#Fanfic Johnlock en español
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[Fanfic! Johnlock]
Omegaverse.
Omega John Watson/Alfa Sherlock Holmes.
Confesión de amor.
Primer beso. (Pero no es realmente un beso "en"(?))
Basado en la película "Young Sherlock Holmes", de 1985.
Amor correspondido.
Jóvenes emocionalmente tontos.
Dato curioso sobre esta historia: me atoré un mes entero en solucionar una de las últimas escenas, ¡así que nadie me diga que no le puse todo mi corazón! XD Ok, ok, no empezaré con gritos, la primera aclaración es que esta historia fue hecha para otra personita que ganó el pequeño concurso que dije que sería solo para la primera personita (el fanfic anterior), pero que como adoro tanto no tuve el corazón para rechazar su petición, incluso si llegó después, la cual solo fue especifica en la versión de la ship y el que fuera Omegaverse :D
Cosas con las que este fic cumple a la perfección, aunque todavía estoy indecisa sobre si lo hice bien o si perdí el toque -.-... Pero estoy segura de que será al menos entretenido (¬¬U). Lo único que sí puedo asegurar, como dije antes, es que lo escribí con mucho amor y con toda la dedicación del mundo uwu.
Vuelvo a aclarar también, que esta historia es para celebrar mis 500 subs en Wattpad y extiendo un agradecimiento a mi amada personita por perder la timidez y aprovechar las ofertas (?), aunque aún así REALMENTE lamento la tardanza, prometo que hice lo posible para terminarlo rápido... y no pude TwT.
Ahora que finalmente esta aquí, espero que te guste, lo hice con mis lágrimas </3
* * *
—Se dice que los Zetas fueron creados por la madre naturaleza con el único propósito de hacerlos pertenecer a un Sigma —recitaba el profesor frente a la medio adormilada clase—. Los Zetas carecen de dones, sin embargo, dependiendo el clan a cuyos Sigmas que fueron destinados, son capaces de ver, oler o percibir detalles que Deltas y Alfas no pueden, así como de satisfacer plenamente a su Sigma. Muchos Zetas no saben que los son hasta que encuentran a su Sigma destinado…
El joven Holmes parecía físicamente sufrir ante el discurso del profesor, pensar que aun así era quien mayor atención prestaba le retorcía el estómago. Sabía que en alguna parte Elizabeth continuaba burlándose de él. El profesor, un anciano Omega Sangre Pura que debió haberse retirado de la docencia hace una década, hablaba con tal calma que, aunado a su aroma inundando la habitación, pocas opciones dejaba a sus alumnos para asimilar de lo que decía.
Sherlock se esforzaba en aprender, poco importaba su desinterés previo y sus constantes ausencias en esa clase, o cada palabra desdeñosa, cada burla y mención sobre la inutilidad de lo que pretendían enseñar. Ninguna queja guardaba ya algún sentido desde la aparición de John Watson. Y maldita sea, casi aseguraría escuchar la risa de Elizabeth detrás de la ventana, si no supiera que ella se ocupaba ayudando a su tío con algún experimento. La querida señorita guardaba cierta habilidad para reírse de él, por lo que, en cuanto el pequeño Watson apareció y los vio juntos desde que se encontraron, ella no dudó un instante en advertirle lo que estaba destinado a ocurrir.
Sería redundante para Sherlock destacar lo mucho que negó las rápidas conclusiones de Elizabeth, peor todavía, el lapso enorme que tardó en aceptar la facilidad con la que ella hizo a un lado el flirteo que hubo entre ambos antes de que Watson apareciera. No obstante, Sherlock tampoco diría que olvidarse de ello resultó difícil. Como amigos, Elizabeth resultaba igual de animada y deslumbrante que de haber llegado a más, por lo que, una vez Sherlock retrocedió y se colocó a la misma altura, no encontró decepción alguna.
Pensar que su argumento acerca del pequeño Watson tenía sentido, ocupó el doble de tiempo. Al principio ni siquiera lo tomó de excusa usada por Elizabeth para rechazarlo. Tomarlo en serio cuando Sherlock sabía que —con suerte— llegaría, en un futuro lejano, a tenerle a él un cariño similar al que guardaba por ella, zanjó el asunto de manera rotunda. Elizabeth, sabía como ninguna, se rio de él.
—Deberías prestar atención a Responsabilidades Sociales y Morales —dijo ella hacía un mes. Caminaban juntos a donde Watson asistía a su última clase—. John ha sido claramente criado como un digno Omega Sangre Pura, así que no podrás retenerlo a tu lado a base de acertijos y deducciones. —Entonces el pequeño Watson se les unió y Sherlock no tuvo tiempo de preparar una respuesta adecuada.
A Sherlock le incomodó la insistencia de Elizabeth y los consejos que le daba sobre algo que no existía, casi como si tuviera el derecho de decirle cómo sentirse o, peor aún, como si le fuera tan sencillo leer lo que había en su corazón antes de que le propio Sherlock lo descubriera. Así, al comprender su obvio error, sacudió su cabeza tal dolor punzante que no acudió a clases un par de días, tras los que liberó un suspiro cansado al entender de verdad cuánto ella tuvo razón.
No fue su malestar producto de descubrirse enamorado del pequeño Watson, sino de su obvia falta de sentido común al no aceptar las señales viéndolas pasar frente a sus ojos, y luego, a pesar de retenerlas en el pecho, permanecer ciego e incauto. ¿Acaso tuvo la osadía de negar a ese adorable Omega? Si bien rechazaba únicamente el enamorarse de alguien que no fuera Elizabeth, tras admitir haber caído por el pequeño Watson, ningún sentimiento de culpa vino a reclamar sus pensamientos. Al contrario, mayores resultaron los ataques hacia su necedad y grave falta de imaginación, además, por supuesto, recalcaba las disculpas que le debía a Elizabeth. Aunque ella lo perdonó desde el principio.
—Esto pasaría tarde o temprano, no creí que valiera la pena el molestarme contigo, Sherlock —le dijo, sonriéndole esplendorosa—. En lugar de preocuparte, será mejor que tomes de una vez en cuenta mis consejos, Watson ha estado llamando mucho la atención y, sinceramente, no puedo culpar a nadie, él huele tan... bien.
Aquel comentario trajo a Sherlock un par de emociones contrariadas, ya que nadie iba a ser nunca lo suficientemente bueno para Elizabeth y, a su vez, haría hasta lo imposible para que nadie le arrebatara al pequeño Watson. Ella le aseguró que se trataba de puro instinto Beta, que algo solo la hacía sentirse confortable al recibir el aroma Omega, de esa forma el Omega se aseguraba de que, si acaso surgía el escenario, la Beta se rendiría al instinto de proteger a quien poseía ese perfume.
Terminada la explicación, ya consciente del buen Omega que era el pequeño Watson y cómo todos a su alrededor lo trataban, aunado al modo en que correspondía, Sherlock procedió a seguir el consejo de Elizabeth, al día siguiente, enfrentándose a la tortuosa clase de Responsabilidades Sociales y Morales, decidido a aprender cómo siquiera comenzar un cortejo o, para empezar, saber por qué habría de hacer uno.
—… El Registro Delta siempre esta actualizado, es imprescindible que cualquier movimiento importante sea archivado en caso de que el Gamma a cargo de la región tenga dudas sobre los Deltas a elegir. Antiguamente también se registraban los Alfa Sangre Pesada, esto se corrigió hace…
Sin embargo, el profesor se esforzaba en hacer lo que estuviera en sus manos para que Sherlock se arrepintiera de su decisión. Peor todavía, nunca en los dos meses que ahora sumaban sus asistencias, se habló alguna vez sobre el cortejo. Incluso de sus propios compañeros provino el saber que existían, en realidad, dos tipos de cortejo. La frustración que lo consumía desde el primer día comenzaba un abrupto asenso, y pronto lo arrastraría a la locura, si no había sucumbido ya.
De continuar así, cualquier Alfa con mayores conocimientos le robaría a John en cualquier momento. No es que pasara por alto a cada una de las personas a quienes John les daba su atención; Sherlock tenía una lista mental de al menos una docena de ellos. Desde la popular Alfa Sangre Pesada de largo cabello y piel oscura que dedicó al pequeño Watson dos de sus mejores asaltos en Esgrima contra el profesor Rathe, al feroz e inteligente muchacho —también un Sangre Pesada— que compartía muchas de las clases con Watson; todos demostraron prestarle al Omega demasiada atención.
Aun si se tratara de simple paranoia, Sherlock no bajaría la guardia, ya escuchaba, aparte de las advertencias de Elizabeth, cuán fácil resultaría apartar de su lado al adorable Omega que siempre lo seguía. Dado que Sherlock tampoco se mostraba interesado en hacerlo suyo, ni John dejaba en él alguna posesiva marca de olor que lo señalara como su elegido, nada detendría a los otros Alfas para actuar. Y por parte de Sherlock, a pesar de su ignorancia, se habría atrevido a acercarse de manera romántica al pequeño Watson si algo que le asegurara ser correspondido o tuviera idea de cómo dar ese paso.
La forma de acercarse ni la oportunidad para hacerlo eran similares a lo que fue con Elizabeth. Incluso el sentimiento difería en muchos aspectos. Indigno sería compararlos, en principio porque nunca se le concedió la oportunidad de crecer su primer amor y, naturalmente, porque aquello arremolinándose en su pecho en presencia de Watson, colmaba al punto de lo irracional cuanto hubo creído que llegaría a sentir nunca en su vida. Y eso lo asustaba. ¿Qué le haría a su joven corazón si llegara a perderlo? Si el Omega elegía a alguien más y se apartaba de su lado, si los acertijos y una ciencia de la deducción todavía en exceso falible no lograban atarlo y darle tiempo a Sherlock, ¿qué sucedería con él?
Nada excepto la amistad del pequeño Watson le aseguraba su amor, y las condiciones para ganárselo disminuían conforme perdía el tiempo en esa clase. Si parte de su responsabilidad como Alfa consistía en pertenecerle a un Omega, asegurarse de que haya progenie y mantenerlo a salvo, feliz y en paz, el que no le dijeran cómo siquiera ganarse un Omega carecía de sentido. Llegando tristemente a esa conclusión, aceptado el hecho de que no aprendería algo que le sirviera de verdad, se rindió, y frustrado se dejó vencer por el sueño. Ya averiguaría después a quién preguntarle, quizá escabullirse en esa parte de la biblioteca a la que solo se le permitía el acceso a los maestros y alumnos mayores le daría mejores respuestas. Quizá no. Quizá estaba destinado a quedarse solo. Quizá…
—¿También estás por dormirte? —Sherlock reaccionó a la voz del pequeño Watson, sentado detrás de él. Sin girarse asintió para responder, cansado, triste e incapaz de hablar—. ¿Recuerdas eso que hicimos el mes pasado?, pienso que ya es hora de repetirlo. —El joven Holmes asintió, casi animado. Sintió a Watson levantar la mano, se imaginó su rostro teñido de falsa preocupación, y pronto, un dulce aroma floral alcanzó su nariz.
—¿Sí, joven Watson? —el profesor se giró hacia el Omega.
—¿Pu-puedo retirarme, señor Moore?, me-me duele el vientre… creo que… creo que voy a tener un micro-celo. —El rostro alarmado del profesor fue ignorado por la mitad de los alumnos.
Cada Alfa a excepción de Sherlock se giró al instante hacia John. Sherlock se tragó el gruñido salvaje que rápidamente se alojó en su pecho para amenazarlos de no acercarse a su Omega. Se detuvo no porque de verdad su voluntad tuviera tal brío, sino porque eso le ayudaría a salir de ahí.
—Por supuesto, querido, ve a la Torre Omega. —Al levantarse el pequeño Watson, los Alfas que inhalaban su aroma con descaro lo siguieron, atentos, buscando, aguardando el momento en el que se liberara totalmente el micro-celo para saltar y hacer suyo al Omega. Viendo el profesor que Sherlock parecía resistirlo, le dijo—: Holmes, acompáñelo y asegúrese de que llegue a salvo.
Un par de Omegas los observaron acusadores mientras salían, sabiendo que si los delataban, en adelante el profesor se aseguraría de revisar a cada alumno que dijera tener un micro-celo, descubriría que muchos de ellos mentían y no habría ya ninguna posibilidad de que alguien escapara de la aburrida clase. Así, los organizados e inteligentes Omegas guardaron silencio, permitiéndoles irse.
El joven Holmes y el pequeño Watson abandonaron la actuación después de cruzar el pasillo, caminando en dirección a la Torre Omega. Sintiéndose a salvo, John recuperó la tranquilidad de sus gestos y el suave aroma a miel; Sherlock, su humor. Cuando sus ojos se encontraron, rieron, como si hubieran superado una prueba especialmente difícil. Al igual que en las veces anteriores, se escabulleron ágiles a la salida del colegio, esquivando a los guardias Beta y cada profesor con quien pudieran cruzarse a esa hora.
Una vez en la calle, puesto que sería John el que mayor atención llamara al ser un Omega joven que no estaba en clases, Sherlock le ofreció su brazo, a sabiendas de que con ese gesto tan nimio, cualquier entrometido pasaría de ellos al segundo. No serían ya más muchachos irresponsables, sino, acaso, el traslado del Omega a un sitio diferente, con la guarda y compañía de él, un Alfa. El pequeño Watson aceptó el ofrecimiento al instante, la suave alegría de su diversión llegando al olfato de Sherlock en la forma de un sedoso perfume, que no tardó en inhalar e intentar fingir que no lo percibía ni le fascinaba en absoluto.
De esa manera atravesaron un par de calles, cada una menos transitada que la anterior, hasta que llegaron finalmente a su destino; un local abandonado que solía ser una anticuaría. Sherlock lo había descubierto el año anterior, persiguiendo una pista que al final no dio resultado. Del ya estrecho lugar, apenas se desempolvó una esquina; limpiarlo demasiado traería sospechas y, por supuesto, ni él ni el pequeño Watson se ofrecerían a hacerlo. Una vez adentro, se sentaron en desgastadas sillas, a ambos lados de la barra deshecha que haría alguna vez de mostrador, Sherlock en el lugar del tendero y John, del cliente.
—Es incomprensible cómo una clase que debería enseñarnos sobre nuestros papeles en la sociedad, pueda ser tan aburrida. Estoy seguro de que los monólogos de mi padre son más entretenidos. —Sherlock soltó una ligera risa por las palabras y el tono de monumental aburrimiento con el que fueron dichas—. Lo que es peor, dudo mucho que el señor Moore enseñe alguna vez lo que quiero aprender. —Aquella última frase atrajo la atención del joven Holmes.
