#que sucedió
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Tenemos el corazón destrozado.
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tepara3s · 1 year ago
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T..............ulio
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arcy-lethra · 11 months ago
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Estoy pensando en un escenario donde Kaneki es un alfa, pero tiene de pareja al alfa Touka 😋 Ambos como jefes de manada.
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aarandano · 4 months ago
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yo solo soy un travo que tuvo el privilegio de hormonarse a los 16 pudiendo alcanzar una voz grave pero después dejó por problemas de salud y pensó bueno igual mí meta es la androginia así que ya estoy pero ahora que tengo 20 y mí apariencia se acerca más al de una mujer genuinamente necesito hacer un cambio acá
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patriciadlr · 1 year ago
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lA EPIDEMIA DE LA RISA EN TANGANICA DE 1962. O TAMBIEN CNOCIDO COMO EL BROTE DE RISA DE TANGANICA
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nayerimz · 1 year ago
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palabras hacen eco y retumban fuerte en su cabeza, de un lado a otro, encendiendo alarmas que le ruegan que se aleje, que la deje con las ganas (y quedarse con las ganas también) una vez más. te quiero a ti, como si ella fuese una cosa que binna pudiese poseer, como si fuese un premio que ella pudiese ganar. no le gusta. no le gusta sensación que le recorre el cuerpo al pensarlo así. muy probable está pensando de más, tomando muy en serio la palabrería ajena, frases que carecen de intención ni sentido real si no se pone a desglosar mismas de la manera en la que lo está haciendo, de la manera en la que desglosa y le da vueltas a cada cosa que ella le ha dicho desde noche del ritual del clan al que pertenece. lo poco que conoce a rival le indican que, así como ella la mayoría del tiempo, no dice nada que no crea. honestidad es una de las pocas cosas que respeta de binna por más de que no le agrade la manera en la que utiliza cualidad para fastidiarla cuando puede, pero eso no quiere decir que palabras pasen como un trago amargo que intenta ahogar en sus labios. mismas desaparecen cuando pega su cuerpo al de ella y lengua roza la contraria y mente se desconecta de caos que parece ocurrir fuera de ese espacio íntimo que están compartiendo ambas. ritmo que ella lleva es precisamente lo que necesita para dejarse llevar por completo, intensidad con la que se mueven sus labios coincide con la ajena y sonidito de apreciación se le escapa sin mucho reparo. lo que haga o deje de hacer en esos momentos, o si el mundo se desmorona fuera de ese lugar, será un problema para la hyerim del futuro. agradece que necesidad de respirar sea inexistente, agradece que manos expertas se muevan por cuerpo de la más baja hasta que brazo se cierra alrededor de cintura y empuja hacia arriba, mano libre trazando camino acompañado de una caricia hasta su pierna ' arriba ' ordena sobre sus labios, con toda la intención de cargarla y llevarla hacia un lugar un poco más cómodo para ambas ' que me duele el cuello, goblin de mierda ' añade como explicación, palabras hostiles salen junto a una sonrisa y labios desvían camino de los de ella por un segundo, viajando hacia su cuello ✩ @binnas
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' siempre obtengo lo que quiero. ' responde a su pregunta con firmeza y sin vergüenza alguna. también le es sincera, no intenta engañarla, mentirle con palabras bonitas para que caiga en sus redes. si finalmente lo hace quiere que sea porque ya no puede contenerse, porque el deseo sobrepasó su cordura y besarla le es una necesidad imperiosa. ' y te quiero a ti. ' prosigue viendo ojos ajenas, transmitiéndole que no miente. no entiende el motivo pero yeri tiene algo que le atrae de sobremanera. quizá sea el rechazo, quizá su belleza que ha amenazado con dejarla sin habla, justamente a ella, que siempre tiene algo para decir. atracción magnética es potenciada por la molestia que que genera la una en la otra, podría quedar allí si no accionaran al respecto, pero los opuestos se atraen, ¿verdad? y este es un claro caso que lo comprueba. quiere responderle, hacerla rabiar tras no seguir su orden, sin embargo sus labios son callados por un beso al cual, por supuesto, no se opone. deja caer sus párpados y baja la mano que había puesto en nuca contraria para pasar a rodearle el cuello con ambos brazos, acercándola aún más si es posible. enseguida todos los sentidos que llevaban dormidos hace un buen tiempo, se despiertan en su interior. mantiene espalda pegada a la pared y parte delantera de su cuerpo amoldándose a la de yeri, uniéndose a la vástaga, deseando que no existiera absolutamente nada entre las dos, ni centímetros, ni ropas separándolas. labios se mueven suaves y lentos primero, sin embargo eso no dura demasiado, enseguida siente un deseo olvidado despertar y necesita más. entreabre la boca y busca lengua contraria con la suya, ¿hace cuanto que no se comportaba así, como la adolescente hormonal que alguna vez fue, siempre buscando el calor de alguien más? pero hoy no es cualquier mujer de turno, sino hyerim, y si le hubiesen dicho que esto pasaría cuando la conoció, simplemente no lo hubiese creído. pero sí, sensaciones de corrientes eléctricas que finalizan en la boca de su estómago no son nuevas, las sintió en su no-vida antes, solo con una vástaga en particular: su sire. enreda suavemente los dedos en cabello ajeno, disfruta tanto sabor de la grangel que se pregunta hasta dónde podría llegar con ella, si efectivamente acaba de meterse en la boca del lobo porque, ¿como podría no volver por algo tan bueno, simplemente olvidarlo? aún así decide no engancharse en aquel círculo vicioso y se mantiene presente en el momento de pura pasión que por fin sucedió. intensidad del beso compartido no hace más que aumentar, haciéndole olvidar el contexto, que se detestan, que sus clanes no son compatibles, todo eso deja de importar, cada detalle es borrado de su mente. @nayerimz
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cr0wra · 2 years ago
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No estás vejestoria L
Cómo que no?
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thefulcrumfiles · 2 years ago
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Mierda weon si solo es un sueño qué podría ser lo peor
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deepinsideyourbeing · 6 months ago
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No te alejes tanto de mí - Enzo Vogrincic
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+18! Dom!Enzo. (Alusión a) Breeding kink, creampie, dirty talk, dry humping, face slapping, fingering, sexo oral, sexo sin protección, edades no especificadas. Uso de español rioplatense (y mucho diálogo otra vez).
El departamento que compartís con Enzo es, sin lugar a dudas, el lugar más tranquilo que conociste en tu vida. La armonía y serenidad son pilares fundamentales en su relación, así como la buena comunicación, y esto se ve reflejado en el espacio que ambos llaman hogar.
Enzo es silencio y calma y durante la madrugada se desliza fuera de la cama sin despertarte, siempre cierra las puertas con delicadeza y sus movimientos a tu alrededor son protectores. Siempre sabe qué decir y qué no, qué hacer y qué no, también sabe cuándo acompañarte y cuándo darte espacio, y vos podés presumir de saber hacer lo mismo por él.
La vida con Enzo es estar en constante sintonía, dos cuerpos y mentes diferentes siempre en la misma órbita.
O eso creías...
