#sherlok en español

[lilietherly]

[MiniFic! Johnlock]

Sherlock BBC.

Omegaverse.

Alfa Sherlock.

Omega John.

Casados y con hijos.

(Tengo una buena razón para haber dejado de escribir estás historias pequeñitas ¡lo juro! No puedo decir nada hasta que sea 100% oficial, pero existe, y es... ¡Hermoso! Ya verás, lo anunciaré en cualquier momento... ¡Kyaaa~! Me hace tan feliz 😆😆😆)

(Pero por el momento no diré más 😋. Definitivamente me pondré al corriente con esto, me enredo un poco porque ahora tengo demasiadas shipps sobre las qué escribir ¡Y aún no he tocado del todo los libros! ¡Y el anime! Ufff, esto solo se enreda... ¡Oh! Pero si quieres que escriba sobre algún shipp en especial no dudes en decírmelo ¿ok? Aún si no he escrito sobre el 😚)

(Con respecto a este drabble, es solo una pequeña escena llena de fluff cotidiano y familiar, espero que te guste ❤️❤️❤️)

* * *

—¿Sherlock? ¡Sherlock! —La voz de John le hizo despertar de un salto. Luego de preguntarse en un segundo cuándo se había quedado dormido, miró todavía extrañado el furioso ceño en el adorable rostro. Sin que tuviera tiempo de preguntar, su esposo colocó frente a su cara al más pequeño de sus cachorros—¿Quieres, por el amor que por alguna razón todavía tengo por ti, decirme cómo es que esto pasó?

El esto, como tuvo a bien observar Sherlock, sin hacer uso de sus extraordinarias habilidades de detective, era el rostro (también las orejas y parte del cuello) de Virgil completamente tapizado por las más inconexas líneas multicolor. Aquí un poco de púrpura, allá un toque de rojo y para darle un cierto sentido estético, un arcoiris imperfecto sobre toda la pequeña frente.

Evitó, por su bienestar físico, reír como si la vida dependiera de ello.

—Dos horas, Sherlock. Te dejo dos horas con Paris y Virgil solo para encontrarme con esto.

Virgil reía alegremente, haciendo gorgojitos dignos de un bebé de un año en los brazos de su madre, agitado suavemente por los reproches que John no evitaba dar a Sherlock. Paris, a su lado, como podía sentir, (porque los regaños también estaban dirigidos a él) intentaba ocultarse tras su brazo, una de las armas del crimen sujetada con fuerza entre sus deditos.

—¿Y si Kendall y yo tardamos un poco más? —seguía diciendo John, con el mayor de sus hijos de pie junto a él, mirando igual de enojado a su hermanito y a su padre.

Sherlock casi podía escuchar sus pensamientos «qué padre tan irresponsable», seguramente. Teniendo apenas siete años, Sherlock ya podía imaginar cómo sería cuando creciera—Habias dicho que estaría bien, que podrías cuidarlos.

Y sí, técnicamente estaban ilesos, también, de cierta forma entendía el enojo o la frustración de su Omega, pero al ver el rostro pintado de su cachorro solo podía sentirse orgulloso. El arte en la sangre Holmes por fin había hecho acto de presencia en Paris y, aunque deforme, el arcoiris tenía una escala cromática de ocho colores impecable, con tan solo cuatro años, solo el lugar en donde fue dibujado impedía que lo felicitara.

—Sherlock, por el amor de... Esta pintura no se quita —gimió John, rozando una vez tras otra su pulgar contra la suave mejilla de su bebé.

Tratando de no hacer movimientos bruscos, el detective extendió los brazos, una vez Virgil estuvo entre ellos, la risa logró superarlo. Quizá era por la mejor perspectiva, o la preocupación de John o la simple irreal situación. Todo aquel adorable rostro cubierto más allá de los límites por líneas y líneas de marcadores simplemente era más de lo que podía soportar. No había burla o un intento por rebajar el arte de Paris, solo... era tan ridículo. La pobre carita...

En menos tiempo del que pensó, John, Kendall y Paris, le acompañaban junto al inocente Virgil. Luego de un tiempo, una vez las risas pudieron controlarse, el doctor apenas le reprochó su idea por una seción fotográfica a la que incluso la señora Hudson les acompañó.

