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mwtchi69 · 1 day ago
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ÉSSI PÊ GÊ;-;
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cherry-holmes · 2 years ago
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LA VIDA FAMILIAR DE JAVI (Javier Peña x Lectora/Reader)
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English description below!
Pareja: Javier Peña x Lectora femenina (f!reader) No uso de y/n
Resumen: La vida junto a Javi tiene sus altas y sus bajas. Amas cada momento que compartes con él, aunque al salir a trabajar cada mañana, te preguntas si será la última vez que lo verás con vida.
Advertencias: Angustia. Menciones de violencia típica de la serie. Descripciones de heridas, sangre y suturas. Descripciones de maternidad, amamantar y cuidado de bebés.
# de palabras: 2967
N/A: Hola! Este es la primera historia que publico en Tumblr. Es sencilla, pero pronto traeré más contenido. Sé que la comunidad hispanohablante es pequeña en esta plataforma, pero espero encontrar apoyo! Jajaja Una disculpa si tiene errores, no está revisado aún���� lo actualizaré una vez que haga proofreading!
English isn’t my first language, although I’m a linguistic and translator student hahaha so I’m going to post my stories in English too, when I get more confident!
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En tan solo cuatro semanas, mi vida había experimentado el cambio más maravilloso. Mi mundo se había transformado en pañales, amamantar, conjuntos diminutos de ropa y ese dulce olor a bebé que me brindaba calma en las interminables noches sin dormir. Dar a luz a mi primer hijo me había enseñado un tipo de amor tan intenso y único, diferente a cualquier otro que hubiera experimentado. Mi pequeño bebé, mi niño y el amor de mi vida: Javier Samuel Peña. O simplemente Sam, para evitar confusiones con su padre.
El embarazo no había sido algo planeado... Bueno, al menos no exactamente de la manera en que sucedió. Javi y yo nos casamos en el consulado americano un lunes por la mañana. No hubo una gran fiesta con nuestros seres queridos, ni un hermoso vestido blanco ni docenas de flores decorando los pasillos de una iglesia. Simplemente, Javi avisó en su trabajo que no iría ese día, los Murphy fueron nuestros testigos e invitados únicos, y nuestra luna de miel duró una noche en nuestro departamento.
La boda se aceleró debido a la preocupación de Javier de que, si algo le pasaba en el trabajo, yo no quedara desamparada y tuviera los mismos derechos que su padre para acceder a beneficios legales y su seguro de vida. Aunque me rompía el corazón que Javi pensara de esa manera tan fría acerca de su propia vida, yo era la novia más feliz. Javier y yo nos amábamos y teníamos una relación estable, llena de amor y respeto. No había otra persona en el mundo con la que quisiera estar en una oficina gubernamental, mirándonos a los ojos y jurándonos amor eterno.
Nuestro plan original era regresar a Texas, al rancho de su padre, después de derrotar al cartel de Medellín. Allí planearíamos rápidamente la boda en la iglesia y la fiesta. Luego vendrían los hijos. Todo debería haber sucedido cuando estuviéramos seguros, en paz y establecidos. Sin embargo, apenas tres meses después de nuestra boda improvisada, las náuseas matutinas comenzaron a aparecer y fue cuando Javi insistió en llevarme al hospital después de que casi me desmayara mientras hacíamos las compras en el supermercado, que nos enteramos de que seríamos padres. Atribuimos el incidente a un preservativo roto del que no nos dimos cuenta en el momento. La primera semana fue complicada, ambos estábamos estresados y en shock por la noticia. Una mañana, discutimos por algo tan insignificante que ni siquiera recuerdo qué era, y Javi se marchó al trabajo sin despedirse. Yo me quedé llorando en casa, preocupada por todo lo que implicaba tener un bebé y muy sensible debido a las hormonas en mi sistema. Sin embargo, esa noche Javi regresó a casa con un hermoso ramo de flores y un bote de mi helado favorito.
—Todo estará bien, preciosa —me prometió entre besos, después de que hubiéramos asumido nuestra nueva vida y aceptado que las cosas no siempre salen como las planeamos.
—Tengo miedo, Javi —mi confesión abarcaba muchos aspectos: la maternidad, los riesgos del trabajo de Javi, el dinero, vivir bajo un techo que ni siquiera era nuestro, lejos de nuestras tierras natales, los cambios que sufriría mi cuerpo...
Pero en el momento en que Javi me miró a los ojos, pude olvidarme por un instante de todo lo negativo y centrarme en la bendición que era este bebé. Y, Dios, deseaba con todas mis fuerzas que nuestro pequeño o pequeña tuviera sus cálidos ojos.
Y así fue. Sam llegó al mundo con un fuerte llanto, con los mismos grandes ojos café oscuro de su padre, que curioseaban el mundo y buscaban consuelo en nosotros. No podía dejar de mirarlo, maravillada por la capacidad de mi cuerpo para crear un ser humano que fuera una copia exacta del hombre que amaba. Javi era un padre siempre presente, que asumía su rol al cien por ciento. Cambiaba pañales, lo bañábamos juntos, se encargaba de cuidarlo para que yo pudiera dormir y mientras yo lo amamantaba, él se ocupaba de algunas tareas domésticas.
Por supuesto, no todos los días eran perfectos, sobre todo porque pasaba la mayor parte del día sola en casa mientras Javier, mi esposo, arriesgaba su vida en las calles de Colombia, luchando por hacer de este mundo un lugar mejor para nosotros. Últimamente no podía evitar llorar cada vez que lo veía salir por la puerta por la mañana, preguntándome si sería la última vez que lo vería, que sentiría sus labios sobre los míos y le daría un beso en la frente a nuestro hijo. Nunca dejaba que me viera llorar, así que esperaba a que su camioneta saliera de la cochera antes de permitirme soltar una lágrima. Javi ya tenía suficiente preocupándose por nosotros al vivir con nuestro recién nacido en un país sumido en la inseguridad y con el estrés diario de las interminables horas esperando lograr un avance en el caso de Escobar.
Cuándo Sam nació, me permití encerrarme en una burbuja en la que sólo éramos nosotros tres. A Javier se le concedieron dos semanas de licencia de paternidad, por lo que pasamos quince días encerrados en casa, acurrucados en la cama, descubriendo el mundo de los bebés y comenzando nuestra pequeña familia de tres.
Sin embargo, Javier, un hombre acostumbrado a la adrenalina y tan comprometido con su profesión, regresó pronto a trabajar y fue ahí cuando la realidad me golpeó. Él podría despertar un día, cambiarle el pañal a Sam, desayunar conmigo e irse a trabajar, y esa sería la última vez que lo vería con vida.
Era difícil para mi estar en el silencio de la casa, ver a nuestro bebé dormir o tratar de comer algo, cuándo vivía con la paranoica idea de que un día Steve tocaría a la puerta para darme la peor noticia. No podía imaginar una vida sin Javier Peña, una vida sin que mi hijo tuviera a su padre para aconsejarlo y jugar con él. 
Hoy era uno de esos días en los que sentía un gran peso en el pecho. Me sentía muy sensible, lloraba con lágrimas silenciosas mientras miraba a Sam comer de mi pecho. Apenas había comido un par de bocados, mirando el reloj esperando la hora en la que Javi cruzara la puerta.
Cuando empezaba a oscurecer y la lluvia caía intensamente, el sonido de los relámpagos a lo lejos logró calmar mi mente. Decidí ir a la habitación y acostarme junto a Sam, con la esperanza de lograr conciliar un breve momento de sueño al mismo tiempo que el lo hacía.
•••
—Shit...
Escuché a Javi sisear después de que el estruendoso sonido de un vaso de vidrio estrellandose en el suelo me despertó abruptamente. Con el corazón acelerado por el susto, miré a Sam para comprobar que no se hubiera despertado. Mi pequeño se quejó un poco, pero lo calmé con una suave canción y se quedó dormido nuevamente. Lo acomodé en su cuna junto a la cama y salí a recibir a Javi.
El reloj de la cocina marcaba la una de la madrugada. Lo que significaba que yo había dormido cinco horas, y Javi había llegado tres horas más tarde de lo habitual. Bueno, no es como si él llegando tarde fuera algo raro. Se suponía que su hora de salida de la oficina era a las 10 de la noche, pero si se presentaba la oportunidad de una redada de emergencia o el papeleo de un reporte se volvía tedioso, Javier podía llegar a casa incluso hasta la mañana siguiente, sólo para bañarse, apenas dormir una hora o dos y regresar nuevamente a la DEA.
—¿Javi? — le llamé cuándo lo vi de espaldas y fue entonces cuándo me percaté que algo no andaba bien...
Javi intentaba doblarse sobre si mismo para recoger los pedazos de vidrio esparcidos por el suelo, pero con cada movimiento su rostro se contorcionaba en muecas de dolor mientras se sujetaba un costado de su torso. Un golpe de angustia me pegó en el estómago, impulsándome por instinto hacía él para socorrerlo.
Javi intentó alejarme de los vidrios para evitar que me cortara, pero nada podía evitar que lo alcanzara.
—¿Que te pasó? — inquirí al tiempo que trataba de hacerlo quitarse la mano del costado, pero me lo estaba poniendo difícil — ¿Que pasó? — repetí.
—Nada, amor, don't you worry — me aseguró, pero su tono de voz cansado y con un toque adolorido me decía todo lo contrario.
—Javier, por favor quita la mano — pedí en un tono más serio y después de escucharlo gruñir con inconformidad, me dejó mirar bajo su camisa.
Llevaba una venda amarrada en la cintura y en un punto de su costado las gasas habían adquirido el tono escarlata de la sangre. El peso de mi propia alma cayó en mi estómago, impactada por la imagen. Mis ojos ardían con lágrimas que se negaban a caer, pero un jadeo de sorpresa escapó de mis labios. Mis manos temblaban mientras intentaba procesar lo que estaba viendo y buscaba encontrar la voz para preguntarle de la manera más calmada posible qué había sucedido. Sin embargo, no lograba articular palabras y las lágrimas finalmente comenzaron a rodar por mis mejillas.
En ese momento, Javier tomó mis manos con la delicadeza y firmeza que solo él sabe transmitir.
—Hey, no pasa nada. Estoy bien — me aseguró, pero las voces angustiadas en mi cabeza no dejaban de murmurar: "Tenías razón al preocuparte por él, este trabajo acabará con su vida", mientras que otra voz me decía: "Deja de llorar, tiene suficiente estrés en el trabajo como para llegar a casa con su esposa hormonal". Pero, simplemente, no podía contenerme.
—Amor, vamos a la habitación — susurró en tono suave, tratando de transmitir calma y minimizar la situación. Pero sus movimientos lentos y cuidados revelaban el dolor que le causaba su herida. No pudo ocultar la mueca de dolor al sentarse en la cama, dejando en claro cuánto le dolía cada movimiento.
Mi corazón se encogió al verlo así. Le pedí que se quitara la camisa para poder cambiarle las vendas. Mis emociones se mezclaban: preocupación, miedo y una sensación abrumadora de querer protegerlo de todo y de todos. Quería meterlo a él y a Sam en una cajita a prueba de todo lo malo en este mundo y conservarlos ahí para siempre. Pero sabía que eso era imposible.
Me dirigí al baño y tomé la caja de primeros auxilios, buscando todo lo necesario para tratar su herida.