Las peleas comenzaron hace semanas, volviéndose cada vez más frecuentes y alejándolos de lo que solían ser. Enzo no parece comprender cuánto te hiere sentir que se distanció y jura que tal cosa no sucedió, pero luego prueba que tus palabras son ciertas cuando un pequeño desacuerdo provoca que se aísle y no deja lugar para una conversación sobre lo ocurrido.
Normalmente es fácil de ignorar cuando se trata de nimiedades como los platos sucios, ropa sin lavar o la cama deshecha, pero con todas esas pequeñas faltas acumuladas fue difícil contenerte cuando remarcó de la peor manera tu falta de cuidado con la maqueta de su actual proyecto.
-Si ordenás un poco entonces no me voy a chocar tus cosas cada vez que entre...- contestaste, arrojando sobre su escritorio un trozo de la maqueta.
-¿Qué tengo que ordenar? Si nunca estoy, el desorden es tuyo.
Fingió no notar tu expresión, una nueva costumbre suya para evitar disculparse o hacerse cargo de algo. El que te culpara del caos no fue la principal causa de tu disgusto, no... Te molestó que reconociera no estar lo suficiente en su propio hogar, recordar que en lugar de pasar unos días a tu lado escogiera marcharse a Bariloche con un amigo y que al regresar pasara horas encerrado.
Abandonaste la pequeña habitación donde organizó su oficina y pronto sus pasos sonaron a tus espaldas junto con su voz que no dejaba de pedir tu ayuda. Cerraste la puerta con fuerza y te sentaste sobre la cama, furiosa, percibiendo cómo la ira crecía y consumía tus entrañas.
Cuando Enzo abrió la puerta te dedicó una mueca de disgusto que pretendía comunicar algo, pero si alguna vez logró hablarte sólo con la mirada eso ahora parecía ser un recuerdo lejano que decidiste ignorar. Permaneciste en la misma posición, tus brazos y piernas cruzados, inconscientemente mostrando rechazo mientras él te observaba.
-Ayudame- arqueaste una ceja-. Vos lo rompiste.
-¿Qué somos? ¿Unos nenes chiquitos…?
-Parece que sí, porque si fueras un adulto responsable te disculparías y me ayudarías.
Soltaste una risa de frustración y apretaste los labios esperando así poder contener la ira y todas las palabras que deseaban escapar de tu boca, pero cuando te señaló con un dedo acusador tus deseos de mantener la calma se evaporaron. Haciendo alarde de su excelente comportamiento comenzó a enumerar las recientes faltas que tuviste con él.
La diplomacia pareció extinguirse cuando lo interrumpiste.
-Andá a cagar.
-¿Cómo…?
-¿Ahora además de ser tremendo fantasma también sos sordo, pelotudo?
-Fijate cómo me hablás porque yo jamás te traté así- señaló-. No sé qué mierda te pasa.
-¿A mí? ¿Vos no sabés lo que me pasa a mí?- gritaste, poniéndote de pie para acercarte a él-. ¿Y no se te ocurrió preguntarme? Porque por ahí tiene que ver con que no me hablás, no me mirás, no me cogés, no me preguntas ni cómo estoy.
-No podés estar así porque no cogimos en unos días.
Tu expresión podría haberse catalogado como un poema o como el relato más aterrador. Retrocediste un par de pasos, confundida y levemente aturdida por su capacidad de desentenderse de tal manera de la situación, esperando ver en su rostro un algo.
Pero sus labios no temblaban como solían hacerlo cuando contenía la risa y sus cejas no se curvaron en ese particular ángulo que adoptaban cuando esperaba ver tu reacción luego de contarte uno de sus pésimos chistes o anécdotas.
-Tomátelas.
-¿Eh?
-¡Tomátelas! No te quiero ver.
-No me podés echar de mi casa.
-Ah…- mordiste tu lengua-. Tenés razón, como es tu casa me voy yo.
Intentaste huir de la habitación pero él fue más rápido y lo impidió tomándote del brazo.
-Yo no dije eso- intentaste zafarte de su agarre pero no lo permitió-. Esta es tu casa, vos vivís acá también.
-Pero parece que vos no- reclamaste-. Soltame, Enzo.
-No, tenemos que hablar.
-¿Ahora querés hablar?
Su expresión pareció volverse más dura y juraste ver una arruga que antes no estaba allí.
-No podemos estar así.
-Yo no puedo estar así. Vos estás perfecto.
-¿Por qué todo es mi culpa?- gritó con voz entrecortada, soltándote de manera brusca-. Vos nunca hacés nada, ¿no? Siempre soy yo el responsable.
-Y sí papito, si…
El diminutivo y tu tono colmaron su paciencia.
-Cerrá el orto- se alejó de tu figura como si estar en tu presencia quemara-. Querías que me vaya, ¿eso querías?
-Sí.
-Perfecto entonces- abrió la puerta-. Porque me voy a ir bien a la mierda para no tener que verte.
Arrancaste tu anillo de compromiso de tu dedo y lo arrojaste a sus espaldas con la esperanza de golpearlo, pero –y luego agradeciste por ello- fue la puerta ya cerrada la que recibió el impacto y Enzo se marchó, completamente ajeno a tus acciones. Ignoraste las lágrimas que rodaron por tus mejillas cuando corriste para recoger la alianza.
Una hora más tarde notaste que olvidó su teléfono y su billetera, también sus llaves y el abrigo que lo habría protegido de las bajas temperaturas o el viento nocturno. Te preguntaste si estaría refugiándose en algún sitio con calefacción y por un breve instante consideraste buscarlo en el estacionamiento del edificio, pero descartaste la idea por puro orgullo.
-La concha de mi madre…- decís entre dientes.
Tus dedos están adheridos por el pegamento y tirar para despegarlos duele. Llevás un largo rato intentando reparar algunas partes de la maqueta y parece ser una tarea imposible: suspirás, te quejás, golpeás tu frente frustrada y ansiosa, pero continuás tu misión de unir los restos para evitar que tus manos vuelvan a jugar con el anillo en tu dedo. La mesa es un completo desastre.
Y Enzo aún no regresa.
Dejás caer tus hombros luego de ver el reloj, sin saber si es peor sentirte derrotada o sentir que te rendís. Reprimís todos esos pensamientos horribles y sin sentido que corren por tu mente y chocan con los muros de tu parte lógica y racional: se fue, está con alguien más, ya no va a volver, tuvo un accidente, lo acorralaron en La Rambla, se perdió caminando por ahí…
Desbloqueás tu teléfono esperando encontrar algún mensaje o llamadas perdidas y mantenés el suyo cerca sólo por si acaso, decepcionada cuando ambos permanecen en completo silencio. Tu oído escoge centrarse en el tictac del reloj y el sonido del adorno que golpea la puerta del balcón cada vez que el viento sopla. Siempre temés que esos pequeños golpes destrocen el cristal.
Y es que siempre son pequeñas las cosas que desatan el caos: la grieta que apareció mágicamente en tu taza, el pequeño agujero que terminó por deshacer el suéter favorito de Enzo, la alarma que postergaste estando aún dormida y lo hizo perder un vuelo, la comida quemada que intentó solucionar ordenando pizza, el abrazo que no correspondiste cuando regresó de los premios Goya, su falta de entusiasmo ante la usual noche de películas…
Evitás preguntarte qué sucederá porque la respuesta que ronda tu cabeza hace que tu respiración se entrecorte y te asfixia. No querés ser extremista, no sos una persona que se dé por vencida así como así y una pelea –incluso esta pelea, probablemente la peor que recordás haber tenido con Enzo- no te parece motivo para arrojar todo por la borda, pero… Las relaciones son de a dos, ¿no? Y no tenés idea de qué pensará o cuáles son los planes del otro lado.