Finalmente, con un nuevo fondo de pantalla en su celular, Sherlock recibió su castigo; bañar a los niños por el resto del mes.

Cuando llegó en la noche el turno de Paris, su pequeño recibió una muy clandestina felicitación.

(Lamento las fallas ortográficas, intentaré eliminarlas cuánto antes. ¡Gracias por leer! Si quieres más de esto con gusto lo escribiré, solo tienes que decírmelo ¿de acuerdo? Esto es todo por ahora... ¡Ciao! ❤️❤️❤️)

[noisulivone]

En la ultima feria de libro obtuve este curioso articulo, es el maga japones oficial traducido al español de la serie inglesa de Sherlok. Curioso verdad? Y aunque fue un compra de curiosidad, después de leerlo quede fascinada. En realidad, ya soy fan de la serie de la BBC pero algo que me encantó de ésta lectura es que no se encuentra el principal problema de la serie, la velocidad en que dicen los diálogos. 

Sé que es una característica de los personajes y la serie en sí, la velocidad en que los actores dicen el guió, pero eso exige tu completa atención o sino pierdes un punto clave de la trama. Al estar impreso puedes leer con calma los diálogos y descifrar cada aspecto que pudiste perder de la serie.

Descubrí que la editorial panini ya publicó los primeros tres números y estoy desidia en conseguirlos todos.

[librosinteresantesus]

Ligeros libertinajes sabáticos - Mercedes Abad | Planeta de Libros

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Sinopsis de Ligeros libertinajes sabáticos:

Diez ingeniosas historias llenas de imaginación, deseo y humor.

Sin la menor duda, Ligeros libertinajes sabáticos reúne todos los requisitos que pueden satisfacer tanto al más refinado erotómano como al lector que comienza a iniciarse en el campo de la literatura erótica… He aquí una serie de historias rebosantes de imaginación, llenas de sugerencias más o menos veladas y, por encima de todo, llenas de deseo en el más carnal de los sentidos. Luis G. Berlanga las ha descrito como ereccionales —o humedecedoras, según el caso—, y el lector podrá comprobarlo con relatos tan suculentos como «Pincho moruno» o «Pascualino y los globos» ; podrá asimismo descubrir las infinitas posibilidades que ofrece la gastronomía con «Una mujer sorprendente» o, en fin, tal vez acabe corroborando sus sospechas de siempre en torno a la relación que unió al Dr. Watson y Sherlok Holmes en «Dos socios inolvidables o el erotismo de la lógica».

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Detalles de Ligeros libertinajes sabáticos – Mercedes Abad | Descargar Fecha de publicación: 01/01/1900 | Idioma: Español | ISBN: 978-84-7223-350-8 | Código: 10053225 | Formato: 14 x 21 cm. | Presentación: Rústica sin solapas | Colección: La sonrisa vertical | Editorial: Tusquets | Colección: La sonrisa vertical

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Ver películas online gratis en español latino completas sin descargar

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[lilietherly]

[Fanfic] Matar al conejito

—¡Iré a buscar mi libro de recetas! —John se estremeció, esperado no pensar en lo que la señora Hudson estaba definitivamente pensando.

—No vamos a comer… —trató de decir, más era demasiado tarde, la mujer había entrado casi corriendo a su departamento. John volvió la mirada hacia el cielo. El claro día se mostraba en su apogeo tan cálido como luminoso, apenas una que otra nube se miraba a la lejanía y por la calle apenas algún automóvil se dejaba ver, manteniendo el ambiente silencioso, casi pacífico y enteramente irreal.

El doctor suspiró, vaya día más bonito. Por fin uno de sus descansos coincidía con un evento tan poco frecuente en el normalmente nublado y ruidoso Londres. Pero, se dijo, una hermosa tarde no sería motivo suficiente para arruinar sus planes de quedarse todo el maldito día en la cama, durmiendo hasta poco antes del anochecer, en donde arrastraría a Sherlock y sus cachorros hasta el Speedy’s para hacerle pagar al Alfa por su cena luego de que el detective casi arruinara uno de sus suéteres favoritos.

Y sin embargo, ahí estaba.