—¿Y qué sería eso? Espero que no algo sobre los dramas de la realeza o un tema así de intrascendente.
—No, pero creo que igualmente no importa. —Sherlock enarcó una ceja, a la que el pequeño Watson no tardó en responder—. Solo… no sé si de verdad importa sabiendo que a mi Alfa elegido todas esas reglas le parecen absurdas y mucho menos se tomará la molestia de aprender alguna.
Sherlock tragó en seco. Un temblor frío le recorrió la espalda.
John tenía un Alfa elegido.
John tenía un Alfa elegido.
John. Tenía. Un. Alfa. Elegido.
¿De quién se trataba? ¿En qué momento sucedió? ¿Debería Sherlock comprobar si cada uno de sus escenarios inventados para cometer un crimen perfecto, resultarían de verdad perfectos? Ideas, locuras comenzaron a resonar en su mente hasta que, un segundo después, vino el silencio. Cordura y un respiro.
El joven Alfa desenterró las uñas de sus muslos al llegar a él un gramo de razón y descubrir los puntos de interés que pronto le trajeron las deseadas soluciones a sus preguntas. No obstante, su incapacidad para cerrar la boca en situaciones que quizá lo ameritaran, lo obligó a revelar su descubrimiento de una manera poco menos que elegante. Entonces, con la cara luminosa y sonrojada, firme como una ramita, se dirigió al pequeño Watson:
—¿Soy yo?
Los gestos plasmados en el rostro de John permanecerían en la memoria del joven Holmes el resto de su vida. Boca y ojos abiertos de par en par, mejillas iluminadas de profundo escarlata y el cuerpo paralizado. El Omega mantuvo su mirada en él durante un minuto completo antes de dirigir aquel hermoso par de crisoberilos verdes hacia la ventana sucia. Enseguida, suspirando con una fuerza tal que exhaló de sus pulmones cualquier rastro de aire, unidas sus manos sobre su regazo, dijo, en voz baja y tímida:
—… S-sí.
Silencio los cubrió entonces, pesado y pegajoso como el polvo que los rodeaba… Sin embargo, tal cual este polvo que se negaban a limpiar, no incomodo ni inhabitable. Los ojos de ambos viajaron a través de la habitación, buscando aquello que quitara el silencio y lo reemplazara con algo de utilidad. Sherlock, pensando en un centenar de palabras correctas, ni una se le antojaba factible, ni siquiera una que funcionara para salir de su estado mental; ahogado de alegría y la dicha más absoluta. Reprenderse por lo que hubiera pasado si el pequeño Watson respondía negativamente a la pregunta no funcionó. La felicidad de saberse correspondido lo opacaba todo, de una manera tan dominante que, al encontrarse sus ojos y esas hermosas joyas, en realidad, nada faltó para que la atmósfera cambara al segundo.
—Eres un Alfa imposible —dijo el Omega entre risas, pretendiendo cubrirse la boca y fallando, pues sus pequeñas manos no podían ocultar el humor de su boca, Sherlock no se molestó en imitarlo, mostrando sin muros su sonrisa.
—Ese es el punto, mi querido Watson —contestó, guiando su mano lentamente sobre la barra. Las risas se apagaban, permitiendo una maravillosa vista de iridiscente dulzura y cariño—. Creo que por eso me elegiste —susurró. El pequeño Watson observó su intención y sin dudarlo alcanzó su mano. Sherlock le acarició el dorso, la piel sedosa quemó sus dedos.
—Siempre tan inteligente. —Sherlock vio la manera infantil en que rodaba los ojos, al ser obvio que él no estaba de verdad molesto, atrajo la pequeña mano a su boca, girándola despacio para que la cara interna de la muñeca estuviera hacia arriba. Sus labios se acercaron peligrosamente a la sensible piel, sobre la que imprimió un soplo tenue. En ningún momento el Omega intentó retroceder, al contrario, su voz y su cuerpo se relajaron ante el contacto—. Te elegí desde que te fallaste al adivinar mi nombre. —Lamiéndose los labios, sonriente, el joven Alfa no apartó su atención de la blanca piel. La declaración, dicha con un largo suspiro, le aceleró el pulso—. Te elegí aun pensando que jamás sería correspondido.
Sepultando la errada creencia del pequeño Watson, Sherlock besó su muñeca, justo donde una de las glándulas de olor, que en conjunto con las demás, comenzaron a obsequiarle perfume delicioso e intenso, adictivo. Sherlock no se resistió a él, inhalándolo profundamente, hambriento. Besó la piel con devoción, ansioso de no cometer alguna equivocación y que el Omega lo privara del siguiente y el siguiente aliento. De lograr un pensamiento coherente, agradecería a Elizabeth por insistir en hacerle ver lo obvio.
Porque nada existiría que fuera igual de razonable.
—Mi Alfa.
Murmuró el pequeño Watson, advirtiendo una afilada lengua atravesar el límite de los labios que adoraban su piel. Tiernos dedos acariciaron el mentón de Sherlock cuando probó por primera vez la dulzura del Omega. Al tiempo, su saliva lo marcaba como su poseedor.
—Tuyo, Omega.
Porque una respuesta diferente no bastaría.
Porque nunca podría ser Sherlock Holmes, si no se rindiera a los encantos de su John Watson.
* * *
En mi Omegaverse la posesividad entre la pareja (o los integrantes de una asociación de tipo romántico) es más o menos equitativa, pero esto es más de manera interna, ¿ya sabes?, es la manera en que se maneja dentro de casa, en sociedad (fuera de casa) es el Omega quien posee al Alfa y no al revés, aunque siempre es un gesto muy romántico para el Omega que su(s) Alfa(s) se muestre feliz de ser poseído por el Omega ¬w¬. No sé si esta aclaración hacía falta, pero por si acaso no has leído otros de mis Omegaverse o si no lo he dejado muy claro, aquí esta uwu, ¿qué te parece?
Y por favor, también dime qué te pareció la historia :D, estaré esperando ansiosamente para saber tu opinión, así que te lo ruego, amor mío, no dudes en decírmelo :3, todas tus respuestas me darán la energía y la voluntad no solo para seguir escribiendo, sino para sobrevivir otra semana y no perecer en el intento.
¡Muchas gracias por leer!
¡Te adoroooo!
#young sherlock holmes#victorian johnlock#johnlock#sherlock holmes#john watson#omegaverse#omega john watson#alpha sherlock holmes#fanfic en español
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Si es rubio es alfa
read it on AO3 at https://ift.tt/K2GyrC3 by ImberNix 31 one-shots cortos basados en el universo omegaverse, utilizando siete shipps diferentes: [☃️] Ineffable Husbands (de Good Omens). [☃️] Hannigram [de Hannibal] [☃️] Johnlock [de Sherlock de la BBC] [☃️] Lokius [Loki -serie-] [☃️] Merthur [Merlín -serie-] [☃️] BlackBonnet [Our Flag Means Death] [☃️] Destiel [de Supernatural] Cómo se hace mención con el título, los personajes rubios serán alfas. [🌲] Los capítulos se basarán en palabras claves o prompts, que han sido proporcionadas por la página de FB @EsDeFanfics. Words: 1904, Chapters: 2/31, Language: Español Fandoms: Good Omens (TV), Hannibal (TV), Sherlock (TV), Merlin (TV), Loki (TV 2021), Our Flag Means Death (TV), Supernatural (TV 2005) Rating: Teen And Up Audiences Warnings: No Archive Warnings Apply Categories: M/M Characters: Aziraphale (Good Omens), Crowley (Good Omens), Hannibal Lecter (serie Hannibal), Will Graham, John Watson (Sherlock BBC), Sherlock Holmes (Sherlock BBC), Merlin (Merlin), Arthur Pendragon (Merlin), Mobius M. Mobius, mobius - Character, Loki (Marvel), Stede Bonnet, Blackbeard | Edward Teach, Dean Winchester, Castiel (Supernatural) Relationships: Aziraphale/Crowley (Good Omens), Hannibal Lecter/Will Graham, John Watson/Sherlock Holmes, Arthur Pendragon/Merlin, Mobius.M.Mobius/Loki, Stede Bonnet/Edward Teach, Dean Winchester/Castiel Additional Tags: Omegaverse, Es de Fanfic's Omegacember 2023, Omegacember, Ineffable Husbands (Good Omens), Hannigram - Freeform, Johnlock - Freeform, Merthur - Freeform, lokius, blackbonnet - Freeform, Destiel - Freeform, Top Aziraphale/Bottom Crowley (Good Omens), Top Hannibal Lecter, Top Hannibal/Bottom Will Graham, Top Jonh Watson/Bottom Sherlock Holmes, Top Arthur Pendragon/Bottom Merlin (Merlin), Top Mobius M. Mobius/Bottom Loki, Top Stede Bonnet/Bottom Blackbeard, Top Dean Winchester/Bottom Castiel, Power Bottom, Soft Top, celo read it on AO3 at https://ift.tt/K2GyrC3
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Clichés Literarios 2022
by clumsykitty
Colección de diversas historias con diferentes parejas de diferentes fandoms bajo la idea de los más conocidos clichés que pueden leerse en los fanfics. Siete historias + bonus con sobredosis de azúcar y tontos haciendo tonterías.
Words: 3206, Chapters: 1/8, Language: Español
Fandoms: Marvel Cinematic Universe, The Avengers (Marvel) - All Media Types, The Avengers (Marvel Movies), Marvel 616, Star Trek: Alternate Original Series (Movies), Harry Potter - J. K. Rowling, DCU, Sherlock (TV)
Rating: Teen And Up Audiences
Warnings: Creator Chose Not To Use Archive Warnings, No Archive Warnings Apply
Categories: M/M
Characters: Sherlock Holmes, John Watson, James T. Kirk, Leonard "Bones" McCoy, Thor, Peter Quill, Steve Rogers, Tony Stark, Harry Potter, Draco Malfoy, Diana (Wonder Woman), Steve Trevor, Stephen Strange, Clint Barton
Relationships: Johnlock, McKirk, Thorquill - Relationship, Stony, Drarry - Relationship, Wondertrev - Relationship, IronStrange - Relationship, IronHawk
Additional Tags: Cliche, Romance, Fluff and Humor, Drama, Domestic Fluff, Magic, ClichésLiterarios, Idiots in Love, Love, Love Confessions
source https://archiveofourown.org/works/41674758
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Clichés Literarios 2022
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by clumsykitty
Colección de diversas historias con diferentes parejas de diferentes fandoms bajo la idea de los más conocidos clichés que pueden leerse en los fanfics. Siete historias + bonus con sobredosis de azúcar y tontos haciendo tonterías.
Words: 3206, Chapters: 1/8, Language: Español
Fandoms: Marvel Cinematic Universe, The Avengers (Marvel) - All Media Types, The Avengers (Marvel Movies), Marvel 616, Star Trek: Alternate Original Series (Movies), Harry Potter - J. K. Rowling, DCU, Sherlock (TV)
Rating: Teen And Up Audiences
Warnings: Creator Chose Not To Use Archive Warnings, No Archive Warnings Apply
Categories: M/M
Characters: Sherlock Holmes, John Watson, James T. Kirk, Leonard "Bones" McCoy, Thor, Peter Quill, Steve Rogers, Tony Stark, Harry Potter, Draco Malfoy, Diana (Wonder Woman), Steve Trevor, Stephen Strange, Clint Barton
Relationships: Johnlock, McKirk, Thorquill - Relationship, Stony, Drarry - Relationship, Wondertrev - Relationship, IronStrange - Relationship, IronHawk
Additional Tags: Cliche, Romance, Fluff and Humor, Drama, Domestic Fluff, Magic, ClichésLiterarios, Idiots in Love, Love, Love Confessions
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ANGSTRUARY 2022
by clumsykitty
Colección de drabbles para el Angstruary 2022 de la página Es de Fanfics en Facebook. Varias parejas, temas sensibles.
Words: 16557, Chapters: 15/15, Language: Español
Fandoms: The Avengers (Marvel) - All Media Types, Marvel Cinematic Universe, DCU (Comics), DC - Fandom, Sherlock (TV), Mo Dao Zu Shi, X-Men - All Media Types, Justice League, Supernatural, Harry Potter - Fandom, Star Trek
Rating: Mature
Warnings: Graphic Depictions Of Violence, Major Character Death, Rape/Non-Con
Categories: F/M, M/M, Other
Characters: Steve Rogers, Tony Stark, Lan Zhan, Wei Wuxian, Victor von Doom, James T. Kirk, Spock, Leonard McCoy, Draco Malfoy, Harry Potter, Peter Quill, Bucky Barnes, Castiel, Dean Winchester, Jason Todd, Dick Grayson, Thor, Loki, Sherlock Holmes, John Watson, Clark Kent, Bruce Wayne, Erik Lehnsherr, Charles Xavier
Relationships: Steve Rogers/Tony Stark, Lán Zhàn | Lán Wàngjī/Wèi Yīng | Wèi Wúxiàn, Victor von Doom/Tony Stark, James T. Kirk/Leonard "Bones" McCoy/Spock, Draco Malfoy/Harry Potter, Peter Quill/Bucky Barnes, Castiel/Dean Winchester, Jason Todd/Dick Grayson, Thor/Loki, Sherlock Holmes/John Watson, Clark Kent/Bruce Wayne, Erik Lehnsherr/Charles Xavier
Additional Tags: Stony - Freeform, WangXian, Irondoom, spirk, Drarry, Winterlord, Destiel - Freeform, jaydick, Thorki - Freeform, Johnlock - Freeform, SuperBat, Cherik - Freeform, Angst, Hurt, Death, Hallucinations, Drugs, Gaslighting, Angstruary 2022, Hanahaki Disease
source https://archiveofourown.org/works/38048797
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ANGSTRUARY 2022
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Colección de drabbles para el Angstruary 2022 de la página Es de Fanfics en Facebook. Varias parejas, temas sensibles.