Maldecís por lo bajo y esta vez es sin saber el motivo.
-No hace falta que lo arregles- dice una voz a tus espaldas-. Los materiales son una cagada.
Una sensación similar al pánico te recorre y volteás a verlo.
-Volviste.
Su rostro se tiñe de dolor y vergüenza por una fracción de segundo.
-¿Cómo no voy a volver?
-Dijiste…
-Ya sé lo que dije- se arrodilla a tu lado y toma tu mano-. No era verdad.
-Estás helado.
-Hace frío. Mucho.
-¿Querés un té?- intentás ponerte de pie y te detiene-. No cociné, pero si querés…
-Quiero que hablemos.
Suspirás.
-Sí, tenemos que hablar.
-¿Qué está pasando? Nosotros no somos así.
Limpiás las lágrimas que nublan tu vista y él se deja caer sobre las cerámicas frías, aún sosteniendo tu mano entre sus dedos y acariciando tus nudillos con su pulgar en un intento de ofrecerte un poco de consuelo. Espera pacientemente mientras te recuperás para poder contestar.
-Los últimos meses fueron muy raros.
-Es mi culpa- lamenta-. No sé cómo manejar… nada, todo, esto que está pasando.
-Y yo no sirvo como apoyo.
-No, no digas eso- toma tu mentón-. Siempre estás para mí, me cuidás y me ayudás en todo... Pero creo que desde hace un tiempo no estoy tan presente como debería y no es recíproco.
-No entiendo por qué- descansás tu rostro sobre tu mano-. Creo que, no sé…, por ahí ahora que anduviste por todos lados ya estás cansado de mí.
-Nunca.
-Pero…
-Jamás me cansaría de vos.
-¿Y por qué hacés de todo menos estar conmigo?
-Tengo miedo de arruinar las cosas- contesta con simpleza-. Tengo miedo de todo lo que está pasando y tengo miedo de arrastrarte conmigo cuando… ¿Y si me olvido de mí?
-Eso es imposible.
-Ya no estoy tan seguro.
-Yo sí- lo obligás a mirarte-. Creo que te conozco lo suficiente para saberlo.
Permanecen en silencio unos momentos y sus ojos jamás dejan los tuyos.
-Perdón- susurra-. Sé que hay mucho de qué hablar, pero…
-Yo también estoy cansada… Vamos a la cama y mañana temprano vemos.
-Lo vamos a solucionar.
-Sé que sí- y dejás salir una risa nerviosa-. Pero hoy no estaba muy segura.
-Me hubiera gustado tener esa discusión antes.
-¿Por qué?
Su mirada oscura es terriblemente sincera, muy Enzo.
-Porque cuando me fui me di cuenta de cuánto te extrañaba.
Cuando tomás su rostro entre tus manos para poder besar su frente él busca tus labios. Te besa lenta y suavemente, pero es incapaz de ocultar la desesperación que guía sus acciones y pronto deja de lado los delicados roces para invadir tu boca con su lengua, robándote la respiración y  aferrándose a tus muslos con sus manos.
-Extrañaba tus besos- decís cuando te regala unos segundos para respirar-. Te extrañaba.
 -Me tenés acá, ahora y para siempre.
Acariciás su cabello y él te observa desde su posición sobre sus rodillas, sus manos aún en tus piernas y sus pulgares dibujando figuras sobre tu pantalón. Te sonríe y la imagen te toma por sorpresa, pero también te sorprende el significado oculto en su expresión y la facilidad con la que puede hacerte saber lo que quiere.
-¿No te duelen las rodillas?- suelta una carcajada y lo ayudás a ponerse de pie-. Dale, vamos.
La distancia desde la cocina hasta la habitación es interminable ahora que ambos desean llegar cuanto antes. Atraviesan el oscuro corredor tomados de la mano y cuando llegan a la habitación Enzo toma asiento en la cama, te posiciona entre sus piernas y abraza tu cintura con fuerza para poder admirarte; deposita besos sobre tu abdomen y entre tus pechos, frustrado por tu ropa interponiéndose entre sus labios y tu piel.
Cuando sus dedos se deslizan debajo de tu camiseta suspirás y arrojás la cabeza hacia atrás, abrumada por la intensidad del contacto y por el rastro de fuego que sus manos dibujan en tu cuerpo. Te ayuda a desvestirte y en cuestión de milisegundos sus labios capturan tu pezón izquierdo, succionando y permitiendo también que sus dientes y lengua jueguen con vos.
Tu creciente desesperación te lleva a abrazarlo en busca de más contacto y cuando sentís sus gemidos contra tu piel tus dedos se dirigen por cuenta propia hacia su cabello. Sus párpados se cierran en contra de su voluntad cuando tus manos hacen arder su cuero cabelludo, sensación que no hace más que empeorar la erección que oculta su pantalón.
Se separa de tu pecho luego de morderte con la fuerza suficiente para hacerte gritar y te despoja del resto de ropa que te cubre, asegurándose de no romper ninguna prenda con sus movimientos rápidos y ansiosos. Se arroja sobre las almohadas y te deja sobre su muslo, complacido por ver tus mejillas enrojecidas ante la implicación de la posición.
-Te hace falta una buena cogida, ¿no?
-¿Y de quién es la culpa?
Te toma por el cuello para acercarte a su rostro.
-Fijate bien lo que me decís- pellizca tu pezón y el dolor te hace gemir-. Y lo que hacés.
Comenzás a rozarte sobre su pierna, muy consciente del significado de sus palabras y la amenaza que las adorna, tus manos en su pecho en busca de estabilidad y tus ojos sobre los suyos. Toma tu cadera para guiar tus movimientos, dolorosamente lentos, y no deja espacio alguno entre tu centro y sus jeans que comienzan a mancharse con tus fluidos.
El cosquilleo entre tus piernas y el dolor de sus uñas marcando tu cadera es suficiente para orillarte hacia tu orgasmo en cuestión de minutos. Cerrás los ojos, masajeando tus pechos tal como él suele hacerlo, pero no es suficiente y cuando comprendés que necesitás de sus manos un patético sollozo deja tus labios.
-¿Qué pasa bebé? No podés solita, ¿no?
-Quiero…
-¿Qué querés? Decime y yo te lo doy.
-A vos.
Enzo no puede hacer más que contemplar la imagen frente a sí, tu delicado cuerpo rindiéndose nuevamente bajo sus manos y tus dientes torturando tus labios mientras su mirada te recorre. Hace unos días sólo podía soñar con tenerte de esta manera y complacerte, así que ahora se pregunta cuánto tendrá que contenerse para que el momento no acabe demasiado rápido y cuánto tardarás en suplicarle que se detenga o en caer agotada entre sus brazos.
-Entonces ya sabés lo que tenés que hacer.