Miró a Sherlock. Ambos estaban de pie justo en el arco de la puerta del 221B. John miró hacia el despejado cielo una vez más, tratando inútilmente de encontrar calma y paz interior. Una vez más se enfocó en el detective. No hace más de una semana le había puesto nombre a uno m��s de sus gestos, al que graciosamente el doctor le llamaba “Error. Dato no encontrado. Error” mismo que ahora se encontraba en el rostro de Sherlock. Sus cejas en una V perfecta, sus labios esponjosos aplastados entre sus dientes dentro de su boca y la mirada gris totalmente fija en un solo punto. Finalmente, escondiendo una sonrisa que en este momento no tendría lugar, enfocó la vista en el mismo lugar que el detective.

—¿John?

—¿Si, Sherlock? —Ninguno de los dos desvío la mirada de la jaula que estaba a sus pies o la caja de madera que había debajo de ella.

—Este… obsequio… —John pensó que él tampoco sabría denominar si aquel obsequio era tal—¿se supone que debemos estar agradecidos?

—No lo sé, es complicado —tomó la tarjeta que estaba atada sobre una de las varillas de la jaula al mismo tiempo que escuchaba cómo algo se removía dentro de la caja de madera—. Pero no terminamos tan mal con la doctora Stapleton… aun así… es muy complicado Sherlock —suspiró una vez más, rascándose la cabeza mientras leía la nota; “Un pequeño regalo por un día tan interesante”.

John podía denominar aquel día como algo más que interesante, sin embargo, para alguien que hace conejitos fluorescentes solo por diversión definitivamente habría de tener un concepto distinto de “interesante”. Pero ahora mismo, lo más importante era que no tenía idea de los pasos a seguir de ahora en adelante. El doctor incluso estaba seguro de que Sherlock se encontraba en la misma situación.

—No vamos a-

—No, no lo comeremos —le cortó John, definitivamente no iban a hacer eso, mucho menos si esa gran bola de pelos le miraba con sus grandes ojos de canicas rojas mientras engullía una de las tantas hojas de lechuga a su alrededor, moviendo sus bigotes graciosamente. ¡Conejos! Gritó John en su mente, pensando en la palabra más como un insulto que como una descripción básica. Desvió la mirada, sintiéndose controlado por ese diminuto par de canicas rojas.

El ex militar comenzó a sentirse débil. No es que tuviera gusto por los animales.

—A los niños seguro les gustarán. —John volvió a mirar a la bola de pelos. No, definitivamente no tenía gusto por los animales, sin embargo, se había emparejado con un hombre que parecía tener tendencias gatunas, y con él mismo, había procreado a tres adorables cachorros que, como Sherlock bien había apuntado, definitivamente quedarían fascinados con…

—Espera ¿les? —Sherlock asintió, fue hacía la jaula y al dejarla sobre el suelo abrió de inmediato la caja de madera. John no quería acercarse, sin embargo sintió la necesidad de hacerlo. Entre la paja y aún más grandes cantidades de verduras había, por lo menos, seis bolas de esponjoso pelo blanco, bolas que le miraron atentamente con perfectos, brillantes y grandes ojos, unos negros como gotas de aceite y otros rojos como rubíes. John sintió cómo se aceleraron sus latidos. Su voluntad no era lo suficientemente fuerte como para poder luchar contra esa imagen. Aun así;—E-el espacio es limitado Sherlock, no podemos tenerlos. Además, los conejos son máquinas de hacer popó y más conejos.

—¿Entonces?

—¿Tú que dices? —Preguntó John esta vez. Normalmente era el doctor quien se encargaba de tomar cualquier decisión que no tuviera que ver con resolver un caso. Pero ahora mismo, siendo por completo controlado por esos ojillos que solo le cantaban “Ámame, ámame, soy totalmente adorable”, se sentía estúpido e indigno y errar por ello encima de la mejor de las opciones no era algo de qué sentirse orgulloso. Necesitaba un poco de ayuda de su Alfa.

—Podemos esterilizarlos y hacerles un espacio en cada una de las habitaciones de los niños, siempre y cuando acepten ser ellos quienes se encarguen de alimentarlos y limpiarlos —concluyó Sherlock, y si bien le ofreció a John una respuesta más fiable de las que se le pudieron haber ocurrido a él, no le había dicho nada sobre su propia opinión. Además, y aún no lo decidía, había un número impar de conejitos, si decidía darlos a sus hijos definitivamente se pelearían por el más grande.

