#reflexión amor tiempo y memoria
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ANTONIO PRIETO, por Concha Vallejo
Antonio Prieto, filólogo, escritor y catedrático de Literatura Española, nace en 1929 en Águilas, (Murcia), aunque algunos biógrafos sitúan erróneamente su lugar de nacimiento en Almería, ciudad a la que su madre se trasladó con la familia tras la muerte en accidente de coche de su padre, Luis Prieto, diputado socialista. Terminado el bachillerato, cursó en Madrid estudios de medicina, que…
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He escrito cartas dirigidas a ti, cartas que es probable que nunca llegues a leer.
-Carta abierta-
He escrito cartas dirigidas a ti, cartas que es probable que nunca llegues a leer.
He hablado de ti en mi diario, donde mis pensamientos encuentran voz y donde mi alma se siente libre para expresar todo lo que significaste para mí. En cada entrada, he plasmado los momentos que llegamos a compartir, las sensaciones que despertaste en mí y las reflexiones que surgen al pensar en aquella conexión. Lo he hecho como un intento de comprender mis sentimientos, de darles forma y encontrar claridad en medio de la confusión que a veces me invade.
Cada palabra escrita fue un testimonio de las muchas capas que constituían mi afecto por ti. A veces, me descubro relamiendo viejas memorias, recreando nuestro tiempo juntas con la esperanza de entender lo que realmente significaste en mi vida. A través de la escritura, he podido sentir la sororidad de aquel amor y el peso de las despedidas. He descrito la forma en la que tú presencia me llevo a momentos de reflexión profunda sobre el amor y la vulnerabilidad.
Se que nunca recibirás estas cartas. Aun así, escribirte es una forma terapéutica de procesar lo que vivi/vivo—las alegrías, las dudas, los anhelos y el dolor—. Tal vez, al plasmar mis sentimientos en papel, encuentre un camino hacia la paz que busco.
Cada carta es un regalo que me hago a mí misma, una expresión de honestidad que no requiere respuesta.
Quizás las palabras fluyan hacia ti, y sientas la esencia de lo que quiero compartir.
By, Yls.
#carta abierta#by yls#alquimista literaria#sentimientos#cosas que escribo#notas#pensamientos#frases#escritos del alma#amor#wlw#diario abierto#escritos#lo que escribo#emociones#cartas#poesía#pasado#desamor#duelo#ex#ruptura#nostalgia
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*Y tuve que aceptar*
Que no sé nada del tiempo,
que es un misterio para mí
y que no comprendo la eternidad.
Yo tuve que aceptar que mi cuerpo
No sería inmortal que él envejecería
y un día se acabaría.
Que estamos hechos de
recuerdos y olvidos;
deseos, memorias,
residuos, ruidos,
susurros, silencios,
días y noches,
pequeñas historias
y sutiles detalles.
Tuve que aceptar que
Todo es pasajero y transitorio.
Y tuve que aceptar
que vine al mundo
para hacer algo por él,
para tratar de dar
Lo mejor de m��, para dejar
rastros positivo de mis pasos
antes de partir.
Yo tuve que aceptar
que mis padres
no durarían siempre
y que mis hijos
poco a poco
escogerían su camino
y seguirían su camino sin mí.
Y tuve que aceptar
que ellos, no eran míos, como suponía
y que la libertad de ir y venir
es también un derecho suyo
Yo tuve que aceptar
que todos mis bienes
me fueron confiados en préstamo,
que no me pertenecían
y que eran tan fugaces
como fugaz era
mi propia existencia en la Tierra
y tuve que aceptar que
los bienes quedarían
para uso de otras personas
cuando yo, ya no esté por aquí.
Yo tuve que aceptar
que barrer mi acera todos los días
no me daba garantía
de que era propiedad mía
y que barrerla con tanta constancia
sólo era una sutil ilusión de poseerla.
Yo tuve que aceptar
que lo que llamaba “mi casa”
era sólo un techo temporal
que un día más, un día menos
sería el abrigo terrenal de otra familia.
Y tuve que aceptar que
mi apego a las cosas,
sólo haría más penosa
mi despedida y mi partida.
Yo tuve que aceptar
que los animales que quiero
y los árboles que planté,
mis flores y mis aves eran mortales.
Ellos no me pertenecían
Fue difícil pero tuve que aceptarlo
Yo tuve que aceptar
mis fragilidades,
mis limitaciones y
mi condición
de ser mortal,
de ser efímero
Yo tuve que aceptar
que la vida continuaría sin mí
y cómo que al cabo de un tiempo
me olvidarían.
Humildemente confieso
que tuve que librar
muchas batallas
para aceptarlo.
Y tuve que aceptar que
no sé nada del tiempo
que es un misterio para mí
Que no comprendo la eternidad
y que nada sabemos sobre ella
¡Tantas palabras escritas
tanta necesidad de
explicar, entender y
comprender este mundo
y la vida que en el vivimos!
Pero me rendí y acepté
lo que tenía que aceptar
y así dejé de sufrir.
Deseché mi orgullo y
mi prepotencia y admití que,
La naturaleza trata a todos
de la misma manera,
sin favoritismos.
Yo tuve que desarmarme
y abrir mis brazos para
reconocer la vida como es
Reconocer que
todo es transitorio
y que funciona
mientras estemos
aquí en la Tierra.
¡Eso me hizo reflexionar
y aceptar , y así alcanzar
la paz tan soñada!
Que esta reflexión llegue a lo más profundo de tu corazón y que se transforme en sabiduría, que te llene de amor y seas un ser con luz propia.
Por Silvia Schmitt, pensadora alemana
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*Este poema es tan hermoso que deja sin palabras*
«Y TUVE QUE ACEPTAR»
SILVIA SCHMITD
Que No sé Nada
Del Tiempo…
Que es un misterio
Para Mí
Y que No comprendo
La Eternidad.
YO TUVE QUE ACEPTAR,
Que mi cuerpo
No sería inmortal
Que él envejecería
Y un día se acabaría.
QUE ESTAMOS HECHOS DE,
Recuerdos y olvidos;
Deseos, Memorias,
Residuos, ruidos,
Susurros, silencios,
Días y noches,
Pequeñas historias
Y sutiles detalles.
TUVE QUE ACEPTAR QUE,
Todo es pasajero
Transitorio.
Y TUVE QUE ACEPTAR QUE,
Que vine al Mundo
Para hacer algo por él,
Para tratar de dar
Lo Mejor de Mí
Para dejar
Rastros Positivos
De mis pasos
Antes de partir.
YO TUVE QUE ACEPTAR QUE,
Que Mis Padres
No durarían Siempre
Y que Mis Hijos
Poco a poco.
Escogerían su camino y
Seguirían ese camino
Sin Mí.
Y TUVE QUE ACEPTAR,
Que Ellos
No eran míos,
Como suponía, y que
La Libertad de ir y venir
Es también
Un Derecho Suyo.
YO TUVE QUE ACEPTAR,
Que Todos mis bienes
Me fueron
Confiados en préstamo,
Que No me pertenecían
Y que eran tan fugaces
Como fugaz era
Mi Propia Existencia
En la Tierra.
Y TUVE QUE ACEPTAR QUE,
Los bienes quedarían
Para uso de
Otras personas
Cuando Yo,
Ya No esté por aquí.
YO TUVE QUE ACEPTAR,
Que barrer mi acera
Todos los días
No me daba garantía
De que era
Propiedad mía
Y que barrerla
Con tanta Constancia
Sólo era una
Fútil ilusión
De poseerla.
YO TUVE QUE ACEPTAR,
Que lo que llamaba
“Mi casa” era sólo
Un techo temporal
Que un día más,
Un día menos
Sería el abrigo terrenal
De otra Familia.
Y TUVE QUE ACEPTAR QUE,
Mi apego a las cosas,
Sólo haría más penosa
Mi despedida
Y mi partida.
YO TUVE QUE ACEPTAR,
Que los animales
Que quiero y
Los árboles que planté,
Mis flores y mis aves
Eran mortales.
ELLOS,
No me pertenecían
Fue difícil pero
Tuve que Aceptarlo.
YO TUVE QUE ACEPTAR,
Mis fragilidades,
Mis limitaciones y
Mi condición
De ser mortal,
De ser efímero.
YO TUVE QUE ACEPTAR,
Que la Vida
Continuaría sin Mí
Y que
Al cabo de un Tiempo
Me olvidarían.
HUMILDEMENTE CONFIESO,
Que tuve que librar
Muchas batallas
Para aceptarlo.
Y TUVE QUE ACEPTAR QUE,
No sé Nada del Tiempo
Que es
Un misterio para Mí.
QUE NO COMPRENDO,
La Eternidad y que
Nada sabemos
Sobre Ella
TANTAS
¡Palabras escritas
Tanta necesidad de
Explicar,
Entender y
Comprender este
Mundo y la Vida
Que en él Vivimos!
PERO
Me rendí y
Acepté lo que tenía
Que aceptar
Y así dejé de sufrir.
DESECHÉ,
Mi orgullo y
Mi prepotencia
Y admití que
La Naturaleza
Trata a Todos
De la misma manera,
Sin favoritismos.
YO TUVE QUE,
Desarmarme
Y abrir mis brazos
Para reconocer
La Vida como es.
RECONOCER QUE
Todo es transitorio
Y que funciona
Mientras estemos
Aquí en la Tierra.
¡Eso me hizo
Reflexionar
Y Aceptar,
Y así alcanzar
La Paz tan soñada!
Escrito por una pensadora y Parlamentaria Alemana.