En pocos segundos abandonás su regazo y te recostás entre sus piernas, esperando su confirmación para poder tocarlo y prácticamente arrancando la ropa de su cuerpo cuando la obtenés. Ya está duro, muy duro, su punta brilla con las gotas de líquido preseminal que de allí brotan y las venas que recorren su extensión parecen pedir tu atención a gritos.
Comenzás a masturbarlo lentamente e intentás seguir el ritmo con el que movía tu cuerpo sobre el suyo, tu pulgar acaricia su punta y cuando lo separás de esta podés apreciar el hilo traslúcido que brilla con la luz. Te llevás el dedo a la boca y gemís cuando sentís su sabor en tu lengua, calmándote y a la vez haciendo que lo desees todavía más.
Dejás besos húmedos sobre su miembro y sus gemidos sólo empeoran la situación entre tus piernas. Cuando tus labios se cierran sobre la punta sentís su cuerpo tensarse, sus párpados se cierran por un breve instante y sus dedos acarician la comisura de tus labios, que se estiran a más no poder para recibirlo en tu boca.
-Qué linda que sos cuando me la chupás.
Sus palabras te resultan tan humillantes como excitantes y por un segundo considerás deslizar una mano bajo tu cuerpo para calmar tu necesidad. Tu saliva mancha tu piel, tus dedos y corre bañando todo su miembro antes de deslizarse entre sus piernas y caer sobre las sábanas, pero aún así te es difícil tomar más que la mitad.
Tu frustración crece minuto a minuto pero para Enzo, que sabe cuánto te cuesta, la imagen es una bendición… Y también una tortura, por lo que no encuentra más solución que tirar de tu cabello para alejarte de su cuerpo y evitar un muy necesitado orgasmo.
-Ya está, ya está- responde a tus quejas-. Lo hiciste muy bien, pero…
-¿Pero?
-Me toca a mí.
Te arroja sobre el colchón para luego posicionarse sobre tu cuerpo y acorralarte, su intensa mirada de pupilas dilatadas haciéndote sentir como una presa. En su camino hacia tu centro su aliento golpea tu mejilla, tu mandíbula, tu cuello sensible y tus clavículas, pero él sólo piensa en una cosa y cuando separa tus piernas se dedica a apreciar tus pliegues y entrada brillantes.
Te acaricia de manera superficial y cuando te retorcés rodea tu cadera con un brazo para inmovilizarte. Su pulgar presiona sobre tu entrada, que gotea lo suficiente para manchar las sábanas, juega con la piel que la rodea y sólo se dirige hacia tu clítoris después de ver que te contraés desesperadamente en torno a la nada misma. Se muerde los labios, impaciente.
Suspirás cuando sentís su ataque y los círculos que su dígito traza con una lentitud insoportable, deteniéndose de cuando en cuando para acariciar también tus pliegues húmedos y tantear tu entrada con la intención de provocarte todavía más. Gemís su nombre una y otra vez para tentarlo y suplicás por más, pero te ignora y prolonga sus tortuosas acciones otro rato.
Dirige un dedo a tu entrada y lo introduce con delicadeza, siempre atento a la reacción de tu cuerpo: tus paredes no oponen resistencia y el placer cuando curva su dedo para acariciar tu punto dulce se intensifica gracias a su lengua deslizándose sobre tu clítoris. Un gemido casi animal deja tu garganta y ante esto él decide acelerar sus movimientos.
-¿Así te gusta?- pregunta cuando gemís aún más fuerte, como si la respuesta no fuera obvia. Aprovecha tu estado y tu abundante excitación para deslizar otro dedo, haciéndote sisear por el repentino ardor que trae consigo la dilatación-. ¿Qué pasa, no aguantás ni dos dedos?
Cubrís tu rostro ardiente con una mano y evitás hacer comentarios sobre quién es el responsable de tu estado actual; no recordás cuándo fue la última vez que jugó con tu cuerpo y tu forma de tolerar su ausencia fueron tus propios dedos, más delgados y cortos que los suyos e inútiles cuando se trataba de obtener placer.
-Más.
-¿Más...?- y succiona tu clítoris con fuerza para oírte gritar.
Enzo conoce tu cuerpo mejor que nadie y sabe exactamente qué hacer para volverte loca. Los movimientos de su lengua no se detienen y las formas que esta dibuja hacen que tus manos tiren de su cabello, arruguen las sábanas y masajeen tus pechos, aferrándose con desesperación a cualquier objeto que se interponga en su camino.
Sus dedos no dejan de abusar de tu sensibilidad y la combinación de sensaciones, que parece ser muchísimo más intensa gracias a las semanas sin contacto, comienza a ser casi demasiado para tu cuerpo. Te llevás una mano a la boca y cuando tu orgasmo te golpea mordés tus nudillos desmedidamente, ahogando tus gemidos y los gritos que amenazan con irritar tu garganta.
Te lleva unos minutos regular tu respiración y dejar de temblar, minutos que transcurren con sus dedos aún enterrados en las profundidades de tu cuerpo mientras sus labios bañan tu centro y el interior de tus muslos con besos y alguna que otra pequeña marca producto de sus dientes. Bajo tu atenta mirada desliza sus dedos entre sus labios para no desperdiciar los restos de tu esencia.
Abandona la cama para deshacerse del resto de su ropa y cuando regresa vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo para atacar tu boca con un beso hambriento. Tus piernas abrazan su cadera y cuando sentís su miembro caliente golpeándote no podés evitar gemir contra su lengua, tu mano buscándolo para poder masajearlo antes de guiarlo hacia tu entrada. Su punta te quema.
Toma tu rostro y te obliga a mirarlo.
-¿Querés que te la meta?
-Por favor.
Te quejás cuando comienza a penetrarte y aunque tus ojos arden jamás rompés el contacto visual. Enzo te distrae tirando de tu labio inferior con su pulgar y antes de notarlo estás succionando el dígito, con el cual parece imitar los movimientos de su cadera.
-Estás muy apretada.
-Es…- te interrumpís con un grito cuando introduce otro par de centímetros de manera súbita. Su pulgar manchado con tu saliva acaricia tu mejilla para calmarte-. No puedo.
-Sí, sí podés.
Sus labios abrazan los tuyos mientras realiza movimientos suaves y calculados que convierten tus quejas en gemidos y provocan que tus paredes se contraigan sobre su miembro. Suspira cuando por fin logra introducirse por completo en tu interior y besa tu cuello, tu perfume embriagador nublando sus sentidos y tus pequeños gemidos tentándolo a moverse.
Tus manos aferrándose a sus hombros son la única confirmación que necesita: te golpea con fuerza y tu grito es una mezcla de sorpresa y placer por el repentino ataque, el cual repite hasta convertirlo en un ritmo constante que resuena en toda la habitación y llena tus oídos. Sacude tu cuerpo con cada embestida y lo único que podés hacer es aceptar el placer, completamente a su merced.
Luego de una estocada particularmente profunda tus uñas se clavan en su piel y Enzo sólo lo sabe. Descansa su peso sobre sus piernas y sus manos en la parte posterior de tus muslos ejercen presión hasta que tus rodillas rozan tus pechos, el ángulo permitiéndole llegar hasta ese punto para abusar del mismo y convertirte en un completo e incoherente desastre.