—¿Y qué hay de ti? No te… —Sherlock negó con la cabeza, sonriéndole apaciblemente y pasándole un brazo por la cintura. John inmediatamente se relajó, aspirando inconscientemente la tranquilidad en el aroma del detective.

—Será divertido ver a nuestros cachorros utilizar a los conejitos como lámparas, vamos a adoptarlos John. —El doctor sonrió y soltó una ligera risa.

—¿Realmente crees que la doctora les haya hecho eso? Pero si son muy pequeños —tomó la caja en donde estaban las bolitas de pelo, mientras Sherlock le seguía adentro con la jaula en manos. Subieron hasta la pequeña sala y los colocaron sobre la mesita de café.

—Si no lo hizo… —decía el detective, mientras corría a las ventanas y dejaba de a poco la habitación a oscuras. Finalmente, John sentado sobre el largo sofá, miró sorprendido a la caja de madera—, entonces lo heredaron —concluyó, acercándose a su Omega, cuyo rostro inclinado hacia los conejitos resplandecía. Sherlock pudo detectar el olor de la sorpresa, la incredulidad e inocente alegría provenir de su doctor. Sonrió, ya estaba decidido.

—Si son dos para cada uno ¿qué haremos con el más grande? —Sherlock le regaló una sonrisa maliciosa, de esas que declaraban una travesura dispuesta a ocurrir.

—Descuida, yo me encargo. —Una vez John volvió a descorrer las cortinas, miró dudoso e inseguro a su detective.

—No irás a-

—Por supuesto que no, ¿por quién me tomas? Solo déjalo en mis manos, no hay nada qué temer —dijo sin borrar su sonrisa. Volvió a colocar la tapa en la caja de madera y fue rápidamente a donde su abrigo.

—¿Saldrás?

—Saldremos —le corrigió, tomando con una mano a John y con la otra la jaula del conejo más grande—, tu iras a conseguir comida y un buen veterinario… yo me encargaré de él. —Se separaron en las escaleras, Sherlock salió casi corriendo no sin despedirse dándole a John un beso apresurado, su sonrisa maliciosa volvió a aparecer nada más dio un paso fuera del 221B.

Por otro lado, John se encontró con la mirada comprensiva de su casera. Miró el recetario viejo y muy usado en una de sus manos, la sonrisa resignada y el suspiro que apenas logró contener. Realmente la mujer había deseado esa cena especial.

—¿Entonces no? —Preguntó, una risa escapando de sus labios.

—No señora Hudson, no vamos a matar al conejito —John se despidió amablemente y salió del edificio, el claro y hermoso cielo le recibió con tranquilidad. Vaya forma de pasar su día libre.

Extra;

Mycroft se levantó de la manera más lenta posible de la cama. Se supone, por el resto del día tenía planeado apenas salir de la cama, sin embargo, ante el apresurado e ininterrumpido toque del timbre dejó sobre su rostro una mueca de desagrado total, ¿quién más en este mundo hacía algo tan molesto? Y era peor aún en este su único día libre en lo que parecían años. Porque claro, sus días de descanso siempre eran interrumpidos por más trabajo.

Ahora, precisamente hoy que por fin despertaba tranquilo y en paz, sin la sensación de culpa por abandonar el lecho más temprano de lo que debería, su indeseable hermano le molestaba. Obligándole a ir a atenderlo cuando había estado seguro de tener todo el día desocupado para…

Al abrir la puerta se quedó estupefacto.

A sus pies, un gordo y blanco conejo comía como si en ello se le fuera la vida dentro de una jaula metálica. El animal le miraba fijamente con sus ojitos rojos mientras devoraba uno u otro pedazo de verdura. Mycroft sintió recorrerle como una ola una extraña amalgama de pesadez, enojo y la más inverosímil de las incomodidades. Pensó en regresar a la cama, dejar el tema zanjado como un sueño producto del cansancio y dormir tranquilamente hasta bien entrada la tarde, no obstante, pronto se encontró inclinándose sobre la jaula, leyendo la notita que colgaba de ella.

«Tu nuevo pez dorado»

Mycroft ni siquiera le dedicó un segundo pensamiento a eso.

—¿Pasó algo? —Le preguntó el sexi Alfa con quien compartía cama desde hace ya casi quince años.