Al regresar a la habitación, lo encontré sin camisa, sentado en la cama, con su mirada fija en nuestro bebé, que dormía plácidamente. La escena contrastaba la ternura del sueño de Sammy con la realidad del dolor físico y el estrés que Javi estaba soportando. Podía verlo en sus ojos: esa inocencia perdida tras años de trabajar en un rubro lleno de violencia, sangre y armas. El peso de querer cambiar el mundo para que sea mejor y tener que enfrentarte a los demonios que lo acechan cara a cara.
—Es tan pequeñito — murmuró Javi con una sonrisa tierna en su rostro, mientras extendía su brazo con cuidado hacia la cuna. Sus dedos acariciaron suavemente la mejilla de su hijo, como si quisiera grabar ese momento en su memoria para siempre. La imagen me hizo sentir una oleada de ternura y amor indescriptibles — Es el sueño hecho realidad: nuestro bebé, que lleva parte de ti y parte de mí. Es idéntico a ti...
Si estuviéramos en cualquier otro momento, donde Javier no estuviera herido y sangrando, habría compartido con él lo maravilloso que era ver a Sam, un ser tan pequeño y perfecto, que parecía ser una réplica exacta de su padre. Le habría asegurado que amaba cada rasgo que heredaba de él y que estaría dispuesta a tener mil hijos más, solo para ver esos mismos ojos, ese mismo cabello y esa misma sonrisa que tanta paz me transmite. Pero en ese instante, cuando noté un destello de dolor en su rostro, mi corazón se contrajo con preocupación.
Me acerqué a él, posicionándome entre sus piernas, y comencé a deshacer las vendas que abrazaban su torso. Cuando llegué a la herida, Javi siseo de dolor al sentir como la sangre seca se despegaba de la gasa y estiraba la zona afectada. Aunque no era una herida grave, su apariencia era inquietante. Eran apenas cuatro puntos de sutura, pero la carne estaba inflamada y enrojecida, evidenciando la irritación y sensibilidad en la zona. Olía a sangre y antisépticos. Cada movimiento de Javi parecía provocarle una punzada de dolor, lo cual quedaba reflejado en su rostro a través de una expresión tensa y un ligero fruncimiento en las cejas.
Con un algodón humedecido con antiséptico, comencé a limpiar la zona de alrededor. Cada movimiento era suave y ligero, pero pude notar la mandíbula tensa de Javi cada vez que presionaba la zona.
—¿Vas a decirme qué pasó? — era pregunta, pero debido a mi voz tensa y baja, sonaba más como una orden.
Javier estuvo callado un par de minutos, cuándo por fin habló:
—Murphy y yo fui a checar una casa de seguridad — comenzó, mientras yo buscaba en el botiquín algo que pudiera reducirle la inflamación de su piel lastimada —. Nos separamos y fue ahí cuándo detecte a uno de los perros de Escobar. Fui tras él y el hijo de pe… — se tentó a decir, sin embargo le hice una indicación con la cabeza hacía Sam — Y el tipo me sorprendió de la nada con una navaja. Apenas la esquivé, pudo haber sido peor.
—¿Eso se supone que debería tranquilizarme? — respondí con una risa carente de gracia, los ojos aún ardiéndome con lágrimas que no quería soltar — ¿Te llevaron a una clínica? — inquirí y él asintió — ¿Y porqué no me llamaste, Javier? — le reclamé con la voz cargada de emociones que apenas podía contener.
—No quería asustarte — se excusó.
—Soy tu esposa, Javier Peña. Cualquier cosa que te pase debería saberla. Que tal que… — me detengo en seco, incapaz de concluir la oración. El mero hecho de pensarlo hace que se me revuelva el estómago — Si algo te pasara, Javi, yo… no sé que haría. Seguro me volvería loca.
Finalmente me quiebro. Las lágrimas salen sin que pueda detenerlas. Días de aguantarme decirle como me siento salen a través de mis ojos y me siento la peor por poner más carga sobre sus hombros. Claramente Javier no quiere morir en su trabajo, no quiere dejarnos solos a ninguno de los dos. Es obvio que cada día sale de casa sabiendo que podría ser la última vez que nos ve. Soy consciente que él mejor que nadie sabe que vive en una ruleta rusa diaria y yo no aporto nada poniéndome a llorar por un miedo evidente.
—Cariño, ven aquí — sus manos tomaron las mías y me levantaron para sentarme en su pierna con delicadeza.
—Te vas a lastimar… — protesté, pero me calló con un tierno shhh.
—No pasa nada — aseguró —. No voy a irme a ningún lado, mi vida. Mira, pásame mi billetera — pidió, ya que él no podía estirarse demasiado. La alcancé y mientras se la entregaba, me volvió a colocar en su pierna. Yo hacía el esfuerzo por no recargar todo mi peso en él. De su billetera sacó una pequeña foto, tomada hacía apenas tres semanas. Éramos nosotros tres: yo estaba en la cama del hospital, con mi cabeza en el hombro de Javi, quién sentado a mi lado llevaba a un pequeñísimo Sam dormido en sus brazos — Cada vez que salgo a la calle, tu y Sam son mi trébol de la buena suerte.
—Vaya suerte que te damos — respondí, un poco a juego. Y ambos soltamos una risita, aunque yo seguía en lágrimas.
—Una cosa es suerte y otra cosa es que yo sea imbécil — bromeó y otra risa me abordó.
Mi mano acarició su mejilla, acción que pareció relajar a Javi completamente, como si el dolor hubiera desaparecido con mi toque. Cerró sus ojos, recargando su cabeza en mi mano, para después besar el dorso. Me incliné para depositar un beso casto en sus labios mullidos y suaves.
—Yo sé que haces todo lo posible por volver a casa a diario, amor. Perdóname por ponerme a llorar, las hormonas últimamente me tienen demasiado sensible.
—No tienes nada por que disculparte — aseguró, depositando otro beso en mis labios, después en mi nariz, mi mejilla y finalmente nuevamente en los labios.
Nuestra pequeña sesión de besos tiernos terminó en el momento en que Sam comenzó a quejarse. Ambos conocíamos a la perfección aquel tipo de llanto y sabíamos que significaba.
—Te llaman, mami — dijo Javi, dándome un beso más en la mejilla antes de dejarme ir.
—Ya, bebé, está bien — murmuré a mi hijo mientras lo sacaba de su cuna y me acomodaba con él en la cama para darle pecho. Sam se acomodó rápidamente y comenzó a comer.
Los ojos de Javi se iluminaron con ternura y orgullo ante la imagen de su esposa alimentando a su hijo. Para él éramos su inspiración y su motivación. Después de años, por fin tiene un lugar al que puede llamar hogar y llegar cada vez que vuelve del trabajo.
Javi se pone de pie para besar la cabeza de Sam, después mi frente y se dirige al baño para tomar una ducha. Al regresar, Sam ya se ha quedado dormido nuevamente, por lo que le ayudo a mi esposo a secarse y ponerse una venda nueva sobre la herida y acomodarse en la cama.
Él se queda dormido antes que yo. Aprovecho los minutos para admirar su rostro sereno y hermoso, todo mío. El dolor de la preocupación constante por él aun me pesa en el pecho, pero trato de calmarme y volver a dormir. Mañana será otro día.
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possession-swapbody · 2 years ago
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Anillos gemelos parte 2
Los anillos que te ayudan a cambiar de cuerpos, han sido un regalo que no he desaprovechado, ya que los llegue a usar con frecuencia para atraer gente a mis vídeos, pero cuando mi sobrino obtuvo el otro anillo, sabía que si no le explicaba podríamos cambiar de cuerpo sin previo aviso, pero al final paso.
Cuando no contestaba mi mensaje y ya que cuando lo vi ese día temprano vi que no llevaba puesto el anillo supe que no lo usaba o eso pensaba, igual le mande mensaje pero no me contesto, así que creí que no habría problema si lo usaba, además mis fantasmas estaban pagando por contenido 2 veces por semana.
Decidí empezar a grabar y comencé cómo de costumbre, me quitaba la ropa y todo lo que trajera en cima, menos el anillo, luego un poco de jugueteo conmigo antes de pasar a bombear, pero cuando estaba a punto de venirme sentí como mi cuerpo se desconectaba y desperté en una habitación desconocida, luego de unos instantes vi mi reflejo en la pantalla de un teléfono, era el reflejo de mi sobrino!!.
Al final si uso el anillo, en ese momento vi como su nuevo cuerpo se ponía un poco duro, pero me detuve no estaba bien hacer eso en el cuerpo de mi propio sobrino verdad?
Luego de pensar en si le llamaba o no, me decidí por marcarle, pero no esperaba escuchar como siguió masturbándose, digo no lo culpo, además de entrar a un cuerpo caliente y encendido los anillos tienen efectos secundarios un poco específicos.
Nuestra conversación fue interrumpida por la llegada de mi hermano, quien dijo que tenía una sorpresa, luego me entregó unas lleves y dijo que era un regalo atrasado ya que no le habían entregado el lugar hasta hoy, resulta que el le compró un departamento a mi sobrino, me dio la dirección y dijo que debería ir a darle una vuelta, el no podría ya que estaba retrasado a un compromiso, pero que ya todo estaba listo, incluso amueblo lo básico.
La noticia me llegó de sorpresa pero no me negué, conduje hasta el departamento y entre, sería mejor para mi estar aquí ya que era más privado y ahora que soy mi sobrino me convenía mantener distancia de mi hermano.
Luego de llegar me di cuenta que estaba amueblado en su mayoría, refrigerador, estufa, lavadora, sillones, cama, televisión, estantes, el lugar prácticamente estaba para vivir ahí, entonces decidí mandar un mensaje a mi hermano diciendo que me quedaría la noche en el departamento porque me quedaría haciendo lista de que compraría, que hacia falta y para acomodar, y que no quería manejar tan noche a casa, por fortuna lo creyó.
Después me recosté y trataba de alejar de mi mente la idea de usar y experimentar en el cuerpo de mi sobrino, me ponía tan duro que la ropa comenzó a incomodar, inconscientemente comencé a quitarme la ropa, poco a poco comencé a tocar su abdomen y baje hasta llegar a su polla que pedía que le diera placer, entonces me comencé a jugar con sus dedos y la punta de su polla era tan sensible, hace años que mis hormonas no me permitían sentir esta clase de placer, luego comencé a bombear y cuando estaba a punto de venirme recibí una llamada de mi número, Samuel quería hablar pero no podía dejar que me escuchara así, iba a rechazar la llamada pero el placer que sentía me hacia templar y cuando menos lo pensé mi dedo en vez de rechazar la llamada la tomó y justo cuando lance un gemido de tal placer, en eso escucho del otro lado de la línea a Samuel
S: que haces con mi cuerpo??
M: perdón S-samuel, es solo que tu cuerpo y tus hormonas me llevaron a est-hoo...
S: sabes que no hay problema yo hice lo mismo, espera no te escucha mi papá?
M: no, te acaba de regalar un depa
S: que?, enserio?, precisamente hoy pasa eso, tío porque no lo habías dicho? Y puede dejar de masturbarte?
M: quisiera pero t-tu pene es tan sensible q-que ahh
S: bueno esta bien puedes seguir, pero por lo que te hablaba porque en tu agenda dice que mañana vas a grabar con Franck y...
M: n-no puede esperar?
S: esta bien.
Colgué la llamada y proseguí a terminar de masturbarme, cuando porfín termine estaba exhausto y termine por dormir, a la mañana siguiente y con más calma, salí a una mini terraza del depa a relajarme y tras recostarse en una silla estilo playa, me decidí a llamar.