Gritás su nombre y las palabras que le dedicás entre tus agudos gemidos son incomprensibles. Tu expresión es indecente y la vista entre tus piernas, donde su cuerpo se une con el tuyo y brilla con tus fluidos, lo es aún más… pero le encanta y no puede evitar jugar con vos, agregando otro estímulo que te hace cerrar los ojos con fuerza y sacudir la cabeza.
-Enzo- advertís-. Por favor.
El gesto es mínimo pero suficiente y en cuestión de segundos tus dedos se cierran sobre sus muñecas. Tu figura se sacude con la fuerza de sus embestidas y por los espasmos de tu orgasmo, el cual arquea tu espalda como si estuvieras presentándote ante él y hace que tus músculos se contraigan, dificultando sus movimientos y haciéndote llorar.
Jamás se detiene.
Lo mirás horrorizada, tu orgasmo prolongándose indefinidamente y haciendo del placer una sensación casi intolerable. Enzo continúa golpeando tu cérvix mientras su pulgar juega con tu clítoris y sus dedos presionan sobre tu abdomen bajo, forzándote a sentir cuán profundo llega su miembro y cómo estimula cada fibra de tu cálido y estrecho interior.
Te lleva al límite, pero antes de permitirte gozar de un segundo clímax se detiene.     
-No, no- protestás-. ¿Por qué? Quería…
Te interrumpe golpeando tu mejilla y cuando abandona tu interior mantenés la boca cerrada. Toma tus caderas y te obliga a voltear, dejándote sobre tu estómago y posicionándose sobre tu cuerpo para aprisionarte contra el colchón.
Rodea tu cuello con su brazo y te penetra con desesperación. En cuestión de segundos su pelvis golpea tus muslos y tus glúteos con la fuerza suficiente para arruinar tu piel, causando también un sinfín de sonidos húmedos y obscenos que acompañan sus gruñidos y tus gemidos.
Buscar refugio contra en el colchón tiene como consecuencia que la fuerza de su asalto vaya en aumento y la única opción que encontrás para ahogar tus gritos es morder las sábanas, húmedas con las lágrimas que corren por tus mejillas. La solución sólo dura unos minutos gracias a que Enzo, que en este momento prefiere no ser el único que oye cuánto gritás por él, endereza su postura y tira de tu cabello para hacerte arquear la espalda.
El nuevo ángulo te permite verlo y por un instante parece buscar tus labios con la intención de besarte, pero en su lugar escupe sobre tus labios entreabiertos y observa cómo tu expresión se transforma con la humillación y excitación. Le encanta tratarte como un juguete y sabe que lo disfrutás tanto como él, sobre todo cuando te toma por sorpresa.
-Sos una putita, ¿no? Mirá como estás- y remarca sus palabras con una estocada que te hace temblar violentamente-. ¿Querés que te llene toda?
Tragás saliva –sin saber cuánta es suya- para contestar pero todo lo que sale de tu boca son patéticos sonidos sin sentido. Sonríe satisfecho y vuelve a escupirte, esta vez asegurándose de manchar aún más tu rostro para ver su saliva deslizándose por tu piel junto con tus lágrimas.
Te libera de manera brusca y tu rostro impacta con el colchón, las sábanas oscureciéndose cuando entran en contacto con los fluidos en tu rostro y arrugándose aún más cuando te aferrás a ellas con una mano acalambrada. Tu otra mano se entrelaza con la suya y lo guiás hacia tu abdomen bajo, ignorando cómo los músculos de su abdomen se tensan con tu acción.
-Ahí- suplicás entre gemidos-. Adentro.
Enzo sólo quiere obedecerte y unos minutos más tarde cumple tus deseos: su semen caliente salpica tu interior y mancha tus paredes de blanco mientras el palpitar de tu miembro te lleva a otro orgasmo, menos intenso pero más duradero. Tus músculos se aferran a él y lo mantienen dentro tuyo hasta que la última gota de su liberación te llena.
Su boca roza tu frente y tu mejilla antes de besar la comisura de tus labios.
-Te amo.
-Te amo.
Intenta peinarte y cuando fracasa se limita a masajear tu cuerpo cabelludo con la yema de sus dedos. Evita alejarse de tu cuerpo, consciente de lo mucho que ambos necesitan la cercanía en un momento como este, y sonríe cuando tus dedos vuelven a entrelazarse con los suyos.
-¿Querés ir al baño?
-No- negás rápidamente y besa tu mejilla para calmarte-. ¿Podemos estar así un rato?
-Obvio.
Admira tu perfil y tus párpados cayendo sobre tus ojos vidriosos.
-¿Sabes qué vamos a hacer mañana?
-¿Qué?
-Nos vamos a levantar bien temprano y vamos a ir a desayunar al lugar de siempre, ¿querés?- propone-. Después podemos ir a pasear un rato al mercado de artesanos… y elegís una taza nueva.
Soltás una risa encantadora y asentís.
El título y la historia están inspirados en esta canción de Spinetta. Tiene muchas interpretaciones pero en mi opinión es una muy buena metáfora sobre el cambio constante que atraviesan las personas y por ende también las relaciones :)
taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace @chiquititamia @lastflowrr ♡
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khvis · 6 months ago
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' me estoy cuidando, agradezco que no sea nada físico esta semana de lo contrario no podría ayudar ' admite con algo de vergüenza, ser una carga no era parte de sus planes. ' ¿yo? hm, bien. pude dormir bastante en las vacaciones, lo necesitaba ' comisura de sus labios se alzan en una casi invisible sonrisa. ' me alegra escuchar eso, solo supe de otro caso de quemaduras. no se lo deseo a nadie ' agrega dejando escapar una suave risa, ya podía reírse de eso ya no dolía como antes. ' ¿qué opinas de la misión? me gusta un buen reto. '
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la información le hace abrir los párpados en sorpresa, imposible no fijarse mejor en ese vendaje que volvía la realidad más cruda. suspira, ha de acercarse al otro surcoreano con una mirada de preocupación. ‘ es poco tiempo, ¿no? cuídate bien ’ no duda, más bien lo ofrece en palabras de aliento. ‘ fuera de lo físico … ¿cómo te sientes? ’ la palma se posa en hombro foráneo, es cuidadosa al saber que las heridas que no se ven tardan más en sanar. ‘ estoy bien, no te preocupes. sólo fueron unos días ocupados, por fortuna nadie del equipo salió herido ’
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caostalgia · 3 months ago
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La culpa de quererte
No sé en qué momento sucedió. Solo recuerdo que un día comencé a tener la necesidad de observarte cada vez que me cruzaba contigo.
Era extraño. Por una razón que no llegaba a comprender, cuando te veía, mi cuerpo buscaba ir hacia ti. Se sentía cálido, me abrumaba incluso. No te quiero mentir. Muchas veces no me gustaba sentirme así, porque me sentía débil, vulnerable…
De pronto, comencé a temer. ¿Qué pasaba si te dabas cuenta? Mi corazón no aguantaría tanta vergüenza. Eso me llevó a evitar cualquier cercanía contigo, incluso el simple contacto visual. Mis ojos desesperados por encontrarte, ya no debían dirigirse hacia ti. 
