoño cuando lo conociste. Estabas sentada en un banco, disfrutando del primer día libre que te tomaste en S.H.I.E.L.D. De repente, un balón de fútbol cayó casi encima de ti, levantaste la vista y viste a un grupo de niños corriendo hacia ti, seguidos por un hombre alto, rubio y musculoso, con una gorra de béisbol y una chaqueta de cuero. Era la primera vez que lo veías desde que trabajabas ahí, sabías que era Steve Rogers.
—Lo siento, ¿te lastimó el balón? —preguntó Steve.
—No, estoy bien —respondiste, devolviéndole el balón. Aunque de pronto en tu marca que siempre habías creído que era de nacimiento sentiste algo raro.
—Gracias —dijo él, y luego se volvió hacia los niños—. Chicos, tengan cuidado. No queremos molestar a nadie.
Te reíste y volviste a tu libro. Sin embargo, no pudiste evitar seguir con la mirada a Steve mientras jugaba con los niños.
Unas semanas después, te volviste a encontrar a Steve, pero esta vez en el trabajo.
—Hola, ¿nos encontramos en Central Park hace unas semanas? —dijiste, un poco nerviosa.
—Sí, lo recuerdo —respondió Steve, de pronto se agarró una parte del brazo—. ¿Cómo has estado?
Steve te invitó a tomar un café, y aceptaste.
Unos días después fue su primera cita... La peor cita que pudieron haber tenido. El café estaba demasiado amargo, el camarero derramó agua sobre la mesa y sobre ti y, para colmo, Steve accidentalmente derribó su taza, salpicando café por todas partes.
—Creo que no soy muy bueno en esto de las citas —dijo Steve, sonrojándose.
—No te preocupes, ha sido… interesante —respondiste, riendo.
Una noche, mientras caminaban por el muelle, Steve tomó tu mano y te miró a los ojos. Fue cuando se dieron cuenta que sus marcas formaban la figura completa de un corazón.
—¿Sabes algo? —dijo—. Siempre he sentido que me faltaba algo, o alguien.
Te quedaste sin palabras. Era exactamente como te sentías.
—Yo también siento lo mismo, Steve —dijiste finalmente—. Como si fuéramos… almas gemelas.
Steve sonrió y te abrazó, susurrando en tu oído: "Nunca más quiero estar sin ti".
Una tarde de invierno, mientras decoraban el árbol de Navidad en su apartamento, Steve se volvió hacia ti y te miró con ternura.
—¿Te acuerdas de nuestra primera cita? —preguntó, sonriendo.
—¿Cómo olvidarla? Fue un desastre total —respondiste, riendo.
—Sí, pero fue el comienzo de algo hermoso —dijo él, acercándose más—. Eres mi alma gemela, y no puedo imaginar mi vida sin ti.
Una noche, mientras cocinaban juntos en la cocina, Steve accidentalmente se manchó la nariz con harina. Te reíste y le limpiaste la cara con un paño, y él aprovechó para robarte un beso.
—¿Sabes que te amo, verdad? —dijo él, mirándote.
—Sí, y yo también te amo, Steve —respondiste.
Una noche, Steve te llevó a un lugar que tenía un significado especial para ambos: el banco en Central Park donde se conocieron por primera vez. Te sentaste y, antes de que pudieras decir algo, Steve se arrodilló frente a ti.
—Desde el momento en que te conocí, supe que eras especial. Eres mi alma gemela, la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida. ¿Te casarías conmigo?
Las lágrimas comenzaron a rodar por tus mejillas mientras asentías.
—Sí, Steve, acepto
Él te abrazó con fuerza, y ambos se quedaron allí, en ese banco sentados, planeando el futuro.
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Para Tor wii ga na:
Pero es un cruel verano contigo, y es nuevo tu cuerpo y es depresivo el sentimiento contigo.
¿Por qué siempre haces eso? Romperme y arreglarme solo para hacerme enojar. Creo que eres como un caramelo duro, dulce como la playa, me dejas toda triste ¿por qué me dejas con los ojos llorosos? Caballos salvajes no pueden mantenernos juntos, ¿y qué si sabes a cielo? Eso no lo hace correcto. ¿Por qué actúas como un idiota? Tu amor sabe a sangre y limón. Eso no lo hace correcto.