SILVIA SCHMITD
—QUE ESTÁ REFLEXIÓN LLEGUE A
LO MÁS PROFUNDO
DE NUESTROS CORAZÓNES,
Y QUE SE TRANSFORME
EN CARIDAD Y
FRATERNIDAD
QUE TE LLENE DE AMOR
Y SEAS UN SER CON LUZ
PROPIA PERO SIN
OLVIDAR A TUS
SERES QUERIDOS.
*UN GRAN ABRAZO SINCERO*
_DESDE MI CORAZÓN_
_PARA EL TUYO_
Página: ANGELES DEL CORAZÓN
#AngelesdelCorazon
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La historia jamás contada (digimon)
Todo inicia con algo, bueno, malo, pero esta historia se inicia con los sentimientos de Ophanimon. ¿por que?, ¿Qué tiene de relevante iniciar con ella?, mucho como se podrán imaginar, ella es una pieza fundamental en esta historia aunque en ángel guardián no se le ha visto demasiado. Algo que quiero aclarar es que los misterios que esconde el otro finc tienen mucho que ver en este, el porque hay muchas piezas desordenadas, el porque tantos vacíos, el porque muchas cosas no están muy claras que digamos y las notas raras que Taichi tiene que descifrar a menudo para entender eventos del pasado que no recuerda y que sus amigos no le han contado, ni siquiera los digimon con los que se ha relacionado y la razón por la que esta siendo entrenado de "nueva" cuenta.
Aunque para todo esto hubo una larga reflexión.
SIPNOSIS:
Perdido, desorientado y con fragmentos de memoria para apoyarse, Taichi se embarca en la búsqueda de su pasado con extraños acontecimientos persiguiéndolo en un lugar completamente desconocido para él y Agumón, sin saber que lo había provocado y porque razón estaba embarcado en esta extraña lucha que había sido manipulada desde las sombras. En Odaiba sus amigos y Hikari hacen por encontrarlo mientras tratan de resolver los conflictos actuales por los que esta pasando el digimundo y el mundo humano poco después del descenso de Ken Ichijouji como el emperador de los digimon.
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Nota para futuros capítulos:
# El destino suele ser muy caprichoso, pero el tiempo lo es todavía mas, pero... ¿Quién es el que tiene el verdadero control de el si se retuerce y cambia de dirección por unas incautas manecillas de reloj? (este escrito trae mas de lo que parece a simple vista)
Nota número 2: La historia esta tanto en fanfiction como en wattpat
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¿Qué estarías dispuesto hacer por amor?, ¿te has marcado limites o te han mencionado cuales son los límites a no superar?, ¿por qué alto tan preciado es extravagante y adictivo?, los humanos son los que lo comprenden, pero…aun así…
¿Por qué piensan hay quienes no están destinados a ser amados?
Ophanimon no lo sabía, más eso para ella era lo que los hacia más extravagantes.
Ella se ha enterado por algunos digimon lo que piensan con respeto a su curiosidad por los humanos, le advierten que convertirá en una obsesión y que por eso debería darlo por olvidado.
Mas en su obstinación no hace caso a sus comentarios, dado que no hay espacio para ellos. De todos modos, les hace creer que se abrumo por ellos y permaneció días encerrada en una habitación "reflexionando" al respecto. Cherubimon quien mas se preocupaba por su situación le llamaba y traía alimentos a la puerta, gracias a él su falsa condena convenció a Seraphimon de que se había arrepentido de abrir paso a su corazón su descomunal interés por los humanos.
Aunque en las horas que pasaba sin que Cherubimon acudiera a su puerta, e incluso después de salir completamente renovada de su habitación, no podía evitar rememorar la conversación que tuvo con una humana que sin darse cuenta le había cautivado al grado de querer inmiscuir más sobre el amor.
Aun si conocía sobre el amor desde el punto de vista de los digimon, sus deseos por aprender del lado de los humanos son genuinos y hasta cierto punto puros para la humana que no tuvo problemas por contarle mas al respecto, pese a que en su inocencia no supo explicarle cuales eran los limites y sus consecuencias a futuro sino tenía un control sobre estos.
Entonces antes de que la humana recapacitara en sus acciones, ocasionalmente dejaron de encontrarse. Fue un poco lamentable en el caso de Ophanimon que su nombre permaneciera en secreto, incluso después de su partida, mas eso la motivo a dedicarse a trabajar su investigación a escondidas de Cherubimon y Seraphimon.
Con el paso de los meses y al ir reuniendo más información sobre el amor de otros humanos que iba conociendo en su investigación, fue desarrollando sentimientos burbujeantes que sentía que se desbordaban a cada minuto que era mas consciente de ellos, de como la llenaban de felicidad y al mismo tiempo de un vacío porque no hallaba en que focalizarlo sin que se sintiera obligada a guardar las apariencias.
Además, ¿qué tipo de amor sería el que entregaría?, aquella pregunta se asemejaba a una gruesa pared. Estancada no tuvo de otra que volver a recurrir a lo humanos, sin embargo, los resultados que esta ves le arrojaron dejaron de serle útiles después un determinado número de intentos.
Cuando estuvo por cerrar los ojos a sus deseos por la decepción que se había llevado, al imaginar que su amor solamente se quedaría estancado, apareció.
Ophanimon estaba radiante de que su mundo comenzara nuevamente a moverse. La forma en la que apareció fue tan espontanea y llameante que sentía que su corazón quemaba, incluso al tocarlo sentía la enorme necesidad de protegerlo, de abrazarlo, de sanar sus heridas. Con verlo ya sabía que forma tendría su amor al que moldeo con toques maternales con los que sinceramente se sentía extasiada por lo que se negó a desperdiciar sus tiempos con él, e hizo por mejorarse a ella misma con tal de agradarle.
Conforme más lo trataba mas se convencía que estaba por el camino correcto, él humano era un joven risueño y carismático, tímido en ocasiones, sincero en sus palabras, atento, la apoyaba en lo que estaba a su disposición junto a su compañero digimon. Aunque la razón por la que lo habían traído distanciaba de un humano ordinario, y temía que en cualquier instante fuera incompatible con su lado digimon, no evitaba que sus días giraran entorno a él.
Mala fue su fortuna la vez que Seraphimon le llamo la atención. Todo había empeorado desde ese instante.
—"Se que nuestra responsabilidad es entrenarlo, pero ¿no estas muy pegada a él ultimadamente?, el sigue siendo un humano de todos modos, acabara marchándose como el resto"
—"Solo hago lo que me corresponde, tu mas que nadie conoce la responsabilidad que nos han dejado. No es mi culpa que aprenda más de mí que de ustedes"
—"Ophanimon te lo digo en serio, por tu bien, será mejor que no te involucres demasiado con el humano, he visto como le has tomado cariño, a mí no puedes engañarme"
—"¿Qué tiene de malo tratarlo como uno de los nuestros?, ¿te recuerdo por lo que ha pasado?"
—"Lo tengo bien en mente, pero temo por ti, acabaras lastimada y eso es algo que ni Cherubimon y yo queremos ver"
—"Te garantizo que así no será, él será diferente, lo sé, creo en él"
—"Espero que así sea, de lo contrario al humano solo le aguardara tragedia tras tragedia y tu serás la causante de eso y del tormento con el que vivirás por el resto de tu vida"
Con aquel sentimiento burbujeante cargando y su impaciencia por demostrarle a Seraphimon que no seria lastimada, y que su predicción solo seria otras mas sin cumplirse, se esmero todavía mas en acercarse a su humano favorito. Un humano al que había convertido en un hijo desde el lente en que lo veía a menudo.
Quizás si tenia una obsesión como le decían, más eso era algo que poco le importaba.
Lo protegería.
Le amaría
Y escucharía sin pereza cada una de sus aventuras.
Sería la mamá perfecta que lo guiaría por el camino correcto.
—"¿Aprender a cocinar?, ¿eso es lo que quieres hacer?" —pregunto el humano sorprendido en una mañana soleada.
—"Si, ¿hay problema con eso?"
—"No, no, es solo que me sorprendiste, no esperaba que yo pudiera enseñarte"
—"Entonces… ¿Comenzamos?" —pregunto curiosa, siendo una de los tantos atrevimientos que se tomo durante la estadía del humano en el digimundo.
No obstante, como fue de esperarse pequeños brotes vacíos continuaban saliendo, dudas, necesidades que satisfacer, una de estas solía ser que le llamara mamá. El imaginar que lo pronunciaba la llenaba de anhelos, aunque sabia que él ya tenia una a quien le daba obsequios, la rodeaba de abrazos, y con la que compartía eventos de su vida de los que ella se perdería seguidamente.
El reconocer aquellos factores volvía sus noches sombrías y de sabores amargos. Le dolía no ser a quien le pediría quedarse con ella porque tenía miedo o por mero capricho, que la visitaría al ya ser muy requerida su presencia.
¿Por qué no podía ser su hijo y no de la mujer que aguardo nueve meses a que naciera?
Si él fuera su hijo, entonces su circulo de la felicidad estaría completo.
¿Por qué se volvía loca pensándolo?
Nuevamente no lo sabia, pero una parte de ella sabía que no estaba bien y que debería dejarlo ir, que no debería aferrarse a esos sentimientos porque lo dañaría.
Le enfermaba esa lucha constante, esa parte racional le decía que un digimon no debería codiciar lo que no es suyo, y no estaba capacitada para afrontar esas emociones complejas, sin embargo, ahí estaba dispuesta a no soltarlo porque se arrepentirá, porque con su partida sabe que su destino será corromperse.
Si estaba cayendo, esperaba que el humano la sacara de aquel abismo...