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M: listo, que era ese problema que decías que teníamos?
S: eso ya no importa, no encuentro el anillo
M: perdiste mi anillo?
S: si pero tiene que estar en tu casa.
M: como fue que lo perdiste si lo traías puesto?
S: bueno es solo que vi en tu agenda sobre que grabas y después hoy temprano vendría tu amigo Franck a grabar una escena para un vídeo, después me dormí pero antes me quite el anillo y lo deje junto a tu colección de anillos ya que no me gusta dormir con anillos, me desperté temprano y la verdad le cancele fingiendo que no me sentía bien, pero igual vino, aunque fue solo para ver como estabas y después...
M: versión corta no hace falta que te alarmes tanto.
S: es probable que Franck viera tu colección de anillos y dijo oque si le vendía uno otra vez yo le dije que tomara el que quisiera y luego lo pagaba y se llevo el anillo de cambio de cuerpo.
M: si normalmente le vendo anillos, pero como no te diste cuenta que agarro ese anillo?
S: esque fingí que estaba mal del estomago y cuando dijo eso yo fingir estar en malo en el baño porque la verdad no se actuar y me iba a descubrir.
M: y se probó el anillo?
S: no lo se, creo que no.
M: hace cuanto paso eso?
S: hace 20 minutos porque?
M: ...
S: tío, estas ahí?
S: tío contesta
??: quien eres y que hago en este lugar? y porque me llamas tío?
S: no puede ser...
Continuará...
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claraluna · 2 years ago
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Después de la fiebre mundialista
Jamás hubiera pensado que mi primer posteo en esta red y en esta cuenta iba a ser sobre fútbol. Mi yo de hace seis meses atrás se hubiera reído a carcajadas. Pero bueno, la verdad es que extraño a la Scaloneta y necesito poner en palabras lo que siento. En fin, acá voy:
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Ya dos meses después de que hayamos salido campeones del mundo, me doy cuenta de que no hay forma de desprenderse de las emociones y los momentos que nos dejó la Scaloneta. Creo que más allá de que hayan ganado el premio mayor tan ansiado por todo el país, es el equipo en sí lo que nos apasionó, sobre todo a las personas que no somos fans del futbol. Nos dieron un pedacito de felicidad dentro de tanto caos.
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Y ahora, ni siquiera alcanza con seguir a cada jugador en los partidos de sus respectivos clubes. Tienen que estar todos ellos juntos, si no falta ALGO. Para llenar ese vacío, me zambullí en entrevistas y archivos viejos de la Selección. Me topé con un video que me llamó la atención.
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Este narra la vez que Messi debutó con la Selección Nacional bajo la dirección de José Pekerman en un amistoso previo a la Copa del Mundo de 2006. Messi recién había entrado para jugar por primera vez en la cancha con la camiseta nacional cuando le cobran un penal dudoso y lo expulsan a los pocos segundos. Sus compañeros inmediatamente salieron a defenderlo.
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En una entrevista de 2019 a un Messi ya casi consagrado, comentaba que había sido un momento terrible en su carrera siendo tan joven, por el miedo a que no lo llamaran más para jugar en la Selección. Más adelante, contaba cómo los más grandes del equipo (intuyo que Riquelme, Sorín, Heinze, Crespo, Scaloni, Aimar, entre otros) lo abrazaron y lo cobijaron.
Y acá es donde me queda dando vueltas en la cabeza el verbo cobijar.
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¿No es acaso una palabra sumamente cálida para referirse a lo que ocurre en el contexto de los vestuarios? Lionel podría haber elegido cualquier otra palabra, pero eligió esa.
Y eso es algo que adoro de Messi, además de lo excelente jugador que es. El modo en que usa las palabras. Así como en el ya famoso episodio tras el partido frente a Países Bajos, donde elige llamar bobo a un contrincante, un insulto sumamente inofensivo en comparación a otros de nuestro amplio repertorio.
Es tan poco nocivo que quizás hasta sea mucho más descalificador del otro, quien queda como el único agresivo y fuera de lugar en la interacción. 
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Pero, volviendo a la palabra cobijar.
Para que, años después, Messi utilice este término para referirse a ese momento tan particular en los inicios de su carrera, debe haber sido algo muy importante, quizás hasta definitorio del Messi actual. Algo que lo marcó.
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¿No será este algo lo que hizo que Messi volviera a la Selección tras haberse retirado en 2016 jurando no volver porque “no es para mí”. No sería raro, siendo que el cuerpo técnico está conformado en gran parte por “los chicos de Pekerman”.
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Pekerman como técnico, dejó en sus jugadores la enseñanza del respeto adentro y afuera de la cancha, además del juego limpio.
En un mundo en el que cada vez se aplauden más las individualidades, él hablaba del trabajo en equipo, el tipo de juego donde el ego necesariamente debe morir. Scaloni, Aimar, Samuel y Ayala son el fiel reflejo de estas enseñanzas.
Scaloni, en una reciente entrevista, relató que cuando Aimar y él asumieron sus puestos en el cuerpo técnico hicieron una videollamada con Messi para avisarle de la noticia y le dijeron que “lo esperaban”. 
Y dicho y hecho, Lio, a su tiempo y bajo sus propios términos, volvió. Quizás atraído por esa sensación familiar y acogedora que lo transportaba a los vestuarios en 2005.
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Eso es lo que encontró en el equipo que los chicos de Pekerman habían conformado. Una familia o un refugio donde cobijarse y sentirse cómodo.
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Un equipo formado por gente que lo conoce. Algunos de su misma edad, como el Kun o Di María que crecieron con él y también jugadores más jóvenes que estaban dando sus primeros pasos en la Selección. Todos comparten la misma admiración y el mismo afecto por él. Sin embargo, no lo endiosan ni lo envidian. Lo acompañan.
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Quizás yo esté poniendo a este equipo en un pedestal, pero creo que el cariño es algo que nunca tuvieron miedo de demostrar. Los goles no los festejaba uno solo de ellos corriendo hacia la cámara, sino todos juntos. Se buscaban entre ellos para festejar.
Y de esta forma, la victoria era de todos, de los jugadores, del cuerpo técnico, del personal que trabaja con ellos día a día y de nosotros, los espectadores y los hinchas.
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Ese algo que atrajo a Messi y lo hizo reencontrar su lugar en la Selección es el costado humano del plantel.
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El cuerpo técnico como ex jugadores, pasaron por las mismas situaciones que ellos. Pero no alcanza únicamente con ser jugador y tener conocimiento técnico del futbol. También está la cuestión de la parte humana, tener en cuenta al jugador, sus opiniones, preocupaciones y necesidades. En definitiva, tener en cuenta al otro.
Por su experiencia como entrenadores de las juveniles, tanto Scaloni como Aimar tienen una gran base didáctica y pedagógica y saben cómo contener al jugador que está en etapa de formación. Aimar, por su lado, nunca dejó de recalcar la importancia de traer de vuelta el factor lúdico y creativo al fútbol, de jugar para divertirse y no jugar de manual.
Quizás este ambiente ameno hizo que los jugadores se sintieran acompañados de una forma que no habían experimentado al inicio de sus carreras y lejos de sus hogares.
De repente, entrenar era volver a divertirse con la pelota, jugar con los amigos. "Un viaje de egresados" como diría Paredes.
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No puedo vaticinar que es lo que va a pasar con la Selección de acá a 2026, pero sólo espero que sigan, me encantaría que sigan. Creo que todos lo necesitamos.
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tetha1950 · 9 months ago
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El Ministerio de la Reconciliación...
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Como creyentes, tenemos el privilegio de ser parte de la obra unificadora de Dios en la Tierra.
2 Samuel 14.1-3
La relación entre David y su hijo Absalón se había roto, y durante años ninguno de los dos intentó hacer las paces. El pasaje de hoy dice que Joab, sabiendo que “el corazón del rey se inclinaba por Absalón”, decidió hacer algo al respecto (2 Sam 14.1).
Según Pablo, nosotros también debemos hacer lo mismo. En 2 Corintios 5.18, dice: “Dios... nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación”. Esto no significa que tengamos que inmiscuirnos en los desacuerdos de los demás, sino que debemos perdonar y llevar con amor a las personas a Cristo, quien está “reconciliando al mundo consigo mismo”. Qué maravillosa noticia, porque habrá momentos en que necesitaremos reconciliarnos con alguien. Tendremos que disculparnos con prontitud, reconocer con humildad nuestra parte y extender misericordia ante los errores de otras personas. Al igual que el Señor, no debemos “[tomar] en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de reconciliación” (2 Co 5.18, 19).
Es difícil concebir un amor tan grande: Dios envió a su Hijo a morir para que pudiéramos relacionarnos con Él. Al recibirnos y perdonarnos, nos abraza como un padre que ha echado de menos a su hijo, y nos reconcilia con Él. ¿No quisiera usted recibir ese amor y compartirlo?
(Ps. Charles Stanley).