Words: 16557, Chapters: 15/15, Language: Español
Fandoms: The Avengers (Marvel) - All Media Types, Marvel Cinematic Universe, DCU (Comics), DC - Fandom, Sherlock (TV), Mo Dao Zu Shi, X-Men - All Media Types, Justice League, Supernatural, Harry Potter - Fandom, Star Trek
Rating: Mature
Warnings: Graphic Depictions Of Violence, Major Character Death, Rape/Non-Con
Categories: F/M, M/M, Other
Characters: Steve Rogers, Tony Stark, Lan Zhan, Wei Wuxian, Victor von Doom, James T. Kirk, Spock, Leonard McCoy, Draco Malfoy, Harry Potter, Peter Quill, Bucky Barnes, Castiel, Dean Winchester, Jason Todd, Dick Grayson, Thor, Loki, Sherlock Holmes, John Watson, Clark Kent, Bruce Wayne, Erik Lehnsherr, Charles Xavier
Relationships: Steve Rogers/Tony Stark, Lán Zhàn | Lán Wàngjī/Wèi Yīng | Wèi Wúxiàn, Victor von Doom/Tony Stark, James T. Kirk/Leonard "Bones" McCoy/Spock, Draco Malfoy/Harry Potter, Peter Quill/Bucky Barnes, Castiel/Dean Winchester, Jason Todd/Dick Grayson, Thor/Loki, Sherlock Holmes/John Watson, Clark Kent/Bruce Wayne, Erik Lehnsherr/Charles Xavier
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Capitulo 1
Sherlock puso los ojos en blanco resistiendo la tentación de decirle a la princesa que cerrara su estúpida boca.
Desde hace varios minutos la prometida de su hermano había empezado a hablar sobre una absurda leyenda, la cual decia que un hilo rojo te conecta desde tu nacimiento con la persona que esta destinada a ser tu pareja. Casi agradecía que su hermano se tuviera que casar con ella, no podía imaginarse al reino vecino en manos de... De... ¿Giovanna? ¿Gabriela?
—¿De verdad crees todas esas estupideces? Tal vez estar tanto tiempo cerca de tu sirviente Anderson te quemó algunas neuronas
—¡Sherlock! ¡Comportate!—Mycroft regañó a su hermano menor, el cual ni siquiera lo miró al escucharlo, ignorándolo completamente.
—¡No son estupideces! La bruja de mi reino me dijo hace unos años que mi hilo lo tenía un Holmes y pronto nos vamos a casar—Exclamó con una gran sonrisa sin molestarse por el comentario de su cuñado, le sorprendía que la haya dejado contarles sobre la leyenda sin hacer ningún comentario—Le ha mostrado su hilo a muchas personas que ni siquiera se conocían y ahora esas personas están casadas. La bruja de mi reino es realmente talentosa
—¿Talentosa? Oh por el amor de Dios—Suspiró con cansancio antes de comenzar a hablar, realmente la estupidez de las personas lo fastidiaban—Yo también puedo hacer eso. Es simple deducción, Greta- —Grace—Corrigieron al mismo tiempo Mycroft y su prometida. —Grace—Dijo antes de continuar, acomodando sus manos debajo de su barbilla —Desde que conociste a Mycroft hace unos años siempre que vienes a nuestro reino, o tuviste que por algún motivo cruzarte con nosotros, siempre apretaste mas tu corset y te esforzabas por verte bien. Las princesas son educadas para estar en todo momento presentables, pero este no es el caso. Cada vez que te acercabas a mi hermano sonreias mas seguido que con otras personas, acomodabas cada 8 minutos tu cabello y sin darte cuenta al tomar el té comenzabas a moverte como él, como si de un espejo se tratase, si él cruzaba las piernas tu lo hacías, si Mycroft apoyaba su mentón en su mano entonces tu también. Dejando de lado que siempre que venías al castillo traías algo para merdendar con él, tus ojos se dilataban y buscabas cualquier excusa para hablarle. Para cualquiera era obvio que te gustaba y te sigue gustando, por alguna razón inexplicable, mi hermano. Así que la bruja te dijo algo que todos ya sabiamos—Dijo notando que la leve sonrisa de esta no desaparecía de su rostro. Lestrade le caía bien, no es algo que diría en voz alta pero lo hacia. Desde sus 8 años se conocían y desde entonces ella solia ir seguido a su reino, por lo cual cuando su hermano mayor no estaba se quedaban hablando mientras caminaban por el palacio de los Holmes.
—No me agrada decir esto, pero mi querido hermano tiene razón, Grace—Dijo Mycroft con tono despectivo al mirar a Sherlock—La bruja que conoces solo saca probabilidades de quien podría ser la mejor pareja para sus clientes y se los dice como si fuera verdad. Ellos le creen y eventualmente terminaran tratando de ser pareja de esa persona que es su "destinada"—Dijo haciendo un ademán con la mano ante la ultima palabra.
—Yo tampoco le creía una palabra al principio... Pero ella puede ver tu hilo y seguirlo hasta mostrarte quien es esa persona, incluso aunque nunca te haya visto. Realmente creo que tiene razón —Dijo Grace dejando su taza de té ya vacía en la mesa frente a ella.
—Si tan cierto es entonces que lo pruebe —Dijo Sherlock dejando su taza también vacía sobre la mesa—Tenemos dos semana libre antes de su boda y me estoy aburriendo bastante —Si tu hermano esta de acuerdo vamos a buscarla y que nos muestre tu hilo—Respondió Lestrade mirando de reojo a su prometido sentado junto a ella.
Mycroft suspiró antes de terminar su té de un trago. No había sido su plan pasar el resto del dia cumpliendo el capricho de su futura esposa al demostrar que la tan famosa bruja decia la verdad, pero realmente tampoco tenia mucho que hacer ese día.
—¿A donde debemos ir a hablar con esa bruja?
Grace y Sherlock se miraron con una leve sonrisa antes de levantarse de sus asientos.
...
Luego de ir a buscar a la bruja esta los hizo ir en un carruaje hasta la zona comercial del reino. Sherlock no habia podido evitar sentirse intrigado al conocerla. Se había imaginado a una anciana mentirosa con verrugas en la cara y voz raspada, pero la bruja no encajaba con sus pensamientos.
Definitivamente no había esperado encontrarse con una joven mujer con movimientos elegantes, mirada astuta y gestos que rayaban en la sensualidad. Aunque eso no era lo que realmente le llamaba la atención de la bruja llamada Irene Adler.
Al principio no pudo encontrar ninguna deducción al verla, era la primera vez que eso le sucedía. Solo luego de varios minutos logró hacerlo. Enamorada, inteligente, lesbiana, dominante, guardaba secretos, realmente parecía decirles la verdad al hablar del supuesto hilo rojo(o al menos ella lo creía real), era buena deduciendo(no tanto como su hermano o él pero era alguien digna de admirar).
Esta comenzó a contarles sobre las posibilidades de que aun no sea el tiempo de conocer a su hilo rojo, que tal vez esa persona solo estaria con él cuando sean ancianos, que tal vez ni siquiera podrían ser pareja en toda su vida, puede que hasta conozca de joven a esa persona y siempre allá ignorado su presencia.
—Ahí está
Las personas de la realeza se acercaron con curiosidad a ver hacia donde Irene apuntaba. Pero ahí solo habia una mujer casada consolando a una niña de 4 años que acababa de ser tirada de su caballo por culpa de su hermana mayor, en su cabeza se podia apreciar del lado izquierdo de su frente un corte que evidentemente dejaría una cicatriz.
—¿Acaso esto es una broma de mal gusto, señorita Adler?—Preguntó Mycroft con molestia en su voz. Esa mujer estaba felizmente casada, no podía ser la supuesta alma gemela de su hermano.
Sin embargo, la bruja solo sonrió de lado mirando como el príncipe menor miraba con curiosidad a la pequeña lastimada.
—Les dije que tal vez nunca serian pareja o aun no era el momento para que se conocieran—Dijo con seguridad antes de que el mayor simplemente la ignorara y se dirigiera a carruaje murmurando que todo el asunto había sido una pérdida de tiempo.
—Estaba equivocada, señorita Adler—Dijo el joven príncipe de 12 años mirando como su cuñada y su hermano esperaban por el en el carruaje—Nosotros no somos estúpidos como todos los clientes desesperados por amor que usted tiene
—Le comprobare que todo lo que digo es cierto—Dijo con seguridad la bruja sacando un collar con el dije de una mariposa azul—Cuando el dia llegue, la persona que tiene tu hilo tendra este collar puesto y así sabrás que yo tuve razón
—Podria venir cualquier persona con ese collar el dia de mañana a tocar las puertas del palacio diciendo ser mi supuesta alma gemela—Respondió con aire aburrido, realmente todo el asunto habia sido una perdida de tiempo.
—Claro que no su majestad, porque yo mantengo mi palabra y esa persona nunca sabrá que este collar significa que yo tuve la razón —Dijo con una sonrisa de lado mientras miraba al príncipe suspirar para comenzar a caminar hacia el carruaje.
—Le aseguro que eso no pasara. Adios—Dijo Sherlock antes de subirse al carruaje que lo llevaria al palacio nuevamente.
—Que tenga buen viaje, su majestad—Dijo con una sonrisa la bruja antes de ver como el carruaje comenzaba a alejarse.
...
Varios años habían pasado desde ese momento. Ahora el príncipe Sherlock tenia 25 años y habia llegado a la edad limite para estar soltero, necesitaba una esposa para ser rey. Así que con fastidio ahora deducía a cada una de las posibles prometidas para él, descartándolas una a una hasta que llegó la ultima.
La linda rubia de flequillo recto se sentó frente a él con una amable sonrisa, aunque era evidente que estaba nerviosa.
—Es un honor poder conocerlo, su majestad. Yo soy-
—Eres joven, probablemente entre 17 o 18 años. Tu postura y movimientos son parecidos a los de un soldado, pero no admiten mujeres entre los militares así que probablemente te criaste con uno de alto rango, tu padre obviamente, él cual debe de ser un sargento bastante estricto con respecto a los modales a los tuyos y a los de tu hermana, obviamente. Tu familia esta en bancarrota por sus descuidos. Tu vestido bien cuidado no es nuevo y al no tener tanto dinero lo has cosido dos veces. Tus zapatos son caros pero dos tallas mas grandes de la tuya, por lo cual caminas mas lento para que nadie note que están rellenos para que te entren, las marcas a los lados de estos son debido a que su anterior dueña solía tambalearse al llevarlos puestos, descuidandolos constantemente, probablemente por problemas de alcoholismo. Acaba de dejar a su esposo, si tuviera dinero para zapatos lo gastaria en alcohol y por el descuido de estos no es una mujer que sea realmente cuidadosa con sus zapatos, fue un regalo, pero no de tu familia, mas bien de una pareja. Las personas son sentimentales, si su esposo la hubiera dejado ella los hubiera conservado, pero te los regaló incluso si no son de tu talle, quería deshacerce de ellos. Dejando ese tema de lado, eres enfermera, te has olvidado de sacarte la pulsera azul que suelen llevar justamente las enfermeras de los hospitales del centro de la ciudad. Pero solo hay dos hospitales que utilizan pulseras azules en sus uniformes, así que... ¿St Barts o Richmond?
Sherlock había comenzado a hablar rápidamente diciéndole cada una de sus deducciones a la joven enfermera frente a él, sin darle tiempo a hablar. Cada una de las mujeres que le habían presentado habían reaccionado negativamente a sus deducciones, por lo cual se sorprendió cuando vio que la joven frente a él lo miraba con asombro y admiración.
—Eso fue... ¡Increíble!
El príncipe borró su arrogante sonrisa para mirarla con confusión.
—¿De verdad lo crees?
—¡Por supuesto! Habia escuchado que el príncipe era un genio, pero eso fue... Wow, eso fue fantástico
—Eso no es lo que las personas suelen decirme...
—¿Y que es lo que dicen?
—Quieren responderme peor pero como soy de la realeza solo dicen "Metase en sus propios asuntos, su majestad"
La rubia rió al escucharlo. El príncipe no pudo evitar sonreír mientras servía té en dos tazas y le pasaba una a su acompañante.
—Aun no respondes... ¿St Barts o Richmond?
—Gracias—Dijo al tomar la taza en sus manos mientras sonreia ampliamente —St Barts. Por cierto, te equivocaste en solo una cosa, mi hermana dejó a su novia, no a su esposo
—Oh... Detalles—Dijo el príncipe sin darle importancia al asunto.
—Joan Watson. Ese es mi nombre, te lo iba a decir antes de que me interrumpieras
—Es un gusto, señorita Watson.
...
Habían tenido que esperar seis meses a que la joven cumpliera 18 para poder contraer matrimonio.
Ni siquiera Sherlock podía entender como es que ambos habían podido comenzar a sentir amor por el contrario. Era como si la joven Watson y él hubieran sido hechos para el otro, podían pasar todos los días juntos con una comodidad digna de personas que se conocen hace décadas.
El día de su boda vio entrar a la joven enfermera con el velo tapando su rostro, sorprendiéndose al notar que traía ese collar con una mariposa azul que hace mas de 10 años que no veia. Sin embargo, su sorpresa no hizo mas que aumentar cuando esta levanto el velo dejando ver que con su peinado había recogido también su flequillo dejando ver una cicatriz del lado izquierdo de su frente.
Puede que la bruja no estuviera tan equivocada, después de todo.
________________________ Muchas gracias por leer~
Si algo no te gusto dimelo en los comentarios.
-Emily Kirkland
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Clichés Literarios 2022
Read it on AO3
by clumsykitty
Colección de diversas historias con diferentes parejas de diferentes fandoms bajo la idea de los más conocidos clichés que pueden leerse en los fanfics. Siete historias + bonus con sobredosis de azúcar y tontos haciendo tonterías.
Words: 3206, Chapters: 1/8, Language: Español
Fandoms: Marvel Cinematic Universe, The Avengers (Marvel) - All Media Types, The Avengers (Marvel Movies), Marvel 616, Star Trek: Alternate Original Series (Movies), Harry Potter - J. K. Rowling, DCU, Sherlock (TV)
Rating: Teen And Up Audiences
Warnings: Creator Chose Not To Use Archive Warnings, No Archive Warnings Apply
Categories: M/M
Characters: Sherlock Holmes, John Watson, James T. Kirk, Leonard "Bones" McCoy, Thor, Peter Quill, Steve Rogers, Tony Stark, Harry Potter, Draco Malfoy, Diana (Wonder Woman), Steve Trevor, Stephen Strange, Clint Barton
Relationships: Johnlock, McKirk, Thorquill - Relationship, Stony, Drarry - Relationship, Wondertrev - Relationship, IronStrange - Relationship, IronHawk
Additional Tags: Cliche, Romance, Fluff and Humor, Drama, Domestic Fluff, Magic, ClichésLiterarios, Idiots in Love, Love, Love Confessions
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[Fanfinc! Johnlock + Mystrade]
Un regalo para Martini como conmemoración de mis 500 subs en Wattpad.
Cariño, espero que casi 10k de palabras ayuden a que me perdones por haber tardado tanto en escribir esto 🤧. Tu sabes lo que pediste, así que no debo explicar más.