Una mañana ya no pudo mas, apresurada y presa de sus deseos lucha por asegurar su lugar como su madre haciendo lo impensable, aunque al principio haya iniciado con cierta duda interna. En la quinceava reunión de sus clases de cocina fue la primera en llegar, con la siniestra cautela con la que se le caracterizaba preparo paciente el escenario que le ayudaría a impulsar sus sueños, agrego elementos extras y discretos en los alimentos sin adulterar, no dejo que interfirieran en su corto tiempo a solas.
Llegar a esos extremos debería ser repulsivo, mas ella desechaba esos pensamientos cuando lo vio entrar con los utensilios de cocina que "casualmente" olvido traer consigo para que prepararan juntos algo exquisito como agradable a vista. Claro, si le ofrecían probarlos ella no daría el verdadero bocado.
Recurrir a tales extremos para repercutir en la memoria del joven humano valdría la pena si su papel de mamá esta asegurado. Lo desagradable fue las veces que a lo que lo sometió sin que estuviera enterado de que fue lo que lo motivo a tuviera que pasar por aquel insano procedimiento.
Gradualmente los resultados dieron positivos.
Recogía los frutos y estaba presente en cada instante en que el humano, "su hijo" entraba al digimundo, aunque todavía no lograba que le llamara mamá le consolaba lo distante que parecía estar de los otros humanos. Lo perdido que estaba y que ella solía ser quien mas lo apoyaba, por lo que naturalmente se gano su completa confianza al grado de que se sentía mas tranquilo en el digimundo que en su mismo mundo.
—"A veces pienso que me gustaría quedarme aquí por mas tiempo, aquí mis cargas no son tan pesadas, y no tengo porque ocultarme creyendo lo que hago esta mal todo el tiempo"
—"Podrías si quisieras, sin embargo no te sentirías bien contigo mismo" —le contestó de vuelta, pese a que se sentía muy hipócrita al no decir que preferiría que abandonara su mundo y se quedara en el de ella, o que ocultaba el brillo ambicioso que le cubría los ojos por debajo de la placa de metal mientras se extendía una diminuta sonrisa relativamente maliciosa por sus labios perfectamente carnosos y rosados.
#digimon#taichi yagami#hikari yagami#agumon#takaishi takeru#yamato ishida#sora takenouchi#mimi tachikawa#ophanimon#joe kido#digimon 02#gabumon#patamon#gomamon#daisuke motomiya#ken ichijouji#miyako inoue#veemon#biyomon#tailmon#angewomon#izumi koushiro
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Sábado, 19 de Agosto, 1:32 am.
Papá ¿Cómo haz estado?
Hace mucho que no hablamos y hay tantas cosas que decir. Estoy a días de cumplir 24 años, una edad que veía muy lejana hace un tiempo. También, empezaré otro semestre más de la universidad dentro de poco. Por otra parte, mañana cumplo un año de haberme mudado a otro distrito, a vivir por mi cuenta en un lugar más lejos de todos pero más cerca del trabajo y universidad.
Que loco ¿No? Esas vueltas que da la vida, desde esa última mañana de invierno que hablamos no imaginé llegar a donde estaría ahora.
No llegué a estudiar esa carrera que te dije, Administración la cambié por Psicología... Sé que nunca fuiste un muy buen amigo de los psicólogos, pero debo de confesarte que me encantó esa decisión.
Me hubiese gustado haberte preguntado sobre como fueron tus estudios superiores. Recuerdo haber oído que siempre sacabas las mejores calificaciones y promedios. Créeme que me esfuerzo por hacer lo mismo pese al desánimo y frustración que siento a veces, porque en esos, aunque minúsculos, detalles... Siento que te tengo presente todavía.
Hay mucho que me hubiese gustado preguntarte, que me hubiese gustado saber. Desde cómo lidiar con la soledad, con el trabajo y los fracasos hasta como reaccionaste cuando supiste que me tendrías...
Si la vida me diera otra oportunidad... Si eso pudiera existir... Si pudiese tenerte en frente de mí... Pero eso es imposible ¿Verdad?
A veces pienso en los momentos que compartimos y trato de volver a ellos y actuar mejor, decirte más, abrazarte más, demostrarte mi amor de mejor forma... Pero termino en el mismo lugar. Por mucho que vea la misma película, no podré cambiarle el final. Y no es para menos, aún me duele no haberme despedido de tí en aquellos días cuando pude.
¿Por qué la vida me hizo tan inmaduro en el tiempo en que te tuve conmigo?
Si pudiera pedirle algo a la vida... Solo una cosa... Tal vez no le pediría que te traiga de regreso conmigo pues sería poco realista, claro que no. Solo le pediría que me regrese a esa última mañana que te ví y en la que no pude expresarte nada de lo que sentía porque te hallabas dormido debido a tu enfermedad, por lo que eventualmente tuve que salir al trabajo, con la falsa esperanza de volver a tener la misma oportunidad una vez más. Solo le pediría que me lleve ahí y hubiese faltado al trabajo, esperando lo necesario para decirte lo mucho que te amo... Que las palabras son escasas para decirte lo agradecido que estoy de que hayas sido parte de los recuerdos más bonitos de mi vida. Que no importa lo que pase más tarde, ni que la vida o muerte nos separe, mi amor y admiración por ti quedarán siempre intactos, así como la memoria de esos tiernos abrazos que me dabas de niño. Que haré de mi vida lo mejor con lo que esté a mi alcance, para que puedas sentirte orgulloso de mí y puedas decir que tu hijo fue uno de los mejores.
Si solo pudiera pedir eso...
Pero aquí estoy, de vuelta a mi realidad, sabiendo que tal vez nunca leas esta carta. Pero con la esperanza de que aún tengo tiempo para valorar mejor lo que tengo, aprovechar mejor mis días y lograr todo aquello que te dije que alcanzaría algún día. Mi historia aun continúa y las mejores cosas estan aún por escribirse.
Son en este tipo de momentos, de nostalgia y reflexión, en donde me doy cuenta de cuánto significabas para mí y de la profunda huella que dejaste en mi corazón.
Por tanto, aunque no te pueda ver y el tiempo siga su curso imparable, quiero que sepas que tu memoria perdurará en cada sonrisa, en cada logro y en cada nuevo capítulo que escriba en mi vida. No importa cuántos años pasen, siempre serás una parte fundamental de quién soy.
Y algún día, desde lejos mirarás con orgullo y celebrarás al hombre que creaste. Esa es mi esperanza.
Con amor,
-R.
#textos#letras#escritos#sentimientos#pensamientos#palabras#frases#notas#tristeza#notas tristes#cosas tristes#citas tristes#amor y dolor
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*Me dejó sin palabras*
Este poema es lo mas hermoso que he leído…
Y tuve que aceptar!!
Escrito por una pensadora y Parlamentaria Alemana.
*Y TUVE QUE ACEPTAR...*
Que No sé Nada
Del Tiempo…
Que es un misterio
Para Mí
Y que No comprendo
La Eternidad.
Yo tuve que aceptar,
Que mi cuerpo
No sería inmortal
Que él envejecería
Y un día se acabaría.
Que estamos hechos
de,
Recuerdos y olvidos;
Deseos, Memorias,
Residuos, ruidos,
Susurros, silencios,
Días y noches,
Pequeñas historias
Y sutiles detalles.
Tuve que aceptar que,
Todo es pasajero
Transitorio.
Y tuve que aceptar,
Que vine al Mundo
Para hacer algo por él,
Para tratar de dar
Lo Mejor de Mí
Para dejar
Rastros Positivos
De mis pasos
Antes de partir.
Yo tuve que aceptar,
Que Mis Padres
No durarían Siempre
Y que Mis Hijos
Poco a poco.
Escogerían su camino y
Seguirían ese camino
Sin Mí.
y tuve que aceptar,
Que Ellos
No eran míos,
Como suponía, y que
La Libertad de ir y venir
Es también
Un Derecho Suyo.
Yo tuve que aceptar,
Que Todos mis bienes
Me fueron
Confiados en préstamo,
Que No me pertenecían
Y que eran tan fugaces
Como fugaz era
Mi Propia Existencia
En la Tierra.
Y tuve que aceptar que,
Los bienes quedarían
Para uso de
Otras personas
Cuando Yo,
Ya No esté por aquí.
Yo tuve que aceptar,
Que barrer mi acera
Todos los días
No me daba garantía
De que era
Propiedad mía
Y que barrerla
Con tanta Constancia
Sólo era una
Fútil ilusión
De poseerla.
Yo tuve que aceptar,
Que lo que llamaba
“Mi casa” era sólo
Un techo temporal
Que un día más,
Un día menos
Sería el abrigo terrenal
De otra Familia.
y tuve que aceptar que,
Mi apego a las cosas,
Sólo haría más penosa
Mi despedida
Y mi partida.
Yo tuve que aceptar,
Que los animales
Que quiero y
Los árboles que planté,
Mis flores y mis aves
Eran mortales.
Ellos,
No me pertenecían
Fue difícil pero
Tuve que Aceptarlo.
Yo tuve que aceptar,
Mis fragilidades,
Mis limitaciones y
Mi condición
De ser mortal,
De ser efímero.
Yo tuve que aceptar,
Que la Vida
Continuaría sin Mí
Y que
Al cabo de un Tiempo
Me olvidarían.
Humildemente confieso,
Que tuve que librar
Muchas batallas
Para aceptarlo.
y tuve que aceptar que,
No sé Nada del Tiempo
Que es
Un misterio para Mí.
Que No comprendo,
La Eternidad y que
Nada sabemos
Sobre Ella
Tantas
¡Palabras escritas
Tanta necesidad de
Explicar,
Entender y
Comprender este
Mundo y la Vida
Que en él Vivimos!