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danataikoprensa · 9 months ago
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newnoticiasjk · 2 years ago
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Tragédia no Litoral Norte de SP: Saiba quem são as vítimas de temporal devastador #bolhaedu #bolhadev visite nosso portal de #noticias
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Chuva fez vítimas em São Sebastião, cidade mais afetada, e em Ubatuba. Tragédia no Litoral Norte de SP: Saiba quem são as vítimas de temporal devastador Arquivo pessoal As chuvas que devastaram o Litoral Norte de São Paulo no fim de semana deixaram ao menos 44 pessoas mortas. Último balanço divulgado pela Defesa Civil registra 44 mortes em São Sebastião, cidade mais atingida da região, e uma em Ubatuba. A chuva que atingiu a o litoral paulista foi a maior registrada em 24 horas na história do país, segundo dados do Centro Nacional de Monitoramento e Alertas de Desastres Naturais (Cemaden) e do Instituto Nacional de Meteorologia (Inmet). Nesta terça-feira (21), as buscas por desaparecidos continuam em São Sebastião. 49 pessoas ainda não foram encontradas. O governo do Estado não divulgou uma lista com as vítimas fatais até a publicação da reportagem. O g1 apurou a identidade de 21 das vítimas mortas em São Sebastião e Ubatuba. Confira abaixo quem são as vítimas fatais da tragédia: Adrian José da Conceição Costa, de 11 anos, morador de São Pedro do Piauí (PI) Adriel de Sousa Costa, morador de São Pedro do Piauí (PI) Ângela Benício, moradora de São Sebastião (SP) Bruna Benicio, Maria Clara Benicio e Ângela Benício morreram soterrados na Vila Sahy, em São Sebastião Arquivo pessaol Ariosvaldo Paes Landim, de 46 anos, morador de São Braz do Piauí (PI) Ariosvaldo Paes Landim, 46 anos, está entre as vítimas da tragédia no litoral norte de SP Arquivo pessoal Beatriz Farias Macedo, de 26 anos, moradora de São Braz do Piauí (PI) Beatriz Farias Macedo, 26 anos, está entre as vítimas da tragédia no litoral norte de SP Arquivo pessoal Bruna Benicio, de 28 anos, moradora de São Sebastião (SP) Bruna Benicio, Maria Clara Benicio e Ângela Benício morreram soterrados na Vila Sahy, em São Sebastião Arquivo pessaol Dandara Vida Cazé, de 10 anos, moradora de Santo André (SP) Dandara Vida Cazé, de 10 anos, está entre as vítimas da tragédia no litoral norte de SP Divulgação/Arquivo pessoal Donaria Santos Figueiredo Eduardo Lionel Cristã, de 11 anos, morador de Santo André (SP) Eduardo Lionel Cristã, de 11 anos, está entre as vítimas da tragédia no litoral norte de SP Divulgação/Arquivo pessoal Ellyza Nayanne Celestino de Lima Fabiane Freitas de Sá Francisco Lara Gabriela Ribeiro Levy Santos de Oliveira Maria Clara Benicio, de 8 anos, moradora de São Sebastião (SP) Bruna Benicio, Maria Clara Benicio e Ângela Benício morreram soterrados na Vila Sahy, em São Sebastião Arquivo pessaol Maria dos Santos Gomes da Conceição, moradora de São Pedro do Piauí (PI) Laiza Vitória, de 7 anos, moradora de Ubatuba Laiza Vitória, de sete anos, vítima em Ubatuba TV Vanguarda/Reprodução Robério Lima Saldanha Rosângela Sandanha da Silva Samuel de Lima Silva Yan Allyab Celestino de Lima Veja fotos da situação em São Sebastião após chuvas Veja mais notícias do Vale do Paraíba e região bragantina
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sociedadnoticias · 7 days ago
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Fallece Samuel Ocaña ex gobernador de Sonora
Falleció Samuel Ocaña García, exgobernador de Sonora y símbolo de honestidad y sencillez SN Redacción Samuel Ocaña García, exgobernador de Sonora y médico de profesión, falleció este martes 31 de diciembre de 2024 a los 93 años, según informó su nieta, Paulina Ocaña Encinas, jefa de la Oficina del Ejecutivo estatal. La noticia conmocionó al estado, donde el político es recordado por su legado de…
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jgmail · 9 days ago
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Hacia una izquierda postliberal cristiana ¿Está volando el búho de Minerva? Reseña de Regime Change. Toward a Postliberal Future de Patrick Deneen y Liberalism against Itself. Cold War Intellectuals and the Making of Our Time de Samuel Moyn
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Por Eugene McCarraher
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
El liberalismo agoniza de nuevo. La desaparición del liberalismo se ha anunciado muchas veces en el pasado. A raíz de la elección de Donald J. Trump a la presidencia en 2016, Patrick J. Deneen se preguntó Why Liberalism Failed (2018). R. Emmett Tyrrell Jr., editor del American Spectator, declaró «la muerte del liberalismo» hace bastante más de una década, casi treinta años después de haber augurado el «crack del liberalismo.» Hacia finales de 1970 con Richard Nixon en la Casa Blanca y la Nueva Izquierda desorganizada el politólogo Theodore J. Lowi predijo con seguridad The End of Liberalism (1969). Durante la década de 1930 – cuando la Gran Depresión hizo que millones de personas se volcaran hacia movimientos fascistas o marxistas – el liberalismo parecía abocado al olvido histórico. (Para George Dangerfield, el liberalismo de 1930 era un cadáver andante; en su opinión, «la extraña muerte de la Inglaterra liberal» se había producido en la década de 1910). Como observa Samuel Moyn en un momento de su breve pero incisivo libro, «se dice habitualmente que el liberalismo... está en crisis o incluso acabado».
De hecho, las noticias sobre la muerte del liberalismo siempre resultan ser muy exageradas. Como la diva moribunda de una ópera que se levanta para cantar otra aria, el liberalismo siempre parece a punto de expirar, sólo para recuperarse. A través del New Deal, los liberales estadounidenses estabilizaron el ciclo económico instituyendo reformas bancarias y financieras, creando la Seguridad Social, garantizando el derecho de los trabajadores a sindicarse y a participar en negociaciones colectivas, y estableciendo la primera ley federal de salario mínimo. En Europa occidental, los socialdemócratas y democristianos, todos ellos liberales, crearon Estados del bienestar de una amplitud y generosidad sin parangón. En otras palabras, fueron los liberales, a menudo ridiculizados como «marxistas», quienes hicieron posible lo que los historiadores han denominado «la edad de oro del capitalismo». Una generación más tarde, los liberales de la Gran Sociedad aprobaron leyes de derechos civiles sin precedentes, crearon Medicare y Medicaid, lanzaron una «guerra contra la pobreza», ampliaron el acceso a la educación superior y conquistaron nuevos derechos para las mujeres. Aunque a menudo se les considera «fuera de onda», los liberales contemporáneos defienden muchas posturas populares: un «salario digno», mayores pagos a la Seguridad Social, facilitar la sindicación de los trabajadores, un sistema sanitario de pago único. En el momento de escribir estas líneas, Keir Starmer, del Partido Laborista (un liberal, en realidad, no un socialista) es primer ministro de Gran Bretaña, el neoliberal Emmanuel Macron es presidente de Francia y Kamala Harris, la candidata presidencial demócrata, está codo con codo con Trump.   
Y, sin embargo, el liberalismo está asediado en todo el mundo. Gran parte de la energía política de la última década ha emanado de movimientos «populistas» y políticos que desdeñan los valores liberales: Giorgia Meloni en Italia, Jair Bolsonaro en Brasil, Marine Le Pen y Agrupación Nacional en Francia, Geert Wilders y el Partido por la Libertad en los Países Bajos, y Viktor Orbán en Hungría, que ha llamado a su gobierno una «democracia iliberal» (intelectuales conservadores estadounidenses como Deneen y Rod Dreher han cantado hosannahs a Orbán, alabando su flamante religiosidad cristiana y su apoyo al matrimonio y la familia tradicionales). El movimiento MAGA de Trump denuncia a los liberales como traidores y pervertidos; su candidato a la vicepresidencia, J. D. Vance, ataca a las feministas y a las «señoras gato sin hijos». Como demuestran los comentarios de Vance, los populistas de derechas exhiben un resentimiento venenoso contra una «élite liberal» vagamente definida, percibida como imperiosa en su desafío meritocrático, decadente en su «tolerancia» y mojigatería secular, indiferente al dolor infligido por sus políticas económicas y su aventurerismo imperial, despreocupada por el impacto de la inmigración ilegal y despreciativa de las costumbres y el sentido común de las personas sin titulación superior.
El liberalismo está en crisis; que se haya acabado o no es otra cuestión. ¿Estamos entrando en una era «postliberal»? Una variopinta lista de pensadores así lo cree: John Gray, John Milbank, Mary Harrington, Sohrab Ahmari, Adrian Vermeule. ¿Qué significaría o qué aspecto tendría el posliberalismo? Si, en efecto, el liberalismo está abandonando por fin el escenario histórico, quizá sea el momento de invocar el lapidario adagio de Hegel de que «el búho de Minerva despliega sus alas sólo con la caída del crepúsculo»: comprendemos el significado de una época sólo cuando llega a su fin. ¿Está llegando a su fin la dispensación liberal? ¿Vuelve a volar el búho de Minerva?
¿Qué es – o era – el liberalismo? Para Deneen, profesor de política en Notre Dame, el liberalismo designa un compromiso de liberación de lo que se percibe como las restricciones y opresiones de la tradición y las costumbres. Animando el proyecto emancipador del «progreso», el liberalismo ensalza la expansión de la libertad personal, la movilidad social en lugar de los puestos o estamentos fijos, y la incesante innovación tecnológica y prosperidad material. Moyn – profesor de Historia y Derecho en Yale – comparte esta opinión, pero la reformula como «el perfeccionismo moderno de la agencia creativa»; para él, el liberalismo denota una fe en la capacidad de los seres humanos para hacerse y rehacerse a sí mismos y al mundo para mejor. El linaje del liberalismo de Deneen es exclusivamente anglófono: Thomas Hobbes, John Locke, John Stuart Mill, John Rawls. Los liberales de Moyn proceden de Gran Bretaña, el Continente y Estados Unidos, patria de los «liberales de la Guerra Fría» que él considera traidores a la causa. Leemos sobre Jean-Jacques Rousseau, Benjamin Constant, Alexis de Tocqueville (cuyas credenciales liberales enfatiza Moyn frente a los intentos conservadores de reclutarlo), idealistas y románticos alemanes, figuras ahora oscuras como T. H. Green, L. T. Hobhouse y Bernard Bonsanquet, junto con Isaiah Berlin, Hannah Arendt y estadounidenses como Judith N. Shklar y Lionel Trilling. Las diferencias en estas genealogías intelectuales importan. Deneen encuentra poco o nada que merezca la pena preservar en la tradición liberal, mientras que la narrativa más amplia de Moyn le permite ser más esperanzador sobre su futuro, así como sobre el futuro sucesor de un mundo «postliberal».  
De todos modos, ambas definiciones de «liberalismo» son muy amplias y expansivas, y me pregunto si Deneen y Moyn no están hablando tanto de liberalismo como de modernidad o del significado de «progreso», lo que sugiere de qué podría tratar en realidad gran parte del discurso contemporáneo sobre el «posliberalismo». Una forma de concebir la modernidad es como una apreciación ya no tan nueva tanto de la mutabilidad de la naturaleza (antes entendida como inmutable e inalterable) como de la capacidad humana para la autocreación individual y colectiva a través del arte, la cultura y la tecnología. Los seres humanos, que antes se consideraban sujetos a las limitaciones de la naturaleza y a las restricciones de los dioses, pueden, desde este punto de vista, modelarse y remodelarse a sí mismos y al resto de la naturaleza, y la historia es la historia de nuestra búsqueda de un mayor poder y libertad para comprender, dominar y remodelar el mundo.  
Este deseo moderno de lo que Francis Bacon llamaba «ampliar los límites del Imperio humano» asusta a Deneen y entusiasma a Moyn. A pesar de su pretensión de liberarnos de las supersticiones, tiranías y privaciones del pasado, el liberalismo es, en opinión de Deneen, destructivo, amoral, en última instancia nihilista y, a veces, sutilmente o abiertamente autoritario. Antes de la modernidad, sostiene, la «libertad» – el autogobierno y la autodisciplina de las personas y los pueblos – implicaba lo que él denomina «barandillas» (guardrails) a la libertad personal, restricciones a nuestros deseos y pasiones que nos permitían dominarnos a través de la razón y nos protegían a nosotros y a los demás de las peores consecuencias de la indulgencia. La búsqueda desenfrenada de la satisfacción no se consideraba libertad, sino servidumbre. Estas «barandillas» derivaban de la experiencia de «innumerables generaciones de antepasados», se plasmaban en costumbres, folclore y tradiciones y perduraban inculcadas por la familia, el gobierno y la religión. Al poner límites a nuestros apetitos, los guardianes «fomentaban condiciones de prosperidad para la gente corriente», sostiene Deneen, al tiempo que ponían freno a la rapacidad de monarcas, aristócratas y mercaderes. Este elemento «populista» de los guardianes premodernos es crucial para el argumento de Deneen, ya que le permite sostener que las restricciones a la libertad benefician al subalterno en lugar de someterlo.