—No es nada querido, vuelve a la cama. —El otro solo asintió, pero antes de que se diera la vuelta, Mycroft le preguntó—Dime Greg, ¿has probado conejo? —Sobre su rostro, una sonrisa malvada apareció.

[lilietherly]

[MiniFic! Victorianlock]

Pre-Slash.

Omegaverse.

Omega John Watson.

Basado en la película "Sherlock Holmes; Sin pistas", 1988. (Without a Clue).

(Solo quiero tantear el terreno con estos dos graciosos hombres en mi AU Omegaverse, así que realmente estoy nerviosa por el resultado... Espero que te guste 😚)

* * *

—¡¿Un actor?! —Watson tuvo que cubrir sus orejas, el pálido hombre frente suyo no habría podido contenerse aun cuando hubiera querido, de todas formas, sonrió divertido cuando lo vio salir y dar explicaciones a los empleados. Se preguntó si quizá no debió encontrar una mejor forma de explicar las cosas. 

De todas formas, ya estaba hecho…

—Comencemos desde el principio —rogó más que ordenó. El doctor explicó pacientemente su trágica historia con aquel colegio y su inesperada fama con Sherlock Holmes. Respondió un tanto más de preguntas antes de anunciar al tembloroso, pálido, moribundo Alfa, la presentación de su nuevo proyecto.

—¡John Watson, el doctor de crimen! Puedo tenerlo listo para su próximo número —su resplandeciente sonrisa desapareció cuando lo regresaron al sofá, el ambiente apestaba a preocupación, pero tan contento como estaba por todo, no le dio mucha importancia.

—Lo entiende, ¿verdad, Watson? Sabe lo que el público espera encontrar comprando nuestra revista, sabe cuánto valen las historias en donde un Alfa es más inteligente que el promedio. Los omegas son listos, todos lo saben, así que ¿qué va a pasar si revela que es usted el genio que inventó a Sherlock Holmes? —exaltado, el hombre comenzó a pasearse frente a Watson, quien obviamente ya esperaba la explosión— ¡La ruina, señor! Eso es, ¡nada más que la ruina! Hay mil historias en donde el omega es el detective, el científico, el héroe que usa con su inteligencia a su compañero alfa para que haga el trabajo sucio, si usted revela lo que me ha dicho, le aseguro, tendremos en una semana la decepción y el decaimiento total de los Alfas que compran sus historias.

—Escribiré lo que quiera… no podrá evitarlo —sentenció el doctor, frustrado, enojado e incluso envalentonado por la negatividad mostrada. Ya estaba listo para la réplica antes de escuchar a Wiggins llamarlo desde afuera.

Sonrió triunfante a la amenaza sobre alguna demanda completamente inverosímil. Su alegre ánimo, no obstante, solo pudo mantenerse hasta llegar a la fábrica de papel. Agradeció con el alma la ayuda de Wiggins al anunciarle al oficial que le impedía el acceso de su nuevo reluciente título… pero de nada sirvió. Se trataba de un Alfa Sangre Ligera, pero aun así, entre los aromas ahumados y húmedos, Watson encontró el suave perfume de la felicidad más dulce proveniente del agente nada más mencionara a—¿El señor Sherlock Holmes? Mi esposa y yo hemos leído todas sus historias. 

Irascible, Watson se había negado a aceptar ser enviado de Holmes, así que obviamente no tuvo acceso al lugar. Se disculpó con el pobre Wiggins, el chico fue el único que sufrió los efectos de su irritación de regreso al 221B. Fue el colmo de su humor, sin embargo, cuando tuvo que rebajarse nuevamente a un peldaño completamente ficticio de su inteligencia, solo para retener al Lord Smithwick.

Si no fuera porque apreciaba mucho su cráneo, había dejado caer su cabeza con mayor ímpetu contra la puerta una vez el lord y Lestrade se marcharon. 

En efecto, tendría que volver por Regginald.

(Una locura, lo sé 😅)

[lilietherly]

[MiniFic! Victorianlock]

Omegaverse.

Relación establecida.

Omega Watson.

Alfa Holmes.

Mystrade (Mención).