Pero
Me rendí y
Acepté lo que tenía
Que aceptar
Y así dejé de sufrir.
Deseché,
Mi orgullo y
Mi prepotencia
Y admití que
La Naturaleza
Trata a Todos
De la misma manera,
Sin favoritismos.
Yo tuve que,
Desarmarme
Y abrir mis brazos
Para reconocer
La Vida como es.
Reconocer que,
Todo es transitorio
Y que funciona
Mientras estemos
Aquí en la Tierra.
¡Eso me hizo
Reflexionar
Y Aceptar,
Y así alcanzar
La Paz tan soñada!
Que esta
REFLEXIÓN LLEGUE A
LO MÁS PROFUNDO
DE TU CORAZÓN,
Y QUE SE TRANSFORME
EN CARIDAD Y
FRATERNIDAD
QUE TE LLENE DE AMOR
Y SEAS UN SER CON LUZ
PROPIA PERO SIN
OLVIDAR A TUS
SERES QUERIDOS.
UN GRAN ABRAZO
DESDE MI CORAZÓN
AL TUYO.
“La Vida es un Regalo
Que se Te da “
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Esas huellas
Los recuerdos me invitan a sentir, pero hoy estoy realmente agotada para pensarlo. Cansancio, es lo único en lo que pienso últimamente. “Estoy cansada”, sólo quiero acostarme y no pensar en nada. Me levanto de la siesta y el cansancio sigue ahí, no se inmutó ni un poco.
Entonces vuelvo a los recuerdos, a mis memorias, a los flashbacks vividos. Esos personajes de mis historias todas inventadas en mi cabeza de soñadora y del mundo imaginario en donde todo termina bien y es por algo que pasan las cosas.
Donde la gente nueva siempre tiene que ser bienvenida y que todes se merecen mi tiempo, la calidad y el amor que le dedico o trato de dedicarle a mis amores más profundos.
También pienso en los recuerdos construídos con las personas que me llevaron a ser quien soy hoy, de lo poco que me arrepiento de haberle destinado tanto amor o tiempo a esa gente que quizás no se sintió atraída al imán de ese vínculo que se estaba construyendo, pero de todas maneras, me ayudaron a darme cuenta que en ese sentido, mi energía es interminable o mejor dicho, se recarga mucho más rápido de lo que se descarga. Es como un dispositivo electrónico de ensueño, al revés de lo común y conocido.
Pienso en la gente que ya no está o que no veo hace mucho tiempo y me pongo triste, me vuelvo chiquita por un momento, pero siendo honesta, su energía sigue recorriendo mi cuerpo. Es algo increíble de sentir y de vivir. Por eso soy tan pesada con militar la amistad de esta manera, tan incesante y constante. Es que me parece el mejor regalo de la vida, el ida y vuelta de las energías que se generan cuando construís un nuevo vínculo. Como la gente puede acomodarte y ayudarte a vivir de la manera más dolorosa y a la vez, más desafiante y divertida.
Llegado el momento, todas las personas nuevas que llegan a tu vida, mantienen una carga de energía tan hermosa y alta, que vivir resulta tan sencillo como respirar, o al menos, eso siento la mayor parte del tiempo.
Bueno bien, andá a decirle esa reflexión o comparativa a una persona con insuficiencia respiratoria, claro. A veces hay que ponerle un freno a la romantización del asunto y eso me lleva a sentir un poco mejor mis recuerdos.
Que lo vivido fué bueno, que mi memoria es vaga e inferior a las de la mayoría, pero que quizás por ese motivo, el filtro se encuentre tan bien calibrado. Y si no recuerdo algunas cosas, uso otras herramientas, como mis escritos, mis notas diarias, una foto, mensajes destacados en alguna conversación o incluso ahora, en casa, toda una pared de ropero con un fragmento de una canción elegida por cada une.
Para mi eso son los recuerdos, las huellas de una vida vivida, elegida y construida en comunidad, a la par de mis vínculos y entregada en totalidad.
El cielo ya se está apagando. Nace una noche más en esta ciudad soñada y aquí sentada en mi sillón, al borde de la ventana, suspiro y me invito a ingresar nuevamente en mis recuerdos, en mis memorias y en el camino recorrido. Pienso en todas esas hermosas personas que me rodearon y rodean en la vida. Se proyectan como una película 35mm interminable sus rostros y expresiones, recuerdo el sonido de su voz y del brillo de sus miradas. Los momentos compartidos.
No queda más que agradecer, por el atardecer, por los colores, por la brisa de viento que envuelve mi cuerpo y me recuerda que ya es de noche y que con suerte el día de mañana, una nueva aventura me encuentre a la vuelta de la esquina.
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Los espacios (?)
Es complicado ¿saben? decidir por donde empezar, o decidir empezar. Realmente no tengo mucha certeza sobre como hacerlo, los discursos que me hecho en el baño mientras el agua se calienta, son maravillosos, luego los olvido porque recordé que debo preparar el desayuno y ya estoy perdiendo mucho tiempo en el baño. Sin embargo, esperar que las fuerzas del universo me ayuden para llegar a tiempo y que pueda hacer todo lo que hay que hacer, resulta esperanzador; así que aquí van mis intentos de inicio:
Mi mamá, siempre dice que la mejor forma de quitar el estrés es lavando los platos y le he hallado la razón cuando he solucionado un montón de dilemas mientras intento quitarle la grasa a esa olla en la que fritan la carne hasta que se pone negra, resulta gracioso pensarlo, porque tal vez ella me dio una solución a los problemas de mi cabeza o simplemente uso su manipulación de madre para que yo los lave. (Reflexión)
Alguna vez en un historia de instagram, escribí: "En la ironía de mi nula adaptación al cambio. Volver a empezar tantas veces en tan poco tiempo, es como echar limón y sal a una herida que quizás jamás se cierre. En la ironía de nunca querer continuar, hoy estoy empezando otra vez." (Volver a empezar)
Resulta impensable, como es que muchas infancias fueron arrebatadas por la madurez, aprender a cocinar porque los padres no están en casa. Si hay hermanos hacerse cargo de ellos, porque el dinero no alcanza para pagar una niñera y los abuelos u otros familiares tienen muchas que hacer como para cuidar. Ayudar a enfrentar los miedos de los hermanxs menores, el coco, la bruja, el ropavejero, mientras en las noches se llora de miedo por la oscuridad. (Infancia)
(Intimidad y dolor)
Por último y claramente, no menos importante, un pato. (Memoria)
Sería muy hipócrita de mi parte colocar, como si de una intelectual muy culta se tratara, referencias literarias. No porque no sepa, sino porque en este momento mi mente me juega la mala pasada de no recordar, no recordar dónde leí eso de las infancias arrebatadas, de las hermanas silenciadas y sobre todo del cansancio, que claramente pudo haber sido en cualquier lado, pero no lo recuerdo, sin embargo aquí van:
Diarios - Alejandra Pizarnik
Chestnut, película de Robert Vince
Crecer - Ella Tabubert
Madres e hijas: intimidad, memoria, amor y literatura Dra. María Victoria Martínez Arrizabalaga
Mi propia vida
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Este poema "Y TUVE QUE ACEPTAR" me dejó sin palabras!
Es lo mas hermoso que he leído…
Aquí lo comparto...
Y TUVE QUE ACEPTAR...
Que No sé Nada
Del Tiempo…
Que es un misterio
Para Mí
Y que No comprendo
La Eternidad.
Yo tuve que aceptar,
Que mi cuerpo
No sería inmortal
Que él envejecería
Y un día se acabaría.
Que estamos hechos
de,
Recuerdos y olvidos;
Deseos, Memorias,
Residuos, ruidos,
Susurros, silencios,
Días y noches,
Pequeñas historias
Y sutiles detalles.
Tuve que aceptar que,
Todo es pasajero
Transitorio.
Y tuve que aceptar,
Que vine al Mundo
Para hacer algo por él,
Para tratar de dar
Lo Mejor de Mí
Para dejar
Rastros Positivos
De mis pasos
Antes de partir.
Yo tuve que aceptar,
Que Mis Padres
No durarían Siempre
Y que Mis Hijos
Poco a poco.
Escogerían su camino y
Seguirían ese camino
Sin Mí.
y tuve que aceptar,
Que Ellos
No eran míos,
Como suponía, y que
La Libertad de ir y venir
Es también
Un Derecho Suyo.
Yo tuve que aceptar,
Que Todos mis bienes
Me fueron
Confiados en préstamo,
Que No me pertenecían
Y que eran tan fugaces
Como fugaz era
Mi Propia Existencia
En la Tierra.
Y tuve que aceptar que,
Los bienes quedarían
Para uso de
Otras personas
Cuando Yo,
Ya No esté por aquí.
Yo tuve que aceptar,
Que barrer mi acera
Todos los días
No me daba garantía
De que era
Propiedad mía
Y que barrerla
Con tanta Constancia
Sólo era una
Fútil ilusión
De poseerla.
Yo tuve que aceptar,
Que lo que llamaba
“Mi casa” era sólo
Un techo temporal
Que un día más,
Un día menos
Sería el abrigo terrenal
De otra Familia.
y tuve que aceptar que,
Mi apego a las cosas,
Sólo haría más penosa
Mi despedida
Y mi partida.
Yo tuve que aceptar,
Que los animales
Que quiero y
Los árboles que planté,
Mis flores y mis aves
Eran mortales.
Ellos,
No me pertenecían
Fue difícil pero
Tuve que Aceptarlo.
Yo tuve que aceptar,
Mis fragilidades,
Mis limitaciones y
Mi condición
De ser mortal,
De ser efímero.
Yo tuve que aceptar,
Que la Vida
Continuaría sin Mí
Y que
Al cabo de un Tiempo
Me olvidarían.