Según Deneen, con la aparición del liberalismo, los «guardianes» pasaron a verse cada vez más como opresiones, grilletes que inhibían injustamente el libre ejercicio de nuestras mentes, espíritus y cuerpos. Epitomizada en la Política de Aristóteles y bautizada más tarde por el Aquinate, la antigua idea de que la vida económica debía orientarse al mantenimiento de los hogares y las comunidades en lugar de a la acumulación ilimitada de dinero y posesiones, lo que dio paso al ideal capitalista de mercados de capital, trabajo, tierra y bienes sin trabas y orientados al beneficio. La creencia de que la vida sexual debía orientarse hacia el matrimonio y la reproducción cedió el paso a la promesa liberadora de la libertad y la exploración sexuales. La convicción de que la vida política debe orientarse al bien común y conducirse a través de una «constitución mixta» – una integración del populacho (demos) y de los virtuosos educados (aristoi), idealizada por Aristóteles y el historiador romano Polibio – se doblegó ante la primacía de los intereses, culminando en las microobsesiones de la política identitaria. En el mundo capitalista liberal avanzado, afirma Deneen, las viejas barandillas yacen maltrechas o demolidas y la sabiduría del sentido común forjada a lo largo de los siglos ha desaparecido en medio de un pandemónium chabacano de avaricia, lascivia y ensimismamiento.
La demolición de las barandillas no fue causada por un demos revolucionario, argumenta Deneen, sino por los aristoi corruptos y delincuentes; el liberalismo ha sido siempre, a sus ojos, un proyecto de élite. Pero es en este punto donde queda claro que los verdaderos temas de Deneen son la modernidad y el progreso. Aunque los liberales aceptaron (a menudo a regañadientes) la democracia en el siglo XIX, el liberalismo «no es una filosofía política igualitaria», afirma; ha sido un proyecto de emancipación de las élites de las restricciones e inhibiciones tradicionales. El liberalismo ha sido una ideología de vanguardia, primero de los capitalistas industriales deseosos de deshacerse de las restricciones morales y cívicas a la acumulación («liberalismo clásico») y ahora de los profesionales y gestores formados en la universidad y cada vez más seculares que dominan el gobierno, los negocios corporativos, la educación, la ciencia, la tecnología y las industrias culturales («liberalismo progresista»). Animadas por la fe en el «progreso», estas élites tratan de derrocar lo que Mill calificó en su día de «despotismo de las costumbres», es decir, la adhesión de la gente corriente a las formas tradicionales de trabajar, amar y relacionarse. Frente a las costumbres «instintivamente conservadoras» del demos, que Emerson aclamaba como «el partido de la esperanza», ahora se pulverizan todas las restricciones, consagrando la experimentación y la innovación perpetuas como norma. De ahí la revolución política que, bajo el liberalismo clásico, separó la vida política de la económica y dificultó la imposición de restricciones razonables al mercado; la revolución tecnológica que desarraigó a los artesanos y sigue desposeyendo a los trabajadores de habilidades manuales y mentales; y la revolución sexual que erosiona el matrimonio y la familia tradicionales y legitima el aborto, las relaciones entre personas del mismo sexo, los transexuales e incluso el poliamor.
Tal y como cuenta Deneen, las élites liberales actuales intentan imponer un libertarismo social sin precedentes desde sus centros de mando en las burocracias gubernamentales y corporativas, las universidades y escuelas públicas, los tribunales, el entretenimiento y las redes sociales. A pesar de su ostensible oposición a la jerarquía (que les ayuda a ocultar su propia condición de élite), se apresuran a afirmar sus credenciales y conocimientos; a pesar de sus pretensiones meritocráticas, valoran «la diversidad, la equidad y la inclusión» por encima del talento; a pesar de su creencia profesada en la ciencia y la racionalidad, vilipendian a cualquiera que cuestione los datos que sustentan, por ejemplo, la atención afirmativa de género. A pesar de sus protestas de «tolerancia», creen, como Mill, que «el despotismo es un modo legítimo de tratar con los bárbaros, siempre que el fin sea su mejora». Aparentemente, los liberales contemporáneos consideran «bárbaros» a los demos de hoy y para llevar a cabo su «mejora» se han embarcado en un nuevo tipo de «despotismo» mediante políticas de contratación, cultura de la cancelación y «des-clasamiento».
Deneen considera el marxismo como otra forma de despotismo progresista; así es como, en un libro ostensiblemente dedicado al liberalismo, emergen los verdaderos objetos de su temor: la modernidad y el «progreso». Aunque los marxistas a menudo detestan a los liberales más que a los conservadores, el marxismo es, en palabras de Deneen, un «progresismo del pueblo», una política de progreso que aspira a liberar a toda la humanidad, no a unos pocos ricos o educados. Cuando Marx observó que el dinamismo de la empresa capitalista significaba que «todas las relaciones fijas, congeladas rápidamente, con su cadena de antiguos y venerables prejuicios y opiniones, son barridas, [y] todas las nuevas se vuelven anticuadas antes de que puedan osificarse», estaba celebrando este hecho, no lamentándolo. Pero, como señala Deneen, Marx y sus epígonos nunca estuvieron seguros de que el proletariado aceptara el ideal de la revolución permanente; si los obreros abrazaban la revolución, era tan probable que fuera con fines conservadores como radicales. Debido a esta «falsa conciencia» – una renuencia o negativa a aceptar el «progreso» tal como lo definía Marx – el pueblo podría ser insuficientemente revolucionario. Así, como Lenin y los bolcheviques comprendieron, «el progreso requería (una vez más) el abrazo de una clase de élite para tomar las riendas». Tanto para los liberales como para los marxistas, el obstáculo más obstinado para el progreso es el pueblo.
El retrato que dibuja Deneen de una hegemonía profesional-gerencial altiva, moralista y secular comparte mucho en espíritu con la obra del difunto Christopher Lasch – que describió una «revuelta de las élites» y su secesión de una vida compartida con los menos educados, acomodados y cosmopolitas – que con la de los críticos contemporáneos de la condescendencia liberal, como el teórico político Michael Lind y el sociólogo francés Christophe Guilluy, que retroceden ante lo que este último denomina «elitismo de las élites», que rechazan lo que este último denomina el «falso igualitarismo» de los políticos y académicos de izquierdas. De hecho, las críticas más incisivas de Deneen arremeten contra el falso igualitarismo de la universidad neoliberal actual, donde la DEI se ha convertido en una «inclusión en gran medida simbólica de grupos desfavorecidos designados en instituciones directivas formativas», en otras palabras, otra forma de «igualdad de oportunidades», una que nos retrotrae a los orígenes antiguos y molestos del liberalismo, ya que ratifica el espíritu competitivo, respalda la meritocracia (que su humilde servidor ya ha criticado en estas páginas) y evita las críticas a las universidades de élite y su papel en la preservación de la desigualdad. Desde la escuela de negocios (con sus conserjes mal pagados) hasta el departamento de inglés (con sus adjuntos mal pagados), la visión beatífica de la universidad neoliberal es una tecnoplutocracia meritocrática cuya clase dirigente cuenta con una representación proporcional en términos de raza, género y sexualidad. Aunque, como argumentaré más adelante, el «futuro posliberal» de Deneen no es suficientemente democrático, sostiene con razón que la obsesión liberal actual por la identidad racial y de género acaba reforzando el poder de la élite profesional y directiva e impidiendo la formación de un demos multirracial que se oponga a sus señores meritocráticos.
Este orden neoliberal es el objetivo, en gran medida tácito, del intento de Moyn de rescatar al liberalismo de la desesperación. Si Deneen considera el liberalismo maligno e irredimible desde el principio, Moyn afirma su promesa de liberación, pero intenta rescatarlo del estancamiento en el que ha permanecido desde la Guerra Fría. «El liberalismo de la Guerra Fría fue una catástrofe para el liberalismo», escribe en la primera frase del libro. No es que el liberalismo anterior de mediados del siglo XX estuviera impoluto; a través de los sistemas imperiales europeo y estadounidense, estaba «enredado desde el principio con la dominación global», y a través de su supremacía cristiana blanca – ejemplificada en la misión civilizadora francesa – estaba «comprometido hasta la médula por su autoconcepto civilizatorio y su parroquialismo racista». Sin embargo, a pesar de su complicidad con estos males, los liberales seguían compartiendo una perspectiva inspiradora de la condición humana, sosteniendo «la amplia visión de que la historia es un foro de oportunidades para la adquisición e institucionalización de la libertad». A lo largo de los siglos XIX y XX, los liberales abrazaron la democracia, extendieron el sufragio a más hombres y mujeres, cuestionaron la eficiencia y la justicia de los mercados libres e imaginaron un «Estado ético» que fomentaría las condiciones para el florecimiento individual y colectivo poniendo fin, al menos parcialmente, a la separación entre política y economía. La renovación del liberalismo en torno al cambio de siglo XX auguraba tanto las democracias sociales de Europa Occidental como el New Deal en Estados Unidos.
En lugar de acoger estos acontecimientos como reivindicaciones del credo liberal, los liberales de la Guerra Fría se volvieron melancólicos y desanimados. No es que no tuvieran excelentes razones para ello. Teniendo en cuenta las dos guerras mundiales, el fascismo, el comunismo soviético, el judeocidio y las armas nucleares, se puede entender que los liberales se sintieran intimidados por la magnitud de los horrores del siglo (y los posibles horrores). Pero en lugar de mirar a los éxitos del pasado como recursos para la renovación, los liberales de la Guerra Fría perdieron su nervio progresista, a menudo repudiando la misma fe en la agencia y la creatividad humanas que había dado energía a sus predecesores. En su opinión, las esperanzas utópicas del marxismo soviético desmentían los objetivos emancipadores de la Ilustración y desacreditaban cualquier esfuerzo de un «Estado ético» por regular o socializar los mercados, mientras que la mitología de sangre y tierra del fascismo manchaba el legado del Romanticismo.
En seis retratos intelectuales vívidamente dibujados de la teórica política Judith N. Shklar, los filósofos Isaiah Berlin y Karl Popper, la historiadora Gertrude Himmelfarb, la filósofa política e historiadora Hannah Arendt y el crítico literario Lionel Trilling, Moyn examina el pesimismo políticamente incapacitante de los liberales de la Guerra Fría. Reescribieron la historia del propio liberalismo, denigrando la confianza de la Ilustración en la razón como fuente de fanatismo ideológico e identificando el Romanticismo como fuente de la mitología fascista. Rechazaron la fe de la tradición heredada en la historia como relato del progreso, sosteniendo que tal convicción desembocaba inexorablemente en el mesianismo político y el terror. Cultivando la desilusión, decidieron ser por principio «perturbados por la pasión ideológica, temerosos del riesgo y apegados a la estabilidad». De hecho, practicaron lo que Moyn describe como una «autoinmunización frente a la esperanza», una determinación por principio de renunciar a cualquier gran sueño de transformación social y política. Las palabras clave de los liberales de la Guerra Fría eran «madurez» y «realismo»; eran los adultos en la habitación, habiendo dejado de lado las niñerías que sedujeron y engañaron a sus antepasados. Por esta razón, normalmente sólo podían generar el más tibio entusiasmo por las luchas de liberación de la posguerra. (Arendt, por ejemplo, desconfiaba del movimiento por los derechos civiles y veía los levantamientos revolucionarios del mundo poscolonial como «desvaríos»).
A un nivel más fundamental, los liberales de la Guerra Fría repudiaron la confianza en la creatividad individual y colectiva que había caracterizado al humanismo liberal, sustituyéndola por una visión más oscura de la naturaleza humana basada en el psicoanálisis y la teología agustiniana. Cada vez más de moda entre los intelectuales después de la Segunda Guerra Mundial, la descripción de Freud de la persona humana como un recipiente combustible de pulsiones sexuales y agresivas inconscientes parecía implicar, para liberales como Trilling, que la «autogestión exigente» era la más elevada y realista de nuestras esperanzas terrenales. Para los liberales afines al cristianismo, Agustín complementaba a Freud como diagnosticador de la condición humana. Especialmente en la obra de Reinhold Niebuhr, el último teólogo que tuvo una presencia formidable en la vida intelectual liberal, los liberales desencantados podían recurrir al pesimismo agustiniano para castigar «el entusiasmo mal dirigido y la pasión desordenada», es decir, la esperanza en un mundo mejor.