Esto es, de todas formas, puro fluff amistoso y amor filial 🥰
* * *
Desde que el doctor John Watson le fue presentado a Lestrade, no hubo argumento que le hiciera cambiar de parecer acerca de lo mucho que el hombre llamaba su atención. No de una manera escandalosa, ni mucho menos; Lestrade tenía desde hacía una década a quien resguardara sus latidos y aún se dispondría a cedérselos el resto de su vida. Sin embargo, un detalle guardaba aquel atractivo hombre. Quizá en la tenacidad de su sonrisa, la pasividad salvaje de su mirada o la rectitud de su actuar, algo todavía por descubrir en él atrapó la curiosidad de Lestrade tras los primeros minutos de conocerlo.
Dos puntos de suma importancia colocaron al hombre ante los ojos inquisitivos del astuto inspector. En primer lugar, el nombrado doctor tuvo la osadía de aceptar, aún con todos los rumores que pudieran precederlo, el compartir vivienda junto a Sherlock Holmes. En segundo lugar: decidió quedarse. Poco menos se necesitaba para convencer a Lestrade, y no obstante, una larga lista, mientras el tiempo avanzaba, seguía escribiéndose. Alargándose de maneras que Lestrade ya era incapaz de imaginar, no encontrando en el señor Holmes verdaderas razones que justificaran ese nivel de lealtad.
El detective amateur seguía tratándolo y a sus compañeros cual infantes maleducados con nulo respeto al fango, los cigarrillos a medio fumar o los pedacitos de papel medio tostados. Los declaraba ineficaces con esos despectivos ojos grises y tachaba de erróneos muchos de sus métodos de investigación. Odiaba que le pidieran repetir sus palabras susurradas y se adueñaba de las pruebas. ¡¿Cómo un hombre de tan magna terquedad e inmadurez guardaba siquiera el más ínfimo, pequeño y desesperadamente irracional vínculo con…?!
—Hay algo en tu ceño fruncido, alma mía, diciéndome que no piensas en el Holmes correcto. —Lestrade se inclinó veloz hacía la gran mano acercándose a su rostro. Se dejó acunar en la cálida palma, permitiendo que la tranquilidad volviera a esa dulce tarde de verano; al viento suave agitando las cortinas y al libro entre sus dedos. A la afable compañía del hombre en cuyo brazo descansaba su cabeza. Greg deseó, no por primera ni por última vez, lograr mantener un secreto a salvo de su amante.
—¿Te gustaría solucionarlo?
Aquellas palabras bastaron para crear fuego en medio la fría niebla de los dominantes ojos grises. Palabras que, por cuanto deseara, no salvarían a Lestrade de aceptar lo mucho que el doctor Watson lo atraía. No, de nuevo, de una manera intima —aunque más tardaría en explicarlo que su Holmes en asegurarse de darle un recordatorio de a quién pertenecía. Esa y un par de razones extra, justificaban el silencio que Lestrade imponía acerca del asunto. Hasta que descubriera el verdadero motivo, si acaso resultara posible, lo hablaría con él.
En tanto, la investigación de Lestrade continuaría, silenciosa a la vez que rampante, pese a las pocas palaras que cruzaba con el doctor, a quien, teniendo la fortuna de su lado, vería dentro de muy poco.
Sobraban motivos para hacer llamar al detective consultor, sin embargo, no es que, con el doble de esfuerzo, Lestrade no lograra resolver el asunto por su propia cuenta, e incluso su amado se mostró sorprendido y sospechoso al oírlo hablar de pedir la ayuda del joven Holmes. Por su parte, hallándose Lestrade ciertamente desesperado por algún acercamiento con el doctor Watson, ni siquiera se tomó la molestia de buscar una excusa, se limitó a reducir sus verdaderas capacidades y hacerse, por el momento, un tanto más ciego de lo que ya lo creía el señor Holmes menor y llevarse a su vez una mayor sospecha de su amado.
Si funcionó y el señor Holmes lo creía a ese bajo nivel, no importaría mientras Lestrade se ocupaba del problema secundario. Se encargaría de su reputación después. Aclarar el tema sería la mitad de fácil con su amante.
—¿Nos acompaña de nuevo, doctor Watson? —preguntó Lestrade, acaso demasiado severo, al encontrarse rezagado de la escena del crimen por el señor Holmes, que tuvo de nuevo la osadía de robar el protagonismo y dejarlo atrás a él y a su compañero de habitaciones.
—¿Apenas lo nota, Lestrade? —se interpuso la voz susurrante del señor Holmes, inclinado al ras del suelo, olisqueando el aire alrededor de un árbol medio caído. Una tos apaciguadora, proveniente del doctor Watson, detuvo cualquier respuesta irritable de Greg.
—Así es, inspector, espero no causar ningún inconveniente.
—Descuide, doctor, es imposible causar mayores problemas en comparación a… —señalando con sus ojos al señor Holmes, dijo Lestrade con voz ligera, a modo de broma, que consiguió la menor de las sonrisas en el buen doctor.
El silencio que creció entre ambos fue entonces liviano y cómodo, lo que otorgó a Lestrade la oportunidad de estudiar al hombre rubio. Todavía delgado como un palo y la piel no naturalmente morena, daba algunas señales de mejora en su decaído estado de salud. Cambio que, de manera inquietante, Lestrade notó también se reflejaba en el señor Holmes, así como la extraña cantidad de sonrisillas que ambos se dedicaban al creerse no observados y el tiempo que tardaban sus ojos en alejarse una vez se encontraban. Puesto que Lestrade nunca sería ni por asomo la mitad de torpe de lo que el señor Holmes lo creía, sonrió el inspector ante la inusitada facilidad con la que obtuvo los primeros resultados de su investigación.
Y con qué nacimiento de una hermosa amistad se encontró.
No obstante, la duración del caso relativamente sencillo dio a Lestrade poca oportunidad de continuar sus averiguaciones, y para cuando terminó, aunque varias preguntas se respondieron, algunas otras quedaron inconclusas.
—Planeas algo, amado mío, pero aún me es difícil descubrir lo que es —murmuró el Holmes mayor al oído del inspector, algunas noches después, una vez se acostaron en el lecho uno al lado del otro. Lestrade, sonriente, se acorrucó en el pecho de su gran hombre, permitiendo que una mano ancha le acariciara desde la espalda hasta los glúteos. El sueño lo abrazaba de igual forma.
—Es irrelevante por ahora, lo prometo.
Pese a creerlo de verdad, desafortunadamente, no se mantuvo irrelevante durante mucho tiempo. Al cabo de unos meses, Lestrade halló en su investigación razones para dormir apenas lo suficiente. Y qué poco tardó su Holmes en advertir su insomnio, sin embargo, de igual manera se mantuvo rezagado, dejando en claro, como siempre, que estaría ahí por si se le necesitara. Greg se preguntó, no por última vez, en qué momento de su vida había hecho un acto tan bueno que le hiciera ganar el amor a un hombre así.
A sabiendas de que la respuesta no existía y amando a Mycroft de un modo imposible, Greg se dedicó a su nuevo caso. Él no solía llevarse el trabajo a casa, mucho menos algo que todavía comenzaba a tomar forma, aun así, dada la velocidad con la que se desarrollaba el asunto, sumado al hecho de que no podía hacerlo formal sin involucrar a nadie, el propio tema tampoco le dejaba con posibilidades de actuar. Es decir, pedirle al hombre, que tan rápidamente creó lazos con el joven hermano Holmes, denunciara a su mejor amigo, no sería ni probable ni libre de escándalo.
Lejos de siquiera insinuarlo, el propio Lestrade tardó, luego de los primeros avistamientos, alrededor de cuatro meses en aceptar para sí mismo que no alucinaba ni estaba haciendo deducciones apresuradas. Por supuesto, los accidentes son imposibles de esquivar. Siendo doctor y además exsoldado, sería difícil apuntar a un culpable por lo sucedido, en cualquier caso, el hombre no parecía cambiar un ápice su aprecio por el Holmes menor o actuar diferente en su presencia. Al final, no importaban las excusas, Lestrade terminó con cada una de ellas sin opción que redimiera al joven Holmes.
Si acaso ‘redimir’ no fuera un exceso, pues no importaba en demasía el lapso transcurrido, Lestrade todavía guardaba esperanzas para con el hermano de su amante. Sabía a Mycroft no un santo ni un monje, consciente de lo que hizo y haría por él y por su patria, sería poco inteligente pensar en el joven Holmes como un ser inocente y puro… No obstante…
—¿Otro caso difícil? Creí que irían a vacacionar —Greg no tuvo que aclararlo, Watson simplemente carraspeó y, mirando al lado contrario, intentó subir inútilmente el cuello de su camisa, sonrojado.
—Ya ve cómo es, los problemas persiguen a Holmes a donde sea que vaya… —Lestrade no dijo más, incapaz de seguir avergonzando al hombre y obligarlo a continuar inventando excusas. Watson se removió en su asiento, llenando la pequeña sala de incomodidad. El movimiento, no obstante, reveló más de lo que quiso ocultar.
—Espero que haya descansado al menos un poco, doctor. —Con una diminuta sonrisa que liberó el aire alrededor, el doctor Watson se limitó a decir:
—Por supuesto, eso es posible junto a Holmes. —Ambos rieron, aunque Greg tuvo que esforzarse para hacerlo creíble.
¿Cómo un hombre de semejante intelecto haría algo tan espantoso e irredimible? ¿Y cómo el doctor Watson, el hombre valeroso, leal y respetable, lo seguía permitiendo? Las marcas en las muñecas del doctor eran frescas, su vivo color lo anunciaba claramente. Mas la tela firme de su cuello todavía resguardaba cicatrices de las líneas firmes, cortas, continuas y con apenas espacio entre ellas, de lo que claramente se trataba de un pequeño y afilado cuchillo. Tal vez alguna de las propias herramientas del doctor. Lo descubriría en cuanto reuniera evidencia palpable.
Qué haría Lestrade si resultaba estar en lo correcto, se lo preguntaría después, en esos momentos aún luchaba contra la idea del pequeño hermano de su amante ocasionando tal daño en su amigo, y de alguna forma manipularlo para que se quedara a su lado y no proporcionara, incluso en su ausencia, ninguna señal de auxilio. Lo que opinaría Mycroft tampoco lo averiguaría pronto si difícil de aceptar era para Greg, su amado hombre encontraría cien motivos para defender a su querido hermano. Y por supuesto que lo haría, considerando el cariño que sentía por su hermano.
Abandonar a su destino al pobre hombre, naturalmente, tampoco entraría en sus planes. Que el joven y descarriado Holmes abusara de esa manera a un exsoldado que claramente no salió en las mejores condiciones de la guerra, azuzaba los nervios de Lestrade e imponía un límite para actuar y liberar al amable doctor. Porque no iba a detenerse, la experiencia le indicaba que así siempre sucedía, Greg estaba muy consciente; el maltrato se elevaría hasta el punto en que no quedaría ninguna vida para defender, ¿y entonces, cuántas leyes estarían a favor? Ninguna ayudó a su madre cuando lo necesitaba y ninguna lo hizo cuando se Greg atrevió a hablar. Ahora, no le importaba qué tan valiente o fuerte pudiera ser el hombre de dulces ojos verdes, Greg lo protegería incluso del hermano menor de su amante.
Una tarea de ese tamaño, por supuesto, no se resolvería solo con buenos deseos, siendo también un asunto que por falta de pruebas le iba a ser imposible hacer oficial y ya que aún no pondría al tanto a su amante, le dejaba además sin nadie para ayudarlo. Solo, manteniendo la estabilidad de su trabajo y sin descuidar su asociación romántica, le dejaba escaso tiempo cada día para avanzar en el caso. Como resultado, de forma inevitable y dada la importancia del asunto, Lestrade supo que debía decidir a cuál responsabilidad limitar su atención para que el conjunto no terminara colapsando.
—Harás tiempo extra de nuevo —susurró Mycroft al oído de Greg, mientras lo sostenía de la cintura contra la pared, a un par de pasos de la puerta que daba a la calle—. Dame algo para recordarte y no morir de soledad. —Greg, estremeciéndose, se aferró a su amado con brazos y piernas. Lo besó hasta perder el aliento.
—Lo que desees, soy tuyo de cualquier manera…
Mycroft lo tomó entonces de una manera que nadie más podía hacerlo.
Valió la pena llegar tarde al trabajo, las marcas en su piel y la deliciosa sensación que hacía temblar sus piernas y le impedía sentarse correctamente, se abrió paso en su memoria incluso luego de que hallara la estabilidad. La calidez del cuerpo pesado y grande de su hombre lo acompañó el resto del día, y lo abrigó después de ello, cuando se enfrentó a la noche oscura, fría.
No significó ningún problema el abrirse paso al edificio desocupado en Baker Street, justo frente al 221A y 221B. Limpió la esquina de una de las ventanas y se aseguró de una caja de madera para sentarse, dispuesto a no moverse durante un lapso considerable, reconociendo a las horas nocturnas como aquellas en donde los maltratadores sentían mayor confianza para subyugar a sus víctimas. Portaba su arma, si bien no guardaba ninguna expectativa, pues normalmente su suerte no iba en esa dirección. Estaría listo de cualquier manera.
El movimiento inició casi a la media noche. Las luces se encendieron y una sombra delgada y alta apareció en la cortina: el hermano menor Holmes, por supuesto. Greg lo observó dar tres vueltas y luego quedarse a la mitad de la ventana, pensó que abriría la cortina, lo que lo empujó a esconderse contra la pared, pero no lo hizo, al contrario, la sombra fue disminuyendo su tamaño. No apareció de nuevo. Greg se marchó algunos minutos antes de las tres de la mañana.
—Tu hermano debe tener algunos problemas de sueño —dijo Greg casualmente, tras dos semanas de comenzada su vigilancia en Baker Street. Mycroft no detuvo su siguiente bocado ni mostró alguna extrañeza por el comentario de su inspector.
—En realidad, duerme mucho mejor desde hace algunos meses, diría que casi un año. Siempre tuvo problemas para dormir, tal vez ese doctor Watson le este ayudando a resolverlo. En cualquier caso, Sherlock tiende a no dormir en tanto atienda sus acertijos complejos…, ¿tiene uno de esos ahora?
—Habría pensado que no, le envié al hombre de la rata gigante. —La risa de su amado estalló en una carcajada, que rápidamente lo contagió. Greg se convenció de zanjar ahí el asunto si no quería plantar alguna sospecha haciendo demasiadas preguntas sobre el joven Holmes.
A pesar de sus esfuerzos, luego de dos meses sin conseguir una pista significativa, con la energía al límite, la falta de sueño y el anhelo por regresar a sus noches rodeado por brazos fuertes y el perfume masculino de su Holmes, Greg comenzaba a frustrarse. No, en realidad, se sentía ya sobrepasado por la frustración. Y no veía más que sombras, y las marcas en el doctor continuaban apareciendo, y la amistad de él y el Holmes menor permanecía y cada día se notaba acrecentándose.