Humildemente confieso,
Que tuve que librar
Muchas batallas
Para aceptarlo.
y tuve que aceptar que,
No sé Nada del Tiempo
Que es
Un misterio para Mí.
Que No comprendo,
La Eternidad y que
Nada sabemos
Sobre Ella
Tantas
¡Palabras escritas
Tanta necesidad de
Explicar,
Entender y
Comprender este
Mundo y la Vida
Que en él Vivimos!
Pero
Me rendí y
Acepté lo que tenía
Que aceptar
Y así dejé de sufrir.
Deseché,
Mi orgullo y
Mi prepotencia
Y admití que
La Naturaleza
Trata a Todos
De la misma manera,
Sin favoritismos.
Yo tuve que,
Desarmarme
Y abrir mis brazos
Para reconocer
La Vida como es.
Reconocer que,
Todo es transitorio
Y que funciona
Mientras estemos
Aquí en la Tierra.
¡Eso me hizo
Reflexionar
Y Aceptar,
Y así alcanzar
La Paz tan soñada!
Que esta
REFLEXIÓN LLEGUE A
LO MÁS PROFUNDO
DE TU CORAZÓN,
Y QUE SE TRANSFORME
EN CARIDAD Y
FRATERNIDAD
QUE TE LLENE DE AMOR
Y SEAS UN SER CON LUZ
PROPIA PERO SIN
OLVIDAR A TUS
SERES QUERIDOS.
UN GRAN ABRAZO
DESDE MI CORAZÓN
AL TUYO.
“La Vida es un Regalo
Que se Te da “
Escrito por Silvia Schmidt, política y escritora Alemana.
#Porsimelees❤️
#nievesmorena#porsimelees#esperanza#amor#felicidad#vida#amar#escapealvacio#eneltexto#corazon#aceptar
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SOBRE EL DUELO Y EL CUERPO EN LA ERA DIGITAL:
El duelo y su relación con la época.
En este caso, aquella se signa como era digital. ¿Cómo afectan los procesos del duelo en el reino de la virtualidad?
¿Qué signos podemos evidenciar como saldo de la intervención de lo digital en las prácticas y / o rituales que han acompañado el duelo?
Cualquier esfuerzo por responder dichos interrogantes, ha de contemplar el lugar que ocupa el cuerpo y nuestra forma de relacionarnos con él, dando lugar a la reflexión.
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“Los ritos por los cuales nosotros satisfacemos eso que se llama la memoria del muerto, ¿qué es sino la intervención total, masiva, desde el infierno hasta el cielo, de todo el juego simbólico?” (Lacan 1958-59/2014, p.131).
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En el marco de la experiencia clínica se encuentra, a menudo, pacientes que vivencian duelos larvados, irresolubles y callados, con efectos melancólicos asociados a una serie de síntomas que comprometen el organismo (como la falta de sueño o de apetito, por ejemplo).
Según lo formalizado en la 5ª edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, el duelo no excluye el diagnóstico de depresión. A partir de esta etiqueta, el Otro “científico” de nuestros tiempos impone una perspectiva patologizante del mismo y ofrece la solución del fármaco como la garantía de una vida con menos padecimiento. De modo que, a la necesidad milenaria del duelo como un fenómeno espontáneo, ritualizado y manifestado dramáticamente, le ha sucedido, a la luz del siglo XXI, su total interdicción.
En esa vía, se le exige al sujeto contemporáneo un control de sí mismo; que disfrace su pena y que renuncie a retirarse en una soledad que lo traicionaría, para de tal manera continuar sin interrupción su vida social, laboral y de ocio.
Por su parte, el psicoanálisis, en tanto método de investigación y método psicoterapéutico, ha otorgado un papel preponderante a la experiencia de la pérdida en la constitución subjetiva y, en ese sentido, se enfrenta permanentemente a la necesidad de pensar y re-pensar este fenómeno en relación a las condiciones de cada época.
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Para Freud, (1915), el duelo es: “la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.” (p.241).
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Se trata de un acontecimiento que conlleva a un estado de fragilidad psíquica, un trabajo que, si bien en algún momento finaliza, implica un proceso que produce dolor, un gasto de energía y tiempo. Queda claro, entonces, que la elaboración de la pérdida de un objeto de amor no puede llevarse a cabo sin que medie el sufrimiento. No obstante, en la actualidad lo que importa es que el sujeto que atraviesa una pérdida no deje traslucir las propias emociones. Así, en lugar de permitirle un tiempo para que tenga lugar el trabajo de duelo, se lo exhorta a estar lo antes posible en un completo estado de bienestar.
La elaboración de la pérdida como trabajo del duelo, aparece por tanto ligada a un reordenamiento, una reorganización simbólica que involucra la tarea de responder las preguntas que la muerte instala en el sujeto.
Pues esta, aún en su carácter desgarrador, permite un margen en el que se sostiene la interrogación. Es en el tránsito para hallar una respuesta, que le es posible al sujeto ir descubriendo sus propias marcas presentes en el objeto perdido, para así ir reconstruyéndolas paso a paso. Es menester hacer hincapié en el matiz simbólico que aquí se menciona, pues esto remite de manera directa a la noción de cuerpo.
El orden médico, por ejemplo, suele equiparar cuerpo y organismo y, desde esta perspectiva, la muerte se reduce a una cuestión que se entremezcla con los procesos que se desarrollan en la materia inanimada. No obstante, como el psicoanálisis se ha empeñado en puntualizar, el cuerpo es algo mucho más complicado que lo que consideran los anátomo-biólogos (Lacan, 1973).
Se trata de una construcción que se hace únicamente a partir del encuentro con el otro, que va más allá de la necesidad biológica. Aquello que permite decir tengo un cuerpo, tomarlo como atributo y no como ser, es el hecho de que, en tanto seres atravesados por el lenguaje, podemos prescindir de él. De modo que la identificación con nuestro cuerpo está mediada por el lenguaje en tanto nos tenemos que identificar con lo que se nos dice de él y, desde esta perspectiva, podemos decir que los animales no habitan un cuerpo, sólo son un organismo, pues en ellos no se pone en juego ningún proceso de subjetivación.
En este orden de ideas, se reconoce que la relación que establece una persona con otra está mediada por lo simbólico; implica construir la imagen del cuerpo del otro, así como actualizar la propia. Las huellas que quedan como saldo del amor operan entonces como reminiscencias de la presencia del otro. Si acordamos con ello, hemos de sostener que el trabajo posible no es por el duelo, o por el organismo que ha dejado de existir, sino por aquello que significó ese otro para cada uno.
De esta manera, el duelo implica desatar cada uno de los amarres que se habían forjado con la imagen del objeto amado, re-ordenar el sentido de las marcas que éste dejó en el propio cuerpo en términos simbólicos, esto es, modificar la relación libidinal que nos unía a él, para disponer del lugar vacío que ha quedado para que advenga, una vez aceptada la pérdida, la posibilidad de recuperar la relación con el mundo circundante, de subjetivar la pérdida para que se pueda convivir con ésta, y así lanzarse nuevamente al juego de la vida.
No obstante, es importante subrayar que, en tiempos modernos, la construcción subjetiva del cuerpo se ha visto sometida a todo un cúmulo de transformaciones en el orden social. El poderío de los adelantos tecnológicos, el furor de las redes sociales, el avasallador triunfo de los ideales de belleza y felicidad, así como el sobrecogedor empuje a buscar la satisfacción inmediata, han hecho que el cuerpo, con valor de exposición, equivalga a una mercancía integrada en el circuito de lo que se puede producir, vender, trasplantar, almacenar o comercializar.
En consecuencia, los modos de hacer lazo con el otro se trastocan; no se busca amar al otro en su alteridad sino consumirlo.
Un ejemplo de ello se constata en las formas de “comunicación” contemporáneas: Facebook, Whatsapp, Instagram, etc. Aparecen como medios para intentar aproximarse al otro tanto como sea posible. Empero, con ello terminamos por no tener nada del otro, lo hacemos desaparecer en tanto sujeto al reducir su cuerpo a una cuestión imaginaria.
En esa vía, se construyen relaciones frías e insulsas, libres de angustia y de espontaneidad. De ahí que deban engendrar ante todo sentimientos agradables. En esa vía, se construyen relaciones frías e insulsas, libres de angustia y de espontaneidad. De ahí que deban engendrar ante todo sentimientos agradables.
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En suma, la era de la hiper-conexión, “dominada por el poder, en la que todo es posible, todo es iniciativa y proyecto, no tiene ningún acceso al amor como herida y pasión”. (Byung-Chul, 2014, p. 25).
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Ahora bien, si tenemos en cuenta que existe una coyuntura fundamental entre el trabajo del duelo y el cuerpo, podemos decir que las lógicas que se erigen en la actualidad operan como obstáculos al apuntar al declive de lo simbólico.
En un medio en el que se promueve cada vez más a la satisfacción autística, sin la necesidad de recurrir a otro, la apelación al ritual se ve desacreditada.
Por lo mismo, hoy en día es más factible que alguien que experimenta el dolor de la pérdida, reciba un posteo, un tuit, un mensaje por Whatsapp, una reacción en Facebook ante la manifestación de lo insoportable, en lugar de una palabra, la calidez de un abrazo, o la oportunidad de ser escuchado.
En este panorama, la significación de la presencia del semejante como una pieza fundamental en el trabajo del duelo se desvanece.