Renunciando a esa esperanza, el liberalismo de la Guerra Fría «colapsó», afirma Moyn en su epílogo, en neoconservadurismo y neoliberalismo. La sospecha de los regímenes poscoloniales alimentó la cruzada neoconservadora de extender la democracia liberal mediante el aventurerismo militar; las invasiones de Afganistán e Irak fueron, y probablemente Moyn estaría de acuerdo, parte del legado del imperialismo liberal. Mientras tanto, al exaltar la libertad individual y dejar el Estado del bienestar sin defensa, los liberales de la Guerra Fría prepararon el terreno para el neoliberalismo de Friedrich Hayek y Ludwig von Mises, cuyas acusaciones del «Estado ético» como bastión de la servidumbre envalentonaron a los gobiernos de derechas para reducir el gasto social, romper los sindicatos y desregular los mercados fueron oídas. Los neoliberales no sólo han intentado aislar el mercado del control democrático; han intentado convertir toda la vida en un mercado, algo que sus predecesores clásicos nunca pensaron que fuera imaginable. En Estados Unidos y Europa Occidental, los liberales están ahora desorganizados, inseguros de cómo enfrentarse a las repercusiones sociales, políticas y ecológicas del capitalismo neoliberal respaldado por casi todos los partidos liberales, «socialistas» o socialdemócratas. Los liberales de la Guerra Fría allanaron el camino, sugiere Moyn, para la crisis de su propia tradición.     
¿Qué hacer? Deneen aboga por un «cambio de régimen»: «El derrocamiento pacífico pero enérgico de la clase dirigente liberal corrupta y corruptora» y la construcción de un régimen “postliberal” que preserve las instituciones políticas existentes al tiempo que las impregne de un “ethos fundamentalmente diferente”. ¿Quién desmantelará el régimen liberal? Remontándose a la «constitución mixta» idealizada por Aristóteles, Polibio y Aquino, Deneen imagina una alianza de la gente común con una «élite» de intelectuales virtuosos que restaurarán la «tradición política del bien común» y plantarán nuevas barandillas para gobernar y canalizar nuestros deseos. Llama a esta alianza «aristopopulismo». Aunque Deneen afirma que este postliberalismo aristopopulista «es transversal a los partidos políticos actuales», lo ve como «una nueva derecha» que combina el conservadurismo cultural (apoyo a la religión, el matrimonio y la familia tradicionales) con un programa económico «pro-trabajador» que incluye el fomento de la fabricación nacional, permisos retribuidos para los padres, «un salario de apoyo a la familia», financiación gubernamental para los oficios y condonación de préstamos estudiantiles para los graduados que sigan carreras en la enseñanza, el servicio público o la religión.
Deneen dedica más espacio al aristoi que al demos. En su opinión, será decididamente «conservador», pero no como el «Conservatism, Inc.» que lleva ese nombre hoy en día. (Deneen tacha a la mayoría de los conservadores contemporáneos de liberales de poca monta). El auténtico conservadurismo tiene sus raíces en el «sentido común» de muchos y la erudición de unos pocos; como «la tradición clásica y cristiana de Occidente», constituye «la acumulación de la experiencia humana a lo largo del tiempo, en consonancia con la naturaleza inmutable del propio orden creado». Al igual que los gobernantes-filósofos de Platón, los aristoi «dan voz a la naturaleza del bien mismo»; a diferencia de ellos, articulan el bien en términos de teología cristiana que, para Deneen, es inequívocamente (pero nunca explícitamente) de carácter católico-romano. (Concluye el libro con una meditación sobre el jesuita Jean Daniélou y «la política como lugar de oración»). «Todo orden político descansa sobre ciertos supuestos teológicos», declara Deneen, por lo que imagina a sus aristoi más abiertos que el actual régimen liberal a la teología.
Los críticos de Deneen han señalado pasajes como éste como prueba de su complicidad con «integralistas» católicos como Vermeule, de Harvard, que desean abiertamente un Estado teocrático. No creo que Deneen defienda una América gobernada desde el Vaticano. (También se distancia del «conservadurismo nacional» de Yoram Hazony y R. R. Reno). El régimen postliberal de Deneen se parece más a la socialdemocracia católica defendida por Ahmari (cuyo Compact es una de nuestras publicaciones periódicas más rutilantes). Aun así, incluso si, como yo, simpatizas con la crítica de Deneen a un orden liberal capitalista, meritocrático y complacientemente secular, hay mucho que encontrar de insatisfactorio o inquietante en este libro. Por ejemplo, los «guardianes» y el «sentido común» que él considera tan perspicaces, destilados de la «experiencia acumulada» de «incontables generaciones de antepasados». Deneen y otros conservadores pueden tachar de tediosa la objeción de que muchísima gente no tuvo nada que ver en la acumulación y articulación de esta experiencia «común» – mujeres, no blancos, la lista podría continuar –, pero eso no la hace menos válida o contundente. (La «democracia de los muertos» de Chesterton siempre ha tenido un sufragio muy limitado). La plataforma económica «pro-obrera» de Deneen, aunque sin duda reduciría los márgenes de beneficio de la mayoría de las empresas pequeñas o corporativas, tampoco haría mucho por perturbar la lógica de las relaciones de propiedad capitalistas, la fuente, hay que recordarlo, de la inseguridad, la indignidad y el empobrecimiento a los que se enfrentan los trabajadores. (Espero poco de sustancia de un Partido Republicano supuestamente «pro-obrero», y especialmente de gente como un oportunista tan hosco, resentido y misógino como Vance, cuya propaganda adorna el libro de Deneen).    
Lo que también me preocupa es lo que Deneen no dice, o quizá no se atreve a decir. Por ejemplo, sus aristoi. ¿Cómo se elegirán estos aristoi? Si, como afirma Deneen, la sociedad política se basa en fundamentos teológicos, ¿el ingreso en la nueva élite vendrá determinado por la ortodoxia teológica? ¿A qué ortodoxia se atendrán? Presumiblemente, si Deneen es sincero, será la católica romana; pero entonces, ¿quedarán excluidos los ortodoxos orientales, los protestantes, los judíos, los musulmanes, los budistas y los hindúes? Y eso por no hablar de la creciente legión de «ni y uno ni lo otro» entre los estadounidenses menores de treinta años. ¿Qué relaciones institucionales existirán entre los aristoi y el demos? ¿Habrá algún tipo de controles y equilibrios? En cuanto al «matrimonio y la familia tradicionales», ¿está Deneen abogando por un patriarcado más amable y gentil? Si es así, ¿deberían ponerse límites al acceso de las mujeres a la educación, el empleo y el sufragio, dado que fomentan la independencia y la igualdad? ¿Quiere Deneen volver a penalizar las conductas homosexuales? ¿Realmente quiere que los homosexuales vuelvan al armario o tal vez que los hagan volver? Deneen no plantea ninguna de estas preguntas bastante obvias y sospecho que tampoco querría responderlas si se le insistiera, porque sabe que, una vez que su visión posliberal tuviera rasgos definibles, el pueblo podría rechazarla. (Una mayoría de votantes republicanos, por ejemplo, está ahora a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo). Todo lo cual equivale a decir que el postliberalismo aristopopulista no tiene anclaje en las realidades sociales, políticas y religiosas de los Estados Unidos del siglo XXI.
Moyn no pide la erradicación del «régimen» liberal, pero tampoco ofrece una afirmación inequívoca. Aunque impaciente por la desilusión altanera de los liberales de la Guerra Fría y exasperado por el histerismo casandrista de sus herederos contemporáneos – cuyo discurso político en la era de Trump es poco más que «un torrente de tuits asustados y terror catastrofista» –, su propia visión del futuro liberal parece incierta e indecisa. Aún comprometido con la confianza expansiva que marca (la mayor parte de) la tradición liberal, Moyn insiste en que posee recursos para superar los límites del liberalismo de la Guerra Fría. De hecho, escribe, debemos «reinventar el liberalismo más allá de los términos que hemos conocido» e «imaginar una forma de liberalismo que sea totalmente original». Pero, ¿en qué momento esta reinvención y reimaginación transformaría el liberalismo en otra cosa, algo postliberal, quizás? Moyn parece anticiparse a esta pregunta y ofrecer el principio de una respuesta. «No importa tanto que preservemos y rescatemos las tradiciones», reflexiona, sino que «las reconfiguremos más allá de sus limitaciones por el bien de nuestro futuro colectivo». Si el liberalismo tal y como lo conocemos y lo hemos conocido no es inmortal ni indivisible, entonces si realmente vamos más allá, sugiere Moyn, cualquier futuro postliberal debe llevar en sí mismo lo mejor del liberalismo. Incluso si hubiera un «cambio de régimen», cualquier postliberalismo digno de ese nombre no negaría simplemente el liberalismo que le precedió. Moyn insiste en que, en lugar de llevarnos a un elysium reaccionario, debemos incluir lo que el «progreso» tiene de inestimable: la fe en que podemos actuar creativa y colectivamente por el bien. El fin del liberalismo no auguraría el fin del compromiso con el progreso.
El progreso es una fe a la que muchos intelectuales han renunciado, o al menos dicen haber renunciado. Desde este punto de vista, la fe en el progreso es una vergonzosa herencia de la Ilustración, refutada por los desastres del siglo XX. Pero quizás deberíamos conceptualizar gran parte de la historia cultural e intelectual moderna, no como una batalla entre «el progreso y sus críticos», como dijo Lasch, sino como un conflicto sobre el significado del progreso. Sin duda, la abolición de la esclavitud, la autonomía (aún incompleta) de la mujer, la extensión de la educación popular, la prolongación de la longevidad, etc., son pruebas de... bueno, ¿progreso? A los cascarrabias que se quejan del progreso habría que preguntarles si les gustaría revocar estos avances. (Si quisieran, no deberíamos permitírselo). En realidad, no deberíamos tener que seguir insistiendo en que las revoluciones sociales, políticas, sexuales y tecnológicas de la modernidad han traído muchas cosas buenas – revoluciones que, sí, han traído otros problemas a su paso –, pero parece que hemos llegado a un punto en el que hay que reiterar lo obvio.
A menudo son intelectuales religiosos como Deneen los que lamentan las depredaciones del liberalismo, el progreso y la modernidad; pero como señala Moyn, el cristianismo fue una parte importante de la procedencia intelectual y espiritual del liberalismo. «Los videntes del progreso del siglo XIX» cini Constant, Tocqueville, Hegel y muchos otros «subrayaban regularmente el linaje cristiano de su compromiso con el sentido de la historia», escribe, «y tenían razón al hacerlo». Dado que el cristianismo es una fe cuya veracidad depende de acontecimientos que se afirma que han ocurrido en el tiempo histórico, y dado que asume una temporalidad unilineal y escatológica en la que nuestras acciones pueden prefigurar el Reino, la historia se convierte en un escenario en el que la acción humana puede marcar la diferencia, para bien o para mal. Por lo tanto, como Moyn insinúa, la teología cristiana puede desempeñar un papel importante en la clarificación de la naturaleza del «progreso» y, por lo tanto, en la refundación del liberalismo o en la formulación de un sucesor postliberal. El liberalismo nunca ha sido enteramente secular; de hecho, Moyn incluso se pregunta si los liberales «alguna vez lo hicieron – o si podemos hacerlo hoy – hablar de forma creíble [de la idea de progreso] en términos seculares». Tal vez no; pero entonces la pregunta urgente, al menos para los cristianos, es si se puede presentar de forma creíble en términos religiosos.