Era una tortura…
Confieso que no aguanté mucho. Mi necesidad de encontrarme contigo, aunque sea de casualidad, por las razones más inverosímiles posibles, me superaban. Mi corazón suplicaba. Dolía. Era como un pinchazo cuyo dolor penetraba en lo más profundo de mí. 
Me dolía quererte y me dolía aún más luchar por no hacerlo. 
Sentía culpa por mis sentimientos. Pero hoy, debo admitirte que fueron sentimientos reales e inocentes. Un amor puro y en constante crecimiento.
 No tenía nada por lo que arrepentirme.
-Meu
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dariann-garcia · 1 year ago
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Día 35
La vida es una sucesión de puntos de quiebre, algunos nacen de nuestras decisiones, mientras que otros se despliegan de manera natural. A medida que avanzamos, construimos puentes que nos llevan a nuevas aventuras, desafíos frescos y, inevitablemente, a nuevas formas de rompernos el corazón.
No sé exactamente qué sucedió, pero en este momento, mi sonrisa coexiste con la esperanza de volverte a ver.
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a--z--u--l · 9 months ago
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Otro domingo viviendo en el recuerdo de algo que nunca sucedió.
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y0nain · 1 year ago
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la risa se escapa en respuesta ante el escueto diálogo contrario. lo entiende, la verdad sea dicha. su clan no se lleva una buena fama en cuanto a la información que se le comparte. y no puede culpar a mai por no saber que esa característica de su clan la usa con los humanos más que con otros vástagos. no hace esfuerzo alguno, sin embargo, por cambiar la visión de sí misma. "no suena eso tan terrible, ¿o sí? ¿sentir la derrota en los huesos y perder las energías para seguir buscando?" es una broma. espera que el tono de su voz y la sonrisa vacilante que envuelve el sorbete de su botella sea la clara demostración a ello. "no sé nada" responde, negando suavemente con su cabeza, porque es la verdad. su búsqueda había sido fracaso tras fracaso y luego de seis intentos seguidos había optado por robar algunos gashapones de los transeúntes más despistados. "me ha ido muy mal en esta búsqueda del tesoro y, la verdad, es que parezco más un humano con mal de Diógenes esta noche que una vástaga en busca de reliquias" pero, de nuevo, no le molesta. "ha sido una buena distracción. ¿qué pasa contigo? ¿nada ha sido divertido?" @maigawa
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curiosidad embarga observación hacia felino y actitud ajena, siempre había considerado extraña la forma en la que las personas inclinadas hacia los felinos, actuaban con los mismos. toma asiento al lado suyo, moviendo las piernas en el aire con inocente actuar. ella había tenido dos gatos en lo que iba de su existencia inmortal, nada que pudiera mantener. "probablemente" sentencia sin demasiado detalle, conociendo clan ajeno era mejor resguardar la información para evitar que los carteristas profesionales hicieran de las suyas para adueñarse de lo ajeno. no estaba en su completa concentración para poder usar aupex a gusto, su disciplina preferida. el único intento que tuvo, fue atacada por completo por la contaminación visual y auditiva del ambiente. "pero todo me lleva al insaciable fracaso" típica forma de hablar. "estoy empezando a amigarme con la terrible derrota de alguien que no tolera más" eleva los hombros. miente, no quería rendirse pero tendría que analizar mejor el espacio. "¿y tú?" la observa "¿sabes algo de los premios?" quizás habilidades escurridizas de la opuesta pudieran haber recopilado información relevante. @y0nain
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lucuslavigne · 8 months ago
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[01:20am] Richard Ríos.
espanhol duvidoso pq nunca estudei somente escutei pq tenho uma amiga venezuelana, thigh riding?, oral (m), size kink?, pet names e muito dengo.
Você estava sentada em uma das coxas do colombiano. Os braços agarrados ao pescoço tatuado enquanto sentia as mãos pesadas de Richard em sua cintura.
“ Está muy bela con esse vestido... ” sussurra em seu ouvido, sequer notando que havia falado no idioma nativo.
“ Richard... ” fala manhosinha, o dengo falando mais alto que você.
“ Fala, princesa. ”
“ Eu senti tanta saudade de você. ” escondeu o rosto no pescoço do Ríos, dando um cheirinho alí.
“ Eu também senti saudade de você, meu bem. ” te puxou para perto.
Amava ficar encolhida em cima de Richard, sentir os braços definidos em volta do seu corpo te deixa molinha, toda relaxada, sem preocupação alguma. Mas era difícil conter o desejo que percorria pelas suas veias quando escutava o colombiano falando espanhol, mesmo que por poucos segundos.
“ Qué sucedió? De repente se quedó en silencio... ” te fez olhar para ele.
“ Não é nada. ” sorriu enquanto movia os quadris devagar.
Richard sorriu. O corpo começando a esquentar.
“ Danada. ” começou a beijar seu pescoço.
O ritmo de seus quadris aumentava gradativamente, te fazendo soltar chorinhos e murmúrios no ouvido de Richard, esse que apenas sorria e te dizia elogios baixinhos enquanto segurava seu corpo.
“ Deixa eu mamar você? ” perguntou enquanto o encarava com olhos pidões.
“ Deixo, minha linda. ” ajeitou seu cabelo.
E você se levantou do colo do mais alto, fazendo um rabo de cavalo desleixado, ficando de joelhos no meio das pernas tatuadas do homem, fazendo carinho nas panturrilhas bonitas.
“ No me provoques, princesa. ” escutou, o sotaque te deixando ainda mais molhada.
Então abaixou a bermuda do uniforme que Richard usava, descendo a boxer em seguida, vendo o pau do colombiano bater logo abaixo do umbigo do mesmo.
“ Você é tão lindo. ” falou apaixonada, beijando a cabecinha do pau do Ríos.
“ Amor... ” te chamou como se estivesse fazendo uma das rezas dele.
“ Hm? ” o encarou.
“ Me mama logo, por favor. ” pediu.
E como você é muito boazinhas, colocou todo o comprimento de Richard em sua boca, usando uma de suas mãos para acariciar as bolas do mesmo.
“ Dios mio... Mierda! ” jogou a cabeça para trás, segurando o colchão fortemente.
Mamava toda bonitinha. Os olhos cheios de lágrimas porque era tão gostoso mamar Richard! A cabecinha do pau batendo bem no fundo da sua garganta, te tirando o fôlego te deixava molhada, sentia sua buceta pingando, então levou sua mão até sua intimidade vestida, brincando com seu clitóris por cima do tecido fino da calcinha.
Seus gemidos enviavam vibrações para o pau do colombiano, esse que tinha a mão direita apoiada em sua cabeça enquanto a mão esquerda buscava apoio. Os gemidos e grunhidos que Richard soltava eram como música para seus ouvidos, te deixavam cada vez mais zonza, procurando pelo seu próprio prazer.
“ Caralho, amor! ” engasgou nos próprios gemidos “ Con-continua... Ah! ” revirou os olhos quando você o chupou mais forte.
Estava motivada a fazer Richard gozar na sua boca, ou até mesmo na sua cara. Você queria a porra de Richard em você, independente de onde fosse.
“ Goza p'ra mim, amor. ” começou a masturbar Richard com sua mão direita.
Usou sua mão esquerda para abaixar as alças do seu vestido, deixando seus peitinhos de fora para Richard poder ver.