¿Por qué siempre haces eso? Romper y luego regresar.
Soy a quién llamas cuando estás solo, soy a quién usas pero nunca perteneces. Soy a quién tocas pero nunca abrazas, sé que no soy a quién amas, puedo darte todo pero no soy suficiente. No soy tuya, quiero más. Dime qué es momento de irme porqué no puedo hacerlo sola. Al final qué hice, solo no ser tuya.
Si cambiar mi ropa hiciera que me quisieras, si cortarme el cabello te gustaría, agarraría las tijeras de la cocina. Me veo en el espejo y solo soy un rompecabezas, tomaste cada parte de mi, y lo tiraste. Todo lo que hice para hacerte feliz y aún ni siquiera me amas. ¿Si logrará gustarte, al menos siquiera me gustaría a mi misma?
Dijiste que era la flor más tóxica, abrazándome en las horas finales, no sé cómo los convences y consigues, no sé cómo lo haces, es increíble, y no sé cómo superas a algo tan peligroso, retorcido como tú. Uno por el dinero, dos por el show, te amo cariño, estoy lista para irme, ¿cómo lograste ser así? Estás jodido, eres brillante y te ves como un hombre de un millón de dolares, pero ¿Por qué mi corazón está roto? Y no es difícil que me gustes ni amarte, vamos abajo. Y si te vuelves loco solo tómame, te seguiría hacia abajo, hacia donde sea.
Me siento y te veo respirar con los ojos cerrados, y noto todo lo que haces y no haces, eres mucho más grande y sabio y yo... Me siento como si fuera una niña pequeña, uso mis mejores ropas para tu fotografía, y te veo tolerarlo. Si estoy equivocada dime, dime qué me equivoqué de alguna forma porqué mi amor debería ser celebrado y tú solo lo toleras. Te hice mi mural, mi templo, mi cielo, ahora solo espero que me des una nota en la historia de tu vida. Siempre ocupando mucho espacio o tiempo, asumes que estoy bien pero que harías si... Me liberará y nos dejará en ruinas, Tomar está daga en mi y quitarla, ganar todo tu peso y perderlo, créeme podría hacerlo.
Viendo al techo, ni siquiera dices mucho y no puedes ver mi melancolía. No me quiero ir de esta niebla lavanda.
Una noche hace unas lunas atrás, ví un reflejo de luces pero seguramente fuiste tú pasando. Y el tiempo no puede detenerme tanto como tú lo hiciste. Tu quererme está noche parace imposible.
Si tú hubieras parpadeando... Yo hubiera volteado a ver a otro lado, si yo era veneno pudiste escupirme, si yo fuera pintura que manchó a un hombre... Lo único que hacía era rezar si hubiera, podría, habría volteado hacia otro lado. No habría estado en mis rodillas y no habría bailado con el diablo, y la verdad el dolor era el cielo y las memorias se sienten como armas. Y ahora que lo sé, ojalá me hubieras dejado con la duda. Pero mierda, me hiciste sentir importante, eres una crisis a mi Fe, si hubiera jugado a lo seguro... Y ahora que estoy grande veo fantasmas. Por favor, Dios salve a mi alma, extraño quien solía ser. La tumba no cierra, me arrepiento de ti todo el tiempo. No puedo dejar ir esto. Peleo contigo en mis sueños. Me arrepiento de ti. Si la claridad está en la muerte por qué esto no muere, viviendo con la ganas de pegarte dónde más te duele devuélveme quien era, era mía antes, y no hubiera bailado con el diablo y el dolor era el cielo, las memorias se sienten como armas y ojalá me hubieras dejado con la duda.
Cómo está el castillo que construiste con personas que "te importan", 4 meses de tortura que me vendiste como un paraíso prohibido, porqué he cometido grandes errores y tú haces parecer el tuyo se ve bien, solía creer que era lista pero fui tan ingenua, me vendiste por partes mientras me chupabas la sangre. Eres tan convincente, como mientes sin pestañear.