(¡MiniFic número XXI! Estoy tan feliz como sorprendida 😄)

(Obviamente no puedo dejar de escribir sobre mis esposos victorianos 😋)

(Normalmente me imagino a Jeremy y a David cuando escribo Victorianlock, pero cundo se trata del Omegaverse muy pocas veces ellos se quedan en mi mente, y casi siempre son suplantados por Basil y Nigel o Vasily y Vitaly uwu ¿a quién te imaginas tu? 🤔)

* * *

—Todas estas flores tiradas, que gran desperdicio —dijo Lestrade, mirando con tristeza la infinidad de pétalos coloridos esparcidos sobre el suelo húmedo y lodoso. Unos metros adelante policías entraban y salían de un edificio, los que regresaban lo hacían cargando pequeñas pesadas cajas.

—No lo sabía un romántico, inspector —respondió Holmes a su lado, una sonrisa despectiva en el rostro. Supervisaba al mismo tiempo que ni una sola pieza de oro saliera de las cajas, atento como un depredador a su presa.

—No es solo el romance o las flores —pateó distraídamente una rosa—es de mantener viva la llama —añadió, mirando con diversión los gestos cohibidos en el sempiterno rostro.

—Espero no quiera decirme lo que ocurre en su relación con mi hermano —le cortó Holmes, deseando ahora estar en cualquier otro lugar.

—Lo que ocurre conmigo y mi Alfa es totalmente nuestro asunto.

—Le advierto entonces que sucede lo mismo entre Watson y yo —cortó, mirándolo sospechoso, no queriendo saber más del tema, sabía a dónde quería llegar y no le gustaba en absoluto.

—Entiendo eso perfectamente, no es plan mío entrometerme en temas tan personales. Sin embargo, confío en su inteligencia para hacerle saber que, de no ser tan necesario, yo lo evitaría cuanto hiciese falta.

Holmes se removió inquieto, eso empezaba a gustarle cada vez menos. Incluso la forma en que Lestrade había iniciado la conversación le parecía sospechosa ahora.

—Watson. —El inspector asintió.

—Así es, de la última vez que fuimos por unas cervezas. —Holmes esperó pacientemente a que el pequeño hombre continuara—. Evitaré decir mucho, ya que es una plática privada, pero estoy preocupado por él, el doctor Watson es un gran amigo.

—El no ha mencionado nada.

—Por supuesto, estará esperando solucionarlo él mismo. —Holmes rechazó dar respuesta, eso sonaba exactamente como su Omega—. De todas formas, espero haber sido de ayuda, señor Holmes, iré a vigilar a los chicos, dos de ellos no han salido desde hace un par de minutos —concluyó Lestrade, como si ya hubiera expuesto sus puntos y el detective entendiera con exactitud qué debería hacer.

Resoplando el Alfa se alejó, de cualquier manera su trabajo estaba hecho. Tal vez el pequeño hombre le había dado las suficientes pistas, pero en temas del corazón y especialmente cuando se trataba de Watson, sin embargo, necesitaba más que una fútil advertencia. No esperaba que se lo dijera todo, pero los cabos sueltos en toda la corta charla dibujaban miles de razones frente a él. ¿Qué le sucedía a su Omega? ¿Quería flores o palabras de amor? No, su doctor no era de ese tipo... ¿O tal vez sí? Encontraba en esa idea más que en ninguna otra caminos sinuosos y poco transitados.

¿Qué había dicho Lestrade al principio? Algo sobre flores desperdiciadas. ¿Desperdiciadas? No, las flores tiradas son un desperdicio... ¿era así? Holmes masajeó su sienes, ¿No sería acaso mejor preguntar a Watson directamente? Podría ser poco inteligente de su parte rendirse a las opciones sin al menos intentar luchar, pero incluso si era para sí mismo, aceptar que no tenía idea causaba más de un conflicto interno.

Así pues, rendido al sentimiento desahuciado en el que tan repentinamente se vio envuelto, caminó desganado al 221B, sabía que estaba la opción de dejarlo en las manos de Watson, no obstante que el hombre primero moriría antes se decirle lo que estaba mal así no encontrara nunca la solución. Y si solo estaba de por medio orgullo de Holmes, poco habría entonces qué pensar. Había tomado ya una decisión, no se detendría hasta tener todas las respuestas de su Omega.

Antes de llegar a casa, sin embargo, pensó que si en efecto su primera opción era acertada, de nada valdría su desespero. Se detuvo en la esquina de la calle Baker.

Compró flores.