Si, como he sugerido, el «progreso» y la «modernidad» son las verdaderas cuestiones que subyacen a gran parte del discurso «postliberal», entonces deberíamos preguntarnos si es posible una modernidad alternativa, con una concepción alternativa del progreso. Por su mayor generosidad moral e intelectual, Moyn es el interlocutor más valioso para los cristianos deseosos de reconstruir el liberalismo o de aventurarse más allá del liberalismo sin caer presa de los delirios y resentimientos del integralismo o del nacionalismo religioso. Una vez que hemos aceptado la sabiduría de la modernidad – que los seres humanos poseen la capacidad de «acción libre creativa y empoderada», como Moyn describe el liberalismo, y que la historia es «un foro de oportunidades para el logro y el ejercicio de esa capacidad» –, entonces nuestra contribución a cualquier mundo postliberal consiste en explorar nuevas posibilidades en la imaginación política cristiana, enraizadas en un humanismo teológico reimaginado y revitalizado.
Durante demasiado tiempo, el cristianismo ha sido visto – tanto por cristianos como por secularistas – como una lúgubre sabiduría de resignación. Especialmente en sus formas agustinianas, ha lamentado este mundo como un valle de lágrimas en el que nuestra frágil naturaleza humana, tan retorcida y desfigurada por nuestra intratable pecaminosidad, hace imposible e inimaginable cualquier transformación radical del mundo. Convencida de que el «pecado original» ha mutilado tanto nuestras almas y corazones que estamos presos en la «depravación total», esta antropología teológica roza la desesperación y cierra de antemano cualquier vía de acción política visionaria. Ejemplificada en el liberalismo de la Guerra Fría de Niebuhr, puede convertirse, tanto para liberales como para conservadores, en un estoicismo sonoro y amanerado, una piadosa aquiescencia con el statu quo que se disfraza de «madurez» y «realismo».
Un postliberalismo cristiano cuestionaría este «realismo» como mera sumisión a lo dado y nos recordaría que no estamos «totalmente depravados» (una calumnia especialmente absurda e insidiosa); somos, como sabía el salmista, sólo un poco más bajos que Dios. «No hay gente corriente. Nunca has hablado con un simple mortal», como escribió una vez C. S. Lewis; «Es con los inmortales con quienes bromeamos, trabajamos, nos casamos, desairamos y explotamos: horrores inmortales o esplendores eternos». Un postliberalismo cristiano que imagine y promulgue una modernidad alternativa con un estándar diferente de progreso debería partir de esta afirmación verdaderamente subversiva. Su humanismo teológico complementaría la doctrina del pecado original con una firme afirmación de que los hombres y las mujeres son imagen y semejanza de Dios, personas capaces de autoformarse individual y mutuamente dentro de límites biológicos, sociales y ontológicos. Es en este punto de los límites donde los postliberales cristianos tendrían que discrepar con la celebración de Moyn del «perfeccionismo moderno de la agencia creativa». ¿Cuándo la capacidad humana de autofabricación nos convierte en algo inhumano? ¿Deberían los liberales acoger con satisfacción la apoteosis transhumanista de la transfiguración maquínica? ¿Es la «Singularidad» – la fusión del cuerpo humano con la tecnología digitalizada – el punto omega de la modernidad? ¿Debe medirse el «progreso» como una sublimación tecnológica?  
Para responder a estas y otras preguntas, los postliberales cristianos se inspirarían menos en Agustín y Aquino – los sombríos defensores de la culpa heredada, la predestinación y el infernalismo – y más en figuras como Gregorio de Nisa y Nicolás de Cusa. La elocuente y feroz condena de la esclavitud de Gregorio es uno de los documentos morales más extraordinarios de la Antigüedad y su llamamiento a la abolición no se basaba en una metafísica política de los derechos, sino en la theosis, una visión escatológica de la humanidad plenamente restaurada en su divinidad. («¿Por cuántos óbolos valoraste la imagen de Dios?», una pregunta que bien podría plantearse a Jeff Bezos o Elon Musk). Nicolás, cuya obra está experimentando un renacimiento largamente esperado y esperemos que permanente, es quizá el avatar teológico de un compromiso cristiano con la agencia innovadora y democrática: el primer teólogo que sostuvo explícitamente que todo gobierno se deriva del consentimiento de los gobernados, también luchó con el problema de cómo un universo evolutivo y multifacético, flexible al arte y la técnica de la cultura y la civilización, podría seguir siendo una manifestación de lo divino.
La preocupación moderna de Nicolás por los seres humanos como artífices de su mundo debería informar un compromiso postliberal con la economía política. La concepción moderna del progreso ha sido, en su mayor parte, decididamente cuantitativa – un «paradigma tecnocrático» de puro dinero y productividad – y, por lo tanto, los posliberales cristianos deben trabajar para poner fin al capitalismo, que construye mercados y propiedades como vehículos de acumulación sin fin. Aunque los liberales socialdemócratas y del New Deal pusieron barreras, por así decirlo, a los mercados capitalistas y a la propiedad, la histórica preocupación liberal por la libertad individual siempre ha dificultado que los liberales justifiquen cualquier barrera a la adquisición. Incluso cuando los liberales han invocado la religión para modificar el capitalismo, nunca se han atrevido a alterar fundamentalmente la naturaleza y la lógica del sistema. Como observó en una ocasión el radical tory (e inspiración postliberal) John Ruskin: «No conozco ningún caso anterior en la historia de una nación que haya establecido una desobediencia sistemática a los primeros principios de su religión profesada».     
Una izquierda postliberal cristiana debería revisar no sólo a Ruskin, sino también a William Morris, R. H. Tawney, G.D.H. Cole, Lewis Mumford y Theodore Roszak, así como una variedad de caminos no tomados en la izquierda: el socialismo gremial, el sindicalismo, el comunismo de consejo, el anarquismo y las formas corporativistas de socialdemocracia. Lo que une a estas visiones dispares de un mundo postcapitalista es la aspiración a reunificar la vida política y económica (los socialistas gremiales, por ejemplo, querían sustituir la representación por gremios o sindicatos por la representación por regiones) y un ideal artesanal de control obrero sobre la producción que aboliera las distinciones de clase entre trabajo, habilidad y gestión. Los movimientos obreros deberían estudiar esta historia para cultivar una política mucho más ambiciosa.
¿Está muriendo el liberalismo? Si la historia sirve de guía, quizá no; pero al igual que todas las naciones e imperios son evanescentes, las ideas perecen, se marchitan o se transmutan. El liberalismo ha demostrado una notable capacidad de autocrítica y renovación, pero toda tradición tiene unos parámetros más allá de los cuales deja de ser lo que es. Quizá bajo la presión de múltiples crisis – el abismo de la desigualdad de clases, la agitación política, la ruina ecológica – el liberalismo sufra una metamorfosis tan profunda que se convierta en otra cosa. Tal vez una nueva modernidad, basada en tradiciones religiosas que se creían obsoletas, esté esperando entre bastidores. El búho de Minerva se posa en su rama.
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yo-sostenible · 16 days ago
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Nace ‘Con los pies en la Tierra’, el primer pódcast de Ecologistas en Acción, una experiencia piloto abierta a tu participación. Puedes escuchar nuestro primer programa de radio y escribirnos a [email protected]. https://anchor.fm/s/f99afb10/podcast/rss Viajamos a la asamblea de Ecologistas en Acción en Alacant, donde Carmen, Sara y Erika, coordinadoras de esta organización ecologista nos hablan, con Zulema de Alicante, de las luchas y actividades que vienen en 2025; Pau Monasterio del grupo local de Valencia nos cuenta de primera mano el impacto ambiental de la dana en la Albufera; profundizamos en los impactos, límites y movilizaciones contra la turistificación en Canarias, Balears y Alacant con Elena y Marina de la plataforma vecinal Alicante, dónde vas, con Margalida Ramis, de GOB Mallorca (Grup Balear d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa), Pablo Díaz, de Ben Magec-Ecologistas en Acción de Canarias, y Carlos Arribas, de la Colla Ecologista d’Alacant; en la sección Gallipata escuchamos las reflexiones de Martín, Samuel, Olalla, Lucas, Ramón y Martín, niñas y niños de 8 a 13 años, sobre manifestaciones y acciones ecologistas; Valentín nos trae las últimas novedades de Libros en Acción; y además, noticias, convocatorias y buena música. En este podcast piloto hemos escuchado las músicas libres de Tremenda Jauría en la sintonía, Un Cuento Propio, Get It On, JungleBungle, Ignacio Alfayé para el Espacio Bebé de la PAI, Energysound, Los Brodies, Summer House, La Monkiband, Namaste de Audionautix yGrandilocuentes Monocotiledóneas, todas ellas cedidas por sus autores y con licencias libres. ¡Muchas gracias por vuestro arte! Puedes escuchar Con los pies en la tierra en la página web de Ecologistas en Acción, en radios libres y comunitarias y en las plataformas de podcasts. ¡Escuchanos y entra en acción! Equipo Con los pies en la TierraEquipo Gallipata
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mwtchi69 · 1 day ago
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ÉSSI PÊ GÊ;-;
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newspro111 · 20 days ago
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Agencias
Simeone repite once titular
PorNewsroom Infobae
15 Dic, 2024 07:30 a.m. EST
Madrid, 15 dic (EFE).- Diego Simeone, entrenador del Atlético de Madrid, repite este domingo once titular en el partido contra el Getafe en el Metropolitano, con Samuel Lino de nuevo en la alineación, al igual que en la victoria por 3-1 del pasado miércoles con el Slovan.
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El Atlético sale con Jan Oblak, en la portería; Marcos Llorente, José María Giménez, Clement Lenglet y Javi Galán, en la defensa; Giuliano Simeone, Rodrigo de Paul, Pablo Barrios y Samuel Lino, en el medio campo; y Julián Alvarez y Antoine Griezmann, en la delantera.
En el Getafe, Jose Bordalás, su técnico, alinea de inicio a David Soria; Nyom, Djene, Domingos Duarte, Omar Alderete, Juan Iglesias; Keita, Yellu, Milla, Coba; y Álvaro Rodríguez, según la disposición táctica de las alineaciones oficiales. EFE
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historiascautivadoras · 23 days ago
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Una Historia de Sacrificio y Perdón
Jazmín, una niña de 13 años, vivía con una sombra constante: una enfermedad pulmonar que limitaba cada aspecto de su vida. Incapaz de jugar o realizar actividades físicas como otros niños, su fragilidad era una preocupación constante para su familia.
Su madre, Lauren, también luchaba contra una enfermedad implacable: angiopatía amiloide cerebral. Esta condición progresiva, causada por la acumulación de proteínas en los vasos sanguíneos del cerebro, amenazaba con demencia, convulsiones y, lo más peligroso, sangrados cerebrales.