Tengo pesadillas de febrero, marzo y junio, tomaste todo y lo destrozaste y dudo que sepas el daño que hiciste, ahora me aferró a cada detalle. Y escucho tu voz cada que pienso que no soy suficiente. Y quiero gritar como hiciste lo que hiciste tan fácil. Y ahora quiero entender por qué me hiciste eso, debes ser inseguro e infeliz. Y se que ambos derramamos sangre pero los cortes nunca fueron iguales. ¿Creés que merecía todo? Tus flores están envenenadas me construiste para tirarme y tienes todo, y aún quieres más.
¿Y cuándo le dirás que hiciste eso conmigo?
El solia llamarme veneno, él me dijo eso, me golpeó pero se sintió como un beso, me recordó a cuando era niña con su ultraviolencia. Puedo escuchar las sirenas, el me golpeó pero se sintió como un beso. Pude haber muerto ahí, porqué estaba junto a mi, el me elevo, me lastimó pero se sintió como amor verdadero. Él me enseñó que amarlo jamás sería suficiente con su ultraviolencia.
Y quieres gritar, no me llames niña, no me llames bebé, ve este desastre en el que me convertiste, me enseñaste colores que no puedo ver con nadie más, no me llames niña, ni bebé, ve a esta idiota tonta que me hiciste, me enseñaste un lenguaje oculto que no puedo hablar con nadie más y tú maldita sea sabes que por ti me arruinaría un millón y más veces, porque así son las ilicitas relaciones.
¿Fue algo real? ¿Tus miradas llenas de estrellas? Y no te quiero de vuelta, solo quiero saber si tú propósito era arruinarme. Y no extraño lo que tuvimos, pero ¿alguien puede darle un mensaje al hombre más pequeño que ha existido? Me colgaste en tu pared y me presumias en público. Tu no estuviste a la altura en la medida de ningún hombre. Y no te quiero de vuelta solo quiero saber, y no extrañó lo que tuvimos, pero ¿alguien puede darle un mensaje al hombre más pequeño que ha existido? ¿Fuiste enviado por alguien que me quería muerta?, ¿dormías con una arma debajo de nuestra cama? ¿Estabas escribiendo un libro? ¿Eres un espía? En 50 años todo será explicado y confeseras porqué lo hiciste y diré que bueno, porqué dejo de ser sexy ya que no era prohibido. Hubiera muerto por tus pecados pero morí por dentro, y mereces prisión pero no obtendrás tiempo. Atravesaras las barras, estrellaste tu coche, te habias ido por la mañana, sigues actuando y te escondites a plena vista, pero eres lo que hiciste, y yo te olvidaré, pero nunca perdonaré...
AL HOMBRE MAS PEQUEÑO QUE HA EXISTIDO.
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Hago queja.
Si están al reverendo pedo como para leer tremendo texto, adelante
En mi escuela estoy con un grupo de amigas que están medio chapa, pero bueno, las otras cruzan los límites de la idiotez humana así q me quedo como estoy, que se yo
Soy la única de mi Grupo que recibe críticas, como que camino raro, que soy burra, que hablo para dentro, que tengo cara de caballo, que mis ojos parecen dos porotos, etc.
Tengo dos amigas en específico que son infumables, que las veo y quiero partirles la cara contra la pared. Una es rompe bolas y la otra sociopata.
La rompe bolas es intensa, es de esas que le decís las cosas y se ofende, o le decís que la Corte con el tema y sigue y sigue. Encima de que le decís que la corte, que se deje de molestar con la voz un toque elevada, la gila te dice "ay, te re ofendes, dios, para mi que estas en tus días, eh"
La sociopata está re chapa mal. Es mitómana extrema, dice cosas que dije que la vdd nunca lo dije. Una vez estaba acariciando a su gato y este se estiró apoyando sus patitas en un mueble, y ella lo bolo de una patada. En otra ocasión a una amiga le manchó la remera blanco un perro callejero y la loquita esta le dijo que le pegue.
Yo considero que es sociopata pq no siente remordimiento por nada ni nadie, es jodida, es una yarará en vida.
Con todo esto me gustaría que alguien me diga porqué chota me dicen esto, pq soy la única del Grupo que recibo estos comentarios. Antes pensé que estaba re flasheando, pero no, soy la única q le rompen las bolas de esta manera. Encima son medio asquerosas, le sacaron foto a un sorete que encontraron en el baño de la escuela, después de mear no se lavan las manos y encima para complementar todo, son clasistas.