“ Amor! ” gemeu enquanto gozava por todo seu rosto e seios.
A respiração de Richard estava acelerada, a cabeça jogada para trás com os olhos fechados, apenas aproveitando o orgasmo recém atingido. Quando abriu os olhos e viu seu rosto e seios cobertos com a porra dele, ele ficou louco.
“ Mi vida, 'cê fica tão linda com a minha porra em você. ” falou, o sotaque te deixando zonza.
Richard te puxou para um beijo carinhoso, segurando seu rosto enquanto te levantava apenas para te puxar pela cintura para mais perto.
“ Quieres bañarte conmigo? ” perguntou com os olhos cheios de expectativa.
“ É claro, amor. ” beijou a bochecha do homem.
De malandro, Richard só tem a cara, por que só você sabe o quanto o mesmo gosta de ser tratado com dengo e chamego.
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kimarii-00 · 3 months ago
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Meant To Be (1)
Summary: Armando is captured by a gang in Colombia where he is sure he will meet his end. He isn’t sure what he’s done to upset these people in particular, but at this point, who hasn’t he upset? He waits for his inevitable demise to greet him, but he’s confused when all that comes to him are the four bland walls in the cell that he’s kept in. He’s even more confused when their leader comes to him, giving him an… apology?
Requested by: @joykai ! (sorry it took so long to write 😭)
Word count: 2.7k
Part 1/3 (?)
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AN: Hello… LMFAO, I have no idea why this took me so long to get out. At first I just had writers block, then I got a job, school started again, my laptop broke lol, and so much more… And also I was stuck on this for soo long trying to make connections between bad boys 3 and 4, and eventually I just ended up changing the request a little bit to fit the story better, I hope that’s okay!
Instead of the story starting off with bad boys 3, I just made it start off at the end of Bad Boys 4 to better fit the storyline I was going for.
This will probably be part 1 of 3 parts, but there could possibly be more parts depending on how much I want to expand this. The goal and the minimum is 3 though.
I also didn’t edit this very thoroughly so please let me know if there is anything I should change..
ALSO THANK YOU TO @yeahnohoneybye FOR HELPING ME WITH THE SPANISH TRANSLATIONS!! Such a big help tysm! It was a while ago but they helped me with the whole spanish section!
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When Armando was breaking his neck to do his mothers’ bidding, he knew that he had fucked with a lot of the wrong people. Gangs, police officers, and just downright dangerous people, and he knew for damn sure it would come back to bite him in the ass later down the line. Though that thought that used to be at the forefront of his mind slowly retreated to the backburner when he was relatively able to avoid confrontation with the people he may have pissed off in his past. Yes, he was technically on the run… But who really cares about technicalities?
The rescue mission that he was involved in to retrieve his fathers wife and the kid of the police captain he just so happened to have killed took a lot out of him. He knew that he was lucky to have made it out alive. Thanks to his father, he was able to escape on a boat and leave before authorities could get to him since he did illegally escape from prison, even if it was because he was being pursued and had people gunning for him.
He spent a lot of time thinking while he was in the water. He was a free man with the power to go damn near anywhere he wanted… Where would he go now? He didn’t exactly have a solid plan; afterall, he wasn’t expecting to be let off the hook like this. Eventually, he arrived at a place he knew he had connections in. He docked his boat and made his way to the larger house-boat that he knew contained an old ‘friend’ of his. The place was isolated and secured, for good reason. Both he and this ‘friend’ had been involved in some dangerous shit in the past.
He knocked on the door and it took a while for anyone to answer, but he knew someone was home. In time, he heard a multitude of locks being unlocked, and the door opened. “Armando?” The man said, “¿Qué haces aquí hombre?” (What are you doing here man?) The language hit like whiplash.
Armando had spent so much time with his father and other English speaking people, it’d been a while since he’d heard it.
“Necesito un favor.”(I need a favor) Armando said, quickly and to the point.
“Que? Espera, ¿no se supone que deberías estar en la cárcel?” (What? Wait, aren’t you supposed to be in jail?) The man questioned.
Armando sighed but nodded, “Sí, pero ya no. Sucedió alguna mierda; ¿Me ayudas? Necesito algunas cosas.” (Yeah but not anymore. Some shit happened; could you just hook me up? I need some stuff) He said.
The man nodded and stepped aside so Armando could come in. The place looked as dirty and unorganized as it's always been, but it had a homey feeling that came with it.
“Disculpa el desorden,” (Sorry for the mess) He laughed, “Algun dia me animare a limpiarlo, te lo juro.” (Someday I’ll motivate myself to clean it, I swear.)
Armando rolled his eyes playfully, knowing damn well this place would never be clean, “Sí, como tu digas” (Yeah, whatever you say).
Armando explained his situation to him, “Técnicamente estoy huyendo, pero ahora necesito una casa. En algún lugar remoto.” (I'm technically on the run, but right now I need a house. Somewhere remote.) “No importa dónde esté.” (Don’t care where it is)
“Mmmm, ¿una casa? Sí, seguramente tengo algo, pero no es tan remoto como te gustaría que fuera.” (Mmmm, a house? Yeah, I probably got something, but it’s not as remote as you’d like it to be.) He said with a smile, rubbing the back of his head, “Ya sabes lo que dicen: Esconderse a plena vista, ¿cierto?” (You know what they say, hiding in plain sight, right?)
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Four months. Four months Armando had been living in Columbia. At first, it was hard to get used to. He lived in a small house in an even smaller neighborhood. It took him a while to wrap his mind around the fact that he was just a normal person now. He kept in contact with his father who’d informed him that he was keeping authorities off of his back, the concept of being on the run now foreign to him.
When he’d first moved in, he was wary of everyone and everything, thinking that just one slip up could cost him his new, peaceful life. After the first month went by without any incidents, he began to accept that he was now just a regular guy.
Everything was going great for him. Almost too great.
Armando had an odd feeling today. He didn’t know what it was, but it felt like there was a pit in his stomach ever since he left his house to go to the one convenience store he came to favor. He found himself looking behind his back on more than one occasion, but he chalked it up to him being paranoid. It would happen every so often, why would this time be any different?
“...Efectivo o tarjeta?” (Cash or card?) The woman at the counter said impatiently, and he realized he was zoned out. He gave the woman what he owed in cash, took his bags and left, but he just couldn’t shake the uneasy feeling he continued to harbor.
He walked back to his home, hyper aware of the amount of times he thought he’d heard footsteps following behind him, only to turn around and see nothing that could’ve caused the sound, the rustling of bushes that made the hairs on the back of his neck stand cautiously, the chills that he swore came over him every other minute. But everytime he would investigate these strange occurrences, there would be nothing that could possibly endanger him. Why was he so paranoid today in particular?
Looking back, he definitely had a good reason to be.
He was able to return home safely, but was confused when the pit in his stomach made no effort to remove itself. In fact, he felt it only deepened the further he went in the home.
He figured it was time to get some sleep. Maybe some shut eye would help the queasiness.
He’d made it to the door to his room before he realized that something was wrong, and that the stubborn feeling he was fostering for the past thirty minutes was not just a feeling. The door to his room was slightly cracked open.
He knew for a fact that it was not like that before he left.