Samuel, el esposo de Lauren y padre de Jazmín, trabajaba incansablemente en dos empleos –como chofer de Uber y albañil– para cubrir los crecientes gastos médicos. La familia vivía con la constante amenaza de los derrames cerebrales de Lauren, una realidad que se hizo presente desde el primero en 2017. Después de un segundo derrame en 2018, una decisión silenciosa comenzó a gestarse en el corazón de Lauren.
Lauren le dijo a Samuel que visitaría a su madre por unos meses. Sin embargo, este viaje era una fachada. En secreto, Lauren contactó a un abogado para llevar a cabo un plan doloroso pero, en su mente, necesario: someterse a la eutanasia y donar sus órganos, especialmente uno de sus pulmones para Jazmín.
Con la promesa de apoyo incondicional de su propia madre, Lauren planeó cada detalle. Juntas realizaron los trámites necesarios, asegurándose de que el proceso se llevara a cabo. El día final, solo su madre estaría a su lado.
"Madre, hago esto por mi hija, sobre todo", le confió Lauren a su madre. "Y también para irme dignamente de este mundo, sabiendo que he salvado más vidas aparte de la de ella. Quiero que tenga una vida mejor. Este es mi sacrificio". Lauren dejó cartas manuscritas para su esposo, su hija y otros familiares, además de varios videos. Uno de ellos, destinado a Jazmín para el día de su boda, le aseguraba que siempre estaría allí, cuidándola desde el cielo. Otro, dirigido a Samuel, expresaba el profundo amor y gratitud por los años compartidos.
El día del trasplante llegó. Samuel recibió una llamada informándole de un órgano disponible para Jazmín y la urgencia de llevarla al hospital. Intentó contactar a Lauren, pero ella no respondió. Con el corazón en un puño, llevó a su hija al hospital. Las horas transcurrieron mientras Jazmín era operada. La angustia de Samuel crecía con cada llamada sin respuesta a su esposa.
Finalmente, la familia entera se reunió en el hospital. La madre de Lauren, con el rostro lleno de tristeza, se llevó a Samuel a un lugar apartado. Con voz temblorosa, le reveló la verdad: el sacrificio de Lauren. El dolor de Samuel fue un grito desgarrador que resonó en los pasillos del hospital.
Poco después, el médico salió del quirófano con noticias agridulces: Jazmín había sobrevivido a la operación y otros nueve pacientes se habían beneficiado de los órganos de Lauren. Lauren fue incinerada y sus cenizas fueron esparcidas en un lugar donde se plantó un árbol de naranjas. Cada día, Samuel visita el árbol, encontrando consuelo al hablarle a su amada.
Jazmín, al enterarse del sacrificio de su madre, experimentó una profunda mezcla de gratitud y dolor. A pesar de entender la inmensidad del amor que impulsó a Lauren, una herida profunda se abrió en su corazón: la de sentirse abandonada. "No podré perdonarla jamás por haberme dejado sola", pensaba Jazmín, luchando con el peso de un amor que se manifestó en la forma de una ausencia eterna.
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angelaaguirreblr-blog · 29 days ago
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Eventos Culturales en Nuevo León: Inversión y Futuro 
Se observa incremento en la oferta de eventos culturales de Nuevo León, han enriquecido la vida cultural de la ciudad, a pesar de ello las controversias siguen. 
Festival Internacional Santa Lucía, el evento esperado. 
El Festival Internacional Santa Lucía, uno de los eventos culturales más importantes de Nuevo León, celebró su 17ª edición del 19 de octubre al 3 de noviembre del presente año, con el objetivo de promover las artes y la cultura a través de disciplinas como música, danza, teatro, cine, artes visuales y literatura, se llevó a cabo en múltiples sedes de Monterrey. 
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Vistazo a algunos de los espectáculos que fueron presentados. Autor de foto: ABC noticias En esta edición, se destacó la participación de artistas nacionales e internacionales, entre los espectáculos más esperados estuvo el del Cirque Inextremiste, conocido por sus innovadoras presentaciones acrobáticas. Sin embargo, la duración del festival fue menor que en años anteriores, limitándose a 16 días, a diferencia de la edición de 2023, que se extendió por un mes y llegó a zonas rurales. 
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Espectaculo Cirque Inextremiste con sus acrobatas en el aire. Autor de foto :Angela Aguirre 
El presupuesto para el festival de 2024 aumentó en más de tres millones de pesos respecto al año anterior, alcanzando un total de 16 millones 160 mil pesos destinados al arrendamiento de escenarios y carpas, este incremento del 20% en comparación con 2023 permitió una programación de alto nivel,no obstante, este cambio ha generado algunas críticas, ya que la empresa Troya Eventos y Producciones S.A. de C.V., encargada del arrendamiento, ha sido señalada por ofrecer equipo obsoleto. 
En julio de 2024, se anunció la reconfiguración del Fideicomiso del Festival Internacional Santa Lucía y haciéndose modificaciones en la dirección como el caso de Victoria Kühne quien asumió la presidencia del patronato, reemplazando a Lorena Canavati, había dirigido el organismo desde su fundación en 2008, a pesar de estos cambios, Troya Eventos ganó nuevamente la licitación para el arrendamiento de servicios, compitiendo con otra empresa que no cotizó. 
Con todo y las críticas, continúo siendo un evento el cual cautivo a la población regiomontana y fue clave para la promoción de la cultura y las artes en la región, consolidándose como una cita anual en el calendario cultural de Nuevo León. 
Celebración del Bicentenario de Nuevo León: Inversión y Legado Cultural 
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Nuevo León celebró con gran entusiasmo el bicentenario de su independencia como estado libre y soberano, las festividades incluyeron más de 180 actividades, resaltando su rica historia, gastronomía y tradiciones. 
El evento principal tuvo lugar el 7 de mayo del presente año en la Macroplaza de Monterrey, donde se montó una imponente estructura de 20 metros de altura con las letras “NL”, un espectáculo de luces y arte, contando con 250 artistas locales, la gran estructura proyecto momentos representativos de la historia y los paisajes de Nuevo León cautivando a la audiencia.  
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La inversión total de este evento ascendió a 51.4 millones de pesos, siendo 22 millones destinados a los espectáculos de luces en la Macroplaza, el Obispado y el Horno 3, 23.3 millones se destinaron a festivales musicales barriales, donde artistas como La Firma y Pesado realizaron presentaciones en municipios del estado. 
El gobernador Samuel García destacó la importancia de este aniversario, mencionando el compromiso del estado con la innovación y el desarrollo económico, "Hoy celebramos nuestra historia y vemos hacia el futuro de un Nuevo León que seguirá siendo ejemplo para la nación", expresó. 
Los eventos del bicentenario no solo celebraron el pasado de Nuevo León, sino que también proyectaron su futuro, consolidando al estado como un referente de crecimiento y cultura. 
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Link vide:Nuevo León festeja su bicentenario con despliegue artístico en la Macroplaza Macrofest: Una Inversión Controvertida 
El Macrofest, una serie de eventos mensuales organizados por el Gobierno del Estado de Nuevo León generó tanto entusiasmo como críticas en la comunidad local durante su realización, los espectáculos llevados a cabo en la Macroplaza de Monterrey buscaban ofrecer entretenimiento gratuito al público, con una inversión mensual de 2 millones de pesos sin considerar el pago a los artistas. 
Tuvo lugar el 5 de marzo, contando con la participación de grupos populares como Los Ángeles Azules, La Leyenda y La Sonora Dinamita,durante este evento, el Gobernador Samuel García interactuó con el público y anunció que el gobierno se haría cargo de los costos del evento. 
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Lo que suscitó cuestionamientos sobre la asignación de recursos ya que algunos miembros de la comunidad artística local argumentaron que el presupuesto de la secretaría debería destinarse a la promoción del arte y la cultura en lugar de espectáculos masivos. 
Se estableció un precio de referencia de 1.948 millones de pesos por el montaje del escenario, camerinos, pantallas, sillas y equipo técnico, la subasta inversa para este contrato se realizó el 31 de marzo, donde las empresas interesadas presentaron sus ofertas a la baja respecto al precio de referencia. 
En 2023, la inversión total para los siete Macrofest fue de aproximadamente 49 millones de pesos, incluyendo el montaje de escenarios y la contratación de artistas, la empresa Troya Eventos recibió 13.6 millones de pesos para el montaje, mientras que los costos de contratación de artistas ascendieron a 5 millones de pesos por evento, totalizando 35 millones de pesos. 
También fue criticado por el alto costo de los artistas, estimado en 7 millones de pesos por concierto, para las presentaciones de abril, mayo y junio, solo en pagos a los artistas se proyectaba un gasto de más de 21 millones de pesos, en los cuales se incluía hospedaje, transporte y alimentación. 
Pese a las críticas, el gobierno defendió estos eventos como una forma de ofrecer entretenimiento gratuito y accesible a la población, destacando su compromiso con la cultura y el bienestar social, sin embargo, el debate sobre la mejor forma de asignar los recursos culturales continúa en la comunidad nuevoleonesa. 
Regios celebran la macro fiesta mexicana, la lluvia no los detuvo.  Miles de regiomontanos se reunieron en la Explanada de los Héroes para disfrutar de la fiesta mexicana, evento organizado por el gobierno de Nuevo León para conmemorar el 214 aniversario de la independencia de México, con vestimenta alusiva a la festividad patria, los ciudadanos asistieron a esta celebración que ofreció música y baile tradicional. 
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El gobernador Samuel García también estuvo muy activo en sus redes sociales, publicando en su cuenta de Instagram una imagen panorámica desde la macroplaza con el texto “Ya tenemos todo listo para pasar una MACRO FIESTA MEXICANA. Los esperamos a las 6:00 que la pachanga arranca temprano. ¡ÁNIMO! 🇲🇽🤠” 
El evento comenzó a las 18:00 horas con la presentación del conjunto “Acordeones Sinfónicos de Nuevo León y a pesar de la lluvia que se registró momentos antes, el ánimo de los presentes no decayó. 
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Público presente antes del festejo, Autor: Dalia Manriquez para ABC noticias 
Familias completas disfrutaron del evento, bailando al ritmo del género colombiano interpretado por Isaac “Campa” Valdéz, ex integrante de El Gran Silencio, acompañado por el grupo sinfónico, no de los momentos más memorables de la noche fue cuando todos los presentes unieron sus voces para cantar “Cielito Lindo”. 
Después del Grito de Independencia, liderado por el gobernador Samuel García, la noche continuó con la actuación estelar de Pedro Fernández, quien cerró la celebración con broche de oro, aunque la lluvia volvió a aparecer, no fue suficiente para detener la alegría de los neoleoneses y visitantes que se unieron al festejo, culminando la noche con el grito de ¡Viva México!. 
Hasta el momento se desconoce el gasto de presupuesto para esta festividad. 
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Link Gobierno de Nuevo León invita a la fiesta mexicana 2024 en la Macro Plaza
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hondurasensusmanosnoticias · 2 months ago
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ocombatenterondonia · 3 months ago
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SAMUEL COSTA 
 📍30/09- Segunda-feira  ➡ Às 08h00 – Reunião com apoiador zona leste da cidade- Local Comitê  ➡ Às 09h40- Reunião com todos da mídia, marketing e tráfego pago- Local Comitê  🟡 *Reunião interna*  ➡ Às 11h20 – Reuniã com assessores  🟡 *Reunião interna*  ➡ Às 13h00 – Entrevista Rádio Boas Novas  ➡️ Às 14h30 -Reunião Portal Rondônia/Noticias de Rondônia  🟡 *Reunião interna*  ➡ Às 15h30 –…
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