Los efectos de estos modos de relación no se han hecho esperar. Nuevas prácticas sociales que apuntan a robustecer el narcisismo y a evitar el encuentro con el otro han empezado a cobrar toda su fuerza. Así, tendencias emergentes como la sologamia (celebrar una boda con uno mismo), la venta de robots sexuales (por montos que superan ya los 15.000 millones de dólares), o nuevas generaciones signadas con el nombre de hikikomori (término utilizado para describir a la gente joven que se aísla y encierra en sus hogares, cancelando para siempre la posibilidad de contacto directo con el mundo exterior), son algunos de los ejemplos que anuncian un futuro desolador para la eficacia de los símbolos en la escena de la economía del duelo, un porvenir destinado a la presencia de organismos que no devienen cuerpo al evitar ser agujereados por las marcas del otro.
¿Cuáles serían las condiciones, las modalidades que propiciarían al sujeto contemporáneo sortear esta operatoria que supone el trabajo de duelo, el encuentro con lo real de la muerte?
Desde el psicoanálisis se advierte la importancia de no desdeñar la inexorable e imperante necesidad de la presencia de lo público a través del otro social, que permita el reconocimiento de la pérdida, la instalación del ritual como pasaje e inscripción, así como la posibilidad de lo privado referido al tiempo que el duelo requiere para su tramitación, entendiendo que el pasaje de un tiempo a otro no debe reducirse a horas, meses, o años, sino pensarse a partir de operaciones lógicas que posibiliten ese movimiento.
Para ello se hace necesario que el sujeto pueda renunciar al carácter de víctima dolorosa, cuestión que sólo es posible si se le ofrece una invitación, por medio de la palabra, a que se amarre nuevamente de lo que puede y con lo que puede.
Un espacio en el que tenga cabida el dolor y la posibilidad de elaborar un saber hacer con la pérdida, en el que el sujeto aprenda a no desesperar los interrogantes, que siempre son un prólogo para escribir, para trazar el comienzo de una historia nueva y menos lacerante, con ese a quien se amó.
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Autores pautados según el cronograma obligatorio de la clase:
Byung, C.H. (2015). La agonía del Eros. Argentina: Herder Editorial.
Freud, S. (1915). Duelo y Melancolía. Temas de Actualidad. En J. L. Etcheverry (Traduc.) Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico Trabajos sobre metapsicología y otras obras (1914-1916): Obras completas, vol. XIV. Argentina: Amorrortu.
Lacan, J. (1958-59/2014). El Seminario. Libro 6. El deseo y su interpretación. Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (1973). El Seminario. Libro XXI, Los no incautos yerran.
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Clase preparada con mucho amor y entusiasmo para la UBA - C. Psicología.
- Compendio Melifluo.
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Sofía y la belleza de existir. Parte I.
Este año Perdidos en Tokio la película más famosa de Sofía Coppola cumple 25 años, además de estrenar Priscilla su novena película y lanzar un libro con sus memorias como directora a lo largo de sus años de existencia llamado Sofia Coppola Archive. Es por eso que decidí escribir una serie de textos de lo tanto que me gusta y ha marcado la directora mi vida.
Los que me conocen desde hace bastante tiempo sabrán que siempre he sido un loco del universo cinematográfico de Sofía. Claro no hago esto para verme como un crítico historiador detallista de su carrera, esto lo escribe un simple fan. Así que si se lo quieren echar y conocer un poco de lo mucho que me encanta, ahí les va.
La búsqueda del significado, Lost in Translation. Siempre fui un adolescente romántico. Romantizaba cualquier mínima muestra de amor y todo aquello que debería ser una bandera roja, para mi era una “prueba” de la vida para recibir algo mayor y mejor.
Descubrí Perdidos en Tokio a los 15 años. Me enamoré del ambiente melancólico de la película, de la crisis de identidad que viven los personajes a lo largo de la misma, de la música elegida perfectamente para cada escena, tanto como las que nos hacen reflexionar, como las que nos hacen notar que los personajes dentro de toda esta reflexión personal, se divierten. Del amor espontáneo de Bob y Charlotte que a pesar de que desde el principio sabemos que acabará, dan ganas de que no suceda. La estética singular que imprime Sofía en sus películas que con el paso del tiempo iría reconociendo como el fan en el que me convertiría.
Claro que todo esto me iba a gustar, siempre fui un manojo de sentimientos queriendo “ser encontrado” como nos decía el trailer de la película. PET fue la película que me inspiró a escribir lo que sentía y fantasear con escribir algo igual de bueno en el futuro. Sofía ganó mejor guion en los premios de la academia en 2004 por esta película y ahí empezó mi admiración.
En verdad las lecciones que esta película tenía preparadas para mi llegaron más adelante. Cuando la vida empezó a morder cada vez más fuerte. Como ya mencioné, Bob y Charlotte se conocen cuando ambos coinciden en un hotel de Tokio. Ella la esposa de un fotógrafo cuya fama va creciendo y Él un actor en sus 50s contratado para filmar comerciales de whisky en la capital nipona. Ambos a pesar de tener una razón de estar en el país, en verdad están improvisando su vida, Charlotte busca su identidad creativa “algo en lo que pueda ser buena” y destacar, viéndose intimidada cada vez más por la creciente fama de su esposo, como si fuera una carrera hacía lograr algo tan relevante como lo está haciendo él. Bob un actor que tuvo su momento más alto en los setentas, ahora es viejo y le cuesta mantenerse relevante en el ambiente actoral, es por eso que aceptar viajar a Japón a grabar esos comerciales pero notamos que no es algo que lo satisfaga, al final “eso es lo que hay” y con una familia tras de él, hay prioridades.
Pero Tokio se convierte en este terreno neutral para los dos, donde nadie los conoce y por dos semanas, no tienen la responsabilidad de nada. Un lienzo en blanco para sentarse a contemplar la vida y tratar de encontrarle un sentido. Claro no todos tenemos vidas así para ir a hacernos mensos a Tokio y pensar a donde queremos ir, pero la película si nos da una gran lección, no importa el momento, todos podemos estar perdidos y está bien.
Cuando llegué a los 25 me mudé solo a la Ciudad de México. Mi papá había fallecido apenas hace dos meses y el temor del momento me hizo saltar a la vida a adulta sin planear mucho, solo porque sentía que debía hacerlo ya. Obtuve mi primer trabajo, rente mi primer cuarto, dormía en un colchón inflable e inicié mi primera relación “adulta” con una chica. En verdad era una Charlotte improvisando todo el tiempo lo que se supone que debía hacer como un adulto, pero claro todo salió mal. El tratar de encontrar mi lugar en el mundo adulto me devoraba cada vez más, la herida de la muerte de mi padre se abría cada vez que no estaba para guiarme como lo hizo con mis otros hermanos, mi relación se tornó sentimentalmente violenta (y súmenle que romanizaba todo) y vaya, caí en depresión frustrado y ansioso.
Sí, me perdí y me enojé y quise no haber vivido nada de lo que viví en esos años. Seguí buscando mi “algo en lo que pueda ser bueno” y con el paso del tiempo crecí. “Entre más te vuelves viejo, más te dejan de importar las cosas y todo se vuelve más fácil” le dice Bob a una veinteañera Charlotte, es fue mi primera lección. No es cuestión de encontrarte o ser encontrado, es cuestión de disfrutar el viaje a Tokio (jeje) de tratar y aprender de los errores que se cometen, no dejarte caer por ellos. Sí, aunque suena a cliché, el camino es bien diferente para todxs. Lo importante es recolectar lecciones para trazar la ruta propia hacia la estabilidad y pienso que es ahí donde encontramos nuestro “algo en lo que podemos ser buenos” ¿Cuesta? Sí, pero no continuar caminando no es una opción cuando respiras y comes.
A los 28 la depresión que me dió 3 años de lecciones acababa. Ese año pude explorar un poco la vida como Bob y Charlotte, un tiempo muerto para no ser conocido y tomarlo todo como una hoja en blanco. Esto significaba explorarme con esta nueva personalidad obtenida gracias a tanta terapia con mi psicóloga (Yei te amo), en sentido tanto intelectual hasta llegar a lo sexual. Confieso que esto último nunca ha sido mi fuerte, además de que mi yo del pasado un ser romantizador, unía el sexo con la responsabilidad sentimental al 100%. Aprendí a poner reglas de campo mutuas con las otras personas y entender que cuando se es claro nadie sale herido y todos disfrutan.
Bob y Charlotte se encontraron en aquel hotel, se conocieron y se enamoraron pero ellos sabían que sería algo que pasaría solo en ese tiempo y espacio de sus vidas y está bien. A los 28 aprendí que puedes tener momentos íntimos con personas, disfrutarlos y ambos estar consientes de que no es el principio de un camino, pero que si tendrá fin. Solo queda abrazar los momentos, disfrutar los detalles y despedirse de todo eso con un secreto solo sabido por ambas partes. A veces me gusta pensar que Bob y Charlotte se dieron las gracias en ese abrazo por dar un poco de paz en la tormenta.
Más a delante me llegó nuevamente la hora de volver a ser adulto, el lienzo en blanco se había llenado y yo era otro. Agradecí todo lo que la muerte de mi padre me había dejado, lo extraño sí, pero sin su ausencia hay cosas no habrían llegado a mi. Encontré un nuevo trabajo y regresé a la ciudad (porque olvidé decir, regresé a vivir con mi mamá en mis años de depresión) para darme una nueva oportunidad de crecer y experimentar la vida adulta ahora sin temor. Perdoné lo que había pasado en mi relación a los 25 y decidí dejar de recordar todo, una y otra vez todas las noches, decidí soltar. Porque esa es la última lección que Perdidos en Tokio, la vida se tratar de dejar ir y seguir, siempre.