(Muchas gracias por leer ❤️, espero que esta cosa rosa y sin sentido haya sido de tu agrado 😙)

(Corregiré los fallos ortográficos cuanto antes 😋❤️✨. ¡Ciao! 😘❤️💕✨)

[lilietherly]

[MiniFic! Victorianlock]

Omegaverse.

Alfa Holmes/Omega Watson.

Relación establecida.

Fluff suave, esponjoso y familiar.

(😊✨❤️✨😊✨❤️✨😊✨❤️✨😊✨❤️✨😊✨❤️✨😊✨❤️😊)

* * *

Watson llegó a casa muy tarde aquella noche. 

Abrió la puerta tan despacio como pudo, sus cachorros estarían durmiendo y no quería ni imaginarse todo lo que debió haber sufrido su Alfa para hacerlos dormir sin su ayuda. Nada lo preparó, sin embargo, para la imagen que lo recibió en cuanto dio un paso dentro de la sala.

Holmes dormía en el largo sofá, con sus pies sobresaliendo por uno de los reposabrazos y la cabeza sobre un pequeño cojín. Cubierto con una gruesa manta, dos formas se levantaban sobre su pecho y uno de sus brazos. La chimenea estaba a punto de apagarse completamente, pero aun había luz suficiente para dejarle apreciar la escena. Dos suaves cabelleras rubias sobresalían apenas un poco, resguardados por firmes brazos que aun estando bajo la inconsciencia del sueño, los mantenían protegidos.

Un suspiro se le escapó, fue como si el peso en su espalda fuera retirado en tan solo un segundo.

Sabía que no los podía dejar ahí, menos cuando obviamente sus pequeños no estaban en la cama por su culpa, aun así se permitió mirar la escena tanto como fue posible. Inhaló el aroma que los cubría, detectó las hojas Early Gray de su Alfa, el todavía suave olor de avellanas en Kendall y el aun más tenue roble de Paris, todo cubierto con el petricor que tan bien habían heredado del detective.

Dejó el maletín médico en una de las sillas alrededor de la mesa, liberó los primeros botones de su camisa y se inclinó finalmente hasta Holmes, dejando un tranquilo beso en sus labios. No esperaba alguna respuesta, pero aun con los ojos cerrados el detective el correspondió, le sonrió al ver sus adormilados ojos grises. 

—¿Hay espacio para mi? —le preguntó, sin desaparecer su sonrisa.

—Siempre —dijo el Alfa de inmediato, ambos susurraban, ya era demasiado tarde para despertar a los pequeños—. ¿Cómo le fue a la pobre señora Diane?

—Mejor de lo previsto, su pequeño nació antes de lo esperado, no creí regresar hasta al menos dentro de dos o tres horas —decía, mientras tomaba a Kendall y Holmes se encargaba de Paris. Ambos reaccionaron a su aroma, haciendo los suyos un poco más fuertes, aun así no despertaron—. Pero ahora tiene a su adorable retoño con aroma a tarta de manzana, saludable y perfecto como se esperaba. —Holmes sonrió, aun aturdido, todo había ido realmente bien. Deseó que fuera más temprano, tal vez prepararía un baño y pediría una bien merecida cena para su doctor, siendo casi las tres de la mañana todo eso tendría que esperar.

Una vez Kendall y Paris estaban en sus respectivas cunas, caminaron a paso lento hasta su habitación. Holmes desvistió con cuidado a su Omega, los cansados hombros recibieron sus dedos ante un suave masaje agradecidos con un hermoso suspiro. Una vez puesto el camisón hizo lo mismo en las piernas y los cansados pies. A cambio, tenía como compensación dulces suspiros de agradecimiento. 

—Alfa. —Holmes no tardó en acudir a su llamado, besándolo con un ritmo lento y cansado. Se tomó un instante para colocar sobre ellos las gruesas mantas e inmediatamente regresó a su boca. Enredaron sus piernas con movimientos perezosos, Watson atrapando su cuello y él rodeando su cadera, acariciando su espalda de vez en cuando.

No mucho tiempo después, el doctor cedió al tierno arrullo, descansando la cabeza contra la almohada mientras Holmes besaba sus mejillas y la comisura de su boca. El detective sonrió, acercándose un poco más, el sueño volvía a tomarlo, descansaría el resto de la noche con el dulce olor a miel de su Omega.

(😘❤️✨)