Y, quizá, la relación de Greg y Mycroft era la que se veía afectada. El inspector no pondría en duda la estabilidad de su relación, tantos años habían pasado y de situaciones peores sobrevivieron, unidos por encima de todo y de todos. Así, por cuanto esta repentina lejanía no iba a separarlos, Greg distinguía las cicatrices amenazando con abrirse en cualquier momento. De no hacer algo que ofreciera una solución rápida, los estragos reclamarían un pago difícil de entregar estando aún comprometido con el rescate del doctor Watson.
Greg decidió entonces pedir ayuda extraoficial para su caso y, a su amante, una cita en un lugar especial para ambos. En Scotland Yard guardaba la confianza de algunos detectives inspectores, sin embargo, solo uno podía ofrecerle la seguridad de que ninguna palabra sería extraída de su boca antes de encontrar la muerte. Tan intenso espécimen, como tendía a nombrarlo Mycroft, contrario a lo que aparentaría dadas las incontables escenas en donde pudiera señalarse lo mucho que él y Greg peleaban, en realidad, guardaban una relación amistosa. Lejos de los casos y el celo profesional, el hombre era sorprendentemente cálido.
Tosco en su actuar y de lenguaje soez, aún quedaba espacio en Tobias Gregson para una sonrisa fácil y una lealtad feroz, cualidades que Greg tardó mucho en descubrir y muy poco en atesorar. Greg, tampoco siendo el mejor ejemplo de buen samaritano, y menos aún con un hombre tan competitivo como Tobias, le costó un periodo considerable demostrar sus cualidades y alcanzar el punto de amistad en que ahora se encontraba con él. En suma y sea como fuere, esa noche, durante su turno nocturno, Greg le relató sus inquietudes.
—¡Ese maldito entrometido Holmes, sabía que terminaría haciendo algo tan infame! —Greg no dudó un segundo en que Tobias reaccionaría de forma distinta, igualmente deseó que lo hiciera—. ¿Cómo puede aprovecharse así de un hombre enfermo? ¿No acaso existimos los fuertes para proteger a los débiles? Cuente conmigo para atrapar a ese hombre nefasto. Cuál es su plan, Lestrade.
Ninguno guardaba ya la necedad de creer que podían superar al señor Holmes, por lo que descartaron seguirlo lejos de la vigilancia en el edificio frente al 221 A y B. Vigilar al doctor Watson lejos de su tiempo con Holmes tampoco tendría sentido, y si el señor Holmes le imponía alguna escolta que amenazara sus pasos y procurara su silencio, podrían ambos inspectores ser descubiertos si cometían un error. No obstante, ahora que la fuerza se multiplicaba, confiándose de sus talentos, se propusieron una vigilancia exclusiva, ya de día o de noche —dependiendo de sus horarios en la Yard— para cuando los hombres estuvieran juntos.
Cuidándose las espaldas, habría pocas posibilidades de ser atrapados y, en cambio, aumentaría la probabilidad de ver al señor Holmes cometiendo un acto atroz en contra de su compañero de habitaciones. Greg, acoplado al modo en que Tobias trabajaba, nada le costó el entender sus señas o los gestos ridículos de su cara, por lo que una vez comenzaron su misión, entraron de lleno a solucionar el asunto.
Tardaron tres semanas en aceptar que no avanzaban en ninguna dirección. La cita de Greg con Mycroft se había marcado al día siguiente y, dado su ánimo agonizante, solo la muerte evitaría esa reunión. Gregson no se veía mejor. Irritado la mitad del tiempo, somnoliento y cansado la otra mitad, estallaría en cualquier momento.
—Descansemos esta noche, Gregson.
—¿Qué? No me dirá que se rinde.
—Por supuesto que no.
—Él tiene un pómulo hinchado, Lestrade.
—Lo sé.
—Dijo que le cayó una enciclopedia.
—También estaba ahí para escucharlo.
—Esta herido de una pierna y no puede ni sentarse, ¿aun así usted quiere…?
—¡Sí, Gregson! Lo sé, lo entiendo, pero hemos llegado a nada en casi un mes. Le pedí su ayuda en este caso porque logré exactamente lo mismo trabajando yo solo. Le agradezco, no piense lo contrario —añadió Greg, antes de que el inspector rubio abriera la boca—. Sin embargo, es obvio que necesitamos un enfoque distinto. Lo que no resolveremos si continuamos desgastando nuestra energía repitiendo un proceso inservible. —Su explicación apenas logró ser reconocida por Gregson, que la aceptó al cabo de unos minutos.
—Tómese un par de noches, Lestrade —suspiró Gregson, levantándose de su silla, caminó despacio hacia la puerta de la sala de detectives. Del perchero escogió su abrigo y sombrero—. Descansaré hoy y volveré a Baker Street mañana, usted ha mantenido este caso abierto sin detenerse nunca, seguramente su esposa lo extraña. —Sin pensarlo, Greg acarició el hermoso y brillante anillo de oro rosa en su dedo anular izquierdo. Una risa burlona lo despertó del recuerdo de Mycroft—. Me voy, Lestrade, su rostro es vergonzoso y no me apetece mirarlo. —Greg se pellizcó el muslo y salió justo detrás de él.
El coche de Mycroft lo esperaba afuera, no así el hombre a quien pertenecía.
—Buenas noches, inspector.
—Buenas noches, Cecil, ¿Mycroft esta en casa?
—El señor Holmes llegó hace una hora, me envió para acelerar el tiempo de su encuentro o, dado el caso, llevar un recado que lo aplace. —Lestrade asintió, sonriente, y rápidamente abrió la puerta de la berlina.
Aunque se trataba de un viaje corto, Greg estuvo ansioso cada minuto del trayecto; colmado de emoción reprimida por la falta de contacto o la menor charla insulsa que lo devolviera a la época en donde lejos de su trabajo, cada uno de sus segundos le pertenecía a su amante. Ningún inconveniente hubo en el camino, ni al ser recibido por su amado ni al salir nuevamente de casa.
Hill Street les dio la bienvenida con las farolas encendidas y una ligera llovizna, lo que terminó por ahuyentar a los ojos indiscretos. El caballeroso amante de Greg le ayudó a descender del coche, estando bajo el resguardo de una sombrilla que Cecil sostenía para ellos. Mycroft, desvergonzado, besó al inspector en los labios antes reacomodarle su clavel verde y avanzar hacia la puerta del lugar, cuya fachada deslucida contrastaba por completo con sus elegantes ropas. Cecil se marchó en el momento en que un par de ojos se revelaron tras una pequeña rendija en la puerta.
—Buenas noches, Gabriel… Belcebú —saludó la voz en el interior. Greg contuvo la risa al advertir el estremecimiento de Mycroft.
—Adrian. —Omitiendo el enfado de Mycroft o las inútiles disculpas aclaratorias, Greg compartió algunas palabras con el guardia y finalmente se les concedió el acceso.
Recogieron sus abrigos tras cruzar la tercera puerta y los condujeron en seguida a su mesa reservada. La conversación fluyó maravillosamente; Mycroft deslizando cada palabra con esos preciosos labios de ocre rosa, seduciendo a Greg, como si hiciera falta alguna prueba, en cuestión de segundos. Greg intentaba estar a la par, aunque su coqueteo, más bien físico, lo conducía a obsequiar miradas profundas, caricias suaves a esas grandes manos y deslizamientos suaves de su pie a los tobillos de su amante.
La música del trio de violines complacía a los danzantes en la pista de baile alejada de las mesas, funcionando a su vez como un adecuado acompañamiento a la comida. El maître que Mycroft adoptó para atenderles en cada visita les servía el plato fuerte cuando, a medio trago de agua, Greg vio algo que lo alarmó al punto de escupir, toser y atragantarse. Reconocido por su silencio y amabilidad distante, el maître retrocedió varios pasos, intentando limpiarse el rostro y la ropa, en tanto Mycroft de la daba a Greg sus ojos grises colmados de sorpresa y una ligera preocupación.
—Lo siento, lo siento, yo… Regresaré… —logró decir el inspector, sin apartar la vista de su objetivo.
Luego se retiró apresuradamente en dirección a los baños, justo la ruta que seguía el hombre que llamó su atención. Se abrió paso tan rápido como los asistentes lo permitían, y nada hubo que le hiciera acercarse tan pronto como su ánimo ansioso lo exigía. No se reconoció a sí mismo al apartar a cada persona tras un segundo de pedirles que se hicieran a un lado. Nada importaba. Nada tenía sentido, y de cualquier manera…
—Eso es… Soy un verdadero idiota… Eso tiene sentido… Debí haberlo… —roía el inspector entre dientes, masticando el sentido de todo cuanto lo hizo espiar a un hombre inocente, sospechar del hermano de Mycroft y pasar incontables días alejado de él.
Le temblaban las manos, sus pies nunca podrían acercarse a la rapidez que les exigía. Su cuerpo, hasta el último centímetro, carcomido por la necesidad y el hambre de la verdad más obscena en el caso más pesimamente comprendido del que alguna vez Greg tuvo la mala fortuna de ser parte. Sudor frío comenzó a abrillantarle la frente y un temblor le asaltaba las manos en el instante en que abrió de par en par la discreta puerta del baño. Dio un paso adentro y señaló a su objetivo con el dedo de aquel que ha resuelto la última pregunta sobre la vida y el universo.
La emoción del descubrimiento lo poseía.
—¡Eso lo explica todo!
El hombre rubio, de bigote perfecto, hombros anchos y amables ojos verde pasto dio media vuelta, enfrentándose al poco elegante grito. Greg observó la miríada emocional que atravesó al hombre rubio, nunca cediendo al peso de su mirada ni sintiéndose culpable por su excéntrica revelación. En cambio, se mostró abierto a la observación del hombre, considerando que ambos se encontraban en similares condiciones respecto al lugar en donde estaban. La emoción del hallazgo todavía inundando a Greg.
—Esta conclusión no absenta ningún detalle, doctor Watson, y lo admito, su simpleza me abruma —continuó Greg, acercándose al hombre que aún leía la situación—. Es solo que no pensé en relacionar sus marcas con esta situación, menos aún al ver que casi nunca sale sin compañía, estando casi siempre junto al señor… —Una repentina mano en el pecho lo detuvo.
El doctor Watson no le dio tiempo de reaccionar, sujetándolo del chaleco, empujó a Greg en el primer compartimento de la fila de inodoros y lo colocó de espaldas a él. La sorpresa impidió a Greg oír la puerta abriéndose, apenas le dio tiempo para usar las manos y no golpearse el rostro contra la pared. Comenzaba a girarse y abrir la boca para exigir una explicación antes de ser frenado por una voz en la entrada.
—¿John? —Greg, paralizado, escuchó los pasos del doctor Watson caminando hacia esa voz—. Vi a un pequeño hombre caminando furioso en esta dirección, solo compruebo que nadie te ha puesto en peligro. —El doctor Watson liberó una risilla.
El corazón de Greg se detuvo. Si el doctor se creyera en peligro por no haber leído bien su situación con Greg y llamara al señor Holmes, nada de lo que Greg hiciera serviría para evitar la sentencia del señor Holmes. Absolutamente todo iría mal, Greg lo había concluido con las marcas y su presencia en esa casa de Molly. Watson no lucía sino las señales de propiedad de un hombre que, como el hermano mayor y amante de Greg, podía con relativa facilidad hacer notar sus celos y protección sellándolos en la piel de aquel a quien poseía.
Probado quedaba, según en el recuerdo de lo que ahora reconocía como mordeduras de amor o de manos firmes sujetando las muñecas o los tobillos, el hecho innegable del peligro en el que Greg estaría de haber caído el doctor Watson en la conclusión equivocada.
—Nadie entró después de mí —aclaró el doctor Watson, tranquilizador. Greg oyó el innegable sonido de un beso apasionado y enseguida una pausa abrupta—. No aquí, ¿de acuerdo? Vuelve, terminaré aquí y continuaremos donde lo dejamos. —Greg se negó a pensar nada acerca del tono susurrante del doctor, sintiéndose en su lugar como si invadiera una conversación privada y agradeciendo que el señor Holmes no hubiera descubierto su identidad.
—Por supuesto, mon vrai cœur. —Algo en Lestrade murió en esas últimas palabras, renaciendo en una carcajada que solo contener el aire pudo evitar. Así, el señor Holmes retrocedió, marchándose luego de un último beso a Watson.
Cerrada la puerta, Greg no lo contuvo más. La risa brotó de su pecho al tiempo en que Watson lo atraía de la forma nada delicada en que lo empujó ahí. El hombre rubio lo vio ahogándose de burbujeante humor y un color ligero comenzó a teñirle las mejillas morenas. Naturalmente, la risa de Greg creció. El alivio lo inundaba y la vergüenza del doctor acrecentaba la optimista euforia. Lejos de Mycroft, pocas situaciones le habría regalado ese nivel de alegría. Unos buenos minutos después, con las manos del buen doctor Watson sosteniéndolo de las solapas con furia reprimida, Greg comenzó a limpiarse las lágrimas sin mostrarse arrepentido frente los ojos acusadores o las mejillas rojas.
—No tiene idea, doctor —dijo con voz agitada y dando palmaditas a las manos del hombre—, de cuánto me alegra verlo aquí —concluyó, lanzándose al doctor para abrazarlo fraternalmente. Regresando a su posición, no le extrañó que esos gestos ahora se mostraran confundidos. Él, claro, debía al hombre algunas palabras que explicaran el ridículo escenario—. Me abochornaría demasiado decirle los verdaderos motivos de mi alegría, doctor, sin embargo, le ruego fiarse de mí. No estoy aquí, como bien habrá notado, para causar problemas y menos aún a usted o al señor Holmes. —El hombre rubio no pareció convencerse, lo que era de esperar, según la situación en que Greg lo dejaba.
—Su clavel no me es suficiente, inspector.
Y como obviamente Greg no daría una prueba definitiva —tal cual lo exigía la situación—, solo besando al primer hombre que se le cruzara, se alzó de hombros he hizo lo debido con el doctor Watson. O lo intentó. Alejándose el doctor al reconocer las intenciones de Greg, por fin lo liberó de las solapas.
—¿Qué otra prueba me exige, pues? Dudo mucho que me permita salir sin nada que lo compruebe.