Cosas que amo de Lost In Translation:
- La escena cuando Bob baila Too Young de Phoenix. - El discreto momento romántico de Charlotte y Bob en el karaoke (cuando ella se recarga en su hombro con una peluca rosa) - Cuando salen de fiesta en Japón y vuelven a la ciudad un punto urbano romántico. - El abrazo, obvio. - Cuando ambos saben que acabó pero están felices de conocerse. - La camiseta de camuflaje horrible que usa Bob para verse más joven. - Cuando Bob espera a Charlotte con un peluche a la salida del consultorio médico y se pone a “platicar” con una viejita. - Bob Harris en general. - Las pláticas de Bob y Charlotte en el bar del hotel. - El guion. - For relaxing times make it Suntory time. - El director que le grita a Bob y cuando él pregunta qué dijo, la traductora solo dice “que le eche ganas” casi casi jajaja. - Las rolas atinadísimas de Air. - La Rosalía basándose en la peli para su video Candy. - Lo tanto que me quiero robar la personalidad de Bob Harris en esa película. - Justlikehoney_thejesusandmarychain.mp3 <3
Te llevo en el corazón Perdidos en Tokio, hay mucho que puedo decir de ti, pero ya todxs sabemos que eres fantástica.
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Angelina beloff la amante olvidada de diego rivera que era mejor artista que frida kahlo
Los muralistas mexicanos fueron uno de los primeros grupos que implementaron el acrílico como técnica pictórica. Ese material fue comercializado con fines artísticos a comienzos del siglo XX y a diferencia del óleo, permite crear obras con colores más vivos. Lo que aún causa desconcierto sobre este material, es la duración de los colores y resistencia del tiempo de los cuadros que son realizados con este.
Puede que los lienzos al óleo resistirán más que los trazos en murales; es algo que sólo en algunos cientos de años se sabrá. Lo que sí resistirá serán las palabras. Escribimos para recordar, como sentenció en la primera línea de sus memorias Angelina Beloff (1879-1969).
El amor es más tenaz que la memoria.
Eran los años 20 y antes de su triunfal regreso a la academia de pintura mexicana, Diego Rivera (1886-1957) se enamoró de una pintora rusa que había sido alumna de Henri Matisse, para quien también traducía tratados de pintura al francés.
En 1909, ella tenía 29 y él 23. Estaban en Brujas cuando fueron presentados por una de sus amigas en común. Diego Rivera no hablaba francés y Angelina Beloff entendía poco el español, aún así comenzaron a verse, y junto a algunos amigos, recorrieron parte de Europa estudiando y ensayando obras. Al regresar a París, comenzaron la relación formal.
Beloff escribió en sus memorias, refiriéndose a Rivera: «En aquel entonces era un pobre estudiante de 23 años que no sabía mucho del mundo de París, pero yo ya empezaba a amarlo en serio».
Comenzaron a trabajar y pintar juntos; actualmente se expone en el Museo de Arte Moderno de México, un retrato de la rusa hecho por Diego Rivera.
«Cuando nos reuníamos hablábamos de nuestro porvenir, del matrimonio. Diego argüía que sentía temor, en caso de que nos casáramos, de que por falta de trabajo tuviéramos que vernos obligados a vivir en un taller, y que si tuviéramos un hijo tendríamos que tener los pañales dentro».
Aunque el trabajo de Diego Rivera destacó más que el de ningún otro artista mexicano de la época, el de Beloff, igual que el de muchas de las compañeras de los grandes pintores, quedó en el olvido. La rusa sobrepuso la obra artística de Diego a la suya, por lo que su obra no es tan reconocida en México, ni Rusia, ni el resto del mundo.
En 1910, Diego Rivera regresó a México durante un año y al volver a París, se casaron y comenzaron a vivir juntos en diferentes países europeos. Juntos se unieron al cubismo de Picasso, quien los visitaba de vez en cuando en su pequeño departamento.
En 1914, Angelina comenzó una relación amistosa con el escritor y político Alfonso Reyes, que años más tarde sería la persona que posibilitaría su traslado para vivir en México, en 1932; aceptando el puesto de maestra de artes plásticas en escuelas oficiales de la que es parte hasta el año de 1945.
Su trabajo no sólo se basó en el óleo, Angelina realizaba acuarelas y serigrafia para componer bodegones, autorretratos y paisajes. Buscando a través de su obra la reflexión y observación paciente del mundo.
Diariamente, Angelina realizó cuadros para representar el México urbano, los edificios modernos y las olvidadas montañas de las zonas aún rurales. Creó personajes como “la muñeca pastillita” para los niños de este país e incursionó en el teatro guiñol.
Sin embargo, muchos inviernos antes de venir a México, en el crudo frío parisino de 1917, murió de una bronquitis, que después se volvió bronconeumonía, Miguel Ángel, el bebé de Angelina y Diego. Había nacido en el verano de agosto de 1916. Este hecho lo cambió todo ya que el futuro muralista se fue separando de su mujer, abandonó el cubismo y ella se fue sumergiendo en sí misma.
En agosto de 1921, Rivera rompe su vida en París, y decide regresar a México, donde realiza su primer mural al siguiente año.
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Más allá del sol
Sobre Aftersun de Charlotte Wells.
‘Tendré que grabarlo en mi cámara mental’ le dice Sophie (Frankie Corio) a su padre (Paul Mescal), mirándolo a través de una especie de “cámara fotográfica” hecha con sus manitas. Hace mucho tiempo no sentía una emoción tan dulce como la que me produjo Aftersun en la sala de cine. Hago el énfasis porque siento que además de que hemos perdido la sensibilidad para valorar la experiencia cinematográfica en su propio templo, también me gusta recordar que el cine es un lugar.
Esa misma nostalgia que me hace soñar con el cine de antes, impregna cada cuadro de la ópera prima de Charlotte Wells: una delicada reflexión sobre la memoria, la relación con nuestros padres, con nuestras hijas, la herencia, los viajes, el amor y el cine. Este último como el dispositivo primordial que puede registrar nuestra memoria. A pesar de que las imágenes de Gregory Oke son hermosas, suaves, sugestivas y expresivas a la vez, los planos que más me gustaron fueron los que salían de la cámara de video que Sophie y Calum utilizan para grabar sus vacaciones a Turquía.
Como aquellas de la memoria, las imágenes de la cámara de video son erráticas, fragmentadas, sin definición, aleatorias, caóticas y cotidianas. Imágenes que parecen estar afectadas por el paso del tiempo y de quienes las habitan. La presencia de esos espacios y personajes, en sus rostros que podría contemplar por horas mientras el tiempo pasa lento, como si pudiéramos ser aquellos que viven la experiencia de ser tomados por la cámara, como si yo fuera ese padre o esa hija que recuerdan y sienten lo hermoso que es vivir. Estos fragmentos de imagen limitados por el movimiento y el tiempo, se centran en las pequeñas expresiones humanas que a veces pasan desapercibidas por los fantasmas que observan, otras veces se centran en la quietud de los objetos en la pantalla, espejos o profundidades de campo que se extienden hasta el infinito de la frontera del mar, fragmentos que me recordaron que nunca debo perderme ningún detalle de aquello que amo y que la separación es sólo un acto estético de la forma, pues al final todo está unido.
También pensé que a pesar de que todos vivimos bajo el mismo sol, a veces sentimos que estamos lejos los unos de los otros, pero no es así. A veces creemos que por que nos distanciamos de una idea o de una persona, no nos estamos llevando nada con nosotros, sin embargo, parece que venimos a la vida a padecer los dilemas y los traumas que nuestra descendencia fallidamente intentó resolver y ahora nos ha dejado como herencia. La depresión y la soledad pueden definir una etapa de nuestro linaje y manifestarse en nuestras vidas, pero no debe ser la razón por la cual rememoramos, ni construimos el significado de la vida. El amor y reconocimiento de ese linaje, de esa familia, es suficiente como motivación para sanar y evolucionar. Y me refiero a la familia que escogemos, la familia que no escogemos y la familia que nos escoge.
Cuando iba llegando el final, me pregunté ¿por qué Turquía? ¿por qué esas ruinas y no otras de cualquier otro lugar? Entonces me di cuenta que todo viaje era un viaje a nuestro pasado, a los orígenes de nuestras creencias, a esos cimientos de nuestra esencia y de nuestro ser. En los viajes nos desprendemos de la cotidianidad que nos condiciona y observamos aquello que parece tan distante y ajeno, de una manera cercana y especial, para que cuando regresemos a nuestra zona común, podamos ver lo que está cerca, también de esa misma manera. Los vínculos familiares son un tesoro para aquellos que quieren recordar, pues en ellos no solo está la evidencia de nuestra condición, sino el mapa a nuestros traumas, dolores y virtudes. Honrar el camino que hay detrás, nos ayuda a encontrar el horizonte de nuestra plenitud y enaltece nuestras relaciones familiares, las cuales son el legado de nuestra imagen, de esa imagen que se fragmenta con el tiempo y se esparce por el espacio hasta ir más allá del sol.
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𝖲𝗍𝖾𝗉𝗁𝖺𝗇𝗂𝖾 "𝗦𝘁𝗲𝗽𝗵" 𝖱𝗈𝗀𝖾𝗋𝗌 . . .
﹫ 𝖢𝟦𝖯𝖲𝟣𝖢𝖫𝖤
‹ SAUDADE PT.2 ›
“16 candles burn in her mind
She takes the blame, it’s always the same
She goes down to her knees and prays
I don’t want to start any blasphemous rumors
But I think that Gods got sick sense of humour
And when I die, I expect to find him laughing.”
Advertencias: lesbofobia y crisis de fé.