Esto lo digo por acá pq medio al pedo que se lo diga a mi vieja, no es un caso grave pq pelotudos hay en todos lados y porqué tampoco me afecta, tengo autoestima, pero me rompe las bolas que sean intensas y que tenga q estar a la defensiva.
Les juro que bancarselas con el período es lo peor. Me pasó hoy, los cólicos me mataban y yo lo que quería era clavarles una bomba nuclear adentro de la bombacha, dios
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Gospel in Spanish!
El Dios con marcas de la cruz – El mensaje de la Semana Santa!
Dios muere en una sangrienta cruz para reconciliar al hombre consigo mismo. ¿será que las cosas se puedan volver más dramáticas? Es el amor que da impulso a esta cadena de acontecimientos sorprendentes, tal como está escrito: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Aquí podemos encontrar la razón por la cual Jesús voluntariamente fue por la via dolorosa hasta el madero de la cruz, para que el hombre ” no se pierda mas tenga vida eterna”.
Vamos mirando hacia atrás al principio. El hombre fue creado para una comunión espiritual y familiar con Dios. Sin embargo se rebeló y quiso ser su propio dios, un veneno de egoismo, pecado y maldad manchó la naturaleza humana, algo que el mundo y la historia claramente demuestran. Una mirada en cualquier periódico es convencedor. Pecado es infracción contra los mandamientos y la voluntad de Dios, y quién de nosotros por ejemplo no ha mentido, desfamado, robado, tratado mal a alquien, sido duro o egoista? Este veneno produce un vacío interior y un sentir de descontentamiento, siendo así que el hombre ahora está fuera de lo para que fue creado, el contacto y la comunión con la fuente de la vida simplemente fueron cortados.
Pero, Jesús vino a nosotros. El Hijo de Dios dolorosamente extendió sus manos en la Cruz, como si quisiera abrazar todo el mundo, pero clavos gruesos traspasaron las manos y los pies del Salvaror. Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo como un imán enorme, si, el pecado era los latigazos de los romanos que golpearon la espalda del Maestro hasta sangrar y los martillazos que con clavos gruesos clavaron al Señor en la Cruz. Dios el Padre permitió que así sea, siendo que el castigo fue puesto sobre El. Jesús tuvo que enfrentar “el problema del pecado” y sus consecuencias terribles una vez para siempre para que cada ser humano sea perdonado por sus pecados y reconciliado con Dios.
Jesús llevó el mismo castigo por nuestros pecados en nuestro lugar. Es asi como en una parábola, si tu hubiese cometido un montón de crímenes graves en la sociedad, y estás ahí en el juzgado y te condenan tanto a ser torturado como matado para expiar tus crímenes, pero.. ahí se presenta alguien ante el juez y dice: ”Yo voy a tomar su castigo en su lugar” y tu sales totalmente libre. Jesús hizo esto por nosotros para que nosotros seamos librados e indultados en el día de hacer cuentas y del juicio, y tener vida eterna en el Cielo.
Esta salvación no podemos ganar p. ej. por medio de una negociación con Dios. No se puede recompensar una mala vida con buenas obras. El pecado tiene que ser reconciliado, el precio tiene que ser pagado hasta el último centavo y el castigo ser sufrido para que la justicia divina sea establecida. Esto hizo Jesús por amor a nosotros en la Cruz. La salvación es un regalo libre por la gracia de Dios. Nosotros nos volvemos a Dios, reconocemos nuestra necesidad de Jesús y su salvación, y creemos. Entonces, en esta decisión de creer y confesión ocurre el milagro, el hombre es nacido de nuevo espiritualmente y obtiene una relación reestablecida con Dios, una comunión espiritual que nos llena con paz y gozo, una frazada de amor sobre nuestra alma congelada. Y, un Dios con marcas de la Cruz, Jesús en la Cruz, resucitado de entre los muertos en el tercer día y vivo te dice: “Bienvenido a la casa querido hijo”…..