—Y el daño que podría hacerle a Holmes sería irreparable, soy incapaz de…
—¡Oh, por supuesto! —dijo Greg, con su sonrisa orgullosa e interminable—. No se preocupe, doctor Watson, soy incapaz de enviar a una celda al amado hermano menor de mi amante. —Y de igual manera, como si su simple voz pudiera convocarlo, desde las afueras del baño la voz de Mycroft lo llamaba.
—¡Greg! ¡Greg! —Lestrade no dudó en devolverle el favor a Watson, enviándolo al interior del cubículo que hace poco él abandonó en, valga esa locura, iguales circunstancias. Así, la puerta se abrió y el señor Gran Hombre hizo acto de presencia—. Greg, ¿qué sucedió? ¿Qué te ha poseído? —Greg lo alcanzó antes de que avanzara al cubículo de Watson.
—Una falsa alarma, me temo, creí haber visto a un conocido de hace mucho tiempo, pero ya me disculpé por mi error, así que simplemente aprovecharé que estoy aquí y haré mis asuntos. ¿Me esperarás en nuestra mesa? Le pediré perdón a Françoise y continuaremos nuestra cita —rogó el inspector, sonriente. Creciendo sus ya grandes ojos castaños y batiendo sus largas pestañas algunas veces, una estrategia a la que Mycroft nunca se resistiría. Su amante lo besó en la frente.
—Date prisa, mi pequeña estrella. —Greg sonrió a las dulces palabras, se levantó de puntillas y aguardó a que Mycroft se inclinara para besarlo correctamente. Una vez se separaron y la puerta se cerró detrás de su amante, ya tranquilizado gracias a su presencia, Greg se cruzó de brazos, encarando al hombre rubio que lo miraba con sospechosos ojos verdes.
—No dude por mi comportamiento, doctor, en realidad no me avergüenzan los nombres cariñosos de Mycroft. —Los gestos firmes del doctor Watson se derrumbaron frente a Greg, reemplazados por una mezcla de asombro, sorpresa y cierta desconfianza, que Lestrade supo, no iba a desaparecer aquella noche.
Entonces, el hombre comenzó a rodearlo, buscando la salida.
—Holmes regresará si no vuelvo pronto, usted… —Greg levantó las manos, apaciguadoramente.
—Sé que es difícil de procesar, Doctor.
—Si intenta algo contra Holmes, aunque sea usted el amante de su hermano…
—Ni siquiera planeo decírselo, si acaso no lo sabe ya, es un asunto familiar en el que no voy a inmiscuirme. —Watson le frunció el ceño, ya en la puerta.
—Lo mantendré vigilado. —Sentenció.
Greg bajó las manos en cuanto el doctor se marchó, terminó sus asuntos en el baño y regresó a la mesa, con Mycroft, para continuar el resto de su magnífica velada. Olvidándose de la pantomima risible que sucedió en el baño no prestó la menor atención a cual haya sido la amenaza del hombre rubio, reconociendo que no existía ningún peligro si, como dijo, nada hacía contra el joven Holmes. Y no planeaba hacerlo. La felicidad de saber que aquellas marcas no eran producto del maltrato ejercido, que el ojo hinchado posiblemente sí se debía al golpe de una enciclopedia y que esa cojera pensada en un inicio como la consecuencia de un golpe pudiera ser a causa de otras actividades un tanto más peligrosas; aún mantenían a Greg al borde de su asiento, vibrando de feliz energía contenida.
La noche fue sublime.
Al día siguiente ya tenía un motivo convincente que justificara para Gregson la resolución del caso y, unas horas después, sentado Watson en la silla delante de su escritorio, solo ellos dos estaban al tanto de los motivos que justificaban la amenaza silenciosa en los ojos del hombre rubio. Lestrade le sonreía, como ayer por la noche, quieto y nada pretencioso.
Entendía el miedo del doctor de la misma forma en que entendía cómo el terror de ser descubierto formando una relación amorosa con otro hombre nunca lo abandonaría. Sin embargo, con la sabiduría de quien ha conservado esa misma relación durante casi doce años, Greg podría asegurarle al doctor Watson una red de apoyo, invisible para casi todos, en donde pudiera prometerle cierta seguridad. Cierto sentido de pertenencia en dónde hallar un poco de serenidad o al menos la certeza de que no estaba solo, peleando él y su compañero contra el mundo. Que Greg nada haría para lastimarlos.
—¿Puedo ofrecerle té, doctor Watson?
—Cuál es su precio, inspector. Pida lo que quiera, simplemente no involucre a Holmes en esto. —Greg sonrió.
Eso no iba a ser fácil. Si bien el asunto parecía girar en torno al Holmes menor, el propio doctor valía el esfuerzo de Lestrade, tuviera o no relación alguna con el señor Holmes, sus escasos encuentros servían a Greg de prueba para justificar otorgarle algunos de sus secretos. Y, naturalmente, el que de hecho el doctor sea la causa de tantos cambios positivos en el amado hermanito de Mycroft, impulsaba casi de forma obligatoria el que Lestrade le ofreciera algún alivio.
—¿Sabía que las habitaciones y salas privadas en el bar de Hill Street se inauguraron hace casi once años? Una excelente decisión, ¿no lo cree? En ese entonces Adrian se negaba a convertir su restaurant en un ‘prostíbulo’, sin embargo, puesto que fue mi idea, logré convencerlo de que ese no sería el caso, pues el prostíbulo estaría detrás del bar, en el recientemente desalojado edificio. Mycroft y yo nos casamos unos días antes de la inauguración.
La sorpresa de su declaración, observó Greg, menguó un ápice el irascible humor de doctor Watson. Reconociendo que necesitaría de mayores palabras y quizá un par de pruebas que demostraran su sinceridad, Greg se relajó contra su asiento, suspirando. Deseó tener el tiempo para hacerlo de un modo considerado y nada escandaloso.
—Pasamos nuestra primera noche como un matrimonio no reconocido en la habitación Júpiter, donde accidentalmente dejamos coja la mesita de noche. Adrian nos mataría si de casualidad se enteraba, así que Mycroft no ofreció una compensación; regresé al día siguiente fingiendo haberme olvidado de las ligas de mis calcetas y llevando un botecito de resina en el bolcillo. Desde esa noche, durante una década, la maldita pata de esa mesita ha estado del revés.
Si Watson le creyó y, al irse, corrió directo a la habitación Júpiter o simplemente no quiso permanecer ante su mentirosa cara luego de que un par de policías entraron para buscarlo, Greg no lo averiguó el resto de la semana. Poco le preocupaba lo que el hombre hiciera o se propusiera hacer, no es que tuviera algún poder sobre él, y en especial, Greg hizo el primer movimiento para que estuvieran en iguales condiciones, ¿qué haría? ¿Denunciarlo? Al final, nunca señalaría al doctor Watson de ser un corto de intelecto o de una sensibilidad en extremo frágil.
No se equivocó, y el doctor regresó ocho días después, con un ánimo positivamente abierto al dialogo.
—Estoy muy avergonzado con usted, inspector, desearía…
—Yo habría actuado igual, doctor, si acaso no peor.
—Aún me gustaría reparar el daño. —Greg sonrió, el resto de su vida no pensaría mal de un hombre tan respetable.
Acabado el turno de Greg, se encontraron en un pub escondido a un par de minutos de la Yard. Al principio, ninguno dijo palabra, y si bien el inspector no logró interpretar el silencio, personalmente no le causó malestar alguno. Ni siquiera sabía si estaban ahí para hablar o solo para cobrar un favor. Cierto es que apenas conocía al hombre sentado frente a él y, por todas las buenas características que pudo haber deducido, nada le aseguraba que pudiera tenerlas a su favor.
Cualesquiera que fueran las intenciones, Greg seguiría feliz que haberse equivocado con el origen de las heridas del doctor. Viéndolo ahora de cerca, Greg advertía que el furioso color rodeando el ojo verde, disminuyó considerablemente su intensidad. Las marcas en las muñecas y en el cuello no dejarían de aparecer, sin embargo, cada una de ellas parecían ser consensuadas. Greg no alcanzó a retirar su atención, siendo descubierto por el doctor, que se tocó la herida en el rostro.
—Holmes no es un hombre violento por naturaleza, esto lo causó un verdadero accidente.
De alguna forma, dado el nivel de comprensión que Greg podía ofrecerle, las cosas se resolvieron fácilmente desde ese punto. Palabras fluyeron sin esfuerzo, los temas de conversación, aunque no intrusivos y por el momento y el lugar, no descuidados; resultaron fascinantes. Ya una rata gigante, ya ligeros incidentes con víctimas intrusas o el clásico culpable que pretende no serlo y que por un descuidó de lo más estúpido echa abajo su cuartada, los dos se encontraron, horas después, riendo a carcajada limpia por el caso de un borracho con los pantalones en las rodillas que huyó de Greg antes de que descubriera su deplorable estado.
Greg llegó a casa deshecho y feliz, colapsó en los brazos de su esposo y, sonriente, durmió sin pausa hasta el amanecer.
No era que a Greg le resultara imposible hablar sobre ciertos asuntos con Mycroft, no obstante, al tener de esposo al hombre más inteligente del país, si acaso no del mundo, limitaba algunos temas que, frente a una mente igual a la suya, podrían desenvolverse de maravillosas formas. No planeaba negarlo, en comparación a Mycroft, Greg nunca sería el hombre más inteligente, aunque jamás se autodenominaría un tonto, su esposo se hallaba muy por encima de lo común. Siendo así, al tanto de a quién el doctor Watson tenía por amante, considerando además que en la corta temporada de vigilancia el buen doctor apenas tuvo contacto con otras personas, fácil se le hizo pensar que estaría en la misma situación.
Greg conocía a otros hombres que compartían su particular gusto, llenaba su lista desde abogados, barrenderos, cocheros y un par de contadores, médicos también, por supuesto. Pero ¿cuántos de ellos de verdad entenderían lo que significaba compartir la vida con un Holmes? No solo el genio, el político despiadado que fácilmente sustituiría a la reina, el hermano protector o el amante posesivo, ¿cómo Greg explicaría a gente tan extraordinariamente ordinaria, por cuanto los respetara o estuviera en el mismo nivel, lo que experimentaba cada día al convivir con su Mycroft?
No se trataba del amor ni de lo que ocurriría en la alcoba eso que le impedía hablar con nadie sobre su relación. Envidiando la facilidad de los hombres de Hill Street para conversar sobre sus amantes y formar amistades en donde no se vieran obligados a cuidar los pronombres de tales, Greg nunca consiguió dar ese paso. Ni qué decir en el trabajo, al ser doble la dificultad incluso para fingir que en casa lo recibiría la esposa que siempre rechazaba las ofertas de las esposas de sus compañeros para tomar el té. En un lugar lo tacharían de engreído y en el otro, sencillamente lo arrojarían a una celda.
Por eso, cuando el doctor Watson le ofreció encontrarse de nuevo, Greg no dudó en aceptarlo, tal vez un poco demasiado entusiasta. La vergüenza no disminuyó su ánimo, menos aún le impidió llegar temprano... Igual que el doctor Watson, quien lo esperaba ya en la mesa que ocuparon la primera vez. Greg, intentando pensar de manera coherente y no con el anhelo infantil de haber tropezado con un hombre en un escenario similar al suyo, lo tomó como un hecho arbitrario que muy poco habría de significar para el doctor.
La facilidad con la que un tema sencillo evolucionaba y se deslizaba al siguiente de manera inadvertida, las risas compartidas y la comprensión de ambos en situaciones a los que muy pocos lograban sobrevivir, comenzó a darle a Greg la confianza de liberar una censura que por décadas mantuvo cerrándole la garganta cada vez que debía entablar una conversación amistosa fuera de su hogar. No saltaría al vació de la ciega confianza tan deliberadamente, sin embargo, de continuar sus salidas con el doctor por ese buen camino, ninguna opción le quedaría.
Muy pocas dudas guardaría, así como de limitadas serían sus esperanzas. De ese modo, siguiendo el plan y poniendo lo justo de su parte, para su buena fortuna, aquella noche terminó de manera excelsa. Y la siguiente docena también.
Greg maldijo algunas veces no haber invitado antes al doctor Watson, aun si no conociera su secreto, el hombre extraordinario habría sido una gran compañía desde el principio. Ahora, un año y medio después, de vez en vez lo cubría una emoción que advertía su lentitud para no ver lo obvio; lo mucho que tenía en común con el doctor y las altas probabilidades de hallar en él un gran amigo.
No obstante, quizá el tiempo y la forma del descubrimiento, hayan sido el mejor de los escenarios. ¿Cuánto habría tardado en convencer al doctor Watson para que entrara en aquella pastelería tan bonita, les comprara algunos pastelillos y luego, cual niños maleducados, se adentraran a comerlos en la floresta del parque Saint James? Los pastelillos que servían cada par de semanas en la casa de molly y que provenían de un lugar al que ningún hombre decente accedía sin la compañía o el encargo de alguna mujer. Greg anunciaría su descubrimiento a su esposo al llegar a casa, en tanto, comería sin arrepentimientos.
—Probé uno de estos la primera vez que Sherlock me llevó a Hill Street —dijo Watson, tomando una pequeña porción de esponjosa crema. Al principio, Greg no cayó en cuenta de que esa era la primera vez que hacían alguna referencia a sus particulares gustos—. Estar ahí me tenía tan nervioso que ni siquiera pude saborearlo. —Greg soltó una ligera risa.
—Cuando los ofrecieron la primera vez, Mycroft comió tres de ellos —respondió Greg, haciendo lo propio con su pastelillo. Watson no perdió el tiempo para contestar.
—Comprensible, es un hombre grande.
—Oh, vaya que lo es.
Greg cayó en cuenta de la doble interpretación de su comentario al mismo tiempo que el doctor. Se miraron unos segundos, tras los cuales, las risas de ambos estallaron. Mycroft lo entendería de estar en el ánimo correcto, en definitiva no en medio esa clase de situación totalmente inocente. Los ojos llorosos de ambos se encontraron y, sin decirse nada, la comprensión absoluta los alcanzó. He ahí el paso faltante, la pequeña chispa que iluminó el sendero de su amistad, ampliando el campo de visión acerca de lo que podían o no hablar.
Levantó su pastelillo en dirección a Watson, brindando silenciosamente por el nacimiento de una amistad única.
Sonrientes, el buen humor instalado les impidió ver las señales de una abrupta interrupción cuando, de entre los árboles a sus espaldas, un hombre irascible apareció, apuntándolos con su bbastó; de aliento agitado y un leve sonrojo en sus mejillas delgadas. Greg apenas detuvo su risa, la situación en realidad no se advertía peligrosa, quizá por la nada intimidante presencia del hombre pese a la brusquedad de su entrada o la obvia constitución, que descartaba en su delgadez cualquier experiencia de combate. El doctor Watson, a su lado, tampoco reaccionó más allá, limitándose a detener el siguiente bocado. Greg incluso tuvo el ánimo de apreciar la similitud de sus reacciones tras estudiar al hombre.