Just as he came to this realization, he felt a presence behind him. But he didn’t get a chance to get a look at whatever, or rather, whoever was behind him before he felt a muscular arm wrap itself around his throat and squeeze, leaving him with little air, and hardly any room to fight. He clawed at the arm, and tried to use his own strength to tear the arm away from him and create a chance to escape, loosen the grip just a little, anything.
Before long, he felt black spots dancing around the edges of his vision, and for the first time in a long ass time, he felt helpless.
He was still fighting though, and this seemed to aggravate whoever was holding him, “Just sleep dammit!” A gravelly voice said, his grip somehow tightening even more than before.
“Allow me,” A honeyed voice said. Armando faintly heard the sound of heels clicking on the hardwood floor before a dark-skinned woman came into view. She had a deceiving smile on her face as she looked over him once, and her gaze settled onto the man who was still holding onto him, “Loosen up a bit, would you?”
A loud and dramatic sigh was heard and air began to miraculously flow back into his lungs, and he figured that this was his chance to escape.
He couldn’t even make a move before he felt a prick in the side of his neck, and liquid flowed into him. It made him feel tired easily, and he felt his bones beginning to relax. His eyes lidded, mouth numb, unable to say anything.
The woman in front of him, still smiling sweetly, pulled the needle from his neck. He felt himself slipping farther and farther away from consciousness. Before he could fully fade away, however, he was able to hear his two attackers' conversation as the man let him fall limp on the ground.
“(Name)’ll be happy, this dude owes her a fuck-ton…” The man muttered.
“You know she doesn’t like it when you call her by her name–”
“She’ll let me call her whatever I want when we get this asshole to her.”
“You’re insufferable, y’know that?”
“That’s not what you were saying last night–”
“Just grab him and let's go! God…”
The man chuckled at her reaction, clearly finding it amusing to see her flustered. Armando couldn’t keep himself awake for any longer, and promptly lost consciousness as the man leaned down to pick him up and throw him over his shoulder (rather roughly may he add).
His vision filled with black and his hearing faded to the serene sound of nothingness.
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He was awoken by water as cold as what he imagined to be what the water in Antarctica would be like. It splashed onto his face and dripped down into his now damp clothes.
He frantically looked around the room, senses heightened in the unfamiliar place. All he found was the metal chair he himself was sitting in, and an old, dingy light hanging over him that flickered every now and then. He found his limbs to be bound by a tight rope that he could tell were not budging any time soon. HIs lips tightened as he realized his situation. Damn it.
“You’re finally awake, I was starting to think the little miss over there killed ya,” He gestured over to the dark-skinned woman who he hadn’t noticed lurking in the corner of the room. She shrugged and her lips curled into an innocent smile.
“I told you he’d be fine.” She said, nonchalantly. Armando didn’t say a word, contemplating in his mind different ways he could handle the situation. He couldn’t spot any windows or doors other than the one that was in front of him, but he knew there was no chance of getting out through there.
“What? Cat got your tongue? Pissed that you got caught? You know, it took an awfully long time to track you down.” The man said, sliding over his own chair and sitting on it backwards, letting his arms hang over the wooden back of it.
“The boss doesn’t want you dead just yet, to my surprise. If you play your cards right you might even get to live to see another day.”
“Unfortunately.” The muscle man sighed out dramatically. Armando still found himself staying quiet. He knew that, given his past working with his mother, the list of dangerous people he’d pissed off at some point might as well have been a book. These people in particular didn’t immediately ring any bells, but they did mention this ‘boss’ of theirs, so perhaps they’re the one he tipped off.
“You know what you’re here for so what’s the point in biting your tongue? Just fess up and pay up.” The woman said, pushing herself off of the wall and making her way to him. He held eye contact until she reached him and bent down so her eyes were on the same level as his were, “Is your pride really worth your life?”
Silence filled the room, and out of the corner of his eye he saw the burly man begin to stand, looking aggravated at his continuous silence. The woman held her hand up nonchalantly, gesturing to the man to sit back down and let her handle it.
He saw the reluctance but he eventually sat back down, but Armando could tell he was getting agitated. The woman focused her attention back on him. She took her pointer finger and gently placed it underneath his chin, lifting it slightly. She had her usual smile, but her eyes gave away her irritation. “Listen, you understand you can walk out of here if you just give us what we’re owed, correct? Our boss is being awfully generous. Don’t tell me you’re just going to throw away that generosity…”
He let her finish her sentence but he wasn’t hearing any of it. Whatever he owed these people wasn’t his problem anymore, and therefore, he decided to make sure that point was well received by his two kidnappers. He spat a glob of spit right between her eyebrows.
He’d never seen someone look so offended. The fake smile dropped instantly and was replaced by the meanest stank-face he’d ever experienced. Her partner damn near broke his wooden chair as he shot up from it, the chair clattering on the ground.
“I told (Name) this asshole wouldn’t cooperate,” The man yelled. Just as he was about to stomp his way over to a helpless Armando, his phone buzzed.
The man stopped in his tracks. When he took his phone out of his pocket, his eyes widened.
“Jax.” The man said simply into the phone. Was his name Jax, or was he speaking to a Jax?
Armando felt the burning gaze of the woman he spat at, but he favored listening to Jax’s (?) conversation rather than another staring contest with the woman he’d pissed off earlier.
“Right now? But… Y-yes… Yes ma’am… I understand… We’ll be there in five.” The man said, scratching the side of his head. After a few seconds, he stuffed the phone back into his pocket and turned back around to face Armando. “Looks like you get to live a bit longer. We’ve gotta bounce.” The last sentence was directed to his partner, who hadn’t said a word in the last five minutes.
She made sure to shoot one last disgusted look at him before following behind her partner and slamming the door behind her. He distinctly heard the lock for the door be secured into place before hearing them walk away. He let out a breath.
The darkness and silence were somewhat intimidating.
He didn’t know how long he’d been left alone. If he had to guess, the minimum amount of time would’ve been at least an hour or so.
As much as he wanted to make the most of it, there wasn’t much he could do. Of course, he could realistically break the wooden chair he was sitting in by slamming it into the ground, and enough force it would definitely crack. But what was he supposed to do afterward? The door was sealed tight, he still had his restraints on and he didn’t know how many people were guarding wherever he was being held at.
Damn.
He wasn’t left with his thoughts for too long though. The door in front of him creaked open much sooner than he thought it would.
He furrowed his eyebrows. A woman walked in slowly, closing the door behind her. It wasn’t the women from before though, and if he hadn’t been in the situation he was currently in, he’d have to admit that she was stunning.
He heard her take a deep breath before letting it out in a dramatic sigh. She walked over slowly, reaching for something in her pocket. Was she going to torture him for information? Shit…
Imagine his surprise when she pulled out a sleek switchblade, but instead of cutting him, she slipped behind him and swiftly cut the ropes binding his limbs together until he suddenly felt strength regaining in his wrists. He wiped his head around in confusion and caution. Is this a trap?
She looked like she was studying him before she let out another sigh, and muttered, “Damn idiots… The wrong fucking person…”
Wrong person?
The wrong damn person?
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Low key not happy with the way this turned out since it took me damn near 2-3 moths to finally post it but I figured I should get something out there..
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