Viajar al pasado es un arma de doble filo, puede ser el paseo más bello o el más catastrófico en la vida de todas aquellas personas que buscan disfrutar cada segundo de vida que se les ha otorgado. Para la rubia, a quien por segunda vez en su existencia terrenal se le había permitido disfrutar de la saudade que acompaña la memoria, recordar era un espacio donde todas las emociones convergían. Cuando decidía conscientemente volver a aquellos momentos atrapados en su alma, era porque estaba preparada para la oleada de emociones que la golpearía, aunque realmente se veía atrapada en los recuerdos de manera involuntaria la mayor parte del tiempo.
Meses atrás, Rogers había aprendido de la existencia del concepto de "saudade", es un concepto del portugués que una joven le había explicado un jueves por la tarde de la siguiente manera: saudade es una especie de melancolía, es extrañar con amor y comprensión, sabiendo que el mundo siempre está en movimiento. Desde ese día en que había descubierto aquella palabra que resonaba a la perfección con su existencia y su alma, la rubia se permitía ser comprensiva consigo misma, pues estaba viviendo en un mundo rápido y doloroso que adoraba quitarle a las personas que amaba. Después de décadas de dolor, al fin había comprendido que su alma podía ser melancólica sin percibirlo como algo negativo.
Stephanie tenía la mala costumbre de dejarse llevar por la nostalgia, seguido se encontraba pensando en las personas que alguna vez había amado, un par de ellas aún con vida y el resto descansando ya en la gloria de un Dios cruel. El sonidito característico de su cafetera la sacó de una ensoñación donde unas risas inocentes y cómplices eran melodía de su reflexión; estiró su diestra para tomar el asa de la cafetera para así verter en su taza gris el café cuyo olor minutos atrás le había llevado a pensar en la primer mujer a la que su amor había pertenecido. Estaba preparándose para tener un entrenamiento junto a Maximoff cuando la imagen mental de sus ojos hizo que detuviera su andar unos segundos.
A diferencia de Stephanie que tenía saudade pura tatuada en los iris azules, la sokoviana estaba llena de una melancolía dolorosa en los propios. La rubia negó con la cabeza eliminando aquella imagen se sus ojos y caminó hasta la salida para incendios de su departamento. Se quedó observando unos segundos las calles estridentes de Manhattan ates de sentarse en aquella escalera de metal y observó el movimiento rápido de la vida mundana. Perdiéndose así con la música que sonaba de su tocadiscos al fondo de su departamento, al menos hasta que lo único que observó y escuchó fue a Berenice corriendo delante de ella con aquel andar ligero y juguetón; por primera vez en décadas la pensó y lo hizo llena de amor en el corazón, incluso si todo había acabado con ella llorando en el regazo de su madre sin explicación alguna.
Berenice fue condenada desde su nombre a un destino de devoción a un hombre y a la vez bendecida por su conexión con Afrodita. Una risa suave escapó de los labios de Rogers, esas mismas palabras se las había confesado la castaña un día en el que habían logrado escapar de sus deberes a la edad de quince años. El primer sorbo a su café dulce le robó un suspiro antes de permitirse recordar todo lo que había pasado con la dueña de aquellos ojos que parecían hipnotizar a quien se hubiera permitido verlos. El amor más puro y rudo que había habitado en su corazón alguna vez, la chica que vivía a dos cuadras de su casa fue la primera en recibir el corazón de Stephanie y se encargó de enseñarle dolorosamente que ser católica y lesbiana no iban en la misma oración.
Todo había comenzado con un trabajo de escritura a pares, Stephanie y Berenice terminaron entablando una amistad a partir de eso. Sin embargo, la rubia siempre había sentido cierta curiosidad silenciosa por conocerla mejor, por saber todo de ella. Muy en el fondo de su corazón lo había sabido desde el principio, aquel interés tan intenso sólo era su forma de demostrarle que le atraía. Aún décadas después era complejo de asimilar y explicar, nunca en su vida se lo había mencionado a alguien; su sexualidad era un tema del que nunca hablaba en voz alta. Sin embargo, lo hablaba siempre con Dios, bueno, ella le preguntaba el por qué de aquella mancha que ensuciaba su existencia y la volvía una pecadora.
Rogers acudió a incontables misas antes de colapsar y confesarle en medio de un callejón a Berenice que estaba profundamente enamorada de ella y que por más que había rogado a Dios que le permitiera ser una persona normal, no había podido dejar de añorarla en sueños. Aquella tarde de otoño, la castaña la abrazó y consoló mientras lloraba frenéticamente hasta que pudo contenerse un poco. Un beso fue dado a la rubia en lugar de una respuesta con palabras y para ella fue suficiente, Dios podía castigarla todo lo que quisiera si eso significaba probar aquellos dulces labios más veces.
La supersoldado bebió el último trago de café y con este pasó el nudo amargo que se inscribía en su garganta, "eres una sodomita, ¡aléjate de mi!", la frase que Berenice le había dado como último adiós resonó en su cabeza. No era sodomita, sólo era cierto que a sus casi cien años de vida jamás había amado a un hombre más allá de lo platónico y su amor, deseo y devoción sólo habían sido vertidos hacia mujeres. Había conocido la palabra lesbiana como un sinónimo de sodomía y pecado, por ello desde muy joven se le congelaba la sangre cuando la escuchaba. Stephanie, la personificación del sueño americano, le tenía miedo a una simple palabra, lesbiana. Podía nombrar sin problema a cualquiera que se sintiera cobijada por aquella palabra de cuatro sílabas, pero jamás a sí misma. Cuando lo pensaba, un frío paralizante recorría su cuerpo y el sentimiento de culpa no la dejaba sola por un buen rato, siempre terminaba en la banca más escondida de la iglesia mientras le rogaba a Dios que la ayudara.
Un dolor la atravesó, no podía seguir negando su propia existencia, ¿Dios qué le había dado como recompensa tras años de represión y relaciones con hombres que la habían dejado en el Abismo. Nada, Stephanie era lesbiana pero la palabra le daba miedo, no podía habitarla cuando la paralizaba al ser relacionada directamente con ella. Nadie quiere que Capitana América sea lesbiana, nadie quiere a una mujer de descendencia irlandesa de disidencia sexual siendo el epítome del sueño americano. Ni Dios, ni la población estadunidense, ni ella. Entre aquel debate interno, la rubia observó su reloj y alarmada por la hora se levantó de golpe e ingresó a su hogar; tenía que subirse a su moto en cuanto antes para llegar a preparar lo que ocuparían en el entrenamiento con Maximoff.
⠀⠀⠀٬ 🕯️ ’ 𓏲 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝖽 𝖻𝗒 ﹫𝗶𝗻𝗱𝗶𝗴𝗼𝖾𝗌𝗌𝖾𝗇𝖼𝖾
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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀thanks for reading !
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"Tan poca vida" de Hanya Yanagihara
La literatura tiene el poder de sumergirnos en realidades complejas y, a menudo, dolorosas. "Tan poca vida", la aclamada novela de Hanya Yanagihara, es un viaje emocional que explora la amistad, el trauma y la resiliencia humana. Publicada en 2015, esta obra se ha convertido en un referente contemporáneo, dejando una huella profunda en sus lectores.
La historia se centra en la vida de cuatro amigos: Jude, Willem, JB y Malcolm, quienes se conocieron durante sus años universitarios en Nueva York. A medida que la trama avanza, la novela se adentra más en la vida de Jude St. Francis, un hombre marcado por un pasado oscuro y doloroso que poco a poco se va desvelando. Yanagihara no escatima en detalles; su prosa es a menudo cruda y desgarradora, enfrentando al lector con la realidad del sufrimiento humano.
Uno de los aspectos más poderosos de la novela es la forma en que aborda el tema de la amistad. La relación entre los cuatro personajes es un testimonio de la lealtad y el amor que puede existir entre amigos. Sin embargo, también refleja la fragilidad de esos lazos cuando se enfrentan a la adversidad. La obra plantea preguntas profundas sobre la capacidad de sanar y el peso que llevamos dentro.
El estilo narrativo de Yanagihara es envolvente. Su prosa, rica en descripciones, logra capturar la esencia de los momentos más íntimos y dolorosos de los personajes. La autora se toma su tiempo para desarrollar sus vidas, permitiendo que el lector se sumerja en su sufrimiento y en sus alegrías. Sin embargo, este ritmo pausado contrasta con la intensidad de las experiencias que viven, creando una tensión que mantiene al lector al borde de su asiento.
A medida que se desarrolla la historia, Jude se convierte en el centro de atención, y su historia es una exploración de los límites del dolor y la lucha por encontrar la esperanza en medio de la oscuridad. Su vida está marcada por el abuso y la traición, y a pesar de sus logros y de sus relaciones con los demás, siempre parece estar atrapado en un ciclo de autodestrucción. Yanagihara logra que el lector sienta la desesperanza de Jude, y, a su vez, la desesperación de sus amigos al intentar salvarlo.
"Tan poca vida" es también una reflexión sobre la condición humana, el amor y el sacrificio. La novela no ofrece respuestas fáciles, y su final es tanto agridulce como inevitable. Nos recuerda que, a veces, el sufrimiento es una parte intrínseca de la vida, pero también lo es la capacidad de amar, de ser amado y de encontrar momentos de belleza en medio del dolor.
Al cerrar el libro, queda una sensación de vacío y plenitud a la vez. La obra de Yanagihara es un recordatorio de que, aunque la vida puede ser abrumadoramente dura, la conexión con los demás puede ofrecer un refugio, aunque sea temporal. "Tan poca vida" es, en definitiva, una experiencia literaria que perdura en la memoria, invitando a la reflexión sobre el amor, la amistad y las cicatrices invisibles que llevamos dentro.
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