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👤 Un ser de sangre azul
Recuerdo lo increíble que mis ojos lo veían, les decía a mis compañeritas de la escuela: Así se llama ¿Lo ubican? ¿Nunca han escuchado hablar de él? todas movían la cabeza diciendo que no. Me parecía increíble que no lo conocieran. Sobretodo porque trabajaba en una televisora donde obviamente había puros famosos. Así que mi pequeño cerebro asumía que él era famoso también. La primera vez que manchó su pulcra e intachable imagen de mi cabeza fue cuando dijo una grosería. Simplemente no podía dar crédito, pensaba que él ni siquiera se sabía las malas palabras. Ahí conocí por primera "la desilusión", como era y como se sentía. Esa "mala" palabra la dijo en un contexto nuevo para mí, eran las primeras veces que su sobrino lo invitaba a tocar. Era un jam' muy informal e improvisado. Después fue tomando cierto compromiso que incluso a ese grupo lo llamaron Old Gold!... Oro viejo... así que las reuniones eran más frecuentes y ese comportamiento de groserías también fue ganado frecuencia. También fue subiendo de prioridad. Y entendí que el compromiso y la responsabilidad pueden ser bien etéreos y flexibles (ya no lo creo así obvio). Como spoiler: después quizo regresar el tiempo. La vida se lo sigue cobrando. La palabra más despectiva que escuché en mi formación fue: MEDIOCRE, de hecho teníamos un libro que se llamaba: "El hombre mediocre" y títulos muy similares como "Tus zonas erróneas" entre otros. Algunos los leí, pocos los comprendía, otros nada. Personas o vecinos carecían completamente de arrogancia y vanidad. Esos eran subestimados, se limitaba únicamente al saludo. Para mí fue evidencia firme de un cierto clasismo sin sentido dado a que no era claro para mí las diferencias, viviendo en un lugar común. Me cayó el 20 de que ¿Para qué tanta teoría de desarrollo personal si en la práctica no hay ni un gramo de aplicación? Crecí también como si fuera la última coca cola del desierto (para no olvidar frase célebre de los 90tas), inflándome con muchos halagos, elogios y adulaciones. A diferencia de mi hermana siento que no lo creía mucho, era un poco escéptica de esa percepción; o quizá mi autoestima de pronto no podía o no sab��a cómo manejar esa responsabilidad y expectativas de ser algo muy cabrón y poco común. Hasta que conocí a más coca colas mucho más frías y mas grandes que yo. Descubrí que las pretensiones y dobles intenciones me cagan. Siempre ha sido muy entretenido poder platicar de lo que sea, todas mis dudas de cualquier tema eran resueltas. Podía confiar que no pretendía que sabía. ¡Sí sabía... y mucho!. Me sentía increíble entregando mis tareas super confiada que estaban correctas. Pero luego el alcohol le quitaría su disfraz de humildad y todo su valor se desplomaría. Hacía relucir toda su soberbia y altanería que vivía en su interior. De adolescente me revelaron grandes secretos, doble moral, todo lo que se señalaba y se reprobaba resultaba ser la descripción de sí mismo. También fue la primera vez que sentí que todas mis bases sólidas de mi formación, todos mis valores y sistema de creencias se derrumbaron. Todo aquello que me había hecho creer no tenía sustento ni practica. Ahí viví el rigor de la incongruencia y la inconsciencia y el dolor que acarrea. Porque a la fecha no se reconoce como un grave error.
----------------------------------------------------------------------------- Me he dado cuenta que me toma bastante tiempo en desilusionarme de una persona. Siempre doy muchas oportunidades y generalmente termino hecha pedazos siempre. Ninguna oportunidad es diferente a la primera. Hoy trato de ver a las personas con los ojos mas objetivos que puedo. No pierdo el don de soñar pero trato de no idealizar, sin hacerme historias de como me gustaría que fueran las personas sino ver lo que realmente son. ¡Con hechos! Porque ya sé qué es vivir con alguien que todo el tiempo se sabotea, que no es ignorancia, es decisión y miedo, que es ir con una careta de chingón y a la hora de demostrar no hay nada. Y que sigue haciendo daño, sin asumir responsabilidad, con humildad 0. Viviendo en una idea errónea de la realidad por miedo al sufrimiento. Jamás lo voy a entender como día a día elige hacerse güey aún demostrándole que seguimos aquí Aunque ya nos haya mostrado su peor versión... Hablo de mi papá.
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