—Son ellos, oficiales. Estos son los invertidos que pervierten la… —Greg dejó se prestar atención, ahora por completo seguro de que el escenario no podía ser menos peligroso.
Tres policías llegaron corriendo a donde el hombre furioso. Greg levantó una ceja, tragó el pastel que apenas terminó de masticar y miró a Watson, preguntando en silencio si estaría bien ponerse de pie o si sería acaso darle demasiada importancia al asunto. El hombre rubio se levantó de hombros, permitiendo que Greg tomara la decisión mordiendo de nuevo su postre. Por el otro lado, los oficiales ya habían recuperado el aliento y, detrás del hombre adusto, los observaron, identificándolos al instante.
—I-inspector Lestrade, do-doctor Watson…, se-señor… —tartamudeó el primer oficial, dándole a Greg una suerte de venia militar. Gesto que imitaron el segundo y el tercer agente. Eso convenció al inspector de ponerse de pie, y Watson lo imitó.
—Oficiales, ¿cómo van las rondas hoy? Espero que no pretendan seguir todas las falsas alarmas que les anuncien —dijo, apenas una ligera nota de humor en su tono. Lo cierto es que por ninguna razón aceptaría que lo llamaran “invertido”.
—¿Inspector, doctor? —repitió el hombre indignado, estudiando a Greg y a Watson de los pies a la cabeza. Greg pensó que se vería más profesional sin migajas en la ropa, aunque igualmente estas no le quitarían el título de detective inspector.
—¿Y bien? —preguntó Lestrade, sin esperar otra cosa que no fuera tener de vuelta a los policías haciendo sus rondas. Levantó una ceja a los tres hombres y contuvo una sonrisa al verlos temblar ligeramente. Ellos comenzaron a retroceder y a despedirse antes de que el hombrecillo molesto los interrumpiera.
—¡No, alto!, ¿no lo hacen sus títulos incluso peor? Estos hombres están cometiendo un ultraje a la buena sociedad y ustedes deben encargarse de ello. —Greg frunció el ceño luego de que los policías volvieran a quedarse en su lugar. Watson le dio una nueva mordida a su postre.
—E-el doctor Watson esta comprometido y el inspector ha estado casado desde hace… —Ahora Greg no se contuvo, y la ira reflejada en su rostro hizo temblar a los agentes. ¿De verdad se justificaban con el hombre?
—Oficiales, retírense, yo me encargaré de esto. —Dio un paso amenazante y el trío tardó un segundo en acatar la orden. Miró a Watson y él le devolvió el gesto; un poco de su molestia retrocedió al ver la mejilla y la nariz del doctor con pequeñas manchas de crema. Comenzó a señalarle para que se limpiara, pero nuevamente lo interrumpieron.
—Ustedes ya no tienen para mí ninguna autoridad, y si esos ineptos no se harán cargo… —A punto de advertirle Greg que su discurso se dirigía a un camino desagradable, él osó levantar su bastón en contra de Greg.
Tan rápidamente que el hombre no tuvo la menor ventaja, Greg le arrebató el bastón, lo golpeó en la espinilla, y colocándose detrás de él, empujó la parte interna de sus rodillas, obligándolo a hincarse. Watson, todavía manchado de crema, le aplaudió un par de veces. Greg, halagado, hizo una graciosa reverencia. Después dejó que el bastón descansara en el hombro del atrevido, su presencia una amenaza silenciosa.
—Solo hay una cosa que lo salvará de ir al calabozo el resto del mes —dijo el inspector con una voz que aseveraba la única oportunidad que le daría al hombre.
Aun así, algunas veces Greg era demasiado amable, porque una vez el hombre, sin decir palabra, echó a correr por donde había venido, no se tomó la molesta de iniciar una persecución. Watson se colocó a su lado y ambos observaron cómo el hombre se perdía entre los árboles. Suspiraron, vencidos, a sabiendas de la inevitable realidad. Por fortuna, orgullosos y fuertes como se sabían, tuvieron la voluntad de mantener la estabilidad de su burbuja.
Estableciéndose de regreso un silencio ligero, aprovechó el inspector para señalarle a Watson los restos de crema. Las pequeñas manchas, sin embargo, esquivaron los intentos del doctor, por lo que Greg, riendo, aceptó ayudarlo. Extrajo de su bolsillo uno de los pañuelos de ceda que su esposo le obsequió y lo levantó a donde la mejilla de Watson.
El sonido de ramitas quebrándose en el suelo volvió a detenerlos. Greg no escuchó ninguna repetición o voz que hiciera eco, por lo que en esta ocasión logró reconocer lo que lo originaba. No así Watson, que permaneció atento a lo que pudiera venir. Greg lo atrajo del mentón y, ocupándose de las machas, dijo, susurrante:
—Esta bien, solo es Bülent. —Watson le dirigió su atención de inmediato, la duda plasmada en su rostro—. Es un agente no oficial al servicio de Mycroft, normalmente cuida al señor Holmes, sin embargo, ha comenzado a seguirnos desde hace un mes.
—Nunca lo he visto.
—Diría que, en cuestión de espionaje, tiene un talento similar al del señor Holmes, si acaso no mejor, yo no lo habría descubierto si no supiera lo que estoy buscando. —Con el atractivo rostro limpio, ambos se dirigieron a la manta que aún resguardaba un par de pastelillos y media botella de sidra.
—¿Entonces, puede que él nos haya estado siguiendo desde un principio?
—No —dijo Lestrade despreocupadamente, eligiendo a la siguiente dulce víctima—, él no esta aquí para cuidarme, lo que descarta su presencia temprana. —Watson enarcó una ceja.
—Supongo que no es porque el señor Holmes me crea una amenaza. —Bebió un trago de sidra—. Sherlock lo encontraría muy divertido.
—¿Amenaza? No en el sentido que pueda pensar, doctor —dijo Greg con calma. Watson escupió su bebida.
—No podría ser… No, imposible. —Lestrade se ofendió ante la doble negación.
—¿Por qué la repentina crueldad? No creo ser tan repelente, si debo decirlo.
—Claro que no, querido amigo, es solo que… —Burlándose Greg de la forma en que Watson pretendía explicarle sin obtener resultado, moviendo la boca inútilmente, añadió:
—De acuerdo, lo entiendo, no diga más o el reporte que Bülent haga llegar a Mycroft le dará un ataque.
—Si ese es el caso, yo diría entonces, sin embargo… —Comiendo, Greg prestó atención a su amigo, extrañándose por el leve brillo de travesura en sus ojos verde pasto—. Que de haberme encontrado primero con usted y no con Sherlock, no hubiera dudado en… —Greg lo silenció estrellándole el pastelillo en la boca, carmín tiñéndole el rostro e ira presionando su ceño.
—¡Dispáreme antes de condenarme a una muerte lenta! ¿Qué demonio lo ha poseído? —sus dramáticos lamentos cayeron en oídos sordos; de tener suerte, Watson se ahogaría entre su risa con pastel.
Watson no murió, el pequeño desayuno terminó de maravillosa manera y, trascurrido su turno nocturno en la Yard, Greg regresó a casa de un humor lo suficientemente bueno como para haber olvidado la cruel travesura del doctor. Se dio un baño y durmió sus horas, anhelando la presencia de su hombre en el lado vacío de la cama. Soñar con él le alegró la tarde.
Felizmente realizó las tareas hogareñas, cocinó un bufet para su gran señor y, animado como estaba, conociendo el horario de Mycroft, decidió llevarle una comida ligera a Pall Mall. Los chefs del club hacían comida esplendida, aun así, la desventaja de ese horario al no poder dormir con su esposo, le daba la oportunidad de alimentarlo como era debido, sin entregarle lo que quisiera solo porque le pagaban.
Greg se sorprendió al ser recibido por Jude, el secretario personal de Mycroft, quien durante el trabajo se despegaba del escritorio delante de su oficina, exclusivamente por una razón. Aunque ya no hiciera falta que lo guiaran, Greg caminó tras Jude a una sala vacía, donde esperaría a que Mycroft terminara la reunión con su hermano pequeño. Una vez la puerta estuvo cerrada, se sorprendió al oír al otro lado la distintiva voz de Bülent, que luego de intercambiar algunas palabras con Jude, se retiró.
A Greg lo recorrió un escalofrío, como si mil serpientes venenosas le acariciaran la nuca. El recuerdo de la travesura de Watson le hizo temblar las piernas, apenas dándole oportunidad de alcanzar una silla. Oh, cuánto no se arrepentía Greg de cada palabra halagadora que pudo haber pensado a su favor… Y cuánto se lamentaba de no haber pensado más, casi al punto de idolatrarlo como, ahora, sin lugar a dudas lo merecía.
Delante de Greg, dados los recientes hechos, un nuevo vértice de maravillosas posibilidades se abría ante esta renovada amistad con el buen doctor. Qué clase de magia rodeaba al hombre, quizá Greg nunca lo sabría, aun así, jamás se cansaría de agradecerlo.
A Greg no le costaba imaginarlo, el repentino conocimiento de la clase de travesuras que podría pactar con Watson reavivó el estremecimiento de la cabeza a la punta de los pies. Recordar la manera extraordinaria en que Mycroft reaccionaba a los celos y el cómo solía encargarse de dejar en claro la imposibilidad de que cualquier otro hombre, nunca, bajo ninguna circunstancia, sería capaz de imitar un ápice de lo que hacía sentir a Greg tanto en cuerpo como en alma, tuvo a Greg vibrando de energía.
Energía que debería contener si planeaba seguir fingiendo que el trato abusivo de su esposo no le gustaba en esas circunstancias.
Tres días después, recibió a Watson con un abrazo efusivo y un claro agradecimiento que no tardó en vocalizar, palmeando su brazo cariñosamente. Habría hecho más si el pequeño y discreto restaurante en donde se encontraban o el pensamiento de que el hombre rubio poco entendería de su gratitud lo hubieran permitido.
Greg aún lucía radiante, aún le dolía sentarse y docenas de marcas de todo tipo le adornaban la piel por debajo de la ropa, un brillo etéreo le iluminaba los ojos y cierto tono rojizo natural le teñía las mejillas y los labios, cuya enorme sonrisa exaltaba un corte en ellos. Sentados frente a frente, miro a Watson y Watson lo miró a él. Greg, que planeaba decir con palabras de ocultos significados los motivos de su dicha, no tardó en reconocer viniendo de Watson la misma esencia de eso que no podría decir en voz alta, sumado a las tonalidades, acaso ligeramente inclinadas al color rosa, marcando de igual forma el rostro de bigote perfecto.
Watson hizo amago de ajustarse el cuello almidonado de su camisa, permitiendo que Greg viera, accidentalmente, las incontables marcas en su piel; como si el detective necesitara de alguna prueba. Sonriendo, llamó al mesero y ordenó lo que comería.
—¿Fue esto causado por el Incidente del Saint James? —preguntó Greg, reacomodándose en la silla. Watson, con una sonrisa practicada que escondería fácilmente tras sus labios perfectos los pecados del mundo, asintió—. No sabía que el señor Holmes comprendía los alcances de mi… asociación con su hermano.
—Y no era el caso, nada más que sospechas, mismas que yo compartía antes de nuestro encuentro en Hill Street. Luego del “Incidente del Saint James”, fue convocado a Pall Mall. Sherlock pensaba que sería un caso de Su Majestad, sin embargo, una vez retornó a Baker Street ni tres horas después, él… —carraspeó—. Digamos que apenas logré convencerlo para que cerrara la puerta.
Nada significativo lograron decir luego de eso. La comida llegó en silencio y en silencio acabaron con ella. Sus miradas, no obstante, contaban una historia diferente. Códigos secretos a los que pueden acceder solo esos que comparten historias similares, fueron y vinieron entre ellos. Preguntas y oraciones completas quedaron entredichas sin ninguna oportunidad de erróneos entendimientos o significados ocultos.
—¿Bülent esta aquí?
—Oh, por supuesto, y no solo él, su esposa vino para ayudarlo. —Watson detuvo su copa a mitad del camino a la mesa.
—¿Dilay? —Greg asintió—, ¿no estaba ella embarazada?
—Al parecer no lo suficiente como para ignorar esta misión. —El silencio los acogió nuevamente, en tanto sus ojos declaraban planes inconcebibles a oídos ajenos.
—Es una experiencia que deberíamos repetir —dijo Lestrade una vez terminaron. No se refería a la comida, como quien lo escuchara hubiera supuesto. Watson, que ya extraía su cigarrera, falló en ocultar un leve brillo de diversión en la esquina de sus ojos.
—Jamás podría negarme, fue una… comida deliciosa. —Greg sonrió, pagó la cuenta y salieron, él aceptó un cigarrillo de Watson.
Caminaron hacia su siguiente destino, el doctor le ofreció su brazo y Greg no dudó en tomarlo, atravesando la calle como buenos y respetables caballeros.
—Aunque deberíamos tomarnos una pausa. —Watson rio con ligereza.
—Quería proponerlo también, no solo el cuerpo debe… recuperarse, si lo hacemos continuamente, podría sospecharse la naturaleza de este inusitado plan. Y si ya hay indicios de la similitud en las respuestas de los hermanos Holmes, ¿me equivoco si digo que, de enterarse, su señor Holmes detendría de inmediato tan reaccionarias atenciones?
—En absoluto, mi buen amigo, el hombre es un controlador de primera, y puesto que nada le costaría castigarme con su abandono, ya que es también un hombre de lo más perezoso, el que se niegue a ejercer su voluntad sería desgarrador. Por lo que calcular una fecha adecuada es preciso, no obstante de la alarma que ya se despliega cada vez que nos encontramos.
—Oh, sin duda, no deberíamos llevarlo más lejos por ahora, pero me pregunto, ¿es este un límite adecuado? —Greg estudió sus brazos cruzados por primera vez.
—Si no lo es, en todo caso puede ser justificado, ¿qué clase de hombre respetable no caminaría del brazo con su mejor amigo?
Greg lamentó el desliz al comprender lo dicho. Es decir, que él considerara al buen doctor como su único y mejor amigo podría no significar nada para el doctor, y nunca él haber impuesto esa clase de título hasta, al menos, que se diera la apertura del tema y tuviera así la libertad de exponer sus sentimientos. No así, definitivamente no en esas circunstancias. Quiso arrepentirse y anunciar una disculpa al tiempo en que se alejaba de Watson, enseguida él lo detuvo.
—Sería una tragedia, ¿no es cierto? Nadie justificaría una ofensa de ese tamaño. —Fue inevitable que la barbilla de Greg temblara un par de segundos. Al volver sobre sus pies ofreció una liviana sonrisa al hombre encantador.
Desde que el doctor John Watson le fue presentado a Lestrade, no hubo argumento que le hiciera cambiar de parecer acerca de lo mucho que el hombre llamaba su atención. Ahora, siendo su mejor amigo, Greg comprobaba de primera mano una pequeña parte de los motivos que hacían a Watson un hombre tan valeroso y tan digno de ser respetado y amado.
Igualmente, leal y divertido como ninguno, Greg aprovecharía esta inusitada conexión para hacer de su vida algo mucho más interesante; algo por lo que incluso su esposo iba a beneficiarse. Solo gracias a un par de travesuras inocentes.
Oh, tan inocentes.
* * *
Muchas gracias por llegar aquí, aquí tienes mi corazón.
Te amo 🫀🫀🫀
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Si es rubio es alfa
Si es rubio, es alfa https://ift.tt/Xrkp0bT by ImberNix 31 one-shots cortos basados en el universo omegaverse, utilizando siete shipps diferentes: [☃️] Ineffable Husbands (de Good Omens). [☃️] Hannigram [de Hannibal] [☃️] Johnlock [de Sherlock de la BBC] [☃️] Lokius [Loki -serie-] [☃️] Merthur [Merlín -serie-] [☃️] BlackBonnet [Our Flag Means Death] [☃️] Destiel [de Supernatural] Cómo se hace mención con el título, los personajes rubios serán alfas. [🌲] Los capítulos se basarán en palabras claves o prompts, que han sido proporcionadas por la página de FB @EsDeFanfics. Words: 1904, Chapters: 2/31, Language: Español Fandoms: Good Omens (TV), Hannibal (TV), Sherlock (TV), Merlin (TV), Loki (TV 2021), Our Flag Means Death (TV), Supernatural (TV 2005) Rating: Teen And Up Audiences Warnings: No Archive Warnings Apply Categories: M/M Characters: Aziraphale (Good Omens), Crowley (Good Omens), Hannibal Lecter (serie Hannibal), Will Graham, John Watson (Sherlock BBC), Sherlock Holmes (Sherlock BBC), Merlin (Merlin), Arthur Pendragon (Merlin), Mobius M. Mobius, mobius - Character, Loki (Marvel), Stede Bonnet, Blackbeard | Edward Teach, Dean Winchester, Castiel (Supernatural) Relationships: Aziraphale/Crowley (Good Omens), Hannibal Lecter/Will Graham, John Watson/Sherlock Holmes, Arthur Pendragon/Merlin, Mobius.M.Mobius/Loki, Stede Bonnet/Edward Teach, Dean Winchester/Castiel Additional Tags: Omegaverse, Es de Fanfic's Omegacember 2023, Omegacember, Ineffable Husbands (Good Omens), Hannigram - Freeform, Johnlock - Freeform, Merthur - Freeform, lokius, blackbonnet - Freeform, Destiel - Freeform, Top Aziraphale/Bottom Crowley (Good Omens), Top Hannibal Lecter, Top Hannibal/Bottom Will Graham, Top Jonh Watson/Bottom Sherlock Holmes, Top Arthur Pendragon/Bottom Merlin (Merlin), Top Mobius M. Mobius/Bottom Loki, Top Stede Bonnet/Bottom Blackbeard, Top Dean Winchester/Bottom Castiel, Power Bottom, Soft Top, celo via AO3 works tagged 'Castiel/Dean Winchester' https://ift.tt/q2jFsf7 December 19, 2023 at 12:45AM
#IFTTT#AO3 works tagged 'Castiel/Dean Winchester'#Destiel#ao3feed#ao3feed Destiel#Destiel fanfic#Dean Winchester/Castiel#Castiel/Dean Winchester#Dean x Castiel#Castiel x Dean
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Clichés Literarios 2022
by clumsykitty
Colección de diversas historias con diferentes parejas de diferentes fandoms bajo la idea de los más conocidos clichés que pueden leerse en los fanfics. Siete historias + bonus con sobredosis de azúcar y tontos haciendo tonterías.
Words: 3206, Chapters: 1/8, Language: Español
Fandoms: Marvel Cinematic Universe, The Avengers (Marvel) - All Media Types, The Avengers (Marvel Movies), Marvel 616, Star Trek: Alternate Original Series (Movies), Harry Potter - J. K. Rowling, DCU, Sherlock (TV)
Rating: Teen And Up Audiences
Warnings: Creator Chose Not To Use Archive Warnings, No Archive Warnings Apply
Categories: M/M
Characters: Sherlock Holmes, John Watson, James T. Kirk, Leonard "Bones" McCoy, Thor, Peter Quill, Steve Rogers, Tony Stark, Harry Potter, Draco Malfoy, Diana (Wonder Woman), Steve Trevor, Stephen Strange, Clint Barton
Relationships: Johnlock, McKirk, Thorquill - Relationship, Stony, Drarry - Relationship, Wondertrev - Relationship, IronStrange - Relationship, IronHawk
Additional Tags: Cliche, Romance, Fluff and Humor, Drama, Domestic Fluff, Magic, ClichésLiterarios, Idiots in Love, Love, Love Confessions
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Clichés Literarios 2022
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by clumsykitty
Colección de diversas historias con diferentes parejas de diferentes fandoms bajo la idea de los más conocidos clichés que pueden leerse en los fanfics. Siete historias + bonus con sobredosis de azúcar y tontos haciendo tonterías.
Words: 3206, Chapters: 1/8, Language: Español
Fandoms: Marvel Cinematic Universe, The Avengers (Marvel) - All Media Types, The Avengers (Marvel Movies), Marvel 616, Star Trek: Alternate Original Series (Movies), Harry Potter - J. K. Rowling, DCU, Sherlock (TV)
Rating: Teen And Up Audiences
Warnings: Creator Chose Not To Use Archive Warnings, No Archive Warnings Apply
Categories: M/M
Characters: Sherlock Holmes, John Watson, James T. Kirk, Leonard "Bones" McCoy, Thor, Peter Quill, Steve Rogers, Tony Stark, Harry Potter, Draco Malfoy, Diana (Wonder Woman), Steve Trevor, Stephen Strange, Clint Barton
Relationships: Johnlock, McKirk, Thorquill - Relationship, Stony, Drarry - Relationship, Wondertrev - Relationship, IronStrange - Relationship, IronHawk
Additional Tags: Cliche, Romance, Fluff and Humor, Drama, Domestic Fluff, Magic, ClichésLiterarios, Idiots in Love, Love, Love Confessions
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Omegacember 2021
by clumsykitty
Antología de historias correspondientes al Omegacember 2021 organizador por la página en Facebook "Es de Fanfics", contiene diferentes ships de diferentes fandoms, algunas historias son secuelas de otras de mi autoría.
Words: 20970, Chapters: 15/31, Language: Español
Fandoms: DC - Fandom, Marvel Cinematic Universe, The Avengers (Marvel Movies), The Avengers (Marvel) - All Media Types, Spiderman - Fandom, Deadpool - All Media Types, Sherlock Holmes & Related Fandoms, X-Men - All Media Types, Harry Potter - J. K. Rowling
Rating: Mature
Warnings: Graphic Depictions Of Violence, Major Character Death
Categories: F/F, F/M, M/M, Other
Characters: Sherlock Holmes, John Watson, Steve Rogers, Tony Stark, Thor, Loki, James "Bucky" Barnes, Brock Rumlow, Logan (X-Men), Pietro Maximoff, Peter Parker, Wade Wilson, Clint Barton, Peter Quill, Diana (Wonder Woman), Steve Trevor, Jonathan Kent, Damian Wayne, Clark Kent, Bruce Wayne, T'Challa, Draco Malfoy, Harry Potter, Natasha Romanov (Marvel)
Relationships: Sherlock Holmes/John Watson, Steve Rogers/Tony Stark, Thor/Loki, James "Bucky" Barnes/Brock Rumlow, Logan/Pietro Maximoff, Peter Parker/Wade Wilson, Tony Stark/Clint Barton, Peter Quill/Thor, Diana (Wonder Woman)/Steve Trevor, Jonathan Kent/Damian Wayne, Clark Kent/Bruce Wayne, James "Bucky" Barnes/Tony Stark, James "Bucky" Barnes/T'Challa, James "Bucky" Barnes/Steve Rogers/Tony Stark, Draco Malfoy/Harry Potter, Logan/Bruce Wayne, Steve Rogers/Natasha Romanov
Additional Tags: Johnlock - Freeform, Stony - Freeform, stuckony - Freeform, Spideypool - Freeform, Thorki - Freeform, thorquill, ThunderLord, romanogers - Freeform, SuperBat, Wolbat, winteriron, IronWinter - Freeform, WinterPanther - Freeform, winterbones - Freeform, Drarry, Jondami, wondertrev, Omegaverse, Alpha/Beta/Omega Dynamics, Alpha/Omega, Non-Traditional Alpha/Beta/Omega Dynamics, Knotting, Mating Cycles/In Heat, Mpreg, Angst
source https://archiveofourown.org/works/36143272
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Agosto de Angustias
by clumsykitty
11 días de reto basado en temas de angustia con diferentes parejas, una dinámica de la página "Es de Fanfics" en Facebook.
Words: 2162, Chapters: 1/11, Language: Español
Fandoms: Hawaii Five-0 (2010), The Avengers (Marvel) - All Media Types, Marvel, Sherlock (TV), X-Men - All Media Types, Star Trek: Alternate Original Series (Movies), Hannibal (TV), DCU
Rating: Mature
Warnings: Graphic Depictions Of Violence, Major Character Death
Categories: F/M, M/M
Characters: Steve McGarrett, Danny "Danno" Williams, Loki, Thor, Sherlock Holmes, John Watson, James "Bucky" Barnes, T'Challa, Steve Rogers, Tony Stark, Erik Lehnsherr, Charles Xavier, James T. Kirk, Leonard "Bones" McCoy, Will Graham, Hannibal Lecter, Clark Kent, Bruce Wayne, Tim Drake, Conner Kent
Relationships: Steve McGarrett/Danny "Danno" Williams, Loki/Thor (Marvel), Sherlock Holmes/John Watson, James "Bucky" Barnes/T'Challa, Steve Rogers/Tony Stark, Erik Lehnsherr/Charles Xavier, James T. Kirk/Leonard "Bones" McCoy, Will Graham/Hannibal Lecter, Clark Kent/Bruce Wayne, Tim Drake/Kon-El | Conner Kent
Additional Tags: mcdanno, Thorki - Freeform, WinterPanther - Freeform, Stony - Freeform, Cherik - Freeform, mckirk - Freeform, Hannigram - Freeform, SuperBat, KonTim - Freeform, Johnlock - Freeform, Angst, Heavy Angst, Angst and Tragedy, Hurt, Death, Sad, Feelings, Tragedy, Adult Content, Don't Like Don't Read
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Agosto de Angustias
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by clumsykitty
11 días de reto basado en temas de angustia con diferentes parejas, una dinámica de la página "Es de Fanfics" en Facebook.
Words: 2162, Chapters: 1/11, Language: Español
Fandoms: Hawaii Five-0 (2010), The Avengers (Marvel) - All Media Types, Marvel, Sherlock (TV), X-Men - All Media Types, Star Trek: Alternate Original Series (Movies), Hannibal (TV), DCU
Rating: Mature
Warnings: Graphic Depictions Of Violence, Major Character Death
Categories: F/M, M/M
Characters: Steve McGarrett, Danny "Danno" Williams, Loki, Thor, Sherlock Holmes, John Watson, James "Bucky" Barnes, T'Challa, Steve Rogers, Tony Stark, Erik Lehnsherr, Charles Xavier, James T. Kirk, Leonard "Bones" McCoy, Will Graham, Hannibal Lecter, Clark Kent, Bruce Wayne, Tim Drake, Conner Kent
Relationships: Steve McGarrett/Danny "Danno" Williams, Loki/Thor (Marvel), Sherlock Holmes/John Watson, James "Bucky" Barnes/T'Challa, Steve Rogers/Tony Stark, Erik Lehnsherr/Charles Xavier, James T. Kirk/Leonard "Bones" McCoy, Will Graham/Hannibal Lecter, Clark Kent/Bruce Wayne, Tim Drake/Kon-El | Conner Kent
Additional Tags: mcdanno, Thorki - Freeform, WinterPanther - Freeform, Stony - Freeform, Cherik - Freeform, mckirk - Freeform, Hannigram - Freeform, SuperBat, KonTim - Freeform, Johnlock - Freeform, Angst, Heavy Angst, Angst and Tragedy, Hurt, Death, Sad, Feelings, Tragedy, Adult Content, Don't Like Don't Read
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Agosto de Angustias
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by clumsykitty
11 días de reto basado en temas de angustia con diferentes parejas, una dinámica de la página "Es de Fanfics" en Facebook.
Words: 2162, Chapters: 1/11, Language: Español
Fandoms: Hawaii Five-0 (2010), The Avengers (Marvel) - All Media Types, Marvel, Sherlock (TV), X-Men - All Media Types, Star Trek: Alternate Original Series (Movies), Hannibal (TV), DCU
Rating: Mature
Warnings: Graphic Depictions Of Violence, Major Character Death
Categories: F/M, M/M
Characters: Steve McGarrett, Danny "Danno" Williams, Loki, Thor, Sherlock Holmes, John Watson, James "Bucky" Barnes, T'Challa, Steve Rogers, Tony Stark, Erik Lehnsherr, Charles Xavier, James T. Kirk, Leonard "Bones" McCoy, Will Graham, Hannibal Lecter, Clark Kent, Bruce Wayne, Tim Drake, Conner Kent
Relationships: Steve McGarrett/Danny "Danno" Williams, Loki/Thor (Marvel), Sherlock Holmes/John Watson, James "Bucky" Barnes/T'Challa, Steve Rogers/Tony Stark, Erik Lehnsherr/Charles Xavier, James T. Kirk/Leonard "Bones" McCoy, Will Graham/Hannibal Lecter, Clark Kent/Bruce Wayne, Tim Drake/Kon-El | Conner Kent
Additional Tags: mcdanno, Thorki - Freeform, WinterPanther - Freeform, Stony - Freeform, Cherik - Freeform, mckirk - Freeform, Hannigram - Freeform, SuperBat, KonTim - Freeform, Johnlock - Freeform, Angst, Heavy Angst, Angst and Tragedy, Hurt, Death, Sad, Feelings, Tragedy, Adult Content, Don't Like Don't Read
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